DEL LATÍN AL ESPAÑOL ENRIQUE E.
CORRALES
BREVE ESQUEMA DE MÉTODO PARA EL ESTUDIO EVOLUTIVO DEL LATÍN AL
ESPAÑOL CON ALGUNOS EJEMPLOS DE COMENTARIO FONÉTICO
1.º VOCALISMO
- Determinación de la vocal tónica en el étimo latino; para ello, nos serviremos de
la ley de la penúltima. De forma general, el lugar acentual se habrá conservado en el
resultado romance, sin perjuicio, claro está, de los ulteriores cambios que en el
desarrollo de la tónica se puedan producir (diptongación, hiatos, inflexión de yod, etc.),
de los que daremos oportuna cuenta; vocales átonas: final y deuterotónica (= la que
lleva el segundo acento, p. ej. en LEGŪMĬNE, la primera E es deuterotónica).
Consúltese en el Glosario la entrada Tónica (Determinación de la).
2.º CONSONANTISMO
- Consonantes simples (iniciales, mediales y finales); id. geminadas; grupos
consonánticos latinos o primarios (iniciales y mediales); id. secundarios.
Respecto de las consonantes simples en posición final, hemos de hacer la
siguiente precisión. El latín vulgar tenía tendencia a los finales de palabra en sílaba
abierta (tendencia que mantiene aún el italiano común). Quiere ello decir que, por
regla general, no tendremos que dar cuenta de consonantes en posición final, salvo
que esa consonante final sea subsiguiente a pérdida de vocal final. Pero, como
decimos, esto será infrecuente. Por tanto, el étimo latino nos será presentado
terminado en vocal (-U, -E, -A). Puede suceder, no obstante, que el étimo se nos dé
terminado en consonante -M (-UM, -EM, -AM) o -S (-OS, -ES, -AS), si se trata de una
forma de plural, como TĔNĔBRAS. Esto es así porque partimos de la base de que, por
lo general, las palabras españolas proceden del acusativo latino, tras la pérdida de la
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flexión casual. Ante el primer caso, p. ej. DĒNĀRIUM, antes de dar cuenta de la vocal
tónica, comenzaremos diciendo algo así como que “la -M desinencial de acusativo
singular era ya caduca en época republicana, hecho consolidado en románico común,
por lo que partimos de DĒNĀRIU”. A partir de aquí, ya procedemos según lo
indicado para "Vocalismo". Ante el segundo caso, como la -S de acus. pl. se ha
mantenido como marca de número en español, está claro que hemos de hablar de
este hecho morfonológico (mantenimiento de -S final debido a su vez a la necesidad
del mantenimiento de la oposición numérica).
Una última observación, ya que vamos adentrándonos en el método. No
perdamos de vista en nuestro análisis la posible existencia de dobletes, esto es,
cultismo y forma patrimonial (y a veces hasta de tripletes: junto a los anteriores, la
existencia de un semicultismo). Así, si se nos pide la evolución de ARTĬCŬLU, no
caigamos en la trampa fácil, ARTĬCŬLU > artículo, y digamos que “solo se ha
producido el cambio -U > -o, ya que todas las átonas velares en posición final
confluyeron en -o”. Esa es la forma en que en español adaptamos los cultismos,
porque, a poco que apliquemos las leyes de evolución, llegaremos de ARTĬCŬLU a
artejo. Del mismo modo, de CAPĬTŬLU se tendría que haber llegado a *cabejo..., pero
no se llegó, aunque en el camino sí apareció una forma semiculta, cuya completa
evolución no llegó a término, que es cabildo. La existencia de un cultismo junto al
resultado patrimonial, cuando sea el caso, será, por otra parte, una gran ayuda en la
determinación del étimo latino a partir del resultado romance patrimonial, como
tendremos ocasión de ver en la realización de los ejercicios.
Ofrecemos a continuación, a modo de ejemplo, el análisis evolutivo de algunas
formas latinas hasta su resultado español. Como se verá, la complejidad en el análisis
se va haciendo mayor a medida que van aumentando nuestros conocimientos y
nuestra destreza en el comentario:
Comentario de RĂPHĂNU > rábano
Lo primero que hemos de determinar es la vocal tónica, y, dado que la segunda A
es breve y está en sílaba abierta, podemos afirmar que la tónica es la primera A. Así
pues, tenemos RĂPHĂNU /ráfanu/.
