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Poemas Mistral Storni, Ibarbourou, Agustini

Este documento presenta poemas de cuatro poetas hispanoamericanas: Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni y Delmira Agustini. Incluye poemas como "Besos" de Gabriela Mistral, "El fuerte lazo" de Juana de Ibarbourou y extractos de poemas de Alfonsina Storni y Delmira Agustini. Los poemas tratan temas como el amor, la maternidad y la naturaleza.

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Poemas Mistral Storni, Ibarbourou, Agustini

Este documento presenta poemas de cuatro poetas hispanoamericanas: Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni y Delmira Agustini. Incluye poemas como "Besos" de Gabriela Mistral, "El fuerte lazo" de Juana de Ibarbourou y extractos de poemas de Alfonsina Storni y Delmira Agustini. Los poemas tratan temas como el amor, la maternidad y la naturaleza.

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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA


Facultad de Humanidades
Departamento de Letras
L5.3.10 Literatura hispanoamericana contemporánea
Dra. Virsa Valenzuela Morales
2020

Poemas de Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Delmira Agustini

Gabriela Mistral mientras la Magdalena con sus besos


(Chile 7 de abril de 1889- fortifica piadosa su agonía.
Nueva York, 10 de enero de 1957) Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
Besos en las bodas humanas se parecen
Hay besos que pronuncian por sí solos a la brisa que juega con las flores.
la sentencia de amor condenatoria, Hay besos que producen desvaríos
hay besos que se dan con la mirada de amorosa pasión ardiente y loca,
hay besos que se dan con la memoria. tú los conoces bien son besos míos
Hay besos silenciosos, besos nobles inventados por mí, para tu boca.
hay besos enigmáticos, sinceros Besos de llama que en rastro impreso
hay besos que se dan sólo las almas llevan los surcos de un amor vedado,
hay besos por prohibidos, verdaderos. besos de tempestad, salvajes besos
Hay besos que calcinan y que hieren, que solo nuestros labios han probado.
hay besos que arrebatan los sentidos, ¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
hay besos misteriosos que han dejado cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
mil sueños errantes y perdidos. y en los espasmos de emoción terrible,
Hay besos problemáticos que encierran llenáronse de lágrimas tus ojos.
una clave que nadie ha descifrado, ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
hay besos que engendran la tragedia te vi celoso imaginando agravios,
cuantas rosas en broche han deshojado. te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
Hay besos perfumados, besos tibios y qué viste después…? Sangre en mis labios.
que palpitan en íntimos anhelos, Yo te enseñe a besar: los besos fríos
hay besos que en los labios dejan huellas son de impasible corazón de roca,
como un campo de sol entre dos hielos. yo te enseñé a besar con besos míos
Hay besos que parecen azucenas inventados por mí, para tu boca.
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes, I
hay besos maldecidos y perjuros. ¡Un hijo, un hijo, un hijo! Yo quise un hijo tuyo
Judas besa a Jesús y deja impresa y mío, allá en los días del éxtasis ardiente,
en su rostro de Dios, la felonía,
en los que hasta mis huesos temblaron de tu
arrullo Al cruzar una madre grávida, la miramos
y un ancho resplandor creció sobre mi frente. con los labios convulsos y los ojos de ruego,
cuando en las multitudes con nuestro amor
Decía: ¡un hijo!, como el árbol conmovido pasamos.
de primavera alarga sus yemas hacia el cielo. ¡Y un niño de ojos dulces nos dejó como ciegos!
¡Un hijo con los ojos de Cristo engrandecidos,
la frente de estupor y los labios de anhelo! En las noches, insomne de dicha y de visiones,
la lujuria de fuego no descendió a mi lecho.
Sus brazos en guirnalda a mi cuello trenzados; Para el que nacería vestido de canciones
el río de mi vida bajando a él, fecundo, yo extendía mi brazo, yo ahuecaba mi pecho...
y mis entrañas como perfume derramado
ungiendo con su marcha las colinas del mundo. El sol no parecíame, para bañarlo, intenso;
2

mirándome, yo odiaba, por toscas, mis rodillas; ¡Bendito pecho mío en que a mis gentes hundo
mi corazón, confuso, temblaba al don inmenso; y bendito mi vientre en que mi raza muere!
¡y un llanto de humildad regaba mis mejillas! ¡La cara de mi madre ya no irá por el mundo
ni su voz sobre el viento, trocada en miserere!
Y no temí a la muerte, disgregadora impura;
los ojos de él libraron los tuyos de la nada, La selva hecha cenizas retoñará cien veces
y a la mañana espléndida o a la luz insegura y caerá cien veces, bajo el hacha, madura.
yo hubiera caminado bajo de esa mirada... Caeré para no alzarme en el mes de las mieses;
conmigo entran los míos a la noche que dura.
II
Ahora tengo treinta años, y mis sienes jaspea Y como si pagara la deuda de una raza,
la ceniza precoz de la muerte. En mis días, taladran los dolores mi pecho cual colmena.
como la lluvia eterna de los polos, gotea Vivo una vida entera en cada hora que pasa;
la amargura con lágrimas lentas, salobre y fría. como el río hacia el mar, van amargas mis venas.

