“ PADRES DE LA TERAPIA FAMILIAR “(1990)
QUIEN ES QUIEN EN LA FAMILIA DE TERAPEUTAS DE FAMILIA
Una guía para seguir de cerca de los pioneros y continuadores del enfoque sistémico,
cuya mirada sobre el dilema del hombre fue la primera en abarcar terapéuticamente el
contexto familiar.
Por Claudio Des Champs
Si el psicoanálisis reivindica un solo padre fundador, tanto el paradigma sistémico como
una de sus aplicaciones más importantes –la terapia familiar sistémica– reconocen una
paternidad múltiple. Esto explica, en parte, los numerosos modelos y escuelas
psicoterapéuticas que coexistieron desde un principio. También, el continuo desarrollo y
permanente debate que caracterizan a la familia sistémica.
Originales pensadores y clínicos, procreadores de una nueva propuesta, gestan esta
corriente con la semilla de geniales aportes individuales –como los de Milton Erickson y
Virginia Satir–, y con asociaciones o matrimonios igualmente proficuos: el grupo Gregory
Bateson, Don Jackson, Paul Watzlawick, John Weakland (Palo Alto); el matrimonio
Bateson – Margaret Mead (conspicua antropóloga; el matrimonio Jay Haley – Cloe
Madanes; el grupo pionero de Milán: Boccolo – Mara Selvini Palazzoli- Prata – Cecchin…
Otros, posteriores, aúnan la visión neurobiológica (Humberto Maturana y Francisco
Varela) y cibernética (Heinz Von Foerster) con la práctica y teoría de la terapia familiar
sistémica. Todos ellos amplían el horizonte de esta nueva visión de las relaciones
humanas, tanto en el nivel de los microsistemas (sociedades, países, poblaciones,
corporaciones) como en el de los microsistemas (familia, pareja, grupos de pares).
Entre los microsistemas, la familia ha sido objeto de un interés científico formal desde
hace aproximadamente cien años, en especial en cuanto a la sociología y la antropología.
Sin embargo, la teoría sobre sistemas familiares (o sea: cómo los miembros de una
familia ejercen una influencia entre sí y son influenciados por los demás integrantes) ha
surgido recién hace unos treinta, particularmente en relación con la actividad clínica
conocida como Terapia Familiar.
Un enfoque sistémico, o interaccional, implica siempre que cualquier conducta particular o
personal no debe ser considerada en forma aislada del comportamiento de los demás
miembros del sistema. Es decir que debe recopilar información del contexto familiar ante
cualquier problema.
Entre los pioneros de la terapia familiar también existía una concordancia general sobre el
hecho de que la tarea primaria consistía en alterar la interacción actual entre los
integrantes de la familia.
De ahí que la visión sistémica sea una visión de cambio y no de cura, psicoevolutiva y no
psicopatológica; orientada hacia la salud y no hacia la enfermedad. Por todo esto, el
terapeuta que trabaja con familias fue desde un principio, necesariamente considerado
como un agente activo en promover el cambio en la interacción familiar.
Lo que se constituye en la característica esencial de esta terapia es el salto cualitativo
hacia una perspectiva de sistemas: para ayudar al paciente identificado hay que
conocer a la familia, lo que significa en sí mismo una intervención. La visión del terapeuta
familiar con respecto a la familia observada es una mirada curiosa que trata de percibir
determinada antropología social.
Lynn Hoffman, investigadora y terapeuta familiar norteamericana, afirma que la
psicoterapia familiar es una ciencia clínica en la cual se han privilegiado los resultados
clínicos. Sin embargo, sostiene que es fundamental la consideración epistemológica ya
que ha modificado continuamente la práctica de esta terapia.
Las principales figuras de la primera etapa epistemológica han sido científicos
provenientes de otros campos de la ciencia, como el teórico de la información Claude
Shannon, el cibernético Norbert Winner o Ludwig von Bertalanfy, creador de la Teoría
General de los Sistemas. Fue Georges Bateson el primero en introducir la idea de que
una familia podía ser análoga a un sistema homeostático o cibernético.
Tomando este mismo modelo, Don Jackson –psiquiatra del Mental Research Institute, de
Palo Alto, California– subrayó las cualidades que apuntan a mantener el equilibrio de los
comportamientos sintomáticos de las familias como si fuesen literalmente análogos a los
elementos homeostáticos.
La formulación de un modelo evolutivo antes que homeostático, corresponde al
decantamiento de la labor de un grupo de científicos, surgidos a la fama durante los
setenta, como el físico y premio Nóbel Ilya Prigoyne y el biólogo chileno Humberto
Maturana, y madurado por teóricos como el psicólogo norteamericano Paul Dell. Este
conceptualiza a las familias, así como a todos los fenómenos vivos, como entidades en
evolución y no equilibrio, capaces de transformaciones súbitas.
Señala Dell: “Este pasaje hacia lo evolutivo se explica a través de reflexiones desde una
perspectiva no lineal causa-efecto, sino circular-sistémica. En general, no se consideraba
al grupo de observación (equipo terapéutico observando detrás del espejo unidireccional,
por ejemplo) como parte del sistema terapéutico”.
Una vez que la descripción de la terapia incluye al sistema terapéutico (que a su vez
incluye al equipo situado detrás de la pantalla) y al sistema familiar, debe examinarse un
nuevo suprasistema.
Este modo de pensar, conocer y decidir, se llama epistemología ecosistémica. Esta
epistemología traza sus propios límites en torno de los subsistemas de la familia y de los
terapeutas, entendidos ahora como componentes del nuevo suprasistema.
