Gombrowicz en Argentina: Análisis Literario
Gombrowicz en Argentina: Análisis Literario
	                                                     2	
I	Congreso	Internacional	Witold	Gombrowicz	
Biblioteca	Nacional	Mariano	Moreno	
Buenos	Aires,	7	al	10	de	agosto	de	2014	
	
Comit	acadmico	
Omar	Acha	(Universidad	de	Buenos	Aires)	
Norberto	lvarez	(Universidad	de	Mar	del	Plata)	
Alicia	Borinsky	(Universidad	de	Boston)	
Amrico	Cristfalo	(Universidad	de	Buenos	Aires)	
Silvia	Dapa	(Universidad	de	la	Ciudad	de	Nueva	York)	
Pau	Freixa	Terradas	(Universidad	de	Barcelona)	
Pablo	Gasparini	(Universidad	de	Rosario,	Universidad	de	San	Pablo)	
Horacio	Gonzlez	(Universidad	de	Buenos	Aires,	Universidad	de	Rosario)	
No	Jitrik	(Universidad	de	Buenos	Aires)	
Silvana	Mandolessi	(Universidad	de	Constanza,	Universidad	Catlica	de	Lovaina)	
Ricardo	Pasolini	(Universidad	del	Centro)	
Sylvia	Satta	(Universidad	de	Buenos	Aires)	
Klementyna	Suchanow	(Universidad	de	Breslavia)	
	
Comit	organizador	
Sofa	 Alemn,	 Valentino	 Cappelloni,	 Cecilia	 Crea,	 Jonatan	 Di	 Rocca,	 Andrs	 Gatti,	 David	
Jacobson,	 Kacper	 Nowacki,	 Ariel	 Pukacz,	 Javier	 Reboursin,	 Nadia	 Sandrone,	 Yolanda	
Segura,	Marcos	Urdapilleta,	Wanda	Wygachiewicz		
	
Idea	y	realizacin		
Nicols	Hochman	
	
	                                               3	
	
NDICE		
	
	
8	    PRLOGO	
      Nicols	Hochman	        	
	
11	   LA	GRAN	GOMBROWICZ	(SOBRE	LENGUA,	JUVENTUD	Y	PERONISMO)	
      Pablo	Gasparini		
	
18	   EL	PERSONAJE	GOMBROWICZ	Y	SU	ESCRITURA	
      Carlos	Brck	
	
24	   LA	ALEGRA	AJENA	ES	EL	VIAJE	DE	UNA	VIDA		
      Gustavo	Ferreyra	
	
27	   DE	QU	HABL	WITOLD	GOMBROWICZ	EN	EL	TEATRO	DEL	PUEBLO?		
      Jerzy	Jarzbski	
	
36	   GOMBROWICZ,	ESCRITOR	DE	LA	DIALCTICA	
      Guillermo	Martnez	
	
50	   FERDYDURKE:	LA	ACTUALIZACIN	DE	LA	OBRA	MAESTRA	
      ukasz	Garbal	
	
61	   TRANS-ATLNTICO:	LA	DESTRUCCIN	DEL	HROE	MASCULINO	Y	NACIONAL	
      Mara	Rosa	Lojo		
	
70	   TRANS-ATLNTICO:	GOMBROWICZ	DE	LA	NOVELA	AL	TEATRO	
      Mariana	Cerrillo	
	
84	   PORNOGRAFA	Y	LA	POLTICA	TNICA	DE	LA	PERVERSIN	SEXUAL	
      Takayuki	Yokota-Murakami	
	
88	   LA	TRADUCTIBILIDAD	DEL	CAOS	EN	COSMOS:	PLIEGUES	Y	DESPLIEGUES	PARA	
      ORDENAR	EL	LENGUAJE	DESPUS	DE	BABEL		
      Vernica	Paula	Gmez	
	                                     4	
	
97	    EL	 ACASO	 DE	 LAS	 FORMAS:	 ESTRATEGIAS	 ENUNCIATIVAS	 PARA	 LA	
       CONSTRUCCIN	DE	UNA	IDENTIDAD	EN	DIARIO	ARGENTINO	DE	GOMBROWICZ	
       Mara	Cecilia	Pardo	
	
106	   LA	POTICA	DE	LA	MELANCOLA	EN	KRONOS	DE	WITOLD	GOMBROWICZ	
       Dominika	witkowska	
	
119	   GOMBROWICZ	 EN	 PERFORMANCES:	 LO	 EFMERO,	 LA	 HIBRIDACIN	 Y	 EL	
       ARCHIVADO	DE	ACTUACIN	EN	VIVO	
       Allen	J.	Kuharski		
	
129	   YVONNE	 EN	 BARCELONA.	 ESPACIOS,	 ECOS	 Y	 RESONANCIAS	 DE	 YVONNE,	
       PRINCESA	DE	BORGOA	
       Ivan	Alczar	Serrat	
	
138	   GOMBROWICZ	POR	YUSEM:	EL	CASAMIENTO	EN	EL	TEATRO	SAN	MARTN	
       Ezequiel	Gusmeroti	
	
153	   GOMBROWICZ	COMO	PERSONAJE	DE	FICCIN	EN	LA	LITERATURA	ARGENTINA	
       Pau	Freixa	Terradas	
	
165	   PAPELES	DE	BUENOS	AIRES:	MACEDONIO	Y	GOMBROWICZ	
       Mnica	Bueno	
	
175	   GOMBROWICZ	ENCUENTRA	A	MASTRONARDI	
       Claudia	Rosa	y	Kacper	Nowacki		
	
187	   LA	STIRA	COMO	ANTDOTO:	HUELLAS	GOMBROWICZIANAS	EN	LAS	ISLAS,	DE	
       CARLOS	GAMERRO	
       Laura	Destfanis	
	
194	   WITOLD	 GOMBROWICZ	 Y	 RODOLFO	 KUSCH.	 ANVERSO	 Y	 REVERSO	 DE	 UNA	
       BSQUEDA	CRTICA	A	LA	RACIONALIDAD	MODERNA	
       Martn	Lavella	
	
	                                        5	
204	   COMO	 GLOBO	 ENTRE	 ALFILERES:	 ANGUSTIA	 Y	 ESPACIOS	 FICCIONALES	 EN					
       CUENTOS	DE	EFRN	HERNNDEZ	Y	WITOLD	GOMBROWICZ		
       Nallely	Yolanda	Segura	Vera	
	
218	   RASTREANDO	A	GIDE	EN	LA	OBRA	DE	GOMBROWICZ	
       Aleksander	Fiut	
	
224	   LA	DICOTOMA	NORTE-SUR	EN	LA	MUERTE	EN	VENECIA	DE	THOMAS	MANN	Y	
       TRANS-ATLNTICO	DE	WITOLD	GOMBROWICZ	
       Margarethe	Glac	
	
238	   PENSAR	EN	LA	IMAGEN:	GOMBROWICZ	Y	NABOKOV	
       Katherina	B.	Kokinova	
	
247	   GOMBROWICZ	 VISTO	 A	 TRAVS	 DE	 PEER	 GYNT	 DE	 IBSEN	 Y	 LAS	 TEORAS	 DE	
       REN	GIRARD	
       Philippe	Prunet	
	
251	   EL	BALBUCEO	COMO	PIRUETA.	GOMBROWICZ	Y	SU	APARATO	FONADOR	
       Cristina	Burneo	Salazar	
	
264	   GOMBROWICZ,	UN	MENTIROSO	DIFCIL	DE	ENCASILLAR	
       Nicols	Hochman	
	
272	   EL	 ESCRITOR	 POLACO	 Y	 LA	 TRADICIN.	 GOMBROWICZ	 EN	 LA	 DISCUSIN	
       SOBRE	LENGUA	Y	NACIN	
       Martina	Kaplan	
	
284	   AQUEL	 ECZEMA	 DE	 CINCO	 MILLONES:	 LA	 BUENOS	 AIRES	 DE	 WITOLD	
       GOMBROWICZ	
       Ewa	Kobylecka-Piwoska	
	
296	   WITOLD	GOMBROWICZ,	ENTRE	LAS	RAMAS	Y	EL	BARRO	
       Victoria	Liendo	
	
312	   GOMBROWICZ	Y	EL	MONSTRUO	
	                                        6	
       Silvana	Mandolessi		
	
322	   ORIENTACIONES	GTICAS	EN	LA	OBRA	DE	GOMBROWICZ	
       Bertha	Gretchen	Arnstedt	
	
333	   GOMBROWICZ	Y	LA	RELIGIN	O	UN	ATEO	EN	EL	MONTE	CALVARIO	
       ukasz	Tischner		
	
340	   GOMBROWICZ	EN	EL	ESCENARIO	ARGENTINO:	IRREVERENCIA,	ESCNDALO	Y	
       OPCIN	POR	LA	JUVENTUD	Y	POR	LA	POTICA	DE	LA	INMADUREZ	
       Cristian	Cardozo	
	
352	   GOMBROWICZ	EN	UN	POLIGONAL	LATINOAMERICANO	
       Jos	Luis	Martnez	Amaro	
	
357	   GOMBROWICZ	Y	NUESTROS	TRANSATLNTICOS	
       Nstor	Hugo	Sosa	Rossi	
	
360	   GOMBROWICZ	Y	EL	AJEDREZ	EN	SU	LITERATURA	
       Juan	Sebastin	Morgado	
	
374	   SOBRE	LOS	AUTORES	
	                                   7	
	
PRLOGO	
	
	
Un	fantasma	recorre	la	Argentina:	el	fantasma	de	Witold	Gombrowicz,	que	no	se	queda	
quieto,	 no	 se	 deja	 encasillar	 y	 sigue	 siendo	 tan	 molesto	 como	 cuando	 estaba	 vivo.	
Podramos	 decir	 que	 recorre	 Polonia,	 o	 que	 recorre	 Europa,	 y	 sera	 igualmente	 cierto,	
pero	 hay	 una	 diferencia	 fundamental:	 en	 Polonia	 Gombrowicz	 es	 uno	 de	 esos	 autores	
que	llegaron	al	panten	de	ser	ledo	en	las	escuelas.	Dudoso	privilegio,	pero	muy	real.	En	
el	resto	de	Europa	su	apellido	es	conocido	y	quizs	hasta	bien	pronunciado	desde	hace	
dcadas,	 cinco	 o	 seis	 por	 lo	 menos.	 En	 Argentina,	 en	 cambio,	 sus	 apariciones	
fantasmagricas	 no	 fueron	 tan	 frecuentes,	 y	 parar	 por	 la	 calle	 a	 alguien	 y	 preguntarle	
qu	 opina	 de	 Ferdydurke	 es	 invitarlo	 a	 que	 salga	 corriendo,	 espantado,	 ante	 esa	
demostracin	 de	 esnobismo.	 En	 Argentina	 son	 pocos	 los	 que	 oyeron	 hablar	 de	 l,	
muchos	menos	los	que	lo	leyeron,	y	seguramente	nfimos	los	que	lo	disfrutaron.	Porque	
es	 claro:	 hay	 quienes	 llegan	 a	 Gombrowicz,	 quienes	 dicen	 leerlo,	 quienes	 lo	 leen	
verdaderamente,	 y	 quienes	 se	 sienten	 a	 gusto	 con	 su	 literatura,	 que	 incomoda	
manifiestamente.		
Cuando	 comenzamos	 a	 organizar	 el	 I	 Congreso	 Internacional	 Witold	 Gombrowicz	
suponamos	que	iba	a	ser	un	evento	chico,	sencillo,	de	entrecasa,	para	pocos.	Claramente	
la	 percepcin	 estuvo	 muy	 equivocada,	 o	 eso	 pensamos	 despus,	 al	 ver	 que	 ms	 de	 mil	
personas	 haban	 asistido	 a	 las	 diferentes	 actividades,	 a	 lo	 largo	 de	 cuatro	 das,	 y	 que	
llegaron	 expositores	 desde	 trece	 pases	 diferentes.	 Durante	 esos	 das	 el	 fantasma	 de	
Witoldo	sobrevol	a	algunos	de	los	que	los	conocieron,	a	amigos,	y	a	amigos	de	amigos	
que	asistieron	a	la	Biblioteca	Nacional,	al	teatro,	al	city	tour	gombrowicziano.	Tambin	
vieron	pasar	su	sombra	escritores,	periodistas,	psicoanalistas,	acadmicos,	dramaturgos.	
Y	jovencitos.	Jvenes	inmaduros	que	fueron	a	escuchar,	que	participaron	discutindole	
de	 igual	 a	 igual	 a	 algunos	 de	 los	 especialistas	 ms	 prestigiosos	 del	 mundo,	 que	
terminaron	 en	 Buenos	 Aires	 sin	 imaginarse	 que	 algo	 de	 ese	 mpetu	 rebelde	 y	
provocador	 sigue	 transmitindose	 de	 generacin	 en	 generacin.	 Algo	 de	 ese	 estilo	 que	
se	 degenera,	 que	 hace	 que	 mocosos	 de	 menos	 de	 veinte	 aos	 crean	 que	 pueden	 leer	 a	
este	polaco	y	entenderlo.		
Por	qu	lo	hacen?	Porque	pueden,	porque	quieren,	porque	evidentemente	encuentran	
en	 sus	 palabras	 algn	 elemento	 con	 el	 que	 hacen	 empata,	 que	 los	 identifica,	 que	 los	
interpela,	que	los	impulsa	a	seguir	leyendo.	Son	los	menos,	es	cierto,	pero	existen,	estn	
ah,	ac,	y	por	algn	motivo	enigmtico,	son	cada	vez	ms.	Hace	no	mucho	empezaron	a	
	                                                 8	
reproducirse,	a	reconocerse,	porque	el	significante	Gombrowicz	no	es	solo	una	palabra	
rara	 en	 Argentina,	 sino	 un	 password,	 un	 cdigo	 de	 acceso.	 Si	 dos	 personas	 descubren	
que	 leyeron	 a	 Gombrowicz,	 esas	 dos	 personas	 van	 a	 descubrir	 que	 tienen	 en	 comn	
mucho	ms	de	lo	que	creen.	Gombrowicz	funciona	como	una	marca,	como	un	sello,	como	
un	 parte	 aguas	 que	 define	 claramente	 una	 pequea	 porcin	 del	 lugar	 que	 adopta	 cada	
uno.	 Hay	 en	 l,	 en	 su	 obra,	 en	 sus	 lectores,	 algo	 de	 esa	 frase	 que	 Luca	 Prodan,	 otro	
europeo	que	se	termin	desarraigando	en	Argentina,	impuso	como	un	mantra:	Yo	estoy	
al	derecho.	Dado	vuelta	ests	vos,	que	en	cualquiera	de	sus	acepciones	puede	ser	ledo	
como	una	manera	de	quebrar	con	un	orden	establecido.	Con	una	manera	predominante	
de	 pararse	 frente	 al	 mundo.	 De	 hacer	 algo	 con	 la	 mirada	 del	 otro,	 que	 nos	 condiciona	
siempre,	pero	no	necesariamente	determina	nuestra	existencia.	
Gombrowicz	 conoca	 todo	 esto	 muy	 bien.	 Reflexionaba	 sobre	 eso,	 era	 lo	 que	 ms	 le	
preocupaba,	seguramente	porque	saba	que	no	hay	forma	de	escapar	a	las	formas,	que	
estar	 al	 derecho	 o	 al	 revs	 en	 realidad	 es	 parte	 de	 la	 misma	 cosa,	 de	 la	 que	 uno	 no	 se	
puede	 disociar	 as	 como	 as.	 S	 se	 puede	 hacer	 algo	 con	 todo	 eso.	 En	 su	 caso,	 escribir,	
forjar	 un	 personaje,	 un	 estilo,	 una	 identidad	 que	 se	 impuso	 sobre	 la	 base	 de	 la	
resistencia	que	causaba.	Gombrowicz	dej	una	obra,	que	no	es	poco,	pero	adems	dej	
ideas	que	a	medio	siglo	de	su	muerte	resultan	tan	actuales	como	perturbadoras.		
Y	 luego,	 de	 este	 lado,	 estamos	 nosotros,	 sus	 lectores.	 Los	 que	 al	 leerlo	 podemos	 rer,	
padecer,	quizs	las	dos	cosas	a	la	vez,	y	que	tenemos	como	punto	en	comn	el	no	poder	
escapar	de	los	sentimientos	encontrados	que	despierta	su	lectura.	Es	probable	que	ms	
de	uno,	desprevenido,	se	enfrente	a	sus	novelas,	sus	cuentos,	su	teatro,	sus	diarios,	sus	
cartas,	sus	enseanzas	filosficas,	y	huya	despavorido,	con	la	facha	entre	las	manos.	Pero	
no	 que	 esa	 lectura	 le	 pase	 desapercibida.	 Que	 olvide	 eso	 a	 lo	 que	 se	 enfrent:	 una	
manera	de	organizar	el	discurso,	una	serie	de	argumentos,	ciertas	fijaciones	temticas,	
la	posicin	subjetiva	del	autor,	lo	absurdo	del	lenguaje	por	momentos,	la	postura	cnica,	
el	rechazo	al	clich,	la	provocacin.	Siempre,	la	provocacin.	
	
Este	libro	est	compuesto	por	treinta	y	siete	artculos	que	formaron	parte	del	I	Congreso	
Internacional	 Witold	 Gombrowicz.	 Originalmente	 lo	 pensamos	 como	 las	 actas	 del	
Congreso,	 que	 iban	 a	 ser	 un	 copy	 &	 paste	 funcional,	 rpido,	 asptico.	 No	 pudimos.	 No	
supimos	cmo	hacerlo	fcil,	como	no	hubiera	sabido	hacerlo	Gombrowicz.	Y	la	edicin	y	
correccin	(incompletas,	seguramente	con	ms	erratas	de	las	que	hayamos	visto	en	todo	
el	proceso)	nos	demand	mucho	trabajo,	mucha	energa,	mucha	libido.	Felizmente.	
Sera	una	locura	no	agradecerle	a	Sofa	Alemn	todo	el	tiempo,	la	vitalidad,	la	atencin	y	
la	obsesin	que	puso	para	corregir	y	pensar	estas	pginas,	tantas	veces,	con	tantas	idas	y	
	                                                  9	
vueltas.	 Y	 otro	 agradecimiento	 muy	 grande	 tambin	 para	 Valentino	 Cappelloni,	 Wanda	
Wygachiewicz,	 Maru	 Drozd,	 Diego	 Tomasi,	 Mariana	 Gardey,	 Malena	 Low,	 Lucas	 Iranzi,	
Marielena	Blay,	Fernando	Pagano,	Fernando	Tarrag	y	Soledad	Hessel	por	la	ayuda	con	
la	 correccin.	 Una	 correccin	 que,	 como	 la	 traduccin	 de	 Ferdydurke	 al	 espaol,	 fue	
colectiva,	 multitudinaria,	 con	 diferentes	 criterios	 que	 luego	 fuimos	 homogeneizando	
(relativamente)	desde	la	edicin.		
Los	 agradecimientos	 son	 extensivos	 tambin	 a	 David	 Jacobson,	 Pau	 Freixa	 Terradas,	
Klementyna	 Suchanow,	 Luca	 Vitteleschi,	 Carolina	 Quintana,	 Amanda	 Bouillet	 y	 Paula	
Hochman,	por	las	traducciones	consecutivas	que	realizaron	durante	el	evento	y	en	este	
libro,	sin	las	cuales	la	comunicacin	hubiera	sido	mucho	ms	difcil.		
A	Pablo	Bernasconi	le	agradecemos	cedernos	la	ilustracin	que	se	convirti	en	tapa	de	
este	libro,	y	a	Horacio	Petre	la	ayuda	invaluable	para	su	diseo.	
Y,	 claramente,	 el	 agradecimiento	 ms	 importante	 es	 para	 los	 organizadores	 del	
Congreso	Gombrowicz,	que	jams	hubiera	sido	posible	sin	el	mpetu	que	ellos	pusieron:	
Marcos	 Urdapilleta,	 Javier	 Reboursin,	 Jonatan	 Di	 Rocca,	 Kacper	 Nowacki,	 Nadia	
Sandrone,	 Cecilia	 Crea,	 Yolanda	 Segura,	 Ariel	 Pukacz,	 Andrs	 Gatti,	 David	 Jacobson,	
Wanda	Wygachiewicz,	Sofa	Alemn	y	Valentino	Cappelloni.		
	
Al	 poner	 a	 circular	 este	 libro	 con	 descarga	 libre	 y	 gratuita	 desde	 Internet,	 Copy	 Left	
mediante,	buscamos	que	la	obra	de	y	sobre	Gombrowicz	contine	dando	vueltas	por	ah.	
Que	 lo	 haga	 cada	 vez	 ms,	 con	 un	 pblico	 diverso,	 heterogneo,	 impensable	 en	 otro	
momento	en	el	que	el	acceso	a	los	libros	era	ms	complicado.	Nuestra	ambicin	es	que	al	
descargar	 este	 volumen	 cada	 uno	 lea	 lo	 que	 quiera	 y	 lo	 que	 pueda,	 y	 que	 las	 ideas	
volcadas	 ac	 adentro	 hagan	 mella	 en	 las	 suyas.	 Ojal	 que	 entre	 tantas	 reflexiones,	
hiptesis,	 conjeturas	 y	 sospechas	 en	 torno	 a	 Gombrowicz	 encuentren	 algo	 que	 los	
conmueva,	 que	 los	 movilice,	 que	 les	 provoque	 hacer	 algo	 con	 eso.	 Es	 la	 mejor	 manera	
que	encontramos	de	ayudar	a	que	su	fantasma	siga	apareciendo	por	ah,	asustando	a	los	
maduros,	rompiendo	lo	establecido,	rindose	un	poco	mucho	de	cada	uno	de	nosotros.	
	
	
                                                                               Nicols	Hochman	
                                                           Buenos	Aires,	noviembre	de	2015	
	                                               10	
	
LA	GRAN	GOMBROWICZ	(SOBRE	LENGUA,	JUVENTUD	Y	PERONISMO)	
Pablo	Gasparini	
	
	
Primero	la	muralla	y	despus	la	torre	afirma	uno	de	los	sabios	de	La	construccin	de	
la	 muralla	 china	 de	 Kafka	 (1981:	 132),	 como	 si	 el	 hecho	 de	 rodearse	 de	 un	 firme	
caparazn	de	piedras	significase	la	voluntad	de	agruparse	y	darse	(al	igual	que	ciertos	
nmades	en	el	mito	de	Babel)	un	Nombre	con	maysculas.	Auxiliado	por	la	idea	de	que	
la	muralla	es	en	verdad	la	base	o	cimiento	de	la	Torre	y	citando	el	clebre	pasaje	bblico	
(Vamos	 edifiqumonos	 una	 ciudad	 y	 una	 torre,	 cuya	 cspide	 llegue	 al	 cielo;	 y	
hagmonos	un	nombre.	Gnesis,	11,	4),	George	Steiner	en	Aprs	Babel	define	aquello	
que	 llamar,	 algo	 oblicuamente,	 el	 espacio	 familiar	 o	 totmico	 de	 la	 lengua:	 un	
imaginario	por	el	cual	toda	lengua	edifica	una	muralla	alrededor	del	reino	comn	de	la	
identidad	 de	 grupo	 (Steiner,	 1978:	 219);	 un	 centro	 ntimo	 de	 la	 palabra	 avaro	 en	
explicaciones,	 rico	 en	 implcitos	 y	 podramos	 agregar	 haciendo	 nuestra	 la	 famosa	
conviccin	de	Renan	que	Anderson	coloca	como	exergo	de	su	Comunidades	imaginadas	
rico,	principalmente,	en	olvidos	comunes.	El	final	lo	conocemos:	la	mtica	Torre	irrita	a	
Jehovah	 al	 punto	 de	 derribarla	 y	 de	 condenar	 a	 los	 hombres	 al	 desentendimiento,	
deshaciendo	su	pretensin	de	territorio	y	de	lengua,	pues,	tal	como	lo	lee	Derrida	en	Des	
tours	de	Babel,	el	nico	que	puede	Ser	y	gozar	de	un	(indecible)	Nombre	es	Dios.		
Mascullando	en	polaco	esa	lengua	que	nunca	abandonar	y	antes	de	extraviarse	por	
las	grises	calles	de	la	capital	argentina,	el	autoficcional	Gombrowicz	de	Trans-Atlntico	
profiere,	 frente	 al	 Chrobry,	 su	 antolgica	 maldicin	 patria	 que	 es,	 entre	 otras	 cosas,	 un	
osado	 deshacerse	 de	 su	 espacio	 familiar,	 tan	 cargado	 de	 guios	 y	 sobreentendidos	
comunes.	Ahora,	maldecir	Polonia	en	polaco	es	salirse	de	la	Muralla	cruzarse	a	lo	de	
los	brbaros	pero	permaneciendo	en	la	Torre?	Escribir	a	extramuros,	fuera	del	radio	
del	ttem	de	la	lengua,	es	robarle	la	lengua	a	la	Patria?,	liberarla,	en	algn	sentido,	de	lo	
que	imaginariamente	la	ata	o	ancla	a	determinada	identidad	territorial?	
Por	 cierto,	 en	 diversas	 ocasiones,	 especialmente	 en	 su	 ensayo	 sobre	 Sienkiewicz	 (s/d:	
379-391),	Gombrowicz	afirma	que	en	Polonia	se	escribe	para	Dios,	o	mejor,	que	Polonia	
y	 su	 Lengua	 al	 menos	 su	 lengua	 literaria	 se	 confunden	 en	 una	 misma,	 arcnica	 e	
intocada	sacralidad.	Como	si	all,	en	los	difusos	y	siempre	mviles,	a	veces	evanescidos,	
lmites	 de	 Polonia,	 Jehovah	 no	 hubiera	 ejercido	 su	 furia	 bablica,	 no	 hubiera	 roto	 el	
antiguo	 linaje	 del	 prncipe	 Mieszko;	 como	 si	 las	 fortificadas	 fronteras	 de	 Polonia,	 tan	
violentadas	 histricamente,	 prosiguiesen	 inclumes	 en	 el	 resguardo	 simblico	 y	 sacro	
	                                                11	
de	su	Gran	Literatura.	A	falta	de	la	furia	de	aquel	nico	que	puede	decir	Yo	soy	el	que	
soy,	 habra	 entonces	 aquel	 que	 con	 tono	 histrinicamente	 endiosado	 dice	 ser	 un	
Gombrowicz	Gombrowicz,	el	dios	o	ngel	cado	de	la	literatura	polaca.		
Y	 de	 hecho,	 a	 la	 hora	 en	 que	 Babel	 convoca	 a	 la	 traduccin,	 lejos	 de	 aspirar	 a	 lo	 que	
Walter	 Benjamin	 supona	 ser	 el	 ideal	 de	 toda	 traduccin	 la	 interlineal	 de	 un	 texto	
sagrado,	Gombrowicz	auspicia	la	gesta	ferdydurkista.	Ninguna	pretensin	existe	all	de	
una	 mtica	 transcripcin	 o	 mimesis	 del	 texto	 polaco	 y	 la	 tarea	 se	 lleva	 a	 cabo,	 como	 la	
leyenda	siempre	se	ha	complacido	en	repetirlo,	entre	muchas	voces	y	varias	lenguas:	del	
polaco	al	francs	y	del	francs	al	cubano	y	del	cubano	a	un	imaginario	del	castellano	del	
que	Gombrowicz	solo	reprochar	las	decisiones	que,	en	las	ambiguas	observaciones	de	
Ernesto	 Sabato,	 habran	 servido	 de	 pretexto	 para	 la	 no	 consideracin	 de	 la	 novela	 por	
Sur.	 Escribir	 en	 polaco	 desde	 afuera	 de	 las	 murallas	 de	 la	 Comunidad	 implica	 as	
reinventarse	 y	 reinventar	 esa	 lengua	 desde	 el	 resbaloso	 territorio	 donde	 los	
significados,	espectralmente	liberados	de	su	pasado,	ganan	en	movilidad	lo	que	pierden	
en	consenso.	Solo	as	puede	entenderse	cierto	fraterno	ludismo1	con	el	que	Gombrowicz	
se	presta	a	la	traduccin:	hay	en	ese	ofrecimiento	a	los	otros	(a	la	sociedad	de	voces	del	
Caf	 Rex)	 el	 reconocimiento	 de	 una	 prdida.	 Nunca,	 en	 estas	 traducciones,	 se	 trata	 de	
honrar	 y	 heredar	 el	 tmulo	 de	 la	 lengua	 polaca,	 ms	 bien	 se	 trata	 de	 una	 actividad	
colectiva	 y	 festiva,	 donde	 la	 lengua,	 regada	 a	 Bols,	 es	 colaborativo	 pasaje	 de	 sentidos	
posibles.		
Traducir	 del	 Polaco	 a	 otras	 lenguas,	 o	 del	 Polaco	 (con	 maysculas)	 al	 polaco	 (con	
minsculas),	hacerlo	sobrevivir,	supone,	tal	como	Benjamin	lo	insina	en	relacin	con	la	
genealoga	entre	original	y	traduccin,	el	desafo	de	la	sobrevida,	que	no	merecera	este	
nombre	 si	 ella	 no	 entraara	 una	 perpetua	 renovacin	 (Benjamin,	 1996:	 332)	 o,	
podramos	decir	nosotros,	si	ella	misma,	la	sobrevida,	no	fuese	 rejuvenecimiento,	ese	
devenir	del	que	Gombrowicz	confiesa	sentirse	afectado	durante	su	exilio	sudamericano.	
Creo	 que	 este	 es	 el	 punto	 donde	 la	 biografa	 de	 Gombrowicz	 en	 la	 Pampa,	 tan	 rica	 en	
datos	y	ancdotas	sobre	sus	dificultades	materiales	Gombrowicz	durmiendo	en	el	piso	
de	 la	 sala	 de	 un	 amigo	 durante	 meses,	 almorzndose	 en	 el	 funeral	 de	 un	 desconocido,	
cambiando	 de	 pensin	 por	 falta	 de	 pago,	 se	 encuentra	 con	 la	 condicin	 de	 su	 propia	
lengua:	la	de	la	sobrevivencia.		
	                                                  12	
Gombrowicz	 se	 reinventa	 en	 Argentina	 y	 en	 esa	 reinvencin,	 casi	 como	 una	 exigencia	
retrica,	cobra	dimensin	el	afirmarse	(o	el	desendeudarse)	contra	aquello	que	no	debe	
ser:	contra	Polonia,	ese	Santo	Monstruo	Oscuro	que	est	reventando	desde	hace	siglos,	
pero	 tambin	 contra	 los	 Poetas.	 Todo	 un	 arte	 de	 la	 (re)invencin	 que	 recuerda	 la	
tradicin	 de	 los	 escritos	 Contra	 (Contra	 los	 fsicos	 de	 Timon	 de	 Flius,	 Contra	 los	
dogmticos	 y	 Contra	los	matemticos	 de	 Sexto	 Empirico)	 o	 Anti-	 (el	 Anti-Sneca	 de	
Lamettrie	 o	 el	 Anti-Edipo	 de	 Deleuze-Guattari).	 Hay	 algo	 de	 insumiso	 (y	 por	 cierto	 de	
joven)	en	este	gesto	de	oponerse,	en	este	decirse	a	partir	de	un	antimodelo	que	aspira	a	
lo	 nuevo	 y	 a	 lo	 imprevisible,	 en	 este	 rechazo	 tanto	 a	 la	 mera	 repeticin	 como	 a	 la	
banalidad.	Pero	sobre	todo,	en	este	arte	de	la	invectiva	como	inventiva,	hay	la	voluntad	
de	seguir	viviendo.	Como	sea.	Nada	de	poner	la	vida	entre	parntesis,	en	suspenso,	como	
si	algn	da	furamos	a	volver	All,	a	Aquel	Espacio	(y	a	Aquel	Tiempo)	del	que	hemos	
huido	o	nos	han	ido.	Y	es	en	este	punto	donde	este	sobreviviente,	Gombrowicz	no	es,	ni	
se	percibe,	ni	habla	como	un	exiliado.		
Si	 lo	 sagrado	 en	 la	 lengua	 es	 que	 haya	 palabras	 intocables,	 significantes	 que,	 como	 el	
nombre	divino,	no	deben	siquiera	pronunciarse	para	mantenerse	en	su	inmutable	fijeza,	
en	su	inefable	y	misterioso	significado,	Gombrowicz	no	solo	se	muestra	indcil	al	sacro	
corazn	de	su	patria,	al	sacrificio	de	los	que	deciden	ofrendar	su	vida	por	su	liberacin,	
sino	que	tambin	se	muestra	indcil	al	Desastre	Mayor,	al	humo	acerbo	como	lo	llega	
a	 enunciar	 en	 su	 Diario	 I	 (352)	 de	 los	 crematorios.	 Esos	 mismos	 crematorios	 que	
cercaran	 a	 su	 amigo	 y	 compaero	 intelectual	 Bruno	 Schulz	 y	 que	 dicen	 o	 gritan	 la	
Masacre	 que	 en	 Trans-Atlntico	 prefiere	 emerger	 en	 siniestro	 sottovoce;	 un	 coro	
irrefrenable,	incesante	(All	mataban	y	degollaban)	que	amenaza	echar	todo	a	perder,	
fondear	aquella	nave	que	Gombrowicz	imaginaba	como	un	buque	corsario	en	direccin	
a	sus	compatriotas.	No,	no	habr	identidad	ni	lengua	asentados	sobre	ese	Desastre.	No,	
sobre	 esos	 cadveres	 no	 se	 erguiran	 otra	 vez	 las	 (intiles)	 murallas	 protectoras,	 la	
(kafkiana)	 ronda	 del	 pueblo,	 el	 exaltado	 silencio	 que	 conforma	 a	 la	 Comunidad.	 No,	
mejor	 no	 santificar	 el	 Desastre.	 Para	 eso,	 para	 convertir	 el	 Desastre	 en	 Lengua	 y	
Monumento	para	acallar	en	el	mismo	aura	de	Recogimiento	y	Dolor	toda	posible	voz	
estaba	 el	 rgimen	 polaco,	 ese	 que,	 segn	 leemos	 en	 su	 Diario,	 haba	 convertido	 el	
terrible	 humo	 acerbo	 en	 incienso	 para	 la	 nueva	 dictadura.	 Entonces,	 antes	 que	 la	
inmutabilidad	de	lo	sacro	(y	junto	a	la	persistencia	del	fantasma,	de	aquello	que,	a	pesar	
de	nosotros	mismos,	a	pesar	de	nuestros	vanos	exorcismos,	sigue	siendo	en	su	ausencia,	
en	su	irredento	acoso),	mejor	la	gauchada	de	Babel	y	de	los	sentidos	en	devenir,	mejor	el	
rejuvenecimiento	 de	 los	 vocablos,	 donde	 el	 polaco	 geba	 por	 tomar	 uno	 de	 ellos	 es	
tambin	gueule	y	facha	y	aun,	como	se	lo	sugiere	Manuel	Glvez	en	una	carta,	escracho.	
	                                               13	
Si	evocar,	segn	Elas	Canetti	en	su	Elogio	a	la	vejez,	es	un	atributo,	una	prerrogativa,	
de	 la	 ancianidad;	 Gombrowicz	 prefiere	 decirse	 (como	 el	 joven	 pergeado	 por	 Jean	
Amery	en	Par-Del	le	Crime	et	le	Chtiment)	desde	la	potencialidad	de	su	presente.2	
Gombrowicz	arriba	a	la	Argentina	con	treinta	y	cinco	aos.	En	su	novela	Trans-Atlntico,	
finalizada	 a	 sus	 cuarenta	 y	 seis	 aos	 (en	 1950),	 describe	 el	 deambular	 o	 yirar	
homosexual	 de	 el	 Puto	 (como	 es	 apodado	 su	 personaje	 Gonzalo	 an	 en	 el	 original	
polaco)	 por	 aquel	 territorio	 tan	 presente	 en	 su	 Diario:	 las	 oscuridades	 de	 Retiro;	 un	
espacio	 de	 transicin	 hacia	 el	 puerto	 que	 tambin	 aparece	 dicho	 con	 ciertas	
connotaciones	 de	 transgresin	 por	 la	 peronista	 Esther	 en	 La	traicin	de	Rita	Hayworth	
de	 Manuel	 Puig	 (1968).	 Nos	 preguntamos	 aqu	 por	 las	 posibilidades	 de	
rejuvenecimiento	 no	 solo	 de	 las	 palabras,	 sino	 tambin	 del	 cuerpo.	 En	 dilogo	 con	
Tcherkaski,	 Copi	 (por	 citar	 a	 otro	 joven	 cuyo	 teatro	 es	 contemporneo	 al	 de	
Gombrowicz	y	que	comparti	en	ocasiones	al	mismo	director:	el	argentino	Jorge	Lavelli)	
declara	 que	 durante	 su	 juventud	 en	 Buenos	 Aires	 su	 vida	 era	 como	 la	 de	 cualquier	
joven	porteo	que	tiene	que	coger	todos	los	das	(en	Tcherkaski,	1998:	45).	Copi	nace	
el	 ao	 en	 que	 Gombrowicz	 llega	 a	 la	 Argentina	 (1939)	 y	 podemos	 imaginar	 que	 esa	
referencia	autobiogrfica	se	d	entre	1955	(cuando	Copi	tena	diecisis	aos	y	su	familia	
retorna	del	exilio	francs	esperanzada	por	el	golpe	de	estado	a	Pern)	y	1962,	cuando	el	
por	 entonces	 joven	 actor	 de	 veintitrs	 aos	 decide	 regresarse	 a	 Pars.	 Copi,	 en	 la	
entrevista	 mencionada,	 afirma	 que	 aquello	 que	 Tcherkaski	 apunta	 como	 su	 condicin	
homosexual	 no	 lo	 era	 en	 absoluto	 para	 l	 que	 no	 deba	 por	 pertenecer	 a	 un	 medio	
burgus,	 teirse	 de	 rubio	 para	 hacerse	 de	 puto	 (45),	 aunque	 esa	 condicin	 s	 valiera	
para	los	putos	pobres,	aquellos	a	los	que	dice	se	le	nota	que	son	putos,	ese	cuadro,	
tpico	 de	 villa	 miseria	 que	 poda	 ver	 cuando	 visitaba	 a	 su	 padre	 que	 estaba	 preso	 en	
Villa	 Devoto	 (45).	 Ni	 tan	 literalmente	 joven	 ni	 porteo,	 ms	 bien	 polaco	 y	 pobre,	
podemos	imaginar	que	era	precisamente	ese	el	cuadro	o	mbito	por	donde	deambulaba	
el	 recin	 llegado	 y	 rejuvenecido	 Gombrowicz	 en	 peripecias	 que,	 tal	 vez,	 el	 por	 ahora	
para	nosotros	indito	Kronos	llegue	a	develar	y	que	sus	amigos	porteos	no	pudieron	o	
quisieron	percibir	por	como	les	reprocha	Gombrowicz	en	una	carta	meros	boludos	
2 Sobre la reticencia de Gombrowicz a evocar, quizs nada ms ilustrativo que el incipit de Trans-
	                                                    14	
(Gombrowicz,	1999:	43).	
Con	 estos	 registros	 y	 comparaciones	 quiero	 arriesgar	 como	 hiptesis	 que	 son	 los	
avatares	de	ese	cuerpo	abruptamente	joven	los	que	se	postulan	como	impulsos	afectivos	
de	 esta	 reinventada	 lengua	 que	 se	 resiste	 al	 Sacrificio	 y	 al	 Pasado.	 Acaso	 Facha,	 por	
volver	a	uno	de	esos	conceptos	que	la	bablica	traduccin	coordinada	por	Piera	sugiere	
para	 el	 polaco	 Geba,	 no	 dice,	 adems	 de	 sus	 semas	 de	 apariencia,	 algo	 retorcidamente	
genrico:	 una	 de	 las	 pocas	 maneras,	 la	 velada	 manera,	 en	 que	 un	 indudable	 macho	
argentino	puede	referirse,	sin	suspicacias	de	ningn	tipo,	a	la	belleza	de	otro	indudable	
macho	argentino?	Fachero	o	en	todo	caso	Pintn:	nicos	modos	permitidos	de	predicar,	
entre	argentinos,	la	belleza	masculina.	Cunto	de	esa	precipitada	y	subterrnea	fuerza	
sexual	del	lenguaje,	que	Steiner	(1973)	considera	intrnseca	a	la	extraterritorialidad	de	
Oscar	 Wilde,	 por	 ejemplo,	 se	 encuentra	 en	 esta	 festiva	 lengua	 posbablica	 de	
Gombrowicz?	Y	es	que,	ms	all	de	sus	tempranas	aventuras	en	los	Pirineos	franceses,	
Gombrowicz	 pasa	 de	 la	 algo	 plida	 y	 gtica	 aristocracia	 rural	 polaca	 a	 la	 procaz	 y	
exaltada	 libido	 de	 la	 argentina	 peronista:	 toda	 una	 biogrfica	 revolucin	 sexual.	
Recordemos	 que	 si	 bien	 el	 peronismo	 como	 lo	 alude	 Copi	 en	 la	 figura	 de	 aquellos	
putos	pobres,	circunstanciales	compaeros	de	prisin	de	su	padre	organiz	junto	a	la	
iglesia	 catlica	 un	 rgimen	 contravencional	 restrictivo	 del	 deambular	 ertico	 (de	 la	
casa	 al	 trabajo	 y	 del	 trabajo	 a	 la	 casa	 fue	 uno	 de	 los	 lemas	 del	 General)	 tambin	
signific,	en	razn	de	su	impronta	popular,	cierto	encuentro	y	carcter	festivo.	
	
             Sugiero	 pensar	 nos	 invita	 Perlongher	 que	 con	 el	 peronismo	 los	 obreros	
             ganaron	 el	 centro	 y	 se	 encontraron	 all	 con	 los	 homosexuales.	 ()	 El	
             erotismo	que	nace	de	ese	encuentro	de	clases	es	potente.	La	relacin	de	la	
             marica	 de	 clase	 media	 con	 el	 chongo	 villero	 no	 solo	 llen	 lamentaciones		
             como	 La	 Busca	 de	 la	 Ballena	 de	 Hctor	 Larra,	 sino	 tambin	 saunas.	
             Testimonios	 personales	 dan	 cuenta	 de	 saunas	 gays	 en	 Buenos	 Aires	 en	 la	
             dcada	del	50,	cuando	no	los	haba	en	Nueva	York.	(Perlongher,	documento	
             CEDAE	N	0315,	sin	fecha)	
	
Mandolessi	 (2012)	 ha	 estudiado	 la	 imprescindible	 presencia	 de	 lo	 abyecto,	 sea	 como	
proceso	o	figura,	en	la	obra	de	Gombrowicz.	Pensamos	que	esa	categora,	de	algn	modo	
inherente	 a	 lo	 sacro	 (en	 latn	 sacer	 significa	 sagrado,	 santificado	 pero	 tambin	
abyecto	 o	 execrable),	 puede	 dar	 cuenta	 de	 esta	 emergencia	 de	 lo	 que	 Gombrowicz	
llama	los	bajos	fondos,	de	todo	aquello	que	haba	sido	relegado	fuera	del	campo	de	lo	
simblico	 para	 la	 constitucin	 de	 cierta	 austera,	 liberal	 y	 patricia	 identidad	 argentina.	
Del	peronismo	como	lo	abyecto	argentino	en	la	posbablica	lengua	de	Gombrowicz:	he	
aqu	que	desembocamos	en	un	tema	que	sera	necesario	desbrozar.		
Por	 el	 momento,	 para	 concluir:	 en	 Buenos	 Aires	 Gombrowicz	 escribe	 en	 polaco	 y	
	                                               15	
traduce	al	espaol	y	al	francs.	Es	una	apuesta	triple	que	apunta	a	su	patria,	al	territorio	
local	 de	 su	 exilio	 y	 a,	 como	 dira	 Pascale	 Casanova	 (2002),	 la	 repblica	 mundial	 de	 las	
letras.	Se	trata	de	una	apuesta	que	se	da	en	una	dimensin	bastante	diferente	a	la	de	la	
publicacin	 de	 sus	 primeros	 textos	 en	 Polonia,	 con	 tirajes	 pagados	 por	 su	 padre	
(Memorias	 del	 tiempo	 de	 la	 inmadurez)	 o,	 a	 medias,	 de	 su	 propio	 bolsillo	 (la	 edicin	
original	 de	 Ferdydurke	 por	 editorial	 Rj).	 Imaginar	 cmo	 hubiera	 sido	 la	 trayectoria	
literaria	de	Gombrowicz	en	su	patria	si	no	hubiera	ocurrido	la	guerra	es	un	atrevimiento	
tico	o	un	ejercicio	de	ciencia	ficcin	histrico-poltica.	Lo	cierto	es	que	Gombrowicz	se	
internacionaliza	 desde	 Argentina;	 un	 territorio	 que	 si	 bien	 le	 result	 hostil	 en	 sus	
crculos	consagrados3	lo	introdujo,	por	otro	lado,	a	la	tan	latinoamericana	experiencia	de	
lo	 bablico.	 En	 su	 Diario,	 Gombrowicz	 confiesa	 que	 la	 traduccin	 de	 Ferdydurke	 le	
signific	 la	 resurreccin	 de	 una	 obra	 que	 crea	 muerta	 y	 sin	 sentido.	 Esas	 palabras	
parecen	 llevar	 a	 la	 instancia	 de	 la	 produccin	 el	 rejuvenecimiento	 existencial	 que	 en	
diversas	 ocasiones	 dice	 haber	 experimentado	 en	 Argentina,	 como	 si	 la	 traduccin	
recreadora,	aquella	que	actualiza	y	le	da	sobrevida	al	original,	fuese	una	instancia	ms	
de	lo	vital.	
Encarnar	no	en	el	(imposible)	Original	sino	en	la	traduccin	en	lo	que	tiene	de	sobrevida	
y	 rejuvenecimiento,	 quizs	 involucre,	 entre	 otros,	 los	 tres	 movimientos	 que	 hemos	
intentado	 esbozar	 en	 este	 ensayo:	 la	 desafiliacin	 desacralizadora,	 la	 consecuente	
apertura	a	los	mltiples	deslices	del	sentido	y	la	emergencia	del	cuerpo	como	motor	y	
garanta	 de	 autenticidad.	 Son	 estos,	 creemos,	 los	 tres	 movimientos	 de	 un	 mismo	 y	
singular	golpe:	lograr	inventar	y	reinventarse	desde	un	lejano	afuera.		
Y	 si	 hablamos	 de	 contorsiones	 y	 de	 puja	 de	 espacios	 existe,	 por	 cierto,	 una	 jugada	 del	
tenis	(deporte	recurrente	en	la	vida	y	obra	de	Gombrowicz)	en	la	que	un	contundente	e	
inusual	 lance	 puede	 llegar	 a	 salvar	 lo	 que	 ya	 era	 una	 derrota	 segura.	 De	 espaldas	 y	
usualmente	lejos	de	la	red,	el	tenista	al	que	ya	se	daba	por	vencido	devuelve	la	pelota	
con	 un	 golpe	 originalsimo,	 con	 un	 inesperado	 e	 inaudito	 raquetazo	 entre	 sus	 piernas.	
Los	 mejores	 lo	 han	 hecho	 y	 lo	 hacen,	 pero	 en	 Sudamrica	 a	 ese	 golpe	 lo	 hemos	
bautizado:	es	la	Gran	Willy.	
Hacer	 del	 cuerpo	 el	 lugar	 del	 atrevimiento,	 pararse	 del	 otro	 lado	 con	 juvenil	 y	 raro	
descaro,	devolver	la	pelota	al	otro	lado	de	la	muralla	de	la	Lengua	cuando	todo	parece	
perdido,	 convertirse,	 en	 fin,	 en	 el	 reinventado	 y	 original	 adversario	 de	 s	 mismo,	 no	
sera	esa	la	Gran	Gombrowicz?		
	                                                   16	
	
	
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EL	PERSONAJE	GOMBROWICZ	Y	SU	ESCRITURA	
Carlos	Brck	
	
	
Debo	comenzar	con	una	confidencia:	no	conoc	personalmente	a	Gombrowicz	y	prefera	
otros	 autores	 contradictorios	 como	 Borges,	 Nstor	 Snchez	 o	 Roberto	 Arlt.	 Pero	 hubo	
algo	en	su	escritura	que	siempre	me	fascin	y	de	esa	recepcin	y	de	otras	voy	a	hablar.	
Un	 cierto	 imaginario	 recorre	 el	 campo	 de	 las	 vinculaciones	 entre	 el	 psicoanlisis	 y	 el	
espacio	de	las	artes,	un	imaginario	en	donde	a	la	manera	de	ese	cuadro	de	Rembrandt,	
La	leccin	de	anatoma,	se	produce	una	operacin	de	diseccin	de	las	intenciones	del	
autor,	que	lo	conduce	a	una	especie	de	cielo	e	infierno	vinculado	con	las	intenciones	y	
proposiciones	que	terminaran	por	anular	cualquier	construccin	creativa.	
No	es	ajeno	a	esto	Rainer	Maria	Rilke,	que	siempre	estuvo	a	punto	de	encontrarse	con	
Freud	 pero	 que	 en	 un	 recatado	 juego	 de	 escondidas	 prefera	 mantener	 una	 posicin	
oblicua	por	temor	a	que	alguna	interpretacin	se	apoderase	de	l.	
Por	supuesto	que	esto	de	otra	manera	ya	figuraba	en	el	Fausto	de	Goethe:	vender	el	alma	
al	 diablo	 con	 tal	 de	 conseguir	 algo	 inaccesible	 es	 una	 de	 las	 formas	 de	 quedar	
desposedo.	
Tampoco	es	ajeno	a	esto	Vladimir	Nabokov,	a	quien	cuando	le	preguntan	en	un	reportaje	
si	 se	 encontraba	 en	 anlisis	 se	 muestra	 casi	 angustiado	 y	 dice:	 Dios	 mo,	 por	 qu	
debera	hacer	eso?.	
A	su	vez,	el	psicoanlisis	no	dejar	de	preguntarse	por	aquello	que	toma	la	voz	del	sujeto	
cuando	habla.	O	en	todo	caso:	cmo	es	posible	localizar	algo	del	punctum,	de	ese	lugar	
donde	el	estilete	punta	una	hoja	y	se	muestra	como	estilo?	
Localizar	a	Gombrowicz	en	sus	movimientos	de	travesa	y	destierro	en	una	cultura	sera	
al	igual	que	Freud,	cuando	a	partir	de	Dostoievski	se	ocupa	de	la	cuestin	del	padre.	Para	
ello,	no	duda	en	situar	las	coordenadas	que	haran	a	las	legendarias	caractersticas	del	
alma	rusa.		
Creo	 que	 l	 no	 dice	 legendario,	 pero	 me	 surge	 formularlo	 as	 por	 su	 relacin	 con	
leyenda,	con	lectura	y	con	este	problema:	cmo	situar	un	modo	de	lectura	que	describa	
el	temperamento	de	los	polacos?	
Claro	que	esta	generalizacin,	como	la	que	hace	Freud,	busca	oblicuamente	poder	hablar	
en	singular	de	Witold	Gombrowicz,	emigrado	polaco	como	l	mismo	infatigablemente	
se	presentaba.	
	                                               18	
Ser	 este	 temperamento,	 como	 dice	 Lacan,	 caracterizado	 por	 una	 resistencia	 a	 los	
eclipsamientos?	
En	 tal	 caso,	 busquemos	 evidencias	 en	 el	 gnero	 cinematogrfico	 tomado	 como	 un	
collage	 en	 el	 que	 se	 mezclan	 escenas	 como	 las	 de	 esa	 pelcula	 en	 la	 que	 un	 grupo	 de	
inmaculados	militares	polacos	acomete	una	intil	carga	de	caballera	contra	los	tanques	
alemanes,	 u	 otra	 pelcula	 en	 la	 que	 entre	 las	 cloacas	 se	 arrastra	 un	 grupo	 de	
desesperados	 que	 luchan	 contra	 el	 invasor,	 o	 ese	 film	 que	 rene	 luminosidades	 y	
desechos	de	las	otras	dos:	Cenizas	y	diamantes.	
En	su	comienzo	sucede	una	escena	que	me	parece	clave	para	nuestra	propia	leyenda:	al	
comienzo	 de	 la	 guerra	 (como	 vern,	 siempre	 est	 la	 guerra),	 mientras	 los	 alemanes	
estn	 fuera	 de	 escena	 como	 el	 Minotauro	 (eso	 que	 Freud	 llamaba	 lo	 ominoso),	 un	
grupo	de	polacos	celebra	una	fiesta	en	la	tradicin	de	Bocaccio	en	Decamern	o	Edgard	
Allan	Poe	en	La	peste	Roja,	mientras	la	Bestia	Negra,	lo	innominable,	espera.	Pero	no	hay	
aqu	 ni	 desenfreno	 ni	 vrtigo,	 aunque	 coman	 y	 bailen	 La	 Polonesa	 sobre	 la	 misma	
mesa	atiborrada	de	jarras,	cubiertos,	botellas	y	restos.		
Lo	 que	 muestran	 son	 esos	 rasgos	 que	 practic	 Gombrowicz.	 La	 desolacin	 y	 la	
irreverencia.	Sobre	todo	instalado	aqu,	en	un	pas,	la	Argentina,	que	le	debe	su	nombre	
a	 un	 poema,	 en	 este	 lugar	 que	 le	 caus	 veintitrs	 aos	 de	 estada.	 Y	 uso	 este	 trmino:	
caus,	deliberadamente,	para	subrayar	el	semblante	de	destierro	con	que	acometi	la	
permanencia.	 Pero	 tambin	 Argentina:	 ese	 lugar	 de	 causa	 de	 una	 potica,	 donde	
instalado	en	la	posicin	de	viajero	se	dedic	a	escribir	un	diario.	
En	nuestras	estampitas	argentinas	es	comn	que	el	encuentro	de	alguien	con	un	libro	se	
pueda	 constituir	 como	 un	 momento	 de	 epifana	 que	 deja	 iluminado	 a	 alguien	 para	
siempre	(entre	nosotros	y	ms	an	entre	los	analistas,	Oscar	Massotta	sera	un	ejemplo	
de	ello),	pero	lo	que	es	mucho	ms	infrecuente	en	estas	regiones	es	el	encuentro	directo	
y	fuera	de	eventos	sociales,	de	los	lectores	con	un	autor,	como	aquella	vez	inaugural	en	
que	WG	se	encuentra	en	Tandil	con	un	grupito	que	lo	haba	ledo	y	que	le	otorgaba	a	su	
estatuto	de	viajero,	una	vez	ms,	la	nica	filiacin	posible:	ser	el	autor	de	un	texto,	pero	
ms	an	de	un	raro	ttulo:	Ferdydurke.	
Poco	 les	 interesaba	 que	 ese	 seor	 desolado	 e	 irreverente	 hubiera	 quedado	 anclado	 en	
Buenos	Aires,	que	trabajase	en	el	Banco	Polaco	o	que	fuera	metdico	en	su	alimentacin.	
Quizs	 esto	 coincidiera	 implcitamente	 con	 la	 apuesta	 del	 propio	 Witoldo	 (as	 llamado	
por	 ellos)	 a	 la	 nocin	 de	 juventud,	 no	 un	 recorte	 cronolgico	 sino	 una	 secuencia	 de	
significacin	en	donde	la	propia	dinmica	de	lo	juvenil,	lo	no	esclerosado,	podra	llegar	a	
constituir	 un	 espacio,	 recortndose	 de	 aquello	 que	 hace	 a	 la	 pulsin	 de	 muerte,	 a	 la	
unanimidad,	a	lo	inerte.	
	                                                19	
Pero	 tambin	 este	 encuentro	 es	 emblemtico	 por	 la	 divisin	 que,	 como	 decimos,	 se	
plantea	entre	una	persona	y	la	condicin	de	autor.	No	por	nada	luego	circular	un	texto	
que	se	llama	Ferdydurke	de	s	mismo,	Gombrowicz	de	Polonia.	
En	 un	 comentario,	 Lacan	 plantea,	 a	 travs	 de	 una	 hiprbole,	 la	 ubicacin	 del	 autor:	
Pienso	en	una	obra	que	no	es	tan	ilegible	pues	probablemente	no	era	su	autor	quien	la	
firm:	se	llamaba	Mi	lucha	y	es	de	un	tal	Hitler.	Si	ese	tal	Hitler	no	era	el	autor,	aunque	
haya	firmado	as,	tampoco	lo	ser	Adolf	Schikelgruber,	un	cabo	austraco	que,	antes	de	
apropiarse	de	las	masas	alemanas	y	de	planear	que	su	lucha	era	por	el	espacio	vital,	se	
dedicaba	a	la	pintura	dominical.	
La	frase	de	Lacan	no	es	oscura	sino	enigmtica	porque	puede	hacernos	trabajar	en	torno	
a	 la	 condicin	 del	 autor	 ubicado	 a	 distancia	 de	 las	 marcas	 visibles	 que	 podran	
presentarse,	ya	sean	marcas	de	la	persona,	o	de	un	seudnimo.	
Quizs	falte	an	un	estudio	extenso	sobre	la	cuestin	del	seudnimo.	Gombrowicz	tena	
los	suyos,	entre	ellos	uno	donde	develaba	que	faltaba	algo.	Era	con	el	seudnimo	Jorge	
Alejandro	 que	 dejaba	 suspendido	 lo	 que	 haca	 a	 un	 apellido:	 ni	 Gombrowicz	 ni	 ese	
blanco,	sino	el	espacio	de	autor.	Pero,	entre	nosotros,	creo	que	el	mejor	seudnimo	es	el	
que	 le	 adjudica	 La	 Nacin	 cuando	 Witoldo	 llega	 a	 la	 Argentina:	 lo	 define	 como	 un	
humorista.	
Y	 hablando	 de	 nominaciones:	 es	 frecuente	 parar	 como	 antagonistas	 a	 Borges	 y	
Gombrowicz,	 esa	 desgraciada	 cena,	 etctera,	 etctera,	 pero	 prefiero	 emparejar	 a	
Witoldo	con	otro	extranjero	en	su	tierra,	Lucio	Mansilla	(supongo	que	G.	aprobara	este	
disparate),	porque	adems	ambos	compartieron	un	mismo	procedimiento	de	escritura.		
Carnet	de	viaje	breves	fragmentos	donde	por	lo	general	se	dice	ms	de	la	escritura	que	
del	 lugar	 lo	 denominan	 algunos.	 Una	 excursin	 lo	 llamara	 a	 esto	 Mansilla	 y	 Diario	
(argentino)	le	dira	Gombrowicz.	Cuando	uno	es	sobrino	de	Don	Juan	Manuel	de	Rosas	
no	lee	el	Contrato	Social	si	se	ha	de	quedar	en	el	pas	o	se	va	de	l	si	quiere	leerlo	con	
provecho.	Le	dice	el	padre	y	embarca	a	Lucio,	su	hijo	de	16	aos,	con	un	cargamento	de	
yute	hacia	la	India.	
Pero	 si	 las	 cartas	 de	 Mansilla	 son	 una	 lejana	 consecuencia	 de	 ese	 viaje	 a	 la	 India,	 el	
Diario	 de	 Witold	 Gombrowicz,	 por	 el	 contrario,	 puede	 ser	 efecto	 de	 encontrarse	
sbitamente	en	las	Indias.	Suponemos	que	en	eso	se	trasviste	nuestro	territorio	(Buenos	
Aires,	 las	 sierras	 de	 Tandil,	 la	 Torre	 de	 los	 Ingleses	 en	 la	 Plaza	 del	 Retiro)	 que	 hasta	
entonces	 era	 quizs	 una	 extensin	 innominada	 y	 plana	 como	 la	 pampa,	 en	 la	 que	 se	
asentaba	 la	 Embajada	 de	 Polonia,	 pequea	 fraccin	 inmune	 de	 su	 patria	 que	 se	
desplomaba	all	en	Danzig.	
	                                                 20	
La	embajada,	el	artefacto	(que	como	la	otra	alta	torre	de	los	ingleses	servira	de	refugio	a	
la	nia	preciosa	en	un	poema	de	Garca	Lorca),	desaparece	como	velamiento	familiar,	y	
Gombrowicz	 que	 conoca	 la	 tcnica	 del	 folletn	 empieza	 a	 entregar(se)	 peridicamente	
confidencias	que	anhelan	hablen	de	lo	que	hablen	ser	un	tratado	sobre	la	forma,	esa	
regla	 urea	 que	 por	 su	 misma	 condicin	 brillante	 destellara	 incesantemente	 en	 sus	
apuntes.	
Y	 para	 ello	 recurrir	 a	 lo	 ms	 ntimo	 de	 su	 ser,	 a	 su	 lengua	 ms	 ntima	 hacindola	
trabajar	no	en	la	superficie	sino	a	prdida.	De	manera	que	solo	aparezca	anudada	en	la	
intermitencia	 de	 algunos	 choques	 que	 se	 muestran	 como	 juegos	 de	 palabras,	
deslizamientos	de	sentido,	inflexiones,	y,	ms	an,	reflexiones	sobre	la	escritura.	
Tiempo	despus	de	quedarse	en	Argentina,	cuando	vuelve	el	barco	que	lo	haba	trado,	
da	una	explicacin	de	ello,	que	en	realidad	se	constituye	en	un	magnfico	ejemplo	sobre	
la	 reminiscencia,	 como	 construccin	 a	 posteriori.	 No	 retorn	 a	 la	 lejana	 Polonia	 ()	
debido	a	mis	intensos	estudios	comenzados	el	da	anterior	del	alma	sudamericana.	
Es	 probable	 que,	 como	 en	 Cenizas	 y	 diamantes,	 la	 invasin	 alemana	 significase	 la	
sbita	 desaparicin	 de	 ese	 horizonte	 familiar,	 organizado	 entre	 la	 patria	 natal	 y	 la	
actividad	domstica	y	amable	de	visitar	a	un	pas	indiano.	
Aun	 as,	 la	 patria	 de	 Gombrowicz	 situada	 en	 el	 lenguaje	 tiene	 un	 subtexto,	 un	
significante:	entre	que	seguir	diciendo	y	escribiendo.	Por	lo	menos	esto	es	lo	que	le	dice	
a	Dominique	de	Roux	en	Testamentos.	Entre	un	horizonte	que	de	distante	(cuestin	de	la	
geografa)	pas	a	constituirse	en	lo	extrao	(espacio	para	la	topologa).	
All	quizs,	en	ese	punto	en	que	Eso	emerge,	es	que	un	artefacto	con	lo	que	implica	en	
sus	races	como	ficcin	y	como	hecho	y,	por	lo	tanto,	como	una	narrativa	comienza	a	
desplegarse	entre	los	estudios	comenzados	un	da	antes	y	el	Diario	escrito	unos	aos	
despus.	
Los	 clsicos	 prefirieron	 ser	 prudentes	 y	 hablar	 entonces	 no	 tanto	 de	 Autobiografa	
sino	preferentemente	de	Memorias,	en	donde	la	pluralidad	de	esta	operacin	insina	
la	cualidad	de	reminiscencia.	Cuando	se	le	pidi	a	Vico	que	escribiera	su	autobiografa,	lo	
hizo	bajo	el	ttulo	La	vida	de	Giambatista	Vico	contada	por	l	mismo.	
Pero	 si	 las	 Memorias	 permiten	 el	 turno	 de	 un	 Funes,	 queda	 todava	 por	 sealar	 otra	
operacin	 que	 tambin	 quiere	 ser	 puntillosa:	 escribir	 un	 Diario.	 Aunque	 en	 ella	 lo	
transmitido	 ponga	 ms	 el	 acento,	 mejor	 dicho,	 la	 rbrica	 al	 pie	 de	 lo	 ntimo,	 lo	 que	
solamente	 se	 escribe	 como	 si	 fuera	 en	 confesin.	 As	 resultar	 una	 suerte	 de	
autobiografa	cndida	(porque	pretende	no	saber	su	condicin	de	tal),	ya	que	adems	de	
dirigirse	a	esos	otros	qu	dirn,	elige	como	el	Otro	al	mismo	texto	que	escribe.	
	                                               21	
Creo	 que	 un	 Diario	 es	 tambin	 una	 autobiografa	 con	 almanaque	 y	 mapa,	 en	 donde	
inevitablemente	 se	 despliega	 el	 Yo	 del	 que	 va	 fechando	 sus	 acontecimientos	 ntimos	 y	
externos	en	un	movimiento	que	Lacan	rebautiz	como	xtimo.	
He	aqu	la	paradoja	de	quien,	como	Gombrowicz,	colocndose	en	primera	persona,	trata	
de	destronar	lo	que	yo	llamara,	para	usar	un	adjetivo	de	la	Guerra	Fra	a	la	que	l	no	fue	
ajeno:	el	imperialismo	del	Yo.	
Pero	 para	 saber	 de	 la	 recepcin	 de	 Gombrowicz	 y	 de	 su	 escritura,	 nada	 mejor	 que	
interrogar	ese	Diario	donde	desfilan	una	cantidad	incalculable	de	personajes	como	esa	
ya	famosa	hilera	de	escarabajos	que,	sin	piedad,	trata	de	rescatar.	
Hablando	de	animales,	es	en	el	encuentro	con	la	vaca	en	donde	aparece	una	dimensin	
luminosa	de	Witoldo,	su	capacidad	para	el	hallazgo	de	esa	divisin	terminante	entre	los	
seres	 vivos	 y	 el	 sujeto	 humano	 exiliado,	 expatriado	 por	 la	 bendicin	 y	 condena	 del	
lenguaje.	
Claro	que	hay	un	rescate	de	s	mismo,	no	solo	por	su	temprano	inters	en	la	genealoga,	
sino	 por	 su	 decisin	 de	 formar	 parte	 de	 una	 elite	 mediante	 el	 procedimiento	 de	 la	
parodia	 dicha	 y	 escrita,	 un	 modo,	 una	 versin	 que	 lo	 pone	 a	 salvo	 del	 espejo	 del	 otro	
recurriendo	 a	 deformaciones	 como	 las	 que	 podan	 ofrecerse	 en	 las	 ferias	 del	 Parque	
Retiro.	 Por	 supuesto	 que	 tambin	 hay	 feriantes	 como	 el	 comit	 de	 argonautas	 de	 la	
primera	traduccin	del	Ferdydurke.	
El	 sntoma	 de	 exiliado	 y	 expatriado	 singular	 nunca	 fue	 abandonado	 por	 Gombrowicz,	
eso	 lo	 haca	 retomar	 un	 entre	 dos.	 Entre	 los	 diamantes	 de	 un	 pasado	 conjetural	 y	 las	
cenizas	 fras	 de	 un	 presente	 no	 demasiado	 amable	 con	 quien	 tampoco	 poda	
permitrselo.	
Seamos	autorreferentes:	el	psicoanlisis	forma	parte	de	la	cultura	de	Buenos	Aires	y	en	
ms	o	en	menos	de	los	hbitos	culturales	de	los	centros	urbanos	de	la	Argentina.	Pero	
los	 psicoanalistas	 poco	 supieron	 de	 ese	 polaco	 que	 alguna	 vez	 habl	 a	 favor	 del	
psicoanlisis	y	en	otros	momentos	lo	critic.	
Para	 eso	 ya	 estaban	 ms	 a	 mano	 las	 fuerzas	 morales	 de	 Jos	 Ingenieros	 o	 de	 Jorge	
Thenon,	o	de	la	antipsiquiatra,	tan	de	avanzada	para	esta	periferia.	
En	 el	 libro	 que	 Rita	 Gombrowicz	 compila	 sobre	 la	 experiencia	 argentina	 de	 Witoldo	
aparece	un	psicoanalista	que	solo	habla	como	civil	y	en	la	mejor	tradicin	costumbrista	
de	los	hbitos	presumidos	pero	naturalizados	por	el	polaco	y	tambin	por	l	mismo.	
Tiempo	 despus	 fueron,	 como	 alguien	 dijo,	 los	 herederos	 de	 Gombrowicz	 quienes	
dieron	testimonio	de	su	marca,	sabindolo	o	no:	Lamborghini,	Copi,	etctera.	
Y	 si	 las	 marcas	 son	 profundas,	 esto	 lo	 dice	 el	 mismo	 Gombrowicz	 en	 otro	 mapa	 de	 su	
Diario	(Pars/Berln)	en	unas	lneas	que	recuerdan	La	Balada	de	la	Crcel	de	Reading	de	
	                                                22	
Wilde	 cuando	 el	 autor	 vuelve	 sobre	 s	 mismo	 para	 hablar	 de	 una	 desolacin	 donde	 no	
hay	prncipes	felices	ni	fantasmas	amables.		
En	su	nuevo	Diario,	G.	relata	su	ltimo	entre	dos:	             	
	
             Mi	 pie	 toca	 el	 suelo	 argentino,	 22	 de	 agosto	 1939	 y,	 desde	 entonces,	
             cuntas	 veces	 me	 he	 preguntado	 cuntos	 aos	 durar	 esto?	 Y	 el	 19	 de	
             marzo	de	1963,	percib	que	el	final	estaba	sucediendo.		
             Cuchillo	de	esta	revelacin,	el	corte.	Me	muero	de	repente.	S,	en	ese	mismo	
             instante,	 mi	 sangre	 me	 haba	 dejado.	 Ya	 terminado.	 Ya	 listo	 para	 ir.	 El	
             vnculo	misterioso	entre	yo	y	mi	propio	lugar	tena	que	ser	rebanado.	
	
Quizs	 este	 texto	 pueda	 dar	 testimonio	 de	 mi	 propio	 entre	 dos:	 el	 personaje	
Gombrowicz	y	su	escritura.	
	                                             23	
	
LA	ALEGRA	AJENA	ES	EL	VIAJE	DE	UNA	VIDA		
Gustavo	Ferreyra	
	
	
La	repercusin	en	Argentina	de	la	obra	de	Gombrowicz	en	Buenos	Aires	tiene	una	doble	
perspectiva.	Por	un	lado,	lo	que	Gombrowicz	hizo	para	insertarse	en	la	escena	literaria	
local	 (dada	 su	 peculiar	 situacin,	 que	 conocemos).	 Por	 otro	 lado,	 cmo	 fue	 receptado	
esto	efectivamente.		
Primero,	 veamos	 el	 Gombrowicz	 que	 llega	 a	 la	 Argentina.	 Se	 percibe	 como	 el	 gran	
impugnador	 del	 Espritu,	 vale	 decir	 del	 Sujeto,	 de	 la	 Existencia,	 el	 reivindicador	 del	
cuerpo,	de	la	vida.	Plantea	una	conflagracin	entre	lo	superior,	el	espritu,	y	lo	inferior,	
donde	 lo	 inferior	 forma	 a	 lo	 superior.	 Un	 nietzscheano	 en	 alguna	 medida	 que	 lo	
reinterpreta,	que	reivindica	sin	embargo	lo	inferior,	o	aparenta	reivindicarlo.	Porque	l	
mismo,	 Gombrowicz,	 es	 esencialmente	 espritu	 fascinado	 por	 el	 cuerpo.	 Es	 la	
contradiccin	ferdydurkiana	o	la	contradiccin	propia	de	Gombrowicz.	Guerrear	contra	
el	 espritu	 a	 travs	 del	 espritu,	 con	 palabras,	 con	 Sujeto.	 En	 donde	 Vida	 y	 existencia,	
espritu	 y	 cuerpo,	 se	 atraen	 y	 se	 repelen.	 Segn	 dice,	 lo	 inferior	 forma	 pero	 l	 es	
espritu.	
Qu	 significa	 para	 ese	 Gombrowicz	 estar	 en	 Argentina?	 Significa,	 creo,	 estar	 en	 el	
cuerpo,	 siendo	 l,	 como	 dijimos,	 esencialmente	 espritu.	 Es	 decir,	 en	 Buenos	 Aires	 est	
en	el	cuerpo,	en	lo	inferior	que	fascina.	Gombrowicz	es	un	espritu	que	busca	encarnar,	
que	busca	un	cuerpo.	Qu	hace	entonces?	Rechaza	a	las	cabezas,	a	los	otros	espritus	(a	
las	 luminarias	 del	 campo	 Intelectual,	 Grupo	 Sur,	 Borges,	 etctera),	 a	 los	 que	 interpreta	
como	 espritus	 que	 buscan	 cuerpos.	 Va	 a	 buscar	 ms	 bien	 seguidores	 que	 le	 otorguen	
ese	 cuerpo.	 Ya	 sea	 en	 Buenos	 Aires,	 Tandil,	 Santiago	 del	 Estero.	 Llama	 la	 atencin	 que	
quien	ya	era	el	autor	de	Ferdydurke	buscara	a	las	intelectualidades	locales	en	lugares	de	
provincia.	 A	 los	 que	 sistemticamente	 menosprecia	 en	 tanto	 sujetos.	 Todo	 lo	 que	
piensan	lo	fastidia,	no	le	interesa,	en	especial	esto	que	se	buscaba	tanto	en	la	poca:	la	
identidad	 nacional,	 ser	 para	 luego	 hacer,	 cuando	 l	 coincide	 con	 Borges	 en	 que	 ya,	 a	
priori,	se	es	argentino	y	luego	no	queda	ms	que	hacer,	es	decir,	escribir	por	ejemplo.	l,	
Gombrowicz,	los	quiere	en	tanto	corpus	de	s	mismo.	Un	espritu	en	busca	de	cuerpo.		
Es	paradigmtica	su	estada	en	Santiago	del	Estero.	Est	con	intelectuales	en	un	bar,	por	
ejemplo,	pero	en	realidad	se	desvive	por	una	pareja	de	jvenes	de	una	mesa	cercana.	Y	
en	 particular	 es	 paradigmtica	 la	 conferencia	 que	 brinda	 sobre	 Problemtica	
Contempornea	 (ttulo	 difuso	 si	 los	 hay),	 donde	 recurre	 a	 Hsserl.	 A	 Heisenberg.	 l	
	                                                24	
mismo	proclama:	VA	A	SACARLOS	DEL	CUERPO,	forzarlos	al	espritu.	Dice	de	un	chango:	
Cantidad	despreciable,	no	tiene	ninguna	importancia,	aunque	despus	se	va	detrs	de	
l	porque	lo	no	importante	derrota	a	lo	importante,	lo	inferior	forma	lo	superior.	Pero	l	
es	 el	 Espritu.	 Observa	 unas	 manos	 durante	 el	 transcurso	 de	 esa	 conferencia	 y	 dice:	
siendo	carnales	estaban	al	servicio	del	espritu.	l,	dice,	es	el	Sujeto	que	luchaba	por	s	
mismo.	El	Profeta.	Tenemos,	entonces,	claramente	un	escritor	profeta.	Semejante	en	este	
aspecto	a	Nietzsche.	Aferraos	al	cuerpo,	deca	Nietzsche.	Y	Gombrowicz	podra	suscribir	
absolutamente	 esto,	 pero	 ambos	 como	 sujetos	 que	 volaban	 por	 decirlo	 de	 alguna	
manera	y	que	deban	entonces	aferrarse	al	cuerpo.		
Fjense	la	carta	que	escribe	a	los	ferdydurkeanos	polacos	en	los	aos	40:	
	
              Yo	 soy	 asno	 vapuleado	 y,	 por	 si	 fuera	 poco,	 un	 cobarde.	 Y,	 que	 Dios	 me	
              perdone,	 un	 nio.	 Pero	 hay	 en	 m	 un	 orgullo	 infernal	 y,	 arrebatado	 de	 ese	
              orgullo,	me	lanzar	contra	los	ms	duros	obstculos.	
              No	 desesperis	 pues.	 Reconfortaos	 con	 la	 idea	 de	 que	 pronto,	 la	 nave	
              Ferdydurke	 pondr	 proa	 a	 las	 costas	 espaolas	 (veintisis	 personas	 se	
              afanan	en	la	traduccin	de	ese	santo	e	inmaculado	libro)	y	partir	despus	a	
              la	conquista	de	las	riberas	francesa	e	inglesa,	tirando	con	todas	sus	piezas	a	
              los	 boquiabiertos	 indgenas.	 Combates	 orgullosos	 y	 atroces,	 luchas	
              espantosas.	Tendr	que	someter	de	nuevo	mi	espalda,	duramente	castigada,	
              a	la	fustigacin	pblica	y	de	nuevo	ser	dicho	que	soy	un	loco	ridculo	y	que	
              vosotros,	 ferdydurkistas,	 creis	 en	 un	 falso	 profeta.	 Pero,	 antes	 o	 despus,	
              derrumbar	los	muros	resquebrajados	de	la	vieja	Jeric	el	sonido	triunfal	de	
              trompetas	autnticamente	vivas.	Porque	(y	con	ello	os	revelo	un	secreto)	el	
              ferdydurkismo	 no	 es	 ms	 que	 la	 voluntad	 de	 creacin.	 Y	 ferdydurkista	 es	
              todo	aqul	que	exige	que	el	arte	sea.	Cread.	No	desesperis	pues.	
	
Tomemos	el	final	de	un	prrafo	del	Nietzsche	de	La	Gaya	Ciencia:	
	
              El	 hombre	 necesita	 creer	 de	 vez	 en	 cuando	 que	 sabe	 por	 qu	 vive,	 su	
              especie	no	puede	prosperar	sin	una	peridica	confianza	en	la	vida,	sin	fe	en	
              la	razn	inmanente	de	la	vida!	
              Y	 siempre	 de	 nuevo	 la	 especie	 humana	 decretar	 de	 tiempo	 en	 tiempo:	
              Existe	 algo	 de	 lo	 cual	 uno	 no	 debe	 rerse!	 Y	 el	 ms	 precavido	 de	 los	
              filntropos	agregar:	Y	no	solamente	la	risa	y	la	gaya	ciencia,	sino	tambin	
              lo	trgico,	con	toda	su	sublime	sinrazn,	figura	entre	los	medios	y	requisitos	
              de	la	conservacin	de	la	especie!	
              Por	 lo	 tanto!	 Por	 lo	 tanto!	 Por	 lo	 tanto!	 Me	 entendis,	 hermanos?	
              Entendis	esta	nueva	ley	de	flujo	y	reflujo?	Tambin	nosotros	tendremos	
              nuestra	hora!		
              	
Juntemos	 los	 dos	 finales.	 No	 desesperis,	 tendremos	 nuestra	 hora.	 Profetas	 pstumos,	
ambos,	que	confan	en	los	siglos,	en	la	posteridad.	Y	de	qu	es	profeta	Gombrowicz?	Lo	
resumimos	en	poco	espacio.	No	se	puede	ser	yo	mismo	(el	tema	de	Ferdydurke,	formado	
desde	 el	 exterior).	 Por	 lo	 tanto	 se	 enfrenta	 a	 los	 existencialistas.	 Y	 por	 otro	 lado	 no	 se	
	                                                  25	
puede	 salir	 de	 s	 mismo.	 Lo	 que	 lo	 enfrenta	 a	 los	 estructuralistas	 ya	 que	 para	
Gombrowicz	no	se	debe	dejar	al	hombre	concreto.	El	hombre	no	debe	servir	a	lo	externo	
a	 l,	 al	 objeto,	 como	 planteaban	 los	 estructuralistas	 (a	 los	 que	 acusa	 de	 acadmicos	
sanos,	 donde	 la	 salud	 es	 reprochable).	 Creo	 que	 la	 enfermedad	 juega	 un	 papel	
importante	en	la	fe	gombrowicziana,	lo	mismo	que	en	Nietzsche.	Termina	diciendo	que	
el	 dolor	 es	 lo	 que	 no	 permite	 que	 el	 hombre	 salga	 de	 s	 mismo	 (un	 dolor	 de	 muelas	
demuele	todo	el	estructuralismo,	comenta	Gombrowicz).	
En	 consecuencia,	 va	 formando,	 como	 profeta,	 su	 cuerpo	 o	 sus	 mdicos	 cuerpos	 de	
seguidores.	Espritu	fatigoso	que	encarna	en	grupos	ms	o	menos	despreciables.	Logra	
en	 Argentina	 tener	 grupos	 de	 seguidores	 que	 lo	 toman	 en	 verdad	 como	 profeta.	 Hasta	
que	el	espritu	lo	reclama:	Europa	lo	llama.	Y	abandona	Argentina,	vale	decir,	el	cuerpo.	
Cuando	se	va	en	el	barco	escribe	en	el	diario	que	quiere	querer	a	la	Argentina.	No	sabe	
bien	 si	 en	 realidad	 la	 quiere.	 Ms	 bien	 se	 impone	 el	 deber	 de	 la	 pasin,	 de	 querer	 al	
cuerpo	 (al	 que	 vivi	 atado,	 fascinado	 durante	 veinticuatro	 aos)	 pero	 no	 siendo	 l	
cuerpo,	queriendo	poseer	ese	cuerpo,	como	se	quiere	poseer	la	juventud.	Su	recepcin	
estuvo	 marcada	 por	 esta	 impronta	 de	 Gombrowicz	 al	 profetismo,	 a	 la	 bsqueda	 del	
cuerpo	en	donde	encarnar.		
Por	otro	lado,	su	recepcin	entre	los	grupos	intelectuales	locales	se	vio	dificultada	por	lo	
que	supone	la	valoracin	de	una	obra	cuando	no	se	tiene	un	prestigio	aquilatado	y	los	
jueces	 no	 estn	 muy	 seguros	 de	 s	 mismos.	 Qu	 es	 valioso	 artsticamente?	 Tomemos	
como	 ejemplo	 al	 mismo	 Gombrowicz,	 cuando	 arremete	 contra	 la	 poesa:	 afirma	 que	
nadie	 gusta	 en	 realidad	 de	 la	 poesa	 y	 que	 esta	 se	 sostiene	 porque	 supone	 un	 gran	
prestigio	que	se	impone	y	por	lo	tanto	se	dice	que	s,	que	se	gusta	de	la	poesa,	es	decir,	
que	se	simula.	Semeja	la	poesa	a	un	plato	de	azcar,	algo	excesivo,	que	podra	gustar	si	
se	 agrega	 un	 poco	 a	 algo,	 un	 caf	 con	 leche.	 Pero	 nadie	 se	 come	 un	 plato	 de	 azcar,	
afirma.	Pero	extendamos	esto	a	la	prosa.	Cuntos	leen	el	texto	y	cuantos	leen	a	Borges	a	
Coetzee	 o,	 por	 el	 contrario,	 a	 Rubn	 Gonzalez,	 oriundo	 de	 Tapalqu?	 Quiero	 decir,	
Gombrowicz	no	tuvo	un	gran	prestigio	internacional	hasta	los	aos	60	y	el	medio	local	
se	 senta	 muy	 inseguro	 de	 s	 mismo	 como	 para	 ser	 juez	 (no	 muy	 distinto	 pas	 con	
Borges).		
Hasta	los	60,	la	actitud	de	los	intelectuales	locales	era:	Es	tan	bueno?	No	sabemos.	Hay	
que	 leerlo?	 No	 sabemos.	 Luego	 de	 los	 60	 se	 van	 esfumando	 las	 dudas	 (Europa	 lo	
consagra)	y	se	convierte	en	un	polaco	al	cual	tironeamos	para	que	sea	argentino.	O	sea,	
llega	 el	 xito,	 la	 expansin	 de	 los	 ferdydurkianos.	 Se	 crean	 las	 condiciones	 para	 que	 el	
sufrido,	 el	 desesperado	 Gombrowicz	 llegue,	 como	 l	 deca,	 a	 la	 alegra	 ajena	 desde	 la	
propia	tristeza.	En	un	hombre	como	Gombrowicz,	me	parece,	llegar	a	la	alegra	ajena	es	
	                                                26	
el	viaje	de	una	vida.	Pero	no	lleg,	creo.	No	lleg	porque	se	muri	muy	pronto,	en	el	69.	
Pero	fundamentalmente	no	lleg,	supongo,	porque	no	hay	ninguna	alegra	ajena	a	la	cual	llegar.	
	                                              27	
DE	QU	HABL	WITOLD	GOMBROWICZ	EN	EL	TEATRO	DEL	PUEBLO?	
Jerzy	Jarzbski	
Traduccin:	Pau	Freixa	Terradas	
	
	
El	 28	 de	 agosto	 de	 1940	 Gombrowicz,	 invitado	 por	 su	 director	 Lenidas	 Barletta,	
pronuncia	en	el	Teatro	del	Pueblo	de	Buenos	Aires	la	conferencia	titulada	Experiencias	
y	 problemas	 de	 la	 Europa	 menos	 conocida.	 La	 charla	 viene	 precedida	 por	 una	
entrevista	 concedida	 por	 el	 escritor	 al	 peridico	 de	 la	 emigracin	 polaca	 en	 Argentina	
Kurier	 Polski	 (Gombrowicz,	 1996:	 299-302)	 que	 contiene,	 no	 obstante,	 una	 muy	
modesta	descripcin	de	la	problemtica	que	el	autor	pretende	abordar.	Sin	embargo,	el	
momento	en	el	que	iba	a	tener	lugar	la	conferencia	(dos	meses	despus	de	la	rendicin	
de	 Francia	 y	 la	 entrada	 de	 los	 ejrcitos	 de	 Hitler	 en	 Pars),	 es	 tan	 importante	 que	 este	
mensaje	 del	 escritor	 dirigido	 a	 los	 argentinos	 inevitablemente	 adquiere	 una	 especial	
relevancia.	 Ms	 an	 si	 tenemos	 en	 cuenta	 que	 como	 sabemos	 la	 charla	 provoc	 un	
gran	escndalo	entre	los	polacos	de	la	Argentina	y	conden	a	Gombrowicz	a	largos	aos	
de	ostracismo	en	el	seno	de	la	emigracin	polaca.4	
Pero	entonces,	de	qu	les	habl	Gombrowicz	a	los	argentinos?	Echemos	un	vistazo	a	la	
entrevista:		
                	
                Decid	 (...)	 hablarles	 de	 lo	 que	 recientemente	 se	 ha	 engendrado	 y	 ha	 ido	
                fermentando	en	la	psique	polaca	y	en	general	en	la	psique	de	las	naciones	de	
                Europa	 del	 Este,	 que	 se	 encuentran	 entre	 el	 bolchevismo	 y	 el	 nazismo.	 Me	
                propuse	 hablar	 con	 franqueza,	 ya	 que,	 aparte	 del	 deber	 elemental	 de	
                equidad,	 esta	 audiencia	 est	 muy	 bien	 informada,	 de	 modo	 que	 cualquier	
                embellecimiento	 artificial	 de	 la	 realidad	 no	 hubiera	 podido	 inspirar	 otra	
                cosa	 que	 un	 sinsabor.	 Antes	 que	 nada	 me	 gustara	 destacar	 que	 nuestra	
                cultura	 ms	 reciente	 es	 un	 fenmeno	 positivo,	 dinmico,	 que	 dirige	 sus	
                pasos	 hacia	 nuevas	 formas	 polticas	 y	 que	 precisamente	 estas	 dificultades	
                son	 un	 factor	 muy	 fructfero.	 No	 es	 la	 primera	 charla	 que	 doy	 aqu	 sobre	
                temas	polacos	en	el	medio	artstico	y	me	he	convencido	de	que	el	punto	que	
                ms	 desacredita	 a	 Polonia	 a	 los	 ojos	 de	 los	 argentinos	 es	 la	 conviccin	 de	
                que	 somos	 una	 nacin	 anacrnica,	 atrasada,	 que	 vive	 del	 pasado	 y	 carente	
                de	 originalidad.	 Me	 parece	 que	 a	 la	 audiencia	 del	 Teatro	 del	 Pueblo	 se	 le	
                debe	 presentar	 ante	 todo	 un	 problema	 especfico,	 pero	 desde	 el	 punto	 de	
                vista	 de	 la	 cultura	 polaca.	 He	 elegido	 como	 tema	 las	 transformaciones	 y	
                fermentos	 de	 nuestra	 psique	 bajo	 la	 influencia	 de	 la	 llamada	 regresin	
                cultural	 de	 los	 ltimos	 tiempos,	 desarrollndose	 a	 gran	 velocidad	 por	 la	
                cercana	 de	 la	 guerra.	 Son	 estas	 cuestiones	 muy	 difciles	 de	 asir,	 porque	
	                                                  28	
              hasta	 la	 fecha	 no	 han	 encontrado	 expresin	 en	 el	 arte	 y	 la	 literatura	
              oficiales,	aunque	descubren,	tengo	la	impresin,	inmensas	perspectivas	para	
              el	 futuro.	 No	 comparto	 la	 opinin	 de	 esos	 pesimistas	 que	 dicen	 que	 en	
              Polonia	 recientemente	 no	 ha	 pasado	 nada,	 por	 el	 contrario,	 creo	 que	 los	
              polacos	 probablemente	 nunca	 experimentaron	 un	 perodo	 tan	 frtil,	 tan	
              esencialmente	 revulsivo	 para	 la	 esencia	 misma	 del	 hombre,	 como	
              ltimamente.	Solo	alguien	muy	superficial	que	mida	la	vida	espiritual	de	un	
              pas	por	la	cantidad	de	libros	producidos,	de	conciertos	interpretados	o,	en	
              definitiva,	por	el	llamado	nivel,	puede	no	apreciar	estos	choques	inauditos,	
              experiencias,	 aventuras,	 que	 hemos	 pasado	 en	 las	 ltimas	 dos	 dcadas.	
              (Gombrowicz,	1996:	300-301)	
	
Choques	 inauditos,	 experiencias,	 aventuras?	 Por	 supuesto	 los	 veinte	 aos	 de	
entreguerras	 no	 fueron	 para	 los	 polacos	 un	 tiempo	 para	 lamerse	 tranquilamente	 las	
heridas	 tras	 el	 final	 de	 la	 Primera	 Guerra	 Mundial.	 Inmediatamente	 despus	 de	 la	
rendicin	 de	 Alemania	 y	 la	 desintegracin	 de	 Austria-Hungra,	 Polonia	 tuvo	 que	
defender	 su	 independencia	 recin	 recuperada	 en	 una	 guerra	 contra	 la	 Rusia	 sovitica.	
Gombrowicz,	 que	 contaba	 entonces	 con	 diecisis	 aos,	 sinti	 en	 su	 propia	 piel	 la	 dura	
presin	de	la	opinin	pblica,	que	exiga	incluso	a	los	menores	como	l	involucrarse	en	
la	lucha,	hasta	el	punto	de	unirse	al	ejrcito	con	una	partida	de	nacimiento	falsa.	Por	su	
lado,	el	futuro	escritor	senta	a	la	perfeccin	que	la	aventura	blica	no	era	para	l,	por	lo	
que	 tampoco	 intent	 alistarse	 al	 ejrcito,	 pero	 esta	 leva	 de	 alguna	 forma	 la	 vivi	
psquicamente.	En	el	volumen	de	cuentos	con	el	que	el	autor	debut	encontramos	una	
obra	 muy	 importante	 titulada	 Krtki	 pamitnik	 Jakuba	 Czarnieckiego	 (Las	 breves	
memorias	de	Jakub	Czarnecki)	(Gombrowicz,	1933),	en	el	que	se	narra	el	destino	de	un	
chico,	 hijo	 de	 un	 aristcrata	 polaco	 venido	 a	 menos	 y	 de	 la	 hija	 de	 un	 rico	 banquero	
judo,	 que	 tiene	 problemas	 esenciales	 para	 definir	 su	 propia	 identidad	 y,	 por	
consiguiente,	con	la	aceptacin	y	comprensin	del	as	llamado	lenguaje	del	misterio,	es	
decir,	 el	 conjunto	 de	 mitos	 irracionales	 y	 valoraciones	 producidas	 por	 una	 nacin	 en	
particular	o	incluso	por	grupos	sociales	destinadas	a	identificar	a	individuos	y	asociarlos	
a	 estas	 comunidades.	 As,	 el	 protagonista,	 portador	 de	 un	 nombre	 significativo	 (Jakub:	
nombre	 judo;	 Czarnecki:	 apellido	 del	 caballeresco	 hetman	 polaco,	 hroe	 de	 la	 guerra	
contra	 Suecia	 del	 siglo	 XVII),5	siente	 que	 naci	 como	 un	 hombre	 sin	 atributos,	 sin	 los	
rasgos	 definidos	 y	 las	 cualidades	 para	 quien	 cada	 identificacin	 es	 como	 una	 pieza	 de	
guardarropa	que	no	le	va	bien	puesta	encima	por	casualidad.		
Por	 lo	 tanto	 Gombrowicz,	 que	 desde	 el	 comienzo	 del	 perodo	 de	 entreguerras	 vive	 en	
conflicto	con	el	patriotismo	tradicional	polaco,	les	hablar	a	los	argentinos	acerca	de	lo	
5	En	la	 edicin	 de	 posguerra	 del	 tomo,	 Gombrowicz	 cambi	 el	 ttulo	 del	 cuento	 que	 pas	 a	
llamarse	 Pamitnik	 Stefana	 Czarnieckiego	 (El	 diario	 de	 Stefan	 Czarniecki)	 (en	 Gombrowicz,	
1986),	para	que	se	identificara	al	protagonista	en	nombre	y	apellido	con	el	hetman.	
	                                                 29	
que	 en	 Polonia	 considera	 moderno,	 aunque	 peligroso,	 porque	 de	 alguna	 forma	 est	
cerca	de	las	premisas	de	la	educacin	social	de	los	regmenes	totalitarios,	los	cuales,	por	
otra	 parte,	 empujaron	 deliberadamente	 a	 Polonia	 y	 a	 los	 polacos	 al	 anacronismo,	
subrayando	 su	 atraso	 (la	 propaganda	 sovitica	 defina	 a	 los	 polacos	 como	 seores	
cargados	de	supersticiones	feudales,	que	la	revolucin	tarde	o	temprano	iba	a	aniquilar;	
la	 nazi	 se	 burlaba	 de	 la	 Polnische	 Wirtschaft	 /Desgobierno	 polaco/,	 otorgando	 a	 los	
polacos	 en	 el	 futuro	 como	 mximo	 el	 papel	 de	 trabajadores	 no	 calificados	 en	 el	 nuevo	
imperio	 hitleriano).	 En	 Polonia	 se	 crea	 ms	 bien	 en	 los	 valores	 asociados	 al	 sostn	 de	
las	 tradiciones	 patriticas	 y	 catlicas,	 lo	 que	 a	 Gombrowicz	 no	 gustaba	 demasiado.	 Su	
descripcin	 de	 la	 conferencia	 puede	 dar	 fe	 de	 que	 rechazando	 diversas	 versiones	 del	
anacronismo	atribuido	a	los	polacos	buscaba	algo	que	pudiera	introducirles	en	el	seno	
de	lo	que	en	aquel	momento	era	moderno.	Y	lo	encontr,	aunque	el	patrn	se	mostr	de	
inmediato	como	algo	extremadamente	peligroso.	Estamos	en	el	ao	1938:	tras	el	xito	
de	 Ferdydurke,	 Gombrowicz	 visita	 brevemente	 Italia.	 De	 camino	 a	 Venecia	 conoce	 a	
varios	 jvenes	 aviadores	 italianos,	 partidarios	 de	 Mussolini.	 Quedan	 en	 la	 Piazza	 San	
Marco,	empiezan	a	hablar	de	poltica,	Gombrowicz	pregunta:	Y	si	el	Duce	os	ordenara	
bombardear	 todo	 esto?	 (con	 un	 ademn	 seala	 las	 maravillas	 de	 la	 arquitectura	
veneciana).	Entonces	responde	el	mayor	de	ellos	no	quedara	piedra	sobre	piedra!6	
Esta	conversacin	es	significativa	porque	muestra	un	nuevo	modelo	de	hombre,	criado	
por	uno	de	los	sistemas	totalitarios	en	boga	en	la	Europa	de	aquel	entonces.	Un	hombre	
capaz	de	cualquier	crimen	y	barbarie	en	nombre	de	la	obediencia	al	Lder	y	a	la	verdad	
colectiva.	 Muchos	 aos	 despus	 de	 la	 Segunda	 Guerra	 Mundial,	 en	 Berln	 Oeste,	
Gombrowicz	 dir	 que	 los	 alemanes	 que	 asesinaban	 sin	 piedad	 a	 enemigos	 y	 a	
infrahumanos	 no	 eran	 en	 absoluto	 monstruos:	 el	 crimen	 fue	 un	 producto	 de	 la	
colectividad,	no	de	los	individuos.7	
Ao	1947:	Gombrowicz	escribe	un	prlogo	para	la	edicin	argentina	de	Ferdydurke.	All	
dice:	
	
              El	hroe	de	Ferdydurke,	infantilizado	primeramente	por	el	temible	Pimko,	se	
              ve	arrastrado	en	el	proceso	de	mutua	inmadurizacin	que	constituye	el	gran	
              goce	 secreto	 de	 la	 humanidad,	 su	 diversin	 ms	 dulce	 y	 su	 dolor	 ms	
              terrible.	A	qu	tipo	de	psicologa	nos	lleva	este	proceso?	Los	personajes	de	
              Ferdydurke	 no	 tienen	 ideales	 ni	 dioses,	 sino	 mitos	 inmaduros	 que	
6 Gombrowicz describe su viaje a Italia y su encuentro con los aviadores en sus Recuerdos de
Polonia	 (1984:	 218).	 En	 mi	 trabajo	 Odejcie	 czowieka	 ferdydurkicznego	 (La	 partida	 del	
hombre	 ferdydurkista)	 (Jarzbski,	 2013:	 117-125)	 le	 dedico	 ms	 espacio	 a	 los	 cambios	 en	 la	
percepcin	del	hombre	que	experimenta	Gombrowicz	al	final	de	los	aos	30.	
7	Stefan	Chwin	(2012)	le	dedica	al	problema	de	la	culpa	de	los	alemanes	segn	Gombrowicz	un	
ensayo esencial.
	                                                   30	
              podramos	definir	como	un	ideal	adaptado	al	nivel	de	la	autntica	realidad	
              ntima	 del	 hombre	 (mito	 del	 pen,	 de	 la	 colegiala,	 de	 la	 ta,	 etctera).	 Ellos	
              no	hacen	lo	que	quieren	ni	tampoco	sienten	segn	su	propia	naturaleza,	sino	
              que	la	mayora	de	sus	sentimientos	y	actos	les	es	impuesta	desde	el	exterior.	
              Se	 empujan	 mutuamente	 hacia	 actitudes,	 situaciones,	 sentimientos	 o	
              pensamientos	 ajenos	 a	 su	 voluntad	 y	 solo	 despus	 se	 adaptan	
              psquicamente	 a	 lo	 que	 se	 les	 ha	 ocurrido	 cometer	 buscando	 ex	 post	 una	
              justificacin	 y	 explicacin...	 siempre	 amenazados	 por	 el	 absurdo	 y	 la	
              anarqua.	Sus	dos	rasgos	caractersticos	ms	destacados	son	los	siguientes:	
              primero,	 el	 aparato	 de	 las	 formas	 maduras	 de	 la	 cultura	 no	 es	 para	 ellos	
              nada	ms	que	un	pretexto	para	entrar	en	contacto	entre	s	y	para	gozar	y	
              excitarse	recprocamente	y	para	armonizarse	en	sus	dolorosos,	inmaduros	
              juegos.	Lo	importante	para	ellos	es	bailar;	qu	baile	bailan,	no	les	importa.	
              Segundo:	ellos	sin	cesar	producen	la	forma,	pero	nunca	la	logran.	No	tienen	
              creencias,	ideales,	convicciones,	aptitudes,	sentimientos,	sino	se	los	fabrican	
              segn	sus	necesidades	y	las	necesidades	de	la	situacin.	A	cada	momento	se	
              fabrican	 entre	 s	 sus	 personalidades	 uno	 crea	 al	 otro.	 ()	 Parecidos	 a	
              alguien,	 que	 temiese	 su	 propia	 desnudez,	 echamos	 mano	 a	 cualquier	
              vestimenta	a	nuestro	alcance,	aun	la	ms	grotesca,	y	as	se	crea	ese	mundo	
              hecho	 de	 indolencia,	 insuficiencia,	 no-seriedad	 e	 irresponsabilidad,	 mundo	
              de	 la	 subcultura,	 de	 las	 formas	 caducas,	 malogradas,	 desviadas	 e	 impuras,	
              donde	se	desarrolla	nuestra	vida	ntima.	(Gombrowicz,	1947:	9-10)	
	
Fijmonos:	la	conciencia	de	Gombrowicz	en	el	ao	1947	se	diferencia	ya	claramente	de	
su	 conciencia	 del	 ao	 1937,	 cuando	 apareci	 la	 primera	 edicin	 polaca	 de	 Ferdydurke.	
Despus	 de	 la	 guerra,	 el	 escritor	 se	 centra	 no	 tanto	 en	 la	 lucha	 contra	 la	 forma	 y	 en	 el	
gesto	 intil,	 repetido	 en	 mltiples	 ocasiones,	 de	 desenmascarar,	 como	 en	 el	 hecho	 de	
que	el	mundo	contemporneo	se	convierte	cada	vez	en	mayor	grado	en	producto	de	las	
masas	sociales	que	adolecen	de	una	inmadurez	crnica,	a	consecuencia	de	lo	cual	crean	
formas	 monstruosas.	 Estas	 formas	 se	 convierten	 precisamente	 en	 nuestra	 casa	 y	 al	
mismo	 tiempo	 en	 objeto	 de	 manipulacin.	 No	 se	 pueden	 rechazar	 con	 un	 gesto	
soberano,	ya	que	son	precisamente	estos	los	materiales	con	los	que	se	construye	nuestra	
identidad.	 La	 nota	 sobre	 los	 trajes	 grotescos	 en	 los	 que	 estamos	 atrapados	 representa	
una	introduccin	a	las	complejas	imgenes	de	la	locura	del	sistema	que	aparecen	apenas	
veinte	 aos	 despus	 en	 Opereta.	 Por	 otro	 lado,	 no	 hay	 nada	 de	 qu	 asombrarse:	
Opereta	 se	 escribi	 a	 lo	 largo	 de	 ms	 de	 una	 dcada,	 fue	 transformndose	 y	
madurando,	 y	 en	 los	 primeros	 bocetos	 de	 los	 aos	 cincuenta	 no	 era	 tanto	
como	en	la	versin	definitiva	una	obra	sobre	la	locura	de	la	historia,	como	una	historia	
sobre	 el	 envejecimiento	 de	 las	 personas	 y	 sobre	 la	 peculiar	 relacin	 que	 se	 establece	
entre	 viejos	 y	 jvenes.	 Los	 primeros	 quieren	 poseer	 erticamente	 a	 los	 jvenes	 y	 al	
mismo	 tiempo	 dirigirles,	 en	 cambio,	 los	 segundos	 curiosamente	 aceptan	 esta	 situacin	
de	 subordinacin	 y	 explotacin,	 ya	 que	 sin	 ella	 no	 tienen	 una	 identidad	 distintiva.	
Albertynka	 y	 Albert	 de	 Opereta	 I,	 quienes	 han	 sucumbido	 a	 los	 viejos,	 mantienen	
	                                                  31	
cierto	lejano	parecido	con	los	aviadores	italianos	listos	para	bombardear	en	nombre	de	
Mussolini	y	de	su	propia	juventud,	inocentemente	criminal.	No	es	de	extraar,	por	tanto,	
que	en	el	trasfondo	de	este	drama	comience	a	pudrirse	y	a	derrumbarse	el	viejo	mundo,	
cuya	culminacin	tendr	lugar	de	una	vez	por	todas	tan	solo	en	la	versin	definitiva	de	
la	pieza.8	
En	 la	 horquilla	 que	 va	 de	 sus	 experiencias	 con	 la	 juventud	 de	 los	 aos	 treinta	 a	 las	
reflexiones	de	antes	de	su	muerte	en	los	aos	sesenta	sobre	la	vejez	y	el	colapso	del	viejo	
mundo	 donde	 el	 escritor	 creci,	 la	 obra	 de	 Gombrowicz	 resulta	 sorprendentemente	
homognea,	 entregada	 a	 la	 cuestin	 de	 la	 crisis	 de	 la	 cultura	 europea	 que	 nace	 de	 la	
peculiar	alienacin	que	tuvo	lugar	entre	los	audaces	proyectos	de	convertir	en	cenizas	
las	 estructuras	 del	ancien	rgime	 de	 antes	 de	 la	 Primera	 Guerra	 Mundial	 y	 los	 medios	
sociales	 que	 los	 reformadores	 y	 los	 alborotadores	 lanzaron	 con	 el	 objetivo	 de	 hacer	
realidad	sus	ideas.	Un	papel	destacado	en	todo	esto	lo	desempe	la	juventud	fantica	
educada	 en	 las	 organizaciones	 que	 operaban	 bajo	 regmenes	 totalitarios.	 Gombrowicz	
describe	 algo	 similar	 en	 el	 captulo	 sobre	 el	 zapatero	 Pietrasiski	 y	 su	 seguidor	
Piekosiski	 suprimido	 finalmente	 de	 la	 primera	 redaccin	 de	 Ferdydurke.9	Pero	 los	
efectos	de	ese	autntico	embrutecimiento	creciente	en	los	aos	treinta	sobre	los	que	
Gombrowicz	 escribe	 en	 Recuerdos	 de	 Polonia	 (Gombrowicz,	 1984:	 168),	 tambin	 son	
visibles	 en	 Polonia,	 otorgndole	 rasgos	 paradjicamente	 modernos,	 aunque	 bastante		
en	 el	 contexto	 de	 la	 guerra	 que	 se	 avecinaba	 aterradores,	 ya	 que	 anunciaban	 una	
inevitable	 hecatombe.	 Luchando	 contra	 la	 imagen	 lanzada	 principalmente	 por	 los	
alemanes	 de	 los	 polacos	 como	 anacrnicos	 e	 impredecibles,	 atacando	 tanques	 con	
lanzas	medievales,	Gombrowicz	les	quera	modernizar	a	los	ojos	de	los	argentinos,	pero	
sin	 hacer	 referencia	 al	 modelo	 de	 la	 nueva	 y	 pragmtica	 civilizacin	 americana,	 tan	
popular	 en	 la	 Polonia	 de	 entreguerras.10	Su	 hroe	 prototpico	 era	 un	 joven	 ingeniero,	
presente	 tambin	 en	 muchas	 pelculas	 polacas	 de	 entreguerras.	 En	 Gombrowicz	 los	
ingenieros	(el	Juventn	de	Ferdydurke,	el	Ludwik	de	Cosmos)	se	muestran	debido	a	sus	
limitaciones	 mentales	 ridculos	 e	 impotentes	 ante	 el	 desafo	 de	 los	 oscuros	 misterios	
del	espritu	humano	y	los	acontecimientos	del	theatrum	social,	que	los	superan.		
8	Comparar	 con	 mi	 texto	 sobre	 la	 primera	 versin	 de	 Opereta,	 reconstruida	 a	 travs	 de	 los	
manuscritos	(Jarzbski,	1996a	y	1996b).	
9	Impreso	en	la	revista	de	entreguerras	Skamander,	el	fragmento	sobre	Pietrasiski	y	Piekosiski	
	                                                  32	
Gombrowicz	 define	 la	 modernidad	 de	 la	 juventud	 polaca	 (y	 europea)	 de	 una	 forma	
paradjica,	 a	 travs	 del	 concepto	 de	 regresin,	 embrutecimiento.	 Esto	 le	 resulta	
necesario	 para	 explicar	 la	 inaudible	 irracionalidad	 de	 la	 guerra	 y	 la	 carnicera	
omnipresente,	 que	 antes	 puede	 explicarse	 por	 ciertos	 rasgos	 atvicos	 de	 la	 naturaleza	
humana	 que	 por	 un	 intelecto	 educado	 segn	 los	 ideales	 de	 la	 modernidad.	 Por	 esta	
razn,	el	error	de	esta	civilizacin	parece	residir	no	tanto	en	ciertas	aberraciones	de	la	
poltica	 o	 la	 ideologa	 como	 en	 la	 creacin	 de	 determinadas	 formas	 extremadamente	
peligrosas	 de	 relaciones	 interpersonales	 y	 las	 dependencias	 que	 dan	 va	 libre	 a	 una	
accin	 libre	 de	 todo	 sentido	 de	 responsabilidad	 personal	 de	 los	 individuos	 por	 sus	
propios	 actos,	 su	 disolucin	 en	 una	 particular	 (no)responsabilidad	 colectiva	 que	 est	
dispuesta	a	aceptar	cualquier	crimen	en	el	culto	casi	religioso	a	unos	lderes	a	quienes	
se	 otorga	 el	 derecho	 a	 decidir	 sin	 el	 control	 de	 ninguna	 instancia	 sobre	 la	 forma	 del	
mundo	entero.11	
De	 la	 entrevista	 citada	 ms	 arriba	 que	 anunciaba	 la	 conferencia	 de	 Gombrowicz	 no	 se	
desprende	que	el	tema	de	la	guerra	ocupase	en	el	texto	ledo	en	el	Teatro	del	Pueblo	un	
lugar	particularmente	destacado.	Tal	vez	el	autor	consider	que	en	aquel	momento	dado	
este	 tema	 estaba	 demasiado	 manoseado.	 Sin	 embargo,	 todo	 lo	 que	 escribi	 ms	 tarde	
lleva	 la	 huella	 de	 la	 reflexin	 sobre	 la	 guerra	 y	 las	 nuevas	 formas	 de	 poder	 y	 de	
organizacin	social;	adems,	la	guerra	y	la	ocupacin	juegan	un	papel	importante	en	El	
casamiento	 y	 Pornografa,	 y	 tambin	 de	 distinta	 forma	 en	 Opereta.	 As	 que	 puede	
suponerse	 que	 tambin	 la	 conferencia	 estaba	 de	 alguna	 manera	 imbuida	 de	 esta	
problemtica.	Da	fe	de	ello	el	hecho	de	que	Gombrowicz	tuviese	previsto	hablar	de	las	
transformaciones	espirituales	de	los	jvenes	y	la	revolucin	de	las	costumbres.	El	hecho	
de	que	justo	despus	de	su	llegada	a	Buenos	Aires	diera	una	charla	sobre	cuestiones	de	
costumbres	y	sobre	el	amor	a	la	europea	a	un	grupo	de	colegialas	argentinas,	colegas	
de	Chinchina	Capdevila,	y	que	despus	escribiera	un	ciclo	de	artculos	en	la	revista	Viva	
cien	 aos	 comparando	 las	 costumbres	 erticas	 de	 Europa	 y	 de	 Amrica	 del	 Sur,	
demuestran	la	importancia	que	el	autor	otorgaba	a	estos	temas.12	
11 He aqu una cita del Diario 1957-1961 que describe bien esta cuestin: Hitler finga ser ms
valiente	 de	 lo	 que	 era	 para	 forzar	 a	 los	 dems	 a	 unirse	 a	 ese	 juego,	 pero	 el	 juego	 provoc	 una	
realidad	 y	 cre	 hechos.	 Las	 masas,	 evidentemente,	 no	 captaron	 esta	 mistificacin,	 juzgaron	 a	
Hitler	 por	 sus	 actos,	 y	 es	 as	 como	 una	 nacin	 de	 muchos	 millones	 de	 habitantes	 retrocede	
atemorizada	 ante	 la	 aplastante	 voluntad	 del	 jefe.	 El	 jefe	 se	 vuelve	 grande.	 Es	 una	 grandeza	
extraa.	 Es	 un	 agigantamiento	 de	 unas	 proporciones	 increbles,	 algo	 infinitamente	 asombroso,	
donde	 la	 palabra,	 el	 acto,	 la	 sonrisa,	 la	 clera,	 sobrepasan	 el	 alcance	 normal	 del	 hombre,	
retumban	como	un	trueno...	(Gombrowicz,	2005:	425).	
12	Gombrowicz	 recuerda	 esta	 charla	 en	 el	 Diario	1953-1956.	 Tambin	 all	 deja	 constancia	 de	 la	
conferencia	 que	 pronunci	 en	 casa	 de	 Antonio	 Berni,	 que	 constitua	 sin	 duda	 alguna	 una	
introduccin	 a	 la	 lectura	 ofrecida	 en	 el	 Teatro	 del	 Pueblo:	 De	 qu	 habl?	 De	 la	 regresin	 de	
Europa	 y	 de	 cmo	 y	 por	 qu	 Europa	 sinti	 el	 deseo	 de	 salvajismo,	 y	 de	 cmo	 esta	 inclinacin	
	                                                      33	
Ya	se	sabe	que	el	erotismo	est	estrechamente	vinculado	a	la	poltica	y	las	cuestiones	de	
poder,	 que	 la	 estructura	 de	 la	 familia,	 que	 constituye	 siempre	 un	 intento	 de	 templar	 e	
institucionalizar	el	erotismo,	tiene	por	otro	lado	mucho	en	comn	con	la	estructura	y	el	
orden	de	toda	la	sociedad.	Por	eso,	la	temtica	de	las	sucesivas	obras	que	Gombrowicz	
escribi	despus	de	la	guerra	oscilar	siempre	entre	los	temas	del	erotismo	y	el	drama	
familiar.	 Ser	 as	 en	 El	 casamiento,	 Trans-Atlntico,	Pornografa,	Cosmos,	Historia	 y	
Opereta.	 Pero	 otro	 motor	 de	 la	 accin	 igual	 de	 importante	 ser	 en	 estas	 obras	 un	
particular	embrutecimiento	de	la	juventud,	su	sometimiento	a	un	control	externo,	los	
misterios	 relacionados	 con	 la	 ejecucin	 de	 proyectos	 drsticos	 que	 han	 llegado	 a	
concretarse	de	una	forma	no	del	todo	clara:	entre	la	gente.	De	esta	manera	inspirado	
por	Enrique,	el	Pepe	de	El	casamiento	se	suicida;	as	mismo	la	fbula	Trans-Atlntico	
casi	 termina	 de	 forma	 sangrienta;	 cosa	 que	 s	 sucede	 en	 Pornografa;	 as	 en	 Cosmos	
muere	 Ludwik	 y	 solo	 una	 lluvia	 torrencial	 salva	 de	 la	 muerte	 a	 Lena;	 por	 contra	
Historia	y	Opereta	se	cierran	con	un	cataclismo:	la	Historia	en	s	misma.	Cada	una	de	
estas	fbulas	produce	un	punto	lgido	sangriento	de	manera	excntrica,	de	acuerdo	con	
una	 lgica	 que	 no	 es	 la	 tradicional:	 la	 lgica	 de	 un	 mundo	 que	 se	 ha	 deshecho	 de	 las	
normas	 vigentes	 hasta	 entonces.	 En	 El	 casamiento	 se	 llegan	 a	 ejecutar	 estas	 reglas	 a	
travs	 de	 la	 evolucin	 del	 poder	 que	 imita	 los	 procesos	 que	 han	 tenido	 lugar	 en	 la	
historia	poltica	del	siglo	XX;	en	Trans-Atlntico	es	la	lucha	de	la	Filiatria	contra	la	Patria	
la	que	conduce	al	doble	crimen,	una	lucha	que,	por	lo	general,	se	refiere	a	la	sustitucin	
de	los	valores	tradicionales	por	la	fascinacin	ertica	por	la	juventud.	En	Pornografa	y	
en	Cosmos	el	acontecimiento	clave	es	el	colapso	de	la	iglesia	tradicional	y	la	sustitucin	
del	 culto	 a	 Dios	 por	 la	 fascinacin	 del	 hombre	 por	 otro	 hombre.	 De	 ah	 sale	 la	 escena	
entre	Fryderyk	y	la	moribunda	Amelia	y	los	acontecimientos	posteriores,	de	ah	tambin	
la	misa	negra	de	Len.	Historia	y	Opereta	se	liberan	de	una	forma	similar	del	orden	
tradicional	de	poder	y	erotismo,	y	en	su	lugar	nace	un	nuevo	sistema	de	dependencias	
interpersonales.	 Todas	 estas	 obras	 pueden	 interpretarse	 segn	 el	 omnipresente	
fenmeno	 de	 las	 transformaciones,	 pero	 no	 disponemos	 del	 tiempo	 suficiente	 para	
tratar	estos	temas	en	el	estrecho	marco	de	esta	ponencia.	Una	cosa	parece	clara:	todas	
las	drsticas	transformaciones	de	la	realidad	social	fueron	anunciadas	en	textos	escritos	
en	 los	 aos	 cuarenta	 y	 puede	 suponerse	 que	 nacieron	 de	 ideas	 contenidas	 ya	 en	 la	
conferencia	del	Teatro	del	Pueblo.		
Imaginemos	 una	 vez	 ms	 a	 aquel	 Gombrowicz	 en	 el	 Buenos	 Aires	 del	 tiempo	 de	 la	
conflagracin	 recin	 iniciada.	 A	 l	 le	 parece	 que	 algo	 ha	 entendido	 de	 los	 graves	
enfermiza	 del	 espritu	 europeo	 puede	 aprovecharse	 para	 la	 revisin	 de	 una	 cultura	 demasiado	
alejada	de	sus	propias	bases	(2005:	194).	
	                                                 34	
acontecimientos	que	se	suceden,	que	quizs	l	un	outsider	del	otro	lado	del	Atlntico,	
prcticamente	desconocido	para	todos	puede	decir	algo	importante	acerca	de	la	plaga	
que	 asola	 las	 mentes	 de	 los	 europeos	 a	 la	 gente	 del	 Nuevo	 Mundo.	 Habla	 pues	 de	 la	
experiencia	 polaca,	 pero	 trata	 esta	 experiencia	 como	 algo	 universal	 e	 intenta,	
consecuentemente,	 librarse	 de	 una	 perspectiva	 puramente	 nacional	 y	 referirse	 a	 las	
transformaciones	 de	 la	 naturaleza	 humana	 que	 anuncian	 la	 guerra	 y	 una	 nueva	
evolucin	 de	 las	 sociedades.	 Pero	 la	 sala	 est	 llena	 de	 compatriotas...	 y	 de	 sus	 feroces	
enemigos	 pertenecientes	 a	 las	 minoras	 nacionales	 maltratadas	 por	 las	 autoridades	
polacas	 en	 el	 perodo	 de	 entreguerras.	 Nadie	 entiende	 nada	 de	 la	 conferencia	 (La	
juventud	se	desenfrena?	Y	dnde	estn	los	xitos	de	la	educacin	de	entreguerras!?),13	
los	ponentes	en	cambio	quieren	encontrar	en	la	charla	antes	que	nada	un	pretexto	para	
declarar	sus	verdades	y	pretensiones	particulares	que	precisamente	la	Historia	acaba	de	
fulminar.14	Pero	quin	hubiera	podido	comprender	algo	de	todo	aquello!?	En	la	sala	del	
Teatro	 del	 Pueblo	 siguen	 pelendose	 el	 Barn,	 Pyckal	 y	 Ciumkala,	 y	 con	 altivez	 en	
nombre	 de	 la	 Nacin	 dictan	 sentencia	 el	 ofendido	 seor	 cnsul	 y	 su	 squito.	 Este	
alboroto	 ahog	 eficazmente	 la	 reflexin	 que	 Gombrowicz	 quera	 transmitirnos	 a	 todos	
nosotros.	 Da	 la	 impresin	 de	 que	 casi	 todo	 lo	 que	 escribi	 ms	 tarde	 est	 de	 alguna	
forma	 relacionado	 con	 ello.	 Pero	 cmo	 fue	 en	 realidad,	 probablemente	 ya	 no	 lo	
sabremos	nunca.	
	
