Fundación OSDE - Las Perlas Del Atlántico
Fundación OSDE - Las Perlas Del Atlántico
del atlántico
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Página 1:
xil buffone
de la serie Bueno, variable, lluvia, 2006
Acuarela y vino tinto sobre papel
32 x 24 cm
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fundación osde exposición agradecimientos
consejo de y catálogo
administración La Fundación OSDE y los curadores agradecen la
curaduría generosa colaboración de artistas, coleccionistas,
presidente Micaela Bianco directores y personal de museos e instituciones que
Tomás Sánchez Nadina Maggi facilitaron las obras y documentos que han hecho
de Bustamante Julio Neveleff posible esta muestra:
www.fundacionosde.com.ar
www.imagoespaciodearte.com.ar
las perlas
del atlántico
6
desde estas hermosas
playas...
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las perlas del atlántico propone recuperar la historia de los argentinos
en vacaciones y seguir la construcción de su identidad mediante la
puesta en valor de los aspectos tangibles e intangibles relacionados
con la noción de veraneo, desde fines del siglo XIX hasta finales del
siglo XX. La propuesta curatorial es realizar un entrecruzamiento de
temporalidades y temáticas a través de las artes visuales, fotografías,
souvenirs, recuerdos de viaje, cine, música, moda, revistas, avisos pu-
blicitarios y demás expresiones representativas de tiempos, lugares y
costumbres netamente definidas. Intenta reflejar dos momentos pa-
radigmáticos relacionados con la identidad del veraneante: uno que
comienza a fines del siglo XIX y concluye en la década del 30 del siglo
pasado, y otro a partir de los años 40, aristocracia y turismo masivo
respectivamente.
En las artes plásticas encontramos escasos ejemplos que representen
a los primeros veraneantes. La mirada de los artistas ha asociado la
playa y el mar con paisajes románticos, tempestades o marinas, con
una ausencia absoluta de gente. Hasta la representación de la arqui-
tectura se ha planteado con un criterio netamente paisajístico, como
si la muchedumbre veraniega que justifica su existencia se hubiera
evaporado en aras de un preciosismo deshumanizado. En cambio,
las revistas de actualidad y humorísticas, las canciones populares y el
cine se regodeaban con la figura humana y, posteriormente, también
con la muchedumbre. Allí donde la idea de “hacer arte” evitó al bañis-
ta, la cultura popular usó y abusó del cuerpo y sus curvas, insinuantes
o no tanto: desde la reproducción de las fotos de los niños en la ram-
bla de Mar del Plata en Caras y Caretas hasta el film El veraneo de los
Campanelli en Mar del Plata; desde las publicidades de trajes de baño
de Gath & Chaves hasta la canción Tiritando interpretada por Donald.
laura messing En el arte contemporáneo se retoma lo que estas expresiones cultura-
La playa, 2007 les manifestaron a lo largo del siglo XX. Así, los artistas se enfrentan
Fotografía impresa
en Durst Lambda a las multitudes, las analizan, retratan y critican. Reelaboran y reinter-
130,6 x 180 cm pretan recuerdos a través de diversas técnicas y materiales.
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Veranear implica además poder llevarse a casa un poco de esas va-
caciones: caracoles, souvenirs, piedras y fotografías personales que
funcionan como un ancla, de tal modo que los momentos se vuel-
ven indelebles, poco menos que inmortales. Es que veranear no es
solamente tomar sol y bañarse, sino también forjar recuerdos para
agregarlos de alguna manera a la saga familiar.
Para abordar las perlas del atlántico, la investigadora Elisa Pastoriza
propone un acercamiento a la constitución de los lugares de veraneo
de la República Argentina y a la identidad del veraneante, a quien
ubica históricamente. Isabel Plante recorre, con su texto, la iconogra-
fía playera y los artistas elegidos para la exhibición. Abel Alexander
analiza el devenir de las casas de fotografía instaladas en la rambla
de Mar de Plata durante los años del turismo aristocrático y hasta su
extinción. Graciela Zuppa pasa revista al humor, omnipresente en la
crónica veraniega. Julio Neveleff revive el cine que tuvo como tema a
los veraneantes argentinos.
Y serán los visitantes de las perlas del atlántico, a través de las obras
y los objetos expuestos, de sus propias vacaciones, sus recuerdos y
sus evocaciones, quienes, finalmente, darán entidad y significado a
esta muestra. u
andrés toro
Bañista, 2003
Ensamble de elementos
encontrados
14 x 24 x 8 cm
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Fotografía de la casa Royal,
ca. 1950
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los veraneantes y la playa,
una configuración cultural
elisa pastoriza *
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Fotografía de la casa locales, los centros costeros invariablemente se cristalizaron alrede-
Foto Díaz, 1925
dor de las instalaciones en la playa, la rambla, el hotel y el casino.
Fotografía sin datos, La playa comprende arena, sol y mar. La arena –un terreno poco con-
1936 currido, incómodo y volátil– adquirió nuevas cualidades de la mano
de la posibilidad de nadar y tomar sol, se volvió entonces algo sen-
sual. Una vez que este espacio fue adoptado por los turistas, comen-
zó la invención de todo tipo de usos, entre ellos, resultó un ámbito
ideal de juego para los niños, quienes realizaban construcciones de
castillos, pozos y puentes. El descubrimiento del agua como elemen-
to hedonístico perfeccionó esta trama. Los desplazamientos del cuer-
po fueron variando desde un titubeante acercamiento al agua hasta
“darse un chapuzón”. En ella se podía flotar, deslizarse, golpear, re-
mar, sumergirse, explorar, bucear.
Estas sensaciones se consumaron con el disfrute del mar desde la
tierra. Los movimientos lánguidos, el ritmo del oleaje, las variaciones
de los colores implicaron la visualización de un horizonte intermina-
ble que se tornó en el medio perfecto para soñar despierto: la repre-
sentación de su magia forjó un nuevo lenguaje.
Finalmente llegó el arte de tomar sol. Un cuerpo bronceado era, en
épocas pretéritas, un signo de trabajo manual y de vulgaridad. Las
publicaciones periódicas registran múltiples notas y avisos comercia-
les de lociones y cremas para liberar al cuerpo del bronceado y aclarar
la piel. Unos años más tarde, esta tendencia se revirtió y la moda de
tomar sol se fue extendiendo por gran parte del mundo occidental. El
sol, visto como la cura para todo, se volvió popular. En nuestras cos-
tas rápidamente se impuso como una moda que revolucionó la imagen
corporal. Muy tempranamente, en 1918, los diarios ya daban cuenta
de esa costumbre, sobre todo femenina, de “tomar sol”, al punto de
comentar que “las muchachas parecen `fritas´”.
Las actividades balnearias adoptaron algunas formas de las usanzas
extranjeras. Desde el formalismo victoriano de Brighton y la extrava-
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gante elegancia de Biarritz hasta la cultura de masas de Atlantic City
o de Coney Island o, incluso, hasta el escapismo geriátrico de Miami.
No todas estas influencias tuvieron el mismo impacto y, en general,
los veraneantes argentinos se inclinaron por los hábitos de Trouville
y la costa normanda. Aparecieron las casillas de baño fijas, angostas,
de madera, y puestas en fila paralelas a la playa. Quienes desearan
hacer uso de ese espacio debían cambiarse la ropa de calle y adoptar
la estipulada para la playa y el baño: una estricta etiqueta dominó la
vida social de los primeros balnearios.
No hay paisaje costero sin los bañeros, aquellos inmigrantes italianos
o vascos individualizados con el bañador negro, que ayudaban a los
debutantes –en especial a las damas y a los niños– a sortear los ava-
tares del oleaje. Los bañistas se internaban poco a poco en el mar
tomados de unas cuerdas. A veces, los bañeros los ayudaban a saltar
Tapa de la revista
Mundo Argentino
nº 2398, febrero de 1957
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levantando los pies para evitar el golpe y las caídas, a flotar, “hacer
la plancha”, zambullirse y dejarse mecer por el oleaje. Para algunos
eran las primeras brazadas en el aprendizaje de la natación, que se
completaba en las más seguras aguas de las piletas contiguas a la
playa. Tras varias de estas volteretas, el bañero conducía a la jadeante
y húmeda persona que estaba bajo su responsabilidad hacia la parte
plana de la orilla. Allí, éste se enfundaba con enormes robes de toalla y
se dirigía a las casillas para despojarse de las empapadas ropas.
Alrededor de la vida playera irrumpieron las estaciones ferroviarias
de mar, que dieron lugar a múltiples actividades, gran cantidad de
construcciones y nuevas percepciones y sociabilidades. La indiscu-
tible centralidad en esta original etapa la tuvo Mar del Plata, si bien
el paisaje balneario comprendió también lugares como Miramar y
Necochea.
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fernando goin tos y costumbres balnearias. Los testimonios de la época destacan la
Playeros, 2007 sencillez de las costumbres, la camaradería, los juegos compartidos,
Acrílico sobre lienzo
120 x 270 cm la indiferencia entre sexos para el baño y las vestimentas austeras. En
un bello entorno cuasi vacío, un campo abierto levemente ondulado
que terminaba en el océano, los visitantes se entretenían organizando
excursiones, remontando barriletes, caminando por la ribera marina.
La vida de hotel formó parte de las primeras rutinas. Luego de la
cena en el Grand Hotel, la diversión consistía en organizar pequeñas
caminatas, rondas y juegos. Allí marchaban las parejas en procesión:
giraban alrededor del acuartelado edificio, unas detrás de otras, po-
blando la noche de jóvenes voces y risas enlazadas con el constante
rumor del mar. Cuando el mal clima impedía estas salidas, permane-
cían en el salón del hotel cuyo único lujo era el piano, en torno al cual
la reunión tomaba color y ánimo. A nadie se le ocurría bailar, como
tampoco asistir con fastuosas vestimentas ni exagerados peinados.
