Salud y Sexualidad
Salud y Sexualidad
INTRODUCCIÓN
La adolescencia es una etapa en la que comienza una importante transformación de la mirada
sobre el mundo. La escuela, la familia, los amigos y todo el entorno comienzan a tomar otra
dimensión, otro valor en la vida del adolescente. Así, se va percibiendo de un modo lejano a la
infancia y se comienza a tener una voz y una mirada propia sobre el mundo.
Todo esto sucede mientras el cuerpo del sujeto se transforma de modo acelerado. Cambia el
cuerpo y con él, los deseos. Se comienzan a sentir cosas que tal vez no se habían registrado
antes: se gustan, se atraen, se producen alejamientos y encuentros con chicos y chicas de un
modo nuevo.
Si cuando se es chico, estar saludable supone tener la posibilidad de una buena alimentación,
una visita periódica al centro de salud y recibir las vacunas según el calendario indicado, cuando
se ingresa a la adolescencia, la salud requiere de nuevos cuidados porque el cuerpo se ha ido
modificando y también la psiquis.
Una parte muy importante de la salud comenzará a relacionarse con la sexualidad. Y casi
siempre – aun para la gente adulta – el terreno de la sexualidad es un universo plagado de
dudas. Miles de preguntas invaden al adolescente, dudas que tienen que ver con los cambios
corporales y con las nuevas maneras de relación que se establece con los otros. Preguntas para
las que no siempre se obtienen respuestas o no se tiene a quién recurrir para que ayude a
clarificarlas.
Cuidar de la salud y de la vida comenzará a ser un tema importante a esta edad. Y también
comenzará a ser un hecho posible en la medida que se cuente con información adecuada y
oportuna.
Este trabajo tiene como objetivo realizar un desarrollo teórico en torno a la relación adolescencia
– sexualidad – educación tomando como eje de análisis el problema que reviste, en esta etapa
de la vida, la falta de información y conocimiento respecto de la prevención del embarazo y de
ETS y las características que debería brindar un buen programa de educación sexual en esta
etapa de la vida.
Creemos que es sumamente importante que los adolescentes estén informados al respecto pero
nos preguntamos acerca de la metodología más adecuada, los contenidos que deberían
desarrollarse y la corriente teórica desde la cual es más conveniente que el educador se
posicione.
ADOLESCENCIA Y GÉNERO
Diferentes autores no se han puesto de acuerdo sobre cuáles son los límites de edad de la
adolescencia. Las edades oscilan entre los 12 y 18, algunos toman la etapa que va de los 14 a
19 años y muchos autores consideran que la adolescencia se extiende hasta los 20 años o más.
La Lic. Gabriela Díaz 1 diferencia tres fases dentro de este período:
1. La primera adolescencia o adolescencia puberal.
2. La adolescencia media o la adolescencia propiamente dicha.
3. La adolescencia tercera o juvenil.
En términos generales, se podría considerar que la etapa de la adolescencia comprende a las
personas que poseen entre los 12 y 19 años. Pero además del criterio de edad, hay muchas
otras formas de definir la adolescencia porque también hay muchas formas de vivirla. La
adolescencia no es lo mismo entre pobres y ricos, entre chicas y chicos, en los diferentes países,
religiones, culturas y situaciones sociales. Una persona adolescente del siglo XIX no se
comportaba igual que una del siglo XXI.
El inicio de la adolescencia se basa en un criterio determinado por la maduración orgánica. Es
decir, que la adolescencia comienza con la pubertad, que conduce a la madurez sexual y a la
capacidad de reproducción. El criterio de finalización de la adolescencia está determinado por
características psico-socio laborales.
Actualmente hay sociedades y sectores de población que realmente no tienen adolescentes, es
el caso de los grupos que viven en situación de extrema pobreza en la Argentina, los chicos
pasan directamente de la niñez a la adultez porque desde muy temprana edad deben asumir
responsabilidades de adultos: mantener económicamente a sus familias, cuidar a sus familiares
de edades menores o mayores, sanos o enfermos, ocuparse de los quehaceres domésticos,
formar una pareja, tener hijos.
“Si bien términos como adolescencia y juventud definen grupos de edad, no se los puede
demarcar con la exactitud que suponen intuitivamente los criterios de edad, puesto que sus
límites son variables, como todo límite de edad, y sus fronteras son, antes que naturales,
sociales, es decir que están socialmente construidas y, por lo tanto, varían histórica, geográfica y
culturalmente”2
Se podría decir que la adolescencia es una etapa de transición en la cual ya se ha dejado de ser
niño o niña, pero todavía no se es joven o grande. Hay una sensación diferente, el cuerpo
cambia y también se comienza a ver lo que lo rodea de forma diferente. Es una etapa donde se
quiere aprender todo, vivir todo y probar todo y esta curiosidad viene acompañada de algunos
problemas que los suelen hacer sentir inseguros.
Es una etapa de crecimiento y de cambios físicos, mentales y sociales. El cambio corporal
provoca sentimientos muy variados y en ocasiones contradictorios, algunos sienten vergüenza,
otros se sienten más seguros. Es común que en esta etapa los adolescentes se sientan más
pudorosos y tímidos, sorprendidos y preocupados ante los cambios corporales que
experimentan.
De esta manera y a través de un complejo proceso, se va conformando la identidad que define
formas de pensar, sentir y actuar. En este sentido, la identidad va cambiando a lo largo de la vida
porque los modos de sentir, actuar y pensar no son exactamente iguales en las diferentes etapas
de desarrollo. Por esa razón, la identidad se va construyendo a lo largo de la vida y permite la
apropiación de los cambios vividos y la conformación de una visión histórica de uno mismo.