	
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consecuencia	 del	 Holocausto	 cambia	 drsticamente	 la	 situacin	 de	 los	 judos	 en	 Polonia	 y	 la	
forma	de	las	relaciones	judeo-polacas.	
	                                                     35	
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	                                              36	
	
GOMBROWICZ,	ESCRITOR	DE	LA	DIALCTICA	
Guillermo	Martnez	
	
	
Quiero	empezar	mi	exposicin	con	una	cita	tpicamente	modesta	de	Gombrowicz	(y	ya	
en	s	misma	un	buen	ejemplo	de	la	dialctica	de	la	cantidad	y	la	calidad):	
	
            Finalmente	tengo	que	formular	(pues	veo	que	nadie	lo	har	en	mi	lugar)	el	
            problema	 fundamental	 de	 nuestro	 tiempo,	 aquel	 que	 domina	 por	 entero	
            toda	 la	 episteme	 occidental.	 No	 es	 el	 problema	 de	 la	 Historia,	 ni	 el	 de	 la	
            Existencia,	ni	el	de	la	Praxis,	o	de	la	Estructura,	o	del	Cogito,	o	del	Siquismo,	
            ni	 ninguno	 de	 los	 otros	 problemas	 que	 han	 ocupado	 el	 campo	 de	 nuestra	
            visin.	 El	 problema	 capital	 es:	 CUANTA	 MS	 INTELIGENCIA,	 MS	
            ESTUPIDEZ.	(Gombrowicz,	2011:	815)		
            	
No	se	trata	solamente	de	una	humorada;	Gombrowicz	argumenta	con	agudeza	que	esto	
es	 as,	 porque	 no	 hay	 un	 lenguaje	 para	 expresar	 su	 ignorancia,	 y	 por	 lo	 tanto	 deben	
expresar	 siempre	 y	 exclusivamente	 su	 conocimiento,	 su	 dominio	 de	 la	 materia.	 Y	
todava	agrega:		
	
             Cuando	 se	 sientan	 en	 el	 estrado	 y	 toman	 la	 palabra,	 la	 suerte	 est	 echada:	
             tienen	 que	 saber,	 no	 pueden	 no	 saber	 o	 saber	 ms	 o	 menos,	 no	 pueden	
             indicar,	 ni	 siquiera	 con	 un	 gesto,	 con	 un	 guio,	 que	 su	 conocimiento	 est	
             lleno	de	lagunas	y	es	muy	aproximado...		
             Desde	 el	 campo	 de	 todas	 las	 discusiones	 que	 absorben	 la	 episteme	
             occidental,	no	llegar	una	sola	voz	que	empiece	por	no	s	exactamente...,	no	
             conozco...,	no	lo	he	ledo	a	fondo...,	quin	pudiera	recordarlo	todo...,	no	hay	
             tiempo	 para	 leer...,	 s	 algo	 pero	 no	 muy	 bien...	 Y	 sin	 embargo,	 habra	 que	
             comenzar	por	ah!	(817)	
	
De	manera	que	sentado	ocasionalmente	en	este	estrado	me	apuro	a	declarar:	
No	s	exactamente	
No	lo	he	ledo	a	fondo	
S	algo	pero	no	muy	bien	
O,	 ms	 precisamente:	 aqu	 hay	 algo	 de	 lo	 que	 encontr	 (mucho	 ms	 de	 lo	 que	 hubiera	
imaginado)	al	recorrer	la	obra	de	Gombrowicz	con	esta	clave	dialctica.	
	
	
Introduccin.	La	dialctica/muchas	dialcticas	
	
A	qu	me	refiero	exactamente	al	hablar	de	dialctica?	Despus	de	todo,	como	muestra	
	                                                37	
Fredric	Jameson	en	el	primer	captulo	de	su	libro	Valencias	de	la	dialctica,	no	hay	una	
dialctica	sino	varias,	entre	ellas:		
       La	dialctica	como	forma	o	mtodo	de	pensamiento	(ya	presente	en	Aristteles	y	
        la	filosofa	antigua).	
       La	 dialctica	 como	 sistema	 filosfico	 (materialismo	 dialctico),	 con	 sus	 leyes	
        (Marx-Engels).	
       La	ley	de	la	transformacin	de	la	cantidad	en	cualidad	y	viceversa.	
       La	ley	de	la	interpenetracin	de	los	opuestos.	
       La	ley	de	la	negacin	de	la	negacin.	
       La	dialctica	como	movimiento	de	los	conceptos	(Hegel-Adorno).	
Segn	 Adorno	 (en	 Introduccin	a	la	dialctica):	 Un	 mtodo	 que	 se	 refiere	 a	 la	 manera	
del	 pensar,	 pero	 se	 diferencia	 al	 mismo	 tiempo	 de	 otros	 mtodos	 en	 la	 medida	 en	 que	
intenta	 una	 y	 otra	 vez	 no	 quedar	 detenido	 (Adorno,	 2013:	 34).	 Y	 tambin,	 en	 su	
tentativa	de	una	definicin:		
	
             Un	pensar	que	no	se	conforma	con	el	orden	conceptual,	sino	que	lleva	a	cabo	
             el	arte	de	corregir	el	orden	conceptual	a	travs	del	ser	de	los	objetos.	Por	un	
             lado	 debera	 tratarse	 de	 un	 procedimiento	 del	 pensar,	 que	 puede	
             aprenderse,	pero	por	el	otro	de	algo	que	ocurre	en	la	cosa	misma.	(34-35)	
	
En	vez	de	intentar	una	definicin	que	tome	en	cuenta	y	abarque	estas	variantes,	prefiero	
dar	los	rasgos	principales	con	que	aparece	el	pensamiento	de	tipo	dialctico	en	la	obra	y	
en	la	argumentacin	de	Gombrowicz:	
     La	 consideracin	 (en	 su	 tensin)	 de	 pares	 de	 opuestos	 (dialctica	 de	 las	
         oposiciones).	
     	El	movimiento	y	transformacin	de	un	trmino	en	su	opuesto	(lo	no	importante	
         en	 importante,	 lo	 accidental	 en	 necesario,	 la	 huida	 en	 acometida,	 la	 muerte	
         natural	en	crimen).	
     La	 contradiccin	 que	 aparece	 y	 se	 manifiesta	 bajo	 examen	 detenido:	 el	 ser	
         inestable	de	todas	las	cosas.	
     La	contradiccin	en	uno	mismo:	el	espritu	de	contradiccin.	
     La	 transformacin	 de	 cantidad	 en	 calidad,	 pero	 tambin	 la	 degradacin	 de	 la	
         calidad	por	la	cantidad.	
     El	principio	de	contradiccin	interna	del	pensamiento	y	las	cosas.	
     La	 nostalgia	 de	 totalidad	 en	 la	 bsqueda	 de	 lo	 que	 suprime	 cada	 afirmacin	 y	
         que	aportan	o	restituyen	los	opuestos	dialcticos.		
	                                              38	
El	resto	de	mi	exposicin,	a	partir	de	aqu,	es	un	recorrido	por	la	obra	de	Gombrowicz	a	
travs	 de	 una	 coleccin	 de	 citas	 donde	 aparecen	 distintas	 inflexiones	 de	 este	
pensamiento	dialctico.	Creo	que	la	cantidad	de	ejemplos	que	pude	encontrar	(y	que	de	
ningn	modo	es	una	lista	exhaustiva)	prueba	que	la	dialctica	no	es	un	rasgo	meramente	
accidental	 o	 espordico	 en	 el	 pensamiento	 de	 Gombrowicz,	 sino	 un	 elemento	
constitutivo,	 insoslayable,	 tanto	 en	 la	 articulacin	 de	 sus	 reflexiones,	 como	 en	 sus	
procedimientos	narrativos.	Para	mostrar	hasta	qu	punto	esto	es	as,	divid	las	citas	en	
las	siguientes	secciones:		
       La	dialctica	en	su	pensamiento	filosfico.	
       La	dialctica	en	su	concepcin	literaria.	
       La	dialctica	en	su	obra.	
       Su	variante	personal	de	la	dialctica	de	la	cantidad	y	la	calidad.	
       La	dialctica	en	su	crtica	literaria.	
       La	dialctica	en	su	sensibilidad.		
	
	
La	dialctica	en	el	pensamiento	de	Gombrowicz		
	
La	dialctica	como	pensamiento	de	poca	
	
             La	 idea	 no	 era	 seguramente	 nada	 que	 pudiera	 asombrar	 a	 un	 intelectual	
             moderno	 sobre	 todo	 despus	 de	 Hegel,	 no	 era	 desde	 luego	 descubrir	 las	
             Amricas,	sino	ms	bien	una	consecuencia	natural	de	nuestro	pensamiento	
             actual,	 que	 se	 inclina	 con	 tanta	 pasin	 hacia	 el	 movimiento	 y	 el	 devenir,	
             abandonando	el	mundo	esttico	y	determinado.	(Gombrowicz,	2011:	354)	
	
Sobre	el	patriotismo.	Espritu	de	contradiccin	
	
             Descubriremos	 a	 ese	 otro	 polaco	 cuando	 nos	 volvamos	 contra	 nosotros	
             mismos.	 De	 tal	 modo	 que	 el	 rasgo	 predominante	 de	 nuestro	 desarrollo	
             debera	 ser	 el	 espritu	 de	 contradiccin.	 Deberemos	 abandonarnos	 a	 l	
             durante	 muchos	 aos,	 buscando	 en	 nosotros	 mismos	 precisamente	 lo	 que	
             no	queremos	y	ante	lo	cual	nos	resistimos.	La	Literatura?	Deberamos	tener	
             una	 literatura	 justamente	 opuesta	 a	 la	 que	 se	 ha	 escrito	 hasta	 ahora,	
             tenemos	que	buscar	un	camino	nuevo	en	oposicin	a	Mickiewicz	y	a	todos	
             los	reyes	del	espritu	(...)	Pero	lo	ms	doloroso	ser	atacar	en	s	mismo	el	
             estilo	 polaco,	 la	 belleza	 polaca,	 crear	 una	 mitologa	 y	 unas	 costumbres	
             nuevas	 cuya	 fuente	 estar	 en	 aquella	 otra	 mitad	 nuestra,	 el	 polo	 opuesto;	
             ampliar	 y	 enriquecer	 nuestra	 belleza	 de	 manera	 que	 el	 polaco	 pueda	
             gustarse	 a	 s	 mismo	 en	 dos	 imgenes	 contradictorias:	 como	 el	 que	 es	
             actualmente	y	como	el	que	destruye	en	s	mismo	al	que	es.	(165)	
	
	                                                 39	
Sobre	las	preguntas	absolutas	
	
             No,	 no	 soy	 exigente.	 No	 pido	 respuestas	 a	 las	 preguntas	 absolutas,	 en	 mi	
             miseria	me	conformara	aunque	fuera	con	un	pedazo	dialctico	de	la	verdad,	
             que	engaara	momentneamente	el	hambre.	(265)	
             	
Sobre	el	existencialismo	(dialctica	razn-vida,	agudeza-tontera)	
	
             Porque	 aqu	 la	 razn	 se	 encuentra	 cara	 a	 cara	 con	 el	 mayor	 y	 ms	
             inaprensible	 de	 los	 escarnecedores,	 con	 la	 vida.	 La	 misma	 razn	 ha	
             descubierto	 y	 ha	 definido	 a	 este	 enemigo;	 podrase	 decir	 que	 han	 pensado	
             durante	 tanto	 tiempo	 que	 han	 acabado	 por	 inventar	 algo	 de	 lo	 que	 ya	 no	
             pueden	 pensar.	 Por	 eso,	 ante	 los	 productos	 de	 esta	 razn	 desnaturalizada,	
             nos	 sentimos	 avergonzados,	 ya	 que	 aqu,	 por	 la	 magia	 de	 no	 se	 sabe	 qu	
             malicia	 o	 perversin	 repugnante,	 la	 grandeza	 se	 convierte	 diablicamente	
             en	una	gran	ridiculez,	la	profundidad	conduce	al	fondo	de	la	impotencia,	la	
             agudeza	 da	 directamente	 en	 la	 tontera	 y	 en	 el	 absurdo.	 Y	 horrorizados	
             vemos	que	todo	esto,	cuando	ms	serio	es,	tanto	menos	serio!	(270)	
	
Sobre	su	recorrido	propio	hacia	el	pensamiento	dialctico	
	
             Pero,	 en	 este	 caso,	 quiz	 me	 oponga	 al	 ro	 del	 proletariado	 agitado	
             basndome	 en	 unas	 razones	 absurdas,	 como	 Dios	 o	 las	 deducciones	 de	 la	
             razn	 abstracta?	 No,	 esta	 roca	 desapareci	 de	 debajo	 de	 mis	 pies,	 los	
             absolutos	 se	 mezclaron	 con	 la	 materia	 y,	 en	 el	 movimiento	 dialctico,	 el	
             pensamiento	se	volvi	impuro,	dependiente	de	la	existencia.	(278)	
	
Dialctica	de	la	dialctica	en	el	comunismo	
	
             Un	argumento	perfecto	y	totalmente	acorde	con	mi	concepcin	del	hombre,	
             ya	 que	 s	 con	 seguridad	 y	 he	 intentado	 miles	 de	 veces	 expresar	 esta	
             seguridad	artsticamente	que	la	conciencia,	el	alma,	el	yo,	son	la	resultante	
             de	 nuestra	 situacin	 en	 el	 mundo	 y	 entre	 los	 hombres.	 sta	 es	
             probablemente	la	idea	central	del	comunismo,	que	yo	divido	en	dos	puntos,	
             ambos	 convenientes.	 Primo,	 que	 el	 hombre	 es	 un	 ser	 plantado	 entre	 los	
             hombres,	es	decir,	que	de	su	postura	ante	el	mundo	decide	su	postura	ante	
             los	hombres.	Secundo,	que	no	nos	podemos	fiar	de	nosotros	mismos,	que	lo	
             nico	que	puede	asegurarnos	la	personalidad	es	precisamente	la	ms	aguda	
             conciencia	de	las	dependencias	que	la	forman.		
             Pero,	 ahora,	 atencin!	 Sorprendmosles	 con	 las	 manos	 en	 la	 masa!	
             Comprobemos	las	cartas	con	las	que	se	juega...,	y	descubriremos	el	inslito	
             truco	por	el	que	toda	esta	dialctica	se	convierte	en	una	trampa.	Porque	este	
             pensamiento	 dialctico	 y	 liberador	 se	 detiene	 justo	 a	 las	 puertas	 del	
             comunismo:	 se	 me	 permite	 poner	 en	 duda	 mis	 propias	 verdades	 mientras	
             estoy	del	lado	del	capitalismo;	pero	este	mismo	autocontrol	debe	callar	en	el	
             momento	 en	 que	 me	 encuentro	 en	 las	 filas	 de	 la	 revolucin.	 Aqu	 la	
             dialctica	cede	el	paso	al	dogma,	de	repente,	a	causa	de	un	giro	asombroso,	
             ese	 mundo	 mo	 relativo,	 mvil,	 confuso,	 se	 convierte	 en	 un	 mundo	
             estrictamente	 definido,	 del	 que	 se	 sabe	 prcticamente	 todo,	 un	 mundo	
             preciso.	 Hace	 un	 momento	 era	 problemtico	 pero	 ellos	 me	 han	 hecho	 as	
             solo	para	que	saliera	ms	fcilmente	de	mi	piel,	ahora	que	estoy	con	ellos,	
	                                              40	
             debo	volverme	categrico.	(282)	
	
Dialctica	del	hombre	abstracto	y	del	hombre	concreto		
	
(Sobre	las	tentativas	del	hombre	de	salirse	de	s	mismo:	esttica	pura,	estructuralismo	
puro,	religin	o	marxismo.)	
	
             El	hecho	de	alcanzar	los	confines	de	lo	humano	tiene	que	ser	equilibrado	de	
             inmediato	 por	 una	 precipitada	 retirada	 a	 la	 humanidad	 normal	 y	 a	 la	
             mediocridad	 humana.	 Uno	 puede	 sumergirse	 en	 el	 abismo	 humano,	 pero	 a	
             condicin	de	volver	de	nuevo	a	la	superficie.	(807)	
	
Dialctica	de	la	conciencia	pura	
	
             Y	 cosa	 curiosa,	 esta	 contradiccin	 fundamental	 (objetivismo-subjetivismo)	
             se	revela	tambin	cuando	intentamos	reflexionar	sobre	qu	es	la	conciencia	
             en	 s,	 la	 conciencia	 pura,	 porque	 justamente	 se	 trata	 de	 eso,	 de	 que	 la	
             conciencia	 siempre	 tiene	 que	 ser	 la	 conciencia	 de	 algo,	 es	 correlativa;	 yo	
             puedo	 tomar	 conciencia	 de	 la	 forma	 de	 esta	 mesa	 o	 del	 movimiento	 de	
             aquella	vaca,	pero	la	conciencia	desligada	del	objeto	es	inconcebible	puesto	
             que	es	justamente	esto:	la	toma	de	conciencia	de	algo.	As	que	en	este	caso	el	
             principio	 de	 identidad	 que	 dice	 que	 A	 es	 igual	 a	 A	 falla;	 de	 nuevo	 topamos	
             con	una	contradiccin	esencial	de	nuestro	pensamiento...	(854)	
	
Dialctica	de	ideas	y	realidad	
	
             Hitler,	Hitler,	Hitler...	De	dnde	habr	salido	Hitler?	En	la	confusin	de	mi	
             vida,	en	ese	caos	de	acontecimientos,	he	advertido	desde	hace	tiempo	cierta	
             lgica	en	el	desarrollo	de	las	tramas.	Cuando	una	idea	llega	a	ser	dominante,	
             empiezan	 a	 multiplicarse	 los	 hechos	 que	 la	 nutren	 desde	 el	 exterior;	 es	
             como	si	la	realidad	exterior	comenzara	a	colaborar	con	la	interior.	(422)	
	
Dialctica	de	las	reglas	
	
             Modestia...!	 Me	 apresuro	 a	 preveniros	 que	 conozco	 esta	 regla	 tanto	 en	 su	
             aspecto	mundano	como	en	el	moral.	Pero	no	ha	dicho	el	prncipe	Ypsilanti	
             que	 quienes	 saben	 que	 no	 se	 debe	 comer	 pescado	 con	 cuchillo	 pueden	
             comer	pescado	con	cuchillo?	(603)	
	
	
La	dialctica	en	su	concepcin	literaria	
	
Dialctica	entre	concepto	aristocrtico	y	democrtico	de	la	obra	
	
	                                               41	
            Y,	 sin	 embargo,	 confo	 en	 que	 hoy	 en	 da	 haya	 lugar	 en	 nosotros	 para	 una	
            idea	 ms	 personal	 y	 creativa	 del	 arte.	 En	 efecto,	 hemos	 estado	 sometidos	
            sucesivamente	 a	 la	 influencia	 de	 dos	 conceptos:	 uno	 de	 ellos,	 aristcrata,	
            obliga	 al	 receptor	 a	 admirar	 algo	 que	 no	 puede	 ni	 sentir	 ni	 comprender,	
            mientras	 que	 el	 otro,	 proletario,	 obliga	 al	 creador	 a	 fabricar	 algo	 que	
            desprecia,	que	es	inferior	a	l	y	que	solo	puede	servir	a	las	gentes	simples	y	
            a	 los	 pobres	 de	 espritu.	 La	 lucha	 entre	 estas	 dos	 escuelas	 enemigas	 tiene	
            lugar	 en	 nuestras	 propias	 carnes,	 y	 es	 tal	 la	 fuerza	 con	 que	 se	 destruyen	
            mutuamente,	que	se	ha	creado	en	nosotros	un	vaco;	lograremos	algn	da	
            escapar	de	ese	bao	purificados	y	capaces	de	llevar	a	cabo	un	acto	creativo	
            propio	y	particular?	(51)	
	
Dialctica	del	aristcrata	y	el	plebeyo	
	
            Y	mi	juego	le	gust	precisamente	porque	revelaba	la	sanguinaria,	cruel	y	al	
            mismo	tiempo	tan	disimulada	esencia	de	la	aristocracia;	de	modo	que	poco	a	
            poco	 se	 dej	 atraer	 por	 este	 juego	 que	 por	 mi	 parte	 consista	 en	 acentuar	
            cada	 vez	 ms	 las	 diferencias	 entre	 nosotros;	 as,	 de	 una	 forma	
            imperceptible,	 logr	 despojar	 a	 esos	 aristcratas	 de	 todas	 sus	 mscaras,	
            dejarles	al	desnudo,	hacer	que	la	Aristocracia	dejara	de	mantener	oculta	su	
            verdadera	naturaleza.	(...)	Bah,	si	me	arrodillo	ante	los	prncipes,	no	es	para	
            sucumbir	ante	ellos...	Arrodllate,	Ricardo,	para	ser	superior.	(84)	
	
	
Sobre	Ferdydurke	(pero	tambin	sobre	Cosmos)	
	
Dialctica	de	lo	casual	y	la	forma	
	
            No	 voy	 a	 negar	 que	 exista	 la	 dependencia	 del	 individuo	 en	 relacin	 a	 su	
            medio;	pero	lo	que	para	m	es	ms	importante,	artsticamente	ms	creativo,	
            psicolgicamente	ms	profundo,	filosficamente	ms	inquietante,	es	que	el	
            hombre	 tambin	 es	 creado	 por	 el	 individuo,	 por	 otra	 persona.	 En	 un	
            encuentro	 casual.	 A	 cada	 momento.	 Por	 el	 simple	 hecho	 de	 que	 yo	 soy	
            siempre	para	otro,	calculado	para	ser	visto	por	otro,	de	que	puedo	existir	
            de	modo	definido	solo	para	alguien	y	por	alguien,	y	de	que	existo,	en	tanto	
            que	forma,	a	travs	de	otro.	De	manera	que	no	se	trata	de	que	un	medio	me	
            imponga	 los	 convencionalismos,	 o	 como	 deca	 Marx,	 de	 que	 el	 hombre	 sea	
            producto	de	su	clase	social;	se	trata	de	mostrar	el	contacto	del	hombre	con	
            el	 hombre	 y	 el	 carcter	 casual,	 directo	 y	 salvaje	 de	 este	 contacto,	 de	
            demostrar	 cmo	 de	 estos	 vnculos	 casuales	 nace	 la	 Forma,	 a	 menudo	
            imprevista	y	absurda.	(342)	
	
Dialctica	juventud-madurez.	Sobre	Pornografa	
	
            El	mundo	est	escrito	para	dos	voces.	La	juventud	completa	la	Plenitud	con	
            la	 No-plenitud:	 ste	 es	 su	 cometido	 genial.	 De	 esto	 precisamente	 hablo	 en	
            Pornografa.		
            Considero	 como	 uno	 de	 mis	 cometidos	 estticos	 y	 espirituales	 capitales	
	                                              42	
            encontrar	un	modo	de	tratar	a	la	juventud	ms	agudo	y	ms	dramtico	del	
            que	es	usual	actualmente.	Empujarla	hacia	la	madurez!	(Es	decir,	desvelar	
            sus	vnculos	con	la	madurez).	(557)	
	
Dialctica	valor-subvalor.	Sobre	Pornografa	
	
            La	 autenticidad	 y	 la	 inautenticidad	 de	 la	 vida	 me	 resultan	 igualmente	
            preciosas;	 mi	 antinomia	 est	 construida	 por	 un	 lado	 por	 el	 Valor	 y	 por	 el	
            otro	 por	 el	 Sub-valor...	 La	 Insuficiencia...,	 el	 Subdesarrollo...	 Esto	 es	 mi	
            aportacin	ms	importante,	personal	y	especfica.	La	falta	de	seriedad	es,	en	
            mi	 opinin	 tan	 importante	 para	 el	 hombre	 como	 la	 seriedad.	 Si	 el	 filsofo	
            dice	 que	 el	 hombre	 quiere	 ser	 Dios,	 yo	 aadira:	 el	 hombre	 quisiere	 ser	
            joven.	
            Segn	 mi	 juicio,	 uno	 de	 los	 instrumentos	 de	 esta	 dialctica	 Plenitud-No-
            plenitud,	 Valor-Sub-valor,	 son	 las	 diferentes	 edades	 del	 hombre.	 Por	 eso	
            atribuyo	un	papel	tan	inconmensurable	y	tan	dramtico	a	la	edad	inicial,	a	la	
            juventud.	 Y	 por	 eso	 mismo	 mi	 mundo	 est	 degradado:	 es	 como	 si	 usted	
            agarrara	 al	 Espritu	 por	 el	 cogote	 y	 lo	 sumergiera	 en	 la	 ligereza,	 en	 la	
            inferioridad...	(563)	
	
Dialctica	de	lo	insignificante-significativo.	Sobre	Cosmos	
	
            Todava	en	relacin	con	Cosmos:	de	entre	la	infinidad	de	fenmenos	que	me	
            rodean,	 extraigo	 uno.	 Reparo,	 por	 ejemplo,	 en	 un	 cenicero	 en	 mi	 mesa	 (el	
            resto	de	los	objetos	de	la	mesa	desaparecen	en	la	nada).		
            Si	consigo	justificar	por	qu	me	he	fijado	justamente	en	el	cenicero	(quera	
            hacer	caer	la	ceniza	de	mi	cigarrillo),	todo	est	en	orden.		
            Si	 reparo	 en	 el	 cenicero	 por	 casualidad,	 sin	 ninguna	 intencin,	 pero	 no	
            vuelvo	a	reparar	ms	en	l,	tambin	todo	est	en	orden.		
            Ahora	bien,	si	tras	haberte	fijado	en	este	fenmeno	insignificante,	vuelves	a	
            l	 por	 segunda	 vez...	 Maldicin!	 Por	 qu	 te	 has	 fijado	 de	 nuevo	 en	 l	 si	
            carece	 de	 importancia?	 Ah,	 entonces	 es	 que	 significa	 algo	 para	 ti,	 si	 has	
            vuelto	 a	 l...?	 He	 aqu	 cmo,	 por	 el	 mismo	 hecho	 de	 haberte	 detenido	
            ilcitamente	 en	 este	 fenmeno	 un	 segundo	 ms,	 el	 objeto	 ya	 comienza	 a	
            destacar,	se	carga	de	sentido...	No,	no	(te	defiendes),	es	un	cenicero	normal	
            y	corriente!	Normal	y	corriente?	Por	qu	te	defiendes	de	l	si	es	normal	y	
            corriente?		
            He	aqu	cmo	un	fenmeno	se	convierte	en	una	obsesin.	(782)	
	
	
La	dialctica	en	su	obra	
	
Dialctica	de	lo	casual	y	lo	necesario	
	
            4.	Filifor	forrado	de	nio	(prefacio)	
            Por	fin,	somos	nosotros	los	que	creamos	la	forma	o	ms	bien	es	ella	la	que	
            nos	crea?	Bah,	bah,	conoca	hace	aos	a	un	escritor	al	cual,	al	comienzo	de	su	
            carrera	 literaria,	 le	 sali	 un	 libro	 heroico	 en	 sumo	 grado.	 Por	 pura	
	                                              43	
             casualidad,	 ya	 en	 sus	 primeras	 palabras	 golpe	 la	 tecla	 heroica,	 aunque	
             hubiese	 podido	 igualmente	 empezar	 de	 modo	 escptico	 o,	 por	 ejemplo,	
             lrico;	 pero	 las	 primeras	 frases	 le	 salieron	 heroicas,	 en	 vista	 de	 lo	 cual,	 y	
             teniendo	 en	 cuenta	 la	 armona	 de	 la	 construccin,	 ya	 era	 imposible	 no	
             intensificar	y	graduar	el	herosmo	hasta	el	final.	()	En	vano	el	desgraciado	
             hroe	de	su	herosmo	se	avergonzaba	y	se	ocultaba,	tratando	de	zafarse	de	
             esa	 partcula	 suya;	 la	 partcula,	 tras	 haberlo	 agarrado	 bien,	 ya	 no	 quera	
             soltarlo,	y	tuvo	que	adaptarse	a	su	partcula.	(Gombrowicz,	2003:	96)	
	
Dialctica	de	la	cantidad	y	la	calidad	
	
             5.	Filifor	forrado	de	nio		
             Tuve,	 por	 ejemplo,	 una	 paciente	 enferma	 de	 timidez.	 No	 pude	 curarla	 con	
             audacia	 porque	 no	 la	 asimilaba,	 pero	 le	 apliqu	 una	 dosis	 tan	 fuerte	 de	
             timidez,	 que	 no	 la	 pudo	 aguantar.	 Y,	 como	 no	 pudo	 soportar	 la	 timidez,	 se	
             anim	y	volvise	de	pronto	locamente	audaz.	(121)	
	
Dialctica	del	anlisis	y	la	sntesis.	Dinero,	cantidad	convertida	en	calidad.	La	lucha	entre	
el	analista	y	el	profesor	de	sntesis	
	
             Solo	 despus	 de	 colocados	 97	 zlotys	 advertimos	 los	 primeros	 sntomas	 de	
             extraeza,	y	al	llegar	a	115	su	mirada,	que	hasta	ese	momento	se	posaba	en	
             el	 doctor	 Poklewski,	 en	 el	 docente	 y	 en	 m,	 comenz	 a	 sintetizarse	 algo	
             sobre	el	dinero.	
             Al	 llegar	 a	 cien	 mil,	 Filifor	 jadeaba	 pesadamente,	 Anti-Filifor	 empezaba	 a	
             inquietarse	un	poco	y	hasta	ese	momento	heterognea	cortesana	consigui	
             cierta	 concentracin,	 miraba,	 fascinada,	 el	 montn	 creciente,	 que	 en	 rigor	
             dejaba	de	ser	montn;	trat	de	contar,	pero	ya	los	clculos	no	le	salan	bien.	
             La	suma	dejaba	de	ser	suma,	convertase	en	algo	inabarcable,	inconcebible,	
             en	algo	superior	a	la	suma,	haca	estallar	el	cerebro	por	su	enormidad,	como	
             el	firmamento.	(122)	
	
Interpenetracin	de	los	contrarios	
	
             11.	Filimor	forrado	de	nio	(prefacio)		
             La	tortura	del	desarrollo	no	desarrollado,	el	dolor	de	la	forma	no	formada.	
             La	 analtica	 tortura	 de	 la	 sntesis,	 y	 la	 sinttica	 tortura	 del	 anlisis.	 La	
             tortura	 de	 la	 espantosa	 interdependencia,	 del	 mutuo	 debilitamiento,	 de	 la	
             compenetracin	recproca	de	todas	las	torturas	y	todas	las	partes.	
		
Construccin	 del	 personaje	 del	 Sr.	 Cieciszowski:	 la	 negacin	 permanente	 de	 lo	 que	 se	
afirma		
	
             Creo	que	es	el	personaje	ms	extrao	que	he	conocido	en	toda	mi	vida.		
             No	estoy	tan	loco	como	para	opinar	nada	en	estos	tiempos,	o	como	para	no	
             opinar.	Pero	ya	que	te	quedaste	aqu,	dirgete	enseguida	a	la	Legacin	o	no	
             lo	 hagas.	 Presntate	 all	 o	 no	 te	 presentes,	 porque	 es	 igual	 si	 te	 presentas	
	                                                44	
           que	 si	 no	 te	 presentas.	 Te	 podrs	 exponer	 o	 no	 exponer	 a	 graves	 riesgos.	
           (Gombrowicz,	1986:	16)	
Construccin	del	personaje	del	Ministro	Feliks	Kosiubidzki	
	
             El	Ministro	Feliks	Kosiubidzki	es	uno	de	los	hombres	ms	extraos	con	los	
             que	he	tropezado	en	la	vida.	
             Un	 Gordito	 Delgado,	 un	 poco	 grueso;	 tena	 tambin	 la	 nariz	 Delgada	 y	
             Gordita,	 el	 ojo	 turbio,	 los	 dedos	 Finos	 y	 Gorditos,	 y	 tambin	 la	 pierna	
             Delgada	y	Gordita	un	poco	gruesa;	tena	una	bella	calva	como	de	Bronce	que	
             cubra	con	una	cabellera	negra	y	rojiza.	(21)	
	
Comida	
	
             Me	 sirvi	 Cerveza	 Caliente;	 pero	 era	 cerveza	 y	 no	 era	 cerveza,	 porque	
             aunque	 Cerveza	 pareca	 condimentada	 con	 vino;	 y	 el	 Queso	 no	 era	 Queso,	
             porque	aunque	Queso	pareca	que	no	fuera	Queso	(105)	
	
Dialctica	de	la	huida	transformada	en	acometida	
	
             Y	entonces	el	archigenio	de	aquel	estadista	se	revel	una	vez	ms	en	todo	su	
             archipoder...	en	efecto,	LA	IGNOMINIOSA	HUDA	DEL	REY	SE	TRANSFORM	
             EN	 UNA	 CARGA	 DE	 INFANTERA,	 y	 ya	 no	 se	 saba	 si	 EL	 REY	 HUA	 o	 si	 EL	
             REY	DIRIGA	EL	ASALTO.	(El	banquete,	en	Gombrowicz,	2000:	17)	
	
Dialctica	ficcin-realidad,	conjetura	versus	evidencia	
	
             Con	el	resto	de	mis	fuerzas	confiaba	en	que	mi	obstinacin	y	perseverancia	
             seran	recompensadas,	que	mi	pasin	llegara	a	dar	cuenta	de	la	resistencia	
             que	 se	 le	 opona,	 con	 tanto	 empeo	 y	 tantas	 expresiones	 faciales	 distintas	
             que	 finalmente	 no	 pudiera	 ya	 la	 situacin	 mantenerse	 y	 que,	 al	 llegar	 al	
             punto	mximo,	se	resolviera	de	alguna	manera	y	diera	nacimiento	a	algo,	a	
             algo	ya	no	en	el	reino	de	la	ficcin,	sino	a	algo	real.	(Crimen	premeditado,	
             en	Gombrowicz,	2000:	177)	
	
	
Su	versin	personal	de	la	dialctica	de	la	cantidad	y	la	calidad	
	
Degradacin	de	la	calidad	por	la	cantidad	
	
             Ah,	s,	la	Biblioteca!	dijo	Gonzalo,	la	Biblioteca;	pero	qu	de	problemas	
             me	da,	qu	de	conflictos	me	produce.	Contiene	las	Obras	ms	preciosas,	las	
             ms	 veneradas,	 escritas	 por	 los	 mximos	 genios,	 por	 los	 espritus	 ms	
             selectos	de	la	Humanidad;	pero	de	qu	me	sirven,	seores,	si	se	muerden,	se	
             muerden	una	a	otra,	y	tambin,	debido	a	su	nmero	excesivo	se	devalan,	su	
             excesiva	abundancia	las	Abarata	(Gombrowicz,	1986:	103)	
	                                              45	
	
	
La	calidad	tambin	se	convierte	en	cantidad	
	
            Pregunt	 al	 bibliotecario,	 el	 seor	 Gueri,	 un	 modelo	 ideal	 de	 funcionario,	
            vestido	 de	 negro,	 con	 cuello	 blanco	 y	 corbata,	 si	 era	 capaz	 de	 decirme	 qu	
            porcentaje	 de	 volmenes	 de	 su	 biblioteca	 multimilenaria	 estaba	 en	
            circulacin	 y	 qu	 otro	 descansaba	 en	 la	 paz	 eterna,	 requiescat	 in	 pace.	 Me	
            mir	 con	 desconfianza	 y	 me	 dio	 una	 respuesta	 evasiva.	 Pregunt	 si	 el	
            gobierno	estaba	ya	preparando	medidas	para	afrontar	la	llegada	inminente	
            del	desbordamiento	total,	cuando	las	bibliotecas	hagan	estallar	las	ciudades,	
            cuando	haya	que	entregarles	no	solo	edificios,	sino	barrios	enteros,	cuando	
            los	libros	y	las	obras	de	arte	acumulados	inunden	los	campos	y	los	bosques	
            desbordndose	de	las	ciudad	llenas	hasta	reventar.		
            No	olvidemos	aad	que	al	mismo	tiempo	que	la	cantidad	se	convierte	en	
            calidad,	la	calidad	se	transforma	en	cantidad...	(Gombrowicz,	2011:	173)	
	
Dialctica	de	la	cantidad	y	la	moral	
	
Crtica	a	El	hombre	rebelde,	de	Albert	Camus:	
	
            El	acto	ms	horripilante	se	vuelve	fcil	cuando	el	camino	que	lo	atraviesa	es	
            un	camino	ya	abierto:	as,	en	los	campos	de	concentracin	el	camino	hacia	la	
            muerte	estaba	ya	tan	allanado	que	el	burgus	incapaz	de	matar	una	mosca	
            en	su	casa	asesinaba	con	facilidad	a	la	gente.	De	modo	que	lo	que	hoy	en	da	
            nos	 consterna	 no	 es	 este	 o	 aquel	 problema,	 sino,	 para	 decirlo	 de	 alguna	
            manera,	 la	 disolucin	 de	 los	 problemas	 en	 la	 masa	 humana,	 su	
            aniquilamiento	bajo	la	accin	de	los	hombres.		
            Yo	 mato	 porque	 t	 matas.	 T	 y	 l	 y	 todos	 vosotros	 torturis,	 pues	 yo	
            tambin	torturo.	Lo	he	matado	porque	vosotros	me	habrais	matado	de	no	
            haberlo	 matado	 yo.	 Tales	 son	 la	 conjugacin	 y	 la	 declinacin	 de	 nuestro	
            tiempo	()	En	todo	el	libro	de	Camus	no	encuentro	esta	sencilla	verdad:	que	
            el	pecado	es	inversamente	proporcional	al	nmero	de	gente	que	lo	comete.	
            (74)	
	
Dialctica	de	la	cantidad	y	la	moral	
	
Sobre	los	escarabajos	en	la	playa:		
	
            Yo,	 el	 gigante,	 inaccesible	 para	 l	 por	 mi	 inmensidad,	 inmensidad	 que	 me	
            haca	inexistente	para	l,	contemplaba	esa	agitacin...	y,	tendiendo	la	mano,	
            lo	saqu	de	su	suplicio.	Se	puso	en	camino	inmediatamente,	devuelto	en	un	
            segundo	a	la	vida.	Apenas	hube	hecho	esto,	cuando	vi	un	poco	ms	lejos	un	
            escarabajo	idntico,	en	una	situacin	idntica.	Y	tambin	agitaba	las	patitas.	
            Yo	no	tena	ganas	de	moverme...	Pero	por	qu	salvar	a	uno	y	no	a	otro?	Por	
            qu	aqul...	cuando	ste...?	Has	hecho	feliz	a	uno	y	el	otro	ha	de	sufrir?	Cog	
            una	ramita,	alargu	la	mano	y	lo	salv.	(...)	Pero	saba	que	aquello	no	poda	
	                                              46	
             durar	 eternamente;	 al	 fin	 y	 al	 cabo	 no	 solo	 esa	 playa,	 sino	 toda	 la	 costa,	
             hasta	 donde	 alcanzaba	 la	 vista,	 estaba	 sembrada	 de	 escarabajos,	 de	 modo	
             que	 tena	 que	 llegar	 el	 momento	 en	 que	 dira	 basta	 y	 tena	 que	 haber	 un	
             primer	 escarabajo	 al	 que	 no	 salvara.	 Pero	 cul?	 Cul?	 Cul?	 A	 cada	
             momento	 me	 deca:	 ste,	 y	 lo	 salvaba	 sin	 poderme	 decidir	 a	 esa	
             arbitrariedad	 terrible	 casi	 abyecta,	 pues	 por	 qu	 razn	 ste,	 por	 qu	
             precisamente	 ste?	 (...)	 La	 cantidad!	 La	 cantidad!	 Tuve	 que	 renunciar	 a	 la	
             justicia,	a	la	moral	y	a	la	humanidad,	porque	me	venci	la	cantidad.	(382)	
	
Dialctica	de	la	cantidad	y	la	forma	
	
Adoracin	del	hombre	cuando	falta	Dios:		
	
             Para	que	esto	sucediera	solo	deberas	reparar	en	cierta	caracterstica	de	la	
             humanidad	 que	 consiste	 en	 que	 sta	 tiene	 que	 estar	 formndose	
             constantemente.	 Es	 como	 una	 ola	 compuesta	 de	 mil	 millones	 de	 partculas	
             caticas,	pero	que	a	cada	momento	adopta	una	forma	determinada.	Incluso	
             en	 un	 pequeo	 grupo	 de	 personas	 conversando	 libremente	 advertiris	 esa	
             necesidad	de	armonizarse	en	una	u	otra	forma	que	se	crea	por	casualidad	e	
             independientemente	de	su	voluntad,	por	la	mera	fuerza	de	una	adaptacin	
             mutua...;	 es	 como	 si	 todos	 juntos	 asignasen	 a	 cada	 uno	 por	 separado	 su	
             lugar,	su	voz	en	la	orquesta.	(420)	
	
Dialctica	del	exceso	en	la	desnudez	
	
             Gran	 sensualidad	 de	 la	 playa,	 pero	 como	 siempre	 socavada,	 trunca...	 a	
             derecha	 e	 izquierda	 muslos,	 pechos,	 espaldas,	 caderas,	 pies	 de	 muchachas,	
             mujeres	 sacadas	 de	 sus	 escondites	 y	 flexible	 armona	 de	 los	 muchachos.	
             Pero	 el	 cuerpo	 mata	 al	 cuerpo,	 el	 cuerpo	 resta	 fuerza	 al	 cuerpo.	 Estas	
             desnudeces	 dejan	 de	 ser	 un	 fenmeno,	 se	 disuelven	 en	 su	 exceso;	 el	 sol,	 la	
             arena,	el	aire,	las	aniquilan	y	las	convierten	en	algo	ordinario.	(Gombrowicz,	
             2006:	77)	
	
	
La	dialctica	en	la	crtica	
	
Crtica	 a	 Mascolo	 (Dionys	 Mascolo:	 Le	 communisme.	 Relation	 et	 communication	 ou	 la	
dialectique	des	valeurs	et	des	besoins):	
	
             Dnde	estamos,	pues?	En	el	pas	de	la	fuerza,	de	la	luz,	de	la	precisin,	o	
             bien	en	el	sucio	reino	de	la	insuficiencia?		
             Fuerza	     Debilidad	
             Claridad	 Oscuridad	
             Mtodo	 Caos	
             Triunfo	 Derrota	
             Qu	 prximas	 resultan	 estas	 dos	 letanas,	 como	 dos	 hermanas!	 Y	 lo	 que	
             extraa	 e	 inquieta	 an	 ms	 es	 que	 es	 por	 el	 exceso	 de	 virtud	 que	 el	
	                                               47	
            pensamiento	 se	 precipita	 en	 el	 pecado.	 Resulta	 estpido	 por	 el	 exceso	 de	
            sabidura.	Dbil	por	el	exceso	de	fuerza.	Oscuro	porque	desea	demasiado	la	
            claridad.	(Gombrowicz,	2011:	134)		
	
Crtica	a	Proust	
	
            Lo	admiramos	porque	detrs	de	ese	Proust	contaminado,	raro,	descubrimos	
            la	desnudez	de	su	humanidad,	la	verdad	de	sus	sufrimientos	y	la	fuerza	de	
            su	 sinceridad.	 Pero,	 ay!,	 cuando	 examinamos	 mejor	 volvemos	 a	 descubrir	
            detrs	de	la	desnudez	a	Proust	en	bata,	en	frac	o	en	camisn	junto	con	todos	
            los	 accesorios,	 la	 cama,	 las	 medicinas,	 los	 bibelots.	 Es	 un	 juego	 a	 la	 gallina	
            ciega.	 No	 se	 sabe	 aqu	 qu	 es	 lo	 definitivo,	 si	 la	 desnudez	 o	 la	 vida,	 la	
            enfermedad	o	la	salud,	la	histeria	o	la	fuerza.	Por	eso	Proust	es	un	poco	de	
            todo,	 profundidad	 y	 superficie,	 originalidad	 y	 banalidad,	 perspicacia	 y	
            candor...	 cnico	 e	 ingenuo,	 exquisito	 y	 de	 mal	 gusto,	 hbil	 y	 torpe,	
            entretenido	y	estudioso,	ligero	y	pesado.	(165)	
	
	
Dialctica	en	su	sensibilidad	
	
Contradicciones	
	
            Estoy	 sentado,	 tranquilo,	 miro	 por	 la	 ventana,	 observo	 a	 la	 mujer	 sentada	
            frente	a	m,	de	manos	menudas	y	pecosas.	Y	al	mismo	tiempo	estoy	all,	en	el	
            seno	del	universo.	Todas	las	contradicciones	se	dan	un	rendez-vous	en	m:	la	
            calma	 y	 la	 locura,	 la	 sobriedad	 y	 la	 embriaguez,	 la	 verdad	 y	 la	 patraa,	 la	
            grandeza	y	la	pequeez.	(287)	
	
Dialctica	de	lo	accidental	y	lo	dominante	
	
            Tomaba	un	caf,	coma	unos	croissants.	Y	algo	ms.	Cuando	el	camarero	se	
            acerc	 para	 preguntar	 qu	 deseaba,	 su	 mano	 penda,	 silenciosa,	 encogida,	
            secreta	 y	 desocupada	 hasta	 que,	 sin	 saber	 en	 qu	 pensar,	 pens	 en	 un	
            arbusto	que	haba	estado	observando	un	da	en	no	s	qu	estacin,	desde	la	
            ventanilla	 de	 un	 tren.	 Esa	 mano	 me	 asalt	 de	 repente	 en	 el	 silencio	 que	 se	
            interpuso	entre	nosotros...		
            (...)	10:45	hs.	(en	casa)		
            La	 mano	 del	 camarero	 haba	 desaparecido	 y	 ya	 no	 estaba	 all.	 Pero	 de	
            pronto	 una	 idea	 de	 Nietzche	 volvi	 a	 inyectarle	 una	 dosis	 de	 existencia	
            majestuosa.		
            (...)	Qu	har	ella	all,	mientras	yo	estoy	aqu?		
            11:30	hs.		
            Si	yo	no	volviera	a	la	mano	del	camarero,	sta	se	disipara	con	facilidad	en	la	
            nada...	Pero	ahora	volver	a	m	porque	yo	he	vuelto	a	ella.	(506)	
	
Sobre	Pars	y	sus	habitantes	
	
	                                                48	
             Pero	yo	dira	que	se	ha	producido	una	especie	de	doloroso	equvoco	entre	la	
             ciudad	 y	 sus	 habitantes,	 y	 es	 que	 a	 ellos	 este	 genio	 se	 les	 transforma	 en	
             antigenio,	 dirase	 que	 la	 propia	 audacia	 les	 intimida,	 el	 valor	 les	 asusta,	 la	
             rebelda	 les	 hace	 pusilnimes,	 la	 originalidad	 les	 empuja	 hacia	 la	
             mediocridad...,	y	se	ocupan	de	su	Espritu	como	unos	mozos	de	sus	vacas,	a	
             las	que	solo	hay	que	limpiar,	ordear	e	ir	luego	a	vender	la	leche...	Pars	es	
             un	 palacio,	 pero	 los	 parisinos	 me	 dan	 la	 sensacin	 de	 ser	 solo	 el	 servicio	
             palaciego...	(713)	
	
Sobre	el	Jardn	de	las	Tulleras		
	
             ...	a	la	luz	de	la	noche	me	vi	rodeado	por	la	desnudez	de	esas	estatuas,	una	
             desnudez	mullida	y	sinuosa,	elstica	y	flexible,	gil,	fina	y	delgada...,	solo	que	
             de	 piedra,	 petrificada	 en	 fro;	 una	 paradoja,	 lo	 confieso,	 porque	 el	
             movimiento	era	inmvil,	la	vida	estaba	muerta,	la	molicie	era	dura,	el	calor,	
             fro	 y	 todo	 eso	 viva	 mortalmente	 en	 plena	 noche	 lunar...	 Me	 pregunt	 qu	
             prodigio	 era	 se,	 qu	 paradoja...	 pero	 la	 paradoja	 se	 hinchaba	 y	 se	
             intensificaba	superndose	a	s	misma...,	y	pens	que	era	mejor	no	quedarme	
             mucho	 tiempo	 en	 esa	 paradoja,	 entre	 las	 estatuas,	 y	 que	 era	 mejor	
             marcharse...	(713)	
	
Dialctica	vida-muerte	
	
             En	los	senderos	que	parten	de	la	falda	existe	un	lmite	donde	terminan	las	
             luces	de	las	casas	y	hoteles	y	empieza	la	oscuridad	del	espacio,	quebrado	en	
             montculos,	 un	 espacio	 enano,	 como	 invlido	 y	 envilecido.	 A	 ese	 lmite	 lo	
             llam,	 por	 Conrad,	 La	 lnea	 de	 la	 sombra,	 y	 cuando	 por	 las	 noches	 lo	
             atravesaba,	dirigindome	a	Valle	Hermoso,	saba	que	entraba	en	la	muerte,	
             una	muerte	delicada,	insignificante	y	lenta,	pero	en	todo	caso	una	agona...	y	
             que	yo	mismo	era	el	envejecimiento,	una	muerte	viva,	que	imitaba	a	la	vida,	
             que	todava	andaba,	hablaba,	hasta	se	diverta,	pero	que	en	realidad	solo	era	
             vital	por	ser	la	realizacin	gradual	de	la	muerte.	(Gombrowicz,	2006:	52)	
	
Dialctica	de	lo	insignificante-significativo	
	
Conferencia	en	Santiago	del	Estero:	
	
             Mientras	tanto	el	indio	(pues	tena	mucho	de	esta	sangre)	me	serva	el	agua	
             con	 el	 gesto	 esmerado	 del	 esclavo,	 con	 sus	 manos	 llamadas	 a	 servir	 y	
             desprovistas	de	orgullo,	desprovistas	tambin	de	importancia.	La	explosin	
             de	 esas	 manos	 silenciosas	 era	 tanto	 ms	 terrible	 cuanto	 ms	 silenciosas	
             eran...	porque	ese	chango,	como	todo	sirviente,	era	quantit	ngligeable,	era	
             aire,	 pero	 precisamente	 por	 eso	 mismo,	 por	 su	 insignificancia,	 se	 volva	
             un	 fenmeno	 de	 otro	 registro,	 aplastante	 en	 su	 marginalidad!	 Su	 no-
             importancia,	 lanzada	 fuera	 del	 parntesis,	 all,	 fuera	 del	 parntesis,	 se	
             volva	importante!	(Gombrowicz,	2011:	720)		
	
Finalmente,	 quiero	 terminar	 con	 una	 ltima	 cita,	 una	 verdadera	 declaracin	 de	
	                                                49	
principios,	 solo	 en	 parte	 irnica,	 sobre	 lo	 que	 Gombrowicz	 consideraba	 su	 misin	
histrica:	
	
               Desgraciadamente	 se	 repite	 la	 vieja	 historia	 de	 los	 tiempos	 en	 que	 la	
               derecha	vea	en	m	un	bolchevique,	mientras	que	para	la	izquierda	yo	era	
               un	anacronismo	insoportable.	Pero	de	alguna	manera	veo	en	ello	mi	misin	
               histrica:	 ah,	 entrar	 en	 Pars	 con	 desenvoltura	 ingenua,	 como	 un	
               conservador-iconoclasta,	 un	 terrateniente-vanguardista,	 un	 izquierdista	 de	
               derechas,	 un	 derechista	 de	 izquierdas,	 un	 srmata	 argentino,	 un	 plebeyo	
               aristcrata,	 un	 artista	 antiartstico,	 un	 maduro	 inmaduro,	 un	 anarquista	
               disciplinado,	 artificialmente	 sincero,	 sinceramente	 artificial.	 Eso	 os	 har	
               bien...	y	tambin	a	m!	(775)	
	
	
Bibliografa	
	
Adorno,	Theodor	(2013).	Introduccin	a	la	dialctica.	Buenos	Aires:	Eterna	Cadencia.	
Gombrowicz,	Witold	(1982).	La	seduccin.	Barcelona:	Seix	Barral.	
-----	(1986).	Trans-Atlntico.	Barcelona:	Anagrama.	
-----	(2000).	Bakakai.	Barcelona:	Tusquets.	
-----	(2003).	Ferdydurke.	Buenos	Aires:	Seix	Barral.	
-----	(2006).	Diario	argentino.	Buenos	Aires:	Adriana	Hidalgo.	
-----	(2011).	Diario	(1953-1969).	Buenos	Aires:	Seix	Barral.	
Jameson,	Fredric	(2013).	Valencias	de	la	dialctica.	Buenos	Aires:	Eterna	Cadencia.	
	                                               50	
	
FERDYDURKE:	LA	ACTUALIZACIN	DE	LA	OBRA	MAESTRA	
ukasz	Garbal	
Traduccin:	Anna	Araszkiewicz	
	
	
Gombrowicz,	en	su	reaccin	a	crticas	desfavorables,	se	pone	a	escribir	Ferdydurke:	esta	
es	 la	 opinin	 que	 ha	 permanecido	 en	 la	 leyenda	 de	 Gombrowicz,	 creada	 por	 el	 mismo	
autor	 en	 su	 Testamento.15	Esta	 leyenda	 en	 gran	 medida	 coincide	 con	 la	 verdad,	 o	 aun	
ms:	las	reacciones	de	los	lectores	influan	directamente	en	el	contenido	de	la	novela,	la	
recepcin	 influa	 en	 la	 edicin,	 por	 lo	 menos	 en	 polaco	 (Garbal,	 2010).	 En	 mi	 libro,	
donde	analic	esta	cuestin,	intent	encontrar	otra	fuente	de	informacin	que	no	fuera	
el	mismo	Gombrowicz	y	que	pudiera	dar	versiones	que	se	alejaran	de	los	hechos	reales:	
o	 por	 la	 pasin	 por	 la	 autocreacin,	 tan	 caracterstica	 en	 l,	 o	 por	 la	 simple	 falta	 de	
memoria	(por	ejemplo,	el	constante	error	en	datar,	por	su	parte,	su	propia	obra,	Yvonne,	
princesa	 de	 Borgoa).	 Busqu	 respuesta	 en	 la	 comparacin	 de	 los	 textos.	 Este	 anlisis	
fue	posible	con	las	ediciones	de	Ferdydurke	en	polaco,	ya	que	en	este	idioma	existen	dos	
ediciones	 de	 la	 novela.	 La	 primera	 de	 ellas	 es	 la	 edicin	 de	 1937,	 la	 otra	 apareci	
diecinueve	 aos	 ms	 tarde	 (1956).	 En	 la	 segunda,	 el	 autor	 incluy	 cambios	 en	
comparacin	 con	 la	 primera	 edicin	 (en	 la	 coleccin	 del	 Museo	 de	 Literatura	 se	
encuentra	la	correccin	de	autor	de	esta	edicin).16	Aun	ms:	tambin	existen	textos	que	
constituyen	un	vnculo	entre	la	primera	obra	de	Gombrowicz	la	coleccin	de	historias	
cortas	 Memorias	 del	 tiempo	 de	 la	 inmadurez	 y	 la	 versin	 final	 de	 la	 primera	 edicin.	
Estos	textos	son,	en	particular:	
    1. La	 versin	 original	 de	 Filimor	 forrado	 de	 nio,	 en	 el	 texto	 titulado	 El	
         mecanismo	 de	 la	 vida	 (Gombrowicz,	 1935a:	 10),	 en	 vez	 de	 como	 aparece	
         despus	Campesino	de	Pars	apareca	el	Campesino	de	Vilna.	
    2. Toka	 (Gombrowicz,	 1935b:	 8	 y	 1935c:	 556-557),	 publicado	 en	 dos	
         fragmentos,	que	constitua	la	versin	original	de	Ferdydurke.	
especie	de	confusin	Por	primera	vez	experiment	en	mi	propia	piel	la	crtica	literaria	que,	por	
desgracia,	en	su	porcentaje	preponderante	es	y	seguir	siendo	un	rebuzno,	notabene	un	rebuzno	
a	 travs	 del	 megfono	 (de	 la	 prensa).	 De	 repente	 toda	 la	 peor	 chusma	 intelectual	 y	 artstica	 de	
Varsovia	 unas	 decentes	 tas	 culturales,	 unos	 maestros,	 unos	 conocedores,	 unos	 sabelotodos	 y	
guardias	 de	 los	 valores,	 todo	 esto	 pagado	 a	 tanto	 la	 lnea	 empez	 a	 imponerme	 sus	 juicios,	
precipitados,	superficiales,	bondadosos	y	tonticos.	Fui	 objeto,	 no	 poda	 defenderme,	escriba	
Gombrowicz	(negritas	mas).		
16	Museo	de	Literatura	Adam	Mickiewicz	de	Varsovia,	ref.	5460.	
	                                                     51	
    3. Fragmentos	de	Ferdydurke	publicados	en	la	prensa	(Gombrowicz,	1935d;	1935e;	
         1936a;	1936b	y	1937:	4).	
    4. Crticas.	
    5. Cartas	 (Algunos	 fragmentos	 de	 sus	 cartas	 se	 podran	 incluir	 en	 las	 primeras	
         pginas	de	Ferdy.	Son	como	sacados	de	all,	escriba	su	amigo	escolar,	Kpiski,	
         1974:	213).	
Gracias	a	la	presencia	de	estos	textos	es	posible	reconstruir	la	historia	de	la	creacin	de	
Ferdydurke,	 sin	 creer	 del	 todo	 en	 los	 recuerdos	 del	 autor,	 tampoco	 rechazndolos	 a	
priori.	Se	trata	de	confrontar	estos	textos.	
En	 el	 caso	 de	 las	 ediciones	 polacas	 de	 Ferdydurke	 podemos	 probar	 el	 hecho	 de	 una	
tendencia	 continua	 del	 autor	 a	 introducir	 modificaciones,	 ya	 que	 disponemos	 de	
fragmentos	impresos	de	la	novela.	Esta	tendencia	la	defino	como	la	actualizacin.	
	
	
Concepto	de	actualizacin	de	una	obra	literaria17	
	
Fue	 Wolfgang	 Iser	 quien	 defini	 este	 proceso	 de	 lectura	 como	 actualizacin	 (Iser,	
2006:	74).	Recordando	que	uno	de	los	lectores	es	el	mismo	autor	un	lector	especfico,	
ya	 que	 tiene	 la	 posibilidad	 de	 cambiar	 el	 texto	 de	 la	 obra!	 se	 puede	 entender	 la	
actualizacin	del	texto	literario	como	un	tipo	de	cambio	por	parte	del	autor	en	el	texto,	
efectuado	 bajo	 la	 influencia	 del	 paso	 del	 tiempo	 o	 de	 un	 nuevo	 grupo	 de	 lectores,	 de	
manera	 que	 permita	 mantener	 ms	 bien	 las	 ideas	 que	 construyen	 la	 obra	 que	 las	
formulaciones	concretas.	En	otras	palabras,	el	escritor	actualiza	su	obra	cuando	realiza	
su	 adaptacin	 a	 un	 definido	 y	 modificado	 grupo	 de	 lectores.	 Cambia	 el	 lector	 virtual,	
cambian	las	alusiones,	la	conciencia	general	circula	por	otros	caminos:	el	autor	efecta	
la	 actualizacin	 de	 su	 obra,	 por	 ejemplo,	 modernizando	 el	 lenguaje,	 as	 como	
modificando	las	situaciones	que	describe.	Muy	a	menudo	se	somete	a	actualizaciones	un	
texto	considerado	obra	maestra,	aunque	de	manera	parecida	se	tratan	los	manuscritos	
que	siguen	sin	ser	publicados.	
Creo	 que	 Ferdydurke	 se	 considera	 precisamente	 una	 obra	 en	 progreso,	 un	 texto	
sometido	a	actualizaciones	(adaptadas	a	un	contexto	actual,	tambin	extraliterario,	por	
ejemplo,	poltico),	una	obra	que	el	autor	adaptaba	a	las	circunstancias	actuales,	un	texto	
17 Una idea parecida acerca de esta interpretacin est presente en uno de los trabajos que se
	                                                    52	
actualizado	bajo	la	influencia	de	las	polmicas.	
Actualmente	estas	polmicas	nos	pueden	resultar	poco	legibles;	a	veces	las	podemos	ver	
all	donde	no	estaban	y,	en	cambio,	no	percibir	referencias	en	aquella	poca	evidentes.	
Michel	Foucault	observ	que	la	recepcin	de	un	discurso	no	tiene	por	qu	ser	idntico	a	
su	recepcin	en	las	pocas	anteriores	(Foucault,	1998).	De	un	lado,	cambia	el	estilo	de	
los	 que	 escriben,	 de	 otro,	 cambia	 el	 convencionalismo	 (Marzec,	 2002:	 43),	 el	 modo	 de	
leer.	
Lotman	escribi	sobre	esta	situacin:	
	
             Estudiamos	la	literatura,	leemos	libros	()	(pero)	al	mismo	tiempo	en	gran	
             medida	 los	 actos	 de	 los	 protagonistas	 nos	 resultan	 completamente	
             incomprensibles	 o	 lo	 que	 es	 an	 peor	 se	 entienden	 de	 una	 manera	
             incorrecta,	no	del	todo.	(Lotman,	1999:	9)	
	
Para	 poder	 entenderlos	 es	 necesario	 entrar	 en	 el	 contexto	 de	 la	 poca	 en	 la	 que	 fue	
creada	la	obra.	El	semilogo	ruso	escriba:	
	
             Para	 poder	 entender	 el	 s e n tid o 	 de	 la	 actuacin	 de	 personas	 vivas	 y	
             protagonistas	literarios	del	pasado,	es	necesario	conocer	su	cultura:	su	vida	
             habitual	 y	 corriente,	 sus	 costumbres,	 su	 concepto	 del	 mundo,	 etctera.	
             (Lotman,	1999:	9)	
	                               	
Esta	 observacin	 se	 refiere	 asimismo	 a	 las	 maneras	 de	 recepcin	 de	 una	 obra	 de	 arte,	
porque	 aunque	 hubiera	 podido	 ser	 enorme	 la	 influencia	 de	 la	 novela	 de	 Goethe,	 esta	
habra	 podido	 tener	 su	 papel	 solo	 porque	 expresaba	 las	 ideas	 que	 flotaban	 en	 el	 aire	
(Lotman,	1999:	9).	Esto	deca	Lotman	sobre	los	motivos	del	xito	de	Las	desventuras	del	
joven	Werther.	
De	 ah,	 al	 escribir	 sobre	 Ferdydurke,	 no	 se	 puede	 omitir	 el	 contexto	 de	 su	 creacin.	
Comparando	 los	 textos	 periodsticos	 de	 Gombrowicz	 de	 aquel	 tiempo	 con	 los	
fragmentos	 de	 Ferdydurke,	 con	 facilidad	 notaremos	 la	 semejanza,	 tanto	 de	 la	
argumentacin	como	del	estilo,	o,	incluso,	el	traslado	de	frases	enteras	de	los	folletines	
a	la	novela!	De	hecho,	la	primera	edicin	polaca	de	Ferdydurke	constituy	una	polmica	
de	Gombrowicz	con	la	realidad	que	le	rodeaba.	Creo	que	procuraba	a	que	esta	polmica	
no	se	volviera	despus	una	reliquia	del	museo,	elaborada	de	nuevas	circunstancias.	Por	
lo	 tanto,	 adaptaba	 su	 contenido	 a	 nuevos	 lectores,	 tambin	 bajo	 la	 influencia	 de	 sus	
reacciones	(en	cartas	privadas,	como	las	de	Schulz,	o	en	las	crticas).	
Una	 de	 las	 razones	 del	 duradero	 arraigo	 de	 Ferdydurke	 en	 la	 cultura	 polaca	 fue	 su	
actualidad	 polmica,	 tanto	 en	 los	 tiempos	 de	 la	 creacin	 de	 la	 primera	 edicin	 como	
veinte	 aos	 ms	 tarde.	 Este	 hecho	 result,	 asimismo,	 de	 la	 estrategia	 del	 autor	 que	
	                                               53	
modificaba	 la	 obra	 de	 manera	 que	 fuera	 ms	 actual	 y	 contempornea	 posible,	 y	 que	
trataba	de	adaptarse	al	contexto	del	lector.	Desde	luego,	este	es	el	motivo	por	el	que	esta	
novela	 provocaba	 y	 sigue	 provocando	 hasta	 hoy	 en	 da	 fuertes	 polmicas,	 tambin	
polticas.	 Esta	 es	 una	 de	 las	 paradojas	 gombrowiczianas:	 su	 obra	 maestra	 es,	 de	
definicin,	 siempre	 actual,	 pero	 Gombrowicz	 con	 perseverancia	 se	 esforzaba	 sumergir	
Ferdydurke	en	las	circunstancias	lo	ms	contemporneas	para	un	lector	dado,	al	menos	
un	 lector	 polaco.	 Me	 estoy	 preguntando	 en	 qu	 medida	 esta	 tendencia	 de	 actualizar	
Ferdydurke	por	parte	de	Gombrowicz	est	presente	en	la	edicin	argentina	de	la	novela.	
Debe	observarse	que	en	Polonia,	a	pesar	de	algunas	lecturas	escolares	de	Ferdydurke,	en	
la	 edicin	 de	 1956	 Gombrowicz	 tacha	 el	 trmino	 belfer	 (maestro)	 que	 intua	 como	
anticuado.	 En	 la	 primera	 edicin	 trazaba	 los	 tiempos	 que	 le	 eran	 contemporneos,	
presentando	la	excursin	de	Pepe	con	Polilla	al	campo,	cuando	del	centro	de	Varsovia	se	
alejan	por	la	calle	Grjecka	(En	cada	carro	un	campesino	o	un	judo	campesino	urbano	
o	judo	campestre,	no	se	sabe	cul	es	mejor	[Ferdydurke:	237]).18	All,	Los	paales	se	
secan	en	las	ventanas.	La	radio	charla	sin	cesar,	arde	la	instruccin	pblica	(237),	la	
sociedad	est	buscando	modelo	de	postura	(Los	propietarios	de	las	tiendas	coloniales	
se	 deleitan	 con	 la	 descripcin	 de	 la	 vida	 de	 la	 clase	 alta,	 encontrada	 en	 un	 peridico	
barato	 [238],	 quienes	 quieren	 darles	 decenas	 de	 concepcionalistas,	 doctrinarios,	
demagogos	 y	 agitadores	 [238]).	 El	 deseo	 de	 la	 vida	 fuera	 del	 trabajo	 (el	 signo	 del	
tiempo	es	el	eslogan	del	Partido	Socialista	Polaco,	8	horas	de	trabajo,	8	horas	de	dormir,	
8	horas	de	descanso)	lo	satisfacen	con	un	entretenimiento	barato:	la	radio,	el	peridico,	
el	cine:	Emocionados	por	la	noche	de	ayer	con	Marlene	Dietrich	(238).	El	ejemplo	para	
los	jvenes	es	Ginger	Rogers	y	Fred	Astaire	(descripcin	del	cuarto	de	la	colegiala	[181,	
183]),	 el	 atributo	 inseparable	 del	 joven	 que	 sigue	 la	 moda	 es	 algn	 elemento	 del	 traje	
deportivo	 (el	 papel	 del	 deporte!),	 por	 ejemplo,	 zapatilla	 de	 tenis	 de	 Zuta	 Juventona	
(192),	y	la	clase	intelectual	se	jacta	de	su	higiene	cotidiana	y	su	ostentacin	en	visitar	el	
bao,	hasta	ahora	ocultado	(158),	al	que	la	Juventona	iba	con	una	especie	de	devocin,	
en	 nombre	 de	 la	 santa	 naturalidad	 y	 sencillez,	 y	 en	 nombre	 de	 la	 higiene	 matinal	 y	
racional.	 Antes	 de	 entrar	 en	 el	 bao	 se	 apart	 por	 un	 momento,	 con	 la	 frente	 erguida,	
hacia	el	retrete	(196).	
Las	 seales	 de	 contemporaneidad	 presentes	 en	 Ferdydurke	 estn	 marcadas	 con	 una	
polmica	 pero,	 al	 mismo	 tiempo,	 en	 la	 novela	 no	 existen	 frmulas	 bien	 elaboradas	 ni	
propuestas	de	soluciones.	
Fueron	estas	seales	de	contemporaneidad	observables,	por	ejemplo,	en	la	imagen	de	
la	excursin	por	la	ciudad,	adaptadas	al	lector	argentino	del	1947?	En	qu	medida	eran	
	                                                54	
polmicos	los	personajes	de	los	Juventones	y	de	Pimko?	
Ferdydurke	 es	 una	 polmica	 en	 la	 que	 encontramos	 tanto	 la	 continuacin	 de	 las	
polmicas	anteriores	como	los	inicios	de	las	sucesivas.	
Filifor	 forrado	 de	 nio	 provena	 de	 Jernimo	 Humildad;	 la	 doctora	 de	 Wilcza	 se	
convirti	en	la	ta	cultural.	El	traspaso	de	los	motivos	de	los	folletines	y	polmicas	a	la	
novela	(Garbal,	2010).	Por	ejemplo,	en	el	Prefacio	al	Filifor	forrado	de	nio,	leemos:	
	
               Vuestra	 situacin	 es	 falsa	 y,	 siendo	 falsa,	 tiene	 que	 engendrar	 frutos	
               amargos,	 y	 ya	 dentro	 de	 vuestro	 gremio	 crece	 el	 mutuo	 desdn,	 la	
               desestimacin	y	la	malicia;	cada	uno	desprecia	al	otro	y,	adems,	a	s	mismo;	
               sois	 una	 hermandad	 de	 autodesprecio:	 al	 final,	 os	 desestimaris	 a	 muerte.	
               En	qu,	pues,	consiste	la	situacin	del	escritor	secundario,	sino	en	un	solo,	
               gran	repudiamiento?	(Ferdydurke:	91)	
	
Las	aqu	citadas	frases	de	Gombrowicz	nos	dan	la	sensacin	de	ser	conocidas	de	alguna	
parte.	De	hecho,	esta	perspectiva	crtico-literaria,	sorprendente	en	la	Polonia	de	antes	de	
la	 Segunda	 Guerra,	 cercana	 a	 la	 reader-response	 theory	 de	 los	 representantes	 de	 la	
ciencia	 de	 la	 literatura	 contemporneos	 (Bloom,	 Fish),	 no	 apareci	 en	 Ferdydurke	 sin	
previo	 aviso.	 Poco	 despus	 de	 publicarse	 Memorias	 del	 tiempo	 de	 la	 inmadurez,	
Gombrowicz	 publica	 un	 texto	 de	 carcter	 de	 folletn	 que	 podemos	 interpretar	 como	 el	
primer	acercamiento	a	la	temtica	presente	en	el	Prefacio	al	Filifor	forrado	de	nio.	
Este	texto	es	Del	diario	privado	de	Jernimo	Humildad.	Gombrowicz,	ya	en	el	primer	
texto	 de	 carcter	 de	 folletn	 conocido	 por	 los	 investigadores	 (un	 texto	 que	 rozaba	 la	
crtica),19	entra	en	el	meollo	de	la	cuestin	que	sera	el	hilo	conductor	de	toda	su	obra:	el	
tema	de	las	relaciones	interhumanas.	La	comparacin	del	folletn	de	1935	y	del	captulo	
de	la	novela	de	1937	demuestra	rasgos	caractersticos	en	comn	de	estos	dos	textos:	la	
autotemtica,	 el	 autobiografismo,	 el	 polemismo,	 la	 presentacin	 de	 la	 situacin	 del	
artista	en	el	mundo.	La	situacin	de	Humildad	consiste	en	un	gran	repudiamiento,	as	
que	es	un	escritor	secundario:	
	
               Justo	hoy	he	sabido	que	rechazaron	mi	folletn	Hombre-animal.	Han	dicho:	
               un	 pensamiento	 razonable,	 pero	 mal	 escrito.	 Ha	 dolido	 un	 poco,	 tal	 vez.	 A	
               m,	 a	 m	 me	 rechazan	 el	 folletn	 en	 un	 peridico!	 Embarazado	 del	 dolor,	
               necesito	 parir	 las	 lgrimas.	 Pero,	 yo	 mismo	 no	 saba	 que	 estaba	 mal	
               escrito?	No	me	agobiaba	cada	una	de	sus	palabras?	Por	qu	entonces	uno	
19 Quiero evitar clasificaciones de las obras tempranas de Gombrowicz que se sitan entre la
literatura	 pura	 y	 el	 periodismo,	 ya	 que	 esto	 llevara	 el	 curso	 de	 las	 reflexiones	 a	 las	 zonas	
distintas	 que	 las	 aqu	 analizadas;	 adems,	 la	 misma	 clasificacin	 genealgica	 de	 estos	 textos	
minorum	 Gentium	 desde	 el	 punto	 de	 vista	 de	 los	 anlisis	 aqu	 desarrollados	 no	 tiene	
importancia.	 Muchos	 investigadores	 definen	 los	 textos	 tempranos	 de	 Gombrowicz,	 en	 su	
globalidad,	como	folletines,	lo	que	despert	dudas	de	Micha	Gowiski	(2002:	137).		
	                                                     55	
              sin	ser	tonto,	cuando	le	viene	escribir,	resulta	tonto?20	
	
Observemos	 que	 en	 este	 texto	 aparece	 una	 formulacin	 que	 despus,	 transformada,	
encontramos	 en	 Ferdydurke:	 Embarazado	 del	 dolor,	 necesito	 parir	 las	 lgrimas:	
Humildad	est	forrado	de	dolor	y	da	a	luz	a	las	lgrimas.	Esta	valoracin	desaparecera	
en	la	novela:	Gombrowicz	acepta	que	uno	puede	ser	un	escritor	secundario	y	que	no	es	
motivo	 de	 vergenza	 o	 dolor.	 La	 inmadurez	 de	 un	 nio	 es	 natural,	 no	 despierta	
vergenza:	as	que	Filifor	y	Filimor	no	estaban	forrados	de	dolor,	sino	de	nio.	
Humildad	requiere	sinceridad	en	cada	situacin:	
	
              	por	qu,	pregunto,	en	total,	en	la	vida	pblica	uno	es	diferente	que	en	su	
              vida	privada?	Una	y	la	misma	persona	cambia	completamente	pasando	del	
              dormitorio	al	saln,	y	del	saln	al	despacho	de	trabajo.	Es	distinta	cuando	se	
              rasca	detrs	de	la	oreja	y	distinta	cuando	escribe	un	verso;	distinta	cuando	
              expone	 su	 juicio	 sobre	 el	 decaimiento	 moral	 y	 distinta	 cuando	 se	 come	 su	
              filete	con	patatas.	
	
La	 imagen	 de	 falseamiento	 de	 la	 realidad,	 esta	 exposicin	 de	 juicios	 sobre	 el	
decaimiento	 moral	 comiendo	 sopa	 de	 patata	 y	 chuleta	 volvera	 en	 Ferdydurke	 en	 la	
satrica	descripcin	del	comportamiento	de	los	Juventones:	
	
              Srvete,	Vctor,	la	sal	dijo	alcanzando	la	sal	al	marido,	en	el	tono	de	una	fiel	
              y	verdadera	compaera	y	lectora	de	Wells,	y	aadi,	con	la	mirada	fijada	un	
              poco	en	el	futuro,	un	poco	en	el	espacio,	con	acento	de	rebelda	humanitaria	
              del	 individuo	 humano	 que	 lucha	 contra	 la	 infamia	 del	 mal	 social,	 de	 la	
              injusticia	y	del	abuso.	
              La	pena	de	muerte	es	un	anacronismo.	
              Y	entonces	Juventn,	aquel	europeo	(sic!),	ingeniero	y	consciente	urbanista	
              que	haba	estudiado	en	Pars	y	de	all	trajo	su	toque	europeo	negruzco	en	su	
              modo	 de	 vestir	 negligente,	 en	 zapatos	 amarillos	 trenzados	 (sic!),	 nuevos,	
              que	 se	 destacaban	 mucho	 en	 l,	 con	 el	 cuello	 de	 la	 camisa	 a	 la	 manera	 de	
              Sowacki	 y	 con	 gafas	 de	 pasta,	 carente	 de	 prejuicios,	 pacifista	 vigoroso	 y	
              admirador	de	la	cientfica	organizacin	del	trabajo,	con	chistes	y	ancdotas	
              cientficas	y	con	chistes	de	cabaret,	dijo,	tomando	la	sal:		
              Gracias,	Juana.	Luego	aadi	con	voz	de	un	consciente	pacifista,	pero	con	
              una	pizca	de	estudiante	de	la	politcnica:	En	Brasil	hunden	barriles	enteros	
              de	 sal	 mientras	 aqu	 un	 gramo	 vale	 6	 cntimos.	 Polticos!	 Nosotros,	 los	
20 Nota bene, tal vez un acontecimiento real fuera impulso para que Gombrowicz escribiera el
texto.	Por	aquel	entonces	el	departamento	literario	de	Gazeta	Polska	estaba	dirigido	por	Juliusz	
Kaden-Bandrowski,	 cuya	 crtica	 de	 Memorias	 del	 tiempo	 de	 la	 inmadurez	 Gombrowicz	 la	
recordaba	con	disgusto.	En	la	semana	anterior	a	la	publicacin	del	texto	de	Gombrowicz	una	de	
las	respuestas	deca:	Z.	G.	Varsovia	()	si	uno	no	sabe	qu	escribir,	es	difcil	escribir	bien;	ya	que	
no	se	sabe	lo	que	se	quiere	escribir.	As	que	aconsejamos	sin	entrar	en	la	evaluacin	artstica	de	
los	fragmentos	recibidos	bien	darse	cuenta,	detalladamente,	de	lo	que	quiere	escribir	usted.	O,	
quizs,	usted	no	quiere	escribir	nada?!.	Respuestas	del	departamento	literario,	 Gazeta	Polska	
N	77	(18/334).	Pg.	9.	
	                                                  56	
              profesionales.	La	reorganizacin	del	mundo.	La	Liga	de	las	Naciones	(sic!).		
	
Muchas	 de	 las	 polmicas	 de	 Gombrowicz	 con	 los	 crticos	 (incluidas	 dos	 primeras	
discusiones	 programticas	 al	 margen	 de	 las	 reflexiones	 sobre	 el	 estilo	 de	 Zofia	
Nakowska	y	el	debate	sobre	la	doctora	de	Wilcza)	se	desarrollaban	simultneamente	
con	trabajo	dedicado	a	escribir	Ferdydurke.	El	traspaso	de	los	temas	de	las	discusiones	
mantenidas	al	contenido	de	la	novela	era,	tal	vez,	comprensible	desde	el	punto	de	vista	
psicolgico:	el	escritor	no	poda	encerrar	la	novela	que	estaba	escribiendo	en	un	tarro	
que	 protegiera	 su	 contenido	 contra	 la	 influencia	 de	 los	 acontecimientos	 actuales,	 no	
poda	 dejar	 en	 el	 umbral	 de	 la	 novela	 estas	 emociones	 que	 senta	 en	 el	 curso	 de	 las	
polmicas.	 No	 obstante,	 esto	 poda	 ser	 una	 estrategia	 consciente	 del	 escritor,	 en	
particular	como	en	el	caso	de	Gombrowicz.21	
Una	 de	 estas	 polmicas	 la	 encontramos	 en	 las	 cartas	 intercambiadas	 por	 Gombrowicz	
(1936c)	y	Schulz	(1936).	La	lectura	de	estos	textos	(dos	de	Gombrowicz,	uno	de	Schulz)	
la	 terminamos	 con	 la	 sensacin	 de	 mirar	 a	 hurtadillas	 la	 creacin	 de	 Ferdydurke.	 La	
doctora	de	Wilcza	se	transforma	en	la	ta	cultural,	en	la	polmica	aparecen	algunas	
palabras	 clave,	 luego	 utilizadas	 en	 la	 novela	 (tales	 como	 verdor,	 muslo,	
pantaloncitos	cortos,	que	en	Ferdydurke	empequeeceran	al	moderno	Juventn).	
La	 totalidad	 nos	 da	 la	 impresin	 de	 unos	 singulares	 ejercicios	 de	 ideas	 antes	 de	 la	
publicacin	 (o,	 tambin,	 durante	 el	 trabajo)	 del	 opus	magnum,	 de	 una	 novela	 sobre	 la	
creacin	 de	 la	 novela,	 de	 Ferdydurke.	 La	 continuacin	 de	 esta	 polmica	 podemos	
encontrarla	tambin	en	el	mismo	contenido	de	Ferdydurke.22	
Este	 traspaso	 de	 motivos	 entre	 Ferdydurke	 y	 polmicas	 se	 desarrollaba	 en	 dos	
direcciones,	y	no	solamente	en	polaco.	Por	ejemplo,	en	Ferdydurke	podemos	leer:	
	
              Por	fin,	somos	nosotros	los	que	creamos	la	forma	o	ms	bien	es	ella	la	que	
              nos	 crea?	 Nos	 parece	 que	 somos	 nosotros	 los	 que	 construimos;	 es	 un	
              espejismo,	en	la	misma	medida	estamos	construidos	por	la	construccin.	Lo	
              que	has	escrito	implica	el	sentido	ulterior,	la	obra	no	nace	de	ti,	t	queras	
              escribir	 esto,	 pero	 te	 sali	 una	 cosa	 completamente	 distinta.	 (Ferdydurke:	
hacia	la	colegiala:	
Su	siervo	y	esclavo.	
	Respond	inclinndome	ante	ella:	
Siervo	de	la	estimada	seora.	
En	 la	 polmica	 con	 Schulz,	 Gombrowicz	 escriba:	 Dndote	 rienda	 suelta	 a	 tus	 inclinaciones	
masoquistas,	 te	 humillars	 y	 te	 pondrs	 a	 los	 pies	 de	 la	 saciada	 esposa	 del	 mdico.	 De	 esta	
manera,	por	lo	menos,	podras	utilizar	a	la	mujer	y	obtener	de	ella	un	placer	a	su	contra	(Carta	
abierta,	pg.	210).	
Entre	otros,	sobre	esta	figura	en	la	obra	de	Schulz,	vase:	Panas	y	Bianki	(2006).	
	                                                   57	
             86)	
	
Esta	 imagen	 Gombrowicz	 la	 utilizara	 diez	 aos	 ms	 tarde,	 varios	 meses	 despus	 de	 la	
publicacin	 de	 la	 edicin	 argentina	 de	 Ferdydurke,	 en	 la	 revista	 efmera	 Aurora,	 en	 el	
texto	Clarita	frente	a	la	perra	vida:	
	
             Otra	 costumbre	 muy	 aburrida	 es	 la	 de	 la	 excesiva	 Responsabilidad	 por	 la	
             Palabra.	 (El	 autor)	 estaba	 escribiendo	 a	 mquina	 la	 primera	 frase	 de	 su	
             novela	 EL	 MUCAMO	 PREGUNT	 A	 MATILDE	 SI	 HABA	 ORDENADO	
             LLAMAR	 EL	 COCHE	 Y	 ELLA	 QUISO	 CONTESTARLE	 PERO	 mas	 en	 vez	 de	
             pero	por	un	simple	error	sali	PERRO	Otro	literato	con	menos	fuerza	
             de	 carcter	 hubiese	 sencillamente	 corregido	 el	 error;	 no	 as	 Pereiro	 quien,	
             consciente	de	 su	 alta	 misin,	 no	 vacil	 en	 aceptar	 la	 plena	 responsabilidad	
             por	 la	 palabra	 (lo	 que	 conllev	 la	 siguiente	 serie	 de	 caracteres):	 Lococo!	
             Cococo!	 Cococococo	 xcteiugbjndloemxevgzy	 %	 35	 muhsfeytrbolpitiu	
             Ya	 veis	 a	 qu	 conduce	 la	 excesiva	 Responsabilidad	 por	 la	 Palabra.	
             (Gombrowicz,	1947)	
	
	
Obra	en	progreso:	la	lectura	influye	en	el	que	escribe	
	
Para	terminar	me	gustara	reflexionar	sobre	qu	importancia	tendra	para	los	fillogos	
la	demostracin	de	la	tesis	de	retroalimentacin	entre	una	obra	literaria	en	concreto	y	
los	mtodos	de	recepcin	de	esta,	lo	cual	conlleve	modificaciones	en	el	contenido	de	la	
obra	bajo	la	influencia	de	la	crtica.	Asimismo,	querra	presentar	una	nueva	perspectiva	
de	investigacin	de	Ferdydurke.	
Si	 pudiera	 defenderse	 la	 tesis	 de	 que	 el	 autor	 de	 Ferdydurke	entra	 en	 el	 dilogo	 con	 el	
lector,	 y	 de	 que	 este	 dilogo	 afecta	 al	 contenido	 de	 la	 novela;	 si	 admitiramos	 que	
Gombrowicz	 empez	 a	 escribir	 su	 sucesiva	 obra	 bajo	 la	 influencia	 de	 las	 crticas	 de	 la	
obra	anterior	y	que	realmente	se	puso	a	escribir	Ferdydurke	en	reaccin	a	la	recepcin	
de	 Memorias	 del	 tiempo	 de	 la	 inmadurez,	 en	 otras	 palabras:	 si	 hubiera	 actualizado	 el	
contenido	 de	 su	 obra	 literaria	 influenciado	 por	 las	 crticas	 y	 polmicas,	 entonces	 nos	
encontraramos	con	una	obra	en	progreso	que	siempre	quedaba	no	concluida	por	el	
autor.	
Tal	 situacin	 conllevara	 interesantes	 perspectivas	 de	 investigacin,	 as	 como	
consecuencias	para	las	ediciones	de	la	novela.	
Maria	Prussak	en	su	memoria	elaborada	para	el	Congreso	de	Polonistas	en	Cracovia	en	
2005	escribi:	
	
             Si	()	como	base	se	elige	la	edicin	sucesiva,	considerada	como	la	mejor,	o	
	                                                58	
               bien	 la	 ltima	 edicin	 de	 autor	 de	 una	 obra	 temprana,	 no	 se	 puede	
               desatender	 la	 cuestin	 de	 cronologa	 y	 de	 dinmica	 del	 desarrollo	 de	 la	
               creacin	 de	 un	 escritor,	 as	 como	 de	 su	 lugar	 en	 el	 mundo	 literario	 de	 sus	
               tiempos.	 Tambin	 habra	 que	 preguntar	 qu	 texto	 constitua	 base	 de	 la	
               recepcin	 crtica	 (o,	 en	 su	 caso,	 histrico-crtica).	 As	 pues	 no	 se	 puede	
               evitar	 la	 pregunta	 si	 el	 editor	 es	 capaz	 de	 enfrentarse	 a	 la	 obra	 en	
               movimiento,	 un	 texto	 existente	 en	 varias	 y	 bien	 distintas	 redacciones.	
               (Prussak,	2005:	458-459)	
	
En	particular,	tal	situacin	se	refiere	a	los	textos	que	como	Ferdydurke	han	despertado	
vivas	reacciones:	
	
               Las	 obras	 publicadas	 en	 la	 vida	 del	 escritor	 entraban	 en	 la	 circulacin	
               literaria,	originaban	reacciones	de	los	lectores	y	crticos,	podan	provocar	al	
               autor	 a	 responder,	 polemizar	 o	 explicar	 escriba	 Roman	 Loth.	 Tambin	
               podan	influir	en	el	desarrollo	posterior	de	su	creacin:	provocar	palinodias,	
               modificar	juicios,	inspirar	comportamientos	creativos.	(Loth,	2006:	40)	
	
As	fue	en	el	caso	de	la	primera	edicin	polaca	de	Ferdydurke.23	Sin	embargo,	me	gustara	
que	 presten	 su	 atencin	 en	 la	 existencia	 de	 tal	 posibilidad	 tambin	 en	 la	 edicin	
argentina	 de	 Ferdydurke.	 Desgraciadamente,	 an	 no	 s	 hablar	 espaol,	 solo	 conozco	 la	
leyenda	de	la	traduccin	de	Ferdydurke	en	un	caf.	Me	parece	que	la	investigacin	de	la	
influencia	 de	 la	 crtica	 (opiniones	 de	 los	 colaboradores	 de	 la	 traduccin,	 reseas	 y	
polmicas)	 en	 la	 forma	 definitiva	 del	 texto	 de	 la	 edicin	 argentina,	 supervisada	 de	
alguna	 manera	 por	 el	 autor,	 traera	 una	 interesante	 perspectiva	 de	 investigacin	 a	 los	
gombrowiczlogos,	 fillogos,	 tericos	 de	 literatura	 o	 especialistas	 en	 literatura	
comparada.	
Me	 gustara	 falsificar	 mi	 hiptesis,	 limitada	 ahora	 solamente	 al	 alcance	 polaco:	
actualizaba	 Gombrowicz	 el	 contenido	 de	 Ferdydurke	 segn	 lo	 que	 le	 llegaba	 de	 las	
crticas	 y	 de	 los	 lectores?	 Adaptaba	 la	 narracin,	 los	 smbolos	 en	 ella	 presentes,	 las	
seas	 caractersticas	 y	 el	 vocabulario	 al	 lector	 argentino	 tal	 como	 al	 polaco?	 Como	
hemos	 visto,	 Gombrowicz	 efectu	 tal	 actualizacin	 en	 la	 segunda	 edicin	 polaca,	
publicada	veinte	aos	despus	de	la	primera	edicin,	en	circunstancias	bien	distintas,	en	
una	Polonia	comunista.	De	ah	viene	mi	pregunta:	es	posible	demostrar	la	existencia	de	
esta	estrategia	de	autor	en	el	caso	de	las	ediciones	de	la	novela	de	Gombrowicz	en	otros	
idiomas,	elaboradas	bajo	su	control	(con	su	cooperacin	directa,	como	en	el	caso	de	la	
23 Aqu vemos que determinar la base editorial de la edicin polaca de Ferdydurke una obra
marcada	 por	 polmicas,	 actualizada	 por	 parte	 del	 autor	 es	 una	 tarea	 difcil,	 si	 no	 imposible	 al	
entender	 tradicional	 de	 la	 edicin	 crtica.	 La	 cuestin	 bsica	 ya	 no	 se	 refiere	 a	 llegar	 a	 las	
intenciones	 creativas	 del	 autor	 escriba	 Maria	 Prussak.	 Ahora	 mejor	 preguntar,	 cmo	
transmitir	 esta	 inestabilidad	 de	 la	 obra	 de	 manera	 accesible	 para	 el	 lector?,	 cmo	 editar	 estas	
obras,	para	no	borrar	la	dinmica	de	la	creacin	del	texto?.	
	                                                     59	
edicin	 argentina,	 o	 en	 forma	 de	 instrucciones	 para	 los	 traductores	 a	 los	 idiomas	 que	
conoca,	por	ejemplo,	al	francs)?	
Ferdydurke	como	obra	en	progreso,	una	polmica	incesante,	una	obra	maestra,	pero	con	
la	 intencin	 del	 autor	 de	 hacer	 arraigarla	 en	 un	 mundo	 que	 el	 lector	 conozca	
directamente:	esta	aspiracin	se	nota	solamente	en	las	ediciones	polacas,	o	tambin	en	
las	espaolas	y	francesas?	
Espero	 que	 mi	 texto	 abra	 una	 nueva	 perspectiva	 a	 la	 investigacin	 de	 las	 obras	 de	
Gombrowicz.	
	
	
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	                                               61	
	
TRANS-ATLNTICO:	LA	DESTRUCCIN	DEL	HROE	MASCULINO	Y	NACIONAL	
Mara	Rosa	Lojo	
	
	
Desde	 su	 mismo	 ttulo,	 Trans-Atlntico	 se	 propone	 como	 texto	 de	 cruce:	 trnsito	 del	
Ocano,	y	trnsito	cultural	del	homoviator.24	Un	libro-vitico,	que	incluye	la	parodia	del	
sentido	religioso	del	trmino.	El	Vitico,	se	sabe,	es	el	ltimo	de	los	sacramentos:	el	que	
se	administra	a	los	enfermos	para	auxiliarlos	en	el	viaje	definitivo	que	los	llevar	de	este	
mundo	terrenal	a	ese	Otro,	invisible,	que	les	promete	la	fe.	El	que	sube	a	tal	vitico,	en	
Trans-Atlntico,	 deja	 su	 mundo	 para	 ingresar	 en	 otro	 a	 la	 vez	 exticamente	 distinto	 y	
peligrosamente	parecido.	Y	termina	desertando	no	solo	de	un	pas,	su	pas,	sino	de	todo	
credo	 nacional/nacionalista,25	y	 de	 cualquier	 credo	 fundado	 en	 la	 visin	 heroica	 de	
Occidente.		
Los	peregrinos	que	arriban	en	el	Chrobry	no	se	ajustan	demasiado	a	lo	que	anticipa	el	
nombre	del	buque.	Chrobry	remite	al	rey	Boleslaw	I	Chrobry:	Boleslaw	I,	el	Bravo,	rey	
de	 Polonia,	 duque	 de	 Bohemia,	 gestor	 de	 la	 independencia	 polaca,	 gran	 guerrero	 y	
estadista.	Pero	la	delegacin	que	llega	al	Ro	de	la	Plata	en	vsperas	de	la	Segunda	Guerra	
Mundial	est	compuesta	solo	por	algunos	funcionarios	polticos	y	dos	hombrecitos	de	
letras,	pobrecitos,	apenas	creciditos	(11):	el	narrador	homodiegtico	y	otro	literato,	
Czeslaw	 Straszewicz,26	nombre	 que	 corresponde	 a	 un	 novelista	 polaco,	 compaero	 de	
travesa	 del	 autor	 Gombrowicz,	 cuyo	 nombre	 y	 apellido	 se	 mantienen	 en	 el	 personaje	
narrador.		
La	 ruptura	 de	 este	 con	 los	 otros	 pasajeros	 de	 la	 misma	 nacionalidad	 se	 produce	 en	
24 La figura de la vida como viaje y del ser humano como peregrino y caminante, dentro del
imaginario	cristiano,	se	halla	burlescamente	citada	ya	al	comienzo	del	libro:	Ay,	cunto	mejor	
sera	 no	 llevrmela	 a	 la	 Boca	 para	 evitar	 mi	 Condenacin	 eterna,	 mi	 Humillacin	 a	 lo	 largo	 del	
interminable	camino	de	esta	Vida	ma,	que	asciende	una	montaa	dura	y	fatigosa!	(Gombrowicz,	
1986:	 11).	 En	 los	 casos	 en	 los	 que	 se	 cite	 esta	 obra,	 de	 aqu	 en	 ms,	 solamente	 se	 pondr	 el	
nmero	de	pgina	entre	parntesis.	
25		 el	 problema	 se	 refiere	 no	 tanto	 a	 la	 relacin	 entre	 un	 polaco	 y	 Polonia,	 sino	 entre	 un	
Jeremi	 Stempowski	 (Rita	 Gombrowicz,	 2008:	 21).	 Fue	 Straszewicz	 quien	 tuvo	 la	 iniciativa	 del	
viaje	 y	 logr	 al	 parecer	 una	 invitacin	 de	 ltima	 hora	 para	 Witoldo.	 Al	 hacerse	 inminente	 la	
guerra	decide,	al	contrario	de	su	amigo,	volver	a	Polonia.	Una	fotocopia	de	la	lista	de	pasajeros,	
donde	 ambos	 figuran,	 puede	 verse	 en	 goo.gl/H4510D.	 Nuevas	 informaciones	 en	 cuanto	 a	 los	
motivos	 del	 viaje	 a	 la	 Argentina	 de	 Gombrowicz	 (el	 deseo	 previo	 de	 su	 familia	 de	 alejarlo	 del	
escenario	 blico)	 aparecen,	 segn	 la	 nota	 de	 Nstor	 Tirri	 en	 el	 diario	 Kronos,	 hasta	 ahora	 solo	
accesible	en	polaco	(goo.gl/8VvmGC).	
	                                                     62	
Buenos	 Aires,	 cuando	 el	 estallido	 de	 la	 Segunda	 Guerra	 Mundial	 se	 revela	 inevitable.	
Mientras	los	dems	deciden	volver	a	Europa,	Gombrowicz,	que	ha	ingresado	en	el	barco	
con	dos	maletas,	como	si	fuera	a	viajar	con	ellos,	vuelve	a	tierra	sin	mirar	atrs	mientras	
pronuncia	una	extensa	Maldicin:		
	
             Marchad	 a	 vuestra	 santsima	 y	 tal	 vez	 tambin	 Maldita	 nacin!	 Volved	 a	
             ese	Santo	Monstruo	Oscuro	que	est	reventando	desde	hace	siglos	sin	poder	
             acabar	 de	 reventar!	 Volved	 a	 ese	 Santo	 Engendro	 vuestro,	 maldito	 por	 la	
             Naturaleza,	que	no	ha	dejado	un	solo	momento	de	nacer	y	que,	sin	embargo,	
             contina	 Nonato!	 Marchad,	 marchad,	 para	 que	 l	 no	 os	 deje	 ni	 Vivir	 ni	
             Reventar	y	os	mantenga	siempre	entre	el	Ser	y	la	Nada!	(15)		
	
Pero	 el	 autoexiliado	 no	 podr	 desligarse	 de	 la	 Maldita	 nacin	 por	 el	 solo	 hecho	 de	
haberse	 quedado	 en	 suelo	 argentino.	 Aqu	 ver	 reproducirse	 los	 ritos	 nacionalistas,	
cuyas	 mscaras	 se	 exhiben	 con	 despiadado	 relieve,	 en	 clave	 caricaturesca,	 deformadas	
como	espejos	de	feria.	
	
