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Engels: Estrategia y Revolución

La biografía de Federico Engels y el contexto histórico en que se sitúa se resumen en 3 oraciones: Federico Engels fue un pensador y revolucionario alemán nacido en 1820 que colaboró estrechamente con Karl Marx desarrollando el socialismo científico. Engels vivió durante la Revolución Industrial en Europa y participó en la revolución alemana de 1848, contribuyendo junto a Marx al Manifiesto Comunista y otras obras clave del marxismo. El documento analiza la estrategia y t
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Engels: Estrategia y Revolución

La biografía de Federico Engels y el contexto histórico en que se sitúa se resumen en 3 oraciones: Federico Engels fue un pensador y revolucionario alemán nacido en 1820 que colaboró estrechamente con Karl Marx desarrollando el socialismo científico. Engels vivió durante la Revolución Industrial en Europa y participó en la revolución alemana de 1848, contribuyendo junto a Marx al Manifiesto Comunista y otras obras clave del marxismo. El documento analiza la estrategia y t
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INDICE

I. BIOGRAFÍA………………………………………………..3
II. CONTEXTO HISTORICO………………………………...4
III. APUNTES SOBRE ESTRATEGIA Y TÁCTICA……….5
IV. APORTES A LA ESTRATEGIA…………………………7
1. Las notas de Friedrich Engels sobre la guerra de 1870-
1871……………………………………………………………….7
2. La guerra de Crimea ………………………………...17
3. El manifiesto Comunista…………………………...16

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Federico
Engels
I. Biografía

Friedrich o Federico Engels

 Pensador, economista político y revolucionario alemán.


 Nació el 28 de noviembre de 1820 en Barmen (Alemania), en el seno de una
familia acomodada, conservadora y religiosa.
 Desde su paso por la universidad de Berlín entre los años 1841 y 1842 se
relacionó con el movimiento de la joven Alemania y con los hegelianos de
izquierda.

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 En 1844 se adhirió al socialismo y se amistó con Karl Marx. La estrecha
colaboración de ambos se plasmaría en obras como La Sagrada Familia
(1844), La ideología Alemana (1844-46), y el Manifiesto comunista (1848).
 Participó en la revolución Alemana de 1848-50; fue secretario de la primera
internacional obrera (la AIT) desde 1870; publicó libros como Socialismo
utópico y socialismo científico (1882), El origen de la Familia, la propiedad
privada y el Estado (1884) o Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica
alemana (1888).

II. Contexto Histórico

El contexto histórico en que se sitúa la biografía de Federico Engels, corresponde al


periodo comprendido entre 1820 y 1895.

 Engels nace a principios del siglo XIX en la región de la Prusia renana, en la


actual Alemania.
 Respecto a la situación económica, se extiende por Europa la Revolución
Industrial, que se ve impulsada por el desarrollo de las ciencias y la tecnología
y por el nuevo auge del colonialismo europeo que va a tener como
consecuencias el surgimiento del proletariado.
 En lo político, las revoluciones que surgen en Europa acaban con el Antiguo
Régimen y la ideología que triunfa en la revolución es el liberalismo político,
sin embargo, estas revoluciones liberales se van a mostrar insuficientes y hay
una gran masa de gente que vive todavía en condiciones miserables, por eso
surgen los movimientos obreros
 Surge así el socialismo. Dentro de él se pueden distinguir tres grandes
corrientes: el anarquismo, el socialismo utópico y el comunismo, que será
impulsado gracias a Marx y Engels.
 Los grandes valores se cuestionan, las certezas fundamentalistas y
universales entran en crisis y los sistemas filosóficos se hunden. El siglo XIX
está muy condicionado por las consecuencias de la Ilustración alemana (Kant)
que dio paso al romanticismo y al idealismo de Hegel.
 Respecto al ambiente cultural y científico, destaca la difusión del darwinismo.

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III. Apuntes sobre estrategia y táctica

CRITERIO: ESTRATEGIA TÁCTICA


DEFINICIÓN

En el Ámbito Por estrategia se entiende el arte de ganar la Por táctica, el de organizar y dirigir
Militar guerra. las operaciones parciales dentro de
los principios estratégicos generales.

En el Ámbito El concepto de estrategia se refiere a la La táctica corresponde a las


Político definición del carácter de la revolución, del maniobras, alianzas, compromisos y
enemigo principal, de los aliados y de las movimientos parciales que estas
fuerzas con que cuentan el partido organizaciones realizan con el fin de
revolucionario y la clase que representa, para alcanzar los objetivos estratégicos
disponerlas en la lucha de la mejor manera que las orientan.
posible a fin de alcanzar el objetivo final: la
toma del poder.

