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Este documento presenta un curso de geografía dictado por el Dr. Jorge Pickenhayn. El curso examinará los valores de la geografía en el contexto de la cultura, el desarrollo del pensamiento geográfico, conceptos como espacio y región, la relación entre geografía e historia, y aplicaciones de la teoría geográfica. El curso se desarrollará a lo largo de dos días con clases teóricas y actividades prácticas para los alumnos. Al finalizar el ciclo teórico se realizarán
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Este documento presenta un curso de geografía dictado por el Dr. Jorge Pickenhayn. El curso examinará los valores de la geografía en el contexto de la cultura, el desarrollo del pensamiento geográfico, conceptos como espacio y región, la relación entre geografía e historia, y aplicaciones de la teoría geográfica. El curso se desarrollará a lo largo de dos días con clases teóricas y actividades prácticas para los alumnos. Al finalizar el ciclo teórico se realizarán
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INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE

CONTINUA
SAN LUIS

CURSO DE GEOGRAFÍA.

CUADERNO DE ACTIVIDADES

DR. JORGE PICKENHAYN


AGOSTO DE 2007
picken@infovia.com.ar
Página 2 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Desarrollo del Curso “Geografía”


Dr. Jorge Pickenhayn
Objetivos:
1. Examinar los valores de la geografía en el contexto de la cultura.
2. Conocer los planteos epistemológicos surgidos como consecuencia de la evolución
del pensamiento geográfico.
3. Aplicar las nociones de espacio y región que aporta la geografía.
4. Vincular la geografía con la historia con criterio social integrador
5. Desarrollar capacidades para la aplicación de los elementos fundamentales de la
teoría geográfica
 En la caracterización de un territorio
 En la evolución del pensamiento regional en Argentina.
 En la práctica investigativa
Despliegue:
Día 10 de agosto
Tarde: 16 a 20
 La geografía en el contexto de la Cultura
 Concepto de geografía: del saber a la ciencia.
 De lo natural a lo social.
 De lo nomotético a lo idiográfico.
 El pensamiento geográfico.
 De la Antigüedad a la geografía científica.
 El desarrollo de la teoría geográfica.
 Las corrientes actuales.
Día 11 de agosto
Mañana: 9 a 13
 Espacio geográfico
 Espacio euclidiano.
 Espacio gestáltico.
 Paisaje, territorio y ambiente.
 Región
 Concepto.
 Tipos de región.
 Metodología.
Tarde: 16 a 19
 Tiempo y Geografía
 Geografía e Historia.
 Criterios para enlazar tiempo y espacio.
 Geografía Histórica.
 Aplicaciones de la teoría. (Organización de trabajos de los alumnos)
 Caracterización geográfica del territorio local.
 Regionalizaciones en Argentina.
 La geografía y los problemas ambientales del presente.
 Estudio de un problema específico.

Las actividades de evaluación se desarrollarán al culminar el ciclo teórico


Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 3

AAVV
El concepto de geografía.

Son muchos los autores que aportaron su experiencia para definir la geografía. Entre
estos criterios seleccionamos algunos de especial interés:
"La geografía tiene como finalidad proporcionar una descripción viable, ordenada y racional del
carácter variable de la superficie de la Tierra"
R. Hartshorne, “Perspectives on the Nature of Geography” (Murray, Londres, 1959), p 21.

"El objetivo de la geografía es nada menos que la comprensión del sistema inmenso de interacción, que
comprende a toda la humanidad y a su medio ambiente natural sobre la superficie de la Tierra"
E. A. Ackerman, Annals of the Association of American Geographers 53 (1963), p 435.

"La geografía tiene por objetivo proporcionar al hombre una descripción ordenada de su mundo. Sin
embargo, actualmente se refuerza el papel de la geografía como un estudio de la organización espacial,
expresada como modelos y procesos''
E J Taaffe, Ed , “Geography” (Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N J , 1970), p. l

"La geografía... es una ciencia interesada por el desarrollo racional y por la comprobación de teorías
que expliquen y predigan la distribución espacial y localización de diversas características en el estudio
de la superficie de la Tierra"
M Yeates. “Introduction to Cuantitative Analysis in Economic Geography” (Prentice-Hall, Englewood
Cliffs. N.J. 1968) p. 1

"La Geografía [...] articula su enfoque holístico de la realidad en torno a un concepto clave: el de lugar.
Centro de significados, condición de la propia experiencia, foco de vinculación emocional para los seres
humanos, contexto para nuestras acciones y fuente de nuestra identidad, el concepto de lugar se opone al
geometrizado espacio abstracto del neopositivismo y, a diferencia de este, está lleno de significados y
valores, que son inseparables de la experiencia de quienes lo habitan, de sus pensamientos y
sentimientos"
Tuan, Yi Fu “Geografía Humanística”, Annals of the Association of American Geographers, 1976.

"La geografía trata de la descripción y explicación de áreas diferenciadas en la superficie terrestre"


Harvey, David "Explanation in Geography", Londres, Arnolds, 1969, p. 21.

"La geografía es una ciencia humanística que al estudiar qué hace hoy el hombre en la superficie
terrestre coadyuva en la elaboración de una respuesta a la eterna pregunta sobre qué es el hombre."
Rey Balmaceda, Raúl "Teoría de la Geografía. Una aproximación", Buenos Aires, GÆA, 1991, p. 29.

"La geografía como ciencia ha de ser aquella que entre en conocimiento de sus propiedades espaciales e
indague las regularidades de las mismas para llegar a la investigación causal y de las leyes del espacio
terrestre adyacente a su superficie."
Hernández, Luis Ignacio, Universidad Autónoma de México, 1983, p. VI.

"Se pretende construir el estatuto de la geografía [considerándola] una bisagra entre el conocimiento de
los hechos físicos, es decir, 'la naturaleza' y el de los hechos humanos. De cualquier manera que los
geógrafos hayan caracterizado a la geografía, ‘ciencia de los paisajes', ‘ciencia de los medios naturales
para una ecología de la especie humana', 'ciencia de las formas de la diferenciación espacial', 'ciencia
del espacio' o 'geoanálisis' se advierte el deseo de estudiar las interacciones entre los hechos humanos
(que estudian específicamente las ciencias humanas, sociales o económicas) y los datos naturales (que
pertenecen a las ciencias de la materia y de la vida)."
Lacoste Yves, "La Geografía”, en “La Filosofía de las Ciencias Sociales", Madrid, Espasa Calpe, 1982,
p. 221.

Como pudo observarse en esta revista somera, existe un espectro muy amplio dentro del
cual puede encuadrarse a la geografía. Y es que, como ha dicho un autor reciente,
"...tradicionalmente, los geógrafos han emprendido investigaciones muy dispares,
desde la reconstrucción del medio ambiente cuaternario, pasando por modelos de los
procesos de erosión y sistemas de asentamiento, hasta interpretaciones de las novelas
del siglo XIX. En realidad, uno de los atractivos de la geografía es que proporciona un
foro institucional donde tienen cabida intereses y enfoques investigadores muy diversos.
Una aportación de la geografía crítica sería centrar particularmente la atención en las
contradicciones y desigualdades dentro de las sociedades, con objeto de suministrar
Página 4 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

conocimientos que permitiesen resolverlas." Unwin, Tim "El lugar de la geografía",


Madrid, Cátedra, 1995, p. 287.

A efectos de seguir un criterio homogéneo, nos valdremos de la definición que sirviera


de base a nuestro libro “Epistemología y geografía” [Buenos Aires, Plus Ultra, 1994], y
que ya se esbozara en una obra publicada hace más de diez años [Pickenhayn, Jorge A.
“Nueva didáctica de la geografía”, Buenos Aires, Plus Ultra, 1987, pp. 21 y 22] :

Geografía es la ciencia del paisaje. Estudia al hombre sobre la Tierra. Su campo de


acción es el espacio, como ámbito modelado por las relaciones entre la sociedad y el
entorno en el que se proyecta. Se expresa a través de la síntesis y explica las causas que
justifican la localización de los diversos hechos y problemas del presente en el territorio.
Opera con fenómenos concretos y dinámicos, que son los que definen la problemática
de la diferenciación areal. Exige, finalmente, un compromiso voluntario por parte del
investigador, al brindarle los instrumentos adecuados para producir cambios en el
ambiente, con el propósito de ordenarlo.

Como punto de partida para un análisis crítico nos valemos de una descomposición
detallada de los temas planteados en el enunciado. La geografía, de este modo :

 trata acerca del paisaje ;


 es una ciencia ;
 pertenece esencialmente a la esfera de las humanidades ;
 se ocupa de las localizaciones en el espacio ;
 estudia las relaciones entre la sociedad y el entorno ;
 explica, a través de la síntesis ;
 interpreta fenómenos dinámicos, aún cuando su ubicación temporal corresponda al
presente ;
 es totalizante u holística ;
 encara la problemática de la geodiversidad ;
 es monística, indivisible , y
 es aplicable a la ordenación del territorio.

Llevados al marco de la docencia, cada uno de los puntos presentados puede ser tema de
discusión y reformularse o salir del conjunto dinámico que esta definición plantea. Este
modo de llevar el concepto de geografía hacia el alumno, permite desarrollar
adecuadamente el espíritu crítico y, simultáneamente, mantener actualizadas las ideas.

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Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 5

Ackerman, Edward
“Las fronteras de la investigación geográfica”
El progreso de la "ciencia como un todo" viene definido en cualquier momento por un
número relativamente pequeño de temas
que han alcanzado un punto álgido de Ackerman, Edward (1986) “Las
desarrollo. Estos puntos álgidos dan base fronteras de la investigación
para que el resto de las disciplinas tiendan geográfica”, Universidad de
a abrirse nuevos campos. Esto hace que la Barcelona, Geo-Crítica 3, pp. 8 a
intercomunicación entre las ciencias sea 10 y 23 a 24, mayo de 1976.
tan importante, y aún más la buena
elección de aquellas con quienes nos comunicamos. Parafraseando una antigua
observación podemos pensar que cada científico se halla sobre los hombros de un
gigante si bien hemos de tratar de que la selección de ese gigante sea la más adecuada,
siendo esto tan importante como el encumbramiento. En el periodo entre 1910 y 1940 la
física y las disciplinas matemáticas se dieron como ejemplos de gigantes. La química
alcanzó menos dimensión en esta comparación, seguida de la biología y la geología. La
comparación entre las ciencias sociales es más difícil siendo la antropología, la
psicología y las ciencias económicas las que merecen alguna distinción a tenor de los
resultados obtenidos en el periodo anterior a la segunda guerra mundial. Sin embargo,
las diferencias entre los subgrupos dentro de un campo de investigación eran en la
mayoría de los casos tan pronunciados como eran entre los grandes campos de la
ciencia.

Lugar de la geografía en el desarrollo científico de vanguardia.

Naturalmente, estamos interesados por el lugar que ocupó la geografía en este frente de
desarrollo científico. No hay razón ninguna para no ser sincero. Estoy seguro que casi
todos estarían de acuerdo en que nuestras contribuciones han sido hasta ahora modestas.
No hemos alcanzado puntos sobresalientes ni hemos estado, hasta hace poco, asociados
con los que se encontraban en vanguardia. Las razones son fáciles de hallar. En el
primer periodo de estos cincuenta años, en las dos primeras décadas y a principios de la
tercera, nuestras asociaciones más estrechas eran con la historia y la geología. Los
estudios geológicos de este periodo y de los años 1930 no se integraban en la ciencia de
vanguardia. La historia y las relaciones con la geología no corrigieron la predisposición
de nuestros investigadores de los años diez y principios de los veinte a la simplicidad
decepcionante del determinismo geográfico. Esta quizás fuese una de las últimas
manifestaciones de la visión newtoniana del mundo.

Al comenzar a decaer el determinismo y aparecer esporádicamente en Estados Unidos


departamentos independientes de geografía, ésta se vio asociada con las ciencias
sociales del periodo. El "posibilismo" en la relación hombre-tierra tomó el lugar del
determinismo. A causa de las limitaciones de las ciencias sociales y de la historia en
aquel momento, dichas asociaciones fueron una fuente de inspiración escasamente más
productiva que la geología. Fue sólo mucho más tarde, exactamente a principios dé los
años 1950, cuando la asociación con las ciencias sociales dio sus frutos más brillantes
para la geografía. Ello procedió de los métodos derivados de la estadística matemática,
Página 6 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

aplicados primero a la biometría, antropometría y econometría. Su total aplicación aún


no ha tenido lugar.

Independencia y separación de la geografía.

Mi interés profesional por la geografía comenzó en el momento en que los viejos lazos
con la geología estaban casi rotos. Los intentos para iniciar un sólido avance en el
campo de las ciencias sociales iban por buen camino.[Cfr. Blaut. J. M.: Objective and
Relationship, "The Professional Geographer", vol.14, 1962, págs, 1-7. " En este aspecto
nos comportamos como las ciencias sociales: nuestra debilidad filosófica, como la
suya, tenía sus raíces en problemas no resueltos. Sus problemas se referían a valores,
causas y conjuntos sociales. Nuestro problema, tanto ahora como entonces, se refería a
la naturaleza de nuestro objeto"]. Los geógrafos que tomaron la dirección de las
ciencias sociales hicieron una lúcida elección aunque las dificultades con las que nos
encontrábamos eran enormes considerando los métodos a nuestra disposición. Ante
estas dificultades era de esperar que nos volviésemos en cierto modo introspectivos.
Intentamos construir una plataforma, como fuera, a partir de nuestros propios
materiales, y anclarnos nosotros mismos [El trabajo de Carl Sauer y "Escuela de
California" que colaboraban con la antropología cultural fue una excepción]. Esta
búsqueda de una identidad profesional la hallamos, natural mente, en otros períodos de
la historia de la geografía. Se remonta a los geógrafos alemanes del siglo XIX. Alfred
Hettner y otros en Alemania emprendieron estudios decisivos desde principios de 1900.
Pero la serie de estudios metodológicos que se iniciaron en Estados Unidos en 1923 con
la obra de Harlan Barrows Geography as Human Ecology [Barrows, Harlan H.:
Geography as Human Ecology, en "Annals of the Association Geographers", vol. 13,
1923, págs. l-14] y que continuaron durante casi cuarenta años, debe figurar sin duda
como uno de los esfuerzos más intensivos realizados con este fin.

Nuestra búsqueda de una identidad profesional condujo a una independencia intelectual


y, eventualmente, a un grado de aislamiento contra el cual han reaccionado hoy un
cierto número de geógrafos de la generación más joven. En nuestro deseo de hallar un
camino sólido, una imagen significativa de nosotros mismos, muchos de nosotros
tendimos a separarnos de las otras ciencias. Mantengamos principalmente
comunicaciones ínterdisciplinarias con otras ciencias que también tenían problemas de
aislamiento, como la antropología cultural y la geomorfología. En efecto, algunos
geógrafos tomaron a la geografía como un fin en si mismo en vez de consideraría, en un
contexto más amplio, como una contribución a una meta científica superior. Quizás sea
este el sino de muchas especializaciones.

La insistencia en la idea de independencia y separación durante los años 1930 y 1940


podrá parecerles quizás a algunos una declaración sorprendentemente contradictoria.
¿Acaso no reconoció la misma geografía su relación con las ciencias físicas y las
ciencias sociales? ¿ No trabaja la geografía constantemente con los datos acumulados
por los esfuerzos de otras disciplinas? ¿Acaso no se preocupó la geografía incluso por
los métodos de investigación análogos de otras disciplinas? La Geography as Human
Ecology de Barrows, y la Morpho/ogy oí Landscape de Sauer [Sauer, Carl O.: The
Morphology of Landscape, University of California Publications in Geography. vol. 2
(1925), págs. 19-53], son una prueba de ello. Pero debo hacer constar que ambas
declaraciones tuvieron lugar a mediados de los años veinte y que, luego, durante al
menos 25 años, reinó una atmósfera de separatismo y de independencia [La
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 7

preocupación por conseguir un departamento independiente nos ejemplifica dicha


atmósfera en la época. De nuevo el interés del Grupo de California en la antropología
cultural puede citarse como una excepción]. Además, la morfología, en cuanto analogía
metodológica, no era una elección acertada y, la idea de Barrows sobre la ecología no
fue nunca seguida seriamente por sus colegas. Para la ciencia, en su sentido amplio, la
morfología se estaba ya convirtiendo en un concepto en cierto modo estéril cuando
nosotros la tomamos en consideración, y, los métodos analíticos de los años 1920 y
1930 no eran aún equivalentes a los problemas multivariados de la ecología [Barrows
tuvo una buena idea al insistir en las "relaciones de lugar", pero su concepto de la
geografía como ecología humana abrió paso a un campo demasiado ambicioso. Ni los
métodos cualitativos ni los cuantitativos de la época ofrecían una suficiente solidez
como para explotar el concepto ecológico. Al menos visto retrospectivamente el
concepto ecológico de la época de Barrows resulta incompleto (Por ejemplo, la
adaptación de un organismo al medio ambiente). Se ha reemplazado hoy por el concepto
unitario, mucho más importante, del ecosistema, en el cual el organismo y el medio
ambiente son una entidad en interacción]. El concepto de "diferenciación espacial" fue
el que vino a constituirse en preeminente entre nosotros, concepto que derivaba de
Hettner y que fue introducido en los E.E. U.U. por Sauer [Op. cit. p. 20]. Este concepto
favoreció (aunque no lo exigiera lógicamente) un objeto de investigación independiente
del de las otras ciencias. Lo mismo puede decirse de otro concepto importante en este
campo: el de una organización funcional espacial, introducida por Platt [Véase Platt, R.
S., Fieldstudy in American Geography, University of Chicago, Departement of
Geography, Research Paper 61, Chicago (1959), especialmente págs. 302-51]. Por otro
lado, el trabajo de Sauer y de sus discípulos halló un campo común con la antropología
cultural, pero ésta fue también, en cierto modo, una ciencia aislada hasta los años 1940.

En nuestro deseo de hacer viable nuestra declaración de independencia descuidamos


mantener una visión global del desarrollo científico. Actuamos como si sólo creyésemos
en las más amplias generalidades sobre la universalidad del método científico. En
efecto, olvidamos valorar con continuidad la corriente de cambio más profunda de
nuestros tiempos. Olvidamos un axioma: el curso de la ciencia en su conjunto determina
el progreso de sus partes, en mayor o menor grado.[...]

Conclusión

Nos aparecen cuatro puntos generales que podrían ayudar a colocar nuestra ciencia en la
frontera de la investigación. l) Continuar fortaleciendo los métodos cuantitativos,
intentando a la vez efectuar enfoques analíticos rigurosos en nuestra teoría y hábitos de
construir hipótesis. 2) Reconocer como nuestro problema clave el sistema planetario
hombre-medio geográfico. Podemos buscar cuestiones significativas de investigación en
el estudio de subsistemas a distintos niveles, relacionados con nuestros análisis de
distribución espacial. 3) Elegir nuestros problemas de investigación a la luz del
desarrollo de las ciencias del comportamiento, y con atención a los estudios sistémicos
realizados en las ciencias vecinas de la tierra. Finalmente, 4) complementar nuestra
fuerte tendencia a realizar estudios sobre las determinaciones económicas y sobre la
morfología por otros enfoques. El creciente interés por la geografía cultural es saludable
pero podríamos diversificarnos más aún. Llamo particularmente la atención sobre el
interés de la geografía política dentro del marco de los sistemas: trata de regiones que
tienen un verdadero significado funcional en el gran sistema hombre-tierra.
Página 8 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Buscar y permanecer en las fronteras de la investigación es una tarea difícil. Hoy está
claro que en esta época de especialización, los conocimientos especiales y los conceptos
especializados no son suficientes para mantener una ciencia en esta frontera. El sentido
del problema clave es esencial, así como lo es una visión de al menos una parte del
espectro de toda la ciencia. Esto no significa que los [ogros futuros serán todos
realizados por aquellos que posean una profunda y rigurosa formación matemática. Para
aquellos de nosotros no tan dotados es reconfortante recordar que A. A. Michelson, el
primer norteamericano que ganó el Premio Nobel, estaba escasamente preparado en
matemáticas, como él mismo declaraba. Pero tenía en cambio un sentido
extremadamente agudo para fijar el problema clave en su campo, pasión por la exactitud
y especial atención a las contribuciones de las disciplinas vecinas. Hay un lugar
importante para una visión comprensiva, pero debe ser una visión basada en algo más
que en cursos universitarios de graduación y Licenciatura. Creo que se acerca el tiempo
en que la enseñanza de postgraduados y el grado doctoral será el precio para situarse en
la frontera de la investigación. En nuestros planes para una acción futura profesional y
en nuestro consejo a los estudiantes de Geografía debemos pensar acerca de estos temas
antes de que sea demasiado tarde. Si no lo hacemos, otros usurparán nuestro campo, ya
que esto es la ley de la ciencia. Si lo hacemos quizás podamos aproximarnos a justificar
las palabras de Charles Darwin, "...este gran tema, esta pieza clave de las leyes de la
creación, La Distribución Geográfica" [Darwin, Ch. Carta a Hooker, Hoseph Dalton
(1845)].

**********
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 9

Hartshorne, Richard
“La geografía y las disciplinas sistemáticas”

Our examination of the great variety of different ideas that have been suggested for
geography has repeatedly led us
into sidetracks that proved to be Geography. Lancaster, Pennsilvania,
blind alleys or routes leading Association of American Geographers.
outside of geography. No doubt Chapter 12: Conclusion of the Nature of
also we have lingered at other Geography.
points along the way to investigate http://www.colorado.edu/geography/giw/harts
in detail certain important horne-r/1939_ng/1939_ng_ch12_body.html
problems within the field. It may
be well therefore to summarize
briefly the positive conclusions to which we have arrived concerning the nature of
geography.

In its historical development geography has occupied a logically defensible position


among the sciences as one of the chorographical studies, which, like the historical
studies, attempt to consider not particular kinds of objects and phenomena in reality but
actual sections of reality; which attempt to analyze and synthesize not processes of
phenomena, but the associations of phenomena as related in sections of reality.

Whereas the historical studies consider temporal sections of reality, the chorographical
studies consider spatial sections; geography, in particular, studies the spatial sections
of the earth's surface, of the world. Geography is therefore true to its name; it studies
the world, seeking to describe, and to interpret, the differences among its different
parts, as seen at any one time, commonly the present time. This field it shares with no
other branch of science; rather it brings together in this field parts of many other
sciences. These parts, however, it does not merely add together in some convenient
organization. The heterogeneous phenomena which these other sciences study by
classes are not merely mixed together in terms of physical juxtaposition in the earth
surface, but are causally interrelated in complex areal combinations. Geography must
integrate the materials that other sciences study separately, in terms of the actual
integrations which the heterogeneous phenomena form in different parts of the world.
As Humboldt most effectively established, in practice as well as in theory, though any
phenomenon studied in geography may at the same time be an object of study in some
systematic field, geography is not an agglomeration of pieces of the systematic
sciences: it integrates these phenomena according to its distinctive chorographic point
of view.

Since geography cuts a section through all the systematic sciences, there is an intimate
and mutual relation between it and each of those fields. On the one hand, geography
takes from the systematic sciences all knowledge that it can effectively utilize in making
its descriptions of phenomena and interpretations of their interrelations as accurate and
certain as possible. This borrowed knowledge may include generic concepts or type
classifications, developed in the systematic sciences; but, where these are found
Página 10 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

unsuitable for geographic purposes, geography must develop its own generic concepts
and systems of classification.

Hartshorne, Richard. 1939. La naturaleza de la geografía . Lancaster, Pennsilvania,


Asociación de Geógrafos Americanos. Traducción Pickenhayn.

Un examen de la gran variedad y diversidad de ideas que se han sugerido para la


geografía nos condujo en muchas ocasiones hacia atajos que demostraron ser callejones
sin salida que conducen fuera de la geografía. Por otro lado también nos hemos
rezagado en el tránsito de caminos capaces de mostrar la manera precisa de investigar
algunos problemas importantes dentro de su campo. Es razonable por lo tanto resumir
brevemente las conclusiones positivas a las cuales hemos llegado en todo aquello que
concierne a la naturaleza de la geografía.

En su desarrollo histórico la geografía ha ocupado una posición fácilmente


individualizable entre las ciencias, como responsable de los estudios corográficos que,
como los de naturaleza histórica, se ocupan de considerar no clases particulares de
objetos y de fenómenos en realidad sino secciones concretas de esa realidad en una
tentativa por analizar y sintetizar no tanto los procesos de fenómenos como las
asociaciones de esos fenómenos según lo que se manifiesta en las secciones antedichas.

Mientras que los estudios históricos consideran secciones temporales de la realidad, los
estudios corológicos consideran secciones espaciales; la geografía, en detalle, estudia
las secciones espaciales de la superficie de la Tierra, del mundo. La geografía, en honor
a su nombre, estudia el mundo, intentando describir e interpretar las diferencias entre
sus diversas piezas en cualquier una época, aunque más específicamente en el presente.
Este campo que no comparte con otras ramas de la ciencia, reúne sin embargo algunas
piezas de muchas otras ciencias. No se limita a realizar esta conjunción siguiendo
apenas una cierta organización conveniente. Los fenómenos heterogéneos que otras
ciencias estudian por clases no se mezclan simplemente como una yuxtaposición física
en la superficie de la Tierra, sino que se correlacionan siguiendo principios causales en
combinaciones areales complejas. La geografía debe integrar los materiales que otras
ciencias estudian por separado, tomando en cuenta las integraciones concretas que los
fenómenos heterogéneos forman en diversas partes del planeta. Ya Humboldt estableció
esta noción con eficacia, en la práctica así como en teoría. Sin embargo, cualquier
fenómeno estudiado por la geografía puede, en un contexto diferente, ser un objeto de
estudio para otros campos sistemáticos. La geografía no es una aglomeración de
pedazos de las ciencias sistemáticas: integra estos fenómenos según su punto de vista
corológico distintivo.

Puesto que la geografía corta una sección con todas las ciencias sistemáticas, hay una
relación íntima y mutua entre ella y cada uno de esos campos. Por una parte, la
geografía toma de las ciencias sistemáticas todo el conocimiento que puede utilizar con
eficacia en la elaboración de sus descripciones de fenómenos y de interpretaciones de
interrelaciones, tan exactas y seguras como sea posible. Este conocimiento prestado
puede incluir conceptos genéricos o recurrir a clasificaciones, tal como se desarrollan en
las ciencias sistemáticas; pero, allí donde éstos se hacen inadecuados para los propósitos
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 11

geográficos, debe desarrollar sus propios conceptos y sistemas genéricos de la


clasificación.

**********

Harvey, David
“Espacio: de Kant a Bunge”
Una de las conclusiones principales del trabajo de Hartshorne (1939), The Nature of
Geography («La naturaleza de la geografía»), fue que el fin específico de la geografía
como ciencia podía definirse gracias a los
conceptos espaciales. Afirmaba que la labor Harvey, David (1983) “Espacio: de
del geógrafo era describir y analizar la Kant a Bunge”. En Teorías, leyes y
interacción y la integración de los modelos en geografía, Madrid,
fenómenos en términos espaciales. La Alianza Universidad, Textos N° 60.
concepción del espacio como un concepto
organizador básica en geografía puede
encontrarse ya en Kant y Humboldt, hasta
llegar a la más clara reformulación de la
idea a cargo de Hettner a comienzos del siglo XX, Así, Hartshorne (1939, 1958)
empieza clasificando a la geografía entre las ciencias según los principios kantianos. Por
lo tanto, empezaremos por presentar la filosofía del espacio de Kant.

Según Jammer (1954, 130), el concepto inicial del espacio de Kant era un concepto
relativo, a tenor del cual, el espacio consistiría en un sistema de relaciones entre
sustancias y «por lo tanto la magnitud espacial es sólo una medida de la intensidad de
las fuerzas que ejerce la sustancia». En 1763 nos encontramos con que Kant había
adoptado completamente la noción newtoniana del espacio absoluto, en la que el
espacio tiene existencia propia independiente de toda materia. Hacia 1770 Kant había
formulado su concepción del espacio «trascendental idealista», en la que el espacio es
considerado como una ficción conceptual. El espacio no es una cosa o un fenómeno. Es
«una especie de marco para las cosas y los hechos; algo parecido a un sistema de
casilleros o de archivo, para las observaciones» (Popper, 1965, 179). La geometría
podría considerarse como un conocimiento sintético a priori (pág., 182). Dada esta
filosofía del espacio, Kant pudo clasificar la geografía en relación a las otras ciencias y
esto es lo que, según Hartshorne, Kant hizo en primer lugar en 1775 (1939, 3; 1958, 98).

Ya vimos la concepción kantiana de la geografía (pág. 89-93 ), pero resumiendo


brevemente, Kant afirmaba que la geografía y la historia eran fundamentalmente
diferentes de otras disciplinas. La geografía constituía así el estudio de todos los
fenómenos organizados en torno a la dimensión espacio; la historia constituía el estudio
de todos los fenómenos organizados en torno a la dimensión tiempo, y ambas
disciplinas juntas llenaban «la esfera entera de nuestras percepciones» (Hartshorne,
1939, 135.)

El punto primero y más importante que cabe señalar acerca de esta definición kantiana
es que postula un espacio absoluto. El «sistema de archivo» de Kant o el enfoque de
«marco de referencia abstracto» del espacio es un concepto clave para comprender la
Página 12 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

definición kantiana de la geografía. Gran parte de la filosofía de la geografía proviene


de una concepción del espacio en tanto que «contenedor» que está particularmente
asociada a los conceptos de Newton y Kant. Y, sin embargo, no se ha examinado
despacio cómo se justifica este concepto en geografía ni se han determinado todas las
implicaciones del concepto. Hettner y Hartshorne consideran entonces el espacio
geográfico como esencialmente absoluto. Este constituye uno de los supuestos básicos
que no aparece sobre el papel en sus trabajos sobre la filosofía de la geografía. Los
extractos de Hartshorne (1939) que presentamos a continuación permiten demostrar la
prevalencia de esta concepción del espacio e indicar algunas de las implicaciones:

"La totalidad de la realidad puede dividirse en parcelas recurriendo, ya sea al espacio o


al tiempo... El examen de las parcelas de realidad con respecto al espacio constituye el
enfoque cronológico, que representan la astronomía y la geografía (p. 371)."