La interacción se vuelve circular, más compleja aún: la comunicación es todo lo que la
gente hace, dice y piensa conjuntamente. Toda conducta es mensaje, toda comunicación
es conducta.
En esta segunda etapa de la epistemología sistémica es introduce un nuevo lenguaje-
concepto definido como constructivismo clínico y segunda cibernética. El
constructivismo radical, por su parte, postula que toda aseveración acerca de la realidad
es primaria, y principalmente una aseveración referida al observador, cuya mirada se
constituye en una realidad independiente de aquello que observa.
La esencia del punto de vista de la cibernética de segundo orden se refiere básicamente
al observador como parte de lo observado, afectando necesariamente del fenómeno
observado. Por lo tanto, toda descripción acerca de observaciones y modelos es
necesariamente una descripción acerca de quién genera esta descripción. Las
implicaciones clínicas de estas ideas han influenciado enormemente la práctica de la
terapia familiar.
GREGORY BATESON
Antropólogo de formación, en los comienzos de su experiencia profesional participó con
Norbert Wiener y otros en una serie de conferencias de la Macy Foundation,
inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. De estas conferencias surgió el
campo de la cibernética, que incorporó una cantidad de ideas germinales sobre la teoría
de los sistemas y la comunicación. En 1948, Bateson se unió a Jurgen Ruesch como
investigador asociado del Instituto Neuropsiquiátrico Langley Porter de San Francisco, e
inició una duradera vinculación con el campo de la psiquiatría. Cuatro años más tarde,
emprendió su propio proyecto sobre comunicación en el Hospital de Veteranos de Palo
Alto, al que se incorporaron Jay Haley, John Weakland y William Fry.
Bateson aborda los fenómenos del comportamiento humano psicopatológico como un
antropólogo que observa el funcionamiento de una cultura extranjera. Cuando examina el
terreno de una cultura que no es la suya, lo hace con un mínimo de nociones
preconcebidas; trata de ver lo que los portadores de esta cultura están haciendo y no
tener ideas a priori pretendiendo explicar porqué hacen lo que hacen. El enfoque de
Bateson tiene en cuenta lo que ocurre entre los sujetos y cómo influye esto en el
comportamiento. En definitiva, como el comportamiento de una persona puede ser
comprendido únicamente en función del comportamiento de las demás personas que la
rodean y que tienen importancia para ella, de sus reacciones y del contexto en que todo
esto se sitúa.
… “Las premisas de la comunicación son generalmente autojustificadoras. Por su mismo
funcionamiento, pueden crear el consenso que parecerá justificarlas. Quien cree que todo
el mundo es amigo suyo –o su enemigo– emitirá mensajes y actuará significativamente en
función de su premisa. Se enfrentará al mundo de una manera que empujará a ese
mismo mundo para que confirme su convicción. Ahora bien, ha adquirido esta convicción
en primer lugar bajo el efecto acumulado de los contextos de aprendizaje que constituían
anteriormente su flujo comunicacional con una cierta persona”…
DON JACKSON
A fines de los años ’40, Don Jackson empezaba a trabajar con esquizofrénicos y sus
familias en el mismo hospital que Bateson (el de Veteranos de Palo Alto), y desarrollaba
el concepto de homeostasis familiar.
De la posterior colaboración de Bateson como consultor, provino el importante trabajo que
condujo a la teoría del doble vínculo en esquizofrenia (Bateson, Jackson, Haley y
Weakland, 1956).
Este psiquiatra, pionero del enfoque interaccional en la familia, subrayó las cualidades
encaminadas a mantener el equilibrio de los comportamientos sintomáticos en las
familias, como si fuesen literalmente análogos a los elementos homeostáticos.
… “El psiquiatra que se fija en el paciente, y sólo él, que está en mi consultorio, a veces
puede hacer un mal uso de su saber. A menos que se conciba al paciente como una
fuerza social dinámica en interacción con otros sujetos, el conocimiento psiquiátrico
puede que no sirva verdaderamente más que para sembrar la confusión”.
VIRGINIA SATIR
Virginia Satir ha trascendido los confines de la terapia familiar, para ingresar en la esfera
más vasta del Movimiento por la Educación Humana. En 1963 dirigió un proyecto de
demostración de terapia familiar el el Instituto de Investigación Mental (M.R.I.) de Palo
Alto y también fue directora del famoso Instituto Esalen, en California.
“La principal preocupación de Satir siempre ha sido por el individuo, y probablemente fue
esta preocupación la que estimuló su interés en el movimiento por el potencial humano.
En el último decenio, ha cambiado más y más, abandonando su inicial enfoque en las
familias para trabajar con enormes grupos, de una manera fascinadora, casi religiosa. Se
ha vuelto una profetisa del amor y la alegría, en lo que hoy se presenta como la
‘Experiencia de Satir’. Pero antes de entrara plenamente en este mundo, dejó como
legado a la terapia familiar no sólo sus escritos, sino también muchos terapeutas a los que
enseñó y que han continuado extendiendo sus visiones de la familia y su enfoque único
del trabajo con ella”, destaca Lynn Hoffman.
Se convirtió en uno de los miembros más conspicuos de la Fuerza de Tarea de California
para la Promoción de la autoestima y de la Responsabilidad Personal y Social, donde fue
llamada la Paloma de la Terapia Familiar.
