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Operaciones Intelectuales Implicadas en La Lectura

La lectura es un proceso complejo que involucra al autor, el texto y el lector. Implica imaginar, reflexionar y comprender para construir significado. Involucra operaciones como percibir símbolos, reconocer palabras y producir significados literal, complementario e implícito. El lector juega un papel crucial al interpretar el texto en ausencia del autor y establecer una relación afectiva con él.
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Operaciones Intelectuales Implicadas en La Lectura

La lectura es un proceso complejo que involucra al autor, el texto y el lector. Implica imaginar, reflexionar y comprender para construir significado. Involucra operaciones como percibir símbolos, reconocer palabras y producir significados literal, complementario e implícito. El lector juega un papel crucial al interpretar el texto en ausencia del autor y establecer una relación afectiva con él.
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OPERACIONES INTELECTUALES IMPLICADAS EN LA LECTURA

Leer es imaginar, reflexionar y comprender, interpretar y recrear; leer es


establecer relaciones, es comparar, es producir significado. Leer no es
asentir, no es simple traducción de fonemas ni mera descodificación de signos
gráficos a una velocidad vertiginosa. Leer es aceptar la interlocución con un
texto. La lectura es una pasión, una aventura, un riesgo.

La lectura es un proceso dinámico y flexible, en el cual el pensamiento y el


lenguaje están involucrados en una transacción permanente, cuando el lector
intenta construir significado a partir de un texto escrito. Sin producción de
significado no hay lectura. En este sentido, la lectura es considerada un acto
productivo, porque leer es generar significado. El lector convierte en ideas, en
pensamientos, en proposiciones, los signos gráficos que se encuentra en el
texto escrito. La lectura, por lo tanto, es un proceso muy activo: todo texto, para
ser interpretado, exige una participación dinámica del lector; toda lectura
necesariamente es interpretación y lo que un lector es capaz de comprender y
de aprender por medio de la lectura depende en gran medida de lo que ese
lector conoce y cree antes de leer el texto.

Leer es una actividad mental compleja que involucra diversos actores,


operaciones y factores, todos ellos relacionados entre sí. Estos tres elementos
son determinantes en el momento de definir estrategias que tengan como
finalidad desarrollar una mayor competencia lectora. A continuación,
presentaremos algunos aspectos relacionados con cada uno de estos
elementos.

Los actores:

 En el proceso lector identificamos tres actores: el autor, el texto y el lector.

El autor: es quien produce, por medio del lenguaje, un texto portador de


significado y con una determinada intención comunicativa. Tiene existencia, al
igual que el lector, como sujeto social y como sujeto textual. Para nosotros,
esta segunda dimensión es la que tiene mayor pertinencia en el proceso lector.

El texto: es la unidad fundamental de la comunicación verbal humana. Como la


noción de texto tiene variadas acepciones, es conveniente precisar aún más a
qué nos vamos a referir cuando hablemos de texto: cualquier secuencia
coherente de signos lingüísticos, producida por un escritor en una situación
concreta y con una intencionalidad comunicativa específica.

El texto es, pues, un enunciado o un conjunto de enunciados organizado de


manera coherente, dotado de significación y producido con una intención
específica en una determinada situación comunicativa.

Los textos escritos tienen una estructura sintáctica, una estructura semántica y
unos recursos cohesivos, que les proporcionan su unidad. En estos términos, el
texto puede ser una oración, un conjunto de oraciones o una secuencia de
párrafos que cumple una función de interacción y comunicación.

Y el lector: es quien construye significado a partir del texto en ausencia del


autor. Es un actor crucial en el proceso puesto que es exclusivamente él quien
reconstruye el sentido. Para nosotros, los esquemas y la labor de este actor
tienen una enorme importancia; tanta como su actitud y su disposición frente al
texto. Como sujeto cargado libidinalmente, el lector establece una
relación afectiva con el texto.

Una pedagogía de la motivación para la lectura incurriría en un error


imperdonable si olvidara este detalle.