	
Hroes,	padres	y	monstruos	
	
Personajes	 polacos	 y	 argentinos	 conviven	 en	 la	 farsa	 delirante	 desarrollada	 en	 Trans-
Atlntico.	 Ms	 que	 individuos,	 la	 mayora	 representa	 tipos	 y	 estamentos	 sociales.	
Aparecen	el	cuerpo	diplomtico	y	el	empresariado	polaco	(el	Barn,	Pyckal	y	Ciumkala),	
los	 pequeos	 empleados	 a	 su	 servicio,	 los	 intelectuales	 argentinos,	 los	 Muchachos,	
proletarios	y	marineros,	los	servidores	del	rico	Gonzalo.	La	Embajada,	la	Oficina,	el	Saln	
de	 baile	 plebeyo,	 el	 Parque	 de	 Diversiones,	 el	 Palacio	 y	 la	 Estancia	 son	 los	 escenarios	
donde	desplegarn	sus	actuaciones.		
La	 impostacin,	 la	 exhibicin,	 la	 retrica	 hueca,	 caracterizan	 el	 lenguaje	 corporal	 y	
verbal	 en	 los	 entornos	 de	 la	 Embajada	 y	 entre	 los	 intelectuales.	 La	 prepotencia	 y	 la	
vulgaridad	 dominan	 en	 el	 mbito	 de	 los	 empresarios	 que	 invaden	 y	 hostigan,	
amedrentan	y	atormentan,	en	busca	del	verdadero	poder	sobre	las	vidas	de	los	dems.	
Un	poder	que	se	terminar	vinculando,	de	manera	estrecha,	con	la	retrica	de	la	Patria	y	
la	necesidad	de	fabricar	hroes	a	travs	de	la	crueldad.	
El	narrador,	arrinconado	en	un	hotel	barato	durante	el	da,	humillado	y	maltratado	por	
los	 Empresarios,	 exhibido	 por	 su	 Embajada	 en	 las	 recepciones	 nocturnas	 con	 el	
supuesto	estatuto	de	Gran	Escritor	que	debe	mostrar	superioridad	frente	a	los	nativos,	
se	 siente	 excluido	 de	 todo	 amparo	 y	 tambin	 de	 toda	 pertenencia.	 Despus	 de	 un	
encuentro	 con	 celebridades	 locales	 de	 la	 cultura,	 que	 desfilan	 como	 pavos	 reales,	 el	
	                                                63	
escritor	polaco	huye	del	agasajo	protocolar	y	se	convierte	en	merodeante	por	las	calles	y	
las	 zonas	 de	 reunin	 plebeya	 que	 menciona	 especialmente	 Gombrowicz	 en	 su	 Diario	
argentino.		
En	 este	 paseo	 nocturno	 comienza	 a	 sabotearse,	 de	 manera	 activa,	 el	 proceso	 de	
construccin	 del	 hroe	 masculino	 y	 nacional,	 mediante	 el	 surgimiento	 de	 un	 tringulo	
que	 se	 mantendr	 como	 eje	 semntico	 durante	 el	 resto	 de	 la	 novela.	 En	 uno	 de	 los	
vrtices	est	Gonzalo	Andes:	un	argentino	al	que	Gombrowicz	ha	visto	ya	en	el	cctel	de	
la	Embajada	y	que	se	pone	a	caminar	junto	a	l,	provocando	su	vergenza.	Es	que	no	se	
trata	de	un	ser	normal,	sino	de	un	producto	de	la	degradacin	de	la	Humanidad	(49),	
que	 contamina	 de	 escarnio	 a	 su	 ocasional	 compaero.	 As	 se	 lo	 describe	 con	 humor	
revulsivo:		
	
               Aquel	que	a	mi	lado	Caminaba	y	a	cuyo	lado	yo	Caminaba	no	era	Toro,	sino	
               Vaca	 ()	 Al	 ver	 aquellos	 labios	 que	 a	 pesar	 de	 ser	 Masculinos	 sangraban	
               rouge	 femenino,	 no	 pude	 tener	 la	 menor	 duda	 de	 que	 el	 destino	 me	 haba	
               unido	con	un	Puto.	Y	con	l	haba	yo	Caminado,	habamos	caminado	juntos	
               delante	de	todos,	como	si	para	siempre	me	hubiera	esposado	con	l.	(49)	
	
Pero	pronto	aparecer	el	verdadero	objeto	de	deseo	del	Puto:	un	joven	marinero,	rubio	
y	 hermoso.	 En	 el	 tercer	 vrtice	 del	 tringulo	 se	 ubica	 el	 Padre	 del	 joven,	 que	 en	 todo	
momento	 tratar	 de	 impedir	 la	 seduccin	 del	 Hijo	 por	 parte	 de	 Gonzalo.	 Esa	 pugna	
proporcionar	el	combustible	narrativo,	as	como	el	nudo	simblico	del	relato.	Entre	los	
tres	puntos	de	la	trada	oscilar	continuamente	el	narrador,	sin	decidir	del	todo	a	quin	
comprometer	 su	 lealtad,	 aunque,	 presionado	 por	 Gonzalo,	 accede,	 en	 un	 principio,	 a	
desempearse	ante	el	Hijo,	como	celestino	o	alcahuete	del	deseo	homosexual.	
La	 trinidad	 se	 deja	 leer,	 de	 manera	 muy	 productiva,	 desde	 el	 modelo	 metafrico	
propuesto	por	el	socilogo	Enrique	Gil	Calvo	en	Mscaras	masculinas	para	ilustrar	los	
diversos	 prototipos	 de	 masculinidad	 que	 predominan	 en	 las	 sociedades	 de	 tradicin	
occidental,	es	decir,	de	origen	grecorromano	y	judeocristiano	(Gil	Calvo,2006:	109):	el	
tringulo	del	Patriarca	(padre),	el	Hroe	(hijo)	y	el	Monstruo,	que	se	corresponde	a	su	
vez	 con	 el	 tringulo	 culinario	 de	 Lvi-Strauss;	 por	 eso	 Gil	 Calvo	 lo	 llama	 (con	 una	
irreverencia	 que	 le	 hubiese	 gustado	 a	 Gombrowicz)	 tringulo	 masculinario.	 Al	
Patriarca	 se	 le	 asigna	 lo	 Cocido,	 al	 Hroe,	 lo	 Crudo,	 y	 al	 Monstruo,	 lo	 Podrido.	 El	
Patriarca,	 hombre	 en	 su	 plenitud	 consolidada,	 ahora	 dispone	 del	 capital	 material	 y	
simblico,	administra	y	ordena,	concede	y	quita;	el	hroe	an	no	llega	a	la	masculinidad	
cabal;	tiene	que	probarse	como	varn.	El	Monstruo	es	un	varn	degenerado,	echado	a	
perder,	fuera	de	las	reglas	y	que	(en	su	variante	homosexual)	transgrede	la	frontera	de	
los	gneros.	Es	el	tercero	en	discordia	entre	el	Padre	y	el	Hijo;	el	hroe	debe	optar	entre	
	                                                64	
ambos.		
La	hibridez	y	la	excepcionalidad	distinguen	al	monstruoso	Gonzalo:	ni	l	ni	Ella,	descrito	
a	menudo	con	metforas	animales,	tena	el	aspecto	de	una	Criatura	Extraa	y	no	de	un	
ser	 humano	 (54).	 No	 solo	 es	 inclasificablemente	 afeminado,	 sino	 que	 concentra	
significativos	 rasgos	 tnicos	 negados	 por	 el	 ethos	 argentino	 oficial	 del	 orden	
conservador.	Aunque	pertenece	a	la	clase	dominante,	es	un	mestizo	de	piel	oscura,	un	
Portugus	 nacido	 en	 Libia	 de	 madre	 persa	 o	 turca	 (50)	 y	 oculta	 su	 fortuna	 de	 sus	
amantes	 ocasionales,	 viviendo	 y	 vistindose	 como	 si	 fuera	 su	 propio	 lacayo,	 para	 no	
correr	el	riesgo	de	ser	despojado.	En	algn	sentido	ha	logrado	el	ideal	de	confraternizar	
con	 el	 pen,	 anhelado	 por	 Polilla	 en	 Ferdydurke.	 El	 conflicto	 que	 se	 plantea	 entre	 el	
Padre	y	el	Monstruo	y	cuyo	trofeo	es	el	Hijo	tiene	implicaciones	en	diversos	planos.	Si	la	
seduccin	intentada	por	Gonzalo	alcanza	xito,	no	solo	el	Hijo	se	transformar	en	otro	
Monstruo,	sino	que	no	podr	convertirse	en	Hroe	nacional.	En	efecto,	la	intencin	del	
Padre	es	que	el	Hijo	se	embarque	lo	antes	posible	hacia	el	terreno	de	la	guerra.27	
Como	Jess,	Ignacy	es	el	Hijo	Unignito	de	su	Padre	y	tambin	ser	sacrificado	segn	el	
mandato	del	Filicidio	que,	para	Rascovsky	y	otros,	se	halla	en	la	base	de	nuestra	cultura:	
Todos	 los	 mitos	 referidos	 a	 hroes	 los	 muestran	 inicialmente	 condenados	 por	 sus	
padres	o	sustitutos	a	un	destino	fatal	(Rascovsky,	1973:	60);	Por	ello	hemos	afirmado	
que	desde	los	tiempos	ms	remotos	la	guerra	representa	la	pira	sacrificial	en	la	que	se	
consuma	la	matanza	de	los	hijos	(Rascovsky,	1973:	62).	
Frente	al	Filicidio	establecido,	Gonzalo	proclama	la	Filiatria	(75),	que	abomina	del	honor	
y	del	Padre	en	pro	de	los	derechos	del	Hijo,	y	descarta	la	vieja	Patria,	en	nombre	de	lo	
Desconocido	 (74)28	y	 de	 lo	 Nuevo.	 La	 desviacin	 del	 Monstruo	 es	 mucho	 ms	 que	
sexual.	 Replantea,	 desde	 sus	 bases,	 el	 orden	 de	 la	 cultura.	 Significa	 el	 verdadero	
Progreso.		
	
              S	que	me	consideras	un	Monstruo	me	dijo,	pero	voy	a	lograr	que	tomes	
              partido	 por	 m	 contra	 aquel	 Padre	 y	 que	 consideres	 a	 todos	 mis	 iguales	
              como	 la	 Sal	 de	 la	 Tierra.	 Dime,	 no	 aceptas	 ningn	 Progreso?	 ()	 Cmo	
              puedes	 aspirar	 a	 algo	 Nuevo	 mientras	 pones	 toda	 tu	 fe	 en	 lo	 Viejo?	 As	 el	
              Viejo	Padre	deber	mantener	siempre	a	su	hijo	joven	bajo	su	ltigo	paterno.	
              Y	 debe	 aquel	 joven	 obedecer	 eternamente	 todo	 lo	 que	 le	 ordene	 su	 Seor	
              Padre?	 Dadle	 al	 Joven	 un	 poco	 de	 respiro,	 soltadlo,	 dejadlo	 que	 brinque	
              libremente!	(73)	
	
27 El Viejo me dijo que iba a enviar a su nico Hijo al Ejrcito y que si no lograba llegar hasta la
Nacin,	se	enrolara	en	Inglaterra	o	Francia	para	darle	zarpazos	al	enemigo	aunque	fuera	por	ese	
lado	(64).	
28	Hay	 que	 liberar	 a	 los	 Muchachos	 de	 la	 jaula	 paterna,	 que	 corran	 un	 poco	 por	 tierras	 sin	
	                                                   65	
          El	 hijo,	 el	 hijo	 es	 lo	 nico	 que	 interesa!	 Para	 qu	 sirve	 la	 Patria?	 No	 es	
          mejor	la	Filiatria?	Sustituye	la	Patria	por	la	Filiatria	y	vers	lo	que	es	bueno!	
          (74)	
Cmo	se	fabrica	un	hroe		
	
La	 visin	 del	 hroe	 que	 Trans-Atlntico	 propone	 se	 halla	 muy	 lejos	 de	 su	 dimensin	
mtica	 como	 figura	 creadora	 y	 salvadora	 de	 la	 comunidad,	 que	 pusieron	 de	 manifiesto	
estudiosos	como	Joseph	Campbell,	o	de	la	concepcin	de	los	hroes	como	delegados	del	
espritu	divino	y	motores	de	la	Historia,	exaltada	por	el	romntico	Carlyle	(1999).		
En	 las	 antpodas	 del	 mito	 y	 de	 la	 pica	 patria,	 el	 hroe	 exhibido	 y	 denunciado	 por	
Gombrowicz	es	en	realidad	un	asesino	muerto	de	miedo,	al	que	se	entrena	mediante	la	
(auto)represin	masoquista	y	la	tortura	de	los	dems.		
El	 herosmo	 del	 guerrero	 se	 intenta	 cultivar	 y	 practicar	 en	 la	 novela	 segn	 dos	
modelos	fundamentales.	Uno	proviene	de	la	vieja	tradicin	caballeresca	embellecida	por	
la	leyenda.	Es	el	Duelo,	al	que	desea	recurrir	Tomasz,	padre	de	Ignacy,	para	proteger	el	
honor	de	 su	 hijo,	 amenazado	 por	 el	 asedio	del	 Monstruo	y	su	llamado	a	la	libertad	del	
Deseo.29	Como	seala	Gil	Calvo:		
	
               	el	duelo	a	espada	o	pistola	es	la	institucin	heroica	por	antonomasia,	cuyo	
               apogeo	coincide	con	el	declive	del	Antiguo	Rgimen	que	puso	fin	al	barroco	
               absolutismo	heroico	(Gil	Calvo,	2006:	154)	
	
La	 intencin	 de	 batirse	 a	 Duelo	 aparece	 en	 Tomasz	 en	 el	 Saln	 de	 baile,	 ante	 los	
reiterados	brindis	de	Gonzalo	dirigidos	hacia	su	mesa,	que	tienen	como	destinatario	al	
Hijo.	 Pero	 su	 mismo	 rival	 se	 convierte	 en	 obstculo	 para	 la	 contienda,	 revelndose,	
segn	 los	 cnones	 patriarcales,	 como	 indigno	 e	 inepto:	 ablandado	 (sic)	 por	 el	 miedo,	
Gonzalo	 bebe	 ya	 solo	 por	 puro	 terror	 (67),	 y,	 en	 una	 escena	 pardica	 de	 gran	
comicidad,	se	va	convirtiendo	en	Mujer,	colocndose	de	este	modo	fuera	de	todo	duelo	
posible	con	un	Hombre,	hasta	que	arroja	a	la	cabeza	de	Tomasz	el	tarro	vaco	de	bebida	
y	abandona	el	Saln.	La	cabeza	del	viejo	sangra,	evocando	en	el	narrador	la	sangre	que	
se	est	vertiendo	en	la	verdadera	guerra,	ms	all	del	Ocano.30	
Imposible	no	pensar,	por	otro	lado,	en	el	culto	del	coraje	gauchesco	y	arrabalero	que	por	
aquellos	 aos	 Borges	 se	 dedicaba	 a	 mitificar	 y	 que	 alcanza	 probablemente	 su	 apogeo	
literario	en	el	antolgico	cuento	El	Sur	(Ficciones,	1944).	No	es,	por	cierto,	el	primero	
29 El Monstruo, insiste Gil Calvo, es de algn modo el buen salvaje y el perverso polimorfo
sangre	 que	 se	 derramaba	 all	 lejos!	 Sacudido	 por	 el	 dolor	 en	 mi	 cama,	 presenta	 que	 la	 sangre	
derramada	 aqu,	 engendrada	 en	 otra	 sangre,	 me	 conducira	 a	 una	 sangre	 an	 ms	
aterrorizadora	(69).	
	                                                    66	
ni	el	ltimo	de	los	duelos	que	Borges	construye	en	su	poesa	y	en	su	narrativa,	y	no	est	
de	ms	recordar	que	los	intentos	de	seduccin	de	Gonzalo,	dirigidos	hacia	la	mesa	donde	
se	encuentra	su	efebo,	comienzan	exactamente	del	mismo	modo	que	las	provocaciones	
burlonas	de	los	gauchos,	apuntadas	al	soador	Juan	Dahlmann:		
	
              Y	dale	llamar	al	camarero,	darle	palmadas	amistosas,	pedir	ms	vino	y	hacer	
              y	tambin	disparar	bolitas	de	pan,	saludando	con	risas	estentreas	aquellos	
              caprichos	suyos.	(57)	
              	
A	 la	 maana	 siguiente,	 ante	 la	 necesidad	 de	 tapar	 el	 escndalo,	 el	 indignado	 padre	
decide	desafiarlo	formalmente:		
	
              	no	me	queda	otro	remedio	sino	batirme	con	l	a	tiros,	para	que	el	asunto	
              quede	 arreglado	 virilmente	 entre	 Machos.	 Yo	 voy	 a	 hacer	 de	 l	 un	 Macho,	
              para	que	no	digan	que	un	Puto	anda	detrs	de	mi	hijo!	(70)	
	
Hay	 que	 nombrar	 padrinos,	 y	 Gombrowicz	 personaje,	 otra	 vez	 mediador,	 recurre	 a	 los	
venales	 y	 tambin	 brutales	 empresarios:	 el	 Barn,	 Pyckal	 y	 Ciumkala.	 Aunque	 al	
principio	 se	 niegan	 a	 ser	 padrinos	 en	 un	 duelo	 donde	 interviene	 un	 Puto,	 finalmente	
aceptan	 ante	 la	 perspectiva	 de	 ventajas	 econmicas,	 ya	 que,	 por	 pedido	 de	 Gonzalo,	 el	
duelo	 ser	 fingido,	 sin	 balas.	 Luego	 la	 misma	 Embajada	 toma	 cartas	 en	 el	 asunto	 y	 el	
combate	se	convierte	en	la	representacin	de	la	causa	nacional,	en	la	gran	oportunidad	
de	demostrar	el	Herosmo	polaco,	y	de	vencer	a	las	Potencias	Infernales	(82).	Todos	se	
trasladan	a	la	estancia	de	Gonzalo,	que	se	ha	fijado	como	sitio	del	lance	de	honor.	
Pero	el	falso	duelo,	que	es	a	primera	sangre,	se	prolonga	indefinidamente,	ya	que	no	
hay	 balas	 autnticas.	 Cuando	 el	 narrador	 termina	 revelando	 la	 verdad	 a	 Tomasz,	 este	
decide	lavar	la	ofensa	matando	a	su	propio	hijo.	Se	desnudan,	entonces,	sus	verdaderos	
motivos;	es	que,		
	
              	al	haber	disparado	contra	el	Puto	con	su	revlver	vaco	se	converta	en	un	
              Viejito	 Vaco,	 o	 tal	 vez	 en	 un	 Viejito	 infantil	 al	 que	 lo	 ms	 adecuado	 sera	
              darle	papilla	a	la	hora	de	comer,	o	encargarle	que	despioje	a	los	nios	()	Y	
              al	matar	a	su	Hijo,	al	cometer	aquel	horrible	Filicidio,	quera	matar	en	s	al	
              Viejecito	 Vaco	 y	 convertirse	 en	 un	 Viejo	 sanguinario,	 Terrible,	 y	 con	 aquel	
              Viejo	quera	Aterrorizar,	Espantar.	(112)		
	
El	 miedo	 a	 la	 propia	 debilidad,	 a	 la	 vulnerabilidad	 secreta,	 es	 lo	 que	 oculta	 la	 mscara	
terrible	del	hroe	masculino.	Sin	embargo,	el	Puto,	aparente	Monstruo,	es	capaz	de	otra	
heroicidad	altruista	que	no	consiste	en	el	exterminio	del	otro,	sino	en	la	salvacin	de	la	
vida	del	amado.	As	sucede	cuando	Gonzalo	se	enfrenta	a	una	jaura	que	ataca	a	Ignacy,	
	                                                 67	
logrando	entonces,	por	corto	tiempo,	una	tregua	con	el	Padre.	
El	otro	modelo	de	construccin	de	la	heroicidad	nacional	heteromasculina	ya	no	apela	al	
glamour	 nobiliario	 del	 duelo	 singular.	 Sus	 referentes	 son	 el	 calabozo	 y	 el	 campo	 de	
concentracin,	y	su	laboratorio	se	halla	en	el	stano	de	la	estancia.	Sus	regentes	son	los	
tres	empresarios,	que	llevan	espuelas	atadas	a	las	botas,	y	que	son	manipulados	por	el	
antes	 bondadoso	 Contable	 de	 la	 empresa.	 Witold,	 torturado	 primero	 por	 los	 cofrades,	
ahora	 forma	 tambin	 parte	 de	 la	 grotesca	 Orden	 de	 Caballeros	 de	 la	 Espuela,	 cuya	
misin	es	mantener	bajo	control	a	los	que	van	cayendo	en	el	stano	tarde	o	temprano.	
Pero	 todos	 estn	 presos	 sin	 llaves	 ni	 cerrojos,	 aun	 los	 dominadores,	 que	 se	 agreden	
mutuamente	con	las	espuelas	ante	el	menor	intento	de	fuga.		
La	llamada	Trampa	de	la	Espuela	ha	sido	idea	del	antes	anodino	e	inofensivo	Contable,	
para	autoconstruirse	como	hroe	poderoso.		
	
             El	Contable	me	dijo	que	cuando	estall	la	guerra,	en	medio	del	fragor	de	los	
             Disparos,	del	Trueno	de	los	caones	y	los	Gemidos,	los	Gritos,	la	Matanza	y	
             el	Saqueo,	su	propia	Bondad,	as	como	la	Debilidad,	la	Mezquindad	de	todos	
             los	 Compatriotas	 le	 llegaron	 a	 parecer	 tan	 repugnantes	 que	 se	 propuso	
             realizar	una	Unin	por	el	Dolor	y	el	Sufrimiento,	el	Martirio	y	el	Horror	()	
             Oh,	 Poder,	 Poder,	 Poder,	 necesitamos	 ser	 Poderosos!	 Decid	 caer	 tambin	
             yo	en	esta	Trampa,	y	ahora	sufro	y	me	asusto	de	m	mismo,	me	violento	a	m	
             mismo,	 me	 transformo	 de	 Contable	 en	 Gigante	 Oh	 el	 Poder,	 el	 Poder,	 el	
             Poder!	Que	tiemble	la	Naturaleza,	que	tema	el	Enemigo!	Hemos	violentado	
             la	 Naturaleza,	 nos	 hemos	 violentado	 a	 nosotros	 mismos,	 y	 al	 Destino	 y	 al	
             mismo	 Dios	 para	 que	 todo	 cambie!	 Para	 que	 nadie	 se	 aproveche	 ya	 de	
             nuestra	 Bondad	 debemos	 ser	 Terribles!	 Por	 eso	 os	 atrap	 y	 ca	 de	 propia	
             voluntad	 en	 la	 Trampa,	 y	 os	 torturo	 y	 no	 dejar	 de	 Torturar	 porque	 me	 es	
             imposible	(129)	
	
Aqu	 otra	 vez	 parece	 inevitable	 volver	 a	 Borges;	 ahora	 por	 las	 teoras	 expuestas	 en	
Deutsches	Requiem,	cuento	publicado	en	El	Aleph	(1949),	donde	el	presunto	hombre	
superior	 de	 la	 cultura	 aria,	 solo	 puede	 llegar	 a	 serlo	 aniquilando	 su	 propia	 piedad	 y	
autoaniquilndose.	Por	otro	lado,	la	tesis	de	la	heroicidad	como	fruto	de	la	cobarda	se	
formula	detalladamente	en	el	Diario	argentino	de	Gombrowicz,	con	relacin	al	nazismo.	
Hitler	no	hubiese	sido	hroe	de	no	haber	sido	cobarde.	La	violencia	ms	alta	fue	la	que	
se	 infligi	 a	 s	 mismo	 transformndose	 en	 Poder	 imposibilitndose	 la	 debilidad	
cortndose	 la	 retirada	 (185).	 Una	 masa	 de	 seguidores	 ntimamente	 aterrorizados,	
guiados	por	un	jefe	que	no	lo	est	menos,	avanza	sin	retorno,	cruzando	todos	los	lmites,	
hundindose	 en	 la	 crueldad	 como	 una	 prueba	 definitiva	 de	 la	 capacidad	 para	 vivir	
(184).	 Al	 igual	 que	 los	 entrampados	 en	 el	 stano,	 nadie	 puede	 salir	 de	 la	 trampa	
ideolgica	que	el	lder	ha	construido.		
	
	                                               68	
	
	
Del	asesinato	a	la	risa	
	
Pero	en	Trans-Atlntico,	que	es	una	farsa	sobre	la	Historia,	y	no	su	tragedia,	s	es	posible	
escapar	 mediante	 el	 deseo	 y	 la	 risa.	 El	 deseo	 por	 el	 Hijo	 lleva	 a	 Witoldo	 a	 inventar	
ardides	 para	 salir	 al	 exterior.	 Lanza	 la	 propuesta	 del	 Filicidio:	 matar	 al	 Hijo,	 sin	 causa	
alguna,	y	al	Contador	le	parece	lo	suficientemente	infernal	como	para	salir	a	realizarla.	
Finalmente	Witoldo	se	deshace	del	Contable	y	queda	libre	para	buscar	al	Hijo.		
Encuentra	a	Ignacy	y	a	su	doble,	el	joven	Horacio,	jugando	a	la	pelota	en	un	interminable	
Bum-Bam.	El	plan,	ahora	inverso	y	tramado	por	Gonzalo,	en	favor	de	la	Filiatria,	es	que	
el	Hijo	mate	al	padre	sin	darse	cuenta,	con	uno	de	los	golpes	de	la	pelota,	mientras	que	el	
Padre	 sigue	 an	 pensando	 en	 perpetrar	 el	 Filicidio.	 Sin	 embargo,	 ninguna	 de	 las	 dos	
cosas	sucede.		
En	las	escenas	finales	el	Embajador	polaco	llega	a	la	estancia	con	un	grupo	de	invitados,	
en	 un	 festejo	 absurdo	 que	 no	 hace	 sino	 ocultar	 la	 derrota	 sufrida	 por	 Polonia	 en	 la	
guerra.	 Los	 empresarios	 y	 el	 Contable,	 montados	 unos	 sobre	 otros,	 espolendose	
mutuamente,	 acechan	 en	 los	 matorrales,	 con	 la	 intencin	 de	 atacar	 a	 los	 que	 celebran.	
En	medio	del	baile	general,	sigue	oyndose	el	Bum-Bam	de	la	pelota	y	Tomasz,	el	Padre,	
cae	al	suelo.	Va	a	consumarse	por	fin,	el	crimen	esperado,	esta	vez	como	Parricidio?	
Pero	no	hay	crimen.	Hay	risa.	Una	risa	impersonal	que	se	apodera	de	todos	y	que	llena	el	
Vaco	 atroz	 de	 la	 falta	 de	 sentido	 muchas	 veces	 mentado	 en	 la	 narracin.	 El	 Hijo	 es	
libre,	 tanto	 del	 Padre,	 como	 de	 Gonzalo.	 Ni	 Hroe	 ni	 Monstruo,	 libre	 en	 su	 bella,	
despreocupada	 inmadurez,	 entregado	 al	 Juego.	 Lo	 terrible	 se	 neutraliza,	
carnavalescamente,	con	las	mscaras	que	ren	sin	cesar,	bumbameando	en	el	vaivn	de	
la	pelota.		
As,	 en	 Trans-Atlntico,	 Gombrowicz	 destruye	 la	 sublimidad	 y	 la	 legitimidad	 del	 mito	
heroico	que	sustenta	el	orgullo	de	las	naciones,	y	justifica	el	envo	de	los	varones	jvenes	
a	los	mataderos	del	combate	para	esconder	el	miedo	devastador	de	sus	lderes	a	la	vida.	
A	 la	 visin	 por	 momentos	 fatal	 y	 romntica	 del	 culto	 del	 coraje	 viril	 que	 recorre,	
ambivalente,	 las	 ficciones	 de	 un	 Borges	 destinado	 a	 consagrarse	 como	 el	 mximo	
escritor	 argentino,	 el	 polaco	 exiliado	 de	 su	 guerra	 y	 de	 todas	 las	 guerras	 opone	 la	
parodia	 ms	 custica	 donde	 las	 nicas	 chispas	 de	 lirismo	 se	 encienden,	 a	 veces	 como	
pequeas	 luces	 o	 guios	 amables,	 en	 homenaje	 a	 los	 derechos	 del	 Hijo	 y	 a	 la	 amplitud	
posible	de	su	deseo.	
	
	                                                 69	
	
	
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	                                            70	
	
TRANS-ATLNTICO:	GOMBROWICZ	DE	LA	NOVELA	AL	TEATRO	
Mariana	Cerrillo	
	
	
Introduccin:	de	la	palabra	al	cuerpo	
	
La	 obra	 Trans-Atlntico,31	transposicin	 de	 la	 novela	 homnima,	 a	 cargo	 de	 Adrin	
Blanco	 y	 Hugo	 Dezillio,	 estrenada	 en	 el	 Teatro	 Nacional	 Cervantes	 en	 2009,	 es	 un	
planteo	rico	y	mltiple	sobre	la	figura	de	Gombrowicz.	Las	problemticas	tratadas	en	la	
novela,	el	estilo	del	escritor	y	su	propia	figura	parecen	ser	los	tres	pilares	de	inters	para	
Blanco,	quien	escribe	un	texto	dramtico	a	partir	de	fuentes	diversas	que	logran	aportar	
un	giro	ms	completo	a	la	construccin	de	un	nuevo	Gombrowicz,	sin	perder	de	vista	el	
texto	fuente.	
El	personaje,	un	poco	real,	ficcional	y	mtico,	en	definitiva,	esquivo,	se	materializa	en	la	
heterogeneidad	de	recursos	y	aspectos	de	la	obra,	que	traen	a	cuenta	no	solo	la	palabra	
narrativa	 sino	 el	 cuerpo	 en	 la	 escena,	 un	 cuerpo	 vivo	 que	 aglutina	 el	 hbrido	 textual,	 y	
que	constituye	una	novedad,	un	plus,	respecto	de	la	novela.	
Cmo	 logra	 Blanco	 dar	 cuerpo	 no	 solo	 al	 personaje	 de	 Gombrowicz,	 sino	 tambin	
recrear	 plsticamente	 el	 estilo	 narrativo	 y	 la	 esttica	 del	 autor?	 Cmo	 llega	 Trans-
Atlntico	a	volverse	acto	y	presencia	en	sus	mltiples	y	desbordantes	dimensiones?		
	
	
La	transposicin	de	la	novela	al	teatro	
	
El	concepto	de	hipertextualidad	propuesto	por	Gerrd	Genette	en	Palimpsestos	seala	
que	 a	 partir	 de	 ciertas	 operaciones	 de	 transformacin	 sobre	 un	 texto	 A	 o	 hipotexto	 se	
produce	o	deriva	un	texto	B	o	hipertexto,	que	entra	en	relacin	con	el	texto	fuente	pero	
que	 es	 distinto	 de	 l.	 Entendemos	 que	 la	 transposicin	 es	 una	 de	 las	 formas	 de	 la	
hipertextualidad,	puesto	que	se	trata	de	operaciones	de	pasaje	entre	literatura	y	teatro	
(Fernndez	Chapo,	2009),	es	decir,	una	relacin	de	reescritura	entre	textos	de	diferente	
gnero	(a	diferencia	de	la	adaptacin	que	se	trata	de	una	reescritura	intragenrica).	Son	
31	Transposicin:	 Adrin	 Blanco,	 Hugo	 Dezillio.	 Actan:	 Norberto	 Amato,	 Manuel	 Bello,	 Diego	
Benedetto,	 Pablo	 De	 Nito,	 Ral	 Alejandro	 Deymonnaz,	 Gustavo	 Manzanal,	 Alejandro	 Molina,	
Omar	 Sucari.	 Diseo	 de	 vestuario	 y	 escenografa:	 Marta	 Albertinazzi.	 Diseo	 de	 luces:	 Leandra	
Rodrguez.	 Musicalizacin	 y	 msica	 original:	 Carlos	 Ledrag.	 Asistencia	 de	 direccin:	 Adriana	
Pizzino.	Direccin:	Adrin	Blanco.	
	                                                  71	
muchos	 los	 aspectos	 que	 posicionan	 a	 la	 novela	 Trans-Atlntico	 como	 texto	 base	 o	
hipotexto	(la	explicitacin	de	la	fuente	en	el	programa	de	mano	y	de	la	intencionalidad	
del	 director	 respecto	 de	 trabajar	 sobre	 la	 textualidad	 de	 la	 novela;	 la	 conservacin	 del	
nombre;	la	enorme	similitud	entre	ambas	obras,	entre	otros),	pero	no	por	ello	dejamos	
de	 considerar	 que	 la	 obra	 teatral	 Trans-Atlntico	 dispuso	 de	 sus	 propios	
procedimientos	 creativos	 especficos	 del	 mbito	 teatral	 y	 es	 en	 s	 misma,	
independientemente	 de	 la	 novela,	 un	 producto	 artstico	 acabado	 y	 autnomo	 que	
produce	sus	propias	significaciones.	
La	obra	teatral	est	creada	a	partir	de	la	novela	Trans-Atlntico,	escrita	en	1949/1950	y	
publicada	 en	 1951.	 En	 ella	 el	 personaje	 principal,	 llamado	 Gombrowicz,	 llega	 a	 la	
Argentina	 y	 decide,	 tras	 la	 ocupacin	 nazi	 en	 Polonia,	 quedarse.	 La	 novela,	 a	 la	 que	
podramos	 catalogar	 de	 autoficcin	 por	 los	 estrechos	 contactos	 con	 la	 vida	 real	 del	
escritor,	desarrolla	ciertas	peripecias	que	el	protagonista	vive	en	su	estada	en	el	pas,	a	
partir	de	las	cuales	se	translucen	sus	principales	preocupaciones	temticas	y	filosficas:	
la	 conflictiva	 relacin	 entre	 el	 individuo	 y	 la	 idea	 de	 Nacin,	 la	 afirmacin	 de	 la	
identidad,	 y	 el	 tema	 de	 la	 inmadurez	 y	 la	 forma.	 Pero	 adems,	 en	 el	 proceso	 de	
reescritura,	Blanco	ha	recurrido	a	otro	tipo	de	materiales	como	el	prlogo	de	la	novela	y	
el	 Diario,	especie	 de	 autobiografa	 que	 Gombrowicz	 traza	 incluso	 durante	 sus	 aos	 en	
Argentina,	sealando	reflexiones,	crticas	y	vivencias	personales.	
En	 la	 versin	 teatral	 de	 Trans-Atlntico,	 la	 autoficcin	 y	 la	 autobiografa32	se	 rozan	
creando	 una	 zona	 mtica	 donde	 nace	 una	 nueva	 figura	 de	 Gombrowicz,	 esta	 vez	
construida	 por	 la	 mirada	 y	 el	 cuerpo	 del	 otro.	 Blanco	 recorta,	 reescribe,	 reinterpreta;	
Manzanal	 encarna,	 le	 presta	 su	 cuerpo	 a	 ese	 Gombrowicz	 ficcional/real	 que	 devino	
teatral.	Adems,	no	solo	se	rescata	del	hipotexto	al	personaje,	sino	tambin	al	escritor,	
ya	que	hay	una	clara	intencin	por	parte	de	Blanco	de	llevar	la	esttica	de	la	novela	a	la	
escena	 y	 las	 particularidades	 de	 su	 discurso	 narrativo,	 recreando	 as	 una	 nueva	
dimensin	del	autor.	
	
	
La	construccin	de	la	figura/personaje	de	Gombrowicz	en	la	escena	
	
Nos	 detendremos,	 ahora	 s,	 en	 el	 anlisis	 de	 la	 construccin	 del	 personaje	 en	 Trans-
Atlntico,	es	decir,	en	la	figura	de	Gombrowicz.		
De	 la	 literatura	 al	 teatro,	 el	 personaje	 de	 Gombrowicz	 sufre	 una	 trasformacin	 central	
	                                                72	
que	 tiene	 que	 ver	 con	 la	 especificidad	 de	 cada	 rea	 artstica:	 pasa	 de	 la	 palabra	 al	
cuerpo.	 Y	 en	 una	 nueva	 realidad	 tridimensional,	 otros	 recursos	 se	 ponen	 en	 juego	 que	
dan	vida	al	personaje	de	una	manera	particular.	Expresa	Dubatti:	
	
              	el	teatro	acontece	histricamente	en	las	coordenadas	espacio-temporales	
              de	la	empiria	cotidiana,	 pero	su	 medio	expresivo	(en	trminos	aristotlicos,	
              Potica)	son	las	acciones	corporales,	fsicas	y	fsicoverbales,	generadas	por	
              alguien	 con	 su	 cuerpo	 ante	 otro	 que	 observa	 (percibe,	 no	 solo	 mira)	 esas	
              acciones	 en	 presencia	 de	 l.	 Cuerpo	 y	 percepcin.	 El	 teatro	 es	
              acontecimiento	 corporal	 emprico	 en	 acto,	 hecho	 histrico	 de	 la	 vida	 que	
              puede	atestiguar	quien	lo	observa.	(Dubatti,	2007:	34)	
	        	
Este	 acontecimiento	 puramente	 corporal	 cuenta	 con	 otros	 recursos	 que	 no	 son	 los	
recursos	 de	 la	 literatura	 al	 momento	 de	 la	 creacin	 del	 hecho	 artstico.	 Explica	
Fernndez	Chapo	acerca	de	las	relaciones	entre	literatura	y	teatro:	
	
              La	 literatura	 dice,	 describe	 y	 narra.	 El	 teatro	 indefectiblemente	 muestra,	
              ofrece	 la	 experiencia	 viva.	 Se	 pasa	 de	 la	 dimensin	 nica	 del	 cdigo	
              lingstico	de	la	literatura	a	la	espesura	de	cdigos	que	representa	el	teatro.	
              El	objeto	escnico	es	tridimensional.	El	cdigo	lingstico	es	tan	solo	uno	de	
              los	muchos	que	interactan	en	la	produccin	semitica	del	acontecimiento	
              teatral,	 junto	 con	 el	 cuerpo	 de	 los	 actores,	 el	 vestuario,	 la	 escenografa,	 la	
              iluminacin,	la	musicalizacin,	el	maquillaje,	la	utilera,	etctera.	(Fernndez	
              Chapo,	2010:	19)	
	
Nos	 preguntamos	 entonces	 cmo	 se	 transforma	 una	 creacin	 literaria	 en	 una	 creacin	
de	 pura	 corporeidad	 y	 cmo	 logra	 Blanco	 llevar	 a	 la	 escena	 un	 nuevo	 personaje	
redimensionado,	que	tuvo	su	origen	en	la	palabra	escrita,	pero	que	sobre	el	escenario	se	
vuelve	otro,	ms	rico,	ms	significativo.		
	
Gombrowicz:	Ser	en	un	cuerpo	
	
El	 cuerpo	 es	 la	 esencia	 de	 la	 teatralidad.	 Sin	 actor,	 no	 hay	 presencia.	 Sin	 presencia,	 no	
hay	 teatro.	 Trans-Atlntico	 es	 una	 obra	 que	 por	 su	 trama	 autoficcional	 est	 construida	
sobre	la	figura	de	un	personaje	eje:	Gombrowicz.	Dicho	personaje	en	la	puesta	de	Blanco	
es	 encarnado	 por	 el	 actor	 Gustavo	 Manzanal,	 quien	 pareciera	 haber	 establecido	 un	
vnculo	muy	cercano	y	natural	con	el	personaje.		
Relata	 el	 actor	 que	 al	 momento	 de	 componer	 su	 personaje	 realiz	 un	 acercamiento	 a	
Gombrowicz	desde	sus	diversas	facetas,	que	tan	intrincadas	estn	en	la	construccin	de	
la	subjetividad	de	esta	figura	particular.	La	lectura	de	la	novela	fue	una	de	las	diversas	
puertas	 de	 acceso,	 adems	 de	 haber	 viajado	 a	 uno	 de	 los	 lugares	 donde	 Witold	 sola	
	                                                 73	
descansar	 y	 contactarse	 con	 su	 gente,	 tanto	 como	 entrar	 en	 contacto	 con	 su	 viuda	 por	
intermedio	del	director	de	la	obra,	y	reunirse	a	leer	el	Diario	del	autor,	como	un	modo	de	
acceder	a	una	visin	ms	completa.	Es	que	Gombrowicz	escritor	construye	de	s	mismo	
una	figura	compleja	y	confusa	donde	autor,	narrador	y	personaje	parecieran	ser	uno,	en	
cuya	interseccin	se	debate	el	hombre,	y	a	partir	de	este	entretejido	de	roles	nace	una	
obra	 ficcional	 con	 vetas	 autobiogrficas,	 que	 es	 su	 novela,	 y	 que	 corre	 paralela	 a	 una	
autobiografa	 ficcionalizada	 que	 es	 su	 Diario.	 El	 mismo	 Blanco	 seala	 que	 hay	 en	
Gombrowicz	un	germen	de	teatralidad	enorme	donde	l	acta	ms	como	personaje	que	
como	hombre	real	si	es	que	es	vlida	la	expresin,	y	construye	su	subjetividad	en	las	
fronteras	de	humo	entre	la	ficcin	y	lo	real.	
En	primer	lugar,	ya	nos	encontramos	con	un	parecido	fsico	sorprendente	entre	el	actor	
y	 el	 personaje	 (quien,	 a	 su	 vez,	 es	 el	 propio	 autor	 ficcionalizado)	 que	 nos	 sumerge	 de	
lleno	 en	 el	 mundo	 gombrowicziano.	 El	 cabello,	 el	 rictus	 del	 rostro,	 el	 porte,	 la	 postura	
corporal,	 sumados	 al	 vestuario	 que	 recrea	 la	 esttica	 de	 los	 aos	 50,	 nos	 dan	 como	
resultado	 un	 personaje	 que	 entra	 en	 correlato	 con	 esa	 ficcin-realidad	 que	 el	 mismo	
Gombrowicz	 propone	 en	 su	 novela	 y	 que	 Blanco	 rescata	 y	 enriquece	 en	 su	 puesta	 en	
escena.	
La	contradiccin,	la	altivez,	el	histrionismo,	el	grotesco	que	atraviesan	a	Gombrowicz	se	
traslucen	en	la	expresividad	corporal	del	actor,	quien	a	veces	con	gesto	de	zozobra,	de	
burla	y	hasta	de	soberbia	se	enfrenta	a	sus	colegas	y	los	interpela	a	lo	largo	de	la	obra	
reflejando	de	manera	vvida	los	matices	de	una	personalidad	rica	y	oscilante.	
Tambin	 sus	 desplazamientos	 fsicos	 retratan	 dichas	 caractersticas.	 Dubitativo	 o	
seguro,	avasallante	o	cobarde,	de	acuerdo	con	las	circunstancias,	se	mueve	Manzanal	en	
el	 espacio	 escnico	 materializando	 la	 postura	 de	 Gombrowicz	 ante	 la	 esencia	 del	
conflicto	 que	 est	 atravesando	 en	 cada	 circunstancia.	 Cambios	 de	 una	 velocidad	 y	 una	
profundidad	expresiva	sorprendentes	que	el	actor	logra	de	manera	eficaz	y	ajustada.	
La	 puesta	 de	 Blanco	 es	 una	 puesta	 muy	 dinmica	 que	 surge	 del	 estilo	 mismo	 que	
Gombrowicz	 escritor	 imprime	 en	 su	 novela	 y	 que	 la	 obra	 teatral	 materializa	 de	 forma	
notable.	El	personaje	de	Gombrowicz	es	el	eje	central	de	esta	aventura	catica	y	rtmica	
que	 nuclea	 una	 infinidad	 de	 situaciones	 contradictorias	 y	 absurdas	 que	 van	
sucedindose	 de	 forma	 vertiginosa	 como	 una	 cadena	 inevitable	 de	 malos	 entendidos	 y	
deseos	malogrados.	En	este	contexto,	el	cuerpo	del	actor	debe	plasmar	la	versatilidad	de	
climas	y	conflictos.	Y	as	sucede.		
Manzanal,	a	travs	de	los	sealamientos	propios	de	Blanco	para	la	puesta,	despliega	un	
enorme	 abanico	 expresivo	 desde	 lo	 corporal.	 Aborda	 espacios	 diversos	 de	 la	 escena	 a	
partir	de	la	vectorizacin	arriba-abajo	(sobre	muebles	o	en	el	piso),	dando	la	espalda	al	
	                                                74	
pblico	 o	 interpelndolo	 de	 frente;	 adopta	 elocuentes	 posturas	 de	 acuerdo	 con	 los	
conflictos,	 entrando	 en	 relacin	 con	 los	 otros	 cuerpos	 presentes	 en	 el	 espacio	 (ora	
seductor,	 ora	 de	 rodillas,	 estilizado	 y	 orgulloso,	 esmirriado	 y	 acobardado,	 etctera)	 y	
modula	 su	 caudal	 de	 voz	 y	 su	 expresin	 mostrando	 matices	 que	 van	 desde	 la	 voz	
quebrada	y	dubitativa	hasta	el	grito	seguro	y	potente	de	Soy	Gombrowicz	al	momento	
de	afirmar	su	identidad	ante	los	colegas	polacos.	
El	cuerpo	del	actor	est	presente	de	manera	permanente	en	la	obra,	pues	el	personaje	es	
el	hilo	conductor	de	la	pieza.	A	veces	de	manera	activa,	a	veces	como	simple	observador,	
su	 cuerpo	 no	 se	 aparta	 de	 la	 expresividad	 ni	 aun	 en	 los	 mrgenes	 de	 la	 accin,	 donde	
agazapado	 y	 atento	 sigue	 los	 dilogos	 del	 resto	 de	 los	 personajes.	 Omnipresente,	 su	
corporeidad	 atraviesa	 todas	 las	 situaciones	 aun	 cuando	 no	 es	 parte	 activa	 de	 ellas,	
marcando	 una	 fuerte	 impronta,	 con	 su	 sola	 presencia,	 como	 motor	 irremplazable	 del	
conflicto	dramtico.	
Por	ltimo,	el	ritmo	y	la	ampulosidad	de	la	pieza	teatral	estn	dados	en	los	cuerpos	de	
Manzanal	 y	 de	 Pablo	 de	 Nito,	 quien	 representa	 a	 Gonzalo,	 personaje	 en	 permanente	
tensin	 con	 Gombrowicz	 funcionando	 en	 una	 tpica	 relacin	 gombrowicziana	 de	
contrariedad:	 se	 repelen	 y	 se	 atraen,	 se	 expulsan	 y	 se	 convocan,	 se	 identifican	 y	 se	
oponen,	se	necesitan	y	se	traicionan.		
De	 esta	 manera,	 la	 interaccin	 de	 estos	 dos	 cuerpos	 (alianzas,	 acosos,	 vacilaciones,	
alejamientos,	rplicas	verbales,	etctera),	principalmente,	es	la	que	imprime	el	tempo	de	
la	 obra	 que	 se	 transmite	 al	 espectador,	 generando	 un	 clima	 dinmico	 y	 por	 momentos	
catico,	propio	de	la	narrativa	del	autor	y	que	Blanco	retoma.		
	
La	palabra	a	travs	del	cuerpo	
	
El	 personaje	 no	 es	 solo	 una	 entidad	 gestual,	 sino	 que	 tambin	 se	 construye	 en	 la	
dimensin	 verbal,	 tanto	 del	 texto	 que	 le	 es	 asignado	 como	 la	 forma	 en	 que	 se	 expresa	
por	medio	del	cuerpo	dicha	textualidad.	
Si	 tomamos	 en	 cuenta	 la	 forma	 de	 distribuir	 los	 parlamentos,	 notamos	 que	 la	
transposicin	de	Blanco	se	realiza	sobre	la	idea	de	contigidad	respecto	de	la	novela	y	la	
importancia	de	Gombrowicz	como	personaje	central.	Por	esto	mismo,	la	preponderancia	
del	 personaje	 puede	 verse	 en	 la	 enorme	 cantidad	 de	 texto	 que	 le	 es	 asignado,	 los	
monlogos	 que	 desarrolla	 y	 en	 los	 cuales	 es	 el	 nico	 personaje	 que	 rompe	 la	 cuarta	
pared,	y	que,	adems,	es	su	discurso	el	que	ordena	la	historia	narrada,	la	cual	se	aborda	
desde	dos	planos	discursivos:	el	plano	de	la	evocacin,	llevado	a	cabo	por	Gombrowicz,	y	
el	 plano	 de	 lo	 evocado,	 que	 son	 el	 puro	 presente,	 la	 accin	 dramtica	 y	 lineal	
	                                               75	
representada	en	la	interaccin	de	los	diferentes	personajes.	
El	 texto	 de	 la	 transposicin	 fue	 realizado	 por	 Blanco	 y	 Dezillio	 sobre	 la	 base	 de	 tres	
fuentes	 muy	 diferentes:	 la	 novela	 en	 s,	 el	 prlogo	 de	 la	 novela	 y	 el	 diario	 del	 escritor.	
Este	 hecho	 refuerza	 la	 fusin	 del	 carcter	 real	 y	 ficcional	 en	 la	 construccin	 del	
personaje	de	la	obra	que	a	su	vez	se	corresponde	con	la	construccin	de	la	figura	real-
histrica	de	Gombrowicz.	En	consecuencia,	el	personaje	de	Gombrowicz	se	construye	y	
enuncia	 desde	 un	 lugar	 mltiple:	 desde	 la	 ficcin	 (novela)	 y	 desde	 lo	 real	 (prlogo	 y	
diario).		
Por	 otro	 lado,	 la	 fuerza	 del	 personaje	 est	 dada	 por	 ser	 el	 portador	 de	 un	 discurso	
ordenador,	con	momentos	de	reflexin	a	partir	de	los	monlogos	que	desarrolla	frente	
al	 pblico,	 a	 modo	 de	 recapitulacin	 y	 explicitacin	 de	 una	 postura	 ideolgica	 ante	 el	
mundo,	 dichos	 que	 ayudarn	 al	 espectador	 a	 comprender	 las	 motivaciones	 del	
personaje	 cuando	 se	 vuelva	 al	 plano	 del	 discurso	 evocado,	 es	 decir,	 a	 la	 accin	 misma	
que	desarrolla	la	trama.	
Estos	 monlogos	 se	 caracterizan	 por	 ser	 momentos	 de	 gran	 intensidad	 dramtica.	 Las	
declamaciones	son	ampulosas	y	trgicas,	develan	un	matiz	ms	profundo	y	humano	que	
contrasta	con	el	tono	superficial	y	despreocupado	con	que	acta	el	personaje	en	el	resto	
de	 la	 obra.	 La	 oscilacin	 entre	 el	 tono	 intimista	 e	 inseguro	 y	 el	 tono	 histrinico	 y	 de	
conviccin	 en	 los	 que	 se	 mueve	 el	 monlogo	 nos	 retrotrae	 al	 cambiante	 mundo	
emocional	 que	 hace	 de	 Gombrowicz	 un	 personaje	 en	 constante	 conflicto	 tico	 y	
subjetivo.	
Como	 ya	 hemos	 mencionado,	 el	 actor	 que	 encarna	 el	 personaje	 despliega	 una	 serie	 de	
recursos	 expresivos	 al	 momento	 de	 hacerlo	 hablar.	 Su	 declamacin	 est	 atravesada	
por	el	ritmo:	la	velocidad	de	algunas	rplicas,	el	alargar	palabras	de	manera	grotesca,	la	
modulacin	 histrinica,	 la	 lentitud	 con	 que	 a	 veces	 se	 demarca	 cada	 palabra	 en	 la	
enunciacin	general;	una	musicalidad	notable	y	una	extraeza	que	nos	lo	descubre	como	
mltiple	y	escurridizo,	nunca	es	demasiado	serio	ni	demasiado	burln,	nunca	demasiado	
dubitativo	ni	demasiado	seguro,	etctera,	o	al	menos	no	como	condiciones	sostenidas	en	
el	 tiempo.	 El	 personaje,	 mediante	 el	 cuerpo	 del	 actor,	 murmura,	 grita,	 seduce,	 repele,	
crece	o	se	empequeece	mostrndonos	una	vez	ms	su	riqueza	compositiva.	
Todo	 se	 complejiza	 an	 ms	 cuando	 observamos	 que,	 con	 frecuencia,	 el	 discurso	
declamado	 y	 su	 tono	 o	 expresin	 no	 se	 condicen	 con	 la	 gestualidad	 del	 cuerpo	 que	 lo	
emite.	 Vemos,	 as,	 un	 Gombrowicz	 desafiante	 discursivamente	 que	 retrocede	
fsicamente	 ante	 la	 amenaza	 de	 sus	 colegas,	 o	 un	 tono	 spero	 de	 resistencia	 ante	 la	
tentacin	del	deseo	en	un	cuerpo	totalmente	entregado	y	receptivo.	
Pero,	como	seala	Bentley	(1971),	el	personaje	dramtico	no	es	una	suma	de	cualidades	
	                                                  76	
abstractas,	 ni	 puede	 definirse	 solo	 por	 el	 gesto	 ni	 lo	 verbal,	 sino	 que	 se	 construye	
mediante	 el	 dilogo	 y	 la	 accin,	 en	 la	 interaccin	 con	 los	 otros	 personajes.	 Palabra	 y	
accin.	Veamos,	entonces,	cmo	se	construye	el	personaje	de	Gombrowicz	a	partir	de	la	
relacin	con	el	resto	de	los	personajes/actores.	
	
Ser	a	partir	de	los	otros	
	
Segn	 Sanchis	 Sinisterra	 (2002),	 en	 la	 transposicin	 de	 la	 literatura	 al	 teatro,	 al	
momento	de	dar	cuerpo	a	los	personajes	y	reorganizar	el	material	literario	es	necesario	
tener	en	cuenta	una	serie	de	aspectos	ordenadores.	Dos	preguntas	surgen	en	el	proceso	
creativo:	 qu	 sujetos	 de	 la	 fbula	 se	 hacen	 cargo	 de	 su	 concretizacin	 y	 qu	 jerarqua	
organiza	su	interaccin,	destacando	a	quin.	
En	 la	 transposicin	 realizada	 por	 Blanco,	 los	 personajes	 que	 llevan	 adelante	 la	 accin	
dramtica	 se	 reducen	 a	 once,	 entre	 los	 que	 se	 destacan,	 por	 orden	 de	 jerarquas,	
Gombrowicz	 y	 luego	 Gonzalo.	 Como	 sostuvimos	 anteriormente,	 Gombrowicz	 es	 el	
personaje	 eje	 de	 la	 puesta,	 al	 igual	 que	 en	 la	 novela,	 y	 Gonzalo	 es	 la	 contrapartida	 del	
primero,	 complementndose,	 y	 sosteniendo	 la	 tensin	 dramtica.	 Veamos	 cmo	 se	
construye,	entonces,	el	personaje	a	travs	de	la	relacin	con	los	otros.	
Podemos	 distinguir	 a	 grandes	 rasgos	 y	 a	 los	 fines	 de	 este	 anlisis	 dos	 grupos	 de	
personajes	 que	 entran	 en	 relacin	 con	 el	 personaje	 principal	 y	 entre	 ellos	 a	 travs	 de	
este,	ellos	son:	
	
        El	grupo	cuyo	ncleo	de	motivacin	es	la	polonidad:	todos	aquellos	personajes	
         cuyo	actuar	est	dado	por	la	identificacin	con	su	nacionalidad	polaca	y	sea	esta	
         la	 motivacin	 de	 su	 accionar.	 Son	 los	 que	 intentan	 conservar	 el	 orden	
         establecido.	 Por	 ejemplo:	 Hombres	 polacos,	 Ministro,	 Podsrocky	 y	 los	 que	
         representan	 la	 comitiva	 dirigida	 por	 el	 Ministro.	 En	 algunos	 casos,	 hay	
         personajes	 oscilantes	 que	 entran	 o	 salen	 de	 esta	 categora	 segn	 prime	 una	 u	
         otra	 motivacin	 en	 su	 actuar,	 como	 el	 grupo	 de	 los	 tres	 comerciantes	 polacos	
         Ciunkala,	Pickal	y	el	Barn.	
        El	 grupo	 cuyo	 ncleo	 de	 motivacin	 es	 el	 deseo	 y	 la	 subversin	 del	 orden	
         establecido:	todos	aquellos	personajes	cuya	motivacin	est	ligada	con	un	deseo	
         vinculado,	en	primera	instancia,	con	lo	sexual	pero	que	se	enraza	en	el	deseo	de	
         subversin	del	orden	tradicional.	Encontramos	aqu	a	Gonzalo,	Horacio	e	Ignacy,	
         aunque	 este	 ltimo	 sea	 un	 caso	 complejo,	 pues	 si	 bien	 es	 conducido	 hacia	 este	
         campo	 de	 motivacin	 casi	 pasivamente,	 al	 ser	 justamente	 el	 objeto	 de	 deseo,	
	                                                 77	
        paradjicamente,	lleva	hacia	l	a	los	otros	personajes.	
Estos	 seran	 los	 dos	 grandes	 bloques	 que	 se	 debaten	 con	 Gombrowicz	 como	 centro,	
tironeado	 ticamente	 por	 ambos	 extremos.	 Pero	 tambin	 cabe	 aclarar	 que	 cada	
personaje,	 o	 grupo	 de	 personajes	 (en	 algunos	 casos),	 tiene	 sus	 motivaciones	
individuales,	 que	 complejizan	 y	 enriquecen	 la	 trama	 de	 la	obra,	 as	 encontramos	 como	
motivacin	 la	 legitimacin	 intelectual	 y	 la	 concrecin	 del	 deseo	 homosexual,	 por	
ejemplo.	
Ante	este	panorama	general	podemos	decir	que	Gombrowicz	es	el	eje	aglutinante	pues	
es	 el	 personaje	 que	 ms	 presencia	 escnica	 tiene,	 adems	 de	 ser	 el	 que	 polariza	 las	
tensiones	de	la	accin	dramtica	y	que	centraliza	la	atencin	del	resto	de	los	personajes	
como	 medio	 para	 conseguir	 sus	 fines.	 Gombrowicz	 es	 el	 mediador	 de	 los	 asuntos	
personales	del	resto,	necesitan	su	favor	y	su	accin	para	conseguir	un	objetivo,	asuntos	
que	 lejos	 de	 ser	 individuales	 tienen	 una	 contracara	 ms	 profunda:	 no	 se	 trata	 de	 un	
individuo	 y	 su	 micromundo,	 sino	 de	 todos	 y	 el	 orden	 poltico-social	 por	 el	 que	 estn	
atravesados.		
En	el	inters	de	los	dems,	por	otra	parte,	Gombrowicz	se	juega	sus	propios	intereses,	
por	lo	que	es	en	l	en	quien	se	debaten	los	virajes	de	las	acciones	como	resultado	de	sus	
decisiones	 y	 de	 sus	 actos.	 Por	 lo	 tanto,	 el	 personaje	 es	 lo	 que	 la	 dinmica	 de	 las	
relaciones	lo	lleva	a	ser,	es	el	resultado	de	la	tensin	entre	su	propia	subjetividad	y	la	
de	los	otros,	y	en	esta	dualidad	contradictoria	y	constante	entre	ser/no	ser	y	acceder/no	
acceder	se	materializa	la	esencia	compleja	y	mltiple	de	este,	y	del	propio	autor	real,	sin	
duda,	 que	 deja	 algo	 de	 su	 huella	 en	 su	 autoficcin:	 una	 perfecta	 rueda	 en	 que	 los	
personajes	son	los	radios	y	el	personaje	de	Gombrowicz	el	buje	que	los	rene	y	los	pone	
en	movimiento.	
Pero	 esta	 compleja	 red	 dramtica	 se	 vuelve	 cuerpo	 en	 la	 escena,	 y	 se	 traduce	 en	 una	
dinmica	corporal.	Explica	Pavis:		
	
             En	 efecto,	 el	 actor	 solo	 tiene	 sentido	 en	 relacin	 con	 sus	 compaeros	 de	
             escenario:	 por	 lo	 tanto,	 hay	 que	 sealar	 cmo	 se	 sita	 frente	 a	 ellos,	 si	 su	
             interpretacin	 es	 individualizada,	 personal	 o	 tpica	 del	 grupo,	 cmo	 se	
             inscribe	en	la	configuracin	(en	ingls,	blocking)	del	conjunto.	(Pavis,	2000:	
             78)	
	
El	 cuerpo/personaje	 se	 acerca	 y	 se	 aleja	 constantemente	 de	 los	 otros,	 los	 busca	 y	 les	
rehye,	 se	 amolda	 a	 ellos	 y	 comparte	 sus	 espacios	 cuando	 se	 pliega	 a	 sus	 intereses,	 y	
observa	de	lejos	y	permanece	distante	cuando	algo	conspira	contra	los	suyos.	En	general	
es	 un	 personaje	 que	 tiende	 a	 estar	 esttico,	 pero	 que	 entra	 en	 movimiento	 cuando	 el	
resto	de	los	personajes	acciona	el	hilo	invisible	de	las	motivaciones	individuales.	Cuando	
	                                                78	
esto	 sucede,	 es	 arrastrado	 y	 acosado	 por	 una	 vorgine	 ante	 la	 cual	 suele	 dejarse	
someter,	hasta	que	otro	personaje	se	impone	y	lo	capta	para	s.		
Vemos	 entonces	 que	 es	 seguido	 por	 Gonzalo	 en	 una	 larga	 caminata	 y	 que	 luego	 es	 l	
quien	 seguir	 a	 Gonzalo	 en	 su	 camino	 hacia	 el	 parque	 japons,	 a	 partir	 de	 donde	 se	
recrudecern	los	conflictos	respecto	del	debate	entre	ambos	rdenes.	Pero	lo	observar	
inmvil	 y	 lo	 rechazar	 luego	 con	 su	 gestualidad	 cuando	 este	 ltimo	 le	 narre	 entre	
movimientos	frenticos	y	grotescos	cmo	matar	al	padre	de	Ignacy.		
Por	otro	lado,	vemos	en	la	interaccin	de	Gombrowicz	con	Ignacy	una	polaridad	que	va	
desde	 la	 entrega	 al	 rechazo	 de	 la	 seduccin.	 Gombrowicz	 siente	 la	 necesidad	 de	
acercarse	al	joven	en	dos	oportunidades	mientras	duerme,	lo	ronda,	lo	envuelve,	lo	toca	
levemente,	 se	 entrega	 a	 pecho	 abierto	 y	 de	 manera	 elocuente	 a	 los	 acercamientos	 de	
Ignacy,	pero	rechaza	con	su	rostro	y	su	discurso	aquella	tentacin	que	lo	debate	entre	la	
tica	del	viejo	orden	tradicional	y	el	joven	orden	subversivo.	Finalmente	pareciera	que	
se	 deja	 someter	 hasta	 que	 el	 grito	 que	 clama	 filiatra	 de	 Gonzalo	 lo	 despierta	 de	 su	
trance	y	lo	arrastra	hacia	una	nueva	accin.		
Con	 sus	 compatriotas,	 en	 cambio,	 mantiene	 relaciones	 estratgicamente	 equilibradas,	
los	 cuerpos	 rotan	 en	 el	 espacio	 enfrentados,	 cuando	 se	 acercan	 se	 rechazan	 y	 cuando	
algo	 los	 aleja	 demasiado	 vuelven	 a	 juntarse.	 Ejemplo	 interesante	 de	 destacar	 es	 la	
organizacin	de	la	cacera	en	la	que	el	Ministro	y	Posdrocky	se	suben	a	las	sillas	y	a	la	
mesa	 declamando	 violentamente	 mientras	 Gombrowicz	 cae,	 paralelamente,	 de	 rodillas	
escuchando	 la	 conversacin	 a	 un	 costado	 de	 la	 escena	 central.	 Simtricamente,	 cuanto	
ms	altos	los	otros	personajes,	ms	bajo	cae	l.	El	movimiento,	el	ritmo	y	la	simetra	que	
se	genera	en	algunas	escenas	mediante	la	interaccin	de	los	cuerpos	ilustra	visualmente	
lo	que	el	escritor	logra	construir	con	la	palabra	en	la	novela:	una	estructura	rtmica,	que	
tiende	 al	 caos	 pero	 que	 nunca	 llega	 a	 desmoronarse,	 sino	 ms	 bien	 a	 rearmarse	
constantemente	 virando	 hacia	 una	 nueva	 forma.	 Basta	 con	 ver	 la	 escena	 en	 la	 Casa	
polaca,	 o	 la	 escena	 del	 duelo	 donde	 la	 distribucin	 de	 los	 cuerpos	 en	 escena	 y	 sus	
movimientos	son	de	una	organizacin	prcticamente	coreogrfica.	Ni	lejos	ni	cerca,	ms	
bien,	en	un	vaivn	constante.	
Este	 es	 quizs	 un	 aspecto	 central	 en	 la	 puesta	 de	 Blanco.	 La	 utilizacin	 del	 espacio	
escnico	en	relacin	con	los	cuerpos	descubre	de	forma	visual	lo	que	la	literatura	solo	
logra	 con	 recursos	 verbales.	 He	 aqu	 la	 peculiaridad	 del	 teatro	 ante	 la	 literatura,	 la	
posibilidad	de	mostrar	en	tres	dimensiones	y	el	desafo	creativo	que	implica	dar	vida	a	
personajes	 de	 un	 relato	 con	 recursos	 propios	 que	 exceden	 a	 la	 palabra	 y	 que	 hablan	
tanto	como	ella.	
	
	                                                79	
	
El	Ser	aqu	y	ahora:	Gombrowicz	en	el	espacio	escnico	
	
El	desplazamiento	de	los	cuerpos	en	el	espacio	escnico	genera	una	red	discursiva	tanto	
como	 lo	 hace	 la	 palabra.	 La	 ubicacin	 de	 cuerpos	 y	 objetos	 y	 la	 forma	 en	 que	 estos	 se	
relacionan	dicen	mucho	al	espectador.	
Como	 mencionamos	 con	 anterioridad,	 el	 personaje	 de	 Gombrowicz	 permanece	 en	
escena	 casi	 toda	 la	 obra,	 recorre	 todos	 los	 espacios,	 incluso	 el	 extraescnico	 que	 se	
encuentra	 detrs	 de	 un	 cortinado	 rojo	 que	 cae	 frente	 al	 espectador	 casi	 al	 fondo	 del	
espacio	escnico,	desde	donde	escuchamos	su	voz,	y	en	el	final	su	risa.		
Se	 desplaza	 y	 recorre	 dicho	 espacio	 de	 maneras	 diversas.	 Camina,	 corre,	 danza,	 se	
mueve	 lentamente	 o	 con	 rapidez	 de	 acuerdo	 con	 la	 circunstancia,	 lo	 atraviesa,	 lo	
circunda.	Gombrowicz	llena	el	espacio	todo	con	su	presencia,	y	hasta	es	quien	decide	y	
pone	en	marcha	la	accin	y	la	reorganizacin	de	ese	espacio	en	el	momento	del	duelo	al	
declamar	con	seguridad:	Es	preciso	moverse,	orden	que	es	acatada	por	el	resto	de	los	
personajes	corriendo	objetos	y	desplazndose	en	el	espacio	todos	a	su	alrededor.	
Por	otro	lado,	el	espacio	dramtico	se	construye	en	esta	obra	mediante	algunos	muebles	
y	 objetos	 que	 recrean	 algunos	 lugares	 fsicos	 (Parque	 japons,	 Casa	 polaca,	 casa	 de	
Gonzalo,	etctera)	y	objetos	que	remiten	a	un	espacio	dramtico	simblico,	el	espacio	de	
la	 reflexin,	 donde	 no	 opera	 el	 tiempo	 lineal	 de	 la	 narracin,	 sino	 el	 orden	 de	 la	
evocacin	o	la	recapitulacin,	dado	por	los	monlogos	en	los	que	Gombrowicz	comunica	
sus	propias	opiniones	y	contradicciones	ticas	directamente	al	pblico.	En	estos	casos,	
el	espacio	escnico,	recortado	por	la	luz	y	por	la	presencia	de	un	mapamundi	trasladable	
en	 algunos	 casos,	 una	 valija,	 o	 a	 veces	 junto	 a	 un	 personaje	 en	 particular	 que	 yace	
dormido	(Ignacy),	se	reduce	a	un	pequeo	mbito	despojado,	poblado	por	un	actor	que	
hace	 su	 soliloquio	 de	 manera	 intimista,	 en	 contraste	 con	 las	 escenas	 que	 le	 continan,	
generalmente	con	varios	actores	y	dinmicas,	en	las	que	el	espacio	se	multiplica	y	crece	
con	los	trnsitos	y	la	presencia	visible	del	resto	de	los	objetos	presentes	en	l.		
El	 personaje	 tambin	 juega	 con	 los	 lmites	 del	 espacio	 escnico,	 justamente	 en	 sus	
propias	 situaciones	 lmite:	 al	 momento	 de	 observar	 al	 resto	 sin	 ser	 descubierto,	 o	
cuando	se	arrodilla	y	suplica	por	trabajo	al	Ministro	que	lo	atiende	casi	escondido	detrs	
del	 rojo	 cortinado	 que	 marca	 el	 comienzo	 del	 rea	 extraescnica.	 Tambin	 se	 da	 esta	
circunstancia	 cuando	 est	 al	 lmite	 de	 ceder	 ante	 la	 tentacin	 del	 cuerpo	 de	 Ignacy,	
reposando	sobre	una	cama/mesa	dispuesta	en	un	rincn	y	al	fondo	de	la	escena.	
Ocupa	 los	 lugares	 centrales	 cuando	 personajes	 pertenecientes	 a	 grupos	 antagnicos	
estn	interactuando	en	escena,	reforzando	corporal	y	espacialmente	su	rol	de	mediador,	
	                                                80	
o	ms	bien	de	mdium,33	y	termina	saliendo	de	escena	al	final	de	la	obra	por	el	costado	
izquierdo	hacia	el	fondo,	justamente	por	los	mrgenes,	lugar	que	el	personaje	encuentra	
como	va	de	resolucin	de	un	conflicto	perturbador:	se	retira	como	un	observador	agudo	
y	 burln,	 siendo	 el	 nico	 que	 queda	 de	 pie	 y	 riendo	 mientras	 todos	 yacen	 en	 el	 piso	
sumergidos	en	el	caos.	
	
El	Ser	a	travs	de	la	mirada:	la	esttica	de	lo	visual	
	
El	 cuerpo	 del	 actor	 no	 entra	 en	 relacin	 significante	 solo	 con	 el	 espacio,	 sino	 tambin	
con	otros	elementos	vinculados	directamente	con	lo	visual	y	que	aportan	sentido	en	la	
construccin	 del	 personaje.	 De	 esta	 manera,	 la	 escenografa,	 los	 objetos	 presentes	 en	
escena,	 el	 vestuario	 y	 las	 luces	 nos	 hablan	 sobre	 l	 y	 lo	 hacen	 ser	 de	 una	 determinada	
manera.	
Con	 un	 criterio	 de	 potica	 realista,	 el	 vestuario	 y	 los	 muebles	 que	 forman	 parte	 de	 la	
escenografa	 recrean	 la	 esttica	 de	 la	 poca	 de	 los	 aos	 50,	 momento	 en	 el	 que	 est	
anclada	 temporalmente	 la	 obra.	 Por	 otro	 lado,	 existe	 una	 relacin	 muy	 estrecha	 en	
cuanto	a	la	escenografa,	el	cuerpo	de	los	personajes	y	las	acciones,	ya	que	esta	puesta	
tiene	 la	 particularidad	 de	 generar	 los	 espacios	 escnicos	 a	 partir	 de	 lo	 que	 Francisco	
Javier	llama	cinetismo	escnico,	explicando	que:		
	
              Hay	 que	 dejar	 bien	 claro	 que	 se	 trata	 de	 una	 mutacin	 que	 pertenece	 al	
              dominio	 de	 la	 puesta	 en	 escena,	 que	 se	 realiza	 a	 la	 vista	 del	 pblico	 y	 que	
              altera	 tanto	 la	 organizacin	 general	 del	 espacio	 como	 el	 sentido	 de	 la	
              situacin	dramtica,	o	los	dos	(Javier,	1998:	70)	
	
Se	 desprende	 de	 aqu	 que	 el	 hecho	 de	 que	 los	 actores	 mismos	 muevan	 los	 diversos	
dispositivos	escenogrficos	y	alteren	ellos	mismos	las	coordenadas	espacio-temporales	
influye	notablemente	en	la	construccin	de	sentido	y	la	esttica	de	la	pieza.	El	ritmo	que	
imprimen	los	cambios	constantes	de	escenografa	y	los	cuerpos	involucrados	refuerzan	
la	sensacin	de	puesta	coreogrfica,	y	materializan	el	caos,	la	multiplicidad	y	la	mutacin	
permanente	 que	 atraviesan	 los	 personajes	 y	 la	 historia	 misma	 como	 una	 sucesin	 de	
acciones	que	deviene	vertiginosamente,	desnudando	la	crisis	de	las	formas.	
Incluso,	 tal	 como	 los	 personajes	 mismos,	 los	 muebles	 van	 transformndose	 y	
vinculndose	 con	 los	 cuerpos	 con	 diferentes	 sentidos:	 sillas	 que	 son	 sillas,	 pero	 luego	
tarimas,	 sillones	 y	 hasta	 caballos;	 un	 atril	 que	 es	 pizarra,	 caballete	 para	 obra	 de	 arte,	
33	Entendiendo	 aqu	 mdium	 como	 canal	 que	 sirve	 a	 modo	 de	 va	 de	 concrecin	 de	 algn	
objetivo	o	deseo.		
	                                                 81	
estandarte	de	Polonia	y	Coronel;	mesa	que	es	mesa,	trinchera,	cama,	escaparate	y	podio	
de	triunfadores,	etctera.		
Algunos	objetos	particulares	se	integran	a	la	escena	de	manera	simblica.	Gombrowicz	
conduce	la	atencin	de	sus	colegas	hacia	el	relato	que	va	a	evocar	a	partir	de	un	barquito	
de	 papel	 que	 pasea	 por	 las	 narices	 de	 los	 hombres	 hasta	 depositarlo	 sobre	 el	
mapamundi,	ambos	smbolos	de	la	travesa	del	propio	personaje	llegado	en	barco	desde	
Polonia	a	una	Argentina	que	le	es	hostil	y	a	la	que	trata	de	amoldarse.	Vestidos	de	mujer	
vacos	 que	 danzan	 en	 los	 brazos	 de	 enmascaradas	 figuras	 o	 cubriendo	 el	 cuerpo	 de	
Ignacy,	quien	se	transformar	en	un	joven	homosexual	al	final	de	la	pieza.	Paraguas	que	
resguardan	 de	 la	 lluvia	 al	 tro	 de	 polacos	 comerciantes	 mientras	 que	 desprotegen	 al	
propio	Gombrowicz,	o	sirven	como	herramienta	de	ataque	entre	ellos,	el	cual	terminar	
cayendo	 sobre	 aquel.	 Todos	 los	 elementos	 y	 sus	 diversas	 manipulaciones	 generan	 un	
relato	 visual	 vinculado	 con	 la	 construccin	 del	 personaje,	 incluso	 la	 significativa	 valija	
que	 Gombrowicz	 empua	 al	 final	 de	 la	 obra,	 como	 smbolo	 de	 su	 partida	 o	 retirada	
indemne	del	conflicto,	y	que	a	su	vez	nos	remite	a	la	instancia	de	enunciacin	inicial	del	
relato,	es	decir,	al	tiempo	de	la	evocacin.	
Tambin	 el	 vestuario	 resulta	 un	 aspecto	 significativo	 en	 la	 pieza.	 Solo	 tres	 personajes	
visten	 de	 tonos	 claros:	 Gombrowicz,	 Gonzalo	 e	 Ignacy.	 El	 resto	 posee	 ropas	 de	 colores	
ms	oscuros.	Este	hecho	destaca	la	importancia	del	particular	tringulo	que	dar	razn	
de	ser	a	la	obra	y	pondr	en	marcha	la	accin.	A	su	vez,	la	claridad	de	la	ropa	permite	
que	la	luz	genere	efectos	ms	contrastantes	respecto	del	resto,	sobre	todo	en	Ignacy	y	en	
Gombrowicz.	 Sobre	 el	 final,	 ambos	 vestuarios	 (despojado	 y	 fresco	 el	 del	 joven	 y	 serio	
recargado	el	del	mayor)	contrastan	con	el	femenino	y	barroco	vestido	de	Gonzalo,	quien	
corretea	alrededor	de	ambos	con	un	ltigo	en	la	mano	y	amplias	faldas,	ante	la	inquietud	
de	sus	observadores.	En	sus	ropas	est	todo	dicho.		
Por	 ltimo,	 y	 como	 hemos	 mencionado	 anteriormente,	 la	 luz	 crea	 espacios,	 genera	
atmsferas	y	destaca	de	una	manera	particular	a	los	personajes.	Predomina	el	contraste	
entre	 la	 luz	 blanca	 y	 la	 amarilla,	 dejando	 traslucir	 un	 clima	 denso	 y	 agobiante,	 por	
momentos	intimista,	que	contrasta	con	los	blancos	en	escenas	centrales	como	el	duelo	o	
la	 cabalgata.	 Breves	 apagones	 indicaban	 el	 cambio	 de	 escena	 en	 algunos	 casos	 y	
permitan	a	los	actores	reorganizar	el	conjunto	escenogrfico.		
	
	
Ser	Uno	en	la	multiplicidad:	la	aventura	del	cuerpo	
	
A	esta	altura	del	anlisis,	Gombrowicz	se	transforma	para	nosotros	en	un	triple	desafo	
	                                                82	
constructivo:	 por	 un	 lado,	 un	 hombre	 de	 carne	 y	 hueso	 que	 construye	 de	 s	 una	 figura	
entre	literaria	y	real;	por	otro,	esa	figura	que	se	vuelve	parte	de	una	historia	novelada	
que	conserva	un	poco	de	la	huella	humana	real?	del	Gombrowicz	escritor;	por	ltimo,	
un	personaje	ficcional	de	narrativa	que	se	transpone	a	un	personaje	teatral,	y	vuelve	a	
ser,	 paradjicamente,	 un	 cuerpo	 vivo	 que	 encarna	 una	 ficcin	 con	 anclajes	
extraficcionales,	materializados	en	sus	dichos	y	en	su	esttica.		
Pareciera	 que	 Blanco,	 de	 la	 mano	 de	 Manzanal,	 vuelve	 a	 Gombrowicz	 a	 la	 vida	
retratndolo	a	partir	de	los	recursos	propios	del	teatro	para	que	renueve	una	y	otra	vez	
su	relato	y	la	fuerza	tica	y	esttica	encerrada	en	la	personalidad	enigmtica,	original	y	
contradictoria	de	Gombrowicz.		
Volver	a	ser	Gombrowicz	en	un	cuerpo	a	partir	de	una	multiplicidad	de	elementos	que	lo	
construyen,	rescatando	lo	vivo	que	hay	del	autor	real	en	su	propio	personaje,	llevando	la	
aventura	a	su	punto	de	partida.	Este	fue,	creemos,	el	camino	que	intent	trazar	Blanco	
en	 su	 transposicin	 de	 Trans-Atlntico;	 camino	 que	 el	 cuerpo	 del	 actor	 en	 escena	 nos	
seala	y	que,	sin	duda,	consideramos	que	fue	ampliamente	logrado.	
	
	
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PORNOGRAFA	Y	LA	POLTICA	TNICA	DE	LA	PERVERSIN	SEXUAL	
Takayuki	Yokota-Murakami	
Traduccin:	Amanda	Bouillet	
	
	
Es	sabido	que	Gombrowicz	mencion	alguna	vez	que	el	ttulo	de	la	novela	Pornografa	
era	 suficientemente	 provocativo,	 cuando	 fue	 publicada	 en	 1958,	 como	 para	 dejarlo	
satisfecho;	 pero	 que	 desafortunadamente	 perdi	 esa	 provocacin	 con	 el	 tiempo.	
Pornografa	 es,	 de	 hecho,	 un	 trmino	 moderno	 que	 apareci	 recin	 hacia	 la	 segunda	
mitad	 del	 siglo	 XIX	 en	 Inglaterra	 y	 en	 otras	 culturas	 occidentales	 de	 Europa.	
Originalmente,	 indicaba	 escritos	 sobre	 prostitutas	 en	 general.	 Por	 supuesto,	 era	
impensable	 usarlo	 para	 describir	 relaciones	 amorosas	 con	 mujeres	 comunes.	 Por	 lo	
tanto,	 se	 asume	 que	 para	 cuando	 Gombrowicz	 public	 Pornografa,	 la	 polmica	
despertada	por	la	palabra	pornografa	estaba	abierta,	ms	aun	porque	la	novela	estaba	
destinada	a	un	pblico	polaco.		
Gombrowicz,	 sin	 embargo,	 infunde	 ms	 elementos	 escandalosos	 en	 su	 obra.	 Para	
comenzar,	existe	una	idea	de	infidelidad	o	relacin	extramatrimonial	representada	por	
Henia,	 quien	 est	 comprometida	 con	 el	 abogado	 Vaclav	 pero	 se	 siente	 atrada	 hacia	 su	
amigo	 de	 la	 infancia	 y	 est	 aparentemente	 involucrada	 en	 algn	 tipo	 de	 relacin	
amorosa	con	l.	Curiosamente,	el	narrador-autor,	Witold,	considera	que	esa	infidelidad	
debera	 dirigirse,	 en	 realidad,	 hacia	 Karol:	 Esa	 fue	 una	 traicin,	 su	 traicin	 bsica,	
estaba	acurrucndose	con	el	abogado,	mientras	que	(el	muchacho),	a	quien	ella	debera	
serle	 fiel,	 haba	 sido	 expulsado	 de	 su	 mbito...	 (Pornografa,	 s/d:	 56).	 Esta	 subversin	
del	concepto	normal	de	adulterio	hace	que	el	romance	sea	aun	ms	escandaloso.	
Y	 este	 escndalo	 no	 concierne	 meramente	 a	 la	 moralidad:	 Gombrowicz	 tambin	
introduce	 abundantes	 referencias	 a	 problemas	 ms	 tangibles	 (patolgicos)	 que	 las	
perversiones	sexuales;	por	ejemplo,	el	tema	de	la	homosexualidad.	La	orientacin	gay	de	
Gombrowicz	 es	 bien	 conocida,	 y	 en	 el	 texto	 de	 Pornografa	 el	 narrador-autor	 Witold	
insina	su	deseo	homosexual	con	relacin	al	personaje	de	Fryderyk:		
	
             Dnde	estaba	Fryderyk?	Qu	estaba	haciendo?	l	estaba	con	los	alemanes.	
             Estaba	realmente	con	los	alemanes?	Debera	buscarlo	en	otro	lugar,	junto	
             al	 estanque,	 donde	 habamos	 dejado	 a	 nuestra	 chica?	 ()	 Ah	 estaba!	
             Seguramente	 era	 all	 en	 donde	 estaba!	 Haba	 ido	 all	 para	 espiar.	 Pero	 en	
             ese	caso,	qu	fue	lo	que	vio?	Una	envidia	hacia	todo	lo	que	l	poda	ver	se	
             apoder	de	m.	(55)	
	
	                                                85	
Otro	 indicio	 de	 una	 forma	 de	 perversin	 sexual	 se	 revela	 con	 la	 ninfomana.	 Esta	 es	
representada	por	la	mujer	mayor,	Madame	Mara,	quien	inesperadamente	demuestra	un	
deseo	incontrolable	hacia	Fryderyk	y	Karol	en	su	lecho	de	muerte:		
	
             Entonces	 sucedi	 algo	 que	 fue	 tan	 escandaloso	 que	 a	 pesar	 de	 toda	 su	
             sutileza	 pareci	 un	 golpe	 La	 moribunda,	 apenas	 tocando	 la	 cruz	 con	 sus	
             ojos,	 volvi	 su	 vista	 hacia	 Fryderyk	 y	 se	 uni	 a	 l	 con	 la	 mirada	 esto	 era	
             increble,	nadie	habra	pensado	en	la	posibilidad	de	que	ella	evitara	la	cruz	
             que	ahora,	en	las	manos	de	Mara,	se	converta	en	algo	superfluo.	(102)		
	
La	satiriasis	(ninfomana)	tambin	es	sugerida	por	Karol,	Henia	y	Vaclav	hacia	el	final	de	
la	novela	cuando	parecen	desarrollar	cierta	nocin	de	unin	poligmica.	El	deseo	sexual	
de	Mara	expresado	en	un	momento	inapropiado,	es	decir,	durante	un	momento	serio	y	
religioso,	 es	 indicativo	 de	 la	 ninfomana.	 Pero	 es	 otra	 forma	 de	 perversin	 sexual	
tambin,	ya	que	es	un	apetito	sexual	en	la	etapa	tarda	de	la	vida:	la	paradoxia.	
Observamos	paradoxia	en	Karol	tambin,	que	muestra	un	deseo	ertico	constante	hacia	
las	 mujeres	 de	 edad	 avanzada,	 a	 quienes	 se	 les	 sugiere	 sexualmente	 en	 pblico	 (por	
cierto,	 el	 acto	 de	 muestra	 pblica	 de	 deseo	 sexual	 es	 en	 s	 mismo	 una	 forma	 de	
exhibicionismo).	 Ahora,	 el	 inters	 obsesivo	 en	 las	 diversas	 formas	 de	 perversiones	
sexuales	en	la	obra	de	Gombrowicz	naturalmente	dirige	nuestra	atencin	a	la	conexin	
del	 novelista	 al	 discurso	 sexolgico;	 asimismo,	 la	 influencia	 de	 Freud	 en	 las	 primeras	
obras	de	Gombrowicz	est	bien	documentada.	La	traduccin	al	polaco	de	la	Introduccin	
al	 Psicoanlisis	 fue	 publicada	 en	 1935	 y	 Gombrowicz	 la	 estudi	 cuidadosamente	 (por	
supuesto,	 hay	 una	 buena	 probabilidad	 de	 que	 Gombrowicz	 tuviera	 acceso	 al	 libro	 o	 a	
otro	escrito	de	Freud	en	alemn).		
Sin	 embargo,	 se	 sabe	 que	 su	 entusiasmo	 inicial	 por	 la	 teora	 de	 Freud	 desapareci	
pronto.	 Pornografa	 sugiere	 una	 familiaridad	 de	 Gombrowicz	 con	 el	 conocimiento	
sexolgico.	Pero	la	novela	no	revela	particularmente	un	importante	compromiso	con	la	
teora	de	Freud;	conceptos	freudianos	fundamentales,	tales	como	la	represin,	la	libido,	
inconsciente,	etctera,	al	parecer,	no	encuentran	eco	en	el	orden	diegtico	de	la	novela.	
Por	el	contrario,	Gombrowicz	demuestra	una	fuerte	inclinacin	a	presentar	tantas	y	tan	
variadas	formas	de	perversin	como	le	es	posible.	Tal	esfuerzo	por	una	taxonoma	era	
caracterstico	de	la	sexologa	temprana.		
La	clasificacin	y	categorizacin	de	las	perversiones	fue	ms	meticulosamente	realizada	
por	 la	 monumental	 Psychopathia	 Sexualis	 (publicada	 por	 primera	 vez	 en	 1886)	 de	
Krafft-Ebing.	Ya	sea	que	Gombrowicz	estuviera	familiarizado	con	Psychopathia	Sexualis	
o	 si	 tena	 algn	 conocimiento	 en	 absoluto	 sobre	 la	 sexologa	 temprana	 no	 ha	 sido	
determinado	an;	el	origen	de	esta	conexin	es	desconocido.	Tampoco	he	sido	capaz	de	
	                                                86	
establecer	si	Psychopathia	Sexualis	fue	alguna	vez	traducida	al	polaco,	y	si	lo	fue,	en	qu	
ao	 (por	 supuesto,	 una	 vez	 ms,	 Gombrowicz	 podra	 haber	 ledo	 el	 libro	 en	 ediciones	
alemanas).	Cualquiera	haya	sido	el	caso,	otro	gran	hombre	de	letras,	el	compatriota	de	
Gombrowicz,	Stanislaw	Ignacy	Witkiewicz,	pudo	haber	sido	el	canal.	
El	perodo	ms	productivo	de	Witkiewicz,	1919-1924,	coincide	con	los	aos	de	juventud	
de	 Gombrowicz,	 quien	 lo	 estaba	 leyendo	 activamente.	 En	 1914	 la	 prometida	 de	
Witkiewicz	 se	 suicid	 y	 para	 superar	 el	 trauma,	 este	 estudi	 psicoanlisis.	 Ms	
significativamente,	 Witkiewicz	 expone	 su	 comprensin	 taxonmica	 de	 la	 sexualidad	
humana	 en	 su	 tratado	 sobre	 el	 uso	 de	 drogas,	 Narcticos,	 de	 1932.	 El	 tratado	 fue	
obviamente	 estudiado	 cuidadosamente	 por	 Gombrowicz	 y	 utilizado	 en	 su	 tratamiento	
de	 los	 fenmenos	 erticos	 en	 Pornografa	 y	 evidenciado	 en	 su	 tendencia	 por	 la	
clasificacin	y	la	categorizacin.	
Me	he	cerciorado	de	que	Gombrowicz	(junto	con	Witkiewicz)	fue	ms	influenciado	por	
el	enfoque	taxonmico	de	la	sexologa	temprana	que	con	los	mtodos	psicoanalticos	de	
Freud,	 a	 pesar	 de	 que	 dicho	 orden	 de	 influencia	 es	 anacrnico	 e	 invertido.	 Cul	 es	 el	
significado	de	este	hecho?	Despus	de	todo,	cules	son	las	diferencias	entre	la	sexologa	
temprana	 y	 el	 psicoanlisis	 freudiano	 ms	 all	 de	 que,	 como	 ya	 se	 ha	 sealado,	 el	
primero	enfatiza	la	clasificacin	y	categorizacin	de	los	sntomas,	mientras	que	el	ltimo	
destaca	la	interpretacin	semitica,	es	decir,	la	comprensin	de	la	profunda	capa	causal	
que	subyace	a	los	fenmenos.	
Una	de	las	diferencias	es	que	la	sexologa	temprana	tena	la	intencin	de	patologizar	las	
enfermedades	 sexuales	 (a	 travs	 de	 la	 clasificacin),	 mientras	 que	 el	 inters	 de	 Freud	
era	 la	 comprensin	 de	 la	 causa	 del	 trastorno	 mental/sexual	 y	 su	 cura.	 Esto	 no	 quiere	
decir	 que	 Freud	 creyera	 en	 un	 estado	 normal	 o	 saludable	 de	 la	 sexualidad;	 para	 l,	
fuera	lo	que	fuera	la	sexualidad,	como	tal,	era	esencialmente	perversin,	ya	que	se	basa	
en	 el	 complejo	 de	 Edipo	 y	 es,	 por	 lo	 tanto,	 una	 violacin	 del	 tab	 del	 incesto.	 La	
sexualidad	 nunca	 est	 libre	 de	 represin	 y	 la	 tarea	 del	 psicoanlisis	 es	 lograr	 que	 la	
enfermedad	sea	relativamente	adecuada	y	llegue	a	un	acuerdo	con	la	realidad	social	
(ya	que	el	tab	del	incesto	es	sociocultural).	Por	el	contrario,	el	objetivo	de	la	sexologa	
temprana	era	relegar	perversiones	sexuales	al	margen	o	al	exterior	de	la	normalidad	y	
de	mantenerlos	en	separacin,	aislamiento	y	cuarentena.	
Una	caracterstica	muy	excntrica	del	tratamiento	que	Gombrowicz	le	da	al	tema	de	las	
perversiones	 sexuales	 es	 que	 las	 relaciona	 con	 las	 cuestiones	 tnicas.	 La	 actitud	
problemtica	y,	de	alguna	manera,	traumtica	de	Gombrowicz	hacia	su	propia	identidad	
nacional	 polaca	 es	 bien	 conocida.	 Era	 muy	 ambigua	 y	 en	 esa	 ambigedad,	 en	
Pornografa,	da	a	entender	que	la	perversin	sexual	es	una	enfermedad	polaca.	Esto	se	
	                                                87	
expresa,	 por	 ejemplo,	 en	 la	 caracterizacin	 de	 Vaclav,	 que	 se	 describe	 por	 primera	 vez	
como	 el	 modelo	 polaco:	 (Su	 madre	 es)	 inusualmente	 reflexiva.	 Honesta	 e	 ntegra.	 De	
moral	 excepcionalmente	 pura.	 l	 se	 parece	 a	 su	 madre.	 Una	 mujer	 admirable,	 de	
profunda	 fe,	 casi	 una	 santa	 de	 firmes	 (comprometidos)	 principios	 catlicos	 (36),	
quien,	sin	embargo,	posteriormente	desarrolla	una	tolerancia	hacia	formas	perversas	de	
sexualidad.	Tambin	se	expresa	en	referencia	a	la	propensin	al	consumo	de	licor	fuerte,	
que	parece	ser	una	metfora	de	las	costumbres	sexuales	desviadas	de	los	protagonistas	
polacos.	
No	 hay	 tiempo	 ahora	 para	 profundizar	 en	 la	 compleja	 relacin	 de	 Gombrowicz	 y	 su	
propia	identidad	polaca	y	en	la	importancia	literaria	y	cultural	de	 esta;	pero	dada	esta	
relacin	 (entre	 la	 perversin	 sexual	 y	 la	 identidad	 polaca),	 tiene	 perfecto	 sentido	 que	
Gombrowicz	se	haya	basado	en	los	modelos	sexolgicos	iniciales	para	su	descripcin	de	
los	escndalos	sexuales	en	Pornografa,	ms	que	en	el	psicoanlisis	freudiano	(aparte	del	
hecho	 de	 que	 al	 momento	 de	 escribir	 Pornografa,	 l	 ya	 se	 haba	 desilusionado	 con	 el	
freudismo).		
Al	igual	que	la	propia	aberracin	sexual	es	una	condicin	esencial	del	trastorno	mental,	
de	 quienes	 estn	 separados	 de	 manera	 irrevocable	 del	 mbito	 de	 la	 normalidad,	 la	
identidad	 nacional	 (polaca)	 es	 una	 enfermedad	 incurable	 y	 una	 desviacin	 de	 la	
normalidad,	 puesto	 que	 sea	 cual	 sea	 la	 posicin	 que	 se	 adopte,	 no	 se	 puede	 borrar	 o	
deshacer	el	origen	tnico	de	uno	mismo.	Polonia,	que	lo	acusaba	de	homosexualidad,	era	
en	s	misma,	por	lo	tanto,	una	perversin	sexual	para	Gombrowicz.	
	                                               88	
	
LA	 TRADUCTIBILIDAD	 DEL	 CAOS	 EN	 COSMOS:	 PLIEGUES	 Y	 DESPLIEGUES	 PARA	
ORDENAR	EL	LENGUAJE	DESPUS	DE	BABEL		
Vernica	Paula	Gmez	
	
	
Presentacin	
	
Mucho	se	ha	debatido	sobre	la	tarea	de	traducir	y	no	solo	de	aquella	dada	entre	lenguas	
sino	 de	 la	 traductibilidad	 intralingstica.	 De	 all	 que	 toda	 comunicacin	 posea,	 en	 su	
forma	y	contenido,	algn	fulgor	que	traduce	un	aspecto	de	lengua	primera.	Al	respecto,	
en	este	trabajo	nos	concentramos	en	las	disquisiciones	sobre	el	mito	de	Babel,	en	el	que	
una	lengua	primigenia	y	original	se	vio	sujeta	a	una	gran	confusin,	como	castigo	divino,	
y	 de	 ello	 devino	 una	 fragmentacin	 en	 variados	 dialectos	 ininteligibles	 entre	 s.	 Es	 por	
eso	que	algunas	perspectivas	hallan	en	el	traductor	una	posicin	de	compromiso	frente	
a	la	recuperacin	de	algunos	destellos	al	poner	juntos	los	fragmentos	de	la	vasija	rota,	
para	usar	la	metfora	benjaminiana.	Desde	tiempos	milenarios,	la	utopa	de	una	lengua	
comn	 a	 todo	 el	 gnero	 humano	 ha	 sido	 una	 obsesin.	 Hablar	 de	 traduccin	 significa	
necesariamente	actualizar	estas	cuestiones	ligadas	a	la	bsqueda	de	la	lengua	perfecta.	
En	 este	 trabajo	 nos	 proponemos	 indagar	 sobre	 esta	 problemtica	 desde	 distintos	
enfoques	 tericos	 a	 partir	 del	 anlisis	 de	 la	 novela	 de	 Witold	 Gombrowicz	 titulada	
Cosmos	(2002).	El	texto	literario	se	gua	por	una	pregunta	que	entendemos	que	es	clave	
para	pensar	la	traduccin	intralingstica:	Por	qu	razn	si	hemos	salido	del	caos	no	
podemos	nunca	entrar	en	contacto	con	l?	(2002:	39).	Esta	dificultad	de	la	finitud	de	la	
lengua	 particular	 frente	 al	 caos	 que	 presentan	 los	 acontecimientos	 diversos	
posteriormente	narrados	devela	la	fragmentacin	producida	por	el	orden	de	una	lengua	
que	intenta	sin	xito	traducir	de	determinada	 Forma	la	masa	informe	de	la	realidad	
simultnea.		
Con	este	anlisis	literario	se	nos	plantean	interrogantes	ligados	a	la	tarea	del	narrador-
traductor	que,	al	desplegar	su	lengua	en	un	sentido,	pone	pliegues	a	otras	significaciones	
posibles	 con	 la	 sola	 eleccin	 de	 las	 palabras	 que	 utiliza	 esta	 mirada	 de	 la	 historia	
finalmente	narrada.	Al	no	poseer	una	lengua	perfecta	y	primera,	se	ponen	entonces	en	
juego	 lo	 incompleto	 de	 la	 lengua,	 su	 imperfeccin	 y	 el	 intento	 por	 recuperar	 algo	 de	
aquel	caos	originario	e	informe	en	este	cosmos	lingstico	y	reducido.	
	
	
	                                                89	
	
Reminiscencias	del	mito	de	Babel	en	la	tarea	del	traductor	
	
Segn	el	mito	de	Babel,	el	origen	de	la	diversidad	lingstica	y	cultural	en	el	Gnesis	es	el	
castigo	 divino	 ante	 la	 comunicacin	 de	 un	 solo	 pueblo	 con	 una	 sola	 lengua	 comn	 que	
imagin	y	comenz	a	construir	una	torre	que	llegara	al	cielo.	Dios	desciende	a	la	tierra	y	
observa	la	magnificencia	de	esa	construccin.	Ofendido	ante	tamaa	empresa	cercana	a	
lo	 divino,	 decide	 entonces	 confundir	 los	 idiomas	 para	 que	 nadie	 pueda	 comprender	 el	
lenguaje	del	prjimo.	Es	as	que	aquella	homogeneidad	lingstica	primera,	poderosa	y	
eficaz	 para	 proyectos	 comunes	 de	 los	 hombres,	 se	 transforma	 en	 una	 heterogeneidad	
que	impone,	a	travs	del	desorden,	una	distancia	hacia	lo	divino.	Se	entiende	entonces	
que	la	incomprensin	mutua	es	un	castigo	de	Dios	hacia	la	arrogancia	humana.		
Frente	 a	 esta	 incomprensin	 entre	 lenguas,	 el	 hombre	 ha	 intentado	 vanamente	 la	
bsqueda	de	una	lengua	primera,	que	reponga	el	orden	al	caos	en	el	que	Dios	lo	sumi.	
En	su	texto	La	tarea	del	traductor,	Walter	Benjamin	(1971)	indaga	sobre	la	finalidad	
de	 la	 traduccin	 en	 textos	 literarios	 para	 recuperar	 los	 destellos	 de	 esta	 lengua	
primigenia.	 Dir	 al	 respecto	 que	 la	 traduccin	 no	 se	 trata	 de	 una	 funcin	 de	
intermediacin	 de	 determinado	 contenido	 esencial	 entre	 lenguas.	 Por	 el	 contrario,	
la	traduccin	es	ante	todo	una	forma	(1971:	128).	Segn	este	autor,	los	idiomas	tienen	
una	 ntima	 relacin	 entre	 s	 que	 se	 representa	 a	 travs	 de	 la	 forma	 particular,	 en	 la	
misma	 lnea	 en	 que	 lo	 problematiza	 Gombrowicz	 en	 Cosmos.	 La	 tarea	 de	 la	 traduccin	
ser	hacer	sobrevivir	el	parentesco	a	priori	de	las	lenguas.	De	nuevo	observamos	cmo	
Benjamin	 recupera	 esta	 idea	 de	 la	 existencia	 de	 una	 lengua	 primera	 presente	 en	 la	
incompletud	de	cada	idioma	particular.	Afirma	el	autor	respecto	de	la	traduccin:	
	
              Tomadas	 aisladamente,	 las	 lenguas	 son	 incompletas	 y	 sus	 significados	
              nunca	 aparecen	 en	 ellas	 en	 una	 independencia	 relativa,	 como	 en	 las	
              palabras	aisladas	o	proposiciones,	sino	que	se	encuentran	ms	bien	en	una	
              continua	 transformacin,	 a	 la	 espera	 de	 aflorar	 como	 la	 pura	 lengua	 de	 la	
              armona	de	todos	esos	modos	de	significar	()	la	traduccin	no	es	sino	un	
              procedimiento	 transitorio	 y	 provisional	 para	 interpretar	 lo	 que	 tiene	 de	
              singular	cada	lengua.	(1971:	134)	
	
La	 novela	 de	 Gombrowicz	 que	 aqu	 analizamos	 pone	 justamente	 de	 relieve	 la	 labor	 de	
ordenar	el	caos	en	un	cosmos	comprensible	pero	siempre	incompleto	en	donde	se	dejan	
ver	 algunos	 significados,	 aunque	 encorsetados	 en	 determinadas	 formas	 en	 detrimento	
de	muchos	otros	que	son	silenciados	por	la	imposibilidad	de	traducirlos	en	su	totalidad.	
La	 bsqueda	 del	 autor	 polaco	 en	 esta	 novela	 es	 indagar	 sobre	 los	 orgenes	 de	 la	
	                                                90	
realidad	 para	 dar	 cuenta	 de	 la	 fragmentacin	 del	 conocimiento	 humano	 y	 la	
incapacidad	para	conocer	el	Todo.	Al	igual	que	un	traductor,	sus	personajes	centrales	
intentan	desentraar	un	misterio,	parodiando	las	novelas	policacas	y	dando	cuenta	de	
la	dificultad	de	poner	en	palabras	los	hallazgos	parciales	a	su	paso:	
	
             Qu	abrumadora	abundancia	de	asociaciones,	relaciones!	Cuntas	frases	
             pueden	 formarse	 con	 las	 veinticuatro	 letras	 del	 alfabeto?	 Cuntos	
             significados	 podan	 extraerse	 de	 esos	 cientos	 de	 yerbajos,	 terrones	 y	
             pequeos	detalles?	Inclusive	del	muro	y	de	las	tablas	del	cuarto	brotaba	el	
             exceso	 y	 la	 abundancia.	 Me	 sent	 fatigado.	 Me	 enderec	 y	 mir	 la	 casa	 y	 el	
             jardn,	 y	 esas	 grandes	 formas	 sintticas,	 esos	 gigantescos	 mastodontes	 del	
             mundo	de	las	cosas,	me	devolvieron	el	orden.	(Gombrowicz,	2002:	46)	
	
Cosmos,	segn	su	propio	autor	en	el	prlogo,	se	trata	de	un	intento	de	organizar	el	caos.	
Por	eso	mi	Cosmos,	que	me	gusta	llamar	una	novela	sobre	la	formacin	de	la	realidad,	
ser	una	especie	de	novela	policial	(2002:	7.	nfasis	del	autor).	El	crimen	que	desata	el	
relato	es	el	de	un	gorrin.	Sin	embargo,	a	primera	vista,	las	pistas	que	van	encontrando	
parecen	inconexas	y	los	puntos	de	contacto	que	se	establecen	hacen	explcito	su	carcter	
artificial.	Los	moldes	preestablecidos	no	son	suficientes.	Los	marcos	son	necesariamente	
traspasados	a	travs	del	recurso	de	la	enumeracin	o	de	la	invencin	de	neologismos.	Se	
plantea	un	problema	con	la	simultaneidad	de	las	cosas	que	se	suceden	al	mismo	tiempo	
y	 la	 imposibilidad	 de	 contarlo	 todo.	 Para	 reponer	 ese	 Todo	 hay	 que	 elegir	 la	
particularidad	 de	 una	 lengua	 que	 traduzca	 la	 realidad	 en	 una	 de	 sus	 infinitas	
posibilidades.	Poner	algn	orden	en	el	caos	es,	justamente,	darle	una	direccin	entre	una	
multitud	 de	 opciones	 posibles	 pero	 inabarcables:	 ...	 todo	 era	 demasiado,	 el	 laberinto	
creca,	un	sinfn	de	objetos,	de	lugares,	de	acontecimientos.	Acaso	no	es	cierto	que	cada	
vibracin	 de	 nuestras	 vidas	 se	 compone	 de	 billones	 de	 pequeos	 destellos?	
(Gombrowicz,	2002:	111-112).		
La	tan	mentada	metfora	de	la	vasija	en	el	citado	artculo	de	Benjamin	encuentra	aqu	su	
correlato.	 As	 como	 los	 personajes	 de	 Cosmos	 intentan	 poder	 traducir	 algunos	 de	 esos	
billones	 de	 pequeos	 destellos	 que	 componen	 nuestras	 vidas	 cotidianas	
simultneamente	para	acercarse	lo	ms	posible	a	develar	el	misterio	que	los	ocupa,	as	
el	traductor	de	literatura	se	halla	frente	a	la	misma	tarea.	Afirma	Benjamin:		
	
             Como	 sucede	 cuando	 se	 pretende	 volver	 a	 juntar	 los	 fragmentos	 de	 una	
             vasija	 rota	 que	 deben	 adaptarse	 en	 los	 menores	 detalles,	 aunque	 no	 sea	
             obligada	su	exactitud,	as	tambin	es	preferible	que	la	traduccin	en	vez	de	
             identificarse	 con	 el	 sentido	 del	 original,	 reconstruya	 hasta	 en	 los	 menores	
             detalles	 el	 pensamiento	 de	 aquel	 en	 su	 propio	 idioma,	 para	 que	 ambos	 del	
             mismo	 modo	 que	 los	 trozos	 de	 una	 vasija,	 puedan	 reconocerse	 como	
	                                               91	
              fragmentos	de	un	lenguaje	superior.	(1971:	139)	
	
En	este	intento,	que	Benjamin	menciona	como	el	deseo	de	completar	el	lenguaje	a	travs	
de	 la	 traduccin,	 se	 halla	 presente	 el	 compromiso	 que	 asume	 el	 traductor	 en	 su	 tarea	
mesinica.	 Su	 objetivo,	 como	 seala	 Ricoeur,	 es	 la	 universalidad	 recobrada	 que	
aspirara	a	suprimir	la	memoria	de	lo	extranjero	(2009:	27).		
	
	
La	traduccin	intralingstica	novelada		
	
En	 el	 captulo	 Entender	 es	 traducir	 de	 Despus	 de	 Babel,	 George	 Steiner	 analiza	 la	
traduccin	 intralingstica:	 En	 suma,	 dentro	 o	 entre	 las	 lenguas,	 la	 comunicacin	
humana	 es	 una	 traduccin.	 Un	 estudio	 de	 la	 traduccin	 es	 un	 estudio	 del	 lenguaje	
(Steiner,	2005:	69.	nfasis	del	autor).	Ya	desde	el	ttulo	de	su	libro	Steiner	se	refiere	al	
mito	de	Babel	antes	descripto,	apelando	no	solo	a	la	cantidad	soberbia	de	lenguas	en	el	
mundo,	 formativas	 de	 nuestra	 humanidad,	 y	 cuya	 complejidad	 vuelve	 imposible	 su	
sistematizacin	 discutiendo	 aqu	 con	 la	 gramtica	 generativa	 chomskiana,	 sino	
adems	a	la	traductibilidad	que	constantemente	estamos	practicando	al	hablar	nuestra	
propia	lengua.		
Las	innumerables	problemticas	que	se	plantean	en	los	actos	mismos	de	comunicacin	
que	implican	necesariamente	un	modelo	de	traslado	o	transferencia	para	expresarse	
(Steiner,	 2005:	 67),	 se	 ven	 ilustradas	 en	 Cosmos.	 Segn	 la	 novela	 que	 nos	 ocupa,	 la	
insistencia	 en	 la	 parcialidad	 del	 microcosmos	 que	 podemos	 leer	 y	 habitar,	 nos	 remite	
tambin	a	la	existencia	de	muchos	otros	microcosmos	posibles,	que	viven	todava	bajo	el	
enmudecimiento	y	la	oscuridad,	en	el	terreno	de	lo	desconocido,	all	donde	realmente	es	
posible	 la	 experiencia:	 Sonre	 a	 la	 luz	 lunar	 ante	 la	 plcida	 idea	 de	 que	 la	 mente	 es	
impotente	frente	a	la	realidad	que	la	supera,	la	anula,	la	burla...	No	existe	una	posibilidad	
irrealizable...	 Toda	 trama	 es	 posible	 (Steiner,	 2005:	 206).	 La	 cita	 anterior	 ilustra	 el	
hecho	de	que	la	traduccin	existe	porque,	como	decamos	al	inicio,	es	necesaria	frente	a	
la	diversidad	de	lenguas	en	el	mundo	posterior	a	Babel.		
Es	a	partir	de	un	suceso	en	particular	que	podemos	observar	lo	intraducible	entre	los	
personajes	 principales	 que	 estn	 detrs	 del	 caso	 policial	 que	 los	 ana.	 Uno	 de	 ellos	
asesina	 un	 gato	 sin	 que	 nadie	 lo	 vea,	 mientras	 su	 compaero,	 Fucks,	 duerme.	 Al	 da	
siguiente,	Fucks,	junto	al	resto	de	la	casa,	no	puede	explicarse	quin	ha	matado	al	gato.	
Ese	 asesinato,	 desde	 su	 mirada,	 se	 une	 a	 una	 serie	 de	 pistas	 diseminadas	 a	 lo	 largo	 de	
esos	 das.	 En	 cambio,	 Witold,	 el	 asesino,	 sabe	 que	 no	 es	 una	 pista	 ms	 sino	 un	 suceso	
	                                                92	
aislado	 del	 resto	 de	 los	 acontecimientos,	 pero	 no	 puede	 confesarlo.	 De	 modo	 que	 todo	
tiene	que	ver	con	una	combinatoria	acertada	segn	quien	nomine	y	ordene	el	caos	en	un	
cosmos	lingstico	particular:	
	
              Parece	 que	 la	 palabra	 combinacin	 utilizada	 por	 Ludwick	 estaba	 en	
              relacin	con	las	combinaciones	que	a	m	me	ocupaban;	poda	parecer	una	
              casualidad	 bastante	 singular	 el	 que	 Ludwick	 hubiese	 mencionado	 las	
              combinaciones	 de	 soldados	 precisamente	 en	 el	 momento	 en	 que	 yo	 me	
              sumerga	en	otras	combinaciones.	Acaso	no	pareca	aquello	casi	formular	
              en	voz	alta	lo	que	a	m	me	preocupaba?	Oh,	ese	casi	casi.	Cuntas	veces	se	
              me	haba	presentado	ese	casi!	(Gombrowicz,	2002:	71)	
	
Steiner	 seala	 que	 los	 seres	 humanos	 tenemos	 dos	 fuentes	 lingsticas	 de	 base:	 la	
vulgata	corriente	y	un	diccionario	privado.	Es	as	como	podemos	pensar	que	si	bien	el	
lenguaje	 permite	 el	 desciframiento	 a	 partir	 de	 la	 traduccin,	 perdura	 este	 casi	 que	
menciona	 el	 personaje	 de	 Witold	 en	 la	 novela	 de	 Gombrowicz.	 En	 ese	 casi	 se	 posa	 la	
incompletud	 del	 lenguaje	 propia	 de	 tiempos	 sin	 la	 lengua	 perfecta	 que	 nos	 una	 en	 la	
construccin	de	Babel.		
	
              El	ser	humano	se	entrega	a	un	acto	de	traduccin,	en	el	sentido	cabal	de	la	
              palabra,	 cada	 vez	 que	 recibe	 del	 otro	 un	 mensaje	 hablado.	 El	 tiempo,	 la	
              distancia,	 la	 variedad	 de	 las	 referencias	 o	 los	 puntos	 de	 vista	 vuelven	 este	
              acto	ms	o	menos	difcil.	Cuando	la	dificultad	pasa	de	cierto	grado,	el	reflejo	
              se	 convierte	 en	 una	 conciencia	 tcnica.	 Por	 otra	 parte,	 la	 intimidad,	 sea	 la	
              del	 odio	 o	 la	 del	 amor,	 puede	 ser	 definida	 como	 una	 traduccin	 confiada,	
              casi	inmediata.	(Steiner,	2005:	68)	
	
En	la	cita	anterior	Steiner	hace	hincapi	en	la	incompletud	que	mencionbamos.	As,	el	
acto	de	comunicacin	no	es	sino	una	traduccin	inexacta	del	sentido	de	las	palabras	con	
determinado	grado	de	dificultad.	Cuando	esa	distancia	se	ensancha,	entonces	sobreviene	
la	incomprensin	y	all	entra	a	jugar	la	figura	del	traductor	tcnico,	si	es	que	se	trata	de	
una	lengua	traducible.	En	este	mismo	sentido,	podemos	leer	el	juego	de	palabras	que	se	
establece	entre	caos	y	cosmos	en	la	novela	de	Gombrowicz,	en	donde	incluso	dentro	del	
cosmos	inicial,	una	manera	de	narrar	entre	infinitas	otras,	existe	un	microcosmos	entre	
quienes	traducen	a	partir	de	cada	suceso,	el	Todo	de	determinada	Forma.	
	
