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Profecías del Monte de Sion y 144,000

Este documento habla sobre el Monte de Sión y los 144,000 mencionados en el Apocalipsis. Explica que estos eventos proféticos ocurren durante el juicio, con Cristo actuando como Salvador sobre la tierra y Rey en el cielo. Argumenta que los 144,000 son descendientes de las tribus de Israel pero que han perdido su identidad racial a través de la historia, y que cualquier persona puede ser heredera del reino de Dios a través del nuevo nacimiento, independientemente de su linaje.
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Profecías del Monte de Sion y 144,000

Este documento habla sobre el Monte de Sión y los 144,000 mencionados en el Apocalipsis. Explica que estos eventos proféticos ocurren durante el juicio, con Cristo actuando como Salvador sobre la tierra y Rey en el cielo. Argumenta que los 144,000 son descendientes de las tribus de Israel pero que han perdido su identidad racial a través de la historia, y que cualquier persona puede ser heredera del reino de Dios a través del nuevo nacimiento, independientemente de su linaje.
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Propiedad Literaria, 1937, 1941

Todos los Derechos Reservados


V.T. HOUTEFF

En el interés de alcanzar a cada


mente que busca la verdad y que
desea escapar del sendero que con-
duce a la destrucción tanto del cuer-
po como del alma, este tratado es
distribuido gratis. .

TRATADO No. 8

Revisado en el 2017

Universal Publishing Association


P.O. Box 119
Mountaindale,N.Y.12763

www.lalecheriauniversal.com

2
EL MONTE DE SION
A “LA HORA UNDÉCIMA”
“Por amor de Sion no callaré, y por amor de
Jerusalén no he de parar, hasta que salga co-
mo resplandor su justicia, y su salud se en-
cienda como una antorcha. Entonces verán las
gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y
te será puesto un nombre nuevo, que la boca
del Señor nombrará. Y serás corona de gloria
en la mano del Señor, y diadema de reino en la
mano del Dios tuyo.” Isa. 62:1-3
¡Oh maravilla de amor divino! Gozo de “la
promesa sumamente preciosa” que Dios le se-
guirá hablando a ella [la iglesia] hasta que lle-
gue a ser una luz grande, poderosa y resplan-
deciente en todo el mundo y “una corona de
gloria en la mano del Señor” –se ve a la iglesia
¡Estar con el Cordero Sobre el
Monte de Sion!
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio,
para manifestar a sus siervos las cosas que
deben suceder pronto; y la declaró, enviándola
por su ángel a su siervo Juan.” Apoc. 1:1
Esta afirmación de los eventos proféticos que
Juan tuvo el privilegio de registrar, que debían
“suceder” no antes sino “pronto” después de
recibir la revelación de ellos, muestra que las
profecías de el Apocalipsis habían de

3
cumplirse en algún tiempo durante el período
del Nuevo Testamento.
“Y miré, y he aquí, el Cordero estaba en pie
sobre el monte de Sion, y con Él ciento cua-
renta y cuatro mil, que tenían el nombre de su
Padre escrito en sus frentes. Y oí una voz del
cielo como ruido de muchas aguas, y como so-
nido de un gran trueno: y oí una voz de tañe-
dores de arpas que tañían con sus arpas: Y
cantaban como un cántico nuevo delante del
trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y
de los ancianos: y nadie podía aprender el
cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro
mil, los cuales fueron redimidos de entre los
de la tierra.” Apoc. 14:1-3.
Antes de este evento profético (los 144,000
estando sobre el Monte de Sion) “una puerta
fue abierta en el cielo: y la primera voz que oí,”
dice Juan, “era como de trompeta que hablaba
conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré
las cosas que han de ser después de éstas. Y
luego fui en espíritu: y he aquí, un trono que
estaba puesto en el cielo, y sobre el trono esta-
ba uno sentado. Y el que estaba sentado, era
al parecer semejante a una piedra de jaspe y
de sardio: y un arco iris había alrededor del
trono, semejante en el aspecto a la esmeralda.
Y alrededor del trono había veinticuatro sillas:
y vi sobre las sillas veinticuatro ancianos sen-
tados, vestidos de ropas blancas; y tenían so-
bre sus cabezas coronas de oro. Y delante del
trono había como un mar de vidrio semejante
4
al cristal; y en medio del trono, y alrededor del
trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos de-
lante y detrás.” Apoc. 4:1-4, 6.
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro
seres vivientes y los veinticuatro ancianos se
postraron delante del Cordero, teniendo cada
uno arpas, y copas de oro llenas de incienso,
que son las oraciones de los santos. . .Y miré,
y oí voz de muchos ángeles alrededor del tro-
no, y de los seres vivientes, y de los ancianos;
y la multitud de ellos era millones de millones,
que decían en alta voz: El Cordero que fue in-
molado es digno de tomar el poder y riquezas y
sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y ala-
banza.” Apoc. 5: 8, 11, 12.
El Cordero, estando primero delante del tro-
no en el cielo, está después con los 144,000
sobre el Monte de Sion, sobre la tierra no obs-
tante los ancianos y los seres vivientes alrede-
dor del trono permanecen en el cielo. Por con-
siguiente, para comprender correctamente este
evento profético en su totalidad, tenemos que
distinguir cuidadosamente la parte que se lle-
va a cabo en el cielo, de la parte que acontece
en la tierra.
Siendo las siete lámparas (Apoc. 4:5) una
parte de los muebles del santuario, esto da
evidencia concluyente que la escena del trono
celestial ocurre en el santuario, mientras que
la escena subsiguiente de Sion acontece sobre
el Monte de Sion –la corte terrenal del Rey, no
sobre el Monte Moria –los atrios del santuario,
5
donde necesariamente tendría que ocurrir si
fuera para denotar que el evento ocurre en el
santuario. Por lo tanto, estas escenas son de
dos eventos diferentes, en dos lugares diferen-
tes –el escenario del trono en el cielo, y el estar
los redimidos con el Cordero en la tierra mien-
tras que las actividades comprendidas en el
escenario del trono todavía están en desarro-
llo.
Además, la declaración, “yo te mostraré las
cosas que han de ser después de éstas,” colo-
ca los eventos en el período cristiano. Y la de-
claración, “estaba un Cordero como inmola-
do” (sangrando en favor del pecador), los colo-
ca en tiempo de gracia.
Comparando Daniel 7:9, 10, 13 con Apoca-
lipsis 4:2 y 5:1, 11 (ya citada), el hecho resulta
claro que las dos visiones son del mismo even-
to –el juicio. Una revela lo que ocurre en el pe-
ríodo de la bestia indescriptible en su segun-
da etapa, después que su cuerno que tenía
ojos de hombre y una boca que hablaba gran-
dezas había blasfemado (después del reinado
de Roma Eclesiástica) y antes que la bestia
fuese muerta y su cuerpo entregado para ser
quemado en el fuego, (Dan. 7:11) antes de la
destrucción de Roma. Y la otra visión revela
que el evento ocurre durante la época cristia-
na, y dentro del tiempo de gracia.
Daniel vio que fueron puestos tronos, y el
“Anciano de días,” el juez se sentó, mostrando
que ni él ni los tronos estaban allí antes. Evi-
dentemente, en los otros tronos “sillas,” se
6
sentaron los veinticuatro ancianos. Y final-
mente él vio al “Hijo del hombre,” Cristo –el
abogado, traído ante el “Anciano de días.” Por
consiguiente, tanto Daniel como Juan vieron
“el juicio. . . establecido, y los libros. . . abier-
tos.
Y como Juan vio los 144,000 estar sobre el
Monte de Sion con el Cordero después que se
inició el juicio y antes que se terminara, por
consiguiente, el evento viene no antes ni des-
pués del juicio, sino durante él.
Y ahora recuerden que la visión de Juan del
“Cordero estando sobre el Monte de Sion,”
(Apoc. 14:1) revela a Cristo como un Salvador,
mientras que su visión “del León de la tribu de
Judá” estando delante del juicio lo revela como
un Rey. En conjunto, ellas muestran que
mientras Cristo es entonces el Salvador, al
mismo tiempo Él es el Rey de reyes.
Es claro ahora que cuando surgen los
144,000, ocurre un gran interés por saber
quienes son ellos. Viendo que son seguidores
del Cordero (cristianos), y también “hijos de
Jacob,” por lo tanto ellos son
Israelitas Verdaderos –No Gentiles
Cualquier persona que haya sido convertida
al cristianismo, aceptando a Cristo como su
Salvador personal, ha tenido una experiencia
la cual ha trastornado y revolucionado com-
pletamente sus planes y esperanzas anterio-
res, –toda su forma de vivir. Ha renunciado al
mundo y todos sus “deleites temporales de
pecado” (Heb.11:25), y ha llegado a ser una
7
nueva criatura en Cristo, nacido de nuevo, he-
redero del reino según la promesa. Esto es lo
que Jesús quiso decir cuando le dijo a Nicode-
mo: “os es necesario nacer de nuevo,” y Pablo,
teniendo esta experiencia en mente, dice: “Y si
vosotros sois de Cristo, ciertamente la simien-
te de Abraham sois, y conforme a la promesa
los herederos.” Gál. 3:29.
Por lo tanto, no importa si uno es judío o
gentil, no puede tener parte en el reino de
Cristo, excepto por el segundo nacimiento, por
medio del cual llega a ser uno de la simiente
de Abraham. Sin embargo, esta transforma-
ción espiritual no fija la identidad racial y lina-
je tribal de nadie. En otras palabras, no puede
hacerle a uno de la tribu de Judá si uno no
desciende de la tribu de Judá, o hacerle de la
tribu de Efraín si no desciende de esa tribu.
Por consiguiente, los 144,000, siendo de los
hijos de Jacob, no pueden ser de las naciones
gentiles. Por lo tanto, ellos son primero que
todo, descendientes de la línea de Jacob,
aunque
No Necesariamente de los
Judíos Identificables de Hoy.
Las diez tribus (del reino de Israel) fueron lle-
vadas y esparcidas por todas las ciudades de
los medos (2 Reyes 17:6), y tan completamente
sumergidas y asimiladas en el mar de vida de
las naciones en derredor, que fueron comple-
tamente perdidos de vista –racialmente– de
acuerdo al cálculo humano.
De igual manera, como las dos tribus (el
reino de Judá) fueron llevadas a Babilonia,
8
con sólo unos pocos regresando a Jerusalén
después que se cumplieron los setenta años de
su cautiverio, también una multitud de ellos
perdieron su identidad.
Después la iglesia cristiana primitiva se com-
puso de judíos solamente: los apóstoles, los
120 en el aposento alto (Hechos 1:15) y los
3,000 que fueron convertidos en el día de Pen-
tecostés (Hechos 2:41) fueron todos judíos, co-
mo lo fueron realmente todos los que “el Señor
añadía cada día” durante los primeros tres
años y medio después de la crucifixión (Dan.
9:26, 27; Hechos 2:47). Y aún después que
terminó este período, y los apóstoles fueron
comisionados a llevar el evangelio a los genti-
les (Hechos 13:46), muchos más judíos se hi-
cieron cristianos, y posteriormente, como cris-
tianos más bien que como judíos, fueron es-
parcidos entre las naciones.
Por lo tanto, claramente en cada caso la ma-
yoría de los hijos de Jacob perdieron su iden-
tidad racial distintiva. No obstante, puesto que
el Señor siempre ha mantenido la genealogía
de todas las naciones, especialmente la de los
hijos de Jacob, como Él ha prometido, “se
acordará de Rahab y de Babilonia entre los
que me conocen: He aquí Palestina, y Tiro, con
Etiopía: Este nació allá. Y de Sion se dirá: Este
y aquél han nacido en ella; Y la fortificará el
mismo Altísimo. El Señor contará cuando se
escribieren los pueblos: Este nació allí. (Selah.)
Sal. 87:4-6.
Así tan claro como extraño es el hecho que
hoy en día nadie excepto el judío reconocido
9
puede testificar de su linaje, con el resultado
de que los 144,000 pueden ser reunidos de ca-
si cualquier nación, linaje, lengua, y gente, ¡y
sin embargo ser hijos de Jacob!
“Asimismo acontecerá en aquel tiempo,” dice
la palabra de profecía en esta conexión, “que el
Señor alzará otra vez su mano para recobrar el
remanente de su pueblo que aún quede en
Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y
Hamat, y en las costas del mar. Y levantará
pendón a las naciones, y juntará los desterra-
dos de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá
de los cuatro confines de la tierra. Acontecerá
en aquel día, que trillará el Señor desde el río
Éufrates hasta el torrente de Egipto, y voso-
tros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a
uno.” Isa. 11:11, 12; 27:12.
Por lo tanto, puesto que la historia, la lógica
y la escritura combinan sus evidencias para
mostrar incondicionalmente que Dios ha pre-
servado la genealogía de la rama elegida del
linaje humano hacia adelante desde Adán has-
ta Noé (Mat. 1:1-17), y hacia atrás desde Jesús
hasta Adán (Lucas 3:23-38), entonces por al-
guna razón consistente, Él debe haber preser-
vado la identidad de sus elegidos hoy. Y vemos
que esto es precisamente lo que ha hecho al
designar el linaje de los 144,000, como “de to-
das las tribus de los hijos de Israel.”
10
Apoc. 7:4. Y aunque no sabemos quienes so-
mos, y jamás podremos por nosotros mismos
declararlo, Aquel que sabe todo en cuanto a
nosotros, hasta el último cabello en cada cabe-
za, conoce nuestro linaje exacto, aunque los
que de nosotros han de ser recogidos de la si-
miente de Jacob son, dice el profeta, “como la
arena de la mar,” mientras que, hablando
comparativamente, la raza judía identificable
de hoy, es un puñado en relación con las na-
ciones, y por lo tanto no pueden ser aquellos a
quienes se aplican hoy
Los Términos Israel, Efraín y José.
Regresando un momento al aspecto histórico
de nuestro tema, recordemos que después de
la muerte de Salomón, la nación israelita (las
doce tribus) se dividió en dos reinos separados
(1 Reyes 11:11, 12; 12:19, 27). El reino de las
diez tribus, ocupando la parte norte de la tie-
rra prometida, fue llamado “Israel,” así como
también Efraín y ocasionalmente la casa de
José: “Israel,” porque tenía la mayoría de las
tribus; Efraín (Isa. 11:13), porque sus reyes
venían de Efraín; y José (Eze. 37:16), porque
José fue el padre de Efraín. Pero el reino de las
dos tribus ocupando la parte sur, fue llamado
“Judá,” porque sus reyes eran de la tribu de
Judá, y por lo tanto sus descendientes son lla-
mados “judíos.” Por lo tanto, el término “Israel”
con frecuencia se aplica sólo a las diez tribus.
Por consiguiente cuando de aquí en adelante
en estas páginas el lector encuentre los térmi-
nos “Judá,” “Israel,” “Efraín” y “José,” com-
prenderá precisamente a quienes están
11
designando, y de esta manera, al continuar,
comprenderemos mejor el plan de Dios para
recoger a las doce tribus de Israel, y para reu-
nirlas en
Un Gran Reino.
“El reino de los cielos,” dijo Cristo, “es seme-
jante al grano de mostaza, que tomándolo al-
guno lo sembró en su campo: El cual a la ver-
dad es la más pequeña de todas las simien-
tes; mas cuando ha crecido, es la mayor de las
hortalizas, y se hace árbol, que vienen las aves
del cielo y hacen nidos en sus ramas.” Mat.
13:31, 32. “Con todo será el número de los hi-
jos de Israel como la arena de la mar, que ni
se puede medir ni contar. Y será, que donde se
les ha dicho: Vosotros no sois mi pueblo, les
será dicho: Sois hijos del Dios viviente. Y los
hijos de Judá y de Israel serán congregados en
uno, y levantarán para sí una cabeza, y subi-
rán de la tierra: porque el día de Jezreel será
grande.” Ose. 1:10.
Al escuchar las enseñanzas de Cristo y luego
rechazarlas y crucificarlo, la nación judía trajo
sobre su cabeza el destino fatal que Dios pro-
nunció sobre ellos cuando mediante su profeta
declaró: “Vosotros no sois mi pueblo, ni yo se-
ré vuestro Dios,” aunque al mismo tiempo en
su gran misericordia, permitió que se escri-
biera la promesa: “Y será, que en el lugar don-
de les fue dicho [al Israel antiguo], Vosotros no
sois pueblo mío, allí serán llamados [el Israel
antiguo], hijos del Dios viviente.” (Véase Roma-
nos 9: 24-26).
12
Así, felizmente, el mismo pueblo, Israel y
Judá, quienes fueron puestos a un lado y es-
parcidos, “en aquel día” (nuestro tiempo) serán
aceptados de nuevo y “congregados en uno, y
levantarán para sí una cabeza, y subirán de la
tierra: porque el día de Jezreel será grande.”
Ose. 1:11.
Habiendo morado “muchos días sin rey” (su
destino desde los días de su cautiverio en Ba-
bilonia hasta este mismo día), algún tiempo
“después” (en el futuro) dice la Escritura, “. . .
volverán los hijos de Israel, y buscarán al
Señor su Dios, y a David su rey; y temerán al
Señor y a su bondad en el fin de los días.” Ose.
3:4, 5.
Pero puesto que David –el rey del Israel anti-
guo, había estado muerto por muchos años
cuando se pronunció esta profecía, y puesto
que nunca se ha cumplido, él fue un tipo del
David que ha de venir.
Por consiguiente, son los que temen “al
Señor y su bondad [los israelitas cristianos] en
el fin de los días” (nuestro tiempo) quienes de-
signarán una “cabeza” o “rey” –el David antití-
pico.
(Para un estudio completo de Oseas 1 y 2, lé-
ase nuestra Tratado No. 4, Las Últimas Noti-
cias Para la Madre).
De estos hechos claramente explicados en los
párrafos anteriores, vemos que los hijos de Is-
rael, esparcidos y sin rey estos “muchos días,”
“volverán,” no como judíos sino como cristia-
nos. Esta consolidación de los dos reinos
13
antiguos, Judá e Israel, es presentada en el
simbolismo de
Los Dos Palos Unidos
“Tú, hijo del hombre, tómate ahora un palo,
y escribe en él: a Judá, y a los hijos de Israel
sus compañeros. Toma después otro palo, y
escribe en él: a José, palo de Efraín, y a toda
la casa de Israel sus compañeros. Júntalos
luego el uno con el otro, para que sean en uno,
y serán uno en tu mano.
“Y cuando te hablaren los hijos de tu pueblo,
diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones
con eso?,

14
diles: Así ha dicho el Señor Dios: He aquí, yo
tomo el palo de José que está en la mano de
Efraín, y a las tribus de Israel sus compa-
ñeros, y los pondré con el palo de Judá, y los
haré un palo, y serán uno en mi mano.
“Y los palos sobre los que escribas, estarán
en tu mano delante de sus ojos; Y les dirás:

15
Así ha dicho el Señor Dios: He aquí, yo tomo a
los hijos de Israel de entre las gentes a las
cuales fueron, y los juntaré de todas partes, y
los traeré a su tierra: Y los haré una nación en
la tierra, en los montes de Israel; y un rey será
a todos ellos por rey: y nunca más serán dos
naciones, ni nunca más serán divididos en dos
reinos: Ni más se contaminarán con sus ído-
los, y con sus abominaciones, y con todas sus
rebeliones: y los salvaré de todas sus habita-
ciones en las cuales pecaron, y los limpiaré; y
me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios. Y
mi siervo David será rey sobre ellos, y a todos
ellos será un pastor: y andarán en mis dere-
chos, y mis ordenanzas guardarán, y las pon-
drán por obra. Y habitarán en la tierra que di
a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vues-
tros padres, en ella habitarán ellos, y sus hi-
jos, y los hijos de sus hijos para siempre; y mi
siervo David les será príncipe para siempre.”
Eze. 37:16-25.

