Relato Del Psicoanálisis de Un Niño
Relato Del Psicoanálisis de Un Niño
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PRÓLOGO
Por Elliott Jaques
Elliott Jaques
PREFACIO
INTRODUCCION
Richard tenía diez años cuando empecé a analizarle1. Sus síntomas habían
llegado a un punto tal, que se le había hecho imposible ir al colegio desde los ocho años,
edad en que el estallido de la guerra, en 1939, incrementó sus ansiedades. Tenía mucho
miedo de los otros niños y esto contribuyó a que, en forma cada vez mayor, evitara salir
solo. Además, desde los cuatro o cinco años había causado una gran preocupación a sus
padres la progresiva inhibición de sus facultades y de sus intereses. Y junto con estos
síntomas era hipocondríaco y frecuentemente caía en estados depresivos. Estas
dificultades se hacían evidentes en su apariencia, pues tenía un aspecto muy preocupado
y triste. Sin embargo, a veces -y esto ocurrió en forma sorprendente durante las sesiones
analíticas-, su depresión desaparecía, y de pronto sus ojos cobraban una vida y un brillo
que transformaban por completo su expresión.
Richard era en muchos sentidos un niño precoz y dotado. Tenía muchas
condiciones para la música, cosa que demostró desde una edad temprana. Su amor por la
naturaleza era muy pronunciado, aunque sólo se refería a sus aspectos agradables. Sus
dotes artísticas se manifestaban, por ejemplo, en la manera como elegía las palabras, y
1
Los detalles de los antecedentes del paciente que doy aquí son casi idénticos a los incluidos en la
introducción de mi trabajo “El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas” (1945), en el cual
ejemplifico mis conclusiones con material sacado del análisis de este mismo paciente.
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en un cierto sentido por lo dramático que enriquecía su conversación. No se llevaba bien
con los demás niños, sintiéndose más cómodo con los adultos, y en especial con las
mujeres, a quienes trataba de impresionar con sus dotes de conversador; lograba así
congraciarse con ellas de una manera un tanto precoz.
La lactancia había sido insatisfactoria y había durado probablemente sólo unas
semanas2. Siempre había sido delicado y desde su primera infancia había sufrido de
resfríos y otras enfermedades. Su madre me habló de dos operaciones: circuncisión
efectuada a los tres años y amigdalectomía a los seis. Richard era el menor de dos
hermanos, habiendo entre los dos ocho años de diferencia. La madre, aunque no estaba
enferma en el sentido clínico de la palabra, tenía una predisposición hacia la depresión.
Le preocupaba mucho cualquier enfermedad de Richard, actitud ésta que ejercía cierta
influencia sobre los temores hipocondríacos del niño. No cabía duda de que éste le había
desilusionado, ni de que, aunque trataba de disimularlo, prefería a su hijo mayor, el cual
había tenido mucho éxito en la escuela y nunca le habla causado preocupaciones.
Aunque Richard la quería mucho, era un niño con el cual resultaba difícil vivir: no tenía
ninguna ocupación que le interesara; estaba siempre demasiado ansioso y sentía un
afecto desmedido hacia su madre, tanto que, por no poder soportar separarse de ella, se
le colgaba de una manera persistente y agotadora. Sus temores hipocondríacos se
referían tanto a la salud de la madre como a la propia.
Aunque ésta le cuidaba mucho y hasta cierto punto le mimaba, no parecía darse
cuenta de la gran capacidad de bondad y de cariño que poseía el niño, y tenía poca
confianza con respecto a su desarrollo futuro. Por otra parte, era muy paciente, como,
por ejemplo, al no presionarle para que jugara con otros niños ni obligarle a ir al
colegio.
El padre de Richard le quería mucho y era también bondadoso, pero parecía dejar
en manos de su mujer la responsabilidad de educarle. Aunque existía una relación
afectuosa entre los dos hermanos, éstos tenían poco de común entre sí. La vida familiar,
en general, era tranquila.
La guerra había agudizado intensamente las dificultades de Richard. A causa de
ella, sus padres se mudaron al campo y el hermano mayor fue evacuado con al escuela.
Para poder iniciar el análisis conmigo, Richard y su madre vinieron a vivir a un hotel en
"X", el pueblo donde yo vivía entonces, el cual no estaba lejos de su propia casa, situada
en un pueblo al que llamaré "Y". Los sábados iban a pasar el fin de semana a su hogar.
El abandono de la ciudad natal, que llamaré "Z", había causado en el niño mucha
ansiedad. La guerra en general le había reactivado ansiedades tempranas, asustándole en
forma particular los bombardeos y las bombas. Seguía muy de cerca las noticias sobre la
guerra y tomaba mucho interés en los
cambios que se iban produciendo; esta preocupación apareció constantemente en el
análisis.
En aquel entonces, para poder llevar a cabo el tratamiento de los niños, había yo
alquilado un cuarto de juegos, ya que el sitio donde atendía a mis pacientes adultos no se
prestaba para ellos. Este cuarto era grande y tenía dos puertas, una cocina y un cuarto de
baño que daban a él. Richard identificó esta habitación conmigo y con el análisis, y por
lo tanto estableció con ella una relación casi personal. Sin embargo presentaba algunos
inconvenientes: a veces era usada por una agrupación de niñas exploradoras, razón ésta
2
La versión de la madre con respecto a este punto y a otros fue muy vaga, y por ello hay una cantidad de
detalles de los primeros años de la vida de Richard que aunque me hubiera gustado conocer mas, no pude
llegar a descubrir.
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queme impidió sacar de ella los libros, cuadros y mapas que allí había. Otro inconve-
niente lo constituía el que no hubiera sala de espera ni nadie que atendiera la puerta. En
cada sesión yo debía abrir con mi llave, y al salir, dejar la casa cerrada; y si Richard
llegaba demasiado temprano, ocasionalmente venía a acompañarme durante un trecho
del camino. Como yo abandonaba la casa tras cada sesión, esto hacía además que me
esperara a la salida y me acompañaba hasta la esquina, que estaba a unos cien metros de
la casa. En ocasiones en que yo me iba después al pueblo a hacer compras, me
acompañaba un poco más. Cuando esto ocurría, aunque yo no podía negarme a
conversar con el niño, trataba de no entrar en ningún tipo de interpretación ni de
conversación que implicara detalles de mi vida íntima. Traté de mantenerme, dentro de
lo posible, en el límite de los cincuenta minutos que duran las sesiones de los adultos.
Durante el curso de su tratamiento, Richard hizo varios dibujos. Es significativa
la manera en que los ejecutaba, pues nunca comenzaba su labor con un plan
preconcebido, y a veces se sorprendía al ver el cuadro terminado. Le di un material de
juego variado, y además de los lápices y pinturas con los que hacía sus dibujos, los
cuales también representaban en sus juegos el papel de personajes. El mismo trajo de su
casa un juego de barcos de guerra. Cuando Richard quiso llevarse los dibujos a su hogar,
le señalé que sería útil para su análisis el tenerlos guardados junto con los juguetes, ya
que quizá quisiera volverlos a mirar alguna vez. Me di plena cuenta de que el niño
comprendió que sus obras tenían para mí gran valor, cosa que durante el curso del
análisis se vio confirmada repetidamente. En cierto sentido me estaba haciendo un
regalo. De esta situación en que sus "regalos" eran aceptados y valorados, sacaba una
sensación de seguridad, que vivió como una manera de hacer reparación. Todo este
contenido fue debidamente analizado. El efecto de seguridad que produce en el niño la
intención del analista de guardar sus dibujos, es un problema que el analista de niños
debe enfrentar frecuentemente. Los pacientes adultos sienten a menudo deseos de ser
útiles a su analista fuera de la situación analítica, y esto es similar al deseo del niño de
hacerle un regalo. La mejor manera de manejar estos sentimientos es analizándolos.
