LA BARRA DEL LAGO DE MARACAIBO.
UN POCO DE
SU HISTORIA
Lic. Iván José Salazar Zaíd
Individuo de Número de la Academia
DE Historia del estado Zulia
Ubicación geográfica
La barra del Lago de Maracaibo está ubicada en el municipio insular
Almirante Padilla. Limita por el norte con el Golfo de Venezuela; Al sur
con el saco del lago; al este, con la ciénaga de Los Olivitos y el municipio
Miranda; al oeste con el caño de paisana en el Municipio Páez y municipio
Mara. Son parte integral de la barra: la isla de san Carlos, Isla de Zapara y
las antiguas fortalezas que defendían al lago y la ciudad de Maracaibo de
los enemigos de la corona española.
Mapa del municipio Padilla, lugar de ubicación de la barra (Fuente: Corpozulia)
Durante toda su historia y hasta el momento en que el Estado Zulia
empezó a tener un desarrollo económico importante, la barra fue el mayor
obstáculo que la naturaleza ha puesto a la navegación entre el mar y el lago.
Definición de la barra
Se puede definir como una especie de banco de arena que se
prolonga a todo lo largo y ancho de la boca, donde el lago se une con el
mar, con un canal existente entre la península de San Carlos y la isla
Zapara que tiene una profundidad aproximada de más de doce metros y un
ancho de tres kilómetros.
Origen de la barra
Es preciso destacar que la formación de la “Barra Exterior” se debe a
la sedimentación de las arenas que traen consigo las aguas marinas y las
que aporta la corriente que sale del lago. Al subir la marea y encontrarse las
dos corrientes, la que sale del lago y la de la rama de la corriente ecuatorial
que proviene del oeste, las arenas de suspensión o arrastre se depositan y
forman el banco o barra que tanto dificulta la navegación.
Ubicación de la barra: Lago de Maracaibo, estado Zulia -Venezuela
En realidad, la barra del Lago de Maracaibo es doble. La más famosa
de las dos, la barra exterior, se extiende desde la entrada del lago hacia el
oeste desde la Isla de Zapara, aproximadamente por unos diez kilómetros.
Su conservación a buena profundidad es más difícil, ya que está sometida a
mareas profundas y a vientos. La segunda barra, o barra interior, se
extiende sobre el cuello de El Tablazo y tiene casi 16 kilómetros de largo
(El Farol, 1951, Nº 135: 4). La atención pública siempre ha estado
enfocada en los movibles bancos de arena que se encuentran en la agitada
región en que las saladas y azuladas aguas del Golfo de Venezuela se unen
a las aguas verdosas del Lago de Maracaibo.
Vista aérea de la barra del Lago de Maracaibo (www.ciberjota.net)
Un poco de su historia
Alonso de Ojeda, en 1499, cuando avanzaba hacia dentro del Golfo,
se admiró de que sus costas no se unían sino que más bien se abrían y las
aguas seguían por un canal estrecho y poco profundo hacia un gran lago,
“con una barra peligrosísima, pues la línea blanca de las olas que allí
estrellaban, denotaban la poca profundidad” (En Besson, tomo I, 1943:
21).
La comunicación o el contacto de las aguas del Golfo de Venezuela
que pugnan por entrar con las aguas del Lago de Maracaibo que luchan por
salir forman una especie de combate con sus corrientes encontradas, con la
potencia de sus mareas, y con el variable favor de los vientos, es lo que ha
dado origen a la formación de la barra que cuenta con tres bocas: la de
Paijana, al norte, la de Oribor al Sur y la de San Carlos al Noreste. Esta
última es la que se utiliza para el paso de los buques. Hay además en este
problema, el inconveniente del Tablazo, que se presenta entre Punta de
Palmas y la Isla de Toas, y consiste en bajos que tienen las mismas
peculiaridades de la barra.
Ubicación gráfica de la barra (www.google.com)
En 1598, los “indios” Zaparas que habitaban en la isla de Zapara
ubicada en la entrada del lago conocían perfectamente los canales de la
barra y del Tablazo, les servían de prácticos a algunas fragatas y buques
que llegaban de Cartagena para que no encallaran, conduciéndolos hacia
Maracaibo o Gibraltar, según fuera necesario. Este acuerdo entre los
Zaparas y la tripulación de las naves marchaba muy bien, pero duró hasta
que a los españoles se les ocurrió castigar a uno de los indígenas. Esto llevó
a que los Zaparas decidieran no ocuparse por más tiempo de servir de
prácticos. A partir de ese momento empezaron a atacar y destruir las
embarcaciones que llegaban de afuera. Perjudicando de esta manera el
tráfico con esos enfrentamientos que duró aproximadamente de ocho a
nueve años, tiempo durante el cual los españoles consiguieron a otros
indígenas de diferentes grupos que les sirvieran de prácticos a los buques
que necesitaban entrar (Besson, ídem: 66-67
Sobre la barra del lago, Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga,
en la descripción que hicieron de la Laguna de Maracaibo (en Nectario
María, 1959: 464), comentan lo siguiente:
“45º La barra desta laguna es de tres á cuatro brazas, y es la barra
limpia, y toda la laguna, puertos y vallas della y suelo es limpio de arena
y lama; es la barra desta laguna limpia u segura, sin topadero ninguno, y
asimismo los demás puertos della.”
“46º Está la boca de esta laguna al Norte, y con este viento se a de
entrar por la dicha barra y a de salir con Sur y con viento Leste.”
Fortificaciones de la barra
Alrededor del siglo XVII, por ser la Barra de Maracaibo una zona
neurálgica en el largo perfil costanero del lago de Maracaibo, se ubicaron
estratégicamente importantes fortificaciones, construidas con el propósito
de prestar un servicio activo en la defensa de esta, dado que era el paso
obligado hacia el interior del lago. A raíz del asalto del famoso pirata
Jackson, se inició la construcción en 1643 de las fortalezas de la barra,
cuyos trabajos se prolongarán por décadas.
Fortaleza de San Carlos una de las defensoras de la barra de lago de Maracaibo
(Bing. Fuente: provincia.fc.it)
Una de dichas fortificaciones y la más importante de ellas, era el
Castillo de San Carlos de la Barra, especie de construcción colonial,
ubicada en la "isla" de San Carlos, en el estado Zulia, Venezuela. Fue
construido con rocas calizas, traídas desde la Isla de Toas, en el siglo XVII
en la entrada de la barra de Maracaibo. La fortaleza tenía por objeto
proteger el paso que conecta el Lago de Maracaibo con el Golfo de
Venezuela. En la época en que se construyó Maracaibo había sido atacada
y saqueada varias veces por piratas y la construcción del castillo pretendía
disponer de una verdadera defensa del territorio que evitara la entrada de
filibusteros a tierra firme a través de la barra.
Restos de la fortaleza de Zapara (Juanjosemora.com.ve)
La otra fortificación en importancia era la fortaleza de Zapara hoy
conocida como el Torreón de Zapara, porque es lo único que queda de ella.
Está ubicada en la isla que lleva el mismo nombre y es la puerta de salida
hacia el Golfo de Venezuela y al Mar Caribe. La torre fue construida en
este lugar por esa misma razón, Zapara hace que un estrecho de navegación
haga un embudo para llegar a la ciudad de Maracaibo y desde la torre se
visualiza las velas y banderas de las embarcaciones que se aproximan y
cuando se trataba de piratas provenientes de las islas caribeñas o los
enviados por la corona inglesa, accionaban los pequeños cañones como
alarma, anunciando las embarcaciones. Muy cerca de acá, en la península
de San Carlos, en un fuerte a orillas de las aguas preparaban sus baterías de
cañones más grandes y poderosos para repeler toda intrusión, todo un
ejército resguardado dentro de un poderoso fortín, San Carlos de la Barra.
Los peligros de la Barra
En 1794, José Domingo (Rus, 1965: 24) en su libro, Maracaibo
representado en todos sus ramos, refiere a la Corona Española que entre los
problemas que presentaba la ciudad de Maracaibo el principal era el de la
entrada y salida de los barcos por la barra, que “daba mucho terror y
pánico a los capitanes de las naves atravesarla por los peligros que
ofrecía, el poco auxilio que recibían, riesgos en que se ponían por la
mala orden y el poco cuidado que existía en dicha barra, además de los
crecidos costos que tenían que pagar a los prácticos y botes que existían
para la ayuda y orientación de las naves en su paso por la barra”. A estos
señores luego de vivir la experiencia se iban escarmentados y con el firme
propósito de no volver jamás. Por lo mismo Rus manifestaba a la Corona
que entre las necesidades de la ciudad de Maracaibo era prioritario
establecer y mantener el buen servicio de la Barra. Para ello recomendaba:
...“un telégrafo exacto y sencillo que arregle sus novedades a la distancia
de 71/2 leguas, exigiéndose sólo por este benéfico establecimiento aquella
cuota que han acostumbrado dar albricias los navieros”...