Esta profecía ilustrada casi no necesita ser


interpretada, pues virtualmente se explica por
sí misma: mostrando que los dos reinos anti-
guos, Judá e Israel, aun serán recogidos de
entre los “gentiles,” de entre quienes han sido
esparcidos por mucho tiempo, y volverán a
ser una gran nación –“un reino que jamás

16
será destruido.” Dan. 2:44.
Además, dice el Señor, “Y concertaré con
ellos pacto de paz, perpetuo pacto será con
ellos: y los asentaré, y los multiplicaré, y pon-
dré mi santuario entre ellos para siempre. Y
estará en ellos mi tabernáculo, y seré a ellos
por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y sa-
brán las gentes que yo el Señor santifico a Is-
rael, estando mi santuario entre ellos para
siempre.” Eze. 37:26-28.
Puesto que Dios dice que “los multiplicaré”
cuando vuelvan a ser un reino, y que “sabrán
las gentes que yo el Señor santifico a Israel,” y
siendo que Dios no puede “multiplicar” ni
“santificar” después del cierre de gracia, los
dos reinos antiguos, necesariamente entonces,
tienen que ser restaurados y consolidados du-
rante el tiempo de gracia –
“El Tiempo de Restitución”
Siendo los 144,000 los “primeros frutos,” por
lo tanto, debe haber segundos frutos, porque
donde hay primero tiene que haber segundo. Y
como los primeros frutos son llamados “siervos
de Dios,” tienen que ser enviados después a
todas las naciones para cosechar los segundos
frutos (Isa. 66:19, 20) –la gran multitud (Apoc.
7:9) la cual Juan vio después de ver el sella-
miento de los 144,000. (Para un estudio deta-
llado de este tema, –Los 144,000 y la
17
Gran Multitud, –véase nuestro Tratado No. 1,
“Pre-Undécima Hora ¡Extra! y La Vara del Pas-
tor, Tomo 1).
El hecho de que “en sus bocas no fue hallada
mentira” (Apoc. 14:5), muestra claramente que
ellos no han de proclamar nada sino la verdad
pura del evangelio, y esto hace sus palabras
tan autoritativas y mandatorias como las pa-
labras escritas de los profetas y de los apósto-
les. Verdaderamente estos primeros frutos son
investidos aun con mayor poder y autoridad:
“En aquel día el Señor defenderá al morador
de Jerusalén; y el que entre ellos fuere flaco,
en aquel tiempo será como David; y la casa de
David como Dios, como el ángel del Señor de-
lante de ellos.” Zac. 12:8.
Además Zacarías dice: “En aquel tiempo ha-
brá manantial abierto para la casa de David y
para los moradores de Jerusalén, para el peca-
do y la inmundicia.” Zac. 13:1.
Cuando este manantial para el “pecado y la
inmundicia” sea abierto finalmente “para la ca-
sa de David,” –la evidencia culminante, se verá
que la consolidación de los dos reinos es un
hecho logrado, y que el tiempo ha venido para
la proclamación del evangelio en todo el mun-
do.
“Y será en aquel día, dice el Señor de los ejér-
citos, que talaré de la tierra los nombres de las
imágenes, y nunca más vendrán en
18
memoria; y también haré talar de la tierra los
profetas, y el espíritu de inmundicia.” Zac.
13:2. Es decir, al tiempo que este reino que
proclama el evangelio sea establecido, será
una iglesia sin mentira –libre de todos los idó-
latras y falsos maestros. Y será apacentada
por “. . . un pastor, y él las apacentará; a mi
siervo David: él las apacentará, y él les será
por pastor. Yo el Señor les seré por Dios, y mi
siervo David príncipe en medio de ellos. Yo el
Señor he hablado.” Eze. 34:23, 24.
Cuando el Señor así tome “las riendas en sus
propias manos” (Testimonios para los Minis-
tros, p. 300), y vuelva a gobernar la iglesia co-
mo un gobierno teocrático (en los últimos dí-
as), “Y acontecerá” dice Isaías, “. . . que será
confirmado el monte de la casa del Señor por
cabeza de los montes, y será ensalzado sobre
los collados, y correrán a él todas las gentes. Y
vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y su-
bamos al monte del Señor, a la casa del Dios
de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y
caminaremos por sus sendas. Porque de Sion
saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del
Señor. Y juzgará entre las gentes, y reprende-
rá a muchos pueblos; y volverán sus espadas
en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no
alzará espada gente contra gente, ni se ensa-
yarán más para la guerra.” Isa. 2:2-4.
Así con el anuncio de este reino eterno, y la
restitución consecuente de todas las cosas,
19
por una parte habrá un gran despertar entre
las naciones; deshaciéndose de grandes canti-
dades de armas de guerra almacenadas las
cuales por años habían estado acumulando,
buscarán subir para hacerse súbditos del
reino y para unirse con los ejércitos del Señor,
permitiéndole pelear por ellos; mientras que
por otra parte habrá intensos y grandes pre-
parativos de guerra entre aquellos que rehú-
san ser despertados: arrojan todo en un super
programa de armamentos, convierten hasta
sus herramientas de agricultura en armas de
guerra en contra del reino de Cristo –su iglesia
(Joel 3:9-12; Zac. 12:3).
“Tus puertas estarán de continuo abiertas,
no se cerrarán de día ni de noche, para que
sea traída a ti la fortaleza de las gentes, y sus
reyes conducidos. Y vendrán a ti humillados
los hijos de los que te afligieron, y a las pi-
sadas de tus pies se encorvarán todos los que
te escarnecían, y llamarte han Ciudad del
Señor, Sion del Santo de Israel.” Isa. 60:11,
14. (Para más estudio sobre esta fase del tema,
véase La Vara del Pastor, Tomo 1, pp. 173-
181, que explica “Miqueas cuatro.” Y para ver
un ejemplo típico de como la batalla es del
Señor, léase 2 Crón. 20:15, 19, 24-30). Pero
estando lejos, muy lejos, de tan elevado y
santo estado,
La Iglesia Tiene que Ser Purificada
Ningún cristiano de cualquier fe puede negar
honestamente la necesidad que tiene la iglesia
de ser purificada. Y puesto que el Señor
20
nunca hace nada sin advertir de antemano a
su iglesia, ahora Él le está enviando un men-
saje de purificación, con el fin de darle una
anticipación de la gloria futura, para que el
llamado como el clarín del cielo a una reforma
continúe sonando entre su pueblo, ellos pue-
dan tener un vivo deseo por su verdad y se en-
treguen de todo corazón a la obra de reforma,
ahora mientras Él está presentando ante ellos
su plan para el establecimiento de su reino
con resultados consecuentes para los pecado-
res. Aquellos que han prestado atención implí-
cita al llamado, tendrán un deseo irresistible
para ponerse completamente en línea y permi-
tir que el Señor los separe del pecado y de los
pecadores. Sólo ellos recibirán el sello de Dios
y, como los primeros frutos del reino, 144,000
fuertes, están con el Cordero sobre “el Monte
de Sion.”
Tal estado de santidad causará hoy, como en
el pasado, que el dragón sea airado con la mu-
jer, y haciendo también ahora guerra contra
su remanente (Apoc. 12:17), un conflicto que
se describe adelante en las palabras:
“Y después de estas cosas vi cuatro ángeles
que estaban sobre los cuatro ángulos de la tie-
rra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra,
para que no soplase viento sobre la tierra, ni
sobre la mar, ni sobre ningún árbol. Y vi otro
ángel que subía del nacimiento del sol, tenien-
do el sello del Dios vivo: y clamó con gran voz
a los cuatro ángeles, a los cuales era dado ha-
cer daño a la tierra y a la mar, diciendo: No
hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los
21
árboles, hasta que hayamos sellado en sus
frentes a los siervos de nuestro Dios.” Apoc.
7:1-3.
Aquí son presentados dos eventos para dañar
que están por ocurrir: uno por los vientos, el
otro por los ángeles: y dos mandatos para los
ángeles: uno para que detengan los vientos,
para que los vientos no soplen “sobre la tierra,
ni el mar, ni los árboles” (Apoc. 7:1); el otro
para que los ángeles se refrenen de hacer daño
“a la tierra,. . . al mar y a los árboles,” hasta
que los siervos de Dios sean sellados. (Apoc.
7:2, 3). Por lo tanto, tan pronto como los sier-
vos de Dios sean sellados, tanto los vientos co-
mo los ángeles comenzarán a hacer daño, y la
pregunta surge en relación a qué representa la
obra de los vientos y la obra de los ángeles –
¿un conflicto político u otra cosa? Como las
naciones siempre han estado en guerra, esta
doble obra de dañar no puede representar con-
tiendas políticas. Y como Jesús dice que al
tiempo del fin “se levantará nación contra na-
ción, y reino contra reino” (Mat. 24:7), es claro
que el daño hecho por los vientos y también el
daño hecho por los ángeles, ambos son deteni-
dos hasta que los 144,000 sean sellados, de-
ben ser simbólicos de refrenar el “tiempo de
angustia, cual nunca fue desde que hubo na-
ción.” Dan. 12:1. Por consiguiente, Dios al re-
frenar los cuatro vientos está deteniendo la ac-
tividad de la imagen de la bestia (Apoc. 13:15-
17) en contra de los santos, mientras su acto
de refrenar a los cuatro ángeles para que no
hagan daño, significa su acto de detener la
22
ejecución de su venganza (Isa. 63:1-4; Jer.
51:18) sobre los pecadores que turban a la
iglesia, hasta después que el sellamiento de los
144,000 sea cumplido. Así unidos, estos dos
casos de hacer daño traen el tiempo de angus-
tia cual nunca fue.
Por lo tanto, Apocalipsis 7:1-3 revela un do-
ble conflicto; hombres malvados contra Dios
(el soplar de los vientos) y Dios contra ellos (el
hacer daño por los ángeles). Pero aunque el
soplar de los vientos y el hacer daño por los
ángeles, después que los siervos de Dios sean
sellados, traerán el “tiempo de angustia,” sin
embargo, “todos los que se hallaren escritos en
el libro” “serán liberados.” Dan. 12:1.
De estos hechos vemos que este tiempo de
angustia es detenido para proteger el sella-
miento de los 144,000 siervos, a menos que
ellos, “los elegidos,” lleguen a adorar la imagen
de la bestia, o sean muertos por rehusarse
hacerlo.
Puesto que “en el Apocalipsis todos los libros
de la Biblia se encuentran y terminan” (Hechos
de los Apóstoles, p. 467), el sellamiento de los
siervos de Dios (Apoc. 7) necesariamente debe
encontrarse también en las profecías. Ezequiel
capítulo nueve muestra en visión la marca que
es puesta en los que gimen y claman “por to-
das las abominaciones que se hacen en medio
de ella” (en Judá y en Israel), y la matanza de
aquellos que no gimen ni claman de esta ma-
nera. Y el hecho de que Dios en ningún tiempo
ha quitado los pecadores de entre los justos en
Judá e Israel, muestra que esta profecía de
purificación por medio de una matanza
23
nunca se ha cumplido. Por lo tanto, así como
el marcar es lo mismo que el sellar, la matanza
de los ángeles es lo mismo que el hacer daño
por los ángeles.
Este hacer daño y sellar que Juan vio y la
matanza y marca que vio Ezequiel, una vez
más son identificados como el mismo evento:
“Este sellamiento de los siervos de Dios es el
mismo que se le mostró a Ezequiel en visión.”
–Testimonios para los Ministros, p. 445; Joyas
de los Testimonios, Tomo 2, p. 65; Testimonios
para la Iglesia, Tomo 5, p. 196; Joyas de los
Testimonios, Tomo 1, pp. 335, 336.
Aunque el marcar y la matanza (Eze. 9) in-
cluye sólo a la iglesia, –Judá e Israel, –el hacer
daño por los vientos y por los ángeles (Apoc. 7)
incluye a todo el mundo –tanto a “la tierra” co-
mo al “mar,” cada uno de los cuales indica
una ubicación diferente: el mar es en el reino
de la naturaleza el almacén (hogar) de las
aguas, por lo tanto, en el reino de los símbolos
es el lugar del nacimiento de las naciones –el
viejo mundo; la tierra, lo opuesto del mar, co-
rresponde a un dominio fuera del viejo mundo.
Es ubicado por Juan en el simbolismo de la
bestia de dos cuernos surgiendo no del mar,
sino “de la tierra” (Apoc. 13:11), el único lugar
donde naturalmente los árboles crecen. Y de
acuerdo a Daniel 4:20-22, los árboles simbo-
lizan gobernantes, por lo tanto los árboles en
este caso representan a “los ancianos. . . de-
lante de la casa (Eze. 9:6 –un hecho que revela
que en este período, los cuarteles generales de
la iglesia están en el dominio de la bestia de
dos cuernos –el nuevo mundo, “la tierra.”

24
A la luz de estos hechos tan contundentes
ante nosotros, vemos que el objeto principal
del sellamiento o el marcar de los siervos de
Dios es para purificar la iglesia de pecado y
pecadores, para que ella pueda mantenerse
fuerte en contra de la imagen de la bestia en el
tiempo de angustia; y que cundo esta obra de
purificación sea consumada, “acontecerá que
el que quedare en Sion, y el que fuere dejado
en Jerusalén, será llamado santo; todos los
que en Jerusalén están escritos entre los vi-
vientes; cuando el Señor lavare las inmundi-
cias de las hijas de Sion, y limpiare las san-
gres de Jerusalén de en medio de ella, con es-
píritu de juicio y con espíritu de ardimiento.”
Isa. 4:3, 4.
Cuando esta “obra especial de purificación,
de liberación del pecado entre el pueblo de
Dios,” sea cumplida, entonces “la iglesia en-
trará en su conflicto final, ‘hermosa como la
luna, esclarecida como el sol, imponente como
ejércitos en orden,’ ha de salir a todo el mundo
vencedora y para vencer.” –Conflicto de los
Siglos, p, 478; Profetas y Reyes, p. 535.
“Y criará el Señor sobre toda la morada del
monte de Sion, y sobre los lugares de sus con-
vocaciones, nube y obscuridad de día, y de no-
che resplandor de fuego que eche llamas: por-
que sobre toda gloria habrá cobertura. Y habrá
sombrajo para sombra contra el calor del día,
para acogida y escondedero contra el turbión
25
y contra el aguacero.” “Y llamarles han pueblo
santo, redimidos del Señor; y a ti te llamarán
ciudad buscada, no desamparada.” Isa. 4:5, 6;
62: 12.
“La iglesia entera, actuando como un solo
cuerpo, combinándose en perfecta unión, de-
berá ser una agencia misionera y viviente, mo-
vida y controlada por el Espíritu Santo.” “Cada
miembro de la iglesia debe realizar actualmen-
te todo lo que los apóstoles hicieron.” “Enton-
ces todos trabajarán en perfecta armonía, y se
manifestará el brazo del Señor, cuyo poder se
revelará en la vida de Cristo. . .” –Testimonios
para la Iglesia, Tomo 8, p. 54; Testimonios pa-
ra la Iglesia, Tomo 7, p. 34; Testimonios para
la Iglesia, Tomo 9, p. 27.
Luego acontecerá, dice el Señor, que “santi-
ficaré mi grande nombre profanado entre las
gentes, el cual profanasteis vosotros en medio
de ellas; y sabrán las gentes que yo soy el
Señor, dice el Señor Dios, cuando fuere santi-
ficado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os
tomaré de las gentes, y os juntaré de todas las
tierras, y os traeré a vuestro país.
“Y esparciré sobre vosotros agua limpia, y se-
réis limpiados de todas vuestras inmundicias;
y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Y os da-
ré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo
dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne
el corazón de piedra, y os daré corazón de car-
ne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y
haré que andéis en mis mandamientos, y
guardéis mis derechos, y los pongáis por
26
obra.
“Y habitaréis en la tierra que di a vuestros
padres; y vosotros me seréis por pueblo, y yo
seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de to-
das vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y
lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multipli-
caré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto
de los campos, para que nunca más recibáis
oprobio de hambre entre las gentes.
“Y os acordaréis de vuestros malos caminos,
y de vuestras obras que no fueron buenas; y
os avergonzaréis de vosotros mismos por vues-
tras iniquidades, y por vuestras abominacio-
nes. No lo hago por vosotros, dice el Señor
Dios, sabedlo bien: avergonzaos y confundíos
de vuestras iniquidades, casa de Israel. Así ha
dicho el Señor Dios: El día que os limpie de to-
das vuestras iniquidades, haré también habi-
tar las ciudades, y las asoladas serán edifica-
das. Y las gentes que fueron dejadas en vues-
tros alrededores, sabrán que yo edifiqué las
derribadas, y planté las asoladas: yo el Señor
he hablado, y lo haré.” Eze. 36:23-33, 36.
Nuevamente, “Al limpiar el templo de los
compradores y vendedores mundanales, Jesús
anunció su misión” primero “de limpiar el co-
razón de la contaminación del pecado –de los
deseos terrenales, de las concupiscencias ego-
ístas, de los malos hábitos, que corrompen el
alma.” (El Deseados de Todas Las Gentes,

27
p. 133). Y segundo, para limpiar a la iglesia
entera de pecado y pecadores. Como las dos
veces (una vez en la clausura de la proclama-
ción del reino por Juan el bautista y en el co-
mienzo de la dispensación del evangelio al co-
mienzo del ministerio de Cristo, y otra vez a la
clausura de su obra y al comienzo de la de los
apóstoles) –“Testimonios Especiales para los
Ministros,” No. 7, p. 54 [EN INGLÉS]. Él purificó el
templo de las prácticas impías por las cuales
los judíos lo habían contaminado (Juan 2:15,
16; Mat. 21:12, 13), por lo cual Él advirtió dos
veces en tipo que también en la clausura de la
dispensación cristiana Él purificará dos veces
su iglesia: una vez al sellamiento de los prime-
ros frutos –los 144,000, y de nuevo al sella-
miento de los segundos frutos –la “gran mul-
titud.” Apoc. 7:1-9.
Además, siendo que ambas purificaciones se
llevaban a cabo en la fiesta de la pascua, y
puesto que también, a todos los que “no se
habían santificado suficientemente” (2 Crón.
30:3; Ex. 12:3-6) se les impedía participar en
la pascua en el primer mes, pero se les permi-
tía prepararse para ella y celebrarla en el se-
gundo mes (Núm. 9-11; 2 Crón. 30:13), así la
purificación de la iglesia es tipificada en dos
secciones, mostrando así una vez más que hay
dos cosechas, dos sellamientos, dos separa-
ciones, dos compañías –primeros frutos y se-
gundos frutos. (Para más explicación de los
dos sellamientos, véase nuestro tratado No. 1,
Pre-Undécima Hora, ¡Extra! Y para el antitipo
de la pascua, La Vara del Pastor, Tomo 2, p.
256.) “Debe haber,” dice el Espíritu de
28
Profecía, “una purificación de las instituciones
semejante a la manera en la cual Cristo purifi-
có el templo antiguamente. ‘Escrito está,’ dice
el Señor, ‘Mi casa será llamada casa de ora-
ción, pero la habéis hecho cueva de ladrones.’
Hay en nuestras instituciones hoy transaccio-
nes semejantes a aquellas que se llevaban a
cabo en las cortes del templo en el tiempo de
Cristo; y todo el cielo está observando. . . El
Señor obrará para purificar a su iglesia. Os
digo, en verdad, que el Señor está por trastor-
nar las instituciones que llevan su nombre. No
puedo decir exactamente cuan pronto ha de
comenzar este proceso refinador, pero no será
diferido por mucho tiempo. Aquel cuyo aventa-
dor está en su mano limpiará su templo de su
contaminación moral. Purificará cabalmente a
su estrado.” –Hermanos en Posiciones de Res-
ponsabilidad, Sept. 1895, [EN ESPAÑOL SE ENCUEN-
TRA EN TESTIMONIOS PARA LOS MINISTROS, P. 373.]