Estos actores guardan una estrecha relación con las funciones del lenguaje y
con la comunicación. Sobre esta relación volveremos más adelante.

Podemos inferir, entonces, que algunos factores de la comprensión lectora se


derivan del autor, otros del texto y otros del lector.

Sin embargo, las investigaciones realizadas en las dos últimas décadas sobre
la comprensión e interpretación de los textos escritos, dan cuenta de dos
orientaciones principales: las que se sitúan desde la perspectiva del lector y
sus esquemas de conocimiento previo y las que se sitúan desde la perspectiva
del texto y su organización estructural.

Una vez ha sido generado, el texto escrito pasa a tener una existencia
independiente a la de su autor como sujeto social. Pero no puede tener una
existencia independiente de sus lectores. Pues como objeto verbal, el texto
sólo existe en la relación dialógica que establece con un lector. No se concibe
como una estructura autosuficiente que se basta a sí misma y que engloba en
su seno todo el sentido, como lo creyeron Jakobson y Lévi-Strauss, sino un
escenario que exige la cooperación interpretativa del lector para la construcción
del significado. Umberto Eco (1980) nos habla del principio de cooperación del
lector: Leer no es un acto neutral, pues entre lector y texto se establecen una
serie de relaciones complejas y de estrategias singulares que muchas veces
modifican sensiblemente la naturaleza misma del escrito original (Lector in
fabula: el papel del lector).

Así pues, el significado no reside como algo ya hecho y definitivo en el texto, y


por supuesto que tampoco en el lector, sino que sucede o se genera durante la
relación dialógica entre texto y lector.

Si todo texto es un tejido, como lo afirma Barthes (1984:81), es el lector, con


sus lecturas y relecturas, quien se encarga de re-crear ese tejido. Si todo texto
es una polifonía o, mejor aún, una sinfonía, entonces sus diversas voces sólo
existen porque son atentamente escuchadas por el oído de un solícito lector.

De modo que la pregunta, tantas veces repetida, ¿qué quiso decir el autor?
implicaría, por lo menos, aceptar cuatro premisas. La primera: el autor
mantiene un dominio absoluto sobre el texto, tanto en el proceso de su
construcción como en el de su comprensión e interpretación.

La segunda: el texto no tiene una existencia independiente a la de su autor, y,


por consiguiente, cada vez que se vaya a leer un texto será preciso convocar a
su autor. De hecho, esto genera cierto servilismo en el lector.

La tercera: únicamente existe un sentido correcto (válido) de comprensión e


interpretación, que necesariamente es aquél que coincide con lo que el
autor quiso decir (ni siquiera con lo que en efecto dijo). De lo anterior, es
apenas lógico concluir que sin el visto bueno del autor no hay forma de verificar
el acierto.

Y la cuarta: el texto existe como un producto terminado. Desde luego,


las claves de su producción y de su comprensión están en manos de su
creador.

Por eso, sin pretender desconocer la importancia del autor, ni la incidencia que
tienen en el texto su conocimiento y manejo de los códigos, sus esquemas
cognoscitivos, su enciclopedia cultural y las circunstancias en las que produjo
el texto, nosotros también consideramos conveniente que las estrategias para
el mejoramiento de la competencia lectora se concentren en el texto y en el
lector.

 Las operaciones:

La lectura comprende una serie de operaciones parciales que no deben


confundirse con la totalidad del proceso.

Para Ernesto García Alzola (1975:103), la lectura es un proceso que


comprende las siguientes operaciones:

1. Percepción e interpretación de los símbolos gráficos.

Lógicamente sólo podemos interpretar los símbolos gráficos de las lenguas


cuya escritura conocemos.

2. Reconocimiento de las palabras y de los signos auxiliares.

Cuando leemos, reconocemos que esos símbolos gráficos son palabras


portadoras de significado. En los textos, las palabras aparecen acompañadas
de unos signos auxiliares, como los signos de puntuación, por ejemplo.