Isla de Zapara en la barra del lago (Portalnoticias.digital.58.com.ve)
Sobre el mismo tema, en otro aparte, expresaba que otra forma se
solucionar el problema era...“proporcionando los trabajos, invenciones y
árbitros útiles para ampliar y hacer mayor y seguro el canal de la
expresada barra, a fin de que puedan entrar por ella embarcaciones de
todo porte...” (Rus, ídem).
Desde hacía muchos años atrás, al puerto de Maracaibo no se podía
entrar sin la ayuda de un práctico. En ese sentido, Rus informaba a la
Corona Española que en ese entonces existían dos prácticos que operaban
desde el castillo de San Carlos, un bote que tripulaban ocho soldados y un
cabo, que hacía el papel de patrón:
“ Luego que se avista embarcación que le hace señal de pedir
práctico, sale este bote, y como el castillo de donde sale queda algo a
sotavento, gasta mucho tiempo primero que llega al barco, de tal suerte
que por esa demora muchas veces no puede entrar aquel día y le es
preciso mantenerse fuera, en paraje de tanto riesgo; desde que el barco
entra en barra navega siempre con peligro evidente hasta un fondeadero
abrigado, que queda más abajo del castillo de San Carlos y llaman las
Casimbas; sin embargo de todos estos riesgos, y que por acaso hay barco
que no toque en los bajos y venga con algún descalabro, se le hace
detener por fuerza en el tránsito entre la barra y las Casimbas, dando
bordo en una canal de tanta estrechez y corriente, hasta que venga el
oficial que le pasa vista, y embarcando una guardia, con cuya operación
sucede por lo regular no quedar tiempo al barco para llegar en aquel día
al puerto, por no aventurarse a que le coja la noche en el canal o bajo de
la laguna, que llaman el Tablazo, y después de tantas impaciencias del
capitán y riesgos, se les exige 25 pesos por el práctico y 16 por la tropa
del bote.” (Ídem: 163).
Panorámica de Isla San Carlos ubicada en la barra del lago.
(www.costadevenezuela.org.)
Con esa explicación tan detallada de lo riesgoso que era atravesar la
barra del lago de Maracaibo, lo que perseguía Rus era que el Tribunal del
Consulado se encargara de buscarle una solución al problema tan
perjudicial para la navegación ya que de no arreglarse no se podría seguir
fomentando el comercio y la agricultura, actividades que ya se veían
gravemente afectadas.
La solución que ofrecía Rus era la de que el Consulado se encargara
de contratar prácticos expertos en la materia, celosos de sus labores. Estos
señores debían contar con dos estacas o palos con banderillas que debían
clavar en la boca de la barra, uno en sotavento y otro en barlovento, que
semejaran un canal, de manera que las embarcaciones pudieran divisarlos y
pudieran distinguir bien la boca de la barra y pudieran fácilmente hacer su
travesía, sin ningún inconveniente. En ese mismo orden de ideas,
continuaba recomendando lo que textualmente ofrecemos a continuación:
“ y como estos cabezos son variables por el mucho viento y
corriente que reynan allí, para mantener siempre la entrada sin
variación, deben salir los prácticos de diez a quince días a reconocer los
palos y mudarlos, si el fondo hubiera tenido alguna variación, y si se
experimentaren muchos vientos y corrientes, harán esta salida y
reconocimiento más a menudo. Loa prácticos que deben siempre asistir
a la barra debe señalársele su sueldo mensual, así como ocho marineros
que tripulen una lancha buena, la que debe servir para la operación que
queda dicha y para sacar y llevar los prácticos quando asoma algún
barco.” (ídem).
Pero los obstáculos naturales que presentaba la barra de Maracaibo
no eran solamente los que afectaban la navegación, también los indígenas
que poblaban los alrededores de la barra eran un grave problema para los
navegantes, sobre todo los zaparas, que habitaban las islas que existían en
la misma barra. Estos indígenas habían aprendido a atacar las naves que
pretendían entrar por la barra al lago porque sabían que en ellas venían más
enemigos con el pretexto de explotarlos a ellos y a sus riquezas. Pero para
el año 1608 ya los europeos habían acabado con estos pobladores
originarios de la laguna cuando el Capitán Juan Pacheco Maldonado,
vecino de la ciudad de Trujillo vino con un buen número de soldados
cargados de armas, municiones y bastimentos con los cuales venció a los
zaparas acabando con la mayoría de ellos y aquellos que quedaron vivos
los traslado a su hacienda donde los redujo a la esclavitud. De esto quedó
constancia cuando el mismo rey el 23 de mayo de 1608 escribió
personalmente a Pacheco Maldonado para felicitarle y agradecerle el
servicio que había prestado a la real corona con el sometimiento de los
indígenas que impedían la navegación con la laguna de Maracaibo (ídem:
476-477).
Gráfico de la barra y el canal de navegación del lago de Maracaibo
(www.cvostadevenezuela.com)
Aproximadamente en el año 1824, el Coronel Joly propuso al
Gobierno hacer la canalización de la Barra de Maracaibo; pero el gobierno
no aceptó, “basado muy probablemente en la ilusoria creencia de que ella
encerraba una defensa natural del País”. Continuando con sus
explicaciones, Joly explicaba que la barra, en realidad sólo “es una rémora
para el progreso del Zulia; sus canales movibles son un peligro para
muchas embarcaciones; y su poca profundidad alrededor de doce pies
ingleses, impide la entrada de los grandes buques.” Besson, 1943: 194).
Muchos años después, en diversas ocasiones se hicieron estudios
sobre la posible solución de este problema que convertiría a Maracaibo en
un puerto lacustre de primer orden y permitiría a los trasatlánticos navegar
hasta el sur del lago. Alrededor de once proyectos se habían elaborado con
el objeto de anular el entorpecimiento que la barra representa para la libre
navegación. El primero de ellos fue elaborado en el año 1863, fue un
contrato concedido a Guillermo Iribarren y Guillermo Bauder para
construir un canal en El Tablazo a un costo de setenta mil pesos (El Farol,
1955: 22).
Según documento del año 1872, ya existían unas instrucciones para
la travesía de la barra, autoría del Capitán de Navío, Jaime Pocaterra
(Guzmán, 1875:14-16), las cuales transcribo textualmente a continuación:
DOCUMENTO J
Instrucciones para dirigirse a la Barra
“Estando al O. Del Cabo de San Román y a distancia de doce
millas, se hace rumbo al S.O. del compás, o sea 8, 49º O. Corregido, y se
irá a dar vista a la Isla de Toas o Todos, por ser lo más alto por ser lo
más alto que hai en aquellas inmediaciones. Dicha Isla principia a verse
sobre el horizonte desde que se pican las siete brazas, y se estará entonces
como a 28 millas de la Barra. En la carta está dibujada la perspectiva que
se presenta con la distancia y rumbo respectivos.
Cuando se haya reconocido, se gobernará sobre ella hasta sondear
las 5 brazas, desde donde se verán ya la torre principiada que está en la
punta occidental de Zapara, y el Castillo de San Carlos en la costa
occidental de la gran boca del Lago. Luego se enmendará el rumbo O.,
cuidando de no bajar de las cuatro brazas, fondo arena, hasta situarse
bajo el meridiano de la isleta del Bajo Seco, en donde se esperará el
práctico o piloto, capeando con las muras a estribor, cuando el viento
sople del primero o segundo cuadrante, o manteniéndose sobre bordos
cortos hasta que llegue al costado el pailebor que conduce el práctico;
para cuyo embarque hai que echar un bote al agua. En tiempo de calma
suelen venir a bordo en sus botes o cayucos con canaletes.
Estando sobre Punta de España y a distancia de 6 millas al E. De
ella, se gobernará al S. 22º 35’ O, coregido [sic], con cuyo rumbo se
recalará al N. E. De la Isleta de Bajo Seco, observando después lo
establecido en la derrota anterior.
Tanto en una como en otra derrota, el fondo disminuye
proporcionalmente a medida que se avanza al Sur; y será conveniente no
atracar de noche la costa de la Barra, sino atravesarse o mantenerse en
bordos cortos sobre las 7 brazas hasta que aclare el día: las brisas, en este
Golfo son frescas y del N. E., lo cual es causa de que en la Barra y demás
costas meridionales haya siempre mar ampollada, que haría mui
expuesta una varada.
La pleamar en dicha Barra se verifica en los días de conjunción y
oposición hasta las 5 ¼ de la tarde, y en aguas vivas sube la marea de dos
a dos y medio pies; la Barra tiene en su menor agua 13 pies en la
plamear y tiempo de brisas, y 16 pies en tiempo de aguas, que son en los
meses de Agosto hasta Noviembre.