Aunque me esforcé en general por tomar notas detalladas tras cada sesión, la
cantidad de material recogido varió de una hora a otra, y sobre todo al principio, cuando
algunas sesiones fueron tomadas de manera incompleta. Ciertos comentarios de mi
paciente, que están transcriptos entre comillas, reproducen la versión literal de sus
palabras, pero en general no pude lograr esto ni con lo que él decía ni con mis propias
interpretaciones, así como tampoco pude anotar todas las que fueron pronunciadas.
También hubo horas en las que la angustia del niño le hizo permanecer en silencio
durante largos períodos, produciéndose por ello menos material. Fue imposible describir
matices de comportamiento, gestos, expresiones faciales y la longitud de las pausas
entre cada asociación, datos todos ellos, como sabemos, de una importancia particular
en el trabajo analítico.
En mis interpretaciones traté de evitar, como suelo hacerlo tanto con niños como
con adultos, el introducir comparaciones, metáforas o citas para ejemplificar lo que
quiero decir. Por razones de brevedad, en este libro uso ocasionalmente términos
técnicos cuando me refiero a algún detalle de sesiones anteriores. En la práctica nunca
uso una terminología técnica, ni aun para recordar a mis pacientes un material anterior,
actitud que mantengo también tanto con los adultos como con los niños. Por el
contrario, me esfuerzo por usar, siempre que me sea posible, las palabras que el paciente
mismo ha usado, y encuentro que esto tiene el efecto de disminuir sus resistencias y de
hacerle retomar plenamente el material al que me estoy refiriendo. En el caso de Richard
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tuve que introducir, empero, términos que él desconocía, tales como "genital",
"potente", "relaciones sexuales", o "coito". A partir de un determinado momento,
Richard llamó al análisis "el trabajo". A pesar, sin embargo, de haberme esforzado
siempre por enunciar mis interpretaciones de la manera más parecida que pude a su
forma de expresión, al transcribirías sólo he podido dar una versión resumida de la
misma. Además, a menudo he escrito en forma global lo que en realidad constituían
varias interpretaciones, separadas entre sí por el juego del niño o por algún comentario.
Esto puede dar la impresión de que las interpretaciones fueran más largas de lo que en
realidad lo fueron originariamente.
He pensado que sería útil definir ciertos puntos del material y de las
interpretaciones en los mismos términos que uso en mis trabajos teóricos. Como es
lógico suponer, estas formulaciones no fueron usadas al dirigirme al niño, sino que han
sido añadidas al texto, entre corchetes.
En cuanto a los detalles de los antecedentes del paciente, he hecho en ellos
alguna leve alteración por razones de discreción; y de igual manera debo, al publicar
este trabajo, evitar varias referencias a personas y a circunstancias externas. A pesar de
todo esto, sin embargo, estoy convencida como dije antes, de que presento un cuadro
esencialmente veraz del psicoanálisis de este niño y de mi técnica.
Desde un principio supe que sería imposible prolongar el tratamiento más de
cuatro meses. Sin embargo, tras una detenida consideración decidí emprenderlo, pues la
impresión que me hizo el niño me permitía suponer que aunque sólo pudiera esperar
obtener un resultado parcial, podría conseguir mejorarlo. El tenía mucha conciencia de
sus grandes dificultades y tanto deseo de ser ayudado, que no podía yo dudar de su
cooperación. También sabía que no se le presentaría durante varios años la posibilidad
de ser analizado. Su afán por que yo lo tratara se hacía mayor por el hecho de que un
muchacho mucho mayor que él, a quien conocía, era también paciente mío.
Aunque hasta la última sesión me he adherido en todo lo esencial a mi técnica
usual, al releer las notas me doy cuenta de que en este caso he contestado a más
preguntas de las que suelo contestar en otros análisis de niños. Richard sabía también,
desde el principio, que su tratamiento sólo duraría cuatro meses. Pero a medida que éste
transcurría tomó perfecta conciencia de que necesitaba mucho más, y cuanto más nos
acercábamos al fin del término, tanto más patético se tornaba su temor a quedarse sin él.
Yo tenía conciencia de mi contratransferencia positiva, pero, como estaba en guardia,
pude mantenerme dentro del principio fundamental de analizar firmemente, tanto la
transferencia negativa como la positiva y las profundas ansiedades que iba encontrando.
Estaba convencida de que, por más difícil que fuera la situación, el análisis de las
ansiedades reactivadas por su miedo a la guerra3 era el único medio que tenía para
ayudarle eficientemente. Creo que he logrado salvar los peligros a los que puede llevar
el sentir una gran simpatía por el paciente y por sus sufrimientos y la consecuente
contratransferencia positiva.
El resultado de este análisis fue, tal como yo esperaba, sólo parcial; pero logró
ejercer cierta influencia en el desarrollo del niño. Durante un tiempo pudo asistir a la
escuela; más adelante recibió clases privadas. Las relaciones con los niños de su edad
mejoraron, y disminuyó la dependencia de su madre. Se pudieron crear intereses cientí-
ficos y existen en la actualidad posibilidades reales para que siga una carrera. Desde que
3
Véase “Sobre la teoría de la ansiedad y la culpa” (1948).
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finalizó la guerra le he visto varias veces, pero hasta ahora no ha habido ocasión de
continuar su tratamiento.
4 Su madre me había dicho que se preocupaba mucho cuando a ella le pasaba algo. Este tipo de información no puede ser usado a menudo y sólo debe formar parte
de la interpretación si encaja muy profundamente en el material. Es más seguro depender sólo del material que el niño dé, pues si no, podemos hacerle sospechar
que el analista se mantiene en un contacto estrecho con sus padres. Pero en este caso particular sentí que el niño estaba excepcionalmente dispuesto a hablar de sus
preocupaciones.
5
Véase la Introducción.
6
Yo le habla preguntado a su madre cuál era la expresión con que Richard denominaba a su genital, y ésta
me contesto que con ninguna, pues nunca se refería a él. Tampoco llamaba de ninguna manera a los actos
de orinar y defecar, pero cuando yo introduje las expresiones de "lo grande" y "lo chico" (big job, little
job), y más tarde la palabra heces, las comprendió sin ninguna dificultad.
En casos como éste en que el ambiente ha favorecido tanto la represión que no se usa expresión alguna
para designar a los genitales ni a las funciones corporales, el analista debe él mismo introducirlas. No cabe
duda de que el niño sabe que tiene un genital, tanto como se produce orina y materia fecal, de manera que
las palabras que se le dan le ponen en contacto con este conocimiento, tal como se demostró en este caso.
De igual manera al principio tuve que referirme a las relaciones sexuales con la descripción de lo que él
mismo creía inconscientemente que sus padres hacían durante la noche. Gradualmente fui usando las
palabras "relaciones sexuales" y más tarde "coito''.
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juguetes, el papel y los lápices en la mesa, pero que no le gustan los juguetes, y que
prefiere hablar y pensar. Se muestra muy amistoso y satisfecho cuando se separa de
M.K. y dice que se alegra de volver al día siguiente (nota IV).
I. No es raro que en el período de latencia los niños pregunten para qué vienen al
análisis. Lo más probable es que lo hayan ya preguntado en casa, resultando de utilidad
discutir el asunto con los padres o con la madre antes de empezar. Si el niño reconoce
sus propias dificultades, la contestación que hay que darle es fácil: se le contesta que
viene a causa de ellas. En el caso de Richard yo misma introduje el tema, pues la
experiencia me dice que es útil hacerlo en los casos en que el propio niño no lo hace a
pesar de la curiosidad que siente. De no hacerlo así, pueden transcurrir varias sesiones
antes de que se tenga la oportunidad de explicar las razones del tratamiento. Hay, sin
embargo, casos en los que tenemos que descubrir en el material inconsciente el deseo
del niño de saber cuál es la relación que guarda con el analista y su toma de conciencia
de que necesita el tratamiento y de que éste le es útil. (He dado ejemplos acerca del
comienzo de un análisis de latencia en El psicoanálisis de niños, capítulo IV.)