Cuando Virginia Satir decía: “siempre juzgo la terapia por los pronombres”, estaba
refiriéndose a la tendencia a decir “nosotros” en lugar de “yo”, atributo común de las
familias sensibles al consenso o “enredadas”. Esto explica el interés de Virginia Satir por
exponer las discrepancias en la comunicación, su insistencia en ayudar a las personas a
aceptar las “diferenciaciones” entre ellas: sus fórmulas para bloquear las secuencias
repetitivas que terminan cuando una persona adopta un rol Standard como víctima, mártir,
chivo expiatorio, salvador. Para tales situaciones tenía frases agudas: “¿Vio usted alguna
vez en un certificado de defunción que la causa de la muerte fuera haber dicho ‘NO’ a
alguien?”
O podría decir de una familia que resueltamente se negaba a reconocer que alguien
desaprobara a alguien más: “Bueno, yo me baso en el principio de que los seres
humanos no son ángeles”. Por último, tenía una pasmosa capacidad para quitar la
etiqueta o rótulo a un “paciente identificado”.
A propósito de un tema fundamental de la terapia sistémica, la teoría de la comunicación
humana, Satir señaló: “La comunicación del receptor de un mensaje está relacionada con
el modo característico en que el emisor le pide cosas al receptor. La consecuencia de
esto es que, a pesar de que la gente hace pedidos a los demás cuando se comunican,
existen cosas que no pueden ser demandadas. Esas son las que la gente más desea.
Imposible pedir que los otros piensen como uno, o cómo deseamos nosotros, o que
sientan igual. Es evidente que el hombre es insaciable, nunca puede ser amado ni
valorado lo suficiente. Tampoco puede sentirse lo suficientemente seguro ni
suficientemente poderoso”.
“En esa sociedad tenemos la creencia de que si uno cuida mucho de sí mismo, esto
significa que uno no se preocupa por los demás, lo que constituye una actitud egoísta. El
hecho es que, si te cuidas a ti mismo –si realmente lo haces–, entonces no querrás
aprovecharte o sacar ventajas de nadie. Cuidarse a sí mismo de una manera realmente
apropiada, te permite conectarte con otra persona sin necesidad de colocar a los otros en
una posición donde tengan que decirte “Sos Maravilloso”…La autoestima es el centro de
todo desarrollo superior de la conducta porque no requiere la subordinación de los otros
para el sostenimiento propio”.
NATHAN ACKERMAN
Nathan Ackerman, psiquiatra y psicoanalista de formación ortodoxa, comenzó –alrededor
de los últimos años de la década del ’40– a trabajar en Nueva Cork con toda la familia en
forma conjunta. Incluso llegó al punto de recomendar a sus colegas que hicieran visitas a
los hogares de los consultantes. Es probable que al dar este importante y controvertido
paso, haya estado muy influenciado por su experiencia anterior con las empobrecidas
familias de los mineros, a fines de 1930. Durante ese período había observado los
severos efectos que ejercía sobre una familia el hecho de que el padre estuviera sin
empleo durante un largo tiempo. Seguidamente, Ackerman fundó el Instituto para la
Familia (Family Institute) en Nueva Cork, con el fin de promover su enfoque mediante
largas charlas, escritos, y clases a sus colegas más jóvenes. Sin embargo, siguió siendo
básicamente un clínico dinámico más que un investigador o teórico y sus puntos de vista
respecto de la familia se centraron más en la psicodinamia que en los patrones de la
estructura y la interacción.
“La tarea de la terapia no puede ser simplificada gracias al recurso de evitar el contacto
con otros miembros de la familia. Ni la vida es simple, ni son simples los problemas de
relaciones intrafamiliares. Cuando un terapeuta se niega a ver a otros miembros de la
familia, no reduce de ese modo la complejidad de su posición. Sea como fuere, constituye
una presencia silenciosa en la vida familiar del paciente. Aunque el terapeuta rechace un
contacto directo con otros miembros de la familia, igual es para ellos una imagen viviente.
Constituye una fuerza psíquica en el intercambio emocional que se produce diariamente
entre los miembros de la familia. En este sentido, el terapeuta no puede evitar
relacionarse con el grupo familiar del mismo modo que el paciente no puede cortar sus
relaciones con la familia mientras está en tratamiento”.
MILTON ERICKSON
Una figura precursora central de la terapia estratégica fue Milton Erickson. Sus técnicas
innovadoras y exitosas, especialmente la hipnosis y la instrucción paradójica, llamaron la
atención de Jay Haley y John Weakland.
La influencia de Erickson sobre estos investigadores y en el campo de la terapia
estratégica en su conjunto, no puede soslayarse. De hecho, Haley entiende que casi
todas las ideas terapéuticas aplicadas en este enfoque se originaron de una u otra
manera en los trabajos de Erickson.
Erickson recurría a menudo a la forma corriente de inducir el trance, desde luego, pero
también podía hipnotizar a una persona mientras hablaba con otra, o hipnotizar a un
miembro de un amplio auditorio sin dirigirse expresamente a él; muchos ni siquiera se
daba cuenta de que habían sido hipnotizados y sólo lo comprobaban tiempo después. Lo
que hacía Erickson era establecer un tipo especial de interacción con la otra persona, y
ese intercambio seguía una estrategia cuidadosamente planeada para modificar la
conducta sintomática. Era difícil discernir cuándo la relación así creada era ‘hipnótica’ y
cuándo no lo era.
CARL WHITAKER
Aún entre toda la diversidad de investigadores de la familia, Carl Whitaker ha sido una
figura importante y única. Básicamente un terapeuta abocado a trabajar con ‘casos
imposibles’, como los esquizofrénicos, que enfatizó vigorosamente la importancia de la
familia, en tanto que adoptaba una posición manifiestamente ateórica o incluso
antiteórica.
