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Prólogo de La Calle Del Agujero en La Media PDF

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RAUL GONZALEZ TUNON LA CALLE DEL AGUJERO EN LA MEDIA PROLOGO DE MARTIN PRIETO & eudeba «que muchos de esos libros mostraban como una empresa dificil en politica y apasionante en tétminos culeurales, Acaban de cumplirse doscientos aiios de la Revolucién de Mayo y ese aniversario le da su nombre a esta coleccién. La Serie de los dos siglos presenta lo mejor y lo que hoy se piensa mis represen- tativo de las diversas formas de ser argentino, Son muchos libros y, por fortuna, muy diferentes. La ficcién y la poesia le dan una textura imaginativa, ralista 0 eritica ala escritura de la Argentina, El ensayo histérico, social y politico la ha observado desde diferentes perspec- tivas polémicas, a veces tan conflictivas como lo fueron los hechos de estos doscientos afos. La Serie de los dos siglos no es un lugar tranquilo donde los libtos descansan, sino un proyecto mévil, donde los libros de ayer y de hoy dialogan con los textos de la critica contemporanea. Y, sobre todo, vendrin los lectores nuevos, aquellos para quienes esta Serie puede ser ln nueva “biblioteca argentina”. Esto queda del tiempo transcurtido, que no es irrecuperable porque estin estos libros. PROLOGO ‘Marin Patero Sty La calle del agujero en la media fue publicada por M. Gleizer editor en 1930. El titulo fue compuesto con tipografia Herold, di- sehada en 1904 por Heinz Hoffmann, producida en tecnologia de metal, y que seguramente formaba parte de la oferta de empresas. de provisién grifica originarias de Alemania que habia entonces en Buenos Aires.' La fuente, con ciertos aires art-nouveau, puede ser recuperada hoy de manera digital, del mismo modo en que el libro és recuperado en distintas reediciones, més menos files a la ver- sion original y que aun con errores en cortes de verso y en divisiones estt6ficas no parecen hacernos perder nada de la primera edicién, entre otras cosas porque Ratil Gonzilez Turién no fue ni precendié ser un eximio versificador ni un singular eserofista, i Sonziles Tus racteristicas de los denominados textos clisicos ~fue una n ich sur momento y sigue signdolo ochenta afios mis carde: cuando lo Teemos por primera vez tenemos la sensacién de haberlo lefdo an- Tee hiya notable queen Tec dchoese pleco cca con cl libro original de 1930 pero, paraddjicamente, algo tiene de Ta caile del agujero en la media es, hoy, un Gonzalez Taiién. Segu ramente los responsables criticos de esta coleccién pudieron haber dudado en incorporar al plan editorial de la ancolégica y por lo tanto excluyente “Serie de los dos sighos” El vialin del diablo, La 1, Debo estas precsiones a Marcela Romero y a Pablo Cosgaya, disesdores Aipografos, ° se habrin extend tampoco dudaron aunea de que Un Ga cenfa que formar parte de esa antologi gse- nombre en la conf literatura nacional sino también de la historia culeural y politica de Avge Hoy, con _una obra completa, cerrada, leida y valorada a lo largo de los aftos por miles de lectores y acompafiada por genero- sos comentarios de muchos de los grandes poetas y criticos lati noamericanos y espafioles, un fibro o aun un poema solitario de Gonzalez Tuidn ~sobre todo como es el caso, del Ratil Gonzalez Tuftdn anterior a pricticamente toda su biografla— niene que des- prenderse, alivianarse—para poder ser lefdo de una manera lo més parecida posible a como se lo ley cuando se lo publicé— del peso ‘contempordneo de la firma de su autor, Por cierto, Ja opera es imposible, y esta misma coleccién, al poner en tapa una ilustra- ion de la cara del autor, convoca a ese_colective