Es mui esencial el conocimiento de la situación de la boca de la
Barra, que se haya al O. del meridiano del Castillo de San Carlos porque
de no tenerlo, es seguro que podría creer cualquiera que estaba entre
Bajo Seco y la costa del Este, donde se halla la torre de Zapara, y se
empeñaría sobre los bajos o emprendería la entrada, y sería un prodigio
que no pereciesen todos, como ya se ha visto algunas veces.
Los buques que calen desde 9 a 10 pies deben procurar su entrada
en la pleamar para evitar aún el menor toque, que será mui expuesto si se
perdiese el timón: en cuyo caso, por la estrechez del canal, es inevitable
un naufragio.
En los meses de brisas, que son los de Diciembre hasta Junio (y a
veces Julio) es conveniente partir de los puntos de recalada al Golfo, es
decir de la Punta de la Macolla o Punta de Espada, al anochecer, para
amanecer cerca de ella, sin exponerse a quedar fuera en la noche
siguiente, en cuyas inmediaciones, por la mucha mar y fuertes brisas, no
deja de ser expuesta una capa especialmente en buque de aparejo cuadro.
No sucede lo mismo en los meses restantes, en que a cualquiera hora se
puede recalcar en la Barra y aun darse fondo sobre las 5 brazas, hasta
que amanezca.
El color del mar, que en casi todo el Golfo es verde, a
inmediaciones de las costas meridionales va tomando un color barroso,
que de noche blanquea tanto que parece verse el fondo; esta ilusión, y la
mar quo es mui picada cuando sopla la brisa, por efecto del choque de la
corriente y poco fondo, suele alarmar a algunos y obligarlos a capear
demasiado distantes de la Barra, exponiéndose a recalar mui tarde al día
siguiente, y perder la entrada en la pleamar.”
José Pocaterra (Capitán de Navío, 1872)
Estudios sobre la barra del general José Ramón Yépez con la colaboración
de los ciudadanos Guillermo Smith y Jaime Sans
“El peligro que ese movible canalizo de la barra presenta a las
embarcaciones que por él salen no está en su falta de agua ni en las
multiplicidad de rompientes, en razón de su larga extensión; lejos de esto,
la barra tiene la suficiente profundidad para el calado de los barcos que
del extranjero llegan con abundante mercadería, y ocupa un espacio tan
pequeño que navegando de recalada se pasa en un momento. Se quiere
saber la sonda que por término medio tiene en la pleamar la Barra de
Maracaibo? Pues no baja de doce y medio pies ingleses: agua más que
suficiente para los buques que nos visitan, teniendo que atravesar los 80
metros donde se encuentra toda la atención del práctico. Pero si cuanto
decimos es la verdad, no lo es menos que el peligro existe hoy más que
nunca. Cual es, pues, la razón de éste? Precisamente el rumbo a que
demora el canalizo y evidentemente el de su situación. Entiéndasenos
bien. En 1848, cuando la escuadra del gobierno forzó el paso de la barra
con tan buen éxito, estaba tendida al N. Y hoy está al N. O. muy arrimada
a las tierras de la isla del castillo; por consiguiente, como los vientos
reinantes en nuestra zona son del primer cuadrante, lo que se llama
comúnmente vientos de la brisa, un buque al salir podía sin gran
esfuerzo por más que no fuera bolinero mantener su proa al largo del
canalizo recibiendo el viento del N. N. E. o del rumbo medio del primer
cuadrante sin tener que bordear. Que pasa hoy ? Que habiéndose movido
los bajos por la acción permanente del viento, de las mareas y de las
corrientes variables del Mar de las Antillas, la barra se ha movido
también hasta quedar tendida al N. E. precisamente en el primer
cuadrante de donde soplan los vientos de nuestra zona o sea la brisa
como antes lo hemos dicho. Comprendido esto, nadie extrañará porque
se demoran tanto los buques de Bajo Seco esperando un día propicio
para salir, ni el peligro a que están expuestos saliendo. El práctico vive, si
se nos permite la expresión a nuestro modo, con la cara al viento,
aguardando con ansia que este se ronde al este, porque la barra está al
N. E. y no puede orientar sus velas manteniendo la proa al largo del
canalizo. Se leva al fin de Bajo Seco: si el buque es goleta que navega en
cuatro o cinco cuartas y obedece con la prontitud del movimiento al
timón, todo va bien y pronto queda fuera de barra, pero si la embarcación
es de cruz, y necesariamente tiene que emplear algunos minutos para
vivir y arreglar su aparejo en la virada que tenga que hacer sobre la
barra, es claro que todo va mal, porque en los doscientos metros que de
ancho esta tiene entre bajío, cuando el buque arranca o entra en
camino, su popa estará tocando en las reventazones.” (Besson, 1949,
tomo III: 503-504).
Yépez, Smith y Sans, no eran de los que creían que la Barra
quedaría al fin obstruida completamente, y que el circulo de arenas
movedizas que formaban sus rompientes, se convertiría en poco tiempo en
una inmensa duna circular desde Zapara hasta las tierras de la Isla San
Carlos. Según su opinión, la barra no desaparecería porque ésta venía a ser
el resultado de dos fuerzas opuestas que, “al encontrarse en las islas Zapara
y San Carlos llegaba mayor volumen de agua en un punto para salir al Saco
las del lago, en las grandes lluvias, o internarse aquellas en ésta en tiempo
de los brisotes.” (ídem).
Barco navegando por el canal de navegación de la barra (Fuente:
maracaibomia.com)
Al respecto, ellos también afirmaban que, sujetos como estaban a las
leyes el viento, las corrientes, las mareas y las aguas: “es evidente que si
hoy está la barra al N. E. mañana se puede rondar a barlovento o a
sotavento, más allá o más acá buscando siempre entre ambas masas
liquidas (la del saco y la del lago) su punto de concurso. Así es que,
mientras éstas fatalmente forman los bajos, son también la causa del
canalizo a cualquier rumbo a donde se carguen, en virtud de su
equilibrio y de los movimientos lunares y en razón del rechazo que con
los vientos experimentan las mismas aguas en los bancos de arena
movediza que se levantan de un día para otro.” (ídem).
Por lo anterior, es que finalmente afirmaban que habría siempre
barra, no abrigaban ninguna duda al respecto, pero si hacían la salvedad
que habría épocas de estar más o menos bien situada y de ser más o menos
profunda, larga y ancha.
“Las fuertes corrientes del mar de las Antillas caminan con la
marea creciente en la dirección oeste hacia el Golfo de México; pero
antes de llegar a ese lugar, se van repartiendo parcialmente por los
diferentes canales y estrechos que encuentra a su paso en distintos
rumbos. Cierta porción de esa corriente se dirige por el ancho canal de
50 millas, entre la Punta Espada y La Macolla, y que forman la entrada
del Golfo de Venezuela. En aquel entonces, en ese sitio específicamente,
por la poca cantidad de agua, lo encajonado de las costas y los fuertes
vientos reinantes las corrientes de agua aumentaban considerablemente y
buscaban una salida por la boca que forma el delta del Lago de
Maracaibo. Lo anterior traía como consecuencia la formación de
remolinos o hilos de corrientes que volvían en todas direcciones las
arenas del mar y formaban en el fondo numerosos y extensos medanos
submarinos que en los lugares bajos, como este en que el lago se une con
el saco, formando pasos peligrosos denominados barras que
imposibilitaban la navegación.” (ídem: 16-18).
Sobre esas corrientes, se decía que era extraordinaria la violencia
con que entraban y salían las aguas del lago. Tanto era así, que si entraba
una nave a la barra con todas sus velas, en el canal andaría con el impulso
de la corriente aproximadamente a nueve millas por hora “que hacen seis y
media vara por segundo: si damos al buque además por la fuerza del viento
una marcha de 8 millas, resultará una corriente de dos pies por segundo
(Codazzi en Besson, tomo III, 1949:506).
Canalización de la barra
Por primera vez, en 1824 el Coronel Joly propuso al Gobierno del
Estado llevar a cabo la empresa, que permitiera la canalización de la Barra
de Maracaibo y del Tablazo, pero el gobierno no lo aceptó, por el elevado
costo de la obra. Luego, en el año 1840, la diputación provincial de
Maracaibo en sus sesiones del mismo año, envió una representación al
Congreso de aquella época solicitándole que se ahondase la barra. (Besson,
ídem).
Es importante destacar que ya en el año 1827, el Coronel Agustín
Codazzi había levantado una magnifica carta de la barra y del Lago de
Maracaibo.
