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I.A.E.I. detección de la orientación solar.
1. INTRODUCCIÓN.
1.1. Energía solar fotovoltaica.
La energía solar fotovoltaica permite transformar la radiación proveniente del
sol en energía eléctrica utilizando para ello células fotovoltaicas. Ésta tiene muchas
ventajas frente a otro tipo de energías, ya que se trata de una energía con escaso
impacto medio ambiental debido a la pequeña producción de residuos perjudiciales
para el medio ambiente. Otra de sus principales ventajas es su extensa distribución a lo
largo de toda la superficie terrestre, lo que permite la implementación de sistemas de
captación de energía solar en prácticamente cualquier punto del planeta. Este último
hecho produce un ahorro en el traslado de energía y, permite a su vez, obtener
energía eléctrica con independencia de las compañías suministradoras. Los sistemas de
captación de energía solar tienen un mantenimiento sencillo, por lo que sus costes son
reducidos; lo que los hace atractivos frente a otros sistemas de costes más elevados.
A pesar de las numerosas ventajas que presentan los sistemas de energía
fotovoltaica, éstos tienen una serie de desventajas que es necesario analizar a
continuación. En primer lugar, este tipo de sistemas tienen un impacto visual negativo
si no se tiene en cuenta su integración en el entorno a la hora de instalarlos. En la
actualidad, se están llevando a cabo muchos proyectos donde sistemas de este tipo se
integran en el diseño arquitectónico, mejorando la eficiencia energética de los edificios
a la vez que se reduce el impacto visual negativo de estos sistemas. Por otra parte, en
el caso de grandes instalaciones, conocidas con la denominación de “huerto solar”,
cabe la posibilidad de que afecten al ecosistema existente en la zona debido a su gran
extensión. Por último, desde el punto de vista medio ambiental existe un importante
inconveniente. En algunos sistemas fotovoltaicos se utilizan baterías para almacenar la
energía, las cuales poseen agentes químicos que pueden llegar a ser peligrosos para el
entorno ambiental.
A pesar de los inconvenientes nombrados, y algunos más que se irán
mencionando con posterioridad, la energía solar que incide sobre la superficie
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terrestre es aproximadamente 4000 veces superior a la que se consume, lo que la hace
una fuente de energía prácticamente inagotable.
Para desarrollar adecuadamente el diseño de sistemas de captación es
necesario conocer una serie de características y conceptos básicos de este tipo de
energía, los cuales se exponen a continuación.
1.1.1 Tipos de energía solar.
La energía solar se puede clasificar en tres tipos, en función de cómo inciden los
rayos solares sobre la superficie terrestre. Éstos son los siguientes:
Directa Æ energía recibida desde el sol sin que se desvíe en su paso por
la atmosfera.
Albedo Æ energía directa y difusa que se recibe por reflexión en el
suelo y otras superficies próximas.
La energía directa es la mayor y más importante, aunque esta proporción varía
en función de las condiciones medioambientales. En los días nublados, la proporción
de energía directa con respecto a la total disminuye, mientras que en los días soleados,
esta proporción aumenta considerablemente. Además de las condiciones
medioambientales (sobre las que se tiene escaso control), es necesario tener en
cuenta el entorno, ya que éste puede influir claramente en el tipo de radiación que
termina incidiendo en un sistema de captación. La presencia de superficies
reflectantes, objetos que obstaculicen la llegada de radiación directa, e incluso la
inclinación de las placas con respecto a la horizontal, influyen claramente en el tipo de
radiación solar recibida pudiendo afectar a la eficiencia del sistema.
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1.1.2 Coordenadas horizontales.
Para determinar la posición del sol se utiliza un sistema de coordenadas
celestes referidas al horizonte del observador y a su vertical, conocido como
coordenadas horizontales. Utilizando este sistema de coordenadas, un observador
deberá medir su altura, que es la distancia angular desde el horizonte hasta la estrella;
a continuación, tendrá que determinar el ángulo que forma el sol con una dirección
que se toma como origen, generalmente el sur (en astronomía) o el norte (en
navegación) medida sobre el horizonte y en sentido horario. Este ángulo se llama
azimut.
Estas coordenadas dependen, por tanto, del observador. Para una misma
posición solar, las coordenadas horizontales desde un punto determinado, serán
diferentes a las obtenidas en otro punto cualquiera.
Figura 1. Coordenadas horizontales.
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1.2. Conversión de energía solar en electricidad.