En representación parabólica de la purifica-


ción de la iglesia, Cristo declaró: “. . . saldrán
los ángeles, y apartarán a los malos de entre
los justos.” (Mat. 13: 49) –quitar a los impíos y
dejar a los justos; mientras que en el Apoca-
lipsis, dirigiéndose a los suyos en Babilonia, Él
dice: “Salid de ella pueblo mío” (Apoc. 18: 4 –
llamando a los justos a salir fuera y dejando a
los impíos adentro. Los primeros son purifica-
dos al sacar a los impíos de entre ellos; los se-
gundos al ser sacados de entre los impíos.
También hay dos parábolas distintas de los
talentos (Mat. 25: 15-30; Luc. 19: 13-27),
29
ambas ponen notablemente el cuadro en su
escenario presente. En la una, hay tres sier-
vos; en la otra, diez siervos. Esta diferencia
significativa muestra que la anterior sólo tiene
una aplicación local, mientras que la última
tiene una aplicación mundial (mostrando inci-
dentalmente como lo hace La Vara del Pastor,
Tomo 2, pp. 85, 86, que en las Escrituras, el
número “diez” representa universalidad y el
número “tres” representa la Trinidad en la
iglesia).
Estas verdades inalterables de tipo y pará-
bola y “la palabra de su testimonio” nos traen
cara a cara con la solemne realidad que hemos
venido al tiempo de la pascua y la purificación
antitípicas del templo y a la cosecha del mun-
do –“el día grande y terrible del Señor.” El
Espíritu de Dios nos amonesta “con intensa
solemnidad: ‘¡Preparaos! ¡preparaos! ¡prepara-
os!, porque la ardiente ira del Señor ha de
manifestarse pronto. Ha de ser derramada sin
mezcla de misericordia, y no estáis listos.
Rasgad vuestro corazón y no vuestras vestidu-
ras.” –Primeros Escritos, p. 119.
Que nadie se engañe pensando que después
del cierre de gracia, o después de la segunda
venida de Cristo (después que los pecadores
en el mundo hayan sido destruidos), ¡la iglesia
de Dios alcanzará la exaltada norma de carác-
ter y el alto oficio designado por el cielo, y ser
purificada de pecado y pecadores! Por el con-
trario “en aquel día” (antes que los pecadores
del mundo hayan sido destruidos), dice el
30
Señor, “Y será en aquel día, que yo pondré a
Jerusalén por piedra pesada a todos los pue-
blos: todos los que se la cargaren, serán des-
pedazados, bien que todas las gentes de la tie-
rra se juntarán contra ella. En aquel día el
Señor defenderá al morador de Jerusalén: y el
que entre ellos fuere flaco, en aquel tiempo se-
rá como David; y la casa de David como Dios,
como el ángel del Señor delante de ellos. Y se-
rá que en aquel día yo procuraré quebrantar
todas las gentes que vinieren contra Jerusa-
lén. En aquel tiempo estará sobre las campa-
nillas de los caballos: SANTIDAD AL SEÑOR; y
las ollas en la casa del Señor serán como los
tazones delante del altar. Y será toda olla en
Jerusalén y en Judá santidad al Señor de los
ejércitos: y todos los que sacrificaren, vendrán
y tomarán de ellas, y cocerán en ellas: y no ha-
brá más cananeo alguno en la casa del Señor
de los ejércitos en aquel tiempo.” Zac. 12:3, 8,
9; 14:20, 21.
Estos versículos declaran expresamente que
la iglesia será “como Dios, como el ángel del
Señor delante de ellos,” durante el tiempo de
angustia, cuando las naciones se reunirán en
contra de ella, y el Señor en venganza los heri-
rá. La gracia todavía se prolonga mientras que
esta serie de eventos se llevan a cabo, “todos
los que sacrifican” (acto que se realiza antes
del cierre de gracia) serán por lo tanto santos,
y “no habrá más cananeo en la casa del
31
Señor.”
Todo verdadero estudiante de la Biblia sabe
que la iglesia tiene que alcanzar esta pureza de
corazón y carácter y posición, no después, sino
antes que la obra mediadora de Cristo se ter-
mine y antes que “el sacrificio” ha cesado. Ta-
les estudiantes saben también que Dios no
puede manifestar su gran poder para defen-
derlos en el tiempo cuando “todas las gentes
de la tierra se reunirán contra” ellos, ni puede
investirlos con su Espíritu como lo hizo con los
primeros cristianos en el día de Pentecostés, si
hay pecadores entre su pueblo y si toda la igle-
sia no está “unánime” (Hechos 2:1), “revestida
de la armadura de la justicia de Cristo. . . ‘her-
mosa como la luna, esclarecida como el sol,
imponente como ejércitos en orden’ ” –como lo
fue la iglesia apostólica sobre la cual descen-
dió el Espíritu como un “viento recio.” Hechos
2:2.
“Sólo los” dice el Espíritu de Profecía, “que
hayan vencido la tentación en la fortaleza del
Todopoderoso se les permitirá tomar parte en
proclamarlo [El Mensaje del Tercer Ángel]
cuando éste se intensifique hasta llegar a ser
el Fuerte Clamor.” –Review and Herald, Nov.
19, 1908.
Y para que el fuerte clamor no falle en sonar
a tiempo, ni falle del todo, sólo los que no han
vencido, los que “habían traicionado su come-
tido” –“los ancianos, a quienes Dios había
brindado grande luz, y quienes se habían des-
tacado como guardianes de los intereses
32
espirituales del pueblo” –tienen que ser remo-
vidos. “Esto lo expone con mucho vigor la ilus-
tración que presenta el profeta acerca de la úl-
tima obra, bajo la figura de los hombres que
tenían sendas armas destructoras en las ma-
nos.” –Joyas de los Testimonios, Tomo 1, p.
335. “Hombres, jóvenes y niñitos, todos pere-
cen juntos.” Joyas de los Testimonios, Tomo 1,
p. 66, o Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, p.
196.
Confrontados con la imponente certeza de la
inminente purificación de la iglesia, del sella-
miento y de la gloria subsiguiente, nos apre-
suramos para enfrentar
La Condición de la Iglesia Justo Antes
de la Purificación
“¡Qué mayor engaño puede penetrar en las
mentes humanas que la confianza de que en
ellos todo está bien cuando todo anda mal! El
mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo
de Dios sumido en un triste engaño, aunque
crea sinceramente dicho engaño. No saben que
su condición es deplorable a la vista de Dios.
Aunque aquellos a quien se dirige el mensaje
del Testigo Fiel se lisonjean de que se encuen-
tran en una exaltada condición espiritual, di-
cho mensaje quebranta su seguridad con la
sorprendente denuncia de su verdadera condi-
ción de ceguera, pobreza y miseria espiritua-
les. Este testimonio tan penetrante y severo no
puede ser un error, porque es el Testigo Fiel el
que habla y su testimonio debe ser correcto.” –
Joyas de los Testimonios, Tomo 1, p. 327, 328.
“¿Quién puede decir con verdad: ‘Nuestro oro
es probado en el fuego y nuestros vestidos no
están manchados por el mundo’? He visto a
33
nuestro instructor señalar vestiduras que se
daban por justicia. Al desgarrarlas puso al
descubierto la suciedad que cubrían. Luego
me dijo: ‘¿No puedes ver con qué falsedad cu-
brieron su inmundicia y la corrupción de su
carácter? ‘¿Qué, pues, la ciudad fiel ha venido
a ser una ramera?’ ¡La casa de mi Padre es
hecha un lugar de comercio, de donde se han
retirado la gloria y la presencia divina! Por esta
causa hay debilidad y falta la fuerza.” –Joyas
de los Testimonios, Tomo 3, p. 254; Testi-
monios para la Iglesia, Tomo 8, p. 261.
“Los ancianos, aquellos a quienes Dios había
brindado gran luz, que se habían destacado
como guardianes de los intereses espirituales
del pueblo, habían traicionado su cometido. .
.Estos perros mudos que no querían ladrar,
son los que sienten la justa venganza de un
Dios ofendido. Hombres, jóvenes y niñitos, to-
dos perecen juntos.” –Joyas de los Testimo-
nios, Tomo 2, p. 65, 66; Testimonios para la
Iglesia, Tomo 5, p. 196.
“A los que se sienten seguros por causa de
sus progresos y se creen ricos en conocimiento
espiritual, les cuesta recibir el mensaje que
declara que están engañados y necesitan toda
gracia espiritual. El corazón que no ha sido
santificado es engañoso ‘más que todas las
cosas, y perverso.’ ” –Joyas de los Testimonios,
Tomo 1, p. 328.
“Hay muchos que no tienen la prudencia de
Josué, ni sienten obligación especial de inves-
tigar errores y tratar prestamente con los pe-
cados que hay entre ellos. Que los tales no es-
torben a los que tienen la carga de esta obra
sobre ellos; que no se interpongan en el
34
camino de los que tienen que cumplir este de-
ber. Algunos hacen hincapié en cuestionar y
dudar y encontrar faltas porque otros hacen la
obra que Dios no ha depositado sobre ellos.
Los tales se interponen directamente en el ca-
mino para estorbar a aquellos sobre quienes
Dios ha puesto la carga de reprender y corre-
gir los pecados prevalecientes a fin de que el
desagrado divino se aparte de su pueblo. Si un
caso como el de Acán estuviera entre nosotros,
habría muchos que acusarían de tener un es-
píritu perverso y criticón a los que pudieran
desempeñar el papel de Josué de investigar el
error. No se debe jugar con Dios, y un pueblo
perverso no debe menospreciar con impunidad
sus advertencias.
* * *
“El desagrado de Dios está sobre su pueblo, y
Él no manifestará su poder en medio de ellos
mientras existan pecados entre ellos que sean
incitados por aquellos que están en puestos de
responsabilidad.
“Aquellos que trabajan en el temor de Dios
para liberar a la iglesia de estorbos y para co-
rregir errores penosos, a fin de que el pueblo
de Dios pueda ver la necesidad de aborrecer el
pecado y prosperar en pureza, y para que el
nombre de Dios pueda ser glorificado, siempre
enfrentarán influencias opuestas por parte de
los no consagrados. Sofonías describe así la
verdadera condición de esta clase y los juicios
terribles que vendrán sobre ellos.
“‘Acontecerá en aquel tiempo, que yo escu-
driñaré a Jerusalén con linterna, y castigaré

35
a los hombres que están sentados sobre sus
heces, los cuales dicen en su corazón: El
Señor ni hará bien ni hará mal.’ Sof. 1:12.
[versión en Inglés]. ‘Cercano está el día grande
del Señor, cercano y muy próximo; es amarga
la voz del Día del Señor; gritará allí el valien-
te.’. . .
“Cuando finalmente venga una crisis, como
seguramente ocurrirá, y Dios hable en favor de
su pueblo, aquellos que han pecado, que han
sido una nube de obscuridad, y que se han
interpuesto directamente en el camino de las
providencias de Dios por su pueblo, pueden
llegar a alarmarse ante el extremo al que han
ido murmurando y acarreando desánimo sobre
la causa; y, como Acán, aterrorizarse, recono-
ciendo que han pecado. Pero sus confesiones
son demasiado tardías, y no son del tipo co-
rrecto para beneficiarlos, aunque puedan de-
sagraviar a la causa de Dios. . .
“Aquellos que casi toda su vida han estado
controlados por un espíritu tan ajeno al Espí-
ritu de Dios como el de Acán, tendrán una ac-
titud muy pasiva cuando llegue el momento de
una acción decidida de parte de todos. No afir-
marán estar en ninguno de los dos lados.” –
Testimonios para la Iglesia, Tomo 3, p. 288-
301.
“Estamos propensos a pensar que donde no
hay fieles ministros no puede haber verdade-
ros cristianos, pero ese no es el caso. Dios ha
prometido que donde los pastores no son fie-
les, Él mismo se hará cargo del rebaño. Dios
nunca hizo que el rebaño dependiera
36
totalmente del instrumento humano. Pero los
días de la purificación de la iglesia se aproxi-
man velozmente. Dios se propone tener un
pueblo puro y leal. En el gran zarandeo que
pronto se llevará a cabo podremos medir más
exactamente la fuerza de Israel. Las señales
indican que el tiempo está cerca cuando el
Señor revelará que tiene un aventador en su
mano y limpiará con esmero su era.
“. . . Los que han confiado en el intelecto, el
ingenio o talento no estarán entonces al frente
de las tropas. No se mantuvieron al paso con
la luz. A los que demostraron ser infieles no se
les encomendará el rebaño. Pocos serán los
hombres grandes que tomarán parte en la
obra solemne del fin. Son autosuficientes, se
han independizado de Dios y Él no puede
usarlos. El Señor tiene siervos fieles quienes
se han de manifestar en la hora de zarandeo y
prueba. Hay almas preciosas, ocultas por el
momento, que no se han postrado ante Baal.
No han tenido la luz que con deslumbrante
resplandor ha brillando concentradamente so-
bre nosotros pero puede ser que bajo un exte-
rior algo áspero y no muy llamativo se revele el
brillo de un carácter cristiano genuino.” –Testi-
monios para la Iglesia, Tomo 5, pp. 75, 76.
La serie anterior de citas muestra que la
iglesia debe ser purificada antes que el resto
del pueblo de Dios sea sacado “de todas las”
naciones. Luego “en aquellos días, y en aquel
tiempo en que haré tornar la cautividad de
Judá y de Jerusalén,” dice el Señor, “juntaré
37
todas las naciones, y las haré descender al va-
lle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellos
a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad,
a los cuales esparcieron entre las naciones, y
partieron mi tierra.” Joel 3: 1, 2.
Pero para ser liberados del cautiverio y para
escuchar al Señor mientras “entra en juicio. . .
allí” por su pueblo, uno no se atreva ahora a
despreciar
Sus Súplicas
“Dicen, Si alguno dejare su mujer, y yéndose
ésta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a
ella más? ¿no será tal tierra del todo amanci-
llada? Tú pues has fornicado con muchos ami-
gos; más vuélvete a mí, dijo el Señor. Alza tus
ojos a los altos, y ve en qué lugar no te hayas
publicado: para ellos te sentabas en los cami-
nos, como árabe en el desierto; y con tus for-
nicaciones y con tu malicia has contaminado
la tierra. Por esta causa las aguas han sido
detenidas, y faltó la lluvia de la tarde; y has
tenido frente de ramera, ni quisiste tener ver-
güenza. A lo menos desde ahora, ¿no clama-
rás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud?
“Ve, y clama estas palabras hacia el norte, y
di: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice el Señor;
no haré caer mi ira sobre vosotros: porque
misericordioso soy yo, dice el Señor, no guar-
daré para siempre el enojo. Reconoce, pues,

38
tu maldad, porque contra el Señor tu Dios has
prevaricado, y fornicaste con los extraños de-
bajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz,
dice el Señor. Convertíos, hijos rebeldes, dice
el Señor, porque yo soy vuestro esposo: y os
tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada fa-
milia, y os introduciré en Sion; Y os daré pas-
tores según mi corazón, que os apacienten de
ciencia y de inteligencia. Y acontecerá, que
cuando os multiplicareis y creciereis en la tie-
rra, en aquellos días, dice el Señor, no se dirá
más: Arca del pacto del Señor; ni vendrá al
pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la
visitarán, ni se hará más. En aquel tiempo lla-
marán a Jerusalén Trono del Señor, y todas
las gentes se congregarán a ella en el nombre
del Señor en Jerusalén; ni andarán más tras
la dureza de su corazón malvado. En aquellos
tiempos irán de la casa de Judá a la casa de
Israel, y vendrán juntamente de tierra del nor-
te a la tierra que hice heredar a vuestros pa-
dres.” Jer. 3: 1-4, 12-18

Sin embargo, el Señor dice: “He aquí, yo os


envío a Elías el profeta, antes que venga el día
del Señor grande y terrible. Él convertirá el co-
razón de los padres a los hijos, y el corazón de
los hijos a los padres: no sea que yo venga, y
con destrucción hiera la tierra.” Mal. 4: 5,6.

39
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual pre-
parará el camino delante de mí: y luego vendrá
a su templo el Señor a quien vosotros buscáis,
y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros.
He aquí viene, ha dicho el Señor de los ejérci-
tos. ¿Y quién podrá sufrir el tiempo de su ve-
nida? o ¿quién podrá estar cuando Él se mos-
trare? Porque Él es como fuego purificador, y
como jabón de lavadores. Y sentarse ha para
afinar y limpiar la plata: porque limpiará a los
hijos de Leví, los afinará como a oro y como a
plata; y ofrecerán al Señor ofrenda con justi-
cia. Y será suave al Señor la ofrenda de Judá y
de Jerusalén, como en los días pasados, y co-
mo en los años antiguos. Y llegarme he a vo-
sotros a juicio; y seré pronto testigo contra los
hechiceros y adúlteros; y contra los que juran
mentira, y los que detienen el salario del jor-
nalero, de la viuda, y del huérfano, y los que
hacen agravio al extranjero, no teniendo temor
de mí, dice el Señor de los ejércitos. Porque yo
el Señor, no me mudo; y así vosotros, hijos de
Jacob, no habéis sido consumidos.
“Desde los días de vuestros padres os habéis
apartado de mis leyes, y no las guardasteis.
Tornaos a mí, y yo me tornaré a vosotros, ha
dicho el Señor de los ejércitos. Mas dijisteis:
¿En qué hemos de tornar?
“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros
me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te he-
mos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
40
“Malditos sois con maldición, porque vosotros,
la nación toda, me habéis robado. Traed todos
los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi ca-
sa; y probadme ahora en esto, dice el Señor de
los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los
cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición has-
ta que sobreabunde. Increparé también por
vosotros al devorador, y no os corromperá el
fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo
abortará, dice el Señor de los ejércitos. Y todas
las gentes os dirán bienaventurados; porque
seréis tierra deseable, dice el Señor de los ejér-
citos.
“Vuestras palabras contra mí han sido vio-
lentas, dice el Señor. Y dijisteis: ¿Qué hemos
hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es
servir a Dios; ¿y qué aprovecha que guarde-
mos su ley, y que andemos tristes delante del
Señor de los ejércitos? Decimos pues ahora,
que bienaventurados los soberbios, y también
que los que hacen impiedad son los prospera-
dos: bien que tentaron a Dios y escaparon.
“Entonces los que temían al Señor hablaron
cada uno a su compañero; y el Señor escuchó
y oyó, y fue escrito libro de memoria delante
de Él para los que temen al Señor, y para los
que piensan en su nombre. Y serán para mí
especial tesoro, ha dicho el Señor de los ejér-
citos, en el día que yo tengo de hacer: y los
perdonaré como el hombre que perdona a su
hijo que le sirve.
41
“Entonces os tornaréis, y discerniréis la dife-
rencia entre el justo y el malo, entre el que sir-
ve a Dios y el que no le sirve.” Mal. 3:1-18.

“Por tanto, el Señor Dios dice así: He aquí


que yo fundo en Sion una piedra, piedra de
fortaleza, de esquina, de precio, de cimiento
estable: el que creyere, no se apresure. Y ajus-
taré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y
granizo barrerá la acogida de la mentira, y
aguas arrollarán el escondrijo.

“Y será anulado vuestro concierto con la


muerte, y vuestro acuerdo con el sepulcro no
será firme: cuando pasare el turbión del azote,
seréis de él hollados. Luego que comenzare a
pasar, él os arrebatará; porque de mañana de
mañana pasará, de día y de noche; y será que
el espanto solamente haga entender lo oído.
Porque la cama es tan angosta que no basta, y
la cubierta estrecha para recoger. Porque el
Señor se levantará como en el monte Perasim,
como en el valle de Gabaón se enojará; para
hacer su obra, su extraña obra, y para hacer
su operación, su extraña operación. Ahora
pues, no os burléis, porque no se aprieten más
vuestras ataduras: porque consumación y aca-
bamiento sobre toda la tierra he oído del Señor
Dios de los ejércitos.
42
“Estad atentos, y oíd mi voz; estad atentos, y
oíd mi dicho.” Isa. 28:16-23.
Como “Dios ha prometido que donde los pas-
tores no son fieles, Él mismo se encargará del
rebaño (Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, p.
75; Testimonios para los Ministros, p. 300; Jer.
3: 17), y como los descendientes de Jacob, al
volver a ser un reino designan un jefe (Ose. 1:
11), “David su rey” (Ose. 3: 5), “y buscarán al
Señor su Dios,” es evidente que la iglesia en el
tiempo del fuerte clamor del Mensaje del Ter-
cer Ángel

Será Una Teocracia.


“No será quitado el cetro a Judá ni el Legis-
lador de entre sus pies hasta que venga Shi-
loh, y a él se congregarán los pueblos.” Gén.
49:10
“He aquí que en justicia reinará un rey, y
príncipes presidirán en juicio. Y será aquel
varón como escondedero contra el viento, y
como acogida contra el turbión; como arroyos
de aguas en tierra de sequedad, como sombra
de gran peñasco en tierra calurosa.” Isa. 32: 1,
2.
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es
dado, y el principado sobre su hombro; y lla-
maráse su nombre Admirable, Consejero, Dios
fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo

43
dilatado de su imperio y la paz no tendrán tér-
mino, sobre el trono de David, y sobre su
reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio
y en justicia desde ahora y para siempre. El
celo del Señor de los ejércitos hará esto. El
Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel.”
Isa. 9: 6-8.

