LAS PENAS SABEN NADAR
AUTOR: Abelardo Estorino
Personaje: LA ACTRIZ
(Debe vestir de manera muy llamativa, es preferible que lleve puesto un
traje de varias piezas y algo en la cabeza (Pañuelo o sombrero) de modo que
pueda irse quitando elementos de vestuarios según avanza la acción. Estará
maquillada exageradamente, sobre todo los ojos para dar una impresión de
artificialidad; al final todo el maquillaje habrá desaparecido)
(Entra a escena cargando una mesa pequeña y una bolsa en la que trae un
teléfono)
Un momento, atiéndanme un momento. Yo quiero decir algo… si ya sé que hay
una programación, pero ¿Por qué no voy a interrumpirla? ¿Acaso no me han
interrumpido mi vida?. Me la han cortado, cercenado, afectado, jodido, toda mi
vida. No quiero ser obscena, ni lo hago por figurar, pero estoy cansada de los
programas, las reglas, las normas, las orientaciones. No me voy a callar, no me
va a callar nadie. ¿O es que aquí no hay oportunidades iguales para todos?
¡Ah! Solo para los que aceptan las normas, las reglas, las orientaciones. ¡No! Este
es un festival con convocatoria abierta para todo el mundo. Había una fecha
tope lo sé, pero ese día no pude venir (se quita un zapato, lo observa y descubre
el tacón dañado) un minuto es que… ¡yo sabía que me iba a pasar! Se lo dije a
Maritza. No, esos zapatos no!, que tienen el tacón flojo, ¡y miren!. Pero ella
insistió “esos”, “esos” que son los que tienen onda con el personaje. Bueno, si
más tarde me los quito, se van al diablo las buenas costumbres y le echamos la
culpa a Maritza. (una pequeña pausa para recordar que decía) Ah, si, leí la
convocatoria y me dije, voy a presentarme esta es la oportunidad que he
esperado toda la vida: verme sola, solita en medio del escenario, sin compartirlo
con un actor que no sabe relacionarse, sin el adorna de una escenografía que me
roba la imagen, y además; sin estar iluminada por un diseñador que hace
efectos de luces tan artísticos que a nadie se le ve la cara. (Pausa. Respira
hondo) Ay perdónenme la descarga… (sale del escenario y regresa
inmediatamente con un vaso de ron) Necesito probar un trago. Un buchito nada
más. Es para darme ánimo (Bebe) Yo estaba allá en el barrio con unos amigos,
me hace falta un toquecito más (Bebe de nuevo) Es como un diazepan, un
traguito y ¡Plan! La serenidad. (Suspira satisfecha) Pues yo estaba sentada allá
con unos compañeros y empezaron a picarme. Greta, ¿no vas actuar esta
noche? Eh ¿Qué le pasa a la diva sueca?. Yo no me llamo Greta. ¿Claro! pero
cuando ellos ven que estoy desanimada me dicen Greta, porque yo adora a la
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Garbo ¿Qué actriz no adora a la Garbo?. La mirada de la Garbo cuando baja del
tren y hay un ramalazo de humo que la oculta… ¡Es impresionante! Eso es
Anna Karenina. 0 cuando la florista le entrega el ramo de camelias, ella está en
la ventanilla del carruaje y huele las camelias. No sé si las huele porque creo
que las camelias no tienen perfume, pero se lleva el ramillete a la boca, parece
que lo va a besar, y mira a la cámara. Esos dos momentos me matan ¡Hay si a
un director cubano se le ocurriera filmar las Damas de las camelias! Pero no,
hacen Cecilia. Un personaje que nadie conoce en el mundo. ¿Ustedes me
quieren decir quién ha leído Cecilia Valdés? En Cannes o en Moscú o en San
Sebastián. ¡Y para que hablar de Venecia!. Pero la Dama de las Camelias.
Madame Bovary, Crime et Chaliment… si. En francés me gusta leer a
Dostoievski en francés... Por eso voy hacer un monólogo francés. Y no porque
yo quiera, había hablado con un compañero, el escribe… Me prometió
escribirme un monólogo. ¡y nada! El pobre, muy buen compañero, pero tenía
mucho trabajo porque él… bueno es un autor famoso. Con muchos premios.
