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Tema - Fuentes Biblicas y Patrísticas - DSI

Este documento resume las fuentes bíblicas y patrísticas de la doctrina social de la Iglesia. Explica que la Biblia constituye la fuente primaria, pero requiere interpretación para entender el mensaje original y aplicarlo a problemas sociales actuales. También analiza temas como la lectura literalista versus contextual e histórica de la Biblia, y cómo la Iglesia ha elaborado la doctrina social a partir de los principios bíblicos.

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Tema - Fuentes Biblicas y Patrísticas - DSI

Este documento resume las fuentes bíblicas y patrísticas de la doctrina social de la Iglesia. Explica que la Biblia constituye la fuente primaria, pero requiere interpretación para entender el mensaje original y aplicarlo a problemas sociales actuales. También analiza temas como la lectura literalista versus contextual e histórica de la Biblia, y cómo la Iglesia ha elaborado la doctrina social a partir de los principios bíblicos.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTA MARIA

TEXTOS DEL EQUIPO DE PROFESORES DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


Prof. Hernest Flores Peralta

TEMA 4:
FUENTES BÍBLICAS Y PATRÍSTICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
COMPETENCIA:
• Sustenta con solvencia académica el análisis de un desafío social concreto a la luz de
la doctrina social de la Iglesia y asume un compromiso solidario con dicho desafío,
mostrando empatía, asertividad y liderazgo.

I. Introducción
Toda la teología, incluyendo la Doctrina Social de la Iglesia, está basada en la Biblia como primera fuente. Sin
embargo, queda claro que la Biblia no da soluciones concretas a problemas de nuestros tiempos. La Biblia no se
pronuncia sobre el desempleo en nuestra sociedad, o sobre la deuda externa. No dice cómo manejar una empresa
multinacional o qué nivel de interés es el más adecuado para una economía. ¿Cómo podemos considerar, la Biblia,
como fuente para la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Y cómo deberemos interpretar la Biblia?

1. Fuentes Bíblicas1

La Biblia constituye la fuente primaria de la Doctrina Social de la Iglesia, no hay que pensar que ésta se deriva
directamente de aquélla. Para entender eso, tendremos que recordar primero brevemente lo que es la Biblia.

“La Biblia es un conjunto de libros, que los cristianos consideramos


inspirados por Dios.”

Estamos de acuerdo en que la Biblia nunca ha sido dictada por Dios a los hombres. Más bien, son escritos
inspirados, de la experiencia de fe, de personas que sintieron la presencia de Dios en su vida -hagiógrafos- y en
la historia de su pueblo. Dios se ha valido de autores humanos para revelarnos lo necesario para nuestra salvación.

La Biblia no puede ser tomada a la letra, sino exige ser interpretada. Existen formas para interpretar un texto. La
propia Iglesia utiliza diversos métodos para leer y entender la Biblia. La mayoría de los métodos tratan de buscar
qué es lo que el autor quiso decir en su tiempo. Hay métodos en la estructura literaria interna de los textos.

Según la lectura fundamentalista, se creería a la letra el origen del universo, como está narrada en el primer
capítulo del Génesis. Como si alguien estuvo presente para narrar lo que realmente estaba pasando. Esta es la
interpretación literalista. Se asume, que los cuatro Evangelios narran exactamente lo que ocurrió con Jesús: qué
dijo, qué hizo en qué momento, etc. Aceptar esa interpretación sería entrar en un sinnúmero de contradicciones e
incongruencias presentes en los textos bíblicos, si se lee como una narración periodística. Esa forma de entender
la Biblia es errónea y rechazada por la Iglesia. La Biblia no es un libro de ciencia o de historia. Es un libro que
narra una experiencia de fe y que quiere transmitir esa experiencia al lector para su salvación.

1Para mayor información sobre la Doctrina Social desde la Biblia, referimos a: VAN DER MAAT, Bruno (2006) Pensamiento
Social en la Biblia, Arequipa, UCSM-Escuela de Postgrado, 125 p.
Hagamos un pequeño ejercicio de recuerdo. Si queremos
explicar a alguien la importancia que tuvo tal o cual persona
en nuestra vida -digamos nuestra abuelita-, no vamos a
empezar presentando su partida de nacimiento, diciendo
dónde vivió, qué color de ojos tenía o cuánto midió. Más bien
trataríamos de explicar lo que significó para nosotros, qué
hizo por nosotros, cómo la vimos, qué plato especial nos
cocinaba, qué palabras sabias nos enseñó, etc. Así también
funciona la Biblia. No quiere darnos teorías científicas o
describir fechas históricas, sino compartir una experiencia,
con la esperanza de que haga “eco” en nosotros para que
podamos descubrir a Dios en nuestra propia experiencia.

