[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
137 vistas12 páginas

Riflet-Lemaire A. El Enfoque de Lacan en Linguistica

Este documento discute el enfoque de Jacques Lacan en la lingüística. Lacan define el significante como los elementos materiales del lenguaje y el significado como el sentimiento común de una experiencia expresada en el discurso. Lacan argumenta que el significante actúa independientemente de su significación y que los significantes puros pueden inscribirse en el inconsciente sin significado. También compara el significante y el significado a los términos de la serie y la combinación en la lingüística, asimilándolos a conceptos como el parad
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
137 vistas12 páginas

Riflet-Lemaire A. El Enfoque de Lacan en Linguistica

Este documento discute el enfoque de Jacques Lacan en la lingüística. Lacan define el significante como los elementos materiales del lenguaje y el significado como el sentimiento común de una experiencia expresada en el discurso. Lacan argumenta que el significante actúa independientemente de su significación y que los significantes puros pueden inscribirse en el inconsciente sin significado. También compara el significante y el significado a los términos de la serie y la combinación en la lingüística, asimilándolos a conceptos como el parad
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 12

ANIKA R1FFLET-LEMAIRE

propio Lacan matiza las


afirmaciones de la autora
enriqueciéndolas con pre­
cisiones teoréticas basa­
das en su evolución poste­
rior.
LACAN

'A- ■••• (

r‘ v M*¥Va23£

Edhasa, 1971
Conviene distinguir, no obstante, al inicio de
esta segunda parte, entre las referencias de J. Lacan
a la ciencia lingüística propiamente dicha y una

filosofía de Lacan acerca de la ontogenia humana i -
que es posible forjar a la luz de una determinada
concepción de los efectos que el lenguaje opera en
el hombre.
fc -

CAPITULO I

ENFOQUE DE LACAN EN LING Ü ÍSTIC A

En las actas del Congreso de Roma celebrado


en 1953 (Discours de 3. Lacan dans les Actes du
Congrés de Rome, 3953, «La Psychanalyse», n.° 1),
J. Lacan define el significante como el conjunto de
los elementos materiales del lenguaje, vinculados
por una estructura; el significante es el soporte ma­
terial del discurso: «la lettre» o los sonidos. El
significado es el sentimiento común a todos de una
experiencia referida en discurso; se exterioriza en
la globabilidad de los significantes sucesivos y no
se sitúa en parte alguna, de forma precisa, en el
significante de la frase.
La originalidad de J, Lacan radica en el hecho
de haber querido suministrar la prueba de que el
significante actúa con independencia de su signifi­
cación y a espaldas del sujeto. La figura, el carác­
ter literal del significante, en cuanto elemento cons­
titutivo del inconsciente, produce sus propios efec­
tos en la conciencia sin que la mente tenga ni mu­
cho menos que intervenir. E l «e llo » piensa en un
lugar en donde es imposible decir «yo soy».
Así, por ejemplo, si el hecho de un coito se rea­
liza en presencia de un niño, sin que éste tenga la
madurez biológica suficiente para otorgarle su jus­
ni1•; ta significación, se inscribirá en el inconsciente, si
li?'
76 77
bien desprovisto de su significación. Se inscribirá cante, el significado y el mismo signo en su globa-
en letras, en significantes puros. lidad constituyen a la vez términos y relaciones.
Tenemos aquí ya una interpretación de la lin­ El significante se define por sus oposiciones res­
güística que no puede separarse del contexto hu­ pecto a los otros significantes del código y esto en
mano en el que se inscribe, y que consiguientemen­ un mismo nivel de comparaciones posibles; el sig­
te no puede desmentirse acudiendo a los procedi­ nificado, de otra parte, no cobra su propio peso
mientos clásicos de la crítica científica. específico sino de sus correlaciones con los otros
En otro lugar de sus Ecrits («L a chose freudien- elementos de la frase y con todos los elementos del
ne», p. 414), J. Lacan confronta respectivamente los código. Asimismo, la significación de un signo de­
términos significante y significado con la lengua pende de las otras palabras de la frase y del có­
como sistema y el habla o la cadena hablada. En digo.
realidad, asimila significante y significado a los tér­ Bien poco nos importa que J. Lacan haya prefe­
minos opositivos de las series: selección y combi­ rido en definitiva la terminología significante-sig­
nación; alude, además, a la noción de valor. nificado más bien que la de sintagma-paradigma o
Lógicamente declarará que significante y signi­ cualquiera otra — advirtamos, no obstante, que ha­
ficado son dos redes de relaciones que no se recu­ bla también de sincronía y de diacronía— , lo esen­
bren la una a la otra. cial para nosotros es que el autor de los Écrits
La primera red, la del significante, es la estrucr haya asimilado las nociones lingüísticas de signo,
tura sincrónica del material de lenguaje donde cada de valor y de división del lenguaje en dos ejes
elemento recibe su empleo preciso por ser distinto principales.
de los otros y ello en cada nivel extraído por el aná­ Su interpretación de la teoría de los valores de­
lisis lingüístico, del fonema a las locuciones com­ nota, sin embargo, una acentuación muy evidente
puestas. de las relaciones de los términos entre ellos, den­
Por tanto, la red del significante en J. Lacan se tro de las dos categorías del significante y del sig­
especifica por las relaciones de oposición de los nificado, en detrimento de la unificación terminal
elementos materiales, en todos los niveles de es­ del significante con su significado.
tructuración que la lingüística extrae. Nos parece haber puesto ya de relieve estos ries­
La segunda red, la del significado, es el conjun­ gos en los capítulos dedicados a la lingüística. In­
to diacrónico de los discursos. Actúa históricamen­ cluso si el progreso de la significación toma el atajo
te sobre la primera igual que el habla influye sobre de una completa red de relaciones cruzadas entre
la lengua aunque en sentido inverso: la red signifi­ significantes y significados, cabe siempre la posibi­
cante determina, por sus leyes de estructura, el ad­ lidad, teniendo en cuenta el contexto general, de
venimiento del habla. Una característica dominante circunscribir al nivel local de la palabra en una
del orden del habla: la significación nace de una frase una unidad de significación bien delimitada.
aprehensión global de los términos con j usgos u Claro está que antes se habrán desliado estas redes
operaciones múltiples de remisiones de significan­ contextúales y gracias finalmente a estas últimas
tes en significantes. podrá determinarse la significación de una pala­
Concebir de esta manera el significante y el sig­ bra.
nificado acercándolos respectivamente al paradig­ El significante y el significado — dice J. Lacan
ma y al sintagma permite a J. Lacan asumir en sus en el artículo— son dos órdenes diferentes, separa­
teorías la noción de valor tal como la exponía dos por un trazo o una divisoria resistente a la sig­
Saussure insistiendo en el hecho de que el signifi- nificación, dos flujos paralelos donde los punteados

