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Osear Guillermo Peláez Almengor

(Compilador)

LA PATRIA DEL CRIOLLO,

TRES DÉCADAS DESPUÉS

Editorial Universitaria

Universidad de San Carlos de Guatemala

EDITORIAL UNIVERSITARIA
Colección Es-tudjos..y Ensayos

© Universidad de San Carlos


de Guatemala

Editorial Universitaria
Ciudad Universitaria, zona 12,
Telefax: 4769628
Guatemala, Guatemala

ISBN: 99922-59-22-1

CON ESTRICTO APEGO AL ORIGINAL

Reservados todos los derechos. De conformidad con la ley (artículo 274


del Código Penal) se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra en
cualquier tipo de soporte, sea este mecánico, fotocopiado o electrónico, sin la
respectiva autorización del editor.
"Será sancionado con prisión de cuatro a seis años y multa de doscientos
cincuenta mil a quinientos mil quetzales, quien realizare cualquiera de los actos
siguientes: / / a) La atribución falsa de la calidad de titular de un derecho de
autor [ ... ) / / d) La reproducción o arrendamiento de ejemplares de obras
literarias, artísticas o científicas protegidas, sin la autorización del titular.
/ / k) La publicación de una obra ajena protegida, con el título cambiado o
suprimido, o con el texto alterado, como si fuera de o tro autor". Artículo 274
del Código Penal.

13728-1000-1-2000
Impreso en Guatemala, Centroamérica - - EDITORIAL UNIVERSITARIA
CONTENIDO

Presentación 9

Pensar La patria del criollo de Severo Martínez Peláez


Aura Marina Arriola
19

Historia de un historiador
José Enrique Asturias Rudeke
31

1. El Dr. Severo Martínez y su tiempo 32

2. Ancestros 33

3. Infancia 35

4. Adolescencia 37

5. Juventud 38

6. Madurez 40

6.1 México 40

6.2 Retorno a Guatemala 42

6.3 Guerra civil 47

6.4 Puebla 51

7. Epílogo 52

8. Don Severo y nosotros 54

Severo Martínez Peláez,

un historiador marxista guatemalteco

relieve de un maestro artesano de la historia

Julio Castellanos Cambranes


61

6 La patria del criollo, tres décadas después

José Severo Martínez Péláez: una vida hecha obra de arte


Edeliberto Cifuentes Medina
89

1. Un acercamiento a su biografía 89

1.1 La década revolucionaria 92

1.2 Su acercamiento al marx~smo 96

1.3 Su primer exilio 99

1.4 Su regreso a Guatemala en 1958 102

1.5 Los orígenes de La patria del criollo 104

2. La patria del criollo en el desarrollo


de la historiografía guatemalteca
2.1 ¿Cómo puede ser analizada La patria del criollo? 109

2.2 El estilo narrativo 113

2.3 El elemento metodológico 120

2.4 El aspecto historiográfico 125

2.5 La visión severiana de la historia 127

2.6 Historia total: historia como novela 130

Severo Martínez Peláez, el político y el científico


Carlos Figueroa Ibarra
133

1. Introducción 133

2. Por los rumbos del marxismo 135

3. Explicar el pasado para entender

el presente y construir el futuro 142

4. El laberinto de la rebelión 150

5. El indio y la revolución 157

6. Epílogo 161

Bibliografía 163

La patria del criollo, tres décadas después 7

Severo MartÍnez Peláez


y la "ciencia revolucionaria" guatemalteca
Enrique Gordillo Castillo
167
l. Las tradiciones historiográficas
centroamericanistas y "La Guerra Fría" 172
2. La Guerra Fría, la contrarrevolución y el
nacimiento del pensamiento de izquierda
radical en Guatemala 175
3. La "satanización" de la antropología
culturalista estadounidense 180
4. Severo Martínez Peláez,
el intelectual y el proyecto revolucionario 186
5. Conclusión 197

La patria del criollo, tres décadas después

Iván Molina Jiménez

199
1. Presencia y ausencia 200
2. La tradición anglosajona 202
3. La valoración latinoamericana 207
4. Balance 214

Severo Martínez Peláez

y las tradiciones intelectuales en su obra

Osear Guillermo Peláez Alrnengor


223

La obra de Severo Martínez Peláez nos permite conocer


nuestro presente económico y social con todo realismo
Rafael Piedrasanta Arandi
231
8 La patria del criollo, tres décadas después '

Severo Martínez Peláez y la visión histórica


sobre el indígena guatemalteco
Julio César Pinto SorÍa
239

Severo
Marco Augusto Quiroa
269

La patria del criollo de Severo Martínez Peláez en


la historiografía latinoamericana y guatemalteca
Edgar Ruano Najarro
273

liLa llave colonial" de Severo Martínez Peláez.


La patria del criollo; ensayo de interpretación
de la realidad colonial guatemalteca
Eduardo Antonio Velásquez Carrera
287
Presentación 287
1. Introducción 289
2. La importancia de La patria del criollo para
el conocimiento de la historia del desarrollo
económico y social en América Latina 291
3. La importancia de La patria del criollo en la
discusión del origen y desarrollo del
capitalismo en Guatemala 302
3.1 Origen y desarrollo 302
3.2 La polémica o controversia reciente en
Guatemala 304
4. El debate teórico 326

Severo Martínez Peláez


Ralph Lee Woodward, fr.
329
PRESENTACIÓN

La presente compilación de textos sobre la vida y


obra del doctor José Severo Martínez Peláez tuvo su
origen en el Consejo Superior Universitario, máximo
organismo directivo de la Universidad de San Carlos
de Guatemala. Con base en lo anterior, el señor rector
ingeniero Efraín Medina Guerra, nombró una comisión
que se encargó de ofrecer un homenaje al doctor Martí­
nez Peláez. Esta comisión divulgó a través de conferen­
cias en las Facultades de Ciencias Económicas, Agrono­
mía y Ciencias Químicas y Farmacia de nuestra univer­
sidad, aspectos biográficos y académicos del autor de
La patria del criollo y Motines de indios. En éstas partici­
paron como disertantes el licenciado Edeliberto Cifuen­
tes Medina y el arquitecto José Asturias Rudeke. En los
aspectos organizativos se contó con la valiosa partici­
pación de la licenciada María Elena Ponce Lacayo y el
licenciado Eduardo Antonio Velásquez Carrera.
10 La patria del criollo, tres décadas después

Parte esencial del homenaje lo constituye este libro.


Luego de consultas con el rector y uno de sus asesores,
el licenciado Olmedo España Calderón, considerando
la importancia y factibilidad de la empresa, se enfrentó
la tarea de realizarla. Para ello contamos con la colabo­
ración de nuestros colegas y amigos a quienes manifes­
tamos, en nombre de la comisión responsable, nuestro
profundo agradecimiento por los trabajos que hoy pu­
blicamos. Así también, debe dejarse constancia del tra­
bajo realizado por el ingeniero Nelson Orlando Mora­
les Borrayo y por el licenciado Jaime Enrique Ruiz Cas­
tellanos en la corrección y edición del texto que presen­
tamos.
El primer ensayo de esta compilación realizado por
la antropóloga Aura Marina Arriola lleva por título:
"Pensar la patria del criollo de Severo Martínez Peláez",
fueron sus palabras en la presentación de la segunda
edición de La patria del criollo por el Fondo de Cultura
Económica en México, D.F. La doctora Arriola destaca
las cualidades humanas de Martínez Peláez referida
especialmente a su militancia política, indicando que:
"Nos enseña con su militancia, con 1a sobriedad y el
rigor de su vida, que la lucha contra el racismo, contra
la intolerancia que cada uno de nosotros lleva en sí
mismo junto a sus extranjerías debe ser reflejo coti­
diano". Además de estos puntos la autora remarca la
contribución de Severo Martínez al conocimiento de la
época colonial guatemalteca.
El segundo trabajo, "Historia de un historiador"
escrito por el arquitecto José Asturias Rudeke muestra
un retrato de Severo Martínez Peláez. Asturias Rudeke
fue alumno y amigo personal de Martínez Peláez por
espacio de muchos años, su cercanía afectiva e inte­
lectualle permitió conocer aspectos de la personalidad
del historiador desconocidos o poco conocidos por el
La patria del criollo, tres décadas después J.l

gran público. Es, corno su autor lo indica, una intro­


ducción a la extensa biografía que el autor de La patria
del criollo y Motines de indios se merece. Asturias, corno
cierre de su trabajo presenta un diálogo imaginario con
su maestro en que se plantean preguntas centrales para
la Guatemala de finales del siglo XX, la vieja cuestión:
¿Qué es el indio? está en el fondo del debate.
El tercer trabajo, titulado "Severo Martínez Peláez,
un historiador marxista guatemalteco. Relieve de un
maestro artesano de la historia", realizado por el doctor
Julio Castellanos Cambranes relata los encuentros y
desencuentros entre el autor del ensayo y su maestro.
Castellanos fue alumno de Martínez Peláez en la escuela
secundaria, de acuerdo con esto mantuvieron una rela­
ción alumno-maestro conflictiva en un principio, siendo
posteriormente compañeros de trabajo. Esta relación
personal estuvo salpicada de altibajos relatados por el
autor. Pero, al mismo tiempo Castellanos Cambranes
reconoce la dimensión universal de la obra de Martínez
Peláez y sus cualidades humanas, rindiendo homenaje
en su artículo a quien fuera su maestro. 1
Por su parte el licenciado Edeliberto Cifuentes Me­
dina en su ensayo: "José Severo Martínez Peláez: Una
vida hecha obra de arte", ofrece en su primera parte
una aproximación biográfica a Severo Martínez Peláez,
basada en entrevistas realizadas por el autor y en el
Currículum universitario de Severo Martínez Peláez: 1949
1979, que fuera presentado por el propio Martínez Pe­
láez al rector de la Universidad de San Carlos de Gua-

1 Sobre el incidente ocurrido en el Auditorio de la Corte Supre­


ma de Justicia de Ciudad de Guatemala en 1987, como parte
del auditorio en aquella ocasión estoy en desacuerdo con el
relato del doctor Castellanos Cambranes [OGPA).
12 La patria del criollo, tres décadas después

temala, doctor Roberto Valdeavellano el 26 de agosto


de 1974. 2 La segunda parte del trabajo de Cifuentes
Medina lo constituyen las interesantes apreciaciones y
valoraciones del autor sobre La patria del criollo.
El sociólogo Carlos Figueroa Ibarra en su trabajo
"Severo Martínez Peláez, el político y el científico", nos
introduce a la dimensión política del autor de La patria
del criollo. Figueroa Ibarra explora la relación del histo­
riador con el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) y
con la sociedad guatemalteca de aquellos años. Asimis­
mo Figueroa Ibarra traza una relación de filiación entre
La patria del criollo y la segunda gran obra inconclusa
de Martinez Peláez: Motines de indios. 3 Además, Figue­
roa Ibarra teje aspectos de la vida de historiador que
sin su participación política resultarían incomprensi­
bles. La fortaleza del trabajo de Figueroa Ibarra se en­
cuentra en la ubicación de Benedicto Paz (seudónimo de
Martínez Peláez) en las angustias políticas de su época.
El siguiente es el trabajo del historiador Enrique
Gordillo Castillo titulado "Severo Martínez Peláez y la
ciencia revolucionaria guatemalteca". El autor intenta

2 Copia de este documento se encuentra en la biblioteca del


Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) y está a
disposición de los interesados [OGPA].
3 Desde nuestro punto de vista esta relación resulta artificial
en tanto que el propio Martínez Peláez había señalado su
intención de continuar trabajando sobre la época indepen­
diente guatemalteca. Sin embargo, retomando modelos de
la historia social inglesa, Martínez Peláez abordó la proble­
mática de los motines de indios en la época colonial. Este
cambio de rumbo, consideramos, puede atribuirse a la necesi­
dad política del PGT de comprender la dinámica de guerra
civil guatemalteca y la participación de los indios durante
los años setenta y ochenta [OGPA].
La patria del criollo, tres décadas después 13

una reconstrucción del clima intelectual guatemalteco


durante la llamada "Guerra Fría" y las corrientes de
pensamiento enfrentadas sobre los temas que La patria
del criollo abordó. En esta polémica mediaban posicio­
nes políticas de izquierda que tenían su referente en las
obras de Martínez Peláez y Carlos Guzmán B6kcler.
Además, Gordillo Castillo aporta elementos para la
comprensión de los últimos treinta años de vida intelec­
tual de Guatemala. El autor sostiene que la vigencia de
las ideas de Martínez Peláez se debe a su cuestiona­
miento de las visiones antropológicas culturalistas sobre
la estructura social guatemalteca.
El historiador costarricence Iván Molina ]iménez en
el trabajo que titula esta compilación, "La patria del
criollo, tres décadas después", presenta una acusiosa y
útil comparación entre la historiografía anglosajona y
la latinoamericana en relación a la época colonial. Moli­
na ]iménez examina libros y autores aportando en el
sentido de comprender el éxito editorial que constituyó
la obra de Martínez Peláez. En comparación Molina
]iménez indica el poco interés que despertó la obra en
el ámbito de los historiadores anglosajones y lo sorpren­
dente que para éstos han sido los miles de ejemplares
vendidos y que continúan vendiéndose de La patria del
criollo en Centro América. Molina ]iménez indica que
"El éxito de ventas y la amplia influencia intelectual de
un libro con tales defectos no deja de sorprender a los
centroamericanistas anglosajones, cuyo énfasis en los
miles de ejemplares editados tiene casi el carácter de
una queja". Molina ]iménez amplía a nivel centroameri­
cano nuestra perspectiva de comprensión sobre Martí­
nez Peláez y su obra.
Seguidamente se encuentra el ensayo del autor de
estas líneas que lleva por título "Severo Martínez Peláez
y las tradiciones intelectuales en su obra", éste fue pre­
14 La patria del criollo, tres décadas después

parado para ser leído en la presentación de la segunda


edición de La patria del criollo en la sede del Fondo de
Cultura Económica en la ciudad de Guatemala el 4 de
junio de 1998.4 En este trabajo se intenta un análisis
historiográfico de La patria del criollo desde el punto de
vista de la formación académica de su autor. Para la
comprensión de una obra tan importante para la histo­
riografía centroamericana resulta básico estudiar las
grandes corrientes de pensamiento que le precedieron.
Aunque pocas veces Severo Martínez Peláez hizo explí­
cita su deuda intelectual con autores y obras, resulta
un ejercicio necesario adentrarse en las intimidades de
la formación del autor y las influencias intelectuales que
conformaron su pensamiento. Considero que este traba­
jo marcó el camino para trabajos mayores que aparecen
en la presente compilación.
El trabajo del economista Rafael Piedrasanta Arandi
"La obra de Severo Martínez Peláez y nuestro presente
económico y social", intenta una aproximación del tra­
bajo de Martínez Peláez desde la perspectiva del presen­
te. Utilizando con discrecionalidad el trabajo de Martí­
nez Peláez el autor tiende un lazo de relación entre el
presente y el pasado colonial guatemalteco. El ejercicio
intelectual de Piedrasanta Arandi es interesante; sin
embargo, no lo compartimos. Consideramos que se trata
de una visión fuera de época. Resulta importante desta­
car en este trabajo la amistad de Severo Martínez Peláez
con el entonces decano de la Facultad de Ciencias Eco­
nómicas de la Universidad de San Carlos y el apoyo

4 Este artículo fue publicado en Costa Rica por la revista


Reflexiones No. 74 (setiembre 1998), pp. 3-8 [OGPA].
La patria del criollo, tres décadas después 15

facultativo y universitario que le fuera brindado enton­


ces al historiador.
El escrito del historiador Julio César Pinto Soria
"Severo Martínez Peláez y la"historiografía guatemal­
teca", dibuja la época de Martínez Peláez y las discu­
siones en el ámbito académico. En su análisis de La patria
del criollo, Pinto Soria destaca el descubrimiento del
origen histórico de los sectores sociales desposeídos en
Guatemala. Quizá Pinto Soria retrata de mejor manera
el clima intelectual del país cuando señala: "En un me­
dio como el guatemalteco, excluyente y polarizado polí­
tica e ideológicamente, muy pobre todavía en el desen­
volvimiento de las ciencias sociales, la obra de Severo
Martínez fue recibida con el total beneplácito de unos
y el rechazo de otros, unos dogmatizándola en su glori­
ficación, los otros reduciéndola a un panfleto de inte­
reses comunistas. La obra evidentemente no es, lo uno
ni lo otro". La última parte del trabajo de Pinto Soria se
refiere a las limitaciones de Martínez Peláez en cuanto
a sus apreciaciones del indio guatemalteco; pero, en este
sentido podemos indicar que cada historiador tiene una
formación académica específica, una época y unas cir­
cunstancias históricas particulares e irrepetibles.
El artista guatemalteco Marco Augusto Quiroa es­
cribió el trabajo titulado "Severo", con motivo de la
muerte de Severo Martínez Peláez en enero de 1998.
Quiroa recoge aspectos humanos del autor de La patria
del criollo que se han considerado importantes para for­
mar parte de la presente compilación. Para ello conta­
mos con el amable permiso del autor. Simplemente invi­
tamos al lector o lectora a disfrutarlo.
El historiador Edgar Ruano Najarro participó tam­
bién de la presentación de la segunda edición de La
patria del criollo en el Fondo de Cultura Económica de
Guatemala en junio de 1998. Fruto de aquella presen­
16 La patria del criollo, tres décadas después

tación es el ensayo titulado "La patria del criollo en la


historiografía guatemalteca". Edgar Ruano presenta con
conocimiento profundo el lugar que de acuerdo a sus
investigaciones le corresponde a La patria del criollo en
la historia escrita de Guatemala. Sus fuentes son de
utilidad para cualquier interesado en profundizar sobre
la temática; pero además, los juicios y valoraciones del
autor se distinguen por su equilibrio y sobriedad. Cree­
mos que éste es uno de los mejores ensayos historiográ­
ficos sobre este tema en particular.
El economista Eduardo Antonio Velásquez Carrera
nos introduce al mundo de las discusiones de décadas
anteriores con su ensayo titulado liLa llave colonial de
Severo Martínez Peláez". Eduardo Velásquez utilizando
la excusa del estudio de La patria del criollo nos presen­
ta el panorama de la compleja discusión teórica de los
años sesenta, setenta y parte de los ochenta sobre el
origen y desarrollo del capitalismo en América Latina.
Esta discusión estuvo marcada por diferentes corrientes,
cada una de ellas examinada con detenimiento por Ve­
lásquez Carrera. Esta visión de multiplicidad de puntos
de vista, algunos encontrados, otros confluyentes, for­
ma la compleja trama del pensamiento latinoamericano
sobre este tema en particular que Velásquez Carrera
reactualiza para nosotros con meticulosidad científica.
Este trabajo y su extensa bibliografía podrían ser una
introducción al pensamiento social latinoamericano en
los últimos treinta años.
El último trabajo de este libro titulado "Severo Mar­
tínez Peláez", fue preparado por el doctor Ralph Lee
Woodward, Jr., quien por muchos años fuera profesor
de historia latinoamericana en Tulane University, New
Orleans, Louisiana, en la actualidad desarrolla su labor
docente en la Texas Christian University, Forth Worth,
Texas. El profesor Woodward es el más prestigiado ce n­
La patria del criollo, tres décadas después 17

troamericanista de Estados Unidos en la actualidad. En


su trabajo nos presenta otra faceta de Severo Martínez
Peláez: la continental. Para el profesor Woodward el
modelo de la sociedad colonial centroamericana,
planteado de manera magistral por Martínez Peláez,
puede ser aplicado creativamente a otras regiones de
América. Woodward nos señala además las diferentes
corrientes historiográficas dentro de la historiografía
estadounidense, contribuyendo con esto a una visión
diversa sobre la misma. Finalmente, Woodward indica:
"Severo Martínez Peláez nos recuerda tanto a los histo­
riadores centroamericanos como a los foráneos que
mientras que las diferencias culturales y étnicas pueden
tener algún significado, en las sociedades capitalistas
no son esas las diferencias primarias que dividen a la
humanidad ... Nosotros aprendimos mucho de su traba­
jo y de su ejemplo".
El lector o lectora tienen en sus manos una variedad
de puntos de vista sobre un mismo tema: la vida y la
obra de Severo Martínez Peláez. Debe indicarse que
éstos no agotan el tema en cuestión, que los materiales
de primera mano sobre la actividad académica del histo­
riador no se han empezado a tocar con profundidad. El
archivo de la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad de San Carlos guarda aún correspondencia
valiosa de Martínez Peláez. Además el Currículum Uni­
versitario de Severo Martínez Peláez: 1949-1979, es sola­
mente una parte de su vida académica, está pendiente
de investigar su trayectoria como docente e investigador
en la Universidad Autónoma de Puebla en donde desa­
rrolló sus actividades por espacio de muchos años. En
fin, a pesar del esfuerzo que significó enfrentar una obra
de esta naturaleza aún quedan espacios inexplorados
en la vida y la obra del más grande historiador centro­
americano del siglo xx. Este libro, desde mi punto de
18 La patria del criollo, tres décadas después

vista, constituye solamente una invitación para futuros


trabajos y el homenaje de una generación de historia­
dores a un "maestro artesano de la historia".

Nueva Guatemala de la Asunción, enero del 2000.

Dr. Osear Guillermo Peláez Almengor

Coordinador

Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR)

Universidad de San Carlos de Guatemala

Pensar La patria del criollo de


Severo Martínez Peláez*

Aura Marina Arriola**

En primer lugar, quiero agradecer a los compañeros


que organizaron este homenaje a Severo Martínez, en
ocasión de que el Fondo de Cultura Económica (FCE),
publicara en México su libro ya clásico en Centroamé­
rica, La patria del criollo, el haberme invitado a decir unas
palabras, palabras que me salen de lo más hondo, pues
estimé muchísimo a Severo, como el estudioso, de más

Presentación de la 2a • edición del libro de: Severo Martínez


Peláez, La patria del criollo (México: Fondo de Cultura Eco­
nómica, 1998). México, D.F., Viernes 26-6-98.
,.,. Antropóloga guatemalteca. Egresada de la Escuela Nacional
de Antropología e Historia (ENAH), y del Centro de Inves­
tigaciones y Estudios Sociales y Antropológicos (CIESAS),
ambas instituciones de México. Ha publicado en Guatemala,
México, Italia, Cuba. Sus últimos libros son: Tapachula, la pe~la
del Soconusco, ciudad estratégica para la redefinición de las fron­
20 La patria del criollo, tres décadas después

rigor que ha tenido la Guatemala contemporánea; como


militante, con quien participé, junto con otros com­
pañeros, en la Comisión de Educación del Partido Gua­
temalteco del Trabajo (PGT) en 1962 y con el que pro­
dujimos un libro sobre las ideas básicas del marxismo,
escrito para los comunistas chapines. Con quien fui a
manifestaciones y hacer pintas en las paredes de nuestra
ciudad, en algún aniversario del PGT y, con el que com­
partí, creo, una amistad, basada en la discusión sobre
los problemas teóricos y sobre la realidad de nuestra
querida patria, tan entrañablemente amada y tan des­
dichada, precisamente por ese sojuzgamiento y esa o­
presión que tan magistralmente estudia Severo.
Recuerdo, como lo hizo ya en otra ocasión Carlos
Figueroa Ibarra, su amor por la flauta y la música barro­
ca, que yo también amo: Vivaldi, Corelli..., concierto que
me dio en su casa de Guatemala. Recuerdo su hospi­
talidad, la de él, la de su esposa, Beatriz, e hijas, en su
casa de Puebla, donde después de muchos años de au­
sencia mía, volvimos a platicar de nuestros quehaceres
e inquietudes, delante de una taza de café, el café que
amaba tanto Severo; en ese México del exilio pero tam­
bién del encuentro con el mundo rico en cultura y tan
querido, que ya se convirtió en el país definitivo para
tantos guatemaltecos. Lo recuerdo, años antes cuando
aún no habíamos salido al exilio, vestido de gris, con
Joaquín Noval, antropólogo, también vestido de gris,

teras, (Guatemala: FLACSO, 1995); y Ese fatigado y obstinado


sobrevivir. Autoetnografia de la historia de una mujer guate­
malteca; Identidad y racismo en este fin de siglo y reflexiones para
una caracterización de la identidad étnica y las relaciones in ter­
étnicas en Guatemala, de próxima publicación.
Pensar La patria del criollo de Severo Martínez 21

sentados en las mesas de la cafetería de la Facultad de


Humanidades, cuando ésta estaba en la novena avenida
de la zona 1, discutiendo apasionadamente sobre los
problemas de sus investigaciones. Ambos docentes na­
tos. Con el antropólogo guatemalteco Jorge Solares, lo
visitamos en Puebla, cuando ya comenzaba su enfer­
medad a perjudicarlo. Y,lo vi y conversé con él cuando
llegaba al Distrito Federal para el Seminario sobre la
cuestión étnica, que realizó durante varios años en la
década de los ochenta, el Centro de Estudios Integrados
de Desarrollo Comunal (CEIDEC), donde dio brillantes
conferencias para los chapines exilados en México, indí­
genas y ladinos que llegaban a cuestionarlo y salían
deslumbrados de su erudición y su gran capacidad de
exponerla.
Para mí, Severo, además del historiador más lúcido
de Guatemala, fue un compañero de una gran amplitud
de criterio, para nada sectario y, que tuvo entre otras
cualidades, muy vivo el concepto, que hoy discuten los
filósofos, de hospitalidad y sus problemas relacionados
(sociales, económicos y políticos), en una época que
construye pero también pone en discusión las fronteras
entre Estado y Estado, entre clase y clase. Es un plantea­
miento, el de la solidaridad, que tiene que ver con cada
individuo, sobre todo si ese individuo es un militante
y que no es muy fácil de identificar. Tiene que ver con
una dimensión que podríamos llamar "ética", tanto de
lo personal como de lo político. Habría que recordar
aquí que Gramsci le dio mucha importancia a la dimen­
sión ética de la política, tan descuidada entre la izquier­
da, influida por Maquiavelo, Stalin, la real polítik, etcé­
tera.
Como se intuye, este escenario plantea muchos pro­
blemas a la filosofía: el predominio de la ética sobre
toda teoría del conocimiento,la cuestión de lo "propio",
22 La patria del criollo, tres décadas después

la cuestión misma del sujeto. ¿Sólo a la filosofía? No


ciertamente: porque el estilo de la hospitalidad, que no
es nunca totalmente traducible, el arte de esa inflexión
de la conducta, de este hecho paradójico que es sentirse
huéspedes en su propia casa, recibidos en su mismo
lugar, puede producir o "inventar" una micro física de
la hospitalidad, gestos, experimentos, iniciativas (tam­
bién políticas, como de las ciudades-refugio para los
intelectuales perseguidos que Derrida ha vigorosamen­
te apoyado)1 y hasta comportamientos nuevos en nues­
tra así llamada vida privada.
Por otra parte, Severo Martínez representa para
Centroamérica y, específicamente para Gua temala, el
surgimiento de un pensamiento a la altura de una época
que, a pesar de las importantes transformaciones que
presenta, es todavía la nuestra: la del reino generalizado
de la mercancía. La presencia de la violencia de la colo­
nia en nuestro presente. El análisis de nuestra realidad
desde la interpretación marxista de un gran historiador
latinoamericano. La voluntad del análisis de lo concreto.
Esa intempestividad hace que, de buen o mal grado,
todos estemos obligados hoy día en Guatemala a pensar
con Marx y con Severo Martínez, o contra ellos, o en
todo caso nunca sin ellos.
Severo Martínez, estudió el surgimiento del con­
cepto de patria en Guatemala. Y, como dice: "¿Senti­
miento de patria en el siglo XVII? ¿Patria cuando faltaba
mucho más de un siglo para la Independencia ?"2 Pero
a la vez, nos da claramente la visión de la ambigüedad

1 Jacques Derrida, Cosmopoliti di tutto in mondo, ancora uno


sforzo (Roma: Cronopio, 1998).
2 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo (San José:
EDUCA, 1979), p. 42.
Pensar La patria del criollo de Severo Martínez 23

y de la carga de contradicciones que ese concepto nuevo


conlleva.
Por una parte, La patria del criollo, "una patria como
patrimonio", hondamente querida por éste, porque no
era totalmente suya, porque tenía que disputársela toda­
vía a los conquistadores, sus padres y sus abuelos. La
posesión de una patria basada en la propiedad lati­
fundista de la tierra y la explotación del trabajo servil
del indio. Como señala Severo: "Los primeros criollos
constituyeron una clase social porque heredaron de la
conquista eso". [Martínez Peláez, 1979: 112]. Pero no
sólo habían heredado eso, sino su voluntad para defen­
der esa propiedad utilizando la violencia física, la tor­
tura, las masacres que habían aprendido del conquis­
tador Pedro de Alvarado, (" este infeliz malaventurado
tirano" como lo llama en algún lugar Fray Bartolomé
de las Casas) [Martínez Peláez, 1979: 57]. El poder colo­
nial se basó en el terror y nunca más han dejado de
utilizarlo para reforzar el poder de la oligarquía. Una
clase parasitaria que utilizó las reducciones de los indí­
genas en pueblos, verdaderas cárceles antecesoras de
las aldeas modelo y, el trabajo forzado de los indios,
obligados a movilizarse periódicamente para regalar su
fuerza de trabajo a los finqueros, lo que alternos tiem­
pos, la geografía, la ecología, la política, la cultura, en
resumidas cuentas todo el ecosistema de los pueblos
mayas, produciendo " una desesperada pobreza". Ro­
bándoles además la tierra que era propia, pero ajena.
Como dice Severo: " ... porque la tierra era -como lo es
hoy todavía- la principal fuente de riqueza del país.
Ya entonces se hallaba mal distribuida. La enfermedad
de Guatemala ya estaba allí". [Martínez Peláez, 1979:
195].
Una patria de la que aparecen, en el detallado estu­
dio de Severo, además de los criollos otros sujetos socia­
24 La patria del criollo, tres décadas después

les: los ladinos, los negros, la nobleza india. Todos ellos


sujetos sociales contradictorios y ambiguos, a la vez
esbirros y explotadores de los indígenas, que compar­
tieron con los criollos y los conquistadores su racismo,
su desprecio hacia el indio, su trato"ofensivo y humi­
llante", sus ultrajes sexuales hacia las mujeres nativas,
pero que a la vez fueron elementos de movilidad y de
subversión, que impulsaban al indígena a rebelarse, a
realizar diversas formas de resistencia, ya sea huyendo
a los pajuides, así como participando en las rebeliones
indias y en las luchas independentistas que han con­
movido a Guatemala desde esos terribles siglos colo­
niales.
Severo nos lo dice con claridad al hablar de algunas
figuras de la lucha de Independencia de España: "Debe
recordarse que el heroico indio revolucionario Manuel
Tot era comerciante; lo c~al no impide que a la vez fuera
universitario, como informa un autor, sino más bien
induce a suponer que el prócer arribó a posiciones revo­
lucionarias desde dos caminos distintos pero conver­
gentes: el comercio de nivel medio en el interior del país
(Tot era oriundo de la Verapaz), y la perspectiva profe­
sional del hombre de capa media alta". [Martínez Pe­
láez, 1979: 338].
Sin embargo, esa patria del criollo no era la patria
ni de los indios, ni de los ladinos, ni de los negros, ni
de las capas medias que emergían ya, y que serían siem­
pre la levadura de otro concepto de patria, aún incom­
pleto, aún utópico, porque su único verdadero intento
de realización en la práctica fue interrumpido, como
bien sabemos en 1954, por la "Gloriosa Victoria" de
yanquis y esbirros chapines.
Severo lo señala en su libro magistralmente: "En los
ladinos de las haciendas debe haber dominado un senti­
miento de la vida mucho más deprimente: el sentimien­
Pensar La patria del criollo de Severo Martínez 25

to de que vivir era pedir posada en casa ajena y ser


tolerado en ella a cambio de enriquecerla. No digamos
'patria ajena', porque el concepto mismo de patria no
debe haber llegado al mezquino mundo de realidades
e ideas en que transcurría aquella vida. Y tampoco pase­
mos por alto -sería un descuido- que estamos frente
a otro sector humano que no compartía la patria con
los criollos: si el indio era una parte de la patria criolla,
", el ladino pobre era en ella un forastero obligado a tra­
bajar a cambio de un diminuto trozo de tierra recibido
en préstamo. 'Como extranjeros en el país que habitan',
así los vio todavía al final de la colonia el Deán Carda
Redondo". [Martínez Peláez, 1979: 403].
Sin embargo, y aunque los indígenas fueran parte
esencial de La patria del criollo, que requería su servi­
dumbre, los indios tenían conciencia de que no eran
parte de esa "patria del odio", como es toda patria
racista. Porque, y ello lo esboza Severo al señalar la
complejidad de la dinámica colonial, se fue creando un
nuevo concepto de patria, aún inacabado, en el que se
le dará su justo valor a las raíces mayas en esa misce­
lánea de desigualdades sociales que es Guatemala. El
poeta k'iche Humberto Ak' Aballo expresa tajantemen­
te:
Pido la palabra:
la quiero en mi propia lengua:
Se fue formando en nuestro pueblo, a lo largo de
los siglos de opresión y de violencia de la clase domi­
nante, un concepto cercano a lo que llama Gramsci de
"círculos particulares", el cual remite a las múltiples
adscripciones de todos los sujetos sociales y a la diver­
sidad de los espacios y de las relaciones socioculturales
y políticas. Una patria múltiple, compuesta por diversos
mosaicos, por diversos horizontes, por diversas luchas,
26 La patria del criollo, tres décadas después

por diversas etnias e identidades, pero una patria final­


mente.
Esa "salve cara parens, dulcis Goathemala, salve", de
nuestro poeta exiliado en Boloña, Rafael Landívar. 3
La de Julio Fausto Aguilera:
Esta es la patria: es la que no existe.

La que vive en mi sueño desvelado.

La que atisbo y asedio en mis insomnios

como puma por hambres asediado.

Esta es la patria: ésta es la que me mata.

La que vida me da, con estos cantos .

... Que no sé si son cantos o son lloros,

por que tanto la espero y tarda tanto!

(De La patria es una casa, 1983)

La de nuestro poeta-guerrillero Qtto René Castillo:


Vámonos patria a caminar, yo te acompaño
Yo bajaré los abismos que tú me digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo me quedaré ciego para que tengas ojos.
Yo me quedaré sin voz para que tú cantes.
Yo he de morir para que tú no mueras,
Para que emerja tu rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.
Ya me cansé de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampaguean te.
Acompañarte en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.
(De Vámonos patria a caminar, 1965)4

3' Rafael Landívar nació en Guatemala el17 de octubre de 1731


y murió en Boloña, Italia el 27 de septiembre de 1793.
4 Ambos fragmentos de los poemas de Julio Fausto Aguilera
y de atto René Castillo fueron tomados del libro de Dante
Liano e Traduzioni di Alfonso D'Agostino. (El libro es bilin­
Pensar La patria del criollo de Severo Martínez 27

Las de Humberto Ak' Abal:


Las lomas
Los cerros,
Los barrancos,
los pueblos viejos,
tienen secretos encantadores
y de ahí mi deseo de sacarlos a pasear
en hojas de papel
o:
En este país pequeño

todo queda lejos:

La comida,

las letras,

la ropa ... s

Nosotros decimos con Julia Kristeva,6 cuando con­


testa preguntas sobre Francia y la nación. Pregunta: "Se
habla recientemente de la moral laica en la escuela.
¿Piensa usted que debería enseñarse a los niños el amor
a la patria?". Respuesta: "Por qué no. La patria, no como
un cimiento religioso o un origen insuperable, sino
como una memoria y como un límite: a la búsqueda del
tiempo perdido, y para confrontar mi diferencia con las
otras. Memoria y límite de amar: es una larga marcha,
que puede darle al mismo amor un sabor nuevo. Más
interiorizado, más sobrio".

güe) Poeti del Guatemala (1954 - 1986), Studio introducttivo


(Roma: Bulzoni Editore, 1988).
5 Los dos primeros poe-mas de Humberto Ak'abal fueron torna­
dos del prólogo de Francisco Morales Santos al libro de
Humberto Ak'abal, Guardián de la caída de agua (Guatemala:
Serviprensa, 1993). El tercer poema fue tomado del libro de
Humberto Aka'bal, Ahkem Tzij. Tejedor de palabras, (Roma:
Editorial Praxis, 1998).
6 Julia Kristeva, Contre la depression nationale, conversations por
demain, (París: Les editions Textuel, 1998), pp. 56-79.
28 La patria del criollo, tres décadas después

Ya no más identidades estables, monolíticas. Cada


uno de nosotros lleva en sí extranjerías intrínsecas a
nosotros mismos. "Por lo tanto, reconociendo esta ex­
tranjería intrínseca en cada uno de nosotros, tenernos
más oportunidades de tolerar la extranjería de los otros
y ensayar, crear comunidades menos monolíticas, más
polifónicas". Ser una "federación". "Un conjunto de
seres polifónicos, respetuosos de sus extranjerías reCÍ­
procas".
En ese sentido Severo Martínez, es un pionero en el
descubrimiento de nuestras múltiples identidades, de
nuestras múltiples extranjerías, de las contradicciones,
miserias y glorias que nuestra pequeña Guatemala en­
cierra, como todos los países, indudablemente.
Nos enseña también con su militancia, con la sobrie­
dad y rigor de su vida, que la lucha contra el racismo,
contra la intolerancia -que cada uno de nosotros lleva
en sí mismo junto a sus extranjerías- debe ser un reflejo
cotidiano. Que es necesario darle a tención a las palabras
que se usan. Porque las palabras son peligrosas. Algu­
nas son usadas para herir y humillar, para alimentar la
desconfianza y el odio. A otras les es alterado su signi­
ficado para usarlas de manera jerárquica y discrimina­
toria. Otras son sectarismos absurdos que sólo dividen
a los que la estructura económica ya ha dividido y utili­
zado.
Porque, corno señala el marroquí Tahar Ben
Jelloun: 7
"No encontrarás nunca dos caras absolutamente
idénticas. No importa la belleza o la fealdad: éstas son

7 Tahar Ben Jelloun, Il razzísmo spiegato a mía figlia, (Milano;


Passaggi-Bompiani,1998) .
Pensar La patria del criollo de Severo Martínez 29

cosas relativas. Cada rostro es el símbolo de la vida. Y


toda la vida merece respeto. Es tratando a los otros con
dignidad que se gana el respeto por uno mismo".
Historia de un historiador

José Enrique Asturias Rudeke*

Este documento, parte crónica testimonial y parte


investigación, es una invitación indexada para la exten­
sa biografía interpretativa que el Dr. José Severo Mar­
tínez Peláez se merece. Debe conocerse quién era él, por
qué hizo su obra, cómo la hizo, y además evaluar las
consecuencias de la misma. Usaré el léxico y semántica
de su libro La patria del criollo.

Nació en la Ciudad de Guatemala ellO de agosto de 1943.


Es arquitecto graduado Magna cum Laude por la Universi­
dad Autónoma de México en 1966. Se especializó en adminis­
tración y control de costos en 1968 y además estudió filosofía
e historia en la misma universidad durante los años 1965 a
1968. En la Facultad de Humanidades de la Universidad de
San Carlos de Guatemala estudió idiomas y filosofía durante
los años 1957 a 1959. Es profesor de música por la American
Recorder Society de Nueva York desde 1964. El arquitecto
32 La patria del criollo, tres décadas después

Agradezco a Bea triz Mazariegos de Martínez, Re­


gina Martínez de Granados, Alicia Martínez de Díaz,
Edmundo Vázquez Martínez, Carlos González Orella­
na, Edeliberto Cifuentes Medina y Efraín Recinos Arria­
za la información proporcionada.

1. El Dr. Severo Martínez y su tiempo

"El amor a la patria, que me arrebata" fue el motor


emocional que impulsó irrefrenablemente la vida entera
de nuestro maestro. Don Severo Martínez resaltó esas
palabras de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán,
en el primer capítulo de La patria del criollo, como la
tercera motivación de la Recordación Florida, l pero, recor­
dando las clases de historia que nos impartía en los años
58 y 59, lo veo efusivo cantando la frase, identificándose
con ella, tatuándola con mirada penetrante en nuestra
memoria, para que también fuese nuestra guía. Don
Severo toma la bandera nacionalista de Fuentes y Guz­
mán y formula una historia interpretativa creadora de
identidad que debiera llevarnos" ... de una patria de

Asturias Rudeke ha sido conferencista y organizador de


eventos relacionados con su profesión y profesor de las uni­
versidades Autónoma de México, San Carlos y Francisco
Marroquín de Guatemala. Presidente del Colegio de Arqui­
tectos 1972. Fue diputado al Congreso de la República de
Guatemala de 1994 a 1996, presidente de la Comisión de
Ambiente del Parlamento Latinoamericano en los mismos
años. Fue alumno y amigo personal del profesor Severo Mar­
tínez Peláez desde 1958 hasta su muerte. Fue candidato a
Presidente de la República de Guatemala para el período
2000-2004.
1 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo (México: Fondo
de Cultura Económica, 1998), p. 33.
Historia de un historiador 33

pocos hacia una patria de todos". [Martínez Peláez,


1998: 524].
Convivió, más que conoció, con los cronistas colo­
niales; su primer hijo se llama Bernal.
Sobre Fuentes y Guzmán "El Criollo", proyectaba
a su padre con quien mantuvo un conflicto de amor y
odio. Su tiempo psicológico es pues del siglo XVI al siglo
XX.
Su adolescencia coincide con la Segunda Guerra
Mundial. Severo tiene 21 años al dar Churchill el discur­
so sobre la Cortina de Hierro que inaugura la Guerra
Fría, debe estudiarse su vida como actor y víctima de
la misma.
Cuando se reunifica Alemania y colapsa la Unión
Soviética, la enfermedad de Alzheimer le impide darse
plena cuenta del cambio de época y cuando se firma la
paz en Guatemala, un año antes de su muerte somática,
su extraordinaria psique ya se había convertido en his­
toria.

2. Ancestros

Durante nuestra época liberal, del final del siglo XIX


y principio del siglo XX, en busca de mejor vida, emi­
gran de la provincia de Asturias, España, al altiplano
occidental de Guatemala varias familias, entre las que
se cuentan a los Alonso, Botrán, Coto, García, Gutiérrez,
Martínez, Tárano y Rodríguez. Muchas usaron como
puente a Cuba y muchas probaron antes suerte en Méxi­
co. Los montaraces buscan a las montañas.
Originarios de Santa Eulalia de Vigil, cercana a Pala
de Siero, Severo y su hermano Celestino Martínez Annia
se radican en Quetzaltenango, uno es comerciante ex­
perto en vinos y el otro agricultor. Traen capital para
invertir, el hermano mayor, Severo, funda "La Sevi­
34 La patria del criollo, tres décadas después

llana" en 1888 sobre la calle del Calvario; los dos vienen


acompañados de sus esposas. Ya en Guatemala procrean
hijos técnicamente criollos; Celestino tiene a Regina,2
José y Celestino Martínez del Corso; y el abuelo homó­
nimo de nuestro personaje, que ya traía a tres hijos
españoles: Trinidad, Esperanza y Severo, incrementa su
familia con: Alfredo, Regina, Carmen y Pilar.
Alfredo Martínez Rodríguez, estudia con los jesui­
tas en España la carrera de perito contador, con el obje­
tivo de manejar la abarrotería de su padre. Trabaja en
Londres tres años. A principio de los años veinte, posee
una bien surtida biblioteca, escribe poesía y administra
la gran abarrotería "La Sevillana", con sus billares y
cantina anexos. Se casa con Alicia Peláez Luna, joven y
bella mujer perteneciente a una familia acomodada,
dueños de la finca de café Santa Elena, en Colomba
Costa Cuca.
La familia de Alicia provenía por parte de Peláez
de la vieja Santiago (Antigua). Se trasladaron a Quetzal­
tenango en 1773 a causa de los terremotos de Santa
Marta. Su bisabuelo Fermín Peláez fue liberal, estuvo
asociado a Justo Rufino Barrios e integró el grupo fun­
dador del Banco de Occidente. Su abuelo fue Pedro
Peláez Rubio y su padre Pedro Peláez Castillo. La fami­
lia Luna era originaria de El Salvador.
El primogénito y único varón de Alicia y Alfredo,
nace el 16 de febrero de 1925, se le nombra Severo en

2 Madre del Lic. Edmundo Vázquez Martínez, ex-rector de la


Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) yex-presi­
dente de las Cortes de Constitucionalidad y Suprema de
Justicia.
Historia de un historiador ' . 35

honor del abuelo, adjetivo que resentirá toda su vida,3


le siguen Regina, Consuelo y Alicia.

3. Infancia

Bajo el manto de amor de su madre, Severito crece


en el centro de Quetzaltenango a media cuadra de "La
Sevillana", era bien dotado física e intelectualmente.
Cursa la primaria exitosamente en el colegio Alemán.
Un romance prohibido lleva a su madre al suicidio.
Se despide llorando de su hijo... el disparo... resonará
en su cráneo por décadas.
Se llama a la institutriz alemana, Lore Finke, para
cuidar a los niños. Se cambian a una casa nueva frente
al molino "San Francisco" de los Spross, cercano al río
seco y los llanos de Urbina. Juega en el trigo joven de
las labores, acompaña a su padre en largos paseos por
las planicies de Olintepeque, a veces cazando codor­
nices, en el mismo escenario en el que Pedro de Alva­
rado, con la caballería, "Hizo un alcance y castigo muy
grande a los Quichés" 400 años antes [Martínez Peláez,
1998: 23].
Hizo la primera comunión junto a su hermana Regi­
na, jugaba a ser torero, bombero y cura, pero, algo insó­
lito, se sabía de memoria la misa en latín. Samuel Fran­
co, sacerdote, amigo de la familia le puso atención espe­
cial, y lo usó como acólito. La institutriz luterana tam­
bién reconoció sus facultades extraordinarias dándole,
sobre todo, el cariño materno que extrañaba.
Con los años aprendería casi de memoria la Biblia,
los escritos de Lutero, la vida de Jesús de Renán y de

3 Su viuda relata que cuando tuvo que usar seudónimo, esco­


gió Benedicto Paz, porque él así se sentía.
36 La patria del criollo, tres décadas después

Guignebert, los textos de Plinio El Viejo, Flavio Josefo,


Filón de Alejandría, los escolásticos y los racionalistas,
evolucionando en forma tal, que ya de adulto sostuvo
con prudencia, hipótesis plausibles, no teístas, sobre la
ontología, teleología y ética. 4
Además de aprender los cursos normales y el idio­
ma alemán, hace suyas la disciplina y la responsabilidad
imperantes en la escuela. Adquiere la pasión por el
montañismo en excursiones escolares, que lo llevarán
el resto de su vida a disfrutar de paseos por la campiña
y pueblos guatemaltecos, combinando el deporte con
observaciones históricas, económicas, sociales y artís­
ticas.
Se compadeció de los indios en la finca de su familia
materna, los escuchó a ellos y a otros finqueros, externar
opiniones peyorativas sobre la clase social que los soste­
nía [Martínez Peláez, 1998: 164-176]; en el colegio Ale­
mán, que poseía un capítulo de la "Hitler Jugend",S
seguramente fue expuesto a la doctrina nacional socia­
lista; pese a todo, nunca adquirió prejuicios sociales y
raciales negativos.
De la filosofía alemana que conoce en la época, sólo
rescata y respeta la veneración por la docencia de F.
Nietzsche que se resume en las palabras iniciales de Así
hablaba Zaratustra: "De que te serviría... oh astro toda la
luz que posees, si no tuvieses a quién alumbrar... " Se
sabía de memoria la obra en alemán y cuando fue pIO­
fesor, se refería a ella frecuentemente.

4 Sus dos hijas hicieron la primera comunión y asistieron al


colegio de monjas Monte María.
5 Regina Wagner, Los alemanes en Guatemala 1828-1944
(Guatemala: Edición de la autora, 1996), p. 362.
Historia de un historiador 37

La guerra en Europa provoca el cierre de su mundo


escolar, algunos de sus compañeros de clase, como atto
Bohnenberger y Hanz Franke, son llevados a la heca­
tombe alemana.
Severo es inscrito en el Instituto Nacional de Varo­
nes de Occidente (lNVO), al cual no se acomoda. "La
Sevillana" sucumbe a la crisis económica y el padre
decide mudarse, en 1940, a la Ciudad de Guatemala
para manejar una nueva abarrotería, "La Marina", cerca
del mercado central.
Severito pudo tener una vida acomodada como co­
merciante, finquero o empresario industrial. Su gran
sensibilidad, identificación y proyección con sus congé­
neres, sumadas a la tragedia que lo arrolla cuando tenía
siete años, lo conducen por el apostolado del magisterio,
la creación científica y el sacrificio político.

4. Adolescencia

La crisis de la adolescencia, con su protesta viril,


atrapa a nuestro huérfano en una ciudad desconocida.
Se desarrolla aceleradamente un conflicto edípico pro­
fundo con el padre, que por una parte es demandante
de tareas y éxitos y por el otro lado minusvalora la
capacidad de su hijo.
Severo abandona los estudios de bachillerato que
cursa en el Instituto Central para Varones y posterior­
mente también la casa paterna.
Prematuramente adulto, vive solo en una pensión
y se sostiene trabajando en el Almacén Kosak, ubicado
frente a la Iglesia del Carmen. Es asistente contable del
jefe de la bodega Efraín Recinos Arriaza, cuyo hermano
Rafael había trabajado en "La Sevillana" de Quetzal­
tenango.
38 La patria del criollo, tres décadas después

Efraín Recinos es la guía importantísima de esos


años turbulentos, era masón, liberal y artista polifa­
cético. Lo induce a leer filosofía y ciencia. en general, le
enseña a jugar ajedrez y la estrategia para llevar una
vida sana y plena.
Prueba los entremeses del amor en prolongado no­
viazgo con Beatriz Mazariegos, ingresa al Conservatorio
Nacional de Música en donde estudia piano y teoría.
Practica la meditación solitaria, mientras rema en pa­
seos nocturnos, en el cercano lago de Amatitlán. Goza
viéndose rodeado por el universo, ya que el cosmos
exterior se refleja en el espejo del agua sobre la que
flota ... Su conciencia crece ... rebalsando fronteras histó­
ricas y geográficas.
Acuerpa la Revolución del 20 de Octubre de 1944 y
cuando José Roltz Bennet funda la Facultad de Huma­
nidades, se inscribe en la carrera de Filosofía.

5. Juventud

En forma autodidacta conoció la temática de la se­


cundaria, con excepción de las matemáticas avanzadas.
La carencia de título de bachiller fue un problema muy
serio para él, a lo largo de toda su vida.
Los estudios de historia en la USAC, así como los
estudios en la división de Doctorado de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma
de México fueron en calidad de oyente y no le permi­
tieron obtener los títulos correspondientes. 6
Al final de la década de los cuarenta, con ayuda
económica de su padre, se aplicó fervientemente a los

6 Severo Martínez; Currículum Universitario, 1940-1979 (Regis­


tro No. 928 U58 de la Biblioteca del Centro de Estudios Urba­
nos y Regionales, Universidad de San Carlos de Guatemala).
Historia de un historiador 39

estudios de Historia en la vieja facultad de la 9a avenida


del centro de Guatemala, y no sólo los completó brillan­
temente, sino que además por sus dotes de líder, fue
electo vocal estudiantil ante la Junta Directiva de la
Facultad en 1952; y presidente de la Asociación de Estu­
diantes de Humanidades en 1954; hecho extraordinario
por no ser estudiante regular.
Como uno de sus dos grandes maestros reconoció
siempre al Dr. Salvador Aguado Andreut, eminente
filólogo español, que le enseña la ciencia del lenguaje,
el arte del estilo y con su ejemplo, la magia de la ora­
toria. El premio literario que primero obtiene La patria
del criollo, atestigua el aprovechamiento de sus ense­
ñanzas. En esos días inicia su larga trayectoria docente,
impartiendo clases de literatura en el Instituto América
y el Colegio Europeo.
Arrebatado por una pasión ciega y fulminante, se
casa en 1953 con la atractiva quetzalteca Consuelo Piva­
ral, hermana de su amigo Salomón Pivaral. Por incom­
patibilidad de caracteres, el matrimonio dura poco y
da como único fruto a Bernal Martínez Pivaral.
Tras la derrota del nazismo y del régimen ubiquista
se produce un apogeo de la ideología revolucionaria.
Profesores republicanos españoles y latinoamericanos
vienen a la USAC a difundir ideas nuevas. Severo cono­
ce todas las corrientes filosóficas y políticas.
Cuando el ingenuo gobierno de Árbenz está por
terminar prematuramente, envenenado por la "Fruta
Amarga"7 aderezada con la tradicional salsa criolla nos

7 Historia de la caída del reglmen de Árbenz, Stephen


Schlesinger and Stephen Kinser, Bitter Fruit, The Untold Story
of the American Coup in Guatemala (Carden City, N.Y.:
Doubleday, 1982).
40 La patria del criollo, tres décadas después

encontramos a nuestro líder estudiantil, dando un fogo­


so discurso en apoyo de la valiente y temeraria inter­
vención del canciller Guillermo Toriello en Caracas. El
discurso del joven Martínez se difundió por la radio­
difusora oficial de Guatemala TGW. Tras el éxito de su
oratoria, le piden arengar de nuevo al pueblo para que
resistiera, transmitiéndose el mensaje cada media hora
por dos días, en los últimos estertores del régimen revo­
lucionario. Como era de esperar, al entrar la "Libe­
ración", se ve obligado a buscar asilo en la embajada
de México. Pierde a la patria por primera vez y a la
familia por segunda vez. Consuelo Pivaral emigra a
Estados Unidos en 1958, llevándose a su querido hijo.
La separación de Bernal al cual sólo vuelve a ver por
un período de un año, diez y seis años más tarde, suma
sufrimiento a una carga de por sí abultada.
Con toda seguridad salimos beneficiados sus alum­
nos de la década del cincuenta ya que sus sentimientos
paternales frustrados se trasladaron hacia nosotros.

6. Madurez

Escojo como hito de su madurez la concepción y


gestación de su primer libro: La patria del criollo, obra
maestra que le hará trascender a la cultura universal,
la cual, nace como un trabajo de las clases y seminarios
que toma con su segundo gran maestro, el Dr. Wences­
lao Roces, aprovechando su primer exilio en México.

6.1 México

Vive de 1954 a 1957 cerca del Seguro Social, en la


colonia Roma del Distrito Federal; frecuenta a los com­
patriotas; pasea los fines de semana por el Desierto de
los Leones y los Llanos de Salazar; cuando le permite
Historia de un historiador 41

el presupuesto, frecuenta un restaurante cercano en las


calles de Chapultepec, donde alimenta al estóm~g~ con
mariscos y a los ojos, con la bellísima hija de los due­
ños;8 disfruta la vida artística de la gran metrópoli; p~ro
las actividades fundamentales, son los cursos de Filo­
sofía e Historia que atiende en la Facultad de Filosofía
y Letras de la UNAM.
Entre los muchos profesores que tuvo Severo, el .Dr.
Roces ocupó un puesto primordial, estableciendo COI).
él una estrecha relación que desbordó el aula y lleg.ó .a
la intimidad de la casa. Siendo uno peninsular y el otro
hijo de criollos, siendo los dos políticamente redentor~s
de la estructura de explotación social heredada de la
colonia, de manera más radical que Fray Bartolomé,
siendo los dos amantes de la ciencia y educados por
alemanes; se vuelven más que amigos -familia-o Ro­
ces lo llamaba cariñosamente Nieto. 9
Aprendió teóricamente y en la práctica cotidiana
del maestro: el método para investigar y analizar, para
estructurar y escribir. Por méritos académicos, el Dr..
Roces lo nombró auxiliar de su cátedra, deferencia ex­
traordinaria por tratarse de un estudiante "especial'~:
Resaltaba que en los años de concepción de La pa­
tria del criollo, los Siete ensayos de interpretación 4e la
realidad peruana, de José Carlos Mariátegui, fue el ejem­
plo que inspiró su trabajo, el objetivo era hacer la segun­
da historia interpretativa de Iberoamérica, por eso el

8 En 1961 me llevó a conocer el barrio y l.a ma.risql!~ría "La


Marinera".
9 Durante una época, por repudio psicológico a su madre, se
autodenominó Severo Martínez Nieto, después de acaloradas
discusiones con sus amigos en 1970, lo convencimos de recu­
perar el Peláez para la suscripción de su primer libro.
42 La patria del criollo, tres décadas después

subtítulo que la complementa: Ensayo de interpretación


de la realidad guatemalteca. lo

6.2 Retorno a Guatemala

En 1958, de treinta y tres años de edad, Severo regre­


sa a trabajar como profesor de Estudios Sociales en las
secundarias privadas de la Ciudad de Guatemala. 11 Vive
con su hermana Alicia, en un segundo piso de la 9a
avenida, a media cuadra del mercado central.
Reanuda estudios y amistades en la Facultad de
Humanidades. Juega florete en el Palacio de los Depor­
tes. Viaja en autobús a Quetzaltenango los viernes por
la noche para dar los sábados por la mañana clases ad
honorem, en las extensiones de Humanidades y Econo­
mía de la USAC, regresando ese mismo día por la noche
a la capital.
Religiosamente, sale a caminar con amigos los do­
mingos al cerro el Rejón de Saca tepéquez, o a los alre­
dedores de Tecpán, Chimaltenango.
Con la angustiante sed de conocimientos de los
quinceañeros, conocimos, a principios del 58, al nuevo
profesor de historia, era un huracán de entusiasmo. No
existiendo la Internet, era maravilloso tener a alguien
que respondiera cualquier pregunta. Con ayuda de mis
apuntes de clase, que atesoro, y la memoria imborrable

10 Después de 15 años de investigación en tres países, la obra


final de 786 páginas y más de 1,300 referencias documentales
no podría llamarse un ensayo, a menos que se quiera rendir
un homenaje de filiación, o se ponga de manifiesto una hu­
mildad muy grande.
11 Instituto Privado para Varones y Escuela Preparatoria Anexa,
Instituto Modelo, Liceo Francés.
Historia de un historiador 43

de mañanas que acontecieron hace 40 años en la vieja


escuela Preparatoria; quiero ilustrar con un ejemplo, la
típica cátedra de Don 12 Severo.
A las diez de la mañana, con sus poblados bigotes,
traje, corbata, dos grandes libros y el periódico del día
bajo el brazo, nos estaba esperando en silencio, sólo
usaba sus penetrantes ojos para llamarnos la atención,
con una técnica que tal vez aprendió de los directores
de orquestas sinfónicas.
Leyó primero, con algo de acento mexicano, la pri­
mera carta relación de Alvarado a Cortés donde se narra
la conquista de Zapotitlán y Quetzaltenango 13 y des­
pués el Requerimiento de Palacios Rubios por el cual
se conminaba a los naturales a repudiar sus dioses secu­
lares, aceptar la religión católica y un nuevo rey, guar­
dián de la misma, al que se deberían dar todas las con­
cesiones del vasallaje.
El segundo documento [Martínez Peláez, 1998: 49]
fue explicado como una justificación ético-jurídica de
la conquista. El Papa había solicitado, después de decla­
rar a los nativos de las indias seres humanos, una opor­
tunidad para que los gentiles se convirtieran en fieles,
yen caso que no atendieran la solicitud, se clasificaran
entre los infieles, a los cuales era permitido y hasta
obligado, hacer la guerra. Se daba también "la enco­
mienda" de catequizarlos en la nueva fe. En el caso de
Quauhtemallan el documento probablemente fue leído
rápidamente en castellano, a gran distancia de las hues­

12 En España DON abrevia: de origen noble, en Guatemala se


usa como deferente con los profesores y significa: de oficio
noble.
13 Sociedad de Geografía e Historia, Anales, No. 2, Tomo 11
(1925).
44 La patria del criollo, tres décadas después

tes nativas, a pesar que el nahuatl era lengua franca y


que Alvarado estaba acompañado de numerosos tlax­
caltecas, compatriotas de su mujer, doña Luisa Xico­
tencatl. 14 Comparaba la astucia diplomática de Cortés,
con la rudeza del Adelantado; la forma como se trató
en México a doña Marina -La gran lengua-, y en
Guatemala a doña Luisa.
Profundizando en los estratos de la economía polí­
tica y después en la lógica dialéctica hegeliana, mos­
traba, con el ejemplo, cómo la ética y el derecho son
elementos subordinados al interés económico; como el
edificio de la sociedad tiene estructura y superestruc­
tura, pero a diferencia de la arquitectura tradicional y
el determinismo primitivo, estos elementos son diná­
micos, interactúan recíprocamente, dándose múltiples
opciones según la situación histórica y geográfica parti­
cular. Aunque no conocía las modernas teorías caóticas
de los atractores, que conservan el orden en el caos; el
manejo de las leyes clásicas de la dialéctica y la relación
cognoscitiva entre causalidad y casualidad, le permitían
consolidar una explicación, a los complejos problemas
sociales.
Para finalizar, proyectaba la lección al presente: del ·
matutino leía alguna noticia del legislativo, en la cual
se pretendía torcer el derecho, emitiendo una ley pare­
cida al viejo "requerimiento", para favorecer económi­
camente a algún grupo dominante. ¿Por qué nuestros
textos tradicionales de Historia eran descriptivos y algu­
nas veces mitológicos, ocultando y resaltando lo que
convenía a conquistadores, criollos y peninsulares, o a

14 Bernal Díaz, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva


España, Cap. LXXVII (México: Porrúa, 1992), pp. 132-133 .

.-.UIIIY
Historia de un historiador 45

liberales, conservadores y liberacionistas? ¿Por qué Te­


cún y no Kikab? ¿Por qué no se reconocía ampliamente
el mestizaje de abolengo y linaje de nuestra primera
"Primera Dama" del período colonial doña Luisa Xico­
tencatl y el adelantado don Pedro de Alvarado?
La estructura pedagógica de la lección de historia
fue: 1. Fuentes primarias 2. Fuentes secundarias inter­
pretativas, en este caso, La patria del criollo en gestación.
3. Análisis teórico en dos niveles, Economía Política y
Lógica. 4. Proyección al presente, explicándolo. 5. Co­
mentario sobre los problemas actuales de la historio­
grafía. Más que profesor que informa, era el maestro
que forma.
Otra lección clásica que daba, era la conquista y
sometimiento de los cakchiqueles. La clase se trasladaba
a Iximché y sentados en el palacio frente a la plaza del
Quauhtemalacatl' se leían y explicaban los Anales de los
Cakchiqueles y las relaciones y crónicas españolas corres­
pondientes. Cuando se relataban en los documentos
acciones en el foso de protección o en los cerros a donde
huyeron los naturales, recorríamos los lugares para
asimilar la Historia vivencialmente.
En esos años se reanuda el romance con su primera
novia Beatriz, el cual culmina, en 1960, en la boda que
se celebra en casa de los Mazariegos. Con Manuel Fer­
nández Molina tuvimos el privilegio de ser invitados,
acompañando a los familiares y a no más de una docena
de sus amigos. Los novios estaban radiantes yentusias­
mados. Beatriz trabajaba en la sección administrativa
central del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social
(IGSS) y don Severo comenzó a recibir ese año su primer
salario de Q100.00 mensuales de la USAC [Currículum,
Severo Martínez: 1949-1979], lo que sumado a las tres
clases de las secundarias totalizaba un ingreso familiar
aproximado de Q400.00.
46 La patria del criollo, tres décadas después

. La nueva pareja se instaló en el altillo del segundo


patio de la misma casa donde se casaron, en la 3a ave­
nida 14-66 de la zona 1. El nido constaba de un dor­
mitorio y un estudio pequeño atiborrado de libros, muy
ordenado y adornado con obras de arte de gran signi­
ficado para el maestro. Frente a su escritorio tuvo el
cuadro de una niña pobre y enferma, que todos los días
le preguntaba en el anochecer ¿qué había hecho ese día
por ella ... ? Pocos años después, agobiado por peligros,
preocupaciones e imperativos morales, me regaló el
cuadro, no lo soportaba más... Su corazón no pudo satis­
facer las insoportables demandas de su cerebro y literal­
mente trató de huir en taquicardias auriculares paroxís­
ticas. Las crisis eran agudas y muchas veces fue a parar
al hospital. Desde ese tiempo buscó la ayuda profesional
de cardiólogos y psicoanalistas,15 que finalmente lo cu­
raron, y en el caso de los segundos, le permitieron cono­
cerse profundamente a sí mismo.
Severo introdujo en Guatemala la flauta dulce
(blockflote). Enseñó a muchos de sus alumnos la solfa y
la fácil técnica del instrumento. 16 Integramos con la
señora Lilly Plass, esposa del Director del nuevo Cole­
gio Alemán y Luis Recinos D., un consorcio de música
renacentista. Escuchamos magníficos conciertos de la
Orquesta Sinfónica Nacional, todavía recuerdo a Víctor
Tevah dirigiendo a Martinú y el análisis que don Severo
hizo de la obra.

15 Dr. Gastón Samayoa Girón, Dr. Rolando Paredes.


16 Su alumno Jorge Pellecer, a llegado a ser director y fundador
de Ars Nova y director huésped de coros y orquestas grandes.
Historia de un historiador 47

6.3 Guerra civil

Severo no se limita a teorizar, sino lleva sus convic­


ciones al campo de la práctica. Ingresa entre 1958 y 1959
al Partido Guatemalteco de Trabajo.17 El13 de noviem­
bre de 1960 estalla "La Guerra Civil Renegada" en Gua­
temala/ 8 don Severo está buscando nombre para su
primera hija, La patria del criollo ya tiene los dos prime­
ros capítulos terminados, en la tarde hacía historia en
el archivo, en la mañana la enseñaba en los colegios, y
en la noche trataba de cambiarla, a través de su acti­
vidad en el Partido.
Era miembro de su Comisión de Educación con
Aura Marina Arriola,19 elaboraba manuales, pintaba
consignas en las paredes en forma novedosa, ya que
para acortar el tiempo de exposición al peligro, intro­
dujo el uso del bote atomizador de pintura; además con
gran responsabilidad y preocupación, colaboraba en la
selección de los becarios que estudiarían en los países
socialistas.
En ese final de año dramático, dejé de frecuentarlo,
ya que me trasladé a estudiar y trabajar a México por
diez años. Nos vimos por períodos cortos en mis vaca­
ciones, o en varios exilios "relámpago" y actividades
académicas que lo llevaron de nuevo a México, inter­

17 Dato proporcionado por su viuda.


18 Guerra civil que llamó "Renegada" por haber sido negada
35 años por los gobiernos de la "Guerra Fría". Ver: José
Asturias R., "El Secuestro de la Sra. OIga Alvarado de Novella,
Ultima Acción de la Guerra Civil, Guatemalteca" (Guatemala:
inédito, 1997), copia en biblioteca del CEUR, USAC.
19 Aura Marina Arriola, "Pensar La patria del criollo de Severo
Martínez Peláez". En esta misma compilación.
48 La patria del criollo, tres décadas después

cambiarnos correspondencia, sobre todo cuando se tras­


ladó a Sevilla en 1967.
Al principio, su posición respecto a la guerra civil,
fue de escepticismo, las tesis del Che y Debray sobre
el foco", no lo convencían, le preocupaba la falta de
11

preparación de los revolucionarios y en general de la


población. Posteriormente en 1962 la apoya con reser­
vas, corno un disuasivo para frenar la explotación y la
represión desmedida. A partir de la primera masacre
del Comité Central del PGT, la apoya por resentimiento
y plena convicción.
Lleva una vida intrínsecamente angustiosa, ya que
la militancia política clandestina 20 pone cotidianamente
en peligro su vida; y por otra parte, enseña Economía e
Historia públicamente en la Universidad de San Carlos.
[Currículum, Severo Martínez: 1949-1979]. Sus hábitos
eran sanos, con sufrimiento, abandonó el cigarrillo en
los años sesenta y sólo consumía pequeñas cantidades
de licor en ocasiones especiales. Se quejaba de la bar­
barie de las novatadas en la USAC, cuyo origen era
militar y de la dipsomanía que enfermaba a casi todos
los estratos de nuestra sociedad.
Ahorrando y usando una pequeña herencia del pa­
dre que muere físicamente en 1957, pero no en sus sue­
ños, diseña y construye, casi con sus manos, una casa
en la colonia "El Carmen" muy cerca de la ciudad uni­
versitaria de la USAC. El día 16 de febrero de 1967 cum­

20 La Ley de defensa de las Instituciones Democráticas prohibía


la actividad del PCT y de hecho arriesgaba la vida, ya que en
esa guerra no se hicieron prisioneros. Ver: José Asturias R.,
"El secuestro de la Sra. OIga Alvarado de Novel/a, última acción
de la Guerra Civil, Guatemalteca" (Guatemala: inédito, 1997),
copia en biblioteca del CEUR, USAC.
Historia de un historiador 49

pliendo 42 años, estrena la casa número 36-39 de la 2a


avenida de la zona 12. El estudio donde terminará La
patria del criollo, es amplio y ve a los volcanes. Dos hijas
Brisila e Iricel complementan una frágil felicidad. A
pesar de ser profesor de profesores [Currículum, Severo
Martínez: 1949-1979], lucha en la universidad contra la
mezquindad, los celos profesionales y los enemigos
ideológicos que, aprovechando su debilidad curricular,
no lo dejan trabajar como profesor titular y le cierran el
acceso del Departamento de Historia de la Facultad de
Humanidades. Muchos de sus amigos mueren por la
guerra. Deja de ejecutar música, por duelo.
En 1967 va con la familia a Sevilla, para completar
la investigación de su libro. Supera un bloqueo intelec­
tual relacionado con los capítulos quinto y sexto. Visita
la casa de la familia paterna en Asturias, disfruta de las
alegrías sevillanas, mide fuerzas intelectuales con otros
investigadores del Archivo de Indias, y cuando regresa
reconfortado a Guatemala en 1969, termina rápidamen­
te los capítulos restantes y la revisión final de su obra
cumbre.
Manuel Fernández Malina era su asistente en pa­
leografía y hermenéutica en el Archivo General de Cen­
tro América (AGCA), la gran honestidad del maestro se
puso de manifiesto una vez que le llevó una colección
grande de documentos sobre tributos, con una mag­
nífica interpretación. No quiso usar el trabajo de su
asistente y lo convenció y ayudó para que lo publicara
como obra propia Los tributos en el Reino de Guatemala:
1786-1821. 21

21 Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IlES­


USAC), revista Economía No. 40, (1974): 17.
50 La patria del criollo, tres décadas después

Volvemos a frecuentarnos a finales del año 1969, lo


ayudo a diseñar la carátula y dibujo su famoso diagrama
de la estructura social de la colonia, que aparecerán en
la primera edición de La patria del criollo.
Así, 1970 es el año que Guatemala se ve por primera
vez en el espejo sin lila máscara". El primer reconoci­
miento para La patria del criollo es de la Asociación de
Periodistas de Guatemala (APG), que le otorga "El
Quetzal de Oro". El 23 de junio de 1978 los masones le
dedican una tenida blanca. 22
La década de los setentas ve a don Severo inves­
tigando para el Instituto de Investigaciones Económicas
y Sociales (IlES), dirigiendo el área común de la Facul­
tad de Ciencias Económicas, defendiendo en foros las
tesis de La patria del criollo; fueron famosos los debates
contra Guatemala, una interpretación histórico-social de
Carlos Guzmán Bockler y Jean-Loup Herbert.
Que se sepa, en la tercera etapa de la guerra, el papel
que jugó Severo en ~l PGT fue anodino. Cuando sube al
poder Romeo Lucas García y se aplica la política de
tierra arrasada, alguien de la representación española
le advierte que encabeza una lista de viajeros, no volun­
tarios, al más allá. Del trabajo escapa a México, pudien­
do ver la cara de Caronte. Desde Tapachula avisa a
Beatriz, decide quemar las naves y se traslada con la
familia a Puebla de los Angeles. El resto de los conde­
nados de la lista murieron.

