1, La critica artistica presemistica
L.A EL puro visualismo
Si quisiéramos buscar un origen ehistorico a} reque-
rimiento de analizar los fenémenos artisticos desde el pun-
to de vista de su organizacién comunicativa, podriamos
remontarnos, quizés, 2 ios comienzés de los tratados del
arte, En realidad, no hay duda de que las teorfas artist
cas siempre tuvieron que ver con aspectos de la comuni-
cacién. Sin embargo, como nos debemos limitar a los mo-
mentos de interés metodol6gico explicito por fos aspectos
comunicativos de los objetos estéticos, debemos imitar
Ja biisqueda sélo al siglo xx, que, no por casualidad, coin-
cide con e} nacimiento de las teorias modernas del len-
guaje.
La primera cortiente de la cual es necesario ocuparse,
también por su larguisimo desarrollo que afcanza hasta
Jas mas recientes producciones contemporancas, es 1a I~
mada eteoria de la pura visibilidad> 0 «puro visualismos
El origen de ia teoria se remonta a la segunda mitad del
siglo X0X, pero la manifestacién mas coherente de una
expresién
. Segin los visibilistas
puros, el mundo sensible no se expresa mediante los sim-
bolos del lenguaje, que son adecuados para los conceptos
y esquematicos por su naturaleza.
El mundo sensible se expresa, en cambio, a través de
Ja representaci6n visual, en la cual el artista no se aban-
dona pasivamente a la naturaleza, sino que se esfuerza en
apropiarse de ella vertiéndola en una expresién. Fiedler
dice:
El artista no se distingue por una capacidad visual par-
ticular; no por el hecho de que sea capaz de ver més
© menos intensamente,.o de que posea en sus ojos un
don particular de seleccién, de sintesis,. de transfigura-
cidn, de yalorizacién, de clarificacién, habré de desta-
car en sus productiones sdélo las conquistas de su vi-
sién. Mas bien se distingue por el hecho de que la fa-
cultad peculiar de su naturaleza lo pone en condiciones
de pesar en forma inmediata de la percepcién visual a
la expresién visual. Su relacién con la naturaleza no es
una relacién visual sino una relacién de expresién
(Frepver, 1887, 43).
En el primer analisis de los purovisualistas no esta
aclarado qué es concretamente la «expresién». Sin em-
bargo, cuando se pasa del aspecto puramente teérico-filo-
s6fico a la aplicacién concreta a las obras de arte o a la
historia del arte, se observa que el andalisis se concentra,
sobre todo, en los esquemas o simbolos de la visibilidad,
y que la misma historia del arte asume el significado de
una chistoria de los estilos»> y no de una historia de los
autores. individuales. Es el mismo HILDEBRAND el que
indica el paso del momento tedrico al momento metodo-
légico-aplicativo en Das Problem der Form in der bilden-
den Kunst (1893), donde intenta una primera clasificacion
de los simbolos visuales. Hildebrand distingue, por ejem-
plo, entre algunos tipos de «formas» en relacién con los
objetos reales representados en la obra artistica: la forma
«existencial> se contrapone a la forma ; la «vi-
sion lejana> a la «vision cercana>. Esas «formas» no son
otra cosa que categorias propias y verdaderas de la re-1.1 EL PURO VISUALISMO 21
presentacién, que sirven para expresar una concepcién del
espacio y de la realidad mediata de la vista. Hildebrand
llega a afirmar, por ejemplo, que sélo la visién lejana ma-
nifiesta el punto de vista intencional del artista, mientras
que la cercana es adecuada para el punto de vista del
cientifico,
A comienzos del siglo xx se produce un desarrollo
fundamental de la teoria de la pura visibilidad gracias a
Alois Rinc. y su Spédtromisches Kunstindustrie (1901).
Riegl sostiene que el desarrollo de los estilos artisticos no
depende de presuntas «decadencias» 0 «alzas» de elemen-
tos precedentfes o innovadores, sino mas bien de momen-
tos precisos de «voluntad artisticas (Kunstwollen). La vo-
luntad artistica aparece cabalmente a través de algunos
conceptos visuales fundamentales. Riegl, por ejemplo, se-
fiala una visién «tactil» contrapuesta a una vision «dptica»
(es decir, verosimil); una visi6n «plastica» contrapuesta a
una visién «colorista>; una visién «planimétrica» contra-
puesta a una visién . La elaboracién de estas
categorias generales da lugar a diversos estilos que no son
otra cosa que las maneras con las que una cultura deter-
minada expresa su gusto general por la forma.
Sin embargo, la verdadera gran sistematizacién de las
categorias de Ia forma desde un punto de vista légico y
metodolégico pertenece a Heinrich W6LFFLIN, especial-
mente en Kunstgeschichtliche Kunstbegriffe (1915). Como
tema en particular, W6lfflin hace derivar los pasajes de
un periodo a otro perfodo y de un estilo a otro estilo,
de Jas modificaciones de la visién figurativa, es decir, de.
las relaciones entre los elementos de su sistema. Cada es-
tilo no serfa otra cosa que la construccién coherente de
elementos formales, distinguidos en oposiciones binarias
como «visién lineal» / «visién pictérica>, «visi6n super-
ficial» /«visién de profundidad», «forma cerrada»/«for-
ma abierta>, «multiplicidad» / «unidad», «claridad» / «in-
certidumbre> (0 «claridad absoluta» /«claridad relativa>).
Segin un ejemplo del mismo Wélfflin, el barroco seria
definible como una secuencia de polos categoriales: polo
pictérico, profundidad, forma abierta, unidad, claridad re-
lativa de la visién. La construccién metodolégica de Wolf-22 1, LA crfTICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
flin, que aparentemente es s6lo sistémica, se conjuga, sin
embargo, con una rigida concepcién evolucionisia en el
campo histérico: el cambio de visién caracteristico de
una época y de una cultura es entendido como monodi--
reccional e irreversible, lo que contrasta tanto con un
analisis objetivo de la historia de los estilos como con una
concepcién que quiera prescindir de la de la visién. En el
primer caso, en efecto, existe m&s de una demostracién
de los «retornos» de estilo en el curso del tiempo; mien-
tras que, en el segundo, nada impide en el plano tedrico
que categorias que ya se han manifestado en una época
determinada puedan repetirse, aunque sea en otras com-
binaciones. Por otra parte, desde el punto de vista filosé-
fico se ha destacado que la teoria de la pura visibilidad en
la acepcién de Wélfflin se vincula con la fenomenologfa
de Husserl, sobre todo en lo que se refiere al concepto de
la «reducciéns del objeto a una apariencia sensible por
parte del artista. Esa reduccién se produce. con criterios
* independientes de la psicologia o de la intuicién del ar-
tista o del observador, y por lo tanto permite un anilisis
sistematico del producto artistico mismo, andlisis que se
limita a su descripcién, comprensién y explicacién més
allé de la expresi6n de juicios de valor. Aporta el mé-
todo para reconocer el mecanismo y el cédigo de cada
poética, excluyendo la interpretacién valorativa e intui-
tiva de la obra de arte, ademas de aportar el recurso a
andlisis extratextuales, como los que se basan en los do-
cumentos histéricos. Como es natural, ha sido precisa-
mente este aspecto el que fue criticado con frecuencia en
el ambiente de la critica de arte, sobre todo en el sector
ldealista. Lioncllo VenTuri, en Pretesti di critica (1929),
ya proponfa sustituir a la pura visibilidad como gramatica
de luv formay abstractas por una teorfa orientada a sus
resultados subjetivos, Mas recientemente, Cesare BRANDI
‘en Le due vie (1966), aun reconociendo al puro visualis-
mo el mérito de haber abierto camino a nuevas concep-
ciones criticas (estructuralismo, semiética), desde el mo-
mento en que éste va «de los elementos inmediatos de la
percepcién a un principio interno de organizacién en el1.1 BL PURO VISUALISMO 23
que reside la raz6n de la figuratividad> (BRANDI, 1966,
33), admite también que la teoria ha ido al encuentro del
fracaso, ya que ha intentado transferir un método esen-
cialmente sincrénico (es decir, relativo a la organizacién
interna de los objetos independientemente de su evolucién
temporal) a una concepcién muy rigida de la historia y
de su desarrollo.
Una evolucién de Ja teorfa de la pura visibilidad se
tiene en los afios veinte y treinta, aunque quiz4s exprese
un fuerte contraste con algunas de sus concepciones. Henri
FociLion, en La vida de las formas (1934), retoma al
menos un principio esencial del puro visualismo, 0 sea,
que las formas artisticas puedan ser examinadas en for-
ma auténoma, independientemente de otros elementos de
Ja historia y de la historia de la cultura, como si estu-
vieran dotadas, precisamente, de una «vida» propia. Por
lo demas, segtin Focillon, el universo mismo no es otra
cosa que movimiento y metamorfosis de las formas, que
estan provistas de un «destino» propio, en biisqueda cons-
tante de una estabilidad estructural. Este concepto reapa-
recera en el 4mbito cientifico por lo menos treinta afios
después con la teorfa de las catastrofes de René Thom
(véase capitulo 4.8). Algunos conceptos que Focillon re-
toma del formalismo filoséfico y de la pura visibilidad,
permanecen como fundamentales también para la construc-
cién de una teoria lingiiistica del arte. En el primer ca-
pitulo de La vida de las formas, por ejemplo, encontra-
mos una espléndida definicién de Ja forma artistica en re-
lacién con las definiciones de imagen y de signo. Estas
implican el concepto de representacién de un objeto en
base a principios convencionales y estables; en cambio
aquélla implica Ia significacién de sf misma, o bien la po-
sibilidad intrinseca de vaciar o desviar el valor del signo.
Estas se fundamentan sobre un sistema; aquélla depende
de un sistema, pero lo puede romper a cada momento. En
este sentido, las formas no son otra cosa que sucesiones
de metamorfosis y, por lo tanto, sucesiones de estabilidad
y de inestabilidad. Por eso podemos hablar de , y por George KuBLer, autor de una fundamen-
tal La configuracién del tiempo (1972), que lleva adelante
la segunda linca de investigacién de Focillon.
1,2 Fundamentos del pensamiento sobre el arte: Warburg
y Cassirer
En el primer cuarto de este siglo se desarrollaron al-
gunos de los conceptos, fundamentales de la estética y de
Ja historia del arte de matriz lingiiistico-simbélica. La cuna
de las nuevas tradiciones de las ciencias humanas es Ale-
mania, y en particular son dos los estudiosos que por as-1.2 WARBURG Y CASSIRER 25
pectos diferentes resultaran decisivos en el moderno desa-
rrollo de los estudios sobre el tema. Por una parte, est4
Aby Warburg, considerado el padre de la iconologia. Por
la otra, esté Ernst Cassirer, uno de los mayores filésofos
europeos, que seré un punto de referencia ideal tanto
para el desarrollo de Ja iconografia misma (con Panofsky),
como de la estética simbélica (el New Criticism america-
no, Susanne Langer, la semi¢tica morrisiana). Cassirer, por
otra parte, también dara impulso tedrico a otras ramas
de las ciencias humanas, como la antropologfa cultural,
los cultural studies y los anilisis de historia de las ideas.