78 79
Además, estos descubrimientos de « éijio'Hin.ii >
de correspondencia son mínimos. Esta compara­
ción se aplica naturalmente a la cadena hablada, diseminados en el tiempo, son transmitidos de boca
pero atañe también a la dimensión del código. en boca, bajo forma de opinión (la « 5ó e a »). Es­
tos trayectos forzados de discurso vienen a dete­
«En la cadena del significante es en lo que riorar el saber un poco más a cada paso. De ello
el sentido insiste sin que ninguno de sus ele­ resulta que el lenguaje es un engaño o trampa res­
mentos consista en la significación» (J. Lacan). pecto a la comprensión interhumana y principal­
No quiere decir esto que no hay posibilidad al­ mente en relación con la verdad.
guna de delimitar en algún modo la significación Esta filosofía general de la relación verdad-len­
de las frases. guaje y de la relación Sóea-éT¡iot7¡tL7] se refleja
Por el contrario, la espiral recurrente por me­ o repercute naturalmente al nivel del discurso en
dio de la cual se aprehende la significación de la su dimensión restringida. Y la significación, a par­
frase recibe en los Écrits el nombre de «point de tir de entonces, temporalmente circunscrita al nivel
capitón» («em baste»). de la frase, se distiende sin cesar en enigma; engen­
dra nuevas frases que, sobreañadidas unas a otras
«Este "point de capitón", localíceselo en la en una carrera en el sentido verdad mítica, dan la
función diacrónica de la frase, mientras no impresión de una irreductible distorsión entre el
clausure su significación sino con su último tér­ significante y el significado.
mino, pues cada término se anticipa en la cons­
A esto hay que añadir que la revelación de la
trucción de los otros, e inversamente sella
función separadora de la divisoria del algoritmo
su sentido por su propio efecto retroactivo»
de Saussure opera igualmente para J. Lacan en el
( Écrits, p. 805).
nivel local de la palabra. Ciertamente, en la frase
Ahora bien, lo que hace desconfiar a J. Lacan cada palabra cobra un sentido por el juego inter-
de un enfoque puramente científico del lenguaje, relacional de los elementos de la . frase, pero al
como pretende serlo el de la lingüística, es una mismo tiempo este sentido nunca se fija de modo
percepción filosófica del fenómeno de la «compren­ estable. La palabra sola implica una serie de refe­
sión» inter-humana, de la aprehensión «im posible» rencias a las otras palabras del código, de tal suer­
por el hombre de la Verdad. te que a través de sinónimos y antónimos se podría
Puesto que muchas veces habremos de aludir reconstruir en su totalidad el circuito del dicciona­
en nuestra exposición a estas referencias de Lacan a rio sin llegar a otra cosa que a una tautología.
lo humano, resumiremos muy brevemente de lo También aquí, en la estructura sincrónica del
que se trata. lenguaje, el «point de capitón» es mítico. El signi­
Según J. Lacan, en cuya obra ocupa un lugar ficado final perseguido está radicalmente excluido
capital la reflexión ilustrada sobre la historia de del pensamiento, ya que depende de una dimensión
la ciencia y de la filosofía, es un hecho evidente el inconmensurable, es decir, de lo «real».
de que la Verdad se sustrae al lenguaje. La historia
A fin de respaldar su tesis de una autonomía
de la humanidad está puntuada por descubrimien­
del significante con respecto al significado, J. La-
tos de valor en el campo de las «ciencias hipotéti­
can cita dos versos de Paul Valizy. Demuestra con
cas», de acuerdo con la formulación de J. Lacan,
ello que el significante no puede servir a nuestro
pero estos «points de capitón» en dirección de la
pensamiento sino en su conjunto, gracias a las co­
verdad nunca aciertan en lo esencial, esto es, en lo
nexiones de los términos de la frase entre sí y gra-
imposible: la verdad, lo real.