El baño en el mar era grupal y se tomaba con vestimenta comple-
ta. Maridos y amigos ayudaban a las damas, pero de ningún modo
“se hacía sociedad” en traje de baño. Ya en 1888, el balneario adoptó
un perfil más hedonista, apareció el concepto de temporadas, como
lugar y momento indeclinable para la moda, el buen vestir y la exhi-
bición. Ese año, la Municipalidad sancionó un Reglamento de baños
en el que prohibía el baño desnudo, los cuerpos debían estar com-
pletamente cubiertos (desde el cuello hasta las rodillas) y los varones
separados de las mujeres, a no menos de 30 metros de distancia.
Pareciera que el lujo y las convenciones sociales introdujeron el pudor
y el distanciamiento.
Muy pronto se consideró de buen tono ir a Mar del Plata y las cróni-
cas sociales prestaron especial atención a sucesos estivales. Algunas
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alberto familias desertaron del Grand Hotel y se mudaron al Bristol Hotel.
goldenstein
La disipación del balneario austero vino de la mano del predominio
Bañistas, 2001
Fotografía C-print de la elegancia: se respiraba un nuevo aire, más condicionado por
50 x 70 cm los códigos de etiqueta, el buen trato y la apariencia. Las terapias
corporales fueron velozmente eclipsadas por la moda, el glamour y la
figuración; los magníficos paseos por la rambla –escenario de impro-
visados teatros de caminantes y comensales– mostraron un mundo
ni puramente público ni enteramente privado. Se paseaba por allí, se
bajaba a la playa, los veraneantes se exhibían y bailaban en las fiestas
y reuniones de los hoteles y los clubes, donde también se jugaba a
la ruleta. El propósito era encontrarse con amigos, parientes o cono-
cidos del mismo selecto grupo –que pertenecía a la alta sociedad–,
en el que se sentían resguardados y protegidos en relación con sus
aspiraciones, gustos estéticos y sensaciones.
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al goce del tiempo libre. Nuevas urbanizaciones, el diseño de caminos
y la modernización de los transportes impactaron en los lugares exis-
tentes y estimularon el surgimiento de otros: Villa Gesell, Pinamar,
Mar de Ajó, Claromecó… Las gestiones conservadoras alteraron sen-
siblemente el retrato tradicional de Mar del Plata –que, en un primer
momento, estaba configurado por la Playa Bristol, bordeada por la
afrancesada Rambla Bristol, el Bristol Hotel y los jardines del Paseo
General Paz– instalando el monumental edificio del Casino-Hotel
Provincial rodeado por plazas de cemento. Estas administraciones
convalidaron la cesión de la playa Bristol a los nuevos visitantes, a la
par que los antiguos fueron ubicados en Playa Grande. De esta forma,
paulatinamente, se fue produciendo cierta división espacial entre los
distintos grupos de veraneantes; surgieron nuevos hábitos en rela-
ción con el baño, los paseos y los juegos; se construyeron otro tipo de
hospedajes y aparecieron medios de transporte alternativos, como el
automóvil y el ómnibus. También se atenuaron los largos veraneos,
daniel santoro
Naufragio frente
a las costas de
Chapadmalal, 2006
Óleo sobre tela
170 x 140 cm
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en su lugar se hicieron más frecuentes las estadías cortas y se instaló
la moda del weekend.
En ese momento, entonces, se sentaron las bases del turismo de
masas, que se consolidó algunas décadas después. Mar del Plata,
cada vez más heterogénea y plural, se presenta como un escenario
privilegiado para visualizar estos cambios. A la par del notorio creci-
miento del número de turistas, aumentaba la cantidad de hoteles y
se desplegaba la edificación en altura; por otra parte, las prácticas del
ocio –junto a los mitos y sueños– eran nuevamente alteradas. Éstos
fueron los años del frenesí de “La Perla del Atlántico”, los años del turis-
mo social, del primer Festival de Cine, de la inauguración del complejo
turístico Chapadmalal.
Con el peronismo llegó la consigna del turismo social, escoltada por
las reivindicaciones del aguinaldo, las vacaciones y las jubilaciones.
Se trataba de dar a los trabajadores la oportunidad de practicar ac-
tividades y conocer lugares que remitían a cierto prestigio social: el
viaje en ómnibus, los paseos en barco, la caza, el cine, el acceso a los
balnearios, etc. En ese sentido, “la conquista de Mar del Plata para
los trabajadores” será un rasgo central en el mensaje del proyecto
Playa grande,
ca. 1950 público, presentado con carácter nacional. En la playa, se pregonaba
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mariel polinotto “nuestra nacionalidad adquiere una cohesión que no siempre puede
de la serie Ondinas lograrse”.
urbanas, 2000
Instalación de doce Los años cincuenta y sesenta constituyeron el inicio de la llegada
dibujos. Lápiz color masiva de las clases medias a los balnearios argentinos. El ritmo de
sobre papel un estribillo muy popular en aquellos años (“A Mar del Plata yo me
66 x 182 cm (detalle)
quiero ir”, y su posterior “¡Qué lindo que es estar en Mar del Plata!”)
condensaba el deseo de millones de hombres y mujeres que en los
días tórridos del verano porteño podían concretar el sueño de cono-
cer el balneario. Retratado por Siete Días como “un hormigueo cer-
cano a la promiscuidad”, “un campo de batalla donde siempre entra
un bañista más”, Mar del Plata se volvió escenario de las multitudes,
una sucesión de imágenes asociadas al placer y a la seguridad de
estar en un espacio compartido por todos. La playa fue un ámbito de
encuentro, de desnudez, de distinción –en la medida en que permitía
un bronceado ostensible– y de liberación sexual. ¿Quién no deseaba
un encuentro amoroso con sabor a sal?
Posteriormente, comenzó a configurarse una tendencia que aspiraba
a descansos estivales más conectados con la naturaleza: Villa Gesell,
Pinamar, Valeria del Mar, entre otros, la expresaron. La tensión entre
masividad e hiperurbanización, por un lado, y el sosiego de calles de
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arena, frondosa vegetación y misteriosas playas solitarias, por otro,
marcará a los veraneantes finiseculares y también la propia historia
de los nuevos ámbitos a la orilla del mar argentinos. El gran vacío
que era la franja costera albergó propuestas y múltiples aventuras
empresarias, muchas de ellas nacidas de la crítica a las condiciones
urbanas de Mar del Plata. Los fondos de los campos aportarán sus
terrenos, que hasta entonces estaban de espaldas al mar, y lo mirarán
de frente.
En la década del setenta se consolidaron los balnearios Cariló y Pina-
mar como centros de un turismo de elite. La dictadura militar creó, en
1978, el Municipio Urbano de Pinamar que daría un empuje a estos
proyectos. En Mar del Plata, el usufructo de las playas fue transferido de
la jurisdicción provincial a la municipal. Se construyó el Complejo Pun-
ta Mogotes, titulado la “Obra Insigne”, que significó la intervención en
la última gran reserva de playas existentes al sur del puerto de la ciudad.
La zona, conservada en condiciones naturales, contaba con amplias
playas, médanos vivos, lagunas y escasos y precarios establecimientos
de atención al bañista. El complejo recreacional, que el gobierno prego-
nó como el “nuevo impulso” de Mar del Plata, fue levantado en tiempo
récord e inaugurado por el General Videla. Paradójicamente, esta inter-
vención mantuvo ciertas concepciones asociadas al turismo de masas,
lo cual hace más interesante y complejo su estudio.
alejandro peral
Aroma de recuerdo, A lo largo de todo este proceso histórico, los turistas argentinos tam-
2004/2005 bién miraron al exterior. El denominado “País Balneario” uruguayo
Fotografía directa.
se ha visto nutrido de los veraneantes locales. Pocitos, Carrasco,
Gelatina de plata
35 x 120 cm Montevideo y Punta del Este compitieron por “su majestad, el tu-
rista argentino”. Además, de acuerdo a los avatares de la economía,
los argentinos ampliaron sus lugares de veraneo: Brasil, el Caribe y
la Península de Florida. Esta huída al exterior, muy frecuente en los
20
juan travnik noventa, se dio de la mano de la exclusivización de los lugares loca-
Claromecó, 2007 les de esparcimiento, cuyo ejemplo más claro lo constituyó Cariló.
# 8, 2007
Fotografía C-print También manifestaron esta tendencia proyectos que surgieron en la
60 x 120 cm propia Mar del Plata, como el balneario sur La Reserva y la edificación
de hoteles de lujo –el Costa Galana y el Sheraton Hotel–.
La crisis económica de 2001 y la devaluación del peso argentino inte-
rrumpieron abruptamente aquella artificial bonanza y los argentinos
tuvieron que retornar a sus antiguos lugares costeros. En esta vuelta,
Pinamar –con sus dunas, bosques y trazados irregulares– fue el mo-
delo que guió las nuevas búsquedas, cuyo caso más representativo es
el balneario Mar de las Pampas. En fin, la playa –ámbito que eviden-
cia las desigualdades sociales– constituye un símbolo compartido y,
sin duda engañoso, de evasión, de felicidad, y también brinda la posi-
bilidad de hallarse en otro lugar y recuperar el tiempo perdido. u
21
daniel basso
S/T, 2002-2004
Instalación de sombrilla.
Medidas variables
22
broncearte.
iconografías playeras
isabel plante *
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Bristol, inaugurado en 1888, contrastaba con las viviendas precarias
de madera que, a comienzos de la década del 20, se multiplicaban y
conformaban un motivo de preocupación para quienes querían hacer
de esta ciudad un balneario moderno y refinado. Quinquela tuvo la
audacia de insertar dentro de las salas de arte que solían visitar esas
mismas familias distinguidas, imágenes en clave pintoresca de aque-
llo que seguramente les resultaría molesto. En este sentido, las vistas
marplatenses de Quinquela dejan ver una faceta poco conocida de la
ciudad balnearia.
En el otro extremo, los videos que Yamandú Rodríguez (1965) realizó
hacia el año 2001 empalman vistas de la playa que nada tienen de la
Mar del Plata de temporadas multitudinarias. Con la línea del mar
como horizonte, a partir del montaje entrecortado en loop, chicas y
chicos bailan al ritmo de música electrónica con matices industriales.
