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La Mujer en El Cine: El Caso de Sara Gómez

Desde el arribo del siglo XXI crecen los estudios y artículos periodísticos sobre la ausencia de registro de la participación de la mujer en la industria cinematográfica. Muchas de estas producciones señalan la importancia de una análisis con enfoque de género para lograr comprender las implicancias del aporte femenino al arte audiovisual del mundo (...)

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La Mujer en El Cine: El Caso de Sara Gómez

Desde el arribo del siglo XXI crecen los estudios y artículos periodísticos sobre la ausencia de registro de la participación de la mujer en la industria cinematográfica. Muchas de estas producciones señalan la importancia de una análisis con enfoque de género para lograr comprender las implicancias del aporte femenino al arte audiovisual del mundo (...)

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La mujer en el cine: el caso de Sara Gómez

Por Charo Lorenzo y Alejandra Waigandt

Desde el arribo del siglo XXI crecen los estudios y artículos periodísticos sobre la ausencia de registro
de la participación de la mujer en la industria cinematográfica. Muchas de estas producciones
señalan la importancia de una análisis con enfoque de género para lograr comprender las
implicancias del aporte femenino al arte audiovisual del mundo. Nuestro trabajo se inscribe en esta
perspectiva porque estamos convencidas de que contar la historia de las mujeres significa una
posición política, una forma de resistir la mirada masculina hegemónica que todavía gana terreno en
la producción de investigaciones académicas. Aquí nos vamos a centrar en el cine cubano de los
inicios de la Revolución* con el objetivo de rescatar de la periferia el caso de la cineasta Sara Gómez.
Esta realizadora participa activamente en la transición de Cuba hacia una sociedad socialista, y al
mismo tiempo, cuestiona la herencia de valores patriarcales que socavan la participación igualitaria
de la mujer revolucionaria. Lo hace a través de numerosos documentales y una película de ficción
que no llega a ver terminada ya que el asma termina con su vida en 1974 a la edad de 31 años.

Cuba: un nuevo cine.

En el cine de la revolución cubana les cineastas, al igual que cineastas latinoamericanos, intentaron
hacer un cine didáctico y, hasta cierto punto, independiente, incorporando elementos del
Neorrealismo Italiano, de la Nueva Ola Francesa, con influencias del Tercer Cine de Pino Solanas.
El arte del cine fue integrado en un proceso revolucionario en el que las nociones de verdad
experimentaron una constante redefinición a la vez que el acto mismo de hacer cine se convertiría
en un proceso de conciencia y una herramienta para concientizar. Es en este proceso, en 1959, que
se creó el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica) donde “la herejía debía ser la
regla de conducta ética y estética para romper con dogmas, valores, conductas y estereotipos
arraigados en la cultura colonizada de la isla” (Mullaly, p. 2). Justamente, en la década de los años
1960 el cine cubano aporta una nueva perspectiva en el marco del desarrollo del lenguaje
cinematográfico de América Latina: “la inclusión de un testimonio social sobre la realidad histórica
contemporánea” (Flores, p. 49).

La mayoría de los films cubanos no son esencialmente feministas, sino que utilizan la temática de
género para tratar temas sociales. Danae C diéguez, especialista en género y cine dice “resulta
revelador como en Cuba, la historia enfatiza el acceso de las mujeres al espacio público como una
revolución dentro de la revolución y en el mundo cinematográfico se produjo la distribución de roles
que enmarcaron a las mujeres en especialidades que tradicionalmente habían ejercido.” (Pastor,
p.30). No es hasta principio de los años de 1970 que empezó a plasmarse una visión más realista de
la mujer cubana vinculada al contexto de nación, y a cuestionarse el estereotipo femenino que se
había perpetuado a pesar de la revolución. Justamante aquí se destaca la directora Sara Gómez,
particularmente con su película “De cierta manera”, el primer largometraje de ficción cubano
dirigido por una mujer, que tuvo que ser terminado por Gutiérrez Alea dada la muerte de la
directora.

