Jesús Palacios
Jesús Palacios
Capítulo II
El crecimiento físico tiene también una determinada trayectoria y unos controles internos que
llevan al cuerpo desde la inmadurez inicial a niveles crecientes de madurez.
Procesos de recuperación: Mecanismos correctores que hacen que cuando algún problema o
trastorno aparta al crecimiento humana, existe una tendencia a recuperar el camino perdido una
vez que acabe el problema que ocasionó el desvió de trayectoria.
El problema por el que el desarrollo se aparta de su trayectoria puede ser natural (útero de madre
demasiado chico para que el bebé crezca lo que tenía que crecer), puede deberse a la malnutrición
también.
Mientras más temprano, más severo y más prolongado sea el problema que aparta al niño de su
curva de crecimiento, tanto más difícil es que los procesos de recuperación sean plenamente
efectivos. Esto se debe a que en la vida intrauterina y en los dos primeros años de vida se crece
más deprisa de lo que luego se crecerá.
El crecimiento está controlado por mecanismos endógenos (regularidad que existe en el proceso
de crecimiento en las personas, el proceso de recuperación, etc). Sin embargo el crecimiento es
también sensible a la influencia de factores externos (dependencia del crecimiento con la
alimentación, clases sociales bajas tienen menos estatura que las de clases altas).
Los factores externos tienen una capacidad de influencia indudable, pero limitada, lo que se
explica a continuación.
Margen de reacción o rango de reacción: La herencia no fija el momento exacto en que tiene que
ocurrir, sino que establece un cierto margen dentro del cual habrá de situarse. El punto en el que
finalmente se sitúe, vendrá determinado por factores externos.
Existen también las rutinas de vida cotidiana (alimentación, hábitos de sueño, ejercicio, etc) que
influyen como factores externos, como también existen influencias psicológicas que pueden
afectar el crecimiento (enanismo por privación, por ej.)
El proceso de crecimiento es un proceso muy organizado, con una evolución prescrita por los
genes, abierto a las influencias del entorno pero no de manera ilimitada, sino dentro de unos
márgenes preestablecidos en la herencia que el individuo recibe de sus padres.
El crecimiento físico es un proceso muy regular y continuo que no funciona a base de detenciones
y saltos bruscos, sino más bien a base de una progresiva y paulatina acumulación de cambios que
van transformando el cuerpo y sus características.
Los valores de crecimiento debe situarse dentro de la normalidad (con ciertas variaciones dentro
del margen), pero también que no debe dejar de producirse el crecimiento, ni interrumpirse antes
de tiempo de modo irrecuperable.
Es importante que la curva de crecimiento de cada sujeto sea “coherente consigo misma”. Las
personas pequeñas no tienen el mismo ritmo de desarrollo que las personas de mayor tamaño.
Dimorfismo sexual: expresión que señala el hecho de que las curvas de crecimiento adoptan
perfiles ligeramente diferentes en uno y otro sexo (las chicas tienen cambios de la pubertad antes
que los chicos, por ej.)
Llega un momento en que la curva del crecimiento deja de subir, porque se ha alcanzado ya lo que
podemos denominar el techo correspondiente de cada uno.
En las chicas, entre los 14 y los 18 años, y en los chicos entre los 16 y los 20, se produce este techo
y dejan de crecer, o crecen muy poco. La media es chicos 18 y chicas 16.
3- Crecimiento prenatal:
Los niños nacen equipados con una porción de reflejos de entre los que se pueden destacar los
siguientes:
- Reflejo de succión: se pone en marcha en cuando un objeto (usualmente el pezón de la
madre o la tetina del biberón, o la mano del bebé) entra en contacto con los labios del
niño.
- Reflejo de hociqueo: si se estimula con un objeto la mejilla del bebé, éste tiende a girar la
cabeza, llevando la boca a la fuente de estimulación.
- Reflejo de aferramiento: si se pone un objeto en contacto con la palma de la mano del
niño, éste la cierra con fuerza, aferrándose al objeto de que se trata.
- Reflejo de Moro: se da cuando hay un cambio brusco de estimulación (golpe fuerte sobre
la mesa que el niño está tumbado), se manifiesta por una reacción de susto (abrir los
brazos echándolos hacia atrás y luego cerrándolos sobre sí mismo, como un abrazo).
- Andar automático: si se toma un bebé por las axilas con las plantas de sus pies en contacto
con la mesa o el suelo, el niño empieza a flexionar y estirar alternativamente sus piernas,
como andando sin moverse del sitio.
Estos reflejos y otros muchos no mencionados, están presentes en todos los niños en el momento
de nacimiento. Algunos de ellos (succión) tienen un gran valor de supervivencia, mientras que
otros tal vez fueron importantes para el desarrollo de nuestros antepasados, que aunque dejaron
de serlo cuando cambiamos la condiciones de vida, quedaron grabados en nuestra genética.
