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Astilo, Oscar Oliva

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Astilo

Antología poética

las alas

109
del sueño3
biblioteca c h i a pa s
María Cristina García Cepeda
secretaria de cultura

Manuel Velasco Coello


gobernador del estado de chiapas

Juan Carlos Cal y Mayor Franco


director general del coneculta-chiapas

Susana del Pilar Utrilla González


coordinadora operativa técnica

Marco Antonio Orozco Zuarth


director de publicaciones

Astilo. Antología poética / selección de Óscar Oliva y Julio Solís. — Tuxtla


Gutiérrez, Chiapas, México : CONECULTA. Dirección de Publicaciones, 2017.

142 p. : fots. byn. ; 21 cm. — (Colección Biblioteca Chiapas. Serie Las alas
del sueño, 109).

ISBN: 978-608-8471-41-6

1. Poesía — Colecciones. 2. Poesía — Estudio y enseñanza. III. Poetas —


Literatos. I. T. II. Oliva, Óscar, 1937-. III. Solís, Julio. IV. Ser.

808.81 Dirección de la Red de Bibliotecas

© óscar oliva y julio solís, por la selección

D.R. © 2017
Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas, Boulevard Ángel
Albino Corzo 2151, Fracc. San Roque, 29040, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

publicaciones@conecultachiapas.gob.mx

ISBN: 978-607-8471-41-6
hecho en méxico
Astilo
antología poética

selección

Óscar Oliva y Julio Solís

— 2017 —
Presentación

Rubén Darío, renovador de la poesía hispanoamerica-


na a finales del siglo XIX e indiscutible maestro de los
jóvenes poetas que surgieron durante los años veinte
en Latinoamérica y España (como Pablo Neruda y Fe-
derico García Lorca), a cien años de su fallecimiento,
sigue siendo un portentoso poeta; sus obras continúan
editándose, gran cantidad de ensayos y biografías se
le han dedicado; en su Nicaragua natal, y en todos los
países de habla española, así como en Europa y los Es-
tados Unidos, se ha recordado y festejado el centenario
de su ausencia física. Sobre todo, sigue cultivando a sus
lectores, que encuentran en su poesía la profundidad
de la existencia, el deslumbramiento de los mitos uni-
versales que en su palabra siempre son nuevos, la pa-
sión amorosa, la rebeldía, y una voz profética que nos
señala caminos de esperanza.
El Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de
Chiapas, para unirse a la conmemoración del centena-
rio de la muerte de Rubén Darío, invitó al maestro Ós-
car Oliva a coordinar un taller de poesía, dada su tras-
cendencia como artista y como impulsor y coordinador
de talleres literarios.
Después de un año de trabajo en el que participaron
catorce jóvenes poetas, donde compartieron la palabra

7
del maestro Oliva y la del escritor Julio Solís, ve la luz
esta antología, producto del trabajo individual de los ta-
lleristas y de las constantes lecturas que se planearon,
escuchando la voz de todos los miembros, ejercitando
la crítica y estudiando a poetas de distintas épocas.
No queda más que invitar al lector a adentrarse en
las propuestas de estos nuevos autores cuyo signo co-
mún es la renovación del lenguaje literario.

Juan Carlos Cal y Mayor Franco


Director general

8
La palabra poética

I. “Que me entregué sin arte” (Garcilaso)

Aventurarnos y no conformarnos de manera continuista


con la tradición poética en lengua castellana, sino abrir nue-
vas ventanas para que entre el aire fresco y toque nuestros
escritos, es uno de los trabajos principales del taller de poe-
sía que coordino. Tal aventura —toda aventura es un acci-
dente, un riesgo—, lo queramos o no, está marcada por la
velocidad de los acontecimientos planetarios y por el cues-
tionamiento a la inmovilidad de tanta poesía actual que, a
pesar de sus grandes logros, es ya una poesía cerrada.
En el vértigo y en el derrumbe se está en cualquier lu-
gar del planeta. Desde esa situación, el taller busca decir
no al peligro de uniformizar el trabajo poético y, desde
la diferencia y singularidad de cada uno de sus integran-
tes, explorar el conflicto entre razón y pasión tal como lo
hizo Garcilaso de la Vega.
Se está en la búsqueda de una poesía abierta, que
eche raíces a medida que crezca, para que se expanda
junto con bosques frescos. Una poesía que sea un pro-
ceso, no un resultado. Que intente poder traducir las
profundidades del pensamiento en arte. Todo desde las
lecturas colectivas e individuales.

9
II. “De desnuda que está brilla la estrella” (Rubén Darío)

La pérdida de las masas de hielo en el planeta, las ex-


trañas migraciones de fauna y flora, las guerras actuales
y las que se avecinan, la humanidad nómada, el cesa-
rismo, la brutal alienación en la que estamos inmersos,
el terror y los crímenes nos hacen vivir múltiples rea-
lidades que la poesía actual, en nuestra lengua, no ha
sabido captar del todo.
Si el espíritu de nuestra época lo cuestiona todo, en
concordancia, tenemos que poner en duda la referen-
cialidad ordinaria del lenguaje poético y su capacidad
para expresar lo existente.
También nos preguntamos si debemos sacar a la
poesía de cierto encerramiento individualista, casi de
claustro, en la que ha estado inmersa, para abrirla con
los lenguajes de la ciencia, con los avances de la ciber-
nética, con las otras artes no literarias; para compren-
der que todo lo que nos circunda y nos hace vivir es
susceptible de erigirse en metáfora.
Por supuesto, cada compañera y compañero del ta-
ller encontrará su propio destino poético. Esta antología
es un primer paso en ese camino.
Como lo hace la astronomía electrónica, mirar más
lejos en el universo significa mirar atrás en el tiempo.
La poesía es nada más lenguaje abierto de significados
hasta el máximo de posibilidades; es un flash-forward,
un recuerdo alterado del futuro, ya que todo es presente.

10
Dice Roland Barthes: “Las palabras tienen una memoria
segunda que se prolonga misteriosamente en medio de
las significaciones nuevas…”. Los lectores y autores de
poemas debemos encarar esa segunda memoria.

Óscar Oliva

11
Introducción

No hay más que medias palabras


en el lenguaje de los centauros.
Luis Cardoza y Aragón

El día 16 de abril del 2016 dio comienzo el taller de poe-


sía Óscar Oliva en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. A partir de
esa fecha sesionaría perennemente todos los sábados
en el museo del Café, aunque los derroteros de la vida
política local le condujeran en algunas ocasiones al par-
que Gómez Morín o al museo de Antropología e Historia
y al callejón del Sacrificio. Tras doce meses de intensos
y obcecados trabajos, su primera temporada daría fin el
1 de julio del 2017 para, inmediatamente, continuar con
sus labores en una segunda etapa aún por concluir y
que augura su permanencia por algunos otros periodos.
En el transcurso de un año las disertaciones del taller
se encendieron con el arte de Arthur Rimbaud, Walt
Whitman, Federico García Lorca, san Juan de la Cruz,
santa Teresa de Jesús, Oliverio Girondo, Nicanor Parra,
César Vallejo, Saint-John Perse, Ramón López Velarde,
Roberto Juarroz, Allen Ginsberg, Octavio Paz, T. S. Eliot,
José Gorostiza, Paul Valéry, Edmond Jabès, Guillaume
Apollinaire, Pablo Neruda, Constantino Cavafis, Anto-
nio Gamoneda, Alejandra Pizarnik, José Lezama Lima y

13
Wallace Stevens, por mencionar algunos, e indiscutible-
mente faltaron lecturas por realizar.
La poesía, por ser escritura, es selección y memoria.
También es lectura, recitación, concepto y música. Una
tensión entre la meditación y la desbandada atraviesan
el trabajo del poeta. Así, se ajusta y expande, según sus
necesidades de composición, el poema. La experien-
cia del mundo presente, aparatosamente cruzada por
mil circunstancias, es la hoja en blanco que se enfrenta
todo escritor en toda época. De esta conceptualización,
pero también de una fuerza creativa novedosa, dan
cuenta las catorce voces que irrumpen las páginas de
este volumen.
Esta selección de poetas jóvenes (todos menores de
treinta y cinco años) fue orientada por los propios au-
tores y la concepción general de sus obras. Esto último
nos parece relevante subrayarlo, pues los textos aquí
vertidos forman parte de un corpus en construcción
que cada uno de nuestros nóveles escritores viene tra-
bajando por su cuenta. Así, es probable que algunos de
ellos vean la luz de publicación en los próximos años.
Finalmente, y puesto que no podemos olvidarnos
del principio que dio origen a tan provechosa experien-
cia, no queremos dejar de mencionar que el nombre
de esta antología se inspiró en unos versos del máximo
poeta modernista, Rubén Darío, hallados en su deslum-
brante “Coloquio de los centauros”.