II. El punto de vista de los analistas difiere en cuanto al momento de la
transferencia en que conviene interpretar. Aunque creo que no debe de transcurrir
ninguna sesión en la que no haya alguna interpretación transferencial, mi experiencia me
ha demostrado que no es siempre al principio cuando se debe interpretar la relación
transferencial. Cuando el paciente está profundamente preocupado por la relación que
mantiene con su padre, madre, hermano o hermana, o con experiencias pasadas o
presentes, es necesario permitirle toda posibilidad en la que pueda referirse a estos
temas. En estos casos la referencia al propio analista debe de venir después. En otros, en
cambio, uno siente que cualquiera sea el tema que el paciente esté tocando, todo el
énfasis emocional se refiere a su relación con el analista, y entonces la interpretación
debe referirse antes que nada a la transferencia. No necesitamos recordar que las
interpretaciones transferenciales siempre implican referir a objetos anteriores las
emociones que se sienten hacia el analista. De no hacerse así, no se cumple del todo la
función a la que están destinadas. Esta técnica de interpretar la transferencia fue
descubierta por Freud desde las primeras épocas del psicoanálisis y sigue teniendo total
validez en la actualidad. La intuición del analista es la que debe llevarle a reconocer la
transferencia en material en el que quizás él no haya sido mencionado directamente.
III. En varias ocasiones a través de todo el caso, indico las respuestas de Richard
a mis interpretaciones. Algunas veces éstas eran negativas, e incluso expresaban un
fuerte rechazo; otras, expresaban un total acuerdo, mientras que en ocasiones, la
atención del niño parecía desviarse como si no me oyera. Pero aun en estas oportunida-
des sería erróneo suponer que no hubiera en él respuesta; lo que pasaba es que a menudo
no pude yo tomar nota del efecto fugaz que mi interpretación le había hecho. El niño a
veces se mantenía en silencio, sentado, mientras yo hablaba, o bien podía levantarse, y
coger un lápiz, un juguete o el papel. También solía interrumpirse con algo que
constituía una asociación más o una duda. Por todo ello mis interpretaciones pueden con
frecuencia parecer más largas y seguidas de lo que en realidad fueron.
IV. Es poco común que un latente produzca en las primeras sesiones el tipo de
material que trajo Richard. Por ello las interpretaciones son también diferentes. Tanto el
contenido de la interpretación, como el momento en que se formula, varían de acuerdo
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con el paciente, el material que éste da y la situación emocional dominante.(Véase El
psicoanálisis de niños, capítulo IV.)
7
He aquí un ejemplo de las dificultades que surgen a causa de que mis notas no estén completas. La
anotación de esta interpretación confunde: estoy segura de no haberla formulado sin tener material sobre
el cual basarme.
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do". Le interpreta que si desea dañarles por estar celoso, debe sentirse después muy
culpable. Le ha contado que recordaba a menudo el accidente de mamá, pero creyendo
que había ocurrido antes de su nacimiento. Este error se debe a sus sentimientos de
culpabilidad: necesita convencerse a sí mismo de qué él nada tiene que ver con el acci-
dente y de que no ha ocurrido por su culpa. Quizás el temor de que el vagabundo-padre
dañe a su madre y de que el Sol y la Tierra choquen, está relacionado con la hostilidad
que él mismo siente hacia los dos.
Richard niega rotundamente, al principio, tener tales sentimientos cuando lo
mandan a la cama, y dice que él sólo se siente asustado y temeroso. Pero luego continúa
diciendo que a veces puede discutir con sus padres hasta que éstos quedan exhaustos y
no lo pueden soportar más y que esto le da placer. También dice que tiene celos cada
vez que su hermano Paul viene con licencia8, pues le parece que es el favorito de mamá.
Esta a veces le manda chocolate, y aunque cree que tiene razón al hacerlo, siente de
todas maneras gran resentimiento.
M.K. se refiere entonces al resentimiento que también siente cuando Ribbentrop
miente, diciendo que Gran Bretaña es la agresora. Le señala que quizás esta rabia sea tan
grande porque piensa que la acusación puede ser aplicada a sí mismo: si tiene celos y
rabia y desea hacer lío entre sus padres, él es también un agresor.
Richard se queda en silencio, evidentemente pensando en la interpretación, y
después sonríe. Cuando M.K. le pregunta por qué se ríe, contesta que porque le gusta
pensar: ha estado pensando en lo que ella acaba de decir y cree que tiene razón... (Sin
duda la interpretación sobre su agresividad, tras alguna resistencia, le ha traído alivio.)
Entonces se pone a hablar sobre su relación con Paul quien, años atrás solía molestarle
Y perseguirle. A menudo lo ha odiado, pero también le quiere. A veces se aliaban los
dos contra la niñera y la molestaban9 (nota 1). Otras veces, en cambio, era la niñera
quien le ayudaba a él contra Paul. También habla sobre una pelea que ha tenido
recientemente con su primo Peter, a quien en general quiere, pero que esta vez le ha
hecho daño. Menciona lo enorme que Peter es comparado con él.
M.K. le señala que cuando Peter en las peleas se hace malo, a Richard le parece
que es una mezcla de papá bueno y del Hitler o vagabundo-papá malo. Y aunque le
resulta fácil odiar a Hitler, le es en cambio muy doloroso odiar a papá, a quien por otra
parte también quiere. [Ambivalencia.]
Richard se refiere otra vez, con resentimiento, al recibimiento que su mamá hizo
a Paul cuando éste vino con licencia, y después menciona a Bobby, su perro spaniel, que
siempre le hace a él grandes fiestas, pues le quiere más que a nadie de la familia. (Sus
ojos brillan al decir esto.) Le regalaron a Bobby cuando era cachorrito y todavía le salta
al regazo. Describe con evidente regocijo cómo cuando su papá se levantó una vez de la
silla, Bobby le quitó el sitio y el padre tuvo que sentarse en el borde. Han tenido antes
otro perro que se puso enfermo cuando tenía once años y tuvo que ser matado. A él esto
le entristeció mucho, pero luego se le pasó... También menciona a su abuela, a la cual ha
querido mucho y que ha muerto hace algunos años.
M.K. interpreta los celos que siente por el cariño que mamá tiene hacia Paul, y le
señala que inmediatamente después le ha hablado de la manera como Bobby lo recibe a
él y le salta al regazo. Esto parece indicar que Bobby representa para él a un hijo y que
8
En ese entonces, Paul, que acababa de cumplir los diecinueve años, estaba en el ejército.
9
Esta niñera entró en la casa al nacer Richard o inmediatamente después. El niño la quería mucho, pues
parecía ser comprensiva y buena. En ese momento se había ido de la casa, estaba casada y vivía no lejos
de "X".
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la manera que tiene de vencer su resentimiento es ponerse en el lugar de mamá. Al
mismo tiempo, cuando Bobby le saluda y le quiere más que a nadie, entonces Richard se
convierte en el hijo querido por mamá y Bobby en ésta. Le recuerda además M.K. que
tras hablar del perro viejo que debió ser matado, se refirió a la muerte de su abuela, lo
cual parece indicar que siente como si ella también hubiera sido matada, y posiblemente
-como en el caso del accidente de mamá- por alguna culpa suya. La abuela, a quien él
quería, también puede estar representando a M.K. y quizá tema que por su causa le pase
a ella algo malo.
(Mis notas aquí están particularmente incompletas. Estoy segura de que Richard
debe de haber respondido a esta interpretación, posiblemente rechazándola. Tampoco
tengo ninguna indicación sobre la forma en que terminó la sesión, pero si mi memoria
no me engaña, no se opuso a venir el día siguiente (nota II).
10
Yo había usado ya este reloj en la primera sesión, porque el de pulsera se me había parado.
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Richard dice que no, que no se quiere ir, pero que quiere estar seguro de
marcharse a la hora debida porque va a ir a dar un paseo con su mamá. Y además que le
gusta mirar al reloj.
M.K. le interpreta que está ansioso por ver si mamá está bien y no dañada por sus
ataques de glotonería, así como comprobar si todavía le quiere. Mirar el reloj (que es un
reloj de viaje, plegable) es como mirar dentro de M.K. Teme haberla atacado tal como el
monito le atacó a él, y que ahora esté dañada o enojada. M.K. le pregunta además, si el
incidente con el mono había sido la tragedia de ese día.