Aby Warburg, a’pesar de una produccién literaria muy
poco sistematica, es considerado hoy como uno de los pa-
dres de la historia del arte como disciplina auténoma
(Gompricu, 1970; GinzBurG, 1966), y en el interior de
esta tiltima, como el promotor de esa metodologia que
Panofsky bautizara con el nombre de iconologia para di-
ferenciarla de la tradicional iconografia. Etimolégicamente,
la iconografia es «descripcion de las imagenes», y el tér-
mino ha sido originalmente empleado en arqueologia para
indicar la recoleccién de los retratos de un personaje de-
terminado, en monedas, estatuas, medallas, pinturas, ilus-
traciones, etc. Después, el término tomé un sentido mas
amplio en la historia del arte: define cualquier descrip-
cién del sujeto de las obras figurativas, y comprende el
andlisis de los temas tratados, de su representacién, de
jas mutaciones del tiempo en esa representacién, de los
atributos de los personajes, de las alegorias, y de muchos
‘otros elementos. En el capitulo dedicado a la iconologia
veremos mejor cual es el cambio propuesto por Panofsky.
Por ahora es .suficiente con sefialar que consiste, sobre
todo, en reservar a la iconografia un papel meramente
descriptivo, y a la iconologia un papel més cientifico,
exactamente como sucede con la etnologia respecto a la
etnograffa. Pero si a Panofsky le corresponde el mérito
de una verdadera fundacién de la nueva disciplina, es a
Warburg a quien le pertenece el de haber determinado,
mis all de los aspectos descriptivos de Ja iconograffa, una
tarea histérica posterior: la de desarrollar una verdadera26 1. LA critica ARTiSTICA PRESEMIOTICA
chistoria de las imAgenes», que debe entenderse como
historia de las ideas. En este sentido, y en oposicién al
formalismo contemporaneo, Warburg centra su atencién
en el «significado» de las imagenes, a partir de cuyo ana-
lisis se debiera llegar a una interpretacién cultural de la
forma artistica. Por primera vez, Warburg utilizaba el mé-
todo de comparar entre sf los materiales iconograficos
mis variados, también y sobre todo carentes de valor e:
tético, utilizando las imAgenes como documentos histéri
cos para la reconstruccién general de la cultura de un
periodo. La tltima y no cumplida tarea del estudioso ale-
mén fue la de recoger una especie de de formas
y conceptos). Parece demostrable el papel que jugaron en
ia cultura de Warburg los estudios contemporaneos de an-
tropélogos como Boas y Sapir, de los fundadores de la
lingiifstica moderna como Bloomfield y, antes aun, los
neogramaticos alemanes.! A partir de este punto de vista
se podrfa llegar a la conclusion de que la historia del arte,
en cuanto disciplina humanistica, esté fuertemente empe-
fiada, desde sus origenes, en estudiar las imagenes en cuan-
to lenguaje, asi como lo estén otras ciencias humanas
contempordneas, como la sociologia con Durkheim o la
1. Sobre la relacién entre Ia teorfa de Warburg y las primeras
Investigaciones paralelas de lingiistica tipoldgica, he intentado
mostrar en otra parte cémo en sus origenes la toria del _arte
entera se mueye por premisas yagamente semisticas (véase CALA-
BRESE, 1984).1,2. WARBURG Y CASSIRER 27
antropologia con los ya citados Boas y Sapir. En efecto,
los fenémenos expresivos son estudiados como represen-
taciones de un significado, y, aunque no exactamente asi,
como las lenguas naturales.
Se podria afirmar que las formas expresivas son con-
sideradas «formas simbélicas», es decir, que son capaces
de manifestar contenidos que no estén motivados directa-
mente por el aspecto natural de las formas mismas. Pero
con el término «formas simbélicas> hemos entrado en Ia
consideracién de los fundamentos filoséficos y teéricos del
inventor del término, Ernst Cassirer, que precisamente
en el mismo periodo (alrededor de los aftos veinte) ela-
bor6 una Philosophie der Symbolischen Formen (1923-
1929), que es considerada como punto de referencia tanto
para los estudios de lingiifstica como para los de otras
ciencias humanisticas. Por otra parte, en lo que se refiere
ala materia de la que nos estamos ocupando, el pensa-
miento de Cassirer aparece como decisivo para el desa-
rrollo de mumerosas corrientes de estudios estéticos pos-
teriores.
Como ya se ha dicho, el volumen fundamental de
CassirEr es la Philosophie der Symbolischen Formen, pero
de los tres tomos de los cuales se compone (El lenguaje
de 1923, El pensamiento mitico de 1925 y Fenomenologia
del conocimiento de 1929), son especialmente los dos pri-
meros los que aparecen estrechamente relacionados con
las sucesivas elaboraciones en el campo del arte que nos
interesan aqui. En general, la idea de Cassirer es la de
retomar la doctrina kantiana del conocimiento como ac-
tividad formadora del pensamiento. Por lo tanto, se re-
chaza toda interpretacién del conocimiento como refiejo
de Jos objetos del mundo por parte de la conciencia. Pero
también se rechaza toda formulacién idealista de un «pen-
samiento creador>. Lo mismo que en Kant, el problema
de Cassirer es el de fundamentar el conocimiento sobre
leyes universalmente validas, pero que no dependan de
una pretendida del mundo natural. Toman-
do en consideracién ciencias como Ja fisica y la matema-
tica, Cassirer observa que incluso en ellas actualmente se
sustituyen los interrogantes que se refieren a la verdadera28 1. LA corfTICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
naturaieza de los objetos por la busqueda de determina-
ciones de Jas relaciones entre entidades de las cuales no
se puede demostrar la «realidad», pero que tienen valor
para el pensamiento que las usa como simbolos para su
propia actividad de sintesis a priori. En la evolucién re-
ciente de la matemética, por ejemplo, se puede ver cémo
se desnuda al simbolo de todo caracter intuitivo-sensible,
y se tiende, en cambio, a derivar su significado de las
telaciones ldgicas en las que entra en un sistema de pensa-
miento determinado. A partir de aqui, nace para Cassirer
el interés de analizar todas las manifestaciones de la «ci
lizacién> en las cuales se pueda verificar la misma acti-
vidad simbélica del pensamiento:
Los diversos productos de la cultura espiritual, el len-
gunje, el conocimiento cientifico, el mito, el arte, la
teligién, se convierten, a pesar de su diversidad inte-
lor, on miembros de una Gnica y gran conexién proble-
matic, se convierten en puntos de partida diferentes
para Hegur un Gnico fin: transformar el mundo pasi-
vo de las simpresiones» simples, en las cuales el espi-
ritu aparece encerrado, en un mundo de la pura expre-
sién capiritual (Cassinen, 1923).
En el primer volumen, dedicado precisamente al len-
guaje, Cassirer analiza las tcorfas filosdficas y las discipli-
nas especificas relativas al tema, y termina la resefia plan-
teando una especie de evolucién de las formas del lengua-
je, que, en primer lugar, establecerfa los elementos expre-
sivos (de la mimica al lenguaje articulado), y luego per-
feccionarfa sus instrumentos elaborando categorias lin-
giifsticas fundamentales, como la del espacio, el tiempo,
el ntimero, el «yo», que a su vez constituyen la base de
desarrollos posteriores del pensamiento légico. Por medio
de instrumentos como ésos, el lenguaje constituye un pun-
to intermedio entre la visién teérica y la visién estética
del mundo. Todos los medios expresivos son, entonces,
mediaciones entre esos dos aspectos, ya que todos los me-
dios expresivos funcionan como lenguajes. La comproba-
cién esté en el 4mbito de los fenémenos que son analiza-
dos en el volumen segundo, que esté dedicado, como ya1.2. WARBURG Y CASSIRER 29.
se ha dicho, al pensamiento mitico. Cassirer rechaza toda
interpretacién histérica, empirica, psicolégica, metafisica
del mito y, sobre todo, rechaza una interpretacién gené-
tica (¢gdénde nace el mito?>). El punto de Ilegada ten-
drA que ser, ms bien, la determinacién de sus «formas
estructurales>, es decir, la definicién de las categorfas de
pensamiento que establecen el funcionamiento. Como todo
lenguaje, también el mito funciona por medio de una he-
rramienta, «las formas simbélicas», que son un complejo
de elementos formales portadores de significado y relacio-
nados con una finalidad y un uso que los generan. (Para
este aspecto de las teorfas de Cassirer y, sobre todo, para
todo lo que se refiere a la relacién con el estructuralismo
lingiifstico, véase la introduccién de Salvatore Veca a Lo
strutturalismo nella linguistica moderna, CassirER, 1946.)
La concepcién del simbolo ha sido perfeccionada por
Cassirer en forma continua hasta sus tltimas obras. En
uno de sus tiltimos trabajos, Essay on Man. Introduction
to a Philosophy of Human Culture, 1944, se da, en par-
ticular, una redefinicién, aunque sea no muy distante de
la de 1923. Después de hacer una sumaria resefia de las
posiciones sobre la naturaleza del hombre desde Sécrates
hasta los filésofos modernos, Cassirer llega a definir la es-
pecificidad del ser humano en su capacidad de servirse
de la funcién simbélica. A través del simbolismo, el hom-
bre es capaz de reaccionar frente alos estimulos externos
igual que los animales y, sobre todo, de crear los elemen-
tos intermedios sobre los cuales basar la actividad del
pensamiento. Lenguaje, mito, arte y ciencia son los uni-
versos de lo simbélico. Ellos no presuponen ninguna rea-
lidad metafisica, y sin embargo constituyen el patrimonio
del pensamiento y su misma. En cuanto a la
Filosofia, en ella se profundizan algunos espacios de biis-
queda sobre lo simbélico y, en particular, el del mito y
el del arte. A propésito del mito, Cassirer plantea una
teoria de la evolucién del pensamiento mitico, desde las
formas de las religiones primitivas basadas sobre los ta-
bies y la magia, hasta las expresiones de valores éticos
abstractos. En lo que se refiere a la doctrina del arte,
Cassirer rechaza todas las teorias objetivistas, como las32, 1. LA CR{TICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
no sélo de haberlo desarrollado en forma original sino,
especialmente, de haberlo aplicado 4 una teoria general
del arte y no s6lo a la poesia o a la literatura. Ya en
Philosophy in a New Key (1942), LANGER retoma él con-
cepto de.simbolo de Cassirer, pero lo hace con una sutil
variacién. Plantea el arte como «creacién de formas sim-
bélicas del sentimiento humano», que consiste en una co-
municacién por simbolos no discursivos y por lo tanto
indivisibles, que s6lo harfan referencia a s{ mismos y no
a la realidad exterior, que es lo contrario del lenguaje
hablado, que funciona con simbolos discursivos convencio-
nales referidos al mundo. Para decirlo con la férmula lan-
geriana, el arte es «presentativo pero no representativo>.