El uso de las imágenes de video en negativo deja los cielos negros
y las pieles blancas. La costa de los veraneantes bronceados y del
sol que encandila ha sido trastocada (o simplemente es ajena a este
mundo rave local).
benito quinquela
martín
Playa de Mar del Plata,
1920
Óleo sobre tela
80 x 90 cm
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yamandú En ese sentido, el año 1939 constituyó un punto de inflexión en este
rodríguez proceso. Bajo la consigna de “democratizar el balneario”, el goberna-
S/T, 2001/2002
Video, 15 clips dor Manuel Fresco produjo una modificación radical: hizo demoler la
en loop de 10´ afrancesada rambla Bristol, construida en 1913, y levantar en su lugar
una rambla nueva y el complejo Casino-Hotel Provincial, proyectados
por Alejandro Bustillo. Los edificios gemelos separados por una plaza
seca conforman un conjunto de 1500 metros de fachada hacia el mar
y hacia la ciudad que constituye uno de los sitios más representativos
de La Feliz.
Para el afiche de la edición de 2007 del Festival de cine de Mar del
Plata, Daniel Santoro (1954) eligió, precisamente, este paisaje urba-
no. En medio de la monumental explanada, flanqueada por el Hotel
Provincial a un lado y el Casino al otro, se levanta uno de los lobos
marinos de cuatro metros de altura esculpidos en piedra de la zona
por José Fioravanti (1896-1977). La figuración sintética de sombras
netas junto con el encuadre y la perspectiva acelerada de esta témpe-
ra de Santoro constituyen una cita de la pintura metafísica de Giorgio
De Chirico, el italiano que tanto fascinó a los surrealistas e impactó
en las figuraciones de entreguerras. El resultado es la imagen fantas-
magórica de una Mar del Plata popular pero vacía.
Otra pintura de atmósfera metafísica (utilizada para una estampilla
años más tarde), Escultura del bañista desconocido, de Orlando Pierri
(1913-1991), representa un torso con una película de agua adherida
al cuerpo como una tela mojada. Luego de una estadía en Francia
que había acercado a Pierri al movimiento surrealista, este óleo de
Estampilla de 100 pesos 1939 –el año de la inauguración del nuevo Casino, pero también del
de la Casa de Moneda, comienzo de la Segunda Guerra Mundial– aludía, casi como un pre-
edición 1977, sobre obra sagio, a los monumentos al soldado desconocido. A la vez, su título
de Orlando Pierri,
Escultura del bañista sólo era posible en el contexto de la nueva realidad veraniega local: el
desconocido, 1939 bañista de fines de los 30 podía no ser un reconocido miembro de la
25
raúl la cava aristocracia porteña, sino uno de los más de 300.000 ilustres desco-
Cacique, 2008 nocidos que llegaban cada año. Los veraneantes constituían, por su
Fotografía analógica
color número, un ejército.
110 x 130 cm Las multitudes en la Bristol con las que identificamos hoy a Mar del
Plata tienen su origen en los años 60. La historiadora Mónica Bar-
tolucci aporta algunas cifras impactantes: hacia fines de esa década
había unas 1200 carpas y 900 sombrillas para alquilar. Durante esos
años, la prensa reprodujo imágenes de las aglomeraciones de vera-
neantes y se popularizó el rito de fotografiarse delante de los lobos
marinos de Fioravanti, uno de los íconos marplatenses que reaparece
una y otra vez en las obras exhibidas.
En la serie sobre Mar del Plata de Alberto Goldenstein (1951), el mun-
do caótico del verano adquiere sentido plástico. Aplanados bajo el sol,
la multitud de edificios, cuerpos, trajes de baño, faroles y sombrillas
se sintonizan en composiciones de una belleza mundana. En contra-
punto con las muchedumbres, el lobo marino de Fioravanti fotogra-
fiado por Goldenstein exhala unas nubes blancas y domina la playa
casi vacía con su contundente presencia. Ataúlfo Pérez Aznar (1955)
26
lleva unos veinte años interrogando a Mar del Plata en términos de
Infierno o Paraíso. Sus fotos, al igual que las de Goldenstein, dicen
tanto del veraneante como de la fotografía misma. Aznar registra la
práctica obsesiva del retrato delante del lobo marino o del broncea-
do inverosímil. ¿Las personas rostizadas que elige no son, de algún
modo, fotos vivientes? Al igual que el nitrato de plata que impregna
el material fotosensible, el pigmento de sus pieles reacciona al im-
pacto de la luz al punto de hacernos sospechar que paraíso e infierno
pueden no estar tan distantes. Raúl La Cava (1956) retrata, en clave
tragicómica, a los vendedores ambulantes que cada año pueblan Mar
del Plata. Promotores y comerciantes informales que se fríen dentro
de disfraces de goma espuma o se cocinan a la par de los chorizos
que ofrecen. Listos para reinventar los deseos de quienes vacacionan,
estos no-veraneantes contribuyen a dar forma a Mar del Plata como
usina del pasatiempo.
Los fotocollages de Margarita Ciarlotti (1977) parecen tarjetas pos-
tales surrealistas. Uno de ellos muestra al lobo marino marplatense
convertido en un monstruo de escala hollywoodense. Una suerte de
King Kong acuático que, por detrás de los edificios, amenaza a una
Feliz defendida por un comando de policías salidos de alguna serie
televisiva norteamericana de los años 70. A partir del uso de las fo-
tos aparecidas en la prensa (el infaltable lobo marino de piedra o la
multitud que corre para entrar al casino el primer día de la tempora-
da), Ciarlotti convierte el “sueño” de las vacaciones en una pesadilla
en clave de cine catástrofe. Mario Gemín (1960) ha registrado las
inscripciones talladas en las piedras de la playa. Nombres, fechas y
margarita ciarlotti
S/T, 2005
Collage fotográfico
50 x 70 cm
27
mario gemín
de la serie Caligrafía
sobre piedra.
Punta Cantera,
Mar del Plata, 2003
24 x 30 cm
corazones que durarán más que quienes los grabaron. Las fotos en
blanco y negro de Gemín, frontales y neutras, falsean el sentido que
la fotografía tenía para Henri Cartier-Bresson. El “instante decisivo”
que el fotógrafo francés intentaba capturar en cada toma no parece
haber sido para Gemín el momento de disparar el obturador, sino el
de grabar la piedra.
Emilio Reato (1962) llama panópticos a sus pinturas circulares. Dispo-
sitivo arquitectónico carcelario creado hacia fines del siglo XVIII que
emilio reato
Suricata y Mickey, 2004
Técnica mixta
sobre arpillera
150 x 183 cm
28
Michel Foucault consideró un modo de control social más eficiente
que el ejército o la educación, el panóptico permite vigilarlo todo des-
de un punto de vista privilegiado. En cambio, las pinturas circulares
o panoramas popularizados durante el siglo XIX envolvían al espec-
tador en una vista continua de 360 grados y generaban la ilusión de
trasladarse a lugares exóticos o escenas históricamente significativas.
Las pinturas circulares de Reato combinan aspectos del panóptico y
del panorama. Representan un mundo placentero y paranoico donde
todo está dispuesto para la mirada. Laura Messing (1953) también
opera sobre vistas de una playa repleta de bañistas. En su fotografía
panorámica suprime digitalmente el paisaje marítimo y lo reemplaza
por un fondo plano. De este modo, desnaturaliza la escena veraniega
y la transforma en un horno candente.
chachi verona
Viaje en auto a La Perla,
2008
Chapa, madera,
ensamble de objetos
industriales y esmalte
sintético
40 x 83 x 60 cm
29
luis marzoratti diversos, ambas obras realizan señalamientos críticos acerca de
Los códigos del sol # 19,
la playa en tanto lugar de tensiones entre lo público y lo privado.
2007
A crílico sobre tela Las sombrillas pintadas por Luis Marzoratti (1946), en cambio,
90 x 130 cm aparecen como pantallas sobre las que se proyectan las sombras
del mundo incierto que se despliega por detrás.
Andrés Toro (1974) explora una suerte de estética de la baratija. Sus
objetos ensamblados con materiales recogidos en las orillas de Vi-
lla Gesell y Mar Azul (cucharitas de helado y pedazos de madera,
juguetes, vajilla o animales marinos) remedan los souvenirs que se
popularizaron a la par de los bañistas. Pero si los barroquísimos ob-
jetos que pueblan las tiendas replican ciertos íconos con todo el brillo
posible, los de Toro se alejan de esa retórica del artificio. De aspecto
desgastado, estos souvenirs no parecen animados sólo por la ironía,
sino también por un impulso de preservación de los restos veranie-
gos. Daniel Oberti (1972) rescata otros materiales de desecho: latitas
y etiquetas de envases de gaseosas. A diferencia de Toro, los objetos
all over de Oberti son el resultado de un meticuloso procedimiento
de desarmado y confección que implica además la manipulación de
nuestra cultura visual publicitaria. En algunos casos, reutiliza logoti-
pos impresos sobre el latón, como el delfín de la promoción veranie-
ga de un acuario, y en otros disuelve en las tramas de colores de sus
largas esteras, la marca de la gaseosa que Slavoj Zizek vio como la
más acabada mercancía capitalista. La serie Fichitas de Jorge Miño
(1973) reproduce las pantallas de videojuegos de carreras de autos,
que para su generación fue –a falta de estas máquinas en otros lu-
gares– un descubrimiento playero. Realizadas mediante impresión
30
daniel oberti
S/T, 2002 (detalle)
Trama de etiquetas
de Coca Cola Light
25 x 300 cm
jorge miño
de la serie Fichitas, 2007
Lenticular
60 x 80 cm
31
juan carlos
castagnino
En la ola, 1967
Acrílico sobre tela
117 x 74 cm (detalle)
32
romecó admite algunos usos menos civilizados de la orilla que Mar
del Plata, como bajar el coche a la arena y desparramar carpas. Desde
1888, con el primer Reglamento de Baños para el Puerto de Mar del Plata
y ante prácticas consideradas poco decorosas, las conductas playeras
se fueron pautando: según esta regulación, hombres y mujeres debían
bañarse vestidos con trajes de baño que cubrieran hasta los tobillos y
separados por una distancia de, al menos, 30 metros.