2 URRESTI, M. “Informe del área de adolescencia”. UNICEF.
La Adolescencia en cifras
El 85 % de los adolescentes del mundo, viven en países en desarrollo 3. En América Latina y
también en la Argentina, las políticas económicas y sociales han provocado el empobrecimiento
de millones de personas y han colocado en una situación de “exclusión” a las que ya eran pobres
antes de la aplicación de dichas políticas. Estar “excluidos” significa no tener acceso adecuado a
la comida, la vivienda, la ropa, la educación, la salud, la recreación, el dinero, la información.
Esta situación provoca la fragmentación de las familias y los círculos de pertenencia, porque a
veces las personas deben migrar a otros
3Notas informativas. Boletín Nº 35, julio de 1999. PANOS (Progrma de Salud Reproductiva y Género). Londres,
2000.
lugares para conseguir trabajo. Otras familias se mantienen unidas pero viven en una situación
de total vulnerabilidad, en la calle o en condiciones de vivienda altamente desfavorables.
Si bien en la Argentina el trabajo de personas menores de 14 años es ilegal, el trabajo infantil y
adolescente está aumentando, y muchas veces se convierte en el único sustento económico del
grupo familiar. Éste es un problema grave, ya que el trabajo temprano favorece la deserción
escolar e implica muchos riesgos para los chicos, las chicas y los adolescentes.
Las responsabilidades laborales no sólo se dan fuera de la casa. También en el ámbito
doméstico, muchas adolescentes deben asumir el cuidado de sus hermanos menores, porque
sus padres y hermanos mayores deben cumplir una larga jornada laboral para garantizar la
cobertura de las necesidades básicas de sus familias. Algunas no tienen posibilidades de
continuar con su educación, y se impide así la adquisición de capacidades y habilidades que les
posibiliten mejores oportunidades laborales y sociales.
La cantidad de habitantes de la República Argentina sobrepasa los 36 millones. De ellos, más de
6 millones (el 20 %) corresponde al grupo de entre 10 y 19 años de edad. De acuerdo con un
estudio oficial realizado por el SIEMPRO (Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de
Programas Sociales)4 en la Argentina hay 18.219.000 pobres, cifra que representa el 51,4 % de
la población Argentina. De ese total, 7.777.000 son indigentes. Asimismo, del total de pobres en
la Argentina, 8.319.000 son chicos y adolescentes.
En general, los jóvenes finalizan la escuela primaria, pero no siempre continúan la educación
secundaria y menos aún los estudios superiores. El porcentaje de escolarización secundaria es
significativamente más baja que la primaria (del 97,1 % al 77,2 % - EPH-INDEC, mayo de 1999).
4 Organismo dependiente de la Presidencia de la Nación, www.siempro.gov.ar
Esto marca una diferenciación social entre los que pueden acceder a una educación y los que
no. Estos últimos tienen menores probabilidades de conseguir un trabajo y de acceder a una
mejor inserción social.
Es cada vez más común que mujeres adolescentes pobres convivan con varones muchos años
mayores que ellas. Esto está sustentado por la idea de que el matrimonio o la convivencia
temprana constituye una de las opciones de vida para las adolescentes de nuestra región,
debido a las costumbres o a la necesidad económica.
Por la alta valoración social del matrimonio y de la maternidad en la Argentina, muchas chicas
consideran ambas opciones para abandonar su casa paterna, lo cual finalmente las lleva a tener
que asumir tempranamente las responsabilidades de la crianza de sus hijos. Puesto que las
concepciones tradicionales sobre lo que “deben hacer” las mujeres y los varones en la familia y
en la sociedad están aún muy vigentes en nuestro país, son pocas las adolescentes que reciben
ayuda de sus compañeros o parejas en los quehaceres domésticos, por lo que deben asumir
estas tareas en soledad, aunque a su vez trabajen fuera de su casa.
Las madres adolescentes sufren una gran estigmatización social y a veces hasta son expulsadas
de la escuela. Es improbable que las adolescentes embarazadas que dejan la escuela reanuden
su educación y, en consecuencia, sus oportunidades de empleo se ven más limitadas.
Ante esta situación, es difícil mantener un buen nivel de salud que incluya la salud sexual y
reproductiva. Sin embargo, los y las adolescentes poseen un gran potencial para cambiar esta
situación y para promover que otros adolescentes también lo hagan. Para ello, necesitan
acceder a información adecuada, tener conciencia de la propia vulnerabilidad, desarrollar al
máximo la capacidad de liderazgo y contar con el soporte y el apoyo de las personas adultas.
La visión de género
Nacemos con un cierto sexo: mujer o varón, pero también “aprendemos” a ser mujeres o
varones. La gente espera cosas diferentes según el sexo. En general de las mujeres se espera
que, cuando aún son niñas, sean delicadas y obedientes, y que durante su adultez se casen,
tengan hijos y asuman la mayoría de los quehaceres domésticos, incluida la crianza de sus hijos.
De hecho, aunque muchas mujeres trabajen fuera de su casa, siguen teniendo sobre sus
espaldas las mayores responsabilidades respecto de lo doméstico y la educación de sus hijos.
Estas responsabilidades se van internalizando desde la niñez, a través de los juguetes
destinados a las niñas: muñecas (que en el juego cumplen el rol de hijos), cochecitos, como
también artefactos y otros objetos de la casa, como cocinas, escobas, planchas, etcétera.
De los varones, por lo general se espera que sean fuertes, activos, que no demuestren temores
y que sean capaces de tomar decisiones en todo momento. También se espera que sean
“proveedores”, es decir que sean el sustento económico de la familia, pero no tanto el sustento
afectivo para los hijos.
Los varones van internalizando estos modelos de fortaleza, valentía y riesgo desde chiquitos, a
través de los juguetes que utilizan, como los muñecos musculosos de los superhéroes o las
armas. Muchas veces, se estimula que los varones practiquen juegos competitivos y se premia la
violencia.
Todos estos aprendizajes van marcando la adolescencia y posteriormente la adultez: van
construyendo el “género”, es decir, la elaboración sobre la feminidad, la masculinidad y las
relaciones y jerarquías que se establecen a partir de ello.
