En la infancia los diagnósticos se escriban en lápiz (Gisella Untoiglich)
La infancia es tiempo de cambios, es movimiento ¿Qué ocurriría si en ese devenir queda
coagulado un único sentido como puede ser un diagnóstico de una supuesta enfermedad
mental?
Los padres consultan porque algo en ese acontecer hace ruido, se sale de lo esperable y
buscan respuestas a su malestar y al de su hijo, quieren soluciones. Pero internet da
respuestas antes de que se terminen de formular las preguntas
Un niño es un sujeto que se está constituyendo, que puede atravesar múltiples avatares, que
depende casi en exclusividad de las figuras de sostén y amparo, que también ellos atraviesan
diversas situaciones, que a su vez están surcados por una realidad socio-histórica que
condiciona ciertas modalidades de ser, de estar, de vivir y sobre todo de enfermar.
El padecimiento de un niño no puede ser pensado por fuera de la época histórica en la cual
transcurre su existencia y la de sus progenitores.
Ha aumentado la severidad de la patología psíquica, así como ha descendido la edad en la cual
se consulta, con lo cual se impone la pregunta acerca de qué está ocurriendo con los pequeños
en la actualidad
Desde los aspectos fundacionales:
Es probable que las necesidades fundantes en los niños continúen siendo las mismas a lo largo
de las diferentes épocas:
Amparo en los aspectos físicos y psíquicos
Sostén del pequeño
Afecto que posibilita al niño saber del deseo del otro
Regulación de la presencia-ausencia del adulto, de los excesos del pequeño tanto
como los de sus figuras primarias
Límites, prohibiciones, entendidos como bordes que ayudan a constituir subjetividad y
que nos enmarcan en una cultura determinada
Renuncia pulsional por parte del adulto en lo que refiere a los aspectos ligados al
incesto, a la violencia física y/o psíquica y a la incontinencia verbal
Juego como aquella actividad por excelencia que posibilita fundar lo infantil de la
infancia
Aprendizaje de contenidos y valores que le permitan al niño incorporarse a los
intercambios de cada cultura
Transmisión de sentidos que le posibiliten metabolizar los acontecimientos vividos
Tiempo que implica que durante el período de la infancia alguien estará en
disponibilidad libidinal incondicional para ese pequeño que necesita que le otorguen
su espacio-tiempo, para que su subjetividad pueda constituirse, lo cual sólo es posible
en intercambios intersubjetivos, los cuales requieren permanencia y presencia del
adulto dispuesto a esa entrega en la realidad cotidiana
Contexto de asimetría en el cual el mayor es el responsable de proporcionar y sostener
todos los aspectos mencionados
Hoy nos encontramos con que gran parte de estos fundamentos están erosionados:
Los adultos no se ubican en una posición de asimetría que les permita a los niños sentirse
amparados y sostenidos. Necesitan que los hijos los entiendan y contengan, que los
remienden.
La asimetría también se refiere a los procesos metapsicológicos, ya que los mayores se supone
que operan con un aparato psíquico a predominio de la represión, pero estos procesos
aparecen con fallas, con pasajes al acto, con descarga inmediata del malestar, con la no
utilización del lenguaje en su vertiente simbólica. Patología del Ser, carencias narcisitas.
El tiempo y la disponibilidad libidinal son escasos, época de hiperconexiones, de inmediatez,
pero sin tiempo para la comunicación intersubjetiva y la escucha del padecimiento del otro
Los límites son difusos, discutibles, entre dos en aparente igualdad de posición, padre e hijo.
Esto deja al niño en situación de desamparo, con dificultades para constituir los borden que
delimitan una subjetividad y la posibilitan no sentirse en un estado de desborde permanente.
Al estar los procesos de regulación afectiva comprometidos porque el adulto tiene dificultades
para establecer las secuencias de ritmos primarios y sostener las rutinas, para el pequeño es
muy difícil construir los mecanismos de autorregulación necesarios para calmarse. Ritmos y
rutinas son precursores de la constitución de un mundo anticipable y organizado, para lo cual
tiene que haber un adulto que pueda sustentarlos
La renuncia pulsional por parte de los mayores, tanto en los aspectos incestuosos como
violentos, se encuentra dificultada. Los adultos no pueden contener su propio desborde, sus
frustraciones e impotencia, y lo derraman sobre el niño, generando violencia y abuso,
menoscabando la construcción de su narcisismo y arrasando su subjetividad. Estas
modalidades de vínculos violentos son trasladadas luego a sus pares
La renuncia a la satisfacción inmediata, condición fundante para la adquisición de nuevos
aprendizajes, está erosionada. Es una generación atravesada por mensajes mediáticos, sin
tiempos de espera, con éxito fácil. ¿Cómo pretender que un niño entienda de procesos y
tiempos de espera para poder aprender y comprender?
El proceso de enseñanza-aprendizaje implica tanto la transmisión de contenidos como de
valores en un entramado indisoluble. ¿Podemos pensar la excelencia de contenidos
académicos por fuera de la construcción de valores?¿qué clase de personas podríamos
promover si creyéramos que los contenidos educacionales están por fuera de los valores
éticos?