"El área en sí misma no es un fenómeno, como tampoco es un fenómeno un período de


la historia; es sólo un marco intelectual di los fenómenos, un concepto abstracto que no
existe en realidad. Por lo tanto, no puede compararse como fenómeno con otros
fenómenos y clasificarse en un sistema de conceptos genéricos, con respecto al que
enunciar los principios de su relación con otros fenómenos..., el área en sí misma, se
relaciona con los fenómenos que contiene, sólo en cuanto que se ubican en un lugar u
otro dentro de ella (pág. 395)."

Muchas de las nociones filosóficas de Hettner y de Hartshorne -sobre todo aquellas que
se refieren al regionalismo y a la singularidad- nacen de esta concepción del espacio
como «continente». Las relaciones entre objetos -es decir, las localizaciones relativas-
también se examinan mediante un sistema métrico impuesto inherente al concepto de
espacio absoluto. Los objetos examinados no interferían en modo alguno con este
sistema absoluto de dimensiones.

La concepción absoluta del espacio no ha sido generalmente aceptada en la filosofía de


la -ciencia en los últimos cien años, ya que el descubrimiento de las geometrías no
euclidianas en la primera mitad del siglo XIX había desacreditado rápidamente estas
concepciones kantianas del espacio y de la geometría. Estando Gauss ocupado en una
medición geodésica de parte de Alemania del Norte, se empezó a interesar por los
problemas más generales de las propiedades geométricas de las superficies curvas y,
entre tanto, se percató de la posibilidad de la existencia de una geometría no euclidiana,
una posibilidad que confirmaron rápidamente Lobachevsky y Riemann. Gauss
consideraba las concepciones de Kant acerca del espacio y de la geometría o bien
triviales o bien falsas (Bell, 1955, 263). No deja de ser irónico que la corriente principal
del pensamiento filosófico en geografía -particularmente la que está asociada con
Hettner y Hartshorne- se guíe más por Kant que por Gauss, quien, en parte para
solucionar problemas técnicos de proyección cartográfica, inició un conjunto de
importantes descubrimientos matemáticos que culminaron en la geometría de los
espacios riemannianos.

Pudo parecer que estas geometrías, aun estando estrechamente asociadas a los avances
de la física, no eran aplicables en geografía. Más recientemente, las investigaciones en
torno a la teoría de la localización, han llevado al desarrollo de nociones relativistas del
espacio. Las ciudades afectan a las propiedades del espacio que las circunda, los
diversos tipos de actividad humana crean campos de influencia que distorsionan las
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 13

propiedades del espacio, y así sucesivamente (Olsson, 1967j. En estos casos ya no se


puede defender una concepción del espacio como continente. Las propias actividades y
objetos son los que definen los campos de influencia espaciales. El problema empírico
que se alza frente a la geografía es el de seleccionar una geometría que pueda hacer
frente a las complejidades de estos campos y fuerzas. La noción de espacio absoluto
definido en términos euclidianos ya no es defendible. El auge de esta perspectiva
relativista del espacio y algunos de los problemas que crea serán objeto de análisis en
los dos apartados siguientes. Sin embargo, el concepto de espacio relativo con respecto
a la filosofía de la geografía se ha examinado sólo de pasada. Que la concepción de
espacio absoluto prevalezca o no en última instancia, apenas si importa por el momento,
ya que no se ha formulado directamente un enfoque opuesto ni se han examinado del
todo sus implicaciones. Quizá los geógrafos se decidan finalmente por el compromiso
que sugería Grünbaum (pág. 209), mediante el cual la materia modifica la estructura
autonómica plana del espacio. Por el momento será suficiente señalar que gran parte de
la filosofía de la geografía todavía descansa en el concepto kantiano del espacio
absoluto -un concepto que lleva en general desacreditado un siglo o más-, mientras que
por otro lado gran parte del trabajo práctico realizado por geógrafos recurre a
concepciones relativistas del espacio. Estas concepciones están en abierto conflicto. La
oposición entre Hartshorne y Bunge, por ejemplo, puede interpretarse casi directamente
como la oposición entre un concepto de espacio absoluto y uno relativo. El espacio bien
pudiera ser el concepto central con que cuenta la geografía para su coherencia interna
como disciplina. Pero la propia naturaleza del espacio y las diferentes interpretaciones
del concepto no se han tenido casi en cuenta.

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Página 14 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Minshull, Roger
El ambiente en el estudio de la geografía
Los resultados del presente son importantes para el geógrafo. Las variaciones naturales
originales, de una parte a otra del mundo,
combinadas con las diferentes reacciones de MINSHULL, Roger [1972] “The
los innumerables grupos humanos, han changing nature of Geography”,
resultado en las distintas apariencias y London, Hutchinson University
formas de organizar el espacio que vemos Library, pág. 153 a 154.
en el presente. En sus estudios sobre el uso
humano de la tierra los geógrafos no pueden
estudiar por separado los tipos de uso
posible respecto de los patrones de comportamiento humano según cada realidad
espacial. Ambas formas se relacionan en la Tierra generando una modalidad de
ordenación para cada granja, pueblo, ruta, comercio y área residencial, región industrial
y todo tipo de formas que manifiestan la diversidad de una a otra parte del planeta.
En función de lo dicho, concluimos que el geógrafo estudia las variaciones de la vida y
el paisaje en los diferentes lugares. Ambos resultados –diferentes reacciones humanas
para diferentes aspectos del ambiente-, se insertan en esa manifestación total que es el
ambiente. El ambiente total incluye ahora ideas y edificios, cosechas y políticas, clases
y poblaciones, al igual que climas, relieve y suelos.

Refiriéndose, en definitiva, a la experiencia del hombre en el espacio, parece que la


geografía examina su significado buscando las respuestas a cinco preguntas básicas.

¿Cuál es el nuestro espacio particular dentro de la totalidad del ambiente?


¿Cómo usamos este espacio ahora? (no cómo lo recibimos, ni cómo lo usamos en el
pasado).
¿Cómo nos ubicamos nosotros, así como a nuestras pertenencias y actividades, en este
espacio particular?
¿En qué magnitudes nos involucramos con la superficie de la Tierra?
¿Cómo nos posicionamos y de qué forma hacemos uso de nuestro lugar particular,
buscando las mejores condiciones?

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Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 15

Claval, Paul
La geografía cultural
Introducción

Desde Heródoto, los geógrafos se han preocupado por la extrema diversidad de los
pueblos y sus culturas. La diversidad es
legible en los paisajes rurales: en las Claval, Paul (1999) “La geografía
escaleras de arrozales espejadas del Asia, en cultural”, Buenos Aires,
el inmenso tablero de las labranzas del EUDEBA, Prólogo de Pablo
Middle West, en las estrechas franjas de los Ciccolella, 1999, pp. 1 a 377
terruños de la Lorena... Las ciudades son
también muy variadas, anchas avenidas
rectilíneas por aquí, un laberinto de callejones ciegos por allá. Los grandes monumentos
a la gloria de los dioses y los príncipes expresan en cada caso la especificidad orgullosa
de un pueblo.

La diversidad se oye en el acento y en la melodía de los idiomas, de las músicas


variadas. Se siente en el olor acre o especiado de las cocinas. Y conmueve cuando se
trata del abismo que separa a las multitudes despojadas y hambrientas de los lugares que
desbordan riquezas.

¿Por qué estos contrastes? Durante mucho tiempo nos hemos contentado con respuestas
simples:

1. Es la naturaleza que impone a los pueblos sus formas de alimentarse, de vestirse, de


construir sus casas. Ella los hace sedentarios apacibles o nómades agresivos. El Norte
templado es rico. El Sur tropical es cálido y pobre. ¡Es la naturaleza! Este determinismo
sumario no resiste el menor examen.

2. Es la raza, pretenden algunos; por lo tanto, las diferencias biológicas fundamentales


de orden físico (la fuerza o la aptitud para el trabajo) y sobre todo las intelectuales
provocan las diferencias culturales mayores. Los Blancos son superiores a todos los
demás. ¡Nada sorprendente si se toma en cuenta que fueron ellos quienes descubrieron
el fusil, el ferrocarril y la esclavitud!

Teoría dramática, formalmente desmentida por el sentido común y por la ciencia. Se


impuso la idea de unicidad de la especie humana, del hombre universal que en todas
partes tiene el mismo metabolismo y las mismas capacidades intelectuales. Pero
entonces, ¿por qué estas diferencias de cultura? ¿Se debe a que la historia se acelera en
algunos lugares y se retrasa en otros?

3. Es la historia. Desde la prehistoria, las sociedades europeas han conocido


transformaciones y mutaciones importantes en el sentido de un dominio técnico cada
vez mayor que la revolución industrial viene a coronar: la idea de una progresión
necesaria y deseable de toda sociedad, de la edad de piedra a la edad industrial se
impone en el espíritu de los pensadores occidentales. La diversidad de las culturas y de
Página 16 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

las situaciones tiende entonces a "retrasar" la evolución de los grupos. Resulta lícito dar
una mano -una mano ruda si es preciso- a aquellas sociedades retrasadas, o incluso en la
infancia, para hacerlas ingresar en la era del Progreso y de la Civilización: es la
justificación cómoda de la colonización.

Las culturas no europeas, cuando no son destruidas, son estudiadas como


microlaboratorios de análisis ecológico y sociológico por los geógrafos y los etnólogos.
Admiramos sus producciones artísticas originales; se dedican museos a los objetos
exóticos que de allí provienen, pero se los priva ahora de uso y sentido.

En los hechos, los injertos de las culturas europeas no prosperan. La naturaleza de los
problemas que plantea la diversidad cultural del mundo cambia, como cambia la mirada
de aquellos que se interesan por estas cuestiones.

4. La cultura es una realidad superior que se impone a los grupos y los condiciona,
responden algunos. Ella aparece como una suerte de super-organismo que da forma a
los individuos y a los grupos. Esta tesis, a menudo aceptada por la antropología y la
geografía cultural norteamericanas, crea tantos problemas como los que no resuelve.
Evita la trampa del determinismo físico y biológico, pero no explica el cambio, las
transformaciones y el progreso, que son tan importantes en la vida cultural como la
permanencia.

5. El mundo actual se unifica y se divide en un solo movimiento. El progreso de las


telecomunicaciones permite la difusión de la información por medio de la imagen y el
sonido en todos los puntos del planeta. Gracias a los transportes rápidos y baratos, las
mezclas de población se multiplican, los contactos nunca han sido tan numerosos y los
mismos productos de consumo están en venta en todas partes. ¿Vamos hacia una
nivelación cultural del mundo?

Las conductas de unos y otros continúan siendo muy diferentes y el rendimiento técnico
y económico, desigual. Las identidades culturales renacen o se afirman en un ambiente
apasionado y a menudo agresivo. La supremacía indiscutida de la cultura occidental en
marcha hacia un porvenir mejor vuelve a ser cuestionada. Otros modelos, a veces
cargados de nostalgia por el pasado, de la idea del retorno hacia una edad de oro más o
menos mítica, seducen a considerables multitudes, resucitan viejos antagonismos y
conducen a enfrentamientos sangrientos.

¿Cómo identificar una cultura? ¿Cómo comprender los límites de su extensión y las
formas que adopta su inserción en el espacio? ¿Cuál es la naturaleza y la importancia de
las barreras y fronteras culturales y sus relaciones con las fronteras políticas? El
objetivo de esta obra es contribuir a la reflexión sobre estos problemas de actualidad
candente.

La cultura es un campo común al conjunto de las ciencias humanas. Cada disciplina


aborda este inmenso dominio según puntos de vista diferentes. La mirada del geógrafo
no disocia entre los grupos y los territorios que estos han ordenado o donde viven.

La estructura y la extensión de los espacios de intercomunicación, la forma en que los


grupos sortean el obstáculo de la distancia y a veces lo refuerzan están en el centro
mismo de la discusión.
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 17

La geografía humana estudia la distribución de los hombres, de sus actividades y de sus


obras en la superficie de la tierra, e intenta explicarla por la manera en que los grupos se
insertan en el ambiente, lo explotan y lo transforman. El geógrafo se inclina hacia los
lazos que los individuos tejen entre ellos, sobre la manera en que instituyen la sociedad,
la organizan y la identifican en el territorio en el cual viven o en el que sueñan.

El peso de la cultura es decisivo en todos estos dominios: ¿cómo perciben y conciben


los hombres su ambiente, la sociedad y el mundo? ¿Por qué los valorizan más o menos
y les dan significación a los lugares? ¿Cuáles son las técnicas que utilizan los grupos
para dominar y volver productivo o agradable el medio en que viven? ¿Cómo han
imaginado, perfeccionado, transmitido o difundido sus habilidades? ¿Cuáles son los
lazos que estructuran los conjuntos sociales y cómo se legitiman? ¿De qué manera los
mitos, las religiones y las ideologías contribuyen a dar un sentido a la vida y al cuadro
en que esta se coloca?

Tales investigaciones ponen a veces el acento en aspectos diferentes de la cultura:

1. La cultura es la mediación entre el hombre y la naturaleza

Los hombres nunca están en contacto directo con la naturaleza: viven en un ambiente
artificial que han creado; la vestimenta y la casa los protegen de los avatares del clima;
los caminos y las rutas facilitan la circulación. La vegetación natural es destruida y
reemplazada por bosques cuya composición es controlada, por pasturas o praderas para
alimentar a los animales, y por campos donde se realizan los cultivos. Las fuerzas
humanas están secundadas desde hace tiempo por la energía que suministran los
animales, la madera, el viento y las aguas corrientes. Los combustibles fósiles,,y hoy en
día el átomo, sirven para accionar las máquinas y las herramientas que multiplican la
producción y aseguran a los grupos un control que se refuerza sin cesar -pero nunca
totalmente- sobre el medio donde viven y sobre aquellos que son utilizados para
satisfacer sus necesidades.

La cultura que interesa a los geógrafos está entonces en principio constituida por el
conjunto de artefactos, de habilidades y de conocimientos por los cuales los hombres
mediatizan sus relaciones con el medio natural.

2. La cultura es herencia y resultado del juego de la comunicación

No todas las sociedades disponen del mismo arsenal de conocimientos y técnicas ni del
mismo registro de interpretaciones y motivaciones. Los individuos y los grupos están
condicionados por la educación que han recibido: la cultura aparece así como una
herencia. Las modalidades según las cuales se transmite de una generación a la otra o de
un lugar a otro, en virtud de los intercambios, los desplazamientos de corta duración o
las migraciones, dependen del medio y del nivel técnico, y contribuyen ampliamente a
la diversidad de las sociedades.

¿Cómo se forma la memoria colectiva que identifica a un grupo? ¿Cómo pasa la


información de una generación a otra? ¿Cómo se establece la comunicación y cómo esta
es capaz de superar la separación y la distancia? ¿Lo esencial de la diversidad cultural
son los objetos físicos o las realidades y barreras psicológicas? Los geógrafos que se
Página 18 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

especializan en las realidades culturales se ciñen así al recorrido que sigue la


información en el seno de los grupos, y analizan todos los aspectos de la comunicación.

3. La cultura es construcción y permite a los individuos y a los grupos proyectarse en el


futuroyj en otros mundos diversos

La cultura no es recibida pasivamente por quienes la heredan: estos reaccionan a cuanto


se les propone o se les trata de imponer. Interiorizan ciertos rasgos y rechazan otros. En
el curso de su existencia inventan nuevas formas de hacer, renuevan sus sueños y
pesadillas y critican los valores en uso cuando no corresponden a sus aspiraciones
profundas.

Los modelos que ofrece la cultura no son inmutables, ya que se producen innovaciones.
Algunas son rechazadas o tardan tiempo en imponerse, otras son adoptadas
rápidamente. i,as culturas son realidades vivientes.

Gracias a la cultura, cada Lino se proyecta en el porvenir y actúa para crear allí un
cuadro más conveniente que el del presente. En general el mundo termina por parecerse
al paraíso o a las utopías que los hombres imaginan; allí echan raíces sus valores y sus
elecciones encuentran su legitimidad; el ambiente al que dan forma se ajusta así a sus
preferencias y a sus aspiraciones.

4. La cultura está en gran medida hecha de palabras, se articula en discursos y se


actúa sobre un escenario

El mundo en el que viven los hombres está tan hecho de palabras y enunciados como de
agua, aire, piedra y fuego. El mundo se abre al discurso y se nutre de valores. El
ambiente en el cual las sociedades evolucionan es una construcción que se expresa en el
habla: la lógica que los hombres le otorgan proviene en parte de las normas que rigen la
composición de sus discursos.

Las prácticas que modelan el espacio o aquellas que se despliegan para utilizarlo unen
estrechamente el acto, la representación y el decir. Ellas apuntan a la vez al ambiente
material y al entorno social: actuamos para aquellos que nos miran, para aquellos a
quienes contaremos cuanto hemos hecho o para los que escucharán hablar de ello.

La cultura está constituida de realidades y por los signos que han sido inventados para
describirlas, aprehenderlas y hablar de ellas. También posee una dimensión simbólica.
Al ser repetidos en público, algunos gestos se cargan de significaciones nuevas. Se
transforman en rituales y crean, en quienes los hacen y los observan, un sentimiento de
comunidad compartida. En la medida en que el recuerdo de las acciones colectivas se
enlaza con los caprichos de la topografía, con las arquitecturas notables o con los
monumentos creados para sostener la memoria de todos, el espacio se convierte en
territorio.

5. La cultura es un factor esencial de la diferenciación social

La aventura por la cual cada uno se impregna de la cultura del grupo donde vive es
fundamentalmente individual. No todo el mundo recibe el mismo bagaje ni lo interioriza
de la misma manera, ni se sirve de él para los mismos fines. La cultura es uno de los
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 19

factores esenciales de la diferenciación de las situaciones sociales y del status que se le


reconoce a cada uno.

En las sociedades complejas no todos comparten la misma herencia: existe un modelo


aceptado por muchos y cuyo ascendente es tan importante que es reconocido por la
mayoría de la población -al que llamamos dominante- pero se halla contrabalanceado
por disidencias, contraculturas y movimientos de rebelión.

6. El paisaje lleva la huella de la cultura y le sirve de matriz: objeto privilegiado de los


trabajos de geografía cultural, su interpretación es á menudo ambigua

El paisaje lleva la huella de la actividad productiva de los hombres y de sus esfuerzos


para habitar el mundo adaptándolo a sus deseos. Está marcado por las técnicas
materiales que la sociedad domina, y moldeado para responder a las convicciones
religiosas, a las pasiones ideológicas o a los gustos estéticos de los grupos. Constituye
por esta razón un documento clave para comprender las culturas, a menudo el único que
nos queda de las sociedades del pasado.

Los niños asimilan conocimientos, actitudes y valores observando lo que se hace en


torno de ellos e imitándolo: las lecciones que les dan los adultos subrayan los símbolos
de los cuales los lugares son portadores. El paisaje se vuelve así una de las matrices de
la cultura.

Los paisajes constituyen un objeto de estudio fascinante para quien se interesa por la
geografía cultural, pero su interpretación no es fácil: hablan de los hombres que los
moldean y que los habitan actualmente, y de aquellos que los precedieron; informan
sobre las necesidades y los sueños de hoy y también de un pasado a veces difícil de
datar.

La geografía cultural comenzó a construirse a partir de principios de siglo: siguiendo las


etapas de su desarrollo, comprendemos sus sutilezas, las dificultades que encontró y las
formas de superarlas. El examen del progreso de la reflexión (primera parte) prepara el
análisis de los componentes del discurrir de la cultura. La segunda etapa se ocupa de
cómo pesa la cultura en la estructura espacial de las sociedades. Los desarrollos de la
tercera parte se refieren a la huella de las sociedades en el ambiente en que viven y en
los paisajes donde evolucionan. No todas las culturas se inscriben en el mismo nivel de
desarrollo: es esto lo que plantea la cuarta parte de este ensayo. (pp. 15 a 20 [...] pp. 352
a 357).

SITUACIONES DE TENSIÓN Y ESTRATEGIAS DE COEXISTENCIA

La esperanza occidental de una convergencia de los valores ha desaparecido, como la


convicción indispensable para intentar conversiones y realizar acciones militantes. Aun
si el discurso sobre la posmodernidad y el fin del reinado de la razón científica no
convencieron a toda la población de los países desarrollados, la duda está lo
suficientemente insinuada como para que ya no sea fácil imponer a los otros sus propios
valores.

Los occidentales buscan entonces definir estrategias que evitan la acumulación de


tensiones y facilitan la coexistencia de pueblos o grupos que se consideran de
Página 20 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

inspiraciones diferentes. La tarea no es igualmente fácil para todos. En los países que
aceptan desde siempre la idea de desarrollo autónomo, éste no parece insuperable.

Los países anglosajones están desde hace mucho tiempo familiarizados con esta
estrategia: la idea de sociedades multiculturales no les choca (Taylor, 1994 a y b).

En naciones como Francia donde la laicidad pasaba por la adhesión a un corpus de


valores cívicos compartidos, la evolución es más difícil: los problemas del islamismo
muestran cómo es difícil convivir sobre las bases hasta aquí admitidas con grupos que
rechazan el compromiso cultural del Estado religiosamente neutro. La facilidad de los
desplazamientos hacia el país de origen, la prensa, la radio y la televisión satelital hacen
mucho más fácil que en el pasado la vida de las diásporas (Wilson y Gutteriez, 1985). El
mundo en el que entramos está construido en torno a reziis.

Nuestras políticas culturales son pensadas para marcos territoriales continuos. Está claro
cuán difíciles confrontaciones debemos esperar.

Conclusión

La geografía cultural muestra bien cómo las relaciones de los grupos con el medio se
modificaron con el tiempo. Las humanidades primitivas sólo tienen una influencia
limitada en los medios en que viven, aun siendo capaces de transformarlos (por el uso
del fuego en particular): se alimentan de las extracciones que realizan de la flora y la
fauna naturales; no saben protegerse eficazmente de las fluctuaciones de temperatura y
de los avatares de las precipitaciones. Las estrategias que ponen en práctica pertenecen
al registro de las adaptaciones.

La agricultura y, en una cierta medida, el nomadismo pastoril dan fundamentos más


firmes a la vida social. Ya no es más necesario, para alimentarse, sacar provecho de un
abanico muy grande de plantas y animales; lo esencial de las sustancias es provisto por
algunas especies obtenidas en terrenos previamente trabajados, es decir estandarizados.
Una parte de la población puede vivir lejos del espacio rural. El nacimiento de la ciudad
es paralelo a la aparición del Estado y a la invención de la escritura. Las densidades
medias se elevan, las artes se desarrollan. El proceso de civilización está en camino. Se
paga con un dualismo profundo: los campos se oponen a las ciudades, los campesinos a
los notables o a los aristócratas que los dominan, los medios populares a las elites.

La modernización da forma a sociedades más igualitarias que las del pasado. Es cierto
que no todo el mundo accede de la misma manera a los saberes y a las técnicas de
grupos cuya organización es compleja y que se rodean de artefactos cada vez más
numerosos. Pero la revolución de los medios de comunicación crea una cultura de
masas que todos comparten; concierne a los hábitos de consumo y de utilización del
tiempo libre más que al de la producción; este último terreno sigue siendo atributo de
los especialistas.

Las dudas de la geografía cultural tienen un peso cambiante, en el modelado de los


paisajes y la organización del espacio, herencias que los grupos comparten. La presencia
humana sigue siendo discreta en tanto la agricultura y la ganadería no son dominadas.
Las civilizaciones de base rural crean campiñas más diferenciadas que reflejan la
heterogeneidad de los medios y el fraccionamiento local de las técnicas materiales. Las
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 21

divisiones que marca la geografía regional de la primera mitad de nuestro siglo se


anclan en gran medida en la historia de la diferenciación cultural de la humanidad.

Las últimas fases de la modernización precipitaron la uniformación de las técnicas


materiales: ¿la geografía cultural conserva una significación en un universo mecanizado
donde las técnicas son universales, las fabricaciones en serie, y la competencia tan viva
a que los productores se ven obligados a menudo a optar por soluciones cada vez más
inmediatas?

La geografía de ayer llevaba la marca de la fuerte diferenciación de las técnicas y de los


valores entre los grupos humanos, pero la gente hablaba poco de su cultura. La habían
recibido en herencia y sabían todo lo que debían, pero su conciencia colectiva estaba a
menudo ligada a las esferas de interacción densa, es decir, a los diversos horizontes de
la vida local: caserío, aldea, barrio, ciudad, país. Las identidades reflejaban las creencias
religiosas o metafísicas compartidas: se era cristiano, musulmán, budista o hinduista. En
el interior de las esferas donde los contactos eran más frecuentes, las diferentes formas
de dualismo limitaban las solidaridades efectivas.

La movilidad creciente de las poblaciones tuvo resultados imprevisibles. Desde el siglo


XIX, los campesinos europeos reaccionan a la expansión de los horizontes y multiplican
los signos que distinguen a sus comunidades; los cofias bretones se complican y se
diferencian, de cantón en cantil ti, a lo largo del período. En otra escala, vivimos hoy en
día el mismo fenómeno. Ante la irrupción del Otro, del Extranjero, del recién llegado en
todas las esferas de la vida cotidiana, las personas no saben más quiénes son. Temiendo
disolverse en la nada, los individuos se identifican con ideas u objetos que les son
exteriores: la cultura se hace objeto del discurso, un desafío político mayor. Los
hombres se destrozan en su nombre: etnia contra etnia, nación contra nación, religión
contra religión. El éxito inquietante de los fundamentalismos atestigua la amplitud de
las evoluciones.

No existe comprensión posible de las formas de organización del espacio


contemporáneo y de las tensiones que los afectan sin tomar en cuenta dinamismos
culturales. Explican la nueva atención prestada a la preservación de los recuerdos del
pasado y a la conservación de los paisajes. Dan cuenta de las contradicciones de las
grandes metrópolis: estas atraen grupos provenientes a menudo de horizontes muy
lejanos para beneficiarse allí de condiciones de vida y de trabajo que ignoran sus
regiones de origen, pero en lugar de encontrarlas en una masa única, las grandes
ciudades las yuxtaponen en núcleos que se enfrentan. Los choques culturales están en el
origen de la mayoría de los conflictos que sacuden al mundo desde la Caída de los
Muros.

Por más originales que sean los desarrollos contemporáneos, no podrían comprenderse
sin una reflexión general sobre la transmisión de generación en generación de las
adquisiciones técnicas y de las cosmovisiones. Las singularidades de nuestra época no
son absolutas: se inscriben en la historia completa de las relaciones entre espacio y
sistemas de informaciones estructuradas.

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Página 22 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Unwin, Tim
“El lugar de la geografía”
Desde la antigüedad, los geógrafos han explorado y analizado la superficie terrestre
desde dos perspectivas relacionadas entre
sí: la de la diferenciación y asociación
espacial de los fenómenos, haciendo Unwin, Tim (1995) “El lugar de la
hincapié en el significado de espacio, geografía”, Madrid. Ediciones
relaciones espaciales y lugar; y la de la Cátedra, Serie “Geografía Menor”,
relación entre el hombre y el medio físico. Cap. VIII, pp. 259 y ss.
Ambas están íntimamente relacionadas
porque los significados de espacio y lugar
dependen de las interconexiones entre las actividades físicas y humanas localizadas en
el espacio, y las relaciones del hombre con el medio se producen en el contexto del
espacio y lugar. (Sack, 1980: 3)

Una de las características más sobresalientes de la práctica geográfica de los últimos


veinte años es que los geógrafos han aceptado cada vez más la diversidad inherente a la
disciplina y han renunciado, por lo general, a intentar identificar un núcleo único. Es
muy poco frecuente que, hoy en día, los argumentos sugieran que el objetivo central de
la investigación geográfica es, por ejemplo, crear una ciencia espacial o que el análisis
de sistemas constituye una metodología unificadora para la disciplina. Algunos afirman,
además, que “no hay necesidad alguna de la geografía ni de los demás fragmentos
actualmente constituidos de las ciencias sociales, que deben rechazarse” (Eliot Hurst,
1985: 60). En particular, este período se ha caracterizado por una división cada vez
mayor entre las ramas humana y física de la disciplina. Stoddart (1987: 330) ha descrito
con elocuencia esta situación con las siguientes palabras:

“El resultado está lo bastante claro. Dentro de la geografía hablamos lenguajes


diferentes, hacemos cosas muy dispares. Muchos han abandonado la posibilidad de
comunicarse con los colegas que trabajan en una disciplina que lleva otro título, pero
también con aquellos que pertenecen a otro departamento. Los geógrafos humanos
piensan que sus colegas físicos son ingenuos en materia filosófica; los físicos piensan
que los geógrafos humanos carecen de rigor. La geografía de Forster, Humboldt y
Mackinder ha quedado descartada y olvidada. Inevitablemente, en esa línea enseñamos
a los estudiantes. Nada de asombroso tiene que el mundo en su conjunto se pregunte
pues a qué nos dedicamos”.

Stoddart (1987: 330) añade que en esta situación surgen dos peligros: primero, que la
geografía física pierda su coherencia fuera del marco más general determinado por su
relación con la geografía humana; y segundo, que “la geografía humana como ciencia
social exclusiva pierda su identidad distintiva, compita con la sociología, la economía y
la antropología, pero lo haga en el terreno de ellas y no en el nuestro”.

Aunque esta fragmentación de la disciplina se acepta de forma generalizada e incluso se


está fortaleciendo, este reconocimiento ha precipitado a algunos geógrafos a
reinterpretar visiones pasadas de la disciplina y a inclinarse hacia una nueva
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 23

conceptualización de los vínculos entre las partes que la integran (Johnston, 1989).
Johnston (1991: 132), reconociendo la necesidad de promover la geografía dentro de la
planificación y política universitarias, ha tratado de identificar el núcleo de la disciplina
en “la naturaleza de las regiones o lugares”, utilizando su terminología favorita.
Mientras que en un sentido, como indica la cita anterior, ello supone resucitar la
terminología tradicional de la geografía regional (Gregory, 1978), se trata de una
resurrección impregnada de los conceptos filosóficos más recientes del realismo y la
teoría de la estructuración. Para Johnston, que ha defendido en el pasado una clara
separación de la geografía humana y física (Johnston, 1991a), esto representaría un
movimiento sustancial hacia un acercamiento entre las dos principales divisiones de la
disciplina. Sin embargo, como indican sus ejemplos (Johnston, 1991b, c), el interés por
la interpretación del lugar todavía se mantiene al margen de la práctica contemporánea
de la geografía física.