Richard contesta que no, pues ese incidente había sido bastante divertido, ya que
nada serio había ocurrido. Pero que más tarde había habido una tormenta, y él se había
resfriado y le habían dolido los oídos. . . Mira luego el mapa y expresa preocupación por
el estado de la guerra. Pide a M.K. que venga a mirar con él y que compare el tamaño de
Alemania con el de Francia, añadiendo que odia a Darlan por ayudar a los alemanes y
por ser un traidor.
M.K. interpreta que él mismo se siente como un traidor cuando es glotón,
agresivo y desagradecido, de modo que, en realidad, la tragedia de aquel día había sido
el incidente con el mono, a pesar de que también fuera divertido, ya que el mono le
representa a sí mismo.
Richard muestra otra vez signos de ansiedad. No separa los ojos del reloj y se
levanta en cuanto termina la hora. Sin embargo, su actitud hacia M.K. se mantiene
amistosa y le dice que le gusta quedarse los cincuenta minutos, pero que después quiere
irse con su mamá. Resulta evidente que su resistencia ha aumentado y que siente
grandes deseos de marcharse, pero que al mismo tiempo quiere quedar en términos de
amistad con la analista.
11
En el tratamiento de niños, suelo contestar algunas de las preguntas personales que éstos me formulan,
aunque en forma breve, antes de proceder a analizarlas. Esta es una técnica diferente de la que uso con los
adultos, a quienes por lo general no contesto, limitándome a interpretar. Sin embargo, como dije en la
Introducción, en este caso particular contesté a más preguntas de las que suelo responder en otros.
Echando una mirada retrospectiva, no creo que este proceder de reaseguramiento haya acelerado el
análisis, y en general he notado que cada vez que por diferentes causas me he salido fuera de los límites
de una técnica puramente psicoanalítica, he encontrado después razones para lamentarlo.
12
Según se podrá juzgar a través de todo el análisis, la actitud de Richard hacia el señor K. Implicaba en
forma persistente la fantasía de que éste todavía vive.
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evidentemente conoce la respuesta) y después pide a M.K. le diga qué países del
continente conoce.
M.K. menciona algunos países por donde ha viajado, e interpreta que las dudas
que tiene sobre Austria y la desconfianza de Rusia se refieren a su sospecha de que ni su
madre ni ella misma [la "mala" madre] se avengan a aliarse con él en contra del papá
"malo" (el Hitler austríaco).
Richard habla entonces de Bobby, que es suyo aunque lo comparte con su mamá,
y dice que el perro le quiere mucho. Es travieso y a veces hasta malo; en ocasiones come
carbón y si se le gasta alguna broma, muerde; una vez llegó hasta morderle a él. Cuenta
de nuevo que cuando papá se levanta de su silla situada cerca del fuego, Bobby se sube a
ella, y ocupa tanto lugar que sólo queda un pedacito libre para su papá.
M.K. le recuerda la interpretación de que Bobby, cuando salta a la silla de papá,
le está representando a él, que cuando tiene celos quiere quitarle el sitio. Quizás alguna
vez haya deseado también morder a su padre en un momento de rabia o de celos. En
cuanto a su interés por el perro cuando come carbón, le sugiere que puede estar
relacionado con el interés que le provocaba a él mismo en el pasado "lo grande", y el
deseo que puede haber tenido de comérselo.
Richard contesta firmemente que no haría tal cosa, aunque quizás haya pensado
en ello cuando era pequeño. Admite que tiene conciencia de sus deseos de morder; a
menudo los siente cuando se enfada. Entonces mueve las mandíbulas como para
hacerlo, y esto en especial, cuando hace muecas. Cuando era pequeño una vez mordió a
su niñera, y si pelea con su perro y éste le muerde, él le contesta con otro mordisco. A
continuación expresa curiosidad por los demás pacientes de M.K., y en especial por John
Wilson13: quiere saber si se analizan en la misma habitación.
M.K. interpreta que desea saber esto porque está avergonzado por ser niño y usar
el cuarto de juegos, ya que ser niño quiere decir no tener control; es decir jugar con "lo
grande" y morder como un perro. Además, tiene celos de John igual que los tiene de
Paul, pues ellos ya no son niños "malos". (Como Richard conoce bien a John, y sin duda
éste le ha hablado de su tratamiento, cabe suponer que sabe que su amigo ya no se trata
en el cuarto de juegos; también sabía Richard antes de empezar a analizarse que el Sr.
K. había muerto. Su necesidad de obtener esta información sobre M.K. a pesar de cono-
cer la respuesta obedece a muchas razones, entre ellas, el deseo de verificar si M.K. dice
la verdad.)
13
John Wilson es el paciente al que se alude en la Introducción, y a quien Richard conocía y veía a
menudo. Era unos años mayor que él y por lo tanto no se analizaba en el cuarto de juegos.
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M.K. le interpreta que el cuarto de juegos es "lindo" a causa de los sentimientos
que siente hacia ella, pues el cuarto la representa. El amigo nuevo es como un hermano
menor, y esto está asociado al deseo de que un papá fuerte dé a mamá muchos bebés (los
perritos de los cuadros). Le interpreta además que está preocupado, pues si empujara a
su papá y le quitara el sitio como lo hace Bobby, él podría entonces ocuparlo, pero no
tener bebés ni mantener a la familia unida, como su papá sí hace. También está contento
porque se va a su casa, y deseoso de tener una vida familiar amistosa, quiere inhibir este
deseo de desplazar a su padre. Las malas yerbas le representan a él cuando quiere
deshacer la paz familiar con sus celos y rivalidad, y si ha usado la expresión: "era como
para morirse", al referirse a ellas, es porque simbolizan algo peligroso.
Richard estornuda, tras lo cual se queda muy preocupado14. Teme estar cogiendo
un resfrío, y dice casi para sí mismo: "Conoce su sonada" en vez de "Se suena la nariz”.
Cuando M.K. le llama la atención sobre la equivocación, se queda muy divertido.
M.K. interpreta que teme que su resfrío sea algo malo que hay dentro de él, y que
por eso teme la "sonada".
Richard se dirige una vez más al mapa y pregunta cuáles son los países que se
mantienen neutrales. Suecia es uno de ellos, pero esto puede no durar mucho. Entonces
se agacha y mira el mapa al revés, comentando que Europa tiene una forma rara cuando
se la ve así; no parece "correcta”, sino "embrollada y mezclada".
M.K. asocia esto con sus padres, todos "embrollados y mezclados" durante las
relaciones sexuales, hasta un punto tal, que no puede saber quién es quién cuando piensa
en ellos en esta situación. También le interpreta que teme que durante el coito sus padres
se mezclen de tal manera que el pene-Hitler malo de papá se quede dentro del cuerpo de
mamá. [Figura combinada de los padres.] A esto se refiere cuando dice que Europa no
es "correcta" y que es "rara"; teme que realmente sea algo malo y peligroso.
Richard muestra signos de ansiedad. Se levanta de la silla y da vueltas por el
cuarto. Explora varios rincones, mira el piano, lo abre y lo prueba. En una mesita que
hay al lado descubre un zapato de porcelana en el que hasta ahora no se ha fijado, dentro
del cual hay una goma. La saca, y la vuelve a colocar adentro. Dice que el cuarto es
lindo y que le gusta mucho... A continuación coge el reloj de M.K. y quiere saber dónde
y cuándo lo ha comprado. Esto le lleva a formularle otras preguntas sobre su marido, tal
como lo ha hecho en otra ocasión.