Según documento del año 1875 (en Besson, tomo III: 509-511) el
ancho del canal frente a San Carlos, para ese entonces era de dos millas y
frente a Bajo Seco 1463 metros. Desde allí a la barra 585 a 668 metros. El
ancho de la barra era de 500 metros a lo sumo en la parte más ancha en un
espacio de 26 a 33 metros. Su profundidad con vaciante era de siete pies y
con llenante de 11 a 12 pies. En los meses de mayo y octubre tenía una
llenante hasta 10 pies. Desde Punta de Palmas del Norte, el canal hasta
Maracaibo era de más de 30 brazas. El lugar donde fondeaban las naves en
la bahía tenía por término medio 20 brazas. En diferentes puntos al largo de
la costa de 7, 9, 10 y 12 pies. Desde Punta de Camacho hasta Punta Icotea
de 40 a 50 brazas, y desde esta última punta hasta el fondo, más de 50
brazas. En cuanto a la desembocadura, ésta se comunicaba con el mar por
13 bocas, la principal estaba dividida en dos, una desde la Isla de Zapara a
la de Bajo Seco, y otra desde esta última a la de San Carlos, que es por
donde entraban los buques mayores. La boca principal estaba situada a los
11º, 6’ latitud Norte y 5º, 5’ longitud oeste del meridiano de Caracas, “pero
lo preciso en que se encuentra a sotavento del castillo de San Carlos,
como ahora 50 años se hallaba a barlovento, que fue por donde entro
Padilla.” Las bocas de Paijana y Oribor eran otras por donde desaguaba el
lago hacia el mar. Estas bocas eran las de los caños de su mismo nombre
que formaban las islas de San Carlos y Zapara.
El canal de la barra ( Fuente: www.costadevenezuela.com)
Es importante destacar que el 25 de julio de 1881 fue descubierto un
nuevo canal en la barra por sotavento de Bajo Seco, que se consideró sin
peligro para la navegación, pues contaba con 11 pies de agua en la pleamar
(Besson, tomo IV: 22).
En 1895, un hombre como Muñoz Tébar, no podía permanecer
indiferente ante el problema de la canalización de la barra, por lo que
después de haber realizado un estudio detenido sobre el tema, opinó que era
realizable cerrando las bocas del Paijama, Oribor y El Abra, y dejando
abierta la de Bajo Seco, para que convergiendo a ella la fuerza de la
corriente, ahondaría el canal. Sobre la marcha, se dirigió al Gobierno
Nacional y dio inicio a los trabajos preliminares. Pero los trabajos que
realizó fueron en vano, ya que el gobierno no correspondió al final a sus
esfuerzos. (ídem: 114).
En 1894, el Gobierno Nacional comisionó al entonces Presidente del
Estado Zulia, Dr. Jesús Muñoz Tébar, para que adelantara estudios sobre el
particular. No existía una justificación de peso, la razón que hiciese inclinar
definitivamente la balanza, razón que aparece posteriormente cuando la
producción de petróleo empieza a superar todas las previsiones. En ese
entonces el Dr. Jesús Muñoz Tébar uno de los mejores ingenieros de la
época practicó unos sondeos que le permitieran conocer la profundidad
existente en la barra. El resultado arrojado fue el de solo se conseguían de
11 a 15 pies de profundidad, y en el Tablazo de 11 a 12 y ½ pies; esto en
los meses comprendidos desde enero a abril, después de ese período
aumentaba en lagunas ocasiones un pie más.
La primera solución que se les ocurrió en aquellos tiempos era el
dragado en la boca ya que ese procedimiento había dado muy buenos
resultados en la canalización en general; pero según Muñoz Tébar había
que tener en cuenta la agitación casi constante del mar en el paraje en
cuestión. En tal sentido el referido ingeniero emitió los siguientes
conceptos:
“el dragado de la Barra es imposible, dada la frecuente agitación
que allí tiene la mar casi siempre, y sería inútil si pudiera hacerse en
tiempos de calma porque todo lo logrado desaparecería a las primeras
marejadas, por la sencilla razón de que esos bajos forman parte del
régimen hidrográfico que no dejará de subsistir mientras no se alteren
las actuales condiciones de equilibrio entre las corrientes del Lago y las
del Mar”. (Ídem: 14).
Este mismo hombre de ciencia que sin ser zuliano y llegó a ser un
gobernante del Estado Zulia, pensó pasar de la teoría a la práctica y ensayar
previo permiso del gobierno nacional, el taponamiento de los caños de
Paijana y Oribor para lanzar por un solo canal el volumen del agua; pero
muchas circunstancias de diversas índole lo obligaron a no dar forma al
proyecto, muy especialmente el temor de que la nueva y única corriente
tuviera tanta fuerza que “descalabrara” seriamente las costas de las isla de
San Carlos y Bajo Seco, y socavara los cimientos del castillo (Ídem: 15).
Vista panorámica del castillo y la población de San Carlos en la barra de
Maracaibo. (Fuente: Bing / provincia.fc.it)
En 26 de septiembre de 1900, el General Cipriano Castro, Presidente
de la república, en atención a que el contrato para el servicio de remolque,
boyas y faros en la “Barra”, “Tablazo” y Lago de Maracaibo era oneroso
para el comercio y la navegación y por cuanto el contratista anterior no
había cumplido con las obligaciones que contrajo, creó un decreto, por el
cual en su artículo Nº 1º se declaraba resuelto un nuevo contrato celebrado
por el Ministro de Fomento, General Augusto Lutowsky para el servicio
del remolque, boyas y faros en la “Barra”, “Tablazo” y Lago de Maracaibo.
Según el artículo Nº 2º, el Presidente de la República dictaría por el
órgano competente las medidas necesarias para la instalación del servicio
de remolque y establecimiento de las boyas y faros a que se obliga el
contratista por los artículos 3º, 5º, 7º y 11º del contrato en cuestión.
Para atender los gastos de construcción de las boyas, faros y
sostenimiento de los servicios del remolque y de prácticos, en su artículo
Nº 3º decretó una tarifa de precios que la haría efectiva la Aduana de
Maracaibo, con la cual, quedaba derogada la tarifa de precios del anterior
contrato. Este aspecto quedó establecido de la manera siguiente:
· Por derechos de boyas: un bolívar por cada tonelada que
midieran los buques que salieran por la barra de Maracaibo sin
hacer uso del remolque.
· Por derecho de remolque 2 bolívares por cada tonelada que
pesaran los buques que salieran por la “Barra” o entraran por
ella haciendo uso de los remolcadores, bien entendido que el
uso de éstos no era obligatorio.
Con el 4º artículo quedaba abolido el impuesto establecido por dicho
contrato con el nombre de derecho de faro. Igualmente quedaba abolido en
el artículo 5º el impuesto que por dicho contrato gravaba las mercancías y
producciones nacionales existentes a bordo de los buques que salieran por
la “Barra” y que no estuvieran comprendidos en el rancho de éstos según el
despacho de la aduana.
Según el artículo 6º, los buques de guerra nacionales o extranjeros:
los que estuviesen al servicio de la Nación y los que hacían el comercio de
cabotaje y cuya medida no excediera de cien toneladas, quedaban
exceptuados de los derechos de remolque y boyas.
En cuanto al artículo 7º el gobierno por medio de los órganos
competentes reglamentaría el servicio de prácticos, mientras que con el
artículo 8º se derogaba la Ley de 12 de junio de 1886 aprobatoria del
referido contrato y cualesquiera otras que colindaran con este nuevo
decreto, de cuya ejecución quedaba encargado el Ministro de Relaciones
Interiores.
El decreto en cuestión fue dado y firmado por el Presidente de la
República, General Cipriano Castro y refrendado por el Ministro de
Relaciones Interiores, R. Cabrera Malo, en el Palacio Federal, en Caracas a
los veintiséis días del mes de septiembre de 1900. Año 90º de la
Independencia y 42º de la Federación (Recopilación de Leyes y Decretos
de Venezuela, 1900: 220-221).
A principios del siglo XX, los estudios realizados arrojaban el
resultado de que en realidad la comunicación del lago con las aguas del mar
debió haberse formado a causa de algún trastorno sísmico que hundió gran
extensión del terreno; que Capitán Chico está constituido de arenas blancas
y de muy poca elevación en su superficie; que la Isla de Toas tiene una
altura de 80 varas sobre el nivel del mar, y está formada de piedras
calcáreas de calidad especialísima con terrenos carboníferos que hacen
suponer que fuera una continuación de la Cordillera de Ciruma, separada
por un cataclismo que formó el golfo; y que la de Pájaros y de Pescadores
son bajas y anegadizas.
Vista aérea del castillo y de la barra del Lago de Maracaibo (Fuente:
costadevenezuela.org.)
En el año 1913, se realizó en Maracaibo un concurso tendente a
premiar el mejor trabajo sobre la canalización de la Barra, promovido por
el periodista Eduardo López Rivas del diario zuliano “El Fonógrafo” en el
cual los concursantes debían presentar un trabajo sobre el problema de la
barra de Maracaibo. Lo que se perseguía con este concurso era ofrecer a
través de los trabajos presentados algún proyecto viable que permitiera
solucionar de una vez por todo el problema que ofrecía la barra de
Maracaibo a todo el transporte marítimo y lacustre que pretendiera entrar o
salir por la misma. El jurado que conoció del mérito de los trabajos
presentados estuvo conformado por Ramón Yllarramendi, Rodolfo
Hernández y Eduardo López Bustamante. El premio al ganador fue de Bs.