Un enfoque algo diferente, centrado también en la identidad del lugar, es el ofrecido por
Entrikin (1991). En él, trata conscientemente de examinar todas las dimensiones del
concepto de lugar, reconociendo implícitamente los muy dispares puntos de vista de la
ciencia empírico-analítica e histórico-hermenéutica. Entrikin (1991: 5) nos dice al
respecto:

“Para comprender el lugar debemos tener acceso a la realidad objetiva y a la subjetiva.


Desde la posición privilegiada descentrada de los científicos teóricos, el lugar se
convierte en localización o en un conjunto de relaciones genéricas, por lo que pierde
mucho de su significado para la acción humana. Desde el punto de vista centrado de la
disciplina, el lugar sólo tiene un significado en relación con la meta o interés de un
individuo o un grupo. La mejor manera de examinar el lugar es desde los puntos
intermedios”.

La importancia del lugar para Entrikin (1991) es que las personas como actores siempre
se sitúan en lugares concretos y en períodos concretos, y el contexto de sus acciones
contribuye a crear su sentido de identidad. Este foco de atención se refiere
fundamentalmente, sin embargo, a las experiencias vividas por las personas y, por tanto,
la conceptualización del lugar tiene poco que aportar a los estudios de los geógrafos
físicos contemporáneos sobre los procesos.

Un intento alternativo de ofrecer una base sólida a la geografía, que le permita ocupar el
nivel más elevado de esfuerzo intelectual, es el emprendido por Stoddart (1987).
Además de afirmar que las piezas que forman la investigación geográfica son la
“localización, posición, distancia y área”, y que pueden combinarse para “construir la
geografía regional” y “demostrar el carácter distintivo del lugar”. (Stoddart, 1987: 331),
sostiene que esto no es más que el principio. Para Stoddart (1987: 331), “la tarea real es
identificar los problemas geográficos, cuestiones del hombre y el medio dentro de las
regiones; no problemas de la geomorfología o historia, de la economía o la sociología,
sino problemas geográficos; y utilizar nuestros conocimientos para aliviarlos, quizá
solucionarlos”. Stoddart imagina una geografía que se ocupe de cuestiones
fundamentales relacionadas con la utilización de la tierra y los recursos:

Hay una geografía real, una geografía unificada reafirmada, inspirada en Forster y
Humboldt, y al mismo tiempo una geografía comprometida que rinde homenaje a la
resolución de Kropotkin... Hay una geografía que enseñará a nuestros vecinos y
Página 24 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

estudiantes y a nuestros hijos, a comprender y respetar nuestra variada herencia terrestre


(Stoddart, 1987: 333)(...)

La interpretación del espacio

En la antigüedad clásica, una parte fundamental de la investigación geográfica se


ocupaba de la comprensión filosófica del espacio. Este interés estableció una relación de
vasallaje entre la disciplina y la astronomía, cuya expresión más destacada fue la
Geografía de Ptolomeo. Otra consecuencia fue que los geógrafos penetraron en
cuestiones de cosmología y del lugar que ocupaba el mundo humano en el universo,
puntos que, en el siglo. XX, se han convertido, en gran medida, en coto cerrado de los
científicos físicos. El interés recurrente de algunos geógrafos, como Sack (1977), por la
naturaleza del espacio y el tiempo sugiere, sin embargo, que se trata de un tema que
podría reincorporarse como foco integrador y básico de la disciplina, junto con las
cuestiones ambientales examinadas con anterioridad en este capítulo. Existen
posibilidades quizá de reanudar el diálogo entre geógrafos y físicos, interrumpido en el
siglo XVII dada la dedicación de geógrafos como Varenio a las características de la
superficie terrestre. La preocupación clásica de la geografía por cuestiones filosóficas
profundas relativas al espacio y el tiempo, y, como consecuencia, por la esencia misma
de la existencia humana en el universo, es más relevante en la actualidad de lo que ha
sido en el pasado.

Ante el foso que separa los puntos de vista de los científicos físicos y de los geógrafos
dedicados a la filosofía social sobre la cuestión del espacio, no es fácil avanzar un
terreno de reconciliación. Sin embargo, cabe identificar tres puntos que podrían ofrecer
a los geógrafos una oportunidad de contribuir de forma significativa a este campo. En
primer lugar, como ilustra lo dicho anteriormente, el contraste entre el lenguaje de la
teoría social y el de la física nuclear dificultan la comprensión entre los especialistas de
cada campo. Es pues necesario que los geógrafos humanos y físicos empiecen a penetrar
en el lenguaje del otro grupo y, en lugar de censurar a los otros por pura ignorancia,
traten de comprender el significado de sus interpretaciones.

En segundo lugar, los teóricos sociales y los físicos aceptan cada vez más que nuestros
enunciados sobre el espacio (-/y) tiempo son simples construcciones intelectuales con
las que intentamos entender nuestra existencia humana. Este aspecto ha quedado bien
explicado en las siguientes palabras del astrofísico Shallis (1986: 78-79) con respecto a
la relación entre la cosmología y el tiempo:

Nuestra cosmología también nos dice cómo percibimos nuestra relación con cl cosmos y
la naturaleza. Esta relación, según la cosmología, ha dejado de reposar en cl mundo
orgánico y cíclico de la naturaleza donde transcurren nuestras vidas cotidianas y donde
cl tiempo está presente de forma más explícita e inmediata. Las cosmologías siempre
han incorporado los mitos de la sociedad en su presentación y explicación del mundo.
No hay razón alguna para suponer que nuestra cosmología sea diferente. También ella
es nuestro mito, pero le falta la riqueza simbólica, los ideales humanos de los mitos del
pasado. Hasta este punto nos dice mucho cerca de nosotros mismos y de la cultura que
hemos construido en los últimos 300 años más o menos... Si tuviese que resumir lo que
nuestra cosmología nos ha enseñado acerca del tiempo, diría que hemos eliminado cl
tiempo, que lo hemos perdido o que sencillamente lo hemos pasado de largo.
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 25

La conceptualización del espacio-tiempo es un producto de nuestra sociedad moderna,


como lo es una película, una novela o un ordenador. Shallis (1986), en la cita anterior,
insinúa incluso que refleja la deshumanización del mundo social que se encuentra en el
centro de muchas críticas de la sociedad contemporánea.

Sin embargo, sostener que el concepto espacio-tiempo es un producto de la sociedad


moderna no es lo mismo que decir que el espacio-tiempo es un producto de dicha
sociedad. Éste es uno de los principales problemas de la conceptualización del espacio
de Lefebvre (1991), así como de la de Harvey (1989a) y Giddens (1981). Según esta
terminología, “espacio” se emplea como abreviatura de un concepto global, que en
última instancia carece de significado real. Lefebvre (1991: 73) admite este extremo
cuando comenta que el espacio social “incluye las cosas producidas y engloba sus
interrelaciones dentro de la coexistencia y la simultaneidad”. Para ir más allá, los
geógrafos no sólo necesitan referirse a la producción del espacio, sino a los procesos por
los que se producen los fenómenos específicos experimentados en contextos espacio-
temporales concretos. En realidad, el regreso de Lefebvre (1991), Harvey (1989b) y
Giddens (1981, 1985) al espacio, mientras corrigen en cierta medida el exceso de
atención prestado por la teoría social anterior a las explicaciones e interpretaciones
temporales, corre el riesgo de ganarse de nuevo la acusación de fetichismo espacial. Si
en algo coinciden la física nuclear y la experiencia cotidiana del mundo en que vivimos
con respecto a la existencia humana es en que no podemos entender el espacio y el
tiempo por separado.

En tercer lugar, nuestra comprensión del espacio (-/y) tiempo procede de una
combinación de construcciones teóricas anteriores y de nuestras experiencias empíricas.
Se trata de una de las posibles ilustraciones de la interacción polifacética entre la teoría
y la práctica de la que habla Habermas (1974). Sin embargo, es evidente que muchos de
los textos geográficos no abordan satisfactoriamente las conexiones entre la teoría y la
práctica, salvo en un nivel superficial. Dentro de la geografía física, por ejemplo, pese a
la adopción generalizada de la necesidad de relacionar los experimentos empíricos con
la verificación de hipótesis y, por consiguiente, con la elaboración de teorías, se han
producido muy pocos cambios fundamentales en los pilares teóricos de la disciplina. A
esta situación aluden Haines-Young y Petch (1986: 201) cuando dicen que el marco
teórico de la geografía física “no parece haberse desarrollado como en otras
disciplinas”. Tenemos aquí un contraste claro con respecto al énfasis muy diferente que
se pone de manifiesto en algunas áreas de la geografía humana, donde se ha dado una
tendencia a centrarse en la parte teórica en detrimento de la empírica. Esta forma de
esquivar el mundo empírico refleja el miedo al empirismo causado por la crítica del
positivismo lógico y es también, indudablemente, el resultado de las restricciones
financieras cada vez mayores en la práctica de grandes investigaciones empíricas. Sin
embargo, al tratar de encontrar un objetivo para la investigación geográfica futura en la
interpretación de la experiencia vivida del espacio (-/y) tiempo, sería importante intentar
combinar los avances teóricos dentro de un contexto empírico.

**********
Página 26 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Santos, Milton
Espacio y método
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO DE ESPACIO

El propio concepto de espacio, tal como nosotros lo hemos propuesto en otros lugares
(Santos, 1978 y 1979), parece ser una de las fuentes de duda más frecuentes entre los
estudiosos del tema. Entre las cuestiones paralelas a la discusión principal surgen muy
frecuentemente algunas que podríamos
resumir del siguiente modo: ¿qué Santos, Milton (1986) “Espacio y
caracteriza, particularmente, el estudio de método”, En Geo-Crítica,
la sociedad a través de la categoría Universidad de Barcelona, Año
espacio? ¿cómo considerar, en la teoría y XII, Nº65, Septiembre de 1986
en la práctica, los ingredientes sociales y
«naturales» que componen el espacio para
describirlo, definirlo, interpretarlo y, finalmente, encontrar lo espacial? ¿qué caracteriza
el análisis del espacio? ¿cómo pasar del sistema productivo al espacio? ¿cómo abordar
el problema de la periodización, de la difusión de las variables y el significado de las
«localizaciones»?

La respuesta es sin duda ardua, en la medida que el vocablo espacio se presta a una
variedad de acepciones... a las que venimos a añadir una más. Resulta también ardua en
la medida que sugerimos que el espacio así definido sea considerado como un factor de
la evolución social, y no solamente como una condición. Intentemos, sin embargo, dar
respuesta a las diversas cuestiones.

Consideramos el espacio como una instancia de la sociedad, al mismo nivel que la


instancia económica y la instancia cultural-ideológica. Esto significa que, en tanto que
instancia, el espacio contiene y está contenido por las demás instancias, del mismo
modo que cada una de ellas lo contiene y es por ellas contenida. La economía está en el
espacio, así como el espacio está en la economía. Lo mismo ocurre con lo político-
institucional y con lo cultural ideológico. Eso quiere decir que la esencia del espacio es
social. En ese caso, el espacio no puede estar formado únicamente por las cosas, los
objetos geográficos, naturales o artificiales, cuyo conjunto nos ofrece la naturaleza. El
espacio es todo eso más la sociedad: cada fracción de la naturaleza abriga una fracción
de la sociedad actual. Tenemos así, por una parte, un conjunto de objetos geográficos
distribuidos sobre un territorio, su configuración geográfica o su configuración
espacial, y el modo como esos objetos se muestran ante nuestros ojos, en su continuidad
visible, esto es, el paisaje; por otra parte, lo que da vida a esos objetos, su principio
activo, es decir, todos los procesos sociales representativos de una sociedad en un
momento dado. Esos procesos, resueltos en funciones, se realizan a través de formas.
Estas formas pueden no ser originariamente geográficas, pero terminan por adquirir una
expresión territorial. En realidad, sin las formas, la sociedad, a través de las funciones y
procesos, no se realizaría. De ahí que el espacio contenga a las demás instancias. Está
también contenido en ellas, en la medida que los procesos específicos incluyen el
espacio, sea el proceso económico, sea el proceso institucional, sea el proceso
ideológico.
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 27

Un elemento de discusión aducido frecuentemente tiene que ver con el hecho de que, al
definir el contexto, podríamos estar incluyendo dos veces la misma categoría o
instancia. Por ejemplo, cuando definimos el espacio como la suma del paisaje (o, mejor
aún, de la configuración geográfica) y de la sociedad. Pero eso, justamente, indica la
imbricación entre las instancias. Como las formas geográficas contienen fracciones de
lo social, no son solamente formas, sino formas-contenido. Por esto, están siempre
cambiando de significado, en la medida que el movimiento social les atribuye, en cada
momento, fracciones diferentes del todo social. Puede decirse que la forma, en su
cualidad de forma-contenido, está siendo permanentemente alterada, y que el contenido
adquiere una nueva dimensión al encajarse en la forma. La acción, que es inherente a la
función, está en armonía con la forma que la contiene: así, los procesos sólo adquieren
plena significación cuando se materializan.

El movimiento dialéctico entre forma y contenido que preside el espacio, es igualmente


el movimiento dialéctico del todo social, aprehendido en y a través de la realidad
geográfica. Cada localización es, pues, un momento del inmenso movimiento del
mundo, aprehendido en un punto geográfico, un lugar. Por eso mismo, gracias al
movimiento social, cada lugar está siempre cambiando de significado: en cada instante
las fracciones de la sociedad que incorpora no son las mismas.

No debe confundirse localización y lugar. El lugar puede ser el mismo, las


localizaciones cambian. El lugar es un objeto o conjunto de objetos. La localización es
un haz de fuerzas sociales ejerciéndose en un lugar.

Además, como una misma variable cambia de valor según el período histórico
(sinónimo de áreas temporales de significación, o, aún, de los modos de producción y
sus momentos), el análisis, cualquiera que sea, exige una periodización, so pena de errar
frecuentemente en nuestro esfuerzo interpretativo. Tal periodización es tanto más simple
cuanto mayor sea la extensión territorial del estudio (los modos de producción existen a
escala mundial), y tanto más compleja y susceptible de subdivisiones cuanto más
reducida es la dimensión del territorio. Cuanto más pequeño es el lugar examinado,
tanto mayor es el número de niveles y determinaciones externas que inciden sobre él.
De ahí la complejidad del estudio de lo más pequeño.

Además cada lugar tiene, en cada momento, un papel propio en el proceso productivo.
Este, como es sabido, está formado de producción propiamente dicha, circulación,
distribución y consumo.

Sólo la producción propiamente dicha tiene relación directa con el lugar, y de él


adquiere una parte de las condiciones de su realización. El estudio de un sistema
productivo debe considerar ésto, tanto si nos referimos al dominio agrícola o al dominio
industrial. Sin embargo, los demás procesos se dan según un juego de factores que
interesa a todas las otras fracciones del espacio. Por eso mismo, además, el propio
proceso directo de producción es afectado por los demás (circulación, distribución y
consumo), justificando los cambios de localización de los establecimientos productivos.

Como los circuitos productivos se dan en el espacio de forma desagregada, aunque no


desarticulada, la importancia que tiene cada uno de aquellos procesos, en cada momento
histórico y para cada caso particular, ayuda a comprender la organización del espacio.
Página 28 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Por ejemplo, la tendencia a la urbanización en nuestros días, e incluso su perfil, ha sido


explicada por la importancia adquirida por el consumo, por la distribución y por la
circulación, al mismo tiempo que el trabajo intelectual adquiere una mayor presencia en
detrimiento del trabajo manual. Por otra parte, la propia segmentación tradicional del
proceso productivo (producción propiamente dicha, circulación, distribución, consumo)
debería ser corregida para incluir, en lugar destacado, como ramos autonomizados del
proceso productivo propiamente dicho, la investigación, el control, la coordinación, la
previsión, paralelamente a la mercadotecnia y a la propaganda. Ahora bien, la
organización actual del espacio y la llamada jerarquía entre lugares debe mucho, en su
realidad y en su explicación, a estos nuevos eslabones del sistema productivo.

Volvamos a las cuestiones iniciales: ¿contienen al espacio?; ¿el espacio los contiene?;
¿no son éstas preguntas que se resuelven por su propio enunciado, frente al análisis de
lo real? En realidad, éste solamente puede ser aprehendido si separamos, analíticamente,
lo que aparece como característicamente formal, de su contenido social. Debiendo este
último ser objeto de una clasificación lo más rigurosa posible, que permita considerar la
multiplicidad de combinaciones. Cuanto más ajustada sea esa clasificación, más
fecundo será el análisis y la síntesis.

La selección de variables no puede ser, todavía, aleatoria, pero debe considerar el


fenómeno estudiado y su significación en un momento dado, de manera que las
instancias económica, institucional, cultural y espacial sean adecuadamente tenidas en
cuenta.

EL ESPACIO Y SUS ELEMENTOS: CUESTIONES DE MÉTODO

El espacio debe ser considerado como una totalidad, a modo de la propia sociedad que
le da vida. Considerarlo así es una regla de método cuya práctica exige que se
encuentre, paralelamente, a través del análisis, la posibilidad de dividirlo en partes.
Ahora bien, el análisis es una forma de segmentación del todo que permite, al final, la
reconstrucción de ese todo. La división analítica del espacio puede ser operada según
diversos criterios. El que vamos a privilegiar aquí, a través de lo que llamamos «los
elementos del espacio», es solamente una de esas diversas posibilidades.

Qué es un elemento del espacio

Antes incluso de tratar de definir lo que es un elemento del espacio valdría la pena, tal
vez, discutir la propia noción de elemento. Según los teóricos, los elementos serían la
«base de toda deducción»; «principios obvios, luminosamente obvios, admitidos por
todos los hombres» (Bertrand Rusell, 1945). Esta definición equipara elemento a
categoría. Tomando la expresión categoría en el sentido de verdad eterna, presente en
todos los tiempos, en todos los lugares, y de la cual se parte para la comprensión de las
cosas en un momento dado, siempre que se tomen en consideración los cambios
históricos. Según Rusell, en el caso de los elementos esa posición habría sido aceptada a
lo largo de la Edad Media, e incluso más tarde, como en el caso de Descartes.

Leibniz considera que su propiedad esencial es la fuerza, y no la extensión. Los


elementos dispondrían, en tal caso, de una inercia por la cual pueden permanecer en sus
propios lugares, en tanto que, el mismo tiempo, existen fuerzas que intentan dislocarlos,
o penetrar en ellos. De ese modo, siendo espaciales (por el hecho de que disponen de
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 29

extensión), los elementos también están dotados de una estructura interna, mediante la
cual participan de la vida del todo del que son parte y que les confiere un
comportamiento diferente (para cada cual), como reacción al propio juego de las fuerzas
que los comprenden. La definición de elemento sería pues, más allá de la sugestión de
Harvey (1969), algo más que «la unidad básica de un sistema en términos primitivos
que, desde un punto de vista matemático, no necesita definición, de la misma forma que
la concepción de punto en Geometría».

Los elementos del espacio: enumeración y funciones

Los elementos del espacio serían los siguientes: los hombres, las empresas, las
instituciones, el llamado medio ecológico y las infraestructuras.

Los hombres son elementos del espacio, sea en la condición de suministradores de


trabajo, sea en la de candidatos a ello; trátese de jóvenes, o de parados. La verdad es que
tanto los jóvenes, como los que ocasionalmente se encuentran sin empleo o los que ya
están jubilados, no participan directamente de la producción, pero el simple hecho de
estar presentes en el lugar tiene como consecuencia la demanda de un cierto tipo de
trabajo para otros. Esos diversos tipos de trabajo y de demanda son la base de una
clasificación del elemento humano en la caracterización de un espacio dado.

La demanda de cada individuo como miembro de la sociedad es satisfecha en parte por


las empresas y en parte por las instituciones. Las empresas tienen como función esencial
la producción de bienes, servicios e ideas. Por su parte, las instituciones producen
normas, órdenes y legitimaciones.

El medio ecológico es el conjunto de complejos territoriales que constituyen la base


física del trabajo humano. Las infraestructuras son el trabajo humano materializado y
localizado en forma de casas, plantaciones, caminos, etc.

Los elementos del espacio: su reductibilidad

La simple enumeración de las funciones que afectan a cada uno de los elementos del
espacio muestra que esto son, en cierta forma, intercambiables y reducibles unos a otros.
Esta intercambiabilidad y reductibilidad aumentan, en realidad, con el desarrollo
histórico; como resultado lógico de la complejidad creciente en todos los niveles de la
vida. De este modo, los hombres también pueden ser considerados como empresas (el
vendedor de la fuerza de trabajo), o como instituciones (por ejemplo en el caso del
ciudadano); del mismo modo que las instituciones aparecen como compañías y éstas
como instituciones. Este último es el caso de las compañías transnacionales o de las
grandes corporaciones, que no sólo se imponen reglas internas de funcionamiento, sino
que intervienen en la creación de normas sociales a un nivel más amplio que el de su
acción directa, compitiendo con las instituciones, e incluso con el Estado. La fijación
del precio de las mercancías por los monopolios les confiere una atribución que es
propia de las entidades de derecho público, en la medida que interfieren en la economía
de cada ciudadano y de cada familia, e incluso de otras empresas, compitiendo con el
Estado en el control de la economía.

En el momento actual las funciones de las compañías y de las instituciones aparecen


entrelazadas y confundidas, en la medida en que las empresas, directa o indirectamente,
Página 30 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

también producen normas; y las instituciones son, como el Estado, productoras de


bienes y servicios.

Al mismo tiempo que los elementos del espacio se hacen más intercambiables, las
relaciones entre ellos se vuelven también más íntimas y mucho más extensas. De este
modo, la noción de espacio como totalidad se impone de forma más evidente; y por el
hecho de que resulta más intrincada, se hace más exigente su análisis.

Los elementos del espacio: las interacciones

El estudio de las interacciones entre los diversos elementos del espacio es un dato
fundamental del análisis. En la medida que función es acción, la interacción supone
interdependencia funcional entre los elementos. A través del estudio de las interacciones
recuperamos la totalidad social, esto es, el espacio como un todo, e, igualmente, la
sociedad como un todo. Pues cada acción no constituye un dato independiente, sino un
resultado del propio proceso social.

Hablando de lo que anteriormente se llamaba región urbana, el geógrafo P. Haggett


(1965) dice que en Geografía Humana la región nodal sugiere un conjunto de objetos
(ciudades, aldeas, haciendas, etc.) relacionados a través de flujos circulatorios (dinero,
mercancías, emigrantes) y de la energía que satisface las necesidades biológicas y
sociales de la comunidad. Ahora bien, esas necesidades son todas satisfechas a través
del acto de producir. Es de ese modo como se definen las formas de producir y
paralelamente las de consumir, las normas relativas a la división de la sociedad en
clases, y la red de relaciones existentes. Es también así como se definen las inversiones
que deben realizarse. Tales inversiones, cuya tendencia a darse en forma de capital fijo
es cada vez mayor, modifican el medio ecológico a través de sistemas de ingeniería que
se superponen unos a otros, total o parcialmente, modificando el propio medio y
adaptándose a las condiciones emergentes de la producción. De esa forma, se opera una
evolución concurrente del hombre y de lo que podría llamarse la «naturaleza», mediante
la acción de las instituciones y de las empresas.

Cabría preguntarse aquí si es válida la distinción, que hemos realizado al comienzo,


entre el medio ecológico y las infraestructuras, como elementos del espacio. En la
medida que las infraestructuras se integran en el medio ecológico, volviéndose una parte
del mismo, ¿no sería incorrecto considerarlos como elementos distintos? Además, en
cada momento de la evolución de la sociedad el hombre encuentra un medio de trabajo
ya construido sobre el cual opera, y la distinción entre lo que se llamaría natural y no
natural se vuelve artificial.

La expresión medio ecológico no tiene la misma significación que se atribuye a


naturaleza salvaje o naturaleza cósmica, como en ocasiones se tiende a admitir El
medio ecológico ya es medio modificado, y cada vez más medio técnico. De esa forma,
lo que en realidad se produce es una adición al medio de nuevas obras de los hombres,
la creación de un nuevo entorno a partir del que ya existía: lo que se acostumbra a
llamar «naturaleza primera» por contraposición a «segunda naturaleza» ya es segunda
naturaleza. La primera naturaleza, como sinónimo de «mundo natural», sólo existió
hasta el momento inmediatamente anterior en el que el hombre se transformó en ser
social, a través de la producción social. A partir de ese momento, todo lo que
consideramos como primera naturaleza fue transformado. Ese proceso de
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 31

transformación, continuo y progresivo, constituye un cambio cualitativo fundamental de


nuestro tiempo. Y en la medida que el trabajo humano tiene como base la ciencia y la
técnica, se transformó por ello mismo en tecnología históricamente acumulada.

De concepto a la realidad empírica

Cuando decimos que los elementos del espacio son los hombres, las empresas, las
instituciones, el soporte ecológico, las infraestructuras, estamos considerando cada
elemento como un concepto.

La expresión concepto denota generalmente una abstracción extraida de la observación


de hechos particulares. Sin embargo, debido a que cada hecho particular o cada cosa
particular sólo tienen significado a partir del conjunto en que están incluidos, esa cosa o
ese hecho terminan siendo lo abstracto, mientras que lo real pasa a ser el concepto. No
obstante, el concepto solamente es real en la medida en que es actual. Esto quiere decir
que las expresiones hombre, empresa, institución, soporte ecológico, infraestructura,
sólo pueden ser entendidas a la luz de su historia y del presente.

A lo largo de la historia toda variable está sometida a evolución constante. Por ejemplo,
la variable demográfica está sujeta a cambios e incluso a revoluciones. Si consideramos
la realidad demográfica bajo el aspecto del crecimiento natural o bajo el de las
migraciones, en cada momento de la historia varían sus condiciones respectivas. Así, en
el curso de la historia humana pueden contemplarse diversas revoluciones
demográficas, cada una con su significado específico. Del mismo modo, las formas y
los tipos de migraciones varían, así como su significado respectivo.

Si tomamos algún otro ejemplo, como el de la energía, en cada fase su utilización asume
diversas formas, desde el uso exclusivo de la energía animal, hasta el descubrimiento de
técnicas para dominar las fuentes naturales de energía. Pasamos, después, de una fase en
que la energía utilizada es la energía mecánica o inanimada, como en el caso del motor
de explosión, al uso de la energía cinética y, más recientemente, de la energía nuclear. El
mismo razonamiento se aplica a cualquier otra variable.

Lo que interesa es el hecho de que en cada momento histórico cada elemento cambia su
papel y su posición en el sistema temporal y en el sistema espacial y, en cada momento,
el valor de cada uno debe ser tomado de su relación con los demás elementos y con el
todo.

Desde este punto de vista, podemos repetir la expresión de Kuhn (1962) cuando dice
que los elementos o variables «son estados o condiciones de las cosas, pero no las cosas
mismas». Y añade: «En sistemas que comprenden personas, no es la persona lo que
constituye un elemento, sino sus estados de hambre, de deseo, de compañerismo, de
información o algún otro rasgo relevante para el sistema».

Los elementos como variables

Lo dicho hasta ahora permite pensar que los elementos del espacio están sometidos a
variaciones cuantitativas y cualitativas. De ese modo, los elementos del espacio deben
ser considerados como variables. Esto significa, como su nombre indica, que cambian
de valor según el movimiento de la historia. Si ese valor nace de las cualidades nuevas
Página 32 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

que adquieren, también representa en sí mismo una cantidad. Pero la expresión real de
cada cantidad viene dada como resultado de las necesidades sociales y de su gradación
en un momento dado. Por esto mismo, la cuantificación correspondiente a cada
elemento no puede ser realizada de modo apriorístico, es decir, antes de captar su valor
cualitativo. En este caso, como en cualquier otro, la cuantificación sólo puede darse a
posteriori. Esto es tanto más verdadero cuanto que cada elemento del espacio tiene un
valor diferente según el lugar en que se encuentra.

La especificidad del lugar puede ser entendida también como una valoración específica
(ligada al lugar) de cada variable. Por ejemplo, dos fábricas montadas al mismo tiempo
por una misma compañía, dotadas de los mismos recursos técnicos, pero localizadas en
diferentes lugares, dan a sus propietarios resultados diferentes. Desde el punto de vista
puramente material esos resultados pueden ser los mismos, por ejemplo, una cierta
cantidad producida. Pero el coste de los factores de producción, como la mano de obra,
el agua o la energía, puede variar, así como también la posibilidad de distribuir los
bienes producidos. Por otra parte, aunque dos empresas, propietarias de dos fábricas
similares, dispongan del mismo poder económico y político, la localización diferenciada
constituye un dato que provoca la diferenciación de los resultados. Lo mismo ocurre,
por ejemplo, con los individuos. Hombres que tuvieran la misma formación y aún las
mismas capacidades, pero situados en lugares distintos, no tendrían la misma condición
como productores, como consumidores e incluso como ciudadanos.

De este modo, cada lugar confiere a cada elemento constituyente del espacio un valor
particular. En un mismo lugar, cada elemento está siempre cambiando de valor, porque,
de un modo u otro, cada elemento del espacio -hombres, empresas, instituciones, medio-
entra en relación con los demás, y esas relaciones vienen dictadas en buena medida por
las condiciones del lugar. Su evolución conjunta en un lugar adquiere características
propias, aunque esté subordinada al movimiento del todo, es decir, del conjunto de los
lugares.

Además, esta especificidad del lugar, que se acentúa con la evolución propia de las
variables localizadas, es lo que permite hablar de un espacio concreto. Así, si bien cada
elemento del espacio mantiene el mismo nombre, su contenido y significación están
siempre cambiando. Cabe, entonces, hablar de la mutabilidad del significado de una
variable, y ésto constituye una regla de método fundamental. El valor de la variable no
está en función de sí misma, sino de su papel en el interior de un conjunto. Cuando éste
cambia de significado, de contenido, de reglas o de leyes, también cambia el valor de
cada variable.

