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ADAM ZAGAJEWSKI - Entrevista Poemas

Este documento presenta una entrevista con el poeta y ensayista polaco Adam Zagajewski. Zagajewski habla sobre su vida y obra, incluyendo la pérdida de su ciudad natal Lwów, el significado de Cracovia para él, y su enfoque en la poesía como un vehículo para explorar temas más profundos y trascendentes que van más allá de lo cotidiano. También discute las diferencias entre la poesía y el ensayo como géneros, y cita a poetas como Machado como fuente de inspiración
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ADAM ZAGAJEWSKI - Entrevista Poemas

Este documento presenta una entrevista con el poeta y ensayista polaco Adam Zagajewski. Zagajewski habla sobre su vida y obra, incluyendo la pérdida de su ciudad natal Lwów, el significado de Cracovia para él, y su enfoque en la poesía como un vehículo para explorar temas más profundos y trascendentes que van más allá de lo cotidiano. También discute las diferencias entre la poesía y el ensayo como géneros, y cita a poetas como Machado como fuente de inspiración
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Zagajewaki 1

Adam Zagajewski: "Todo poeta ha de estar


siempre con un pie en el recuerdo"
El escritor polaco visita España para presentar Vista de Cracovia, un documental realizado
por Magdalena Piekorz

La vida de Adam Zagajewski (1945, Lwów, actual Ucrania) está pegada al polvo de los
caminos. Siendo todavía un niño, su familia huyó de Lwów, en Ucrania, y luego de
Silesia, en Polonia, ciudades que en su mente tomaron la forma del paraíso perdido.
Años después el poeta se enamoró y cambió Cracovia por París, lugar que, en pleno
desarraigo, ya no cobraría nunca el significado de todo lo dejado atrás. Aquí en España,
Acantilado se viene ocupando desde hace años de mantener viva su obra con algunos títulos
imprescindibles como Mano invisible o Solidaridad y Soledad.

El Cultural habla con el escritor polaco un día antes de la presentación del


documental Vista de Cracovia, realizado por Magdalena Piekorz y narrado por el propio
Zagajewski. Nos espera sentado al fondo de una diáfana sala de la Casa del Lector, en
Madrid. Durante la entrevista se mueve y cambia de postura a menudo, como si pensara
también con el cuerpo. Se yergue para iluminar una idea y, acto seguido, como si se quitara
un peso de encima, descansa, se recuesta en el pequeño sofá y sigue hilvanando, en su
idioma, un discurso pensado, madurado sobre la marcha pero con pocas -por no decir
ninguna- concesiones a la duda. 

Pregunta.- Me gustaría que comenzara hablándonos sobre Cracovia y el significado que


tiene para usted.

Respuesta.- Mi vida comienza prácticamente con la pérdida de otra ciudad, Lwów, en


donde nací. Aquella experiencia hizo que durante muchos años creyera que las ciudades
estaban para perderlas. Después estudié en Cracovia y, esta sí, sustituyó al paraíso perdido
de Lwów. De hecho, son ciudades que se parecen, ciudades muy agradables, tranquilas,
apacibles. Cracovia, pues, curó mi herida tras aquella primera pérdida.

P.- En usted, por tanto, se cumple el famoso verso de Pessoa: "Viajar, perder países". 

R.- Desde luego. Aunque la última pérdida, Cracovia, no fue tal: dejé la ciudad porque me
enamoré de una mujer que vivía en París. Yo era un elemento activo de la oposición
política, pero no fue esa la causa principal de mi marcha. Si me preguntas por la pérdida,
esta se dio cuando dejé Lwow. 

P.- ¿Qué peso tienen en su obra y en la de sus contemporáneos determinados traumas


colectivos como Auschwitz?

R.- El contexto marca la obra de cualquier poeta, pero en diferentes grados. Yo no viví el
terrible trauma de aquella guerra, pero sin embargo sí me reconozco en el grupo de
poetas, mayoritario en mi país, en los que el contexto histórico juega un papel
fundamental. Un poeta no puede dedicarse por entero a vivir el presente, siempre ha de
Zagajewaki 2

estar con un pie en el recuerdo.