80 81
6. LACAN
cías a los contextos corroborados verticalmente ejemplo, la palabra «bras» (brazo) puede designar
sobre cada punto discreto de la frase. metafóricamente los afluentes de un río.
«N onl dit l'arbre, il dit non dans l ’étincellemeñt Esta posibilidad que posee el lenguaje de signi­
de sa téte superbe» («¡N o ! dice el árbol, dice no en ficar otra cosa distinta de lo que concretamente
el fulgor de su cima soberana»). dice determina su autonomía con respecto al sen­
tido. Dentro de esta perspectiva, nos vemos obliga­
La significación que de estos versos se despren­
dos a reconocer en la intuición de J. Lacan una
de es la de una majestad personificada en un ár­
cierta evidencia. Por otro lado, ¿no convenía de
bol. Ahora bien, ninguna de las partes de la frase
acuerdo con N. Chomsky el actualizar los distintos
goza del privilegio de centrar en ella sola esta sig­
niveles de la frase aparente para extraer de ellos la
nificación. N o son ni «arbre» ni «étincellement»,
sustancia conceptual? Quiere esto decir que la es­
por ejemplo, los que exclusivamente fundan la
significación. De hecho, se desprende esta última, tructura superficial goza de una cierta autonomía
un poco por encantamiento, de un arreglo acertado respecto al pensamiento.
La metáfora constituye el principal agente de
de términos que traen suspendido en su vertical
todo un contexto cultural y lingüístico de asocia­ esta autonomía relativa, aun cuando otra figura de
ciones entre significantes y significados. estilo igualmente importante se ejercite en los mis­
mos efectos. Se trata de la metonimia . Ésta reem­
En efecto, si la asociación de estos escasos tér­ plaza un término por otro sobre la base de un lazo
minos reviste al árbol de una majestad humana, de proximidad, de conexión del sentido de estos
ello se debe a que «arbre» evoca por asociación el
dos términos. Así, por ejemplo, la expresión «je
plátano y metafóricamente evoca la fuerza y la ma­ bois un verre» («y o bebo un vaso») constituye una
jestad. Se debe también al hecho de que la pala­ metonimia, y nos percatamos de su sentido correc­
bra «téte» sugiere a la memoria los conceptos de to con independencia de la inexactitud de los sig­
autoridad y de reflexión, que remitidos al «non» nificantes empleados. Bien evidente es que yo no
inicial del verso transforman al árbol en una per­
bebo el vaso sino lo que éste contiene. Sin embar­
sona.
go, la significación de la fórmula es inmediata gra­
En resumen, la significación se origina progre­ cias a la conexión que une al vaso con su contenido.
sivamente de un arreglo o disposición equilibrado Los ejemplos de tales figuras de estilo podrían
y meditado de términos, que excluyen de sí otros multiplicarse al infinito. Daremos sólo algunas de
inadecuados y evocan otros comparables. ellas para corroborar su frecuencia en el lenguaje
Estos versos, prosigue J. Lacan, también nos per­ de uso más corriente.
mite tomar conciencia del hecho bien evidente de
Treinta velas en lugar de treinta navios
que la lengua se utiliza para decir algo del todo
(la parte por el todo)
distinto de lo que en realidad se dice, si nos atene­
La ciudad en lugar de los habitantes
mos al sentido literal. XJn poco al estilo de la agu­
(el continente por el contenido)
deza en la que se sugiere entre líneas una verdad
Vive de su trabajo en lugar de vive del fruto de su
gracias a las acrobacias posibles que con las pala­
trabajo
bras pueden llevarse a término. Estas últimas, de­
(la causa por el efecto)
bido al poder metafórico de que está dotado el
hombre, sirven de vehículo de múltiples sentidos De H. Wald (Métaphore et concept., «Rev. de
y nosotros las utilizamos para significar algo bien métaph. et morale», n.° 2, abril, 1966) tomaremos
distinto de lo que realmente quieren decir. Así, por algunos ejemplos de metáforas. La palabra «bou-