La cuestión no es, pues, examinar causalidades, sino contextos. La causalidad pondría


en juego las relaciones entre elementos, aunque esas relaciones fuesen multilaterales. El
contexto implica el movimiento del todo. En otras palabras, si estudiamos al mismo
tiempo diversas relaciones bilaterales, como, por ejemplo, entre hombres y naturaleza, o
entre empresas y hombres (capital y trabajo), o entre compañías y Estado (poder
económico y poder político), o entre el Estado v los ciudadanos, estaremos haciendo un
análisis multivariable y considerando, al mismo tiempo, que cada variable tiene un valor
por sí misma; eso, sin embargo, de hecho no ocurre. Solamente a través del movimiento
del conjunto, es decir, del todo, o del contexto, podremos valorar correctamente cada
parte y analizarla, para, en seguida, reconocer concretamente ese todo. Esa tarea supone
un esfuerzo de clasificación.
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 33

El necesario esfuerzo de clasificación

Cuando nos referimos a hombres, estamos englobando en esa expresión lo que se podría
llamar población o fracción de una población. Sabemos, sin embargo, que una
población está formada por personas que pueden clasificarse según su edad, sexo, raza,
nivel de instrucción, nivel salarial, clase, etc. Las características de la población
permiten su conocimiento más sistemático, y lo mismo ocurre con las empresas que
pueden ser individuales o colectivas, y estas últimas sociedades anónimas, limitadas o
cooperativas, corporaciones nacionales o firmas multinacionales. Y así sucesivamente.

Ahora bien, cada una de esas parcelas o fracciones de un determinado elemento


conformador de espacio ejerce una función diferente y mantiene también relaciones
específicas con otras fracciones de los demás elementos. Por ejemplo, en una sociedad
avanzada, los niños y los ancianos merecen la protección del Estado, en tanto que los
adultos están llamados a trabajar, como un derecho y un deber.

Así, las relaciones de cada tipo de individuos con el Estado no son las mismas. Las
relaciones de cada tipo de empresas con el Estado tampoco son idénticas. Del mismo
modo, en cada momento histórico los valores atribuidos a una profesión o a un grupo de
edad, a un nivel de instrucción o a una raza, no son los mismos. Si considerásemos la
población como un todo, las empresas como un todo, nuestro análisis no consideraría
las múltiples posibilidades de interacción. Al contrario, cuanto más sistemática sea la
clasificación tanto más claras aparecerán las relaciones sociales y, en consecuencia, las
llamadas relaciones espaciales.

El exámen de las variables desde el ángulo de las técnicas y de la organización: la


cuestión del lugar

En cada época los elementos o variables son portadores (o están mediatizados) por una
tecnología específica y por una cierta combinación de componentes del capital y del
trabajo.

Las técnicas son también variables, dado que cambian a través del tiempo. Sólo
aparentemente forman un continuo. Si bien, nominalmente, sus funciones son las
mismas, su eficiencia es variable. En función de las técnicas utilizadas y de los diversos
componentes del capital movilizados, puede hablarse de una edad de los elementos o de
una edad de las variables. De este modo, cada variable tendría una edad determinada. Su
grado de modernidad sólo puede ser comparable dentro del sistema como un todo, sea
del sistema local en ciertos casos, sea M sistema nacional, o aún, en otros, del sistema
internacional.

Un primer dato a tener en cuenta es que la evolución técnica y la del capital no se


efectúa paralelamente para todas las variables. Tampoco esa evolución se efectúa del
mismo modo en todos los lugares. Cada lugar contempla una combinación de variables
de edades diferentes. Cada lugar está marcado por una combinación técnica diferente y
por una combinación distinta de los componentes del capital, lo que atribuye a cada cual
una estructura técnica propia, específica, y una estructura del capital propia, específica;
a las cuales corresponde una estructura propia, específica, del trabaJo. Como resultado,
cada lugar es una combinación particular de diferentes modos de producción o modos
de producción concretos. En cada lugar, las variables A, B, C.... no tienen la misma
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posición en el aparente continuo, porque están marcadas por cualidades diversas. Esto
resulta del hecho de que cada lugar es una combinación de técnicas cualitativamente
diferentes, individualmente dotadas de un tiempo específico; de ahí las diferencias entre
lugares. Por eso mismo, la Geografía puede ser considerada como una verdadera
filosofía de las técnicas. Decir que a partir de las técnicas y de su uso el geógrafo debe
filosofar no equivale, sin embargo, a decir que todo depende de la tecnología, ni en la
realidad ni en su explicación.

La presencia de combinaciones particulares de capital y de trabajo son una forma de


distribución de la sociedad global en el espacio, que atribuye a cada unidad técnica un
valor particular en cada lugar, conforme ya vimos anteriormente.

Recordemos, igualmente, que las variables o elementos están ligados entre sí por una
organización. Tal organización es, en ocasiones, puramente local, pero puede funcionar
a diferentes escalas, según sus diversos elementos o fracciones.

La organización se definiría como el conjunto de normas que rigen las relaciones de


cada variable con las demás, dentro y fuera de un área. En su calidad de normas, esto es,
de reglamentación, externa pues al movimiento espontáneo, su duración efectiva no es
la misma que la de su potencialidad funciona¡.

La organización existe, exactamente, para prolongar la vigencia de una función dada,


atribuyéndole una continuidad y regularidad que sean favorables a los detentadores del
control de la organización. Esto se produce a través de diversos instrumentos de efecto
compensatorio que, frente a la evolución propia de los conjuntos locales de variables,
ejercen un papel regulador, privilegiando un cierto número de agentes sociales. La
organización, por consiguiente, tiene un papel de estructuración compulsiva,
frecuentemente contraria a las tendencias del propio dinamismo. Si la organización
siguiese inmediatamente la evolución propiamente estructura¡, constituiría una especie
de cemento moldeable, deshaciéndose bajo el impacto de una nueva variable, para
rehacerse cada vez que una nueva combinación se configurase. En la medida que la
organización se convierte en norma, impuesta al funcionamiento de las variables, este
cemento se vuelve rígido.

En la medida en que la economía se vuelve más compleja, se anudan relaciones entre


variables, no sólo localmente, sino a escalas espaciales cada vez más pequeñas. El más
pequeño lugar, en la porción más apartada del territorio tiene, actualmente, relaciones
directas o indirectas con otros lugares de donde llegan materias primas, capital, mano de
obra, recursos diversos y órdenes. De ese modo, el papel regulador de las funciones
locales tiende a escapar, total o parcialmente, menos o más, a lo que aún se podría
llamar sociedad local, para caer en manos de centros de decisión lejanos y extraños a las
finalidades propias de la sociedad local.

El espacio como un sistema de sistemas o como un sistema de estructuras

Cuando analizamos un espacio dado, si pensamos sólo en sus elementos, en la


naturaleza de esos elementos o en sus posibles clases, no sobrepasamos el dominio de la
abstracción. Solamente la relación que existe entre las cosas es lo que nos permite
realmente conocerlas y definirlas. Los hechos aislados son abstracciones y lo que les da
concreción es la relación que mantienen entre sí.
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 35

Karel Kosik (1967, pág. 61) escribió que «la interdependencia y la mediación de la parte
y del todo significan, al mismo tiempo, que los hechos aislados son abstracciones,
elementos artificialmente separados del conjunto y que únicamente por su participación
en el conjunto correspondiente adquieren veracidad y concreción. Del mismo modo, el
conjunto en el cual los elementos no están diferenciados y determinados es un conjunto
abstracto y vacío».

Los diversos elementos del espacio están en relación unos con otros: hombres y
empresas, hombres e instituciones, empresas e instituciones, hombres e infraestructuras,
etc. Pero, como ya observamos, estas relaciones no son solamente bilaterales, una a una,
sino relaciones generalizadas. Por eso, y también por el hecho de que esas relaciones no
se producen entre las cosas en si o por sí mismas, sino entre sus cualidades y atributos,
es por lo que puede decirse que forman un verdadero sistema.

Tal sistema está dirigido por el modo de producción dominante en sus manifestaciones a
la escala del espacio de referencia. Esto nos sitúa ante el problema histórico.

Puede hablarse también de la existencia de subsistemas, formados por los elementos de


los modos de producción particulares. El sistema está dirigido por reglas propias al
modo de producción dominante en su adaptación al medio local. Estaremos, entonces,
frente a un sistema menor o correspondiente a un subespacio, y a un sistema mayor que
lo comprende, correspondiente al espacio. Cada sistema funciona en relación al sistema
mayor como un elemento, en cuanto que él mismo es, en sí, un sistema. En el caso de
que el subsistema a que nos referimos se desdoble en subsistemas, se repite la misma
relación; apareciendo cada uno de los subsistemas como un elemento propio, al mismo
tiempo que es también un sistema si se consideran sus propias subdivisiones posibles. Y
cada sistema o subsistema está formado de variables que, todas ellas, disponen de fuerza
propia en la estructuración del espacio, pero cuya acción está, de hecho, combinada con
la acción de las demás variables.

Las relaciones entre los elementos o variables son de dos naturalezas: relaciones simples
y relaciones globales. También puede decirse, como hace David Harvey (1969, pág.
455) que estas son: seriales, paralelas y en feedback. Las relaciones seriales son sobre
todo relaciones de causa-efecto, en la medida que un elemento es causa de una
modificación en el otro y así sucesivamente, hasta que el primero sea también afectado.
Lo que se origina es una verdadera serie de acciones. Existe también el caso de acciones
resultantes de la acción de un elemento, por ejemplo: aq afecta una relación
preexistenteai-aj. En ese caso se habla de relación paralela. Existe asimismo otro tipo de
relaciones, estudiadas más recientemente por la cibernética, por ejemplo, la relación ai-
ai, en la cual el movimiento y las modificaciones de cada elemento (o de cada variable o
sistema) se dan a partir de su propia estructura interna.

En los dos primeros casos, las acciones son externas, y en el tercero los cambios se
producen por la simple existencia de la variable: existir es cambiar. En el primero de los
casos citados, siguiendo a Harvey, se trata de una relación simple, es decir, una relación
de causa efecto, mientras que las relaciones paralelas y de feedback serían relaciones
globales.

La verdad es que sea cual sea la forma de la acción entre las variables, o dentro de ellas,
no puede perderse de vista el conjunto, el contexto. Las acciones entre las diversas
Página 36 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

variables están subordinadas al todo y a sus movimientos. Si una variable actúa sobre
otra, sobre un conjunto de éstas, o sufre una evolución interna, origina al menos dos
resultados prácticos, que son igualmente elementos constitutivos del método.

En primer lugar, cuando una variable modifica su movimiento, esto repercute


inmediatamente sobre el todo, modificándolo, originando otro, aunque, en cualquier
caso, este constituya una totalidad. Se sale de una totalidad para llegar a otra, que
también se modificará. Es por esto que, a partir de ese impacto «individual» o de una
serie de impactos «individuales», el todo termina por actuar sobre el conjunto de los
elementos que lo forman, modificándolos. Ello permite afirmar que en realidad no hay
relación directa entre elementos dentro del sistema, excepto desde un punto de vista
puramente mecánico o material. El valor real, es decir, el significado de esa relación,
viene dado únicamente por el todo. Del mismo modo que las relaciones entre las partes
están condicionadas por el todo, otro tanto ocurre con las relaciones entre los elementos
del espacio.

De este modo, la noción de causa-efecto, que permite una simplificación de las


relaciones entre elementos, es insuficiente para comprender y valorar el movimiento
real. Así, puede decirse que cada variable dispone de dos modalidades de «valor»: una
que nace de sus características propias, técnicas o técnico-funcionales; y otro que viene
dado por las características sistémicas, esto es, por el hecho de que cada elemento o
variable puede ser abordado desde un punto de vista sistémico. Estas características
sistémicas son, en general, condicionadas por el modo de producción y, en particular,
por las condiciones propias de la actividad correspondiente al lugar. Ambas condiciones
están definidas para cada formación económico-social, según sus lugares geográficos y
sus momentos históricos.

Elementos y estructuras

Hasta aquí hemos propuesto una definición del espacio corno sistema. Aún así, ese
modelo de espacio como sistema viene siendo duramente criticado por el hecho de que
la definición tradicional de sistema resulta inadecuada. En realidad, si los elementos del
espacio son sistemas (del mismo modo que el espacio), son también verdaderas
estructuras. En este caso, el espacio es un sistema complejo, un sistema de estructuras,
sometido, en su evolución, a la evolución de sus propias estructuras.

Tal vez no sea superfluo insistir en el hecho de que cada estructura evoluciona cuando el
espacio total evoluciona, y que la evolución de cada estructura en particular afecta a la
totalidad. Una estructura, siguiendo a François Perroux (1969, pág. 371), se define por
una «red de relaciones, una serie de proporciones entre flujos y stocks de unidades
elementales y de combinaciones objetivamente significativas de esas unidades». Esto
pone en evidencia la noción de desigualdad de volúmenes o de desigualdad de fuerza
funcional de cada elemento. En otras palabras, una diferencia en la capacidad de crear
stocks y de crear flujos. Tales desigualdades en el interior de la estructura, incluso sin
suponer obligatoriamente las nociones de jerarquía y de dominación, crean condiciones
dialécticas con un principio de cambio.

El espacio está en evolución permanente. Tal evolución resulta de la acción de factores


externos y de factores internos. Una nueva carretera, la llegada de nuevos capitales o la
imposición de nuevas reglas (precio, moneda, impuestos, etc.) provocan cambios
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 37

espaciales, del mismo modo que la evolución «normal» de las propias estructuras, es
decir, su evolución interna, conduce igualmente a evolución. En un caso y en otro, el
movimiento de cambio se debe a modificaciones en los modos de producción concretos.

Las estructuras del espacio están formadas de elementos homólogos y de elementos no


homólogos. Entre las primeras están las estructuras demográficas, económicas,
financieras, esto es, estructuras de la misma clase que, desde un punto de vista analítico,
pueden considerarse como estructuras simples. Las estructuras no homólogas, es decir,
formadas de diferentes clases, interaccionan para formar estructuras complejas. La
estructura espacial es algo así: una combinación localizada de una estructura
demográfica específica, de una estructura de producción específica, de una estructura de
renta específica, de una estructura de consumo específica, de una estructura de clases
específica y de un conjunto específico de técnicas productivas y organizativas utilizadas
por aquellas estructuras y que definen las relaciones entre los recursos presentes.

La realidad social, lo mismo que el espacio, resulta de la interacción entre todas esas
estructuras. Puede decirse también que las estructuras de elementos homólogos
mantienen entre ellas lazos jerárquicos, mientras que las estructuras de elementos
heterogéneos mantienen lazos relacionales. La totalidad social está formada por la unión
de esos datos contradictorios, del mismo modo que lo está el espacio total.

Las estructuras y los sistemas espaciales, al igual que todas las demás estructuras y
sistemas, evolucionan siguiendo tres principios: 1) el principio de acción externa,
responsable de la evolución exógena del sistema; 2) el intercambio entre subsistemas (o
subestructuras), que permite hablar de una evolución interna del todo, una evolución
endógena; y 3) una evolución particular en cada parte o elemento del sistema tomado
aisladamente, evolución que es igualmente interna y endógena. Existiría así, un tipo de
evolución por acción externa y otros dos por acción interna al sistema, debiéndose el
último de ellos al movimiento íntimo, propio de cada parte del sistema.

No obstante, no debe perderse de vista el hecho de que la acción externa solamente se


ejerce a través de los datos internos. En ese caso, al cambiar las características propias
de cada elemento, su intercambio o su forma de recepción o reacción a los impulsos
externos nunca será la misma. La acción externa o exógena es simplemente un
detonador, un vector que provoca dentro del sistema un nuevo impulso, pero que por sí
mismo no reúne las condiciones para hacer eficaz ese impulso.

El mismo impulso externo tiene una repercusión diferente según el sistema en que
encaje. Por ejemplo, una cierta cantidad de crédito atribuido a una actividad económica
en todo un país no tendrá las mismas repercusiones en todos los lugares; el aumento o
disminución del precio unitario de un bien tampoco repercute del mismo modo en todas
partes. Lo mismo puede decirse de la apertura de una carretera o de su mejora. Las
diferencias en el resultado aqui sugeridas vienen dadas por las condiciones locales
propias, que actúan como un modificador del impacto externo.

En este sentido podemos repetir la opinión de Godelier (1966), para quien «todo sistema
y toda estructura deben ser descritos como realidades "mixtas" y contradictorias de
objetos y de relaciones que no pueden existir separadamente, esto es, de modo que su
contradicción no excluye su unidad». Esta forma de ver el sistema o la estructura
Página 38 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

espacial, a partir de la cual los elementos son considerados como estructuras, lleva
también a admitir que cada lugar no es más que una fracción del espacio total.

Vimos, algunas líneas atrás, que el vector externo sólo adquiere un valor específico
como consecuencia de las condiciones de su impacto, pero también sabemos que el
llamado movimiento interno de las estructuras o las relaciones entre ellas no son
independientes de leyes más generales. Por esa razón cada lugar constituye en realidad
una fracción del espacio total, pues sólo ese espacio total es el objeto de la totalidad de
las relaciones ejercidas dentro de una sociedad en un momento dado. Cada lugar es
objeto de sólo algunas de esas relaciones «actuales» de una sociedad dada y, a través de
sus movimientos propios, solamente participa de una parte del movimiento social total.

El movimiento que estamos intentando explicitar nos lleva a admitir que el espacio
total, que escapa a nuestra comprensión empírica y llega a nuestro entendimiento sobre
todo como concepto, es lo que constituye lo real; en tanto que las partes del espacio,
que nos parecen tanto más concretas cuanto menores son, constituyen lo abstracto, en la
medida en que su valor sistémico no está en la cosa tal como la vemos, sino en su valor
relativo dentro de un sistema más amplio.

Cuando nos referimos, por ejemplo, a aquella casa o a aquel edificio, a aquella
manzana, a aquel barrio, son todos datos concretos -concretos por su existencia-, pero,
en realidad, todos son abstractos, si no buscamos comprender su valor actual en función
de las condiciones actuales de la sociedad. Casa, edificio, manzana, barrio, están
siempre cambiando de valor relativo dentro del área donde se sitúan, cambio que no es
homogéneo para todos y cuya explicación se encuentra fuera de cada uno de esos
objetos y sólo puede ser encontrada en la totalidad de las relaciones que configuran un
área mucho más vasta. Lo mismo acontece con los hombres, las empresas o las
instituciones.

La noción de estructura aplicada al estudio del espacio tiene esta otra ventaja. A través
de la noción de sistema analizamos los elementos, sus predicados y las relaciones entre
tales elementos y tales predicados. Cuando la preocupación tiene que ver con las
estructuras, sabemos que esa noción de predicado está unida a cada elemento (aquí
subestructura), como sabíamos antes que su verdadera definición depende siempre de
una estructura más amplia, en la cual se inserta.

Una observación adicional: las cuestiones prácticas

Un esquema de método, por más lógicamente construido que esté, encontrará


dificultades en su realización. Un esquema de método pretende ser, también, una
hipótesis de trabajo aplicable: 1) por un equipo de investigadores; 2) a una realidad
concreta; 3) realidad que es reconocible, en un momento dado, mediante un cierto
número de fenómenos. Cada uno de estos elementos constituye una limitación práctica:
la complejidad o dinamismo de la realidad a analizarse; el número y la representatividad
de los datos disponibles; la constitución del equipo de trabajo, su formación anterior,
profesional y teórica, su disponibilidad para la aceptación del tema y del esquema
propuestos. Todo esto sin considerar otros factores reconocidos universalmente por
todos aquellos que tienen ya alguna experiencia como investigadores.
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 39

En cuanto a la formación del equipo de trabajo y la correspondiente distribución de las


tareas, la división del trabajo constituye un aspecto crítico, en la medida que solamente
será válida -permitiendo alcanzar plenamente los objetivos buscados- si lo dividido a
efectos prácticos del análisis, puede ser reconstruido más tarde, de modo que permita
una definición aceptable de la realidad y el reconocimiento de sus procesos
fundamentales. Es evidente que el resultado depende, igualmente, de la compenetración
previa del grupo de trabajo; siendo esta una tarea activa cuyo requerimiento de base es
la comprensión de los objetos de estudio y de los objetivos de éste.

Sólo a partir de esa premisa las tareas individuales pueden ser entendidas. Si se
escogiese el camino contrario, la síntesis no se haría jamás, fuera cual fuera el tiempo
dedicado a la investigación de los datos y al reconocimiento de los hechos. Tal
compenetración debe partir, también, de la idea de que el objeto de análisis es el .cur
presente, siendo todo análisis histórico, simplemente, el soporte indispensable para la
comprensión de su génesis. En este caso, es importante considerar que no se trata de
efectuar una prospección arqueológica que sea una finalidad en sí misma. Se trata de un
medio. Esto no nos dispensa de buscar una comprensión global y en profundidad; pero
el tema de referencia no es una excursión al pasado como dato autónomo en la
investigación, sino como recurso para definir el presente en vías de realizarse (el
presente ya completado pertenece al dominio del pasado), permitiendo penetrar el
proceso y, mediante él, la aprensión de las tendencias que pueden permitir vislumbrar el
futuro y sus líneas de fuerza.

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Página 40 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Tuan, Yi Fu
Mundos personales: diferencias y preferencias individuales.

“Como especie, los seres humanos son extremadamente polimórficos. Entre los
individuos, las variaciones físicas externas
son notables, pero resultan menores cuando Tuan, Yi Fu (1980) “Topofilia”, São
se las compara con las diferencias internas. Paulo, Difusão Editorial, 52-53,
Lejos de ser “hermanos de piel” resultamos 1980.
–en ciertas facetas orgánicas– casi especies
diferentes. Podemos decir entonces, que los contrastes significativos se producen en el
plano individual; las diferencias debidas a la raza son comparativamente insignificantes.

Las actitudes en relación a la vida y al medio ambiente reflejan necesariamente


variaciones individuales bioquímicas y fisiológicas. El mundo de una persona afectada
por el acromatismo deberá ser un poco menos policromático del que percibe una
persona con visión normal. Reconocemos también diferencias temperamentales entre
las personas. Una perspectiva frente a la vida de una persona melancólica o plácida
difiere mucho de la de una sanguínea o inquieta. La causa profunda de la variación en la
personalidad y el temperamento reside en las glándulas endocrinas: asimismo las
llamadas personas normales muestran diferencias importantes. Las glándulas endocrinas
liberan hormonas en la sangre que tienen un efecto sensible en las emociones y
sensaciones de bienestar de esas personas. Para apreciar correctamente cómo pueden
variar las actitudes ambientales, necesitamos conocer algo acerca de la fisiología
humana en relación con la diversidad de los temperamentos. Como una simple
ilustración de la manera como una individualidad puede trascender a las fuerzas
culturales que generan consenso, veamos el caso de una familia en excursión el fin de
semana. Esto no siempre es el asunto tranquilo y feliz que los anuncios de los
campamentos nos hacen creer. En la fase del planeamiento los miembros de la familia
pueden discutir sobre el lugar a donde ir. Una vez que el grupo llega a destino
nuevamente surge desacuerdo sobre dónde acampar, dónde parar para comer, qué lugar
escénico visitar, y así sucesivamente. Edad, sexo, diferencias fisiológicas innatas y
temperamentales dentro de una familia, terminan anulando fácilmente la exigencia
social de armonía y unidad.”

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Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 41

Capel, Horacio
“Historia de la ciencia e historia de las disciplinas
científicas”
Las historias de la geografía.

Desde el Renacimiento las obras antiguas de geografía constituyeron, a la vez, un


modelo científico y un corpus de
informaciones que podía ser Capel, Horacio (1989) “Historia de la
utilizado con propósitos actuales. ciencia e historia de las disciplinas
Estrabón o Pomponio Mela no sólo científicas”, Universidad de Barcelona,
fueron modelos corográficos Geo-Crítica 84, pp.11 a 21, diciembre
seguidos y valorados una y otra vez de 1989.
desde el siglo XVI al XVIII, sino
que, además, las noticias que proporcionaban estos autores y las facilitadas por otros
geógrafos de la antigüedad y edad media, o por itinerarios y relaciones de viajes, eran
también de utilidad para, debidamente criticadas e identificadas, construir el mapa y
realizar la descripción de la superficie terrestre, particularmente en beneficio de la
geografía histórica. Todo ello originaba un gran interés por los viejos textos, por su
cuidadosa edición, en la que colaboraban geógrafos, historiadores y filólogos, y por su
estudio. Como ocurría en otras ciencias, y a pesar de los avances que se fueron
realizando desde el Renacimiento, el conocimiento histórico siguió siendo hasta el siglo
XVIII un apoyo de gran importancia para el desarrollo de la geografía moderna. De la
utilidad de las fuentes antiguas y de las obras de los siglos XVI o XVII para la solución
de problemas geográficos del setecientos hemos tratado en otros lugares y no parece
necesario insistir en ello; bastará con recordar aquí el interés de un D'Anville o un
Tomás López por las informaciones de los geógrafos antiguos para la construcción de
sus mapas, o la atención con que Buache. Torrubia y otros estudiaban los viajes de
descubrimiento de los siglos XVI o XVII para intentar responder a enigmas geográficos
referentes a continentes todavía poco conocidos [Véase, por ejemplo, Capel, H. "La
geografía como ciencia matemática mixta", en Geo-Crítica, Universidad de Barcelona,
30, noviembre de 1980].

Si todo esto es cierto, también lo es. sin embargo. que desde el siglo XVI. con los
grandes descubrimientos, se asiste a una progresiva toma de conciencia de las
insuficiencias y de los limites de las obras de geografía clásicas, que van siendo
completadas y superadas por las nuevas observaciones que se realizan en toda la
superficie del planeta. Hay así, paralelamente, un creciente proceso de obsolescencia de
los textos antiguos, que pasan a ser invocados paulatinamente como modelos clásicos a
imitar -por la diversidad de los datos integrados y la forma de sistematizarlos- o. más
aún, como prestigiosos precedentes que valoran y dan crédito a la ciencia.

En las introducciones de las obras geográficas, al ponderar el valor y la dignidad de esta


ciencia, se señalaban cuidadosamente los precedentes y autores antiguos, lo que daba
lugar con frecuencia a una historia de la geografía en la que podían estar presentes
Página 42 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

incluso personajes como Moisés y Homero, dando así a esta ciencia los más honorables
progenitores.

Podría defenderse, por tanto, que en cierta manera la historia de la geografía apareció
con funciones de dignificación y legitimación. Una actitud que, si nos remontamos más
atrás, aparece ya en los mismos geógrafos clásicos. Como se comprueba, por ejemplo en
la Geografía de Estrabón en cuyo libro 1, tras ponderar que es un estudio «propio, no
menos que cualquier otro, de la profesión de filósofo» acepta la tesis de Hiparco de que
su iniciador había sido Homero y se adentra en una historia de la geografía para
demostrar que «ilustres fueron también los que le siguieron», todos ellos filósofos (es
decir científicos), a saber: Anaximandro, Hecateo, Demócrito, Eratóstenes, Hiparco.
Polibio y Posidonio, entre otros numerosos nombres.

En general, hasta el siglo XIX la historia de la geografía se presentó, a la vez, como una
historia de los avances en el conocimiento de la Tierra, es decir como una historia de los
descubrimientos y exploraciones geográficas, y como una historia de los mapas
[Urteaga. Luis. «Descubrimientos, exploraciones e historia de la geografía», Geo-
Crítica, Universidad de Barcelona, núm. 71, septiembre 1987, 37 págs.] . Al igual que
otras historias de la época era, sobre todo, una historia de los progresos, un «cuadro
histórico de los progresos de la geografía» en palabras de Malte-Brun [Malte Brun:
"Geographie universelle", ed. por V. A. Malte Brun Fils (s.a.) vol. 1, pag. 9.], lo que
desde la segunda mitad del setecientos se pudo convertir también, bajo el impacto de la
descripción buffoniana de la Tierra, en unas «épocas de la Geografía».

La historia de la geografía estaba asimismo vinculada a la geografía histórica, es decir a


la reconstrucción de las geografías del pasado, en especial, desde la visión
europeocéntrica, del pasado griego, romano o judío. Desde el punto de vista de la
historia de los viajes estaba también ligada al descubrimiento de posibles títulos de
prioridad que aseguraran la legitimidad jurídica en la posesión política de los territorios.

A la vez, en una geografía esencialmente descriptiva de países y regiones, la historia de


los viajes y descubrimientos podía seguir desempeñando algún papel, como muestra la
utilización que de la misma hicieron dos grandes figuras de comienzos del XIX,
Humboldt y Ritter. Así, con referencia al llamado «método comparado» que tomó de la
anatomía y que aplicó ampliamente en la redacción de su Erdkunde, un buen
especialista de su obra, Hanno Beck, ha podido escribir que «lo que entiende Ritter por
método comparado no es en primer lugar otra cosa sino la recopilación de fuentes
históricas cronológicamente ordenadas, sobre todo de relaciones de viajes» [Beck.
Hanno. "Carl Ritter, genio de la geografía. Sobre su vida y su obra", Bonn-Bad
Godesberg, Inter Nationes, 1979, pág. 114.]. No ha de extrañar por ello que dichas
relaciones, que daban cuenta de la ampliación del horizonte geográfico, siguieran
constituyendo lo esencial de las historias de la geografía hasta comienzos del siglo XX,
una historia que algunos consideraron ya parte de la historia de la ciencia y
especialmente útil al estudio de la disciplina porque -como escribió Vivien de Saint
Martin- «únicamente siguiendo a la ciencia a través de sus fases sucesivas puede verse
qué lugar ocupa en el desarrollo general de la humanidad»[Saint Martin. Vivien de :
Historia de la Geografía y de los descubrimientos geográficos, Escrita por... Presidente
honorario de la Sociedad de Geografía de París, traducida y anotada por Manuel Sales y
Ferré, Catedrático de Geografía Histórica en la Universidad de Sevilla, Sevilla.
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 43

Administración de la Biblioteca Literaria, y Madrid, Librería de D. Victoriano Suárez,


1878, vol. II, pág. 508].

Durante la segunda mitad del XIX, coincidiendo con el espectacular desarrollo de la


comunidad científica de los geógrafos, la historia de la geografía fue prestando atención
a nuevos temas. El eco del Ensayo histórico sobre el desarrollo progresivo de la idea del
Universo incluido en el Cosmos (1845-1862) de Alejandro de Humboldt [Humboldt,
Alexander von, "Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung", Stuttgart,
Cotta, 1845-1862, 5 vols. Trad, castellana "Cosmos, Ensayo de una descripción física
del mundo", vertido al castellano por Bernardo Giner y José de Fuentes, Madrid,
Imprenta de Gaspar y Roig, 1874-1875, 4 vols, Breve resumen de algunas ideas básicas
de esta obra en «El Cosmos de Humboldt», Introducción de M. A. Miranda, Geo
Critica, Universidad de Barcelona. n° 11, septiembre 1977, 49 págs.] y el desarrollo de
la geografía física incorporó a estas historias la evolución de las ideas sobre la estructura
física del mundo y sobre las interrelaciones de los fenómenos naturales: a la vez que el
creciente interés por los temas humanos -que desembocaría en la creación de una
geografía humana sistemática- dirigió también la atención hacia la historia de los
medios y procedimientos utilizados para conocer la riqueza y población de los países
(censos, catastros, etc.) [Todo esto aparece ya, por ejemplo, en Kretschmer, Konrad:
Historia de la Geografía, Traducción de la segunda edición alemana por L. Martin
Echevarría, Barcelona, Labor, 1926, 200 págs.]