500 según lo acordado por el mencionado diario y el autor del trabajo
ganador fue Juan Besson.
En el referido trabajo, Besson se preguntaba:
“¿Y será esa barrera tan poderosa que el hombre no pueda hacerla
desaparecer? Será tan fuerte que impida al mundo entero gozar de las
riquezas de un gran pueblo, y a este pueblo aprovecharse de la necesidad
que en el mundo hay de la explotación de sus riquezas?” (Voz del Zulia,
1945: 12). Posteriormente, dos empresas: la Siemens Bau Unión y la
Estándar Dredging Corporation presentaron proyectos sobre el mismo
asunto (El farol, ídem).
En esos tiempos la sociedad marabina se preocupó mucho por
levantar suntuosos edificios públicos y privados, regios institutos de
beneficencia, bellos parques y estatuas, compañías bancarias y comerciales,
ferrocarriles, etc., esfuerzos que aunados hubiesen sido más que suficientes
para lograr la canalización de la barra ya que ese obstáculo mantenía a la
ciudad prácticamente separada del mundo, dificultándose así el flujo y
reflujo comercial y cultural. Al respecto, Besson se expresaba de la
siguiente manera:
“Hubiérase resuelto primero el gran problema de la canalización
de la barra todo hubiera venido como consecuencia de la íntima y franca
comunicación con el resto del mundo. Y hubieran surgido, como a
mágico conjuro, estatuas, parques acueductos, palacios; pues es
indiscutible que el principal problema para la mayor vida activa del
Zulia, es la canalización de la barra.” (Ídem: 13).
En ese sentido una vez solucionado el problema de la canalización se
le hubiese abierto las puertas a todo lo que fuera deseable y no existirían
obstáculos que detuvieran la corriente avasalladora de la comunicación
constante con el resto del mundo y el adelanto general sería el resultado
inevitable que en la transformación social y material se verificaría.
“Vendrían también seguramente, grandes inmigraciones de
hombres de otras tierras... ...a quienes nosotros como buenos hidalgos,
daríamos fraternal hospitalidad. Y la evolución orgánica del pueblo
seguiría en transformaciones provechosas, aprovechando la amalgama
de esa heterogeneidad los factores que fueran fecundos para el progreso
de la colectividad...” (Ídem).
Plano del Castillo de San Carlos de la Barra (Fuente: commons.wikimedia.org)
En los últimos meses del año 1913, el ingeniero norteamericano,
Lindon Bates Jr., hijo de un gran ingeniero del mismo nombre, de fama
mundial, combinó los más eficaces medios con los que disponía la
ingeniería de aquel entonces para vencer los obstáculos que ofrecía la
naturaleza. Después de realizar minuciosos estudios en la misma barra,
sobre su topografía, sus corrientes, sus mareas y sus vientos logró llegar a
una solución que según él era definitiva para solventar el problema, fijando
el punto más a propósito para el canal. Como fue imposible obtener en su
totalidad los planes y detalles del referido proyecto solo ofreceremos
textualmente algunos detalles generales del mismo:
“Se hará un canal desde Punta de Palmas, que irá hasta Zapara,
atravesando esta isla por la mitad y saliendo al Mar por su lado Norte
con una prolongación de 3.000 pies de largo en forma de muelle sobre el
mar. Este canal acortará a 8 la distancia de 12 millas hay hoy en las
vueltas de recorrida, y eliminará el inconveniente del Tablazo, y al mismo
tiempo el de la Barra, por el punto de salida. Tendrá de 25 a 30 pies de
profundidad, 75 pies de ancho en el fondo y 300 de ancho en la
superficie”
“La marea tiene una corriente de 2 ½ millas por hora, y el canal
proyectado la tendrá de 4 a 5 millas. Con esto se evitará no solo que las
arenas del mar puedan invadirlo, sino que con la ayuda de una gran
compuerta (especial invención del ingeniero) que se cerrará en las horas
de la subida de la marea,. Se logrará que sea menor el volumen de agua
del mar que penetre, y así el agua del Lago ganará su potabilidad.”
(Ídem).
El mismo ingeniero aseguraba que si su plan era seguido al pie de la
letra, la obra no necesitaría de gastos de conservación, porque su
realización estaría dispuesta de tal forma que la misma naturaleza se
encargaría de conservarla y que la única protección material que habría de
darle, era la de “una palizada o defensa de unas ocho millas de largo desde
isla Pescadores al punto donde empieza el canal a través de Zapara, para
protegerlo de las arenas que traiga la contracorriente que se establecerá
contra el Tablazo por el cierre de las Bocas de Paijana y San Carlos.”
(Ídem).También planteaba la necesidad de proceder a la obra lo más pronto
posible, porque según algunos exploradores existía el peligro de que la
boca se cerrara más, ya que las islas de San Carlos, Zapara y Bajo Seco,
eran “Formaciones graduales a causa de arenas traídas por la corriente
del Caribe cerca de la costa y la Barra, especie de isla inconclusa, tiene
idéntico origen”. (Cita tomada por el periódico Voz del Zulia de:
Formación del Lago de Maracaibo, (J.L. Arocha).
Según la viabilidad del proyecto, la obra estaba propuesta bajo
cualquiera de las tres bases siguientes (todo de acuerdo con los planos al
efecto levantados y sometidos al gobierno nacional para su aprobación):
1°._ El Gobierno de Venezuela emitiría bonos con 6% de interés al
año, redimibles por él mismo dentro de un plazo racional que se fijaría de
común acuerdo. El producto de la venta de los bonos, sería entregado por el
gobierno a la compañía, para la continuación de los trabajos en la medida
en que estos fueran verificándose. La compañía en ese caso era
simplemente una compañía constructora; pero debía garantizar la obra con
una garantía real y efectiva, y en cambio de dicha garantía exigía que se le
dejara la explotación de ella por un lapso de tiempo que sería convenido y
que no bajaría de diez años. El gobierno sería quien pagaría el interés sobre
sus bonos, y la compañía distribuiría entre los dos los productos de la
explotación durante los diez años. Luego de este período le quedarían
íntegros al gobierno.
2°._ La compañía emitiría bonos cuyo interés estaría garantizado por
el Gobierno de Venezuela a una rata del 6% anual. Estos serían
amortizables con un fondo de amortización mínimo de 1 ½ % al año. Los
bonos hasta cubrir el total que resultara del valor de los trabajos, serían
emitidos en la medida en que estos se fueran realizando y la compañía
estaría autorizada para cobrar los impuestos de la Barra que debía
abonárselos a una cuenta del Gobierno, hasta la cancelación total de la
deuda. El gobierno en este caso no desembolsaría nada porque en realidad
solamente fungiría como un garantizador de los gastos para un caso
fortuito. Era por ello que la compañía exigía que se le concediera, después
de haberse pagado toda la deuda la explotación gratis por un número de
años que serían estimados según acuerdo con el Gobierno.
3°._ La compañía se comprometería a abrir la barra y a conservar la
obra en toda época sin recibir fondos ni garantía de ninguna clase, mediante
una concesión concedida por un período de tiempo que le permitiría
reembolsarse sus gastos y del interés de no menos del 6% anual sobre los
fondos invertidos, y de la utilidad que de común acuerdo se calculase
devengarían esos fondos en otra empresa cualquiera. Naturalmente ese
período sería fijado de mutuo acuerdo con el gobierno y su duración
dependería de la suma que se necesitaría y de las condiciones del tráfico
marítimo.
En cuanto al costo de esta obra, se calculaba que lo más que podía
costar, con todas las previsiones posibles serían $ 3.000.000,oo y según los
cálculos de tonelaje que pasaría por el canal sin tomar en cuenta el seguro
aumento del tráfico, se emplearían unos treinta años en la amortización
total de la deuda según fuese tomado el derecho a boya o el que se había
pensado de $ 2 sobre tonelaje.
Existía otra proposición de realizar dicho proyecto a un costo más
económico pero que no incluía los trabajos que permitirían que la obra se
conservara por si sola; de tal manera que a la disminución de capital
invertido correspondería un aumento de gastos producto del
mantenimiento.
Por otro lado, los costos de la obra también se abaratarían puesto que
la Isla de Toas suministraría la piedra necesaria y la siembra de mangles en
la boca del canal, lo que atraería las arenas movedizas y con sus raíces, esta
planta la convertiría en muro protector, o sea que además de la utilización
de la tecnología y los recursos naturales de la región también se
aprovechaba la acción de la naturaleza en la aplicación del proyecto.