M.K. interpreta que la exploración que está haciendo del cuarto expresa el deseo
que tiene de explorar su cuerpo por dentro, y que esto a su vez se debe a la ansiedad que
siente por saber si existe dentro de él un pene-Hitler malo o uno bueno. Por ese motivo
ha vuelto a hacer preguntas sobre el Sr. K. Todo esto está a su vez relacionado con su
mamá y con ella y papá "mezclados". La desconfianza que siente hacia el interior del
cuerpo de mamá está relacionada con el miedo que tiene de su propio cuerpo, de sus
resfríos y de las "sonadas" interiores. Al mismo tiempo, está tratando de tranquilizarse a
si mismo, pensando que el cuarto es lindo, que le gusta, y que ello parece ser la
demostración de que tanto su mamá como M.K. están bien y no tienen dentro de sí al
papá-Hitler malo. [Defensa maníaca.]
Richard sigue explorando la habitación y encuentra una tarjeta colocada en el
ángulo que forman dos lados dé un biombo. La admira y comenta que el petirrojo que
14
Como dije antes, Richard era muy hipocondríaco. Esto en parte se debía a que su madre, que a menudo
se resfriaba, se preocupaba mucho por su hijo cuando a éste le ocurría lo mismo.
Juego de palabras “He knows his blows” en vez de “He blows his nose”.
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representa es encantador. A él le gustaría ser petirrojo, pues estos pájaros siempre le han
gustado mucho.
M.K. interpreta que el petirrojo representa a un pene bueno y también a un bebé,
y que a Richard le gustaría poder hacer bebés, reemplazando en la tarea al Sr. K. y a su
papá. El interés que le ha despertado el ángulo formado por el biombo (cuyas dos hojas
se abren como piernas) expresa el deseo de tener relaciones sexuales con M.K. y con
mamá.
Richard no contesta a casi ninguna de estas interpretaciones. Solo dice que una
vez tuvo un petirrojo al que alimentaba, pero que un día se voló y no volvió más.
Después mira el reloj y pregunta si ya es la hora de irse15.
M.K. le interpreta que quiere irse y no volver más, porque las interpretaciones
sobre sus deseos sexuales hacia ella le han dado miedo; además el petirrojo simboliza su
genital al que teme perder o haberlo ya perdido.
Richard no quiere al principio admitir que se quiere ir, y trata de ser cortés. Pero
después dice que sí, que quiere que sea la hora, pero que no desea marcharse antes de
terminarla. (Cuando se acaba la sesión, se va solo, sin esperar a M.K.)
15
El no contestar a mis interpretaciones y preguntar en seguida si es ya la hora de marcharse, constituyó
una expresión de resistencia que Richard manifestó repetidamente en su análisis. Al mismo tiempo, tuvo
siempre un gran interés en seguir manteniendo conmigo una relación amistosa.
16
Por lo general, la madre sólo le acompañaba parte del camino.
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M.K. interpreta que duda del valor de ella y del análisis; como le hace sentir
cosas tan desagradables y asustadoras teme que no le van a servir de ayuda. Además, al
sentir deseos sexuales, teme ser muy malo, y no tener remedio. A su vez esto le hace
dudar de la bondad de mamá, que es la causante de sus deseos (nota II), y si no puede
fiarse de ella, tampoco puede esperar que lo defienda de papá ni que lo ayude a
controlarse para no atacar o desplazar a éste.
Richard se refiere entonces extensamente a una "tragedia" que le ha ocurrido el
día anterior: mientras jugaba en la arena ha perdido su pala y no la ha podido encontrar.
M.K. interpreta que teme perder su pene (pala) como consecuencia de los deseos
que siente hacia ella y hacia su mamá, mencionando luego que su madre le ha contado
que fue operado en el pene, y que esta operación le asustó mucho (nota III).
Richard muestra mucho interés por la conversación entre M.K. y su madre.
Aunque sin duda sabe que cuando su madre habló con M.K. para iniciar el tratamiento le
contó cosas suyas, hasta ahora no había hecho mención de ello. Ahora pregunta qué más
dijo de él su mamá.
M.K. le hace un pequeño resumen de la conversación: le dice que su madre le
contó que a menudo está preocupado, que teme a los demás niños, y que tiene otros
problemas. También le habló de él cuando era pequeño y de las operaciones a que había
sido sometido.
Richard se queda muy contento al oír esto, pero resulta evidente que al mismo
tiempo sigue con dudas y sospechas. Empieza a hablar inmediatamente de su operación,
dando muchos detalles de la misma. Se acuerda bastante de la circuncisión, hecha
cuando tenía tres años. Aunque no sufrió dolor, le dieron éter y esto fue espantoso. Le
habían dicho antes que le iban a dar una especie de perfume, para que oliera,
prometiéndole que no le harían nada más (esto está de acuerdo con el relato de la
madre). El entonces llevó consigo una botella de perfume para usarla en vez del otro, y
cuando esto no se le permitió, quiso tirársela al médico. Aun ahora, dice, siente deseos
de pelearse con él y desde entonces le ha odiado, así como también odia el éter y le
teme. De pronto, refiriéndose al momento en que éste fue suministrado, dice que "era
como si cientos o miles de personas hubieran estado allí". Pero su niñera estaba a su
lado y pensó que ella le protegería17.
M.K. le señala la fuerza que tienen sus sentimientos de persecución: ha dicho que
se sintió rodeado por cientos o miles de enemigos y completamente indefenso ante ellos.
Comprendió que sólo contaba con una amiga, la niñera, que representaba a la mamá
buena. Pero dentro sintió que había una mamá mala: una mamá que le había mentido y
que por lo tanto se había ido al bando de los enemigos. El médico "malo" con el cual se
quiere pelear, representa a su papá malo de quien teme que le reduzca a la impotencia y
le corte el pene.
Richard está de acuerdo con esto. Luego sigue hablando de cuando, a los cinco
años, le sacaron las amígdalas, y dice que también entonces lo horrible fue el éter que le
dieron. Comenta que quedó enfermo bastante tiempo después de la operación. Habla de
su "tercera operación" hecha a los siete años y medio, en la cual le dieron una vez más
17
En ese entonces el temor a la castración se había hecho muy consciente. Según la madre, el día después
de la operación Richard se señaló el pene y dijo que “le había desaparecido por completo”. Aunque no
cabe duda de que la operación influyó en la angustia de castración, el análisis demostró mas adelante que
los deseos destructivos tempranos que Richard sintiera hacia el pecho de su madre y el pene de su padre,
fueron los que constituyeron la causa fundamental del miedo a una posible venganza, y en especial a ser
castrado por el padre. La operación sirvió, sin duda, para intensificar estas ansiedades ya existentes.
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éter para sacarle varios dientes. (Todo el tiempo habla en forma muy dramática,
evidentemente gozando con su relato. No cabe duda de que poder quejarse, expresar sus
sentimientos y ansiedades, y saber que M.K. le está escuchando con simpatía e interés, le
trae un gran consuelo.)
Tras todo esto, empieza otra vez a explorar el cuarto y dirige su atención al
"lindo" petirrojo de la tarjeta que está clavada en el biombo. Pregunta a M.K. si a ella le
gusta, y luego encuentra otra más en la que también hay un petirrojo, pero dice que ésta
no es tan linda.
M.K. le indica que el primer petirrojo, que le gusta más, tiene la cabeza erecta, y
representa a su pene no dañado, mientras que el segundo la tiene colgando, y simboliza
al pene herido. Le dice además que desea exhibir su pene ante ella que ahora representa
a la niñera buena que le quiso y le protegió y que quisiera que le gustase, pues así
lograría convencerse de que no está dañado.
Richard menciona ahora a sus dos canarios, a los que quiere mucho. Dice que a
menudo hablan entre sí en forma enojada y que está seguro de que se están peleando...
Luego descubre un cuadro que representa a dos perros y se interesa al notar que, aunque
son de la misma raza, existen algunas diferencias entre los dos; tras lo cual señala el
cuadro de los tres perros que antes le había gustado (cuarta sesión), y vuelve a admirar
al cachorro que está en el medio.
M.K. le interpreta que le interesa saber la diferencia que hay entre sus padres y
entre los órganos genitales de ambos. El cachorro del medio es él mismo que quiere
separar a sus padres cuando están en la cama, en parte por celos, y en parte por temor a
que se unan en contra de él, pues así sintió que lo hacían durante su operación, y cuando
M.K. y su madre hablaron acerca de él. Le indica que parece tener mucho miedo de que
se peleen y que quiere saber la razón por la que discuten; quizá tema él ser el causante
de las peleas.