La teoría nos dice que todas las vocales velares o posteriores latinas Ō, Ŏ, Ū, Ŭ,
en posición final, convergen en /o/, con lo cual /u/ final se abrió en /o/: /ráfano/.
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Asimismo, las centrales Ā y Ă se mantienen en español como /a/, no sólo la
tónica, sino también la postónica: /ráfano/.
En el proceso de sonorización de las sordas intervocálicas se produjo el cambio /f/
> [β], que hubo de pasar por una fase labiodental sonora [v] alternante con [β]:
[rávano], [ráβano] ravano (med.) Por otra parte, la líquida R latina en posición inicial se
conserva gráficamente, pero su sonido se refuerza en español como vibrante múltiple:
[ṙáβano].
En esquema, la evolución queda como sigue:
RĂPHĂNU /ráfanu/ > [ráfano] > [ṙávano] > [ṙáβano] ravano (med.) > [ṙáβano]
rábano esp. act.
Comentario de LĔNTĬCŬLA > lenteja
Dado que la vocal U es breve, podemos afirmar que la tónica es la Ĭ: LĔNTĬCŬLA
/leNtíkula/.
Ya en época imperial, la síncopa actuaba sobre las vocales intertónicas de
palabras de tres o más sílabas, con la única limitación de que el grupo consonántico
resultante fuese aceptable. Por otra parte, las átonas iniciales, las más resistentes a la
pérdida después de las tónicas, se mantienen, con lo que Ĕ se conserva como /e/.
Tenemos, pues, que la pérdida temprana de /u/ produjo el grupo -CL-: /leNtíkla/.
A continuación, la velar implosiva agrupada pierde su oclusión, por lo que, en
primer lugar, se fricatiza en [x]; se palataliza a continuación como [çj], antes de
vocalizarse en la semivocal [ i̯ ], y, por último, determina la palatalización de la líquida
/l/ en [λ] (fase esta observable actualmente en el port. lentilha /leNtíλa/). El castellano
medieval, sin embargo, siguió en su evolución hasta /Ȣ/ (seguramente para diferenciar
este sonido [λ] del procedente de la evolución de -LL-: CABALLU > /kabáλo/):
/leNtéʒa/ med. lenteja).
La teoría nos dice que el latín clásico Ĭ pasa a /é/ en latín vulgar, y como tal se
mantiene en español. En este caso, como la yod segunda [lj], [kl], [gl] no produce
inflexión, la vocal tónica ha seguido la evolución que era de esperar: /leNtéλa/.1
El resultado del grupo -CL- fue inicialmente [ λ ], pero después, como se ha dicho,
pasó a [ʒ] y se fonologizó:
/leNtíkla/ > [leņtékla] > [leņtéxla] > [leņtéçjlja] > [leņtéλa] > /leNtéʒa/ lenteja med.
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En los siglos de oro se produce el ensordecimiento de /ʒ/, /leNtéʒa/ > [leņtéʃa], y,
tras la desfonologización, ocurre transfonologización al retrasar /ʃ/ su lugar de
articulación y velarizarse como /x/, dando lugar a la forma actual /leNtéxa/ lenteja.
Esquema:
LĔNTĬCŬLA /leNtíkula/ > [leņtíkla] > lat. vulg. [leņtékla] > [leņtéxla] > [leņtéçjlja] >
[leņtéi̯ lja] > [leņtéλa] > esp. med. lenteja /leNtéʒa/ [leņtéʒa] > [leņtéʃa] > esp. act.
lenteja /leNtéxa/ [leņtéxa].
1
La única tónica que resulta inflexionada por yod segunda es /Ɔ/ < Ŏ : FŎLIA > hoja, no *hueja.
Comentario de CŎRĬU > cuero
Esquema: 1. CŎRĬU /kóriu/ > 2. [kɔ́rjo] > 3. [kɔ́i̯ ro] 4. [kói̯ ro] > 5. /kuéro/ [kwéro]
cuero
Explicación:
1. Aunque Ŏ tenía timbre abierto, aquí la transcribimos fonológicamente como /o/
para simplificar, ya que, como la oposición que realmente funcionaba en lat.
clás. era la cuantitativa, nos basta con indicar su carácter breve frente a Ō,
cuya transcripción fonológica, llegado el caso, será /oː/. En la vocal lat. vulg., en
cambio (2.), sí transcribimos fonéticamente como [ɔ], ya que ahora es el rasgo
de abertura el que establece la oposición.