Su obra parece calculada para asombrar, encantar y confundir. Whitaker se llama a sí
mismo un terapeuta del absurdo. Se ha caracterizado por llevar lo impensable hasta el
límite: a una joven psicótica que se sienta en las rodillas de su suegro, le sugiere que ‘el
incesto es mejor que el amor’. Si se le pregunta el motivo que tuvo para hacer tal
afirmación, tal vez conteste que ‘para complacerse’. “Si no saco de la terapia algo para mí
mismo, sé que no llegaré a ninguna parte”.
Implícita en la terapia de Whitaker se encuentra la teoría del cambio, parecida a la del
Zen. Según dice él, “la psicoterapia del absurdo puede ser un esfuerzo deliberado por
romper las viejas pautas de pensamiento y comportamiento. En cierto punto, llamamos a
esta táctica la creación de ‘procesos Koans’ ”. Sería difícil imaginar un término mejor.
JAY HALEY
Jay Haley participó en 1962 en el importante trabajo que condujo a la teoría del doble
vínculo en esquizofrenia.
En 1967 Haley dejó Palo Alto para unirse a Salvador Minuchin y a Braulio Donativo en la
Philadelphia Chile Guidance Clinic.
Desde comienzos y hasta mediados de la década del ’70, Haley reavivó su interés por la
terapia familiar de jóvenes esquizofrénicos o, como él los denomina, ‘jóvenes
perturbados’.
Haley fue el primero en acuñar el término ‘estratégico’ para describir cualquier terapia en
que el clínico diseña activamente las intervenciones para cada problema.
Aprovechando su conocimiento de las jerarquías y las coaliciones, creó su propio método
para cambiar o perturbar estructuras familiares anormales, además de atender a las
configuraciones triádicas que las acompañan. En contraste con el grupo de Palo Alto,
Haley piensa en la terapia como un cambio paso a paso en la forma que la familia está
organizada, de modo que pasa de un tipo de organización anormal a otro, antes de lograr
finalmente una organización más normal.
Estad dos ideas, rastrear las secuencias organizacionales al evaluar el problema, y pasar
por etapas en el proceso de cambiarlo, tal vez sean las aportaciones más características
de Haley a la teoría de la Terapia. En 1976 se trasladó a Washington D.C. y fundó con su
esposa, Cloe Madanes –terapeuta familiar sistémica argentina, de relevante actuación en
U.S.A.– el Instituto de terapia Familiar de Washington.
“Cuando la jerarquía de una organización está confusa, la conducta loca y excéntrica que
así genera es adaptativa, tenderá a estabilizar la organización y a aclarar las líneas
jerárquicas. Si todo vuelve a su curso normal, la organización entra otra vez en un estado
de confusión. Para corregir el comportamiento loco, es preciso corregir la jerarquía, de
modo que aquél ya no resulte necesario o adecuado”.
GRUPO DE PALO ALTO
El grupo de Palo Alto surgió de personas muy diferentes, quienes habían trabajado juntas
en distintos momentos, unidas por la preocupación común de describir, comprender y
tratar el comportamiento problemático entre los integrantes de una familia. Este grupo es
posiblemente la fuente primaria, el grupo pionero de la terapia familiar sistémica.
Por un lado, existía el proyecto de investigación fundado en 1952 por el antropólogo
Gregory Bateson para investigar la naturaleza de la comunicación. Por razones
complejas, el estudio llegó a incluir un interés específico en la comunicación de los
pacientes esquizofrénicos. Ya que el proyecto desde su inicio había considerado a la
comunicación como algo que era intencional (involucrando a más de una persona), el
interés de los investigadores –Bateson, Haley, Fry y Weakland– se inició naturalmente
con el estudio de las interacciones entre los pacientes y los entrevistadores y continuó con
el estudio de los esquizofrénicos comunicándose en su ambiente natural –o sea, con los
integrantes de sus familias.
A partir de ahí, existía un trecho corto y lógico hacia los intentos de tratamiento de los
sistemas familiares esquizofrénicos.
Un resultado fundamental de todo otro estudio, práctica y pensamiento diverso y
exploratorio sobre la interacción familiar en relación con diversos problemas humanos, fue
el desarrollo de un grupo de ideas básicas que pasaron a compartirse y que luego se
esparcieron hacia profesionales con menos experiencia y áreas de aplicación más
amplias. No existe una afirmación que sea única y definitiva sobre estos conceptos
relacionados.
Las distintas personas que trabajan con familias han diferido en cuanto a la terminología,
énfasis y precisión. Sin embargo, el movimiento de la terapia familiar sí involucra cierta
opinión general básica, y aquellas ideas de máxima importancia pueden resumirse de la
siguiente manera:
La comunicación y la interacción entre las personas afectan poderosamente el
comportamiento de cada individuo implicado: sus pensamientos, sentimientos y
acciones.
Correspondientemente, sin importar los hechos del pasado, los rasgos
caracterológicos y físicos o las circunstancias sociales, el modo en que las
personas interactúan entre sí en el aquí-y-ahora, influencia muy significativamente
la forma en que funcionan, para mejor o para peor.
En cualquier relación duradera, se desarrollan patrones de interacción, más o
menos rápidamente, y luego persisten no porque algún comportamiento en
particular sea fijo o inherente en sí mismo, sino que mayormente debido a
refuerzos recíprocos. En un nivel más abstracto y general, esto implica una
conexión primaria con la cibernética o la causalidad (como los elementos dentro
de un sistema interactúan para mantener el statu quo o conducen al cambio), en
lugar del modelo histórico de la causalidad, más antiguo y lineal.