La costa atlántica aparece también como un lugar privilegiado de los
recuerdos de infancia. Las pinturas de Fernando Goin (1968), reali-
zadas a partir de las diapositivas que su padre tomaba durante los
veraneos en Santa Teresita, rememoran las vacaciones en familia
mediante imágenes color sepia cuyos bordes se desdibujan. Escenas
plácidas delineadas sobre un fondo blanco que avanza, impercepti-
blemente, sobre ellas. Las fotografías en blanco y negro del tríptico de
Alejandro Peral (1971) fueron tomadas en Mar de las Pampas y alter-
nan un punto de vista a la altura de una persona adulta con otro, más
bajo, que identifica al observador con los niños y evoca los juegos en
la playa. En Una tarde inverosímil en el puerto de Mar del Plata en el
año 1973, Martín Kovensky (1958) dibujó con trazos desgarbados que
recuerdan los dibujos infantiles una reunión poco probable: un hom-
bre y una mujer bajo el agua junto con un pulpo, un cangrejo, un pez
espada y otros animales marinos. Distribuidos fluidamente sobre la
superficie, estos cuerpos flotan en un mundo submarino emancipado
de la fuerza de gravedad y de las jerarquías zoológicas. El Recuerdo de
Mar del Plata de Liliana Maresca (1951-1994), una palita metálica que
la artista encontró y colocó sobre una base de bronce bien pulida, no
raquel forner
Miramar, 1946
Témpera sobre papel
20 x 28,4 cm
33
parece un chiche sino una miniatura inexplicable; una suerte de anti-
monumento al niño-que-todos-llevamos-dentro. No es que la playa
nos recuerde la infancia, sino que nos trasmuta, cada vez, en chicos.
Por último, el océano trae sucesivas iconografías recónditas. Si los
caballitos de mar que se venden como recuerdos de la playa rebalsan
de materialidad, los hipocampos de Xil Buffone (1966) casi no tienen
espesor. Acuarelas apenas pigmentadas mezcladas con vino tinto
parecen la configuración azarosa de algún estuario deshidratado. Er-
nesto Arellano (1971) combina, en su serie de esculturas cerámicas,
la iconografía del cómic y del manga japonés con el aspecto de ba-
ñistas que vio en las playas de Villa Gesell. Arellano modela extrañas
criaturas de arcilla que parecen salir del mar, cubiertas por oleajes de
esmaltes cerámicos.
Aferrado a una tormenta, de Chachi Verona (1962), retoma un tópico
tradicional de la pintura: la tempestad. La estética de lo sublime, que
el inglés William Turner llevó al extremo en sus marinas arremolinadas
martín kovensky
Una tarde inverosímil casi abstractas, aparece aquí trastocada por una impronta humorísti-
en el Puerto de Mar ca y materiales brillosos que distancian al espectador de la catástrofe
del Plata en el año 1973, inminente. La Ondina urbana de Mariel Polinotto (1955) reconstruye
2008
Lápiz sobre papel por partes, mediante un conjunto de dibujos, el cuerpo de una mujer
50 x 70 cm que nada. Según la mitología germánica, Ondina es la ninfa acuática
34
liliana maresca
Recuerdo de Mar
del Plata, 1991
Objeto encontrado
e intervenido
5 x 27 x 12 cm
ernesto arellano
Hombre fuerte, 2008
Cerámica 1 Juan José Saer, “Cambio de domicilio”, en Cuentos Completos (1957-2000),
97 x 32 x 50 cm Buenos Aires, Seix Barral, 2001, p. 196.
35
En página siguiente:
oscar blotta león poch
S/T, [Lo porteños]. S/T, [a Córdoba], 1946
Publicado en Patoruzú Tinta sobre papel
nº 119, 1940 22 x 30 cm
Témpera sobre papel Publicado en Patoruzú
31 x 47 cm nº 441
36
veranear y deambular
con el humor
graciela zuppa *
37
con el veraneo, todos ambientados en territorio marplatense, como
las playas, los hoteles, los clubes, la rambla o el casino, con el fin de
recuperar, a partir de otros caminos y otras miradas, las formas de
sociabilidad que se generan frente al mar.
Descubierto el escenario local marplatense, los veraneantes, instala-
dos en los espacios que el balneario acondiciona para cada tempo-
rada, inician el período de descanso entregando parte de su tiempo
libre al consumo del humor gráfico publicado en periódicos, revistas
y diarios. En estas lecturas, los visitantes rescatan las aventuras de
Tapa de la revista Billiken, una serie de personajes cuyas fisonomías y argumentos invitan a que
1949 ilustrada por cada uno se identifique con las acciones y/o transgresiones que se
Lino Palacio
ponen en juego. Esta disposición, además de divertirlos, les permite
liberar deseos controlados y destrabar ciertas rutinas, dado que se
encuentran lejos del entorno habitual de residencia y de las prácticas
guillermo divito
S/T, [Chicas divito].
Publicado en Rico Tipo,
ca. 1955
Tinta y témpera
sobre papel
29 x 22,5 cm
38
dante quinterno convenidas para cada día. Así, pueden descubrirse como partícipes
S/T, [Tren a Mar del de conductas peculiares que se experimentan en los baños de mar;
Plata], 1948
Tinta sobre papel tener la oportunidad de compartir exclusivos encuentros sociales o
24,2 x 18,5 cm disfrutar la viabilidad de ingresar, sin obstáculos, en los ineludibles
Publicado en Patoruzú juegos del casino.
nº 591
Para lograr estos resultados, los humoristas e ilustradores crean sus
dante quinterno personajes ficticios que, al hacerse populares, se transforman en re-
S/T, [Tapa de la revista ferentes idealizados de sus lectores. De allí que cada protagonista
Patoruzito nº 377], 1953
creado permita legitimar diferentes actitudes, conductas y cualidades
Tinta y témpera sobre
papel personales, entre las que se encuentran las caracterizadas por Venta-
Lápiz: Tulio Lovato jita, de Oscar Blotta, o por Isidoro Cañones, “el ganador”, de Dante
Tinta: Jaime Romeu Quinterno. Por otro lado, se puede definir al crítico de la realidad
Témpera: Guillermo Roux
35 x 33,2 cm social, amante del fútbol y de las “minas” como Clemente, de Caloi;
desenmascarar los rasgos ocultos de una doble personalidad hallada
en El otro yo del Dr. Merengue, de Guillermo Divito; dar forma a inte-
grantes del mundo masculino, Ellos de José Luis Salinas o ponderar
distintos personajes del balneario como los imaginados por Zavattaro.
Son parte, también, de este repertorio los políticos y notables naciona-
les como los elaborados por Juan Macías; el jugador compulsivo de
Eduardo Ferro; la imagen corporal que añoran las mujeres, exhibida
por las chicas de Divito; los cuestionamientos de una niña de clase
media, interpretada por Mafalda de Quino; los diferentes veraneantes
de León Poch; el contrapunto entre el mundo nostálgico de Prudencio
y el mundo infantil con los derechos conquistados por Matías, de
Fernando Sendra; las tapas y portadas de Lino Palacio para la revista
Billiken y las imágenes publicitarias logradas por Luis Medrano para
39
joaquín salvador los almanaques empresarios. En síntesis, se logra un conjunto de re-
lavado (quino) flexiones ingeniosas que forman parte del entorno cotidiano y de las
S/T, [Miguelito odia el
mar]. prácticas que cada veraneante experimenta en su traslado al mundo
Publicado en la 1° edición cautivante de las temporadas marplatenses.
de Mafalda 2, 1967 Para configurar estos actores y el entorno para sus andanzas, es fre-
Rotring sobre papel
10 x 35,5 cm
cuente que los ilustradores combinen varios modos de expresión,
como distorsiones, metamorfosis, exageraciones o supresiones. En
muchos casos, se advierte la incorporación de los mecanismos de
diseño de las vanguardias artísticas vigentes o de las técnicas del cine
en cuanto a mecanismos y recursos expresivos, como los encuadres,
los primeros planos, el uso de la luz, la sombra o las vistas aéreas.
De esta manera, los caminos sugeridos por el humor en los medios
gráficos muestran la capacidad de los dibujantes y guionistas para
provocar una respuesta innovadora ante los cambios de la imagen
política, los avatares sociales o los rituales en tiempos de ocio. El
humor gráfico nos entrega, al mismo tiempo, una lectura original de
estas caracterizaciones; todas composiciones que facilitan la recupe-
ración de viejos sentimientos, la reelaboración de algunos conflictos,
fernando sendra la movilidad de percepciones o la conquista de anhelos. En fin, es
Yo, Matías.
Publicado en Clarín,
la vida cotidiana la que se erige en fuente para la elaboración de las
8 de enero de 2003 tiras humorísticas, no sólo como lugar de esparcimiento, sino tam-
Tinta sobre papel bién como espacio donde pueden encontrarse las distintas tipologías
16,7 x 35 cm
sociales y las emociones que dentro de ellas se generan.
40
Así, como resultado de estas múltiples formas de estímulo visual, se
logra provocar, en quienes se recrean con alguna lectura de humor
y cerca del mar, la incursión de un mundo de significados ficticios
que complace y entretiene según los diferentes intereses. La lectura
distendida en tiempos de ocio y la toma de una distancia relativa en
cuanto al tema propuesto, permite rescatar los distintos puntos de
vista y las asociaciones de ideas que el diseñador compone. Como
resultado, se construye un universo en el que el veraneante, mediante
las estrategias simbólicas que el humorista proyecta, se incluye en
una realidad distinta a la cotidiana, en cierta forma, de mayor cer-
canía con la vida más extrovertida y desahogada; en fin, los lectores
se aproximan a un mundo de trazos gráficos en el que se activan
las cualidades de la distracción, del entretenimiento y del consumo
placentero. u
caloi
S/T, [Boca, digo…].
Publicado en Revista
Viva, Clarín, 2003.
Acuarela y tinta
sobre papel
27,5 x 23 cm
41
Fotografía de la casa
Freitas e Hijo, ca. 1920.
