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Logoterapia y Conflictos Morales

Este documento discute las neurosis noógenas, que surgen de conflictos morales o espirituales en lugar de conflictos entre impulsos e instintos. Explica que la terapia apropiada para estos casos es la logoterapia, que aborda la dimensión espiritual de la existencia humana. Describe un caso de un diplomático estadounidense que estaba insatisfecho con su trabajo debido a la frustración de su voluntad de sentido, no por problemas con su padre, y que pudo encontrar significado cambiando de profesión.

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Logoterapia y Conflictos Morales

Este documento discute las neurosis noógenas, que surgen de conflictos morales o espirituales en lugar de conflictos entre impulsos e instintos. Explica que la terapia apropiada para estos casos es la logoterapia, que aborda la dimensión espiritual de la existencia humana. Describe un caso de un diplomático estadounidense que estaba insatisfecho con su trabajo debido a la frustración de su voluntad de sentido, no por problemas con su padre, y que pudo encontrar significado cambiando de profesión.

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Neurosis no�gena

Las neurosis no�genas no nacen de los conflictos entre impulsos e instintos, sino
m�s bien de los conflictos entre principios morales distintos; en otras palabras,
de los
conflictos morales o, expres�ndonos en t�rminos m�s generales, de los problemas
espirituales, entre los que la frustraci�n existencial suele desempe�ar una funci�n
importante.
Resulta obvio que en los casos no�genos, la terapia apropiada e id�nea no es la
psicoterapia en general, sino la logoterapia, es decir, una terapia que se atreva a
penetrar en la dimensi�n espiritual de la existencia humana. De hecho, lagos en
griego no s�lo quiere decir "significaci�n" o "sentido", sino tambi�n "esp�ritu".
La
logoterapia considera en t�rminos espirituales temas asimismo espirituales, como
pueden ser la aspiraci�n humana por una existencia significativa y la frustraci�n
de
este anhelo. Dichos temas se tratan con sinceridad y desde el momento que se
inician,
en vez de rastrearlos hasta sus ra�ces y or�genes inconscientes, es decir, en vez
de
tratarlos como instintivos. Si un m�dico no acierta a distinguir entre la dimensi�n
espiritual como opuesta a la dimensi�n instintiva, el resultado es una tremenda
confusi�n. Citar� el siguiente ejemplo: un diplom�tico norteamericano de alta
graduaci�n acudi� a mi consulta en Viena a fin de continuar un tratamiento
psicoanal�tico que hab�a iniciado cinco a�os antes con un analista de Nueva York.
Para empezar, le pregunt� qu� le hab�a llevado a pensar que deb�a ser analizado; es
decir, antes que nada, cu�l hab�a sido la causa de iniciar el an�lisis. El paciente
me
contest� que se sent�a insatisfecho con su profesi�n y ten�a serias dificultades
para
cumplir la pol�tica exterior de Norteam�rica. Su analista le hab�a repetido una y
otra
vez que deb�a tratar de reconciliarse con su padre, pues el gobierno
estadounidense, al
igual que sus superiores, "no eran otra cosa" que im�genes del padre y,
www.lectulandia.com - P�gina 76
consecuentemente, la insatisfacci�n que sent�a por su trabajo se deb�a al
aborrecimiento que, inconscientemente, abrigaba hacia su padre. A lo largo de un
an�lisis que hab�a durado cinco a�os, el paciente, cada vez se hab�a ido sintiendo
m�s
dispuesto a aceptar estas interpretaciones, hasta que al final era incapaz de ver
el
bosque de la realidad a causa de los �rboles de s�mbolos e im�genes.
Tras unas cuantas entrevistas, qued� bien patente que su voluntad de sentido se
hab�a visto frustrada por su vocaci�n y a�oraba no estar realizando otro trabajo
distinto. Como no hab�a ninguna raz�n para no abandonar su empleo y dedicarse a
otra cosa, as� lo hizo y con resultados muy gratificantes. Seg�n me ha informado
recientemente lleva ya cinco a�os en su nueva profesi�n y est� contento. Dudo
mucho que, en este caso, yo tratara con una personalidad neur�tica, ni mucho menos,
y por ello dudo de que necesitara ning�n tipo de psicoterapia, ni tampoco de
logoterapia, por la sencilla raz�n de que ni siquiera era un paciente. Pues no
todos los
conflictos son necesariamente neur�ticos y, a veces, es normal y saludable cierta
dosis de conflictividad. An�logamente, el sufrimiento no es siempre un fen�meno
patol�gico; m�s que un s�ntoma neur�tico, el sufrimiento puede muy bien ser un
logro humano, sobre todo cuando nace de la frustraci�n existencial. Yo niego
categ�ricamente que la b�squeda de un sentido para la propia existencia, o incluso
la
duda de que exista, proceda siempre de una enfermedad o sea resultado de ella. La
frustraci�n existencial no es en s� misma ni patol�gica ni pat�gena. El inter�s del
hombre, incluso su desesperaci�n por lo que la vida tenga de valiosa es una
angustia
espiritual, pero no es en modo alguno una enfermedad mental. Muy bien pudiera
acaecer que al interpretar la primera como si fuera la segunda, el especialista se
vea
inducido a enterrar la desesperaci�n existencial de su paciente bajo un c�mulo de
drogas tranquilizantes. Su deber consiste, en cambio, en conducir a ese paciente a
trav�s de su crisis existencial de crecimiento y desarrollo. La logoterapia
considera
que es su cometido ayudar al paciente a encontrar el sentido de su vida. En cuanto
la
logoterapia le hace consciente del logos oculto de su existencia, es un proceso
anal�tico. Hasta aqu�, la logoterapia se parece al psicoan�lisis. Ahora bien, la
pretensi�n de la logoterapia de conseguir que algo vuelva otra vez a la conciencia
no
limita su actividad a los hechos instintivos que est�n en el inconsciente del
individuo,
sino que tambi�n le hace ocuparse de realidades espirituales tales como el sentido
potencial de la existencia que ha de cumplirse, as� como de su voluntad de sentido.

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