Der Blitzkrieg (La Guerra Relampago)
por LARRY » 31 Mar 2009 17:35
LA BLITZKRIEG
Unidades formadas fundamentalmente por carros ligeros Panzer II serían protagonistas de los primeros
éxitos de la blitzkrieg
La Blitzkrieg, en alemán, guerra relámpago, es posiblemente la táctica militar más popular y conocida
de los últimos siglos.
Adolf Hitler
La primera pregunta que uno debe hacerse (y responder) para entender la rapidez de las conquistas y
los éxitos iniciales (al igual que las estrepitosas debacles finales) de Adolf Hitler (20 de abril de 1889,
Braunau am Inn – 30 de abril de 1945 -¿?-, Berlín) durante la Segunda Guerra Mundial es:
¿Qué es la Blitzkrieg?
El historiador británico Sir Martin John Gilbert (25 de octubre de 1936, Londres) nos brinda una breve
y sencilla respuesta, que podremos encontrar en la mayoría de las publicaciones relacionadas con la
materia: ataques aéreos que destruían en tierra a las Fuerzas Aéreas enemigas y cortaban las
comunicaciones y los transportes, seguidos de bombardeos en picado sobre el enemigo, oleadas de
infantería motorizada y tanques, todo ello acompañado de artillería autopropulsada escoltada por
Infantería a pie.
Asimismo, el empleo de paracaidistas y unidades navales fue de gran ayuda para el desarrollo de esta
nueva forma de hacer la guerra.
Por supuesto, todo esto era realizado sin previo aviso, lo que ayudaba a incrementar el caos entre las
filas enemigas.
Sin embargo, tanto las raíces como los fundamentos y dogmas de la Blitzkrieg son mucho más
complejos.
Origen de la Blitzkrieg
La guerra relámpago se remonta, en su forma y faceta más primitivas, a la Antigüedad y la Edad
Media.
Exponentes claros de ello son, por ejemplo, el fulminante avance persa sobre Las Termópilas, los
rápidos progresos de Julio César por los campos de la Galia, los veloces avances de las mesnadas
medievales por los feudos enemigos, el envolvimiento asombrosamente veloz de Napoleón por
Austerlitz (sus tropas recorrieron, a pie, 101 kilómetros en dos días) o en Ulm, etc.
Ya por aquel entonces, los jefes militares comprendían la necesidad y ventaja de ataques rápidos y
avances inmediatos sobre sus enemigos, que les brindasen la posibilidad de adentrarse profundamente
en territorio hostil, huyendo de Victorias Pírricas (“Una victoria más y estamos perdidos”, Pirro de
Épiro) y cosechando éxitos inmediatos sobre el enemigo, que no tendría tiempo para organizarse.
Pirro de Épiro
Este último punto tiene su mayor exponente en la Campaña de las Galias del romano Julio César, que
derrotó a más de 3.000.000 de bárbaros con un Ejército mucho más inferior numéricamente, pero
infinitamente mejor a nivel militar –la calidad de las tropas sería fundamental para el buen desarrollo
de la Blitzkrieg, como pronto se verá- (“Las guerras se ganan con los pies”, Julio César).
Sin embargo, la doctrina actual de la Blitzkrieg, aunque no muy diferente en puntos teóricos, si dista
mucho en los puntos técnicos y de aplicación con la guerra relámpago de la Antigüedad.
Mijaíl Tujachevski
De hecho, encontramos la concepción de la guerra relámpago moderna personificada en el general
Soviético Mijaíl Tujachevski (16 de febrero de 1893, Smolensk – 12 de junio de 1937, Moscú), que ya
planeó ataques motorizados y fulminantes apoyados por la aviación.
Mas, la prematura muerte de este hombre, víctima del sadismo purguista de Stalin, hace que, en la
mayoría de los casos, se le haya olvidado como creador de la guerra relámpago y haya sido sustituido
por el insigne general Alemán Heinz Guderian (17 de junio de 1888, Klum – 14 de mayo de 1954,
Schwangau), que logró introducir y, en ciertos aspectos, mejorar, la Blitzkrieg para el Tercer Reich
alemán.
