UNIVERSIDAD NACIONAL HERMILIO VALDIZAN
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
ESCUELA PROFESIONAL DE SOCIOLOGÍA
LA AXIOLOGÍA, UN MARCO REFERENCIAL DE LOS
VALORES
CURSO :
ÉTICA Y DEONTOLOGÍA
DOCENTE :
MG. VLADIMIR PAVEL FELIX FELIX
INTEGRANTES :
BERMUDEZ BLAS, Jhoel
HUANUCO – PERU
2021
LA AXIOLOGÍA, UN MARCO REFERENCIAL DE LOS VALORES
La Cámara de diputados convocó a una consulta nacional sobre educación y valores.
El Secretariado Nacional de Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal
Mexicana, convocó a tratar este tema en su Asamblea anual, a los secretariados de
las 80 diócesis que hay en México. La Asociación Mexicana de Instituciones de
Educación Superior de Inspiración Cristiana, en Tampico, celebró su décima tercera
asamblea con el tema «Educación y valores en la Universidad». En la Cumbre
Internacional para la Educación, organizada por Elba Esther Gordillo, se edita todo un
cuaderno que merece más atención de la que se le ha dado, con el nombre de
Educación y Valores.
El cuaderno número cinco de la Cumbre Internacional de Educación, publicado apenas
hace unos quince días, pone el tema educación y valores en un contexto que vale la
pena analizar. Un estupendo trabajo de Carlos Cullen, de la Universidad de Buenos
Aires, quien, para llegar a una toma de posición de los trabajadores de la educación en
el continente americano, ubica el tema de educación y valores en el modelo neoliberal.
Una sola cosa es necesaria y éste es el reto de los educadores-, que se capte el
significado profundo de las cosas y de las mentes y se descubra lo que pueda y deba
hacerse. Los preocupados por el tema somos una minoría por más que nos sintamos
muchos, pero es una ínfima minoría, respecto a los habitantes de este país, y todavía
si pensamos en el lugar que ocupa un país como México en el concierto de las
naciones.
Ubicación contextual: transición
Si se trata de encontrar la palabra, la cifra que ubica a nuestra generación, y aquí la
amplío a los que coexistimos en este periodo de la historia-, me atrevería a decir que
esa palabra y esa cifra es transición. Esta época es especialmente significativa en su
transitoriedad, y eso tiene que ver con la relevancia del tema de los valores. Nos ha
tocado vivir, sería la primera, en una inmensa transición epocal. Vivimos una transición
muy difícil y muy dolorosa, en la que continuamente uno se pregunta el significado de
términos como modernidad.
Esa fue la modernidad en la que nos hicieron abrevar. Esa fue la modernidad que nos
prometió un mundo nuevo. Cuando en Europa estas ideas marchaban en cortejo
fúnebre, aquí tocaban las fanfarrias y los clarines para llevar a México a la
modernidad. Esta normatividad nos hace desechar ciertos valores culturales de
nuestro país porque no son modernos.
Han sido los indígenas de Chiapas los que nos han hecho entender que, si han durado
500 años resistiendo a la modernidad, tienen mucho que enseñarnos para defender
ahora nuestros valores en esta época de irrupción de una globalidad irreverente,
iconoclasta y muy pobre en significados y valores. Pero ésta es la transición epocal en
la que nos tocó vivir, de ésa somos hijos, ésa es la que llevamos en la sangre, es con
la que reaccionamos. Estamos ante el fin de la modernidad que el posmodernismo
critica, pero ante la cual no tiene todavía una alternativa y creo que ahí hay una
enorme responsabilidad de los educadores. Pero hay además un segundo círculo,
más íntimo, más estrecho, con el engendro legítimo o ilegítimo de la modernidad.
Del capitalismo de los orígenes al neoliberalismo hay diferencias enormes y capacidad
de ocultarse, disfrazarse y hasta de pretender que no es «neo», que es lo de siempre,
lo que ha regido al mundo y que es el fin de la historia, como dice uno de sus grandes
ideólogos, Fukuyama. Este neoliberalismo marca la segunda gran transición,
dependiente, de menor rango que el tránsito epocal. El neoliberalismo llegó para estar
con nosotros un buen rato, y tiene mayor capacidad de penetración y de impacto en
las estructuras sociales que otros movimientos de ideas y de cambios que también nos
afectan, pero que finalmente no nos la tenemos que haber con ellos directamente. No
quiero entrar al análisis del neoliberalismo, pero no quiero dejar de mencionar cómo lo
entiendo.
