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Segunda Monografía Del Posgrado

Este documento analiza los aportes de Piera Aulagnier sobre la psicopatología psicoanalítica en la clínica con niños y adolescentes, con foco en el conflicto psicótico y la 'potencialidad psicótica'. Explora las posibilidades del psicoanálisis para la psicosis y las condiciones necesarias para el advenimiento de la paranoia a través de un caso clínico.
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Segunda Monografía Del Posgrado

Este documento analiza los aportes de Piera Aulagnier sobre la psicopatología psicoanalítica en la clínica con niños y adolescentes, con foco en el conflicto psicótico y la 'potencialidad psicótica'. Explora las posibilidades del psicoanálisis para la psicosis y las condiciones necesarias para el advenimiento de la paranoia a través de un caso clínico.
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Trabajo Monográfico Final

Seminario de Posgrado
“La psicopatología psicoanalítica en la clínica con niños y
adolescentes. El conflicto psicótico, “la potencialidad psicótica”.

Docente Titular: Prof. Norma Najt


Facultad de Psicología
Universidad Nacional de La Plata
Año 2017

Laura Mariel Decurgez Sicilia


DNI: 19019164
Email: lauradecurgez@gmail.com
Una clínica que sepa escuchar el “en plus” delirante

“Pues esto es la vida, este aullido, este clavarse las uñas en el pecho, este arrancarse la cabellera a
puñados,

este escupirse a los propios ojos, sólo por decir, sólo por ver si se puede decir:

¿es que yo soy? ¿verdad que sí?

¿no es verdad que yo existo y no soy la pesadilla de una bestia?”

Alejandra Pizarnik

Pensar algún modo de síntesis posible de los aportes del presente Seminario de
Posgrado se vuelve una aventura de carácter paradojal, pues los desarrollos teórico-
clínicos recorridos son verdaderos caminos entrecruzados y novedosos, resistentes a
acotarse para cristalizar en un par de páginas sueltas.

Dentro de lo múltiple, seleccionado desde un tintero portador de otros


prometedores paseos, el presente trabajo se esboza sobre lo ya afirmado en las Palabras
Preliminares de la Violencia de la interpretación (Aulagnier, 1975), donde la autora
plantea la necesidad de dejarse interpelar por el encuentro con la psicosis, de modo que
las construcciones teóricas no sigan operando como defensa sino como habilitantes de
la escucha sensible de un discurso con un sentido propio y singular.

En esa línea, se desarrollarán en primer término los aportes de Piera Aulagnier


en relación a la posible experiencia analítica con sujetos psicóticos, en articulación con
el modelo metapsicológico construido que la vuelve pensable. En un segundo apartado
se indagará particularmente sobre la paranoia y las condiciones necesarias para su
advenimiento, en relación a un caso clínico. Para en un tercer momento de síntesis,
pensar al discurso delirante que el sujeto del caso clínico articula en relación con los
riesgos de violencia del analista en el abordaje de la psicosis.

Psicoanálisis y psicosis: las posibilidades de lo nuevo

El comienzo fue el poder circunscribir el obstáculo epistemológico como poder


oír allí donde nadie había podido hacerlo antes, disimulando esta sordera en el supuesto
carácter inabordable e inanalizable del sujeto psicótico. Queda entonces claro el lugar
de las resistencias del campo psicoanalítico hasta el momento, como la trascendencia de

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la obra de Piera Aulagnier no sólo en lo que a la clínica se refiere sino también dentro
de lo ético de su escucha.

Es en el marco de esta deuda al discurso psicótico como ella comienza sus


desarrollos, postulando que el dispositivo analítico no ha podido ver la singularidad de
la relación del Yo de aquel que no es neurótico con el discurso – y, por ende, también
con el Otro- , llevando al consecuente riesgo de repetición de una relación violenta y
desubjetivante dentro de la clínica. Y este atisbo de lo novedoso de un discurso que se
experimenta como “palabra-cosa-acción” es lo que dio lugar a un repensar y replantear
la metapsicología incorporando una forma de actividad psíquica de representación,
originaria y a la vez perenne, excluida de lo cognoscible por todo sujeto a la vez que
construible, paralela a los procesos primario y secundario, que permite acercarnos a la
comprensión del sentido de aquel discurso y de sus modos de producción (Aulagnier,
1975). Ello no es nada menos que la postulación del proceso originario y el desarrollo
del concepto de pictograma, con la construcción de su propia metapsicología dentro del
paradigma del dualismo pulsional freudiano: Eros- Tánatos. Es este originario como
fondo representativo actuante lo que permitió explicar ciertos fenómenos clínicos de la
psicosis, que siguen la lógica “del todo o nada” en la dicotomía fusión-rechazo.