conceptual que es Rail Gonzélez Tufién; calectiva, clara est4, incluyente de sus ‘poemas, pero no sélo de sus poemas: también de su circulacién; de sus poemas convertidos en canciones ~musicalizados e inter- pretados, entre muchos otros, por el Cuarteto Cedrén, Alejandro del Prado, Miguel Abuelo, Andrés Calamaro, Paco Ibéniez— ; de su militancia politica en el Partido Comunista Argentino, al Que se afiid en 1935; de su trabajo en el periodismo, como cronista y como corresponsal ~primero en el diario Critica, a cuya redaccién ingresé en 1926, y mas tarde en Clarfv, donde entré en 1948 y se jubild a fines de los afios sesenta—de su participaciéa como dit torde los dinicos cinco niimeros de Contra. La Revista de los Fran- cotinadores, en 1933 -y del abrupto final de esa revista, una vez que el tiltimo ntimero fue secuestrado y Gonzilez Tufién, encarcelado durante cinco dias por la publcacin de su poema “Las brigndas de choque”-; de-suactiva presencia en Ia Espaia de la Guessa Ci hacia donde viaj6 en 1934, en 1935 y en 1937 -en este ‘king viaje participa de la defensa de Madrid y del Segundo Congreso Internacional de intelectuales en Valencia~, experiencia que le valid a amistad de, entre muchos otros, Federico Garcfa Lorca, Leén 0 n cidn "modo el tutor del primer libro ‘cuestiones, en 1957, sino también tadicién yanguardista que él mistho habia {Tos afios veinte desde la trinchera de la re~ €n cuyo numero 879, de agosto y septiembre de Gun anticipo de £l violin del diablo, que se edivarfa mas tarde, en 1926, is poemas de ese primer libro, “Eche veinte centavos ‘se hizo famoso mas 0 menos inmediatamente, tal vez ju cuarteta dodecasilaba final "Y no se inmute, ami- dura, / con la filosofia poco se goza: /;Si quiere ver la rosa / cche veinte centavos en la ranura!”), por su tono aseverativo, se vincula en el inconsciente del lector con ‘octosilabicas de los consejos del Viejo Vizcacha en el de- wo canto de La vuelia de Martin Fierro. Pero estas nuevas. se encuentran ahora enmarcadas en un contexto que de in- to fue seftalado como una “obsesién’ del autor, segiin anoté jo Vallejo en a resefia del libro publicada en la revista Martin ;puertos con marineros ebrios, bares de humo y barullo, ca jasttos-compartidos, rameras sentimentales y rincones de amnesia \destina, con vistas al edén de la morfina, la coca y el opio" Y “el conjunto del libro propone una proyeccién, convenientemente arfopada por toda la imagineria colorida del ad ‘Histeza del mundo suburbano de Evaristo Carriego que, como le Yeclama inmediatamence el mismo Vallejo —desde los presupuestos mis rigidos, rupeuristas y frios de la vanguardia— se convierten en la incomodidad y tropiezos del libro, en tanto la confesién de dolores noveleros y la profusidn de conventillo y pesadumbre facilican la nostalgia y opacan la ambicién martinfierrista, de rafz ultraista, de “Ja belleza leal y la emocién sin trampas’. 2, Antonio Vallejo, "El violin del diablo, de Rail Gonzilez Tunon", Martin Fiero, segunda époct, a6o Il, n° 30-31, 8 de julio de 1926, u Prilego Gonzilez Tufbn pensaba, o tal vez, como era muy joven —tenfa veitidin aioe Cuando & PuBTC l libro y dicisiee cuando empezs a escribir sus primeros poemas-, apenas intu‘a, sin la reflexi6n reposada que tuvo cuarenta y seis afios mas tarde, en 1972, al leer en Rosario la conferencia “Crénica del campo y la ciudad en la poesta”,? que Carriego no era el final de un episodio en Ia historia de la poesia ar- gentina que sdlo podia servir —desactivadas, por “lacrimosas”;* todas ‘sus potencias expresivas— como un bien de uso de la vanguardia crio- “iste que es fo que hizo Jorge Luis Borges en su Evariso Carricgo, de 1930-_sino