Simultáneamente, el desarrollo de una nueva geografía regional en la segunda mitad del


XIX pudo significar la búsqueda de precede las concepciones en liza. Importantes obras
teóricas como las de Alfred Hettner [Hettner, Alfred: "Die Geographie, lhre Geschichte,
ihr Wessen und ihre Methoden", Breslan, F. Hirt, 1927. La traducción de un capitulo de
esta obra, con una introducción general sobre la figura de Hettner y la geografía
alemana de su época ha sido realizada por Gerardo Nahm en: Hettner, Alfred: «La
naturaleza y los cometidos de la Geografía», Geo Critica, Universidad de Barcelona, n°
70, julio 1987. 82 págs] o Richard Hartshorne [Hartshorne, Richard: "The Nature of
Geography. A critical Survey of current Thought In the light of the Past", Lancaster,
Penn, Association of American Geographers, 1939.] poseen, así, también una dimensión
histórica que trata de iluminar el pensamiento actual «a la luz del pasado».

En una disciplina cuya institucionalización universitaria a fines del XIX se hizo con
dificultades, y que por su carácter de ciencia de encrucijada, entre las ciencias de la
naturaleza y las ciencias humanas, ha tenido no sólo importantes problemas de
fundamentación sino, al mismo tiempo, numerosos críticos y competidores, ha sido
particularmente necesaria la justificación de la disciplina y la afirmación de su dignidad
e independencia entre las ciencias sociales y naturales. Las introducciones de los
manuales universitarios y compendios históricos más o menos extensos han abordado
esta tarea, en la que también se ha incluido con frecuencia un debate sobre las relaciones
con las ciencias «afines» y «auxiliares» de la geografía [Clozier, "Histoire de la
Géographie", Paris, PUF (Col. Que sais-je?) 4a. ed., 1967]. En general se trataba, como
en otras disciplinas, de mostrar el camino que conduce hacia la geografía moderna,
plenamente científica.

Pero, como cabía esperar en una disciplina de vieja raigambre y fuerte desarrollo
institucional y que, a la vez, tiene una larga tradición de estudios históricos, las historias
de la geografía que se han realizado a lo largo de nuestro siglo son mucho más ricas y
Página 44 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

variadas. Si es cierto que una buena parte están escritas desde la preocupación de los
problemas presentes, existe también una importante línea de historias de la geografía en
épocas pasadas, directamente vinculadas a la historia de la ciencia y a la historia de la
cultura. lnvestigaciones concretas y obras generales sobre la geografía del mundo
antiguo [Lelewel, Joachim: "Géographie de Moyen Age" Bruxelles, 1852-57,
Reimpresión Amsterdam meridian Pub. 1966, 3 vols. Warmington. E. H . "Greek
Geography", London and Toronto, Dent and Sons, Thomson, J.O.: "History of Ancient
Geography", New York, Biblo and Tanen, reimpresión 1965, Aujac, G. : "La géographie
dans le monde antique", Paris P, U. F. (Col. «que sais-je? » n° 1598) 1975], de la edad
media [Kimble, G.H.T.: "Geography In the Middle Ages" New York Russell and Russell
reimpresión 1968], de los tiempos modernos [Broc, Numa: "La Géographie de la
Renaissance (1420-1620)" Paris, Biblioteque Nationale, 1980, 258 págs. Dainville, F.
de: "La Géographie des Humanistes", Paris, Beauchesne, 1940. Buettner, Manfred
(Hrsg): "Wandlungen in geographischen Denken von Aristoteles bis Kant", Paderborn-
Múnchen -Wien, Ferdinand Schöningh, 1979. 276 págs. Broc. Numa : "La Géographie
des Philosophes. Géographes et voyageurs franpais au XVIIIé siécle", Paris Ophrys,
1975. Buettner. Manfred (Hrsg): "Carl Ritter. Zur europäisch amerikanischen
Geographie an der Wende vom 18 zum 19 Jahrhundert", Paderborn - München - Wien.
Ferdinand Schóningh, 1980, 256 págs.], de los siglos XIX y XX. [Freeman, T-W-: "{ A
hundred years of Geography", London. Gerald Duckworth, 1961, 336 págs. Stoddart,
David R: "On Geography". Oxford, Basil Blackwell, 1985, 336 págs. Berdoulay,
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Bibliothéque Nat>onale 1981, 246 págs. Taylor, Griffith. "Geography In the Twentieth
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London Philosophical Library and Methuen, Freeman, T.W. "A History of Modern
British Geography", Congman. London and New York, 1980. 258 págs. Steel, Robert
W.: "British Geography, 1815-1945", Cambridge University Press. 1987, 189 págs.
Brown. E.H. (Ed.): "Geography, yesterday and tomorrow", Edited by... for the Royal
Geographical Society. Oxford University Press, 1980, 302 págs. Trad. cast. "Geografía,
pasado y futuro", México, FCE, 1985. 424 págs. Meynier. André: "Histoire de la pensée
géographique en France (1872-1969)", Paris. PUF, 1969, 224 págs Claval, Paul: "Essai
sur l'évolution de la Géographie humaine", 1964. Trad. cast. "Evolución de la geografía
humana". Barcelona, Oikos Tau, 1974. 240 págs]

El interés por la biografía y por las contribuciones personales de los geógrafos más
destacados [Dickinson, R.E.: "The Makers of Modern Geography", London, Routledge
and Kegan Paul, 1968. 305 págs.] ha dado paso, más recientemente, a un ambicioso
intento de realizar un completo inventario biográfico de todos los geógrafos que han
realizado alguna aportación a esta ciencia [Freeman, T.W. y Pinchemel. Philippe:
"Geographers",Biobiblographical Studies, Mansell, London, desde 1977, 11 vols.
publicados] y a una preocupación por recoger los testimonios de los autores vivos sobre
su formación y sus métodos de trabajo [Buttimer. Anne. "The Practice of Geooraphy",
Longman, London-New York, 1983. 298 págs.].

El énfasis en el origen y evolución de ideas geográficas así como en su contexto


intelectual y social aparece igualmente, y de forma cada vez más intensa, en algunas
obras que atienden el llamamiento hecho en 1926 por J. K. Wright y siguen, de forma
explícita o implícita, el surco abierto por los trabajos de Lovejoy [Wright, John K.: "A
plea for the history of Geography", Isis, vol. 8, 1926, págs. 477-491. Reimpreso en
Wright. J.K. : "Human nature in Geography", Cambndge, Mass, 1966, págs. 11-23.
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 45

Glacken, Clarence: "Traces on the Rhodian Shore. Nature and culture in Western
thought from Ancient Times to the End of Eighteenth Century", Berkeley and Los
Angeles, University of California Press, 1967, 763 págs. Broc, Numa: "Les montagnes
vues par les géographes et les naturafistes en langue française au XVIIIé siécle, Paris,
Bibliothéque Nationale, 1969, Dickinson, R E.: "Regional concept, The anglo-american
Leaders", Routledge and Kegan Paul, 1976, 408 págs. Stoddart, D.R. (Ed.):
"Geography, ideology and social concern", Oxford, Basil Balckwell, 1981, 250 págs.].

Las antologías de textos geográficos han permitido poner a disposición de los


estudiantes fragmentos seleccionados de los más importantes geógrafos [Beck, Hanno:
"Geographie Europäische Entwicklung in Texten und Erläuterungen, Freiburg -
München Verlag Karl Albert, 1973, 510 pags. Pinchemel. P, Robic, M-C, y Tissier, J.L.:
"Deux siécles de Geographie française". Choix de Textes. Paris, Comité de Travaux
Historiques et Scientifiques, 1984. 380 págs.], unidos a veces a testimonios del saber
geográfico de otros autores del pasado (poetas, filósofos, teólogos, viajeros, etc.) [Kish,
Georg. "A Source Book In Geography". Harvard University Press, 1978, 453 págs.].

Los cambios que a partir de 1950 se produjeron en la geografía supusieron una quiebra
de la unidad que había conseguido la disciplina desde principios de siglo, basada en la
aceptación por el conjunto de la comunidad científica del paradigma regional y de los
enfoques historicistas. Dichos cambios dieron lugar a nuevas generaciones de obras
históricas, algunas de las cuales han tratado de narrar las vicisitudes y los protagonistas
de las transformaciones que se han ido experimentando [Johnston, R.J.: "Geography and
Geographers", Anglo-American Human Geography since 1945, Londres. Arnold,
1979.]. Todo ello ha significado, en primer lugar, una mayor atención al presente; luego,
una búsqueda de precedentes adecuados a cada cambio revolucionario; y, finalmente,
una mayor atención hacia las relaciones de la geografía con la evolución general de las
ciencias sociales y naturales, así como con la evolución general de las ideas y de los
marcos filosóficos [Harvey, Milton E, y Holly. Brian P., "Themes In Geographical
Thought". Landen, Crom Helm, 1981. 222 págs. Holt-Jensen, "Arid: Geography, its
history and concepts", London. Harper and Row, 1980]. También ha reforzado la
tendencia a una cronología corta de la historia de la disciplina, limitada a la geografía
contemporánea, es decir al desarrollo posterior a las aportaciones de Humboldt y Ritter,
considerados litúrgicamente por unos y otros como los padres de la geografía actual.

Los intentos que recientemente se han realizado para presentar de forma global el
desarrollo histórico de la disciplina desde la antigüedad reflejan fielmente, como
siempre ocurre, la posición de los autores ante los cambios que se han ido produciendo.
A titulo de ejemplo basta con citar el caso de la obra de Prestor, James, publicada en
1972. La diferentes cronología de los cambios en los distintos países se hace evidente si
comparamos la obra de este autor norteamericano con la del alemán Hanno Beck
publicada al año siguiente [Beck, op, cit.]. Si en esta última la revolución cuantitativa
está totalmente ausente, en la de James, autor cuatro lustros mayor que el alemán, se
refleja claramente tanto su aceptación del paradigma regional como su sensibilidad a los
cambios que se habían producido en la disciplina dentro del ámbito anglo-americano
[James, Preston: "All possible Worlds. A History of Geographical Ideas", New
York,Odyssey Press, 1972]. La insistencia de James en que la geografía trata de las
diferencias en la superficie de la Tierra (la geodiversidad) e investiga «qué cosas se
combinan en diferentes lugares para producir el complejo de características del paisaje
del mundo», muestran que James se sitúa en la línea de Hartshorne, es decir en la
Página 46 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

concepción de la geografía regional y del paisaje. Pero al mismo tiempo las alusiones a
las imágenes mentales, a la importancia de la localización relativa, y la afirmación de
que «los científicos han formulado muchas clases diferentes de explicaciones para hacer
plausibles o aceptables las imágenes mentales, y sus explicaciones, a su vez, determinan
los rasgos que eligen para observar», todo ello muestra que la obra ha sido escrita tras
los debates realizados en los años 1950 y 1960.

Una frase refleja en particular su conocimiento y sus reticencias hacia la geografía


cuantitativa: según él, los científicos «buscaron y encontraron regularidades
matemáticas separadas de los procesos de cambio, regularidades que sin embargo
satisfacían la urgencia para explicar las imágenes de la geodiversidad». En ese sin
embargo parece reflejarse inconscientemente su descalificación de dichos hallazgos
matemáticos que sólo satisfacen momentáneamente, ante la urgencia de encontrar
soluciones provisionales; es decir en él está todo el descontento de un geógrafo
tradicional, pero sensible y abierto, hacia uno de los aspectos fundamentales de la
revolución cuantitativa. De ahí surge una excelente historia concebida desde un lugar y
un momento dado (EE.UU., 1970), con una perspectiva amplia y con una gran atención
al desarrollo más reciente (de la década de 1960), aunque sin renunciar, a la vez al
mantenimiento de sus puntos de vista.

Con toda esta evolución, la historia de la geografía es hoy un campo


extraordinariamente rico y diverso, con una larga tradición de investigaciones realizadas
desde el interior de la disciplina. Desde el primer Congreso Internacional de Geografía,
realizado en Amberes (1871) prácticamente todas las reuniones han dedicado atención a
estos temas, generalmente en secciones especificas dedicadas a «Historia de la
Geografía y Geografía Histórica». Más recientemente desde 1968, se ha creado en el
seno de la Unión Geográfica Internacional una comisión dedicada a la «Historia del
pensamiento geográfico», que ha estimulado nuevas investigaciones y en el seno de la
cual se han debatido comunicaciones sobre los temas más variados: viajes, historia de
las ideas, marcos filosóficos, biografías de científicos, historia del lenguaje y de los
métodos geográficos, instituciones, etc. [Un panorama de avances en historia y filosofía
de la geografía puede verse a través de las secciones dedicadas a estos temas en las
principales revistas geográficas (por ejemplo, de forma regular en Progress In Human
Geography) o en las publicaciones y revistas de algunos centros (Bochum. Berkeley,
Paris. Varsovia, etc.)]. Como era de esperar, en todos estos trabajos se mezclan, a la vez,
los que acuden a la historia desde las preocupaciones surgidas de la práctica científica o
profesional actual, y los que se interesan por el pasado en sí mismo; los que utilizan
técnicas históricas tradicionales, y los que buscan nuevos caminos con el empleo de
técnicas filológicas, bibliométricas, o iconográficas; o los que tratan de situar sus
investigaciones en el campo más especial de la historia de la ciencia, junto a los que las
conciben todavía como trabajos con una finalidad legitimadora y dignificadora de la
disciplina.

**********
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 47

Sauer, Carl Otwin


Hacia una geografía histórica
Discurso a la Asociación Norteamericana de Geógrafos. Baton Rouge, Louisiana.
Diciembre de 1940.

Estas observaciones se refieren a la naturaleza de la geografía histórica, y a algunos de


sus problemas. En principio, debería ofrecerles datos y conclusiones provenientes de mi
propio trabajo sobre
México. Sin embargo, Sauer, Carl Otwin (1941) “Foreword to Historical
pensándolo mejor he Geography”. En Annals of the Association of
optado por hace lo que American Geographers, Vol XXXI, Nr 1, pp. 1 a 24.
tantas veces se ha hecho Hay version comentada en Randle, Patricio Ed.
antes en presencia de esta (1976) “Teoría de la Geografía. Primera parte”,
Asamblea: presentar de Buenos Aires, Oikos–UNIUR, pp. 237 a 271. La
uno u otro modo una versión en la web, www.colorado.edu/geography es
confesión de la fe que ha traducida y presentada por Guillermo Castro H.
venido animando la labor
realizada.

Es obvio que quienes nos consideramos geógrafos no nos entendemos muy bien entre
nosotros hoy en día. Más que una base intelectual común, no vincula un sentimiento
fraternal de mutua pertenencia en torno al cual nos reunimos en cómoda libertad.
Difícilmente podemos decir que nos proporcionamos unos a otros nuestro principal
estímulo intelectual, o que esperamos con impaciencia los resultados de la investigación
de nuestros colegas como algo necesario para nuestra propia labor. Tenemos opiniones
muy diversas acerca de los campos de que nos ocupamos. Mientras permanezcamos en
tal condición de incertidumbre sobre nuestros principales objetivos y problemas, será
necesario hacer cada cierto tiempo el intento de orientarnos a nosotros mismo a lo largo
de un camino común.

Una retrospectiva (norte) americana

Esto no será otro intento de referencia a la geografía en su conjunto, sino una protesta
contra el desdén de que es objeto la geografía histórica. Durante casi cuarenta años de
existencia de esta Asociación, tan solo dos discursos presidenciales se han ocupado de la
geografía histórica: uno de Ellen Semple, y otro de Almon Perkins.

Una peculiaridad de nuestra tradición geográfica norteamericana ha consistido


en su falta de interés en los procesos y secuencias históricas, al punto incluso del abierto
rechazo. Una segunda peculiaridad de la geografía norteamericana ha sido el intento de
ceder a otras disciplinas los campos de la geografía física. El reciente estudio
metodológico de Hartshorne ofrece una interesante ilustración de estas dos actitudes.
Aunque se apoya mucho en Hetner, no considera el hecho de que las contribuciones de
éste al conocimiento han ocurrido sobre todo en el campo de la geografía física.
Página 48 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Tampoco sigue a Hetner en su principal postura metodológica, según la cual la


geografía, en todas sus ramas, debe ser una ciencia genética, esto es, debe ocuparse de
orígenes y procesos. Los discípulos de Hetner han hecho muchas de las más importantes
contribuciones a la geografía histórica en años recientes. Hartshorne, sin embargo,
enfila su dialéctica contra la geografía histórica, ofreciéndole tolerancia únicamente en
los márgenes externos del tema. He citado esta posición porque es la más reciente y,
según creo, el mejor planteamiento de un punto de vista muy generalizado en este país,
tanto los hechos como en las omisiones.

Quizás en el futuro los años transcurridos entre La Geografía como Ecología


Humana, de Barrows, y el último resumen de Hartshorne serán recordados como los de
una Gran Retirada. Esta retracción de las líneas se inició al separar a la geografía de la
geología. La geografía, por supuesto, debe su origen académico en este país al interés de
los geólogos. En parte para ganar independencia administrativa en las universidades y
colegios, los geógrafos empezaron a buscar intereses que los geólogos no podían aspirar
a compartir. En el curso de este proceso, la geografía norteamericana dejó gradualmente
de formar parte de las Ciencias de la Tierra. Muchos geógrafos han renunciado por
completo a la geografía física, no solo como tema de investigación, sino como objeto de
enseñanza. A esto siguió el intento de crear una ciencia natural del ambiente humano,
una relación que fue gradualmente ablandada con el paso del término “control” a los de
“influencia”, “adaptación” o “ajuste”, y finalmente al menos litúrgico de “respuesta”.
Las dificultades metodológicas en la búsqueda de esa relación condujeron a una
restricción aun mayor, a una descripción no genética del contenido humano de áreas,
llamada a veces corografía, en la aparente esperanza de que de algún modo tales
estudios agregarían algo al conocimiento sistémico.

Este esbozo de nuestra generación, en sus motivos dominantes, está simplificado


pero no distorsionado, espero. A lo largo de este tiempo, el deseo ha sido el de limitar el
campo con el propósito de asegurar su control. Ha existido tal sentimiento de que
éramos demasiado pocos y demasiado débiles para llevar a cabo todas las cosas que
habían sido hechas en nombre de la geografía, y de que una restricción suficiente
significaría un mejor trabajo, y nos liberaría de las disputas por invasiones.

En cualquier dirección que haya escogido, el geógrafo norteamericano no ha


podido encontrar el campo indisputado en el que sólo haya lugar para geógrafos
profesionales calificados. Los sociólogos han venido invadiendo todos los recintos de la
ecología humana. Odum y sus asociados de Carolina del Norte han venido explorando
con éxito las connotaciones de los conceptos de región y regionalismo. La geografía
económica ha sido abordada desde nuevos ángulos por economistas como Zimmerman
y McCarty. La planificación del uso del suelo, ciertamente, no puede ser reclamada
como una disciplina del geógrafo, ni como una disciplina en ningún otro sentido, pues
resulta obvio que debe ser proyectada ante todo a partir de una teoría específica del
Estado. Esto años de nomadismo no nos han llevado al refugio deseado. No
encontraremos nuestro hogar intelectual en este tipo de movimientos que nos aleja de
nuestro patrimonio.

La geografía norteamericana de hoy es esencialmente un producto nativo; es


cultivada de manera predominante en el Medio Oeste y, en su desatención al análisis
serio de procesos culturales o históricos, refleja con claridad sus antecedentes. En el
Medio Oeste, las diferencias culturales de origen se desvanecen con rapidez en el
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 49

proceso de forjar una civilización basada en una gran abundancia de recursos naturales.
Quizás en ninguna otra parte, ni en ningún otro tiempo, ha tomado forma una gran
civilización con tanta rapidez, y de manera tan sencilla y directa, a partir de la fertilidad
de la tierra y de las riquezas del subsuelo. Según parece, aquí, como en ningún otro
lugar, la lógica formal de costos y beneficios dominó un mundo económico en
expansión racionalizada y sostenida. El crecimiento de la geografía norteamericana
ocurrió en importante medida en una época en que parecía razonable llegar a la
conclusión de que en toda situación de ambiente natural existía expresión de uso, ajuste
o respuesta superior a cualquier otra. ¿No fue acaso el Cinturón Cerealero la expresión
lógica del suelo y el clima de las llanuras? ¿No muestra acaso Chicago, su capital, en el
carácter y la energía de su crecimiento el destino manifiesto inherente a su posición en
el extremo Sur del lago Michigan, hacia el límite Este de las llanuras? El verde mar de
cereales que desplazó a las hierbas nativas de las llanuras, ¿no representa acaso el
aprovechamiento ideal del mejor uso económico de un lugar, al igual que la distorsión
de las líneas de comunicación, para llevarlas a converger en el centro dinámico de
Chicago? Aquí, el crecimiento de centros de industria pesada en los puntos de más
económica convergencia de materias primas fue una demostración cuasi matemática de
la función de toneladas / millas, expresada de modo convencional en términos de
estructuras de tarifas de carga.

De este modo, en el sencillo dinamismo del Medio Oeste a principios del siglo
XX, el complejo cálculo de crecimiento o pérdida históricos no parecía ser realmente
importante o verdadero. Ante un ajuste tan “racional” entre actividades y recursos, ¿era
en verdad una actitud realista la de decir que cualquier sistema económico no era más
que el conjunto en equilibrio temporal de opciones y costumbres correspondientes a un
grupo particular? Parece que, en este breve momento de plácida plenitud, debe haber
una estricta lógica de relación entre lugar y satisfacción, algo que se aproxime a la
validez de un orden natural. ¿Recuerdan ustedes: los estudios que vinculan el uso de la
tierra con sumas numéricas que expresaban el ambiente natural, que relacionaban la
intensidad de la producción con la distancia al mercado, que planificaban el “mejor” uso
futuro de la tierra y la distribución más “deseable” de la población? Actores en las
escenas finales de una obra que había comenzado a principios del siglo XIX, no estaban
realmente conscientes de que formaban parte de un gran drama histórico. Llegaron a
pensar que la geografía humana y la historia eran en realidad campos muy diferentes, y
no abordajes distintos de un mismo problema: el del crecimiento y el cambio cultural.

Para los que no siguieron esta tendencia, los últimos veinte años de la geografía
norteamericana no han sido muy alentadores. Quienes concentraron su labor en los
campos de la geografía física a menudo se sintieron apenas tolerados. Ha sido
especialmente deprimente la tendencia a subordinar la admisibilidad de un trabajo a su
capacidad para satisfacer o no una definición estrecha de la geografía, antes que a la
calidad, la originalidad o el significado de la investigación realizada. Cuando un tema es
definido por el deslinde de sus límites y no por el interés que genera, resulta muy
probable que se encamine a la extinción. Este camino conduce a la muerte del
aprendizaje. Tan persistente ha sido la enfermedad de la geografía académica
norteamericana, que la pedantería – que es la lógica combinada con la falta de
curiosidad – ha intentado expulsar de su campo a los trabajadores que no se han
ajustado a las definiciones prevalentes. Las materias de que se ocupa serán
determinadas para el descubrimiento y la organización. Solo si llegamos al día en que
podamos reunirnos hasta el anochecer comparando nuestros hallazgos y discutiendo
Página 50 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

todas sus implicaciones, nos habremos recuperado del pernicioso estado de anemia del
“pero, ¿acaso – esto – es – geografía?”.

Un fundamento de tres puntos para la geografía

Convertirse en geógrafo es una labor de aprendizaje que se extiende a lo largo de toda


una vida. Podemos enseñar algunas técnicas, como la de hacer distintos tipos de mapas.
Sin embargo – y sobre todo – lo mejor que podemos hacer en el período de instrucción
es abrirle las puertas al estudiante.

1. Una de esas puertas, que no es abierta por completo con suficiente frecuencia, es la
que conduce a la historia de la geografía. Disponemos de un patrimonio abundante y de
gran calidad. Esto no se reduce simplemente al estudio de las formas que ha adoptado
este campo en diversos períodos de su historia, aunque sea de por sí estimulante. Nadie
lamentará, probablemente, llegar a familiarizarse con el pensamiento griego en
geografía, como un respaldo a su propio pensamiento. De especial valor para el
desarrollo del estudiante, sin embargo, es el estudio directo de las grandes figuras
geniales de nuestro pasado. Es difícil que un estudiante se sumerja por un tiempo en la
tarea de seguir la historia intelectual de un Ritter o un Humboldt sin ver amplios
horizontes abrirse ante sí. Para esto, sin embargo, es necesario aprender a conocer a
estos hombres en toda la amplia gama de su labor, y no a través de la crítica de algún
otro. Un buen conocimiento del trabajo de una o más de nuestras principales figuras es
la más importante inducción a la geografía que puedo sugerir.

La lista de estas figuras variará según la opinión de cada quien. Desearía, sin
embargo, proponer un lugar en esta galería de clásicos para Eduard Hahn, y para Ratzel.
Ratzel es más conocido para nosotros – y eso, sobre todo por opiniones de segunda
mano – por el primer volumen de su Anthropogeographie. Hay muchísimo más en el
Ratzel desconocido que en el publicitado.

Hahn es nuestro clásico olvidado. Para el punto de vista que deseo desarrollar
más adelante, él es quizás la persona más importante en nuestra historia. En este punto,
me limitaré a expresar la opinión de que Hahn hizo de la geografía económica una
ciencia histórica, que él abrió un panorama inimaginado del origen y la dispersión de
culturas, y que él penetró más lejos y primero que nadie en el concepto de región
económica. De Inglaterra, quisiera nominar a Vaughan Cornish para una indagación
biográfica exhaustiva, y de este país a George Perkins Marsh. La media docena de
nombres ofrecidos bastará para proporcionar una educación geográfica realmente
liberal, siempre que cada uno sea entendido en su totalidad, y no recortado
eclécticamente a partir de posturas pre establecidas sobre lo que es la geografía.

2. La geografía norteamericana no puede disociarse a sí misma de los grandes campos


de la geografía física. Las vías que Davis, Salisbury y Tarr marcaron con tanta claridad
no deben ser abandonadas. Un geógrafo, afirmo, puede ser un estudioso de fenómenos
físicos que no se comprometa con el hombre, pero quien ejerce la geografía humana y
no puede observar e interpretar los datos físicos en su relación con sus estudios de
economías humanas, tiene apenas una competencia limitada. Es un hecho intrigante que
los ambientalistas norteamericanos han reducido su atención a la superficie y los suelos,
el clima y el tiempo, en los términos más inadecuados, mientras que quienes ven en la
geografía algo más que la relación del hombre con el ambiente han seguido apoyando
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 51

con su indagación estas observaciones físicas. A ello se agrega que la climatología, la


ecología y la geomorfología sirven importantes propósitos metodológicos como
disciplinas de observación, cuyas técnicas pueden ser aplicadas a la geografía humana.

3. Por último, quien se dedica a la geografía humana debería estar bien fundamentado
en la disciplina hermana de la antropología. Ratzel elaboró el estudio de difusiones
culturales que se ha convertido en básico para la antropología, como medio de
indagación y como teoría. Esto es esencialmente un método geográfico. Su influencia en
la antropología cultural puede ser rastreada como un tema dominante durante el último
medio siglo, incluyendo la preocupación actual relacionada con los conceptos de
kulturkreis y de “área cultural”. Parte de la fortaleza de la geografía sueca proviene de
su vinculación formal con la antropología, a través de una asociación nacional conjunta.
En Inglaterra, la influencia de Fleure y de Sir Ciril Fox es la de un vínculo entre ambas
disciplinas, como lo evidencia vigorosamente la activa generación de geógrafos jóvenes
en ese país.

Metodológicamente, la antropología es la más avanzada de las ciencias sociales,


y uno de sus métodos mejor desarrollados es el de la distribución geográfica. El ensayo
de Sten de Geer sobre la naturaleza de la geografía es el planteamiento de facto de un
método en constante uso en la antropología. Las formas de la cultura material de que se
ocupa el antropólogo son idénticas a las de la geografía humana. Sus observaciones
sobre rasgos culturales, su síntesis de los mismos en complejos o áreas culturales son, o
deberían ser, del todo familiares para nosotros. Su uso de la localización de sucesos,
discontinuidades, pérdidas y orígenes de rasgos culturales como método de diagnóstico
de lo ocurrido a una cultura constituye ya un modo de análisis geográfico para fines
genéticos. Se trata precisamente del mismo método de inferencia de movimiento
cultural a partir de la distribución que August Meitzen introdujo en la geografía
histórica continental muchos años atrás. También es utilizado en la geografía de plantas
y animales para trazar dispersiones, retrocesos y diferenciaciones.

El método geográfico: localización terrestre

La forma ideal de descripción geográfica es el mapa. Cualquier cosa que tenga en


cualquier momento una distribución desigual sobre la Tierra puede ser expresada por el
mapa como un patrón de unidades que ocurren en el espacio. En este sentido, la
descripción geográfica podría ser aplicada a un número ilimitado de fenómenos. Por
tanto, hay una geografía de cada enfermedad, de dialectos e idiomas, de quiebras
bancarias, quizás de la genialidad. Que tal forma de descripción sea utilizada indica que
proporciona un medio distintivo de indagación. La ubicación de los fenómenos en el
espacio terrestre expresa el problema geográfico general de la distribución, que nos
lleva a preguntarnos sobre el significado de la presencia o ausencia, del agrupamiento a
la dispersión de cualquier cosa o grupo de variables en términos de extensión de áreas.
En este sentido ampliamente inclusivo, el método geográfico se ocupa del examen de la
ubicación de cualquier fenómeno sobre la tierra. Los alemanes han llamado a esto el
Standorstproblem – el problema de la ubicación en la tierra – y representa la expresión
más general y abstracta de nuestra tarea. Nadie ha escrito aún esta filosofía de la
ubicación geográfica, pero todos sabemos que esto es lo que da sentido a nuestro
trabajo, que nuestro problema general radica en las cualidades diferenciadoras del
espacio terrestre. ¿Puede uno arriesgar el planteamiento de que en su sentido más
amplio el método geográfico se ocupa de la distancia terrestre? No nos ocupan el
Página 52 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

hombre, la familia, la sociedad o la economía universalizados, sino la comparación


entre patrones localizados, o diferenciaciones por área.

