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Cuentos Cortos de Amor y Sabiduría

Este documento presenta resúmenes de 5 cuentos cortos. El primero es un cuento japonés sobre el amor eterno entre Takahama y su amada Akiko. El segundo es un cuento clásico indio sobre 6 sabios ciegos que intentan describir un elefante. El tercero es un cuento chino sobre la diferencia entre sueños y realidad. El cuarto es un cuento inglés sobre un fantasma que ayuda a demoler una casa. Y el quinto es un cuento indio sobre un sabio que salva a un escorpión a pesar

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Cuentos Cortos de Amor y Sabiduría

Este documento presenta resúmenes de 5 cuentos cortos. El primero es un cuento japonés sobre el amor eterno entre Takahama y su amada Akiko. El segundo es un cuento clásico indio sobre 6 sabios ciegos que intentan describir un elefante. El tercero es un cuento chino sobre la diferencia entre sueños y realidad. El cuarto es un cuento inglés sobre un fantasma que ayuda a demoler una casa. Y el quinto es un cuento indio sobre un sabio que salva a un escorpión a pesar

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20 cuentos cortos

1. La mariposa blanca: Un hermoso cuento de origen japonés que nos habla sobre el
amor, concretamente de un amor capaz de trascender el tiempo e incluso la muerte. Un
amor eterno.
“Había una vez en Japón un anciano cuyo nombre era el de Takahama, y que vivía desde su
juventud en una pequeña casa que él mismo había construido junto a un cementerio, en lo
alto de una colina. Era un hombre amado y respetado por su amabilidad y generosidad, pero
los lugareños a menudo se preguntaban porqué vivía en soledad al lado del cementerio y
por qué nunca se había casado. Un día el anciano enfermó de gravedad, estando cercana ya
su muerte, y su cuñada y su sobrino fueron a cuidarle en sus últimos momentos y le
aseguraron que estarían junto a él todo lo que necesitara. Especialmente su sobrino, quien
no se separaba del anciano. Un día, en que la ventana de la habitación estaba abierta, se
coló una pequeña mariposa blanca en el interior. El joven intentó espantarla en varias
ocasiones, pero la mariposa siempre volvía al interior, y finalmente, cansado, la dejó
revolotear al lado del anciano. Tras largo rato, la mariposa abandonó la habitación y el
joven, curioso por su comportamiento y maravillado por su belleza, la siguió. El pequeño
ser voló hasta el cementerio que existía al lado de la casa y se dirigió a una tumba,
alrededor de la cual revolotearía hasta desaparecer. Aunque la tumba era muy antigua,
estaba limpia y cuidada, rodeada de flores blancas frescas. Tras la desaparición de la
mariposa, el joven sobrino volvió a la casa con su tío, para descubrir que este había muerto.
El joven corrió a contarle a su madre lo sucedido, incluyendo el extraño comportamiento de
la mariposa, ante lo que la mujer sonrió y le contó al joven el motivo por el que el anciano
Takahana había pasado su vida allí. En su juventud, Takahana conoció y se enamoró de una
joven llamada Akiko, con la cual iba a casarse. Sin embargo, pocos días antes del enlace la
joven falleció. Ello sumió a Takahama en la tristeza, de la que conseguiría recuperarse.
Pero sin embargo decidió que nunca se casaría, y fue entonces cuando construyó la casa al
lado del cementerio con el fin de poder visitar y cuidar todos los días la tumba de su amada.
El joven reflexionó y entendió quién era la mariposa, y que ahora su tío Takahama se había
reunido al fin con su amada Akiko.”