Pues bien, un monólogo francés. Eso es lo que voy a presentar dentro de… ¡Ay!
Pero qué vergüenza, pero de veras que si no me tomo otro buchito ¡una gota!
Una mínima gota… porque yo odio a la gente que bebe, no hay peor cosa que
un borracho y para el teatro es fatal; pero un buchito de ron o tal vez de
coronilla, digo coronilla por decir aguardiente porque ustedes saben, (Bebe) El
Whisky es mi bebida favorita, o Gin and tonic. Eso lo vi en una película de
Meryl Strep, bien un traguito de lo que sea. Total no es más que para darme un
poco de valor y comenzar hacerles ese maravilloso monólogo francés “La Voz
humana” de Jean Cocteau. Yo hubiera preferido un monólogo Cubano, pero las
circunstancias: la vida, lo de más allá… Y además La voz humana es lo mejor de
los monólogos, la cima de los monólogos, el paradigma de los monólogos, el
monólogo en sí, empieza así: Alo, alo, alo. No señora, esto es un cruce,
cuelgue… yo estoy hablando… ¡oh! Aló… Señorita, no, no, cuelgue usted, esto
no es el doctor Schmit. Ya me tome el traguito, ya me acorde el principio, ya
estoy serena ¡serenita! ¡Ay, qué pena! No, no, no, no se preocupen que no voy a
tomar otro traguito. Los traguitos se acabaron ya… (Va hacia el público y habla
con un espectador) ¡Ahora a trabajar! Pero necesito una silla (Levanta al
espectador) Con permiso, no, no gracias, yo puedo. ¡Ay! Esto me recuerda una
escena de “Ni un si ni un no”, aquella escena en la otra le dice… bueno no me
voy a poner hacer propaganda al autor que total no ha escrito un monólogo
para mí ni cosa que lo parezca, ¡Estará por ahí? Da igual voy a ser sincera a mí
no me gusta Ni un sí ni un no, es simpática, si, y tiene un buen personaje; el
padre. ¡Ay! Pero todos esos recursos pirandelianos tan gastados… imagínense
ustedes que seis personajes … se estrenó por el año veinte más o menos, y que
me perdone Estorino, pero aparecerse ahora, después de Bretch, Beckett y
Barba… ¡no tiene perdón de Dios! Allá el, la cosa es empezar, y yo sí que vine
preparada, porque sabía que muchas reglas, muchas normas, muchas planillas
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y al final uno resuelve, porque alguien dijo, no sé quién. Pero tenía razón, que
las leyes la hacen para ser violadas. Y a mí me encantan las violaciones. Las
violaciones de leyes por supuesto. Las otras… allá quien se deje violar, yo no
vine aquí hablar de sexo, que esta es una noche de arte y el sexo como el
desnudo hay que tratarlos en arte con mucha delicadeza, tiene que ser muy
estilizado porque de ahí a la porno no hay más que un pasito. ¿Ven? Una silla,
una mesita y un teléfono, esto es todo lo que se necesita para hacer La voz
humana. Una vez vi una foto en la que una actriz francesa estaba tirada
bocarriba en una cama con un teléfono en la mano. Pero la cama no hace falta,
las camas para las escenas de sexo, o de muerte. ¡Qué maravilla una escena de
muerte! Dustin Hoffmann muriendo en Midnigth Cowvoy. ¡No. No, no! ‘Lo
último! Ahí llegó y paró. Y que pena que en el grupo donde yo trabajo nunca
me hayan dado la oportunidad de morir en escena. Yo me acuerdo, y muchos
compañeros míos que están por ahí deben recordarlo. Cuando yo estaba en la
escuela hice una improvisación de la muerte de Vassa en Vassa Yeleznova.
Mira me erizo. La gente se puso como loca, me cargaron, me llevaron por todo
el jardín ¿se acuerdan de la Ena?... aquel césped que estaba después del edificio,
me cargaron corriendo por aquel césped como una procesión, corriendo, todos
corriendo y me tiraron en la piscina. ¡Ay, juventud, que tiempos tan locos!.
Ahora trabajo con un director que odia las improvisaciones, lo trae todo hecho
de la casa, hasta las veces que hay que pestañear, llega… -no voy a decir su
nombre porque no me conviene, me pone en una lista negra- ¡dios me ampare!.