En Argentina, algunos datos marcan claramente las consecuencias de estos roles adjudicados y
asumidos. “Entre los 15 y los 19 años aumenta significativamente el porcentaje de mujeres que
no estudian ni trabajan fuera del hogar, llegando a valores superiores al 17 %. Esta información
puede relacionarse con la aparición de la maternidad en sus vidas [...], situación que tiende a
repercutir en la deserción de las jóvenes madres del sistema educativo.” 5
González, Liliana (2008) expresa que el sexo con el que se nace no garantiza la identidad sexual
adulta. Lo que en el origen es nena o varón pasará por un proceso, un camino de construcción
de su identidad sexual donde los adultos a cargo de la crianza están involucrados.
Educar a nenas o varones nos remite a nuestra propia concepción de qué es ser hombre o mujer
y a los cambios que desde lo social impactan en lo familiar en relación a lo femenino y lo
masculino. Mamás manejando trolebuses o taxis, se reflejará en nenas que jueguen con autitos.
Papás poniendo pañales se reflejará en niños jugando con muñecas. Esto responde a una
flexibilización de los roles tradicionales.
Que a un varón no le gusten los juegos de varones no lo hará menos hombre, pero el camino se
le hará más difícil si es burlado, calificado o humillado por eso. Igualmente, que una nena juegue
a juegos de varones no la hará menos mujer si tiene padres que la deseen nena, la miren como
nena y estimulen la feminidad aceptando su modo particular de ser.
De todos modos es bueno saber que a pesar de todos los intentos educativos, hay elementos
inconscientes y por lo tanto inmanejables.
En el terreno de lo psíquico es imposible garantizar procesos y resultados pero el camino se
simplifica con padres satisfechos con su sexualidad y respetuosos del hijo, de cada hijo en
particular como ser deseante y autónomo.
5FAUR, E., “Mapa estratégico del área mujer y equidad de género”. UNICEF. Documento de Trabajo Nº 1,
noviembre de 2000.
SALUD Y SEXUALIDAD
¿Qué es la Salud?
La OMS define a la salud como “el completo estado de bienestar físico, mental y social, y no la
mera ausencia de enfermedad”. Por eso, “sentirnos bien” no implica solamente no estar
enfermos, sino también gozar de un nivel de vida adecuado, con acceso a la educación, la
vivienda y la alimentación, y con la asistencia adecuada de nuestra salud.
La situación de salud o enfermedad de una persona o grupo de personas es el resultado de
diferentes factores, Menoni y Barrenechea 6 los clasificaron de la siguiente manera.
Factores biológicos: genéticos, sexo, edad.
Factores ligados al entorno: medio ambiente físico (calidad del aire, suelo. contaminantes),
medio ambiente social (aspectos demográficos, vida de relación social, organización familiar y
social, interrelaciones sociales y desigualdad social; condiciones de vida, como vivienda, empleo
o desocupación, ingreso, distribución de la riqueza).
Factores ligados a los estilos de vida: comportamientos de los individuos y los grupos, valores,
creencias, roles que se ejercen en la familia y en la sociedad, costumbres, consumo,
comunicación y nivel educativo y de formación.
Factores ligados a la organización de los servicios de salud: características de la atención de la
salud (si la atención es continua, accesible geográfica y culturalmente, está regida por las
necesidades de la población o por el mercado; qué lugar se les asigna a las personas, la familia
y la comunidad; cómo se hace la asignación de recursos: con
6 MENONI, T. y BARRENECHEA C., “Basta la salud...”, en Derechos humanos. Salud integral. IDES, Uruguay. 1999.
Las adolescentes mujeres, por su parte, aprenden que la mujer es considerada un ser más
“emocional”. Muchas veces está mal visto que desarrollen ciertos deportes o actividades
consideradas “masculinas” o que tomen iniciativas para acercarse a los chicos. A ellas se les
enseña a ser obedientes, sumisas y que no es bueno tener muchos novios, que deben casarse o
formar pareja y tener hijos. Muchas veces se dice que las mujeres no pueden sentirse
“completas” si no se casan y tienen hijos.
Consideramos que estas expectativas sociales a menudo están muy lejos de nuestras
expectativas personales y del futuro que soñamos para nosotros mismos. Por eso, en ocasiones,
atentan contra nuestra salud porque nos hacen sentir tristeza y frustración. Debemos tener en
cuenta que tenemos un abanico de posibilidades y potencialidades para construir nuestra vida, y
vivirla según nuestros intereses y necesidades.
los derechos especiales que derivan precisamente de su estatuto ontológico, propio de las
personas en condición peculiar de desarrollo”.
“Los derechos de los/las adolescentes incluyen la información y los servicios sobre su salud
reproductiva, en tanto parte inalienable de su salud integral. La negativa a atender a un
adolescente que solicita información sobre salud sexual y reproductiva en razón de su edad,
puede significar abandono de persona y resultar un acto discriminatorio . De la misma forma que
puede violarse el derecho a la confidencialidad y la privacidad de los actos si se decidiera
informar a los padres de esa solicitud y/o se requiriera su autorización para responder a la
demanda del/a adolescente.”
Para que los y las adolescentes puedan tomar estas decisiones, contando con información
adecuada y sin ningún tipo de coerción ni violencia, las personas encargadas de elaborar
políticas, los padres y las madres, los responsables de sistemas de salud y los educadores
deben trabajar para promover que los adolescentes se desarrollen y se conviertan en adultos
saludables, proporcionándoles un ambiente de apoyo y seguridad, orientación e información
completa, capacitación para la vida y servicios de salud accesibles y de buena calidad.
Según la Asociación Mundial de Sexología (WAS), la salud sexual es el resultado de un
ambiente que reconoce, respeta y ejerce estos derechos sexuales:
Libertad sexual.
Autonomía, integridad y seguridad sexual del cuerpo.