	
La	lengua	perfecta	traducida	en	imgenes	
	
En	el	prlogo	a	Cosmos,	Gombrowicz	presenta	su	novela	diciendo:	No	me	sorprendera	
que	 en	 el	 principio	 de	 los	 tiempos	 haya	 habido	 una	 asociacin	 gratuita	 y	 repetida	 que	
	                                                93	
fijara	 una	 direccin	 dentro	 del	 caos	 instaurando	 un	 orden	 (2002:	 9).	 En	 la	 bsqueda	
por	recuperar	el	principio	de	la	asociacin	gratuita	y	repetida	que	d	un	orden	al	caos,	
nos	 encontramos	 con	 la	 posibilidad	 de	 traducir	 en	 imgenes.	 En	 el	 captulo	 siete,	
titulado	 La	 lengua	 perfecta	 en	 imgenes,	 del	 libro	 La	bsqueda	de	la	lengua	perfecta,	
Umberto	 Eco	 trabaja	 el	 mito	 de	 Babel	 desde	 la	 recuperacin	 que	 hizo	 la	 Europa	
renacentista	 de	 los	 jeroglficos	 egipcios	 como	 una	 sabidura	 imaginaria,	 incluida	 la	 de	
una	escritura	sagrada.	En	esta	historizacin,	Eco	seala:	
	
             La	lengua	jeroglfica	se	presentaba	as	como	una	lengua	perfecta	a	los	ojos	
             de	los	ltimos	sacerdotes	de	una	civilizacin	que	se	estaba	apagando	en	el	
             olvido,	pero	pareca	perfecta	solo	al	que	la	interpretaba	leyendo,	y	no	al	que	
             por	casualidad	fuese	todava	capaz	de	pronunciarla.	(Eco,	1994:	130)	
	
En	el	desarrollo	de	este	captulo	el	autor	italiano	describe	la	historia	del	descubrimiento	
de	 los	 jeroglficos	 y	 el	 proceso	 posterior	 en	 busca	 de	 su	 traductibilidad	 en	 trminos	
renacentistas:		
	
             Nos	 encontramos	 frente	 a	 un	 enunciado	 (el	 texto	 de	 Horapolo)	 que	 difiere	
             muy	poco	de	otros	enunciados	ya	conocidos	y	que,	sin	embargo,	la	cultura	
             humanstica	 lee	 como	 si	 se	 tratase	 de	 un	 enunciado	 nuevo.	 Esto	 sucede	
             porque	 ahora	 la	 opinin	 pblica	 atribuye	 este	 enunciado	 a	 un	 sujeto	 de	 la	
             enunciacin	distinto.	(Eco,	1994:	133.	nfasis	del	autor)		
	
Aqu	 Eco	 se	 refiere	 a	 que	 estas	 imgenes	 pasan	 a	 ser	 no	 ya	 paganas	 o	 cristianas	 sino	
fruto	de	divinidades	egipcias,	y,	en	tanto	tal,	smbolos	iniciticos.		
Finalmente,	la	lengua	perfecta	de	las	imgenes	jeroglficas	queda	relegada	por	distintos	
autores	 en	 una	 fase	 ms	 primitiva	 del	 desarrollo	 de	 la	 escritura,	 anteriores	 a	 los	
ideogramas	que	se	convierten	en	una	representacin	ms	abstracta	y	arbitraria	de	ideas,	
dentro	del	mbito	de	lo	icnico.	Pero	lo	que	resulta	relevante	de	este	artculo	de	Eco	es	
poder	 repasar	 el	 intento	 de	 resolucin	 que	 se	 hizo	 durante	 el	 Renacimiento	 para	
encontrar	la	lengua	perfecta,	previa	a	Babel.	Este	leer	en	imgenes	no	deja	de	resultar	
enigmtico	 e	 incluso,	 como	 explica	 el	 autor,	 todava	 hoy	 en	 da	 existe	 una	 opinin	
generalizada	 que	 sostiene	 que	 las	 imgenes	 constituyen	 un	 medio	 de	 comunicacin	
capaz	de	superar	las	diferencias	lingsticas.		
En	 Cosmos	 tambin	 se	 describe	 una	 serie	 de	 acontecimientos	 ligados	 a	 una	 lectura	 en	
imgenes	que	manifiesta	la	parodia	a	la	novela	policial	colmada	de	pistas	visuales,	al	
tiempo	que	problematiza	el	caos	reducido	a	lenguaje	verbal:		
	
             No	 obstante,	 era	 difcil	 fingir	 que	 no	 saba	 de	 qu	 se	 trataba:	 un	 gorrin	
	                                               94	
              colgado,	 un	 palito	 colgado;	 ese	 ahorcamiento	 de	 un	 palito	 en	 el	 muro	
              reflejaba	 el	 que	 habamos	 descubierto	 dentro	 de	 la	 maleza;	 era	 algo	
              estrambtico	 y	 por	 ello	 aument	 de	 golpe	 la	 intensidad	 del	 gorrin	
              (revelando	hasta	qu	punto	se	hallaba	grabado	en	nuestras	mentes	a	pesar	
              de	las	apariencias	de	olvido).	El	palito	y	el	gorrin	intensificado	por	el	palito.	
              Era	difcil	no	pensar	que	alguien	por	medio	de	esa	flecha	nos	haba	dirigido	
              hacia	el	palito	para	que	lo	asociramos	con	el	gorrin.	(Gombrowicz,	2002:	
              47)	
	
Cada	una	de	esas	imgenes,	adems	de	combinarse	para	generar	una	mirada	particular,	
presupone	 la	 polisemia	 mencionada	 por	 Eco	 en	 la	 historia	 de	 los	 jeroglficos.	 Esa	
dificultad	 que	 desafi	 los	 primeros	 avances	 sobre	 el	 descubrimiento	 de	 la	 supuesta	
lengua	 originaria	 y	 perfecta,	 compone	 y	 despliega	 la	 inagotable	 descripcin	 de	 los	
hallazgos	que	realizan	Fucks	y	Witold	en	la	novela	que	trabajamos:	
	
              Acumulacin,	 torbellino,	 caos	 demasiado,	 demasiado,	 demasiado,	 la	
              presin,	el	movimiento,	el	estruendo	general,	gigantescos	mastodontes	que	
              todo	lo	cubran	y	que	en	un	batir	de	ojos	se	descomponan	en	un	millar	de	
              detalles,	de	conjuntos,	de	masas,	de	quin	sabe	qu,	en	un	caos	que	pugnaba	
              por	 reunirse	 de	 nuevo,	 por	 englobar	 todos	 aquellos	 detalles	 en	 una	 forma	
              suprema.	(Gombrowicz,	2002:	128)	
	
Las	pistas	puestas	en	palabras	presuponen	una	dificultad	para	Witold,	quien	afirma	al	
inicio	 de	 su	 relato:	 No	 s	 cmo	 contar	 esto	 (2002:	 139).	 En	 este	 sentido	 sucede	 que	
frente	 a	 la	 simultaneidad	 de	 imgenes,	 la	 opcin	 de	 verbalizar	 de	 modo	 sucesivo	 la	
experiencia,	trunca	las	posibilidades	de	una	visin	ampliada	de	los	acontecimientos.	De	
este	 modo	 pareciera	 que	 frente	 a	 un	 despliegue	 narrativo	 sobreviene	 la	 idea	 de	 una	
reduccin	 del	 cosmos	 de	 imgenes	 en	 un	 microcosmos	 lingstico,	 conversin	 ya	
sealada	anteriormente.		
	
	
La	felicidad	en	Babel		
	
Finalmente,	traemos	a	colacin	una	ltima	perspectiva	que	dialoga	con	las	de	Benjamin,	
Steiner	y	Eco,	entre	otras,	pero	que	recupera	la	felicidad	de	la	traduccin	ms	all	del	
castigo	de	Dios	que	supuso	Babel	al	causar	el	desastre34	originario.	Se	trata	de	algunas	
observaciones	de	Paul	Ricoeur	a	propsito	del	desafo	de	traducir,	tanto	entre	lenguas	
como	de	modo	intralingstico,	es	decir,	en	la	misma	lengua	como	acto	comunicativo	de	
	                                                 95	
traduccin	del	mundo,	segn	expusimos	con	anterioridad:		
	
             	el	mito	de	Babel,	demasiado	breve	y	confuso	en	su	instancia	literaria,	hace	
             soar	hacia	atrs	en	direccin	de	una	presunta	lengua	paradisaca	perdida,	
             y	 no	 funciona	 como	 gua	 para	 conducirse	 en	 ese	 laberinto.	 La	 dispersin-
             confusin	 es	 entonces	 percibida	 como	 una	 catstrofe	 lingstica	
             irremediable.	Sugerir	ms	adelante	una	lectura	mucho	ms	benvola	de	los	
             humanos.	(Ricoeur,	2009:	33-34)	
	
Ricoeur	propone	leer	la	tarea	del	traductor	de	la	mano	de	la	felicidad	(2009:	27)	all	
donde	 reconoce	 que	 una	 traduccin	 perfecta	 en	 el	 sentido	 de	 ser	 portadora	 de	 una	
equivalencia	absoluta	no	existe.	Sin	embargo,	en	su	afn	por	acercar	al	lector	el	texto	
del	extranjero,	el	traductor	reconoce	la	distancia	y,	a	la	vez,	la	posibilidad	de	dilogo	que	
establece	con	ese	otro.		
As	como	Benjamin	afirma	que	en	todas	las	lenguas	queda	algo	imposible	de	transmitir	y	
si	bien	Ricoeur	seala	que	se	trata	de	un	universal	imposible	tomado	en	esos	trminos,	
este	 ltimo	 autor	 menciona	 que	 es	 posible	 pensar	 en	 la	 felicidad	 de	 la	 traduccin	 a	
travs	del	concepto	de	hospitalidad	lingstica:	El	placer	de	habitar	la	lengua	del	otro	
es	 compensado	 por	 el	 placer	 de	 recibir	 en	 la	 propia	 casa	 la	 palabra	 del	 extranjero	
(Ricoeur,	2009:	28).		
En	este	sentido	es	que	Ricoeur	seala	que	toda	lengua	procura,	por	su	propia	vitalidad,	
una	 diseminacin	 de	 sentidos	 posibles,	 una	 dispersin	 irreductible,	 un	 sentido	
inacabado	que	no	puede	ser	traducido.	Frente	a	la	resignacin	de	estos	espacios	vacos	
de	dilogo,	Ricoeur	sostiene	que	el	traductor	halla	la	felicidad	all	donde	se	lo	desafa	a	
luchar,	entender	y	trasladar	el	sentido	de	lo	intraducible.		
Para	 cerrar	 este	 trabajo,	 sealamos	 un	 pasaje	 de	 la	 narracin	 de	 Cosmos	 en	 donde	 se	
produce	 un	 malentendido	 entre	 Witold,	 personaje	 principal	 de	 la	 novela,	 y	 uno	 de	 los	
habitantes	 de	 la	 casa	 en	 donde	 se	 hospeda.	 Esta	 escena	 que	 transcribimos	 a	
continuacin	sirve	de	ejemplo	para	pensar	en	aquello	que	resulta	extrao	en	la	propia	
lengua,	 palabras	 intraducibles	 que	 forman	 parte	 del	 diccionario	 privado	 de	 cada	 ser	
humano,	segn	Steiner.		
	
             En	esta	ocasin	su	tarareo	se	hizo	ms	fuerte,	pareca	una	seal	de	ataque.	E	
             inmediatamente	despus:	
             Berg!	
             Lo	 dijo	 con	 insistencia,	 en	 voz	 alta	 para	 que	 no	 pudiera	 abstenerme	 de	
             preguntarle	qu	quera	decir.		
             Eh?	
             Berg!	
             Qu?	
             Berg!	
	                                              96	
              Ah	s,	entiendo,	hablaba	usted	de	dos	judos,	de	un	cuento	sobre	judos.		
              Ningn	 cuento!	 Berg!	 Bergar	 un	 berg	 con	 el	 berg!,	 me	 entiende?,	
              bembergar	un	berberg	Tiru-lirul	aadi	malvolamente.	(2002:	158)35	
	
Tal	 como	 sucede	 a	 lo	 largo	 de	 Esperando	 a	 Godot,	 el	 inconfundible	 texto	 de	 Samuel	
Beckett,	 esta	 conversacin	 ilustra	 la	 intraducibilidad	 de	 los	 hablantes	 entre	 s,	 aunque	
antes	y	luego	de	estas	lneas	retoman	un	dilogo	sostenido	y	un	mayor	grado	de	mutua	
comprensin.	Con	respecto	a	la	traduccin	dentro	de	una	misma	comunidad	lingstica,	
Ricoeur	retoma	a	Steiner	y	afirma	que	no	puede	pensarse	en	una	nica	lengua	perfecta.	
Por	el	contrario,	ha	de	tenerse	en	cuenta	que	lo	que	existen	son	lenguas	vivas	y	por	lo	
mismo	 hay	 un	 malentendido	 intrnseco	 ejemplificado	 de	 manera	 pardica	 en	 la	 cita	
anterior	 de	 Cosmos.	 All,	 presos	 del	 caos	 de	 palabras	 que	 lo	 circundan,	 uno	 y	 otro	
personaje	no	pueden	comprenderse	y	por	ello	se	alejan	del	microcosmos	sostenido	a	lo	
largo	 de	 la	 novela,	 dando	 cuenta	 de	 la	 importancia	 que	 adquiere	 la	 traductibilidad	 del	
caos	en	Cosmos.		
	
	
Bibliografa		
	
Beckett,	Samuel	(2003).	Esperando	a	Godot.	Barcelona:	Tusquets.	
Benjamin,	Walter	(1971).	La	tarea	del	traductor,	en	Angelus	Novus.	Madrid:	Edhasa.	
Eco,	 Umberto	 (1994).	 La	 bsqueda	 de	 la	 lengua	 perfecta	 en	 la	 cultura	 europea.	
       Barcelona:	Crtica.	
Gombrowicz,	Witold	(2002).	Cosmos.	Barcelona:	Seix	Barral.	
Ricoeur,	Paul	(2009).	Sobre	la	traduccin.	Buenos	Aires:	Paids.	
Steiner,	 George	 (1995).	 Despus	de	Babel.	Aspectos	del	lenguaje	y	la	traduccin.	 Mxico:	
       Fondo	de	Cultura	Econmica.	
35 Entendemos que la traduccin del polaco al espaol de este pasaje supone ya un reto en s
mismo	 a	 la	 tarea	 del	 traductor,	 aunque	 no	 indagamos	 sobre	 ninguna	 de	 estas	 empresas	
especialmente	desafiantes	entre	las	dos	lenguas	en	esta	monografa.	
	                                                   97	
	
EL	 ACASO	 DE	 LAS	 FORMAS:	 ESTRATEGIAS	 ENUNCIATIVAS	 PARA	 LA	
CONSTRUCCIN	DE	UNA	IDENTIDAD	EN	DIARIO	ARGENTINO	DE	GOMBROWICZ	
Mara	Cecilia	Pardo	
	
	
Identidad:	ese	yo	que	no	existe,	pero	que	no	se	puede	ignorar	
	
Diario	 argentino	 pone	 en	 primer	 plano	 al	 sujeto.	 Si	 bien	 esa	 caracterstica	 se	
corresponde	con	los	protocolos	genricos	de	las	escrituras	del	yo,	aqu	no	solo	se	trata	
de	que	este	ocupe	un	lugar	protagnico.	Diario	argentino	piensa	a	la	identidad	y	piensa	
al	 sujeto:	 qu	 es	 yo	 es	 una	 pregunta	 central	 que	 recorre	 el	 diario	 entero.	 Y	 ello	 se	
relaciona	con	el	modo	en	que	lo	concibe:	Quiero	ser	yo	mismo,	s,	aunque	s	que	nada	
hay	ms	ilusorio	que	este	yo	inalcanzable,	s	tambin	que	todo	el	honor	y	el	valor	de	la	
vida	 consisten	 en	 esta	 carrera	 incesante	 tras	 l	 (Gombrowicz,	 2003:	 96).	 Primer	
problema:	hay	un	sujeto,	pero	que	se	pone	en	cuestin.	Tensin	constante	entre	un	yo	
que	se	afirma	(muchas	veces,	fuertemente,	de	un	modo	polmico),	y	una	concepcin	del	
sujeto	que	socava	los	fundamentos	de	la	identidad	entendida	de	un	modo	tradicional	o	
sea,	con	atributos	como	la	estabilidad,	la	coherencia,	y	en	relacin	con	categoras	como	
la	nacionalidad	y	la	sexualidad.	
La	 operacin	 a	 la	 que	 Diario	 argentino	 somete	 al	 concepto	 de	 yo	 recuerda	 cmo	
resuelve	 el	 dilema	 la	 crtica	 deconstructiva:	 en	 lugar	 de	 reemplazar	 conceptos	
inadecuados	por	otros,	emplearlos	pero	sometindolos	a	borradura,	forzndolos	para	
que	ya	no	funcionen	tal	como	en	el	paradigma	en	que	se	generaron.	En	vez	de	abandonar	
el	 concepto	 de	 yo,	 Gombrowicz	 lo	 utiliza,	 pero	 sin	 los	 atributos	 que	 supona	 en	 un	
paradigma	esencialista.	No	solo	lo	usa,	sino	que	sostiene	que	es	necesario	utilizarlo:		
	
             Siempre	me	he	visto	obligado	a	afirmar	mi	yo	en	mi	literatura	con	la	mayor	
             energa.	 En	 cuanto	 lo	 quera	 rechazar,	 volva	 como	 un	 boomerang.	 Nada	
             que	hacer!	Imposible!	Sin	el	yo	la	cosa	no	funciona.	Pero	entonces,	qu	es	
             ese	 yo	 que	 no	 existe	 y	 que,	 sin	 embargo,	 nos	 acapara	 de	 tal	 forma?	 He	
             llegado	a	la	conclusin	de	que	lo	que	sostiene	mi	yo	es	mi	voluntad	de	ser	
             yo	 mismo.	 No	 s	 quin	 soy	 pero	 sufro	 cuando	 me	 deforman,	 eso	 es	 todo.	
             (Gombrowicz,	2010:	31)	
	
Hay	un	yo	que	no	existe,	pero	que	no	se	puede	ignorar.	Lejos	estamos	de	la	muerte	del	
hombre	 o	 del	 autor.	 En	 ese	 sentido,	 Gombrowicz	 muestra	 distancia	 respecto	 de	 los	
planteos	del	primer	Foucault:	
	
	                                                98	
             S,	 el	 hombre	 desaparece,	 pero	 solamente	 para	 Foucault,	 en	 el	 estricto	
             campo	 de	 su	 teora	 ()	 Foucault	 se	 propone	 destruir	 al	 hombre	 en	 la	
             epistme.	Pero	por	qu?	Para	afirmarse	en	su	personalidad,	para	ganarles	
             la	 batalla	 a	 los	 dems	 filsofos,	 para	 llegar	 a	 ser	 un	 hombre	 eminente	 ()	
             Mucho	me	temo	que	esa	pequea	palabra	yo	no	se	va	a	dejar	eliminar	tan	
             fcilmente,	 porque	 nos	 ha	 sido	 impuesta	 con	 demasiada	 brutalidad.	
             (Gombrowicz,	2010:	30-31)		
	
Resuenan	aqu	ciertos	postulados	nietzscheanos.	La	afirmacin	de	la	voluntad	del	sujeto,	
la	voluntad	de	poder	como	finalidad	de	la	accin,	y	el	vnculo	entre	el	yo	y	el	simulacro	
que,	a	su	vez,	es	producto	de	una	brutal	imposicin.	Simulacro	o,	mejor,	desafo:	a	lo	
largo	 de	 Diario	 argentino	 se	 presenta	 una	 y	 otra	 vez	 el	 reto	 de	 pensar	 al	 sujeto	 en	
relacin	 con	 una	 concepcin	 de	 identidad	 distinta,	 no	 esencialista.	 Hay	 una	 suerte	 de	
proyecto	 en	 esa	 direccin,	 aunque	 se	 trate	 de	 un	 proyecto	 inacabado	 debido	 a	 los	
mismos	fundamentos	que	lo	sustentan.		
	
	
Contornos	difusos	para	un	yo	escurridizo	
	
	Cmo	es,	entonces,	el	sujeto	que	Diario	argentino	configura?	Primero,	sus	atributos	no	
son	estables.	Es	un	yo	que	se	sabe	contradictorio,	su	incongruencia	se	relaciona	con	la	
clara	conciencia	de	que	est	marcado	por	el	devenir	y	el	perpetuo	cambio:		se	es	solo	
un	 presente	 que	 fluye	 continuamente	 (Gombrowicz,	 2003:	 261).	 Un	 sujeto	 que	 es	
proyecto	siempre	inconcluso.	Un	sujeto	que,	al	modificarse	perpetuamente,	no	remite	a	
una	 esencia	 o	 a	 cualidades	 estables	 que	 estn	 determinadas	 a	 priori:	 Ser	 alguien	 es	
estar	 continuamente	 informndose	 sobre	 quin	 se	 es	 y	 no	 saberlo	 ya	 de	 antemano	
(Gombrowicz,	 2003:	 126).	 Una	 concepcin	 de	 identidad	 no	 esencialista,	 ni	 entendida	
como	conjunto	de	cualidades	predeterminadas,	sino	como	construccin	nunca	acabada,	
abierta	a	la	temporalidad	y	la	contingencia.	En	este	sentido,	es	un	sujeto	que	no	cree	ser	
dueo	de	s,	que	se	sabe	ajeno	a	s	mismo:	
	
             Ningn	 animal,	 batracio,	 crustceo,	 ningn	 monstruo	 imaginario,	 ninguna	
             galaxia	me	son	tan	inaccesibles	y	ajenos	como	yo.	Te	has	esforzado	durante	
             aos	en	ser	alguien,	y	qu	has	llegado	a	ser?	Un	ro	de	acontecimientos	en	
             el	 presente,	 un	 torrente	 tempestuoso	 de	 hechos	 fluyendo	 en	 el	 presente	
             hacia	 el	 momento	 fro	 que	 padeces	 y	 que	 no	 logras	 referir	 a	 nada.	
             (Gombrowicz,	2003:	262)	
	
En	tanto	no	hay	tal	cosa	como	una	esencia	del	sujeto,	la	nica	manera	de	aprehenderlo	
es	en	forma	relacional.	En	Diario	argentino	el	espacio	funciona	como	anclaje	provisorio	
	                                               99	
del	 sujeto.	 La	 pregunta	 respecto	 de	 la	 ubicacin	 geogrfica	 aparece	 mltiples	 veces.	 Y	
adems	se	trata	de	un	sujeto	que	no	sienta	races	en	ningn	lugar:	No	hay	sitio	para	m.	
Estoy	 tan	 desprovisto	 de	 casa	 como	 si	 no	 habitara	 en	 la	 tierra	 sino	 en	 los	 espacios	
interplanetarios	(Gombrowicz,	2003:	12).	El	narrador	no	posee	una	morada	propia,	un	
oikos	que	funcione	como	referencia	unvoca.	Por	eso,	la	identidad	es	concebida	de	modo	
relacional.	
El	dilema	que	aparece	en	el	diario	entre	autenticidad	e	inautenticidad	se	relaciona	con	la	
conciencia	 de	 que,	 en	 tanto	 el	 yo	 se	 define	 relacionalmente,	 es	 imposible	 que	 sea	
autntico	(es	decir,	perpetuamente	idntico	a	s	mismo):	
	
               Como	 el	 hombre	 est	 deformado	 por	 su	 cultura	 primero	 y	 luego	 por	 los	
               dems,	por	las	miradas	de	los	dems,	en	el	sentido	sartreano,	pues	bien,	no	
               puede	nunca	ser	verdaderamente	autntico.	Por	lo	tanto,	creo	que	solo	hay	
               una	 solucin,	 y	 es	 ser	 plenamente	 consciente	 de	 su	 inautenticidad:	 todo	 lo	
               que	decimos	y	lo	que	hacemos	nos	traiciona	en	cierta	forma,	y	para	siempre.	
               (Gombrowicz,	2010:	67-68)	
	
En	relacin	con	la	autenticidad	aparece	tambin	la	conciencia	de	que	las	instituciones	y	
prcticas	simblicas	constituyen	y	atraviesan	al	sujeto,	y	que	no	hay	modo	de	escindirlo	
de	estas.	Hay	una	suerte	de	pugna	en	el	diario	por	hallar	una	autenticidad	que	se	sabe	
imposible:	
	
               Gombrowicz	 escribe	 para	 llegar	 a	 los	 hondones	 de	 la	 autenticidad,	
               escapando	 a	 toda	 clasificacin	 y	 sintindose	 perseguido	 por	 una	
               innominada	 Inquisicin.	 El	 diario	 sera	 el	 tipo	 de	 discurso	 ms	 adecuado	 a	
               este	desujetamiento	()	La	paradoja	de	la	autenticidad	es	que,	buscando	lo	
               propio,	se	halla	lo	ajeno.	(Matamoro,	1989:	7)	
	
Nos	adentramos	aqu	en	una	cuestin	central	para	Gombrowicz:	la	forma.	Un	problema	
vinculado	a	la	representacin	que	se	plantea	recurrentemente	en	Diario	argentino.	
	
	
Identidad	y	representacin:	las	formas	del	poseur	
	
Forma,	identidad	y	actuacin	
	
La	 identidad	 siempre	 provisoria	 y	 oscilante	 se	 construye	 en	 el	 interior	 de	
determinadas	formaciones	y	prcticas	discursivas,	y	a	travs	de	estrategias	enunciativas	
especficas.	 Por	 eso,	 las	 identidades	 se	 constituyen	 en	 el	 mbito	 de	 la	 representacin,	
requieren	 de	 un	 proceso	 de	 narrativizacin	 del	 sujeto,	 pero	 ese	 carcter	 ficcional	 no	
	                                               100	
socava	su	efectividad	(Hall,	2009:	313).	Gombrowicz	percibe	esta	relacin	entre	relato	y	
subjetividad:	 El	 verbo	 no	 me	 sirve	 nicamente	 para	 expresar	 mi	 realidad,	 sino	 para	
algo	 ms,	 es	 decir:	 para	 crearme	 frente	 a	 los	 dems	 y	 a	 travs	 de	 ellos	 (Gombrowicz,	
2003:	70).	La	escritura	es	un	elemento	clave	para	poder	delinear	los	contornos	del	yo.	
Gombrowicz	concibe	la	escritura	de	Diario	argentino	en	este	sentido	y	declara:	Debera	
tratar	a	este	diario	como	un	instrumento	de	mi	devenir	ante	ustedes	(2003:	19).		
Lo	 que	 Gombrowicz	 denomina	 la	 Forma	 es,	 a	 la	 vez,	 lo	 que	 otorga	 la	 posibilidad	 de	
nombrar	(y	de	nombrarse)	y	de	establecer	identificaciones	que	moldean	al	sujeto;	y	lo	
que	tiende	a	fijar	al	yo	la	inmovilidad	del	concepto,	que	conduce	a	la	inautenticidad	y	a	
pensar	al	sujeto	en	trminos	de	esencia:		
	
             Recuerdo	 que	 siendo	 todava	 un	 nio	 ya	 saba	 (era	 un	 conocimiento	
             espontneo)	 que	 no	 se	 puede	 ser	 ni	 autntico	 ni	 definido.	 Puede	
             encontrar	esa	ntima	conviccin	en	Ferdydurke	(1937).	Cmo	es	el	hroe	de	
             Ferdydurke?	En	su	interior	no	es	ms	que	fermento,	caos	e	inmadurez.	Para	
             manifestarse	 hacia	 el	 exterior	 y,	 sobre	 todo,	 frente	 a	 los	 dems	 hombres,	
             necesita	 la	 forma	 (y	 entiendo	 por	 forma	 todas	 nuestras	 posibilidades	 de	
             manifestacin,	 como	 la	 palabra,	 las	 ideas,	 los	 gestos,	 las	 decisiones,	 actos,	
             etctera).	 Pero	 esa	 forma	 le	 limita,	 le	 deforma	 y	 le	 viola.	 Expresndome	 a	
             travs	de	un	ritual	ya	establecido	de	actitudes	y	formas	de	ser,	est	siempre	
             falseado	y	se	siente	actor.	(Gombrowicz,	2010:	28)	
	
Dos	 ideas	 fundamentales	 aparecen	 aqu:	 la	 forma	 como	 nica	 posibilidad	 de	
manifestacin	 del	 sujeto	 modo	 que	 implica	 necesariamente	 la	 repeticin	 de	 lo	
instituido,	 y	 la	 concepcin	 del	 hombre	 como	 actor.	 La	 forma	 equivale	 a	 aquello	 que	
atraviesa	todas	nuestras	posibilidades	de	manifestacin	y	que	estn	determinadas	por	
la	 tradicin	 y	 la	 cultura.	 Implican	 la	 reiteracin	 de	 lo	 dado.	 Por	 eso,	 constituyen	 la	
pesadilla	del	narrador,	que	anhela	una	autenticidad	y	originalidad	que	sabe	imposible:	
Lo	 definitivo	 me	 cerca	 por	 todos	 lados	 y	 es	 un	 acoso	 henchido	 de	 horror	 y	 fuerza	
(Gombrowicz,	2003:	84).	La	tensin	ineludible	entre	la	formalizacin	del	discurso	y	las	
posibilidades	de	reconocerse	en	l	constituyen	una	cuestin	clave	para	el	escritor:		
	
             Se	 me	 hace	 difcil	 escribir,	 difcil	 redactar,	 pues,	 como	 siempre,	 al	
             intensificar	en	m	la	franqueza	aumenta	tambin	el	riesgo	de	la	exageracin,	
             de	la	pose,	y	entonces	la	estilizacin	resulta	inevitable.	(Gombrowicz,	2003:	
             189)	
	
Gombrowicz	 encuentra	 en	 la	 juventud	 un	 modo	 de	 resistencia	 ante	 la	 forma:	 muchas	
pginas	 de	 Diario	argentino	 se	 dedican	 a	 elogiarla	 en	 tanto,	 desde	 su	 perspectiva,	 ella	
representa	 lo	 potencial	 y	 lo	 inconcluso.	 La	 juventud	 encarna	 tambin	 aquello	 que	 no	
est	 constreido	 por	 la	 tradicin	 y	 que	 por	 eso	 escapa	 a	 las	 definiciones	
	                                               101	
predeterminadas:	El	sentido	de	la	famosa	inmadurez	witoldiana	es	el	rechazo	de	toda	
esencia	anticipada	(1998:	30)	sostiene	Juan	Jos	Saer.	La	defensa	de	la	juventud	es,	en	
definitiva,	 otro	 modo	 de	 reivindicar	 una	 identidad	 no	 esencialista	 y	 un	 sujeto	 como	
proyecto	 siempre	 inacabado.	 Ser	 joven	 equivale	 aqu	 a	 ser	 proyecto,	 a	 no	 saber	 con	
certeza	quin	es	uno.		
Retomemos	en	este	punto	la	cita	en	la	que	se	reflexiona	sobre	Ferdydurke.	En	cuanto	a	la	
concepcin	 que	 hemos	 apenas	 mencionado	 del	 hombre	 como	 actor,	 Tamara	
Kamenszain	 plantea	 que	 Gombrowicz	 se	 presenta	 como	 un	 sujeto	 marcado	 por	 la	
teatralidad	y	el	devenir:		
	
             	 prismtico,	 multifactico,	 el	 genial	 escritor	 polaco	 intent	 cubrirse		
             mscara	sobre	mscara	del	peligro	de	la	personalidad	definida,	unilateral	
             ()	 Siempre	 estaba	 jugando	 un	 papel	 en	 el	 sentido	 teatral	 del	 trmino.	
             (Kamenszain,	1976:	89)	
	
Csar	Aira	tambin	destaca	el	componente	teatral	del	yo	gombrowiczeano:	
	
             La	acusacin	de	poseur	vuelve	una	y	otra	vez	en	Gombrowicz	()	De	qu	se	
             trata?	De	una	cierta	falta	de	naturalidad,	un	hueco	inasible	que	se	desplaza	
             entre	el	sujeto	y	el	objeto	()	Est	diciendo	que	hay	que	ser	muy	tonto	para	
             seguir	creyendo,	a	partir	de	cierta	edad,	en	una	naturalidad	lisa	y	constante.	
             Hay	 una	 visita,	 una	 conversacin,	 una	 comida,	 un	 gesto,	 un	 crimen,	 un	
             amor	 Son	 eso	 que	 parecen	 ser,	 o	 son	 su	 representacin?	 La	 vida	 est	
             adherida	a	la	vida	en	todos	sus	puntos,	o	hay	una	distancia?	()	El	poseur	es	
             el	hombre-imagen,	el	hombre	que	deliberadamente,	por	ansia	de	libertad,	se	
             hace	 imagen,	 crea	 mirada	 en	 los	 otros,	 y	 con	 ello	 produce	 libertad,	 al	
             interrumpir	 el	 sentido	 social	 establecido	 y	 previsible.	 Al	 renunciar	 a	 su	
             autenticidad,	 el	 sujeto	 se	 hace	 otro	 sujeto;	 nunca	 ser	 objeto	 de	 nadie	
             porque	 no	 se	 somete	 al	 juicio,	 sino	 apenas	 a	 la	 sospecha.	 En	 la	 comedia	
             terica	del	poseur,	la	representacin	se	pone	en	trance	de	representacin	a	
             s	misma	(2004:	9-13).	
	
Si	 Gombrowicz	 concibe	 la	 vida	 como	 actuacin,	 si	 representa	 varios	 papeles	 sin	
atribuirle	 a	 ninguno	 el	 estatuto	 de	 verdadero,	 es	 porque	 su	 postura	 respecto	 de	 la	
identidad	lo	lleva	a	entender	y	encarar	la	vida	como	representacin.	El	sujeto	asume	
posiciones,	se	configura	de	determinado	modo	a	partir	de	las	prcticas	discursivas,	pero	
siempre	tomando	distancia.	Como	plantea	Aira,	habra	una	distancia,	un	hueco	inasible	
entre	 sujeto	 y	 objeto.	 Gombrowicz,	 consciente	 de	 esa	 distancia	 que	 l	 denomina	
inautenticidad,	opta	por	la	pura	representacin.	O,	mejor,	la	pone	en	evidencia.		
Y	qu	sera	de	un	actor	sin	un	pblico:	Gombrowicz	vuelve	una	y	otra	vez	a	enfatizar	la	
importancia	de	la	mirada	del	Otro	en	la	constitucin	de	la	propia	identidad.	Las	poses	
que	 asume	 se	 vinculan	 siempre	 con	 el	 interlocutor	 de	 turno:	 Nada	 de	 lo	 que	 he	 dicho	
	                                              102	
aqu	 es	 categrico,	 todo	 es	 relativo.	 Todo	 depende,	 por	 qu	 ocultarlo?,	 del	 efecto	 que	
puedan	 tener	 mis	 palabras	 (Gombrowicz,	 2003:	 69).	 No	 habra	 fundamento,	 sino	
bsqueda	de	una	reaccin.		
	
Gombrowicz:	ser-entre	la	filosofa	y	la	literatura		
	
Las	 subjetividades	 se	 constituyen	 siempre	 en	 relacin	 con	 un	 afuera	 constitutivo.	 Esta	
caracterstica	es	especialmente	evidente	en	Gombrowicz,	un	sujeto-entre	por	definicin:	
nacido	 en	 Polonia,	 reside	 en	 Argentina	 durante	 muchos	 aos	 pero	 no	 se	 identifica	
plenamente	 con	 ningn	 pas.	 Por	 otro	 lado,	 consciente	 de	 la	 tensin	 entre	
forma/autenticidad,	 este	 escritor	 enfatiza	 la	 dimensin	 polmica	 a	 la	 hora	 de	 asumir	
cualquiera	 de	 sus	 poses,	 en	 un	 juego	 entre	 adhesin/identificacin	 y	 distancia	 que	
remarca	su	cualidad	border.	
Pero	podramos	plantear	que	la	identidad	de	Gombrowicz	se	delinea	en	relacin	con	dos	
prcticas:	 la	 filosofa	 y	 la	 literatura.	 El	 autor	 reconoce	 el	 influjo	 de	 dos	 corrientes	 de	
pensamiento	 en	 su	 propia	 constitucin	 identitaria:	 el	 existencialismo	 y	 el	 marxismo.	
Pero	 Gombrowicz,	 como	 siempre,	 polemiza	 con	 aquello	 con	 lo	 que	 se	 identifica,	
estableciendo	un	perpetuo	juego	entre	identificacin	y	distancia.	
En	 cuanto	 al	 marxismo,	 el	 escritor	 polaco	 plantea	 que	 el	 posicionamiento	 poltico	 del	
escritor	 no	 tendra	 que	 ver	 con	 el	 partido	 poltico	 que	 apoye	 o	 la	 clase	 social	 a	 la	 que	
pertenezca,	 sino	 con	 el	 tratamiento	 que	 haga	 del	 material	 (postura	 similar	 a	 la	 que	
Walter	Benjamin	sostuvo	en	El	autor	como	productor):		
	
              Entonces,	por	qu	yo,	teniendo	a	mano	derecha	el	capitalismo	cuyo	cinismo	
              soslayado	tambin	conozco	y	a	mano	izquierda	la	revolucin,	la	protesta	y	la	
              rebelda,	surgidas	del	sentimiento	ms	humano,	no	me	uno	a	estas	ltimas?	
              Me	 importa	 mi	 arte	 y	 l	 necesita	 sangre	 generosa,	 clida	 el	 arte	 y	 la	
              rebelin	son	casi	lo	mismo.	Soy	revolucionario	por	ser	artista	y	en	la	medida	
              en	que	lo	soy.	(Gombrowicz,	2003:	94)		
	
El	 trabajo	 que	 Gombrowicz	 efecta	 con	 los	 gneros	 literarios	 responde	 a	 esta	 lgica:	
solamente	 se	 puede	 ser	 revolucionario	 en	 la	 medida	 en	 que	 se	 trabajan	 las	 formas	
heredadas	 (el	 material	 propio	 del	 escritor)	 para	 forzarlas	 a	 decir	 algo	 nuevo.	 Por	 eso	
Diario	argentino	es	y	no	es	un	diario:	su	inscripcin	genrica	se	vincula	tambin	con	el	
ensayo,	 la	 poesa	 y	 la	 novela;	 y	 tiene	 particularidades	 como	 fragmentos	 en	 tercera	
persona,	 acontecimientos	 inverosmiles,	 est	 dividido	 en	 captulos	 y	 es	 un	 proyecto	
signado	por	el	deseo	de	publicacin	(y,	en	ese	sentido,	apela	al	lector	constantemente),	
entre	 otras	 anomalas	 respecto	 del	 gnero.	 A	 partir	 de	 tal	 inscripcin	 genrica,	
	                                                 103	
mltiple	y	anmala,	Diario	argentino	resuelve	la	paradoja	de	tener	que	inscribirse	en	un	
gnero	 para	 poder	 ser	 legible,	 y	 el	 deseo	 de	 evitar	 recurrir	 a	 las	 formas	
predeterminadas.	
Por	 otro	 lado,	 y	 retomando	 la	 vinculacin	 con	 el	 discurso	 filosfico,	 Diario	 argentino	
plantea	 una	 crisis	 de	 universalismo	 frente	 a	 la	 cual	 opone	 el	 componente	 situacional	
de	su	pensamiento.	Esta	crisis	se	vincula	con	su	resistencia	a	la	Forma,	que	representa	al	
concepto	(o	lo	conceptualizable),	que	es	parte	de	la	herencia	cultural,	y	que	imposibilita	
una	 percepcin	 inmediata	 de	 lo	 real.	 Por	 un	 lado,	 Gombrowicz	 busca	 escapar	 de	 la	
tradicin:		
	
               Acaso	 no	 tengo	 que	 separarme	 del	 pensamiento	 europeo	 contemporneo,	
               acaso	no	son	enemigas	mas	las	corrientes	y	doctrinas	a	las	que	me	asemejo?	
               Debo	 atacarlas	 para	 forzarme	 a	 ser	 diferente	 y	 forzarlos	 a	 ustedes	 a	
               confirmar	tal	diferencia.	(Gombrowicz,	2003:	20)	
	
Y	tambin,	a	su	vez,	reniega	del	concepto,	aquello	que	fija	la	percepcin:	
	
               Ataco	a	la	Poesa	por	la	misma	razn	que	ataco	la	Nacin	o	ataco	el	mito	de	
               la	Madurez:	en	nombre	de	la	percepcin	inmediata	de	las	cosas,	en	nombre	
               de	la	espontnea	humanidad.	Ataco	todas	esas	Formas	que	dejan	de	ser	para	
               el	hombre	un	cmodo	abrigo	y	se	convierten	en	rgido	y	pesado	caparazn.	
               Ataco	 todo	 aquello	 que,	 contra	 nosotros,	 crece	 por	 s	 solo,	 y	 para	
               comprometernos.	(Gombrowicz,	2009:	7)	
	
Hemos	 mencionado	 a	 la	 filosofa	 como	 prctica	 fundante	 para	 Gombrowicz.	 Pero	 la	
literatura	 tambin	 lo	 es,	 y	 su	 relacin	 con	 el	 campo	 literario	 es	 clave.	 Por	 un	 lado,	 se	
trata	de	un	autor	que	no	encaja:	ni	programticamente	en	esos	moldes	que	son	los	
gneros	literarios,	ni	en	los	circuitos	literarios	de	la	Argentina	de	la	poca:	Soy	alrgico	
a	los	escritores	en	grupo	en	su	aspecto	gremial;	cuando	veo	a	colegas	unos	junto	a	otros,	
me	mareo	(Gmez,	2004:	85).	Adems,	plantea	diferencias	irreconciliables	respecto	de	
los	literatos	argentinos:	
	
               Cules	 eran	 las	 posibilidades	 de	 comprensin	 entre	 esa	 Argentina	
               intelectual,	estetizante	y	filosofante	y	yo?	A	m	lo	que	me	fascinaba	del	pas	
               era	lo	bajo,	a	ellos	lo	alto.	A	m	me	hechizaba	la	oscuridad	de	Retiro,	a	ellos	
               las	luces	de	Pars.	Para	m	la	inconfesable	y	silenciosa	juventud	del	pas	era	
               una	 vibrante	 confirmacin	 de	 mis	 propios	 estados	 anmicos,	 y	 por	 eso	 la	
               Argentina	me	arrastr	como	una	meloda	()	Ellos	no	perciban	all	ninguna	
               belleza.	(Gombrowicz,	2003:	46)	
	
As	 como	 Blas	 Matamoro	 define	 su	 literatura	 como	 un	 discurso-entre	 (en	 los	 lindes	
donde	se	cruzan	los	gneros	literarios,	en	el	lmite	donde	la	ficcin	y	lo	autorreferencial	
	                                                 104	
se	vuelven	indiscernibles),	Gombrowicz	es,	tambin,	un	ser-entre.	Entre	lenguas,	entre	
pases,	 en	 trnsito	 por	 espacios	 y	 ciudades,	 alejado	 de	 los	 cenculos	 de	 escritores	
clebres	de	la	poca.	
Queda,	 por	 ltimo,	 plantear	 una	 cuestin:	 la	 obra	 de	 Gombrowicz	 forma	 parte	 de	 la	
literatura	 argentina?	 Cmo	 pensar	 la	 obra	 de	 un	 escritor	 polaco	 que	 escribe	 en	 su	
idioma	 materno,	 pero	 que	 durante	 la	 poca	 de	 mayor	 productividad	 en	 su	 escritura	
reside	 en	 Argentina?	 Hay	 quienes	 no	 solo	 lo	 piensan	 parte	 de	 la	 literatura	 argentina,	
sino	 que	 incluso	 lo	 consideran	 un	 elemento	 fundamental	 de	 esta.	 Aunque,	 quizs,	 la	
respuesta	no	importe.	Especialmente	cuando	se	trata	de	Gombrowicz,	que	(como	hemos	
citado	 anteriormente)	 ataca	 al	 concepto	 de	 nacin,	 reniega	 de	 los	 universales	 y	 las	
tipologas	 que	 no	 permiten	 captar	 el	 movimiento	 fluido	 y	 contingente	 de	 todo	 lo	
humano;	que	es	un	sujeto	que	se	sita	entre	pases	e	idiomas,	como	un	outsider	perpetuo	
que,	orgulloso	de	serlo,	no	se	siente	preso	de	la	repeticin	eterna	de	lo	mismo	y	puede	
verdaderamente	pensar;	que	concibe	a	su	obra	como	un	combate,	sumida	en	la	tensin	
entre	la	Forma	y	la	bsqueda	de	autenticidad.	
	
	
A	modo	de	conclusin	
	
La	prctica	discursiva	permite	configurar	un	espacio	donde	desplegar	los	contornos	de	
un	sujeto	imposible	de	ser	fijado	de	una	vez	y	para	siempre.	Gombrowicz	construye	su	
subjetividad	 a	 partir	 de	 la	 escritura.	 All	 ensaya	 y	 asume	 los	 efmeros	 contornos	 de	 su	
yo	y	las	variadas	poses	que	adopta.	Es	ese	el	terreno	de	su	lucha	contra	la	Forma,	a	la	
vez	que	all	se	encuentra	con	el	lmite	de	ese	combate:	en	la	tensin,	en	el	borde	entre	
formalizacin	 del	 discurso	 y	 autenticidad,	 concepto	 y	 fluidez	 de	 la	 realidad,	 cristaliza	
una	voz,	asume	una	pose	para	poder	decir	yo.	Aunque	sea	por	hoy,	por	ahora.	
	
	
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	                                             106	
	
LA	POTICA	DE	LA	MELANCOLA	EN	KRONOS	DE	WITOLD	GOMBROWICZ	
Dominika	witkowska	
Traduccin:	Boena	Zaboklicka	y	Pau	Freixa	Terradas	
	
	
Observaciones	metodolgicas	
	
La	 presente	 ponencia	 se	 propone	 interpretar	 Kronos	 de	 Witold	 Gombrowicz	 como	
testimonio	 existencial	 de	 valor	 autobiogrfico,	 desde	 la	 perspectiva	 de	 la	 propuesta	
culturolgica	 de	 la	 crtica	 melancolgica, 36 	as	 como	 desde	 los	 diagnsticos	 del	
psicoanlisis	 que	 opera	 alternativamente	 con	 las	 categoras	 de	 melancola	 y	 depresin	
(Walewska	y	Pawlik,	1992).	
La	 conocida	 definicin	 de	 autobiografa	 de	 Philippe	 Lejeune,	 que	 acenta	 el	 carcter	
retrospectivo	 de	 la	 narracin	 en	 prosa	 en	 la	 cual	 un	 verdadero	 personaje	 presenta	 su	
destino	 individual	 y	 sobre	 todo	 la	 historia	 de	 la	 propia	 personalidad	 (Lejeune,	 2001:	 1),	
puede	 aplicarse	 en	 el	 caso	 de	 Kronos,	 si	 consideramos	 su	 carcter	 de	 reconstruccin	 e	
intencionalidad	 (en	 el	 sentido	 de	 estar	 dirigido	 al	 receptor).	 En	 el	 primer	 caso,	 la	
reconstruccin	de	la	biografa	llevada	a	cabo	en	Kronos	abarca	los	aos	1903-195(2);37	a	
los	 apuntes	 escritos	 sobre	 la	 marcha	 de	 los	 aos	 195(3)-1969	 los	 acompaan	 unas	
reconstrucciones	 alternativas	 de	 carcter	 retrospectivo	 que	 contienen	 tambin	 un	
resumen	anual	(publicadas	como	Tableaux).	
En	el	segundo	caso,	dejando	aparte	la	cuestin	de	si	el	carcter	intencional	del	texto	era	
o	 no	 el	 valor	 inmanente	 del	 diario	 en	 el	 curso	 de	 su	 creacin,	 este	 le	 fue	 atribuido	
retroactivamente	en	el	momento	de	la	publicacin.	El	deseo	de	salvar	el	texto	expresado	
por	 Gombrowicz,	 que	 puede	 implicar	 la	 intencin	 de	 publicarlo,	 constituye	 el	 marco	
interpretativo	 en	 el	 cual	 lo	 inscribe	 Rita	 Gombrowicz,	 heredera,	 autora	 del	 prefacio	 y	
coautora	de	las	notas	en	Kronos,	al	justificar	su	publicacin.38	
argumentando	su	tesis	con	el	mayor	grado	de	detallismo	en	los	apuntes	mensuales	a	partir	del	
ao	1952.	Su	tesis	queda	probablemente	corroborada	por	el	hecho	de	que	una	de	las	pginas	que	
remite	 a	 los	 hechos	 de	 1939	 est	 doblemente	 fechada,	 con	 los	 aos	 1939	 y	 1953.	 Cfr.	 Witold	
Gombrowicz	(2013:	28).	La	potica	de	la	melancola	que	se	observa	paralelamente	en	Kronos	y	en	
Trans-Atlntico	(editado	en	1953)	permite	formular	un	argumento	ms	a	favor	de	la	tesis	segn	
la	cual	el	texto	reconstruido	debera	fecharse	en	los	inicios	de	los	aos	cincuenta.		
38	Gombrowicz	hace	referencia	a	Kronos	en	las	pginas	del	Diario	del	ao	1963	en	el	pasaje	donde	
habla	de	su	viaje	transocenico	de	Argentina	a	Francia,	citando	de	forma	alterada	una	anotacin	
referente	 a	 abril	 de	 1963.	 (El	 cambio	 consiste	 en	 la	 censura	 de	 los	 contenidos	 erticos	 y	 en	 la	
introduccin	 de	 contenidos	 complementarios	 referidos	 a	 ciertas	 animosidades	 sociales	
	                                                    107	
En	 cuanto	 diario	 ntimo	 del	 escritor	 entregado	 al	 lector,	 Kronos	 permite	 establecer	 un	
pacto	 autobiogrfico	 en	 el	 sentido	 que	 le	 otorga	 Lejeune.	 En	 la	 presente	 ponencia	 se	
presuponen	 las	 implicaciones	 psicoanalticas	 de	 entender	 el	 lenguaje	 como	 registro	
simblico,	 al	 tiempo	 que	 se	 considera	 que	 en	 el	 pacto	 autobiogrfico	 el	 texto	 queda	
afianzado	por	su	sujeto,	que	representa	(aunque	no	lo	refleje)	el	sujeto	escindido	en	el	
sentido	 lacaniano,	 el	 hombre	 real	 (Lacan,	 1966:	 330).	 Quedan	 inalterables	 los	 dems	
determinantes	 del	 pacto	 autobiogrfico	 tal	 como	 lo	 define	 Lejeune.	 El	 placer	 de	 la	
lectura	deja	aqu	su	lugar	al	riesgo	personal	que	conlleva	el	encuentro	con	la	verdad	del	
Otro	(Lejeune,	2001:	14-15),	lo	cual	parece	explicar	la	vehemencia	de	las	reacciones	de	
los	 lectores,	 en	 seguida	 trivializada	 y	 disimulada	 en	 la	 discusin	 sobre	 Kronos.	 Dichas	
reacciones	 fueron	 causadas	 tambin	 por	 el	 estilo	 de	 Kronos,	 elptico	 y	 lapidario,	 que	
frustra	la	expectativa	de	una	narracin;	el	estilo	que	parafraseando	a	Lejeune	deja	al	
descubierto	 la	 intimidad	 y	 la	 asocia	 con	 la	 historia	 de	 la	 personalidad	 de	 un	 modo	
totalmente	nuevo	(3).	 	
Las	 reflexiones	 del	 crtico	 literario	 francs	 justifican	 una	 lectura	 interdisciplinaria	 en	
relacin	con	un	objeto	de	estudio	de	valor	autobiogrfico	como	este	(19).39	
En	 el	 campo	 del	 conocimiento	 que	 nos	 ocupa,	 un	 argumento	 intermedio	 a	 favor	 de	 la	
inter	 o	 transdisciplinariedad,	 lo	 encontramos	 en	 la	 amplia	 y	 erudita	 monografa	 de	
Raymond	Klibansky,	Erwin	Panofsky	y	Fritz	Saxl	(2009).	Al	presentar	los	cambios	que	se	
producen	 en	 la	 percepcin	 de	 la	 melancola	 desde	 la	 antigedad	 hasta	 los	 tiempos	
modernos,	 los	 autores	 advierten	 el	 fenmeno,	 caracterstico	 para	 la	 literatura,	 de	 la	
eliminacin	 de	 la	 separacin	 que	 es	 efecto	 de	 los	 seculares	 intentos	 de	 diferenciar	 la	
caractersticas	 del	 periodo	 en	 que	 Gombrowicz	 trabaj	 en	 el	 Banco	 Polaco.)	 (Franczak,	 2011:	
743).	 Asimismo,	 en	 el	 prefacio	 a	 Kronos	Rita	 Gombrowicz	 llama	 la	 atencin	 sobre	 las	 Palabras	
preliminares	de	la	edicin	polaca	del	Diario	1953-1956	(que	hace	referencia	a	la	existencia	de	un	
texto	 con	 contenidos	 no	 incluidos	 en	 el	 diario	 del	 escritor)	 y	 una	 mencin	 del	 Diario	 de	 1958	
donde	Gombrowicz	destacaba	su	creciente	sensibilidad	al	calendario	(R.	Gombrowicz,	2013:	7).	
Rita	Gombrowicz	recuerda	que	se	enter	de	la	existencia	de	Kronos	en	1966.	Mientras	trabajaba	
en	 l,	 Gombrowicz	 dej	 abierta	 la	 puerta	 de	 su	 habitacin,	 lo	 cual,	 en	 el	 lenguaje	 ntimo	 de	 la	
pareja,	significaba	una	invitacin.	La	dialctica	de	la	abertura	y	del	cierre,	inscrita	en	el	recuerdo,	
remite	tal	vez	a	la	ambivalencia	que	caracteriza	la	actitud	del	escritor	en	relacin	con	la	posible	
publicacin	 de	 Kronos:	 Entr	 en	 la	 habitacin	 de	 Witold	 como	 sola	 hacer	 cuando	 dejaba	 la	
puerta	abierta.	Estaba	sentado	delante	de	su	escritorio	y	dijo	ms	o	menos	algo	as:	Mira,	estoy	
escribiendo	mi	diario	ntimo,	de	vez	en	cuando	apunto	cosas	privadas.	Me	fij	en	que	no	era	un	
papel	 blanco	 normal	 y	 corriente,	 sino	 unas	 hojas	 algo	 amarillentas	 de	 un	 formato	 bastante	
grande;	pareca	como	si	fuera	un	gran	libro	abierto	compuesto	de	hojas	sueltas	(...)	La	segunda	
vez	que	tropec	con	Kronos	fue	en	1968.	Gombrowicz,	cansado,	enfermo	(...)	me	pidi	ayuda	y	de	
esta	forma	me	introdujo	en	sus	cosas	(...)	Me	ense	unos	archivos	con	correspondencia	y	varios	
manuscritos.	 Seal	 uno	 de	 ellos	 sin	 abrirlo	 y	 dijo:	 En	 caso	 de	 incendio,	 coge	 Kronos	 y	 los	
contratos	y...	huye	a	toda	velocidad!.	(R.	Gombrowicz,	2013:	6)		
39	Esto	concuerda	con	las	recientes	pruebas	de	interpretacin	de	textos	desde	unos	enfoques	que	
superan	 la	 crtica	 literaria	 para	 adentrarse	 en	 el	 campo	 de	 las	 ciencias	 mdicas	 y	 sociales.	 Un	
ejemplo	de	esta	tendencia	podra	ser	la	comunicacin	de	Tomasz	Bilczewski	(2014).	Cfr.	tambin	
Katarzyna	Bojarska	(2009).		
	                                                    108	
definicin	(23).40	          	
	
	
Kronos	(connotaciones	del	ttulo)	
	
Gombrowicz	 guardaba	 Kronos	 en	 una	 carpeta	 de	 color	 salmn,	 con	 el	 ttulo	 escrito	 a	
mano,	sin	ninguna	anotacin	adicional.	No	es	descartable	que	el	hecho	de	dar	a	su	diario	
ntimo	 un	 ttulo	 con	 connotaciones	 mitolgicas	 coincidiera	 temporalmente	 con	 otro	
ttulo	 que	 Gombrowicz	 anot	 en	 Kronos,	 tambin	 inspirado	 en	 la	 mitologa.	 Nos	
referimos	 a	 Acten,	ttulo	 original	 de	 la	 novela	 Pornografa,	 anotado	 por	 el	 autor	 en	 la	
nota	que	resume	el	ao	1956	(Gombrowicz,	2013:	84).41	
La	connotacin	principal	del	ttulo	Kronos	constituye	una	ambivalencia.	Cronos	(llamado	
Saturno	en	el	mundo	latino),	figura	central	en	la	Antigedad	del	mito	del	Siglo	de	Oro,42	
es	 al	 mismo	 tiempo	 un	 dios	 triste,	 destronado	 y	 solitario,	 que	 vive	 en	 el	 lmite	 de	 la	
tierra	 y	 el	 mar	 (Ilada	VIII)	 (Klibansky	 y	 otros,	2009:	 157),	 Seor	 de	 prolongado	 exilio	
(153). 43 	Originalmente,	 como	 indica	 Robert	 Graves	 (1992:	 491),	 las	 Columnas	 de	
Heracles	 que	 marcaban	 los	 lmites	 del	 mundo	 conocido	 y	 seguro	 se	 denominaban	
Columnas	de	Cronos.	El	Renacimiento	consagr	la	imagen,	ya	destacada	en	la	Ilada,	de	
Cronos	como	divinidad	relacionada	con	el	agua	y	el	exilio.	Presentado	en	la	iconografa	
40 Los tres mbitos definidos son: 1. enfermedad psquica que se caracteriza por estados de
angustia,	profunda	depresin	y	falta	de	ganas	de	vivir;	2.	rasgo	de	carcter	que	se	manifiesta	en	
la	 construccin	 del	 cuerpo	 en	 relacin	 con	 la	 idea	 de	 los	 cuatro	 temperamentos	 (o	
compulsiones):	sanguneo,	colrico,	flemtico	y	melanclico;	y	3.	estado	de	nimo	transitorio,	a	
veces	muy	desagradable,	deprimente,	a	veces,	en	cambio,	solo	aptico	o	nostlgico	(23).	
41 	Anteriormente,	 en	 la	 anotacin	 referente	 a	 julio	 del	 mismo	 ao,	 encontramos	 un	 ttulo	
alternativo	 a	 Acten:	 Una	visita	en	Ruda	 (84).	 El	 ttulo	 Pornografa	 se	 introduce	 en	 la	 anotacin	
referente	a	junio	de	1959	(94).	El	ttulo	Acten	aparece	en	la	correspondencia	del	escritor	con	el	
editor	 Jerzy	 Giedroyc	 en	 la	 carta	 con	 fecha	 3/10/1957,	 as	 como	 en	 la	 correspondencia	 con	
Konstanty	Jeleski	en	una	nota	fechada	a	marzo-abril	de	1958.	Gombrowicz	anuncia	el	envo	de	
Pornografa	 a	 Konstanty	 Jeleski	 en	 las	 cartas	 a	 Jerzy	 Giedroyc	 del	 11/4/1959	 y	 a	 Konstanty	
Jeleski	del	6/7/1959.	Ver	Jerzy	Giedroyc	y	Witold	Gombrowicz	(2006:	324,	390),	y	Gombrowicz	
(1999:	13,	59).	
42	Al	reconstruir	el	mito	del	Siglo	de	Oro	basndose	en	Los	trabajos	y	los	das	de	Hesodo,	Graves	
describe	de	esta	forma	aquel	tiempo	mtico	en	el	cual	los	hombres	eran	sbditos	de	Cronos.	Vivan	
despreocupados	sin	conocer	el	trabajo,	alimentndose	nicamente	a	base	de	bellotas,	bayas	y	miel,	
que	 brotaba	 de	 los	 rboles,	 beban	 leche	 de	 oveja	 y	 de	 cabra,	 no	 envejecan	 y	 rean	 a	 menudo.	 La	
muerte	no	era	para	ellos	ms	temible	que	el	sueo.	Todos	ellos	han	dejado	de	existir,	pero	sus	almas	
siguen	viviendo	felices	escondidas	por	los	pueblos,	traen	buena	suerte	y	velan	por	la	justicia	(Graves,	
1992:	48).		
43	La	experiencia	de	la	emigracin,	perteneciente	al	dominio	saturnino,	representa	una	condicin	
	                                                     109	
medieval	de	forma	variopinta,	ya	sea	como	humilde	campesino,	terrible	devorador	de	
nios,	sabio	contable	o	incluso	como	triunfante	dios	del	tiempo	y	orgulloso	fundador	de	
urbes	(Klibansky	y	otros,	2009:	237),	queda	definido	por	aquel	entonces	en	los	textos,	
que	se	amparan	en	la	autoridad	de	Guido	Bonatti	(famoso	astrlogo	del	norte	de	Italia	
situado	por	Dante	en	el	infierno	[213]),	como	accidentalier	humidus.	En	estos	textos	se	
indica	 que	 realiz	 un	 largo	 y	 lejano	 viaje	 por	 mar	 y	 se	 le	 considera	 patrn	 de	 las	
personas	 que	 viven	 junto	 al	 agua	 (213).44 	El	 propio	 Bonatti	 afirmaba	 que	 Cronos	
dominaba	 todo	 aquello	 viejo	 y	 pesado	 y,	 en	 especial,	 era	 Seor	 de	 los	 padres	 y	 de	 los	
antepasados	(240).	Ya	en	la	Antigedad	clsica	se	destacaban	como	atributos	de	Cronos	
la	fatiga	de	la	vejez	y	el	anhelo	de	descanso,	propio	de	la	ltima	etapa	de	la	vida	humana,	
y	 se	 le	 ofreca	 el	 sptimo	 da	 de	 la	 semana.	 Su	 funcin	 planetaria	 era	 el	 descanso,	
entendido	 en	 el	 espritu	 del	 Orculo	 de	 Delfos	 como	 bendicin	 de	 los	 dioses	 y	 el	 ms	
secreto	 deseo	 de	 los	 mortales,	 es	 decir,	 la	 muerte	 (Graves,	 1992:	 50).	 El	 Renacimiento	
trajo	 la	 identificacin	 de	 la	 imagen	 de	 Cronos	 con	 Chronos,	 caracterstica	 para	 los	
tiempos	modernos.	Como	dios	del	tiempo	es	a	la	vez	dios	de	la	destruccin45	y	tambin	
de	 la	 preservacin	 de	 la	 verdad	 y	 de	 la	 fama	 pstuma.	 Despus	 de	 esta	 ltima	
metamorfosis	 como	 advierten	 los	 autores	 de	 la	 monografa	 sobre	 la	 melancola	 se	
convirti	casi	en	un	requisito	imprescindible	de	los	grabados	en	las	tapas	de	los	libros	y	de	
las	 alegoras	 funerarias	 referentes	 al	 pasado	 perdido,	 pero	 evocado	 por	 la	 memoria	
(Klibansky	 y	 otros,	 2009:	 240-241).	 El	 mismo	 nombre	 Cronos	 significa	 cuervo	 (lat.	
cornix,	gr.	korone);	el	cuervo,	que	representaba	un	elemento	atributivo	de	este	dios	en	la	
iconografa	antigua,	se	consideraba	un	ave	proftica.	Segn	la	creencia,	en	estos	pjaros	
moraban	las	almas	de	los	reyes	ofrecidos	en	sacrificio	(Graves,	1992:	50).		
Las	 diversas	 connotaciones	 de	 la	 figura	 de	 Cronos/Saturno	 permiten	 situarla	 en	 el	
dominio	 de	 la	 melancola,	 cuyos	 determinantes,	 tal	 como	 los	 vemos	 hoy	 en	 da,	 son	 la	
memoria,	la	alienacin,	la	agresin,	el	deseo	de	morir,	un	estatus	excepcional	del	sujeto	y	
tambin	 el	 binomio	 sacrificio/prdida	 (Bieczyk,	 2002;	 Hammen,	 2004;	 Hart,	 2001).	
Una	 variante	 barroca	 de	 esta	 lista	 la	 encontramos	 en	 el	 poema	 Descripcin	 de	 un	
frontispicio	 perteneciente	 a	 la	 Anatoma	de	la	melancola	de	 Robert	 Burton	 (1621).	 El	
squito	de	Saturno,	prncipe	de	la	Melancola,	est	formado	por	una	compaa	altamente	
desagradable	 en	 la	 cual	 destacan	 la	 Envidia,	 la	 Soledad,	 el	 Enamoramiento,	 la	
Hipocondra,	la	Supersticin	y	la	Locura	(cfr.	Burton,	1995:	53-57).	
44 Segn Walter Benjamin, La inclinacin a los viajes largos constituye como advierte Tadeusz
Sawek	 uno	 de	 los	 rasgos	 del	 hombre	 saturnino.	 De	 all	 el	 horizonte	 marino	 como	 fondo	 de	 la	
famosa	Melancola	de	Durero	(Sawek,	1995:	68).	
45	Sobre	 el	 rol	 primario	 de	 la	 agresin	 en	 la	 psicodinmica	 de	 la	 depresin,	 ver	 Kutter	 (en	
	                                                   110	
Los	hijos	de	Saturno	
	
Tal	 y	 como	 la	 ambivalencia	 ha	 ido	 quebrando	 la	 figura	 de	 Cronos,	 la	 imagen	 del	
melanclico	fijada	en	la	cultura	aparece	como	portadora	de	una	ambigedad	inmanente	
que	ha	ido	adquiriendo	a	lo	largo	del	tiempo	valores	contrapuestos.	La	fascinacin	de	los	
antiguos	 por	 la	 melancola,	 cuyo	 ejemplo	 ms	 constructivo,	 a	 la	 vez	 detallado	 e	
inspirador,	es	el	Problema	XXX,	1	(la	autora	del	cual	se	atribua	a	Aristteles),	suscita	la	
pregunta	 por	 la	 melancola	 como	 complemento	 imprescindible	 de	 la	 existencia	 del	 ser	
pensante;	 su	 eco	 moderno	 ser	 la	 vinculacin	 que	 establece	 Immanuel	 Kant	 entre	 la	
melancola	 y	 lo	 sublime	 (Klibansky	 y	 otros,	 2009:	 117,	 143).	 Hipcrates	 asoci	 de	 la	
forma	 ms	 hbil	 las	 ideas	 relacionadas	 con	 esta	 manera	 positiva	 de	 entender	 la	
melancola	 en	 la	 frmula	 lapidaria	 del	 libro	 VI	 de	 Epidemia,	 citada	 por	 Constantinus	
Africanus,	un	mdico	del	siglo	XI	que	escribi	sobre	la	melancola:	el	cansancio	del	alma	
est	causado	por	el	pensamiento	del	alma	(105).	Como	miembro	de	la	escuela	mdica	de	
Salerno,	Constantinus	Africanus	recomendaba	el	siguiente	remedio	contra	la	melancola:	
Se	recomiendan	conversaciones	agradables	e	inteligentes	()	con	msica	variada	y	un	
vino	aromtico,	claro	y	bien	ligero,	as	como	relaciones	sexuales,	aunque	no	en	exceso	
(107).	La	moderacin	recomendada	por	el	Africano	constituye,	sin	embargo,	la	carencia	
fundamental	 que	 define	 la	 condicin	 del	 melanclico	 y	 sobre	 lo	 cual	 ya	 llamaba	 la	
atencin	 Aristteles	 refirindose	 en	 el	 Problema	 XXX,	 1	 a	 la	 falta	 de	 continencia	 y	 al	
desenfreno	de	los	melanclicos	(esto	atae	tambin	a	la	falta	de	control	sobre	la	propia	
memoria,	 lo	 cual	 seala	 una	 diferencia	 interesante	 entre	 la	 manera	 antigua	 y	
contempornea	 de	 ver	 al	 hombre)	 (54).	 Las	 imgenes	 repugnantes	 de	 los	 calendarios	
populares	en	la	temprana	Edad	Moderna	destacaban	la	cuestin	de	la	inmoderacin	de	
los	 melanclicos	 como	 condicin	 sine	 qua	 non 46 	de	 las	 personas	 consideradas	
caprichosas	 y	 pasionales,47	inclinadas	 a	 la	 exageracin	 tanto	 en	 la	 falta	 de	 moderacin	
como	 en	 la	 ascesis.48	Por	 el	 contrario,	 el	 Romanticismo	 y	 el	 Modernismo	 pondrn	 en	
valor	el	carcter	extremo	de	la	melancola.	Tambin	la	reivindicar	la	filosofa	del	siglo	
XX	(Benjamin,	2013;	Kristeva,	2007).	
	                                                  111	
Coincidiendo	 con	 el	 diagnstico	 de	 la	 melancola	 como	 una	 experiencia	 extrema	
procedente	 de	 la	 Edad	 Antigua,	 la	 psiquiatra	 clsica	 consider	 como	 digno	 de	 este	
nombre	solamente	el	estado	profundo	caracterstico	para	la	psicosis	manaco-depresiva	
(Tomkiewicz,	 1992:	 95).	 El	 psicoanlisis	 tambin	 destacar	 el	 rasgo	 de	 la	 transgresin	
drstica	 de	 la	 norma,	 desplazando,	 sin	 embargo,	 la	 perspectiva	 hacia	 el	 sujeto.49	La	
perspectiva	 de	 prdida	 individual	 acerca	 el	 enfoque	 psicoanaltico	 al	 diagnstico	
cultural	 de	 la	 melancola,	 el	 cual,	 al	 contrario	 que	 la	 categorizacin	 caracterolgica	
(Saturnino:	 pesimista,	 solitario	 y	 de	 naturaleza	 fra	 [Klibansky	 y	 otros,	 2009:	 167]),	
destacar	 la	 desesperacin	 como	 momento	 significativo	 de	 la	 existencia	 del	 sujeto	
melanclico.	Una	figura	distintiva	desde	este	punto	de	vista	sera	el	personaje	bblico	Job	
cuando	pregunta	sobre	el	sentido	de	la	prdida	experimentada.50	
El	 momento	 de	 la	 desesperacin	 precede	 a	 la	 resignacin	 melanclica,	 la	 cual	 se	
convirti	 en	 el	 atributo	 iconogrfico	 fundamental	 del	 estado	 de	 melancola:	 brazos	 y	
comisuras	 de	 los	 labios	 cados,	 mirada	 triste	 que	 refleja	 un	 estado	 de	 desnimo,	 en	
definitiva,	la	silueta	de	un	hombre	triste	(Kpiski,	1974:	2).	Mi	carne	est	cubierta	de	
gusanos	 y	 de	 costras	 de	 polvo,	 mi	 piel	 se	 agrieta,	 purulenta	 mi	 vida	 es	 solo	 un	
soplo.51	
	
	
Ars	moriendi	
	
El	 tiempo	 durante	 el	 cual	 Gombrowicz	 estuvo	 escribiendo	 Kronos	 coincide	 en	 la	
biografa	 del	 escritor	 con	 un	 perodo	 de	 involucin.	 La	 expresin	 lnea	 de	 sombra	 es	
una	 de	 las	 pocas	 resaltadas	 en	 el	 texto	 tanto	 mediante	 el	 uso	 de	 maysculas	 como	 de	
subrayado	 (W.	 Gombrowicz,	 2013:	 50),	 lo	 que	 demuestra	 su	 posicin	 central	 para	 el	
sujeto.	Le	Goues	relaciona	el	momento	en	que	se	reconoce	el	ocaso	vital	con	un	cambio	
en	 la	 polaridad	 de	 las	 esperanzas	 que	 empiezan	 a	 tomar	 por	 objeto	 el	 pasado,	 cuya	
manifestacin	ms	generalizada	es	la	necesidad	de	escribir	la	leyenda	de	uno	mismo	(Le	
Goues,	1992:	184).		
49 En mayor o menor grado, todo el mundo tiene cierta predisposicin a una experiencia
del	mismo	estado,	como	testimonia	la	carta	de	Crisstomo	al	monje	Stagirius	(97).	
51	Antoni	Kpiski	utiliza	como	epgrafe	de	su	libro	Melancola	esta	cita	que	proviene	del	Libro	de	
Job.	Rita	Gombrowicz	tambin	se	refiere	a	la	figura	de	Job	como	metfora	de	la	condicin	humana	
marcada	 por	 la	 prdida	 al	 escribir:	 Witold,	 que	 en	 los	 aos	 de	 guerra	 vivi	 en	 una	 extrema	
miseria,	a	veces	me	recuerda	a	Job.	La	fuerza	de	Gombrowicz	radica	en	que	se	mostr	en	toda	su	
humanidad	tanto	en	sus	pasiones	como	en	sus	desgracias	(R.	Gombrowicz,	2013:	8).		
	                                                   112	
Como	 indica	 la	 primera	 hoja	 incluida	 en	 los	 Tableaux	 (W.	 Gombrowicz,	 2013:	 156),	
Kronos	 fue	 pensado	 desde	 un	 punto	 de	 vista	 cronolgico	 como	 el	 documento	 de	 una	
biografa	 plena.	 La	 inscripcin	 XII	 1903,	 introducida	 sin	 anotaciones	 y	 considerada,	
por	lo	que	parece,	como	mes	de	concepcin	del	autor,	da	comienzo	a	una	serie	de	fechas	
anuales.	 La	 sucesin	 de	 fechas	 anuales	 iniciada	 de	 esta	 forma	 se	 cierra	 con	 1939,	
sealado	 como	 el	 ao	 de	 la	 huda	 a	 Bagdad	 (ttulo	 original	 de	 una	 obra	 de	 Jarosaw	
Iwaszkiewicz,	 cuya	 primera	 edicin	 es	 de	 1923);	 en	 el	 caso	 de	 esta	 hoja	 la	
reconstruccin	de	los	hechos	es	apenas	testimonial.	
Una	reconstruccin	ms	detallada	de	la	biografa	del	perodo	de	entreguerras,	incluida	
en	 el	 texto	 de	 Kronos,	 empieza	 con	 el	 ao	 1922.	 (El	 vaco	 que	 abarca	 el	 perodo	 de	 la	
adolescencia	adquiere	un	relieve	especial	en	la	perspectiva	de	la	valoracin	de	la	idea	de	
la	 juventud	 propia	 del	 autor.) 52 	En	 la	 parte	 del	 texto	 referente	 al	 perodo	 de	
entreguerras	 se	 puede	 observar	 el	 mecanismo	 de	 una	 triple	 elaboracin	 del	 texto	 a	
travs	de	una	reconstruccin	ms	detallada	de	1937,	ao	de	publicacin	de	Ferdydurke,	
y	 una	 doble	 elaboracin	 de	 1938,	 cuando	 se	 percibe	 con	 claridad	 una	 atmsfera	
preblica.	 Un	 significante	 recurrente	 en	 las	 sucesivas	 pruebas	 de	 reconstruccin	 es	
angustia.	Este	est	relacionado	por	el	sujeto	con	la	reaccin	del	pblico	a	la	publicacin	
de	Ferdydurke	(Gran	desasosiego	[20],	nerviosismo	creciente	y	angustia	[24])	y	con	
el	 miedo	 a	 la	 guerra	 (20)	 (pnico	 [32]). 53 	El	 repetitivo	 significante	 que	 connota	
angustia	 refuerza	 el	 colorido	 siniestro	 del	 pasado	 lejano	 que	 est	 siendo	 reconstruido	
(Kpiski,	 1974:	 40).	 Otras	 impresiones	 de	 la	 memoria	 exteriorizadas	 en	 el	 registro	
simblico	 estn	 relacionadas	 con	 los	 conceptos	 de	 aversin	 y	 repugnancia	 (22).	
Nuevamente,	 la	 descripcin	 de	 1965,	 ao	 en	 que	 el	 autor	 decide	 quedarse	
definitivamente	en	Europa,	ser	elaborada	cuatro	veces	(una	reconstruccin	detallada	y	
las	hojas	incluidas	en	los	Tableaux).	El	hecho	de	repetir	estos	aos	parece	sancionar	los	
momentos	clave	en	la	biografa	del	autor.	
Los	recuerdos	ms	slidos	(incluyendo	citas	de	lo	que	decan	personas	importantes	para	
el	 sujeto	 del	 texto)	 abarcan	 el	 perodo	 de	 entreguerras.	 Una	 red	 cronolgica	 se	
sobrepone	 aqu	 a	 los	 actos	 aislados	 del	 pasado	 (frases,	 situaciones),	 acentuando	
expressis	verbis	 las	 dudas	 referentes	 a	 su	 localizacin	 en	 el	 tiempo,	 sealando	 el	 hecho	
de	la	reconstruccin	por	parte	del	sujeto.	Por	ejemplo:	acaso	entonces?,	acaso	en	
aquel	 tiempo?	 (W.	 Gombrowicz,	 2013:	 18),	 probablemente	 (18),	 tal	 vez	 (24).	 Y	
52 Cfr. con la interpretacin de la renuncia por parte del autor de la descripcin del inicio en la
obra	 autobiogrfica	 Sin	ton	ni	son,	 de	 Aleksander	 Fredro,	 formulada	 desde	 la	 perspectiva	 de	 la	
crtica	melancolgica	por	Marek	Bieczyk	(2002:	59-64).		
53	Cabe	sealar	que	uno	de	los	roles	adoptados	por	el	sujeto	de	Kronos	es	el	de	cronista	de	la	II	
Guerra	 Mundial,	 que	 apunta	 escrupulosamente	 sobre	 todo	 en	 los	 primeros	 aos	 de	 la	 guerra	
los	momentos	decisivos	de	diversas	campaas	(ver,	por	ejemplo,	W.	Gombrowicz,	2013:	41).	
	                                                      113	
dando	cuenta	de	la	falibilidad	de	la	memoria:	No	me	acuerdo...	No	me	acuerdo	(18),	
tal	 vez	 (...),	 pero	 no	 me	 acuerdo,	 no	 me	 acuerdo	 bien	 (24).	 Analgicamente,	 las	
inscripciones	 ms	 tardas	 de	 Kronos	 vuelven	 a	 mostrar	 seales	 de	 impotencia	 ante	 lo	
falible	 de	 la	 memoria	 (142,	 146,	 150)	 (Hammen,	 2004:	 14-16),	 lo	 que	 contrasta	 con	 el	
perodo	que	va	de	1952	a	1966	en	que	se	sealiza	solamente	la	desmemoria	referente	a	
las	efemrides,	pero	donde	no	hay	dudas	significativas	respecto	a	los	hechos.	Todo	esto	
constituye	 una	 especie	 de	 marco	 al	 unir	 el	 inicio	 con	 el	 final	 a	 travs	 de	 idnticos	
mecanismos	de	la	memoria,	gracias	a	los	cuales	el	sujeto	se	caracteriza	como	perdido	en	
la	existencia.		
El	 marco	 mencionado	 completa	 uno	 de	 los	 rdenes	 que	 conforman	 Kronos,	 el	 del	
proceso	de	morir,	que	se	deja	sentir	en	la	relacin	de	la	existencia	cotidiana	que	ofrece	
quien	 an	 sigue	 vivo.	 La	 experiencia	 de	 la	 muerte	 se	 inicia	 con	 el	 diagnstico	 de	 la	
enfermedad,	cuyos	derivados	son	la	tristeza	y	la	soledad,	ante	la	cual	el	sujeto	se	sita	
del	lado	de	la	vida	en	los	actos/notacin	del	erotismo	compulsivo	que	tanto	ha	chocado	
a	 los	 primeros	 lectores	 de	 Kronos.	 El	 relato	 del	 sujeto	 moribundo,	 un	 melanclico	 e	
ntimo	ars	moriendi	que	se	apodera	del	texto,	est	presente	hasta	la	desaparicin	de	la	
voz	y	del	sujeto	mismo	del	texto.	Caracterizan	este	relato	seales	del	debilitamiento	de	
la	 memoria	 y	 la	 exclusin	 de	 grandes	 fragmentos	 de	 experiencia/tiempo,	 as	 como	 la	
descomposicin	de	la	jerarqua	de	valores	y,	por	consiguiente,	tambin	de	la	estructura	
de	 resmenes	 anuales	 y	 tableaux.	 La	 reconstruccin	 detallada	 muestra	 cmo	 el	 sujeto	
adopta	 unas	 actitudes	 nuevas	 ante	 las	 limitaciones	 de	 un	 cuerpo	 enfermo	 que	 va	
envejeciendo	(Le	Goues,	1992:	186).	Este	estado	de	salud	que	empeora	constantemente	
hace	 que	 el	 sujeto	 dirija	 la	 mirada	 hacia	 el	 cuerpo:	 dolores	 y	 mis	 tormentos	
representan	 el	 principal	 indicador	 en	 la	 relacin	 de	 los	 Tableaux.	 De	 los	 resmenes	
anuales	 poco	 a	 poco	 va	 desapareciendo	 el	 indicador	 que	 remite	 a	 la	 dimensin	 ertica	
de	la	vida,	sustituido	por	resortes	que	acentan	el	prestigio	del	escritor	y	la	estabilidad	
material.	
La	experiencia	de	la	culminacin	de	la	vida,	del	vaco	del	futuro	y	de	la	falta	de	excitacin	
asociada	a	ello	es	evocada	por	el	significante	aburrimiento,	un	melanclico	estribillo	por	
la	 prdida	 de	 la	 alegra	 de	 la	 vida	 (Kpiski,	 1974:	 73;	 Hammen,	 2004:	 14).	 Una	 red	
cronolgico-biogrfica	 se	 sobrepone	 a	 esta	 existencia	 desprovista	 de	 la	 ms	 elemental	
satisfaccin	otorgndole	un	carcter	coherente	y	compacto	gracias	a	la	conservacin	de	
una	estructura	lineal	del	tiempo	(Kpiski,	1974:	40).	El	quasi-orden	que	se	sostiene	en	
esta	estructura	oculta	el	absurdo	de	una	vida	desierta	que	se	expresa	en	el	aburrimiento	
evocado	reiteradamente,	en	las	fantasas	suicidas,	en	la	apata,	en	la	angustia	(Hammen,	
2004:	31;	W.	Gombrowicz,	2013:	82),	o	bien	en	la	desaparicin	del	instinto	sexual	y	del	
	                                              114	
apetito,	as	como	en	los	cambios	en	el	peso	corporal,	hechos	todos	ellos	caractersticos	
de	 las	 notas	 tardas	 (17).	 Esta	 linealidad	 basada	 en	 una	 contabilidad	 depresiva 54	
degenera	en	una	forma	de	mausoleo	que	inmoviliza	al	sujeto.	Las	escasas	anotaciones	al	
margen	que	rompen	la	ilusin	de	coherencia/linealidad	(como,	por	ejemplo:	No	temas.	
WG,	 aadido	 en	 el	 margen	 de	 la	 hoja	 correspondiente	 al	 ao	 1955	 [W.	 Gombrowicz,	
2013:	 78]),	 introduciendo	 un	 orden	 temporal	 alternativo	 respecto	 al	 texto	 principal,	
representan	 el	 testimonio	 de	 otra	 vida,	 una	 vida	 que	 sigue	 y	 trae	 cambios	 (Bieczyk,	
2002:	78).	
En	contraste	con	el	tono	dominante	se	acentan	los	periodos	de	euforia	vinculados	por	
el	 sujeto	 de	 Kronos	 a	 una	 implicacin	 emocional.	 En	 el	 ao	 1953	 se	 alternan	 las	
descripciones	 de	 estados	 de	 abatimiento	 y	 euforia,	 relacionados	 con	 el	 amor	 a	 Aldo	
(Kpiski,	 1974:	 4;	 W.	 Gombrowicz,	 2013:	 16,	 71).	 El	 vocabulario	 propio	 del	 campo	
lxico	de	la	melancola	aparece	en	el	contexto	de	las	dos	principales	relaciones	amorosas	
del	 sujeto,	 que	 fueron	 Aldo	 y	 Rita:	 Este	 nimo	 (68),	 fuerte	 depresin	 (136),	
depresin	y	aburrimiento	(148),	nervios	(134-138).	El	amor	y	en	especial	la	prdida	
de	 proximidad	 con	 el	 objeto	 amoroso	 producen	 un	 vaivn	 melanclico	 en	 el	 sujeto	 de	
Kronos	introduciendo	sin	embargo	elementos	eufricos	en	la	repetitiva	contabilidad	que	
caracteriza	 el	 texto	 y	 que	 constituye	 el	 principal	 modus	 escribendi.	 La	 alternancia	
melanclica	 de	 estados	 de	 nimo	 que	 caracteriza	 las	 vivencias	 sealadas	 por	 el	 sujeto	
amoroso	 de	 Kronos	 se	 revela	 asimismo	 en	 la	 experiencia	 de	 la	 escritura	 en	 forma	 de	
muestras	 de	 profunda	 tristeza	 y	 de	 decaimiento	 del	 nimo	 despus	 de	 un	 periodo	 de	
xitos	y	de	intenso	trabajo	(Kpiski,	1974:	68-69).	
	
	
Escribo,	luego	existo	
	
La	 escritura,	 junto	 a	 la	 voluntad	 individual	 de	 existir,	 determina	 el	 otro	 orden,	
alternativo	al	orden	de	la	muerte,	presente	en	Kronos.	Una	modificacin	significativa	en	
este	 contexto	 aunque	 relativamente	 insignificante	 en	 la	 perspectiva	 del	 tono	
dominante	en	el	texto	atae	a	la	posicin	del	sujeto	y	a	la	exposicin	de	los	significantes	
a	 partir	 de	 1952.	 En	 una	 anotacin	 de	 junio	 de	 1952	 se	 produce	 el	 cambio	 en	 las	
connotaciones	 negativas	 de	 los	 subrayados	 que	 en	 los	 aos	 1922-1951	 remetan	
continuamente	 a	 experiencias	 traumticas	 relacionadas	 sobre	 todo	 con	 la	 polonidad	
(tambin	en	el	contexto	de	la	guerra)	y	con	el	trauma	del	cuerpo	enfermo.	Empezando	
54 Sobre la matemtica de la melancola, ver Bieczyk (2002: 67) y Sawek (1995: 65). Ver
	                                                 115	
por	 esta	 anotacin:	 Giedroyc	 decide	 publicar	 Trans-Atlntico	 y	 El	 casamiento	 (W.	
Gombrowicz,	2013:	66),	que	tal	vez	d	inicio	a	Kronos	y	que	corresponde	en	la	biografa	
del	 escritor	 a	 la	 colaboracin	 con	 un	 editor	 fiable	 y,	 como	 podemos	 suponer,	 a	 la	
creciente	 confianza	 en	 el	 valor	 de	 la	 propia	 escritura,	 as	 como	 a	 la	 esperanza	 en	
convertirse	 en	 un	 escritor	 de	 xito,55	en	 el	 texto	 comienzan	 a	 aparecer	 seales	 de	 un	
mayor	cuidado	por	s	mismo	como	sujeto	valioso	(Grunberger,	1992:	204-216)	(compra	
de	 objetos	 que	 hacen	 la	 vida	 ms	 confortable,	 preocupacin	 por	 el	 fortalecimiento	 del	
cuerpo	 y	 su	 cuidado	 a	 travs	 de	 la	 eleccin	 de	 substancias	 estimulantes	 menos	
perjudiciales,	etctera).	
Este	cambio	de	actitud	del	sujeto	est	relacionado	sobre	todo	con	la	modificacin	de	las	
estrategias	 de	 autopresentacin	 adoptadas	 ante	 el	 Otro,	 internalizado/inscrito	 en	 los	
textos	 de	 carcter	 autobiogrfico.	 Una	 variacin	 de	 segundo	 orden	 la	 representa	 el	
cambio	en	la	estrategia	de	presentacin	del	mundo	(Hammen,	2004:	94-95).	
El	 fundamento	 de	 la	 autopresentacin	 melanclica	 lo	 constituye	 en	 Kronos	 la	
autodevaluacin	 que	 se	 manifiesta	 a	 travs	 de	 la	 exhibicin	 iconoclasta	 del	 cuerpo	
enfermo	 (que	 al	 mismo	 tiempo	 como	 cuerpo	 de	 enfermedad	 y	 de	 vergenza	 est	
sometido	 a	 unos	 tratamientos	 purificadores	 y	 curativos	 minuciosamente	 anotados)	
(Kanabrodzki,	2004:	20),	as	como	a	travs	del	registro	de	los	actos	de	una	sexualidad	
compulsiva.	 La	 posicin	 dominante	 se	 basa	 en	 un	 mecanismo	 de	 autoacusaciones	 y	
autojustificaciones	en	cuyo	marco	el	sujeto	aparece	ora	como	el	transgresor	de	un	tab	
(del	 cuerpo,	 de	 la	 sexualidad)	 (Fink,	 2002:	234-286)56	en	 una	 mascarada	 perversa,	 ora	
como	 alguien	 que	 se	 esfuerza	 en	 ser	 reconocido	 a	 travs	 de	 actos	 de	 justificacin	
(principalmente	 meteduras	 de	 pata	 en	 sociedad,	 peleas	 y	 conflictos	 que	 evidencian	 la	
incapacidad	 de	 una	 coexistencia	 armoniosa	 con	 los	 dems	 [W.	 Gombrowicz,	 2013:	 40,	
44,	 46,	 141]),	 as	 como	 de	 explicacin	 de	 la	 propia	 existencia	 a	 travs	 de	 la	 escritura	
(enumeraciones	 detalladas	 de	 los	 lugares	 de	 publicacin	 de	 los	 artculos	 en	 las	 partes	
iniciales	de	Kronos	[24,	50]).	
La	devaluacin	del	mundo	adopta	la	chocante	forma	de	una	depreciacin	de	las	parejas	
sexuales	 desindividualizadas,	 designadas	 solo	 por	 una	 letra	 que	 no	 diferencia	 el	 sexo	
y/o	 caracterizadas	 por	 un	 rasgo	 distintivo	 negativo	 (como	 el	 mal	 olor	 de	 pies	 o	 la	
repugnancia	 que	 el	 sujeto	 caus	 en	 su	 pareja).	 A	 nivel	 lingstico	 a	 estos	 actos	 les	
corresponde	 un	 vocabulario	 de	 tonalidad	 negativa.	 Una	 letana	 de	 parejas	 sexuales	 sin	
texto	por	la	decepcin	por	la	situacin	profesional	(cfr.	Hammen,	2004:	65;	Freud,	1992:	35;	W.	
Gombrowicz,	2013:	66,	74).	
56	En	 este	 contexto	 se	 puede	 definir	 la	 funcin	 de	 los	 pequeos	 crculos	 en	 los	 mrgenes	 de	
Kronos	como	testimonios	de	una	posicin	personal	alucinada.	Como	no	encuentra	palabras	para	
definir	esta	posicin,	el	sujeto	utiliza	un	signo,	revelndola	as	en	la	faz	del	discurso.		
	                                                  116	
nombre	 enumeradas	 de	 forma	 desapasionada	 o	 no	 carente	 de	 crueldad	 sustituye	 al	
tierno	objeto	del	deseo	perdido,	que	adquiere	en	el	texto	una	representacin	lingstica	
cariosa	 a	 travs	 del	 diminutivo	 del	 nombre	 con	 el	 cual	 el	 sujeto	 llama	 a	 su	 primera	
pareja	homoertica:	Franek/Franu.		
La	 devaluacin	 del	 mundo	 y	 la	 autodepreciacin	 inscritas	 en	 Kronos	 oscilan	 alrededor	
de	la	experiencia	melanclica	de	lo	absurdo	de	la	existencia,	acompaada	del	pesimismo	
en	la	percepcin	del	futuro	y	el	deseo	de	suicidarse	formulado	expressis	verbis.	Junto	al	
aumento	 de	 prestigio	 literario	 anotado	 en	 el	 texto,	 la	 autoagresividad	 del	 sujeto	 de	
Kronos	 va	 disminuyendo.	 Aparecen	 seales	 del	 deseo	 de	 relatar	 la	 vida	 de	 uno	 mismo	
dirigidas	al	Otro	cercano;	un	relato	que	podra	ser	interesante	para	el	Otro	por	el	valor	
que	atribuye	al	sujeto.	El	Otro	surge	en	un	lugar	fronterizo	entre	la	posicin	del	bigrafo	
ideal	(para	quien	se	dejan	unas	indicaciones	que	facilitan	una	potencial	reconstruccin	
del	destino	del	autor)	y	un	familiar	cercano	interesado	en	la	vida	cotidiana	del	sujeto.		
La	 suavizacin	 de	 los	 actos	 de	 autoagresin/autodepreciacin	 por	 parte	 del	 delicado	
sujeto	 de	 Kronos	 se	 revela	 en	 los	 pasajes	 que	 constituyen	 la	 respuesta	 a	 una	 mirada	
enamorada	 y	 llena	 de	 inters	 y	 que	 son	 resultado	 del	 reforzamiento	 del	 sujeto.	 Esta	
mirada	dirigida	desde	un	mundo	perdido	donde	se	utilizan	diminutivos	de	nombres	de	
otras	 personas,	 donde	 el	 color	 de	 nuestro	 traje	 importa	 a	 alguien	 y	 la	 historia	 de	
nuestros	 achaques	 y	 enfermedades	 representa	 la	 cifra	 comprensible	 y	 primaria	 del	
amor:	el	mundo	de	la	madre	(70,	72,	94,	106,	116).	Ella	es	la	figura	de	la	persona	que	se	
interesa	por	todo	aquello	relacionado	con	el	sujeto:	que	se	present	el	da	del	santo	del	
hijo,	que	se	interesa	por	Psina	cuando	Witold	est	demasiado	dbil	para	sacarlo	a	pasear	
(Tableaux).	 Es,	 por	 tanto,	 el	 Otro	 que	 se	 manifiesta	 en	 el	 registro	 verdaderamente	
personal,	 diferente	 del	 registro	 de	 la	 biografa	 oficial	 del	 escritor,	 potencialmente	
inscrita	 en	 Kronos	 (104,	 108).	 El	 proceso	 literario	 representado	 por	 Kronos	 puede	
percibirse	desde	esta	perspectiva	como	un	acto	de	restauracin	en	s	mismo	del	mundo	
perdido,	con	cuya	prdida	el	sujeto	se	perdi	a	s	mismo	(Klein,	1992:	71).57	
	
	
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en	la	segunda	parte,	a	travs	de	lo	cual	el	sujeto	se	abre	a	la	experiencia	de	la	esperanza:		salgo	
mucho	menos,	pero	voy	tirando.	Gripe	en	Vence,	pero	no	demasiado	grave	(Gombrowicz,	2013:	
146).	
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GOMBROWICZ	 EN	 PERFORMANCES:	 LO	 EFMERO,	 LA	 HIBRIDACIN	 Y	 EL	
ARCHIVADO	DE	ACTUACIN	EN	VIVO	
Allen	J.	Kuharski		
Traduccin:	Amanda	Bouillet	
	
	
Introduccin	
	
La	 recopilacin,	 preservacin	 y	 el	 uso	 compartido	 de	 un	 archivo	 de	 actuacin	 en	 vivo	
siempre	implica	retos	nicos	y	significativos.	Se	puede	decir	que	la	historia	del	teatro	es	
por	definicin	un	proyecto	imposible,	que	busca	preservar	las	huellas	de	actuaciones	en	
vivo	intrnsecamente	efmeras.		
Durante	mis	estudios	de	posgrado	en	Berkeley,	mi	profesor	Travis	Bogard	arguy	que	l	
nunca	pudo	entender	el	sentido	de	hacer	un	registro	de	la	historia	del	teatro,	ya	que	uno	
no	puede	interpretar	ni	escribir	de	manera	crtica	sobre	una	actuacin	que	no	ha	visto	
personalmente.	 Yo	 tena	 dos	 respuestas	 contradictorias	 al	 respecto.	 Primero,	 como	
hombre	 de	 teatro,	 asent	 de	 inmediato:	 cmo	 alguien	 podra	 atreverse	 a	 escribir	 algo	
sobre	mi	espectculo,	y	para	colmo	tener	una	opinin	sobre	l,	si	no	vio	la	obra	en	vivo?	
Pero	 ms	 tarde	 entend,	 sin	 embargo,	 que	 Bogard	 haba	 fusionado	 el	 trabajo	 de	 la	
historia	del	teatro	con	el	de	la	crtica	teatral.		
Puesto	que	estuve	presente	en	el	restablecimiento	de	la	declaracin	de	la	ley	marcial	en	
Polonia,	 tambin	 era	 consciente	 de	 que	 los	 gobiernos	 opresivos,	 como	 el	 rgimen	 de	
Jaruzelski,	 desean	 con	 firmeza	 que	 nuestro	 conocimiento	 de	 la	 historia	 del	 teatro	 sea	
selectivo	e	incompleto,	sobre	todo	cuando	el	teatro	asume	un	papel	trascendente	en	la	
resistencia	a	estos	regmenes	(cuando	los	artistas	de	teatro	asumen	uno	de	sus	papeles	
ms	importantes	como	intelectuales	pblicos).	En	el	caso	de	Polonia	bajo	la	ley	marcial,	
el	 sindicato	 de	 actores	 polaco	 encabez	 un	 boicot	 muy	 eficaz	 al	 teatro	 y	 la	 televisin	
patrocinados	 por	 el	 Estado	 en	 seal	 de	 protesta	 contra	 el	 rgimen.	 No	 insistir	 en	 el	
proyecto	de	la	historia	del	teatro	frente	a	esas	fuerzas	polticas	e	histricas	tambin	me	
pareci	algo	as	como	rendirme	ante	ellas.		
Entonces,	 la	 persona	 de	 teatro	 que	 hay	 en	 m	 tom	 la	 palabra	 y	 seal	 que,	 en	 la	
prctica,	 nadie	 es	 capaz	 de	 asistir	 a	 todas	 las	 presentaciones	 en	 vivo	 que	 merecen	
nuestra	atencin	en	la	actualidad,	y	mucho	menos	en	el	pasado,	y	an	menos	la	gente	de	
teatro	que	trabaja:	puesto	que,	si	es	exitosa,	est	demasiado	ocupada	haciendo	su	propio	
trabajo	 como	 para	 ver	 la	 labor	 que	 otros	 hacen	 a	 su	 alrededor	 (y	 mucho	 menos	 a	 la	
	                                               120	
distancia).	 Precisamente,	 la	 necesaria	 imposibilidad	 de	 la	 historia	 del	 teatro	 es	 insistir	
en	 que	 podemos	 darle	 un	 poco	 de	 sentido	 al	 pasado	 teatral	 (que	 comienza	 con	 la	
actuacin	 de	 ayer)	 con	 evidencia	 material	 incompleta,	 imperfecta	 y	 tremendamente	
variable.	El	trabajo	con	estos	materiales	es	el	meollo	de	la	cuestin	de	la	historiografa	
teatral,	como	lo	es	la	creacin	y	el	mantenimiento	de	los	archivos	de	representaciones	
futuras.	 Las	 lagunas	 inevitables	 en	 estos	 archivos	 de	 teatro,	 el	 resultado	 de	 la	
negligencia	y	la	falta	crnica	de	recursos,	as	como	de	la	violencia	de	la	historia	y	de	la	
opresin	poltica,	solo	pueden	ser	cubiertas,	o	rellenadas,	por	el	trabajo	creativo	de	los	
artistas	posteriores	que	quieran	invocar,	reclamar	y	completar	esta	historia.	
La	relevancia	de	estos	problemas	con	la	circulacin	de	la	obra	de	Witold	Gombrowicz	en	
el	teatro	es	de	alguna	manera	obvia	y	en	algunos	aspectos	sorprendente	y	paradjica.	Mi	
primera	experiencia	en	presentaciones	en	vivo	en	el	teatro	polaco	fue	la	produccin	de	
una	 adaptacin	 del	 director	 Zbigniew	 Wrbel	 de	 Ferdydurke	 en	 el	 Teatr	 Studio	 de	
Varsovia,	en	el	Palacio	de	la	Cultura,	el	todava	dominante	hito	arquitectnico	stalinista	
de	 la	 ciudad,	 en	 octubre	 de	 1981.	 La	 produccin	 fue	 muy	 popular,	 pero	 si	 yo	 hubiera	
querido	 obtener	 una	 copia	 de	 la	 novela	 en	 polaco	 para	 leer	 en	 ese	 momento	 habra	
tenido	que	conseguir	un	permiso	para	pedir	el	libro	de	la	caja	de	libros	censurados	de	la	
biblioteca	 universitaria,	 esperar	 a	 encontrar	 una	 copia	 clandestina	 del	 texto	 publicado	
por	Kultura	en	Pars	e	ingresada	de	contrabando	en	el	pas,	o	conocer	al	propietario	de	
un	ejemplar	original	de	la	edicin	anterior	a	la	guerra.		
La	 adaptacin	 teatral	 de	 Ferdydurke	 de	 Teatr	 Studio	 tambin	 abarca	 la	 categora	 de	
hibridacin	 que	 se	 est	 dando	 en	 la	 actuacin	 en	 relacin	 con	 la	 obra	 de	 Gombrowicz.	
Esta	 hibridacin	 implica	 la	 proliferacin	 de	 este	 tipo	 de	 adaptaciones	 de	 obras	 no	
teatrales	 del	 escritor,	 as	 como	 la	 adaptacin	 de	 sus	 escritos	 teatrales	 y	 no	 teatrales	 a	
cada	vez	ms	diversos	medios	de	representacin	en	todo	el	mundo	(pera,	danza,	cine,	
televisin,	radio,	etctera).	Tal	hibridacin	ha	sido	una	caracterstica	de	la	circulacin	de	
la	 obra	 de	 Gombrowicz	 a	 nivel	 mundial	 desde	 la	 dcada	 de	 1960	 y	 se	 puede	 decir	 que	
hoy	en	da	constituye	el	escenario	ms	importante	de	performances	en	torno	a	su	obra.	
Ejemplos	 contemporneos	 de	 tales	 obras	 hbridas	 incluiran	 la	 versin	 operstica	 del	
compositor	 belga	 Philippe	 Boesmans	 de	 Yvonne,	 la	 princesa	 de	 Borgoa	 (cantada	 en	
francs),	 de	 2008;	 la	 adaptacin	 de	 Luca	 Ronconi	 de	 Pornografa	(puesta	 en	 escena	 en	
italiano	 en	 el	 Piccolo	 Teatro	 de	 Miln	 y	 de	 gira	 por	 Italia)	 de	 2013	 y	 la	 adaptacin	 de	
Lublin	 de	 Ferdydurke	 por	 Teatr	 Provisorium	 y	 Kompania	 Teatr	 (puesta	 en	 escena	 en	
polaco	 e	 ingls	 ms	 de	 450	 veces	 en	 todo	 el	 mundo	 desde	 1998	 y	 adaptada	 para	 su	
emisin	en	la	televisin	polaca	en	2008).		
	