Vestigios de los restos de una fortaleza de la barra, ubicados al este de la misma
(Webalia.com)
Las ventajas que según Besson, (trabajo citado) ofrecería la
canalización de la barra eran innumerables. Maracaibo dejaría de ser puerto
apartado donde el servicio del comercio se hacía por una sola línea de
pequeños vapores y pasaría a ser un puerto mundial, que daría acceso a
vapores de gran calado con una bahía y un puerto bien resguardados que
incidirían en el desarrollo de la producción agropecuaria y del intercambio
comercial de la región. En ese sentido refería que:
“Es indudable que el comercio se multiplicaría en una escala
imposible de calcular. Todas las cargas que actualmente son
trasbordadas a Curazao, La Guaira y Puerto Cabello por los grandes
vapores vendrían directamente, y por razón natural aumentaría la
exportación hoy limitada a pocos artículos por falta de facilidades y
consecuencialmente aumentaría la impostación. Y en la necesaria
construcción de muelles, dársenas, diques, etc., para el incremento de la
navegación y luego en el desarrollo de la agricultura de la industria y
explotaciones diversas; el pueblo encontraría bastante trabajo para
resarcirse de sus años de escasez.”
La comunicación del lago con el mar hacia el norte no tuvo al
principio la configuración que tenía ya para la década de los años 20 del
siglo XX. En aquel entonces era mucho más ancha aunque siempre de poca
profundidad.
La canalización de la Barra ha respondido siempre era una constante
aspiración económica del pueblo del Zulia y estados vecinos, pues su
realización significaba, al establecerse a través del lago el transito regular
de barcos de gran calado, la diversificación y desarrollo del comercio, la
intensificación en toda escala de la producción agrícola y pecuaria y el
abaratamiento de los fletes.
El primer decreto del Gobierno Nacional para formalizar los estudios
se dicta en enero de 1936, creándose al efecto una comisión especial
compuesta de ingenieros ,la cual fue nombrada en la administración del
General León Jurado para que hiciera un nuevo estudio sobre la
canalización de la barra (El Farol, ídem).
Un modelo de la barra de Maracaibo
Con el objeto de encontrar una solución al problema que presentaba
la barra para la navegación de gran calado que se dirigía a los puertos del
Lago de Maracaibo, la Estación Experimental de Vías Navegables del
Gobierno de los Estados Unidos, ubicada en Vicksburg, Estado de
Missisipi, construyó un modelo de la Barra de Maracaibo en el que debían
realizarse experimentos para el Ministerio de Obras Públicas de Venezuela.
Los experimentos iniciados en 1936 y culminados en 1938, revelaron la
posibilidad de poder crear a través de la barra otra vía de salida más
favorable. Al efecto, a fines de 1938, se excavó otro canal el cual resultó
satisfactorio hasta la fecha en que salió a la luz pública esta información 1.
El propósito del modelo se limitaba a establecer los méritos relativos
de los varios planes propuestos para mejorar la situación e indicar sus
efectos absolutos. Específicamente, se planteó averiguar lo siguiente: 1) La
posibilidad de que ocurriese una ruptura bajo las condiciones existentes; 2)
Los efectos de una ruptura ya fuese bajo las condiciones existentes o como
resultado de mejoras que fuesen llevadas a cabo, y 3) El sitio más ventajoso
para una ruptura, y la manera más ventajosa de efectuar esa ruptura. Se
tomó en cuenta que de los estudios del modelo podrían esperarse resultados
cualitativos únicamente (El Farol, 05-1955: 3-4).
Los ensayos abarcaron el análisis individual de doce planes
diferentes. Entre las variaciones que distinguen cada uno de los planes
pueden citarse: el uso de un buque-tanque en lastre para desarrollar nuevos
canales; el uso de una draga; el uso de palizadas de encauzamiento; y la
localización y alineación de nuevos canales a través de la barra.
1
La información fue obtenida de un artículo cuyo autor es el Director de la Estación Experimental de
Vías Acuáticas del Gobierno de los Estado Unidos, en Vickburg, Paúl W. Thompson, traducido de
“Engineering News-Record”, y su título es: La Barra de Maracaibo, publicado en la revista El Farol,
Cróele Petroleum Corporatión Nº CLIX - Mayo 1955 – Año XVI, p. 3 - 4.
En ninguna de las pruebas pudo provocarse una ruptura sin ayuda
externa y ninguno de los canales ensayados en el modelo pudo mantenerse
intacto. En cada caso el estado del canal dependió de la acción de
aflojamiento del material en el lecho por la acción de las hélices o dragas.
Cañones que defendían el torreón de Zapara (Fuente: juanjosemora.com.ve)
A finales del año 1938, poco después de haber terminado las pruebas
con el modelo, se instalaron en el lago otras obras semejantes a las
ejecutadas en conexión con el ensayo en cuestión. Toda la navegación fue
desviada del viejo canal (occidental) al nuevo (oriental). El desarrollo y
mantenimiento de los nuevos canales prosiguió con la ayuda de una draga
de tolva que fue bautizada con el nombre de “Jamaica Bay”.
Los estudios de verificación obtenidos periódicamente del Lago
daban en ese entonces los siguientes resultados: 1) El canal occidental se
llenó completamente de arena, casi al igual que lo indicado por la prueba; y
2) el canal oriental sigue abierto pero sin dar señales de un rápido y vasto
desarrollo como se observó en la prueba. Según lo previsto por el estudio
del modelo, las condiciones del nuevo canal eran más económicos y menos
arriesgados que las que existían en el viejo canal a través de la barra, y así
se logró un mejoramiento en la navegación de la Barra de Maracaibo
(ídem).
En 1937, el Presidente de la República, General Eleazar López
Contreras, viendo que el Reglamento de Servicio de Pilotaje de la Barra y
Tablazo de Maracaibo adolecía de algunas deficiencias que era preciso
corregir cuanto antes, procedió a ordenar la redacción de uno nuevo, que
entró en vigencia el 14 de agosto de 1937 (Polanco, 1988: 52).
Después colaboró especialmente el General Charles W. Kutz, del
cuerpo de ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, quien viajó por la
Barra de 1938. Posteriormente presentó un informe que fue punto de
partida para la realización de la obra, el ingeniero Coronel Ernst F.
Robinsón, también del ejercito de los Estado Unidos y en su carácter de
Jefe de Comisión de los trabajos en la Barra (El Farol, ídem).
Ese mismo año, el topógrafo, escritor, e historiógrafo, Christian
Oldenburg, zuliano nacido en Los Puertos de Altagracia, presentó antes las
autoridades un trabajo sobre la barra en el preciso momento en que se
encontraba en condiciones difíciles que amenazaban su obstrucción esa
única vía que permite la salida desde el lago hacia el mar. Según Christian,
dichas condiciones eran cuestiones de tomar muy en cuenta, cuanto que los
resultados de lo que venía sucediendo todavía podían ser aprovechables
practicando inclusive una canalización menos costosa que permitiría
obtener una vía permanente y accesible a toda clase de navíos.
Como el proyecto sobre la canalización de la barra de Maracaibo
Oldenburg, es tan extenso se hace imposible ofrecerlo en este trabajo en su
totalidad. Por lo que trataremos de ofrecer algunos detalles del mismo, que
creímos conveniente destacar en este trabajo.
En relación al problema, él planteaba que era sabido que a los lados
de la mayor parte del canal principal, lo mismo que en los lados de los
otros canales menores, tanto al norte como al sur de San Carlos (Barra y
Tablazo), la profundidad era tan escasa que en muchas partes el fondo
quedaba descubierto con la baja marea de modo que casi se podría ir
caminando desde Punta de Palmas hasta San Carlos y otras partes mar
afuera al menos que lo impidieran unos pocos y cortos trayectos de relativa
profundidad. Pues bien, según Oldenburg las mismas condiciones
hidrográficas y topográficas indicaban lo que podría hacerse para resolver
el problema: “aprovechar y perfeccionar lógica y económicamente la
obra de la naturaleza y de otras causas artificiales.” (Panorama, 22-02-
37: p.1 y 6).
Por otra parte, entre sus planteamientos afirmaba que si esas vías o
estrías hubiesen estado encausadas entre altas orillas pobladas de
vegetación serían permanentes como los profundos caños que desde el
lago van al mar, bordeados de manglares, encruzados forzosamente entre
sus defensas naturales…
“Por eso, las márgenes o barrancas del canal principal podrían
hacerse con la tierra inmediata que hay a sus lados y en el fondo,
ejecutando un dragado general de la vía y con ello utilizar el material
desalojado de su lecho para formar diques de tierra que encaucen las
aguas y defiendan el canal. Dichos diques o bancos de arena formarían
islas artificiales cuya superficie se conservaría y podría aumentarse con
muellecitos de estacas como los que se ven en las orillas del lago evitando
la abrasión y cobrando terreno. En ellas podría plantarse arboledas de
cocoteros y otras especies productivas, principalmente de las que echan
fuertes y profundas raíces, que contribuirán a darle firmeza, altura y
estabilidad a los terrenos.” (Panorama, ídem).
