María Ricse Gonzáles / 12030146
La “poesía gauchesca”: estructura y tópicos recurrentes
La llamada “poesía gauchesca” del Rio de la Plata, de carácter popular y
surgida a principios del siglo XIX, es un fenómeno excepcional, casi único en la
historia de las literaturas hispánicas de América. De ella se han ocupado
estudiosos, críticos e historiadores, intentando desentrañar el origen y,
sobretodo, las circunstancias que llevaron a aquella forma “bastarda” de
subliteratura, o a lo sumo de periodismo político, escrito en una lengua
intencionalmente vulgar – y, a veces, en una jerga puramente inventada – a
convertirse, con el tiempo, en un modo de expresión legítimo y respetable que
entusiasmó al hombre culto, al poeta culto de la ciudad y culminó con la
publicación de Martín Fierro (1872), quizá la obra más importante del período de
romanticismo hispánico. Asimismo, interesan las razones por la cual dicha
expresión se distingue de otras parecidas, suscitadas a la vez en los demás
países de América. Es así que, por ejemplo, vemos que incluso Borges y Bioy1
han tentado una respuesta. Para ellos, la literatura gauchesca fue posible en el
Río de la Plata por la proximidad y compenetración que había entre el campo y
la ciudad; porque coexistían dos estilos de vida – urbano y pastoril –
diferenciados y sin embargo equiparables en sus elementos afines. Por tanto,
para ambos escritores la “poesía gauchesca” fue el resultado natural de la
curiosidad y el interés del hombre “civilizado” por el espectáculo heroico y a la
vez bárbaro del campo abierto, la llanura y la pampa dominadas por el “gaucho”
desclasado, holgazán, cuchillero, caballista, nómade y, fundamentalmente,
contrabandista, en tanto representó, en el contexto nacionalista de guerras
civiles y búsqueda de la “argentinidad”, el referente folklórico general, autóctono
y en oposición a la metrópoli. En ese sentido discurre la reflexión de Caillet Bois2
cuando apunta que, aparte de las razones sentimentales e históricas, la literatura
gauchesca tuvo, desde el principio, una significación cívica, política y moral que
1
Borges, Jorge Luis y Adolfo Bioy Casares. Poesia Gauchesca. Fondo De Cultura Economica, 1984, p.
7.
2
Caillet Bois, Julio “Introducción a la poesía gauchesca; Hilario Ascasubi”. En: Rafael Alberto Arrieta
(ed.), Historia de la literatura argentina. Buenos Aires, Ediciones Peusser, 1949. Vol. III, p. 51 – 64.
1
no fue posible desechar. Pero, a su juicio, estas razones quedan relegadas frente
al más importante influjo de ciertas doctrinas estéticas del romanticismo: “Lo
gauchesco no hubiera ascendido de los planos infraliterarios y anónimos sin el
concurso de la doctrina romántica que enaltecía todas las formas del arte
popular” (55). Con el romanticismo quedaba, pues, abierto el camino para todas
las expresiones de la literatura nativista, incluso el empleo de la jerga rústica del
gaucho; apunta, además, el afán de “los gauchescos” por llevar a sus últimas
consecuencias el programa romántico de crear una literatura nacional. Sobre
esta idea gravita al estudiar la figura de Hilario Ascasubi3, mostrando cómo su
obra alcanzó, dentro de la atmósfera del romanticismo, un prestigio nuevo que
contribuiría a enaltecer y justificar la pertinencia del género.
Con todo, más interesante que la trascendencia y glorificación ulteriores
del género por la crítica oficial, lo que nos ocupa es la peculiaridad misma del
fenómeno gauchesco en relación al proceso de su origen y desarrollo dentro de
la literatura rioplatense; a dicha razón, cabe situar su aparición en el marco de
diversas circunstancias históricas, sociales y, sobre todo, ideológicas que fueron
peculiares del Río de la Plata y que no se dieron del mismo modo ni con igual
intensidad en los otros países de América. Dentro de los factores decisivos
podemos mencionar, tal como se hizo líneas arriba, la influencia romántica, que
tuvo en Buenos Aires y Montevideo rasgos fuertemente distintivos.