Hacer un estudio del desarrollo de la concepción de Marx, Engels y Lenin sobre la


estrategia y la táctica del movimiento revolucionario marxista, como es nuestro
objetivo, supone algunas aclaraciones preliminares acerca de estos conceptos.
Ambos tienen su origen en el pensamiento militar del siglo XVIII. Por estrategia se
entiende el arte de ganar la guerra; por táctica, el de organizar y dirigir las
operaciones parciales dentro de los principios estratégicos generales.
Trasplantado al plano político, el concepto de estrategia se refiere a la definición
del carácter de la revolución, del enemigo principal, de los aliados y de las fuerzas
con que cuentan el partido revolucionario y la clase que representa, para
disponerlas en la lucha de la mejor manera posible a fin de alcanzar el objetivo
final: la toma del poder. La táctica corresponde a las maniobras, alianzas,
compromisos y movimientos parciales que estas organizaciones realizan con el fin
de alcanzar los objetivos estratégicos que las orientan. La analogía militar debe,
sin embargo, detenerse en este punto.

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Pasemos a estudiar ahora las consecuencias de estas definiciones. Si la
estrategia es el arte de llegar al poder, su elaboración supone un estudio amplio y
complejo. Para los marxistas, tomar el poder significa hacer una revolución social.
Es decir, su estrategia global apunta a la revolución socialista, iniciadora de una
etapa histórica nueva que conducirá al comunismo. Enunciado así el problema,
puede parecer a muchos que estamos frente a una cuestión de principios: si la
estrategia es el establecimiento de las fuerzas y los movimientos necesarios para
la toma del poder, debería sintetizarse en afirmaciones generales sobre cuáles
clases deben constituir el poder en una sociedad socialista. Así, la estrategia no
sería más que la afirmación de la necesidad de constituir un Estado proletario, una
dictadura del proletariado. La estrategia del movimiento comunista, antes de llegar
al poder, sería la ciencia y el arte de crear las condiciones para establecer la
dictadura del proletariado. La estrategia del movimiento comunista en el poder,
sería la ciencia y el arte de transformar la dictadura del proletariado en una
sociedad comunista. Pero esta afirmación general es muy insuficiente. Hay que
desarrollarla más. En primer lugar, es necesario tomar en consideración la relación
existente entre el proletariado industrial y las otras clases de la sociedad
capitalista. La dictadura del proletariado no es un objetivo moral derivado de algún
principio abstracto: fue formulada 6 como un principio revolucionario del
proletariado, como resultado de un análisis de la lucha de clases en la sociedad
capitalista. Éste demuestra que el proletariado tendrá que hacer uso -
temporalmente- del poder estatal, es decir, de una dictadura de clases. No porque
el Estado -es decir, la represión y administración organizadas y justificadas
socialmente para defender los intereses de una clase- sea un bien moral; por el
contrario, el objetivo del proletariado en el poder es terminar con el Estado
eliminando aquello que lo originó: la existencia de las clases sociales. Por lo tanto,
la dictadura del proletariado es un instrumento histórico, determinado por la
necesidad de destruir el poder económico, político, militar e ideológico de la
burguesía y por la necesidad de construir las bases de la nueva sociedad: sólo en
esta medida deberá desarrollarse y afirmarse. El proletariado industrial
establecerá un Estado de nuevo tipo, pero no puede actuar solo y aislado
socialmente. Su estrategia debe atraer el apoyo político de todas las clases
opuestas a la dominación burguesa, como los asalariados en general, los
campesinos, los pequeños propietarios y los intelectuales, con el objetivo de aislar
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y derrotar a la minoría burguesa. Estas otras clases y grupos sociales tendrán una
participación distinta en la estrategia revolucionaria del proletariado, según las
condiciones socio-económicas y políticas de cada etapa histórica y de cada
formación social. La estrategia dependerá, pues, del nivel de desarrollo de la
sociedad en que actúa el proletariado. Dependerá del grado de desarrollo del
capitalismo y, consecuentemente, del proletariado como fuerza organizada y
consciente de su poder relativo en la sociedad y dependerá, también, del peso,
desarrollo, organización y conciencia de las otras clases y grupos. Así, la
estrategia del movimiento revolucionario socialista debe cambiar y adaptarse a las
condiciones concretas -económicas, históricas, sociales y políticas- en que actúan
los partidos marxistas. Entre esas condiciones se incluyen las de carácter
internacional, que determinan la orientación del conjunto del movimiento; pero hay
que considerar, también, las diversidades regionales y nacionales. La tarea de los
distintos partidos marxistas es entonces elaborar la estrategia de la revolución en
cada país, dentro de las condiciones históricas internacionales existentes.

IV. Aportes a la estrategia


1. Las notas de Friedrich Engels sobre la guerra de 1870-1871

Crónica Analítica de la guerra Franco – Prusiana


de 1870 – 1871.
EJES

Orientación sobre operaciones militares


(desarrollo de mando, capacidad de análisis,
conocimiento histórico).