Algunos desaparecerán muy pronto (Moro), otros un poco más tarde (hociqueo), y otros pasarán
de ser reflejos involuntarios a ser conductas voluntarias (succión). Aunque la mayor parte de ellos
desaparece como tal en el curso del tercer al sexto mes.
Además de éstos reflejos, el recién nacido tiene un rico equipo sensorial que le permite ver, oír,
ser sensible al dolor y la temperatura, distinguir olores, etc.
En el momento de nacimiento, las parte más maduras del cerebro son las más internas, las más
próximas a la conexión del cerebro con la médula. Son también las partes más antiguas y menos
evolucionadas en cuanto a especie, ahí se encuentra el control de los automatismos que vimos
más arriba.
La parte más evolucionada del cerebro en cuanto especie es la corteza cerebral o córtex, que se
encuentra poco desarrollada en el recién nacido.
Estos automatismos, mediante el oleaje madurativo que lleva del centro a la periferia del cerebro,
los automatismos se van convirtiendo en voluntario, y lo incontrolado en controlado.
La maduración que se produce en el interior del cerebro guarda estrecha relación con la evolución
del control postural como veremos más abajo.
Como podemos ver existe una estrecha relación entre maduración del cerebro y maduración de la
conducta, sin embargo no es un proceso independiente de la experiencia.
Para que ciertas zonas maduren, hace falta que se produzcan requisitos (la alimentación por ej.)
También hacen falta estímulos sociales, que aporten a las neurones otro tipo de alimento
(estimulación) tan importante para el desarrollo psicológico.
La psicomotricidad tiene que ver con las implicaciones psicológicas del movimiento y la actividad
corporal en la relación entre el organismo y el medio en que se desenvuelve. La motricidad es
entonces, la relación psiquismo – movimiento, y movimiento – psiquismo.
La meta del desarrollo psicomotor es el control del propio cuerpo hasta ser capaz de sacar de él
todas las posibilidades de acción y expresión que a cada uno le sean posibles. Ese desarrollo
implica un componente externo o práxico (acción), pero también uno interno o simbólico
(representación del cuerpo y sus posibilidades de acción).
El niño de pocas semanas no controla su cuerpo aun: su cabeza cae para los lados cuando no está
sujeta o apoyada, no se puede mantener sentado. Al final de la primera infancia es cuando el niño
presenta un cuadro distinto, sus movimientos son voluntarios y coordinados, controla la posición
de su cuerpo y es capaz de andar y corretear.
Esto se realiza a través de un proceso de progresivo dominio del control corporal, proceso que se
ajusta a dos leyes fundamentales:
Ley próximo – distal: se controlan antes las partes del cuerpo más próximas a la cabeza,
extendiéndose luego el control hacia abajo. Así el control de los músculos del cuello se adquiere
antes que el control de los del tronco, y el de los brazos es anterior al de las piernas. El niño
primero sostiene su cabeza erecta antes que poder mantenerse sentado.
Ley céfalo – caudal: se controlan antes las partes que están más cerca del eje corporal (línea
imaginaria que divide al cuerpo de arriba abajo en dos mitades simétricas), que aquellas otras que
están más alejadas de dicho eje. Así la articulación del hombro se da antes que la del codo, que a
su vez se controla antes que la de la muñeca, que a su vez, antes de los dedos.
El control de las partes más alejadas del eje corporal (muñeca y dedos) no se consigue en la
primera infancia, sino que se alcanza en los años preescolares, y en los posteriores (control muy
fino de los movimientos de los dedos).
Por lo expuesto anteriormente podemos observar que el movimiento del niño va integrando y
controlando voluntariamente mayor número de grupos musculares, con lo cual se va haciendo
más preciso y permite incorporar actividades especializadas y complejas, que abren nuevas
perspectivas en su percepción (coordinación ojo mano).
Se va produciendo un control postural que aunque con variaciones entre unos niños y otros, se
ajusta a lo siguiente.
Capítulo III
Las investigaciones de las últimas décadas sobre las capacidades cognitivas tempranas de los
bebés nos han dado dos perspectivas: nos han alejado definitivamente de viejas concepciones,
donde se suponía que la vida de los más pequeños era poco menos que una sucesión de sueños y
sombras. Hoy sabemos que pasan muchas horas durmiendo, pero su mundo perceptivo-cognitivo
es rico, complejo y ordenado.
El desarrollo perceptivo funciona como una bien diseñada plataforma de lanzamiento de la que
despegarán otros aspectos del desarrollo cognitivo. A los seis meses o incluso antes se alcanzan
niveles de funcionamiento en muchos aspectos semejantes a los de los adultos, esto se aplica en
general a la percepción y casi a ningún otro proceso psicológico complejo.