Bueno llega y me dice: mira, mi amor… A todo el mundo le dice mi amor. A los
muchachos también. Mira, mi amor, tu subes por esa escalera, de espaldas y te
paras a lado de la columna mirando hacia el fondo. ¡Mirando hacia el fondo!
¿Me pueden explicar cómo puedo ser orgánica y expresiva mirando hacia el
fondo?. Únicamente que la expresividad la ponga aquí (Se toca las nalgas) ¡Lo
odio!. ¿Ustedes no saben que monto La casa de Bernarda Alba? ¡Imagínense! Un
reparto todo de mujeres. Dije: me pongo las botas, papeles hasta por gusto. Y
todo el mundo leyéndose la Adela. Yo dije, de eso nada, ahí el papel bueno es el
de Martirio, ensaye en mi casa la joroba, me hice un aparato con unas tiras para
que me obligara a tener un hombro más alto que otro y le agregué una pequeña
cojera, ¡un aporte! ¡Que Adela ni que Adela!. ¡Martirio! Con aquella escena
maravillosa en que dice: “Si déjame decirlo con la cabeza fuera de los embozo,
si déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. Le
quiero” ¡Un maestro! Y además me venía pintado, porque cuando aquello, yo
estaba flaca que parecía un erizo, un palo, una escoba, cualquier cosa sin carne,
eso era yo, y nadie se imagina una Martirio gorda, ¿Ah, no?. Pues le dio el
papel a la actriz más gorda que ojos humanos vieron. Si ustedes ven con la
teoría que se bajó, tenía que ver con Andalucía y Fuentevaqueros y una
insuficiencia ganglionar que tienen las jorobas, según la cual las personas con
ese defecto físico tienen problemas con el metabolismo y la asimilación de las
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grasas y por lo tanto engordan. Y entonces, para mi maldición Lorca había
puesto: entran doscientas mujeres, y él quería tener doscientas mujeres en
escena como pedía Lorca, y hasta vistió a diez muchachos del grupo de mujer,
dos de ellos tuvieron que afeitarse barbas y bigotes, pero como eran de primer
año no les quedó remedio. Y los vistió de mujer y entraron en la primera escena
y yo perdida entre todas esas mujeres, vestidas de negro como una aura tiñosa,
rezando. Era lo único que hacía: entraba, me sentaba en una silla y rezaba como
una condenada. Bueno rezaban las otras o los otros porque yo entraba en una
furia que me quedaba muda. Tu sabes lo que es que uno se pase cuatro años en
una escuela estudiando actuación y te pongan con un montón de mujeres a
rezar en el escenario. No, y al Lorca se le ocurrió pedir doscientas mujeres. No
sé en qué velorio, ni en Andalucía en Galicia ni en el pueblo más católico de
España van doscientas mujeres a rezar a un velorio. ¡ay, Necesito un trago! Si
algo fuerte que me caliente el estómago porque recordar estas cosas me dan
unos escalofríos y unas ganas de partir para su casa (Busca el vaso y bebe un
sorbo)¿No les molesta, vedad? Un buchito dijo uno, es para calmarme y
olvidarme de ese grupo mediocre de todos esos directores mediocres que
pueblan nuestro mediocre movimiento teatral, incapaces de darse cuenta donde
hay un temperamento (Pausa) ¡Hay lo que yo he tenido que pasar! Lo otro fue
con Shakespeare, un extranjero shakesperiano, el director. Ustedes saben cómo
es eso, llega el extranjero y todos le abren las puertas… y se pone a pedir y pide
pajaritos volando y por supuesto viviendo en la habana libre y con un chofer
que lo lleva y lo trae al teatro, no digo yo si pide pajaritos volando, pide cisnes
blancos que naden en un lago y hay que buscarle los cisnes y dejar la Habana
vieja sin agua para que tenga un lago donde naden los cisnes, y lo que iba a
montar era, ¡ya lo dije! Shakespeare: Romeo y Julieta. Yo tenía veintitantos…
deja ver. Yo me gradué de 22, cuando eso hacía dos años que estaba en el
grupo, así que tenía 24 más o menos. Julieta tiene 14, todo el mundo lo sabe por
el enredillo que forma la nodriza en la famosa escena con la Madre. Yo creía,
tenía fe en el ser humano, creía en la bondad de los hombre, en la justicia creía,
en la equidad,. La bienaventuranza y el copón divino de los idealismos que se
inventan con palabras y no se concretan con hechos. Kiko y yo, Kiko ( Se ríe al
recordarlo) Kiko y yo montamos la escena del balcón, porque como era un
director extranjero y no conocía a los actores, el quería verlos, ver unas escenas,
para elegir. (Pausa) Kiko me animó, me dijo “No seas tonta, tu eres la más joven
del grupo, no van a poner a una anciana hacer Julieta. ¿Quién sino tu?.