42
fotografías de la felicidad
abel alexander *
43
Estados Unidos –con sus marcas “Azo”, “Artura” o “K” –, Gevaert de
Bélgica, Agfa de Alemania o Ilford de Inglaterra, se sumaron a la nueva
moda e inundaron todas las plazas del mundo con sus novedosas
post card, o sea, papeles sensibles sobre el frente y los dorsos impre-
sos que respetaban las características dictadas por la Union Postale
Universelle para el envío de estas cartas mínimas con franqueo redu-
cido y exentas de utilizar sobres.
Por supuesto, esta nueva moda fue adoptada en forma fulminante por
los fotógrafos playeros de Mar del Plata y tuvo una enorme aceptación
por parte de todos los veraneantes. Normalmente el modus operandi
consistía en recorrer, cámara en mano, todos los escenarios marpla-
tenses, o sea: las playas, la orilla del mar, los acantilados, la costanera,
diversas confiterías, los famosos lobos marinos del escultor Fioravan-
ti –a veces con lobos auténticos– y, por supuesto, los monumentales
conjuntos arquitectónicos del Casino Central o el Hotel Provincial.
A veces las fotografías eran solicitadas –o bien aceptadas– por los
turistas, sin embargo, muchas se tomaban como verdaderas instantá-
neas y por sorpresa a las damas y caballeros elegantes que caminaban
por la Rambla Bristol, donde el rito era pasear para mirar y ser visto.
Playa La Perla, ca. 1925 La Bristol era el punto de reunión obligado, allí se lucían los últimos
44
Playa Bristol, 1913 modelos de París, se saludaba con el sombrero en la mano, se pasea-
ba a los niños con sus nurses de riguroso uniforme; durante las tardes
de los domingos se podían disfrutar valses y operetas ejecutados por
la Banda Municipal y hasta funcionaba un moderno cinematógrafo
para admirar las “vistas” silentes.
Es oportuno señalar que el nuevo fenómeno turístico de Mar del Pla-
ta produjo cierto impacto en los principales estudios fotográficos de
Buenos Aires. Grandes firmas como Witcomb, Bixio, Freitas, Mazer
y otras vieron con preocupación la emigración de su mejor clientela
durante los meses de verano; en consecuencia, todas ellas decidieron
abrir sucursales en el nuevo balneario y, por supuesto, eligieron para
sus locales la elegante Rambla Bristol –construida hacia 1913– con-
vertida en poco tiempo en una verdadera pasarela para la exposición
social y el estatus.
Generalmente, luego de la “captura” de la imagen, se trabajaba de
prisa en los laboratorios, así el interesado –o el curioso–, a veces en
el mismo día, podía observarse expuesto en la vidriera o sobre las
pizarras del interior de la casa fotográfica. Desde muy temprano las
45
Fotografía de la casa tarjetas postales fotográficas llevaron la publicidad impresa al pie de
Freitas e Hijo, ca. 1925 las mismas, con el nombre de la firma, la dirección e –inclusive– el
Fotografía de la casa año de la temporada.
Freitas, ca. 1930 Pero si de fotografía marplatense estamos hablando, primero debe-
mos remontarnos hasta los precursores de este nuevo arte. En 1878
se establece en la costa el italiano Carlos Magnoni y dos años des-
pués lo hace su connacional Ulderico Carnaghi, fotógrafo y pintor de
larga actuación local. Desde 1882 ya se registra también la presencia
de Mateo Bonnín, quien en 1908 “capturó” con su cámara a Julio
Argentino Roca paseando junto a su fiel edecán Artemio Gramajo
–a cuya inventiva culinaria se debe el conocido revuelto que lleva su
nombre–, hacia esa fecha operaba en la calle San Luis 111.
Paralelamente Bonnín fue corresponsal fotográfico de Caras y Care-
tas; en 1924 se encontraba establecido en la rambla, local Nº 125, y
ostentaba la distinción de “Fotógrafo oficial del Mar del Plata Golf
Club”, ese año además incluía en sus tarjetas postales la referencia
histórica al cincuentenario de la ciudad.
Uno de los más prestigiosos fotógrafos establecidos en Mar del Plata
hacia 1917, y proveniente de Buenos Aires, fue el portugués José Virgi-
nio Freitas Henriques (1851-1928) –hijo mayor del célebre Christiano
46
Junior–, más conocido por su nombre artístico de Freitas y cuya fir-
ma ocupaba toda la vidriera del local sobre la Rambla Bristol. Como
todos sus colegas, Freitas grababa en las fotografías el número de
negativo correspondiente para realizar eventuales copias. A partir de
esta información calculamos que Freitas e Hijo realizaron decenas
de miles de retratos por temporada.
Otra de las firmas emblemáticas de principios del siglo XX fue Flo-
rencio Bixio y Cía., preferida por los exigentes veraneantes debido a la
fama de sus retratos. Su concurrido local sobre la Rambla Bristol se
llenó de curiosos cuando, en enero de 1930, exhibió en las vidrieras
del local impactantes fotos sobre el naufragio del crucero alemán
“Monte Cervantes”, hundido frente a Ushuaia con 1200 pasajeros
y 300 tripulantes. Estas imágenes de tipo periodísticas le fueron re-
mitidas especialmente por la revista Caras y Caretas, de la cual era
corresponsal. También se debe tener en cuenta, por la calidad y origi-
nalidad de sus trabajos, a Bixio y Merlino, quienes además se pasea-
ban entre los bañistas de elite de Playa Chica o Playa Grande hacia
la década de 1920. Es decir, la alta clase social y prestigiosas casas
fotográficas porteñas caminaban de la mano entre las décadas de
1900 y 1930.
De este mismo período no debemos dejar de señalar algunas casas
Fotografía de la casa de fotografías exclusivamente marplatenses, como Mateo Bonnín,
Freitas, 1930 Aviador Cattaneo, Casus, Mandri, Masis o Pagnotta.
47
Explanada sur, 1965 Las imágenes de estos fotógrafos despliegan en una extensa y feliz
iconografía una de las grandes pasiones de la aristocracia porteña
de principios de siglo: nada menos que veranear en aquella flamante
Mar del Plata, convertida por entonces en la Biarritz sudamericana.
Era la época de una Argentina opulenta, que construía a ritmo febril
y sin reparar en gastos magníficas mansiones. Así surgieron las de
Ortiz Basualdo, los Unzué, los Leloir o los Blaquier, cuyas grandes
familias se trasladaban a la costa con todo el personal de servicio
incluido, para disfrutar durante el largo veraneo de los novedosos
“baños de mar”.
Hacia la década de 1940 se produjeron grandes cambios sociales, los
cuales se acentuaron con la llegada al poder de Juan Domingo Perón.
En el caso de Mar del Plata, el resultado fue la apertura de grandes
hoteles vinculados a los principales sindicatos: se había iniciado, para
quedarse, el turismo masivo.
Esta nueva y multitudinaria etapa fue cubierta por centenares de fo-
tógrafos de playa, ahora se los podía ver por doquier. Bronceados y
con sus cámaras siempre listas recorrían, incansables, hasta las pla-
yas más alejadas pregonando a viva voz la captura de aquel instante
evocador. En este período se destacan los retratos en la arena y las
fotografías de la gente en el agua.
Entre los profesionales y casas de fotografías del período 1930-1960,
se encuentran Arias, Aris, Atenas, Bristol, Carboni, Carbonieri, Chi-
48
clana, Damiano, Ermis, Fotito, Guden, Hivio, Johnson, Jorge, Mickey,
Ocean, París, Real, Rotondo y Ufa.
Queremos resaltar que la fotografía de playa, por su enorme volu-
men, generó –junto a hoteles, restaurantes y medios de transporte–
una actividad económica importante en la historia marplatense. No
sólo fue beneficiosa para las grandes firmas fotográficas, también fue
vital para cantidad de pequeños cuentapropistas. A partir de la déca-
da de 1960, con la popularización de prácticas y sencillas cámaras
para aficionados, la actividad de aquellos fotógrafos playeros inició
su decadencia.
Las postales de Mar del Plata se pueden considerar actualmente
como las primeras fotografías de tipo turístico en nuestro país, han
sido vehículo de correspondencia nacional e internacional, recuerdo
imborrable de vacaciones familiares, testigo de romances, de salidas
con amigos, de nuestros hijos con el balde y la palita. Hoy, guardadas
en pequeñas cajas de millones de hogares, representan el testimonio
de nuestros mejores momentos, de una época irrepetible, son simple
y sencillamente eso: ¡Fotografías de la Felicidad! u
49
Momentos
(María Luisa Bemberg, 1981)
50
sol, arena y celuloide.
los veraneantes en el cine
argentino
julio neveleff *
51
Camarero nocturno
en Mar del Plata
(Gerardo Sofovich, 1986)
52
y desembozado oficialismo, también veranearon Los superagentes y el
tesoro maldito (Adrián Quiroga, 1978) y los Comandos azules (Emilio
Vieyra, 1980).
El casino, omnipresente en casi todos los films, nos muestra cómo
se hacen fortunas sin saber jugar... y cómo se pierden por el mismo
motivo. Metáfora del ascenso social, Cándida se hará de un pequeño
capital en la ruleta (Los celos de Cándida, Luis Bayón Herrera, 1940);
pero, vicio al fin, la suerte esquiva será responsable del deterioro de
una pareja (Punto y banca, Enrique Carreras, 1961).
Susana Giménez, protagonista de Yo también tengo fiaca (Enrique Ca-
hen Salaberry, 1978), elegirá un verano para alejarse de su indiferente
marido y reencontrarse consigo misma. A partir de entonces, ya no
será el verano, sino el invierno la estación que refleje el despertar de la
mujer argentina, en otro tipo de films alejados del bullicio estival. Pero
ese constituye un caso excepcional, pues en las películas de verano, la
mujer nunca es la que busca. Siempre es el hombre. En estas come-
dias la mujer es solamente un objeto de deseo, pechos y bikini, cola
y tanga; mientras que el hombre es aquél que quiere romper con las
rutinas y escapar de la gran ciudad en busca de una aventura sexual
sin compromisos. En los films, los veraneantes se comportan como
eternos adolescentes con las hormonas exaltadas, y la constante es
que la aventura nunca tendrá el final deseado. Las películas de finales
del siglo XX representan la angustia del argentino medio: siempre se
queda con las ganas, como en la economía, como en la política. Las
El deseo de vivir
(Julio Saraceni, 1973)
53
comedias son, en el fondo, representación de una realidad que derruía
poco a poco las bases de la estabilidad.