El efecto fotovoltaico consiste en la conversión de luz en electricidad debido a
la interacción de la radiación luminosa con los electrones en los materiales
semiconductores. Estos materiales tienen la capacidad de absorber fotones y emitir
electrones. Esto es debido a que en los materiales semiconductores (a diferencia de
materiales aislantes y conductores) basta con una pequeña cantidad de energía para
que los electrones, a pesar de estar ligados al núcleo, se comporten como
conductores. La energía necesaria para que se produzca este efecto es la que aportan
los fotones de la radiación luminosa. Cuando la luz solar incide sobre el material
semiconductor, los enlaces se rompen y los electrones de valencia quedan libres para
circular por el material generando una corriente eléctrica. Para evitar que esa corriente
eléctrica desaparezca debido a la recombinación de los electrones y huecos, es
necesario crear un campo eléctrico evitando con ello que los electrones pierdan su
actividad. El campo eléctrico necesario se consigue, si el material usado es el silicio,
utilizando uniones p‐n. Para ello, es necesario dopar el silicio mediante un tratamiento
químico con átomos de fósforo para el material tipo n y con átomos de boro para el
material tipo p.
En el caso del material tipo n, al tener los átomos de fósforo 5 electrones de
valencia, siempre quedará uno libre. Por el contrario, en el caso del material tipo p, los
átomos de boro solo tienen tres electrones en su capa de valencia, por lo que queda
libre un hueco. Al unir los dos tipos de materiales, los electrones libres tienden a
ocupar los huecos libres del material tipo p. Cuando el número de intercambios llega a
su límite máximo, se obtiene un campo eléctrico permanente sin necesidad de campos
externos.
Para que se produzca este efecto fotovoltaico, y con ello se obtenga una
corriente eléctrica, es necesario que la energía de los fotones que inciden sobre la
superficie del material semiconductor sea mayor que un valor mínimo. Este valor
mínimo se denomina ancho de banda prohibido (Eg) o gap. Esta energía es la necesaria
para que el enlace entre el electrón y el núcleo se rompa y el primero quede libre para
circular en forma de corriente eléctrica. La energía aprovechada de cada fotón es la Eg,
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por lo que si el gap del material usado es menor que la energía de los fotones se
desaprovecha gran cantidad de energía. Por el contrario, si el gap del material utilizado
es superior a la energía de los fotones, éste se mostrará transparente para la mayoría
de los fotones del espectro y, por tanto, no se producirá energía eléctrica.
1.3. Sistemas fotovoltaicos.
Un sistema fotovoltaico es un conjunto de componentes mecánicos, eléctricos
y electrónicos que permiten captar la energía proveniente de la radiación solar y
transformarla en energía eléctrica. Los sistemas fotovoltaicos, ya sean fijos o móviles,
deben tener en cuenta a la hora de su instalación la posición del sol. Para ello se utiliza
el sistema de coordenadas descrito anteriormente.
En la actualidad, la energía procedente de los sistemas fotovoltaicos tiene un
precio elevado en comparación con el precio de la energía en el mercado. Esto se debe
en parte a que la tecnología fotovoltaica se encuentra en fase de desarrollo y con un
escaso nivel de implantación industrial. Además, el impacto medioambiental
provocado por el uso de energías no renovables para la elaboración de células
fotovoltaicas, hace que este tipo de sistemas sea poco competitivo frente al uso de
otros tipos de energía. Por otro lado, el tamaño actual de los paneles solares requiere
grandes extensiones de terreno para su implantación. En definitiva, el precio y el gran
tamaño de los paneles solares frenan su expansión, ya que actualmente es necesaria
una gran superficie de captación.
Esta situación puede ser modificada si se consiguen sistemas con un
rendimiento mayor y reduciendo el precio de los paneles fotovoltaicos. La tendencia a
la baja en el precio de los paneles fotovoltaicos de los últimos años se ha visto frenada
por el incremento de la demanda de silicio, que ha provocado problemas en el
suministro, elevando como resultado los precios del mismo. Además, los precios de las
energías convencionales son bajos debido a que no se le repercuten los costes
medioambientales. Esto también cambiará, ya que con la entrada en vigor de acuerdos
medioambientales y con la escasez de combustibles fósiles, el precio de las energías
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convencionales se verá obligado a subir, haciendo más atractivo si cabe el uso de
energías renovables como la energía fotovoltaica.