El juego simbólico ha sido reemplazado por múltiples pantallas donde hay poco espacio para
las creaciones personales. El jugar, como actividad que promueve la elaboración psíquica,
necesita de un despliegue espacio temporal y de un adulto que sostenga la escena
Nos encontramos con adultos que en nombre de no hacer sufrir a sus hijos no pueden ponerle
palabras que otorguen sentido a las numerosas situaciones complejas que les toca vivir, siendo
que por otro lado hoy el niño tiene mucho más acceso a información y estímulos que no está
en condiciones de elaborar. Sin espacio para la privacidad o para la distinción de qué
pertenece al mundo adulto o qué al mundo de los pequeños, los niños se encuentran inmersos
en un magma de estímulos y dichos que resultan intramitables (sexo, violencia). No hay un
Otro donador de sentido. Que los niños tengan más información no significa que cuente con
las herramientas para procesarlos, no significa que no necesite una explicación de lo que está
ocurriendo
Hay adultos fragilizados que no están en condiciones de amparar y contener a los niños y con
niños desamarrados, con pocos recursos psíquicos y simbólicos para poder construir
subjetividad y aprendizajes
Desde la institución escolar:
Estas son las familias que circulan por las escuelas que se encuentran preocupadas por la
cantidad de niños con dificultades graves a edades cada vez más tempranas. Es necesario
identificar a los niños que tienen dificultades y trazar estrategias de intervención, que puede
ser trabajo de orientación a los padres o un cambio en el abordaje del docente. Pero, a veces,
esto no basta y se deriva al pediatra que no están preparados para abordar cuestiones
vinculares, minimizando el problema o biologizándolo, con la pérdida de tiempo que esto
genera, sobre todo al tratarse de sujetos en constitución donde una intervención temprana
puede cambiar el decurso de un pequeño. En el otro extremo, aquello que comenzó como una
indicación apropiada por parte de la institución, se transforma en el sello de un destino para
ese pequeño del cual difícilmente pueda salir «ES ADD»
¿Cómo alojar las complejidades de la infancia que se dan a ver en la institución escolar sin
patologizar las diferencias?
Los niños comienzan su recorrido escolar muy temprano, obligando a una socialización precoz
y a ciertos niveles de autonomía para los cuales no todos están preparados.
Se presentan situaciones atípicas tanto del lado parental como infantil.
También se observa la abdicación parental precipitada en la adolescencia.
Aumento en el número de pequeños que tienen dificultades en el acceso al lenguaje o que
cuando lo logran lo hacen de un modo muy peculiar. Esto puede estar dando cuenta de la
precarización de los vínculos primarios. Para que el niño se apropie del lenguaje tienen que
producirse ciertas operaciones lógicas. Inicialmente el bebé es hablado por Otro que transmite
sus propios saberes, deseos, anhelos y fantasmas a través del lenguaje. El infans habita la
lengua materna y es significado por los sentidos de aquel que ejerce la función materna
(violencia primaria). Hay padres que tienen dificultado la posibilidad de establecer estas
condiciones que son base para la subjetivación
Todo esto genera mayores niveles de fragilización
La institución escolar está atravesando una época de mayor precarización, con el corrimiento
Estado-Nación y de este para organizar significación, sin normativa compartida, sin
ordenamiento
La lógica del mercado se impone en la sociedad y, por lo tanto, en los modos de realizar
diagnósticos. El DSM es una búsqueda de respuestas rápidas, de satisfacción del cliente, sin
tiempo para los procesos y para el encuentro con lo doloroso, con poco compromiso
profesional en el sostén del niño y su sufrimiento. DSM que da cuenta de la dualidad
normalidad-anormalidad como construcción discursiva atravesada por los condicionamientos
políticos de una época. Las etiquetas diagnósticas clasifican, ordenan el caos, lo impredecible,
desimplican al adulto de su relación con la problemática. Y sumado a esto, el consumo de
psicofármacos con la finalidad de que el pequeño se acomode a lo que se espera de él. Los
diagnósticos son necesarios para construir estrategias, pero son profecía autocumplida cuando
rotulan. La escuela redobla el desamparo porque se encuentra desbordada no pudiendo alojar
las diferencias.
Para que el niño aprenda….
Para que un niño aprenda tiene que haber un adulto que garantice ciertas condiciones
mínimas ligadas a la supervivencia, así como también, que apueste a la polifonía de sentido,
que invista libidinalmente la capacidad de pensar y de aprender del pequeño, que esté
dispuesto a aceptar que entre el niño y él hay una opacidad en la cual no todo le es conocido,
que desee que este niño pueda construir un deseo y un pensamiento autónomo
Aprender tiene que ser una actividad ligada a lo placentero, a lo subjetivante
Es condición la construcción de diques que permitan que el niño pueda acotarse, así como
también, aplazar la satisfacción inmediata.
El niño tiene que poder creer que la escuela, como representante de terceridad, es un lugar
que lo va a albergar, a esperar, a acompañar, a realizar su propia apuesta de continuidad
sobre este sujeto
Es necesario desplegar la idea de porvenir como apuesta a lo impredecible, a lo discontinuo, a
lo que nos sorprende, transformando al niño y a nosotros mismos.