Análisis de elementos del oficio militar


El libro de
Friedrich

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Engels está constituido, en su mayor parte, por una crónica analítica de la guerra
franco- prusiana de 1870-71. Estos artículos fueron publicados en el periódico inglés
Pall Mall Gazette durante el desarrollo de la guerra. En consecuencia, el lector no
debe imaginarse que encontrará en estas notas una suerte de monografía sobre la
guerra o cualquier tipo de exposición sistemática de la teoría del arte militar. No, la
tarea de Engels consistía en partir de la estimación general de las fuerzas y de los
medios de los dos adversarios y en seguir día tras día el modo de empleo de estas
fuerzas y medios, con el objetivo de ayudar al lector a orientarse en el desarrollo de
las operaciones militares e incluso levantar un poco, cada tanto, lo que se denomina
el manto del futuro.

Hay que seguir paso a paso todas las operaciones de la guerra franco-alemana sobre
el mapa.

Los escritos militares de este tipo ocupan al menos las dos terceras partes del libro.
El otro tercio consiste en notas dedicadas a los diversos terrenos especializados del
oficio de la guerra, siempre en una relación estrecha con el desarrollo de la guerra
franco-alemana: “Cómo combatir a los prusianos”, “Análisis razonado del sistema del
ejército prusiano”, “Zaragoza-París”, “La apología del emperador”, entre otros. Es
evidente que no se puede leer y estudiar un libro de este tipo como otras obras
puramente teóricas de Engels. Para comprender totalmente las ideas y estimaciones
de carácter concreto, positivo, contenidos en este libro, es necesario seguir paso a
paso todas las operaciones de la guerra franco-alemana sobre el mapa, y junto a esto,
también tener en cuenta las consideraciones de la literatura de la historia militar más
reciente. Semejante trabajo de crítica científica, evidentemente, no puede ser una
tarea para un lector medio: exige nociones militares preliminares, mucho tiempo y un
interés particular por este terreno.

Pero, ¿estaría justificado semejante interés? Opinamos que sí. Se justifica ante todo
desde punto de vista de la apreciación correcta del nivel y la perspicacia militar del
propio Engels. Un estudio profundo del texto extremadamente rico de Engels, la
comparación de sus juicios y pronósticos con los juicios y pronósticos
contemporáneos de los autores militares de la época seguramente sería muy
interesante. Esto no sólo sería una contribución importante a la biografía de Engels –
aunque su biografía sea un capítulo importante en la historia del socialismo–, sino

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también una ilustración especialmente impresionante del problema de las relaciones
recíprocas entre el marxismo y el oficio de la guerra.

Engels no sugiere ni una palabra de marxismo o de dialéctica en todos estos artículos:


esto no tiene nada de asombroso, ya que él escribía anónimamente para un periódico
archiburgués, y en una época en la que el nombre de Marx todavía era poco conocido.

El autor examina todos los elementos del oficio militar

Pero estas causas externas no son las únicas que llevaron a Engels a abstenerse de
cualquier argumentación de teoría general.

Podemos estar persuadidos que, aun cuando Engels hubiera tenido en ese entonces
la posibilidad de tratar sobre las peripecias de la guerra en un periódico marxista
revolucionario –con una libertad ampliamente mayor en cuanto a la expresión de sus
simpatías y antipatías políticas–, sin embargo habría abordado el análisis y la
apreciación del desarrollo de la guerra de una forma apenas diferente que como lo
hizo en el Pall Mall Gazette. Engels no introdujo una doctrina abstracta en el terreno
de la ciencia militar desde el exterior y no estableció para nada recetas tácticas
descubiertas por él como criterios universales. A pesar de la brevedad de la
exposición, vemos con qué cuidado el autor examina todos los elementos del oficio
militar, desde la extensión del territorio y las cifras de la población de los países
involucrados hasta investigaciones biográficas sobre el pasado del general Trochu
con el objetivo de conocer mejor sus métodos y costumbres.

Detrás de estas notas, se siente que hay un trabajo enorme, precedente y en curso.
Engels, que no sólo era un profundo pensador, sino también un excelente escritor, no
le brindaba al lector materiales en bruto. Esto podría dar una impresión superficial de
algunas de sus observaciones y generalizaciones. En realidad, no es nada de eso. La
elaboración crítica a la que ha sometido los materiales empíricos es extremadamente
profunda. Esto se desprende que el desarrollo ulterior de los episodios de la guerra
ha confirmado repetidamente los pronósticos de Engels. No hay lugar a dudas de que
un estudio profundo de este trabajo de Engels por parte de nuestros jóvenes teóricos
de la guerra en el sentido indicado, demostraría aún más con qué seriedad Engels
trataba la dirección de la guerra como tal.

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Pero también para aquellos que, precisamente, leerán y no estudiarán el libro –y esta
será la gran mayoría, incluso entre los militares–, la obra de Engels suscitará un gran
interés, no debido a su exposición analítica de las diversas operaciones militares, sino
por la apreciación general del desarrollo de la guerra y por los juicios en diversos
terrenos militares, abordados de manera dispersa en muchos lugares de su crónica
de guerra y, en parte, como ya lo hemos dicho, también en artículos completos.