Privacidad sexual.
Equidad sexual.
Placer sexual.
Expresión sexual emocional.
Libre asociación sexual.
Toma de decisiones reproductivas, libres y responsables.
Información basada en el conocimiento científico.
Educación sexual integral.
Atención de la salud sexual.
Los derechos sexuales son derechos humanos fundamentales y universales.
EDUCACION SEXUAL
Como se vino señalando, desde la perspectiva de los adultos, la adolescencia es una etapa
pasajera y problemática. Tal es así que cuando se encaran programas destinados a los
adolescentes se lo hace no por el bien de ellos, sino con el afán de solucionar problemas o
evitarlos. Con este enfoque parcializado se han montado programas de educación sexual y
planificación familiar para adolescentes, buscando “solucionar” el problema que la sexualidad de
ellos, nos crea a nosotros, los adultos.
Aller Atucha L.M. y R. Schiavo, M. (1994) plantean que la sexualidad juvenil ha sido, durante
muchos años, terreno abandonado. Hubo poca o ninguna preocupación por ocuparlo. Quienes
primero lo hicieron fueron los planificadores familiares, pero llegaron a él desde la perspectiva
del “problema”, en este caso, el problema del embarazo precoz. Últimamente la aparición del
SIDA agregó a los adultos un problema más por el cual ocuparse en relación a la sexualidad
juvenil.
Cuando los planificadores familiares, a fines de los años 70 entraron en el terreno sumamente
complejo y difícil de la sexualidad juvenil, lo hicieron sin que mediara un análisis previo, profundo
y honesto de las necesidades de los jóvenes en materia de sexualidad. Llegaron a este nuevo
campo de acción con los viejos esquemas de trabajo de la Planificación Familiar, con un enfoque
tradicional anti reproductivista. Por eso, los jóvenes percibieron que esa aproximación no estaba
motivada en sus necesidades sino en la de los adultos, intentando solucionar los problemas que
ellos habían determinado que existían debido al ejercicio de la sexo-genitalidad juvenil.
Aún hoy se continúa hablando de Planificación Familiar en los programas de jóvenes, a pesar de
que nada más alejado del concepto de familia en el ejercicio de la búsqueda de placer erótico.
Cuando un joven busca una relación coital busca PLACER, no descendencia. Por esa razón, hay
ciertas variables que deberían tenerse en cuenta antes de encarar programas sobre sexualidad
destinados a adolescentes y jóvenes.
Algunas de ellas son:
Adolescencia cultura y sociedad
Es preciso considerar el contexto socio cultural e histórico en el que están insertos los
adolescentes que serán destinatarios de un programa de educación de la sexualidad. Un
adolescente de nuestro tiempo, no tiene las mismas ideas, vivencias y expectativas que un
adolescente de hace cincuenta o cien años. Un adolescente de un área rural, no tiene el mismo
comportamiento social ni sexual que el de un adolescente de la ciudad.
La situación económica, el consumismo, la violencia y el consumo de drogas (entre otros) son
temas que inciden y condicionan de diversas maneras la actividad sexual de los jóvenes.
Por lo tanto, no parece acertado hablar de sexualidad en el vacío, sin integrar el entorno social y
cultural en el cual se encuentra el educando con quien pretendemos compartir la enseñanza
aprendizaje.
Siguiendo con Aller Atucha L.M. y R. Schiavo, M. (1994), para los adultos en general y los
educadores sexuales en particular, sobre todo los encasillados en las corrientes moralistas y
tradicionales, es más fácil negar la realidad que aceptarla. Dentro de esta realidad se inscribe la
sexualidad del adolescente, de la que nos acordamos sólo cuando ella nos crea problemas a los
adultos, llámense éstos embarazos precoz o enfermedades de transmisión sexual.
Continuando con lo que expresan los autores mencionados, para muchos adultos y educadores
la realidad es “tal cual debería ser” y no como realmente es. Entonces se da por supuesto que
los jóvenes no tendrán relaciones sexuales, porque no las deberían tener; por lo tanto, se los
deja librado a su propia suerte, sin orientación sobre cómo vivir una sexualidad placentera y sin
culpas y, lo que es más grave, sin información oportuna sobre anticoncepción y la forma sencilla
de obtener los métodos que necesitan.
Iniciación sexo-genital y anticoncepción
Numerosas investigaciones nos informan que la iniciación sexo-genital o iniciación sexual de los
adolescentes y jóvenes se produce en la gran mayoría de los casos sin protección
anticonceptiva.
Difícilmente los jóvenes podrían saber sobre anticoncepción, ya que la enseñanza de ésta se la
ha vinculado a la reproducción y no al placer, y como se ha señalado, ellos no están interesados
en reproducir sino en comunicarse sexualmente y gozar.
Según los autores mencionados, si la enseñanza de métodos anticonceptivos tuviera como fin el
enseñar a tener encuentros sexo-genitales más satisfactorios, estamos seguros que los jóvenes
aprenderían. Pero mientras vinculemos el anticonceptivo al hijo, que evita si se emplea y que
podrá venir si no se lo emplea, difícilmente tendremos una gran audiencia entre la juventud. Es
decir, si les hablásemos de anticoncepción como un medio para mejorar la relación de pareja,
aumentar el placer y evitar riesgos no buscados, como lo es un embarazo y las enfermedades de
trasmisión sexual, posiblemente tendríamos mejor suerte. Pero si insistimos en comenzar
hablando de la familia, los problemas del embarazo de las adolescentes y las responsabilidades
de ser padres, cuando nos llegue el momento de hablar de los métodos, ya se habrá creado una
barrera difícil de vencer.