Tampoco van a invitar a una niña de la escuela sin experiencia”. Me dio tanta
cuerda que me convenció. Y me aprendí toda la escena del balcón. Yo me leí,
como siempre hago, todas las obras Shakespeare y me aprendí la escena, pero
cuando hicimos la prueba no nos permitieron terminar. El director, el
especialista en Shakespeare, el de los pajaritos volando nos dijo: (Lo imita con
acento extranjero) Muchas gracias, son ustedes muy amables”. Y le dio el papel
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a una negra, a una negra que en ese momento tenía 35 años, a una negra que
hizo el papel peinada con un black power, a una negra que jamás hubiera
podido nacer en Verona. Y a Kiko le pareció genial, “Es un hombre sin
prejuicios. Con una sensibilidad muy contemporánea va hace de esa historia de
amor toda la historia de los prejuicios y las inhibiciones que se oponen al
amor”. ¡Claro! Como que al él le dieron el Romeo, ¡Hipócrita, oportunista!. No
digo yo si era contemporáneo y experimental y desprejuiciada y de búsqueda y
no dije era antropológica porque en ese momento todavía no había leído “Las
islas flotantes”. Y por eso estoy aquí. Porque ahora no necesito a Kiko, ni a
ningún director del patio ni del traspatio para que me dirija, por eso he
escogido ese excelente texto de Jean Cocteau y voy hacerlo esta noche. Después
que me tome un buen trago que me anime y me haga olvidar tantas burlas. A
mí no me interesa la fama, ni la publicidad, ni el star system como dicen los
críticos de cine. Me interesa entregarme a un personaje, transformarme, ser otra,
con otra vida, otro pasado, otros parientes, (Bebe un sorbo). Otro pasado se dice
fácil, otro pasado no, porque hay una parte de lo que he vivido que no lo
cambiaría por nada, yo me sentía actriz desde que jugaba con muñecas desde
que vi una artista de una mala compañía que recorría los pueblo y llegó a
Guasanimar donde yo nací, Guasanimar. ¡Qué cosa! Donde todo era guasa y no
animaban a nadie. Al menos a mí me animó cuando quise leer libros serios,
quise oír música seria, hacer teatro serio. De niña yo sentaba a mis muñecas
como si fueran el público y yo actuaba. Hacia una escena que había visto en una
compañía, una escena de Marianela, una obra donde había un ciego y una
muchacha que era fea; y el ciego se enamoró de ella porque no la veía, pero
cuando operaban al ciego y el ciego veía, confundía a Marianela con su prima,
que era linda, rubia, elegante, con los ojos azules; y deja a Marianela que era fea,
pecosa, prieta, con los ojos negros, pobre y sin zapatos. Los ricos rubios, los
pobres prietos. Una ley básica de la dramaturgia. Y yo por supuesto era fea. No
tenía ni una sola peca, pero era flaca. Y lo diré ¿no? Yo era un espicho, pero en
Guasanimar siempre lo decían: “Mas flaca que un espicho”. Y cuando le decía a
mis parientes, tíos, primos, hermanos y hasta mi propia madre, cuando decía
voy a ser artista, había un coro de carcajadas, eran violentas, subían de tono,
cambiaban de ritmo, subían, bajaban, sonaban como la banda municipal. Y de
pronto ¡pan!... un silencio (Grita) “La artista más flaca de Hollywood” y
empezaba de nuevo el allegro vivace de carcajadas. Mi madre toda piedad, toda
lastima, toda conmiseración por la hija más flaca del mundo me abrazaba, me
decía, “Si mi pelusita”, no les hagas caso, tú vas a ser una gran artista”, con un
tono de lástima que me humillaba más que el coro de carcajadas. Pero mientras
más se reían, más yo leía, más textos me aprendía, más me alejaba de ellos. Y
leía lo que no les gustaba, oía la música que ellos detestaban, me ponía la ropa
que nadie usaba y el apartarme tanto de ellos me daba más seguridad y una
fuerza para lograr lo que quería, porque sabía muy bien que llegaría a pararme