1.4. Células fotovoltaicas.
Los componentes fundamentales de un sistema fotovoltaico son las células
fotovoltaicas, ya que éstas se encargan de llevar a cabo el efecto fotovoltaico descrito
con anterioridad. Las células fotovoltaicas más utilizadas (por su sencillez y bajo coste)
son las de silicio, compuestas generalmente por una lámina delgada de material
semiconductor de tipo n y una capa de material de tipo p de un grosor superior. La
capa tipo n es la que recibe la incidencia de los rayos solares. Esto provoca la rotura de
la unión electrón‐hueco (siempre que la energía de los fotones supere el gap del
material), y gracias al campo eléctrico, los electrones y los huecos se separan evitando
con ello que se recombinen.
Mediante el uso de un conductor externo, el circuito se cierra y se produce una
circulación de electrones de la zona p a la zona n. El flujo de electrones se mantendrá
mientras la luz siga incidiendo sobre la célula fotovoltaica y la intensidad será
proporcional a la cantidad de luz que ésta reciba.
1.4.1. Tipos de células fotovoltaicas.
Existen diversos tipos de células fotovoltaicas que funcionan siguiendo el
principio explicado con anterioridad, y que difieren entre sí por los materiales y
métodos de fabricación utilizados. Los distintos materiales, y en ocasiones los métodos
de fabricación, le confieren a cada tipo de célula unas determinadas características que
las hacen adecuadas para diferentes usos según las necesidades. Hay que tener en
cuenta varios aspectos a la hora de seleccionar el material de construcción de la célula.
Algunos de los aspectos más importantes son los siguientes:
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Cristalinidad: Hace referencia a la ordenación de los átomos en la
estructura cristalina. En función de esta característica, los materiales se
pueden clasificar en monocristalinos, policristalinos y amorfos.
Coeficiente de absorción: es la capacidad de penetración de la luz
lejana de longitud de onda determinada antes de ser absorbida. Un
coeficiente bajo significa que la luz no es absorbida fácilmente. El
coeficiente de absorción depende, en parte, del material que recubre la
célula fotosensible y de la longitud de onda o energía de la luz que es
absorbida. Para materiales con coeficientes de absorción bajos es
necesario un espesor elevado para aprovechar de manera eficiente la
luz incidente.
Coste y complejidad de fabricación: Materiales de muy alto coste o de
una alta complejidad a la hora de su fabricación solo son rentables para
instalaciones de alto rendimiento.
Atendiendo a estos aspectos y a las necesidades del sistema, se selecciona el
tipo de célula más conveniente. Una posible clasificación de los distintos tipos de
células es la siguiente:
Células de silicio policristalino: su estructura es ordenada pero por
sectores. Esto hace que, debido a los enlaces irregulares de las
fronteras, disminuya el rendimiento a entre un 12 y un 14%. Su proceso
de fabricación es parecido al del silicio monocristalino pero con una
reducción de fases de cristalización.
Células de silicio amorfo: presentan un alto grado de desorden y un
gran número de defectos estructurales. Su proceso de fabricación es
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mucho más sencillo y son eficientes bajo iluminación artificial. A pesar
de ello, su rendimiento es menor al 10%.
Células de película delgada: están formadas por la unión de dos
materiales. Se necesita poco material activo y su proceso de fabricación
es sencillo. La tecnología de obtención y los materiales utilizados están
poco estudiados. Los materiales más desarrollados son el sulfuro de
cadmio (CdS) y el sulfuro cuproso (Cu2S). Su rendimiento ronda el 5%.
Células de arseniuro de galio (GaAs): aunque su coste de producción es
elevado, tiene buenos rendimientos con espesores reducidos y
mantienen sus características a elevadas temperaturas. Presenta
tolerancia a las radiaciones ionizantes. Su material es raro y escaso. Su
rendimiento es del 27% aproximadamente.
1.4.2. Estructura de una célula fotovoltaica.
Heterounión: Este tipo de estructura suele estar formado por varias
uniones de materiales tales como el CdS y el CuInSe2, y se utiliza para
células de película delgada donde la absorbencia es más elevada que la
de las células de silicio.
Estos dos tipos de unión solo aprovechan los fotones cuya energía sea igual o
superior a la Eg del material, por lo que solo es usada una parte del espectro solar.
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Para evitar esto, existen las llamadas células multiunión actualmente en estudio. Con
este diseño, se elimina la limitación de Eg, ya que se usan diversas celdas con distintos
anchos de banda y varias juntas para generar el voltaje. La eficiencia obtenida con este
tipo de células es superior, ya que es capaz de convertir una fracción del espectro solar
mayor.