Julio Solís

14
Astilo
ASTILO
El enigma es el soplo que hace cantar la lira.
Rubén Darío
Eduardo Molina

Contraluz

Las estrellas nos vigilan.


Colgadas de los árboles
con aspecto a roble
cuidan nuestra rutina,
sin que nos demos cuenta
todos viajan.

19
Han buscado

Dicen
que los han buscado
hasta debajo de las alcantarillas,
debajo de los puentes,
sobre las voces silenciosas de informadores,
detrás de alguna cama en cierta ciudad,
y que van contra el viento
y sobre arena
y solo encuentran otros cuerpos.

Esta tarde decidí buscarlos por mi cuenta,


esperando a encontrarlos
cruzando alguna avenida
y aunque anoche no pude dormir por los balazos
que por fortuna se dieron al aire,
sobre este campo minado,
he de seguir mis pasos.
He de abrazarlos algún día.

20
Ciertos días

Las manos se me duermen,


mis brazos se entierran como raíz,
me pierdo en los susurros de la gente.

Ciertos días
sueño con tu imagen,
pero luego me recetas reglas.

Ciertos días
me siento en la nada,
somos nada.

Porque hay golpes tan fuertes que hacen llorar hasta


las nubes,
las manos se me duermen
y se entierran como raíz.

21
Israel Rojas

Los motivos de la grieta

Judit 13, 8

Apenas has pisado el desierto, Judit,


y la noche de tu cuerpo
ha pervertido el ritmo silente de los buitres.
Esperando por ti,
mi tienda se halla limpia y sin guardias.
Anterior a la promesa de tus ojos
mis ancestros vaticinaron la hora del enemigo,
quizá por ello no hay temor
y una cicatriz curtida en el talón es ahora el deseo.

Podría perdurar la velada en el cuidado de mis armas,


retozar en el consuelo que a veces ofrece la memoria,
mas yo, Holofernes, estoy cansado de mi destino oscuro
y no te pongo resistencia alguna.

Pasa,
oficia conmigo el saludo a los cuatro cursos de la vida,
degusta del queso, dátiles, perones e higos;

22
cuéntame sobre el pan que hornean en tu tierra,
deja que te cuente de las ciudades
que han perecido bajo el yugo de mi espada,
los monolitos que con mi mano he derrumbado.
Entera y desnuda deja mirarte,
simula con tus ojos los gestos del amor,
el amargo vino vierte en mi boca,
y canta, si te lo permite tu dios, canta,

…Ya entrada la noche, cuando


en silencio quede dormido en tu regazo,
ponme bajo la custodia de mis dioses,
y concluye la encomienda
con el tajo firme de tu sable curvo.

23
Nadie supo de quién eran los versos

porque era un absurdo país sin poesía.


Pero yo escuché del ahorcado
algo entre el estertor parecido a un balbuceo,
quizá un recuerdo,
una promesa,
quizá un conjuro:
Verrà la morte
e avrà i tuoi occhi.

24
Se mueve

habitado se inflama
Sismo Edén subterráneo
Un dedo se crispa
intermitentes parpadean los labios
ojo de marioneta izado por gusanos
la carne en su sepulcro
se mueve

25
Fabián Ruiz

Entretanto

Variación del instante

Un canto surgido de la sombra retumba mi cráneo


y se cuela como vaho exótico.
Esta sangre tambalea como ebria al filo de un vórtice.
Luego despierto con un sueño en la mano;
la bruma hasta el cuello,
el cuerpo frío.

26
Fuga

En el lecho vagabundo de inconclusas horas,


tracto violento del pez nocturno;
aproximo pasos en el umbral.

No se detendrá el péndulo
con el sol a punto de parir tus ojos
en la vibración arbórea del alba.

Por eso desconozco lo que dices


y continúo abatido sobre los techos.
El retorno a estos rostros cundidos de ausencia se disipa.

27
Elegía

Balbuceo siempre las mismas líneas


prolongado en el dorso de la duda estática,
donde el aliento impregnado de sierra madre
desciende gélido en el contorno al estertor:

la ternura, efluvio nocturno,


emana silente de la sangre de mis hermanos.
Suturada memoria;
voces inconclusas en el oratorio de nuevo siglo.

28
Junio de 1990

Ígnea como la ciudad en brasas,


reflejo constrictor callado,
duermes.
¿Puede el deseo del olvido precipitar tu silueta danzante?
Oculto en las dendritas formas de esta espera,
aniquilo la incertidumbre.
Catacumbas paredes sepultan mi aliento.

29
Karla Gómez

La vigilia de las sombras

Soy una maniquí,


imposibilitada en mostrar un mundo con su cuerpo,
ya no hay tiempo para comprar agujas,
afilan las trompetas los gallos.

Mi sombra atrapada en un muro


ve desfilar a este costal de huesos.
Me vienen días en los que no vuelvo a caminarla,
huye de mí como yo del tiempo.

El títere polvoriento,
el hijo perdido de la noche
colgado de los tobillos se desliza.

30
Imita una silueta igual a la mía,
hace creer que soy la esclava
que adolece en cada paso.
¿A qué puerta llevarte?
¿Roja, verde, azul?

Una inventa al profeta


para no calcinar ese semicadáver que somos:
criaturas aferradas a una sombra.

En el espejo
la muerte juega con los párpados.
Hay que esperar el tren de la tumba,
abrir las ventanas,
maullar la soledad.

Bajo esta lápida todos son ciegos,


seco el sonido de las hojas.

31
¿Qué cuerpo acá se inclina y se convierte
en una constante mudanza?

El día de mi primer llanto se dio


círculo tras círculo sobre el pie de mi madre.
Hija de una piedra, me convertí en un puerto
que usa abanicos para direccionar su suerte.
En la vigilia mis ojos producen fantasmas.

Hay gente que es frágil ante la lluvia,


cubre espejos para desaparecer,
cierra ventanas para que el viento
no le inflame nombres que deposita bajo el florero.
La lluvia las arrulla,
les seca los ojos,
las vuelve río.

Saberse extraña en una sábana, en una habitación sin


[número,

32
con una ventana que no pausa la muerte del sol,
habitarte en la redonda negrura de mi cárcel al
costurarse en tus ojos.
Ahí como faisanes lamiendo nuestras alas,
ignorando el calvario, el golpeteo de la piedra en el pecho,
reconociéndonos en el espejo que sale y muere al verse.
La única salvación era abrir la puerta,
ser esas dos damas que toman el té,
usan gafas y relojes,
evitan el frío con gramos de color rojo en los labios.

33
Carlos Iván Velasco

No conozco a nadie que conozca


a alguien que conozca nada

Sueño y sudor en callejón


de innumerables puertas

Un nubarrón que ardía


un par de cuerpos yertos por el frío
[animal de lagartos y serpientes
bajo el hachazo o el que cortaba el aíre
escurría por la boca,
[alcoholes y besos púrpuras
Triques malsonantes truenos como de alas de paloma o la
[muerte de un perro
Mandíbula de burro versus quijada de hombre
[hacen un fofo ambiente
Una daga desclavada se vuelve a clavar
Racimos de plátanos arden
Una venus del espejo
Alturas insospechadas son alcanzadas ante unas nalgas
[prominentes
Ocultos coitos asoman las cabezas

34
Cuitas que tornaban a su jacal
Mientras la fiebre nos regalaba a esperpentos orgásmicos
Sacaste tu lápiz labial y querías pintar
[a la luna de rubia
O de alguna colegiala tal vez
Pero sólo nos alcanzó para comprar aguardiente.

35
Calentura de amor en aguacero abierto que le suelen
llamar torrencial o agua que no has de beber

Bajamos ebrios y sedientos


Con fugaces hordas de sable sexo
Morder de deseo higos del cielo
Fulgurante perfume de ponches de fruta
Por las calles bullangueras yeguas orinaban los neumáticos
Telúricas ambrosías, fragantes escotes, fósforo o fósforo
Las ciudades se desbordan en las axilas
mujeres brotan del vuelo de insectos
Enormes labios como amapolas sangraban los labios
Un vaho de hembra se respira
En la cama sangra el herido y el cielo es un techo húmedo
[y podrido
bajamos ebrios y sedientos

36
Espeluznante historia del que es nacido para vivir
y vivió para morir

Cae de la boca como cae


Cae el sol cae la boca
Un gajo de luna se quiebra en los gajos del agua
Rugido de altura
Estrella dislocándose
Quemazón de oxígeno
Estertores de nubes arrasadas por el viento
Pulmones que explotan
Escurre un chorro revienta
Un pecho con garganta de toro
Un gorgoteo de plumas
Un mástil a punto de caer
Un goteo de lluvia cae como cae el sol cae
Chasquido de fusilamiento que desbarata las quijadas
Precipitaciones de ruinas en cada respiro
Caen henchidos los puñetazos
Una efervescencia de escoria
Un muñón de huesos atorado
Sobre el agua la garza y el cocodrilo danzan
Esperamos
esperamos algo sublime
pero no pasó nada

37
Trompo volador que me recuerdas a mí mismo
persiguiendo remolinos

Un remoto aire de luz policromático


Un olor a fuego, una fuente borbotando
Urdiendo, flotando, viceversa, disparado y caído
Gravitaba sobre los aíres una mañana
Un ojo ciego, un espejo no roto
Luciérnagas en una tumba enconadas
Un quinqué de estrellas
Granos de luz tendidos a mis pies

Luz y nada de algo


Aire y nada de algo
Luz y aire y nada y algo
Baila una voz
Un llévelo llévelo
Por la, de la y la
Me la, ante la, como la
Pero la, que la, se la y la
Se hay
Se haaaaa
Se huuuuuuu
En la, sobre la, con la y la.