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en un escenario y recitar, “Puedo escribir los versos más triste esta noche”
(Pausa) Entonces llegó la revolución y me leí los cuatro tomos del Quijote, por
encima del coro de carcajadas y después… ¡Ay! Llegó la convocatoria y me
presente a las pruebas con un terror como si estuviera viendo una película de
Frankestein. Pero el terror venía del recuerdo de las carcajadas, adivinaba un
coro de carcajadas en las comisuras de los profesores del tribunal. Pero había
algo, yo tenía algo que nadie sabía, solo yo y me aseguraba que todo saldría
bien, en esa época… ¡se va a reír!, bueno un coro de carcajadas más no
importa. En esa época cuando yo caminaba por las aceras contaba los pasos y
decía, si hasta contar hasta cien llego a la esquina, me darán lo que quiero. Y
después que llené la planilla para la beca dije: si todos los días cuando me vista
me pongo algo blanco me aprobarán. Y me puse blusas blancas, cuellos blancos,
cintas blancas, pantis blancas … y así fue, hice la prueba y me aprobaron y entré
a la escuela y pude estudiar lo que más amaba en la vida. Sé que me vuelvo
sentimental y convierto una historia trivial en algo patético, ridículo,
desmesurado, idiota, pero para algo se toma una un trago. Se toma el trago para
decir todo lo que se le pasa por la cabeza sin temor alguno de hacer el ridículo
que siempre estamos haciendo cuando vivimos. Porque vivir es eso: Hacer el
ridículo cada día… creo que necesito otro trago y voy a estrenar la botella (Se
sirve un trago de la botella que le ha traído el utilero, mira la cantidad servida
en el vaso y se sirve un poco más. Pausa, descansa). Ya tengo el teléfono, la silla,
la mesa. Ahora ¡Jean Cocteau! Me gustaría vestirme a la moda de los años
treinta, pero mejor ustedes se lo imaginan. Se imaginan que estoy vestida de
blanco, de satín blanco, que brilla mucho, un vestido segado que marca las
caderas y los senos, con un escote muy bajo, casi hasta aquí, a punto de que se
me salga un seno al menor movimiento; se imaginan que es un modelo
exclusivo, sin espalda, muy provocativo, porque por la espalda baja más allá,
un poquito más allá de la cintura. Yo me imagino y ustedes deben imaginarlo
también que tengo el pelo rubio platinado, como Jean Harlow ¿no la han visto
en la cinemateca?. La rubia de platino, así le decían en esa época, la época que
Cocteu escribió La Voz Humana. Deben imaginar una escenografía art-deco,
con líneas rectas, metal, aluminio, muchos espejos, todo un poco mecánico, tal
vez inhumano, tratando de dar una visión futurista. “aló, aló, aló… no,
señora, esto es un cruce, cuelgue. Yo estoy hablando ¡oh! , aló, señorita… no,
no, cuelgue usted, este no es el doctor Schmit”. ¡Ay, qué bien me siento!, (da
un paso, se quita los zapatos y los lanza al aire y toma un trago). No hay como
trabajar en algo que a uno le gusta, eso, la vocación. Y ahora quiero hacer cine,
leí en “Opina” que el ICAIC está preparando una producción con España y el
director anda buscando una actriz. Hable con el director y el asistente, y les dije:
“Yo puedo hacer la prueba, o mejor dígale que venga a verme en el festival de
monólogos, estoy preparando La Voz Humana”. Y de toda maneras, sino
viene… Bien me dijo. “Claro, hombre, por supuesto que puede hacer la
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prueba… Me caerá del cielo esa película que es lo que yo necesito, porque una
película te abre las puertas, las puertas del amor, del amor de todos… Te
conoce en las calles, en las guaguas, -bueno, el que tiene fama no monta en
guaguas, enseguida te dan un moskovich, o un Lada, si tiene un premio coral-,
pero te conocen en el mercado, la gente te para en la calle y te pregunta cómo
termina la novela. Yo lo he visto; el otro día Salí con Lucila. La de la televisión,