Respecto a Cassirer el complemento fundamental es que,
a su parecer, los simbolos repiten algunos esquemas de
la vida afectiva, ya que simbolizan esencialmente aspectos
del sentimiento. Este concepto sera desarrollado poste-
tiormente en la obra mas conocida de LANGER, que es
Feeling and Form (1953). En lo que se refiere a las obras
de arte figurativas, la autora encuentra evidente que su
simbolismo es presentativo, ya que, en efecto, esas obras
se «presentan> a si mismas simultaneamente y no suces!
vamente, y permiten ser conceptualizadas pero sin la in-
tervencién de instrumentos como las palabras y su sin-
taxis, y sin la posibilidad de ser traducidas. Por lo tanto,
la comunicacién artfstico-figurativa no es analoga a la
de Ja palabra, esté mas bien relacionada con el sentimiento.
Una demostracién de esta afirmacién se podria hacer con
el andlisis de la mtsjca, que es diferente aun de la comu-
nicacién visual, ya que no es ni siquiera «presentati
debido a su propia abstraccién, pero que, sin embargo, tie-
ne una intima relacién con el sentimiento en la medida
en que produce emociones inmediatamente, al extremo
de poder ser casi definida como el mismo entiende, sustancialmente, todo lo que sea
fruto de sensaciones fisicas o espirituales, que corresponde
a una de las dos modalidades del pensamiento, siendo la
otra el pensamiento racional que se puede expresar a tra-
vés del lenguaje verbal.
La palabra «sentimiento» debe ser tomada aqui en el
sentido més amplio, entendiendo con ella toda cosa que
pueda ser sentida: desde las sensaciones fisicas, ya sea
placer o dolor, excitacién o quietud, hasta las emocio-
nes més complejas, las tensiones intelectuales o las ten-
dencias sentimentales permanentes de la vida humana
consciente (LANGER, 1953, 28).
El concepto de «simbolos, ademas de derivar del ya
citads Cassirer, en Langer refleja también los andlisis
lingitfsticos de los semanticistas americanos contemporé-
neos y hasta del padre de la semidtica, Charles Sanders
Peirce, al que la autora no siempre se refiere, especial-
mente en la introduccién. El simbolo llega a ser, enton-
ces, «todo artificio que nos permita elaborar una ‘abstrac-
cién». Una vez elaborados los dos instrumentos esencia-
les de anflisis se intenta, como conclusién, una clarifi-
cacién de Ja naturaleza de las artes como relaciones diver-
sas entre una forma simbélica y el sentimiento. Precisa-
mente la variedad de esas relaciones permite definir tam-
bién el nivel de autonomia de cada arte, aun en la unidad
fundamental del sistema de las artes. En efecto, la varie-
dad consiste en las variaciones en la forma de interpretar
las relaciones de base entre sentimiento y forma en cada
caso. De aqui surgen una multitud de problemas especi-
ficos: la funcién del contenido en las artes, la funcién
del medio técnico utilizado, la funcién de la «verdad»
artistica, la relacién entre creacién y ejecucién, etcétera.
En consecuencia, la definici6n misma de cada arte resul-
ta una definicién de «variedad especifica». Por ejemplo,
una de las diferencias sustanciales entre las artes consi:
te en la diversidad de «ilusiones primarias» que crean,
entendiéndose por . En efecto, la
danza est4 analizada un poco sumariamente como el do-
minio del «gesto virtual», que significa el «reino del po-
der» y no el movimiento humano que, como tal, no tiene
peculiaridades estéticas. La dificultad es diferente en lo
que se refiere a la poesia y a la literatura en general. El
rechazo de la verbalidad como elemento caracteristico del
arte lleva por cierto a la autora a considerar como ilusién
primaria de la poesia desde luego la ilusién de la vida, el
aspecto de los hechos 0, también, expresa simbélicamente la actividad del pensa-
miento humano en forma comparable, dentro de una his-
toria de las ideas, a las otras formas de civilizacin. Esto
no impide que ciertos aspectos idealistas y vitalistas de
Langer queden en el polo opuesto de una visién més racio-
nal y . Segdn las aplicaciones de esa teorfa, la histo-
ria del arte se convierte en historia de los hechos estilfsti-
cos concebidos a su vez como simbolos a través de los
cuales se expresan procesos generales de abstraccién de la
mente humana, expresién que se da en los cambios de
las condiciones de la cultura durante épocas diferentes. La
historia y la historia del arte terminan por coincidir cada
vez mis, ya que en ésta se encuentran tendencias e inte-
reses de aquélla.
Como es sabido, el término , es decir, una forma légica; y se
califica como discurso de sentido, aplicado a la pintura.
Finalmente, se puede observar que en Ripa existe tam-
bién una especie de «teoria de las pasiones», que sera
desarrollada en fisiognomfa (por ejemplo, Le BRUN, en
1690, LAVATER, en 1747) y, mas modernamente, en una
teoria semiética.?
2._ Sobre la relacién implicita entre Panofsky y Ripa ha insis-
tido Damiscu (1976).38 1, LA CRITICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
Erwin Panofsky, fundador de Ja iconologia moderna,
da una definicién de Ja iconologia similar a la de Ripa,
aunque no Io cita:
La iconologia debiera ser un método de interpretacién
histérica que superara los aspectos puramente descripti-
vos y clasificatorios del andlisis de los motivos y de la
iconografia (PANOFSKY, 1955, 37).
El significado en las artes visuales (PANOFSKY, 1955)
se abre con dos ensayos.
En «La historia de las artes como disciplina humants-
tica» se examina la relacién entre disciplinas humanisticas
y cientificas, y se buscan las diferencias, pero sobre todo
los puntos de contacto y, en particular, la determinacién
de métodos exactos para la historia del arte. En «Iconogra-
fia e iconologia» se echan las bases tedricas del método
panofskiano: el estudio del significado de las obras de arte
contrapuesto al estudio de sus valores formales. Panofsky
distingue tres niveles de significado en la obra de arte: el
«sujeto primario y natural» (dividido a su vez en «factual>
y «expresivo»), que consiste en el reconocimiento slo de
formas; el «sujeto secundario 0 convencional», que con-
siste en la determinacién de los temas de una obra y de
su combinacién; el «significado intrinseco 0 contenidos,
que consiste en la determinacién del comportamiento de
fondo que en un perfodo, en una nacién, en una clase, en
una cultura, condiciona al artista y es simbolizado en la
obra. La primera parte es campo de la determinacién
de los motivos; la segunda, de la iconografia; la tercera, de
la iconologia.
Como se ve, el método panofskiano, del que hemos
citado la versién de 1955, mas dogmatica que aquélla ape-
nas més cauta que ya apareciera en PANOFSKY (1939),
une al tradicional trabajo iconografico de descripein de
las formas pictéricas o plasticas, el de interpretar las mis-
mas formas como «simbélicas», es decir, dotadas de un
significado articulado en diferentes niveles y itil para la in-
terpretacién tanto del sujeto como del contenido de la
obra, asi como de sus relaciones con toda una cultura.1.4 LA ICONOLOGfA 38)
La simbiosis entre las ideas cassirerianas y los métodos
histérico-artisticos es, por cierto, muy clara: Sin embargo,
es mas clara todavia la aplicacién de los temas filoséficos
de Cassirer a una metodologia histérico-critica en el en-
sayo mas famoso de PANOFSKY, que se refiere a la Filosofia
ya desde el titulo: La perspectiva como «forma simbélica»
(1927). El ensayo parte de la definicién de perspectiva
dada por Durero, y recorre su desarrollo desde la anti
giiedad hasta la época moderna, tratandola como proble-
ma al mismo tiempo matemiatico y artistico.
La primera observacién de Panofsky es que la perspec-
tiya es un mecanismo capaz de producir dos resultados
diferentes: por una parte, es un medio capaz de dar a los
cuerpos la posibilidad de desplegarse en un espacio, pero,
al mismo tiempo, permite que la luz se difunda en el mismo
espacio descomponiendo pictéricamente a los cuerpos. Su-
cede entonces que, mientras permite crear distancia entre
hombres y cosas, al mismo tiempo elimina esa distancia
absorbiendo en el ojo humano las cosas que estén delante
de éJ. Los fenémenos artisticos son reducidos a reglas ma-
temAticas, pero también son reconducidos al individuo y
a las condiciones psicofisicas.de su posicién y de su im-
presién visual. Para Panofsky, entonces, la historia de la
perspectiva puede sefialar el momento en el que triunfa
el sentido de objetivacién de la realidad, pero también
aquel en que se define una especie de voluntad de potencia
del hombre que anula toda distancia de las cosas respecto
a si mismo. En resumen, en la naturaleza misma de la
perspectiva hay una especie de esquizofrenia entre obje-
tivo y subjetivo, entre racional y casual. Su significado
también es doble: por un lado, es sefial del fin de la visién
teocratica (objetivismo); por el otro, es sefial del comienzo
de la visién antropocratica (subjetivismo).
Lejos de ser un estadio de Ia evolucién expresiva, 0 un
simple medio técnico, o un descubrimiento matematico, la
perspectiva se muestra asi como una forma general, ple-
namente ligada a la comunicacién de significados simb6-
licos, como, precisamente, el fin de la teocracia y el co-
mienzo de la antropocracia.
En la edicién definitiva, publicada como volumen or-40 1. LA cRITICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
ganico y ya no como fasciculos del instituto de Warburg,
aparecieron mas tarde otros tres ensayos tedricos que expli-
can, por un lado, Ia posicién del estudioso aleman en el
cuadro de las teorfas formalistas precedentes, y por el otro,
dan indicaciones preliminares para las sucesivas formula-
ciones de 1939. Por ejemplo, en «El problema del estilo
en las artes figurativas>, de 1915, PaNorsky retoma algunas
categorias interpretativas de W6lfflin, tales como orden
y disposicién, forma y contenido (todavia no habfa apare-
cido Conceptos fundamentales de la historia del arte), y se
declara escéptico sobre la posibilidad de definir una teoria
del. estilo sobre la base de simples oposiciones binarias, en
la medida en que en cada artista existe una exigencia ex-
presiva individual que le hace definir sus propias formas;
esta exigencia individual se manifiesta también en formas
generales, pero en todos los casos se trata de formas por-
tadoras de un contenido mas © menos concreto y no pura-
mente abstractas.
sEI concepto del “Kustwollen” es otro ensayo de 1920,
y esta vez se refiere a Ricgl, al cual objeta que la idea del
«querer artistico» puede encontrarse’ con el hecho de que
el arte no es una manifestacién subjetiva de sentimientos
sino «un encuentro actuante y objetivante, que busca re-
sultados definitivos, de una fuerza que plasma y un mate-
tial que es plasmado». Un tercer ensayo, «Sobre la relacion
entre Ja historia del arte y la teoria del artes, de 1925,
ya esta orientado a los temas teGricos caracteristicos de
Panofsky: alli se sostiene que la teoria del arte desarrolla
un sistema de conceptos con el fin de formular los proble-
mas artisticos; la historia del arte, como ciencia de cosas,
sefiala las propiedades sensibles de las obras de arte me-
diante conceptos indicativo-demostrativos; pero la historia
del arte como cienvia interpretativa debe desarrollar con-
ceptos mediante los cuales se expresen las relaciones que
existen entre problemas artisticos y propiedades sensibles de
la obra de arte. En el tiltimo ensayo de la coleccidn, «Sobre
el problema de la descripcién y de la interpretacién del
contenido de obras de arte figurativos, de 1932, Panofs-
ky se ocupa del srado ms elemental de estudio de la obra:
la descripcién, y rechaza’ conceptos de la época tradicional1.4 LA ICONOLOGiA 41
tales como la diferencia entre descripcién formal y descrip-
cién objetiva.