P.- Aunque en su caso más que un compromiso político sus poemas muestran un


compromiso con el drama humano provocado por determinadas situaciones políticas.

R.- Sí, eso que apunta es en realidad la única salida que tiene el poeta, que es la defensa de
la dignidad humana. Puede haber distintos tipos de poetas que se diferencien por cuestiones
como el estilo o la expresión, pero esencialmente todos tenemos que defender lo mismo:
que no se haga daño al ser humano y que salgan sus cuerpos y espíritus indemnes. 

P.- Además de poeta, es usted ensayista. Hablamos de dos géneros muy alejados que, para
empezar, van dirigidos a lectores radicalmente distintos. ¿Qué esfuerzo de creación
-reflexión frente a inspiración, quizás- ha de tomar a la hora de componer una obra en uno u
otro género? 

R.- La principal diferencia entre ambos géneros es la intensidad. El poema es más intenso,
es más claramente una obra de arte. Sin embargo el ensayo es en este aspecto más amorfo,
se sitúa entre una idea y unos elementos narrativos; digamos que es un género fronterizo.
Diría también que son diferentes en el aspecto temporal: la poesía surge en un momento
creativo muy intenso mientras que el ensayo requiere una maduración. Es la suma de
diferentes momentos de reflexión. Sin embargo, creo que en ambos casos, poesía y
ensayo, surge una tensión y se da el mismo elemento de alegría, de satisfacción ante el
hallazgo o la idea nueva. 

P.- Alguna vez ha citado a Machado como fuente de inspiración. ¿Qué le atrae de su obra?

R.- Su Autorretrato tiene una influencia poderosísima en mí, con ese final en el que habla
de la muerte y hace alusión a esa desnudez de quien se va [y añade, en castellano: "como
los hijos de la mar"]. A mí me fascina en Machado, y en general en los buenos poetas, su
capacidad para pasar de una situación real a una situación trascedente, absoluta. Machado
no era un poeta estrictamente religioso, pero sí hay en su poesía muchos elementos de
esa trascendencia.

P.- Me gustaría que profundizase en ese objetivo de la poesía como un vehículo para llegar,
partiendo de lo cotidiano, a algo más profundo o abstracto.

R.- Esa poesía a la que alude es sin duda la más interesante y podría oponerla a otros tipos
de poesía que a mí no me interesan. Hablo, por ejemplo, de la poesía lingüística, que se
realiza dentro del lenguaje, a través de sus distintas modulaciones. O de la poesía irónica,
que parte de la ironía y llega a la ironía; es decir, es una poesía sin meta. O de la poesía
materialista, que no posee elementos trascendentales, ni expresa añoranzas. O de la poesía
eminentemente religiosa, en la que falta a menudo el elemento de realidad, a mi juicio
indispensable.

P.- ¿No cree que la poesía contemporánea se olvida además, muchas veces, de la lírica
tradicional, de lo asumible que tiene más allá de los tópicos evidentemente superados?
Zagajewaki 3

R.- Sí, pero hay que tener en cuenta que hablamos de ecos, no de referencias directas.
Aunque yo creo también que todos estos contenidos forman parte del paisaje poético. Hay
cierta continuidad histórica: es inevitable. Existe un diálogo necesario.

P.- Decía también que no le interesa lo que ha llamado "la poesía irónica", que parte y llega
a la misma ironía. Pero en cambio en sus ensayos la ironía es un arma habitual utilizada,
además, por otros escritores, también polacos, como Adam Michnik.