2. Si en 1. teníamos un hiato (/kó-ri-u/), en 2., por la tendencia antihiática del
desarrollo del acento de intensidad en el lat. vulg., ya tenemos un diptongo
átono creciente [jo]. En la tónica, por otra parte, se ha producido la evolución
del vocalismo del lat. clás. al lat. vulg., es decir Ŏ tónica > ɔ́.
3. La semiconsonante del diptongo [jo] constituye una yod, y combinada con r, [rj],
es uno de los tipos de la yod 4.ª, la que durante más tiempo actúa y que,
prácticamente, inflexiona todas las vocales. Tras producirse la metátesis, se
combina con la tónica abierta en un diptongo tónico decreciente [ɔ́i̯ ].
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4. Por un efecto asimilatorio, el primer elemento del diptongo se cierra en /ó/ (aquí
es cuando la yod 4.ª inflexiona la /ɔ́/), con lo que ya no puede producirse la
diptongación: la inflexión de yod se ha consumado. Esta fase coiro se mantiene
en port. actual, y también hay testimonios en leonés. (Sobre el cierre y
reducción del diptongo decreciente [ έi̯ ] y la inflexión de yod 4.ª [kt] puede
verse infra, en el comentario de PROFĔCTU).
5. Constituido este diptongo /ói/, poco frecuente en esp., la acción de la analogía
lo transformó fácilmente en el mucho más frecuente /ué/, simplemente cerrando
el primer elemento y abriendo el segundo (origen anómalo de ue, como en
AUGŬRIU > agüero, CICŌNIA > cigüeña; véase este análisis a continuación).
Comentario de CĬCŌNĬA /kikóəənia/ [kjikóəənia] > cigüeña
Nota: Exponemos aquí de forma muy esquemática la evolución general del vocalismo lat. clás.
> lat. vulg. > esp., pues a estas alturas se da por sabida. Para los fenómenos sucesivos, tanto
de vocalismo como de consonantismo, dadas las dificultades de análisis de esta forma,
procedemos con un análisis minucioso.
Vocalismo:
Tónica: Ŭ, Ō tónicas > /ó/ lat. vulg. > /ó/ esp.
Átonas: Átona inic. (protón. y deuterotón. en este caso): Ĭ, Ē > /e/ lat. vulg. > /e/ esp.
Átona final: Ā, Ă se mantienen como /a/. Reducción de hiato: ĬA > [ja] (yod 2.ª
que palataliza a /n/):
CĬCŌNĬA /kikóənia/ [kjikóənia] > 1 [kjekónjja]
Consonantismo:
Consonante simple inicial: C- /k/, con alófono palatal [kj] ante E, I, > [ʧ] > [ʦ]:
1 [kjekónjja] > 2 [ʧekónjja] > 3 [ʦekónjja]
(Palatalización de C- [kj], con progresivo adelanto articulatorio hasta llegar a la africada
predorsodentoalveolar sorda esp. med. [ʦ]. En 2, cfr. it. act. cicogna. Téngase también
en cuenta la cronología relativa: [ʧ], [ʦ] anteriores a la sonorización /k/ > [g]).
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Consonante simple interior (velar): -C- [k], ante A, O, U, > [g] (sonorización de la
sorda intervocálica, probable influjo de lenición céltica):
3 [ʦekónjja] > 4 [ʦegónjja]
Consonante simple interior (nasal): Nasal –N- palatalizada por yod: En la secuencia
–njj- se produce inversión (-njj- > -i̯ nj-, metátesis entre sonidos contiguos), pero ya la
yod 2.ª ha consolidado la palatalización de la nasal. Esta yod, que no inflexiona /ɔ́/ < Ŏ
tónica, es vacilante en /ó/ < Ŭ, Ō tónicas (ver tabla de yod), pues unas veces no
inflexiona, CALŬMNIA > caloña med., pero otras sí, CŬNEU > cuño. Por tanto, de no
producirse inflexión de /ó/, se seguiría:
4 [ʦegónjja] > 5 [ʦegói̯ nja] > 61 [ʦegói̯ ɲa]
Y de producirse:
4 [ʦegónjja] > 5 [ʦegói̯ nja] > 62 [ʦegwi̯ ɲa]
Vocalismo romance
Evolución de diptongo romance: En cualquiera de los dos casos, tendríamos bien
un diptongo [ói̯ ], bien un diptongo [wi̯ ], y tanto uno como otro, de escaso rendimiento
en español frente al abundante [wé] < /ɔ́/ < Ŏ tónicas, el cual fácilmente reemplazaría
a cualquiera de los dos:
61 [ʦegói̯ ɲa] ~ 62 [ʦegwi̯ ɲa] > 7 [ʦegwéɲa] cegüeña esp. med.
