Querido abuelo;
te fuiste y las cosas por aquí ya no son como antes. La vida va muy deprisa
y la gente ya no tiene tiempo para relacionarse de tu a tu. Ahora todo se hace a
través de internet, aunque a ti eso te suene a chino.
Hoy por hoy, casi todo se habla por las redes sociales (me explico),
mediante aparatos electrónicos, los mismos que tanto te molestaban: el
ordenador, el móvil, etc. Eso ha dado lugar… Puff ¡Qué complicado es esto
abuelo! Como te decía, ha dado lugar a un entramado sistema que permite que
podamos estar interconectados, al instante, con múltiples personas en
cualquier parte del mundo.
-Traduzco: es el sistema de cotilleo interactivo. Si antes la información
viajaba a través del viento, y los chismes de pueblo se contaban en los
corrillos, ahora todo es aún más rápido y a veces, incluso, con documentos
gráficos que dan veracidad a la historia.
No todo es malo, es cierto que disponemos de más información que antes y
que la tecnología facilita bastantes trámites. Aunque en ocasiones,
desearíamos no saber tanto, ni enterarnos de noticias que suceden a miles de
kilómetros, cuando ni siquiera somos capaces de comprender lo que pasa a
nuestro alrededor.
¿Por dónde sigo? Ah sí, el trabajo… ¿Lo recuerdas? Es que hace tiempo
que por la zona escasea. Resulta que hay “crisis” pero no como las de tus
tiempos en años de guerra. Ahora es diferente, las batallas se libran sin
armamento bélico. Se dan a base de recortes y decretos, de leyes y mandatos,
y toda gira en torno a los bancos, aunque eso no ha cambiado mucho. Lo que
varía son las formas y el lenguaje. Ahora hablamos de déficit, de la prima de
riesgo, de suelo hipotecario y de otra amalgama de palabras, que creo que la
propia RAE aún está asimilando.
Pues eso, que el trabajo es una especie en extinción, y que cómo todo…
debe renovarse o morir. Desde que hace unos años, la agricultura, la
construcción y la industria tradicional, entre otros, comenzaran a venirse abajo,
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empiezan a tener auge otros empleos. Los cuáles, quizá para el entorno rural y
tu mentalidad sean inviables.
Aún así, te detallo algunas nuevas profesiones, pero en inglés que es lo que
mola, aunque en breve serán el alemán y el chino. A saber: personal trainer,
coacher, babysitter (que es una niñera de toda la vida, pero más lista), broker,
youtuber (de éstos últimos me haría falta otra carta) y un largo etcétera. Y no
es que estos trabajos no existiesen hace ya tiempo, sino que no habíamos
tenido la necesidad de adaptarlos a nuestra geografía.
Eso sí, hoy día, nos pegamos tortas por tal que nos llamen a cualquier cosa,
ya sea la recogida de la aceituna, la campaña del espárrago, la temporada de
la tala del chopo, una obra subvencionada del ayuntamiento o una chapuza del
vecino.
Así es abuelo, el INEM nos tiene a la mayoría “fichados” pero sigue siendo
tan ineficaz como siempre. Excepto para recopilar información, para ello es el
organismo más preparado del país, y junto a la Biblioteca y Audiencia
nacionales, el lugar con más papel por metro cuadrado de España.
¡Uhhh que más, que más! Sí, los niños. Los niños de hoy… agüita. Que no
digo que sean malos, ni mucho menos, -que tengo dos niñas. Pero que saben,
como bien decías tu “más que los ratones coloraos”.
Y eso de que nacen con los ojos cerrados, ¿Era una leyenda urbana no?
Porque la mía tenía dos linternas. Que me la espera yo, ahí más indefensa, con
sus ojillos cerrados, acurrucadita, y la tía salió mirándonos y con la cabeza
“levantá”.