Todos hemos escuchado la historia de Jonás, que fue


tragado por un pez y vivió en él durante tres días. Sería un
error pensar que el autor del libro de Jonás nos quiere
proporcionar una lección de sobrevivencia en el estómago de un
pez. Su propósito es muy distinto. Leer el libro de Jonás
literalmente y empezar a buscar qué clase de pez podría haberle
tragado es equivocarse completamente sobre el sentido del libro.

La Iglesia enseña, entender la Biblia, primero es necesario tratar


de entender ha querido decir el autor de la época en que fue
escrito el texto. Es necesario buscar el significado del texto en su
propio contexto histórico. Para ello ayudará la lectura a la luz de
las teorías de la interpretación literaria, los conocimientos
históricos, arqueológicos y literarios de la época de redacción del texto, el análisis del género literario, etc.

Si leemos el relato de la creación, del Génesis 1,1-2, 4ª, no tiene sentido tratar de demostrar, que la creación del
mundo, fuera literal. Así como nos lo describe el texto y si aceptáramos esa interpretación ¿Qué se hace con el
segundo relato de la creación (Génesis 2, 4ª-25) y que no tiene nada que ver con el primer relato? Más valdría
preguntarse: ¿Qué mensaje de la salvación se puede deducir de este relato?
La lectura del texto bíblico siempre implicará una interpretación. No existe una lectura neutra, objetiva, siempre
válida. Lo que sí existirán son por un lado distintas interpretaciones del texto, válidas porque coherentes, y por el
otro lado, una lectura literalista, contraria al sentido del texto. Con todos esos pasos, ya quedará claro que la
Doctrina Social de la Iglesia no puede transponer sin mediación alguna los planteamientos históricamente situados
de la Biblia en un discurso a seguir literalmente en algún tema social.

Por ejemplo, leemos en el libro del Deuteronomio: “Si uno tiene un hijo desobediente y rebelde que no hace caso
a sus padres, y ni siquiera a fuerza de castigos obedece, su padre y su madre lo llevarán a los ancianos de la
ciudad, a la plaza pública, y dirán a los ancianos de la ciudad: ‘este hijo nuestro es desobediente y rebelde, no
hace caso; es un libertino y un borracho’. Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que muera.
Así extirparás el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, escarmentará.” (Dt 21,18-21). A nadie en su sano
juicio (ni siquiera al fundamentalista más empedernido) se le ocurriría hacer lo mismo con sus propios hijos, por
más que ésta sea literal Palabra de Dios. Necesario indagar qué quiso decir el autor y luego sacar conclusiones
para la vida. Ésta es la mediación que se precisa para poder pasar de la Biblia a la DSI.

Siempre habrá que interpretar el texto bíblico y tratar de entender lo que quiso decir el autor en su época. Recién
después tendrá sentido tratar de sacar conclusiones para nuestro mundo de hoy. En este sentido nunca podremos
aplicar directamente un texto bíblico a una realidad nuestra. La Biblia no se presta a esas concordancias forzadas.
Lo que sí nos ofrece es un conjunto de principios y valores que luego tendremos que aplicar.

El respeto a la vida, por ejemplo, o a la familia, a la palabra dada; la búsqueda de la justicia en la solidaridad y la
fraternidad; el respeto a la propiedad privada, teniendo en cuenta el destino universal de los bienes; el respeto a
la dignidad de la persona y la búsqueda del bien común, etc. La Doctrina Social, elaborada por el Magisterio de la
Iglesia, se encargará de traducir estos principios para cada época y circunstancia, tal como veremos más adelante.
¿Cómo leer la Biblia?

De fe a fe: la fe los que escribieron los libros de la Biblia es la misma fe que nos mueve e impulsa hoy a
nosotros. Es la fe en el mismo Dios liberador, misericordioso y justo, por eso debemos leer la Biblia de fe a fe.

De historia a historia: Dios se ha hecho hombre en la historia humana, es una sola historia. La historia de
Dios con el pueblo de Israel es una historia de encuentros y desencuentros con sus propios matices, pero esa
historia también es nuestra historia humana, de la humanidad con Dios. Dios que sigue acompañando a su
pueblo y haciendo historia.