Hasta mediados de los 70, Mar del Plata fue la meca del turismo
nacional, visitada por los Grandes del Buen Humor, los integrantes
de la Revista Dislocada, el Dr. Cándido Pérez y los Campanelli. Todos
ellos, de una u otra manera, representantes del argentino tipo. Pero a
partir de la política económica del Proceso, los argentinos vivimos la
fiebre del dólar barato, le tomamos el gusto a los viajes al exterior y la
Costa Atlántica desaparece como destino turístico. Recién se regresa-
rá en tiempos de democracia, en films en los cuales los protagonis-
tas principales van a trabajar: Mirame la palomita (Enrique Carreras,
1985), Camarero nocturno en Mar del Plata (Gerardo Sofovich, 1986),
Los bañeros más locos del mundo (Carlos Galettini, 1987), Atracción
peculiar (Enrique Carreras, 1988), Bañeros II, la playa loca (Galettini,
1989). Son los mismos porteños que ya no van sólo a descansar, sino
que también deben ganarse el pan cotidiano para poder acercarse a la
playa. Sin embargo, esto no los distraerá de sus fracasadas aventuras
sexuales, motivo principal de los films.
Los argentinos somos de gustos pendulares: durante los 90, de la
mano de la convertibilidad, volveremos al exterior. Ya sin Alberto Ol-
medo, quien encarne al argentino tipo será Guillermo Francella, y sus
vacaciones lo llevarán a España o a la República Dominicana. Tras la
crisis de principios de siglo, volvemos a veranear dentro del país, y el
argentino medio, a través de sus nuevos representantes (Pachu Peña,
Freddy Villareal, Pablo Granados), vuelve al trabajo al ritmo de la eco-
nomía K, en Bañeros III, todopoderosos (Rodolfo Ledo, 2006).
Mirame la palomita
(Enrique Carreras, 1985)
54
Los bañeros más locos
del mundo
(Carlos Galettini, 1987)
55
56
listado de obras exhibidas
A fin de facilitar la catalogación a algunas obras sin título se les agregó entre corchetes una breve descripción.
57
Tinta y témpera sobre S/T, [Tapa de la revista FERNANDO GOIN RAÚL LA CAVA
papel Rico Tipo nº 672], 1958
32 x 23 cm Tinta y témpera sobre Playeros, 2004 Cacique, 2008
Colección Museo del papel Óleo sobre tela Fotografía analógica
Dibujo y la Ilustración 32,3 x 23 cm 123 x 177 cm color
Colección Museo del Colección del artista 110 x 130 cm
S/T, [Chicas Divito]. Dibujo y la Ilustración Colección del artista
Publicado en Rico Tipo, Playeros, 2007
ca. 1958 Acrílico sobre lienzo Turismo extranjero, 2008
Tinta y témpera sobre EDUARDO FERRO 120 x 270 cm Fotografía analógica
papel Colección del artista color
26 x 17 cm Ruleteros, Publicado 110 x 130 cm
Colección Museo del en Libro de Oro de Colección del artista
Dibujo y la Ilustración Patoruzú, 1955 ALBERTO
Tinta y témpera sobre GOLDENSTEIN Vendedor de choripán,
S/T, [Chicas Divito]. papel 2008
Publicado en Rico Tipo, Prueba de color: Bañistas, 2001 Fotografía analógica
ca. 1958 Guillermo Roux Fotografía C-print color
Tinta y témpera sobre 37,1 x 54 cm 50 x 70 cm 110 x 130 cm
papel Colección Museo del Colección del artista Colección del artista
34 x 22 cm Dibujo y la Ilustración
Colección Museo del Escena de playa III, 2001 Vendedora de inflables,
Dibujo y la Ilustración Fotografía C-print 2008
RAQUEL FORNER 50 x 70 cm Fotografía analógica color
S/T, [De tal palo tal Colección del artista 110 x 130 cm
astilla]. Publicado en Miramar, 1946 Colección del artista
Patoruzú, ca. 1942 Témpera sobre papel Monumento al lobo
Tinta sobre papel 20 x 28,4 cm marino, 2001
20,1 x 16,2 cm Colección Fundación Fotografía C-print JOAQUÍN SALVADOR
Colección Museo del Forner-Bigatti 50 x 70 cm LAVADO (QUINO)
Dibujo y la Ilustración Colección del artista
Miramar, 1948 S/T, [Género humano].
S/T, [El enemigo del Témpera sobre papel Sillas, 2001 Publicado en la 1°
hombre]. Publicado en 27,5 x 36,8 cm Fotografía C-print edición de Mafalda 2,
Patoruzú nº 282, 1943 Colección Fundación 50 x 70 cm 1967
Tinta sobre papel Forner-Bigatti Colección del artista Rotring sobre papel
18,5 x 11,2 cm 10 x 35,5 cm
Colección Museo del Colección del artista
Dibujo y la Ilustración MARIO GEMÍN MARTÍN KOVENSKY
S/T, [Miguelito odia el
S/T, [Tapa de la revista De la serie Caligrafía Una tarde inverosímil mar].
Rico Tipo nº 623], 1957 sobre piedra. en el puerto de Mar del Publicado en la 1°
Tinta y témpera sobre Punta Cantera, Plata en el año 1973, edición de Mafalda 2,
papel Mar del Plata, 2003 2008 1967
34,1 x 24,5 cm Instalación de nueve Lápiz sobre papel Rotring sobre papel
Colección Museo del fotografías digitales. 50 x 70 cm 10 x 35,5 cm
Dibujo y la Ilustración Postproducción: Colección del artista Colección del artista
Débora Tenenbaum
24 x 30 cm c/u S/T, [Culpa de nada].
Colección Club del Publicado en la 1° edición
Dibujo, Barcelona de Mafalda 5, 1969
Rotring sobre papel
10 x 35,5 cm
Colección del artista
58
S/T, [¿Tigüeña nenito?]. JUAN MACÍAS 13,5 x 20 cm Fotografía B/N
Publicado en la 1° Colección del artista 110 x 110 cm
edición de Mafalda 7, Mar del Plata, 1908 Colección del artista
1971 Tinta sobre papel S/T, 2001
Rotring sobre papel 72 x 116 cm Trama de etiquetas de Piedras entre Punta
10 x 35,5 cm Colección Museo del Coca Cola Iglesias y La Perla, 2000
Colección del artista Dibujo y la Ilustración 25 x 300 cm Fotografía color
Colección del artista 110 x 110 cm
S/T, [Médico]. Colección del artista
Publicado en la 1° LILIANA MARESCA S/T, 2002
edición de Mafalda 7, Trama de etiquetas de Piedras Punta Iglesias,
1971 Recuerdo de Mar del Coca Cola light 2000
Rotring sobre papel Plata, 1991 25 x 300 cm Fotografía color
10 x 35,5 cm Objeto encontrado e Colección del artista 110 x 110 cm
Colección del artista intervenido Colección del artista
5 x 27 x 12 cm
S/T, [Libertad]. Colección particular LINO PALACIO
Publicado en la 1° LEÓN POCH
edición de Mafalda 7, S/T, [Tapa de la revista
1971 LUIS MARZORATTI Billiken], 1949 S/T, [A Córdoba]. 1946
Rotring sobre papel Acuarela y tinta sobre Tinta sobre papel
10 x 35,5 cm Los códigos del sol # 19, papel 22 x 30 cm
Colección del artista 2007 37,5 x 29,5 cm Publicado en Patoruzú
Acrílico sobre tela Colección Juan Manuel nº 441
S/T, [Helado]. 90 x 130 cm Palacio Colección Museo del
Publicado en la 1° Colección Galería La Dibujo y la Ilustración
edición de Mafalda 8, Estrella del Sud
1972 ALEJANDRO PERAL
Rotring sobre papel MARIEL POLINOTTO
10 x 35,5 cm LAURA MESSING Aroma de recuerdo,
Colección del artista 2004/2005 De la serie Ondinas
La playa, 2007 Fotografía directa. urbanas, 2000
S/T, [Una chica sexy]. Fotografía impresa en Gelatina de plata Instalación de doce
Publicado en la 1° Durst Lambda 35 x 120 cm dibujos.