Modelo de boyas que indican a los navegantes el canal de navegación en la barra
(Fuente: Construcciones Taromar.C.A.)
En relación al canal que para ese entonces estaba en servicio,
afirmaba que era sinuoso y angosto en varias partes y podría hacerse en él,
desviaciones que facilitarían aún más la circulación de las aguas, acortando
la distancia, simplificando las maniobras de la navegación y evitando
peligros, y si las condiciones naturales de la región bien aprovechadas eran
propicias, que según su opinión no era difícil demostrarlo, para la mejor
solución del problema, no sería imposible la apertura de la barra por medio
del sencillo sistema de canalización que proponía.
Para la parte del mar, planteaba que “varios son los lugares que
podrían ser canalizados, haciendo acortamientos de longitud y
aprovechando trayectos de profundidad y otras conveniencias
aparentes.” (ídem).
A consecuencia de la rotura de Zapara, hecho natural que en ese
entonces se dio, se originó en la barra un canal que venía sirviendo para el
tráfico y el cual era de la preferencia de Oldenburg, para el desarrollo de su
proyecto, debido a que según sus estudios realizados en el área, había
dejado de existir una corriente naturalmente más intensa que se precipitaba
por una ancha boca, única en amplitud comprendida entre Zapara y San
Carlos; las aguas tomaban entonces dos grandes y abiertas direcciones que
se bifurcaban y se repartían, y la fuerza de la corriente anterior quedó
disminuida, por lo cual había decrecido el gran flujo que contrarrestaba con
mayor fuerza los vientos y marejadas del norte y del noreste y se abría paso
más libremente para dar lugar a la presencia de un canal directo al norte,
que servía entonces para la navegación. Debido a todo eso, él afirmaba que
el canal que bordeaba en gran extensión la costa de San Carlos se hizo más
accesible, mientras que desaparecía ventajosamente su confluente (el canal
entre Bajo Seco y San Carlos) al unirse dichas islas. (ídem).
El canal en referencia fue aprovechado para abrir una nueva ruta que
era la que se utilizaba en esos tiempos. La creciente navegación por el
mismo contribuyó a ahondarlo con sus propelas, pero su profundidad con el
tiempo se fue alternando, porque no se tomaron las precauciones para
conservarlo.
En los años: 1938, y 1939, también se iniciaron una serie de trabajos
al respecto. En 1943 y 1947 se volvió a tocar el tema, sin embargo, hasta el
año 1937 no se habían culminado los trabajos de apertura de la Barra de
Maracaibo. La Cámara de Comercio de Maracaibo, interesada en ver
culminada la obra en cuestión, constituyó una “Comisión Especial Pro
Apertura de la Barra”, el día 14 de septiembre de 1937, la cual fue
organizada por la misma cámara, con el objeto ayudar en las labores que se
venían realizando con intensidad y perseverancia en todo sentido, con el
único propósito de ver culminada la magna obra. Esto se lo hicieron saber
al Presidente del Estado Zulia, Dr. José Encarnación Serrano al otro día de
su creación, en comunicación (oficio) N° 351, dirigida por el Presidente de
la Cámara, ciudadano, Samuel Belloso, de fecha: 15 de septiembre de 1937
(A.H.Z.), donde se le informaba que la cámara contaba con una oferta que
les hizo el Presidente de la República, General López Contreras en una
recepción que le ofrecieron en el Club Comercio, por lo que esperaban que
tuvieran el visto bueno del Ejecutivo del estado (Belloso, Samuel. Barra de
Maracaibo. 1937. Sep.15. (Oficio remitido por el Presidente de la Cámara
de Comercio de Maracaibo, al Presidente del Estado Zulia, Dr. José
Encarnación Serrano. Maracaibo).
Otro modelo de boya de señalización del canal de navegación de la barra (Fuente:
Construcciones Taromar C.A.).
Las labores de apertura de la Barra de Maracaibo se iniciaron de
nuevo el 19 de diciembre de 1938, con la actividad del vapor tanque “San
Carlos”, encargado de ir y venir por toda el área que conformaba a la barra
para de esa manera poder ir abriendo adecuadamente el canal provisional
que aseguraría la navegabilidad de la vía “durante la estación de los
brisotes de ese año”. El “San Carlos” abrió sus operaciones con un calado
de 5 pies y 4 pulgadas en la proa y de 9 pies y 3 pulgadas en la popa. El
calado del mismo se fue aumentando gradualmente hasta que alcanzó los
11 pies y 3 pulgadas.
Antes de suceder esto, la draga “Invercaibo” había iniciado sus
trabajos el 10 de octubre de 1938, habiendo movido una respetable
cantidad de metros cúbicos de arena. Esta draga luego de haber terminado
la profundización del canal exterior fue enviada a la isla de Aruba para
realizarle una serie de ajustes. Luego de ser reparada fue puesta en acción
en el dragado del sector del tablazo.
En marzo de 1939, se dieron por culminados los estudios que venía
realizando el Ministerio de Obras públicas en relación a la apertura de la
llamada Barra de Maracaibo. Las primeras labores fueron realizadas por un
Ingeniero contratado para lo mismo. Para ese entonces, la población
económica y comercial del Estado Zulia esperaban que muy pronto se le
diera inicio a tan esperada obra que redimiría al occidente del país de los
obstáculos naturales que restringían agudamente su desarrollo económico.
Es por eso que la Diputación Provincial pidió al Congreso que ejecutara la
canalización de la barra, por ser una necesidad pública nacional.( Besson,
1943: 312).
Mientras tanto, el canal principal en la parte exterior de la barra se
venía desviando hacia el oeste y a su vez perdía cada vez más la
profundidad necesaria lo que hacía cada día más difícil y problemático la
navegación durante los últimos tiempos, hasta el extremo de que el hecho
llegó en cierto momento a causar cierta alarma. Debido a esta situación, las
compañías petroleras que realizaban actividades de perforación en la región
zuliana se avocaron a cooperar con el Gobierno Nacional, lo que permitió
iniciar un trabajo preeliminar que asegurara la navegabilidad entre los
puertos ubicados en el Lago de Maracaibo y los puertos allende de la
barra.
La situación anterior fue el motivo principal para que se realizara el
referido estudio con miras a desarrollar un proyecto completo que
permitiera la apertura completa del obstáculo natural que se interponía
entre la Región Zuliana y el resto de Venezuela y el mundo.
En 1947, cuando ocurrió un movimiento extraordinario de las arenas,
comenzó a llenar el canal con tanta rapidez que el tanquero convertido en
draga no pudo, por sí solo, conservar una profundidad satisfactoria. Debido
a la situación, se fletó una draga del ejército norteamericano para que
ayudara en el trabajo durante el tiempo que fuese necesario.
En enero de 1948 es cuando sale un aviso oficial que convocaba a los
contratistas para la licitación de las obras destinadas a dragar 53.500.000 de
metros cúbicos de tierras y a la construcción de dos “tajamares” con una
longitud individual de 4,600 m. La obra tenía que quedar terminada en un
plazo estimado en tres años. El costo se calculaba en 30.000.000 de
bolívares. Para el momento la situación se mantenía igual y la barra seguía
siendo el obstáculo de siempre.
En vista de esto, las empresas petroleras afectadas por la situación, y
por el interés que tenían en poder dar fácil movimiento a sus buques
cisternas, procedieron en forma continua a la limpieza del paso de la barra,
el cual fue llevado a una profundidad de 21 pies en la marea alta. Esta labor
interrumpida permitió el paso de los buques tanques con 19 pies de calado
y buques mercantes con 17,5 de calado que necesitaban dejar, por lo
menos, 3 libras por debajo de la quilla. Los buques con calado de 21 pies a
plena carga aún no podían entrar al lago ya que para que eso fuese posible
se debía profundizar en tres pies más el paso de la barra.
Según Besson, (ídem, tomo V: 179), La canalización de la Barra de
Maracaibo permanecería sin realizarse hasta que, con motivo de la
celebración del 450º Aniversario del descubrimiento del Lago de
Maracaibo en 1949, se firmó un contrato para la realización de la gran obra
con una compañía extranjera.
Fuente: eltorreondezapara.wordspress.com
Entre 1948 y 1950, los trabajos que se realizaron en el puerto de
Maracaibo con el propósito de ampliar y mejorar sus instalaciones, fueron
un malecón de concreto armado, un nuevo muelle de cabotaje, la extensión
del antiguo muelle de cabotaje y el dragado de la rada. Este dragado
alcanzaba hasta los 25 pies, pero los muelles y malecón fueron construidos
previendo el dragado de la bahía hasta los 33 pies, en el caso de que se
resolviera en forma definitiva el problema que planteaba la barra.