La comprensión de un texto no se limita, de ninguna manera, al simple


reconocimiento del significado de cada una de las palabras que lo conforman,
pues el sentido que el lector construye a partir del texto no equivale a la
sumatoria de los significados de todas sus palabras. Además, debemos
recordar que en los textos unas palabras están relacionadas con otras,
están con-textualizadas, y por tanto, sus significados pueden ser literales,
contextuales o, incluso, figurados.
3. Comprensión de significados.

A esta tercera operación también podríamos llamarla producción de


significados.

Estos significados, que están en relación directa con la naturaleza de los


textos, nos permiten establecer la siguiente tipología:

a. Significado literal: es el que se refiere de manera directa y obvia al


contenido del texto. Es el mismo significado denotativo.

b. Significado complementario: incluye todos los conocimientos que


enriquecen o aclaran el sentido literal o figurado del texto. Este tipo de
significado es una construcción propia del lector y corresponde básicamente a
lo que hemos denominado sus esquemas.

c. Significado implícito: como la palabra lo indica, es aquél que no está


expresado abiertamente, debemos inferirlo o deducirlo a partir de
una cuidadosa labor de cooperación, de la identificación de ciertas claves,
pistas o sugerencias ofrecidas por el texto. Es un significado que subyace tras
la superficie. Generarlo nos exige saber leer entre líneas. Como es un
significado que está oculto, apenas insinuado, puede provocar ambigüedades y
múltiples connotaciones.

De esta manera, podemos concluir que la comprensión de textos de


carácter científico está relacionada directamente con el significado literal y con
el complementario. Mientras que la comprensión e interpretación de textos
literarios, filosóficos, políticos, etc. — textos no científicos — depende en gran
medida del significado implícito.

Las dos primeras operaciones, percepción e interpretación de los símbolos


gráficos y reconocimiento de las palabras y de los signos auxiliares,
corresponden en el proceso lector a la descodificación. Ésta puede
entenderse, entonces, como la capacidad de descifrar el código del texto y
reconocer su significado.

La tercera operación, comprensión o producción de significados, corresponde a


una segunda fase del proceso lector: fase de comprensión e
interpretación del texto.

Así pues, leer es una actividad compleja que involucra diversas operaciones
mentales, asociadas la mayoría con procesos intelectuales superiores —
cuando leemos, ponemos en funcionamiento variadas operaciones del
intelecto[6]: reconocer, clasificar, asociar, analizar, sintetizar, comparar, inferir,
etc.

Estas operaciones identificadas por García Alzola, tienen una relación muy
estrecha con los ciclos de lectura a los que alude Kenneth Goodman: óptico,
perceptual, sintáctico y semántico.
3. Los factores:

En el proceso lector participan unos factores de naturaleza variada: físicos,


fisiológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales y cognoscitivos.

a. Factores físicos y fisiológicos: la edad cronológica, el sexo, aspectos


sensoriales (visuales y auditivos).

b. Factores psicológicos: el equilibrio emocional, la autoestima, la confianza


en sí mismo, etc.

c. Factores socioeconómicos y culturales: el estrato social, el grupo familiar,


la comunidad, la escolaridad, los círculos culturales, etc. Estos factores
constituyen una constante que, en relación con la lectura de los textos — y
obviamente también con su escritura —, afecta los intereses, la motivación, el
acceso y la familiarización con los textos mismos. Los factores
socioeconómicos y culturales son conocidos también como
factores exógenos del proceso lector. Estamos convencidos de que estos
factores tienen un alto grado de responsabilidad en las deficiencias de lectura y
de escritura que en la actualidad presentan los estudiantes.

d. Factores cognoscitivos: la inteligencia general, las habilidades mentales


específicas, la atención selectiva y la memoria.

Rincòn, C. Operaciones intelectuales implicadas en la lectura. Disponbile en:


https://mdm.usta.edu.co/remos_downloads/lectoescritura/clara_jaramillo_nivela
cion_lectoescritura_modulo2_lectura_julio12_2013/lectura_actores_operacione
s_y_factores.html

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