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Argentina vs. EE.UU.: Conferencias 1930s

Este documento resume la relación entre Argentina y Estados Unidos en las conferencias panamericanas de la década de 1930, un período de crisis económica mundial y crecientes tensiones internacionales. Estados Unidos buscó establecer su hegemonía en las Américas a través de estas conferencias, mientras que Argentina se opuso a muchas de sus iniciativas para proteger su independencia económica y política. La Gran Depresión afectó severamente a ambos países y llevó a un cambio en sus políticas, con Estados Unidos adoptando una mayor intervención e

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Argentina vs. EE.UU.: Conferencias 1930s

Este documento resume la relación entre Argentina y Estados Unidos en las conferencias panamericanas de la década de 1930, un período de crisis económica mundial y crecientes tensiones internacionales. Estados Unidos buscó establecer su hegemonía en las Américas a través de estas conferencias, mientras que Argentina se opuso a muchas de sus iniciativas para proteger su independencia económica y política. La Gran Depresión afectó severamente a ambos países y llevó a un cambio en sus políticas, con Estados Unidos adoptando una mayor intervención e

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Ciclos. Año XVII, Vol.

XVI, ~ 31/32, año 2007

Argentina frente a Estados Unidos


en las conferencias panamericanas
de los años 30*

Leandro Ariel Morgenfeld**

Introducción
Las conferencias panamericanas. son un escenario diplomático privilegiado para
entender la relación entre dos países que en el período de entreguerras ocuparon
lugares muy importantes y a .la· vez disímiles en el concierto de las naciones. La
política exterior estadounidense hacia América latina se centró, desde fmales del
siglo XIX, en la estrategia de consolidar el. dominio económico y político en la
región a partir de ia constitucióri. de una Unión Panamericana, cuyo eje inicial era
una unión aduanera. El estudió del derrotero de las conferencias continentales
muestra que las delegaciones de Argentina fueron, en la mayor parte de las oportu-
nidades, un obstáculo para el proyecto estadounidense. A lo largo del medio siglo
en que se desarrollaron las primeras ocho conferencias panamericanas, hasta el
estallido de la segunda guerra mundial, Estados Unidos intentó imponerse como la
potencia hegemónica en la región, limitando la injerencia en la misma de otros
países europeos -fue una de las manifestaciones regionales de la lucha inter-impe-
rialista que caracterizó este· período. La actuación de Argentina en las conferen-

* El siguiente artículo es parte de la investigación realizada para la Tesis de Maestría en


Historia Económica, titulada "Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias
panamericanas (1889-1938)", Facultad de Ciencias Económicas, UBA, julio de 2007.
** Lic. y Prof. de Historia (FFyL-UBA), Especialista y Magíster en Historia Económica y
de las Políticas Económicas (FCE-UBA). Docente en las Facultades de.Ciencias Socia-
les, Económicas y Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigador
.del I1HESy becario del Conicet. Correo electrónico: leandromorgenfeld@hotmail.com
194 Leandro Ariel Morgenfeld

cias constituye un aspecto destacado de su política exterior y de la particular for-


ma a través de la cual se relacionó con las potencias europeas para de alguna ma-
nera intentar obstaculizar el proyecto estadounidense.
En la conflictiva década de 1930, entre la crisis y el estallido de la segunda
guerra mundial, se incrementarían las tensiones y conflictos mundiales y la lucha
entre las potencias imprimiría también una nueva dinámica a la disputa por la
hegemonía en el continente americano. Estados Unidos y Argentina, en la Sépti-
.rna Conferencia Panamericana (Montevideo, 1933), en la Conferencia de Consoli-
dación de la Paz (Buenos Aires, 1936) y en la Octava Conferencia Panamericana
(Lima, 1938), se destacarían en los debates y sus posiciones establecerían las con-
diciones de las futuras negociaciones continentales, una vez iniciada la conflagra-
ción mundial.

Estados Unidos y Argentina entre la crisis y la guerra


En'1929 se desencadenó una crisis económica en Estados Unidos, que rápidamen-
te se expandió hacia el resto del mundo interrumpiendo el período de expansión
económica inaugurado en la primera posguerra. Significó el fin de una etapa del
desarrollo económico en Estados Unidos y el mundo occidental y resquebrajó las
antiguas certezas sobre una sociedad armónica y con un progreso eterno. El crack
de la bolsa de valores de Nueva York provocó el abandono de la vieja doctrina del
laissez faire y modificó la noción acerca del papel del estado. La llamada Gran
Depresión duraría hasta la década de 1940 y sólo pudo ser superada luego del
estallido de la segunda guerra mundial. Esta situación llevó a la ruptura del siste-
ma multilateral de comercio y pagos, con el consecuente abandono del patrón oro,
produciéndose una vuelta a los sistemas de preferencia imperiales y a los 'conve-
nios bilaterales de comercio. Fue sin dudas la mayor crisis del capitalismo e
inauguraró una década de retroceso económico en los países capitalistas.
También la crisis potenció los conflictos internacionales que ya se venían
gestando en Europa, en la que diversos autoritarismos -en Alemania e Italia- en-
contraron salidas distintas a la crisis capitalísta, La tensión en ese continente y
posibilidad de que estallara una nueva guerra mundial fue el tema obligado de la
D Octava Conferencia Panamericana. La Alemania de Hitler venía amenazando con
una expansión militar, en alianza con la Italia de Mussolini y el gobierno fascista de
Japón, con lo cual en América se discutía qué hacer en caso de una agresión extra-
continental.'
En Estados Unidos, tras casi medio siglo de predicarse un modelo de acumula-
ción de capital cuyo fundamento decía ser la libertad de mercado y la no interven-
ción del estado para evitar los efectos negativos de los ciclos económicos, el famo-
so "dejar pasar. .. dejar hacer", era evidente que la situación no podía mantenerse
sin introducir algunos cambios. La caída de la tasa de ganancia en ciertas indus-
trias claves y la saturación del mercado (debido a la sobreproducción y a la caída
Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 195

del consumo) hacían inevitable la búsqueda de nuevos rumbos. A partir de 1929,se


desató una crisis sin precedentes, la producción descendió bruscamente, se suce-
dieron las quiebras y el desempleo aumentó como nunca antes. La crisis económi-
ca derivó en una catástrofe social, Era necesaria la intervencíón del estado, al menos
a los ojos del gobierno de Roosevelt -quien asumió su primer mandato en 1933-,
para regular y resolver los problemas de sobreproducción -incrementando la de-
manda estatal y estableciendo precios sostén- y de subconsumo -a través de segu-
ros de desempleo, salario mínimo y concesión del derecho a la sindicalización. Se
inauguró una nueva etapa, impensable unos años atrás, donde el estado intervíno
para ser el garante de la tasa de ganancia capitalista. Cambió así su papel, pero no
para revolucionar el sistema, sino para apuntalarlo, para ajustarlo de acuerdo a las
transformaciones que se habían producido tanto en los Estados Unidos como en el
resto del mundo capitalista (descenso de precios agrícolas por la sobreoferta mun-
dial y disminución de las exportaciones por las medidas proteccionistas de países
como Francia y el Reino Unido). La llegada de Roosevelt trajo también una nueva
política exterior. Se dejó de lado el gran garrote, la diplomacia del dólar y la del
control y se creó una nueva estrategia para intentar aplacar la yanquifobia en la
región: la política del buen vecino.
¿Cómo repercutió esta crisis mundial en Argentina? Los efectos de la crisis
desatada en 1929 afectaron las bases sobre las que se apoyaba la economía
agro exportadora. Así, los países que tradicionalmente compraban la producción
argentina (Gran Bretaña, sobre todo) comenzaron a proteger e impulsar su propia
producción de bienes primarios o la de sus áreas de influencia (como fue el caso
de Gran Bretaña y su preferencia por los países miembros de la Comunidad Britá-
nica de Naciones, luego de la firma del Tratado de Ottawa, en 1932). Al disminuir
notablemente sus importaciones de alimentos y materias primas, se produjo la
caída de los precios internacionales de estos productos. En este contexto, la Ar-
gentina, al igual que otros países exportadores de bienes primarios, vio reducidas
sus exportaciones en volumen y en precio, situación que ocasionó una falta de
divisas en el país, y la consecuente reducción de la capacidad de compra en el
mercado internacional. Esta escasez de divisas trajo la necesidad de fabricar en el
país muchos productos que antes se importaban, dando inicio a lo que suele lla-
marse la industrialización basada en la sustitución de importaciones.
Con la crisis, no sólo disminuyó la llegada de divisas por exportaciones, sino la
inversión de capitales, por lo cual no se pudo seguir, como hasta ese momento, con
la financiación del déficit público vía endeudamiento. Fracasado el proyecto neo-
corporativo de Uriburu, asumió la presidencia Justo, que abandonó la orientación
de su antecesor e inició una política de creciente intervención del estado y de
cierto proteccionismo económico (cierre de la economía). Sin embargo, elobjeti-
vo siguió siendo favorecer a la elite terrateniente, siendo el ejemplo más claro el
Tratado Roca-Runciman, de 1933,por el cual Inglaterra mantendría la cuota argen-
tina de carne de 1932, a cambio de que nuestro país otorgara una serie de contra-
196 ' Leandro Ariel Morgenjeld

partidas. En deñnitíva, se enajenaban los intereses de las mayorías en la Argenti-