Heinz Guderian
Es, asimismo, creencia popular, que la guerra relámpago moderna fue empleada por vez primera en
Polonia 1939, cosa totalmente falsa: esta táctica fue testada, a nimia escala, durante el Primer Sitio de
Madrid, durante la Guerra Civil Española (1936-1939).
Hay una sencilla explicación del porqué de estas dos falsas creencias; los nazis fueron los primeros en
emplear la guerra relámpago a gran escala y con éxito rotundo, durante la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945).
Ya en el Período de Entreguerras (1919-1939), en la década de 1920, pensadores militares británicos,
tales como el capitán Sir Basil Liddell Hart (31 de octubre de 1895, París – 29 de enero de 1970,
Marlow), el general J. F. C. Muller o el general Martell (que influirían a Guderain en la elaboración de su
libro “Achtung! Panzer!”, que sentaba las bases de la Blitzkrieg Alemana), desarrollaron tácticas para la
guerra móvil moderna en las que postulaban que los tanques no sólo servían como fuerza bruta para
ganar terreno, sino que podían quebrar y atravesar las líneas enemigas, yendo hacia la retaguardia y
destruyendo al enemigo por el camino.
Sin embargo, la lenta motorización inglesa hizo que, para 1939, sólo hubiera una División Blindada en
el Ejército británico.
Del mismo modo, Francia, gran potencia vencedora en la Primera Guerra Mundial, junto a Estados
Unidos y Gran Bretaña, encontró entre sus filas a oficiales, como el por entonces coronel Charles de
Gaulle (22 de noviembre de 1890, Lille – 9 de noviembre de 1970, Colombrey-l es-Deux-Églises), que
apoyaba la movilidad en el combate.
Sin embargo, estas ideas no cuajaron en aquel país que, resentido por la atronadora cifra de pérdidas
humanas durante la Gran Guerra, optó por continuar con la defensa estática y el ataque de posiciones,
como demuestra la construcción de la Línea Maginot, que, supuestamente, defendería a Francia de
modo infalible contra Alemania…
Por su parte, la Unión Soviética, colaboró con Alemania en el desarrollo de una guerra relámpago en
profundidad, de amplio parecido a la Blitzkrieg.
Esta táctica fue muy apoyada por fervientes defensores de la motorización, como el general Kostantín
Kostantínovich Rokkossovksy (21 de diciembre de 1896, Varsovia -¿?- – 3 de agosto de 1968, Moscú),
o el ya mencionado Mijaíl Tujachevski.
Konstantín Konstantínovich Rokkossovksy
Sin embargo, el Ejército Rojo soviético, al igual que Gran Bretaña o Francia, no estuvo a la altura de
las circunstancias (en un principio), cuando llegó el turno de mediarse con las tropas móviles, bien
entrenadas, equipadas y comandadas, de la Wehrmacht alemana.
En Alemania, el Reichwehr creó Comités de Oficiales Veteranos de la Primera Guerra Mundial que, en
base a las experiencias vividas en las postrimerías de la Gran Guerra, cuando intentaron desarrollar un
Cuerpo Móvil que desfasase la táctica de la guerra de posiciones aliada (y que fracaso
estrepitosamente ante la muy deficiente y escasa motorización), y muy influidos por algunos oficiales
prusianos de la Historia Militar alemana, como Karl Von Clausewitz (1780, Magdeburgo – 16 de
noviembre de 1831, Silesia), Alfred Graf Von Schlieffen (28 de febrero de 1833, Berlín – 4 de enero de
1913, Berlín) o Helmuth Von Moltke (26 de octubre de 1800 – 24 de abril de 1891), terminaron por
realizar Informes muy favorables al desarrollo de una doctrina de guerra relámpago, marcada por los
dogmas prusianos de sorpresa, maniobra, rapidez, masa y envolvimiento.
