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Atlas Poético - Versión 2014

Este documento contiene varios poemas cortos sobre diferentes lugares de Argentina. Cada poema describe aspectos geográficos, culturales o históricos de una provincia o región en particular.

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Silvia Rivas
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ATLAS POÉTICO

Silvia Rivas

palindramo@gmail.com
ATLAS POÉTICO

Silvia Rivas
JUJUY

EL PUCARÁ

Es mejor ser pirca


y filo en el viento del oeste,
iracundo,
irremediable.

Es mejor ser pirca.


Custodio de las guaguas
alimentadas en la espina.

Ser pirca.
Brotar desde los ojos de las cumbres.
Elevarse en los siglos del estaño.
ÚLTIMA VICUÑA

Desde la cima del viento


soy la que libra la batalla inútil
la que no tiene arcano,
a quien resbalan siluetas de pájaros
sobre últimos huesos.
Pero hay un sol detrás de los cerros.
Un sol que conoce mis guerras.

Veo cruzar
las orillas del fuego,
las de las bramas.
No saber los imperios sumisos de la sal.
Veo
pájaros que caen
mientras se olvidan los caminos de las piedras.

Pero hay un sol detrás de los cerros.


Pero hay un sol.
SALTA

TREN DE LAS NUBES

Como el ave que se untó de ríos tribales


se puso a derrotar piedras.
Templó espinas, dio color al silencio.
Va repitiendo, de a erkes,
que no existe soledad
porque está poblada de almas.
Y roza la cima del sol.
Evoca metales, lluvias de albahaca
y regresa con voz baguala
sin creer jamás
que la muerte pueda llegar a ser cierta.

CAMINO CALCHAQUÍ

El cielo
desciende por el cobre de los pájaros
hasta hacerse raíz en las acequias.

Es desde el fuego que se unta el viento


con esas voces
que los holocaustos no pueden.
Es al malón que avanza el camino
desde el polvo de las lanzas
hasta el sol de las espinas.
DANZA DEL JAGUAR

Hombre soy
arena caliente, pájaro que no cesa.

Llevo bruma, las primeras aguas,


una lluvia que viene del fuego

noche, cacería,
un trópico enclavado en las flechas.

Hombre soy,
madera felina,
cardinal selva

casta de solsticios,
días que serpentean.

Arena que se hace hombre,


de ir buscando la tierra.

Arena,
jungla,
tempestad,
que toro
y jaguar
no se mezclan.
TUCUMÁN

LOS MENHIRES

Arenisca en pie
revela escritura de estrellas
y hay anuncio de gemas en el desierto.

En su primera fe
la tierra concibe lunas grávidas.

COLIBRÍES

Verdes primarios…
Trazos del huayra
sobre el diluvio.
CATAMARCA

SHINCAL

Hay un tiempo que crece en el revés de la pirca


por la estatura de las abras.

Señales de toba
reescriben caminos de azufre,
pueblan salares,
descifran el fuego.

Con flores de viento


enjugan guerras de dioses mercenarios.

ALGARROBO

Tal vez por ley de la travesía,


uno elige el camino de la greda.
Por aquello que del desamparo
aprenden los algarrobos.
Ser madera.
Ser agua.
Ser pan.
Ser.
A pesar de la ausencia.
LA RIOJA

TALAMPAYA

Por la esfinge del río,


erguido,
soberano,
naufraga el sol
polvareda de ánimas.

A lo llanisto,
anuncia el viento
viejas furias de la tierra.

Con la oscura transparencia de los ángeles rebeldes.

GUAJA

Esa porfía de andar por el revés del sol,


al ras de las tunas
afilando siempre la cuesta
hasta verla huir con los tigres que se hacen polvareda.
SANTIAGO DEL ESTERO

SACHAYOH1

En mareas de sal, intuye resina.


Camina por savias.
Habita cortezas.
Devela rostros profanos
al descifrar hogueras.

Un leño
expira verde
la muerte de otro mundo
y él
enmudece de monte la herejía.