na, sólo para beneficiar a los ganaderos "invemadores". La industrialización, en-
tonces, fue más bien una "adaptación" de parte de la clase dominante argentina,
cuyos principales ingresos seguían proviniendo de la actividad agropecuaria.
Para recuperar el intercambio comercial después de la crisis, Argentina alentó
acuerdos bilaterales como el Tratado Roca-Runciman y procuró también un acuer-
do comercial con Estados Unidos. A mediados de 1933; año en que se realizó la
Séptima Conferencia Panamericana, el canciller Carlos Saavedra Lamas y el repre-
sentante argentino en Estados Unidos, Felipe Espil, tuvieron contactos con el De-
partamento de Estado para impulsar un acuerdo comercial recíproco -pretendían
que Estados Unidos retomara los índices aduaneros de 1913 y modificara o quitara
las restricciones sanitarias, entre otras. Sin embargo, la administración Roosevelt
suponía más prudente posponer cualquier tipo de acuerdo bilateral hasta que la
Conferencia Económica Mundial y la Conferencia Interamericana aprobaran prin-
cipios generales de intercambio comercial libre de trabas. El Departamento de
Estado pospuso indefinidamente la respuesta a la propuesta del embajador Espil
del 5 de octubre de 1933. En realidad, lo que habría trabado cualquier acuerdo
bilateral fue, una vez más, el peso que el lobby de los productores agropecuarios
estadounidenses tenía en el congreso de ese país. Se 'profundizarían, entonces, las
divergencias entre ambas economías:

"Estados Unidos y la Argentina nunca habían estado próximos. Durante la era


dorada de la expansión económica argentina, las pretensiones de Estados Uni-
dos al poder mundial eran tomadas con un espíritu de competencia entre igua-
les. La Argentina había abandonado la carrera y para 1930estaba luchando para
evitar ser dominada por Estados Unidos -los capitales estadounidenses habían
penetrado profundamente en la economía argentina y la balanza comercial de
Estados Unidos era extraordinariamente favorable-. En todos los casos en que
los productos argentinos tenían una ventaja competitiva en el mercado estado-
unidense, los granjeros del norte se las 'habían arreglado durante la década del
20 para aumentar las barreras proteccionistas contra ellos. La carne era el tema
más delicado. Lo que no pudo excluir un arancel prohibitivo lo logró una medi-
da sanitaria, sobre la base de que la carne vacuna argentina transmitía aftosa.
Mientras el sistema multilateral del comercio internacional funcionó, denegar
el acceso de los productos argentinos al mercado estadounidense era algo mo-
lesto, un insulto al orgullo nacional y nada más. Los argentinos podían equili-
brar su déficit en el comercio con Estados Unidos mediante un excedente deri-
vado del comercio con Gran Bretaña. Una vez que el sistema multilateral entró
en colapso y el comercio mundial se vio obligado a seguir canales rígidamente
bilaterales, la exclusión del mercado estadounidense adquirió mayor importan-
cia"3

3. Tulchin, Joseph A., La Argentina y Estados Unidos. Historia de una desconfianza,


Buenos Aires, 1990,pp. 142-143.
Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 197

Los cambios en la década del 30 evidentemente complicaban las relaciones


económicas entre ambos países, que ya se habían dificultado en la década anterior
debido a las múltiples formas que adquirió el proteccionismo estadounidense.
Pese a que los beneficiarios de la intervención estatal siguieron siendo los sec-
tores dominantes de la oligarquía pampeana (varios de los ministros de Justo eran
hombres de la Sociedad Rural), se diversificó la estructura económica y las institu-
ciones del Estado. Se crearon, por ejemplo, distintos organismos reguladores: el
Banco Central (cuyos objetivos eran controlar emisión monetaria, regular los cré-
ditos, controlar a los bancos privados y establecer el control de ,cambios), las Jun-
tas Reguladoras de Granos y de Carnes, entre otros. El gobierno, así, estableció un
control de cambios e intentó orientar el comercio exterior y el uso de las pocas
dividas' que llegaban. De todas formas, esta intervención estatal estuvo lejos de
dinamizar el proceso de industrialización naciente. Uno de los problemas fue que
la prioridad siempre estuvo en el pago de los servicios de la, deuda externa, las
importaciones esenciales y las remesas de las empresas de servicios públicos, como
las ferroviarias, y nunca en desarrollar la industria de base o intervenir socialmen-
te, para expandir el gasto público y ampliar el mercado interno. En síntesis, con la
intervención se consolidó el triángulo argentino-inglés-estadounidense, que impe-
día un desarrollo industrial de la Argentina con mayor profundidad. Se verá cómo
ese afán por mantener los pagos de la deuda externa llevó a Argentina a oponerse
en la Séptima Conferencia Panamericana a la propuesta de México de plantear una
moratoria continental.
¿Cómo se afectaron las relaciones entre Estados Unidos y Argentina? La crisis
disminuyó el comercio bilateral en términos absolutos y relativos. Estados Uni-
dos, en los años siguientes, dejaría de ocupar el lugar de primer proveedor de Ar-
gentina que había ganado en la década de 1920. Mientras que entre 1925 y 1929
había abastecido casi un cuarto de las importaciones argentinas, la participación
estadounidense se redujo a la mitad en el período 1934-38. Durante ese quinque-
nio, la participación de Gran Bretaña en las importaciones argentinas subió del
20,5 al 23,1%, siendo nuevamente el principal proveedor del país del sur. Se mante-
nía la relación triangular de la década de 1920, pero se reforzaba, al menos en los
primeros años de la década, la relación comercial bilateral con Gran Bretaña.
Luego de 1934,Argentina incrementó sus exportaciones hacia el país del norte, '
con lo cual la balanza comercial entre ambos países dio positiva para el país del
sur, por primera vez desde 1923. En 1938hubo una fuerte caída de las exportacio-
nes argentinas a Estados Unidos, con lo cual el anterior superávit se transformó en
.un déficit importante, que se mantuvo en los años siguientes. En comparación con
otros países, hacia 1938, sólo el 10% de las exportaciones argentinas iban a Esta-
dos Unidos (contra el 39% de las orientadas a Gran Bretaña y el 14% a Alemania).
Pero Estados Unidos sí volvió a ser un abastecedor importante de Argentina hacia
el final de la década. En 1938,el 17% de las importaciones argentinas eran estado-
unidenses, apenas por debajo de las de origen inglés -200/0- (en 1933.eran 12 y 23 %,
198 Leandro Ariel Morgenfeld

respectivamente). También las inversiones estadounidenses continuaron en estos


años, atraídas por la expansión del mercado interno y por un tipo de cambio favo-
rable. Entre otras, se destacaron los capitales invertidos en grandes establecimien-
tos textiles -como Sudarntex, Anderson Clayton y Ducilo-, empresas dedicadas a
la producción de electrodomésticos, aparatos eléctricos y otros bienes de consu-
"mo duradero, además de empresas farmacéuticas y químicas. Las inversiones esta-
dounidenses tenían por objeto, a diferencia de las británicas del período anterior,
producir para el mercado interno argentino, que desde los años 20 estaba
crecientemente protegido. De este modo, se mantenían e intensificaban las rela-
ciones triangulares que se habían constituido en los años 204, profundizando a la
vez la relación con Gran Bretaña y los intereses estadounidenses en la Argentina.

La Séptima Conferencia Panamericana (Montevideo, 1933)


Las relaciones entre Estados Unidos y la Argentina, durante la Conferencia de
Montevideo, estuvieron a cargo de dos nuevos presidentes: Roosevelt y Justo, quie-
nes nombraron para hacerse cargo de las relaciones exteriores a Cordell Hull y a
Carlos Saavedra Lamas, dos experimentados en el tema. En la década de 1930, la
relación bilateral, y los asuntos panamericanos en general, giraron en tomo a las
disputas y acuerdos entre estos dos representantes. Al mismo tiempo, también se
destacaban los segundos de cada uno de ellos: el subsecretario de Estado, Sumner
Welles, y el embajador argentino en Estados Unidos, Felipe Espil.

"Durante los meses de prueba de mediados del año 1933, conforme ambas na-
ciones hacían aprestos para la Séptima Conferencia Interamericana, se advertía
que las antiguas diferencias infestaban la atmósfera de los nuevos gobiernos:
Doctrina Monroe, intervención política comercial y la maquinaria de paz". En
setiembre, en ocasión de reactivar su condición de miembro de la Liga de las
Naciones, la Argentina reiteró sus objeciones a la Doctrina Monroe considerada
como compromiso r~gional"5

El tema de la intervención en los asuntos internos de otro país pasó a ser impor-
tante luego del estallido de la revolución cubana contrael dictador Machado, en
agosto de 1933. La ratificación del principio de no intervención parecía ser más

4. También es importante destacar el creciente comercio entre Argentina y Alemania,


que profundizaría las relaciones con Europa. Alemania era, en 1938, el segundo desti-
no de las exportaciones argentinas (14%) y el tercer proveedor. Las inversiones alema-
nas también eran importantes, aunque no al nivel de las inglesas o las estadouniden-
ses. Estos intereses alemanes en el país, y la existencia de sectores locales vinculados
a ellos, explicarían, en parte, el sustento material de las futuras posiciones germanófilas
tras el estallido de la segunda guerra mundial.
5. Peterson, Harold F., La Argentina y los Estados Unidos, 11.1914-1960, Buenos Aires,
1985, p.102.
Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 199

oportuna que nunca. En la década de 1930, Argentina recuperaría un rol detenni-


nante en las relaciones internacionales:

"La actividad de la diplomacia argentina alcanzó en los años 30 un alto perfil,


bajo la conducción del canciller Carlos Saavedra Lamas, Ello se debió a una
serie de hechos, como el reingreso de la Argentina a la Sociedad de las Naciones
y la presidencia de la Asamblea de este organismo ejercida en 1936; la activa
intervención en las gestiones para concluir la guerra del Chaco entre Bolivia y
Paraguay, que incluyó la firma del Protocolo que puso fin al conflicto en Buenos
Aires enjulio de 1935; y el otorgamiento a Saavedra Lamas del premio Nobel de
la Paz por sus iniciativas a favor de un Pacto Antibélico de No Agresión y Conci-
liación. El protagonismo internacional del canciller argentino y el elevado perfil
diplomático alcanzado por su país fortalecieron la auto estima de sus sectores
dirigentes, pero fueron preparando, al mismo tiempo, el camino hacia nuevas
divergencias con los Estados Unidos"

Este alto perñl se daría justamente en el momento en que la administración


demócrata de Roosevelt pretendía posicionarse nuevamente en el continente y
disminuir los recelos hacia Estados Unidos a través de la política del "buen veci-
no".
Poco antes de la Conferencia de Montevideo, fue importante el Pacto Antibélico
propuesto por Saavedra Lamas. Esta iniciativa pretendía sintetizar los contenidos
de convenciones de paz aprobadas en la última década: el Tratado Gondra de Con-
ciliación, el Pacto Briand-Kellogg, los Tratados de Washington de 1929 y el Pacto
de la Liga Covenant, Esta propuesta condenaba la guerra de agresión y quitaba
validez a las adquisiciones de terrítorio obtenidas por medio de la fuerza, a la vez
que se posicionaba explícitamente en contra del derecho a intervención,
En enero de 1933, el anteproyecto de Argentina pasó a ser parte de la agenda de
la Conferencia de Montevideo. En los meses siguientes, en sendas reuniones con
países vecinos, Argentina se aseguró la ratificación por parte de Chile, Brasil, Méxi-
co, Paraguay y Uruguay. El tratado fue fmalmente firmado el 12 de octubre, antes
del inicio de la Conferencia, y significaba, para el canciller argentino, una carta
para enfrentar las aspiraciones estadounidenses en Montevideo. Era una
contrapropuesta al planteo de Roosevelt, del 16 de mayo, de convocar a un pacto
general de no agresión en el continente.
Un último punto a destacar antes del análisis de la Conferencia fueron los ru-
mores y los intentos por postergar la Conferencia en los meses previos a la misma.
Saavedra Lamas, según distintos informes recibidos por el Departamento de Esta-
do, consideraba que quizás debía aplazarse la reunión, teniendo en cuenta los con-
flictos en Cuba y en el propio país anfitrión, además del diferendo entre Bolivia y
Paraguay. Levantar la reunión hubiera significado debilitar la organización

6. Rapoport, Mario, Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003),


Buenos Aires, 2006, p. 205.
200 Leandro Ariel Morgenfeld

panamericana, diluir la posición estadounidense en la resolución de los conflictos


, en Sudamérica y potenciar el papel mediador que la Argentina estaba ejerciendo a
través de su canciller. Las dudas también empezaron a surgir en la propia adminis-
tración de Roosevelt, con la excepción del Secretario Hull. Estados Unidos, según
la percepción del encargado de las relaciones exteriores, tenía en Montevideo una
ocasión excepcional para empezar a desplegar la "política del buen vecino", que
pretendía impulsar la administración Roosevelt. Además, debía tener un fuerte
protagonismo para evitar cualquier posible coalición latinoamericana que uniera a
los países fuertemente endeudados contra sus acreedore~, lo cual podía llegar a
ocurrir, a partir de la iniciativa del canciller mexicano.
La Conferencia duró desde 3 al 26 de diciembre de 1933. Participaron 20 nacio-
nes: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Esta-
dos Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay,
Pero, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Respecto a la última conferen-
cia, sólo faltó Costa Rica. Los delegados argentinos fueron el canciller Saavedra
Lamas, Juan F. Cafferata, Isidoro Ruiz Moreno, Ramón S. Castillo, Carlos Brebbia,
Raúl Presbich, Luis A. Podestá Costa y Daniel Antokoletz. La delegación estado-
unidense estaba compuesta por el secretario de Estado Cordell Hull, Alexander W.
Weddell, J. Reuben Clark, J. Butler Wright, Spruille Braden y Sophonisba P.
Breckinridge.
Hull tuvo una activísima participación ya antes del inicio de la Conferencia.
ATInó grupos de estudio al interior de su delegación, se reunió previamente con
otras delegaciones, comenzó a escribir resoluciones provisorias de los temas más
importantes y armó una estrategia por la cual la intervención estadounidense en la
Conferencia se centraría en dos ejes: avanzar en la disolución de los obstáculos al
comercio continental -por las barreras aduaneras y las restricciones- y en un pac-
to antibélico, siguiendo la propuesta de Saavedra Lamas, que limitaba el
autoproclamado derecho a intervención estadounidense. Justamente, en entrevis-
ta con el delegado argentino, lo convenció para que impulsaran estas dos resolu-
ciones entre las dos delegaciones.
Un primer tema importante abordado en la Conferencia giró en tomo a las ba-
rreras y restricciones comerciales. Hubo un principio de entendimiento para ata-
car las tarifas aduaneras que afectaban el comercio en el continente. Este compro-
miso se concretó en los primeros días de diciembre. Saavedra Lamas siguió la pro-
puesta de Hull de llevar adelante un ataque contra las barreras comerciales y las
altas tarifas aduaneras por medio de acuerdos bilaterales recíprocos, cuestión que
fue aprobada por unanimidad, en la Conferencia. La declaración de la delegación
estadounidense contra las barreras comerciales y a favor del libre comercio no se
traducirla en una futura apertura del mercado estadounidense a las exportaciones
argentinas, debido a la presión de los productores agropecuarios del país del nor-
te. La delegación argentina, por su 'parte, hizo un fuerte alegato a favor del libre
comercio. Así se manifestaba el delegado Isidoro Ruiz Moreno en la comisión en
que se trató esta cuestión:
Argentinafrente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 201

"En la sesión que celebró la Comisión en pleno el día 14, adherí en nombre de la
Delegación Argentina a la proposición que el señor non, Secretario de Estado
de Estados Unidos, presentó el día doce sobre diversas medidas a tomar para
fomentar el comercio interamericano. Hice la adhesión en los siguientes térmí-
nos: Señores delegados: porque entiende la delegación argentina que se hace
panamericanismo práctico acordando una real libertad de comercio, adhiere
sin reservas a la proposición del señor Secretario de Estado Mr. Hull. En la Re-
pública Argentina, señores, se predica y se practica la tendencia y la realidad
hacia la libertad de comercio. (... ) Consideramos que, previo a todo.iaún a la
adopción de otras medidas, es menester hacer desaparecer las barreras aduane-
ras que entorpecen la circulación y tránsito internacional: bajando las tarifas,
aboliendo las prohibiciones de importar o exportar, generalizando, como acon-
seja la Sociedad de las Naciones, la implantación de la cláusula incondicional de
la Nación más favorecida en los tratados de comercio 117.

Está claro que Argentina apuntaba no sólo a las tarifas aduaneras, sino a todas
las formas de proteccionismo, y todavía abrigaba esperanzas respecto a las nego-
ciaciones que se establecieron a partir de la propuesta de Espil al Departamento
de Estado, en octubre de 1933.
Un segundo tema fue el del endeudamiento externo. 10 más notorio fue el tra-
tamiento de la propuesta mexicana de aprobar un amplio programa sobre deudas
y problemas monetarios, que contemplaba la posibilidad de una moratoria gene-
ral. En este punto,' Saavedra Lamas se unió a Hull para proponer que el tema se
postergara para una futura conferencia. Se desestimaba, así, la propuesta del can-
ciller y delegado mexicano, Puig Casauranc, que impulsaba una moratoria general
de las deudas. Argentina, respetando el pedido previo de Estados Unidos, sostuvo
que el proyecto mexicano era inviable y que era necesario, para las naciones lati-
noamericanas, honrar las deudas.
El interés de México porque se aprobara su proyecto ya venía siendo notificado
a Saavedra Lamas desde antes del inicio de la conferencia. Así lo expresaba el
propio Puig Casauranc al canciller argentino, en carta confidencial enviada el 29
de agosto de 1933:

"En el campo económico pero con enorme repercusión de orden político, llega
mi ambición hasta lograr en Montevideo que, destruyéndose completamente la
tésis del Coronel Porter, traducida en Convención por fortuna no existente y
que se aprobó en La Haya en 1907,vuelva a la discusión en la vnConferencia, en
toda su pureza prístina, la Doctrina Drago. Si lográramos la aceptación de esta
Doctrina y su traducción jurídica en una convención panamericana, desapare-
cería del todo la amenaza que siempre ha flotado, si no sobre la República Ar-
gentina, sí sobre la casi totalidad de los demás países de Latino-América. Esto

7. Informe del delegado Isidoro Ruiz Moreno sobre la Séptima Conferencia Panamerica-
na, presentado a Saavedra Lamas en marzo de 1934 (AMREC,VIIConferencia Paname-
ricana).
202 Leandro Ariel Morgenfeld

naturalmente si se lograra la inclusión del tema. También en este terreno, en


relación con deudas. exteriores, no de Gobierno a Gobierno, existen numerosos
aspectos de particular interés para Latino-América que sería.útil tratar, si pudie-
ra llegarse a resoluciones generales moratorias sin pago de intereses durante
ellas, posible establecimiento de organismos jurídicos internacionales para arre-
glo de materias de deudas, sin necesidad de caer en los odiosos comités banca-
rios que unas veces pretenden obrar como meros agentes de Latino-América, y
otras ocasiones como 'trustees' de ellos".