En 1966, Richard Fisch, Paul Watzlawick, John Weakland y Arthur Bodin se proponen
tratar de utilizar racionalmente las técnicas intuitivas de Milton Erickson y Don
Jackson.
Su Centro de Terapias Breves comenzó como un esfuerzo cooperativo para explorar
si era posible o no resolver una variedad de problemas en forma más eficaz y
mediante:
Focalizar el tratamiento en el principal problema presentado.
Utilizar al máximo cualquier modo disponible de la influencia del terapeuta que
pareció ofrecer una promesa de cambio rápido en comportamientos
significativos relacionados con problemas, no importando si éstos parecían o
no ser habituales, directos o incluso lógicos. El planteo se podría resumir en la
siguiente pregunta: ¿cómo puede un terapeuta de la manera más rápida y
útil promover un cambio necesario en un sistema rígido de interacción
familiar?
SALVADOR MINUCHIN
Salvador Minuchin es actualmente director de Family Studies de Nueva York y un
verdadero maestro, también argentino, de la terapia familiar internacional. En su primera
etapa en la década del ’60, trabajó en la escuela Wyllwyck, para chicos delincuentes. La
población de Wyllwick provenía del ghetto portorriqueño y negro de Nueva Cork, y el
proyecto consistía en devolver el chico sano a su familia.
Los primeros conceptos de esa época son: Joining, jerarquías, subsistemas.
La segunda etapa se desarrolla en la prestigiosa Philadelphia Child Guidance, durante
la década del ’60 al ’70, asociados al Children’s Hospital.
Dada ala asociación de la clínica con el hospital, la mayoría de las consultas se referían a
niños psicosomáticos: asma, diabetes y, más tarde, anorexia.
Los conceptos clave de ésta época son: puesta en acto y fronteras.
La tercera etapa del modelo estructural de Minuchin, al decir de Jorge Colapinto,
terapeuta familiar argentino radicado en USA y conspicuo colaborador de Minuchin, tiene
que ver con el entrenamiento de terapeutas y el importante trabajo que está realizando
con agencias y hogares sustitutos. El Instituto asesora a un grupo que está compuesto
por el Estado, a las agencias, los hogares sustitutos, los chicos, las madres sustitutas, los
padres naturales. El objetivo del asesoramiento es minimizar el daño en esta dinámica
espeluznante.
“¿Por qué la imagen de la familia ideal se encuentra tan lejos de la común realidad?
Constituimos una cultura que ha entronizado al individuo. Poseemos una literatura
extraordinariamente rica acerca de la psicología individual, pero nuestra atención se ha
centrado en el ser del uno mismo interior. Esta es una extraordinaria hazaña de la
imaginación, porque los individuos ‘descontextualizados’ no existen. La vida consiste en
crecer, mezclarse, cooperar, compartir y competir con los demás. Sin duda la mayor parte
de nosotros ha tenido sus experiencias más significativas dentro de alguna de las formas
de la compleja unidad social que llamamos familia. ¿Por qué este organismo social les
resulta invisible a los expertos? ¿Por qué no está representada en las legislaturas? ¿Por
qué no cuenta con asesoramiento legal en los tribunales?”
GRUPO O ESCUELA DE MILAN
El prestigioso grupo o escuela de Milán (Italia), merece una mención especial. También
podrían figurar grandes terapeutas familiares y epistemólogos como Mony Elkaim
(Bélgica), Andolfi (Roma), Helm Stierlin (Heidelberg) y tantos otros. Pero tanto por
razones cronológicas pero sobre todo en virtud de la importancia de su labor clínica y
teórica, el equipo creado y liderado durante años por Mara Selvini-Palazzoli, se ha ganado
nado un espacio propio.
En la década del ‘60, Mara Selvini-Palazzoli había estado trabajando en casos de
anorexia nerviosa desde una perspectiva psicoanalítica, con particular énfasis en la díada
madre-hija. Sus estudios se extendieron hasta incluir el contexto familiar global pues se
relacionaba con el síntoma y comenzó a tratar familias enteras. En 1967 fundó en Milán el
Instituto para el Estudio de la Familia. En 1971, el Instituto se reorganizó incorporando a
Luigi Boscolo. Gianfranco Cecchin y Giuliana Prata. El grupo inició su trabajo con familias
de transacción esquizofrénica en 1972 y se dividió en dos institutos en 1979. entre los
aportes valiosos de Mara Selvini y sus colaboradores, se destacan el ‘interrogatorio
circular’ –un particular modo de interrogar a la familia, de gran utilidad clínica y ahora
difundido universalmente entre los terapeutas familiares sistémicos– y la célebre
‘prescripción invariable’ en el tratamiento de familias con miembros esquizofrénicos.’
CARLOS SLUZKI
El Dr. Carlos Sluzki es el nexo fundamental entre la terapia familiar sistémica nacida en
los Estados Unidos y sus posteriores desarrollos en la Argentina. Miembro del legendario
semillero del hospital ‘Araoz Alfaro’ de Lanús, en tiempos de la jefatura del Dr. Mauricio
Goldenberg, Sluzki inició en los años ‘60 sus viajes al Mental Research Institute de Palo
Alto, la Meca del Movimiento Sistémico Argentino.
En 1970, antes de instalarse definitivamente en Palo Alto, organiza en Buenos Aíres un
Congreso Internacional al cual asisten figuras de la talla de Jay Haley. Aparece entonces,
por primera vez mencionado oficialmente, el concepto de terapia familiar. Más adelante,
como director del Mental Research Institute, el Dr. Sluzki organiza los primeros cursos en
castellano para profesionales de Latinoamérica.
