Identidad de los orientadores.
Marina Müller
En el trabajo orientador movilizamos toda nuestra personalidad y también ponemos en juego
esa identidad que se replantea a la vez en cada orientado.
Al presentarnos siempre decimos “soy psicóloga”, “soy”, es decir que mi identidad está dada en
buena parte por la ocupación que desempeño, soy lo que hago, me defino en y por la tarea que
realizo.
La identidad: qué imágenes tengo sobre mí, quien digo que soy, como me percibo, en términos
personales y ocupacionales. De ahí la trascendencia, si trabajamos con nuestra propia
personalidad como instrumento, de poder reflexionar con otros sobre estas imágenes de uno
mismo y sus repercusiones en la tarea: nuestras dudas, crisis y conflictos personales interesan,
ya que no podemos prescindir de ellas sin desconocer que nuestra persona está presente y
actuante en todo trabajo clínico.
Nuestra identidad profesional se construye laboriosamente en un proceso continuo,
permanente.
Operamos clínicamente, es decir, realizamos una síntesis de nuestra personalidad de la actitud
perceptivo-receptivo (escuchar y ver atentamente qué sucede), procesamos esa información
pensando, reflexionando de acuerdo con marcos referenciales teóricos que nos posibilitan
organizar e interpretar los datos; y operamos, es decir, intervenimos estableciendo el encuadre
del trabajo, señalando, interpretando, dando consignas, esclareciendo.
Esta participación clínica emerge de un conjunto de elementos interrelacionados, que
configuran un estilo personal de cada orientador, síntesis de:
La historia personal y familiar
Disposiciones psíquicas y psicopatológicas
Forma de aprender
Conflictos
Oportunidades educativas y socioculturales
Ideología de trabajo
Formación académica y posgrado
Identificaciones y modelos profesionales
El método clínico implica disponibilidad a aprender de cada consultante, lo que constituye su
peculiar subjetividad. Para realizar una lectura correcta de la personalidad (signos) del sujeto es
fundamental la conexión con nuestro propio inconsciente, con nuestra creatividad, con nuestra
imaginación y empatía, ya que la OV no es una colección de técnicas o recetas, sino un proceso
de aprendizaje en el cual, orientados y orientadores, aprendemos recíprocamente y
colaboramos desde nuestro rol en la elaboración de proyectos creativos.
Existe la fantasía de un rol ideal, “perfecto” al cual el profesional debería adecuarse (cree). Les
resulta difícil aceptar el no saber sobre otros, y aun sobre si mismos; el no tener recetas, el
desestructurarse, admitiendo la duda y la confusión, el meter el cuerpo con flexibilidad.
Las escenas fantaseadas por parte de los orientadores, en su vínculo con los orientados, suelen
referirse a:
Un maestro: “hay que enseñarle lo que tiene que hacer” “hay que explicarle”
Un terapeuta (sano) con sus pacientes (enfermos) hay que curarlo, ayudarlo a cambiar.
Una madre nutridora inagotable y un bebe o niño indefenso, demandante, “hay que
darle, solucionarle los problemas”.
Un juez que dictamina en una causa, evaluando y resolviendo lo bueno y lo malo en la
situación del incriminado, “hay que decidir por él” ya que no está en condiciones de
juzgar su propia causa.
Cualidades deseables en el orientador
Solida formación teórica en psicología evolutiva y educacional, dinámica de grupos,
técnicas explorativas de la personalidad, psicopatología, entrevista clínica, teoría
psicoanalítica.
Práctica clínica que incluirá análisis personal, supervisión y formación.
Empatía, inclusión de los afectos por identificación controlada.
Disociación instrumental: “distancia óptima”, equilibrio entre ponerse en lugar de otro,
sentir con él, sin confundirse con él.
Encuadre. Táctica
Modalidad de trabajo. Estrategia
Conocer su propia ideología: por ej. Respeto por el otro, por sus posibilidades de
autonomía, admisión de las contradicciones y de los límites.
Rol de acompañamiento: Participación acompañante (co-pensor) sin dirigir ni imponer
pautas, pero también con la posibilidad de proponer actividades informativas, consignas
de tareas que considere pertinentes.
Contradicciones al rol del orientador
Psicosis, psicopatía, neurosis severa
Compulsión a aconsejar, a enseñar, a corregir, a curar (por intervención de imágenes
ideales, narcisistas)
Aspectos conflictivos y reparatorios de la elección vocacional.
Elección profesional sublimatoria, y elección profesional defensiva o sintomática
Duelos: por lo no elegido: por la omnipotencia perdida.
Incumbencias en la formación y en la práctica de los orientadores.
Algunos recursos empleados para explorar la identidad profesional de los orientadores son:
- La realización individual o grupal de collages: “simbolizar la identidad profesional del
orientador vocacional”, y explicarlo por escrito. Luego comentamos por grupo y
representamos dramático/plásticamente (por ej. Escultura)
- La valija de los implementos profesionales, dibujar, escribir, y comentar.
- Elaboración del emblema profesional con su explicación.
PATOLOGIAS DEL VINCULO (NO LO VI EN EL TEXTO, LO PONGO PORQUE ESTABA EN EL POWER)
Complot: alianza contra los padres
Simbiosis parasitaria o follow-up
Desvalorización: no percibe progresos
Idealización: ser excelente
Paralización: depositario de la figura paterna
Cuasi sadomasoquista: técnicas agresivas