Para Panofsky, cada descripcin es una interpretacion,
en la medida en que cada descripcién esta basada en razo-
nes rads sutiles que la simple constatacién. Cada descrip-
cién se convierte asi en un estructurarse de algunos niveles
0 grados del sentido detectado en la obra: un estrato pri-
mario en el cual se explican la descripcién fenoménica y
el conocimiento del estilo; un estrato secundario que define
el significado, sobre todo la forma en que ha sido transmi-
tido o si se ha estratificado por via literaria; en este nivel
se colocan la investigacién iconografica y la teoria de: los
tipos; un tercer estrato se refiere, en cambio, a la relaci
entre datos de la figuracién y representaciones de la expe-
tiencia, o sea, de hecho, entre datos de la figuracién y el
sistema cultural de una época cualquiera en la actividad
representativa.
Finalmente, el tiltimo y el més alto nivel de descripcién
est4 constituido por la descripcién del significado de la
obra como documento («sentido esencial>). Este ultimo y
esencial contenido, que esta en la base de todas las: mani-
festaciones del arte, es «la autorrevelacién, involuntaria’e
inconsciente, de una actitud de fondo hacia el mundo». Las
bases del método de 1939 y de 1955 ya estan cabalmente
echadas.
La iconologia se configura, entonces, como la estruc-
turacién de los significados de la obra de arte, y de esta
manera aparece realmente preliminar a una semidtica del
arte. Algunos estudiosos ya consideran a la iconologia
como una parte de la semiética (véase BATTISTI, 1974;
Eco, 1968b; 1975a; 1980a). Otros (DamiscH, 1972;
1974; 1976) la ven como el fundamento necesario de la
semistica del arte, aunque notan alguna diferencia de
la tesis basica. Damiscu (1976), por ejemplo, ve esta dife-
rencia en el hecho de que mientras la iconologia pretende
enunciar lo que las imagenes representan (es decir, acla-
rando su sentido), la semidtica, por el contrario, trata de
mostrar los mecanismos de la significacién artistica. Otros
autores (CALvEs!, 1980; RomaNo, 1978) consideran, en
cambio, que la iconologia es un sector definido de la his-42 1. LA cRfTIcA ARTISTICA PRESEMIOTICA
toria del arte y que las relacionés entre iconologia y semié-
tica no tienen fundamento.?
Hay un texto colectivo francés, Erwin Panofsky (véase
Bonnet, 1983), que aporta un cuadro extremadamente
completo para una panormica bastante amplia en torno
al debate sobre el método panofskiano, En la recopilacién
aparecen algunos ensayos dedicados especificamente al as-
pecto sistematico de la iconologia panofskiana (André
Cuastet, «Erwin Panofsky: riguer et systémes; Jean Mo-
Lino, «Allégorisme et iconologie. Sur la méthode de Pa-
nofsky>; Alain Rocer, «Le schéme et le symbole dans
Poeuvre de Panofsky>). Hay otras investigaciones, en cam-
bio, que son més criticas y tratan de determinar una posi-
ble superacién de ese método. Es el caso de Daniel ARAS-
SE, que en «Aprés Panofsky» critica el aplastamiento
iconol6gico de Ia obra visual que se produce en los textos
verbales, renunciando al andlisis de la diferencia que se es
tablece entre pintura, por ejemplo, y su fuente literaria.
Propone, en cambio, una serie de criterios de anélisis que
se refieren a la forma en la cual la imagen se constituye con
medios y con peculiaridades propias. Lo que haria «ver»
la imagen en lugar de chacerla leer». Jean-Claude Bonne
une mis directamente este tipo de investigacién a la semié-
tica y, en particular, a la investigacién sobre el sujeto de
Ia enunciacién (véase capitulo 4.5). Por fin, Louis Marin
y Hubert Damisch tratan de encuadrar el método panof-
skiano en una perspectiva tedrica mas actual, mostrando
algunos dispositivos internos implicitos, pero que pueden
ser explicitos a la luz de los resultados de nuevas discipli-
nas lingiiisticas.
Como se ve, las distancias se mantienen profundas. La
iconologfa, precisamente porque privilegia la estructura del
estilo y def contenido, no permite examinar Ia articulacién
de {a obra, Ja rclacién entre significantes y significados (0
mejor, si no se quiere correr el riesgo de las trabas de la
busqueda de la unidad minima, entre expresién y conte-
nido).
3. Pero también hay semidlogos que consideran 1a iconologia
panofskiana como una prdctica puramente lexicogréfica y no se-
midtica (véase Gretmas-Courtés, 1979; Fiocn, 1978).1.4 LA ICONOLOGIA 43
La iconologia, con sus subsistemas de iconograffa y de
analisis de los motivos, queda en el nivel de andlisis del
significado, o también, en sus conclusiones, en el nivel de
examen del sistema de las ideologias. Por otra parte, el
estudio de! significado mismo siempre se concibe como re-
pertorio y no como sistema estructurado, por lo que en
verdad se lo ve como conjunto de constantes definibles me-
diante reglas.
Ernst Gombrich, que por muchos ‘es considerado un
verdadero padre de la semidtica del arte, parece haber
constituido un verdadero «puente> entre iconologia y se-
midtica. El concepto fundamental de las obras de Gom-
BRICH (véase 1960; 1963; 1972a; 1974) es que la relaci6n
entre las representaciones artisticas figurativas y la reali-
dad exterior es simplemente se-
midticas. Siempre que no se intente su traduccién a otra
jerga y con la condicién de que se defina cuales elementos
de su ¢statuto tedrico coinciden con una visién semidtica.
El verdadero problema va més alla. Si iconologia e
iconografia son realmente semidticas, y si la verdadera
ensefianza iconolégica es la de base histérica de Panofsky,
entonecs el punto cs: gcémo cs posible para una disciplina
sincrénica’ como la semiética hacer las cuentas con la
historia? El interrogante es cada vez de mayor tamaiio, si
se quiere dar fe por lo menos a las manifestaciones que
nos liegan sobre esto por diferentes vias, y que son prove-
nientes de un especialista de semidtica literaria como Ce-
sare Segre y del mismo Umberto Eco. SecRre (1977;
1979a) propone, mencionando Ia contribucién de las es-
cuelas soviéticas en este sentido, una recuperacién de la
7. Mientras que las disciplines «diacrénicas» estudian los fené-
menos como colocados en la historia, las disciplinas «sincrénicas»
los examinan desde el punto de vista de sus leyes internas.46 1. LA CRITICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
historia y sobre todo de la filologia, precisamente porque
la semi6tica contempordnea ha abandonado parcialmente la
investigaci6n de los «elementos minimos», para dedi
carse mucho mas intensamente y productivamente al estu-
dio de los textos. Y partir de un texto significa encontrar,
inevitablemente, el «texto-en-la-historia>, es decir, no sdlo
tocar el tema de su articulacién en cédigos, sino también
el de la transformacién de los cédigos. Eco plantea la cues-
tién en forma indirecta, pero la plantea a nivel tedrico
general; su definicién de «enciclopedias como concretiza-
cién de un sistema semantico en continuo movimiento y
transformacién, y por lo tanto por definicién, no
es otra cosa que poner en situacién histérica cada texto
sobre el que se hace anilisis semiético, y con eso mismo
aceptar una explicacién también «causal» de los fendme-
nos que interesan e incluso contribuir a ella.
‘Tanto el problema del método de estudio dei signifi-
cado como el problema de la historia son, en conclusién,
les elementos de conjuncién y, al mismo tiempo, de fron-
tera entre iconologia y semidtica. En lo que se refiere al
primero, Rudclph Wittkover ya comentaba en 1955 que
la propensién de la iconologia era !a de superar los pri-
meros intentos de tipologia pura (como aquellos pioneros
de Loewy de alrededor de 1910), para producir una teoria
mas cientifica de la interpretacién:
Las artes, visuales y no visuales, y las ciencias se mue-
yen en la misma direccién. Nuestra tarea comin ya no
es mas describir y clasificar los fendmenos. sino indagar
funciones y significado (WiTTKoVER, 1955, 16).
En este sentido, entonces, es aceptable la pesicién de
algunos icondlogos, como Jan Bialostocki, Meyer Schapiro
©, en Italia, Eugenio Battisti, que no sélo consideran afines
la iconologfa y la semidtica del arte, sino que ven a la
segunda como un duplicado de la primera. En la linea de
Wittkover, sin embargo, cabria la critica que ve en la icono-
logia un estudio de tipo lexicogrdfico pero no todavia
semiético (como sostienen, por ejemplo, los fautores de
una «semiética visual» para contraponer a una «semiética
de la imagen» en el Ambito greimasiano).1.4 LA IcenoLocia 47
En cuanto al segundo problema, en cambio, salvando
las posibles mediaciones tedricas que hemos visto en Eco
y en Segre, la fractura parece ser menos curable. Se ha
notado con frecuencia, por ejemplo, que la iconologia per-
manece anclada en una vision diacrénica de los problemas
de significado, de los cuales estudia la tradicién y las varia-
ciones, pero no el aspecto sistematico y sincrénico.
Por otra parte, les ha tocado un curioso destino a algu-
nos trabajos, incluso muy notables, de un iconédlogo como
Meyer Schapiro, que en los aiios setenta se dedicé con
conviccion a los estudios semiéticos, convirtiéndose en
miembro de la Editorial Board de Ja revista Semiotica, que
es el-Organo oficial de la Asociacién Internacional de Es-
tudios Semiéticos. Tres textos fundamentales de Shapiro,
en particular, fueron sometidos a una severa critica desde
un punto de vista metodolégico, marcandose otras tantas
divergencias entre los caracteres originarios de la iconolo-
gia y los presupuestos semiéticos. En «On Some Pro-
blems in the Semiotics of Visual Arts: Field and Vehicle
in Image-signs» (SCHAPIRO, 1972), se trata un tema que
podria ser definido en términos hjelmslevianos como el
estudio de algunos aspectos de la «materia de la expre-
sién>, que se convierten en «sustancias para.una «formas,*
8. En Prolegémenos a una teorla del lenguaje (Hivinsinv,
1945), el gran lingiiista danés Luis Hjelmslev eniendia la scmidtica
como. un sistema que estudia las funciones semidticas. Se ticne
funcién semidtica cuando un c6digo asocia los elementos de un
sistema yehiculante a los elementos de un sistema vehiculado.