Karl Von Clausewitz
Alfred Graf Von Schlieffen
Helmuth Von Moltke
Para ello, el Tercer Reich de Hitler desoyó y violó el Tratado de Versalles y comenzó una carrera
armamentística de rearme y motorización que dio como resultado un Ejército perfectamente preparado
(debemos recordar que Franco brindó a Hitler la oportunidad de probar y entrenar a sus tropas durante
la Guerra Civil Española) para llevar a cabo, con éxito, la Blitzkrieg.
Fundamentos y Dogmas de la Blitzkrieg
Las bases y fundamentos de la Blitzkrieg pueden ser resumidos en un Decálogo de Dogmas, que
establece cómo, y en qué circunstancias, debe llevarse a cabo la guerra relámpago:
1. Sorpresa
2. Amplitud de movimientos
3. Maniobra
4. Velocidad
5. Coordinación
6. Envolvimiento
7. Masa
8. Potencia
9. Superioridad
10. Afianzamiento
Para comprender mejor estos puntos, es aconsejable aportar ejemplos históricos.
1. Sorpresa
Todos los ataques realizados mediante la doctrina de la guerra relámpago se llevaron a cabo de
improviso, de forma que el enemigo quedara aturdido y sin capacidad de reacción el tiempo suficiente
como para imposibilitar, mediante el avance, el envolvimiento y la velocidad, su reagrupamiento y la
organización de una defensa suficientemente efectiva como para frenar el avance.
El primer punto se manifestó claramente el 1 de septiembre de 1939, cuando la Wehrmacht alemana
inició su ataque sobre Polonia (Fall Weiss) sin previo aviso ni declaración de guerra (que vendría poco
tiempo después, cuando ya era imposible evitar la confrontación).
También se manifestó la sorpresa en el ataque alemán del 22 de junio de 1941 contra la frontera
soviética (Operación Barbarroja).
Tanto Francia, que contra todo pronóstico imaginable vio como Alemania flanqueaba y evitaba, en un
primer momento, la Línea Maginot, y luego la arrasaba sin dificultad (Fall Gelb); como Bélgica, que vio
cómo el “inexpugnable” Fuerte de Eben Emael era capturado, ante las narices de sus defensores (que
se mantuvieron en la inopia durante el ataque, hasta que ya no pudieron hacer nada) por un
lanzamiento sorpresa de fallschirmjaeger (paracaidistas alemanes), o los Países Bajos no pudieron
prever, ni mucho menos detener, el ataque sorpresa.
Tampoco se esperaban los aliados occidentales que Von Rundstedt (12 de diciembre de 1875,
Aschersleben – 24 de febrero de 1953, Hannover) atacase con todas sus fuerzas por las Ardenas
(Wacht Am Rhein).
2. Amplitud de movimientos
Uno de los talones de Aquiles de la Blitzkrieg fue la necesidad de disponer de amplios campos de
batalla llanos, firmes, libres de obstáculos naturales, con clima aceptable (el fango, la nieve o la lluvia
torrencial frenaba el avance de los automóviles), para maniobrar, ya que l os blindados sólo podían
servir como lanza de penetración si evitaban las ciudades (que les hacía tremendamente vulnerables y
limitados en sus movimientos) y avanzaban a toda prisa por el campo, donde tenían superioridad sobre
la infantería, que quedaba expuesta a la potencia de los blindados.
Así, la Blitzkrieg alemana fue fulminantemente efectiva a campo abierto en la estepa rusa (mientras
esta se mantuvo “transitable”), tanto en 1941 (Barbarroja) como en 1942 (Fall Blau), en la campiña
francesa (1940), o el desierto libio (Deutsches Afrika Korps del mariscal Erwin Rommel (15 de
noviembre de 1891 – 14 de octubre de 1944)).