En 1950, todavía muchos estudiosos del problema creían que el
motivo de obstruirse El Tablazo y la Barra se debía a la tierra que lanzaban
al lago sus corriente del lago hacia el mar, chocaba con las corrientes
marinas dando lugar a la formación de bancos numerosos afluentes, y que
impulsada por la natural. Pero en el año 1954, el Dr. Pedro Ignacio
Aguerrevere, del Instituto de canalizaciones y quien había estudiado el
problema desde hace años, estimaba que la obstrucción se debía a un hecho
prehistórico, producto de la arena que el viento y el oleaje empujaban a lo
largo del litoral coriano hasta depositarla en la Barra. Al sedimentarse la
arena, los bancos submarinos impedían la navegación.
Tomando como punto de partida los estudios hechos por el Ingeniero
Coronel Robinson y adicionados por ulteriores modificaciones, dentro de la
orientación técnica trazada por el Instituto de Canalizaciones, y según
contrato establecido con la empresa Fomentadora de Venezuela Occidental
S.A., el Gobierno Nacional acometió en la década de los años 50 del
pasado siglo XX, la empresa del dragado, lo cual fue financiado por las
compañías Cróele Petroleum Corporation, Compañía Shell de Venezuela,
Mene Grande Oil Company, Texas Petroleum Company y Richmond
Petroleum Company por un monto de Bs. 74.500.000. La Contribución de
la Cróele fue de Bs. 30.000.000. Posteriormente, el Instituto de Fondo de
Ahorros de los Empleados de la Cróele ofreció al Gobierno suscribir una
nueva emisión de bonos por Bs. 22.500.000, la cual fue aceptada
El torreón de zapara (Fuente: lagoconsultores.com)
El Instituto de Canalizaciones arranco con el dragado de El Tablazo
(canal interior), luego el dragado del canal que va de la isla Zapara al Golfo
de Venezuela (canal exterior), y la construcción de un malecón al levante
de este canal con el fin de evitarla invasión de la arena. El canal de El
Tablazo, primera etapa de la obra se inauguró el 7 de diciembre de 1954.
Medía este canal 22.560 km. Y tenía una anchura de 182.88 m. Fue
necesario dragar 30.368.000 m3.
Finalmente, para finalizar la construcción de la Barra de Maracaibo
se culminó la construcción del canal exterior que tenía una medida de 11
km. Y el malecón del este con una longitud de 3,100 km. que necesitó
1.200.00 toneladas de roca que era extraída de la vecina isla de Toas. La
anchura del canal exterior era de 304,8 m. y se dragó un volumen de
18.500.000 m3.
En la década de los años 50, cuando por primera vez se comenzó el
dragado, la profundidad en el canal principal de la barra exterior era de solo
3,5 metros. Después de 12 años de trabajo, el canal paso a tener una
profundidad de 6,5 metros, y por la mayor eficiencia de la draga que se
puso en servicio el año1950, llegó a una profundidad de 7 metros a fines
del mismo año, y a profundidades cada vez mayores tiempo después. Con
esta última profundidad pudieron pasar desde el mar hacia el lago y
viceversa tanqueros de 10.000 toneladas y barcos de carga de unas nueve
mil toneladas (El Farol, 1951, Nº 135: 3).
Antiguo, mudo y celoso vigilante de la barra de Maracaibo (Fuente:
juanjosemora.com)
En esos tiempos, el dragado lo efectuaba una draga moderna la
“Sandpiper”, especialmente diseñada por ingenieros marítimos de la
compañía Esso para trabajar ininterrumpidamente día y noche en el lago de
Maracaibo. Fue entregada por los astilleros canadienses en 1950 y tenía
una capacidad de 1.100 metros cúbicos de arena (ídem). La draga estaba
dividida en varios compartimientos o tolvas separados y hacia los cuales se
arrastra la arena. Cada una de las tolvas de la draga tenía capacidad de 125
metros cúbicos. Para recoger la arena deja caer sus cabezas de arrastre
dotadas de púas de acero al fondo, las cuales descendían unos siete metros
de profundidad. Esta iba excavando la arena, que era aspirada luego por la
tubería de dragado y llevada al barco. Cuando la draga se encontraba
completamente cargada de arena extraída de la barra, tomaba rumbo a alta
mar, para botarla en aguas profundas. Para vaciarlas se habría un
compartimiento situado en su fondo (ídem).
El hecho de que, con esta obra de apertura de la barra pudieron entrar
al lago los grandes transatlánticos, por una parte aseguró a la región zuliana
un mayor desarrollo económico sobre todo en lo que respecta al mercado
internacional de los hidrocarburos, pero por la otra trajo como
consecuencia la salinidad de las aguas del lago y por ende las de la cuenca
del río Limón, lo que ha venido en menoscabo de las tierras que se
irrigaban con estas aguas, hasta el punto de que el área de cultivos se ha
reducido debido a la salinización de aproximadamente 30.000 hectáreas
(Salas, 1982: 183).
En 1982, el Instituto de Canalizaciones estaba realizando un trabajo
en la Barra de Maracaibo de tal envergadura que modificaría las
condiciones actuales del estuario del río Limón. Dado a la magnitud de la
obra Salas R. Jesús, en su obra El Zulia: análisis de una región en
desarrollo (ob. Cit.:259), refiere que “Sería conveniente analizar su
incidencia en bien de la economía regional y nacional”. Viéndolo desde
ese punto de vista, la culminación de esta magna obra le permitió a los
estados Zulia, Trujillo, Mérida y Táchira y otras regiones vecinas disponer
de una vía segura y directa hacia el mar. Por ella empezaron a ir hacia los
mercados mundiales el petróleo y sus derivados cuya estimación para la
época en que se culminó la obra se calculaba en más de 23 millones de
toneladas métricas con un monto que excedía de los 900 millones de
bolívares, y la producción agropecuaria e industrial apreciada para 1953 en
370.000 toneladas métricas con un valor de más de 121 millones de
bolívares (El Farol, ídem: 23). A su vez, por esta vía se amplió el comercio
de importación en el occidente del país, cuyo principal centro ha sido
siempre Maracaibo.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Documentales
Oficio del Presidente de la Cámara de Comercio, Samuel Belloso, de fecha:
Maracaibo, 15 de septiembre de 1937, dirigido al Presidente del estado
Zulia, General José Encarnación Serrano, relacionado con la apertura de la
Barra de Maracaibo (A.H.Z.).
Oficio de la Cámara de Comercio de Maracaibo, dirigido a José E. Serrano,
Presidente del Estado Zulia, de fecha: 15 de septiembre de
1937.Recopilación de Leyes y Decretos de Venezuela. Tomo XXIII – Año
1900, edición oficial, Imprenta Nacional, Caracas, 1903).
Guzmán Blanco, Antonio. Apuntes estadísticos del Estado Zulia. Formados
de orden del Ilustre Americano General Guzmán Blanco, Presidente de la
República. Edición oficial. Imprenta de “La Opinión Nacional”, Caracas,
1875.
Bibliográficas
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Hermanos Belloso Rossell, Maracaibo-Venezuela, 1943.
Nectario María (Hno.). Los Orígenes de Maracaibo, publicación de la Junta
Cultural de la Universidad del Zulia Nº 2, edición cortesía de la Compañía
Shell de Venezuela, Cróele Petroleum Corporatión y Mene Grande Oil
Company, Talleres Gráficos Juan Bravo, Madrid, 1959.
Polanco Alcántara, Tomás. Homenaje al General Eleazar López Contreras,
Banco Central de Venezuela, Talleres de Gráfica La Bodoniana, C.A.,
Caracas, 1988.
Rus. José Domingo. Maracaibo. Representado en todos sus ramos.
Universidad del Zulia, Dirección de Cultura, Maracaibo, 1965, P.p. 163-
165.
Salas Ramírez, Jesús M. El Zulia. Análisis de una Región en Desarrollo,
Litografía Manzal S.R.L, Maracaibo 1982.
Vila, Marco Aurelio. Aspectos Geográficos del Zulia, Corporación
Venezolana de Fomento, Imprenta Nacional, Caracas, 1952. p.52
Hemerográficas:
Boletín de información de la Cámara de Comercio N° 9, Maracaibo, 16 de
marzo de 1939
El Farol. Nº 135 – Año XII, 1951.
_______. Nº CLVI - Febrero 1955 -Año XVI.
_______. Nº CLIX- Mayo 1955 - Año XVI.
Nosotros. Revista de Lagoven, filial de petróleo de Venezuela, PDVSA,
abril de 1931. Artículo: Las Fortificaciones de la Barra de Maracaibo, P.p.
24 y 25.
Voz del Zulia. Año VIII. Caracas 31 de mayo de 1945, N° 140. Artículo:
La Canalización de la Barra de Maracaibo. Primer premio en el certamen
de la canalización de la Barra.