Respecto a la constitución subjetiva, el origen del sujeto se postula en el


encuentro con el mundo. Es la representación de sus efectos lo que le permite a la
psique formarse una representación de sí misma (como actividad representante), y este
hecho es el que pone en marcha la actividad psíquica en sus tres formas de
representación: originaria, primaria y secundaria. Por ende, en lo inaugural confluyen
ese hallazgo del cuerpo y la palabra materna, como “flujo portador y creador de
sentido” (Aulagnier, 1975, p. 33), actuante como violencia primaria simbólica,
estructurante y anticipadora, sostenida en producciones psíquicas de una madre que ha
logrado constituirse como sujeto en falta, y que por lo tanto lleva la marca del Edipo y
de la represión parental. Todo material de las tres formas de representación está
modelado por el trabajo del proceso secundario de la psique materna. En consecuencia,
esta violencia es lo que permite la constitución subjetiva y deseante pues le significa al
niño una prohibición que se anticipa a su propio deseo; y es esta imposibilidad
transmitida de ocupar un lugar que debe permanecer vacante en la escena real (lugar de
objeto edípico de la madre), lo que permite la conservación por parte del Yo de un
umbral de autonomía en la actividad del pensar y en la conducta.

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En la psicosis, Piera Aulagnier plantea cómo el exceso de violencia es lo que
opera contra el Yo y su constitución – ya desde figuraciones del Yo como zona
complementaria y la idea o imagen como objeto complementario (proceso originario),
como también en lo referido al pensar como una función del cuerpo propio que es
mutilada en su autonomía por efecto omnímodo del deseo del Otro (proceso primario) -
, generando un estado de vasallaje, de expropiación de derechos, de descatectización de
su actividad e inmovilización de esta instancia del que solo puede defenderse con la
creación psicótica como suplemento. Es la pérdida de autonomía en el pensar por fuera
del sometimiento al poder-saber maternos - pensar sobre la ausencia de deseo de hijo en
sus orígenes – lo que lleva al Yo a la construcción del pensamiento delirante primario
como modo de iniciar su historización y sostener su resistencia, retomando lo referido
por Freud (1910) en el Historial de Caso Schreber respecto al delirio no como
enfermedad sino como tentativa de curación, de reconstrucción tras la catástrofe del
mundo subjetivo. De este modo, “la psicosis no anula al Yo – sería más exacto decir
que es su obra - pero sí muestra las reducciones y expropiaciones que el Yo paga en ese
caso por su supervivencia” (Aulagnier, 1975, p. 169).

De este modo, la metapsicología de Piera Aulagnier profundiza sobre la


constitución de un sujeto poseedor de tres procesos paralelos de metabolización y
representación, indagando en los modos en que el encuentro con el Otro y con los otros
puede obturar el proceso identificatorio del Yo, proceso que es tanto su construcción
como el alcance de la autonomía en el ejercicio de sus funciones. En lo que refiere
específicamente a la constitución de un espacio donde la psicosis puede advenir, su
concepción de violencia secundaria es central y compleja pues pone en juego la
sexualidad y el propio atravesamiento del Complejo de Edipo por ambos padres, en
tanto ello incide en su deseo de hijo (y por ese hijo), como en lo que sus discursos
articulan y significan en el encuentro con el infans. De este modo, es en la historia del
lugar que ocupa el recién nacido en el fantasma parental como en los efectos del
encuentro con sus palabras y cuidados, donde pueden encontrarse los riesgos de exceso
de una violencia desubjetivante de la que el Yo futuro se defenderá. Ello sin perder de
vista el efecto del discurso cultural como tal, tanto en lo referido al orden simbólico
constituido por signos que remiten a los afectos y a los lugares ocupados en el sistema
de parentesco, signos actuantes como enunciados lingüísticos con poder identificatorio;

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como también en el lugar asignado al sujeto en el sistema social dentro del concepto de
contrato narcisista.

