Primera estrofa del himno: “Ven Espíritu creador”.
“VEN, ESPÍRITU CREADOR, VISITA NUESTRAS ALMAS;
QUE TU DON DIVINO LLENE LOS PECHOS QUE CREASTE.”
Este himno, es atribuido a Rábano Mauro, abad y arzobispo de Fulda, Alemania, y se remonta al
siglo VIII. Encierra en sí una grandiosa visión teológica sobre el Espíritu Santo en la historia de la
salvación. (Los comentarios que siguen son sacados del libro “Ven Espíritu creador” del P. Rainero
Cantalamessa, predicador de la casa pontificia.)
La Sagrada Escritura nos dice que el nombre de la tercera persona de la SS. Trinidad es
“ruáh – espíritu”, que significan “viento – respiración”. Dios se sirve de estos símbolos
para revelarnos la realidad inefable del Espíritu Santo. Del “Espíritu Santo” hablan sea
el Antiguo como el Nuevo Testamento. En el Génesis se habla del “Espíritu de Dios”
que aleteaba sobre las aguas” (Gn 1,2). En Pentecostés el Espíritu Santo aparece
mediante el signo de un “viento impetuoso” (Hch 2,2) y en el Evangelio de Juan, Jesús
Resucitado comunica su Espíritu mediante el signo del soplo y de la respiración: “…sopló
sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,22).
“VEN, ESPÍRITU CREADOR”: Todas las obras que Dios lleva a cabo fuera de sí
mismo son comunes a las tres personas divinas, por tanto, el Espíritu es creador
junto con el Padre y el Hijo. El Salmo 33,6 dice: “Los cielos fueron hechos por
la Palabra del Señor, y por el “soplo (ruáh) de su boca”. Y el Salmo 104,30:
“Mandas tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra”. Invocar sobre
nosotros al Espíritu como “creador” es volver a ponernos como arcilla en manos
del alfarero, diciéndole con confianza total: “Recréame y haz de mí lo que tú
quieras”.
“VISITA NUESTRAS ALMAS Y QUE TU DON DIVINO LLENE LOS PECHOS
QUE TÚ CREASTE”. En Pentecostés los apóstoles “…quedaron llenos del
Espíritu Santo” (Hch 2,4). Por la primera creación somos “criaturas de Dios”; por
la segunda creación (Bautismo) somos convertidos en “hijos de Dios”. Este nuevo
nacimiento es obra “del Espíritu Santo”. El don divino que, por obra del Espíritu
Santo, llena los corazones, es lo que llamamos “gracia santificante”. San
Ambrosio identifica la gracia y el Espíritu Santo, diciendo: “Así como es del Padre
y del Hijo, la gracia es también del Espíritu Santo”. La gracia es un don gratuito de
Dios que nos hace gratos a sus ojos. Por la gracia poseemos la persona del
Espíritu Santo: estar en gracia significa “estar en comunión con el Espíritu Santo”.
Conclusión: “Ven, visita, llena…. Es tan importante, pedir con insistencia - el
Espíritu Santo - al Padre - en el nombre de Jesús para que detenga con su
poder la pandemia del Corona Virus 19, infunda valor y consuelo a los enfermos y
nos lleve a todos a una sincera conversión.
Saludos: Emilio.