R.- Por supuesto, yo no condeno la ironía. La ironía es un medio de expresión capital. La


ironía y el sentido del humor. Lo que sí condeno es esa poesía que eleva la ironía a límites
totalizadores. Creo que es una actitud muy poco fructífera, muy poco interesante. Pero la
ironía puede ser muy positiva; mira si no Kierkegaard, el gran ironista. Creo que la ironía
tiene a menudo un reverso de drama y para ser completa, ha de manifestarse también
con esa parte dramática. Los escritores que son capaces de mostrar esa plenitud son los
más interesantes. 

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A mí mismo en mis memorias

Fluye, fluye, nube gris,


se abre la flor de la peonía,
nada te une ya a esta tierra,
nada te une ya a este cielo.

Delira en la canícula el jardín,


un gato da bostezos en el porche.
Caminas por la calle de los tilos
en flor, de qué ciudad, lo ignoras,

en qué país, no lo recuerdas.


Brillan livianos los estorninos,
la noche se aproxima suavemente, 
juegan al escondite los capullos de las rosas.

Eres tan sólo un sueño, una imagen,


sólo un anhelo eres.
Cuando te vayas, como las nubes,
se teñirá de bronce tu recuerdo.

Y rondarás los ríos


y las sombras de los árboles,
pero naufragarás en la tierra, en la tierra, en la tierra.
 
Autorretrato
Zagajewaki 4

Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir


se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio siglo.
Vivo en ciudades ajenas y a veces converso
con gente ajena sobre cosas que me son ajenas. 
Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor, los tres elementos.
El cuarto no tiene nombre.
Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos
tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender
a los grandes filósofos -la mayoría de las veces consigo
captar tan sólo jirones de sus valiosos pensamientos.
Me gusta dar largos paseos por las calles de París
y mirar a mis prójimos, animados por la envidia,
la ira o el deseo; observar la moneda de plata
que pasa de mano en mano y lentamente pierde
su forma redonda (se borra el perfil del emperador).
A mi lado crecen árboles que no expresan nada,
salvo su verde perfección indiferente.
Aves negras caminan por los campos
siempre esperando algo, pacientes como viudas españolas.
Ya no soy joven, mas sigue habiendo gente mayor que yo.
Me gusta el sueño profundo, cuando no estoy,
y correr en bici por caminos rurales, cuando álamos y casas
se difuminan como nubes con el buen tiempo.
A veces me dicen algo los cuadros en los museos
y la ironía se esfuma de repente.
Me encanta contemplar el rostro de mi mujer.
Cada semana, el domingo, llamo a mi padre.
Cada dos semanas me reúno con mis amigos,
de esta forma seguimos siendo fieles.
Mi país se liberó de un mal. Quisiera
que le siguiera aún otra liberación.
¿Puedo aportar algo para ello? No lo sé.
No soy hijo de la mar,
como escribió sobre sí mismo Antonio Machado,
sino del aire, la menta y el violonchelo,
y no todos los caminos del alto mundo
se cruzan con los senderos de la vida que, de momento,
a mí me pertenece.
 
Canción del emigrado

En ciudades ajenas venimos al mundo


y las llamamos patria, más breve es
el tiempo concedido para admirar sus muros y sus torres.
Caminamos de este a oeste, ante nosotros rueda
el gran aro del sol
Zagajewaki 5

ardiente, a través del cual, como en el circo,


salta ágilmente un león domado. En ciudades extrañas
contemplamos las obras de viejos maestros
y, sin asombro, en añejos cuadros vemos
nuestros propios rostros. Habíamos existido
antes, e incluso conocíamos el sufrimiento,
nos faltaban tan sólo las palabras. En la iglesia
ortodoxa de París los últimos rusos blancos,
encanecidos, rezan a Dios, varios lustros
más joven que ellos y, como ellos,
impotente. En ciudades ajenas
permaneceremos, como los árboles, como las piedras.

 
Oda a la suavidad

Los amaneceres son ciegos como gatitos.


Las uñas crecen confiadamente, aún
saben qué tocarán. Suaves
son los sueños y la ternura como niebla
suspendida sobre nosotros, igual que la campana de Segismundo
antes que el frío la abrazase.
 

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