edición de Mafalda 9, 130,6 x 180 cm Colección del artista Lápiz color sobre papel
1973 Colección del artista 66 x 182 cm
Rotring sobre papel Colección del artista
10 x 35,5 cm ATAÚLFO PÉREZ
Colección del artista JORGE MIÑO AZNAR
DANTE QUINTERNO
S/T, [Desde estas De la serie Fichitas, Piedras Piletas Punta
hermosas playas]. 2007 Iglesias, Don Fermín, 1930
Publicado en la 1° Cuatro fotografías en de la serie Mar del Plata Tinta sobre papel
edición de Mafalda 9, lenticular ¿Infierno o paraíso?, 63,5 x 49,8 cm
1973 60 x 80 cm c/u 1985 Publicado en revista
Rotring sobre papel Colección particular Fotografía B/N Mundo Argentino
10 x 35,5 cm 110 x 110 cm Colección Museo del
Colección del artista Colección del artista Dibujo y la Ilustración
DANIEL OBERTI
Rambla entre lobos S/T, [Isidoro pierde], 1953
S/T, 2001 marinos, Tinta sobre papel
Aluminio de latas de la serie Mar del Plata 20 x 19 cm
de Coca Cola sobre ¿Infierno o paraíso?, Publicado en Patoruzú
fibrofácil 2000 Nº 801
59
Colección Museo del 35 x 33,2 cm DANIEL SANTORO Publicado en Revista
Dibujo y la Ilustración Colección Museo del Viva, Clarín, 18 de enero
Dibujo y la Ilustración Naufragio frente a las de 1998
S/T, [Km. 350], 1952 costas de Chapadmalal, Collage
Tinta sobre papel 2006 Medidas variables
23,5 x 16,5 cm EMILIO REATO Óleo sobre tela Colección del artista
Publicado en Patoruzú 170 x 140 cm
Nº 752 El ojo, 2006 Colección particular Yo, Matías. Publicado
Colección Museo del Panóptico. Técnica mixta en Clarín, 20 de febrero
Dibujo y la Ilustración sobre tablero S/T, [Afiche 22º Festival de 2001
70 x 140 Ø cm Internacional de Cine de Tinta sobre papel
S/T, [Nadando en plata], Colección del artista Mar del Plata], 2007 15,2 x 35 cm
1948 Témpera sobre papel Colección del artista
Tinta sobre papel Horizonte, 2004 70 x 52 cm
21,3 x 17 cm Panóptico. Técnica mixta Colección del artista Yo, Matías. Publicado
Publicado en Patoruzú sobre tablero entelado en Clarín, 28 de enero
Nº 590 55 x 190 Ø cm de 2001
Colección Museo del Colección del artista FERNANDO SENDRA Tinta sobre papel
Dibujo y la Ilustración 14,2 x 35 cm
Suricata y Mickey, 2004 Diccionario de las Colección del artista
S/T, [Patacones], 1951 Técnica mixta sobre vacaciones,
Tinta sobre papel arpillera El ombligo observador. Yo, Matías. Publicado
20,4 x 16,6 cm 150 x 183 cm El diario de Matías. en Clarín, 24 de febrero
Publicado en Patoruzú Colección del artista Publicado en Revista de 2001
Nº 700 Viva, Clarín, 13 de Tinta sobre papel
Colección Museo del febrero de 2000 14 x 35 cm
Dibujo y la Ilustración YAMANDÚ Collage Colección del artista
RODRÍGUEZ Medidas variables
S/T, [Patoruzú gana], Colección del artista Yo, Matías. Publicado
1954 S/T, 2001/2002 en Clarín, 8 de enero
Tinta sobre papel Video, 15 clips en loop Estamos en Mar del de 2003
23,8 x 16,8 cm de 10´ Plata, Tinta sobre papel
Publicado en Patoruzú Colección del artista El ombligo observador. 16,7 x 35 cm
Nº 844 El diario de Matías. Colección del artista
Colección Museo del Publicado en Revista
Dibujo y la Ilustración JOSÉ LUIS SALINAS Viva, Clarín, 12 de enero
de 2003 ANDRÉS TORO
S/T, [Tren a Mar del Ellos, 1948 Collage
Plata], 1948 Tinta y lápiz sobre papel Medidas variables Bañista, 2003
Tinta sobre papel 29 x 46 cm Colección del artista Ensamble de elementos
24,2 x 18,5 cm Publicado en Patoruzú encontrados
Publicado en Patoruzú Nº 590 ¡Más vacaciones!, con Cecilia Costantini
Nº 591 Colección Museo del El ombligo observador. en las playas desde
Colección Museo del Dibujo y la Ilustración El diario de Matías. Villa Gesell hasta
Dibujo y la Ilustración Publicado en Revista Mar Azul
Ellos, 1955 Viva, Clarín, 20 de 14 x 24 x 8 cm
S/T, [Tapa de la revista Tinta y lápiz sobre papel febrero de 2000 Colección del artista
Patoruzito Nº 377], 1953 34 x 48 cm Collage
Tinta y témpera sobre Publicado en Patoruzú Medidas variables Cadáver exquisito, 2003
papel Nº 903 Colección del artista Ensamble de elementos
Lápiz: Tulio Lovato Colección Museo del encontrados con Cecilia
Tinta: Jaime Romeu Dibujo y la Ilustración El ombligo de vacaciones, Costantini en las playas
Témpera: Guillermo El ombligo observador. desde Villa Gesell hasta
Roux El diario de Matías. Mar Azul
60
18 x 36 x 3 cm Claromecó, 2007 # 9, Caras y caretas, Año VII, n° 65-66,
Colección del artista 2007 Año XXVIII, n° 1420, Enero- Febrero de 1949
Fotografía C-print 19 de diciembre de 1925
Naufragio o Velero, 2003 60 x 120 cm Mundo Argentino.
Ensamble de elementos Colección del artista Cine Argentino, La revista para toda
encontrados con Cecilia Año III, n° 93, la República,
Costantini en las playas Mar del Plata, 1998 15 de febrero de 1940 Año XLI, nª 2127,
desde Villa Gesell hasta Copia gelatina bromuro 21 de noviembre de 1951
Mar Azul de plata Chabela, Año XLIII, nª 2193,
15 x 12 x 9 cm 47 x 47 cm Año XX, n° 230, 25 de febrero de 1953
Colección del artista Colección del artista febrero de 1955 Año XLII, nª 2136,
23 de enero de 1952
Pelíkano, 2003 Fray Mocho, Año XLIII, nª 2187,
Ensamble de elementos CHACHI VERONA Algunos apuntes de 14 de enero de 1953
encontrados con Cecilia Mar del Plata tomados Año XLIII, nª 2189,
Costantini en las playas Aferrado a una tormenta, del natural por Mario 28 de enero de 1953
desde Villa Gesell hasta 2007 Zavattaro, ca. 1915 Año XLIII, nª 2190,
Mar Azul Masilla epoxi, ensamble Colección Museo del 4 de febrero de 1953
10 x 8 x 3 cm de objetos industriales Dibujo y la Ilustración Año XLVI, nª 2398,
Colección del artista y esmalte sintético 13 de febrero de 1957
50 x 41 x 30 cm El Hogar,
Souvenir, 2003 Colección del artista Año XX, n° 789, Mundo Peronista,
Ensamble de elementos 28 de noviembre de 1924 Año III, n° 50, 15 de
encontrados con Cecilia Las olas y el viento, 2008 Año XX, n° 790, septiembre de 1953
Costantini en las playas Dibujo plotteado sobre 5 de diciembre de 1924
desde Villa Gesell hasta vinilo Año XX, n° 791, Maribel,
Mar Azul 150 x 180 cm 12 de diciembre de 1924 Año XXX / XXXI, n° 1506,
14 x 5 x 7 cm Colección del artista Año XX, n° 792, 2 de enero de 1962
Colección del artista 19 de diciembre de 1924 Año XXX / XXXI, n° 1514,
Viaje en auto a La Perla, Año XX, n° 793, 27 de febrero de 1962
Veraneante, 2003 2008 26 de diciembre de 1924
Ensamble de elementos Chapa, madera, PBT. Alegre, política,
encontrados con Cecilia ensamble de objetos Gente y la Actualidad, deportiva,
Costantini en las playas industriales y esmalte Año 8, n° 448, Año 20, n° 904,
desde Villa Gesell hasta sintético 21 de febrero de 1974 15 de enero de 1954
Mar Azul 40 x 83 x 60 cm
17 x 14 x 9 cm Colección del artista Gente, PBT. Semanario ilustrado
Colección del artista Año 21, n° 1175, (Para niños de 8 a 80
28 de enero de 1988 años),
DOCUMENTACIÓN Año 25, n° 1388, Año XI, n° 477,
JUAN TRAVNIK GRÁFICA 27 de febrero de 1992 17 de enero de 1914
Año 27, n° 1440,
Claromecó 2007 # 5, Revistas 25 de febrero de 1993 Plus Ultra,
2007 Febrero de 1923
Fotografía C-print Antena TV, Humor,
60 x 120 cm Año XVIII, n° 1494, n° 391, Enero de 1994 Radiolandia. Tevelandia,
Colección del artista 29 de diciembre de 1959 n° 443, Enero de 1995 Año XXVI, n° 1652,
Año XXXIV, n° 1763, n° 495, Enero de 1997 22 de enero de 1960
Claromecó 2007 # 8, 23 de febrero de 1965 Año XXXVI, n° 1754,
2007 Año XXXV, n° 1809, Lyra. 5 de enero de 1962
Fotografía C-print 11 de enero de 1966 Música. Teatro.Artes. Año XXXVI, n° 1856,
60 x 120 cm Cine, 19 de enero de 1962
Colección del artista Año V, n° 43-44, Año XXXVI, n° 1866,
Marzo-Abril de 1947 28 de febrero de 1964
61
Año XXXVI, n° 1912, Colección Museo del Veranee en el Sud, Provincial, Mar del Plata,
22 de enero de 1965 Dibujo y la Ilustración Zona de las atracciones ca. 1950
múltiples,
Rico Tipo, Inauguración del Ferrocarril Sud, Playa Bristol y Casino,
Año XXVII, n° 1347, Balneario Ostende, La Nación, pág. 11, Mar del Plata,
10 de marzo de 1971 Empresa del Balneario 29 de octubre de 1944 11 de enero de 1944
Año XXVII, n° 1348, Ostende, La Nación, Colección Museo del
17 de marzo de 1971 25 de mayo de 1913 Dibujo y la Ilustración Playa Bristol,
Año XXIX, n° 1442, Colección Museo del Mar del Plata,
3 de enero de 1973 Dibujo y la Ilustración 16 de enero de 1952
Año XXIX, n° 1444, Tarjetas postales
17 de enero de 1973 Lugares ideales Playa Chica,
Año XXIX, n° 1445, para veranear, Cabo Corrientes, Mar del Mar del Plata,
24 de enero de 1973 Ferrocarril Sud, Plata, Enero de 1937 9 de enero de 1935
Año XXIX, n° 1446, La Nación, s/d.