A. La vieja idea de los Pitagóricos

La vieja idea de los Pitagóricos, de que el mundo estaría regido por el número –en el
sentido realista y no místico del término– puede aplicarse muy bien a la guerra. Ante
todo, el número de batallones. Luego, el número de fusiles, de cañones se expresa
cuantitativamente en el alcance y precisión de las armas de fuego. Las cualidades
morales de los soldados se expresan en la capacidad de soportar largas marchas, de
mantener las posiciones bajo el fuego del enemigo por un tiempo prolongado, etc. Sin
embargo, cuanto más se avanza en este terreno, más se complica. El número y
carácter del equipamiento depende del estado de las fuerzas productivas del país. La
composición del ejército y de su mando está condicionada por la estructura social de
la sociedad. El servicio administrativo de intendencia depende del aparato estatal
general, que está determinado por la naturaleza de la clase dominante. La moral del
ejército depende de la relación recíproca de las clases, de la capacidad de la clase
dirigente de convertir las tareas de la guerra en fines subjetivos del ejército. El grado
de capacidad y talento del mando depende, por su parte, del rol histórico de la clase
dirigente, de su capacidad de concentrar en sus objetivos a las mejores fuerzas
creadoras del país, lo que, nuevamente, diferirá, si la clase dominante juega un rol
histórico progresivo o si se sobrevive y simplemente lucha por su existencia. Sólo
aludimos aquí a las relaciones fundamentales, e incluso esquemáticamente. En
realidad, la dependencia de los diferentes terrenos de la dirección de la guerra entre
sí y de todos estos, en su conjunto, con respecto a los distintos aspectos del orden
social es mucho más compleja y más ramificada.

B. Los factores morales

Al fin de cuentas, en el campo de batalla, todo esto se resume en el número de los


modestos soldados, de comandantes, de muertos y heridos, prisioneros y desertores,

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en las dimensiones del territorio conquistado y en el número de trofeos. Pero, ¿cómo
se puede prever el resultado final? Si fuese posible relevar y determinar por
adelantado todos los elementos de una batalla y de una guerra con precisión,
entonces incluso no habría guerra, pues nadie tendría la idea de salir al encuentro de
una derrota establecida de antemano. Pero no se trata de una previsión exacta de
todos los factores. Solamente los elementos materiales más inmediatos de la guerra
son susceptibles de una expresión en cifras. No obstante, en la medida en que se
trate de la dependencia de los elementos materiales del ejército con respecto a la
economía del país en su conjunto, una evaluación y, en consecuencia, también las
previsiones, tendrán un valor mucho más limitado. Esto se aplica particularmente a lo
se denominan los factores morales: el equilibrio político en el país, la resistencia del
ejército, la actitud de las retaguardias, el trabajo coordinado del aparato de Estado, el
talento de los comandantes, etc. Laplace dijo que un cerebro que fuera capaz de
comprender todos los procesos que se desarrollan en el universo, infaliblemente
podría predecir todo lo que se produciría en el futuro. Esto se deriva indudablemente
del principio del determinismo: no existe fenómeno sin causa. Pero, como se sabe,
no existe semejante cerebro, ni individual ni colectivo. Por eso es posible que incluso
los hombres mejor informados y más geniales se equivoquen muy frecuentemente en
sus previsiones. Pero está claro que cuanto más se aproxime a la previsión justa,
cuanto mejor se conozcan los elementos del proceso, mayor será la capacidad de
articularlos, evaluarlos y combinarlos, mayor será la experiencia creadora y más vasto
el horizonte.

En su crónica militar, tan modesta en su objeto, Engels siempre permanece fiel a sí


mismo: aporta en su trabajo la mirada penetrante de un hombre capaz de combinar
análisis y síntesis en el arte militar, y que ha pasado por la gran escuela de teoría
social de Marx-Engels y la escuela práctica de la revolución de 1848 y de la I
Internacional.

“Comparemos (…) las fuerzas que están en camino de prepararse para destruirse
recíprocamente; para simplificar las cosas, sólo nos ocuparemos de la infantería. La
infantería es el arma que decide el resultado de las batallas; un insignificante equilibrio
de fuerzas en caballería y artillería, incluso ametralladoras y otros aparatos que hacen
milagros, no será muy determinante ni de un lado ni del otro”.

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C. Aún más en nuestra época

Esto, que era grosso modo correcto para Francia y Alemania en 1870,
indudablemente no lo sería para nuestra época. En la actualidad, es imposible
determinar la relación de fuerzas sólo por el número de batallones. Sin dudas, la
infantería aún sigue siendo el factor principal de las batallas. Pero el rol del coeficiente
técnico en las fuerzas armadas ha crecido considerablemente y esto en una medida
desigual observando a los ejércitos: tenemos en cuenta no sólo las ametralladoras,
que eran todavía un miracle working en 1870; no sólo la artillería, fuertemente
acrecentada en número e importancia, sino también recursos completamente nuevos:
el automóvil, tanto para fines militares como para los transportes en general, la
aviación y la química de guerra. Sin tener en cuenta estos “coeficientes”, una
estadística que sólo tenga en cuenta el número de batallones, en la actualidad sería
totalmente irreal.