Una aproximación ideológica al tema Aller Atucha L.M. y R. Schiavo, M. (1994) sostienen que
un programa para adolescentes y jóvenes vinculado a su sexualidad, dentro del cual se
encuentra el tema de los embarazos tempranos no planeados ni deseados, debería ser integral,
entendiendo por integral no sólo la información anticonceptiva, sino también la preocupación de
lograr para la sexualidad juvenil espacios sociales y culturales, es decir el reconocimiento de la
existencia del hecho, y espacios físicos, ya que la mayoría de los coitos entre jóvenes se realizan
en lugares sin la privacidad y la comodidad adecuada. Esto los lleva a iniciarse en forma poco
placentera y culposa.
Los autores consideran que la búsqueda y creación de estos espacios implica asumir y defender
el derecho a gozar de un sexo totalmente desvinculado de la reproducción. Es decir, un sexo que
no esté necesariamente en concordancia con el “sexo oficial”. Este enfoque integral para
programas de adolescentes y jóvenes obligaría a entrar en terrenos que, tradicionalmente, los
planificadores familiares y muchos educadores sexuales (confesionalmente formados) no
dominan, como lo es el autoerotismo, la homosexualidad, la bisexualidad, las prácticas sexuales
no coitales y las variantes de la conducta sexual.
El enfoque integral de la sexualidad juvenil debería permitirse abordar no sólo el tratamiento de
ésos temas poco discutidos y relegados, sino que los programas deberían ser verdaderos
propiciadores de una sexualidad sana, placentera y responsable.
Corrientes metodológicas en Educación Sexual
Según la Lic. en Psicología y Educadora en Sexualidad, Alejandra Moyano, comprender la
sexualidad es una parte integral de toda la personalidad, nos permite considerar que la
Educación Sexual puede entenderse como un proceso integral que tiende al desarrollo de los
aspectos físicos, psicológicos, emocionales, espirituales y sociales del individuo. Sin embargo
existen diversas maneras de abordar a la Educación Sexual. El comunicador social Luis María
Aller Atucha, identifica una serie de corrientes conceptuales que serían las que se encuentran
vigentes en la educación sexual actual.
Las principales son:
Concepción Moralista: Desde este punto de vista, el acto sexual es admitido con el fin de la
procreación, no dando lugar al placer, el cual es solo posible (y con reservas) dentro de la vida
conyugal. Este enfoque indica, imponiendo, qué comportamientos son permitidos, deseables y
esperables y cuáles no lo son, al ser prohibidos. De esta manera, lo que hace es normalizar,
señalar modelos correctos e incorrectos. En lugar de problematizar y discutir diversas
situaciones, sólo da recetas. La aparición del Sida ha favorecido la influencia de este enfoque de
carácter represivo.
Concepción Erótica: Postura totalmente opuesta a la anterior, que acentúa desmedidamente el
placer sexual, en detrimento de la sexualidad como expresión de amor. Al focalizar en el placer
como un fin en sí mismo, limita a la sexualidad a un mero intercambio de experiencias y juegos
que privilegian la satisfacción del cuerpo. Debido a ello se destaca la difusión del erotismo y del
autoerotismo, sin hacer referencia a la prevención de embarazos no deseados, ni de infecciones
de transmisión sexual. Esta versión ha sido explotada por los publicistas y la sociedad de
consumo, ya que el placer sexual es objeto de un intenso marketing que difunde la sexualidad en
forma distorsionada y confusa.
Concepción Biologista
Desde esta concepción se considera a la sexualidad como sinónimo de biología humana. Por
ende, se considera que las diferencias entre hombre y mujer, tanto físicas como psicológicas, se
deben a esta determinación biológica. La existencia de los “órganos reproductores” condiciona la
totalidad de las manifestaciones de la sexualidad en los diversos planos de la vida social e
individual. Esta es una forma frecuente en nuestras escuelas de abordar “la charla de Educación
Sexual”, en donde a los alumnos, generalmente a partir del tercer ciclo de la EGB, se los informa
sobre anatomía y fisiología de los órganos genitales y sobre el proceso de fecundación. Incluso,
en algunos casos comparándolo con lo que ocurre en otras especies. Si bien estos contenidos
biológicos son importantes de transmitir, se convierten en mera información, al darse
desvinculado de los aspectos existenciales, psicológicos y sociales; el alumno recibe la idea de
que el sexo en el ser humano es sólo un hecho biológico; y entonces pasa de ser informativo a
ser deformativo.
Concepción Mecanicista
El hombre aparece como un ser compuesto de mecanismos que le permiten tener un
acoplamiento sexual, que puede o no resultar satisfactorio. Por lo que se propone enseñar a
emplear estos mecanismos y técnicas para el ejercicio de una sexualidad más placentera. Esta
forma recortada de entender la Sexualidad, pasa a distorsionar y parcializar a su vez, los aportes
realizados por William Masters y Virginia Johnson, y por Helen Singer Kaplan, dirigidos al
tratamiento de disfunciones sexuales. La vigencia de esta concepción puede verse en la
abundante bibliografía y hasta programas de televisión, que enseñan variedad de técnicas
coitales y de formas para aumentar el placer físico durante el acto sexual. De esta manera,
observamos como la Sexualidad pasa a ser manipulada como objeto de venta, y en algunos
casos utilizando recursos amarillistas, pornográficos e irresponsables. Ello influye en que jóvenes
y adultos de ambos sexos crean que esas conductas son reales y se preocupan porque su
intimidad no se parece en nada a lo que muestran las imágenes. Esto produce sentimientos de
inferioridad y de anormalidad, cuando en realidad son personas normales que están influidos por
una Sexualidad de “ciencia ficción”.
Concepción Patologista
Desde esta ideología, sexualidad y enfermedad son considerados sinónimos, por lo que aunque
se de información correcta sobre Infecciones de Transmisión, o de enfermedades como el
cáncer (de mama, de próstata, etcétera), se focaliza en las secuelas y, no indica formas de
prevención (o se las anula o exageran, por ejemplo, cuando se les dice a los jóvenes que el uso
del preservativo no impide el contagio de HIV o, por el contrario, que deben usar doble
preservativo para que este sea efectivo). Es decir, desde esta perspectiva, se hace hincapié en
la prevención de aspectos problemáticos del ejercicio de la Sexualidad, pero no se tiene en
cuenta ni el amor, ni el compromiso, ni la responsabilidad personal y hacia los demás.