“He aquí que el Señor Dios vendrá con forta-


leza, y su brazo se enseñoreará: he aquí que
su recompensa viene con Él [en ese tiempo Él
les dará el reino] y su obra delante de su ros-
tro [en ese tiempo Él juntará a su pueblo].”
Isa. 40: 10.

“Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un


vástago retoñará de sus raíces. Y reposará so-
bre él el Espíritu del Señor; espíritu de sabidu-
ría y de inteligencia, espíritu de consejo y de
fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor
del Señor. Y le hará entender diligente en el
temor del Señor. No juzgará según la vista de
sus ojos, ni argüirá por lo que oyeren sus oí-
dos; Sino que juzgará con justicia a los po-
bres, y argüirá con equidad por los mansos de
la tierra: y herirá la tierra con la vara de su
boca, y con el espíritu de sus labios matará al
impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y
la fidelidad ceñidor de su cintura.” Isa. 11:1-5.

44
En esta ilustración se presentan tres perso-
nas Isaí (El padre de David), la vara (David) y
la rama (Cristo). La relación muestra que Da-
vid (la vara) no es Cristo (la rama), porque la
“vara” surgió del tallo de Isaí, y la rama de
45
la vara –un hecho que se confirmó en el cla-
mor de la multitud cuando Cristo entró en Je-
rusalén. Ellos aclamaron: Hosana al hijo de
David (Mat. 21:15). Por lo tanto, claramente
“la vara” surgiendo del tallo de Isaí, simboliza
a David, y la rama saliendo de la vara, simboli-
za al hijo de David –Cristo.
Sobre este “pendón” (rama y vara) “reposará
sobre él el Espíritu del Señor; espíritu de sabi-
duría y de inteligencia, espíritu de consejo y de
fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor
del Señor. Y le hará entender diligente en el
temor del Señor. No juzgará según la vista de
sus ojos, ni argüirá por lo que oyeren sus oí-
dos; Sino que juzgará con justicia a los po-
bres, y argüirá con equidad por los mansos de
la tierra: y herirá la tierra con la vara de su
boca, y con el espíritu de sus labios matará al
impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y
la fidelidad ceñidor de sus riñones.” Isa. 11:2-
5.
Pues aunque este “pendón” representa por
medio de un emblema la conexión de tres per-
sonas (Isaí, la raíz; David, la vara; y Cristo, la
rama), empero la sabiduría y el poder de Cristo
es su fuerza fundamental que gobierna. Por lo
cual, Cristo dice, “Yo Jesús he enviado mi án-
gel para daros testimonio de estas cosas en las
iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la
estrella resplandeciente de la mañana.” Apoc.
22:16, mostrando que Él es todo y en todo. Por
46
lo tanto, puesto que del “tallo” de Isaí vino la
“vara” (David), y de la vara brotó la rama
(Cristo), David el rey visible y Cristo el invisible
Rey de reyes, “en aquel tiempo” –en nuestro
tiempo –constituirá el “pendón” y “será bus-
cada por las gentes; y su habitación [o su lugar
de reposo, –la ubicación donde está la “vara” o
pendón –el reino] será gloriosa.” Si “y yo hon-
raré el lugar de mis pies” (Isa. 60:13), dice el
Señor.
“Y despertaré sobre ellas un pastor, y él las
apacentará; a mi siervo David, él las apacen-
tará, y él les será por pastor. Yo el Señor les
seré por Dios, y mi siervo David príncipe en
medio de ellos. Yo el Señor he hablado. Y es-
tableceré con ellos pacto de paz, y haré cesar
de la tierra las malas bestias; y habitarán en el
desierto seguramente, y dormirán en los
bosques.” Eze. 34:23-25.
Así su iglesia o reino, de nuevo se refleja sin
“mancha ni arruga, ni cosa semejante (Efe. 5:
27), una teocracia de paz, seguridad e inven-
cibilidad, bajo el gobierno de un pastor y un
rey –David, su siervo. Pero el hecho de que
muchos reyes reinaron sobre Israel, puede en
las mentes de algunos hacer surgir la pregun-
ta.
¿Por qué David un Tipo?
Porque inevitablemente él es el único que se
ajusta perfectamente al antitipo –el liderazgo
47
en el tiempo del fuerte clamor del Mensaje del
Tercer Ángel. Siendo esto así, entonces ocurre
necesariamente que Saúl, el primer rey que
reinó sobre Israel, y quien fue mayormente
responsable por la temprana experiencia de la
vida de David, es un tipo del liderazgo de la
iglesia en el período que precede el fuerte pre-
gón –el liderazgo que surgió en 1844 y con el
único propósito de reunir a los 144,000, los
primeros frutos del reino. En cada caso, el tipo
se ajusta perfectamente al antitipo.
Como recordará el lector, a causa de su
apariencia exterior real, Saúl fue escogido por
el pueblo, para ser su rey a pesar del desa-
cuerdo de Dios (1 Sam. 8:7). Luego finalmente
cuando Dios lo rechazó y ungió a David para
ser rey en su lugar, él estaba resuelto a rete-
ner el trono intentando matar a David, pero
terminó su reinado aun antes que David as-
cendiera al trono, al matarse a sí mismo deli-
beradamente (1 Sam. 31:4).
El tiempo ya ha demostrado que la organi-
zación A.S.D. está cumpliendo el tipo. Prefi-
riendo incorporar y elegir oficiales por el voto
del pueblo y de esta manera ellos han mani-
festado que no les ha importado mucho agra-
dar a Dios por ser “un pueblo peculiar” como
Dios quiere que sean –pues se agradan a sí
mismos siendo como las otras denominacio-
nes tanto como sea posible –igual como en
tiempo de Saúl la gente quería ser como las
otras naciones en su derredor (1 Sam. 8: 5, 7).
48
Y aunque escogidos por el pueblo, con todo,
los oficiales de la Conferencia General, fueron
sin embargo aceptados por Dios para ser los
gobernantes sobre su pueblo ahora, como lo
fue Saúl antiguamente. No obstante, así como
él traicionó su cometido, desobedeciendo la
Palabra de Dios como le fue dicha por el
profeta Samuel, así la organización actual de
la iglesia, “los ancianos. . . delante de la casa”
dice la profetisa de la iglesia hoy día, “han
traicionado su cometido.” –Testimonios para la
Iglesia, Tomo 5, p. 196. (Para un estudio más
amplio del tema de la organización, véase
nuestro Manual de Organización).
Hablando al liderazgo A.S.D. la sierva del
Señor dice: “No tienen derecho de dirigir, a
menos que dirijan según la orden de Dios.
¿Están bajo el control de Dios? ¿Ven su res-
ponsabilidad para con Él?. . . Que estos hom-
bres deberían estar en un lugar sagrado para
ser como la voz de Dios al pueblo, como una
vez creímos que lo fue la Conferencia General
–eso es pasado. Lo que queremos ahora es la
reorganización.” Boletín de la Conferencia Ge-
neral, Sesión 34, Tomo 4 Extra No. 1, Abril 3,
1901, p. 25, Col. 1 y 2.
Esta declaración reveladora muestra conclu-
yentemente que después de la histórica reu-
nión de Minneápolis en 1888, cuando los lí-
deres rechazaron tanto el mensaje como el
consejo que les fueron dados (Testimonios para
los Ministros, p. 468) el Señor ya no consideró
más a la Conferencia General como sus
49
siervos, así como ya no consideró más a Saúl
como rey sobre Israel después que se desvió de
los mandatos del Señor. Y ahora, habiendo
conferido desde hace mucho tiempo la deman-
da popular para organizar a la Conferencia
General, en cumplimiento al tipo, Dios advier-
te que su longanimidad ha llegado a su fin hoy
como lo hizo entonces. El Espíritu de Profecía
declara solemnemente:
“Dios demanda un reavivamiento y una refor-
ma espirituales. A menos que suceda esto, los
que son tibios serán cada vez más detestables
para el Señor hasta que Él rehúse reconocer-
los como a sus hijos.
“Deben realizarse un reavivamiento y una re-
forma bajo la ministración del Espíritu Santo.
Reavivamiento y reforma son dos cosas dife-
rentes. Reavivamiento significa una renovación
de la vida espiritual, una vivificación de las fa-
cultades de la mente y el corazón, una resu-
rrección de la muerte espiritual. Reforma sig-
nifica una reorganización, un cambio en las
ideas y teorías, hábitos y prácticas. La reforma
no producirá los buenos frutos de la justicia a
menos que esté relacionada con el reaviva-
miento del Espíritu. El reavivamiento y la re-
forma han de efectuar su obra asignada y de-
ben entremezclarse al hacer esta obra.” –Men-
sajes Selectos, Tomo 1, p. 149. [EN INGLÉS SE
ENCUENTRA EN: CHRIST OUR RIGHTEOUSNESS, P. 154;
REVIEW AND HERALD, FEB. 25, 1902]

Puesto que la caída de Saúl, vino por des-


cuidar el obedecer la Palabra del Señor al pie
de la letra, y luego excusar su desobediencia

50
con el pretexto que había conservado lo mejor
del ganado para sacrificio para el culto a Dios,
del mismo modo el liderazgo actual, aunque se
le ordenó evitar toda conexión y caminos mun-
danales y evitar toda clase de negocios en el
sábado, tales como vender literatura, levantar
fondos, etc., sin embargo en desobediencia
conectados con el mundo y siguiendo en sen-
deros prohibidos y aún convirtiendo la casa de
Dios en casa de mercado (Joyas de los Testi-
monios, Tomo 3, p. 254 y Testimonios para la
Iglesia, Tomo 8, p 261). Luego continuando a
la manera de Saúl, procuraron excusar este
curso de desobediencia y corrupción con el
pretexto que tal práctica es ¡buena obra misio-
nera! Pero el Espíritu de Profecía dice:
“Un gran error ha sido cometido por algunos
que profesan la verdad presente, al introducir
mercancía en el curso de una serie de reunio-
nes, y por su tráfico desvían las mentes del
objetivo de las reuniones. Si Cristo estuviera
ahora en la tierra, sacaría a estos vendedores
y traficantes, sean ministros o personas, con
un látigo de cuerdas pequeñas, así como
cuando entró en el templo antiguamente ‘y
echó fuera a todos los que vendían y compra-
ban en el templo, y volcó las mesas de los
cambistas, y las sillas de los que vendían palo-
mas. Y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de
oración será llamada, pero vosotros la habéis
hecho cueva de ladrones.’ Estos traficantes
pudieron haber alegado como excusa que los
artículos que tenían en venta eran para

51
ofrendas de sacrificio. Pero su objetivo era te-
ner ganancia, obtener medios, acumular.
“Se me hizo ver que si las facultades morales
e intelectuales no hubieran estado obscureci-
das por los malos hábitos de vida, los minis-
tros y el pueblo habrían discernido pronta-
mente los malos resultados del acto de mez-
clar las cosas sagradas con las comunes. Hay
ministros que han predicado un solemne ser-
món desde el púlpito, y luego al presentar
mercaderías y actuar como vendedores, en la
casa misma de Dios, han apartado las mentes
de sus oyentes de las impresiones recibidas, y
han destruido el fruto de su trabajo.” –Testimo-
nios para la Iglesia, Tomo 1, p. 415.
Aunque Saúl reconociera a Samuel como
profeta de Dios, a la vez deliberadamente de-
sobedeció sus palabras; de la misma manera,
aunque también la Conferencia General reco-
nociendo a la hna. White como sierva de Dios,
es triste decirlo, por el curso que ellos siguen
hoy, están negando su autoridad. Este hecho
tan evidente es expuesto numerosas veces en
el Espíritu de Profecía, siendo una declaración
representativa:
“Los que han confiado en el intelecto, el in-
genio o el talento no estarán [después de la
purificación] entonces al frente de las tropas.
No se mantuvieron al paso con la luz. . . Son
autosuficientes, se han independizado de Dios,
y Él no puede usarlos. El Señor tiene siervos
fieles quienes se han de manifestar en la
52
hora de zarandeo y prueba.” –Testimonios para
la Iglesia, Tomo 5, p. 76.
“Si continúan en este estado, Dios los recha-
zará.” –Testimonios para la Iglesia, Tomo 6, p.
426.
Por consiguiente, así como la apariencia ex-
terior de Saúl resultó sólo en ser destronado
por otro rey, de igual manera los grandes hom-
bres de hoy, los que están a la cabeza de la
obra, y quienes confían en el “intelecto inge-
nio o talento,” serán reemplazados por los que,
aunque no tienen una apariencia exterior puli-
da, “quienes se han de manifestar” en este
tiempo, revelando “el brillo de un carácter
cristiano genuino.” (Para más estudio sobre el
cambio de liderazgo, véase nuestro tratado No.
2, La Gran Paradoja).
Además, así como Saúl desafió a Dios rehu-
sando abdicar el trono y procurando quitar la
vida de su ungido, el rey David, así ahora al
sonido de la trompeta hoy, vemos que la Con-
ferencia General rehúsa permitirle a Dios to-
mar las riendas en sus propias manos (Tes-
timonios para los Ministros, p. 300) intentando
usurpar su trono por estar resueltos a gober-
nar la denominación hasta el fin de este mun-
do, y aprovechándose de toda oportunidad pa-
ra arrojarnos de su medio, para salvaguardar
su control de ella. Los que están haciendo esto
son aquellos a quienes el profeta Ezequiel pro-
féticamente oyó diciendo: “Esta ciudad será la
olla, y nosotros la carne.” Eze. 11:3. Ahora
ellos están haciendo todo lo posible para
53
exaltarse y mantenerse en poder, y para des-
hacerse de aquellos que en el nombre del
Señor “han publicado paz” y les han traído las
“buenas nuevas” que “nunca más pasará por ti
el malvado; pereció del todo.” Nahum 1:15.
Pero el Señor dice, “la ciudad no os será por
olla, ni vosotros seréis en medio de ella la car-
ne; en el término de Israel os tengo de juzgar.”
Eze. 11:11.
Los que desean saber la verdad por sí mis-
mos en relación a que clase de trato hemos re-
cibido de las manos de los oficiales de la igle-
sia (como lo recibió David en las manos de
Saúl), pueden leer nuestro Tratado No. 7,
Cuenten las Evidencias de Ambos Lados Antes
de Decidir en Favor o en Contra.
Al rechazar el mensaje que ha venido a ellos
con amonestaciones y reprensiones, y al conti-
nuar en sus caminos impíos, nuestros herma-
nos están obligando al Señor a matarlos con
las armas destructoras de Ezequiel 9, a menos
que se arrepientan inmediatamente. Aunque
van de camino con Saúl al suicidio, con todo
dicen en su corazón: “El Señor no hará bien ni
mal. Es demasiado misericordioso para casti-
gar a su pueblo. Así el clamor de paz y seguri-
dad es dado por hombres que no volverán a
elevar la voz como trompeta para mostrar al
pueblo de Dios sus transgresiones y a la casa
de Jacob sus pecados. Estos perros mudos
que no querían ladrar, son los que sienten la
justa venganza de un Dios ofendido.

54
Hombres, jóvenes y niñitos, todos perecen jun-
tos.” –Joyas de los Testimonios, Tomo 2, p. 66;
–Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, p. 196.
Además de esto, como Saúl fue responsable
por la muerte no sólo de sus hijos, sino tam-
bién del pueblo, (1 Sam. 31:6), así el ministe-
rio será responsable por los “hombres, mujeres
y niños” quienes no reciben el sello y quienes
por consiguiente perecen en la matanza.
No obstante, a pesar de su gran pecado y rui-
na cierta, David, el tipo, revela el hecho que,
aunque podamos cortar la orilla de sus man-
tos mientras ellos están amargados y furiosos
contra nosotros y nos están persiguiendo alre-
dedor del redil de ovejas (1 Sam. 24:3, 4), o
que podamos tomar “la lanza y la vasija de
agua de” sus “cabeceras” mientras ellos están
en un “profundo sueño enviado del Señor” o
que podamos, al encontrarlos dormidos en el
“campamento” o cubriendo sus pies en nues-
tros escondrijos (1 Sam. 26:7-12), tenerlos a
nuestra misericordia, con el poder y la oportu-
nidad para hacerles mucho daño, con todo en
ningún caso los lastimaremos en lo más míni-
mo, sino más bien hacerlos nuestros amigos.
Y mientras nos están persiguiendo, como
Saúl persiguió a David, todo el que está afli-
gido y todo el que está endeudado y todo el
que se halla en amargura de espíritu, como lo
muestra el tipo, se unirán a nosotros (1 Sam.
22:2), mientras que los que son “ni fríos ni
calientes. . . tibios” (satisfechos), con el ángel
de la iglesia de Laodicea, están en terrible
55
peligro de quedar “desventurados, miserables,
pobres, ciegos, y desnudos,” y por consiguien-
te, ser “vomitados,” rechazados – “talados” –
Testimonios para la Iglesia, Tomo 6, p. 426, en
Inglés; Testimonios para la Iglesia, Tomo 1, p.
175; –Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, pp.
75,196.
En la exposición anterior, vemos que los que
respondan a la voz del Buen Pastor, son re-
presentados por los seguidores de David, y
aquellos que no respondan son simbolizados
por Saúl y sus seguidores.
En la parábola de Lucas de la gran cena,
Cristo una vez más presenta a ambas clases.
Por una parte, los simpatizantes de Saúl pre-
figuran en la parábola a aquellos que se excu-
san a sí mismos con el pretexto que estaban
muy atareados con los cuidados de esta vida, y
quienes por consiguiente “todos a una comen-
zaron a excusarse,” El primero dijo “He com-
prado una hacienda, y necesito salir y verla; te
ruego que me des por excusado. Y el otro dijo:
He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a
probarlos; ruégote que me des por excusado. Y
el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no
puedo ir.” Por otra parte, los seguidores de Da-
vid simbolizan a los que se hallaron “en las ca-
lles y plazas” de la ciudad –“los pobres, los
mancos, y cojos, y ciegos.” Lucas 14:17-24.
Inmediatamente después que Samuel le in-
formó a Saúl que a causa de su infidelidad,
Dios lo había rechazado como gobernante so-
bre su pueblo, Samuel fue enviado secreta-
mente a ungir a David para reinar en lugar
56
de Saúl. Y aunque a Saúl le fue dicho que el
Señor lo había rechazado, con todo rehusó ab-
dicar, con el resultado que los filisteos le pu-
sieron sitio a su ejército y estaban por tomar el
reino: El gigante Goliat “se paró, y dio voces a
los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para
qué salís a dar batalla? ¿no soy yo el filisteo, y
vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre
vosotros un hombre que venga contra mí: Si él
pudiere pelear conmigo, y me venciere, noso-
tros seremos vuestros siervos: y si yo pudiere
más que él, y lo venciere, vosotros seréis
nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el
filisteo: Hoy yo he desafiado el campo de Isra-
el; dadme un hombre que pelee conmigo. Y
oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del
filisteo, se conturbaron, y tuvieron gran mie-
do.” 1 Sam. 17: 8-11.
Aunque sólo un mancebo, despreciado por
sus hermanos y considerado en poco por todos
los otros, David dijo a Saúl: “No desmaye el co-
razón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y
peleará con este filisteo. Y tomó su cayado en
su mano, y escogió cinco piedras lisas del
arroyo, y las puso en el saco pastoril y en el
zurrón que traía, y tomó su honda en su mano
y se fue hacia el filisteo. Y metiendo David su
mano en el saco, tomó de allí una piedra, y la
tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente:
y la piedra quedó clavada en la frente, y