La percepción sirve para ponernos en contacto con el medio a través de los sentidos. Pero cada
especie tiene un medio de adaptación distinto, incluso si comparten el mismo medio físico de
existencia.
Un determinado animal necesita prestar atención sobre los rasgos del entorno que pueden tener
consecuneicas para él, positivas o negativas.
La percepción sirve para poner al organismo en relación con su entorno, en especial con aquellos
aspectos de ese entorno que son importantes para el organismo de que se trate.
Refiriéndonos a niños pequeños, su conducta perceptiva está condicionada por su código genético
y por la historia de sus aprendizajes.
1- Métodos sencillos.
- Prestar atención a lo que el niño hace: si mira o no a un determinado objeto, si trata de
alcanzarlo, etc.
- Registrar el tiempo de fijación: medir el tiempo de interés del niño frente a un estímulo.
2- Métodos un poco más complejos.
- Método de la preferencia: se presentan dos estímulos ante el niño y se observa a cuál
presta más atención, sabiendo a qué estímulo prestó más atención podemos inferir qué
características de los estímulos interesan más a los bebés.
- Método de la habituación: se elige un estímulo determinado y se pone ante el bebé
durante varios ensayos. Llega un momento cuando al niño ya no le interesa el estímulo.
Luego se introduce in estímulo relacionado con el anterior, si el bebé recupera el interés,
ello es señal de que la diferencia entre los dos estímulos ha sido captada por el bebé.
3- Métodos sofisticados.
- Utilizar un artilugio de compleja tecnología para saber qué camino visual ha seguido el
niño, para explorar un determinado estímulo (cómo el bebé observa los rostros por
ejemplo)
- Utilizar medidas electrofisiológicas o electroencefalograma para detectar reacciones de
sorpresa o atención.
2- Desarrollo de la percepción visual.
La agudeza visual del recién nacido es relativamente pobre, comparable a la de un gato doméstico.
Algo parecido ocurre con la capacidad de adaptación del cristalino, que tiene que ver con los
cambios que en él se dan en función de la distancia a la que se encuentra el estímulo visual que se
está enfocando.
Antes de los seis meses, ambos aspectos han alcanzado valores muy semejantes a los de los
adultos.
Ven el color enmarcado en categorías, tal como los adultos. Significa que perciben entre unos
colores y otros en función de la longitud de onda de éstos colores.
Ya en su primer mes de vida, los niños distinguen unos colores de otros, por lo que parece poder
concluirse que la visión en color es una cualidad innata a nuestro sistema perceptivo – visual.
Los niños no sólo ven, sino que además son capaces de hacer pequeñas exploraciones visuales, la
tendencia de los niños más pequeños a mirar a los contornos disminuye sensiblemente cuando en
lugar de ver estímulos estáticos, ven rostros en los que los ojos y la boca se mueven normalmente.
Los niños tienen preferencias visuales: hay características de los estímulos que les resultan más
atractivas que otras. Prefieren mirar un estímulo brillante a otro que no lo sea, prefieren
contrastes a la monotonía, movimiento a lo estático, color a ausencia de éste, etc.
Si el bebé pierde interés por lo ya conocido se debe a que guarda información con la que compara
la estimulación presente (memoria)
Los bebés humanos tienen capacidad de retener información en la memoria desde el principio de
su vida, aunque sea una capacidad inicialmente muy limitada y sea modificada en gran medida.
La exploración del entorno, que empieza siendo controlada por los estímulos, poco a poco va
dependiendo de las características del sujeto, se hace cada vez más controlada, cognitiva y
motivada.
Existen dos importantes factores determinantes de la atención:
- Discrepancia: los bebés se sienten atraídos por aquellos estímulos que siendo semejantes
a otros ya familiares, difieren de ellos en algún aspecto visible. A medida que el niño crece,
su interés por lo discrepante y su capacidad de hacer frente a la discrepancia van en
aumento.
- Complejidad: a medida que el niño crece, se va haciendo poco a poco más capaz de
manejar la complejidad, sintiéndose crecientemente atraído por estímulos más y más
complejos. Si bien al principio la complejidad excesiva resulta improcesable para el niño, el
atractivo por la complejidad aumenta según lo hacen sus capacidades para hacerle frente.
Para completar la información sobre las capacidades perceptivas del bebé, nos referiremos a dos
aspectos:
- Acontecimientos: muchos de los estímulos a los que el niño presta atención se presentan
no como objetos aislados y estáticos, sino en forma de acontecimientos. Un estímulo
aparece, se desplaza y desaparece, se acerca y se aleja, empieza teniendo unas
características y pasa luego a tener otras.
- La percepción de profundidad: pueden contribuir a factores innatos como aprendidos,
debido a que los experimentos de éste tipo se llevan a cabo con bebés mayores a 6 meses.