38
Miguel Pérez Sántiz

En las notas del arpa

Las líneas del ataúd

Oscurece la tarde en edificios y semáforos


al escuchar el martilleo de tu ataúd.
No hay ningún auto en las calles,
las esquinas despiertan con su rostro de agua.

Vas grabando todo con tus lámparas de sal,


tu mano viene a recordarme tu muerte,
a disponer las campanas del entierro.

A las cinco de la mañana


crecen nuestras despedidas,
a las cinco de la mañana
nos detenemos en el mármol del reloj,
a las cinco
el sillón se queda vacío
del ruido de tus cosas.

39
El féretro lleva la eternidad de la ciudad
herida por todas partes.
Las personas señalan el edificio que te mira el rostro
mientras la tarde se filtra en el ataúd
llevándose consigo
el aluminio de tu habitación.

Me dirijo a lo desconocido que tu cuarto sería después para


[nosotros,
entre lo extraño que seríamos para ti,
en tus hechos ocupando todos los lugares.
La oscuridad de la casa acecha
Como el leopardo que no pudimos detener
y te fue devorando sin piedad.

Los autos pasaban


atropelladamente frente a los hospitales.
La música del arpa aún se escucha en tus muebles;
sus notas son la avenida donde ésa fue tu verdadera muerte.

Delante de mí agosto llueve.


Y este camino es lunes
donde te fuiste alejando con el ruido de la ciudad.

El ulular del búho señala el poniente,


sus garras rasgan el sol

40
buscando el camino
que dejas como una cicatriz.

La calle que no conozco


sino por direcciones
arroja flores sobre tu sepultura,
al metal frío
en el luto del usurero
donde tú ya no respondes.

Caminamos con tu ataúd,


el féretro sin que nadie indicara
es llevado por cuatro hombres
perdiéndose en la lluvia,
cuatro puntos cardinales hundiéndose en la ciudad,
llevándose el siglo de tus manos,
golpeando tus lugares.
Los asesinos con voces duras han extraído tu riñón
y se alejan.

Tu muerte aparece apoyada en la pared


desgastando las horas
y me ha visto tranquilamente carcajeándose
sin saber por dónde se ha marchado.

La sal niega la plaza del mercado y el vino que bebimos


[ayer,

41
con la petrificada muerte
llevando la señal de tu voz al exilio.

Tu sonrisa es un pozo sujetándose


a otras almas.
Ahí dentro de la tierra
tu rostro es un amuleto muerto
donde el escriba
borra tu nombre
prediciendo a los heraldos.

42
Apocalipto

La ciudadela levanta sus muros


en la cal del templo mayor.
Por la escalinata rueda el lenguaje de licántropo,
mientras el corazón es incienso
de la bestia de fuego.

El anciano rey busca los últimos glifos de la profecía


y descubre el tiempo que nace en el eclipse.

El guerrero cruza el río de níquel


perseguido por ocho jaguares.
Sangra,
sangra la noche entre ocotes encendidos
destruyéndose en el alquitrán del inframundo.

El linaje del guerrero muere en la corteza del árbol,


su antigua civilización
se derrumba en piedra y metal
sobre un manto de guerra.

Las embarcaciones flotan con su peste dormida,


en su proa se alza la fe

43
de sus ancestros sepultados
para deleite de los buitres.

Los extranjeros con sus caballos,


en lugar de palabras sacras
traen sed de mutilación
de brazos y piernas.

La espina separa el lenguaje de piedra


con la corona traída desde occidente.
Frente a la antigua arquitectura cabalga la religión,
en las armaduras y cañones de hierro
comulgando con los habitantes del sol.

Los nombres de los guerreros pierden sentido:


Garra Jaguar,
Roca Colgante,
Tigre Quetzal,
Tinta Serpiente.

Cuando la lanza de los extraños atraviese


el espejo de jade que el rey tiene en el pecho;
cuando el forastero de ojos azules
traspase con su espada el hombro del gran príncipe
y las reliquias de la noche busquen la caída
de la flecha.

44
Los barcos atravesarán el infinito
como un cuchillo de pedernal,
y el imperio construya
con la cal de la antigua pirámide
en los huesos de los niños la imponente ciudad.

45
Urbe mineral

La selva arribó por las puertas del poniente


inquietando a los automóviles,
donde el jaguar se metió en nuestra memoria
como un extranjero que ya no pudimos negar.

Los rascacielos encontraron aquel barco


anclado a la orilla del océano,
la duda se enterró en las calles
y el puerto se fue llenando de otras almas.

El faro,
esa inexplicable descripción del mundo,
la ciudad,
pedazo de metal escondido entre los dedos.
Ciudad,
pequeño duelo de sí misma.
La ciudad,
un duelo en el alma mineral del tigre.

46
Sulma Jiménez

A ojo de pájaro

Diviso en la primera esquina un espectacular


resquebrajado que me sirve de refugio.
No sé dejar de escuchar, pienso.
Desaparece el asfalto y se convierte todo
en un cauce sonoro;
percibo el lenguaje de los perros,
y el crujir de las láminas que piso;
cómo retiembla todo bruscamente en mi sien,
el aire trae un postergado y fúnebre silencio.
Levanto el vuelo.

47
II

No sé cuándo el cristal rompió tu mirada


oscureciendo tus ojos, destruyendo tu casa.
Me di cuenta cuando enterraste a tu Dios,
y pusiste en entredicho tu fe y su existencia:
éramos dos niñas llorando al padre.
¡Yo estaba allí! Todo era silencio e incierto.
¿Por qué te quedas callada? ¿Por qué no dices nada?
Íbamos de cabeza a no sé qué senda
arrastradas por un camino de hormigas,
tal vez a un exterminio de flores,
¡vayamos a correr a casa de la abuela!
Nuestros ojos disipaban en ninguna parte,
no sabía si estabas viva o muerta,
me conformaba con ver tu sombra al lado mío,
quizá para no sentirme sola

hasta que aprendimos a cargar con un féretro dentro de


[uno más grande.

48
III

Detesto la mirada frustrada,


la opacidad del ojo,
ver por qué se pierde el musgo entre la lluvia
y cómo inicia la guerra en uno mismo.
Pienso en todo eso.
¿De qué forma llegar sin extraviarse,
sin dejar la esencia en el camino,
sin destruir al otro?

Todo da vuelta,
regreso al punto de no tener respuesta
a esta ausencia compartida, visceral,
que nos hace ir en busca de lo desconocido,
siempre yendo a no sé dónde.

49
IV

Por supuesto que no soy la misma.


Y es que nunca aprendí a tomar el vuelo
ni a deletrear mi nombre
ni en otras vidas.
Tampoco en ésta.

50
V

El mar
sacudiendo mis alas,
otra vez arrojándome fuera.

51
VI

La arena está fría,


¿por qué hace tanta efervescencia el agua de mar?
Veo mi rostro en las burbujas que mueren en esta superficie,
me pregunto si yo también moriré en esta playa.
Escucho a lo lejos
la resistencia de mis branquias agitadas,
el aullido de otra especie,
la sal secándose en mis dientes.
Aquí no sé cómo moverme,
es el colapso de mi médula espinal.
Algo extraño se acerca,
en el fondo lanzo el último respiro.
Una fuerza me sujeta del estómago,
me empuja al ponto nuevamente.

52
VII

En mi jardín están los árboles que buscas.


Mírame en la oscuridad profunda de este camino binario,

escarba mis tierras,


germina en ellas.

53
VIII

¿Sabrá tu lengua lo que hace


trazando líneas en mi espalda,
lamiendo sin saber lo que lame?
Labrador iniciando bosques,
es otro tu órgano en mis suelos
sembrando plantas sobre areolas:
todo es lluvia cayendo sobre musgo;
intacta música penetrante
atraviesa tu origen
en el vértice de mi lengua,
retornando siempre para subsistir.

54
IX

Yo también tengo una fantasía:


jugar con el tiempo.
Gastármelo en lo que yo desee,
atraparlo si es posible.
No sé cuánto me queda,
tampoco me importa.
He vivido.

