Cena Pascual (Forma Larga)
Cena Pascual (Forma Larga)
Antes de comenzar el séder, la señ ora de la casa enciende las velas y demá s luces festivas a la vez que
recita la bendició n:
1.1. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que nos has santificado con tus
mandamientos y nos has dado el mandamiento de encender las velas del día sagrado. Bendito
seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que nos has hecho existir y nos has permitido llegar
hasta el día de hoy.
1.2. Señ or del mundo, Dios mío y Dios de mis padres: que tu bondad venga sobre mí y los míos y
danos, a nosotros y a todo Israel, una vida larga, buena y feliz. Haz que tu presencia habite en
medio de nosotros y que yo sea digna de andar por tus caminos, fiel a tu Torá y a tus
mandamientos. Concédenos el mérito de criar hijos e hijos de hijos que sean sabios y sigan tus
mandamientos, que amen y teman a Dios y sean hombres de la verdad, una simiente santa
apegada al Señ or y a la Torá .
1.3. Escucha, por favor, la humilde plegaria que te dirijo en este momento y, por el mérito de
nuestras madres Sara y Rebeca, Lía y Raquel, protégenos de todo género de humillaciones,
dolores y preocupaciones y concede a nuestro hogar la paz y la alegría y que brille siempre en
él la luz y nunca se apague. Haz que brille tu rostro y seamos salvados. Amén.
2. KADESH
Se llena la primera copa de vino; el presidente toma la suya en la mano derecha e inicia la vigilia
entonando el kiddú sh.
2.1. He aquí las solemnidades del Señ or, las reuniones sagradas que convocaréis en las fechas
señ aladas.
2.2. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, creador del fruto de la vid.
2.3. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que nos elegiste de entre todos los pueblos,
nos elevaste de entre todas las lenguas y nos santificaste con tus mandamientos. Tú nos diste
con amor, Señ or Dios nuestro, fiestas para la alegría, solemnidades y estaciones para el
regocijo, y este día de la fiesta de los á zimos, tiempo de nuestra libertad, santa convocatoria,
memorial de la salida de Egipto. Pues tú nos elegiste de entre todos los pueblos para
santificarnos y darnos en herencia, con alegría y regocijo, las fiestas sagradas. Bendito seas tú ,
Señ or, que santificas a Israel y sus festividades.
2.4. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que nos mantienes con vida, nos sustentas
y nos permites llegar a disfrutar este día feliz.
4. KARPAS
Casa uno de los celebrantes toma una porció n de verdura y la consume tras mojarla en agua salada;
previamente se dice la bendició n.
4.1. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, creador del fruto de la tierra.
5. YAJATZ
El presidente descubre los panes á cimos, toma el pan intermedio y lo parte en dos mitades,
depositando el pedazo menor junto a los dos panes enteros. Envuelve la otra mitad en una servilleta y
la deja aparte. Retira luego del plato el hueso asado y el huevo duro y los deposita en la mesa; por
ú ltimo, toma el plato con los panes y lo eleva mientras declara solemnemente:
5.1. Este es el pan de la aflicció n que nuestros padres comieron en Egipto. Todo aquel que tenga
hambre, que pase y coma. Los necesitados, vengan a hacer Pascua con nosotros. Este añ o la
celebramos aquí: el añ o pró ximo en Israel. Este añ o somos aú n esclavos: el añ o pró ximo
seremos libres.
Deja el plato sobre la mesa y coloca en él, de nuevo, el hueso asado y el huevo duro; luego cubre los
panes. Se llena la segunda copa de vino y el presidente aparta a un lado el plato: es el momento de las
preguntas de los niñ os, que formula el má s pequeñ o.
5.2. ¿Por qué esta noche es diferente de todas las otras noches? Todas las otras noches comemos
pan levado o pan á cimo: ¿por qué esta noche só lo comemos pan á cimo? Todas las otras noches
comemos cualquier clase de hierbas: ¿por qué esta noche só lo comemos hierbas amargas?
Todas las otras noches no mojamos las hierbas ni una sola vez: ¿por qué esta noche las
mojamos dos veces? Todas las otras noches comemos sentados o recostados: ¿por qué esta
noche todos comemos recostados?
El presidente vuelve a colocar el plato en el lugar preferente, descubre nuevamente los panes y
comienza la narració n.
6. MAGUID
6.1. Porque fuimos esclavos del faraó n en Egipto, y el Señ or, nuestro Dios, nos sacó de allí con mano
fuerte y tenso brazo. Y si el Santo, bendito sea su Nombre, no hubiera sacado a nuestros padres
de Egipto, nosotros, nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos aú n estaríamos bajo el yugo del
faraó n en Egipto.