La capacidad de percepción auditiva de los recién nacidos no es, probablemente tan fina como la
de los adultos, aunque las diferencias entre unos bebés y otros son apreciables, aproximándose
unos a los umbrales adultos y estando otros más alejados de ellos.
Los bebés también son capaces de realizar conductas de localización auditiva, girando cabeza y/o
ojos en dirección a la fuente del sonido.
Parecen más interesados en unos sonidos que en otros, se sienten atraídos especialmente por
sonidos que se sitúan en la frecuencia característica de la voz humana, cuya diversidad de matices
atrae al niño mucho más de lo que lo hacen los sonidos más uniformes. Los bebés de apenas unos
días pueden discriminar entre unas voces y otras, las voces más familiares, sobre todo la de la
madre.
Respecto al olor, incluso los recién nacidos tras una gestación de siete meses pueden detectar
olores, siempre y cuando los estímulos sean lo suficientemente fuertes.
También la sensibilidad al sabor parece presente antes del nacimiento, pues tanto los bebés
prematuros como los nacidos a término reaccionan positivamente ante los estímulos dulces y
negativamente ante los salados y amargos.
En cuanto a sentidos cutáneos de sensibilidad, tacto, presión y dolor, el patrón parece similar. Son
funcionales desde el nacimiento, aunque la sensibilidad se afina en el transcurso de días y
semanas.
4- Coordinación Intersensorial.
Las diversas modalidades perceptivas se coordinan entre sí de manera que los niños recién nacidos
giran su mirada en dirección a la fuente de un sonido, igualmente en los recién nacidos se puede
observar una rudimentaria conducta a alcanzar, dirigiendo la mirada, un objeto.
La estimulación que el niño recibe es polimodal, pues le llega a través de diferentes modalidades
sensoriales: es intermodal ya que es crecientemente capaz de integrar informaciones sobre la
realidad que le llegan de las diferentes modalidades sensoriales.
La madre es muy importante, ya que de ella depende el bebe para su alimentación y comodidad,
ella le coge, acuna, mira etc. Por otro lado el rostro humano es un magnífico compendio de las
características de los estímulos que atraen al bebé.
Es por ello que se dice que la poderosa, precoz y eficaz maquinaria de procesamiento que poseen
los bebés, está particularmente predispuesta a la interacción humana. La filogénesis ha dejado en
el código genético de nuestra especie, un conjunto de mecanismos que facilitan la adaptación del
niño pequeño a su contexto de desarrollo, marcado por la importancia de las relaciones sociales.
Se puede decir que los bebés humanos están genéticamente orientados a la interacción social.
Capítulo IV:
Inteligencia Sensoriomotora.
La teoría de Piaget no es una teoría del desarrollo psicológico, sino una teoría de la inteligencia.
Debemos a Piaget la primera descripción científica coherente y completa, desde el punto de vista
lógico, del desarrollo intelectual.
Las estructuras existentes hacen posible la asimilación, mientras que la acomodación facilita los
cambios en las estructuras existentes y la creación de otras nuevas. El desarrollo intelectual es un
proceso de cambios que llevan al individuo de estructuras intelectuales simples a estructuras cada
vez más complejas.
2- El nacimiento de la inteligencia.
Sub-estadio 2 (1-4 meses): Primeras adaptaciones adquiridas, esquemas simples (reacción circular
primaria)
Las unidades básicas del comportamiento del niño son los esquemas, nombre con el que se
designan pautas de comportamiento repetibles, generalizables y perfeccionables. Presentan
además una organización cuyo proceso más representativo, en lo que a esquemas sensoriales
motores se refiere:
La reacción circular: es un segmento de conducta que el bebé asocia a una consecuencia que
intenta reproducir repitiendo dicha conducta.
Según la complejidad de la estructura que las define describimos tres formas de reacción circular:
A pesar de su fragilidad a indefensión, el recién nacido es ya un ser activo. Los reflejos innatos le
proporcionan un repertorio conductual mínimo pero suficiente para sobrevivir. Algnos reflejos
tienen que ver con estados internos (hambre, sueño) y otras se relacionan con cambios en el
entorno físco.
Se pierden aquellos carentes de utilidad funcional más allá del momento mismo de nacimiento,
mientras que otros se conservan por toda la vida, casi inalterados (acomodación del iris a
intensidad de luz) (control de esfínteres).
En resumen, la evolución de las conductas innatas tanto por el ejercicio diferencial de los reflejos
como por la influencia diversificadora del entorno, anuncia las primeras adaptaciones del recién
nacido e inicia la construcción de los esquemas sensoriomotores.
2.2- Subestadio 2 (1-4 meses). Las primeras adaptaciones adquiridas y la reacción circular
primaria.
A diferencia del anterior en el que se ejercitan los esquemas innatos, el logro característico de éste
es la formación de las primeras estructuras adquiridas, los hábitos. Éstos proceden de los reflejos,
su punto de partida son los esquemas preexistentes, integrándolos de un nuevo modo.