55
Rosa Vázquez Jiménez

Túnel de barro

Clepsidra

Estación
que forra segundos
irritando al aire
en intervalos de exilio.

II

Pausa tóxica
tupida de barro,
hora en blanco,
hojarasca en la avenida.

III

Ligero transeúnte
en la estirpe de cristal
danzando al silencio
en tapiz de agujas.

56
IV

Medida que detona


mejillas de arena,
escarificación atiborrada,
péndulo taladrante.

Migaja de vapor
que narra la hueca médula
a los pasos fatigados,
a los párpados sin órbita.

VI

Seno caducado
que expande su finitud.
Estampa del sepulcro
de un cálculo maniatado.

57
Obsidiana

He visto que las cosas


cuando buscan su curso encuentran su vacío.
Federico García Lorca

Lánguida marcha la tarde


fatigada por las ásperas horas.
Entorpece la flemática ventila
el cuerpo de un febrero rasgado.

Asfixiada memoria abre la bóveda


donde yacen vestigios de hebras
que delatan mucosidad en la fosa.

Desentierras tu andar —en su mísera negritud—


con el pálido coraje de tu lengua
que estrangula su disfraz.

Es prematura vejez la que observo en el espejo,


estaca etílica carcome la estampa
de la corola en silencio.

58
Facsímil

Encuentro embriagada
tu cuerpo por la ciudad:
el hallazgo de tu mirada
en la otredad perdida,
cabizbajo ángulo de fondo difuso.
Me distraen los labios del reloj,
reconocerte en el tránsito acelerado.
Te observo, y callo.
El silencio oprime la ciudad
que humea tu nombre en la vasija:
ceiba escurrida entre las brasas.
Te he leído en la calle, sobre bancas olivo,
entre figuras de asfalto con turbado mentón.
Farola que traslapa el hueco del retrato,
vacío habitado por el añejo de sus pedazos.
Me tropiezo con el fracaso
de encontrarte como el de ayer,
¡desconozco tu cabellera!
Ausencia del blanco en tu estela.
El valle donde las Flores son fantasmas
traza tu olor a cerezo.
Suspiro disuelto
en desgajados pétalos del cerebro.

59
El arte del hacer

El espacio es un lugar practicado.


Michel de Certeau

Telar de cintura,
átame con tu hebra
incandescente,
bórdame tu raíz.

II

Teje mi epidermis
a los poros erectos,
mientras lunares sin rostro
amarran pestañas tras el ojal.

III

Es tu ombligo,
materia teñida en cazuela,
provocación terca
de sombra en punto de cruz.

60
IV

Reposa tu trazo textil


en la cuenca plateada,
que cuelga al índigo festón
del retazo de matriz.

Lana, ausencia del carnero


¡raya mi espalda!
donde yace tu trenza,
entintada arteria de hilaza.

VI

Corazón, hilo de hamaca:


costura mi flor.
Que tu pelvis apriete el corsé
que enhebre mis senos al sol.

VII

Faja de enredo,
¡cose tus bucles a mí!
Que brote listón de Agosto
del borrascoso latido satín.

61
Serendipia

El reflejo de tu agrietada voz


forraba los sitios azabache.
Tu tacto, árido oleaje,
asfixiaba con su lluvia de polvo.

Escurría la brisa de tu faro


sobre mi arenal oculto,
sumergía palabras vestidas de blanco,
escultura fundida, ¡amado noctámbulo!

Es numen a la tinta
tu melena sombría
que suda embriagada
sobre tu pergamino infinito.

Al contraluz de un gran angular


busca la llaga su sosiego,
mientras la lengua de los cuervos
limpia sus espinas.

La vela en la pintura sangra,


el inframundo silencia.

62
A lo lejos, las ojeras de una sombra
presagian el arrugar de la corola.

La cadencia de las horas


ha bailado un tango dentro del cajón.
Si te he perdido, fantasma militar,
al llegar tarde a tu niebla fina
he de llevarte en mi aliento.
Sobre el pecho, nuestra bandera hundida.

63
La central

A Óscar Oliva

Mi sitio hecho añicos amanece,


es masa colérica para el feudal que en picada
vela por una herencia sin nombre.
La subversiva claridad azota arterias en congestión,
mientras el escarlata aliento
embalsama la calzada.
En el borde de los edificios están tallados los quejidos
que filtran savia carmesí.
El eco tras el escombro es guía para los muertos.

Cerró sus puertas el Museo del Café.


La avenida está infestada de hombres azules
que forman caudalosos muros de contención.
Honestidad en almoneda, ¡vendida!
Fidelidad de cinco centavos.
—¿A qué te sabe la cobardía?

A las cinco de la tarde comenzó a llover.


Las mujeres duermen sobre el suelo
que emana hedor de talones rajados.

64
El bravío pulgar asciende,
plomo y granada agitan la cólera
que exhala putrefacción.
La muerte tiene asesino.

Cáscaras de mangos
podridas sobre el asfalto.
Cuadras plagadas de palacios de plástico
que los huesos observan al caminar.
La astilla cobarde coloca la tapia del caudal sin pausa.

¿Dónde está el pueblo?


Árboles sureños que expanden su follaje
al par de sus cicatrices.
El moho eclipsa su voluntad.
Las palomas sin paz picotean migajones
que tira el Diputado local
frente a un Dios blanco incrustado en la plaza central.

Constriñen las agujas al tímpano calcinado.


Efigies que adoran el graznido de las ratas,
visten mancuernillas y corbata.

Escurren consignas frescas sobre las pancartas rotas:


¡Entre agrietadas manos el polvo es nuestro!
El viento arrastra las hojas que son espejismo
[desquebrajado.
El agónico quejido resuena como encendida estopa,

65
se hunde el escalpelo en el pecho,
el albedrío enrojece, se ahorca.
Anochece, los cuerpos se dilatan.
El óxido ha penetrado las yagas del obrero,
mas su tronco cae erguido.

Está en remodelación la Ciudad.

66
Hastío

¡Qué más da el estiércol por el aire


atrapado en el mosquitero humano!;
ser lixiviado de las bolsas sobre el pavimento
apiladas por el olvido cotidiano.
El núcleo herético es infame secuela
del lodazal en tus ojos al raspar la mugre,
lidiamos con pozos que llevan al mismo sitio
mientras la humanidad continúa su trote.

Desprecio y me desprecian.

La dignidad colada entre mis manos


es deshonra que atranca el albor
al final del túnel de barro.
No limpiaré tu fango que sujeta mis pasos
ni el vómito que mojó mi senos,
te suelto en el mareo atiborrado de cuadros,
inequívoca de la puerta que cierro.

67
Luis Enrike Moscoso

Kundhaya

Juan 1, 1
Isaías 44, 25
TNM

Te doy este conjuro en marcha


Kundhaya
ecléctica medusa lupanando espejos

Déjame rostizarte tres palabras


en el péndulo
de la leche magra
Rasquemos agrestes la farándula
de las corcheas dilatadas
las pechugas matutinas de la fiesta
Como siempre

Redigo
Soy un danzar de álgidos decibeles
una temblanza de suspiros almidonados

68
con plumas
y retumbas

Rosca de la tarde proclamando su marea


Sos un telurio hilvanando aceite de gorriones

69
II

Caminas planeando retículas doradas de famélicos


[taladros
desnudas el destello que conjugas tronando cascabeles de
[marisma
retornas el desvelo convertidos de jugos transmutados en
[telares
Raíz del orbe regalasen tinta de cocuyos desnutridos
que solapan decisiones moradas de sandías

Alma de martillos asfixiados


de ternura te cocino tentaciones
de peluche mojado te formulo tentaciones de azafrán
[caliente
de luciérnagas ebrias

Dedúceme jitanjáfora perenne de grafías desdentadas


y contengamos el viento incandescente de cavernas
calavera de ámbar

Este hechizo reluciente es un preludio de verbalia


contenida en entremeses

70
IV

Niña tijera

Cada verso

Cada ternero

Cada letra

Cada paso

Es un dinosauro
transoceánico
coyuntura de algas
en la cintura
de este muerto

71
V

Cuando nos fundamos


caracola eucalíptica
telescopios refractarios descorcharon
directrices
barcos
molinos
marinos
durmieron en las barbas tísicas del minotauro
Cantamos pitahayas marmolinas
sinfonolas esdrújulas estrujaban
jovenanzas bífidas

Yo andaba muy pingüino


masticandados y eslabones
perlas tenebrosas habían piloteado
otros melones menos ríspidos
y dulcísimas cucarachas
pintaban la cometa de los astrolabios

Cuando nacimentamos
cangrejo mostaza
convirtió cordones
en valijas somníferas

72
VI

El amor era un edema reposando lentejas despintadas


Yo te barcaba desdenes peliagudos
y tragaba peces en tus atrios
tardeábamos zanates nicotinos
mientras otros celofanes aerostáticos
marsupiaban los bolsillos de la plaza