México también le había hecho saber al secretario Hull, el 14 de septiembre de


1933, que tenía intenciones de incorporar este tema en la agenda de la Conferencia
de Montevideo. En un largo Memorándum donde se explicaba la penosa situación
financiera de muchos países latinoamericanos, se hacía referencia incluso a la
posición argentina en la Conferencia Económica de Londres",
El propio Hull, en conversación con la delegación argentina en Washington, se
había pronunciado en contra de incorporar este tema, defendiendo los intereses
de los acreedores estadounidenses:

"Por lo que hace al Departamento de Estado, el Secretario Hull en conversacion


de hace ya dias atrás, me había manifestado que estaban preocupados con la
gestión de la cancillería mejicana, dirigida a la modificación del capítulo econó-
mico de la agenda de Montevideo, lamentando que se introdujera allí la discu-
.síón sobre la deuda exterior de los paises latino americanos y se propusieran
soluciones colectivas sobre moratoria. En este caso la situación de la delega-
ción de Estados Unidos sería muy embarazosa, ya que se Gobierno poco o nada
podría hacer en un asunto que debe ser materia de negociaciones directas entre
los gobiernos deudores y los tenedores de títulos. Que, en este asunto la política
del Departamento 'de Estado era no aparecer en manera alguna representando
intereses bancarios, por cuya razón habian cuidado que la Asociación de Tene-
dores de Títulos, próxima a organizarse, tuviera un carácter eminentemente pri-
vado"10.

Hubo un intercambio importante de comunicaciones, principalmente dirigidas


por el canciller mexicano a su par argentino, para lograr el apoyo a la iniciativa
sobre una moratoria general de las deudas públicas. El gobierno mexicano era
conciente de que, con la virtual negativa estadounidense, el apoyo argentino era
.8. Carta Confidencial enviada por J. M.Puig Casauranc a Carlos Saavedra Lamas, el 29 de
agosto de 1933,desde' México (AMREC, VII Conferencia Panamericana).
9. Memorandum enviado por el canciller J. M. Puig Casauranc al embajador de Estados
Unidos en México, Daniels, el 14 de septiembre de 1933,y enviado a su vez --en carác- .
ter de comunicación confidencial- por el canciller mexicano al embajador argentino
en México, Sergio García Uriburu, el 20 de septiembre de 1933(AMREC, VIIConferen-
cía Panamericana).
10. Carta enviada por la Delegación Argentina en Washington a Saavedra Lamas, el 19 de
octubre de 1933 (AMREC, VII Conferencia Panamericana).
Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 203

vital para que prosperara su proyecto. YHull también sabía que si neutralizaba a la
Argentina, seguramente lograría su intención de hacer fracasar la propuesta mexi-
cana.
Yaen la Conferencia, en el momento en que México hizo su presentación para
agregar su propuesta al temario, Saavedra Lamas se interpuso para lograr que nau-
fragara esta iniciativa. Se abrió, así, un debate. Hull también intervino presionando
para hacer fracasar la propuesta mexicana, hasta que la Comisión de Iniciativas
terminó votando la creación de la subcomisión propuesta por 'Saavedra Lamas,
táctica para diluir la cuestión, postergándola indefinidamente. La intervención de
Saavedra Lamas, como él mismo lo aclara, fue decisiva para torcer la votación. En
el extenso discurso, se pronunció en contra de una moratoria continental, justa-
mente porque la política argentina fue seguir privilegiando el pago a los acreedo-
res externos aún en situaciones de penuria económica:

"Yo no quiero acentuar un espíritu de crítica, que pudiera trasparentar desconsi-


deración a estas ideas [del delegado mexicano]. Puede el señor representante
de Estados Unidos con amplia benevolencia, por ser el suyo el país donde se
desenvuelve la acción de los acreedores, adoptar frente a esta proposición un
amplio criterio, que mucho lo favorece, aceptar toda la discusión y decir que
está dispuesto a debatirla, o sea que no la rehuye. Pero vuelvo nuevamente, para
recalcar el significado de esta agenda, a llamar la atención de los señores Dele-
gados que, en síntesis, importa convertir a la Unión Panamericana en un orga-
nismo que establecería una moratoria uniforme para todo el Continente, lo que
a mi juicio, señores delegados, importa trastocar las bases orgánicas del Pan-
americanismo en medio siglo, ejecutar actos para los cuales no estamos habili-
tados, desenvolver una acción que podría tener repercusiones nocivas sobre el
crédito de los distintos países que, penosamente, trabajando por mantenerlo a
la altura que ellos creen que corresponde, y sacrificando con impuestos a sus
pueblos, tendrían mañana la ínformación de que ese crédito, región de exquisita
sensibilidad moral de los individuos como de las colectividades, queda afectado
porque las naciones que están representadas en esta mesa, han aceptado la idea
de una moratoria uniforme, es decir, han venido dentro del panamericanismo a
proclamar una especie de quiebra continental de todos los países que forman la
América, seducidos así por el interés que encontremos en las penurias que algu-
nos de esos países están sufriendo y que no podemos admitir que se pretenda
generalizar a otras naciones cuya modalidad interna no conocemos, cuyas con-
diciones financieras no hemos podido apreciar y cuya vida se desenvuelve con
una autonomía plena que ningún concepto de Panamericanismo puede destruir'?'.

Argentina defendía su política económica, su obstinación por seguir pagando


escrupulosamente los intereses de la deuda -a diferencia de lo que hacían otros

11. Informe presentado por el Presidente de la Delegación Argentina, Dr. Carlos Saavedra
Lamas, al presidente Agustín P Justo (AMREC, VII Conferencia Panamericana), pp.
40-41.
204 Leandro Ariel Morgenfeld

países, como Brasil- y utilizando las pocas divisas que obtenía para favorecer la
salida de capitales, fundamentalmente hacia Inglaterra. En este punto, la posición
de la delegación argentina permitió a Estados Unidos fragmentar lo que hubiera
podido ser un bloque latinoamericano que hubiera afectado a los acreedores, mu-
chos de ellos estadounidenses.
Un tercer gran tema versó sobre el principio de no intervención, Los Pactos
Antibélicos y el Tratado de Arbitraje. Sobrevolaba el problema de la guerra entre
Bolivia y Paraguay, y seguía la disputa sobre cómo se resolvería el conflicto. Ar-
gentina tenía como objetivo que los países limítrofes condenaran la Guerra del
Chaco. Saavedra Lamas terminó respaldando la propuesta que se limitaba a recor-
dar a Paraguay y Bolivia cuáles eran las obligaciones que habían contraído al haber
suscrito el pacto de la Sociedad de las Naciones, con lo cual se las conminaba a
arreglar su diferendo por la vía jurídica. Llevar el tema a la Sociedad de Naciones
era el objetivo de la delegación argentina.
También estaba en el temario la posibilidad de avanzar en un acuerdo de paz.
En ese sentido, la delegación argentina, en discusiones previas sobre el programa
de la Conferencia, había establecido que .

"No corresponde poner a discusión el Pacto Antibélico argentino que ha sido ya


suscripto por seis Repúblicas Americanas, sino depositar un ejemplar en la Se-
cretaria de VII Conferencia a fin de que las demás naciones del Continente se
adhieran al Tratado con o sin reservas. Toda discusión eventual sobre guerra
agresiva u otra materia debe eludirse en cuanto tenga conexión con el Pacto
Antibélico" 12

Este fue el gran triunfo de la delegación argentina, dado que ese Pacto Antibélico
fue reconocido por el resto de los países, incluido Estados Unidos.
La Argentina, en principio, no quería que se avanzara en aprobar un Tratado de
Arbitraje o en ratificar lo acordado en la Conferencia de Washington de 1929, a la
cual no había asistido. Sin embargo, primó una postura "acuerdista". En definitiva,
y para unificar los distintos proyectos, se terminó firmando un "Acta declaratoria
de la intención de suscribir los pactos tendientes a la solución por medios pacífi- (
cos de los conflictos internacionales", que implicaba avanzar en los compromisos
previos, ratificando la voluntad de no confrontar entre las iniciativas de los distin-
tos países. Es más, el acuerdo de Estados Unidos con la iniciativa argentina habría
correspondido a las negociaciones previas entre ambas delegaciones". El artículo
segundo de esta declaración invitaba a adherir a los participantes a los siguientes
12. "Ideas cambiadas sobre los distintos puntos del programa", en reuniones realizadas
por 8aavedraLamas, Ruiz Moreno, Podestá Costa y Antokoletz, Buenos Aires, 24 de
noviembre de 1933 (AMREC, VII Conferencia Panamericana, folios 129-140).
13. También sobrevolaba el tema de la condena a las intervenciones militares estadouni-
denses y la ratificación del principio de no intervención. Cuando se trató la cuestión de
la intervención, que generaba la oposición de muchos países latinoamericanos, el dele-
Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 205