De cercanía a lejanía: recordar que los textos bíblicos fueron escritos desde 1000 años antes de Cristo, lo
escrito en la Biblia sucedió hace mucho tiempo, pero lo tenemos hoy para releerlo de acuerdo a nuestro
contexto. Cercanía, porque la tenemos frente a nuestros ojos, el mensaje es el mismo, lejanía porque sucedió
hace muchos años.

1.1. Temas sociales en las fuentes bíblicas

La Biblia consta de dos grandes partes: el llamado Antiguo Testamento que narra la historia de la salvación
desde la creación hasta los últimos profetas, y luego el llamado Nuevo Testamento, que narra desde el
anuncio de Jesús hasta el inicio de las primeras comunidades cristianas. Para un cristiano ambas partes son
igualmente importantes y se sostienen mutuamente: el Antiguo Testamento presenta la promesa de salvación
de Dios, y el Nuevo Testamento narra el cumplimiento pleno de esa promesa. Si no se conoce el Antiguo
Testamento no se sabe qué esperar en la Historia de Salvación. Y si no se conoce el Nuevo Testamento,
uno queda con la interrogante cuándo se cumpliría las promesas de Dios. Ambas partes no se contradicen,
sino que mayormente se complementan.

En cuanto a temas sociales, es preciso reconocer que el Antiguo Testamento contiene mucho más material
que el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento presenta la multitud de leyes que rigieron la comunidad de
Israel. De esas leyes nos podemos valer muchas veces para tratar de reconocer los principios básicos que
deberían regir nuestra propia sociedad. Sin embargo, siempre habrá que tener en mente la necesidad de la
interpretación de los textos para no caer en una lectura fundamentalista.

En ambos Testamentos es evidente la dimensión social que tiene la fe: creer en Dios implica necesariamente
preocuparse del hermano. Desde la creación (en el Génesis) hasta el anuncio del fin de los tiempos (en el
Apocalipsis), el hombre es visto como criatura que recibe la existencia de Dios y que se relaciona con los
demás. Por ello debe preocuparse por los demás. Faltar al otro es faltar a Dios, como veremos a continuación.

En el marco de esta asignatura, no podemos realizar una exposición exhaustiva de las ideas sociales en la
Biblia. Resaltar algunos temas de índole social, dejando el estudio pormenorizado al interés de cada uno.

1.1.1. Temas sociales en el Antiguo testamento

Es preciso tener en mente el contexto de la legislación veterotestamentaria (es decir, del Antiguo Testamento). En
la época antigua, las leyes y las costumbres sociales estaban imbuidas de Dios. La práctica social era expresión
de la fidelidad a Dios. Igual se puede notar en ciertos pueblos cuya vida sigue regida no tanto por leyes civiles
autónomas, sino por leyes que se presentan como “voluntad de Dios

“Obedecer las leyes es obedecer a Dios”

Por ello en el Antiguo Testamento siempre se presenta la obligación civil y moral como una obligación religiosa.
Se recuerda que los ritos no tienen sentido, si no van refrendados por una acción coherente en la vida del oferente.
El rito nunca puede existir en sí, como si fuera un acto de magia, sino que siempre debe ser expresión de la actitud
personal y social de los creyentes participantes.

1.1.2. La dignidad de la persona


Desde la Creación queda claro que el ser humano es una criatura muy especial. Es creada a imagen de Dios: “Y
creó Dios a los seres humanos a su imagen: a imagen de Dios los creó: macho y hembra los creó.” (Gén 1,27).
Además de ser la criatura más excelsa en el proceso de la creación, tiene una ventaja adicional sobre todas las
otras criaturas: es creada a imagen de Dios. Somos imagen de Dios y como tal merecemos respeto y debemos
respetar a los demás. Por este estatuto privilegiado y exclusivo, se plantea la necesidad de cuidarnos unos a otros.
Los seres humanos no podemos vivir sin
tomar en cuenta a los demás, y mucho
menos hacerles daño. Todo lo demás
(principios sobre la propiedad, sobre el
trabajo, etc.) está subordinado a este
principio primero y primordial.

No se hace ninguna diferencia entre hombre


y mujer, los dos en conjunto, presentados
como creados a imagen de Dios. Ninguno de
los dos puede usurpar la representación de
la humanidad. El uno no puede existir sin el
otro y no existe ninguna jerarquía originaria entre ambos. El género implica diferenciación mas no jerarquía.