22 Tuvo muchos amigos y colegas masones, él, nunca lo fue,


según todas las fuentes consultadas.
Historia de un historiador 51

6.4 Puebla

Visité a la familia en Puebla cada dos o tres años y


lo llamé por teléfono para saludarlo en el día del maes­
tro. Las hijas crecieron y se graduaron, una odontóloga
y la menor arquitecta, Beatriz disfrutó de la dulce tran­
quilidad mexicana y él se dedicó a impartir cátedras en
la Universidad Autónoma de Puebla, se repite la miseria
humana y después de dar clases por un corto período
en la Escuela de Historia, debe trasladarse a la Escuela
de Antropología donde lo siguen muchos de sus alum­
nos. Terminó su carrera universitaria siendo director
interino del Instituto de Investigaciones de la Universi­
dad Autónoma de Puebla. En uno de mis viajes lo
encontré entusiasmado con un curso de Antropología
Filosófica. Publicó el 66% de "Motines de indios". Difun­
dió sus ideas en foros internacionales. Es invitado a La
Habana dos veces en 1962, una como jurado de Casa
de las Américas y la otra a un congreso donde lo nom­
bran vicepresident~ de la Asociación de Historiadores
Latinoamericanos.
En 1986 emprende, por primera vez en su vida, un
viaje largo de vacaciones, visita Hamburgo, Bonn, Vie­
na, Salzburgo, Bad Ischl y Klagenfurt, en peregrinación
por los lugares sagrados de la música, que fueron resi­
dencia alguna vez de Mozart, Beethoven y su favorito
Brahms.
Sufre depresiones, que controlan los médicos y a
partir de 1988 comienza a sufrir la falta de la memoria.
Don Cerebr0 23 es atacado lenta pero inexorablemente
por Herr Alzheimer. En 1989 va de nuevo a Alemania a

23 Mote que le pusieron sus alumnos del Instituto Modelo, en


los años cincuenta.
52 La patria del criollo, tres décadas después

dar una conferencia y su hermana Consuelo debe ir a


rescatarlo, pues por la enfermedad se pierde...
Regresa a Guatemala en 1988 a un Congreso de
Historia, en 1992 a recibir el Doctorado Honoris Causa
que le otorga la USAC y en 1993, la Orden de Quetzal­
tenango. En 1992 la Escuela de Historia nombra a su
biblioteca "Severo Martínez Peláez" la cual posterior­
mente recibirá corno donación, su última biblioteca llena
de anotaciones marginales.

7. Epílogo

Enfermo, deja de asistir a la Universidad Autónoma


de Puebla, la cual, en atención a sus méritos, continúa
pagándole el salario completo hasta el final. Dos nietos,
que le da Iricel, alegran sus últimos días lúcidos.
Progresivamente queda incapacitado, primero men­
talmente y luego físicamente. El mayor tesoro de su vida
"La Beatriz"24.lo vela y lo atiende hasta en la más míni­
ma necesidad.
Por razones que solamente podrían encontrarse en
las cloacas de la maldad, la ingratitud y el egoísmo; o
en un ataque ad hominem, al autor de una tesis de inter­
pretación histórica inconveniente... , en junio de 1995
Julio Roberto Gil Aguilar, Director del Archivo General
de Centro América (AGCA) calumnia al historiador invá­
lido, al declarar en conferencia de prensa yen el proceso
judicial que se le instruye por haberse robado varios
importantísimos documentos; que don Severo le había
vendido los mismos. Pretendía usar en su descargo una
burda adulteración de un autógrafo en blanco, que don

24 Sic, así la llamaba cariñosamente, acentuando en la "a" en


vez de la /Ji/J.
Historia de un historiador 53

Severo había escrito en un ejemplar de La patria del


criollo. Amontonado en la parte superior de esa página
recortada, se falsificó un texto donde se acusa recibo,
por una risible cantidad de dinero, a cambio de un "lote
de documentos" (sin especificar) que nada menos era:
"La Cédula Real de Fundación de nuestra Ciudad de
Santiago de Guatemala" firmada y sellada por la reina
Juana (La Loca), el cuarto libro de Cabildo, 54 decretos
de Santiago de Guatemala, tres convenios firmados por
los presidentes norteamericanos Grant, Roosevelt y Wil­
son, un tratado entre Guatemala y la Gran Bretaña fir­
mado por la reina Victoria y otro entre Italia y Guate­
mala firmado por el rey Vittorio Emanuelle n. Los docu­
mentos estaban bajo la custodia personal del vil Gil, en
la caja fuerte del AGCA.
Todos sus amigos y alumnos protestamos por la
infamia, solicitamos a su ex alumno Ramiro de León
Carpio, Presidente de la República, interceder ante la
comisión gubernamental que se formó para aclarar el
robo y la difamación ya que se sabía que la esposa de
Gil, María Elisa de Gil, había sido capturada in fraga nti,
confesa, juzgada y encarcelada; al vender los docu­
mentos en la Galería Swann de la Ciudad de Nueva
York, y que el expediente estaba en poder del Ministerio
de Cultura. 25 No se exculpó al maestro enfermo. Los
tribunales guatemaltecos lo fueron a indagar a México
como testigo. No prestó declaraciones por estar jurídi­
camente incapacitado.

25 Copia del expediente del juicio en Nueva York, donde se


detallan los hechos, y se responsabiliza exclusivamente a los
esposos Gil' del delito de lesa patria, se puede consultar en
la biblioteca del Centro de Estudios Urbanos y Regionales
(CEUR). Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC).
54 La patria del criollo, tres décadas después

El último año, su cuerpo permaneció paralizado y


su mente se extinguió. Su corazón dejó de latir el 14 de
enero de 1998.
La viuda tuvo que pedir prestado para pagar el
funeral y cremación, que se realizó en la Puebla de los
Angeles.
Los ficheros de los Motines de indios, obra incon­
clusa, y de la Independencia fueron entregados por doña
Beatriz, a la Doctora Coralia Gutiérrez y al Licenciado
Ernesto Godoy, para su procesamiento y publicación.

8. Don Severo y nosotros

Como el Cid, y otro selecto grupo, don Severo sigue


dando batallas después de muerto... ojalá que nunca
descanse en paz.
Su obra sigue viva y vigente, es motivo de muchos
elogios y críticas,26la mayoría de las últimas son de tipo
político y semántico erudito. Como él quería, abrió las
puertas para la discusión y formación de nuestra iden­
tidad -El Hombre es Historia-.
Respetando la "Escuela Severiana" que nos legó,
debo proyectar su vida y obra al presente advirtiendo
que lo que sigue son especulaciones propias.
Estoy seguro que le hubiera complacido la paz que
se alcanzó el 29 de diciembre de 1996. Le regocijarían
muchas de las conquistas por las que luchó.
Le hubiera contrariado y preocupado el apartado
sobre identidad indígena,27 tema sobre el que tanto tra­

26 Se recopilan a la fecha en: Instituto de Investigaciones Econó­


micas y Sociales (lIES-USAC), Revista Economía, No. 136, (1998)
Y Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR-USAC),
Documentos para la Historia, Nos. 9 y ID, (1998).
Historia de un historiador 55

bajó. 28 Su definición del "Indio" se basaba en factores


económicos y descartó con múltiples y sesudos argu­
mentos los factores raciales y culturales.
De los cinco criterios de identidad consignados en
los acuerdos de paz 29 hubiese opinado que: El primero
es racial, irrelevante, e imposible de aplicar, debido al
mestizaje o en los casos puros de ascendencia directa,
las características genéticas son iguales en todos los
amerindios, volviendo imposible diferenciar por ADN
a un zapoteca, de un aymara o de un maya.
Los siguientes tres criterios son culturales, idioma,
cosmovisión y hábitos, que muchas veces se comparten
con guatemaltecos no mayas, de los cuales se quiere
diferenciar.

27 Presidencia de la República de Guatemala, Los Acuerdos de


Paz (Guatemala: FONAPAZ-COPREDEH-Comunidad Econó­
mica Europea, 1997).
28 Severo Martínez Peláez, "¿Qué es el Indio?", en Revista
Alero, No. 13, (1973); Y La patria del criollo Cap. V,VII y VIII,
(1998).
29 Presidencia de la República de Guatemala, Los Acuerdos de
Paz (Guatemala: FONAPAZ-COPREDEH-Comunidad Econó­
mica Europea, 1997), p. 40.
"Identidad de los Pueblos Indígenas. 2. La identidad de los
pueblos es un conjunto de elementos que los define y a su
vez los hace reconocerse como tal. Tratándose de la Identidad
Maya, que ha demostrado una resistencia secular a la asimi­
lación, son elementos fundamentales:
i) La descendencia directa de los antiguos mayas.
ii) Idiomas que provienen de una raíz maya común.
iii) Una cosmovisión que se basa en la relación armónica
de todos los elementos del Universo, en la que el ser
humano es sólo un elemento más, la tierra es la madre
que le da la vida, y el maíz es un signo sagrado, eje de
56 La patria del criollo, tres décadas después

El último, que le hubiera provocado una sonrisa, es


la autoidentificación psicológica voluntaria por medio
de la cual, cualquiera que se sienta maya se puede pre­
sentar a la junta calificadora para obtener su certificado
y cédula de identidad.
Se preguntaría, por qué no se aclaró, si para obtener
la identidad indígena maya, es necesario llenar los cinco
criterios, una mayoría de ellos, o solamente uno, como
parece entenderse en la redacción del último.
Hubiese señalado, con su agudeza característica,
que si todo el propósito y espíritu de los acuerdos, era
la restitución social y económica a los antiguos siervos
del sistema colonial, que perdura aún en forma abe­
rrante y atenuada en 1996; era necesario caracterizarlos
por su condición económica y el papel que juegan en el
proceso de la producción.
Para dar la puntilla hubiera vaticinado que, como
la mentalidad del ladino es "ladina", todos, después
de meditar durante tres segundos la conveniencia de
ser indígenas, basándose en el punto quinto, harían cola

su cultura. Esta cosmovisión se ha transmitido de gene­


ración en generación a través de la producción material
y escrita y por medio de la tradición oral, en la que la
mujer ha jugado un papel determinante.
iv) Una cultura común basada en los principios y estruc­
turas del pensamiento maya, una filosofía, un legado
de conocimientos científicos y tecnológicos, una concep­
ción artística y estética propia, una memoria histórica
colectiva propia, una organización comunitaria funda­
mentada en la solidaridad y el respeto de sus semejantes
y una concepción de la autoridad basada en valores
éticos y morales: y,
v) La auto-identificación".
Historia de un historiador 57

para autoidentificarse como mayas (tal como sucedió


en Nueva Zelandia hace unos años, cuando se quiso­
resolver por vía cultural, el conflicto entre los nativos
maoríes y la pléyade de mestizos anglosajones), ya que
el "indígena" recibiría y el no "indígena" tendría que
pagar, haciendo el proceso crítico y explosivo. Hubiera
recomendado leer a L. H. Morgan 30 para conocer la
diferencia entre las antiguas sociedades gentilicias (vin­
culadas por el parentesco -sangre- ) y las modernas
sociedades civiles (vinculadas por la propiedad pri­
vada). Sólo tenemos una patria, que vive en el mundo
moderno capitalista de propietarios, su sangre es la
moneda, ya no importa el ser pariente de clanes y tribus,
sino el lugar que se ocupa en el proceso de producción,
somos homini oeconomicus.
Debo hacer, para finalizar, una evaluación de las
tres tareas principales que constituyeron su vida.
Como maestro, brilló más que su estrella favorita,
Sirio. Formó generaciones en Quetzaltenango, Guate­
mala y Puebla. Lo que se lamenta mucho en este ámbito
es, que salvo un curso en Xelahú en 1958, un curso en
la Escuela de Historia de la USAC en 1978, y unos pocos
cursos en la Universidad Autónoma de Puebla; no tuvo
la oportunidad de dar clases a historiadores. Unica­
mente Manuel Fernández Malina, su asistente de inves­
tigación, y ahora profesor de historia en Estados Unidos,
se puede considerar heredero directo de la metodología
histórica severiana.
Como político, tuvo una carrera precoz y descolló
como líder en el final del gobierno del también quet­
zalteco Jacobo Árbenz Guzmán. Durante la guerra civil,

30 Lewis Henry Morgan (1818-1881) La sociedad primitiva (1877).


58 La patria del criollo, tres décadas después

sus objeciones teóricas a la guerra, no prevalecieron,


nunca elaboró propuestas políticas propias y finalmente
cabalgó sobre el corcel del Apocalipsis en tercera fila,
blandiendo exclusivamente la espada de la historia.
Nunca visitó los países socialistas, con excepción
de Cuba en 1982. Debemos preguntarnos por qué cuan­
-do pudo viajar a Europa en 1986, prefirió la gira de los
grandes músicos.
Como Historiador, acompaña a Bernal Díaz, el Con­
quistador-Cronista, y a su Francisco Antonio de Fuen­
tes y Guzmán, el Cronista-Apologista, en una trilogía
fundamental que estructura a Guatemala. Su obra, en
especial La patria del criollo, tiene difusión e importancia
mundial. Lamentablemente la vida le quedó corta y no
pudo concluir todos los trabajos que se propuso.
La Patria arrebató a Don Severo sus llanuras, sus
volcanes y montañas, su residencia, su trabajo, sus
alumnos, sus amigos, y casi le arrebata también la vida...
¡Cosas de las guerras... ! En 1998 dos meses después de
su fallecimiento en el exilio, por gestión del Viceministro
de Cultura Dr. Carlos E. Zea Flores, La Patria le rinde
un reconocimiento público como uno de sus próceres
intelectuales y paga los gastos del funeral. Sus compa­
triotas, hij'os y nietos académicos, seguiremos esperando
de la Patria:
La plena reivindicación oficial de su nombre en el
infundio del archivo.
La denominación, con su nombre, de una escuela
rural en Quetzaltenango, por único deseo manifiesto
y...
El retorno de sus cenizas a los llanos de U rbina, para
fertilizar las espigas y mazorcas, tan numerosas como
Historia de un historiador 59

sus discípulos, que se riegan por las aguas... y todavía


un poco de sangre... del río Xekije1. 31

31 El río que corre por Olintepeque y después bordea los cam­


pos de recreo de nuestro héroe, se tiñó de rojo luego de la
batalla crucial entre Alvarado y Tecún por lo que lo nom­
braron "Río de sangre".
Severo Martínez Peláez,

un historiador marxista guatemalteco

relieve de un maestro artesano

de la historia

Julio Castellanos Cambranes*

Exaltado y reconocido como uno de los grandes


historiadores guatemaltecos de todos los tiempos. Seve­
ro Martínez Peláez, falleció el 14 de enero de 1998 en su
autoexilio de Puebla, México, a la edad de 73 años. Fue
uno de los intelectuales guatemaltecos más cuestio­
nados y criticados por la derecha intolerante por comul­
gar con el marxismo. Severo Martínez fue m4cho más

,.. Nació en la Ciudad de Guatemala en 1943. Se educó en el


colegio jesuita Sto John's College de Belice. Hizo estudios de
agricultura en la Facultad de Agronomía de la Universidad
de San Carlos de Guatemala y en el Institutul Agronomic
Nicolae Balcescu, en Bucarest, Rumanía. Estudió Historia en
la Universidad de Leipzig, Alemania, en donde se doctoró
en 1977. Ha desempeñado labores docentes y de investiga­
ción de Historia en el Departamento de Historia Contempo­
62 La patria del criollo, tres décadas después

que un historiador marxista: fue un maestro de verdad.


El primer dato en su biografía, que él se ha convertido
en eslabón vital, fue la que le dio sentido a toda una
vida dedicada a la investigación histórica.
Severo Martínez Peláez fue una de las figuras clave
de los historiadores guatemaltecos de la segunda mitad
de este siglo, el talento principal que confirió una identi­
dad creativa propia a la interpretación revolucionaria
de la historia guatemalteca. Fue un teórico que definió
las contradicciones de la sociedad mesoamericana du­
rante el período colonial español, aplicando el marxis­
mo a la interpretación de la historia de Guatemala. Tenía
73 años y llevaba varios años luchando con la muerte,
por culpa de una enfermedad degenerativa. Llevó a
cabo ambiciosos proyectos de investigación histórica
que quedan truncados con su muerte. El último acto
público al que asistió en Guatemala, fue en 1992, donde
fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad
de San Carlos, un justo como legítimo homenaje a su
trayectoria profesional y humana. Vivió lo suficiente
como para verse convertido en profeta en su propia
tierra y luego se hundió en el túnel de la muerte murió
en su autoexilio de Puebla de los Angeles, México, era
hijo de Quetzaltenango.
Guardo un nítido recuerdo de la primera vez que
lo vi. Fue a mediados de enero de 1960. Tenía yo apenas
16 años y estaba comenzando a cursar el cuarto año de

ránea de la Universidad de Leipzig, la Universidad de San


Carlos de Guatemala. Ha sido Profesor Invitado e Investi­
gador en la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, EE.UU.,
yen el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universi­
dad de Estocolmo, Suecia. Fue co-fundador de CIRMA y pri­
mer editor de la revista Mesoamérica. Ha publicado numero­
sos estudios de historia de Guatemala.
Un historiador marxista guatemalteco 63

bachillerato en el Instituto Modelo de la Ciudad de


Guatemala. Él era un hombre joven de 34 años, blanco,
alto, erguido, de penetrantes ojos verdes, y tenía el
aplomo y la seriedad de qui~n sabe muy bien lo que
vale. Había terminado el recreo de las once de la mañana
y sólo faltaba un período de clase para el descanso de
mediodía. Nos encontrábamos en el aula conversando
animadamente, a la espera de que se iniciara el siguiente
período. De repente vimos asomarse en la puerta una
cara desconocida. Era un nuevo catedrático por conocer.
No sin cierta teatralidad tocó la puerta abierta del aula
con los nudillos de la mano, como una manera muy
particular de anunciar que el profesor estaba a punto
de entrar y que había llegado el momento de guardar
silencio y prestarle atención. A continuación entró al
aula con paso decidido, saludando los buenos días y se
dirigió directamente al pizarrón, donde, ante el asombro
general y viéndonos las caras, trazó magistralmente y
casi de espalda un círculo perfecto con un hábil movi­
miento de su mano derecha. En el centro del círculo
escribió su nombre completo con letra clara: Severo
Martínez Peláez.
Si lo que deseaba era impresionarnos, lo había logra­
do plenamente. En nuestras cabezas se formó automáti­
camente una común interrogante. ¿Quién era este tipo
de chaqueta de lana gris clara, camisa blanca, corbata
negra (fue siempre su principal distintivo) y pantalones
saltacharcos? Aunque varios de nuestros catedráticos
eran pasadas personalidades del gobierno revolucio­
nario de Árbenz depuesto en 1954, recién regresadas
del exilio mexicano, muy pronto advertimos que este
recién llegado era un hombre fuera de lo común. Era
entonces un fumador empedernido y se advertía en él
a un hombre de carácter muy fuerte, radiante, vital,
retador. Su seriedad, llaneza y capacidad de comunica­
64 La patria del criollo, tres décadas después

ción combinaban extrañamente con su aire de aristócra­


ta que le acompañó toda la vida. No impartía clases
simplemente, actuaba antes sus alumnos como el gran
maestro que era. Hablaba sencillo y directo, sin rodeos
ni tapujos. Aunque no acogía cordialmente cualquier
diferencia de criterio o cualquier discrepancia, no rehuía
las discusiones siempre que fuesen auténticas y razo­
nadas. En un país como Guatemala, tan dado a la em­
bestida, a la intolerancia y al canibalismo, debatir con
Severo Martínez sobre cualquier cuestión, por intensas
que fuesen las diferencias en los planteamientos de
ambas partes, era un placer.
Su afabilidad y erudición creaban un clima conforta­
ble y amistoso en el que lo difícil era no decir lo que se
pensaba o temer lo que se le decía. Imponía su criterio
con mucha sutileza. Por eso se ganó nuestro respeto y
admiración, y por eso desde ese primer día que llegó a
nuestra aula se convirtió en Don Severo nuestro flaman­
te catedrático de Sociología ese año, y de Filosofía y
Economía Política al año siguiente con semejantes cur­
sos sobra decir que, tal y como muchos otros que tuvi­
mos el privilegio de ser sus alumnos, fui seducido por
su arrogante personalidad de hombre sabio y revolu­
cionario. Debo reconocer que no caí tan fácilmente en
sus redes ideológicas y que antes de que eso ocurriera
escuchaba sus enseñanzas con indignación, por estar
muy lejos de sus ideas libertarias. Estaba convencido
de que lo que recibíamos diariamente de él eran puras
falsedades de un petulante de tres al cuarto. Tardé en
conectar con él porque yo provenía de un colegio jesuita
y de una familia muy conservadora de Petén. Su inquie­
tante presencia y sus enseñanzas de carácter subversivo
provocaron que durante los primeros meses del año me
comportara como el enfant terrible del aula y me dedi­
cara a conspirar contra él y a hacerle difícil su labor.
Un historiador marxista guatemalteco 65

Como hombre de fuertes convicciones políticas,


atacaba y se defendía elegantemente con sabiduría y la
verdad. A veces, a fin de cortar por lo sano me sacaba
su mariamente del aula al mínimo movimiento en falso
de mi parte (me señalaba con su dedo índice y senten­
ciaba: /lEl joven de atrás, el de la chumpa de cuero negro,
que desde hace ratos está creando un clima de intran­
quilidad en ese rincón de la clase ¡salga al patio!". Yo
atacaba y contraatacaba escribiendo minuciosamente
todo lo que decía y me parecía infundado, a fin de
estudiar en casa lo que enseñaba y prepararle preguntas
llenas de trampas para el día siguiente. Creo sincera­
mente que llegamos a odiarnos mutuamente. Hasta que
se adueñó de mi mente, y un día encontré que ya no
tenía nada que replicarle por haberse agotado mis argu­
mentos reaccionarios y que me habían seducido sus
enseñanzas. Me había convertido en un adolescente de
izquierda radical, la experiencia más importante de mi
vida. Desde ese momento se convirtió en mi mentor
ideológico, tal y como lo fue de dos generaciones de
guatemaltecos que vieron en él y en su obra a un hombre
honrado y firme en sus creencias ideológicas revolucio­
narias. Antes de finalizar el ciclo escolar de 1960 estaba
ya muy vinculado a él por afinidad ideológica y lazos
de amistad. Aunque años más tarde debido al choque
de nuestro mutuo carácter dominante, tan similar; ten­
dríamos un gran desencuentro personal, que nos condu­
ciría a un definitivo como lamentable distanciamiento
físico y de mentalidad (aunque nunca político-ideoló­
gico), debo reconocer que sus enseñanzas le dieron un
vuelco positivo a mi vida. A partir de ese año influyó
en mí de una manera tan poderosa, que pese a estar yo,
como tantos otros jóvenes de mi generación, obsesio­
nado por la lucha armada revolucionaria, decidí aceptar
una beca para cursar estudios universitarios en el cam­
66 La patria del criollo, tres décadas después

po socialista, en donde regresé a Guatemala doctorado


en Historia muchos años después.
Gracias a los buenos oficios de Severo, y. a la gene­
rosa ayuda de otro protector más -no menos influyente
que él en el medio político académico-, logré ingresar
como investigador de Historia de Guatemala en el Insti­
tuto de Investigaciones Económicas y Sociales de la
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de
San Carlos, a principios de 1975. Él tenía varios años
de laborar con igual cargo en dicho centro de investi­
gaciones. Esto me permitió convertirme en su colega y
trabajar muy cerca de él durante los siguientes cuatro
años. Lamentablemente para ambos, nuestros deseos
de· formar un buen equipo de trabajo fracasaron casi
desde el principio. La base de nuestros estudios de
Historia era distinta. Descubrimos que esto condicio­
naba nuestras opiniones sobre determinados aspectos
de la historia guatemalteca. Severo no podía soportar
que nadie le hiciera sombra y como si poseyera un
síndrome parricida, poco a poco se fue volviendo hosco,
receloso y poco comunicativo. Lo que posiblemente más
le irritaba en mí, era el hecho de que yo había dejado
de ser aquel que de joven tocaba el tambor a su señal
con el dedo. Un día me llamó seriamente la atención
por haber oído que yo andaba en muy estrechas juntas
"con unos gringos de La Antigua que se dice son de la
CIA y han fundado un centro de operaciones que a
manera de tapadera quieren hacer aparecer como biblio­
teca". No tuvo oídos para mi detallada explicación sobre
mi interés de colaborar con unos científicos norteame­
ricanos en la fundación de un centro de investigaciones
sobre el pasado mesoamericano y que no tenían nada
que ver con la CIA. Tuvieron que pasar muchos años
para que el Centro de Investigaciones Regionales de
Mesoamérica (CIRMA), la institución en cuestión, obtu­
Un historiador marxista guatemalteco 67

viera su reconocimiento como lo que es en la actualidad


una institución científica de prestigio internacional.
Hasta su segunda travesía del desierto al autoexilio
mexicano, en 1979, la estancia como investigador del
HES fue, posiblemente, la época más creativa y de activi­
dad política de Severo Martínez. No significa esto que
una vez establecido en Puebla olvidara sus raíces y
abandonara el campo de la política guatemalteca. De
hecho, era él de aquellos hombres que se niegan a la
resignación. Sabía como nadie, que en Guatemala es el
poder fáctico de la derecha económica el principal ene­
migo de batir, y que después de las dictaduras militares
sólo puede caber la democracia. Las esperanzas de revo­
lución y libertad seguían alimentando noche a noche,
desvelo, entre los silencios de su casa de Puebla, su
concepción política de lo que debía ser Guatemala en
el futuro. Severo, como tantas otras buenas gentes ya
desaparecidas, no tenía más concepto de la política que
el de servir a su pueblo.
En una ocasión, en 1986, busqué la reconciliación
con quien había sido mi padrino político y antiguo
catedrático y colega historiador. No me fue posible, ya
que el día de mi llegada a Puebla tuvo él que hacer un
viaje de urgencia a la ciudad de México. Visité su lugar
de trabajo y en el salón de los investigadores de la
Universidad de Puebla, me fue mostrado su pequeño
escritorio de caoba, donde solía sentarse a preparar sus
cursos. Estaba rodeado de otros n1ás de iguales dimen­
siones, un poco apretujados los unos con los otros. Era
un salón de grandes dimensiones, poco iluminado y de
aspecto triste, lo cual me hizo pensar en la inmensa
soledad en que se encontraba el gran historiador guate­
malteco, y en lo absurdo de que un hombre de tal cate­
goría estuviera ausente de su patria. Fue entonces cuan­
do más sentí el dolor que me ocasionaba el distancia­
68 La patria del criollo, tres décadas después
I

miento que se había producido entre mi antiguo maes­


tro y yo, la ruptura de nuestras relaciones personales,
casi familiares. Sin embargo surgió en mí la esperanza
de que andando el tiempo, y cuando ya ninguno de los
dos tuviéramos rencores ni los profesionales, se resta­
ñaran las viejas heridas. No advertí que nuestras rela­
ciones habían llegado al punto y al final de la vía muer­
ta.
En 1987, la Embajada de España en Guatemala orga­
nizó un ciclo de mesas redondas sobre diversos ternas
relacionados con la Historia de Guatemala, y el papel
del historiador y del catedrático de Historia Patria en
la sociedad guatemalteca, a las cuales asistió Severo
junto con otros conocidos historiadores de Guatemala,
los EUA, España y México. Uno de los organizadores
del evento me pidió moderar la mesa donde participaría
Severo, y solicité que lo sentaran a mi lado y me fuera
proporcionada una campanilla para, en su debido mo­
mento, advertirle a los disertantes que había concluido
su tiempo de exposición. Aunque sé, por propia expe­
riencia, que en tales ocasiones es muy difícil decir todo
lo que se desea en un período tan corto, no podía dejar
de ser estricto con los ponentes, quienes tenían 20 minu­
tos para disertar. Como al llegarle el turno a Severo no
cesaba de hablar, pese a hacerle discretas advertencias
por escrito en voz baja y finalmente, con la campanilla
llegó el momento en que me vi ante la penosa alter­
nativa o hacer mutis ante el maestro o le arrebataba el
micrófono y lo hacía callar, fiel al papel que se me había
asignado y como un lujo demasiado caro que podía
permitirme, hice lo segundo. Sus incondicionales, que
se encontraban entre el inmenso público presente, re(;lC­
cionaron con enfado. Había que haber escuchado sus
ladridos incomparables y fuertes insultos. El emble­
mático historiador encaró la humillación con mucha
Un historiador marxista guatemalteco 69

dignidad aunque tengo entendido que solía recordar


indignado esa noche. Es la última imagen que me quedó
en ese hombre, que vivió fascinado por la investigación
histórica. Ahora, pasados más de diez años de nuestro
último desencuentro personal, por la valiosa ayuda que
en su día me brindó, primero, como joven estudiante y,
años más tarde, como profesional de la Historia deseoso
de trabajar en mi país, me consta que siempre procuró
promover los talentos de sus alumnos y de otras perso­
nas que se cruzaron en su camino, cosa que estoy seguro
hizo con extraordinaria generosidad hasta los últimos
días lúcidos de su vida.
Severo Martínez era un personaje singular, hasta en
los detalles más personales y obsesivos. Como histo­
riador no puede decirse que haya sido muy prolífico,
por el marcado lento ritmo de su producción biblio­
gráfica. La patria del criollo, publicado en 1970, lo elabo­
ró y escribió en 14 años de trabajo diverso; publicar la
introducción y los seis capítulos de Motines de Indios le
llevó otros 14 años. Si su enfermedad se lo hubiera
permitido, es posible que este año de 1998 hubiese pu­
blicado la segunda parte de esta última obra. Hasta
donde logró entender, como todo buen perfeccionista,
revisaba demasiado lentamente el complejo y delicado
proceso que conduce a la publicación de un libro de
historia. A cambio, la calidad de su obra compensa este
diagnóstico poco favorecedor para su imaginario currí­
culum. Tenía una polifacética personalidad, pero siem­
pre con la investigación y la enseñanza de la historia
como referente. Adicto al trabajo y neurótico por exce­
lencia, era de aquellos hombres que procuran hacer todo
a la perfección. Cultivaba con gran pasión el deporte y
la música. Fue miembro del equipo nacional de esgrima
y músico de sólida formación, tocaba magistralmente
la flauta.
70 La patria del criollo, tres décadas después

Le recuerdo tocando su flauta en una de las habita­


ciones que alquilaba en una casa de huéspedes en la 3 a •
Avenida 14-56 Zona 1 (a veces me hacía acompañarle,
tocando yo, a su señal y compás, un gran tambor indíge­
na), y en su estudio del sótano de su caserón de madera
de la Colonia del Carmen, zona 12, donde vivió sus
últimos años en Guatemala. Hombre de gran curiosidad
intelectual, fue un rompedor de esquemas, científico,
objetivo, visionario, inquietante, turbador, certero. To­
dos estos adjetivos -y alguno más- sirven para definir
la personalidad y, sobre todo, la obra del historiador
que más ha revolucionado en las últimas tres décadas
el lenguaje historiográfico de Guatemala. El primer
historiador guatemalteco marxista (no el único, a Dios
gracias) que ha sido capaz de sumergirnos en los.abis­
mas del período feudal colonial de Guatemala.
Severo Martínez nació en la ciudad de Quetzal­
tenango. Primogénito del dueño de una tienda de aba­
rrotes de la ciudad altense. Su padre, llamado también
Severo, era un asturiano de Pala de Ciero, de una perso­
nalidad muy dominante y tirana. Fue el fantasma que
persiguió a su hijo criollo a lo largo de toda su vida. Le
debieron de ir muy bien las cosas al asturiano, porque
Severo hijo y sus dos hermanas menores estuvieron
desde su niñez al cuidado de una institutriz alemana,
de quien aprendieron el idioma de Goethe y una gran
disciplina personal. Sus estudios primarios los realizó
en el Colegio Alemán de Quetzaltenango, centro de
enseñanza donde se educaban los privilegiados hijos
de los finque ros alemanes y la burguesía compradora
del Suroccidente. La enseñanza secundaria le fue impar­
tida en el Instituto Central para Varones de la Ciudad
de Guatemala, finalizándola poco antes del estallido de
la Revolución de Octubre de 1944. Terminados sus estu­
Un historiador marxista guatemalteco 71

dios secundarios, Severo ingresó a la Facultad de Huma­


nidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Su espíritu inconformista hacía que se sintiera a sus
anchas en una Universidad en la que se respiraba el
aire fresco de los nuevos tiempos que sacudían al país.
Era un lugar donde se hablaba de marxismo, se discutía
y se vivía en una atmósfera intelectual y humana que
nada tenía que ver con la tiranía de la dictadura militar
de la burguesía agraria, que hasta entonces había domi­
nado la vida cultural de Guatemala. Se estudiaba apa­
. sionadamente la concepción marxista del mundo, esa
ciencia que ha mostrado no ser exacta, que le ha gran­
jeadotantos seguidores como detractores, pero que nun­
ca ha dejado indiferente a nadie. A Severo le sirvió como
instrumento de interpretación científica y de análisis
de la historia guatemalteca y mundial. Como hombre
honesto e inteligente, el marxismo sería su principal
fuente de inspiración y ayuda para ampliar su horizonte
mental. Fue la base de su objetividad a la hora de hacer
sus juicios sobre la Historia. Sin esta base fundamental
en su formación científica nunca hubiera sido capaz de
situarse en el punto de vista ideal a la hora de inter­
pretar la historia de su país, como el habilísimo paisa­
jista y exquisito maestro artesano del detalle histórico
que llegó a ser años más tarde.
Desconozco qué cargos ocupó Severo en el Gobierno
durante los años 1944-1954. Curiosamente, nunca fue
un tema sobre el cual conversáramos. La intervención
norteamericana trunca la Revolución Democrático-bur­
guesa iniciada en 1944. Fue una derrota tan aplastante
para ·los revolucionarios. Que hablar sobre ella signi­
ficaba abrir más una herida siempre sangrante. A la
caída del Presidente Jacobo Árbenz, en 1954, a Severo
Martínez, como a tantos otros revolucionarios, le tocó
vivir los duros días de la posrevolución en el exilio
72 La patria del criollo, tres décadas después

mexicano, en donde trabajó como investigador ~e histo­


ria para una conocida editorial. Esta labor contribuyó a
ampliar su bagaje cultural y a que adquiriera .la capaci­
dad de absorber una gran cantidad de información en
un breve lapso. También le enseñó a trabajar en equipo
en el campo de la historia de su predilección, como lo
prueba el afecto y el respeto que le guardaban todos
aquellos que colaboraban con él.
Paralelamente a su trabajo en la editorial, se inscri­
bió como estudiante de historia en la Universidad Autó­
noma de México. No sé si terminó estos estudi.o s con
algún diploma académico equivalente a la licenciatura,
porque su regreso a Guatemala en 1958 y el estar zambu­
llido en cuerpo y alma en la lucha por la exis tencia le
robó gran parte de su valioso tiempo. Tampoco conozco
a ciencia cierta muchos, y sin duda interesantes, pasajes
de su trayectoria por la vida. Lo que sí me consta es
que en 1960, cuando fui su alumno en el Instituto Mo­
delo, me contó un día que tenía ya 4 años de estar traba­
jando en una obra de historia de Guatemala que iba a
revolucionar los esquemas de la enseñanza de la historia
guatemalteca. Es decir, comenzó a trabajar en su obra
histórica en 1956, en pleno exilio mexicano. Ya en .1960
conocía el oficio de historiador, cuando éste era de lo
más artesanal que alguien pudiera imaginarse. Como
todos los que trabajamos en el campo de la historia antes
de la actual era informática, Severo leía y escribía a
mano o a máquina sus notas en hojas sueltas, luego
tomaba una tijera y recortaba las frases que, convertidas
en tiras manuscritas, eran después apiladas por temas
relacionados entre sí. Finalmente, los datos históricos
y pensamientos se iban uniendo con pegamento encima
de una página en blanco, hasta que salían las galeras
que daban forma definitiva al libro a revisar, corregir y,
como último paso, entregarlo a la imprenta para su
Un historiador marxista guatemalteco 73

publicación. Un día, conversando sobre lo tedioso y


dilatado de esa tarea, me dijo, modestia aparte: "Yo
suelo escribir una frase al día, pero ¡qué frase!".
Severo Martínez, pese a su posición acomodada en
la infancia,flo se convirtió en un hombre de la burguesía
educada de provincia que, como casi todos sus miem­
bros, tiene los ojos cerrados a las contradkciones socia­
les, económicas y políticas que existen en el país. Su
biografía política no tenía nada que ver con la de los
dichosos hijitos de papi y mami, educados expresa­
mente para formar parte de la elite de la Guatemala
gobernada por militares y civiles marionetas de los
poderosos, y quienes cuando no se integran en la junta
directiva del "holding" familiar y consiguen emplearse
como ejecutivos criollos de alguna multinacional ex­
tranjera, su único anhelo es dar un braguetazo, casán­
dose con una niña rka o esperar con impaciencia a que
se muera el viejo, para malvender las fincas. Severo
estaba hecho de otra madera. En la década de 1930, la
situación social y económka del indígena en su tierra
natal era miserable y no le fue indiferente. En una oca­
sión, siendo niño, vio cómo un numeroso grupo de
indígenas eran conducidos amarrados, y a latigazos, al
trabajo forzado en los caminos que unían las fincas de
café con los puertos de la Costa. Ese cuadro le causó un
gran impacto, que le acompañaría toda su vida. P~ra
él, lo peor de la cruel explotación a que se sometía a los
trabajadores indígenas era que sus hijos estaban conde­
nados a seguir por el mismo camino. Sus padres estaban
tan embotados por la degradación, que se encontraban
en una situación de no poder impedir que los niños se
hundieran en la misma miseria en que ellos se encon­
traban, dueño de una gran sensibilidad social, lo que
vio le afectó tanto que no necesitó mucho para encontrar
su lugar entre las filas de los revolucionarios demo­
74 La patria del cdollo, tres décadas después

crático-burgueses del período de 1944 -1954, que lucha­


ban políticamente por cambiar el estado de cosas impe­
rante en el país. La experiencia fue dolorosa, ya que en
el intento cayeron muchas víctimas de la intervención
de Estados Unidos que dio al traste con el intento revo­
lucionario.
Retrospectivamente, podemos decir que la vida de
Severo Martínez tuvo tres facetas tan íntimamente uni­
das entre que formaban un todo acorde. La faceta de
político revolucionario comprometido con su pueblo,
incapaz de pactar en cuestiones de principio; la de bri­
llante intelectual, capaz de escribir revolucionarias o­
bras de Historia, y la que un insigne catedrático y profe­
sor universitario. Vayamos por partes.
Severo Martínez Peláez fue un hombre cerebral que
nunca intentó disimular su compromiso con la revo­
lución guatemalteca. De hecho, fue uno de sus hijos más
preclaros. Y desde esa plataforma se propuso, y lo logró,
hacer un testimonio político de denuncia contra las
injusticias existentes en su patria. Como pocos de sus
compatriotas, supo lograr una audaz síntesis de mili­
tancia política y creatividad científica. No es nada fácil
aunar ambos aspectos. La época revolucionaria que le
tocó vivir hizo que la inquietud de la política surgiera
en él a edad muy temprana, integrándose en el naciente
Partido Guatemalteco del Trabajo (el partido de los
comunistas guatemaltecos) posiblemente cuando aún
era estudiante universitario. Dado el carácter clandes­
tino de esa organización y la secretividad con que se
movían sus militantes, es muy difícil hacer alguna refe­
rencia sobre su actuación en la misma. Lo que sí puede
decirse, es que desde su regreso del exilio mexicano
tuvo una intensa actividad política entre el estudiantado
universitario.
Un historiador marxista guatemalteco 75

En la década de 1970, Severo alcanzó cuotas de


poder académico en la Universidad de San Carlos. Fue
atacado y vilipendiado por la derecha, que actuaba más
taimada y eficaz contra la izquierda que intentaba poner
bajo su control, sin lograrlo, el poder académico en la
Facultad de Humanidades. Fueron esos sectores conser­
vadores los mismos que lograron, al final, mantenerlo
alejado, en 1974, de la fundación de la Escuela de His­
toria pese a este revés, Severo Martínez, desde la Facul­
tad de Ciencias Económicas, donde estaba en la cumbre
de su popularidad y de su influencia, hizo tanto como
el que más por dar poder real a los estudiantes de la
USAC. En los últimos años que vivió en Guatemala, la
represión desatada por el gobierno del dictador Romeo
Lucas García en contra del sector académico, lo volvió
un hombre muy receloso, lleno de tensiones y con un
pesimismo político muy acentuado. Esto, no obstante,
Severo fue siempre fiel al marxismo. Iba con la verdad
por delante, aunque le perjudicara. Sabía ser libre y
defender la libertad. Y pisar, cuando se terciara, la cabe­
za de esa víbora que es la ilegalidad y la arbitrariedad
de los poderosos. Al hablar con él, al vérsele actuar
delante del micrófono, se sabía uno enfrente de un hom­
bre amante de la libertad para el pueblo guatemalteco
y la justicia social.
Era un entusiasta de su trabajo cotidiano, a donde
llegaba silbando una melodía infantil alemana que ha­
bía aprendido de su institutriz o en la Deutshe Schule de
Quetzaltenango. En los mejores tiempos de nuestra rela­
ción personal solía acercarme a su cubículo y acom­
pañarle musicalmente, silbando yo también la misma
melodía. Sentía gran simpatía hacia Severo, quizá por
lo que tantos rechazaban, en él su abierto dolor por su
patria, su altivez con los poderosos, su intransigencia
política. Daba gusto verlo siempre fiel a sí mismo, serio
76 La patria del criollo, tres décadas después

ideológicamente, cumplidor de su deber revolucionario


y culto. Pertenecía a ese tipo de personas que se ven
atrapadas por el estrés del trabajo y, sin embargo, en
los tiempos difíciles es el primero capaz de animar y
empujar a los demás en los momentos duros. De ahí
que fuera tan estimado. De ahí que lo admirara tanto y
por eso lo odiaban todos los que aman y practican la
mentira en Guatemala, esos a quienes él llamó esbirros
académicos, todos aquellos que enseñan a huir de la
verdad, a transigir con la injusticia, y a soportar la
opresión. Viéndolo crecerse contra toda esa ruindad,
mezquindad e hipocresía académica, pensé muchas ve­
ces en aquellas tremendas palabras de Pío Baroja, a
quien tanto respetaba Severo: "El hombre: un milímetro
por encima del mono, cuando no un centímetro por
debajo del cerdo".
Como historiador, Severo fue un científico fuera de
su tiempo. Un intelectual que se negó a entrar en la corte
de las vanidades. Un gran revolucionario que no hizo
un solo pacto con el mercado. Corno todo el que ha
sufrido más de una dictadura militar, Severo Martínez
Peláez (que aunque criollo español era visceralmente
guatemalteco) odiaba la patria del criollo colonialista y
del criollo burgués, de la que, sin embargo, extrajo
-algo esperpentizado- el tema de su investigación
his~órica. También como historiador, dos son los rasgos
más llamativos de su genio: el carácter enciclopédico
de sus conocimientos de la historia guatemalteca y la
objetividad. Su curiosidad científica le llevó a abarcar
la práctica totalidad del período feudal colonial español.
Fue un permanente investigador de la Historia de Gua­
temala, en la que exploró desde la década de 1950, es
valor comunicativo de la ciencia histórica y también su
potencial político corno instrumento y arma ideológica.
Su obra La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la
Un historiador marxista guatemalteco 77

realidad colonial guatemalteca, publicada por primera vez


en 1970, y que lleva ya decenas de ediciones, lo convirtió
en el historiador de culto que es en la actualidad.
La patria del criollo es el libro de historia más influ­
yente que se haya escrito en Guatemala, ya que ha juga­
do un gran papel en la toma de conciencia estudiantil y
popular. Con esta obra. Severo hizo comprender que la
dominación colonial española no fue una ignominia
abstracta, sino una distorsión de las relaciones huma­
nas, por ser ·la expresión de un sistema de legitimidad
política y judicial de la explotación de la población
indígena subyugada y del racismo puro y duro. Propuso
al lector una reflexión que se concentra en las causas
profundas de los niveles de degradación cultural y física
entre la población indígena guatemalteca a todo lo largo
del período feudal colonial y durante el actual sistema
capitalista neocolonial. Este libro alteró completamente
los esquemas de la enseñanza de la historia guatemal­
teca, convirtiéndose en el suceso del año al ser galar­
donada con el prestigioso Quetzal de Oro, el premio de
la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) al
mejor libro publicado en 1970 en el país. Recuerdo que
Severo me contó el gran disgusto que tuvo la noche de
la entrega del galardón, cuando vio que quien se lo iba
a dar era nada menos que el entonces dictador Arana
Osorio, más conocido como el "chacal" de Oriente, por
las múltiples masacres y crímenes que ordenó hacer
como jefe de la base militar de Zacapa. Severo no tuvo
otra opción que recibirlo, pero se negó a darle la mano
al tirano, por lo que éste se quedó atónito con la mano
extendida en el aire, limitándose a dirigirle una mirada
asesina de hielo.
Al valorar su libro La patria del criollo, más de un
historiador burgués nacional y extranjero criticó lo que
consideró un estudio de carácter panfletario ideoló­
11
78 La patria d el criollo, tres décadas después

gico", aceptando con ello su trascendencia política. La


verdad es que como historiador, con su obra sobre la
estructura de dominación de los criollos colonialistas,
Severo Martínez se convirtió en un tremendo fustigador
de la clase dominante de Guatemala, denunciando el
anquilosamiento de dicha combinación y la falta de
libertades en el país. Desde entonces gozó de inmensa
popularidad en el medio académico guatemalteco. Al
mismo tiempo, se convirtió en blanco de las iras de los
intelectuales, representantes de los intereses de la bur­
guesía, que hasta el último momento lo odiaron. Con
su libro La patria del criollo revolucionó la tradición
conservadora de la historiografía guatemalteca, dando
paso a la renovación del ambiente académico y permi­
tiendo que entrara aire fresco en la Universidad de San
Carlos. Es justo, sin embargo, mencionar que él no fue
el primer intelectual de izquierda guatemalteco en reali­
zar un ensayo sobre el pasado histórico del país. Traba­
jadores infatigables que desarrollaron una intensa labor
como ensayistas fueron también los asesinados miem­
bros históricos del PGT: Víctor Manuel Gutiérrez (a
quien en México, D. E, en 1962, acompañé a la Embajada
de Checoslovaquia, donde le entregó al Agregado Cul­
tural una copia de un interesante estudio que hizo sobre
el pasado guatemalteco) y Huberto Alvarado, y el des­
tacado antropólogo Joaquín Noval. Las obras de estos
hombres pueden considerarse precursoras y deben ser
dadas a conocer e incorporadas al patrimonio cultural
de Guatemala. Sin embargo, con la publicación de La
patria del criollo, los autores marxistas del país dejaron
de sufrir el arrineen-amiento que habían padecido desde
1954, es decir, durante casi quince años.
Después de 1970, gracias también a otros dos histo­
riadores guatemaltecos marxistas formados en la Repú­
blica Democrática Alemana, que también se han dedi­
Un historiador marxista guatemalteco 79

cado a estudiar el lado oscuro de la historia de Guate­


mala, y que continúan en las barricadas de la lucha
ideológica, ésta nunca volvió a ser la misma. Lo caracte­
rístico del trabajo reaHzado por Severo Martínez, es que,
a diferencia de los mencionados intelectuales, no se
limitó a escribir su obra cumbre. También se las ingenió
muy bien para montar una bien organizada infraes­
tructura de impresión y distribución de La patria del
criollo, y con las innumerables reediciones de esta obra
han copado durante tres decenios la pequeña lista de
los libros más vendidos y estudiados en el medio uni­
versitario guatemalteco. Recientemente este libro ha
sido editado en México por el Fondo de Cultura Eco­
nómica y el Centro de Investigaciones Plumsock. Me­
soamerican Studies, de Vermont, Estados Unidos, her­
mana menor del Centro de Investigaciones Regionales
de Mesoamérica, de la Antigua Guatemala, está por
editar la edición en inglés que viene preparando desde
hace años un equipo de calificados traductores. Puede
decirse que con estas ediciones internacionales, Severo
Martínez Peláez se ha convertido, al igual que Miguel
Angel Asturias, en un guatemalteco universal, cuya
obra será perpetuamente una importante fuente de con­
sulta a la que recurrirán los especialistas y estudiosos
de muchos países.
La obra La patria del criollo pareció que iba a crear
escuela entre los jóvenes guatemaltecos estudiantes de
Historia, pero esto se ha hecho de rogar. Para algunos
influyentes sumos sacerdotes académicos que se con­
sideran sus discípulos, ha sido más fácil convertirse en
vigilantes jurados de la obra severiana, en guardianes
de la ortodoxia del santón, interviniendo directamente
en el control de las obras de historia guatemalteca que
se editan en el país. Han llegado a formar una especie
de Congregación para la Doctrina de la Fe, un comité
80 La patria del criollo, tres décadas después

de beatificación de historiadores elevados a los altares,


que les sirven de instrumento para ejercer un estéril
como inoperante poder académico que sólo beneficia a
sus mezquinos intereses. Su mediocridad les impide
crear obras propias limitándose a poner a sus estu­
diantes a hacer fotocopias de los escritos de Severo y
glorificar su contenido hasta el cansancio. De esta mane­
ra han creado una sub historia de puertas adentro, o­
rientada por un pensamiento y modo de actuar castran­
te y represivo académicamente. La patria del criollo en
1970 novedosa manera de Severo de interpretar y escri­
bir la Historia guatemalteca no ha conducido a impulsar
una" fábrica de historiadores" entre los estudiosos del
pasado del país. Por el contrario, lamentablemente, las
innovaciones interpretativas del maestro altense no sólo
no han sido debidamente aprendidas por los llamados
a enseñarlas en el ámbito universitario del país, sino
que parece ser que la desidia e incapacidad de éstos ha
sido la causa de que los estudios de Historia no logren
salir del estado de postración en que se encuentran
desde hace muchos años, hasta hoy en día. No se trata
de que surjan Severitos en serie, dedicados a escribir
copiando el singular y personalismo estilo narrativo de
Severo, en el que el espacio para los personajes sociales
y sus contradicciones de clase, tan variadas como dife­
rentes, juegan un papel fundamental. Debe tomarse
como modelo y como guía a seguir, la metodología para
tratar a los sujetos que siempre han estado excluidos
de la Historia oficial, y verse la Historia como la veía
Severo, como la historia de las contradicciones y lucha
de las diversas clases que han formado parte y compo­
nen la sociedad guatemalteca.
Lo que tampoco se ha dicho, es que su segundo libro
publicado por primera vez en Puebla en 1985, Motines
de indios. La violencia colonial en Centroamérica y Chiapas,
Un historiador marxista guatemalteco 81

ha sido sometida a un injusto reduccionismo. Todo el


mundo se ha dado por satisfecho con su primera obra,
unos por ignorancia, otros por mala fe, pero la mayoría
por pereza mental. Pese a que no se publicó el libro tal
y como lo proyectó Severo originalmente, tres partes
distribuidas en dieciséis capítulos, lo que publicó en
Puebla (la introducción y seis capítulos) y ha sido ree­
ditado en Guatemala, me parece más logrado que su
primer obra, la cual ha envejecido un poco debido a
que el autor prácticamente no reescribió una sola línea,
pese a saber que necesitaba de una buena revisión y
puesta al día. La segunda obra, lamentable inconclusa
era más ambiciosa Severo la consideraba un reto que
debía afrontar, por lo que estaba muy motivado desde
que inició su trabajo en 1971. Se trata de un rigurosísimo
análisis sobre la explotación y la lucha de clases en la
sociedad feudal colonial mesoamericana en general, y
en el medio rural, en particular, en donde el potencial
dramático de los motines de los pueblos indígenas hizo
estremecer la dominación colonialista española. En esta
segunda obra, la naturalidad y sencillez que fueron sus
armas en su primer trabajo han madurado, suavizán­
dose y ganando en sutileza, pero también en dureza y
objetividad, una objetividad que nos hace crecer, parale­
lamente, en amplitud temática y belleza expresiva. La
maravilla del ensayismo revolucionario de Severo mar­
cha acorde con la transparencia de una prosa iluminada
que, a la par que dialécticamente explica teorías mar­
xistas, genera, como reflejos de luz, brillantes ideas
originales propias. .
Motines de indios fue concebida como un estudio
monumental, lleno de sugerencias, de sorprendentes
asociaciones, de luminosas relaciones entre causas y
efectos del colonialismo español y, consecuentemente,
para explicar una forma superior de la lucha de clases,
82 La patria del criollo, tres décadas después

las sublevaciones de los campesinos sobre-explotados


por todos los componentes de las clases y estamentos
dominantes. En esta obra, Severo profundiza en los
temas de estudio ya tradicional (tributos y trabajo forza­
dos, repartimientos de diversos tipos, etc.) que condu­
jeron al desencadenamiento de las diversas modali­
dades de violencia rural. Analiza el papel de los repre­
sores locales, el terror y, en general, lo que él califica
los factores y los protagonistas de los motines indígenas.
Se enfrenta a la prolongada polémica sobre el carácter
de los motines y sobre la composición social de los
amotinados. Como los historiadores burgueses han con­
siderado los motines como simples revueltas intrans­
cendentales, sin decir nada sobre la composición social
de los sublevados, supuestamente sobre la base de que
los datos que se poseen son muy escasos, Severo de­
muestra que para el período feudal colonial es carac­
terístico el aumento de la lucha de clases y estamentos.
Con su obra Motines de Indios evidencia que los indí­
genas explotados, tanto libres como en situación de
servidumbre y semiesclavitud, luchan activamente con­
tra sus explotadores. Arroja luz sobre las formas de
lucha, huida de indígenas, conspiraciones y motines
locales, que no descartan una sublevación generalizada
de los oprimidos. Una obra, en fin, de estudio básico
par~ comprender el ulterior proceso de conformación
y confrontación de las clases sociales en el medio rural
mesoamericano. Casi nada.
Finalmente, es necesario decir algo sobre la faceta
del profesor universitario Severo Martínez. Su obra
ensayista no se entendería sin conocer su labor como
profesor, deslumbrante y magnífica. Su trabajo peda­
gógico en la Universidad de San Carlos de Guatemala
y de la Universidad de Puebla, fue fecundo. Sus alum­
nos eran devotos suyos, con quienes solía discutir ama­
Un historiador marxista guatemalteco 83

blemente. Sin la hosquedad, altanería o pose de quien


se tiene por vaca sagrada era un hombre afable y comu­
nicativo, poco dado a los fastos que acompañan a las
estrellas académicas. En el campo de la Universidad se
manifestaba también su inquietud por salir de la rutina
y por transmitir sus experiencias. Era verdaderamente
impresionante escuchar el brillo metafórico y lumínico
de su palabra. Era un luchador del verbo, hombre de
genio e ingenio, políticamente correcto y pedagogo sub­
versivo. Sus elegantes y pausados modales eran enga­
ñosos,porque era peleón y bravo, como los asturianos.
Un espíritu lúcido, tentado por la gloria terrena (uno
de los aspectos contradictorios, pero muy humanos de
Severo), y un profesor deslumbrante y profundo, ten­
tado por la libertad revolucionaria. Entre sus discípulos
se encuentran algunos de los intelectuales guatemal­
tecos más interesantes de nuestro tiempo. Su trayectoria
como catedrático de Historia y de Ciencias Sociales
comprometido ofreció testimonios suficientes como pa­
ra tenerlo por algo más que un brillante investigador
de la Historia mesoamericana. Y es que, aparte de todo,
su forma activa de encarar las dictaduras guatemaltecas
habla de él como de un hombre de talento para vivir
enseñando a nuevas generaciones de estudiantes. En
lo mental fue un hombre de armas tomar que se pasa
toda su vida productiva trabajando por una Guatemala
mejor en el campo de la pedagogía universitaria.
Su llegada a la Facultad de Ciencias Económicas de
la USAC liberó sus dotes de catedrático y analista histó­
rico brillante. Hizo de esta Facultad su coto de caza
privado. Se paraba ante cualquier micrófono y no había
quién se supiera desenvolver mejor ante él. Como si se
tratase de un director de orquesta, no comenzaba a
impartir su clase si no reinaba un profundo silencio en
el ambiente. Con su palabra, era capaz de llamar aten­
84 La patria del criollo, tres décadas después

ción hasta de las piedras. Y encima, tenía una nueva


forma de entender la enseñanza universitaria. Una rara
intuición política se une, en su obra educativa, a un
continuo trabajo de investigación histórica, que quería
llegar hasta lo más profundo en lo creativo. Tan buen
investigador como profesor universitario de corazón,
respetuoso con la tradición indígena pero atento tam­
bién a la modernidad, Severo Martínez Peláez no se
quedaba nunca en lo trillado. No era defensor de una
manifestación seudocultural por el hecho de llevar apa­
rejado el calificativo de étnico, ni aceptaba novedades
simplemente porque estaban acompañadas de propa­
gandas nacionalistas de última hora. Sólo admitía lo que
de sustancial aportaba alguna teoría al acervo espiritual
de nuestro tiempo, independientemente del cred~ esté­
tico a que se hallara cogida o del contenido humano
que en él mismo se incorporara. Todo eso, y mucho más,
lo proyectó a todo lo largo de su vida académica, dic­
tando cursos, pronunciando conferencias, preparando
jóvenes auxiliares que poco después serían destacados
profesores universitarios. Toda su vida como docente
resultó particularmente eficaz por la promoción didác­
tica de los problemas socioeconómicos del país·, que
unido a su intensa actividad política tras bambalinas,
condujo al conocimiento de los problemas reales de
nuestra historia patria, contada antes que él con una
total tergiversación.
En los últimos tiempos Severo Martínez se vio en­
vuelto en un escándalo mayor, la acusación de haber
puesto a la venta valiosos documentos del Archivo Ge­
neral de Centro América (ACCA). Esta acusación, abso­
lutamente infundada, desató una ola de repudio por
parte del mundo académico guatemalteco en contra del
acusador. Se trató de una vil calumnia del irresponsable
como criminal ex-director del Archivo General de Cen­
Un historiador marxista guatemalteco 85

tro América. Alguien a quien Severo llamaría, con so­


brada razón, un vulgar esbirro, cuyo nombre perma­
necerá por siempre como una mancha indeleble en la
historia del esbirrismo de Guatemala.
Ahora que Severo Martínez ha fallecido, no cabe
duda que la mejor forma de acercarse a lo que fue su
personalidad es leer sus libros. Su obra . La patria del
criollo galvanizaría a tres generaciones de la izquierda
guatemalteca: la del propio Severo de La Revolución
Democrático Burguesa del Período 1944-1954.; la de los
jóvenes estudiantes de las Jornadas de marzo y abril de
1962, que iniciaron el primer movimiento guerrillero
revolucionario de la historia guatemalteca; y la de los
jóvenes guerrilleros de las décadas de los 80s y 90s,
cuyos dirigentes firmaron el Tratado de Paz Firme y
Duradera con el gobierno burgués de Alvaro Arzú, a
finales de 1996. De ahí que la personalidad y obra histó­
rica de Severo Martínez asustaran tanto a los sectores
académicos al servicio de la clase y los grupos de poder
dominantes. Todos ellos lo consideraban un elemento
disgregador, peligroso, una amenaza para la patria de
los criollos y el Estado cafetalero, hombre discutido y
polémico, como cualquier historiador que se precie,
nadie puede infravalorar su inmensa energía para ne­
garse a aceptar las adversidades con las que cíclica­
mente se encontraba.
A fines de la década de 1970, su actividad como
profesor e investigador de historia se vio seriamente
afectada por amenazas de muerte. La guerra sucia desa­
tada por el gobierno ·criminal de Romeo Lucas García a
partir de 1978 en contra del movimiento insurgente
revolucionario y del pueblo progresista guatemalteco,
pretendía aplastar la insurgencia, eliminar a toda la
oposición y sembrar el terror entre la población. Con
algunas notables excepciones, la prensa, el poder judi­
86 La patria del criollo, tres décadas después

cial y la mayoría de las personalidades políticas se man­


tuvieron en silencio sobre los hechos. Hablo de la dicta­
dura de los finqueros y los militares, y del régimen
asesino. Severo hizo lo que tantos compatriotas hicieron
en el pasado marcharse a gozar la libertad académica
del extranjero. Comprendió que era preferible vivir y
morir de pie fuera de la patria antes que vivir arro­
dillado dentro de Guatemala, legitimando al sistema
de opresión con su presencia física. Cuando, debido a
su exilio en Puebla, todos sus enemigos le daban ya por
acabado, publicó con el mismo renovado entusiasmo
de siempre el avance de su obra Motines de indios, para
que sus enseñanzas siguieran contribuyendo al conoci­
miento de la Historia guatemalteca e influyendo en la
elaboración de la estrategia de los partidos y organi­
zaciones de masas progresistas de Guatemala. Aquejado
de una grave como irreversible enfermedad desde hacía
años, Severo Martínez no cejó nunca en su empeño por
terminar y ver publicada la segunda parte de su obra.
Tengo entendido que no se encontraba bien, pero siem­
pre elegía el trabajo antes del recomendado descanso.
Hacía tiempo que sabía de su enfermedad, pero había
decidido convivir de tú a tú con el enemigo. Tenía perdi­
da la batalla, pero la dio, apoyado hasta el último mo­
mento por Beatriz, su esposa y sus hijas Brisila e Iricel.
Con la muerte de Severo Martínez Peláez, Guate­
mala pierde a uno de los pioneros de la investigación
científica de la historia patria y a un incansable educa­
dor y político revolucionario. Se va un testigo privile­
giado del siglo XX, se pierde una memoria densa de
acontecimientos y una visión sorprendente por sus en­
foques de la realidad socioeconómica y política de Gua­
temala. Vivió lo suficiente como para presenciar en 1990
el inicio del proceso de derrumbe del socialismo real,
lo ·cual ha de haber sido muy doloroso para él, como
Un historiador marxista guatemaU~co 87

para el círculo de sus amistades políticas sobre' las que


ejerció su influencia. Yo había regresado de la República
Democrática Alemana odiando toda 'clase de dictadura
y todo signo de represión individual, política o inte­
lectual, de lo cual había presenciado una buena parte
durante los años de mi estancia en ese país yen Ruma­
nia. Esto no significaba, sin embargo, que despreciara
la totalidad del sistema en el que había vivido. Estaba
convencido -y lo sigo estando hoy en día-, de que,
pese a sus lacras, propias de la inmadurez de los hom­
bres para enfrentar el fu't uro, ese sistema socialista era
superior a la sociedad de consumo capitalista en que
vivimos actualmente. Un día me dijo Severo que le
contara cual era la verdadera situación imperante en
los llamados países socialistas, para discutirla juntos.
Pero cuando me proponía relatársela, me interrumpió
apresuradamente, diciéndome: "Deje. Mejor no me
cuente nada prefiero morir pensando que aquello fun­
ciona como lo hemos soñado". Lamento que antes de
su fallecimiento haya conocido la verdad que estuve a
punto de contarle.
Severo Martínez Peláez nos dijo adiós sin haber
renunciado nunca a su actividad como historiador ni a
su militancia política en defensa de los derechos de su
pueblo, que hicieron de él un hombre fuera de serie. Su
mayor frustración fue posiblemente la de no haber visto
el triunfo de la revolución guatemalteca que todos anhe­
lamos.
Historiador y Maestro revolucionario: descanse Us­
ted en paz. Su categoría profesional y humana .harán
que los recordemos como que siempre fue y será: Don
Severo, el criollo noble y padre espiritual de generacio­
nes de estudiantes de historia de Guatemala. Sin duda
ha dejado Usted en la memoria colectiva de su pueblo
88 La patria del criollo, tres décadas después

una huella más profunda que la dejada por muchos


otros que consagraron sus vidas y esfuerzos a merecer
tan distinguido apelativo.
José Severo Martínez Peláez:
una vida hecha obra de arte *

Edeliberto Cifuentes Medina**

"Es increfble que la perspectiva de tener un bió­


grafo no haya hecho desistir a nadie de tener una
vida" Cioran

1. Un acercamiento a su biografía

En cualquier caso resulta complejo construir la bio­


grafía intelectual de un autor, en tanto que la misma no
sólo significa hacer un seguimiento a los resultados
materiales, sino a la vez, entender cómo los mismos se
encuentran estrechamente relacionados con las realida­
des familiares, dimensiones sociales, culturales y políti­
cas.
Porque toda obra intelectual de importancia que
realmente trasciende, expresa el sustrato de una socie-

Este trabajo es una elaboración provisional de la investi­


gación que el autor realiza actualmente.
** Nació ellO de julio de 1950. Licenciado en Historia, realizó
estudios de postgrado en la Fundación Sánchez Albornoz,
90 La patria del criollo, tres décadas después

dad y las particularidades de la época. Es decir, mani­


fiesta unos problemas, unas necesidades, los éxitos, los
fracasos y también las esperanzas que los sujetos socia­
les experimentan. Implica las realidades y las propues­
tas en coyunturas y estructuras en que un autor existe
y se desarrolla.
Porque también, las realidades y experiencias perso­
nales se entraman con un mundo externo de complica­
ciones económicas, de forcejeos de clase, de luchas polí­
ticas y de expresiones culturales; todo esto y otras cir­
cunstancias a veces "misteriosas", acompañan al ·indivi­
duo en su historia y lo hacen difícil de asir de una
manera definitiva en la tarea de construir lo biográfico
histórico: lo reflexivo y lo irreflexivo, lo objetivo y lo
subjetivo, crean facetas y productos no pocas veces
ilegibles y casi siempre complejos.
En el caso de José Severo Martínez Peláez, su obra
y su vida están inmersas en una época compleja y turbu­
lenta y, en situaciones que lo empujan al objetivo cons­
ciente de investigar problemas económicos y sociales
para ubicarse mejor en la vida y proponer formas alter­
nativas de convivencia social, como cuestión expresa y
objetivo abierto. Sin embargo, con esta manifesta.c ión
de cosas hay otras más profundas a las que no se puede
llegar de una manera fácil: los dramas de la niñez, sensi­
bilidades no ejercidas, las experiencias per.sonales y los
conflictos familiares. También son parte del todo: lo

Ávila, España. Es profesor de la Escuela de Historia de la


Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) e investi­
gador de tiempo completo del Instituto de Investigaciones
Económicas y Sociales (HES). Tiene numerosos artículos pu­
blicados en revistas guatemaltecas y extranjeras; es autor del
libro: Economía y sociedad en el siglo XIX: Los impactos de la
globalización (Guatemala: HES-USAC, 1997).
Una vida hecha obra de arte 91

psíquico, lo cultural y lo político y, como tal, se expresari


de manera central o tangencial en la obra y/o conducta
de un autor. Todos esos factores y elementos son parte
sustantiva en cualquier acercamiento, el cual aún siendo
provisiomil y, no necesariamente profundo, nos ayudan
a interpretar y explicar las fuentes subterráneas de una
vida y una obra.
Al hilvanar algunas explicaciones sobre aspectos
familiares, culturales y políticos, nos movemos en ,la
compleja dialéctica de la vida y de la obra difícil de
aprender de manera definitiva. Su abordaje en este caso,
sólo se justifica, porque se constituye en el fundamento
que nos proporcionan las claves para comprender y
explicar las particularidades de un universo todavía
poco conocido. También nos permite observar o enten­
der, cómo la misma se hace objeto de aceptaciones mul­
titudinarias, de críticas, de rechazos o de silencio y de
ataques viscerales.
El intento de un primer acercamiento a partir de
algunos datos, sólo se hace por el deseo de aportar una
primera comprensión a un autor y una obra que es por
demás emblemática en un siglo signado por el irracio­
nalismo. Además porque La patria del criollo es un refe­
rente necesario en el avance de una historiografía y
ciencia social guatemaltecas, y sin duda de la región,
especialmente, en la comprometida tarea de encontrar
posibilidades de una convivencia humana más racional.
En este horizonte de problemáticas, el presente bos­
quejo de datos hechos e interpretaciones, presentados
en los siguientes párrafos no agotan para nada las com­
plejidades de un autor y una época cuyo discernimiento
está por hacerse. Más bien, deben constituirse en unos
primeros apuntes de un reto para la elaboración de una
integral biografía del magnífico historiador en cuestión.
92 La patria del ¿riollo, tres décadas después

1.1 La década revolucionaria

El segundo lustro de los cuarentas constituirá para


la sociedad guatemalteca urbana y rural una liberación
de fuerzas. Se abren aires de libertad intelectual, se
fomentan espacios importantes para las más diversas
organizaciones políticas y se cambian muchos estilos
de vida: una eclosión cultural invade a todas las instan­
cias e instituciones del país. La posibilidad de cuestionar
los viejos moldes oligárquicos es un hecho y, de manera
institucional se crean políticas que tienden a enaltecer
el intelecto; se impulsan instituciones para que incen­
tiven nuevas formas de pensar, de concebir la vida y la
sociedad. Para todos aquellos hombres y mujeres que
se sentían aherrojados en una sociedad pacata de poses
nobles y mentalidad superficial, los nuevos vientos
internos y externos significaron una posibilidad para
la liberación del espíritu y el ejercicio de la razón: final­
mente la condición humana adquiría su plena dignidad.
Para el desarrollo de la historia, la década revolucio­
naria tiene un enorme significado; la superación de las
modalidades descriptivas de construir la historia, impli­
ca, el surgimiento de una nueva forma de ver el desarro­
llo de la sociedad guatemalteca. Aparecen libros que
tratan la historia del país desde un horizonte económico
como: Evolución económica de Guatemala de Valentín 50­
lórzano; el tratamiento del indio como problema en
monografías como: El levantamiento del partido indígena
de Totonicapán de Daniel Contreras y, la intervención
extranjera y el imperialismo en los trabajos de Alfonso
Bauer Paiz; en algunos trabajos aparece la utilización
del materialismo histórico, aunque de manera incipiente
como el libro de Jaime Díaz Rozzotto El carácter de la
revolución guatemalteca, publicado en 1957.
Una vida hecha obra de arte 93

La Facultad de Humanidades en esos años, se cons­


tituyó en el recinto en donde se podía estudiar filosofía,
historia, literatura y pedagogía, después se agregó psi­
cología. Fue el centro de pensamiento humanista l y, por
lo tanto, un lugar idóneo para todos aquellos que aspira­
ban a renovar y ampliar sus ideas. Era una de las crea­
ciones más importantes de la década revolucionaria.
Con su fundación el 17 de septiembre de 1945 se creó
un amplio espacio para que de los círculos de discusión
privados se pasara a la disertación y debate públicos.
Los Departamentos de Filosofía, de Letras, de Peda­
gogía e Historia, se constituyeron en espacios para la
recreación y ampliación de la cultura más actual. Expo­
siciones y discusiones que antes se hacían de manera
marginal se constituyen en cursos, conferencias y semi­
narios: se debate sobre diversidad de propuestas filosó­
ficas, sobre las relaciones entre lo ideal y lo material,
conciencia y materia, forma y esencia, saber y que hacer,
lo subjetivo y lo objetivo lo individual y lo social. La
preocupación por lo teórico lleva necesariamente a lo
empírico y los problemas se trasladan al plano terrenal:
la investigación es imprescindible. Se invita a notables
personajes de la academia y el intelecto de América y

1 En la época revolucionaria esta casa de estudios se constituyó


en un foro en donde exponían sus mejores conocimientos
distinguidos intelectuales de trayectoria internacional como:
Dr. Juan Mantovani (Pedagogo argentino), Andres Twasen
Escurra (Historiador peruano), Dr. Ricasen Sichens (Jurista),
Dr. Antonio Román Durán (Psicólogo español), Dr. Rafael
Debuen y Lozano (Biólogo español), Dr. Salvador Aguado
Andreut (Lingüista español), Dr. Luis Alberto Sánchez (Escri­
tor peruano), María de Sellarés, Dr. Janos Sceczy Profesor
María Solá de Sellares (Pedagoga española), Dr. Janos Sceczy
(Arqueólogo checo) de Filosofía de la historia.
94 La patria del criollo, tres décadas después

España entre los que se destacan José Caos y Eduardo


Nicol.
En el espíritu más democrático, talleres, seminarios
y conferencias se ofrecían a todos aquéllos que se sen­
tían interesados en los temas sin más requisitos que la
asistencia. De un total de doscientos sesenta y un estu­
diantes, ciento noventa ocho eran estudiantes regulares
los demás eran oyentes o asistentes esporádicos: en la
lista de inscripción aparece José Severo Martínez con el
número ciento setenta.
Severo Martínez Peláez cubrirá un primer periplo
de estudios entre los años de 1945 a 1949 como estu­
diante de filosofía aprovechando los aires democratiza­
dores y a partir del año 49 ya de manera definitiva como
estudiante de historia.
En los primeros años asistió a cursos de filosofía e
historia que destacados profesionales de otros países
ofrecían como profesores visitantes. Estos profesores
trajeron una nueva concepción de la Universidad; más
humanística y revolucionaria de acuerdo a la opinión
de Severo: " .. .abrió las puertas a una nueva concepción
de la revolución". Se supera la posición filosófica positi­
vista, propia de los liberales en la investigación, la ense­
ñanza y la discusión de la historia y se empieza en los
atisbos del historicismo.
En un clima de fervor y de efervescencia intelectual
ante los nuevos aires que significaba el espacio revolu­
cionario, Severo nutre su intelecto en lo más destacado
de la academia con una clara búsqueda de formación
historiográfica; se baña primero en el conocimiento de
toda la bibliografía que se había escrito hasta ese mo­
mento al ser un requisito para el historiador de la época.
Yen los cursos de historiografía escucha y lee los libros
de Johan Huizinga y Jacobo Burckhardt que aún inclina­
dos al estudio de lo vivencial, del tono de la vida, del
Una vida hecha obra de arte 95

colorido de la vida, del ritmo de la vida, complementa­


ban muchas áreas que no desarrollaba el marxismo.
Severo, para esa época ya era físicamente e intelec­
tualmente distinguido: de estatura considerable, cabello
debidamente arreglado, de un rostro alargado donde
sobresalían unas cejas gruesas y un bigote recortado sin
dejar de ser simétrico, vestir serio casi siempre con trajes
grises, azules y muy marginalmente cafés; sus modales
que expresaban respeto por las circunstancias; preo­
cupado por temas y problemas fundamentales y casi
siempre haciendo alarde de alguna novedad biblio­
gráfica o inquiriendo sobre libros clásicos o claves para
el conocimiento y estudio de la historia; sus compañeros
de la época lo recuerdan como una persona seria. En
ese ambiente, que muchos de los que en ese momento
estudiaban, recuerdan, cómo altamente académico Se­
vero, acrecentó su espíritu inquisidor, fortaleció su for­
mación metodológica y se decidió por la investigación
histórica.
En las aulas Severo sobresalió por su dedicación al
estudio y su preocupación por los problemas universita­
rios. Se acercó a maestros como José Joaquín Pardo
(Director del departamento de Historia), con quien tra­
bajo en la tarea de clasificación del Archivo de Gobierno.
Recibió clases de Humberto Samayoa Guevara a
quien debe considerársele un pionero de la historia
social en nuestro medio y Ernesto Chinchilla Aguilar
licenciado en historia y miembro de la tercera gene­
ración de los Maestros egresados del Colegio de México
que en el momento era un destacado investigador de
las instituciones coloniales. Además, aprobó un curso
de Griego que servía el Dr. Salvador Aguado-Andreut
y cuatro cursos de idioma alemán que impartía Alexan­
der Grundig. Con su profesor de alemán estableció una
estrecha amistad: su conocimiento del idioma por haber
96 La patria del criollo, tres décadas después

tenido en su niñez una institutriz alemana: Lore Fin­


quen y haber estudiado en el Colegio Alemán de Quet­
zaltenango les provocó una cercanía agradable que se
estrechó al ser ambos amantes de la buena música. Ale­
xander Grundig, Severo y otros dos más formaron un
cuarteto que marginalmente interpretaba música clá­
sica.
Toda esta sabiduría acumulada lo convertirá en un
historiador pertrechado con las corrientes y métodos
más avanzados para la interpretación y explicación del
pasado y su historización; a la vez, de una gama de
técnicas para la exposición sistemática y argumentada
de los hechos y las formas idóneas para la construcción
dé un relato o de un ensayo. Cuando José Severo Martí­
nez Peláez transita por la Facultad de Humanidades,
ya se ha decidido por su profesión de historiador.

