Somos profetas, bendición para los demás
Recursos que se necesitan para esta prédica:
a. Sagrada Biblia
Objetivos específicos:
a. Comprender quienes están llamados a ser profetas para las naciones.
b. Entender el significado del profeta.
c. Comprender cómo llegamos a ser verdaderos profetas y no quedarnos únicamente
con el título.
d. Exhorta a que trabajen en sus vidas para lograr ser verdaderos profetas y bendición
para los demás.
1. Pedro. Su nombre era Simón Bar-Jona hijo de Jonás, rudo y sencillo, pescador, que vivía
con su mujer y su suegra. Fue uno de los primeros apóstoles de Jesús y le cambió el nombre
por Pedro que significa “Pîedra”. Pedro camina sobre las aguas para encontrarse con Cristo,
es el que le manifiesta a Jesús que Él es el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Después de la muerte
y resurección de Jesús, lidera la Iglesia y la dirige, siendo en Pentecostés con la llegada del
Espíritu Santo, es el primero que proclama la verdad y ese día se convirtieron
aproximadamente 3.000 personas. Es también el primero en hacer un milagro público
sanado a un cojo de nacimiento, además de sanación de paralíticos y resurrecciones de
otras personas. Llegó a ser tan ungido por Dios que solo por el hecho de que su sombra
pasará por una persona, ella sanaba (Hechos 5, 15 transparente). Es más dicen que Pedro
hizo más proezas que el mismo Jesús estando en la tierra, obvio en su nombre.
Todo esto para preguntarles: ¿Por qué pasa esto? - ¿Nosotros podemos hacerlo también?
Sí, porque Pedro era PROFETA y nosotros también lo somos.
2. ¿Y quienes son profetas?
a. Todos somos profetas desde nuestro Bautismo, porque el gran efecto de este
Sacramento es que sobredimensiona la naturaleza humana, es decir que no es una
añadidura a la naturaleza humana, no es una cualidad, ni algo que le agregamos a nuestra
existencia sino una perfección de nuestro ser, es recuperar la dignidad que tenemos al ser
hijo de Dios, hechos a la semejanza de Él. Por eso una de los aspectos que
sobredimensionan nuestra existencia es el título de profeta que nos otorga.
b. Esto lo confirma el discurso de Pedro en HECHOS 3: 11-26 (Azul) al decir que “Ustedes son
los herederos de los profetas y de la alianza que Dios hizo con sus antepasados, cuando dijo
a Abraham: En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra”. Es decir
que si somos los herederos de los profetas, también somos profetas.
c. Además, porque Dios nos ha escogido consagrado desde el vientre materno para ser
profetas de las naciones, así como se lo dijo a Jeremías, también no lo dice a nosotros.
JEREMÍAS 1, 5 (Verde), porque de cuantas cosas nos ha librado el Señor y muchas veces ni
nos explicamos el porqué y es este, que realmente Él ya nos había elegido mucho antes
para que fuéramos profetas de todas las naciones. Es una promesa gigante que nunca
debemos de olvidar.
d. Y por último porque nos ha revelado la verdad. La verdad no la hemos encontrado
nosotros, ella nos encontró primero y debemos sentirnos felices de ello, porque no todos
tiene la fortuna de que le sean reveladas tantas cosas como a nosotros, porque no están
dispuestos, porque les gana su soberbia, porque les ganan sus prejuicios o cualquier otra
cosa; o simplemente porque nunca han dado con las personas y los lugares indicados para
ello. ¿Qué es la verdad), Jesús mismo.
Aquí todos cumplimos todos estos aspectos, entonces somos verdaderamente unos
profetas.
3. Pero bueno, ¿Qué es un profeta?
a. Profeta es quien ESCUCHA las palabras de Dios, sabe VER el momento y PROYECTARSE
al futuro.
El profeta es un hombre de tres tiempos: pasado (Recuerda siempre la promesa Dios y el
obrar de Él), presente (Contemplación constante del mismo) y futuro (Valentía para indicar el
camino)
Cuando falta la profecía en la Iglesia, falta la vida misma de Dios, porque siempre recuerdan
las promesas que Él hace y cuando faltan, falta la vida del Señor, porque es el profeta el que
habla de parte de Dios. Y es por esta razón que Dios siempre ha cuidado a su pueblo con los
profetas, en todo tiempo.
Los fariseos iban en contra de las enseñanzas de Jesús porque habían olvidado la promesa,
no sabía contemplar las circunstancias del presente y no escuchan con detenimiento la
palabra de de Dios; simplemente no eran profetas y cuando se cae en esto, eres una
persona que se limita a cumplir normas al pie de la letra como si fuera un martirio.
b. El profeta es el que hable de parte de Dios. Estamos llamado a hablar, a enseñar la
palabra, pero no cualquier cosa, sino lo que Dios nos mande, esto es, de la palabra de Dios y
del Reino de los Cielos pero también a hablar del bien, la verdad y la belleza en medio de
nuestra realidad cotidiana.
c. Propone una manera de vivir diferente a la que propone el mundo. Porque quien anda en
la verdad, anda en caminos de libertad y la libertad que Dios nos ofrece nada que ver con la
que ofrece el mundo, porque la del mundo es esclavizante a ciertas cosas (Al dinero, a la
fiesta, al alcohol, a personas, etc), en cambio la libertad de Dios es la que nos acompaña
cuando nos reconocemos como personas valiosas que tienen mucho para dar y proponer a
la humanidad.