En el conocido episodio de Caín y Abel, Caín mata a su hermano y luego se esconde. Cuando Dios le pide cuentas
de lo que pasó con su hermano, Caín contesta molesto: “No sé ¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?” (Gén.
4,9). El texto declara que en efecto todos somos guardianes de nuestros hermanos. Lo que pasa con ellos nos
incumbe. Todos somos responsables de nuestro prójimo, sobre todo del que más alejado está de la vida. En el
plan de Dios la vida de todos y de cada uno es sagrada e inviolable. Por ello Dios no castiga a Caín con la muerte,
por más que sea homicida. Más bien protege su vida contra la venganza de los demás (Gén. 4,15). Por más que
Caín haya matado, no pierde su dignidad de persona. Esa dignidad es inalienable e incondicional, no se pierde.

1.1.3. La relación social y sus implicancias

Los humanos debemos comportarnos como hermanos, construyendo una sociedad justa. Para ello habrá que
respetar ciertas normas sociales. En el Antiguo testamento tenemos como normas sociales a los diez
mandamientos de la ley de Dios.

Es necesario recalcar que estas reglas sociales son formuladas como mandamientos y no como leyes civiles. Es
decir que no son en estricto leyes (que uno podría violar bajo pena de sanción) sino que son como principios
inquebrantables. Se trata de formulaciones básicas que permiten que la sociedad sobreviva y se desarrolle. Luego
tendrán que ser traducidas en derecho positivo (es decir en leyes acordadas por las personas de una misma
comunidad). Los demás textos del Antiguo Testamento explicitarán la defensa de cada uno de esos aspectos.

Sin embargo, esos mandamientos no se limitan a la mera esfera privada de cada uno, sino que tienen
evidentemente implicancias sociales. No es casual que en el centro de la fórmula de los Diez Mandamientos se
encuentra el respeto al shabbat (el sábado). Entre los primeros mandamientos que hacen referencia a la dimensión
religiosa del hombre y los últimos que dicen sus obligaciones sociales, está el respeto al sábado, signo excelente
de la articulación entre lo religioso y lo social.

1.1.4. La justicia

La convivencia social implica que impere la justicia y no la ley del más fuerte. Ello llevará a proteger especialmente
a los menos fuertes, presentados en el Antiguo Testamento como “el huérfano, la viuda y el extranjero”. No existe
para ellos otra justicia, sólo que ellos merecen una especial atención porque son más débiles, y, por lo tanto, más
propensos a ser vulnerados en sus derechos.
El respeto de la justicia se verificará en los actos
cotidianos. Estas reglas sociales rigen en prácticamente
todas las sociedades. Se parecen mucho al
1.1.5. La solidaridad y el amor “ama sua, ama llulla, ama kella” o a cualquier
otra formulación de reglas mínimas para que
En realidad, las reglas sociales que nos presenta el Antiguo pueda funcionar una sociedad. Es necesario
Testamento no se entienden si no es por el tipo de persona que se protejan algunas instancias que
que las fundamentan. En el fondo lo que quiere Dios es que sostienen la sociedad:
vivamos como seres humanos responsables, justos y - la vida (es necesario salir de la ley del
solidarios, amándonos unos a otros. “Amarás a tu prójimo más fuerte y proteger la vida de todos),
como a ti mismo” es la fórmula que presenta el Levítico - la familia (no destruir los hogares
(Lev. 19,17). mediante el adulterio o el engaño),
- la palabra (no dar testimonio en falso, es
darle a la palabra empeñada todo su valor
No se trata de elaborar un conjunto de leyes formales, sino fundante, es decir, implica defender la
de cambiar la persona para que podamos responder al verdad),
amor que Dios nos muestra. No se trata de relaciones - la propiedad (si se protege la propiedad,
formales de justicia para evitar ser juzgados, sino de existe un mínimo de seguridad en la
prácticas justas que expresan el amor y el aprecio que sociedad, aunque este derecho no será
sentimos los unos por los otros. Es por ello que la absoluto, como veremos más adelante).
solidaridad se expresará en primer lugar como una relación
gratuita para con los que nunca van a poder devolvernos
los favores. En ese principio se basa la opción por los pobres, como reflejo del amor gratuito que Dios nos tiene y
les tiene a ellos preferencialmente.