El niño carece aún de representación de su cuerpo, es incapaz de imitar, tan solo puede aparecer
el fenómeno preimitativo, conocido como contagio conductual, donde el niño sólo imita al adulto
cuando la conducta a imitar existe previamente en su repertorio.
La asimilación comienza siendo siempre repetición acumulativa, sin diferenciar objeto de función,
lo nuevo sólo interesa si puede ser asimilado a lo antiguo, a medida que va generalizándose a
objetos más variados se establece la diferenciación.
La reacción circular secundaria comparte con su precedentes al menos dos rasgos relevantes: es
una repetición tendente a prolongar o reproducir un efecto interesante, y también el efecto se
obtuvo casualmente.
El niño explora con curiosidad sus propiedades, aplicándoles esquemas conocidas y asociados a
ciertos efectos que ya es capaz de anticipar.
En este estadio aparece el denominado reconocimiento motor: el niño asocia un objeto particular
con un esquema de acción concreto (sacudir el brazo para sonar el sonajero).
La atención y el interés del niño se desplazan hacia el resultado de sus acciones con los objetos, es
decir, son cada vez más sensibles a las dimensiones cambiantes de la realidad, fuente de
desequilibrios y nuevas acomodaciones.
La existencia del objeto sigue ligada a las acciones y percepciones del niño, la representación del
objeto sigue siendo dependiente de la acción, las relaciones tampoco gozan de existencia objetiva.
Tres logros significativos muy interrelacionados señalan el acceso al subestadio cuatro: se acentúa
la atención a lo que ocurre en el entorno, aparece claramente la intencionalidad (criterio para
reconocer la inteligencia propiamente dicha), aparecen las primeras coordinaciones de tipo
instrumental medios-fines.
Los esquemas de acción se integran en estructuras coordinadas y móviles, tal como seguirán
usándose en la vida adulta.
Los esquemas carecen todavía de la movilidad necesaria y en consecuencia la conducta se repite
típicamente tal como se aprendió, dando lugar al error de el subestadio 4 (si la pelota rodó debajo
del sofá el niño irá a buscarla, pero si roda debajo de la cama, el niño irá de nuevo a buscarla en el
sofá).
La imitación de gestos y sonidos nuevos aparece, también pudiendo imitar movimientos invisibles
(mover los labios, tocarse la oreja).
El niño ensaya procedimientos aproximados hasta que el tanteo conduce a la respuesta correcta,
solucionándose el problema del estadio anterior, aquí prueba el “qué pasará si”.
La comprensión de la causalidad se va haciendo menos mágica, más independiente del propio niño
como agente.
La imitación se hace más activa y deliberada, logrando una acomodación al modelo mucho más
precisa que en los subestadios anteriores. La experimentación y el tanteo permiten al niño
incorporar en su repertorio imitativo esquemas nuevos.
Ante una situación problemática, no es ya siempre necesario el tanteo, el niño puede descartar
algunos modos de accionar y optar directamente por aquel efectivo en esa situación.
El juego simbólico, basado en la aceptación del “como si” (jugar con una caja, como si fuese un
coche) revelan la nueva capacidad de subordinar la actividad a representaciones no limitadas a
elementos presentes.
La Castración Umbilical:
Lo que separa el cuerpo del niño del cuerpo de su madre y lo hace viable, es el seccionamiento del
cordón umbilical y su ligadura.
Esta pérdida de percepciones conocidas y este surgir de percepciones nuevas constituyen lo que
se ha dado en llamar el “trauma” del nacimiento, que es una mutación inicial de nuestra vida y que
sella con un estilo de angustia más o menos memorizado nuestra primera sensación de asfixia.
Es el lenguaje el que simboliza la castración del nacimiento que llamamos castración umbilical
El elemento auditivo más destacado será por su repetición el de su nombre, significante de su ser
en el mundo para sus padres. Significante también porque es lo primero que oye “es un varón!”,
“es una niña!”. Los fonemas de las palabras “varón” o “niña”, acompañados del nombre con el que
los padres lo significan desde ahora, son lanzados por voces animadas por la alegría o por la
reticencia, expresando la satisfacción o no del entorno.
Todos estos afectos, acompañados por fonemas, encarnarán un modo de ser narcisístico primero.
Los padres también sufren una castración., la de inscribir al niño en el registro civil, que signa su
estatuto de ciudadano, suceda a sus padres lo que les suceda, el niño sigue estando a su cargo
pero les deja de pertenecer enteramente, ya que es un sujeto legal de sociedad.
La otra es el impacto afectivo que la viabilidad del niño aporta, en mayor o menos aceptación, a
cada uno de los padres.