6.2. Por tanto, aunque fuéramos todos sabios, todos doctos, todos ancianos, todos conocedores de
la Torá , sería igualmente nuestro deber relatar la salida de Egipto. Y cuando má s relatemos la
salida de Egipto, tanto má s mereceremos ser elogiados.
6.3. Sucedió que Rabbí Eliezér, Rabbí Yoshuá , Rabbí Eleazá r ben Azariá h, Rabbí Akivá y Rabbí
Tarfó n se encontraban en Béne Berá k celebrando Pascua y estuvieron relatado la salida de
Egipto durante toda la noche, hasta que llegaron sus discípulos a decirles: “Rabbaním, ha
llegado la hora de recitar la Shemá de la mañ ana”.
6.4. Rabbí Eleazá r ben Azariá h dijo: “En verdad soy como un hombre de setenta añ os y no logré
entender por qué la historia de la salida de Egipto ha de narrarse durante toda la noche, hasta
que Ben Zomá lo explicó , segú n está escrito: “para que te acuerdes todos los días de tu vida del
día en que saliste del país de Egipto”.
6.5. Segú n Ben Zomá , “los días de tu vida” se refiere só lo a los días; pero “todos los días de tu vida”
incluye también las noches. Sin embargo, los Sabios lo explican así: “los días de tu vida” se
refiere a este mundo ú nicamente, pero “todos los días de tu vida” incluye también los tiempos
mesiá nicos.
6.6. Bendito sea el Omnipresente, bendito É l, que ha dado la Torá a su pueblo Israel. Bendito sea É l,
cuya Torá nos habla de cuatro hijos: uno que es sabio y uno que es necio, uno que es simple y
uno que aú n no sabe preguntar.
6.7. ¿Qué dice el hijo sabio? Pregunta: ¿qué son estos estatutos, estos mandamientos y estas normas
que el Señ or nuestro Dios os ha prescrito? Y tú le explicará s todas las tradiciones de Pascua,
hasta el ú ltimo detalle con respecto al afikomá n.
6.8. ¿Qué dice el hijo necio? Pregunta: ¿qué significa para vosotros este rito? Dice “para vosotros” y
no para él: claramente se excluye a sí mismo de la comunidad, negando el principio bá sico del
judaísmo. Por tanto, le contestará s con idéntico tono hiriente: esto es con motivo de lo que el
Señ or hizo “por mí” cuando salí de Egipto; “por mí” y no “por ti”, pues si “tú ” hubieras estado
allí, “tú ” no hubieras sido rescatado.
6.9. ¿Qué dice el hijo simple? Pregunta: ¿qué significa esto? Y le dirá s: con mano fuerte nos sacó el
Señ or de Egipto, de la casa de servidumbre.
6.10. Y al hijo que aú n no sabe preguntar le instruirá s, segú n está escrito: “En aquel día hará s saber a
tu hijo: esto es con motivo de lo que el Señ or hizo conmigo cuando salí de Egipto”.
6.11. Esta narració n debería tener lugar, tal vez, el primer día del mes de Nisá n, ya que la Torá nos
indica “en aquel día”; y si dice “en aquel día” también podría suponerse que el relato se ha de
hacer cuando aú n es de día. Pero, puesto que la Torá añ ade “a causa de todo esto”, debe
entenderse que la narració n ha de comenzar en el momento en que pan á cimo y hierbas
amargas estén colocados ante ti.
6.12. Al principio, nuestros antiguos padres eran adoradores de ídolos, pero el Señ or nuestro Dios
nos atrajo a su servicio, segú n está escrito: “Esto dice el Señ or, Dios de Israel: Al otro lado del
río habitaban antañ o vuestros padres, Téraj, padre de Abrahá n y de Najor, y servían a otros
dioses. Yo tomé a vuestro padre Abrahá n del otro lado del río y le hice recorrer toda la tierra de
Canaá n, multipliqué su descendencia y le di por hijo a Isaac. A Isaac le di por hijos a Jacob y
Esaú . A Esaú le di por propiedad la montañ a de Seír. Jacob y sus hijos bajaron a Egipto”.