acuerdos previos: Pacto de Gondra (Santiago de Chile), Pacto de Briand-Kellog


(París), Convención Interamericana de Conciliación (Santiago de Chile); Tratado
Interamericano de Arbitraje (Washington) y Pacto Anti-Bélico (Río de Janeiro).
¿Cuál es el balance de la Conferencia? Yaantes de iniciada la misma, los proble-
mas económicos que sufrían los distintos países de América llevaron a muchas de
sus cancillerías -yen especial a Saavedra Lamas- a plantear el aplazamiento del
congreso. Sin embargo, el Secretario de Estado estadounidense puso todo se em-
peño en lograr que esta reunión se hiciera, y encabezó su delegación, viajando en
barco hasta Montevideo. Era una oportunidad excelente para reañrmar la recien-
temente creada política del "buen vecino", en el contexto de avance de los
totalitarismos en Europa y de la influencia comunista, alrededor de la ID Interna-
.cional impulsada por Moscú, y de procesos latinoamericanos complejos como los
que se daban en Cuba, Nicaragua o México. A diferencia de otros cónclaves conti-
nentales, esta vez hubo un cierto entendimiento entre las representaciones argen-
tina y estadounidense, que limaba parte de las asperezas que se habían creado en
la Conferencia de La Habana de 1928, a partir de la intervención de Honorio
Pueyrredón, entonces jefe de la delegación del país del sur. Argentina, en esta opor-
tunidad, abandonó la tradicional actitud de oposición respecto de todas las pro-
puestas estadounidenses, mientras que Hull aceptó el Pacto Antibélico de Saavedra
Lamas -que aseguraba que no habría intervención militar estadounidense en la
región- y las restantes propuestas de Paz (en el contexto de la Guerra del Chaco
que enfrentó a Bolivia y Paraguay). La posición del futuro Premio Nobel fue funda-
mental para hacer abortar la iniciativa que más preocupaba a Estados Unidos: la
propuesta del canciller mexicano para discutir una posible moratoria general de
las deudas latinoamericanas.
Por primera vez, Argentina y Estados Unidos parecían perseguir objetivos simi-
lares en una Conferencia Panamericana, marcando un punto de inflexión en rela-
. ción a los seis cónclaves anteriores. Saavedra Lamas pretendió fortalecer el
liderazgo regional de Argentina, pero no enfrentando abierta y totalmente a Esta-
dos Unidos, sino negociando. Así, aseguró la aprobación por parte de Estados.
Unidos de su Pacto Antibélico, logró que se aprobara un programa de reciprocidad
bilateral -aunque luego no se aplicó- y evitó que se aprobara el proyecto de mora-
toria de México, que lo hubiera constituido como líder rival entre las naciones
latinoamericanas. Este afán de recuperar el liderazgo regional lo sintetiza bien un
artículopublicado en un periódico mexicano de la época:

"La Argentina representada en la Conferencia por un hábil parlamentario, el


Ministro Saavedra Lamas, ha pasado de la abstención más hermética a que la

gado argentino dejó que fueran otros IQs países que condenaran la intervención esta-
dounidense en Centroamérica. Este era-un giro significativo a la firme condena al "de-
recho a íntervencíón" que Horacio Pueyrredón había enarbolado en la VI Conferencia
Panamericana (La Habana, 1928).
206 Leandro Ariel Morgenjeld

había condenado Yrígoyen, a una gran actividad. en materia internacional, al


extremo, en este aspecto dinámico, de superar a todos los países que asistieron
a la Conferencia. Este afán de destacarse y, posiblemente, de ejercer una hege-
monía a nombre de los grandes países sudamericanos, no' dejó de despertar, a
las veces, la sensación de una cierta tendencia regionalista. Hay que conceder
que la acción comercial de estos países se desenvuelve hacia Europa notoria-
mente. Sus problemas son, pues, diferentes a los de los demás, cuyas vincula-
ciones comerciales con los Estados Unidos, representan el porcentaje más alto'"!

Este periodista mexicano resalta la diferencia entre los países americanos cu-
yas economías se encontraban más imbricadas con la estadounidense y la Argenti-
na, con lazos históricamente más fuerte con el Viejo Continente.
Más allá de las negociaciones entre las delegaciones argentina y estadouniden-
se y del inusual clima cordial, no se superó por completo la tradicional rivalidad
entre ambas naciones. Ni siquiera en el tema de las tarifas aduaneras, que ambas
delegaciones condenaron en Montevideo, se avanzó en estos años, debido a fuerza
que teman las posiciones proteccionistas tanto en el congreso estadounidense como
en la representación de los. lobbies en el Ministerio de Agricultura. En la cuestión
de la Guerra del Chaco, la competencia por la hegemonía continental se reavivó.
Argentina logró finalmente tomar la iniciativa, primero con el Pacto Antibélico
fmnado previamente, que logró el apoyo de numerosos países, y luego cuando
consiguió que la futura Conferencia de Consolidación de la paz se celebrara en
Buenos Aires y no en la capital estadounidense. Como se verá más adelante, en la
importante Conferencia de 1936, hubo un álgido enfrentamiento entre Saavedra
Lamas y su par Cordell Hull.

La Conferencia de Consolidación de la Paz (Buenos Aires, 1936)


El tema aún candente, tras la Conferencia de Montevideo, era la Guerra del Chaco,
entre Bolivia y Paraguay, que había comenzado en 1932. Argentina había logrado,
luego de años de "puja" entre la Comisión de Neutrales impulsada por Estados.
Unidos y el grupo ABC~ de países limítrofes, impulsado por Argentina, que la reso-
lución de la cuestión la tuviera como protagonista. Trabajando con Chile, Saavedra
Lamas había conseguido, a principios de 1935, la cooperación de Brasil, Perú, Uru-
guay y Estados Unidos para conformar un grupo mediador. Éste obtuvo una tregua.
el 12 de junio de ese año. Pocos días después, elIde julio, Bolivia, Paraguay y los
mediadores se reunieron en una conferencia de paz. Luego de varios meses de idas
y vueltas, los delegados llegaron a redactar un Protocolo, el21 de enero de 1936. El
conflicto seguía en pie -el trazado de la nueva frontera defInitiva recién se lograría
hacia 1938-, pero la guerra se había terminado. Argentina, a través de su canciller

14. Sierra, Manuelj., "Conferencia de Montevideo. Conclusiones", en diario El Universal


de México, 14 de marzo de 1934 (AMREC, VII Conferencia Panamericana)..
Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 207

Saavedra Lamas, había logrado ocupar un lugar de peso en la resolución de esta


cuestión, poniéndose al nivel de su par, Cordell Hull.
El acontecimiento panamericano más importante entre las Conferencias de
Montevideo y Lima fue la Conferencia de Consolidación de la Paz, realizada en
Buenos Aires del 1 al 23 de diciembre de 1936. La reunión fue por iniciativa de
Roosevelt y HuIl Yparticiparon los 21 países que eran parte de la Unión Panameri-
cana. La delegación argentina estuvo compuesta por el mundialmente reconocido
Carlos Saavedra Lamas", Roberto M. Ortiz, Miguel Ángel Cárcano, José María
Cantilo, Felipe A. Espil, Leopoldo Melo, Isidoro Ruiz Moreno y Daniel Antokoletz,
todos con mucha experiencia diplomática. La delegación estadounidense estaba
compuesta por Cordell Hull, Sunmer Welles, Alexander W. Weddell, Adolf A, Berle
Jr., Alexander F. Whitney, Charles G. Fenwick, -Míchael Francis Doyle y Elíse E
Musser," Tenía tanta importancia para Estados Unidos esta Conferencia, que el
propio presidente Roosevelt viajó hasta la capital argentina para inaugurarla. Ar-
gentina lo recibió con bombos y platillos, aunque eso no implicó un acercamiento
a Estados Unidos. Cordell HuIl no encontró en Saavedra Lamas al "aliado" de Mon-
tevideo. En esta oportunidad, tanto el secretario de Estado como su par argentino
tenían sus propios proyectos. El estadounidense tenía tres puntos básicos: consul-
ta obligatoria entre todos los países americanos en caso de amenaza a la paz en el
continente, comisión permanente de consulta de todos los ministros de relaciones
exteriores para analizar posibles acciones comunes, y extender a todo el continen-
te los principios de neutralidad en curso en Estados Unidos. La propuesta de su
par argentino, en cambio, planteaba: cooperación interamericana con la Liga de
las Naciones, consulta únicamente para negociar directamente mediante los cana-
les diplomáticos habituales, y no intervención absoluta.