Asimismo, los Aliados tuvieron también su guerra relámpago exitosa: en Rusia (Kursk -1943-
, Bragation -1944-, Seelow -1945-, etc.), en Francia (Goodwod y Cobra -1944), en África (“Ratas del
desierto” de la 7º División Acorazada británica), etc.
Así pues, sin espacios amplios y fáciles de recorrer, la Blitzkrieg quedaba muy limitada.
Ejemplos de ello son, tanto Stalingrado (los defensores no se separaban a más de 45 metros del
enemigo, lo que imposibilitaba el apoyo aéreo, y los escombros retenían e impedían el avance de los
carros), como Noruega (la presencia de terrenos escarpados, extensas áreas nevadas, fiordos, etc.,
detuvieron a los carros y frenaron considerablemente la velocidad de la tropa –amén de limitarse las
salidas de aviones por la mala meteorología), o Moscú (el General Invierno ruso hizo imposible el
avance de las tropas mecanizadas por la enfangada estepa, que se tragaba los vehículos y congelaba
los motores (y a los soldados), etc.
3. Maniobra
La piedra angular de la Blitzkrieg, junto a la velocidad, es la maniobra.
Sin unos mandos militares capaces de desplazar estratégicamente sus tropas por el campo de batalla
de forma que el enemigo quedase aislado en bolsas, y los objetivos se alcanzasen en breves períodos
de tiempo, la guerra relámpago queda en una quimera.
Un ejemplo de ello es la continuidad de maniobras de las Divisiones blindadas en Francia (1940) o los
rápidos y demoledores avances en Polonia (1939) y Rusia (1941).
4. Velocidad
Base principal de la Blitzkrieg, la velocidad daba al Ejército atacante una total ventaja sobre sus
enemigos, siempre y cuando se supiese aprovechar la iniciativa que brindaba el atacar por sorpresa y
con tanques.
Movimientos de la Wehrmacht en Polonia 1939, (Fall Weiss)
Gracias a la velocidad, tanto de los ataques (aéreos o terrestres), como de los movimientos por el
terreno, los ataques relámpago lograban subyugar en poco tiempo a toda una nación, que no tenía
mayor oportunidad frente a sus enemigos que ver cómo éstos penetraban a lo largo y ancho de su
territorio, embolsando y destruyendo a los defensores, ciudades, nudos ferroviarios, enclaves militares,
suministros, carreteras, etc.
La velocidad fue un factor clave en la rápida cosecha de victorias germanas entre 1939 y 1942
(“Velocidad, y más velocidad, y siempre velocidad fue el secreto… y esto requería audacia, más
audacia y siempre audacia” mayor general Füller).
5. Coordinación
Dado que, para desarrollar una Blitzkrieg efectiva, es necesaria la combinación de artillería, aviación,
infantería, tropa paracaidista y fuerzas blindadas, la coordinación entre todas estas armas era esencial.
Sin ella, los ataques relámpago se realizarían de manera desordenada, causando una demora en el
avance y la efectividad del mismo.
Por ello, la Wehrmacht (que supo darse cuenta de la valía de una buena coordinación inter-arma) dotó
a todos (o casi todos) sus carros blindados de radio, para que pudiesen contactar entre sí, con el
Mando, y con la Infantería o la aviación, evitándose bombardeos sobre aliados o cargas de tanques
sobre posiciones de Infantería del propio Ejército.
También los aviones fueron equipados con radios.
No fueron menos las tropas de tierra y paracaidistas que contaban con una compañía de radio por cada
División.
Así, gracias a la coordinación entre las diferentes armas del Ejército, los alemanes lograron rápidos
avances fructíferos sobre sus enemigos, que no gozaban de esa comunicación entre sus unidades, que
terminaban por ceder y caer ante el aplastante avance coordinado de Infantería, caballería (tanques) y
aviación.
6. Envolvimiento
El envolvimiento o embolsamiento, típica estrategia prusiana, fue vital para que la Blitzkrieg resultase
efectiva.