Esta castración se trata de una puesta en marcha de la fuente dinámica inconsciente que va a
sostener de manera rica o empobrecida, el desarrollo del niño.
La Castración Oral:
Segundo de los grandes renunciamientos típicos impuestos al niño, la castración oral significa la
privación impuesta al bebé de lo que constituye para él, el canibalismo respecto de su madre (el
destete), también el impedimento de consumir lo que sería veneno mortífero para su cuerpo.
El destete implica que la madre también acepta la ruptura del cuerpo a cuerpo en que el niño se
hallaba.
La castración oral de la madre implica que ella misma es capaz de comunicarse con su hijo de otra
manera que dándole de comer, tomándole sus excrementos y devorándolo con besos y caricicas:
en palabras y gestos, que son lenguaje .
El destete ha de venir a imprimir aquí una etapa diferente, de mutación, de comunicación para el
placer, a distancia del cuerpo a cuerpo.
Lo importante es que ella permita a su hijo se tan feliz en los brazos de otro como en los suyos,
que le permita entrar en la sonrisa y en la expresión de lenguaje con otros diferentes a ella.
La separación del destete es progresiva y la madre distribuye el placer parcial que liga la boca al
pecho en el conocimiento sucesivo de la tactilidad de otros objetos que el niño se mete a la boca.
Sólo después del destete propiamente dicho, comienza a efectuarse la asimilación de la lengua
materna.
Existe un importante aspecto olfativo de lo todo lo que interviene en torno a la castración oral. Al
mismo tiempo que la mamada, cumplimiento de la necesidad, el niño experimentaba una
satisfacción erótica, a la vez olfativa y seudocanibalística. El niño, que ya no dispone del pecho y se
alimenta con biberón, se somete a la ausencia de aquella erótica olfativa que acompañaba a su
canibalismo imaginario.
Es por el olfato, como la madre puede, de un objeto parcial mamario, llegar a ser singularizada
como objeto total: este se debe a que el olfato no forma parte de un lugar preciso para el niño, el
olor se expande por el espacio que lo rodea, se impregna de él en presencia de su madre.
Una madre que no habla a su hijo mientras le da de mamar, acariciándolo constantemente o que
por depresión, se muestre totalmente indiferente, no promueve en el niño un destete favorable a
la socialización posterior, a una expresión verbal y motricidad correcta. Menos aún una madre que
al haber destetado a su hijo, no puede evitar devorarle constantemente con sus besos y agobiarlo
con toqueteos acariciadores.
La Castración Anal:
La primera que se designa como un “segundo destete” es sinónimo de la separación entre el niño,
ahora capaz de motricidad voluntaria y ágil, y de la asistencia auxiliar de su madre para todo lo que
es “hacer”, necesario para la vida en el grupo familiar. Es la adquisición del “yo sólo”, “yo, tú no”.
El niño que se está haciendo sujeto, deja de ser un objeto parcial retenido en la dependencia de la
instancia tutelar, sometido a su posesividad y su total vigilancia.
La castración anal es la prohibición de dañar su propio cuerpo, así como el mundo inanimado y
animado que rodea el triángulo inicial padre – madre – hijo. Se trata de hecho de la prohibición del
crimen y el vandalismo, en nombre de la armonía del grupo: al mismo tiempo que la iniciación en
las libertades del placer motor compartido con otro.
Se le llama anal ya que lo que el niño toma y expulsa, lo que recibe y da es una mamá imaginaria,
mientras que la madre real le ha dado el objeto alimentario parcial y le sustrae el objeto digestivo
excremental. Objeto del que para el niño, ella parece apetecer, puesto que el niño no posee lógica
ni ética, sólo la lógica de incorporación de las cosas buenas: los excrementos.
La castración anal se entrega así progresivamente. Ella orienta al niño a dominar él mismo su
motricidad, pero no solamente la excremencial.
Esta castración es posible, de una manera simbolígena que hace industrioso al niño, sólo cuando
hay identificación motriz con el objeto total que representa cada uno de los padres y de los
hermanos mayores en su motricidad intencional observable para el niño.
El niño retorna, por falta de castración anal simbolígena, a la comunicación liminar inicial que tenía
con la madre interior: el jugar a retener, por estreñimiento, o a exteriorizar las heces,
eventualmente en forma de diarrea, en cualquier caso de manera incontinente o no controlada.
La castración motriz, portadora de la ley de la prohibición del crimen, del daño vandálico tanto a sí
mismo como al prójimo y a los objetos investidos por el prójimo como su posesión, es una parte
de la castración anal. Todos los seres humanos son capaces de dar esta castración anal a seres más
jóvenes, siempre que, más desarrollados que el sujeto a castrar, sean modelos para su devenir,
por el anhelo que tiene el más pequeño de imitarlos para valorizarse narcisísticamente.