Tú y yo lo sabíamos
El amor era una niña silenciosa de globos ecuménicos
silabándose los petróleos
y no los rezagos deambulaban en sus propias piernas
[descocidas

El amor entonces sudaba entre el murciélago y la daga

Tú lo sabías como la nariz del agua y los sudores


del plato mórbido

Escupíamos ardores de manos afiebradas


retornillando musas frígidas de duraznos

73
Y mientras los escarabajos soplaban flautas
tú y yo sabíamos que al naufragio
le crecían cefalópodos en la falda

74
IX

Buduseabas los pixeles de las rectángulas


amotinando lechuzas en la pantalla
Nubarrones de crayón
Escalofriabas árboles retorcidos de verano plaguicida
desnutriendo en el ladrillo las neuronas del azar
Bruja Kundhaya
Bellos vellos tiritando la madeja del insomnio
Panacea del mundo respiraba
mi do mayor de versos raídos
Los dientes tocaban el aire
en tus letras distanciadas
Racimos de escarabajos rinocerontes
volaban siniestros el espejo tardío
del escribiente

Y tú
Mágica
Trágica
Brújica
Hechicérica terrícola de enmarañados cabellos
Plantabas desazones de nostalgia y lagunas
en el cielo de otros días

75
XVI

Cuando el alba
despereza sus canoas
en esta ciudad humeante de llantos y llantas
Narcótica de mí
un tiempo en agua resuma tetragramatones
en el corazón de los equiláteros cincel
que no conoces
martilla abandonada
huérfana del filo de otros colibríes tecnocráticos
amputada del misterio que te maquilo
jauría hambrienta de atardeceres
te nombro

76
XVII

No tejías
Kundhaya perdida
la hoja en blanco de la noche y sus ojales
era más un telúrico delirio de puntiagudos
malabares gamberros salidos de otro hocico
so there
una litúrgica alfombra flotante subió pasos
no míos a la tentación tentáculo de la moraleja
En tanto el canto
suscitaba delirios trashumantes
en otra dimensión menos carne
más éter
y las fórmicas mareas trituraban la ambrosía
de un dios que ya no nos miraba a los ojos
como siempre

77
XIX

Reducimos tu planeta retinario


elfando melodías casi rojas
bajo ciertos murmullos recalcitrados
Nos miramos
Te miro
mirando milagrosos edenes

Te miro fuego fatuo fijando fulgores en mis pestañas


Kundhaya

Quirogo las sombras luciferinas


un desastre de cometas estelando sus apagues
un llanto de coyotas amamanta chacales
en los valles que trituran las albas
Las hienas de la noche atragantan luciérnagas en celo
y detengo los menguantes en el último reloj de tu beso

Mujer a la noche te presento


(este mar de carcajadas absurdas abriendo sus aletas)
un devenir incierto sin cajones ni ornamentos

78
Kundhaya
he aquí que la noche es un ataúd abierto
que resopla nostalgia

Y tus manos revientan estrellas


en otro lugar de la galaxia

79
XXIV

El tiempo cangreja sus polluelos


crepitando faros alógenos de menta
mientras mantras bicolores regurgitan el desvelo azul de
[sus potreros

Tu canto equilibra los ecos de las bóvedas papales


desde otro siglo menos fatuo

Espíritu del bosque


retorcer el cuello de tus cisnes
muda las fábulas aromáticas de otras sabias moras
cuando el dintel de las rémoras hipertrofia sus cubiles
[menos fétidos
Las ramas de tu árbol descienden urticarias al paso que
[truena
en el resquicio del rezago

Sos un destierro mío


y me trasnocho las barcas estelares que nos miran

Kundhaya lontananza
éste es el tercer ojo de mi cuervo

80
y presume mártires y calabazas
en el destierro que no nos compramos
ni tú
ni yo
a ninguna hora
cabalgando almejas que saben a ternura
tremolando altamares con lisonja de suspiro

81
Diego Aguilar

Sarcófago

Eidolón o evocación del instante

Caleidoscopio

Cómo medir el tiempo en un reloj de agua,


Súbitamente entierra sus dedos en la costra
si se evapora todo allá en la superficie de la razón;
para desenterrar los secretos que el corazón aguarda;
El sextante no ve más allá de tus ojos…,
Un abismo cerca el calor de tu casa de campo;
está averiado;
rogando al dios paupérrimo de los desposeídos,
se ha derramado el alma de su frasco de penas.
una lánguida arteria llora de angustia.
tus pupilas son sólo uno de los cristales.
una caricia cauta, clamando perdón.
¿Dónde lloverá el buen tiempo?
¿Murió de fe?
¡Dónde dejaste los míos...!
¿Sabías que dios es eso que no vemos?

82
Prédica del pecador gustoso

Los pasos se escuchan,


hay marcas en la tierra
que exigen un resguardo
en la memoria.
La sinfonía que causa
el eco de tu voz
o el roce de tu boca
es como un huracán
de indómitas entrañas
que restablece el mundo
en medio de las sábanas.
El tiempo que resguarda
tu mirada
es el aliento que contienen
mis manos.
Los intersticios cálidos
que mi boca contempla
son tu carne y mi carne
en medio del clamor.

Mi religión es tu vientre,
es el vaho que predico
al recorrer tu espalda
hasta llegar al templo

83
donde confieso todo
y busco un asidero
allá entre tus cabellos.

El temblor nos reclama,


nos reclama la sangre.
Tu cuerpo sobre el mío
es ya un lugar abstracto.

84
El cocodrilo

A Mario

Pasarán las horas llenas de angustia en medio del


[atardecer fútil
como bestias que temen la caricia salvaje de las rocas
Pasarán los hermanos los aliados los profanos

Tornarán las flores al bulbo de su vientre


en el centro universal de los caminos que no llegan a
[ninguna parte
Volverán los ojitos en gota de las mujeres amadas
los labios sempiternos que alguna vez te
[contuvieron
los brazos los tentáculos del naufragio último del que
fuiste pasajero

La niña blanca que celosa te niega el abrazo


porque eres el niño-hombre que jugó a ser el dios de las
[anomalías
porque eres el humano que imperfecto se postró ante la
[planta de sus pies

85
Que tus lágrimas no sean más que una risa furiosa en
[medio del desastre
que los tatuajes de tu cuerpo sean el mantra
la clave única del secreto que no pudiste revelar

Que tus manos contengan el tacto más allá del tacto


que tus pies puedan sentir el sórdido    
anhelante latido de la tierra

Que tus ojos sean el cepo de los sueños


y veas el recóndito
el abismal sustrato de tus ojos 

86
Abraxas

Abracadabra
La puerta se está abriendo
Las hojas se cayeron y el árbol vuelve a nacer
el calor del mediodía
instiga a recoger los sueños para llevarlos adentro
y resguardarlos al fondo de la manzana de Adán
detrás de la palabra
Si aún puedes sentir
lo palaciego del lugar al mirar con los pies
si al pasar por los jardines
has sentido las plantas besadas por la tierra
No empujen
Habrá que caminar templados después del susurro
o de cualquier refulgente fractal
en que encuentres por fin los labios que te nombran
No empujen
Detrás de la obsidiana está la clave
el íntimo secreto bien guardado
la anémona bebiendo el universo
No empujen
Hemos llegado

87
B

Amanece en lo profundo de mi memoria y canta, amanece


claro en tus pupilas, palpita en la carótida, mis raíces pro-
fundas se iluminan y duelen. En la cicatriz también ama-
neció, la costra se ha extinguido y las heridas no son más
que otra historia, una ya vieja, desencarnada, precisa en el
abismo de los ayeres en los que el sol no llegó.

Del crepitar de la tarde surge una bandada de aleluyas


nace un rostro nuevo en cada acontecer
una mirada que de otros ojos tiende a henchir su paisaje
Del crepitar de la tarde ya no se sabe nada
sólo esa simpática muerte que va corroyendo el blanco y
[negro
hasta dejarnos de frente

Hacia dónde partir si el viento se exilia cual torbellino en mi


memoria, si soy un continente de recuerdos, una masa de
antaño que se vislumbra entre andamios, si soy un eidolón
viajando entre los vivos, si soy más que este cuerpo y las ca-

88
lles que piso. Hacia dónde correr con tanta vida, si soy un
torbellino inmerso en la memoria de algún ser errabundo
y solo, dueño de tanta savia y tanta brega.