El neoliberalismo es una ideología, y recuerden que, ideología no es ideas, no es
pensamiento, es la racionalización de la inautenticidad. Esa resistencia de la sociedad
civil se nutre, está arraigada en la cultura, en significados y valores. El último objetivo
del neoliberalismo es impactar la cultura. Esto es el neoliberalismo puro en el ámbito
religioso.
Pero estamos ya en el ámbito del debate último, el de los significados y valores que le
dan sentido a la existencia, y ese es el objetivo final del neoliberalismo. La resistencia
a la modernidad la constituyen esos esquemas retrógrados de la familia japonesa o de
la concepción del trabajo, y eso es lo que pone en riesgo la modernidad de Japón o de
Estados Unidos. Esa es la segunda gran transición. Ahora estamos ante una transición
inédita.
Es la transición hacia algo que nunca hemos vivido, que no conocemos, y en la que yo
creo que el lastre más grande es el PRI que todos llevamos dentro. Esta transición
tampoco es la lucha de buenos contra malos. Hay que mencionar que esta transición,
está dentro de círculos mucho más amplios y no olvidarnos que hay una congruencia
en estas transiciones en torno al punto que quiero tratar y exponer ante ustedes. No
tendría sentido mencionar todo esto si no tuviera que ver directamente con el asunto
de los valores.
La educación para la democracia, requisito indispensable de nuestra transición, se
fundamenta en la cuestión de los significados y valores.
¿Qué es el valor, desde la Antropología filosófica?
Hablar del bien supone empezar a ponernos de acuerdo sobre cómo entendemos al
ser humano. Esa es el explicitación fino, en detalle, de la búsqueda del bien. El árbol
en el que se gesta la búsqueda del bien es la persona humana, y la manera de
entendernos sobre el ser humano es fundamental. Es en donde encuentro la mayor
pobreza en los programas sobre educación valoral.
En la prioridad que se le da a la educación en valores, la noción de ser humano es
obsoleta o no está dicha, o no se atreve quien lo propone, a poner sobre la mesa qué
entiende por ser humano. La consciencia es la «presencia del sujeto a sí mismo».
Cada uno de nosotros en este momento está operando en diversos niveles de
conciencia que parten de la percepción. Entender es el segundo nivel de conciencia.
Cuando organizamos toda esa percepción, cuando de repente adivinamos de qué se
trata el acertijo, cuando organismos nuestras percepciones en una forma congruente,
inteligible, entendida, se pasa a otro nivel. Y, sin embargo, ese segundo nivel de
conciencia, el de la intelección, no es un producto terminado. Esta pregunta por la
verificación, que emerge apenas hemos entendido, nos lleva a pasar de la intelección
al tercer nivel de consciencia, el de la verificación, el del juicio crítico, el de la verdad.
No nos podemos comprometer con hipótesis, con el segundo nivel.
El segundo nivel es maravilloso porque deja que la luz se pasee por todos lados, pero
el tercer nivel es el definitivo, el serio. Lo que en las novelas o en las películas sobre
un juicio es el veredicto del jurado, es el tercer nivel de consciencia. Ahí termina el
proceso meramente intelectual y ahí empieza el problema de los valores. La búsqueda
del bien.
Y ese último nivel de conciencia, el de la deliberación, el del amor, el de la libertad, es
en el que se gesta la perdición o la salvación de las personas, de las comunidades y
de los pueblos. En ese sentido tenían toda la razón los filósofos de izquierda cuando
decían que no querían sólo conocer el mundo, sino que querían transformarlo. De
nada sirve ser el científico más brillante del mundo, o desarrollar las fórmulas más
novedosas de la medicina y de la farmacopea, si lo hice con mujeres, niños y presos
en campos de concentración. Es el problema de la decisión el que finalmente nos
adentra en el tratamiento de los valores, desde esta antropología, dinámica, existencial
y concreta.
