Tono o estilo del Discurso y Factores implicados en la variedad contextual del tono o
estilo
La inteligencia al escribir está en la síntesis.
Así como esa célebre frase de Voltaire, “una palabra mal colocada estropea el más bello
pensamiento”, es incuestionable la existencia de actos lingüísticos y sociales recurrentes
que en definitiva actúan sobre una comunidad dada. Siendo las cosas así, resulta claro que
hay diversos estilos como redactores y escritores en nuestro alrededor, por consiguiente,
el estilo siempre busca la buena escritura.
Visto de esta forma, aprender una
lengua es un aspecto esencial de la
socialización de los seres humanos, las
interacciones diarias tienen una base y
un propósito, por el cual la
comunicación cumple su propósito;
situando la sociolingüística en este
plano, es ocurrente mencionar que tal
y como lo dice Spolsky, Bernard (1995),
asume que la sociedad está establecida
por muchos patrones y conductas relacionadas, algunas de las cuales son lingüísticas.
Sabemos que constantemente el desempeño lingüístico influye fuertemente en los
factores sociales, enfocándose en la forma en cómo se interrelacionan lo componentes del
discurso. Importa y por muchas razones, el rol de los afines de la lingüística dentro del
vínculo entre lengua y educación ha tomado un gran auge figurado por aquellos
investigadores que manejan las propiedades de lo que se dice o se escribe.
Para Schleiermacher, el trabajo hermenéutico debe partir del
malentendido y atravesar por dos procesos: el gramatical y el
psicológico. El primero revisa el texto en su lenguaje; el
segundo, los sentimientos, la intencionalidad del autor. Ya
sea para lograr ciertos desenlaces comunicativos, el tono y la
formalidad configuran un pilar poderoso en el desarrollo del
discurso, ya que particularmente creo que todo se basa
respecto a la intencionalidad de lo que se vaya a transmitir,
sea oral o escrito, es interesante descifrar lo que va más allá
de unas simples frases. El tono tiene que estar de acuerdo al
mismo discurso y a la ocasión que se presenta.
Desde la perspectiva anterior, parafraseando los análisis de Zimmermann (2005:248) la
cortesía, tal cual la entendemos actualmente, no puede explicar la totalidad de los
eventos comunicativos, pues se ha evidenciado en observaciones previas que en muchas
interacciones los participantes no buscan mantener la armonía en el proceso
comunicativo sino que tienen el objetivo de dañar o denigrar la imagen del otro, y de esta
manera, rompen sus relaciones interpersonales.
La audiencia toma una gran importancia en están
temática, ya que si se habla en el mismo contexto,
se va a poder tener un feed-back; el grado de
formalidad en las expresiones va a variar según la
audiencia, pues, pero es obvio que, si se habla de
formalidad va ligado ligeramente a la ética
profesional y por ende va a afectar la imagen, al
respecto lo valioso es el material transmitido ya
sea formal o informal, la expresión oral tiene que
ser entendible. Se tiende a confundir lo informal
con lo espontáneo, cuando no tienen nada que ver.
El hablante puede tocar un tema
espontáneamente y con su estilo, al contrario, la
informalidad va ligada al mal entendimiento y
hasta el uso inapropiado del léxico es sus casos.
Otro aspecto que es sobresaliente es que, el
emisor no va a hablar “porque sí”, particularmente opino que cada quien tiene su
propósito y su fin al emitir tan sólo una palabra; es claro que el ser humano debe tener ya
preestablecido lo que va a decir y de qué forma hacerlo, al no cumplir estas dos
determinaciones es cuando ocurre el mal entendido, aunque a veces las personas quieren
decir algo pero a la final no saben de qué forma lograr su cometido y terminan diciendo
algo confuso y que el receptor no va a poder decodificar, tal es el ejemplo de las canciones
de reggaetón, este tipo de música involucra ciertos aspectos no tan tradicionales y
delicados para emitir un mensaje, compuesto por un léxico imprudente y sus letras
terminan siendo poco gustosas al buen habla, y hasta muchas no tienen ninguna
coherencia con lo que se va diciendo, en tal sentido que el receptor en numerosos casos
debe adivinar lo que cree que eso trata de decir.
Visto desde esta forma, identificar la idea principal de un discurso va sustentado de otras
ideas, los argumentos lógicos y cualquier otro método que la respalde. Todos los
productos simbólicos son producidos, transmitidos y recibidos en entornos propios y no
son plenamente interpretables sin la incorporación del análisis de tales contextos. La
parte más trascendental del discurso no es el estilo de oratoria o el carisma del emisor,
sino el contenido de su argumento.
Autora: Andrea Joseph