Desde la particularidad de mi palabra


les entrego mis huesos medio rotos
A esta tarde sofocada casi yerta
la hago responsable de mis actos
aquellos que grité y no se escucharán
los que el viento ha llevado a dormir con su olvido
y que quizás un perro cuando exhale
convertirá en ladrido

Estupor
es la contemplación de la palabra
que se derrama de mi boca como baba
como rabia que espera ser golpeada
para seguir su curso
La oscuridad se mece entre recuerdos
y éstos son más vivos
que el dolor que emana de la herida

89
Hay una prisión allá en el fondo
hay un rumiante a la deriva
saeta marginada del ocaso
condenada al estrabismo y la locura
En el fondo habita medio yerto
un infame clamor a media vela

Cómo acabar con los fantasmas de la serenidad, si los muer-


tos son ahora los regentes de la calma. ¿Por qué túneles
habita esta sangre derramada en nombre del buen tiempo?
Hartazgo de los dogmas y los dramas, y también de los la-
dridos. Hartazgo de caminos ya difusos, de tanta ideología,
de tanta incomprensión, de tanta muerte. Habrá que llenar
las tumbas con espinas, habrá que escupir al féretro frases
inconclusas, pleonasmos de aliento, lanzar relojes sin cuer-
da hacia sus rostros. Y quizás, cuando sientan el vacío y la
balanza, decidan levantarse para brindar conmigo.

90
Juan Carlos Mejía

Sartal

recito descalzo sobre tu tumba Malcolm Lowry

ebrio perseguidor del verso de bailes y de fiestas por la


[grama y los geranios

transfigurado por el amor en fuego sobre mi cabeza


[vierto el perfume de las flores

como una aparición en la noche de Quauhnáhuac

Malcolm Lowry en un mar contradictorio

adornada por un cáliz entre las olas negras se yergue su


[mano

satánica como un tul desciende la risa de las aves

91
Tanya

mientras fantaseo tumbado en el asiento trasero del coche

fumando la marihuana espiritual

mi corazón atraviesa mi camisa para remontarse hasta


[las nubes

siniestro cándido diabólico

sus ojos Raúl Gómez Jattin son el momento de la lanza

un oscuro fuego ensimismado y musulmán

oh Dexter Gordon sonando en la radio de mi adolescencia

caen ante los promontorios las olas fulminadas

y llega hasta mí radiante el aroma simbólico de su


[espuma

92
entonces observo por la ventanilla como a 140 km/h
[sobre la autopista

el cielo de Acapulco nos alcanza

93
Diane o alta hora de la noche

ahora que parecen las estrellas reflexión y sosiego

vanos fuegos de artificio devoran el mundo

mi corazón absorto contempla su propio fantasma


[irreconocible

donde un ángel medita en torno a un rubí

mientras una niña juega con un gato persa

94
ríen

corren

vierten

graciosamente

el vino las putas

por empedrados paseos de enramadas buganvilias

donde pasamos Claudia tomados del brazo

95
I

ociosa y mística
la garza azul dormita
en el Grijalva

II

blanco azahar
del palo de limón
el viento sopla

III

caigo en el río
borracho de cerveza
lo cruzo riendo

96
Alejandro López Ruiz

Parapetos de la espera

Apartado 1

I.I
(casa)

La mujer que sale de la noche


deja huellas en la inocencia de la foto que hoy cuelga
[entre la mañana y la pared.
A pocos metros José el albañil toma un descanso
y se entretiene imaginando que conduce los coches que
[pasan.
Se adolecen de las manos,
tan duras como su porvenir.

Está silencio
entre alborotos de libre mercado.
Algo crece de su pecho
y el negro de sus ojos
es consecuencia y destino de todo lo que ve.
Y esto que gira, esta pérdida que no se termina de ir
[entre la memoria,
alimenta las hojas.

97
I.II Sendas
(casa)

Un nadie
se pregunta qué espera
en el espacio que le permite
la desolación.
El Corazón,
latosa entraña que baja
fosa a fosa,
llega al íntimo pantano,
es éste un año agrio
al paladar de quien lo sorbe.

El calor es inseguro en el cuarto.


Como huérfano que juega en el parque
paredes que lo guían,
puertas que se esconden,
hogar que no fue.

I.III
(casa)

La comisura del labio femenino es el límite afilado


que contiene la circunferencia del fuego.
Estremece el dónde, el por qué y el hasta cuándo
de las espinas que apuntalan la pared.

98
¿Qué es lo normal cuando el resultado del deseo
es un deseo más?

No me salva ni acero, ni pluma.


Ardor a tu columna y surco prendido,
como grillete que estalla
entre amapolas.

I.III ¿También de dolor se escribe?


(casa)

El dolor ve
de lejos al animal, lanza
su saeta segura al cuello y
rasga el silencio con sangre recién matada.

El poema lleno sólo de sentimiento


es un penoso mugir de rastro.

I.IV 7:30 a.m.


(casa)

La diáspora del café


llena el cuarto
tapizado por la mañana.

99
Han caído los aviones
que voló mi niñez
en el charco de la necesidad.
Se hunden en la tristeza líquida
de la jornada que me reclama.

I.V Mudanza
(casa)

Las paredes tachan


lo no vivido
en líneas de mí.
¿A quién hieren los plurales donde
había una foto, un resplandor,
una casa y el futuro llegaba más tarde?
Me es familiar
esto de estar y no pertenecer.

100
Apartado 2

La moneda, tan fría y sucia

La moneda, tan fría y sucia,


condenada a pasar de mano a mano,
sola, descalza, sin poder siquiera comprar
un poco de agua para lavarse,
círculo de frío metálico,
presa del fin de cambio, sin fin de frialdad,
sin fin.

101
Economía: primitivo, esclavista, feudal, capitalista

El primitivo edén, prendido al arado del subjuntivo


se ha vuelto irrealista.
El esclavista está ciego.
El feudal está ciego.
El capitalista está ciego.
Los tres siguen
el yugo del origen.

El esclavista es un asno.
El primitivo es una zanahoria y pende de una caña por
[delante.
El feudo delinea para sí
los límites de la cosecha.
El capitalista es un prófugo
que espía desde las ramas.

El feudo es un pan.
El primitivo aguarda al apocalipsis.
El capitalista roba la holganza,
atesora la mitad,
se come un cuarto
y ofrece un octavo al esclavista.

102
El capitalista es un uróboros.
El primitivo no tiene cola ni cabeza.
El feudo es un buey espoleado
que sangra en las pisadas.
De las manos del esclavista
brotan empleados calificados.

El capitalista es un tractor de aguas negras.


Por eso el esclavista se ve obligado
a labrar la tierra hasta los huesos.
El primitivo sigue el camino del mesías.
Camina sobre las aguas desnudas
y se pierde en el horizonte,
se le ve de Marx a menos.
El feudo se repara en el eco desgastado del gobierno.

El capitalista es un edificio por hojarasca apuntalado


que rasca los cielos hasta lograr una oscura herida
y abajo muy abajo mendiga
un esclavista de grasa y coca cola
cubierto hasta el alma.
El primitivo es una nube.
Cuando se indigna llueve
y lava el mundo, por un rato
el agua es así.
El feudo es un emulador de computadora.
En el cual los mandatarios juegan a conocer el hambre.

103
Del espíritu animal de los empresarios

La ambición profunda en su medida


es pequeña, aunque no sea
eludible, los ínfimos abismos
son los más espinosos al sortear.

Cada jornada de hacer dinero


sin contemplar aquello que es gratis
es costo de corto plazo, que corta,
un poco, el espíritu del hombre.

Es el espíritu un incompleto,
así las aguas de un arroyo
que se desliza y alimenta,
choca y huye de su cauce.

Hay que sujetarlo, también aquí


como los besos del amor, de
aquel individuo que difiere de sus pares
que perturba o escandaliza.

Este que no es presa de su cuerpo


sino que sigue a su voluntad,

104
espléndido como un golpe de sol
en los cuadros renacentistas.

Como amo implacable obliga


a trabajar día y noche con dolor,
cariño, lluvia en la tristeza,
cuando se abren los brazos
de la catástrofe o del alma,
la necesidad se frota las manos.

105
La dialéctica, compañero

De lo posible a lo plausible,
del desmentir los hechos a los hechos
hay infinitas jaulas
de animales que descarnan.

Los proyectos cambiados por el sistema,


los compañeros absortos por el sistema,
los absortos compañeros antisistema,
en la realidad bajo fianza.

Amar la ceguera, compañero,


y volver ciego el corazón
para revolotear alrededor
de aquello que quisieras asesinar.

El deseo frustrado se queda


en el sueño de sí mismo, no
vacila su sentencia.

106
Juan Carlos Hernández Palacios

Jack Daniel’s y Robusto Sánchez


en la bañera de un hotel que se incendia
mientras todos duermen en sosiego

El trauma del tiempo se hizo carne,


tan viejo igual que una montaña,
eterno como la vanidad.
En rieles sin interregnos
el misterio es la dicha
porque Cronos con un cuchillo nos espera.