Este marco conceptual que vuelve pensable la psicosis será retomado en el


próximo apartado, en el que se trabajará con un caso las peculiaridades del espacio
donde la paranoia puede advenir.

Odette: los costos de la pureza de la madre

Todo análisis de un historial clínico debe realizarse respetando el


posicionamiento de Piera Aulagnier respecto a los límites de la pretensión de saber, y
estando sobre aviso de los riesgos de la violencia explicativa que ésta tiene. Por ello, se
trabajará desde la idea de condiciones necesarias más no unívocas para intentar
comprender cómo fue la organización del espacio exterior y del discurso que circulaba
en la escena de la realidad – discurso del Otro y discurso de los otros- que llevó al Yo
de Odette a forjar un modo de representación acerca de su relación con el mundo con un
orden causal delirante. Ello sin perjuicio de pensar a la paranoia como un destino donde
el sujeto tiene un rol propio no preformado por el deseo o el discurso de los otros, en
tanto es un intento del Yo de preservar su acceso al campo de la significación creando
sentido donde el discurso del Otro lo ha enfrentado al odio en el lugar de sus orígenes.
De este modo, no es carencia ni pasividad sino la construcción de lo diferente y lo
suplementario.

En el espacio al cual la paranoia puede advenir es central el rol de la realidad


histórica, fundamentalmente el papel de un odio percibido en la misma que obtura la
posibilidad de que el interrogante sobre los orígenes encuentre una respuesta del
portavoz que contenga la relación entre niño-placer-nacimiento y deseo. A diferencia
de las organizaciones familiares y discursivas que la esquizofrenia halla, en la paranoia
es fundante el encuentro con un mito y una historia llena de ruido y conflicto. En
relación a ello, Odette encuentra en su organización el discurso de una madre en el que
está ausente el enlazamiento de placer a su propio nacimiento como a su cuerpo y a sus
funciones – “es escandaloso que se exija que las mujeres den a luz” - ; en él todo logro
del desarrollo de la niña se cuenta sin afecto alguno por una madre que actúa por deber
y seguimiento de prescripciones educativas. Frente a este relato vago y carente de tono
emocional alguno, contrasta el furor y la pregnancia de la historia contada por su madre
de su relación con el padre, figura calificada de perversa, maldita y responsable de todos

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los males. Relato materno de acusación y rechazo del deseo del padre, maquillado bajo
su disfraz de advertencia razonable de los peligros que éste implica.

Es esta constante denegación del placer, lo ininterrumpido de la batalla oída-


vista-relatada, lo que obtura una reelaboración fantaseada de sus orígenes. En Odette
su escena primaria no encuentra material en la realidad para reconfigurarse por el
fantaseante, resultando imposible entonces plantear su nacimiento asociado al doble
deseo como al placer parental. En el discurso de su madre (que se presenta por ella
como el único válido) no se presentan enunciados de placer o de deseo a ella referidos,
en tanto ello implicaría que la madre reconozca que el deseo del padre puede dar placer;
la historia de sus orígenes es opacada o reemplazada por la del odio del padre como
causalidad unívoca e intencional de todo sufrimiento. Siendo menester un cimiento del
Yo que enlace su existencia a un deseo, como la “necesidad de lograr que el odio sea
inteligible, razonable y sensato” (Aulagnier, 1975, p. 262) Odette construye su teoría
delirante sobre el origen en la que se unen conflicto y deseo, donde existe un deseo que
es necesario combatir y otro al cual es preciso aliarse. Construcción delirante de sus
orígenes que oculta el anhelo de muerte hacia la niña, puntapié necesario del Yo como
proceso identificatorio. Pero, a la vez, lógica del odio que funda la relación de Odette
con el mundo una vez que el delirio se instala, cristalizada en su demanda de análisis a
Piera Aulagnier como “una cuestión de vida o muerte” (Aulagnier, 1984, p.158).