82 83
che» («b o c a ») empleada respecto a una caverna o fundo de la lingüística de N. Chomsky. La insisten­
un río; el término anatómico «langue» («lengua») cia que pone Lacan en la autonomía del significan­
utilizado para designar el vehículo del habla, o te, en la resistencia de la divisoria del algoritmo
bien representado en la expresión «langue de terre» de Saussure, recibe la influencia procedente de su
(«lengua de tierra»); el término «coeur» (corazón) formación de analista. De una manera que a noso­
aplicado a un bosque, a la vida, al amor... El autor tros nos parece justificada, J. Lacan extrae de la
hace notar asimismo que gran número de expre­ enseñanza de la lingüística todo cuanto puede pro­
siones aparentemente triviales se han forjado por porcionarle unos instrumentos más prácticos para
metáfora (así, «phénoméne» — fenómeno— se deri­ la explicación de los fenómenos estrictamente hu­
va de «visible», y «essence» se origina de «invisi­ manos que él analiza.
ble»). De esta suerte, J. Lacan asimila los procedimien­
En nuestro primer capítulo acerca de la lingüís­ tos metafóricos y metonímicos del lenguaje a la
tica censurábamos a los lingüistas, en el estadio condensación y al desplazamiento respectivamente:
contemporáneo de madurez de esta ciencia, el ha­ éstos son los dos mecanismos característicos del
ber descuidado este aspecto creador de la lengua funcionamiento del inconsciente en sus formacio­
en beneficio del empleo, en análisis, de frases des­ nes.
tinadas a la mera comunicación, Al hablar de Noam Las formaciones del inconsciente en el aspecto
Chomsky, el más original de los lingüistas actuales, que brindan a la conciencia son literalmente incom­
subrayábamos la fecundidad posible de esta fuen­ prensibles como el lenguaje. Al igual que los je­
te de cara al progreso de la ciencia lingüística en roglíficos se analizan por referencia a los contextos
sus relaciones con el funcionamiento del pensa­ subyacentes al enunciado. Contextos que desplie­
miento. gan las metáforas y las metonimias, o sea tam­
Fácilmente cabe advertir que la insistencia que bién, las condensaciones y los desplazamientos.
J. Lacan pone sobre los procedimientos de estilo,
preferentemente a las leyes que presiden la orga­ «E l síntoma p si coanalizable se halla soste­
m nización sintáctica de la frase superficial, le ha nido por una estructura idéntica a la estructura
V,í : í
franqueado con mayor celeridad el acceso a los del lenguaje. Ello se refiere al fundamento de
mecanismos del pensamiento. Las formaciones del esta estructura, esto es, la duplicidad que su­
inconsciente — «sueños, lapsus, chistes, sínto­ bordina a unas distintas leyes los dos registros
m as...»— rebosan de tales procedimientos estilís­ que a ella se destinan: del significante y del sig­
ticos. Por consiguiente, el análisis psicoanalítico nificado. La palabra «registro» designa en este
debe proceder a una verdadera hermenéutica para caso dos encadenamientos considerados en su
extraer su sentido inconsciente (obsérvese la insis­ carácter global, dejando a priori en suspenso
tencia de la divisoria resistente a la significación). para examen la posición primera de su distin­
La hermenéutica es el arte de los rodeos, el arte ción cualquier eventualidad encaminada a equi­
destinado a revelar los conceptos subyacentes al parar estos registros término a término» (J, La-
enunciado, a la estructura aparente de las forma­ can, p. 444).
ciones del inconsciente. De estos encadenamientos
verticales inconscientes extrae la técnica analítica Señalemos además que el propio lenguaje ocul­
de la «asociación libre» todo su valor y su razón ta numerosas metáforas y metonimias que han sido
de ser. Se pueden conjeturar así los beneficios que configuradas sobre la base de experiencias de psi­
el psicoanálisis podría reportar de un análisis pro­ cología profunda comunes a todos: las experien-
84 85
I: ■