Concepción Psicologista
Propuesta por el Dr. Eduardo Arnedo, esta concepción considera que las enseñanzas sobre
sexualidad están basadas en los aspectos psicológicos del ser humano. La base teórica que la
sustenta es el Psicoanálisis (Freud). Todo se reduce a saber y conocer el desarrollo psicosexual
de la persona y los problemas que pueden haber aparecido en las diferentes etapas de la vida.
No tiene en consideración el entorno social, por lo cual, según esta perspectiva el hombre es un
ser con problemas que pareciera estar aislado del mundo.
Concepción Pseudo-Integral
Si bien esta corriente sostiene una concepción del ser humano como una unidad biológica,
psicológica y social, no integra los valores del individuo. Se diferencia de la concepción
moralista, en su lucha por desarraigar viejos conceptos sobre el sentido pecaminoso del placer
en el matrimonio, enseñó el valor del sexo en sí mismo y su importancia como medio de
comunicación y en la relación de pareja. Sin embargo, comparten su forma de educación, al
procurar dar respuestas fijas. Cada una de estas modalidades de intervención, refleja una
específica idea de hombre. A través de estos enfoques, pareciera que el ser humano se reduce
sólo a: reproducción, genitales, placer, embarazos no deseados, infecciones de transmisión
sexual o disfunciones sexuales. Pero las personas, no pueden reducirse a un solo aspecto,
hecho o característica, por lo que estas concepciones atomistas confunden y enferman al limitar
lo que es realmente la Educación Sexual. Por ello, es importante analizar y reflexionar sobre la
importancia de implementar la educación sexual desde una óptica holista. Así, proponemos la
concepción formulada por Aller Atucha, que parte de una visión antropológica integradora, y a la
que denomina:
Concepción Diaglógica-Concientizadora o Problematizadora
Este punto de vista conceptual lo que hace es incluir el aspecto existencial a la definición
pseudo-integral. Esto significa, que considera la elección existencial del comportamiento sexual
de cada individuo. Esto se debe a que, desde esta concepción, no existen conductas netamente
“normales” o “anormales”, sino, una amplia gama de comportamientos variables, válidos y
aceptables según situaciones culturales y personales.
Es decir, se plantea y defiende el respecto por el ejercicio individual de la Sexualidad, como así
también la responsabilidad en el uso social del sexo. Para educar, se basa en el empleo de
metodologías participativas de enseñanza. Los conocimientos no se transmiten, sino que se
construyen creativamente, la existencia de valores y actitudes no se imponen, sino que son
producto del diálogo, la reflexión y del ejercicio de la responsabilidad individual, personal y social.
Estas metodologías basadas en una búsqueda en conjunto, serían opuestas a la del
adoctrinamiento, el cual no es recomendable en un medio que se transforma constantemente y
en donde predomina la diversidad.
Para lograr esto, el educador sexual debe ayudar a cada persona a conocerse a sí mismo y a
entender mejor la conducta sexual que más favorece de acuerdo a sus propias creencias y
necesidades, y a respetar las opiniones de los demás. Siempre considerando que las decisiones
deben correr por cuenta de los individuos. Para Aller Atucha, esta corriente responde a los
siguientes principios, que deberán ser los principios del educador sexual.
La sexualidad es una fuerza positiva y enriquecedora en la vida humana.
A cualquier edad del individuo se puede esperar como normal alguna manifestación sexual.
Puede asegurarse, con bastante evidencia científica, que no existen consecuencias
automáticas inevitables (física o psicológicamente) de cualquier forma de actividad sexual, sino
más bien, una amplia gama de resultados.
La conducta sexual y sus consecuencias están condicionadas por las características familiares,
roles sexuales, experiencias anteriores, culturales y geográficas, más que por el hecho de
ofrecer información o instrucción sexual.
No existe una norma establecida o universalmente aceptada de conducta sexual. Las normas
varían con cada clase social, religión, educación y estilo de vida.
En este marco conceptual, la Educación Sexual se concibe como una forma de enseñanza, que
supone el compromiso de una educación para el amor, para el rol, y para la genitalidad, y para el
ejercicio de una Sexualidad, sana, placentera y responsable.
ADOLESCENCIA Y SEXUALIDAD
La Primera Vez
Como se expresó anteriormente, en materia sexual es frecuente considerar que la educación
que debe recibir el adolescente debe centrarse principalmente en el cuidado de las infecciones
de transmisión sexual (ITS) y en la prevención de embarazos no deseados, del abuso sexual o
del aborto. Nos olvidamos de que otro ámbito de la educación sexual tiene que ver con la
posibilidad de disfrutar, del placer en los chicos. Para que ellos puedan empezar sus relaciones
sexuales sin miedos y temores que, obviamente, inhiben la posibilidad de placer sexual.
Una de las principales preocupaciones de los/as adolescentes está centrada en el inicio de las
relaciones sexuales. En relación a la “primera vez”. ¿La primera vez de qué? ¿Del primer beso
erótico? ¿Del primer contacto con otro que implique excitación sexual? ¿De la primera caricia
genital? ¿Del primer coito?
En general la “primera vez” se refiere a la primera experiencia de penetración o intento de
penetración heterosexual u homosexual. No obstante el verdadero principio de la sexualidad se
remonta al nacimiento, a las primeras caricias, a la relación con los padres, a los permisos y
prohibiciones, a la educación recibida tanto en la familia como en la escuela, a las tradiciones
culturales.
“En este sentido, la educación sexual es un aporte fundamental a la formación humana. Un
espacio para conocer el propio cuerpo y explorarlo, para reflexionar sobre las propias
emociones, para aceptar al otro en sus legítimas diferencias, y respetarlo en su ser y en sus
deseos.