"En el cutso de las reuniones, Saavedra Lamas se manifestó contra la existencia


de un derecho internacional regional americano (Doctrina Monroe) y subrayó
el principio de no intervención en la forma más absoluta. Por lo tanto nuestra
delegación estuvo contrapuesta a la estadounidense, representada por Cordell
Hull y Sumner Welles"17
15. En pocos años, Saavedra Lamas pasó a ser una de las figuras más reconocidas en los
ámbitos diplomáticos internacionales. Ministro de Relaciones Exteriores nombrado
por Justo, había logrado reintegrar a su país a una posición importante en América y
en los consejos mundiales. Había conseguido treinta adherentes para a su Pacto
Antibélico y ocupar un lugar fundamental en la negociación por el fm de la Guerra del
Chaco. Llegó a presidir la Asamblea de la Liga de Naciones y conseguió, en parte gra-
cias al apoyo de Cordel! Hull, el Premio Nobel de la Paz.
16. Dotación Carnegie para la paz Internacional, Conferencias Internacionales America-
nas 1889-1936. Recopilación de tratados, convenciones, recomendaciones, resolu-
ciones y mociones adoptadas por las siete primeras conferencias internacionales
americomas, Washington, 1938, pp. 601-602.
17. Chíanelli, Trinidad Delia, "Cien años de panamericanismo", en Todo es Historia N. 270,
Buenos Aires; 1989, p. 22.
208 Leandro Ariel Morgenfeld

El canciller argentino se opuso fervientemente al plan estadounidense de un


organismo de consulta permanente, sosteniendo que significaría crear una Liga de
Naciones paralela, a nivel regional. Según su planteo, además, eso implicaría darle
funciones políticas a la Unión Panamericana, que no podía tenerlas. También ata-
o có la idea de que las consultas y sugerencias tuvieran que ser de carácter obligato-
rias, socavando así la soberanía de cada uno de los estados. Por último, se negó a
adscribir a los principios estadounidenses de neutralidad, que implicaban embar-
gos de créditos y de armas, Para Saavedra Lamas, esto contradecía la política de la
Liga de Naciones, que permitía exportarle armar a los países que fueran víctimas
de una agresión.
El resultado de la intervención tan elocuente del anfitrión hizo que lo que se
aprobó estuviera muy lejos de las pretensiones de Hull. Se votaron dos proyectos:
una Convención sobre mantenimiento, Afianzamiento y Restablecimiento de la Paz
y un Protocolo Adicional relativo a la No Intervención. También se votó una Decla-
ración sobre Solidaridad y Cooperación Interamericana. La Convención planteaba
que en caso de guerra o de conflicto entre dos o más países americanos, se lleva-
rían a cabo las consultas necesarias para lograr una solución pacífica. Si la guerra
se diera fuera de América, y amenazara a los países del continente, entonces se
harían las consultas para establecer que los países signatarios que así lo deseasen,
podrían eventualmente cooperar en una acción común tendiente a mantener la paz
en América. Según Hull, la aclaración de que esto era sólo para los países "que lo
deseasen" fue un agregado y un recurso argentino para suavizar la Convención. El
Protocolo, por su parte, establecía, en su artículo inicial, que

"LasAltas Partes Contratantes declaran inadmisible la intervención de cualquie-


ra de ellas, directa o indirectamente y sea cual fuere el motivo, en los asuntos
interiores o exteriores de cualquiera otra de las partes"

El tercer punto acordado originalmente estaba pensado como tratado -así fue
redactado por las naciones centroamericanas- e incluía un artículo que proponía
una reacción común, conjunta y uniforme de los países americanos frente a cual-
quier ataque extra-continental a alguno de estos países.

"Ladelegación argentina que siguió siempre -como en las Conferencias anterio-


res- una línea de resistencia a la formación de una asociación continental dema-
siado estrecha, con predominio de la política norteamericana, disolvió el Trata-
do en una Declaración y suscribió finalmente el artículo del conflicto en otra
versión que decía: 'Que todo acto susceptible de perturbar la paz de América las
afecta a todas y cada una de ellas y justifica la iniciación de los procedimientos
de consulta previstos en la Convención para el Mantenimiento, Afianzamiento y
Restablecimiento de la Paz, suscrípta en esta Conferencía'v"

18. Ibíde, p. 23.


Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 209

En sintonía con lo hecho en las décadas anteriores, Argentina evitó profundizar


lazos con Estados Unidos que la distanciaran de Europa. Finalmente, y también
como solía ocurrir, el congreso argentino no ratificó nada de lo que firmó la delega-
ción argentina en esta Conferencia. Estados Unidos, en cambio, sí ratificó todo lo
votado 19.
El avance de las potencias del Eje, entre la Conferencia de paz de Buenos Aires
.y la de Lima, fortaleció los temores estadounidenses. En estos dos años, se produ-
jo un acercamiento relativo entre las diplomacias estadounidense y argentina: el
gobierno de Ortiz se mostró más dispuesto a enfrentar las crecientes actividades
políticas progermanas en territorio argentino y hasta el propio Saavedra Lamas
respaldó la Doctrina Monroe en una cena de homenaje a la independencia estado- .
unidense, .e14 de julio de 1937, además de apoyar la candidatura de Cordell Hull al
Premio Nobel de la Paz, quizás devolviendo favores por el apoyo que había recibi-
do dos años antes para obtener el propio. Sin embargo, no' hubo cambios significa-
tivos en la orientación de la política exterior argentina. Cantilo, incluso antes ~e
dejar su cargo en Roma para asumir como nuevo ministro de relaciones exterio-
res, ya sugirió que se postergara la Octava Conferencia Panamericana, programa-
da para fin de 1938. Se seguía, en este punto, la estrategia de Saavedra Lamas de
1933, destacando en las argumentaciones que había que preservar las estrechas
relaciones entre Argentina y Europa, y que la explosiva situación mundial no daba
lugar a la reunión de la Cumbre Panamericana.

La Octava Conferencia Panamericana (Lima, 1938)


La Conferencia duró desde 9 al 27 de diciembre de 1938. Participaron los 21 países
integrantes de la Unión Panamericana. La delegación argentina estaba integrada
por Isidoro Ruiz Moreno, Adrián C. Escobar, Horacio Rívarola, Mario Antelo, Cé-
sar Díaz Cisneros, Ricardo Marcó del Pont y Alejandro Bunge. El canciller Cantilo,
si bien no era parte de la delegación, viajó a Lima estrenando un nuevo crucero .;
"LaArgentina"- y pronunció el discurso. inaugural, antes de retirarse. La delegación
estadounidense estaba conformada por el Secretario de Estado Cordell Hull, Alfred
M Landon, Adolf A. Berle Jr., Laurence A Steinhardt, Henry Norweb, Emilio del
Toro Cuevas, Green H. Hackworth, John R O'Hara, Charles G. Fenwick, Dan W.
Tracy, Elise R Musser y Kathryn Lewís'",

19. El mecanismo de consultas establecido en la Conferencia de paz enBuenos Aires fue


el que se utilizó durante la segunda guerra mundial.
20. Dotación Carnegie para la Paz Internacional, Conferencias Internacionales Ameri-
canas. Primer suplemento 1938-1942. Convención, Declaraciones, Recomendacio-
nes, Resoluciones y Mociones adoptadas por la Octava Conferencia Internacional
Americana y por las Reuniones Primera, Segunda y Tercera de consulta de los mi
210 Leandro Ariel Morgenjeld

En la Conferencia de Lima,la oposición entre Argentina y Estados Unidos llevó


al canciller argentino a amenazar con no concurrir para evitar enfrentarse perso-
nalmente con Hull, luego de haber fracasado en su estrategia de postergar la Con-
ferencia. Pero, al no haber asistido todavía éste, Cantilo aprovechó para dar un
discurso inaugural, defendiendo los vínculos con Europa y desacreditando los in-
tereses estadounidenses:

"Lasolidaridad americana, señores, es un hecho que nadie pone ni puede poner


en duda. Todos y cada uno de nosotros estamos dispuestos a sostener y aprobar
esa solidaridad frente a cualquier peligro, que venga de donde viniera, amenaza-
ra la independencia o la soberanía de cualquier estado de esta parte del mundo.
No necesitamos para ello de pactos especiales. El pacto ya está hecho en nues-
tra historia. Actuaríamos con un solo e idéntico impulso, borradas las fronteras
y cori'una sola bandera para todos: la de la libertad y la de lajusticia, (...) Pero la
Argentina cree que cada pueblo americano con fisonomía inconfundible debe .
desarrollar su propia políticasin olvidar por ello la magna solidaridad continen-
tal ni la gravitación natural de intereses recíprocos que se agrupan por razones
geográficas. (...) Vale decir que nuestra solidaridad continental no puede ser
excluyente de la que nos une al resto del género humano y que no podemos
desinteresamos de lo que ocurre fuera de América. La Argentina no lo hizo ni lo
hará, no sólo por razones de orden económico, sino por imposiciones históricas
y de carácter sentimental'?'

Se desechó, en la Conferencia, cualquier liga o confederación de países ameri-


canos, tal como proponían proyectos colombianos o dominicanos que circularon
en los meses previos a la misma.
Hull, por su parte, insistió en la necesidad de que, de acuerdo con la Doctrina
Monroe, se asegurara la unidad de América fr~n~e a cualquier amenaza provenien-
te de una Europa convulsionada y quería av~ar .más allá de lo conseguido en las
últimas dos Conferencias: . .