Gracias a que las oleadas iniciales de tanques e infantería motorizada flanqueaban y aislaban los
núcleos defensivos más difíciles de tomar (búnkeres, fuertes, ciudades, fortines, etc.), el ímpetu del
avance inicial no disminuía con la progresión de la invasión.
De esta forma, por establecer un símil, el desarrollo de una invasión mediante la doctrina de la guerra
relámpago, puede compararse a una inundación por el desbordamiento de un río: las aguas (tanques e
infantería motorizada en la realidad) penetran en la ciudad (en la realidad, el país a invadir), arras ando
con todo lo que haya por la calle (en la realidad, las defensas más expuestas –trincheras, alambradas,
barricadas, etc.) y ocupando todos los resquicios libres.
Sin embargo, las aguas rodean y evitan a los edificios (en la realidad, ciudades, fuertes, búnkeres,
etc.), que quedan totalmente bordeados, por los cuatro costados, del agua que no cesa en su avance
hacia la periferia de la ciudad.
A posteriori, la artillería autopropulsada y la infantería a pie, apoyadas por pequeños grupos de
tanques y bombarderos, se encargaban de los núcleos defensivos aislados durante el ataque inicial.
Un ejemplo real de este “envolvimiento” que acompañaba al avance de los carros, es la situación que
se creó en 1941 durante la Operación Barbarroja: el implacable avance de los blindados alemanes
arrasaba con todo a su paso.
Sin embargo, aquello que era demasiado difícil de tomar, era flanqueado por los cuatro costados y
aislado, quedando como islotes en medio del avance principal.
Luego, una vez que la línea del frente, delimitada por los carros se retiraba hacia la profundidad de la
estepa rusa, la artillería y la infantería atacaban esos pequeños núcleos de resistencia, que eran
asolados con ayuda de la aviación (Luftwaffe).
7. Masa
Para que la Blitzkrieg sea efectiva, es necesario que el Ejército atacante esté compuesto por gran
cantidad de efectivos bien pertrechados.
Y es que, aunque constituye otro de sus talones de Aquiles, la guerra relámpago requiere una
superioridad numérica en el campo de batalla (y no en el papel) para ser efectiva.
Así, en Polonia 1939, los efectivos de la Wehrmacht (600.000) superaban en un 3 a 1 (aproximado) a
las tropas del Ejército polaco (210.000).
Así fue también en Rusia 1941, cuando varios millones de alemanes se enfrentaron a una tropa mucho
menor en la frontera rusa.
Existen, sin embargo, excepciones que impiden (en parte) confirmar la regla de la superioridad
numérica para la efectividad de la Blitzkrieg: el mariscal Erwin Rommel derrotó a los ingleses en África
con un Ejército mucho menor.
Sin embargo, a la larga, la inferioridad numérica de los alemanes les costó la victoria.
8. Potencia
Para que la Blitzkrieg sea efectiva, además de velocidad, coordinación, masa y maniobrabilidad, es
necesario el uso de una potencia militar superior a la enemiga.
Así, ante un panorama de guerra relámpago, tienen las de ganar los Ejércitos que cuenten con más (y
más potentes) carros, vehículos de transporte, artillería y aviación.
Por ello, la tenencia de blindados con cañones de mayor calibre, alcance y precisión, con un blindaje
más grueso, una autonomía mayor, etc., determinaba el éxito o el fracaso de un ejército sobre otro.