(Origen anómalo de ue, como en AUGŬRIU > agüero, CŎRIU > cuero, véase supra).
Cierre de la átona inicial por influjo de wau: Después de las tónicas, las átonas
iniciales son las más resistentes a la pérdida, algo que, no obstante, no impide su
inestabilidad ante la acción perturbadora de una yod (DĒNARIU > dinero) o de un wau,
VARIŎLA > veruela med. > viruela. La e átona de 7, por influjo de este wau
secundario, se cierra en i:
7 [ʦegwéɲa] > 8 [ʦigwéɲa]
Consonantismo romance
Fricatización de oclusivas sonoras romances: El proceso de debilitamiento
articulatorio que supone la lenición céltica es sumamente regular por lo que respecta a
la simplificación de las geminadas, a la sonorización de las sordas simples y a la
fricatización de las oclusivas sonoras. Mas, una vez que en lat. vulg. y protorrom.
común aparecen estas fricativas sonoras (< oclusivas sonoras lat. clás.), justo es
pensar que operaría una tendencia general hacia la fricatización y pérdida que, en
ocasiones, podría arrastrar también a las oclusivas sonoras lat. vulg. (< oclusivas
sordas lat. clás.). El proceso, como decimos, dista mucho de ser regular, y está,
además, condicionado por los contornos fonéticos (véase Fradejas, Fonología… §
6
DEL LATÍN AL ESPAÑOL ENRIQUE E. CORRALES
4.12 y ss. Véase, asimismo “Glosario” s. v. SONORIZACIÓN). Con todo, podemos
suponer que, en términos generales, esp. ant. y med. [g] < -C- (ante A, O, U) se
resistiera a la fricatización, y por tanto a la pérdida, frente a esp. ant. [γ] < -G- que ya
había nacido como fricativa, por lo que su tendencia a la pérdida era mucho mayor.
Así, SECĀRE > [segár] > [seγár] segar esp. act., mientras que LITIGĀRE > [lidiγár] >
[lidiár] > [liðjár] lidiar esp. act. (En port., p. ej., la fricatización de [g] < -C- ante vocal
velar es un hecho fonético relativamente reciente, propio del port. europeo, agora
[αγɔ́rα] < HAC_HORA, pues en el port. brasileño sigue realizándose como oclusiva,
[agɔ́ra]). Hay que suponer, por tanto, que en una articulación cuidada, la fase 8
[ʦigwéɲa] mantuviera la oclusión velar durante al menos toda la época medieval. La
velaridad, por otra parte, se ve reforzada por la presencia del wau (cfr. hueco [gwéko],
huevo [gwéβo]). En cualquier caso, en esp. act. se produce la fricatización de las
sonoras /b/, /d/, /g/ en posición intervocálica, por lo que
8 [ʦigwéɲa] > 9 [ʦiγwéɲa]
Desafricación, y posterior interdentalización de la africada dentoalveolar sorda:
En el reajuste fonológico ocurrido en los siglos de oro, las africadas
predorsodentoalveolares /ʦ/ (y su correlato sonoro /ʣ/) pierden su momento oclusivo,
y de ese modo pasan a ser fricativas predorsodentoalveolares, [ş] (y [z̹ ]):
9 [ʦiγwéɲa] > 10 [şiγwéɲa]
Tras el ensordecimiento del correlato sonoro [z̹ ], solo queda [ş], que para poder
diferenciarse de [s] -en una oposición que se había debilitado mucho, [kása] casa :
[káşa] caça, caza-, adelanta su articulación hasta llegar a interdentalizarse, [Ɵ], con lo
que la oposición, ahora ya como [kása] casa : [káƟa] caza, se pudo de nuevo ver
fortalecida (no es necesario recordar aquí que esto es por lo que respecta al español
del norte y centro peninsulares, pues para el andaluz, el canario y el esp. de América
ya sabemos que el proceso se resolvió de otro modo). Así pues,
10 [şiγwéɲa] > 11 [Ɵiγwéɲa] cigüeña esp. mod. del norte y centro peninsulares.-
Comentario de CAPĬTĔLLU(M) > caudillo
ESQUEMA GUÍA
CAPĬTĔLLU(M) /kapitélːu/ > 1. [kapitέλo] > 2. [kab(e)dέλo] > 3. /kabdiéλo/
[kaβðjéλo] cabdiello med. > 4. /kaudíλo/ [kau̯ ðíλo], [kau̯ ðíǰo] caudillo act.