107
Recuerdo el día en que mi padre nos llevó a la playa
en la suburban blanca,
las gaviotas se estrellaban en el cristal.
Las olas a lo lejos.
Mamá giraba en torno a mi padre,
que se regocijaba por primera vez, creo yo.
Nunca voy a olvidarlo:
los peces llegaban muertos a la orilla,
era marea roja
y mi padre me aventaba hacia ellas,
mamá hacía aspavientos,
no le agradaba que mi padre me arrojara a las olas.
Ahora han pasado veinticinco años
y mi padre se ha desvanecido con el viento más ligero.
Es como si jamás hubiese existido aquella tarde en la
[que yo era muy feliz,
feliz como nunca
que aún
busco en cada playa
peces muertos.

108
Más allá del cristal:
el mundo, los árboles,
el césped soleado,
el asador que compramos en julio,
pero encuentro una grieta en él.
Nadie se coloca atrás del cristal para observarlo.
En cambio contemplan el árbol o el asador
sin percatarse que esta grieta se hace más grande
hasta que se rompe todo el mundo.

109
Un cuadro de Renoir

Cromado en el vapor de la música:


corceles atraviesan el mercurio
al instante que cortejan a una dama
y el otoño se revuelca entre los dientes del piano.
Ante el banquete que el oxígeno evapora,
el lienzo suelta un fénix
hacia el cráter iridiscente
que yace bajo la sombra de su fuego.

110
Obsequios

Éramos el brillo eléctrico


de los peces en el agua
antes del tiempo.

Surge el instante,
nos envuelve una ola de piedra
hacia la última caricia de la espuma
donde vagamos empuñando el corazón,
las arenas que nunca bastan.

111
Desbordabas tu belleza en el salón,
todos reían y bailaban,
disfrutaban de las drogas sintéticas.
Yo era un retrato en la pared
de algún respetable personaje,
ya difunto, por cierto.

Jóvenes en plenitud,
aquí lo que importa es divertirse
cueste lo que cueste.
Total, dinero hay de sobra, las sustancias
son el pan a diario de mujeres que bailan
como una aguja en el tocadiscos.

Y tu baile era tan majestuoso


que no parecías estar drogada.
Te veías tan brillante,
hasta me dabas tristeza.
Ahora soy un cuadro roto sobre la mesa
que tu dulce mano acomodó.

112
Sísifo

En todos los senderos


el sol se hunde en la marea roja.
No hay final.
La espuma en que nos convertimos
sufrirá la carne,
la tinta sobre las aguas.
Así que volveremos a esta tarde
y escribiré estas líneas con el mismo dolor
condenado a verte cerrar los ojos.
La muerte
es un parpadeo
que sostiene la certeza de encontrarte.

113
La espada más fría se rompe
con la gracia de un perro moviendo la cola
sin saber que está tan solo
igual que uno en la batalla.

114
Es cierto, tus ojos me lo dicen
cuando se abren cada día.
Somos dos animales suspendidos
en la burbuja del tiempo.
No hay temor a la muerte.
El beso que nos damos es eterno.
Quiero que sepas
que te estoy abrazando
desde hace miles de años,
porque en todas las historias de amor
existes tú.

115
En el festejo eclosionan los demonios.
Luz y Música:
todo es perfecto en este infierno
hasta que la última copa se acaba
y nos vamos navegando
con destino a la rutina.

116
Correspondencias

Ven y disfruta
con el que en ti habita
fluyendo en dínamo al recreo de tus venas.
Ahora que luces la pesada armadura,
suelta cada pieza hasta descubrir la luz
clavándola en la piel de los caballos.

117
Te descubro intacta en la tormenta
el sereno glacial cubre mis ojos
y tus imaginarias naves
por la niebla el brillo
del asesinato

118
Elizabeth Pang

Ablación verbal

Desajuste en la cabeza

El habitante de la cabeza duerme,


escucha un ruido sin darle importancia.
Despierta de madrugada y observa una chispa arder.

Reacciona muy tarde, a su alrededor estalló la bomba;


observa colores y palabras derrumbándose, rodeados
[de una nube de polvo
(la explosión desaparece y únicamente quedan los
[estragos de su presencia).
Las luciérnagas revolotean en su estómago,
se queda un instante desajustado, después actúa
[buscando el orden
(sentado en un pedazo de escombro continúa
[esperando el orden).
Espera.

Se desplaza de la cabeza al corazón y medita, se hace


[sangre: fluye.

119
Utopía

Un día te voy a danzar el cielo en el idioma de los no vivos,


recrearé la utopía planetaria de donde se gestó tu esencia,
brincaré el silencio de tus ojos mientras que mis manos
oscilan en la ausencia de las despedidas, las que aún son
venideras, embarrando con la pintura de tu voz cada uno
de los suspiros.

Nada hay de cierto en ello. No existe, camino a casa no


existe, como el ayer y el mañana se hicieron nubes, terro-
nes de azúcar; se disuelven en agua como una pastilla efer-
vescente, burbujeando desde las entrañas hacia el olvido.

120
Súplica

Aliméntame de nuevo con las aves muertas de tus manos,


cadáveres agusanados por las horas del reloj.
—No ha girado desde la noche en que nos fuimos,
abandonados ambos, como hijos bastardos de
[nuestra propia gloria.
Como serpientes buscando nuevas presas.
Inocentes anhelantes de lenguas viperinas;
venenos placenteros. Asfixia de la sangre.

Hace tanto tiempo que no nos laceramos,


hacía tanto, desde ayer,
que la castración no le llegaba al verbo
como para atragantarse de silencios y vacíos perpetuados.

Aliméntame nuevamente de súplicas,


de intentos fracasados y erecciones moralistas.

Aliméntame desde el ojo ensangrentado.


(El hematoma del alma debe de ser visible,
[apreciable y penetrado).
La aguja ponzoñosa ha de sacar el coágulo
para diluirlo en agua y beberlo en un trago.

121
Aliméntame nuevamente de la desdicha de tu tacto,
de la aurora de fuego que quema y hierve las almas
cuando las prepara para el abandono.

Aliméntame.

122
Luto

Es el cadáver de nuestros amores el plato servido sobre


[la mesa,
flagelado desde el tuétano, gangrenado; negro,
recuerdo de cuando nos mutilábamos los rostros
—aprendices de mantis, practicantes
[de fe.—

Latencia inconsciente; violencia.


Tormenta de sábanas mordidas desde el gemido.
(Inmaculado ritual de iniciación a la
[tragedia).

Asimilación del sufrimiento desde la placenta.


Nacemos llorando.

Tragándonos las navajas de la saliva en cada beso,


y los celos como carbones quemantes en la garganta.
Ha de tener condimento nuestra cena.
Ha de tener el aderezo de la pus y de las llagas de éste
[último encuentro.

123
Es el cadáver de nuestro amor el plato sobre la mesa,
y nuestros restos, como espinas, el postre que
[desgarrará el anhelo.

124
Besana

He socavado el surco con el pestañear de la lengua,


tragos de tierra han asfixiado el esófago,
sin embargo aún se digiere mejor que tu recuerdo.

Las púas de la memoria no han sucumbido al otoño.


Dueles.

125
Cualquier día

Un día la carne dejara de ser carne,


las carnicerías cerrarán sus puertas,
no podrá derramarse más sangre.
No habrá cuerpo que sangre.

Debería entonces derramarse del alma la luz,


sin dar cabida al agujero negro que lo consume todo.

Un día dejará de consumirse el todo y después de ello


[no habrá nada.
Es ahí cuando se conoce la importancia de la partícula,
en el vacío, en el silencio.
—Hay luto suficiente para una eternidad,
y esperanza, tanta, como para un segundo.

126
Retirada

Ausencia eterna de mar azul,


ausencia seca en la boca después del trago, después del
[tabaco.
caricia que se quedó furtiva en el árbol de tu abrazo,
en la bandera de tu idea: a dos colores, rojo amargo;
[luto nocturno.

Llevo de ti, ausencia, un sabor añejo;


tequila y anís entre sueños ajenos,
entre las sombras y la desobediencia, esperando a la
[orilla;
siempre al margen.

127
Anudadado

La madeja se hizo grande,


un nudo perpetuado por la hambruna del silencio,
ruido, quería ruido anestesiado de ese vagabundo
[tambalear,
de ese bipolar viene y va, alimento para el cúmulo de
[hilos,
hilos entrelazados, cortados, separados, enredados,
hilos infinitos que marcan pasos, que infartan,
que se pretenden mutuamente pero no se alcanzan.

La silueta se rompió en su sombra,


se acarició el cabello, se peinó la ropa,
despintó de sus telas las pelusas de lana y firme,
tan firme como un monolito de lodo en tiempos de lluvia,
permaneció inmóvil.

Así, inmóvil, se fue la tarde, se fue la madeja, se fue el


[silencio.