cías sexuales corresponden a esta categoría y son represente por varios detalles de lo manifiesto. Fi­
a menudo éstas las que el humor utiliza. De ella nalmente, entre lo manifiesto y lo latente se forma
forman también parte las experiencias artísticas una red compleja de hilos entrecruzados.
y a la poesía incumbe referirlas en un simbolismo Aquí la significación, como en el algoritmo de
accesible a la generalidad, aunque por el sesgo de Saussure, depende de las articulaciones de los ele­
unos rodeos o circunloquios en los que se deja mentos de la frase y de las adyacencias verticales
sentir esta divisoria resistente a la significación. de cada término elemental.
Tratemos de no buscar ante todo lo que distancia En términos analíticos, la significación del sue­
las ciencias. ño se extrae de una dialéctica de lo manifiesto y de
El doctor J. Lacan no ha tenido que hacer un lo latente y cada estadio o fase engloba los prece­
gran rodeo para aplicar al psicoanálisis los hallaz­ dentes en una síntesis más vasta.
gos de la lingüística, le ha sido suficiente «huma­ Una técnica de análisis idéntica puede aplicarse
nizarla». Y puede decirse con razón que el enfermo a todas las formaciones del inconsciente. El analis­
juega con las palabras igual que lo hace el poeta, ta alcanza su objetivo gracias a las asociaciones li­
pero con la particularidad de que las asimilaciones, bres del analizado sobre cada elemento discreto
las comparaciones o las operaciones que entre los del fenómeno aparente.
significantes opera son a veces nuevas y estricta­ Observemos, por otro lado, que con frecuencia
mente privadas, y si existen ya en la lengua, aún en se aplica una misma hermanéutica cuando se trata
tal caso las subraya un toque de motivación psí­ de extraer la sustancia de un poema.
quica interna. De esta forma, podríamos asimilar J. Lacan considera que las ligazones que existen
por nuestra parte el Citroen DS a una mujer, pero en el interior de esta red de hilos entrecruzados
el enfermo lo hará así fundándose en una experien­ operan mediante los procedimientos metafóricos y
cia personal incomunicable y de todos incompren­ metonímicos y sin que el sujeto mismo lo sepa.
sible. Notemos que el artista tiene a menudo la sensa­
Así pues, en J. Lacan las teorías lingüísticas se ción de que otro actúa en su lugar en el proceso
matizan inevitablemente por su contacto con los de la creación. La patología, no obstante, como ya
entresijos del alma humana. lo hemos señalado, acentúa el carácter privado de
El algoritmo de Saussure S/s se comprenderá las asociaciones en detrimento a menudo de su ca­
en el psicoanálisis en el eje del símbolo, de la me­ rácter universal, introduciendo un determinismo
táfora inconsciente, más bien que como signo res­ de « motivación » secreta.
tringido a sus contornos racionales. La interferencia de los datos del psicoanálisis en
Para entrar en lo vivo del tema, resumamos el las interpretaciones lacanianas de la lingüística ten­
modo de elaboración del sueño. drá otra consecuencia que es fundamental bosque­
El material latente del sueño determina casi en jar en estas páginas. Insisteremos sobre ello más
sus mínimos detalles el contenido manifiesto. Cada exhaustivamente cuando se hayan plantado ya los
uno de estos pormenores no se deriva de una idea primeros jalones de la teoría global de Lacan.
latente aislada, sino de varias de ellas, tomadas en Efectivamente, J. Lacan desarrolla largamente
préstamo de un fondo común. lo que él denomina «autonomía de la cadena sig­
Al lado de estos hilos divergentes que parten de nificante en relación con el significado, deslizamien­
pensamientos latentes, otros existen que, como to incesante de la cadena significante sobre el flujo
ideas latentes, se encaminan divergiendo hacia lo del significado».
manifiesto de suerte que una sola idea latente se La noción del «point de capitón», que ya adelan­

86 87

iS\.
tamos a propósito de ello, no resuelve (com o se ha cial y sujeto del discurso inconsciente. La separa­
visto) sino muy parcialmente el problema de la ción se reproduce aquí en cada fase de la cura ana­
trabazón terminal del significante con el significado lítica y permanece siempre aparente en el movi­
y la ausencia de vínculo o nexo se revela tanto en lo miento originario en el cual los iniciales balbuceos
concerniente a las relaciones de lo real con el pen­ de lenguaje infantiles se escinden o separan de los
samiento como en lo que se refiere al vínculo del primeros significantes elementales del inconsciente.
pensamiento con el significante simbólico. Para un m ejor entendimiento de estos enuncia­
En el registro psicoanalítico ocurrirá otro tan­ dos, remitimos al lector a la parte IV de este libro.
to. En efecto, si se analizan, en el transcurso de la En la obra de E. Benveniste Problemas de lin-
cura analítica, los retornos disociativos del incons­ guistique genérale (Gallimard, 1966) puede encon­
ciente en el circuito del discurso consciente, nos trarse una comparación crítica de los simbolismos
encontraremos con fenómenos paralelos a los que lingüístico y psicoanalítico. Emprendamos la dis­
caracterizan el discurso consciente. Así, en psicoa­ cusión con este autor al objeto de profundizar en
nálisis, el significado nunca se alcanza sino al tér­ los puntos de acercamiento posibles.
mino del tratamiento analítico. Cada capa del in­ El simbolismo del lenguaje — afirma éste— es
consciente revelado, restablecido en circuito de con­ un simbolismo adquirido, coextensivo al aprendi­
ciencia, de habla o palabra, se replantea en cuanto zaje del mundo; el símbolo y la sintaxis están pró­
«m isterio». ximos a la experiencia de las cosas.
Si a partir de aquí nos remontamos, en el trans­ En cambio, el simbolismo psicoanalítico se ca­
curso del tiempo analítico, de capa en capa, de racteriza por su universalidad: los símbolos que
cadena en cadena, se tropieza finalmente con el traducen los deseos de los sueños y los complejos
texto originario del inconsciente. de las neurosis son comunes a todos los pueblos,
Este texto constituye un conjunto de articuli, y en este sentido no son adquiridos por quienes los
de sílabas opuestas, de imágenes acústicas, de letras producen.
elementales. Por otra parte, el simbolismo psicoanalítico ma­
Sin embargo, así como en el lenguaje consciente nifiesta una multiplicidad de los significantes en re­
es imposible salvar a contrapelo el salto inicial que lación con la unicidad del significado reprimido.
separa lo real del pensamiento, lo real real del Ello se origina del hecho de que el significado, al
símbolo, también en psicoanálisis se excluirá la lo­ ser reprimido, sólo puede comunicarse bajo la figu­
calización del nexo que míticamente liga el texto ra de imágenes. Además, los significantes múltiples
originario del inconsciente con lo imaginario del están unidos al significado único a través de víncu­
sujeto. los o lazos de motivación.
Con mayor motivo resultará inconcebible ope­ Para concluir, el autor declarará que el simbo­
rar «realmente» la ligazón del significante y de lo lismo inconsciente es a un mismo tiempo supra e
biológico. infr a-lingüístico.
Advirtamos igualmente que el sentido de la di­ «Supra»: en cuanto utiliza signos muy conden-
visoria o trazo de separación, operante según J. La- sados que en el lenguaje organizado corresponde­
can en todos los niveles estructurales de ligazón rían a grandes unidades del discurso, y por cuanto
posible, desempeña también una función (la de ma­ entre estos signos existe una dinámica de intencio­
yor importancia) en la form a de concebir el nexo nalidad, de motivación — el deseo reprimido— que
entre lenguaje consciente y lenguaje inconsciente, emplea para manifestarse los más singulares rodeos
entre sujeto del pensamiento y del simbolismo so­ o circunloquios.