Sin embargo, previo al estallido del conflicto psicótico, su pensamiento delirante


primario se mantuvo enquistado bajo un sistema defensivo de elección e idealización de
la imagen materna como de proyección en sus dos progenitores de los dos polos del
conflicto que desgarraba su psiquismo (Aulagnier, 1975). La amenaza de escisión y
descuartizamiento que el sistema proyectivo sofoca se presenta en sus recuerdos
alucinados: miedo al desollamiento, miedo a perder parte de su cuerpo por el esfínter
anal, narrados a la analista con un afecto intenso y totalmente actual. Ellos no son más
que la irrupción del pictograma de rechazo. Esta idealización defensiva absoluta de la
madre por Odette se evidencia en la construcción que ella realiza de su infancia,
fundamentalmente en los acontecimientos interpretados que tienen como fin resguardar
la pureza y el carácter ideal de esta madre. De este modo, Odette se vuelve aliada tanto
del derecho como del deseo del Otro encarnado en su madre, lo que explica la tentación
homosexual propia de la vivencia paranoica en relación a la hermana de su amiga. El
período de calma en su historia, ubicado entre la adolescencia y la primera crisis de

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despersonalización, es entonces un “mundo extraño en el que la homosexualidad
desempeñaba un gran papel” (Aulagnier, 1984, p.165)

Respecto al estallido del conflicto psicótico la autora no aclara en el historial


clínico cuáles pueden postularse como las causas de una descompensación, con la
consecuente creación de un sistema de significaciones delirantes de carácter
persecutorio alrededor de la figura del primer analista. Sin embargo, puede pensarse
cómo la manifestación por el profesional de la exclusión del grupo de trabajo
terapéutico, por su correlación temporal con la aparición de la certeza delirante, puede
haber sido vivida por Odette como la caída en la escena de lo real de una voz y una
escucha que le asegure que su discurso es portador de una verdad comunicable. Ello en
tanto el pensamiento delirante primario solo tiene poder de significación y de
comunicación si busca y encuentra en el portavoz o en un sustituto, la respuesta que
demuestra que la significación es comprensible, que da prueba de verdad a lo enunciado
(Aulagnier, 1975). El primer analista había podido ocupar este lugar desde el primer
momento, pues el saber y la teoría analítica que este vehiculizaba confirmaban y
permitían dar más fuerza y verdad a su teoría infantil sobre el origen, en la que el odio
del padre se reinterpretaba dentro de categorías como perversión, inconsciente y Edipo.
De allí la fascinación al conocerlo, y la búsqueda de convertirse en su analizante. El
rechazo posterior por ese Otro que certificaba la validez de las defensas del Yo, dio
lugar al estallido del delirio con su lógica infranqueable, su certeza inconmovible, y el
vivir como un conflicto inagotable. Solo se existe en contra del otro, perseguidor donde
se proyecta la pulsión sádica de la que se fue objeto desde el nacimiento, discurso de los
orígenes que es preciso recusar para poder ser.

Para concluir, en el apartado siguiente se trabajará sobre algunos señalamientos


clínicos de trabajo con la psicosis, fundamentalmente en los riesgos que este implica y
que se ejemplifican en el historial clínico trabajado donde el primer analista ocupó en la
relación transferencial con Odette el lugar del Otro, actor y ejecutor de la violencia
secundaria de los primeros tiempos, lo que concluyó en el estallido delirante y en la
dimensión persecutoria de relación transferencial.