57
cayó sobre su rostro en tierra. Así venció Da-
vid al filisteo con honda y piedra; e hirió al fi-
listeo y lo mató sin tener David espada en su
mano. Entonces corrió David y se puso sobre
el filisteo, y tomando la espada de él, sacán-
dola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó
con ella la cabeza. Y como los filisteos vieron a
su paladín muerto, huyeron.” 1 Sam. 17: 32,
40, 49-51.
La victoria de David sobre el gigante contra
quien nadie podía hacer guerra, es tipo de la
victoria de la iglesia (la casa de David –Zac. 12:
8) en el “tiempo de angustia cual nunca fue”
sobre la bestia y su imagen (Goliat antitípico),
con respecto a cuya semejanza formidable el
revelador pregunta “¿Quién como la bestia y
quien podrá luchar contra ella?” Por consi-
guiente, el gigante Goliat representa a los que
ahora desafían a los siervos de Dios, y quienes
compondrán la imagen de la bestia, ese siste-
ma religioso-político que desafiará a los ejérci-
tos del Señor y promulgarán un decreto “que
ninguno pudiese comprar o vender, sino el que
tuviera la señal, o el nombre de la bestia, o el
número de su nombre. . . e hiciese matar a
todo el que no la adorare.” Apoc. 13: 17,15.
Pero, “en aquel día,” dice el Señor, “yo pon-
dré a Jerusalén por piedra pesada a todos los
pueblos; todos los que se la cargaren serán

58
despedazados, bien que todas las naciones de
la tierra se juntarán contra ella. En aquel día
el Señor defenderá al morador de Jerusalén; el
que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo se-
rá como David; y la casa de David como Dios,
como el ángel del Señor delante de ellos.” Zac.
12: 3, 8.
Las cinco piedras lisas en la bolsa de David,
con una de las cuales mató a Goliat, tipifica el
quíntuple poder en la bolsa antitípica del pas-
tor (la Biblia), con una parte de la cual Dios
hoy día herirá a la bestia y a su imagen –las
naciones– el Goliat antitípico. Y puesto que sa-
bemos que es por su Palabra, en la forma de
un mensaje, que herirá a las naciones, enton-
ces obviamente las cinco piedras lisas repre-
sentan cinco mensajes, el último de los cuales
ha de herir a la bestia, destruir su imagen y
liberar al pueblo de Dios del temor de los pa-
ganos.
Así como las cinco piedras en la bolsa del
pastor son símbolo de cinco mensajes, por lo
tanto, los mensajes, necesariamente están in-
cluidos en alguna parte de la Biblia. Están en
la parábola de la viña de Cristo: el primero,
“muy por la mañana” (el sistema ceremonial);
el segundo, a la “tercera hora” (la crucifixión y
resurrección de Cristo); el tercero, a la “sexta
hora” (los 2,300 días de Daniel 8:14); el cuar-
to, a la “novena hora ” (el juicio de los muer-
tos); el quinto y último a “la hora undécima”
59
(el juicio de los vivos, el tiempo del Fuerte Pre-
gón), el cual herirá a la bestia, y con su propia
espada (los diez cuernos de Apocalipsis 17:16),
cortan su cabeza, y luego con fuego la destru-
yen, de manera que la herida nunca vuelva a
sanar. Por lo tanto, en el mensaje de la hora
estriba la seguridad del pueblo de Dios. (Para
un estudio completo de la parábola de Mat.
20:1-16 y de la bestia de Apoc. 17, léase La
Vara del Pastor, Tomo 2, pp. 222-239; 155,
156)
Proclamando “el día del Señor grande y te-
rrible” (Mal. 4:5), “el día de la gran matanza”
(Isa. 30:25 ) y “un día de tinieblas” (Joel 2:2),
este último mensaje será proclamado a la hora
undécima –justamente antes del tiempo en el
cual, como vio Juan, “los reyes de la tierra, los
grandes, los comandantes, los ricos, los pode-
rosos, todo esclavo y todo libre se escondieron
en las cuevas y entre las peñas de las monta-
ñas, y decían a las montañas y a las peñas:
Caed sobre nosotros y escondednos del rostro
del que está sentado sobre el trono y de la ira
del Cordero. Porque ha llegado el gran día de
su ira, y ¿quién podrá permanecer de pie?”
Apoc. 6:15-17 –ninguno sino los justos, los
líderes futuros de la iglesia, como lo tipifica el
reinado de David.
“¿Quién despertó del oriente al justo, lo llamó
para que le siguiese, entregó delante de él na-
ciones, y le hizo enseñorear de reyes; los en-
tregó a su espada como polvo como hojarasca
60
que su arco arrebata? Los siguió, pasó en paz
por camino por donde sus pies nunca habían
entrado. Del norte levanté a uno, y vendrá; del
nacimiento del sol invocará mi nombre; y pi-
soteará príncipes como lodo, y como pisa el
barro el alfarero.” Isa. 41: 2, 3, 25.
“He aquí que yo lo di por testigo a los pue-
blos, por jefe y por maestro a las naciones. He
aquí, llamarás a gente que no conociste, y gen-
tes que no te conocieron correrán a ti, por
causa del Señor tu Dios, y del Santo de Israel
que te ha honrado.”
“Buscad al Señor mientras puede ser ha-
llado, llamadle en tanto que está cercano.” Isa.
55:4-6.
Puesto que por el honor de Dios y la pros-
peridad de su pueblo, tanto el mensaje de
Elías como el reinado de David quitaron la vi-
da de muchos, (el mensaje de Elías quitó las
vidas de los maestros apóstatas en Israel –1
Rey.18:40; y el reinado de David, las vidas de
los paganos que desafiaron a Dios y sus ejér-
citos –1Crón. 22:6-8), por lo tanto, la obra de
Elías especialmente tipifica el día de la matan-
za en la iglesia, y el reinado de David, la des-
trucción de los paganos y la posesión de la tie-
rra (Zac. 12: 8, 9; Jer. 30: 3, 9). Después de lo
cual Cristo (el hijo de David) aparecerá visible-
mente, toma para sí su reino (Luc. 19:15), y
lo glorifica con la paz eterna (como es
61
tipificado por el reinado pacífico de Salomón el
hijo de David). Y en los días de estos eventos
antitípicos, la promesa se realizará completa-
mente:

“Sucederá que cuando se cumplan tus días


[David] para que vayas a estar con tus padres,
yo levantaré después de ti a un descendiente
tuyo, que será uno de tus hijos, y afirmaré su
reino. Él me edificará una casa, y yo estable-
ceré su trono para siempre. Yo seré para él,
padre; y él será para mí, hijo. Y no quitaré de
él mi misericordia, como la quité de aquel que
te antecedió.” 1 Crón. 17:11-13. “Cuando los
justos aumentan, el pueblo se alegra; pero
cuando gobierna el impío, el pueblo gime.”
Prov. 29:2.

Mientras que para los justos, Cristo hace del


reino su lugar y protección, para los paganos

Dios lo Hace Su Martillo


“Martillo me sois, y armas de guerra; y por
medio de ti quebrantaré naciones, y por medio
de ti destruiré reinos. Por tu medio quebran-
taré caballos y sus jinetes, y por medio de ti
quebrantaré carros y a los que en ellos suben.
Asimismo por tu medio quebrantaré hombres
y mujeres, y por medio de ti quebrantaré vie-
jos y jóvenes, y por tu medio quebrantaré
62
jóvenes y vírgenes. También quebrantaré por
medio de ti al pastor y a su rebaño; quebran-
taré por tu medio a labradores y a sus yuntas;
a jefes y a príncipes quebrantaré por medio de
ti.” Jer. 51:20-23.

La “piedra” (Dan. 2:45; Zac. 3:9), los 144,000


(Apoc. 14:1), “cortada del monte [la iglesia de
Laodicea] no con mano” (sin ayuda humana),
ha de desmenuzar a las naciones que están
simbolizadas por “el hierro, el bronce, el barro,
la plata y el oro,” de la gran imagen. Y “todos
los que se la cargaren, serán despedazados,
bien que todas las gentes de la tierra se junta-
rán contra ella.” Así “en los días de estos re-
yes, el Dios de los cielos levantará un reino
que jamás será destruido, ni será dejado a otro
pueblo. Éste desmenuzará y acabará con todos
estos reinos, pero él permanecerá para siem-
pre.” Dan. 2:44.

“Mas en el monte de Sion habrá un rema-


nente que se salve; y será santo, y la casa de
Jacob recuperará sus posesiones. La casa de
Jacob será fuego, y la casa de José será llama,
y la casa de Esaú estopa, y los quemarán y los
consumirán; Ni aun resto quedará de la casa
de Esaú, porque el Señor lo ha dicho. Y los del
Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de
la Sefela, a los filisteos; poseerán también
63
los campos de Efraín, y los campos de Sama-
ria; y Benjamín a Galaad. Y los cautivos de es-
te ejército de los hijos de Israel poseerá lo de
los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de
Jerusalén que están en Sefarad poseerán las
ciudades del Neguev. Y subirán salvadores al
monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y
el reino será del Señor” “Y todo aquel que invo-
caré el nombre del Señor será salvo; porque en
el monte de Sion y en Jerusalén habrá salva-
ción, como ha dicho el Señor, y entre el rema-
nente al cual él habrá llamado.” Abdías 17-
21; Joel 2: 32.

“Porque la nación y el reino que no te sirvan


perecerán; tales naciones serán completamen-
te destruidas.” Isa. 60:12.
De las escrituras anteriores, vemos que co-
mo resultado de rechazar la verdad proclama-
da por la iglesia, los impíos van a la destruc-
ción. Y haciendo eco a esta declaración profé-
tica de su ruina, Cristo declara: “Al que ven-
ciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le
daré autoridad sobre las naciones, y las regirá
con vara de hierro, y serán quebradas como
vaso de alfarero, como yo también la he recibi-
do de mi Padre.” Apoc. 2: 26 -27.

Siendo que “el que venciere regirá” “las na-


ciones” “con una vara de hierro,” y la
64
necesidad y la obra de vencer no siendo de Él,
sino de sus seguidores, la verdad es obvia que
el Señor tendrá una nación victoriosa –un rei-
no a través del cual manifestará su gran po-
der, y el cual será
Un Reino de Paz
Que una paz y seguridad semejante a la ce-
lestial compenetrarán el reino cuando Dios lo
usa como su “martillo” con el cual herir a las
naciones, está evidenciado por las siguientes
Escrituras:
“Entonces el lobo habitará con el cordero, y
el leopardo se recostará con el cabrito. El ter-
nero y el cachorro del león crecerán juntos, y
un niño pequeño los conducirá. La vaca y la
osa pacerán, y sus crías se recostarán juntas.
El león comerá paja como el buey. Un niño de
pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y el
recién destetado extenderá su mano sobre el
escondrijo de la víbora. No harán daño ni des-
truirán en todo mi santo monte, porque la tie-
rra estará llena del conocimiento del Señor,
como las aguas cubren el mar.” Isa. 11:6-9
Cuando este estado de conocimiento y paz pre-
valezca en el reino, entonces “acontecerá en
aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará
puesta por pendón a los pueblos, será busca-
da de las gentes; [por consiguiente es en tiem-
po de gracia] y. . . acontecerá en aquel tiempo,
que el Señor alzará otra vez su mano para
65
recobrar el remanente de su pueblo.” Isa.
11:10, 11.
“Y en aquel día,” dice el Señor, por medio de
su profeta Oseas, en reiteración de su pacto de
paz, “haré por ellos concierto en aquel tiempo
con las bestias del campo, y con las aves del
cielo, y con las serpientes de la tierra: y que-
braré arco, y espada, y batalla de la tierra, y
los haré dormir seguros.” Ose. 2:18. (Para un
estudio más detallado de Oseas capítulos 1 y 2
léase nuestro Tratado No. 4, Las Últimas Noti-
cias para la Madre).
Como en el arca de Noé, el tipo, así en el arca
antitípica —el reino, nada dañará ni destruirá:
el león, el lobo, el cordero, el leopardo, el bece-
rro vivirán pacíficamente juntos y, como el
buey, todos comerán “paja.” Así ahora, como
en tiempo de Noé, Dios preservará un rema-
nente de hombre y de bestia de toda su crea-
ción, en lugar de exterminar a todo ser vivien-
te, y luego crearlos a todos de nuevo.
Reconociendo este hecho, el apóstol Pablo di-
ce: “Porque el anhelo ardiente de la creación es
el aguardar la manifestación de los hijos de
Dios. Porque la creación fue sujetada a vani-
dad, no por su propia voluntad, sino por causa
del que las sujetó con esperanza, porque tam-
bién la creación misma será libertada de la es-
clavitud de corrupción, a la libertad gloriosa
de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda
66
la creación gime a una, y a una están con do-
lores de parto hasta ahora. Y no sólo ellas, si-
no también nosotros mismos, que tenemos las
primicias del Espíritu, nosotros también gemi-
mos dentro de nosotros mismos, esperando la
adopción, la redención de nuestro cuerpo.”
Rom. 8:19-23
“Y deshará en este monte [este reino de paz]”
dice Isaías, “la máscara de la cobertura con
que están cubiertos todos los pueblos, y la
cubierta que está extendida sobre todas las
gentes. Destruirá a la muerte para siempre; y
enjugará el Señor toda lágrima de todos los
rostros: y quitará la afrenta de su pueblo de
toda la tierra: porque el Señor lo ha dicho.
“Y se dirá en aquel día [el día cuando el
Señor enjugará las lágrimas de los rostros de
todo su pueblo], He aquí este es nuestro Dios,
le hemos esperado, y nos salvará; éste es el
Señor a quien hemos esperado, nos gozaremos
y nos alegraremos en su salud. Porque la ma-
no del Señor reposará en este monte, y Moab
será trillado debajo de él, como es trillada la
paja en el muladar.” Isa. 25:7-10. “No dirá el
morador: Estoy enfermo: el pueblo que morare
en ella será absuelto de pecado.” Isa. 33:24.
“Bendice alma mía al Señor,” exclama David,
“y bendiga todo mi ser su santo nombre. Ben-
dice alma mía al Señor, y no olvides

67
ninguno de sus beneficios. Él es quien perdo-
na todas tus iniquidades, el que sana todas
tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida,
el que te corona de favores y misericordias; el
que sacia de bien tu boca de modo que te reju-
venezcas como el águila.” Sal. 103:1-5 (Para
más estudio sobre la continuidad de vida, vé-
ase nuestro Tratado No. 5, La Amonestación
Final pp. 63-65, La Edición Revisada, 1940.)

“Porque yo fortificaré la casa de Judá, y


guardaré la casa de José; y los haré volver,
porque de ellos tendré piedad; y serán como si
no los hubiera desechado; porque yo soy el
Señor su Dios, que los oiré. Y será Efraín como
valiente, y se alegrará su corazón como de vi-
no: sus hijos también verán y se alegrarán; su
corazón se gozará en el Señor. Yo les silbaré y
los juntaré, porque los he redimido; y serán
multiplicados como fueron multiplicados. Bien
que los esparciré entre los pueblos, aun en le-
janos países se acordarán de mí; y vivirán con
sus hijos, y volverán. Porque yo los tornaré de
la tierra de Egipto, y los recogeré de la Asiria; y
los traeré a la tierra de Galaad y del Líbano, y
no les bastará. Y la tribulación pasará por el
mar, y en el mar herirá las ondas, y se secarán
todas las profundidades del río: y la soberbia
de Asiria será derribada, y se perderá el cetro

68
de Egipto. Y yo los fortificaré en el Señor, y ca-
minarán en su nombre, dice el Señor. (Zac. 10:
6-12) —seguridad que no puede fallar, que es
nuestro el privilegio supremo de

Permitir a Dios Reinar Sobre Nosotros


Por siglos los seguidores de Cristo han orado,
“Venga tu reino, hágase tu voluntad.” Ahora
que el tiempo ha llegado para el cumplimiento
de la oración, vivamos de acuerdo a nuestras
oraciones, a no ser que algunos se encuentren
entre la clase infiel con quienes Cristo conclu-
ye la siguiente parábola:
“Dijo pues: Un hombre noble partió a una
provincia lejos, para tomar para sí un reino, y
volver. Mas llamando diez siervos suyos, les
dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto
que vengo. Empero sus ciudadanos le aborre-
cían, y enviaron tras de él una embajada, di-
ciendo: No queremos que éste reine sobre no-
sotros. Y aconteció, que vuelto él, habiendo
tomado el reino, mandó llamar a sí a aquellos
siervos a los cuales había dado el dinero, para
saber lo que había negociado cada uno.

“Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina


ha ganado diez minas. Y él le dice: Está bien,
buen siervo; por cuanto en lo poco has sido
fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades.

69
“Y vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha pro-
ducido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú
también sé sobre cinco ciudades.

“Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mi-


na, la cual he tenido guardada en un pañi-
zuelo: Porque tuve miedo de ti, que eres hom-
bre recio; tomas lo que no pusiste, y siegas lo
que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal
siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era
hombre recio, que tomo lo que no puse, y que
siego lo que no sembré; ¿Por qué no diste mi
dinero al banco, para que al volver yo, lo hu-
biera recibido con los intereses? Y dijo a los
que estaban presentes: Quitadle la mina, y da-
dla al que tiene las diez minas. (Y ellos le dije-
ron, Señor tiene diez minas).

“Pues yo os digo que a cualquiera que tuvie-


re, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo
que tiene le será quitado. Y también a aque-
llos mis enemigos que no querían que yo rei-
nase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos
delante de mí.” Lucas 19: 12-27.

El “hombre noble” en esta parábola es Cristo


mismo, quien, poco después de su resurrec-
ción partió para el cielo de cielos, “una provin-
cia lejos” para ser coronado Rey de reyes y
Señor de señores. Sus diez siervos, quienes
70
se han de ocupar hasta su venida, evidente-
mente representan el ministerio a la clausura
de la dispensación del evangelio. Por consi-
guiente, sus ciudadanos representan a los lai-
cos –los súbditos de su reino. Juntos enton-
ces, sus siervos y sus ciudadanos constituyen
su reino entero –la iglesia.
Como ellos “enviaron tras de él una emba-
jada, diciendo: No queremos que éste reine
sobre nosotros,” la única conclusión admisible
es que poco antes de su regreso, Cristo infor-
mará a sus “ciudadanos” que Él tomará “las
riendas en sus propias manos” para establecer
su reino, y ellos, al escuchar el aviso, rehusa-
rán someterse a aquel por medio del cual Él
gobernará.
Observen que en el mensaje que “enviaron
después de Él” sus siervos no dijeron, “no
queremos que Tú reines sobre nosotros” sino
por el contrario, “no queremos que éste reine
sobre nosotros.” A lo que se oponían era a que
Cristo reinara sobre ellos por medio de otra
persona. Claramente entonces, antes que Él
sea coronado, y antes de regresar para que
sus siervos le rindan cuentas, designa a un
“hombre” para reinar sobre ellos en su lugar.
Con lo cual le dicen a Él, por su actitud y po-
sición hacia su mensaje, “No queremos que
este hombre reine sobre nosotros” aunque
“este hombre,” como vemos ahora, es el David
antitípico (el “medio sencillo”), el rey visible.