(Otra vez en esta sesión me faltan las notas sobre el final de la hora).
18
Es característico de mi técnica y de toda la concepción que tengo del análisis considerar que al analizar
la ansiedad en el momento en que se manifiesta de manera mas aguda, se obtiene el efecto de aliviarla.
Como ejemplo de ello, vemos que entre la sesión anterior y la presente, la interpretación del temor a la
castración y las causas subyacentes de la misma, han sido seguidas de un fuerte incremento de la
transferencia positiva y de un alivio evidente de la angustia.
Bibliotecas de Psicoanálisis Página 23 www.psicoanalisis.org
estaban bien; tenían un aspecto enfermo y se estaban quedando calvos. Al jugar con su
arco y sus flechas, ocurrió que una flecha golpeó a papá levemente en la cabeza, pero no
le hirió y papá no se enfadó.
M.K. interpreta que duda del cariño de su papá y que le teme, porque él mismo le
quiere matar. Por eso, aunque queriendo decir que papá estaba contento de verle, ha
dicho otra cosa: que papá quedo sorprendido al verle, como si no lo hubiera estado
esperando.
En realidad la "sorpresa" significa un sentimiento mucho más intenso: la
creencia de que su papá no quería que fuera a casa, lo cual se debe a que se da cuenta de
que, inconscientemente, siente hostilidad hacia él. Refiriéndose a la calvicie de los
canarios, M.K. le pregunta si su padre también se está quedando calvo. Richard contesta
que sí.
M.K. interpreta entonces, que si ha mencionado a sus pajaritos es porque cree
haber enfermado a su papá, y haberle dañado el órgano sexual y la cabeza, con sus celos
y con el deseo de quitarle el sitio que ocupa en la relación con su mamá. A causa de
todo esto, teme que su padre se vengue; cuando en la sesión anterior se refirió al médico
malo que le dañó el pene o que se lo quería destruir o quitar, estaba con ello expresando
las cosas que teme que su padre le haga. El barrote roto de la estufa, del que sólo hoy se
ha percibido, simboliza a su pene, mientras que el fuego, los órganos genitales de M.K.
o de su mamá. La necesidad que tiene de que M.K. admire el traje y los calcetines que
lleva puestos y de ser querido por ella, es muy grande, debido al miedo de que su papá le
castigue o ataque si se entera de que desea a mamá, y si descubre a su pene dentro del
órgano genital de la misma.
Richard está mirando el mapa. Comenta que los partes de guerra son buenos,
pues han sido derribados muchos aviones alemanes. ¡Qué forma rara tiene Rumania! Es
un país muy "solitario". Mira entonces el mapa cabeza abajo (agachándose para
hacerlo), dice que "no puede entender nada" y repite otra vez que así no parece ser
correcto, sino que está todo mezclado. Incorporándose, señala a Brest y dice que su papá
le dijo un chiste: algo sobre que los alemanes iban ahora a atacar las piernas tras haber
empezado con el pecho. Señala luego varias ciudades del continente, tras lo cual echa
una mirada al cuarto y se entusiasma al descubrir en él cosas en las que antes no había
reparado, tales como la segunda puerta, muchas más fotos y tarjetas postales y una
buena cantidad de banquitos (nota II). Mira de nuevo el zapato de porcelana y luego
encuentra un almanaque ilustrado. En él admira sobre todo una de las fotografías, que
representa a dos montañas, pero dice que en cambio hay otra que no le gusta, y
abandona el tema.
M.K. le pregunta la causa por la que no le gusta.
Richard (tras dudar un momento) dice que el color marrón que tiene (sepia) da al
campo un aspecto feo. Levanta entonces el reloj de M.K.:, que es de cuero marrón, lo
manipula, lo pone de tal manera que queda con la parte de atrás hacia donde están él y
M.K., y se ríe de buena gana, mientras comenta que así parece muy raro.
M.K. interpreta que se está riendo de la parte marrón de atrás del reloj, porque lo
ha asociado con "lo grande". Sugiere que si no le gusta el cuadro donde todo está de este
color, es porque deja a M.K., o mejor dicho, a mamá (el campo), toda sucia y fea. Pero
al mismo tiempo le parece gracioso y por ello se ríe de "lo grande" y del “trasero" de
M.K.
Brest, nombre de un puerto de Francia, se pronuncia en forma muy similar a breast = pecho.
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Richard está de acuerdo con que la parte de atrás del reloj representa el trasero de
M.K.
M.K. interpreta que siente curiosidad por explorar dentro de su cuerpo y del de
su mamá. La solitaria Rumania, atacada y en peligro, y las ciudades conquistadas del
continente representan ahora a ella y a su madre dañadas las dos. Papá, al hacer el chiste
sobre Brest, simboliza al vagabundo malo y a los alemanes, que atacan el pecho de
mamá y su cuerpo, mientras que la admiración que él siente por las dos montañas
expresa el cariño que tiene a esos pechos y el deseo de que no les pase nada malo. Por
otra parte, darse cuenta de la existencia de tantas cosas nuevas en el cuarto de juegos, se
debe a la mayor conciencia que tiene del deseo de meter su genital en el cuerpo de
mamá y de explorar su interior con él, aunque al mismo tiempo protesta por el color
marrón que afea el campo, lo cual es una expresión de la angustia que siente por "lo
grande" que puede haber dentro de M.K. -la parte de atrás del reloj-, a pesar de que tam-
bién le haga gracia.
Richard entonces habla sobre poesía, refiriéndose en especial a “The Daffodils"
(Los narcisos) de Wordsworth. Luego se queda admirando otro cuadro que representa
una gran torre, en un paisaje iluminado por el sol.
M.K. interpreta que esos niños a los que teme, representan ahora a su padre
metido dentro del cuerpo de su madre, y que la admiración que siente por este cuadro
tan soleado, indica el deseo que tiene de ver a sus padres unidos en forma feliz (nota III).
(El elemento maníaco de la excitación de Richard cuando admira la belleza de la na-
turaleza, es muy marcado.)
Richard pregunta a M.K. si va a volver a ir al pueblo19 (lo cual significa poderla
acompañar durante un trecho del camino), y admite que quiere que le proteja de los
niños que pueda encontrar en la calle.
M.K. interpreta que esos niños a los que teme, representan ahora a su papá o a su
pene peligroso, y que está pidiendo a su mamá que le proteja de él.
Richard, que tiene un aire preocupado y parece no estar atendiendo, mira el reloj.
M.K. le pregunta si lo hace porque se quiere ir.
Richard dice que si, pero que no lo va a hacer hasta que no se acabe la hora; tras
lo cual se va a orinar.
M.K. le interpreta, cuando vuelve, que tiene miedo de los peligros a que le
llevaría tener relaciones sexuales con ella. Además, se ha ido a orinar, para asegurarse
de que su órgano genital sigue intacto.
Richard empieza a mirar otra vez a su alrededor y al encontrar la fotografía de un
hombre y una mujer que están de uniforme, dice que parecen ser importantes. Tiene un
aire de contento y muestra interés por ellos.
M.K. interpreta el interés que tiene por preservar la felicidad y la autoridad de
sus padres. Ha querido irse cuando se asustó de los deseos hacia M.K.; al mismo tiempo,
ha pedido a ésta que le proteja del papá o del pene de éste, que le puede atacar,
indicando con todo ello que está oscilando entre el deseo de quedarse con ella y de de-
jarla.
19
Aunque no tengo notas sobre ello, debo de haber ido al pueblo tras una de las sesiones precedentes.
Bibliotecas de Psicoanálisis Página 25 www.psicoanalisis.org
hacerlo. Un paciente, por ejemplo, me dijo que en un intervalo en el que estuvo
separado de mí, sintió todo el tiempo como si yo hubiera estado suspendida sobre él.