Ser solidario no es una cuestión de cálculos, para dar o prestar al que sabemos que nos va a devolver con creces.
La solidaridad es dar al que necesita, sin pensar si nos va a poder devolver o no. Por ello, el Antiguo Testamento
pone en el primer lugar de preocupación de todos al triduo: “huérfano, viuda y extranjero”, personas que en aquella
sociedad tenían mucha dificultad porque nadie les protegía. La solidaridad deberá empezar con ellos. Si somos
solidarios con ellos, ya se estará haciendo justicia.

1.1.6. Temas sociales en el Nuevo testamento

El Nuevo Testamento es la culminación y plenitud de la revelación o del mensaje divino a los hombres y a las
mujeres. Por ello, también en el aspecto social, representa la coronación del Antiguo Testamento. No contradice
los textos anteriores, sólo los complementará.

Partamos del hecho que el Nuevo Testamento no es un relato periodístico de la época de Jesús o de las primeras
comunidades cristianas. El objetivo no es describir con criterios historiográficos modernos la realidad en la que
vivía Jesús. Mucho menos considerar al Nuevo Testamento como un estudio sistemático de la sociedad palestina
del primer siglo de nuestra era. El Nuevo Testamento tampoco contiene un modelo de sociedad ideal aplicable a
nuestra u otra realidad. No busquemos allí justificaciones para nuestras propias propuestas sociales.

El Nuevo Testamento es ante todo la expresión inspirada de la vivencia de un anuncio. “Comienzo de la Buena
Nueva de Jesús Mesías, Hijo de Dios” escribe Marcos en primer versículo de su Evangelio. Se trata entonces de
una buena noticia que es una persona, no un mensaje o un contenido. El Nuevo Testamento no nos quiere describir
al minuto la vida de Jesús. Pero tampoco quiere presentarnos un modelo de vida que tenemos que seguir tal cual.
Nos narra una experiencia de fe que se quiere transmitir para que nosotros y otros podamos creer.

No nos debe asombrar entonces que tampoco encontraremos en el Nuevo Testamento un tratado de moral social.
No hay un modelo de sociedad con todas sus reglas. Lo que sí nos dará son pistas para reforzar los principios
encontrados en el Antiguo Testamento.

1.1.7. La Ley

Muchos han escrito que el Nuevo Testamento vino a terminar con el Antiguo. No es lo que dice el mismo Jesús:
“No piensen que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los profetas, no he venido a abolirlas sino a llevarlas
a su plenitud.” (Mt 5,17). Lo que cambia no es el contenido sino el lugar de la ley. Jesús reemplaza la ley por el
amor. Hemos visto que el amor ya era una exigencia del Antiguo Testamento. Ahora se trata de la exigencia
primordial, ante la cual todo lo demás, incluso la ley, tiene que inclinarse. Jesús siempre cuenta con la libertad de
la persona para cumplir con la voluntad del Padre. Nunca hará las cosas porque sí, sino que las hará por amor,
respetando la libertad de la otra persona.

Recordemos ahora algunos principios de vida social tal como el Nuevo Testamento nos los presenta.

1.1.8. Algunos planteamientos sociales en los Evangelios

Brevemente revisaremos lo que parecen ser los fundamentos del pensamiento social sobre todo en los evangelios
sinópticos, más explícitos al respecto. Ya sabemos que no tenemos que esperarnos a una teoría social toda hecha
y acabada. Sí podremos encontrar principios que permiten elaborar creativamente una visión sobre la vida social
de las personas.

A. FUNDAMENTOS DE LA CARIDAD (1 Cor. 13, 1ss)

a) El amor a Dios pasa por el amor al hermano

Entre los textos evangélicos encontramos el fundamento del actuar del cristiano con mayor claridad, en el
evangelio de Mateo. La base es la misma que en el Antiguo Testamento: quien quiere honrar a Dios tiene que
respetar a su hermano, lo que vimos desde la pregunta de Caín. En Mateo 5, 21.22. Jesús nos recuerda la misma
lógica.
No hay modo de reconciliarse con Dios si uno no está reconciliado con su hermano. La fe en Dios se expresa
necesariamente a través de la relación con el hermano. Ello implica que hay que preferir al hermano sobre
cualquier cosa. Será la demostración de que preferimos a Dios sobre cualquier cosa.

b) Dios prefiere a los pequeños por amor

Partiendo del principio de que el amor a Dios se demuestra


mediante el amor al hermano, es preciso hacer una
aclaración. Si bien es cierto que todos los hermanos tienen la
misma dignidad, no todos tienen la misma necesidad. El
motivo de nuestro actuar debe ser el amor. Y el amor es
asimétrico. Puedo amar a otro incluso si él no me ama.