Actualmente se desempeña como director del Departamento de Psiquiatría del Berkshire
Medical Center de Pittsfield, Massachusetts y es también editor de la “Family Process”.
Esta polifacética actividad lo obliga a un permanente desdoblamiento entre la tarea clínica
y la consideración de las novedades que se producen en epistemología. La influencia de
tan distintas a la vez que complementarias actividades, lo impulsa a una continua y
paradigmática actitud de cambio. Además, asesora, prologa, traduce y selecciona libros
que constituyen hitos en el campo de la terapia familiar, así como otros escritos que
representan sustantivos avances de esta segunda etapa de la Terapia Familiar.
El Dr. Sluzki se define como un teórico y clínico constructivista, abocado actualmente a
temas tales como el desarrollo de la estructura narrativa en psicoterapia. es reconocido
como pionero, mentor y maestro del movimiento sistémico en la Argentina tanto por los
protagonistas de la primera como los de la segunda generación de terapeutas familiares
sistémicos del país.
“La sesión de terapia parece –es– más bien una conversación con un especialista en ‘ver
más lados de las cosas’, que sabe acompañar al grupo para que el conjunto familia-
terapeuta vislumbre la naturaleza holográfica, múltiples perspectivas, de las cosas, o
incorpore, al menos, puntos de vista alternativos que permitan resoluciones originales de
problemas crónicos. Los descubrimiento y los cambios que resultan de la conversación
terapéutica son necesariamente propiedad de la familia consultante, son el resultado de
su propia participación única en la co-evolución de las ideas que se fueron dando entre el
terapeuta y la familia en el curso de la entrevista.
La relación entre terapeutas constructivistas y paradigmas puede describirse a su vez
como un vaivén entre modelos de primer y segundo orden: con frecuencia el terapeuta
alterna entre pensar acerca de la familia ‘afuera’ (define patrones reiterativos, por
ejemplo, o describe fronteras intergeneracionales como atributos intrínsecos del sistema
familiar que él está observando, o se propone un curso de preguntas circulares para
desafiar cierta área de silencio) y sumergirse en el diálogo terapéutico para ir a la deriva
junto con la familia en la construcción colaborativa de descripciones, historias y sus
significados. Cuando se trabaja en equipo, los miembros ‘detrás del espejo’ de los
equipos terapéuticos suelen activar modelos complementarios a los del terapeuta,
manteniendo una distancia de observación correspondiente a la cibernética de primer
orden cuando el terapeuta está más sumergido en el proceso co-constructivo, y
viceversa. En este vaivén se fusionan los dos ingredientes Batesonianos, rigor e
imaginación, los así llamados aspectos pragmáticos y estéticos de la terapia familiar
sistémica”.
LOS SISTEMICOS EN ARGENTINA
En nuestro país la terapia familiar sistémica nace al influjo de las influencias foráneas, de
los puentes tendidos por figuras señeras como Carlos Sluzki y/o por cierta necesidad
clínica de terapeutas de otros paradigmas, especialmente psicoanalistas que recurren a
nuevas estrategias psicoterapéuticas desembocando en reflexiones epistemológicas
diferentes. Inicialmente se recrea la historia extranjera para imprimirle luego un vigoroso
sello propio. Así, en clínica de niños se empieza a utilizar el recurso de citar a los padres,
como una manera de comprender y mejorar el abordaje con el niño sintomático.
La primera institución privada de terapia familiar fue creada por el Dr. Adolfo
Loketek y las Licenciadas Estrella Joselevich, María Rosa Glasserman y Elida
Romano, en 1979. Este centro de docencia y asistencia de terapia familiar recibe
una fuerte influencia de terapeutas familiares italianos, sobre todo de Mara Selvini-
Palazzoli y del legendario grupo de Milán. Si bien después de 10 años, sus
actuales directores –Loketek y Glasserman– reconocen generosamente la
vigencia de tal influencia, han logrado imprimirle un perfil propio. Esta influencia se
manifiesta en la práctica clínica. Por ejemplo, el hecho de citar al mayor número
posible de familiares.
En una reciente charla, el Dr. Loketek enfatizó viejos fundamentos sistémicos tales como
el no encasillamiento teórico, la verificabilidad de supuestos expuestos en el quehacer
clínico. Señaló que el terapeuta sistémico le recordaba al autor profesional, quien
interpretando el rol asignado sufre las modificaciones impuestas por el rol pero, al mismo
tiempo tiene la facultad de recrear su personaje y el libreto.
Pionera de la práctica sistémica, la Lic. Cecilia Elzufán introdujo en la Argentina el
modelo de Palo Alto. En los años setenta dictó cursos del modelo interaccional de
terapias breves en distintos hospitales, siendo precursora en la aplicación de estas
ideas en la clínica de pacientes orgánicos. Fue y sigue siendo mentora de este
modelo en particular, formándose y supervisándose durante muchos años con
John Weakland y Paul Watzlawick entre otros. Junto a Hugo Hirsch y el
desaparecido Hugo Rosarios funda, en 1981, un centro privado que se constituye
en la representación oficial del Brief Therapy Center del Mental Research Institute,
de Palo Alto.