2. Los seis sabios ciegos y el elefante: Un cuento clásico procedente de la India; esta
historia nos habla de la necesidad de tener en cuenta que nuestro punto de vista no es el
único que existe sobre la realidad: debemos valorar que las opiniones, creencias o
conocimientos de otras personas pueden ser tan válidas y verdaderas como las nuestras, sin
necesidad de que ninguno de los dos esté equivocado.
“En una ocasión había seis ancianos sabios que no gozaban del don de la vista, siendo
ciegos y empleando el sentido del tacto para experimentar y conocer las diferentes
realidades, seres y objetos del mundo. Ninguno de estos sabios había visto jamás un
elefante, y tras conocer que su rey disponía de uno le solicitaron con humildad poder
conocerlo. El monarca decidió concederles su petición y los llevó ante el paquidermo,
permitiendo que los ancianos se acercaran y lo tocaran. Los sabios se aproximaron al
animal y, uno por uno, tocaron al elefante con el fin de saber cómo era dicho ser. El
primero le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo cual lanza. El
segundo sabio se aproximó y tocó la cola del elefante, respondiendo que en realidad era
más bien como una cuerda. El tercero entraría en contacto con la trompa, refiriendo que el
animal se parecía más a una serpiente. El cuarto indicaría que los demás debían estar
errando, ya que tras tocar la rodilla del elefante llegó a la conclusión de que se trataba de
algo semejante a un árbol. El quinto lo desmintió al tocar la oreja del ser, valorando que se
parecía a un abanico. Por último el sexto sabio llegó a la conclusión de que en realidad el
elefante era como una fuerte pared rugosa, al haber tocar su lomo. Tras haber llegado a
distintas conclusiones, los sabios empezaron a discutir respecto a quién poseía la verdad.
Dado que todos defendían sus posiciones con ahínco, recurrieron a la ayuda de un séptimo
sabio el cual podía ver. Este les hizo ver que en realidad todos ellos tenían parte de la razón,
dado que habían estado describiendo una única parte del conjunto del animal, a la vez que
aún sin equivocarse ninguno de ellos había podido conocerlo en su totalidad.“
3. El ciervo escondido: El cuento de “El ciervo escondido” es un cuento popular chino que
nos narra una historia basada en la diferenciación entre sueño y realidad y lo difícil que en
ocasiones puede ser realizarla. Es uno de los cuentos cortos para adultos que nos habla
sobre la posibilidad de que podamos vivir en varios planos de existencia.
“Había una vez un leñador de Cheng que encontró un ciervo en un campo, al cual mató y
posteriormente enterró con hojas y ramas para evitar que otros descubrieran la pieza. Pero
al poco tiempo, el leñador se olvidó del lugar donde había ocultado el animal y llegó a creer
que en realidad todo el asunto había sido un sueño. Poco después empezaría a contar su
supuesto sueño, a lo que uno de los que lo escuchó reaccionó intentando buscar el ciervo.
Tras encontrarlo, se lo llevó a su casa y le comentó a su mujer la situación, la cual le indicó
que tal vez sería él quien había soñado la conversación con el leñador, pese a que al haber
encontrado el animal el sueño sería real. A esto, su esposo contestó que
independientemente de si el sueño fuera suyo o del leñador, no había necesidad de saberlo.
Pero esa misma noche el leñador que cazó al animal soñó (este vez de verdad) con el lugar
donde había escondido el cadáver y con la persona que lo había encontrado. Por la mañana
fue a casa del descubridor del cuerpo del animal, tras lo que ambos hombres discutieron
respecto a quién pertenecía la pieza. Esta discusión se intentaría zanjar con la ayuda de un
juez, el cual repuso que por un lado el leñador había matado a un ciervo en lo que creía un
sueño y posteriormente consideró que su segundo sueño era una verdad, mientras que el
otro encontró dicho ciervo aunque su esposa consideraba que era él quien soñó haberlo
encontrado en base a la historia del primero. La conclusión era que realmente nadie había
matado al animal, y se dictó que el caso se resolviera mediante la repartición del animal
entre los dos hombres. Posteriormente, esta historia llegaría al rey de Cheng, quien
terminaría por preguntarse si realmente no sería el juez quien había soñado haber repartido
al ciervo.”
4. El fantasma provechoso (Daniel Defoe): Este cuento fue creado por el escritor de
Robinson Crusoe, Daniel Defoe, y nos narra una historia en que podemos ver el valor de la
inteligencia y la astucia, así como el hecho de que ser codiciosos nos puede llevar a ser
manipulados y utilizados sin que siquiera nos demos cuenta.
“Había una vez un caballero que poseía una casa muy muy vieja, construida aprovechando
los restos de un antiguo monasterio. El caballero decidió que quería derruirla, pero sin
embargo consideraba dicha tarea implicaría demasiado esfuerzo y dinero, y empezó a
pensar en alguna manera de lograr hacerlo sin que le supusiera a él ningún costo. El hombre
decidió entonces crear y empezar a difundir el rumor de que la casa estaba encantada y
