Juan Manuel Robles: "La
desmemoria es un asunto de
desconexión"
Sus libros están apilados en una repisa, el suelo, mesa y sillas del
departamento. El periodista y escritor nos recibió en su casa para
conversar sobre su libro más reciente ' No somos cazafantasmas '. Aquí,
nos plantea una serie de distopías que le sirven para pensar en la
vulnerabilidad de nuestra memoria y en cómo la tecnología se está
apoderando de la tarea de contarnos nuestros propios recuerdos.
¿Por qué elegiste ser escritor?
Eso generalmente uno no lo elige. Es algo que aparece a veces con
señales que no son obvias. A mí me tocó poder escribir en la época que
había un movimiento fuerte de periodismo literario. Comencé a escribir
ahí. Es difícil pensarlo, pero definitivamente escribir es algo que no se
puede seguir sin que haya algo que surge de dentro.
¿Cómo fue tu paso del periodismo a la literatura?
Yo comencé a escribir en la prensa historias con el reglamento
periodístico, pero con una ambición literaria. Haciendo crónicas uno
aprende a hacer escenas, a observar, a describir, a utilizar adjetivos
adecuados, a utilizar metáforas que sirvan. La poesía es lo que está frente
a tus ojos, una imagen alucinante. El talento de uno es descubrir esas
imágenes para ponerlas en un texto.
En una sociedad como la peruana, ¿cuál crees que es el peso de la
memoria?
Hay que distinguir la memoria como esa capacidad orgánica para retener
y traer de vuelta eventos que han ocurrido en nuestra existencia, de la
memoria histórica, que es algo que tiene que ver con una iniciativa
política. Quien controla el poder decide qué cosa vamos a seguir
recordando, qué cosa del pasado va a seguir siendo importante. Pero al
final el olvido es nuestra sentencia.
“¿En qué consiste la humanidad? ¿En la sofisticación de nuestro sistema cognitivo a tal
punto de que ya no tienes que usar el cuerpo por ejemplo?”, señala Robles (Piko
Tamashiro/Perú21).
¿Por qué?
Nos vamos a olvidar de gente incluso, de trabajos enteros. Vivimos más
de 50 años y la gente olvida, pero, sobre todo, la gente distorsiona lo que
ha vivido. Eso es algo súper interesante: hasta qué punto la ciencia ha
demostrado que en los recuerdos propios hay distorsiones, implantes, que
tienen que ver con una serie de razones como el discurso familiar. Qué te
dijo tu papá, cómo tu madre organizó el álbum de fotos. Tu memoria
tiene ese relato que tú consideras tu historia, pero lo que está claro es que
hay una capacidad de distorsión que puede llegar a niveles de casi
montaje. El recuerdo vívido es una de las cosas más engañosas que
puede haber.
¿Esa es la premisa de 'No somos cazafantasmas'?
Planteo un mundo, por ejemplo, donde hay decenas de miles de fotos y
lo que parece ser la promesa de que un recuerdo absolutamente
garantizado de todo, pero termina siendo, en realidad, la imposibilidad de
organización de esas imágenes. La recolección propia, por más que sea
en alta definición, no es la memoria propia; la memoria es un relato
consciente que implica una política de ti mismo primero. Me puse a
imaginar cómo sería si ya nadie hiciera eso y hubiera una máquina que
hiciera una edición tal para que pienses que tus experiencias son felices,
solo porque el sistema quiere ponerte feliz.
En el primer relato, conjugas el olvido de la memoria personal con la
histórica. ¿Cuál te parece que es el riesgo de olvidar?
Yo no creo que conocer lo que pasó en una sociedad te prevenga para no
repetirlo. Creo que nos encantan los ciclos, nos encanta repetirnos a
nosotros mismos. Yo quería plantear la posibilidad de que algo que
nosotros tenemos muy claro, llega a un punto en que no es reconocible.
No he llegado a plantearme el peligro en términos en términos morales.
Pero si te pones a ver cómo funciona eso científicamente, es curioso
porque, por ejemplo, en condiciones como el Alzheimer, la conexión
entre recuerdos ya no es posible, pero si tú restableces la conexión de
alguna forma, la memoria vuelve. La desmemoria es un asunto de
desconexión. Es un poco lo que ocurre en ese cuento. Los que podían
haber dejado el relato allí para que alguien lo viera y conectarlo con lo
que tiene que conectarse ya no están. No sé si es un peligro, pero sí
puede parecernos desolador.
La sobremesa era un espacio propicio para conversar y recordar.
Ahora ya no hay tiempo.
La sobremesa era el lugar donde se consolidaban los recuerdos. Como el
museo, como la visita guiada. La sobremesa acaba muchas veces en un
álbum de fotos. Ahí se refuerzan los recuerdos una y otra vez. De repente
Facebook en unos años va a crear una sobremesa elegida por él. Las
memorias de Facebook tienen este efecto de regalarte un momento feliz y
es interesantísimo cómo lo han sofisticado. A mí no me paltea que un
robot estúpido te dé una foto de hace 20 años y te haga pasar un mal rato,
me paltea que controlen que eso no pase, que el sistema te proteja. Ahora
Facebook cuando terminas una relación, te pregunta si quieres que no te
muestren las fotos de esa persona. Es interesante, porque a la mayoría le
da igual. Incluso le gusta.
¿Es importante ser autores de nuestro propio discurso?
En mi anterior libro ' Nuevos juguetes de la Guerra Fría', está la
enorme capacidad de distorsión de los recuerdos. Si mezclas el hecho de
que te dan y te repiten una narrativa tendenciosa sobre tus propias fotos,
tu propia historia es una edición antojadiza. Si tú mezclas el hecho de
que nosotros distorsionamos recuerdos, lo que hace que tu mente crea
que así pasaron las cosas, ahí lo que tienes es la posibilidad de
manipular. Es algo que han hecho regímenes totalitarios. Ahora quien
hace uso de ese poder es la tecnología.
¿Si seguimos delegando la tarea de recordar, qué nos quedará?
El ser humano tiene una capacidad de adaptación enorme y no creo en
esta idea de que se vuelva desvalido. En todo caso, también somos
desvalidos sin una libreta y un lápiz. Lo que me parece es que va a haber
una suerte de descolocación que nos va a permitir preguntar ¿en qué
consiste la humanidad? ¿En la sofisticación de nuestro sistema cognitivo
a tal punto de que ya no tienes que usar el cuerpo, por ejemplo? ¿Eso es
menos o más humano?
Autoficha:
- “Soy parte de la selección literaria Bogotá 39 promovida por el Hay
Festival. Somos un grupo de 39 escritores latinoamericanos de ficción y
menores de 40 años. Entre los peruanos del conjunto están también
María José Caro y Claudia Ulloa Donoso. Fuimos elegidos en enero de
este año”.
- “Estudié un máster en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva
York y he publicado un libro de perfiles llamado Lima Freak y mi
primera novela 'Nuevos juguetes de la Guerra Fría'. He publicado textos
periodísticos en revistas de toda Latinoamérica”.
- “Mi temporada favorita de 'Black Mirror' es la primera. El primer
episodio es probablemente el mejor. La serie en general plantea lo que
siempre ha existido de la paranoia tecnológica, la ciencia ficción. Es
interesante que en la última temporada no se ha desarrollado nada de
redes sociales”.