y aquello era un alboroto cuando entramos al mercado: todo el mundo la
señalaba y se reían y una niña vino y le dio un beso. ¡Ay, ese papel será mío! ¡lo
sé!. Y en el grupo se morirán de envidia, sobre todo Diana, Diana tan vieja y tan
envidiosa y ese director me pedirá que haga la Adela de la obra de Lorca, bueno
, a estas alturas va a tener que suplicarme que haga Bernarda, ¿ni loca! Todavía
me conservo bien. Tengo… la edad que tengo que tener. Lo importante es como
se conserva. Pero me vengaré, no le haré ningún papel, le voy a decir: “Mi amor
–mi amor, esa palabrita que tanto le gusta-, lo siento, mi amor me encantaría
pero tengo una serial de 50 capítulos, y no creas que es una novela de esas…
¡No! Es un tema muy atrevido, un tema muy crítico y se va hacer de forma
experimental. Y de los 50 capítulos yo estoy en 40, todo el tiempo en la pantalla
(Se toca la cara, se la estudia con los dedos como eliminando arrugas, los baja
por el cuello, se estira la piel). Esa gente de la televisión que son tan brutos no
me van a cuidar y yo necesito que me pongan una luz que me ayude, un filtro,
algo… Porque estas bolsas y estas marcas del acné de la adolescencia… Pero no
importa, me haré una cirugía. Aquí, las bolsas debajo de los ojos y un poco en el
cuello tal vez. Si aquella negra que hizo de Julieta tenía como 60 años el
Shakesperiano o Shakespirista, como se diga, la escogió. La escogió porque él
era blanco como una cucaracha sin caparazón, con un pelo desteñido como
pelusa de maíz… y ella era un tizón. Y el blanco y el negro se atraen, sobre todo
cuando el blanco es de Europa. (Al borde el delirio y la alegría) ¡Dios lo que me
espera es mucho! Lo malo es que el apartamento no tiene garaje. Donde
guardo el Moskovich? ¿O me darán un Polski? ¡Ay ,si un polski! Pequeñito,
blanco le compro una calcomanía … y todos los fines de semana me voy a ver a
la niña y me la llevo a Varadero. Claro al internacional no puedo ir, pero
Maritza conoce un señor que alquila su casa, la alquilo para un fin de semana,
con cocina y refrigerador y me paso todas las vacaciones allá, si señor.
(Un grito repentino de dolor, se cubre la cara con las manos. No solloza, hace
ruidos como un animal herido. Se queda muy seria, casi perdida en un salón
inmenso lleno de columnas, con un puntal muy alto, avanza como si caminara
por ese salón interminable, sola, muy sola, tan sola que grita las palabras
tratando de encontrar a alguien que la oiga)
No hay, no hay película, no voy a ser Bernarda nunca, ni Julieta, ni la vieja de la
visita de la vieja dama, ni siquiera los dos viejos pánicos. Ni voy a ir a varadero,
ni habrá un muchacho, ni un amor a mi vejez… (Se calma un poco). El amor…
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¡Qué lindo resulta el amor en el teatro!, Julieta muriendo de amor, Ofelia
muriendo de amor; Fedra muriendo de amor. Ojalá se muriera de amor, pero
no, uno se queda viva y camina por las mismas calles por donde caminó
enamorada y tomas el mismo trago que tomabas acompañada y lees el mismo
libro y el mismo poema y no tienes con quien comentarlo. No se muere de
amor, se agoniza eternamente de amor.
Jao, Joao, Joao Coutinho, Yu nao me lembro de voce.
Na curva desta escada nos amamos nesta curva barroca nos perdemos que
restava de nos neste jardín ou nos arquivos, que restava de nos, mas restava,
que restava-
¡Que dulce sonaba el portugués! Joao, que caricia cuando tú lo hablabas!,
caminábamos por las calles más oscuras del Vedado. Nos besábamos detrás de
los troncos de los arboles más viejos, huíamos del aguacero repentino para
guarecernos en el portal de una bodega donde ocurría el milagro de un teléfono
que funcionaba y llamar a Maritza y tomarnos unos tragos en su casa (pausa).