Consideración previa
La –M desinencial de acusativo era ya caduca en época republicana, por lo que
podemos partir de la forma apocopada CAPĬTĔLLU.
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Determinación de la tónica
Lo primero que debemos hacer es determinar la vocal tónica. Sabemos que en latín
clásico el acento recae en la penúltima sílaba cuando la misma es larga, ya sea por
contener en su núcleo una vocal larga (lo que no es el caso) o, conteniendo una vocal
breve, por ir esta seguida de dos consonantes, como en CAPĬTĔLLU. La penúltima
sílaba es larga por posición, pues, aunque su núcleo es Ĕ breve, esta va seguida por
la geminada -LL-, que a efectos de alargamiento por posición cuenta -lo mismo que
todas las geminadas-, como dos consonantes. Tenemos, pues, CAPĬTĔLLU /kapitélːu/.
Vocalismo
Tónica: Ĕ breve tónica se abre en lat. vulg. y protorrománico /έ/ (fases 1-2) y
posteriormente llegará en castellano al diptongo /ié/ (fases 3-4).
Átonas: Las átonas iniciales no silábicas, es decir, aquellas que por sí solas no
constituyen sílaba al contar con un margen consonántico prenuclear (vid. “Glosario”, s.
v. SILÁBICA (ÁTONA INICIAL)), se suelen conservar. Con mayor razón /a/ < Ā, Ă que
es la vocal más estable, tanto entre las átonas como entre las tónicas (fases 1-4).
Entre las palatales, Ĭ, Ē, Ĕ átonas iniciales, así como el diptongo AE átono, confluyeron
en lat. vulg. en /e/. Ahora bien, estas átonas en interior de palabra (y lo mismo que
ellas, las velares) se sincoparon al desarrollarse el nuevo acento de intensidad, ya se
encontraran en posición postónica (CALĬDU > CAL’DU > caldo, OCULU > OC’LU >
ojo), ya fuera en posición protónica, como sucede en CAPĬTĔLLU (fase 2). Por lo
general, las átonas interiores se mantuvieron hasta que se completó el proceso de
sonorización de las oclusivas sordas intervocálicas. Consumado este, se perdieron
(fase 3).
De las átonas en posición final, por último, el subsistema velar Ŏ, Ō, Ŭ, Ū se redujo
a una única cualidad /o/ (fases 1-4). (Ĕ, Ē, Ĭ, Ī hicieron lo propio en /e/).
Consonantismo
Consonantes simples en posición inicial: Lat. clás. C-, con articulación oclusiva velar
sorda /k/, mantiene en esp. su cualidad ante la central A (y ante las velares O, U)
(fases 1 a 4).
Consonantes simples en interior de palabra: Las oclusivas sordas -P-, -T-, -C- en
posición intervocálica (la última solo ante central y velares, A; O, U) se sonorizaron /-b-
/, /-d-/, /-g-/, dentro del macroproceso de relajamiento articulatorio que en la Romania
occidental supuso la llamada lenición céltica (fase 2).