Ahora, una vez desarrollada dicha particularidad, es necesario aclarar que
la “poesía gauchesca” fue, desde un comienzo, creación literaria y que, incluso
el gaucho, tal como lo conocemos a través de esa literatura, fue también
producto del ingenio de la ciudad. Asimismo, sus antecedentes más lejanos4,
incluyendo lo trabajado por Bartolomé Hidalgo, a quien se le atribuye la fundación
del género dada su concepción inicial de la figura del gaucho, corresponden en
realidad a una tendencia general de la literatura española e hispanoamericana
de la época en la cual se manifiesta renovado el interés por los tipos y formas de
vida populares, cuyas expresiones más claras se asientan en el cuadro de
3
Caillet Bois, op. cit., vol. III, págs. 65-89.
4
En el Río de la Plata se han conservado dos ejemplos bien conocidos: el romance "Canta un guaso en
estilo campestre los triunfos del Exmo. Señor Don Pedro Cevallos", escrito hacia 1778 por el can6nigo
Maziel, y el sainete an6nimo en verso, El amor de la estanciera. Son dos composiciones satíricas, contra
los portugueses, en las que encontramos el primer remedo de la lengua rústica campesina.
2
costumbres, en el teatro y la sátira. Esta fijación conllevó una recolección y
puesta en valor de los usos y expresiones de la lengua vulgar y de los modismos
locales o regionales, llegándose incluso al remedo de la lengua hablada para
lograr efectos humorísticos.
Retomando lo dicho sobre el romanticismo argentino es patente que,
desde sus comienzos, tuvo un fuerte sentido nacionalista. El primer punto de su
programa era lograr la independencia intelectual y espiritual del país, no solo
respecto del clasicismo sino de la tradición colonial española y de todo lo
español, en la medida en que representaba, para ellos, un pasado negativo y
retrógrado; sin embargo, podemos apreciar cómo, dada la esfera culta desde la
cual se produjo, lo que acontece es la adaptación de dialectos locales
(“gauchescos”) a las formas métricas españolas tradicionales empleadas para
confeccionar, por ejemplo, octosílabos que entroncan con la más pura tradición
del Siglo de Oro. De este modo “La naturalidad plástica de este verso de ocho
sílabas (…) no es una solución caprichosa, sino que obra como un resorte central
dentro de esa maquinaria poética”5. El empleo del endecasílabo, por su parte,
presupone un refinamiento métrico, una inserción tensional y espiritual;
prevalece, entonces, el octosílabo, organizado en dos principios estróficos: el
romance y la décima; el primero de ellos engendra una variante métrica criolla:
el cielito; la segunda se presenta, a veces, bajo la forma de “trovo” o “glosa”.
El cielito, que reconoce una antigua filiación romanesca, es una cuarteta
octosílaba cuyos segundo y cuarto verso riman en forma consonante o asonante.
Lo que define a esta especie es el hecho de que en sus estrofas pares se
presenta el siguiente estribillo en el primer verso y al comienzo del segundo:
Cielito, cielo que si/cielito, etc…, repitiéndose y ordenándose a lo largo de la
composición de forma variada. Ahora, bien, los innumerables cielitos políticos y
patrióticos que se escribieron y circularon desde 1810 son también obra de
autores cultos, aportan una visión sesgada, pese a ser anónimos y utilizar
expresiones o modismos vulgares y, muy a menudo, soeces. Lo único popular,
en todo caso, eran los estribillos y alguna que otra copla intercalada, y la música
5
Ayestarán, Lauro. La Primitiva Poesía Gauchesca En El Uruguay. Tomo I. 1812-1838. Apartado De La
Revista Del Instituto Nacional De Investigaciones Y Archivos Literarios. 1950. p. 57
3
con que se acompañaban. Bastaría para formar este juicio el examen de algunos
cielitos anónimos en los que conviven, junto a expresiones vulgares, de sabor
más o menos campesino, conceptos y términos cultos, característicos de la
poesía patriótica neoclásica. En un cielito de 1818, en que se celebra el triunfo
de la batalla de Maipú se dice, por ejemplo: “y publíquelo la fama/con su sonoro
clarín”6
Paralelamente al romance y su derivado gauchesco, obsérvese el empleo
constante de la décima. Esta deriva de la antigua “espinela” renacentista y
presenta ordenación de la rima consonante y pausa en el cuarto verso. Así,
siendo la estrofa más socializada del folklore lírico – musical uruguayo, fue
implantada decididamente por esta generación de escritores gauchescos de la
primera mitad del siglo XIX y se presenta, a veces, bajo la forma de “trovo”.