1.2 Su acercamiento al marxismo

¿Pero, cómo y cuándo se acerca a la visión materia­


lista de la historia? Cuando ingresa a la Facultad de
Humanidades Severo ya ha incursionado en la literatura
yen la filosofía. Su padre, Alfredo Martínez Rod~íguez
es un amante de las letras y contertulio de destacados
guatemaltecos como Carlos Wyld Ospina, Alberto Ve­
lásquez, Adolfo Braga Dracco y Osmundo Arriola, con
quienes compartía en abierta discusión lecturas y libros.
En la biblioteca del padre se encontraban clásicos alema­
nes, franceses y españoles. Cuando en 1942 decide estu­
diar música en el Conservatorio se encuentra no sólo
con un magnífico pianista sino con un erudito de ascen­
dencia judía que había estudiado en Alemania: Salvador
Ley.
Si en el primer lustro de los cuarentas se desarro­
llaba lo que podríamos llamar un humanismo de salón,
Una vida hecha obra de arte 97

para el segundo con la apertura de la Facultad de Hu­


manidades se amplían las posibilidades para una eclo­
sión de todas las actividades del espíritu en donde de
manera abierta empieza a discutirse y a plantearse la
concepción materialista de la historia.
Sin embargo, la mejor forma de saberlo es en las
palabras de él mismo. En una de nuestras reuniones en
octubre de 1987, cuando le pregunté sobre su formación
profesional y al vindicar su formación no autodidacta
me comentó:
"La necesidad de sistematizar mis lecturas y profun­
dizar mis reflexiones me llevó a la Facultad de Huma­
nidades; allí quería obtener mi formación como historia­
dor y me inscribí en los cursos propios de la profesión
y me dediqué a la actividad política estudiantil. Mi
rendimiento académico fue excelente (así lo demuestran
las notas obtenidas), pero en el ámbito de la vida estu­
diantil, mi participación no la acompañaba un total
éxito. Estudiantes de menos capacidad cultural y rendi­
miento pero que utilizaban el materialismo hi's tórico
corno teoría, desbarataban con relativa facilidad mis
argumentos. Estas circunstancias me llevaron a inquirir
sobre cuáles eran las características y posibilidades de
aquella teoría que proveía de mayor lucidez a estu­
diantes que con menos recursos culturales podían inter­
pretar y explicar los problemas sociales: Me acerq~é a
profesores que realizaban investigaciones sociales y
empecé a incursionar en las fuentes clásicas del mar­
xismo".
Mario René Matute recuerda que .después de una
de las tradicionales conferencias Severo Martínez Peláez
y Ricardo Ramírez, mucho tiempo después Rolando
Morán Comandante de la URNG, ~ostuvieron una de
esas polémicas. Esta versión es más creíble, si se atiende
que nuestro autor a partir de su vinculación con la
98 La patria del criollo, tres décadas después

Facultad de Humanidades, iniciará una militancia por


el estudio de la vida y la sociedad amparado y susten­
tado en explicaciones científicas.
Severo, como solía hacer con sus preocupaciones
intelectuales trató de adentrarse en todo lo que le ofre­
ciera incrementar sus conocimientos. Su cultura filosó­
fica preuniversitaria lo situaba en un lugar de privilegio
para comprender y asimilar la cultura del materialismo
histórico con mayor facilidad y profundidad. Su cono­
cimiento de la filosofía alemana le expeditó, como a
nadie, el acceso a las complejidades del marxismo y le
proveyó del mayor dominio de zonas de la realidad que
no se encontraban en los manuales o en una visión
economicista. Podemos afirmar que toda la cultura de
la que Severo era depositario lo hacía una persona capa­
citada para acceder con facilidad al conocimiento e
instrumentalización del marxismo.
El historicismo y el marxismo eran las corrientes
que prevalecían en una Facultad, que se había abierto a
las corrientes de pensamiento más importantes que se
discutían en ese momento. En el marxismo Severo en­
contró una corriente más profunda y más terrenal para
la explicación de sus problemas existenciales y para
comprender, interpretar y explicar los problemas de la
sociedad guatemalteca; a partir de su acercamiento a
aquella corriente Severo encontró una vía y una posi­
bilidad para la construcción de una nueva forma de
presentar la historia de nuestro país.
Fuera de los recintos universitarios, en diversos
círculos políticos, había una verdadera ansiedad por el
materialismo dialéctico y el materialismo histórico. En
el marco de la revolución habían aflorado las organiza­
ciones sindicales y campesinas y las propuestas socialis­
tas y comunistas se expresan de manera abierta yorga­
nizada. (En 1949 se funda el partido comunista PGT).
Una vida hecha obra de arte 99

Al margen de este dato, hay referencias escritas en


donde se afirma que Severo se distinguió como estu­
diante "ampliamente interesado en la investigación, en
el estudio de las disciplinas históricas y humanísticas
en general". Una nota del Decano fechada ellO de agos­
to de 1954 dice: "El expediente personal y universitario
del interesado figura entre los más brillantes, y el Deca­
no de esta Facultad ve con pena la interrupción de sus
estudios" .

1.3 Su primer exilio

Sus capacidades éticas, su seriedad en la actividad


académica y su decidida vocación revolucionaria, lo
llevó en 1954 a la presidencia de la Asociación de Estu­
diantes de Humanidades. En marzo de ese año fue elec­
to para el cargo que desempeñó hasta cuando salió a su
primer exilio. "La labor estudiantil en dichos cargos fue
destacada, eficiente y entusiasta", señala una constancia
que le. fue entregada después.
Su clara y decidida adscripción al pensamiento re­
volucionario le sedimentó una personalidad no sola­
mente crítica. Esencialmente, lo hizo una personalidad
contestataria y de claros perfiles antisistémicos que
finalmente lo arrambló a la necesidad de revisar lo
escrito sobre la condición humana y la problemática
guatemalteca. Inicialmente, su vocación de maestro lo
llevó a leer los libros de historia que se utilizaban en la
educación media; entre otros los voluminosos libros el
de J. Antonio Villacorta que desde 1936 se habían cons­
tituido en la base de la historia oficial del gobierno de
Ubico. Toda la versión insípida de este personaje había
que "remachada" desde la escuela primaria. Una nueva
visión de la historia se hacía necesaria.
100 La patria del criollo, tres décadas después

Al margen de los laberintos de su formación y voca­


ción política, José Severo Martínez Peláez fue un alumno
distinguido de la revolución: su postura política, sus
temas y problemas académicos y sociales son parte de
todas las complejidades de ese proceso.
Con estas cualidades no fue extraño que se le enco­
mendara realizar el discurso de bienvenida a la dele­
gación presidida por el ciudadano Guillermo Toriello
Garrido. Esta delegación había defendido la soberanía
y la integridad de la Nación en la X Conferencia Intera­
mericana celebrada en Caracas, Venezuela en marzo de
1954. Lo atinado de su texto fue tal, que el gobierno
revolucionario lo trasladó a la población guatemalteca
por los micrófonos de la Radio Nacional (TGW).
Cuando en ese mismo año fuerzas contrarias a la
dignidad humana se entronizan de manera impune en
nuestro país, Severo Martínez tiene que partir a lo que
será su primer exilio como muchos otros insignes guate­
maltecos.
Al margen de las complejidades de los desarraigos
humanos y los laberintos del exilio, estas experiencias
servirán de motivación para que el futuro historiador
se sensibilizara más sobre los problemas económicos y
sociales y sus posibles explicaciones.
Podemos conjeturar que para nuestro autor, como
para muchos otros y otras personas de su generación,
la década revolucionaria los marcó y orientó por diver­
sas direcciones.
Una vez establecido en México, en 1955 asiste a la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en donde
recibe los cursos de Historiografía, Filosofía de la Histo­
ria y Seminario de Historiología con el eminente cate­
drático Dr. Edmundo O'Gorman; Seminario: La Filoso­
fía del Materialismo Dialéctico que servía el Dr. Wen­
ceslao Roces quien entre otros méritos había hecho la
Una vida hecha obra de arte 101

primera traducción de El Capital publicado por el Fon­


do de Cultura Económica, y quien lo consideró frente a
otros exilados guatemaltecos como: I.tEI alumno más
distinguido que ha pasado por mi Seminario;" Econo­
mía Política que servía el Dr. Ernesto de la Torre Vinar;
Arte Colonial que servía Francisco de la Maza, e Histo­
ria de las Ideas en América Latina que ofrecía el Dr.
Leopoldo Zea. Sin duda, un staff de profesores de lujo
para un estudiante de condiciones intelectuales privile­
giadas.
En este primer exilio también y, en el marco de la
vida universitaria mexicana, Severo, se nutre de las
diversas discusiones y debates más importantes que se
daban en ese momento: el indigenismo, el carácter de
la colonia en América, las relaciones económicas como
un factor causal determinante, los problemas de la te­
nencia de la tierra; se relaciona con nuevas corrientes
historiográficas, serias propuestas metodológicas y acu­
ciantes problemáticas sobre el indigenismo, la cultura
y los problemas económicos.
Debe anotarse que en su estadía en México, Severo,
establece una cordial y profunda amistad con Wenceslao
Roces, con quien discute la posibilidad de una inves­
tigación sobre los criollos y el surgimiento de las clases
sociales en la época colonial. Su afinidad y simpatía con
este destacado maestro lo lleva sin duda a un profundo
conocimien to del marxismo y a definir los perfiles de
su obra maestra.
La entrañable amistad que se forjó entre el joven
Severo y el maestro obedecía a muchas razones: el padre
de Severo había sido antifranquista aún estando en
Guatemala, las posturas críticas las había heredado de
sus antepasados ' asturianos; el cierto abolengo de ser
hijo de un español en segunda generación los hacía
partícipes de una cultura, en cierta medida común. Aun­
102 La patria del criollo, tres décadas después

que, sin duda, la mejor afinidad se establecfa por la


sabiduría del maestro y la pasión por el conocimiento
del alumno. Severo será por siempre un alumno agra­
decido y un lector de todas las obras que se publicaran
del filósofo marxista español republicano. Mucho tiem­
po después Severo escribirá en las hojas de tapa de un
libro: ¿Cómo y dónde agradecer a este maestro?" Wen­
11

ceslao Roces lo llamó en aquellos años "mi nieto" en


atención a que desde 1950 Severo se apellidaba Severo
Martínez Nieto por alguna cuestión de carácter familiar.
En su estadía en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM coincidieron las coordenadas de una formación
plural y enriquecedora: una facultad en donde pre­
valecía lo mejor y más notable del historicismo con el
más conspicuo de los exponentes del marxismo; el mis­
mo Roces era un de los permanentes traductores de los
autores destacados alemanes.

1.4 Su regreso a Guatemala en 1958

Cuando más tarde, al regresar de su primer exilio


en 1958, se vincula a la Escuela Facultativa de Humani­
dades de Occidente, ya sirve los cursos: Historia de la
Cultura y Cultura Nacional. En los años de 1962 a 1967
es contratado por la Escuela Facultativa de Ciencias
Económicas de Occidente, en donde por primera vez
servirá el curso de Historia Económica de Centroamé­
rica. A partir de esos años hace la docencia universitaria
en su quehacer fundamental, que ejerció de manera
notable y brillante; obligándolo aún más al ejercicio de
la investigación.
Con este arsenal de datos e ideas, se dedicó a pre­
sentar una nueva visión de la historia. Una vez resi­
tuado en la docencia y la investigación, el estudio de
los cronistas y especialmente, el que Severo consideraba
Una vida hecha obra de arte 103

el más sobresaliente, Antonio de Fuentes y Guzmán, se


constituyó en una de sus más importantes faenas. La
lectura del único cronista criollo de la colonia la desarro­
llaba en el contexto de todo un abanico de preocupa­
ciones profesionales, que portaba Severo corno histo­
riador y que lo acompañaron permanentemente en su
vida: encontrar opciones en el mejoramiento de las con­
diciones económicas y sociales para la población guate­
malteca.
Para Severo había una necesidad de reinterpretar
el pasado superando los viejos moldes de lo actual, de
lo anecdótico y de lo narrativo. Cuando mucho tiempo
después culminó su obra cumbre La patria del criollo, lo
explicará en el prólogo. Sin embargo, dicha postura la
ejerció en la docencia y en diversas conferencias en
donde tuvo la oportunidad de exponer los puntos de
vista, resultado de sus investigaciones y sus reflexiones.
En la medida en que incursionaba en el conoci­
miento de la realidad guatemalteca, se fue haciendo
visible la contrapartida que representaba su pensamien­
to a las versiones historiográficas que no superaban los
marcos de lo cívico, lo narrativo y lo descriptivo.
Pero esta tarea de presentar una visión alternativa
a la historia oficial, no se reducía sólo a la investigación.
Significaba, entre otras actividades, una actitud crítica
constante: lectura de cronistas e historiadores que eran
tenidos como venerables en la historia; hurgar en los
archivos para encontrar nuevos datos y una discusión
y un debate con los seguidores de aquellas corrientes.
Desde su regreso, al hacer de la docencia y la investi­
gación sus principales objetivos, Severo desarrolló toda
una actividad febril y empezó a exponer en sus clases y
conferencias sus puntos de vista sobre la .historia y la
historiografía.
104 La patria del criollo, tres décadas después

Una forma de conocer la evolución y desarrollo de


su pensamiento e incluso en la preparación de su obra
fundamental, es hacer mención de las conferencias que
antes de su segundo exilio dictó en diferentes recintos
universitarios:
a. El nacimiento de la idea de Patria. 31-08-60
b. Carácter de la persecución política en la época de
la Independencia. 17-02-61
c. Próceres y mártires olvidados de la Independencia
de Centroamérica. 10-09-62
d. Encomienda y repartimiento: instituciones econó­
micas coloniales. 24-08-62
e. El delito de afrancesamiento en la época de Inde­
pendencia. 11-09-64
f. Fundamentos económicos de la Reforma Liberal. 01­
02-65
g. Nuevos puntos de vista para la comprensión de la
Independencia. 13-09-66
h. Necesidad de una reinterpretación de la indepen­
dencia.02-02-66
i. Los tres últimos gobernantes españoles de Centroa­
mérica. 11-02-66
j. Los errores más frecuentes en la apreciación de la
Independencia. 09-09-66
k. El humanismo del Doctor Pedro Molina en sus escri­
tos del Editor Constitucional. 10-02-67

1.5 Los orígenes de La patria del criollo

¿En qué momento surge en la alquimia intelectual


de Severo la idea de explicar a los criollos y la realidad
colonial guatemalteca? ¿Qué ingredientes dan pábulo
a esa idea y cómo la misma evoluciona hasta convertirse
en un amplio y complejo proyecto de investigación?
¿Qué factores personales, familiares, sociales y políticos
Una vida hecha obra de arte 105

están implicados en esa trama de inducir a un personaje


a buscar en las profundidades del pasado explicaciones
a verdaderos problemas del presente? Aún dentro de
la posibilidad de que un autor confiese públicamente
dichas causas, puede ser que su consciente no las regis­
tre porque sólo se encuentran cuando se tienen las en­
crucijadas, que obedeciendo a ríos subterráneos, nos
aparecen en la vida sin que nos demos cuenta; puede
ser que la mejor perspectiva no sea uno mismo como
suele suceder en la mayoría de casos y que sólo acu­
diendo a especialistas recuperemos esa memoria tras­
cendental, pero perdida.
Aceptado que nunca hay una última palabra, perge­
ñamos las que pueden ser ahora, y sin la presencia física
de nuestro connotado maestro algunas apreciaciones
sobre el origen de La patria del criollo.
Sin pretender que sean las más amplias y más acer­
tadas, en tanto nuestra explicación al estar situada en
las coordenadas de ia hipótesis, son obviamente provi­
sionales, proponemos algunos de los factores que nos
sitúan en los orígenes de esta magna obra.
En todo caso y corno siempre, la utilización de hipó­
tesis sólo es útil en el objetivo cardinal de avanzar en
desarrollo de la ciencia social y en el de conocernos cada
vez más corno individuos y corno sociedad. Y porque
nos permite situarnos en la singularidad de esta crea­
ción historiográfica sin paralelos hasta el presente.
Para iniciar esta difícil labor de discernimiento, se
necesita tener a mano las multitudinarias hojas de un
expediente que no poseemos en este momento; la apli­
cación de la crítica interna y externa al mismo y otras
complejas operaciones de análisis histórico que no esta­
mos en capacidad de realizar. Sin embargo, a sabiendas
de que no podernos emprender esta tarea ciclópea, nos
106 La patria del criollo, tres décadas después

atrevemos a trazar a un riesgo de esquematizar algunos


factores que nos den pistas sobre el asunto.
Un primer factor a considerar es el familiar; espe­
cialmente en dos vertientes. Primero, el padre de Seve­
ro Martínez Peláez, don Alfredo Martínez Rodríguez
era hijo de español, era en el sentido tradicional de la
palabra un criollo", cuestión que sería un hecho más
11

en la vida de un hombre si él mismo no hubiese tenido


una relación agonística. Desde la muerte de su madre,
Severo entró en algún conflicto con su padre que con el
transcurso de los años se ahondaría hasta llevar al joven
a escapar de su casa a la edad de veintidós años. Como
suele suceder en no pocos casos, una de las formas de
resolver el conflicto es explicarlo y ésta nos parece la
causa primigenia del origen de La patria del criollo. El
pequeño Severo se movió en un ambiente de españoles
que él mismo llamaría más tarde advenedizos y criollos
cafetaleros.
Más adelante los conflictos que fueron apareciendo,
cuando a partir del desaparecimiento de su madre, su
padre entró en conflictos con los familiares de ella que
eran cafetaleros. ¿Por qué su padre asumía una actitud
en la que trataba de ser diferente a los terratenientes?
¿Qué relación tenía el ser comerciante y ser español?
¿En qué casos blasonaban los criollos frente a la pedan­
tería de un comerciante? ¿A partir de qué circunstancias
y / o hechos los criollos eran criollos? ¿Qué de esos he­
chos o circunstancias lo hacían alejarse de su padre?
¿Qué personalidad asumir frente a los moldes o clichés
que cada uno representaba? Todas esas interrogantes
sólo podían ser resueltas atravesando las referencias
familiares y llegando a su condición de sujetos en el
contexto de la historia. No es extraordinario que todas
estas interrogantes se las plantee sin ninguna dificultad
un hombre inquieto; pero, para quién, como es el caso
U na vida hecha obra de arte 107

de nuestro autor, las mismas adquieren una connotación


especial. José Severo quiso explicarse a sí mismo como
un problema existencial, ubicarse como ente, como lo
diría más tarde en sus clases de his·toria. Esta primera
inquietud existencial lo llevó al historicismo en donde
encontró explicaciones para ajustarse más a la realidad.
Cuando ya en el contexto de la revolución se vio inmer­
so en los conflictos sociales, culturales y políticos se
percató que sus explicaciones para ser correctas tenían
que ser históricas: la complejidad de los sujetos sociales
apareció en escena. En todo caso, su entorno cultural lo
tenía preparado para que su alquimia intelectual repro­
dujera con relativa facilidad aquellos sujetos en su con­
dición y en sus pugnas.
Si hay un factor individual en el origen de La patria
del criollo, un segundo factor lo constituye el encuentro
progresivo con otros hechos culturales, sociales y polí­
ticos, que van haciendo de las preocupaciones perso­
nales, instancias que se reconocen en hechos, procesos
o necesidades colectivas.
Si lo español era una cuestión recurrente en las
inquietudes de un joven, lo viene a ser más si se sabe
que los españoles modelaron una sociedad en la que se
vive; si a ello se le agrega la existencia de unos cronistas
criollos que identifican a la historiografía colonial y
unos terratenientes criollos en el contexto de un gran
conflicto sociológico y trascendental como lo fue la
Revolución 44-54, se colige con cierta facilidad que a­
quella preocupación personal encontró la coyuntura
para hacer de sus preocupaciones personales una nece­
sidad de comprensión y explicación de los sujetos socia­
les determinantes en el curso de la revolución y de la
historia de nuestro país: los terratenientes y los indios.
Si a lo anterior se agrega el dominio de técnicas y meto­
dología para el análisis histórico, se obtienen los ingre­
108 La patria del criollo, tres déca4;ls después

dientes intelectuales, sociales y académicos necesarios


para emprender ese magno proyecto de investigación.
Estos dos factores se exacerban cuando por esos
mismos hechos nuestro personaje es obligado al exilio
y con ello obligado también a repensar su vida y socie­
dad. No consideramos que el exilio ni mucho menos la
cárcel se constituyan en los espacios más adecuados
para la reflexión, la interpretación y la explicación; pero
es allí en donde los seres humanos están conminados a
pensar sobre sus valores más preciados y tal vez por
ello crean ideas o documentos que se convierten en
verdaderas referencias para la reflexión o paradigma
de interpretaciones y/o explicaciones.
. Sin afirmar que las reflexiones fundamentales de
La patria del criollo las edifica Severo en el ciclo de su
primer exilio, sí podemos decir que es aquí donde em­
piezan a hacer época sus mejores preocupaciones sobre
la historiografía: los criollos (como clase social) y la
patria en sentido realmente patriótico. Si para 1954,
después del experimento revolucionario de una patria
para todos se regresa a la visión oligárquica, la salida
de nuestro personaje al exilio en ese mismo año, lo llevó
a pensar sobre las explicaciones históricas de las formas
excluyentes de sociedad, el carácter autoritario del po­
der y la rigidez de las estructuras económicas y sociales.
Cuando en una oportunidad hablamos, precisamente
de esos orígenes, me comentó que al decidir sobre su
primer exilio decidió llevarse un "pedazo" de patria y
que lo que consideró como más apropiado fue la Recor­
dación Florida de Antonio de Fuentes y Guzmán. Cuan­
do por razones personales sale a su segundo exilio en
1967 se fecha en una carta, inicio de la obra en 1956.
Cuestiones familiares con las económicas, sociales
y políticas convergieron en la alquimia de un histo­
Una vida hecha obra de arte 109

riador para hacer de sus preocupaciones personales y


de su vida una obra de arte.

2. La patria del criollo en el desarrollo


de la historiografía guatemalteca

"Siempre la gloria es una simplificación y a veces


una perversión de la realidad; no hay hombre
célebre a quien no lo calumnie un poco su gloria"
Jorge Luis Borges

2.1 ¿Cómo puede ser analizada


La patria del criollo?

La patria del 'criollo, como obra excepcional de la


historiografía guatemalteca, se hace merecedora de las
cualidades que Marc Bloch mencionó, cuando, en 1935,
con su profundo sentido crítico, hacía referencia en
Ánnales d'historie économique et sociale2 al volumen
l/Historia económica y social de la edad media", que el
historiador belga Henri Pirenne había entregado para
una empresa colectiva:
" ... una ·información que, en este escritor encum~rado a la
cima de los honores, podría, por su cuidado escrupuloso, darse
como modelo a los más jóvenes aprendices; una claridad sobe­
rana; un sentido de las masas, un ímpetu presente de los
dioses, envidiado por todos los que manejan una pluma; por
encima de todo, un gusto por la vida, el arte de siempre, lo
que hay tras las cosas, develar al hombre,".

2 Annales d'historie économique et sociale, No. 7 (1935), pp.


79-80 citado por H. Van Werveke en Henri Pirenne, Historia
Económica y Social de la edad media (México: Fondo de Cultura
Económica, 1983), p. 5.
110 La patria del criollo, tres décadas después

Mutatis mutandi la ·obra de Severo Martínez Peláez


no sólo se hace merecedora a las opiniones de tan reco­
nocido e importante historiador del siglo XX sino que
posee otras virtudes en el contexto de la historiografía
guatemalteca, centroamericana y latinoamericana.
En efecto, al realizar no una, sino las distintas lectu­
ras que nos pueden ofrecer La patria del criollo, de suyo
magistral por su carácter de lección y punto de partida,
como también dijera Marc Bloch, nos encontramos con
que cada una de esas lecturas nos provee de toda una
gama de formas y maneras de construir y pensar la
historia que, son utilizadas por primera vez, con el
objetivo de interpretar y explicar los problemas centra­
les de la sociedad guatemalteca.
y es que La patria del criollo ofrece al lector o espe­
cialista un abanico de posibilidades para tomarla como
lección, como referencia, como literatura, como punto
de partida para el enriquecimiento de los desarrollos
historiográficos o, para ahondar en el debate de la inter­
pretación de los problemas de la sociedad guatemalteca.
Desde el lector no avezado que puede encontrar una
narración sabrosa, amable y viva; un lector más pre­
parado que sin muchos reparos observará una visión
sui géneris de plantear, ver y asumir la historia; hasta el
especialista o crítico que hurgando en las particulari­
dades historiográficas, metodológicas o técnicas de la
obra, destaque sus conclusiones y la corriente y/o las
corrientes teóricas en que se apoya el autor.
Verbigracia, se puede analizar La patria del criollo,
desde la perspectiva historiográfica, que es buscar un
modelo serio y objetivo de construir, interpretaJZ y expli­
car la historia. No se trata de rendir informe de
11 • • •

ciertos hechos averiguados y debidamente comproba­


Una vida hecha obra de arte 111

dos" 3 dice su autor, sino de producir síntesis al inargen


de que se comparta o no algunas o varias de sus con­
clusiones.
También se puede analizar como un libro que lleva
a su más alta expresión el oficio de historiar; pues con­
templa la utilización de una teoría de manera abierta y
consciente (materialismo histórico), aplicación de diver­
sas técnicas de investigación en el manejo de los docu­
mentos (positivismo e historicistas) y una forma de
exposición que pretende recrear el movimiento real de
la sociedad aplicando las técnicas y métodos que pro­
porciona la historiografía francesa a través de Annales
y la .tradición marxista más exquisita.
Es igualmente posible hacer una lectura económica,
sociológica, antropológica y psicológica de este libro.
En efecto, La patria del criollo puede ser analizada como
un tratado de historia económica en donde se plantean
las instituciones económicas y el trabajo servil como el
sustrato de todo el edificio social; también puede ser
analizado como un libro de sociología en donde encon­
tramos el proceso de formación y desarrollo de las clases
sociales en toda la época colonial: particularmente el
capítulo sexto, el más voluminoso, es una clara expre­
sión de historia social; pero a la vez, el libro de Severo
Martínez Peláez es también un tratado antropológico
de la cultura de los indios y de los ladinos: puede ser
analizado y leído como un trabajo que presenta pro­
puestas cultu,rales y étnicas sobre los sujetos sociales y,
finalmente, también admite una lectura psicológica:
utilizando el método historicista, especialmente las su-

3 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo (Guatemala: Edi­


torial Universitaria, 1973), p. 7.
112 La patria del criollo, tres décadas después

gerencias de Wilhelm Dilthey,4 Severo realiza un acerca­


miento psicológico a Antonio de Fuentes y Guzmán.
Desde estas perspectivas, La patria del criollo es un
voluminoso expediente de las formas de pensar, de los
prejuicios y las formas de actuar de los criollos. En la
convergencia de las diversas posibilidades del análisis
se integra una visión de totalidad con las tensiones,
contradicciones y procesos. En todo caso existe un hori­
zonte para las diversas especialidades de las ciencias
sociales.
En el contexto de las temporalidades de la historia
La patria del criollo es un libro que no se reduce al pasado
como temporalidad única, sino abarca el hecho o los
procesos en el contexto del pasado, el presente y el
futuro: "Guatemala del presente es una estructura colo­
nial no revolucionada" nos dice su autor; hacer de la
temporalidad de los hechos su objetivo central y no el
pasado por el pasado mismo. En más de un lugar el
autor nos sitúa en un horizonte de pasado y futuro! liNo
demos por concluido este capítulo sIn habernos reins­
talado en el gran mirador de fines del siglo XVII, la
cumbre en mitad de la colonia, desde la cual hemos
estado mirando al pasado y al futuro para vislumbrar ­
como desde la cima de un volcán- los lineamientos y
las incidencias de un panorama de tres siglos". [Martí­
nez Peláez, 1973: 417].
La patria del criollo es pues, un libro que puede ser
analizado desde diversas perspectivas u horizontes.
Cada lector o especialista puede encontrar variables que
estimulen el desdibujamiento de sus puntos de vista.
Como todo gran libro, La patria del criollo, será, de con-

4 Ver Wilhelm Dilthey, Crítica de la razón histórica (Madrid:


Editorial Península, 1986).
Una vida hecha obra de arte 113

sulta permanente para los especialistas, de lectura obli­


gatoria para los que deseen una visión interpretada de
la historia de nuestro país y una lección magistral extra­
ordinaria para los que nos dedicamos a avanzar en la
construcción de una visión objetiva de los problemas
de nuestra sociedad.
En el contexto de las anteriores líneas, nosotros
tratamos, en los parágrafos siguientes, de incursionar
en este libro para exponer algunos criterios sobre el
estilo narrativo, el elemento metodológico y la particu­
laridad historiográfica con la intención de iniciar un
debate y discusión sobre los aportes de tan singul~r
publicación que no tiene paralelos después de veintio­
cho años de su primera edición.

2.2 El estilo narrativo

liNo hay menos belleza en una ecuación exacta que


en una frase precisa. Pero cada ciencia tiene su propia
estética del lenguaje"S nos dice Marc Bloch. Y Severo
Martínez Peláez recupera y plasma dicha observación
en su obra. En efecto, la fina construcción conceptual y
sintáctica, permite encontrar frases fluidas, amenas,
agradables y precisas en el desplegado de los relatos
de La patria del criollo. A Severo siempre le preocupó
manejar con absoluta destreza palabras, conceptos, para
darle un ritmo adecuado y armonioso a sus frases; así,
de lugares en donde la descripción es necesaria, se pasa
a la creación de una prosa elegante y en no pocas veces
poética. Para Severo la estructura del relato no era una
cuestión literaria sino vital.

5 Marc Bloch, Apología para la historia b el oficio del historiador


(México: Instituto Nacional de Antropología y Fondo de
Cultura Económica, 1997), p. 146.
114 La patria del criollo, tres décadas después

Desde la primera página de la obra, ya se avizora


lo que será la peculiar modalidad expositiva; leamos el
primer parágrafo:
"E118 de febrero de 1651 fue un día terrible para la
ciudad de Santiago de Guatemala. Aeso de la una de la
tarde -era un sábado- comenzó a retumbar el suelo y
a sacudirse violentamente. Muchos edificios se derrum­
baron con estruendo en aquellos momentos. Otros que­
daron seriamente dañados y continuaron desplomán­
dose con los temblores siguientes, pues lo hubo todo el
día y nodie durante más de un mes" [Martínez Peláez
1973: 17]. .
Si asumimos la tarea de hacer una lectura pausada
nos encontramos con una versión historiográfica que
expresa una especial preocupación porque el lector se
deleite y goce con la lectura, sin perder de vista el objeti­
vo de ofrecer una interpretación científica de nuestra
historia.
Otro párrafo que nos ofrece una prosa en donde
aparece un color justo al tono verbal es el que se refiere
a la capital de la Audiencia: Allí está la ciudad de
11

Santiago de Guatemala a los pies del volcán. Ella era el


corazón de la patria criolla y su descripción cuidadosa
es el tema de los capítulos más plácidos y entusiastas
de la crónica. Ciudad blanca toda ella, por dentro y por
fuera, cuadriculada por calles empedradas, cubierta de
teja de dos aguas con alero, excepto en algunos subur­
bios en que había techos de paja. Interrumpían ese orde­
namiento sencillo, como se sabe, las moles de 15 conven­
tos con sus templos, aparte de muchas otras iglesias y
capillas, y los edificios de gobierno" [Martínez Peláez,
1973: 340].
La descripción de la ciudad colonial es una verda­
dera acuarela hecha con la pericia de un verdadero
paisajista. Se puede advertir en estas y otras frases o
Una vida hecha obra de arte 115

parágrafos una redacción meditada: el autor se esfuerza


no sólo por describir, narrar o anotar, sino por presentar
figuras o escenas: "De pronto, cuando no había espe­
ranza de que aquel infierno terminara, les fueron leídas
a los indios, y explicadas en sus lenguas, unas leyes que
venían a transformar radicalmente su situación. Frailes
y funcionarios del rey ponen manos a la obra, y las
Leyes Nuevas entran en vigor efectivamente. Eso signi­
ficó para los indios una bienaventuranza difícil de ima­
ginar". [Martínez Peláez, 1973: 361-62]. Las anteriores
citas como muchas otras expresan esa delicadeza del
autor de La patria del criollo en el uso del lenguaje: el
lector disfruta de una lectura fresca que lo hace sentirse
completamente fuera de los relatos áridos y lineales que
caracterizan a la mayoría de los libros que tratan del
pasado.
También al leer La patria del criollo uno se puede
enganchar en una suerte de novela con personajes, lu­
chas, dramas y desenlaces: con un apropiado esfuerzo
de concentración, la calidad de la narración puede He.­
varnos a recrear las diversas escenas; el efecto se puede
lograr perfectamente si el lector se sitúa en los sitios en
donde se celebraron hechos y procesos: la conquista,
las turbulencias de la aplicación de las Leyes Nuevas,
el proceso de reducción de los pueblos dispersos en
pueblos de indios, las rancherías de las haciendas, la
vida de la ciudad etc., etc.
Pero su estructura narrativa rebasa la belleza del
relato sencillo, ameno y parsimoniosamente estructu­
rado: no es sólo un discurso narrativo o descriptivo
estéticamente logrado; se trata de un relato que pre­
tende reproducir el movimiento real de la sociedad con
todas las técnicas que ello requiere.
En esa perspectiva se utilizan anécdotas, fechas y
hechos para construir procesos y proponer síntesis; las
116 La patria del criollo, tres décadas después

preguntas para problematizar y desarrollar hipótesis,


afirmaciones y conclusiones. El libro en su conjunto
presenta una visión novedosa de la historia de nuestro
país en el contexto de la economía mundo capitalista.
Esta sui géneris empresa de reproducir el movimiento
real de una sociedad, sólo se hace posible porque su
autor utiliza de manera magistral los diversos recursos
narrativos que le dan particularidad a cada uno de los
relatos.
Uno de los primeros recursos narrativos en La patria
del criollo lo constituye la utilización de las anécdotas.
En efecto, en más de un lugar, la construcción de un
proceso, de una interpretación o de una explicación se
edifica a partir de un hecho cotidiano. Dos ejemplos
son útiles para argumentar este tipo de técnica. En la
primera página se utiliza el temblor del 18 de febrero
de 1651 no sólo para presentar lo que será el conjunto
de la obra como construcción literaria (como ya seña­
lamos), sino como un dato para empezar a explicar la
conformación de la conciencia del criollo. La otra se
refiere al episodio a través del cual se ejemplifican las
prácticas religiosas ancestrales de los indígenas como
expresión de resistencia; a esto Severo llamará: "paga­
nismo vivo". [Martínez Peláez, 1973: 210-217].
Un segundo recurso, en los diversos relatos y/o
ensayos del libro, es la instrumentalización de pregun­
tas. Estas se utilizan inicialmente para desarrollar un
discurso en forma de conversación pero, de manera
central, presentar problemas, hipótesis, afirmaciones y /
o conclusiones.
El uso de preguntas obedece a la necesidad de resol­
ver problemas de la investigación. ¿Qué motivó a Anto­
nio de Fuentes y Guzmán escribir su Obra? ¿Quién era
este hombre? ¿Qué pasa con el indio en la Recordación?
¿Habrá estado vigente todavía esa idea de patria entre
U na vida hecha obra de arte 117

los criollos que dirigieron políticamente la emancipa­


ción de Guatemala? ¿Habrán tenido los criollos del
último período colonial ese mismo sentimiento de "pa­
tria defensiva"? ¿Fueron efectivamente los criollos quie­
nes controlaron la Independencia, alcanzando con ello
su viejo propósito de hegemonía? ¿Podrá interpretarse
aquel suceso, simple y llanamente, como la toma del
poder por un grupo de explotadores que estaba obli­
gado a compartir la explotación con la monarquía espa­
ñola? [Martínez Peláez, 1973: 127-128]. ¿Castas o capas
medias? [Martínez Peláez, 1973: 267]. ¿Qué nos hemos
propuesto al presentar el pueblo de indios colonial co­
mo una concentración de tributarios y de trabajadores
forzados? ¿ Qué justifica ese fatigoso examen de los
sistemas de explotación que operaban en el seno de los
pueblos? [Martínez Peláez, 1973: 564] entre otras.
No se trata de describir un hecho, se trata de expli­
carlo y para ello hay que problematizarlo. En el plantea­
miento de las preguntas problema se encuentra el que
sin duda es el objetivo que atraviesa toda la obra: inter­
pretar y explicar por qué los indios quedaron en inferio­
ridad económica, social, política y cultural. Esta forma
de construir la historia es una propuesta que adquiere
su más relevante exposición en las obras Marc Bloch y
Lucían Febvre; Severo Martínez Peláez utiliza las pre­
guntas como problematización de manera recurrente.
Pero, adicionalmente al uso de preguntas para la
problematización científica, las mismas provocan otros
efectos: hacen más dinámicos los relatos y generan una
actitud polémica y reflexiva en el lector.
y es que el autor es un autor protagonista, es un
autor militante, provocativo, que invita al debate (Seve­
ro Martínez Peláez afirma, da sus puntos de vista, asu­
me una postura crítica y aporta definiciones); pero a la
vez, invita al lector al protagonismo y, esencialmente a
118 La patria del criollo, tres décadas después

una lectura reflexiva. Severo se mueve muy ágilmente


en el interior del relato para polemizar y hacer del lector,
igualmente, un ente protagonista.
En el transcurso de la exposición polemiza con las
propuestas historiográficas tradicionales y oficiales: el
autor elabora su discurso criticando las viejas posturas
historiográficas y de los relatos de hechos pasados
muertos y para hacer del lector un sujeto, un ente cons­
ciente. [Martínez Peláez, 1973: 95].
Al invitar al lector a una lectura reflexiva, pero
también llamar al debate y a la discusión de manera
permanente hace que el lector reflexione o pare mientes
sobre procesos económicos y sociales que explican reali­
dades y mentalidades. Desde este horizonte La patria
del criollo es un libro verdaderamente provocador, abier­
to, militante y vital.
Anécdotas, preguntas, problematización, hipótesis,
interpretaciones, afirmaciones y explicaciones se usan
no sólo para romper el relato descriptivo y narrativo
tradicional, sino por la necesidad misma de presentar
el movimiento real y vivo: una historia en movimiento
y cambio. El proceso de formación de la clase criolla, el
proceso de conformación de las capas medias y todo el
proceso que expresa la formación, condición e inferio­
ridad del indio.
Otro de los hitos que presenta la estructura del
discurso de La patria del criollo es la utilización de ma­
nera cuidadosa (diría genialmente utilizada) de concep­
tos y categorías. En efecto, cuando hace referencia a las
Leyes Nuevas dice que " ... vino a normar relaciones de
producción". [Martínez Peláez, 1973: 72]. Cuando habla
del repartimiento dice: " .. .condicionó de manera deci­
siva la lucha de clase, las ideologías de clase, las formas
de trato social y otras manifestaciones importantes de
la vida de aquella sociedad". Así hace referencia a la
Una vida hecha obra de arte 119

tierra como medio de producción, las capas medias,


factores económicos, régimen, ideología, monopolios,
imperialismo, etc. Utilizando un lenguaje coloquial a­
grega de manera cuidadosa y correcta los conceptos que
le dan la .s eriedad y fuerza científica a la obra, sin que
el lector, en algunos casos se percate. De tal manera que
la combinación de un lenguaje sencillo con conceptos
de la ciencia social y de la historia, constituyen otro de
los recursos de los relatos de este documento.
En el desplegado del discurso Severiano las inte­
rrogantes, las anécdotas, las interpretaciones, las expli­
caciones y las afirmaciones son recursos recurrentes que
le dan vivacidad a la obra sin que la misma pierda
cientificidad: he aquí uno de los rasgos más importantes
de este libro y de la obra Severiana. y es que todos estos
recursos se utiliz.a n por el objetivo central del autor:
hilvanar procesos históricos. [Martínez Peláez, 1973:
347]. Más allá de esto y en la perspectiva de un alto
abolengo cientifícista, Severo nos lleva de manera ma­
gistral a un diálogo entre pasado y presente como expre­
sión de la historiografía más actual y .moderna.
Con este bagaje de instrumentos y técnicas, Severo
supera y rompe con el relato que sólo une los hechos y
acontecimientos políticos o, de sucesión de fechas y
personajes (historia de engrudo y tijera le llama Edward
Hallet Carr), que suelen utilizar los historiadores oficia­
les. Severo a contracorriente practica y desarrolla un
relato que resulta al final de cuentas vital porque su
horizonte son los procesos y no los hechos muertos
como lo afirma en el prólogo de su libro. La patria del
criollo, decía Severo, hay que leerla sin prisas, tal como
sin duda había sido construida. El objetivo de " .. .expli­
car los grandes problemas de fondo de la sociedad gua­
temalteca" [Martínez Peláez, 1973: 588] y el de
" .. .explicar los fenómenos desde la perspectiva de la
120 La patria del criollo, tres décadas después

ciencia" [Martínez Peláez, 1973: 594] lo obliga a tener


que declarar en el prólogo cuál es la forma en que debe
leerse el libro: "La obra puede leerse así sin prisa, con
reflexión y posiblemente sin desmayo del interés. Una
imagen nueva de las raíces de Guatemala, una imagen
más dinámica y desde luego más sería, tiene que ser el
resultado de dicha lectura reflexiva".
Pero su gusto y placer por la buena escritura obe­
dece a su ansia de ser leída y luego trasmitida. Severo
dice que su obra se dirige a: " ... un lector culto pero no
especializado" entre quienes Severo destacaba a los
maestros y a los periodistas,6 en tanto ellos están acadé­
micamente preparados para trasladarlo a "sectores que
no leen" Leer sin prisa para Severo supone un esfuerzo,
pero: "Serán esfuerzos vanos si no suscitan una opinión,
una duda, una pregunta, un consejo, una sugerencia,
una objeción, algo que tenga el significado y la utilidad
de la aportación"7. Severo cuidó con la pericia del arqui­
tecto, la sabiduría del escritor y el ritmo de un virtuoso
de la música que su obra fuera sinfonía de múltiples
movimientos capaz de encantar y, por supuesto, hacer
del lector un ente reflexivo.

2.3 El elemento metodológico

El método en la investigación en La patria del criollo


lo constituye una sólida aplicación de la concepción
materialista de la historia. Cuando Severo nos avisa que:

6 Quetzal de Oro de la APG: Severo Martínez habla de su libro


La patria del criollo. Diario El Gráfico, Guatemala, 13 de abril
de 1971, p. 5.
7 Severo Martínez Peláez, "Importancia revolucionaria del
estudio histórico de los movimientos de los indios" en Re­
vista Economía, IlES-USAC No. 77/78, (1983): 101.
Una vida hecha obra de arte 121

"En este libro se ensaya hacer Historia de Guatemala


bajo principios metodológicos que se aplican por pri­
mera vez al estudio de nuestro desarrollo ... ", nos está
expresando su incursión en una nueva forma de ver las
temporalidades y el espacio en la historia. No es una
visión del pasado sino una perspectiva de explicación
de la realidad. Para Severo la historia ya no es una
narración de "hechos muertos" y deshumanizados sino
un quehacer que incluye a la historia dentro del ámbito
de las ciencias sociales; se trata de incursionar en el
pasado para estudiar las leyes objetivas que rigen el
desarrollo de la sociedad; se tra ta de: "descubrir los
grandes fenómenos económicos que le marcan una di­
rección y le imprimen su sello al desarrollo de la socie­
dad". No se trata de un mero ejercicio literario o un
regodeo por el pasado se trata de asumir el trabajo del
historiador como un ejercicio que implica unos requi­
sitos que explicitará en uno de sus trabajos:
1. La ciencia social tiene como propósito alcanzar la
comprensión de procesos.
2. La ciencia social siempre es explicativa, siempre
señala encadenamientos de causas y efectos.
3. La ciencia social desconoce y rechaza factores sobre­
'naturales, las entidades míticas o categorías como
el "espíritu", los "valores" o la "cultura".8
Ya en la dimensión de la historia como ciencia social
apunta: "Esta última toma el carácter de una ciencia
cuando, debajo de los hechos particulares en su versión
superficial, descubre los grandes fenómenos económi­
cos que le marcan una dirección y le imprimen su sello

8 Severo Martínez Peláez, "Cuatro principios metodológicos


para la enseñanza de las ciencias sociales", en Revista Eco­
nomía, llES-USAC No. 33, (julio-septiembre de 1972): 5 y 6.
122 La patria del criollo, tres décadas después

al desarrollo de la sociedad: desarrollos en las fuerzas


productivas, cambios en las composición de los grupos
en relación con la propiedad y el trabajo, cambios en la
mentalidad de los grupos de acuerdo con el desarrollo
de los intereses, etc." [Martínez Peláez, 1973: 6].
En efecto, con esta nueva postura metodológica, el
autor de La patria del criollo nos lleva a las conquistas y
desarrollos metodológicos de la historia económica. El
principio de causalidad se inscribe en lo económico
como estructura determinada y determinante y porque
a partir de esta estructura se puede construir todo el
edificio de la sociedad en un contexto de movimiento y
cambio. Sin embargo, no es una interpretación meca­
nicista y mucho menos dogmática; el autor de La patria
del criollo tiene presente las mentalidades y su existencia
"de acuerdo al desarrollo de los intereses".
Severo Martínez Peláez, al proponerse como obje­
tivo interpretar y explicar la realidad colonial guate­
malteca, necesita ir a las causas que son aquellas que:
"operando en la base de la estructura de la sociedad,
determinaron sus características más importantes y le
imprimieron ciertas tendencias a su desarrollo" no olvi­
da las mentalidades y la cultura. Vida material e inma­
terial están tratadas en el documento sin que deje de
prevalecer lo material en el conjunto de sus tesis y de
sus hipótesis; en diversos lugares hace referencia al
"régimen de trabajo" de instituciones que "normaron
las relaciones de producción" como la encomienda. Pero
Severo no se queda en la descripción de esos fenómenos;
los utiliza como puntos de partida para ir hilvanando
los procesos, las instituciones y la vida cotidiana en el
contexto social, político y cultural.
Explicar cómo las luchas sociales son el resultado
de los intereses económicos (el trabajo y la explotación)
es el referente metodológico que se aplica para la expli­
Una vida hecha obra de arte 123

cadón de la conquista, la colonia, la indepenpencia, .el


llamado "Régimen Conservador" y la tOpla del poder
por los cafetaleros en 1871 y los procesos slJcesivos que
se recrean o existen en la Guatemala actual.
El análisis de la forma de cómo se organizan los
seres humanos para producir, se convierte en la clave
de la construcción de la obra Severiana; cuando explica
el por qué de la cultura española del siglo XVI dice:
" .. .fue el resultado de una complejísima trama de pro­
cesos históricos en la que jugaron papel determinante
los procesos económicos ... ", [Martínez Peláez, 1973: 27];
por primera vez en la historiografía guatemalteca se
asume la necesidad de hurgar en las causas: "Se trata
exclusivamente de entender, de señalar enlaces de cau­
sas y efectos decisivos, porque es eso lo que puede tener
algún valor explicativo y práctico en el presente".
Los procesos se constituyen en centrales para la
explicación del conjunto de las relaciones sociales, la
cultura, la ideología y las estructuras políticas. El méto­
do materialista y la utilización de la economía política
científica le proporcionan de manera progresiva a nues­
tro autor, los instrumentos para edificar una visión de
totalidad de la sociedad guatemalteca que va expresar
en la estructuración de los capítulos.
Con este horizonte metodológico, cada uno de los
hechos históricos investigados se sitúan en la totalidad;
cada proceso o hecho se lo inscribe en el marco histórico:
los criollos en el marco de la conquista; la conquista en
el marco del grado de desarrollo de la sociedad española
y la sociedad indígena del siglo XVI; la estructura colo­
nial en la economía mundo capitalista, el indio y los
ladinos pobres en el contexto del dominio de los criollos
y su incapacidad de crear un sistema que superara su
condición parasitaria; los pueblos de indios como la
unidad en donde al reproducirse la fuerza de trabajo
124 La patria del criollo, tres décadas después

genera toda una cultura de explotación, de resistencia


y un proceso de deterioro de la condición humana; todo
estrechamente relacionado en una visión de conjunto,
en movimiento y en la perspectiva de los problemas de
la realidad guatemalteca actual. En el contexto de esta
visión de totalidad, está el objetivo de " .. .esquematizar
las tensiones estructurales de la sociedad colonial gua­
temalteca" . [Martínez Peláez, 1973: 348]. Es el método
materialista el que atraviesa la investigación y expo­
sición de La patria del criollo Sin embargo, esta obra se
hace aún más singular por la notable aplicación del
historicismo. En efecto, Severo Martínez Peláez utilizó
el historicismo como un complemento necesario del
marxismo.
Para conocer el nivel que existe más allá de la "su­
perestructura ideológica": lo emocional, lo irracional de
las representaciones colectivas no elaboradas por proce­
sos lógicos que tienen una enorme fuerza en el movi­
miento de la historia, Severo utiliza el historicismo y lo
desarrolla como una alternativa conveniente para la
construcción de su trabajo. En efecto, cuando analiza el
prejuicio de la superioridad hispana, los prejuicios ma­
yores y menores de los criollos y especialmente cuando
dice que La Recordación Florida es un documento en
donde: "En toda se escucha la añoranza de lo pasado,
la desaprobación del presente y el miedo al futuro ... "
[Martínez Peláez, 1973:.126] se están utilizando los re­
cursos historicistas propuestos por Wilhelm Dilthey. Sin
embargo, el lugar en donde se puede apreciar dicha
aplicación la encontrarnos en el Capítulo Cuarto al hacer
referencia a "La patria como paisaje". [Martínez Peláez,
1973: 131-143].
Con esta postura Severo se desmarca de un cierto
marxismo tajante y positivista en tanto busca las rela­
ciones causales de los hechos y construye una visión
Una vida hecha obra de arte 125

en movimiento, cambiante y dinámica. La novedad de


la metodología Severiana se puede recoger en dos frases
que él pronunciara en una de sus tantas conferencias:
" .. .las ideas son entes muertos, si no son movidas y a
la vez promovidas por las emociones colectivas". " .. . la
historia que pretende reflejar la vida tiene que ser una
historia integral, abarcativa, totalizadora".

2.4 El aspecto historiográfico

Pero también Severo Martínez, es un habilidoso


dominador de las técnicas del oficio de historia. La patria
del criollo gira en el plano empírico en torno a todas las
crónicas de la colonia, documentos del Archivo General
de Centroamérica, del Archivo de Indias en Sevilla y
del conocimiento de toda la bibliografía publicada hasta
1970. Severo decía que el historiador debía ".descifrar
hasta los hoyos de las polillas". Todo este arsenal de
documentos lo utiliza el autor después de su lectura y
clasificación: a La patria del criollo la acompañan 1386
citas corno prueba de su minucioso conocimiento de los
datos y en aprecio de una cultura positivista.
Esta particularidad en la construcción de esta mag­
na obra, expresa el control que nuestro autor tenía de
las técnicas historicistas: ubicar al personaje en las com­
plejidades internas y externas de su mundo; llegar a
aquellas zonas oscuras que van más allá de lo ideo­
lógico. Severo ubica, sitúa y explica a Antonio de Fuen­
tes y Guzmán desde una perspectiva personal y cultu­
ral; pero sin duda, va más allá. Porque no se trata de la
tan conocida fórmula positivista de narrar los hechos
11

tal corno sucedieron". Severo supera esa visión y asume


los planteamientos del historicismo diltheyano con el
que estaba plenamente familiarizado.
126 La patria del criollo, tres décadas después

Igualmente encontrarnos una aplicación de los apor­


tes de la tradición francesa, particularmente es un segui­
dor de Bloch y Febvre, para quienes el historiador es
un sujeto activo en la construcción del objeto y del
problema: la historia Severiana es una historia proble­
ma. A todo este bagaje, Severo le aplica los aportes más
importantes de la economía política objetiva. La his­
toriografía tradicional había calificado a Antonio de
Fuentes y Guzmán como un fácil adulador de la con­
quista, en tanto que Severo interroga a este cronista y
lo hace decir cuáles fueron los motivos económicos,
social~s, políticos e ideológicos que obligaban a este
criollo a decir tal cosa y / o tal otra: ¿Quién fue aquel
hombre? ¿Qué era, pues, lo que realmente se proponía
al escribir aquella obra? Severo ubica a Fuentes y Guz­
mán en su tiempo y en el espacio; lo sitúa como expo­
nente de un grupo social; como expresión de una clase
social que de manera directa o indirecta defiende o
expresa en todas sus acciones y hechos; hurga en lo
recóndito del sujeto de estudio y nos presenta las tesis
e hipótesis sobre este personaje como expresión de una
clase social en su contexto histórico. Esto último me
parece la más genial utilización de las técnicas que
ofrece una visión no necesariamente marxista con la
visión más exquisita de materialismo histórico. Estas
técnicas y métodos que Severo toma de su conocimiento
profundo de la historiografía alemana y francesa, ad­
quieren una verdadera significación y utilidad cuando
se usan en función de los intereses de clase.
Con una simbiosis de perspectivas metodológicas
(positivismo, historicismo, Annales y materialismo), Se­
vero nos lleva con la delicadeza de un psicólogo a des­
madejar todas las opiniones y puntos de vista del criollo
y de las diversas clases y capas sociales a partir de una
Una vida hecha obra de arte 127

integración de lo económico, lo sociológico, lo antro­


pológico y lo psicológico.
Puede afirmarse sin exageración, que La patria del
criollo es un paradigma de cómo hacer la historia y
Severo Martínez Peláez el primer guatemalteco que
asume el oficio de historiar en todas sus connotaciones
y desde luego, sus consecuencias.

2.5 La visión severiana de la historia

La tradición historiográfica guatemalteca, arram­


blaba en la década de los sesentas, una fuerte visión
cívica de hacer y enseñar la historia. La enseñanza, por
ejemplo, de la historia privilegiaba una superficial expo­
sición de datos políticos en donde se destacaban los
dramas de la conquista, la independencia y la llamada
Reforma Liberal con el objetivo de imponer valores
como la patria, la soberanía, la libertad. Con un abierto
menosprecio de Tucídides, los presidentes y sus actos
constituían el eje sobre el que se edificaba el conoci­
miento histórico. Una historia más de miserias (¿Qué
otra cosa han podido ser los gobernantes de este irre­
dento país?), qué de grandes conquistas humanas, se
ofrecía y circulaba como moneda de cambio.
Pero como suele suceder en todas las épocas y en
todos los tiempos, siempre se crean visiones y pro­
puestas. En el contexto de la sociedad surgen sectores
que se resistía a aceptar aquella visión superficial y poco
convincente; otros en el ámbito de la Universidad de
San Carlos hacían propuestas matizadas en el ámbito
de la cultura y lo económico; unos incluso desde un
frente de una contracultura y con claros perfiles antisis­
témicos.
La patria del criollo tiene la particularidad de supe­
rar los viejos moldes de la historiografía guatemalteca
128 La patria del criollo, tres décadas después

y presentar una nueva forma de construir y de pensar


la historia y, precisamente por eso constituye un verda­
dero parteaguas.
Sin que se pueda agotar el tema y apuntando lo que
parece ser lo más destacado para confirmar dicha aseve­
ración, nos acercamos al único lugar en donde Severo
lo expresa con mayor claridad y en el que en las críticas
que se hacen a este magnífico libro, no se hace mayor
reparo o referencia: el prólogo. En este segmento, el
autor avisa al lector la perspectiva desde donde asume
la historia, su desmarcamiento y crítica de otras pos­
turas.
En efecto, al realizar un examen exhaustivo de los
diversos parágrafos de este apartado, nos encontramos
con la existencia de una propuesta novedosa e inédita
en el ámbito de la historiografía guatemalteca. Severo
nos previene de su intento de construir una interpre­
tación antes no realizada, pero más adelante en el desa­
rrollo de la misma nos enseña no sólo a construirla sino
a pensarla y lo que es más a impulsarla y desarrollarla.
La patria del criollo entonces, nos aporta no sólo datos
de una forma de cómo construir la historia sino, a la
vez, una forma de pensarla y de utilizarla. En la aspira­
ción de dar algunas ideas o luces, nos permitimos plan­
tearlo que a nuestro juicio constituye una nueva visión
epistémica.
Una primera cuestión es que La patria del criollo, se
inscribe en el objetivo de una nueva manera de ver la
sociedad, en una forma diferente de ver las relaciones
sociales, en una versión distinta de escribir la historia.
Para realizar esa nueva forma de escribir la historia
Severo parte de la aplicación de principios metodoló­
gicos que: "se aplican por primera vez al estudio de
nuestro desarrollo". Al margen de saber a priori esos
principios metodológicos, el autor nos previene de su
Una vida hecha obra de arte 129

aplicación en el estudio que está presentado. Podernos


decir entonces, que una primera novedad en la versión
Severiana de la historia, es la aplicación de una meto­
dología.
Una segunda cuestión no menos importante, es que
la metodología esté en función de: "intentar dar un paso
en la labor interpretativa de nuestro pasado". Severo
se desmarca de las versiones tradicionales de narrar o
describir el pasado, su objetivo es interpretarlo. Pero
no interpretarlo desde una perspectiva metafísica, es
decir, metahistórica. Severo se desmarca del fantasear
de la filosofía de la historia que se mueve en el ámbito
del "espíritu" de una época, en su "perfil cultural" y
en 1a "vocación" de sus hombres. El autor de La patria
del criollo se encamina por los senderos de la historia
científica que parte necesariamente de una teoría; pero
sin quedarse en la misma sino llega a la utilización o
clasificación de toda una gama de documentos; las con­
clusiones de Severo Martínez se realizan en el contexto
de un diálogo entre la teoría y la empírea en la particu­
laridad de la alquimia intelectual del autor. En nuestra
opinión, cinco son los elementos metodológicos que se
destacan en La patria del criollo:
1. La historia debe señalar los" grandes hechos deter­
minantes"
2. En la construcción de la historia es posible aplicar
el positivismo, el historicismo y el marxismo.
3. La explotación y la lucha de clases se constituyen
en claves para la interpretación de las tensiones
estructurales.
4. La historia es debate permanente. Historia abierta
o en construcción.
5. Historia corno formación de la identidad para la
construcción del futuro.
130 La patria del criollo, tres décadas después

Un tercer elemento en la visión Severiana es que la


interpretación no se hace en el vacío; su interpretación
se sustantiva en la utilización de un método: el materia­
lismo histórico y en una voluminosa utilización de fuen­
tes . Un profundo y erudito conocimiento de los cronis­
tas y de la historia tradicional; un trabajo plenamente
sustentado en un andamiaje de fuentes en el Archivo
General de Centroamérica y en el Archivo de Sevilla.