La estructura de este tipo de células multiunión consiste en la colocación de
celdas mono‐juntas en orden descendente en función de su Eg. De esta forma, la celda
superior captura los fotones de alta energía y deja pasar los demás que serán
absorbidos por el resto de celdas con anchos de banda más bajos.
Actualmente las investigaciones se enfocan en la utilización del arseniuro de
galio (GaAs) en uno o todos los componentes de las celdas. Debido a las características
de este material, es posible utilizarlas en sistemas de concentración alcanzándose
eficiencias de hasta un 35%.
1.4.3. Procesos de fabricación.
Una vez seleccionado el tipo de material que se utilizará para la fabricación de
la célula, es importante el diseño de la misma. Los elementos que componen una
célula, aparte del propio material semiconductor, son también muy importantes; por
lo que a la hora de crear una célula hay que cuidar cada uno de los detalles que la
componen.
La superficie de la célula es muy importante. Si ésta está excesivamente pulida,
puede llegar a reflejar hasta un tercio de la luz que incide sobre ella. Por este motivo,
durante el proceso de fabricación, se realiza un texturado consistente en crear una
superficie rugosa formada por pirámides microscópicas. Estas pirámides ayudan a que
la luz que incide sobre la superficie rebote hacia el interior de la célula y no se refleje.
Otra parte destacada es el diseño y distribución de los contactos metálicos. Un
exceso de ellos puede provocar, que a pesar de que la cantidad de electrones
recuperados sea mayor, la cantidad de luz que llegue a la parte activa de la célula sea
menor. Esto es debido a que los propios contactos generan sombra.
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Finalmente durante el proceso de fabricación de la célula, se aplica una película
anti‐reflectante, que junto con el texturado previo, consigue reducir las pérdidas por
reflexión a valores comprendidos entre un 8% y un 10%.
Cada uno de los tipos de células descritas anteriormente, presenta
peculiaridades concretas en su proceso de fabricación. En el caso del silicio
policristalino, el proceso de fabricación es algo diferente. Éste se consigue a partir de
silicio fundido que solidifica en forma de sección cuadrada, lo que permite conseguir
una célula con una sección activa mayor que si fuera de forma circular, como en el
caso del silicio monocristalino. Este último, debido a su proceso de solidificación en
forma de lingote cilíndrico, no permite la obtención de células con secciones diferentes
a la circular.
Por el contrario, las células de película delgada se obtienen por deposición de
capas muy finas de manera consecutiva. Estas células son más eficientes en la
absorción de los rayos solares y, por tanto, requieren menos material en su
fabricación. Las capas suelen ser de entre 1 y 10 micrómetros frente a los 100 ‐ 300 de
las células comunes.
Los procesos de fabricación de este tipo de células fotovoltaicas son muy
flexibles y ampliables, pudiéndose fabricar de manera automática y continua células de
gran superficie. Depositando capas sobre sustratos baratos como el vidrio, plástico,
acero inoxidable o incluso otro tipo de materiales flexibles se consigue este tipo
células.
Existen varias técnicas de deposición, todas ellas menos costosas que el
método del lingote utilizado para el silicio monocristalino. Algunas de estas técnicas
son las siguientes:
Deposición física del vapor
Deposición de vapor químico
Deposición electroquímica
Combinación de las anteriores
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En este tipo de células, para la creación de los contactos eléctricos no se
utilizan técnicas de serigrafía, sino que se emplea una capa de oxido conductor
transparente recubierto, en ocasiones, por un material antirreflectante.
Las células de película delgada policristalina se elaboran con muchos granos
cristalinos minúsculos de material semiconductor, cuyas características difieren a las
del silicio. Algunas de las características principales que distinguen a este tipo de
células con respecto a las tradicionales de silicio son:
La creación de un mejor campo eléctrico entre los materiales tipo p y
tipo n.
La región intermedia de material semiconductor intrínseco es la más
ancha y se llama heterounión.
Tiene una capa de menos de 0.1 micrones llamada capa de ventana que
absorbe energía de la parte más enérgica del espectro de luz (Eg > 2.8
eV). Debajo de esta capa existe otra tipo p de 1 o 2 micrones con una
alta absorbencia que proporciona un buen voltaje.
Existen muchos tipos de células de película delgada, entre los cuales se pueden
mencionar los siguientes:
Silicio amorfo: absorbe la radiación con una eficiencia 40 veces superior
al silicio cristalino por lo que solo es necesario una capa no superior a 1
mm de espesor para que absorba el 90% de la luz. Está formada por una
capa superior altamente dopada de tipo p con un espesor de 10 nm,
una película semiconductora de 500 nm de espesor y otra película
inferior altamente dopada de tipo n 10 nm.