Es verdad que el cine de Sara participó de todo el fervor utópico de la primera década de la
Revolución y la ingenua confianza en el Hombre Nuevo, donde les cineastas del ICAIC hicieron filmes
sobre los beneficios que trajo el triunfo del socialismo. No obstante, en su filmografía no abundan
los señalamientos aleccionadores ni las acusaciones intolerantes que reducían a quienes no
coincidían con la Revolución. En todo caso la joven realizadora incluyó en sus películas a las personas
que quedaron marginadas al no responder a las expectativas dominantes.

Felizmente en la Cinemateca de Cuba, quedó el registro de un cuestionario enviado a Sara por parte
de la francesa Marguerite Duras, que demuestra la personalidad reflexiva y autocrítico de la cineasta
cubana. Creemos que vale la pena transcribir una de las nueve respuestas frente a la desesperante
ausencia de registros directos de los pensamientos de Sara Gómez:

“En mi caso personal y muchos otros conocidos, la mayor dificultad ocurre en la ética doméstica,
en las reglas de convivencia en el hogar. Hay cosas que aceptamos previamente por un
procedimiento intelectual y que luego produce una grave y terrible contradicción emocional. Se
muy bien lo que quiero hacer de mí, lo que es necesario hacer conmigo, con mi vida, pero ocurre
que casi siempre vacilo, vacilo hasta la desesperación y me he llegado a creer impotente frente a
mi propia inercia. No me siento capaz de hacer nada, de romper con ellos, con los que se
opondrían a causa de sus viejos valores, ellos son mis padres, mi abuela, mis afectos y van a sufrir,
podrían morir y me siento responsable, lo necesito de cierta manera. Somos un país que ha
heredado una tradición familiar española y estamos permeados de prejuicios al respecto, no es
fácil, se hace trágico. Es curioso el hecho de que esto ocurra dentro del marco de una familia
revolucionaria, en el caso de familiares contrarrevolucionarios la cosa se hace más fácil. Por
ejemplo, yo no tengo problemas con mi padre, él ha marchado como exiliado político a Estados
Unidos y de hecho ha desaparecido, las diferencias son demasiado graves, determinantes,
¿comprende? El problema está de este lado de la línea divisoria. En caso extremo de guerra mi
madre estará a mi lado con su fusil, pero es en tiempos normales, en tiempo de paz, de trabajo,
cuando la convivencia se hace angustiosa. Hay cosas que ella no comprende, que no tiene por qué
haber aprendido a comprender, que no tiene por qué haber aprendido a comprender y que yo
debo justificar. Y cuando hablo de mi madre hablo de toda una generación de hombres y mujeres
de 45 años que militan y hasta dirigen organizaciones de masa, pero que creen en los ‘mitos’ de la
sociedad burguesa anterior. Ellos aspiran a hacer de nosotros una serie de ‘Señoritas de moral
intachable’, y hombres serios, caballerosos y formales, ‘hombres discretos, respetuosos y serenos
que sepan guardar las apariencias’. Ellos ejercen sobre nosotros una influencia tan posesiva hasta
el punto de que la ruptura se realiza siempre de manera violenta, dolorosa para ambos. Y lo
dramático es que esto ocurre a causa de una revolución que todos estamos dispuestos a
defender”.

Sara Gómez: ¿mujer invisible?