Sobre la base de estos cálculos, Engels llegó a la conclusión: Alemania dispone con
creces de un mayor número de soldados formados que Francia, y la superioridad de
los alemanes se pondrá de manifiesto cada vez más con el tiempo –a menos que al
principio Luis Napoleón aventaje al enemigo y le inflija golpes decisivos, antes de que
este último pueda utilizar su superioridad potencial.

D. La estrategia

Así, Engels llega finalmente a la estrategia, a este terreno independiente, el más


elevado del arte militar, que sin embargo está relacionado, a través de un complicado
sistema de palancas y correas de transmisión, con la política, la economía, la cultura
y la administración. En cuanto a la estrategia, Engels considera indispensable hacer
las inevitables reservas realistas desde el principio.

“Es necesario recordar siempre que no se puede esperar un éxito decisivo de un plan
estratégico por sí solo. Tales o cuales impedimentos inesperados pueden intervenir
siempre: un contingente de tropas que no llega a tiempo, en el momento en que más
se lo necesita; o bien el adversario hace una maniobra imprevista, o incluso toma
medidas de seguridad imprevistas; y finalmente a la inversa: una tenaz resistencia de
las tropas o la feliz iniciativa de un general pueden preservar, en este caso, a un

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ejército vencido de las peores consecuencias de su derrota –es decir, de la pérdida
de conexión con su base”.

E. La pérdida es inevitable si fracasa el plan

Esto, sin dudas, es correcto. Contra semejante concepción realista de la estrategia, a


lo sumo el difunto Pfuel1 o uno de sus admiradores retrógrados podrían encontrar
objeciones, considerado lo esencial en todo el plan de guerra, y esto de la forma más
completa en que las circunstancias lo permitan; consideración de los elementos que
no pueden ser determinados de antemano; formulación de órdenes de una manera
suficientemente flexible como para que puedan adaptarse a cada situación y a cada
una de sus variantes imprevistas; y lo principal –determinación a tiempo de cualquier
modificación fundamental en la situación y la correspondiente modificación del plan,
hasta su reorganización total–, es precisamente en esto en donde reside el verdadero
arte de la conducción de la guerra. Si se pudiera conferir al plan estratégico un
carácter definitivo, tener en cuenta por adelantado el estado del tiempo, de los
estómagos y de las piernas de los soldados y las intenciones del adversario, entonces
un autómata que sepa las cuatro operaciones podría ser un capitán victorioso. Por
fortuna o por desgracia, esto no sucede. El plan de guerra no tiene, de ninguna
manera, un carácter absoluto, y la existencia del mejor plan está aún lejos de
garantizar la victoria, como Engels indica con razón. Por el contrario, todo fracaso del
plan hace inevitable la pérdida. Todo comandante que mínimamente merezca ser
tomado en serio, que por esta razón rechazara todo plan, debería ser internado en un
manicomio.

¿Qué pasa entonces con el plan estratégico de Napoleón III? Ya sabemos que la
enorme superioridad potencial de Alemania residía en su preponderancia en la
cantidad de material humano formado. Como lo destaca Engels, la tarea de Bonaparte
–gracias a operaciones rápidas y decididas– consistía en hacerle imposible sacar
provecho de esta superioridad al enemigo. Se podría pensar que la tradición
napoleónica, precisamente, tendría que haber favorecido esta forma de actuar. Pero
lamentablemente, la realización de planes de guerra tan audaces depende también –
suponiendo que todos los elementos permanecen iguales– del trabajo correcto de la
intendencia; sin embargo, todo el régimen del Segundo Imperio, con su burocracia
desmesurada e incompetente, de ninguna manera era capaz de asegurar el cuidado

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y el mantenimiento de las tropas. De allí se derivan las fricciones y la pérdida de
tiempo desde los primeros días de guerra, el abandono general, la imposibilidad de
aplicar cualquier plan y, como consecuencia de esto, el desmoronamiento.

F. El efecto nefasto que puede tener la irrupción de la “política”

En algunos sitios, Engels alude al pasar al efecto nefasto que puede tener la irrupción
de la “política” en el desarrollo de las operaciones militares.