Consonantes geminadas: Dentro del amplio proceso de simplificación de las
geminadas (-PP- > /-p-/, -TT- > /-t-/, -CC- > /-k-/), en español, por lo que respecta a
determinadas sonoras (la vibrante -RR-, la nasal -NN- y la líquida -LL-), no se produce
tal simplificación que hubiera llevado a la pérdida de las oposiciones latinas previas
con las correspondientes simples (-R-, -N-, -L-). En el caso de la vibrante, se refuerza
la articulación para transformar la geminada -RR- /rː/ en la vibrante múltiple /ṙ/, con lo
que la oposición CARU / CARRU queda a salvo, caro / carro. Por su parte, -NN- y –LL-
se palatalizan (he ahí los dos orígenes respectivos de las palatales /ɲ/ y /ʎ/ no
achacables a palatalización de yod). Mediante este refuerzo palatal, se salvan
oposiciones como CANA / CANNA > cana / caña y VALE (forma flex. de VALĒRE) /
VALLE > vale / valle (fases 1 a 3).
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Vocalismo romance
Reducción de diptongo tónico: En ocasiones, esp. /ié/ monoptonga en /í/. Esta
reducción, no siempre fácil de explicar, es bastante regular cuando el diptongo
aparece ante la palatal /ʎ/, y desde luego sistemática cuando esa /ʎ/ es la procedente
del sufijo diminutivo latino: –ĔLLU > -έλo > -iéllo > -íllo. En la lengua no literaria, hay
ejemplos de monoptongación –iello > -illo muy temprana, desde comienzos del siglo X;
en la literaria, en cambio, el diptongo continúa apareciendo hasta el siglo XV (fase 3).
Formación de diptongo átono secundario: El proceso de debilitamiento articulatorio que
lleva a la sonorización de la sorda intervocálica –P- (fases 1 - 2), conduce hasta la
fricatización de la sonora resultante [b] (fases 2 - 3). La fricativa bilabial resultante [β]
perderá su carácter consonántico y pasará a ser la semivocal [u̯ ] (se mantiene la
labialidad), que en su encuentro con la a deuterotónica constituirá el diptongo átono
secundario au (veáse todo lo relativo al wau), (fases 3- 4).
Consonantismo romance
Fricatización de las sonoras: El relajamiento articulatorio conduce a la fricatización de
las sonoras intervocálicas procedentes de sonorización de las sordas. De este proceso
participan, asimismo, los grupos romances de dos consonantes sonoras secundarios a
síncopa tras la sonorización de sordas latinas, como el grupo [b’d] > [βð] (fases 2 – 3).
Constituido este grupo, la vocalización del primer elemento originará el diptongo
romance secundario au (fase 4; véase supra). En esp. act., las sonoras intervocálicas
/b/, /d/, /g/, sean de la procedencia que sean, se realizan como fricativas [β], [ð], [γ]
(fase 4).
Desfonologización: En el esp. act. son cada vez menos los hablantes que hacen la
distinción entre la líquida palatal lateral /λ/ (/póλo/ [póλo] pollo < PŬLLU) y la fricativa
palatal central /ǰ/ (/póǰo/ [póǰo] poyo < PŎDIU). La mayoría de los hablantes desconoce
la articulación lateral, por lo que fónicamente no observan la distinción gráfica pollo /
poyo, que realizan en ambos casos como [póǰo]. Este fenómeno, conocido como
yeísmo, dada su gran extensión en el mundo hispanohablante es ya admitido por la
norma culta (en lo fónico, claro está, no en lo gráfico), por lo que podemos decir que
estamos siendo testigos de un caso de desfonologización en el español actual (fase
4).‒
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Comentarios de PROFECTU > provecho y CAECU > ciego
PROFECTU(M)
1.º Consideración previa
Cuando se trata de formas nominales en singular, el étimo se nos puede
presentar terminado en vocal o bien en –M desinencial de acusativo. Si este es el
caso, resolveremos diciendo que la –M final (de acusativo, de primeras personas
verbales, etc.), era ya caduca en época republicana, por lo que podemos partir
directamente de la forma apocopada, en este caso PROFECTU.
