QUIÉNES ERAN LOS MAESTROS EN EL PUEBLO DE ISRAEL
Maestros en Israel – Laicos Competentes
La relación maestro – discípulo en Israel era muy distinta de lo que hoy día nosotros estamos
acostumbrados. No se trataba de profesores que repitieran lecciones aprendidas o trasmitieran
el fruto de sus investigaciones, sino que eran laicos competentes que enseñaban a los demás
cómo encontrar y cumplir la voluntad de Dios. Eran estudiosos de la Ley que enseñaban a vivir
de acuerdo a su interpretación del plan divino. Facilitaban hablar el sentido de la existencia y la
forma de cumplir la propia la propia vocación.
Así el Maestro llegaba a ser más importante que el mismo padre. Para un Hebrero era mucho
más fundamental saber vivir que vivir y por tanto el maestro tenía prioridad sobre el mismo
padre.
Escuela de discípulos
Las escuelas de Hillel o Shamái no contaban con una academia o un instituto, sino que su
propio estilo de vida era lo que enseñaba. Su autoridad no se basaba en títulos o estudios,
sino en la vida que llevaban. Esto era lo que llamaba la atención e invitaba a otros a seguirlos
e imitarlos. Su ejemplo era más elocuente que sus palabras. Por eso los discípulos tenían que
convivir con sus maestros, ya que, observándolo, era como aprendían a vivir. De esta manera
se formaba una familia al rededor del maestro. Mc 3, 13 y 14 “Después subió al monte, y
llamó así a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuvieran con
él, para enviarlos a predicar”.
JESÚS EL MAESTRO
Jesús aparece en el escenario religioso de su tiempo como uno más de estos maestros de
Israel por tanto, viene a enseñar a vivir. Por eso acepta ser llamado “Rabí” – Maestro – y se
rodeo de unos seguidores para enseñarles a vivir de la misma manera que él lo hace.
En los Evangelios aparece 48 veces el término maestro (didáskalos, Griego), aparte de las 15
veces (Rabí, Hebrero) y las 2 ocasiones en que se presenta (Rabbuní, Arameo). En todas
estas ocasiones se nos ofrecen distintos valores para delinear el perfil de Jesús como Maestro.
Ejemplos en la Biblia Católica:
Rabí, Hebreo.
Mateo 26,49 “Entonces preguntó Judas, el que le iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabí? Dijo
Jesús: Tú lo has dicho”. Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: “!Salve, Rabí!”, y le
dio un beso”.
Raboni, Arameo: Se encuentra en Juan 20,15
“Jesús le dijo: ¡María! Volviendose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir maestro)” por María
Magdalena, donde se interpreta como didáskalos: “Raboni” – Maestro.
JESÚS UN MAESTRO ÚNICO
Maestro, es uno de los pocos títulos que Jesús se atribuye a sí mismo (Jn 13,13). “Vosotros
me llamaís Maestro, y Señor; y decís bien, porque yo lo soy”.
Sin embargo, Jesús se distingue de todos los otros maestros por algunas características que lo
hacen único:
En aquel tiempo los discípulos tenían derecho a seleccionar al maestro que más les
convenciera. En el cas de Jesús, no fue así. Él mismo escoge personalmente a cada
uno de sus seguidores (Jn 15,16) “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os
elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca para que todo lo pidieres al padre en mi nombre, él os lo dé”.
El discipulado era tomado como una etapa temporal. Los discípulos de Jesús lo siguen
por toda la vida y no les está permitido volver atrás (Lc 9,62), “Y Jesús dijo: Ninguno
que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de
Dios”.
Los discípulos entraban al servicio del maestro casi de la misma forma que un esclavo
servía a su amo. Jesús, por su parte, no los llamaba siervos, sino amigos (Jn 15,15),
“Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os
he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi PADRE, os las he dado a
conocer”.
Los niños y las mujeres no eran considerados aptos para el discipulado. Sin embargo,
Jesús pide que los niños se acerquen a él (Mc 10,14 “Viéndolo Jesús, se indignó, y
les dijo: Dejad a los niños venir a mi y no se lo impidáis; porque de los tales es el
reino de Dios”. Un grupo de mujeres lo siguen para aprender a vivir su vida (Lc 8,3).