88 89
Por otro lado, es « infr a-lingüístico» porque tiene El primer nivel del signo, descrito por Peirce,
su origen en una región más profunda que aquélla vuelve a encontrarse a menudo en psicoanálisis, en
en la cual la educación instala el lenguaje, porque donde las imágenes del sueño o de la fantasía, por
puede recurrir a lo personal y a lo cultural. ejemplo, son la reproducción de imágenes idénticas
A causa de estas divergencias, anticipa el autor del inconsciente. Sin embargo, no aluden a menudo
que fuera más razonable hacer recaer la analogía más que a las capas más superficiales del incons­
entre lenguaje consciente e inconsciente sobre el ciente, en el límite de lo preconsciente, y la «trans­
estilo, m ejor que sobre el propio simbolismo. Efec­ posición» es en ellas muy débil. Estas imágenes
tivamente, la retórica del inconsciente podría asi­ recubren entonces por regla general otros signifi­
milarse en su opinión al estilo del lenguaje: eufe­ cantes en los cuales la relación con el significado es
mismos, metáforas, metonimias, sinécdoques, elip­ más ambigua.
sis, alusiones. El lenguaje mismo no funciona nunca en la prác­
Para iniciar la discusión sobre bases más sóli­ tica con meras imágenes. Las palabras onomatopé-
das que la de una presuposición de conocimiento yicas, en las que el significante en su sustancia fó ­
sobre la naturaleza exacta del simbolismo lingüís­ nica constituye casi la imagen auditiva del signifi­
tico, recordemos brevemente la excelente clasifica­ cado acompañado de sus cualidades sonoras, de­
ción que de los signos dio Peirce. Peirce distinguía penden en mayor grado del símbolo que de la ima­
tres tendencias en las relaciones que el significado gen.
puede sostener con su significante, añadiendo que En cambio, el diagrama es más frecuente en la
estas tendencias pueden adicionarse dentro de un lengua y por lo mismo se tropieza más a menudo
mismo signo. con él en psicoanálisis.
En primer lugar, el «icono», en cuanto diagra­ R. Jakobson citaba como ejemplo de diagrama
ma, refleja en el significante las relaciones internas en el lenguaje el orden de las proposiciones u ora­
del significado; en calidad de imagen, reproduce en ciones que refleja el orden de prioridad de los es­
el significante las cualidades de hecho del signi­ quemas de pensamiento. Igualmente en lo manifies­
ficado. to de los sueños la disposición de los elementos no
El «índice», en segundo lugar, deduce o infiere es en absoluto arbitraria y refleja la disposición de
la presencia del significado a través de una relación los contenidos, los unos en relación con los otros.
de conexión entre el significante y el significado. En tercer lugar, el «índice» es muy frecuente en
El «sím bolo», finalmente, constituye antes que el lenguaje poético y en el lenguaje habitual. El «ín­
nada una regla impuesta y adquirida según la cual dice» no es distinto de la metonimia y J. Lacan se
tal significante se vincula a tal significado. N o obs­ ha ocupado en comparar esta figura de estilo con
tante, un matiz permite asimilar a los símbolos los el desplazamiento característico de las formaciones
significantes que tienen, con su significado, una se­ del inconsciente.
mejanza metafórica. Del sueño al síntoma, pasando por el chiste, to­
Es evidente que nunca existirá una similitud das las formaciones del inconsciente utilizan estos
perfecta entre el símbolo neurótico de un complejo procedimientos para burlar la censura aunque es­
o de un deseo y el símbolo de un significado con­ tén marcados por ella.
ceptual del lenguaje clásico o incluso del lenguaje Una paciente histérica de Freud se veía ator­
poético. En la linde del parecido, la incidencia de la mentada por sensaciones olfativas recurrentes. En
«motivación personal» representará siempre el lu­ efecto, creía haber experimentado en otro tiempo
gar de escisión entre los dos simbolismos. un olor «como a harina quemada» y el retorno de