2.6 Historia total: historia como novela

Como hemos anotado La patria del criollo se p uede


leer de muchas formas. Los códigos que se pueden apli­
car son diversos. Cada lector puede encontrar los de
sus apetencias. Pero más allá de esos códigos parti­
culares, este libro significa una versión de historia to tal
en el sentido marxista del término: una historia cuya
pretensión es expresar la sociedad en todas sus más
importantes instancias. Desde la perspectiva ec~nómica
se interpreta y explica el objeto de investigación: los
criollos (Capítulo Primero: Los criollos, Capítulo Cuar­
to: Tierra milagrosa), se eleva a la social con sus diversos
matices (Capítulo Sexto: El mestizaje y las capas medias),
sin olvidar lo político (Capítulo Segundo: Las dos Es­
pañas, Capítulo Tercero: Las dos Españas), lo cultural
(Capítulo Octavo: La Colonia y nosotros), y lo m~nta l
(Capítulo Tercero: Las dos Españas y, Capítulo Quinto:
El indio). .
La patria del criollo es una historia que abarca todas
las esferas de la sociedad, desde todos sus perfiles y
obtiene de sus personajes lo más recóndito de su psi­
quis. Sin embargo, como una de sus virtudes más exqui­
sitas La patria del criollo significa una primera versión
de un género con pocos paralelos: una historia nove­
lada.
Una vida hecha obra de arte 131

Si el lector atento observa, en el conjunto de la obra


no aparecen las citas de pie de página ni los subtítulos
de cada capítulo. Tal característica no es ociosa, es una
técnica que el autor utiliza para que el lector no pierda
el ritmo del movimiento, del proceso y de la totalidad:
fuera de los requisitos técnicos La patria del criollo puede
ser leída como una novela . Su estructura narrativa com­
prende todos los elementos de un todo en donde están
inmersos unos personajes que luchan, se contradicen,
se u tilizan, se aniquilan; hay apetencias, prejuicios, mez­
quindades y miserias.
Lo particular y novedoso de este singular trabajo
no es que sea una novela histórica, sino una historia
con estructura y desarrollo de novela. Sobre los indios
y la tierra, se edifica toda una estructura de las clases
sociales magníficamente representada en el triángulo
invertido de las clases y las capas sociales hasta llegar
a las formas de actuar (la cultura) y pensar (las menta­
lidades más profundas).
El andamiaje abarca hechos y personajes indivi­
duales y colectivos en el contexto y procesos de la tota­
lidad social. Los criollos, los ladinos, los indios y los
negros son sujetos que luchan y viven en un ambiente
dinámico. La Audiencia, el Ayuntamiento, los Cabildos
de Indios y las villas son instituciones donde entran y
salen los representantes de los sujetos sociales yen los
mercados y las plazas converge la población por miles
de razones; la vida cotidiana asoma en no pocos lugares
de la narración. En una lucha desigual se enfrentan
españoles y la población indígena construyendo y des­
truyendo escenarios; creando mecanismo de opresión
unos y de resistencia los otros; imponiendo-reprodu­
ciendo-destruyendo sistemas culturales, inventando
prejuicios y readaptando cosmovisiones ancestrales.
132 La patria del criollo, tres décadas después

Las complejidades sociales son captadas a través


de individuos o sujetos sociales que se rechazan y se
enfrentan en las coordenadas de los ámbitos econó­
micos, sociales, políticos y culturales. Nadie queda fuera
de la escena en la configuración de una sociedad conflic­
tiva, negadora y excluyente que hace violentos a unos
y pasivos a otros corno sustrato del inconsciente colec­
tivo; es una historia que tiene principio pero que no
tiene final porque las clases dominantes se han empe­
cinado en cerrarle el paso a posibilidades más humanas:
una epopeya que aún está por resolverse sin vencidos
ni vencedores, si es que alguna vez entendernos que
sólo conocerse así mismos da a los humanos la luz que
nos haga salir de las tinieblas que empezaron a proyec­
tarse cuando algún "listo" se le ocurrió que el ser se
define por la propiedad privada de las cosas, hombre y
naturaleza implícita. La patria del criollo es la novela de
la vida de unos seres humanos que habitamos Guate­
mala en un pasado que se hizo presente eterno.
Severo Martínez Peláez,
el político y el científico

Carlos Figueroa Ibarra*

1. Introducción

Hace unos meses, como resultado de la investi­


gación que estoy realizando acerca de la insurgencia
revolucionaria en Guatemala, me dispuse a revisar lo
que queda de los archivos de mis padres, ambos asesi­
nados en 1980. Sabía que entre ese montón de papeles
que permanecieron en cajas en una bodega durante 18
años, podría encontrar algo de interés para mi inves­
tigación. Y efectivamente así fue.

Investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humani­


dades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Autor de los libros: El proletariado rural en el agro guatemalteco,
(Guatemala: Editorial Universitaria, 1980) y El Recurso del
miedo. Ensayo sobre estado y terror en Guatemala. (San José:
EDUCA,1991).
136 La patria del criollo, tres décadas despllés

llegó a decir que era su Secretario General, confun­


diendo la eminencia que tenía como científico con la
que podía tener como político. Los que conocíamos a
Severo de cerca, sobre todo en el plano de la militancia,
no dejábamos de ver tales rumores con alguna ironía.
Severo Martínez Pélaez fue militante del PGT, estimado
por sus sectores dirigentes por su mente lúcida y bri­
llante, pero nunca llegó a formar parte de la dirigencia
nacional del PGT. Más aún, en los setenta pidió que se
le dispensara de su militancia de base aún cuando se
mantenía atento a los avatares del partido y la compul­
sión por participar a veces lo hacía traicionar la bús­
queda de su seguridad. Sin embargo, a principios de la
década anterior, Severo tenía una relación de trabajo
político con Alfredo Guerra Borges, a la sazón miembro
de la comisión política y del Comité Central del pGT y
uno de sus principales ideólogos. Este hecho permite
pensar que tenía una vinculación con el trabajo ideoló­
gico de dicho partido. Por otra parte, Severo también
fue miembro de la comisión de educación del Comité
Central del PGT, instancia en la cual trabajó en la elabo­
ración de un folleto de divulgativo de marxismo para
la militancia.
Nacido "entre sábanas de seda" como él mismo lo
dijera alguna vez, Severo asumía plenamente que lleva­
ba una vida pequeñoburguesa: las pequeñas comodi­
dades y los ínfimos placeres de la vida cotidiana, el
disfrute de su esposa y sus hijas, el goce de una lectura
apacible en el estudio de su casa, el deleite de escuchar
una sinfonía de Brahms (compositor que él tenía en la
más alta estima). En fin, todo aquello con lo que un
militante clandestino de tiempo completo, con dificul­
tad podía disfrutar. En la Guatemala de las dictaduras
militares un revolucionario fácilmente perdía la vida
en alguna de las sucesivas oleadas de terror que en
El político y el científico 137

todos esos años se observaron. Lo recuerdo muy bien a


principios de los setentas diciéndome "procurá no me­
terte en cosas que te puedan llevar a tener un tiro entre
pecho y espalda".
No obstante la estima que le otorgaba a su vida,
toda su obra de investigación y la que ejerció a través
de la docencia tuvo un sentido político. Todo lo que
escribió, lo que expuso desde la cátedra, en conferen­
cias, mesas redondas, tuvo una proyección revoluciona­
ria: había que darle a la crítica del orden establecido la
mayor solidez científica y además la mayor sencillez
en la exposición a efecto de que lo entendiera la mayor
cantidad de gente. Le importaba más esclarecer a los
estudiantes o en general a su audiencia, que impresionar
a sus colegas con un lenguaje rebuscado o innecesaria­
mente abstracto. No he visto en nadie, mayor facilidad
para exponer de la manera más amena y didáctica los
problemas más complejos. La patria del criollo y la incon­
clusa obra Motines de indios tienen ese rasgo, y por ello
la primera de ambas obras tuvo una difusión y una
aceptación que fue más allá de los ámbitos académicos.
No es ninguna casualidad que no necesitara participar
en algún comité de base del PGT para que la derecha
guatemalteca, en particular el alto mando del ejército,
lo considerara peligroso. En su libro Guerra después de
la guerra [Héctor Gramajo,1995: 111-112], el general Héc­
tor Gramajo afirma que Severo se fue a Cuba a escribir
La patria del criollo y el lector con antecedentes, además
de sonreír pues es sabido que la redacción final la hizo
en Sevilla entre 1967 y 1968, puede adivinar la intención
explícita de dicha afirmación: La patria del criollo for­
maba parte del acervo subversivo.
El arribo de Severo Martínez Peláez al marxismo
tuvo algunos caminos principales y varias veredas. Es
importante tratar este tema puesto que tanto La patria
138 La patria del criollo, tres décadas después

del criollo como Motines de indios tienen dicho sustrato


teórico. Haciendo a un lado las rutas psicoanalíticas a
las cuales Severo siempre les otorgó una gran impor­
tancia -pero que escapan a los propósitos de este tra­
bajo-- puede decirse que la Revolución de 1944 ejerció
una influencia decisiva. Para ese entonces la familia
Martínez había sufrido un descalabro económico como
consecuencia de la crisis de 1929. Después de haber
tenido una esmerada educación en el Colegio Alemán
de Quetzaltenango, de incluso haber tenido en casa a
una institutriz alemana, Severo tuvo que ingresar al
Instituto Nacional para Varones de Occidente (INVO),
una institución pública de educación media, y tener
contacto con otro tipo de gente. Con sus amigos él a
menudo relataba dicha experiencia y su inadaptación a
un nuevo medio. Tratando de darle una explicación
sociológica a su postura política, en no pocas veces me
mencionó ese cambio en su vida como uno de los hechos
decisivos que lo llevaron a asumir la posición política
que guió a su vida y a su trabajo científico.
La fundación de la Facultad de Humanidades al
triunfo de la revolución, le dio oportunidad a aquel
joven brillante y atormentado de introducirse al estudio
de la filosofía y de la historia en un ambiente libertario
que dejaba atrás al oscurantismo de la dictadura ubi­
quista. Afecto a la filosofía de Nietzsche, pronto se dio
cuenta que el marxismo otorgaba a estudiantes menos
avezados, de una coherencia y una sustentación para
defender puntos de vista, con las cuales él no contaba.
La lectura de la obra de Engels, Ludwig Feuerbach y el
fin de la filosofía clásica, lo conmocionó de tal manera
que empezó a orientarse hacia el marxismo. Su intro­
ducción al marxismo en el plano intelectual, fue a través
de la filosofía y de la crítica filosófica nietzscheana pasó
El político y el científico 139

a la crítica marxista que le pareció más coherente y le


dio más soluciones.
Pese a no ser un estudiante regular, pues no tenJa
el título de bachiller, Severo llegó a ser presidente de la
Asociación de Estudiantes de Humanidades (AEH). Ese
cargo ocupaba cuando en 1954 triunfó la contrarre­
volución. En medio del caos que se empezaba a generar
ante las perspectivas del derrumbe del gobierno de
Árbenz, Ricardo Ramírez, a la sazón presidente del
Frente Universitario Democrático (FUD) y mucho des­
pués conocido como Rolando Morán -el comandante en
jefe del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP)-, le
pidió que diera un discurso a favor del régimen y en
contra de la intervención norteamericana. El discurso
fue difundido en varias ocasiones por la TGW, la radio
oficial. El rumbo de Severo ya estaba marcado. Formó
parte de los cientos, quizás miles, de exiliados que gene­
ró el triunfo de La liberación.
México significó entonces otro estadio en el proceso
intelectual de Severo hacia el marxismo y también una
etapa en la larga gestación de su reflexión sobre el orden
colonial. Como lo dijo veinte años después: "El exilio
ofrece una buena perspectiva para preguntar por la
realidad del país al que uno pertenece". [Martínez Pelá­
ez, en Baeza Flores, 1974: 70]. No sería el único al que
le ocurriría lo mismo. En el exilio se producirían otras
obras que se convirtieron en referencias obligadas para
el estudio de la sociedad guatemalteca: las de Alfonso
Bauer Paiz (1956), Luis Cardoza y Aragón (1955 y 1965),
Jaime Díaz Rozzotto (1958), Manuel Galich (1955), Raúl
Osegueda (1954 y 1958), Guillermo Toriello (1955) y
Carlos González Orellana (1980).
Los años de México implicaron el estrechamiento
de su contacto con el marxismo. La cercanía con uno de
sus maestros, Wenceslao Roces, sería de capital impor­
140 La patria del criollo, tres décadas después

tancia. Roces, comunista español, exiliado republicano,


era el traductor del alemán al español de la obra de
Hegel y después de la de Marx, fundamentalmente El
Capital. En la Escuela de Filosofía y Letras de la Univer­
sidad Nacional Autónoma de México, se realizó una
nueva etapa de la síntesis del estudio de la teoría de la
historia con la filosofía marxista que explica a la obra
de Severo. Pero también la profundización sobre el pa­
sado colonial centroamericano: fue en el seminario sobre
Historia de las Ideas en América Latina que impartía
Leopoldo Zea, donde se empezó a ges tar La patria del
criollo, puesto que Severo tuvo que realizar allí una
investigación sobre la ideología de los criollos coloniales
en Guatemala. [Martínez Peláez en Baeza Flores, 1974:
70]. La lectura del cronista de la conquista y del apolo­
gista del criollismo, Bernal Díaz del Castillo y Francisco
Antonio de Fuentes y Guzmán con sus Historia Verda­
dera de la Conquista de la Nueva España y la Recordación
Florida respectivamente, se unieron a las anteriores fuen­
tes y empezaron a gestar la visión de Severo con res­
pecto al orden colonial.
Había razones familiares y de clase en su interés
por el régimen colonial. Severo era descendiente de
emigrantes españoles por el lado paterno y de la oligar­
quía cafetalera mestiza por el materno. En una de las
notas de esa enorme reconstrucción del período colonial
centroamericano, y en particular del guatemalteco, que
es La patria del criollo [Martínez Peláez, 1981: 752], evoca
una imagen que sería decisiva para los rumbos que
tomó su vocación científica y su interés político: una
hilera de indígenas amarrados llevados a la fuerza a
trabajar en alguna de las fincas cafetaleras. El hecho
debe haber impresionado vivamente al niño, y debe
haber pesado en la conciencia del adolescente, tanto que
la abolición plena del trabajo forzado hasta 1945, se
El político y el científico 141

convierte en uno de los pilares sustanciales de la inter­


pretación. En la entrevista que le hizo Alberto Baeza
Flores, el director de la revista Nueva Sociedad en 1974,
reitera est~ hecho sustancial en la conformación del
indio guatemalteco: "La Revolución suprimió de mane­
ra absoluta el trabajo forzado en Guatemala. Eso ocurrió
en 1945, hace de ello, solamente 29 años. Desde enton­
ces, el indio es un trabajador asalariado, en el estricto
sentido del término. Antes de eso fue un trabajador
servil. La servidumbre pesó sobre el indio guatemalteco
cuatro siglos: la servidumbre hizo al indio... " [Martínez
Peláez en Baeza Flores, 1974: 72].
Las referencias a la década revolucionaria nos indi­
can que dejar la explicación de la obra de Severo en el
plano puramente intelectual, podría dejar la impresión
de un reduccionismo. Severo Martínez Peláez fue un
hijo de la revolución de 1944. Las posibilidades de su
acercamiento a muchos filósofos e historiadores -no
necesariamente marxistas- había sido posible por esa
revolución que buscaba desarrollar al capitalismo por
una vía democrática y nacionalista. En el contexto de
esa revolución, se había organizado a la sociedad civil
guatemalteca de una manera inimaginable en la época
del oscurantismo de la dictadura ubiquista. La funda­
ción de una Central General de Trabajadores de Guate­
"mala (CCTC) con aproximadamente 100 mil miembros
y una Central Nacional Campesina (CNC) con 200 mil
más, además de otras organizaciones de mujeres (Alian­
za Femenina), jóvenes (Alianza de la Juventud Demo­
crática), Estudiantes (FUD), intelectuales (el grupo
Saker-Ti) fueron vividos por Severo y muchos otros
jóvenes intelectuales de manera impactante. La revo­
lución de 1944 había cambiado sus vidas para bien, la
contrarrevolución de 1954 lo había hecho para mal,
había que luchar por una nueva revolución: "Claro está
142 La patria del criollo, tres décadas después

que en nuestros días se hace imposible la revolución


con carácter burgués. Esto ya era imposible hace veinte
años, como lo demuestra la caída de la revolución guate­
malteca. La revolución, hoy, sólo puede entenderse en
dirección hacia el socialismo, independientemente de
las vías que se vayan encontrando de acuerdo con las
peculiaridades de los países latinoamericanos". [Mar­
tínez Peláez en Baeza Flores, loco cit.: 71].
Se mutilaría notablemente la obra de Severo si se
ignoraran sus causas políticas. Más aún: la obra de
Severo resultaría inexplicable. Detrás de La patria del
criollo y Motines de indios además de la compleja sínte­
sis intelectual aquí apenas esbozada, también hay una
enorme capacidad de indignación ante la suerte de los
pobres y oprimidos. Y también una voluntad férrea de
aportar armas, las armas de la crítica de las que habló
Marx, para que la ignominia y el oscurantismo fueran
destruidos.

3. Explicar el pasado para entender


el presente y construir el futuro

El conjunto de la obra de Severo Martínez Peláez,


La patria del criollo, Motines de indios y diversos trabajos
no artículados orgánicamente a estas dos obras, tiene
el cometido de buscar en el pasado las causas del pre­
sente y con ello contar con las armas racionales para
construir el futuro.
Esto puede verse de manera clara en el artículo so­
bre el delito de afrancesamiento que aparece en la revis­
ta clandestina del PGT. En el momento de ser escrito, el
oscurantismo anticomunista reinaba de manera ram­
pante en Guatemala. Al igual que el resto de América
Latina, Guatemala vivía los efectos de la revolución
cubana. Por un lado un grupo significativo de jóvenes
El político y el científico 143

de clase media baja y popular (hijos de maestros, buró­


cratas, artesanos, obreros) se había organizado en el
Frente Unido del Estudiantado Guatemalteco Organiza­
do (FUEGO) yen la Asociación de Estudiantes Universi­
tarios (AEU) y se convertiría en la punta de lanza de la
revuelta popular urbana de marzo y abril de 1962. Eran
la base social de la lucha revolucionaria de aquel enton­
ces, junto a una masa creciente de desempleados y sub­
empleados urbanos que había ido creciendo significati­
vamente desde el segundo lustro de los años cincuenta,
y de un movimiento sindical clasista que no tenía las
dimensiones de la década revolucionaria, pero que cre­
cía en combatividad. Por otro lado, el anticomunismo
que creó los "Comités de Defensa contra el Comunis­
mo" después de la caída de Árbenz, se había exacerbado
con el triunfo de la revolución cubana y culpaba a las
protestas o la franca rebelión de marzo y abril de 1962,
de ser instigadas por la penetración "soviético-cubana".
En pocas palabras, la lógica de la Guerra Fría.
El artículo de Benedicto Paz (como dijimos fácilmente
identificable como el seudónimo de Severo) plantea que
en la época de la lucha por la independencia (grosso modo
la segunda década del s¡"glo XIX) el mostrar simpatías
por el régimen republicano que había emergido en Fran­
cia, el leer a Montesquieu, el simpatizar con cualquiera
de los Bonaparte, el viajar a Francia, eran considerados
delitos de subversión y penados por la justicia con tor­
mentos y prisión. Benedicto Paz no lo dice, pero al lector
de aquel tiempo no debe haberle sido difícil hacer la
asociación entre el delito de "afrancesamiento" que
perseguían la Corona Española y sus representantes en
las colonias americanas, con la criminalización antico­
munista de los viajes a Cuba y al resto de los países
socialistas. Francia era considerada por la Corona Espa­
ñola como "exportadora" de la revolución de igual
144 La patria del criollo, tres décadas después

manera -agregaría el lector del artículo- que se con­


sideraba a los países del socialismo real en la época en la
cual fue publicado el mismo. La Corona Española había
creado los "Tribunales de Fidelidad" para perseguir el
afrancesamiento (en realidad al independentismo), de
la misma manera que en Guatemala se habían creado
los "Comités de defensa contra el Comunismo". En los
dominios de España, agrega Benedicto Paz, todo lo que
era "afrancesado" tenía carácter subversivo y era "lo
'exótico' y disolvente de aquel entonces". De igual ma­
nera que el marxismo era considerado en la Guatemala
en la que vivía Severo al escribir su trabajo, un conjunto
de "ideas exóticas" a la realidad guatemalteca l .
Hay en el trabajo de Benedicto Paz, una voluntad de
demostración de las raíces históricas del oscurantismo
que se vivió en la Guatemala de buena parte de la se­
gunda mitad del siglo XX. Este será uno de los hilos
conductores de La patria del criollo. El oscurantismo, el
régimen dicta torial, el terror como método de gobier­
no,la explotación salvaje del indio guatemalteco, tienen
en el régimen colonial sus causas más profundas. La
independencia no significó un cambio sustancial en esas
condiciones y la Reforma Liberal amplió los privilegios

1 Esta interpretación no es antojadiza. A principios de la déca­


da de los sesentas Severo fue capturado por la policía política
de la dictadura guatemalteca, su casa fue cateada y sus libros
de marxismo fueron confiscados. Antes de salir de la cárcel,
el jefe policiaco, quien había sido su compañero de estudios
en la adolescencia, lo mandó a llamar para entregárselos
como Severo demandaba. El testaferro hojeaba con ironía los
libros ante lo cual Severo tomó un manual de marxismo y le
dijo: "tomá, te lo regalo para que aprendás que cosa son los
comunistas" .
El político y el científico 145

oligárquicos de los criollos a un sector emergente de


cafetaleros mestizos. La Guatemala del siglo XX sigue
viviendo las secuelas de este destino histórico, amplia­
das y profundizadas por el desarrollo del capitalismo.
Es esta historia de infamia e injusticia lo que hay que
romper. He aquí uno de los sentidos esenciales de la
obra de Severo.
Los párrafos iniciales del trabajo de Severo Martí­
nez Peláez prefiguran muchos de los alcances que acerca
de la independencia con respecto a España, se observan
en La patria del criollo y sintetizan lo que acaso hubiese
sido el sentido de la obra anunciada en las extensas
notas de dicha obra y que lamentablemente Severo nun­
ca llegó a escribir: Independencia y lucha de clases.
"El período de la lucha por la Independencia en Gua­
temala, en los años anteriores a su proclamación, nos es
desconocido en sus aspectos más importantes. Los histo­
riadores han callado esos aspectos, han echado un man­
to de silencio sobre lo que aquella gesta tuvo realmente
de revolucionario. El motivo por el cual se viene ocul­
tado el esfuerzo y aún el martirologio de los mejores
hombres de aquél entonces, radica en que la Indepen­
dencia, habiendo tenido tras sí un proceso revolucio­
nario, liberal, terminó siendo un evento reaccionario,
conservador, controlado por una camarilla de criollos
que le cerraron el paso a todo propósito transformador
de las bases coloniales de nuestra sociedad ... En artícu­
los sucesivos querernos aportar alguna información so­
bre aquel período; no sólo para rendirle un sucinto ho­
menaje a los revolucionarios olvidados de aquella época
-que merecen seI estudiados y exaltados al primer
plano de nuestra Historia-, sino también porque dicha
información arroja experiencias valiosas para la integra­
ción de nuestra conciencia revolucionaria".
146 La patria del criollo, tres décadas después

Este trozo del trabajo de Benedicto Paz revela no


solamente lo que hubiesen sido los lineamientos gene­
rales de una eventual obra acerca de la independencia,
sino los propósitos políticos de la obra entera de Severo
Martínez Peláez. De manera franca, puesto que está
escribiendo para una revista de un partido marxista,
revela el propósito de hacer historia para "la integración
de una conciencia revolucionaria". Benedicto Paz decla­
ra abiertamente lo que de alguna manera también está
explícito en todos sus trabajos escritos con propósitos
académicos. Obviamente esto no convierte a la obra de
Severo en un panfleto revolucionario. En los trabajos
de Severo siempre se podrá encontrar rigurosidad cien­
tífica, meticulosidad en el da to y además belleza en la
forma. Como alguna vez me respondió cuando éramos
compañeros de trabajo en el Instituto de Investigaciones
Económicas y Sociales (HES) en la USAC, al preguntarle
sobre las causas de su lentitud en la redacción de la obra
que seguiría a La patria del criollo: "Lo que me sucede es
que yo persigo hacer de cada línea una joya". Muchas
causas podrían explicar el que finalmente Motines de
indios quedara inconcluso. Pero entre ellas estará indu­
dablemente la búsqueda obsesiva de Severo por la per­
fección.
El que haya insistido en la causalidad económica­
social como fundamental en la explicación del proceso
histórico y que en determinado momento haya hablado
de feudalismo en relación al régimen colonial, se convir­
tieron en causas de que algunos de los críticos de Severo
Martínez Peláez le hayan endilgado"ortodoxia" e inclu­
sive hasta "dogmatismo" (Véase Cardoso, 1972 y Acuña,
1972). La crítica de Ciro Flamarión Santana Cardoso
(1972) de que sigue apresado en la caracterización del
régimen colonial como feudal" capta ciertamente una
11

vacilación en La patria del criollo. Severo es ambiguo en


El político y el científico 147

tal caracterización ("Los hechos históricos no nos permi­


tieron expresarnos en esa forma tan categórica") [Mar­
tínez Peláez, 1981: 620], aún cuando en alguna de las
páginas de dicha obra dice que no es necesario que haya
castillos feudales para que haya feudalismo, y que el
régimen colonial tuvo un "marcado carácter feudal".
[Martínez Peláez, 1981: 620]. Pero como atinadamente
lo expuso Agustín Cueva (1976) en la polémica latinoa­
mericana acerca de los modos de producción en la colo­
nia, la solución de Cardoso guiada por la búsqueda de
especificidad cae en la intrascendencia. Finalmente, lo
que importa de la obra de Severo no es la categoría con
la cual se pueda etiquetar la sociedad que él investigó
a fondo, sino la demostración fehaciente de cómo el
trabajo forzado, mecanismo precapitalista de extracción
de trabajo no remunerado, se convierte en la clave de
la interpretación del régimen colonial guatemalteco.
Es este plustrabajo expresado en rique~a, lo que se
convierte en el botín de disputa entre criollos y penin­
sulares, es el motivo de sus querellas pero también de
sus alianzas, cuando de lo que se trata es mantener al
indio sumiso y oprimido. Es la explicación de por qué
se observaron las concentraciones demográficas llama­
das "pueblos de indios", verdaderas "cárceles con régi­
men municipal". Encomiendas, tributos, repartimientos
de indios, repartimientos de mercancías y algodón, pa­
gos en moneda d~sgastada y muchos otros mecanismos
de explotación son develados por la investigación histó­
rica de La patria del criollo. Y es la necesidad de la conso­
lidación de esta expoliación lo que explica los otros dos
elementos básicos de la realidad colonial: el terror yel
racismo. El terror como mecanismo de dominación está
planteado por Severo Martínez Peláez en La patria del
criollo, pero no será sino en Motines de indios en donde
será desarrollado como uno de los actores de primer
148 La patria del criollo, tres décadas después

orden en la reproducción del régimen colonial. Los pre­


juicios racistas con respecto al indio (su holgazanería,
su felicidad en medio de la pobreza, su inclinación al
vicio, su naturaleza desconfiada y maliciosa) tienen
explicación en las necesidades expoliativas de criollos
y peninsulares. Finalmente la idea de patria tal como
surge en la Recordación Florida de Fuentes y Guzmán,
no es más que la afirmación del criollismo frente al
peninsular que tiene en su raíz la disputa del excedente.
La estructura social que plantea La patria del criollo
no es bipolar contrariamente a lo que pudiese pensar
dada la reseña hecha en las líneas inmediatamente ante­
riores. Así como en dicho trabajo hay una búsqueda del
indio guatemalteco como un producto histórico, tam­
bién en él hay una búsqueda de las raíces de la ladi­
nidad. El triángulo invertido formado por los criollos
en un extremo, los peninsulares y la Corona por otro y
finalmente el indio en el ángulo en que se asienta dicho
triángulo, se ve notablemente enriquecido cuando em­
pieza a aparecer el mestizaje y la diferenciación social
en el seno de los propios indios. [Martínez Peláez, 1981:
639]. El surgimiento de los pardos, va aparejado con el
surgimiento de capas medias urbanas y rurales, la for­
mación de una plebe urbana bastante insumisa y en
algunos casos disoluta. La aparición de una capa de
indios ricos, el empobrecimiento de un sector de los
criollos, el surgimiento de los ladinos de rancherías
terminan de completar la compleja estructura social.
La publicación de La patria del criollo en una pri­
mera edición hecha en la Universidad de San Carlos en
1970, ocasionaría una gran conmoción en el medio aca­
démico y na turalmente, por las razones que vertebran
el presente trabajo, en el mundo de la política, parti­
cularmente en el submundo de la clandestinidad. En la
entrevista ya mencionada, Baeza Flores le dice a Severo
El político y el científico 149

que ha detectado que el interés por su libro ha " ... sobre­


pasado el nivel estrictamente científico y ha ido, además
hacia otros núcleos de lectores". [Martínez Peláez en
Baeza Flores, Op. Cit.: 69]. Y el general Gramajo, esta
vez más atinado, escribiría que La patria del criollo había
servido de mentor a los jefes insurgentes, para luego
incurrir en un tremendismo al decir que sus enseñanzas
eran la fase previa necesaria a " .. .la iniciación de un
segundo intento de tomar el poder político nacional por
medio de la fuerza de las armas". [1995: 111]. El asunto
no quedaba en Guatemala; en Nicaragua Tomás Borge
recordaría años después, cómo el libro de Severo im­
pactó e influyó a muchos sandinistas que desde la clan­
destinidad luchaban contra la dictadura somocista.
[Borge,1989].
He aquí que aparecía una obra en la que todos los
elementos que conocíamos acerca del régimen colonial,
y algunos otros de los cuales no sabíamos, aparecían
integrados, estructurados en una explicación que hacía
inteligible lo que a muchos parecía oscuro. La obra sería
editada muchas veces más por la editorial EDUCA de la
Confederación Universitaria Centroamericana, hasta
finalmente ser publicada por el Fondo de Cultura Eco­
nómica de México en 1998. Es ya un clásico de la histo­
riografía colonial latinoamericana, e independiente­
mente de que algunas de sus partes sean controversia­
les, es una referencia obligada para todo aquel que
estudia la colonia o que investiga acerca de Guatemala.
Alguna vez hablando con Severo con respecto al
destino de su obra, me confió que él pensaba que po­
drían suceder dos hechos distintos y excluyentes entre
sí. El primero podría ser que La patria del criollo fuera
un libro siempre presente en la cultura guatemalteca y
centroamericana y por tanto una referencia explícita.
La segunda sería que se fuera perdiendo en la oscuridad
150 La patria del criollo, tres décadas después

de los tiempos, y las referencias a dicha obra serían más


bien a las ideas que sobre el régimen colonial había
creado y difundido. A casi treinta años de la aparición
del libro, tal vez sea demasiado pronto para emitir un
juicio definitivo con respecto a dichas opciones. Por el
momento parece ser que el primero de los derroteros
previsto por Severo se está cumpliendo. Con respecto
al segundo sólo el tiempo emitirá su último juicio. Lo
que sí parece ser cierto a fines del siglo XX, es que La
patria del criollo es una obra trascendente como de ello
estaba seguro el mismo Severo. En mi modesta opinión,
compartida anticipadamente por un autor tan distante
teóricamente de Severo como es Carmack (1972), nin­
guna de las obras que en el momento de su muerte, sus
críticos mencionaron como superiores o iguales, se le
equipara en la armonía de profundidad, rigurosidad y
belleza. Y lo que sería más importante para el propio
Severo: ninguna de ellas tuvo los efectos políticos, la
transformación en fuerza material, que La patria del
criollo ha tenido en el último tercio del siglo XX.

4. El laberinto de la rebelión

No pudo Severo Martínez Peláez completar una


segunda obra que siguiera la senda de La patria del
criollo. En 1974 cuando platicábamos en alguno de los
recesos que teníamos como investigadores en el HES,
Severo me confesó que quería celebrar sus cincuenta
años terminando o publicando su segundo libro. Estaba
ya trabajando en él y nos queda una versión inconclusa,
por eso mismo publicada en forma de folletón en 1985,
por el Centro de Investigaciones Históricas y Sociales
del Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma
de Puebla (ICUAP). Probablemente lo publicado a me­
diados de la década de los ochenta de Motines de indios,
El político y el científico 151

sea lo que Severo llegó a escribir en la década de los


setentas.
En La patria del criollo, Severo Martínez Peláez re­
construyó a la estructura colonial con todos sus con­
flictos. La lucha de clases entre criollos y peninsulares,
entre indios y ladinos, entre capas medias y criollos y
peninsulares, entre indios y criollos es explicada e ilus­
trada magistralmente. En Motines de indios Severo reto­
ma el conflicto más importante de los anteriores, aquel
en torno al cual está estructurada la sociedad colonial:
el de los indios contra sus opresores y particularmente
contra los criollos. Nuevamente podemos observar en
la elección del tema por Severo, una preocupación esen­
cialmente política. Para preguntarlo con el título del
libro del investigador estadunidense Ted Robert Curr
(1971): ¿Por qué se rebelan los hombres?
He aquí un tema de investigación que ha preocu­
pado a muchos sociólogos e historiadores acaso por
motivos distintos. Como he intentado mostrarlo con el
caso de Severo Martínez Peláez, no existe ciencia social
neutral y lo que en él era su contribución a la emanci­
pación de la humanidad, en otros se convierte en una
historia y una sociología para la dominación. Autores
con diversos puntos de vista sobre el tema podemos
encontrar además de Curro En la historia se encuentra
Porshnev (1978) con su estudio sobre las rebeliones
campesinas en la Francia del siglo XVII, Mousnier (1976)
con su investigación sobre las rebeliones campesinas
en Francia, Rusia y China en el siglo XVII, Hobsbawn
(1974) con su clásico libro sobre los rebeldes primitivos,
Aptheker (1978) con su investigación sobre las rebe­
liones de los esclavos negros en el sur de los Estados
Unidos. En sociología además de la obra de Walton
(1984), se encuentra entre otros la obra de Eric Wolf
sobre rebeliones campesinas (1985), la de Barrington
152 La patria del criollo, tres décadas después

Moore (1996) sobre obediencia, injusticia y rebelión.


Motines de indios vendría a ser una contribución sobre
este tema desde la historiografía latinoamericana.
La elección del tema no es ninguna casualidad como
ya lo hemos dicho. Hay en Motines de indios, especial­
mente en la introducción y la primera parte, una preocu­
pación por descubrir desde una perspectiva general las
causas de la rebelión. ¿Cuáles son las circunstancias que
despiertan en los seres humanos los sentimi,e ntos de ira
y violencia que los llevan a rebelarse? Hay en esta pre­
gunta hecha desde la perspectiva de un científico que
además es político, una preocupación por descubrir las
regularidades que pueden observarse en todo proceso
de emancipación humana. En la entrevista que le hizo
Baeza Flores (1974) desde el título de la misma se obser­
va la preocupación fundamental de Severo: "Las raíces
de la sociedad guatemalteca, el indio y la revolución" .
El título de dicha entrevista sintetiza muy bien el espí­
ritu que guió a la obra de Severo: la búsqueda en la
propia historia, en los momentos heroicos y cotidianos,
en los líderes más destacados y en las masas anónimas,
de las raíces que sustentarán a "una revolución no reali­
zada" en Latinoamérica y en particular en Guatemala.
A una pregunta de Baeza Flores, Severo respondió en
el sentido de lo que se ha estado expresando en este
trabajo:
"Sólo con un conocimiento suficiente de las peculia­
ridades de nuestro pasado podremos planificar el futuro
sobre bases reales. Somos pueblos diferentes porque
tenernos un pasado diferente: la colonización española
es nuestra matriz. Es imposible elaborar la teoría del
cambio centroamericano, con visos de éxito, si no sabe­
rnos cómo y por qué hemos venido a ser lo que somos.
La experiencia económica y política universal debe apli­
carse a una realidad concreta peculiar, esta realidad
El político y el científico 153

concreta es incomprensible sin conocimiento histórico.


En ello radica la importancia de la Historia y su gran
responsabilidad en estos momentos. Comprenderlo da
fuerza y ánimo para seguir investigando". [Martínez
Peláez en Baeza Flores, 1974: 75].
En Motines de indios nuevamente encontramos esta
preocupación: conocer las peculiaridades de nuestro
pasado para elaborar una teoría del cambio. Anticipán­
dose a una posible crítica a su trabajo, en el sentido de
que éste se centraría en los momentos de ruptura de la
normalidad colonial, Severo respondería que el criterio
de lo que era "normal" y "anormal" en historia se con­
vertía en algo meramente subjetivo. ¿Acaso la normali­
dad en la colonia no habían sido los motines? Si parti­
mos del cálculo hecho por Severo, de que habría habido
al menos un motín semanal en los' 297 años de régimen
colonial, ello implicaría que en esos casi tres siglos se
habrían observado casi 15 mil motines. [Martínez Pelá­
ez, Motines de indios, 1985: 10-11]. Dato suficiente para
convertir en "normal" lo que se consideraba una"anor­
malidad". Pese a ello, el argumento principal de Severo
es que se trata de una sola y misma vida, de un solo
proceso, puesto que "la violencia manifestada en el
momento crítico es, junto a otras cosas, la mejor vía de
acceso al conocimiento de la vida cotidiana, un camino
seguro para llegar a los niveles más ocultos de la exis­
tencia de las cla~es oprimidas en el agro colonial".
[Martínez Peláez, 1985: 10].
Como sociólogo que se ha dedicado en los últimos
años al estudio de la violencia, en particular del terro­
rismo de estado, puedo decir que la primera parte de
la obra inconclusa de Severo es notablemente rica con
respecto a las sutilezas que siempre implica la violencia
represiva. El terror no es una brutalidad de carácter
animal como muchas veces estarnos tentados a pensar.
154 La patria del criollo, tres décadas después

En realidad la violencia es paradójicamente un atributo


humano, y por tanto enteramente vinculado a la razón.
En tanto que existe dicha vinculación, el terror es a veces
una enorme sofisticación con propósitos racionalmente
planificados. Todo ello que he intentado expresar en
alguna parte (1991), está expresado de manera implícita
en el estudio de Severo acerca del terror colonial, que
eso y no otra cosa es la primera parte de Motines de
indios.
Pero el trabajo de Severo Martínez Peláez acerca de
los motines de indios, no es solamente un análisis del
terror represivo. Se convierte también en un análisis de
la violencia que viene desde abajo, como resistencia a una
violencia represiva que viene desde arriba. Esta última
solamente tiene un contenido represivo y por tanto
político, sino emana de la misma organización de las
relaciones sociales de producción observadas en el régi­
men colonial. Se trata entonces de una violencia social,
de carácter estructural, o como lo dijera Sánchez Váz­
quez (1980), se trata de una "violencia callada" mucho
más mortífera que la violencia represiva. [Martínez
Peláez, 1985: 435]. Así, al entrar a analizar las causas de
los motines de indios, Severo parte de la premisa de
que la causa primordial de éstos fue el propio régimen
colonial. Por ello los motines no fueron accidentes en
la vida colonial sino un fenómeno inherente a ella.
[Martínez Peláez, 1985: 23-24].
Además de la causa primordial del alzamiento de
los indios, Severo llegó a distinguir entre las causas
determinantes y desencadenantes de los motines. [Mar­
tínez Peláez, 1985: 25]. Las causas determinantes, "es­
tructurales" podríamos agregar, radicaban en la carga
pesada de los tributos a los indios (la más frecuente),
los conflictos por tierra, el trabajo forzado, los repar­
timientos de algodón y mercancías, las acciones de los
El político y el científico 155

esbirros indios, los abusos de los ladinos incrustados


en los pueblos de indios. [Martínez Peláez, 1985: 25­
45]. De todas ellas son la tributación, el repartimiento
de mercancías y el repartimiento de 'algodón para hilar,
las causas determinantes más recurrentes. [Martínez
Peláez, 1985: 45]. Sin embargo, Severo agrega a su
análisis las causas desencadenantes, coyunturales, que
propiciaron el alzamiento de los indígenas tales corno
una epidemia, el traslado de indios presos fuera de su
lugar de origen, una extralimitación más allá del nivel
de expoliación que ya estaba convenido. [Martínez Pe­
láez, 1985: 43-46]. Al plantear que las causas de los
motines eran determinantes y desencadenantes, perma­
nentes o incidentales, Severo se une a estudios corno
los de Moore o Gurr, los cuales pretenden teorizar o
generalizar las causas de las rebeliones. En estos au­
tores, también en Walton, se encuentra un esfuerzo para
distinguir las clases o tipos de alzamientos observados
por las clases o grupos subordinados.
En Motines de indios se observa también un esfuer­
zo por distinguir diferentes tipos de alzamientos (125­
126). Al comenzar su análisis de la rebelión de los zen­
dales, Severo distingue a los motines de las rebeliones.
Los motines serían brotes de rabia, espontáneos, no
planificados, aislados, de corta duración y que no iban
más allá de la causa más directa que lo desencadenaba.
La rebelión de los zendales se distinguió del resto de
los motines precisamente porque hubo un plan de ac­
ción bastante elaborado, porque se proponía suprimir
la dominación española y no solamente el abuso que
desencadenaba el alzamiento y finalmente porque en
tanto que se observaron los otros dos factores, la rebe­
lión se extendió más allá de un aislado pueblo de indios.
Estas diferenciaciones analíticas establecidas por
Severo, se unen a otras sutilezas en su análisis. En los
156 La patria del criollo, tres décadas después

motines hubo causas de orden positivo coyuntural (debi­


litamiento más o menos profundo de las posibilidades
de violencia del opresor), causas de orden positivo inter­
no (aumento de las posibilidades de violencia de los
grupos oprimidos), y finalmente, causas de orden inter­
no negativo (empeoramiento de la situación económica
y general de los grupos oprimidos). [Martínez Peláez,
1985: 47-48].
Las diferenciaciones analíticas establecidas por Se­
vero en las distintas páginas de Motines de indios que
pudo completar, apuntaban a hacer un aporte a la teoría
de las rebeliones que otros autores en otros lugares del
mundo también han intentado hacer. En el caso espe­
cífico de Severo Martínez Peláez, la preocupación tenía
raíces políticas una vez más. Si la rebelión contra un
orden opresivo, como el que se observó en Guatemala
en la segunda mitad del siglo xx a partir de la contra­
rrevolución de 1954, se hacía de manera no planificada,
aislada, focalizada, espontánea y contra una causa local
o meramente incidental, la misma sería aplastada de
manera muy fácil. Si esta rebelión se hacía en el marco
de una desimplementación (ausencia de organización,
armamento, estrategia, táctica etc.) aún cuando no tu­
viera los rasgos propios del motín, también tendría el
mismo destino. Si la rebelión se hacía en áreas en donde
existía un vacío estatal y debido a esto con menos posi­
bilidades para la violencia represiva, la rebelión podría
tener buenas perspectivas. Las rebeliones podrían esta­
llar por motivos coyunturale$ aún cuando sus causas
de fondo fueran estructurales o "determinantes o per­
manentes". Los seres humanos se rebelaban cuando las
condiciones de expoliación ya aceptadas observaban un
empeoramiento coyuntural o permanente. He aquí al­
gunas de las conclusiones que podrían sacarse del texto
de Severo Martínez.
El político y el cien tífico 157

Contrariamente a lo que había sucedido con La pa­


tria del criollo los efectos políticos de Motines de indios
no existieron. Esta segunda obra nunca fue concluida y
es hasta ahora, cuando Severo ha muerto, que puede
empezar a valorarse. Por otra parte su publicación pri­
mera fue hecha en una edición limitada en número y
circulación y para las repercusiones que pudiese haber
tenido para Guatemala, esta primeras edición se hizo
en Puebla. 2 Además, Motines de Indios se publicó en un
momento en el que la más grande rebelión de masas
indígenas en la historia del país, la observada entre 1979
y 1982, ya había terminado.
Queda en el nivel de la conjetura lo que hubiese
pasado si Motines de indios hubiese sido terminado y
publicado a fines de los años setentas, c.u ando el incen­
dio centroamericano estaba por desencadenarse.

5. El indio y la revolución

Hemos dejado de último el aspecto más controver­


sial de la obra de Severo Martínez Peláez. La admiración
hacia el amigo y al mentor, que eso fue para mí Severo,
no puede llevarnos a eludir uno de los· puntos en los
cuales su análisis entra en una notable tensión. Este es
el relativo a las consecuencias a las que lleva su riguroso
análisis del proceso de constitución del indio guate­
malteco.
Contrariamente al planteamiento histórico y mani­
queísta que se observa en el trabajo de Herbert y Guz­

2 Posteriormente a la edición hecha por la Universidad Autó­


noma de Puebla, se ha hecho en Guatemala una modesta
edición de Motines de indios.
158 La patria del cdollo, tres décadas después

mán (1970), en la obra de Severo la identidad del indí­


gena se historiza y se convierte en proceso. Lo dijo en
varias partes de su obra [1975; 1981; 1985]: el indio era
un producto histórico. No siempre hubo indios, el con­
quistador Pedro de Alvarado (muerto en 1541) jamás
vio ninguno. [1981: 615]. Al llegar a América, los con­
quistadores no encontraron indios sino nativos. He aquí
otra de las sutilezas del análisis de Severo: la distinción
entre nativo e indio abre una rica veta de interpretación
acerca del proceso de conformación de lo que hoy se
llaman los pueblos mayas. El indígena guatemalteco
deja de ser visto con una esencia ahistórica, que perma­
nece incólume a lo largo de tres siglos de vida colonial
y dos más de vida independiente. Severo aporta datos
acerca del lenguaje, el vestido, la estructuración de las
aldeas o pueblos, la música, que se convierten en ele­
mentos que sustentan su sólida conclusión: liNo hay
indio en sí; esa es una abstracción antihistórica", la
cultura indígena " ...es un complejo cultural esencial­
mente nuevo". [1981: 598, 615]. Ese complejo cultural
enteramente nuevo era un resultado histórico, o más
concretamente, un producto colonial.
Como marxista, como militante comunista, como
pensador revolucionario, el leitmotiv de la obra de Seve­
ro es la emancipación humana. Para el caso de Guate­
mala esta emancipación se concreta en el proletariado,
el campesinado y demás capas sociales subalternas y
expoliadas. Pero para Severo, el ser parte de estas clases
y capas sociales y ser indio es, como en efecto sucede,
doblemente opresivo. Por ello puede decirse que para
él, el destinatario fundamental de su proyecto de eman­
cipación era el indígena guatemalteco. Paradójicamente,
este ferviente anhelo lo llevó a una conclusión (sobre
todo en el último capítulo de La patria del criollo) que
difícilmente puede ser aceptada hoy en día. Siendo el
El político y el científico 159

indio producto cultural de la opresión colonial, la mejor


manera de emanciparlo era luchando porque se despo­
jara de lo que era esencialmente una cultura de la opre­
sión, de la pobreza, de la expoliación y, por tanto una
cultura esencialmente pobre: el indio guatemalteco se
vería finalmente emancipado en la medida en que des­
truyeran los vestigios de siervo colonial que todavía
conservaba, es decir en la medida en que dejara de ser indio.
Tal es el planteamiento que puede observarse tanto
en el capítulo final de La patria del criollo, como en el
capítulo uno de Motines de indios y finalmente en su
trabajo Racismo y análisis histórico en la definición del indio
guatemalteco (1975), el cual tuvo una primera versión
en la ponencia que presentara en el Primer Encuentro
de Historiadores de América Latina, celebrado en Mé­
xico en 1974.
Los orígenes de dicho planteamiento pueden ser
varios. En el plano de la política pueden radicar en la
propia visión que el PGT tuvo de la lucha política. Esta
visión abarcaba a la nación entera pero desde una pers­
pectiva urbana y el planteamiento revolucionario se
asentaba sobre todo en las contradicciones de clase, sin
observar que en Guatemala lo clasista y lo étnico tenían
una compleja interrelación. En el PGT pesaba además
la experiencia cierta de la manipulación de masas indí­
genas para fines reaccionarios. No tuvo pues el PGT la
perspicacia de analizar el potencial revolucionario que
podían tener las reivindicaciones étnicas. Tal horizonte
apareció en el movimiento revolucionario guatemalteco
en el esfuerzo de síntesis que propuso Ricardo Ramírez
y que sirvió de guía para la práctica política de lo que
después sería el EGP. Se trata del documento conocido
coloquialmente como el Documento de marzo (EGP, 3/67).
A principios de los años setentas, el germen de lo que
después sería la Organización del Pueblo en Armas
160 La patria del criollo, tres décadas después

(ORPA), también hacía de la reivindicación de lo étnico


parte sustancial de su identidad política: era necesario
fusionar la lucha contra la opresión racial con la lucha
de clases política y económica. [Debray y Ramírez, 1975:
338]. La práctica en Guatemala confirmó este plantea­
miento y lo confirma también lo observado en México
a partir de 1994, con el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional. No fue entonces ninguna casualidad que, de
acuerdo al testimonio dado al autor por el veterano
dirigente del PGT José Alberto Cardoza, en una ocasión
en que Severo estuvo en Cuba a principios de los ochen­
tas, Ramírez se entrevistara con él y le hiciera obser­
vaciones críticas sobre su postura, las cuales él primero
escuchó con atención.
La gran rebelión indígena observada entre 1979 y
1982, hizo que Severo empezara a ver con atención los
planteamientos hechos por las otras organizaciones in­
surgentes. De hecho las dos organizaciones revoluciona­
rias que más vinculadas estuvieron a este levantamien­
to, el EGP y la ORPA, tenían planteamientos distintos a
los que concluían el último capítulo de La patria del
criollo. 3 Entre las últimas actividades en las cuales estu­
vo involucrado Severo, fue su asistencia en la década
de los ochentas a las sesiones que sobre la cuestión
étnico-nacional realizaba un grupo de exiliados gua te­
maltecos en la ciudad de México, agrupados en el "Se­
minario sobre la Realidad Etnica" que auspiciaba el
Centro de Estudios Integrados de Desarrollo Comunal
(CEIDEC).
Partiendo de premisas sólidamente sustentadas,
Severo Martínez Peláez había llegado a una conclusión

3 Tales planteamientos pueden consultarse en un libro publi­


cado por el CEIDEC (1990).
El político y el científico 161

sumamente discutible. La emergencia de los pueblos


indígenas, hoy llamados pueblos mayas, en calidad de
movimientos emancipatorios a partir de la reivindica­
ción étnica, demostró que la emancipación de los pue­
blos indígenas no atravesaba por destruir su identidad,
aún cuando ésta en gran medida haya sido construida,
como lo afirmó Severo, en el contexto de la realidad
opresiva y alienante que fue el régimen colonial.

6. Epílogo

La realidad guatemalteca ha cambiado mucho des­


de el momento en que la obra de Severo Martínez Peláez
fue concluida y/o publicada. La "década perdida" en
América Latina que obviamente también afectó a Guate­
mala, la guerra llevada a cabo por las organizaciones
insurgentes, la gran ola de terror masivo que llevó a
cabo el ejército guatemalteco, la implantación de polí­
ticas neoliberales en la década de los noventas, la mo­
dernización que afectó inclusive a los grandes latifun­
dios, la consecuente modernización de la clase domi­
nante guatemalteca, ciertamente son factores que han
cambiado a la sociedad y la han alejado por la peor vía
del pasado colonial. Puede decirse que con la moder­
nización de la agricultura, la maquilización, el creci­
miento de la economía informal y, por lo tanto de una
enorme masa marginal, los atavismos coloniales acaso
se hayan desdibujado.
No obstante lo anterior, en las profundidades de la
sociedad guatemalteca, la persistencia colonial susten­
tada por él sigue siendo una realidad. En la medida en
que un cambio revolucionario ya no se observó en la
Guatemala del siglo XX, buena parte de la herencia
colonial sigue operando. El legado colonial de la cultura
del terror, sigue siendo significativa parte constitutiva
162 La patria del criollo, tres décadas después

de la cultura política en el país, pese a que ahora es un


consenso general (por lo menos en el discurso) el que
la democracia política es la mejor clase de convivencia
entre los guatemaltecos. El hábito de extorsión a la
fuerza de trabajo, herencia colonial indudable, sigue
estando presente en lo esencial de la clase dominante
guatemalteca. Pese a que entre los acuerdos logrados
por la insurgencia y el gobierno, se encuentra uno refe­
rido a los pueblos indígenas, todavía falta mucho cami­
no que recorrer para lograr una esencial resolución de
la cuestión étnico-nacional. El racismo sigue siendo una
realidad en el seno de los ladinos, y el odio indiscri­
minado de los indígenas hacia otros grupos [Martínez
Peláez en Baeza Flores, Op. cit.: 72], se sigue observando
en buena parte de los primeros. Finalmente, en lo que
sí se puede coincidir con Severo en relación a su plan­
teamiento con respecto al indígena guatemalteco, es que
éste podrá constituirse en un pleno sujeto político y
hasta revolucionario, en la medida en que destruya los
vestigios de la opresión que existen en su cultura.
La revolución que pensó Severo Martínez Peláez
aparece hoy más lejana que cuando él escribió su obra.
Más aún, probablemente lo que hay que hacer es repen­
sar el concepto de revolución en el momento actual.
Guatemala sigue estando necesitada de un cambio esen­
cial en su Estado y su sociedad, puesto que el hecho de
que la perspectiva de una revolución se haya alejado,
no implica que la conflictividad social acumulada desde
la colonia haya sido resuelta. El siglo XX simplemente
cierra un capítulo cruento en la historia del país que
tuvo resultados ambiguos: la sociedad pensada por los
revolucionarios guatemaltecos nunca llegó y sin em­
bargo Guatemala a fin de siglo ya no es la misma que
existía después de la contrarrevolución.
El político y el científico 163

El siglo XXI verá nuevas luchas, nuevos sujetos co­


lectivos en búsqueda de transformaciones, nuevos pro­
gramas. Mientras esto sea así, la obra de Severo Mar­
tínez Peláez seguirá siendo ineludible para todos los
que continúen atreviéndose a iInaginar una nueva so­
ciedad.

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Severo Martínez Peláez y
la ciencia revolucionaria"
11

guatemalteca

Enrique Gordillo Castillo*

En la mañana del jueves 15 de enero de 1998, los


periódicos guatemaltecos dieron la noticia del falle­
cimiento de Severo Martínez Peláez ocurrido la ma­
drugada del día anterior en la ciudad de Puebla de los
Angeles, México. La Universidad de San Carlos decretó
tres días de duelo. El Gobierno de la República, por

Licenciado en Historia por la Universidad de San Carlos de


Guatemala. Hizo estudios de Maestría y Doctorado en Tulane
University, New Orleans, Estados Unidos de América. Es autor
de Protesta popular y concepción terrenal de la vida: el caso de
Francisco de Jesús Arévalo (1991); Guatemala 1944-1954: Luces
y sombras de "una primavera" (Una bibliografía sobre la revo­
lución y la contrarrevolución guatemaltecas) (1995); y coautor
de Historia del proceso de industrialización en Guatemala (1993)
e Historia de la administración político-territorial en Guatemala
(1999).
168 La patria del criollo, tres décadas después

medio del Ministro de Relaciones Exteriores, se expresó


lamentando la pérdida de uno de los intelectuales más
notables de Guatemala. l
Desde su aparecimiento en 1970, La patria del crio­
llo, obra cumbre de Severo Martínez Peláez, desató la
polémica acaparando la atención de la comunidad inte­
lectual guatemalteca y centroamericana por muchos
años. 2 Casi tres décadas después, los comentarios a raíz
del fallecimiento del destacado historiador demostraron
que las controversias sobre su obra aún siguen vivas.
Las declaraciones que varios académicos guatemaltecos
ofrecieron a la prensa a raíz del fallecimiento de Severo
Martínez Peláez nos dan una excelente oportunidad
para examinar la historia intelectual guatemalteca de
los últimos cincuenta años del siglo XX y el impacto que
La patria del criollo ha tenido en la historia contempo­
ránea de Guatemala.
En los artículos periodísticos de aquel día desta­
caron los comentarios de historiadores, corno Oscar
Peláez Almengof, que ven en la obra de Severo Martínez
Peláez un hito en la historiografía guatemalteca por su

Maynor Argueta, "Lejos de La patria del criollo, muere Seve­


ro Martínez Peláez", Siglo Veintiuno, Guatemala, 15 de enero
de 1998. "Falleció historiador Severo Martínez Peláez", Pren­
sa Libre, Guatemala, 15 de enero de 1998, p. 46. "USAC declara
tres días de duelo por muerte de Severo Martínez Peláez",
Prensa Libre, Guatemala, 15 de enero de 1998, p. 6. "USAC
decreta 3 días de duelo por fallecimiento de Severo Mar­
tínez", El Gráfico, Guatemala, 15 de enero 1998, p. 10. "Muere
Severo Martínez Peláez autor de La patria del criollo", Prensa
Libre, Guatemala, 16 de enero de 1998, p. 34.
2 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo: Ensayo de inter­
pretación de la realidad colonial guatemalteca (Guatemala: Edi­
torial Universitaria, 1970).
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 169

rigor metodológico en el tratamiento de fuentes, afir­


mando que "en la historia de Guatemala se puede ha­
blar de antes y después de La patria del criollo". 3 Otros
intelectuales, han visto en la aplicación de la teoría
marxista el elemento más importante en el análisis de
la sociedad guatemalteca elaborado por Martínez Pe­
láez. El historiador Julio Pinto Soria, por ejemplo, men­
cionó que "Severo tenía una orientación marxista y una
visión dialéctica de la historia, la cual era muy creativa
y con mucha imaginación, fundamentada en documen­
tos de primera mano, a los que sometió a la crítica y a
la interpretación". El sociólogo Edelberto Torres Rivas
se refirió a la militancia de Martínez Peláez en el Partido
Guatemalteco del Trabajo (PGT) "por convencimiento ra­
cional, alcanzado después de muchos años de estudio".
El crítico literario Francisco Albizúrez Palma situó el
mérito de la obra de Martínez Peláez en "estimular a
otros investigadores para que profundizaran y amplia­
ran los planteamientos por él formulados", sin embargo,
también afirmó que" existe el riesgo de que se convierta
en un mito y ello no permitiría que otros investigadores
continuaran en su desarrollo". El historiador Celso Lara
Figueroa expresó que Martínez Peláez "dio valor a la
metodología materialista histórica aplicada. Contribuyó
a construir los pilares de las discusiones de la formación
étnica del país y los problemas del indio" a lo cual
habría que sumar "un profundo conocimiento de la
literatura y la lengua". Por otra parte, el antropólogo
Flavio Rojas Lima fue portavoz de las conocidas críticas

3 "USAC declara tres días de duelo por muerte de Severo Mar­


tínez Peláez", Prensa Ubre, Guatemala, 15 de enero de 1998,
p.6.
170 La patria del criollo, tres décadas después

al radicalismo marxista de Severo Martínez 'P eláez y a


"su postura inflexible" que no le permitió incluir en su
análisis de la sociedad guatemalteca "ciertos elementos
decisivos en el proceso evolutivo social, tales como la
cultura" . El historiador Jorge Luján Muñoz, además de
señalar el dogmatismo marxista de Severo Martínez, y
reconocer el gran impacto de su obra, colocó el apare­
cimiento de La patria del criollo en el contexto del sur­
gimiento de otras obras como Condición colonial y con­
ciencia criolla de André Saint-Lú, Los Mayas del siglo XVIII
de Francisco de Solano, Historia Socioeconómica de Amé­
rica Central Española, 1520-1720 de Murdo MacLeod, y
Guatemala, una interpretación histórico-social de Jean­
Loup Herbert y Carlos Guzmán Bockler argumentando
que todas estas obras "se convirtieron en referencia
ineludible para los estudiosos" desde el momento mis­
mo de su aparición. Según el reportero, el sociólogo
Carlos Guzmán Bockler y el historiador Augusto Cazali
Avila se abstuvieron de emitir comentarios sobre Severo
Martínez Peláez y su obra. 4
Todas estas opiniones reflejan mucho de la historia
intelectual guatemalteca de los últimos cincuenta años
del siglo xx. La obra de Severo Martínez Peláez, como
la de otros pensadores de izquierda en Guatemala, re­
presenta la conjunción de una serie de tradiciones inte­
lectuales afectadas seriamente por los acontecimientos
ocurridos en el país en 1954. El exilio sufrido por varios
guatemaltecos a partir de ese año, como resultado del
derrocamiento del segundo gobierno de la Revolución

4 Maynor Argueta, "Lejos de La patria del criollo, muere Seve­


ro Martínez Peláez", Siglo Veintiuno, Guatemala, 15 de enero
de 1998.
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 171

marcó significativamente su producción intelectua1. 5 La


trascendencia de la obra de Severo Martínez Peláez se
basa indudablemente en haber construido magistral­
mente una interpretación histórica, no solo de "la reali­
dad colonial guatemalteca", sino de la estructura social
que estaba aún vigente en los años setentas en Guate­
mala, proponiendo a la vez, su transformación radical
por medio de un proyecto revolucionario. Haciendo uso
de la teoría marxista, Martínez Peláez rebasó el ámbito
del debate historiográfico tradicional para entrar a la
discusión en el ámbito de las Ciencias Sociales, cuestio­
nando fundamentalmente las visiones antropológicas
culturalistas sobre la estructura social guatemalteca. Me
referiré a continuación, de manera muy general, a la
valoración de la obra de Severo Martínez Peláez en las
distintas tradiciones historiográficas centroamericanis­
tas en el contexto de la Guerra Fría. Posteriormente me
referiré a dos efectos importantes de la Guerra Fría en
la historia intelectual guatemalteca de la segunda mitad
del siglo XX: el surgimiento de la intelectualidad radical
de izquierda y la "satanización" de la antropología cul­
turalista estadounidense. Finalmente, analizaré breve­
mente la obra de Severo Martínez Peláez en el contexto
del movimiento revolucionario guatemalteco.

5 La importancia de los eventos ocurridos en 1954 en la radica­


lización de la intelectualidad de izquierda guatemalteca ha
sido ya reconocida por autores como Sheldon Liss, sin em­
bargo, aún no se ha hecho una adecuada contextualización
ni identificación de las distintas tendencias de izquierda y
sus conflictos. Sheldon Liss, Radical Thought in Central Ame­
rica (Boulder: Westview Press, 1991).
172 La patria del criollo, tres décadas después

1. Las tradiciones historiográficas


centroamericanistas y liLa Guerra Fría"

Iván Malina Jiménez ha señalado que apenas a fina­


les del siglo xx se empiezan a atisbar algunos puntos
de encuentro entre las dos tradiciones historiográficas
centroamericanistas más importantes en los últimos
cuarenta años. Por un lado, "la tradición anglosajona"
y, por el otro "la tradición latinoamericana". En los años
setentas estas dos tradiciones se caracterizaban por la
subvaloración y el desconocimiento de las obras pro­
ducidas fuera del territorio de cada una de ellas. Ni La
patria del criollo influenció a los centroamericanistas
estadounidenses, ni Spanísh Central America: a Socío­
economic History6 influenció a los historiadores centro­
americanos. Haciendo un balance de valoración de la
obra de Severo Martínez Peláez en ambas tradiciones,
Malina Jiménez sugiere que la obra de MacLeod circuló
muy poco en Centroamérica fundamentalmente porque
estaba escrita en inglés. Incluso cuando la obra se .pu­
blicó en castellano en 1980 no alcanzó nunca el reconoci­
miento que obtuvo en la tradición anglosajona. La obra
de Severo Martínez Peláez, por otra parte, no ha sido
aún traducida al inglés. Spanish Central America: a Socio­
economic History fue la primera obra que los centro­
americanistas estadounidenses y canadienses conocie­
ron y fueron ampliamente influenciados por ella. Las
nuevas generaciones de historiadores dentro de la tradi­
ción estadounidense han continuando las líneas temáti­
cas sugeridas en la obra de MacLeod las cuales definie-

6 Murdo J. Macleod, Spanish Central America: a Socioeconomic


History, 1520-1720 (Berkeley, California: University of Cali­
fornia Press, 1973) .
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 173

ron las prioridades de investigación histórica sobre la


región centroamericana de las últimas décadas del siglo
XX.
Molina Jiménez opina que la subvaloración que
indudablemente se hizo de la obra de Murdo MacLeod
en Centroamérica se debió a la influencia de la tradición
francesa en la que fueron formados muchos intelec­
tuales centroamericanos en los años setentas. Además
menciona el enfoque teórico e ideológico de la obra de
MacLeod que se asociaba a la visión de André Cunder
Frank y se veía fuertemente influenciada por la obra
de Pierre Chaunu, ambas adversadas por los marxistas
latinoamericanos de los años sesentas. 7
Desde una amplia perspectiva centroamericana, no
hay duda que Molina Jiménez ha añadido importantes
elementos a la discusión. Sin embargo, habría que dis­
cutir hasta que punto se puede hablar con propiedad
de una tradición" anglosajona" centroamericanista y no
más bien de una tradición estrictamente"estadouni­
dense" (o "estadounidense-canadiense", en todo caso).8
Lo mismo podríamos decir sobre la existencia de una

7 Iván Molina }iménez, La patria del criollo, tres décadas después.


En esta misma compilación.
8 Es importante hacer referencia a una tradición centroameri­
canista específicamente estadounidense por varias razones.
Obviamente el interés por Centroamérica en los Estados
Unidos ha correspondido no solamente a intereses acadé­
micos, sino a estrategias políticas y de respuesta a los flujos
migratorios a ese país desde la región centroamericana que
han cambiado su propia composición étnica. La inclusión
de cursos sobre América Latina en los programas de estudios
universitarios es, en gran parte, una respuesta a la demanda
de representatividad de una de las minorías étnicas más
importantes en los Estados Unidos. Los diversos intereses
de los Estados Unidos por Centroamérica se han expresado
174 La patria del criollo, tres décadas después

tradición centroamericana" dentro de las diversas tra­


11

diciones latinoamericanas. 9 Habría que agregar, ade­


más, por lo menos para el caso guatemalteco, el análisis
de la vertiente centroamericanista francesa, con impor­
tante producción propia, e influencia notable en la pro­
ducción de los sociólogos, antropólogos e historiadores
guatemaltecos formados en Francia desde la década de
los sesentas. 10 Desde la perspectiva guatemalteca de los
años setentas el elemento más importante en la subva­
loración de la producción historiográfica de la tradición
estadounidense, particularmente de la obra de Murdo

en el continuo apoyo económico para hacer investigación


académica sobre la región que han disfrutado los académicos
estadounidenses. Esto ha permitido un gran desarrollo de
esta tradición centroamericanista. Por otra parte, sería difícil
hablar de una tradición centroamericanista de la academia
canadiense. Aunque varios académicos canadienses, como
George W. Lovell, Jim Handy, Steven Palmer, Wade Kit y
Michael Polushin, se han dedicado al estudio de Centro­
américa, la mayoría de ellos, están vinculados a la academia
estadounidense. Tampoco ha habido una política institu­
cional, ni gubernamental del Canadá por impulsar el estudio
de la región centroamericana.
9 Tradicionalmente los historiadores de los países "latinoame­
ricanos" se han dedicado en realidad a escribir sus propias
"historias nacionales". A pesar de los contactos y las influen­
cias entre las distintas tradiciones, no ha habido una tradición
"latinoamericanista" de los historiadores centroamericanos.
10 André Saint-Lú y Herbert Jean-Loup publicaron a principios
de los setentas importantes estudios sobre la estructura social
guatemalteca. André Saint-Lú, Condítion Coloniale et cons­
cien ce créole au Guatemala, 1524-1821 (Paris: Presses Univer­
sitaires de France, 1970), traducido al español como Condi­
ción colonial y conciencia criolla (Guatemala: Editorial Univer­
sitaria, Universidad de San Carlos de Guatemala, 1978); Car­
los Guzmán Bockler y Jean-Loup Herbert, Guatemala: una
interpretación histórico-social (México: Siglo Veintiuno Edi­
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 175

MacLeod, fue la polarización de la intelectualidad gua­


temalteca que se inició en 1954 y que, una década des­
pués, desembocó en un conflicto armado que se exten­
dió por treinta años más.