2.º Determinación de la tónica latina
Puesto que la cantidad de las vocales no nos viene marcada, conviene hacerlo
en primer lugar. En la consulta al diccionario s. v. PRŌFĔCTUS, la encontramos como
sustantivo y como participio de PRŌFICIO, derivado de FĂCIO mediante la
anteposición de la preposición PRŌ. (La cantidad de la primera sílaba, sin embargo,
puede verse reducida por una licencia métrica, por lo que también en otros lugares
podremos encontrar PRŎFĔCTUS. Mas, como veremos más adelante, en este caso la
cantidad de la átona protónica no tendrá repercusiones sobre el resultado final). Por
otra parte, por las reglas de acentuación latina sabemos que, en las palabras de tres o
más sílabas, el acento recae en la penúltima sílaba cuando esta tiene como núcleo
una vocal larga, pero también cuando, teniendo como núcleo una vocal breve, esta va
seguida por dos consonantes (sílaba larga por posición). Así pues, ya tenemos
determinada la sílaba tónica y su cantidad vocálica: PRŌFĔCTU /pro:féktu/.
3.º Vocalismo de las tónicas
Ĕ (breve tónica del latín cásico) evoluciona a /έ/ (abierta tónica) en latín vulgar,
/profέktu/, y esta a su vez a /ié/ en español. En este caso, sin embargo, no se ha
producido la diptongación (cfr. *proviecho), porque ha actuado la yod 4.ª [kt],
inflexionando –esto es, cerrando un grado–, la /ǫ/ tónica, según veremos al tratar del
grupo latino –CT–.
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DEL LATÍN AL ESPAÑOL ENRIQUE E. CORRALES
4.º Vocalismo de las átonas
Hay que distinguir entre átonas iniciales y átonas finales. Las primeras son más
estables y, por tanto, más resistentes a la pérdida. El subsistema velar de cuatro
unidades del latín clásico, Ŏ, Ō; Ŭ, Ū (al que hay que sumar el diptongo AU), se
reduce en español, en posición átona inicial, a dos: /o/ (< Ŏ, Ō; Ŭ; AU) y /u/ (< Ū)
(/profέktu/). En posición átona final, el subsistema se reduce a un único elemento /o/
(/profέkto/).
5.º Consonantismo
Grupos consonánticos
Los grupos primarios de <consonante> + –R– son bastante estables, por lo que
en principio de dicción se suelen conservar inalterados (en medio de dicción, –PR–
sonoriza la oclusiva, CAPRA >cabra).
En el grupo primario –CT–, la velar agrupada tenía articulación fricativa: como [x]
tras vocal velar, NŎCTE [nǤ́xte], y como [ç] tras palatal, [profέçto]. En español, esta
fricativa sonorizó en [ i̯ ] y se combinó con la vocal precedente en un diptongo [ έi̯ ]. La
yod cuarta así constituida ([ i̯ t ] < –CT–), propició el cierre de la /ǫ/ tónica abierta ([έi̯ ] >
[éi̯ ]), impidiendo su diptongación (cfr. INFĔRNU > /infέrnu/ > infierno, FĔSTA /fέsta/ >
fiesta, donde /έ/, libre del influjo cerrador de [i̯ ], ha podido evolucionar a /ié/). Esta fase
[-éi̯ t-] (lo mismo que [-ói̯ t-]), se mantiene aún viva en gallego-portugués, proveito
[provéi̯ tu], noite, [nói̯ te]. En español, sin embargo, el proceso continuó y afectó a la
dental, que se asibiló, [-i̯ tj-], hasta llegar a la plena palatalización, con absorción de la
semivocal, como africada palatal sorda / ʧ /.
Consonantes simples
Se puede decir que en latín no hay palabras con /f/ intervocálica, si exceptuamos los
dialectalismos itálicos (BŪFO, SCRŌFA…), los términos de origen extranjero
(RĂPHĂNU, grecismo; LŌFA, germanismo; etc.), y los resultados latinos de
composición o derivación, como ocurre en PRŌFĔCTU. En estos casos, puede
suceder que se mantenga la conciencia de la composición, con lo que –F– en español
correrá la misma suerte que F–, esto es, aspiración y pérdida: FŪMU> /húmo/ > /úmo/;
DĒFĔNSA > /defésa/ > /dehésa/ > /deésa/, pero también puede suceder que la
conciencia de la composición se pierda, y entonces –F– evolucione a [v], siguiendo así
el proceso de sonorización de las sordas intervocálicas. Esta [v] se sumará al
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resultado fricativa bilabial /β/ ([β], [v]) en que habían confluido –B– (CĂBĂLLU > esp.
med. cavallo /kaβáȞo/ ([kaβáȞo], [kaváȞo]) y el wau (NŎVA /nóua/ > esp. med. nueva
[nwéva], [nwéβa]), estableciendo un par mínimo con /b/ (oclusiva bilabial procedente
de la sonorización de –P– (cfr. esp. med. saber /sabér/ < *SAPĒRE ~ aver /aβér/
[avér], [aβér] < HABĒRE)). Estos dos alófonos de la fricativa labial, el labiodental [v],
[provéʧo], y el bilabial [β], [proβéʧo], borrado el rasgo labiodental, se reducirían a una
invariante fricativa bilabial /β/ que, finalmente, acabaría confundiéndose con la oclusiva
/b/ y produciendo desfonologización: esp. act. provecho /probéʧo/ [proβéʧo].