Mientras arde la llama del pino, sosegada, Mis pobres muertos miran el sol y los ponientes
mirando a mis entrañas pienso qué hubiera sido con un ansia tremenda, porque ya en mí se
un hijo mío, infante con mi boca cansada, ciegan.
mi amargo corazón y mi voz de vencido. Se me cansan los labios de las preces fervientes
que antes que yo enmudezca por mi canción
Y con tu corazón, el fruto de veneno, entregan.
y tus labios que hubieran otra vez renegado.
Cuarenta lunas él no durmiera en mi seno, No sembré por mi troje, no enseñé para hacerme
que sólo por ser tuyo me hubiese abandonado. un brazo con amor para la hora postrera,
cuando mi cuello roto no pueda sostenerme
Y en qué huertas en flor, junto a qué aguas y mi mano tantee la sábana ligera.
corrientes
lavara, en primavera, su sangre de mi pena, Apacenté los hijos ajenos, colmé el troje
si fui triste en las landas y en las tierras con los trigos divinos, y sólo a Ti espero,
clementes, ¡Padre nuestro que estás en los cielos!, recoge
y en toda tarde mística hablaría en sus venas. mi cabeza mendiga, si en esta noche muero.

Y el horror de que un día, con la boca quemante Juana d Ibarbourou


de rencor, me dijera lo que dije a mi padre: Uruguay 1892-1979
«¿Por qué ha sido fecunda tu carne sollozante El fuerte lazo
y se henchieron de néctar los pechos de mi Crecí
madre?» para ti.
Tálame. Mi acacia
Siento el amargo goce de que duermas abajo implora a tus manos su golpe de gracia.
en tu lecho de tierra, y un hijo no meciera Florí
mi mano, por dormir yo también sin trabajos para ti.
y sin remordimientos, bajo una zarza fiera. Córtame. Mi lirio
al nacer dudaba ser flor o ser cirio.
Porque yo no cerrara los párpados, y loca Fluí
escuchase a través de la muerte, y me hincara, para ti.
deshechas las rodillas, retorcida la boca, Bébeme. El cristal
si lo viera pasar con mi fiebre en su cara. envidia lo claro de mi manantial.
Alas di
Y la tregua de Dios a mí no descendiera: por ti.
en la carne inocente me hirieran los malvados, Cázame. Falena,
y por la eternidad mis venas exprimieran rodeé tu llama de impaciencia llena.
sobre mis hijos de ojos y de frente extasiados. Por ti sufriré.
¡Bendito sea el daño que tu amor me dé!
3