2. La Guerra Fría, la contrarrevolución


y el nacimiento del pensamiento de
izquierda radical en Guatemala

Podemos distinguir claramente tres ffi:0mentos polí­


ticos importantes en la periodización de la historia del
pensamiento de izquierda guatemaltecoY El primero
se sitúa en 1944, con el derrocamiento de Jorge Ubico y
el surgimiento de la generación de intelectuales de la
década revolucionaria. Un segundo momento se inicia
claramente en 1954, con el surgimiento de la izquierda

tores, 1970). Desde los años sesentas, una generación de


sociólogos y antropólogos guatemaltecos (Carlos Guzmán
Bockler, Humberto Flores Alvarado, y René Poitevin, entre
otros) disfrutaron de becas para realizar estudios de pos­
grado en Francia. En las décadas de los setentas y ochentas
los historiadores guatemaltecos Arturo Taracena Arriola y
Gustavo Palma coincidieron con una generación completa
de historiadores costarricenses haciendo estudios de pos­
grado en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales en París.
Más recientemente ha sido notoria la presencia de una sede
en Guatemala del Centro de Estudios Mexicanos y Centroa­
mericanos (CEMCA) y los aportes de Jean Piel a la histo­
riografía cen troamericana.
11 Mucho de lo discutido aquí es el producto de las discusiones
sostenidas por Oscar Guillermo Peláez Almengor, Douglas
Keberlein y Enrique Gordillo Castillo durante el invierno de
1995 en Tulane University, New Orleans, Estados Unidos.
Puede verse un primer esfuerzo de síntesis de varias de esas
ideas en Douglas Keberlein, The Demonizatíon of the Guate­
malan Military: A Historiographical Treatment of Guatemalan
Radical Intellectuals. Unpublished Paper, 1995.
176 La patria del criollo, tres décadas después

radical guatemalteca como reacción a la intervención


de los Estados Unidos en el derrocamiento de Jacobo
Árbenz Guzmán. El tercer momento se inicia a finales
de los años ochentas, con el fin de "La Guerra Fría",
proceso que permitió que en Guatemala pudieran ini­
ciarse las negociaciones de paz entre las organizaciones
guerrilleras, unificadas en la Unidad Revolucionaria
Nacional Guatemalteca (URNG), y el Gobierno. Me refe­
riré esquemáticamente a cada uno de estos momentos
y sus principales características.
No hay duda de que se puede hablar con toda pro­
piedad de la existencia de una generación de intelec­
tuales de la década revolucionaria, entre quienes se
encuentran Luis Cardoza y Aragón, Miguel Angel Astu­
rias, y una serie de artistas de la plástica, la música y la
literatura reunidos en el grupo Saker-ti, fundado en
Guatemala en 1947. Coincidiendo con el espíritu del
final de la Segunda Guerra Mundial, la Revolución de
Octubre estimuló fuertemente el desarrollo de las huma­
nidades vinculadas a lo político y lo social. 12 La aper­
tura que se dio durante el gobierno de Juan José Arévalo
contrastó con la represión del gobierno de los catorce
años de Jorge Ubico permitiendo que desde el movi­
miento triunfador florecieran las críticas a los gobiernos
dictatoriales. La obra de Miguel Angel Asturias, El Se­
ñor Presidente, publicado por primera vez en 1948, es
un símbolo de ese momento. 13 Muchos asocian el naci­
miento del pensamiento de izquierda radical guate­
malteco con la generación de intelectuales de la Revo­

12 Algunos miembros destacados del grupo Saker-Ti eran Juan


Jacobo Rodríguez Padilla, Huberto Alvarado, Raúl Leiva,
Jorge Sarmientos, Carlos Navarrete y Qtto Raúl González.
13 Miguel Angel Asturias, El Señor Presidente (Buenos Aires:
Editorial Losada, 1948).
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 177

lución. Sin embargo, la radicalización de esa generación


no corresponde a la década revolucionaria, sino al mo­
mento de su derrota en 1954.
Las oleadas de la Guerra Fría llegaron a Guatemala
a principios de la década del cincuenta para estancarse
allí por cuatro décadas. A pesar de que muchos de los
intelectuales que representan a la primera generación
de pensamiento radical corresponden también a la gene­
ración de la década revolucionaria, podemos ver que
su producción puede ubicarse claramente en dos mo­
mentos distintos. El año 1954 marca claramente un rom­
pimiento de las tendencias intelectuales en Guatemala,
y fundamentalmente el nacimiento del pensamiento
radical de izquierda. Intelectuales como Juan José Aré­
valo cambiaron de ser reconocidos nacionalistas, anti­
comunistas moderados y declarados admiradores de
Franklin D. Roosevelt a ser radicales pensadores anti­
imperialistas. 14 Grandes intelectuales, como MiguelAn­
gel Asturias, Luis Cardoza y Aragón y Manuel Galich,
que durante la década revolucionaria se habían dedi­
cado a la crítica de arte y a la producción artística dieron
inicio a una nueva producción relacionada directamente
con la intervención estadounidense en la contrarrevo­
lución de 1954,15 Pocos recuerdan ahora figuras que

14 Esto puede verse claramente en la relación cronológica de la


producción de Juan José Arévalo, comparando lo que escribió
antes de 1954 con lo que publicó después. Ver, por ejemplo,
Juan José Arévalo, Escritos pedagógicos y filosóficos (Guate­
mala: Tipografía Nacional, 1945); Guatemala, la democracia y
el imperio (Santiago de Chile: Ediciones Juventus, 1954); Fá­
bula del tiburón y las sardinas, América Latina estrangulada
(Santiago de Chile: Ediciones América Libre, 1956).
15 Miguel Angel Asturias, El papa verde (Buenos Aires: Edito­
rial Losada, 1954); Week-end en Guatemala (Buenos Aires:
178 La patria del criollo, tres décadas después

posteriormente perdieron la vida por su militancia en


el movimiento revolucionario, como Huberto Alvarado,
escribieron en esa primera etapa sobre la función del
arte en la construcción del ideal nacional. 16
Uno de los rasgos de la generación de intelectuales
de izquierda del 54 es que corresponde, en gran parte,
a una intelectualidad nacida de la frustración de una
derrota y desarrollada en el exilio. En su afán por eli­
minar la "influencia comunista" en el gobierno de Jaco­
bo Árbenz, las elites conservadoras guatemaltecas, el
Movimiento de Liberación Nacional y el Gobierno de
los Estados Unidos provocaron una reacción anti-impe­
rialista generalizada y paradójicamente una predispo­
sición y una mayor receptividad a las ideas marxistas
radicales.
La radicalización de la intelectualidad de izquierda
guatemalteca se reforzó posteriormente con el triunfo
de la Revolución Cubana en 1959, y el fracaso de la
invasión en Bahía de Cochinos. Estos acontecimientos

Editorial Goyanarte, 1956); Los ojos de los enterrados (Buenos


Aires: Editorial Losada, 1960). Luis Cardoza y Aragón, Gua­
temala y el imperialismo bananero (México: Cuadernos Ame­
ricanos, 1954); La revolución guatemalteca (México: Ediciones
Cuadernos Americanos, 1955); Guatemala, las líneas de su mano
(México: Fondo de Cultura Económica, 1955); "Libros gua­
temaltecos sobre la intervención armada norteamericana en
junio, de 1954" Lanzas y letras, Nos.14-15 (junio-julio de 1959);
Manuel Galich, ¿Por qué lucha Guatemala? Arévalo y Arbenz:
dos hombres contra un imperio (Buenos Aires: Elmer Editor,
1956).
16 Huberto Alvarado, Por un arte nacional, democrático y realista
(Guatemala: Ediciones Saker-ti, 1953). Posteriormente AI­
varado fue secretario general del PGT.
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 179

precedieron al nacimiento del movimiento guerrillero


guatemalteco en los años sesentas, producto de una
reacción nacionalista que, para ese moment(i, había
llegado al interior mismo del ejército.
El tercer momento político clave en la periodización
de la historia del pensamiento de izquierda guatemal­
teco de finales del siglo XX se inició con el fin de l/La
Guerra Fría". A pesar de que simbólicamente la nueva
era se inauguró con la firma de la paz entre el Gobierno
y la URNG, en diciembre de 1996, en realidad el proceso
se inició a mediados de los años ochentas con una mez­
cla de factores internos y externos que permitieron que
pudiera darse inicio a las negociaciones de paz.
Severo Martínez Peláez pertenece a la generación
de intelectualeS de izquierda radicalizados por la con­
trarrevolución de 1954 y tiene el mérito de ser el primer
historiador que realizó un análisis histórico de la estruc­
tura social guatemalteca desde la perspectiva marxista
de la lucha de clases. Tomando como objeto de estudio
el pasado colonial guatemalteco, el destacado historia­
dor, analizó al mismo tiempo, la estructura social de su
propia época proponiendo a la vez una forma radical
de revolucionarla. Este elemento convirtió su obra en
objeto de discusión y debate no sólo entre los historia­
dores, ubicados tradicionalmente en el campo de las
Humanidades, sino entre los científicos sociales en ge­
neral. En la Guatemala de los años setentas había un
grupo de antropólogos y sociólogos dedicados al estu­
dio de la estructura de la sociedad guatemalteca. La
visión dominante era la antropológica que se basaba
en el trabajo de por lo menos dos generaciones de aca­
démicos estadQunidenses y guatemaltecos que se ha­
bían dedicado al estudio del l/problema" de cómo lograr
l/la formación de la ciudadanía guatemalteca", por me­
dio de la aceleración del proceso de transculturación o
180 La patria del criollo, tres décadas después

"ladinización" de las comunidades indígenas. 1? ~a gran


cantidad de estudios realizados en los años cincuentas
buscaban identificar las características culturales de fIlos
indios" y fIlos ladinos", sin incluir análisis socioeco­
nómicos que permitieran establecer diferencias de clase.
En ese momento se consideraba que la transculturación
o "ladinización" era un proceso inevitable y deseable,
por lo que las preocupaciones académicas se centraron,
por un lado, en el estudio de las formas culturales indí­
genas antes de su extinción, y por otro, en el estudio de
los mecanismos que operaban dentro de ese proceso y
las formas de acelerarlo para lograr la formación de una
cultura guatemalteca homogénea.

3. La "satanización" de la antropología
culturalista estadounidense

Sin entender las razones del cambio, varios intelec­


tuales guatemaltecos han señalado que los antropólogos
estadounidenses, siguiendo su misión como"agentes
del imperialismo", habían pasado de ser "ideólogos de

17 Carol Smith ha identificado dos generaciones de la antro­


pología norteamericana en Guatemala. La primera corres­
ponde al período 1940-1960, en el cual"la antropología cultu­
ral norteamericana desarrolló una posición unificada y hege­
mónica sobre las relaciones de raza y cultura de indios y
ladinos". Luego de un período transicional en los años sesen­
tas, en el cual el sociólogo mexicano Rodolfo Stavenhagen
ejerció una enorme influencia en la introducción del análisis
marxista en la academia estadounidense, surgió la segunda
generación (en la cual Carol Smith se ubica ella misma) en el
período 1970-1990. Esta generación se divide en dos grupos,
uno de ellos preocupado por los asuntos de economía política
y el otro interesado en los asuntos de la cultura Maya. Una
tercera generación ha empezado a surgir en los años no­
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 181

la burguesía" en los años cincuenta a "contestatarios


de la conducta de la oligarquía" cuando se trataba de
las luchas indígenas en los ochentas. lB La polarización
ideológica no les permitió ver que precisamente el clima
de revolución en toda América Latina, las denuncias
de violaciones a los derechos humanos, y la publicación
de la participación de la CIA en el derrocamiento de
Árbenz habían penetrado la academia estadounidense
y habían transformado la percepción de los centroa­
mericanistas sobre lo que ocurría en la región. Ya para
mediados de los años setentas había una generación
completa de académicos estadounidenses (especialmen­
te antropólogos y sociólogos) influenciados por el mar­
xismo y muchos otros denunciando las atrocidades que
se estaban cometiendo en la región centroamericana. l9
Varios intelectuales de la generación anterior fueron

ventas. Ver Carol Smith, A critical Genealogy on North


11

American Treatments of Race and Racism in the Social Ana­


lyses of Guatemala", Paper for LASA Panel Identidades y
Racismo en Guatemala (February 15 1997).
18 La referencia ha sido hecha aludiendo directamente al antro­
pólogo Richard Adams de quien se dice "pasa de ideólogo
de la burguesía en los 50s a su Crucifixion by Power como
crítico del progreso político y la estructuración del poder y
hasta contestatario de la conducta de la oligarquía en las
conferencias que da a la burguesía guatemalteca en 1986,
sobre el tema de las luchas indígenas. Sus últimos actos
pudieron no gustar a los burgueses, pero cumplían un papel
en favor del mantenimiento y expansión del imperialismo
norteamericano tanto como los primeros". Jorge Hugo Zelaya
Azurdia, '!La antropología de la ocupación y la importancia
del estudio de los grupos no indígenas en el análisis del
conflicto étnico-nacional de Guatemala", en Estudios, 3a • Épo­
ca No. 2 (1989): 43-51.
19 Ver, por ejemplo, Max Gordon, "A Case History oE U.S. Sub­
version: Guatemala, 1954", in Scíence and Society, Vol. 35, No.
182 La patria del criollo, tres décadas después

transformados por las nuevas circunstancias y cam­


biaron completamente su percepción sobre lo que ocu­
rría en Guatemala. A eso se deben las constantes contra­
dicciones entre las obras recientes y las obras escritas
décadas atrás de varios destacados centroamericanistas
estadounidenses que han estado activos desde los años
cincuentas y sesentas.
El rechazo generalizado a la obra de los intelectuales
estadounidenses que se extendió durante toda la década
de los setentas y ochentas, se inició dos décadas antes
con la "satanización" de la antropología culturalista
norteamericana. Con el apoyo del gobierno de liLa Libe­
ración", el proyecto del "Seminario de Integración So­
cial Guatemalteca" reunió en 1956 a un grupo de desta­
cados antropólogos estadounidenses y guatemaltecos
(Nathan L. Whetten, Richard N. Adams, Sol Tax, Ma­
nning Nash, George Foster, Kalman H Silvert, John
Gillin, y Melvin Tumin, Jorge Skinner Klee, entre otros)
que lanzaron la propuesta de que, por medio del cono­
cimiento de los distintos grupos étnicos que vivían en
Guatemala, se pudiera "intensificar el proceso de trans­
culturación" que debía conducir a "la formación de la

2, (1971); Susanne Jonas, "Guatemala: Land of Eternal


Struggle", in Latin America: The Struggle with Dependency and
Beyond (New York: John Wiley, Donald Chilcote and Joel
Edelstein Editors, 1974); Test Case for the Hemisphere: United
States Strategy in Guatemala, 1950-1974 (Berkeley: California:
University of California, 1974); Pushing Counterrevolution in
Guatemala, NACLA's Latin America and Empire Report, Vol.
8, No. 3 (March 74): 4-23; José M. Aybar de Soto, Dependency
and Intervention: The Case of Guatemala in 1954 (Boulder, Co­
lorado: Westview Press, 1978); Richard Immerman, Guatemala
and the United States, 1954: A Cold War Strategy for the Americas
(Thesis, Boston College, 1978).
Severo Martínez Peláez y la ciencia. . . 183

ciudadanía guatemalteca". Considerando que en ese


momento existía una "verdadera heterogeneidad cul­
tural y lingüística", había que acelerar el proceso de
"ladinización" para lograr la "integración" de la socie­
dad guatemalteca. 2o
La "satanización" de la antropología culturalista
estadounidense se encontraba completamente desarro­
llada a principios de los setentas, identificada particu­
larmente con la obra y figura del antropólogo Richard
N. Adams, quien fue señalado por la intelectualidad
radical de izquierda guatemalteca por su obra y por
supuestos vínculos con el Departamento de Estado de
Estados Unidos durante la contrarrevolución por haber
realizado un estudio sobre la penetración de la "propa­
ganda comunista" en los campesinos capturados por el
Ejército de la Liberación,2l En realidad no solamente
Adams había realizado estudios sobre "la penetración

20 Jorge Ramón González Ponciano, "Guatemala, la civilización


y el progreso: notas sobre indigenismo, racismo e identidad
nacional 1821-1954", en Estudios,3 a • Época No. 1 (noviembre
de 1993): 83-120.
21 Después del derrocamiento de Jacobo Árbenz, El Ejército de
Liberación Nacional capturó a miles de campesinos que ha­
bían apoyado activamente al gobierno. Esto "creó una opor­
tunidad única" para estudiar una población rural "que había
seguido activamente un movimiento con fuerte apoyo comu­
nista". El nuevo gobierno permitió que Richard Adams, con
la ayuda de Manning Nash y su esposa, hicieran entrevistas
a una muestra de 250 miembros de la población prisionera,
dentro de la penitenciaría y una prisión provisional esta­
blecida en la Escuela de la Policía. El objetivo era estudiar el
pensamiento popular sobre la atracción comunista en las
áreas rurales de Guatemala y concluyó que no había habido
receptividad a la propaganda radical y a la agitación comu­
nista del gobierno de Árbenz en las comunidades campesinas
guatemaltecas. Ver: Stokes Newbold (pseud.), "Receptivity
184 La patria del criollo, tres décadas después

del comunismo" en Guatemala durante esos años, ya


que el tema se encontraba en la agenda de la investi­
gación académica estadounidense desde 1950. 22 Para­
dójicamente, el esfuerzo de Richard Adams por publicar
la mayor parte de su obra en español para que fuera
conocida por sus colegas guatemaltecos provocó que
las severas críticas contra la antropología estadouni­
dense se centraran en su persona, al extremo de obli­
garlo a un autoexilio académico a partir de 1970. 23
Adams fue visto por la intelectualidad guatemalteca de
izquierda como el representante de la academia esta­
dounidense "imperialista". Los estudios que ubicaban

to Cornmunist-Fomented Agitation in Rural Guatemala", en


Economic Development and Cultural Change, Vol. 5, No. 4 (July
1957): 338-361. Adams ha aludido a ese estudio recientemente
argumentando que sus investigaciones anteriores mostraban
que no había habido ningún impacto de la propaganda co­
munista en las comunidades campesinas y que la oportu­
nidad de hacer las entrevistas en la cárcel era la mejor forma
de demostrarlo. Además, Adams dice que firmó el estudio
con un seudónimo porque el Pan American Sanitary Bureau,
entidad para la cual trabajaba, le permitió tornar tiempo para
hacer el estudio siempre que su nombre no fuera asociado
con la institución. Richard Adams, "Ricocheting Through a
Half Century of Revolution" Kalman Silvert Award, Latin
American Studies Association, LASA Forum, Vol. XXIX No. 3
(Fall1998): 14-20.
22 Notables académicos como Ralph Lee Woodward Jr. también
escribieron sobre el tema. Ver: Ralph Lee Woodward, Jr.
Communist Infiltration of the Guatemalan Urban Movement,
1920-1954 (Thesis MA, Tulane University of Louisiana, May
1959).
23 A pesar de sus vínculos familiares en el país, Richard Adams
abandonó la investigación académica sobre Guatemala en
1970, manteniéndose alejado por 15 años. Adarns, "Rico­
cheting Through a Half Century of Revolution".
Severo Martínez Peláez y la ciencia. . . 185

la contradicción fundamental de la sociedad guatemal­


teca en la relación" indio-ladino" contradecían el plan­
teamiento de la izquierda revolucionaria de la época. 24
Ya en los años setentas, la acusación de que los estudios
de los antropólogos estadounidenses se ubicaban dentro
de una estrategia de dominación imperialista condujo
a la acuñación de dos términos, el"Adamscismo" (1973)
y posteriormente la "Antropología de la ocupación"
(1980) como sinónimos de la estrategia de penetración
imperialista de los Estados Unidos en Guatemala. 25
Cuando en la academia estadounidense, y particu­
larmente entre los antropólogos, apenas empezaba a
ganar reputación la teoría marxista, los años setentas
se inauguraron en Guatemala con el aparecimiento del
libro de Guzmán B6ckler y Herbert que introdujo un
análisis sociológico desde la perspectiva d e la lucha

24 Richard N. Adams, Encuesta sobre la cultura de los ladinos en


Guatemala No. 2 (Guatemala: Seminario de Integración Social,
1956); Crucifixion by power: Essays on Guatemalan National
Social Structure, 1944-1966 (Austin, Texas: University of Texas
Press, 1970).
25 Humberto Flores Alvarado fue el portavoz de la crítica a la
obra de Richard Adams en El adamcismo y la sociedad guate­
malteca (Guatemala: Editorial Piedra Santa,1973). Todavía en
los años ochentas se decía, por ejemplo que la antropología
estadounidense era una"antropología aplicada" que asumía
el carácter de "Antropología de la ocupación" "en cuanto
que fue planeada con la finalidad de provocar un cambio en
la conducta socio-cultural de la población en orden a facilitar
la penetración, instauración y conservación del dominio nor­
teamericano sobre el desarrollo económico-social del Estado
de Guatemala ... la posición teórica que asume los supuestos
anteriores, se nucIea alrededor del liderazgo que asume la
intensa y prolongada labor de Richard N. Adams (desd~
finales de 1950 hasta hoy) por lo que esta etapa también es
conocida dentro de la antropología guatemalteca como A­ I
186 La patria del criollo, tres décadas después

de clases. 26 La patria del criollo apareció casi a\ mismo


tiempo ofreciendo también un análisis marxista basado
en una amplia, creativa y elocuente construcción histó­
ricaY

4. Severo Martínez Peláez,


el intelectual y el proyecto revolucionario

El principal punto de divergencia en la valoración


de la obra de Severo Martínez Peláez ha sido, sin lugar
a dudas, la utilización del marxismo dentro de su aná­
lisis e interpretación de la historia del período colonial
guatemalteco. Más de treinta años después, es conoci­
miento común que el destacado historiador fue mili­
tante activo del partido comunista guatemalteco, el
Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) y que La patria
del criollo refleja en mucho el programa de la revolución
guatemalteca desde la perspectiva de esa organiza­
ción. 28 Los primeros acercamientos que Severo Martí­
nez Peláez tuvo al marxismo fueron durante los años

damcismo' (término creado por Humberto Flores Alvarado).


Jorge Hugo Zelaya Azurdia, "La antropología de la ocupa­
ción y la importancia del estudio de los grupos no indígenas
en el análisis del conflicto étnico-nacional de Guatemala",
en Estudios, 3a. Época No. 2 (1989): 43-5l.
26 Carlos Guzmán Bóckler y Jean-Loup Herbert, Guatemala: una
interpretación histórico-social (México: Siglo Veintiuno Edi­
tores, 1970).
27 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo: Ensayo de inter­
pretación de la realidad colonial guatemalteca (Guatemala: Edi­
torial Universitaria, 1970).
28 Severo Martínez Peláez fue miembro de la Comisión de Edu­
cación del PGT, y como tal participó en la elaboración de
algunos materiales para difundir el marxismo en Guatemala,
Ver: Aura Marina Arriola, "Pensar La patria del criollo de
Severo Martínez Peláez". En esta misma compilación. El
Severo Martínez Peláez y la ciencia.. . 187

de su formación autodidacta, antes de 1949. 29 Posterior­


mente, durante su exilio en México, estudió Economía
Política con Ernesto de la Torre y marxismo con el espa­
ñol Wenceslao Roces, traductor de El Capital al caste­
llano. 30 El exilio fortaleció el radicalismo de Severo Mar­
tínez Peláez por lo que sus estudios de marxismo en
México no fueron únicamente un ejercicio académico.

propio Martínez Peláez comunicó al autor de e~te artículo el


seudónimo que usó dentro del PGT. En contraste con su
nombre propio, el historiador escogió como nombre dentro
del movimiento revolucionario el de "Benedicto".
29 El Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) de la
Universidad de San Carlos de Guatemala tiene en su biblio­
teca un expediente elaborado por Severo Martínez Peláez,
dividido en dos voluminosos tomos, en el que aparecen
registradas todas las actividades académicas realizadas entre
1949 y 1970. El expediente fue utilizado para iniciar el trámite
para que se le otorgara el Doctorado Honoris Causa en 1992
y se titula Currículum Universitario, 1949-1979 (Registro No.
928 U58 Biblioteca CEUR). En ese expediente Severo Martínez
Peláez refiriéndose a su educación escribió: "En los años
juveniles, en que fue preciso trabajar sin posibilidad de estu­
diar, se obtuvo una formación autodidáctica a base de lec­
turas diversas pero vocacionalmente orientadas en una direc­
ción: biografías, temas históricos, clásicos de la literatura,
filosofía, divulgación científica, y posteriormente trabajos
históricos y teóricos de nivel científico más elevado". Severo
Martínez Peláez. Currículum Universitario, 1949 - 1979 (Biblio­
teca del CEUR). No es difícil entender que Martínez Peláez
hacia equivalentes los términos "ciencia" y "marxismo".
30 En 1955, Severo Martínez Peláez cursó el Seminario sobre
Economía Política dirigido por el Dr. Ernesto de la Torre, y
en 1956 cursó el Seminario La Filosofía del Ma terialismo
Dialéctico dirigido por el Dr. Wenceslao Roces, en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México,
obteniendo notas de 10. Severo Martínez Peláez, Currículum
Universitario, 1949-1979 (Biblioteca del CEUR).
188 La patria del criollo, tres décadas después

A su regreso a Guatemala en 1958, el historiador se


integró de lleno al PGT.J1
Ha sido precisamente la unión de un proyecto aca­
démico y otro político lo que ha hecho de La patria del
criollo una obra polémica desde el momento mismo de
su aparecimiento. Su autor no utilizó únicamente el
marxismo como un instrumento de análisis en la inves­
tigación histórica, sino que además lo utilizó como una
herramienta en la lucha revolucionaria. Sin lugar a du­
das, el lugar ideal para el lanzamiento de ambos pro­
yectos, en la Guatemala de los años setentas, era la
Universidad de San Carlos (USAC).
Lejos de representar una unidad ideológica mono­
lítica, desde el otorgamiento de su autonomía en 1945,
la Universidad de San Carlos de Guatemala se convirtió
en un centro de verdadera coexistencia y refugio de
distintas tendencias académicas, ideológicas y políticas.
Desde.los años cincuentas la USAC tuvo entre sus profe­
sores y estudiantes a representantes de las más diversas
gamas de ideólogos y partidarios de las más encon­
tradas tendencias políticas y académicas. Desde repre­
sentantes de los liberalismos heredados del siglo XIX,
hasta de los más moderados y de los más radicales
comunismos y anticomunismos de las décadas de los
cincuentas y sesentas, encontraron un espacio de expre­
sión en la USAC. Como ejemplo paradójico podemos
mencionar que al mismo tiempo que el gobierno de
Jacobo Árbenz Guzmán era atacado por un grupo de

31 Según Edelberto Torres, Severo Martínez Peláez se integró


al PGT cuanto era docente del Colegio de Infantes. Maynor
Argueta, "Lejos de La patria del criollo, muere Severo Mar­
tínez Peláez", Siglo Veintiuno, Guatemala, 15 de enero de
1998.
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 189

estudiantes universitarios anticomunistas, Severo Mar­


tínez Peláez debió su partida al exilio en 1954 al hecho
de haber pronunciado el discurso de bienvenida, en su
calidad de Presidente de la Asociación de Estudiantes
de Humanidades, a la comisión guatemalteca que retor­
naba de la Conferencia de Caracas, luego de denunciar
la inminente agresión de los Estados Unidos al gobierno
guatemalteco. 32
El asesinato del caudillo de la contrarrevolución, el
Coronel Carlos Castillo Armas, en 1957 dio como resul­
tado la polarización ideológica radical en todos los nive­
les de la sociedad guatemalteca. El suceso abrió las

32 Es interesante ver, como evidencia de la existencia de diver­


8as expresiones ideológicas conviviendo dentro de la USAC,
la serie completa del periódico estudiantil No Nos Tientes,
que circula anualmente durante el festival universitario de
la "Huelga de Dolores". Puede verse como, en distintos mo­
mentos, grupos de diversas ideologías han tenido a su cargo
la edición del mencionado periódico, lo cual se ha convertido
en motivo de lucha política al interior de la USAC. Durante
el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán, por ejemplo, el No
Nos Tientes estuvo a cárgo del Comité de Estudiantes Univer­
sitarios Anticomunistas (CEUA), fundadores posteriormente
del Movimiento de Liberación Nacional. En contraste, en los
números de los años setentas, puede verse claramente la
vinculación de los editores del No Nos Tientes con el movi­
miento revolucionario. Severo Martínez Peláez escribió: "El
desempeño activo de este cargo estudiantil [Presidente de
la Asociación de Estudiantes de Humanidades) en los difí­
ciles momentos de la caída de la Revolución Guatemalteca,
no rehuyendo la obligación de expresar las posiciones de la
mayoría estudiantil frente a la intervención imperialista,
deparó motivos para que el suscrito, al igual que otros diri­
gentes estudiantiles de aquel año, tuviera que abandonar el
país". Severo Martínez Peláez, Currículum Universitario, 1949­
1979, (Biblioteca del CEUR).
190 La patria del criollo, tres décadas después

posibilidades para que la comunidad de exilados del


54 pudiera regresar a Guatemala. Sin embargo, este
grupo se encontró en un ambiente que obviamente lo
ubicaba en uno de los dos extremos de la lucha ideo­
lógica. 33 A su retorno a la Universidad de San Carlos en
1958, Severo Martínez Peláez fue contratado para im­
partir una cátedra de Metodología de la Historia en la
Escuela Facultativa de Humanidades de Occidente, en
la ciudad de Quetzaltenango. A pesar de esa oportuni­
dad de trabajo, el historiador se encontró con un clima
de recelos académicos, ideológicos y políticos de sus
antiguos compañeros y maestros. Desvalorando los cré­
ditos obtenidos en la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNAM durante su exilio, Martínez Peláez fue obli­
gado a tomar cursos nuevamente en la Facultad de
Humanidades, en calidad incluso de alumno de sus
antiguos compañeros. Ese fue el inicio de un rompi­
miento que no sanaría jamás. Para poder subsistir, Mar­
tínez Peláez se dedicó a enseñar historia en varios cole­
gios de secundaria. 34 Posteriormente, la solidaridad de
sus compañeros y amigos le permitió vincularse a ia
Escuela Facultativa de Ciencias Económicas de Occi­

33 La polarización llegó al límite de no tolerar posiciones mode­


radas. Aquellos que no se definieron por su voluntad fueron
ubicados desde fuera, los que tenían tendencias moderadas
tanto de derecha como de izquierda fueron atacados y seña­
lados por ambos extremos.
34 Severo Martínez Peláez acumuló once años de estudios inin­
terrumpidos (de 1949 a 1960) en dos etapas en la Facultad
de Humanidades y una en la UNAM. Desde 1958 hasta 1964,
trabajó en la Escuela Preparatoria, el Instituto Modelo y el
Liceo Francés. Ver Severo Martínez Peláez, Currículum Uni­
versitario, 1949-1979, (Biblioteca del CEUR).
Severo Martínez Peláez y la ciencia. . . 191

dente, también en Quetzaltenango. A finales de los años


sesenta,recibió el apoyo del Dr. Edmundo Vásquez Mar­
tínez, en ese momento en el cargo de Rector Magnífico
de la USAC, para viajar a España para completar investi­
gaciones en el Archivo de Indias de Sevilla con una beca
concedida por la misma universidad. A su regreso en
1969, Martínez Peláez se hizo cargo de la Coordinación
del Curso de Historia Económica de Centroamérica en
la Facultad de Ciencias Económicas, que se convirtió
en el centro de difusión de una creativa y novedosa
visión histórica del proyecto revolucionario guatemal­
teco. El rompimiento de Severo Martínez Peláez con sus
antiguos maestros y compañeros de la Facultad de Hu­
manidades alcanzó niveles de mutuo desconocimiento,
tanto académico como político. 35
A principios de los años setenta el movimiento revo­
lucionario guatemalteco vio en la población estudiantil
de la Universidad de San Carlos un gran potencial de

35 En el informe presentado por Martínez Peláez a la Junta


Directiva de la Facultad de Ciencias Económicas a finales de
1970 escribió: "Esta exposición quedaría incompleta, señores,
sí en ella se omitiera el siguiente señalamiento. Cuando la
cátedra fue creada, se contempló la posibilidad de formar
su equipo con graduados de la Facultad de Humanidades
en la rama de Historia. Tal posibilidad fue desechada en
atención a criterios de mucho peso. La formación de dichos
profesionales responde, de manera general, a una filosofía
culturalista. Sin desestimar en absoluto los méritos de dicha
corriente ideológica, se pensó que ella implica un marcado
descuido de los factores económicos en el proceso histórico.
Así lo prueba el hecho de que en los planes de estudio de
dicha casa figuran la Economía y la Economía Política en un
lugar insignificante. Así lo prueba, también, la producción
bibliográfica de sus egresados orientada casi exclusivamente
a fenómenos que podríamos llamar de supraestructura. Se
192 La patria del criollo, tres décadas después

radicalización ideológica claramente útil para promover


la revolución. Paradójicamente, a pesar de que en ese
momento predominaban las tendencias de izquierda
dentro de la USAC, hubo diferencias entre las distintas
tendencias marxistas y los distintos proyectos de
revolución planteados por cada uno de los grupos
revol ucionarios. 36
La lucha entre las izquierdas guatemaltecas se ex­
presó no sólo en el ámbito político sino también en el
intelectual. La obra de Severo Martínez Peláez y la de
Carlos Guzmán Bockler y Jean-Loup Herbert apare­
cieron en este contexto. A pesar de que ambos textos

consideró que sería difícil impartir un curso de Historia


Económica de Centroamérica realmente formativo, recurrien­
do a catedráticos que, siendo eruditos en cuestiones cul­
turales, por principio niegan a los fenómenos económicos el
carácter decisivo que tienen en el desarrollo general de la
sociedad. Con tales bases ideológicas, el curso derivaría
inevitablemente hacia el estudio de las ideas y las insti­
tuciones económicas tomadas en abstracto -desgajadas del
proceso económico concreto- y desembocaría en resultados
puramente enciclopédicos que no tienen importancia en la
efectiva formación intelectual del Economista, el Contador
Público y el Administrador de Empresas (temas tales como:
"El pensamiento económico de las reformas de Carlos HI",
"La Real Sociedad Económica de Amigos del País", etc.)".
Ver "El Coordinador del curso de Historia Económica de
Centroamérica, informa sobre las realizaciones de la cátedra
a su cargo (Guatemala, 30 de noviembre de 1970)", en Severo
Martínez Peláez, Currículum Universitario, 1949-1979, (Biblio­
teca del CEUR).
36 Es importante indicar que hace falta un buen estudio del
movimiento estudiantil, los grupos políticos universitarios
y sus vínculos con los distintos grupos revolucionarios al
interior de la Universidad de San Carlos de Guatemala du­
rante la década del setenta para comprender con propiedad
la historia contemporánea de Guatemala.
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 193

ofrecieron interpretaciones marxistas de la historia y la


estructura social guatemalteca basadas en grandes aná­
lisis desde la perspectiva de la "lucha de clases", diri­
gidas a un proyecto revolucionario inmediato, fue La
patria del criollo la que fue adoptada, desde ·su apare­
cimiento, como texto oficial del movimiento revolucio­
nario dentro de la USAC.
En Guatemala: una interpretación histórico-social, Guz­
mán Bockler y Herbert sintetizaron la versión marxista
de la generación de sociólogos y antropólogos guate­
maltecos formados en Francia en la década del sesenta.
En clara oposición a las propuestas de los antropólogos
culturalistas estadounidenses sobre la "integración so­
cial" y una crítica a la historia tradicional guatemalteca,
este estudio planteó por primera vez la necesidad de
una revolución estructural en Guatemala. Haciendo un
entrecruzamiento entre el análisis económico desde la
"lucha de clases" y la contradicción cultural "indio­
ladino", Guzmán Bockler y Herbert basaron su análisis
en la opresión y explotación del indio guatemalteco. El
estudio de Severo Martínez Peláez partía también de
un análisis desde la lucha de clases, ubicándose en clara
oposición a la antropología culturalista y a la historia
tradicional guatemalteca, rechazando las clasificaciones
culturalistas que separaban la sociedad guatemalteca
en indios y ladinos. Desde la perspectiva de Martínez
Peláez, el "indio" no era más que un "siervo colonial"
y dado que las condiciones que determinaban su exis­
tencia habían desaparecido en 1945, con la supresión
del trabajo forzado, debía hacérsele entender que per­
tenecía a la clase de los desposeídos junto a los ladinos
_pobres. La elocuencia, creatividad e inteligencia con que
fue escrita La patria del criollo hicieron que el texto fuera
un medio excelente para acercar el proyecto revolu­
cionario a la comunidad universitaria guatemalteca y
194 La patria del criollo, tres décadas después

como tal fue utilizada por el PGT, inicialmente en la


Facultad de Ciencias Económicas, y posteriormente en
toda la USAC.
El desarrollo del movimiento revolucionario en los
años setentas, forzó a Severo Martínez Peláez a cambiar
su agenda académica. En varias oportunidades el histo­
riador anunció que su segundo libro sería un estudio
sobre la independencia de Guatemala y Centroamérica,
sin embargo el movimiento revolucionario requería que
la población indígena se involucrara en el conflicto y
que se construyera el sustento histórico que legitimara
su lucha. 37 La patria del criollo había desenmascarado con
maestría la explotación a que había estado sujeto el
indio guatemalteco durante varios siglos, sin embargo,
lo colocaba como un ser pasivo, como una víctima, como
un ente que había sido transformado y sometido al
antojo de sus opresores. Si se quería involucrar al indio
en la lucha armada era necesario rescatar la otra cara
de la moneda, es decir, la historia de su potencial revolu­
cionario. De aquí surgió el libro Motines de indios: La
violencia colonial en Centroamérica y Chiapas. 38
El principal auditorio seleccionado para la difusión
del proyecto revolucionario del Partido Guatemalteco
del Trabajo (PGT) fue el universitario, lo cual contribuyó

37 En el reporte de las conferencias dictadas por Martínez Peláez


entre 1960 y 1970 aparecen 12 conferencias sobre el tema de
la Independencia. Ver Severo Martínez Peláez, Currículum
Universitario, 1949-1979, (Biblioteca del CEUR).
38 Severo Martínez Peláez, Motines de indios: la violencia colonial
en Centroamérica y Chiapas (Puebla, México: Centro de Inves­
tigaciones Históricas y Sociales, Instituto de Ciencias, Uni­
versidad Autónoma de Puebla, 1985). El libro quedó incon­
cluso, publicándose únicamente como un avance que incluye
el plan de investigación y varios estudios de caso. Ya en el
exilio, Martínez Peláez había presentado una ponencia al XVI
Severo Martínez Peláez y la ciencia... 195

al enorme impacto que tuvo la obra de Severo Martínez


Peláez. 39 Directa e indirectamente La patria del criollo y
el programa de Historia de Guatemala y Centroamérica
diseñado por Martínez Peláez para la Facultad de Cien­
cias Económicas han sido oficiales en la Universidad
de San Carlos desde la década del setenta y han conti­
nuado así hasta finales del siglo XX. Paradójicamente,
por medio de la oficialización del programa diseñado
para los estudiantes de economía, Severo Martínez Pe­
láez fue el gran impulsor de la inclusión de cursos de
historia de Guatemala y Centro América en los pro­
gramas de casi todas las carreras de la USAC.
Las obras de Murdo MacLeod, Francisco de Solano
y André Saint-Lu aparecieron también en la década del

Congreso Latinoamericano de Sociología en Puerto Rico en


donde dijo: "El pueblo guatemalteco ha entrado de lleno a
un proceso revolucionario que se define como guerra revo­
lucionaria popular. Dirigen la lucha, en distintos frentes,
varias organizaciones que no coinciden exactamente en su
concepción de la vía revolucionaria, pero que coinciden en
la meta política y tienden a coordinarse frente al bloque
enemigo común. Importantes sectores indios están incor­
porándose a la lucha, no sólo como elemento civil de apoyo,
sino directamente yen número creciente como elemento de
combate guerrillero. Esta articulación [vinculación de los
indios a un movimiento iniciado por sectores medios y popu­
lares no indios], que es requisito indispensable del desarrollo
y triunfo de la revolución popular en Guatemala, parecía
totalmente imposible hace apenas dos décadas. Pero ya está
ahí; es una realidad. Ver Severo Martínez Peláez, "Impor­
tancia revolucionaria del estudio histórico de los movimien­
tos de indios", Boletín de Antropología Americana No. 3 (Julio
de 1981): 91-96.
39 El proyecto se basó en el crecimiento acelerado de la pobla­
ción estudiantil de la Universidad de San Carlos que se inició
en la década del setenta. En 1970 se inscribieron un total de
196 La patria del criollo, tres décadas después

setenta, sin embargo, el número de las ediciones hace


evidente que no puede hablarse de una fuerte influencia
en la comunidad universitaria guatemalteca. Las polari­
zaciones y los celos académicos al interior de la Univer­
sidad de San Carlos tuvieron una clara expresión en el
hecho de que las obras de Solano y Saint-Lu fueran
publicadas por la Editorial Universitaria en 1977 y 1978
en un esfuerzo por demostrar que había "algo más" que
leer además de La patria del criollo. 40
En este contexto, así como desde la perspectiva
estadounidense se vio el marxismo de Martínez Peláez
como un elemento que imprimía desconfianza hacia su

12,373 estudiantes. En 1974 ya pasaban de los 20,000. Ver,


Departamento de Registro Universidad de San Carlos. Bole­
tín Estadístico 1983-84 (Guatemala: Editorial Universitaria,
1984).
40 Muido J. MacLeod, Spanish Central America: a socioeconomic
history, 1520-1720 (Berkeley, California: University of Cali­
fornia Press, 1973); Francisco de Solano, Los Mayas del siglo
XVIII; pervivencia y transformación de la sociedad indígena gua­
temalteca durante la administración borbónica (Madrid: 1974),
Tierra y Sociedad en el Reino de Guatemala (Guatemala: Editorial
Universitaria, 1977). André Saint-Lu, Condition Coloniale et
conscience créole au Guatemala (1524-1821) (Paris: Presses Uni­
versitaires de France, 1970), traducido al español como Con­
dición colonial y conciencia criolla (Guatemala: Editorial Uni­
versitaria, 1978). El mismo Severo Martínez Peláez contabi­
lizaba en tan sólo nueve años (de 1970 a 1979), 30,000 ejem­
plares de La patria del criollo, en varias ediciones de la Edi­
torial Universitaria de Guatemala y la Editorial Universitaria
Centroamericana en Costa Rica. Ver: Severo Martínez Peláez.
Currículum Universitario, 1949-1979 (Biblioteca del CEUR). La
única edición que se hizo de Spanish Central America: a Socio­
economic History en castellano, alcanzó apenas los 3,000 ejem­
plares. Ver: Murdo MacLeod, Historia socioeconómica de la
América Central Esparlola 1520-1720 (Guatemala: Editorial
Piedra Santa, 1980).
Severo Martínez Peláez y la ciencia.. . 197

obra, desde la perspectiva universitaria guatemalteca


no solamente era inadmisible la inclusión de textos de
historia de Guatemala escritos desde el imperio", sino
11

que había un rechazo profundamente fermentado a todo


lo que estuviera tan siquiera escrito en inglés.

5. Conclusión

En el inicio de un tercer momento de la historia


intelectual guatemalteca estamos también ante la posi­
bilidad de hacer una nueva valoración de la obra de
Severo Martínez Peláez desde un contexto distinto. El
aparecimiento de la segunda edición de La patria del
criollo publicada por el Fondo de Cultura Económica 41
y el anuncio de la preparación de una primera edición
en inglés son signos importantes del reconocimiento del
valor que la obra tiene en el contexto de la historiografía
latinoamericana del siglo xx. La trascendencia de la
obra de Severo Martínez Peláez está apoyada en la cons­
trucción magistral de una interpretación histórica del
período colonial guatemalteco que cuestiona la estruc­
tura social de la Guatemala de los años setentas, propo­
niendo a la vez su transformación radical por medio de
una revolución popular. Martínez Peláez rebasó el ám­
bito del debate histórico tradicional para ampliar la
discusión al terreno de las Ciencias Sociales. En la era
de la Guerra Fría, las polarizaciones ideológicas y polí­
ticas convirtieron a La patria del criollo en el texto de
historia más polémico y a la vez el más vendido en

41 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo: Ensayo de inter­


pretación de la realidad colonial guatemalteca (México: Fondo
de Cultura Económica, 1998).
198 La patria del criollo, tres décadas después

Centroarnérica. Las condiciones de la época hicieron de


Severo Martínez Peláez un militante revolucionario. El
advenimiento de una nueva era nos indica que es tiem­
po de liberar el enorme potencial de Severo Martínez
Peláez, como historiador.
La patria del criollo,
tres décadas después

Iván Molina Jiménez*

La historiografía centroamericana de los últimos


treinta años, pese a su diversidad temática y sus avances
teóricos y metodológicos, no puede ufanarse todavía
de exhibir una obra de la profundidad y el aliento de
La patria del criollo, escrita por el guatemalteco Severo
Martínez Peláez al filo de la década de 1960 y publicada
en 1970. Esta excepcionalidad tiene también una dimen-

Historiador costarricense, catedrático de la Escuela de His­


toria e investigador del Centro de Investigación en Identidad
y Cultura Latinoamericanas de la Universidad de Costa Rica.
Entre sus últimos libros figuran: Urnas de lo inesperado. Fraude
electoral y lucha política en Costa Rica (1901-1948) (San José:
Edit. ueR, 1999), escrito con Fabrice Lehoucq; y Educando a
Costa Rica. Alfabetización popular, formación docente y género
(1880-1950) (San José: PMS y Edit. Porvenir, 1999), escrito con
Steven Palmero
200 La patria del criollo, tres décadas después

sión editorial, ya que se trata del texto histórico contem­


poráneo más vendido en el istmo: en efecto, aparte del
reciente tiraje del Fondo de Cultura Económica (FCE),
Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) im­
primió una décima edición en 1985. La producción total,
a juzgar por los datos fragmentarios disponibles, supera
fácilmente los 50,000 ejemplares,l una cifra que coloca
a este libro a la par, por ejemplo, de los best sellers de
Duby o de Furet, en Francia. 2

1. Presencia y ausencia

La temprana y lamentable muerte de Martínez Pe­


láez, ocurrida en enero de 1998, es una ocasión oportuna
para visitar de nuevo La patria del criollo y valorar el
texto desde una perspectiva, a la vez, editorial e inte­
lectual. El tomo II de la Historia General de Centroamérica,
impresa en Madrid en 1993, proporciona, sin duda, una
paradoja desconcertante. El editor del volumen, Julio
César Pinto Soria, advierte al inicio que, en el mismo:
" .. .se ofrece una visión de conjunto que busca reco­
ger los aportes más valiosos y, en tal sentido, es
difícil dejar de referirse a dos obras pioneras que
han influido grandemente en la historiografía de la
región de las últimas dos décadas: la de Martínez

1 Las ediciones de 1976,1979,1981 Y 1983, de EDUCA, las únicas


para las cuales se tiene información, totalizan 23,000 ejem­
plares.
2 Philippe Carrard, Poetics of the New History. French Historical
Discourse from Braudel to Chartier (Baltimore: The Johns Hop­
kins University Press, 1992), p. 136. Le Dimanche de Bouvines,
de Duby, y Penser Revolution francaise, de Furet, vendieron
respectivamente 54,130 y 53,000 ejemplares.
La patria del criollo, tres décadas después 201

Peláez y Murdo MacLeod. Basados en material em­


pírico de archivos, ellos ofrecieron por primera vez
una buena visión de la sociedad colonial centroa­
mericana, planteando problemáticas a investigar y
formas de interpretarlas, convirtiéndose en un apor­
te valioso para la historiografía de la región. El
primero presenta el cuadro más completo que se
haya descrito hasta hoy sobre la colonia guatemal­
teca; su valor radica fundamentalmente en la rica
visión interpretativa, y es de vital importancia para
entender un país que sigue viviendo conflictos, cu­
yos orígenes se encuentran en la época colonial, en
el aspecto económico, étnico y político".3
El texto de Pinto Soria coloca a La patria del criollo
(1970) y a Spanish Central America (1973)4 en la misma
altura, al tiempo que destaca la importancia del primero
de tales libros para entender el presente guatemalteco.
Lo curioso, sin embargo, es que, en el conjunto del tomo
11, hay once referencias a la obra de MacLeod y única­
mente cuatro a la de Martínez Peláez. [Pinto Soria,1993:
372]. Esta última está ausente en las notas de los capí­
tulos escritos por Wend y Kramer, W. George Lovell y
Chistopher H. Lutz, Elizabeth Fonseca Corrales y Gus­

3 Julio César Pinto Soria, ed., Historia General de Centroamérica,


Tomo 11. El régimen colonial (1524-1750) (Madrid: FLACSO­
Quinto Centenario, 1993), p. 15.
4 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo. Ensayo de inter­
pretación de la realidad colonial guatemalteca (San José: EDUCA,
1979). Murdo MacLeod, Spanísh Central Ameríca. A Socíoeco­
nomic History, 1520-1720 (California: University of California
Press, 1973) .
202 La patria del criollo, tres décadas después

tavo Palma Murga, y sólo figura en él Stephen Webre,


que analiza el poder y la ideología entre 1542 y 1700. 5
El contraste entre lo afirmado al comenzar el tomo
II, y la casi total ausencia de La patria del criollo en las
referencias citadas en los cuatro capítulos posteriores,
permite observar un cierto desfase entre Pinto Soria y
los autores. El editor quizá se percató de tal paradoja y,
por eso, en el apéndice y en la bibliografía comentada,
discutió con cierto detalle los aportes y las limitaciones
del texto de Martínez Peláez, [Pinto Soria, 1993: 313­
314 Y 334] del cual opinó: " .. .sigue siendo una obra útil,
sobre todo porque es -con la salvedades del caso- el
esfuerzo mayor hasta ahora realizado sobre esta etapa
de nuestra historia". [Pinto Soria, 1993: 334].

2. La tradición anglosajona

La paradoja ofrecida por el tomo II se puede explicar


como producto de la confrontación de dos tradiciones
diferentes de valoración de La patria del criollo, una
anglosajona y otra, por decirlo ampliamente, latinoa­
mericana. La primera tiene por eje Spanish Central A­
merica. ¿Por qué el texto de Martínez Peláez no figura
en la bibliografía del volumen de MacLeod? La explica­
ción podría basarse en un simple desencuentro cronoló­
gico: el libro guatemalteco empezó a circular en 1970,
cuando el volumen estadounidense, que fue publicado
en 1973, estaba por iniciar su camino a la imprenta.

5 Stephen Webre, "Poder e ideología: la consolidación del siste­


ma colonial (1542-1700)". Pinto Soria, Historia General de
Centroamérica, Tomo 11. El régimen colonial (1524-1750 (Ma­
drid: FLACSO-Quinto Centenario, 1993), p. 218, La cita se
refiere al concepto de Martínez Peláez de las "dos Españas".
La patria del criollo, tres décadas después 203

La cuestión, sin embargo, es más compleja, ya que


las últimas referencias bibliográficas que figuran en
Spanish Central America son de 1970 y 1971, por lo que
es verosímil asumir que MacLeod tuvo la oportunidad
de conocer La patria del criollo. ¿Por qué -de ser cierto
lo anterior- un investigador tan exhaustivo como él
descartó dicho libro? Las dos explicaciones básicas se­
rían: que la complejidad de la obra de Martínez Peláez
imposibilitaba incorporarla, en el último minuto, en un
texto ya terminado; o que ese trabajo no parecía ser lo
suficientemente importante para justificar el esfuerzo
de incluirlo.
La evidencia disponible se orienta en la última di­
rección: en 1974, en un comentario conjunto de los textos
de André Saint-Lu y de Martínez Peláez (La patria del
criollo no mereció siquiera una reseña individual),
MacLeod definió esta última obra como un trabajo pio­
nero en el campo de la historia intelectual colonial, eso
sí, en el contexto historiográfico guatemalteco; y a la
vez, señaló que tal libro "es a menudo apasionado,
declamatorio, incluso simplista. Conceptualizaciones
bien pensadas se combinan con generalizaciones aban­
donadas y banalidades. ba economía lo determina to­
do".6

6 Murdo J. MacLeod, "La patria del criollo", en Hispanic Ame­


rican Hislorica/ Review, Vol. 54. No.2 (May, 1974): 317-319. El
texto de Saint-Lu se titula Condition c%nia/e el conscience
créole: Guatemala, 1524-1821 (Paris: Presses Universitaires de
France, 1970). Curiosamente, aunque los textos guatemalteco
y francés fueron publicados en 1970, sólo fueron reseñados
en la Hispanic American Historical Review en 1974, el mismo
año en que Charles Gibson comentó el libro de MacLeod.
Charles Gibson, "Spanish Central America: a Socioeconomic
History, 1520-1720" en Híspaníe American Historieal Review,
Vol. 54 No.3 (August, 1974): 505-507.
204 La patria del criollo, tres décadas después

La verdadera razón de la ausencia de La patria del


criollo en Spanísh Central America quizá jamás se conoz­
ca; pero lo que sí es claro es que la obra fundamental
para los especialistas anglosajones es el libro editado
en California en 1973 y no el publicado en Gua temala
en 1970. El texto guatemalteco está completamente au­
sente en varios de los artículos de W. George Lovell;?
Christopher H. Lutz lo cita una vez (en contraste, hay
28 referencias a la obra de MacLeod),8 y en el volumen
editado por Stephen Webre, sólo Julio César Pinto Soria
y Michel Bertrand recuperan ampliamente y crítica­
mente el aporte de Martínez Peláez. 9
La valoración más cualitativa de ambos libros son
también elocuentes: W. George Lovell califica la obra
de MacLeod de memorable e impresionantemente docu­

7 W. George Lovell, "Historia demográfica de la sierra de los


Cuchumatanes de Guatemala, 1520-1821", en Mesoamérica .
No. 4 (diciembre de 1982): 279-301; ídem, "Tenencia de la
tierra en la América Central española: modelos de propiedad
y actividad en las tierras altas de los Cuchurnatanes de Guate­
mala, 1563-1821", en Anales. Luis René Cáceres, ed., Lecturas
de historia de Centroamérica (San José: Banco Centroamericano
de Integración Económica, 1989): 69-95; ídem, "Trabajo for­
zado de la población nativa en la sierra de los Cuchumatanes,
1525-1821". Stephen Webre, ed., La sociedad colonial en Gua­
temala: estudios regionales y locales (Antigua Guatemala:
CIRMA, 1989) pp. 77-107.
8 Christopher H . Lutz, Historia sociodemográfica de Santiago de
Guatemala 1541-1773 (Antigua Guatemala: CIRMA, 1982), p.
493.
9 Julio César Pinto Soria, "Apuntes históricos sobre la estruc­
tura agraria y asentamiento en la Capitanía General de Gua­
temala" y Michel Bertrand, "La tierra y los hombres: la socie­
dad rural en Baja Verapaz durante los siglos XVI al XIX".
Webre, La sociedad colonial en Guatemala, pp. 109-140 Y 141­
187.
La patria del criollo, tres décadas después 205

mentada. ID Este mismo autor y Christopher H. Lutz, en


su artículo publicado en 1990, afirma que dicho trabajo
marcó un hito, ya que "corno el finado Charles Gibson
lo reconoció rápidamente (1974), produjo un 'marco
inteligible', a la luz del cual todos los estudios poste­
riores sobre la tierra y la vida en la Guatemala colonial
podían, en adelante, ser medidos".11 Webre, a su vez,
tiene una posición ambigua en cuanto a La patria del
criollo, pues al prologar La sociedad colonial en Guatemala,
asevera que el texto de Martínez Peláez fue:
" ... el primer intento serio de síntesis... Como cualquier
otro trabajo innovador, la obra de Martínez Peláez tiene
sus fallas, especialmente en cuanto a la documentación.
Son muchas las críticas que se le han lanzado... Pero su
importancia es innegable. Se han vendido miles de ejem­
plares en Centroamérica y en base a su reconocimiento
de que al fondo de la sociedad colonial estaba la explo­
tación de los indígenas y otras castas pobres, se ha ini­
ciado el proceso de desmitologización del pasado". 12
La perspectiva precedente, sin embargo, contrasta
con la forma, un poco despectiva, en que La patria del
criollo es presentada en el artículo del mismo Webre,
incluido en La sociedad colonial en Guatemala:

10 Lovell, "Tenencia de la tierra en la Centroamérica española",


pp. 70-71.
11 Chistopher H. Lutz y W. George Lovell, "Core and Periphery
in Colonial Guatemala". Carol A. Smith, ed., Guatemalan
Indians and the State: 1540 to 1988 (Austin: University of Texas
Press, 1990), pp. 35-51. Gibson, Spanish Central America, pp.
505-507. Lutz y Lovell, a diferencia de otros colaboradores
en este volumen, no citan La patria del criollo y son los únicos
que valorizan explícitamente la obra de MacLeod.
12 Webre, La sociedad colonial en Guatemala, p. xi.
206 La patria del criollo, tres décadas después

"Hace algún tiempo apareció una obra que ha tenido


mucha proyección y que, entre otras cosas, dice ser un
ensayo sobre la estructura social de la Guatemala co­
loniaL."D
El investigador que mejor sintetizó la valoración
anglosajona de La patria del criollo fue Ralph Lee Wood­
ward; en un trabajo publicado en 1987, calificó la obra
de MacLeod de monumental, al tiempo que señaló:
"El extenso ensayo sobre Guatemala, del historiador
Severo Martínez ... aunque controversial, ha sido parti­
cularmente influyente. Basado en una investigación de
fuentes coloniales sorprendentemente limitada, su in­
terpretación de la mentalidad de la élite guatemalteca
ha servido como estímulo para una significativa reinter­
pretación de la historia social y política del siglo XIX;
incluso para la compresión de la élite centroamericana
moderna".14
El enfoque anglosajón de La patria del criollo tiende
a criticar dicho texto por ser documentalmente limitado,
ya que depende en extremo de la célebre crónica que
Fuentes y Guzmán empezó a elaborar a fines del siglo
XVII; por la ausencia de datos cuantitativos; y por la
falta de una bibliografía más actualizada, que incor­
porara los últimos títulos en inglés sobre el período
colonial. El éxito de ventas y la amplia influencia inte­
lectual de un libro con tales defectos no deja de sor­

13 Stephen Webre, "Antecedentes económicos de los regidores


de Santiago de Guatemala, siglos XVI XVII: Una elite colo­
nial". Webre, La sociedad colonial en Guatemala, p. 218.
14 Ralph Lee Woodward, "La historiografía centroamericana
moderna desde 1960", en Anuario de Estudios Centroamerica­
nos. Vol. 13 No. 1 (1987): 44; ídem, Central America. A Natíon
Divided, (Oxford: Oxford University Press, 1999), pp. 334 Y
356.
La patria del criollo, tres décadas después 207

prender a los centroamericanistas anglosajones, cuyo


énfasis en los miles de ejemplares editados tiene casi el
carácter de una queja.

3. La valoración latinoamericana

La otra tradición de valoración del texto de Mar­


tínez Peláez fue iniciada en 1972 por Ciro Cardoso, un
historiador brasileño formado en París, en la vertiente
marxista de la Escuela de los Annales. El eje de su crítica
a La patria del criollo fue el uso del concepto feudalismo
para definir el carácter de la sociedad colonia1. 1s El
énfasis en ese cuestionamiento obedecía al interés que
existía a comienzos de la década de 1970 por elaborar
una teoría de los llamados l/modos de producción colo­
niales" (principales y secundarios) con el fin de deter­
minar la especificidad de la experiencia latinoameri­
cana. 16
La definición de la Guatemala colonial como feudal
es, sin duda, uno de los aspectos más polémicos de La
patria del criollo, pero tal planteamiento contribuyó, deci­
sivamente, a colocar tal obra en el epicentro de los de­
bates teóricos de la época. La propuesta de Martínez
Peláez, aunque contraria a los afanes de investigadores
de la orientación de Cardoso, coincidió con el esfuerzo
emprendido por marxistas como Ernesto Laclau para

15 Ciro F.S. Cardoso, "Severo Martínez Peláez y el carácter del


régimen colonial", en Estudios Sociales Centroamericanos No.1
(enero-abril de 1972): 87-115.
16 Ciro F.S. Cardoso "Sobre los modos de producción coloniales
de América". Carkis Senoat Assadourian, et aL, Modos de
producción en América Latina (México: Cuadernos de Pasado
y Presente, 1973), pp. 135-154.
208 La patria del criollo, tres décadas después

revalorizar el concepto de feudalismo, en contra de las


versiones que tras los pasos de André Gunder Frank,
afirmaban que ya en el siglo XVI América Latina era
capitalista. 17
El eco de esas discusiones teóricas es visible en los
tempranos artículos de McCreery sobre el feudalismo
colonial guatemalteco,18 o en la curiosa valoración final
que efectuó Woodward en 1987 de los libros Ge André
Saint-Lu y Severo Martínez Peláez:
" ... nos recuerdan las profundas raíces del conserva­
durismo centroamericano y el marcado legado de tra­
dición feudal en la Centroamérica actual" .19
La discrepancia en cuanto al uso del concepto de
feudalismo no fue óbice para que Ciro Cardoso, al inicio
de su extenso comentario sobre La patria del criollo, des­
tacara con entusiasmo:
" ... siento una sincera y viva admiración por el libro de
Martínez Peláez... Se trata del mejor libro de historia
que conozco, entre los que estudian asuntos centroame­

17 Ernesto Laclau, "Feudalismo y capitalismo en América La­


tina". Assadourian, Modos de producción en América Latina,
pp. 23-46. La primera edición fue publicada en New Left
Review en 1971. Laclau varió posteriormente su perspectiva
sobre el concepto de modo de producción. Ernesto Laclau,
Política e ideología en la teoría marxista. Capitalísmo, fascismo,
populísmo (Madrid: Siglo XXI, 1978), pp. 42-52.
18 David J. McCreery, "Coffee and Class: The Structure of Deve­
lopment in Liberal Guatemala" Hispanic American Historical
Review. Vol. 56 No. 3 (August, 1976): 438-460. McCreery, quien
basó su uso del concepto de feudalismo en el artículo Rural
Guatemala 1760-1840 (Stanford: University Press, 1994).
19 Woodward, "La historiografía centroamericana", p. 44.
Woodward considera el texto de Saint-Lu menos pretencioso
que el de Martínez Peláez.
La patria del criollo, tres décadas después 209

ricanos, por lo serio y minucioso de la investigación de


que resulta, por la profunda agudeza e inteligencia de
sus interpretaciones, por su método y concepción ... "
[Ciro Cardoso, 1972: 87].
La extensa crítica de Cardoso fue publicada de nue­
vo en 1973, en Modos de producción en América Latina,
un volumen impreso en México que se convirtió, sin
demora, en una fuente de consulta obligada para los
interesados en los debates teóricos marxistas. El éxito
de este libro, que incluía artículos de Ernesto Laclau,
Carlos Sempat Assadourian, Horacio Ciafardini y Juan
Carlos Garavaglia, fue facilitado por la penetración del
marxismo en las ciencias sociales latinoamericanas du­
rante la década de 1970. La séptima edición que alcanzó
en 1979 es un indicador de la difusión continental que,
vía la reseña de 1972, logró La patria del criollo. 20
El aprecio de Ciro Cardoso por la obra de Martínez
Peláez se volvió a evidenciar en 1976, cuando publicó,
junto con Héctor Pérez Brignoli, un influyente libro
teórico y metodológico: Los métodos de la historia, en el
<;ual se afirma que La patria del criollo ~' ... contiene un
interesante estudio concreto de las formas de apro­
piación real del trabajo indígena ... "21 Los mismos au­
tores, en 1977, dieron a conocer Centroamérica y la econo­
mía occidental (1520-1930), en el cual definen el texto del
historiador guatemalteco como un clásico, que expone
apropiadamente" .. .los mecanismos de funcionamiento

20 . Laclau, Política e ideología en la teoría marxista, p. 51 Roger


Bartra, et. al., Modos de producción en América Latina (México:
Ediciones de Cultura Popular, 1978), pp. 30, 114-1015 Y 132.
21 Ciro ES. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, Los métodos de la
historia (México: Editorial Grijalbo, 1979), p.186.
210 La patria del criollo, tres décadas después

del régimen colonial en cuanto a las estructuras socio­


económicas... "22
El proceso precedente culminó en 1979, al publicar
los dos investigadores citados su conocida Historia eco­
nómica de América Latina: en el primer tomo, la obra de
Martínez Peláez fue utilizada de base para caracterizar,
a escala continental, la política agraria colonial. 23 La
valoración de Cardoso y Pérez influyó, a su vez en la
recuperación de La patria del criollo que efectuaron los
jóvenes costarricenses doctorados en Francia a partir
de 1978. Las tesis de Elizabeth Fonseca y de Juan Carlos
Solórzano, en particular, establecieron un diálogo fecun­
do con ese "clásico" editado en Guatemala en 1970. 24
La defensa del libro de Martínez Peláez se prolongó
en la década de 1980; en 1987, Héctor Pérez Brignoli, al
responder al artículo de Ralph L. Woodward sobre la
historiografía centroamericana, calificó a La patria del
criollo como un estudio de "excepcional calidad", y lo
ubicó a la par de la obra de MacLeod. 25 Esta elevada
valoración fue precedida por lo que ese investigador
de origen argentino expresó en su Breve historia de Cen­

22 Ciro F.S. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, Centroamérica y la


economía occidental (1520-1930) (San José: EDUCA, 1977), pp.
56 Y 86.
23 Ciro F.S. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, Historia económica
de América Latina sistemas agrarios e historia colonial (Barcelona:
Editorial Crítica, 1979), pp. 178-179.
24 Elizabeth Fonseca, Costa Rica colonial. La tierra y el hombre
(San José: EDUCA, 1983), pp. 105-162. Juan Carlos Solórzano,
Populatíon et systemes économiques au Guatemala (1690-1810)
(Ph. D. Thesis, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales,
1981), pp.15-71.
25 Héctor Pérez Brignoli, "La historiografía centroamericana
desde 1960: una bibliografía selectiva" Anuario de estudios
centroamericanos Vol. 13 No.1 (1987), p. 68.
La patria del criollo, tres décadas después 211

troamérica, publicada en 1985, sobre el texto guatemal­


teco:
IJ • • • es un magnífico estudio de psicología colectiva. Ideo­
logía y dominación social se engarzan, en manos de los
herederos de los conquistadores, en una nueva patria
criolla. A la luz de estos méritos, empalidecen ciertos
errores conceptuales y muchas generalizaciones apre­
suradas ... "26
El énfasis en el estudio de los aspectos ideológicos
en tanto principal aporte de La patria del criollo evidencia
una variación básica con lo afirmado, entre 1976 y 1977,
en Los métodos de la historia y en Centroamérica y la eco­
nomía occidental. El texto guatemalteco fue destacado
en tales obras por contribuir a conocer mejor las estruc­
turas económicas sociales de la época colonial, sobre
todo en cuanto a la explotación de la fuerza de trabajo
indígena Y El cambio de perspectiva avanzado por Pé­
rez Brignoli en 1985 (por decirlo en viejos términos
marxistas un salto de la infra a la superestructura) vi­
sualiza un esfuerzo definido por subrayar que, quince
años después de su publicación, el libro de Martínez
Peláez mantenía, en el campo de las mentalidades colec­
tivas, actualidad y pertinencia.
El planteamiento de Pérez Brignoli, sin embargo,
no era original, ya que recuperaba la valoración formu­
lada por MacLeod en 1974 y, en particular, un comen­
tario posterior de Tulio Halperin Donghi. Este último
publicó en 1982 un balance sobre la teoría de la depen­

26 Héctor Pérez Brignoli, Breve historia de Centroamérica (Ma­


drid: Alianza Editorial, 1985), p. 159.
27 Elizabeth Fonseca efectuó una valoración en esta línea de La
patria del criollo todavía en 1996 Elizabeth Fonseca, Centroa­
mérica su historia (San José: FLACSO-EDUCA, 1996), p. 331.
212 La patria del criollo, tres décadas después

dencia y la historiografía latinoamericana, en el cual


definía La patria del criollo como un estudio comparable
a El ingenio, de Manuel Moreno Fraginals, y destinado
a convertirse en un clásico a nivel continental, yagre­
gaba:
" ... el marxismo de Martínez Peláez es más crudo que
simple, y tanto Ciro Cardoso como Murdo MacLeod
están en lo correcto cuando afirman -desde perspec­
tivas opuestas- la debilidad de sus presupuestos teó­
ricos. Pero basta leer La patría del críollo para descubrir
que esas críticas son tan irrelevantes como bien fun­
dadas: esta sutil y sensitiva reconstrucción de una socie­
dad y de una visión de mundo es vastamente distinta
de lo que podría haberse esperado del reduccionismo
grueso que caracteriza los puntos de vista teóricos del
autor sobre la historia ... "28
El entusiasmo con que acogieron La patria del criollo
contrasta con el trato que Cardoso y Pérez dieron al libro
de McLeod. La importancia de este último fue destacada
en Centroamérica y la economía occidental, al ser definido
como" ... una sólida y bien documentada obra de con­
junto... " /9 pero, pese a que lo utilizaron ampliamente,
Spanísh Central America no fue elevada a la categoría de
clásico. El texto tampoco fue citado en la extensa sección
sobre Latinoamérica de Los métodos de la historia, y su
ausencia es especialmente visible en el capítulo sobre

28 Tulio Halperin Donghi, "Dependency Theory and Latin Ame­


rican Historiography" Latín Amerícan Research Revíew Vol.
17 No.1 (1982): 129. Agradezco esta referencia a Elizabeth
Fonseca.
29 Cardoso y Pérez, Centroaméríca y la economía occidental, p. 86.
La patria del criollo, tres décadas después 213

el universo colonial que figura en La Historia económica


de América Latina 30
El limitado aprecio por el libro de MacLeod (una
actitud más definida en Cardoso que en Pérez) tal vez
obedeció a la subvaloración sistemática de las obras
anglosajonas que caracterizaba a los graduados en Pa­
rís,3I sin embargo conviene no descartar la incidencia
de factores teóricos e ideológicos. El énfasis de los pro­
duits moteurs, y el frecuente empleo del término capi­ 11

tal" corno adjetivo o sustantivo, aproximaba teórica­


mente a Spanish Central America a la perspectiva de
Gunder Frank, la cual fue fuertemente adversada por
los marxistas latinoamericanos desde la década de 1960.
La patria del criollo, pese a su acento en el carácter
feudal de la economía colonial, quizá era más aceptable,
teórica e ideológicamente, que Spanish Central America,
que veía a los conquistadores corno empresarios y co­
merciantes y estaba muy influida por los trabajos de
Pierre Chaunu. 32 Esto último era, a la vez, un aporte y
un problema: MacLeod fue, sin duda, el primer investi­
gador que aplicó, de manera sistemática, los métodos
de la Escuela de los Annales al estudio del pasado cen­
troamericano; pero lo hizo con base en los modelos de
un historiador francés especialmente conservador y

30 Cardoso y Pérez, Los métodos de la historia, pp. 175-218; ídem,


Historia económica de América Latina. pp. 151-227.
31 La ausencia de las obras de E.P. Thompson en la introducción
teórica al concepto de clase social que escribieron Cardoso y
Pérez es elocuente. Ciro F.S. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli,
El concepto de cIases sociales . Base para una discusión (San José:
Nueva Década, 1982).
32 MacLeod, Spanish Central America, pp. 374-375.
214 La patria del criollo, tres décadas después

poco apreciado por los becarios latinoamericanos en


París de orientación marxista. 33
El contexto precedente podría explicar por qué Car­
doso, en crítica de 1972, elogió el método de La patria
del criollo, y por qué en 1976 (junto con Pérez Brignoli)
únicamente valoró Spanish Central America por ser una
obra sólidamente documentada, un reconocimiento a­
plicable a cualquier investigación tradicional. La falta
de base de tales opiniones se patentiza cuando se consi­
dera que, en términos estrictamente metodológicos, el
texto de Martínez Peláez es poco innovador, ya que
carece, por ejemplo de todo tipo de cuantificación, un
vacío acorde con su carácter ensayístico. La obra de
MacLeod, en cambio, sí fue metodológicamente nove­
dosa, al esforzarse por mapear los procesos analizados
y por sistematizar en cuadros y gráficos la información
disponible.