6.13. Bendito sea Dios, que cumplió la promesa hecha a Israel. Bendito sea el Santo, que determinó el
fin de la esclavitud para así cumplir la alianza sellada con Abrahá n, segú n está escrito: “Y dijo
Dios a Abrá n: Has de saber que tus descendientes será n forasteros en tierra extrañ a. Los
esclavizará n y oprimirá n durante cuatrocientos añ os. Pero yo, a mi vez, juzgaré a la nació n a
quien sirvan, y luego saldrá n con gran hacienda”.
El presidente cubre los panes y todos los celebrantes levantas las copas y proclaman solemnemente:
6.14. Y esta promesa mantuvo firmes a nuestros padres y ahora nos sostiene también a nosotros.
Pues no es uno solo el que se alzó contra nosotros para aniquilarnos, sino que en cada
generació n surgen varios con idéntica finalidad: exterminarnos. Pero el Santo, bendito sea su
Nombre, nos salva de sus manos.
Sin beberlas, depositan las copas sobre la mesa y el presidente descubre de nuevo los panes y
continú a el relato.
6.15. Ven y aprende lo que Labá n, el arameo, pretendió hacerle a nuestro padre Jacob: pues el faraó n
había decretado só lo la destrucció n de los varones, mientras Labá n pretendía extirparlo todo,
segú n está escrito: “Un arameo hubiera destruido a mi padre, pero él entonces bajó a
Egipto y residió allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande,
fuerte y numerosa”.
6.17. “Y residió allí” nos enseñ a que no bajó a Egipto para establecerse, sino só lo para pasar una
temporada, segú n está escrito: “Y dijeron al faraó n: Hemos venido a residir en esta tierra,
porque no hay pastos para los rebañ os que tienen tus siervos, por ser grave el hambre en
Canaá n. Así, pues, deja morar a tus siervos en el país de Gosbén”.
6.18. “Siendo pocos aún”, segú n está escrito: “No má s de setenta personas eran tus padres cuando
bajaron de Egipto, y el Señ or tu Dios te ha hecho ahora numeroso como las estrellas del cielo”.
6.19. “Pero se hizo una nación”, lo que demuestra que los hijos de Israel se distinguieron allí.
6.20. “Grande y fuerte”, segú n está escrito: “Y los israelitas fueron fecundos y se multiplicaron:
llegaron a ser muy numerosos y fuertes y llenaron el país”.
6.21. “Y numerosa”, segú n está escrito: “Y te hice crecer como la hierba de los campos; tú creciste, te
desarrollaste y llegaste a la edad nú bil; se formaron tus senos, tu cabellera creció ; pero estabas
completamente desnuda”.
6.22. “Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre”.
6.23. “Los egipcios nos maltrataron”, segú n está escrito: “Tomemos precauciones contra Israel
para que no siga multiplicá ndose, no sea que en caso de guerra se una también él a nuestros
enemigos para luchar contra nosotros y salir del país”.
6.24. “Nos oprimieron”, segú n está escrito: “Les impusieron, pues, capataces para aplastarlos bajo
el peso de duros trabajos; y así edificaron para el faraó n las ciudades de depó sito: Pitom y
Ramsés”.
6.25. “Y nos impusieron dura servidumbre”, segú n está escrito: “Y redujeron a cruel servidumbre
a los israelitas”.
6.26. “Nosotros clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz; vio
nuestra miseria, nuestras penalidades y nuestra opresión”.
6.27. “Nosotros clamamos al Señor, Dios de nuestros padres”, segú n está escrito: “Durante este
largo período murió el rey de Egipto; los israelitas, gimiendo bajo la servidumbre, clamaron, y
su clamor, que brotaba del fondo de su esclavitud, subió a Dios”.
6.28. “Y él escuchó nuestra voz”, segú n está escrito, “Oyó Dios sus gemidos, y acordose Dios de su
alianza con Abrahá n, Isaac y Jacob”.
6.29. “Vio nuestra miseria” se refiere a la forzada separació n de marido y mujer decretada por el
faraó n, segú n está escrito: “Y miró Dios a los hijos de Israel y comprendió ”.
6.30. “Nuestras penalidades” se refiere a la destrucció n de los hijos varones, segú n está escrito:
“Todo niñ o que nazca lo echaréis al río; pero a las niñ as las dejaréis con vida”.
6.31. “Y nuestra opresión” se refiere a la severidad empleada, segú n está escrito: “Y he visto
ademá s la opresió n con que los egipcios los oprimen”.
6.32. “Y Dios nos sacó de Egipto con mano fuerte y tenso brazo en medio de gran terror,
señales y prodigios”.