antes bien, un comienzo. Gonzilez Tufién postula a Carriego como el “iniciador”, a cuya sombra crecen las obras de, entre otros, Baldomero Fernandez Moreno, parte de la obra del mis- mo Borges ~"el perchisable”-, dice Tufién, et decix;el dé‘las libros juveniles de los afios veinte-, Horacio Rega Molina, Nicolés Olivari, (César Tiempo, Gustavo Riccio, José Portogalo y, més'tarde, Roberto Santoro y Juan Gelman, Una tradicién que, por cierto, lo incluye, como puede lerse en algunos de Tos poemas de Viol del diablo, por ejemplo: “Almacén” (“Desde mi banco de almacén, / destrozaron Fadeane de crepdscaloeY lt rhncn 2 nt er Ri eeividad tardotromantica y sentimental no debe ser amparada, como pretende ‘el mismo Gonzdlez Tufidn en y, en Su Conversacién con Horacio Salas, como “defectos y limitaciones” propios de un libro escrito por “un muchacho” sino, antes bien, puesta de relieve como componente esencial de la poética tufioniana, definida varios afios mas tarde, en los ~Primetos verorde"Juanctro Gtninador": “Traigo la palabra y el sue- fo, la realidad y el juego del inconsciente”, y mucho tiempo después, como una suerte de manifiesto tetroactivo ~los tinicos que se pueden cumplir, dicho sea de paso- como “realismo roméntico”, en “Del Gasdetne de apimees de Juencito Caminador”, publicads péstima- mente en La literatura resplandeciente’ Sin embargo, los concept 3, Rail Gonzler Tain, “Cicada campo y la ciudad en a pow La erature esplandeciente, Buenos Aires, BoedoSlbaloa, 1976 4, Asi scala Jorge Lis Boogesen Earn Carre, Buenos Aes, Ecc, 1955 (primers iid, 1930), 5, Horacio Sls, Conenaions con Rail Goce Tan, Buenos Kites, La Bast 1973, n Martin Prieto “de realismo y de realidad ~no desatrollados y entonces liberados a la interpretaci6n~ fueron leidos a la luz de los poemas posteriores de Gonzilez Tufdn, los poemas “espafioles” de La rosa blindada, én adelante, pero también de “Las brigadas de choque”, que debié formar parce de Todos bailan ~pero que qued6 excluido debido al proceso que se le segufa al autor por la publicacién de ese poema en Conera- y de vatios de los mismos poemas de Todos bailan; como ‘vinculadosa una realidad y a un sealismo sobre todo politicos, v ex _cluyendo entonces toda la realidad anterior de los pormasde Gon. Alex. Tufién: sentimental, a ve defini —Cartiego, pero también Baldomero Fernindez Moreno y Alfonsina Storni~que a la de sus compafieros de cura “martinfiersistas, quienes inmediatamente, en esa resefia de Vallejo, ddelimitan su proyeccién: Gonzilez Tufién seré “uno de nuestros mais auténticos valores”, s6lo “curado de mezquinas influencias y turbios parentescos” y “despegado de ternuras llorosas y afiches mé- lancélicos”, Digamos que si habitualmente lo vemos a Gonzilez ‘Tunén un poco corrido del programa martinfierrista a partir de sus ‘vinculos personales y poéticos con los escritores politicos de Boedo, ‘condicionada por Ia lectura de los poemas politicos de Gonzalez Tusién de la década del treinta_ En los afios esttictos de la vanguardia martinferrista, que podrfan abarcar aun ins all del cere de Martin Fiera en 1927 ~pero no mis ali dela publicacién del Evaristo Carriego, en 1930—seldesestabilizante, del martinfierrismo que opera en Gonzalez Tufién tiene menos que fer con los post: de Bosda —que impugraban maniicoamenee ‘Carriego, a quien Elias Castelnuovo llamé “poeta de la lagrimita” y declamador, a veces cursi ya veces épico-! que con los viejos poetas osmodernists, esos “tuibios”parcntes que le dan a Gonaller Tar fiGn_una sensibilidad popular y, concomitantemente, un amor por Tos paisajes del trabajo (en el hermoso “Muelle dle pescadores”, por ‘ejemplo) y aun por los del recreo de esos