4. Balance

El contraste entre las tradiciones anglosajonas y


latinoamericanos de valoración de La patria del criollo
tuvo por base un condicionamiento cronológico, uno
de mercado cultural y uno idelógico. El texto de Martí­
nez Peláez publicado casi tres años antes que el de

33 La importancia de la obra de Chaunu se señala en: Peter


Burke, The French Historical Revolution. The Annales School
1929-89 (Stanford: University Press, 1990), p. 56. La escasa
simpatía por Chaunu parece haber estado bastante extendida
entre los estudiantes costarricenses que se doctoraron en
Francia desde fines de la década de 1970. MacLeod cita a
otros historiadores franceses como Braudel, Le Roy Ladurie
y Goubert, pero la influencia decisiva fue la Chaunu,
MacLeod, Spanish Central America, pp. 472-511.
La patria del criollo, tres décadas después 215

MacLeod, velozmente se consolidó como un clásico en


el universo intelectual centroamericano. La ventajosa
posición adquirida por tal obra no fue desafiada por la
publicación en 1973 de Spanish Central America, ya que
este último libro circuló poco en el istmo, principal­
mente por estar en inglés (se tradujo solo en 1980)34 y
fue, incluso entre figuras" cosmopolitas" como Cardoso
y Pérez, limitadamente apreciado.
Lo contrario ocurrió en el segmento latinoamerica­
nista de la esfera académica anglosajona: Spanish Cen­
tral America se convirtió, de inmediato, en un "land­
mark" (para utilizar la expresión de Gibson en 1974).
Los jóvenes centroamericanistas de la década de 1970,
en particular canadienses y estadounidenses, basaron
su primera aproximación intelectual a la historia .del
istmo en el libro publicado en 1973, antes que en La
patria del criollo. Este desenvolvimiento¡ que también fue
propiciado por afinidades idiomáticas, tuvo un efecto
adicional. Las problemáticas avanzadas por MacLeod,
especialmente en los campos demográficos, comercial
y de control de la fuerza de trabajo, se convirtieron en
los ejes temáticos de una nueva generación de inves­
tigaciones sobre la época colonial, entre las cuales so­
bresalen las de Sherman, Lutz, Wortman y Lovel1. 35

34 Murdo MacLeod, Historia socioeconómica de la América Central


española, 1520-1720 (Guatemala: Editorial Piedra Santa, 1980).
35 Wiliam Sherman, Forced Native Labor in Sixteenth-Century
Central America (Lincoln: University of Nebraska Press, 1979).
Lutz, Historia sociodemográfica. Miles L. Wortman, Government
and Socíety in Central America, 1680-1840 (New York: Colum­
bia University Press, 1982), W. George Lovell, Conquest and
Survival in Colonial Guatemala: A Historical Geography of the
216 La patria del criollo, tres décadas después

El texto de MacLeod, al coadyuvar a definir tan


decisivamente las prioridades de investigación en el
período colonial del istmo, condicionó a la vez la valora­
ción de La patria del criollo. Los centroamericanistas
anglosajones, deslumbrados por la sofisticación meto­
dológica de Spanish Central America, e interesados en
un enfoque estadístico de los problemas demográficos,
comerciales o laborales, tendieron a dejar de lado la obra
de Martínez Peláez. La desconfianza que les inspiraba
tal libro se derivaba de sus limitaciones documentales
y bibliográficas, pero también de su transfondo ideo­
lógico, tan cercano al marxismo.
El antropólogo estadounidense, Richard Adams,
advierte que, a principios del decenio de 1970, existía
en Guatemala una particular confrontación entre visión
funcionalista de ciertos investigadores anglosajones, y
la de un sector de académicos locales. Estos últimos
partían:
" .. .de un modelo marxista que abogaba por una vi­
sión económica-política de la explotación de los indí­
genas a manos de los ladinos y que consideraba que los
cambios culturales' del proceso de ladinización eran
I

de poca importancia. El argumento fue bien recibido,


porque proponía una dimensión histórica que estaba
ausente en los estudios norteamericanos... Sin embargo,
su modelo marxista estaba fundado en una teoría de la
lucha de clases que requería restarle importancia a la
etnicidad y clasificar a los indígenas como proletariado...
También producto de la perspectiva económica-política
fue la obra clásica de Severo Martínez Peláez... "36

Cuchumatán Highlands, 1500-1821 (Kingston & Montreal: Mc­


Gill-Queen's University Press, 1985).
La patria del criollo, tres décadas después 217

Lo expuesto por Adams es interesante porque evi­


dencia que el desencuentro entre La patria del criollo y
Spanish Central America, ya de por sí favorecido por el
idioma y por la inserción y desempeño de esos textos
en mercados cultura'les distintos y, a la vez, poco conec­
tados, fue complicado por la adscripción de los libros
de MacLeod y de Martínez Paláez a marcos teóricos e
ideológicos que, aparte de competidores, eran confron­
tativos, El principal efecto de esta escisión entre los
centroamericanistas extranjeros y los investigadores
locales fue postergar la etapa de una síntesis creativa.
La tardanza anterior fue reforzada porque los jóve­
nes centroamericanos que, a partir de la década de 1970
partieron a doctorarse a Europa y los Estados Unidos,
procuraron especializarse en el estudio de los siglos XIX
Y XX. La época colonial fue una opción escogida por
unos pocos, que tendieron a concentrarse en el examen
de las estructuras económicas y sociales del siglo
XVIIIY Lo que esto significó fue que, a diferencia de lo
que ocurrió con el texto de MacLeod (base de una nueva
oleada de trabajos), el de Martínez Paláez careció del

36 Richard N, Adams, "Ladinización e historia: el caso de Guate­


mala", en Mesoamérica. Vo1.15 No. 28 (diciembre de 1?94):
291.
37 Víctor Hugo Acuña Ortega, "Le Commerce Extérieur du Ro­
yaume de Guatemala au XVIII e. siecle, 1700-1821: une étude
structurelle " (Ph. D. Thesis, Ecole des Hautes Etudes en
Sciences Sociales, 1978). Gustavo Palma Murga," Agriculture,
Commerce et Societé au Royaume de Guatemala 1770-1821"
(Ph. D. Thesis, Institut des Hautes Etudes en Sciences So­
ciales, 1985), Juan Carlos Solórzano, "Population et systemes
économiques au Guatemala (1690-1810)" (Ph. D. Thesis,
Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1981). Germán
Romero Vargas, Las estructuras sociales de Nicaragua en el siglo
XVIll (Managua: Nueva Nicaragua, 1987).
218 La patria del criollo, tres décadas después

apoyo de continuadores que profundizaran en los diver­


sos ejes temáticos tratados en La patria del criollo.
La razón de tal ausencia se explica por factores de
tradicionales intelectual y de condicionamiento temá­
ticos. Lo primero se vincula con la formación de pos­
grado de esos jóvenes centroamericanos: en Europa, y
especialmente en Francia, fueron influidos por las mis­
mas corrientes teóricas y metodológicas que transitan
a los largo de Spanish Central America. La experiencia
académica en el exterior los preparó para valorar mejor
ese libro, de lo cual es un ejemplo las tesis de Germán
Romero Vargas, que descarta La patria del criollo, aun­
que cita ampliamente ellandmark de MacLeod .38
La afinidad con Spanish Central America, sin em­
bargo, también fue facilitada porque este texto cubre
geográficamente todo el istmo, temáticamente enfati­
zada en el examen de los aspectos económicos y demo­
gráficos. El contraste con La patria del criollo era osten­
sible: en efecto, el libro de Martínez Peláez se concentra,
en términos espaciales, en Guatemala y, aunque el eje
de su discurso es la explotación de los indígenas, sus
principales tópicos se vinculan con la ideología de los
criollos, la vida cotidiana, y el p~pel del diario que hacer
en la configuración de la cultura colonial y de las iden­
tidades de clase".
11

El extendido interés que prevalece desde la década


de 1970 por explorar los aspectos económicos, sociales
y demográficos de la vida colonial, le aseguró al texto
de MacLeod una amplia presencia en las nuevas genera­
ciones de investigadores, ya se trate de centroamerica­
nistas extranjeros o locales. El caso de Claudia Quirós,
Eugenia !barra y Juan Carlos Solórzano, tres conocidos

38 Romero Vargas, Las estructuras sociales, pp. 381-490 Y 520.


La patria del criollo, tres décadas después 219

"colonialistas" de Costa Rica, es elocuente. La patria del


criollo desapareció de la bibliografía de sus últimos
estudios;39 en contrapartida, Spanish Central America
permanece, en tanto es una:
" .. .vasta obra de historia socioeconómica [que] contiene
datos acerca de los efectos de la conquista española en
la población indígena: la disminución de ésta, su explo­
tación, la resistencia y sus relaciones socioeconómicas
hasta el siglo XIX ... "40
La investigación histórica de la Centroamérica colo­
nial, a partir de la década de 1970 y en parte como
producto de la influencia de Spanish Central America, se
concentró en explorar los aspectos económicos, socia­
les y demográficos. El precio al que se alcanzó tal orien­
tación fue descuidar el examen de la cultura y la vida
cotidiana, una problemática que apenas se asoma, para
citar un caso, en el tomo dos editado por Pinto Soria. 41
El escaso desarrollo de este campo explica, en mucho,
la desaparición de La patYia del criollo de la bibliografía

39 Claudia Quirós, La era de la encomienda (San José: EDUCA,


1990), pp. 349-360. Eugenia Ibarra Rojas, Las sociedades caci­
cales de Costa Rica (Siglo XVI) (San José: EDUCA, 1990), pp.
203-224. Juan Carlos Solórzano, "La búsqueda del oro y la
resistencia indígena. Campañas de explotación y conquista
de Costa Rica (1502-1610)", en Avances de Investigación del
Centro de Investigaciones Históricas No. 54 (1991): 11. Para un
ejemplo guatemalteco, en el cual La patria del criollo se cita
en la bibliografía, pero no en las notas, véase: Julio César
Pinto Soria, El Valle Central de Guatemala (1524-1821). Un
análisis acerca del origen histórico-económico del regionalismo en
Centroamérica (Guatemala: Editorial Universitaria, 1988), pp.
45-60 Y 64.
40 Ibarra Rojas, Las sociedades cacicales, p. 222.
41 Webre, "Poder e ideología", pp. 179-181 Y 201-215. Para el
caso de Costa Rica, véase: Iván Molina Jiménez, "Lo cotidiano
en la investigación histórica costarricense: un balance de fin
220 La patria del criollo, tres décadas después

citada por los"colonialistas" extranjeros y centroame­


ricanos de fines del siglo xx.
Las excepciones que confirman lo anterior son Orbe
indiano, de David A. Brading, originalmente publicada
en inglés en 1991, y la tesis doctoral de Steven Palmer,
defendida en 1990. La primera obra, un vasto estudio
sobre las originales tradiciones intelectuales que se con­
figuraron en Hispanoamérica durante la época colonial
y la primera mitad del siglo XIX, incorpora un apartado
sobre La Recordación Florida, la cual es analizada en
términos similares a los de Martínez Peláez (el énfasis
está en la visión de mundo de los criollos), cuyo libro
sirvió de guía para tal esfuerzo Y
La disertación de Palmer, aunque su objeto de aná­
lisis es la invención de la nación en Guatemala y Costa
Rica entre 1880 y 1920 (y por tanto no es exactamente
un estudio colonial), es el primer trabajo en el cual un
investigador anglosajón dialoga con La patria del criollo
de una manera amplia, crítica y constructiva Y El que
así ocurriera no fue casual: el tema elegido obliga a
considerar la cuestión de la ideología dominante y de
las identidades colectivas y, por tanto, a confrontar,
desde perspectivas nuevas, el texto de Martínez Peláez.
La experiencia de Palmer es un indicador de que, a
medida que los estudiosos de la época colonial centro-

de siglo" en Revista Parlamentaria Vol. 5 No. 3 (diciembre de


1997): 349-365.
42 David A. Brading, Orbe indiano. De la monarquía católica a la
república criolla, 1492-1867 (México: Fondo de Cultura Eco­
nómica, 1991), pp . 337-341. Brading no cita el libro de Mac­
Leod.
43 Steven Palmer, A Liberal Discipline: lnventing Nations in Gua­
temala and Costa Rica, 1870-1900 (Ph. D. Thesis, Columbia
University, 1990), pp. 47-50, 61 Y 173-202.
La patria del criollo, tres décadas después 221

americana amplíen y diversifiquen sus temas empíricos


y sus problemas teóricos, La patria del criollo volverá a
ser un privilegiado objeto de debate. El desencuentro
entre las dos tradiciones de valoración de este libro
debería terminar, en el siglo XXI, con una propuesta para
investigar la colonia en tanto economía y sociedad, pero
también como una cultura. El desafío de alcanzar tal
logro, aparte de su valor científico y social, sin duda
alegrará a Severo Martínez Peláez, dondequiera que se
encuentre.
Severo Martínez Peláez

y las tradiciones intelectuales

en su obra

Osear Guillermo Peláez Almengor*

El sol bailaba vestido de grana bajo el cielo andaluz.


El autobús corría en aquel atardecer la autopista entre
Córdoba y Sevilla. Recordé vivamente al maestro di­
ciendo que él había querido que su libro: La patria del
criollo, fuese como una obra musical, indicaba que había
buscado darle el ritmo de una sinfonía con sus movi­
mientos. Así también, conversó sobre su estancia en
Sevilla entre 1967 y 1969, el lugar donde vivió, el hom-

Doctor en Historia por la Universidad de Tulane, Nueva


Orleans. Actualmente es Coordinador del Centro de Estudios
Urbanos y Regionales de la Universidad de San Carlos de
Guatemala. Este documento fue leído en el Salón Luis Car­
doza y Aragón del Fondo de Cultura Económica de Guate­
mala en el Acto de Presentación de la 2a • Edición del libro de
José Severo Martínez Peláez Lapatria del criollo el día jueves
224 La patria del criollo, tres décadas después

bre que le rentaba el piso, su dedicación de tiempo


completo a la finalización del trabajo de investigación
que había iniciado años antes. Por esto, los hermosos
colores del cielo español me trajeron a la memoria a
Severo Martínez Peláez.
-000­
Conocí personalmente al profesor Martínez Peláez
en la Universidad de Puebla. Por invitación de Carlos
Figueroa Ibarra visité el Colegio de Historia de aquella
universidad en 1984. Luego de conversar por largo rato
con Carlos y Sergio Tishler, este último me invitó a
saludar al Maestro. Recuerdo que su oficina estaba ubi­
cada en un hermoso edificio neoclásico, Severo Martínez
Peláez estaba sentado en un escritorio de madera con
una máquina de escribir alIado y parecía reinar en aquel
salón. En realidad no conversamos mucho. Yo había
llegado a Puebla con el objeto de estudiar la posibilidad
de trasladarme al Colegio de Historia a continuar mis
estudios. Para Severo Martínez Peláez estas fueron ma­
las palabras. Me dijo allí mismo frente a Sergio Tishler
que era profesor del Colegio de Historia que no se podía
comparar el prestigio de la Escuela Nacional de Antro­
pología e Historia de México con el Colegio de Historia
de la Universidad de Puebla. Sus argumentos fueron lo
suficientemente convincentes para que yo no volviera
a mencionar el asunto. Posteriormente lo visité en otras
ocasiones y en alguna de ellas tuve el gusto de estar en

4 de junio de 1998. Participaron en el evento el Doctor René


Poitevin Dardón, Director de FLACSO Guatemala; Doctor
Gustavo Palma Murga, Director del Instituto de Investi­
gaciones de la Escuela de Ciencia Política USAC; el Licen­
ciado Edgar Ruano Najarro y como moderador el Arquitecto
José Enrique Asturias Rudeke.
Severo Martínez Peláez y las tradiciones ... 225

su casa. Sin embargo, las visitas y las conversaciones


no fueron las que yo hubiese querido. Recuerdo que
incluso en una ocasión llegamos a ilusionarlo para cons­
truir juntos un proyecto que jamás pudo ser llevado a
cabo: La historia mínima de Guatemala. Proyecto para el
cual reunimos en Puebla a varios historiadores y cien­
tistas sociales guatemaltecos residentes en México. Pos­
teriormente sus retornos esporádicos a Guatemala, las
conferencias, las entrevistas, los homenajes y las comi­
das en su honor y finalmente la enfermedad que se llevó
su memoria y su fallecimiento.
De las conversaciones sostenidas, de las conferen­
cias escuchadas y a través de mis propios estudios,
pienso que pueden prefigurarse los antecedentes histo­
riográficos de su obra maestra: La patria del criollo. Es
decir, las obras y los autores que precedieron el naci­
miento del texto y la singular forma de pensamiento
de su autor. Este será el objeto de este trabajo: dibujar a
grandes rasgos las tradiciones intelectuales perceptibles
en la obra de Severo Martínez Peláez y en particular en
La patria del criollo.
En primer lugar, es importante tomar seriamente
las palabras del propio Martínez Peláez cuando indicó:
"los cronistas son fundamentales en mi trabajo". Con
estas palabras el autor nos ubicó en una perspectiva
amplia de su propia formación como historiador: Severo
Martínez fue heredero y continuador de una tradición
de historiadores guatemaltecos. Las crónicas coloniales
que se iniciaron con Bernal Díaz del Castillo y Fray
Bartolomé de Las Casas, marcaron el inicio de una larga
tradición historiadora guatemalteca. Así, el autor de La
patria del criollo estudió a fondo a todos los cronistas
coloniales: Pedro Cortés y Larraz, Francisco de Paula
García Peláez, Domingo Juarros, Fray Antonio de Reme­
sal, Fray Francisco Vásquez y Fray Francisco Ximénez.
226 La patria del criollo, tres décadas después

y por otro lado, para el historiador fueron centrales


también los escritos guatemaltecos corno Los Anales de
los Cakchiqueles y el Popal Vuh. Solamente a partir de
esta premisa resulta explicable cómo Martínez Peláez
recorrió de la mano de don Francisco Antonio de Fuen­
tes y Guzmán la mentalidad del criollo colonial e ima­
ginó la pa tria de aquellos personajes. Su profundo cono­
cimiento de la realidad colonial guatemalteca fue el re­
sultado de su estudio de los cronistas y los textos na­
tivos, además de sus investigaciones de archivo en Gua­
temala y España.
Asimismo, los historiadores del siglo XIX y prin­
cipios del presente corno Alejandro Marure, Ramón A.
Salazar, Antonio Batres Jáuregui y J. Antonio Villacorta
fueron claves para Severo Martínez Peláez. De manera
que, Severo Martínez Peláez, es a mi criterio, la suma y
superación de una tradición historiadora guatemalteca.
La cual parte desde los cronistas y escritos indígenas
pasando por los historiadores de la época republicana
y arribando a las discusiones que trajo consigo la Revo­
lución de Octubre y la fundación de la Facultad de
Humanidades de la Universidad de San Carlos de Gua­
temala.
Fue en la Facultad de Humanidades que Martínez
Peláez tornó contacto finalmente con la tradición histo­
riadora guatemalteca que le precedió. Pero, además era
una tradición que estaba siendo potenciada por la labor
de sus contemporáneos. Efectivamente Martínez Peláez
no era en aquel momento el único heredero y conti­
nuador de esta tradición. En aquella época también
Ernesto Chinchilla Aguilar estaba preocupado por las
instituciones coloniales corno la Inquisición y el Ayun­
tamiento. Adrían Recinos contribuyó en aquellos años
al conocimiento de los escritos indígenas y la figura del
conquistador Pedro de Alvarado. Héctor Samayoa Gue­
Severo Martínez Peláez y las tradiciones... 227

vara estudiaba sobre los gremios de artesanos a finales


del período colonial y las Reformas Borbónicas.
Personalmente creo que la obra de Severo Martínez
Peláez le debe mucho en sus conclusiones finales a
Samayoa Guevara. Fue en este ambiente creativo y de
discusión intelectual que el joven Severo Martínez fue
llevado a realizar investigación sobre la época colonial
quien, en palabras de J. Joaquín Pardo, era: "Una perso­
na honesta, de buenas costumbres y conducta... ", y su
investigación era relativa a: "La Historia de los Beaterios
que hubo durante la dominación española, desde el
punto de vista de la enseñanza dentro de los núcleos
femeninos ... ", investigación que realizaba, según Pardo,
desde 1952.
En segundo lugar, otra influencia importante en su
vida académica fue la tradición historiadora mexicana.
En 1954 y como consecuencia de la intervención estado­
unidense en nuestro país y de la traición de los grupos
poderosos a la Revolución de Octubre, Martínez Peláez
se vio obligado a buscar asilo como tantos guatemal­
tecos. Afortunadamente, encontró en México condicio­
nes para desarrollar su ya iniciada vocación de historia­
dor. En la Universidad Autónoma de México tuvo profe­
sores que dejaron una profunda huella en su formación.
Especialmente Francisco de la Masa especialista en his­
toria del arte. En palabras de Carlos Navarrete: quizá
el más grande historiador del arte mexicano. Así tam­
bién, fue importante Ernesto de la Torre Villar en la
formación de Martínez Peláez. Éste produjo trabajos
sobre la ilustración mexicana. Asimismo, la corriente
de investigación sobre las instituciones coloniales del
trabajo forzado de los indios encabezada por Sil vio
Zavala, continuador de los trabajos sobre La encomien­
da mexicana de Lesley B. Simpson. En aquellos años
también iniciaba sus estudios sobre la época prehispá­
228 La patria del criollo, tres décadas después

nica Miguel León Portilla quien produciría en esta línea


de investigación. Debe considerarse que las discusiones
sobre las ' instituciones coloniales y su carácter eran
corrientes en las aulas mexicanas en aquellos años.
Fue también en México en donde Severo Martínez
Peláez tuvo un contacto más directo con el marxismo.
El joven Severo fue alumno del Maestro Wenceslao Ro­
ces traductor de El Capital de Carlos Marx al español.
Martínez Peláez consideró siempre a Roces como su
gran maestro. Él fue su auxiliar y uno de sus alumnos
favoritos. El propio Severo refirió en varias ocasiones
que por una inmadurez de juventud él se firmaba Se­
vero Martínez Nieto, en referencia a las dos generaciones
que le antecedían, su padre y su abuelo. Roces le lla­
maba cariñosamente "mi nieto". Sin embargo, la influen­
cia marxista fue retomada por Martínez Peláez por dos
vertientes, la primera: la estalinista. Recordemos que
era la época álgida de la guerra fría y las necesidades de
divulgación del marxismo llevó a su vulgarización a
través de muchos manuales de la Academia de las Cien­
cias de la Unión Soviética. De esta forma, la vía más
expedita para muchas personas que se acercaron al
marxismo fueron los manuales; cuestión que en última
instancia ha sido objeto de críticas. En Guatemala tene­
mos los ejemplos de Julio Gómez Padilla y sus Capítulos
de introducción a la economía y de Víctor Manuel Gutié­
rrez y Gabriel Alvarado y 'sus Breves resúmenes de eco­
nomía política. La segunda vertiente por la cual se acercó
Severo Martínez al marxismo fue la vía creadora y fue
importante para él la obra de José Carlos Mariátegui el
pensador peruano que magistralmente aplicó el mar­
xismo a la realidad de su país, convirtiéndose en el
primero en hacerlo en Iberoamérica. Quizá la herencia
de Mariátegui a Martínez Peláez puede verse en el sub­
título de su libro La patria del criollo, ensayo de inter­
Severo Martínez Peláez y las tradiciones... 229

pretación de la realidad colonial guatemalteca, en este


sentido la obra del peruano fue también un "ensayo de
interpretación" .
La última gran influencia intelectual en la vida del
historiador fue el Historicismo Alemán. Esta corriente
historiográfica nacida en Alemania a finales del siglo
XIX, que hizo época en las universidades estadouniden­
ses. Severo Martínez Peláez fue educado en su primera
infancia en el Colegio Alemán de Quetzaltenango y por
interés personal aprendió el idioma de Goethe, lo que
luego le facilitaría el contacto directo con esta tradición
historiográfica. Así la obra de Tomas Mousen, Leopold
Von Ranke, C. H. Haring, Lewis Hanke y Wilhelm
Di1.they fueron conocidas de primera mano por el autor
de La patria del criollo. Especialmente la obra de Dilthey
fue apreciada por Martínez Peláez. Él consideró impor­
tante la obra de los historicistas. Indicó que aunque ellos
no hablaran de leyes corno el materialismo histórico, sí
señalaban regularidades en la historia. En cuantas opor­
tunidades tenía durante sus entrevistas o conferencias
hacía énfasis sobre la importancia de esta corriente de
pensamiento y los aportes que se podían obtener del
estudio detenido de las obras de estos historiadores.
De esta manera podernos señalar cua tro influencias
intelectuales importantes en la formación del pensa­
miento de Severo Martínez Peláez y que de una u otra
forma están presentes en su obra. En primer lugar, la
tradición historiadora guatemalteca. En segundo lugar,
la tradición historiadora mexicana. En tercer lugar, el
marxismo en dos de sus variantes. Finalmente, el histo­
ricismo alemán. Así, resulta que la obra del historiador
Severo Martínez Peláez es hija de un momento histórico
concreto y heredera de tradiciones intelectuales para
lograr la superación de sus antecesores. En alguna medi­
da en esto reside la fortaleza de su obra, porque a través
230 La patria del criollo, tres décadas después

de la aplicación de un método específico descubrió que


la fuente de la riqueza del Reyno de Guatemala y el
bienestar de los grupos dominantes descansaba sobre
las espaldas de los indios. Su obra puede considerarse
como el fruto más acabado de la historiografía guate­
malteca de los últimos treinta años y heredera de las
influencias de la Revolución de Octubre, como el mismo
autor lo indicara en repetidas ocasiones.
-000­
Así, la noche entró de lleno, el autobús llegó a Se­
villa. Pensé nuevamente en Severo Martínez Peláez, le
vi sentado detrás de su máquina de escribir en su piso
sevillano escribiendo, como quien compone una me­
lodía, su capítulo quinto de La patria del criollo. Me dije
a mí mismo que solamente en una ciudad como aquella
se pudo haber escrito tal obra. Las tradiciones del pue­
blo español están allí en cada Semana Santa, en la Ro­
mería del Rosario encabezada por los miembros de la
Hermandad con sus varas de poder, montados en caba­
llos árabes y seguidos por chirimías y tamborones en
procesión. La España profunda y tradicional le reveló
a Severo Martínez Peláez, como a miles de visitantes
iberoamericanos, sus propias raíces y le facilitó des­
cubrir las del criollo guatemalteco y su fuente de ri­
queza: los indios, los humildes de su país a quienes
Severo Martínez Peláez consagró su obra y su vida.

Muchas gracias.
.F

La obra de Severo Martínez Peláez


nos permite conocer nuestro pre~ente
económico y social con todo realismo

Rafael Piedrasanta Arandi*

La obra del Profesor Severo Martínez, aún cuando


se centra en analizar la vida colonial de Guatemala, nos
permite conocer las causas de los .más graves problemas
que aq:uejan a la mayoría de su población en la actua­
lidad, como son:

1. La gran concentración del principal recurso para


un país agrícola, como es la tierra, en un red ucido

Nació en Quetzaltenango en 1921. Licenciado en Ciencias


Económicas, Auditoría y Contaduría Pública por la Facultad
de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de
Guatemala, 1952. Master in Public Administration,. Harvard
University, 1950. Tercer Premio (único conferido) en el con­
curso "Manuel Noriega Morales 1996-1997" por la inves­
tigación: Evolución y desarrollo del Sistema Monetario y Bancario,
hasta la creación del Banco de Guatemala. El Consejo Superior
232 La patria del criollo, tres décadas después

número de terratenientes. Lo que significa que la


gran masa de gentes del campo carece totalmente
de tierras o posee tan pequeñas parcelas, que para
sobrevivir se ve forzada a trabajar como asalariada
de los terratenientes, dura~te una parte del año.
Otros han tenido que emigrar especialmente hacia
la capital, en donde se dedican a actividades de
comercio muy precarias (por ejemplo en la intem­
perie), como empleados de servicio doméstico, a
pequeñas actividades artesanales, a merodear alre­
dedor de actividades ilícitas, o permanecen desem­
pleados (aunque disfrazadamente, como el lla­
mado ejército nacional).

2. Distintas formas de opresión continúan siendo una


realidad, a despecho de que ello es injusto e ilegal.
Por ello Severo expresa: " ... a lo largo de cuatro
siglos de historia, incluida la más reciente (se han
ido sumando) factores ... que durante siglos han
bloqueado el desarrollo de las facultades físicas e
'intelectuales del indígena, encerrándolo en una
situación de esclavo, de siervo, o de trabajador
asalariado semiservil"l Una larga lista de trabajos

Universitario lo designó Profesor Emérito, 1998. Autor de:


Introducción a los problemas económicos de Guatemala (Gua­
temala: Ediciones Superiores, 1977); EXMIBAL, contra Gua­
temala; Economía Internacional Edad Media-1976 (Guatemala:
Editorial Universitaria, 1983); Venta de la Empresa Eléctrica de
Guatemala sin un avalúo técnico previo (Guatemala: Dirección
General de Extensión Universitaria, 1998); El petróleo en Gua­
temala: Aspectos históricos, importancia económica, efectos polí­
tico-sociales, perspectiva para el futuro (Guatemala: USAC-DIGI,
1999).
1 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo (México: Ediciones
en Marcha, 1994);·pp. 566. Las indicaciones subsiguientes
de páginas se refieren a la misma obra.
La obra de Severo Martínez Peláez nos permite... 233

extenuantes, robos, fraudes, tributos, encarcela­


miento, azotes, abandono de hijos y tierra, su re­
ducción en rancherías para su más eficaz explo­
tación, etc. " ... pone en evidencia que el problema
del indio tiene su verdadera fuente en la opresión
de indio ... el problema del indio surgió al mismo
tiempo que el indio como clase, ya que la opresión
hizo al indio y lo ha conservado como tal indio ... "
[pp.567/8]; " .. .el indio que logra sacudirse las
características de siervo colonial... lo hace porque
ha resuelto ciertos problemas económicos que lo
retenían en su situación anterior, de manera que
la ladinización... es siempre una consecuencia de
cierto mejoramiento económico ... " [p.569].

3. Al problema del indio lo llamamos un problema


nacional por cuanto aqueja a la mayoría de la po­
blación (aproximadamente 60%). Y aunque gracias
a la Revolución de 1944 -a pesar de la intervención
militar del Gobierno de Estados Unidos en 1954­
el salario ha reemplazado casi totalmente al
11 •••

trabajo forzado, responde... a la acción inercial de


cuatro centurias de servidumbre; y ... a que el sala­
rio, por sí sólo, no es suficiente para modificar a
corto plazo el género de vida de los antiguos sier­
vos -¡que precisamente por serlo reciben salarios
más bajos!". A lo cual agregamos nosotros: como
en el campo todas las actividades pueden ser rea­
lizadas indistintamente por indios y por ladinos,
estos últimos se ven forzados a recibir remune­
raciones igualmente bajas, generalizándose así la
pobreza y la falta de demanda efectiva que impide
el desarrollo de la industria. Por tanto, el problema
del indio pasa así, a ser un problema para los ladi­
nos y para el DESARROLLO GENERAL del país. De
más está decir que los bajos salarios son el medio
234 La patria ·del criollo, tres décadas después

ideal para que sigan enriqueciéndose los grandes


terratenientes y dueños de empresas industriales
que requieren grandes contingentes de mano de
obra no calificada. Como el control de los gobier­
nos (excepto del 20 de octubre de 1944 hasta me­
diados de 1954) ha estado virtualmente en manos
de la alta burguesía, ellos no mueven un dedo para
mejorar la suerte de los indios; ellos seguirán des­
calzos, analfabetos, desnutridos, con altas tasas de
morbilidad y mortalidad y despreciados incluso
por muchos ladinos de ingreso medio. Sólo la lu­
cha de los indios unidos podrá ir eliminando todas
las formas de discnminación que los mantiene
pobres y oprimidos.

Con todo realismo, Severo expresa que liLa Inde­


pendencia (1821) suprimió el factor metropolitano de
la estructura colonial... pero conservó... la clase terrate­
niente dominante, acaparamiento de la tierra por di­
cha clase, y explotación servil de la masa india ... " [p.
582] liLa formación de muchos miles de rancherías de
indios, y (su) retención... con el pretexto de deudas,
fueron concreciones de viejos sueños criollistas frus­
trados durante la colonia, por el control monárquico del
indio". [p.589] ap~rte de que el cultivo del café hizo
este sistema más necesario.
La demanda creciente de café para exportar -mien­
tras la de grana venía en mengua- exigía crecientes
extensiones de tierra y mano de obra. Aunque los go­
biernos de Carrera y Cerna apoyaron su cultivo, fue
durante el gobierno liberal de Barrios cuando el café
fue obligando a cambiar la estructura económica y social
del país. Al respecto Severo expresa: "La Reforma (1871)
rompió la estructura colonial del pueblo de indios, pero
La obra de Severo Martínez Peláez nos permite... 235

lo hizo para ampliar la posibilidad de explotarlos a


favor de una clase terrateniente más numerosa". [p. 582]
"El único gran terrateniente tradicional a quien la Refor­
ma atacó y privó de sus bienes fue la Iglesia ... (por) la
enérgica oposición que ofrecía ... " [p. 583]. Un factor
muy importante para la Reforma fue la posibilidad de
producir café en cantidades cada vez mayores para su
exportación. Como siempre, los cambios estructurales
no son obra de ningún héroe, sino de factores pura­
mente económicos. Fue la caficultura la que exigió ade­
más de grandes extensiones de tierras, l/una nueva dis­
tribución de los indios para su explotación" [p. 583];
nacieron así las rancherías como factor laboral indis­
pensable en cada finca, y la mano de obra estacional en
épocas de cosecha, llevados en camionadas por con­
tratistas, l/a veces atados, que pasaban por pueblos...
en su largo y forzoso recorrido, a pie" [p. 514]. "Los
Jefes Políticos, actuando exactamente igual que los anti­
guos Corregidores y Alcaldes Mayores, recibían el pe­
dido de los finqueros y ordenaban los mandamientos
de indios (para estos usos fue introducido inicialmente
el teléfono en Guatemala)" [p. 513] sistema que duró
desde Barrios hasta la Revolución de Octubre de 1944.
Cuando Barrios tomó el poder (1871), el cultivo del
café para exportar exigía tierras e indios que crearan
las fincas y abrieran caminos. La supresión de la pro­
piedad comunal de los pueblos y la toma de las tierras
de la Iglesia otorgaba ambos beneficios. "Desde el céle­
bre y funesto 'Reglamento de Jornaleros'... de Barrios,
hasta la no menos célebre 'Ley de Vagancia' del último
dictador cafetalero, Ubico, se fueron perfeccionando... los
mecanismos legales de opresión de los indios... (se llamó
'habilitación' a la paga forzada anticipada endeudadora
del trabajador y justificadora de su envío violento a las
fincas y de su retención en ellas) ... todo el tiempo que
236 La patria del criollo, tres décadas después

los necesitaran" [pp. 579-80]. Con Barrios pues, el "li­


breto de jornaleros" era un documento probatorio de
la "solvencia" del indio frente a su patrono y extendido
cuando al patrono le convenía"; quien no lo portaba
"estaba el indio sujeto al rigor de las autoridades, y del
propio finquero, que lo tomaban por prófugo insol­
vente". [p. 581] Ubico sustituyó este mecanismo por su
Ley de Vagancia: "Se tenía por reos de vagancia, y se
les enviaba a romper piedra a los caminos sin paga ... a
todos los indios que no demostraban haber cumplido
100 jornales por año en fincas, cuando se tratara de
indios con alguna tierra, y ciento cincuenta jornales
cuando se tratara de indios sin tierra. Así se consiguió
que los trabajadores acudieran por sí mismos a entre­
garse a las fincas y aún a rogar que se les permitiera
trabajar... por una paga casi simbólica" [pp. 580-81]
Hasta en 1945, con la Revolución de 1944, "se abolió
toda otra forma de trabajo obligatorio" [p. 581]).
Lo anterior nos permite hacer dos afirmaciones muy
importantes:

Primera: Que las tierras de las actuales fincas, desde


la conquista y época colonial hasta el pre­
sente, han sido violentamente arrebatadas a
los indios, que eran sus legítimos propie­
tarios.
Carece por tanto de fundamento histórico el
supuesto derecho de los terratenientes a la
propiedad privada de la tierra. Y,
Segunda: Las actuales fincas de café, caña, ganado, etc.
y gran parte de sus caminos, son producto
del trabajo de los indios, quienes como paga
sólo recibían lo indispensable para no morir­
se de hambre y poder así seguir trabajando
en beneficio de los terratenientes. Prueba ob­
La obra de Severo Mqrtínez Peláez nos permite... 237

jetiva de ello es que después de mas de 100


años de trabajo duro aún viven en ranchos
con piso de tierra, sin servicios sanitarios,
agua ni luz eléctrica; continúan siendo anal­
fabetos pues carecen de escuelas; desde niños
tienen que trabajar corno si fueran adultos;
carecen de una alimentación adecuada y de
servicios médicos.
Aunque la obra de Severo Martínez se concentra
en el estudio de la época colonial, ella es luz que nos
permite conocer las causas de la actual estructura econó­
mica de Guatemala y la polarización de su población
así: un reducido y decreciente grupo de personas muy
ricas, y un amplio y creciente grupo de personas sumi­
das en la pobreza.
Luego que Severo regresó de España y la Facultad
de Humanidades lo rechazó por ser simple bachiller,
yo corno Decano de la Facultad de Ciencias Económicas
le di inmediata acogida para que redactara su obra La
patria del criollo la que fue pues, escrita bajo nuestro
alero. De ahí que la primera copia me la dedicara expre­
sando:
"querido amigo Rafa Piedrasanta. Aquí está por fin este
libro, que no sería una realidad sin su ayuda cordial y
desinteresada. Espero que esté a la altura de la confianza
que usted siempre puso en él. Un fuerte abrazo de Se­
vero. IX 1970" o

Después Severo desde el exilio (Puebla 28 de julio


1981) me remite la carta que dice:
"Querido amigo Rafa: Tengo siempre muy presente
000

lo mucho que me ayudó a ir a España (viaje sin el cual


no hubiera yo podido escribir La patria del criollo)... aquel
238 La patria del criollo, tres décadas después

libro al que se refería su carta al Rector Edmundo"


cuando solicitaba usted mi beca, ... y su apoyo en mis
primeros años en Economía ... ¡No es por nuestra linda
cara que quisieran vernos muertos los enemigos!..."

Se refiere al Licenciado Edmundo Vázquez Martínez, primo


hermano de Severo y Rector de la Universidad de San Carlos
durante los años 1966-1970.
Severo Martínez Peláez

y la visión histórica sobre

el indígena guatemalteco

Julio César Pinto Soria·

El 14 de enero de 1998~ falleció en Puebla de los


Angeles, México, el historiador guatemalteco Severo
Martínez Peláez. Murió en el exilio, al igual que muchos
otros intelectuales y políticos que fueron perseguidos
por oponerse al régimen implantado en Guatemala des­
pués de 1954.
Severo Martínez nació en la ciudad de Quetzalte­
nango el 16 de febrero de 1925, y perteneció a la juven­
tud que abrazó los ideales de la Revolución de Octubre

. Guatemalteco. Realizó estudios de posgrado en historia en


la Universidad Karl Marx de Leipzig, República Democrática
Alemana. Ha realizado diversas investigaciones sobre la
época colonial y el siglo XIX en Guatemala y Centroamérica.
Ha publicado varios trabajos, entre ellos: Centroamérica de la
colonia al Estado nacional (1800-1840) (Guatemala: CEUR-USAC,
240 La patria del criollo, tres décadas después

de 1944, a los cuales permanecería fiel por el resto de


su vida. En ese tiempo fue influenciado por el grupo
Saker-ti, Amanecer en Kachiquel, inspirado en la obra
de Carlos Mérida, Luis Cardoza y Aragón, Ricardo Cas­
tillo y Migu~l Ángel Asturias; es decir, las luminarias
guatemaltecas'en el campo de la pintura y la plástica,
la música y la literatura. -Fundado en 1947 en el marco
de las corrientes innovadoras de la Revolución de Octu­
bre, la mayor parte de sus miembros vinculó el quehacer
artístico y cultural con el compromiso político y social,
una ac'titud caractetística del intelectual antifascista de
la época, como fue el caso de Thomas Mann o Bertolt
Brecht. Entre los miembros del grupo Saker-ti sobresalen
Juan Jacobo Rodríguez Padilla, Huberto Alvarad-o , Raúl
Leiva, Jorge Sarmientos, Carlos Navarrete y Otto Raúl
González. Aunque de corta duración por el fin abrupto
de la Revolución en 1954, el grupo Saker-ti dejó fecunda
semilla de intelectualidad y creación literaria en una
juventud brillante y audaz, impregnada de un profundo
compromiso social, a quienes las contingencias yava­
tares de las últimas décadas llevaría a la militancia
política, hasta verse obligados a tomar el camino de las
armas, tal como lo hicieron Otto René Castillo y Huberto
Alvarado.
Severo Martínez fue producto de esas tendencias
innovadoras de la Revolución de Octubre. Su formación
en el campo de las ciencias sociales y de la historia la

1989). Es también coautor y editor de la Historia General de


Centroamérica (seis tomos) (Madrid: 1993). Actualmente tra­
baja en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR)
yen el Instituto de Investigaciones Políticas y Sociales (I1PS),
ambos de la Universidad de San Carlos de Guatemala
(USAC).
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 241

inició en la Facultad de Humanidades, cuya fl!ndación


en 1945 constituyó uno de los primeros actos de Juan
José Arévalo (1945-1951), el Presidente filósofo que cum­
plía así ante el estudiantado y el magisterio, bastiones
del movimiento que derrocó la dictadura, la promesa
de combatir el atraso y el oscurantismo propagando la
educación y la academia. 1 Por las cambiantes circuns­
tancias políticas de Guatemala y las propias inquietudes
de militante, Severo Martínez adquirió su formación
sobre todo como autodidacta. Alguien que aprendía
directamente de la vida y de la lectura intensa, de la
amistad con hombres c;omo Jorge Sarmientos y Luis
Cardoza y Aragón. Fue así. como adquirió el prestigio
de. hombre culto, erudito y multifácetico, un eterno
enamorado de la música.
Como estudiante se vinculó de lleno en el proceso
revolucionario. En junio de 1954, en calidad de Presi­
dente de la Asociación de Estudiantes de Humanidades
(AEH), aparece firmando una declaración de la Asocia­
ción de Estudiantes Universitarios (AEU) en defensa de
la soberanía nacional ante la inminente invasión norte­
americana. 2 Dos meses antes, había ,sido también dele­
gado para pronunciar el discurso de bienvenida a la
delegación que defendió a Guatemala en la X Confe­
rencia Interamericana, celebrada en Caracas en marzo
de 1954, a partir de la cual se dio el visto bueno para la
invasión mercenaria dirigida por Castillo Armas. El
discurso fue transmitido posteriormente por la Radio

1 Augusto Cazali Avila, Historia de la Universidad de San Carlos


de Guatemala: Época Republicana (1821-1994), Tomo III (Gua­
temala: Editorial Universitaria, 1997), p. 36.
2 Roberto Díaz Castillo, Las redes de la memoria (Guatemala:
FLACSO, 1998), p. 58.
242 La patria del criollo, tres décadas después

Nacional (TGW) para denunciar la invasión norteameri­


cana ante el pueblo guatemalteco. 3 Encabezada por Gui­
llermo Torriello Garrido, el Canciller de la dignidad, la
delegación la componían brillantes representantes de
la intelectualidad guatemalteca, entre otros, el econo­
mista Julio Gómez Padilla y Miguel Ángel Asturias,
años después galardonado con el Premio Nobel de lite­
ratura.
En 1954, con la caída del gobierno revolucionario
de Jacobo Árbenz Guzmán, Martínez Peláez salió al
exilio rumbo a México, segunda patria para muchos
. perseguidos políticos guatemaltecos, bondad del her­
mano país que se ha visto correspondida con la vaHosa
obra cultural desplegada por gente como Carlos Illescas,
Augusto Monterroso o Carlos Mérida. En México, Se­
vero Martínez continuó los estudios de historia y, sin
duda, supo alimentarse de las ricas corrientes histo­
riográficas de ese país. En la Universidad Nacional
Autónoma participó en cursos de historia impartidos
por Edmundo Q'Gorman, Lepoldo Zea y otros emi­
nentes cientistas sociales. Según Cifuentes Medina, la
estrecha amistad de alumno a maestro con Wenceslao
Roses, el traductor del Capital de Carlos Marx al espa­
ñol, habría sido una de las motivaciones que lo im­
pulsaron a estudiar la sociedad criolla colonial guate­
malteca. [Cifuentes Medina, 1998]. En México se vinculó
a la intensa discusión promovida en torno al indige­
nismo, de la cual Leopoldo Zea era uno de sus prin­
cipales voceros. Es decir, la polémica sobre la función

3 Edeliberto Cifuentes Medina, "José Severo Martínez Peláez:


una vida hecha obra de arte", en Revista Economía, I1ES-USAC
No. 136 (1998).
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 243

del indígena en la nación latinoamericana, una proble­


mática que ocupará más adelante un lugar central en
su trabajo de historiador.
En 1958 regresó a Guatemala, en donde imponía sus
reales una situación de intolerancia y creciente antico­
munismo. Siguió vinculado al cada vez más reducido
círculo de antiguas amistades surgidas al color de la
Revolución de Octubre, como los Sarmientos y Tono
Móbil; impartiendo al mismo tiempo sus clases de histo­
ria, acicateando a la juventud para el estudio del pasado
guatemalteco, donde uno de sus discípulos fue Julio
Castellanos Cambranes. Antiguos alumnos destacan el
cariño y entrega que tenía por la enseñanza, su capaci­
dad, elocuencia y erudición corno hombre de la cá tedra.
Paradójicamente, la universidad de "San Carlos, a la que
le dedicó su vida y la mayor beneficiaria de sus dotes y
logros científicos, le dificultó siempre el desenvolvi­
miento como profesor universitario, debido a no ser
egresado de la misma, obstáculo que finalmente logró
allanar con un permiso especial del Consejo Superior
Universitario. Comportamientos medievales y exclu­
yentes de una institución urgida del cambio y la moder­
nización, si quiere seguir cumpliendo con su compro­
miso frente al país que otrora le entregara la Revolució~
de Octubre.
A su retorno, Severo Martínez dedicó buena parte
del tiempo a la investigación histórica, lo que se vio
facilitado por una estrecha amistad con el entonces
director y fundador del Archivo General de Centro A­
mérica (AGCA), el profesor José Joaquín Pardo. En lo
fundamental, esas fuentes archivísticas, recopiladas tan­
to en España como en Guatemala, fueron la base de su
obra posterior, así corno el estudio minucioso de los
244 La patria del criollo, tres décadas después

cronistas: Remesal,4 Vásquez,5 Ximénez;6 dedicándole


sobre todo su atención a Fuentes y Guzmán,? el cronista
criollo del siglo XVII. La obra de Fuentes y Guzmán le
sirvió de hilo conductor para hacer el análisis de la
época colonial, rastreando las complejidades del de­
venir de la sociedad, la economía y del poder. A través
de ella identificó las profundas aberraciones ideológicas
del criollo guatemalteco, destacando particularmente
la formación de una ideología racista frente al indígena.
La elite criolla, heredera de la patria instaurada con la
conquista, terminó viendo al país y a su gente como su
patrimonio, el país patrimonio de unas cuantas familias
que perdurará hasta nuestros días. Severo Martínez, sin
embargo, le reconoce al mismo tiempo a Fuentes y Guz­
mán el mérito -algo insólito entre los de su especie- de
que como terrateniente se hubiera dado a la tarea de
escribir una obra de tal envergadura.

4 Fr. Antonio de Remesal, Historia General de las Indias Occi­


dentales, y particular de la gobernación de Chiapa y Guatemala .
Dos vols. (Guatemala: Biblioteca "Goathemala" Sociedad de
Geografía e Historia de Guatemala, 1932).
5 Francisco Vázquez, Crónica de la provincia del Santísimo nombre
de Jesús de Guatemala. Cuatro vols. (Guatemala: Biblioteca
"Goathemala" Sociedad de Geografía e Historia de Gua­
temala, 1937-44).
6 Fray Francisco Ximénez, Historia de la provincia de San Vicente
de Chiapa y Guatemala de la orden de predicadores. Tres vols.
(Guatemala: Biblioteca "Goathemala" Sociedad de Geografía
e Historia de Guatemala, 1930).
7 Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, Recordación Florida.
Discurso historial y demostración natural, militar y política del
Reyno de Goathemala. Tres vols. (Guatemala: Biblioteca "Goa­
themala" Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala,
1932-1933).
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 245

En la década del sesenta, la persecución anticomu­


nista implantada en Guatemala a partir de 1954, se fue
endureciendo cada vez más, haciendo difícil actividades
científicas o culturales como las que inquietaban a Seve­
ro Martínez. En un clima de creciente Guerra Fría, la
situación de violencia política tuvo un momento culmi­
nante en 1963, año del golpe de Estado del coronel
Enrique Peralta Azurdia, el primero de América Latina
en justificarse en la lucha abierta contra el comunismo.
Luego, con la fachada civil del gobierno del Licenciado
Julio César Méndez Montenegro (1966-1970) y de los
posteriores regímenes militares, el terror se entronizaría
hasta la firma de la paz en 1996. Al final, en sus cuatro
años de gobierno, Méndez Montenegro superó con cre­
ces el saldo de dolor y muerte del otro licenciado presi­
dente de principios del siglo, Manuel Estrada Cabrera
(1898-1920). Según algunas fuentes, de 5,000 a 8,000
guatemaltecos fueron asesinados entre 1966 y 1968,
sobre todo en la región del nororiente de Zacapa e Iza­
bal. B
En 1967, en medio de la creciente persecución y
represión política, Severo Martínez encontró la oportu­
nidad para trasladarse a Sevilla, ciudad donde perma­
neció hasta 1969. Allí tuvo la posibilidad de trabajar en
el Archivo General de Indias (AGI), sin duda el mejor
archivo sobre la historia colonial de América Latina.
Severo Martínez pudo así darse a la tarea de concluir la
que sería su mejor obra: La patria del criollo. 9 Fue publi­

8 Michael McClintock, The American Connection. Volume 2.:


State Terror and Popular Resistence in Guatemala (London and
New Jersey: Zed Books LTD., 1985), p. 85.
9 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo, ensayo de inter­
pretación de la realidad colonial guatemalteca (San José: EDUCA,
1973).
246 La patria del criollo, tres décadas después

cada por primera vez en 1971, viviendo a partir de


entonces varias reimpresiones. En una ocasión, a finales
de 1978, ya profundamente preocupado por los niveles
que alcanzaba de nuevo la represión política, me comu­
nicó que sin la oportunidad del viaje a Sevilla, tal vez
nunca hubiera podido concluir su trabajo.
Como se dijo, Severo Martínez fue en lo fundamen­
tal un autodidacta, formado en el medio guatemalteco,
que se caracteriza por ser hostil al quehacer i~telectual,
por la intolerancia y el ninguneo al trabajo creador, por
la constante persecución política a que se ve sometido
el intelectual crítico que no se plega al sistema. En 1974,
resaltando la importancia del libro de Valentín Solor­
zano sobre la historia económica de Guatemala,I° Seve­
ro Martínez señaló estas limitaciones para el desen­
volvimiento científico. Solórzano había presentado su
obra en la Universidad Nacional Autónoma de México
en 1947, como tesis de grado, y Martínez Peláez la cali­
ficó como el: " ... primer texto, y hasta ahora el único,
de Historia Económica del país". Agregando a continua­
ción: "Es significativo que el ambiente intelectual de
aquel país, y la asesoría de catedráticos de aquella Uni­
versidad, hayan decidido al autor a realizar ese trabajo
encontrándose lejos de los archivos, las bibliotecas y
hemerotecas de Guatemala. Es seguro que el clima inte­
lectual de Guatemala no lo hubiera alentado a escribir
esa síntesis ... "ll

10 Valentín F. Solórzano, Evolución económica de Guatemala (Gua­


temala: Seminario de Integración Social Guatemalteca, 1970).
11 Severo Martínez Peláez, "La historia económica en Guate­
mala, reseña de su desarrollo", Ponencia pronunciada en
1974 ante el XII Congreso de Americanistas en México. Revis­
ta Economía, I1ES-USAC No. 136, (1998): 15.
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 247

Para Severo Martínez tuvo que haber sido difícil


aventurarse en la escritura de una nueva historia, con
el agravante de su pensamiento marxista, que le plan­
tearía la meta de remover: " .. .la máscara bajo la cual se
oculta el verdadero rostro de nuestra realidad nacio­
nal. .. ". [Martínez Peláez, 1973: 12]. Es decir, escribir la
otra historia, oculta hasta entonces: la de los humildes,
la de los explotados y marginados de su país. Una ver­
dad histórica que resultaba también peligrosa por mos­
trar las llagas del pasado, que venían a ser al final de
cuentas las mismas del presente. Y mostrar esa historia
sería su mayor pecado, lo que le costaría largos exilios,
los estigmas a su obra de haber sido escrita en la simple
fundón de la subversión comunista. 12 Los corifeo s del
mundillo de la historia oficial, tradicionalista y repe­
titiva, a quienes no les interesaba esa de historia de
Gua temala, no le perdonaron nunca a Severo Martínez
su brillantez, mucho menos ser un hombre de izquierda.
Estos" colegas" lo vieron siempre con recelo, cubriendo
su propia mediocridad con el señalamiento de comu­
nista, lo que en un país como Guatemala podía significar
el peligro de perder la vida. Aún hoy, esos "colegas" al
referirse a su obra no pueden dejar de lado el ninguneo,
las viejas inquinas y recelos.

12 Martínez Peláez empezó a escribir su obra desde los finales


de los sesentas, y como se dijo, la concluyó durante su estan­
cia en Sevilla. Sin embargo, Morales Gramajo, un alto funcio­
nario militar con papel relevante en la represión política de
las últimas décadas, señaló tendenciosamente: "Desde Cuba,
donde por casualidad ... ¿o deliberadamente?, se encontraba,
el escritor guatemalteco Severo Martínez Peláez, quien en
esos años estaba por finalizar su libro: La patria del criollo,
sirvió de mentor a los jefes insurgentes; ocupándose en hacer
un detallado estudio de Guatemala, explicando la infraes­
248 La patria del criollo, tres décadas después

Escrita en ese medio hostil, la obra de Severo Mar­


tínez cobra mayor valor y es indiscutiblemente brillante;
pero, como en lo demás, es también el producto de su
tiempo. Como militante de izquierda, se preocupó seria­
mente por entender las raíces de la dura realidad social
de su país, por desentrañar los orígenes de las agudas
contradicciones que hoy nos agobian. Le dio así gran
importancia a la interpretación de los hechos econó­
micos y a las fases conformativas de la estructura de
clases, lo que constituye sin duda uno de sus mayores
aciertos. Pues, hasta entonces, predominaba la tenden­
cia de entender a Guatemala desde la óptica bipolar de
indígenas y ladinos, visión que había propalado princi­
palmente la antropología norteamericana practicada
desde décadas atrás,l3 y que el libro de Guzmán Bockler
y Loup Herbert , aparecido en 1970, había venido a
reafirmar. 14 Pues, aunque desde una posición critica de
la izquierda, este libro siguió conceptualizando a la
sociedad gua temalteca en indios y ladinos, sólo que en
una perspectiva de división y enfrentamiento. Al expo­
ner los agudos conflictos de orden económico y social,
al darle prioridad al análisis de las contradicciones de

tructura social del país, por medio de los temas de la explota­


ción y las clases sociales en la vida colonial y la influencia
de éstos en su desarrollo". Héctor Alejandro Gramajo Mora­
les, De la guerra ... a la guerra. La difícil transición política en
Guatemala (Guatemala: Fondo de Cultura Editorial, 1995), p.
11I.
13 Robert H. Ewald, Bibliografía comentada sobre Antropología
Social guatemalteca. 1900-1955 (Guatemala: Seminario de Inte­
gración Social Guatemalteca, 1956).
14 Carlos Guzmán Bockler, Jean Loup Herbert, Guatemala: una
interpretación histórico-social (México: Siglo Veintiuno Edi­
tores, 1970).
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 249

una sociedad clasista, Severo Martínez se contrapuso a


esa visión bipolar de carácter predominantemente étni­
co. Pero también se opuso a otra tendencia de la histo­
riografía tradicional guatemalteca, que arranca desde
los mismos cronistas: la que veía a la colonia corno un
período casi idílico, la época en que España imponía la
piadosa obra civilizatoria de la conversión cristiana
indígena, y no su subyugación colonial y explotación
desmedida en función del más mundano enriqueci­
miento.
Fiel a su sensibilidad social y a la metodología mar­
xista, Severo Martínez fue entonces uno de los primeros
historiadores guatemaltecos que le dedicó buena parte
de su obra al surgimiento y formación de los sectores
humildes. Por un lado, los indígenas y los mestizos
menesterosos del campo y la ciudad, que con su trabajo
mantenían y creaban un nuevo país, surgido dé los
traumas de un hecho de conquista y colonización. Por
el otro, la elite criolla de encomenderos, burócratas,
terratenientes y comerciantes, la minoría beneficiaria
de La patria del criollo creada a partir de la derrota in­
dígena. Ese interés por los humildes lo llevó a preocu­
parse por la problemática étnica, y en este campo hizo
indudablemente grandes aportes. La metodología dia­
léctica le ayudó a ubicar el desenvolvimiento de las ·
relaciones interétnicas, el surgimiento de estructuras de
poder en función del control y la explotación indígena,
ello como las principales condicionantes de la formación
de una ideología criolla racista. Se entendió por primera
vez claramente el papel fundamental de las comuni­
dades indígenas en el funcionamiento de la sociedad
colonial, conocimiento que le ayudó a develar, como su
contrapartida, las falacias ideológicas que negaban al
indígena como tal, y que justificaban al régimen colonial
que supuestamente lo arrancaba de la "barbarie" preco­
250 La patria del criollo, tres décadas después

lombina a la civilización española. Una justificación


que, en mayor o menor medida, se mantendría hasta
nuestros días. Así abrió caminos para entender los enrai­
zados conflictos sociorraciales de la compleja realidad
guatemalteca.
Por otro lado, a Severo Martínez se le ha criticado
su visión sobre el indígena, visto por él como un ser
pasivo, simple obra y producto de la sociedad colonial,
lo que lleva implícito cierta actitud negadora de su ser
étnico-social. Su condición de atraso y miseria la vio
como uno de los resultados de la perduración de la
época colonial hasta nuestros días,15lo que venía a cons­
tituir el principal obstáculo para el desarrollo y moder­
nización del país. En cierta forma, compartía aquí la
visión tradicional que separaba al indio milenario, fun­
dador de grandes culturas, del indio viviente, visto
como un ser atrasado, viviendo al margen de la sociedad
y del progreso: "Lo que hemos dicho, y conviene repetir,
es que históricamente los indios son un producto del
régimen colonial, un resultado de la opresión yexplo­
tación de los nativos; que la perduración de la población
indígena después de la colonia no es otra cosa que la
perduración de la clase servil coloniaL." [Martínez Pe­
láez, 1973: 570]. Consecuentemente, con la superación
definitiva de la perviviente sociedad colonial el indí­
gena desaparecería también como algo anacrónico. Pro­

15 . "La colonia fue la formación y consolidación de una estruc­


tura social que no ha sido revolucionada todavía, y a la que
pertenecemos en muy considerable medida. Basta salir un
poco de la hipertrófica ciudad capital, para ver la colonia en
todas partes. La realidad colonial es nuestra realidad más
honda". Martínez Peláez, La patria del criollo (San José:
EDUCA, 1973), pp. 573-574.
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 251

dueto histórico de la colonia, su pervivencia la consi­


deró como la de un ser atrasado, que .sólo dejaría de
serlo, en la medida que se modernizara y pasara a etapas
superiores de vida, lo que implicaba el abandono de la
identidad, Pues, en ese proceso, idiomas, concepciones
religiosas y socioculturales, formas propias de vida, que
conforman identidades aparte, serían abandonadas:
l/Espontáneamente serán abandonadas las lenguas colo­
niales cuando los indios, puestos en el trance de con­
quistar o consolidar una posición económica y social
más ventajosa, experimenten la urgente necesidad de
equiparar su intelecto con los elementos del saber indis­
pensables para hacer suya esa situación, y comprueben,
sobre la marcha, que es absurdo esperar a que dicho
saber les sea traducido a veinte idiomas estrechos y de
escasa difusión'~. [Martínez Peláez, 1973: 609].
Visión indudablemente un poco racista, pues niega
el derecho a una propia identidad, también algo mecani­
cista, al llevar a extremos tales la dialéctica de causa y
efecto, Al absolutizar el papel de las clases sociales en
el análisis de la sociedad guatemalteca, Severo Martínez
excluyó o le restó toda importancia al componente étni­
co en la historicidad del país. Al indígena le dio vigencia
histórica sólo en cuanto grupo social, siervo colonial
primero, y luego principalmente corno proletario, la
clase social que lo llevaría finalmente a la liberación.
No lo vio ni lo aceptó corno indígena, lo que, según él,
constituía un lastre, un impedimento para su liberación
social y económica.
Era el planteamiento del análisis marxista ortodoxo,
donde lo étnico venía a ser una contradicción secun­
daria ante la preeminencia determinante de la estruc­
tura y dinámica de clas'e s sociales', Víctor Manuel Gutié­
rrez era su principal representante. En un análisis bri­
llante, fue uno de los primeros en referirse a la cuestión
252 La patria del criollo, tres décadas después

indígena y la nacionalidad guatemalteca. 16 Sin embar­


go, un alto dirigente del Partido Guatemalteco del Tra­
bajo (PGT), Gutiérrez se encontraba bajo la influencia
de la visión staliniana, que veía la formación de la na­
ción como un proceso fundamentalmente socioeconó­
mico, donde la nación burguesa venía a ser remplazada
por la proletaria. Para Gutiérrez, lo que después sería
un planteamiento central en Severo Martínez, la con­
quista española había convertido a los pueblos indí­
genas en una clase social de oprimidos: y el capitalismo,
como una nueva forma de explotación, fundiría también
a indígenas y ladinos en una misma clase social de
oprimidos.
El artículo fue escrito a finales de 1949, y transpira
la profunda preocupación de la Revolución de Octubre
por la situación indígena. Consciente de la naturaleza
racista de la sociedad guatemalteca, Gutiérrez buscaba
poner las cosas en su lugar, oponiéndose a: con­
11 • • •

cepciones peligrosas, tales como la de 'razas superiores'


y 'razas inferiores', con la que se pretende justificar la
opresión de unas naciones sobre otras. Así, desde este
punto de vista falso, muchos juzgan a nuestros indí­
genas como elementos atrasados, ignorantes, degene­
rados, sin ninguna posibilidad de superación, sirviendo
tan sólo para preparar el alimento necesario para la vida
de la sociedad ... [Víctor Gutiérrez, 1978: 9]. El arti­
/I.

culista no escapaba de cierta actitud paternalista, que


era la misma de la Revolución de Octubre que había

16 Víctor Manuel Gutiérrez, "El problema indígena de Guate­


mala". En Boletín del Centro de Estudios Folclóricos
(CEFOL), Universidad de San Carlos de Guatemala No.19
(1978).
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 253

propuesto un Estado tutelar para enfrentar lo~ proble­


mas que afectaban al indígena. Un paternalismo donde
desembocaban entonces las posiciones más cercanas al
indígena, y que seguirían haciendo suyo hombres de la
izquierda como Martínez Peláez o Joaquín Noval.
Según Gutiérrez -y tenía razón- la Revolución de
Octubre había permitido por primera vez plantear el
problema étnico guatemalteco, cuya solución dependía
de la "liberación de estas fuerzas sociales dotadas de
grandes capacidades. Esta tesis se plantea para contra­
ponerla a la de los simplistas que creen que el progreso
y desarrollo de Guatemala tendrá lugar cuando se exter­
mine a los indios". A finales de la década del treinta, el
peruano José Carlos Mariátegui, uno de los pocos teó­
ricos marxistas latinoamericanos que se había ocupado
con la problemática de la nación y el indígena, había
sostenido que la cuestión indígena era una problemática
de orden económico social y no étnico o racial,l7 y que
su principal vía de solución pasaba por una reforma
agraria. lB Gutiérrez asumiría una posición similar: "De­

17 Karen Sanders, Nación y Tradición. Cinco discursos en torno a


la nación peruana (1885-1930) (México: Fondo de Cultura Eco­
nómica, 1997), p. 354.
18 "La República ha significado para los indios la ascensión de
una nueva clase dominante que se ha apropiado sistemá­
ticamente de sus tierras. En una raza de costumbres y de
alma agrarias, como la raza indígena, este despojo ha consti­
tuido una causa de disolución material y moral. La tierra ha
sido toda la alegría del indio. El indio ha desposado la tierra.
Siente que la vida viene de la tierra y vuelve a la tierra. Por
ende el indio, el indio puede ser indiferenté a todo, menos a
la posesión de la tierra que sus manos y su aliento laboran y
fecundan religiosamente". José Carlos Mariátegui, Peruani­
cernos al Perú (Lima: Empresa Editora Amauta, 1970), p. 31.
254 La patria del criollo, tres décadas después

be quedar bien claro que lo que decide y determina el


progreso es la solución del problema agrario; el pro­
blema de la cultura indígena y de su desarrollo, es un
problema subordinado". [Víctor Gutiérrez, 1978: 8]. Un
proyecto de reforma agraria que también intentaría el
gobierno arbencista.
Reducida a una contradicción de carácter secun­
dario, la problemática étnica tendió a desaparecer por
completo en el análisis de la sociedad guatemalteca.
Años después Rolando Ramírez, con Mario Payeras uno
de los fundadores del Ejército Guerrillero de los Pobres
(EGP), se lo reprocharía a la izquierda tradicional: "Da­
das las profundas raíces, la magnitud de sus propor­
ciones y el entrelazamiento es.trecho que tiene con la
lucha de clases, parece imposible soslayar el problema
de las agrupaciones nacionales al plantear la revolución
y, sobre todo, elaborar una línea para su conducción,
una estrategia para la guerra revolucionaria. Los revolu-:
cionarios 'tradicionales' lograron la 'hazaña' de hacer
abstracción del problema en los planteamientos teóri­
cos, ya no digamos en la acción práctica" .19 En la déca­
da del ochenta Ramírez todavía le reprocharía a Martí­
nez Pelaéz su visión histórica sobre la cuestión indíge­
na. 20 Con algunas excepciones como la de Mario Paye­

19 Ricardo Ramírez, Turcíos Lima. Su biografía (La Habana: Tri­


continental, 1969), p. 35.
20 "No fue entonces ninguna casualidad que, de acuerdo al
. testimonio dado al autor por el veterano dirigente del PCT
José Alberto Cardoza, en una ocasión en que Severo estuvo
en Cuba a principios de los ochenta, Ramírez se entrevistara
con él y le hiciera observaciones críticas sobre su postura,
las cuales el primero escuchó con atención". Carlos Figueroa
Ibarra, "Severo Martínez, el político y el científico". En esta
compilación. .
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 255

ras, quien se ocupó con la problemática étnica y su


trascendencia para la revolución guatemalteca}1 fue la
visión economicista la que predominó a lo largo de las
últimas cuatro décadas. En el fondo, se cerraban los ojos
ante el conflicto étnico, aferrados en que la resolución
del problema de las clases sociales resolvería automá­
ticamente la problemática del país. Pero, al negarse la
existencia de un conflicto racial, no se le eliminaba como
parte de la realidad gua temalteca, tal y como lo había
puesto de manifiesto el enfrentamiento entre indígenas
y ladinos de Pa tzicia en octubre de 1944.
Severo Martínez, dio finalmente el paso de presen­
tar el primer intento de una historia científica, por la
solidez de sus fuentes, el rigor interpretativo y el interés
en una visión objetiva que trascendiera intereses parti­
culares de la historiografía vigente entonces. Como lo
indicaba el subtítulo, el libro era una propuesta de inter­
pretación, "un ensayo". Aclaró que presentaba hipótesis
que debían ser comprobadas con el posterior desarrollo
de la investigación histórica. El autor no ofrece verter
verdades definitivas, como lo tomarían con ceguera
dogmática algunos de sus seguidores, sino aportar ele­
mentos para empezar a entender el país. Y esto indis­
cutiblemente lo logró el libro. A nosotros nos interesa
referirnos a su visión sobre el indígena, el peso que tuvo
en ello la circunstancia de ser un militante de la izquier­
da marxista.
Severo Martínez, militante del PGT y un convencido
marxista, hizo suya en la interpretación histórica la
visión clasista y su total predominancia sobre lo étnico.