“Juana, mujer de Cuzas intendente de Herodes y Susana, y otras muchas que le
servían de sus bienes”.
Los seguidores de un ilustre maestro gozaban de fama y autoridad ante el pueblo.
EL DISCÍPULO
Así como no cualquiera era considerado maestro, tampoco todos podían ser discípulos. El
sistema del discipulado exigía ciertas características y renuncias que no todo mundo podía
satisfacer. Hasta que un joven judío celebraba su Bar Mizbah (hijo del precepto) a los trece
años, se hacía apto para comenzar el itinerario del discipulado.
El discipulado era un privilegio y una responsabilidad que abarcaba todos los aspectos de la
vida, y que por tanto exigía disponibilidad plena para dejarse moldear por el maestro.
El discipulado era un sistema que buscaba trasmitir sabiduría para saber vivir bien. Gracias a él
se mantenía viva la fuente de vivencias de Israel. Como el maestro comunicaba ante todo
experiencias, y éstas de por sí son intransferibles, entonces se buscaba llevar a los discípulos a
que ellos tuvieran sus propias experiencias.
El discípulo era prácticamente como un esclavo. A cambio de la enseñanza que recibía,
prestaba servicio en todas las necesidades de su maestro. Lo único que lo distinguía de un
esclavo, era que no estaba obligado a lavar los pies de su maestro. En todo lo demás, no había
mucha diferencia. La meta de todo discípulo era llegar a ser como su maestro.
“Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de
familia llamaron Belzehú, ¿cuánto más a los de su casa?” Mt 10, 25.
En el Nuevo testamento aparece 262 veces la palabra discípulo (Mathetés). Es decir, tenemos
gran variedad de datos evangélicos para delinear a aquel que busca llegar a ser como su
maestro, reproduciendo sus criterios, acciones y misión. Si con una sola frase quisiéramos
definir el perfil del discípulo, sería: “Es como su maestro”.
Aplicaba la jerarquía de valores de su maestro a la vida moral, laboral, familiar, religiosa,
económica, social y política.
El discípulo ora y perdona como su maestro. Gasta el tiempo y divierte de acuerdo al modelo
de su maestro. Piensa, vive y muere como su maestro.
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Los Maestros
Los MAESTROS eran los escribas, quienes traducían los textos sagrados del hebreo al
arameo (lengua hablada en Babilonia), los exponían, los interpretaban y los explicaban, para
posibilitar su cumplimiento. Al regresar a Palestina, las sinagogas se multiplicaron, al punto de
haber ciudades que contaban con varias de ellas.
Pasajes como la primera línea del prólogo de Eclesiástico, «La ley, los profetas y los demás
libros que fueron escritos después, nos han trasmitido muchas y grandes enseñanzas. Por eso
hay que felicitar al pueblo de Israel por su instrucción y sabiduría», indican que la educación
israelita era altamente valorada al final del período bíblico (siglo II a. C.). Sin embargo, aunque
la Biblia hebrea, o Antiguo Testamento, es la principal fuente de información sobre educación
en el antiguo Israel, esta no presenta ninguna descripción sistemática de la educación.
OTRAS DIFERENCIAS ENTRE JESÚS MAESTRO Y LOS
RABINOS
En los evangelios se da a Jesús el atributo de Rabbí o maestro. Sin embargo, en algunos
pasajes se cuestiona su autoridad porque no se le conoce maestro que le hubiera instruido.
Los rabinos y en general los judíos no enseñaban las escrituras a las mujeres,
a diferencia de Jesús, no tenían discípulas.
Rabino en el Judaísmo quiere decir maestro o, "el grande", "distinguido". Esta expresión ha venido
usándose como título de respeto gradualmente. Hoy, un rabino es un maestro experto en la Ley
Judía y en la interpretación de la Torah. También se aplica este término al jefe espiritual de una
sinagoga.
Jesús de Nazaret como Rabino
En los evangelios se da a Jesús el titulo atributo de Rabbí o Maestro. Sin embargo, en algunos
pasajes se cuestiona su autoridad porque no se le conoce maestro que le hubiera instruido. Jesús
elegía a sus discípulos, mientras que los rabinos eran elegidos por sus discípulos. Los rabinos
solían establecer su escuela en una ciudad, no eran itinerantes como Jesús. Los rabinos y en
general los judíos no enseñaban las escrituras a las mujeres, a diferencia de Jesús, no tenían
discípulas.