trabajadores (“Versos 2 Su- sana’), dé los que carecen précticamente todos sus contemporineos, 6, Ronald Chaves (seudénimo de Elias Castelnuevo), "Los nuevos’, prologo ala primera edici6n de Clara Beter, Vesos de ma..., Buenos Aires, 1926. B El mismo afo de la publicacién de El violin del diablo, 1926, Gonailer Tanon entra uabajar en el diario Cris, adonde, desde Mediados del aho anteriot, te de la primera linea de los artistas de vanguardia: Roberto Art, Nicolas Olivari, Horacio Rega Molina, Enrique Gonzilez Tunén hermano de Rasil- Emilio Pettoruti, entre muchos otros. ELingre= so-delos nuevos escritores y artistas casi todos ellos vinculadasa la revista Martin Fierro~ tiene efectos visibles en Critica que pasa a seruna suerte de multiplicador de la ideologia eee. -vanguandia, desde su suplemento Critica Magazine, que comienza a parecer a fines de 1926 y que es una suerte de gran ensayo populis- ta de suplemento cultural que, como dice Sylvia Saitca en su estudio Sobre el diario en los aiios veinte, seditige simulcineamensea-wasios sectores del pablico, al incluir notas sobre arte y literatura, sh, pero también deportes, policiales y entretenimiento.’ Son, precisamente, los escritores de la ranguaca los gue cambian el modo de titular de la 6poca ~La Naciéno La Prensa—ni sangrientamence sensaciona- lista. Horacio Salas le pregunta a Gonadlee Tuién qué nota recuerda especialmente de las que publicé en Critica. Dice Tuén: Cuando un tranvfa leno de obteros cayé al Riachuelo en una madrugada atroz, () A mi me cové hacer lo que se lamaba el recuadro, o sea, una sintesis, lo ms significative 0 tocante en determinado hecho. Tomé como base lo que me conté un eabo de la prefectura: entre los muertos habfa un pibe, un obrerivo de diez u once afios y en el bolsillo de su chaquetén encon- traron un pequefio paquete con un sandwich de milanesa, guramente preparado por su madre. Mi trabajo se rinul6—Re Esa_practica material en el periddico no sélo inaugura ut tradici6n_tiuulante en el periodismo argentino, de la que serin eneliciarios, por ejemplo, el periddico montonero Noticias, en 7. Splvia Sate, Regueros desta. #1 diario Crtiea en la dicada de 1920, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, “4 Martin Prieto los setenta, o los primeros afios de Pégina/I2, a mediados de la dé- cada del ochenta, en cuyas redacciones revistaban, como en Critica, jvenes eseritores de la época También se provecta sabe los culo pedis sobuiis Liens, Claramente, esa combinacién de vanguardia be pig er coi magn nga pa de Jos mejores titulos de la literatura argentina que inicialan libros pu Dlicados a finales de los veinte y principios de los teeinta: El juguete rabiso (1926), Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931) de Roberto Arlt, La calle del agujero en la media (1930) de Ratil Gon- zilex Tuitdn y aun Historia universal de la infamia (1935) de Jorge Luis Borges, apenas una muestra de una época de ticulos expresivos x-sonoros de compleja o no lineal referencialidad en relacién con el contenido de los libros que los suceden. El mismo hecho de que “de Tos tres tulos citados de Arlt dos no puedan atribuirseles plena- mente (al primero se lo habria sugerido Ricardo Gitiraldes, al tilti- mo Carlos Alberto Leumann, reemplazando los originales del autor, La vida puercay Los monstruas, respectivamente) no hace sino con- firmar la decisiva importancia que el asunto tuvo en su momento, como si la suerte de un libro ~como la de una nota periodistica~ se jugara entera en su ctulacidn, Los titulos, a veces denotativos, opa- ‘cos y sustractivos de los mejores libros de la literatura argentina de os afios cuarenta en adelante (desde