71
Así cuando Cristo vuelve y hace cuentas con
sus siervos, premia a los fieles en proporción
como ellos han aumentado el capital con el
cual comenzaron, pero condena a los que no
han tenido la carga de trabajar por las almas y
para avanzar su reino y quienes han estado
satisfechos privándole de sus servicios. A cau-
sa de esta infidelidad, les quita la “mina” (la
luz de la verdad), la cual les había confiado,
mostrando con esto que todos son respon-
sables por “cada rayo de luz,” por cada mo-
mento perdido, por cada oportunidad descui-
dada. Y los que no quieran que Él así reine
sobre ellos, a su regreso, serán muertos delan-
te de Él como lo fueron aquellos que se rebe-
laron contra el gobierno de Dios en tiempos
antiguos.
Los judíos en la primera venida de Jesús,
malentendieron su misión porque estaban cie-
gos a lo que su mensaje (el servicio ceremo-
nial) enseñaba y a lo que los profetas escri-
bieron con respecto a Él, interpretaron mal su
doctrina del reino. Anhelando tiernamente el
cumplimiento de su esperanza del reino por
tanto tiempo sostenida, se enojaron por las
enseñanzas extrañas de Cristo, y estaban lis-
tos para apedrearle hasta matarlo más bien
que tener que exponer sus errores ante la mul-
titud a quien ellos mantenían en tinieblas. Así
es con la iglesia hoy. Está tan ciega al mensaje
de la hora, y a la verdad del reino de Cristo
como lo estuvieron los judíos en su tiempo. Y
mientras el mensaje toca a su puerta con
advertencias, su respuesta es, váyanse, “soy

72
rico, y me he enriquecido, de ninguna cosa
tengo necesidad,” aunque es “desventurado,
miserable, pobre, ciego y desnudo”
La iglesia del tiempo de Cristo estaba re-
suelta a establecer el reino en ese tiempo,
cuando no todo estaba listo para ello; la iglesia
de hoy está resuelta a no tenerlo ahora, cuan-
do el “fin de todas las cosas se acerca (1 Ped.
4:7) –¡cuando el tiempo plenamente ha llegado!
Los judíos querían el reino que habían perdido
–un reino de pecado y pecadores. Estaban an-
siosos sólo de ser liberados del yugo romano,
en lugar del pecado y pecadores también. Por
consiguiente, cuando Cristo dijo: “Mi reino no
es de este mundo” (Juan 18:36), no querían
que fuera así; mientras que la iglesia de hoy,
ignorando ciegamente las escrituras que clara-
mente declaran que Dios ahora ha de estable-
cer su reino sin mancha, y ha de liberar a su
pueblo, no sólo del yugo de Babilonia, sino
también de pecado y pecadores, ¡ella está re-
suelta a postergarlo hasta después del milenio!
Tal es la perversidad del corazón natural –aun
en la misma faz del hecho que en toda forma
ella se ve en el mismísimo borde de la eterni-
dad,
En su Estado Purificado.
En una de sus más grandes profecías, Isaías
proyecta en esbozos infalibles la gran contra-
parte antitípica del movimiento del Éxodo: “Y
habrá camino para el remanente de su pueblo,

73
el que quedó de Asiria, de la manera que lo
hubo para Israel el día que subió de la tierra de
Egipto.” Isa. 11:16. Así como la “pascua” y la
matanza de los primogénitos (primeros frutos)
quienes no tenían la sangre en los “dinteles de
las puertas” liberó al pueblo antiguo de Dios
de la esclavitud de Egipto, así la pascua anti-
típica (Eze. 9; Isa. 66:16) liberará a los prime-
ros frutos –los 144,000, sus primogénitos aho-
ra, de la esclavitud del pecado y pecadores
hoy.
“Y acontecerá que el que quedare en Sion, y
el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado
santo; todos los que en Jerusalén están escri-
tos entre los vivientes; cuando el Señor lave
las inmundicias de las hijas de Sion, y limpie
la sangre de Jerusalén de en medio de ella,
con espíritu de juicio y con espíritu de ardi-
miento. Y creará el Señor sobre toda la morada
del monte de Sion, y sobre los lugares de sus
convocaciones, nube y obscuridad de día, y de
noche resplandor de fuego que eche llamas:
porque sobre toda gloria habrá cobertura. Y
habrá sombrajo para sombra contra el calor
del día, para acogida y escondedero contra el
turbión y contra el aguacero.” Isa 4:3-6 (Para
una exposición más detallada del Movimiento
del Éxodo en tipo y antitipo, léase La Vara del
Pastor, Tomo 1, pp. 64-111).
A la luz de la verdad presente con respecto al
reino, la siguiente profecía (junto con otras
74
numerosas profecías relevantes) se interpreta
a sí misma:
“Despierta, despierta, vístete tu fortaleza, oh
Sion; vístete tu ropa de hermosura, oh Jeru-
salén, ciudad santa: porque nunca más acon-
tecerá que venga a ti incircunciso ni inmundo.
Sacúdete del polvo; levántate y siéntate [sobre
tu trono], Jerusalén; suéltate de las ataduras
de tu cuello [hechas por el hombre], cautiva
hija de Sion. Porque así dice el Señor: De bal-
de fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero se-
réis rescatados. Porque así dijo el Señor Dios:
Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasa-
do, para peregrinar allá; y el asirio lo cautivó
sin razón. Y ahora ¿qué hago aquí, dice el
Señor, ya que mi pueblo es llevado injusta-
mente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen
aullar, dice el Señor, y continuamente es blas-
femado mi nombre todo el día. Por tanto, mi
pueblo sabrá mi nombre por esta causa en
aquel día: porque yo mismo que hablo, he aquí
estaré presente.
“Cuán hermosos son sobre los montes los
pies del que trae alegres nuevas, del que publi-
ca la paz, del que trae nuevas del bien, del que
publica salud, del que dice a Sion: ¡Tu Dios
reina! ¡Voz de tus atalayas! alzarán la voz, jun-
tamente darán voces de júbilo; porque ojo a
ojo verán que el Señor vuelve a traer a Sion.
75
“Cantad alabanzas, alegraos juntamente, so-
ledades de Jerusalén: porque el Señor ha con-
solado a su pueblo, a Jerusalén ha redimido.
El Señor desnudó su santo brazo ante los ojos
de todas las naciones; y todos los confines de
la tierra verán la salvación del Dios nuestro.
“Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis
cosa inmunda; salid de en medio de ella; lim-
piaos los que lleváis los vasos del Señor. Pues
no saldréis con apresuramiento, ni iréis hu-
yendo; porque el Señor irá delante de vosotros,
y el Dios de Israel irá a vuestra retaguardia.
“He aquí que mi siervo será prosperado, será
engrandecido y exaltado, y será puesto muy en
alto. Como se asombraron de ti muchos, de tal
manera fue desfigurado de los hombres su pa-
recer; y su hermosura más que la de los hijos
de los hombres. Empero él rociará muchas
gentes: los reyes cerrarán sobre él sus bocas;
porque verán lo que nunca les fue contado, y
entenderán lo que jamás habían oído.” Isa.
52:1-15
Viéndonos al borde de la eternidad, somos
impelidos a unirnos con el Anciano James
White en su exclamación arrobadora: “¡Oh
Gloria, Aleluya! Mi pobre corazón arde por el
reino, mientras medito en esta dulce espran-
za, ante el verdadero creyente. Si nos ‘mante-
nemos firmes’ sólo unos pocos días más, las
sombras negras de la noche desaparecerán

76
ante la gloria de las escenas preparatorias de
la venida del Hijo del hombre” –Una Palabra a
la Manada Pequeña, p. 8.
Sólo aquellos que tienen una parte en este
movimiento antitípico del éxodo tendrán el pri-
vilegio de cantar “el cántico de Moisés y del
Cordero” y compartir las promesas de
El Pacto en el Antitipo
“He aquí que vienen días, dice el Señor, en
los cuales haré nuevo pacto con la casa de Ja-
cob y la casa de Judá: No como el pacto que
hice con sus padres el día que tomé su mano
para sacarlos de tierra de Egipto; porque ellos
invalidaron mi pacto, bien que fui yo un ma-
rido para ellos, dice el Señor: Más éste es el
pacto que haré con la casa de Israel después
de aquellos días, dice el Señor: Daré mi ley en
sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y
seré yo a ellos por Dios, y ellos me serán por
pueblo. Y no enseñará más ninguno a su pró-
jimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Co-
noce al Señor: porque todos me conocerán,
desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande, dice el Señor: porque perdonaré la
maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado.” Jer. 31: 31-34.
El viejo “pacto” o acuerdo entre Dios y su
pueblo estaba basado sobre las promesas de
ambos partidarios; a saber: “Y será que, si
77
oyeres diligente la voz del Señor tu Dios, para
guardar, para poner por obra todos sus man-
damientos que yo te prescribo hoy, también el
Señor tu Dios te exaltará sobre todas las na-
ciones de la tierra; Y vendrán sobre ti todas
estas bendiciones, y te alcanzarán, cuando
oyeres la voz del Señor tu Dios. Bendito serás
tú en la ciudad, y bendito tú en el campo.
Bendito el fruto de tu vientre, y el fruto de tu
bestia, la cría de tus vacas, y los rebaños de
tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu ar-
tesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y
bendito en tu salir. El Señor derrotará a tus
enemigos que se levantaren contra ti, por un
camino saldrán contra ti, y por siete caminos
huirán de delante de ti. Enviará el Señor conti-
go la bendición en tus graneros, y en todo
aquello en que pusieres tu mano; y te bende-
cirá en la tierra que el Señor tu Dios te da.
Confirmarte ha el Señor por pueblo suyo san-
to, como te ha jurado, cuando guardares los
mandamientos del Señor tu Dios, y anduvie-
res en sus caminos.” Deut. 28: 1-9;

“Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron:


Todo lo que el Señor ha dicho haremos. Y Moi-
sés refirió las palabras del pueblo al Señor.”
Éxo. 19: 8.
78
Este primer pacto abarca desde el tiempo
que fue ordenado hasta la inminente cosecha
final de las doce tribus como un reino. Y sin
embargo, aunque nunca ha sido invalidado
por Dios, su validez ha sido persistentemente
negada por la iglesia del Nuevo Testamento, y
su santidad violada tanto por la iglesia del An-
tiguo como del Nuevo Testamento hasta este
mismo día. Así como el pueblo, fallando en sus
promesas, han quebrantado los mandamien-
tos de Dios, de esta manera también han que-
brantado “el pacto que Dios hizo con sus pa-
dres.” Pero en el pacto nuevo, el cual el Señor
está por cumplir –los mandamientos de Dios
(Éxo.20:1-17), a diferencia del tiempo antiguo,
no serán escritos en tablas de piedra (Éxo. 31:
18), sino en las tablas de carne del corazón, y
en ese tiempo, “todos conocerán al Señor,. . .
desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande” (Jer. 31:34) –exhibiendo una iglesia
sin cizaña.
Este pacto que está por acontecer, es el se-
gundo pacto, y su ley, estando escrita en el
corazón, será guardada perfectamente. Enton-
ces y no antes, las bendiciones que su pueblo
antiguo falló en recibir, se realizarán plena-
mente.
Jeremías, siendo testigo también que este
pacto prometido todavía no se ha cumplido,
pero que será honrado ahora en el tiempo de
la cosecha, declara:
“Así ha dicho el Señor Dios de Israel: Escribe
en un libro todas estas palabras que te he
hablado. Porque he aquí vienen días, dice
79
el Señor, en que restauraré de la cautividad a
mi pueblo Israel y a Judá, ha dicho el Señor.
Los haré volver a la tierra que di a sus padres,
y tomarán posesión de ella.” Jer. 30:2, 3.
Estos versículos muestran vívidamente que
Dios va a validar el segundo pacto cuando Él
traiga a su pueblo nuevamente de su cautivi-
dad, los versículos subsiguientes fijan el tiem-
po de esta liberación o cosecha: “Sucederá en
aquel día, dice el Señor de los ejércitos, que yo
quebraré el yugo de sobre su cuello y romperé
sus coyundas. Los extraños no volverán a so-
meterlo a servidumbre. Más bien, servirán al
Señor su Dios y a David su rey, a quien yo le-
vantaré para ellos.” Jer. 30:8, 9.
Observamos que esta profecía no alcanzó su
cumplimiento al regreso de los judíos de su
cautiverio en la Babilonia antigua, porque en
ese tiempo Dios no “levantó” a David su rey.
De hecho, no tuvieron ningún rey propio, sino
que estuvieron bajo el gobierno medo–persa.
Por lo tanto, la profecía no puede aplicarse a
ningún otro tiempo sino al de hoy cuando tan-
to “Israel como Judá” se reunirán en un gran
reino, establecido en justicia eterna. Entonces
“todos me conocerán, desde el más pequeño de
ellos hasta el más grande: dice el Señor.” Por
consiguiente, el hecho de que nunca ha habi-
do un tiempo desde el día

80
que se escribió esta escritura hasta el día ac-
tual, que cada uno del pueblo de Dios, como
iglesia o nación que ha conocido al Señor y
guardado sus mandamientos, de nuevo mues-
tra que el cumplimiento del segundo paco (del
cual el movimiento del Éxodo fue un tipo) es
aun futuro.
“¿Hasta cuándo,” dice el Señor “andarás de
un lado para otro, oh hija rebelde? Porque el
Señor creará una cosa nueva sobre la tierra:
Una mujer rodeará al hombre.” Jer. 31:22
Esta “mujer” debe ser simbólica, pues una
persona no puede abarcar a otra. Por esta
razón ella debe ser un símbolo de la iglesia, y
el “hombre” debe ser Cristo, quien a ese tiem-
po, habrá lavado “las inmundicias de las hijas
de Sion” –purificado a la iglesia (Isa. 4:4; Tes-
timonios para la Iglesia, Tomo 5, p. 75). Luego
Él será “para ella, dice el Señor, muro de fuego
en derredor y seré por gloria en medio de ella,
y. . . moraré en medio de ti.” Zac. 2:5, 11.
Aunque muchos de diferentes maneras le-
vantan sus voces en contra de que Dios esta-
blezca “la simiente de Israel” como una nación
justa y santa libre de pecadores, no tendrán
éxito en vencer los planes de Aquel que “da el
sol para luz del día, y la luna y las estrellas
para luz de la noche, el que agita el mar de
manera que rugan sus olas, el Señor de los
ejércitos es su nombre: Si esas leyes faltasen
delante de mí, dice el Señor, entonces la
81
descendencia de Israel dejaría de ser nación
delante de mí, para no ser nación perpetua-
mente. Así ha dicho el Señor: Si se pueden
medir los cielos arriba y se pueden explorar los
cimientos de la tierra abajo, entonces yo dese-
charé toda la descendencia de Israel por todo
lo que hicieron, dice el Señor.” Jer. 31:35-37.
Como las promesas son hechas solamente a
Israel (la semiente de Abrahán), la viña origi-
nal, la cual ha sido pisoteada, por lo tanto esta
viña tiene que ser levantada; luego los gentiles
arrepentidos, por virtud de adopción en Cristo,
serán injertados a ella, y sólo de esta manera
llegar a ser el plantío del Señor.
“Digo pues: ¿Ha desechado Dios a su pue-
blo? En ninguna manera. Porque también yo
mismo soy israelita, de la descendencia de
Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha de-
sechado a su pueblo, al cual desde antes co-
noció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Es-
critura, como invoca a Dios contra Israel. Di-
ciendo: Señor, a tus profetas han dado muer-
te, y tus altares han derribado; y sólo yo he
quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le
dice la divina respuesta? Me he reservado siete
mil hombres, que no han doblado la rodilla de-
lante de Baal. Así también aun en este tiempo
ha quedado un remanente escogido por gracia.
Y si es por la gracia, ya no es por obras; de
otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por
obras ya no es gracia; de otra manera la obra
ya no es obra. “¿Qué pues?

82
Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pe-
ro los escogidos si lo han alcanzado, y los de-
más fueron endurecidos; (De acuerdo a lo que
está escrito, Dios les ha dado el espíritu de
somnolencia, ojos que no vean, y oídos que no
oigan) como está escrito: Dios les dio espíritu
de estupor, ojos que no vean y oídos con que
no oigan, hasta el día de hoy. Y David dice:
Sea vuelto su convite en trampa y en red, en
tropezadero y en retribución; sean obscureci-
dos sus ojos para que no vean, y agóbiales la
espalda para siempre.
“Digo, pues: ¿han tropezado los de Israel pa-
ra que cayesen? En ninguna manera; pero por
su transgresión vino la salvación a los gentiles,
para provocarles a celos. Y si su transgresión
es la riqueza del mundo, y su defección la ri-
queza de los gentiles, ¿cuánto más su plena
restauración? Porque a vosotros hablo, gen-
tiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles,
honro mi ministerio, por si en alguna manera
pueda provocar a celos a los de mi sangre, y
hacer salvos a algunos de ellos. Porque si su
exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué
será su admisión, sino vida de entre los muer-
tos? Si las primicias [el judío] son santas, tam-
bién lo es la masa restante [judío y gentil]; y si
la raíz [el judío] es santa, también lo son las
ramas [sean originales o injertadas]. Pues si
algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú,
siendo olivo silvestre [el árbol gentil], has sido
injertado en lugar de ellas, y has sido hecho
83
participante de la raíz y de la rica savia del
[buen] olivo, no te jactes contra las ramas; y si
te jactas, sabe que no sustentas tú [gentil] a la
raíz [el judío], sino la raíz a ti. Pues las ramas,
dirás fueron desgajadas para que yo fuese in-
jertado. Bien; por su incredulidad fueron des-
gajadas, Pero tú por tu fe estás en pie.
“No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si
Dios no perdonó a las ramas naturales [a los
judíos incrédulos], a ti tampoco te perdonará.
Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios;
la severidad ciertamente para con los que ca-
yeron, pero la bondad para contigo, si perma-
neces en su bondad; Pues de otra manera tú
también serás cortado. Y aun ellos, si no per-
manecieren en incredulidad, serán injertados,
pues poderoso es Dios para volverlos a injer-
tar. Porque si tú fuiste cortado del que por
naturaleza es olivo silvestre, y contra natura-
leza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto
más éstos, que son las ramas naturales, serán
injertados en su propio olivo? Porque no quie-
ro, hermanos, que ignoréis este misterio, para
que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros
mismos; que ha acontecido a Israel endureci-
miento en parte, hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles; y luego todo Israel
será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion
el libertador, que apartará de Jacob la impie-
dad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo
quite sus pecados.

84
“Así que en cuanto al evangelio, son enemi-
gos por causa de vosotros; pero en cuanto a la
elección, son amados por causa de los padres.
Porque irrevocables son los dones y el llama-
miento de Dios. Pues como vosotros también
en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pe-
ro ahora habéis alcanzado misericordia por la
desobediencia de ellos, Así también estos aho-
ra han sido desobedientes, para que por la mi-
sericordia concedida a vosotros, también a
ellos alcancen misericordia. Porque Dios suje-
tó a todos en desobediencia, para tener mise-
ricordia de todos.
“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabi-
duría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insonda-
bles son sus juicios, e inescrutables sus ca-
minos! Porque: ¿Quién entendió la mente del
Señor? ¿O quién fue su mensajero? ¿O quién
le dio a Él primero, para que le fuese recom-
pensado? Porque de Él, y por Él, y para Él son
todas las cosas. A Él sea la gloria por los si-
glos. Amén.” Rom. 11.
“Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos.
El Señor me llamó [Israel] desde el vientre,
desde las entrañas de mi madre tuvo mi no-
mbre en memoria. Y puso mi boca como es-
pada aguda, me cubrió con la sombra de su
mano; y me puso por saeta bruñida, y me
guardó en su aljaba; Y me dijo: Mi siervo eres,
oh Israel, porque en ti me gloriaré. Pero yo
dije: Por demás he trabajado, en vano y sin
85
provecho he consumido mis fuerzas; pero mi
causa está delante del Señor, y mi recompensa
con mi Dios.
“Ahora pues, dice el Señor, el que me formó
desde el vientre para ser su siervo, para hacer
volver a Él a Jacob [su posteridad] y para con-
gregarle a Israel (porque estimado seré en los
ojos del Señor, y el Dios será mi fuerza) – [no-
sotros también, aunque todo el mundo pueda
rechazar a Dios y su mensaje, “con todo con-
fiaremos en el Señor.”] y dice: Poco es para mí
que tú seas mi siervo para levantar las tribus
de Jacob, y para que restaures el remanente
de Israel [solamente]; también te di por luz de
las naciones, para que seas mi salvación hasta
lo postrero de la tierra.” Isa. 49:1-6. En otras
palabras, aquellos (de Israel) que declaran el
mensaje del sellamiento de los 144,000 a la
iglesia, declararán también la gloria de Dios
entre los gentiles, así siendo su salvación has-
ta lo postrero de la tierra, y “traerán a todos
[sus] hermanos de entre todas las naciones,
por ofrenda al Señor” Isa. 66:19, 20.
“Así ha dicho el Señor, Redentor de Israel, el
Santo suyo, al menospreciado de alma, [al que
llamaron “este hombre” (Luc. 19:14)] [Véase la
página 71], al abominado de las naciones, al
siervo de los tiranos: Verán reyes y se levan-
tarán príncipes, y adorarán por el Señor, por-
que fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió.
Así dijo el Señor: En tiempo aceptable te oí, y
86
en el día de salvación te ayudé; y te aguardaré,
y te daré por pacto al pueblo, para que restau-
res la tierra, para que heredes asoladas here-
dades; para que digas a los presos: Salid; y a
los que están en tinieblas: Mostraos. En los
caminos serán apacentados, y en todas las
alturas tendrán sus pastos. No tendrán ham-
bre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; por-
que el que tiene de ellos misericordia los guia-
rá, y los conducirá a manantiales de aguas. Y
convertiré en camino todos mis montes, y mis
calzadas serán levantadas. He aquí éstos ven-
drán desde lejos; y he aquí ésos del norte y del
occidente, y éstos de la tierra de Sinim.”
“Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tie-
rra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes;
porque el Señor ha consolado a su pueblo, y
de sus pobres tendrá misericordia. Pero Sion
dijo: me dejó el Señor; y el Señor se olvidó de
mí.” Isa. 49:7-14.
Sion, como hemos visto aquí, siendo la igle-
sia en la cual están los 144,000 al tiempo
cuando el mensaje del sellamiento se oye, y
siendo como la niña de su ojo, el Señor le pre-
gunta: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a
luz, para dejar de compadecerse del hijo de su
vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvi-
daré de ti. He aquí que en las palmas de las
manos te tengo esculpida; delante de mí están
siempre tus muros. Tus edificadores vendrán

87
aprisa; tus destruidores y tus asoladores sal-
drán de ti.” Isa. 49:15-17. Es decir, los peca-
dores serán sacados, arrojados “de entre los
justos.” Mateo 13:48, 49.