La educación sexual para niños y jóvenes no es una capacitación más, referida a un futuro. Es,
por el contrario, un volver sobre sí y descubrir aspectos de su identidad como varones, como
mujeres”.
Groisman, Rabinovich, Imberti: implica la concreción y definición de la sexualidad, la cual va
cambiando a lo largo de las diversas etapas de la vida.
Aunque ya ha dejado de ser un tema tabú la primera experiencia sexual (coito) sigue siendo un
paso trascendental hacia la adultez. El significado del primer encuentro genital puede
modificarse, pero no se reduce, conserva su carácter de iniciación e implica la despedida del
cuerpo infantil.
La virginidad aún conserva su relación con la pureza, la inocencia y la potencia contenida. Ha
dejado de tener el peso que tenía en otras épocas, pero no por eso se ha convertido en algo
intrascendente. Es un tema causal de mucha angustia para gran parte de los jóvenes. Angustia
que se expresa a través de preguntas como ¿Existe una edad adecuada para la iniciación?
¿Cómo se debe realizar? ¿Cómo saber si se esta preparado para ese momento?
El inicio de las relaciones sexogenitales parecen estar influenciadas por el medio social al que
pertenezca el adolescente. En los niveles socioeconómicos bajos o rurales, generalmente se
inicia antes; en la clase media la iniciación es variada y en los sectores religiosos suele ser más
tardía.
En el mundo, la edad de iniciación sexual, promedia los 16 años, y alrededor de los 20 años, el
80 % de los jóvenes, en todo el mundo, ya han tenido su primera relación sexual o intento de
coito. De ellos, la mayoría no están aún casados. En Argentina, los varones debutan alrededor
de los 15 años, mientras que las mujeres casi a los 16 años.
Se ha observado que cuanta más información y educación general tienen los jóvenes, se inician
más tarde y con más cuidados (en relación a la elección de con quién, cómo y cuándo, en tener
en cuenta la anticoncepción y los preservativos para evitar las ETS). Las relaciones sexuales
que se inician a mayor edad tienen, habitualmente, más consentimiento de ambas partes, mayor
responsabilidad y compromiso.
Esa primera experiencia es, a veces, deseada, buena, placentera y responsablemente decidida,
y muchas veces no. A nivel emocional algunos autores consideran que la virginidad no tiene el
mismo significado para varones que para mujeres. La primera vez en el varón se relaciona más
con el exterior. Cuando un muchacho ha tenido su primera relación sexual genital siente que ha
adquirido prestigio, ha pasado a formar parte de los “viriles”, de los que “lo han hecho”. Y busca
ese reconocimiento.
En cambio cuando la mujer “renuncia” a su virginidad genera una experiencia completamente
interior. Como dice Julia Pomiés, “La mujer que se levanta de la cama en que se acostó la
virgen, se sabe mujer, no porque considere que desde entonces será vista como tal, sino
porque se siente como tal... la joven deviene mujer para sí misma, no para los demás. Justo
lo opuesto del muchacho, que desea primero devenir hombre para los demás”.
Durante mucho tiempo era común que los varones se iniciaran con una mujer de más edad,
frecuentemente prostituta. Las mujeres, en cambio, generalmente dejaban de ser vírgenes recién
con el matrimonio (con excepción de las forzadas prostitutas). La función conyugal del varón (del
“experto sexual”), era la de iniciar y enseñar a la inocente recién casada.
Es decir que en cuanto a los sentimientos, los varones “debutaban y debutan” por razones de
curiosidad, urgencia erótica personal, amorosa, o para cumplir un rol social prefijado de
convertirse en “expertos”. En las mujeres, el tipo de “debut” que sigue predominando suele ser el
de “sexo con amor”. Sin embargo, actualmente existen menos diferencias entre varones y
mujeres que en generaciones anteriores. Asistimos a un cambio importante: encontramos
adolescentes mujeres y varones que buscan tanto el afecto como el aprendizaje, la
comunicación como el placer en la primera relación sexual.
Groisman, Rabinovich e Inverti, citan en su libro la siguiente encuesta tomada del diaro Clarín,
del día 20-09-95. Las cifras están basadas en un sondeo realizado entre 1.000 adolescentes
porteños de 15 a 18 años.
Diversas encuestas sobre iniciación sexual realizadas en nuestro país revelan que la iniciación
sexual despierta en los/as adolescentes 3 preocupaciones fundamentales: cuándo, cómo y
dónde. Dicho de otra manera: si existe una edad adecuada para la iniciación sexual (qué
significa estar preparado), si existe una forma ideal para concretarla y cuál sería el ámbito
adecuado para realizarlo.
Estos temores suelen expresar, de distintas maneras, la ansiedad frente a lo desconocido, sobre
aquellos que se ha escuchado hablar tantas veces pero de forma poco clara y en general en
forma clandestina. Según Pomiés, los temores más frecuentes entre las chicas son: el miedo a
ser penetradas, al dolor, el miedo ante el desconocimiento de los genitales del compañero
porque a veces no tienen conocimiento de esto, miedo a las consecuencias sociales, a que se
les note, a ser una “chica fácil”, al rechazo, al embarazo, a ser abandonadas, a ser sometidas y
el miedo a que lo puedan descubrir los adultos.
En los varones los miedos son: penetrar, a la sangre, a dañar, al himen, a no tener erección, a
fracasar, a no saber qué hacer, al ridículo, a eyacular antes de penetrar, a no conseguir un lugar
adecuado.
Las fantasías sobre el acto sexual en las mujeres suelen ser muy negativas y desctructoras e
irreales. Varios estudios indican que, para la mayoría de las mujeres la primera experiencia
sexual fue negativa. Más allá de los miedos mencionados, parecen ser varias las influencias que
ayudan a que esto pase: sentirse presionadas antes de estar física y emocionalmente
preparadas, el miedo no sólo al embarazo sino también a las ETS, las expectativas poco
realistas, la falta de suficiente excitación, la incomodidad física y la tensión nerviosa.