6.33. “Y Dios nos sacó de Egipto” no por mediació n de un á ngel, ni por mediació n de un serafín, ni
por mediació n de algú n mensajero, sino el Santo, bendito sea su Nombre, él mismo, en su
gloria, segú n está escrito: “Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los
primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de
todos los dioses de Egipto. Yo, el Señ or”.
6.34. Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto: Yo, y no un á ngel. Y heriré a todos los
primogénitos del país de Egipto: Yo, y no un serafín. Y me tomaré justicia de todos los dioses de
Egipto: Yo, y no un mensajero. Yo soy el Señ or: Yo soy É l, y no hay ningú n otro.
6.35. “Con mano fuerte” se refiere a la peste, segú n está escrito: “Mira que la mano de Dios caerá
sobre tus ganados del campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las
vacadas y sobre las ovejas: habrá una grandísima peste”.
6.36. “Y tenso brazo” se refiere a la espada, segú n está escrito: “Con una espada desenvainada en su
mano, extendida contra Jerusalén”.
6.37. “En medio de gran terror” se refiere a la revelació n de Dios a Israel, segú n está escrito:
“¿Algú n dios intentó jamá s venir a buscar una nació n de en medio de otra nació n, por medio de
pruebas, señ ales, prodigios y guerra, con mano fuerte y tenso brazo, por grandes terrores,
como todo lo que el Señ or, vuestro Dios, hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto?”.
6.38. “Señales” se refiere al cayado de Moisés, segú n está escrito: “Toma también en tu mano este
cayado, porque con él has de hacer las señ ales”.
6.39. “Y prodigios” se refiere a la sangre, segú n está escrito: “Y realizaré prodigios en el cielo y en la
tierra: sangre, fuego, columnas de humo”.
Al tiempo de pronunciar estas palabras, el presidente hace caer de su copa, al plato que tiene delante
de él, tres gotas de vino, correspondientes a los tres milagros citados. Todos los celebrantes repiten
las mismas palabras:
6.40. Otra interpretació n es la siguiente: con mano fuerte indica dos plagas; con tenso brazo, dos
plagas; con gran terror, dos plagas; con señ ales, dos plagas; y con prodigios, dos plagas. He aquí
las diez plagas que el Santo, bendito sea su Nombre, descargó sobre los egipcios en Egipto:
sangre, ranas, mosquitos, bestias, peste, ú lceras, granizo, langostas, tinieblas, muerte de los
primogénitos.
A medida que el presidente menciona las plagas, mete el dedo en su copa y quita una gota de vino por
cada plaga, vertiendo las gotas en el plato. Todos los celebrantes repiten también el nombre de cada
plaga:
Sangre / ranas / mosquitos / bestias / peste / úlceras / granizo / langostas / tinieblas / muerte
de los primogénitos
6.41. Rabbí Yehudá solía citar las plagas por sus iniciales hebreas: detzaj, adash, beajav.
Todos los presentes hacen un rito similar a los anteriores: repetir las siglas hebreas y dejar caer tres
gotas de vino de las copas a los platos.
6.42. Rabbí Yosé haGelilí dijo: ¿de dó nde se puede inferir que los egipcios fueron castigados en
Egipto con diez plagas y que después, en el mar Rojo, se les castigó con cincuenta plagas? ¿Qué
dice la Escritura con respecto a Egipto?: “Dijeron los magos al faraó n: ¡Es el dedo de Dios!”. ¿Y
qué dice la Escritura sobre el mar?: “Y viendo Israel la mano fuerte que Dios había desplegado
contra los egipcios, temió el pueblo a Dios y creyeron en Dios y en Moisés, su siervo”. Si un solo
dedo de Dios causó diez plagas en Egipto, bien puede deducirse que en el mar fueron
castigados con cincuenta plagas.
6.43. Rabbí Eleazá r preguntó : ¿de dó nde se puede inferir que cada plaga enviada por el Santo,
bendito sea su Nombre, contra los egipcios, equivalía a cuatro plagas? Está escrito: “Lanzó
contra ellos el fuego de su có lera, indignació n, enojo y destrucció n y un tropel de mensajeros
de desgracias”. Indignació n indica uno; enojo, dos; destrucció n, tres; y tropel de mensajeros de
desgracias, cuatro. De aquí se deduce que en Egipto fueron castigados con cuarenta plagas,
mientras que en el mar se les castigó con doscientas plagas.