	                                                 121	
	
La	Base	de	Datos	de	Performances	de	Gombrowicz:	una	introduccin		
	
La	Base	de	Datos	de	Performances	de	Gombrowicz	est	diseada	para	proporcionar	un	
recurso	completo	sobre	la	obra	de	Witold	Gombrowicz	en	la	actuacin	desde	el	estreno	
mundial	de	Yvonne,	princesa	de	Borgoa	en	Varsovia	en	1957.		
Estar	 disponible	 en	 2015	 como	 un	 complemento	 de	 la	 pgina	 web	 oficial	 de	
Gombrowicz	(www.gombrowicz.net)	que	fue	completada	en	2010	por	Rita	Gombrowicz	
y	 sus	 colaboradores,	 entre	 los	 que	 me	 incluyo.	 Mi	 trabajo	 en	 el	 sitio	 web	 sobre	
Gombrowicz	 comprende	 proporcionar	 una	 bibliografa	 abreviada	 de	 la	 obra	 de	
Gombrowicz	en	performances	en	todo	el	mundo,	limitada	a	producciones	profesionales	
y	 con	 solo	 mnimos	 detalles	 de	 las	 producciones	 mencionadas.	 La	 pgina	 web	 de	
Gombrowicz	est	pensada	como	un	recurso	para	un	pblico	no	especializado,	y	los	datos	
de	representaciones	que	se	proporcionan	son	de	inters	general.	
La	 Base	 de	 Datos	 de	 Performances	 de	 Gombrowicz,	 en	 cambio,	 trabaja	 para	
proporcionar	 los	 datos	 de	 representaciones	 ms	 completos	 posibles	 sobre	 cada	
produccin:	 los	 nombres	 de	 todos	 los	 artistas	 que	 participan,	 prensa	 y	 otras	
publicaciones	 y	 bibliografa	 relacionadas	 con	 cada	 produccin,	 estadsticas	 sobre	 el	
nmero	 de	 actuaciones	 y	 audiencia,	 detalles	 de	 actuaciones	 en	 festivales	 y	 en	 giras	
internacionales,	 y	 documentacin	 visual	 en	 forma	 de	 carteles,	 fotos	 de	 la	 produccin,	
ilustraciones	de	los	diseadores	de	escenografa	y	vestuario,	etctera.	A	diferencia	de	la	
pgina	 web,	 la	 Base	 de	 Datos	 de	 Performances	 de	 Gombrowicz	 incluye	 informacin	
detallada	 sobre	 las	 producciones	 no	 profesionales,	 tales	 como	 aquellas	 en	 teatros	 de	
estudiantes,	 de	 escuelas	 de	 teatro,	 teatros	 comunitarios	 o	 amateurs,	 etctera.	 La	
circulacin	 de	 Gombrowicz	 en	 los	 teatros	 de	 estudiantes	 y	 las	 escuelas	 de	 teatro	 es	 de	
especial	 importancia	 en	 la	 realizacin	 e	 incluso	 la	 historia	 poltica	 de	 este	 trabajo,	
particularmente	 en	 Polonia	 y	 las	 Amricas.	 La	 informacin	 contenida	 en	 la	 Base	 de	
Datos	de	Performances	de	Gombrowicz	estar	disponible	sin	costo	como	un	recurso	en	
lnea	y	se	la	podr	buscar	en	ingls	y	polaco.	La	base	de	datos	ser	un	recurso	abierto	y	
los	usuarios	estarn	invitados	a	compartir	datos	nuevos	o	corregirlos	junto	con	nosotros	
a	travs	de	correspondencia	por	correo	electrnico	(sin	embargo,	la	base	de	datos	solo	
ser	actualizada	y	editada	por	nosotros).		
Todos	 los	 datos	 sern	 provistos	 en	 su	 idioma	 original,	 incluyendo	 muchos	 que	 no	
utilizan	 el	 alfabeto	 latino,	 como	 griego,	 hebreo,	 ruso,	 ucraniano,	 bielorruso,	 rabe	 y	
japons.	Cuando	transcribimos	la	informacin	de	dichas	lenguas	de	origen	en	el	alfabeto	
latino,	utilizamos	el	mismo	sistema	que	la	Biblioteca	del	Congreso	de	los	Estados	Unidos.	
	                                               122	
Sin	 embargo,	 en	 los	 mens	 desplegables	 de	 las	 listas	 de	 actores,	 compaas	 de	 teatro,	
directores,	 traductores,	 etctera,	 van	 a	 aparecer	 nombres	 en	 el	 idioma	 de	 origen,	 as	
como	 en	 caracteres	 latinos.	 De	 particular	 importancia	 ser	 la	 posibilidad	 de	 localizar	
una	 obra	 determinada	 mediante	 el	 ttulo	 exacto	 de	 una	 traduccin	 o	 adaptacin	 en	 un	
idioma	de	destino,	que	puede	variar	mucho	en	un	idioma	e	incluso	en	la	traduccin	a	un	
idioma	 determinado	 (las	 variantes	 del	 ttulo	 de	 Yvonne,	 princesa	 de	 Borgoa	 en	
espaol	son	particularmente	numerosas,	al	igual	que	las	variaciones	de	la	ortografa	del	
nombre	del	personaje	del	ttulo	en	general).	
Los	modelos	para	la	Base	de	Datos	de	Performances	de	Gombrowicz	incluyen	el	Archivo	
de	 las	 Representaciones	 de	 Teatro	 Griego	 y	 Romano	 (APGRD),	 desarrollado	 por	 un	
equipo	de	acadmicos	clsicos	de	la	Universidad	de	Oxford	durante	los	ltimos	quince	
aos,	que	proporciona	datos	completos	sobre	la	representacin	de	obras	clsicas	travs	
de	 la	 historia	 y	 la	 cultura,	 tanto	 antiguas	 como	 modernas.	 En	 la	 actualidad,	 la	 base	 de	
datos	APGRD	ofrece	informacin	sobre	ms	de	10.000	producciones	de	teatro	griego	y	
romano	 en	 todo	 el	 mundo.	 Algo	 significativo	 para	 mi	 trabajo	 sobre	 Gombrowicz	 en	
escena	es	que	la	base	de	datos	APGRD	incluye	tanto	los	textos	originales	clsicos	como	
todas	las	subsiguientes	traducciones,	adaptaciones	y	otras	variaciones	identificables	en	
todos	los	gneros	de	actuacin	(pera,	danza,	radio,	cine	y	televisin,	etctera).		
La	 Base	 de	 Datos	 de	 Performances	 de	 Gombrowicz	 documenta	 actualmente	 900	
producciones	de	Gombrowicz	entre	1957	y	2014	y	estimamos	que	esta	cifra	se	acercar	
a	1000	al	momento	de	estar	lista	para	ser	compartida	en	Internet	en	el	ao	2015.	Dichas	
producciones	 son	 de	 40	 pases	 diferentes,	 realizadas	 en	 33	 idiomas,	 de	 las	 cuales	
alrededor	del	38%	han	sido	en	polaco.		
Sobre	la	base	de	nuestra	informacin	actual,	los	siguientes	son	los	idiomas	en	los	que	se	
representa	a	Gombrowicz	con	mayor	frecuencia:	
       Polaco:	38%.	
       Alemn:	22%	(17%	en	Alemania).		
       Francs:	11%.		
       Ingls:	7%	(4,5%	en	los	EE.	UU.	solamente).		
       Espaol:	3,5%	(1,8%	en	Espaa;	1,7%	en	Amrica	Latina;	1%	solo	en	Argentina).		
       Los	datos	de	Espaa	incluyen	4	producciones	en	gallego	y	cataln.	
       Brasil	no	est	incluido	en	la	cifra	para	Amrica	Latina.	
La	base	de	datos	incluye	tambin	la	circulacin	de	la	obra	de	Gombrowicz	en	una	amplia	
variedad	 de	 gneros	 de	 arte	 escnico,	 incluyendo	 cine,	 televisin,	 radio,	 pera,	 danza,	
pantomima,	 etc.	 La	 adaptacin	 de	 los	 textos	 no	 teatrales	 de	 Gombrowicz	 para	 la	
actuacin	 en	 directo	 (sus	 novelas,	 cuentos,	 diario	 y	 escritos	 autobiogrficos,	 como	 el	
	                                                123	
Kronos	de	reciente	publicacin)	es	un	fenmeno	internacional	vasto	y	de	larga	data,	que	
incluye	 algunos	 de	 los	 ejemplos	 ms	 significativos	 e	 influyentes	 de	 Gombrowicz	 en	 el	
teatro.	 Notablemente,	 as	 como	 las	 primeras	 producciones	 profesionales	 de	 la	 mayora	
de	las	cuatro	obras	de	teatro	originales	de	Gombrowicz	tuvieron	lugar	fuera	de	Polonia,	
de	manera	similar	las	primeras	adaptaciones	en	escena	y	en	la	pantalla	de	sus	novelas	y	
cuentos	tambin	tuvieron	lugar	en	Europa	occidental,	mientras	que	su	obra	se	mantuvo	
sujeta	a	la	censura	en	Polonia.	Varios	de	los	primeros	ejemplos	de	adaptaciones	de	las	
novelas	y	cuentos	de	Gombrowicz	no	solo	se	realizaron	en	otros	pases	y	lenguas,	sino	
que	 adems	 fueron	 producidas	 para	 su	 emisin	 en	 televisin	 y	 radio,	 y	 por	 lo	 tanto	
llegaron	al	pblico	de	inmediato	y	en	mayor	nmero	de	lo	que	es	normalmente	posible	
en	presentaciones	en	vivo	o	ediciones	impresas.		
Entre	los	puntos	de	vista	histricos	proporcionados	por	la	base	de	datos,	se	encuentran	
93	 producciones	 de	 Gombrowicz	 que	 tuvieron	 lugar	 en	 el	 extranjero	 antes	 de	 que	
finalizara	 la	 prohibicin	 sobre	 la	 realizacin	 de	 sus	 obras	 en	 Polonia	 en	 1974,	 o	 que	
aproximadamente	el	10%	de	la	historia	de	realizaciones	de	arte	escnico	hasta	la	fecha	
se	llev	a	cabo	por	primera	vez	en	el	extranjero	y	en	otro	idioma	(hubo	un	total	de	tres	
producciones	 polacas	 durante	 este	 mismo	 perodo,	 solo	 una	 de	 los	 cuales	 era	
profesional,	 las	 otras	 dos	 eran	 de	 hecho	 las	 notables	 producciones	 estudiantiles	 del	
joven	Jerzy	Jarocki	as	como	por	el	Teatr	STU	de	Cracovia).		
Otra	 base	 de	 datos	 de	 producciones	 actuales	 que	 ha	 proporcionado	 modelos	 para	
nuestro	trabajo	es	la	excepcional	base	de	datos	polaca	eteatr,	creada	y	mantenida	por	los	
bibliotecarios	 del	 archivo	 del	 sindicato	 de	 actores	 polacos	 (Zwizek	 Artystw	 Scen	
Polskich	ZASP),	ahora	parte	de	la	Instytut	Teatralny	en	Varsovia.	Eteatr	proporciona	
un	 recurso	 vital	 para	 los	 profesionales	 del	 teatro	 en	 actividad	 y	 los	 investigadores	
acadmicos	por	igual	y	es	posiblemente	la	base	de	datos	teatral	existente	ms	completa	
para	un	pas	determinado.	Aunque	el	personal	de	los	archivos	ZASP	en	Varsovia	hace	un	
trabajo	 excepcional	 que	 proporciona	 datos	 sobre	 el	 teatro	 polaco	 en	 general,	 y	 de	 las	
producciones	 polacas	 de	 Gombrowicz	 en	 particular,	 no	 es	 su	 misin	 documentar,	
archivar	 y	 compartir	 datos	 acerca	 de	 la	 circulacin	 de	 los	 dramaturgos	 polacos	 tales	
como	Gombrowicz	fuera	de	Polonia.		
Si	 el	 material	 de	 la	 Base	 de	 Datos	 de	 Performances	 de	 Gombrowicz	 se	 limitara	 a	 las	
producciones	polacas,	sera	en	gran	parte	redundante	con	la	informacin	disponible	en	
eteatr,	con	la	excepcin	de	que	eteatr	requiere	conocimiento	de	polaco	para	ser	utilizado	
en	su	totalidad.	Es	significativo,	sin	embargo,	que	mientras	las	producciones	polacas	de	
Gombrowicz	 constituyen	 una	 pluralidad	 de	 los	 elementos	 de	 nuestra	 base	 de	 datos,	 la	
mayora	de	las	producciones	siempre	ha	tenido	lugar	en	otros	pases	e	idiomas.	
	                                              124	
La	conocida	base	de	datos	de	cine	IMDB	tambin	tiene	muchas	de	las	caractersticas	que	
se	 encuentran	 en	 las	 bases	 de	 datos	 de	 presentaciones	 avanzadas	 como	 eteatr	 en	
Polonia	o	en	la	Base	de	Datos	de	Broadway	en	Internet	en	los	Estados	Unidos.	La	base	de	
datos	de	Broadway	en	Internet	sigue	siendo	nica	en	la	forma	en	que	proporciona	datos	
de	 audiencia	 para	 todas	 las	 producciones,	 junto	 con	 las	 cifras	 del	 nmero	 total	 de	
actuaciones	 de	 una	 produccin	 determinada.	 Vamos	 a	 ser	 capaces	 de	 proporcionar	
datos	de	audiencia	y	actuacin	integrales	similares	para	Polonia	gracias	a	la	publicacin	
anual	 Almanac	 of	 the	 Polish	 Stage	 (el	 Almanaque	 del	 Escenario	 Polaco),	 que	 fue	
publicada	durante	la	temporada	1997/98,	despus	de	lo	cual	fue	reemplazada	por	eteatr	
en	lnea.	Curiosamente,	una	de	las	caractersticas	notables	de	esos	primeros	almanaques	
anuales	que	no	se	volcaron	en	eteatr	ha	sido	estas	cifras	de	actuaciones	y	audiencia,	que	
todava	son	recogidas	por	los	archivos	ZASP.	Los	datos	de	actuaciones	y	audiencia	fuera	
de	 Polonia	 dependern	 generalmente	 de	 la	 informacin	 proporcionada	 por	 el	 teatro	
responsable	 de	 cada	 produccin.	 Estas	 cifras,	 sin	 embargo,	 proporcionan	 una	 nocin	
sorprendente	 de	 la	 amplitud	 y	 profundidad	 de	 la	 circulacin	 de	 Gombrowicz	 en	
presentaciones	en	vivo.	Del	mismo	modo,	la	informacin	sobre	las	giras	internacionales	
de	diversas	producciones	ha	revelado	algunos	resultados	sorprendentes,	sobre	todo	en	
lo	que	respecta	a	Amrica	Latina.		
La	complejidad	particular	de	la	circulacin	de	Gombrowicz	en	las	performances	en	todo	
el	 mundo	 requiere	 de	 caractersticas	 que	 no	 forman	 parte	 ni	 siquiera	 de	 las	 ms	
sofisticadas	 bases	 de	 datos	 de	 performance	 actuales,	 o	 caractersticas	 que	 no	 existen	
juntas	en	una	sola	base	de	datos.	Como	resultado,	la	Base	de	Datos	de	Performances	de	
Gombrowicz	 deber	 ser	 no	 solo	 una	 herramienta	 de	 gran	 alcance	 para	 el	 archivado,	 la	
investigacin	 y	 la	 literatura	 crtica	 futura	 sobre	 el	 papel	 de	 Witold	 Gombrowicz,	 en	
particular	 en	 los	 intercambios	 culturales	 globales	 o	 transnacionales,	 sino	 tambin	 el	
prototipo	 de	 un	 nuevo	 estndar	 de	 mejores	 prcticas	 de	 archivado	 de	 datos	 de	
performances	en	general.	Si	se	adapta	como	un	modelo	para	otros	temas	de	la	historia	
de	las	performances,	el	diseo	de	la	Base	de	Datos	de	Performances	de	Gombrowicz	solo	
necesitara	 ser	 simplificado.	 La	 oportunidad	 nica	 del	 caso	 de	 Gombrowicz	 es	 la	
combinacin	 de	 una	 complejidad	 mxima	 de	 datos	 de	 performances	 con	 un	 volumen	
total	 manejable	 (en	 la	 actualidad	 se	 calculan	 1000	 producciones).	 A	 modo	 de	
comparacin,	APGRD	cuenta	con	un	equipo	de	investigadores	para	mantener	un	archivo	
de	 datos	 de	 10.000	 producciones;	 las	 regalas	 de	 Tennessee	 Williams	 (las	 cuales	
financian	 la	 University	 of	 the	 South	 en	 Tennessee,	 EE.	 UU.)	 informan	 acerca	 de	 1500	
nuevas	producciones	de	la	obra	del	dramaturgo	cada	ao.		
Tambin	es	fundamental	tener	en	cuenta	que	el	pblico	objetivo	de	los	recursos	de	las	
	                                             125	
bases	 de	 datos	 de	 performances	 en	 lnea,	 tales	 como	 eteatr	 o	 la	 Base	 de	 Datos	 de	
Performances	 de	 Gombrowicz,	 no	 se	 limita	 al	 mundo	 acadmico.	 La	 mayora	 de	 los	
usuarios	de	la	pgina	sern	los	profesionales	de	teatro	en	actividad,	artistas,	crticos,	etc.	
La	investigacin	de	preproduccin	es	una	etapa	tpica	e	incluso	esencial	del	trabajo	en	la	
mayora	 de	 las	 producciones	 teatrales	 profesionales,	 especialmente	 por	 parte	 de	 los	
directores,	diseadores	y	dramaturgos	de	produccin.	La	base	de	datos	tambin	ofrece	
el	 servicio	 de	 un	 registro	 accesible	 a	 nivel	 mundial	 de	 todo	 tipo	 de	 produccin	 de	 los	
artistas	involucrados.		
Los	materiales	visuales	que	planeamos	archivar	en	la	Base	de	Datos	de	Performances	de	
Gombrowicz	 son	 precisamente	 lo	 que	 dramaturgos,	 directores	 y	 diseadores	
tpicamente	 buscan	 mientras	 trabajan	 en	 la	 preproduccin,	 o	 justamente	 cuando	 se	
deciden	si	producir	una	obra	de	teatro	o	no.	Una	las	caractersticas	ms	importantes	de	
la	base	de	datos	de	Gombrowicz	es	que	los	mismos	materiales	de	archivo	visuales	sern	
registrados	 y	 se	 podrn	 buscar,	 junto	 con	 las	 actuaciones	 y	 los	 datos	 del	 artista,	
bibliografas	impresas,	etc.	Este	tipo	de	material	visual	no	es	un	dato	menor	para	dichos	
profesionales	 del	 teatro	 y	 al	 mismo	 tiempo	 puede	 proporcionar	 informacin	 esencial	
para	los	historiadores	de	teatro	y	otros	investigadores	acadmicos.		
El	diseo	de	la	Base	de	Datos	de	Performances	de	Gombrowicz	ha	sido	desarrollado	en	
colaboracin	 con	 Richard	 Lowe,	 un	 cientfico	 especializado	 en	 tecnologa	 de	 la	
informacin	 que	 trabaja	 para	 Thomson-Reuters,	 en	 Filadelfia,	 editor	 de	 las	 principales	
bases	de	datos	bibliogrficas	como	Web	of	Science	(conocida	con	anterioridad	como	el	
Science	Citation	Index).		
	
	
El	caso	de	Yvonne,	princesa	de	Borgoa	
	
La	 primera	 obra	 de	 Gombrowicz,	 Yvonne,	 princesa	 de	 Borgoa,	 muestra	 de	 manera	
convencional	 el	 alcance	 de	 la	 base	 de	 datos	 como	 una	 herramienta	 de	 archivo	 e	
investigacin,	as	como	la	importancia	de	la	circulacin	global	de	Gombrowicz	a	travs	
de	actuaciones	en	directo.		
Yvonne	representa	aproximadamente	el	62%	de	todas	las	producciones	en	escena	de	
Gombrowicz	 en	 el	 mundo	 (un	 gran	 total	 estimado	 en	 425).	 De	 estas	 producciones	 de	
Yvonne:		
       74	eran	polacas	(17%;	todas	menos	una	producida	despus	de	1974).		
	                                               126	
       143	eran	alemanas	(34%;	a	partir	de	1965).58	
       El	49%	restante	se	realiz	en	27	pases	diferentes.		
       La	obra	ha	sido	adaptada	al	menos	4	veces	para	servir	como	un	libreto	de	pera	
        (dos	veces	en	alemn,	una	en	polaco	y	otra	en	francs).	
       Algunas	versiones	de	la	obra	se	han	emitido	por	televisin	en	Polonia,	incluyendo	
        su	estreno	mundial	en	Varsovia	en	1957.		
De	 todas	 las	 obras	 de	 Gombrowicz,	 solo	 Yvonne	 tiene	 una	 historia	 importante	 de	 la	
produccin	de	aficionados,	sobre	todo	en	el	extranjero.	Es	especialmente	popular	entre	
los	 teatros	 de	 estudiantes,	 escuelas	 de	 teatro,	 teatros	 para	 jvenes	 (en	 la	 escuela	
secundaria	o	de	menor	edad)	y	otros	teatros	comunitarios.		
Al	 mismo	 tiempo,	 Yvonne	 ha	 atrado	 a	 las	 organizaciones,	 productoras	 y	 artistas	 de	
teatro	 internacionales	 ms	 elitistas:	 directores,	 diseadores,	 compositores	 y	 actores.	
Esto	 incluye	 producciones	 de	 los	 teatros	 nacionales	 de	 Francia,	 Alemania,	 Austria,	
Belars,	Dinamarca,	Suecia,	Noruega	y	Finlandia.	Curiosamente,	Yvonne	an	no	se	ha	
producido	por	el	propio	Teatro	Nacional	de	Polonia	(Teatr	Narodowy).		
Solo	 en	 el	 mundo	 de	 habla	 alemana,	 una	 estimacin	 conservadora	 de	 la	 audiencia	 de	
Yvonne	en	las	performances	a	travs	del	tiempo	sera	de	una	audiencia	de	1.000.000.	
Teniendo	en	cuenta	que	el	nmero	de	producciones	polacas	de	Yvonne	ha	sido	ms	o	
menos	la	mitad	que	en	los	pases	de	habla	alemana,	yo	estimara	que	el	pblico	polaco	
de	la	obra	ascender	a	unos	500.000.		
Teniendo	en	cuenta	el	tamao	relativo	de	la	poblacin	de	Polonia	y	el	mundo	de	habla	
alemana,	 el	 grado	 de	 saturacin	 de	 la	 audiencia	 local	 en	 Polonia	 en	 comparacin	 con	
Alemania,	Austria	y	Suiza	de	habla	alemana	sera	casi	el	mismo.		
Yo	 estimara,	 al	 menos,	 otros	 350.000	 espectadores	 de	 habla	 alemana	 para	 todas	 las	
otras	 obras	 de	 Gombrowicz	 en	 presentaciones	 en	 vivo.	 Por	 lo	 tanto,	 el	 pblico	 alemn	
estimado	total	para	Gombrowicz	en	presentaciones	en	vivo	sera	1.350.000	desde	1964.		
Si	 el	 pblico	 alemn	 de	 la	 obra	 representa	 aproximadamente	 un	 tercio	 de	 la	 audiencia	
global,	 la	 audiencia	 global	 total	 para	 Yvonne	 en	 presentaciones	 en	 vivo	 sera	 de	
alrededor	de	3.000.000.	De	esta	cantidad,	una	sexta	parte	estara	en	Polonia	(500.000).		
Una	 estadstica	 sorprendente	 y	 significativa	 con	 respecto	 a	 las	 representaciones	 de	
Yvonne	 que	 se	 desprende	 de	 la	 base	 de	 datos	 es	 que,	 mientras	 el	 20%	 de	 todas	 las	
producciones	 de	 Gombrowicz	 en	 Polonia	 es	 de	 Yvonne,	 a	 nivel	 mundial	 la	 obra	
representa	el	60%	de	toda	la	produccin	teatral	de	Gombrowicz	(y	en	habla	alemana	en	
el	mundo,	el	nmero	sera	72%).	Esto	revela	un	abismo	perceptivo	respecto	de	Yvonne	
	                                              127	
entre	Polonia	y	el	resto	del	mundo:	en	Polonia,	es	sin	duda	un	texto	muy	conocido	en	el	
canon	de	la	obra	dramtica	de	Gombrowicz,	pero	a	nivel	mundial	es	abrumadoramente	
el	punto	de	contacto	ms	frecuente	con	la	obra	del	escritor	en	general	y	casi	seguro	que	
tambin	el	primero.		
La	 audiencia	 global	 para	 todas	 las	 obras	 de	 Gombrowicz	 en	 presentaciones	 en	 vivo,	
estimo,	es	de	4,5	millones	(con	una	audiencia	polaca	total	de	2.500.000,	la	gran	mayora	
a	partir	de	1974).		
En	 la	 comparacin	 de	 estas	 cifras	 con	 las	 de	 ediciones	 impresas	 de	 la	 obra	 de	
Gombrowicz	 en	 Polonia	 y	 en	 el	 extranjero	 en	 los	 ltimos	 aos	 se	 revelara	 la	
importancia	de	esta	circulacin	como	un	fenmeno	cultural.	Durante	su	vida,	en	Polonia	
se	 publicaron	 ediciones	 de	 hasta	 10.000	 copias	 de	 obras	 de	 teatro	 y	 ficcin	 de	
Gombrowicz	 (que	 conste	 que	 tengo	 que	 utilizar	 los	 nmeros	 publicados	 por	 la	 prensa	
disidente	Instytut	Literacki	en	Pars	en	aquel	entonces).	Las	editoriales	extranjeras	rara	
vez	publican	ms	de	10.000	copias	de	la	obra	de	Gombrowicz.		
Segn	Rita	Gombrowicz,	las	reimpresiones	de	Trans-Atlntico	publicadas	en	Polonia	por	
Wydawnictwo	Literackie	en	2006/07,	en	medio	de	la	polmica	en	torno	a	la	inclusin	de	
la	novela	en	la	lista	de	lectura	obligatoria	para	los	exmenes	de	ingreso	a	la	universidad	
de	 Polonia	 (matura),	 llegaron	 a	 las	 50.000	 copias.	 Kronos	 se	 convirti	 en	 un	 xito	 de	
ventas	en	Polonia	en	2013,	con	una	enorme	cantidad	de	copias	impresas.	La	diferencia	
entre	los	nmeros	de	publicaciones	y	los	de	audiencia	teatral	es	bastante	sorprendente.		
El	inters	internacional	por	Yvonne	como	un	texto	para	representaciones	en	vivo	se	ha	
mantenido	 estable	 desde	 mediados	 de	 la	 dcada	 del	 60,	 y	 el	 texto	 circula	
constantemente	en,	al	menos,	cuatro	escenarios:		
    1.   Teatros	vanguardistas/Fringe	(por	lo	general,	artistas	ms	jvenes).		
    2.   Cines	 altamente	 institucionales,	 con	 la	 participacin	 de	 artistas	 de	 renombre	
         (como	la	versin	de	2008	de	la	pera	Yvonne	de	Philippe	Boesman,	con	entradas	
         agotadas	 en	 la	 pera	 de	 Pars,	 el	 Wiener	 Festwochen	 y	 en	 el	 Thtre	 de	 la	
         Monnaie	 de	 Bruselas)	 o	 Pornografa	 de	 Luca	 Ronconi	 en	 el	 Piccolo	 Teatro	 de	
         Miln.		
    3.   Teatros	 amateur/de	 estudiantes/comunitarios	 (como	 mi	 propio	 Colegio	
         Swarthmore	en	Filadelfia).		
    4.   Ediciones	impresas	del	texto	en	Polonia	y	sus	numerosas	traducciones.		
En	 otras	 palabras,	 todo	 el	 espectro	 de	 la	 cultura	 teatral	 contempornea:	 popular	 y	 de	
lite,	vanguardista	y	clsica,	polaca	e	internacional,	dramtica,	lrica	y	cinematogrfica.	Y	
tambin,	por	supuesto,	como	un	texto	teatral	para	ser	ledo	a	solas.		
Yvonne	 tambin	 ha	 sido	 reconocida	 como	 la	 fuente	 de	 inspiracin	 de	 obras	 tan	
	                                              128	
diversas	como	la	pelcula	estadounidense	de	1990	Cry-baby	de	John	Waters	y	la	novela	
aclamada	 por	 la	 crtica	 Siete	 aos	 (Sieben	 jahre),	 de	 2009,	 del	 novelista	 y	 dramaturgo	
suizo	 Peter	 Stamm,	 que	 fue	 traducida	 a	 varios	 idiomas	 y	 cubierta	 ampliamente	 por	 la	
crtica	en	Gran	Bretaa	y	Estados	Unidos	cuando	se	edit	en	ingls	en	2010.	
Las	versiones	anteriores	de	estos	datos,	que	comenc	a	compartir	hace	alrededor	de	
diez	aos,	ha	contribuido,	en	mi	opinin,	a	reexaminar	de	manera	crtica	el	texto	en	
Polonia,	donde	hasta	la	dcada	del	2000	era	el	texto	ms	descuidado	en	la	literatura	
crtica	sobre	la	obra	de	Gombrowicz.	
	                                              129	
	
YVONNE	EN	BARCELONA.	ESPACIOS,	ECOS	Y	RESONANCIAS	DE	YVONNE,	PRINCESA	
DE	BORGOA	
Ivan	Alczar	Serrat	
	
	
Vitrac,	Ionesco...	Gombrowicz	
	
Barcelona,	 2008:	 en	 el	 Teatre	 Lliure,	 el	 director	 Joan	 Oll	 pone	 en	 escena	 la	 obra	
Yvonne,	 princesa	 de	 Borgonya	 de	 Witold	 Gombrowicz. 59 	Oll	 es	 un	 director	 muy	
curtido	en	las	tablas,	siempre	original	y	con	fama	de	ser	enftico	en	sus	planteamientos	
plsticos	 y	 respetuoso	 con	 los	 textos	 originales.	 En	 sus	 puestas	 en	 escena	 conviven	 lo	
revulsivo	 y	 lo	 excntrico	 (en	 verano	 del	 mismo	 ao	 2008,	 Oll	 estren	 una	 versin	
escnica	 de	 la	 pelcula	 de	 Luis	 Buuel,	 El	 ngel	 exterminador),	 la	 revaloracin	 y	 la	
experimentacin	 con	 la	 tradicin	 (de	 Pirandello	 a	 Sanchis	 Sinisterra,	 pasando	 por	
Lorca),	 cierto	 humor	 y	 una	 buena	 dosis	 de	 regocijo	 sentimental,	 con	 tendencias	
melanclicas	(el	To	Vania	de	Chjov,	La	plaa	del	diamant	de	Merc	Rodoreda),	y	la	
presencia	 constante	 de	 un	 trasfondo	 potico	 (ha	 montado	 espectculos	 sobre	 textos	
literarios	 de	 Vicent	 Andrs	 Estells,	 Salvador	 Espriu,	 Peter	 Handke...).	 En	 su	 currculo	
como	director,	algunos	de	los	montajes	inmediatamente	anteriores	a	esta	Yvonne	que	
nos	ocupa	son,	por	ejemplo:	Vctor	o	los	nios	al	poder,	de	Roger	Vitrac	(una	pieza	de	
1928,	que	Oll	estrena	en	el	2002),	y	La	cantante	calva,	de	Eugene	Ionesco	(de	1950,	
estrenada	 por	 Oll	 en	 el	 2006).	 Obras	 que,	 en	 el	 currculo	 del	 director,	 acompaan	 de	
forma	 coherente	 (por	 su	 cronologa,	 por	 cierta	 proximidad	 en	 sus	 planteamientos	 e	
intenciones)	a	la	Yvonne	de	Gombrowicz	(que	fue	escrita	en	1935).		
	
	
Espacios:	primer	marco	de	Yvonne	en	Barcelona.	El	edificio	teatral		
	
Veamos	 ahora	 algunos	 detalles	 que	 nos	 parecen	 significativos	 para	 valorar	 y	
contextualizar	 la	 puesta	 en	 escena	 de	 esta	 Yvonne	 en	 el	 Teatre	 Lliure	 de	 Barcelona.	
Primero,	el	marco	fsico	ms	general,	el	del	teatro	donde	tuvo	lugar	el	espectculo.	Esta	
sede	 del	 Teatre	 Lliure,	 ubicada	 en	 la	 montaa	 de	 Montjuic,	 se	 sita	 en	 un	 edificio	
59 La obra, con traduccin al cataln de Ferran Toutain y Maga Daz Mrugasiewicz, estuvo en
cartel	 del	 26/3/08	 al	 27/4/08	 en	 la	 Sala	 Fabi	 Puigserver	 del	 Teatre	 Lliure	 de	 Montjuic	 de	
Barcelona.	Cont	en	el	elenco	con	los	actores	Rosa	Muoz,	Ivan	Benet,	Llus	Marco,	Joan	Anguera	
y	ngels	Poch,	entre	otros.	
	
	                                                 130	
reformado	 y	 restaurado,	 el	 Palacio	 de	 la	 Agricultura,	 en	 el	 que	 haba	 sido	 uno	 de	 los	
pabellones	del	complejo	del	Mercat	de	les	Flors	de	la	Exposicin	Universal	de	Barcelona	
de	 1929.60	Se	 trata	 de	 un	 ejemplo	 de	 arquitectura	 noucentista	 con	 referencias	 a	 la	
arquitectura	 florentina,	 que	 para	 su	 reinauguracin	 como	 teatro	 en	 el	 ao	 2001	 fue	
debidamente	remozado	en	su	parte	exterior,	y	vaciado,	reorganizado	y	equipado	en	sus	
dependencias	 interiores,	 para	 guardar	 las	 apariencias	 histricas	 y	 convertir	 el	 edificio	
en	un	equipamiento	totalmente	funcional.	Nos	interesa	comentar	ahora	la	curiosidad	o	
la	ancdota:	en	este	edificio,	antes	de	la	remodelacin	que	le	dio	el	aspecto	actual,	que	
homolog	sus	formas	y	las	hizo	visibles	y	comprensibles	a	la	ciudad,	cuando	an	estaba	
sucio	 y	 desvencijado,	 an	 con	 la	 funcin	 de	 almacn	 municipal,	 en	 1988	 la	 directora	
Carme	Portaceli	mont	la	pieza	Combat	de	negre	i	gossos,	de	Bernard-Marie	Kolts,	y	
en	1993	en	el	mismo	sitio	se	mont	la	obra	de	teatro	Roberto	Zucco	del	mismo	autor,	
con	 direccin	 de	 Llus	 Pasqual.	 El	 espacio	 en	 ese	 momento	 no	 estaba	 pues	 ni	
homologado	 como	 teatro	 ni	 preparado	 a	 base	 de	 convenciones	 espaciales	 o	
arquitectnicas.	En	un	ambiente	an	sucio	y	marginal,	el	propio	de	un	gran	almacn	en	
un	edificio	viejo	y	un	tanto	perifrico,	se	representaba	un	texto	virulento,	protagonizado	
por	un	personaje	crtico	y	desagradable.	Roberto	Zucco,	alguien	que,	como	Yvonne,	no	se	
amolda	a	las	formas	y	nos	induce	al	malestar.		
	
	
Segundo	marco:	la	sala	del	teatro	
	
Creo	interesante	haber	comentado	este	primer	marco	fsico,	el	del	edificio	teatral,	y	este	
antecedente	 teatral	 excepcional,	 para	 poder	 pasar	 ahora	 a	 otro	 marco	 fsico	 de	 una	
escala	 menor,	 un	 segundo	 marco:	 el	 de	 la	 sala	 teatral.	 El	 diseo	 general	 de	 la	 sala	 fue	
obra	del	principal	impulsor	del	Teatre	Lliure,	el	escengrafo	y	director	Fabi	Puigserver	
(1938-1991),	alguien	que	precisamente	se	haba	formado	artsticamente	en	Polonia.	La	
sala	 del	 Teatre	 Lliure,	 su	 configuracin	 espacial	 y	 su	 decoracin,	 tal	 como	 funcionan	
desde	la	reforma	del	edificio	en	2001,	tuvo	como	referente	y	como	inspiracin	para	los	
arquitectos	autores	de	dicha	reforma	el	Teatro	Farnese	de	Parma,	en	Italia.	Es	esta	una	
obra	 del	 arquitecto	 Giovanni	 Battista	 Aleotti,	 de	 inicios	 del	 siglo	 XVII,	 y	 que	 es	
considerada	el	primer	teatro	a	la	italiana.	Parece	importante	destacar	esto,	porque	el	
director	 Joan	 Oll,	 en	 su	 puesta	 en	 escena	 de	 Yvonne	 del	 2008,	 decidi	 organizar	 el	
espacio	escnico	siguiendo	la	organizacin	del	espacio	que	tena	ese	teatro	de	Parma,	o	
60 Para ms informacin sobre el proyecto artstico y la arquitectura del Teatre Lliure: Alczar
Serrat (2012).
	                                                   131	
sea:	 disponiendo	 un	 espacio	 escnico	 con	 el	 grueso	 del	 pblico	 situado	
longitudinalmente,	en	los	dos	costados	ms	largos	del	escenario.	Con	esta	estrategia	que	
enlazaba	 con	 la	 historia	 (del	 Teatro	 en	 maysculas,	 y	 de	 ese	 teatro	 histrico,	 de	 ese	
edificio	 teatral,	 en	 particular),	 el	 director	 Oll	 consegua	 aproximar	 la	 accin	 a	 los	
espectadores,	a	la	vez	que	simular	un	largo	saln	palaciego.		
	
	
Tercer	marco:	escenografa	
	
Avancemos	ahora	sobre	el	tercer	marco	en	el	que	esta	Yvonne	barcelonesa	de	2008	se	
desarrollaba:	 la	 escenografa.	 El	 escengrafo	 Jon	 Berrondo	 y	 el	 iluminador	 Lionel	
Spycher	idearon	un	espacio	escnico	que	sacaba	provecho	de	un	dispositivo	tcnico	de	
este	 teatro:	 nos	 referimos	 a	 un	 sistema	 de	 plataformas	 modulares	 que	 se	 elevan	 a	
alturas	 regulables,	 con	 los	 que	 el	 espacio	 puede	 variar	 sin	 dificultad	 su	 apariencia	 y	
distribucin.	Estos	mdulos,	en	la	Yvonne	de	Oll,	estaban	cubiertos	con	paneles	que	
irradiaban	una	luz	blanca,	y	formaban	pues	un	pavimento	abstracto,	extrao	y	mgico,	
de	 apariencia	 futurista,	 atemporal	 u	 onrica,	 segn	 se	 quiera	 ver.	 Quizs	 ah	 se	
escenificaba	el	sentido	del	personaje	de	Yvonne	como	hoja	en	blanco,	del	que	hablaba	
el	director	de	la	obra	en	una	entrevista	justo	antes	del	estreno	barcelons	(Ragu,	2008).	
La	 blancura	 irradiada	 daba	 relieve	 a	 los	 personajes,	 los	 descontextualizaba	 y	 los	 pona	
de	 entrada	 en	 un	 limbo	 despegado	 de	 la	 realidad	 o	 de	 la	 Historia.	 Ese	 escenario	
recordaba	 en	 cierto	 sentido	 a	 la	 white	 box	 de	 la	 famosa	 puesta	 en	 escena	 que	 Peter	
Brook	 hizo	 de	 la	 obra	 de	 Shakespeare,	 A	 midsummer	 nights	 dream	 (1970):	 tambin	
ah	haba	una	apuesta	por	el	fondo	blanco	y	el	colorido	de	los	vestuarios,	para	enfatizar	
lo	 artificioso,	 incluso	 farsesco	 y	 circense.	 En	 el	 Teatre	 Lliure,	 en	 la	 Yvonne	 del	 2008,	
uno	de	los	mdulos	del	espacio	escnico	poda	elevarse	y	servir	como	pedestal	para	la	
muerte	 de	 la	 desgraciada	 protagonista,	 por	 ejemplo.	 O	 cuando	 el	 prncipe	 Felipe	 e	
Yvonne	saltaban	graciosamente,	podan	hacerlo	recorriendo	todo	el	saln	reluciente,	de	
punta	a	punta	del	escenario,	con	la	disposicin	del	pavimento	plano.	Lo	mismo	para	la	
escena	 de	 la	 presentacin	 de	 Yvonne	 en	 el	 palacio:	 las	 reverencias	 y	 el	 catlogo	 de	
gestualidad	teatral	y	protocolaria,	ahora	exagerada	y	caricaturizada,	se	converta	en	un	
desfile	 que	 recorra	 ese	 largo	 saln	 blanco	 y	 brillante.	 Las	 distancias	 con	 el	 escenario	
dispuesto	as	ofrecan	unas	perspectivas	y	lejanas	que	parecan	adecuadas	a	una	corte	
con	 mucho	 tiempo	 que	 perder,	 y	 tambin	 con	 mucho	 espacio	 por	 el	 que	 deambular	
ociosamente.	Una	corte	cuya	principal	preocupacin	parece	ser	precisamente	la	prdida	
de	 tiempo,	 la	 bsqueda	 de	 distracciones:	 pues	 Felipe	 divaga	 aburrido	 y	 encuentra	 en	
	                                                 132	
Yvonne	la	va	de	escape	caprichosa	a	esa	melancola	y	ese	aburrimiento.	Pero	tambin	el	
rey	con	sus	abusos	criminales,	o	la	reina	con	sus	poemas	patticos,	deambulan	por	ese	
espacio	blanco,	radiante,	homogneo.	El	espacio	brillante	de	un	tiempo	que	no	pasa,	un	
tiempo	detenido	o	muerto.		
	
	
Habla	el	director	de	escena,	habla	el	crtico	
	
Veamos	qu	es	lo	que	comentaba	Oll	sobre	su	puesta	en	escena	de	Yvonne.	Poco	antes	
de	 estrenarse	 el	 espectculo	 en	 marzo	 del	 ao	 2008,	 en	 la	 citada	 entrevista	 del	 diario	
espaol	El	Mundo,	se	le	pregunt	a	Oll	si	su	Yvonne	era	fea	o	guapa,	a	lo	que	respondi:		
	
             Qu	eres	t?	Qu	soy	yo?	Todos	llevamos	etiquetas.	Yvonne	es	una	pgina	
             en	blanco	que	los	otros	clasifican.	Todos	somos	las	mscaras	que	nos	ponen.	
             La	base	est	en	el	baile	de	mscaras.	La	actriz	que	interpreta	el	personaje	es	
             una	bailarina,	es	una	estrategia	metateatral.	En	mi	puesta	en	escena	intento	
             decir	 al	 pblico	 lo	 que	 deca	 la	 obra	 de	 Gombrowicz.	 Pero	 en	 Yvonne,	
             princesa	 de	 Borgoa	 hay	 una	 desconfianza	 radical	 en	 el	 gnero	 humano.	
             Convena	un	toque	de	vinagre.	
	
Despus	 del	 estreno,	 la	 crtica	 insisti	 en	 un	 aspecto	 del	 texto	 de	 Gombrowicz.	 Deca	
Joan-Anton	Benach	en	La	Vanguardia	(2008:	36):		
	
             La	comedia	de	Gombrowicz	es	una	feliz	parbola	en	torno	a	la	imposibilidad	
             de	 quebrar	 las	 reglas	 sociales,	 expresamente	 establecidas	 o	 firmemente	
             instaladas	 en	 el	 inconsciente	 colectivo,	 incluso	 para	 quienes	 pueden	
             transgredirlas	con	impunidad.	
	
La	 crtica	 de	 Benach	 era	 en	 general	 positiva,	 y	 calificaba	 de	 coherente	 la	 actitud	 del	
director,	 aunque	 calificaba	 de	 borrosas	 las	 interpretaciones	 de	 parte	 del	 elenco,	 a	 su	
parecer	el	aspecto	ms	mediocre	del	montaje.	Benach	afirmaba	en	su	artculo:		
	
             En	este	marco	suntuoso,	esteticista	si	se	quiere,	el	lenguaje	grotesco	a	que	se	
             presta	la	obra	de	Gombrowicz	habra	sido	devorado,	sin	duda,	por	la	puesta	
             en	escena	o	convertido	en	un	chiste	chirriante.	Optando,	de	entrada,	por	una	
             lectura	del	texto	que	apostara	ms	por	la	irona	que	por	la	farsa,	ms	por	un	
             humor	afilado	que	por	una	caricatura	sangrante,	Oll	se	dira	que	ha	jugado	
             a	 tratar	 la	 tremenda	 malicia	 de	 la	 obra	 con	 la	 aparente	 inocencia	 de	 un	
             cuento.	Hacer	de	Yvonne,	ms	que	un	adefesio,	una	silenciosa	muchacha	con	
             dotes	de	bailarina,	es	un	indicio	elocuente	de	ese	planteamiento	que	busca	
             ms	la	sonrisa	que	la	carcajada.	
	
	
	                                               133	
Sacrificio	de	Yvonne	
	
La	Yvonne	presentada	en	el	Teatre	Lliure	de	Barcelona	en	2008	fue	como	se	ha	visto	
un	 espectculo	 que	 tuvo	 su	 sitio	 en	 un	 edificio	 teatral	 bello	 y	 moderno:	 un	 palacio,	 de	
hecho	 (aunque	 se	 trate	 de	 un	 palacio	 de	 la	 agricultura).	 En	 una	 sala	 teatral	 que	
recurra	 para	 la	 ocasin	 a	 una	 disposicin	 de	 dimensiones	 majestuosas,	 y	 con	 ciertas	
referencias	 historicistas.	 Y	 el	 espacio	 escnico	 para	 esa	 Yvonne	 fue	 un	 escenario	
impoluto,	 brillante,	 impresionante,	 eficaz	 en	 su	 perfeccin	 tcnica	 y	 difano	 en	 la	
limpieza	de	su	concepcin.	De	esta	puesta	en	escena	es	interesante	resaltar,	por	ltimo,	
que	 la	 protagonista	 estaba	 encarnada	 por	 la	 bailarina	 Rosa	 Muoz,	 componente	 de	 la	
compaa	 de	 danza	 Raravis.	 Una	 actriz	 esbelta	 y	 de	 bellos	 rasgos,	 que	 ofreca	 una	
interpretacin	 de	 movimientos	 tan	 dubitativos	 e	 ingenuos	 como	 graciosos,	 llenos	 de	
sutileza.	 En	 el	 texto	 de	 Julie	 Sermon	 (2008:	 3)	 recogido	 en	 el	 dossier	 de	 prensa	 del	
Teatre	 Lliure	 se	 lea:	 Mucho	 ms	 que	 deforme,	 Yvonne	 acaba	 siendo	 una	 identidad	
informe:	que	se	presta	a	todas	las	formas	y	todas	las	significaciones.	Pero	cabe	sealar	
que	 esta	 Yvonne	 barcelonesa	 quedaba	 perfectamente	 formalizada,	 bellamente	
enmarcada,	 graciosamente	 interpretada.	 El	 texto	 de	 Gombrowicz,	 con	 un	 mensaje	
contundente,	se	ofreca	en	esta	ocasin	en	una	puesta	en	escena	realmente	majestuosa	y	
agradable.	 El	 mensaje	 conflictivo	 y	 en	 principio	 perturbador	 del	 texto	 se	 nos	 ofreca	
encapsulado	 en	 un	 envoltorio	 hipntico	 y	 perfecto.	 Los	 rituales	 y	 las	 convenciones	 del	
teatro,	sus	elementos,	mensajes,	formas	y	espacios	eran	plenamente	identificables	para	
el	 espectador:	 el	 mensaje	 del	 teatro	 se	 ofreca	 de	 manera	 elegante	 y	 previsible,	 sin	
sobresalto	 ninguno.	 La	 obra	 se	 ofreca	 sin	 conflicto	 para	 el	 consumo	 de	 un	 espectador	
que	saba	muy	bien	qu	era	lo	que	se	le	estaba	explicando.	El	director	de	escena	se	haba	
preocupado	 incluso	 de	 advertir	 en	 algunos	 medios	 de	 comunicacin	 de	 qu	 manera	 el	
texto	deba	ser	entendido.	Como	se	ha	visto	en	los	comentarios	del	director	de	escena,	l	
mismo	se	encarg	de	clasificar	la	obra	de	teatro	de	Gombrowicz,	y	la	puesta	en	escena,	
quizs	 para	 evitar	 que	 la	 obra	 de	 teatro	 quedara	 como	 una	 hoja	 en	 blanco.	 Por	 otro	
lado,	 como	 se	 ha	 visto,	 segn	 la	 crtica,	 la	 puesta	 en	 escena	 se	 haba	 acercado	 a	 la	
inocencia	 de	 un	 cuento.	 O	 sea:	 la	 definicin	 del	 teatro,	 de	 este	 texto	 teatral	 que	 trata	
sobre	la	forma	y	lo	informe,	sobre	la	indefinicin,	se	haba	hecho	en	esta	ocasin	lo	ms	
comprensible,	amable	y	digerible	posible.	Quizs	as	Yvonne	perda	parte	de	su	carga	
explosiva,	 de	 profundidad,	 envolviendo	 el	 discurso	 sobre	 lo	 informe	 y	 lo	 uniforme,	 lo	
aceptable	 y	 lo	 inaceptable,	 mediante	 una	 puesta	 en	 escena	 totalmente	 reconocible,	
identificable,	comprensible	e	incluso	agradable	por	su	modernidad,	sus	dispositivos	y	su	
diafanidad.	 Supone	 esto	 una	 contradiccin?	 S,	 aunque	 una	 contradiccin	 inevitable,	
	                                                 134	
que	est	ya	en	el	propio	medio	artstico	y	en	la	propia	obra.	Pues,	por	un	lado,	las	artes	
escnicas	 tienen	 esta	 capacidad	 de	 transformacin	 de	 la	 que	 carecen	 otras	 artes.	 Un	
texto	puede	ir	tomando	una	y	otra	forma	a	lo	largo	del	tiempo,	en	las	sucesivas	puestas	
en	 escena	 que	 lo	 levanten	 del	 papel	 y	 lo	 lleven	 al	 escenario.	 Cabe	 esperar	 del	 teatro	 la	
capacidad	 de	 ir	 dando	 formas	 diversas	 a	 las	 mismas	 palabras,	 ir	 deformando	 los	
personajes,	ir	dando	una	u	otra	forma,	intencin	e	interpretacin	al	propio	texto,	incluso	
al	margen	o	en	contra	del	autor.	Por	otro	lado,	la	contradiccin	es	algo	fundamental	en	la	
obra	de	Gombrowicz,	quien	afirm:		
	
              Sin	duda	exista	una	contradiccin	en	la	raz	misma	de	mi	esfuerzo	artstico:	
              al	 replantearse	 la	 Forma,	 mis	 obras,	 que	 eran	 producto	 de	 la	 Forma,	 me	
              definan	 no	 obstante	 cada	 vez	 ms.	 Pero	 la	 contradiccin,	 que	 supone	 la	
              muerte	del	filsofo,	es	la	vida	del	artista.	Hay	que	decirlo	una	vez	ms,	nunca	
              se	insistir	bastante:	el	arte	nace	de	las	contradicciones.	(1991:	83)	
	
Atrae	 preguntarse	 si,	 en	 vez	 de	 una	 obra	 con	 mensaje,	 de	 un	 autor	 conocido	 y	
respetado,	 con	 una	 puesta	 en	 escena	 cautivadora,	 un	 director	 como	 Oll	 se	 atrevera	 a	
acometer	y	ofrecer	a	los	espectadores	del	Teatre	Lliure	de	Barcelona	una	propuesta	que	
fuera	 como	 el	 personaje	 de	 Yvonne:	 Desmaada,	 aptica,	 anmica,	 tmida,	 miedosa	 y	
aburrida	 (49).	 Cmo	 reaccionaran,	 ante	 esta	 afrenta,	 la	 crtica	 y	 los	 espectadores?	
Muy	probablemente,	se	rebelara	el	pblico,	confuso	y	descontento,	y	dara	la	espalda	a	
tal	provocacin.	Y	los	crticos	mataran	la	obra	en	el	altar	de	sus	peridicos.		
	
	
Ecos:	Yvonne	en	Buenos	Aires	
	
Yvonne	 es	 la	 presencia	 informe	 que	 hace	 estallar	 el	 conflicto,	 incomodando	 a	 todo	 el	
mundo.	Yvonne	es	un	desafo	a	la	forma,	a	las	formas	preestablecidas,	establecidas,	y	a	la	
misma	posibilidad	de	establecimiento	de	la	forma.	Pero	el	teatro	trata,	precisamente,	de	
dar	forma	a	las	palabras,	para	encarnar	personajes,	tramas	e	ideas.	Prueba	de	lo	dicho	
anteriormente	 sobre	 las	 posibilidades	 transformadoras	 del	 teatro,	 sobre	 las	
innumerables	encarnaciones	y	reencarnaciones	del	personaje	teatral,	sera	la	propuesta	
teatral	de	la	Yvonne	del	director	argentino	Jorge	Lavelli,	en	1972.	Lavelli	haba	dirigido	
en	1963,	en	Pars,	el	estreno	mundial	de	El	casamiento,	con	un	xito	rotundo	de	crtica	
y	 de	 pblico	 (Freixa	 Terradas,	 2008:	 101-111).	 En	 1972,	 para	 el	 montaje	 de	 Yvonne,	
princesa	 de	 Borgoa	 en	 el	 Teatro	 San	 Martn	 de	 Buenos	 Aires,	 Lavelli	 concebira	 un	
espacio	 escnico	 expresionista	 y	 grotesco,	 una	 corte	 palaciega	 ambientada	 en	 una	
escena	 oscura	 y	 repleta	 de	 armarios,	 roperos	 recubiertos	 de	 espejos,	 por	 los	 que	
	                                                 135	
sorprendentemente	aparecan	y	desaparecan	los	personajes.	He	aqu	una	propuesta	de	
puesta	en	escena	distinta	y	distante	de	la	Yvonne	de	Oll	del	ao	2008	en	Barcelona.	
En	un	reportaje	en	la	publicacin	Siete	das	ilustrados	(Stevanovitch,	1972),	el	periodista	
afirmaba	 sobre	 la	 obra	 de	 Lavelli	 de	 1972	 en	 Buenos	 Aires,	 y	 sobre	 el	 mtodo	 actoral	
que	 en	 esta	 se	 pona	 en	 prctica:	 El	 estilo	 conseguido	 es	 inconfundible;	 vastamente	
impregnado	de	una	violencia	expresiva,	se	equilibra	con	un	humor	agresivo,	casi	feroz.	
Lavelli	comentaba,	al	respecto:		
	
             La	razn	de	un	trabajo	dramtico	asentado	en	la	violencia	se	debe	a	que	el	
             teatro	 sustentado	 en	 formas	 realistas,	 anecdticas,	 demostrativas,	
             constituye	parte	del	bagaje	polvoriento	y	decadente	del	teatro	burgus.	Por	
             eso	 apliqu	 un	 mecanismo	 de	 destruccin	 de	 todo	 lo	 estereotipado,	
             obsoleto,	 que	 caracteriza	 a	 estos	 divertimentos,	 esos	 tranquilizantes	
             pasatiempos	que	han	sido	el	consuelo	de	la	burguesa,	adueada	del	teatro.	
	
El	dinamismo	ganaba	protagonismo	en	el	montaje	de	Lavelli,	en	el	Teatro	San	Martn	de	
Buenos	Aires,	como	por	otro	lado	cuarenta	aos	despus	pasara	en	el	Teatre	Lliure	de	
Barcelona.	 Pero	 donde	 Joan	 Oll	 pareca	 desear	 un	 mecanismo	 de	 relojera	 como	 una	
joya,	 en	 un	 espacio	 precioso,	 hipntico	 y	 deslumbrante,	 para	 Jorge	 Lavelli	 en	 el	
escenario	 de	 Yvonne	 deba	 mostrarse	 el	 lujo	 oscuro	 y	 decadente	 donde	 todo	 est	
podrido	 (1972),	 en	 un	 ritual	 escnico	 violento	 y	 visceral,	 casi	 repulsivo	 y	 peligroso.	
Deca	 Lavelli:	 Ah!	 Si	 pudiera	 hara	 una	 representacin	 nica.	 Los	 estrellara	 contra	 el	
suelo,	le	prendera	fuego	a	todo.		
	
	
Resonancias:	de	Winnie	a	Masako	
	
La	tragedia	de	la	forma	de	Yvonne	tiene	una	resonancia	en	otro	texto	teatral,	Los	das	
felices	de	Samuel	Beckett	(1961).	En	esta	obra,	asistimos	a	otro	sacrificio	femenino.	La	
protagonista	Winnie	est	enterrada	hasta	la	cintura	en	la	primera	parte,	y	hasta	el	cuello	
en	 la	 segunda.	 Se	 encuentra	 enfrentada	 a	 su	 propia	 desaparicin,	 pero	 ejerce	 una	
especie	 de	 resiliencia	 mediante	 una	 elocuencia	 excntrica	 e	 imparable,	 basada	 en	 un	
optimismo	 desesperado.	 Winnie	 se	 nos	 aparece	 como	 un	 reverso	 de	 Yvonne,	 de	 esa	
princesa	de	Borgoa	inspida,	inexpresiva	y	muda.	Winnie	es	alguien	entraable	y	plena	
y	 trgicamente	 autoconsciente,	 un	 ser	 que	 por	 momentos	 parece	 aceptar	 su	 destino,	 y	
que	 al	 borde	 del	 pnico	 habla	 y	 habla	 y	 habla	 sin	 parar.	 Si	 Yvonne	 es	 una	 vctima	 del	
capricho,	 de	 la	 forma	 y	 la	 convencin,	 Winnie	 ha	 sido	 condenada	 por	 otro	 mecanismo	
que	 la	 llevar	 a	 la	 extincin:	 el	 tiempo?,	 la	 vejez?,	 la	 locura?,	 la	 soledad?	
	                                                136	
Posteriormente,	 Beckett	 en	 Not	 I	 (1972)	 retomara	 algunos	 de	 estos	 temas	 y	
postulado:	aqu	la	presencia	(y	es	un	decir,	porque	la	obra	se	dara	a	conocer	con	una	
versin	 audiovisual	 para	 televisin)	 ya	 es	 nicamente	 la	 de	 una	 boca,	 que	 monologa	
refirindose	a	su	pasado	trgico	y	doloroso,	mientras	niega	su	identidad	y	re	y	cae	en	
repeticiones	perturbadoras.	De	nuevo:	el	sacrificio	(del	cuerpo,	de	la	mujer),	el	desafo	
(de	las	formas,	de	las	convenciones)	y	la	bsqueda	de	un	nuevo	lenguaje	(entre	la	farsa,	
la	comedia	y	la	tragedia...	entre	la	alegra	y	el	horror).	
Ms	 resonancias	 del	 personaje	 de	 Yvonne,	 estas	 an	 ms	 trgicas	 y	 esperpnticas,	 si	
cabe,	tienen	lugar	en	la	vida	real:	real	de	realidad,	y	real	de	realeza.	En	el	teatro	de	las	
monarquas	y	las	artistocracias	que	an	perviven	en	numerosos	pases	del	mundo	existe	
multitud	de	jovencitas	y	damas	que,	en	algn	momento,	aceptaron	dejar	su	condicin	de	
plebeyas	 para	 adentrarse	 en	 los	 laberintos	 de	 la	 vida	 palaciega.	 La	 razn	 por	 la	 que	
fueron	 invitadas	 a	 entrar	 al	 palacio	 fue	 o	 bien	 de	 nuevo	 el	 capricho	 de	 un	 prncipe	
aburrido,	o	en	otros	casos	la	necesidad	por	parte	de	la	estructura	del	poder	de	renovar	
su	imagen,	que	requera	de	una	dosis	de	heterodoxia,	de	modernidad,	y	de	una	racin	de	
carne	 fresca.	 Estas	 Yvonnes	 reales	 pronto	 se	 daran	 cuenta	 del	 craso	 error	 cometido.	
Tambin,	 como	 en	 la	 obra	 de	 Gombrowicz,	 el	 mecanismo	 de	 la	 forma	 se	 pondra	 en	
marcha	 pronto	 y	 de	 manera	 eficaz,	 para	 acabar	 con	 cualquier	 riesgo,	 inconveniencia,	
novedad	 o	 desafo	 en	 palacio,	 cualquier	 tentativa	 extraprotocolaria.	 Como	 Yvonne,	 las	
princesas	 que	 en	 teora	 estaban	 destinadas	 a	 renovar	 el	 rostro	 polvoriento	 de	 las	
estructuras	de	poder	tradicionales,	simblicas	y	formales	han	debido	desistir	o	han	sido	
neutralizadas.	 Adems,	 el	 mecanismo	 de	 la	 forma	 con	 ellas	 ha	 tenido	 una	 ocasin	
excepcional	 para	 mostrar	 a	 los	 sbditos	 lo	 que	 le	 ocurre	 a	 quien	 se	 resiste	 a	 la	
formalizacin,	la	homologacin	y	la	sumisin.	Presionadas,	uniformizadas,	constreidas,	
deformadas,	manipuladas	como	tteres,	borradas	de	la	realidad...	Ante	tal	situacin,	las	
Yvonnes	 reales	 se	 han	 deprimido,	 han	 padecido	 anorexia	 y	 han	 sido	 acalladas	 y	
apartadas,	 han	 sido	 perseguidas	 y	 secuestradas.	 En	 su	 huida	 imposible	 hacia	 adelante,	
algunas	de	estas	Yvonnes	que	pueblan	los	teatros	palaciegos	y	la	literatura	periodstica	
rosa	o	amarilla,	incluso	han	desaparecido	aplastadas	por	la	chatarra,	en	espectaculares	y	
mediticos	accidentes	de	automvil,	perdiendo	su	forma	definitivamente.		
	
	
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GOMBROWICZ	POR	YUSEM:	EL	CASAMIENTO	EN	EL	TEATRO	SAN	MARTN	
Ezequiel	Gusmeroti	
	
	
Introduccin:	en	busca	del	teatro	perdido	
	
El	 teatro	 es	 puro	 acontecimiento	 vivo;	 es	 aquello	 que	 pasa	 tan	 efmero	 como	
irrepetible.	Como	afirma	Jorge	Dubatti:	
	
             Todo	 espectculo	 nace	 con	 fecha	 de	 vencimiento,	 como	 la	 existencia	
             profana	y	material	se	disuelve	en	el	pasado	y	no	hay	forma	de	conservarla	a	
             travs	 de	 una	 proeza	 de	 la	 memoria.	 No	 hay,	 en	 consecuencia,	 forma	 de	
             conservar	 el	 teatro.	 Recordar	 el	 teatro	 pasado	 desde	 el	 presente	 significa	
             conciencia	de	prdida,	de	muerte,	percepcin	de	la	disolucin,	lo	irreparable	
             e	 irrepetible	 (...)	 Las	 palabras,	 las	 imgenes,	 los	 sonidos	 conservados	 son	
             fragmentos	 de	 un	 teatro	 perdido	 que,	 desde	 su	 limitacin,	 iluminan	
             parcialmente,	 en	 forma	 incompleta,	 la	 experiencia	 teatral	 lejana	 e	
             irrecuperable	 en	 el	 pasado.	 No	 hay	 teatro	 antes	 ni	 despus	 del	
             acontecimiento	 teatral	 y	 dentro	 de	 l,	 los	 ensayos.	 Por	 eso	 los	 textos	
             dramticos	 in	 vitro	 no	 son	 teatro.	 Son	 formas	 de	 escritura	 residuales	 o	
             potenciales	 respecto	 de	 la	 teatralidad.	 En	 el	 pasado	 teatral	 todo	 es	
             naufragio,	lo	que	queda	es	el	ocano.	(Dubatti,	2007:	185-186)		
	
Este	es	nuestro	caso:	nos	enfrentaremos	a	la	compleja	tarea	de	abordar	un	espectculo	
de	 1981,	 El	 casamiento,	 de	 Witold	 Gombrowicz,	 con	 direccin	 de	 Laura	 Yusem.	 Este	
espectculo	 fue	 puesto	 en	 escena	 en	 la	 Sala	 Martn	 Coronado	 del	 Teatro	 Municipal	
General	 San	 Martn.	 El	 elenco	 estaba	 compuesto	 por	 Ulises	 Dumont	 (Enrique);	 Mario	
Pasik	(Pepe);	Aldo	Braga	(El	Padre);	Graciela	Araujo	(La	Madre);	Juana	Hidalgo	(Mara);	
Roberto	 Castro	 (El	 borracho);	 Juan	 Carlos	 Gianuzzi	 (Borracho/Jefe	 de	 Polica);	 Juan	
Carlos	 Posik	 (Borracho/Obispo	 Pandolfo);	 Adriana	 Filmus	 (Dignatario/Cortesano);	
Graciela	 Martinelli	 (Dignatario/Dignatario	 traidor);	 Antonio	 Hugo	 (Dignatario/Escritor	
polaco);	 Horacio	 Pea	 (Canciller);	 Cristina	 Escalante,	 Livia	 Fernn	 y	 Diego	 Montes	
(Cortesanos).	Adems,	Susana	Ibez	estuvo	a	cargo	del	asesoramiento	corporal;	Rubn	
Szchumacher	hizo	la	seleccin	musical;	Ernesto	Korovsky	fue	el	asistente	de	direccin	y	
Graciela	 Galn	 estuvo	 a	 cargo	 de	 la	 escenografa,	 el	 vestuario	 y	 la	 iluminacin.	 La	
adaptacin	 para	 este	 espectculo	 del	 texto	 traducido	 al	 espaol	 por	 el	 mismo	 autor,	
Witold	Gombrowicz,	con	la	asistencia	de	Alejandro	Rssovich,	fue	realizada	por	Nstor	
Tirri.		
	
	
	                                             139	
La	adaptacin	dramatrgica	como	problema	en	El	casamientode	Gombrowicz	
	
Nuestra	 atencin	 recaer	 sobre	 todo	 en	 la	 problemtica	 de	 la	 adaptacin	 de	 El	
casamiento,	dirigido	en	1981	por	Laura	Yusem,	en	tanto	texto	escnico,	al	cual	hemos	
podido	 acceder	 a	 travs	 del	 soporte	 audiovisual	 conservado	 en	 el	 Centro	 de	
Documentacin	de	Teatro	y	Danza	del	Complejo	Teatral	de	Buenos	Aires;	no	sin	dejar	de	
transitar	para	ello	el	texto	preescnico	(que	corresponde	a	la	adaptacin	realizada	por	
Nstor	 Tirri)	 y	 el	 texto	 de	 origen	 (o	 texto	 fuente,	 que	 corresponde	 a	 la	 primera	
edicin	en	espaol,	traducida	por	Gombrowicz	y	Rssovich),	para	dilucidar	los	distintos	
niveles	 comprendidos	 por	 la	 adaptacin	 dramatrgica,	 que	 no	 se	 cie	 simplemente	 al	
texto	 de	 origen,	 o	 al	 texto	 preescnico,	 ambos	 pertenecientes	 al	 dominio	 de	 la	
literatura,	 textos	 in	 vitro,	 sino	 que	 es	 producto	 de	 un	 proceso	 mucho	 ms	 complejo	 y	
rico,	 que,	 en	 este	 caso,	 comprende	 no	 solo	 a	 la	 dramaturgia	 de	 autor,	 sino	 tambin	 al	
trabajo	 compositivo	 del	 actor,	 del	 director,	 de	 los	 escengrafos,	 de	 los	 vestuaristas,	
maquilladores,	 etctera,	 todas	 escrituras	 que	 dialogan	 entre	 s	 y	 constituyen	 juntas	 el	
acontecimiento	 poitico.	 En	 este	 punto,	 es	 pertinente	 aclarar	 que	 utilizaremos	 el	
concepto	de	poesis	en	el	mismo	sentido	que	es	utilizado	por	Dubatti:		
	
             Llamaremos	 entonces	 poesis	 a	 la	 produccin	 artstica,	 la	 creacin	
             productiva	 de	 entes	 artsticos	 y	 a	 los	 entes	 artsticos	 en	 s.	 Poesis	 implica	
             tanto	 la	 accin	 de	 crear	 como	 el	 objeto	 creado,	 que	 en	 suma	 resultan	
             inseparables	 (...)	 poesis	 es	 la	 suma	 multiplicadora	 de	 trabajo	 +	 cuerpo	
             potico	+	procesos	de	semiotizacin	()	Produccin	y	producto,	trabajo	en	
             progreso	 y	 artefacto.	 Trabajo	 potico	 y	 objeto	 potico.	 (Dubatti,	 2007:	 90-
             91)	
	
Como	Finzi,	entendemos	que	el	texto	dramtico	(in	vitro)	est	implicado	en	el	conjunto	
de	 enunciadores	 que	 conforman	 el	 espectculo	 (2007:	 34),	 por	 lo	 tanto,	 debemos	
pensar	 a	 ese	 conjunto	 como	 resultante	 del	 trabajo	 fundamental	 que	 realizan	 en	 el	
proceso	de	creacin	director,	actores,	escengrafos,	tcnicos,	etctera,	puesto	que	es	en	
la	suma	de	estos	conjuntos	donde	hallaremos	la	riqueza	de	la	poesis	teatral.	
	
	
El	 nivel	 fabular	 de	 El	 casamiento:	 el	 vrtice	 comn	 a	 los	 tres	 textos	 implicados	
en	el	proceso	adaptativo	
	
La	 fbula	 bsica	 comn	 que	 subyace	 a	 los	 tres	 textos	 comprendidos	 en	 el	 proceso	
adaptativo	 consiste	 en	 presentar	 el	 sueo	 (o	 la	 pesadilla)	 de	 un	 hombre,	 Enrique,	 que	
	                                               140	
regresa	de	la	guerra	para	reencontrarse	con	su	pasado	(familia,	hogar,	primera	novia),	y	
lo	 hace	 casi	 por	 inercia,	 sin	 darse	 cuenta.	 La	 realidad	 que	 halla	 al	 llegar	 se	 le	 presenta	
totalmente	distorsionada,	atormentndolo	hasta	el	punto	tal	de	encontrar	salida	solo	en	
una	ficcin	delirante	que	lo	contiene	y	lo	atrapa	a	la	vez:	en	la	pieza,	realidad	y	fantasa	
no	dejan	de	confundirse	y	fundirse	en	una	misma	cosa.	Enrique	regresa	al	hogar	paterno	
para	 encontrarse	 con	 un	 mundo	 totalmente	 envilecido	 y	 degradado;	 su	 casa	 ahora	 ha	
devenido	en	posada	y	sus	padres,	en	posaderos;	su	virginal	novia	ha	devenido	sirvienta	
y	prostituta.	Ante	este	panorama,	el	delirio	se	apodera	de	Enrique	y	lo	lleva	a	proclamar	
rey	 a	 su	 padre	 para	 que	 este	 le	 otorgue	 el	 casamiento.	 Este	 delirio	 de	 instaurar	
realidades	a	partir	del	uso	del	lenguaje	como	nica	herramienta	necesaria	para	crear	
mundos	 posibles,	 lo	 empuja	 a	 rebelarse	 contra	 los	 discursos	 universalizantes	 y	 los	
valores	del	pasado;	dice	Enrique:		
	
              Rechazo	todo	orden	e	idea		
              Y	desconfo	de	doctrinas.	
              No	creo	en	la	razn!	En	Dios	tampoco!	
              Quin	creer	en	Dios,	si	solo	existe		
              El	hombre	como	yo,	turbio,	inmaduro,	
              Indefinible,	verde	y	oscuro.	
              Para	bailar	con	l!	Y	divertirse!	
              Luchar	con	l!	Fingir	ante	l!	Coquetearlo!	
              Violarlo	y	amar	Para	que	pueda		
              Crearme	sobre	l,	desarrollarme,	
              Crecer	sobre	l,	crecer,	crecer,	y	as,	creciendo	
              Darme	mi	boda	en	la	iglesia	humana!	(Gombrowicz,	1948:	115)	
	
Esta	actitud	lo	har,	como	dice	Bauz,	vctima	de	esta	hybris	incontrolable	(2000:	277):	
derrocar	a	su	padre,	ahora	devenido	en	viejo	esclertico,	para	autoproclamarse	rey,	y	
darse	a	s	mismo	el	casamiento.	
Al	 prescindir	 del	 orden	 divino,	 Enrique	 engrandece	 su	 condicin	 de	 hombre,	 pero	 lo	
hace	falsamente;	en	rigor,	no	hay	que	perder	de	vista	que	el	hroe	gombrowicziano	es	el	
reverso	del	superhombre	nietzscheano.	Gombrowicz,	en	su	Diario,	piensa	en	un	tipo	de	
hombre:		
	
              1)	El	hombre	creado	por	la	forma,	en	el	sentido	ms	profundo,	ms	amplio.	
              2)	El	hombre	creado	de	la	forma,	su	infatigable	productor.	
              3)	 El	 hombre	 degradado	 por	 la	 forma	 (siempre	 incompleto	
              incompletamente	culto,	incompletamente	maduro).	
              4)	El	hombre	enamorado	de	la	inmadurez.	
              5)	El	hombre	creado	por	lo	inferior	y	por	la	minora	de	edad.	
              6)	El	hombre	sometido	a	lo	interhumano	como	fuerza	superior,	creadora,	
              nica	divinidad	que	nos	es	accesible.	
              7)	El	hombre	para	el	hombre,	ignorando	toda	instancia	superior.	
	                                                  141	
             8)	 El	 hombre	 dinamizado	 por	 los	 hombres,	 realzado,	 reforzado	 por	 ellos.	
             (Gombrowicz,	2006:	121)	
	       	
Enrique	quiere	darse	a	s	mismo	el	casamiento	y	que	los	dems	reconozcan	y	legitimen	
su	acto:	esta	nueva	realidad	es	creada	por	la	Forma	que	la	contiene;	esta	Forma,	a	su	vez,	
como	toda	forma,	le	es	impuesta	por	los	dems.	Enrique,	a	partir	de	entonces,	se	vuelve	
prisionero	 de	 este	 juego	 imposible	 de	 eludir,	 que	 terminar	 enloquecindolo	 y	
llevndolo	a	su	propia	ruina.		
	
	
La	traduccin	como	adaptacin	incipiente		
	
Gombrowicz	 comienza	 a	 escribir	 El	 casamiento	 en	 las	 sierras	 de	 Crdoba,	 en	 el	 ao	
1944.	 Esta	 pieza	 fue	 concebida	 en	 territorio	 argentino,	 enteramente	 en	 polaco.	 La	
traduccin	al	espaol	aparecer	en	Buenos	Aires	recin	cuatro	aos	ms	tarde,	en	1948,	
por	 Ediciones	 EAM.	 Cecilia	 Benedit	 de	 Debenedetti,	 amiga	 del	 autor,	 financiar,	 cual	
mecenas,	 en	 la	 segunda	 mitad	 del	 ao	 1946,	 la	 publicacin	 argentina	 de	 su	 primera	
novela,	 Ferdydurke,	 motivo	 que	 propiciar	 la	 publicacin	 posterior	 de	 El	 casamiento.	
En	 abril	 de	 1948,	 Alejandro	 Rssovich	 y	 Witold	 Gombrowicz	 comienzan	 a	 trabajar	
juntos	en	la	traduccin	al	espaol	de	El	casamiento.	En	noviembre	de	ese	mismo	ao,	
la	pieza	se	publica	por	EAM,	la	casa	editorial	de	libros	de	msica	perteneciente	a	Cecilia	
de	 Debenedetti.	 Se	 larga,	 entonces,	 una	 tirada	 mnima	 de	 ejemplares	 de	 la	 obra.	 El	
mismo	 Rssovich	 se	 encarga	 en	 aquel	 momento	 de	 distribuir	 los	 libros	 en	 algunas	
libreras	porteas,	sin	suerte	en	lo	que	respecta	a	su	venta.	Adems,	ninguna	revista	de	
la	poca	le	dedica	siquiera	una	sola	pgina	a	esta	edicin.	Un	verdadero	fracaso	editorial.		
La	 traduccin	 de	 esta	 pieza	 recuerda	 la	 particular	 metodologa	 utilizada	 por	 el	 autor	 y	
sus	 amigos	 del	 lado	 sur	 del	 continente	 americano	 para	 la	 versin	 espaola	 de	 su	 gran	
obra,	Ferdydurke	(novela	escrita	en	1937,	todava	en	suelo	polaco,	unos	aos	antes	de	su	
casual	visita	a	la	Argentina,	donde,	sin	saberlo,	se	quedara	casi	24	aos).	A	propsito	de	
esta	experiencia	colectiva	de	traduccin,	en	su	Diario,	Gombrowicz	recuerda:		
	
             	encontrndome,	como	tantas	veces,	con	los	bolsillos	totalmente	vacos	y	
             sin	saber	dnde	obtener	algn	dinero,	tuve	una	inspiracin:	le	ped	a	Cecilia	
             Debenedetti	 que	 financiara	 la	 traduccin	 de	 Ferdydurke	 al	 espaol,	
             reservndome	 seis	 meses	 para	 hacerlo.	 Cecilia	 asinti	 de	 buena	 gana.	 Me	
             dediqu	 entonces	 al	 trabajo,	 que	 se	 efectuaba	 as:	 primero	 traduca	 como	
             poda	del	polaco	al	espaol	y	despus	llevaba	el	texto	al	Caf	Rex	donde	mis	
             amigos	 argentinos	 repasaban	 conmigo	 frase	 por	 frase,	 en	 busca	 de	 las	
             palabras	 apropiadas,	 luchando	 con	 las	 deformaciones,	 locuras,	
	                                               142	
             excentricidades	 de	 mi	 idioma.	 Dura	 labor	 que	 comenc	 sin	 entusiasmo,	
             solamente	 para	 sobrevivir	 durante	 los	 meses	 prximos;	 mis	 ayudantes	
             americanos	tambin	lo	encaraban	con	resignacin,	como	un	favor	que	haba	
             que	hacer	a	una	vctima	de	la	guerra.	(Gombrowicz,	2006:	55-56)	
	
En	el	prefacio	a	la	primera	edicin	en	espaol	de	Ferdydurke,	Gombrowicz	escribe:		
	
             Esta	 traduccin	 fue	 efectuada	 por	 m	 y	 solo	 de	 lejos	 se	 parece	 al	 texto	
             originario.	El	lenguaje	de	Ferdydurke	ofrece	dificultades	muy	grandes	para	el	
             traductor.	 Yo	 no	 domino	 bastante	 el	 castellano.	 Ni	 siquiera	 existe	 un	
             vocabulario	 castellano-polaco.	 En	 esas	 condiciones	 la	 tarea	 result	 tan	
             ardua,	como,	digamos,	oscura	y	fue	llevada	a	cabo	a	ciegas	solo	gracias	a	la	
             noble	 y	 eficaz	 ayuda	 de	 varios	 hijos	 de	 este	 continente,	 conmovidos	 por	 la	
             parlisis	idiomtica	de	un	pobre	extranjero.	(Gombrowicz,	2004:	21)	
	
En	nuestro	anlisis,	llamaremos	texto	fuente	a	la	versin	de	El	casamiento	publicada	
en	1948,	en	Buenos	Aires,	por	Ediciones	EAM.	Este	texto	fue	traducido	al	espaol	con	
una	metodologa	similar	a	la	evocada	por	el	mismo	Gombrowicz	unos	renglones	atrs,	a	
propsito	 de	 la	 traduccin	 de	 Ferdydurke.	 Como	 lo	 mencionamos	 ya	 con	 anterioridad,	
quien	 se	 encarg	 esta	 vez	 de	 asistir	 al	 autor	 de	 la	 pieza	 en	 tan	 ardua	 empresa	 fue	 el	
filsofo	Alejandro	Rssovich:		
	
             De	hecho,	me	ocup,	durante	largos	y	fatigosos	meses,	de	traducir	esa	pieza.	
             Digo	traducir,	aunque	desconozco	el	polaco	y	no	existan	entonces	en	Buenos	
             Aires	 diccionarios	 o	 gramticas	 de	 esa	 lengua.	 Cada	 noche	 Gombrowicz	 me	
             llevaba	al	Caf	Rex	el	texto	en	espaol,	errores	gramaticales	que	yo	correga	
             y	 despus	 nos	 dedicbamos	 a	 la	 traduccin	 propiamente	 dicha.	 Casi	 cada	
             palabra	 reclamaba	 profusas	 reflexiones	 y	 cambios.	 Trabajbamos	 hasta	 la	
             madrugada,	y	al	final	yo	bostezaba,	muerto	de	sueo,	con	enojo	o	bromas	de	
             su	parte.	(Rssovich,	2003:	79-80)	
	
En	 este	 trabajo	 de	 traduccin	 colectiva,	 evidentemente,	 Gombrowicz	 no	 persigue	
solamente	una	equivalencia	aproximada	del	lxico	con	respecto	al	original	(polaco),	ms	
bien	 intenta	 construir	 un	 nuevo	 discurso	 que	 d	 cuenta	 esttica	 y	 poticamente	 de	 la	
forma	que	gobierna	a	la	novela	y	al	drama,	respectivamente;	el	trabajo	de	traduccin	
empleado	por	el	autor	de	El	casamiento	no	se	circunscribe	al	traspaso	de	una	lengua	a	
otra,	 sino	 que	 consiste	 sobre	 todo	 en	 transformar	 elementos	 de	 una	 cultura	 como	 la	
polaca,	para	lograr	un	efecto	similar	(equivalente	s,	en	parte,	pero,	sobre	todo,	otro)	
en	el	mbito	literario	argentino.	Este	ejercicio	creativo,	realizado	noche	tras	noche	junto	
a	 sus	 amigos	 en	 el	 antiguo	 Caf	 Rex,	 no	 puede	 ser	 excluido	 del	 anlisis,	 ya	 que	 esta	
enunciacin	 grupal	 modaliza	 completamente	 forma	 y	 contenido	 del	 texto	 original:	 es	
decir,	esta	traduccin	no	consiste	solo	en	un	traspaso	lexical,	de	la	versin	polaca	a	la	
	                                                143	
versin	 en	 espaol,	 sino	 que,	 en	 rigor,	 parece	 ser	 ms	 una	 re-creacin	 colectiva	 de	 un	
nuevo	 texto,	 en	 un	 espacio-tiempo	 completamente	 diferente,	 con	 modificaciones	 y	
aportes	totalmente	diversos,	producto	de	fatigosos	debates,	de	subjetividades	creativas	
diversas	encontradas	e	ideas	desbordantes	en	juego.	As,	Ferdydurke	o	El	casamiento	
(traducidos	 en	 territorio	 argentino),	 reescritos,	 re-creados,	 deben	 pensarse,	
entendemos,	ya	no	como	un	ejercicio	perteneciente	al	terreno	de	la	traduccin,	sino	ms	
bien	como	una	primera	instancia	del	proceso	de	adaptacin	intragenrico.		
	
La	 actualizacin	 de	 El	 casamiento	 realizada	 por	 Nstor	 Tirri	 para	 el	 espectculo	
dirigido	por	Laura	Yusem	
	
En	un	segundo	nivel	de	anlisis,	centraremos	nuestra	atencin	en	el	texto	preescnico,	
adaptado	 por	 Nstor	 Tirri	 para	 el	 espectculo	 dirigido	 en	 1981	 por	 Laura	 Yusem.	 Este	
nuevo	 texto	 es	 una	 actualizacin	 del	 texto	 fuente;	 entendemos,	 desde	 luego,	 que	
actualizar	 un	 texto	 previo	 es	 tambin	 una	 estrategia	 que	 corresponde	 al	 mbito	 de	 la	
adaptacin.	El	trabajo	adaptativo	de	Tirri	consisti	en	acotar	y	simplificar	los	sucesos	y	
los	temas	por	los	que	la	obra	transita	en	el	nivel	fabular.	Se	han	suprimido	determinados	
parlamentos	 y	 se	 ha	 concentrado	 la	 atencin	 sobre	 todo	 en	 dos	 de	 los	 temas	
(ciertamente)	 fundamentales	 del	 drama:	 la	 Forma	 en	 contraposicin	 a	 la	 Inmadurez.	
Asimismo,	 se	 acentu	 an	 ms	 el	 carcter	 de	 monlogo	 que	 posee	 El	 casamiento;	 la	
accin,	 en	 el	 espectculo	 dirigido	 por	 Yusem,	 transcurre	 en	 torno	 a	 Enrique,	
protagonista	del	drama.	
En	lo	que	respecta	a	la	estructura	de	la	pieza,	tanto	el	texto	preescnico	como	el	texto	
escnico	mantienen	en	relacin	con	el	texto	fuente	la	divisin	del	drama	en	tres	actos.	
Sin	 embargo,	 la	 actualizacin	 recorta	 notablemente	 el	 primer	 acto,	 para	 concentrarse	
sobre	todo	en	el	desarrollo	de	la	accin	en	torno	a	los	preparativos	de	la	boda	(por	otro	
lado,	nunca	consumada	por	el	protagonista),	que	tienen	lugar	en	el	segundo	acto,	y	en	el	
modo	en	que	la	Forma	(estructuras	sociales,	mscaras,	posturas,	modos	de	ser)	termina	
gobernando	a	Enrique	y	matando	toda	incipiente	inmadurez,	en	el	tercer	y	ltimo	acto.		
Enrique	lucha	incansablemente	contra	la	Forma,	pero	el	matrimonio,	que	parece	ser	su	
mayor	 objetivo,	 significa	 aceptar	 la	 Forma,	 en	 tanto	 que	 legalizacin	 e	
institucionalizacin.	Esto,	poco	a	poco,	ir	paulatinamente	trazando	a	lo	largo	del	drama	
el	 camino	 hacia	 su	 ocaso	 definitivo,	 puesto	 que	 la	 filosofa	 gombrowicziana	 que	
atraviesa	 la	 obra	 indica	 que	 el	 individuo	 puede	 preservarse	 tan	 solo	 al	 margen	 de	 las	
formas.		
	                                               144	
En	la	pieza,	el	interlocutor	de	Enrique	es	Pepe,	su	amigo.	Pepe	representa	lo	joven,	lo	no	
formado,	 lo	 inmaduro,	 lo	 bajo,	 lo	 deforme,	 lo	 degradado.	 Mara,	 en	 cambio,	 en	 tanto	
novia	 de	 Enrique,	 tambin	 es	 una	 forma.	 Ante	 la	 mirada	 de	 los	 otros	 (padres,	
borrachos,	traidores),	Enrique	no	podr	evitar	sentir	celos	al	ver	a	Mara	y	a	Pepe	juntos.	
Este	tringulo	del	cual	es	parte	lo	debilita	ante	los	dems,	de	modo	que,	en	una	mise	en	
abyme,	 le	 pedir	 a	 Pepe	 (instaurando	 una	 suerte	 de	 representacin	 dentro	 de	 la	
representacin)	que	se	quite	la	vida.	La	muerte	de	Pepe	es	a	su	vez	la	muerte	de	lo	joven,	
de	 lo	 inmaduro,	 de	 lo	 bello.	 Con	 Pepe	 muere,	 pues,	 lo	 nico	 vivo.	 Solo	 as	 Enrique	
renuncia	 al	 casamiento,	 en	 medio	 de	 un	 final	 absolutamente	 trgico,	 reclamando	
funerales	para	su	amigo	muerto,	y	asumiendo	en	ese	acto	ltimo	que	ha	llevado	a	Pepe	
al	suicidio	la	creacin	de	una	obra	trascendental:	la	muerte	de	Pepe	es	su	obra.	Enrique	
es	un	artista.		
Otro	aspecto	importante	en	el	anlisis	de	estas	obras	es	el	que	corresponde	a	los	modos	
del	t	y	del	vos	empleados	en	los	diferentes	textos	(fuente,	preescnico	y	escnico)	
implicados	en	el	proceso	adaptativo.	Por	ejemplo,	en	el	texto	fuente	(es	decir,	aquel	que	
tradujo	 el	 mismo	 Gombrowicz	 junto	 a	 Alejandro	 Rssovich)	 la	 obra	 se	 construye	
enteramente	bajo	el	dominio	del	t,	mientras	que	en	el	texto	preescnico	(es	decir,	el	
adaptado	 por	 Tirri)	 predomina	 el	 voseo	 rioplatense.	 Esta	 opcin,	 vlida	 a	 la	 hora	 de	
querer	resaltar	el	carcter	local	de	la	actualizacin,	no	logra	el	efecto	esttico	y	potico	
que	s	se	desprende	del	texto	de	origen,	ya	que	el	predominio	del	vos	termina	siendo	
parcial,	 y	 convive	 malamente	 con	 la	 alternancia	 ocasional	 del	 t.	 Y	 esto	 no	 parece	
corresponder	a	ninguna	marca	particular,	como	distinguir	niveles	jerrquicos	entre	los	
distintos	 personajes,	 marcar	 distancia	 entre	 personajes	 conocidos/	 desconocidos	 o	
establecer	una	diferenciacin	espacial/	geogrfica	entre	personajes	locales	y	personajes	
extranjeros,	 sino	 que,	 curiosamente,	 permite	 la	 convivencia	 de	 ambas	 formas	 en	 un	
mismo	parlamento,	de	este	modo,	un	mismo	personaje	pasa	invariablemente	del	vos	al	
t	 para	 volver,	 si	 as	 lo	 desea,	 otra	 vez	 al	 vos	 sin	 ninguna	 explicacin	 posible.	 Esta	
construccin	del	discurso	de	los	personajes	ha	perjudicado	notablemente	el	estilo	de	la	
pieza	 witoldiana;	 claro	 que	 no	 queremos	 caer	 en	 una	 falsa	 defensa	 del	 purismo	
lingstico,	pero	ciertamente	esta	oscilacin	entre	un	vos	y	un	t	a	medio	camino	en	
un	 mismo	 parlamento	 oficia	 notablemente	 en	 detrimento	 del	 estilo	 que	 persigue	
Gombrowicz	 con	 su	 pieza,	 segn	 sus	 propias	 palabras,	 escritas	 en	 el	 prefacio	 a	 la	
primera	edicin	argentina	de	El	casamiento.	
Bastar,	 pues,	 con	 citar	 algunos	 ejemplos	 para	 graficar	 esta	 cuestin.	 As,	 en	 el	 texto	
preescnico,	encontramos:	
	
	                                                 145	
             Enrique:	(A	Pepe)	Cuidalo	bien!	
             (Silencio.	Al	Padre)	Majestad,	este	hombre	
             trat	de	enfrentarme	con	vos,	
             y	quiso	inducirme	
             a	un	complot	contra	vos.	
             Fing	escucharlo	para	que	me	mostrara	
             su	cabeza	de	serpiente,	
             y	as	es	como	ahora	aqu	la	tienes,	aplastada.	(Gombrowicz,	1981:	37)	
	
Este	 parlamento,	 en	 la	 versin	 de	 Tirri,	 est	 ubicado	 dentro	 del	 primer	 acto;	 el	 texto	
fuente,	 en	 cambio,	 por	 el	 devenir	 de	 los	 acontecimientos,	 lo	 incluye	 bien	 entrado	 el	
segundo	acto.	En	el	texto	de	origen,	leemos:		
	
             Enrique:	Seis	y	media.	
             (A	Pepe):	Gurdalo	bien!	
             (Silencio).	
             Majestad,	este	hombre	
             Sin	cesar	me	incitaba	contra	tu	
             Majestad	
             Y,	presintiendo	en	m	la	ms	fuerte	
             Columna	de	tu	trono,	quiso	inducirme	
             A	un	complot	contra	ti.	Fing	consentir	
             Para	sacar	de	su	cubil	a	la	serpiente		
             De	alta	traicin.	Y	ahora	
             Aqu	la	tienes	aplastada.	(Gombrowicz,	1948:	78)	
	
En	otro	pasaje	del	texto	preescnico,	encontramos	un	caso	similar:	
	
             Enrique:	Esper.	Ponete	aqu,	a	mi	lado.	Sentate.	No,	mejor	parate	aqu.	
             Inclin	la	cabeza.	Y	dej	caer	los	brazos.	Ahora	me	acerco	y	me	coloco	aqu	
             y	voy	a	posar	mi	vieja	mano	sobre	tu	hombro	joven.	
             Hace	fro,	no?	(Lo	toca)	mi	querido	Pepe	yo	No,	no,	todo	este	prembulo	
             es	 intil.	 TIENES	 QUE	 MATARTE	 PORQUE	 YO	 LO	 QUIERO.	 (Gombrowicz,	
             1981:	54)	
	
La	contestacin	de	Pepe	a	tan	siniestro	juego	 y	el	parlamento	 subsiguiente	de	 Enrique	
vuelven	el	texto	invariablemente	al	terreno	del	vos.		
En	cambio,	en	el	texto	fuente,	encontramos	lo	siguiente:		
	
             Enrique:	Espera,	espera.	Prate	aqu,	al	lado	mo.	Nadie	ve,	creo.	
             Por	el	agujero	de	la	puerta	no	se	ve.	Esto	entre	nosotros.	
             Y	qu	silencio!	Parece	nada,	pero	uno	se	siente	nervioso.	
             Sintate.	No,	mejor,	prate	aqu,	al	lado	de	esta	silla	e	
             inclina	la	cabeza	
             Y	dobla	los	dedos.	Ahora	
             Me	acerco	a	ti	y	a	tu	lado	
             Mi	mano	mayor	sobre	tu	nuca	menor	
	                                               146	
             Coloco.	Qu	fro!	Fresco	hace.	
             Hace	fresco	no	es	cierto?	Te	toco	y	digo:	
             MI	QUERIDO	PEPE	No,	no,	esto	no	es	necesario	
             este	 prembulo	 sobra	 DEBES	 MATARTE	 PORQUE	 AS	 SE	 ME	 ANTOJA.	
             (Gombrowicz,	1948:	112)	
	
Asimismo,	 la	 actualizacin	 incorpora	 referencias	 locales	 reconocibles;	 por	 ejemplo,	
mientras	que	el	texto	fuente	sita	la	accin	entre	Malonyze	y	el	norte	de	Francia,	el	texto	
preescnico	opta	por	espacios	geogrficos	ms	reconocibles	para	el	espectador	porteo,	
de	modo	que	ubica	la	accin	entre	Cracovia,	Buenos	Aires	y	el	norte	de	Francia.		
	
El	 texto	 espectacular:	 los	 elementos	 no	 verbales	 redimensionan	 la	 puesta	 de	 Laura	
Yusem	
	
Si	 bien	 todo	 pasaje	 debe	 ser	 pensado	 como	 un	 nuevo	 proceso	 creativo	 (re-creativo),	
como	 un	 acto	 de	 reelaboracin,	 no	 podemos	 dejar	 de	 prestar	 atencin	 sobre	 todo	 a	 la	
intencin	de	contigidad	buscada	en	este	proceso	adaptativo,	que	comienza	en	el	texto	
preescnico	y	se	ve	materializado	como	resultado	ltimo	en	el	texto	escnico.		
En	 lo	 concerniente	 al	 nivel	 lingstico,	 insistimos,	 la	 actualizacin	 del	 texto	 witoldiano	
presenta	 deficiencias	 concretas	 que	 adulteraron	 tanto	 el	 contenido	 filosfico	 como	
potico	 del	 drama.	 Sin	 embargo,	 en	 el	 anlisis,	 el	 texto	 dramtico	 in	 vitro	 debe	 ser	
pensado	como	partitura,	como	un	discurso	incompleto;	as,	pues,	al	concentrar	nuestra	
atencin	en	el	texto	escnico	nos	encontramos	con	lo	ms	interesante	que	ha	tenido	la	
puesta	 de	 Laura	 Yusem:	 los	 elementos	 no	 verbales	 redimensionan	 magistralmente	 el	
universo	 gombrowicziano.	 Este	 mrito	 le	 corresponde	 sobre	 todo	 a	 la	 direccin,	 al	
vestuario,	al	maquillaje,	a	la	escenografa,	a	la	musicalizacin	y,	desde	luego,	al	trabajo	
de	los	actores.	
As,	para	abordar	el	texto	escnico,	proponemos	establecer	una	divisin	que	comprenda	
al	menos	dos	niveles:		
1)	el	nivel	lingstico	(o	verbal),	
2)	el	nivel	extralingstico	(o	no	verbal).	
Una	vez	ms,	el	texto	escnico	se	ha	visto	perjudicado	por	los	problemas	que	presenta	la	
actualizacin	del	texto	dramtico	preescnico,	al	cual	ha	seguido	fielmente.	No	solo	los	
problemas	 relativos	 a	 los	 modos	 de	 expresin	 que	 oscilan	 entre	 un	 vos	 y	 un	 t	 a	
medio	 camino	 han	 operado	 en	 detrimento	 del	 texto	 escnico,	 tambin	 lo	 han	
perjudicado	 los	 distintos	 recortes	 que	 en	 el	 traspaso	 sufri	 el	 texto	 fuente.	 La	
actualizacin	 de	 Tirri,	 segn	 informan	 reiteradas	 crticas	 de	 la	 poca,	 provoc	
problemas	que	no	pudo	solucionar	la	puesta	de	Yusem;	as,	el	tratamiento	superficial	de	
	                                               147	
ciertos	temas	centrales	(recortados	y	comprimidos)	del	drama	gener	efectos	negativos	
en	 la	 recepcin	 final	 de	 la	 obra.	 Eduardo	 Pogoriles,	 en	 1981,	 escriba	 sobre	 el	
espectculo	dirigido	por	Yusem:		
	
             Es	 cierto	 que	 Gombrowicz	 puede	 abrumar	 con	 sus	 reflexiones	 metafsicas	
             sobre	 el	 sentido	 ltimo	 del	 lenguaje,	 sobre	 el	 mundo	 como	 un	 laberinto	 de	
             espejos	 donde	 todo	 puede	 ser	 verdad	 y	 mentira	 al	 mismo	 tiempo.	 En	 todo	
             caso,	podar	y	adaptar	esta	obra	fue	la	tarea	de	Nstor	Tirri,	no	muy	acertada.	
             (Pogoriles,	1981:	64)	
	
Sylvia	 Matharan	 de	 Potenze	 tambin	 supo	 notar	 entonces	 ciertas	 falencias	 en	 este	
aspecto:		
	
              Con	 todo	 este	 cuidado,	 Yusem	 no	 logr	 superar	 los	 momentos	 de	 tedio	
              producidos	por	el	desinters	inevitable	del	pblico	ante	un	palabrero	y	una	
              agitacin	sin	asidero.	(Matharan	de	Potenze,	1981:	682)	
	
Por	otro	lado,	cabe	destacar	que	el	texto	fuente	prioriza	la	preponderancia	del	verso	por	
sobre	 la	 prosa,	 por	 la	 manifiesta	 intencin	 musical	 que	 persigue	 Gombrowicz	 con	 su	
drama:		
	
              Resulta,	 pues,	 importante	 que	 se	 destaque	 bien	 el	 elemento	 musical	 de	
              esta	 obra.	 Sus	 temas,	 sus	 crescendos	 y	 decrescendos,	 pausas,	 sforzatti,	
              tutti	 y	 solos,	 deberan	 ser	 estudiados	 como	 una	 partitura	 sinfnica.	
              (Gombrowicz,	1948:	9)	
	
La	actualizacin,	en	cambio,	ha	priorizado	la	escritura	en	prosa,	otorgndole	as	menos	
protagonismo	al	verso,	y	a	la	musicalidad	perseguida	por	Gombrowicz:	Cada	actor	debe	
sentirse	un	instrumento	en	la	orquesta	y	el	movimiento	tiene	que	sincronizarse	con	la	
palabra	(Gombrowicz,	1948:	9).	
El	 manejo	 del	 idioma	 en	 El	 casamiento	 est	 orientado	 a	 la	 distorsin	 absoluta	 de	 las	
convenciones	establecidas.	Gombrowicz	trabaja	sobre	ideas	complejas	y	abstractas	con	
un	registro	inferior	y	aniado:	hay	en	el	drama	repeticiones	permanentes	de	palabras,	
neologismos,	 cierto	 uso	 del	 lunfardo	 y	 del	 lenguaje	 grosero	 (si	 cabe	 el	 trmino);	 el	
primer	gran	tema	de	la	obra	gira	en	torno	a	la	palabra	cochino:	
	
              El	 Padre:	 Se	 ruega	 no	 hacer	 chanchadas	 con	 esta	 chancha	 cochina	 puerca	
              chanchullera!	
              La	Madre:	Pero	cmo	se	enconchin,	se	enconchin!	
              El	Padre:	Chanchullera,	chancha	cochina!	(Gombrowicz,	1948:	32)	
	
	                                               148	
Adems,	 por	 momentos,	 los	 personajes	 tienen	 el	 habla	 cortada	 y	 el	 tartamudeo	 se	
apodera	 del	 decir.	 Se	 trata	 de	 un	 nuevo	 uso	 del	 lenguaje	 que	 propone	 al	 lector	 (y	 al	
espectador)	una	manera	diferente	de	leer.	Todo	en	la	pieza	gira	en	torno	al	sentimiento	
de	Enrique	que	confunde	sueo	y	realidad.	El	drama	re-presenta	el	problema	del	ser	y	el	
parecer.	 As,	 el	 lenguaje	 (aniado,	 repetitivo,	 grosero,	 envilecido)	 es	 presentado	 como	
herramienta	 nica	 para	 entender	 la	 realidad	 circundante,	 y	 es	 insuficiente:	 nos	
construye	en	tanto	Forma	y,	al	mismo	tiempo,	construye	formas	exteriores	a	nosotros.	El	
hombre,	como	dice	Enrique,	es	hablado	por	el	lenguaje,	pero,	a	la	vez,	es	en	la	relacin	
con	 los	 otros	 que	 se	 instauran	 las	 formas	 que	 nos	 moldean	 y	 moldean	 a	 los	 que	 nos	
rodean,	y	a	la	realidad	en	tanto	Forma	representada	por	el	lenguaje.	De	este	modo,	pues,	
entendemos	 que	 el	 lenguaje,	 en	 El	 casamiento,	 deviene	 herramienta	 para	 producir	
sentido	sin	sentido	alguno.	
En	 el	 nivel	 de	 lo	 no	 verbal,	 merece	 especial	 mencin	 la	 tarea	 realizada	 por	 Graciela	
Galn,	a	cargo	de	la	escenografa,	el	vestuario	y	la	iluminacin:		
	
             	 hall	 la	 oportunidad	 de	 incorporar	 todos	 los	 talleres	 del	 teatro,	 que	
             trabajaron	 con	 el	 mejor	 resultado:	 maquinaria,	 escenografa,	 escultura	 (en	
             los	 diversos	 monstruos	 que	 aparecen	 en	 muebles	 y	 araas),	 carpintera,	
             utilera,	 vestuario,	 sombrerera,	 zapatera	 y	 maquillaje.	 La	 concepcin	
             general	estuvo	en	lograr	trajes	y	elementos	escenogrficos	no	atados	a	una	
             poca	 o	 a	 una	 realidad.	 Los	 personajes,	 salvo	 Enrique,	 pertenecen	 a	 una	
             pesadilla.	Blanco,	negro	y	lacre	son	los	tonos	de	las	ropas.	(Galn,	1981:	1)	
	
En	 lo	 que	 respecta	 al	 vestuario,	 en	 el	 primer	 acto,	 predomina	 el	 color	 lacre.	 En	 el	
segundo	y	en	el	tercer	acto,	el	blanco	predominar	en	los	rostros	y	el	negro	en	la	ropa.	
En	 el	 comienzo	 y	 en	 el	 final	 del	 drama,	 Enrique	 viste	 indumentaria	 militar	 (verde),	
puesto	que	ha	regresado	de	la	guerra.	En	el	segundo	acto,	en	cambio,	cuando	todo	est	
dispuesto	para	que	se	lleve	por	fin	adelante	la	boda,	Enrique	utiliza	para	la	ocasin	un	
largo	saco	de	plumas	negro,	con	un	gorro	negro	que	resalta	en	el	conjunto.	Los	padres	
aparecen	 tambin	 vestidos	 de	 negro,	 con	 gorros	 llamativos,	 ocupando	 el	 centro	 de	 la	
escena.	El	padre	(devenido	en	rey)	lleva	un	cetro	en	su	mano	y	dirige	los	preparativos	
del	 casamiento.	 Mara	 (devenida	 en	 princesa,	 casta	 y	 pura)	 entra	 a	 escena	 cargada	 en	
hombros,	acompaada	por	una	msica	de	ceremonia;	en	ella	resalta	el	blanco	que	cubre	
su	cuello	y	sus	brazos;	el	color	se	ve	acentuado	sobre	todo	por	su	llamativo	sombrero,	
tambin	blanco.	Sin	embargo,	si	bien	en	este	momento	se	prioriza	en	Mara	la	blancura,	
conviven	 con	 ese	 color	 las	 tonalidades	 oscuras:	 el	 blanco	 y	 el	 negro	 instauran	 una	
entidad	 doble	 en	 este	 personaje:	 sirvienta-prostituta	 devenida	 en	 princesa,	 pura	 y	
virginal.	 El	 lenguaje,	 como	 herramienta	 para	 instaurar	 nuevas	 formas	 en	 la	
	                                               149	
comunicacin	interhumana,	ha	permitido	un	giro	radical	en	el	personaje	de	Mara,	pero	
su	 ropa	 persiste	 en	 mantener	 simblicamente	 ambos	 polos,	 que	 constituyen	 la	
naturaleza	 misma	 del	 personaje:	 lo	 oscuro	 y	 lo	 luminoso	 (si	 cabe	 expresarlo	 en	 esos	
trminos).	 El	 negro,	 que	 gobierna	 el	 resto	 de	 la	 escena,	 corresponde	 sobre	 todo	 a	 la	
atmsfera	confusa	y	ritual	por	la	que	est	transitando	el	drama.		
La	msica,	en	la	obra,	est	en	funcin	del	clmax	que	se	persigue	en	todo	momento	desde	
el	nivel	verbal;	en	este	pasaje,	por	ejemplo,	acompaa	la	ceremonia	que	desea	realizarse.	
En	 lo	 concerniente	 al	 maquillaje,	 casi	 todos	 los	 personajes	 llevan	 el	 rostro	 blanco,	 y	 el	
negro	 resalta	 los	 ojos	 y	 las	 pestaas:	 las	 mujeres,	 en	 general,	 llevan	 pestaas	
prominentes	y	los	hombres,	tupidos	bigotes.	Los	cortesanos,	en	particular,	llevan	todos	
en	 su	 vestuario	 o	 maquillaje	 picos,	 patas	 o	 algo	 que	 recuerde	 a	 un	 ave.	 Mara,	 en	 su	
gorro,	tambin	lleva	un	ave:	todo	gira	en	torno	a	lo	ridculo	del	ritual,	hacia	lo	grotesco.		
En	 lo	 que	 respecta	 a	 la	 disposicin	 de	 los	 objetos	 en	 el	 espacio,	 el	 segundo	 acto	 deja	
atrs	 un	 escenario	 prcticamente	 despojado	 (primer	 acto),	 para	 presentarnos	 otro	
(re)cargado	 de	 objetos,	 que	 resignifica	 simblicamente	 la	 boda	 (en	 tanto	 Forma)	 que	
estn	por	llevar	a	cabo	Enrique	y	Mara:	se	ven	ocho	araas	sobre	la	escena,	cuatro	a	la	
izquierda	del	escenario	y	otras	cuatro	a	la	derecha.	En	el	centro,	el	altar	(que	en	el	acto	
tercero	 oficiar	 de	 sala	 de	 palacio),	 y	 dos	 hileras	 de	 bancos,	 dispuestos	 uno	 detrs	 del	
otro,	cuatro	en	el	sector	izquierdo	y	cuatro	en	el	derecho.	
Por	otro	lado,	en	este	segundo	acto,	tiene	lugar	la	aparicin	de	un	personaje	curioso,	que	
Tirri	 ha	 incorporado	 ya	 al	 texto	 preescnico:	 nos	 referimos	 al	 personaje	 del	 escritor	
polaco,	 que	 no	 est	 incluido	 en	 el	 texto	 fuente.	 Este	 personaje	 contempla,	 participa	 y	
escribe	la	obra	mientras	esta	est	aconteciendo.	As,	en	la	escena,	se	establece	un	juego	
particular	 entre	 Enrique,	 alter	 ego	 de	 Gombrowicz,	 y	 el	 mismo	 Gombrowicz	 como	
personaje	de	su	propio	drama.	En	este	sentido,	creemos,	al	igual	que	Laura	Yusem,	que	
una	 de	 las	 posibles	 interpretaciones	 que	 ofrece	 la	 intervencin	 de	 este	 motivo	 en	 el	
acontecimiento	 poitico	 es	 la	 de	 hacernos	 pensar	 que	 Enrique	 es	 Gombrowicz,	 y	 este	
personaje	 es	 otro	 Gombrowicz	 que	 padece	 menos	 y	 se	 burla	 ms	 (Fernndez,	 1981:	
55):		
	
              Escritor	 polaco:	 Cegdos!	 No	 tienen	 ideales	 ni	 convicciones.	 Se	 est	
              fabgicando	 sus	 pegsonalidades	 entge	 s	 uno	 crea	 al	 otrgo	 Pero	 todo	 es	
              pura	ficcin!	Qu	cegdos!	(Gombrowicz,	1981:	57)	
	
Yusem	 ha	 confesado	 en	 reiteradas	 notas	 de	 la	 poca	 que	 el	 trabajo	 grupal	 le	 result	
imprescindible	a	la	hora	de	dirigir	El	casamiento:	se	juntaban	todos	a	discutir	y	a	leer	
toda	 la	 obra	 de	 Gombrowicz;	 tambin,	 recuerda	 haberse	 encontrado	 con	 el	 mismo	
	                                                150	
Rssovich,	 integrante	 del	 comit	 de	 traduccin/adaptacin	 de	 la	 versin/gestacin	
castellana	del	drama.	En	una	nota	con	Antonio	Rodrguez	de	Anca,	confiesa:		
	
             Intent	recalcar	la	artificiosidad,	la	teatralidad	del	texto,	como	si	fuera	una	
             especie	de	pera.	Y	agregu	una	idea	propia	en	la	puesta	en	escena	que	es	la	
             lucha	 contra	 la	 forma	 teatral	 de	 la	 que	 siempre	 se	 sale	 derrotado.	
             (Rodrguez	de	Anca,	1981:	18)	
	
Yusem,	 evidentemente,	 asumi	 un	 fuerte	 compromiso	 esttico-filosfico,	 producto	 de	
una	 clara	 identificacin	 con	 las	 ideas	 gombrowiczianas:	 se	 propuso	 trabajar	 desde	 el	
teatro	el	ms	grande	de	los	temas	witoldianos:	el	de	la	FORMA.	A	tal	punto	que	confiesa	
haber	problematizado	en	su	versin	de	El	casamiento	la	insalvable	paradoja	de	pensar	
el	fenmeno	de	la	FORMA	desde	la	forma	misma,	es	decir,	abordar	este	problema	desde	
el	teatro,	que	tambin	es	una	forma.	Esta	imposibilidad	prctica	termina	gobernando	y	
anulando	 a	 la	 vez	 todo	 intento	 abstracto-terico-conceptual,	 puesto	 que	 solo	
formalmente	 podemos	 abordar	 el	 fenmeno	 de	 la	 FORMA.	 Este	 razonamiento	 nos	
conduce	 a	 una	 encrucijada	 ltima	 insalvable:	 el	 teatro	 filosfico	 de	 Gombrowicz	 no	
puede,	 pese	 a	 cualquier	 intento,	 escapar	 de	 la	 forma,	 porque,	 paradjicamente,	 es	 una	
forma.	
Sin	 embargo,	 creemos	 que	 el	 teatro	 sigue	 siendo	 el	 mejor	 terreno	 para	 instalar	
problemticamente	esta	paradoja,	recurrente	en	toda	la	obra	de	Witold	Gombrowicz.	A	
su	 vez,	 pensamos	 que	 si	 bien	 el	 teatro	 se	 presenta	 como	 una	 forma,	 al	 mismo	 tiempo	
permite	 la	 contemplacin-experiencia	 del	 devenir	 del	 acontecimiento,	 que	 terminar	
tarde	o	temprano	siendo	presa	de	la	sistematizacin.	En	el	convivio	teatral	se	fusiona	la	
experiencia	 con	 ese	 orden	 otro	 que	 instaura	 la	 poesis;	 por	 lo	 tanto,	 el	 hecho	 teatral	
acontece	en	la	esfera	misma	del	entre:	entre	lo	real	y	lo	poitico,	entre	la	FORMA	y	lo	que	
est	en	proceso	aun	(lo	no	formado),	entre	lo	maduro	y	lo	inmaduro:	
	
             En	 tanto	 acontecimiento,	 el	 teatro	 es	 ms	 que	 lenguaje	 (comunicacin,	
             expresin,	 recepcin):	 es	 experiencia,	 e	 incluye	 la	 dimensin	 de	 infancia	
             presente	 en	 la	 existencia	 del	 hombre.	 ()	 Por	 su	 naturaleza	 convivial	 el	
             teatro	 es	 fundamentalmente	 experiencia	 viviente:	 por	 la	 experiencia,	 el	
             teatro	religa	con	lo	real,	con	el	fuego	de	la	infancia,	con	el	ente	metafsico	de	
             la	vida.	(Dubatti,	2010:	49-50)	
	
En	 este	 sentido,	 entendemos	 que	 el	 teatro,	 en	 tanto	 acontecimiento,	 es	 una	 forma	 en	
proceso,	una	forma	no	formada	completamente,	en	construccin;	as,	el	gnero	dramtico	
se	 torna	 para	 Gombrowicz	 (segn	 la	 lcida	 lectura	 que,	 creemos,	 realiza	 de	 l	 Yusem	
como	directora)	el	nico	gnero	posible	que	le	permite	pensar	desde	la	esfera	del	entre:	
	                                               151	
entre	 aquella	 zona	 particular	 que	 tiene	 que	 ver	 con	 el	 acontecimiento	 en	 s	 (en	 el	
momento	 mismo	 del	 acontecer),	 que	 no	 ha	 sido	 gobernada	 totalmente	 aun	 por	 la	
FORMA	 (aunque	 el	 devenir	 del	 acontecimiento	 se	 presente	 como	 el	 condenado	 a	
muerte,	cargando	consigo	la	cruz	de	la	lucidez	que	no	le	permite	olvidar	jams	que	ms	
tarde	 o	 ms	 temprano	 ser	 abrazado	 por	 la	 FORMA),	 y	 el	 terreno	 de	 la	 INMADUREZ,	
aquella	 otra	 zona	 que	 da	 cuenta	 de	 lo	 que	 est	 en	 proceso	 no	 formado	 aun,	 en	
formacin.	
Gombrowicz	sostiene	que	El	supremo	anhelo	de	Ferdydurke	es	encontrar	la	forma	para	
la	inmadurez.	Pero	esto	es	imposible	(Gombrowicz,	2004:	18).	
Y	 es	 imposible	 porque	 si	 de	 algo	 no	 puede	 escapar	 la	 filosofa	 ferdydurkista,	 como	 el	
hombre	 de	 la	 muerte,	 es	 del	 devenir	 del	 ser	 que	 culmina	 siempre,	 inevitablemente,	
gobernado	 por	 una	 forma	 madura	 y	 envilecida.	 En	 este	 sentido,	 El	 casamiento,	 en	
tanto	drama	ferdydurkista,	funciona	como	un	predicado	tautolgico	de	las	palabras	de	
Gombrowicz	en	el	prefacio	a	su	primera	novela:	la	forma	para	la	inmadurez	es	aquella	
que	devendr	en	forma	para	la	madurez,	esto	es,	una	imposibilidad	prctica.		
Evidentemente,	Yusem,	para	abordar	la	micropotica	del	texto	original,	se	concentr	con	
su	equipo	en	el	estudio	y	la	comprensin	del	conjunto	de	la	obra	gombrowicziana,	base	
epistemolgica	 de	 El	 casamiento,	 al	 que	 tambin	 podramos	 denominar	 drama	
ferdydurkista,	por	ser,	como	dijo	el	mismo	Gombrowicz,	un	desprendimiento	directo	de	
su	 primera	 novela,	 Ferdydurke.	 Este	 trabajo,	 asumido	 por	 Yusem	 y	 su	 equipo,	 ha	 sido	
parte	fundamental	del	proceso	creativo	(poitico)	y	ha	resignificado	sustancialmente	la	
actualizacin,	 (re)presentando	 en	 el	 conjunto	 de	 la	 escena	 la	 profundidad	 y	 la	 belleza	
que	comprenden	las	ideas	del	autor	polaco,	Witold	Gombrowicz.		
	