Aunque parezca contradictorio que el mismo paciente me diera al mismo tiempo una
descripción detallada de todo lo que hiciera durante dicha separación (o en los intervalos
de una sesión a otra), usó esta expresión como para tratar de correlacionar la situación
interna con la externa, es decir, de establecer el nexo que existe entre el analista como
figura interna y como figura externa. En la medida en que el paciente siente que el
analista es una parte interna suya, cree que comparte su misma vida y que, por lo tanto,
deben los dos tener conocimiento de los pensamientos y experiencias del otro. Pero
cuando se enfrenta otra vez con la figura real del mismo y tiene que reconocer que se
trata de una figura externa, él siente la discrepancia que hay entre lo que desea y lo
verdadero, y mediante su relato detallado de lo que ha estado haciendo, trata de juntar
las dos situaciones (interna y externa).
II. Tanto en el análisis de niños como en el de adultos, el que el paciente empiece
a ver detalles del consultorio o de la apariencia del analista que antes habían pasado
inadvertidos, constituye una señal de progreso y de fortalecimiento de la transferencia.
A menudo, el analista puede analizar las razones emocionales por las cuales algunos
objetos particulares escaparon a la atención de su paciente. A veces, la incapacidad de
ver cosas que incluso pueden ser grandes y evidentes, constituye un ejemplo de cómo
toda la capacidad perceptiva en general puede ser inhibida por razones inconscientes.
III. Aquí vemos que se ha producido una modificación respecto a las sesiones en
las que fue vivenciado e interpretado el deseo activo de Richard de castrar a su padre y
el temor de ser castrado a su vez por el todo lo cual implica tener miedo del genital malo
de éste, pues es vivido como peligroso tanto para el propio niño como para su madre. El
análisis de tales temores es seguido, a menudo, de la aparición, a un primer plano, del
sentimiento opuesto: la admiración por el genital y la potencia del padre, y el deseo de
verle unido a la madre. Mediante el análisis de la desconfianza y de la ansiedad que el
niño siente hacia los dos, y en particular hacia su vida sexual, pueden librarse de la
represión una serie de sentimientos positivos, tales como el deseo de repararlos y de
unirlos para que sean felices.
21
Richard se refiere aquí al análisis, llamándolo “el trabajo”. No me acuerdo ya si esta expresión, que usó
durante todo el tratamiento, fue tomada o no de algo que yo dijera.
Bibliotecas de Psicoanálisis Página 28 www.psicoanalisis.org
sobre la cabeza del caballo, vuelve a mirar a la calle, dice que el carro se ha movido, y
que el animal está más cerca y parece bastante lindo.)
22
En esta ocasión, como la caminata tomó bastante tiempo, me aparté de la técnica habitual de no
interpretar fuera del consultorio.
Bibliotecas de Psicoanálisis Página 29 www.psicoanalisis.org
M.K. interpreta que la estufa queda negra cuando se la apaga y que entonces
puede parecerle como si estuviera muerta. En el sueño, el auto viejo, negro y desierto,
parece también estar muerto.
Richard indica entonces que cada vez que enciende el fuego se mueve algo rojo
por dentro. (Se refiere a la vibración tras la pantalla de metal.)
M.K. interpreta que el fuego es su mamá y que Richard cree que dentro de ella
hay algo que se mueve y que él quiere detener. Si lo ataca, cosa que cree hacer cuando
apaga el fuego, entonces también mamá se queda vieja, negra y desierta como el auto
del sueño. Ahora también teme por M.K. El transporte de soldados la representa a mamá
con el Hitler-papá adentro. La reina de Alicia en el país de las maravillas, que le da éter,
también simboliza a su madre mala y a su papá. Cuando fue operado mamá se convirtió
en una mamá mala por no decirle la verdad, pensando entonces en que se había unido
con el doctor malo (nota 1). La reina de Alicia en el país de las maravillas se dedicaba a
cortar la cabeza a la gente y por lo tanto representa a estos padres peligrosos que le
cortaban el pene tras haberle dejado inconsciente con el éter. Cuando Richard quiere
ahora apagar el fuego de la estufa, quiere atacar o destruir al hombre malo que hay
dentro de M.K. y al papá malo de dentro de mamá. Se ha referido una vez a la cantidad
de enemigos malos que pensó que había durante su operación, y contar esto le ayudó a
tener menos miedo. Por lo tanto, M.K. también representa a la niñera buena, que fue la
única persona que él creyó que le protegería en aquella ocasión. (Véase sesión seis.)
Richard elige un país del mapa para hablar de él. Dice que quiere pegar a Hitler y
atacar a Alemania. Entonces decide "elegir" a Francia en lugar de ésta, y se pone a
hablar de este país que ha traicionado a Inglaterra, pero quizás sin poder remediarlo,
comentando que Francia le da pena.
M.K. contesta que tiene en la mente a muchas clases de mamás: una mamá mala,
Alemania, a quien quiere atacar para destruir a Hitler que contiene adentro, y una mamá
herida y no tan buena, pero a la cual aún quiere, representada por Francia. Cuando
piensa en las dos al mismo tiempo, no puede soportar atacar a Alemania, y se vuelve
hacia Francia, hacia la cual puede permitirse sentir pena, Alemania (o mejor dicho,
Austria), también representa a M.K., que ha sido invadida por Hitler (nota II). [Síntesis
de los aspectos disociados del objeto, culpa correspondiente y ansiedad depresiva.]
Richard vuelve a explorar el cuarto como en las sesiones anteriores. Levanta
algunos libros, pero sin interés, y como perdido en sus pensamientos... Menciona a una
niña fea con dientes salidos que vive en su mismo hotel, y dice que la odia. Parece
preocupado y deprimido.
M.K. interpreta que odia a esa niña porque le representa a él cuando tiene ganas
de atacar con mordiscos. Le ha contado ya (cuarta sesión), que una vez mordió a su
niñera y a Bobby y que rechina los dientes cuando está enfadado. Ahora teme que al
explorar el cuerpo de su mamá, representado por el cuarto, le entren ganas de mordería y
comérsela a ella y a las cosas que contiene: bebés y el genital de su papá. También el
cuarto representa a M.K. a quien también querría explorar y atacar de la misma
manera...23.
M.K. se refiere luego al deseo que una vez expresara, de que su madre tuviera
"muchos bebés" (sesiones cuatro y cinco), pero al mismo tiempo hablan aparecido
entonces los celos que sentía de su hermano Paul. Cuando tiene celos de los bebés que
pueden salir del cuerpo de mamá, desea atacarles y a ella también. Pero entonces piensa
23
Evidentemente falta en mis notas algún material que Richard debe de haber traído en este momento.
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que se convertiría en la estufa negra donde nada se podría ya mover, y en el coche
"viejo, negro y desierto" lleno de chapas de patentes que representan a los bebés
muertos. Esto haría que la "cantidad de bebés" que hacia que el cuarto fuera lindo (los
cuadros que representan a los perritos) se convirtieran en bebés muertos. En la primera
sesión habló a menudo de sentirse "abandonado" durante la noche, y ahora se ha
referido, en iguales términos, al auto "desierto". Si el auto, que representa a mamá, se
muriera, también él se sentiría abandonado y muerto. Si hoy no encuentra placer en
explorar la habitación, es por la fuerza con que han surgido todas esas ansiedades.
Richard pregunta de nuevo a M.K. si le va a hacer quedar más tiempo, ya que
han empezado más tarde.
M.K. repite que así va a ser, pero le interpreta que desde el principio de la sesión,
el miedo a perder parte de la hora con ella, se debe al temor que tiene de que ella y su
mamá se mueran como consecuencia de sus ataques destructivos, o por lo que él les
pueda hacer en el futuro con su voracidad y sus celos.
Richard empieza de nuevo a explorar, deteniéndose en particular ante unos
banquitos. Comenta que tienen polvo y los sacude para limpiarlos. Después busca una
escoba y empieza a barrer el cuarto.