Fievionesde Borges a La prueba de César Aira, 0 desde EY Gualeguay de Juan L. Ortiz a Cieairices de Juan José Saet, por citar sélo algunos ejemplos) demuestran que la hipétesis no cra concluyente, pero generan, a la vez, inmediatas nostalgias por esa época en la que se creyé que sf. Cy Segtin el testimonio del mismo Tufén, Natalio Botana, rector de Critica, habria dicho, cuando Ratil eneré al diario: “Este Ratil, cl hermano de Enrique, ¢s un pajaro y hay que tratar de tener lo siempre afuera”." De este modo comicnza lacaricta de Gouzilea. En el 27 viaja a Tucu- man, desde donde soctibe una eaie de eicar sobre los ingenios; 8, Horacio S op it en el 31 a Brasis en el 32 al Chaco paraguayo, como cortesponsal de guerra; en el 33 ala Patagonia, donde pasa dos semanas y escri- be una serie de notas ticuladas “El lejano Sur. El drama de los fri- gorificos” E fecen suficiente material como para ser utlizados tanto de base referenicl cas como de muchos de sus poemas, como puede verse en su libro siguiente, Miércoles de ceniza, en el poema en prosa “Gitanos en Bahfa Blanca”: Salimos de Ingeniero White, pueblo de casitas de cine madera, dd caballos mojados por el aliento salinoso del mar. Qué lindas las calecitas, los clevadores de granos, las tabernas, el zumbido del émnibus, leno de letreros, como una gran valija de viaje, 1 visada por las autoridades de muchas aduanas, Un hermoso sol pata invalids me incendiaba el espiritu. Y en medio de ese pa- nnoraina, encontramos un casal de palomas. Venian desde lo alto hasta nuestra emocién, corazones de pluma, las palomitas de In- gcnicro White. Pero, ala vuelta, conel auto, matamosa un perro. Acris Ingenieso White, y aun Bahfa Blanca, ciudad agricola, ganadera y feliz Peto como todas: un socialista, un earado, un poeta linfitico, un catsico y el diavio La Idea Comienca asi a figurarse el poeta viajero y los puertos dejan de ser una metifora convencional (Ah, llegar a tu cabellera rubia ‘como en un puerto Final”, escribe en “Escrito sobre una trastienda’, fen ese mismo libro de 1928) para convertisse, puerto y viaje, en motivos centrales y experienciales, y entonces dotados de materia y calado, de la poética tufioniana que explotan a partir de La calle del agujen en [a media. Miércoles de ceniza obtiene el segundo premio municipal de poesta, Recuerda Tuiién: Ese dinero, en los aiios locos era tanta plata, che, que no sola- ‘mente me fui yo a Francia sino que lo invité a (Sixto) Pondal Rios. El pasaje clase nica, que no taba, ida y vuelta, 500 pesos, qué te parece? Un viaje divino, parando en todos los pucrtos: Montevideo, Santos, Rio de Ja- neito y después toda la costa espaol las Canarias, Alicante, nada deprimente, cos- 6 Milaga, Valencia, Barcelona, para qué te digo, por ahi pasaios a Marsella y a Pris? c a Edmundo iuibourg, que era quien les daba de comer a Tuadn y a Pondal Rios (en un “restaurante drabe estupendo”) cuando se habia ter minado la plata del premio y los pagos por las colaboraciones que bos enviaban a Critica y a La Nacién tardaban en llegar, y a Da- nicl Schweitzer, también consignado en el “Poema del Boulevard Saint Michel” como “mi amigo Daniel Schweitzer”, quien vivia en Hotel Dacia, todavia de pie en el ntimero 41 del Boulevard Saint ichel y que, por su aspecto, da a entender que quien alli viviera ign estaba en condiciones de acompatiar las comidas de los j6= ls poetas en esos meses de “apuros estomacales”. También, “a la ‘mesa cordial de Leon y Baptiste, en la rue de Martyres”, en realidad rue de Martyrs, en el barrio de Montmartre. i na del libro se Hlama “ era del Schiltigheim’ “en 2004 la brasserie alsaciana Fischer, del grupo Heineken, que queda en la ciudad