¡Bendita sea el hacha, bendita la red, Y siento, en la vacuidad


y loadas sean tijeras y sed! del cerebro sin sueño, la voluptuosidad
Sangre del costado del placer infinito, dulce y desconocido,
manaré, mi amado. de un minuto de olvido.
¿Qué broche más bello, qué joya más grata, Llueve, llueve, llueve,
que por ti una llaga color escarlata? y tengo en alma y carne, como un frescor de
En vez de abalorios para mis cabellos nieve.
siete espinas largas hundiré entre ellos.
Y en vez de zarcillos pondré en mis orejas, El dulce milagro
como dos rubíes, dos ascuas bermejas. ¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Me verás reír Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
viéndome sufrir. Mi amante besóme las manos, y en ellas,
Y tú llorarás. ¡Oh gracia! brotaron rosas como estrellas.
Y entonces… ¡más mío que nunca serás!
Y voy por la senda voceando el encanto
Amor Y de dicha alterno sonrisa con llanto
El amor es fragante como un ramo de rosas. Y bajo el milagro de mi encantamiento
Amando, se poseen todas las primaveras. Se aroman de rosas las alas del viento.
Eros trae en su aljaba las flores olorosas
de todas las umbrías y todas las praderas. Y murmura al verme la gente que pasa:
Cuando viene a mi lecho trae aroma de esteros, —«¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
de salvajes corolas y tréboles jugosos. ¡Dice que en las manos le han nacido rosas
¡Efluvios ardorosos de nidos de jilgueros, Y las va agitando como mariposas!»
ocultos en los gajos de los ceibos frondosos!
¡Toda mi joven carne se impregna de esa esencia! ¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
Perfume de floridas y agrestes primaveras Un milagro de éstos y que sólo entiende,
queda en mi piel morena de ardiente Que no nacen rosas más que en los rosales
transparencia Y que no hay más trigo que el de los trigales!
perfumes de retamas, de lirios y glicinas.
Amor llega a mi lecho cruzando largas eras Que requiere líneas y color y forma,
y unge mi piel de frescas esencias campesinas. Y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: —«Voy con la dulzura»,
Bajo la lluvia De inmediato buscan a la criatura.
¡Cómo resbala el agua por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda, Que me digan loca, que en celda me encierren,
y pone en mis mejillas su frescura de nieve! Que con siete llaves la puerta me cierren,
Llueve, llueve, llueve, Que junto a la puerta pongan un lebrel,
y voy, senda adelante, Carcelero rudo, carcelero fiel.
con el alma ligera y la cara radiante,
sin sentir, sin soñar, Cantaré lo mismo: —«Mis manos florecen.
llena de la voluptuosidad de no pensar. Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen».
Un pájaro se baña ¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
en una charca turbia. Mi presencia le extraña, De un inmenso ramo de rosas de Francia!
se detiene… me mira… nos sentimos amigos…
¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!
Después es el asombro Mujer
de un labriego que pasa con su azada al hombro Si yo fuera hombre, ¡qué hartazgo de luna,
y la lluvia me cubre de todas las fragancias de sombra y silencio me había de dar!
de los setos de octubre. ¡Cómo, noche a noche, solo abularía
Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado por los campos quietos y por frente al mar!
como un maravilloso y estupendo tocado Si yo fuera hombre, ¡qué extraño, qué loco,
de gotas cristalinas, de flores deshojadas tenaz vagabundo que había de ser!
que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
4

¡Amigo de todos los largos caminos Yo soy como la loba,


que invitan a ir lejos para no volver! Quebré con el rebaño
Cuando a mí me acosan ansias andariegas Y me fui a la montaña
¡qué pena tan honda me da ser mujer! Fatigada del llano.

Tú me quieres blanca
Alfonsina Storni Tú me quieres alba,
Argentina, 1892- 1938) me quieres de espumas,
Yo soy como la loba.  me quieres de nácar.
Quebré con el rebaño Que sea azucena
Y me fui a la montaña Sobre todas, casta.
Fatigada del llano. De perfume tenue.
Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley, Corola cerrada .
Que no pude ser como las otras, casta de buey
Con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza! Ni un rayo de luna
Yo quiero con mis manos apartar la maleza. filtrado me haya.
Mirad cómo se ríen y cómo me señalan Ni una margarita
Porque lo digo así: (Las ovejitas balan se diga mi hermana.
Porque ven que una loba ha entrado en el corral Tú me quieres nívea,
Y saben que las lobas vienen del matorral). tú me quieres blanca,
¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño! tú me quieres alba.
No temáis a la loba, ella no os hará daño. 
Pero tampoco riáis, que sus dientes son finos Tú que hubiste todas
¡Y en el bosque aprendieron sus manejos felinos! las copas a mano,
No os robará la loba al pastor, no os inquietéis; de frutos y mieles
Yo sé que alguien lo dijo y vosotras lo creéis los labios morados.
Pero sin fundamento, que no sabe robar Tú que en el banquete
Esa loba; ¡sus dientes son armas de matar! cubierto de pámpanos
Ha entrado en el corral porque sí, porque gusta dejaste las carnes
De ver cómo al llegar el rebaño se asusta, festejando a Baco.
Y cómo disimula con risas su temor Tú que en los jardines
Bosquejando en el gesto un extraño escozor... negros del Engaño
Id si acaso podéis frente a frente a la loba vestido de rojo
Y robadle el cachorro; no vayáis en la boba corriste al Estrago.
Conjunción de un rebaño ni llevéis un pastor...
¡Id solas! ¡Fuerza a fuerza oponed el valor! Tú que el esqueleto
Ovejitas, mostradme los dientes. ¡Qué pequeños! conservas intacto
No podréis, pobrecitas, caminar sin los dueños no sé todavía
Por la montaña abrupta, que si el tigre os acecha por cuáles milagros,
No sabréis defenderos, moriréis en la brecha. me pretendes blanca
Yo soy como la loba. Ando sola y me río (Dios te lo perdone),
Del rebaño. El sustento me lo gano y es mío me pretendes casta
Donde quiera que sea, que yo tengo una mano (Dios te lo perdone),
Que sabe trabajar y un cerebro que es sano. ¡me pretendes alba!
La que pueda seguirme que se venga conmigo. 
Pero yo estoy de pie, de frente al enemigo, Huye hacia los bosques,
La vida, y no temo su arrebato fatal vete a la montaña;
Porque tengo en la mano siempre pronto un límpiate la boca;
puñal. vive en las cabañas;
El hijo y después yo y después... ¡lo que sea! toca con las manos
Aquello que me llame más pronto a la pelea.  la tierra mojada;
A veces la ilusión de un capullo de amor alimenta el cuerpo
Que yo sé malograr antes que se haga flor. con raíz amarga;
5