Consta de una cuarteta octosílaba llamada “cabeza” y de cuatro estrofas de
décimas llamadas “pie”. Si el lector subraya el último verso de las cuatro
décimas, reconstruirá, otra vez, la cuarteta inicial. Tiene su origen en el “zéjel”
arábigo del siglo IX, y después de pasar por un período de esplendor en la edad
de oro de la literatura castellana, se traslada a América alrededor de 1600 para
sobrevivir entre el pueblo.7
Para finalizar esta breve descripción estructural de la “gauchesca”, caben
destacar ciertas características: Es, en primer lugar, un verbo poético conjugado
en tiempo presente. No rememora hazañas, las vive en el momento y por ello,
quizá, no les da esa resonancia resonante con que el recuerdo las transfigura.
La muerte vigilante, el suplicio, la guerra, son accidentes inevitables y cotidianos
que rondan al poeta. La valentía y el miedo no son cualidades afirmativas o
negativas sino meros y cambiantes estados de ánimo. Aunado a esto, podemos
apreciar que la gracia recorre el recuadro de la “gauchesca”. Una gracia sana y
picante que late hasta el empleo de lo escatológico, esa “mala palabra” que, sin
embargo, aparece limpia y trascendida por su misma necesidad de irrupción. La
6
Rojas, Ricardo. Obras Completas. [Editorial Losada], 1948.p. 138
7
Sánchez Reulet, Aníbal. "La "Poesía Gauchesca" Como Fenómeno Literario". Revista Iberoamericana,
vol 27, no. 52, 1961, pp. 292. University Library System, University of Pittsburgh,
doi:10.5195/reviberoamer.1961.2034.
4
felicidad en la observación directa, la graficidad de la imagen se revelan en todas
y cada una de las composiciones.
Otra particularidad definida de esta poesía radica en el hecho de que el
paisaje está ceñido a la dimensión física y espiritual del hombre. La escala
humana se halla siempre presente; en ese sentido, no hay descripción que no
esté sometida naturalmente a una funcionalidad estricta dentro del poema,
carácter que podría ligarse con el último de esta enumeración, en cuanto
presenta una organicidad que, finalmente, se origina también en la
coparticipación colectiva de numerosos escritores en una especie de “gran obra”.
El estilo, en este caso, es una gran superestructura, no una definida expresión
personal, al punto que, para fijar al autor de alguna composición poética de este
grupo, haría falta recurrir a un criterio histórico – literario como el Romanticismo,
de cuyo influjo hemos tratado con anterioridad. Vemos, pues, que no hay una
sola nota discordante en el género rioplatense y, sin proponérselo
deliberadamente como doctrina o estética nacionalista, sin decretos ni
academias, estos escritores dan en el blanco en cuanto a su intención de forjar
una voz diferenciada para establecer un criterio propio de nacionalidad, desde la
esfera culta.
5
BIBLIOGRAFÍA
- Ayestarán, Lauro. La Primitiva Poesía Gauchesca En El Uruguay. Tomo
I. 1812-1838. Apartado De La Revista Del Instituto Nacional De
Investigaciones Y Archivos Literarios. 1950.
- Borges, Jorge Luis, and Adolfo Bioy Casares. Poesia Gauchesca. Fondo
De Cultura Economica, 1984.
- Caillet Bois, Julio “Introducción a la poesía gauchesca; Hilario Ascasubi”.
En: Rafael Alberto Arrieta (ed.), Historia de la literatura argentina. Buenos
Aires, Ediciones Peusser, 1949. Vol. III.
- Rojas, Ricardo. Obras Completas. [Editorial Losada], 1948.
- Sánchez Reulet, Aníbal. "La "Poesía Gauchesca" Como Fenómeno
Literario". Revista Iberoamericana, vol 27, no. 52, 1961, pp. 281-
299. University Library System, University of Pittsburgh,
doi:10.5195/reviberoamer.1961.2034.