Recibir la castración de un hermano mayor de diferente sexo, sin que se refiera nunca esta
castración a comportamientos de su propio sexo, puede desviar el devenir del niño.
La castración anal debe ser dada por aquellos que sostienen, en aquel a quien le dan, lo que
nosotros llamamos identificación con su sexo, el Yo ideal del niño (modelo envidiado, aquel con el
que quiere identificarse), y que con gestos y palabras le prohíbe comportamientos que el deseo le
sugiere, pero que serían dañinos, bien para sí mismo, bien para otro.
Al niño de dos a cuatro años se quiere inculcar, porque es más cómodo, que él o ella no
desobedezcan las órdenes prudenciales de la instancia tutelar: cuando la transgresión sucede, y no
le sucede ningún dolor, se lo debe felicitar y alentar a que actúe, pero que lo haga sólo cuando se
sienta seguro de ser capaz, porque si no podría presentársele un problema. No es bueno que los
padres culpabilicen al niño por haber desobedecido.
El niño por experiencia descubre que las prohibiciones son aseguradoras desde el momento en
que, si las transgrede, acarrean para él un sufrimiento real.
La castración anal sólo puede ser dad si los padres son realmente respetuosos del niño y de sus
bienes, si lo educan prestando confianza a la inteligencia y a la vida en devenir de este hombrecito
o mujercita, si dejan amplio margen a su iniciativa y reducen día a día el número de prohibiciones
impuestas.
Cuando es excesivamente precoz, deja de ser educativa y se transforma en mutiladora. Por la cual
no opera como castración simbolígena.
Si el niño da sus primeros pasos, es por el deseo de ir hacia su madre, o de ir hacia algo que lo
atrae.
Sus expresiones verbales “pipí, caca”, son muy interesantes para él, no sólo por la implicancia del
dominio de la palabra, sino también porque son valorizantes en la realidad, ya que al decirlas
puede gobernar la porción de su cuerpo que actúa (boca), por ejemplo cuando dice “comer”, no
puede comer al mismo tiempo, cuando dice “pipí” puede hacerlo o no hacerlo.
También aprende que sus deseos imaginarios no son los mismos que los de otras personas, esto
debe ser explicado por los padres; y no por ejemplo, enseñar a un niño a obtener el placer al
precio de displacer del otro (niños grandes que son obligados a jugar con niños pequeños, a pesar
de que los primeros carezcan de todo interés).
Se entiende por castración anal a la prohibición de hacer lo que se le ocurra por placer erótico.
Han de imponerse a los actos prohibiciones limitativas, si este “hacer” pudiese provocar displacer
o peligro para los demás, si el uso de la libertad en realidad turba la libertad de actuar de otro.
Debe enseñar al niño la diferencia entre lo que es su posesión, de la que es enteramente libre, y lo
que es la posesión del otro, cuyo uso para él debe pasar por la palabra de pedir objetos prestados,
o entender cuando no se los quieren prestar.
No hay reglamentación implícita para el don, y si la hay para el trueque, a algunos niños les puede
parecer más interesnate y de más valor, por ejemplo, un auto de juguete barato y roto, en vez de
su auto nuevo y que a sus padres les costó mucho dinero. Los padres en estos casos deben aceptar
que el niño es poseedor del objeto y deben apreciar el valor afectivo que éste asigna a tal objeto.
Sadismo Anal:
El sadismo es oral, no anal. La ética pervertida de un estadio por causa de una castración
inexistente o mal dada (el destete), puede contaminar de perversión el estadio siguiente del
desarrollo.
Sólo gracias a compañeros de su misma edad, algo mayores o algo menores que él, en un
aprendizaje por la experiencia, logra el niño evitar tanto los episodios desagradables causados por
la fuerza de otro, si se trata de niños más grandes, como los que él mismo causaría a los más
pequeños únicamente para disfrutar de su fuerza sobre ellos.
Es importante que toda actividad libremente emprendida por el niño en lo que le plazca, sea
respetada por el adulto, mientras no perjudique a nadie. Si el niño juega con interés es importante
que el adulto no lo moleste nunca. Así como el niño tampoco tiene derecho a molestar a los
adultos cuando trabajan.
Las personas mayores ejercen una importante tarea cívica en el desarrollo de un pequeño, pues
cuando un niño pide que lo miren cuando ejecuta lo que cree una hazaña, le es necesario contar
con la confianza de un adulto, y estar seguro de que éste lo autoriza a estas proezas.
Sostener y valorizar la curiosidad unida a la observación forma parte del principio mismo de la
educación humanizante.
“Pronto podrás, no está prohibido”.
El Espejo:
La imagen del cuerpo se ha elaborado como una red de seguridad con la madre fundada en el
lenguaje. Esta red personaliza las experiencias del niño, en cuanto al olfato, la vista, la audición, las
modalidades del tacto, según los ritmos específicos de la madre. Pero no individualiza al niño en
cuanto a su cuerpo, debido a que el niño es también, su madre, su madre es también él; ya que
ella es su paz, su alegría.