6.44. Rabbí Akivá dijo, a su vez: ¿de dó nde se puede inferir que cada plaga enviada por el Santo,
bendito sea su Nombre, contra los egipcios, equivalía a cinco plagas? Está escrito: “Lanzó
contra ellos el fuego de su có lera, indignació n, enojo y destrucció n y un tropel de mensajeros
de desgracias”. El fuego de su có lera es uno; indignació n, dos; enojo, tres; destrucció n, cuatro; y
un tropel de mensajeros de desgracias, cinco. De lo que se deduce que en Egipto se les castigó
con cincuenta plagas, y que en el mar fueron castigados con doscientas cincuenta plagas.
6.46. Rabbí Gamaliél solía decir: no cumple con su deber quien no explique los tres símbolos del
séder: cordero pascual, pan á cimo y verduras amargas.
El presidente va señ alando, a medida que refiere los símbolos, el pan superior y el plato con verdura
amarga, pero no hace señ al alguna al referirse al cordero, que ya está simbolizado por el hueso asado
presente en el plato.
6.47. ¿Por qué celebramos el sacrificio de Pascua, el cordero pascual que nuestros antiguos padres
solían comer en los días del Santo Templo? Porque el Santo, bendito sea su Nombre, pasó de
largo por las casas de nuestros padres en Egipto, segú n está escrito: “Este es el sacrificio de
Pascua para el Señ or, que pasó de largo por las casas de los israelitas en Egipto cuando hirió a
los egipcios y salvó nuestras casas. Entonces el pueblo se postró para adorar”.
6.48. ¿Por qué comemos pan á cimo? Porque al pan que nuestros padres amasaron no le dio tiempo a
fermentar antes de que el Rey de Reyes, el Santo, bendito sea su Nombre, se les revelara para
redimirles, segú n está escrito: “De la masa que habían sacado de Egipto comieron tortas de pan
á cimo, porque no había fermentado todavía; pues al ser echados de Egipto no pudieron tomar
víveres ni provisiones para el camino”.
6.49. ¿Por qué comemos hierbas amargas? Porque los egipcios amargaron la vida de nuestros padres
en Egipto, segú n está escrito: “Les amargaron la vida con rudos trabajos de arcilla y ladrillo,
con toda suerte de labores del campo y toda clase de servidumbre que les imponían por
crueldad”.
6.50. Generació n tras generació n, le corresponde a cada hombre reconocerse a sí mismo como si él
en persona hubiera salido de Egipto, segú n está escrito: “En aquel día hará s saber a tu hijo: esto
es con motivo de lo que hizo Dios conmigo cuando salí de Egipto”. Pues el Santo, bendito sea su
Nombre, no solo redimió a nuestros padres, sino a nosotros también junto con ellos, segú n está
escrito: “Y a nosotros nos sacó de allí para conducirnos y entregarnos la tierra que había
prometido bajo juramento a nuestros padres”:
6.51. Por lo tanto, es nuestro deber dar gracias, alabar, ensalzar, adorar, glorificar, exaltar, bendecir,
enaltecer y honrar a Aquel que hizo todos estos milagros por nuestros padres y por nosotros.
Nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la angustia a la alegría, del duelo a la fiesta, de las
tinieblas a la gran luz, de la servidumbre a la redenció n. Por todo ello, cantemos en su
presencia un cá ntico nuevo. ¡Aleluya!
Se depositan las copas sobre la mesa y todos cantan la primera parte del Hallél.
6.52. ¡Aleluya!
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que habita en las alturas
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo.
A la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
¡Aleluya!
Todos vuelven a tomar las copas y responden amén a la bendició n que proclama el presidente.
6.54. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que nos has redimido y has rescatado a
nuestros padres de Egipto, y nos has permitido llegar hasta esta noche para comer pan á zimo y
verduras amargas. Permite, Señ or, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, que de igual modo
lleguemos en paz a las fiestas y solemnidades pró ximas; que nos alegremos de la
reconstrucció n de tu Ciudad Santa y exultemos de gozo en tu servicio. Que allí podamos comer
de los sacrificios y ofrendas de Pascua, cuya sangre salpicará las paredes de tu altar segú n tu
precepto. Allí cantaremos un cá ntico nuevo por nuestra liberació n y por la redenció n de
nuestras almas. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, que has rescatado a Israel.
6.55. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, creador del fruto de la vid.
7. RAJATZ
Se pasa un recipiente con agua alrededor de la mesa, para que todos puedan lavarse las manos. Es un
lavado ritual que sirve de preparació n para la comida que va a seguir a continuació n, por lo que cada
celebrante ha de recitar la bendició n preceptiva en el momento de lavarse.