bebe de las rocas; ¡Hierro al rojo mi vida! ¿Cómo pude durar?


duerme sobre escarcha;
renueva tejidos Alma mía, la sola; tu limpieza, escondida
con salitre y agua: con orgullo sombrío, nadie la arrullará;
si en música divina fuera el alma dormida,
Habla con los pájaros el alma, comprendiendo, no despertara ya.
y lévate al alba.
Y cuando las carnes Tengo sueño mujeres, tengo un sueño profundo.
te sean tornadas, Oh, humanos, en puntillas el paso deslizad;
y cuando hayas puesto mi corazón susurra: me haga silencio el mundo,
en ellas el alma y mi alma musita fatigada: ¡callad!...
que por las alcobas
se quedó enredada, Delmira Agustini
entonces, buen hombre, (Uruguay 1886 -1914)
preténdeme blanca,
preténdeme nívea, Íntima
preténdeme casta. Yo te diré los sueños de mi vida
en lo más hondo de la noche azul...
Mi alma desnuda temblará en tus manos,
Van pasando mujeres sobre tus hombros pesará mi cruz.
Cada día que pasa, más dueña de mí misma,
sobre mí misma cierro mi mirada interior; Las cumbres de la vida son tan solas,
en medio de los seres la soledad me abisma. ¡tan solas y tan frías! Yo encerré
Ya ni domino esclavos ni tolero señor. mis ansias en mi misma, y toda entera
como una torre de marfil me alcé.
Ahora van pasando mujeres a mi lado
cuyos ojos trascienden la divina ilusión. Hoy abriré a tu alma el gran misterio;
El fácil paso llevan de un cuerpo aligerado: ella es capaz de penetrar en mí.
se ve que poco o nada les pesa el corazón. En el silencio hay vértigos de abismos:
yo vacilaba, me sostengo en ti.
Algunas tienen ojos azules e inocentes;
van soñando embriagadas, los pasos al azar; Muero de ensueños; beberé en tus fuentes
la claridad del cielo se aposenta en sus frentes puras y frescas la verdad; yo sé
y como son muy finas se les oye soñar. que está en el fondo magno de tu pecho
el manantial que vencerá mi sed.
Sonrío a su belleza, tiemblo por sus sueños;
el fino tul de su alma, ¿quién lo recogerá? Y sé que en nuestras vidas se produjo
Son pequeñas criaturas, mañana tendrán dueños, el milagro inefable del reflejo...
y ella pedirá flores..., y él no comprenderá. En el silencio de la noche mi alma
llega a la tuya como un gran espejo.
Les llevo una ventaja que place a mi conciencia:
los sueños que ellas tejen no los supe tejer, ¡Imagina el amor que habré soñado
y en mis manos ignorantes no perdí mi inocencia. en la tumba glacial de mi silencio!
Como nunca la tuve, no la pude perder. Más grande que la vida, más que el sueño,
bajo el azur sin fin se sintió preso.
Nací yo sin blancura; pequeña todavía
el pequeño cerebro se puso a combinar; Imagina mi amor, mi amor que quiere
cuenta mi pobre madre que, como comprendía, vida imposible, vida sobrehumana,
yo aprendí temprano la ciencia de llorar. tú sabes que si pesan, si consumen
alma y sueños de olimpo en carne humana.
Y el llanto fue la llama que secó mi blancura
en las raíces mismas del árbol sin brotar, Y cuando frente al alma que sentía
y el alma está candente de aquella quemadura. poco el azur para bañar sus alas
6

como un gran horizonte aurisolado cabezas que son rosa, la rosa del ensueño,
o una playa de luz, se abrió tu alma: cabezas que se doblan en cojines de abismo,
cabezas que quisieran descansar en el cielo,
¡Imagina! ¡Estrechar, vivo, radiante algunas que no alcanzan a oler a primavera,
el imposible! ¡La ilusión vivida! y muchas que trascienden a las flores de invierno.
Bendije a Dios, al sol, la flor, el aire Todas esas cabezas me duelen como llagas…
¡la vida toda porque tu eras vida! me duelen como muertos…