Todo se fue y todo fue eso: Los tragos y la cama. Y después te fuiste tú. Siempre
lo dijiste: que no era más que el breve encuentro de dos seres desesperados.
Que no podía ser más. Tu habías tenido que huir desempleado de Brasil, la
guerrilla urbana, pero que algún momento debías regresar. Aquella era tu
tierra, tu deber, tu obligación, tu destino. Tenías que volver a cumplir tu
destino. Yo también estaba desesperada pero no formaba parte de tu destino.
¿Dónde estás Joao?. Contigo no quería fama, ni Shakespeare, ni Lorca, ni el
pobre Virgilio Piñera que lo dejen descansar en paz. ¿Dónde están aquellas
noches largas en que te dormías bocarriba roncando como un vendito ahíto de
tanto amor que yo te daba . De tanta lengua y saliva que tú me dabas? Solo
eso, solamente eso. Yo lo sabía. Yo sabía que no era amor porque tu amor era el
destino allá, y cuando hablábamos de eso lo hacías con la pasión con que se
habla de la novia que se deja, o de la hija que se pierde. Como la mía (Un poco
divertida) Adiós Joao. Ya te dedique un tiempecito de esta noche. No pidas
demasiado ¡Egoísta! Nunca me diste demasiado. Adeus, Joao. Qué nostalgia
decirlo. Adeus Joao (Pausa, se sirve un trago que bebe lentamente) Contigo
engañe a mi marido, al padre de mi hija perdida, al hombre que mantuve
durante dos años porque usaba el pelo largo y se había quedado sin trabajo.
Riki el Hippie ¡lindo caray! Ni se porque nos casamos, ni se porque tuvimos a
Linda, una hija linda que se llama Linda y que desde que tenía dos años vive
con mi madre. ¿Qué sería de las grandes actrices si o tuvieran una madre que
les cuidara las hijas Lindas? Linda debe de haber sido una niña feliz viviendo
con mamá, allá en Cuasanimar, a donde la lleve un día y le dije: -mamá,
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cuídamela un mes, solo un mes, dos meses hasta que yo me estabilice un poco.
Estoy…. ¿Qué le iba a decir? El matrimonio con Riki era un fracaso y.. yo no
podía mantener a Riki toda la vida y Riki no quería cortarse el pelo y en aquella
época ¿Se acuerdan? Mientras más corto tenías el cabello más alto era el
salario… en la mujeres era distinto. No era cuestión de pelo sino de falda,
mientras más corta la minifalda más hondos los problemas ideológicos. Las
monjas eran consideradas las herederas del marxismo-leninismo (pausa) Riki
se fue a vivir a otra parte, Joao se fue a vivir a otro país. Linda vivía con mamá y
yo estaba más sola que Robinson en la Isla porque yo no tenía un viernes, ni
siquiera un triste martes. ¡Coño, qué sola estoy!. Qué casa en silencio, que
timbre que no suena, que cama tan grande, que cocina tan fría, que manos tan
vacías, que boca sedienta, ojos inquietos, noche negra. No hay nada que hacer
(Se empina la botella. Bebe un trago largo y después una pausa bien larga.
Entonces habla con la furia de una fiera) Voy a coger a ese hijo de puta y le voy
a exigir que me dé un protagónico, si un protagónico absoluto. Yo llevo veinte
años en el grupo y tengo derecho. Hablare con el sindicato, si no ¿para qué sirve
el sindicato? Tiene que luchar por los trabajadores, tiene que acabar con la
injusticia, tiene que hacer valer mis derechos. Y él está obligado a darme un
papel, un gran papel donde yo pueda reírme y llorar y cantar y demostrar
todo lo que soy. ¡Degenerado! Eres un oportunista y un desmadrado. Escoges
a los actores porque son tus amigos, no por el tipo o la edad, sino por amistad,
haces el reparto teniendo en cuenta el nombre de tus amigos y no de todos los
actores. (Transición) ¿Y el otro? Ese escritor de mierda ¡que se cree! ¿Qué ha
escrito? Esa obras que no valen nada, que no se ponen ni en París ni en Moscú
(ríe a carcajadas) Obras que nadie admira, ni nadie lee, nadie monta, pero que
andan por el mundo cargadas de premio. Porque hay una pila, una pila de
directores, un pila de jurados, un pila de actores ¡Viva la producción de la pila!