El contenido de la geografía humana

La geografía humana, por tanto, a diferencia de la psicología y de la historia, es una


ciencia que nada tiene que hacer con individuos, sino que se ocupa únicamente de
instituciones humanas, o culturas. Puede ser definida como el problema de la Standort o
localización de maneras de vivir. Hay por tanto dos métodos de aproximación: uno a
través de la extensión en áreas de rasgos de cultura particulares, y otro mediante la
determinación de complejos culturales como áreas. Este último es el objetivo de
aquellos geógrafos continentales que hablan del genre de vie y de los ingleses que
últimamente aplican el término “personalidad” a una tierra y sus habitantes. Buena parte
de este tipo de indagación está aún pendiente de cualquier medio sistemático de
desarrollo.

Disponemos sin embargo de una restricción de utilidad inmediata, que se


expresa en el “paisaje cultural”. Esta es la versión geográfica de la economía de grupo,
que se provee a sí mismo con alimento, refugio, equipos, herramientas y transporte. Las
expresiones geográficas específicas son los campos, pastizales, bosques, la tierra
productiva, por un lado, y por el otro los caminos y estructuras, las viviendas, los
talleres y almacenes, para utilizar los términos más genéricos (introducidos sobre todo
por Brunhes y Cornish). Si bien no debería plantear que estos términos incluyen toda la
geografía humana, constituyen el núcleo de las cosas que sabemos cómo abordar de
manera sistemática.

La naturaleza histórica de la cultura

Si coincidimos en que la geografía humana se ocupa de la diferenciación en áreas de las


actividades humanas, nos enfrentamos de inmediato a las dificultades del
ambientalismo. La respuesta ambiental es el comportamiento de un grupo dado en un
ambiente dado. Tal comportamiento no depende de estímulos físicos, ni de la necesidad
lógica, sino de hábitos adquiridos, que constituyen su cultura. En cualquier momento
dado, el grupo ejerce ciertas opciones de conducta, que proceden de las actitudes y
debilidades que ha aprendido. Una respuesta ambiental, por tanto, no es más que una
opción cultural específica con respecto al hábitat en un momento particular.

Si pudiéramos replantear la vieja definición de la relación del hombre con su ambiente


como el vínculo entre hábitos y hábitat, resulta evidente que el hábitat es reevaluado o
reinterpretado con cada cambio de los hábitos. El hábito o cultura involucra actitudes y
preferencias que han sido inventados o adquiridos. No hay una respuesta ambiental de
valor general en el uso de sombreros de paja. En Chicago pueden corresponder al
guardarropa de verano del hombre elegante. En México son la insignia distintiva del
peón en todas las estaciones, mientras el indio, inmodificado, no lo utiliza nunca. Como
cualquier otro rasgo cultural, el sombrero de paja depende de la aceptación por el grupo
de una idea o una modalidad que puede ser suprimida o sustituida por otro hábito. La
idea de ciencia que previeron Montesquieu, Herder y Buckle fracasó porque sabemos
que la ley natural no se aplica a los grupos sociales, como lo pensaron el racionalismo
del siglo XVIII y el ambientalismo del XIX. Hoy sabemos que “ambiente” es un
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 53

término de valoración cultural, que por sí mismo constituye un “valor” en la historia de


la cultura.

Sabemos que el hábitat debe ser referido al hábito; que el hábito es el aprendizaje
activado común a un grupo, y que puede estar sujeto a cambio incesante. La labor entera
de la geografía humana, por tanto, consiste nada menos que en el estudio comparativo
de culturas localizadas en áreas, llamemos o no “paisaje cultural” al contenido
descriptivo de las mismas. Sin embargo, la cultura es la actividad aprendida y
convencionalizada del grupo que ocupa un área. Un rasgo o complejo cultural se origina
en u momento determinado en una localidad particular. Gana aceptación – esto es, es
aprendido por un grupo – y es comunicado o se difunde hasta que encuentra resistencia
suficiente, sea por condiciones físicas incompatibles, por parte de rasgos alternativos, o
por disparidades de nivel cultural. Estos son procesos que implican tiempo, y no sólo
tiempo cronológico, sino y sobre todo aquellos momentos de la historia de la cultura en
que el grupo cuenta con la energía para la invención, o con la receptividad para adquirir
innovaciones.

La geografía humana como geografía histórico – cultural

El área cultural, en tanto que comunidad con una forma de vida, es por tanto un
crecimiento que ocurre en un “suelo” u hogar particular, una expresión histórica y
geográfica. Su modo de vida, economía o Wirtschaft es su manera de maximizar las
satisfacciones que busca, y de minimizar los esfuerzos que invierte en ello. Esto es,
quizás, lo que significa la adaptación ambiental. En términos de su conocimiento en el
tiempo, el grupo hace un uso apropiado o pleno de su lugar. Sin embargo, estas
necesidades y esfuerzos no deben ser pensados en términos puramente monetarios o de
energía, como es el caso de las unidades de labor ejecutadas. Me atrevería a decir que
cada grupo de hombres ha construido su habitación en el punto que para ellos ha sido
más adecuado. Sin embargo, para nosotros (esto es, para nuestra cultura) muchos de
esos sitios parecen haber sido seleccionados de manera aberrante. Por tanto, como una
precaución preliminar, cada cultura o hábito debe ser valorada en términos de su propio
aprendizaje, y el propio hábitat debe ser visto en términos del grupo que lo ocupa.
Ambos requisitos implican una severa demanda sobre nuestra capacidad de
interpretación.

Cada paisaje humano, cada habitación, es siempre una acumulación de


experiencia práctica, y de lo que Pareto se complacía en llamar residuos. El geógrafo no
puede estudiar casas y pueblos, campos y fábricas, en lo que respecta a su ubicación y
su razón de ser, sin preguntarse por sus orígenes. No puede tratar la localización de
actividades sin conocer el funcionamiento de la cultura, los procesos de vida en
comunidad del grupo, y solo puede hacer esto mediante la reconstrucción histórica. Si el
objetivo consiste en definir y entender las asociaciones humanas como crecimientos en
áreas, debemos descubrir cómo han llegado a ser lo que son en sus distribuciones
(asentamientos) y sus actividades (uso de la tierra). Tal estudio de áreas culturales es
geografía histórica. La calidad de la comprensión que se busca depende del análisis de
orígenes y procesos. El objetivo general es la diferenciación espacial de la cultura. Al
ocuparse del hombre, y al ser analizado en una perspectivas genética, el tema se vincula
necesariamente con secuencias en el tiempo.
Página 54 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Lo retrospectivo y lo prospectivo son fines diferentes de la misma secuencia. El


presente, por tanto, no es más que un punto en una línea, cuyo desarrollo puede ser
reconstruido desde sus inicios, y cuya proyección puede ser llevada hacia el futuro. La
retrospección se ocupa de los orígenes, no de las antigüedades, y tampoco simpatizo con
el punto de vista timorato de que el científico social no debe arriesgarse a predecir. El
conocimiento de procesos humanos sólo puedes ser obtenido si la situación
contemporánea es entendida como un punto en movimiento, un momento en una acción
que tiene comienzo y fin. Esto no supone un compromiso con la forma de la línea, con
el hecho de que tenga cualidades cíclicas o no muestre regularidades, pero sí nos pone
en guardia contra un énfasis excesivo en la situación actual. La única ventaja verdadera
de estudiar la escena contemporánea radica en que es más fácilmente accesible a la
indagación. Sin embargo, los datos contemporáneos no permiten por sí mismos
encontrar los medios para distinguir entre el diagnóstico de procesos de importancia, y
que no lo es. Me siento inclinado a decir que, desde una perspectiva geográfica, los dos
eventos de mayor importancia ocurridos durante mi vida han sido la colonización de las
últimas tierras de las llanuras, y la llegada del Ford modelo T, uno al final y otro al
comienzo de una serie de procesos culturales. Sin embargo, ¿hasta dónde podemos decir
quienes nos ocupamos de esto que supimos seleccionar estos procesos críticos en el
momento en que ocurrían, o vincularlos con los cambios que se derivaron de ellos? ¿Y
por qué dejamos de verlos, si no fue porque no estamos acostumbrados a pensar en
términos de procesos?

La geografía histórica exige especialización regional

La reconstrucción de áreas culturales del pasado es una lenta labor de trabajo


detectivesco, como lo son el acopio y la organización de evidencias. La narrativa
histórica puede quizás aceptar cualquier cosa del pasado como material para su molino,
pero el historiador de la cultura no puede proceder de esa manera, y yo deseo reconocer
a la geografía histórica como parte de la historia de la cultura. Nuestra obligación
consiste en espigar datos clasificados sobre economía y habitación, de modo que sea
posible llevar a cabo el relleno de brechas de área y de tiempo. Tomemos por ejemplo la
reconstrucción de México en el momento de la conquista española. Aquí necesitamos
conocer tan bien como sea posible la distribución de la población a comienzos del siglo
XVI, los centros urbanos, las economías urbanas, los tipos de agricultura, los
yacimientos de metales y de piedra, el abastecimiento de plantas y animales
provenientes de tierras silvestres, y las líneas de comunicación. Desgraciadamente, los
primeros autores que trazaron un cuadro de las condiciones prehispánicas por oposición
a las hispánicas – como Torquemada, en su famosa Monarquía Indiana – hicieron
planteamientos generales antes que locales, o aplicaron la situación de un lugar a otro
distinto, como si fuera general. Por tanto, no se puede confiar en la mayor parte de los
recuentos, que intentaban ser sinópticos, y se hace necesario acudir a fuentes menores
que ofrecen datos locales. La reconstrucción de paisajes culturales clave del pasado
exige: a) conocer el funcionamiento de conjunto de la cultura en cuestión; b) el control
de todas las evidencias contemporáneas, que pueden ser de tipo muy diverso, y c) la
más íntima familiaridad con el terreno que ocupaba la cultura en cuestión.

El geógrafo histórico, por tanto, debe ser un especialista, porque no puede


limitarse a conocer la región en su apariencia actual, sino que debe conocer sus rasgos
fundamentales tan bien como sea necesario para encontrar en ella trazas del pasado, y
debe conocer sus cualidades con el detalle necesario para verla como era en situaciones
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 55

del pasado. Podría decirse que necesita la capacidad de ver la tierra con los ojos de sus
antiguos ocupantes, desde el punto de vista de sus capacidades y sus necesidades.
Evaluar el lugar y la situación, no desde el punto de vista de un norteamericano educado
de hoy, sino ubicándose en la posición del grupo cultural y de la época que se estudia es
probablemente la tarea más difícil de toda la geografía humana. Y al propio tiempo, sin
embargo, saber que se ha tenido éxito al penetrar una cultura distante en el tiempo o de
contenido ajeno al de la nuestra, constituye una experiencia gratificante.

Resulta evidente que tal trabajo no puede ser llevado a cabo mediante estudios
de caso de gran diversidad, sino que exige probablemente dedicar toda una vida al
aprendizaje acerca de un contexto relevante de naturaleza y cultura. Se podría extender
lo aprendido más allá de los límites de un área cultural y explorar los contrastes con lo
que exista al otro lado de esos límites. O se podrían llevar a cabo excursiones a área
caracterizadas por importantes cualidades emparentadas entre sí. Sin embargo, siempre
debe existir la base del área para la cual el observador busca convertirse en un experto.
El geógrafo humano no puede ser un turista mundial, moviéndose de un pueblo a otro y
de una tierra a otra tierra, y conociendo apenas de manera casual y dudosa cosas
relacionadas con cualquiera de ellas. Dudo que un geógrafo humano llegue jamás a ser
una autoridad continental. ¿No deberíamos deshacernos del hábito de escribir libros de
texto regionales, acerca de áreas que no conocemos, con materiales que copiamos de
fuentes secundarias que no estamos en capacidad de evaluar? ¿Acaso un millar de los
llamados estudios de tipos, que individualmente son registros cuasi – fotográficos de
puntos específicos de la tierra pueden agregar algo realmente significativo?
Reconocemos entre nosotros a expertos en geografía física, pero ¿tenemos algo
equivalente en geografía humana? Y si no lo tenemos, ¿no consiste la dificultad en que
nos hemos venido ocupando de formas no genéticas de presentación antes que una
observación intensiva y analítica? Tenemos una legión completa de colegas con
doctorado, debidamente entrenados en geografía humana, dictando centenares de cursos
a miles de estudiantes, ¡pero qué poco aportan a la sustancia de la ciencia que
representan!

Los estudios histórico – regionales a la manera indicada forman parte de la


mejor y más antigua tradición geográfica. Cluverius llevó a cabo en el siglo XVII
algunas reconstrucciones extraordinariamente agudas de la Alemania y la Italia
antiguas, uniendo de manera hábil el conocimiento de los clásicos con el de la Tierra. El
Ensayo sobre la Nueva España de Humboldt es aún el clásico de la geografía histórica
de México. El estímulo de Humboldt y Ritter fue convertido, a través de la obra de
Meitzen a mediados del siglo XIX, en una disciplina adecuada al estudio de la geografía
histórica. El enfoque de Meitzen afectó en gran medida toda la geografía continental. La
especialización histórico – regional está bien representada en el gran repositorio de la
Forschungen zur Deutschen Landen und Volks Kunde. La influencia de Fleure y de
Miss Taylor es evidente en los esudios de los geógrafos ingleses más jóvenes. Ya va
siendo hora de que nosotros, en este país, tomemos una conciencia activa de esta, la
gran tradición en geografía humana.

La naturaleza del área cultural

En todos los estudios regionales – y nosotros equiparamos geografía regional y


geografía histórica – la definición del término “área” constituye un serio problema. Ha
Página 56 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

habido tanta discusión inconclusa sobre el término “región” o “área”, que según parece
ninguna definición resulta adecuada.

Por lo general, se ha intentado proceder a partir del “área natural”. Sin embargo,
resulta difícil saber qué constituye un área natural, a menos que se trate de una isla, pues
los climas, las formas del terreno y las provincias del suelo suelen divergir
ampliamente. De aquí la preferencia por el estudio de islas y de áreas que simulan
condiciones insulares debido a la especial claridad de sus límites. Y aunque podemos
acordar qué es una región natural, aún enfrentamos el hecho de que probablemente las
unidades culturales se ubiquen a horcajadas sobre las zonas limítrofes de contraste
físico. Las zonas limítrofes, más que las zonas centrales de las regiones físicas, tienden
a ser el centro de áreas culturales.

A menudo tendemos a emplear el término “región natural” para designar


cualquier división en áreas basada en cualidades simples de un hábitat con el propósito
de facilitar su estudio mediante la reducción de su complejidad. De manera por demás
subjetiva, indicamos que la región “natural” A es un terreno de bosques de coníferas;
que la región B se caracteriza por un determinado clima; que el área C es un terreno
montañoso; que la región D es una provincia de carbón de piedra o de petróleo.
Mezclamos términos de manera consistente al designar regiones naturales
seleccionando en cada caso una determinada cualidad relevante del hábitat. Por tanto,
podemos terminar por encubrir – más que resolver – el dilema del área llamándola una
unidad natural.

En geografía humana, nuestro interés principal radica en la connotación del área


cultural. La unidad de observación, por tanto, debe ser definida como el área en la que
predomina un modo de vida funcionalmente coherente. La ilustración más satisfactoria
de que disponemos hasta hoy son las regiones económicas básicas del mundo, de
Eduard Hahn. Sin embargo, aún estamos muy lejos de saber cómo determinar un área
cultural más allá de decir que contiene una íntima interdependencia viviente. Aun así,
nuestra tarea es más sencilla que la del antropólogo con sus áreas totalmente inclusivas,
aunque a fin de cuentas quizás debamos establecer nuestras áreas mediante el hallazgo
de una convergencia suficiente de rasgos comunes. Un área cultural de cierto orden
podría ser reconocida por el predominio de un único complejo económico. Un área
cultural de un orden superior podría estar determinada por la interdependencia de un
grupo de áreas económicas. Para nosotros, los rasgos correspondientes a la producción
de la vida son el objeto principal de observación. Hasta que no sepamos mucho más
acerca de ellos, no necesitamos preocuparnos mucho con otras cualidades de la cultura.

Las áreas económicas rara vez tienen límites fijos o bien definidos. A lo largo de
la historia, pueden experimentar cambios en su centro, su periferia, y su estructura.
Tienen la cualidad de ganar o perder territorio, y a menudo la de la movilidad de sus
centros de dominación. Constituyen campos de energía, dentro de los cuales los
cambios de dinamismo pueden revelar giros de dirección característicos. También es
posible imaginar un área cultural que cuya ubicación original se desplace por completo
a lo largo del tiempo, y aun así mantenga su unidad orgánica.

Nos interesa el origen de un sistema cultural en lo que hace a su lugar de


nacimiento. Podemos llamar a esto el tema del hogar cultural, la indagación sobre los
lugares de origen de la cultura. La formulación clásica del problema sigue siendo la de
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 57

los lugares de origen de los sistemas agrícolas. Enseguida, nos interesa la energía que
una cultura naciente expresa en lo que hace a las formas y a la rapidez con que ocupa el
terreno, incluyendo el carácter de las fronteras en expansión. Después, nos interesa la
manera en que un área cultural se estabiliza con respecto a otra. Por último, están los
problemas relativos a la dominación o el colapso de culturas sucesivas. Los homólogos
de todos estos problemas son bien conocidos en lo que hace a la ecología de las plantas,
a partir del estudio de las comunidades vegetales.

La relevancia de todo tiempo humano

Podemos expresar ahora un desacuerdo con la visión que considera que la geografía
debe ocuparse exclusiva o primordialmente de las economías culturales del presente.
Uno de los problemas fundamentales de todo estudio social consiste en dar cuenta del
surgimiento y la pérdida de instituciones y civilizaciones. El nacimiento o la caída de un
gran estado o cultura siempre demandará la atención de quienes se ocupan del estudio
de la civilización. No es uno meno geógrafo si se ocupa en conocer el surgimiento y
decadencia de una cultura que yace en el pasado, en el amanecer de la historia, que si se
ocupa del crecimiento industrial de Chicago. Debe haber tanto por aprender de
geografía humana en la arqueología como en los campos de caña de azúcar del delta del
Mississipi. Cualquier tópico de las ciencias sociales es importante, no a causa de su
lugar en el tiempo, sino por la luz que arroja sobre la naturaleza de los orígenes y los
cambios en la cultura. Esta afirmación es básica para nuestra actual posición. Si es
correcta, todo tiempo humano está involucrado en el campo, y cualquier predilección
por considerar al presente como intrínsecamente más importante pierde de vista el
objetivo, ya expresado, de la geografía humana como una ciencia genética.

Aquí y allá, los geógrafos se han ocupado con asentamientos y culturas


prehistóricos. El Louisianna, Kniffen y Ford están haciendo una buena demostración de
lo que puede ser aprendido mediante el estudio arqueo – geográfico. Existe, en efecto,
una dimensión específicamente geográfica en arqueología: aquella que se refiere a la
completa distribución de los rasgos de una cultura, y a la reconstrucción de sus patrones
de poblamiento y su geografía económica. Aun en nuestra área cultural mejor conocida,
la de la cultura Pueblo, este enfoque tan solo ha sido aplicado una vez, por Colton y sus
asociados del Museo de Flagstaff, un enfoque que yo recomendaría como un modelo de
capacidad profesional.

La geografía inglesa contemporánea tiene una gran deuda con Fleure, quien se ha
ocupado sobre todo de los corredores más lejanos del tiempo. En este campo, donde
difícilmente existe un problema de continuidad con el área cultural contemporánea,
predomina el problema general de la especialización y la viabilidad de la cultura. Para
algunos de nosotros al menos, la geografía del Hombre Tejedor de Cestas o de la Gente
de Bell – Beaker resulta tan reveladora y absorbente como cualquier otro tema en el
mundo actual. Quienes somos geógrafos históricos por entero, nos ocupamos de los
orígenes y los cambios humanos a lo largo de todo el tiempo humano. Que nadie piense,
por tanto, que nos apartamos del problema principal si de algún modo trabajamos en los
rincones más alejados en el tiempo, la infancia de nuestra raza. Pensamos, más bien, que
el geógrafo humano que trabaja en el breve tiempo de la escena contemporánea está
atrapado por una peculiar obsesión.

El archivo en geografía histórica


Página 58 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

El primer paso en la reconstrucción de las etapas pasadas de una cultura consiste en el


dominio de sus documentos escritos. El descubrimiento de mapas de época es la primera
esperanza, rara vez realizada. Sin embargo, hemos aprovechado las posibilidades
documentales que ofrecen las viejas encuestas de tierras en los Estados Unidos, en tanto
que registros del carácter de la vegetación y las “mejoras” en los períodos iniciales de
asentamiento. Existe una gran cantidad de material valioso en los planos de la Oficina
de Tierras y en los viejos registros de concesiones de tierras que ofrecen atisbos del
paisaje que encontraron los pioneros. Datos factuales, localizados con gran precisión,
enumeraciones de personas y bienes, de títulos, evaluaciones y producción de los
terrenos, yacen olvidados en diversos archivos, pendientes de explotación.

Hay una vergonzosa abundancia de tales riquezas en los viejos archivos españoles de la
Nueva España, desde registros parroquiales hasta informes sumariales que fueron
enviados al Rey en España. Hay diarios e informes de exploraciones tempranas, las
visitas realizadas por funcionarios de inspección que informaban en detalle sobre las
condiciones del país; cartas de misioneros; las llamadas relaciones geográficas
ordenadas para toda la América española en diversos momentos de los siglos XVI y
XVIII; registros de pago de impuestos y tributos; datos sobre minas, salinas y caminos.
Quizás ninguna otra parte del Nuevo Mundo disponga de una documentación tan
elaborada sobre asentamientos, producción y la vida económica de todos los lugares
como ocurre en el caso de las colonias españolas. Aun así, se trata de un área
excepcional para la que las fuentes documentales no ofrecerán una gran parte de los
datos necesarios para reconstruir los patrones geográficos de vida a través de etapas
sucesivas de su historia. La familiaridad con tales registros, sin embargo, exige mucho
tiempo y búsqueda.

El trabajo de campo en geografía histórica

Que nadie entienda que la geografía histórica puede contentarse con lo que se encuentra
en archivos y bibliotecas. Ella exige, además, un intenso trabajo de campo. Uno de los
primeros pasos consiste en la capacidad para leer los documentos en el terreno. Lleven
al campo, por ejemplo, el recuento de un área escrito largo tiempo atrás, y comparen los
lugares y actividades del pasado con los del presente, viendo dónde se encontraban las
habitaciones y por dónde corrían las líneas de comunicación; dónde estaban los bosques
y los campos, para obtener gradualmente una imagen del paisaje cultural del pasado
oculto tras el paisaje del presente. De este modo, uno toma conciencia de la naturaleza y
la dirección de los cambios que han tenido lugar. Las preguntas relativas al valor de los
sitios locales empiezan a tomar forma.

Llevar documentos fríos al terreno y volver a localizar lugares olvidados, para ver
dónde la vida silvestre ha vuelto a tomar posesión de escenarios de vida activa, para
notar qué migraciones internas de los habitantes y sus bases productivas han ocurrido,
constituye verdadero descubrimiento. Llega un momento en dicho estudio en el que la
escena empieza a tomar forma, y uno accede a ese elevado momento cuando el pasado
está claro, y sus contrastes con el presente son comprendidos. Esto, afirmo, es geografía
humana genética.

Esto puede significar trabajo físico duro y con frecuencia difícil, porque hay senderos
que deben ser recorridos si se desea obtener las respuestas. Uno debe recorrer el terreno
en el que ocurrieron actividades en otro tiempo, sin importar sus condiciones o su
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 59

accesibilidad actuales, o la ausencia de las mismas, en lo que hace a la comodidad y la


salud del estudioso. No se trata de aprender a conocer un país mediante la condena de
sus medios de transporte. La geografía histórica, a diferencia de la geografía económica
moderna, impone a menudo una búsqueda de intimidad con lugares apartados.

Esta clase de búsqueda exige que el trabajador de campo vaya a donde la evidencia lo
exija. De aquí la importancia de aquellos breves y preciosos años juveniles, cuando el
estudioso es físicamente capaz de seguir sus pistas en el área escogida. Serán muy pocos
los períodos de trabajo de campo de que disponga. En el mejor de los casos, cuando
lleguen a él los días de insuficiente fortaleza física, deseará haber estado en el campo
durante períodos más largos y con mayor frecuencia, para asegurar las observaciones
que requiere.

Los primeros objetivos del trabajo histórico de campo consisten en evaluar el hábitat en
su relación con los hábitos anteriores, y en re – localizar el patrón anterior de actividad
según se indica en el registro documental. A esto se agregan tareas más específicas de
observación de campo. De estas, la más importante puede ser descrita como la
localización de las reliquias y fósiles culturales.

Las reliquias culturales son instituciones sobrevivientes, ahora obsoletas, que registran
condiciones dominantes en otros tiempos. Ejemplos familiares incluyen:

1) tipos de estructura;
2) planos de las aldeas y,
3) patrones de campos sobrevivientes de tiempos anteriores. Todo estudioso de la
geografía de Europa sabe cómo el tipo de casa, el plano del asentamiento, los
sistemas de campo han proporcionado conocimiento acerca de la fusión de
diferentes tipos de formas de asentamiento, a menudo donde el registro escrito es
silencioso. Scofield, Kniffen y Schott han mostrado muy bien cómo tales datos
pueden ser utilizados en esta parte del mundo.
4) Algunos de nosotros hemos estado involucrados en el trazado de las distribuciones
de variedades de plantas cultivables nativas, como indicadores de difusiones
culturales. Un trabajo similar está pendiente con relación a las plantas y animales
domesticados del Viejo Mundo, para trazar rutas de diseminación cultural.
5) Se ha hecho muy poco en el estudio de las formas antiguas de manejo de plantas y
animales domesticados. Carecemos de estudios sobre la agricultura nativa de azada
o milpa, sobre viejos rastros de agricultura marginal que aún sobreviven entre
nosotros, sobre los viejos elementos básicos de nuestro ganado de rancho, sobre las
funciones históricas del granero, sobre los diferentes tipos de agriculturas
inmigradas. Tales tipos, que registran con cuidadoso detalle el calendario anual de
comunidades agrarias de vieja data, serían de gran valor, especialmente si pueden
ser llevados a cabo de una manera que demuestre qué modificaciones han ocurrido a
lo largo del tiempo.
6) Del mismo modo, aún existen formas arcaicas de placeres, fosas, y aun de minería
de vetas, y
7) viejas formas de derribo de árboles y extracción de troncos. Todos los arcaísmos de
este tipo que ayuden a entender procesos previamente operativos para la
localización de asentamientos y el uso de recursos deben ser registrados mientras
aún existen,
8) los viejos molinos movidos por agua o por animales, y
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9) la sobrevivencia de viejos métodos de transporte por agua y por tierra constituyen


otras instancias relevantes.

Se podría objetar que tales indagaciones sonde carácter tecnológico, y no geográfico.


Sin embargo, cada actividad organizada constituye una habilidad que ha sido aprendida
o desarrollada por un grupo o comunidad, sin cuya comprensión el geógrafo no puede
interpretar la ocupación productiva de su área. Si la adaptación directa no existe en
geografía humana, no puede haber una geografía humana que no se ocupe de las
comunidades como asociaciones de habilidades. El geógrafo de campo debe observar
por tanto la expresión de tales habilidades en los objetivos culturales del grupo que
ocupa un área determinada, y el geógrafo histórico debe recuperar las expresiones de
viejas habilidades que explican formas aún más antiguas de ocupación del suelo.

Más aun: el geógrafo, como trabajador de campo, tiene la oportunidad de hacer


observaciones acerca de la forma en que trabajaron las culturas materiales que pasarían
desapercibidas para otros científicos sociales, sobre todo debido a que ellos no están
acostumbrados a las observaciones de campo. Ni siquiera los antropólogos prestan
atención al manejo de los animales por parte de los pueblos primitivos que estudian, en
el sentido que cabría esperar de parte de un geógrafo que observara a esas mismas
poblaciones. Es difícil imaginar una geografía humana que carezca de experiencia
adecuada en los procesos que permiten sostener una forma de vida. Si los senderos de
rebaños constituyen un fenómeno geográfico, los rebaños que utilizan esos senderos
también lo son; los sitios en que se alimentan los animales involucran un conocimiento
de los pastos o el forraje del que dependen; por tanto, ¿por qué no ha de resultar útil
también el conocimiento de la utilidad del animal con respecto a la distancia que puede
recorrer y la carga que lleva, y el de todo el proceso de cargarlo y conducirlo? Dejemos
que las protestas caigan donde sea: yo no me interesaría en la geografía histórica o en la
geografía humana si no es como medios para entender la diferenciación de culturas, y
no puedo obtener este tipo de entendimiento sino es mediante el aprendizaje de las
formas y de los medios que los hombres han utilizado para obtener medios de vida de
sus tierras ancestrales.

Se puede considerar como formas fósiles a aquellas que ya no funcionan pero aún
existen, sean en estado obsoleto o en forma de ruinas. El estudio de campo de las ruinas
es importante porque en algunos casos es el único medio para mostrar la localización de
la producción o de un asentamiento fallidos. Están las ruinas mismas, que nos ofrecen
claves acerca de por qué residió allí la gente, desde las hogueras del hombre temprano
hasta las granjas abandonadas. Existen curiosas y persistentes alteraciones del suelo
donde antes hubo un suelo de tierra, o un basurero al que se arrojaban los desechos del
asentamiento, a menudo denunciados por una vegetación característicamente distinta.
Están las plantas fugadas del hogar que pueden propagarse indefinidamente por sí
mismas en los alrededores, los arbustos de lilas del Noreste, la rosa cherokee del
Sureste, las granadas y membrillos de las tierras españolas. Existen las ruinas que deja
el uso del suelo en campos abandonados, que pueden ir desde superficies cultivadas en
la prehistoria hasta el auge de la agricultura de hace dos décadas. La evidencia puede
estar en una peculiar sucesión vegetal, en cambios en el suelo, incluso en antiguos
surcos. En el Viejo Sur, se conoce bien que los linderos exactos de antiguos campos
pueden ser determinados por arboledas de pinos viejos, y que el momento del abandono
corresponde aproximadamente a la edad de los árboles.
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Existen líneas menores de trabajo histórico de campo, los nombres de lugares que
evocan días del pasado, usos folklóricos y giros dialécticos que revelan tradiciones de
tiempos en que la tradición era una parte viviente de la economía, las memorias que
conservan los miembros más viejos del grupo. Los rezagos que uno descubre de este
modo al vivir con un pueblo pueden ser considerables, y ocasionalmente aparece una
pista reveladora. Podría mencionar la iluminación que Eduard Hahn obtuvo al prestar
atención a actitudes inconscientes relacionadas con hábitos de alimentación y bebida en
Europa, en particular manierismos a los que nadie antes había ofrecido consideración.