¿Qué sabemos de la vida de Sara Gómez? Su biografía se conoció a través del crítico de cine Juan
Antonio García Borrero, quien la admiraba por su sensibilidad y autocrítica respecto de la
Revolución. Según este autor, Sara Gómez nace en 1943 en La Habana, donde estudia música. Con el
tiempo escribe artículos periodísticos para Mella, un periódico estudiantil, y el semanario Hoy,
domingo. Finalmente en 1961 ingresa al ICAIC como asistente de dirección. Colaboró en esta época
con Tomás Gutiérrez Alea y Jorge Fraga, mucho más conocidos que la cineasta que inspira este
trabajo, justamente porque es mayor la bibliografía sobre las producciones de los varones. Aunque
también porque tenían más fácil acceso a las instituciones académicas. Sin embargo, en esta etapa
Sara colabora con una mujer importante en el mundo del documental, Agnes Varda. Una vez más la
invisibilidad cubre el vínculo entre dos mujeres comprometidas con la observación antropológica.
Posiblemente para ambas cineastas en la década del 60 se trató de fundar un mundo, deshacer
tradiciones, romper con tabúes religiosos, culturales, conocer de las apariencias que contradicen la
verdad. Con todo, no hay un solo registro del intercambio entre ambas realizadoras, sí muchas
especulaciones escritas con posterioridad sobre las influencias de dicha colaboración.

Sara Gómez, fotografiada por Agnés Varda.

Mientras colaboraba con Varda, Sara dirigió cortometrajes documentales para la serie Enciclopedia
Popular, que consistieron en noticias con formato didáctico. Y tres años después de haber ingresado
a la institución más influyente en el alumbramiento del nuevo cine cubano, el ICAIC, la realizadora
debuta con su primer documental con apenas 20 años, conocido como Iré a Santiago, inspirado en el
poema de Federico García Lorca. Allí se observaba que Sara estaba más interesada en la persona que
retrataba que en la perfección del encuadre. Esta vendría a ser el lenguaje de la mayoría de las
películas realizadas por ella, y desde el cual abordaría los temas fundamentales sobre los que basa
su discurso: sujetxs que viven el proceso revolucionario desde la marginalidad, el machismo que
sobrevive en la construcción de la nueva sociedad y los conflictos que esto implica para las mujeres
que acceden al espacio público como camino a su autonomía.

Documentales como Mi aporte (1972) y Guanabacoa , crónica de mi familia (1966) revelan tópicos y
procesos de autorrepresentación que el cine cubano no había experimentado. Insiste en abordar la
construcción de la mujer nueva dentro de la sociedad socialista además de continuar una búsqueda
estética basada fundamentalmente en la casi anulación del montaje como recurso narrativo, y la
articulación de elementos del documental y de la ficción dentro del desarrollo de la trama. Sara
posee una obra documental reveladora y muy importante para el cine cubano, además de ser uno
de esos paradigmas que estructuran el canon.

Por otra parte, Sara tomó el desafío de integrar la perspectiva de género en la construcción de la
nueva sociedad. Tarea difícil ya que los procesos de construcción institucional han evolucionado
desconectados de las desigualdades de género y excluyendo al “mundo femenino”. Antes del triunfo
de la revolución cubana, las escasas películas cubanas imitaban la ideología dominante y el estilo de
los norteamericanos. Sara es parte de los esfuerzos documentales por captar las experiencias de la
gente, sus problemas reales.

Su lenguaje.

La filmografía de Sarita está formada mayoritariamente por cortometrajes donde la realizadora va


forjando un lenguaje propio. Todos ellos están atravesados por la historia de Cuba y el proceso
revolucionario.