21 Mario Payeras, Los indígenas y la revolución guatemalteca (Gua­


temala: Ejército Guerrillero de los Pobres, 1982).
256 La patria del criollo, tres décadas después

Seguramente estuvo también bajo la influencia de Ma­


riátegui. Según este pensador, la dominación española
había acabado de raíz con las culturas indígenas: "Los
españoles extirparon del suelo y de la raza todos los
elementos vivos de la cultura indígena. Reemplazaron
la religión incásica con la religión católica romana. De
la cultura incásica no dejaron sino vestigios muertos".
[José Carlos Mariátegui, 1970: 26]. Una visión que, como
veremos, se vuelve central y determinante en Martínez
Peláez. Sólo que Mariátegui se refería al desmorona­
miento del imperio incaico como unidad política, social
y cultural,"y no a la destrucción del hombre indígena
en sÍ, como lo expone claramente al plantearlo como la
base en la construcción de una sociedad comunista para
el Perú. 22 Así lo vio también Mario Payeras, para quien
el mundo indígena guatemalteco y su sentido comuni­
tario podría ser el fundamento para un país socialista. 23
En Severo Martínez la situación era diferente, pues
al indígena como tal no le asignó ningún lugar histórico
en la nacionalidad guatemalteca, posición que desa­

22 "Por otra parte, su creencia en la estructura social autóctona


del imperio incaico -el ayllu o comunidad campesina- se
prestaba a la organización comunista en la sociedad indígena.
Para Mariátegui, 'la más avanzada organización comunista,
primitiva, que registra la historia, es la inkaika"'. Karen
Sanders, Nación y Tradición (México: Fondo de Cultura Eco­
nómica, 1997), pp. 313-314.
23 "los indios tienen un sentido comunitario muy desarrollado,
a tal punto que en esta cualidad podrían asentarse los pilares
de la nueva sociedad socialista, toda vez que ésta es un
régimen comunitario por definición". Mario Payeras y Héc­
tor Díaz Polanco, Diálogo sobre la cuestión étnico-nacional.
Ediciones de Octubre Revolucionario No. 1 (Mayo de 1990
Año A): 14.
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 257

rrolla a partir de su visión de la conquista y la época


colonial. Los indígenas como pueblos originarios de
Cakchiqueles, Quichés o Mames, habrían desaparecido
o sucumbido frente a la conquista, realizada por un
grupo humano técnica y q.llturalmente más desarro­
llado, lo que llevó a la: " ... desarticulación de la cultura
prehispánica ... ", al " ... desmantelamiento de la organi­
zación económico-social de los pueblos prehispáni­
cos ... ". [Martínez Peláez, 1973: 595]. La conquista y la
colonia no sólo habían borrado la realidad precolom­
bina de los Reinos de Quichés o Cakchiqueles, sino
también destruido a sus portadores, transformando: "a
los nativos prehispánicos en los indios", metamorfosis
llevada a cabo en la reducción o pueblo de indios. Este
habría sido el molde de una nueva identidad,24 confor­
mada en torno a la opresión y la explotación laboral,
una cultura deliberadamente pobre, pero funcional a
los intereses del colonialista, a la que el indígena, con
algunas resistencias -los motines- se sometería: "En
la base de todo estuvo el hecho de que la población indí­
gena ... pasó a ser en la nueva organización social una
gran clase de trabajadores serviles, concentrados en
pueblos... Allí comienza la explicación del indio. Las
características que van a tipificarlo más tarde, fueron
consecuencia de las presiones sufridas por la clase de

24 "No había indios antes de la conquista. Sólo había nativos.


El nativo y el indio son entidades profundamente diferentes.
El indio se formó después de la conquista y perdura hasta
hoy con sus características coloniales. La colonia volcó al
nativo en un nuevo molde: el pueblo de indios". Severo
Martínez Peláez, "Incorporación del indígena o indio a la
cultura guatemalteca". Resumen de una conferencia dictada
en 1975 en Revista Economía, I1ES-USAC No. 136 (abril- junio
de 1998): 42.
258 La patria del criollo, tres décadas después

siervos nativos en la estructura colonial, de las fun­


ciones desempeñadas por el siervo en dicha estructura,
y también, por supuesto, de las resistencias y respuestas
elaboradas por el siervo apresado en aquella estructura
de la que formaba parte ... ". [Martínez Peláez, 1973: 595­
596].
Es decir, el indígena hecho a partir de un molde,
hechizó a la voluntad del régimen colonial, casi como
una marioneta. Difícilmente el indígena que había escri- .
to el Popol Vuh o los Anales de los Cakchiqueles para dar
fe de una propia historia. De aquí se desprende en parte
la actitud paternalista de Severo Martínez frente al in­
dígena, viéndolo como a un pupilo, al que se debía guiar
casi paso por paso. 25 Martínez Peláez se contraponía
totalmente a la actitud de Mariátegui, quien defendió
un protagonismo histórico del indígena, destacando que

25 "No es cierto que quienes sufren el peso de la opresión estén


capacitados para conocer sus mecanismos, entender en qué
forma los modela, los determina y manipula... Los indios no
conocen su historia ... Conviene hacer la historia del indio,
dársela, discutirla con él y con sus aliados de lucha ... Hay
que proporcionar al indio una visión de su papel en el pro­
ceso social, de las causas de su situación desventajosa, de
las posibilidades reales de desarrollo que se ofrecen para él
en una estructura social democrática de trabajadores... Igual­
mente hay que hacer y entregarle la historia de sus luchas,
que es una veta central de su historia entera... Presentarle
con claridad las causas de su debilidad y de su fuerza bajo
distintas circunstancias... " Severo Martínez Peláez, "Impor­
tancia revolucionaria del estudio histórico de los movimien­
tos de indios", en Boletín de Antropología Americana No. 3
(julio de 1981): 95-96.
Severo Martínez Peláez y la visión histórica .. ~ 259

ellos debían ser los propios gestores de su liberatión. 26


Para Mariátegui, el indígena mantenía toda su vitalidad
histórica como agente de la nacionalidad peruana: " ... en
un artículo escrito en la misma época que los Siete ensa­
yos encontramos declaraciones rotundas de su adhesión
al indígenismo, entendido no como una'especulación
literaria ni un pasatiempo romántico' que 'sueña con
utópicas restauraciones', sino que 'siente el pasado co­
mo una raíz' y el lugar donde la vanguardia 'busca para
su obra materiales más genuinamente peruanos'. Por
tanto, 'la vanguardia propugna la reconstrucción perua­
na sobre la base del indio. La nueva generación reivin­
dica ~uestro verdadero pasado, nuestra verdadera his­
toria' ". [Sanders, 1997: 334].
En conclusión, para Martínez Peláez la conquista y
la colonia habían significado el fin del hombre preco­
lombino guatemalteco, transformándolo en el indio sier­
vo. Toda la historia anterior estaba muerta, destruida,
como destruidos estaban sus portadores al ser conver­
tidos en siervos coloniales: "Es una realidad humana
nueva, distinta completamente distinta y a mediados
del siglo XVII y XVIII los indios ya no sabían nada de su
pasado... " [Martínez Peláez "Incorporación...", 1998:
28]. El indio colonial como un hombre sin historia, sim­
ple hechura del régimen dominante, al que se le habría
permitido el mantenimiento de algunas de sus antiguas
formas de vida y valores. La conservación de los idio­

26 "La solución del problema del indio tiene que ser una solu­
ción social. Sus realizadores tienen que ser los propios in­
dios". José Carlos Mariátegui, Peruanicemos al Perú (Lima:
Empresa Editora Amauta, 1970), p. 33.
260 La patria del criollo, tres décadas después

mas o los trajes, por ejemplo, había sido una estrategia


colonial, un recurso más de dominación,27 y no el pro­
ducto de una constante y dura lucha de resistencia anti­
colonial,28 como sí lo habían reconocido Ricardo Ra­
mírez y otros hombres de la izquierda: " ... el indio buscó
la defensa de su identidad en la personalidad comunal,
en un instintivo acto gregario, indudablemente conser­
vador. Se sumió en su propio aislamiento, opuso una
sorda resistencia a cuanto elemento cultural y técnico
viniera de sus bestiales capataces, asimilando lentamen­
te sólo aquellos necesarios para la conservación de su
comunidad. Hizo trincheras contra la dominación total
del extranjero, de sus dialectos, de sus vestimentas, de
sus comunidades y sus congregaciones, que mantiene
celosamente separados de las instituciones de los ladi­
nos: es la manera de preservar su esencia histórica, su
identidad descendiente de los mayas; es una espera de
resurgimiento teñida de un raro sentido intemporal, que
los observadores interesados o triviales tergiversan o
confunden con fatalismo ... ". [Ramírez, 1969: 32].
Curiosamente, en Martínez Peláez, un pensador
marxista, se repetía en alguna forma el caso de los viejos
liberales del siglo XIX, que al negar a la colonia como

27 "Se les enseñó a vestirse de otro modo, en función de la


explotación; absolutamente con trajes distintos para controlar
los pueblos distintos para que no se pierdan los tributarios... ;
sus lenguas, no les fueron quitadas, pero el seguir hablando
en sus lenguas era una desventaja para ellos, desventaja que
ellos no entendían pero que el colonizador sí entendía".
Martínez Peláez, "Incorporación del indígena", en Revista
Economía, IIES-USAC No.136 (abril-junio de 1998): 3l.
28 Julio César Pinto Soria, El indígena guatemalteco y su lucha de
resistencia durante la colonia: la religión, la familia y el idioma,
en Boletín del CEUR-USAC, No. 27 (septiembre de 1995):
Severo Martínez Peláez y la visión histórica. .. 261

un sistema atrasado, incluyeron en la negación al propio


indígena. Para los liberales, el indígena habría vivido
desde la conquista un proceso degenerativo, ellos tam­
bién viéndolo como una simple obra de la colonia, que
en su atraso mantenía atrasado al país. 29 Ese era el enor­
me peso de la ideología del liberalismo decimonónico,
ante el que habían sucumbido no sólo intelectuales de
la talla de Miguel Ángel Asturias, sino hasta movi­
mientos políticos de izquierda como el sandinismo nica­
ragüense. 30 '

Por convenir a los intereses estratégicos de domi­


nación del imperio español, a partir de la conquista la
identidad y el ser indígena fueron cuestionados o nega­
dos por completo. Los antiguos pueblos de Quichés o
Cakchiqueles fueron transformados en la casta de los
indios, enfrentando un proceso de asimilación y homo­
geneización que debía negar la antigua identidad para
convertirlos en súbditos del nuevo imperio, sumisos
productores de riquezas para un potencia extranjera.
En ese objetivo, donde la cristianización de la Iglesia
debía jugar un papel trascendental, se negó toda la vida
anterior del indígena, la que se equiparó con la barbarie,
postulándose la falacia de su inferioridad para justificar
la implantación de un sistema oprobioso de explotación
y dominación política.

29 Julio César Pinto Soria, Ladinos e indígenas en la nación criolla


guatemalteca: de la colonia al régimen conservador, en Boletín
del CEUR-USAC, No. 36 (marzo de 1998).
30 Jeffrey Gould, "Nicaragua: la nación indohispana". En Arturo
Taracena/Jean Piel, (Compiladores), Identidades nacionales y
Estado moderno en Centroamérica (San José: EDUCA, 1995), p.
264.
262 La patria del criollo, tres décadas después

Sometido a tales condiciones de opresión, discrimi­


nación y negación, el indígena guatemalteco se debatió
muchas veces en la simple lucha por la sobrevivencia.
Sin embargo, nunca abandonó el derecho a la propia
identidad. Los márgenes legales, económicos, sociales
y culturales que dejaba el sistema colonial, cuyo núcleo
fundamental lo constituyó precisamente la reducción o
pueblo de indios, fueron utilizados para establecer pro­
cesos de sobrevivencia económica y de autoafirmación
étnica, de distanciamiento frente a españoles, criollos y
mestizos. La misma identidad de los indios, creada por
el sistema con fines de dominación, fue adquiriendo
significados y valoraciones de resistencia yautoafirma­
ción, de consolidación de una conciencia indígena. Poco
a poco, en medio de innumerables penalidades, se fue
reconstruyendo un propio mundo indígena. Natural­
mente no podía ser el anterior a la irrupción española,
ya por el simple motivo de que al indígena se le había
despojado de la libertad, independientemente de los
profundos procesos de cambio sociocultural y simbiosis
puestos en marcha, que aportarían a la vez fundamentos
para la sobrevivencia y la autoafirmación étnica.
Severo Martínez, al negar el componente étnico en
la historicidad guatemalteca, evidentemente no vis­
lumbró una propia historia indígena y, por lo tanto,
tampoco el derecho al ser indígena como tal, al menos
no a partir de la conquista. Es decir, el indígena como
portador de una identidad que se remonta a la época
precolombina, y que hoy se reivindica para crear una
Guatemala moderna y democrática, a partir de su carác­
ter multilingüe, pluricultural y multiétnico. Tomó como
un hecho consumado los propósitos de dominación y
alienación del régimen colonial, de negar una propia
identidad e historia indígena, y desvalorizó o pasó por
alto la lucha anticolonial indígena en defensa y man­
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 263

tenimiento de su identidad. Creemos que hay base para


hacerle esta crítica a Severo Martínez, donde tampoco
fue el único, pues el racismo es un lastre que, abierta o
solapadamente, arrastra el cientista social guatemalteco
desde tiempos coloniales. 3I
Así, en la crítica de una ideología, Severo Martínez
fue presa de otra. En el compromiso y los afanes de salir
de situaciones de atraso secular y explotación en que
vive Guatemala, especialmente la población indígena,
frente a un régimen político que no dejaba el menor
espacio para el cambio y sí para la represión indiscrimi­
nada para el que piensa diferente, el camino para la
liberación parecía pasar irremisiblemente por la lucha
de clases y la revolución proletaria, haciendo caso omiso
de la problemática étnica. Sin embargo, cuando el indí­
gena empezó a ser suyo el movimiento revolucionario
guatemalteco, en respuesta a una agresión cada vez más
creciente del Estado autoritario,32 en una polémica con
Robert Carmack, Severo Martínez empezó a reconocer
las limitaciones de su enfoque sobre la historia indígena:
"Robert tiene mucha razón cuando juzga que en La
patria del criollo aparece o se presenta a un indígena muy
sumiso, muy conformista con lo que el régimen español
quiso. Tiene mucha razón porque en ese entonces, Seve­

31 "El indio es por naturaleza y dejadez haragán; para él las


horas no cuentan y prefiere trabajar menos a cobrar más y
comer más", aseguraba todavía no hace mucho un inves­
tigador guatemalteco. José Raimundo Scheifler, "Riqueza de
las doctrinas en el antiguo reino de Goathemala". En Anales
de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala No.24 (sep­
tiembre-diciembre de 1949): 330.
32 Robert Carmack (Compilador), Guatemala: Cosecha de vio­
lencias (San José: FLACSO, 1991).
264 La patria del criollo, tres décadas después

ro no había estudiado sistemáticamente el asunto de


las rebeliones indígenas... " 33 Se refería, seguramente, a
que por esos años se encontraba ya escribiendo su obra
sobre los Motines de indios. Al final, al triste costo de
millares de vidas y la destrucción de sus comunidades,
la causa indígena sería uno de los aspectos centrales de
los tratados de paz de 1996. Es decir, el indígena como
actor central en la escena política guatemalteca, como
grupo étnico y como grupo social explotado y mar­
ginado.
Ante esa evolución de nuestra historia reciente,
Severo Martínez probablemente hubiera ido más lejos
en la · rectificación del lugar histórico de los pueblos
indígenas en la sociedad guatemalteca, de no habérselo
impedido una enfermedad maligna que le quitó toda
oportunidad. Mantuvo así, en lo fundamental, su visión
clasista. En una de sus últimas intervenciones todavía
criticó la posición de Mariátegui,34 quien en una actitud
marxista menos ortodoxa, le había ·dado al indígena

33 Martínez Peláez, ¿Qué es el indio guatemalteco.? Diálogo


1/

entre Severo Martínez y Robert Carmack" Debate organizado


por la Asociación de Estudiantes de Historia, Arqueología y
Antropología. Moderado por Edeliberto Cifuentes Medina.
Guatemala, 16 de marzo de 1978. Revista Economía, I1ES-USAC
(1998): 51.
34 "Se requiere de un rebasamiento definitivo del enfoque y
actitud indigenista... propugnando siempre reivindicaciones
étnicas globales como un recurso para impedir el auge de
las lealtades y articulaciones de clase... Un 'indigenismo
socialista' es una contradicción implícita; es un concepto que
acaso pueda servir para señalar una secreta perversión domi­
nadora del indio dentro del proceso revolucionario. A la par
de una superación efectiva de la concepción idealista de la
etnia -superación que sólo se logra haciendo su historia en
el contexto del proceso de las clases- se requiere de un rebasa­
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 265

otros significados en la historia peruana. En un medio


como el guatemalteco, excluyente y polarizado política
e ideológicamente, muy pobre todavía en el desenvolvi­
miento de las ciencias sociales, la obra de Severo Mar­
tínez fue recibida con el total beneplácito de unos y el
rechazo de otros, unos dogmatizándola en su glorifica­
ción, los otros reduciéndola a un panfleto de intereses
comunistas. La obra evidentemente no es lo uno ni lo
otro. Como cualquier obra histórica, es susceptible de
crítica; pero también es cierto que no se le puede negar
el mérito de haber coadyuvado a colocar los fundamen­
tos para entender a Guatemala en toda su complejidad
étnica y social, acica teando una rica polémica sobre
nuestra realidad histórica hasta entonces prácticamente
inexistente. Pues el libro, como el de Guzmán Bockler
y Herbert,35 tuvo la valentía de abrir la discusión sobre
un tema tabú para los guatemaltecos; una temática que
merece toda nuestra atención, ahora que empezamos a
reflexionar sobre lo sucedido en los últimos años, sobre
la forma como nos vimos y comprendimos nuestro país,
el tipo de nación que todavía queremos construir para
el futuro.
Al mismo tiempo del aparecimiento de la obra de
Martínez Peláez, o poco después, aparecerían otros tra­
bajos que completarían y enriquecerían lo iniciado por
él. Campos donde había incursionado en forma general,
en la búsqueda de una visión global, como el caso' de
las estructuras económicas y sociales, las formas de
explotación y trabajo, las dinámicas urbanas y demo­
gráficas, el mundo de la ideología, fueron profundi­

miento del fetichismo de la cultura". Martínez Peláez, "Im­


portancia revolucionaria", pp.94-95.
35 Guatemala: una interpretación histórico-social.
266 La patria del criollo, tres décadas después

zados por autores como Murdo MacLeod,36 Shermann,37


Lutz,38 Love1l 39 o Saint-Lu. 40 Pues, hasta entonces, puede
decirse que no existía interés por la historia como campo
de academia y ciencia, predominando la tradicional
historiografía desciptiva vinculada a los intereses legiti­
madores del Estado ladino guatemalteco. No se contaba
con las tradiciones políticas, sociales y culturales apro­
piadas, de que sí han dispuesto países como México o
Costa Rica. A partir de la obra de Martínez Peláez em­
pieza a surgir finalmente una historiografía guatemal­
teca más seria, de ambiciones científicas. Se inscribe
aquí lo escrito por historiadores como Castellanos Cam­
branes,41 Palma Murga,42 Luján MuñoZ 43 y Arturo Tara­

36 Murdo MacLeod, Historia socioeconómica de la América Central


española. 1520-1720 (Guatemala: Editorial Piedra Santa, 1980).
La primera versión en inglés es de 1973.
37 William L. Sherman, El trabajo forzoso en América Central. Siglo
XVI. (Guatemala: Seminario de Integración Social Guate­
malteca, 1987). La primera versión inglés apareció en 1979.
38 Christopher Lutz, Historia sociodemográfica de Santiago de Gua­
temala. 1541-1773. (Antigua Guatemala: CIRMA, 1982).
39 George W. Lovell, Conquista y cambio cultural. La sierra de los
Cuchumatanes en Guatemala. 1500-1821. (Antigua Guatemala:
CIRMA, 1990), pp. 144-145.
40 André Saint-Lu, Condición colonial y conciencia criolla (Gua­
temala: Editorial Universitaria, 1978). La primera versión
francesa apareció en 1970.
41 Julio Castellanos Cambranes, Café y campesinos en Guatemala.
(Guatemala: Editorial Universitaria, 1985).
42 Gustavo Palma Murga, Algunas relaciones entre la Iglesia y los
grupos particulares durante el período de 1860 a 1870. Su inci­
dencia en el movimiento liberal de 1871. (Tesis, Universidad de
San Carlos de Guatemala, Escuela de Historia, 1978).
43 Jorge Luján Muñoz, Agricultura, mercado y sociedad en el corre­
gimiento del valle de Guatemala, 1670-1680 (Guatemala: DIGI­
USAC, 1988).
Severo Martínez Peláez y la visión histórica... 267

cena,44 para mencionar a los que han mantenido un


trabajo más continuo. Lastimosamente, la voz de los
historiadores guatemaltecos sigue permaneciendo peri­
férica, débil, con una producción en realidad bastante
pobre; corno que no lograra abrirse paso en el oscuro
mundo de las mezquinidades y las intolerancias que
vivió Severo Martínez en la década del sesenta, donde
seguramente el lastre de las dictaduras tiene la mayor
responsabilidad.
A principios de 1979, en una nueva y terrible ola de
terror que dejó miles de muertos e infinidad de aldeas
indígenas destruidas, Severo Martínez se vio nueva­
mente obligado a abandonar Guatemala. Así salvó pro­
bablemente la vida, pues innumerables miembros de
la Universidad de San Carlos fueron asesinados enton­
ces, la mayor parte colegas y amigos suyos, hombres
que no tuvieron otro pecado, que el no aceptar un régi­
men ignominioso para Guatemala. Es decir, los que
murieron y los que 'lograron evadir la muerte con el
exilio, los que no se plegaron o guardaron silencio ante
la barbarie, precisamente el siniestro objetivo del terror
anticomunista que se vivía.
De su exilio en México Severo Martínez no retor­
naría, a no ser en 1992 para recibir el Honoris Causa que
le daba su antigua Universidad de San Carlos, a la que
dedicó, dentro y fuera de Guatemala, lo mejor de su
vida y obra. En este último exilio, Severo Martínez toda­

44 Arturo Taracena Arriola, "Nación y República en Centro­


américa (1821-1865)". Arturo Taracena, Jean Piel (Compila­
dores), Identidades nacionales y Estado moderno en Centroa­
mérica. (San José: EDUCA, 1995).
268 La patria del criollo, tres décadas después

vía lograría concluir su postrer obra: Motines de indios. 45


Aunque oficialmente esto probablemente nunca le sea
reconocido, Severo Martínez Peláez es el fundador de
la historiografía moderna guatemalteca, ocupando con
su aporte intelectual el mismo lugar de coetáneos y
compañeros de ideales y luchas como Cardoza y Ara­
gón, Mario Payeras, Guillemo Torriello Garrido, tam­
bién recientemente fallecidos y cuyas vidas están en­
marcadas en la tragedia que vivió Guatemala después
de la invasión norteamericana de 1954.

45 Severo Martínez Peláez, Motines de indios. La violencia colonial


en Centroamérica y Chiapas (Puebla: Centro de Investigaciones
Históricas y Sociales, Universidad de Puebla, 1985).
Severo

Marco Augusto Quiroa*

Nos conocimos desde siempre. El haciendo honor


al nombre, poniéndole cara seria a la vida como debe
de ser en esta irredenta Guatebuenita. Yo en permanente
vacile, sin que mis bromas le hicieran mucha gracia.
Hasta que me dejó hablando solo, como diciendo con
su silencio pétreo: así se orina y no por gotas. Y salió
dejando la taza con el café a la cintura para que no lo
viera cuando terminara de leer la larga y cariñosa dedi­
catoria. Me quedé con el libro en la mano, la portada
de un azul patriotero y una llave para abrir mentes

Pintor y escritor, escribió: Semana Menor (Guatemala: Edito­


rial RIN-78, 1984), Gato Viejo (Guatemala: Editorial Cultura,
1990), Receta para escribir un cuento y otros cuentos (Guate­
mala: Editorial Cultura, 1996), Doña Mazacuata y otros ani­
males (Guatemala: Editorial Cultura, 1998).
270 La patria del criollo, tres décadas después

oxidadas, para iluminar criterios aherrojados por los


fierros de una academia trasnochada. Releí el título: La
patria del criollo, y el nombre: Severo Martínez Peláez.
Su lectura cambió mi vida y la de m\lchos guatechapines
de aquellos yesos años que no teníamos cabal concien­
cia de dónde estaban nuestras alas mutiladas, nuestras
raíces roídas por la gallina ciega, nuestras ramas desar­
boladas por el zompopo voraz. Él nos enseño a saber
cuánto valemos, a entender la calidad de la melcocha.
Algunos dijimos: eso somos. Nos respondimos muchas
preguntas que estaban en la oscurana y desechamos
interpretaciones de la Historia, lineales, parciales yan­
tojadizas. Después vino el aldeano y tradicional nin­
guneo y los que más señalaron supuestos desaciertos,
y le encontraron tres pies al gato son los que nunca han
aventurado opinión sobre pasadas o presentes reali­
dades. Descubrieron la coma que faltaba en la página
doce y el punto que sobraba en la siguiente. Espulgaron
con peine fino los textos del Profesor para evidenciar
la ausencia de un cartón con sellos y acres que auto­
rizara su ejercicio profesional. Después, volvieron a sus
ratoneras a rumiar resentimientos y tragarse las hieles
del olvido. El Profesor siguió su camino, alto y lúcido.
Sabía que su libro es fundamental para entendernos y
que parte el siglo veinte en dos mitades. El antes y el
después nunca ha sido tan cierto.
Un día, con una mano señaló la pintura "Puente de
Los Chocoyos" y con la otra confirmó los pistos que
llevaba en el bolsillo. Lo quiero, dijo, más serio que un
revólver y se acercó a leer los versos escritos en una
esquina: "Bajo el puente centenario/ de hiedras y cali­
canto/ pasa el agua, pasa el tiempo/ y hasta Cristo el
Viernes Santo". Le tuve que retorcer el brazo para que
lo aceptara corno prueba de amistad.
Severo 271

El día que llegó con La patria en una bolsa 'de papel


manila, hablamos del pasado metido en esa cárcel de
papel y tinta, del presente pródigo en represi6n y exilio,
y del futuro que alumbraba el proyecto revolucionario.
Cuando me asomé a la ventana del quinto piso, lo vi
cruzar la sexta calle rumbo al Peladera y los zanates
del Parque Centenario, se arreglaba el cuello de la cha­
queta para protegerse de la llovizna que mojaba el ronco
repique de La Chepona. Terminé de leer las últimas
palabras de la dedicatoria: " ...algunos de mis mejores
páginas se parecen a algunos de sus mejores cuadros".
Ahora, su recuerdo y su libro están vivos. Él también.
La patria del criollo
de Severo Martínez Peláez en

la historiografía latinoamericana y

guatemalteca*

Edgar Ruano Najarro**

El libro La patria del criollo fue publicado en agosto


de 1970 por la Universidad de San Carlos, es decir, en
este año está cumpliendo 28 años de haber salido a luz.
Además de la USAC, este libro ha sido editado y reim­
preso por la Editorial Universitaria Centroamericana
(EDUCA), por la Universidad Autónoma de Puebla, así
como por varios sujetos inescrupulosos, que lo han
hecho ilegalmente. Por ello, es sumamente meritorio
que en este mes de junio de 1998, a casi tres décadas de

Con diversas modÜicaciones efectuadas posteriormente por


el autor, en especial las citas de pie de página, Este trabajo
fue leído con motivo de la presentación en Guatemala de La
patria del criollo hecha por el Fondo de Cultura Económica.
Nació en Guatemala el22 de octubre de 1947. Licenciado en
Sociología por la Universidad Autónoma de Guerrero, Mé­
xico. Realizó estudios de Historia en la Universidad de San
274 La patria del criollo, tres décadas después

su primera edición, una editorial tan prestigiosa como


el Fondo de Cultura Económica se tome el trabajo de
publicar una segunda edición. ¿Cuál es la importancia
de este libro, que merece tan alta estima de lectores y
editores?
El texto que ahora leo está dirigido a relevar algunos
de los aspectos que considero importantes del contenido
de esa obra. Se trata de uno de esos raros libros que
aparecen muy de cuando en cuando, porque contienen
en sí mismos un doble carácter. Por un lado, se trata
una obra especializada en un tema, en este caso la his­
toria colonial gua temalteca, lo cual lo hace ser un libro
académico, universitario, que penetra en la historia
guatemalteca guiado por una rigurosa metodología his­
tórica. Pero a la vez, La patria del criollo es un libro de
un profundo contenido político, pues en él Martínez
Peláez intenta revelar las raíces históricas de la confor­
mación del poder político, que han prevalecido en la
sociedad guatemalteca desde hace bastante tiempo. Mu­
chas veces nos dijo don Severo a los estudiantes de
Historia de aquellos años: el fin último de esta obra es
político.
Se necesitaría mucho más espacio del que ahora
disponemos para comentar la amplia variedad temática
histórica que ofrece La patria del criollo, por lo que en la
vertiente puramente histórica me limitaré a señalar lo
que a mi juicio constituyen algunas de las contribu­
ciones de La patria del criollo a la construcción de la
Historia de Guatemala. Para ello comenzaré dando lec-

Carlos de Guatemala y culminó la Maestría en Ciencias Socia­


les en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO), México. Actualmente es profesor de Historia Polí­
tica de Guatemala en la Universidad Rafael Landívar.
La patria del criollo de Severo Martínez Peláez ... 275

tura a una cita que hace el maestro Martínez Peláez en


el capítulo cuarto de la obra, en la página 110 de esta
segunda edición que ahora se presenta. Se trata de un
trozo de una cédula real expedida en 1513 por Don
Fernando El Católico. Cito:
"Porque nuestros vasallos se alienten al descubrimiento
y población de las Indias, y puedan vivir con la como­
didad, y conveniencia, que deseamos: es nuestra volun­
tad, que se puedan repartir y repartan casas, solares,
tierras, cavallerías, y peonías a todos los que fueren a
poblar tierras nuevas en los Pueblos y Lugares, que por
el Governador de la nueva población le fueren seña­
lados, haciendo distinción entre escuderos, y peones, y
los que fueren de menos grado y merecimiento, y los
aumenten y mejoren, atenta la calidad de sus servicios,
para que cuiden de la labranza y crianza; y haviendo
hecho en ellas su morada y labor, y residido en aquellos
Pueblos quatro años, les concedemos facultad, para que
de allí en adelante los puedan vender, y hacer de ellos a
su voluntad libremente, como cosa suya propia; y asi­
mismo conforme su calidad, el Governador o quien
tuviere nuestra facultad, les encomiende los Indios en
el repartimiento que hiciere, para que gocen de sus
aprovechamientos y demoras, inconformidad a las ta­
ssas, y de lo que está ordenado, etc."l
He citado, esta cédula real, porque en la elaboración
intelectual de la obra de Severo Martínez esta pieza
tiene un valor metodológico crucial. A partir de su con­
tenido, Severo Martínez construye el edificio de la his-

1 Publicada por Julio César Méndez Montenegro, 444 Años de


Legislación agraria guatemalteca, 1513-1957, en Revista de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, USAC, Guatemala.
Epoca VI, Nos. 9-12 (enero-diciembre de 1960).
276 La patria del criollo, tres décadas después

toria económica y social colonial guatemalteca basada


en dos pilares fundamentales, indicados ambos en este
documento. Uno, la tierra, arrebatada a los pueblos
indígenas, y cedida a los primeros conquistadores y
colonizadores. Dos, la población indígena: la cédula real
faculta a capitanes y gobernadores españoles a enco­
mendar y repartir "indios", para que "gocen de sus apro­
vechamientos", es decir, de su trabajo. Tierras e indios
para los españoles. He ahí el fundamento último de la
sociedad colonial gua temalteca, y en general de la colo­
nia americana, fundamento que por cierto no fue des­
cubierto por el maestro Martínez Peláez, sino desen­
trañado, examinado cuidadosa y minuciosamente en
todos su ángulos y aristas con el fin de construir dos de
las categorías claves de la historia económica y social
colonial guatemalteca: el latifundio colonial y la estruc­
tura agraria que se desarrolló en su seno y el trabajo
forzado a que fue sometida la población indígena.
Digo que la cuestión de la tierra y del sometimiento
de la población indígena no fue descubierta por el maes­
tro Severo Martínez, pues es sabido cómo en numerosos
estudios, tanto en Guatemala, como en el resto de Amé­
rica Latina, en especial en México, se señaló, desde
mucho antes de la aparición de La patria del criollo, la
importancia de la problemática agraria y del trabajo
indígena en la configuración de la sociedad colonial. El
mismo Severo Martínez recomendaba a sus alumnos la
lectura, por ejemplo, del historiador mexicano, el ma­
estro Don Silvia Zavala, y del francés Francois Che­
valier.
El primero de ellos, como bien es sabido, publicó
en 1935 sus obras La encomienda indiana y Las institu­
ciones jurídicas en la conquista de América, que son preci­
samente, la primera, un amplio y profundo estudio del
trabajo forzado indígena escondido tras la institución
La patria del criollo de Severo Martínez Peláez ... 277

de la encomienda en la América española, y la segunda,


una investigación sobre las razones filosóficas, éticas y
jurídicas de la empresa española de conquista, en la cual
las regalías en bienes y hombres a los conquistadores
eran parte consustancial de dicho proceso. 2 El mismo
doctor Zavala escribió también Contribución a la historia
de las instituciones coloniales en Guatemala, publicado por
el Colegio de México en 1945 y por la Universidad de
San Carlos en 1967, que es un estudio de la encomienda
y los repartimientos en la Capitanía General de Gua­
temala. 3
El segundo de los autores que he citado, Chevalier,
en La formación de los latifundios en México traza las líneas
generales de la formación del latifundismo colonia1. 4
Lo mismo puede decirse de la obra general de José
María Ots Capdequí, publicada po~ esta casa editorial,
en especial su libro El Estado español en las Indias s y
sobretodo el libro tan recomendado por don Severo,
titulado El imperio español en América, de Clarence
Haring.6 En fin, larga es la lista de obras que contri­
buyeron a la formación histórica del maestro Martínez
Peláez

2 Silvio Zavala, La Encomienda Indiana, (México: Editorial Po­


rrúa, S.A., 1988) Y Silvio Zavala, Las Instituciones Jurídicas en
la Conquista de América, (México: Editorial Porrúa, S.A., 1988).
3 Silvio Zavala, Contribución a la historia de las instituciones
coloniales de Guatemala, (Guatemala: Editorial Universitaria,
1967).
4 Francois Chevalier, La formación de los latifundios en México,
(México: Fondo de Cultura Económica, 1976).
5 }.M.Ots CapdequÍ, El Estado español en las Indias, (México:
Fondo de Cultura Económica, 1986).
6 CH. Haring, El Imperio español en América, (México: Consejo
Nacional Para la Cultura y las Artes, 1990).
278 La patria del criollo, tres décadas después

De modo que, la aportación del maestro ty1artínez


Peláez fue examinar ambos fenómenos, el de la tierra y
el del trabajo indígena, en Guatemala; revelar su diná­
mica local y a partir de ellos construir una teoría de la
historia colonial guatemalteca. Esa es quizá la mayor
contribución de La patria del criollo a la historiografía
de este país: la formulación de una teoría de la historia
colonial guatemalteca, la cual tiene como núcleo central
la pugna entre los distintos sujetos sociales coloniales
a propósito de la apropiación del trabajo indígena, con
las más variadas formas: esclavitud, repartimientos,
encomiendas, mandamientos, tributos, etcétera, y al
respecto, también, de la apropiación y monopolización
de .la tierra. Con ello, Severo MartÍnez se constituye,
junto con Valentín Solórzano, en el fundador de la his­
toria económica guatemalteca.7 ASÍ, después de La pa­
tria del criollo, la historia colonial guatemalteca tiene
sentido, obedece a una lógica de desenvolvimiento,
tiene una visión global, aunque estrictamente se trate
de una historia económica.
Y, en este punto, vale la pena destacar que la obra
de Severo Martínez se constituye como parte fundadora
e integrante de un movimiento historiográfico latino­
americano que vuelve la vista a la Historia Económica.
Puede decirse, que una vez echadas las bases por Za-

7 En efecto, en los años cuarenta Valentín Solórzano presentó


en la Universidad Nacional Autónoma de México su tesis en
Economía titulada Historia de la evolución económica de Gua­
temala, obra que ofrece una visión del desenvolvimiento
histórico económico de la sociedad guatemalteca desde el
período prehispánico hasta el régimen liberal. En el caso de
Martínez Peláez se trata de una historia de las instituciones
y de las relaciones sociales que dieron origen a las matrices
histórico socioeconómicas del período colonial.
La patria del criollo de Severo Martínez Peláez ... 279

vala, Ots, y otros, en la siguiente generación de his­


toriadores latinoamericanos, la de los setenta, se abre
paso una importante corriente que deja por un lado las
"historias de la cultura" y retoma las corrientes his­
toriográficas que llegan de Europa, las cuales ponen el
énfasis en la Historia Económica y en una metodología
que utiliza no pocas categorías teóricas del marxismo.
En realidad, se trata de un movimiento intelectuallati­
noamericano mucho más amplio que rebasó a la propia
historiografía y que abarcaba todo el ámbito de las cien­
cias sociales, las cuales experimentaban en el continente
una verdadera eclosión, en la cual la historia económica
se ubicó en un lugar privilegiado, pues se constituyó
como punto de partida para las distintas interpreta­
ciones de las realidades económicas, sociales y políticas
latinoamericanas de aquellos años.
No es casual que la discusión sobre el desarrollo
económico latinoamericano haya tenido como uno de
sus pilares precisamente la historia económica, tal como
la utilizan Sunkel y Paz en su clásico El subdesarrollo
latinoamericano y la teoría del desarrollo,8 o de la misma
forma, en la teoría de la dependencia formulada en los
trabajos de Frank, Dos Santos y muchos otros,9 o bien,
para el caso guatemalteco, en el también ya clásico Inter­
pretación del desarrollo social centroamericano de Edelberto
Torres, 10 hasta llegar a la Historia del desarrollo capitalista

8 Osvaldo Sunkel, y Pedro Paz, El subdesarrollo latinoamericano


y la teoría. del desarrollo, (México: Siglo Veintiuno Editores,
1985). Ver en especial la segunda parte de esta obra.
9 Ver André Gunder Frank, Capitalismo y subdesarrollo en Amé­
rica Latina, (México: Siglo Veintiuno Editores, 1976); Theo­
tonio Dos Santos, Imperialismo y dependencia, (México: Edi­
ciones ERA, 1982), en especial la tercera parte de esta obra.
280 La patria del criollo, tres décadas después

de América Latina de Agustín Cueva ll y a toda la dis­


cusión habida en los años setenta sobre el carácter del
modo de producción durante el régimen colonial en
América Latina, en la cual La patria del criollo fue tema
de debate. 12
La patria del criollo, es una obra historiográfica pre­
cursora y parte de este movimiento, que en lo que res­
pecta a la historiografía propiamente dicha tiene sus
antecedentes en la revista Historia y Sociedad, fundada
en México en 1965 por Enrique Semo y Roger Bartra,
en cuyas páginas se publicaron ensayos de Enrique
Florescano, de los mismos Semo y Bartra, de Cue Cáno­
vas, y de toda una nueva generación de historiadores
mexicanos, así corno, por primera vez en la región (fuera
de Cuba), de historiadores soviéticos. :puede observarse
perfectamente puentes intelectuales y metodológicos
entre La patria del criollo y la Historia del capitalismo en
México, de Enrique Semo (publicado en 1973);13 en Ori­
gen y desarrollo de los problemas agrarios de México 1500­
1821, de Enrique Florescano/ 4 hasta arribar a la Historia
Económica de América Latina de Cardoso y Pérez Brig­

10 Edelberto Torres Rivas, Interpretación del desarrollo social Cen­


troamericano, (Costa Rica: EDUCA, 1971).
11 Agustín Cueva, Historia del desarrollo capitalista en América
Latina, (México: Siglo Veintiuno Editores, 1979).
12 Ver al respecto, Ciro F.S. Cardoso, Severo Martínez y el Carác­
ter del régimen colonial, en Carlos Sernpat Assadourian, et. al.,
Modos de producción en América Latina, (México: Siglo Vein­
tiuno Editores, 1979).
13 Enrique Serno, Historia del capitalismo en México, Los orígenes.
1521/1763, (México: Ediciones ERA, 1979).
14 Enrique Florescano, Origen y desarrollo de los problemas agrarios
de México 1500-1821, (México: Ediciones ERA, 1983).
La patria del criollo de Severo Martínez Peláez ... 281

noli,15 por no mencionar más que argunos de los trabajos


más conocidos en México y Centroamérica.
Con la sola formulacióri de una teoría de la historia
colonial guatemalteca, la obra de Severo Martínez ha­
bría ganado un espacio en la historiografía de este país
yen la historia del desenvolvimiento intelectual guate­
malteco, para usar el título de la obra de don Ramón A.
Salazar. Pero, La patria del criollo, y, por tanto, el pensa­
miento de Severo Martínez,' va más allá.
Formuló también una teoría del indio colonial, es
decir, del sujeto social cuyo trabajo fue uno de los funda­
mentos de la sociedad colonial. Antes de La patria del
criollo, la visión sobre población indígena guatemalteca
estaba dominada, en el aspecto académico, por la antro­
pología de corte estadounidense y europeo, que había
realizado numerosos y valiosos estudios en Guatema­
la. 16 No se trata de negar su valor en el conocimiento de
esta sociedad. Se trata de decir que las antropologías

15 Ciro F.S. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli, Historia económica


de América.Latina, Tomos 1 y 2, (Barcelona: Editorial Crítica,
1979).
16 En un artículo reciente, Edgar S. G. Mendoza denomina a la
generación de antropólogos que realizó estos estudios como
la "generación fundadora" de la antropología guatemalteca.
Señala que es una generación nacida entre 1900 y 1910 Y
formada académicamente entre los años treintas y cuarentas.
Incluye en ella a Robert Redfield, Sol Tax, Charles Wagley,
Richard N. Adams, John Gillin, Charles :Winsdom, Ruth Bun­
zel, Manning Nash, Oliver La Fa,rge, Benjamin Colby, Félix
Webster McBryde, etcétera. Entre los antropólogos guate­
maltecos pertenecientes a esta generación, Mendoza com­
prende a Antonio Goubaud Carrera, Joaquín Noval, Juan de
Dios Rosales, Carlos Mejía Pivaral y otros. Ver Edgar Men­
doza, "Generaciones de antropólogos", en Estudios, Revista de
Antropología, Arqueología e Historia, Escuela de Historia,
USAC, No. 3 (diciembre de 1997).
282 La patria del criollo, tres décadas después

europea y estadounidense, que trabajaron en el país


entre los años veinte y los cincuenta, privilegiaban el
estudio de lo que llamaron la cultura indígena, que no
era otra cosa que describir la vida cotidiana, las repre­
sentaciones de la naturaleza y la sociedad de los pueblos
indígenas, su producción cultural y material, etcétera.
y desde esta perspectiva, la incipiente antropología
guatemalteca, con algunas excepciones, había desarro­
llado una posición integracionista con respecto a la
población indígena. Se trataba en el fondo de un pro­
yecto destinado a que ambas culturas, la indígena y la
ladina, se integraran en una sola, o quizá mejor dicho,
que la primera se integrara a la segunda.
Severo Martínez rompió teóricamente con esa visión
antropológica. Repetía incansablemente a sus alumnos:
no se trata de decir qué es el indio, de decir quién es el
indio o cómo es el indio. No. Se trata de explicar al indio,
de averiguar por qué es indio. Y, para explicar al indio
Severo Martínez hizo uso de la Historia. En consecuen­
cia, nos lanzó en los años setentas esta frase que nos
dejó demudados a no pocos de sus alumnos y amigos
en sus incontables sesiones de clase, conferencias, lec­
ciones magistrales o simples conversaciones: Pedro de
11

Alvarado vivió y murió sin conocer, sin haber visto en su


vida, a un solo indio". ¿Cómo? Con ello, lo que dice en La
patria del criollo es que el indio, la población indígena,
tal como llegó al presente, es el resultado íntegro del
proceso histórico colonial.
El proceso colonial, sustenta Severo Martínez, fue
el molde (era su palabra favorita) que modeló y creó a
la realidad social que conocemos como el indio. Hoy,
acaso ya no estemos de acuerdo con ese determinismo
historicista, pero de la misma manera debemos reco­
nocer que dicha concepción abrió el camino para una
discusión teórica de la cuestión de la población indígena
La patria del criollo de Severo Martínez Peláez ... 283

hacia horizontes diferentes de aquellos a los que con­


ducían las teorías antropológicas integracionistas y cul­
turalistas.
Pero, quizá el mayor aporte en la cuestión indígena
fue el riguroso desentrañamiento histórico de las causas
y motivos de la opresión sobre los pueblos indígenas.
Este hecho trasciende con creces la discusión sobre si
su concepción es demasiado historicista, o quizá dog­
mática u ortodoxa, que puede que lo sea, pero que de
la mano con la Historia, Severo Martínez puso el dedo
sobre la llaga, es decir, develó desde el recinto univer­
sitario, desde la cátedra, desde los archivos en Guate­
mala, México y España, el origen del drama de la opre­
sión étnica en este país. He ahí uno de los resortes políti­
cos fundamentales de la obra de Severo Martínez. Vale
la pena mencionar en este punto, que otros autores
guatemaltecos, desde una perspectiva teórica distinta,
como es el caso de Carlos Guzmán Bockler, también
pusieron el dedo sobre esa herida, con sus propios estu­
dios en los mismos años que el maestro Severo Mar­
tínez. 17
El siguiente gran proyecto de investigación de Mar­
tínez Peláez estaba dirigido precisamente a reconstruir
la historia de cómo los pueblos indígenas se rebelaron
una y otra vez contra dicha opresión. Muchos recor­
damos que en su cubículo en el Instituto de Investiga­
ciones Económicas y Sociales de la Facultad de Econo­
mía tenía un rótulo, clavado en una cartulina, que decía,
encerrado entre signos de admiración, ¡Motines de in­
dios!, como había decidido que se llamaría esa investi­

17 Ver Jean-Loup Herbert y Carlos Guzmán Bockler, Guatemala:


Una interpretación histórico social, (México: Siglo Veintiuno
Editores, 1970).
284 La patria del criollo, tres décadas después

gación. Por ello, a lo largo de la última etapa de su vida


productiva, ese proyecto Motines de indios lo tuvo igual­
mente clavado en su mente y corazón, pues ambos los
tenía siempre colocados en este país, especialmente
cuando en la década del ochenta fue completamente
claro que los indios coloniales habían tomado la deci­
sión de dejar de serlo para siempre. Muchos fuimos
testigos de su sufrimiento por no llevar a su fin dicha
obra.
La patria del criollo no se agota en estos temas car­
dinales. Abre brecha para el estudio de las mentalidades
en la sociedad gua temal teca, para la discusión sobre la
construcción de la Nación, para el estudio de la for­
mación histórica de las clases sociales en Guatemala,
etcétera, todo lo cual, aún tratándose de una mera revi­
sión temática llevaría mucho más tiempo y espacio del
que disponemos.
Para terminar, deseo referirme a esta edición del
Fondo de Cultura Económica de La patria del criollo. El
maestro Severo Martínez tendría un doble motivo de
satisfacción por esta edición. El primero de ellos por
ver publicada su obra en Méxíco. Digo esto porque en
los años setenta, muchos estudiantes de Historia, salía­
mos del edificio del antiguo departamento de Historia
de la Facultad de Humanidades en busca de las res­
puestas a nuestras inquietudes académicas que no en­
contrábamos en ese centro. Severo Martínez nos' dio
parte de esas respuestas y, en muchísimas reuniones que
sostuvimos con él, en su estrecho cubículo, nos dijo que
muchos de los libros que mejor interpretaban la realidad
guatemalteca habían sido escritos en el extranjero por
autores guatemaltecos que se encontraban en el exilio.
El mismo Severo Martínez sufrió varios exilios en
México y en el primero de ellos forjó su personalidad
intelectual. Muchas veces repitió que su formación inte­
La patria del criollo de Severo Martínez Peláez ... 285

lectualle debía mucho a ese país. Por ello, la publicación


de La patria del criollo por el Fondo de Cultura Econó­
mica, en su prestigiosa colección de obras de Historia,
no deja de ser un homenaje en doble dirección, es decir,
a Severo Martínez y al ámbito intelectual mexicano en
el cual se crearon muchas de sus tesis históricas.
El otro motivo de satisfacción hubiera sido haber
visto prologada esta edición por Sergio Bagú a quien
Severo Martínez llamaba el maestro, pues también mu­
chas veces nos dijo que el doctor Bagú era su maestro.
Así, pues, el prólogo de Sergio Bagú en esta edición es
también un homenaje a la memoria de Severo Martínez.
No me queda más que felicitar al Fondo de Cultura
Económica, primero por haber creado una sede en Gua­
temala, con lo cual nos acerca a los ámbitos intelectuales
mexicano y latinoamericano, y segundo, por esta edi­
ción de La patria del criollo. Aprovecho para expresar
mis deseos y mi exhortativa para que a esta edición le
sigan otras más de autores guatemaltecos y centroa­
mericanos, ahora que estarnos construyendo en Centro­
américa un clima político que permita que muchos de
nuestros libros ya no se escriban en el exilio, sino en
esta "Tierra Milagrosa", corno la llamó don Antonio
Fuentes y Guzmán.

Muchas Gracias.
"La llave colonial"

de Severo Martínez Peláez.

La patria del criollo; ensayo de

interpretación de la realidad

colonial guatemalteca l

Eduardo Antonio Velásquez Carrera*

Presentación

Con motivo de cumplirse los cincuenta años de


fundación de la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad de San Carlos de Guatemala, el ensayista
se propone homenajear a nuestra "alma máter" con un
análisis sucinto y preliminar sobre las distintas vertien­
tes interpretativas existentes sobre el origen y el desa-

1 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo. Ensayo de inter­


pretación de la realidad colonial guatemalteca (San José: EDUCA,

1983), p. 7.86.

Guatemalteco, nacido en la Ciudad de Guatemala elIde

abril de 1956. Economista por la Facultad de Ciencias Econó­

micas de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Maes­

tro en teoría económica, especializado en economía urbana

288 La patria del criollo, tres décadas después

rrollo del capitalismo en Guatemala. Intento hacerlo a


través de las repercusiones que generó un trabajo pio­
nero de uno de sus ex profesores y ex investigadores,
quien por medio de su magnífica obra han contribuido,
a nivel continental, a la discusión del carácter del régi­
men colonial y en particular al conocimiento de la histo­
ria colonial del antiguo reino de Gua temala y con ello a
las cuestiones vitales para el conocimiento de la historia
del desarrollo económico y social en América Latina.
En el ensayo presentado se trata de destacar la im­
portancia de la contribución de Martínez Peláez, a tra­
vés de su'periodización histórica, al estudio del origen
y desarrollo del capitalismo en Guatemala. A la luz del
desarrollo actual de la teoría del desarrollo se propone
una división preliminar sobre las diferentes vertientes
interpretativas existentes acerca de Guatemala sobre la
cuestión. En el mismo, además, se propone que debe­
mos estar atentos a la evolución de las teorías del desa­
rrollo, especialmente la marxista; en cuyo seno la "es­
cuela de los modos de producción" en sus tres corrientes
ha tenido especial importancia y evolución. Qué mejor,
que destacar esa contribución esencial del docto y culto
profesor Severo Martínez Peláez, en el año en el que se
conmemora el medio siglo de existencia de nuestra
facultad.

y regional por la Facultad de Economía y Administración de


la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Candidato a Doctor en
Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología
de la Universidad Pontificia de Salamanca, España.
u La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 289

1. Introducción

La primera vez que escuché hablar de La patria del


criollo fue en una fiesta de cumpleaños de un ex estu­
diante de Medicina, admirador de la "Revolución de
Octubre de 1944". En dicho ágape, el Director de Empre­
sa, Raúl Carrera Samayoa y el Abogado y poeta José
Ernesto Cofiño Samayoa, intercambiaban opiniones so­
bre el referido libro. Para entonces, el suscrito era un
adolescente cuyas lecturas se limitaban a las recomen­
dadas en aula por los profesores Abigaíl Ruiz Pinto y
Edgar Palma Lau, en la época catedráticos de Estadística
y Literatura Hispanoamericana en el Colegio Salesiano
Don Bosco.
Despuntaba la década de los setentas, ya conocía el
libro de Guzmán Bockler y Herbert,2 e inclusive había
asistido al seminario conciliar, junto a mis compañeros
de colegio a escuchar una conferencia del autor guate­
malteco de la "interpretación histórico-social". Al oír
las opiniones de mis parientes sobre el libro de Martí­
nez Peláez, se fomentó en mí el profundo deseo de
conocer el trabajo, toda vez que para entonces las ideas
de Guzmán Bockler-Herbert habían sido un despertador
crítico en mí acerca de la sociedad guatemalteca. Sin
embargo, esta oportunidad no la tendría sino hasta el
segundo semestre de 1975, como alumno en la Facultad
de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos
de Guatemala.
En la época, los estudiantes de "primer ingreso" no
necesariamente teníamos que leer el mencionado texto.

2 Carlos Guzmán Bbckler y Herbert Jean Loup Guatemala: Una


interpretación histórico-social (México: Siglo XXI, Editores S.
A., 1970), pp. 205.
290 La patria del criollo, tres décadas después

Era "recomendado" en la bibliografía del curso


"Historia Económica de Centroamérica", cuyo coor­
dinador en el área común era el propio autor de la obra
señalada. No obstante, yo lo leí compulsivamente en
pocos días. Desde entonces, me considero un admirador
y alumno de Severo Martínez Peláez, y un lector asiduo
y reincidente de su obra. "La llave colonial" del diseño
de la carátula, dejaba en mí la impresión profunda de
que el libro era un medio para abrir una puerta, una
sociedad, una realidad -en este caso colonial-, la gua­
temalteca que a pesar de nuestros años juveniles de en­
tonces, con todo su "idealismo" empezaba a derrum­
barse al confrontar "ideología" y "realidad".
Además, el diseño de la "llave colonial" era lleno
de filigranas, de grecas, barrocas, hasta chirriguresca,
como es frecuente observar en las fachadas de las igle­
sias de la Antigua Guatemala, en particular La Merced.
El contenido del libro, me fue revelando lo complejo de
la sociedad estudiada. Diecisiete años después de su
primera publicación -hasta 1983 cón nueve reimpre­
siones-, cosa inédita en un libro de historia guate­
malteca y realizada por autor guatemalteco (fuera del
libro de Edelberto Torres Rivas 3, que hasta 1981 tenía
siete reimpresiones, ningún otro cientista social guate­
malteco había logrado tantas reimpresiones) y a doce
de mi primera lectura, me parece que no sólo la sociedad
estudiada es compleja, sino también la problemática que
la obra aborda lo es. .
Ayer como hoy, el libro de Severo Martínez Peláez,
es venero de diversas polémicas y objeto de varios el 0­

/3 Edelberto Torres Rivas, Interpretación del desarrollo social Cen­


troamericano, procesos y estructuras de una sociedad dependiente
(San José: EDUCA, 1981).
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 291

gios como críticas. Y contiene, sin duda, un punto de


partida insoslayable, del cual los historiadores, los eco­
nomistas y demás cientistas sociales guatemaltecos de­
berán tener conciencia, para continuar desarrollando las
investigaciones histórico-sociales que nos permitan co­
nocer el pasado -como medio para comprender el pre­
sente- y transformarlo y revolucionar con ello el por­
venir.
Teóricamente, no deberían existir estudiantes y me­
nos aún profesionales que no conozcan todavía el libro
en cuestión. Por lo menos aquellos, que pretendan ini­
ciarse en el estudio científico de la historia de Guate­
mala. No obstante, creo que cualquier guatemalteco, de
cualquier clase social, -que haya tenido el privilegio
de saber leer y escribir- debería leerlo para dejar de
ser menos desavisado de la problemática que el país
enfrenta hoy.

2. La importancia de La patria del criollo para


el conocimiento de la historia del desarrollo
económico y social en América Latina

Desde 1949, año en el que se publica el Estudio


Económico de la América Latina, y posteriormente
cuando Raúl Prebisch4 publica su crítica a la aplicación
de la Teoría "Clásica" del comercio internacional al caso
de la América La tina, el desarrollo de las teorías del

4 Raúl Prebisch, "El desarrollo de la América Latina y algunos


de sus principales problemas", en Revista Desarrollo Econó­
mico, No. 103, Vol. 26, (octubre-diciembre de 1986): 479-502.
Reimpresión en homenaje al autor con motivo de su falle­
cimiento. Primera vez publicado en Boletín Económico para
América Latina. 1961.
292 La patria del criollo, tres décadas después

desarrollo para el caso de los países "sub-desarrollados"


ha sido incesante. Pasando por los "estructuralistas" y
el paradigma de la CEPAL,5las dos vertientes de la "Teo­
ría de la Dependencia'~ con André Gunder Frank6 (1970),
por un lado y por Fernando Enrique Cardoso y Enza
Falett0 7 (1970) por otro; el "nuevo paradigma presen­
tado por Joao Manuel Cardoso de Mellas (1975), las
críticas a Gunder Frank y contribuciones de Ernesto
Laclau 9 (1971) y Carlos Sempat Assadourian lO (1971), la

5 Autores de esta corriente son Raúl Prebisch, Celso Furtado,


Aníbal Pinto, María da Conceicao Tavares, Osvaldo Sunkel,
etc.
6 Andre Gunder Frank, Capitalismo y subdesarrollo en América
Latina (Buenos Aires: Editorial Signos, 1970).
7 Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia e
desenvolvimento da América Latina. Ensaio de Interpretacao So­
ciológica (Río de Janeiro: Zahar Editores, 1977), p. 143. r .
Edición en castellano (1969).
8 Joao Manuel Cardoso de Mello, O Capitalimo Tardío: Con­
tribuicao a Revisao Crítica da Formacao e do Desenvolvimento de
Economía Brasileira (Sao Paulo: Editora Brasiliense, S. A.,
1982), p. 182. la. Edición, Conocida a través de edición mi­
meografiada y fotocopias a partir de 1975.
9 Ernesto Laclau, l/Feudalismo y capitalismo en América Lati­
na". En modos de producción en América Latina. Carlos Sempat
Assadourian, et. al. Cuadernos de pasado y presente No. 40,
(México: Siglo XXI Editores, S. A., 1978) 1a. Edición (1973)
pp. 23-46. Apareció inicialmente en la publicación del Centro
de Estudios de Economía Política. Buenos Aires, octubre de
1971.
10 Carlos Sempat Asadourian, "Modos de producción, capi­
talismo y subdesarrollo en América Latina". En modos de
producción en América Latina Op. Cit. pp. 47-82. Apareció
inicialmente en Santiago, Chile: Cuadernos de la Realidad
Nacional, CEREN, Universidad Católica de Chile, Marzo de
1971.
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 293

propuesta de Ciro Flamarion Santana Cardoso ll (1971­


1973) sobre los modos de producción coloniales en Amé­
rica, autores que inician lo que ha comenzado a llamar
la "escuela de los modos de producción" dentro de la
"La teoría marxista del desarrollo". Otra corriente den­
tro de esta escuela es la presentada por Agustín Cueva 12
(1977).
Recientemente, autores como Ronald H. Chilcote,13
David Booth,14 Lawrence H. Simon y David F. Ruccio 15
han hecho una detallada evaluación del estado actual
de evolución de la teoría marxista del desarrollo y en
particular de la "escuela de los modos de producción".
Estos últimos autores mencionados han propuesto en
su artículo sobre la "escuela de los modos de produc­
ción" tres vertientes o corrientes teóricas, a saber:

a) La corriente de los teóricos que sustentan que en


la formación económica y social existen"articu­
laciones" de diferentes modos de producción. Esta

11 Ciro F. S. Cardoso, "Sobre los modos de producción colo­


niales de América". En Modos de producción en América Latina.
Op. cit.: 193-242.
12 Agustín Cueva, El desarrollo del capitalismo en América Latina.
Ensayo de interpretación histórica (México: Siglo XXI, Editores,
S. A. 1983), pp. 238.
13 Ronald H. Chilcote, "Teorías reformistas e revolucionarias
de desenvolvimiento e subdesenvolvimiento", en Revista
Economía Política Vol. 3, No. 3 (julho-septembro, 1983): 103­
123. Sao Paulo: Brasiliense.
14 David Booth, "Marxism and Development Sociology", en
Revista World Development, Vol. 13, No. 7, (july, 1985): 761­
787.
15 Lawrence H. Simon y David F. Ruccio. "Methodological As­
pects of a marxian approach to development: and Analysis
of the Model of Production School". En Revista World Deve­
lopment, Vol. 14, No. 2 1986: 211-222.
294 La patria del criollo, tres décadas después

vertiente tiende a explicar el fenómeno del "sub­


desarrollo" en términos de las relaciones dentro y
entre los modos de producción capitalista y no
capitalistas.
b) La corriente de los teóricos que sustentan que los
modos de producc~ón fueron" coloniales". Esta
vertiente ha buscado especificar los conceptos de
"modos de producción periféricos" o "modos de
producción coloniales" un conjunto de conceptos
y métodos de producción sui géneris, que según se
ha sustentado corresponden mejor a las condi­
ciones de dependencia y subdesarrollo que los
conceptos"clásicos" de los modos de producción
capitalistas y no capitalistas Cueva ha dicho que
en realidad lo que se propone es originalidad y no
especificidad. Véase del autor, La formación del Es­
tado en la América Latina. (Guatemala: Mimeo-CE­
UR/USAC,1979), p.12. y,
c) La corriente de los teóricos que sustentan "la inter­
nacionalización del capital". Esta vertiente enfoca
su atención en la "articulación" entre los modos
de producción capitalista y no capitalista y se aleja
de la especificación de los modos de producción
periféricos, al tiempo que se interesa por el análisis
de la estructura y la lógica del modo de producción
capitalista, en particular.

De acuerdo a los teóricos de esta vertiente, las otras


corrientes dentro de la escuela de los modos de pro­
ducción no presentan suficiente atención a la dinámica
real que determina al desarrollo mundial: el modo de
producción capitalista.
De manera sucinta y preliminar, y con base a esta
división propuesta, trataremos de ubicar a los investi­
gadores sociales que se han interesado en el estudio de
la historia del desarrollo de la formación social gua­
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 295

temalteca. Cuestión análoga realizaremos con la divi­


sión de las tendencias dentro de la historia marxista en
la América Latina propuesta por Ciro Cardoso y Pérez
Brignoli.(1981: 88) ("Os métodos da historia") (pág. 88).
A.) La posición "reduccionista" o "analógica" relativa
a los modos de producción, subdividida en aquellas que
discuten: A.l) la vieja polémica: Feudalismo (y /0 escla­
vismo) o capitalismo: con sus posiciones "dogmáticas",
"circulacionistas" y "a1thusserianas" y A.2) aquellas que
consideran la coexistencia o combinación de los modos
de producción diferentes en América La tina (o de trazos
de diversos modos de producción) B.) Afirmación de la
especificidad de los modos de producción coloniales.
C.) Las sociedades iberoamericanas no son formaciones
económico-sociales diferenciadas y autónomas: posi­
ción que sostiene que las metrópolis y las colonias inte­
graron un solo sistema económico. D.) Posiciones que
muestran los problemas de la transición neocolonial.
Apunto -para los interesados- algunos artículos impor­
tan tes sobre la evolución de las teorías del desarrollo
desde Prebisch hasta la escuela de los modos de produc­
ción. 16
16 Rugiero Romano, "A propósito de capitalismo y subdesa­
rrollo en América Latina", de André Gunder Frank, en Re­
vista Desarrollo Económico No. 38 Vol. 10 (julio-septiembre
1970): 285-292. André Gunder Frank, "La Dependencia ha
muerto, viva la dependencia y la lucha de clases: una res­
puesta a críticos", en Revista Desarrollo Económico No. 49 Vol.
l3 (abril-junio, 1973): 199-219. Aparecido también con el
título de "Dependence is dead, long live dependence and
the class struggle. An answer to critics", en Revista World
Development 1977 Vol.5 No.4: 355-70. Fernando H. Cardoso y
Enzo Faletto. Postscriptum a "Dependencia y desarrollo en
América Latina", en Revista Desarrollo Económico No. 66 Vol.
17, (julio-septiembre 1977). Joseph Hodara, "Hirschman y la
dependencia: el eslabón olvidado", en' Revista Desarrollo
Económico No. 90 Vol. 23, (julio-septiembre 1983): 299-305.
296 La patria del criollo, tres décadas después

El libro de Severo Martínez Peláez desde su publi­


cación ha sido objeto de variadas críticas como elogios.
El propio autor fue quien en su libro realizó un convite,
en el prólogo (pág. 9) a los historiadores profesionales
y aficionados que desearan aportar valiosa crítica, de
11

detalles y de fondo, cuando este primer esfuerzo de


interpretación global de la colonia se les ofrezca como
incitante y como punto de partida".

Kenneth P. }ameson, "Latin American Structuralism: A me­


thodological perspective", en Revista World Development Vol.
114- NO.2: 223-232. Gabriel Palma, "Dependency: a formal
theory of underdevelopment or a methodology for the ana­
lysis of concrete situations of underdevelopment?" en Re­
vista World Development Vol. 6 (july-august 1978): 881-922.
Foster Aidan Carter. "From Rostow to Gunder Frank: Con­
flicting paradigms in the analysis of underdevelopment", en
Revista World Development Vol. 4 No. 3 (march, 1976): 167­
180. Pierre Salama, Além de um falso debate. RefIexoes sobre el
articulacao dos Estados/Nacao na America Latina. En América
Latina: Cinquenta años de industrializacao. Pedro Calil Padis
(organizador). (Sao Paulo: Editora Hucitec, 1979) 163-195 pp.,
Fernando Henrique Cardoso, O consumo da teoría de depen­
dencia nos EUA. En América Latina; Cinquenta años de indus­
trialízacao. Op. Cít. pp. 1-19. Artículo aparecido en "El Tri­
mestre Económico" Vol. XLIV (1) NO.173 (enero-marzo 1977):
33-52. México, Fondo de Cultura Económica; con el título de
El consumo de la teoría de la dependencia en los Estados Unidos
Agustín Cueva, Problemas y perspectivas de la teoría de la depen­
dencia (México: Mimeo-Facultad de Ciencias Políticas y So­
ciales. Universidad Nacional Autónoma de México, 1974).
El uso del concepto de modos de producción en América
Latina: Algunos problemas teóricos", en Revista Economía
11

No.42 (octubre-diciembre, 1974).


"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 297

Las críticas no se hicieron esperar. Tulio Halperin


Donghi,17 ha dicho que el libro de Severo Martínez Pe­
láez, también lo afirmó para el caso del libro del cubano
Moreno Fraginals, tiene el destino de convertirse en un
clásico de la historiografía latinoamericana, a pesar de
que el autor no parece particularmente interesado con
los problemas teóricos subyacentes en la discusión sobre
las teorías del desarrollo. Este autor considera válida
las críticas realizadas a Martínez Peláez -desde dis­
tintos puntos de vista- por Ciro F. S. Cardosol 8 (1971)
sobre el carácter del régimen colonial y el materialismo
histórico dogmático del autor, por Murdo J. Macleod 19
(1974) sobre el determinismo económico entre otras.
-No obstante, Halperin Donghi afirma que basta leer
"La patria del criollo" y descubrir que estas críticas son
irrelevantes como bien fundadas: "esta sutil y sensitiva
reconstrucción de una sociedad y su visión del mundo
es vastamente diferente de lo que podría esperarse del
áspero reduccionismo de los puntos de vista teóricos

17 Tulio Halperin Donghi "Dependency theory and Latin Ame­


rican historiography" _ En Latín American Research Review
(LARR) Vol. XVIII, No. 1. (1982): 115-129.
18 Ciro F.S. Cardoso "Severo Martínez Peláez y el carácter del
régimen colonial". En modos de producción en América Latina.
Op. Cit. pp. 83-109. Apareció originalmente en San José, Costa
Rica: Estudios Sociales Centroamericanos No. 1. Enero-abril
de 1972.
19 Murdo J. Macleod,. "Book RevÍews: La patria del criollo. En­
sayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca".
By Severo Martínez Peláez. "Condition Coloniele et Cons­
cience Creole au Guatemala (1524-1821)" By André
Saint-Lu, en Revista Hispanic American Historical Review,
(HAHR) Vol. 54, No. 2, (may, 1974): 317-39.
298 La patria del criollo, tres décadas después

del autor sobre la historia" .20 El ensayista está parcial­


mente de acuerdo con Halperin Donghi. Tal como lo
han hecho previamente Ciro F. S. Cardos0 21 y Víctor
Hugo Acuña 22 en sus respectivas críticas, el materia­
lismo histórico dogmático de Severo Martínez Peláez
debe ser superado y no admite disculpas.