LOS MAESTROS DEL JUDAÍSMO
El judaísmo considera que: "Así como uno debe honrar y temer a su padre, también
está obligado a honrar a su maestro, incluso más que al propio padre. Porque si bien
éste lo ha traído al mundo, al enseñarle es el maestro el que lo introduce al mundo por
venir".
Hilel
Hilel, llamado Hilel el Anciano y más conocido como Hilel el Sabio (h. 110 a. C.-10 d. C.), fue
un eminente rabino y maestro judío, el primer erudito que sistematizó la interpretación de
la Torá escrita.
Entre estas sectas, la más influyente era la de los fariseos que tuvo como jefe a Hillel, fundador
de la célebre escuela, en la que se enseñaba que la fe solo se debía a las escrituras.
Los rabinos son los líderes de la colectividad judía. Se trata de maestros que, gracias a sus
estudios, se encargan de la interpretación de los textos considerados sagrados por esta
comunidad. Un rabino, por lo tanto, es una autoridad judía.
Sabemos que la Biblia Hebrea en ningún momento menciona a los Rabinos y por eso uno
podría tranquilamente preguntarse ¿dónde y cuándo surgieron los primeros rabinos de la
historia? ¿Por qué y para qué surgieron?
Las raíces
Los primeros Rabinos de la historia fueron los que configuraron el judaísmo que nosotros hoy
conocemos basándose y continuando las enseñanzas de los fariseos (Los fariseos fueron una
especie de partido político-religioso en el antiguo Israel alrededor del momento en que Jesús
nació. Hoy los consideramos “liberales” en el sentido que creían que el texto de la Biblia debía
ser interpretado y no necesariamente entendido literalmente.)
Por su puesto que los primeros Rabinos no llamaban a su propia tradición como rabínica
puesto que el título “Rabino” no existía aún (recuerden que Hillel era llamado “el anciano”
indicando «el sabio»). Pero eventualmente los fariseos desaparecieron o mutaron hacia los
primeros Rabinos. Y cuando esto sucedió, a lo largo de los siglos siguientes este grupo de
Rabinos adoptó títulos diferentes definidos por distintos tiempos y lugares.
Es importante resaltar aquí a los saduceos, la visión negativa de los fariseos, quienes sí
aparecen en la Biblia en algunos fragmentos del Nuevo Testamento. Por ejemplo;
Caifás (Joseph Caiaphas) quien fue un sumo sacerdote contemporáneo de Jesús. Es citado
varias veces en el Nuevo Testamento (Mt 26,3; 26,57; Lc 3,2; 11,49; 18,13-14; Jn 18,24.28;
Hch 4,6). Fue un sumo sacerdote judío, de la secta de los saduceos. Fue uno de los líderes de
la conspiración que logró la condena a muerte de Jesús de Nazaret y considerado un Maestro.
LAS ENSEÑANZAS DE JUAN PABLO II
El abordaje de la formación integral del ser humano es constante durante su vida y se puede
notar en sus reflexiones publicadas a lo largo de su ministerio como Papa. Durante su misión
apostólica supo plasmar el interés particular en la educación del pueblo de Dios.
Pero para ello, su principal interés y preocupación era comunicar a Cristo de manera sencilla a
todos los hombres, como parte de su misión religiosa y la acción de la Iglesia misma, que él
representaba.
Es a través de la palabra, las lecturas Bíblicas y la transmisión del mensaje Divino que el Papa
Juan Pablo II nos invitaba a comunicar el ejemplo de Jesús. Exhortaba a servir a los hombres y
contribuir a su humanización por medio del Evangelio, centrados en el amor y la caridad,
porque el desafío para él, siempre fue educar para amar. Por eso se enfocó en transferir las
enseñanzas de Jesús el maestro y educador, a través de la práctica fundamental de la Iglesia,
que consiste en transmitir el mensaje para edificar el cuerpo de Cristo en cada uno de los fieles
del pueblo de Dios.