Se trata de superar la simetría en las relaciones, de respetar


y amar al que nos respeta y ama. Este principio tiene una
doble implicancia: una de prioridad, otra de profundidad. La profundidad que exige este principio es que debemos
de amar hasta nuestros enemigos. Es decir que nadie puede quedar excluido de nuestro amor. No podemos limitar
nuestro amor al pequeño círculo de personas que nos caen simpáticas o incluso indiferentes, tenemos que incluir
en ese grupo a nuestros enemigos. Ello tendrá implicancias en cuanto al perdón (cfr. infra). La dimensión prioritaria
se mostrará en la exigencia de amar en primer lugar a los que no podrán devolvernos el favor. Tendremos que
priorizar en nuestra relación a los débiles, a los pobres, a los necesitados. En ello se demostrará la gratuidad del
amor. El texto más claro al respecto está en el contexto del juicio final, en Mateo 25, 31-45
Dos aclaraciones. La primera es que el juicio, tal como es presentado en esta perícopa, se determinará por lo que
se haya hecho para los hermanos, y sobre todo a “los hermanos más pequeños”, es decir los más débiles, pobres
y necesitados, los que no tendrán tal vez la fuerza o la capacidad de devolver el bien recibido. En segundo lugar,
hay que enfatizar la identificación que el Señor opera con los más pequeños. Acercándonos a ellos, nos acercamos
a Él mismo2.

2 Este y otros muchos textos sustentan la Opción Preferencial por los Pobres que asumió la Iglesia Católica. Ya en el Vaticano
II se encuentran las raíces de esta fórmula p. ej. «La Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana;
más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar
sus necesidades y procura vivir en ellos a Cristo» Lumen Gentium 8.
c) El perdón, señal y exigencia del amor

Para poder amar de tal forma, tendremos que recurrir al perdón. Jesús recuerda la indiscutible importancia del
perdón en la vida del cristiano. Incluso hace de ello la condición para nuestro propio perdón. El Padre Nuestro
recuerda claramente en Mt 6,12 que nosotros tenemos que haber perdonado antes de poder pedir perdón a Dios.
La traducción de la Biblia de Jerusalén, aquí citada, ha reemplazado el verbo original “perdonamos” (en pretérito,
para traducir el aorista griego que designa una acción terminada, concluida en el pasado) por “hemos perdonado”
(un pasado compuesto) porque en castellano la forma del pretérito y del presente en la primera persona del plural
muchas veces se confunden. Desafortunadamente no todas las traducciones al castellano toman en cuenta esta
particularidad.

El perdón es una característica del actuar de Jesús, revelando de tal forma la misericordia de Dios Padre. La
parábola del que fue perdonado y que no fue capaz de perdonar sigue, en el Evangelio de Mateo, la respuesta a
la pregunta de Pedro sobre la cantidad de veces que tenemos que perdonar: Jesús sorprende a todos “No te digo
hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mateo 18,22).

2. FUENTES PATRÍSTICAS

2.1. Padres de la Iglesia

La moral social cristiana empieza en la Sagrada Escritura, que ofrece las primeras orientaciones, criterios y normas
morales. Después de Jesús su mensaje quedó en manos de los discípulos, quienes tuvieron la misión de anunciar
la vida de Jesús, sus palabras y acciones y proponerla en regla moral de la vida cristiana. Esta misión fue recogida
a su vez por los discípulos subsiguientes, entre los que destacan los Padres de la Iglesia.

Los “Padres de la Iglesia” a través de sus escritos (homilías, sermones, cartas, epístolas) aplicaron el espíritu del
Evangelio a las circunstancias de su tiempo, de este modo
iniciaron la formulación del mensaje social cristiano. El tiempo
de los Padres de la Iglesia se extiende desde el siglo II hasta
el siglo VIII d.C. Mayormente se les divide:

- por la época en la que escribieron (Padres Apostólicos inicio


siglo II, Padres Apologetas siglos II-III) y por el idioma en el
que escribieron (Padres Griegos y Padres Latinos)3.

Es evidente que el contexto socio-cultural en que vivieron los Padres de la Iglesia es muy diferente al nuestro. En
la época de los Padres las desigualdades son muy grandes, la pobreza es masiva, existía un régimen de esclavitud
y sobre los esclavos recae el trabajo más pesado.