Hugo Hirsch es otro conspicuo protagonista de la joven historia del movimiento
sistémico argentino. Inicia su labor en el Centro de Salud Mental n° 1 de la
Municipalidad de Buenos Aires –en 1972- y en 1976 viaja a Palo Alto. Además de
seguir su formación con la Lic. Elzufán, funda con Hugo Rosarios el primer centro
asistencial sistémico, el CPP (Centro Privado de Psicoterapias). Este centro
adquiere tal envergadura que alcanza a cubrir una población de más de cien mil
personas; organización modelo donde trabajan y se capacitan en forma
permanente un equipo de psiquiatras y psicólogos que atienden toda clase de
problemas vinculados a la salud mental, tanto psiquiátricos como psicológicos,
ambulatorios o pasibles de internación. Hirsch fue el presidente fundador de
ASIBA (Asociación Sistémica de Buenos Aires) y junto al Dr. Rosarios escribió y
publicó el primer libro sistémico producido por argentinos residentes en el país.
Por su parte, el Dr. Alfredo Canevaro se recorta como un infatigable impulsor de
esta corriente. Presidente fundador de la Sociedad argentina de Terapia Familiar
(1979), es también director de Revista de Terapia Familiar (Estructura, Patología y
Terapéutica del Grupo Familiar). Actualmente instalado en Italia, el Dr. Canevaro
nos suele visitar para dictar seminarios donde aborda la teoría y práctica del
enfoque trigeneracional en terapia familiar.
Otra integrante del contingente de terapeutas argentinos que en 1979 realizó el
histórico viaje a Palo Alto, la Lic. Wanda Santi, se dedica desde hace muchos
años a la tarea asistencial y docente. Ha desarrollado un interesante método de
entrenamiento vivencial para terapeutas, que consiste en poner en contacto a los
entrenados con las dificultades emocionales, además de las puramente técnicas,
de la ardua tarea de enfrentar familias en crisis.
También miembros de aquel grupo de viajeros participantes del primer curso de
terapia sistémica en castellano organizado por el Dr. Sluzki en el M.R.I. de Palo
Alto, se destaca la Dra. Ana Giller, quien propició en el Hospital Piñeiro la
posibilidad de desarrollar cursos de entrenamiento sistémico en un medio poco
favorable para nuevas experiencias.
La Dra. Giller prosigue en su afán de impulsar el desenvolvimiento y la evolución
de terapia sistémica, en sus cargos de Directora del Hospital Alvear y como actual
presidenta de la sociedad de Terapia Familiar.
En términos institucionales, el Dr. Mario Tisminetzky, jefe del Servicio de Salud
Mental del Hospital General de La Matanza, realiza hace varios años una
experiencia clínica –la internación familiar– de neto corte sistémico. Esta particular
forma de internación tiene pocos precedentes en nuestro país, así como
considerable ventajas respecto de las internaciones convencionales. El
Dr.Tisminetzky es también docente y entrenador sistémico.
Como representantes, divulgadores y entrenadores del modelo estructural de
Salvador Minuchin, y supervisores aprobados por la American Association of
Family Therapy, el Dr. Pedro Herscovici y la Lic. Cecile Herscovici llevan a cabo,
desde hace varios años, una intensa labor docente y asistencial en el Hospital
Italiano y el centro privado que dirigen.
En Buenos Aires, donde mes a mes surgen nuevas instituciones, centros privados,
cursos o conferencias relacionados con el quehacer sistémico, la Dra. en
psicología Dora Schnitman se ha ganado un espacio singular. Tras un
desempeño docente de doce años en la Universidad de San Francisco y el M.R.I.,
en la división de Medicina Familiar, regresó a nuestro país donde creó un centro
de docencia, asistencia e investigación en cuyo marco organizó talleres y
seminarios con figuras de relevancia internacional tales como el neurobiólogo
chileno Humberto Maturana, el cibernetista Heinz von Foerster, Mony Elkaim –
terapeuta familiar belga y directos de ‘Cahiers Critiques de Thérapie Familiale’– y
el mismo Carlos Sluzki, entre otros tantos. Quienes tuvieron la oportunidad de
asistir a esos encuentros, no cesan de reconocer la perfecta organización y
agradecer la posibilidad de entrenarse y actualizar sus conocimiento junto a estas
figuras; todo ello merced a la incansable labor de su anfitriona.
Es pionera la labor de una de las primeras psicólogas de la Argentina, la Lic.
Zulema Orlando, co-fundadora y actual secretaria científica de la Sociedad
Argentina de Terapia Familiar. La Lic. Orlando ha bregado permanentemente por
el desarrollo de la terapia familiar sistémica. Protagonista de importantes eventos
científicos de la especialidad, se dedica actualmente a una profunda investigación
de la familia argentina, llevada a cabo por medio de la técnica de los genogramas.
El Dr. Carlos Díaz Usandivaras –quien desde su institución de San Isidro ejerce
la docencia y la asistencia sistémica de familias. Ha dedicado los últimos años a
tratar interdisciplinaria mente el complejo tema del divorcio vincular, aplicando la
moderna concepción del ‘counseling’ (asesoramiento). Por otro lado, esta figura
señera ha incursionado en profundidad en preocupaciones sociales, también en
forma interdisciplinaria, en el campo de la delincuencia juvenil, citando a las
familias involucradas pero sobre todo, elaborando estrategias junto a los jueces,
asistentes sociales y demás autoridades participantes.
En cuanto a la actividad desarrollada fuera de Buenos Aires, la mención de
algunas figuras tal vez baste para dar idea del grado de desarrollo de esta
corriente en el Interior del país. EN la ciudad de Rosario cabe destacar a los
doctores Fidel y Elena Lebenshon, cuyo centro de formación, estudios clínicos y
epistemológicos así como sus publicaciones, son trabajos de referencia
permanente; en la misma ciudad, los licenciados Norma Ferrer y Saúl Fuks
desempeñan una interesante labor en un centro de atención comunitaria, casi
único en su género ya que brinda asistencia en situaciones de crisis las 24 horas
del día, durante todos los días del año. En él se intentó con éxito una experiencia
macro-sistémica, o sea de aplicación de las ideas sistémicas en y con la
comunidad.