El verdadero Maestro es Cristo
Para Karol Wojtyla fue definitivo su encuentro con Cristo para decidirse a seguir sus huellas
como apóstol y discípulo durante toda su vida terrena. La imagen de Cristo que enseña se
había impreso en la mente de los Doce y de los primeros discípulos, y la consigna “Id y haced
discípulos a todas las gentes” orientó toda su vida. La Exhortación Apostólica está un apartado
tan significativo y bello de la imagen de Jesús como educador, quien por medio de sencillos
gestos y palabras se acercaba a las personas para ofrecer un mensaje de esperanza relativo al
reino de Dios.
Juan Pablo II como conocedor de la Sagrada Escritura estimulaba a los ministros ordenados y
laicos para que se mostraran como instrumentos comprometidos con la formación del pueblo
de Dios cualquiera fuera su responsabilidad dentro de la Iglesia.
“Unidos entre sí y con los alumnos por la caridad, y llenos del espíritu apostólico, den
testimonio, tanto con su vida como con su doctrina, del único Maestro Cristo.”
La enseñanza escrita dejada por Juan Pablo II, es realmente abundante. Permanecen vivas
sus reflexiones en el corazón de los fieles católicos que nutridos por la Sagrada Escritura
supieron responder a los problemas más complejos de la realidad actual. Como hombre de fe,
guio su ministerio apostólico iluminado por la palabra de Dios.
Papa Francisco sugiere aprender de Jesucristo Maestro de
Oración
El pasado 4 de Noviembre, el Papa Francisco invitó a redescubrir en el Evangelio a Jesucristo
“como maestro de oración” y a acudir a su escuela porque allí “encontraremos la alegría y la
paz, que solamente Él nos puede dar”.
El Pontífice destacó que Jesús durante su vida pública “recurrió constantemente a la fuerza de
la oración” y relató cómo “los Evangelios nos lo muestran cuando se retira a lugares apartados
a rezar”.
De hecho, el Santo Padre reconoció que antes de ser un maestro de la iglesia católica, ha sido
un discípulo de Jesús quien nos enseña que “la oración es abandonarse en las manos del
Padre” y puso el ejemplo de Jesús en el huerto de los olivos, “con aquella angustia: ‘Padre si
es posible que esto pase … pero que se cumpla tu voluntad’. El abandono en las manos del
Padre”.
EL papa Francisco hace referencia en sus homilías a Jesús como el maestro,
el modelo a seguir de la humanidad. Por eso nos invita al encuentro personal
con el Señor, pues es la parte fundamental del seguimiento como discípulos
suyos que somos.
“Jesús, es nuestro maestro, poderoso profeta en
obras y palabras”.
Pero Jesucristo, prosiguió diciendo Francisco, no sólo enseña "de modo nuevo y con
autoridad plena", sino que al mismo tiempo “se revela poderoso también en las obras”:
“En la sinagoga de Cafarnaúm hay un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se
manifiesta gritando estas palabras: « ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?
¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». (V.24).
Este espíritu inmundo conoce el poder de Jesús y también proclama su santidad.
Jesús lo increpa diciéndole: «Cállate y sal de este hombre». (v. 25). Estas pocas
palabras de Jesús son suficientes para obtener la victoria sobre Satanás, que sale de
ese hombre « lo sacudió violentamente, y gritando en alta voz» (v. 26)”.
Cristo, nuestro Maestro y amigo
EL papa Francisco constató sucesivamente que el aquí arriba descripto, es un hecho
que “impresiona mucho a los presentes”. Todos están asustados y se preguntan:
«¿Qué es esto? [...] da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!».
“El poder de Jesús confirma la autoridad de su enseñanza. Él no pronuncia sólo
palabras, sino que actúa. Así manifiesta el plan de Dios con las palabras y con el poder
de las obras. De hecho, en el Evangelio vemos que Jesús, en su misión terrenal, revela
el amor de Dios sea con la predicación que con innumerables gestos de atención y
ayuda a los enfermos, a los necesitados, a los niños y a los pecadores”.
De este modo, Su Santidad explicó cómo en ese Evangelio nos muestran que Jesús es
nuestro Maestro, poderoso en palabras y en obras.