Uno de los aportes más importantes de los Padres a la teología moral social es el amplio tratamiento sobre los
bienes económicos, sobre la riqueza y la pobreza que supone una postura muy clara sobre el sentido cristiano de
la propiedad.

Por eso, en consonancia con el Evangelio los Padres de la Iglesia se preocuparon en primer lugar por la dignidad
de cada ser humano. Su fuente es evidentemente la dignidad tal como nos la presenta la Biblia, tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento (cfr. supra). De esta dignidad, adquirida por ser creados a imagen de Dios, deriva
el respeto que se le debe a cada uno, así como la solidaridad, por ser cada uno parte de ese género humano
compartido. La humanidad es una y todo en realidad pertenece a todos4.

De allí deriva la solidaridad que debe expresarse en una acción que a nosotros hoy en día nos puede parecer
inadecuada: la limosna. Pero el concepto de limosna en tiempo de los Padres era muy distinto de la dádiva con
la que hoy a veces la confundimos. La limosna de esa época era un acto de justicia, no de una mal llamada

3 ALARCON, E. – VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa


4 Ibid.
caridad. Claro está que la propia justicia también se expresaba en el pago puntual de lo debido y en el rechazo de
la usura (el pago de interés por un préstamo).

2.2. Temas sociales de los Padres de la Iglesia: La limosna – la comunicación de bienes – la


riqueza5

Es muy ilustrativo constatar que el mandato de la limosna está antes que los demás mandatos sociales, como no
matar, no cometer adulterio, no robar, no cometer aborto, no codiciar, no mentir. Encontramos ya en la Didajé,
carta del siglo II encontramos:

“No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Si adquieres algo por el trabajo de tus
manos, da de ello como rescate por tus pecados. No vacilarás ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién
es el buen recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que comunicarás en todo con tu
hermano y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si se comunican en los bienes inmortales, ¿cuánto más en los
mortales?” (Didajé IV, 5-8)

En el texto citado hay un verbo que puede sorprender: “comunicarás en todo con tu hermano”. Este hecho “de
comunicar” significa compartir. De esta expresión viene el concepto de COMUNICACIÓN DE BIENES, es decir el
hecho de que todos los bienes son para todos, desde la creación. Dios ha entregado el universo al hombre y a la
mujer y ellos no tienen por qué guardar una parte exclusivamente para sí, sin compartirla con los demás. La
comunicación de bienes es un concepto que remonta a la Biblia6 y que los Padres enfocan con mucho énfasis.
Volveremos sobre este tema en los párrafos siguientes. En la DSI contemporánea, se expresa la misma idea de
la comunicación de bienes con el concepto de “Destino Universal de los Bienes” (cfr. Infra).

Queda claro que, si uno adquiere algo por su propio trabajo, en realidad no tiene derecho de decir que esa
propiedad es exclusivamente suya. Tiene que compartirla con el necesitado. Pero también queda claro que la
limosna no es para mantener a un ocioso que no quiere trabajar. Por ello la advertencia al que recibe la limosna:

“Bienaventurado el que, conforme al mandamiento, diere, pues es inocente. Pero ¡Ay del que recibe! Pues si recibe
por estar necesitado, será inocente; más el que recibe sin sufrir necesidad tendrá que dar cuenta por qué recibió y
para qué. Será puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo y no saldrá de allí hasta haber pagado el último
cuadrante”. Didajé I,5b.

La misma advertencia se repite en otro documento de los Padres Apostólicos, el enigmático “Pastor de Hermas”
del II siglo:

“Los que reciben darán cuenta a Dios por qué recibieron y para qué: los que recibieron por hallarse atribulados, no
serán juzgados; más los que recibieron por fingida necesidad, serán castigados.
Así, pues, el que da es inocente, porque como recibió de Dios este ministerio con mandato de cumplirlo, así
sencillamente lo cumplió, sin discriminar para nada a quién diera y a quién no. “
Pastor de Hermas, Mandamientos, Mandamiento Segundo nº 57

Entonces la solidaridad que se muestra por medio de la limosna no es para mantener a algún vicioso, sino para
ayudar al que realmente necesita. El que da debe dar al necesitado, pero el que recibe debe recibir solamente
porque es necesitado. Si alguien recibe sin necesidad, ese acto le será tomado en cuenta en contra de él.
Los escritos de los Padres de los siguientes siglos no dejan de clamar según el mismo tenor. La limosna es obra
de caridad ¡indispensable! Veamos algunas citas8. Los Padres más notorios en esta temática son sin duda San
Juan Crisóstomo y San Basilio, ambos obispos orientales del siglo IV.