20 La cita completa de Halpherin Donghi, Op. cit. p. 129, dice:


"Two works inspired in a marxist perspective, which are
destined to become c1assics of Latin America historiography,
were published immediately before and during the con­
troversy we have followed: El ingenio by the cuban Manuel
Moreno Fraginals [El ingenio; el complejo económico-social
cubano del azúcar. La Habana. 1964] and La patria del criollo,
by the Guatemalan Severo Martínez Peláez. Neither of these
authors seems particularly concerned with the theorical pro­
blems explored with growing subtlety in the course of the
discussion. Moreno Fraginals owes to marxism a solid, sim­
ple framework on which to display his prodigiously rich and
articulate vision of the first sugar century in Cuba; Martínez
Peláez marxism is crude rather than simple, and both Ciro
Cardoso and Murdo MacLeod are right when then stress ­
from opposite perspectives- the weakness of his theorical
assumptions. But it is enough to read La patria del criollo to
discover that these criticisms are as irrelevant as they ·are
well-founded: this subtle and sensitive reconstruction of a
society and a world view is vastIy different from what could
be expected from the blunt reductionism of the authors theo­
rical views on history".
21 Ciro F. Cardoso, Severo Martínez Peláez y el carácter del régimen
colonial. Op.cit., pp. 95.
22 Víctor Hugo Acuña "Martínez Peláez, Severo. La patria del
criollo; ensayo de interpretación de la realidad colonial gua­
temalteca". En Cahiers des Ameriques Latines, No. 15, (ler.
Semestre, 1977): 169-172 (pág. 169).
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 299

Concuerdo con él en el mismo sentido en que Enri­


que Tandenter 23 se preguntaba (pág. 158): "¿Pero será
posible un estudio histórico que sin encarar explícita­
mente la elaboración teórica global nos ofrezca una
contribución cualitativa en el difícil camino [el carácter
colonial de la formación social, EAVC] señalado? ¿Un
libro, una tesis universal sevillana? Una mal disimulada
edición del autor publicada en Bolivia [Se refiere al libro
de Josep M. Barnadas, Charcas 1535-1565. Orígenes his­
tóricos de una sociedad colonial (La Paz, Cipca: Casilla de
correo 5854, 1973,640 pp.)] el que nos da una rotunda,
una sorprendente respuesta afirmativa". La patria del
criollo es también una rotunda afirmación. Creo que
Severo Martínez Peláez (SMP) consigue con La patria del
criollo contribuir cualitativamente para la comprensión
del carácter colonial de la formación social centroame­
ricana y guatemalteca en los siglos coloniales.
El libro de Severo Martínez Peláez al ser criticado
despertó un interés por conocer el carácter del régimen
colonial, discusión teórica que alcanzó importancia con­
tinental, y que es discutida hoy día a nivel mundial,
como consecuencia de la existencia de varias interpre­
taciones sobre los orígenes del desarrollo capitalista en
los países "subdesarrollados". El artículo citado de Ciro
Cardoso se convirtió en obligada referencia cuando se
discutía el carácter colonial, -además de sugerir otras
cuestiones importantísimas- en América Latina.
El libro de Severo Martínez Peláez, sin duda, es una
contribución importante sobre el carácter del régimen
colonial en América Central yen Guatemala. Y de ahí

23 Enrique Tandenter, "Sobre el análisis de la dominación colo­


nial", en Revista Desarrollo Económico No. 61 Vol. 16 (abril­
junio 1976): 151-160.
300 La patria del criollo, tres déca'das después

básicamente derivó su importancia para destacarla den­


tro del conocimiento de la historia del desarrollo econó­
mico y social en América Latina. Su libro despertó en
varios cientistas sociales del continente, merecido inte­
rés. Huelga decir que lo mismo y quizás con mayor
intensidad con mayor fuerza y en algunos con exage­
rada pasión impactó los CÍrculos académicos centroame­
ricanos, y principalmente guatemaltecos.
Baste, entonces con señalar que el libro de Martínez
Peláez, suscitó variadas críticas y comentarios, entre
ellas la de Roberto Paz y Paz González 24 (1971), quien

24 Roberto Paz y Paz González, "De La patria del criollo a la


patria del guatemalteco", en Revista Alero, suplemento 3.2,
(febrero de 1971). Ciudad Guatemala. Centro de Reproduc­
ción de materiales, Universidad de San Carlos de Guatemala
(l!SAC): 27-47. Afirmo que Paz y Paz González no entendió
bien la periodización histórica propuesta por Severo Martí­
nez Peláez, porque en su artículo (pág. 32) escribe: "La patria
del criollo en un documento vivo de nuestra historia y pode­
mos y debemos estudiarlo confiadamente, para mejor enten­
,der ese pasado inmediato que condiciona fuertemente el
presente que estamos viviendo y que -de comprenderlo-, nos
permitirá planificar nuestro futuro para llegar a la patria del
guatemalteco, dejando atrás La patria del criollo", Además,
este autor (pág. 37) insiste al escribir... (Y menos de tener
intereses paralelos a lo's de nosotros, quienes deseamos pasar
de La patria del criollo a la patria del guatemalteco). El ensa­
yista cOJ11prendió que lo que hoy conocemos como la patria
del guatemalte<;o, es la sociedad capitalista; La patria bur­
guesa. Sin embargo, no todos los guatemaltecos consideran
'esa sociedad como su patria. Entendí que a la patria que hay
que revolucionar es la burguesa, con todo y sus vestigios
coloniales. Tarea e historia diferentes es la construcción de
la Sociedad Socialista: La patria de todos. No obstante, exis­
ten distintas visiones sobre lo que será ésta. Sin duda, sobre
esta tanto "caxlanes" e "indios" debemos ponernos de acuer­
do.
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 301

me parece no comprendió bien la propuesta de periodi­


zación histórica implícita en "La patria del criollo", tal
como lo señalo enseguida. Hubo otros anónimos lecto­
res a los que sin duda no les hizo mella la prevención
realizada por Severo Martínez Peláez en el prólogo
(pág.12): "Inevitablemente habrá quienes, movidos por
un patriotismo falso y mal intencionado,25 [frecuente y
exagerado en algunos guatemaltecos, y también en na­
cionales de otros países tal como lo retrata Julio Corta­
zar, EAVC] dirán que en este libro se atenta contra cier­
tos valores nacionales" aSÍ, entre comillas. Mario Rodrí­
guez 26 hizo sus comentarios al respecto del libro en 1972
y luego en 1974.
En el mismo año, Murdo J. MacLeod 27 expresa sus
puntos de vista al respecto. Los trabajos de ambos auto­
res son publicados en manuales y revistas especiali­
zadas norteamericanas. En 1977, en los "Cahiers des
Ameriques Latines" de Francia, Aparecía la crítica ya
apuntada de Víctor Hugo Acuña. en los libros de la

25 Julio Cortázar, Un tal Lucas (Madrid: Ediciones Alfaguara,


S.A. 1982), pp. 210. En Lucas y su patrioterismo, (Págs. 27­
28).
26 Mario Rodríguez, profesor de historia en la Universidad de
Pittsburgh. "Book Review", en The Handbook of Latin Ame­
rican Studies, (HLAS) No. 34 Humanities, (1972): 220-224. En
el mismo manual, dos años después, (HLAS) -H- No. 36,
(1974): 169. (Gainesville: University of Florida Press, 1972 y
1974), respectivamente.
27 Murdo J. Macleod, Op. Cit., Ex-Profesor de la Universidad
de Pittsburg. Autor de Spanish Central America (Berkeley:
University of California Press, 1973). Existe traducción espa­
ñola realizada por Irene Piedra Santa, Historia Socioeconómica
de la América Central Española, 1520-1720 (Guatemala: Edi­
torial Piedra Santa, 1980), pp. 522.
302 La patria del criollo, tres décadas después

coautoría de Ciro F. S. Cardoso y de Héctor Pérez Brig­


nolF8, que empiezan a ser publicados en España alre­
dedor de 1979, y en el Brasil en 1980 y 1983 respec­
tivamente, el libro de Severo Martínez Peláez es citado
ejemplificando varios fenómenos de la colonia.
Ya hemos citado el trabajo de Halperin Donghi, que
es publicado en los Estados Unidos de América en 1982
y que hace referencia explícita a "La patria del criollo".
Además, Joao Manuel Cardoso de Mello, al referirse a
la problemática de la economía colonial en su "Capi­
talismo tardío" cita indirectamente el trabajo de Severo
Martínez Peláez, al concordar con la crítica realizada
por C. Cardoso. Finalmente, Pérez Brignoli en su trabajo
"América Central: de la Colonia a la crisis actual" en
las recomendaciones bibliográficas hace énfasis en la
calidad de la obra de Martínez Peláez.

3. La importancia de La patria del criollo


en la discusión del origen y desarrollo
del capitalismo en Guatemala

3.1 Origen y desarrollo

La problemática del origen y desarrollo del capi­


talismo en Guatemala, es estudiada lateral y asiste­
máticamente por autores como el economista Valentín

28 Ciro F. S. Cardoso y Héctor Pérez Brignoli Os métodos da


historia (Río de Janeiro: Edicoes Graal Ltda., 1981), pp. 529.
Citan el trabajo de Martínez Peláez en las páginas 72, 91,
218, 219. Y en Historia Económica da América Latina (Río de
Janeiro: Edi~oes Graal Ltda., 1984), pp. 327. Lo citan en la
página 88.
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez ... 303

Solórzano Fernández 29 (1947), el intelectual por exce­


lencia, escritor y poeta Luis Cardoza y Aragón30 (1955),
por Jaime Díaz Rozzotto 31 (1958), y Huberto Alvarado
Arellan0 32 (1975) entre otros. Solórzano Fernández (Pág.
316) ha dicho que la Reforma Liberal de 1871 "sentó las
bases para el desenvolvimiento capitalista de Guate­
mala". Don Luis escribe [1976: 350] que la Revolución
de 1871 y su caudillo Justo Rufino Barrios estatuyeron
"las bases del desarrollo capitalista de una burguesía
terrateniente" .
De acuerdo a Georges Fournial, Díaz Rozzotto en
su libro nos ha mostrado la coexistencia de una eco­
nomía mercantil y del capitalismo, [para la sociedad
guatemalteca de la década 1944-1954, EAVC], lo que hace
un país semifeudal y semicapitalista. Más tarde en 1974
Alvarado Arellano, escribiría que: "En lo fundamental,
el carácter de la Revolución de Octubre fue democrático­
burgués, por cuanto intentó resolver la contradicción
entre los remanentes precapitalistas y el crecimiento del
capitalismo. Pero como el proceso se' dio en la época
del predominio imperialista, al profundizarse y acen­
tuarse la dirección política del sector más avanzado de
la pequeña burguesía y elevarse el papel de la clase

29 Valentín Solórzano Fernández, Evolución económica de Gua­


temala (Guatemala: Editorial José de Pineda !barra, 1977), pp.
413.
30 Luis Cardoza y Aragón, Guatemala, las líneas de su mano (Mé­
xico: Fondo de Cultura Económica, 1976), pp. 452.
31 Jaime Díaz Rozzotto, La revolution au Guatemala, 1944-1954.
(Paris: éditions sociales, 1971) pp. 270. Traduction de Jean et
Marie Laille. Preface par Georges Fournial.
32 Huberto Alvarado Arellano, "En torno a las clases sociales
en la revolución de octubre", en Revista Alero No. 8. - 3 a •
Epoca (septiembre-octubre, 1974): 71-75.
304 La patria del criollo, tres décadas después

obrera y de los campesinos pobres y medios, tenían que


tratar de profundizar, a la par de sus tareas antifeudales
y anti-imperialistas, por lo que el carácter de la Revo­
lución Octubrista en su etapa más progresista tendió a
ser democrático-nacional". Además, decía que "La
Constitución de 1945, que tendía a superar una realidad
semi-feudal y dependiente, tiene un carácter burgués y
nacionalista". No obstante, estos primeros pasos, nos
falta responder la siguiente cuestión: ¿Al final, desde
cuándo y cómo se origina y posteriormente se desarrolla
el capitalismo en Guatemala?

3.2 La polémica o controversia


reciente en Guatemala

Sin duda, es la década de los años setentas muy


fértil en lo referente al número y calidad de los trabajos
presentados sobre la cuestión del desarrollo del capi­
talismo en América Latina, tal como lo señalamos pre­
viamente. Esa década es igualmente generosa con la
cosecha guatemalteca. En el mismo lapso, son publi­
cados en Centroamérica, México yen los Estados Uni­
dos de América, los libros de Severo Martínez Peláez
(1970), Carlos Guzmán B6ckler y Jean Loup Herbert
(1970), Edelberto Torres Rivas (1971), Humberto Flores
Alvarad0 33 (1968,1971), Susanne Jonas Bodenheimer34

33 Humberto Flores Alvarado, El adamcismo y la sociedad gua­


temalteca. (Guatemala: Editorial Piedra Santa, 1983), pp. 399.
Proletarización del campesinado de Guatemala (Guatemala:
Editorial Piedra Santa, 1977), pp. 288.
34 Susanne Jonas [Bodenheimer), "Guatemala: Land of Eternal
Struggle", en Latín Ameríca: The struggle with dependency and
beyond (Cambridge, Mass: Schenkman publishing co. John
Wiley and sons, 1974), pp. 93-219. Bibliography: 749-756 pp.
781.
"La llave coloniar de Severo Martínez Peláez... 305

(1974), Julio Castellanos Cambranes 35 (1975), Carlos


Figueroa Ibarra36 (1976) y el ensayo del I1ES-USAC (1979)
sobre "Los rasgos fundamentales de la formación social
gua temal teca "37.
En la década de los ochenta, hasta el momento (del
conocimiento del ensayista) se han publicado los libros
de Castellanos Cambranes38 (1985); Guzmán Bockler39

35 Julio Castellanos Cambranes, Aspectos del desarrollo econ6mico


y social de Guatemala, a la luz de fuentes históricas alemanas,
1868-1865. (Guatemala: I1ES-USAC, 1975), pp. 20l.
36 Carlos Figueroa Ibarra, El proletariado rural en el agro guate­
malteco (Guatemala: I1ES-USAC, 1977), 'pp. 442.
37 Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (HES)
Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC). "Los ras­
gos fundamentales de la formación social guatemalteca", en
Revista Economía, No. 62, (octubre-diciembre de 1979): 1-62.
38 Julio Castellanos Cambranes, Café y campesinos, 1853-1897
Vol. 12, (Guatemala: Editorial Unive¡'sitaria de Guatemala.
Colección Realidad Nuestra, 1985), pp. 629.
39 Carlos Guzmán Bockler, En donde enmudecen las conciencias,
crepúsculo y aurora en Guatemala (México: Frontera-Secretaría
de Educación Pública, 1986), pp. 228. La polémica sobre la
cuestión del origen y desarrollo del capitalismo en Guate­
mala, así como muchas otras están en plena vigencia. Guz­
mán B&kler (1986) critica a la historia que él llama "oficial"
y a la ideología dominante, escribe (pág. 27). De ahí que la
meta de todos, desde Pedro de Alvarado, el cruel conquis­
tador extremeño, hasta la izquierda ortodoxa contempo­
ránea, se propongan como meta desindianizar al indio. Así,
se trate de sojuzgarlo y bestializarlo, como pretendieron los
encomenderos, de despersonalizarlo y proletarizarlo como
intentan los capitalistas de hoy, o de exigirle su autonegación
para ingresar a la revolución única y exclusivamente como
proletario rural, a fin de que no contradiga una teoría sobre­
cargada de economiscismo y que se reclama marxista (sin
aplicar los principios de marxismo), la condición "sine qua
306 La patria del criollo, tres décadas después

(1986) Y el de David J. MacCreery40 (1981) en los que


podemos encontrar elementos adicionales para tratar
de posicionar a los contendientes en la polémica. Creer
que existe -hoy día- unanimidad de criterio sobre la
periodizaci.ón histórica del origen y del desarrollo del
capitalismo en Guatemala, es simplemente estar esca­
samente informado o bien defender ciegamente una de
las tendencias explicativas, sin conocer las demás.

non:' es que deje de ser indio. O sea que, tanto para ser un
buen colonizado como para ser un buen descolonizado, tiene
que dejar de ser indio. Al respecto se ha argumentado que el
término indio es un producto colonial y, como tal, debe desa­
parecer juntamente con el sistema que -lo generó (Quien
sustenta esta tesis es Severo Martínez Peláez; EAVC). Eso es
cierto a medias. Tendría plena validez tal aseveraóón si el
indio hubiese sido efectivamente ese ser pasivo, esa natu­
raleza muerta que la literatura colonial congeló y estereotipó,
si el discurso explicativo de la totalidad de la sociedad aten­
diera sólo al razonar del colonizador y de sus sucesores; si
la historia oficial (hecha por los cronistas españoles y por
los sedicen tes historiadores ladinos) abarcara a 'ambos sec­
tores sociales por igual y analizara paso a paso la dialéctica
permanente que ha unido y separado simultáneamente a los
dos. Pero, si algún análisis es antidialéctico, es esa historia
oficial, a la cual, no obstante, se le toma como base incontro­
vertible de todo lo acaecido en casi cinco siglos. Sobre la
cuestión indígena, véase las recientes contribuciones de:
Mario Payeras, Los días de la selva y el pueblo resistirá las pruebas
(Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1982), pp. 115 Y Eliza­
beth Burgos, Me llamo Rigoberta Menchú y así me naci6 la
conciencia (Barcelona: Editorial Argos Vergara, 1983).
40 David J. MacCrery, "Desarrollo económico y política nacio­
nal. El Ministerio de Fomento de Guatemala, 1871-1885", en
Serviprensa Centroamericana. Traducción de Stephen Webre,
(Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica
-CIRMA-, 1981), pp. 177.
"La llave colonial" de Severo MartínezPeláez... 307

Agrégase que en muchos casos se desconoce la pro­


blemática subyacente a la cuestión del desarrollo del
capitalismo en los países "subdesarrollados", la cual se
ha mantenido vigente y en constante evolución, desa­
rrollada por los intelectuales marxistas contemporá­
neos. Debe sumarse a todo ello el hecho de la existencia
de una problemática teórico-metoqológica, que enfrenta
"la escuela de los modos de producción" dentro de la
"Teoría Marxista del Desarrollo".
El ensayista sostiene que el libro de Severo Mar­
tínez Peláez presenta una periodización histórica con
respecto a la historia económica de Guatemala, y en ella
se establecen los orígenes del capitalismo y su desarrollo
en el país. La misma fue venero de la discusión reciente
sobre la cuestión en el país -hoy día aún vigente-o La
periodización histórica empleada por Severo Martínez Peláez
puede resumirse así: [sociedad pre-colonial: patria del nativo
/sociedad colonial, carácter feudal: patria del criollo/sociedad
capitalista: patria burguesa (EAVC)].
Resulta obvio que La patria del criollo tal como lo
anuncia el subtítulo se dedique de lleno a la interpre­
tación de la realidad colonial guatemalteca. A nosotros
para fines del análisis nos interesa el tercer período y
al cual se refiere muy poco el autor por motivos evi­
dentes. Este período comienza con la abolición del tra­
bajo forzoso, una de las calamidades de la herencia
colonial. Es la Revolución de Octubre de 1944 quien
decreta su desaparición. Severo Martínez Peláez [1983:
574] escribe: "Justamente, el hecho de que la mitad de
los guatemaltecos sean todavía indios [ver pie de página
No. 39) EAVC], constituye el más voluminoso elemento
de juicio para afirmar que la realidad colonial pervive
entre nosotros. Si a eso se agrega que el latifundio y la
explotación de esos mismos indios sigue siendo el so­
porte principal de una minoría dominante de terra­
308 La patria del criollo, tres décadas después

tenientes (dominante de manera absoluta hasta 1944, y


ensayando distintas fórmulas de poder en combinación
con la burguesía y el imperialismo desde 1954) entonces
se entenderá por qué decimos que la estructura colo­
nial no ha sido transformada revolucionariamente".
Además, Severo Martínez Peláez sobre la prolongación
de la situación colonial en nuestra sociedad (pág. 575)
escribe que: "Ahora bien, el final de la plena situación
colonial no fue al final de todos los procesos propios
de la estructura colonial: ni la independencia ni la refor­
ma rompieron aquella estructura. Y ello se entiende sin
dificultad. Los grupos sociales que respectivamente
tomaron el poder en ambos momentos -los criollos y
los terratenientes medios en crecimiento-lo tomaron
precisamente para beneficiarse con la estructura colo­
nial, no para transformarla. Los cambios introducidos
por esos grupos hallan pronta explicación histórica si
se los estudia en función de los beneficios que en ambos
casos se quería obtener de la vieja estructura".
Debe decirse que Severo Martínez Peláez, no deja
establecido con claridad el origen del capitalismo en
Guatemala. No obstante, nos da algunos elementos que
nos permiten realizar esta afirmación y luego inferir que
el origen del desarrollo del capitalismo en el país lo sitúa
en' la década del cuarenta de este siglo. Por una parte
(pág. 583) dice que: "Diez años de tímida revolución
(1944-1954), seguidos de una violenta contrarrevolución
y de una enérgica y persistente penetración imperia­
lista, arrojan resultados muy complejos, que no es fácil
ni oportuno puntualizar dentro de estas reflexiones últi­
mas. Lo que queremos señalar con énfasis, eso sí, es que
todos los grandes temas de la actual problemática guate­
malteca tienen su raíz en la colonia". Por otra (pág. 591)
"No puede ponerse en duda la esencia colonial de la
clase que ha dirigido los destinos de Guatemala desde
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 309

la ruptura de la Federación Centroamericana -hasta la


Revolución de Octubre. No puede ponerse en duda que
el dominio criollista de la sociedad guatemalteca ha sido
determinante del mantenimiento de relaciones de pro­
ducción de carácter feudal en el agro durante todo ese
siglo de vida independiente". Y para no dejarnos dudar
con respecto al origen del desarrollo del capitalismo en
Guatemala, además, Severo Martínez Peláez (pág. 581)
escribe: "El libreto de jornaleros no fue suprimido sino
hasta el año de 1945, en que el Congreso de la República
lo abolió corno a toda otra forma de trabajo obligatorio.
Su abolición fue una de las más importantes medidas
de la Revolución de 1944, y quizá la única de fondo que
perduró después de la Contrarrevolución de 1954. Se
cerró así el gran capítulo del trabajo forzado en nues­
tro país, que había comenzado con la implantación del
repartimiento de indios en la segunda mitad del siglo
XVI. Lo que quiere decir que en Guatemala priva el saldo
en el cq.mpo desde hace apenas veinticinco años después
de haber privado durante cuatrocientos años el trabajo
forzado semigratuito de carácter feudal". Lo que deja
claro Severo Martínez Peláez es que la clase de los terra­
tenientes perdura en el poder absoluto hasta 1944 y que
lo recuperan combinando fórmulas de poder con la
burguesía y el imperialismo desde 1954. Severo Martí­
nez Peláez escribe que existía pequeña burguesía en el
movimiento de reforma liberal.
Las relaciones feudales en el agro dejan de ser las
hegemónicas al momento de la Revolución de
1944, Martínez Peláez en las reflexiones finales de su
capítulo octavo, "La Colonia y nosotros" (principal­
mente páginas 583-588) deja implícito que la colonia
pervive hasta nuestros días y que la revolución demo­
crá tico-burguesa del 20 de octubre de 1944, no es más
que la expresión de la torna del poder por la clase bur­
310 La patria del criollo, tres décadas después

guesa en franca consolidación. O sea, que el origen y el


desarrollo histórico del capitalismo en Guatemala debía
buscarse a partir de ese proceso.
Más tarde, Carlos Enrique Figueroa Ibarra [CEFI] en
la parte de antecedentes históricos de su libro (pág. 3­
67) sustenta que ha intercambiado observaciones sobre
su libro -y consecuentemente sobre la. parte de los
antecedentes históricos- con Severo Martínez Peláez
-entre otros- y afirma que los orígenes del desarrollo
del capitalismo en Guatemala están fundados en la Re­
forma Liberal de 1871. Este autor, (pág. 65), escribe que:
"Cuando se dice que en 1945 se salió del feudalismo,
no se hace más que marcar las distintas etapas históricas
y establecerle cotos legalísticos, ya que la transición de
un modo de producción a otro no se hace mediante
decreto [cuestión en la que estoy de acuerdo, EAVC],
sino que estas disposiciones legales van a consagrar algo
que de hecho ha estado sucediendo.
Podemos decir que, incluso, en los últimos años del
gobierno de Ubico, el modo de producción capitalista
-cuyos inicios los podemos encontrar a partir de la
Reforma Liberal-, ya que se asentaba en nuestra for­
mación económica y social, no por la articulación de
ésta a una economía mundial capitalista aún cuando
no podernos negar los efectos internos que pudo tener
dicha vinculación, o por la inexistencia de transacciones
comerciales en su seno, sino por el hecho de que una
gran cantidad de fuerza de trabajo ya se trasladaba por
su propia cuenta a centros cafetaleros y en general a las
grandes fincas sin necesidad de mayor compulsión ex­
tra-económica" .
De acuerdo con Carlos Enrique Figueroa Ibarra
(págs. 66-67) los orígenes del capitalismo están dados
por la Reforma Liberal y que el modo de producción
capitalista se vuelve hegemónico en la década de los
liLa llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 311

cuarentas. Así, siendo el período que media entre la


Reforma Liberal o Revolución 41 de 1871 y la Revolución
de Octubre de 1944, es un lapso en el cual las relaciones
sociales de producción capitalistas paulatinamente se
van desarrollando hasta tornarse hegemónicas dentro
de la formación social guatemalteca al inicio de los años

41 También sobre este término, ha existido controversia. Por


ejemplo, Figueroa Ibarra en "Contenido de clase y parti­
cipación obrera en el movimiento antidictatorial de 1920"
en el pie de página 21 de la pág. lO, escribe: "Ha habido
discusiones acerca de si el proceso que culminó con la torna
del poder por los liberales en 1871 y que se concretó en todas
las medidas que ellos efectuaron, tiene o no carácter de Revo­
lución. Los argumentos en favor de desechar el concepto de
revolución para la gesta liberal, provienen de distintas ópti­
cas: pueden ser argumentos de corte reaccionario, que tratan
de desprestigiar un período que implicó importantísimos
avances en nuestra sociedad o bien argumentos de corte
ultraizquierdista, que no ven revolución en la gesta liberal
simplemente porque no hubo un cambio en el modo de produc­
ción.
Esta última visión evidentemente es una concepción sim­
plista de lo que es revolución: como dice Drabskin, ni Marx,
ni Engels, ni Lenin imaginaron que la revolución social pu­
diera ser realizada corno resultado de un solo asalto general,
pues las épocas de revolución social son más o menos prolon­
gadas e incluyen procesos diversos y contradictorios, de
reformas y contrarreformas, de embates revolucionarios y
restauraciones parciales. Lenin habló de el ciclo de las revolu­
ciones burguesas, como una cadena de oleadas revolucio­
narias, cada una de las cuales golpea el viejo régimen sin
derribarlo ni eliminar la base para el surgimiento de nuevas
revoluciones burguesas mientras no sean resueltas las tareas
históricas objetivas de la revolución burguesa en general.
Es desde esta óptica que a mi juicio deben verse aconte­
cimientos tales como: la independencia, el período liberal,
la insurrección del 20 y la misma revolución de 1944. Esta
concepción del problema puede verse en J. S. Drabskin, "Las
312 La patria del criollo, tres décadas después

cuarentas de este siglo. Luis Alvarado Constenla 42 ha


dicho equivocadamente que existía consenso entre las
cientistas sociales sobre esta cuestión del desarrollo del
capitalismo en Guatemala.
Tampoco ~xiste consenso sobre la cuestión del ori­
gen del capitalismo en Guatemala, como lo iremos anali­
zando. El libro de Severo Martínez Peláez tiene el inne­
gable mérito de partir del análisis de la esfera de la

revoluciones sociales" (México: Ediciones de Cultura Popu­


lar,1975). El mismo enfoque puede verse en Manfred Kossok,
"El contenido burgués de las revoluciones de Independencia
en América Latina", en Revista Historia y Sociedad, No. 4
México (1974). Enrique Semo, "Las revoluciones en la historia
de México", en revista Historia y Sociedad, No. 8 México
(1975). " Algunos ejemplos de la concepción Izquierdizante"
Carlos Guzmán Bóckler y Jean Loup Herbert, Guatemala: Una
Interpretación histórico-sqcial, (México: Siglo XXI, 1969). (1970
fue la 1a. Edición). Humberto Flores Alvarado, Proletarización
del campesino en Guatemala (Quetzaltenango: Editorial Rum­
bos Nuevos, 1971).
Este último autor ni siquiera acepta que fue reforma ... J. C.
Cambranes, Desarrolio económico y social en Guatemala, 1868­
1885, (Guatemala: I1ES-USAC, 1975). El autor afirma que ni
fue revolución (véase capítulo "La revolución de los Libe­
rales"), ni reforma! (pág. 193), sin embargo también afirma
que uno de los logros más importantes del período es haber
formado el Estado nacional de Guatemala una de las tareas
burguesas más importantes.
42 Luis Alvarado Constenla, El Desarrollo capitalista de Gua­
temala y la cuestión urbana. (Guatemala: Centro de Estudios
Urbanos y Regionales CEUR-USAC, 1983), pp. 37. Lo dice en
la página 5: "Existe consenso por parte de los analistas de la
realidad guatemalteca, en ubicar históricamente el desarrollo
capitalista a partir de ese acontecimiento [se refiere a la
Revolución de Octubre de 1944, EAVC], es decir, donde tal
desarrollo encuentra su viabilidad sociopolítica: hace poco
más de 30 años.
liLa llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 313

11producción" y no de la esfera de la circulación", a


11

pesar de su materialismo histórico dogmático. La co­


rriente explicativa que sustenta es la de las"articula­
ciones" de los modos de producción dentro de la for­
mación social, en la que uno es predominante.
O sea, la primera vertiente propuesta por Simón y
Ruccio. Siguieron a Martínez Peláez -dentro de la pri­
mera corriente de interpretación del origen y desarrollo
del capitalismo en Guatemala- Figueroa Ibarra y el
(los) "no citado (s) investigador (es)" del HES -USAC que
elaboraron el "Ensayo sobre los rasgos fundamentales
de la formación social guatemalteca". Estos últimos (?),
(pág. 8) ya hablan de la acumulación originaria o pri­
mitiva de capital, sucedida peculiarmente en Guate­
mala, durante la Reforma Liberal [como también lo ha
escrito Agustín Cueva, Op. Cit. (pág. 70)] Martínez Pelá­
ez, sin embargo, ha dado en su libro -según Ciro Car­
doso- un paso hacia adelante, cuando ha dicho que el
régimen fue colonial.
Así lo aseveró también en el caso de Jean Loup
Herbert en su texto de Guatemala; una interpretación
histórico-social. No por ello podríamos incluirlos en la
vertiente explicativa de los modos de producción "colo­
niales", que a rigor no tienen ningún seguidor en Gua­
temala. Esta es la segunda vertiente propuesta por Si­
món y Ruccio dentro de la "Escuela de los modos de
producción". Quienes buscaron el origen del capital en
la esfera de la circulación para el caso guatemalteco, tal
como lo definen Cardoso y Pérez Brignoli (Op. cit. pág.
88): A y A.l posición "circulacionista" -por lo menos
en los libros aquí analizados- representan la segunda
corriente existente sobre la cuestión del origen y desa­
rrollo del capitalismo en Guatemala.
Fueron Edelberto Torres Rivas, Humberto Flores
Alvarado, Susanne Jonas Boodenheimer y la dupla Car­
314 La patria del criollo, tres décadas después

los Guzmán Bockler y Jean Loup Herbert. Para todos


estos autores, el origen del capitalismo en Guatemala
debía ser encontr~do en la colonización española del
siglo XVI en adelante. Estos representan con esos libros
la versión circulacionista" en Guatemala. Aún cuando
11

en esta misma vertiente exista una clara subdivisión: 1)


Edelberto Torres Rivas y Susanne Jonas Bodenheimer,
quienes utilizan la "Teoría de la dependencia" como
marco teórico para su comprobación empírica; y 2)
Humberto Flores Alvarado y los coautores Carlos Guz­
mán Bockler y Jean Loup Herbert, quienes dentro de
su circulacionismo" sustentan de algún modo que la
11

formación social guatemalteca presenta en su seno"arti­


culaciones" entre varios modos de producción; "típico"
de la formación social guatemalteca será el capitalista,
según Flores Alvarado.
Es el mismo caso de Guzmán Bockler-Herbert, quie­
nes sustentan una articulación de modos de producción:
"esclavista, feudalismo y salario". Como se sabe, la
teoría de la dependencia no es una interpretación estric­
tamente marxista del desarrollo, aunque con la versión
de Laclau se recomenzó con la reconceptualización mar­
xista de la teoría de la dependencia, basada en la articu­
lación de los modos de producción (dentro de esta ver­
tiente existen tres ramales).
El caso de Julio Castellanos Cambranes [JCC] es
ligeramente distinto. Representa la tercera vertiente
existente sobre la cuestión del origen y del desarrollo
del capitalismo en Guatemala, junto con quienes con­
cuerdan con él. Es la vertiente de la "Internacionali­
zación del capital" dentro de la división de Simón y
Ruccio o sea la tercera. J. C. Cambranes (1985: 15) escribe
que: " ... con base en el enunciado de Marx, de que pue­
den considerarse capitalistas los propietarios de planta­
ciones tropicales, en donde predominen las relaciones
"La llave colonial" de Severo Martínez Peliíez... 315

de producción de carácter precapitalista, ya que 'esos


plantadores existen como anomalías dentro de un mer­
cado mundial fundado sobre el trabajo libre' (Karl Marx:
Gründisse der Kritk der Polischen Okonomie, Diets
Berlag, Berlin: 1953, pág. 412), hace ya muchos años que
venimos repitiendo que la mencionada reflexión tiene
validez en nuestra historia económica".
En su primer libro (1975), nos deja con la impresión
que el origen del capitalismo guatemalteco está ubicado
en los años de la Reforma Liberal. Ya que en su segundo
libro (1985) queda claro que en la segunda mitad del
siglo XIX, el capitalismo ya se había originado y ya
e~olucionaba.
El presentador de la versión española del libro (G.
St. W.) (?) escribe (pág. 6) refiriéndose concretamente a
Martínez Peláez -sin decirlo-, quien defiende esta
tesis [a pesar de las modificaciones teóricas sugeridas
por Figueroa !barra, y supuestamente incorporadas por
Severo Martínez Peláez, y coincidentes con la propuesta
de Agustín Cueva, EAVC] que: "Asegurar que en Guate­
mala y demás países similares no hay capitalismo, mien­
tras los procesos no se den al igual que en Europa
-Formación de mano de obra totalmente despojada de
medio de producción [véase definición de Cueva, sobre
cómo se desarrolla la acumulación primitiva y origi­
naria de capital en América Latina, en donde el desa­
rrollo capitalista adopta la vía oligárquica de desarrollo,
Op. cit. pág. 67, EAVC] surgimiento de un mercado inter­
no, etc.- es europeocentrismo de la peor especie o lo
que es lo mismo, incapacidad total de comprender la
evolución de las propias tendencias históricas".
Ciro F. S. Cardoso, representante de la vertiente de
"Los modos de producción coloniales" en su crítica al
libro de Severo Martínez Peláez (pág. 102), escribe: "El
desarrollo de las interpretaciones marxistas de la 'rea­
316 La patria del criollo, tres décadas después

lidad histórica latinoamericana, exige un cambio funda­


mental de actitud a nivel teórico y metodológico; la
evolución reciente del materialismo histórico, rompien­
do con el dogmatismo y con las concepciones circula­
cionistas, permite que tal cambio sea posible.
Desde el punto de vista teórico, se trata de renunciar
a la importación de esquemas [los esquemas importados
de los que habla más tarde J. C. Cambranes, EAVC]
explicativos, elaborados a partir de otros procesos de
evolución, y de reconocer la especificidad de los modos
de producción coloniales de América. Pero especificidad
en serio, en el sentido fuerte de la palabra: ellos existie­
ron como estructuras dependientes (es decir, la depen­
dencia constituye un elemento esencial de su d~finición
y de su modelo), pero irreductibles a los esquemas euro­
céntricos. No existe aún una teoría de conjunto de los
modos de producción coloniales considerados en su
especificidad, y tampoco del capitalismo periférico y
de su proceso genético".
Castellanos Cambranes en "Café y campesinos", en
la introducción (pág. 11) parece modificar su posición
expresada en su primer libro al escribir que: "A partir
de septiembre de 1980, conforme fuimos conociendo el
contenido de la correspondencia comercial y privada
de E. P. Dieseldorff -que consta de más de un millón
de piezas y cubre el período de 1889 a 1940-, la orga­
nización de su emp~esa agraria (una entre otras muchas
semejantes establecidas en Guatemala en esa época) y
su relación con el Estado guatemalteco durante más de
cincuenta años, pudimos verificar, corregir y ampliar
la información que poseíamos respecto a la economía
de plantación moderna y el surgimiento y desarrollo
del capitalismo en la agricultura guatemalteca".
Este autor dice que este volumen pretende docu­
11 •• •

mentar lo ocurrido en nuestra historia agraria durante


"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 317

la segunda mitad del siglo XIX, según lo exponen sus


principales protagonistas: los campesinos, los empre­
sarios agrícolas y las mismas autoridades estatales".
Empleando diversos informes y memoriales dirigidos
a las autoridades burocráticas y políticas, el autor espera
que (pág. 14) "De esta manera, el propio lector podrá
formarse en cuadro objetivo respecto a la estrecha rela­
ción existente entre el desarrollo de la agricultura co­
mercial y el establecimiento del estado cafetalero; entre
la consolidación de la burguesía agraria en el poder y
la expropiación, sometimiento a la servidumbre y pau­
perización del campesinado; y entre la adopción por
los finqueros de un modelo dictatorial de desarrollo
agrario y la acumulación de capital en Guatemala".
Castellanos Cambranes critica a la tendencia expli­
cativa sustentada por Martínez Peláez -básicamente-,
pero extensiva a Figueroa Ibarra y los investigadores ·
(no identificados) del Instituto de Investigaciones Eco­
nómicas y Sociales (IIES-USAC), en los siguientes tér­
minos (pág. 14): "En un estudio multidisciplinario mi­
nucioso y serio que llevó varios años de elaboración,
donde no aparece el nombre de sus autores (El cultivo
del café en Guatemala, publicado por el Instituto de Inves­
tigaciones Económicas y Sociales de la Facultad de Cien­
cias Económicas, USAC, 1981, pp. 160 se repite como
verdad indiscutible (yen realidad no pudo ser de otra
forma la errónea tesis de que las empresas cafetaleras
existentes en Guatemala a fines del siglo XIX, no eran
empresas agrarias capitalistas porque las relaciones de
producción concebidas no se revelaron bajo formas sala­
riales fundamentalmente, en la medida que la población
trabajadora no fue totalmente desvinculada, por una
parte de su principal medio de producción: la tierra; y
por otra parte, porque permaneció atada por mucho
tiempo en forma obligatoria a la producción de los gran­
318 La patria del criollo, tres décad.as después

des plantaciones, mediante el mecanismo del trabajo


obligatorio, el cual había sido institucionalizado".
El ensayista piensa que, en verdad lo que preocupa
a los investigadores del I1ES-USAC -entre otros-, es que
la acumulación primitiva u originaria de capital no se
da en Guatemala como en la forma "clásica" europea.
La versión de Cueva sobre la vía de desarrollo oligár­
quica del desarrollo del capitalismo en América Latina
trata de dar una explicación a este problema. No exi~te
en este caso una desvinculación total de los medios de
producción y la fuerza de trabajo no es proletarizada
fulminantemente, pero por acaso no es que hasta esa
forma "clásica" de acumulación originaria y la tran­
sición del feudalismo al capitalismo en Europa, ya pro­
vocó una de las más importantes controversias teóricas
entre Paul M. ·Sweezy, Maurice Dobb y otros historia­
dores de la economía.
Por ello, continúa J. C. Cambranes (pág.15) "Si acep­
tamos las tesis sobre el desarrollo histórico de Guate­
mala, elaboradas no con base en estudios de investi­
gación histórica, sino a esquemas importados (el ensa­
yista asume que J. C. Cambranes se refiera al hecho de
no respetar la especificidad del desarrollo del capita­
lismo en América Latina, al importar esquemas euro­
peos, o bien por modificaciones teóricas recientes como
la de Agustín Cueva en su libro "El desarrollo del capita­
lismo en América Latina", entre otros, EAVC), que no
concuerdan con nuestra realidad, por individuos ávidos
de hacer carrera política y tomar el poder, tenemos que
considerar señores feudales o semifeudales a los empre­
sarios agrarios, quienes se convertirán en capitalistas
cuando los trabajadores se 'proletaricen' abandonados
sus parcelas de terreno y viviendo únicamente de sala­
rios, ya que para entonces ya ha dejado de ser'embrión
del salario'. Entonces, cuando todos sean proletarios
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 319

rurales, van a formar el partido de proletariado y a


luchar por establecer su dictadura. Desafortunadamen­
te, para aquellos que se han colocado el bonete de sacer­
dotes del marxismo leninismo, 'la historia no se puede
escribir con base en compromisos de ocasión y a conce­
siones'" J.C. Cambranes afirma (pág. 16) que: "Por con­
siguiente, es en la historia agraria donde encontraremos
la clave para comprender los orígenes y motivaciones
de la esclavitud, las expropiaciones, el trabajo forzado,
el hambre y la miseria a que han sido sometidos los
trabajadores de nuestro pueblo por los representantes
del poder feudal colonial y del capital, o sea, del colonia­
lismo extranjero en sus diferentes facetas.
No es extraño, entonces, que nuestra historia agraria
haya sido cuidadosamente evitada por los historiadores
tradicionales y falsificadas por inescrupulosos "cien­
tíficos sociales" de la izquierda senil. [Parece evidente
que se refiere a Severo Martínez Peláez, de una manera
nada cortés, EVAC]. "Pero quiera o no aceptarse, única­
mente la destrucción del monopolio de la tierra y su
redistribución entre quienes la trabajan, puede ser el
punto de partida de verdaderos cambios en nuestro
desarrollo agrario". G. St. W. se suma (pág.7) a la inter­
pretación de Castellanos Cambranes, escribiendo que
" ... con la evidencia documental que se presenta en esta
obra, ya no cabe la menos duda de que en la segunda
mitad del siglo XIX, el capitalismo guatemalteco recorrió
un techo importante en su proceso evolutivo y adquirió,
como lo tratamos de subrayar en esta presentación,
algunas de las particularidades que lo caracterizaría
hasta el presente". Sin embargo, las dudas han per­
sistido.
320 La patria del criollo, tres décadas después

El historiador Edeliberto Cifuentes Medina 43 en su


crítica al libro de Castella:nos Cambranes menciona so­
bre la cuestión lo siguiente: refiriéndose a lo apuntado
en la página 14 por J. C. Cambranes, previamente citada
en este ensayo, escribe que (pág. 77): u • •• justamente, el
párrafo anterior se constituye en la clave para encontrar
los aportes de este voluminoso libro: "La descomunal
documentación y la afirmación de que con el .cultivo
del café en nuestro país se instala como clase dominante
la burguesía, aunque ésta sea una burguesía comercia!'''
Más adelante (pág. 78), Cifuentes Medina escribe
que: "La sustentación de que con la producción cafe­
talera se inaugura en nuestro país el capitalismo que a
su vez es la acumulación de plusvalía, significa precisa­
mente eso, una acumulación capitalista, o sea, produc­
ción de plusvalía, que implica la existencia de dos gru-.
pos sociales como lo son los propietarios de los medios
de producción y los que están despojados de los mismos
y que para su constitución requerían de un proceso que
se llama acumulación originaria "previous acumula­
tion" según Adam Smith) y que al no ser analizada
implica darle carácter de proletarios a los campesinos
como 11 •••anomalías de un mercado mundial y con ello .
darle el papel de sujetos de la historia, que por sus
propias limitaciones históricas no han manifestado, jus-.
tamente un análisis de estos fenómenos, con el ins­
trumental teórico adecuado, nos permite ubicar a las
formas de apropiación no como anomalías sino como
métodos de apropiación".

43 Edeliberto Cifuentes Medina, Crítica del libro. J. C. Cambra­


nes: "Café y campesinos en Guatemala: 1853-1997" (Guate­
mala: Editorial Universitaria., noviembre de 1985), pp. 630.
En Revista Economía, No. 88 (abril-junio de 1986): 77-91.
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 321

Edeliberto Cifuentes Medina comprende la proble­


mática enfrentada por los seguidores de los esquemas
"importados", aunque se muestre desconocedor (?) ante
el uso de tal término, al escribir (pág. 78) que: "Resulta
fácil arremeter contra los esquemas importados" (?) que
no concuerdan con nuestra realidad en el afán de estar
al margen de la política, se adopten posturas mesiánicas
saturadas de sustancias hepáticas por cuestiones ajenas
a la ciencia, a la política y a la toma de poder, si es que
los que hacen historia pueden tomar el poder".
El ensayista está de acuerdo con Cifuentes Medina
cuando afirma que "Gana muy poco el desarrollo de la
historia científica y sus objetivos, cuando en lugar de
señores feudales o semifeudales se usa el concepto de
empresarios agrarios y se concluye con la perogrullada
de que el poder político siempre ha sido ejercido por la
clase económicamente dominante, como consecuencia
de la estructura agraria que se ha desarrollado en el
país, cuestión más que elemental si se conoce cualquier
manual de materialismo histórico". Como se gana tam­
bién muy poco con polémicas entre autores de ver­
tientes explicativas diferentes que nO'entienden básica­
mente la problemática teórica subyacente y que en este
ensayo se ha tratado de incluir en la discusión.
Me parece que Edeliberto Cifuentes Medina abre
una puerta para el diálogo y la discusión seria, científica
de la cuestión, alejada de "sustancias hepáticas". Afirmó
lo anterior con base a lo apuntado por él (pág. 79): "No
es que esté en contra de una despiadada crítica a otras
posturas, que por demás es necesario realizar, sino ad­
vertir el hecho de que se -enuncien nuevas o novedosas
posturas sobre un problema que en alguna medida evi­
dencian su resolución en la práctica, sino que las mismas
no sean desarrolladas en manera sistemática o plan­
teadas en conclusiones concretas. Ciertamente, un pro­
322 La patria del criollo, tres décadas después

blema como el campesino guatemalteco, exige un escla­


recimiento más profundo dentro de la vertiente que
tiene la capacidad de explicarlo, precisamente porque
lo dialectiza en los diversos espacios y tiempos. Creer
que el campesino es un siervo hasta la primera mitad
del siglo XX es un dogma [quien ha propuesto esto es
Severo Martínez Peláez. EAVC), pero igualmente es un
dogma convertirlo de la noche a la mañana en un pro­
letario agrícola desde el siglo pasado [quien ha sus­
tentado esto es J. C. Cambranes. EAVC], perdiendo de
vista sus particulares orígenes y su evolución".
Edeliberto Cifuentes Medina nos informa que la
polémica al respecto ya h~bía comenzado y que en ·su
momento J. C. Cambranes la rehuyó [J. C. Cambranes
(1985) dice pág. 15 " ... si nQ hemos intervenido en esté­
riles polémicas ha sido porque para nosotros la relación
existente entre el surgimiento y auge de las plantaciones
de café, de las empresas agrarias, y el desarrollo del
capitalismo en la agricultura guatemalteca, más que un
interesante tema de discusión teórica o académica, es
un importante problema en el cual está involucrada no
sólo la actitud a tomar por las comunidades campesinas
frente a la burguesía agraria y a aquellas que detectan
el poder, si~o toda la estrategia del movimiento revolu­
cionario guatemalteco"]. Cifuentes Medina continúa
escribiendo (pág.79) al respecto: "Sin necesidad de que
en su interior se puedan encontrar los elementos paTa
proponer un anti-café y campesinos anti-J.C. Cambra­
nes, este libro desde sus inicios resulta altamente polé­
mico, quizá intencionadamente busque ser polémico,
lamentablemente el autor evadió la polémica en su mo­
mento, ahora en un ambiente poco afortunado para la
misma, la suscita; sin embargo, el libro que ahora sale a
la luz pública es una muestra de la solidez o de las
debilidades explicativas del autor".
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 323

Edeliberto Cifuentes Medina (pág. 90) con respecto


al origen y desarrollo del capitalismo en Guatemala
afirma que Castellanos Cambranes no concluye desde
cuándo se originó y cómo se constituyó la burguesía
agraria. Además, escribe que: "Otra cuestión que merece
un detenido análisis en este capítulo [se refiere al capí­
tulo IX del libro de J. C. Cambranes. EAVC] es la su­
puesta "inconsecuencia" de la burguesía emergente
guatemalteca. A nuestro juicio se comete un error al
caracterizar (como ya hemos dicho en otros capítulos)
a los cafetaleros como burguesía, ya que en esencia no
cumplen tareas burguesas y porque la dialéctica de la
constitución de la burguesía y el proletariado sólo se
pueden entender dentro de la totalidad y dentro de la
compleja relación de lo interno y lo externo. Además,
porque la constitución de la burguesía guatemalteca
implica un proceso en donde ésta antes de ser causa es
efecto, objetivamente cuando es efecto no puede cum­
plir completamente tareas burguesas. La constitución
de la propiedad capitalista no es una tarea que impulse
la clase burguesa, sino que el resultado de la descom­
posición que corroe las entrañas del viejo modo de pro­
ducción dentro de una fase que se puede llamar pre­
burguesa, y en donde los terratenientes no necesaria­
mente burgueses, la impulsan de acuerdo a sus intere­
ses, no de valorización del capital, sino de su consumo".
Cuestión desde el punto de vista teórico correcta, pero
que no ha sido todavía demostrado empíricamente para
el caso de la historia económica de Guatemala. Otro
tanto hace David J. MacCreery.44

44 David J. MacCreery, historiador de la Georgia State Uni­


versity. "Book Review, Coffee and peasant in Guatemala: The
Origins of the modern Plantation Economy in Guatemala,
324 La patria del criollo, tres décadas después

Finalmente, debemos terminar con la xenofobia,


velada o mal disimulada de algunos, o la descarada­
mente reconocida y asumida por otros; trasnochados e
inertes "cientistas sociales" guatemaltecos que susten­
tan la absurda idea que sobre la historia y realidad de
Guatemala, sólo ellos conocen. Esto, sin duda, podrá
escandalizar a la "intelectualidad de la zona, 1" para
utilizar un término acuñado por Jorge González del
Valle, para describir a aquella visión interiorana de estos
sujetos -que infelizmente aún existen en nuestro me­
dio-, sobre el desarrollo científico en el mundo.
Sin embargo, MacCreery representa la cuarta co­
rriente interpretativa sobre el origen y desarrollo del
capitalismo en Guatemala. Este autor es seguidor de la
corriente explicativa que sustenta la existencia de un
"sistema capitalista mundial" propuesto por Waller­
stein. Este historiador coincide con la crítica hecha tam­
bién por Edeliberto Cifuentes Medina, en el sentido de
que "Campesinos" aparece en el título del libro de J. C.

1853-1897", By J. C. Cambranes, Stockholm: Institute of Latin


American Studies, 1985. pp. 334. En Revista Hispanic Ame­
rican Historical Revíew. Vol. 66. No. 4 (November, 1986): 802­
803. La cita completa dice: "Cambranes efforts to interpret
the data suffer, however, from and imprecise use of concepts
and terms. Terms such as "feudal", "capitalist" and "capita­
lism", "class", and "slavery" are bandied about as if there
existed no serious desagreements about their meanig. Cam­
branes's ... 'Peasant' for example, appears in the title and
throughout the text, but is never examined or defined (for a
sample of the confusion wich results, see pp. 52-54). Too, the
author appears to be unfamiliar with the Marxist and no­
Marxist debate of the last two decades on the nature of plea­
santries and rural populations; perhaps it can be rejected but
it can not be ignored with impunity!
"La llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 325

Cambranes y a lo largo del mismo, y esta categoría


nunca es examinada o definida.
MacCreery además critica a J. C. Cambranes, porque
parece poco familiar con el debate marxista y no mar­
xista de las dos últimas décadas sobre la naturaleza de
los campesinos y las poblaciones rurales; la cual quizás
puede ser reyectada, pero jamás ignorada con impu­
nidad. Categoría como "feudal", "capitalista" y"capi­
talismo", "clase" y "esclavitud" son utilizadas como si
no existiesen serios desacuerdos sobre su significado.
Por otra parte, un economista norteamericano, que
como MacCreery ha realizado investigaciones sobre
Centroamérica, y que se interesa sobre la cuestión de
las teorías del desarrollo y subdesarrollo, de su proble­
mática y de su aplicación al caso de los países centro­
americanos y concretamente al caso de Guatemala; John
Weeks 45 concuerda con la tesis de MacCreery, en el sen­
tido de ver la Revolución Liberal de 1871 en Guatemala
como una Revolución Burguesa, es mal interpretar com­
pletamente lo que ocurrió.
La expansión de la demanda externa por productos
agrícolas, generó dentro de Guatemala un sistema de

45 John Weeks, An Interpretation of the Central American


IJ

Crisis". En Latin American Research Review, Vol. XXI, No. 3,


(1986): 31-54. Cita bibliográfica No. 10 pág. 52. La cita com­
pleta que utiliza J. Weeks, del texto de MacCreery (David J.
MacCreery, Development and the State in Reform Guaemala",
IJ

Athens, Ohio: Center for International Studies, Ohio Univer­


sity, papers in International Studies, Latin American Series.
No. 10). (Suponemos que el texto mencionado por Weeks de
MacCre'e ry no es el mismo texto citado en el pie de página
44 de este ensayo. Si es así, ese texto no lo conocemos. De
MacCreery: debe verse: 'The Structure of Development in Libe­
ral Guatemala", (pág. 439), "Though the captaincy- General
326 La patria del criollo, tres décadas después

producción que puede ser caracterizado como feuda­


lismo estructural. [Es una lástima que Weeks no pro­
fundice en el término por él usado 'feudalismo estruc­
tural' ", pues podría aclararse cuál en su posición ante
las críticas a los que usan los esquemas eurocentristas,
por ejemplo. EAVC) Weeks cree, como MacCreery, que
no es sino hasta la mitad del siglo XX que las formas
capitalistas comenzaron a asumir una posición domi­
nante en la formación socioeconómica de Guatemala.

4. El debate teórico

Debemos estar atentos al desarrollo y evolución de


las teorías del desarrollo, principalmente en el desa­

was from the outset integrated into a 'world capitalist sys­


tem', subsistence and feudal production dominated the local
economy". ,En Hispanic American Historical Review, Vol. 56,
No. 3 (1976): 438-460; y "Debt Servitude in Rural Guatemala,
1876-1936". En Hispanic American Historical Review Vol. 63,
No. 4 (1983):"735-759. Dice: "1 agree with MacCreery that to
see the Revolution of 1871 (in Guatemala) as a bourgeois
revolution ... is to misapprehend entirely what occurred...
expanded demand for agricultural products generated wi­
thin Guatemala a systemof production with can be charaé­
terized as structural feudalismo (1983-11-12)". He adds la ter,
"Not until the mid-twentieth century have capitalist modes
begun to assume a dominant position in Guatemala socio­
economic formation". (101-102). Weeks, Economista de la
American University, es autor del libro The Economies o/Cen­
tral America (New York: Holmes and Meir, 1985). Ronald H.
Chilcote, Op. cit., p. 115, lo cita como crítico sobre algunas
de las cuestiones del subdesarrollo capitalista y de las con­
cepciones circulacionistas del sistema mundial. Véase: Oohn
Weeks: "The Differences Between materialist Theory and
why they matter". En Latin American Perspectives, VIII,"Su­
mmer-Autumn, (1981): 118-123).
ULa llave colonial" de Severo Martínez Peláez... 327

rrollo de la teoría marxista del desarrollo. Espeéialmente


de los avances de la escuela de los modos de pro­
11

ducción" que ha evolucionado aceleradamente en Amé­


rica Latina. No debemos sustraemos de ese debate teóri­
co ni del desenvolvimiento teórico-metodológico actual.
Como hemos visto, dos de los más importantes historia­
dores del país, han sido criticados por sustraerse o igno­
rar los puntos básicos de discusión sobre la teoría del
desarrollo marxista contemporánea.
En el caso de Severo Martínez Peláez lo hizo -entre
otros- Halperin Donghi de manera directa o indirec­
tamente Ciro F. S. Cardoso y en el caso de Julio Caste­
llanos Cambranes lo hizo, además de Edeliberto Cifuen­
tes Medina, David J. MacCreexy. Como se ha visto, por
lo menos son cuatro las corrientes interpretativas sobre
la cuestión del origen y del desarrollo capitalista en
Guatemala.
Severo Martínez Peláez*

Ralph Lee Woodward, fr. **

Tengo una gran deuda con el profesor Severo Mar­


tínez Peláez. Especialmente su trabajo más importante,
La patria del criollo, me influendó enormemente. Estaba

. Traducción de Enrique Gordillo Castillo .


....
Obtuvo su Doctorado en Historia (Ph.D.) en Tulane Uni­
versity en 1962. Es Neville G. Penrose Professor de Estudios
Latinoamericanos en la Texas Christian University, Forth
Worth Texas, Estados Unidos. De 1970 a 1999 fue Profesor
de Historia y asociado del Middle American Research lnstitute
de Tulane University. Es autor de Robinson Crusoe's lsland
(1966); Positivism in Latin America (1971); Privilegio de clase y
desarrollo económico: Guatemala, 1793-1871 (1981); Research
Guide to Central America and the Caribbean (1985); Central
America: Historical Perspectives on the Contemporary Crises
(1988); Guatemala (1992); The Encyclopedia of Latin American
History & Culture (1996); Central America, a Nation Divided,
(1999) y Rafael Carrera y la Creación de la República de Guatemala
(2000).
330 La patria del criollo, tres décadas después

escribiendo mi Central America, A Nation Divided 1, cuan­


do encontré por primera vez ese trabajo y conocí a Se­
vero Martínez. Solo lo vi una vez, en la Universidad de
San Carlos de Guatemala, poco después de la publi­
cación de La patria del criollo.2 Charlamos por más o
menos una hora en su oficina. En esa ocasión, yo le
entregué una copia de mi historia del Consulado de
Comercio'de Guatemala 3 posteriormente él hizo los
arreglos para que fuera traducida y publicada por
EDUCA en Costa Rica. 4 Sus ideas y noción de la estruc­
tura social centroamericana colonial son especialmente
evidentes en mi capítulo titulado Bourbon Central Ame­
rica, en donde condensé y resumí la elocuente descrip­
ción de Martínez Peláez sobre la sociedad Centroame­
ricana. Fue una descripción que el mismo Martínez
resumió brillantemente en su diagrama esquemático.
[ver figura 1].5

1 Ralph Lee Woodward, Jr., Central America, A Nation Divided


(New York: Oxford University Press, 1976; ediciones subse­
cuentes han aparecido en 1985 y 1999).
2 Severo Martínez Peláez, La patria del criollo: ensayo de inter­
pretación de la realidad colonial guatemalteca (Guatemala: Edi­
torial Universitaria, 1971).
3 Ralph Lee Woodward, Jr., Class Privilege and Economic Deve­
lopment: The Consulado de Comercio o/ Guatemala, 1793-1871
(Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1966).
4 Ralph Lee Woodward, Jr., Privilegio de clase y desarrollo eco­
nómico: Guatemala, 1793-1871 (San José: EDUCA, 1981).

5 "Diagrama ilustrativo de las capas medias en la dinámica

de clases", La patria del criollo, pp. 638-639.


Severo Martínez Peláez 331

Diagrama ilustraJivo de IIIs capas medias


Nobl.za en 111 dinam;ca de clases Monarquia
terrateniente representada por
criollos sus tu.clo.arlos

alta
rural

baja

rural

Negro.
s.gundo
periodo

Indios
ricos
N.gros
primer
periodo

Figura No. 1
332 La patria del cri.oll.o, tres décadas después

L.o que estuv.o clar.o para mí casi al instante fue que


la descripción de Martínez Peláez enf.ocada s.obre la
s.ociedad c.ol.onial tenía relevancia más allá del Rein.o
de Guatemala. Mientras que l.os detalles p.odían variar
y las capas medias p.odían existir en grad.os diferentes
en diferentes c.ol.onias, su n.oción de la estructura de la
s.ociedad c.ol.onial era un m.odel.o que p.odía ser adaptad.o
a 1.0 larg.o de América Latina así c.om.o dentr.o de .otras
c.ol.onias eur.opeas. La n.oción fundamental de una clase
alta dual-la clase cri.olla terrateniente y la bur.ocracia
real- l.os estudi.os tradici.onales, en d.onde enfrent.o la
primera estaba al servici.o de la segunda. A pesar de
que cada una de estas d.os clases era superi.or dentr.o de
su pr.opia esfera, ambas expl.otaban y .oprimían a la
may.oría de la p.oblación, una p.oblación may.oritaria­
mente indígena en el cas.o de Guatemala. Además, su
descripción de l.os dinámic.os e imp.ortantes sect.ores
medi.os -rural y urban.o- pr.op.orci.onar.on explicaci.o­
nes c.onvincentes y significativas de la hist.oria ec.onó­
mica· y s.ocial del perí.od.o c.ol.onial en una f.orma que
ningún trabaj.o anteri.or había hech.o. Muy pr.ont.o fue
evidente que el m.odel.o p.odía ser también aplicad.o a
.otras regi.ones, a pesar que la naturaleza de las clases
bajas p.odía cambiar: indígenas en Centr.o América, Mé­
xic.o y Perú; african.os en Haití, la L.ouisiana, .o Car.olina
del Sur; etc. Su descripción de l.os sect.ores medi.os y del
papel de l.os ladinos también tiene may.ores aplicaci.ones
y ayuda a explicar las diferencias en varias c.ol.onias,
desde Quebec hasta la Argentina. Fue también un m.o­
del.o que explicó la naturaleza cambiante de la vida
c.ol.onial, más que sugerir una situación estática. Su
descripción de cóm.o la independencia dejó a la clase
cri.olla c.om.o la única clase d.ominante, c.on excesiv.o
poder, ha aclarado nuestra comprensión del período
Severó Martínez Peláez 333

nacional de la historia guatemalteca. 6 El modelo de


Severo, especialmente su diagrama, traducido al inglés
se convirtió y continúa siendo una herramienta básica
en mis cursos universitarios sobre la historia general
sobre la historia general y económica de América Latina
y económica de América Latina y sobre la Historia com­
parativa de las Américas.
Su perspectiva socioeconómica proporcionó res­
puestas a los tipos de preguntas que muchos intelec­
tuales norteamericanos -y otros- se estaban plan­
teando acerca de la formación del orden social y econó­
mico de América Latina. Su modelo, por lo tanto, fue
bienvenido por nuevas investigaciones sobre la historia
colonial centroamericana, latinoamericana y compa­
rativa. Una completa explicación de las clases domi­
nantes, de la mentalidad criolla, y sobre lo que ser indí­
gena significó en Guatemala ha guiado a varios de mis
compatriotas en la elaboración de muchas nuevas tesis
y monografías. Como el Dr. Martínez Peláez dijo al Lic.
Alberto Baeza Flores en 1974, "Buscando el por qué de
los prejuicios de los criollos, tuve que descender a la
explotación del indio, a la lucha de clases, porque allí,
y no en otro lugar, se encuentra la causa verdadera de
todos aquellos prejuicios".7 El valor más grande de su
trabajo se encuentra en que fue un estímulo de mucha
investigación novedosa.

6 Ralph Lee Woodward, Jr., Rafael Carrera and the Emergence of


the Republic of Guatemala, 1821-1871 (Athens, Georgia: Uni­
versity of Georgia Press, 1993), versión castellana traducida
por Jorge Skinner Klée, Rafael Carrera y la creación de la Repú­
blica de Guatemala, 1821-1871 (Antigua Guatemala: CIRMA,
2,000).
7 Alberto Baeza Flores, "Las raíces de la sociedad guatemal­
teca, el Indio y la Revolución", Nueva Sociedad No. 10 (enero­
febrero de 1974): 70.
334 La patria del criollo, tres décadas después

El trabajo de Severo Martínez Peláez, por supuesto,


influenció a otros centroamericanistas norteamericanos.
La patria del criollo se convirtió en una lectura básica
para los estudiantes de doctorado en historia latinoa­
mericana en la universidad de Tulane y una generación
completa de centroamericanistas entrenados en los Esta­
dos Unidos fueron influenciados por ella. El estudio
más comprensivo en inglés sobre Centro América en el
siglo XVIII, el estudio de Miles Wortman Government and
Society in Central America, 1680-1840,8 cita la noción de
Martínez Peláez sobre la "nación criolla" guatemalteca
del siglo XVII que" ... defendían los intereses de la colo­
nia contra España y sus oficiales en un nacionalismo
temprano". A pesar de que varios de historiadores nor­
teamericanos ignoraron el trabajo de Martínez Peláez,
apoyándose excesivamente en trabajos en inglés, su
influencia es evidente en trabajos monumentales como
los de Stephen Webre,9 Christopher Lutz,lO David J.

8 Miles Wortman, Government and Society in Central America,


1680-1840 (New York: Columbia University Press, 1982), p.
69.
9 Stephen Webre, "The Social and Economic Bases of Cabildo
Membership in Seventeenth-Century Santiago de Guate­
mala", Ph.D. dissertation, (New Orleans: Tulane University,
1980); "El Cabildo de Santiago de Guatemala en el siglo XVII;
¿Una oligarquía criolla cerrada y hereditaria?" Mesoamérica
No. 2 (1981); Y "Antecedentes económicos de los regidores
de Santiago de Guatemala, siglos XVI y XVII: una elite colo­
nial", en La sociedad colonial en Guatemala: estudios regionales
y locales, editado por Stephen Webre (Antigua Guatemala:
CIRMA, 1989), pp. 189-219.
10 Cristopher Lutz, Santiago de Guatemala, 1541-1773: City, Caste,
and the Colonial Experience (Norman: University of Oklahoma
Press, 1994).
Severo Martínez Peláez 335

McCreery,ll y Richmond Brown. 12


El trabajo de Severo Martínez Peláez sobre los mo­
tines de indios en la Guatemala colonial fue la extensión
natural de su trabajo monumental sobre la elite. Mar­
tínez Peláez propuso analizar "sesenta movimientos
pequeños y medianos, un alzamiento de nativos no
conquistados, y una gran rebelión".13 Enfatizó que la
clase social era más importante que la etnicidad. É1.nos
recordó que había clases entre los indios así como entre
otros sectores explotados: "Todo indigenismo es ideo­
logía de dominadores y manipuladores de indios... Se
tiende a ocultar que en el seno de la realidad india se
configuran clases; se omite que desde los albores de la
vida colonial hubo indios nobles, caciques, e indios
comunes o maseguales, unos y otros con derechos y
obligaciones propias en la legislación indiana, derivado
ello de diferencias existentes con anterioridad a la con­
quista y aprovechadas por el, sistema español"14.
Para Severo Martínez, entonces, lo importante era
unificar las clases explotadas de todas las razas, para
unificar, citando de la "Declaración de Iximché", "obre­

11 David J. McCreery, Rural Guatemala, 1760-1940 (Stanfor: Stan­


ford University Press, 1994).
12 Richmond Brown, Juan Fermín de Aycinena: Central American
Colonial Entrepreneur, 1729-1796 (Norman: University of Okla­
homa Press, 1997).
13 Severo Martínez Peláez, "Importancia revolucionaria del
estudio histórico de los movimientos de indios", en Puebla
en el siglo XIX: Contribución al estudio de su historia (Puebla:
Centro de Investigaciones Históricas y Sociales, Instituto de
Ciencias, Universidad Autónoma de Puebla, 1983), pp. 317­
58 (Ponencia al XiV Congreso Latinoamericano de Sociología,
Puerto Rico, Octubre de 1981), p. 319.
14 !bid, p. 336
336 La patria del criollo, tres décadas después

ros, campesinos, estudiantes, pobladores, y demás sec­


tores populares y democráticos, y hacer más fuerte la
unión y solidaridad entre los indígenas y ladinos, ya
que la solidaridad del movimiento popular con la lucha
indígena ha sido sellada con sus vidas en la Embajada
de España. El sacrificio de esas vidas nos acerca ahora
más que nunca a una nueva sociedad, al amanecer del
indio. La sangre india y de ladinos pobres regada en el
camino de nuestra lucha, ha abonado y fortalecido nues­
tra lucha... "15
Este claro enfrentamiento al indigenismo a favor del
análisis científico de las clases y del interés económico
de grupos sonó a verdad entonces y lo sigue siendo
ahora. Severo Martínez Peláez nos recuerda tanto a los
historiadores centroamericanos como a los foráneos que
mientras que las diferencias culturales y étnicas pueden
tener algún significado, en las sociedades capitalistas
no son esas las diferencias primarias que dividen a la
humanidad. Severo Martínez Peláez entendió la nece­
sidad de establecer prioridades en la investigación. No­
sotros aprendimos mucho de su trabajo y de su ejemplo.

15 Ibid, p.p. 338-339.


LA PATRIA DEL CRIOLLO,

TRES DÉCADAS DESPUÉS

Se terminó de imprimir el 14 de julio del año dos


mil, en los Talleres de la Editorial Universitaria,
de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con
una tirada de mil ejemplares.

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