CuInSe2 (CIS): Es capaz de absorber el 99% de la luz en el primer
micrómetro. Estructuralmente está formada por una capa de conductor
transparente, una película antirreflectante y un conductor tipo n. La
capa de ventana (tipo n) suele ser de 0.05 a 0.1 mm de espesor
compuesta de sulfuro de cadmio (CdS). La capa tipo CIS tiene una Eg
baja, por lo que se suelen añadir pequeñas cantidades de galio para
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mejorar el voltaje y la eficacia del dispositivo. Esta versión se denomina
CIGS. Para la fabricación de este tipo de células fotovoltaicas se utiliza la
evaporación a altas temperaturas.
CdTe: Este tipo de células tienen también una alta absorbencia, pero
como contrapartida, la resistencia eléctrica de la capa tipo p es elevada,
por lo que las pérdidas son altas. Para minimizar este efecto, se añade a
la estructura una capa tipo n de CdS depositada sobre una capa
antirreflectante. Sobre esta última capa se deposita otra de CdTe y
finalmente una más de tipo p compuesta de ZnTe.
GaAs: El arseniuro de Galio, como su propio nombre indica, está
compuesto por galio, que es un subproducto de la fundición de otros
metales como el aluminio y el cinc. Este elemento es bastante raro. El
arsénico, en cambio, no es raro ni difícil de conseguir, pero si es
venenoso. Esto hace a este tipo de células caras y peligrosas de fabricar.
Este material es muy apropiado para su uso en células multiunión y
células de alta eficiencia, debido a que su Eg es de 1,43 eV, que es un
valor muy próximo al valor óptimo para el máximo aprovechamiento del
espectro solar. Además, su absorbencia es elevada, por lo que con
células de pocos micrones de espesor, se absorbe la luz solar con una
alta eficiencia. Otra de las ventajas importantes de este tipo de células
es su alta estabilidad ante variaciones de temperatura, lo que las hace
prácticamente insensibles al calor. Son resistentes a los daños
provocados por la radiación, por lo que le da una cierta ventaja sobre
las células tradicionales de silicio. Estas características descritas la hacen
idónea para usos especiales y en módulos de concentración donde la
temperatura alcanzada puede llegar a ser muy elevada. Otra de las
ventajas añadidas de este material es que en aleaciones con otros
elementos como el aluminio, fósforo, antimonio o indio tienen
características complementarias al GaAs, por lo que la flexibilidad a la
hora de diseñar las células es elevada. El inconveniente de este
material, su alto coste, se minimiza si se usa en sistemas de
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concentración, ya que éstos permiten reducir el tamaño de la célula a
unos 0.25 cm2 de área, alcanzando eficiencias que rondan el 30% y
haciendo de éstas una de las más competitivas.
1.5. Pérdidas de un sistema fotovoltaico.
Los sistemas fotovoltaicos presentan pérdidas debidas, tanto a su proceso de
fabricación, como a su propia estructura y material de construcción. Además, los
sistemas fotovoltaicos pueden estar sometidos a distintas condiciones externas que
provocan pérdidas adicionales de producción. Las perdidas más destacables pueden
ser las descritas a continuación:
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uno de los módulos, tiene su curva I‐V característica, por lo que si se
conectan los módulos en serie, el de menor intensidad limitará el paso
de corriente por los demás, limitando la potencia total del sistema
fotovoltaico. De la misma forma, si los módulos se conectan en paralelo,
el de menor tensión característica, limitará la tensión que alcancen los
demás y, por tanto, la potencia suministrada por el sistema. Para reducir
este tipo de pérdidas, se conectan entre sí módulos preseleccionados
con anterioridad, o en su defecto utilizando diodos de bypass que
absorban el exceso de intensidad que no es capaz de conducir el
modulo o módulos limitantes. Las pérdidas de mismatch pueden llegar a
ser de un 10% pero se suelen reducir a valores entre el 1 y 4 %.
Pérdidas por polvo y suciedad: Una vez instalado el sistema, es
prácticamente inevitable el depósito de polvo y suciedad sobre la
superficie de captación. Este tipo de pérdidas, al igual que las pérdidas
provocadas por sombras, provocan una reducción de la captación de
irradiación solar y pueden provocar pérdidas por mismatch y formación
de puntos calientes si la suciedad es localizada. Las pérdidas suelen ser
de alrededor de un 4% y dependerá del lugar y frecuencia de lluvias.