"No es suficiente, sin embargo, contentarse con lo obtenido hasta ahora. Esta-
mos frente a un mundo lleno de problemas y condiciones a~ más amenazado-
ras y temibles que las que existían cuando nos reunimos en Montevideo y en
Buenos Aires. La conferencia actual tiene tareas de la mayor gravedad y respon-
sabílídad'F

nistros de relaciones exteriores de las repúblicas americanas celebradas respectiva-


mente en Panamá, La Habana y Río de Janeiro, así como el texto de documentos
tocantes a la orqanieaoion. de cihas conferencias, y datos sobre conferencias, comi-
siones y otras entidades técnicas americanas, Washington, 1943.
21. Citado Conil Paz, Alberto y Ferrari, Gustavo, Política exterior argentina: 1930-1960,
Buenos Aires, 2000, pp. 58-59.
22. "Discurso de Mr. Cordell Hull", Diario La Nación, 11 de diciembre de 1938.
Argentinafrente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 211

Trabajó con la delegación brasilera para conseguir una declaración más con-
tundente que la que auspiciaba la Argentina", Cantilo no dio respuestas y esto
llevó al propio Hull a apelar directamente al presidente ürtiz, tras lo cual el canci-
ller argentino presentó una propuesta, que contenía muchos de los puntos plantea-
dos por Hull. Ese anteproyecto fue la base de la declaración que luego se firmó, ya
casi al final de la Conferencia.
El 24 de diciembre de 1938, luego de dos semanas de intensas negociaciones, se
fumaría la "Declaración de los principios de la solidaridad de América", conocida
como la "Declaración de Lima", que establecía lo siguiente:

"Los Gobiernos de los Estados Americanos declaran: 1. Que reafirman su solida-


ridad continental y su propósito de colaborar en el mantenimiento de los princi-
pios en que se basa dicha solidaridad; 2. Que, fieles a los principios antes enun-
ciados y a su soberanía absoluta, reafirman su decisión de mantenerlos y defen-
derlos contra toda intervencíón o actividad extraña que pueda amenazarlos; 3. Y
que para el caso de que la paz, la seguridad o la integridad territorial de cualquie-
ra de las Repúblicas Americanas se vea así amenazada por actos de cualquier
naturaleza que puedan menoscabarlas, proclaman su interés común y su deter-
minación de hacer efectiva su solidaridad, coordinando sus respectivas volun-
tades soberanas mediante el procedimiento de consulta que establecen los con-
venios vigentes y las declaraciones de las Conferencias Interamericanas, usan-
do los medios que en cada caso aconsejen las circunstancias. Queda entendido
que los gobiernos de las Repúblicas Americanas actuarán independientemente
en su capacidad individual, reconociéndose ampliamente su igualdad jurídica
como Estados soberanos; y 4. Que para facilitar las consultas que establecen
este y otros instrumentos americanos de paz, los Ministros de Relaciones Exte-
riores de las Repúblicas Americanas celebrarán, cuando lo estimen conveniente
y a iniciativa de cualquiera de ellos, reuniones en las diversas capitales de las
mismas, por rotación y sin carácter protocolar. Cada gobierno puede en circuns-
tancias o por razones especiales, designar un representante que sustituya a su
Ministro de Relaciones Exteríores'"

Una vez más, por la oposición argentina, Estados Unidos debió resignar su pro-
yecto de una Liga de Naciones Americanas en pos de una vaga declaración de
principios sobre defensa de la democracia y solidaridad de las naciones en caso de
agresión europea. Argentina defendía la independencia de América Latina frente a
Estados Unidos, pero mantenía y reforzaba la subordinación a Europa y a Gran
Bretaña. Así lo aplaudía en su página editorial un periódico colombiano:

23. Sobre todas las gestiones de Hull, antes y durante la Conferencia, véase "Adresses and
Statements by The Honorable Cordell Hull", publicación del Departamento de Estado
(Washington, 1940) sobre la actuación de su canciller en la Conferencia de Lima
(AMREC, vm Conferencia Panamericana).
24. Dotación Carnegie para la Paz Internacional, op. cit.,1943, p. 97.
212 Leandro Ariel Morgenfeld

"Sequiso, como es sabido, quitar a la declaración de solidaridad [Declaración de


Lima], toda referencia que pudiera interpretarse como hostilidad o desconfian-
za respecto de las naciones europeas; y en esta actitud la delegación argentina
mostró una firmeza irreducible que le honra, porque responde a una convicción
tan profunda como razonada. Hacer del nuevo continente un bloque de repúbli-
cas ligadas por una alianza siquiera defensiva en previsión de amenazas extra-
continentales que se ven muy remotas, no parecía un acto de prudencia en paí-
ses que deben en mucha parte su cultura y su desarrollo económico a las nacio-
nes de Europa?"

Ahora bien,·¿dequién era la "victoria diplomática"? Tanto Estados Unidos como


Argentina debieron ceder para no quedar aislados. Estados Unidos quería avanzar
en un acuerdo continental, pero sin arriesgarse a quedar en minoría o aislarse del
resto del continente, sobre todo a partir de. los esfuerzos de Roosevelt y HuIIpara
mostrar el cambio de la política exterior, presentándose como el "buen vecino".
Argentina, por su parte, intentaba por todos los medios evitar una asociación de- .
fensiva continental, pero accedió a la "Declaración de Lima"; como solución de
compromiso.
Otro tema recurrente en las últimas conferencias era el de la condena a la inter- .
vención, y los términos de esta condena, que Argentina pretendía más fuerte y
explícita, y Estados Unidos pretendía más matizada, para que no se transformara
en una impugnación de su política expansiva en el continente. Sobre este tema, se
fumó otra declaración que acompañó a la analizada anteriormente, con ocho prin-
cipios:

"1. Es inadmisible la intervención de un estado en los asuntos internos o exter-


nos de cualquier otro; 2. Todas las diferencias de carácter internacional deben
ser resueltas por medio pacíficos; 3. No es lícito el uso de la fuerza como instru-
mento de. política nacional o internacional; 4. Las relaciones entre los estados
deben obedecer a las normas del derecho internacional; 5. El respeto y la fiel
observancia de los tratados constituyen norma indispensable para el desarrollo
de las relaciones pacíficas entre los estados, y sólo podrán ser revisados me-
diante acuerdo de las partes; 6. La colaboración pacífica entre los representan-
tes de los diferentes estados y el desarrollo del intercambio espiritual entre los
respectivos pueblos concurren a la buena comprensión de los problemas de
cada uno, y de los problemas comunes' a todos, a la vez que facilitan la solución
pacífica de las controversias internacionales; 7. La reconstrucción económica
contribuye al bienestar nacional e internacional, así como a la paz entre los
pueblos; y, 8. La cooperación internacional es condición necesaria al manteni-
miento de los principios antes índícados?" .

25. "La Argentina tuvo razón", en El Siglo, diario de Bogotá, 27 de diciembre de 1938
(AMREC, vm Conferencia Panamericana).
26. Dotación Carnegie para la paz Internacional, op. cit.,1943, p. 97.
Argentinafrente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 213,

Esta declaración terminó siendo fumada por Estados Unidos ya que fue parte
de la negociación conjunta que llevó a aprobar la "Declaración de Lima".
En síntesis, en la segunda parte de la década de 1930, los crecientes conflictos
en Europa fueron uno de los temas que determinaron los debates en las instancias
panamericanas, tanto en la Conferencia de Consolidación de la paz de Buenos
Aires como en la Octava Conferencia Panamericana. En tanto Argentina quería
reactivar sus vínculos con el Viejo Continente, a través de la Sociedad de Naciones
y del establecimiento de tratados bilaterales, al mismo tiempo que incrementar su
protagonismo en América Latina, Estados Unidos, defendiendo sus intereses eco-
nómicos y estratégicos, y en pos de enfrentar la amenaza mundial que provenía de
Europa, buscó trazar un nuevo proyecto panamericano, a través de la política del
"buen vecino", que le permitiera asegurar el control del continente americano bajo
su influencia. La Argentina recelaba de este nuevo intento de actualización de la
Doctrina Monroe, a la vez que intentaba aprovechar las tribunas continentales para
reclamar por sus intereses económicos. Se mantuvieron, así, las tensiones y dis-
tancias entre Argentina y Estados Unidos que caracterizaron toda la época ante-
rior. Argentina temía que el ámbito delas conferencias le sirviera a Estados Unidos
para avanzar en acuerdos regionales que condicionaran su política exterior, orien-
tada a profundizar las relaciones con Europa. Sin embargo, sí le parecían las confe-
rencias un ámbito propicio para fustigar contra la política proteccionista estado-
unidense, que afectaba las,exportaciones argentinas hacia el país del norte.
La nueva situación mundial, complicada por el expansionismo de las potencias
del eje desde 1937, podía ser una oportunidad para avanzar en el panamericanismo,
pero no cambió la política exterior que la Argentina había desarrollado en la déca-
da del 30. Argentina, pese a los matices de los distintos sectores de la clase domi-
nante, alineados con diversas potencias, mantenía en general su actitud de escep-
ticismo frente a cualquier proyecto estadounidense que implicara darle a la Unión
Panamericana un contenido político, así fuera solamente el de una alianza militar
defensiva. En losdiscursos de Cantilo y enlas intervenciones ~e la delegación
argentina no dejaban de señalarse, siempre, los vínculos económicos, políticos,
sociales y culturales que unían a Argentina y Europa.
Respecto al debate sobre quién debió ceder en Lima, Hull o Cantilo, la mayor
parte de las opiniones, en el continente, reconocían el "triunfo" diplomático de la
Argentina. Cantilo, en su discurso de apertura de la Conferencia, se ocupó espe-
cialmentede remarcar los lazos con el Viejo Continente:

"Sentimos estrechamente solidarios con la Europa por la inmigración que de '


ella recibimos y que tanto ha contribuido a nuestra grandeza por los capitales
europeos que fomentaron nuestra producción agropecuaria, nuestros ferroca-
rriles y nuestras industrias. Pero todavía pesa más en nuestro ánimo el recuerdo
de los hombres 'que descubrieron y poblaron estas tierras, la tradición cultural
que nos legaron. [. ,ce,.) Queda así determinada la actitud que la Delegación Argen-
tina ha de adoptar en esta Conferencia, pero ~ada de esto ha de sumirnos en
214 Leandro Ariel Morgenfeld

exclusivismos unilaterales y sectarios. El universalismo, el espíritu ecuménico


es tradición en la patria de' aquél que un día en Washington, expuso como lema
de la política internacional Argentina: 'La América para la humanidad'""

Esta posición "europeísta'' era destacada en el Informe de la Delegación Argen-


tina sobre su actuación en Lima:

"La Delegación deja así terminado su informe sobre el honroso desempeño que
tuvo a su cargo en la VID Conferencia Internacional Americana. Considera que
la República Argentina ha mantenido en ella la actitud que le correspondía, de
conformidad con su política tradicional, la gratitud que debe a Europa, y el in-
quebrantable propósito. de cooperación y solidaridad que la vincula a sus her-
manas de América, de que ha dado tantas pruebas?"