EI primero es expresion del segundo; y el segundo, contenido del
primero. Por lo tanto, una funcién semistica es la correlacién
convencional de uno o mas elementos de un plano de la expresién
y de un plano del contenido, tal como aparece en el siguiente
esquema:
E
R—
eg
Sin embargo, Hjelmslev distingue las articulaciones internas de
cada plano, y lama «sustancias» a las circunstancias coneretas, y
«formas» a los sistemas de posiciones vacias (estructuras), en vit-
tud de los cuales las circunstancias mismas asumen valores posi-
cionales y oposicionales. A la forms y la sustancia de la expresién
y a la forma y la sustancia del contenido se les deben agrerar,48 1. LA cRiTICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
© como el estudio del mecanismo isomérfico para el cual
la forma de la expresién corresponde a una forma del
contenido por el que esta guiada. En términos mas sim-
ples, Schapiro analiza el soporte (0 el vehiculo) de lo que
41 llama cimégenes-signos>, 0 sea, su material de sostén
(desde la pared de los dibujos a la tela con marco, hasta
llegar al final de los soportes tradicionales en el arte mo-
derno), y demuestra cémo ese material, aunque es aparen-
temente ajeno al proyecto de contenido de la obra, muchas
veces llega a determinarlo. Como se ve, el tema es de gran
interés semidtico, y Schapiro Jo trata con indudable com-
petencia histérico-artistica, pero, como comentan sus cri-
ticos, no considerando el cumplir el paso mas decisivo,
© sea, el de definir el soporte de la obra de arte como
forma de la expresi6n, de vez en cuando rearticulable a
partir de nuevas pertinencias de la materia de la expre-
sién_misma.
En un segundo texto, Words and pictures (SCHAPIRO,
1973), el objeto de discusion es algo que podriamos des-
cribir como un problema doble, por lo préximo que esta
a dos temas que luego serdn clasicos en la semiética del
arte y, mas en general, en la teoria del texto. El primer
sin embargo, una «materia de la expresién> y una «materia del
contenido». La primera es el continuum amorfo de posibilidades
fisicas, del que se extraen los elementos para usar como artificios
expresivos (por ejemplo: en la lengua, la posibilidad de emitir
sonidos, de los cuales se eligen los del sistema fonoldgico); la
segunda es el continuum de posibilidades fisicas, eventos psiqui-
cos, comportamientos y pensamientos, en el cual se puede selec-
cionar un conjunto estructurado de unidades seménticas para con-
ferirle un orden transmisible. Por Jo tanto, el esquema anterior
es asf:
(materia)
E sustancia
forma
forma
C sustancia
(materia)1.4 LA ICONOLOGIA 49
tema es el que ser4 definido como relacién entre «visibi~
lidad» y «legibilidad> de la obra de arte visual (véase mas
adelante el apartado 4.4). El segundo tema es el que sera
llamado . Schapiro sostiene que en el
arte figurativo clasico las imagenes son producidas a par-
tir de textos escritos y que, por lo tanto, una descripcién
de la comunicacién artfstica puede ser desarrollada tran-
quilamente a partir de sus precedentes verbalizaciones.
Naturalmente, la cuestién de la «legibilidad» de lo visible
no est4 planteada en términos barthesianos® sino en tér-
minos iconoldgicos. Por cierto, en Schapiro no esta en
discusién una teorfa del metalenguaje descriptivo (y por
lo tanto el hecho de que el texto visual esté dotado de
sentido sélo después de su verbalizacién). Mas bien se
hace referencia a la teorfa del origen de las imagenes (que
es, precisamente, un clasico de la iconologia: véase SAXL,
1957).
En cuanto al tema de la intertextualidad,” tampoco
Schapiro se ocupa en términos propios (como los que plan-
tean ya sea Bachtin, Julia Kristeva 0 Eco), sino en forma
iconolégica clasica. No se ocupa, por cierto, de verificar
la inteligencia de un texto mediante otros textos, sino que
se refiere mas bien a una teoria de la contaminacién de
las imagenes (véase BIALOSTOCKI, 1958, pero antes “LoE-
wy, 1910). Y entonces se da que entre las criticas que se
le hacen a Schapiro en el plano metodolégico (véase Lin-
DEKENS, 1975; Frocu, 1978), la principal es, precisa-
mente, la de continuar ocupandose de las relaciones his-
9. En Elementos de semiologia (1964a), Roland BaRtHEs sos-
tenfa que cualquier sistema de signos no verbales es traducido
a signos verbales en el acto de la lectura. Por eso, por ejemplo,
aquello que llamamos «visible» (un cuadro, la television), en
dad se hace «legible». A propésito de esto, véase también el apar-
tado 44 para la aplicacién al arte de ese’ principio.
10. Se entiende por «intertextualidad» Ja relacidn entre un
texto y otros textos de una cultura dada, que puede ser bajo la -
forma’ de citacién, alusién, plesio, calco, replica, parodia, imita:
cin, etcétera (comprendidas las remisiones criticas, como las notas
de un libro). Hay diferentes nociones de intertextu:ilidad: véase
Gunerte, 1982; Krrsteva, 1969; BAcisin, 1959-1961; Eco, 1979.
Para la pintura, véase CaLanaese, 1984, 1985.50 1. LA CRITICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
t6rico-causales (el antes y el después, como causa y efecto)
y no de relaciones dentro de un sistema sincrénico (una
«lengua>). Por otra parte, ha sido puesta en duda la con-
fianza de Schapiro en el hecho de que una imagen corres-
ponda en pleno a su definicién verbal preexistente. Aun
dando’ por descontada la relacién entre ambas, el andlisis
terminaria por reducirse, en cambio, a la simple bisqueda
de fuentes literarias de la imagen, pero no a la de su espe-
cifico funcionamiento comunicativo.
Es diferente aun la cuestién que plantea SCHAPIRO
(1978). En este trabajo el autor relee Ja interpretacién que
Heidegger hace de un cuadro de Van Gogh en el que figu-
ran dos «zapatos». Y trata de identificar exactamente de
qué «zapatos» se trata, y si la hermenéutica que propone
el filésofo aleman es aceptable (la respuesta es negativa).
Schapiro contesta a Heidegger que se trate de zapatos
(contrapropone, los zuecos), que se trate de zapatos feme-
ninos (cree que son zapatos masculinos) y que se trate de
zapatos de campesino (elige la idea de zapatos ciudadanos).
La conclusién es que son zapatos del mismo Van Gogh,
y que el cuadro, que es identificable por los catalogos del
autor, sea de esta manera una especie de autorretrato ob-
jetual en lugar de fisico. Esta vez Ja contradiccién viene
de otro filésofo, Jacques Derrida (DERRIDA, 1978), que
destaca, en el método y en el mérito del texto de Schapiro,
un elemento clasico de los historiadores del arte: la volun-
tad de atribucién, y por lo tanto de apropiacién, de la
obra. El significado de la obra, en cambio, existe también
mas alld de su «propiedad», y existe también «ademas»
de las intenciones del artista. Por otra parte, en el andli-
sis de Derrida ese concepto es demostrado sosteniendo que
la «voluntad apropiativa> de Schapiro lo leva a cometer
errores groseros, tales como pensar en «un par» de zapa-
tos cuando son claramente dos zapatos izquierdos, cosa
que Ilevaria a un plano simbélico muy diferente, que seria
aanalizable, por ejemplo, con métodos psicoanaliticos. Si
bien Derrida no afronta explicitamente la cuestién, aqui
No {aca otro punto critico de la iconologia, que es el del
privilegio que se da al simbolismo intencional (sobre el
foma, véunse puntualizaciones y las correcciones de1.5 TEOR{AS PSICOLGGICAS 51
Gompricx, 1972a, y antes de BIALOSTOCKI, 1958, y an-
tes aun de PAcuT, 1956).
L5_ Teorias psicolégicas
Hay una contribucién a la semidtica de las artes que
también proviene de un sector de las ciencias humanas
aparentemente alejado, como impostaci6n tedrica, de las
disciplinas del lenguaje. Nos referimos a Rudolph Arnheim,
a Ernst Kris, a Gyorgy Kepes y, en general, a los estudios
sobre el arte de matriz psicolégica (que junto a la icono-
légica conducen a uno de los «padres» reconocidos de la
semidtica de las artes, es decir, a Ernst Gombrich). Hay
que sefialar que hoy aparece como poco importante el
aporte del psicoandlisis a la semiética de] arte (como vere-
mos mas adelante), asi como aparece como més sustan-
cial el que hace la psicologia, en particular la psicologia
de la percepcién y de la Gestalt, no sélo por todo lo que
ha sugerido en relacién con el problema de los «signos
icénicos» en general, sino también por la renovacién que
ha sabido introducir en el campo de la historia misma del
arte. Por otra parte, en Gombrich estan fuertemente pre-
sentes los conceptos guestalticos, como veremos mas ade-
lante, y la misma Langer, en su formulacién de la estética
simbélica, habla de Gestaltungen, segan las cuales se carac-
terizarian las diferentes artes.
Antes de hacer la resefia de las diferentes posiciones,
conviene recordar que en esta parte estén agrupadas ten-
dencias ,
es decir, por la suma de las partes mas pequefias de los
objetos percibidos, sino por la totalidad. Los objetos tien-
den a organizarse perceptivamente en una estructura glo-
bal, que por un lado determina la forma, la dimensién, el
valor, las funciones de las partes, y que por el otro es
determinada por las partes mismas:y por sus interacciones.
Como se ve, es muy fuerte la proximidad con algunos te-
mas de filosoffa del lenguaje y, en particular, con la teorfa
del circulo hermenéutico o con la teorfa wittgensteiniana
de los juegos lingiifsticos.? En lo que se refiere a la des-
cripcién perceptiva de la obra de arte, es ejemplar el caso
de Rudolph Arnheim. Arnheim sostiene que la percepcién
visual es un proceso de categorizacién que se produce so-
bre la base de operaciones selectivas determinadas por el
interés y por la cultura.
En la linea de los otros psicélogos de la forma, Arn-
heim se diferencia totalmente de los intentos anteriores
12. Se entiende por , porque lo-
gra dar razén de dos aspectos tradicionalmente conside-
13. So cnticnde por «pertinenciay el criterio segtin el cual
we afslu un grupo de clementos lingiiisticos, los cuales son consi
derados aliatlares (desde un cierto punto de vista) y diferentes
ide otro punto de vista siempre unitario), Para una mejor defi-
nicién de pertinencia véase PRIETO, 1975.1.5 TEOR{AS PSICOLOGICAS 55
rados en oposicién en las ciencias del hombre. En efecto,
Jas ciencias del razonamiento llevan tras de sf una conno-
tacién de racionalidad y abstraccién, mientras que las de
la produccién visual parecen connaturalizadas con la irra-
cionalidad y con la llamada «creatividad». Segtin Amheim,
esa dicotomia es profundamente falsa, sobre todo del lado
de la produccién visual por antonomasia, es decir, de la
produccién artistica. La Mamada «fantasia», en efecto,
depende siempre de la estructuracién de un conocimiento,
aunque sea innovadora. Es asf que para Arnheim el anali-
sis de la percepcién se vuelve un método cientificamente
verificable para aduefiarse de la realidad, por una parte,
y comprender la naturaleza del razonamiento, por Ja otra.