7.1. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que nos has santificado con tus
mandamientos y nos has dado el mandamiento de lavarnos las manos.
8. MOTZI
El presidente saca del plato el pan superior y dice la bendició n sobre el pan.
8.1. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que haces surgir el pan de la tierra.
9. MATZAH
A continuació n, toma la mitad del pan intermedio, que ya estaba partido, y también la saca del palto,
mientras formula la bendició n sobre el pan.
9.1. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que nos has santificado con tus
mandamientos y nos has dado el mandamiento de comer pan á cimo.
Solo entonces parte ambos panes en pedazos y los reparte entre los celebrantes, quienes los comen
tras decir las dos bendiciones precedentes.
10.MAROR
El presidente reparte ahora pedazos de verduras amargas entre todos los celebrantes, que, antes de
comerlos, los mojan en puré dulce mientras dicen la bendició n.
10.1. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que nos has santificado con tus
mandamientos y nos has dado el mandamiento de comer verduras amargas.
11. KOREJ
El presidente prepara una especie de bocadillo consistente en dos pedazos del pan de la parte inferior
del plato, entre los que se pone verdura amarga mojada en puré dulce; los reparte entre los
celebrantes y explica las razones de Korej.
11.1. Pan á cimo y verduras amargas. No decimos bendició n porque actuamos segú n la costumbre de
Hillél el Sabio, quien, en la época del Templo, solía comer juntos pan á cimo y verduras amargas,
para cumplir las palabras de la Torá : “la comerá n con pan á cimo y verduras amargas”.
12.SHAULJAN OREJ
13.TZAFUN
El presidente reparte a cada celebrante un pedazo del afikomá n, que todos comen recostados tras
decir:
13.1. En conmemoració n del sacrificio pascual, comamos hasta que estemos saciados.
14.BAREJ
Se llena la tercera copa como preparació n para la acció n de gracias por la comida; mientras, se canta la
alegría del retorno:
La gran acció n de gracias de la noche de Pascua comienza con una bendició n introductoria dialogada:
Se suceden ahora cuatro bendiciones que pueden ser proclamadas por todos los celebrantes al
unísono o bien só lo por el presidente, formulando los demá s Amén al término de cada bendició n.
14.3. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, que sostienes a todo el mundo con tu
bondad y tu gracia, y con tu benevolencia y tu misericordia das pan a todas las criaturas que
creaste. Por tu gran bondad nunca nos faltó alimento y nunca nos faltará , pues tú alimentas y
das sustento a todos y tu mesa está puesta ante todos. Tú das sustento y comida a todas tus
criaturas, segú n está escrito: “É l da alimento a todo viviente, porque es eterna su misericordia”.
Bendito seas, Señ or, que alimentas a todos.
14.4. Te damos gracias, Señ or Dios nuestro, porque diste en heredad a nuestros padres una tierra
buena y amplia; y por habernos sacado de Egipto, rescatá ndonos de la esclavitud; y por la
Alianza que cincelaste en nuestra carne; y por la Ley que nos enseñ aste y los mandamientos
que nos hiciste conocer; y por la vida, gracia y clemencia con que nos has colmado; y por el
alimento que nos prodigas y provees continuamente, cada día y cada hora. Te damos gracias y
te bendecimos por todas estas cosas, Señ or Dios nuestro. Que tu Nombre sea bendito por
siempre por boca de todos los seres vivos, segú n está escrito: “Comerá s hasta hartarte y
bendecirá s al Señ or, tu Dios, en esa tierra buena que te he dado”. Bendito seas, Señ or, por la
tierra y por el alimento.
14.5. Ten compasió n, Señ or Dios nuestro, de Israel, tu pueblo; de Jerusalén, tu Ciudad; de Sió n,
morada de tu gloria; del reino de la casa de David, tu Ungido, y del gran Santuario que lleva tu
Nombre. Dios nuestro y Padre nuestro: apaciéntanos, sostennos, provéenos, aliméntanos y
alívianos; y libéranos, Señ or Dios nuestro, de todas nuestras tribulaciones. Te suplicamos,
Señ or nuestro, que no lleguemos a tener que depender de donativos o préstamos de los
mortales, sino solo de tu mano, llena y abierta, santa y amplia, para que nunca tengamos que
avergonzarnos o humillarnos. Y restituye pronto la casa de David, tu Enviado: pronto, en
nuestros días. Bendito seas, Señ or, tú que reconstruyes a Jerusalén con tu misericordia.