de Schiltighcim, Estrasburgo, Yolvié a poner en circulacién la Bitre du Pécheur (Cerveza del ppescador) 0, también, Fischer Bier, ochenta aios después de su Primera tirada, en 1924. Imaginamos que ésa era la cerveza, te- sGientemente salida al mercado, que tomaba o que tomé Gonzilez Tin en Paris y que “el pescador Schiltigheim” es entonces una prefiguracidn de Juancito Caminador, alter ego del poeta y perso- naje principal de Tados bailan, su libro de 1935, subtitulado “Los poemas de Juancito Caminador”, que toma su nombre de la marca de whisky Johnnie Walker. Estar, imprevistamente segiin los ante- Gedentes sociales, en el Paris de los afios locos, en 1929, tomando, en una taberna de Montmartre o de Montparnasse, una rica cerve- a alsaciana -es decir, de algin modo, una cerveza verdadera— era indicio suficiente de que el viaje finalmente habia empezadony- una de las primers consecuencias que tiene pasa cl pacia cl viaje 9. Horacio Salas, op. cit Re ie cisco: ony canis 7 corded ase anaphione expe tino”, anota, en uno de sus grandes versos-estamapilla, en “Escrico sobre una mesa de Montparnasse”. Recién en Paris los viajes ante- tiores, los viajes argentinos, toman la forma fes ef Neuquén? ;Y Tucuman? aY Mendoza? ;Y La Rioja? zY Santa Fe? Y de cada ciudad, un re- guerdo que nunca es del todo referencial pero tampoco deja de por la imaginerfa poética, A veces, de raigambre un poco mart inficrrista ~por ejemplo, en esa metifora cruzada o comtaminada ‘con la que se recuerda a Tucumsin: “y las guitarras de sonoras y floridas parecen patios”, en donde los adjetivos (sonoras y floridas) califican uno normativamente y el otro metafdricamente a ambos sustantivos (guitarras y patios). La norma: guitarras sonoras, pa- tios floridos. Al adjerivar, en un mismo verso, a las guitarras como floridas, calificaa los patios como sonoros. Un recurso simplisimo, de enorme efectividad, que tal vex hubicra agradado al Borges pre- cceptivo del estricto ultraismo de principios de la década del veinte Oras veces, levemente susreal, a partir de ade tivos de series semdnticas alejadas: ;Neuquén?: “venden cojinillos y libros de Maurice Dekobra”. ¢La Rioja’: “gané una eleccién con cincuenta pesos y una vaca”. Pero es en ese mismo primer poema donde se establece Is pauta coftcepual del bro, marcada por el recuerdo como factor cons- tituyence, ;Para qué viajamos? “Para que un dia nos queden unos; “cuansos sccuerdos: decir estuveT estuve en tal pasion, en al recodo. Estuve, por ejemplo / en la feria de Aubervillets, una mafiana, con tun ozo deasado, / una amistad tranquil, la mesa clara, el perto, el buen hablar / y afuera, ls verduleras de Parfschapoteando con los, zuecos en Ia nieve.” Porque I experiencia de la época parece con- sTuiaja: “Para que bebamos Ta rubia | cervera dl pescalor de Schitigheim / es necesario no asistase de partir y volver, camaradas, Estamos / en una encrucijada de caminos que parten y caminos que vuelven Pero el viaje, como puede leerse en el pocma axial_del thse, yel que le da titulo es, también, la posibilidad simbélica de la 8 Martin Priewo eriencia de Ja muerte: “Yo conozco una calle que hay en cual- quier ciudad, Tuna calle que nadie-conoce ni transita, () Esta en tin puerto. {Un puerto? Yo he conocido un puerto. / Decir: yo he les EL viaje, por Lois tanto, lo da como su marca de agua, de a eraiaydetlene) deexpeanity Pi. "Quirira hacer contigo tne pellculs hablada™ Be tatn de una tirada irregular de veinticinco versos, divididos en dos es- trofas, una de cinco versos y la otra de veinte. El promedio de los versos es alejandrino, de catorce silabas, aunque también los hay de entre diecistis y de nueve, en los extremos, y