En el campo artistico, por ejemplo, el andlisis de la per-
cepcién permite al artista producir mensajes estéticos, pero
el mismo analisis permite al fruidor o al critico volver a
recorrerlos en un sentido interpretativo,
En este cuadro «cognitivistao, Arnheim termina por
encontrar también explicaciones a las viejas aporias realis-
tas o ilusionistas del arte. Incluso el llamado «verismo> de
la representacién termina por resultar nada mas que «mi-
mesis>, es decir, imitacién de las cosas o semejanza de las
representaciones a las cosas, 0 bien actividad de simula-
cién: reproduccién de condiciones perceptivas andlogas a
las que se tienen en la confrontacién con la realidad pero
ya culturalmente estructuradas. Como se ve, existen algu-
nas analogias objetivas con los estudios de Gombrich. Pero,
obviamente, también existen diferencias. En efecto, Arn-
heim objeta que el «esquematismo> de la percepcién pue-
da ser identificado con un conocimiento totalmente anterior
ala percepcién misma. Es decir, que rechaza una inter-
pretacién rigidamente culturalista de la obra de arte a
favor de una concepcién que entiende la percepcién como
gobernada por leyes, pero siempre dependientes del objeto
exterior. 5
En el Ambito de los estudios mds avanzados entre dis-
ciplinas psicolégicas y conceptos de alguna manera «es-
tructurales», se puede colocar también el trabajo de Gyorgy
KEpRs y, en particular The Language of Vision (1944).
Sin duda se trata de uno de los textos mas conocidos, tra~56 1. LA CRITICA ART{STICA PRESEMIOTICA
ducidos y vendidos en todo el mundo: sdlo en América se
calculan hoy unas catorce ediciones. Kepes, hiingaro, ha
vivido dos tipos de experiencias paralelas en el campo del
estudio de la visién. Por un lado, puede ser considerado
un heredero de la tradicién Bauhaus, un «artista» que se
ocupa de los problemas de la vision desde un punto de
vista operativo-proyectual y didactico; por el otro, sin duda
puede ser clasificado entre los cultores de la psicologia de
Ja forma, en el area de Arnheim en lo que se refiere al
arte, o en el campo de los psicélogos guestaltistas como
Max Wertheimer, Koffka y Kohler en lo que se refiere
a las leyes de organizacin visual. Si bien es doble la expe-
riencia de matriz europea que ha vivido Kepes (formado
en la tradicién de Moholy-Nagy, continué sus experien-
cias en Alemania), sin duda Kepes ha sido influido
también por los estudios de semistica producidos en Esta-
dos Unidos. Su libro, por otra parte, se publicé por el
interés directo de Hayakawa, uno de los exponentes de
Ja escuela americana de semantica, y de Charles Morris,
uno de los padres de la semiética filos6fica.
The Language of Vision no es, sin embargo, un libro
tedrico; es, sobre todo, un libro didactico que quiere expo-
ner los lineamientos de una nueva «gramitica y sintaxis
de los lenguajes visualess, tal como sostiene Hayakawa
en la introduccién, pero partiendo del presupuesto de mos-
trar los fundamentos del ver por medio de ejemplos que
ysean ellos mismos visuales, prdcticos y contempordneos.
Kepes esta convencido de que su tarea‘es, en particular,
la de explicar un lenguaje que est cambiado en el tiempo
“a través del progreso y la difusién de los medios técnicos
de reproduccién visual, un lenguaje que esta hecho de
nuevos tipos de percepciones, un lenguaje extremadamente
dinfmico: el de las comunicaciones de masa. En efecto,
Kepes da un amplio espacio al andlisis de la estructura
y do ln funcién de la imagen gréfica en la pintura, en la
Totograffa y en las otras formas de comunicacién visual.
A parilr de los mas audaces paralelos entre formas de arte
y formas persuasivas o tecnolégicas (publicidad, fotogra-
fla, layout), el autor también [ogra indagar con método1.6 TEOR{AS PSICOANAL{TICAS 57
cientifico sobre las leyes de la organizacién visual y sobre
las diversas técnicas representativas de los artistas de todos
los tiempos, en particular de los exponentes de Ja vanguar-
dia contemporanea. Es importante el intento de definir una
teoria del campo (a partir de ejemplos didacticos 0 fisicos,
terminando .con obras de artistas modernos), que es una
teorfa de la organizacién perceptiva del campo visual."
Otro tema es el de las técnicas de representacin, es decir,
las opciones que se producen en la obra desde el punto
de vista de las dimensiones, de la profundidad a través de
la vertical 0 a través de la superposicién, de la forma
de crear transparencia o profundidad (a través de la pers-
pectiva, por ejemplo), del andlisis del espacio y de su tra~
duccién sobre la superficie.
Como se ve, de alguna manera las teorfas psicol6gicas
se ponen en los umbrales de las teorias lingiiisticas. Por
un lado admiten la existencia de convenciones represen-
tativas, pero por el otro le buscan las razones «materiales».
El trabajo de Julian Hochberg es tipico de esta posici6n
(véase HocHBERG, 1972). En él acepta la idea de la arbi-
trariedad del simbolo visual (y en particular del simbolo
artistico), pero la explica no como un hecho innato, sino
como conclusién de un proceso de seleccién y combina-
cién, segin criterios de pertinencia, proceso que se desa-
rrolla a partir de los estimulos reales provenientes de la
experiencia del mundo.
1.6 Teorias psicoanaliticas
Partiendo de una interpretacién errénea de los traba-
jos de Freud sobre Leonardo y Miguel Angel, el psicoand-
lisis del arte ha sido, inicialmente, un psicoanilisis del
autor que sustitufa las indicaciones patoldgicas de la obra
por aquellas provenientes de la biografia del artista. Pero
ese tipo de psicoandlisis, que segdn nuestro punto de vista
era poco interesante, decayé rapidamente. Algunas inves-
14. Sobre este tema, véase también la mejor aplicacién de
proyecto en Maxcout, 1971.58 1. LA crfrica ART{STICA PRESEMIGTICA
tigaciones clasicas han demostrado, precisamente con sus
errores, que el dato analitico actual és insustituible. Freud,
por ejemplo, confundido por una traduccién de relatos
leonardescos autobiograficos (la palabra buitre sustituida
por la palabra milano), terminé por interpretar como signo
de homosexualidad y de relacién edipica con la madre a la
Gioconda y a la Virgen con el nifto y Santa Ana. Y a
partir de un error similar, el Moisés de Miguel Angel se
vuelve una sefial de agresividad reprimida. Mas clamorosa
atin es Ja torpeza de Jones, que sobre la base de Jas noto-
riamente inadmisibles Vite de Vasari, formula una teoria
verdaderamente implanteable sobre Ja forma de sumisién
de Andrea del Sarto a su mujer. Los icondlogos destacaron
rapidamente el hecho de que las configuraciones artisticas
tomadas para examinar por Freud y Jones son fruto de
la tradicién representativa: Mac Lagan y Schapiro se detu-
vieron en el tema del milano y en la derivacién verrocchiana
de la sonrisa; Wittkover, en la clasicidad de la imagen de
las arpias en el pedestal de la Madonna de Andrea del Sarto
que tanto preocupaba a Jones.
Pero si una interpretacién literal de esos ensayos ya
citados (asi como el que escribid Abraham sobre Segan-
tini siempre en Ia Ifnea que relaciona el arte y el suefio)
ha podido hacerles asumir un cardcter fantasioso (y afortu-
nadamente cerrar una produccién de escritos sobre la mis-
ma linea), también es verdad que en épocas mAs recientes
se ha comenzado a rever el juicio sobre ellos e incluso la
idea de la posibilidad de aplicacién del psicoanilisis al
arte, no ya como psicoanilisis del artista sino como exa-
men del «inconsciente> de la obra, es decir, el fondo de
su estructura. Entre Jos revisores mas atentos y convin-
centes est Ernst Gombrich, que entiende los ensayos de
Freud como una enovela psicoanalitica> (segtin las pala-
bras del fundador del psicoanalisis), y, por lo tanto, como
formulacién de una tipologia abstracta y no como inter-
pretacién del autor (véase GomBrIcH, 1966b; 1966c); Jean
Starobinski, que rechaza la idea de que Freud quisiera
hacer psicoanilisis aplicado, y sostiene que, en cambio,
buscaba material idénco para la ejemplificacién de la teo-
ria (STAROBINSKY, 1974) y Oscar Mannoni, que ve en el1.6 TEOR{AS PSICOANALfTICAS 59
«Leonardo» un simple esbozo de lo que después sera Ia
teorfa de las pulsiones (MANNONI, 1969).
Siempre a propésito de Freud, todos los autores ya ci-
tados tienden a identificar el famoso ensayo sobre el chiste
como la mayor contribucién de Freud al psicoanilisis del
arte. Dice Gombrich:
(...) indudablemente este modelo tiene dos méritos que
deben imponerlo a la atencién del historiador y del orf-
tico de arte. Explica la importancia tanto del medio
como de la capacidad de dominarlo: son dos elementos
vitales que a veces se dejan pasar en una aplicacién
menos cauta de las ideas psicoanaliticas del arte (Gone
BRICH, 1966b, 16).
Por otra parte, segtin Freud el chiste es una especie
de juego sobre el lenguaje, que no depende solamente de
la creacion del sujeto sino, también, del lenguaje mismo,
de su estructura. El juego es «descubiertos en el lenguaje.
Esta linea la tomaron, paralelamente, dos autores muy dis-
tantes entre si, como son Vygotsky y Kris. A partir de
la idea de estructuracién y sociabilidad de Witz, Vygotsky
deriva una estrecha relacién entre psicoanilisis y forma-
lismo, que es particularmente apta para el estudio del arte
y de la literatura: «la forma serviria (...) para atraer al
lector o espectador y para engafiarlo, ya que éste supone
que todo se reduce a ella ¢, inducido al engafio, logra la
posibilidad de liberarse de sus tendencias reprimidas (Vy-
GoTSKY, 1962, 26; sobre cl mismo tema véasc TRIMARCO,
1974; OrLaNDo, 1973; MENNA, 1980). Kris, en cambio,
como historiador del arte y colaborador de Gombrich, y
s6lo después psicoanalista, se limita a observar que la
influencia del lenguaje sobre el mensaje es fundamental
para comprender la permanencia de las formas y sus varia-
ciones en el arte. El arte nace del arte, y se desarrolla en
determinadas situaciones problematicas a las cuales se
adapta y contribuye el inconsciente del artista. Segin Kris,
sobre esta base que relaciona inconsciente y tradicién pre-
jente, se pueden estudiar también algunos aspectos
psicoanaliticos locales, como la relacién de goce que Kris
lama de «identificaciéns entre el artista y el conocedor,60 LA CRITICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
© el problema de la resistencia a ciertas formas de arte
como la caricatura.