GUASAYÁN

Tatuado en vetas de vinal


el tiempo se queda sin palabras
y halla en el cenit del monte su más íntimo rastro.

Los crespines del cielo bastan


para constelar el silencio.

1
Espíritu protector del monte santiagueño.
CHACO

IMPENETRABLES

Recobran desde el limo sus voces mutiladas


entre deidades que traicionan la arcilla.

El día precario se les dilata sin rostro.

Sahúman balsas
con timbúes que aún no despiertan,
que sostienen apenas
sus breves huesos.

Pero no creen en otra tempestad


que en la de mistoles a cielo descarnado.

RESISTENCIA

Al desposeído cenit
se yergue bicéfala,
arcillente.

Crece
debajo del día,
allí, donde los cristos se visten de intemperie.

Con raído vientre


alumbra profecías vulneradas,
único rostro del milagro.
FORMOSA

QUEBRACHO

Para morir
no le alcanzan las sustancias de la guerra.

Canta
como un náufrago
en la planicie desteñida.

Le bastan
esos colores que no tienen profetas
para redimir la savia
de tanto horizonte sin amparo.

VINAL

Respira apenas su causa invisible


con recuerdos enverdecidos del crepúsculo.
Y como si hubiera balsa en su diluvio de arena
inventa un rescate al sol,
de cara a dioses destronados.
Cree más en la utopía
que en los pasos dispersos alrededor del hambre
y deriva sin dios por la tierra magra.

Nadie recordará su gesta flagelada.


Nadie conoce el lugar de la cruz que más sangra.
CORRIENTES

YAGUARETÉ

Descifró del búho cada oscuridad


Leyó en el agua dulce la fe de sus ancestros.
Ofició laberintos de caranday.
Creyó en todas las lunas y se hizo súbdito del bosque.

Solamente el hombre llega a confundir sus dioses.

IBERÁ

Un arpegio
roza el último enigma de la sangre.

Bajan estrellas
hasta el más antiguo mburucuyá del agua.

Y una flor asciende poblada de brillos germinales.


MISIONES

IGUAZÚ

¡A ver! Que descienda de una vez esa lluvia


capaz de encarnar en el idioma del agua
la voz infinita del tiempo.
Que entregada a estos basaltos
pulse rebeldías en el corazón de la tierra.
Para perpetuar la sangre virgen del mundo.

AGUARÁ GUAZÚ

Talar serpientes veo a los que no danzan...


¡Arrancar las palmeras cardinales!

No saben que hay,


entre la noche y la lluvia,
tacuaras que llegan al ave
sin creer en el diluvio de la carne ni de las máscaras...

que hay guerreros


que olvidan sus pies de barro
bebiendo de esta sangre...
que un dios revela,
desde estos ojos,
otro color para la guerra...

¡Talar serpientes!
¡Arrancar las palmeras cardinales!

No saben...
No.
Porque no danzan.
ENTRE RÍOS

PALMAR

Trazos de yatay signan el crepúsculo.


En lenguaje urutaú,
invocan un plenilunio.

Entonces,
madera y noche,
resuelven en palmares
las cifras fugitivas de la arena.

PARANÁ

Oriunda de los tigres cardinales,


el agua se agazapa insomne
y entonces,
halla su imperio de arena virgen.
Se inviste de escamas,
inscribe en la madera todos los nombres del tiempo,
y sale a buscar al cielo aves que regresen de la arcilla.

SANTA FE

VILLA GUILLERMINA

Arcilla silente.

Ave embebida de ocaso


invoca en su vuelo colores nativos:
sabanas, castaños, eneros...

Pero no hay dioses que puedan responder.


El último tren ha partido sin memoria.

LOBIZÓN

El sol es fuego.
El aire vibra sobre el río de siempre
y como esas palmeras que saben sostener el mundo
vuelve a conjurar la espina.
Alguien necesitó, hace tiempo, una piel ajena y vistió la suya.
“Lobizón” lo llamaron -a él, no al usurpador-.
Es que los hombres proliferan en extrañas civilizaciones
y creen poblar aldeas. Van con tanta prisa
que no pueden sentir la lluvia.
Asfixian la tierra con fuegos avaros,
con esas aguas amargas de que son capaces
y le inventan un pecado, al que suelen llamar original.