Dentro de estos hay algunos encargados específicamente como Año uno, un documental de 10
minutos para el Ministerio de Salud que informa a las madres cuáles son los controles que tienen
que realizarle a los bebés en su primer año y alienta que mantengan las visitas al hospital. Es un
documental didáctico, muy gráfico, con información detallada por la narración, acompañada con
entrevistas a médicos e ilustrada con imágenes de los bebés en estos controles. Aquí vemos como el
cine es un claro instrumento de la revolución no solo en el efecto sobre la subjetividad sino como
herramienta informativa.
Parte de su retórica es deslizar una línea política en un relato aparentemente neutral y simple. En
Plaza Vieja por ejemplo, el relato habla sobre la historia de una plaza y a través de ella nos cuenta
también la historia de La Habana, pero haciendo hincapié en su recorrido en la aristocracia de la
azúcar y el tabaco del 1600, las clases bien diferenciadas del 1700, los condes y soberanos, qué
función cumplia la plaza en cada época, cómo cambió su nombre, y poder hacer el contraste de la
historia de Cuba con su actualidad.
El mismo mecanismo vemos en Historia de la piratería. Desde el tono de la narración notamos la
impostación de la voz, el tono irónico, pícaro. Hace una historización de la piratería para terminar
con la imagen de J. F . Kennedy como el saqueador moderno.
Pero queremos priorizar el análisis de De cierta manera, a pesar de ser su único largometraje,
porque creemos que aquí se condensa su narrativa y su posición política, además de que es su
última realización y entonces la maduración de toda su producción previa.
En esta película Sara aborda la relación amorosa entre un hombre y una mujer de clases sociales
diferentes, que sirve para exponer al mismo tiempo conflictos raciales, sociales y de género. Refleja
el conflicto entre los viejos hábitos y las transformaciones sociales que tienen lugar en Cuba. Cómo
la herencia cultural y la historia personal dialogan entre sí y sufren el impacto de la Revolución. Les
protagonistas, Mario y Yolanda, son de procedencia obrera y pequeño-burguesa respectivamente. La
directora muestra la inserción compleja de les personajes en el proceso revolucionario que se vivía
entonces. Por momentos se mueven de manera diferenciada, él en torno a su trabajo en una fábrica
y ella en la escuela en la que es maestra. En la fábrica, una asamblea de trabajadores es la que
funciona como elemento central en esta bisagra entre el viejo y el nuevo tiempo, repudiando o
premiando la conducta de Mario. En la escuela, la reunión de profesores funciona de manera similar,
las docentes le dicen a Yolanda lo que hace bien y lo que no.
El dispositivo de este film sale completamente de las estrategias narrativas clásicas y da cuenta de la
madurez artística de la realizadora. Se trata de una fusión entre el género documental y el de ficción
que hace a la obra alcanzar un mayor acercamiento a la realidad abordada, a la vez que un más
profundo análisis de la misma. Sara trabajó con personajes reales que se representan a sí mismos, y
con actores profesionales que actúan historias tomadas de la realidad. Logra una coherencia y
organicidad en las actuaciones, con gran naturalismo en la puesta en escena que permiten que la
actuación se integre perfectamente.
Sin jerarquizar los testimonios, Sara Gómez hace oír y ver a los vecinos, los alumnos, las madres
solteras abandonadas, los compañeros de trabajo de Mario, los padres de éste, la junta directiva de
la escuela, y teje una red que figura una realidad múltiple, fragmentada por la ignorancia, el sexismo,
el racismo, el machismo, la religión. La coexistencia entre pasado y presente aparece con la
asociación reiterada a lo largo de la película del derrumbe de edificios antiguos. Lo que habla del
trabajo real que significa construir una nueva sociedad, más contrastada y difícil de reformar de lo
que podríamos pensar.
Las preocupaciones por el rol de la mujer se ven claramente a lo largo de la película. Yolanda
encarna bastante el proyecto de “mujer nueva” que Sara pretende que se genere en esta nueva
sociedad que hasta ahora pone los esfuerzos más en el “hombre nuevo”. La protagonista aparece
como una mujer transgresora. Es divorciada, porque prefirió escoger su formación y profesión en vez
de su relación amorosa. Es además una mujer que participa activamente en la construcción de la
nueva sociedad, colaborando en varios de los proyectos de la Revolución. De hecho, que ella esté en
Miraflores, barrio y realidad que le son ajenos, es muestra de que es un personaje que ha
evolucionado a pesar de su extracción social pero se pone en evidencia que esta evolución conlleva
muchas contradicciones.
Hay una conversación entre Yolanda y Mercedes, madre negra a quien la maestra culpabiliza del
fracaso escolar de su hijo, que muestra estas contradicciones y al mismo tiempo revela un conflicto
presente hasta nuestros días en todo el mundo, relativo a la doble jornada laboral de las mujeres, el
cual se agrava en las capas sociales más desfavorecidos. El futuro de las niñas, en especial de las
negras que viven en los barrios populares, es una preocupación explícita en la película y una crítica
hacia el proceso revolucionario. El reclamo es evidente, al parecer, las medidas tomadas hasta ese
momento favorecen la inclusión de los varones, no así de las mujeres.