“Alza tus ojos alrededor, y mira: Todos éstos


se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice
el Señor, que todos ellos como de vestidura de
honra serás vestida; y de ellos serás ceñida
como novia. [Véase Zac. 8:23; La Vara Del
Pastor, Tomo 2, p. 281]. Porque tu tierra de-
vastada, arruinada y desierta, ahora será es-
trecha por la multitud de los moradores, y tus
destruidores serán apartados lejos. [Es decir,
una grande multitud se unirá a la iglesia, pero
los pecadores serán alejados de ella]. Aun los
hijos [los que se unirán] de tu orfandad [los
que caen en la matanza de Ezequiel Nueve],
dirán a tus oídos: estrecho es para mí este
lugar; apártate para que yo more. Y dirás en tu
corazón: ¿Quién me engendró éstos? Porque
yo había sido privada de hijos y estaba sola,
peregrina y desterrada; ¿quién, pues, crió és-
tos? He aquí yo había sido dejada sola; ¿dónde
estaban éstos? [Esta pregunta muestra que la
iglesia es ignorante de la gran multitud de
Apocalipsis 7:9 –los segundos frutos]. Así dijo
el Señor: He aquí, yo tenderé mi mano a las
naciones, y a los pueblos levantaré mi
88
bandera; y traerán en brazos a tus hijos, y tus
hijas serán traídas en hombros. Reyes serán
tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el ros-
tro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el
polvo de tus pies; y conocerás que yo soy el
Señor, que no se avergonzarán los que esperan
en mí.

¿Será quitado el botín al valiente? ¿Será res-


catado el cautivo de un tirano? Pero así dice el
Señor: Ciertamente el cautivo será rescatado
del valiente, y el botín será arrebatado al tira-
no; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a
tus hijos. Y a los que te despojaron haré comer
sus propias carnes, y con su sangre serán em-
briagados como con vino. Y conocerá todo
hombre que yo el Señor soy Salvador tuyo y
Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.” Isa. 49:18-
26.

“Porque verá a sus hijos, obra de mis manos


en medio de ellos, que santificarán mi nombre;
y santificarán al Santo de Jacob, y temerán al
Dios de Israel.” “He aquí que el nombre del
Señor viene de lejos; su rostro encendido, y
con llamas de fuego devorador; sus labios lle-
nos de ira, y su lengua como fuego que consu-
me. Su aliento, cual torrente que inunda; lle-
gará hasta el cuello, para zarandear a las
gentes con criba de destrucción; y el freno

89
estará en las quijadas de los pueblos, hacién-
doles errar.” Isa. 29:23; 30:27, 28.
“Pero el generoso pensará generosidades, y
por generosidades será exaltado. Porque los
palacios quedarán desiertos, la multitud de la
ciudad cesará; las torres y fortalezas se torna-
rán cuevas para siempre, donde descansen as-
nos monteses, y ganados hagan majada; hasta
que sobre nosotros sea derramado el Espíritu
de lo alto, y el desierto se convierta en campo
fértil, y el campo fértil sea estimado por bos-
que. Y habitará el juicio en el desierto, y en el
campo fértil morará la justicia. Y el efecto de la
justicia será paz; y la labor de la justicia, repo-
so y seguridad para siempre. Y mi pueblo ha-
bitará en morada de paz, en habitaciones se-
guras, y en recreos de reposo. Y cuando caiga
granizo, caerá en los montes; y la ciudad será
del todo abatida. Dichosos vosotros los que
sembráis junto a todas aguas, y dejáis libre al
buey y al asno.” Isa. 32:8, 14-20.
“Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y
vosotros los que estáis cerca, conoced mi po-
der. Los pecadores se asombraron en Sion,
espanto sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de
nosotros morará con el fuego consumidor?
¿Quién de nosotros habitará con las llamas
eternas? El que camina en justicia, y habla lo
recto; el que aborrece la ganancia de violen-
cias, el que sacude sus manos para no recibir
cohecho, el que tapa sus oídos para no oír
90
propuestas sanguinarias; el que cierra sus
ojos para no ver cosa mala; éste habitará en
las alturas; fortalezas de rocas será su lugar
de refugio; se le dará su pan, y sus aguas se-
rán ciertas.
“Tus ojos verán al Rey en su hermosura; ve-
rán la tierra que está lejos. Tu corazón imagi-
nará el espanto, y dirá: ¿Qué es del escriba
[secretario]? ¿qué del pesador [tesorero] del tri-
buto? ¿qué del que pone en lista [secretaria de
estadísticas] las casas más insignes [presiden-
tes de la conferencia]? No verás a aquel pueblo
orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender,
de lengua tartamuda que no comprendas [ha-
blarás y comprenderás todos los idiomas].”
Isa. 33:13-19.
“Fortaleced las manos cansadas, afirmad las
rodillas endebles. Decid a los de corazón apo-
cado: esforzaos, no temáis; he aquí que vues-
tro Dios viene con retribución, con pago; Dios
mismo vendrá, y os salvará. Entonces los ojos
de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los
sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará
como un ciervo, y cantará la lengua del mudo;
porque aguas serán cavadas en el desierto, y
torrentes en la soledad. El lugar seco se con-
vertirá en estanque, y el sequedal en mana-
deros de aguas; en la morada de chacales, en
su guarida, será lugar de cañas y juncos. Y
habrá allí calzada y camino, y será llamado

91
Camino de Santidad; no pasará inmundo por
él, sino que él mismo estará con ellos; el que
anduviere en este camino, por torpe que sea
no se extraviará. No habrá allí león, ni fiera
subirá por él, ni allí se hallará, para que
caminen los redimidos. Y los redimidos del
Señor volverán, y vendrán a Sion con alegría; y
gozo perpetuo será sobre sus cabezas: y ten-
drán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el
gemido.” Isa. 35:3-10.
Puesto que ambos, “el campo” con el trigo y
la cizaña (Mat.13:30) y la “red” con los peces
buenos y los malos (Mat. 13:47, 48), repre-
sentan la iglesia evangélica durante el período
en el cual los santos y los hipócritas están
mezclados, entonces los “vasos” en los cuales
los “peces buenos” son puestos, después que
los “malos” son sacados “de entre” ellos, y el
“granero” en el cual el “trigo” es colocado des-
pués que la “cizaña” es separada de él,
necesariamente debe representar a la iglesia
pasando de su estado impuro, (campo o red) a
otro –su estado purificado, el cual es simbo-
lizado, no por el “campo” o por la “red,” sino
más bien por un “granero” y por los “vasos” –
un lugar nuevo, seguro y limpio –donde “nun-
ca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo”
Isa. 52:1.
Así que no importa que término podamos
darle a este lugar nuevo en el cual los santos
serán reunidos, el lugar mismo estará
92
absolutamente libre de pecado porque todos lo
pecadores entre los justos han sido destru-
idos.
Puesto que después de la separación de los
inconversos de entre el pueblo verdadero de
Dios, la iglesia (entonces compuesta de los
144,000 –los primeros frutos de las doce tri-
bus de los hijos de Israel) surgirá como un
gobierno teocrático, e inevitablemente, por
consiguiente, los “vasos” representan las uni-
dades componentes –las tribus en las cuales
los redimidos son recogidos individualmente,
mientras que el “granero” representa la unidad
compuesta, el reino en el cual son recogidos
colectivamente. Y esta grande, selectiva, abso-
luta y final cosecha, como lo es, sólo va a mos-
trar nuevamente que el nacimiento del reino
depende absolutamente de la purificación de
la iglesia.
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros
testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo
soy la raíz y el linaje de David, la estrella res-
plandeciente de la mañana.” Apoc. 22:16. “Le-
vantaos, subamos contra ellos; porque noso-
tros hemos explorado la región, y hemos visto
que es muy buena; ¿y vosotros no haréis na-
da? No seáis perezosos en poneros en marcha
para ir a tomar posesión de la tierra.” (Jueces
18:9). No sean perezosos, actúen prontamen-
te, prepárense, sigan
Al Cordero, al Señor de la Tierra.
“Enviad el cordero al Señor de la tierra, des-
de Sela del desierto al monte de la hija de
Sion. Y cual ave espantada que huye de su
93
nido, así serán las hijas de Moab en los vados
de Arnón. Reúne consejo, haz juicio; pon tu
sombra en medio del día como la noche: es-
conde a los desterrados, no entregues a los
que andan errantes. Moren contigo mis des-
terrados, oh Moab; sé para ellos escondedero
de la presencia del devastador; porque el ator-
mentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el
pisoteador será consumido de sobre la tierra.
Y se dispondrá el trono en misericordia; y so-
bre él se sentará firmemente, en el tabernácu-
lo de David, quien juzgue y busque el juicio, y
apresure la justicia.” Isa. 16:1-5.
Aunque este pasaje parezca contener nada
más que el lenguaje cabalístico de la modula-
ción del misticismo, no obstante contiene lec-
ciones calculadas para convertir aun el caso
difícil del infiel a la verdad evidente de la Bi-
blia. Verdaderamente, si el pueblo de Dios pu-
diera prevalecer sin esta escritura, podemos
estar seguros que Él no hubiera tomado el
tiempo del profeta para escribirlo o espacio en
la Biblia para registrarlo. En breve, si fuera
meramente una rapsodia mística de tenor pro-
fético sin rima o razón, entonces esto sería na-
da sino una pieza de repetición vana, una im-
perfección –una cosa imposible con Dios. Así
que el no dar significado o importancia a los
versículos, colocaría a uno bajo la terrible con-
denación de la siguiente escritura:
“Y si alguno quitare de las palabras del libro
de esta profecía, Dios quitará su parte del libro

94
de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas
que están escritas en este libro.” Apoc. 22:19.
Por lo tanto, como las palabras de Isaías de-
ben contener luz, la ausencia de la cual, de-
jando obscuro nuestro sendero, nos expone al
riesgo de caer con el ciego directamente al
abismo; el escudriñador diligente de la verdad
descubrirá que aunque el pasaje parece obs-
curo y envuelto en misterio, es claro y sencillo
cuando se lo ve en la luz que brilla de lo alto.
“Enviad el cordero al señor de la tierra desde
Sela hasta el monte de la hija de Sion.” Isa.
16:1.
El artículo definitivo, “el,” presta absoluto
significado al sustantivo, “cordero,” mostrando
que un cordero, el único de su clase, era el
objeto de la orden para enviar “el cordero”
desde Moab “hasta el monte de la hija de Sion”
–el Monte de Sion en Jerusalén.
“Y cual ave espantada que huye de su nido,
así serán las hijas de Moab en los vados de
Arnón.” Es decir, el cordero había de ser lle-
vado desde Moab, porque los moabitas habían
de ser “arrojados” “cual ave espantada,” “en
los vados de Arnón.” Isa. 16:2.
La historia sagrada registra que el cordero
llevado desde Moab antes que los moabitas
fueran “arrojados de [su] “nido,” fue Aquel de
quien Juan el Bautista dijo: “He aquí el
95
Cordero de Dios” –Cristo. La profecía muestra
que el cordero fue llevado apresuradamente
desde Moab al Monte de Sion (el palacio de
David en Jerusalén) –un evento que sucedió
cuando Noemí, con sus hijos, fueron a Moab
(el “desierto” –una nación que no estaba bajo
el cuidado directo del Señor y, por lo tanto, no
era una viña) y trajo a Rut, la moabita, de
Moab a Jerusalén: “Booz pues tomó a Rut, y
ella fue su mujer;. . . y el Señor le dio que
concibiese y tuviese un hijo,. . . y le llamaron
Obed. Este es padre de Isaí, padre de David. . .
e Isaí engendró a David.” Rut 4:13-22.
Así Cristo, el Hijo de David, fue “enviado”
desde Moab al Monte de Sion –el palacio de
David; mostrando así la divinidad de Cristo
como el Hijo de Dios, y su humanidad como el
Hijo no sólo de David sino también de Lot –
Moab.
O cuán maravillosamente especial es nuestro
Dios: los nombres, Obed, Isaí y David en la
lengua hebrea significan Cristo –un siervo
(Obed), quien será mi presencia (Isaí), el ama-
do (David).
Cristo siendo en la carne un moabita como
también un israelita, Dios dice: “Moren contigo
mis desterrados, oh Moab [Cristo]; sé para
ellos escondedero de la presencia del devas-
tador; porque el atormentador fenecerá, el de-
vastador tendrá fin, el pisoteador será con-
sumido de sobre la tierra.” “Y será aquel varón
[nuevamente señalando a Cristo] como escon-
dedero contra el viento, y como refugio contra
el turbión; como arroyos de aguas en tierra de
sequedad, como sombra de gran peñasco en
tierra calurosa.” Isa. 16:4; 32:2.
96
Enviado para “reunir consejo, hacer juicio;
poner” Su “sombra en medio del día como la
noche; esconde a los desterrados, no entre-
gues a los que andan errantes” (Isa. 16:3),
Cristo, nuestro “escondedero contra el viento,
y como refugio contra el turbión en tierra de
sequedad,” es una sombra grande y perfecta,
así como lo es la media noche al medio día. Así
también exclama el salmista: “Cuán ilustre, oh
Dios, es tu misericordia. Por eso los hijos de
los hombres se amparan bajo la sombra de tus
alas. Porque has sido mi socorro; y así en la
sombra de tus alas me regocijaré.” Sal. 36:7;
63:7.
Y “Por eso,” exclama el profeta del evangelio,
“te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la
ciudad de gentes robustas. Porque fuiste for-
taleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su
aflicción, refugio contra el turbión, sombra
contra el calor: porque el ímpetu de los vio-
lentos es como turbión contra el muro.” Isa.
25:3, 4.
“Y se dispondrá el trono en misericordia; y
sobre él se sentará firmemente, en el taberná-
culo de David, quien juzgue y busque el juicio,
y apresure la justicia.” Isa. 16:5.
Puesto que de acuerdo a esta escritura el es-
tablecimiento del trono de Cristo está todavía
en el futuro, y ya que además será establecido
en el tabernáculo de David (el cual no sucedió
en su primera venida), por lo tanto, cuando
97
Cristo venga a reinar en su reino venidero, se
sentará en el trono de David. Y como entonces
Él ha de juzgar, buscar juicio y apresurar jus-
ticia, toda la acción ocurre justo antes del cie-
rre de gracia –el tiempo en el cual Él puede
apresurar justicia. Así, felizmente, esta profe-
cía de la genealogía de Cristo y de cuando to-
me “las riendas en sus propias manos,” fue
dada para la “admonición y enseñanza” de los
que estarán viviendo en el fin del tiempo,
cuando “todas estas cosas acontecerán.” Por lo
tanto, es sumamente importante la necesidad
de recordar sus importantes lecciones, y con
Los Fieles Actuar Prontamente.
Viendo que Lot como también Abraham apa-
recen en el registro genealógico de Cristo, na-
turalmente surge la pregunta: ¿Por qué son
estos dos hombres tan grandemente honra-
dos? Y la respuesta que nos espera: Abraham
obtuvo su gran honor porque fue fiel a la Pala-
bra de Dios y nunca la puso en tela de juicio,
aunque todas las cosas parecían destinadas a
cumplirse contrarias a sus intereses y a las
promesas de Dios: Aunque Dios prometió darle
la tierra a él y a su descendencia por posesión
perpetua, Abraham, personalmente, nunca ob-
tuvo la promesa. Además de soportar estas
pruebas que probaron su fe, esperó veinticinco
años por el hijo prometido, sólo para que se le
ordenara cuando este hijo único llegara a ser
un joven, ¡sacrificarlo como una ofrenda

98
de sacrificio! Aun a través de cada prueba, él
nunca perdió su fe en Dios, sino que confió
implícitamente en Él y obedeció sin reserva
sus mandatos. Por esta razón Dios lo honró
grandemente.
Sin embargo, la gran lección para aprenderse
aquí no es tanto de la experiencia de Abraham,
como de la de Lot, porque aunque Lot no era
tan generoso como lo fue Abraham, y no esta-
ba tan dispuesto a vivir apartado del mundo, y
aun así, su fe en las promesas de Dios a
Abraham era tan grande como la fe de Abra-
ham mismo, si, aun más grande en algunos
aspectos: porque Dios le habló a Abraham en
persona, mientras que a Lot le habló por me-
dio de Abraham. Lot, por lo tanto, tuvo que te-
ner una confianza implícita que Dios le había
hablado por medio de Abraham.
Además, como en los días de Abraham no
había Biblia, por la cual probar que irse de la
casa de su padre era en cumplimiento de la
profecía, y que Dios lo estaba guiando para
partir de Ur de los caldeos para ir a una tierra
la cual él mismo no conocía (Heb. 11:8, 9), ve-
mos que Lot no era como la mayoría de los ho-
mbres hoy, que cuestionan y critican cada co-
sa en el desarrollo de la verdad. Sin la más le-
ve pregunta o duda, él puso toda su confianza
en el Dios de Abraham y confiadamente siguió
en la búsqueda de la tierra prometida.
¡Qué contraste entre el carácter de Lot y el de
los judíos que rechazaron a los profetas y
99
hasta los mataron! Por esta razón Dios honró
a Lot con el mayor don que el cielo puede con-
ferir a un ser humano –¡compartiendo el linaje
terrenal del Señor de gloria, el Rey eterno!
Además, aunque los descendientes de Lot,
los moabitas y los amonitas, no eran mejor
que los otros gentiles, no obstante por causa
de Lot, Dios no trató con ellos como lo hizo
con el resto de los gentiles, sino que mandó a
Moisés; “no molestes a Moab, ni te empeñes
con ellos en guerra, porque no te daré pose-
sión de su tierra; porque yo he dado a Ar por
heredad a los hijos de Lot. “Y cuando te acer-
ques a los hijos de Ammón, no los molestes, ni
contiendas con ellos, porque no te daré pose-
sión de la tierra de los hijos de Ammón, pues a
los hijos de Lot la he dado por heredad.” Deut.
2:9,19.
Y “si alguno me sirve,” dijo Jesús “sígame; y
donde yo estuviere, allí también estará mi ser-
vidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le hon-
rará.” Juan 12:26. También “me invocará,” di-
ce el salmista, “y yo le responderé; con él es-
taré yo en la angustia; lo libraré, y le glorifi-
caré.” Sal. 91:15.
Aparte del feliz hecho de mostrar hospitali-
dad a los ángeles que visitaron Sodoma (Gén.
19:1), el acto más noble en el registro mancha-
do de la vida de Lot es que se unió a Abraham
en su recién encontrada y extraña religión