Por su parte, los licenciados Enrique Escot y Lino Guevara desarrollan en el Neuquén
una importante una importante labor docente y asistencial.
Por último, es justo recordar que existe una Federación Sistémica que pretende nuclear a
los terapeutas sistémicos del Interior y cuya presidencia está a cargo del Dr. Fernández
Moya, terapeuta familiar mendocino.
Claudio Des Champs es psicólogo, docente y terapeuta familiar sistémico. Se ha
desempeñado como representante del modelo de Palo Alto en el Centro Privado
de Terapias Breves, asociado al Mental Research Institute. Actualmente
coordina el área familiar de C.R.O.M. (Centro de Operadas de Mama de
LALCEC), entrena y supervisa el equipo de atención de crisis del Hospital de San
Isidro, es editor científico de Nadir Editores y director de la revista Perspectivas
Sistémicas.
Bibliografía consultada para este artículo: periódico Perspectivas Sistémicas,
revista Sistemas Familiares y el libro Fundamentos de Terapia Familiar, de
Lynn Hoffman, entre otros.
PRESENTE, FUTURO Y RIESGOS
Como testigo y protagonista de la difusión de ideas y práctica del paradigma sistémico,
veo crecer vertiginosamente la ola de la terapia familiar sistémica o interaccional (también
denominada terapia estratégica). Crecimiento implica progreso, nuevas oportunidades y,
sin duda, riesgos. Estos últimos son propios de cualquier corriente psicoterapéutica nueva
y probadamente eficaz. El riesgo más evidente: el de convertirse en una moda, posibilidad
muy idiosincrásica, muy telúrica. Los avatares y consecuencias de su desarrollo son
impredecibles. En todo caso, la teoría sistémica co-constructivista y la terapia familiar
estratégica, ocupan un espacio propio, en centros privados, en equipos hospitalarios, en
la Universidad…Su influencia se propaga, se multiplican sus adeptos, tanto alumnos
como consultantes. Sin duda, sus ideas y aplicaciones están destinadas a producir
cambios en las rígidas estructuras del ámbito de la Salud Mental de nuestro país.
Es posible –y necesario– destacar las aplicaciones del paradigma sistémico que se están
llevando a cabo en diversas áreas y problemas: en el tema de violencia familiar (saliendo
del clásico esquema víctima-victimario) y en los tratamiento de los denominados casos
graves –psicosis, anorexia, intentos de suicidio, etcétera…- donde se utilizan técnicas
precisas que orientan a la familia, red de apoyo natural al paciente en crisis, para que éste
pueda recuperar el control de la situación y resolver por sí mismo el problema. En este
sentido, como coordinador de un equipo hospitalario de atención de crisis, he podido
comprobar cuánto puede hacer la gente por sí misma si es guiada rápida y
adecuadamente. La escuela es otro campo específico en el cual la ampliación del sistema
(principio teórico-práctico, sistémico por antonomasia), o sea la inclusión del docente,
padres y otros profesionales involucrados en la co-creación del conflicto del “niño-
problema”, permite resolver situaciones sin estigmatizar al niño y sin culpabilizar a los
demás protagonistas. La tarea mancomunada de jueces, asistentes sácielas y terapeutas
familiares en el área de protección al menor abandonado, constituye un buen ejemplo de
cómo, a partir de la metodología sistémica, se obtienen resultados satisfactorios con
prácticamente los mismos operadores, sin cambiar necesariamente la infraestructura
institucional y con un ahorro de energía y dinero. Los encuentros multifamiliares
protagonizados por las psicopedagogas (las llamadas terapias de redes) son otro ejemplo
de interesante aplicación a este paradigma.
Pero es en ámbitos y problemáticas apenas desarrollados en nuestro país (me refiero a
las iatrogénicas y obsoletas instituciones manicomiales y frente al flagelo de la droga)
donde la aplicación de las herramientas sistémicas se torna prácticamente imprescindible.
Luigi Cancrini, renombrado terapeuta familiar italiano y consultor internacional en el tema
de drogadicción, escribió al respecto, en un artículo publicado en “Perspectivas
Sistémicas” (Enfoque Relacional en Toxicomanía), lo siguiente: “…La óptica sistémica
centrada sobre todo en la familia y luego en los recursos del sistema terapéutico,
imaginado en toda su complejidad, debería de ser considerada, en mi entender, como
punto de referencia de todas las técnicas de interacción (sic).”
Desde una nueva oferta se modela una nueva demanda, sustentada en una resolución
más rápida de los problemas, en una visión más abarcadora, holística y ecosistémica, que
parte de la salud y no de la enfermedad, que cree en los autorrecursos del individuo, de la
familia y de la comunidad en general, y por ello, tiende a catalizarlos, a generarlos.
La cuestión es que, por imperio de las pasiones ideológicas y de las pautas
interaccionales habituales, la terapia familiar de base sistémica-constructivista
(cibernética) transforma en una concepción única, dominante y excluyente perdiendo así
su enorme valor de propuesta psicoterapéutica válida, y contradiciendo de esta forma su
propia esencia constructivista. Una esencia basada en la creación de alternativas, la
autorresponsabilidad de las acciones, y la tolerancia y el respeto por las otras propuestas,
igualmente válidas, por comprobación estadística.
Claudio Des Champs