Siempre a propésito de psicoandlisis y lenguaje se des-
tacan dos tipos de contribucién potencialmente importan-
tes para el estudio del arte. Por una parte, la teoria del
simbolismo elaborada por Jones, que se puede considerar
una teorfa del relativismo: en la actividad simbélica es
reconocible una y en la «imitacién> de
la naturaleza. Sobre la base de estas primeras respuestas
también es posible comprender, en el interior del sistema
de aprendizaje de las técnicas del uso de los medios ex-
presivos, cules son los limites y en qué consisten las po-
sibilidades de innoyacién y de creacién que se le con-
ceden al artista.
El verdadero hecho nuevo, que hace de Gombrich el
primer semiélogo del arte a todos los efectos, es preci-
samente el aparato cientifico utilizado para el estudio de
la historia del arte, aparato que esta constituido, como
deciamos, por las teorfas de la percepcién visual, de Ia
psicologfa experimental, de la teoria de la informacién,
pero siempre unidas a la recuperacién de las doctrinas de
la pintura, tal como eran expuestas por los Vasari, por los
Alberti, por Leonardo. En esto consiste la diferencia con
la escuela psicoldgica, representada por ejemplo por
Arnheim, que busca unir al estudio de la percepcién el
estudio de la estética elemental, precisamente segiin los
principios guestilticos.
Gombrich intenta, sobre todo, delinear una teorfa de
Ia representacién basada en «lo que se sabe» y no en «lo
que se ve». El punto de partida se hace filosdficamente
importante, porque es resueltamente antiidealista: se re-
chazan las teorfas del «desarrollo» del pensamiento y de
as técnicas de expresién a favor de un concepto no de-
terminista de la cultura. Ya con anterioridad (Gompricn,
1954), el autor se habia preguntado en base a qué prin-
cipio se podria definir Ja técnica de representacién de los
egipcios, si no se queria aceptar el juicio de la «ingenui-1.7 ERNST GOMBRICH 63
dad» 0 de la «incapacidad técnica». La afirmacién final era
que ningtin artista puede pintar lo que ‘ve prescindiendo
de todas las convenciones que constituyen el sistema de
la cultura. Arte e ilusién constituye un nuevo examen y
una confirmacién de la primera formulacién. En ella se
utilizaba una hipétesis tomada de la teoria de la percep-
cién para aplicarla a la historia de los estilos figurativos;
aqui se adoptara la historia del arte para confirmar: la
misma hipétesis.
En esencia, cada operaci6n figurativa esta dirigida por
una convencién, por una articulaci6n esquematica de lo
que se sabe.
Meditaciones sobre un caballo de juguete (GoMBRICH,
1963) es una coleccién de ensayos escritos en diferentes
€pocas y ocasiones que confirman esta tesis de fondo. El
hilo de unién esta constituido por el primer texto, que
Heva simbélicamente el titulo general del volumen, y
que vuelve a proponer, ya no sobre la base del anilisis de
una obra de arte, la famosa pregunta central de toda la
obra de Gombrich: cudles son las condiciones que gufan
la representacién pictorica. El hobby horse en inglés no
es solamente el «caballito de maderas, uno de los jugue-
tes mas universales de la cultura occidental, sino también
el caballo hobby sobre el que se galopa hacia suefios de-
sacostumbrados. El interrogante de Gombrich también es
fundamental para la historia del arte: gen qué relacién esta
con el caballo ese caballito de madera constituido por un
palo de escoba? Qué quiere decir que es su «represen-
aci6n»? En la linea de ciertas teorfas psicolégicas, Gom-
brich sostiene que esa representacién se produce por sus-
titucién: sobre la base de una funcién (la de cabalgar), el
nifo elige la imagen minima que le es necesaria para sus-
tituir el objeto con el juguete. Ampliando el concepto a
la imagen en general, el autor vuelve a discutir también
la idea que tradicionalmente se tiene de una imagen. Es
aquella «imitacién de la forma externa de un objeto». En
base a ese concepto, también el artista operaria a través
de una mimesis, lo que es una idea radicada en el pensa-
miento occidental, hasta el punto de que es bien cono-
vida la anéedota de Séneca sobre la capacidad de un cua-64 1. LA CR{TICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
dro de Zeuxis de atraer a los animales a través de una re-
produccién fotografica de la realidad. Segin Gombrich, la
Tepresentacién no. depende de semejanzas formales sino
de la seleccién de requisitos minimos de la funcién de
representar. Las im4genes son cllaves capaces de abrir,
accidentalmente, ciertas cerraduras biolégicas 0 psicolégi-
cas, 0, dicho de otra manera, son falsas fichas capaces,
sin embargo, de hacer funcionar el mecanismo si se co-
Jocan en lugar de las fichas verdaderas> (Gomerrcn, 1963).
El mismo tipo de andlisis se aplica después, paralela-
mente, a las obras de arte, con una insélita atencion hacia
el.arte de vanguardia (a partir -de la paloma de Picasso).
Gombrich termina por esbozar sus reacciones frente a los
problemas delineados por el arte contempordneo, como
son la abstraccién y la expresién. Asi encuentra puntual-
mente la confirmacién de la naturaleza esencialmente fi-
siolégica y tedrica de la historia del arte, que, segin las
formulaciones de la escuela de Viena o de la escuela de
Warburg, es esencialmente Kunstwissenschaft, 0 sea, «cien-
cia del arte> emparentada con una historia del intelecto y
de la cultura, Mas precisamente una historia del arte que
se enlaza con Ja antropologia, con Ia historia de las re-
ligiones, con la psicologia, con el conocimiento de la an-
tigiiedad clasica e, incluso, con disciplinas modemnas ex-
perimentales, Su tarea es:
formular los resultados de las investigaciones propias
de manera que no tengan un cardcter ultraespecializa-
do, idiosineratico 0 esotérico, sino que sean accesibles
a los colegas de otras disciplinas, asi como nosotros
deseamos poder valernos de cuanto nos es accesible
en sus descubrimientos. Esta es la tinica forma de rom-
per el aislamiento en el cual se encuentran ‘los estudios
de historia del arte y obtener que el hombre sea el
centro de los estudios humanisticos (Gompricr, 1963).
En Mirror and Map (1974), GompBricu aporta nuevas
investigaciones sobre el arte a partir de la psicologia ex-
perimental, de la geometria descriptiva, del computer
analysis, etcétera, y, por lo tanto, una base atin mis com-
pleja de discusion. Gombrich, que en. el pasado fue un1.7 ERNST GOMBRICH 65
decidido convencionalista y a veces fue tachado de idea-
lismo por su sobrevaloracién de la «intenci6n subjetiva>
del artista (véase CaLvest, 1980), en este trabajo parece
abandonar Ja linea del convencionalismo puro. Por el con-
trario, en este caso hasta acepta algunas tesis «materia-
listas> sobre la referencia (como las psicolégicas de Gib-
son), para sostener, en primer lugar, que la convencién
no esta negada en esas tesis, ya que puede darse muy bien
incluso a partir de un dato referencial; y sobre todo para
observar que si examinamos el producto visual del artista
(pintor, fotégrafo, cartégrafo, etcétera), sus operaciones de
referencia no se producen simplemente en las confrontacio-
nes de su experiencia del «mundo fisico>. En efecto, Ja
experiencia visual es mucho mas compleja y a veces par-
te de conjuntos perceptivos no menos «reales» del mundo
fisico, y que Gombrich llama «mundo éptico» y «apa-
riencia>. La referencia, por lo tanto, también puede haber
sido programada por el artista en la confrontacién de uno
de estos conjuntos y no necesariamente en las confronta-
ciones del mundo fisico.
Si analizamos entonces cualquier texto visual preci-
samente como texto que aciualiza una posible operacién
de referencia, nos encontraremos frente a una circunstan-
cia que ha elegido una estrategia especifica de produccién
icénica de la que quedan huellas en el texto. Gombrich
indica las dos estrategias mas importantes de produccién
iconica, modeladas sobre dos tipos de objetos normativos:
cl mapa y el espejo. Las experiencias figurativas que re-
producen el modelo del mapa eligen programaticamente la
ielerencia con el mundo fisico, del que quieren mostrar
lus invariables, a partir de una funcién dada y ejemplifi-
cuando una clave suya. La estrategia del mapa no significa
volo una abstraccién mayor, una segmentacién en clave
dle alyunas caracterfsticas del mundo fisico. Significa, sim-
plemente, que el artista sigue el camino de las invariables
necewaias para cumplir un recorrido, que, por lo tanto,
nueile ser tumbién un simple recorrido de 1a mirada y de
Js experiencia visual: pero entonces también de la vision
nilanin, como sucede en algunos artistas (citados por Gom-
fileh), que hasta han intentado hacer hipétesis sobre el66 1. LA CRiTICA ARTISTICA PRESEMIOTICA
proceso de Ja percepeién de Ja luz (véase los Impresionis-
tas). El espejo, en cambio, hace réferencia a la apariencia,
aunque sea mediata, del mundo éptico. La teorfa de la
perspectiva renacentista que Gombrich teoriza (quiza con
un exceso de facilidad, pero recordemos que su trabajo
era en su origen una simple conferencia), como nacida de
una necesidad de «espectacularizar> el cuadro insertan-
dole un efecto mas preciso de «presencia» del artista o del
espectador, también puede ser insertada en la estrategia
del espejo.
1.8 Sociologia del arte
Una disciplina que a veces presenta cierto parentesco
con la semiética es la sociologia del arte. En todo caso,
las relaciones parecen de buena vecindad. Se debe subra-
yar, sin embargo, que en el interior de la «sociologia del
artes existen numerosas y contradictorias tendencias que
s6lo de una manera superficial se relacionan bajo una eti-
queta comin de investigacién de las relaciones entre arte
y sociedad. La sociologfa del arte de implantacién mar-
xista, por ejemplo, aun examinando las obras dentro del
cuadro del complejo fenémeno de las ideologias, esta de-
masiado anclada en una concepcién de la representacion
artistica como «reflejo> de lo social para poder adherirse
al concepto estructuralista de «ideologfas.© Y sin em-
bargo, también en el Ambito marxista ha habido posicio-
nes diferenciadas, algunas de las cuales estaban interesa-
das en las teorfas lingiiisticas. Arnold Hauser, discipulo
del gran historiador del arte Max Dvorak, dedica un ca-
pitulo de la monumental Sociologia del arte (HAUSER,
1974) al tema de la convencién, y llega a afirmaciones
como la siguiente:
16. Entiendo por «reflejo» la teorfa leninista segdn la cual el
lenguaje refleja la realidad en cuanto expresién de la conciencia,
Ja cual, precisamente, refleja Ia realidad como si fuera el espejo
{ease of capftula 3.2 sobre: congsevencian en ef campo figne
rativo).1.8 socioLocia DEL ARTE 67
El arte es tan poco inolvidable e insustituible «lengua
madre de la humanidad» como lo es cualquier otro
modo de expresarse; también el arte es simplemente
un «idioma» limitado. De ninguna manera se lo puede
hacer pasar por una lengua originaria que de alguna
manera no haya sido precedida por alguna otra forma
de entendimiento lingitistico, 0 por un lenguaje univer-
sal que seria comprensible por todos y en todos los
tiempos. Sin duda es una «lengua», un dialecto, que es
hablado y comprendido por muchos, es decir, un vehicu-
lo de la expresién cuya posibilidad de utilizacién se
apoya sobre la validez de los medios de comprensin
convencionales técitamente aceptados (HausER, 1974,
1, 33).