Si con angustia yo compre esta dicha, ¡Ah…! y los ojos…los ojos me duelen más: ¡son
¡bendito el llanto que manchó mis ojos! dobles..!
¡Todas las llagas del pasado ríen Indefinidos, verdes, grises, azules, negros,
al sol naciente por sus labios rojos! abrasan si fulguran,
son caricias, dolor, constelación, infierno.
¡Ah! tú sabrás mi amor; mas vamos lejos, Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas,
a través de la noche florecida; se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.
acá lo humano asusta, acá se oye, Ellos me dieron sed de todas esas bocas…
se ve, se siente sin cesar la vida. de todas esas bocas que florecen mi lecho:
vasos rojos o pálidos de miel o de amargura
Vamos más lejos en la noche, vamos con lises de armonía o rosas de silencio,
donde ni un eco repercuta en mí, de todos esos vasos donde bebí la vida,
como una flor nocturna allá en la sombra de todos esos vasos donde la muerte bebo…
me abriré dulcemente para ti. El jardín de sus bocas, venenoso, embriagante,
en donde respiraban “sus almas” y “sus cuerpos”.
Con tu retrato Humedecido en lágrimas
Yo no sé si mis ojos o mis manos han rodeado mi lecho…
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos sobrehumanos, Y las manos, las manos colmadas de destinos,
todo tu Yo de Emperador innato secretas y alhajadas de anillos de misterio…
Hay manos que nacieron con guantes de caricia,
amanece a mis ojos, en mis manos. manos que están colmadas de la flor del deseo,
¡Por eso, toda en llamas, yo desato manos en que se siente un puñal nunca visto,
cabellos y alma para tu retrato, manos en que se ve un intangible cetro;
y me abro en flor!… Entonces, soberanos pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes,
en todas, todas ellas, puede engarzar un sueño.
de la sombra y la luz, tus ojos graves Con tristeza de almas se doblegan los cuerpos,
dicen grandezas que yo sé y tú sabes… sin velos, santamente vestidos de deseo.
y te dejo morir… Queda en mis manos Imanes de mis brazos, panales de mi entraña
como invisible abismo se inclinan en mi lecho…
una gran mancha lívida y sombría… ¡Ah, entre todas las manos, yo he buscado tus
¡Y renaces en mi melancolía manos!
formado de astros fríos y lejanos! Tu boca entre las bocas, tu cuerpo entre los
cuerpos,
Mis amores de todas las cabezas yo quiero tu cabeza,
Hoy han vuelto. de todos esos ojos, ¡tus ojos sólo quiero!
Por todos los senderos de la noche han venido Tú eres el más triste, por ser el más querido,
a llorar en mi lecho. tú has llegado el primero por venir de más lejos…
¡Fueron tantos, son tantos! ¡Ah, la cabeza oscura que no he tocado nunca
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto. y las pupilas claras que miré tanto tiempo!
Me lloraré yo misma para llorarlos todos. Las ojeras que ahondamos la tarde y yo
La noche bebe el llanto como un pañuelo negro. inconscientes,
Hay cabezas doradas a sol, como maduras… la palidez extraña que doblé sin saberlo,
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio, ven a mí: mente a mente;
cabezas coronadas de una espina invisible, ven a mí: cuerpo a cuerpo.
7

Tú me dirás que has hecho de mi primer suspiro…


Tú me dirás que has hecho del sueño de aquel
beso…
Me dirás si lloraste cuando te dejé solo…
¡Y me dirás si has muerto…!

Si has muerto,
mi pena enlutará la alcoba lentamente,
y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo.
Y en el silencio ahondado de tinieblas,
y en la tiniebla ahondada de silencio,
nos velará llorando, llorando hasta morirse
nuestro hijo: el recuerdo.

Amor
Lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
Era un amor desbordado de locura y de fuego,
Rodando por la vida como en eterno riego.

Luego soñélo triste, como un gran sol poniente


que dobla ante la noche su cabeza de fuego:
despues rió, y en su boca tan tierna como un
ruego,
sonaba sus cristales el alma de la fuente.

Y hoy sueño que es vibrante, y suave, y riente y


triste,
que todas las tinieblas y todo el iris viste,
que frágil como un ídolo y eterno como un Dios

Sobre la vida toda su majestad levanta:


y el beso cae ardiendo a perfumar su planta
en una flor de fuego deshojada por dos...

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