GUASUNCHO2

Haber probado cada máscara de la muerte.


Perdido orilla del río.
Visto destemplarse el timbó sobre la arena desguazada.
Desmembrarse colibríes en tormentas apócrifas.
Pero sangre y misterio corren salobres.
Y otra vez se encauzan a la cacería.

2
Celebración religiosa de la comunidad toba, que habita el chaco santafecino.
BUENOS AIRES

BUENOS AIRES

Funyis, filos, corajes orilleros.


Rosadas esquinas
en la historia que no se nombra.

Solitarios y errantes pasos muertos


en el vértigo de un tiempo
que nadie recuerda.

Caótica, inmemorial.
Como la irremediable sensatez de la locura.

EL CENTINELA

Untada la tez
con los últimos fuegos del ocaso,
su vigilia exorciza la llanura.

Alma de mujer
lo protege con señales de retama.

El pampero le inculcó coraje,


y por la tosca,
supo que custodiar el tiempo
es gloria de pocos elegidos.
LA PAMPA

LIHUEL CALEL

Porque no beatifican corolas


las aguas que van de prisa,
se crece en pampas abiertas.
Porque las fieras no se agazapan
en paradores conversos
se pertenece a la rebelión de los espinales.

Si se nace en estos montes,


se ha de vivir en guardia
y se investirá a cada roca
con nombre para la guerra.

Y no se morirá en combate.
A la monta de un potro oscuro
se ha de volver,
como el pampero,
enervando el polvo de la sierra.

CALDÉN

El pajonal
que arde,
la arena
que se bifurca.
La planicie
cíclica
remota
sin nombre.

- Instinto de espina pampa,


saber las aguas secretas-.
MENDOZA

PUENTE DEL INCA


El viejo pueblo del Sol
es grieta
al llamado del agua.

Cada guerra
se gana al salitre,
al metal de las peñas.

Y la piedra
desciende de utopía.

ACONCAGUA

En la boca del sueño me tiene la montaña


con su tiempo de marea antigua.
Y me crecen pasajeros alados
en constelaciones que nadie puede ver desde las brújulas.
Alguien me sueña
y los días anidados en el viento
elevan la cumbre de los pájaros.
Y regreso a mi nombre clavado en la piedra,
ese que va con el fuego,
mientras los ríos corren y la tierra vuelve a su deriva
para recobrar batalla.
SAN JUAN

GUANACACHE

La tierra vuelve a sus huesos.


No ha sabido morir de travesía.
Sólo poblar de voces tanta greda.
Descender a su remoto nombre
hasta alcanzar color de agua
y regresar a sus verdes
cada ceniza emigrada del olvido.

HUAYQUERÍAS

Pájaros de antiguos solsticios


beben de la espina y siempre.
Arden con el sol de azufre,
ásperos,
metal y piedra.
Vivos,
espina y siempre.
SAN LUIS

LAS QUIJADAS

No cesa el cielo de crecer hacia la tierra,


detenerse
en los rojos ariscos;
sumergirse
como un guerrero o un ángel
en la corteza sedienta
y ascender farallón.
Amurallar la sangre caída en el borde del mundo.
Erguir cada hueso
después de los huesos.

SOY CÓNDOR

Ya no tengo tiempo para morir.


Me declaro recién nacido en el ojo de la tormenta,
agazapado y desnudo;
sangre en las huestes de la ceniza,
esas, que humo y metal, elevan cordilleras.

Ahora, ya pura flecha,


voy a untar para siempre mi marca y sus antípodas.

Ahora, al filo de estos farallones,


me declaro a salvo.
Todo sangre. Al sol.
Insurrecto. Rojo.

Recién nacido.
CÓRDOBA

ALTO ONGAMIRA

Hacia el exilio de águilas truncas


quedan los días por venir.
Con ropaje de última sangre.