	
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	                                               153	
	
GOMBROWICZ	COMO	PERSONAJE	DE	FICCIN	EN	LA	LITERATURA	ARGENTINA	
Pau	Freixa	Terradas	
	
	
Gombrowicz	 no	 es	 solo	 uno	 de	 los	 conos	 de	 la	 mejor	 literatura,	 tambin	 es	 el	
protagonista	de	la	mayora	de	sus	propias	novelas.	Desde	sus	inicios	literarios	el	recurso	
de	la	autoficcin	fue	primordial	para	el	escritor	polaco	y	poco	a	poco,	a	medida	que	se	
iba	 desarrollando	 su	 carrera	 literaria	 y	 se	 formaba	 su	 imagen	 pblica	 como	 escritor	 e	
intelectual,	paralelamente	se	afianzaba	un	alter	ego	literario	de	su	persona.		
As,	 ya	 en	 Ferdydurke,	 Gombrowicz	 se	 erige	 como	 protagonista	 de	 su	 obra.	 En	 esta	
primera	 novela,	 el	 recurso	 autoficcional	 est	 plenamente	 justificado	 por	 el	 tema	 y	 el	
objetivo	 original	 de	 la	 novela:	 el	 autor	 del	 libro	 de	 relatos	 Memorias	 del	 tiempo	 de	 la	
inmadurez	 decide	 lanzar	 en	 su	 nueva	 obra	 una	 dura	 diatriba	 escrita	 desde	 la	 primera	
persona	del	autor	contra	los	crticos	literarios	que	no	han	entendido	su	obra	precedente.	
Al	 final	 el	 panfleto	 se	 acabar	 convirtiendo	 en	 una	 sorprendente	 novela	 filosfica	 de	
acentos	 mucho	 ms	 amplios,	 pero	 el	 autor	 se	 da	 cuenta	 de	 los	 beneficios	 de	 la	
autoficcin	y	decide	mantener	la	identificacin	entre	protagonista,	narrador	y	autor.	De	
esta	 forma	 el	 escritor	 descarga	 sobre	 su	 persona	 toda	 la	 responsabilidad	 del	
comportamiento	 y	 de	 las	 conclusiones	 morales	 a	 las	 que	 va	 llegando	 el	
protagonista.	 Asimismo,	 el	 autor	 asume	 de	 forma	 doble	 toda	 la	 carga	 intelectual	 y	
provocativa	 de	 la	 obra,	 se	 involucra	 de	 forma	 ms	 personal	 en	 la	 trama	 y	 la	
temtica	 de	 la	 historia	 y	 enfatiza	 el	 carcter	 realista	 de	 su	 arte.	 Este	 recurso	 se	
muestra	tanto	ms	original	si	tenemos	en	cuenta	que	Ferdydurke	y	las	novelas	que	
vendrn	 despus	 son	 sobre	 todo	 novelas	 de	 ideas,	 en	 que	 los	 personajes	
representan	 agentes	 simblicos	 que	 van	 desarrollando	 con	 sus	 peripecias	 toda	 la	
trama	 filosfica	 de	 la	 obra.	 Seguro	 de	 su	 hallazgo	 esttico,	 que	 le	 proporcionar	
desde	 el	 principio	 entre	 otras	 cosas	 una	 voz	 propia	 de	 escritor,	 Gombrowicz	 no	
abandonar	ya	el	recurso	de	la	autoficcin.		
En	su	siguiente	novela,	Trans-Atlntico,	la	identificacin	entre	protagonista	y	autor	
ya	 no	 presenta	 la	 menor	 duda,	 no	 tan	 solo	 por	 tratarse	 aparentemente	 de	 unas	
memorias	 licenciosas,	 sino	 porque	 el	 tema	 moral	 a	 tratar	 necesita	 de	 toda	 la	
implicacin	 moral	 del	 autor.	 Huelga	 aqu	 recordar	 la	 inmensa	 tormenta	 que	
despert	Trans-Atlntico	en	los	crculos	de	la	emigracin	polaca	y	resulta	evidente	
que	 la	 correlacin	 entre	 el	 Witold	 ficcional	 y	 el	 Gombrowicz	 autor	 enfureci,	 si	
cabe,	ms	a	los	numerosos	detractores	de	esta	fresca	y	provocativa	novela.		
	                                                154	
Con	esta	y	sus	siguientes	novelas,	todas	ellas	partiendo	de	un	planteamiento	inicial	
y	 una	 estructura	 muy	 similares	 y	 siempre	 protagonizadas	 por	 un	 alter	 ego	
reconocible	del	autor,	se	fue	conformando	una	potica	y	un	modelo	novelesco	muy	
firme	 y	 reconocible.	 Aunque	 en	 su	 libro	 Autoficcin	 y	 otras	 mitomanas	 literarias	
Vincent	 Colonna	 considera	 a	 Gombrowicz	 como	 uno	 de	 los	 autores	 que	 inauguran	
la	 autoficcin	 moderna,	 la	 forma	 tan	 especial	 en	 que	 esta	 se	 liga	 a	 la	 trama	 y	 la	
funcin	 moral	 especfica	 que	 desarrolla	 hacen	 que	 el	 modelo	 gombrowicziano	
resulte	 irrepetible.	 De	 esta	 forma	 Gombrowicz	 se	 convierte	 en	 un	 autor	 original	 e	
inconfundible	con	una	potica	cerrada	y	rgida	que	se	repite	en	forma	de	variacin	
novela	 tras	 novela	 y	 que	 hace	 imposible	 cualquier	 forma	 de	 imitacin	 o	 filiacin	
directa	 por	 parte	 de	 otros	 autores	 porque	 en	 rigor	 representa	 un	 plagio	 de	 s	
misma.		
Paradjicamente,	 aquello	 ms	 apropiable	 por	 parte	 de	 posibles	 receptores	
productivos	 de	 su	 obra	 parece	 ser	 el	 mismsimo	 nombre	 propio	 del	 autor	 en	 su	
transformacin	 ficcional	 o,	 para	 ser	 ms	 exactos,	 la	 posibilidad	 de	 recrear	 el	
personaje	 Gombrowicz	 bajo	 diferentes	 formas.	 Curiosamente,	 en	 una	 irnica	
pirueta	 de	 la	 Forma	 literaria,	 Gombrowicz	 puede	 hacer	 callar	 a	 los	 epgonos,	
como	 dira	 Ricardo	 Piglia	 (1986),	 en	 lo	 referente	 a	 su	 obra,	 pero	 no	 puede	 evitar	
que	reproduzcan	su	persona,	que	deformen	su	Forma	personal,	que	imiten	incluso	
sus	 poses	 y,	 en	 definitiva,	 que	 le	 hagan	 el	 morro,	 para	 utilizar	 la	 terminologa	
propia	 del	 autor.	 Resulta	 necesario	 recordar	 aqu	 cmo	 odiaba	 Gombrowicz	 que	
se	hablase	de	su	persona	de	forma	inadecuada	y	la	mana	que	tena	en	comentar	y	
esclarecer	 su	 propia	 obra	 en	 los	 prlogos	 y	 posteriormente	 en	 el	 Diario	 y	 otros	
textos,	por	miedo	a	ser	indebidamente	interpretado,	deformado?	
Evidentemente,	 la	 autoficcin	 y	 sus	 egos	 experimentales	 quedan	 circunscritos	 a	 la	
literatura	 firmada	 por	 el	 autor,	 pero	 no	 as	 la	 entidad	 Witold	 o	 Gombrowicz	 como	
personaje	 literario,	 teatral,	 cinematogrfico,	 etctera,	 que	 puede	 ser	 retomado	 por	
cualquier	 otro	 artista	 bajo	 su	 propia	 responsabilidad.	 En	 el	 caso	 del	 escritor	 que	 nos	
ocupa,	el	hecho	de	que	este	protagonizara	en	general	sus	propias	obras	ha	facilitado	el	
camino	para	la	recreacin	de	la	figura	del	autor	en	obras	posteriores.		
En	 Polonia,	 donde	 su	 obra	 es	 bien	 conocida	 y	 goza	 de	 un	 considerable	 halo	 de	
veneracin	 (o	 demonizacin),	 la	 creacin	 de	 Gombrowiczs	 ficcionales	 resulta	 bastante	
natural,	 siempre	 y	 cuando	 se	 reproduzca	 de	 forma	 ms	 o	 menos	 fiel	 alguno	 de	 los	
Witold	o	Gombrowicz	ya	ficcionalizados	previamente	por	el	autor	en	sus	libros.	As,	
la	 retoma	 de	 un	 Gombrowicz	 protagonista	 de	 historias	 se	 limita	 en	 general	 a	 las	
adaptaciones	 teatrales	 o	 cinematogrficas	 de	 algunos	 de	 sus	 textos.	 De	 esta	 forma,	
	                                              155	
encontramos	 al	 Jzio	 (Pepe)	 de	 Ferdydurke	 o	 al	 narrador/Fryderyk61	de	 Pornografa	
protagonizando	 pelculas	 o	 como	 refuerzo	 a	 documentales,	 y	 al	 Witold	 de	 Trans-
Atlntico	 o	 al	 narrador	 de	Cosmos	 como	 protagonistas	 de	 adaptaciones	 teatrales.	 Estos	
nuevos	 personajes	 casi	 nunca	 parten	 de	 la	 figura	 real	 del	 autor,	 como	 mucho	 pueden	
dejarse	 inspirar	 vagamente	 por	 esta.	 Sin	 embargo,	 no	 existen	 en	 Polonia	 recreaciones	
artsticas	de	la	biografa	del	autor	y	en	general	son	pocos	los	artistas	locales	que	se	dejan	
seducir	 por	 una	 apropiacin	 ms	 radical	 y	 subjetiva	 de	 la	 figura	 del	 autor	 de	 Trans-
Atlntico.	
En	Argentina,	en	cambio,	encontramos	un	panorama	diametralmente	opuesto.	En	la	otra	
patria	 de	 Gombrowicz	 su	 obra	 sigue	 siendo	 relativamente	 desconocida	 y	 su	 escritura	
elitista	queda	confinada	a	un	nmero	reducido	de	lectores	selectos.62	A	pesar	de	haber	
escrito	 en	 castellano	 y	 de	 haber	 discurrido	 ampliamente	 la	 temtica	 local,	 el	 autor	 del	
Diario	argentino,	como	es	sabido,	no	ha	entrado	en	el	canon	local	y	solo	en	los	ltimos	
aos	 empieza	 a	 percibrsele	 como	 escritor	 de	 la	 tradicin	 nacional.	 No	 obstante,	 a	 lo	
largo	de	las	dcadas	su	persona	se	ha	ido	erigiendo	en	una	especie	de	figura	de	culto	al	
estilo	 del	 poeta	 maldito	 para	 una	 parte	 de	 la	 juventud	 y	 el	 mundo	 literario	 local.	 Este	
halo	 de	 leyenda	 en	 torno	 a	 la	 extravagante	 personalidad	 del	 autor,	 su	 peripecia	 vital	 y	
sus	ideas	iconoclastas,	se	parezcan	o	no	a	lo	que	nos	muestran	los	datos	objetivos	de	su	
vida	y	obra,	ha	posibilitado	la	retoma	de	un	Gombrowicz	ficcional,	irreverente	y	outsider,	
que	 a	 menudo	 poco	 tiene	 que	 ver	 con	 el	 Gombrowicz	 real	 y	 menos	 an	 con	 el	
autoficcional.		
En	 la	 Argentina	 esta	 forma	 de	 retoma	 literaria	 parece	 del	 todo	 natural	 si	 tenemos	
en	cuenta	que	el	epgono	potencial	fcilmente	puede	estar	ms	familiarizado	con	la	
figura	del	escritor	que	con	su	obra.	Por	lo	tanto,	no	resulta	extrao	el	hecho	de	que	
esta	retoma	se	opere	desde	la	ficcionalizacin,	novelacin	o	reformulacin	en	clave	
del	 autor	 o	 de	 su	 leyenda	 local,	 y	 solo	 en	 un	 grado	 muy	 inferior	 desde	 la	
transformacin	 del	 personaje	 ficticio	 Witold	 o	 Gombrowicz	 preexistente,	
modelado	 por	 el	 autor	 polaco	 en	 sus	 novelas.	 En	 este	 sentido,	 la	 autoficcin	
gombrowicziana	 y	 la	 retoma	 de	 un	 Gombrowicz	 ficcional	 por	 parte	 de	 los	
escritores	 argentinos	 no	 responde	 tanto	 a	 una	 relacin	 de	 continuidad	 literaria	 o	
61 Como sabemos, los alter ego del escritor polaco no se limitan a la figura del protagonista-
narrador	 y	 algunos	 de	 los	 protagonistas	 que	 carecen	 del	 privilegio	 narrativo	 de	 la	 primera	
persona	 representan	 igualmente	 porte-paroles	 del	 pensamiento	 del	 autor	 y	 se	 construyen	
tambin	 como	 alter	 ego	 experimentales	 del	 propio	 autor,	 que	 de	 esta	 forma	 aparece	 en	 la	
narracin	desdoblado.	
62	Para	 todo	 lo	 referente	 a	 la	 recepcin	 de	 la	 obra	 de	 Gombrowicz	 en	 Argentina,	 ver	 Freixa	
(2008).		
	
	                                                   156	
de	 intertextualidad	 lgica,	 intencionada,	 como	 a	 una	 casualidad	 fruto	 de	 la	
configuracin	 especfica	 del	 sello	 Gombrowicz	 en	 el	 imaginario	 del	 pas	
suramericano.	 Es	 precisamente	 la	 preponderancia	 de	 la	 figura	 del	 autor	 sobre	 su	
obra	 lo	 que	 hace	 tan	 caracterstica	 la	 configuracin	 especfica	 de	 la	 curiosa	 forma	
de	 recepcin	 que	 observamos.	 Por	 tanto,	 el	 recurso	 de	 la	 autoficcin	 que	
encontramos	 en	 su	 obra	 ms	 all	 de	 la	 vocacin	 de	 poseur	 del	 Gombrowicz	 real	
resulta	 significativo	 solo	 como	 fuente	 de	 inspiracin	 (especialmente	 el	 Witold	 de	
Trans-Atlntico)	 o	 motivo	 intertextual	 para	 alguna	 de	 las	 obras	 que	 lo	 retoman,	
pero	 sera	 un	 error	 pensar	 que	 este	 constituye	 el	 desencadenante	 o	 motor	
principal	de	este	fenmeno.		
Ciertamente,	 las	 caractersticas	 propias	 de	 la	 recepcin	 de	 Gombrowicz	 en	 la	
Argentina	 no	 pasan	 tanto	 por	 la	 recepcin	 de	 la	 obra,	 sino	 ms	 bien	 por	 la	
representacin	imaginaria	de	esta,	de	lo	que	esta	significa	y	muy	especialmente	de	
la	figura	mitificada	de	su	autor,	que	conllevan	una	forma	de	recepcin	productiva	o	
efecto	en	cierta	manera	sui	generis	de	este	caso	tan	especfico	de	recepcin.		
Si	en	un	contexto	determinado	la	figura	del	artista	(o	al	menos	una	representacin	
popular	 relativamente	 indeterminada	 de	 la	 obra	 encarnada	 pobremente	 en	 la	
figura	 de	 su	 autor)	 es	 ms	 atractiva	 al	 consumidor	 de	 cultura	 que	 su	 propia	 obra,	
es	normal	que	la	recepcin	productiva	de	este	determinado	autor	provenga	ms	de	
la	 fascinacin	 que	 su	 figura	 ejerce	 sobre	 el	 artista	 receptor	 (incluso	 despus	 de	
haberlo	 ledo,	 especialmente	 si	 no	 existe	 previamente	 un	 aparato	 crtico	 que	
comente	 la	 obra),	 que	 no	 de	 la	 asimilacin	 de	 sus	 lecturas,	 en	 todo	 caso	
abusivamente	atentas	a	la	figura	mitificada	del	autor.		
Mientras	 resulta	 difcil	 observar	 signos	 tangibles	 de	 un	 rastro	 artstico	 de	 la	
literatura	 de	 Gombrowicz	 en	 los	 escritores	 argentinos,	 resulta	 mucho	 ms	 fcil	
observar	 homenajes	 literarios	 al	 escritor	 polaco	 por	 parte	 de	 estos.	 A	 veces	 estos	
homenajes	 toman	 la	 forma	 de	 paratextos	 como	 en	 el	 caso	 de	 la	 larga	 cita	
gombrowicziana	 que	 encontramos	 en	 la	 Rayuela	 de	 Julio	 Cortzar	 que,	 publicada	
en	 1963,	 representa	 seguramente	 el	 primer	 homenaje	 literario	 a	 Gombrowicz	 por	
parte	 de	 un	 escritor	 argentino,	 pero	 ms	 a	 menudo	 encontramos	 situaciones	 o	
personajes	 literarios	 que	 nos	 remiten	 a	 la	 figura	 o	 a	 determinados	 referentes	
biogrficos	 del	 autor	 de	 Ferdydurke.	 Precisamente	 esta	 parece	 ser	 la	 forma	
predilecta	de	lectura	y	recepcin	productiva	de	los	escritores	argentinos	en	cuanto	
a	 Gombrowicz.	 As,	 a	 partir	 de	 principios	 de	 los	 aos	 80,	 encontramos	 en	 la	
literatura	argentina	una	presencia	considerable	de	personajes	literarios	que	toman	
ciertos	 rasgos	 psicolgicos,	 intelectuales	 o	 biogrficos	 del	 autor	 polaco.	
	                                            157	
Normalmente	 estos	 aparecen	 bajo	 pseudnimos	 de	 resonancia	 eslava	 o	
centroeuropea,	pero	tambin	hallamos	ficcionalizaciones	directas	que	conservan	el	
nombre	 y	 apellido	 reales	 del	 autor.	 Asimismo,	 tanto	 pueden	 representar	
fragmentos	 de	 la	 biografa	 del	 polaco	 ficcionalizados	 y	 reinventados,	 o	
simplemente	 novelados,	 como	 homenajes	 o,	 de	 forma	 ms	 sofisticada,	
apropiaciones	 intelectuales	 de	 la	 figura	 para	 fines	 literarios	 y	 sobre	 todo	
ensaysticos.	 No	 obstante,	 solo	 una	 parte	 de	 estas	 adaptaciones	 ficcionales	 de	 la	
figura	pueden	considerarse	formas	hipertextuales,	en	el	sentido	genettiano	de	que	
se	 remitan	 explcita	 o	 implcitamente	 a	 algn	 texto	 de	 Gombrowicz.	 En	 todo	 caso,	
hay	una	diversidad	considerable	de	estas	ficciones	a	partir	de	la	vida	del	autor,	en	
fuerte	 contraste	 con	 la	 casi	 nula	 reformulacin,	 intertextualidad	 o	 parodia	 de	
motivos	 o	 episodios	 literarios	 gombrowiczianos	 en	 las	 obras	 de	 los	 escritores	
argentinos.		
Ricardo	Piglia	es	el	primer	escritor	argentino	que	retoma	la	figura	de	Gombrowicz	
como	 uno	 de	 los	 principales	 personajes	 de	 Respiracin	 artificial	 (1981),	
considerada	hoy	en	da	una	de	las	mejores	y	ms	influyentes	novelas	argentinas	de	
las	ltimas	dcadas.	Asimismo,	este	dilogo	intertextual	a	partir	de	la	absorcin	de	
la	 figura	 del	 autor	 es	 seguramente	 la	 muestra	 mayor	 y	 ms	 interesante	 de	 la	
recepcin	productiva	de	la	obra	de	Witold	Gombrowicz	en	Argentina.	En	su	novela,	
Piglia	 va	 mucho	 ms	 all	 del	 aprovechamiento	 novelesco	 del	 exotismo	 y	 atractivo	
de	 la	 leyenda	 local	 sobre	 Gombrowicz	 y	 utiliza	 su	 figura	 ficcionalizada	 para	
construir	 un	 anlisis	 de	 conjunto	 que	 responda	 las	 grandes	 preguntas	 del	
Gombrowicz	argentino.	Qu	le	hizo	permanecer	tantos	aos	en	la	Argentina	en	un	
anonimato	casi	total	y,	a	la	vez,	por	qu	razn	no	consigui	hacerse	un	lugar	en	el	
mundillo	literario	local	y	sigui	siendo	casi	un	desconocido	en	la	Argentina	incluso	
despus	 de	 convertirse	 en	 un	 escritor	 reconocido	 en	 Europa?	 Lo	 ms	 interesante	
de	 Respiracin	 artificial	 es	 que	 Piglia	 intenta	 dar	 respuesta	 a	 estas	 preguntas	 y	
realizar	 un	 anlisis	 de	 la	 vida	 y	 pensamiento	 de	 Gombrowicz	 no	 solo	 a	 travs	 del	
discurso	del	narrador,	sino	a	travs	de	las	caractersticas	vitales	y	pensamiento	de	
Vladimir	 Tardewski,	 uno	 de	 los	 personajes	 principales	 de	 la	 novela,	 en	 el	 que	
reconocemos	 fcilmente	 un	 Gombrowicz	 transmutado.	 Piglia	 decide	 sustituir	 el	
nombre	 del	 objeto	 de	 su	 reflexin	 por	 otro	 tambin	 polaco	 y	 le	 hace	 pasar	 a	 este	
las	 mismas	 pruebas	 vitales	 que	 le	 toc	 vivir	 a	 Gombrowicz:	 una	 juventud	 como	
brillante	 intelectual,	 la	 desercin	 en	 barco	 hacia	 Argentina,	 los	 primeros	 aos	 de	
miseria	en	Buenos	Aires,	los	acercamientos	y	desencuentros	con	la	intelectualidad	
local,	la	vida	annima	y	austera	del	exilado,	incluso	el	trabajo	en	el	banco	polaco...	
	                                            158	
De	 forma	 singular,	 Piglia	 intenta	 explicar	 la	 suerte	 de	 Tardewski/Gombrowicz	 a	
travs	 de	 una	 especie	 de	 fascinacin	 por	 el	 fracaso	 como	 camino	 asctico	 para	 el	
artista:		
	
             Podra	 decirse,	 dijo	 Tardewski,	 que	 ese	 acto	 aparentemente	 irreflexivo	
             o,	 si	 se	 prefiere,	 ese	 acto	 azaroso	 por	 el	 cual	 me	 vi	 atrapado	 por	 la	
             entrada	 de	 las	 tropas	 nazis	 en	 Varsovia	 fue	 mi	 primera	 decisin	
             consciente	 (aunque	 yo	 entonces	 no	 lo	 saba)	 de	 llegar	 adonde	 ahora	
             estoy:	 viviendo	 en	 Concordia,	 provincia	 de	 Entre	 Ros,	 dedicado	 a	 la	
             enseanza	privada	de	la	filosofa	()	Y	todo	esto	por	qu?,	dir	usted,	
             me	dice	Tardewski,	quizs	por	esa	predileccin	fascinada	que	senta	en	
             mi	 juventud	 por	 el	 mundo	 de	 los	 fracasados	 que	 circulan	 en	 los	
             ambientes	intelectuales.	
             	
             En	su	caso	personal,	dijo	que	vea	con	claridad	que	esa	fascinacin	por	
             el	 fracaso	 era	 algo	 que	 se	 remontaba	 a	 su	 juventud,	 a	 sus	 aos	 de	
             Varsovia,	 anteriores,	 por	 supuesto,	 a	 sus	 lecturas	 alcohlicas	 de	 los	
             Pensamientos	de	Pascal	en	Cambridge.	Senta	inclinacin	por	lo	que	uno	
             llama	 tipos	 fracasados,	 dijo.	 Pero	 qu	 es,	 dijo,	 un	 fracasado?	 Un	
             hombre	 que	 no	 tiene	 quizs	 todos	 los	 dones,	 pero	 s	 muchos,	 incluso	
             bastantes	ms	que	los	comunes	en	ciertos	hombres	de	xito.	Tiene	esos	
             dones,	 dijo,	 y	 no	 los	 explota.	 Los	 destruye.	 De	 modo,	 dijo,	 que	 en	
             realidad	 destruye	 su	 vida.	 Debo	 confesar,	 dijo	 Tardewski,	 que	 me	
             fascinaban.	
             	
             (...)	esa	forma	de	mirar	afuera,	a	distancia,	en	otro	lugar	y	poder	ver	as	
             ms	all	del	velo	de	los	hbitos,	de	las	costumbres	(...)	Un	fracasado,	no	
             todos,	 claro,	 cierta	 clase	 especial	 de	 fracasado	 ve	 todo,	 continuamente	
             con	 ese	 tipo	 de	 mirada.	 Esa	 lucidez	 aberrante,	 por	 supuesto,	 los	 hunde	
             todava	ms	en	el	fracaso.	Me	interes	mucho	por	gente	as,	en	los	aos	
             de	 mi	 juventud.	 Tenan	 para	 m	 un	 encanto	 demonaco.	 Estaba	
             convencido	 de	 que	 esos	 individuos	 eran	 los	 que	 ejercan,	 dijo,	 la	
             verdadera	funcin	de	conocimiento	que	siempre	es	destructiva.	(Piglia,	
             2003:	156-157)	
	
A	 travs	 de	 la	 peripecia	 vital	 de	 Tardewski,	 en	 un	 recurso	 literario	
significativamente	 gombrowicziano,	 Piglia	 intentar	 explicar	 posteriormente	 el	
pensamiento	 de	 Gombrowicz:	 su	 fascinacin	 y	 defensa	 de	 la	 inmadurez	 y	 de	 la	
inferioridad,	 su	 lucha	 perdida	 contra	 la	 Forma,	 su	 voluntad	 de	 exilio	 total	 o		
como	 lo	 puso	 Jean-Pierre	 Salgas	 (2000)	 su	 atesmo	 integral.	 Pero	 lo	 ms	
interesante	 es	 que	 la	 figura	 de	 Tardewski	 no	 solamente	 le	 sirve	 a	 Piglia	 para	
reflexionar	sobre	el	referente	real	del	personaje,	sino	que	a	partir	de	sus	premisas	
intelectuales,	 que	 el	 autor	 argentino	 en	 cierta	 manera	 hace	 suyas,	 construye	
diferentes	 teoras	 sobre	 la	 literatura	 argentina.	 De	 este	 modo,	 Piglia	 se	 convierte	
en	 el	 primer	 escritor	 en	 reconocer	 la	 importancia	 que	 el	 pensamiento	 de	
	                                             159	
Gombrowicz	 puede	 llegar	 a	 tener	 para	 la	 literatura	 argentina	 y,	 de	 hecho,	 es	
tambin	el	primero	en	abogar	por	la	entrada	del	escritor	polaco	en	el	canon	local.		
Ser	 precisamente	 con	 este	 gran	 ensayo	 sobre	 la	 literatura	 argentina	 cifrado	 en	
Respiracin	artificial	que	Gombrowicz	empezar	a	ser	ledo	por	el	lector	argentino.	
Sobra	 decir	 que	 la	 visin	 de	 Piglia	 se	 inspira	 fundamentalmente	 en	 una	 lectura	
biografista	de	su	obra	as	como	una	percepcin	literaria	de	su	vida,	que	antepone	
a	la	 crtica	 textual	 de	 la	 obra	 la	 reflexin	sobre	la	peripecia	vital	y	el	pensamiento	
de	 Gombrowicz.	 A	 continuacin	 Piglia	 pone	 en	 relacin	 la	 vida	 y	 obra	 del	 autor	
polaco	 con	 el	 ser	 argentino	 y	 su	 literatura	 para	 proceder	 a	 la	 nacionalizacin	 y	
posterior	 inclusin	 en	 la	 tradicin	 local	 del	 autor	 de	 Trans-Atlntico.	 En	 este	
sentido,	 su	 perspectiva	 condicionar	 considerablemente	 la	 percepcin	 posterior	
del	 lector	 local	 quien	 priorizar	 la	 lectura	 de	 los	 textos	 gombrowiczianos	 ms	
factuales,	 autorreferenciales	 y	 argentinos,	 muy	 especialmente	 los	 recogidos	
significativamente	por	el	autor	en	el	llamado	Diario	argentino.	
Las	 siguientes	 recreaciones	 ficcionales	 de	 Gombrowicz	 por	 parte	 de	 escritores	
argentinos	 seguirn	 situando	 a	 su	 personaje	 en	 el	 contexto	 nacional	 y	 en	 muchos	
casos	 intentarn	 definir	 la	 argentinidad	 (o	 su	 ausencia)	 del	 autor	 polaco.	 En	 un	
sentido	parecido,	si	estas	ficcionalizaciones	contienen	una	prueba	de	anlisis	de	la	
obra,	 tambin	 partirn	 de	 una	 visin	 de	 esta	 eminentemente	 biografista	 y	 en	
general	condicionada	por	el	prisma	de	una	concepcin	nacional.	
El	siguiente	en	hacer	aparecer	a	Gombrowicz	en	una	obra	de	ficcin	es	Nstor	Tirri,	
antiguo	 conocido	 de	 Gombrowicz	 del	 grupo	 de	 Tandil.	 En	 su	 novela	 La	 piedra	
madre	 (1985)	 Tirri	 recrea	 de	 forma	 literaria	 y	 fantstica	 varios	 episodios	
sentimentales	de	la	vida	pblica	de	Tandil.	Evidentemente	en	esta	historia	no	poda	
faltar	 la	 presencia	 de	 Witold	 Gombrowicz,	 uno	 de	 los	 personajes	 ms	 pintorescos	
que	 pasaron	 por	 la	 villa	 pampera	 y	 que	 Tirri	 conoca	 de	 primera	 mano.	 La	
caracterizacin	utilizada	por	Tirri	es	aqu	la	inversa	que	en	el	caso	de	Piglia.	En	La	
piedra	 madre	 Tirri	 opta	 por	 conservar	 el	 nombre	 autntico	 del	 personaje	 y	
construye	 de	 forma	 bastante	 natural	 y	 creble	 su	 retrato.	 No	 obstante,	 prefiere	
recrear	 una	 historia	 imaginada	 y	 le	 hace	 vivir	 al	 autor	 polaco	 un	 duelo	 consigo	
mismo,	 un	 episodio	 grotesco	 y	 aparentemente	 simblico,	 como	 sacado	 de	 las	
novelas	 del	 polaco.	 El	 escritor	 tandilero	 aprovecha	 todo	 el	 exotismo	 del	 personaje	
sin	la	necesidad	de	recrear	las	ancdotas	reales.	En	cambio,	de	una	forma	bastante	
curiosa,	 consigue	 situar	 a	 su	 Gombrowicz	 en	 una	 aventura	 de	 tintes	 claramente	
ferdydurkianos,	 convirtiendo	 su	 novela	 en	 una	 reflexin	 sobre	 la	 literatura	 de	 su	
antiguo	amigo	a	partir	de	la	misma	Forma	literaria.	Resulta	interesante	y	acertada	
	                                            160	
la	 consideracin	 implcita	 en	 la	 novela	 de	 Tirri	 de	 que	 Gombrowicz	 no	 era	 solo	 el	
personaje	 principal	 de	 sus	 novelas,	 sino	 que	 viva	 su	 vida	 como	 si	 estuviera	
inmerso	 en	 las	 peripecias	 literarias	 y	 las	 trifulcas	 filosficas	 que	 vive	 el	
protagonista	 de	 sus	 obras.	 As,	 vida	 y	 obra	 de	 Gombrowicz	 forman	 para	 Tirri	 un	
todo	 orgnico	 y,	 en	 consecuencia,	 el	 grotesco	 Gombrowicz	 novelesco	 (tanto	 el	
creado	 por	 el	 propio	 Gombrowicz	 como	 por	 otros	 escritores)	 se	 nos	 antoja	 nada	
menos	que	el	hroe	de	una	novela	naturalista.	
Tambin	 en	 1985	 encontramos	 otro	 curioso	 e	 interesantsimo	 ejercicio	 de	
recepcin	 productiva	 de	 la	 obra	 de	 Gombrowicz	 a	 partir	 de	 la	 recreacin	 de	 su	
figura,	 esta	 vez	 en	 cine.	 La	 pelcula	 de	 Alberto	 Fischerman	 Gombrowicz	 o	 la	
seduccin	 (interpretado	 por	 sus	 discpulos)	 intentar	 evocar	 la	 figura	 del	 autor	
polaco	 a	 partir	 de	 una	 descripcin	 exclusivamente	 exterior	 de	 su	 figura.	
Fischerman	 rene	 a	 sus	 antiguos	 amigos	 para	 que	 estos,	 en	 una	 especie	 de	 sesin	
de	 espiritismo,	 construyan	 con	 sus	 recuerdos	 el	 retrato	 del	 amigo	 muerto.	 En	 La	
seduccin	 Gombrowicz	 no	 aparece	 en	 ningn	 momento	 y	 son	 sus	 discpulos	 los	
que	 se	 interpretan	 a	 s	 mismos	 en	 un	 fantstico	 falso	 documental	 que	 no	 busca	
mostrar	 fehacientemente	 la	 vida	 del	 autor	 a	 partir	 de	 sus	 hechos,	 sino	 crear	 una	
ficcin	a	partir	de	la	evocacin	oblicua	de	la	figura	del	escritor	legendario.	A	partir	
del	 tratamiento	 ficcional	 de	 los	 protagonistas,	 de	 sus	 evocaciones	 tangenciales	 y	
demasiado	subjetivas,	de	la	ambientacin	y	banda	sonora	ms	bien	oscuras	y	de	la	
ocultacin	del	personaje	principal,	Fischerman	consigue	envolver	a	Gombrowicz	en	
un	 halo	 muy	 especial	 de	 misterio	 e	 inaccesibilidad.	 De	 esta	 forma,	 el	 director	
argentino	 construye	 una	 visin	 que	 recrea	 ms	 la	 leyenda	 del	 autor,	 que	 su	 figura	
real.	A	partir	de	este	retrato	en	vaco	que	nos	propone,	Fischerman	crea	tambin	
a	 su	 propio	 Gombrowicz	 (aunque	 este	 no	 aparezca	 nunca	 materializado	 en	 la	
pelcula,	 ni	 en	 una	 sola	 imagen).	 Evidentemente,	 este	 Gombrowicz	 resulta	
especialmente	 atractivo	 al	 espectador	 argentino,	 pues	 responde	 de	 forma	 ideal	 a	
un	 horizonte	 de	 expectativas	 donde	 la	 figura	 mitificada	 del	 escritor	 es	 ms	
conocida	 o	 al	 menos	 reconocible	 que	 su	 propia	 obra.	 Cabe	 sealar	 tambin	 que	
Gombrowicz	o	la	seduccin,	ms	all	de	lo	sealado	anteriormente,	resulta	por	su	
original	apuesta	esttica	y	por	su	calidad	en	general	una	de	las	pelculas	argentinas	
ms	 interesantes	 de	 los	 aos	 ochenta	 y	 una	 muestra	 pionera	 en	 el	 gnero	 de	 la	
docuficcin.		
Ya	 en	 los	 aos	 noventa	 encontramos	 un	 par	 de	 muestras	 ms	 de	 Gombrowiczs	
recreadas.	 La	 ms	 ambiciosa	 de	 ellas	 es	 sin	 duda	 Witoldo	 o	 la	 mirada	 extranjera	
(1998)	 de	 Guillermo	 David,	 que	 se	 propone	 sin	 llegar,	 no	 obstante,	 a	 resultados	
	                                            161	
demasiado	consistentes	retomar	el	dilogo	nacional	con	Gombrowicz	iniciado	por	
Piglia	 y	 analizar	 el	 legado	 del	 autor	 polaco	 en	 la	 Argentina.	 Igual	 que	 como	 lo	
hiciera	 el	 autor	 de	 Respiracin	 artificial,	 David	 se	 propone	 escribir	 un	 ensayo	 en	
forma	de	novela	y	toma	como	personaje	central	al	objeto	de	sus	pesquisas.	As	nace	
Witoldo,	como	una	novela	protagonizada	por	Gombrowicz	que	se	propone	erigirse	
como	el	gran	trabajo	de	crtica	que	faltaba	en	la	Argentina	sobre	el	autor	del	Diario	
argentino.	Como	en	la	mayora	de	casos	en	el	pas	del	Plata,	la	mirada	de	David	va	a	
centrarse	 sobre	 todo	 en	 el	 paso	 de	 Gombrowicz	 por	 la	 Argentina,	 la	 influencia	 de	
su	 pensamiento	 en	 su	 peripecia	 vital,	 y	 viceversa,	 y	 el	 inters	 de	 su	 legado	
intelectual	 para	 el	 lector	 local.	 En	 este	 sentido,	 uno	 de	 los	 episodios	 bsicos	 de	 la	
gombrowiczologa	 local	 es	 el	 desencuentro	 entre	 el	 polaco	 y	 el	 entorno	 de	 la	
revista	 Sur.	 Para	 tratar	 con	 total	 comodidad	 estos	 temas,	 David	 construye	 su	
novela	 a	 partir	 de	 un	 largo	 dilogo	 en	 un	 chalet	 de	 la	 costa	 uruguaya	 entre	
Gombrowicz	 y	 Pepe	 Bianco,	 uno	 de	 los	 pocos	 miembros	 de	 la	 rbita	 de	 Victoria	
Ocampo	con	quien	esta	ancdota	inventada	no	pareciera	demasiado	inverosmil.63	
A	 diferencia	 de	 sus	 predecesores,	 David	 no	 recrea	 excesivamente	 ni	 la	
caracterizacin	 del	 personaje	 Gombrowicz	 ni	 un	 muestrario	 de	 sus	 legendarias	
ancdotas.	 Lo	 que	 le	 interesa	 a	 este	 psicoanalista	 y	 escritor	 es	 concentrarse	 en	 un	
ensayo	 sobre	 sus	 premisas	 intelectuales	 y	 simplemente	 aprovecha	 las	
posibilidades	 que	 le	 ofrece	 un	 dilogo	 ficticio	 entre	 dos	 escritores.	
Desgraciadamente,	 el	 ejercicio	 libre	 que	 representa	 Witoldo	 se	 queda	 en	 un	
intermedio	 que	 ni	 destaca	 por	 la	 brillantez	 de	 sus	 partes	 ms	 ensaysticas	 o	
analticas,	 ni	 funciona	 como	 una	 novela,	 a	 pesar	 del	 inters	 que	 a	 priori	 puede	
presentar	la	trama.		
En	 los	 primeros	 aos	 del	 tercer	 milenio,	 seguimos	 encontrando	 Gombrowiczs	
ficticios	 en	 Argentina.	 Hay	 que	 destacar	 que,	 aunque	 en	 estos	 aos	 empiezan	 a	
ponerse	en	escena	varios	dramas	de	Gombrowicz	o	adaptaciones	de	sus	novelas,	no	
encontramos	 en	 estas	 piezas	 personajes	 que	 encarnen	 de	 forma	 reconocible	 la	
imagen	 del	 autor	 polaco.	 Quizs	 esto	 sea	 debido	 a	 que	 la	 presencia	 de	 un	 actor	
tomando	 el	 rol	 de	 Gombrowicz	 no	 resulte	 atractiva	 o	 adecuada	 en	 un	 pas	 donde	
este	autor	se	percibe	en	general	tras	un	halo	de	misterio.		
En	todo	caso	lo	que	s	encontramos	son	adaptaciones	literarias	de	episodios	de	su	
vida	 que	 aparecen	 oportunamente	 en	 el	 ao	 del	 centenario	 del	 nacimiento	 del	
escritor.	Por	un	lado,	Edgardo	Cozarinsky	saca	a	relucir	en	su	cuento	Navidad	del	
54	 (2004)	 un	 episodio	 homoertico	 de	 los	 que	 supuestamente	 coprotagonizaba	
63 En 1982, Jos Pepe Bianco tradujo del francs Los hechizados para Editorial Sudamericana.
	                                              162	
Gombrowicz	 en	 los	 lugares	 apartados	 de	 la	 estacin	 de	 Retiro,	 aunque	 esta	
recreacin	y	la	caracterizacin	del	personaje	resulten	excesivamente	romnticos	y	
ms	bien	poco	crebles.		
Ms	o	menos	de	los	mismos	males	adolece	La	straduzione	(2004)	de	Laura	Pariani.	
El	 ttulo	 hace	 referencia	 a	 la	 traduccin	 colectiva	 de	 Ferdydurke	 de	 1947.	 El	 libro	
representa	 una	 especie	 de	 biografa	 licenciosa	 de	 los	 primeros	 aos	 de	
Gombrowicz	pasados	en	la	Argentina.	La	autora,	que	estuvo	investigando	los	pasos	
del	 escritor	 polaco	 en	 Buenos	 Aires,	 novela	 los	 episodios	 reales	 ms	 famosos	 de	
este	 perodo	 y	 los	 compagina	 con	 otros	 inventados,	 pero	 no	 menos	 sentimentales.	
Toda	 la	 novela	 est	 narrada	 en	 un	 tono	 romntico	 y	 excesivamente	 embelesado	
que	 no	 parece	 el	 ms	 adecuado	 para	 hablar	 del	 autor	 y	 protagonista	 de	 Trans-
Atlntico.	Los	captulos	de	la	novela	estn	intercalados	por	prlogos-epstola	en	los	
que	 Pariani	 toma	 la	 voz	 del	 narrador	 para	 dirigirse	 a	 su	 hijo,	 que	 se	 encuentra	 en	
Italia.	En	estas	cartas	la	autora	comenta	sus	estadas	en	Buenos	Aires,	la	topografa	
gombrowicziana	 de	 la	 ciudad	 y	 su	 relacin	 sentimental	 con	 sus	 topoi	 ms	
representativos.	 Aunque	 el	 libro	 fue	 escrito	 originalmente	 en	 italiano,	 la	 autora	
pas	su	juventud	en	la	Argentina	y	la	temtica	de	sus	libros	est	ligada	en	general	a	
este	pas.	A	pesar	de	su	escasa	calidad	literaria,	La	straduzione	sirve	como	ejemplo	
del	 potencial	 comercial	 que	 un	 libro	 biogrfico	 sobre	 Gombrowicz,	 escrito	 en	 un	
tono	 popular	 y	 ligero,	 puede	 tener	 en	 la	 Argentina	 o	 en	 Polonia,	 donde	 ya	 ha	 sido	
traducido.		
Aparte	de	estos	ejemplos	ms	claros,	otros	personajes	de	ficcin	toman	algunos	de	
los	 rasgos	 del	 escritor	 polaco	 o	 de	 alguna	 de	 sus	 encarnaciones	 ficcionales.	 Un	
ejemplo	 sera	 seguramente	 el	 marqus	 de	 Sebregondi	 (Gonzalo	 de	 Trans-
Atlntico?)	 del	 Sebregondi	 retrocede	 (1973)	 de	 Osvaldo	 Lamborghini	 o	 el	
investigador	 pseudopolaco	 (Pepe	 de	Ferdydurke?)	 protagonista	 del	 mediometraje	
El	 ojo	 Witoldo	 (1999)	 de	 Paula	 Kleiman,	 aunque	 la	 filiacin	 de	 estos	 personajes	
resulta	ms	bien	difusa.	Por	su	parte,	Luis	Mattini	recupera	la	voz	de	Gombrowicz	
para	 recrear	 de	 forma	 apcrifa	 la	 correspondencia	 entre	 el	 escritor	 polaco	 y	 el	
guerrillero	 argentino	 Mario	 Roberto	 Santucho,	 en	 Cartas	 profanas	 (2008).	
Nuevamente,	 aqu	 se	 aprovecha	 sobre	 todo	 el	 atractivo	 del	 personaje	 real,	 sin	
necesidad	 alguna	 de	 referenciar	 su	 literatura,	 esta	 vez	 acompaando	 a	 uno	 de	 los	
grandes	 mitos	 polticos	 argentinos	 de	 la	 segunda	 mitad	 del	 siglo	 XX.	 No	 obstante,	
mientras	 la	 relacin	 tambin	 epistolar	 que	 mantuvo	 realmente	 Santucho	 con	
Gombrowicz	y	el	debate	intelectual	que	se	cre	entre	ellos	pueden	resultar	de	gran	
	                                             163	
inters,	 su	 recreacin	 ficcional	 por	 parte	 de	 un	 tercero	 resulta	 seguramente	 ms	
dudosa.	
La	 lista	 de	 los	 nuevos	 Gombrowiczs	 argentinos	 se	 detiene	 de	 momento	 aqu,	 a	 la	
espera	 de	 que	 aparezcan	 nuevas	 versiones	 de	 este	 personaje	 todava	 no	 popular,	
pero	 que	 ha	 trascendido	 con	 creces	 la	 voluntad	 y	 la	 potestad	 de	 su	 impulsor	
original.	 Habr	 que	 esperar	 unos	 aos	 para	 ver	 si	 este	 fenmeno	 se	 afianza	 o,	 por	
el	 contrario,	 va	 a	 la	 baja.	 Asimismo,	 habr	 que	 ver	 si	 las	 tendencias	 futuras	 nos	
hacen	 pensar	 en	 un	 cambio	 de	 perspectiva	 en	 la	 particular	 percepcin	 argentina	
del	 autor	 polaco,	 que	 conlleve	 tal	 vez	 el	 paso	 de	 la	 fascinacin	 por	 la	 figura	 a	 la	
lectura	real	de	la	obra.	
	
	
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	                                          165	
	
PAPELES	DE	BUENOS	AIRES:	MACEDONIO	Y	GOMBROWICZ	
Mnica	Bueno	
	
	
Gombrowicz:	el	escritor	argentino	
	
Los	 casi	 veinticuatro	 aos	 que	 Witold	 Gombrowicz	 vive	 en	 la	 Argentina	 son	
fundamentales	tanto	para	la	literatura	argentina	cuanto	para	la	experiencia	literaria	del	
escritor	polaco.	La	figura	del	extranjero	que	se	mete	en	los	pliegues	de	nuestra	cultura	
constituye	una	lnea	de	nuestra	tradicin	(Paul	Groussac	es	su	antagnico	antecedente).	
El	 Diario	argentino	 y,	 desde	 el	 ao	 pasado,	 su	 cuaderno	 Kronos	 son	 testimonio	 de	 esa	
experiencia	 cruzada	 que	 imprime	 huellas	 indelebles	 en	 el	 cruce	 de	 lenguas	 y	
perspectivas.64	
La	 relacin	 de	 Gombrowicz	 con	 el	 campo	 literario	 argentino	 no	 solo	 es	 controversial	
sino	que	tambin	es	reveladora:	las	definiciones,	los	rechazos	o	adhesiones	que	su	figura	
provoca	indican	la	perspectiva	cultural	e	ideolgica	del	sistema	literario	argentino.	Que	
Borges	 aplique	 la	 irona	 aprendida	 de	 Groussac	 para	 definir	 a	 este	 extranjero	 (l	 les	
hizo	creer	que	era	conde	y	utiliz	el	siguiente	argumento:	los	condes	somos	muy	sucios,	
con	esa	argucia	consigui	que	los	dems	limpiaran	por	l),	que	sus	discpulos	muestren	
ese	 paradjico	 fanatismo,	 que	 Ernesto	 Sabato,	 Manuel	 Glvez	 o	 Jorge	 Calvetti	 se	 hayan	
preocupado	 por	 dejar	 sus	 testimonios, 65 	son	 claros	 ejemplos	 de	 esa	 disposicin	
particular	 que	 el	 polaco	 provoca	 en	 esos	 aos.	 Carlos	 Mastronardi	 declara,	 en	 sus	
Cuadernos	de	vivir	y	pensar:		
              	
              El	 polaco	 Gombrowicz,	 cuando	 se	 encuentra	 con	 escritores	 sudamericanos	
64 Este diario cambia un dato fundamental para entender el cruce al que aludamos: Gombrowicz
decide	quedarse	en	la	Argentina.	No	se	trata	de	una	cuestin	accidental	provocada	por	el	inicio	
de	la	Segunda	Guerra.	En	1939	le	comunica	esa	decisin	al	presidente	de	la	compaa	naviera	del	
Chrobry	(la	 nave	 en	 cuya	 travesa	 inaugural	 l	 haba	 viajado	 desde	 Polonia	 a	 Buenos	 Aires).	 La	
referencia	del	Diario	est	fechada	un	mes	antes	del	inicio	de	la	guerra.	
65	Baste	para	exhibir	esa	contradiccin	el	documental	Gombrowicz	o	la	seduccin	de	1986,	con	
Rodolfo	 Rabanal	 como	 guionista	 y	 Alberto	 Fischerman	 como	 director,	 en	 la	 que	 Jorge	 Di	 Paola,	
Mariano	 Betel,	 Juan	 Carlos	 Gmez	 y	 Alejandro	 Rssovich	 evocan	 al	 fantasma.	 A	 propsito	
Rodolfo	 Rabanal	 cuenta	 su	 experiencia	 de	 filmacin:	 Y	 cada	 uno	 de	 ellos,	 encarnando	 a	
Gombrowicz,	 encaraba	 a	 cada	 uno	 de	 los	 otros	 hasta	 entablar	 un	 dilogo	 fantstico	 o	
fantasmtico	 que	 llegaba	 del	 pasado	 en	 un	 trnsito	 vigoroso	 y	 expansivo	 que	 nos	 dejaba,	 a	
Fischerman	y	a	m,	perplejos	y	casi	desorientados.	Es	as	que	Witold	Gombrowicz	apareci	ante	
m	 como	 la	 encarnacin	 de	 un	 espritu	 convocado	 por	 la	 neurosis	 mimtica	 de	 sus	 antiguos	
discpulos.	Quiz	porque	solo	se	imita	(a	la	perfeccin)	lo	que	se	ama,	se	venera	y	se	odia,	en	este	
caso	 un	 maestro	 y	 un	 gentil	 tirano,	 quienes	 remedaban	 la	 voz	 y	 las	 palabras	 de	 Witoldo	
consiguieron	exhumar	una	realidad	pretrita	con	la	vivacidad	comprometedora	de	un	testimonio	
ms	valioso	y	punzante	que	mil	fotografas	amarillentas	y	muertas	(Rabanal,	2008).	
	                                                   166	
               suele	 decirnos:	 declaren	 ustedes	 su	 mundo	 y	 su	 ntimo	 sentir;	 sin	
               ninguna	voluntad	de	emulacin,	sin	pensar	en	situarse	junto	a	Paul	Valry	y	
               Thomas	Mann,	y	entonces	se	lograrn	ustedes	plenamente.	Pero	olviden	los	
               modelos	externos	y,	en	especial,	los	modelos	europeos.	(Mastronardi,	s/d)66	
	
La	imagen	inversa,	la	percepcin	Gombrowicz	sobre	Mastronardi	est	en	su	Diario:		
	
               Debe	 haber	 sido	 en	 1942	 cuando	 trab	 amistad	 con	 el	 poeta	 Carlos	
               Mastronardi;	 mi	 primera	 amistad	 intelectual	 en	la	 Argentina	 ()	 Despert	
               su	curiosidad	el	ejemplar,	raro	en	el	pas,	de	un	europeo	culto.	(Gombrowicz,	
               2006:	s/p)67	
	
Esta	idea	de	perspectiva	es	la	que	Gombrowicz	reconoce	desde	su	extranjera:	A	m	lo	
que	me	fascinaba	del	pas	era	lo	bajo,	a	ellos	lo	alto.	A	m	me	hechizaba	la	oscuridad	de	
Retiro,	 a	 ellos	 las	 luces	 de	 Pars	 (Gombrowicz,	 2006).	 A	 diferencia	 de	 Groussac,	
reconoce	la	seduccin	de	esa	barbarie.		
Desde	 su	 lugar	 marginal	 define	 la	 forma	 de	 la	 extimidad	 argentina.	 La	 invisibilidad	
definida	 en	 la	 mscara	 del	 exotismo	 oculta	 al	 polaco	 pero	 exhibe	 la	 intimidad	 de	 la	
cultura	 argentina.	 Adolfo	 de	 Obieta	 fue	 uno	 de	 los	 primeros	 en	 entender	 el	 particular	
movimiento	 de	 extranjeras	 y	 lenguas	 y	 lo	 invit	 a	 la	 revista	 que	 fundara	 con	 sus	
hermanos	y	su	padre,	el	para	ese	entonces	mtico	Macedonio	Fernndez:	cuando	a	fines	
de	 1945	 Gombrowicz	 anuncia	 en	 el	 Caf	 Rex	 que	 va	 a	 regresar	 a	 la	 literatura	 con	 la	
traduccin	 de	 Ferdydurke,	 sus	 amigos	 se	 proponen	 ayudarlo.	 Era	 preciso	 asegurarle	 la	
subsistencia	 para	 que	 se	 dedicara	 exclusivamente	 a	 la	 traduccin;	 Adolfo	 de	 Obieta	 se	
ocupa	de	organizar	a	los	amigos.		
	
               La	 traduccin	 de	 Ferdydurke	 es	 una	 de	 las	 ms	 curiosas	 y	 divertidas	 que	
               conozco.	 Se	 trataba	 de	 transponer	 al	 espaol	 el	 libro	 de	 un	 polaco	 que	
               apenas	 saba	 espaol,	 con	 ayuda	 de	 cinco	 o	 seis	 latinoamericanos	 que	
               apenas	saban	un	par	de	palabras	de	polaco	(Obieta,	2008)	
	
66 Piglia cont una escena entre el poeta Carlos Mastronardi y Gombrowicz: Se encontraban en
El	 Querand,	 un	 bar	 de	 Buenos	 Aires,	 y	 cuando	 llegaba	 Mastronardi,	 uno	 de	 los	 grandes	 poetas	
argentinos,	 un	 hombre	 muy	 discreto	 y	 sutil,	 deca:	 Buenas	 tardes,	 Gombrowicz.	 Calma,	
Mastronardi,	replicaba	el	polaco	porque	consideraba	que	sus	buenas	tardes	eran	un	exceso	de	
sentimentalismo	 latinoamericano.	 Piglia	 lee	 el	 sentido	 poltico	 de	 la	 respuesta	 del	 polaco:	
Despus,	 nosotros	 usbamos	 ese	 calma	 Mastronardi	 como	 una	 especie	 de	 remedio	 para	 las	
pasiones	desatadas	de	la	Argentina	(Piglia,	2012:	s/p).		
67	Completamos	la	cita:	A	menudo	nos	encontrbamos	durante	la	noche	en	un	bar	lo	que	tena	
	                                                      167	
Obieta	tambin	declara:	Gombrowicz	era	un	ser	lejano	que	flotaba	en	un	aire	ms	bien	
enrarecido	(2008).	
	
	
Los	Papeles	de	Buenos	Aires	
	
En	 septiembre	 de	 1943,	 Adolfo,	 Jorge	 de	 Obieta	 y	 su	 padre,	 Macedonio	 Fernndez,	
publican	 el	 primer	 nmero	 de	 Papeles	 de	 Buenos	 Aires.	 Esta	 revista	 de	 solo	 cinco	
nmeros	(el	quinto	y	ltimo	sali	en	mayo	de	1945),	ya	desde	el	nombre	se	inscribe	en	
esa	suerte	de	diseminacin	que	la	obra	de	Macedonio	tiene	como	dispositivo.	Todas	las	
estrategias	que	podemos	reconocer	en	los	textos	del	viejo	vanguardista	aparecen	en	esta	
arquitectura	peculiar	definida	por	la	experimentacin	colectiva.	El	humor,	el	fragmento,	
la	 conversacin	 permiten	 la	 convivencia	 del	 nombre	 propio	 de	 autor	 (Kafka,	
Gombrowicz,	Juan	Carlos	Paz,	Scalabrini	Ortiz,	Bernardo	Canal	Feijo,	Oliverio	Girondo,	
Felisberto	 Hernndez,	 Alfonso	 Reyes,	 Jules	 Supervielle,	 Santiago	 Dabove,	 Olga	 Orozco,	
Ramn	 Gmez	 de	 la	 Serna)	 con	 el	 seudnimo,	 que	 aparece	 en	 el	 borde	 del	 plagio.	 El	
Literato	 Literalsimo,	 el	 Pensador	 Poco,	 el	 Pensador	 de	 Buenos	 Aires	 son	 algunos	 de	
los	 espejos	 falsos	 de	 la	 figura	 de	 autor,	 que	 continan	 la	 lnea	 del	 Recienvenido	 y	 del	
Bobo	 (heternomos	 de	 Macedonio),	 y	 forman	 parte	 del	 universo	 incongruente	 de	
autores	reales	y	autores	inventados	que	la	revista	propone.	Solamente	un	ejemplo	que	
muestra	esa	suerte	del	revs	de	las	cosas	que,	ya	en	los	veinte,	Macedonio	propona:		
	
              Quin	 escribi	 el	 poema	 del	 elefante	 enloquecido	 y	 muerto	 de	 36	 balazos	
              en	 el	 zoo	 de	 Buenos	 Aires?	 Ramn	 Gmez	 de	 la	 Serna,	 Oliverio	 Girondo,	
              Ricardo	 Molinari,	 Leopoldo	 Marechal,	 Enrique	 Molina...	 La	 ciudad	 espera	
              este	poema	de	uno	de	sus	poetas...	
              El	elefante	sin	poema,	El	Literato	Literalsimo.	(Fernndez,	s/d)68	
	
Papeles	 de	 Buenos	 Aires	 resulta	 ser	 un	 espacio	 propicio	 para	 la	 reedicin	 de	 los	
experimentos	 vanguardistas	 de	 Macedonio.	 Pero	 es	 ms	 que	 eso:	 las	 piruetas	 se	
multiplican,	el	estilo	individual	contamina	y	se	hace	colectivo,	Papeles	de	Buenos	Aires	es	
entonces	 concrecin	 y	 efecto.	 En	 el	 ltimo	 tramo	 de	 la	 vida	 de	 Macedonio	 se	 hace	
presente	 la	 utopa	 de	 los	 comienzos.	 O	 acaso	 esta	 ficcin	 con	 forma	 de	 noticia	 que	
transcribimos	a	continuacin	no	reitera	la	aventura	de	los	jvenes	en	el	Fin	de	Siglo,	no	
remite	a	la	escena	de	los	muchachos	martinfierristas	escribiendo	la	novela	colectiva	en	
68 Los cinco nmeros de Papeles de Buenos Aires nos fueron facilitados por Adolfo de Obieta.
Reiteramos	nuestro	agradecimiento	por	su	generosidad	y	atencin.	Cfr.	Papeles	de	Buenos	Aires,	
N	1,	9/43,	Buenos	Aires,	ltima	hoja	(s/p).	
	                                                  168	
un	 cuarto	 de	 pensin	 en	 los	 veinte	 y	 condensa	 los	 personajes	 de	 Museo	 que	 cruzan	 el	
lmite	entre	la	ciudad	y	el	campo?:	
	
              Un	 grupo	 de	 intelectuales	 se	 rene	 secretamente	 en	 casa	 de	 F.	 T.	 V.	 para	
              ultimar	 los	 planes	 de	 un	 Movimiento	 Social	 Pintoresco.	 Creen	 en	 la	
              conquista	de	la	tierra	en	noventa	das.		
              Mauricia	Lina	Streptis	(mdium).	(Fernndez,	s/d)		
	
Que	 la	 autora	 de	 esta	 nota	 sea	 mdium,	 que	 la	 referencia	 secreta	 est	 acompaada	 de	
otras	notas	absurdas	e	imposibles,	que	cada	una	de	esas	notas	aluda	a	la	incongruencia	y	
la	 disonancia	 lgica,	 que	 los	 autores	 referidos	 sean	 escritores	 imposibles,	 sin	 nombre	
propio,	 sealados	 solo	 por	 las	 iniciales,	 que	 el	 ttulo	 que	 rene	 estas	 referencias	 sea	
Lo	 que	 se	 trabaja	 en	 las	 noches	 de	 Buenos	 Aires,	 todo	 esto	 resulta	 una	 puesta	 en	
prctica	 de	 los	 postulados	 estticos	 de	 Macedonio	 Fernndez.	 Se	 trata	 de	 un	 ritornare	
donde	la	tica	de	esa	vida	puesta	en	juego	se	hace	plural	y	annima.	La	linealidad	de	la	
historia	de	una	vida	se	transforma	en	discontinuidad	infinita,	en	conversacin	diferida.69	
En	 el	 segundo	 nmero	 de	 la	 revista,	 el	 poeta	 Jorge	 Calvetti	 escribe	 un	 pequeo	 relato	
titulado	Biografa	real	de	un	escritor.	La	historia,	fantstica	y	metafsica	de	un	hombre	
que	 se	 transforma	 en	 una	 especie	 de	 Aleph,	 pone	 en	 prctica	 los	 postulados	 de	
Macedonio	sobre	el	yo,	la	imagen	y	el	tiempo.	Citamos	solo	el	comienzo:	
	
              Una	tarde,	a	la	hora	dual	y	estremecedora	del	crepsculo,	el	hombre	decidi	
              contarme	su	historia.	Ms	o	menos	fueron	estas	sus	palabras:	
              En	 el	 momento	 en	 que	 me	 di	 cuenta	 de	 que	 yo	 inteligentemente	 exista,	
              decid	con	la	ms	desesperada	voluntad,	buscar	mi	primer	recuerdo.	
              Calvetti	agrega	al	final	una	Nota	al	lector	en	la	que	adjudica	al	protagonista	
              de	 su	 relato	 una	 identidad	 real:	 El	 hombre	 que	 infielmente	 has	 visto	
              reflejado	 en	 estas	 lneas,	 existe,	 para	 el	 bien	 del	 Arte.	 Se	 llama	 SANTIAGO	
              DABOVE.	(Calvetti,	1943:	s/p)	
	
Los	 atributos	 de	 este	 escritor	 real	 (Dabove	 era	 amigo	 de	 Adolfo	 de	 Obieta	 y	 de	
Macedonio	Fernndez	y	public	algunos	textos	en	la	revista)	son	metafsicos:		puede	
mirar	el	Cosmos	()	porque	vive	en	ese	bisel	del	mundo	donde	la	soledad	es	doble	nos	
aclara	Calvetti.70	
biografa	de	Edgar	Allan	Poe	desde	el	25	al	28	de	febrero	de	1838.	(nicos	das	de	su	interesante	
vida	que	autnticamente	se	le	conocieron,	por	cartas	en	que	se	queja	de	monotona).	Otra:	L.	N.	
sigue	eligiendo	autor	para	sus	prximos	poemas.		
70	Porque	 ha	 merecido	 conocerlo	 todo,	 el	 Misterio	 le	 ha	 guiado	 y	 le	 ha	 hecho	 ver	 la	 santa	
desnudez	de	la	vida	y	la	muerte,	en	las	maanas	de	luz	ms	defendidas	y	en	las	noches	de	pasos	
apagados	termina	diciendo	el	narrador,	y	la	eficacia	de	ese	personaje	entre	la	vida	y	la	literatura,	
entre	la	experiencia	real	y	la	experiencia	metafsica,	tiene	evidentes	huellas	macedonianas.	Cfr.	
	                                                  169	
Cada	revista	es	el	resultado	de	una	formacin	y,	muchas	veces,	su	existencia	depende	
de	 la	 duracin	 de	 ese	 grupo	 de	 amigos.	 Pero	 adems	 de	 la	 abundancia	 de	 estilos,	
ideologas	y	formatos,	la	revista	cultural	resulta	un	espacio	vlido	para	las	discusiones,	
las	puestas	a	prueba	de	teoras	y	los	combates	ideolgicos.	Un	laboratorio	ideolgico	y	
esttico	 que	 produce	 contrasentidos,	 que	 estimula	 la	 pluralidad,	 que	 define	
comunidades.71	
Papeles	de	Buenos	Aires	esgrime	estas	condiciones	con	una	eficacia	evidente	porque	sus	
fundadores	 exhiben	 aquello	 que	 Gombrowicz	 le	 reclamaba	 a	 Mastronardi.	 La	
irreverencia	de	la	revista	es	entrpica	y	su	espacio	anrquico	dialoga	con	los	papeles	de	
Macedonio	Fernndez,	perdidos	y	rescatados	por	sus	amigos.	Papeles	de	Recienvenido	de	
1929	donde	el	inventor	va	a	ser	la	figura	que	remplaza	el	consabido	creador	romntico.		
Porque	Macedonio	Fernndez	escribe	en	papeles	perdidos	y	olvidados	en	las	pensiones	
y	 en	 los	 consultorios:	 disemina;	 publica	 en	 las	 revistas	 cercanas	 y	 distantes:	 disemina.	
Sus	libros	se	editan,	casi	accidentalmente,	y	su	forma	es	siempre	abierta:	los	papeles	no	
encuentran	cabida	en	ningn	gnero	literario,	el	Recienvenido	no	es	nombre	propio	de	
ningn	 autor.	 Le	 concede	 as	 a	 sus	 Papeles...	 un	 movimiento	 de	 desorden	 pues	
multiplican	prlogos,	hibridan	gneros,	adelgazan	el	soporte	narrativo.72	Se	trata	de	un	
conjunto	 de	 escritos	 diversos	 que	 van	 cercando	 todos	 los	 cliss	 del	 espacio	 literario	 y	
van	 desarmando	 esa	 geografa.	 Papeles	 nos	 propone	 otro	 mapa,	 nos	 dibuja	 otro	
itinerario	por	los	lugares	no	descubiertos	de	la	literatura.	
Qu	 otra	 cosa	 es	 la	 revista	 de	 su	 hijo	 Papeles	sino	 un	 espacio	 de	 conversacin	 entre	
figuras	reales	y	personajes	ficticios?	De	la	misma	manera	que	el	Recienvenido,	la	revista	
nos	propone	otro	mapa,	nos	dibuja	otro	itinerario	por	los	lugares	no	descubiertos	de	la	
literatura.	
	                                 	
	
una	 revista	 porque	 todava	 no	 podemos	 escribir	 un	 libro.	 En	 el	 caso	 de	 Macedonio,	 esta	
imposibilidad	se	torna	prctica	de	escritura:	desarmar	el	libro	se	convierte	en	su	dispositivo	de	
produccin.	 En	 el	 mismo	 debate,	 Beatriz	 Sarlo	 afirma	 el	 carcter	 de	 banco	 de	 prueba	 de	 las	
revistas	 culturales:	 Yo	 dira	 que	 las	 revistas	 son	 nuestros	 laboratorios	 ideolgicos,	 nuestros	
laboratorios	estticos,	incluso	creo	que	hasta	nuestros	laboratorios	de	escritura.	(Jitrik,	Rosa	y	
Sarlo,	1993).	
72	Papeles	de	Recienvenido	exaspera	ese	pacto	con	el	lector	y	abre	un	caleidoscopio	de	imgenes	
	                                                  170	
Gombrowicz	en	los	Papeles:	un	captulo	autnomo	de	Ferdydurke	
	
El	entusiasmo	de	Adolfo	de	Obieta	por	la	novela	de	Gombrowicz	se	hace	evidente	en	la	
invitacin	a	participar	en	la	revista	Papeles...	En	el	tercer	nmero	de	la	revista	aparece	
Filidor	forrado	de	nio.73	Muchos	lectores	de	la	revista,	entre	ellos	Ernesto	Sabato	(que	
despus	 escribira	 el	 prlogo	 a	 la	 edicin	 de	 1964	 de	 Ferdydurke),	 conocern	 la	
literatura	experimental	y	vanguardista	del	polaco.74	
Sabato	 lee	 el	 texto	 como	 cuento.	 Luego	 sabr	 que	 forma	 parte,	 aunque	 de	 manera	
autnoma,	 de	 una	 novela.	 La	 revista	 cumple	 su	 cometido	 y	 hace	 prctica	 de	 sus	
postulados	estticos.	El	relato	aparece	en	pgina	central,	con	un	tono	diferente	del	papel	
y	precedido	por	la	siguiente	presentacin:	
	
               Witold	Gombrowicz,	escritor	polaco	de	la	joven	generacin,	habitador	actual	
               de	Buenos	Aires,	nos	propone	uno	de	sus	cuentos,	pure	nonsense.	Integra	
               un	libro	titulado	FERDYDURKE,	aparecido	en	Varsovia	un	ao	antes	de	la	
               guerra.	Especie	de	libelo	fantstico-humorstico	contra	la	cultura	moderna,	
               constituye	una	crtica	de	las	formas	maduras	de	la	cultura	realizado	desde	el	
               punto	de	vista	de	nuestra	inmadurez,	cuya	teora	ha	desarrollado.	El	libro	
               repercuti	 en	 los	 mbitos	 literarios	 por	 su	 arte	 como	 por	 su	 revisionismo	
               intelectual	e	ideolgico.	Su	traduccin	al	francs	y	al	ingls	fue	interrumpida	
               por	la	guerra.	(Sabato,	1944:	s/p)	
	
Filidor	 forrado	 de	 nio	 en	 la	 revista	 Papeles	 confirma	 el	 valor	 entrpico	 que	 la	
revista	 tena	 como	 prctica.	 La	 autonoma	 que	 el	 relato	 exhibe	 dentro	 de	 la	 novela	 es	
tambin	 la	 marca	 de	 la	 diseminacin	 como	 diseo	 y	 contrapunto	 de	 su	 espacio	 pero	
adems	pone	a	cualquier	lector	salteado	(el	lector	buscado	por	Macedonio)	en	la	forma	
de	la	novela	buena.	
Que	Adolfo	de	Obieta	haya	convocado	a	Gombrowicz	a	participar	de	la	revista	indica	una	
definicin	de	literatura,	un	modo	de	entender	sus	formas	y	un	posicionamiento	frente	a	
la	 tradicin	 propia	 y	 ajena	 que	 enlaza	 la	 figura	 del	 polaco	 con	 la	 de	 Macedonio	
Fernndez.		
Si	 Filidor	 es	 un	 captulo	 de	 Ferdydurke	 pero	 al	 mismo	 tiempo	 es	 autnomo,	 si	 en	 la	
novela	 ese	 captulo	 irrumpe	 en	 la	 historia	 con	 un	 Prefacio	 donde	 el	 autor	 justifica	 la	
73	Cfr.	Witold	Gombrowicz,	Filidor	forrado	de	nio,	Papeles	de	Buenos	Aires	N	3,	4/44.		
74	Creo	 que	 fue	 en	 1939	 cuando	 por	 primera	 vez	 le	 algo	 de	 Gombrowicz.	 Yo	 viva	 an	 en	 La	
Plata,	donde	habamos	inventado	con	mi	amigo	el	astrnomo	Miguel	Itsigzohn	un	tipo	de	humor	
paranoico	que	denominamos	margotinismo.	Con	los	aos	aprend	que	tales	invenciones	en	rigor	
son	 siempre	 descubrimientos,	 y	 que	 aquella	 reaccin	 un	 poco	 demencial	 contra	 un	 universo	
deshumanizado	 era	 casi	 inevitable.	 Fue	 por	 entonces	 cuando	 me	 lleg	 la	 revista	 Papeles	 de	
Buenos	Aires,	 que	 diriga	 Adolfo	 de	 Obieta.	 Con	 estupor	 le	 el	 cuento	 titulado	 Filifor	 forrado	 de	
nio,	de	un	desconocido	de	nombre	polaco:	Witold	Gombrowicz	(Sabato,	1983:	s/p).	
	
	                                                    171	
inclusin	 (Filifor	 es	 un	 retroceso	 constructivo,	 un	 pasaje	 o,	 para	 expresarse	 con	 ms	
precisin,	una	coda,	un	trino,	o	ms	bien	un	lapsus,	un	lapsus	intestinal,	sin	el	cual	nunca	
podra	penetrar	al	tobillo	izquierdo,	seala	el	autor)	pero	en	el	medio	de	la	novela,	todo	
indica	 que	 su	 autor	 tiene	 sobre	 el	 gnero	 una	 particular	 posicin	 que	 coincide	 con	 la	
forma	 de	 la	 novela	 buena	 que	 Macedonio	 define	 en	 su	 Teora	 de	 la	 novela	 y	 pone	 en	
prctica	en	su	Museo	de	la	Novela	de	la	Eterna:	un	belarte	que	se	basa	en	el	postulado	
de	 que	 no	 hay	 arte	 que	 suscite	 verdadera	 emocin	 basada	 en	 la	 representacin	 de	
historia	alguna.	
Se	 trata	 en	 ambos	 experimentos	 de	 una	 defraudacin	 de	 las	 expectativas	 del	 lector	 de	
novelas	 de	 la	 poca.	 El	 realismo	 defina	 al	 gnero	 y	 circunscriba	 al	 lector	 a	 sus	
prerrogativas.	 La	 representacin	 usufructuaba	 la	 potestad	 de	 lo	 real	 y	 confirmaba	 el	
detalle	 del	 mundo	 aprehendido.	 Ferdydurke	 quiebra	 esa	 confirmacin	 y	 propone	 lo	
imposible	 como	 dispositivo.	 Lo	 imposible	 en	 la	 forma	 de	 la	 novela,	 lo	 imposible	 en	 los	
personajes	 y	 en	 la	 historia	 que	 se	 narra.	 Lo	 imposible	 es	 la	 categora	 que	 sostiene	 el	
universo	esttico	de	Macedonio.	En	uno	de	los	infinitos	prlogos	de	Museo,	Macedonio	
le	explica	al	lector	las	condiciones	imposibles	que	le	otorga	al	gnero:	
	
             Novela	en	que	la	imposibilidad	de	situaciones	y	caracteres,	que	es	el	criterio	
             para	clasificar	algo	como	artstico	sin	complicacin	de	Historia,	ni	Fisiologa,	
             se	 ha	 cuidado	 tanto,	 que	 nadie,	 ningn	 conocedor	 cotidiano	 de	 imposibles,	
             ninguno	a	quien	le	sean	familiares,	podr	desmentir	la	constante	fantasa	de	
             nuestro	relato	alegando	que	hechos	o	personajes	los	tiene	vistos	enfrente	o	
             a	la	vuelta.	(Fernndez,	s/d:	146)		
	
Para	 los	 dos	 escritores,	 la	 novela	 es	 un	 espacio	 proteico	 y	 dispuesto	 para	 las	
imposibilidades.	As	que	FERDYDURKE	tiene	un	doble	aspecto:	por	un	lado	es	un	relato	
y	 una	 novela,	 una	 descripcin	 y,	 por	 otro,	 un	 acto	 de	 mi	 lucha	 personal	 con	 la	
forma,	declara	Gombrowicz.	
Si	 el	 escritor	 polaco	 interrumpe	 la	 continuidad	 de	 la	 novela	 con	 prefacios	 y	 cuentos	 y	
Macedonio	satura	de	prlogos	para	fingir	que	la	novela	no	comienza,	los	personajes	son	
entidades	 extraas	 y	 humanas,	 al	 mismo	 tiempo,	 siempre	 alegricas.	 En	 Museo,	
Macedonio	 construye	 personajes	 que	 funcionan	 en	 un	 doble	 carcter:	 son	 alegoras	 de	
estados	universales	y,	al	mismo	tiempo,	son	heternimos	del	autor.	En	Ferdydurke	son	
siempre	 figuras	 desrealizadas	 en	 funcin	 de	 esa	 identidad	 en	 litigio.	 El	 personaje	 es	
garanta	 del	 relato	 y	 condicin	 de	 su	 desarrollo,	 y	 al	 mismo	 tiempo,	 una	 de	 las	 marcas	
mimticas	ms	fuertes.	Sin	embargo,	como	seala	Barthes	respecto	de	Sade,	existe	una	
literatura	 que	 busca	 exasperar	 ese	 modo	 de	 representar,	 	 se	 ubica	 del	 lado	 de	 la	
semiosis,	 no	 de	 la	 mmesis:	 lo	 que	 representa	 est	 incesantemente	 deformado	 por	 el	
	                                               172	
sentido,	y	es	al	nivel	del	sentido,	no	del	referente,	como	debemos	leerlo	(Barthes,	1997:	
s/p).	
Los	dos	vanguardistas	se	inscriben	en	esa	lnea:	la	condicin	mimtica	del	personaje	se	
pone	 en	 la	 superficie,	 desborda	 sus	 lmites	 textuales	 por	 exceso	 de	 estos	 seres	 que	
exasperan	la	marca	de	lo	humano.	En	las	dos	novelas	la	condicin	de	personaje	se	hace	
disonancia	formal	porque	su	propia	entidad	es	desarmada.	
	
	
La	figura	de	autor		
	
El	 ironista,	 tanto	 para	 Gombrowicz	 como	 para	 Macedonio,	 aparece	 en	 la	 distancia	
convencional	 entre	 autor	 y	 lector,	 en	 la	 tensin	 entre	 lo	 real	 y	 lo	 novelesco,	 entre	 la	
proximidad	paradjica	entre	personaje	y	persona.	El	ironista	no	se	limitaba	a	decir	algo	
sobre	el	tema	en	cuestin,	deca	tambin	algo	sobre	s	mismo	y	sobre	el	mundo,	seala	
Wayne	Booth	respecto	de	la	tradicin	de	la	figura	y	su	constitucin	ms	moderna.75	
La	figura	del	ironista	funda	en	la	obra	de	los	dos	escritores	una	voz	que	nos	da	placer,	
nos	 subyuga	 y	 corroe	 nuestros	 paradigmas.	 A	 veces,	 nos	 susurra	 al	 odo,	 a	 veces	 nos	
lanza	su	carcajada,	otras,	nos	engaa	e	inmediatamente	nos	muestra	el	engao.	En	cierto	
sentido,	 la	 voz	 del	 ironista	 nos	 perturba	 y	 lleva	 a	 cabo	 al	 extremo	 la	 premisa	 que	
Kierkegaard	 le	 atribuye	 a	 la	 irona	 al	 definirla	 como	 una	 determinacin	 de	 la	
subjetividad.76	
El	 ironista,	 veamos,	 destruye	 las	 creencias	 y	 el	 metafsico	 propone	 una	 forma	 del	 ser	
que	apunta	a	una	experiencia	extrema	que	cruza	las	fronteras	entre	la	vida	y	el	sentido	
de	 no-existencia.	 La	 meta	 de	 la	 teora	 ironista	 es	 comprender	 el	 impulso	 metafsico,	
describe	 Rorty.	 El	 ironista	 encuentra	 en	 los	 gestos	 del	 vanguardista	 el	 gesto	 heroico-
pattico	y	el	gesto	cnico	segn	Eduardo	Sanguinetti	los	mecanismos	para	rechazar	la	
tradicin	 metafsica	 occidental	 y	 construir	 una	 metafsica	 de	 la	 nada	 y	 la	 negatividad	
(Sanguinetti,	 1972).	 En	 sus	 ficciones,	 Macedonio	 y	 Gombrowicz	 eligen	 la	 mscara	 del	
ironista	para	proponer	un	relato	que	d	cuenta	de	su	sentido	metafsico,	piensan	en	la	
75 Completamos la cita: En cuanto se utiliza una voz irnica, cualquiera sea su grado y el tipo de
obra,	 los	 lectores,	 inevitablemente,	 empiezan	 a	 interesarse	 y	 a	 disfrutar	 con	 esa	 voz	 (Booth,	
1989:	28).	
76	Kierkegaard	 reconoce,	 en	 la	 introduccin	 de	 su	 ensayo,	 dos	 manifestaciones	 del	 concepto	 de	
irona:	 La	 primera,	 naturalmente,	 es	 aquella	 en	 que	 la	 subjetividad	 impuso	 sus	 derechos	 por	
primera	vez	en	la	historia	universal.	Ah	lo	tenemos	a	Scrates,	es	decir,	ah	se	nos	indica	dnde	ir	
a	 buscar	 el	 concepto	 en	 su	 manifestacin	 histrica.	 Y	 agrega	 ms	 adelante:	 Si	 ha	 de	 darse,	
entonces,	una	nueva	forma	de	manifestacin	de	la	irona,	ser	en	la	medida	en	que	la	subjetividad	
se	 imponga	 segn	 una	 forma	 an	 ms	 elevada.	 Creemos	 que	 el	 uso	 de	 la	 irona	 en	 Macedonio	
persigue	esa	segunda	manifestacin	a	la	que	alude	(Kierkegaard,	2000:	272).	
	                                                  173	
literatura	 como	 el	 lugar	 posible	 de	 una	 comunidad	 anrquica	 y	 libre.77	Esa	 comunidad	
fue	al	mismo	tiempo	concrecin	y	deseo	de	los	dos	escritores,	utopa	y	prctica	de	sus	
postulados	 estticos.	 En	 Contra	 los	 poetas	 Gombrowicz	 lo	 expresa	 con	 claridad,	 su	
irona	 se	 hace	 metafsica	 irreverente:	 	 la	 otra	 corriente	 de	 nuestro	 espritu,	 ms	
insubordinada,	intenta	justamente	devolverle	al	hombre	su	autonoma	y	su	libertad	con	
respecto	a	estos	Dioses	y	Musas	que,	al	fin	y	al	cabo,	son	su	propia	obra	(Gombrowicz,	
2009:	32).	
	
	
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Piglia,	Ricardo	(2012).	Evocaciones	a	Gombrowicz	y	Fogwill	en	el	arranque	del	FILBA,	
       Clarn.	14/9/12.	goo.gl/gy2mHq	
Rabanal,	Rodolfo	(2008).	La	seduccin	argentina,	en	Radar,	8/6/08.		
Sabato,	Ernesto	(1983).	Prlogo,	en	Ferdydurke,	de	Witold	Gombrowicz.	Buenos	Aires:	
77 Completamos la cita: Cada escritor, cada obra, inaugura una comunidad. De ese modo hay un
irrecusable	e	irreprimible	comunismo	literario,	al	cual	pertenece	malquiera	que	escriba	(o	lea),	o	
intente	 escribir	 (o	 leer)	 exponindose	 no	 imponindose	 (y	 quien	 se	 impone	 sin	 exponerse	 en	
absoluto,	ya	no	escribe,	ya	no	lee,	ya	no	piensa,	ya	no	comunica)	(Sanguinetti,	1972:	s/p).	Para	
fundamentar	este	concepto,	Nancy	revisa	la	nocin	de	comunidad	en	Marx	as	como	los	atributos	
de	 las	 primitivas	 comunidades	 cristianas:	 La	 comunidad	 significa	 aqu	 la	 particularidad	
socialmente	 expuesta,	 y	 se	 opone	 a	 la	 generalidad	 socialmente	 implosionada	 propia	 del	
capitalismo.	Si	hubo	un	acontecimiento	del	pensamiento	marxista,	y	si	no	lo	hemos	finiquitado,	
ste	tiene	lugar	en	la	apertura	de	este	pensamiento	(Nancy,	2000:	89).		
	                                                 174	
     Sudamericana.	
Sanguinetti,	Eduardo	(1972).	Por	una	vanguardia	revolucionaria.	Buenos	Aires:	Tiempo	
     Contemporneo.	
	                                       175	
	
GOMBROWICZ	ENCUENTRA	A	MASTRONARDI	
Claudia	Rosa	y	Kacper	Nowacki		
	
Toda	 amistad	 entre	 escritores	 es	 sospechosa.	 Mientras	 que	 hablar	 de	 escuelas,	
generaciones,	 grupos	 o	 movimientos	 resulta	 un	 lugar	 comn	 en	 la	 crtica	 literaria	 casi	
necesario	 para	 comprender	 la	 obra	 de	 un	 autor,	 hablar	 de	 amistades	 siempre	 corre	 el	
peligro	en	una	interzone,	en	donde	se	pone	en	riesgo	el	carcter	de	originalidad	y	con	l	
el	 de	 genialidad.	 Nuestro	 trabajo	 intenta	 describir	 con	 textos	 de	 escasa	 circulacin	 de	
ambos	 autores	 las	 relaciones	 textuales	 que	 remiten	 en	 un	 sistema	 de	 intercitas	 para	
tratar	de	ir	desplegndolas.	
Las	 relaciones	 entre	 escritores	 no	 se	 muestran	 como	 un	 tab,	 pero	 hay	 algo	 de	 lo	
innombrable,	de	un	lmite	que	pone	la	crtica	y	que	atraviesa	las	charlas,	los	lmites	de	la	
amistad	literaria.	El	desdeo	de	la	actitud	del	do	(Lafon	y	Peeters,	2008)	se	incrementa	
si	esa	amistad	se	torna	en	posible	escritura	en	colaboracin.	
Mastronardi-Gombrowicz	es	a	primera	vista	algo	as	como	la	marca	de	una	amistad	de	
esos	raros	escritores	nuevos.	Los	dos	nombres	se	asocian	sin	que	se	sepa	exactamente	
de	qu	ndole	fue	su	amistad.	Lo	cierto	es	que	el	xito	de	Gombrowicz	tanto	en	Europa	
como	 en	 Amrica	 hizo	 que	 la	 obra	 mastronardiana,	 una	 obra	 personal	 no	 desdeable,	
sufriera	 de	 un	 relativo	 escamoteo.	 Hay	 un	 desigual	 tratamiento	 en	 ambas	 obras	 que	
invierte	de	alguna	manera	el	sentido	de	la	situacin	inicial	de	la	amistad.	
Gombrowicz	vino	a	Buenos	Aires	en	el	transatlntico	Chrobry	el	20	de	agosto	de	1939	y	
se	qued	hasta	el	8	de	abril	de	1963.	Son	casi	24	aos,	precisamente	23	aos,	7	meses	y	
19	das.	Sin	exagerar	se	puede	decir	que	Gombrowicz	conoci	a	casi	todos	los	escritores	
argentinos	importantes	de	su	poca	desde	los	primeros	meses	de	su	estada	en	Buenos	
Aires.	 Este	 dato,	 no	 por	 conocido	 deja	 de	 ser	 relevante,	 sobre	 todo	 cuando	 se	 intenta	
pensar	una	relacin	mtica	como	la	amistad	de	dos	escritores	y	dos	personalidades	tan	
diferentes	 como	 la	 de	 Mastronardi	 y	 la	 de	 Gombrowicz.	 Ambos	 se	 conocieron	 a	 muy	
pocos	meses	de	haber	llegado	el	polaco	a	Buenos	Aires.	Ambos	dejaron	huellas	de	este	
encuentro	en	respectivas	obras	ensaysticas.		
Recuerda	Mastronardi:		
	
             Hacia	 1940	 conoc	 al	 polaco	 Witold	 Gombrowicz,	 joven	 lcido	 y	 duro	 que	
             haba	 llegado	 al	 pas	 dos	 meses	 antes	 de	 ser	 invadida	 su	 patria	 por	 las	
             tropas	 alemanas.	 Conservo	 la	 imagen	 de	 un	 hombre	 rubio,	 sanguneo,	 de	
             facciones	 regulares	 y	 de	 frente	 anchurosa.	 Escritor	 de	 cuentos	 y	 novelas,	
             cultivaba	 cierto	 realismo	 profundo	 que	 nada	 tena	 que	 ver	 con	 la	
             descripcin	de	la	vida	inmediata.	Su	realismo	era	el	del	hombre	que	pisa	un	
	                                              176	
              terreno	 firme	 y	 que	 hace	 de	 la	 sensatez	 su	 punto	 de	 partida.	 Para	 relatar	
              situaciones	 y	 conflictos,	 acuda	 a	 los	 smbolos,	 pero	 stos	 eran	 siempre	
              concretos	 y	 visibles:	 puos	 que	 golpean	 alegricamente,	 cabezas	 que	 se	
              acercan,	muchedumbres	que	caminan	en	silencio,	solemnes	barbas	que	son	
              como	las	cifras	del	patriciado	polaco,	manos	que	se	apartan	al	cesar	un	gran	
              peligro	 colectivo,	 y	 siempre	 as.	 Como	 deca	 tener	 la	 fuente	 en	 s	 mismo,	
              Gombrowicz	 lea	 poco,	 pero	 justo	 es	 agregar	 que	 se	 interesaba	 en	 muchas	
              cosas.	Daba	expresin	a	los	problemas	que	senta	suyos	sin	cuidarse	mucho	
              de	 los	 efectos;	 no	 se	 avino,	 pues,	 a	 concesiones	 ni	 halagos.	 (Mastronardi,	
              2010:	207-208)	
	
Del	mismo	modo	que	las	Memorias	de	un	provinciano	se	rastrean	los	catorce	Cuadernos	
de	Mastronardi,	que	van	desde	1930	hasta	1976.	Pero	quizs	la	novedad	radica	en	que,	
revisada	 la	 obra	 completa	 del	 escritor	 polaco,	 se	 encuentran	 citas	 inditas	 en	 su	 libro	
Kronos	publicado	en	mayo	del	2013	en	Cracovia.		
Kronos	es	un	diario	ntimo	que	Gombrowicz	empez	a	escribir	en	los	aos	1950	(lo	ms	
probable,	 en	 1953),	 es	 decir,	 en	 el	 mismo	 tiempo	 que	 decidi	 redactar	 su	 Diario.	 Los	
apuntes	 en	 forma	 muy	 lacnica	 (hoy	 diramos	 que	 se	 parecen	 a	 unos	 tweets	 de	 una	
lnea)	 cuentan	 la	 vida	 cotidiana	 de	 Gombrowicz	 dividida	 por	 meses	 y	 cuatro	 temas	
principales:	literatura,	dinero,	salud	y	vida	sexual.	Se	anotan	muchos	lugares,	viviendas,	
bares,	 destinaciones	 de	 viajes	 y	 muchas	 personas	 con	 quienes	 Gombrowicz	 pasaba	 su	
tiempo	 (amigos,	 parientes).	 Gombrowicz	 atribua	 apodos	 a	 mucha	 gente	 y	 a	 veces	
comentaba	los	hechos	(Gombrowicz	lea	diarios	y	revistas	y	segua	los	acontecimientos	
de	la	Segunda	Guerra	y	la	Revolucin	Libertadora	de	1955	en	Buenos	Aires).	Cada	ao	
lleva	 una	 sntesis	 breve	 y	 un	 comentario.	 Las	 notas	 abarcan	 un	 perodo	 que	 va	 desde	
1922	hasta	 los	 ltimos	meses	antes	de	 su	 muerte	 (la	ltima	nota	es	de	abril	de	1969).	
Hay	 que	 subrayar	 la	 increble	 memoria	 de	 Gombrowicz,	 que	 consigui	 acordarse	 los	
hechos	 con	 la	 distancia	 de	 ms	 de	 treinta	 aos.	 Los	 apuntes	 tienen	 muchos	 huecos	 y	
puntos	 interrogativos	 pero	 de	 todas	 formas	 presentan	 mucha	 informacin.	 A	 partir	 de	
1953,	 Kronos	 se	 vuelve	 una	 especie	 de	 diario	 ntimo	 completado	 casi	 todos	 los	 das;	
aparecen	 das	 exactos	 (lunes,	 martes),	 horas	 de	 partida	 de	 tren	 o	 de	 bus,	 el	 curso	 del	
dlar.	Gombrowicz	sola	escribir	dos,	tres	pginas	A4	por	ao.	El	texto	no	fue	destinado	
a	 la	 publicacin	 y	 no	 es	 un	 texto	 literario.	 La	 publicacin	 est	 dividida	 en	 tres	 partes:	
Polonia	 1922-1939,	 Argentina	 1939-1963	 y	 Europa	 1963-1969.	 La	 caracterstica	 de	
Kronos	es	su	tono	bastante	neutral.	Sin	embargo,	en	la	parte	argentina	hay	que	destacar	
muchos	puntos	donde	Gombrowicz	deja	sus	opiniones	y	escribe	a	menudo	palabras	en	
espaol.	Entre	lneas	se	entiende	su	entusiasmo	cuando	describe	su	vida	en	Argentina.	
Gombrowicz	al	final	de	Kronos	propone	algunas	divisiones	de	su	vida	que	conciernen	a	
sus	 publicaciones:	 el	 periodo	 polaco	 1933-1939,	 el	 periodo	 de	 silencio	 1939-1945,	 el	
	                                                 177	
periodo	 argentino	 1945-1950,	 el	 periodo	 de	 emigracin	 1950-1955,	 el	 periodo	 polaco	
1956-1958,	 el	 periodo	 internacional	 1958-1963.	 Es	 en	 el	 periodo	 de	 silencio	 que	
Gombrowicz	encuentra	a	Mastronardi.		
Al	contrario	de	lo	que	dice	en	el	Diario	(W.	Gombrowicz,	2001),	Mastronardi	no	fue	ni	su	
primer	 amigo	 ni	 el	 primer	 escritor	 argentino	 que	 conoci.	 El	 nombre	 de	 Carlos	
Mastronardi	aparece	en	Kronos	diecisiete	veces.	La	primera	vez	en	enero	de	1941,	est	
puesto	 en	 la	 lista	 de	 sus	 conocidos:	 Ruszkiewicz	 	 Odyniec	 	 konsul	 	 Frydman	 	
Mastronardi		Cecylia		Pla	Lucas		Carpatti		Pi		La	Fleur		Cid		Jasinsk		Galignano	
Segura		Nowinska		Chinchina.	Este	dato	de	1941	es	incierto,	Gombrowicz	escriba	los	
apuntes	 con	 una	 distancia	 de	 trece	 aos.	 Muchas	 veces	 mezcl	 las	 fechas	 de	
publicaciones.	Es	tambin	probable	que	se	encontraron	con	Mastronardi	al	final	del	ao	
1940	 o	 al	 inicio	 del	 ao	 1941	 (de	 todas	 formas,	 seguramente	 antes	 del	 ao	 1943,	 del	
segundo	 golpe	 de	 Estado).	 Segn	 lo	 recuerda	 Sigfrido	 Radaelli	 (R.	 Gombrowicz,	 2008:	
48),	Gombrowicz	y	Mastronardi	se	conocieron	en	la	conferencia	que	el	polaco	dio	en	el	
Teatro	del	Pueblo	en	1940.	
En	el	mismo	ao	1941	aparecen	cuatro	artculos	de	Gombrowicz	en	la	revista	Aqu	Est	
sobre	 la	 aristocracia	 francesa	 y	 polaca	 (Las	 encantadoras	 sobrinas	 de	 Mazarino,	
Cuando	un	conde	de	Guisa	regal	un	genio,	Polacos	en	la	Argentina,	y	La	enamorada	
ms	 vieja	 del	 mundo,	 todos	 textos	 firmados	 por	 Alejandro	 Ianka).	 El	 10	 de	 enero	 de	
1941,	 aparece	 el	 cuento	 de	 Gombrowicz,	 con	 el	 seudnimo	 Alejandro	 Ianka,	 Un	
romance	 en	 Venecia,	 en	 la	 Revista	 El	 Hogar.	 La	 segunda	 vez,	 en	 julio	 de	 1941,	
Gombrowicz	escribe	La	amistad	con	Mastronardi.	No	es	una	anotacin	muy	frecuente	
en	Kronos,	donde	muy	pocas	veces	Gombrowicz	pona	la	palabra	amistad	al	lado	de	las	
personas	 que	 conoca,	 aunque	 fueran	 sus	 amigos.	 En	 los	 meses	 que	 siguen,	 agosto	 y	
septiembre,	 no	 escribe	 nada	 ms	 que	 la	 ertica	 est	 aumentando	 y	 esperma	 bar	
(escrito	en	espaol).	El	resumen	de	este	ao	en	el	cual	conoci	a	Mastronardi	es	uno	de	
los	ms	misteriosos:	
	
             Primera	mitad	del	ao		enfermedad,	inhibicin,	inseguridad	y	ansiedad.		
             Gradualmente	me	entero...	de	que	no	estoy	tan	mal...		
             Soy	pobre	y	sigo	buscando	cualquier	trabajo.	Elaboro	unos	articulitos.	Tengo	
             menos	miedo.	
             Nace	Mastronardi.	
             En	la	segunda	mitad	del	ao	la	actividad	aumenta	y	voy	al	parque	Retiro	que	
             me	 encanta,	 al	 centro	 tambin.	 Por	 la	 noche,	 desde	 mi	 cuarto	 escucho	 las	
             campanas	de	un	reloj.	Me	llevo	bien	con	Don	Alfredo.	
             En	 este	 momento,	 creo,	 me	 estaba	 animando	 para	 organizar	 una	 revista	
             privada	 con	 Pla.	 Me	 cansa	 estar	 en	 la	 sala	 de	 espera	 de	 los	 diarios	 y	 las	
             revista.	
             Hasta	el	final	del	ao.	(W.	Gombrowicz,	2013:	90)	
	                                               178	
	
Gombrowicz	usaba	el	verbo	nacer	para	hablar	de	sus	libros	y	de	las	nuevas	amistades.	
Era	su	uso	particular.	El	verbo	nacer	no	se	suele	usar	en	estas	ocasiones	en	polaco.	En	
abril	 de	 1942	 Gombrowicz	 escribe:	 Con	 Mastronardi,	 amistad	 	 bar	 en	 Corrientes,	
Calvetti.	 Jorge	 Calvetti	 era	 un	 admirador	 de	 Mastronardi,	 poeta,	 que	 luego	 formara	
parte	 del	 grupo	 de	 traductores	 de	 Ferdydurke.	 En	 julio	 de	 1942	 podemos	 leer:	
Mastronardi	me	presenta	a	Lucanti	quien	me	pide	el	libro	(?).	No	sabemos	quin	fue	
Lucanti	 y	 cul	 fue	 el	 libro	 que	 le	 pidi.	 En	 octubre	 de	 1942,	 Mastronardi	 me	 presenta	
los	 Bioy	 Casares.	 Fue	 la	 ocasin	 en	 que	 Gombrowicz	 encontr	 a	 los	 Bioy	 Casares,	 a	
Borges	y	a	Silvina	Ocampo	en	la	misma	cena.	Resumiendo:	en	este	ao,	Gombrowicz	no	
se	 acuerda	 de	 casi	 nada.	 Este	 ao	 es	 muy	 turbio...	 No	 me	 lo	 acuerdo	 bien.	 Lo	 ms	
importante	fue	jugar	al	ajedrez	y	Mastronardi.	
Seguramente	 en	 esos	 aos,	 Carlos	 Mastronardi	 fue	 un	 amigo	 muy	 importante	 para	
Gombrowicz,	 ya	 que	 trataba	 de	 introducirlo	 en	 crculos	 literarios	 o	 por	 lo	 menos	
presentarlo	 personalmente.	 Su	 alta	 posicin	 en	 la	 pirmide	 de	 importancia	 segn	
Gombrowicz	(al	lado	del	ajedrez)	hace	hincapi	en	la	fuerza	de	la	relacin.	Sin	embargo,	
Mastronardi	no	forma	parte	de	uno	de	los	episodios	ms	comentados	por	los	estudiosos	
de	 Gombrowicz,	 la	 famosa	 traduccin	 de	 Ferdydurke	 al	 castellano	 del	 ao	 1946.	 Este	
mismo	 ao,	 en	 enero,	 Gombrowicz	 escribe	 en	 Kronos:	 Para	 la	 Nochevieja	 rompo	
definitivamente	con	Mastronardi	(avenida	de	Mayo).		
Sobre	este	primer	periodo	de	su	amistad	podemos	encontrar	tambin	otros	testimonios.	
En	 todo	 el	 Diario	 argentino	 Mastronardi	 se	 menciona	 una	 vez,	 en	 la	 parte	 de	 sus	
recuerdos	argentinos	escritos	en	1954.	Hay	que	subrayar	que	Diario	era	entonces	nada	
ms	 que	 una	 colaboracin	 mensual	 con	 la	 revista	 de	 inmigracin	 polaca	 en	 Pars,	
Kultura.	Gombrowicz	escriba	para	crear	su	imagen	en	los	ojos	del	pblico	polaco.	No	fue	
un	 diario	 sino	 una	 obra	 literaria	 donde	 muchos	 hechos	 fueron	 inventados,	 muchas	
situaciones	 coloradas.	 No	 hay	 que	 tomar	 el	 contenido	 de	 Diario	 como	 algo	 factual.	 Sin	
embargo,	 como	 sucedi	 en	 Kronos,	 Gombrowicz	 en	 su	 Diario	 vuelve	 a	 la	 figura	 de	
Mastronardi.	 Llama	 su	 relacin	 con	 l	 su	 primera	 amistad	 intelectual	 en	 Argentina.	
Gombrowicz	ubica	este	encuentro	en	1942.	
La	 relacin,	 como	 casi	 todas	 las	 amistades	 intelectuales,	 est	 descrita	 ms	 o	 menos	 a	
favor	 del	 escritor	 polaco.	 Segn	 Gombrowicz,	 Mastronardi	 le	 recordaba	 mucho	 a	 un	
poeta	 polaco	 de	 origen	 judo,	 Jan	 Lechon.	 Describe	 su	 aspecto	 fsico,	 su	 sarcasmo	 y	 su	
carcter	hermtico.	Gombrowicz	cuenta	que	se	senta	superior	en	esta	amistad	porque	
no	 desvelaba	 sus	 secretos	 a	 Mastronardi.	 Lo	 que	 segn	 Gombrowicz	 les	 una	 era	 el	
sentido	 de	 inmadurez	 que	 compartan	 y	 que	 usaban	 a	 menudo	 para	 burlarse	 uno	 del	
	                                               179	
otro.	 Gombrowicz	 en	 su	 relacin	 no	 olvida	 destacar	 el	 papel	 importante	 que	
Mastronardi	desempeaba	en	el	grupo	Sur.		
En	el	libro	Tango	Gombrowicz,	editado	por	Rajmund	Kalicki,	podemos	leer	el	testimonio	
de	Paulino	Frydman,	jefe	de	club	de	ajedrez	en	el	Caf	Rex,	amigo	de	Mastronardi	y	de	
Gombrowicz	 desde	 los	 aos	 40	 hasta	 la	 partida	 de	 Gombrowicz	 y	 la	 muerte	 de	
Mastronardi.	 Frydman	 cuenta	 en	 sus	 recuerdos	 que	 Mastronardi	 fue	 el	 nico	 de	 los	
escritores	 argentinos	 que	 tuvo	 el	 placer	 de	 conocer.	 Su	 relacin	 cordial	 (no	 la	 llama	
amistad)	 se	 mantuvo	 a	 pesar	 del	 quiebre	 de	 la	 relacin	 entre	 Mastronardi	 y	
Gombrowicz.	 Segn	 cuenta	 Frydman,	 Mastronardi	 y	 Gombrowicz	 se	 parecan	 mucho.	
Ambos	 se	 dedicaron	 totalmente	 a	 la	 literatura.	 Ambos	 vinieron	 a	 Buenos	 Aires	 desde	
otras	 tierras	 y	 encantados	 por	 la	 ciudad	 se	 quedaron	 varios	 aos.	 Les	 gustaba	
deambular	de	noche	por	las	calles	de	la	capital	portea.	Mastronardi,	aunque	no	jugaba	
al	ajedrez,	iba	de	vez	en	cuando	al	Caf	Rex	en	avenida	Corrientes	y	los	tres	se	iban	luego	
a	un	caf	para	charlar.	Segn	Frydman,	Mastonardi	no	era	sarcstico	como	lo	describa	
Gombrowicz	 en	 su	 Diario,	 era	 ms	 bien	 irnico	 y	 burln.	 Le	 gustaba	 contar	 historietas	
graciosas	 sobre	 la	 gente	 desconocida.	 Tena	 la	 mana	 de	 introducir	 palabras	 o	
expresiones	 francesas	 en	 sus	 discursos.	 Adems	 tena	 un	 tic,	 mientras	 hablaba,	
carraspeaba	 y	 escupa	 cada	 dos	 por	 tres.	 Como	 lo	 recuerda	 Frydman,	 Mastronardi	 en	
esos	 encuentros	 a	 menudo	 cambiaba	 de	 aire	 y	 de	 repente	 se	 escandalizaba	 por	 los	
problemas	de	la	poca.	Frydman	no	sabe	cul	fue	el	motivo	verdadero	del	quiebre	de	la	
amistad	entre	Gombrowicz	y	Mastronardi.	En	su	opinin	no	era	un	tipo	de	persona	que	
ofendiera	 a	 los	 dems,	 pero	 era	 muy	 vulnerable	 y	 l	 se	 ofenda	 muy	 fcilmente.	 Segn	
Frydman	no	hay	que	buscar	algo	muy	extrao	en	este	fin	de	amistad	porque	suele	pasar	
a	menudo	entre	los	escritores	que	viven	en	el	mismo	ambiente	(Kalicki,	1984:	159-162).	
Del	mismo	modo,	la	amistad	entre	Mastronardi	y	Gombrowicz	fue	recordada	por	Roger	
Pla,	escritor	y	tambin	amigo	de	Gombrowicz	de	su	primer	periodo	argentino.		
	
             Cuando	 (Gombrowicz)	 usaba	 por	 ejemplo	 la	 palabra	 amigo	 para	
             asignrsela	 a	 alguien,	 cosa	 que	 no	 haca	 al	 azar	 sino	 muy	 especialmente:	
             Fulano,	 un	 muy	 mi	 amigo	 El	 muy	 mi	 amigo	 no	 se	 lo	 o	 muchas	 veces.	
             Dos,	quiz	tres.	Recuerdo	que	a	uno	a	quien	la	aplicaba	invariablemente	era	
             a	Mastronardi.	A	veces	la	aplicaba	directamente:	Le	dije	que	usted,	que	era	
             un	muy	mi	amigo	No	hay	duda	que	en	cuanto	al	significado,	la	palabra	era	
             en	 l	 ms	 bien	 conceptual	 que	 afectiva.	 Pero	 no	 era	 fcil	 separar	 en	 l	 lo	
             conceptual	de	lo	afectivo.	(Pla,	1972:	4-5)	
	
Hay	que	destacar	que,	recin	llegado,	Gombrowicz	hablaba	sobre	todo	en	francs	y	este	
era	tambin	un	factor	que	facilitaba	la	comunicacin	entre	ambos,	como	as	tambin	el	
trabajo	textual	comn.	Sin	embargo,	cabe	decir	que	a	pesar	de	los	testimonios	de	aquel	
	                                               180	
periodo,	 por	 su	 origen	 social	 y	 su	 trayectoria	 intelectual,	 los	 dos	 hombres	 eran	
relativamente	diferentes.	Mientras	que	Mastronardi	haba	nacido	en	una	familia	de	clase	
media	 de	 origen	 inmigrante	 del	 interior	 del	 pas	 en	 1901,	 el	 polaco,	 nacido	 en	 1904,	
haba	 pertenecido	 a	 una	 familia	 de	 terratenientes	 y	 haba	 desarrollado	 una	 intensa	
actividad	literaria	en	la	cosmopolita	Varsovia,	antes	del	estallido	de	la	Segunda	Guerra	
Mundial.	 Se	 podra	 decir	 que	 la	 relacin	 entre	 los	 dos	 jvenes	 comienza	 ms	 bien	 por	
una	suerte	de	coincidencia	nocturna	y	una	coincidencia	en	la	pobreza	en	que	los	dejaba	
el	 ambiente	 periodstico,	 en	 la	 sordidez	 de	 los	 hoteles	 en	 los	 que	 se	 alojaban,	 y	 en	 la	
misteriosa	 vida	 nocturna	 que	 ambos	 llevaban,	 y	 en	 una	 fuerza	 comn:	 ambos	 iban	 a	
denostar	los	circuitos	literarios.	Mastronardi	qued	impresionado	por	el	bro	intelectual	
de	 Gombrowicz	 como	 por	 el	 conocimiento	 concreto	 de	 la	 vida,	 de	 las	 pasiones,	 y	 se	
podra	 decir	 que	 es	 el	 primer	 vitalista	 que	 respeta.	 Vitalismo	 del	 que	 l	 carece	
absolutamente.		
En	los	primeros	meses	que	Gombrowicz	estuvo	en	Buenos	Aires,	vivi	en	el	microcentro,	
y	 luego	 se	 fue	 a	 una	 pieza	 en	 la	 calle	 Bacacay,	 en	 Caballito,	 y	 de	 paseo	 a	 la	 plaza	 de	
Primera	Junta,	a	la	plaza	Flores,	mientras	entablaba	amistad	con	el	por	aquel	entonces	
poderoso	Manuel	Glvez;	lugares	que	sola	frecuentar	el	mismo	Mastronardi.	
El	10	de	enero	de	1941	publica	en	la	revista	El	Hogar	un	artculo	titulado	Un	romance	
en	Venecia,	bajo	el	pseudnimo	Alejandro	Ianka.	
	