Es que ahora desde pequeños ya saben manejar el móvil. La mayoría de
ellos, en el cole o en casa tienen portátiles, tabletas, van a muchísimas
actividades extraescolares, están todo el día recibiendo información y me
imagino, que esto va como la teoría de la evolución de Darwin se adaptan
perfectamente al medio.
Yo veo bien que estén preparados para la vida moderna, el tiempo de las
masas analfabetas a las que manejar por desconocimiento quedo atrás. Lo que
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no me gusta, es que ahora no crecen analfabetos, sino incultos que es casi
peor. Teniendo millones de opciones a su alcance se guían por lo superficial y
esto provoca que haya más de una generación de jóvenes (que ya no niños)
sin valores ni objetivos concretos. Sí abuelo sí, y les llaman NINIS (ni para
estudiar, ni para trabajar). Puedo imaginar tus palabras, pero te reservo el
derecho a la intimidad.
Por otro lado, también te digo que hay muchos jóvenes provechosos que
están perdiendo oportunidades debido a la falta de empleo. Hemos vuelto a los
años de la emigración y hemos pasado de ser un país receptor de mano de
obra, a exportar a nuestra cantera “mejor preparada que nunca”, ya que aquí
no hay manera de mantenerla activa. Y no sólo afecta a la población juvenil,
miles de españoles en edad de trabajar están buscando oportunidades en el
extranjero para poder sacar sus familias adelante.
Ni que decir tiene que la población más inexperta, por un lado y la que
supera los cincuenta, por otro, son las más perjudicadas. Como será, que ya ni
siendo funcionario te libras de la posibilidad de quedarte en paro.
Esta es la España que vamos a dejar como legado. Un país que siendo
maravilloso en diversos aspectos como son: gastronomía, situación geográfica,
folklore, flora, fauna, etc. Se ve mermado por corruptos que transmiten de él,
una imagen de vagancia, incultura y refugio de delincuentes.
Te vuelvo a reservar el derecho a no opinar, aunque tus palabras no
pronunciadas, son el eco que envuelve a la mayoría de la sociedad española
indignada y reivindicativa.
Personalmente, me niego a aceptar el retroceso al que nos intentan
someter. Habiendo heredado un sistema de vida digno, por el que muchas
personas de tu generación luchasteis y sufristeis, me veo incapaz de cerrar los
ojos y tirar “p’alante” cual burro de carga. Reconozco (y no te lo discuto)
pertenecer a una generación privilegiada que disfrutó de unas décadas de
bienestar transitorias. Por ello, considero que es mi obligación sumarme al grito
tan de moda de: ¡QUÉ NO, QUÉ NO NOS REPRESENTAN! Pero ni unos ni
otros.
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Alzar la voz por la educación y sanidad públicas; por los malditos
desahucios; por tener que vender la cadenita de oro de la comunión que te
regaló tu abuela, porque no hay dinero para pagar la luz o para comprar una
bombona. Y por miles de situaciones cotidianas que la gente normal y corriente
vivimos, sino en carne propia, en la del vecino y amigo. Situaciones repito, que
nos llevan a estar exasperados y alerta, ya que al mínimo descuido nuestro
pequeño hogar se desmorona.
-Ya lo sé abuelo, ya lo sé -. Que la política no era lo mío… pero es que hay
temas que me crispan los nervios.
Cuántas veces te habré oído decir que esto no iba a llegar muy lejos, que la
próxima guerra mundial estaba cerca, que la monarquía era la ruina del país. Y
montones de frases tuyas que, en ocasiones, resuenan en mi cabeza.
Curiosamente casi siempre al sentarme a ver el parte, como tú y muchos de tu
generación llamáis al telediario.
Y en cierto modo, he de darte la razón… La guerra mundial que predecías
se ha manifestado a modo de “crisis económica global” perjudicando los
cimientos de naciones enteras. Donde evidentemente, salen perdiendo los
países más débiles. Cosa que, por otro lado, no era la primera vez que
sucedía, puesto que los países tercermundistas siempre han estado en niveles
críticos, no llegando a ser alarmante para las altas esferas, hasta que sus
mundos han sido trastocados.