Hasta el vacío se derrumba


en la ingravidez
de tanta flor desmembrada.

Sólo aguas patriarcales


se atreven a regresar.

DESDE EL SUQUÍA

Enramar afán y adobe,


guarecerse en las espinas.

Ser del agua frutal


primitiva corteza, última morada.

Ser escritura silvestre en los telares y las piedras.

Rudimentaria y gris,
como la impenetrable libertad de los suríes.
NEUQUÉN

NGUILLATÚN

A la vera del pehuén


el sendero alcanza otoño y dios.

Pueblo, azufre, semilla,


giran en cantos frutales,
nutren el andar pardo de la tierra.

Trascienden,
sin holocausto,
cada final de mundo.

COPAHUE

Hay un cóndor en la cima de los truenos patriarcales


que vuelve a decir su fe con la primera voz del azufre,
a declarar por cada cielo
la misma guerra,
el mismo dios.
RÍO NEGRO

YO HUEMUL

Desde mi voz
la nieve toca último cielo.

Hay incienso,
flagelos de brama,
orillas sedientas.

Muta la cima en voces profanas que me nombran.


Soy la ira final del trueno,
el que busca al último dios en números de un diluvio.

El que sangra por el eco de sus guerras.


NAHUEL HUAPI

Y hoy
acaso quiera volver al mar distante,
recoger albas,
sumirse en caracolas.

O busque la señal
de ese morador olvidado
en la estatura de la piedra
y se agazape por raíces arrayanas.

Tal vez
vuelva a guarecerse en el agua ebanista,
a danzar con los kultrunes
bajo estrellas de canelo.

Porque ninguna muerte


es cierta
cuando se nace patriarca.
CHUBUT

PENÍNSULA DE VALDES

Agua nodriza
fecunda pleamares
de a espuma y vuelos.

EL EXPRESO

Madera y viento para ser camino.

Andar por el revés del polvo


y desencrucijar el agua.
Volverse a untar de arena nómade
desde el relámpago ancestral
hasta el último diluvio.
SANTA CRUZ

BOSQUES PETRIFICADOS

Entregada a la fe de la meseta
cuando la revelación del fuego,
su memoria de bosque
persigna la piedra
invoca araucarias.

Desde el voto de ceniza.

Para que piedra, bosque y fuego


regresen en trinidad
desde el último día del agua.

CHALTÉN

Descendió por la épica tormenta


a la nieve azulada,
casi invisible.

Bebió tempestades,
emergió en cisnes
hasta tocar alba con pétalos de amancay,
suavemente,
a través del rocío.

Quiso entonces conocer el fuego


y guerreó en magmas
con el aura de los héroes
para victoria
y cerro inmortal
de ceniza y de viento.
TIERRA DEL FUEGO

FAGNANO

Son forasteras
las aguas que emergen en bahía
hacia el poniente y sus pleamares.

Porque así
el alba toca proa y fuego
quebrando la noche de las máscaras.

ALBATROS

Ahora
que aprendí cada nombre de la arena,
voy a entrar en proa, hasta la llama cardinal,
y unir el borde de las aves
con las ancestrales piedras.
Mis manos
ya atraviesan montaña.
El viento, que no sabe partir,
agita las venas del rayo.
Ahora
los cordeles son pájaros
que el día eleva como una danza de fuego.
Ahora
ya todo es viento,
ave profunda.
Puro sur.

Infinitamente sur
y piedra.
MALVINAS

Sólo rocamadre en las manos


para conjurar desguaces,
para cargar con esa cruz que no se nombra.

Soles negros en los huesos de la proa.


Sólo ceniza
en la marea de albatros.

ANTARTIDA

Al otro lado del mundo


vuelve a recluirse un matiz en lo absoluto del agua.

A crecer
en vidas que acaso no comprenda,
pero que nunca habrá de abandonar.

Hasta esa memoria sin guerra,


intacta allí,
en el vientre de las sombras blancas.

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