Asimismo, el poseer un mejor y más potente arsenal de Infantería brinda una ventaja que, combinada
con un correcto adiestramiento de la tropa, acerca la victoria al bando mejor equipado.[/align]
Bombardero en picado alemán Junkers Ju 87 “Stuka”
De esta forma, en la Segunda Guerra Mundial, Alemania se pudo imponer a sus primeros enemigos
gracias a sus increíblemente avanzados aparatos (bombarderos en picado Junkers Ju Stuka,
tanques Panzer´s, Tiger´s, Panther´s, semiorugas SdKfz 232, 222 y PzKpfw I, bombarderos Heinkel
111, 112, etc.) y su fenomenal arsenal de infantería y artillería (cañones Flak 88, ametralladoras MG-
42, MG-34, etc., metralletas MP44 y MP42, MP40, rifles automáticos Grewehr 43, kusiles de
precisión Kar98K, etc.).
9. Superioridad
La superioridad, esencial para el buen desarrollo de la Blitzkrieg, se conseguía mediante la combinación
de la masa, la potencia, la coordinación, la velocidad, la maniobra y, ante todo, el número y la calidad
de las tropas.
Así, la Wehrmacht alemana no tuvo mayores dificultades en aplastar a los anticuados ejércitos polacos,
franceses, holandeses, belgas, luxemburgueses, noruegos, daneses, griegos y rusos (estos últimos
solo en un principio), cuando pudieron desplegar a sus ingentes hordas increíblemente bien equipadas
y entrenadas.
Aunque, en realidad, la superioridad más requerida por la Blitzkrieg era la Aérea, ya que los Junkers Ju
Stuka, bombarderos en picado esenciales para llevar a cabo la guerra relámpago, necesitaban tener
una total (o gran) superioridad aérea sobre el enemigo (esto es: que los cielos no fueran campos de
batalla, sino meras carreteras de aire para uso exclusivo de la Luftwaffe).
Sin embargo, el correr del tiempo, que mermó sus fuerzas, y el tener que enfrentarse a mejores y
mayores Ejércitos (tales como el norteamericano, canadiense, australiano, neozelandés, británico o
ruso – después de 1942), hizo que el Ejército alemán perdiera iniciativa y poder y, en consecuencia,
superioridad.
Esto provocó su caída, junto con el fracaso de su Blitzkrieg.
10. Afianzamiento
El punto último a cuidar en el desarrollo de una guerra relámpago es el poder afianzar el territorio
conquistado.
Para ello, es necesario atender a varios requerimientos:
- Eliminar los focos de resistencia aislados en la retaguardia por el rápido avance y el envolvimiento.
- Crear Gobiernos títeres, dirigidos por oriundos del país conquistado, o de conquista, creados y
formados por hombres de la propia nación, en la mayoría de los casos, militares, en los territorios
conquistados.
- Impedir la aparición de Resistencia o guerrilla. Para ello es esencial la creación de Servicios Secretos
que combatan las actividades partisanas y resistentes contra el propio ejército, y evitar que los
soldados cercados en el avance inicial huyan y creen grupos de maquís o guerrilleros.
- Ganarse el favor de la población nativa. Y es que, como ocurrió en la Segunda Guerra Mundial con
Alemania, la aparición de Einsatzengruppen (Escuadrones de la Muerte Itinerantes) favoreció la
creación de Grupos de resistencia y generó rechazo y odio hacia los alemanes que, como en el caso de
Bielorrusia, fueron acogidos, en un principio, como libertadores del yugo soviético.
Fases de la Blitzkrieg
La guerra relámpago durante la Segunda Guerra Mundial puede dividirse en Cinco Fases:
Fase I: Schwerpunkt (Punto focal):
La Infantería a pie (cuadros negros) fija al enemigo en toda la extensión del frente.
Cortinas de humo ocultan los movimientos de las columnas acorazadas (Flechas Negras).
La aviación (flechas blancas) actúa entretanto como artillería de largo alcance, aislando el campo de
batalla.
La artillería autopropulsada (flechas moradas) irrumpe en el frente, acompañada de la columna
acorazada.
Entre las dos rompen el frente, creando pequeñas brechas.
Fase II: Auftragstaktik (Control Directo):
Las fuerzas de zapadores ensanchan la brecha del frente, por donde irrumpen los blindados.
La aviación golpea a la retaguardia enemiga, sus comunicaciones y reservas.