Dar lugar y escucha. Encuentro e intercambio


Riesgos de una teoría y de una posición analítica que repitan la historia

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En primer lugar, se retoma el planteo de Piera Aulagnier (1975) respecto a la
coexistencia de modelos interpretativos de la psicosis en el campo psicoanalítico que
ocultan el rechazo ante lo incierto y lo inquietante del discurso psicótico con desarrollos
teóricos que obturan toda posibilidad de una clínica. Esta pretensión de saber se
presenta como un colonialismo de ese otro cuyo mensaje queda excluido, imponiéndose
sobre su derecho a hacerse oír las explicaciones causales monolíticas como el uso del
concepto kleiniano de identificación proyectiva y el concepto lacaniano de preclusión
del nombre del padre. Es el señalamiento del dogmatismo como defensa ante lo
perturbador del drama de la locura lo que le permite a ella el hilván de una teoría propia
desde la clínica, que se acerque a la comprensión de las condiciones necesarias, de la
potencialidad psicótica, como del discurso delirante, desde una posición no totalizante
y abierta a lo diferente, y fundamentalmente orientada a una experiencia analítica que
permita al sujeto reforzar la acción de Eros sobre Tánatos, poder adquirir algún derecho
sobre el vivir, el placer y el pensar (Aulagnier, 1984). A las explicaciones basadas en el
abuso del poder-saber del discurso analítico, Piera opone una comprensión teórica que
oriente la escucha pero no aplaste lo singular del trabajo historizador del Yo del
analizante, historia libidinal e identificatoria que da razón de su existencia. De este
modo, el dispositivo analítico se presenta como el encuentro de dos relatos, el del
analizante y el del analista, con el fin de la construcción conjunta de una historia nueva
donde ser sea posible, sin un sometimiento aplastante a los vasallajes del Yo.

Por otro lado, el encuentro analítico es impensable sin plantear la existencia de


una relación transferencial, dado que los efectos de sentido son indisociables de su
carga afectiva (Aulagnier, 1984). En la psicosis, el lugar del Otro ha sido históricamente
un lugar de clausura de la posibilidad de algo nuevo, y es el lugar en el que el sujeto
fácilmente ubica al analista. Ello no fue percibido por el primer analista de Odette, lo
que llevo a la captura de ambos en una transferencia delirante y mortífera, resistente a
toda interpretación que se realice desde ese lugar de poder absoluto. Piera advierte sobre
este otro riesgo del análisis en la psicosis, aportando una exigencia clínica central:
probar al sujeto que se puede estar “en otro lugar”, que esta relación es diferente a la
establecida con sus padres y con el mundo hasta el momento. Y, ese lugar es el de oído
del que habla (Aulagnier, 1984) que no anula el decir del sujeto ni le rehúsa su sentido,
sino que le da el valor de discurso que inaugura una posibilidad de investimiento. Esta

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relación sui generis para el sujeto es lo que permite vislumbrar la posibilidad de salir de
la mismidad de su relación con el mundo, con el Otro y con los otros.

La centralidad de estos dos aportes clínicos - referidos a los riesgos de una teoría
totalizante y por ello sorda, como al lugar transferencial a construir en la psicosis - es lo
que permite comprender también uno de los objetivos clínicos planteados por Piera
Aulagnier en relación a Odette: darle a entender que le convenía tener otra ocupación
diferente a la de terapeuta. Ello en vistas a que el uso de la teoría analítica en su
interpretación delirante le daba el valor de dogma mítico, por lo que no habría
posibilidad de escucha de otros discursos singulares, como por los riesgos de captura de
ese otro analizante en una relación transferencial persecutoria donde prime el sadismo
pulsional.

Lo antedicho pone sobre aviso a todo aquel que se embarque en la aventura de


ocupar el lugar de analista dentro de un dispositivo clínico, recordando la centralidad
del propio análisis, de la supervisión, como de un conocer los textos psicoanalíticos no
para aplastar, sino para poder escuchar desde una teorización flotante dando lugar al
encuentro, a lo nuevo y a lo posible.

8
Bibliografía:

 Aulagnier P., (1984). El aprendiz de historiador y el maestro brujo. Del

discurso identificante al discurso delirante, Buenos Aires: Amorrortu.

 Aulagnier P., (1989). ¿ Problemas psicóticos de la personalidad o psicosis?,

Exposición en el 36to Congreso Internacional de la I.P.A

 Castoriadis Aulagnier P., (1975). La violencia de la interpretación. Del

pictograma al enunciado, Buenos Aires: Amorrortu.

 Freud, S., (1986), «Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente»

(Caso Schreber), Trabajos sobre la técnica psicoanalítica, y otras obras (1911-

1913), Buenos Aires: Amorrortu.

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