90 91
esta sensación la perseguía de un modo extraño. El entreverse si se conoce el sentido del término ale­
olor a harina quemada fue identificado por medio mán «vógeln», que vulgarmente sirve para desig­
del análisis como el indicio de un drama: el de un nar el ayuntamiento carnal.
plato de cocina que se había echado a perder, Puede verse en nuestro ejemplo que el signifi­
drama insignificante de no reemplazar en la memo­ cante sólo presenta respecto al significado una re­
ria aquél otro infinitamente más doloroso de una lación de necesidad, pero que en sí mismo el nexo
carta de ruptura que la paciente leía y releía a la es arbitrario. Sin embargo, se halla justificado por
hora del almuerzo. el sentido del término «vogeln», a través de ciertos
El olor a harina quemada constituye finalmen­ rodeos mentales. En la lengua, la mayor parte de
te el indicio de un drama sentimental con el cual las palabras no tienen con su significado sino una
está ligada por vía de metonimia. relación de costumbre.
Desde luego, el caso de desplazamiento en este La palabra «peral» no designa el árbol portador
síntoma es algo más que una metonimia, incluso si de este fruto sino porque una regla o norma así lo
se recuerda que ésta última opera muchas veces ha decidido. Sin embargo, esta relación se justifica
por medio de la sustitución del efecto por la cau­ por el radical «pera», que a su vez es del todo ar­
sa. En este caso, la relación del significante con el bitrario.
significado está motivada — como lo hace notar En lo que atañe ahora a los símbolos metafóri­
E. Benveniste— , determinada por una dinámica de cos, vamos a puntualizar antes que nada que son
intencionalidad. Debido al carácter privado de la términos de lenguaje como resultado de un conve­
experiencia traumática vivida por la paciente, una nio social cultural, respaldada por la semejanza de
alusión pública a un olor «com o a harina quema­ hecho entre el significante y el significado.
da» a nadie podría serle accesible. La estrella de cine no debe su sobrenombre más
En este punto divisorio se escinde el signo psi- que a una operación metafórica de pensamiento
coanalítico del signo lingüístico. que traspone la significación «destello, fulgor» del
Para concluir nuestra comparación, considere­ término «estrella» a la actriz de talento, en virtud
mos por último la categoría del «sím bolo» propia­ de una comparación subentendida entre los signi­
mente llamado. ficados.
El símbolo puede ser ya un significante cuya na­ Lo mismo sucede respecto al símbolo de la jus­
turaleza y caracteres no tengan relación con el sig­ ticia: la balanza; y podríamos proporcionar innu­
nificado — en tal caso, es adquirido— , ya un signi­ merables ejemplos de ello.
ficante cuya naturaleza sea distinta de la del signi­ En psicoanálisis, los símbolos operan del mismo
ficado en tanto que sus caracteres presenten algu­ modo. La desnudez significa la vergüenza moral;
na semejanza de hecho: éste es el caso de las me­ la escalera, la tarea difícil y el esfuerzo; la salida
táforas. de un tren al que se llega tarde, el fracaso o el de­
A nuestro juicio, el psicoanálisis tropieza igual­ seo de quedarse en donde uno se encuentra.
mente con entrambas formas de símbolos. Estos símbolos de contenido psicológico se han
En uno de sus sueños, Freud ve a su madre di­ incorporado, de otro lado, a la tradición, y todo
funta arrebatada por unos seres humanos provis­ individuo puede intuirlos sin necesidad de ser por
tos de un pico de ave. ello una enciclopedia de las artes y las letras.
El sueño es una alegoría del coito, que como Otros símbolos del lenguaje señalan un présta­
hijo de Edipo hubiera querido practicar con su mo directo tomado de la cultura nacional o uni­
madre. El sentido oculto de este sueño sólo puede versal. La cruz es el símbolo del sacrificio, del su-