(Usa la botella de forma amenazante) Y esos actores, los compañeros
¿Compañeros de qué? Vendidos por un papel importante, vendidos por Julieta
y vendidos por Luz Marina, vendidos por Hedda Gabler, por todos los papeles
del mundo. ¡Sumisos! ¡Payasos! Hay que tener dignidad. Porque yo prefiero
hacer un indio. Un indio con dignidad. Quítenmelos de la vista, que rompo esta
botella y les parto el alma. ¡Mierda! Hay que reconocer el talento. Para esto
hicimos esta revolución, hay que acabar con todo, hay que limpiar el fango y la
mierda, hay que depurar, depurar y depurar (se calma, se sirve un trago, se lo
va a llevar a la boca, lo huele, hace un mueca de asco y lo bota)…Me dieron un
buen papel. Nora, Casa de Muñecas. Me volví loca… no sabía que hacer… era
una alegría tan grande… me venía bien, por eso me escogieron. Todo el mundo
lo decía en el grupo: te viene de perilla. Y trabajé como una mula. Ensayos y
ensayos. Y estudiaba en mi casa y como Kiko me leí todas las obras de Ibsen.
Toda la historia de Noruega, me bañe en agua fría para tener la experiencia de
la nieve (pausa) Y llego la noche del estreno y llegó el momento de saludar. Se
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me secó la boca, me parecía que no podía caminar ni llegar al proscenio. Los
aplausos subían y subían, salió Diana y la aplaudieron tanto que era un asco.
Todos de pié y gritando ¡Bravo!.. y después me tocaba a mí , la garganta seca
como si nunca hubiera probado agua, ni el ron, caminé, caminé y llegue a
proscenio y los aplausos bajaban, bajaban y bajaban y me di cuenta, uno lo sabe
aplaudían por compromiso. ¿No entendieron?, ¿No comprendieron mi trabajo?
¿No vieron todo lo que yo había puesto en las palabras que Ibsen escribió para
Nora? (Pausa) Soy una mierda. Una mala actriz (Grita la siguiente frase) No soy
una artista mamá, no valgo nada. Que empiece el coro de carcajadas. Porque
todo lo que estudié, los personajes que me aprendí, los libros que leí no me han
servido para nada. Siempre estoy al final de los repartos: La prostituta vestida
de rojo, la vecina número 2, lavandera 4, una vendedora (Recobra la furia) Dios
tú tienes la culpa, tú gobernante incapaz que no sabes dotar a todos tus hijos
con el mismo talento. Hay que hacer una revolución para tumbarte de ese
trono. Si no eres capaz de darme lo que derrochas en otros tú no sirves. Por eso
estoy contra ti, contra tu manera de hacer el mundo, contra la forma que
distribuyes tu imagen y semejanza. Un mundo podrido donde impera el
favoritismo. Óyeme bien yo no soy una ameba, soy un ser humano con orgullo
y sentimiento que deseo y necesito brillar en el mundo que tú hiciste,
¡INJUSTO! “Voy a destrozar los teatros del mundo entero (trata de
recompensarse después de una pausa. Levanta la cabeza con dignidad)…
¿Dónde está el teléfono? Eso es todo lo que necesito para hacer el famoso
monólogo de Jean Cocteau. Enseguida empiezo (Se levanta de la silla y se pone
los zapatos). Enseguida empiezo, Es mejor que se imaginen que se abre el telón
(Coge el teléfono) “Alo,aló, aló… No, no señora. Esto es un cruce, cuelgue. Yo
estoy hablando… ¡Oh! Aló, señorita… No, no, cuelgue usted, esto no es el
doctor Schmit. (se queda en silencio un momento). Seguiré mañana, Si seguir
mañana. Si cuento hasta doce con el vaso en la cabeza es que me va a quedar
genial (Se coloca el vaso y cuenta hasta doce). El primer premio es mío. Seguro
puedo dormir tranquila, ahora me voy, por allí… Si cruzo aquella puerta hasta
contar 10 llegaré a ser una gran actriz… (En 8, Se le vira el tacón, se quita el
zapato y avanza llevándolo en alto como un trofeo). Si cruzo esa puerta seré
una gran actriz, una gran actriz (Sale)
FIN
10