A primera vista, esta observación parece ser opuesta a la concepción de que la guerra
sólo es, al fin de cuentas, la continuación de la política. En realidad, no hay
contradicción aquí. La guerra prolonga la política, pero con medios y métodos propios.
Cuando la política, para solucionar sus tareas fundamentales, se ve obligada a recurrir
a la ayuda de la guerra, esta misma política no debe perturbar el desarrollo de las
operaciones de guerra para sus tareas secundarias. Si Bonaparte efectuó acciones
manifiestamente inoportunas desde el punto de vista militar para, según la opinión de
Engels, influenciar favorablemente a “la opinión pública” con éxitos efímeros, había
que ver allí, indudablemente, una irrupción inadmisible de la política en la conducción
de la guerra, volviéndola incapaz de dominar las tareas fundamentales planteadas
por la política. En la medida en que, en la lucha por la conservación de su régimen,
Bonaparte se vio obligado a admitir tal intervención de la política, ya estaba implícita
la condena evidente del régimen por sí mismo, y tenía que hacer inevitable el próximo
desmoronamiento.

Cuando el país vencido, después de la derrota y la captura total de sus fuerzas


armadas, intenta construir un nuevo ejército bajo la dirección de Gambetta, Engels
sigue este trabajo con una comprensión sorprendente de los asuntos de la
organización militar. Caracteriza perfectamente las jóvenes tropas indisciplinadas que
se forman de manera improvisada.

“(Tropas) –dice– dispuestas a gritar “traición” si no se las pone inmediatamente frente


al enemigo y dispuestas a huir rápidamente cuando la presencia de este último se
hace sentir seriamente”.

Es imposible, en este momento, no pensar en nuestros primeros contingentes y


regimientos en los años 1917-18. Engels sabía perfectamente en dónde residían, una

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vez cumplidas todas las demás condiciones, las principales dificultades de la
transformación de una masa humana en una compañía o en un batallón. “Todos
aquellos que han visto ejércitos populares improvisados en el lugar de entrenamiento
o bajo fuego –se trate de Baden Freischaaren, Bull-Run Yankees, Guardias móviles
o Voluntarios británicos– habrán notado rápidamente que la causa principal de la
impotencia y de la inconsistencia de estas tropas residía en el hecho que los oficiales
no sabían lo que debían hacer.

G. Cálculos rigurosos

Es instructivo, en grado sumo, con qué seriedad Engels trata a las tropas de carrera
de un ejército. Cuán lejos está este gran revolucionario de toda charlatanería seudo
revolucionaria –que precisamente, en esa época, era muy popular en Francia – sobre
la virtud salvadora de un levantamiento de masas, de una nación armada (con total
celeridad), etc. Engels sabe muy bien qué importancia tienen los oficiales y
suboficiales en un batallón. Realiza cálculos rigurosos sobre los recursos en oficiales
que se han quedado en la República después de la derrota de las fuerzas regulares
del Imperio. Sigue con una atención extrema el nacimiento en el nuevo ejército,
llamado de la Loire, de los rasgos que lo distinguen de una multitud armada. Así, por
ejemplo, constata con satisfacción que el nuevo ejército no sólo se dedica a marchar
con unidad y a obedecer las órdenes, sino que incluso “ha entendido una cosa muy
importante, que el ejército de Luis Napoleón había olvidado completamente: el
servicio de infantería ligera, es decir, el arte de proteger los flancos y la retaguardia
contra los ataques imprevistos, preservar el contacto con el enemigo, sorprender a
los destacamentos, procurarse información y prisioneros.

Engels se manifiesta así en todos los artículos “del periódico”: audaz en su amplitud
de pensamiento, realista en el método, perspicaz en las grandes y pequeñas cosas y
siempre meticuloso en la elaboración de los materiales. Cuenta la cantidad de
cañones, de fusiles rayados y lisos entre los franceses, examina repetidamente la
artillería alemana, piensa en las propiedades del caballo de la caballería prusiana y
no pierde nunca de vista las cualidades del suboficial prusiano. Situado por la marcha
de los acontecimientos frente al problema del sitio y la defensa de París, explora la
calidad clave de sus fortificaciones, la potencia de la artillería en los alemanes y los
franceses, y examina de manera muy crítica el problema de saber si hay en el cerco

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de París tropas regulares que se las pueda calificar como aptas para el combate. Qué
pena que no tuviéramos este trabajo de Engels en 1918: seguramente nos hubiera
ayudado a superar más rápida y fácilmente el prejuicio, entonces ampliamente
expandido, con el que se intentaba oponer el “entusiasmo revolucionario” y el “espíritu
proletario” a una organización establecida por profesionales, a la disciplina impecable
y al comando de formación.

El método de crítica militar de Engels se expresa muy claramente, por ejemplo, en la


nota XIII, que se ocupa del rumor lanzado por Berlín concerniente a “una marcha
resuelta sobre París”. El artículo sobre el campo fortificado de París (nota XVI)
provoca la entusiasta aprobación de Marx. Un buen ejemplo de la manera en que
Engels aborda los problemas militares se nos ofrece en la nota XXIV, que trata sobre
el sitio de París. Desde el inicio, Engels plantea dos puntos fundamentales: “El primero
es que París no puede esperar ser ayudada, en caso de necesidad, por un ejército
francés que venga desde el exterior (…). El segundo… concierne a la ineptitud de la
guarnición de París para llevar adelante una ofensiva a gran escala”. Todos lo demás
elementos de su análisis se apoyan en estos dos puntos.