En toda geografía histórica, el trabajo de campo demanda la observación más aguda,


una atención constante a las pistas, flexibilidad en las hipótesis. No está sujeto a una
cómoda rutina, como podría ocurrir con el mapeo de usos actuales del suelo.

Hay una necesidad urgente de tales observaciones de campo. Año tras año, las manos
abarcadoras del comercio y la industria modernos barren con más y más de todo lo que
es viejo. Las tradiciones mueren con los ancianos; los documentos son destruidos; el
clima, las tormentas y las inundaciones borran los remanentes físicos; la ciencia y la
estandarización del mercado destruyen los viejos cultivos. Ahora estamos en el mejor
momento posible, tanto en lo que hace a los estudiantes como a los registros, antes de
que los años invaliden a ambos.

Así, una geografía regional comparativa científica podría desarrollarse entre nosotros, y
poner fin a las siguientes falacias:

1. Que la sustancia científica de la geografía se encuentra en la actividad


contemporánea;
2. que la geografía histórica puede hacerse agregando anotaciones ambientales
faltantes al trabajo de los historiadores;
3. que la geografía histórica es tan sólo trabajo de biblioteca;
4. que un geógrafo puede convertirse en experto sabiendo un poco acerca de un
montón de localidades sin relación entre sí;
5. que los estudios descriptivos, realizados sin prestar la atención necesaria al debido
proceso – esto es, a la génesis y la función – pueden agregar algo a la ciencia, sea
física o social;
6. que la geografía puede ocuparse de relaciones de cultura y lugar sin entender la
naturaleza, el crecimiento y la diferenciación de los procesos culturales, y
7. que hay alguna manera de compensar la falta de curiosidad y el ansia de conocer
mediante argucias de estilo y organización.

Algunos temas en geografía histórica

Se sugiere una cantidad de problemas generales relacionados con el tipo de


conocimiento comparativo que deberíamos estar desarrollando:

1. Ciertos procesos de la geografía física, que implican cambio secular, podrían afectar
al hombre:

a) el más importante es el problema del cambio o los ciclos del clima. Las otras
ciencias humanas esperan que nosotros proporcionemos respuestas a los hechos, la
naturaleza y la dirección de los cambios del clima en el tiempo humano. El geógrafo
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especializado en áreas tiene la oportunidad de ofrecer luz en este tema controversial.


En todos los márgenes secos del mundo, este es un tema de gran preocupación,
sobre todo en lo que se refiere a saber si esos márgenes se han expandido desde el
comienzo de la agricultura. Los métodos y los resultados del uso de datos
climatológicos de origen no instrumental bien podrían constituir un tema de debate
recurrente en los encuentros de esta Asociación.
b) Parcialmente relacionado con este tema, se encuentra el problema de los cambios
naturales en la vegetación ocurridos desde la glaciación; pocos problemas podrían
ser de tanto interés para los geógrafos del interior de los Estados Unidos que el de
las praderas, o de los pastizales húmedos en general.
c) Otro tópico es el de los cambios naturales en las líneas costeras y en drenaje en el
período de ocupación humana. En estos encuentros, Russell ha señalado cambios en
el drenaje del Mississipi, algunos ocurridos desde el cruce del río por De Soto. La
obra clásica de Marsh, Man and Nature, delinea muchos de tales problemas.

2. El hombre como agente de la geografía física.

a) Actualmente nos inclinamos a negar todos los efectos del asentamiento y la


deforestación sobre el clima, en contraste con la actitud de la generación anterior, según
lo muestra la literatura de la temprana forestería norteamericana. De hecho, la ciencia de
la forestería se inició en gran medida a partir de la hipótesis de que los árboles
disminuían los extremos climáticos. Estamos poco y mal informados como para
desestimar este tópico por completo. De acuerdo a la información de que disponemos,
no existe garantía de que en determinadas zonas de tensión climática, como ocurre en
condiciones de aridez, la alteración radical de la cobertura del terreno no pueda afectar
relaciones críticas de temperatura, humedad y disponibilidad de rocío en – y cerca de –
el nivel del suelo. No estaría del todo seguro de que el hombre no ha ampliado el límite
de los desiertos al alterar la condición climática de la capa más baja de la atmósfera,
aquella que podría ser llamada del clima intra-vegetacional.

b) Los geógrafos han ofrecido una atención extrañamente limitada al hombre como
agente geomorfológico. Erosión del suelo es el nombre popular de los procesos de
remoción de la superficie que el hombre ha desatado o acelerado. La incidencia de la
erosión del suelo podría ser una fuerza importante en geografía histórica. ¿Debilitó a las
civilizaciones mediterráneas la erosión del suelo? ¿Se puede considerar a los primeros
habitantes europeos de Virginia grandes colonizadores porque eran grandes
despilfarradores del suelo? El trabajo de campo geográfico debería incorporar la
búsqueda detallada de los perfiles originales del suelo, y registrar la característica
disminución o truncación de esos perfiles en campos y pastizales. Sólo así podría
garantizarse la comprensión de la antigüedad, la naturaleza y la extensión del
despilfarro de superficies productivas y, con ello, la de la cambiante fortuna de las
regiones de agricultura humana que conocemos. El extraño punto ciego de la geografía
norteamericana a este respecto, uno de sus más importantes problemas, podría ilustrar el
resultado de eludir un enfoque histórico.

La deposición de los sedimentos bajo las laderas de la erosión de origen cultural


constituye, por supuesto, la parte complementaria de la situación. Las cárcavas suelen
ser síntomas avanzadas, agudos, de la erosión del suelo, incluyendo algunas que han
sido utilizadas en libros de texto como ilustraciones de jóvenes valles normales. ¿Con
qué frecuencia han distinguido los geógrafos entre cañadas naturales y cárcavas
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inducidas por el hombre, o han encontrado en estas últimas algún motivo de interés en
lo que hace a su incidencia en la historia de la vida? Ciertamente, nada podría ser más
geográfico que los estudios críticos del despilfarro de la superficie y el suelo como
expresiones de una ocupación abusiva de la tierra. Por un lado están los procesos
patológicos; por el otro, las causas culturales a estudiar. Enseguida vienen los efectos
del continuo despilfarro sobre la sobrevivencia de la población y la economía, con
creciente tendencia a la alteración degenerativa o al reemplazo. Por último, está el
problema de la recuperación o rehabilitación.

El tema fue claramente planteado como un problema formal de la geografía hace tres
cuartos de siglo por Marsh. Desde hace mucho, los geógrafos han ofrecido cursos sobre
Conservación de Recursos Naturales, y considerado los malignos efectos de la erosión
del suelo. Sin embargo, ¿qué han hecho como investigadores en el campo, que con
frecuencia se encuentra junto a la puerta de sus salones de clase? ¿Basta con responder
que los estudiosos del suelo deberían estudiar el despilfarro laminar, los geomorfólogos
las cárcavas, los economistas agrícolas las dificultades de la agricultura, los sociólogos
rurales los problemas de la población, mientras el geógrafo prepara sus clases con lo
que otros investigan?

c) Todos los resultados de la explotación destructiva deben ser encarados en su


relación con los cambios en el hábitat. La presencia del hombre civilizado ha
significado a menudo cambios en el régimen de las corrientes de agua y de la recarga de
agua subterránea. Las áreas irrigadas muestran aquí y allá la creciente parálisis
provocada por la acumulación de sales y la saturación del suelo. Las formas de
disipación del capital natural son muchas, sus causas son culturales, sus resultados
consisten en crisis graduales en las áreas afectadas y su connotación, por tanto, un
asunto de la geografía humana.

d) Un problema especial de la alteración de la tierra por el hombre consiste en la


relación de la cultura con la ecología de plantas y animales. Existen preguntas en
este campo que podrían estar reservadas para el especialista en plantas y animales.
El geógrafo histórico, sin embargo, debe tomar en cuenta este tópico en la medida
en que esté capacitado para encararlo y, dado que él trabaja deliberadamente con
datos históricos, podría encontrar evidencias que escapen a la atención del ecólogo.
En México, por ejemplo, parece ser que los hombres civilizados y los hombres
primitivos han modificado la vegetación de manera muy distinta. El cultivo
primitivo estuvo mucho menos vinculado a las laderas bajas que la agricultura
moderna. Dadas ciertas condiciones de clima y suelo, la agricultura de coa
constituyó de hecho una rotación forestal de largo plazo, por lo general en colinas o
en laderas de montañas. Bajo tal sistema, como en efecto ha ocurrido durante miles
de años, el conjunto de la flora silvestre presente podría representar el tipo local de
una vieja sucesión de campos. La llegada del hombre blanco introdujo en ciertas
áreas una nueva forma de presión sobre la vegetación nativa a través del pastoreo
intensivo. En las cercanías de las minas, sobre todo, llevó a cabo una completa
deforestación para atender las necesidades de madera y carbón de la minería, así
como un persistente pastoreo de ganado en los alrededores de los campos mineros.
Los antiguos campos mineros pueden ahora estar rodeados de campo abierto por
muchas leguas, donde antaño hubo bosques y matorrales.
Página 64 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Estos son algunos de los temas de los bien puede ocuparse el geógrafo histórico. Si lo
hace, probablemente aprenderá algo acerca de la supresión de determinados elementos
de la vegetación debido a su utilidad especial para el hombre, o a su baja capacidad para
reproducirse, o a su sensitividad respecto al equilibrio ecológico. No hay nada
particularmente esotérico en el aprendizaje acerca de los componentes de importancia
de una flora nativa, o incluso en la observación de sus hábitos de reproducción y
crecimiento. Un observador podría ir más lejos que otro en este tema, pero no cabe duda
de lo apropiado del estudio, y el enfoque cultural podría agudizar la observación de la
asociación biótica como elementos temporales. En zonas de tensión climática, en
particular, es posible que la interferencia humana haya operado de manera característica
para dispersar ampliamente antiguos límites de vegetación. Cualquier área con una larga
historia de pastoreo, en especial, debe ser examinada en lo que concierne al
desplazamiento de brotes y pastos palatables por elementos impalatables,
probablemente leñosos o suculentos, amargos. El papel del fuego, especialmente a
manos del hombre primitivo, requiere mucha observación adicional, llevada a cabo a
sabiendas de que una práctica de quemas constantes a lo largo del tiempo puede tener
efectos en la vegetación distintos a los que resultan de una serie corta de quemas.

3. Sitios de asentamiento. La ubicación de un asentamiento registra las preferencia


particulares de los fundadores en relación al hábitat. Dado que, una vez establecido,
un asentamiento no puede ser reubicado con rapidez, los cambios culturales
subsecuentes alteran el valor del sitio, y enfrentan a la población del lugar con la
alternativa de mudarse o enfrentar desventajas para el desarrollo. Si estuviéramos
reubicando nuestras ciudades de novo, quizás tendríamos que establecer
relativamente pocas de ellas en el sitio exacto que ocupan. Consideren los pueblos
que crecieron cerca de ríos que alguna vez fueron navegables, o de vados, y bajo
criterios de selección que han perdido su significado, pero que han impuesto
reiterados problemas a las generaciones posteriores, en la medida en que han
cambiado el transporte, los abastecimientos, y los servicios municipales. Si
california fuera colonizada hoy día, San Francisco probablemente llegaría ser un
suburbio de clase media de una ciudad ubicada al otro lado de la bahía. Sin
embargo, en la década de 1840 San Francisco era el sitio más elegible para un
puerto en el que convergieran el transporte oceánico y el fluvial. La ciudad ha
preservado con éxito una gran número de funciones urbanas en las que adquirió
inicialmente predominio, y en conjunto ha logrado encarar las desventajas de una
posición peninsular transversal en la medida en que las mismas se han desarrollado.

En el momento en que se establece un asentamiento, éste puede ser observado en


términos generales como la combinación óptima, en su sitio, de los mejores medios para
satisfacer los deseos del grupo fundador. Es necesario, por tanto, observar el sitio en
términos de las necesidades originales. En un caso, la protección puede ser muy
importante, mientras en otro puede ser indiferente. Las necesidades de alimento y de
abastecimiento de agua cambian cuando lo hace la cultura original. Rara vez se han
hecho clasificaciones de sitios en términos de actitudes culturales en el momento del
asentamiento original; sin embargo, aquí está el capítulo básico de una geografía urbana
científica. Lo siguiente serían las reevaluaciones de sitios y de sus transformaciones
asociadas al cambio de cultura – el sitio visto a la luz de etapas sucesivas.

4. Patrones de asentamiento. No disponemos de una gran cantidad de conocimiento


histórico comparativo con respecto a: a) dispersión o aglomeración de las
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 65

habitaciones, o b) sobre el espaciamiento y el tamaño de las agrupaciones de


asentamientos que se desarrollan bajo culturas particulares, o c) la especialización
funcional entre poblados de una misma área cultural, o d) de la diferenciación
funcional dentro de un poblado mayor. Estos son algunos de los problemas más
obvios de localización de hábitos que requieren ser investigados en términos
históricos y regionales.
5. Tipos de vivienda. Los norteamericanos han prestado poca atención al desarrollo de
unidades de vecindario, que suelen aproximarse a la unidad social, o a la familia en
su connotación inclusiva antes que en el sentido marital. La unidad de vecindario,
¿ es unifamiliar o multifamiliar, provee medios de vida a sus dependientes y su
servidumbre, incluye arreglos para los animales domésticos? ¿Incluye instalaciones
formales para el almacenamiento de bienes de primera necesidad o para el ejercicio
de artesanías y oficios? ¿Cuál es la generalización funcional del plano de la casa? El
estudio de tipos de vivienda es básicamente el estudio de la más pequeña unidad
económica, como el estudio de la villa o el poblado es el de una comunidad
económica. En ambos casos, la descripción busca el significado de la estructura en
relación a procesos institucionalizados, como una expresión del área cultural. Las
viviendas son registros histórico – geográficos. Pueden datar de una etapa histórica
anterior o pueden, como los edificios actuales, seguir conservando cualidades que
alguna vez fueron funcionalmente importantes (hogares, portales, ventanas móviles,
en la casa norteamericana).
6. Estudios de ocupación del suelo con respecto a la estructura histórica del área
cultural. En cualquier momento dado, teóricamente existe un equilibrio pasajero
entre las evaluaciones del hábitat y las necesidades de hábito. La ventaja o
desventaja ambiental, por tanto, debe ser siempre relativa al momento o estado de la
cultura en particular, y el uso de la tierra constituye un acomodo a las necesidades y
energías de la comunidad, que cambian en la medida en que éstas lo hacen.
Cambiar, sin embargo, involucra por lo general un considerable retraso, debido en
parte a las dificultades para revisar las líneas de propiedad. La nacionalización del
uso de la tierra encuentra la oposición del diseño de los campos y otras posesiones
de tiempos anteriores. En todo momento, los derechos sobre la tierra y los usos del
suelo probablemente conservan mucho del pasado. Patrones de asentamiento, tipos
de vivienda, sistemas de campos y propiedad de la tierra son los temas observables
mejor reconocidos que se utilizan para reconstruir cambios y continuidades.
7. ¿Y qué de los clímax culturales? ¿Existe en las sociedades humanas algo
equivalente al clímax ecológico, la realización de todas las posibilidades inherentes
a ese grupo y a su lugar? ¿Qué hay de los límites al crecimiento de la población, a la
producción obtenida, a la acumulación de riqueza, incluso al incremento de las
ideas, más allá de los cuáles no avanza una cultura madura? Podríamos ser
escépticos con respecto a la hipótesis más extrema sobre el carácter cíclico de toda
cultura, pero estamos demasiado preocupados con la recurrencia de cimas culturales,
de estabilización, y de declinación cultural. El ascenso y caída de culturas y
civilizaciones, que ha interesado a los estudiosos del hombre de mentalidad más
histórica, no podía dejar de involucrar al geógrafo histórico. Una parte de la
respuesta se encuentra en la relación entre la capacidad de la cultura y la calidad del
hábitat. El caso es relativamente sencillo si se puede demostrar que la explotación
destructiva se ha tornado seria. Está también el intrincado problema de la
sobrepoblación (que bien puede ser una realidad en el sentido histórico cultural,
aunque resulte una herejía para el científico social), con sus implicaciones de
oportunidades y posibilidades de compartir decrecientes para el individuo. Puede
Página 66 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

emerger la pérdida de energía productiva debido a la mala distribución de la


población entre el campo y la ciudad, entre productores primarios y aquellos que
constituyen la carga de la clase ociosa. Puede haber un cambio de ventaja
comparativa hacia otro pueblo y otra área. Este escrutinio de los límites de la cultura
es un tema a la vez estimulante y melancólico.
8. Receptividad cultural. Un nuevo cultivo, artefacto o tecnología es introducido en un
área cultural. ¿Se dispersa o difunde vigorosamente, o su aceptación encuentra
resistencia? ¿Cuáles son las condiciones que llevan a un determinado grupo a la
disposición a aceptar innovaciones, mientras otro decide persistir en sus viejos usos?
Este es un problema general de la ciencia social, que puede ser parcialmente
examinado por los estudios geográficos.

El geógrafo, en primer lugar, está mejor calificado para determinar la existencia de


barreras físicas o corredores.

Quizás un cultivo no se dispersa porque encuentra un clima inadecuado, quizás porque


el tipo de suelo que requiere no se corresponde con el que una determinada agricultura
ha aprendido a utilizar.

En segundo lugar, cabe presumir que el geógrafo ha seguido el rastro de la presencia o


ausencia de rasgos de la cultura material. Debería saber si un cultivo o una habilidad
técnica son confrontados por una alternativa satisfactoria que ya está presente en el área.
La diseminación del cultivo del trigo en América Latina se ha visto considerablemente
afectada por los hábitos alimenticios de la gente con respecto a otros cultivos como
fuente de carbohidratos y proteidos. Que el rendimiento de un campo determinado
cultivado con maíz o con trigo determine cuál de los dos será cultivado es cierto
únicamente en términos del mercado mundial y, por tanto, de una producción
estrictamente comercial. Me gustaría añadir que incluso el precio actual en el mercado
mundial es tan solo la expresión de una demanda cultural proveniente de un grupo
comprador dominante y no la verdadera expresión de la utilidad de diversos cereales.

Haríamos bien en recordar que Ratzel fundamentó el estudio de la difusión de rasgos


culturales –presentado en el casi olvidado segundo volumen de su
Anthropogeographie–, y que Eduard Hahn llegó al gran problema de su vida de trabajo
preguntándose por qué alguna gente se involucraba en la producción de lácteos,
mientras otros preferían no tener nada que ver con la leche o sus productos.

9. La distribución de energía dentro de un área cultural. Aquí podríamos referirnos a


la gran tesis de Vaughan Cornish sobre la “marca” cultural. Su punto de vista
consiste en que toda civilización en crecimiento ha tenido una frontera activa – una
frontera de hecho sobre la cual se han agrupado las energías de la gente, donde el
poder, la riqueza y la invención están más intensamente desarrollados. Esto tiene
cierto parecido con la tesis de Turner sobre la frontera, aunque no involucra la
necesidad de una continua expansión. Se inicia con la expansión, pero las energías
de una cultura una vez localizada en esa frontera pueden seguirse manifestando a
través del liderazgo de múltiples maneras, mucho después de que la expansión ha
cesado. Históricamente, por tanto, no son las partes centrales de un área cultural
donde tiene el gran desarrollo, sino en un tiempo su límite más expuesto y más
atractivo. Hay mucho por hacer en la tarea de considerar los campos dinámicos
(Kräftezenten) dentro del conjunto de un área cultural dada. Hay mucho que decir
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 67

acerca de esta tesis de Cornish. El frente dinámico de México, por ejemplo, ha sido
la frontera Norte a todo lo largo de su historia. La arqueología, tanto en el Nuevo
como en el Viejo Mundo, revela muchos casos de florecimiento de la cultura en los
márgenes distantes de un complejo cultural.
10. Etapas culturales y sucesión. Turner cometió un desafortunado error cuando aceptó
un antiguo punto de vista deductivo, según el cual el progreso humano avanza a
través de una serie de etapas idénticas, que el pensó que podría reconocer como
etapas generales de la frontera norteamericana. Sabemos que no existe una sucesión
cultural general, sino que cada cultura debe ser rastreada por separado a lo largo de
su historia de adquisiciones y pérdidas. La gran obra de Hahn, en particular, advierte
contra los enfoques deductivos en el abordaje de las etapas culturales: así, por
ejemplo, en su rechazo a la idea de que los pastores nómadas derivan de cazadores
antes que de antecedentes agrícolas más antiguos. Dado que el cambio cultural de
ningún modo sigue un curso general o predecible, es necesario rastrear cada cultura
a lo largo de sus pasos históricos.

No suele apreciarse que el primer patrón, dominante además, del asentamiento español
en el Nuevo Mundo fue la organización formal de todos los españoles en corporaciones
de pueblos, y su permanente adscripción a tal villa o real. A partir de este conocimiento
básico de que el pionero español era miembro de una corporación de pueblo en todo
momento, la naturaleza de la penetración y la organización económica españolas
adquiere una forma muy distinta a la de los asentamientos de otros poderes coloniales
del Nuevo Mundo. En nuestra frontera norteamericana, no existió una uniformidad
equivalente a la de la América española, sino un número considerable de primeras
etapas de Norte a Sur, dependiendo del grupo colonizador, así como no hubo un tipo
único de frontera en el movimiento hacia el Oeste. ¿No sería ya tiempo de que los
geógrafos intenten caracterizar los complejos y sucesiones culturales en el asentamiento
de los Estados Unidos? Esto podría proporcionar sustancia a los encuentros futuros de
nuestra Asociación.

11. La competencia por áreas entre culturas. Ciertas culturas han sido notablemente
agresivas; algunas de ellas pueden ser identificadas en casi cualquier parte del
pasado humano. La competencia por el dominio en el encuentro de zonas culturales,
la manera en que se establece un equilibrio y toma forma un límite, expresan energía
cultural y adaptabilidad. Ratzel tenía en mente este tipo de estudio en su geografía
política, que enfatizaba la lucha histórica por el espacio. Sea por conquista,
absorción, comercio o superior adaptabilidad, todas las culturas han sido marcadas
por sus cualidades para perder o ganar terreno.

Conclusión

El geógrafo humano tiene la obligación de hacer de los procesos culturales la base de su


pensamiento y de su observación. Su curiosidad está dirigida a las circunstancias bajo
las cuales grupos de culturas de han divergido de otras, o han sido asimiladas por otras.
La mayor parte de la historia del hombre ha consistido en la diferenciación de cultura, y
en reconvergencias. No podemos señalar una cultura humana uniforme ni siquiera en el
Paleolítico. La Torre de Babel es casi tan antigua como el hombre. En un sentido literal,
hay muy pocas cualidades de “sentido común” en lo que se refiere a hábitos de vida -
esto es, cosas que suelen ser hechas de la forma más sensible de una sola manera -,
lógica general, o necesidades fisiológicas. Temo que las ciencias sociales más teóricas –
Página 68 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

como la economía – probablemente pierden de vista esta verdad. En este país, parece
que estamos dispuestos a olvidar esto porque sucede que somos parte de una cultura
enormemente vigorosa y ampliamente difundida, tan confiada en sí misma que se
inclina a mirar otras maneras distintas como si ignorante o estúpidas. El aterrador
impacto del moderno mundo Occidental, sin embargo, no cancela la verdad de que el la
historia del hombre ha sido marcadamente pluralista, y que no existen leyes generales
de la sociedad, sino únicamente acuerdos culturales. No nos ocupamos de la Cultura,
sino de culturas, al menos mientras no nos engañemos a nosotros mismos pensando al
mundo a nuestra propia imagen y semejanza. En esta gran indagación sobre
experiencias, comportamientos e impulsos culturales, el geógrafo debería tener un
importante papel. Él, tan solo, ha estado seriamente interesado en lo que ha sido
llamado el relleno de los espacios de la Tierra con las obras del hombre, o el paisaje
cultural. Su labor primordial es la difícil tarea de descubrir el significado de las
distribuciones terrestres. Los antropólogos y él son los principales científicos sociales
que han desarrollado la observación de campo como una habilidad.

Los temas sugeridos para nuestro trabajo podrían representar una tarea superior a
nuestra inmediata capacidad individual o conjunta, pero constituyen al menos un esbozo
de la calidad del conocimiento al que aspiramos. Nuestros diversos esfuerzos podrían
encaminarse conscientemente hacia la comprensión de la diferenciación de la Tierra por
las manos del hombre. No llegaremos lejos si limitamos de una u otra manera el tiempo
humano en nuestros estudios. O admitimos la totalidad de la existencia humana, o
abandonamos las expectativas de resultados importantes por parte de la geografía
humana. O producimos, o nos limitamos a calentar lo que otros han preparado. No veo
alternativa. Construimos una ciencia retrospectiva a partir de toda la tierra en todo el
tiempo de la existencia humana, que de esta experiencia adquiere la capacidad para
mirar hacia adelante.

**********
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 69

CAPEL SÁEZ, Horacio


Planeamiento y región
En “Estudios sobre el sistema urbano”, Barcelona, Ediciones de la Universidad, Serie
Pensamiento y Método Geográfico N° 3, pp. 1 a 204, 1983 [pp 110 a 118 comentando
las comunicaciones del coloquio sobre “La régionalisation de l‘espace au Brésil”]

El valor de las regiones homogéneas

Llegados aquí cabe preguntarse sobre el concepto mismo de región y plantearnos el


problema del valor de las
nociones tradicionales en los Capel, Horacio (1983) “Planeamiento y región”.
países subdesarrollados. En Estudios sobre el sistema urbano, Barcelona,
Ediciones de la Universidad, Serie Pensamiento y
Una de las definiciones más Método Geográfico N° 3, pp. 1 a 204, 1983 [pp
conocidas de región, la de Max 110 a 118 comentando las comunicaciones del
Sorre, define a ésta como «el coloquio sobre “La régionalisation de l‘espace au
área de extensión de un tipo Brésil”]
de paisaje». Esta definición,
citada en dos ocasiones en el coloquio de Burdeos, nos introduce en una de las nociones
clásicas de la región, la región homogénea.

El principio de homogeneidad de un territorio puede proceder del medio físico o del tipo
de actividad, todo lo cual se refleja en el paisaje del mismo: toda región homogénea se
caracteriza por un paisaje determinado, ya sea natural o humano. En esta línea de
pensamiento se situaba la comunicación de Demangeot, para el cual la región viene
definida por «su actividad, su paisaje y sus límites».

Las dificultades surgen, sin embargo, cuando se intenta pasar de una definición teórica
general a una delimitación concreta de las distintas regiones. La misma comunicación
de Demangeot fue una prueba de ello, a pesar de estar centrada sólo en el papel del
medio natural. Las cosas se complican todavía más cuando se intenta obtener una visión
sintética utilizando criterios muy diversos, físicos y humanos, para delimitar unas
regiones homogéneas. Una de las comunicaciones al coloquio de Burdeos, la de Correia
de Andrade, facilitó una cumplida prueba de ello.

El Instituto Brasileño de Geografía, a petición del Ministerio de Planificación y


Coordinación Económica ha realizado una serie de estudios acerca de la división de
Brasil en regiones homogéneas. El principal logro de este intento ha sido la delimitación
de una serie de regiones homogéneas parciales (demográficas, agrícolas, etc.) si bien
surgen serias dudas en cuanto a la validez de los intentos de síntesis, en el caso de que
éstas hayan sido realizadas.

El interés de la comunicación de M. Correia de Andrade sobre la división del espacio de


Pernambuco en regiones homogéneas, residía en el hecho de que se trataba de la
presentación por parte del director de las investigaciones, de los trabajos y conclusiones
alcanzados en este Estado. El objetivo del estudio era el de «suministrar al gobierno un
Página 70 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

diagnóstico del Estado e indicar los desequilibrios regionales existentes». El trabajo se


realizó basándose en las condiciones naturales y los sistemas de utilización del suelo y
se considera previo a un intento de división del Estado de Pernambuco en regiones
polarizadas.

La comunicación de Correia de Andrade constituye un ejemplo de hasta qué punto es


difícil realizar una división homogénea del espacio. Ilustra al mismo tiempo sobre la
necesidad de encontrar nuevos marcos al estudia regional, ya que los utilizados en la
actualidad son, con frecuencia, insatisfactorios.

Algunos ejemplos mostrarán hasta qué punto es puco convincente la división regional
propugnada en Pernambuco. En la «microrregión noroeste del Agreste», la densidad de
población oscila entre 46 y 178 habitantes/km2 y las precipitaciones entre 538 y 929
mm; desde el punto de vista agrario junto a una ganadería semi-extensiva coexiste una
agricultura con cultivo (le algodón, coco, plátanos, arroz, mandioca, naranjo, cacahuete,
ricino... hasta un total de 18 plantas características bastante heterogéneas, las cuales en
mayor o menor grado se señalan también en otras microrregiones. La «microrregión de
la Mata seca» presenta cifras de pluviosidad que oscilan entre 1981 y 724 mm, una
densidad de población entre 46 y 270 habitantes/km 2 y como plantas de cultivo
dominantes se señalan la caña de azúcar y el algodón (junto al tomate, maíz, plátano,
agave, naranjo, mandioca...). Por último, la «microrregión de la Mata húmeda» recibe
entre 2.464 mm y 665 mm de lluvia, su relieve varía entre 0 y 600 m y su densidad de
población entre 47 y 187 habitantes/km2; el único rasgo común es aquí el cultivo de la
caña de azúcar, pero ésta aparece también en otras microrregiones vecinas y, por tanto,
no puede servir de elemento definidor.