M.K. interpreta que está tratando de arreglar a los bebés de dentro del cuerpo de
su mamá (los banquitos)24, y que puede temer que estos bebés sean tan sucios y voraces
como él mismo siente que es. También los bebés del vientre de mamá están
representados por los niños hostiles de la calle, a los que tanto miedo tiene. Cuando sa-
cude los banquitos, está atacando, al mismo tiempo, a los bebés malos.
Richard se va a orinar. Luego da una razón trivial por la cual dice que quiere irse
puntualmente a pesar de que M.K. esté dispuesta a darle más tiempo. Pero le hace
prometer que otro día le repondrá el tiempo perdido hoy.
M.K. interpreta que no quiere tomar demasiado de su tiempo por temor a
comérsela con su voracidad.
Richard sale al jardín y pide a M.K. que le acompañe; goza plenamente del sol y
del "hermoso campo" y dice que se siente feliz (nota III).
M.K. sugiere que ahora está menos asustado de los bebés malos del vientre de su
mamá y de M.K., y que por eso puede gozar con el lado bueno de las dos, ahora
representado por el "hermoso campo". Pero que, además, le gusta mirar los hermosos
alrededores, por cuanto le ayudan a no sentir miedo de todo lo malo y peligroso que hay
dentro de ellas. [Defensa maníaca.]
24
Es significativo el cambio de humor que se opero tras estas interpretaciones. La depresión disminuyó y
surgió en un primer plano el deseo de reparar.
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cuando la madre de Richard le mintió con respecto a la operación, llevando al niño
entonces a fantasear que era la reina de Alicia en el país de las maravillas, quien no sólo
le daba éter sino que, como cuenta la historia, mandaba cortar la cabeza a todo el
mundo. No se pueden analizar a fondo estas fantasías, si no se permite que surja el
resentimiento real que el niño siente hacia sus padres. De hecho, encuentro que cada vez
que se analizan las críticas y las fantasías de resentimiento ligadas a ellas, las relaciones
entre los niños y sus padres mejoran considerablemente.
II. El conflicto entre atacar o conservar la vida de la persona amada, expresado
aquí en relación con los países del mapa y en el encender y apagar la estufa, constituye
la raíz de la posición depresiva infantil Estas ansiedades surgen por primera vez en el
bebé en la relación con su madre (con su pecho), tanto tomándolo como objeto externo
como internalizado, y tiene después muchas ramificaciones. Existe, por ejemplo, la
urgencia del bebé por destruir al objeto malo contenido dentro del objeto bueno, con el
fin de preservar al objeto mismo, y además para preservarse él, aunque luego, con tales
ataques, siente que el objeto bueno vuelve a quedar en peligro. (Véase mi "Contribución
a la psicogénesis de los estados maníaco-depresivos", 1935)
III. El humor de Richard cambió: completamente como consecuencia de la
angustia surgida durante esta sesión y de las interpretaciones hechas sobre la misma. De
acuerdo con mi experiencia, tales cambios ocurridos durante las sesiones no son raros, y
se deben a qué se pone en juego una defensa maníaca contra la depresión; pero sin
embargo, como resultado de su elaboración y de las interpretaciones, también se hace
operativo un alivio real de la ansiedad, una disminución de la depresión y el deseo de
reparar. Cabe, por lo tanto, hacer una diferencia entre las familiares fluctuaciones entre
estados maníacos y depresivos y viceversa, por un lado, y la defensa maníaca que surge
como paso hacia una creciente capacidad del yo para soportar la depresión. Estos pasos
son inherentes al desarrollo normal, en el cual el bebé atraviesa por la posición
depresiva manejándola de diversas formas; durante el análisis, es el proceder analítico el
que las pone en actividad.
25
Los conflictos reales ocurridos entre los padres o entre gente de significación para la vida del niño
(niñera, muchacha o maestra), causan a éste una gran ansiedad en cualquier edad, ansiedad ésta que se
torna particularmente intensa durante la latencia (Véase El psicoanálisis de niños, capítulo 4).
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perturbado mucho a Richard, y que éste nunca perdonó el incidente final a la cocinera,
que todavía está con ellos.)
Otra vez elige un país; primero dice que va a ser Estonia, pero después dice que
como Estonia es enemiga de los polacos, va a elegir a la "pequeña Letonia" en su
lugar26. Entretanto enciende y apaga la estufa eléctrica; luego mira los banquitos y los
sacude para sacarles el polvo.
M.K. interpreta que, aunque sus padres nunca se han peleado, puede sin embargo
haberse preocupado ante la posibilidad de un desacuerdo entre ellos. Este temor le hace
desear aun más tener una hermana o hermano menor (la pequeña Letonia), que le sirvan
de aliados en caso de producirse estas peleas, y le ayuden a unir otra vez a sus padres.
Pero también teme tener hermanas o hermanos enemigos (1a niña pelirroja que creyó
que él era italiano) que le acusen de traicionarles a ellos o a sus padres cada vez que se
siente hostil y celoso. También teme que los bebés de su mamá estén sucios y la dañen
(los banquitos sucios).
Un poco más tarde Richard cuenta a M.K. que cuando empezó la guerra, fue a
una escuela en la que había ratas, y que también las hay en el lavadero de "X". Comenta
que las ratas son odiosas y que envenenan la comida. Continúa luego hablando de
Bobby, que a veces le muerde; en esos casos, él le muerde de vuelta. También habla de
"bombardear" a su perrito... Más tarde expresa que quiere saber cosas de los demás
pacientes de M.K. y conocer todos los secretos; enterarse de lo que M.K. está pensando,
y "horadar" con su mente la suya.
M.K. le repite una vez más que no puede hablarle de sus demás pacientes, e
interpreta que quisiera horadarla con los dientes, y que por eso le preocupa tanto la niña
de los dientes salidos. También quiere horadar a su mamá y encontrar dentro de ella
todos los demás bebés que piensa que guarda en secreto. (Los demás pacientes de M.K.)
Este deseo se hace más fuerte cuando piensa que los bebés pueden ser malos, como las
ratas, y comerse y envenenar a su madre y a ella. También cuando él era bebé, puede
haber deseado horadar el pecho de su mamá, y meterse dentro para devorarlo. Sugiere,
además, M K., que la rata puede también representar el órgano genital de papá, que él
imagina que horada a mamá quedándose luego dentro de ella. Pero si ataca al papá y a
los bebés que están en su cuerpo, todos ellos pueden volverse en contra de él y devorarlo
a su vez. Cuando juega con Bobby, puede morderle en forma juguetona, es decir,
inofensiva, y así se libra de la culpa que siente cuando piensa en los hermanitos (los
bebés de mamá) a quienes querría atacar y que ahora están representados por Bobby.
Richard coge un calendario ilustrado y lo hojea. Le gusta mucho un barco de
guerra que hay en una de las fotos y lo asocia con un capitán de barco, amigo de sus
padres, por quien siente admiración. De repente muerde el borde de la foto, y tras coger
su gorra, también la muerde.
M.K. interpreta que tiene una buena opinión del capitán, porque éste representa a
papá cuando cuida a mamá, que es el barco de guerra. En este momento la admiración
es muy intensa, porque no quiere pensar en el papá-rata peligroso, y porque cada vez
que teme al papá-malo rata se conforta al pensar en un papá bueno. [Defensa maníaca.]
Además le sugiere que poder admirar el pene fuerte y potente de papá27 quiere decir que
él no lo ha dañado, y que este papá fuerte puede entonces proteger y ayudar a mamá. Al
26
En este período, ya no elegía el país para hablar de él, más que como si se tratara de una posesión.
27
La palabra “potente” fue usada en mis interpretaciones sólo tras haber explicado a Richard lo que quería
decir con ella.
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mismo tiempo, sin embargo, siente celos y envidia de este órgano tan potente y lo quiere
arrancar con los dientes; por eso acaba de morder el borde de la foto y la gorra.
Richard se pone muy afectuoso con M.K. Dice que la "quiere muchísimo" Y que
es muy "dulce". Es evidente que la interpretación le ha traído alivio. Entonces pregunta
si puede hoy otra vez esperarla para caminar con ella hasta la esquina; cuando una vez
allá se despide, le dice adiós varias veces.