Y cuando una persona que anda en caminos de libertad comparte con personas que no
han conocido eso, impregna vida a aquellas personas, es decir, dá vida a quienes están
muertos, porque vivir de una manera diferente es amar la verdad en mundo que engañar y
mentir se ha vuelto común y es quien vive en el amor.
d. Trabaja por un mundo mejor. El profeta siempre busca que en su mundo las personas
encuentren propósitos de vida, amor, felicidad verdadera y todo lo demás que dignifica al
ser humano, porque cuando una persona encuentra esto en su vida, será una persona que
trabajará en pro de que otros también lo conozca y así ser fermento en una masa para
revolucionar el mundo. Por lo tanto, el profeta es fermento de la masa.
En conclusión → Como lo dice Hechos 3, 25, los profetas son bendición para todas las
familias y pueblos de la tierra, porque analizan el presente, se proyectan al futuro sin olvidar
el pasado, es el canal directo entre los demás y Dios, propone cambios trascendentales,
vive en el amor y la verdad; situaciones todas que hace que quienes lo rodean vivan en
bendición.
Por ejemplo Pedro cuando hacía un milagro está siendo bendición para los demás porque
está restaurando la dignidad de otro ser humano y está logrando mover los corazones hacia
la verdad y el amor; y nosotros también podemos llegar a hacer todo esto, porque Jesús lo
ha prometido. Se lee JUAN 14, 12-13 (Morado).
4. Ya sabemos que estamos hechos para ser profetas pero ¿Cómo nos volvemos
verdaderos profetas?.
a. Dios es quien hace la obra. Lo primero que hay que tener claro es esto. Nosotros nos
tenemos capacidades tan altas como para sanar o resucitar, ni tampoco revolucionar el
mundo y cambiarlo, sino que realmente necesito que alguien más grande lo haga a través
de nosotros; y mientras no comprendamos esto, realmente Dios no puede obrar por medio
de nosotros.
Así mismo lo declara Pedro en el discurso que ahora les leí porque nota asombrados a los
Israelitas y les dice: ¿De qué se asombran?, ¿Por qué nos miran así como si fuera nuestro
poder o por nuestra santidad que hemos hecho caminar a este hombre? Por haber creído
en su Nombre (Jesús), ese mismo Nombre ha devuelto la fuerza al hombre.
b. Hay que convertirnos y arrepentirnos de nuestros pecados. Porque Dios no puede
trabajar a través de alguien que tiene amistad con el pecado, porque Dios y el pecado son
incompatibles. Sabemos que somos pecadores y Dios no olvida eso pero lo que nos pide es
que no nos encariñemos con el pecado o hagamos amistad con Él, es decir, que no nos
importe pecar o mantener en pecado.
Además de que cuando liberamos nuestra vida de los pecados, llegamos a la verdadera
vida y libertad; y ahí entra Dios a transformar nuestra vida y la de quienes nos rodean.
c. No se trata solo de hablar de Dios sino hablar con Él. La única forma de no olvidar las
promesas de Dios en el pasado, de analizar el presente y proyectarse al futuro es
conociendo a Dios, conociendo su voluntad; además de que va a ser quien dirija nuestra
vida para dar a conocer a los demás nuestra manera de vivir y Él es quien pondrá en
nuestros corazones que debemos hablar o que no, que hacer y que no, a través del Espíritu
Santo.
De la relación personal con Dios depende el hecho de convertirnos verdaderos profetas
para las naciones (No solo el título).
d. Estudiar y conocer más la verdad. Debemos ser personas contextualizadas y formadas.
Conocer la verdad, la palabra de Dios, las promesas que Él ha hecho, además de las
situaciones actuales de las personas que nos rodean porque de esta manera podremos
llegar a ser bendiciones para los demás, sabiendo que necesitan, como nos podemos
acercar a ellos, cómo podemos ayudar.
e. Denuncia y di la verdad ante todo. El profeta no se acobarda de denunciar la verdad así
sea contracorriente, porque es el elegido de Dios para anunciar la verdad, para causar
revolución y llevar al mundo a reflexionar y generar un cambio.
Pero hay que decir la verdad bien, es decir, no es hablar del mal y centrarnos en lo que está
mal sino siempre hablar del bien. Quienes nos necesitan, necesitan oír buenas palabras y
esas palabras son las que hacen mucho bien y las que permean la masa.
El profeta se queda callado por prudencia, cuando Dios así se lo suscita pero nunca por
miedo o desaprobación de quien lo escucha.
f. Sé ejemplo para los demás y una motivación. Esto implica que seamos coherentes entre
los que creemos, pensamos, hablamos y actuamos porque uno puede hablar mucho pero lo
que permea la masa es lo que somos en realidad, lo que llevamos por dentro. No se sabe
cómo pero eso se nota, así que si buscamos ser bendición y profetas por los demás
debemos ser ejemplo y motivación para muchos, lo cual solo se logra llevando una vida
coherente.
5. Exhortación. La invitación de hoy es que nos volvamos conscientes que nosotros somos
una bendición para los que nos rodean y para todos los pueblos del mundo, solo nos toca
trabajar duro en nosotros, formarnos lo suficiente, entregarle a Dios toda nuestra vida para
que Él trabaje en ella, acrecentar cada día más nuestra relación personal con Él y
lograremos ser los profetas que necesita este mundo, porque Jesús ya lo prometió que en
su Nombre haremos cosas mucho más grandes. (Por eso Dios nos hizo a su semejanza)
Lo importante es que despertemos del letargo en el que nos tiene el mundo que todo gira en
torno al éxito profesional y el obtener riqueza, y empecemos a trabajar en aquella belleza
interior que brindará motivación y ejemplo para los demás y que ellos logren cultivar eso
mismo en sus vidas.
Les dejo esta frase para que reflexionen del Papa Benedicto XVI: “No fuiste hecho para
aguas poco profundas”. Amén
6. Gloria.
7. Avisos parroquiales
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