	                                                 181	
	
Este	cuento	trata	de	un	hombre	de	treinta	aos	que	viva	en	una	vulgar	pieza	de	hotel	y	
que	haba	conocido	a	una	mujer	veneciana	que	lo	lleva	a	esa	ciudad,	y	para	su	sorpresa	y	
suplicio	 la	 ciudad	 lo	 llen	 de	 indiferencia	 y	 frialdad.	 Es	 ms,	 la	 ciudad	 paso	 a	 paso	 lo	
decepcionaba.	 Y	 esta	 decepcin	 ocurra	 porque	 no	 era	 una	 Venecia	 sufrida,	 era	 la	
Venecia	que	amaba	su	mujer	veneciana.	Ante	el	desencanto	de	su	mujer,	ante	su	frialdad,	
ella	decide	dejarlo	en	la	habitacin	del	hotel,	y	l	se	queda	a	sufrir	Venecia,	solo,	ahora	s	
comprendiendo	la	ciudad.	
Esta	pequea	ancdota	es	tpicamente	mastronardiana,	y	ha	sido	sin	duda	alguna	uno	de	
los	broches	que	han	atado	esa	amistad.	Esa	irona	de	que	la	vida	cuando	parece	dar	te	
quita,	y	solo	te	da	a	travs	de	la	experiencia	dolorosa,	sin	la	indiferencia	como	camino	no	
hay	posibilidad	de	conocimiento.	Esta	disimetra	entre	pasin	y	conocimiento	es	uno	de	
los	 aportes	 de	 esta	 amistad	 que	 reaparecer	 en	 los	 trabajos	 de	 ambos	 autores	 en	 las	
formas	 ms	 diversas.	 No	 podemos	 saber	 si	 estamos	 hablando	 de	 una	 escritura	 en	
colaboracin,	 pero	 s	 que	 los	 vnculos	 de	 amistad	 ya	 pueden	 ser	 recorridos	 en	 los	 40.	
Este	 relato	 en	 donde	 los	 une	 una	 ciudad	 oscura,	 pobre	 y	 dolorosa	 de	 caminatas	
nocturnas	 es	 el	 comienzo	 de	 una	 larga	 serie	 de	 conversaciones	 y	 no	 es	 poco	 probable	
que	 Mastronardi	 haya	 corregido	 el	 espaol	 de	 alguno	 de	 estos	 textos.	 Al	 final	 de	 este	
relato	hay	una	oracin	cuya	sintaxis	es	propia	de	Mastronardi:		
	
              	cuando	yo	paseo	por	sus	calles,	solitario	y	lleno	de	angustia,	la	ciudad	se	
              graba	 cada	 vez	 ms	 en	 mi	 recuerdo,	 penetra	 hondamente	 en	 m,	 hasta	 el	
              extremo	de	que	ya	existen	en	las	galeras	y	en	las	iglesias,	en	las	callejas	y	en	
              las	 plazas,	 muchos	 sitios	 que	 me	 son	 familiares,	 que	 no	 tienen	 para	 m	
              ningn	secreto,	nada	ms	que	por	haber	sufrido	tanto	en	ellos.	(Ianka,	1941:	
              68)	
	
Sin	 embargo	 reconocemos	 tambin	 la	 irona	 tpica	 de	 los	 textos	 de	 Gombrowicz,	 la	
narracin	 en	 la	 primera	 persona	 (yo	 era	 pintor),	 el	 uso	 frecuente	 de	 los	 puntos	
suspensivos	 y	 algunos	 elementos	 biogrficos	 (Gombrowicz	 visit	 Venecia	 en	 marzo	 de	
1938).	
La	relacin	del	polaco	con	el	entrerriano	se	da	en	ese	verano	del	40	cuando	Mastronardi	
haba	llegado	pobre	tras	la	muerte	de	su	padre	y	un	largo	exilio	en	Entre	Ros	junto	a	su	
amigo	 Juan	 L.	 Ortiz,	 con	 quien	 haba	 comprendido	 las	 ideas	 del	 Partido	 Comunista	 y	
haba	empezado	a	entablar	amistad	con	los	anarquistas	de	Gualeguay.	Es	el	momento	en	
que	 Mastronardi	 comenzar	 una	 relacin	 apasionada	 con	 una	 trotskista	 brasilea.	 Los	
dos	hombres	comenzaron	as	a	forjarse	concepciones	comunes,	y	a	tener	acercamientos	
intelectuales	 bajo	 la	 misma	 intemperie	 compartida,	 ya	 que	 Mastronardi	 haba	
	                                                 182	
comenzado	 a	 alejarse	 del	 grupo	 Martn	 Fierro	 y	 a	 realizar	 un	 corte	 epistemolgico	
respecto	de	su	propia	tradicin	literaria.	Ambos	saban	que	estaban	fuera	del	juego	del	
circuito	 literario	 autorizado.	 Ninguno	 de	 los	 dos	 subestimaba	 el	 poder	 del	 campo	
literario,	pero	simplemente	ninguno	de	los	dos	estaba	dispuesto	a	pagar	con	la	libertad	
la	 entrada	 a	 ese	 sistema.	 En	 ese	 sentido	 comparten	 la	 aristocracia	 de	 la	 escritura	 del	
joven	desarraigado	que	rompe	con	el	viejo	orden	del	mundo.		
Hacia	 1946, 78 	Witold	 Gombrowicz	 publica	 su	 catecismo,	 escrito	 a	 la	 manera	 de	
preguntas	y	respuestas,	que	es	casi	un	manifiesto	titulado	Contra	los	poetas.	El	texto	
fue	 corregido	 y	 ledo	 como	 conferencia	 el	 28	 de	 agosto	 de	 1947	 en	 el	 Centro	 Cultural	
Fray	Mocho	de	Buenos	Aires.	Luego	se	volvi	a	publicar	en	la	revista	literaria	El	Cicln	
en	1955.	
Este	 texto	 nos	 interesa	 especialmente	 porque	 es	 una	 de	 las	 tantas	 discusiones	 que	
unieron	 y	 separaron	 esta	 amistad,	 y	 que	 dividieron	 aguas	 en	 el	 campo	 literario	
argentino	 durante	 dcadas:	 la	 distancia	 entre	 el	 formalismo	 y	 el	 vitalismo.	 Una	 lectura	
de	 esta	 conferencia	 sin	 el	 contexto	 de	 Kronos	ni	 de	 Memorias	de	un	provinciano	podra	
llevarnos	al	equvoco	de	entenderla	casi	como	un	gesto	de	irritacin,	o	como	una	stira	a	
Mastronardi.	 Sin	 embargo	 es	 un	 texto	 por	 excelencia	 para	 entender	 la	 complicidad	 de	
esta	discusin.	Veamos	algunas	citas:		
	
              	 lea	 cualquier	 poema	 alterando	 intencionalmente	 su	 orden	 de	 tal	 suerte	
              que	se	converta	en	un	absurdo	y	ninguno	de	mis	oyentes	(finos	y	cultos,	por	
              cierto,	 y	 fervientes	 admiradores	 de	 aquel	 poeta)	 adverta	 la	 treta.	 (W.	
              Gombrowicz,	2009:	13)	
	
Esta	era	una	tpica	broma	mastronardiana.	Algo	que	sin	duda	Mastronardi	haca	siempre	
con	 los	 literatos,	 como	 gustaba	 llamarlos.	 El	 nivel	 de	 espaol	 de	 Gombrowicz	 hacia	
1947	no	le	alcanzaba	como	para	saber	tanta	poesa	en	espaol,	alterar	versos	y	que	los	
poetas	no	se	dieran	cuenta.	Pero	Mastronardi	era	un	erudito,	y	lo	haca	desde	antes	de	
Martn	 Fierro.	 Este	 guio	 a	su	 amigo	 queda	 ms	 claro	 en	 su	 conferencia	 cuando	 cita	 a	
Valry,	el	poeta	emblemtico	para	Mastronardi:	Cuando	alguien	declara	que	le	encanta	
la	 poesa	 de	 Valry	 es	 mejor	 no	 acosarlo	 demasiado	 con	 indiscretas	 investigaciones	
(13).	Lo	mismo	cuando	critica	el	sistema	de	citas	de	los	poetas:	Tienen	sus	jerarquas,	
hablan	 de	 Capablanca	 como	 los	 poetas	 hablan	 de	 Mallarm	 y,	 mutuamente,	 se	 rinden	
todos	los	honores	(13).	Es	conocida	la	admiracin	de	Mastronardi	por	Mallarm,	que	lo	
llev	 a	 tener	 un	 cuaderno	 de	 traducciones	 durante	 toda	 su	 vida,	 cuaderno	 an	 no	
78	La	 fecha	 deducida	 segn	 la	 carta	 abierta	 escrita	 por	 la	 poetisa	 chilena	 Wintt	 de	 Rokha	 en	
respuesta	a	su	ensayo	y	publicada	en	su	obra	completa	en	1951.	
	                                                   183	
hallado	y	que	posiblemente	se	encuentre	en	el	archivo	secreto	de	Mastronardi	que	tiene	
la	Academia	Argentina	de	Letras.	La	broma	llega	a	su	clmax	cuando	la	stira	toca	a	Jorge	
Luis	 Borges,	 cuya	 amistad	 con	 Mastronardi	 comenzaba	 a	 declinar	 por	 esos	 aos:	 La	
ceguera	 voluntaria	 se	 nota	 tambin	 en	 ese	 simplismo	 tremendo	 en	 que	 caen	 hombres,	
por	otra	parte	muy	inteligentes,	cuando	se	trata	de	su	suerte	(21).	
En	 1947	 Borges	 iba	 en	 un	 camino	 sostenido	 hacia	 la	 ceguera,	 y	 esta	 ltima	 frase,	 por	
otra	 parte	 muy	 inteligentes	 cuando	 se	 trata	 de	 su	 suerte,	 parecera	 salida	 de	 los	 dos	
libros	que	escribi	Mastronardi	sobre	Borges,	el	Borges	y	el	B.,	por	la	irona	y	la	sutileza	
de	los	usos	de	las	subordinadas.		
La	complicidad	de	Gombrowicz	y	Mastronardi	se	funda	en	al	menos	tres	ejes,	sin	poder	
establecer	cul	sera	el	prioritario:	uno	sera	una	amistad	en	la	irona,	en	las	discusiones	
artificiales,	 armadas,	 en	 las	 bromas	 montadas	 escenogrficamente,	 es	 decir,	 en	 un	 tipo	
de	 sensibilidad	 para	 desacralizar	 toda	 la	 solemnidad	 del	 campo	 literario	 que	 tanto	
asqueaba	a	ambos.	Esta	misma	irona	tiene	que	ver	con	que	ambos	son	extranjeros	a	su	
manera:	 Gombrowicz	 no	 solo	 explota	 su	 extranjera	 sino	 que	 desarrolla	 una	 voluntad	
manifiesta	 de	 ser	 outsider;	 Mastronardi,	 el	 fotofbico,	 el	 hombre	 de	 las	 malas	 bromas,	
resisti	 toda	 manera	 de	 socializacin	 literaria,	 e	 hizo	 de	 su	 relato	 provinciano	 una	
relacin	de	extranjera	portea.	Tercero,	pero	no	final,	una	relajada	posicin	respecto	de	
la	sexualidad.	Muchos	escritores,	en	ocasin	de	la	edicin	de	la	Obra	Completa	de	Carlos	
Mastronardi,	 nos	 han	 preguntado	 si	 Mastronardi	 era	 homosexual.	 El	 mismo	 Borges,	
muerto	Mastronardi,	se	sorprenda	y	quera	detalles	respecto	de	la	relacin	que	durante	
aos	Mastronardi	tuvo	con	una	bella	trotskista	brasilea,	como	una	hazaa	poco	comn	
de	ese	discreto,	silencioso,	taciturno	y	sigiloso	entrerriano.	Lo	cierto	es	que	Mastronardi	
fue	un	hombre	que	durante	su	mayor	periodo	de	vida	juvenil	fue	bgamo;	sin	embargo	
se	 mova	 tranquilamente	 en	 crculos	 de	 amigos	 homosexuales,	 y	 se	 nos	 hace	 difcil	
pensar	que	cierta	misoginia	no	fuese	una	de	las	fuentes	de	la	amistad.	Mastronardi	debe	
haber	 visto	 en	 la	 bisexualidad	 de	 Gombrowicz	 un	 nuevo	 escenario	 de	 autonoma,	 de	
desobediencia	 y	 de	 libre	 albedro	 del	 que	 todo	 escritor	 debe	 hacer	 gala	 para	 forjarse	
como	 tal.	 Y	 aqu	 llegamos	 a	 lo	 que	 creemos	 que	 es	 uno	 de	 los	 ejes	 de	 las	 largas	
conversaciones	 que	 mantuvieron,	 que	 tienen	 una	 tpica	 relacionada:	 cmo	 se	 da	 el	
principio	creador,	y	cmo	construirse	como	escritores	en	un	campo	literario	que	estaba	
dominado	 fuertemente	 por	 la	 figura	 de	 Jorge	 Luis	 Borges	 en	 tanto	 autor	 y	 Victoria	
Ocampo	en	tanto	poder	intelectual.		
En	el	ao	1955	Gombrowicz	empieza	a	vivir	solamente	de	su	pluma.	Mastronardi	vuelve	
	                                               184	
a	aparecer	en	Kronos	al	final	de	este	ao:	Las	noches	con	Mastronardi	en	El	Hogar.79	
En	aquel	tiempo,	Gombrowicz	ya	no	trabajaba	en	el	Banco	Polaco,	desde	el	10	de	mayo,	
pero	segua	escribiendo	su	Diario	y	Kronos	y	empezaba	el	primer	esbozo	de	Pornografa.	
Cuatro	meses	ms	tarde,	en	marzo	de	1956,	Gombrowicz	escribe:	Con	Mastronardi		la	
colaboracin	 en	 El	 Hogar.	 De	 hecho,	 Mastronardi	 era	 entonces	 responsable	 de	 la	
seccin	de	crtica	de	libros.	El	6	de	marzo	se	public	una	resea	del	libro	de	Simone	Weil	
La	 gravedad	 y	 la	 gracia	 firmada	 por	 Gombrowicz.	 Es	 muy	 probable	 que	 Mastronardi	
fuese	 el	 corrector	 de	 este	 texto.	 El	 mes	 siguiente	 Gombrowicz	 recibe	 una	 carta	 de	
Mastronardi	 y	 van	 juntos	 a	 una	 recepcin	 en	 la	 familia	 polaca	 Orel	 (Rudolf	 y	 Elzbieta	
Orel).	En	julio,	Gombrowicz,	Mastronardi,	Piera	y	Tomeu	van	a	una	cena	juntos.	Piera	
publicaba	 en	 la	 revista	 El	Hogar	 a	 peticin	 de	 Mastronardi.	 Mastronardi	 publicaba	 sus	
textos	 en	 la	 revista	 de	 Piera,	 El	Cicln.	 En	 octubre	 de	 1956,	 despus	 de	 la	 muerte	 de	
Vicente	 Barbieri	 (en	 los	 aos	 1955-1956	 era	 el	 jefe	 de	 redaccin	 en	 El	 Hogar),	
disminuyen	las	posibilidades	de	colaboracin	en	la	revista,	segn	le	cuenta	Mastronardi.		
Queremos	 detenernos	 en	 este	 texto	 de	 Gombrowicz	 que	 se	 llama	 La	 gravedad	 y	 la	
gracia,	y	es	un	comentario	bibliogrfico	sobre	el	libro	homnimo	de	Simone	Weil	para	
la	revista	El	Hogar	(W.	Gombrowicz,	1956).	Es	un	texto	del	cual	se	podra	decir	escrito	a	
cuatro	manos,	no	porque	tengamos	prueba	de	ello,	sino	porque	la	escritura	no	podra	
atribuirse	 a	 ninguno	 de	 los	 dos.	 En	 este	 texto	 hablan	 del	 cambio	 producido	 en	 la	
literatura	europea	y	norteamericana	de	los	ltimos	aos.	El	tema	es	justamente	que	a	
los	 escritores	 de	 nuestra	 edad,	 ms	 que	 el	 hecho	 esttico	 concreto,	 les	 interesa	 la	
formacin	 de	 su	 personalidad.	 El	 texto	 tiene	 todos	 los	 tics	 de	 los	 comentarios	
bibliogrficos	 de	 Mastronardi:	 prrafos	 en	 barroco,	 giros	 anacrnicos	 conforme	 lo	
evidencia	el	vasto	acervo,	giros	del	tipo	se	ha	dicho	con	acierto,	un	cambio	sutil,	y	el	
clsico	 uso	 de	 la	 forma	 negativa	 para	 afirmar:	 No	 debe	 extraarnos,	 pues,	 que	 la	
literatura	 europea	 actual	 abunde	 menos	 en	 obras	 estticamente	 logradas	 que	 en	
personalidades	interesantes,	sugestivas,	portadoras	de	mundos	intransferibles	y	nicos:	
Kafka,	 Sartre,	 Weil.	 Este	 giro	 negativo	 para	 criticar	 como	 si	 fuera	 una	 forma	 de	
adulacin	es	un	ejemplo	clsico	de	una	de	las	mejores	prosas	ensaysticas	argentinas,	la	
de	 Carlos	 Mastronardi.	 Los	 tres	 autores	 citados	 son	 tres	 autores	 de	 los	 cuales	
Mastronardi	fue	un	cido	lector,	y	para	usar	un	giro	propio,	bajo	cuyos	atractivos	nunca	
se	 dej	 atrapar.	 Como	 si	 esto	 fuera	 poco,	 remata	 en	 este	 artculo	 la	 cita	 de	 Pascal	 y	 la	
stira	a	los	aforismos.	Ahora	bien:	hay	un	prrafo	que	es	tpicamente	gombrowicziano,	y	
que	jams	lo	escribira	Mastronardi:		
79 Subrayados en el original.
	                                                 185	
	
             	 su	 caso,	 (refirindose	 a	 Weil)	 en	 verdad,	 no	 es	 comn:	 una	 juda	 que	
             nunca	se	convirti	al	catolicismo	y	que,	sin	embargo,	se	entreg	a	Cristo	con	
             el	 puro	 fervor	 de	 una	 monja.	 Constituye	 el	 arquetipo	 de	 la	 mujer	 dbil,	
             enfermiza	 y	 fina,	 perteneciente	 a	 la	 clase	 privilegiada	 y	 que,	 no	 obstante,	
             anhela	identificarse	con	la	pobreza,	aceptarla	y	padecerla.	(W.	Gombrowicz,	
             1956)	
	
Prrafo	 gombrowicziano	 por	 varios	 motivos:	 el	 primero	 es	 porque	 Mastronardi	 jams	
cometi	 un	 solo	 error	 sintctico	 como	 en	 este	 caso,	 pero	 lo	 ms	 evidente	 es	 el	 uso	
explcito	 del	 lenguaje:	 trminos	 como	 juda,	 catolicismo,	 monja,	 mujer	 dbil,	 esa	
direccionalidad	de	la	lengua	para	marcar	una	experiencia	de	vida	es	obra	definitiva	del	
polaco.	 El	 artculo	 es	 una	 gran	 stira	 a	 los	 intelectuales	 acomodaticios	 como	 Weil,	
propios	del	mercado,	y	polticamente	correctos.		
Segn	 cuenta	 Juan	 Carlos	 Gmez,	 que	 estaba	 presente	 en	 el	 encuentro,	 se	 trataba	 de	
algunas	alusiones	al	pasado	homosexual	que	Mastronardi	haca	a	Gombrowicz	y	que	le	
molestaban	 mucho.	 Esta	 ancdota	 no	 puede	 ser	 comprobada	 de	 ninguna	 manera.	 Es	
interesante	 que	 Gombrowicz	 poloniza	 la	 palabra	 castellana	 liquidacin,	 liquidar	 con	
alguien	para	hacer	hincapi	en	el	quiebre	de	la	amistad.	Likwidacja	no	se	puede	usar	
en	 polaco	 en	 este	 sentido,	 pero	 Gombrowicz	 us	 este	 sustantivo	 y	 verbo	 en	 su	 forma	
polonizada	 muchas	 veces	 en	 Kronos.	 El	 fin	 de	 amistad	 entre	 hombres	 no	 signific	 el	
quiebre	 de	 respeto.	 Carlos	 Mastronardi	 particip	 en	 la	 edicin	 de	 Cahier	de	lHerne	 de	
1971	y	prepar	una	nota	elogiosa	a	su	amigo	polaco.	Esta	amistad	se	not	tambin	en	el	
folleto	Tres	poetas	a	Polonia,	publicado	en	1941,	en	Buenos	Aires,	para	el	cual	colabor	
con	Jorge	Luis	Borges	y	Ezequiel	Martnez	Estrada.	De	las	actividades	contra	el	racismo	y	
el	antisemitismo	naci	la	idea	de	publicar	un	trabajo	para	reivindicar	el	sufrimiento	del	
pueblo	 polaco.	 En	 aquel	 perodo,	 los	 tres	 (Borges,	 Martnez	 Estrada	 y	 Mastronardi)	 ya	
conocan	 a	 Gombrowicz.	 Quizs	 ser	 mejor	 recordar	 esta	 amistad	 con	 una	 hermosa	
cuarteta	de	Mastronardi,	titulada	Noches	polacas:	
	
             La	tierra,	ya	inhumana,	resplandece	en	silencio.	
             Persiste	en	la	blancura	temida	y	absoluta	
             esta	nieve	sin	huellas,	sobre	un	mundo	abolido,	
             recupera	las	noches	de	ayer:	hijas	del	mrmol.	
	
	
Bibliografa	
	
Gombrowicz,	Rita	(2008).	Gombrowicz	en	Argentina	1939-1963.	Buenos	Aires:	El	Cuenco	
	                                              186	
      de	Plata.	
Gombrowicz,	Witold	(1955).	Contra	los	poetas,	en	El	Cicln,	1/9/55.	Pgs.	9-16.	
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-----	(2009).	Contra	los	poetas.	Madrid:	Sequitur.	
-----	(2013).	Kronos.	Cracovia:	Wydawnictwo	Literackie.	
Ianka,	Alejandro	(1941).	Un	romance	en	Venecia,	en	El	Hogar,	10/1/41.	Pgs.	63,	68.	
Kalicki,	Rajmund	(ed.)	(1984).	Tango	Gombrowicz.	Cracovia:	Wydawnictwo	Literackie.	
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Mastronardi,	 Carlos	 (2010).	 Memorias	 de	 un	 provinciano,	 Obra	 Completa,	 tomo	 I.	 Santa	
      Fe:	Universidad	Nacional	de	Litoral.	
Pla,	Roger	(1972).	Un	muy	mi	amigo,	en	Clarn,	7/12/72.	Pgs.	4-5.	
	                                              187	
	
	
LA	 STIRA	 COMO	 ANTDOTO:	 HUELLAS	 GOMBROWICZIANAS	 EN	 LAS	 ISLAS,	 DE	
CARLOS	GAMERRO	
Laura	Destfanis	
	
	
                                         No	nos	convertimos	en	lo	que	somos,	sino	mediante	la	
                                         negacin	 ntima	 y	 radical	 de	 lo	 que	 han	 hecho	 con	
                                         nosotros.	
                                         Jean-Paul	Sartre	
	
                                         Siempre	 que	 me	 encuentro	 con	 algo	 mstico,	 sea	 la	
                                         virtud	 o	 la	 familia,	 la	 fe	 o	 la	 patria,	 tengo	 que	
                                         cometer	alguna	indecencia.	
                                         Witold	Gombrowicz	
	
	
De	la	multiplicidad	de	aristas	que	presenta	la	literatura	de	Gombrowicz,	en	el	continuum	
que	 constituyen	 sus	 cuentos,	 novelas,	 piezas	 de	 teatro,	 diarios,	 entrevistas,	 artculos	 y	
ensayos,	dos	rasgos	caractersticos	son	sobresalientes:	el	uso	de	recursos	humorsticos	
que	exigen	una	competencia	acusada	de	parte	del	lector,	como	la	irona	y	la	stira,	y	la	
desarticulacin	 de	 las	 formas,	 ya	 estn	 encarnadas	 en	 la	 fe,	 la	 patria,	 los	 modos	 de	
organizacin	 social	 o	 la	 militancia	 poltica.	 Ambos	 rasgos,	 por	 otra	 parte,	 confluyen:	 la	
stira	 y	 la	 irona	 son	 recursos	 poderosos	 para	 horadar	 convenciones	 profundamente	
instaladas	 en	 la	 construccin	 identitaria	 tanto	 individual	 como	 social.	 En	 este	 trabajo	
leer	a	Gamerro	siguiendo	las	huellas	de	Gombrowicz,	para	lo	que	tomar	como	ejemplo	
las	figuras	del	profesor	Pimko	(Ferdydurke)	y	el	profesor	Citatorio	(Las	Islas).	Observar	
cules	 son	 los	 efectos	 crticos	 de	 la	 stira	 cuando	 la	 piedra	 a	 horadar	 es	 el	 discurso	
nacionalista	y	los	mitos	e	ideologas	a	l	asociados.	
Podramos	 decir	 que	 Gombrowicz	 dedica	 buena	 parte	 de	 su	 escritura	 a	 dar	 batalla,	
desde	 el	 humor	 sarcstico,	 a	 toda	 forma	 de	 lo	 cultural	 que	 se	 jacta	 de	 instituida.	 Un	
movimiento	permanente	en	pos	de	la	incomodidad	y	la	no-instalacin	permiten	pensar	
que	ese	cuarto	de	siglo	en	Argentina	no	es	producto	de	la	imposibilidad	del	regreso	sino	
de	 una	 bsqueda	 filosfica,	 literaria	 y	 vital:	 de	 ah	 que	 a	 Gombrowicz	 lo	 defina,	 acaso,	
una	pre-posicin,	nunca	una	posicin:	entre.		
	
             	 a	 principios	 de	 siglo	 ramos	 una	 familia	 desarraigada,	 cuya	 situacin	
             social	 no	 estaba	 del	 todo	 clara,	 entre	 Lituania	 y	 la	 Polonia	 del	 Congreso,	
             entre	el	campo	y	la	industria,	entre	lo	que	se	conoce	como	buena	sociedad	
	                                                188	
              y	otra	ms	mediocre.	Son	solo	los	primeros	de	esos	entre	que	en	adelante	
              se	 multiplicarn	 hasta	 el	 punto	 de	 convertirse	 casi	 en	 mi	 residencia,	 en	 mi	
              verdadera	patria.	(Gombrowicz,	1991:	28)	
	
La	novela	Las	Islas	(1998),	de	Carlos	Gamerro,	puede	ser	pensada	como	una	summa	fin	
de	 siglo	 que	 recoge	 con	 genialidad	 no	 solo	 las	 problemticas	 que	 atraviesan	 los	 dos	
siglos	de	historia	argentina	sino	muchas	de	las	marcas	literarias	ms	significativas	que	
han	narrado	este	espacio,	entre	ellas	la	de	Gombrowicz,	por	su	fuerte	apuesta	a	formas	
del	 humor	 que	 posibilitan	 roer	 el	 hueso	 de	 un	 discurso	 de	 ardua	 construccin	 en	
Argentina:	 el	 de	 la	 identidad	 nacional.	 No	 es	 casual	 que	 en	 Polonia,	 que	 a	 pesar	 de	 las	
enormes	 diferencias	 comparte	 con	 Argentina	 el	 carcter	 de	 nacin	 perifrica,	
Gombrowicz	haya	dado	la	misma	batalla	contra	un	complejo	de	inferioridad	cultural	que	
crispa	y	lleva	al	grotesco	el	carcter	nacionalista	de	ciertas	instituciones	y/o	personajes	
histricos.	 Esta	 problemtica,	 que	 es	 trabajada	 tanto	 por	 Gombrowicz	 como	 por	
Gamerro	 en	 distintos	 textos	 y	 con	 diversos	 matices,	 puede	 verse	 con	 claridad	 en	 el	
recorte	de	dos	personajes	de	ficcin	que	encarnan	de	manera	aguda,	mediante	la	stira,	
el	cruce	entre	nacionalismo	e	irona:	los	profesores	Pimko	(Ferdydurke)	y	Citatorio	(Las	
Islas).	
Con	respecto	al	momento	de	escritura	de	Ferdydurke	(1937),	dice	su	autor:		
	
              Al	borde	de	la	desesperacin,	hacia	mi	vigsimo	ao	de	vida	decid	escribir	
              una	novela	que	fuera	mala	deliberadamente,	escribirla	con	lo	que	haba	en	
              m	 de	 perverso,	 de	 vergonzoso,	 de	 inconfesable.	 Quin	 sabe	 si	 no	 fue	
              precisamente	eso	lo	ms	audaz	que	he	escrito	nunca	y	lo	ms	valioso	()	
              Me	hallaba	siempre	entre,	no	estaba	adscrito	a	nada.	(Gombrowicz,	1991:	
              35-36)	
	
Esta	 circunstancia	 de	 desacomodacin,	 que	 liga	 directamente	 segn	 las	 palabras	 del	
propio	autor	en	la	cita	anterior	su	experiencia	vital	con	la	escritura,	se	materializa	en	
Kowalski,	 el	 narrador,	 que	 se	 encuentra	 en	 estado	 de	 permanente	 umbral,	 esto	 es,	 en	
pleno	pasaje:	de	la	noche	al	da,	del	sueo	a	la	vigilia,	de	la	juventud	hacia	la	adultez.	En	
las	 primeras	 pginas	 de	 Ferdydurke	 (El	 rapto,	 en	 Gombrowicz,	 2001:	 29-43)	 cuenta	
cmo	un	martes,	a	poco	de	cruzar	el	Rubicn	de	sus	treinta	aos	nel	mezzo	del	cammin	
di	 nostra	 vita	 cuya	 selva,	 dice,	 era	 verde,	 adems	 de	 oscura,	 despert	 a	 esa	 hora	
indefinida	 entre	 la	 noche	 y	 el	 alba.	 La	 sealada	 inmadurez	 frente	 a	 las	 demandas	 del	
mundo	 le	 generan	 una	 sensacin	 de	 inestabilidad,	 reforzada	 por	 el	 sueo	 del	 que	
recientemente	despierta,	en	el	que	se	ve	adolescente:	Me	vi	tal	como	era	cuando	tena	
quince	o	diecisis	aos,	en	esta	mi	fase	pasajera	e	intermedia	(30).	Su	cuerpo,	que	se	
debate	burlonamente	entre	la	impubertad	y	la	adultez,	lo	atemoriza	de	manera	atroz,	en	
	                                                189	
transicin	permanente	de	la	risa	al	pavor:	Porque	en	la	realidad	era	yo	tan	indefinido	y	
estaba	tan	deshecho	como	en	el	sueo	(30).	
Esta	 confluencia	 de	 la	 risa	 y	 el	 pavor	 es	 la	 que	 encontraremos	 en	 Las	 Islas,	 de	 Carlos	
Gamerro	(tempranamente	sealado	por	Martn	Kohan,	1999),	cuyo	protagonista,	Felipe	
Flix,	un	hacker	veterano	de	la	guerra	de	Malvinas,	tambin	se	encuentra	al	borde	de	la	
treintena,	con	un	cuerpo	desacomodado	ya	no	por	la	resistencia	a	entrar	en	las	formas	
impuestas	por	la	sociedad	sino	por	la	brutalidad	con	que	la	historia	pblica	atraves	su	
biografa	y	aun	su	biologa:	lleva	consigo,	como	souvenir	de	la	guerra,	un	pedazo	de	casco	
incrustado	 en	 la	 cabeza.	 Su	 rapto	 por	 parte	 del	 Estado,	 tanto	 ms	 terrible	 que	 en	 el	
caso	 de	 Kowalski,	 se	 produjo	 diez	 aos	 antes	 en	 su	 vida,	 en	 plena	 adolescencia,	 y	 el	
regreso	 no	 fue	 hacia	 la	 escuela	 sino	 hacia	 el	 cuartel.	 De	 este	 modo,	 la	 fatal	 prueba	 de	
maduracin	 para	 Felipe	 Flix	 sera	 la	 guerra,	 a	 diferencia	 de	 Kowalski,	 que	 intenta	
probar	su	madurez	ante	el	mundo	mediante	la	escritura	de	una	novela	engendrada,	no	
obstante,	 con	 la	 parte	 inferior;	 el	 impulso	 vital	 y	 el	 impulso	 creativo	 aparecen	 aqu	
equiparados,	razn	por	la	cual	parece	estarle	(felizmente)	negada	la	consecucin	de	esa	
esperada	 novela	 notoria	 y	 chatamente	 madura	 (Gombrowicz,	 2001:	 31).	 Dispuesto	 a	
escribir,	su	mpetu	se	ve	interrumpido	por	la	llegada	del	profesor	Pimko:	
	
              Ah,	 crear	 la	 forma	 propia!	 Expresarse!	 Expresar	 tanto	 lo	 que	 est	 en	 m	
              claro	y	maduro,	como	lo	que	todava	est	turbio,	fermentado!	Que	mi	forma	
              nazca	de	m,	que	no	me	sea	hecha	por	nadie!	La	excitacin	me	empuja	hacia	
              el	 papel!	 Saco	 el	 papel	 del	 cajn	 y	 he	 ah	 que	 empieza	 la	 maana,	 el	 sol	
              inunda	 el	 cuarto,	 la	 sirvienta	 trae	 caf	 con	 leche,	 croissants,	 y	 yo,	 entre	 las	
              formas	relucientes	y	cinceladas,	empiezo	a	escribir	las	primeras	pginas	de	
              una	 obra,	 de	 mi	 propia	 obra,	 de	 una	 obra	 como	 yo,	 idntica	 a	 m,	
              proveniente	de	m;	de	una	obra	que	me	afirma	soberanamente	contra	todo	y	
              contra	todos,	cuando	de	repente	suena	el	timbre,	la	sirvienta	abre	la	puerta	
              y	 aparece	 en	 ella	 T.	 Pimko,	 doctor	 y	 profesor	 o,	 mejor	 dicho,	 maestro,	 un	
              culto	 fillogo	 de	 Cracovia,	 pequeo,	 debilucho,	 calvo	 y	 con	 lentes,	 con	
              pantalones	rayados	y	chaqueta,	uas	sobresalientes	y	amarillas,	zapatos	de	
              gamuza	amarillos.	
              Conocis	al	profesor?	Al	profesor?	(37-38)	
	
La	 entrada	 del	 profesor	 Pimko	 en	 la	 historia	 plantea	 un	 pliegue	 valiossimo,	 que	
responde	 a	 una	 propuesta	 explcita	 de	 Gombrowicz:	 la	 escritura	 y	 la	 vida	 no	 tienen	
solucin	 de	 continuidad	 (hecho	 que,	 desde	 el	 punto	 de	 vista	 del	 autor,	 distancia	 su	
propuesta	 de	 la	 de	 Borges	 tambin	 l	 crtico	 con	 el	 nacionalismo	 y	 gran	 ironista,	
aunque	 con	 caractersticas	 propias	 y	 distintas).80	Por	 este	 motivo,	 podemos	 hablar	 de	
la	obra	de	Gombrowicz	como	un	continuum,	en	el	que	las	formas	y	los	gneros	literarios	
80 Tomo la idea de pliegue tal como la propone Carlos Gamerro en Ficciones barrocas (2010).
	                                                 190	
tambin	 son	 inestables,	 a	 tono	 con	 toda	 su	 propuesta,	 y	 los	 estatutos	 de	 ficcin	 son	
puestos	 en	 cuestin;	 tal	 es	 el	 caso	 del	 Diario,	 sobre	 el	 que	 en	 reiteradas	 ocasiones	 el	
autor	sostiene	que	cuanto	ms	sincero	se	presenta,	ms	falaz	acaba	siendo,	por	lo	que	l	
no	pretende	sinceridad	con	el	suyo.	
	
              Estoy,	amigos,	muy	contento	de	poder	repartir	mi	trabajo	entre	la	novela	y	
              el	diario.	En	la	novela	me	entrego	como	siempre	al	arte,	canto	para	m	y	para	
              las	 Musas,	 cuidando	 solo	 de	 que	 la	 cuerda	 est	 lo	 ms	 tensa	 posible	 y	 el	
              canto	vibre.	Pero	en	los	tiempos	de	hoy	la	tarea	del	escritor	no	termina	ah	
              porque	a	la	palabra	se	le	exige	que	sea	instrumento	de	nuestro	devenir	en	el	
              mundo,	 algo	 ntimamente	 ligado	 a	 la	 vida	 y	 a	 la	 otra	 gente.	 (Gombrowicz,	
              1987:	163)	
	
La	 aparicin	 de	 Pimko,	 entonces,	 bifurca	 el	 relato:	 la	 escritura	 a	 la	 que	 se	 dispona	
Kowalski,	en	un	primer	nivel	de	ficcin,	se	ve	interrumpida;	a	su	vez,	la	llegada	de	este	
personaje	puede	ser	leda	como	el	comienzo	de	esa	novela	que	estaba	dispuesto	a	iniciar	
sobre	 el	 papel	 que	 acababa	 de	 tomar	 de	 un	 cajn:	 la	 inverosimilitud	 del	 proceder	 de	
Pimko	 permite	 ser	 leda	 como	 una	 invencin	 de	 Kowalski.	 A	 partir	 de	 este	 punto	 de	
inflexin	comenzara,	por	tanto,	otra	historia.	Kowalski	ser	raptado	por	Pimko	o	bien,	
por	la	escritura,	siguiendo	esta	hiptesis	de	lectura	y	comenzar	el	aleccionamiento	y	
su	 contraparte:	 el	 uso	 de	 la	 stira	 como	 antdoto	 de	 la	 Forma.81	La	 carga	 irnica	 que	
Gombrowicz	vuelca	de	la	mano	de	este	personaje,	el	profesor	Pimko,	presenta	el	camino	
hacia	la	madurez	en	clave	de	farsa.	Las	intervenciones	del	profesor	irn	diluyendo	uno	a	
uno	 los	 lugares	 comunes	 de	 la	 formacin	 de	 la	 conciencia	 nacional	 en	 la	 Polonia	 de	 la	
poca,	proceso	que	se	ver	reforzado	de	aqu	en	ms	por	Gombrowicz	a	lo	largo	de	su	
obra,	de	manera	muy	explcita	en	Trans-Atlntico	(1953)	en	lo	que	respecta	a	la	cuestin	
nacional.		
	
              No	 lo	 niego:	 Trans-Atlntico	 es,	 entre	 otras	 cosas,	 tambin	 una	 stira,	 y	
              tambin	 un	 intenso	 ajuste	 de	 cuentas,	 no	 con	 una	 Polonia	 en	 particular,	
              entendmonos,	 sino	 con	 aquella	 Polonia	 creada	 por	 las	 condiciones	 de	 su	
              existencia	 histrica	 y	 por	 su	 dislocacin	 en	 el	 mundo	 (o	 sea	 con	 la	 Polonia	
              dbil).	 Convengo	 tambin	 que	 Trans-Atlntico	 es	 una	 nave	 corsaria	 que	
              contrabandea	una	fuerte	carga	de	dinamita,	con	la	intencin	de	hacer	saltar	
              por	 el	 aire	 los	 sentimientos	 nacionalistas	 hasta	 hace	 poco	 vigentes	 entre	
              nosotros.	Es	ms,	eso	oculta	en	su	interior	una	explcita	propuesta	que	tiene	
              que	 ver	 con	 aquel	 sentimiento:	 superar	 la	 polonidad.	 Aflojar	 esa	 relacin	
              que	 nos	 vuelve	 esclavos	 de	 Polonia	 ()	 aunque	 sigamos	 siendo	 polacos,	
              busquemos	 ser	 algo	 ms	 amplio	 y	 superior	 al	 polaco	 ()	 Le	 sugerira	 lo	
              mismo	a	las	personas	pertenecientes	a	otras	naciones,	ya	que	el	problema	se	
81	Utilizo	la	mayscula	tal	y	como	lo	hizo	Gombrowicz,	en	ocasiones,	para	referirse	a	los	modos	
del	statu	quo	o	de	la	cultura	dominante.	
	                                                191	
           refiere	 no	 tanto	 a	 la	 relacin	 entre	 un	 polaco	 y	 Polonia,	 sino	 entre	 un	
           individuo	y	la	nacin	a	la	que	pertenece.	(Gombrowicz,	2003:	8-9)	
La	escena	de	escritura,	planteada	tempranamente	en	Ferdydurke	remite	as	al	conjunto	
de	la	obra	del	autor,	fundida	con	su	actitud	vital:	patant,	su	escritura	vehiculiza	y	a	la	
vez	reflexiona	sobre	un	modo	de	vida	que	no	cesa	de	desinstalarse,	tomando	para	s,	y	
de	manera	anticipada,	una	metodologa	propia	de	las	vanguardias	que,	sin	embargo,	no	
se	fosiliza	nunca.	El	movimiento,	la	incomodidad	y	el	extraamiento	se	hacen	carne	en	la	
materialidad	 lingstica	 que	 plantea	 su	 obra	 mediante	 una	 multiplicidad	 de	 recursos	
(neologismos,	portmanteaux,	juegos	de	palabras,	el	propio	recurso	de	la	irona),	llevados	
al	 extremo,	 como	 si	 de	 una	 mise	en	abyme	 se	 tratara,	 por	 la	 traduccin	 de	 Ferdydurke,	
cuya	leyenda	constituye	otro	hito	de	la	traduccin	rioplatense,	que	entra	en	serie	con	la	
famosa	presentacin	de	Borges	de	la	ltima	pgina	del	Ulysses	para	el	sexto	nmero	de	
la	revista	Proa	(Buenos	Aires,	1925).	En	la	cuestin	de	la	traduccin	se	ven	implicadas	
no	solo	las	problemticas	meramente	lingsticas	sino	culturales,	que	afectan	de	manera	
directa	 al	 desentraamiento	 de	 la	 fuerte	 crtica	 que	 propone	 Gombrowicz	 irona	
mediante,	 esto	 es,	 al	 desciframiento	 que	 exige	 al	 lector,	 como	 decamos,	 una	 alta	
competencia:	
	
             Si	 captar	 una	 irona	 en	 la	 comunicacin	 oral	 no	 resulta	 difcil,	 puesto	 que,	
             aparte	de	la	gestualidad	y	entonacin	llamativas	de	nuestro	interlocutor,	lo	
             ms	 normal	 es	 que	 estemos	 perfectamente	 al	 corriente	 de	 sus	 ideas	 y	
             opiniones,	en	la	literatura	la	decodificacin	es	mucho	ms	problemtica:	el	
             lector	 debe	 poner	 mucho	 de	 su	 parte	 para	 hacerse	 cmplice	 de	 alguien	 al	
             que	no	conoce,	que	tal	vez	sea	de	otra	poca	y	otra	cultura	muy	diferentes	a	
             la	 suya,	 y	 que	 ha	 confiado	 toda	 su	 posible	 intencin	 irnica	 a	 la	 sola	
             literalidad	de	su	escrito.	(Ballart,	1994:	428)	
	
Gamerro	 recoge	 el	 guante	 sabindolo	 o	 no:	 no	 cabe	 aqu	 afirmar	 que	 se	 trate	 de	 una	
alusin	 explcita,	 como	 s	 ocurre	 en	 el	 intertexto	 con	 otros	 autores	 lanzado	 por	
Gombrowicz	 en	 el	 prlogo	 a	 Trans-Atlntico.	 En	 Las	 Islas,	 un	 grupo	 de	 veteranos	 de	
Malvinas	asiste	a	los	cursos	que	ofrece	la	Asociacin	Virreinal	Argentina,	donde	imparte	
sus	clases	el	profesor	Citatorio.	
	
             La	 Asociacin	 Virreinal	 se	 fund	 con	 el	 objetivo	 de	 restaurar	 las	 fronteras	
             nacionales	a	los	lmites	histricos	del	Virreinato	del	Ro	de	la	Plata	(para	lo	
             cual	propone,	entre	otras	cosas,	reconquistar	Bolivia,	Paraguay	y	Uruguay	e	
             invadir	Chile	y	Brasil)	pero	decay	mucho	en	los	ltimos	aos,	de	bajo	perfil	
             pico,	 y	 para	 costear	 los	 gastos	 mnimos	 dan	 cursos	 de	 historia	 nacional,	
             poltica	 nacional,	 folklore	 nacional,	 msica	 nacional	 y	 cuanta	 disciplina	
             pueda	 cargar	 con	 el	 adjetivo.	 Tienen	 un	 convenio	 con	 los	 ex	 combatientes	
             mediante	 el	 cual	 les	 dan	 cursos	 gratis	 con	 certificado,	 y	 salvo	 yo	 todos	 los	
             del	grupo	lo	estaban	tomando	por	tercera	vez.	(Gamerro,	1998:	50)	
	                                               192	
	
Antisemitismo,	 xenofobia	 y	 teoras	 conspirativas	 segn	 las	 cuales	 israeles	 y	 chilenos	
quisieron	apropiarse	de	las	Malvinas	y	la	Patagonia	para	fundar	all	la	Nueva	Jerusaln	
(55)	le	permiten	a	Citatorio	afirmar,	de	paso,	que	en	realidad	Argentina	gan	la	guerra,	
ya	 que	 impidi	 este	 propsito.	 Como	 ocurre	 con	 Pimko,	 los	 alumnos	 se	 burlan	
abiertamente	de	la	mana	paranoica	de	este	personaje,	que	asume	todos	los	fantasmas	
agitados	 por	 el	 nacionalismo	 en	 Argentina	 en	 pos	 de	 una	 supuesta	 defensa	 de	 la	
integridad	social.	La	metfora	biolgica	no	deja	de	estar	presente,	ya	no	como	durante	
la	 ltima	 dictadura	 sealando	 al	 marxismo	 como	 un	 cncer	 a	 extirpar,	 sino	 en	 la	
satrica	variante	que	ve	en	la	cartografa	demonios	y	figuraciones:	
	
             	 si	 mirs	 el	 mapa	 de	 Chile	 realmente	 parece	 una	 serpiente.	 Mir,	 la	 cola	
             sera	Tierra	del	Fuego.	Pudo	poner	sus	huevos	en	el	Atlntico	despus	de	lo	
             del	Beagle.	Y	no	me	vas	a	negar	que	las	Islas	parecen	dos	huevos	estrellados	
             ()	La	Argentina	es	una	pija	parada	lista	para	procrear,	y	las	Malvinas	son	
             sus	pelotas.	Cuando	las	recuperemos	volver	la	fertilidad	a	nuestras	tierras,	
             y	seremos	una	gran	nacin	como	soaron	nuestros	prceres!	(55-56)	
	
Abordar	la	cuestin	Malvinas	es	un	asunto,	quizs,	de	los	ms	delicados	en	el	cruce	de	
la	literatura	con	la	historia	reciente	de	Argentina.	Salvo	escassimas	excepciones,	el	lugar	
de	confluencia	en	los	distintos	posicionamientos	con	respecto	al	conflicto	en	el	Atlntico	
Sur,	desde	las	ms	variadas	posturas,	coinciden	en	la	consideracin	de	que	se	trata	de	un	
reclamo	justo	de	parte	del	Estado	Argentino	(Vitullo,	2012).	En	estos	momentos	ocupa,	
adems,	 un	 lugar	 de	 relevancia	 en	 la	 agenda	 del	 gobierno	 nacional	 en	 lo	 relativo	 a	
cuestiones	 de	 poltica	 exterior.	 Por	 todo	 esto,	 las	 mscaras	 del	 humor	 funcionan	 como	
un	 modo	 de	 interponer	 distancia	 respecto	 de	 lo	 narrado	 para	 posibilitar	 una	 crtica	
corrosiva	al	suceso,	ya	desde	la	tempransima	propuesta	de	Fogwill	(1983).	Tanto	para	
Pimko	como	para	Citatorio,	la	stira	funciona	como	un	antdoto	ante	ideas	que,	lejos	de	
ser	 estrambticas,	 siguen	 estando	 presentes	 en	 instituciones	 del	 Estado	 y,	 desde	 ya,	
tambin	 en	 mbitos	 privados,	 como	 una	 herencia	 histrica	 de	 largusima	 data,	
reforzada	en	cada	uno	de	los	golpes	de	Estado	que	han	hilvanado	la	historia	argentina	de	
los	ltimos	cien	aos.	La	irona	y	el	calco	pardico	permiten	sealar	el	absurdo	trgico	
de	la	muerte	all	donde	una	referencia	realista	puede	resultar	insoportable.	Ferdydurke,	
novela	 de	 desaprendizaje,	 es	 uno	 de	 los	 aportes	 centralsimos	 a	 la	 ruptura	 con	 el	
nacionalismo	que,	junto	con	Joyce	y	con	Borges,	se	han	hecho	desde	la	periferia.	
	
	
Bibliografa	
	                                              193	
	
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	                                              194	
	
WITOLD	 GOMBROWICZ	 Y	 RODOLFO	 KUSCH.	 ANVERSO	 Y	 REVERSO	 DE	 UNA	
BSQUEDA	CRTICA	A	LA	RACIONALIDAD	MODERNA	
Martn	Lavella	
	
	
Witold	Gombrowicz	en	su	Diario	argentino	narra	tres	escenas	que	suceden	en	la	ciudad	
de	Santiago	del	Estero	en	1958.	All	se	encuentra	una	ntima	bsqueda	de	la	esencia	de	
la	belleza.	Adems,	hace	consideraciones	sobre	poltica,	esttica	y	moral.	En	la	ltima	de	
las	 escenas,	 hace	 referencia	 al	 concepto	 hegeliano	 de	 quantit	 ngligeable.	 Dicha	
nocin	forma	parte	del	cuestionamiento	a	la	dialctica	hegeliana	de	los	aos	50-60.	En	la	
revista	 Dimensin,	 dirigida	 por	 Francisco	 Ren	 Santucho,	 Rodolfo	 Kusch	 publica	 el	
Hedor	 de	 Amrica,	 que	 despus	 se	 transformar	 en	 la	 introduccin	 de	 Amrica	
profunda,	 donde	 se	 cuestionan	 los	 alcances	 de	 la	 razn	 occidental	 a	 travs	 de	 la	
oposicin	 conceptual	 entre	 hedor	 y	 pulcritud.	 Mostraremos	 la	 complementariedad	
de	ambas	reflexiones,	que	configuran	el	anverso	y	el	reverso	de	una	crtica	de	la	filosofa	
moderna.	
En	 el	 captulo	 IX	 de	 su	 Diario,	 Witold	 Gombrowicz	 relata	 su	 estada	 en	 la	 ciudad	 de	
Santiago	del	Estero,	en	el	invierno	de	1958.	En	las	pginas	del	diario	narra	un	encuentro	
que	mantuvo	con	Francisco	Ren	Santucho,	en	un	bar	de	la	ciudad	capital	santiaguea:	
Martes.	Por	la	tarde	rendez-vous	con	Santucho	(uno	de	los	hombres	de	letras	y	redactor	
de	 la	 revista	 Dimensin)	 en	 el	 caf	 Ideal	 (Gombrowicz,	 2006:	 194).	 Transcribimos	 la	
descripcin	que	realiza	de	la	escena,	con	un	marcado	sensualismo:		
	
             Huele	 a	 Oriente.	 A	 cada	 momento	 unos	 pillos	 atrevidos	 me	 meten	 en	 las	
             narices	billetes	de	la	lotera.	Luego	un	anciano	con	setenta	mil	arrugas	hace	
             lo	 mismo;	 me	 mete	 los	 billetes	 en	 las	 narices	 como	 si	 fuera	 un	 nio.	 Una	
             ancianita,	 extraamente	 disecada	 al	 estilo	 indio,	 entra	 y	 me	 pone	 unos	
             billetes	 bajo	 las	 narices.	 Un	 nio	 me	 toma	 el	 pie	 y	 quiere	 limpiar	 mis	
             zapatos;	otro,	con	una	esplndida	cabellera	india,	erizada,	le	ofrece	a	uno	el	
             peridico.	Una	maravilla-de-muchacha-odalisca-hur,	tierna,	clida,	elstica,	
             lleva	 del	 brazo	 a	 un	 ciego	 entre	 las	 mesitas	 y	 alguien	 lo	 golpea	 a	 uno	
             suavemente	por	atrs:	un	mendigo	con	una	cara	triangular	y	menuda.	Si	en	
             este	caf	hubiera	entrado	una	chiva,	una	mula,	un	perro,	no	me	asombrara.	
             (194)	
	
Encontramos	una	enumeracin,	casi	cinematogrfica,	de	sensaciones	que	se	imponen	al	
lector.	Si	bien	son	mayormente	visuales,	el	olfato	abre	la	escena	como	un	teln	de	fondo:	
Huele	a	Oriente.	A	continuacin	leemos	la	ancdota:		
             	
	                                              195	
            Estaba	sentado	con	Santucho,	que	es	fornido,	con	una	cara	terca	y	olivcea,	
            apasionada,	con	una	tensin	hacia	atrs,	enraizada	en	el	pasado.	Me	hablaba	
            infatigablemente	 sobre	 las	 esencias	 indias	 de	 estas	 regiones.	 Quines	
            somos?	 No	 lo	 sabemos.	 No	 nos	 conocemos.	 No	 somos	 europeos.	 El	
            pensamiento	 europeo,	 el	 espritu	 europeo,	 es	 lo	 ajeno	 que	 nos	 invade	 tal	
            como	 antao	 lo	 hicieron	 los	 espaoles;	 nuestra	 desgracia	 es	 poseer	 la	
            cultura	de	se,	su	mundo	occidental,	con	la	que	nos	han	saturado	como	si	
            fuera	una	capa	de	pintura,	y	hoy	tenemos	que	servirnos	del	pensamiento	de	
            Europa,	 del	 lenguaje	 de	 Europa,	 por	 falta	 de	 nuestras	 esencias,	 perdidas,	
            indoamericanas.	 Somos	 estriles	 porque	 incluso	 sobre	 nosotros	 mismos	
            tenemos	que	pensar	a	la	europea!	Escuchaba	aquellos	razonamientos,	tal	
            vez	un	tanto	sospechosos,	pero	estaba	contemplando	a	un	chango	sentado	
            dos	mesitas	ms	all	con	su	muchacha;	tomaban:	l,	vermut;	ella,	limonada.	
            Estaban	sentados	de	espaldas	a	m	y	poda	adivinar	su	aspecto	basndome	
            solamente	 en	 ciertos	 indicios	 tales	 como	 la	 disposicin,	 la	 inmovilidad	 de	
            sus	miembros,	esa	libertad	interior	difcil	de	describir	de	los	cuerpos	giles.	
            (194-195)	
	
Horacio	 Gonzlez	 denomina	 a	 esta	 puesta	 entre	 parntesis	 del	 discurso	 poltico	 de	
Francisco	Ren	Santucho	como:	
	
            	la	contraposicin	entre	el	ideario	poltico	expresado	en	el	discurrir	de	un	
            militante	 (no	 solo	 ese	 indoamericanismo,	 sino	 cualquier	 ideario	
            verbalizado)	 y	 el	 mundo	 sensual	 circundante.	 Esa	 puesta	 de	 la	 conciencia	
            frente	 a	 un	 antagonismo	 irresoluble,	 est	 precedida	 de	 una	 pintura	 muy	
            vivaz	 del	 ambiente,	 donde	 acenta	 el	 detalle	 extico	 y	 el	 revoltillo	 gozoso	
            que	produce	el	mismo	clima	indoamericano	que	no	obstante	le	incomoda	
            cuando	lo	expone	Francisco	Santucho.	(Gonzlez,	1999:	402)	
	
A	continuacin,	en	el	Diario,	Gombrowicz	desplaza	el	centro	de	su	atencin	hacia	lo	que	
se	le	ofrece	como	belleza;	el	discurso	poltico	cede	su	paso	a	una	bsqueda	esttica:	
	
            Y	no	s	por	qu	()	el	hecho	es	que	me	pareci	que	esos	rostros	invisibles	
            deban	 ser	 bellos,	 es	 ms,	 muy	 hermosos,	 y	 quizs	 cinematogrficamente	
            elegantes,	 artsticos...	 de	 pronto	 ocurri	 no	 s	 cmo,	 algo	 como	 que	 entre	
            ellos	 estaba	 contemplada	 la	 tensin	 ms	 alta	 de	 la	 belleza	 de	 aqu,	 de	
            Santiago...	 y	 tanto	 ms	 probable	 me	 pareca	 ya	 que	 realmente	 el	 mero	
            contorno	de	la	pareja,	tal	como	desde	mi	asiento	la	vea,	era	tan	feliz	cuanto	
            lujoso.	(Gombrowicz,	2006:	195)	
	
Como	si	se	tratara	de	una	revelacin,	est	ante	el	secreto	de	lo	bello,	esencia	oculta	en	
esa	pareja.	Por	su	parte,	Gonzlez	sugiere	que:	
	
            La	escena	de	amor	que	contempla	le	sugiere	la	imposibilidad	de	enamorarse	
            del	procedimiento	poltico,	al	que,	sin	embargo,	en	este	caso,	describe	en	sus	
            matices	ms	precisos,	dejando	un	documento	excepcional	del	fraseo	con	el	
            que	se	expresan	ese	antieuropesmo	y	antioccidentalismo	que	parta	quizs	
            a	la	manera	de	Rodolfo	Kusch,	de	una	crtica	a	las	posiciones	eurocntricas	
	                                             196	
             de	las	figuras	de	la	razn.	(Gonzlez,	1999:	402-3)	
	
Siguiendo	 la	 intuicin	 del	 artista,	 asume	 el	 rol	 de	 esteta,	 abandonando	 ya	 el	 discurso	
poltico	en	boca	de	Santucho.	Y	encara	el	ltimo	paso	para	alcanzar	el	preciado	secreto:	
	
             Al	 fin	 no	 resist	 ms.	 Ped	 permiso	 a	 Santucho	 (que	 abundaba	 sobre	 el	
             imperialismo	 europeo)	 y	 fui	 a	 pedir	 un	 vaso	 de	 agua...	 pero	 en	 realidad	 lo	
             que	quera	era	verle	los	ojos	al	secreto	que	me	atormentaba,	para	verles	las	
             caras...	 Estaba	 seguro	 de	 que	 aquel	 secreto	 se	 me	 revelara	 como	 una	
             aparicin	 del	 Olimpo,	 en	 su	 archiexcelsitud,	 y	 divinamente	 ligero	 como	 un	
             potrillo!	 Decepcin!	 El	 chango	 se	 hurgaba	 los	 dientes	 con	 un	 palillo	 y	 le	
             deca	algo	a	la	chica,	quien	mientras	tanto	se	coma	los	manes	servidos	con	
             el	vermut,	pero	nada	ms...	nada...	nada...	a	tal	punto	que	casi	me	ca,	como	si	
             le	hubiesen	cortado	la	base	a	mi	adoracin.	(Gombrowicz,	2006:	196)		
	
La	promesa	queda	incumplida,	la	revelacin	defraudada,	casi	una	cada	ante	esa	nada,	
nada,	como	relata	el	escritor	polaco.	Gonzlez	escribe:		
	
             Sin	embargo,	tambin	la	escena	de	amor,	promesa	de	hedonismos	artsticos	
             primitivistas	y	voluptuosos,	consigue	defraudarlo.	Tambin	Grombrowicz,	el	
             adorador	de	las	realidades	inmaduras,	vea	desplomarse	su	devocin	ante	
             cada	 embate	 de	 vulgaridad	 que	 quebraba	 su	 impulso	 epicreo.	 (Gonzlez,	
             1999:	403)	
	
Esa	 nada	 que	 a	 Gombrowicz	 se	 le	 revela	 en	 lo	 vulgar,	 en	 lo	 cotidiano,	 se	 le	 impone	
tambin	 a	 la	 reflexin	 del	 esteta	 y	 al	 sentir	 del	 artista,	 como	 una	 doble	 imposibilidad.	
Fracaso	 por	 partida	 doble:	 imposibilidad	 de	 ser	 seducido	 por	 el	 discurso	 poltico,	
decepcin	ante	la	esperanza	puesta	en	un	simple	suceso	cotidiano.	
Una	 segunda	 escena	 sigue	 a	 la	 que	 comentamos	 en	 este	 captulo	 del	 Diario,	 que	
Gombrowicz	califica	como	una	extraa	repeticin	anteayer	de	la	escena	con	Santucho	
en	 el	 caf,	 aunque	 en	 otra	 variante	 (Gombrowicz,	 2006:	 196).	 En	 esta	 ocasin	 no	 hay	
descripcin	previa:	
	
             Restaurante	 del	 hotel	 Plaza.	 Estoy	 en	 la	 mesita	 del	 doctor	 P.	 M.,	 abogado,	
             quien	 representa	 en	 Santiago	 la	 majestad	 de	 la	 sabidura,	 contenida	 en	 su	
             biblioteca;	 con	 nosotros,	 su	 barra,	 o	 sea	 el	 grupo	 de	 compaeros	 de	 caf,	
             un	 mdico,	 varios	 comerciantes...	 Yo,	 lleno	 de	 las	 mejores	 intenciones,	 me	
             entrego	 a	 una	 conversacin	 sobre	 poltica,	 cuando...	 Oh!	 ya	 estoy	
             capturado!..	all,	no	lejos,	se	sienta	una	pareja	fabulosa...	y	se	anegan	el	uno	
             en	 el	 otro,	 como	 si	 un	 lago	 se	 ahogara	 en	 otro	 lago.	 Otra	 vez	 la	 belleza!	
             (197)	
	
Se	 repite	 el	 procedimiento	 de	 la	 escena	 con	 Santucho.	 La	 incomodidad	 con	 la	
conversacin	sobre	poltica	y	la	promesa	de	belleza	al	esteta,	ms	all	de	la	conversacin	
	                                                197	
intelectual,	de	la	discusin	poltica:	
	
             	 yo,	 esclavo	 enamorado	 a	 muerte	 y	 apasionado,	 yo,	 artista...	 Y	 vuelvo	 a	
             preguntarme	cmo	es	posible	que	semejantes	maravillas	se	sienten	en	estos	
             restaurantes	a	un	paso	de...	pues,	de	esa	Argentina	parlanchina...	()	Ah,	si	
             alguien	pudiera	sacarle	del	vientre	la	fraseologa	a	este	simptico	pueblito!	
             Esa	 burguesa,	 que	 por	 la	 noche	 toma	 vino	 y	 durante	 el	 da	 mate,	 es	 tan	
             plaidera!	(197)	
	
Y	de	nuevo,	vuelven	los	impulsos	del	artista	seducido	por	una	escena	de	amor:	
	
             All,	 en	 aquella	 mesita	 est	 la	 Argentina	 que	 me	 fascina	 silenciosa	 y	 sin	
             embargo	 con	 una	 resonancia	 de	 gran	 arte,	 no	 sta,	 parlanchina,	 holgazana,	
             politiquera.	 Por	 qu	 no	 estoy	 all,	 con	 ellos?	 Aquel	 es	 mi	 lugar!	 Junto	 a	
             aquella	muchacha	como	un	ramo	de	temblores	blanquinegros,	junto	a	aquel	
             joven	semejante	a	Rodolfo	Valentino!	Belleza!	(198)	
	
De	 nuevo,	 se	 repite	 la	 decepcin,	 un	 sentimiento	 de	 nada	 quiebra	 la	 espera	 ante	 la	
revelacin	 de	 la	 belleza.	 No	 es	 ms	 que	 lo	 mismo,	 el	 acontecimiento	 que	 espera	 no	
ocurrir:	
	
             Pero...	 qu	 ocurre?	 Nada.	 Nada	 a	 tal	 punto	 que	 hasta	 este	 momento	 no	 s	
             cmo	 y	 qu	 lleg	 hasta	 m	 desde	 ellos...	 tal	 vez	 un	 fragmento	 de	 frase...	 un	
             acento...	un	brillo	de	ojos...	Bast	para	que	de	repente	me	sintiera	informado.	
             Toda	 esa	 belleza	 era	 precisamente	 igual	 que	 todo!	 Igual	 que	 la	 mesa,	 el	
             mozo,	el	plato,	el	mantel,	igual	que	nuestra	discusin,	no	se	diferenciaba	en	
             nada...	igual...	del	mismo	mundo...	de	la	misma	materia.	(198)	
	
Horacio	Gonzlez	realiza	el	esquema	de	las	situaciones	que	acabamos	de	comentar:		
	
             El	 movimiento	 que	 realiza	 va	 entonces	 desde	 el	 abandono	 del	 discurso	
             poltico	sin	porosidades	(ese	bien	descripto	indigenismo	antiimperialista)	al	
             encandilamiento	 por	 esos	 dioses	 indios,	 efebos	 en	 flor,	 que	 sin	 embargo	 lo	
             dejan	tambin	como	un	adorador	malogrado,	pues	al	fin	todo	ha	conseguido	
             contrariarlo.	(Gonzlez,	1999:	403)	
	
Hay	 una	 tercera	 y	 ltima	 escena	 que	 queremos	 analizar	 de	 la	 estada	 en	 Santiago	 de	
Gombrowicz.	Esta	vez	el	escenario	no	es	un	bar,	sino	una:		
	
             	 conferencia	 sobre	 la	 problemtica	 contempornea.	 La	 di	 por	
             aburrimiento	 y	 para	 entrar	 en	 contacto	 con	 la	 intelectualidad	 de	 Santiago.	
             No	 haba	 previsto	 que	 aquello	 poda	 terminar	 de	 un	 modo	 demonaco.	 ()	
             Ped	 un	 vaso	 de	 agua.	 ()	 Al	 cabo	 de	 un	 rato	 entr	 un	 chango	 con	 una	
             botella	 en	 una	 bandeja.	 Yo,	 asustado,	 call.	 Ese	 chango	 (Gombrowicz,	
             2006:	218-20)	
	                                               198	
Y	de	nuevo	el	escritor	polaco,	ante	una	reunin	de	tono	acadmico,	queda	capturado	por	
una	 situacin	 externa	 al	 mbito	 intelectual.	 Un	 nio	 que	 le	 alcanza	 un	 vaso	 de	 agua	
captura	su	atencin	y	le	corre	el	foco	de	la	situacin,	lo	descentra.	Escribe	Gombrowicz	
sobre	el	joven:	
	
             Pero	 si	 ese	 cuerpo	 de	 analfabeto	 era	 tan	 honrado	 si	 era	 la	 honradez	
             misma	 ()	 era	 la	 honestidad,	 la	 moralidad	 y	 tanto,	 tan	 perfectamente,	
             que	 en	 comparacin	 con	 eso	 aquella	 reunin	 espiritual	 suba	 demasiado	
             alto,	 como	 un	 chirrido	 esforzado	 ()	 porque	 ese	 chango,	 como	 todo	
             sirviente,	 era	 quantit	 ngligeable,	 era	 aire,	 pero	 precisamente	 por	 eso	
             mismo,	 por	 su	 insignificancia,	 se	 volva	 un	 fenmeno	 de	 otro	 registro,	
             aplastante	 en	 su	 marginalidad!	 Su	 no-importancia,	 lanzada	 fuera	 del	
             parntesis,	all,	fuera	de	parntesis,	se	volva	importante!	Me	desped	y	sal.	
             (220)	
	
Ese	 cuerpo	 era	 aire,	 se	 vuelve	 fenmeno	 de	 otro	 registro	 o	 manifestacin	 de	 la	
mentada	 quantit	 ngligeable.	 Sobre	 esta	 nocin	 leemos	 en	 la	 Dialctica	 negativa	 de	
Adorno:	
	
             Segn	la	situacin	histrica,	la	filosofa	tiene	su	inters	en	aquello	sobre	lo	
             que	 Hegel,	 de	 acuerdo	 con	 la	 tradicin,	 proclam	 su	 desinters:	 en	 lo	
             carente	 de	 concepto,	 singular	 y	 particular;	 en	 aquello	 que	 desde	 Platn	 se	
             despach	como	efmero	e	irrelevante	y	de	lo	que	Hegel	colg	la	etiqueta	de	
             existencia	 perezosa.	 Su	 tema	 seran	 las	 cualidades	 por	 ella	 degradadas,	 en	
             cuanto	contingentes,	a	quantit	ngligeable.	Lo	urgente	para	el	concepto	es	
             aquello	a	lo	que	no	llega,	lo	que	su	mecanismo	de	abstraccin	excluye,	lo	que	
             no	es	ya	un	ejemplar	del	concepto.	(Adorno,	2005:	19)	
	
Por	su	parte,	Hegel	escribe	en	las	Lecciones	sobre	la	historia	de	la	filosofa,	sobre	el	papel	
que	lo	contingente	cumple	en	ella:		
	
             	 la	 historia	 de	 la	 filosofa,	 considerada	 en	 su	 conjunto,	 es	 un	 proceso	
             necesario	 y	 consecuente,	 racional	 de	 suyo	 y	 determinado	 a	 priori	 por	 su	
             idea:	 es	 este	 un	 ejemplo	 del	 que	 la	 historia	 de	 la	 filosofa	 puede	 sentirse	
             orgullosa.	 Lo	 contingente	 debe	 ser	 abandonado	 a	 la	 puerta	 misma	 de	 la	
             filosofa.	(Hegel,	1995:	40)	
             	
Y	en	el	final	de	la	Fenomenologa,	que	es	el	final	del	Prlogo,	escribe	sobre	el	papel	del	
individuo	en	el	proceso	del	espritu:	
	
             La	 actividad	 que	 al	 individuo	 le	 corresponde	 en	 la	 obra	 total	 del	 espritu	
             solo	 puede	 ser	 mnima,	 razn	 por	 la	 cual	 el	 individuo,	 como	 ya	 de	 suyo	 lo	
             exige	la	naturaleza	misma	de	la	ciencia,	debe	olvidarse	tanto	ms	y	llegar	a	
             ser	lo	que	puede	y	hacer	lo	que	le	sea	posible,	pero,	a	cambio	de	ello,	debe	
             exigirse	tanto	menos	de	l	cuanto	que	l	mismo	no	puede	esperar	mucho	de	
	                                               199	
             s	ni	reclamarlo.	(Hegel,	2003:	48)	
	
Lo	 contingente	 en	 Hegel	 deviene	 como	 extrafilosfico	 sin	 ms,	 por	 ser	 de	 ndole	 no	
racional,	del	mismo	modo	que	la	actividad	del	individuo	singular	es	insignificante	frente	
a	 la	 tarea	 del	 espritu.	 Contra	 esto	 Adorno,	 en	 sus	 lecciones	 de	 1961	 en	 Pars,	 reclama	
una	rectificacin	de	la	dialctica	hegeliana,	retomando	lo	contingente	que	el	proceso	de	
abstraccin	 conceptual	 deja	 a	 un	 lado	 como	 lo	 no	 importante.	 Es	 decir,	 tomar	 el	 caso	
individual,	particular	o	singular,	aquello	a	lo	que	el	proceso	de	abstraccin	no	llega,	por	
ser	la	conceptualizacin	una	reunin	de	las	identidades	entre	los	ejemplares,	en	lugar	de	
una	unificacin	en	la	multiplicidad	de	las	diferencias.	El	mismo	inters	de	Gombrowicz,	
en	esa	bsqueda	descarnada	frente	a	estos	efebos	indios	que	se	le	cruzan	en	Santiago.	
Con	la	descripcin	de	ese	cuerpo	llega	esta	vez	a	una	reflexin	de	naturaleza	moral.	Lo	
que	antes	era	la	promesa	de	belleza,	ahora	en	ese	cuerpo	insignificante,	marginal,	se	le	
prometa	 encarnada	 la	 moralidad:	 Y	 lo	 segu	 como	 si	 fuese	 aquel	 mi	 ms	 sagrado	
deber!	 ()	 Pero	 esta	 vez	 no	 estaba	 en	 juego	 la	 belleza	 ni	 la	 juventud	 sino	 la	 moral	
(Gombrowicz,	 2006:	 221).	 Y	 como	 en	 las	 dos	 ocasiones	 anteriores	 se	 lanza	 en	 la	
persecucin	para	encontrarla:	
	
             Tericamente	 saba	 por	 qu	 el	 cuerpo	 que	 iba	 delante	 de	 m	 era	 tan	
             honrado,	 al	 contrario	 de	 la	 torcedura	 que	 a	 nosotros,	 los	 intelectuales,	 nos	
             caracteriza.	 Transparencia	 del	 cuerpo!	 Honradez	 del	 cuerpo!	 Porque	 el	
             cuerpo	creaba	un	juego	de	necesidades	y	valores	sencillos,	claro;	para	este	
             chango	 constitua	 un	 valor	 que	 satisfaca	 sus	 necesidades	 corporales,	
             necesidades	 ordinarias	 de	 cuerpo	 sano,	 entonces	 l	 era	 en	 realidad	 el	
             terreno	 pasivo	 del	 juego	 de	 fuerzas	 naturales,	 no	 era	 nada	 ms	 que	
             naturaleza	 ()	 Oh,	 nosotros	 habamos	 roto	 con	 la	 lgica	 del	 cuerpo	 y	
             ramos	 producto	 de	 factores	 complicados	 que	 derivan	 no	 ya	 de	 la	
             naturaleza	 en	 general,	 sino	 de	 la	 especfica	 naturaleza	 humana;	 nosotros,	
             producto	de	la	humanidad,	producto	de	esta	segunda	naturaleza	que	es	la	
             naturaleza	 de	 la	 humanidad.	 ramos	 la	 perversin,	 el	 refinamiento,	 las	
             complicaciones,	ramos	espritu,	oh,	infelices!	(222-3)	
	
Esa	 honradez,	 definida	 por	 Gombrowicz	 como	 transparente	 o	 el	 terreno	 pasivo	 del	
juego	de	fuerzas	naturales,	abarca	un	conjunto	de	valores	que	se	resumen	en	ser	nada	
ms	que	un	cuerpo.	Su	lgica	est	torcida	con	otra	que	estara	por	fuera	de	la	lgica	del	
cuerpo.	 En	 esa	 torsin	 o	 exterioridad,	 ubica	 a	 la	 naturaleza	 humana,	 como	 segunda	
naturaleza,	 es	 el	 espritu,	 el	 refinamiento,	 la	 complicacin,	 o	 en	 el	 trmino	 que	
suena	 ms	 rousseauniano:	 perversin.	 Se	 le	 presenta	 la	 esperanza	 renovada	 de	
encontrar	 algo	 en	 el	 cuerpo	 del	 otro,	 diferente	 a	 su	 humanidad	 de	 artista-esteta	
devenido	ahora	moralista.		
Pero	tal	distincin	se	le	muestra	como	una	lucha	por	el	reconocimiento:		
	                                                200	
             Tena	 que	 derribarlo	 al	 rango	 de	 los	 animales	 y	 quedarme	 solo	 en	 mi	
             humanidad,	no	era	admisible	seguir	tolerando	una	humanidad	doble,	la	suya	
             y	 la	 ma;	 o	 yo	 tena	 que	 volverme	 monstruo,	 o	 l,	 animal;	 no	 quedaba	 otra	
             salida	(Gombrowicz,	2006:	223)		
	
La	idea	de	humanidad	se	fundamenta	en	la	negacin	de	la	del	otro,	en	tanto	alter	ego.	
Ah	 coloca	 la	 base	 de	 la	 moralidad.	 Si	 concreta	 el	 homicidio,	 si	 se	 efectiviza	 la	
desaparicin	 fsica	 del	 otro	 se	 vuelve	 monstruo	 y,	 por	 tanto,	 humano.	 O	 puede	
rebajarlo	a	una	condicin	inferior,	a	la	animalidad,	sobre	la	cual	esa	humanidad	pueda	
ser	 tal.	 De	 ese	 modo	 esos	 valores	 se	 vuelven	 racionales,	 con	 ese	 movimiento	 sobre	 el	
cuerpo	del	otro.	Pero	todava	falta	un	paso	ms:	
	
             Sinceramente	 quera	 matarlo.	 Y	 lo	 mataba	 en	 m	 al	 querer	 matarlo.	 Con	 la	
             seguridad	 de	 que	 sin	 ese	 homicidio	 nunca	 podra	 ser	 moral.	 Mi	 moral	 se	
             volvi	 agresiva	 y	 asesina.	 Rpidamente	 disminua	 la	 distancia	 entre	
             nosotros,	yo	naturalmente	no	me	propona	matarlo	externamente,	solo	en	
             m	 quera	 realizar	 el	 asesinato	 de	 su	 persona	 y	 estaba	 seguro	 de	 que	 si	 lo	
             mataba	 llegara	 incluso	 a	 creer	 en	 Dios...,	 en	 todo	 caso	 estara	 del	 lado	 de	
             Dios	 Era	 uno	 de	 esos	 momentos	 en	 mi	 vida	 en	 que	 comprend	 con	 toda	
             claridad	que	la	moral	es	salvaje	salvaje	(Gombrowicz,	2006:	224)	
	
El	concepto	de	Dios,	que	puede	homologarse	al	supremo	de	toda	metafsica,	el	de	Ser,	en	
este	contexto,	se	fundara	en	ese	homicidio	imaginado.	
Al	fin,	llega	el	desenlace	de	la	situacin:		
	
             De	 pronto	 cuando	 estbamos	 a	 un	 paso	 de	 distancia	 me	 salud	 con	 una	
             sonrisa:	-Qu	tal?		
             Lo	conoca!	Era	uno	de	los	lustrabotas	de	la	plaza	de	toda	esa	pasin	no	
             qued	nada,	solo	lo	normal	lo	normal	como	el	tono	ms	alto,	como	el	rey	
             del	acontecimiento	(Gombrowicz,	2006:	224-5)		
	
Una	vez	ms,	se	repite	el	desenlace	de	las	escenas	anteriores,	el	encuentro	final	de	esa	
bsqueda	 apasionada,	 descarnada,	 es	 el	 encuentro	 con	 lo	 cotidiano,	 lo	 vulgar,	 con	 esa	
nada,	que	como	el	signo	del	acontecimiento,	no	deja	de	presentarse	en	el	final	de	todas	
sus	bsquedas.	
En	 el	 ao	 1959	 aparece	 el	 N	 7	 de	 la	 revista	 Dimensin.	 Es	 el	 primer	 nmero	 de	 la	
publicacin	 que	 no	 abre	 con	 un	 artculo	 escrito	 por	 su	 director,	 Francisco	 Ren	
Santucho,	 sino	 con	 uno	 de	 Rodolfo	 Kusch,	 titulado	 el	 Hedor	 de	 Amrica.	 Sobre	 este	
texto,	escribe	Horacio	Gonzlez:		
	
             Es	 una	 teora	 del	 ver	 y	 del	 percibir,	 una	 cosmogona	 que	 tambin	 puede	
             servir	 de	 fundamento	 ltimo	 a	 lo	 que	 ensaya	 decir	 la	 revista	 respecto	 al	
	                                               201	
             autntico	 vivir	 del	 telurista	 y	 lo	 inautntico	 de	 la	 formacin	 nacional	
             inspirada	en	el	racionalismo	de	la	ilustracin.	(Gonzlez,	2012:	9)	
	
Se	ha	reconocido	en	este	texto	al	primer	captulo	del	libro	Amrica	profunda.	Si	bien	se	
corresponde	 el	 tema	 central,	 la	 oposicin	 entre	 hedor	 y	 pulcritud,	 que	 estructura	
ambos,	 los	 textos	 difieren,	 como	 el	 cambio	 posterior	 del	 ttulo	 por	 Introduccin	 a	
Amrica,	y	la	supresin	de	los	subttulos	incluidos	en	esta	primera	versin:	El	hedor	y	
Revelacin.	
Comienza	con	el	relato	de	la	experiencia	de	quien	remonta	la	cuesta	hacia	la	iglesia	de	
Santa	 Ana,	 en	 la	 ciudad	 de	 Cuzco.	 Aparece	 la	 fatiga	 y	 falta	 aire,	 el	 recorrido	 es	
tortuoso,	 con	 el	 cansancio	 se	 dan	 la	 inseguridad	 y	 el	 temor.	 Una	 penosa	 experiencia	
que	 para	 Kusch	 lleva	 al	 pasado:	 Como	 si	 se	 remontara	 varios	 siglos	 hacia	 antiguas	
verdades.	En	el	trayecto,	se	cruza	con	un	indio	mendigo,	un	borracho	de	chicha,	y	un	
nio-lobo.	El	encuentro	es	con	lo	otro,	lo	adverso	y	lo	antagnico.	Quienes	hacen	la	
experiencia	 quedan	 como	 sumergidos	 en	 otro	 mundo	 misterioso,	 insoportable	 e	
incmodo,	 encerrados	 en	 un	 lento	 proceso	 de	 sentirnos	 paulatina	 e	 infinitamente	
prisioneros	(Dimensin,	N	7,	1959).	
A	continuacin,	bajo	el	subttulo	El	Hedor,	leemos:	Las	calles	hieden,	el	mendigo	y	la	
india	vieja,	y	sentimos	miedo	de	no	saber	cmo	llamar	a	todo	eso	que	nos	acosa	y	la	
satisfaccin	 de	 pensar	 que	 estamos	 limpios,	 porque	 nuestra	 pulcritud	 nos	 da	
seguridad	exterior.	De	ah	el	axioma:	el	vaho	hediento	es	un	signo.	Esos	olores	que	
acosan	al	visitante,	lo	incomodan,	al	punto	de	no	contar	con	las	palabras	para	verbalizar	
esa	 sensacin.	 Kusch	 le	 dar	 el	 nombre	 de	 pulcritud	 a	 la	 respuesta	 que	 dar	 la	
racionalizacin	de	esa	experiencia,	que	por	ser	innombrable,	al	mismo	tiempo	se	vuelve	
impensable.	
El	hedor	de	Amrica	es	todo	lo	que	no	es	nuestra	ciudad,	es	el	camin	lleno	de	indios,	
la	 segunda	 clase	 de	 un	 tren.	 El	 trmino	 hedor	 designa	 una	 experiencia	 sensible,	
predominantemente	 olfativa;	 tambin	 nombra	 algo	 que	 no	 es	 originariamente	
racionalizable.	Somos	pulcros,	el	indio	es	hediento,	y	el	juicio	bsico	sobre	Amrica	
es	que	es	un	rostro	sucio	que	debe	ser	lavado,	con	prceres,	economa,	educacin.	
Las	ciudades	son	fbricas	de	pulcritud.	
Kusch	califica	este	proceso	que	establece	la	pulcritud	como	no	natural	o	antinatural,	que	
va	contra	la	naturaleza,	y	usando	una	metfora	sexual	afirma	que	es	una	pulcritud	de	
solterona	que	no	ha	sabido	ensuciarse	en	el	cuarto	de	un	hombre,	para	mostrar	que	no	
quiere	mezclarse	con	la	vida.		
Ante	 la	 oposicin	 entre	 hedor	 y	 pulcritud,	 establece	 que	 la	 conciencia	 de	 ese	
antagonismo	es	una	revelacin,	y	que	para	romper	el	caparazn	de	progresismo	 se	
	                                               202	
requiere	 operar	 al	 margen	 del	 ideal	 burgus	 del	 individualismo	 y	 pasar	 al	 plano	
colectivo.	 Reflexin	 que	 postula	 el	 abandono	 del	 patrn	 occidental,	 ilustrado	 y	
cientificista.	
Porque	las	masas	se	agrupan	en	torno	a	revelaciones,	hay	revelacin	colectiva	(en)	un	
pueblo	 cuando	 modifica	 un	 estado	 de	 cosas	 y	 destruye	 sociedades	 e	 instituciones.	 Un	
caso	 de	 revelacin	 colectiva	 es	 para	 Kusch	 la	 Revolucin	 francesa,	 que	 en	 Amrica	
careci	 de	 vigencia,	 porque	 fue	 una	 lucha	 de	 hedientos	 contra	 pulcros	 ()	 Tupac	
Amaru,	Pumacahua,	Pealoza,	Rosas,	Pern	como	signos	salvajes,	de	la	revelacin	en	
su	versin	maldita	y	hedienta.	Es	la	dimensin	poltica	del	hedor,	afirma.	
Pero	 la	 revelacin	 supone	 un	 acto	 de	 fe	 y	 la	 fe	 no	 se	 explica,	 se	 vive.	 El	 hedor	 es	
inalienable	()	insistir	en	el	rechazo	crea	una	ajenidad,	es	alienarse	de	Amrica,	no	ser	
americano,	 ser	 la	 otra	 Amrica.	 Pero	 moverse	 en	 torno	 a	 fe	 y	 revelaciones	 es	
tremendo,	porque	revive	un	mundo	superado	que	implica	miedo	al	desamparo,	un	
miedo	antiguo	de	la	especie	que	los	pulcros	remediaron	con	el	progreso	y	la	tcnica,	
pero	 que	 siempre	 est	 ah	 en	 una	 iglesia	 del	 Cuzco	 pidindonos	 una	 limosna.	 Para	
nosotros,	 en	 esta	 ltima	 frase	 se	 asume	 el	 compromiso	 con	 ese	 otro	 que	 acosa	 mi	
pulcritud,	 como	 una	 solucin	 a	 adoptar	 frente	 a	 ese	 desamparo	 que	 nos	 provoca	 ese	
encuentro	frente	a	lo	otro,	el	encuentro	con	la	alteridad	radical.	
Todo	 esto	 se	 nos	 aparece	 como	 algo	 oscuro,	 son	 recuerdos	 reprimidos.	 Este	
desamparo	 original	 que	 est	 antes	 de	 la	 divisin	 o	 el	 planteo	 de	 hedor	 y	 pulcritud	
que	 remite	 a	 ciertos	 residuos	 cosmognicos	 y	 donde	 la	 pulcritud	 carece	 de	 signos	
para	expresar	ese	miedo.		
Se	 trata	 de	 encontrar	 algo	 que	 integre	 el	 hedor.	 Porque	 los	 hombres	 estamos	
inmersos	en	todo	lo	que	no	es	hombre,	por	ello	es	un	momento	autntico,	o	el	viejo	
juego	 entre	 vida	 y	 antivida,	 o	 un	 abismo	 entre	 ser	 y	 no	 ser.	 Postula	 el	 encuentro	
radical	 con	 la	 alteridad,	 es	 decir,	 somos	 hombres	 inmersos	 es	 lo	 que	 se	 nos	 opone,	 al	
igual	que	la	vida	y	la	antivida	o	la	muerte,	y	el	ser	al	no-ser,	o	a	la	nada.		
Dos	mil	aos	de	Occidente,	o	de	cultura,	progreso	y	poder,	escamotearon	la	ira,	nos	
colocaron	en	el	mbito	del	como	si.	Entre	estas	dos	verdades	pulcra	y	hedienta	se	
da	 la	 paradoja	 del	 progreso,	 la	 cultura	 y	 el	 bienestar	 en	 el	 fin	 de	 un	 itinerario	 que	
creemos	definitivo,	en	la	ciudad	y	el	concierto	universal	de	los	hombres	pulcros.		
Cabe	entonces	no	buscar	la	solucin	exterior,	con	la	ciencia,	la	economa	o	la	poltica,	
sino	 el	 camino	 interior,	 la	 intimidad,	 el	 fondo	 del	 alma.	 La	 dimensin	 interior	 de	
Amrica	 ofrece	 una	 solucin	 o	 un	 replanteo	 de	 antiguas	 cuestiones,	 una	 salvacin	
comn	al	paria	annimo	de	la	gran	ciudad	y	al	indio,	mal	que	le	pese	al	burgus	pulcro.	
Sobre	este	texto,	opin	Horacio	Gonzlez:		
	                                                 203	
             Sobresalta	leer	ahora	una	atrevida	intervencin	de	Rodolfo	Kusch	en	torno	a	
             los	 hedores	 telricos,	 una	 tesis	 que	 si	 poseyera	 otro	 sesgo	 otra	
             dimensin	 podra	 ser	 una	 sociologa	 de	 los	 sentidos	 y	 las	 exhalaciones,	
             pero	es	una	programtica	inquieta	en	torno	a	lo	que	en	ese	momento	o	poco	
             despus,	l	mismo	consagrara	como	la	Amrica	profunda.	(Gonzlez,	2012:	
             9)	
	
Las	 reflexiones	 de	 Gombrowicz	 y	 Kusch	 son	 el	 anverso	 y	 reverso	 de	 una	 crtica	 a	 la	
racionalidad	que	lleva	al	primero,	en	un	alejamiento	deliberado	de	la	verbalizacin	del	
discurso	 intelectual,	 ya	 sea	 el	 discurso	 poltico	 o	 la	 charla	 acadmica,	 a	 una	 bsqueda	
que	es	primero	la	del	artista	o	el	esteta	que	va	al	encuentro	de	la	belleza,	y	luego	la	del	
moralista	 que	 ante	 el	 cuerpo	 del	 otro	 descubre	 que	 la	 moral	 se	 funda	 en	 el	 doble	
homicidio	 imaginario	 del	 otro,	 necesario	 para	 que	 pueda	 haber	 un	 concepto	 de	
humanidad	o	de	dios.	El	doble	fracaso	que	apasionadamente	vivencia	Gombrowicz,	sin	
embargo,	aporta	un	elemento	clave	en	la	crtica	a	la	abstraccin	conceptual,	tanto	en	la	
supresin	de	la	diferencia,	de	la	alteridad,	como	de	toda	cualidad	singular	e	individual.		
Por	otro	lado,	Kusch	elabora	una	doctrina	donde	el	turista	o	el	viajero	dejan	de	serlo	y,	a	
partir	de	una	experiencia	sensible,	como	la	del	hedor,	es	vivida	como	un	lmite	que	es	el	
punto	 de	 partida	 de	 una	 reflexin	 que	 cuestiona	 toda	 una	 tradicin	 en	 la	 que	 se	 ha	
fundado	 el	 progreso	 y	 el	 bienestar	 de	 la	 institucin	 ciudadana.	 Pero	 el	 precio	 que	 ha	
debido	 pagarse	 es	 el	 olvido	 de	 una	 originaria	 dimensin	 vital,	 en	 la	 que	 en	 su	 opinin	
radica	el	sentido	ltimo	de	un	proyecto	colectivo	americano.	
	
	
Bibliografa	
	
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      Subsecretara	 de	 Cultura	 de	 la	 Provincia	 de	 Santiago	 del	 Estero/Biblioteca	
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Gombrowicz,	Witold	(2006).	Diario	argentino.	Buenos	Aires:	Adriana	Hidalgo.	
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	                                               204	
	
COMO	 GLOBO	 ENTRE	 ALFILERES:	 ANGUSTIA	 Y	 ESPACIOS	 FICCIONALES	 EN	
CUENTOS	DE	EFRN	HERNNDEZ	Y	WITOLD	GOMBROWICZ		
Nallely	Yolanda	Segura	Vera	
	
	
Witold	 Gombrowicz,	 hijo	 adoptivo	 de	 la	 literatura	 latinoamericana,	 aparece	
frecuentemente	 asociado	 a	 voces	 como	 la	 de	 Virgilio	 Piera	 y	 Juan	 Rodolfo	 Wilcock,	
enlazado	 por	 ello	 a	 la	 lnea	 de	 los	 escritores	 clasificados	 de	 alguna	 forma	 por	 su	
inclasificabilidad.	 Dentro	 de	 este	 mismo	 grupo,	 cabe	 tambin	 la	 figura	 del	 menos	
conocido	Efrn	Hernndez,	escritor	mexicano	recientemente	rescatado	y	valorado	por	la	
crtica,	 y	 de	 quien	 suele	 hablarse	 ms	 o	 menos	 en	 los	 mismos	 trminos.	 Nacidos	 en	 el	
mismo	 ao	 (1904),	 ambos	 autores	 crecern	 con	 el	 convulso	 siglo	 y	 vern	 las	
transformaciones	 de	 un	 mundo	 estremecido	 por	 la	 guerra	 y	 el	 espanto.	 Tanto	
Gombrowicz	 como	 Hernndez	 escribieron	 novela	 y	 relato	 breve.	 Este	 ltimo,	 adems,	
era	poeta.	La	eleccin	de	sus	cuentos	como	objeto	de	estudio	obedece	a	que,	me	parece,	
es	 a	 partir	 de	 estos	 que	 podr	 dar	 cuenta	 de	 una	 tendencia	 respecto	 a	 la	 unin	 de	
personajes	 y	 espacio	 que	 es	 en	 s	 misma	 parte	 fundamental	 de	 sus	 procedimientos	 y	
preocupaciones	y	sin	duda	se	encuentra	presente	tambin	en	sus	relatos	largos.	
Si	 en	 su	 momento	 Gombrowicz	 goz	 de	 un	 sitio	 en	 el	 panorama	 cultural	 argentino	 y	
latinoamericano,	 el	 caso	 de	 Efrn	 Hernndez	 es	 ms	 o	 menos	 distinto.	 Su	 obra	 es	
trabajada	dentro	de	campos	semnticos	que	incluyen	palabras	como	secreca,	rareza	
y	 complejidad,	 que	 poco	 aportan	 a	 la	 comprensin	 de	 este	 escritor	 dismil	 en	 el	
panorama	 mexicano,	 alejado	 y	 al	 mismo	 tiempo	 cercano	 a	 los	 grupos	 medulares	 de	 la	
cultura	nacional.		
Hacia	 finales	 de	 los	 aos	 20,	 Estridentistas	 y	 Contemporneos	 son	 los	 dos	 centros	 en	
pugna.	El	espritu	nacionalista,	revolucionario	y	de	vanguardia	de	los	primeros	contrasta	
con	 el	 cosmopolitismo	 y	 la	 esttica	 afrancesada	 (proveniente	 de	 las	 lecturas	 de	 Gide,	
luard,	 Mallarm	 y	 todas	 sus	 ideas	 acerca	 de	 la	 poesa	 pura)	 de	 los	 segundos.	 Los	
primeros	 tienen	 puntos	 de	 accin	 en	 la	 provincia:	 Puebla	 y	 posteriormente	 Jalapa	
(conocida	por	ello	mismo	como	Estridentpolis)	acogern	sus	manifiestos.	Por	el	otro	
lado,	ocupando	puestos	en	el	Estado,	los	Contemporneos	marcan	la	Ciudad	de	Mxico	y	
sus	 calles	 como	 su	 territorio.	 En	 este	 contexto,	 Hernndez	 publica	 Tachas,	 su	 primer	
cuento,	en	1928	y,	si	bien	nunca	se	adhiere	a	ninguno	de	los	polos	del	imn	literario:		
             	
             Con	 la	 novelstica	 de	 los	 Contemporneos	 tiene	 en	 comn	 la	 creacin	 de	
             atmsferas	 onricas	 y	 la	 representacin	 desdibujada	 de	 los	 personajes	 ()	
	                                              205	
              Con	 los	 Estridentistas	 comparte	 el	 carcter	 de	 ruptura.	 (De	 la	 Cruz,	 2014:	
              13)	
	
Por	lo	tanto,	sin	ser	figura	aislada,	no	es	tampoco	hombre	integrado	a	algn	grupo	pero	
s	 participa	 en	 el	 paisaje	 literario	 como	 subdirector	 de	 la	 revista	 Amrica,	 que	 publica	
por	 primera	 vez,	 por	 ejemplo,	 a	 Juan	 Rulfo,	 y	 que	 da	 sitio	 a	 las	 voces	 que	 sern	 luego	
relevantes	para	el	siglo	XX	mexicano.		
Unidos	 en	 su	 vocacin	 por	 describir	 la	 condicin	 universalmente	 humana	 y	 por	 las	
preguntas	 que	 no	 por	 las	 respuestas	 sobre	 el	 sentido	 de	 la	 existencia,	 en	 Efrn	
Hernndez	 y	 Witold	 Gombrowicz,	 como	 intentar	 probar	 aqu,	 la	 configuracin	 de	 los	
espacios	ficcionales	desempea	un	papel	importante	en	la	construccin	del	relato	y	los	
personajes.	Adentrarnos	en	ellos	es	tambin	dar	cuenta	de	una	visin	acerca	del	mundo	
de	 ambos	 autores,	 entre	 quienes	 iremos	 haciendo	 paralelismos	 y	 comparaciones.	 Eso	
que	 Sierra	 seala	 para	 unir	 a	 Felisberto	 Hernndez	 y	 Gombrowicz	 respecto	 a	 que	 sus	
narrativas	 revelan	 una	 esttica	 que	 tiene	 en	 comn	 las	 experiencias	 de	 dislocacin	
espacial	y	excentricidad	(Sierra,	2006:	59)	nos	servir	ahora,	tambin,	para	hablar	del	
mexicano	 y	 el	 polaco.	 La	 ex-centricidad,	 un	 fuera	 del	 margen	 que	 marca	 desde	 ya	 la	
distancia	y	la	ubicacin	de	nuestros	autores	y	sus	personajes.	
Parto	 aqu	 de	 nociones	 sobre	 el	 espacio	 literario	 que	 reconocen,	 a	 la	 manera	 de	
Ingarden,	su	parecido	con	el	espacio	real,	del	que	sin	embargo	se	separa	en	la	medida	
en	 que,	 en	 primera	 instancia,	 no	 puede	 hallarse	 su	 correspondencia	 exacta	 y,	 en	 otro	
sentido,	 no	 posee	 las	 caractersticas	 de	 infinitud	 que	 reconocemos	 en	 aquel.	 As,	 del	
espacio	 literario	 solo	 vemos	 aquello	 que	 resulta	 relevante	 para	 la	 configuracin	 del	
universo	 ficcional	 y	 en	 ese	 sentido	 se	 nos	 presenta	 como	 a	 travs	 de	 la	 ventana	 del	
narrador	 que	 enmarca	 y	 se	 encarga	 de	 dar	 direccin	 a	 la	 mirada	 de	 quienes	 leemos.	
Ahora	bien,	la	pregunta	qu	es	el	espacio	(real)	como	espacio	no	ha	sido	an	formulada;	
ni	 mucho	 menos	 respondida	 (Heidegger,	 1992:	 49)	 en	 la	 medida	 en	 que	 la	
imposibilidad	 humana	 de	 separarse	 del	 espacio	 impedira	 tambin	 la	 distancia	
requerida	 para	 su	 definicin	 clara	 y	 objetiva,	 de	 manera	 tal	 que	 tampoco	 sobre	 el	
espacio	 ficcional	 pueden	 hacerse	 sino	 aproximaciones	 que	 permitan	 echar	 luces	 sobre	
ciertos	aspectos	con	la	plena	consciencia	de	sus	limitaciones,	certezas	momentneas	que	
me	permitirn	seguir	el	paso.	
El	 ser	 y	 el	 lugar	 son	 siempre	 uno	 indivisible:	 la	 forma	 de	 habitar	 el	 espacio	 es	 la	 que	
define	 al	 hombre	 y	 su	 manera	 de	 relacionarse	 con	 el	 mundo.	 Pensar	 y	 actuar	 sobre	 el	
sitio	es	siempre	pensar	y	actuar	sobre	uno	mismo.	Habitar	es,	en	s,	una	apropiacin	del	
espacio:	 interaccin	 del	 hombre	 con	 su	 entorno	 que	 transforma	 a	 ambos,	 adaptacin	
tanto	como	reconocimiento.		
	                                                 206	
De	 esta	 forma,	 los	 personajes	 son	 ellos	 y	 sus	 espacios,	 los	 lugares	 en	 los	 que	 se	
desenvuelven	 e	 interactan	 con	 otros.	 En	 un	 primer	 momento,	 es	 el	 cuerpo	 de	 los	
personajes	 el	 que	 se	 erige	 como	 sitio	 propio:	 el	 aqu	 individual,	 nico,	 del	
desplazamiento:	decir	yo	es	decir	un	sitio.	El	hombre	no	es	un	espritu	y	un	cuerpo,	sino	
un	espritu	con	un	cuerpo,	y	solo	accede	a	la	verdad	de	las	cosas	porque	su	cuerpo	est	
como	 plantado	 en	 ellas	 (Merleau	 Ponty,	 2002:	 24).	 El	 propio	 cuerpo	 ()	 est	 en	 el	
mundo	 como	 el	 corazn	 en	 el	 organismo:	 mantiene	 continuamente	 en	 vida	 el	
espectculo	 visible,	 lo	 anima	 y	 lo	 alimenta	 interiormente,	 forma	 con	 l	 un	 sistema	
(219).	 No	 se	 puede,	 pues,	 establecer	 una	 divisin	 precisa	 entre	 el	 espacio	 y	 el	 cuerpo	
porque	en	esencia	son	una	misma	cosa:	un	personaje	es	tambin	esa	carne	de	palabras	
que	 se	 confunde	 con	 el	 punto	 que	 ocupa	 en	 el	 universo	 ficcional,	 uno	 y	 otro	 se	 dan	
sentido	mutuo	durante	toda	la	narracin.	
La	predileccin	por	espacios	cerrados,	como	veremos,	implica	tambin	una	vocacin	por	
la	asfixia	y	la	duda	que	bien	parecen	empatar	con	el	espritu	del	existencialismo	tan	en	
boga	 durante	 el	 siglo	 XX,	 especialmente	 en	 la	 posguerra	 y	 durante	 las	 fechas	 de	
produccin	 de	 relatos	 breves	 de	 nuestros	 autores.	 Hernndez,	 recordemos,	 publica	 su	
primer	relato	en	1928	pero	no	es	hasta	1956	que	edita	una	recopilacin	de	cuentos,	de	
modo	 tal	 que	 el	 periodo	 de	 creacin	 se	 extiende	 a	 lo	 largo	 de	 estos	 veintiocho	 aos.	
Gombrowicz,	 por	 su	 parte,	 publica	 un	 primer	 volumen	 en	 1933,	 que	 luego	 ser	
reeditado	 con	 el	 agregado	 de	 tres	 textos	 ms	 en	 1957	 (es	 decir,	 en	 el	 transcurso	 de	
veintitrs	aos).	No	me	detendr	aqu	en	la	interpretacin	singular	de	cuentos	sino	ms	
bien	 en	 lo	 que	 la	 configuracin	 de	 los	 espacios	 ficcionales	 presenta	 y	 representa:	
semejanzas	 y	 diferencias	 entre	 las	 poticas	 de	 estos	 dos	 autores	 que	 me	 irn	 dando	 la	
posibilidad	 de	 hablar	 sobre	 la	 manera	 en	 que	 hombre	 y	 sitio	 interactan	 y	 van	 dando	
cuenta	de	una	visin	ante	la	libertad	humana	o	la	imposibilidad	de	esta.	
	