14.6. Dios nuestro y Dios de nuestros padres, que se eleve, acuda, llegue y sea vista, aceptada y oída,
registrada y conmemorada nuestra memoria, y la memoria del Mesías, hijo de David, tu siervo,
y la memoria de todo tu pueblo, Israel, y la memoria de Jerusalén, tu Ciudad Sagrada: para
salvació n y bien, para gracia, clemencia y misericordia, para vida y paz en este día de la fiesta
de los á zimos. Señ or Dios nuestro, recuérdanos en esta ocasió n para bien, visítanos en ella con
bendició n y presérvanos con vida. Y merced a tu ayuda y misericordia, ten compasió n y gracia
para con nosotros, apiá date y socó rrenos, ya que a ti dirigimos nuestra mirada, a ti que eres un
Dios y Rey clemente y misericordioso. Que en nuestra vida, y la vida de toda la asamblea de
Israel, se edifique la unidad de Sió n con canciones, y que el trabajo sagrado se establezca en
Jerusalén, y se levante de nuevo el Palacio de tu Justicia. Bendito seas por siempre, Dios
nuestro, Rey del universo.
14.7. Dios y Padre nuestro, Rey nuestro, Creador nuestro, Redentor nuestro, Santo nuestro y Santo
de Jacob, Pastor nuestro y Pastor de Israel, Rey bondadoso que favoreces a todos día tras día.
Tú nos colmas, nos colmaste y nos colmará s de beneficios para siempre, por gracia y clemencia,
por misericordia y liberació n, y no permites que carezcamos nunca de protecció n y
prosperidad, de bendició n y salvació n, de comodidad y provisió n, de sustento y merced, de
vida y paz, y de toda la felicidad posible.
14.8. Alzaré la copa de la salvació n e invocaré el nombre del Señ or. Bendito seas, Señ or Dios nuestro,
Rey del universo, creador del fruto de la vid.
Se bebe la copa, reclinados todos sobre el lado izquierdo; a continuació n se llena, hasta que el vino
rebose, la copa de Elías y se abre la puerta de la casa mientras se proclama:
14.9. “Derrama tu furor sobre las gentes que no te reconocen y sobre los reinos que tu Nombre no
invocan”.
“Derrama tu enojo sobre ellos, que los alcance al ardor de tu có lera”.
“¡Persíguelos con sañ a, extírpalos de debajo de tus cielos!”
Se cierra la puerta, se llena la cuarta copa y se cantan los salmos de la segunda parte del Hallél.
15.HALLEL
15.5. Todas las obras te alabará n, Señ or Dios nuestro, y los piadosos y justos que cumplen tus deseos
y todo tu pueblo, la casa de Israel, te dará n gracias y te bendecirá n, te alabará n y te glorificará n,
te exaltará n y reverenciará n, y santificará n y coronará n tu Nombre con regocijo: porque solo a
ti, Rey nuestro, corresponde darte gracias; es agradable cantar para tu Nombre, porque desde
ahora y por siempre tú eres Dios.
El presidente continú a con un amplio panegírico, centrado en Dios y su obra liberadora, que precede a
la cuarta copa:
15.7. El alma de todo ser viviente bendecirá tu Nombre, Señ or Dios nuestro, y el espíritu de todo ser
glorificará y exaltará continuamente tu memoria, Rey nuestro. Desde ahora y por siempre tú
eres Dios, fuera de ti no tenemos rey alguno que redima y salve, que rescate y proteja, que
alimente y se apiade en todo momento de nuestra angustia y aflicció n. No tenemos otro rey
fuera de ti. Tú eres Dios del principio y el fin, Dios de todas las criaturas, Señ or de todas las
generaciones. Tú eres el alabado con toda clase de alabanzas, el que guías a tu universo con
misericordia y a tus criaturas con clemencia. Pues Dios no duerme ni dormita, al contrario: É l
despierta a los dormidos y despabila a los adormecidos, hace hablar a los mudos y libera a los
cautivos, sostiene a los abatidos y endereza a los encorvados. Solo a ti nuestro agradecimiento.
15.8. Aun cuando nuestra boca se llenase de cantos, como el mar de agua, y nuestra lengua de vítores
má s sonoros que el bramido de las olas, y nuestros labios de alabanzas má s dilatadas que el
firmamento; aun cuando nuestros ojos centellearan como el sol y la luna, y nuestros brazos se
abrieran como las alas del á guila, y nuestros pies fueran veloces como ciervos, no lograríamos
darte gracias ampliamente, Señ or, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, ni bendecir tu
Nombre por los innumerables dones con que nos has colmado a nosotros y a nuestros padres:
nos rescataste de Egipto, redimiéndonos de la esclavitud; en tiempos de hambre nos diste
alimento y nos sostuviste en la opulencia; nos libraste de la espada y nos salvaste de la peste y
nos diste alivio en las enfermedades malignas. Hasta ahora tu misericordia nos ha servido de
ayuda y tu bondad no nos ha abandonado: no nos desampares tampoco en el futuro, Señ or Dios
nuestro.