H. Opiniones sobre la guerra de francotiradores

Muy interesante son dos juicios que realiza sobre la guerra de francotiradores y sus
posibilidades de aplicación, una cuestión que, incluso en el futuro, no perderá su
importancia para nosotros. El tono de Engels se hace cada vez más seguro en cada
nota. Seguridad justificada en la medida en que está confirmada, por un lado, por la
comparación real con lo que “verdaderos” militares han escrito sobre estos temas y,
por otro, por una prueba aún más efectiva, la de los propios acontecimientos.

Proscribiendo sin escrúpulos toda abstracción de su análisis, considerando la guerra


como una cadena material de operaciones, considerando cada operación desde el
punto de vista de las fuerzas y los medios realmente existentes y de sus posibilidades
de combinación, este gran revolucionario procede como… un especialista de la
guerra, es decir, como un hombre que aunque sólo en virtud de su profesión o
vocación, razona con los factores internos de la conducción de la guerra. No es
sorprendente que los artículos de Engels hayan sido atribuidos a las celebridades
militares de la época, lo que hizo que, en el círculo de sus amigos se le diera a Engels

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el sobrenombre de “general”. Sí, él trataba las cuestiones militares como un “general”,
quizás no sin importantes falencias en algunos terrenos militares ni sin la
indispensable experiencia práctica, pero, por el contrario, con la ayuda de una cabeza
como ningún general llevaba sobre sus hombros.

2. La guerra de Crimea

Los principales motivos de la guerra de Crimea fueron económicos, el acceso


marítimo de Rusia al mediterráneo por el estrecho de los Dardanelos era una
prioridad para el zar. Este pequeño canal que comunica el Mar Negro con el
Mediterráneo ha sido a lo largo de la historia causa de múltiples conflictos ya que su
importancia estratégica es enorme.

Como en muchos conflictos en la historia de la humanidad, la guerra de Crimea


tiene también causas religiosas. Francia era valedor de los cristianos católicos en el
Imperio Otomano. Rusia por su parte defendía los intereses de la Iglesia Ortodoxa,
esto provoca varios conflictos por los santos lugares en Palestina.

El sultán se pone a favor de los intereses católicos, provocando la ira del zar y
la invasión rusa de varias zonas de influencia otomana en Moldavia y Valaquia. Esto
provoca el pistoletazo de salida, Francia e Inglaterra envían sus flotas al estrecho
del Bósforo y se intenta una solución diplomática. Las negociaciones no dan sus
frutos, la guerra había empezado.

Francia, Inglaterra y el reino de Piamonte declaran la guerra a Rusia enviado tropas


a Gallipoli para recuperar los territorios perdidos por los turcos. Consiguen un
avance exitoso hasta la actual Bulgaria, donde se ven frenados en Dobrudja.
La flota franco-británica bombardea Odesa el 10 de abril de 1854, intentando el
desembarco sin éxito. Posteriormente, desembarcan en Crimea 60.000 hombres
entre ingleses y franceses, creando un nuevo frente donde enseguida ganan
terreno.

A finales de 1854, tiene lugar la famosa batalla de Balaclava, donde la carga de


brigada ligera se hizo famosa en todo el mundo aunque con un sangriento resultado.

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La caballería pone fin a su reinado en el campo de batalla. Unos pocos días
después, los aliados cierran el cerco sobre Sebastopol dando lugar a un largo
asedio. El 5 de noviembre se libró la decisiva batalla de Inkerman, donde las tropas
rusas intentan romper el cerco de Sebastopol. Fue una cruenta batalla a golpe de
bayoneta que termina con una grave derrota rusa.

Sebastopol finalmente cae en manos de Francia e Inglaterra el 9 de septiembre de


1855, habían pasado 11 largos meses de asedio. Poco después cae Kars y acaba la
batalla en el mar de Azov. Todo esto puso punto final, Rusia se ve obligada a pedir
la paz. El 30 de marzo de 1856 se firma el tratado de paz en París.

3. Obra: Manifiesto del Partido Comunista

Documento-programa del comunismo científico, escrito por Marx y Engels y dado a


luz poco antes de la Revolución de 1848. En el “Manifiesto del Partido Comunista”,
“con genial claridad y brillantez, se esboza una nueva concepción del mundo; un
materialismo consecuente, que abarca el dominio de la vida social; la dialéctica, como
la doctrina más profunda y general del desarrollo; la teoría de la lucha de clases y el
papel revolucionario histórico-mundial del proletariado, creador de la nueva sociedad
comunista” (Lenin).

El “Manifiesto del Partido Comunista” se compone de cuatro capítulos: 1) Los


burgueses y los proletarios; 2) Los proletarios y los comunistas; 3) La literatura
socialista y comunista; 4) Las relaciones de los comunistas con los distintos partidos
de oposición.