habitada por un fantasma. Elaboró también con sábanas un traje o disfraz blanco, junto a un
artefacto explosivo que generara una llamarada y dejara tras de sí olor a azufre. Tras contar
el rumor a varias personas, entre ellas algunos incrédulos, les convenció de que acudieran a
su casa. Allí activó el ingenio, provocando que los vecinos se asustaran y creyeren que el
rumor era cierto. Poco a poco más y más gente iría viendo a dicho ente espectral, y el rumor
fue creciendo y extendiéndose entre los lugareños. Tras ello, el caballero extendió también
el rumor de que el motivo de que el fantasma estuviera allí podría ser el hecho de que
hubiese en la casa un tesoro escondido, así que en poco tiempo empezó a excavar para
encontrarlo. A pesar de que no lo hacía, los vecinos empezaron también a creer que sí podía
haber algún tesoro en el lugar. Y un día, algunos vecinos le preguntaron si podían ayudarle
a excavar, a cambio de que pudieran coger el tesoro. El propietario de la casa respondió que
no sería justo que le tirasen la casa abajo y se llevaran el tesoro, pero magnánimamente les
ofreció que si excavaban y retiraban los escombros que su acción generase y en el proceso
encontraban el tesoro, él aceptaría que se llevaran la mitad. Los vecinos aceptaron y se
pusieron a trabajar. Al poco tiempo el fantasma desapareció, pero de cara a motivarles el
caballero dispuso veintisiete monedas de oro en un agujero de la chimenea que después
tapió. Cuando los vecinos lo encontraron, les ofreció quedárselo todo siempre y cuando el
resto que hallaran lo repartieran. Ello motivó aún más a los vecinos, que ante la esperanza
de encontrar más fueron excavando hasta los cimientos. De hecho, sí encontraron algunos
objetos de valor del antiguo monasterio, algo que los espoleó aún más. Al final, la casa fue
derruida por entero y los escombros retirados, cumpliendo el caballero con su deseo y
empleando para ello apenas un poco de ingenio.”
5. El sabio y el escorpión: cuento procedente de la India, en esta ocasión nos explica que
no debemos luchar contra nuestra naturaleza por mucho que otros nos dañan. Hay que
tomar precauciones, pero no debemos dejar de ser quienes somos ni actuar en contra de lo
que somos
“Había una vez un sabio monje que paseaba junto a su discípulo en las orillas de un río.
Durante su caminar, vio como un escorpión había caído al agua y se estaba ahogando, y
tomó la decisión de salvarlo sacándolo del agua. Pero una vez en su mano, el animal le
picó. El dolor hizo que el monje soltara al escorpión, que volvió a caer al agua. El sabio
volvió a intentar sacarlo, pero de nuevo el animal le picó provocando que le dejara caer.
Ello ocurrió una tercera vez. El discípulo del monje, preocupado, le preguntó por qué
continuaba haciéndolo si el animal siempre le picaba. El monje, sonriendo, le respondió que
la naturaleza del escorpión es la de picar, mientras que la de él no era otra que la de ayudar.
Dicho esto el monje tomó una hoja y, con su ayuda, consiguió sacar al escorpión del agua y
salvarlo sin sufrir su picadura. “
6. El espejo chino
“Había una vez un campesino chino, el cual iba a ir a la ciudad a vender la cosecha de arroz
en la que él y su esposa habían estado trabajando. Su mujer le pidió que, aprovechando el
viaje, no se olvidase de traerle un peine. El hombre llegó a la ciudad y una vez allí vendió
la cosecha. Tras hacerlo, se encontró y reunió con varios compañeros y se pusieron a beber
y a celebrar lo conseguido. Después de ello, y aún un poco desorientado, el campesino
recordó que su esposa le había pedido que le trajera algo. Sin embargo no recordaba el qué,
con lo que acudió a una tienda y compró el producto que más le llamó la atención. Se
trataba de un espejo, con el cual regresó a su hogar. Tras dárselo a su esposa, se marchó de
nuevo a trabajar en el campo. La joven esposa se miró en el espejo, y repentinamente
empezó a llorar. La madre de esta le preguntó el por qué de tal reacción, a lo que su hija le
pasó el espejo y le respondió que la causa de sus lágrimas era que su marido había traído
consigo otra mujer, joven y hermosa. La madre de esta miró también el espejo, y tras
hacerlo le respondió a su hija que no tenía de qué preocuparse, dado que se trataba de una
vieja.” Un cuento de origen chino, de autor anónimo. Se trata de una narración muy breve
que tiene diferentes posibles interpretaciones, pero que entre otras cosas nos habla de cómo
nos vemos nosotros mismos reflejados en el mundo, y la diferencia entre cómo nos creemos
que somos y cómo somos en realidad, a menudo subestimándonos o sobrevalorándonos.
Para entender el cuento es necesario tener en consideración que ninguno de los personajes
se había visto jamás reflejado en un espejo, no sabiendo qué es lo que ve realmente. Así, la
esposa no es capaz de comprender que la joven hermosa que ve es ella misma, mientras que
la madre tampoco ve que la anciana que ve es ella. También se observa que mientras la
primera se preocupa por qué considera que lo que ve en el reflejo es más hermoso que ella
misma, la segunda lo minusvalora críticamente, prácticamente burlándose de su propia
imagen.