92 93
frimiento. La expresión «vom ir quelqu'un ou quel- significado, inaccesible sin el auxilio de los proce­
que chose» (abominar de alguien o de algo, vomi­ dimientos analíticos.
tarlo) es una metáfora del verbo «ne pas pouvoir En definitiva, de las críticas de E. Benveniste
tolérer» (no poder tolerar o sufrir). Tener un pie sólo podemos retener aquéllas en las que hace re­
en la sepultura evoca la idea de la muerte. Descen­ saltar el carácter de intencionalidad, de motiva­
der a los infiernos significa vivir una pesadilla, te­ ción, del simbolismo psicoanalítico, y aquéllas otras
ner un mal sueño, etc. en las que subraya su fuente en una región más
No hace falta subrayar hasta qué punto son profunda que aquélla en donde la educación ins­
moneda corriente en psicoanálisis estos símbolos. tala el lenguaje. Convendría puntualizar aún que
Las formaciones del inconsciente, el sueño y los la educación y las experiencias psicológicas insta­
chistes están llenos de ellos. lan entrambas el lenguaje. Nosotros asimilamos al
Estas asimilaciones culturales se incorporan al lenguaje todas las expresiones que traducen las ex­
lenguaje corriente y se instalan en él bajo el título periencias psíquicas u otras muy profundas y que
dn significantes como los otros. Por otra parte, el a todos cabe percibir.
diccionario siempre tiene en cuenta los usos figura­ La enseñanza de la lingüística pone de relieve su
dos de los términos o palabras: lo cual constituye fecundidad en la práctica y en la teoría del psicoa­
una prueba de su adscripción al lenguaje. nálisis. Estimamos justificados y razonables los
préstamos de ella extraídos. Es cierto que J. Lacan
En estos casos de simbolismo psicoanalítico
como en los que más arriba hemos mencionado, la no da pruebas de un purismo absoluto, pero como
ya dijimos al comienzo del capítulo una ciencia no
única particularidad digna de ser notada, en fin de
cuentas, es la incidencia en la utilización del sím­ es como otra e integrar perfectamente la lingüís­
bolo de una motivación secreta. El ser humano en­ tica en el psicoanálisis es tarea irrealizable.
riquece su léxico con notas psicológicas personales, A nuestro juicio, el lingüista sacará provecho
el enfermo hace lo mismo aunque ignorándolo. introduciéndose en el espíritu del psicoanálisis y
percibiendo del interior la luz que éste pueda apor­
Los casos de lapsus son típicos. Una palabra in­
tar a la lingüística, en lugar de intentar desmentir
congruente surge de pronto pese al contexto glo­
el valor de las interferencias.
bal de la frase que la repudia, otra palabra en vano
J. Lacan no ha forjado de pies a cabeza un psi­
invocada se rehúsa a presentarse en la memoria,
coanálisis nuevo, esto es, un psicoanálisis lingüís­
aquella otra se utiliza deformada. Son otras tantas
tico; ha utilizado más bien una terminología que
fallas en el discurso consciente que su autor no
lo enriquecía. Ha ensayado cotejos con los fenóme­
puede llegar a interpretar sin un análisis pro­
nos de lenguaje. Y por entre esta terminología, tro­
fundo.
pezamos de nuevo con la sustancia misma de las
El enfermo pierde la referencia significada por doctrinas de Freud,
el símbolo, determinados cortocircuitos se operan Que no se nos vengan a reprochar estas reser­
en su discurso sin que él mismo pueda dar razón vas diciendo que no hemos percibido la originali­
de ellos. dad de J. Lacan. É l mismo se declara partidario de
De ahí la razón de que J. Lacan haya venido in­ un «retorno a Freud», y por otra parte, las referen­
sistiendo en la divisoria resistente a la significación cias a la lingüística han sido en J. Lacan el origen
en el algoritmo de Saussure. En la lengua, simbo­ de una profundización de los conocimientos sobre
liza el rodeo que la mente opera en la búsqueda del la psicosis en primer lugar, sobre la represión ori­
sentido; en psicoanálisis, simboliza la represión del ginaria y, sobre las razones de la alienación del in-

94 95
diyiduo neurótico y sobre muchas otras cuestiones
de las teorías de Freud.
Por otro lado, la teoría de Lacan se basa en una
filosofía de la ontogénesis humana que procede en
línea directa de los conocimientos actuales acerca
del lenguaje.
Vamos a intentar poner los primeros jalones de
esta teoría en un capítulo más filosófico que nos
servirá para comprender los conceptos clave del
lacanismo expuestos en los capítulos siguientes. CAPITULO II

LA FILOSOFIA DEL LENGUAJE EN


JACQUES LACAN

Lenguaje y subjetividad

Noam Chomsky, utilizando palabras de Schle-


gel, decía que los animales y los niños viven en un
mundo de «estados» (Zustande) y no en un mundo
de «objetos» (Gegenstánde), es decir, en un mundo
sin orden ni coherencia. Sólo_jelríenguajeJfiac£_pj>
sible^ instaurar, el orden-deL-mundo. y operar así
los actos de reflexión, de conciencia sobre el mun­
do y sobre las impresiones sensibles. Prosigue di­
ciendo que el lenguaje sirve ante todo de órgano
del pensamiento, de la conciencia y de la reflexión.
En consecuencia, dota al espíritu, a la mente,_jle_,
una autonomía sobre lo vivido, autoriza un. distan-
ciamiento en relación con esta experiencia vivida.
Como advierte A. de Waelhens, una de las carac­
terísticas específicas del lenguaje consiste.en ev.o-
car una cosa, una «realidad », po r 'jnedio .de...un
sustituto que estancosa, no es; dicho de otro modo,
en evocar su presencia sobre fondo de ausencia.
La palabra es presencia y ausencia de la cosa
que designa y la pone en el «en-sí» en su orden de
realidad.
Mediante el acto de designación se ordenan asi
dos órdenes separados aun cuando réferenciales:
«lo mal» y «el lenguaje».

96 97
7. lacan

-L

También podría gustarte