5 ALARCON, E. VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa.


6 Véase p.ej. el clásico estudio: RABANOS ESPINOSA, Ricardo (1968) Teología Bíblica de la Comunicación Cristiana de
Bienes, Madrid, Bailén, 1552 p.
7 RUIZ BUENO (1979:972)
8 Las siguientes citas provienen de varias fuentes: GONZALEZ FAUSS, José Ignacio (1991) Vicarios de Cristo, Madrid,

Trotta; LEURIDAN, Johan (1973) Justicia y explotación en la Tradición cristiana antigua, Lima, Cep; ROYON, Claude;
PHILIBERT, Robert (1994) Les pauvres, un défi pour l’Église, Paris, Éditions de l’Atelier; VILLENA LINARES, Federico
(2001) Pensamiento Social de los Padres de la Iglesia, Arequipa, UCSM-EPG-EAD.
“Tú te niegas a dar alegando serte imposible socorrer a tantos como piden. Y con tu lengua desde luego lo juras,
pero la mano te delata. Aun cuando tu mano calla, pregona tu mentira, pues está toda iluminada por la funda de tu
anillo. ¿A cuántos pobres no podría sacar de sus deudas un solo anillo tuyo? ¿Cuántas casas que se están
derrumbando podría levantar? Una sola de tus arcas de vestidos podría vestir a un pueblo entero que tirita de frío.
Y, sin embargo, nada se te da de despachar con las manos vacías al pobre, sin temor alguno a lo justo de la
retribución por parte del Juez. No has sido misericordioso, luego tampoco alcanzarás la misericordia; no has abierto
tus puertas, luego a ti se te cerrarán las del Reino de los Cielos. No has dado un pedazo de pan, luego a ti se te
negará la vida eterna.”
San Basilio – Homilía contra los Ricos
(LEURIDAN 1973:79)

En este contexto es interesante descubrir que, desde experiencia de fe los Padres toman posición social radical,
que se delinea en algunos elementos comunes9 de su mensaje social:
- La afirmación de la naturaleza social del hombre.
- El sometimiento de las relaciones sociales y económicas a las normas de la justicia y la caridad.
- La primacía del bien común sobre el interés particular.
- La unidad e igualdad esenciales de todos los hombres, cualquiera que sea su condición social.
- La diversidad y pluralidad de condiciones sociales y, por tanto, la desigualdad de los hombres en ellas.
- La voluntad de Dios de que las desigualdades, dadas las diversidades naturales y la libertad humana, se
nivelan en el desarrollo de la vida social.
- La imposición por Dios de una función social a toda superioridad es motivo de desigualdad.
- La obligación de poner en común y al servicio de los demás toda preeminencia individual y todo don personal.

Algunos Padres de la Iglesia fueron:

Padres de la Iglesia griegos Padres de la Iglesia latinos


• Ignacio de Antioquía • Ambrosio de Milán
• Basilio el Grande • Jerónimo
• Gregorio Nacianceno • Agustín de Hipona
• Juan Crisóstomo •

3. ACTIVIDADES: Ya solicitado en la tarea.

Trabajo grupal:
¿Por qué debemos interpretar los textos bíblicos y patrísticos?
¿Qué principios de la DSI se derivan de los siguientes textos: Jer 7, 3-7; Lev 19, 35-36; Is 10, 1-2; Mt
25, 31-46; Lc 12, 16-21; Mt 5, 38 -42?

Trabajo individual
Aplique e interprete el texto de las Bienaventuranzas Mt 5, 3-12 para alguna realidad de injusticia
social de la que hemos hablado en el curso hasta el momento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M Impresores SRL.
Arequipa – Perú.
● del VALLE, Carlos [Ed.] (1997) La Misna, Salamanca, Sígueme.
● JUAN PABLO II (1987), Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, s/n Editorial Salesiana – Ediciones Paulinas.
● SCHOTTROFF, Luise (2000) “Holiness and Justice, Exegetical comments on 1 Corinthians 11,17-34” en:
Journal for the Study of the New Testament, Sheffield, Sheffield Academic Press, nº 79, p. 51-60.
● SPIAZZI, Raimundo (1992), Enciclopedia del pensiero sociale cristiano, Roma, Edizioni Studio Domenicano.

9 ALBURQUERQUE, E. (2006) Moral Social Cristiana, San Pablo, Madrid

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