La artillería autopropulsada y la infantería motorizada eliminan los focos de resistencia y refuerzan los
flancos del avance.
En esta fase, los oficiales de compañía reciben sus objetivos y deciden cómo llevarlos a cabo.
Fase III: Kesselschlacht (Batalla de la Caldera):
Las vanguardias acorazadas se despliegan y desbordan las defensas estáticas enemigas, ocupando
tanto nudos ferroviarios como puestos de mando.
La Infantería a pie, hasta entonces manteniendo el frente, comienza a avanzar, disolviendo las últimas
y fútiles defensas enemigas.
Fase IV: Avance en profundidad:
Las Fases I, II y III se repiten tantas veces como sea necesario, de forma que los blindados penetren
en el territorio enemigo, y la infantería motorizada alcance las ciudades y encierre, en bolsas, a los
Ejércitos enemigos, que serán aplastados por la artillería autopropulsada, la aviación y la Infantería a
pie.
Por último, la segunda línea de infantería avanza, protegiendo las líneas de suministros y la logística
que la preceden.
Fase V: Afianzamiento:
Para terminar, se deben establecer, inmediatamente, líneas de suministro que sustenten el ataque de
vanguardia.
Además, de debe establecer un Gobierno para controlar el área conquistada.
Limitaciones y puntos débiles de la Blitzkrieg
La Blitzkrieg fracasó por una serie de errores tácticos y limitaciones de la propia doctrina de la guerra
relámpago, que se fueron poniendo de manifiesto a lo largo de toda la Segunda Guerra Mundial, sobre
todo pasado 1942.
Algunos de estos fallos eran:
- El clima: Cuando el invierno ruso alcanzó a los alemanes en 1941, durante la carrera a Moscú, las
nieves frenaron el avance de la infantería (que, al no estar preparada para el duro invierno estepario –
Hitler confiaba en ganar antes de la estación fría– sufría grandes estragos) y de las divisiones
acorazadas, que quedaban bloqueadas al congelárseles los motores a los automóviles, que no estaban
diseñados para el gélido frío soviético.
- El terreno: hubo ciertos lugares, tales como la campiña normanda, que dejaron expuestos o frenaron
a los tanques, impidiéndose así un correcto avance. Del mismo modo, las columnas alemanas sufrían
grandes retrasos por culpa de terrenos escarpados, fangosos, etc., lo que provocaba serios reveses
para el plan de ataque principal.
- Los obstáculos urbanos: las tropas alemanas del III Reich estaban entrenadas, y acostumbradas, a la
lucha a campo abierto, siguiendo a los tanques. Sin embargo, en muchas ocasiones, la presencia de
ciudades “infranqueables” (Stalingrado o Leningrado, por ejemplo) ocasionó la obligación de entablar
combates callejeros, con un alto índice de bajas para los alemanes.
- Superioridad y apoyo aéreo: para que la Blitzkrieg alemana fuese eficiente, era necesario contar con
un continuo apoyo aéreo, proporcionado, principal y masivamente, por los Stukas, que sólo resultaban
eficientes (como se demostraría en las masacres aéreas de la Batalla de Inglaterra, cuando los cazas
de la RAF (Royal Air Force Británica) se impusieron a la Luftwaffe) cuando el Eje dominaba casi
totalmente el cielo, que quedaba limpio de enemigos, de forma que los fácilmente
cazables Stukas pudiesen moverse sin dificultad por el campo de batalla, dando apoyo a los soldados
del Eje. Para el final de la guerra, cuando Alemania vio menguada en gran número su Luftwaffe y
perdió el control del aire, el apoyo a la Infantería se vio casi extinto, quedando el Heer (Ejército de
Tierra) muy expuesto al enemigo, que les atacaba tanto por tierra como por aire.