De la monarquía española casi mejor no opinar… cumpliría su función en su
momento, y fue todo lo beneficiosa que tuvo que ser. Pero hoy por hoy, no da
nada más que disgustos y titulares informativos: que si el rey, que ahora es
emérito, se cayó cazando. Que si la prótesis vale tanto, que si el yerno era un
“presunto” estafador, que si el príncipe estaba o no preparado para el trono. En
fin, pamplinas y presupuestos millonarios que nos cuestan el dinero.
Ni imaginarme quiero lo que te saldría por la boca si hoy pudieras ver la tele,
que disponemos de más canales que Venecia, y no hay nada que merezca la
pena ver. Sapos y culebras escupirías con la mayoría de los programas.
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Frente a algún canal que, a la larga ofrece una programación pasable,
existen miles de ofertas que te provocarían un paro cardíaco tras otro, y con las
que a diario tenemos que convivir. Es cierto que tenemos la opción de apagar
la tele, pero estamos acostumbrados a tenerla en casa como uno más, y por mi
experiencia sé, que finalmente acabamos cenando con la tele encendida y
viendo cualquier show tipo: granjero busca esposa. Que otra cosa no, pero por
lo menos entretenido es y seguro que aún habrá niños que no sepan ni de
dónde viene la leche. Porque siempre es mejor eso que… “La isla de las
tentaciones”. Sí abuelo, sí. Tal cual, como suena. Sobre este último, mejor
correr un tupido velo.
Por cierto, he dejado lo mejor, bueno lo peor, para el bombazo final
¿Preparado?: ¡Hemos vivido una PANDEMIA! De esta sí que te libraste,
porque siento decirte que ha sido una catástrofe a nivel mundial, para la cual
no estábamos preparados. Y desgraciadamente, tu rango de edad ha sido el
más perjudicado.
Le pusieron nombre al virus “Covid-19” y ahí seguimos intentando levantar
cabeza desde entonces, tras haber estados meses confinados. ¡Qué fue gorda
eh, que se decretó el estado de alarma con toque de queda incluido! Sin duda
me atrevería a darte la razón en tus conjeturas referentes a la tercera guerra
mundial antes mencionada, y a la que tú en más de una ocasión aludías. Se
cerraron fronteras entre países, se hizo obligatorio el uso de mascarillas,
recurrimos al teletrabajo… y las potencias mundiales empezaron a desarrollar
su arsenal logístico, para intentar combatir a un intruso que se colaba por
cualquier resquicio.
Obviamente, como en botica, aquí hubo de todo. Personas con excelentes
valores y principios que se desvivieron para afrontar situaciones complicadas,
dando respuesta inmediata a la multitud de necesidades que surgieron a gran
escala. Y con ello me refiero a médicos, enfermeros, limpiadores, conductores,
investigadores, miles y miles de personas y digo bien, personas, sin discriminar
su género, que dieron el 110% para intentar solventar una situación caótica.
Por otro lado, te cuento que también hubo lo contrario, gente negacionista o
necios mal informados, que no quisieron ver lo evidente. Que, como
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posiblemente habrían hecho en cualquier otra circunstancia, intentaron llevar la
situación a su terreno sacando el máximo provecho a la desgracia ajena.
El virus sigue aún dando coletazos, y el tema imagino que está lejos de
terminar todavía, pero me alegra decir que existen varias vacunas que están
ayudando a mermar la situación. Y la ansiada normalidad se ve cada vez
menos lejos, que no es poco.
Para despedirme me gustaría decirte que hacerse mayor no está tan mal, te
cambian la perspectiva y ciertas ideas, pero los valores arraigados, esos que
se maman desde pequeña en la familia y el entorno, esos con suerte se
refuerzan.
Gracias infinitas por rodearme de libros y por cuestionarlo siempre todo.
Eras inconformista y puntual, meticuloso y a veces excéntrico, pero tuve la
suerte de crecer a tu lado: querido abuelo.