100
y que, para hacerlo, se fue tanto de la casa de
su padre como de su patria, no sabiendo a
donde iba. Por consiguiente, además de recibir
la bendición eterna de ser uno de los primoge-
nitores terrenales de Cristo (una bendición que
realizará por medio de Cristo en el día gozoso
de la resurrección, y se regocijará por toda la
eternidad) él no fue buscando bendiciones
temporales, y mientras estaba rodeado de pe-
ligros terrenales, ángeles enviados del cielo lo
libraron de la sentenciada cuidad de Sodoma
antes que fuera reducida a cenizas (Gén.
19:16, 24, 25).
Sin embargo, si hubiera esperado, por evi-
dencia mayor en cuanto a si Dios lo estaba o
no guiando en este evento importantísimo de
su vida; si hubiera dicho en su corazón, “no
tomo este riesgo, sino que esperaré hasta que
este albur demuestre tener éxito. Primero in-
vestigaré y sabré con seguridad que la tierra es
fértil y el clima agradable para mi familia, ga-
nado, etc.,” ¡él nunca hubiera tenido parte en
el movimiento mismo o en el linaje paterno del
Señor de Gloria o en su reino eterno!
Oh, hermano, hermana, ¿Tiene usted la fe de
Lot? “Todas estas cosas les acontecieron en
figura; y son escritas para nuestra admoni-
ción, en quienes los fines de los siglos han pa-
rado.” 1 Cor.10:11. ¡Oh, sigamos entonces las
huellas de estos grandes hombres de Dios,
confiando en su inmutable Palabra y
101
actuando de acuerdo a ella sin la más leve va-
cilación! No siguiendo el camino de los que
dudaron, cuestionaron y criticaron y quienes,
en consecuencia fatal, nunca llegaron al co-
nocimiento de la verdad. De los tales que vi-
vieron en el tiempo del comienzo del movi-
miento adventista, la historia de la iglesia dice:
“Multitudes que confiaban implícitamente en
sus pastores, se negaron a escuchar el aviso, y
otros, aunque convencidos de la verdad, no se
atrevían a proclamarlo, ‘por no ser echados de
la sinagoga.’
“El gran obstáculo que se opone a la acepta-
ción y a la proclamación de la verdad, es la cir-
cunstancia de que ella acarrea inconvenientes
y oprobio. Este es el único argumento contra
la verdad que sus defensores no han podido
nunca refutar. Pero esto no arredra a los ver-
daderos siervos de Cristo. Ellos no esperan
hasta que la verdad sea popular. Convencidos
como lo están de su deber, aceptan resuelta-
mente la cruz, confiados con el apóstol Pablo
en que ‘lo momentáneo y leve de nuestra tri-
bulación, nos obra un sobremanera alto y en-
tero peso de gloria,’ ‘teniendo –como antaño
Moisés –por mayores riquezas el vituperio de
Cristo que los tesoros de los egipcios.’ ” –El
Conflicto de los Siglos, pp. 430, 513.
Tanto los moabitas como los amonitas siendo
los descendientes de Lot, y Lot siendo uno con
Abraham, también los edomitas siendo los
descendientes de Esaú, el hermano gemelo de
Jacob, de los cuales Dios declaró: “y en la
102
cuarta generación volverán acá” (Gén. 15:13-
16), por lo tanto ellos debieron haber sabido
que el tiempo había venido para el cumpli-
miento del evento por tanto tiempo esperado, y
por consiguiente debieron haber estado listos
para él, o si ellos habían perdido de vista la
verdad, entonces deberían haberlo recordado
cuando vieron el movimiento que ahora estaba
en sus mismas fronteras. Si hubieran creído
en el Dios de Abraham como creyó Lot, ellos
no hubieran rehusado dejar pasar por su país
hacia la tierra prometida a los hijos de Israel,
sus parientes de sangre, sino por el contrario
se hubieran unido con ellos, como se unió Lot
con Abraham, para ayudarles a poseerla.
Verdaderamente, los moabitas fueron muy
lejos en su hostilidad hacia sus parientes pues
aún ellos contrataron a Balaam para malde-
cirlos, a pesar del hecho que Dios, recordán-
doles a los israelitas de su promesa a Lot, les
mandó que no dañaran a sus hermanos. (Jue-
ces 11:16-18).
Así al negarse a darles la bienvenida y dar-
les conducto seguro por la tierra, los moabitas
no sólo se rehusaron a reconocer la providen-
cia maravillosa de Dios, sino también lo recha-
zaron en la persona de su pueblo a quien ellos
bien sabían que Él había guiado con señales y
milagros, fuera de la tierra de Egipto.
Pueda esta lección trágica penetrar en lo más
profundo del corazón de todos hoy y les haga
reconocer el poder de Dios en el cumplimiento
103
de la profecía. ¿No evitarán los cristianos los
errores y equivocaciones del pasado, y sin va-
cilar, unirse al pueblo de Dios en su marcha
hacia la antitípica tierra prometida? ¿O des-
preciará obstinadamente alguno la Palabra de
Dios en esta era iluminada y se opondrá a su
pueblo, como lo hicieron los moabitas y los
amonitas, quienes por consiguiente perdieron
tanto su reino como la vida eterna? ¡Oh, que
catástrofe, después de haber sido así ilumi-
nados por la Palabra de verdad, escuchar ha-
blar contra uno mismo la misma sentencia
terrible que excluyó a los moabitas y los amo-
nitas de la congregación del Señor! –
“No entrará amonita ni moabita en la con-
gregación del Señor; ni hasta la décima gene-
ración de ellos; no entrarán en la congregación
del Señor para siempre, por cuanto no os sa-
lieron a recibir con pan y agua al camino,
cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron
contra ti a Balaam hijo de Beor de Pethor en
Mesopotamia, para maldecirte.” Deut. 23:3, 4.
El contrato de Balaam por los moabitas lla-
ma la atención al hecho que, en el antitipo, los
que deberían estar dando la bienvenida y ben-
diciendo al pueblo de Dios estarán, en lugar de
eso, contratando con promesas de dinero y fa-
ma a siervos falsos para maldecirlos. Pero so-
mos confortados por la verdad (en tipo) que al
que Dios ha bendecido, ningún hombre pude
maldecir.
104
“Me asombra” dice la sierva del Señor, “que
teniendo delante de nosotros los ejemplos de lo
que el hombre puede ser y hacer, no nos sin-
tamos estimulados a esforzarnos para emular
más las buenas obras de los justos. Todos no
pueden ocupar una posición eminente; pero
todos pueden ocupar puestos de utilidad y
confianza, y pueden, por su fidelidad perseve-
rante, hacer mayor bien de lo que se imaginan.
Los que abrazan la verdad deben buscar una
clara comprensión de las Escrituras y un co-
nocimiento experimental de un Salvador vivo.
El intelecto debe cultivarse, la memoria debe
ponerse a contribución. Toda pereza intelec-
tual es pecado y el letargo espiritual es
muerte.” –Joyas de los Testimonios, Tomo 1,
pp. 531, 532.
“Pero deseamos que cada uno de vosotros
muestre la misma solicitud hasta el fin, para
plena certeza de la esperanza, a fin de que no
os hagáis perezosos, sino imitadores de aque-
llos que por la fe y la paciencia heredan las
promesas.” Heb. 6:11, 12.
Los que esperan que el ministro acepte el
mensaje antes que ellos, para que éstos ac-
túen sobre sus convicciones, nunca llegarán al
conocimiento de la verdad. El Espíritu de Pro-
fecía dice:
“Así como la luz y la vida de los hombres fue
rechazada por las autoridades eclesiásticas en
los días de Cristo, ha sido rechazada en toda
generación sucesiva. Vez tras vez, se ha repe-
tido la historia del retiro de Cristo a Judea.
Cuando los reformadores predicaban la
105
Palabra de Dios, no pensaban separarse de la
iglesia establecida; pero los dirigentes no qui-
sieron tolerar la luz, y los que la llevaban se
vieron obligados a buscar otra clase, que an-
helaba conocer la verdad. En nuestros días,
pocos de los que profesan seguir a los reforma-
dores están movidos por su espíritu. Pocos es-
cuchan la voz de Dios y están listos para acep-
tar la verdad en cualquier forma que se les
presente. Con frecuencia, los que siguen los
pasos de los reformadores están obligados a
apartarse de las iglesias que aman, para pro-
clamar la clara enseñanza de la palabra de
Dios. Y muchas veces los que buscan la luz se
ven obligados por la misma enseñanza a aban-
donar la iglesia de sus padres para poder obe-
decer.” –El Deseado de Todas las Gentes, p.
199.
“En aquellos días y en aquel tiempo, dice el
Señor, vendrán los hijos de Israel, ellos y los
hijos de Judá juntamente; e irán andando y
llorando, y buscarán al Señor su Dios. Pre-
guntarán por el camino de Sion, hacia donde
volverán sus rostros, diciendo: Venid, y jun-
taos al Señor con pacto eterno, que jamás se
ponga en olvido. Ovejas perdidas fueron mi
pueblo: sus pastores las hicieron errar, por los
montes las descarriaron: anduvieron de monte
en collado, y se olvidaron de sus rediles. Todos
los que las hallaban, las devoraban; y decían
sus enemigos: No pecaremos, porque ellos
106
pecaron contra el Señor morada de justicia,
contra el Señor, esperanza de sus padres.
Huid de en medio de Babilonia, y salid de la
tierra de los caldeos, y sed como los machos
cabríos delante del ganado.” Jer. 50:4-8.
“Ha llegado la hora de hacer una reforma
completa. Cuando ella principie, el espíritu de
oración animará a cada creyente, y el espíritu
de discordia y de revolución será desterrado de
la iglesia. Aquellos que no hayan vivido en co-
munión con Cristo se acercarán unos a otros.
Un miembro que trabaje en una buena direc-
ción invitará a otros miembros a unirse a él
para pedir la revelación del Espíritu Santo. No
habrá confusión, porque todos estarán en ar-
monía con el pensamiento del Espíritu. Las
barreras que separan a los creyentes serán
derribadas, y todos los siervos de Dios dirán
las mismas cosas. El Señor trabajará con sus
siervos. Todos pronunciarán de una manera
inteligente la oración que Cristo les ha ense-
ñado: ‘Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad,
como en el cielo, así también en la tierra.’ Mat.
6:10.” –Joyas de los Testimonios, Tomo 3, pp.
254, 255; Testimonios para la Iglesia, Tomo 8,
p. 262.
“El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi dies-
tra, hasta que ponga a tus enemigos por estra-
do de tus pies. El Señor enviará desde Sion la
vara de tu poder; Domina en medio de tus
enemigos. Tu pueblo se te ofrecerá voluntaria-
mente en el día de tu poder, en la hermosura

107
de la santidad: desde el seno de la aurora, tie-
nes tú el rocío de tu juventud. Juró el Señor, y
no se arrepentirá: tú eres sacerdote para siem-
pre según el orden de Melquisidec. El Señor
está a tu diestra; quebrantará a los reyes en el
día de su ira. Juzgará entre las naciones, las
llenará de cadáveres: quebrantará las cabezas
en muchas tierras. Del arroyo beberá en el
camino: Por lo cual levantará cabeza.” Sal.
110:1-7.
“Acordaos de la mujer de Lot.”
“Escapa por tu vida.”
Así se eleva la estructura de la verdad, en-
viando el mensaje que el reino será restaurado
por el antitípico profeta Elías, justo antes del
cierre de gracia, pero siendo que la tierra es
inadecuada para que los santos moren en ella
eternamente, por esto Jesús “vendrá otra vez”
y recibirá a todos los redimidos (tanto los que
son levantados de sus tumbas como los que
serán encontrados vivos en su venida –1 Tes.
4:16, 17), y los llevará a las mansiones ce-
lestiales, las cuales Él ha ido a preparar (Juan
14:3). Luego mientras los santos ascienden y
los impíos mueren, la tierra será dejada vacía
y obscura (Jer. 4:23-29) por mil años (Apoc.
20:3), después de lo cual el Señor descenderá
con los santos (Apoc. 21:1-3), purificará la
tierra con fuego (2 Ped. 3:10-13), y ¡la hará de
nuevo para morada eterna de los santos (Isa.
45:18)!
108
Por lo tanto ahora permita que su fe en la
Palabra renueve su amor en la verdad y en la
promesa de la gloria futura:
“Cantad al Señor canción nueva; porque ha
hecho maravillas; su diestra lo ha salvado, y
su santo brazo. El Señor ha hecho notoria su
salvación; a la vista de las naciones ha descu-
bierto su justicia. Se ha acordado de su mise-
ricordia y de su verdad para con la casa de
Israel; todos los términos de la tierra han visto
la salvación de nuestro Dios. Cantad alegres al
Señor, toda la tierra; levantad la voz, y aplau-
did, y cantad salmos. Cantad salmos al Señor
con arpa; con arpa y voz de cántico. Aclamad
con trompetas y sonidos de bocina delante del
rey el Señor. Brame el mar y su plenitud; el
mundo y los que en él habitan; los ríos batan
las manos; los montes todos hagan regocijo,
delante del Señor; porque vino a juzgar la tie-
rra; juzgará al mundo con justicia, y a los pue-
blos con rectitud.” Sal. 98:1-9.
¡Oh que escenas de gloria futura! ¡Quién se
las perderá! Hermano, hermana, usted tiene
que estar allí. Cualquier cosa que usted pierda
aquí, esté determinado a asegurarse un hogar
allí. “. . . Será una eternidad de felicidad, una
eternidad bendecida que va desplegando nue-
vas maravillas conforme van corriendo los si-
glos sin fin.” –Testimonios para la Iglesia, To-
mo 8, p. 143.
109
He aquí “. . . el río cristalino y los campos
verdes, los ondeantes árboles y las fuentes vi-
vas, la resplandeciente ciudad y los cantores
de ropas blancas de nuestra patria celestial, –
el mundo de belleza que ningún artista puede
pintar, que ninguna lengua mortal puede des-
cribir. ‘Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni
han subido en corazón de hombre, son las que
Dios ha preparado para aquellos que le aman.’
” 1 Cor. 2:9.

“Morar para siempre en este hogar de los


bienaventurados, llevar en el alma, el cuerpo y
el espíritu, no los obscuros estigmas del peca-
do y de la maldición, sino la perfecta semejan-
za de nuestro Creador, y a través de los siglos
sin fin progresar en sabiduría, conocimiento y
santidad, explorando siempre nuevos campos
del pensamiento, hallando siempre nuevos
prodigios y nuevas glorias, creciendo siempre
en capacidad de conocer, disfrutar y amar, sa-
biendo que quedan todavía delante de noso-
tros gozo, amor y sabiduría infinitos, –tal es el
tiempo hacia el cual se dirige la esperanza del
cristiano. . .” –Consejos para los Maestros, pp.
53, 54.

[Los corchetes son nuestros]

110
ÍNDICE BÍBLICO
GÉNESIS: 11:11 ........................... 10, 65
15:13-16 ..........................103 11:12 ................................. 10
19:1..................................100 11:13 ................................. 11
19:16, 24, 25....................101 11:16 ................................. 74
49:10..................................43 14:20 ................................. 90
Éxodo: 16:1 ................................... 94
12:3-6 ................................28 16:2 ............................. 94, 95
19:8....................................78 16:3 ............................. 94, 97
20:1-17 ..............................79 16:4 ............................. 94, 96
NÚMEROS: 16:5 ............................. 94, 97
9:11....................................28 25:3, 4 ............................... 97
DEUTERONOMIO: 25:7-10 .............................. 67
2:9, 19..............................100 27:12 ................................. 10
23:3, 4..............................104 28:16-23 ...................... 42, 43
28:1-9 ................................78 29:23 ................................. 90
Jueces: 30:25 ................................. 60
11:16-18 ..........................103 30:27,28 ............................ 90
18:9....................................93 32:1, 3 ............................... 43
RUT: 32:2 ................................... 96
4:13-22 ..............................93 32:8 ................................... 90
1 SAMUEL: 33:13-19 ......................... 9,91
8:5 .....................................49 33:24 ................................. 67
8:7 ...............................48, 49 35:3-10 .............................. 92
17:8-11 ..............................57 40:10 ................................. 44
17:32, 40, 49-51.57, 58 41:2, 3, 25 ......................... 61
22:2....................................55 45:18 ............................... 108
23:3, 4................................55 49:1-6 ................................ 86
36:7-12 ..............................55 49:7-14 ........................ 86, 87
31:4....................................48 49:15-1 ........................ 87, 88
31:6....................................55 49:18-26 ...................... 88, 89
1 REYES: 52:1 ................................... 92
11:11, 12............................11 52:1-15 ........................ 75, 76
12:19, 27............................11 55:4-6 ................................ 61
18:40..................................61 60:11 ................................. 20
2 REYES: 60:12 ................................. 64
60:13 ................................. 47
17:6......................................8
60:14 ................................. 20
1 CRÓNICAS:
62:1-3 .................................. 3
17:11-13 ............................62
62:12 ................................. 26
22:6-8 ................................61 63:1-4 ................................ 23
2 CRÓNICAS: 66:16 ................................. 74
20:15,19, 24-30 .................20 66:19, 20 ..................... 17, 86
30:3....................................28 JEREMÍAS:
30:13..................................28 3:1-4, 12-16....................... 39
SALMOS: 3:17 ............................. 39, 48
36 ......................................97 3:18 ................................... 39
63:7....................................97 4:23-29 ............................ 108
87:4-6 ..................................9 30:3, 2 ............................... 80
91:15................................100 30:3 ................................... 61
108:1-5 ..............................68 30:8 ................................... 80
110...........................107, 108 30:9 .............................. 61,80
PROVERBIOS: 31:23 ................................. 81
29:2....................................62 31:31-34 ............................ 77
ISAÍAS: 31:34 ................................. 79
2:2-4 ..................................19 31:35-37 ............................ 82
4:3 ...............................25, 74 50:4-8 ...................... 106, 107
4:4 ...............................25, 81 51:18 ................................. 23
4:4, 6............................26, 74 51:20-23 ............................ 58
9:6-8 ..................................44 EZEQUIEL:
11:1-5 ................................44 9 .................................. 24, 88
11:2-5 ................................46 9:4 ..................................... 74
11:6-9 ................................65 9:6 ..................................... 24
11:10..................................64 11:3 ................................... 53

111
ÍNDICE BÍBLICO (Continuación)
11:11..................................54 JUAN:
34:23, 24............................19 2:15, 16 ............................. 28
34:23-25 ............................47 12:26 ............................... 100
36:23-33,36 ..................26,27 14:3 ................................. 108
37:17..................................11 18:36 ................................. 73
37:16-25 .......................14-16 HECHOS:
37:26-28 ............................17 1:15 ..................................... 9
DANIEL: 2:1 ..................................... 32
2:44..............................17, 63 2:2 ..................................... 32
2:45....................................63 2:41 ..................................... 9
4:20-22 ..............................24 2:47 ..................................... 9
7:9, 10..................................6 13:46 ................................... 9
7:11......................................6 ROMANOS:
7:13......................................6 8:19-23 .............................. 67
7:18....................................59 9:24-26 .............................. 12
9:26, 27................................9
11 .................................82-85
12:1..............................22, 23
OSEAS: 1 CORINTIOS:
1:10....................................12 10:11 ............................... 101
1:11..............................13, 43 Gálatas:
2:18....................................66 3:29 ..................................... 8
3:4, 4..................................13 EFESIOS:
3:5 .....................................43 5:27 ................................... 47
JOEL: 1 TESALONICENSES:
2:2 .....................................60 4:16, 17 ........................... 108
2:32....................................64 HEBREOS:
3:1, 2..................................38 6:11, 12 ........................... 105
3:9-12 ................................20 11:8, 9 ............................... 99
ABDÍAS: 11:25 ................................... 8
1:17-21 ..............................64 1 PEDRO:
NAHUM: 4:7 .................................... .73
1:15....................................54 2 PEDRO:
ZACARÍAS: 3:10-13 ............................ 108
2:5, 11................................81 APOCALIPSIS:
3:9 .....................................63 1:1 ....................................... 3
10:6-12 ........................68, 69 2:26, 27 ............................. 64
12:13......................20, 31, 59 4:1 ....................................... 5
12:8........................18, 58, 59 4:2 ....................................... 6
12:8, 9..........................31, 61 4:3, 4 ................................... 5
13:1....................................18 4:5 ....................................... 5
14:20, 21............................31 4:6 ....................................... 5
MALAQUÍAS: 5:1, 11 ................................. 6
3:1-18 ...........................40-42 5:8, 11, 12 ........................... 5
4:5 .....................................60 6:15-17 .............................. 60
4:5, 6..................................40 7: ....................................... 24
MATEO: 7:1-3 ...................... 22, 23, 28
1:17....................................10
7:4 ..................................... 11
3:30....................................92
3:31, 32..............................12 7:4-9 .................................. 28
13:47, 48............................92 7: ................................. 17, 88
13:48, 49............................88 12:17 ................................. 21
13:49..................................29 13:11 ................................. 24
21:12, 13............................28 13:15-17 ............................ 22
21:15..................................46 13:17, 15 ........................... 58
24:7....................................22 14:1 ............................... 7, 63
25:15-30 ............................29 14:1-3 .................................. 4
LUCAS: 14:5 ................................... 18
3:23-38 ..............................10 17:16 ................................. 60
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