Pérdidas angulares: La potencia nominal de un módulo fotovoltaico se
mide para unas condiciones estándar que implican, entre otras cosas,
que la incidencia de los rayos solares se producen de manera
perpendicular a la superficie de captación. En condiciones normales, en
la mayoría de los sistemas de captación, la incidencia de los rayos no se
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produce de manera perpendicular, por lo que se producirán pérdidas
que serán mayores cuanto mayor sea la diferencia entre el ángulo de
incidencia y la normal al plano de captación. Estas pérdidas también se
verán incrementadas por el efecto de la suciedad de las placas y suelen
estar en valores de entre el 3 y el 4%.
Pérdidas espectrales: La potencia del modulo es calculada suponiendo
un espectro luminoso estándar, pero esto no se cumple durante el 100%
del periodo de exposición del módulo. Las células fotovoltaicas son
selectivas con el espectro luminoso, generando distinta corriente
eléctrica en función de la longitud de onda del espectro solar de la
radiación incidente. Por este motivo, la potencia puede verse
incrementada o reducida en valores en torno al 1%.
Pérdidas por el rendimiento del inversor: Durante la fase de diseño es
importante definir de manera precisa la potencia nominal de
funcionamiento del generador fotovoltaico y seleccionar un inversor
con un alto rendimiento en esas condiciones, ya que el rendimiento de
los inversores es función de la potencia de operación.
Pérdidas por caídas óhmicas: Se producen pérdidas originadas por las
caídas de tensión producidas en el cableado eléctrico. Estas pérdidas
han de minimizarse durante la fase de diseño. Para ello, es necesario
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1.6. Sistemas de concentración.
La necesidad de reducir costes y aumentar la eficiencia de los dispositivos
fotovoltaicos ha incrementado notablemente el interés por los sistemas que usan
tecnología de concentración. Los sistemas de concentración (CPV) son sistemas
totalmente directos, es decir, solo funcionan con luz directa y no tienen ningún uso
con luz difusa o albedo, como es el caso de los sistemas convencionales. Para los
sistemas convencionales, un área grande de material fotovoltaico es expuesta a la luz
del sol. Por el contrario, en los sistemas CPV, se utilizan lentes o espejos que enfocan la
luz sobre pequeñas cantidades de material fotovoltaico. Esto reduce significativamente
el coste del sistema, ya que el incremento de coste que supone el material óptico es
altamente compensado con el ahorro conseguido en material fotovoltaico.
Existen fundamentalmente dos sistemas ópticos utilizados para los sistemas de
concentración: sistema con espejos y sistema con lentes. Generalmente se utilizan
lentes Fresnel, que son unas lentes planas provistas de dientes en forma de sierra
(formando círculos concéntricos o líneas paralelas según el tipo de concentración) que
concentran la luz en un punto (círculos concéntricos) o en una línea (líneas paralelas).
El cociente de concentración puede variar en función del diseño de las células
solares y del material usado para su fabricación, pudiendo llegar a alcanzar las 1000
veces para los sistemas de alta concentración.
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Debido a que este tipo de sistemas no funcionan con luz difusa y lo hacen solo
con luz directa, es necesario el uso de seguidores solares. Éstos pueden ser de uno o
dos ejes, en función del tipo de sistema y del grado de concentración.
Estos sistemas tienen muchas ventajas sobre los sistemas convencionales como
puede ser, la mayor eficiencia obtenida en el uso del material fotovoltaico. Esto
implica que con una cantidad inferior de material fotovoltaico es posible conseguir la
misma energía que con los sistemas convencionales, por lo que la posibilidad de
utilizar materiales semiconductores caros se hace viable. Sumado a esto, el bajo coste
relativo de las grandes superficies de espejos o lentes utilizadas para obtener la
concentración óptica hace que el coste total de los módulos de concertación sea
bastante competitivo.
Actualmente se han conseguido sistemas de una eficiencia del 26% usando
silicio cristalino y se esperan alcanzar eficiencias cercanas al 40% utilizando células
multiunión.
Algunas de las limitaciones de este tipo de sistemas son las siguientes:
Las partes móviles necesarias para alinear los módulos hacia el sol
pueden llegar a ser problemáticas.
Las lentes usadas no pueden transmitir el 100% de la luz incidente.
Suelen moverse en valores cercanos al 85%, pudiendo llegar a valores
máximos del 95%.
Los concentradores no pueden enfocar la luz difusa que es cerca de un
30% de la radiación de un día soleado.
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