15.9. Por consiguiente, los miembros que en nosotros has creado, el espíritu y el alma que nos has
insuflado, la lengua que has puesto en nuestra boca, todos ellos te dará n gracias,
bendiciéndote; te glorificará n, alabá ndote; te enaltecerá n, adorá ndote, y te santificará n, Rey
nuestro, entonando tu Nombre. Toda boca te santificará , toda lengua jurará por ti, ante ti toda
rodilla se doblará y todo ser viviente se inclinará ; todos los corazones te temerá n y todas las
entrañ as glorificará n tu Nombre, segú n está escrito: “Dirá n todos mis huesos: Señ or, ¿quién
como tú , para librar al débil del má s fuerte, al pobre de su expoliador?. ¿Quién como tú ? ¿Quién
igual a ti? ¿Quién podrá ser comparado contigo? Tú , Dios grande, poderoso y tremendo, Dios
supremo, dueñ o de los cielos y de la tierra. Te alabaremos y glorificaremos, te ensalzaremos y
bendeciremos tu Santo Nombre, como declaró David: “Bendice al Señ or, alma mía, del fondo de
mi ser su Santo Nombre”.
15.10. Oh, Dios, por medio de tu poder eres magnífico en la gloria de tu Nombre, por siempre
magnífico y formidable por tus hazañ as imponentes; oh, Rey, que te sientas en el alto trono de
majestad. Tú habitas la eternidad y augusto y santo es tu Nombre, segú n está escrito: “¡Gritad
de jú bilo, justos, por el Señ or! De los rectos es propia la alabanza”. Que la boca de los rectos te
alabe y te bendigan los labios de los justos, que te ensalce la lengua de los piadosos y seas
santificado en el seno de los santos.
15.12. Que tu Nombre, Rey nuestro, Dios y Rey majestuoso y santo, sea alabado por siempre en los
cielos y en la tierra. Pues a ti, Señ or, Dios nuestro y Dios de nuestros padres, te agradan el canto
y la alabanza, la adoració n y el salterio, el poder y el dominio, la victoria, la grandeza y la
valentía, la celebració n y la gloria, la santidad y la soberanía, las bendiciones y las gracias,
desde ahora y por siempre.
15.13. Bendito seas, Señ or, Dios y Rey magno en alabanzas, Dios de la misericordia; Señ or de las
maravillas, que prefieres cantos de loa; Rey y Dios, vida de los mundos.
Todos se reclinan y beben la cuarta copa, sin omitir la bendició n que se prolonga en una loa final.
15.14. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, creador del fruto de la vid.
15.15. Bendito seas, Señ or Dios nuestro, Rey del universo, por la vid y por el fruto de la vid, y por el
producto del campo y por la tierra placentera, buena y amplia, que te dignaste legar a nuestros
padres para alimentarse de su fruto y hartarse de su opulencia. Ten compasió n, Señ or Dios
nuestro, de tu pueblo, Israel; y de tu ciudad, Jerusalén; y de Sió n, morada de tu gloria; y
también de tu Altar y de tu Templo. Reconstruye rá pidamente Jerusalén, tu ciudad sagrada, aun
en nuestros días: á lzanos hacia ella para que nos regocijemos en su restablecimiento, comamos
de sus frutos y nos hartemos de su opulencia. Que por ella seas bendito en santidad y pureza y
nos des contento en este día de los á cimos. Puesto que tú , Dios, eres bueno y tratas con bondad
a todos, te expresamos nuestra gratitud por la tierra y por el fruto de la vid. Bendito seas,
Señ or.
16.NIRTZÁH
16.1. Que sea aceptado ante Dios este oficio nuestro. Se ha cumplido el ritual de Pascua segú n su rito
y conforme a todos sus preceptos y costumbres. Del mismo modo que nos ha sido dado
celebrarlo ahora, que nos sea dado realizarlo siempre. Oh, Justo, que moras en las alturas:
yergue la innumerable comunidad; conduce pronto a los retoñ os por ti plantados, redimidos y
en jú bilo, a Sió n.