Algunas de las recomendaciones para evitar estas dificultades, no sólo para trabajar con chicas,
sino también para trabajarlo con los varones son:
Seguir el propio ritmo: no dejarse impulsar al coito antes de estar dispuesto. La virginidad no es
algo que deba avergonzar. Es frecuente que en esta etapa de vulnerabilidad, se llegue al coito
por presión de la pareja o los amigos, o bien como resultado de las propias expectativas
irrealistas.
Seleccionar la pareja: tener una pareja digna de confianza con la que compartir la primera vez.
Las personas que han tenido parejas suaves, consideradas y amorosas fueron las que más
positivamente consideraron la experiencia. Aquellas que sintieron que la pareja era ruda o
desconsiderada tenían recuerdos negativos aún cuando fueran parejas estables y
comprometidas.
Utiizar anticonceptivo: no confiarse de que la pareja se hará cargo de la anticoncepción. Aún
cuando se sepa que el otro se está cuidando, asegurarse de que esté utilizando correctamente el
método.
Existe el mito de que una mujer no puede quedar embarazada la primera vez que mantiene
relaciones sexogenitales. Es necesario remarcar, por lo peligroso de sus consecuencias, que
esto es falso. Hay tantas posibilidades de embarazo en la primera vez como en cualquier otra
oportunidad.
Prevenir ITS: es necesario destacar que no todos los métodos anticonceptivos previenen de
ETS, por eso en la educación para adolescente se debe aconsejar la doble anticoncepción y
siempre el uso del preservativo.
Suficiente juego previo: proceder lentamente y con suavidad, posibilitando suficiente juego
previo para que la joven logre suficiente excitación. La posibilidad de disfrutar de muchas caricias
y contactos íntimos antes del coito, posibilitan que la vagina se lubrique adecuadamente y el
pene se deslice con mayor facilidad.
Desmitificar la primera vez: la primera vez no es tan perfecta y romántica como en las películas
o las novelas. Es inevitable durante la primera experiencia cierta torpeza y nerviosismo. Poder
conversar esto con la pareja y animarse a reírse reducirá la presión. Si el compañero/a es más
experimentado podrá servir de guía y contención. Como en cualquier experiencia nueva, la
tensión y la incomodidad se convertirán en desenvoltura y placer con la experiencia.
Fomentar la comunicación en la pareja: la comunicación es la única forma en que cada
miembro de la pareja puede conocer qué le gusta al otro y que no. Para lograr una relación a
largo plazo es fundamental una fluida comunicación con la pareja.
Ante la duda abstenerse: frente a cualquier duda o conflicto el consejo es abstenerse hasta
estar seguros de que será una experiencia gratificante física y emocionalmente.
¿Cómo hablar de sexualidad con los adolescentes?
Es necesario considerar que tanto la familia, la escuela como la sociedad han estado dándole
información a los/as adolescentes sobre sexualidad desde el día en que nacieron. El nombre que
le pusieron, si los vistieron de rosa o de azul, los juguetes que se les ofrece a niñas y varones,
todo habla de las expectativas que la sociedad tiene sobre lo que se espera de ellos/ellas como
hombres o mujeres.
Sin embargo, los adultos en especial los padres esperan con inquietud la pregunta de los niños y
adolescentes sobre temas de sexualidad. Pero si la pregunta no llega, sienten alivio de no tener
que hablar explícitamente de estos temas. Cuando muchos adolescentes esperan que sean los
adultos quienes inicien la conversación. La pubertad y los cambios propios de la adolescencia
son inevitables, y los adultos pueden pensar por adelantado como presentaran el tema a
aquellos que se animen a preguntar, como a aquellos que no.
CONCLUSIONES
Una aproximación y propuesta metodológica
Como se ha visto, la adolescencia es un período importantísimo para la vida y tal vez sea el
período en que se logran integrar más cosas. El adolescente y el joven desea conocer, probar
(probarse) y tener todo al mismo tiempo. Tiene urgencia de abarcar un mundo y proyectarse en
él. Por eso, en las sociedades industrializadas, este proceso sufrió algunos cambios; los niños y
niñas se convierten en adolescentes más temprano y por el contrario, la adolescencia se
prolonga.
Al mismo tiempo se enamora, estudia, practica deportes, participa de grupos sociales, compone
música. Pasa con gran velocidad de una actividad a otra, de una pasión a otra. Vive muchas
cosas al mismo tiempo y a gran velocidad.
Frente a esa realidad nosotros los adultos, les proponemos que reflexionen sobre un futuro
lejano y sobre un solo tema: la vida de familia, el hijo y la sexualidad. No estamos en la “onda”
que ellos pueden (o quieren) sintonizar.
Según lo expuesto y siguiendo a Aller Atucha L.M. y R. Schiavo, M. (1994), creemos que una
posible solución podría ser la de presentar propuestas dinámicas e integrales, donde el aspecto
de sexualidad sea uno más a tratar y que éstos sean desde un enfoque de “ganancia”.
Un enfoque de ganancia es aquél que le permite al joven gozar y sentir más satisfacción con lo
que habitualmente hace, si cumple con el sacrificio de prepararse o estudiar para poder mejorar
su rutina.
Si a los jóvenes les presentáramos programas de sexualidad vinculados a una ganancia
posterior: mejor y más placenteros coitos sin problemas o complicaciones, nos aventuramos a
creer que tendríamos audiencia. Debemos insistir con dos variables metodológicas: programas
integrados con otros intereses y preocupaciones de los jóvenes, en lugar de programas
verticales, aislados y sin marco de referencia; y enfoque de ganancia, en lugar de enfoque
preventivo.
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SIECUS, la familia habla.. sobre la televisión, el sexo y la vida real. En www.siecus.org.