Para los delegados argentinos, lo más importante parecía ser, una vez más, de-
jar en claro los privilegiados vínculos con Europa, aún en el contexto de inminente
conflicto internacional.

Conclusiones
Tras el estallido de la crisis de 1929y el cambio en la situación mundial, en Estados
Unidos asumiría Roosevelt, que aplicaría el innovador New Deal y la declamada
política del "buen vecino", mientras que en Argentina se producía el primer golpe
militar y luego el inicio de la llamada "década infame", con la consecuente restau-
ración oligárquica, vía el fraude "patriótico",y la crisis del "modelo"agroexportador,
matizado ahora por la industrialización sustitutiva, como mecanismo de adapta-
ción de las clases dominantes. Se mantenía el triángulo económico de la década
anterior, pero con algunos matices, que incluían el íntervencíonísmo estatal en la
economía, en primer lugar para reforzar el vínculo con Gran Bretaña, para no
perder ese vital mercado, pero que también favoreció las inversiones estadouni-
denses.
Argentina, a través de su canciller Saavedra Lamas, se destacó en la Séptima
Conferencia Panamericana y también en la resolución de la Guerra del Chaco. En
la Conferencia de Montevideo, resaltó la posición de la delegación argentina para
abortar la iniciativa mexicana de discutir una moratoria continental y a la vez apro-
bar diversos tratados de paz, incluyendo el Proyecto Antibélico que había impulsa-
do previamente Saavedra Lamas. Con el trasfondo de la Guerra del Chaco, en esta

27. Discurso de José María Cantilo en la Sesión Plenaria de la VID Conferencia Panameri-
cana (AMREC, VIII Conferencia Panamericana, Anexo II. pp. 54-55).
28. "Informe de la Delegación Argentina a la VIII Conferencia Internacional Americana"
presentado al canciller Cantilo el 23 de marzo de 1939 (AMREC, VIII Conferencia Pa-
namericana).
Argentinafrente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 215

oportunidad se registró un cierto entendimiento entre Cordell Hull y Saavedra La-


mas. Pero ese "acercamiento" no impediría la "competencia" entre ambas diploma-
cias por cómo se iba a resolver el diferendo entre Bolivia y Paraguay. En la Octava
Conferencia Panamericana, el contexto mundial era sumamente tenso, y el eje' de
discusión fue qué haría América cuando estallada la guerra mundial "anunciada".
En este último cónclave continental antes del inicio de la guerra, se restableció la
disputa entre los cancilleres argentino y estadounidense, que sólo se amortiguó a
través de una híbrida declaración de solidaridad continental. El estallido de la gue-
rra en Europa, y la posición de los países americanos frente a la misma, correspon-
de a un nuevo capítulo del panamericanismo, cuyo análisis escapa al presente artí-
culo.
El seguimiento de los múltiples "choques" entre ambas delegaciones a lo largo
de las conferencias realizadas en la década de 1930, y en particular las disputas
comerciales, muestran la manifestación, en el plano diplomático, del carácter pro-
fundamente competitivo y no complementario de ambas economías. Argentina era
un país dependiente cuyas clases dominantes tenían vínculos profundos con dis-
tintos centros del capitalismo mundial. Hasta bien entrado el siglo XX, la relación
económica con Estados Unidos era menor que la que había con distintos países
europeos, lo que llevó a Argentina a ser quizás el país más escéptico respecto al
proyecto panamericano que impulsaba el país del norte desde la Primera Confe-
rencia Panamernricana (Washington, 1889-1890). Para lograr frenar lo más posible
el avance del panamericanismo, o bien reducirlo a su mínima expresión, las dele-
gaciones argentinas buscaron encolumnar a distintos países, con desigual éxito,
según las coyunturas diversas. También Estados Unidos redujo sus pretensiones
iniciales, fundamentalmente para evitar fracasos como los de la Primera Confe-
rencia Panamericana o posibles impugnaciones a su política exterior expansiva,
sobre todo cuando Argentina pretendió poner en cuestión sus intervenciones mili-
tares en el Centroamérica y el Caribe, en los primeros años del siglo XX.
De todas formas, como país dependiente, Argentina no tuvo el poder necesario
como para instalar su propia agenda o construir una integración alternativa, sin
Estados Unidos. Su fuerza le alcanzó, por momentos, para obstaculizar muchas de
las propuestas estadounidenses, pero no para mucho más. En la primera posgue-
rra, cuando Estados Unidos fue aumentando su posición en el continente, las posi-
bilidades de Argentina de enfrentarlo se vieron reducidas. Recién en la década de
1930,cuando Roosevelt pretendió relegitimar la política exterior estadounidense a
partir de la política del "buen vecino", Argentina tuvo la posibilidad de mostrarse
como protagonista nuevamente en el continente, e incluso en la Conferencia de
1933 ayudó a Estados Unidos a neutralizar la propuesta mexicana de una morato-
ria conjunta, mostrando lo profundamente antilatinoamericana que era la clase
dominante argentina, más preocupada en rendir pleitesía a los acreedores ~xter­
nos que en forjar una real unidad de los países dependientes del continente; Sin
embargo, en los años siguientes volvió a ponerse en primer lugar la reticencia fren-
216· Leandro Ariel Morgenjeld

te a cualquier avance estadounidense en el continente, y el canciller Cantilo, en el


último cónclave continental antes del estallido de la segunda guerra, se ocupó de
manifestar el privilegio de la orientación europeísta de la política exterior argenti-
na y de licuar lo más posible el proyecto estadounidense, hasta llegar a la "Declara-
ción de Lima", mucho menos contundente que la propuesta del país del norte. Se
retomaba, así, la tradicional postura anti-estadounidense -pero no antíímperíalísta
ni autonomista- que había caracterizado a las intervenciones argentinas en las
Conferencias Panamericanas desde que, medio siglo antes, Roque Sáenz Peña lan-
zara el lema "América para la humanidad", para contraponerlo al de "América para
los (norte)americanos", que intentaba imponer James Blaine. Se cerraba, así, un
período de 50 años de infructuosos avances del proyecto panamericano impulsado
por Estados Unidos. La segunda guerra cambiaría el mapa mundial y continental, y
los sucesivos cónclaves se realizaron en contextos muy distintos.

RESUMEN

Este trabajo tiene por objeto analizar un aspecto destacado de la política exterior argentina
en la década de 1930: la conflictiva relación con Estados Unidos, en las dos Conferencias
Panamericanas realizadas en ese período, y en la Conferencia de Consolidación de la Paz,
llevada a cabo en Buenos Aires. A través del análisis documental pueden establecerse los
lineamientos de la política exterior argentina, con una tradicional orientación europeísta y
sumamente .escéptica respecto al movimiento panamericano que alentaba Estados Unidos
desde finales del siglo XIX. La particular coyuntura de la década, iniciada por la gran crisis
mundial y terminada con el estallido de la segunda guerra mundial, condicionará todos los
debates de estos cónclaves continentales. De todas formas, los conflictos entre ambos paí-
ses, determinados por sus economías competitivas y por los constantes reclamos argenti-
nos contra el proteccionismo estadounidense a sus productores primarios, aparecerán en
los debates, como había ocurrido en las Conferencias de las décadas anteriores. El presente
artículo estudia cómo se desarrolló la relación bilateral entre los Estados Unidos de Roosevelt
y la Argentina de Justo y Ortiz, en el marco del largo proceso de construcción del
panamericanismo..

ABSTRACT

This article intends lo analyze an outstanding aspect oj· the Argentine foreign policy in
the decade of1930: the conjlicting relation wi'th the United States, in the two Pan-American
Conferences realized in that period, and the Conference of Peace Consolidation, carried
out in Buenos Aires. Through the documentary analysis, the direction of the Argentine
foreign policy can be determined. It has a traditional pro-European and extremely against
to the Pan-American movement that encouraged the United States jrom end oj centuru
Argentina frente a Estados Unidos en las conferencias de los años 30 217

XIX. The particular context of the decade, initiated by the great crisis and finished with
the World War 11, conditioned all the debates ofthese continental conferences. The conflicts .
. between both countries, determined by their competitive economies and the constant
Argentine reclamations against American protectionism to their primary producers, wiU
appear in the debates, since it had happened in the Conferences of the previous decades.
The present article studies the development of the bilateral relation between the United
8tates ofRoosevelt and the Argentina ojJusto and Ortiz, within thejramework ojthe long
process of construction oj the Panamericanismo

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