REFLEXIONES FINALES PROPIAS - Discípulos de Jesús
“Al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le
dijo: ‘Sígueme’. Él se levantó y lo siguió”. (Mt 9,9)
Una de las más importantes acciones de Jesús en su vida pública, que preparó la
fundación de la Iglesia, se concretó en el llamamiento, formación, entrenamiento y envío de
los discípulos.
A ellos, Jesús les dedicó lo mejor de sus energías. Los discípulos a su vez fueron
comprendiendo que no seguían a un Maestro cualquiera sino que seguían al que es el
Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6). También comprendieron que no eran ellos los que
lo habían escogido a él (Jn 6, 70) sino que la iniciativa venía de Jesús (Mc 1, 17-20), y a
través de Él era el Padre quien obraba y daba a Jesús sus discípulos (Jn 10, 29). Jesús les
enseñó que el discipulado no consistía en aprender una doctrina sino en vivir una relación
cada vez más intensa e íntima con el Maestro. Para estos seguidores de Jesús el
discipulado significó adherir a su vida, pensamientos, sentimientos y a su actuar (Mt 8, 19).
Ellos calcaron la propia conducta en la suya, escucharon atentamente sus lecciones y
conformaron la propia vida con la de este Maestro (Ga 2, 20). A su vez llegaron a
comprender que no se “graduarían” en esta escuela para luego abandonar al maestro (Mt
10, 24; 23, 8. 10), pues no podían jamás abandonar al que se había constituido para ellos
en alguien mucho mayor que el padre y la madre (Mt 10, 37; Mc 1, 18). Todo, comparado
con él, lo llegaron a considerar basura (Fil 3, 8).
Al igual que a los discípulos de los que nos hablan en los Evangelio, Jesús también nos ha
hecho el llamamiento a cada uno de nosotros a la Iglesia. Él quiere hacernos sus
discípulos, por ello el itinerario que cada uno de nosotros debemos recorrer es propiamente
el “camino del Discípulo”.
El llamado lo ha hecho Jesús desde el día de nuestro bautismo, pero hemos de retomarlo
en muchas ocasiones a lo largo de la vida bajo la luz que nos brinda la Palabra de Dios.
Así vamos aprendiendo a pisar las mismas huellas del Maestro.
Unidos en un mismo Proyecto, los discípulos de Jesús queremos profundizar cada vez más
en nuestra fe en El, renovar la adhesión personal a Él y confirmar el compromiso de
seguirlo por los caminos de la vida en una Comunidad Eclesial. Es un Proyecto que busca
afianzar nuestra identidad como creyentes en Jesús y nuestro sentido de pertenencia a la
Iglesia, que es comunidad de discípulos.
La pedagogía que Jesús utilizó para la formación de sus discípulos fue siempre fue
siempre “el encuentro” con Él a través de “sus dichos y sus hechos”. El encuentro y la
experiencia viva con Jesucristo Resucitado es camino obligado para todos los que hemos
sido llamados a ser discípulos en la Iglesia.
Apreciados Hermanos de EMAUS, el llamamiento de Jesús a un encuentro personal con
cada uno de nosotros, es el inicio de la experiencia en la fe católica. Y es necesario
renovarlo con frecuencia pues, en caso contrario, existe el peligro de la rutina y el riesgo de
que se enfrié nuestra fe. El momento que vivimos es muy propicio para que renovemos
este encuentro personal. No podemos salir del “encierro” sin un proyecto concreto de
cambiar nuestra relación con Dios, nuestro Padre. Esto puede ser una gran equivocación.
Hoy de nuevo Jesús nos llama por nuestro nombre. Respondámosle con humildad y cuanto
antes.
COMENTARIOS:
1. Excelente contenido y desarrollo del tema
2. Las conclusiones son actuales
3. Te pido que compartas tu testimonio como discípulo de Jesús y lo que ha
significado en tu vida agregando metodología dinámica y participativa en lo posible.
4. Mira la línea de continuidad: evangelizar – llamado de Jesús – relación Maestro
discípulo con el eje temático de las reuniones anteriores.
5. En rojo he resaltado las ideas más importantes y en algunas negrillas la forma
correcta del texto original.
FELICITACIONES