En el Capítulo I, Marx y Engels, sentando la lucha de clases como ley fundamental


del desarrollo de todas las sociedades antagónicas, dan una breve visión del cambio
histórico de la sociedad esclavista por la feudal, y de la feudal por la capitalista.
Además, analizan las causas del inevitable naufragio del capitalismo, por la fuerza de
sus contradicciones internas inconciliables, y fundamenta el objetivo final de la clase
obrera: el comunismo. La ruina de la burguesía y el triunfo del proletariado, escriben
Marx y Engels, son “igualmente inevitables”.

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El Capítulo II del “Manifiesto”, está consagrado a explicar los fundamentos del papel
del Partido Comunista, como parte indisoluble de la clase obrera y su vanguardia, y a
la exposición del programa del Partido Comunista. La supresión de la propiedad
privada sobre los medios de producción y el establecimiento de la propiedad social,
sobre cuya base se abrirán todas las posibilidades para el libre desarrollo del individuo
y el florecimiento de la cultura y la ciencia, tal es el objetivo fundamental del programa
de lucha que siguen los comunistas. Sólo la revolución comunista originará un cambio
radical en las relaciones económico-sociales, en la existencia social y en la conciencia
de los hombres. “El primer paso de la revolución obrera, escriben Marx y Engels, es
la conversión del proletariado en una clase dominante”. De tal modo, en el “Manifiesto”
se da la fórmula “de una de las más notables e importantes ideas del marxismo sobre
el problema del Estado, a saber, la dictadura del proletariado” (Lenin).

En el Capítulo III, se hace una profunda crítica de las diversas corrientes socialistas,
no proletarias, que existían antes de escribirse el “Manifiesto” y durante el período de
su preparación.

El IV y último capítulo del “Manifiesto” expone las bases de la estrategia y tácticas del
Partido Comunista. En el “Manifiesto” se indica que los comunistas apoyan por
doquier todo movimiento revolucionario, dirigido contra el régimen político y social
existente, hasta la lucha conjunta con la burguesía contra el feudalismo. Pero los
comunistas ni por un minuto olvidan la cuestión fundamental: formar, entre los
obreros, una clara conciencia sobre la oposición hostil del proletariado y la burguesía.
Procurando por doquiera, la unión y unificación de las fuerzas democráticas de todos
los países, los comunistas declaran, abiertamente, que sus objetivos sólo pueden
alcanzarse por el derrocamiento violento de todo el régimen existente hasta hoy.

En el llamado con que termina el “Manifiesto”: “¡Proletarios de todos los países:


uníos!”, se proclama el carácter internacional del movimiento comunista.

El triunfo del socialismo en la U.R.S.S., logrado bajo la dirección del partido Lenin-
Stalin, trajo consigo el gran triunfo de las ideas expuestas por Marx y Engels en el
inmortal “Manifiesto del Partido Comunista”, ese cantar de los Cantares de la
Revolución Comunista.

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NOTA: Marx y Engels dejaron enseñanzas en su famoso Manifiesto que resultan
fundamentales: el carácter efímero de toda lucha económica y como cada lucha de
clases encierra potencialmente el problema del poder, dado que sigue habiendo una
clase que lo detenta (la burguesía) y una gran mayoría que lo sufre y es oprimida (el
proletariado).
Pero, ese antagonismo que se expresa en la lucha de la clase trabajadora por
liberarse del trabajo como imposición no lleva automáticamente a la conquista del
comunismo. Para ello es necesaria una organización política con la estrategia
consciente de la revolución social. Un partido revolucionario que luche por el poder
de los trabajadores como condición para avanzar hacia el comunismo. Por eso Marx
y Engels no se dedicaron a la militancia en general sino a la militancia revolucionaria.

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BIBLIOGRAFÍA

 Prefacio al libro de Engels Notas sobre la guerra franco-alemana de 1870-


71.Traducido del francés al español de Cahiers du Mouvement Ouvrier Nº 46,
abril-junio de 2010, París, CERMTRI, p. 41.
http://ceipleontrotsky.org/Las-notas-de-Friedrich-Engels-sobre-la-
guerra-de-1870-1871-4961
 La estrategia y táctica socialistas de Marx y Engels a Lenin, tomo I, México.
Edit. Era. Dos Santos, Theotonio y Vania Bambirra (1980)
http://ru.iiec.unam.mx/3093/1/EstrateI.pdf
 Federico Engels. Por Henrich Gemkow, Buenos Aires – Argentina 1975
https://www.marxists.org/espanol/m-e/bio/gemkow-federicoengels.pdf
 https://historiayguerra.net/2015/05/25/resumen-la-guerra-franco-
prusiana-1870-1871/
 https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/1888viol.htm
 http://www.filosofia.org/enc/ros/engels.htm
 https://www.proletarios.org/books/Engels-Temas_militares.pdf

 Engels, F. (1975). Temas Militares. Buenos Aires: Editorial Cartago s. r. l.

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