Si recordamos que se trata de un intento de dividir el Estado de Pernambuco en


«regiones homogéneas», habremos de reconocer que los resultados son poco
satisfactorios. El mismo autor reconoce algunos de los defectos del estudio. En
particular el derivado de la necesidad de tener en cuenta los límites municipales, lo cual
lleva a ciertas unidades a extenderse sobre medios naturales diversos. Pero
independientemente de esta circunstancia de detalle queda, nos parece, un hecho
esencial: la imposibilidad de realizar una división homogénea del espacio de carácter
multifactorial. Sólo las divisiones según aspectos parciales determinados (población,
cultivos, actividad, ganadería...) puede tener realmente algún valor de «homogeneidad».

Las regiones polarizadas en Brasil

El concepto de polarización se ha generalizado en Geografía y en Economía a partir del


estudio de las áreas de influencia comercial de las ciudades. Desde la tercera década de
nuestro siglo estos estudios se han ido popularizando y en la actualidad, tras los trabajos
de Perroux y otros economistas, así como de numerosos geógrafos, la noción de polo,
de región polarizada se encuentra suficientemente conocida y han sido objeto de amplia
aplicación en estudios concretos.

Queda, sin embargo, el hecha de que la mayor parte de estos estudios se han realizado
en países europeos o de la América anglosajona, es decir, en áreas con un elevado nivel
de desarrollo económico. Es sin duda en estos países en los que piensa Kayser cuando
en la obra Geografía Activa define a la región en función de tres características
esenciales : «los vínculos existentes entre sus habitantes, su organización en torno a un
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 71

centro dotado de una cierta autonomía y su integración funcional en una economía


global».

Por ello resultaba particularmente interesante el coloquio de Burdeos para intentar


comprobar si las nociones de espacio polarizado eran aplicables de alguna forma a
países en los que el espacio se encuentra aún ampliamente indiferenciado, en los que la
huella del hombre es muy poco intensa y a veces casi inexistente y en las que las formas
de organización y la integración estatal están mucho menos avanzadas. El caso de Brasil
es, además, especialmente valioso dado que es quizás uno de los pocos países en vías de
desarrollo en los que existe suficiente número de estudios parciales y de conjunto para
apoyar las observaciones.

En efecto, aparte de algunos estudios parciales realizados por geógrafos o economistas


europeos (Rochefort, Roche, Boudeville), y de varios trabajos elaborados por geógrafos
brasileños (Geiger y Davidovich, L. Bernardes), existe un ambicioso estudio de
conjunto, realizado por el Conselho Nacional de Geografía para el Ministerio del Plan
del Brasil, acerca de las redes urbanas del país.

La comunicación de M Rochefort constituyó precisamente una presentación global de


las conclusiones obtenidas por este estudio, al mismo tiempo que criticaba el método
empleado y los resultados alcanzados. Su crítica era tanto más valiosa cuanto que él
mismo contribuyó de manera decisiva a la organización del trabajo en sus primeras
fases.

El objetivo del estudio era identificar los principales centros polarizados del Brasil,
definir su posición jerárquica y delimitar sus áreas de influencia. Se han llegado a
definir nueve grandes centros de polarización, que son las metrópolis regionales :
Belem, Fortaleza, Recife, Salvador, Belo Horizonte, Río de Janeiro, São Paulo, Curitiba
y Porto Alegre. El número de metrópolis definidas coincide con las señaladas por P.
Geiger y F. Davidovich (22), aunque hay alguna variación en la composición: estos
autores incluyen a Sáo Luis y no consideran en cambio a Curitiba. De hecho; no todas
las ciudades consideradas poseen el mismo dinamismo y la misma fuerza
regionalizadora. Algunas de ellas son «metrópolis incompletas», como ha señalado
Milton Santos en alguna ocasión, y sobre todas se deja sentir la influencia de las dos
grandes metrópolis nacionales, Río y São Paulo.

Todas estas metrópolis se encuentran en la franja atlántica, a la escala subcontinental


brasileña. Sus áreas de influencia por ello mismo son disimétricas y se extienden hacia
el oeste, lo cual ocurre incluso en la metrópoli más interior, Belo Horizonte, por choque
con estas influencias litorales. Se trata, en general, de espacios inmensos, a los que
-como indica Rochefort- resulta difícil dar la denominación de región en su acepción
corriente.

Por debajo de las grandes metrópolis se han reconocido centros de segundo y tercer
nivel, en gran número en las regiones más pobladas y más escasos en el interior. La
categoría de estas ciudades en cuanto a población es muy diferente y lo mismo ocurre
en cuanto a las áreas dependientes : a veces son espacios inmensos poco poblados (caso
del área dependiente de Manaos) y otros reducidos y de gran población (Juiz de Fora o
de Ribeira do Preto).
Página 72 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Además de la presentación general de Rochefort, toda una parte del coloquio estuvo
dedicada al estudio del papel de las ciudades en la regionalización del Brasil. Con ello
los organizadores y la mayor parte de los participantes adoptaban implícitamente una
postura positiva ante el problema e identificaban de alguna manera el término «región»
con el de «región polarizada». Por ello mismo la crítica de la aplicación de este
concepto en los países subdesarrollados, realizada en el mismo coloquio, adquiere un
significado especial.

El valor del espacio polarizado en los países subdesarrollados

Diversas críticas pueden hacerse a la noción de región polarizada, delimitada en función


de las áreas de influencia de las ciudades. Algunas de ellas fueron realizadas por el
mismo Rochefort y otras por Bernard Kayser, en la que nos parece unas de las más
interesantes comunicaciones presentadas al coloquio.

En realidad, como justamente señala Rochefort, el área de influencia de las ciudades


sólo da una indicación de los límites aproximados de los espacios polarizados, sin
precisar ni su importancia ni el contenido de los fenómenos de polarización en el
interior del espacio delimitado. Es decir, falta, además, conocer cualitativamente el
valor de los flujos a que dan lugar esas ciudades y la potencia real de la polarización
sobre el espacio dependiente de ellos.

Por otra parte, el método de estudio, por razones de la documentación disponible, ha de


utilizar ciertos servicios muy especializados de las ciudades para conocer la influencia
de las metrópolis. Se llega así a determinar una polarización cierta, pero que afecta a un
número muy reducido de personas. Es lo que reconoce también Rochefort en su
comunicación cuando admite que en muchos casos entre las grandes metrópolis y el
espacio que depende de ellas no existen más que lazos indirectos alíe no dan lugar a
relaciones humanas reales y directas.

Cabe, pues, preguntarse sobre el valor de las áreas de influencia urbana como espacios
operacionales, para la acción. La conclusión de Kayser es que «desde el punto de vista
de la acción la zona de influencia es un elemento insu~ ficiente, pues afecta a un
número muy pequeño de personas; no sirve, por tanto, para señalar los límites de la
acciún que se puede ejercer sobre una población». Conclusión que nos parece muy
acertada, aunque reconozcamos la dificultad de hallar otros criterios de delimitación.

Todas estas críticas son de tipo general y se refieren a la dificultad de identificar


exactamente región polarizada y área de influencia urbana. Pero es que, además, en los
países en vías de desarrollo las dificultades son todavía mayores y la identificación
mucho más arriesgada.

Cuando en un país subdesarrollado se delimita el área de influencia de una metrópoli


basándose en la irradiación de ciertos servicios muy especializados, se trazan, con
frecuencia, unos lazos ideales, sin una virtualidad real. En las regiones en las que el
autoconsumo es la norma general y en las que el bajo nivel de vida comporta una ínfima
utilización de servicios, la posibilidad de acudir a la consulta de un gran especialista
médico urbano, de estudiar en una determinada universidad o incluso de leer la prensa
regional no es sino una pura entelequia. El número de personas que realmente utilizarán
estos servicios será mínimo y, por consiguiente, los lazos reales con la metrópoli
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 73

prácticamente inexistentes. En un caso extremo, el de la Amazonia, es esta misma idea


la que Vergolino Días y Gallais querían expresar cuando afirmaban que la polarización
que ejerce Manaos sobre el caboclo de la selva, aunque existente, no es mayor que la
que tienen Londres o Nueva York, cuyas bolsas dirigen las cotizaciones.

Se trata, muchas veces, de redes urbanas mal estructuradas, con un centro macrocéfalo
que concentra la mayor parte de los servicios y un escaso número de centros
subordinados. La influencia de estas metrópolis es muy limitada. De hecho, como indica
Rochefort, en algunos casos su acción más importante es la de atraer masas enormes de
inmigrantes de su área de influencia, «lo que podría hacer pensar en una
desorganización del espacio por estas grandes metrópolis» (caso de Fortaleza, Recife o
Bahía).

Resulta, pues, que dentro del marco definido por el área de influencia urbana la
organización y la integración del espacio y su relación con el centro director son muy
precarias. Ahora bien, como estas tres características son esenciales en la noción de
región polarizada se deriva de ello una dificultad real de aplicación de este concepto en
los países subdesarrollados.

Esta falta de integración interna regional se refleja también en la existencia de una


estructura económica inarticulada, en que tina parte del espacio, además de escapar a la
acción del centro regional, se encuentra ligado por unos lazos estrechos a otros centros
exteriores. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando una parte de las industrias regionales
depende de empresas extrarregionales, como es el caso de la industria cercana a Belo
Horizonte, que ya hemos citado. O cuando existen áreas de plantaciones totalmente
dirigidas aI exterior y dependientes de empresas extranjeras. Como indica Kayser, en
estos casos junto a la influencia central existen influencias centrífugas mucho más
importantes que deben ser tenidas en cuenta. En cualquier caso, es evidente que la
noción de espacio polarizado, tal como ha sido definido por ejemplo por Boudeville
(«espacio heterogéneo cuyas diversas partes realizan entre sí más intercambios que con
las regiones vecinas») no puede ser aplicado plenamente a muchas áreas del Brasil.
Tanto más si tenemos en cuenta que en un territorio de economía escasamente
desarrollada las relaciones internas pueden ser casi inexistentes debido a las débiles
necesidades de la población y al predominio del autoconsumo familiar (caso de ciertas
áreas del nordeste).

De todas formas hay que guardarse de generalizar precipitadamente. Existen, en efecto,


en Brasil suficientes y notables diferencias entre unas áreas y otras del país como para
evitar cualquier generalización prematura. En Brasil esta integración nacional, además
(le haber comenzado muy tardíamente - como puso de relieve Celso Furtado en una de
sus intervenciones - no está todavía completada. Los niveles de desarrollo y la
organización del espacio son muy diferentes en el norte y nordeste y en el centro y sur.
Los desequilibrios regionales son muy pronunciados. Pero esto quiere decir que a escala
nacional el espacio se encuentra sin integrar, con lo cual el análisis de las redes urbanas
y de la organización regional nos conduce a considerar lo que parece ser uno de los más
graves problemas de los países subdesarrollados : la falta de integración espacial.

Hasta la Segunda Guerra Mundial el norte y el sur de1 Brasil habían de comunicarse
necesariamente por vía marítima, ya que no existía una red completa de ferrocarril o
carreteras. Prácticamente, el espacio de Brasil «podía ser comparado a un archipiélago
Página 74 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

en el sentido de que sus diversas unidades regionales estaban muy poco articuladas
entre sí» (Geiger). Desde entonces la situación ha mejorado, pero no ha desaparecido
totalmente. Por ello Kayser pudo decir, refiriéndose al momento actual, que «entre unas
zonas y otras no hay complementariedad ni solidaridad ; el espacio aparece atomizado
y, en definitiva, sólo la sumisión a un poder de decisión nacional le da una medida
común».

En realidad, la concentración de población y actividades en una pequeña parte del


territorio brasileño (en las aglomeraciones de Río y São Paulo trabajan por ejemplo el
50 % del total de obreros industriales del país y otro l0 % depende de empresas de estas
metrópolis) produce, según Geiger, una polarización excesiva a escala nacional. Ello,
según este mismo autor «es una muestra de la debilidad del resto del país, de la falta de
iniciativa e incluso del ahogamiento de los centros menores por los poderes
metropolitanos; por consiguiente, esta polarización representaría la debilidad de la
regionalización del conjunto del país» Este parece ser otro de los rasgos definidores de
los países subdesarrollados.

La Geografía activa y las regiones operacionales

La urgencia de los problemas planteados en los países subdesarrollados exige la


adopción de criterios de delimitación y de una tipología regional «útil por su aptitud a
la cuantificación y por sus capacidades operacionales», es decir, que constituya un
marco válido para la resolución de estos problemas. Esto fue quizás la aportación
fundamental de la rica comunicación de Kayser, el cual trató de precisar los criterios
para una tipología dinámica (entre los cuales creemos realmente valioso el criterio de la
«solidaridad objetiva» entre los habitantes).

Entramos con ello resueltamente en el campo de la Geografía activa, la cual encontró en


el coloquio de Burdeos ardientes partidarios, especialmente entre el grupo de geógrafos
más jóvenes. Una frase de la comunicación de Kayser merece ser retenida como
ejemplo de este espíritu: «los trabajos geográficos sobre la organización y ordenación
del espacio, abandonando el punto de vista descriptivo están, en adelante necesaria y
resueltamente orientados a la acción».

Estas preocupaciones, si bien las más extremas, no eran aisladas. Así, cuando Milton
Santos ponía de relieve la necesidad de que las investigaciones geográficas sean útiles a
otras disciplinas y otros investigadores, no hacía sino expresar un sentimiento parecido.

Para los geógrafos brasileños el problema no parece ofrecer duda. Para ellos la cuestión
ha dejado de ser un motivo de discusión académica desde el momento en que sus
investigaciones se realizan con frecuencia a petición y en coordinación con el Ministerio
del Plan, con el fin de contribuir a los estudios sobre la regionalización y el desarrollo
económico del país. Los trabajos sobre las redes urbanas brasileñas realizados por el
Istituto Brasileiro de Geografia y presentados en el coloquio por M. Rochefort y Licia
Bernardes constituyen un magnífico y alentador ejemplo de Geografía activa realizada
con un rigor científico extremado y un gran espíritu geográfico.

Porque esta parece ser la principal objeción a los estudios de Geografía activa, por parte
de algunos geógrafos, el de la pérdida de espíritu geográfico y de rigor científico. Estos
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 75

eran los temores que expresó Orlando Ribeiro, y algún otro geógrafo de su generación,
en el curso de las discusiones.

Por nuestra parte, suscribimos plenamente la posición de Kayser y creemos que la


Geografía debe intentar contribuir a la resolución de los graves problemas relacionados
con la ordenación del territorio. La regionalización, entendida como un proceso
dinámico y orientado de ordenación y desarrollo regional, debe tener en el geógrafo un
decidido colaborador.

¿Se ha perdido el concepto de región?

Región natural, región histórica, región homogénea, región polarizada, región


operacional, estas fueron las expresiones escuchadas en el coloquio de Burdeos. Pero,
¿es que acaso no existe la región simplemente, sin calificativos, la región donde se
realiza la síntesis de los diversos hechos geográficos y cuyo estudio parecía constituir
uno de los objetos esenciales y tradicionales de la Geografía?

En 1964 P. P. Geiger había intentado delimitar en Brasil unas unidades regionales


definidas por su situación, su encuadramiento en una gran unidad natural y su actividad
dominante (industrial, agrícola...), así como por el carácter de ésta (intensiva o no) y el
desarrollo urbano y demográfico. Se trataba, pues, de unas regiones definidas en el
sentido clásico, pero esta aportación no levantó mucho eco en el coloquio y sólo fue
citada tina vez, para señalar su exclusivo valor didáctico. En general, cada autor
defendió su particular punto de vista, desde la región como unidad de paisaje en el
sentido de Max Sorre, hasta la región operacional. Y para algunos el problema se
plantea de forma distinta desde el momento en que lo que importa es emplear en cada
caso aquellos marcos regionales que sean útiles para la acción. Pero en este caso puede
preguntarse : ¿cómo se definen y escogen estos marcos?

Una cosa, nos parece, quedó muy clara: la dificultad de definir las regiones homogéneas
teniendo en cuenta factores diversos: la homogeneidad no existe sino en aspectos
concretos (relieve, vegetación, actividad agrícola...). Mucho más valiosa parece, en
cambio, la noción de «región polarizada» como marco del análisis regional.

Pero esto lleva a plantear una pregunta : en aquellos jugares donde las redes urbanas no
están evolucionadas, donde no hay polarización ¿no existen regiones, no es posible el
análisis regional?

El problema fue planteado por Vergolino Días y Gallais respecto a la Amazonia. La


conclusión de estos autores es que no se puede dividir el espacio amazónico en polos,
pero se puede ejercer un análisis regional. Y el que ellos realizaron era, sin duda, un
modelo de finura y sentido geográfico.

En cualquier caso, es evidente que el concepto de región en el sentido tradicional se


encuentra en crisis. Algunos participantes se sintieron entre desconcertados y divertidos
ante la diversidad de tendencias que se reflejaba en las comunicaciones. A ello aludía la
nota que en tono festivo circuló en un momento dado entre los asistentes, en la que se
comunicaba que se había perdido el concepto de región y se rogaba su devolución al
comité organizador del seminario. Una de las conclusiones más claras del coloquio de
Burdeos es la de que es preciso encontrar nuevos marcos al análisis regional.
Página 76 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

Nos preguntamos si al mismo tiempo que el marco no será necesario renovar también la
terminología. La palabra región se utiliza en sentido muy diverso y con una imprecisión
que no deja de asombrar. Respecto a Brasil, la expresión región podía designar tanto
espacios inmensamente grandes - por ejemplo toda la Amazonia, incluida en el área de
influencia de Belem- como el conjunto de un estado de la federación, o bien una
división estatal. Todo dependía sin duda de la escala que se utilizaba. Evidentemente,
tina región es una parte de un todo, en el cual se encuentra integrado. Por ello, si se
habla de Brasil, un estado puede ser una «región», y si se habla de un estado brasileño
una división del mismo puede ser también designada así. Pero ¿es esto correcto?, ¿no
existe efectivamente ningún criterio dimensional para la región? ¿Hasta qué punto son
comparables una región definida a la escala de Brasil y una región de Bélgica o de los
Países Bajos?

La pregunta fue respondida por Kayser de una manera tajante: para él «la fijación de
formas dimensionales no tiene ni en las investigaciones ni en las aplicaciones de la
regionalización de Brasil ningún sentido». Sin embargo, ¿no convendría profundizar
más en la cuestión?

En cualquier caso, creemos, conviene fijar bien y limitar el contenido de la expresión


región. Es interesante, a este respecto, la observación de Mombeig de que la palabra
región no debería ir unida a natural : región, en efecto, indica que un espacio es regido,
organizado de alguna manera; siempre que se habla de «región» hay que considerar
también al hombre. Podría pensarse, por ello, en la posibilidad de sustituir la expresión
región natural por otro como «área natural», o semejante, que evite la confusión.

Por razones similares no parece apropiada la denominación que utiliza Pierre George de
región industrial. A pesar de que el uso está generalizado -y también Geiger la empleó
para designar el área industrial cercana a Belo Horizonte, al mismo tiempo que la
aplicaba a la gran región dependiente de esta ciudad- quizás la palabra región no debería
aplicarse con referencia a un solo aspecto sino siempre respecto a espacios complejos.

Pero, cabe todavía una última pregunta: realmente ¿existe una unidad espacial? Aunque
parezca extraño la pregunta tiene sentido y no sólo ha sido formulada, sino que ha sido
contestada negativamente. Para Kayser «no hay una unidad de espacio, sino varias
según el contenido que se quiere dar a éste : cada hombre se mueve en varios
espacios». Pero esta afirmación destruye el concepto de región. Siguiendo este camino
es toda una parte esencial de nuestra ciencia la que se encuentra sometida a revisión.
Nos resistimos a seguir a Kayser en esta dirección.

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Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 77

Labasse, Jean
La Organización del Espacio. Elementos de Geografía
Aplicada
La proyección en el espacio del progreso económico y técnico. El movimiento de las
ideas

La humanidad presta en nuestros días una atención vigilante a la superficie terrestre. Por
haberla explorado casi por completo, es consciente de sus limitaciones y a ello se atiene,
tanto más cuanto que la explosión
demográfica, de la que somos testigos, Labasse, Jean (1973) “La Organización
hace temer por su saturación, al menos del Espacio. Elementos de Geografía
fuera de las regiones desheredadas. El Aplicada”, Madrid, Instituto de Estudios
rechazo de las ilusiones pasadas de Administración Local, pp. 1 a 752.
subraya la célebre afirmación de Paul
Valéry en toda su verdad: «La era del
mundo concluido comienza».

De ahí el deseo, universalmente compartido, de organizar el marco de nuestra


existencia. Esto no tiene en sí mismo nada de revolucionario. Algunos de los intentos
más ambiciosos de dominio sobre el agua san el legado de la antigüedad. Más cercano a
nosotros, Flandes, según Michelet, «se ha formado a pesar de la naturaleza. Es obra
del trabajo humano» [J. MICHELET, Histoire de France, tomo V, pág. 320]. Los
ejemplos podrían multiplicarse pero nunca, hasta ahora, la preocupación por la
ordenación territorial ha alcanzado tal amplitud ni revestido un aspecto tan sistemático,
hasta el punto de aparecer hoy en día como uno de los deberes primordiales asignados a
los gobernantes.

La geografía del «laisser-faire»

El aumento de la población es una de sus razones capitales. Es más, las conmociones


introducidas por la ciencia en nuestra época afectan al espacio de mil maneras: no sólo
el desarrollo de la higiene y de la virología, en relación directa con la disminución de la
mortalidad, sino también las mutaciones surgidas en el campo de los medios de
transporte -que modifican por completo la estructura de las redes urbanas- o las nuevas
formas de producción y de utilización de la energía, obligan a considerar la importancia
del campo. Al mismo tiempo, se ha disipado el error extendido por el liberalismo
tradicional según el cual la localización de las empresas a merced de la iniciativa
privada debería suscitar espontáneamente una armonía perfecta. Un ministro francés,
heredero de esta tradición y responsable de la planificación regional, creyó encontrar la
explicación al fracaso culpando a «el desigual repartu del progreso técnico.., ha venido a
alterar las reglas del juego [Roger DUCHET, Devant le probléme d'aménagement, en la
revista «Hommes et Commerce», N° 28, nov. 1955].

¡Qué importa! Como se ha apuntado, resulta que «la geografía voluntaria ha nacido de
la constatación del fracaso de la geografía del "laisser-faire" y del interés personal»
Página 78 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

[Bulletin Mensuel d'lnformation du Compte de Paris, N°120, 1959]. Podríamos decir


también que ha ido avanzando a medida que iba triunfando, en el seno de nuestras
sociedades, el efecto de masa -traducido en civilizaciones de masa, técnicas de
fabricación en masa, destinos de masa...-. De todas formas, este intento no se ha llevado
a cabo con un ritmo constante en todos sus aspectos. A grosso modo, éstos pueden
quedar reducidos a dos: unas veces la colectiva intervención humana tiende a colonizar
superficies no dominadas todavía por completo; otras, ciñéndose a regiones
revalorizadas casi totalmente, tiende a desplazar en sus pormenores la distribución sobre
el suelo de los equipados y actividades, realizando en este caso, una auténtica política de
ordenación... Más que su conquista, es la ordenación del territorio la que ha
sistematizado la investigación. En consecuencia, si fuera preciso asignar una fecha a su
aparición, propondríamos la de 1931, cuando la gran crisis de los «países negros»
británicos impulsó al Board of Trade a iniciar, con la ayuda de las universidades, las
primeras encuestas acerca de la estructura de las zonas gravemente afectadas por el
paro.

Modificar el marco de la existencia

¿Es legítima la confusión que, al escribir, surge entre organización del espacio y
«Geografía voluntaria»? Así lo pensamos. Organizar el espacio implica, según se ha
dicho [A. PROTHIN, L'aménagement du territoire, en la revista «Etudes et
Informations», abril 1955, págs. 85-94; ver pág. 86. M. Prothin fue el primer director
francés de Ordenación Territorial, en el Ministerio de Obras Públicas], «una disciplina
del espíritu refractaria al encasillamiento administrativo y a la especialización
técnica».

Esta disciplina es, por norma general, la geografía, que constituye por sí misma una
incitación a trabajar en común, en la medida en que revela que la personalidad de las
regiones es más una obra del hombre que de la naturaleza. Por el contrario, ¿no es la
preocupación acuciante por la organización del territorio la que recientemente ha vuelto
a colocarla en el mundo y en sus trabajos, como lo ha observado con acierto Maurice Le
Lannou? [La Géographie et la recherche, crónica del periódico «Le Monde», 11 de
junio de 1960]. Paradójicamente, las más modestas definiciones sugeridas para esta
ciencia -una conjugación, «una manera de considerar las cosas, los seres en sus
relaciones con la tierra» (Baulig)- son las que mejor justifican que se le adjudique la
planificación espacial. Además, esta adjudicación ha sido tácitamente ratificada por
eminentes especialistas poco preocupados por los bizantinismos [A. PROTHIN, art. cit.,
pág. 85: «La ordenación exige un conocimiento profundo de geografía económica, así
como de geografía humana»].

Ciertamente, no puede presentarse la organización del espacio como el objeto exclusivo


del campo de la geografía, quien desborda con mucho el marco de las cuestiones que se
le solicitan a este respecto. Sin embargo, puede afirmarse que «la ordenación regional
es, con toda exactitud, una geografía voluntaria... lo más plenamente geográfico de los
aspectos de la geografía aplicada» [E. JUILLARD, en Colloque nat. de géographie
appliquée, Estrasburgo, abril de 1961, edición del C. N. R. S., pág, 122]. En efecto> ésta
no queda reducida a este úniéó aspecto [M. PHILIPPONNEAU lo demuestra ampliamente
en su libro, Géographie et action, Paris, 1960, in-8, 227 págs.; y J. GOTTMANN ha
dedicado un articulo breve, pero substancioso, al tema, La Geografía y los negocios, en
los «Cahiers de Géographie de Québec», N° 5, octubre 1958-marzo 1959, pp. 28-30]; la
Instituto de Formación docente Continua San Luis Página 79

vida comercial y financiera, la publicidad, el engineering se remiten a ella en ocasiones,


y aún más, lo hacen las múltiples técnicas de utilización del suelo (obras públicas,
agronomía, transportes...) que se inspiran en las disciplinas auxiliares relacionadas con
ella (geomorfología, climatología, hidrología). Por el contrario, la geografía voluntaria
se entiende como una reflexión abocada a la acción, sobre los esfuerzos que el hombre
emprende deliberada y colectivamente con vistas a modificar las condiciones espaciales
de la existencia de una comunidad. [...]

Un criterio realista

[pp. 31 a 32] En definitiva, la aportación más interesante del geógrafo para la


remodelación de los territorios, no reside ni en sus métodos de trabajo ni en sus maneras
de razonar, sino en lo que hay de verdaderamente innato en su actitud: este sentido de la
contingencia que lleva a insertar cada cosa en su contexto y a romper constantemente la
unidad artificial de las presentaciones amplias y seductoras. En ello reside, sin duda, la
explicación de la indiferencia desdeñosa que le testimonian, bastante a menudo, los
planificadores y los políticos a los que desbarata sus genialidades líricas. ¡Como si
sintiera algún placer maligno en rebajar los problemas aun su «tener los pies en el
suelo» [J. LABASSE, comunicación de conclusión en el Coloquio Nacional, obra cit.,
páginas 157 a 162]. Sin embargo, ¿las mayores confusiones no derivan acaso de
generalizaciones abstractas y de la ignorancia del medio, de la negación a penetrar en el
seno del paisaje humanizado? Numerosos conceptos recibidos en los despachos
ministeriales o en los centros de planificación se revelan como peligrosos al ser
susceptibles de interpretaciones múltiples. ¿Qué quiere decir densidad de población si
no se la pone en relación con un medio y un género de vida determinado? ¿Daremos al
erial de las montañas pubres -corolario del despoblamiento en una coyuntura regional
difícil- una significación semejante a la del «erial social» (la Sozialbrache de W.
Hartke) que se extiende alrededor de las ciudades en campos frecuentemente ricos o,
por lo menos, lejos de estar abandonados? ¿Qué es un país nuevo? Grecia, el estado más
antiguo de la Europa mediterránea, ¿no es acaso uno de ellos, a juzgar por los esfuerzos
desplegados desde hace una decena de años para remodelar algunos de sus paisajes? [J.
POUILLOUX, La Gréce, país neuf?, en la «Révue de Géographie de Lyon», 1957,
número 4, págs. 374 a 376] . Y bajo el término engañoso de «vocación», ¡cuánta pereza
y egoísmo se camuflan! La «vocación rural» o la «vocación textil» son expresiones
propias de los explotadores y de los pequeños industriales deseosos de evitar las alzas
de salario provocadas por la instalación de fábricas modernas.

Las categorías sugeridas al espíritu por la cronología y la duración deben pasar también
por la criba de la contingencia. La primera nos ofusca habitualmente y solemos
reaccionar como si una técnica nueva fuera necesariamente preferible, en todos sus
aspectos, a las que ya existen. Sin embargo, el algodón, posterior a la lana, no es
superior a ella más que para algunos usos, y muchos desarrollos, calificados de
irreversibles, dejan ver sus defectos con el paso del tiempo [Citemos a título de ejemplo
ciertos acondicionamientos ferroviarios de países nuevos, de los que los observadores
«ágiles» suelen decir que pasan, sin transición del caballo al avión. Ver J. LABASSE, La
vie de relation en Colombie, en los «Annales de Géographie», núm. 358, nov.-dic. 1957,
págs. 519 a 548]. ¡ Qué cierto es que el orden cronológico no tiene valor por sí mismo!
En cuanto a la duración, su transcurso, por decirlo así, no se realiza en todas partes con
ritmo similar; «en la evolución de un medio geográfico», nos dice Maurice Le Lannou
Página 80 Dr. Jorge Pickenhayn. Curso de Geografía

[La géographie humaine, Paris, Flammarion, 1949, pág. 127], «no todos los elementos
se transforman con la misma frecuencia». ¡Qué cómodo sería si fuese al contrario!

Por las razones que se han indicado, esta obra no puede pretender decir la última palabra
de la geografía voluntaria para todas las aplicaciones y en todos los lugares. Se atiene
simplemente a sugerir un conjunto de reflexiones que pueden ayudar a los
organizadores a plantear, lo mejor posible, sus propios problemas y a facilitar a un
público instruido el acceso a un orden desconocido de investigación y de acción. Estará
dividida en dos partes. Una analizará los temas más importantes de la planificación
espacial; la otra se consagrará a las políticas que se valen de ella.

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