- Líneas de Suministro: cuando las columnas de vanguardia alemanas se internaban, rápidamente, en
el territorio enemigo, costaba un gran trabajo mantener las líneas de aprovisionamiento que
sustentaban el asalto. Así, en muchos casos (Dunkerque 1940, Fall Blau 1942, etc.), las tropas de
cabeza se tuvieron que parar para reunirse con las tropas de retaguardia y las columnas de
intendencia. Otro grave problema fue la actividad partisana y resistente. Los integrantes de estos
grupos clandestinos atacaban la retaguardia del Ejército alemán, expuesta por el rápido avance,
tendían emboscadas a los convoyes de reemplazos para la vanguardia, destruían las líneas de
ferrocarriles, imposibilitando la circulación de líneas de suministros, que en muchas ocasiones sufrían
asedios directos de los rebeldes. Otro gravísimo problema de la Blitzkrieg en la Segunda Guerra
Mundial, puesto de manifiesto principalmente en Rusia, era el excesivo alargamiento de las columnas
de aprovisionamiento: al igual que una goma de mascar, las líneas de intendencia se iban alargando
peligrosamente a medida que el Ejército de avanzaba al interior de la estepa. Esto provocaba un
peligroso alargamiento de las líneas, de forma que corrían el riesgo de cortarse por la actividad rebelde
y la excesiva distancia entre el punto de aprovisionamiento y la vanguardia.
- Desgaste y masa: a medida que la Segunda Guerra Mundial fue avanzando, el Ejército alemán
mermó terriblemente, mientras que sus enemigos fueron aumentando sus huestes. Esto, sumado al
cansancio acumulado por las tropas teutonas, que, llegado 1945 ya no podía llevar a cabo grandes
ofensivas, dio al traste con los planes de Hitler de conquistar Europa. Por ello, la Blitzkrieg, para ser
efectiva, requiere contar con gran cantidad de tropas frescas y material en buen estado. Por ello, es
esencial abrir un único Frente, en el país a conquistar (siendo este de un tamaño y poder lógicos), y no
tres (África, Rusia, Europa) como hizo Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. También es
importante tener en cuenta, a la hora de emprender campañas a base de guerra relámpago, que no se
puede permitir una secuencia de victorias pírricas, que nos brinden la posesión de nuevos territorios,
pero a costa de descuidar y ver mermada la propia defensa.
- Retaguardia Insurrecta: siempre que se invade un país es vital ganarse, por lo menos en parte, el
afecto de los nativos y no fomentar su odio al conquistador y su apoyo a los movimientos rebeldes y de
oposición (maquís, partisanos, guerrilleros, resistentes, etc.). Más aún lo es cuando llevamos a cabo
una política de avances relámpago, pues nuestra campaña nos llevará a una carrera desenfrenada en
la que las líneas de suministro deben atravesar territorios recién conquistados, donde son susceptibles
de ser atacadas o dificultadas. Por ello, y al contrario de la política de Hitler, se debe evitar la represión
violenta de los movimientos insurrectos recurriendo a la ejecución de civiles, pues sólo se obtiene un
premio: granjearse el odio de más y más “súbditos de nueva adquisición”.
- Defensas en profundidad: la Blitzkrieg se puede ver totalmente detenida en el caso de que los
defensores sepan realizar una defensa en profundidad efectiva, que acabe por detener total o
parcialmente la punta blindada del ataque. Por ello, para realizar un ataque relámpago con eficiencia, a
pesar de la existencia de fuertes defensas bien nutridas, es vital atacar las posiciones del adversario
con artillería de largo alcance y bombarderos (estratégicos, en picado, masivos, etc.), para debilitar su
resistencia y poder así atravesarla con los carros.
-Obstáculos antitanque: la existencia de elementos que impidan el avance de los blindados (espigones
de hierro, minas antitanque, bloques de hormigón, escombros, ríos, etc.) puede paralizar y diezmar a
la punta acorazada de choque, por lo que es vital acompañarla de un nutrido grupo de ingenieros y
zapadores.