la combinacién de las rimas, siempre consonantes pero para nada ostentosas, es todo lo irregular que se pueda: en la quinteta de arriba, el primer ‘verso esti suelto, los otros cuatro se retinen de a pares (aa-bb). En Jo que podriamos llamar la primera subestrofa de la gran estrofa siguiente, formada por ocho versos ~al no haber corte, la pode- ‘mos presuponer por la reunién de los mismos~ se mantiene la escructura anterior, dea pares: cc-dd-ee-fi. Luego, una cuarteta de versos cruzados ghgh, luego una cuarteta monortima iiii y final ‘mente una cuarteta final, cruzada nuevamente jkjk. No parece qué Je importe demasiado a Gonzaler Tuiién ni la versificacién nia Onstruccin de estrofas; en algiin sentido, en eso se parece a alg ‘no de sus mayores, como Cartiego y Alfonsina Storni, al hacer un | uso funcional del metro y dela rim, casi por sprosimacin para igo Modemismo y de sas derivas comem= igue Banchs a Carlos Masronae) coma de I | iia. que es la apuesta de maxima de Bi ipaptisticeconés del vcvolbtanno, bo eles tide a pas de la utilizacién de formas ya establecidas y erosionadas por el procesadas por su singular proceso compositivo: Ja repentizacion, — En la conversacién con Salas: “Yo soy un repentista, en la medida | 19 Priloge en que soy absoluramente auténtico. Cuando escribt ‘Sinfonia en Beinimas —ssos verros suelios dispersos alo largo de varios libros rojo y negro’ yo estaba sentado en un bar al que de repente vent poemas— donde brilla el genio for y donde radica su misicos ambulantes y de pronto entré un negro con un flautin encanto irreductible a cualquier preceptiva y trascendente segtin y un pelirrojo. El negro era jamaiquino y el pelittojo ruso y ahi san los afios. empezaron a tocar una balalaika. Ahi mismo, en una servilleca, 3 escribj el poema, un poema repentista de un poeta repentista’ que, cabria agregar, da cuenta de situaciones o estados de énimo suce- didos también de repente._Y si la inspiracién se manifiesta con- _vencionalmente en vetsos de alla seid, Su ZERuan Doge pentizaciSn, se manifestard en las formas degradadas de esos vez de alsa eecuea flcandinneyal pero l'vez eal aoenenee “dos; cuartetos, sf pero no de versos que miden lo mismo, sino mas © menos igual, etc. etc) a calle del agujero en la media los temas 0 asuntos de los poemas ya abandonaron el repertorio posmodernista que estaba presente en su primer =o EEPiet posmodemismo popular de Cartiego-o-Alfonsina Sora ue se vincula muy alejadamente con el modernismo excluyente | de Rubén Dario o de Leopoldo Lugones, sin perder parte de su musicalidad pero abandonando sus aristas-aristocriticas de com- inaciones extravagantes de versos, rimas complejas 0 acentos al- terados, Pero si los posmodernistas mantenian de manera un poco deforme la estructura original de fos poemas clisigos, sobre todo Ta del soneto (y sei tne, fosiimocia, lguans dain pannel mas populares del posmodernismo, desde “La costurerita que dio aquel mal paso”, de Carriego, hasta “Voy a dormir”, de Alfonsina Storni), Gonzilez Tun se aleja firmemente de cualquier-formva rablecida, y el factor recordable c ‘decir, la nemoreenia del poema, esencial para su popularidad, se a menos en su estructura general que en la construccién —o irrupcién, segiin su idea del repentismo como motor compositi- vo--de-versos suclros que concentran la suficiente potencia como para sostener un poema entero.[Esos vessos-estampilla de Tafién | ‘que, como si fuesen elisicos desde siempre, el lector tiene la sensa- cidn de ya sabérsclos cuando los lee por primera vez] Mas que en la superestructura —una poética, una obra— 0 que! bettie ests lpg ea 0

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