El valor: matriz heurística del bien humano
El problema con el bien humano y con el valor es que siempre es concreto, no tiene
una definición. Está siempre en toda elección humana, pero cuando se quiere definir,
se va de las manos, y por eso Lonergan trabaja a través de ese esquema. El individuo
es atraído y dinamizado por los fines, teniendo como referencia su grupo de
pertenencia. Al hablar de individuos, en concordancia con la noción lonerganiana
existencial, no se puede hablar sólo de su esencia, se tiene que hacer referencia
también a su existencia.
Este es el sentido de las «potencialidades» del individuo, primera columna, y de sus
«actuaciones», segunda columna. Desde esta manera de concebir a las personas,
México tiene una inmensa potencialidad de progreso desde las necesidades
insatisfechas y la capacidad de sus habitantes. Al revés del neoliberalismo, les diría, la
ingente masa de necesidades no satisfechas de nuestros 40 millones de indigentes, es
un tesoro, no visto en términos económicos, sin cifrar en dinero la condición humana.
Po eso, los bienes particulares están disponibles para desencadenar un proceso
fabuloso.
En el segundo nivel del esquema y con mayor profundidad, la persona se concibe
como presencia en el tiempo, no es un minuto, ni un segundo, por lo que esas
necesidades se convierten en la plasticidad, en la perfectibilidad del ser humano, que
van a ser actualizados por la atracción ya no de un bien particular, sino de un bien de
orden o un orden de bien, como algo concreto, como un modo de operar. El bien de
orden, pensando en este grupo, significa que, para estar aquí, todos nos levantamos a
determinada hora, no a cualquiera, nos transportamos, ya había un salón preparado
para recibirnos, donde se había calculado el cupo y se habían hecho instalar muchas
cosas necesarias desde ornato, hasta instrumentos de sonido. Ese orden de cosas
ordenadas, permítanme la redundancia, es un ejemplo del bien de orden, eso es lo
que opera en la sociedad cuando hay bienestar y lo que no está operando en esta
sociedad nuestra actual, no nada más en México. Conseguir eso hace que las
personas en cuanto individuales, se desarrollen, adquieran habilidades.
La búsqueda estable del bien en el grupo adquiere una dimensión interesante y
explicativa. Una solución instantánea no requiere organización, pero si se prolonga en
el tiempo, surgen las instituciones. Las instituciones son la solución estable a
necesidades recurrentes de un grupo de personas. Una institución que quiere atender
permanentemente el deseo de formarse, de saber, con una cierta orientación
establece funciones y demanda roles y desempeños.
Si se piensa respecto de México se verá que tenemos una gama de posibilidades de
construir el país que soñamos y necesitamos, para lo que tenemos que prepararnos.
El último nivel en profundidad del esquema, cuando ya no se trata sólo de la existencia
efímera, sino de la consistencia del ser humano. Nos encontramos con la libertad
potencial, la gama ilimitada de posibilidades, aquello con lo que nacemos como
originales, irrepetibles, sin copia. Esa libertad potencial es la que ayuda a entender el
valor, que ya no es un bien particular, es lo que está detrás de todos los bienes
particulares.
El valor es aquello desde donde se elige o desde donde se critica todo bien particular y
todo bien de orden. Es la presencia de Dios en la persona, no como un objeto, o como
un ídolo. Aunque no le llamemos así es ese impulso ilimitado, existencial a la
búsqueda del bien, incluso en hombres libres que podemos traicionar y podemos
destruir. Por eso, se habla a nivel de actuación de una orientación en la vida y de la
posibilidad de una conversión.
En las biografías de los grandes hombres y mujeres que nos inspiran, de repente hay
estos cambios de rumbo y dirección, porque el valor presente en ellos los llevó a un
descubrimiento de algo totalmente nuevo. No es nada más la orientación, sino la
posibilidad de conversión. Y he dejado al último el cuadro a nivel de grupos, porque en
su simplicidad creo que encierra una inmensa riqueza. Si el bien siempre es concreto y
la búsqueda del valor involucra a la libertad de la persona, es el ámbito de las
relaciones interpersonales la prueba de fuego en donde se encuentra, se pierde y se
descubre el valor.