128
Madrugada

Hubo puntos suspensivos; silencio entre las piernas y


las faldas, mordeduras de serpientes envenenando la
lengua de los recuerdos, solsticios recordándose vivos
para darse vida, el espíritu bajando al mundo, suicidán-
dose tiernamente, entre mentiras, entre “te quieros”,
entre la fe mundana, incierta, requisito de los creedores
para poder creerse a sí mismos.

Hubo tiempos felices, tierras de alegrías intrínsecas be-


sadas por ángeles. Hubo tiempo, tanto tiempo. hoy sólo
hay silencio y brasas; el presente incierto se hace ceni-
za, se hizo fuego durante la madrugada.

129
Borboteo

Será el instante justo o injusto,


abrazado hacia la dirección opuesta a la puesta,
justo del sitio en el que se consume la luna,
en el que se derrite el incienso,
apegándose al desapego del tercero, del cuarto,
o del quinto que se filtra en el poro y se extingue y se
[apaga;
se evapora como una gota de agua,
como una gota de beso; ardiente se quemó en el comal,
así como se queman cientos de lágrimas en el campo
cuando caen de una mejilla al suelo caliente.

130
los autores
Eduardo Molina
Nació en Tuxtla Gutiérrez el 15 de septiembre de 1994. Estudia la licen-
ciatura en Contaduría Pública en la Universidad del Sur.

Israel Rojas
Nació en la Ciudad de México el 22 de octubre de 1984. Es licenciado en
Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma Metropolitana.

Fabián Ruiz
Nació en Ixtacomitán el 4 de septiembre de 1994. Estudia la licencia-
tura en Jazz y Música Popular en la Universidad de Ciencias y Artes de
Chiapas.

Karla Gómez
Nació en Tuxtla Gutiérrez el 25 de mayo de 1990. Se dedica al periodis-
mo cultural. Cursó la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la
Universidad Salazar.

Carlos Iván Velasco


Nació en Frontera Comalapa el 6 de agosto de 1985. Es licenciado en
Historia por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.

Miguel Pérez Sántiz


Nació en Chicomtantic, Chamula, el 8 de mayo de 1985. Es licenciado
en Educación Primaria por la Normal del Estado de Chiapas. Cursó
el diplomado de creación literaria y el seminario de composición li-
teraria del Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas de
Chiapas.

Sulma Jiménez
Nació en Sinaloa, Frontera Comalapa, el 16 de febrero de 1988. Es li-
cenciada en Comunicación por la Universidad Autónoma de Chiapas.

132
Rosa Vázquez Jiménez
Nació en Tuxtla Gutiérrez el 31 de marzo de 1989. Es licenciada en
Comunicación y maestra en Estudios Culturales por la Universidad
Autónoma de Chiapas.

Luis Enrike Moscoso


Nació en Villaflores el 24 de junio de 1984. Es licenciado en Artes
Visuales por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.

Diego Aguilar
Nació en Tapachula el 4 de marzo de 1991, pero es originario de
Cacahoatán. Es licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamerica-
nas por la Universidad Autónoma de Chiapas y cursa la maestría en
Estudios Culturales en la misma casa de estudios.

Juan Carlos Mejía


Nació en el Estado de México el 22 de julio de 1991. Estudia la licen-
ciatura en Estadística y Sistemas de Información en la Universidad
Autónoma de Chiapas.

Alejandro López Ruiz


Nació en San Cristóbal de las Casas el 13 de mayo de 1989. Es li-
cenciado en Economía por la Universidad Autónoma de Chiapas,
además estudió enseñanza musical en la Universidad Linda Vista.

Juan Carlos Hernández Palacios


Nació en Tuxtla Gutiérrez el 21 de agosto de 1985. Es licenciado en
Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad Autóno-
ma de Chiapas.

Elizabeth Pang
Nació en Tuxtla Gutiérrez el 12 de noviembre de 1987. Actualmente
se desempeña como profesora en la Universidad del Sur.

133
anexo fotográfico
Parque Gómez Morín. Abril de 2016

Museo de Antropología e Historia. Agosto de 2016

137
Museo de Antropología e Historia. Septiembre de 2016

Museo del Café. Octubre de 2016

138
Museo de Antropología e Historia. Febrero de 2017

De izquierda a derecha: Carlos Iván Velasco, Julio Solís, Sulma Jiménez,


Fabián Ruiz, Rosa Vázquez Jiménez, Karla Gómez, Diego Aguilar, Luis En-
rike Moscoso, Juan Carlos Hernández Palacios, Elizabeth Pang, Eduardo
Molina, Miguel Pérez Sántiz y Juan Carlos Mejía Córdova. Al centro, Óscar
Oliva. Diciembre de 2016

139
u
CONTENIDO

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
La palabra poética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Astilo

Eduardo Molina
Contraluz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Han buscado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
Ciertos días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Israel Rojas
Los motivos de la grieta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Judith 13, 8 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Nadie supo de quién eran los versos . . . . . . . . . . . . 24
Se mueve . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Fabián Ruiz
Entretanto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Variación del instante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Fuga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Elegía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
Junio de 1990 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Karla Gómez
La vigilia de las sombras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
Carlos Iván Velasco
No conozco a nadie que conozca a alguien
que conozca nada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Sueño y sudor en callejón de innumerables
puertas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Calentura de amor en aguacero abierto que le suelen
llamar torrencial o agua que no has de beber . . . . . . 36
Espeluznante historia del que es nacido para vivir
y vivió para morir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Trompo volador que me recuerdas a mí mismo
persiguiendo remolinos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Miguel Pérez Sántiz
En las notas del arpa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Las líneas del ataúd . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Apocalipto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Urbe mineral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
Sulma Jiménez
A ojo de pájaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
III . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
IV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
V . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
VI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
VII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
VIII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
IX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Rosa Vázquez Jiménez
Túnel de barro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Clepsidra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Obsidiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Facsímil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
El arte del hacer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
Serendipia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
La central . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
Hastío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Luis Enrike Moscoso
Kundhaya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
IV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
V . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
VI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
IX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
XVII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
XXIV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Diego Aguilar
Sarcófago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Eidolón o evocación del instante . . . . . . . . . . . . . . . 82
Caleidoscopio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Prédica del pecador gustoso . . . . . . . . . . . . . . . . 83
El cocodrilo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Abraxas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
B . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
C . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
D . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
E . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
F . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
G . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
Juan Carlos Mejía
Sartal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
recito descalzo sobre tu tumba Malcolm Lowry… . . . 91
Tanya… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
Diane o alta hora de la noche… . . . . . . . . . . . . . . . 94
ríen… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
III . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
Alejandro López Ruiz
Parapetos de la espera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Apartado 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
I.I (casa) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
I.II Sendas (casa) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
I.III (casa) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
I.III ¿También de dolor se escribe? (casa) . . . . . . . 99
I.IV 7:30 a.m. (casa) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
I.V Mudanza (casa) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Apartado 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
La moneda, tan fría y sucia . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Economía: primitivo, esclavista, feudal,
capitalista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Del espíritu animal de los empresarios . . . . . . . . 104
La dialéctica, compañero . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
Juan Carlos Hernández Palacios
Jack Daniel’s y Robusto Sánchez en la bañera de un hotel
que se incendia mientras todos duermen en sosiego . . . 106
El trauma del tiempo se hizo carne . . . . . . . . . . . . . 107
Recuerdo el día en que mi padre nos llevó
a la playa… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
Más allá del cristal… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Un cuadro de Renoir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Obsequios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Desbordabas tu belleza en el salón… . . . . . . . . . . . . 112
Sísifo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
La espada más fría se rompe… . . . . . . . . . . . . . . . . 114
Es cierto, tus ojos me lo dicen… . . . . . . . . . . . . . . . 115
En el festejo eclosionan los demonios… . . . . . . . . . . 116
Correspondencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Te descubro intacta en la tormenta… . . . . . . . . . . . 118
Elizabeth Pang
Ablación verbal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Desajuste en la cabeza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Utopía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Súplica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Luto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Besana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Cualquier día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
Retirada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Anudadado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
Madrugada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
Borboteo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130

Los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131


Anexo fotográfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
La edición estuvo a cargo de la Dirección de Publicaciones
del CONECULTA-Chiapas y la impresión fue auspiciada
por la Secretaría de Cultura, gracias a los subsidios para instituciones
estatales de cultura del Presupuesto de Egresos de la Federación.

Corrección de estilo / Mario Alberto Bautista


Diseño y formación electrónica / Mónica Trujillo Ley

Astilo. Antología poética


se terminó de imprimir en noviembre de 2017
en Ediciones de la Noche, en la ciudad de Guadalajara.
Los interiores se tiraron sobre papel cultural de 90 kg
y la portada sobre cartulina couché de 169 kg.
En su composición tipográfica se utilizó la familia ITC Usherwood.
Se imprimieron mil ejemplares.

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