Éstas castraciones (orales, anales) representan el destete y la motricidad autónoma, que operan a
la individualización del esquema corporal del niño, se separa del de su madre, y por sustitución,
liga su propio esquema corporal en elaboración con su imagen inconsciente del cuerpo. Esta
vinculación del sujeto al cuerpo, se cumple mediante la elaboración de un narcicismo preyoico.
En la constitución de la imagen del cuerpo, las pulsiones escópicas ocupan un lugar muy modesto,
incluso totalmente ausente para la organización del narcicismo primario.
Únicamente la experiencia del espejo posibilita al niño el choque de captar que su imagen del
cuerpo no bastaba para responder de su ser para los otros, por ellos conocido.
Los ciegos de nacimiento en análisis pueden permitirnos situar la diferencia entre ellos y los que
pueden ver en cuando al narcicismo primario: diferencia ya que en los ciegos no está la
experiencia escópica del espejo. La mímica afectiva de los ciegos es una autenticidad
conmovedora como la de los bebés antes de la experiencia del espejo. Jamás disfrazan lo que
sienten, y se lee sobre su rostro todo lo que experimentan al contacto de aquellos a quienes
encuentran, pero no saben que el otro lo lee, por lo que no pueden ni saben esconderse.
Los videntes, nos escondemos y escondemos al otro lo que sentimos debido a que hemos hecho la
experiencia del espejo.
El niño sabe que ya no puede confundirse con una imagen fantásmica de él mismo, que ya no
puede jugar a ser el otro, que falta a su deseo. En estos juegos imaginarios en los que gusta
fantasmatizar una identidad diferente, aparece en su hablar el condicional: “yo SERÍA un avión”,
“tú SERÍAS...”.
Sólo después de la experiencia del espejo, es cuando la imagen del cuerpo del bebé da forma a su
propio esquema corporal. El infante ve su propio rostro, que el espejo le revela, y que desde ahora
será indisociable de su identidad, solidario de su cuerpo.
Existen casos en que el niño no puede integrar con orgullo la particularidad de su sexo, varón o
niño.
Debe hacerse saber con palabras que el padre y la madre están tan implicados y son tan
responsable el uno como el otro en la fecundidad, es decir, en la concepción del niño. Todo niño
de tres años y más, cuando pregunta sobre el “uso” del sexo, debe oír claramente expresado lo
que constituye la fecundidad de los seres humanos, es decir, la responsabilidad humana de
paternidad y maternidad en la unión de los sexos.
Al conocer la verdad sobre la unión sexual de sus padre, que ha sido origen de su vida, la
inteligencia de los niños hace eclosión, reforzada por el conocimiento de su filiación,
permitiéndoles dar sentido a los sentimientos que les inspiran su madre, padre.
LA vida social de los seres humanos implica el dominio de los deseos según la ley, que es igual para
todos.
La única le común a toda la especie humana y de la cual la escuela nunca habla, es la prohibición
del incesto, homosexual y heterosexual.
La manera en que el adulto creíble responde a las preguntas del niño, explícitamente manifestadas
entre los tres y los cinco años, determina la apertura o no de una inteligencia humana ligada a la
ley social.
La castración primaria, es decir el descubrimiento de su sexo por el niño de que sólo a este sexo
pertenece, y de lo que ello significa para el futuro, puede fallar completamente en cuanto a sus
efectos simbolígenos a causa de la falta de información de las reprimendas que acompañan las
reacciones de los adultos ante las preguntas que el niño formula respecto de lo que ha observado,
oído, sentido.
Es aquí cuando el padre puede y debe dar a su hijo lo que llamamos castración, declararle que
siempre será imposible que ame a su madre, como otro hombre le ama.
El varón:
Cuando está dicho por su padre, se trata de la iniciación del hijo para la vida humana, “te prohíbo
a tu madre, porque es mi mujer y te ha traído al mundo”. Tus hermanas te están prohibidas
sexualmente igual que tu madre.
Frente a la carencia del padre, inepto para dar la castración. Si el padre o alguien, no imparte esta
educación en el dominio del deseo prohibiendo el incesto, el varón puede seguir toda su vida con
la idea de una elección exclusivamente narcicística del objeto elegido, que tal vez no sea su
hermana o madre, pero que estará destinado exclusivamente a sus placeres parciales genitales.
La niña:
Las niñas descubren que su poder de seducción reside en su aceptación de no tener el pene y en
su deseo de que otro se los dé, no para tener el pene, sino para ser dueñas de quien lo tiene y así
satisfacerlas.
Es muy importante el papel de la escuela en cuanto a dar a los niños la ley de la prohibición entre
adultos y niños.