En otras partes se dedica al andlisis de la estructura
del trabajo artistico comparando a Marx con Lessing,
separando forma y contenido de la obra, tratando el pro-
blema de la interpretacién como reconocimiento de ele-
mentos lingiiisticos, y terminando luego el volumen tercero
con una definicién de la crisis del arte contemporaneo
como «crisis de lenguaje>. Ademas, un capitulo de una
cierta importancia esta dedicado al tema de Ia transmisibi-
lidad del arte y a los medios de comunicacién de masa,
con una consideracién benévola por las tesis de Mc Luhan
concernientes a la identidad entre medio y mensaje.
Pero también en el otro gran discipulo de Dvorak,
Frederick Antal, encontramos elementos que, aunque me-
nos explicitos, son de interés semidtico. La sociologia ana-
litiea encarada por ANTAL en Florentine Painting and its
Social Background (1947), por ejemplo, desemboca en un
modelo tedrico que se podria resumir asi en forma elemen-
(al: la investigacién esta circunscripta a las clases sociales
de un momento histérico dado, la Florencia del siglo xiv,
y se plantea una correspondencia entre el ordenamiento
social de estas clases y la estructuracién de los contenidos
de las obras a las que esas clases se adhieren. En sinte-
xis: en las obras se busca la organizacién de las ideas (or-
gunizacién enciclopédica, entonces) de una cultura en un
momento dado. Se puede notar alguna cercania con las
formulaciones de la iconologia warburguiana, aunque A‘n-68 1. La critica ARTISTICA PRESEMIOTICA
tal no le reconozca ningdn «aire de familia». Pero en el
campo de la sociologia de las artes, si se excluyen perso-
najes que corresponden mas a una teorfa de la estética
como Della Volpe y Mukarovsky, que veremos mejor en
el capitulo préximo, solo hay un autor que puede ser
indicado como el personaje de frontera entre doctrinas
«sociolégicas» y disciplinas semiéticas. Se trata de Pierre
Francastel.
A decir verdad, con Francastel nos encontramos frente
a un caso muy singular. En efecto, a través de él la la-
mada «sociologfa» del arte llega a un giro teérico. Por
primera vez se pone en claro que la «sociologia> aplicada
al arte no es por cierto una disciplina unitaria, y que bajo
su rotulo pasan investigaciones y métodos absolutamente
contrastantes. También Enrico CastELNUOVO IQ ha puesto
en evidencia en Per una storia sociale dell’arte (1976),
distinguiendo precisamente entre «sociologiay e «historia
social». Dice Castelnuovo:
Todavia hoy sucede en la préctica que etiquetas como
sociologia del arte e historia social del arte sean utili-
zadas como si fueran intercambiables, y esta significa-
tiva situacién indica que los 4mbitos y los instrumen-
tos respectivos de las dos disciplinas estén aparente-
mente todavia sin procesar (CASTELNUOVO, 1976, 8).
E inmediatamente después realiza una profunda dis
tincién. La sociologfa acttia sobre problemas més gene-
rales, y la historia social sobre situaciones mas individua-
les. De vez en cuando, la sociologia defile su propio ob-
jeto de investigacién, mientras que Ia historia social conside-
ra precisamente el aspecto social pero sdlo a pattir de
un objeto que ya se acepta'como legitimo (la historia del
arte). La sociologfa indaga, pues, los tiempos breves; la
historia social los tiempos largos de Ia historia misma. En-
trando mas puntualmente en Ja esencia de los puntos de
partida de la historia social del arte, Castelnuovo afirma
que inicialmente ha sido entendida como una historia «en
la cual el mecanismo del cambio no fuese autéctono, au-
tonecesitante, y autosuficiente, no apareciera al nivel de
las formas mismas, sino que fuera para ubicar en relacién1.8 SOCIOLOGIA DEL ARTE 69
a las estructuras profundas de una sociedad» (CaSTEL-
NUOVO, 1976, 10). A esta tendencia «macrosocioldgica> se
contrapuso pronto una tendencia «microsociolégica>, orien-
tada sobre todo a observar los cambios artisticos en el
interior de los pequefios fenémenos y no en la dependen-
cia de los «grandes» hechos histéricos. Castelnuovo ubica
a Ernst Gombrich en esta segunda clase, asi como a su pre-
ferencia por un anilisis de la obra de arte sin el aporte de
categorias econémicas, sino, mas bien, con las que definen
el comportamiento social en un ambiente especifico, como
la institucién-arte (y por lo tanto: las actitudes mentales,
las expectativas y las preferencias de publico y artistas, las
disposiciones psicolégicas, y otras). En este cuadro esta
colocado también Francastel, el primero que volvié al
dilema entre arte como dependiente de macroestructuras
sociales y arte como campo auténomo que manifiesta el
cambio a través de sistemas de signos, visiones del mun-
do expresadas a través de cédigos. De la primera dico-
tomia, que se manifiesta con Hauser y Antal por una
parte y Gombrich y Francastel por la otra, derivan, segtin
Castelnuovo, diferentes estructuras metoddlogicas, algunas
de tipo propiamente sociolégico y otras de tipo historico-
social. A la primera categoria pertenecen, por ejemplo,
los estudios organizados segin los esquemas tfpicos de la
sociologia general (produccién, distribucién, consumo; ins-
itucién, cultura, personalidad), o segtin otros esquemas,
como aquellos orientados al andlisis de las estrategias de
las imagenes, o de la dominacién simbélica, o de la cul-
tura_ visual, 0 de los habitos de percepcién, o de los sis-
temas de espera y otros. Mientras que a la segunda pertene-
cen estructuras diferentes, como aquellas dedicadas a los
sujetos sociales que son protagonistas del cambio artistico,
como los comitentes, el ptiblico, las instituciones, los ar-
tistas, las obras; 0 como aquellas dedicadas a buscar los
momentos de condensacién en Ia historia de ‘situaciones
suciales: particulares.
Como se ha visto analizando algunos pasajes de Hau-
ner y de Antal, también en esta segunda clase de estudios
podrfamos encontrar intereses parciales por el aspecto lin-
pilistico de las obras de arte, dado que, como observa70 1. LA cRITICA ARTISTICA PRESEMIGTICA
Castelnuovo, los diferentes métodos no son rigidos, pues
tienen con frecuencia momentos de entrecruzamiento y de
superposicién, Sin embargo, mientras en la historia social
del arte el interés por los cambios de cédigo esta habi-
tualmente al servicio del interés mas amplio por el cambio
social, y sirve al mAximo como soporte y contraprueba
de este tiltimo, en la sociologia (y en particular en aquella
més orientada a las disciplinas lingiiisticas) encontramos la
posicién opuesta: es el lenguaje el que, expresando una
visién del mundo tal vez con la forma de una verdadera
ideologia, manifiesta el cambio, porque lo «dices en forma
lingiiistica. Y es precisamente en esta acepcién metodolé-
gica en la que esté ubicada la contribucién de Francastel.
Por otra parte, Francastel esta considerado el mayor
exponente de una linea dificilmente trasladable dentro de
la expresién de «sociologia» de las artes, que es la linea
antropologica. En realidad, también esta definicién es poco
clara: de hecho, FRANCASTEL es un historiador del arte
tradicional, tal como lo demuestra Peinture et société. Nais-
sance et destruction d'un espace plastique (1951), que
ha intentado aplicar al andlisis histérico algunas catego-
rias estructuralistas (todavia recordamos su famoso ensayo
«Note sur l'emploi du terme structure en histoire de l’art>,
en Bastide R., Sens et usage du terme structure (FRAN-
CASTEL, 1962). Sus temas son, entonces, antropoldgicos,
mas que los instrumentos. Veamos algunos.
Uno de los temas mas afines a Francastel es el del
espacio figurativo. El espacio representado por los pin-
tores nunca es la imagen de una realidad objetivamente
existente, Es, simplemente, un sistema de signos organiza-
dos a partir de un lenguaje construido por el artista en
relacién con la cultura y la sociedad a las cuales pertenece.
En este sentido, la pintura y las otras artes son hechos
sociales (y he aqui la tinica legitimidad de una sociologia
de las aries): porque son, sustancialmente, lenguajes figu-
rativos,
En Sociologia del arte (FRANCASTEL, 1970) encontra-
mos la summa argumentativa de Io histérico del arte fran-
cés: junto a la formulacién de las cuestiones generales de
método, est el andlisis de la evolucién del espacio figu-1.8 SOCIOLOG{A DEL ARTE 7
rativo a lo largo de la historia del arte del siglo x1v al
Cubismo. Pero en este anilisis el autor toma en cuenta los
resultados teéricos de la lingiifstica, tanto de la estructu-
ral de Martinet como de la transformacional de Chomsky,
© también de la antropologia, sobre todo en su configura-
cién cientifica, es decir, la semiética.
En lo que se refiere al andlisis del espacio figurativo,
toda la segunda parte de Sociologia del arte vuelve sobre
las tesis de FRANCASTEL, 1951. Y sostiene, precisamente,
que sdlo una tradicién poco critica nos ha habituado a
considerar la perspectiva como base del arte europeo del
siglo xv al siglo x1x, en cuanto sistema rigurosamente ade-
cuado para la reproduccién de los hechos «reales» del
mundo, Francastel retoma los trabajos anteriores de Pa-
nofsky, White, Argan y otros, sobre la perspectiva y sobre
sus valores simbélicos, y va todavia un poco mas alla.
Demuestra que la perspéctiva del Renacimiento no es un
método de reproduccién pasiva de Ja realidad, sino un sis-
tema convencional capaz de conjugar una serie de da-
tos extrafdos de la realidad en forma arbitraria (es decir,
seleccionando el dato material desde un cierto punto de
vista particular), con otros elementos pertenecientes a la
tradicién, a la cultura, a las reglas sociales. La demostra-
cién es que no s6lo el Renacimiento, sino toda otra época,
comprendida la de la vanguardia histérica, cada tanto
construye un dispositivo propio de representacion del es-
pacio que es el mas coherente con los otros dispositivos
que establecen las normas de la vida social. Existen, por
lo tanto, tantos grupos de representacién del espacio como
épocas 0 grupos sociales. El espacio se convierte en una
sligura» lingiistica en la cual confluyen y se manifiestan
idcales, mitos, conocimientos técnicos y cientificos, estruc-
tu sociales, instituciones: todos los elementos que sir-
ven a los grupos humanos para También podría gustarte
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