Conclusión

Como señalamos al iniciar este trabajo, y demostramos al desarrollarlo, Sara Gómez fue la única voz
femenina descollante de su época, sin embargo su nombre no tuvo la trascendencia de sus pares
varones, tales como Tomás Gutiérrez Alea o Santiago Álvarez. También expusimos que mientras la
Revolución aclamaba a la mujer como protagonista destacada en la transformación radical de la
sociedad cubana, los estereotipos de género que desvalorizan a la mujer a favor de la dominación
del varón no se cuestionaban. Este proceso y la temprana muerte de la realizadora provocó que su
filmografía y su aporte al desarrollo cultural del país quedara inadvertido, en la sombra.
La ausencia de material bibliográfico que indague su obra, su vida, su estética y su compromiso
político responden a este mismo mecanismo de invisibilización del hacer femenino. En los últimos
años, los estudios en materia de género que atravesaron a todas las disciplinas, comienzan a echar
luz sobre el rol de las mujeres y produjeron los primeros análisis reflexivos sobre el importante
aporte de Sara Gómez a la problemática de género de los años de 1960 en Cuba.

Nos queda como desafío investigar la circulación de la filmografía de esta realizadora en Argentina y
el impacto de la misma en la crítica fílmica feminista y el cine de mujeres. A su vez, en esta línea de
análisis creemos que hay un gran trabajo por hacer respecto a rescatar no solo directoras mujeres,
que como vemos escasean, sino investigar qué otros roles cumplieron y cumplen en la producción
cinematográfica y en los espacios académicos. Al día de hoy nuestras docentes mujeres, así como las
exponentes mujeres que estudiamos, son minoría. Es menester el esfuerzo por recuperar cuál fue
nuestro aporte históricamente para hacerlo crecer cada vez más con una perspectiva de géneros,
que incluya nuestras problemáticas pero también nuestra mirada del mundo en la producción
cinematográfica.

Apéndice.

FILMOGRAFÍA
Sara Gómez (La Habana, 1943-1974)
Plaza Vieja (1962), Solar habanero (1962), Historia de la piratería (1963), El solar (1963), Iré a
Santiago (1964), El tabaco rubio (1965), Excursión a Vuelta Abajo (1965), Guanabacoa: Crónica de mi
familia (1966), Y tenemos sabor (1967), En la otra isla (1968), Una isla para Miguel(1968), Isla del
Tesoro (1969), Mi aporte (1969), Poder local, poder popular (1970), Un documental a propósito del
tránsito (1971), De bateyes (1971), Atención pre-natal (1972), Año Uno (1972), Sobre horas extras y
trabajo voluntario (1973), De cierta manera (LM, 1974).

Bibliografía.

Arguedas Abileny Soto. “La crítica fílmica feminista y el cine de mujeres” en Revista Escena.

Flores Silvana. Mujeres emergentes en el cine político latinoamericano. Los cortometrajes de Sara
Gómez. Academia.edu

Fulleda León Gerardo . “¿Quién eres tú, Sara Gómez?” en Coordenadas del cine cubano 1. Oriente
Editorial. Biblioteca de la ENERC.

Mullaly Laurence. El discurso fílmico en el cine cubano: en busca de las mujeres invisibles.
Academia.edu

Paranaguá Paulo Antonio. “Sara Gómez” (por Juan Antonio García Barroso) en Cine Documental en
América Latina. Cátedra Signo e Imagen. Academia.edu

Pastor Brígida M . “La mujer visible a ambos lados de la cámara” : De cierta manera de Sara Gómez
en De cierta manera: cine y género en américa latina. Editorial L’Harmattan. Biblioteca de la ENERC.
Cuestionario de Marguerite Duras. Responde Sara Gómez. Internet.

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