PRŌFĔCTU /pro:féktu/ > [profέkto] > [profέçto] > [provέi̯ to]> [provéi̯ tjo] > med. provecho
/proβéʧo/ [provéʧo], [proβéʧo] > esp. act. provecho /probéʧo/ [proβéʧo].
CAECU
Metodológicamente, procederemos de la misma forma que con PROFECTU.
Pero además:
En el vocalismo de la tónica, se ha de tener en cuenta que AE es un diptongo del
lat. clás. que en su reducción (AE > /áe/ > /ái/) llega a un resultado lat. vulg. /έ/,
coincidente con aquel al que se había llegado desde Ĕ (breve tónica). A partir de ahí,
/έ/ < AE (tónico) seguirá en español la suerte de /έ/ < Ĕ, es decir, diptongación en /ié/,
como en CAECU > ciego. Podemos precisar, sin embargo, que esta confluencia en el
resultado de AE tónico con Ĕ tónica no ocurrió de forma generalizada, como se ve por
CAESPES, FAENU, SAETA, etc., que presentan los alomorfos CĒSPES, FOENU,
SĒTA, etc., así como los resultados césped, heno, seda, etc. Esto indica que la
reducción de AE se produce en dos épocas bien diferenciadas por lo que a la pérdida
de la oposición cuantitativa respecta. En la más antigua, con funcionamiento de la
cantidad, daría una vocal larga /ε:/ (pues AE tenía cantidad larga) y abierta (dado su
origen en a de AE). Esta vocal larga y abierta venía a alterar el sistema, pues la vocal
larga latina, aparejado a la cantidad, tenía timbre cerrado. La alteración, por tanto, se
subsanaba cerrando el timbre del nuevo elemento, /ε:/ > /e:/, y de este modo el
resultado de la reducción de AE se hacía coincidir con Ē. Los numerosos casos de
diptongación, por otra parte, indican que en una fase posterior se había borrado ya la
oposición cuantitativa, por lo que en la aparición de un elemento /ε:/ –vocal larga con
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timbre abierto–, lo que funcionaba ya era el rasgo abierto frente a su correlato cerrado,
no la mayor o menor duración del segmento: VĒNIT lat. clás. /ué:nit/, lat. vulg. [wénit] /
VĔNIT lat. clás. /uénit/, lat. vulg. [wέnit].
Al dar cuenta del consonantismo, tendremos que explicar el largo proceso que
va desde la velar sorda C– /k/ en comienzo de dicción, con un alófono palatalizado [kj]
que ante vocal palatal adelanta su articulación hasta llegar a la africada /ʧ/. A partir de
ahí, en español medieval se adelantará hasta la africada predorsodentoalveolar /ʦ/, y,
tras la pérdida del momento oclusivo (desafricación) y un nuevo adelanto articulatorio
(con [ş] dental), llegará en los siglos de oro a la actual interdental /ſ/.
Con respecto a la sonorización y posterior fricatización de la velar sorda
intervocálica (-C- /k/ > /g/ > [γ]), hay que señalar el comportamiento diferente ante
vocal central y velar, por un lado, como en CAECU > ciego, y ante palatal por otro. Y
tampoco en aquellos casos ocurre sonorización de forma generalizada; por ejemplo,
‒C– ante A, O, U permanecerá como sorda por el influjo de un wau precedente, como
en AUCA > oca, PAUCU > poco.
CAECU /káeku/ > [kái̯ ku] > [kjέko]> [ʧέgo] > med. ciego /ʦiégo/ [ʦjégo] > [şjégo] > esp.
act. ciego /Ɵiégo/ [Ɵjéγo].-
Enrique E. Corrales.-
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