7. El mundo (Eduardo Galeano)


“Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la
vuelta, contó. Dijo que había contemplado desde arriba la vida humana. Y dijo que somos
un mar de fueguitos. -El mundo es eso-reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay
fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno,
que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos
fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión
que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.” Más que un cuento
corto, se trata de un microcuento creado por Eduardo Galeano (uno de los más destacados
escritores uruguayos y de toda latinoamérica) y publicado en su libro “El libro de los
abrazos”. Se centra en la visión del mundo como un lugar maravilloso lleno de gentes muy
diferentes entre sí, pero que no dejan de ser personas. También nos hace ver la relevancia
de atreverse a vivir intensamente.
8. El elefante encadenado (Jorge Bucay)
“Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran
los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el
elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza
descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el
elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una
pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de
madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y
poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su
propia fuerza podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué
lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuanto tenía cinco o seis años, yo todavía
confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre o
a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se
escapa porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia... si está amaestrado,
¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el
tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me
encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años
descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio para encontrar la
respuesta: el elefante del circo no escapa porque ha estado a unido a una estaca parecida
desde que era muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido
sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó,
tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy
fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y
también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el
animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso,
que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que no puede. Él tiene registro y
recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo
peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás…
intentó poner a prueba su fuerza otra vez…” Uno de los cuentos más conocidos de Jorge
Bucay; esta narración nos cuenta como nuestros recuerdos y experiencias previas pueden
darnos conocimientos, pero también generar estancamientos y bloqueos que nos impiden y
que pueden sabotearnos aún cuando su causa original ya no está presente. La narración nos
empuja a seguir intentando ponernos a prueba a pesar de que lo que hayamos vivido pueda
habernos hecho creer que no podemos hacerlo.
9. El paisajista
“Érase una vez un pintor de gran talento que fue enviado por el emperador de China a una
provincia lejana y recién conquistada, con la misión de traer a su vuelta imágenes pintadas.
Tras un largo viaje en el que visitó en profundidad todos los territorios de la provincia, el
pintor regresó, pero sin embargo no portaba ninguna imagen. Ello generó sorpresa en el
emperador, quien terminó enfadándose con el pintor.

En ese momento, el artista solicitó que le dejaran un lienzo de pared. En él, el pintor dibujó
con gran detalle todo lo que había visto y recorrido en su viaje, tras lo cual el emperador
acudió a verlo. Entonces el pintor le explicó cada uno de los rincones del gran paisaje que
había dibujado y explorado en sus viajes. Al acabar, el pintor se aproximó a un sendero que
había dibujado y que parecía perderse en el espacio. Poco a poco, el pintor se adentró en el
sendero, metiéndose en el dibujo y haciéndose cada vez más pequeño hasta desaparecer tras
una curva. Y cuando este desapareció, lo hizo todo el paisaje, dejando el muro
completamente desnudo.” Este cuento de origen chino es algo complejo de entender. Para
ello debemos ponernos en la posición del pintor y lo que hace a lo largo de la historia: por
un lado observa la realidad, pero por el otro, y como se ve al final cuando se une a su obra,
forma parte intrínseca de ella. Se trata de una alegoría de que aunque podemos ser
observadores de lo que acontece en el mundo queramos o no somos parte de él: si algo
ocurre en esa realidad nos afecta a nosotros, ya que somos parte de ella, mientras que lo que
nos pase a nosotros no está alejado de la realidad.
10. Tú gobiernas tu mente, no tu mente a ti
“Érase una vez un estudiante de zen que se lamentaba de que no podía meditar, ya que sus
pensamientos se lo impedían. Este le dijo a su maestro que sus pensamientos y las imágenes
que generaba no le dejaban meditar, y que aún cuando se iban unos instantes al poco
volvían con mayor fuerza, no dejándoles en paz. Su maestro le indicó que esto sólo
dependía de sí mismo, y que dejara de cavilar. Pero el estudiante siguió indicando que los
pensamientos le confundían y no le dejaban meditar en paz, y que cada vez que procuraba
concentrarse le aparecían pensamientos y reflexiones de manera continuada, a menudo
poco útiles e irrelevantes. A esto el maestro le propuso que cogiera una cuchara y la
sostuviera en la mano, mientras se sentaba e intentaba meditar. El alumno obedeció, hasta
que de pronto el maestro le indicó que dejara la cuchara. El alumno lo hizo, dejándola caer
al suelo. Miró a su maestro, confuso, y este le preguntó que quién agarraba a quién, si él a
la cuchara o la cuchara a él.” Este breve cuento parte de la filosofía zen y tiene origen en el
budismo. En él se nos hace reflexionar sobre nuestros propios pensamientos, y el hecho de
que debemos ser nosotros quienes tengamos el control sobre ellos y no a la inversa.

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