31 de enero de 1973 Colección Museo del Casa de la Empleada, Playa Grande,
Año XXIX, n° 1449, Dibujo y la Ilustración Mar del Plata, ca. 1954 Mar del Plata,
21 de febrero de 1973 19 de febrero de 1940
Mar del Plata lo tiene Casino, Mar del Plata,
Satiricón, todo... ¡A un paso!, ca. 1950 Playa y Rambla Bristol,
Año 2, n° 15, Asociación de Hoteles Mar del Plata, ca. 1935
febrero de 1974 de Mar del Plata, Dársena de pescadores
La Nación, pág. 17, en el puerto, Mar del Rambla Casino,
Siete Días Ilustrados, 19 de diciembre de 1943 Plata, 10 de marzo de Mar del Plata,
Año 4, n° 196, Colección Museo del 1941 4 de febrero de 1947
del 15 al 21 de febrero Dibujo y la Ilustración
de 1971 Faro Punta Mogotes y Rambla y Playa Bristol,
Año VI, n° 299, Para la playa, Colonia de Vacaciones Mar del Plata, ca. 1935
del 5 al 11 de febrero La Mondiale, Cnel. De Marina Tomás
de 1973 La Nación, pág. 22, Espora, Mar del San Bernardo,
6 de enero de 1912 Plata, 22 de marzo de 8 de enero de 1979
Somos, Colección Museo del 1957
Año 7, n° 330, Dibujo y la Ilustración Villa Gesell,
14 de enero de 1983 Gruta de Nuestra 5 de noviembre de 1988
Para la temporada Señora de Lourdes,
Tapas de la revista de baños, Mar del Plata,
Billiken, Gath & Chaves, 9 de febrero de 1948 Otros
Años 1943, 1948, 1949 La Nación, pág. 28,
25 de noviembre de 1910 Juegos infantiles en la Estampilla República
Colección Museo del playa Municipal, Mar del Argentina de 100 pesos
Publicidades Dibujo y la Ilustración Plata, 2 de enero de 1937 Casa de Moneda,
edición 1977, sobre obra
Almanaque Alpargatas, Proyecto Atlantic City, Mar del Plata, de Orlando Pierri,
1947, sobre obras s/d 12 de enero de 1966 Escultura del bañista
de Luis Medrano. Colección Museo del desconocido, 1939
Tren de excursión, Dibujo y la Ilustración Paseo General Paz, Colección particular
mes de Marzo. Mar del Plata,
No va más, Santa Clara del Mar. 12 de enero de 1935
mes de Diciembre. Futura gran Ciudad
[Mapa], ca. 1956 Pinamar, 18 de enero
Artículos para baño, Balnearia Argentina. de 1978
Gath & Chaves, Cia. Gral. de Tierras S.R.L.
La Nación, pág. 18, Colección particular Playa Bristol.
12 de diciembre de 1907 Al fondo Casino y Hotel
62
FOTOGRAFÍA Ermis, s/d, 1943 Fundación [Conjunto de souvenirs],
Fotito, 1941 Forner-Bigatti Recuerdos de
Debido a que las Freitas, 1930 Claromecó
personas retratadas son Freitas e Hijo, 1920, s/d Leonardo, 1957-58 ca. 1985
anónimas se indica una Guden, 1945, 1947, 1949 Muñeca sirena,
referencia por Colección, Johnson, 1945 ancla del tiempo
Casa Fotográfica y año Jorge, 1946 OBJETOS y objeto decorativo
de realización. Mandri, 1929, ca. 1930, de caracoles
1936 Medidas variables
[Alhajero]. Recuerdo de
Mazer, 1926, 1928, ca. Colección Juan Travnik
Mar del Plata,
Archivo Museo 1930
ca. 1930
Histórico Municipal Mikey, 1938 [Juegos]. Recuerdos de
Caracoles y bivalvos
“Roberto T. Barili” Ocean, 1941 Mar del Plata, ca. 1950
ø 10 cm
Pagnotta, 1935, 1939 Dos cajas de madera
Colección particular
Explanada sur, ca. 1965 Paris, 1947 pintadas
Extremo norte de la Real, 1944, 1952 ø 13 cm c/u
[Alhajeros]. Recuerdos
Rambla de Bristol, ca. Royal, 1954, 1957, 1961 Colección Fabiola Baliña
de Mar del Plata,
1915 Samar, 1962
ca. 1920
Playa Bristol y Rambla Universal, s/d [Lapiceras mágicas].
Vidrio, bronce, y tela con
Pellegrini, 1905 Witcomb, 1920 Recuerdos de Mar del
fotografías retocadas e
Playa Bristol, ca. 1915, Plata, ca. 1970
incrustaciones de nácar
1920 Cuatro lapiceras con
7 x 7 x 7 cm
Playa Chica, 1920, 1960, Colección Daniel Oberti fotografías
7 x 10 x 7 cm
1970 14 cm c/u
7 x 10 x 6,5 cm
Playa de los Ingleses, A. Bonnin, 1926 Colección Xil Buffone
Colección particular
1920, 1930 Asus, 1925 1926
Playa Grande, 1925, Carboniari, 1944 [Mate]. Recuerdo de Mar
[Banda de ranas].
1930, 1938, 1960 Carosella, 1938 del Plata, 1985
Recuerdo de Mar del
Playa La Perla, 1920, Di Leo, 1924 Mate de porcelana
Plata, ca. 1990
ca. 1925 Gonos, ca. 1920 10 x ø 5,5 cm
Caracoles, bivalvos, tela,
Playa sin identificar, ca. Iris, ca. 1920 Colección Xil Buffone
hilo y mimbre
1965 Mandri, 1926, 1927,
8 x 7 x 8 cm
Playas del Faro, 1968 1928, 1930, 1936 [Piedras]. 1959/1980
Colección particular
Punta Iglesia, 1958 Mazer, 1924, 1928, 1929 Calizas de Miramar
Punta Piedras, ca. 1912, Villalobos, ca. 1920, 1921 pintadas por Raquel
[Caracol]. Recuerdo de
1913 Witcomb, 1927 Forner
Mar del Plata, ca. 1980
Rambla Bristol, 1913 Medidas variables
Caracol, bivalvos,
Colección Fundación
plástico y cobre
Colección particular Forner-Bigatti
12 x 9 x 8 cm
Colección Abel Alexander Colección particular
Arias, 1949 [Plumas]. Recuerdos de
Aris, 1940, 1945 Bonnin, 1930, 1931,1932, Mar del Plata, ca. 1930
[Conjunto de souvenirs],
Asus, 1928 1935, 1938 reproducidas Dos lapiceras a pluma
1997/2008
Atenas, 1949 en Caras y Caretas de metal con mango
Tormentas de nieve,
Aviador Cattaneo, 1927 Carboni, 1955 de nácar
figuras del tiempo,
Bixio y Merlino, 1921 Chiclana, 1948 21 cm c/u
animales y objetos
Bristol, 1960 Gud, 1956 Colección particular
decorativos de
Carboni, 1945 Luminton, 1957
caracoles y cerámica
Carboniari, 1941 Mandri, ca. 1920
Medidas variables
Chiclana, 1939, 1952, Mar y Sol, 1950
Colección particular
1962 Martes & Fiorellis, 1953
Conde, s/d Mazer, 1944
Damiano, 1941 Real, 1954
Toledo, 1941
63
MATERIAL Los veraneantes en el Comandos azules Mar del Plata me mata
AUDIOVISUAL cine argentino (Emilio Vieyra, 1980) Intérpete:
Investigación y edición: Safari
Momentos
Primeras décadas Miguel Monforte Letra y música:
(María Luisa Bemberg,
del siglo XX y Julio Neveleff Francis Smith
1981)
Investigación y edición: Duración: 56’
Miguel Monforte Mirame la palomita Me largo a Mar del Plata
y Julio Neveleff Fragmentos de films: (Enrique Carreras, 1985) Intérprete:
Duración: 7’ Carlitos Balá
Encadenado Los bañeros más locos del Letra:
(Enrique de Rosas, mundo Carlos Balá
Fragmentos de films:
1940) (Carlos Galettini, 1987) Música: s/d
Pescadores en la playa
Los celos de Cándida El desvío
(Cinematografía Tu nombre en la arena
(Luis Bayón Herrera, (Horacio Maldonado,
Max Glücksmann, 1909) Intérprete:
1940) 1998)
Carlos Barocela
Inauguración de la
El astro del tango Silvia Prieto Letra y música:
Rambla (Cinematografía
(Luis Bayón Herrera, (Martín Rejtman, 1999) Carlos Barocela
Max Glücksmann, 1913)
1940) Rodrigo. La película
Temporal en la playa Villa dormida
El pijama de Adán (Juan Pablo Laplace,
(Cinematografía Max Intérprete:
(Francisco Mugica, 2001)
Glücksmann, s/d) Carlos Barocela.
1942) Letra y música:
El astro del tango
El muerto falta a la cita Fragmentos de música: Carlos Barocela
(Luis Bayón Herrera,
1940) (Pierre Chenal, 1944)
A Mar del Plata me
Los celos de Cándida Veraneo en Mar del Plata quiero ir / La tranquera
(Luis Bayón Herrera, (Julio Saraceni, 1954) Intérprete:
1940) Carlos Gardel
Cuando calienta el sol
Letra y música:
Stella Maris (Homero (Julio Saraceni, 1963)
Pancho Laguna
Cárpena, 1953) Los inconstantes (Francisco Lomuto)
Cuarenta años de novios (Rodolfo Kuhn, 1963)
(Enrique Carreras, 1964) El bikini a lunares
Tres alcobas
amarillo diminuto
(Enrique Carreras, 1964)
Intérprete:
El turismo popular Un italiano en la Argentina Viuda e Hijas de Roque
Investigación y edición: (Dino Risi, 1965) Enroll
Miguel Monforte Letra y música:
y Julio Neveleff Fuiste mía un verano Paul Vance y Lee
Duración: 5’ (Eduardo Calcagno, Pockriss
1969)
Fragmentos de films: En una playa junto
El veraneo de los
Campanelli al mar
Argentina al día, N° 29 Intérprete:
(Enrique Carreras, 1971)
Noticiero Panamericano, Donald
N° 568 y 799 El deseo de vivir Letra y música:
Sucesos Argentinos, (Julio Saraceni, 1973) Donald McCluskey
N° 790
Esta es mi Argentina
Sucesos de las Américas, Tiritando
(Leo Fleider, 1974)
N° 3, 45 y 192 Intérprete:
Veraneo en Mar del Plata Los superagentes y el Donald
(Julio Saraceni, 1954) tesoro maldito Letra y música:
(Adrián Quiroga, 1978) Donald McCluskey
64
créditos fotográficos
de obras reproducidas
65
Las perlas del Atlántico / Nadina Maggi ... [et.al.]. -
1a ed. - Buenos Aires : Fund. OSDE, 2008.
64 p. ; 22x15 cm.
ISBN 978-987-9358-34-4