	
Efrn	Hernndez,	o	trazar	puentes	a	la	nada	
	
Iniciemos	nuestro	recorrido	con	Efrn	Hernndez	y	su	cuento	Tachas,	que	signara	el	
arribo	 del	 autor	 al	 mundo	 literario.	 La	 accin	 si	 es	 que	 puede	 hablarse	 de	 tal	
transcurre	 en	 una	 escuela	 primaria.	 El	 profesor	 pregunta	 insistentemente:	 Qu	 cosa	
son	 tachas?	 y	 el	 protagonista,	 que	 narra	 en	 primera	 persona,	 no	 hace	 sino	 distraerse	
mirando	hacia	fuera	del	aula:		
	
	                                               207	
             A	travs	de	la	parte	no	despulida	del	vidrio	de	la	puerta	de	la	cabecera	del	
             saln,	 veanse,	 desde	 el	 lugar	 en	 que	 yo	 estaba:	 un	 pedazo	 de	 pared,	 un	
             pedazo	de	puerta	y	unos	alambres	de	la	instalacin	de	luz	elctrica.	A	travs	
             de	la	puerta	de	en	medio,	se	vea	lo	mismo,	poco	ms	o	menos	lo	mismo,	y,	
             finalmente,	 a	 travs	 de	 la	 tercera	 puerta,	 las	 molduras	 del	 remate	 de	 una	
             columna	 y	 un	 lugarcito	 triangular	 del	 cielo.	 Por	 este	 triangulito	 iban	
             pasando	 nubes,	 nubes,	 lentamente.	 No	 vi	 pasar	 en	 todo	 el	 tiempo,	 sino	
             nubes,	y	un	veloz,	gil,	fugitivo	pjaro.	(Hernndez,	2007:	9)	
	
De	manera	tal	que	a	la	cerrazn	impuesta	por	la	pregunta	sin	sentido	del	maestro	y	a	la	
disciplina	 que	 impera	 en	 el	 ambiente	 se	 aade	 tambin	 la	 limitacin	 de	 las	 cuatro	
paredes	 que	 permiten	 apenas	 la	 visin	 de	 una	 exterioridad	 que	 se	 muestra	 como	
promesa.	 Es	 este	 tringulo	 celeste	 el	 que	 funge	 como	 vlvula	 de	 escape	 para	 nuestro	
personaje	 que,	 contenido	 como	 est,	 puede	 paliar	 el	 encierro	 con	 esa	 esperanza	 de	
apertura.	 Hay,	 a	 lo	 largo	 del	 cuento,	 oscilaciones	 entre	 el	 adentro	 y	 el	 afuera	 que	
muestran	tambin	la	oposicin	fijeza/movimiento:		
	
             Ahora,	 el	 cielo,	 nuevamente	 se	 cubra	 de	 nubes,	 e	 iban	 hacindose	 en	 cada	
             momento	 ms	 espesas;	 de	 azul,	 solo	 quedaba	 sin	 cubrir	 un	 pedacito	 del	
             tamao	 de	 un	 quinto.	 Una	 llovizna	 lenta	 descenda,	 matemticamente	
             vertical,	porque	el	aire	estaba	inmvil,	como	una	estatua.	(10)	
	
Arriba,	 movimiento	 y	 concentracin;	 abajo,	 una	 llovizna	 quieta	 como	 la	 vida	 que	
transcurre	lenta,	casi	eterna,	para	el	nio.	De	abajo	suba	el	ruido	de	toda	la	ciudad;	de	
arriba	caa	el	silencio	de	todo	el	infinito.	Aqu,	el	infinito	se	encuentra	sobre	la	finitud	
terrestre,	la	resolucin	espacial	del	infinito	es	hacia	el	exterior,	en	contraste	con	lo	que	
sucede,	como	veremos,	en	El	banquete,	cuento	de	Gombrowicz	en	el	que	el	infinito	se	
proyecta	ms	bien	de	manera	horizontal.		
Arriba/abajo,	ruido/silencio,	aqu/all,	adentro/afuera	son	las	oposiciones	dicotmicas	
que	 van	 haciendo	 y	 formando	 el	 espacio	 cuyo	 centro	 de	 orientacin	 es	 el	 nio	
interpelado.	 A	 partir	 de	 esta	 distincin	 se	 configura	 tambin	 el	 extraamiento.	 Ante	 la	
respuesta	que	brinda	al	profesor:		
	
             Todo	 el	 mundo	 se	 ri:	 Aguilar,	 Jimnez	 Tavera,	 Poncianito,	 Elodia	 Cruz,	
             Orteguita.	Todos,	se	rieron,	menos	el	Tlacuache	y	yo	que	no	somos	de	este	
             mundo.	 Yo	 no	 puedo	 hallar	 el	 chiste,	 pero	 teorizando	 me	 parece	 que	 casi	
             todo	lo	que	es	absurdo	hace	rer.	Tal	vez	porque	estamos	en	un	mundo	en	
             que	todo	es	absurdo,	lo	absurdo	parece	natural	y	lo	natural	parece	absurdo.	
             Y	 yo	 soy	 as,	 me	 parece	 natural	 ser	 como	 soy.	 Para	 los	 otros	 no,	 para	 los	
             otros	soy	extravagante.	(15)	
	
Nuestro	nio	se	siente	fuera	del	mundo,	desencajado:	inversin	de	valores	en	la	que	lo	
	                                               208	
natural	es	absurdo	para	los	otros	y	viceversa.	Un	nio	extra-vagante:	que	va	afuera	y	no	
pertenece	al	mbito	al	que	lo	cien.	Hay	aqu	cierto	carcter	ldico	que	se	coloca	como	
contrapeso	 tanto	 a	 la	 asfixia	 como	 a	 la	 angustia	 que	 se	 proyecta	 ante	 la	 falta	 de	
aceptacin	 de	 los	 otros	 y	 al	 no-reconocimiento	 del	 sitio	 propio.	 Recordemos	 que	 este	
trmino,	 angustia,	 viene	 del	 latn	 angustus,	 angosto,	 estrecho:	 el	 que	 se	 angustia	 es	 el	
que	no	cabe,	el	que	no	encuentra	su	lugar	en	el	mundo.		
Ese	sentimiento	que	para	Heidegger	ser	el	miedo	ante	la	nada,	ante	eso	que	no	se	sabe	
bien	qu	es	y	sin	embargo	est	ah,	latiendo	del	otro	lado	de	las	cosas,	atemorizando	al	
hombre	 con	 su	 rostro	 vaco,	 es	 el	 mismo	 que	 luego,	 para	 Sartre,	 se	 transformar	 en	 el	
miedo	 del	 hombre	 ante	 su	 libertad,	 el	 hombre	 toma	 conciencia	 de	 su	 libertad	 en	 la	
angustia,	o,	si	se	prefiere,	la	angustia	es	el	modo	de	ser	de	la	libertad	como	conciencia	de	
ser,	y	en	la	angustia	la	libertad	est	en	su	ser	cuestionndose	a	s	misma	(Sartre,	2009:	
71).	 Esta	 aparente	 contradiccin	 entre	 la	 etimologa	 del	 trmino	 y	 la	 definicin	 del	
filsofo	 francs	 no	 es	 tal	 en	 tanto	 ambas	 son	 caras	 de	 una	 misma	 moneda:	 el	 hombre	
extraado	de	s	mismo	que	tiene	dificultades	para	hallar	su	lugar,	ya	en	la	apertura	de	la	
posibilidad	de	accin	infinita,	ya	en	la	estrechez	de	un	cuerpo	que	lo	limita	a	la	manera	
de	la	prisin	del	alma	que	postul	mucho	antes	Platn.		
La	posibilidad	de	la	posibilidad	encuentra	su	manifestacin	en	el	encierro	al	que	se	opone	
la	liberacin	realizada	cuando,	hacia	el	final	del	cuento,	el	nio	sale	de	la	escuela.	No	hay,	
en	 apariencia,	 un	 carcter	 verdaderamente	 atemorizante.	 La	 resolucin,	 como	 dijimos,	
es	absurda:	el	sinsentido	aparece	ahora	como	otra	forma	de	escape	ante	el	miedo.		
En	 oposicin,	 en	 Santa	 Teresa,	 es	 la	 amplitud	 excesiva	 de	 una	 habitacin	 cerrada	 la	
que	genera	ansiedad:		
	
             Ahora	que	me	voy	fijando,	este	cuarto	no	es	un	cuarto	a	propsito	para	vivir.		
             Se	conoce.	La	vida	es	demasiado	corta	y	el	cuarto	demasiado	largo.	
             Si	yo	fuera	carrete	de	hilo,	podra	acostarme	en	l	sin	doblar	las	rodillas.	
             La	 relacin	 entre	 sus	 dimensiones	 desequilibra	 y	 lo	 pone	 a	 uno	 de	 mal	
             genio;	 pero	 quien	 lo	 hizo	 debi	 ser,	 a	 pesar	 de	 todo,	 muy	 inteligente,	 muy	
             previsor,	 y	 precavido,	 pues,	 previndolo	 todo,	 construy	 una	 puerta	 y,	 por	
             ella,	puede	uno	salir.	
             La	puerta	comunica	con	el	patio.		
             En	el	centro	del	patio	hay	una	fuente	sin	agua.	
             El	agua	la	traen	del	ojo	de	agua	y	el	ojo	de	agua	lo	puso	Dios	en	la	punta	del	
             cerro.	
             Otro	 medio	 de	 escape	 es	 la	 ventana.	 Aquella	 cuadrada	 y	 pequeita	 visible	
             desde	 aqu.	 Aqu,	 quiere	 decir	 un	 lugar	 muy	 prximo	 a	 la	 cama,	 en	 donde	
             estoy	sentado	con	ganas	de	dormir;	ms	temeroso	de	acostarme.	
             La	cama	no	es	mi	conocida,	y	como	vi	que	es	neurastnica	y	de	todo	tiembla,	
             y	s	que	mi	sueo	es	como	la	tierra;	tiene	dos	movimientos:	uno	de	rotacin	
             y	 otro	 de	 traslacin,	 puede	 ser	 que	 cuando	 yo	 me	 mueva	 la	 cama	 est	
             pensando	 en	 otra	 cosa.	 En	 este	 caso	 se	 sorprendera,	 podra	 hasta	
	                                               209	
              desmayarse,	doblar	las	piernas	y	dar	conmigo	en	tierra.	(Hernndez,	2007:	
              16)	
	
El	 espacio	 se	 muestra	 agreste	 hacia	 el	 personaje	 que,	 en	 tal	 extensin,	 es	 incapaz	 de	
hallar	 su	 sitio;	 la	 habitabilidad	 se	 impide	 tambin	 por	 una	 cama	 que	 cobra	 vida	 para	
repeler	 a	 quien	 en	 ella	 duerme.	 Para	 evitar	 la	 cada	 dolorosa	 sobre	 la	 tierra,	 en	 la	
habitacin	est	colocada	una	estatuilla	de	Santa	Teresa	de	Jess	a	manera	de	centinela:	
la	 religin	 como	 paliativo	 para	 el	 miedo	 y	 la	 angustia.	 Es	 la	 santa	 quien	 debera	
encargarse	 de	 vigilar	 al	 hombre	 en	 su	 estada	 insegura	 en	 el	 mundo;	 sin	 embargo,	 se	
distrae	 y	 lo	 deja	 solo.	 En	 oposicin	 a	 l,	 la	 santa	 no	 es	 libre,	 le	 pertenece	 a	 Jess,	 y	
cunto	 diramos	 nosotros,	 hombres	 libres,	 por	 ser	 esclavos	 de	 un	 seor	 tan	 apacible	
como	 ste	 (19),	 dice	 el	 personaje	 que	 se	 sabe	 dueo	 de	 s	 mismo	 y	 de	 sus	 actos.	 La	
angustia	 viene	 aqu	 dada,	 pues,	 por	 esta	 responsabilidad	 del	 ser	 ante	 su	 ser,	 justo	 a	 la	
manera	 sartreana:	 hombre	 que	 debe	 responderse	 a	 s	 mismo	 porque	 no	 tiene	 dueo	 a	
quien	 entregar	 cuentas	 de	 sus	 actos.	 Abandonado	 por	 Dios	 y	 por	 los	 santos,	 ha	 de	
entregarse	a	vivir	para	s	mismo	y	deber	buscar	dentro	de	l	la	direccin	y	el	orden.	
Antes	 de	 pasar	 a	 Gombrowicz,	 quiero	 detenerme	 en	 un	 ltimo	 cuento	 de	 Efrn	
Hernndez,	 Unos	 cuantos	 tomates	 en	 una	 repisita,	 que	 hace	 uso	 de	 la	 descripcin	
detallada	 para	 mostrar	 la	 vivienda	 de	 Serenn,	 hombre	 apagado	 que	 habita	 en	 una	
vecindad	 a	 medio	 construir.	 En	 su	 vivienda	 hay	 una	 ventana	 que	 ha	 quedado	 sin	
terminar	y	es	apenas	un	boquete	sobre	la	pared.	Si	bien	la	casa	tendra	que	ser,	en	una	
primera	 instancia,	 proteccin	 y	 cobijo,	 su	 carcter	 ruinoso	 es	 antes	 que	 otra	 cosa	 una	
amenaza:	
	
              La	 vecindad	 entera	 est	 acabndose.	 Contemplarla,	 y	 empezar	 a	 entrar	 de	
              lleno,	 sin	 remedio,	 en	 la	 desconsoladora	 consideracin	 de	 que	 el	 natural	
              destino	de	las	cosas	es	concluir	y	acabarse,	son	una	misma	cosa.	
              No	 vi	 nunca	 paredes	 ms	 ruinosas,	 pilares	 ms	 comidos,	 techos	 ms	
              combos,	 ni	 pisos	 ms	 desechos.	 Vieja,	 lo	 que	 se	 dice	 vieja,	 vieja	 como	
              ninguna	otra	cosa	es	esta	casa,	tanto,	que	en	la	tradicin	del	barrio	la	elevan	
              a	contempornea	de	Iturrigaray,	el	virrey.	Y	lo	ms	grave,	es	que	aseguran,	
              que	desde	tan	remotos	tiempos	no	ha	venido	a	pasarle	un	albail	ni	por	el	
              pensamiento.	Cosa	no	hay	aqu,	ni	porcin	de	cosa,	que	no	sea	de	Damocles;	
              canteras,	vigas,	ladrillos,	etctera,	da	y	noche	estn	suspensos,	detenidos	en	
              semejantes	hebrecitas	de	cabello,	que	yo	tengo	a	milagro	el	que	la	lluvia	de	
              caliches,	 con	 ser	 tan	 pertinaz,	 no	 haya	 tenido,	 hasta	 la	 fecha,	 otras	
              consecuencias	 que	 proporcionar	 ocupacin	 a	 la	 sirvienta	 que	 aqu	 barre,	
              quebrantar	 varios	 trastes	 y	 reformar,	 en	 quin	 sabe	 qu	 artes,	 la	 nariz	 de	
              uno	de	los	gallos	de	la	portera.	(35)	
	
Pese	a	su	peligrosidad,	nadie	se	va	de	la	casa	porque	ella	misma	es	quien	da	sentido	a	la	
existencia	de	sus	habitantes.	La	vecindad	es	un	mundo	entero	en	el	que	se	desarrolla	la	
	                                                  210	
vida	de	todos	ellos	al	mismo	tiempo	que	van	fincando	su	identidad	a	partir	de	esta	lucha	
por	la	supervivencia,	dice	el	narrador:		
	
             Sin	 que	 sea	 dejarse	 arrastrar	 por	 la	 pasin	 del	 nacionalismo,	 bien	 puede	
             asegurarse	 que	 no	 somos	 gallinas,	 y	 que	 en	 cualquier	 terreno	 podra	
             presentarse	como	documento	harto	fehaciente,	la	intrepidez	de	los	vecinos	
             de	 esta	 casa.	 Y	 todava	 pueden	 presentarse	 otros	 mayores,	 porque	 parece	
             ser	 que,	 con	 el	 favor	 de	 Dios,	 nuestro	 herosmo	 de	 ahora	 va	 a	 ser	
             sobrepasado	 por	 las	 generaciones	 venideras.	 Por	 ejemplo,	 no	 es	 cosa	 que	
             pueda	 dejar	 de	 ser	 contada,	 el	 espritu	 que	 el	 da	 del	 terremoto	 demostr	
             este	 chiquillo	 de	 la	 vivienda	 cuarta	 contando	 de	 los	 lavaderos	 para	 ac.	 Yo	
             no	 creo,	 ni	 siquiera	 posible;	 pero	 aseguran	 que	 en	 lugar	 de	 asustarse,	
             brincaba	y	corra	lleno	de	jbilo	gritando:	que	no	se	acabe,	que	no	se	acabe.	
             Que	 viva	 Mxico!	 Lo	 que	 l	 no	 quera	 ver	 acabado	 era	 el	 terremoto.	 Y	 la	
             verdad	es	que,	con	mexicanitos	de	stos,	podemos	ir	muy	lejos.	(36)	
	
Es	as	que	la	definicin	de	mexicanidad	se	resuelve	aqu	en	este	vicio	por	el	aguante	en	
condiciones	 adversas.	 Sera	 ms	 fcil	 para	 los	 moradores	 irse	 a	 buscar	 otra	 casa	 pero,	
empeados	como	estn	en	habitar	esta,	aprenden	a	disfrutar	su	carcter	amenazante.	El	
nio	que	pide	que	el	temblor	no	acabe	es	enseguida	calificado	con	los	eptetos	de	nio	
excelso	 y	 Cuauhtemoccito,	 ensalzado	 como	 hroe	 nacional	 de	 un	 pas	 que,	 para	 la	
fecha	de	escritura	del	cuento,	se	encuentra	en	proceso	de	estabilizacin	y	modernizacin	
y	cuyo	progreso,	empero,	no	llega	al	grueso	de	la	poblacin,	enfocado	en	lograr	apenas	la	
supervivencia	en	la	precariedad.		
En	 oposicin	 al	 carcter	 valiente	 de	 este	 nio,	 aparece	 Serenn	 Urusstegui,	 cuyos	
espantadizos	 ojos,	 estn	 bastante	 lejos	 de	 poder	 servir	 de	 explicacin	 al	 morar	 de	 su	
dueo	 en	 esta	 casa	 (37).	 Es	 en	 este	 antihroe	 que	 se	 enfocar	 el	 resto	 del	 relato,	
hombre	 temeroso	 que,	 en	 oposicin	 al	 resto	 de	 los	 habitantes	 de	 la	 casa,	 se	 encuentra	
todo	el	tiempo	extraado	y	desconcertado	ante	las	amenazas	del	lugar.	La	suya	es	una	
habitacin	lejana	al	zagun	cuyo	acceso	es	prcticamente	laberntico	y	dentro	de	la	cual,	
segn	se	dice	en	el	relato,	Serenn	se	siente	como	un	caballero	que	ha	debido	atravesar	
bosques	 y	 regiones	 indmitas.	 Pero	 los	 caballeros	 no	 tienen	 miedo,	 y	 Serenn	 vive	 en	
perpetuo	 estado	 de	 zozobra	 y	 alerta,	 su	 vida	 se	 encuentra	 como	 globo	 de	 hule	 entre	
alfileres,	 expresin	 que	 bien	 me	 sirve	 ahora	 para	 definir	 de	 manera	 casi	 coloquial	 la	
angustia:	ser	constreido	en	un	espacio	que	es	a	cada	momento	amenaza,	incomodidad	
y	falta	de	calma,	pues	piso	y	techo	y	muros	de	este	cuarto	estn	enemistados	con	el	ser	
(39).	El	espacio	es	tan	agresivo	que	Serenn	debe	construir	una	especie	de	casa	dentro	
de	 la	 casa,	 improvisados	 techos	 que	 le	 vayan	 atajando	 los	 frecuentes	 derrumbes	 y	 el	
polvo	que	sobre	l	va	cayendo.		
Serenn	 sobrevive	 porque	 est	 enamorado;	 es	 el	 amor	 el	 que	 le	 permite	 seguir	
	                                              211	
habitando	en	la	vecindad	y	evita	que	esta	lo	expulse:		
	
             Este	muchacho	puede	estar	descolorido	puede	ser	polo	de	brjula	cargado	
             de	electricidad	de	signo	igual	a	la	de	la	vecindad,	que,	por	tanto,	debera	ser	
             repelido,	 pero	 otra	 fuerza,	 interviniendo,	 ha	 venido	 a	 hacer	 burla	 de	 las	
             leyes	 que	 gobiernan	 los	 fluidos	 elctricos	 y	 a	 hacer	 que	 se	 produzcan	
             fenmenos	 desconcertantes,	 cosas	 locas,	 a	 hacer	 de	 Serenn	 una	 brjula	
             loca,	 cuya	 carga	 de	 signo	 negativo	 busca,	 contra	 toda	 lgica,	 la	 corriente,	
             tambin	de	signo	negativo,	de	la	vecindad.	(44)	
	
Desde	 el	 boquete	 en	 la	 habitacin	 que	 el	 narrador	 insiste	 en	 llamar	 ventana,	 Serenn	
puede,	 igual	 que	 el	 nio	 de	 Tachas,	 ver	 la	 exterioridad	 y	 la	 apertura	 del	 cielo	 que	
aparece	como	una	suspensin	momentnea	de	la	visin	de	la	clausura:		
	
             Esta	palabra,	cielo,	es	nada	ms	una	armazn,	un	garabato	seco,	para	usarlo	
             cuando	 no	 se	 halla	 otro	 en	 que	 quepa	 lo	 que	 quiere	 decirse.	 Esto	 es,	 en	
             efecto,	algo	inefable,	algo	infinito,	azul,	dulce,	dichoso	sin	medida.	No	existe	
             la	palabra,	no	existe	el	pensamiento,	no	existe	la	ternura	ni	el	dolor	bastante	
             largo	para	poder	tocar	la	cuenca	de	este	techo	sin	techo	que	nos	cubre.	(55)	
	
El	 cielo	 es	 la	 promesa	 de	 la	 alegra	 que	 Serenn	 no	 puede	 tener	 sino	 en	 forma	 de	
tomates:	esos	tomates	que	una	chinita	casada	le	arroja	cada	da	a	su	vuelta	del	mercado	
y	l	atesora	en	una	repisa.	Altar,	como	l	mismo	dice,	a	su	religin	particular.	En	cuanto	
la	portera	lo	descubre	y	propaga	la	noticia,	Serenn	sale	a	la	calle	para	encontrarse	con	la	
noticia	 de	 la	 muerte	 de	 lvaro	 Obregn.	 Pese	 a	 ello,	 el	 verdadero	 pnico,	 era	 que	
Serenn	tuviera	en	su	cuarto	sobre	su	repisita,	unos	tomates.	Frente	al	cuarto	del	hroe,	
hormigueaba	una	multitud	(65)	que	l	logra	sortear	para,	finalmente,	asir	un	tomate	y	
con	l	convencerse	de	que	el	tomate,	el	polvo,	el	cuerpo,	el	alma,	etctera	todo	cuanto	
existe,	y	el	cielo,	son	lo	mismo	(65).	Idea	que,	por	lo	dems,	queda	muy	en	consonancia	
con	todo	lo	que	hasta	ahora	he	dicho	sobre	la	inextricabilidad	de	hombre,	alma,	cuerpo	y	
espacio.		
	
	
Sobre	Gombrowicz,	o	de	cmo	mirar	la	libertad	en	un	espejo	
	
Si	en	Hernndez	es	frecuente	el	procedimiento	de	colocar	imgenes	de	espacios	abiertos	
ms	 o	 menos	 accesibles	 como	 contrapunto	 para	 el	 encierro,	 en	 Gombrowicz	 es	 ms	
comn	 la	 presentacin	 nica	 de	 lugares	 cerrados	 o	 sin	 escapatoria.	 Mientras	 en	 los	
relatos	 del	 autor	 de	 Tachas	 casi	 siempre	 es	 patente	 la	 permeabilidad	 del	 espacio,	
veremos	que	para	Gombrowicz	no	sucede	de	la	misma	forma.	Por	razones	de	tiempo,	me	
	                                               212	
centrar	 para	 este	 estudio	 en	 los	 cuentos	 El	 banquete,	 Acerca	 de	 lo	 que	 ocurri	 a	
bordo	de	la	goleta	Banbury	y	Aventuras.		
Para	Sierra,	en	la	escritura	de	Gombrowicz	se	hace	patente	la	disolucin	de	la	relacin	
cohesiva	 entre	 el	 sujeto	 y	 su	 espacio	 circundante	 (Sierra,	 2006:	 60).	 El	 matiz	 de	
extraamiento	en	esta	relacin	individuo-sitio	es	el	que	me	interesa	aqu.	Percibo	cierto	
carcter	 hiperblico,	 casi	 grotesco,	 de	 la	 descripcin	 y	 la	 conformacin	 del	 espacio	
ficcional	en	la	potica	de	Gombrowicz	que,	segn	intentar	mostrar,	empata	bien	con	las	
ideas	de	vaco	y	angustia	que	antes	hemos	observado	en	Hernndez.	
En	el	primer	cuento,	los	consejeros	de	un	Estado	se	renen	a	sesionar	en	una	sala.	Van	a	
celebrarse	 las	 nupcias	 del	 Rey	 con	 la	 archiduquesa;	 empero,	 los	 consejeros	 se	 hallan	
preocupados	 por	 la	 venalidad	 de	 monarca	 quien,	 efectivamente,	 pronto	 les	 exige	 una	
gratificacin	por	participar	de	la	boda	y	el	banquete.	En	tanto	no	recibe	lo	esperado,	el	
Rey	escapa	y	uno	de	los	consejeros	anuncia:	Seores,	es	necesario	constreir	al	Rey	en	
el	 Rey,	 encarcelar	 al	 Rey	 en	 el	 Rey...	 Debemos	 enclaustrar	 al	 Rey	 en	 el	 Rey	
(Gombrowicz,	2006:	13),	expresin	por	dems	concordante	como	aquello	que	antes	he	
dicho	 respecto	 al	 cuerpo	 como	 primera	 espacialidad,	 aqu	 crcel	 que	 le	 impedira	
escapar	de	los	deseos	y	las	acciones	de	otros	que	sobre	l	imperan.		
Con	 el	 Rey	 apresado,	 el	 banquete	 que	 tuvo	 lugar	 al	 da	 siguiente,	 en	 la	 sala	 de	 los	
espejos,	revisti	todo	el	esplendor	imaginable	y	roz,	como	los	golpes	de	una	campana,	
las	 esferas	 sumibles,	 casi	 celestiales,	 de	 la	 magnificencia	 (13).	 Esta	 sala	 constituye	 de	
hecho	 una	 proyeccin	 espacial	 de	 infinito:	 espejos	 puestos	 uno	 frente	 a	 otro	 que	
construyen	 una	 lnea	 que	 multiplica,	 abismo	 horizontal	 en	 el	 que	 el	 hombre	 confunde	
imagen	propia	y	reflejo.	
El	 Rey	 se	 ciega	 por	 el	 brillo	 de	 la	 atmsfera	 que	 bien	 puede	 entenderse	 como	 la	
luminosidad	de	esa	totalidad	que	se	presenta	con	los	espejos.	Aterrorizado	tanto	por	el	
ruido	 como	 por	 el	 reflejo,	 alcanza	 a	 escuchar	 el	 sonido	 de	 una	 campanilla	 que	 lo	 hace	
relamerse.	 Los	 otros,	 por	 salvarlo	 del	 ridculo	 ante	 la	 archiduquesa,	 imitan	 el	 gesto.	 El	
sinsentido	 se	 proyecta	 nuevamente,	 pues,	 hacia	 el	 infinito;	 ello	 enfurece	 al	 Rey,	 que	 se	
siente	 esclavo	 de	 los	 consejeros	 que	 imitan	 todos	 sus	 movimientos	 y	 le	 impiden	 la	
singularidad.	Eso	hasta	que:		
	
             El	Rey	se	puso	de	pie.	Todos	los	invitados	se	pusieron	de	pie.	El	Rey	dio	unos	
             pasos,	 los	 comensales	 tambin.	 El	 Rey	 comenz	 a	 deambular,	 los	
             comensales	 comenzaron	 a	 deambular.	 Y,	 en	 aquel	 deambular,	 en	 ese	
             caminar	montono	e	interminable,	se	alcanzaron	alturas	tan	grandiosas	del	
             archideambular	 que	 Gnulo,	 repentinamente	 mareado,	 lanz	 un	 alarido	 y,	
             con	los	ojos	inyectados	de	sangre,	se	derrumb	sobre	la	archiduquesa	y,	sin	
             saber	qu	hacer,	comenz	a	estrangularla	lentamente	ante	la	Corte	entera.	
	                                                213	
             Sin	dudarlo	un	instante,	el	timonel	del	Estado	se	dej	caer	sobre	la	primera	
             dama	que	encontr	a	mano	y	comenz	a	estrangularla.	Los	otros	invitados	
             siguieron	 su	 ejemplo.	 Y	 el	 archiestrangulamiento	 repetido	 por	 multitud	 de	
             espejos	se	liberaba	de	todos	los	infinitos	y	creca,	creca,	creca...	hasta	que	la	
             estrangulacin	ces...	Y	de	esa	manera	el	banquete	rompi	los	ltimos	lazos	
             que	 lo	 unan	 con	 el	 mundo	 normal	 y	 se	 liberaba	 de	 cualquier	 control	
             humano!	(18)	
	
As,	la	ruptura	de	vnculos	con	el	mundo	se	presenta	mediante	esta	repeticin	absurda	y	
estril:	el	estrangulamiento	provoca	el	espectculo	de	la	fijeza.	Esta	quietud,	tanto	como	
la	constriccin	previa,	provocan	el	terror	del	monarca,	quien	decide	huir	ante	tal	visin.	
Gracias	 a	 la	 multiplicidad	 y	 la	 confusin	 LA	 IGNOMINIOSA	 HUIDA	 DEL	 REY	 SE	
TRANSFORM	EN	UNA	CARGA	DE	INFANTERA,	y	ya	no	se	saba	si	EL	REY	HUA,	O	si	EL	
REY	 DIRIGA	 EL	 ASALTO	 (19).	 Acaso	 porque	 al	 final	 suceden	 ambas	 cosas.	 En	 un	
primer	 momento,	 el	 Rey	 es	 incapaz	 de	 huir	 de	 s	 mismo	 pues,	 como	 hemos	 visto,	 se	
encuentra	 desde	 el	 inicio	 encerrado	 en	 su	 propio	 cuerpo,	 carne	 sitiada	 que	 le	 impide	
moverse.	En	otro	sentido,	la	interdependencia	de	los	hombres	hace	que,	en	el	intento	de	
huida,	el	Rey	se	vuelva	perseguidor	del	consejo	en	tanto	los	actos	del	primero	signan	y	
definen	los	de	los	segundos.		
En	este	cuento	observamos	entonces	una	configuracin	espacial	que	anuncia	la	paradoja	
de	 la	 libertad	 absoluta,	 pues	 con	 ella	 misma	 viene	 la	 condena:	 el	 drama	 de	 la	 libertad	
estriba,	 precisamente,	 en	 que	 las	 acciones	 del	 individuo	 suponen	 consecuencias	 para	
otros	 individuos:	 El	 hombre	 est	 condenado	 a	 ser	 libre.	 Condenado,	 porque	 no	 se	 ha	
creado	a	s	mismo	y,	sin	embargo,	por	otro	lado,	libre,	porque	una	vez	arrojado	al	mundo	
es	 responsable	 de	 todo	 lo	 que	 hace	 (Sartre,	 2009:	 43).	 Una	 vez	 que	 el	 hombre	 se	 ha	
librado	de	las	ataduras	con	su	creador,	es	solo	preso	de	su	propia	conciencia:	la	crcel	
interior,	esa	que	se	lleva	a	todos	lados	y	de	la	que	nunca	se	puede	escapar.	Esta	idea	se	
proyecta	 aqu	 espacialmente	 en	 una	 lnea	 multiplicada	 hacia	 el	 horizonte	 infinito:	
sucesin	 de	 personas,	 cadena	 de	 acciones	 que	 terminan	 uniendo	 y	 cerrando	 el	 crculo	
del	banquete	que	los	toma	a	todos,	final	y	fatalmente,	prisioneros	de	ellos	mismos.	
En	Acerca	de	lo	que	ocurri	en	la	goleta	Banbury	hay	una	apertura	que,	sin	embargo,	
es	 solo	 aparente.	 El	 protagonista	 se	 embarca	 en	 esa	 goleta	 justamente	 porque	 desea	
escapar	de	su	conflictiva	vida	en	el	continente	europeo.	Al	arribar	a	la	embarcacin	debe	
despojarse	 de	 todo	 su	 equipaje;	 sin	 embargo,	 hay	 un	 vaco	 interior	 del	 que	 no	 puede	
desprenderse	para	comenzar	el	viaje:		
	
             Devolv	 a	 las	 olas	 todo	 lo	 que	 haba	 dentro	 de	 m,	 gem,	 vaco	 como	 una	
             botella	vaca,	impotente	para	satisfacer	a	los	elementos	que	exigan	cada	vez	
             ms	 de	 m...	 cada	 vez	 ms...	 El	 vaco	 insoportable	 del	 estmago	 me	
	                                               214	
             martirizaba	fsica	y	moralmente,	y,	aunque	devor	las	mantas	y	la	almohada,	
             no	logr	que	ninguna	de	esas	cosas	permaneciera	en	mi	interior	ms	de	un	
             segundo.	(38)	
	
Este	vaco	no	es	propiamente	un	malestar	por	el	movimiento	del	navo,	pues	lo	molesta	
moralmente,	 ausencia	 de	 algo	 que	 no	 se	 sabe	 qu	 es:	 miedo	 ante	 la	 nada,	 nos	 dira	
Heidegger.	Hambre	imposible	de	acallar	que	lo	obliga	a	ingerir	primero	la	ropa	de	cama,	
luego	la	tercera	parte	de	la	reserva	de	arenques	y	sardinas	del	barco	y	que	bien	puede	
interpretarse	 como	 imagen	 sinecdtica	 del	 viaje:	 bsqueda	 insaciable	 que	 no	 logra	
satisfacer	a	quien	lo	emprende.		
Hay,	 en	 su	 movimiento,	 cierta	 ilusin	 de	 fijeza:	 Observaba	 la	 tierra	 rocosa	 de	 Europa	
que	hua	a	lo	lejos.	Adis,	Europa!	Me	senta	vaco,	asctico	y	ligero	(39),	dice	Zantman,	
el	 protagonista,	 de	 manera	 tal	 que	 es	 el	 continente	 el	 que	 se	 mueve	 mientras	 la	
embarcacin	permanece	quieta	sobre	el	azul,	su	andar	montono	genera	la	sensacin	de	
detenimiento,	 del	 mismo	 modo	 que	 la	 apertura	 hacia	 el	 mar	 ms	 bien	 constrie	 a	 los	
navegantes	en	tanto	no	es	ms	que	ilusin	paisajstica.	El	mar	es	prisin	porque	lo	nico	
que	 permite	 es	 un	 movimiento	 imperceptible,	 atrapa	 el	 espritu	 y	 lo	 detiene	 en	 esa	
crcel	de	agua	dentro	de	la	que	se	contiene	esa	otra	crcel	que	es	el	barco:	sucesin	de	
jaulas	que	llegan,	igual	que	en	El	banquete,	hasta	el	cuerpo	propio.	
La	 angustia	 se	 proyecta	 tambin	 en	 el	 momento	 en	 que	 quieren	 usar	 a	 Zantman	 como	
anzuelo	para	que,	como	a	Jons,	lo	trague	un	pez	gigante.	Encierro	mvil	en	un	cuerpo	
vivo,	Zantman	quedara	as	obligado	a	solazarse	en	la	culpa	originaria	y	a	convivir	con	el	
miedo	ante	la	oscuridad	que	lo	absorbe.	Sin	embargo,	este	castigo	no	queda	sino	como	
amenaza	 enunciada,	 a	 la	 que	 se	 superpone	 la	 de	 la	 presentacin	 de	 la	 desnudez	 del	
capitn	 Clarke.	 Encuentro	 violento	 con	 el	 otro	 que	 causa	 en	 s	 mismo	 un	 temor	 tan	
grande	 como	 el	 de	 ser	 tragado	 por	 la	 bestia	 marina.	 Finalmente,	 ninguna	 de	 estas	
posibilidades	se	realiza,	pero	el	ambiente	viciado,	casi	claustrofbico,	en	la	embarcacin	
se	 acenta	 con	 la	 convivencia	 diaria	 y	 los	 roces,	 cada	 vez	 ms	 violentos	 entre	 la	
tripulacin	y	con	el	tedio	marino	(55)	que	desemboca	en	la	decepcin	de	Zantman:		
	
             Tengo	que	decir	que	yo	haba	imaginado	la	vida	en	un	barco	de	una	manera	
             absolutamente	 distinta.	 Esta,	 en	 cambio,	 no	 es	 sino	 una	 especie	 de	 ftido	
             pantano.	 Falta	 completamente	 el	 aire.	 Esperaba	 aspirar	 el	 perfume	 salado	
             del	mar,	el	espacio,	etctera,	mucho	ms	saludable	que	el	aire	fatigante	del	
             continente,	 y	 en	 cambio	 encuentro	 aqu	 un	 ambiente	 opresor,	 estrecho	 y	
             prepotente	y	por	todas	partes	actitudes	simiescas.	(61)	
	
Porque	 Zantman	 lleva	 dentro,	 como	 ya	 se	 ha	 visto,	 ese	 vaco	 primordial	 que	 es	 en	
realidad	ambicioso	y	lo	condena	a	la	imposibilidad	de	plenitud	y	satisfaccin.		
	                                              215	
Si	para	Serenn,	el	personaje	de	Efrn	Hernndez,	el	amor	era	tabla	de	salvacin,	ac	hay	
un	erotismo	zooflico	capaz	de	suspender	la	monotona	asfixiante.	Ante	la	visin	de	una	
ballena,	 los	 marineros	 activan	 el	 deseo	 y	 la	 nostalgia:	 la	 pena	 de	 sentirse	 lejos	 de	 sus	
seres	queridos	y	las	mujeres	que	los	han	amado,	ese	aqu	instaurado	en	la	patria	y	el	
lugar	de	origen	que	los	devuelve	a	la	esperanza	del	arribo	a	tierra	firme.	Este	episodio	
culmina	en	un	motn	que	genera	un	desembarque	en	el	trpico.	Mientras	los	marineros	
festejan	 y	 admiran	 el	 paisaje,	 Zantman	 permanece	 encerrado	 ante	 la	 inminencia	 de	 la	
orga	casi	paradisaca.	Cierra	el	cuento:		
	
              No,	 no	 quera	 saberlo.	 No	 quera	 saberlo	 y	 no	 deseaba	 el	 calor,	 ni	 la	
              exuberancia,	ni	el	lujo.	Prefera	no	salir	al	puente	por	temor	a	ver	lo	que...	lo	
              que	hasta	ese	momento	ofuscado,	oculto	y	no	dicho	se	desencadenara	con	
              toda	 su	 falta	 de	 pudor,	 entre	 plumajes	 de	 pavorreales	 y	 fulgores	
              esplndidos.	 Desde	 el	 comienzo	 todo	 haba	 estado	 en	 m,	 y	 yo,	 yo	 era	
              exactamente	igual	a	todo	lo	dems.	El	mundo	exterior	no	es	sino	un	espejo	
              que	refleja	el	interior.	(90)	
	
Final	que	va	muy	en	consonancia	con	lo	que	hasta	ahora	hemos	ido	observando.	Entre	el	
terror	 de	 descubrir	 la	 esencia	 salvaje	 de	 los	 hombres	 no	 puede	 sino	 volver	 hacia	 s	
mismo	para	descubrir	que	todo	aquello	que	le	asusta	en	los	otros	estaba,	tambin,	desde	
el	inicio,	en	l.	Aqu	el	afuera	y	el	adentro	apareceran	mediados	por	un	lmite.	Podemos	
pensar	 que	 esta	 frontera	 es	 la	 del	 cuerpo,	 membrana	 que	 divide	 y	 al	 mismo	 tiempo	
comunica	exterioridad	e	interioridad.	
Aventuras	contina	la	temtica	del	viaje	martimo	del	cuento	anterior.	El	protagonista	
cae	 accidentalmente	 de	 un	 navo	 y,	 pese	 a	 que	 este	 regresa	 obsesivamente	 por	 l,	 la	
velocidad	 con	 que	 lo	 hace	 impide	 el	 rescate,	 logrado	 finalmente	 por	 otra	 embarcacin.	
En	 esta,	 por	 el	 hecho	 de	 descubrir	 los	 pies	 blancos	 del	 capitn	 (un	 negro	 blanco)	 es	
tomado	inmediatamente	preso	y	luego	arrojado	al	mar	en	un	huevo	de	cristal	fabricado	
especficamente	 para	 cumplir	 con	 su	 objetivo	 de	 ser	 prisin	 mvil,	 diminuta	 y	
transparente.	
El	personaje	no	est,	sin	embargo,	condenado	a	morir,	pues	se	le	brindan	dosis	de	caldo	
y	 un	 dispositivo	 para	 desalinizar	 el	 agua,	 todo	 suficiente	 para	 vivir	 diez	 aos.	 La	
condena,	 sin	 embargo,	 dura	 menos	 tiempo	 pues	 una	 embarcacin	 francesa	 lo	 rescata.	
Una	 vez	 que	 desembarca	 en	 Valparaso,	 vuelve	 el	 miedo	 al	 Negro	 que,	 est	 seguro,	 lo	
persigue	 an.	 Atraviesa	 todo	 el	 continente	 pero,	 efectivamente,	 es	 apresado	 de	 nuevo	
por	el	Negro,	quien	lo	coloca	en	una	gran	bola	de	acero	en	el	fondo	del	mar,	de	modo	tal	
que	 el	 protagonista	 sera	 el	 nico	 que	 conocera	 de	 manera	 absoluta	 la	 oscuridad,	 la	
muerte,	la	desesperacin.	En	fin,	mi	destino	superara	al	de	todos	los	mortales	en	cuanto	
	                                                216	
a	 unicidad	 (98).	 Para	 el	 Negro	 la	 tortura	 del	 personaje	 es	 una	 forma	 de	 poseer,	 l	
mismo,	el	abismo:	enva	una	suerte	de	emisario	hacia	la	nada.	Para	este,	la	angustia	se	
siente	ya	en	forma	de	presin	submarina	sobre	el	cuerpo.	Atrapado	como	est,	asfixiado	
tambin,	 realiza	 esfuerzos	 sobrehumanos	 para	 liberarse	 y	 finalmente	 lo	 consigue:	 la	
bola	sale	disparada,	luego	cae	y	puede	volver	a	su	casa	de	campo,	de	donde	pronto	sale	
para	emprender	un	nuevo	viaje,	esta	vez	en	un	globo	aerosttico	al	que	pronto	convida	a	
una	pasajera.	Nuevamente	a	la	deriva,	ahora	por	aire,	frustra	con	otro	viaje	la	boda	que	
se	 acerca.	 Se	 excusa	 con	 nosotros,	 lectores,	 y	 dice	 que	 todo	 ha	 sido	 un	 accidente.	
Renuncia	a	la	pausa	del	amor	para	continuar	en	trnsito	y	va	a	parar	a	una	isla	llena	de	
leprosos	deseantes	de	la	que	logra	escapar.	
El	 relato	 termina	 con	 nuestro	 personaje	 en	 el	 frente	 de	 guerra:	 dilacin	 perpetua,	 esta	
historia	con	vaivenes	de	tensin	y	progresin	que	termina	en	nihilismo,	vuelve	a	ser	la	
confirmacin	de	un	viaje	siempre	insatisfactorio	cuya	bsqueda	no	termina	pues,	como	
hemos	dicho,	el	vaco	interno	no	puede	llenarse	con	esa	exterioridad	carente	de	sentido	
nico.	 El	 objetivo	 es,	 entonces,	 ese	 movimiento	 perpetuo	 que	 le	 brinda	 el	 consuelo	 del	
andar.	
	
	
A	manera	de	cierre	
	
Tanto	en	Witold	Gombrowicz	como	en	Efrn	Hernndez	podemos	percibir	una	esttica	
del	 extravo:	 el	 detalle,	 la	 nimiedad,	 la	 descripcin	 abigarrada	 y	 la	 narracin	
multiclimtica	 generan	 una	 atmsfera	 de	 la	 angustia.	 Cul	 es	 el	 lugar	 en	 donde	 ha	 de	
caber	el	hombre?,	cul	la	posicin	a	la	que	se	nos	convoca	a	nosotros,	lectores?	Nuestro	
sitio,	 tanto	 como	 el	 de	 los	 personajes	 angustiados,	 es	 el	 de	 la	 incomodidad,	 el	 del	
perpetuo	extraamiento	respecto	a	eso	que	se	nos	presenta	en	el	relato.	
Los	 espacios	 se	 describen	 como	 si	 tuvieran	 vida	 propia	 e	 interactuaran	
permanentemente	 con	 los	 personajes:	 una	 puerta	 que	 tiene	 cejas	 y	 gime	
constantemente,	camas	que	amenazan	con	tumbar	a	los	durmientes:	no	hay	en	absoluto	
comodidad	 ni	 calma.	 La	 relacin	 del	 hombre	 con	 su	 espacio	 queda	 tematizada	 hasta	
extremos	 varias	 veces	 cmicos,	 el	 carcter	 hiperblico	 de	 esta	 problematizacin	 hace	
que	tambin	nosotros,	lectores,	nos	sintamos	incmodos	ante	ese	universo	repelente	y	
al	 mismo	 tiempo	 encantador	 que	 tanto	 va	 diciendo	 sobre	 el	 extraamiento	 primordial	
del	hombre	ante	su	entorno.	Hay	ciertos	elementos	que	podran	fungir	como	parntesis	
de	calma	que,	sin	embargo,	no	terminan	de	funcionar	para	los	personajes:	la	religin,	el	
amor,	el	erotismo...	
	                                               217	
Efrn	Hernndez	se	encarga	de	conectar	adentro/afuera	como	forma	de	mostrar	el	vaco	
patente:	 sus	 personajes	 se	 encuentran	 cabalgando	 entre	 la	 ausencia	 de	 dios	 y	 la	
constriccin	de	los	espacios:	sea	la	habitacin,	la	vecindad	o	la	escuela,	el	cobijo	que	han	
de	hallar	los	constituye	apenas	una	pausa	en	su	recorrido	solitario:	el	abismo	es	interior,	
habita	en	cada	uno	de	ellos	de	la	misma	manera	que	ellos	lo	habitan	y	le	dan	forma.	Eso	
mismo	 ha	 de	 suceder	 en	 Gombrowicz.	 En	 l	 la	 angustia	 viene	 porque,	 aunque	 haya	
grandes	espacios	abiertos	(como	el	del	mar	o	como	el	del	infinito	generado	con	espejos),	
inabarcables	 con	 la	 vista,	 se	 hace	 tambin	 patente	 su	 inhabitabilidad:	 el	 mar	 repele	 al	
hombre	tanto	como	la	tierra	a	la	que	no	termina	de	llegar	nunca	o	a	la	que,	en	realidad,	
quizs	no	quiere	arribar.	
Esos	 espacios	 dislocados	 (Sierra,	 2006:	 59)	 son,	 en	 s	 mismos,	 un	 perpetuo	
extraamiento.	 No	 caos	 sino	 orden	 distinto	 en	 el	 que	 no	 se	 sabe	 cmo	 hay	 que	
comportarse,	 espacios	 que	 se	 rigen	 por	 normas	 distintas,	 a	 las	 que	 los	 personajes,	
incluso	si	han	vivido	siempre	en	ellos,	no	terminan	de	acostumbrarse.	Efrn	Hernndez	
y	 Witold	 Gombrowicz	 develan	 abismos	 interiores:	 abren	 la	 flor	 de	 la	 angustia	 hacia	
fuera	del	cuerpo.	
	
	
Bibliografa		
	
De	la	Cruz,	Nayeli	(2014).	La	paloma,	el	stano	y	la	torre	de	Efrn	Hernndez.	El	espacio	
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	                                               218	
	
RASTREANDO	A	GIDE	EN	LA	OBRA	DE	GOMBROWICZ	
Aleksander	Fiut	
Traduccin:	Carolina	Quintana	
	
En	 los	 numerosos	 estudios	 sobre	 la	 obra	 de	 Witold	 Gombrowicz	 hay	 un	 aspecto	 muy	
interesante	 que	 los	 crticos	 no	 han	 examinado:	 concretamente,	 la	 vida	 y	 las	 obras	 de	
Andr	 Gide.	 Como	 recuerda	 Alejandro	 Rssovich,	 Gombrowicz	 le	 envi	 a	 Gide	 la	
traduccin	francesa	de	El	casamiento	en	Octubre	de	1950,	con	la	siguiente	dedicatoria:	
Monsieur	Gide,	este	libro	necesita	su	respaldo	(R.	Gombrowicz,	1987:	143).	Gide	jams	
respondi.	Segn	Rssovich:	Witold	era	escptico,	hasta	desdeoso	en	su	actitud	hacia	
Gide:	Ese	francs	con	sus	excesos	homosexuales	(R.	Gombrowicz,	1987:	151).	Y	aun	as	
el	 destino	 dict	 que	 al	 final	 de	 su	 vida	 Gombrowicz	 vivira	 por	 un	 breve	 perodo	 en	 el	
anterior	 apartamento	 de	 Gide	 en	 La	 Messuguire,	 una	 circunstancia	 que	 relat	 a	 su	
familia	 con	 algo	 de	 satisfaccin:	 Estoy	 viviendo	 en	 la	 habitacin	 de	 Gide,	 lo	 cual	 me	
divierte.	 Estos	 das	 estoy	 tropezando	 constantemente	 con	 rastros	 de	 personas	 con	 las	
que	comparto	muchas	cosas	(W.	Gombrowicz,	204:	367).	
Como	 ms	 tarde	 recordara	 Juan	 Carlos	 Gmez,	 Gombrowicz	 admiraba	 a	 Gide	 porque	
poda	 hacer	 tanto	 en	 un	 solo	 da:	 tocar	 el	 piano,	 encontrase	 con	 editores,	 escribir	
(Gmez,	 1984:	 359).	 Tambin	 hablaba	 con	 aprobacin	 sobre	 la	 opinin	 de	 Gide	 acerca	
de	la	cultura	latinoamericana.	Esta	valoracin	surge	en	una	entrevista	que	Gombrowicz	
le	dio	a	Miguel	Grinberg	para	el	peridico	La	Razn	el	30	de	marzo	de	1963,	unos	das	
antes	de	partir	hacia	Europa.	Vale	la	pena	citar	una	parte	de	la	entrevista:	
	
             Un	argentino	culto	no	se	aprecia	a	s	mismo,	y	cuando	lo	hace,	lo	hace	mal,	
             siempre	 recurriendo	 a	 una	 esttica	 tradicional	 espaola	 o	 francesa.	 Una	
             literatura	abstracta,	artificialmente	nacional,	esquemticamente	social,	pero	
             tambin	 framente	 universal.	 No	 puede	 capturar	 lo	 concreto	 o	 lo	
             contemporneo...	Por	supuesto	que	uno	podra	cambiar	este	tono	mediante	
             un	gran	poder	creativo,	que	podra	imponer	un	nuevo	punto	de	partida	para	
             otro	 gusto,	 diferente	 al	 gusto	 europeo.	 Pero	 qu	 podemos	 esperar,	 dice	
             Gide	 sobre	 Sudamrica,	 de	 personas	 cuya	 nica	 preocupacin	 es	
             agradarnos?	Detesto	el	folklore	falso,	el	nacionalismo	ingenuo	y	el	arte	para	
             el	pueblo.	Coincido	con	los	que	sostienen	que	la	peor	manera	de	crear	arte	
             argentino	es	asumir	por	adelantado	lo	que	ste	debera	ser.	Hacemos	arte	en	
             primera	persona,	en	nombre	del	propio	yo,	y	nada	ms	que	eso.	Pero	para	
             poder	 llegar	 a	 este	 yo,	 primero	 debemos	 atrevernos	 a	 existir.	 (W.	
             Gombrowicz,	en	Grinberg,	2005:	135)	
	
Por	 lo	 tanto,	 Gide	 resulta	 ser	 un	 aliado	 importante	 para	 Gombrowicz	 en	 su	 lucha	 por	
recuperar	 una	 voz	 soberana	 y	 un	 sentido	 de	 valor	 para	 esas	 culturas,	 incluyendo	 las	
	                                                219	
culturas	 argentina	 y	 polaca,	 que	 accedan	 sumisamente	 a	 su	 propia	 inferioridad	 y	
marginalidad,	 aliviando	 complejos	 de	 inferioridad	 secretos	 ya	 sea	 mediante	 una	
imitacin	 cultural	 de	 Occidente,	 o	 bien	 hallando	 apoyo	 en	 el	 nacionalismo	 ingenuo.	
Gombrowicz	 sostena	 que	 el	 resurgimiento	 de	 la	 cultura	 nacional	 no	 poda	 decretarse	
desde	 arriba	 de	 acuerdo	 a	 modelos	 prefabricados.	 En	 cambio,	 podra	 ocurrir	 solo	
mediante	la	expresin	individual	de	un	escritor	que	internalizara	la	cultura	de	su	propia	
comunidad	 de	 forma	 original,	 transformndola	 y	 expresndola,	 pero	 siempre	 en	 su	
propio	nombre	y	bajo	su	propia	responsabilidad.	
Por	 supuesto,	 estos	 principios	 no	 eran	 novedad	 para	 Gombrowicz.	 Y	 aun	 as	 la	
referencia	 a	 Gide	 en	 este	 contexto	 era	 nueva	 y	 significativa.	 Alejandro	 Rssovich	
recuerda	que	cuando	alent	a	Gombrowicz	a	leer	el	Diario	de	Gide,	el	escritor	polaco	no	
pudo	 menospreciarlo.	 Rssovich	 agrega	 que	 sus	 comentarios	 se	 referan	 a	 la	
importancia	 del	 diario	 como	 un	 gnero	 literario.	 En	 l	 descubri	 una	 nueva	 forma	 de	
expresin,	 un	 instrumento	 nuevo,	 y	 comenz	 a	 pensar	 en	 cmo	 podra	 usarse.	 Ley	 el	
diario	 de	 Gide	 como	 un	 escritor.	 Esta	 lectura	 posteriormente	 despert	 una	 idea	 que	
haba	 albergado	 por	 mucho	 tiempo:	 escribir	 su	 propio	 diario,	 un	 diario	 que	 fuera	
completamente	 diferente	 a	 los	 Diarios	 de	 Gide	 (R.	 Gombrowicz,	 1987:	 125).	 El	 mismo	
Gombrowicz	 escribi	 lo	 siguiente	 en	 una	 carta	 para	 Artur	 Sandauer	 el	 23	 de	 julio	 de	
1958:	 Gide	 dice,	 de	 alguna	 manera,	 que	 nada	 en	 la	 literatura	 es	 ms	 sorprendente	 e	
irresistible	 como	 la	 sinceridad.	 Nada	 desorienta	 ms,	 dice,	 y	 estoy	 completamente	 de	
acuerdo	 con	 l	 (Gombrowicz,	 1996:	 190).	 Aqu,	 Gombrowicz	 alude	 a	 la	 entrada	 del	
diario	de	Gide	del	31	de	diciembre	de	1891:	
	
             Hay	que	abandonar	esta	idea	y	definir	lo	que	es	la	sinceridad	artstica.	Se	me	
             ocurre,	provisionalmente,	que	jams	la	palabra	preceda	a	la	idea.	O	bien	que	
             la	palabra	sea	siempre	necesitada	por	ella.	Debe	ser	irresistible	e	inevitable;	
             y	lo	mismo	para	la	frase,	y	para	la	obra	entera...	El	temor	de	no	ser	sincero	
             me	 ha	 atormentado	 por	 varios	 meses	 y	 me	 ha	 impedido	 escribir.	 Oh,	 ser	
             completa	y	absolutamente	sincero.	(Gide,	2000:	16-17)	
	
El	3	de	enero	de	1892,	Gide	agrega:	
	
             Se	 puede	 decir	 esto,	 entonces,	 lo	 que	 me	 parece	 una	 especie	 de	 sinceridad	
             opuesta	 (por	 parte	 del	 artista):	 ms	 que	 narrar	 su	 vida	 como	 la	 ha	 vivido,	
             debe	vivir	su	vida	como	la	narrar.	En	otras	palabras,	el	retrato	formado	por	
             su	vida	debe	identificarse	con	el	retrato	ideal	que	desea.	Y,	en	trminos	an	
             ms	simples,	debe	ser	como	desea	ser.	(18-19)	
	
El	 11	 de	 enero	 del	 mismo	 ao	 confiesa:	 Lucho	 con	 un	 conflicto	 entre	 las	 reglas	 de	 la	
moral	y	las	reglas	de	la	sinceridad	(19).	
	                                               220	
Al	 igual	 que	 Gombrowicz,	 a	 Gide	 le	 molestaba	 la	 imposibilidad	 de	 ser	 completamente	
sincero	en	su	escritura.	Ambos	autores	saban	que	la	sinceridad	siempre	es	una	creacin	
artificial,	representando	un	compromiso	entre	cunto	desea	el	escritor	exponerse	ante	
el	 lector	 y	 las	 expectativas	 de	 este	 ltimo,	 junto	 a	 la	 presin	 ms	 o	 menos	 explcita	 o	
severa	de	los	principios	morales	y	de	las	normas	de	las	relaciones	sociales.	El	problema	
de	los	lmites	de	la	sinceridad	se	agudiza	especialmente	en	el	caso	de	un	diario,	que	por	
su	naturaleza	misma	tiende	a	esa	sinceridad,	y	por	lo	tanto	seduce	al	lector.	Por	lo	tanto,	
es	 caracterstico	 que	 Gide	 ignore	 completamente	 sus	 aventuras	 homosexuales	 en	 los	
Diarios.	De	hecho,	si	alguna	vez	escribe	sobre	ellas,	es	solo	de	manera	indirecta	o	detrs	
de	 la	 mscara	 de	 un	 personaje	 inventado.	 Gombrowicz	 tom	 de	 Gide	 el	 recurso	 de	
escribir	 sobre	 s	 mismo	 como	 si	 fuera	 otra	 persona	 en	 el	 Diario,	 pero	 aun	 as	 le	 dio	 al	
protagonista	 su	 propio	 apellido.	 Sin	 embargo,	 como	 Gide,	 no	 escribi	 nada	 sobre	 la	
esfera	 ntima	 de	 su	 vida.	 Las	 cosas	 son	 completamente	 diferentes	 en	 Kronos,	 donde	
Gombrowicz	exhibe	sus	experiencias	erticas	de	manera	muy	particular.	
Ambos	 escritores	 se	 sentan	 atormentados	 adems	 por	 una	 aguda	 conciencia	 de	 la	
compulsin	 de	 jugar	 los	 roles	 que	 les	 haban	 sido	 impuestos	 por	 el	 entorno	 y	 las	
circunstancias	 que	 los	 rodeaban.	 Por	 ejemplo,	 durante	 la	 Primera	 Guerra	 Mundial,	 a	
Gide	 lo	 enfureci	 encontrarse	 obligado	 a	 jugar	 el	 rol	 de	 un	 ardiente	 patriota	 que	
detestaba	 a	 los	 alemanes.	 Aqu	 debo	 citar	 algunos	 pocos	 pasajes	 que	 parecieran	 venir	
directamente	del	Diario	de	Gombrowicz.	En	1890,	Gide	abre	su	diario	en	un	estilo	tpico:	
No	 le	 presten	 atencin	 al	 aparecer.	 Estar	 solo	 es	 importante	 (7).	 Un	 poco	 despus,	
leemos:	 Atreverse	 a	 ser	 uno	 mismo.	 Tengo	 que	 subrayarlo	 tambin	 en	 mi	 cabeza.	 No	
hacer	nada	por	coquetera,	para	hacerse	fcil,	por	espritu	de	imitacin	o	por	la	vanidad	
de	 contradecir	 (10).	 En	 1892,	 Gide	 escribe:	 Me	 preocupa	 no	 saber	 quin	 ser;	 ni	
siquiera	ser	quin	quiero	ser;	pero	bien	s	que	hay	que	elegir	Siento	mil	identidades	
posibles	en	m	(18).	Es	probable	que	Gombrowicz	haya	pronunciado	estas	palabras.	Sin	
embargo,	la	seccin	siguiente	tiene	un	tono	diferente,	pues	Gide	agrega:	
	
              Y	 me	 asusto,	 a	 cada	 instante,	 a	 cada	 palabra	 que	 escribo,	 a	 cada	 gesto	 que	
              hago,	de	pensar	que	 es	 un	 rasgo	 ms,	 imborrable,	 de	 mi	 figura,	que	 se	 fija:	
              una	figura	dudosa,	impersonal;	una	figura	cobarde,	puesto	que	no	he	sabido	
              elegir	y	delimitarla	fieramente.	(18)	
	
Gombrowicz	 tuvo	 una	 intuicin	 similar,	 aunque	 se	 reconcili	 con	 estos	 rasgos	
imborrables	 y	 con	 la	 multiplicidad	 de	 las	 elecciones	 provisorias.	 Al	 mismo	 tiempo,	
seguramente	 hubiera	 aprobado	 la	 afirmacin	 de	 Gide	 de	 que	 dos	 facultades	
extraordinarias	 del	 poeta	 son	 el	 permiso	 para	 ceder	 ante	 las	 cosas,	 cuando	 lo	 desea,	
	                                                 221	
sin	 perderse	 a	 s	 mismo,	 y	 la	 capacidad	 de	 ser	 conscientemente	 ingenuo.	 Estas	 dos	
facultades	 pueden,	 adems,	 reducirse	 al	 nico	 don	 de	 la	 disociacin	 (21).	 Ceder	 ante	
las	cosas	y	ser	conscientemente	ingenuo	son	las	dos	caractersticas	fundamentales	del	
Kronos	de	Gombrowicz.	
De	 hecho,	 estas	 afinidades	 van	 mucho	 ms	 all,	 aunque	 Gombrowicz	 jams	 las	 revel	
pblicamente	o	escribi	una	sola	palabra	acerca	de	ellas	en	su	 Diario.	Sin	embargo,	en	
una	carta	privada	a	Jerzy	Giedroyc,	el	6	de	agosto	de	1952,	escribi:	
	
             Tengo	 que	 fabricar	 el	 Gombrowicz	 pensador	 y	 el	 Gombrowicz	 genio,	 el	
             Gombrowicz	 demonlogo	 de	 la	 cultura	 y	 muchos	 otros	 Gombrowicz	
             indispensables.	 El	 infantilismo	 del	 intento,	 la	 naturaleza	 pblica	 de	 todo	 el	
             proceso,	 este	 juego	 del	 Alma,	 o	 con	 el	 Alma	 todo	 esto	 alberga	 varios	
             peligros.	 Y	 an	 as	 yo	 creo	 que	 soy	 una	 persona	 que	 ha	 sido	 llamada	 a	
             escribir	su	Diario.	(Giedroyc	y	Gombrowicz,	2006:	84)	
	
Aqu	agrega	un	punto	extremadamente	crucial:	
	
             El	 Diario	 de	 Gide	 no	 me	 ha	 inspirado	 especialmente;	 me	 ha	 permitido,	 sin	
             embargo,	vencer	ciertas	dificultades	esenciales	que	me	obstaculizaban	hasta	
             el	 momento	 de	 realizar	 ese	 proyecto	 (yo	 pensaba	 que	 un	 diario	 deba	 ser	
             privado,	 y	 l	 me	 ha	 permitido	 descubrir	 la	 posibilidad	 de	 un	 diario	
             privado-pblico).	(Giedroyc	y	Gombrowicz,	2006:	84)	
	       	
El	 diario	 privado-pblico	 de	 Gombrowicz	 sera,	 precisamente,	 Kronos,	 junto	 a	 los	
pasajes	del	diario	publicados	en	las	pginas	de	Kultura.	Para	ser	ms	exactos,	Kronos	fue	
la	 seccin	 privada,	 que	 no	 iba	 a	 imprimirse	 por	 el	 momento,	 mientras	 que	 el	 Diario	 se	
publicaba	una	vez	al	mes	en	Kultura.	Y	aun	as	las	conexiones	entre	los	dos	textos	y	el	
Diario	de	Gide	no	radican	solo	en	este	ejemplo	para	superar	las	fronteras	entre	lo	ntimo	
y	 lo	 privado.	 Tanto	 en	 Kronos	 como	 en	 el	 Diario,	 Gombrowicz	 tambin	 aludi	 a	 la	
estructura	del	Diario	de	Gide,	cuyas	entradas	aparecieron	en	un	orden	que	solo	estaba	
aproximadamente	 determinado	 por	 la	 secuencia	 temporal.	 Por	 ejemplo,	 Gide	 comenta	
sobre	 sus	 experiencias	 de	 1889	 en	 una	 sola	 entrada,	 mientras	 que	 la	 entrada	 de	 1890	
bajo	 enero	 contiene	 solo	 una	 oracin:	 Visita	 a	 Verlaine	 (Gide,	 2000:	 4).	 La	 entrada	
siguiente,	bajo	sbado,	incluye	una	descripcin	detallada	de	los	sntomas	asociados	a	
la	 enfermedad	 terminal	 de	 su	 ta	 Brianon,	 a	 quien	 l	 ha	 visitado	 y	 ha	 confesado	 su	
afecto.	La	descripcin	de	la	visita	concluye	con	la	declaracin	de	que	ha	regresado	a	su	
hogar	 muy	 deprimido.	 En	 otra	 parte,	 despus	 de	 la	 poca	 fin	 de	 noviembre	 del	
mismo	ao,	leemos	una	lista	de	principios	morales.	
Claramente,	 tanto	 para	 Gide	 como	 para	 Gombrowicz	 la	 cronologa	 est	 muy	
generalizada.	 Muchas	 reas	 de	 la	 vida	 permanecen	 en	 blanco,	 o	 sin	 descripcin.	 Las	
	                                               222	
notas	 generalmente	 se	 reducen	 a	 un	 marco	 puramente	 anual,	 mientras	 que	 los	 datos	
precisos	 solo	 se	 suministran	 ocasionalmente.	 Las	 mismas	 entradas	 son	 diversas	 en	 su	
naturaleza.	 Incluyen	 observaciones	 especficas	 y	 reflexiones	 ms	 extensas.	 Aparecen	
temas	 serios	 y	 filosficos	 junto	 a	 temas	 triviales.	 Las	 impresiones	 poticas	 se	
transforman	 fcilmente	 en	 aguda	 crtica	 social.	 Los	 asuntos	 ms	 privados	 se	 combinan	
con	 el	 contexto	 histrico.	 Las	 notas	 incluyen	 detalladas	 listas	 de	 libros	 ledos	 y	 obras	
musicales	 escuchadas	 (tanto	 Gide	 como	 Gombrowicz	 eran	 amantes	 de	 la	 msica),	
reportes	 de	 reuniones,	 pero	 tambin	 descripciones	 de	 enfermedades.	 Resumiendo,	
forman	 obras	 fragmentadas	 y	 de	 finales	 abiertos	 que	 tratan	 mltiples	 temas	 y	 utilizan	
mltiples	gneros.	
Jean-Pierre	 Salgas	 ha	 descrito	 perceptivamente	 un	 aspecto	 importante	 de	 la	 afinidad	
entre	los	dos	escritores:	
	
             Gide,	 o	 el	 ego	 deconstruyndose	 en	 el	 espejo,	 una	 introspeccin	 incierta	
             hacindose	 pasar	 por	 cortesa;	 Gide,	 el	 escritor	 conocido,	 construyendo	 su	
             propia	 alma	 frente	 al	 mundo,	 escribiendo	 para	 una	 audiencia	 viva	 sobre	
             los	 asuntos	 ms	 ntimos	 de	 las	 Plyades	 Las	 paradojas	 de	 ambos	 autores	
             son	idnticas.	(Salgas,	2004:	157)	
	
Ms	tarde,	Salgas	escribe:	
	
             Gide	 (deconstruyendo	 la	 intimidad	 en	 el	 espejo)	 y	 Mann	 (construyendo	 un	
             monumento	en	las	arenas	movedizas	de	la	Inmadurez),	cada	uno	de	ellos,	a	
             su	 manera,	 le	 ense	 a	 Witold	 (si	 es	 que	 an	 necesitaba	 la	 leccin)	 que	 el	
             yo	 es	 una	 ficcin.	 El	 diario	 desarrolla	 todas	 las	 variantes	 y	 formatos	 de	
             esta	 ficcin	 Podramos	 describir	 al	 diario	 como	 el	 espacio	 biogrfico	 de	
             esta	auto-ficcin.	(Salgas,	2004:	158)	
	
Si	 asumimos	 que	 Kronos	 precedi	 al	 Diario,	 entonces	 el	 proceso	 de	 deconstruccin	 y	
reconstruccin	 del	 yo	 sucedi	 para	 Gombrowicz	 de	 manera	 mucho	 ms	 radical	 y	 sin	
nada	 de	 apoyo.	 Despus	 de	 todo,	 en	 el	 caso	 de	 Gombrowicz,	 el	 espejo	 que	 para	 Gide	
estaba	representado	por	la	fe	religiosa,	la	cultura	francesa	y	la	aclamacin	universal	se	
haba	roto	en	mil	pedazos.	Kronos	lleva	los	procedimientos	de	autoficcin	a	un	estado	de	
paroxismo,	 pues	 la	 sugerencia	 de	 autenticidad	 y	 realidad	 es	 ms	 fuerte	 y	 ms	
sobrecogedora	 que	 en	 el	 Diario.	 Adems,	 mientras	 que	 Gide	 confiaba	 su	 orientacin	
sexual	y	sus	experiencias	homosexuales	solo	en	notas	sin	publicar,	Gombrowicz	decidi	
escribir	abiertamente	sobre	ellas	en	Kronos.	En	parte	porque	pens	que	Kronos	podra	
conmocionar	 a	 los	 lectores,	 solo	 envi	 una	 versin	 ms	 suave	 de	 las	 entradas	 de	 su	
diario	 a	 Kultura,	 aunque	 aun	 as	 consiguieron	 provocar	 un	 gran	 nmero	 de	 ataques	
contra	su	autor.	
	                                               223	
Tanto	los	Diarios	de	Gombrowicz	como	los	Diarios	de	Gide	comienzan	con	un	gesto	de	
conquista	simblico.	Gide	observa	Pars	desde	un	sexto	piso,	con	el	Barrio	Latino	a	sus	
pies.	No	es	accidental	que	cite	las	palabras	de	Rastignac:	Ahora	nos	veremos	las	caras!	
(Gide,	 2000:	 3).	 En	 otras	 palabras,	 aqu	 la	 situacin	 inicial	 alude	 a	 la	 rica	 tradicin	
francesa,	 simplemente	 recreando	 un	 modelo	 prefabricado.	 El	 gesto	 de	 Gombrowicz	
abandona	con	ostentacin	todo	respaldo,	ya	que	lo	apunta	contra	todas	las	formas	de	la	
tradicin,	 de	 conceptualizaciones,	 ideas	 e	 ideologas	 formalizadas.	 El	 yo	 del	 escritor,	
suspendido	en	un	lugar	ajeno,	se	transforma	en	un	espacio	virtual	que	puede	fcilmente	
acomodar	contenidos,	tanto	de	ndole	filosfica	como	profundamente	personal,	pblica	
o	privada,	cultural	o	biolgica.	No	podemos	acorralar	al	yo,	que	aparece	cuatro	veces	
como	 la	 nica	 palabra	 en	 las	 primeras	 cuatro	 entradas,	 ya	 que	 es	 puro	 movimiento.	
Gombrowicz	 opone	 un	 yo	 dinmico	 al	 yo	 esttico	 de	 Gide.	 Las	 cosas	 son	 diferentes	
en	Kronos,	donde	el	autor	casi	pareciera	ocultarse	detrs	de	enumeraciones	estriles	o	
interminables	 series	 de	 hechos	 y	 nombres	 de	 personas	 y	 lugares.	 Rastignac	 y	 Gide	 le	
lanzan	 el	 guante	 a	 Pars,	 es	 decir,	 al	 mundo,	 que	 tienen	 la	 intencin	 de	 conquistar.	 Al	
escribir	Kronos,	Gombrowicz	lanza	el	guante	a	las	costumbres	y	expectativas	literarias,	
creando	un	mundo	que	hasta	el	da	de	hoy	conmociona	a	los	lectores	con	su	singularidad	
y	extremismo.	
	
	
Bibliografa	
	
Gide,	Andr	(2000).	Diarios.	1889-1913.	Urbana:	University	of	Illinois	Press.	
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Gombrowicz,	Rita	(1987).	Gombrowicz	en	Argentina.	Londres:	Puls.	
Gombrowicz,	 Witold	 (1996).	 La	 lucha	 por	 la	 fama.	 Correspondencia,	 parte	 uno.	 Witold	
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      Editorial	Literaria.	
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Grinberg,	Miguel	(2005).	Evocando	a	Gombrowicz.	Varsovia:	PIW.	
Salgas,	 Jean	 Pierre	 (2004).	 El	 proceso	 de	 Gombrowicz,	 o	 el	 atesmo	 integral.	 Varsovia:	
      Czytelnik.
	                                                224	
       	
LA	 DICOTOMA	 NORTE-SUR	 EN	 LA	 MUERTE	 EN	 VENECIA	 DE	 THOMAS	 MANN	 Y	
TRANS-ATLNTICO	DE	WITOLD	GOMBROWICZ	
Margarethe	Glac	
	
La	 novela	 Trans-Atlntico	 de	 Witold	 Gombrowicz	 fue	 publicada	 en	 fragmentos	 por	 la	
revista	 de	 exilio	 Kultura	 en	 1951	 y	 por	 la	 editorial	 del	 Instituto	 de	 Cultura	 Polaca	 con	
sede	 en	 Maisons-Lafitte,	 Instytut	 Literacki,	 cerca	 de	 Pars	 en	 1953.	 En	 Polonia	 pudo	
llegar	a	las	libreras	en	1957	gracias	a	una	corta	etapa	de	deshielo	poltico.	
Gombrowicz,	 quien	 ya	 en	 su	 temprana	 juventud	 haba	 descubierto	 la	 afinidad	 de	 su	
propia	biografa	a	la	de	Tonio	Krger,	el	personaje	de	la	novela	corta	de	Thomas	Mann,	
en	la	que	se	unen	los	rasgos	de	artista	y	burgus	y	la	oposicin	entre	la	decadencia	y	la	
voluntad	de	vivir	(Schrder-Augustin,	2001:	415),	retom	en	Trans-Atlntico	la	temtica	
de	 Tonio	 Krger	 del	 ao	 1903	 y	 de	 La	 muerte	 en	 Venecia,	 escrita	 en	 1911	 la	 de	 una	
ascendencia	mixta	(Fieguth,	1995:	146),	que	dentro	del	alma	del	personaje	causa	una	
lucha	 continua	 entre	 la	 condicin	 artstica	 y	 burguesa.	 Tonio	 lleva	 rasgos	 sensuales	 y	
artsticos	de	su	madre	del	sur	y	al	mismo	tiempo	el	fro	sentido	de	realidad	y	carcter	
burgus	 de	 su	 padre	 del	 norte.	 Es	 un	 dilema	 que	 se	 puede	 manifestar	 de	 diferentes	
maneras	as	como	tener	distintas	consecuencias.	
En	 la	 obra	 temprana	 de	 Mann	 se	 puede	 observar	 lo	 que	 Helmut	 Brandt	 llama	 una	
contraposicin	y	finalmente	un	desprendimiento	de	la	vida	burguesa	que	se	ve	de	forma	
muy	 clara	 en	 Tonio	Krger	 porque	 significa	 la	 prdida	 del	 fundamento	 de	 la	 existencia	
tanto	 burguesa	 como	 artstica	 (Brandt,	 1978:	 123).	 Markus	 Schrder-Augustin	 destaca	
al	personaje	de	Lisaweta	como	la	primera	persona	que	define	la	frmula	de	la	existencia	
artstica	 de	 Tonio,	 al	 que	 llama	 ciudadano	 perdido,	 mostrando	 as	 la	 posicin	 del	
intelectual	creativa	y	artstica	que	se	encuentra	siempre	entre	las	clases.	As,	Tonio,	de	
igual	modo	que	el	mismo	Mann,	no	es	un	anticiudadano	sino	solamente	un	ciudadano	
perdido	 (Schrder-Augustin,	 2001:	 416).	 Es	 una	 definicin	 que	 expone	 sobre	 todo	 el	
sentimiento	de	la	separacin	y	falta	de	pertenencia	(Mann,	1978:	31).	
El	 artista	 no	 es	 entendido	 como	 un	 creador	 sano	 y	 lleno	 de	 energa	 sino	 como	 un	
enfermo	atormentado	y	dbil	cuyo	arte	es	un	producto	de	suplicio	y	renuncia,	unido	ms	
a	 la	 muerte	 que	 a	 la	 vida	 (Brandt,	 1978:	 123).	 Est	 situado	 entre	 dos	 mundos	 y	 en	
ninguno	se	siente	familiarizado	(Mann,	1978:	65).		
Este	 artista	 est	 condenado	 a	 la	 soledad,	 porque,	 como	 dice	 Mann	 en	 La	 muerte	 en	
Venecia,	sus	observaciones	son,	por	un	lado,	ms	difusas,	pero,	por	el	otro,	mucho	ms	
insistentes	 que	 las	 de	 un	 hombre	 sociable.	 Tiene	 mucha	 ms	 capacidad	 de	 analizar	
	                                                225	
percepciones	e	imgenes	que	para	l	pasan	a	ser	cada	vez	ms	importantes	y	que	el	otro	
podra	rechazar	fcilmente	(Mann,	2007:	48).	
El	personaje	del	ciudadano	perdido	fue	retomado	muy	temprano	por	Gombrowicz.	Ya	
en	 sus	 primeros	 relatos,	 sobre	 todo	 en	 Acerca	 de	 lo	 que	 ocurri	 a	 bordo	 de	 la	 goleta	
Banbury,	 publicado	 en	 1933,	 se	 destaca	 cierto	 presentimiento	 que	 Janusz	 Margaski	
llama	de	forma	muy	atrevida	un	aviso	del	viaje	a	Argentina	(Margaski,	s/d:	270),	pero	
que	seguramente	se	puede	entender	como	un	estado	de	nimo	del	autor	de	Ferdydurke.		
Lo	 que	 resulta	 interesante	 para	 este	 trabajo	 es	 la	 direccin	 del	 viaje	 del	 personaje	 de	
este	relato	del	norte	al	sur.	Seguramente,	se	la	puede	poner	en	relacin	con	la	lectura	
de	textos	en	los	que	est	expuesta	la	dicotoma	del	norte	y	sur	(Sauer,	2005:	255-259).	
Gombrowicz	pudo	haber	conocido	las	conferencias	que	dio	Mann	durante	su	estancia	en	
Varsovia	 en	 1927,	 publicadas	 en	 las	 revistas	 literarias	 Wiadomoci	 Literackie	 y	 La	
Pologne	Littraire,	en	las	que	se	refiere	a	esta	dicotoma.	
En	Recuerdos	de	Polonia	Gombrowicz	trae	a	la	mente	haber	descubierto	el	sur	durante	
una	 estancia	 vacacional	 en	 los	 Pirineos	 Orientales	 en	 el	 verano	 de	 1928,	 pues	 es	 una	
poca	 en	 la	 que	 ya	 conoca	 la	 obra	 de	 Nietzsche	 y	 de	 Mann.	 Dice	 que	 la	 vista	 de	 una	
avenida	conduciendo	hacia	el	mar,	que	recorra	en	bicicleta	junto	a	un	grupo	de	jvenes	
obreros	borrachos	lanzando	gritos,	consigui	ms	que	todas	las	catedrales	y	los	museos	
de	Pars,	destacando	la	mezcla	de	la	cultura	y	lo	salvaje	y	le	hizo	posible	entender	el	sur,	
tanto	 Francia	 como	 Italia,	 y	 miles	 de	 otras	 cosas	 (Gombrowicz,	 1985:	 86)	 que	 de	
repente	le	resultaron	importantes,	aunque	hasta	ese	momento	haba	considerado	a	una	
persona	morena	como	inferior.	A	partir	de	ese	momento	nunca	ms	iba	a	sentir	aversin	
hacia	el	sur.		
Desde	entonces	el	sur	representa	para	Gombrowicz	la	libertad,	es	de	colores	claros	y	al	
mismo	 tiempo	 es	 humilde,	 corporal	 y	 emocional,	 con	 todas	 las	 desventajas	 que	 lleva	
consigo	esta	caracterstica.	Sin	embargo,	el	escritor	prefiere	justamente	el	sur.	Y	despus	
de	 muchos	 aos	 en	 Argentina,	 un	 pas	 meridional,	 de	 vuelta	 en	 Europa,	 habla	 de	
Argentina	como	de	su	patria	adoptiva,	llamndose	a	s	mismo	argentino,	corrompido	
por	 el	 sur,	 penetrado	 por	 aquel	 sol	 y	 aquel	 cielo	 meridional.	 Gombrowicz	 se	 compara	
con	 un	 perro	 que	 paseando	 ventea	 el	 cielo	 norteo	 con	 sus	 nubes	 que	 corren,	 la	
vastedad	del	horizonte,	el	tiempo	con	el	que	se	enfrenta	en	Berln	(Gombrowicz,	1970:	
130).	
Gombrowicz	 retoma	 la	 dicotoma	 norte-sur	 de	 forma	 explcita	 en	 Los	 recuerdos	 de	
Polonia	 y	 en	 Testamento	 (Gombrowicz,	 1996:	 19-21),	 cuando	 recuerda	 su	 huida	 de	
Pars	 al	 sur	 de	 Francia	 en	 los	 aos	 de	 entreguerra,	 una	 huida	 que	 se	 repite	 en	 su	
biografa	 de	 un	 modo	 inexplicable	 en	 1964,	 cuando	 por	 razones	 de	 salud	 tiene	 que	
	                                               226	
huir	 del	 norte	 fro	 de	 Berln	 y	 de	 Pars	 al	 sur	 de	 Francia,	 a	 Vence,	 en	 los	 Alpes	
Martimos.		
Hay	que	destacar	que	la	sensacin	del	ciudadano	perdido	ya	se	apodera	de	l	durante	
este	 primer	 viaje	 a	 la	 costa	 mediterrnea	 en	 los	 aos	 20,	 cuando	 dice	 que	 recuerda	
diferentes	 situaciones,	 imgenes,	 pero	 como	 si	 l	 no	 estuviera	 en	 ellas,	 como	 si	 se	
hubiera	 perdido.	 Hace	 responsable	 por	 esta	 prdida	 un	 desorden	 interno	 (20)	 que	
haba	sentido	ya	desde	haca	mucho	tiempo	y	que	probablemente	fue	culminante	en	esa	
poca.	Describe	este	sentimiento	como	la	certeza	de	ser	anormal.	
En	 sus	 impresiones	 de	 esta	 huida,	 en	 Testamento,	 Gombrowicz	 describe	 el	 sur	 que	
descubri	 entonces	 como	 una	 acumulacin	 de	 naranjas,	 vino,	 brillo,	 calor,	 luz,	
transparencia	 y	 aire	 que	 celebra	 con	 alegra,	 alivio	 y	 esperanza,	 como	 se	 celebra	 un	
nuevo	principio	que	le	posibilita	el	movimiento	a	uno.	Al	mismo	tiempo	se	pregunta	si	
no	era	por	eso	que	su	vida	posterior	eligi	a	Argentina	(21).	
El	 motivo	 del	 viaje	 al	 sur	 se	 expone	 de	 forma	 ms	 clara	 en	 el	 viaje	 del	 autor	 a	 la	
Argentina	en	el	ao	1939.	En	Testamento,	Gombrowicz	dice	a	Dominique	de	Roux	que	no	
hay	muchos	lugares	mejores	que	Buenos	Aires	porque	Argentina	es	un	pas	europeo,	en	
el	que	se	siente	Europa	de	forma	muy	intensa,	ms	intensa	que	en	Europa	misma,	pero	
que	al	mismo	tiempo	est	fuera	de	Europa.	Entonces	le	pudo	dar	lo	que	tanto	necesitaba	
distancia	a	Europa	y	a	la	literatura	(70).	
El	viaje	al	sur	le	sirvi	a	Gombrowicz	como	motivo	en	la	novela	Trans-Atlntico,	que	l	
mismo	resume	como	la	historia	de	una	amistad	con	un	puto,	un	homosexual	enamorado	
de	un	joven	polaco.	El	narrador	en	primera	persona,	Witold,	puede	salvar	a	este	joven	y	
conservar	 su	 postura	 tradicionalmente	 polaca	 y	 temerosa	 de	 Dios	 o	 empujarlo	 a	 los	
abrazos	del	homosexual,	que	significara	entregarlo	a	la	perversin,	a	lo	incontrolable	y	
anormal	(97).	
Thomas	 Mann	 tuvo	 la	 inspiracin	 para	 la	 novela	 corta	 La	 muerte	 en	 Venecia	 en	 1911,	
durante	una	estancia,	junto	a	su	esposa	Katja,	en	el	Grand	Htel	des	Bains	en	el	Lido	di	
Venezia,	 que	 describe	 en	 el	 Relato	 de	 mi	 vida	 como	 una	 serie	 de	 circunstancias	 e	
impresiones	 curiosas	 que	 junto	 a	 una	 bsqueda	 secreta	 de	 algo	 nuevo	 desemboc	 en	
una	idea	productiva	(Mann,	1960:	139).	
Mann	asegura	haberse	sentido	bien	en	la	ciudad	seductora	y	vinculada	a	la	muerte,	la	
ciudad	 romntica	 por	 excelencia	 (Mann,	 1975:	 429).	 De	 su	 correspondencia	 justo	
despus	de	su	vuelta	a	casa	se	puede	deducir	que	trabajaba	en	una	obra	extraa	que	
trataba	del	amor	pederasta	de	un	escritor	envejecido	(395).	
Gombrowicz	lleva	este	procedimiento	de	informar	de	manera	distanciada	y	fra	an	ms	
adelante.	Sita	su	narrador	como	figura	en	medio	de	los	acontecimientos	de	la	novela	y	
	                                               227	
le	 da,	 por	 primera	 vez	 en	 su	 obra,	 su	 propio	 nombre.	 As	 el	 narrador,	 quien	 al	 mismo	
tiempo	es	observador	directo	y	cmplice	de	Gonzalo,	uno	de	los	personajes	centrales	
de	 la	 novela,	 habla	 de	 l	 en	 tercera	 persona,	 desde	 la	 perspectiva	 de	 un	 observador	
comprometido	y	al	mismo	tiempo	distanciado	y	fro.	Si	apoya	a	una	de	las	partes,	sea	a	
Gonzalo	en	su	embriaguez	homoertica	o	al	patriota	Tomasz	en	la	proteccin	de	su	hijo	
Ignacio,	 inmediatamente	 asegura	 a	 la	 otra	 parte	 de	 su	 apoyo	 con	 lo	 que	 relativiza	 su	
compromiso	 anterior.	 En	 su	 Diario	 Gombrowicz	 dice	 que	 tuvo	 que	 encontrar	 una	
posicin	diferente,	que	estuviera	fuera	del	hombre	y	la	mujer,	pero	que	no	tuviera	nada	
que	ver	con	el	tercer	sexo,	que	fuera	una	posicin	asexual	y	solamente	al	nivel	humano,	
para	 poder	 acercarse	 al	 territorio	 contaminado	 con	 el	 sexo.	 Dice	 que	 sobre	 todo	 no	
quera	ser	hombre,	quera	ser	humano	que	en	segundo	plazo	era	hombre.	
De	este	modo	el	narrador	en	la	novela	de	Gombrowicz	llega	a	un	grado	de	objetividad	
que	 no	 haba	 tenido	 en	 ninguna	 obra	 anterior	 y	 que	 se	 puede	 comparar	 a	 la	 posicin	
destacada	por	Lisaweta	en	Tonio	Krger	la	de	estar	entre	las	clases	(Grimstad,	2006:	
144)	o,	aun	ms,	de	estar	entre	los	sexos:	
	
             Mientras	que	pertenece	a	la	comunidad	de	los	emigrantes	polacos	(Patria),	
             al	 mismo	 tiempo	 Witold	 se	 junta	 al	 mundo	 de	 los	 homosexuales	 en	
             Argentina	 (Filistria)	 (...)	 Podramos	 decir	 que	 aqu	 el	 homoerotismo	 est	
             lleno	 de	 ambivalencias	 culturales.	 Puesto	 que	 la	 homosexualidad	 en	 s	
             misma	no	ofrece	otra	conclusin	que	una	burla	omnmoda,	Witold	se	sujeta	
             en	 una	 posicin	 intermedia	 entre	 las	 nacionalidades	 y	 las	 sexualidades.	
             (153)	
	
Pero	 siguiendo	 a	 Tonio	 Krger,	 el	 escritor	 en	 Trans-Atlntico	 tambin	 es	 un	 artista,	
quien	 solo	 aora	 un	 poco	 de	 amistad,	 entrega,	 confianza	 y	 suerte	 humana	 (Mann,	
1978:	36)	y	que	con	el	afn	de	satisfacer	estas	ansias	en	un	pas	ajeno	es	implicado	en	
diferentes	 asuntos	 que	 preferira	 observar	 desde	 cierta	 distancia.	 Pues	 es	 a	 causa	 de	
estas	ansias	que	por	un	lado	apoya	a	Gonzalo,	quien	lo	ve	como	su	amigo	y	confidente,	y	
por	 el	 otro	 a	 Tomasz,	 el	 padre	 de	 Ignacio	 adorado	 por	 Gonzalo,	 a	 quien	 cree	 deber	
lealtad	por	su	origen	polaco.	Ewa	Ponowska	Ziarek	dice	a	este	respecto:	El	narrador,	
Gombrowicz,	vacila	sin	fin	entre	estos	dos	polos	narrativos,	traicionando	repetidamente	
a	todos	los	personajes	y	sus	causas	(Ponowska	Ziarek,	1998:	229).	
Las	 circunstancias	 de	 las	 estancias	 de	 los	 dos	 protagonistas	 se	 pueden	 atribuir	 a	
referencias	autobiogrficas.	Ambos	narradores	llegan	en	barcos,	Gustav	von	Aschenbach	
llega	 a	 Venecia	 en	 un	 buque	 de	 vapor	 italiano,	 el	 escritor	 Gombrowicz	 en	 Chrobry,	 un	
transatlntico	polaco,	en	su	viaje	inaugural	a	Buenos	Aires.	
El	 viaje	 en	 barco	 del	 personaje	 Gombrowicz	 en	 Trans-Atlntico	 tambin	 ofrece	 un	
	                                               228	
sentimiento	 de	 prdida	 de	 la	 sensacin	 en	 el	 tiempo	 y	 el	 espacio	 y	 al	 mismo	 tiempo,	
aunque	por	casualidad,	asegura	la	continuacin	de	un	viaje	por	el	ocano	empezado	en	
un	relato	anterior,	Acerca	de	lo	que	ocurri	a	bordo	de	la	goleta	Banbury	que	lleva	al	
narrador	a	aguas	desconocidas	y	a	pases	ajenos.		
El	 ocano	 es,	 como	 seala	 Hanjo	 Berressem,	 (un)	 espacio	 llano	 y	 completamente	
desterritorializado,	 entre	 la	 Patria	 y	 el	 pas	 del	 exilio,	 la	 extensin	 fluda	 del	 ocano	
simboliza	la	utopa	de	una	consistencia	libre,	a-cultural	y	sin	forma	(Berressem,	1998:	
110).	
Berressem	atribuye	al	ocano	descrito	por	Gombrowicz	un	fuerte	significado	ertico	por	
lo	que	el	fondo	socio-cultural	se	deshace	y	la	experiencia	libidinosa	gana	importancia.	Es	
un	 viaje	 durante	 el	 cual	 los	 pasajeros	 estn	 entre	 el	 cielo	 y	 el	 agua,	 sin	 pensar	 nada	
(Gombrowicz,	1964:	9)	y	as	pueden	conversar	y	bromear,	como	lo	hace	el	narrador	de	
Trans-Atlntico,	con	toda	la	tranquilidad.		
Para	Witold	el	viaje	tiene	un	significado	liberador	que	el	escritor	Gombrowicz	describe	
en	 su	 Diario	 como	 un	 brillo	 mitolgico	 (Gombrowicz,	 1970:	 127)	 que	 le	 permite	
encontrarse	 en	 Argentina	 solo,	 en	 un	 continente	 perdido	 en	 los	 ocanos	 (127),	
sumergirse	en	una	lengua	desconocida	y	en	una	vida	lejana	a	lo	que	haba	conocido.		
Las	dos	ciudades,	Venecia	y	Buenos	Aires,	estn	llenas	de	gente	de	diferentes	naciones,	
ruidosas	y	muy	movidas.	Pero	al	igual	modo	que	la	amenaza	del	clera	pende	justo	por	
encima	 de	 Venecia,	 un	 presentimiento	 de	 la	 catstrofe	 de	 una	 guerra	 lleva	 a	 un	
desasosiego	en	Buenos	Aires.	
En	 su	 ensayo	 La	 ciudad	 como	 seductora,	 Courtney	 Peltzer	 describe	 Venecia	 como	 una	
ciudad	que	con	toda	su	gracia	tiene	algo	malicioso	(Peltzer,	2003:	121).	Es	por	eso	que,	
segn	 Peltzer,	 Aschenbach	 tiene	 que	 luchar	 consigo	 mismo	 y	 en	 el	 primer	 momento	
quiere	 partir,	 porque	 parece	 estar	 sintiendo	 ya	 cmo	 puede	 terminar	 para	 l	 una	
prologacin	de	la	estancia.	Venecia,	siendo	una	ciudad	del	hechizo,	del	secreto	y	de	lo	
prohibido	(121),	tiene	una	fuerza	de	atraccin	que	cada	da	tiene	ms	intensidad	hasta	
vencer	a	Aschenbach.	
Del	 mismo	 modo	 la	 ciudad	 de	 Buenos	 Aires	 cautiva	 al	 protagonista.	 Witold,	 quien	 al	
principio	quiere	quedarse	solo	unos	das,	decide	no	partir,	porque	habiendo	comenzado	
la	 Segunda	 Guerra	 Mundial,	 el	 barco	 no	 puede	 volver	 a	 Polonia	 y	 va	 en	 direccin	 a	
Inglaterra.	La	capital	del	sur	que	es	Buenos	Aires	atrae	al	escritor	Gombrowicz	mucho	
ms	que	la	fra	y	hmeda	capital	nortea	que	es	Londres.	Entonces	decide	quedarse.	
Knut	Andreas	Grimstad	dice	de	la	fascinacin	por	un	lugar	nuevo	lo	siguiente:	
	
             En	 muchos	 de	 sus	 textos,	 la	 multilocacin	 parece	 dar	 a	 entender	 que	 el	
	                                                229	
               personaje	literario	sigue	apasionndose	en	lo	otro	en	diferentes	lugares;	en	
               algunos	 casos,	 incluso	 se	 puede	 decir	 que	 se	 casa	 con	 los	 lugares	 y	 sus	
               historias,	 y	 pone	 en	 marcha	 algo	 as	 como	 una	 relacin	 ertica	 con	 ellos.	
               (Grimstad,	2006:	156)	
	
Gombrowicz	describe	Buenos	Aires	en	Testamento	con	las	siguientes	palabras:	Gento,	
hormiguero,	 una	 danza	 en	 coro,	 luces,	 ruido,	 olores	 y	 dice	 que	 se	 sumergi	 en	 este	
campamento	 nmada	 multilinge	 (Gombrowicz,	 1996:	 71)	 sin	 duda	 ninguna.	 Una	
visin	 similar	 de	 la	 ciudad	 presenta	 en	 Trans-Atlntico,	diciendo	 que	 en	 los	 callejones	
estrechos	 hay	 tanta	 muchedumbre	 que	 casi	 no	 se	 puede	 pasar,	 hay	 ruido,	 estrpito,	
gritos	y	una	humedad	insoportable	en	el	aire	(Gombrowicz,	1964:	17)	y	al	mismo	modo	
una	belleza	especial	(Gombrowicz,	1996:	83)	de	la	que	se	da	cuenta	por	primera	vez	
en	su	vida.	
El	 protagonista	 de	 La	 muerte	 en	 Venecia,	 Gustav	 von	 Aschenbach,	 es	 un	 artista	
envejecido,	 de	 unos	 cincuenta	 aos,	 un	 escritor	 dotado,	 quien	 ya	 ha	 escrito	 su	 opus	
magnum	 llevando	 su	 carrera	 al	 apogeo.	 Rolf	 Fieguth	 entiende	 a	 Aschenbach	 como	 un	
escritor	representativo	de	la	poca	guillermina,	quien	en	el	amor	al	hermoso	Tadzio	vive	
su	 ltimo	 xtasis	 artstico	 y	 al	 mismo	 tiempo	 un	 descenso	 a	 lo	 catico	 hasta	 su	 propia	
muerte	(Fieguth,	1995:	146).	
Como	 modelo	 para	 este	 personaje	 Mann	 usa	 varias	 biografas	 de	 artistas.	 El	 nombre	
Gustav	 se	 arrima	 al	 nombre	 del	 compositor	 Gustav	 Mahler,	 quien	 muri	 durante	 la	
estancia	de	Mann	en	Lido	en	el	ao	1911	en	la	isla	Brioni	y	de	cuya	muerte	el	escritor	
ley	 en	 los	 peridicos.	 El	 apellido	 Aschenbach	 tiene	 su	 origen	 en	 el	 pintor	 Andreas	
Aschenbach,	 quien	 rompi	 con	 el	 procedimiento	 expresivo	 del	 romanticismo	 de	 la	
escuela	 de	 Dsseldorf.	 Tambin	 se	 destacan	 tres	 otras	 personalidades	 como	 fuentes	
para	 el	 personaje	 Aschenbach	 y	 quienes	 visitaban	 Venecia	 con	 regularidad	 Friedrich	
Nietzsche,	 August	 Graf	 von	 Platen	 y	 Richard	 Wagner,	 cuya	 biografa,	 que	 tematiza	 una	
crisis	 de	 vida	 ocurrida	 durante	 su	 estancia	 en	 Venecia	 en	 1857/58,	 fue	 publicada	 en	
1911.	 Est	 confirmado	 que	 Mann	 estudiaba	 durante	 estas	 vacaciones	 el	 captulo	 La	
metafsica	 del	 amor	 del	 libro	 El	 mundo	 como	 voluntad	 y	 representacin	 de	
Schopenhauer.	Bahr	dice	que	junto	con	Wagner	era	Goethe	en	quien	se	inspiraba	Mann,	
el	anciano	Goethe	(Bahr,	1991:	116).	Mann	escribe	que	su	objetivo	era	mostrar	el	amor	
tardo	de	Goethe	hacia	la	joven	Ulrike	von	Levetzow	presentando	la	humillacin	de	un	
espritu	elevado	causado	por	la	pasin	(Mann,	1975:	439).		
La	 sensibilidad	 artstica	 de	 Gustav	 est	 acompaada	 de	 una	 debilidad	 fsica,	
enfermedades	y	una	vida	en	aislamiento	que	conduce	a	una	concentracin	mxima	en	su	
obra	y	una	incapacidad	total	de	contactos	sociales	(Luft,	1976:	33).		
	                                                230	
En	 La	 muerte	 en	 Venecia	 Aschenbach	 pasa	 por	 una	 crisis	 profunda,	 lamenta	 lo	
desaprovechado	 y	 ve	 el	 erotismo	 como	 una	 ltima	 oportunidad	 de	 agarrarse	 a	 la	 vida.	
Siguiendo	 a	 Hermann	 Luft	 se	 puede	 decir	 que	 Aschenbach	 ha	 encontrado	 en	 el	 joven	
Tadzio	un	mediador	entre	la	belleza,	el	ideal	del	arte,	y	la	vida	real	(33).	En	este	sentido	
Aschenbach	no	cumple	la	tarea	del	artista	como	mediador	entre	el	mundo	de	la	vida	y	
el	 de	 la	 muerte	 (Mann,	 1960:	 199),	 definida	 por	 Mann	 mismo	 en	 el	 ensayo	 Sobre	 el	
matrimonio	en	el	que	sigue	el	pensamiento	de	Nietzsche,	quien	dijo	que	la	verdad	era	
fea	y	el	arte	exista	para	no	sucumbir	miserablemente	en	ella	(Nietzsche,	1966:	832).	
Aschenbach	no	puede	satisfacer	este	criterio	de	mediador	porque	nunca	ha	conseguido	
unir	 la	 oposicin	 entre	 el	 arte	 y	 la	 vida	 (Luft,	 1976:	 35).	 Pero	 inspirado	 por	 el	 bello	
Tadzio,	el	escritor	es	sacado	de	su	crisis	artstica	y	llevado	al	trabajo	literario.		
En	este	momento	la	sensualidad	de	Aschenbach	se	despierta	y	prevalece	en	relacin	con	
el	espritu,	del	mismo	modo	que	era	perjudicada	antes.	Brandt	destaca	que	Mann	retom	
esta	interpretacin	de	la	debilidad	e	inferioridad	del	espritu	respecto	a	lo	impulsivo	de	
Schopenhauer	 y	 Nietzsche.	 Segn	 Nietzsche,	 el	 artista	 debera	 tener	 tanto	 los	 rasgos	
apolneos	como	los	dionisacos	(Nietzsche,	1966:	120).	
Del	 mismo	 modo,	 Gombrowicz	 entiende	 la	 relacin	 de	 lo	 apolneo	 y	 lo	 dionisaco	 en	
Trans-Atlntico.	Tiene	tambin	una	visin	similar	del	artista,	quien	debe	tener	la	misma	
sensibilidad	para	lo	apolneo	que	para	lo	dionisaco.	Justamente	por	eso	el	narrador	en	
primera	 persona	 toma	 la	 posicin	 de	 estar	 entre,	 en	 el	 medio	 de	 dos	 extremos	 sin	
decidirse	por	uno.	
En	cambio	el	personaje	de	Gonzalo	es	un	mestizo,	con	antepasados	portugueses,	persas,	
turcos	y	libios,	se	levanta	tarde	para	perseguir	a	muchachos	jvenes	hasta	la	noche	por	
los	callejones	de	Buenos	Aires,	averiguando	si	estn	dispuestos	a	cometer	un	pecado.	En	
este	sentido,	el	modelo	dualista	del	ciudadano	perdido	en	el	personaje	de	Gombrowicz,	
quien	oscila	entre	el	norte	y	el	sur,	entre	lo	apolneo	y	lo	dionisaco,	se	encuentra	con	un	
ejemplo	 de	 un	 ciudadano	 del	 sur	 de	 ambos	 lados,	 un	 doble	 ciudadano	 del	 sur	 en	 un	
pas	meridional	que,	como	lo	dice	Gombrowicz,	siente	Europa	ms	que	Europa	misma.	
El	origen	de	Gonzalo	muestra	la	hibridez	de	la	sociedad	argentina:	
	
              Las	 referencias	 a	 la	 posicin	 de	 Gonzalo	 en	 el	 cruce	 de	 gneros	 une	
              sexualidades,	 as	 como	 los	 de	 los	 valores	 antiguos	 y	 nuevos	 del	 mundo,	
              abundan	a	lo	largo	del	relato	de	Witold.	De	hecho,	parece	compartir	el	punto	
              de	 vista	 que	 Buenos	 Aires	 de	 la	 dcada	 de	 1940	 fue	 el	 gran	 escenario	
              sudamericano	de	una	cultura	de	mezcla	(...)	arcaica	y	moderna,	perifrica	y	
              cosmopolita	a	la	vez.	(Grimstad,	2006:	151)	
	
A	causa	de	su	ascendencia,	Gonzalo	es	un	forastero	dentro	de	la	sociedad	multicultural	
	                                                231	
argentina,	como	lo	eran	muchos	argentinos	de	primera	generacin	en	esa	poca,	adems	
es	homosexual	que,	como	subraya	Ewa	Ponowska	Ziarek,	dobla	su	extraeza:	Dentro	
de	la	lgica	homofbica	de	la	nacionalidad,	se	puede	ser	ciudadano	solo	en	la	medida	en	
la	 que	 se	 es	 un	 hombre	 heterosexual	 (Ponowska	 Ziarek,	 1998:	 229).	 Sin	 embargo,	
Gonzalo	sigue	fiel	al	principio	de	lo	dionisaco,	intensificado	en	su	caso	al	infinito.	
Al	contrario,	Aschenbach	cae	de	un	extremo	al	otro	porque	en	su	viaje	a	Venecia	se	pone	
en	 camino	 hacia	 Dioniosio,	 de	 quien	 es	 esclavo	 hasta	 su	 exttica	 muerte	 al	 final	 de	 la	
historia.	 Ambos	 extremos	 son	 insoportables	 a	 largo	 plazo,	 lo	 que	 se	 demuestra	 en	 el	
derrumbamiento	 de	 la	 forma	 de	 vida	 apolnea	 y	 la	 muerte	 del	 personaje	 como	
consecuencia	de	la	entrega	a	lo	dionisaco	(Hfele	y	otros,	1992:	34).	
El	pas	nuevo	en	el	que	se	encuentra	el	narrador	del	Trans-Atlntico,	en	el	cual	se	habla	
una	lengua	desconocida	y	se	vive	costumbres	diferentes,	le	ofrece	un	evidente,	aunque	
seductor,	 choque	 cultural.	 Especialmente	 el	 trato	 con	 la	 homosexualidad,	 que	 en	 la	
Polonia	de	los	aos	de	entreguerra,	quitando	unos	pocos	crculos,	era	mal	vista	y	segua	
siendo	un	tab	en	la	sociedad	y,	a	pesar	de	un	acceso	ms	libre	a	la	sexualidad,	en	este	
contexto	se	pareca	mucho	ms	a	la	Alemania	guillermina	en	la	que	fue	escrita	La	muerte	
en	Venecia	que	a	la	Alemania	del	perodo	de	entreguerras.		
Tadeusz	 Kpiski,	 un	 compaero	 de	 clase	 de	 Gombrowicz,	 relaciona	 la	 fascinacin	 del	
autor	 por	 la	 sensualidad	 homoertica	 con	 el	 proceso	 del	 envejecimiento	 del	 que	 el	
escritor	se	da	cuenta	de	forma	cada	vez	ms	clara.	Dice	Kpiski	que	Gombrowicz	siente	
de	manera	ms	intensa	el	drama	de	lo	transitorio	y	no	es	la	muerte	lo	que	lo	preocupa	
ms,	sino	el	envejecimiento.	Por	eso	en	el	inters	del	autor	en	hombres	jvenes	Kpiski	
ve	un	antdoto	contra	la	vejez,	como	un	garante	de	la	propia	juventud	(Kpiski,	1988:	
81).	
Gombrowicz	 mismo	 describe	 su	 primera	 poca	 en	 Argentina	 como	 una	 cura	 de	
rejuvenecimiento	que	lo	hizo	rejuvenecer	de	forma	violenta	en	cuanto	a	lo	psquico	y	a	
lo	 fsico,	 cuando	 a	 pesar	 de	 sus	 treinta	 y	 cinco	 aos	 le	 llamaban	 joven	 en	 las	 calles	
(Gombrowicz,	1996:	72).	
A	 pesar	 de	 esto	 llega	 un	 momento	 en	 el	 cual,	 como	 lo	 cuenta	 Kpiski,	 Gombrowicz	
todava	convencido	de	su	juventud	descubre	arrugas	en	su	cara,	lo	llama	la	traicin	de	
la	 maldita	 cara,	 y	 se	 encuentra	 en	 un	 momento	 que	 suele	 ser	 decisivo	 en	 la	 vida	 de	
mujeres	y	que	Gombrowicz	vive	de	forma	muy	similar,	le	hace	sentirse	como	un	traidor	
y	haber	sido	traicionado	al	mismo	tiempo	(Kpiski,	1988:	81).	
En	 sus	 primeros	 aos	 en	 Argentina,	 Gombrowicz	 es	 confrontado	 intensamente	 con	 la	
homosexualidad	 y	 reconoce	 su	 debilidad	 por	 el	 barrio	 de	 Retiro,	 donde	 busca	 la	
juventud,	independientemente	del	sexo.	En	su	Diario	Gombrowicz	escribe	sobre	Retiro	
	                                                232	
que	all	no	buscaba	aventuras	de	carcter	ertico	sino	la	juventud,	la	suya	y	la	de	otros,	
en	 el	 uniforme	 de	 soldados	 o	 marineros,	 que	 a	 l	 mismo	 le	 era	 inalcanzable,	 la	 misma	
que	a	l	le	haba	abandonado	para	florecer	en	otra	persona.		
El	modo	de	tratar	la	homosexualidad	en	Argentina,	la	forma	abierta	de	demostrarla	en	
diferentes	crculos,	sobre	todo	en	los	artsticos,	le	fascina	al	autor	Gombrowicz	de	igual	
modo	que	a	su	figura	literaria	del	Trans-Atlntico.	
Segn	 el	 narrador	 del	 Trans-Atlntico,	 es	 el	 aspecto	 de	 Gonzalo	 que	 revela	 las	
preferencias	homoerticas	de	este	personaje.	En	concreto,	son	sus	labios	maquillados	de	
carmn	y	su	postura	que	es	la	de	un	puto,	con	los	manos,	los	pies,	la	cara	y	la	cabeza	tan	
tiernos	que	le	hacen	parecer	no	tanto	un	ser	humano	sino	una	criatura,	sin	la	posibilidad	
de	distinguir	con	certeza	si	es	de	sexo	masculino	o	femenino.		
Gonzalo	 se	 parece	 al	 anciano	 maquillado,	 a	 quien	 observa	 Aschenbach	 en	 su	 pasaje	 a	
Venecia.	 Este	 anciano	 est	 vestido	 de	 moda	 y	 se	 comporta	 como	 un	 joven,	 pero	 un	
observador	 ms	 perspicaz,	 como	 lo	 es	 Aschenbach,	 descubre	 dentro	 de	 poco	 que	 el	
joven	 es	 falso	 (Mann,	 2007:	 34)	 y	 aunque	 tenga	 las	 mejillas	 maquilladas	 de	 color	
carmes,	 unos	 dientes	 blancos,	 anillos	 en	 los	 dedos,	 todo	 esto	 se	 descubre	 como	 una	
imitacin.	Sin	embargo,	los	jvenes	a	los	que	acompaa	no	lo	ven,	o	hacen	como	si	no	lo	
vieran.	 Hfele	 y	 Stammel	 llaman	 a	 este	 hombre	 la	 encarnacin	 de	 un	 homosexual	
envejecido	 (Hfele	 y	 otros,	 1992:	 50)	 que	 se	 demuestra	 tanto	 en	 el	 maquillaje	 de	 su	
cara	como	su	peluca,	su	ropa	y	sus	gestos.	Segn	ellos	el	encuentro	con	el	anciano	es	una	
indicacin	a	la	humillacin	que	le	espera	al	escritor	Aschenbach.	El	anciano	evoca	a	Eros,	
el	dios	clsico	del	amor	homosexual,	cuando	llama	Cario!	de	forma	repetitiva.		
El	uso	repetitivo	de	la	palabra	cario	por	Gonzalo	en	el	Trans-Atlntico	en	diferentes	
sintagmas	 se	 puede	 entender	 como	 una	 indicacin	 de	 la	 inspiracin	 del	 autor	 por	 La	
muerte	en	Venecia.	Se	trata,	sobre	todo,	de	una	deliberada	ilusin	ptica	mediante	la	que	
los	personajes	en	los	dos	textos,	el	anciano	en	el	barco	y	Gonzalo,	intentan	asegurarse	la	
simpata	 del	 objeto	 de	 sus	 amores.	 Se	 puede	 observar	 que	 el	 pie	 de	 Gonzalo	 toma	 la	
forma	tierna	siempre	justamente	en	el	momento	en	el	que	ve	al	bello	Ignacio,	para	que	
este	no	vea	sus	rasgos	masculinos.		
Tematizando	 la	 afinidad	 del	 narrador	 Gombrowicz	 con	 Aschenbach,	 Grimstad	 destaca	
que	se	puede	ver	a	Witold	como	una	versin	pardica	de	Aschenbach.	Pero	Gombrowicz,	
quien	 al	 pincipio	 mira	 al	 joven	 con	 la	 misma	 distancia	 fra	 con	 la	 que	 Aschenbach	
observaba	a	Tadzio	durante	sus	primeros	encuentros,	se	da	cuenta	de	que	las	palabras	
de	Gonzalo	tienen	como	efecto	reflexiones	peligrosas	y,	aunque	a	Witold	no	le	guste	el	
modo	de	vida	decadente	de	Gonzalo,	se	siente	vinculado	a	l	y	dentro	de	poco	lo	llama	
camarada.	
	                                              233	
Segn	 el	 mismo	 Gombrowicz,	 la	 fuente	 del	 personaje	 de	 Gonzalo	 es	 la	 biografa	 del	
escritor	cubano	Virgilio	Piera,	a	causa	de	quien	el	autor	del	Trans-Atlntico	conoci	un	
grupo	 de	 bailarines	 de	 ballet,	 quienes	 vivan	 una	 homosexualidad	 extrema	 y	 quienes	
describe	 como	 putos	 en	 estado	 de	 hervor	 (Gombrowicz,	 1970:	 243)	 porque	 no	
paraban	en	su	caza	de	chicos,	al	igual	modo	que	Gonzalo.		
Gonzalo	 es	 como	 un	 equivalente	 descontrolado	 de	 los	 personajes	 Aschenbach	 y	 el	
anciano	homosexual	en	el	barco.	En	l	la	superioridad	de	lo	carnal	sobre	el	espritu	es	
igual	 de	 fuerte	 como	 el	 vnculo	 de	 Aschenbach	 con	 el	 nivel	 intelectual	 al	 principio	 del	
texto	 de	 Mann.	 No	 solo	 esto,	 Gonzalo	 est	 completamente	 obsesionado	 con	 la	
sensualidad	y	no	piensa	en	otra	cosa,	su	rutina	diaria	se	atiene	a	la	caza	de	los	jvenes.	
Se	puede	decir	que	con	alma	y	vida	est	hechizado	por	lo	dionisaco.		
La	influencia	que	tuvo	el	contacto	con	el	grupo	cubano	de	bailarines	de	ballet	en	crear	el	
personaje	de	Gonzalo	(mencionado	por	el	escritor	en	el	Diario)	fue	afirmada	sobre	todo	
por	Alejandro	Rssovich.	En	cambio,	Ponowska	Ziarek	entiende	al	narrador	del	Trans-
Atlntico	como	el	alter	ego	sarmtico	de	Witold	Gombrowicz,	refirindose	a	la	cultura	
polaca	 y	 su	 mito	 de	 los	 srmatas,	 que	 solo	 conservan	 tradiciones	 propias.	 Gonzalo,	
segn	 ella,	 es	 el	 doble	 argentino	 del	 autor,	 con	 sus	 cualidades	 meridionales	
(Ponowska	Ziarek,	1998:	229).	
Hay	 una	 semejanza	 del	 efecto	 de	 distancia	 conseguido	 por	 la	 parodia	 en	 el	 Trans-
Atlntico	 con	 el	 cronotopo	 del	 gracioso	 de	 Bachtin	 que	 se	 puede	 interpretar	 tambin	
como	el	otro.	Segn	Eryk	Pieszak,	el	encuentro	con	el	otro	siempre	es	el	de	uno	ms	
o	 menos	 maduro	 que	 se	 siente	 atrado	 por	 alguien	 ms	 maduro,	 si	 es	 joven,	 o	 por	
alguien	menos	maduro,	si	es	mayor.	Puede	ser	descrito	como	una	bsqueda	infinita	de	lo	
que	 uno	 no	 es.	 Knut	 Andreas	 Grimstad	 tambin	 ve	 a	 Gonzalo	 como	 un	 alter	 ego	 del	
narrador	y	llama	a	los	dos	personajes	rivales	por	el	joven	Ignacio,	quien	para	Witold	
encarna	 una	 garanta	 constante	 de	 la	 regeneracin	 y	 el	 rejuvenecimiento	 (Grimstad,	
2006:	151).	De	hecho	se	puede	observar	las	ansias	de	Gombrowicz	del	hijo	de	Tomasz	
(Gombrowicz,	1964:	139)	cuando	l	mismo	quiere	refugiarse	en	la	cara	del	joven.		
Siguiendo	 a	 Lutsky,	 se	 puede	 resumir	 que	 ocurre	 una	 fragmentacin	 del	 yo	 literario	
causado	 por	 un	 distanciamiento	 progresivo	 del	 autor	 de	 sus	 personajes	 literarios,	 que	
lleva	finalmente	a	la	formacin	de	un	otro	como	parte	de	la	identidad	propia	(Lutsky,	
2009:	77):		
	
               Gombrowicz	encuentra	un	antdoto	contra	el	yo	fragmentado	y	discontinuo	
               fundando	una	as	llamada	identidad	narrativa	que,	mediante	la	vinculacin	
               de	 los	 diferentes	 momentos	 de	 una	 vida	 individual	 en	 un	 conjunto	
               coherente,	ofrece	una	sensacin	continua	de	la	individualidad.	(78)	
	                                               234	
	
Entonces,	 la	 relacin	 entre	 los	 personajes	 de	 Gombrowicz	 y	 los	 de	 Mann	 tiene	 varios	
niveles	y	no	puede	ser	interpretada	de	forma	nica,	junto	al	avance	de	la	accin	ocurren	
desplazamientos	de	estas	afinidades.	
	
	
Bibliografa	
	
Textos	primarios:		
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PENSAR	EN	LA	IMAGEN:	GOMBROWICZ	Y	NABOKOV	
Katherina	B.	Kokinova	
Traduccin:	Luca	Vittelleschi	
	
	
La	 imagen	 parece	 ser	 un	 elemento	 constitutivo	 y	 un	 concepto	 clave	 en	 las	 obras	 de	
Witold	Gombrowicz	y	de	Vladimir	Nabokov.	La	forma	de	utilizar	y	abordar	la	imagen	en	
cada	 caso	 es	 diferente	 y	 a	 la	 vez	 similar	 entre	 ambos.	 Por	 eso	 analizaremos	
principalmente	dos	posturas:	1)	el	constante	pensamiento	del	autor	en	la	propia	imagen	
(o	 imgenes)	 en	 relacin	 con	 el	 teatro	 de	 la	 imaginacin	 del	 lector	 (en	 el	 caso	 de	
Gombrowicz) 82 	y	 2)	 la	 relacin	 entre	 el	 pensamiento	 en	 imgenes	 del	 autor	 y	 la	
respectiva	necesidad83	de	que	el	lector	haga	lo	mismo	(en	el	caso	de	Nabokov).		
Este	trabajo	no	es	definitivo	(y	al	tratar	la	autorreflexin	es,	en	s	mismo,	autorreflexivo)	
y,	 en	 esa	 lnea,	 propone	 un	 nuevo	 abordaje	 de	 los	 estudios	 comparativos	 que	 podr	
parecer	 poco	 acadmico.	 Concretamente	 se	 trata	 de	 pensar	 en	 imgenes.	 La	 actitud	 de	
Nabokov	 a	 la	 hora	 de	 crear	 ficcin	 parece	 ser	 pensar	 en	 imgenes,	 mientras	 que	
Gombrowicz	 podra	 considerarse	 un	 buen	 lector	 de	 Nabokov,	 no	 porque	 lo	 haya	 ledo,	
sino	 porque	 l	 pensaba	 en	 imgenes	 a	 la	 hora	 de	 leer	 y	 reflexionar	 sobre	 la	 literatura.	
Por	ese	motivo,	en	este	trabajo	me	gustara	explorar	cmo	funciona	el	pensamiento	en	
imgenes	y	analizar	este	mtodo	aplicndolo	tambin	al	estudio	de	la	literatura.	
La	 preocupacin	 de	 Gombrowicz	 por	 la	 imagen,	 su	 permanente	 reconsideracin	 y	
creacin	 de	 nuevas	 imgenes	 del	 autor	 es	 fcil	 de	 identificar	 en	 varias	 de	 sus	 obras.	
Incluso	 seala	 su	 importancia	 en	 su	 Diario.	 Parecera	 ser	 parte	 constitutiva	 de	 su	 obra	
pensar	en	la	imagen	o	en	las	imgenes	de	s	mismo	(ni	escritor,	ni	artista),	actuar,	la	
clave	 de	 la	 vida	 y	 la	 realidad	 (Gombrowicz,	 2012:	 45),	 enmascarar,	 disponerse	
abiertamente	a	construir	un	talento	(43),	construir	diferentes	esquemas	con	elementos	
principales	y	transformarlos	en	imgenes,	que,	a	su	vez,	tienen	que	imponer	la	imagen	
abstracta	 en	 determinada	 obra	 de	 forma	 metdica:	 Me	 gustara	 imponerme	 entre	 las	
personas	 como	 una	 personalidad	 y	 as	 ser	 su	 sbdito	 para	 siempre.	 Otros	 diarios	
deberan	 ser	 a	 este	 lo	 que	 las	 palabras	 Soy	 as	 son	 a	 Quiero	 ser	 as	 (45).	 La	 imagen	
propia	 puede	 ser	 construida	 por	 otros	 y	 as	 funcionar	 como	 un	 aadido	 al	 propio	
mundo,	 como	 una	 traduccin	 e	 interpretacin	 de	 la	 realidad,	 siempre	 distinta	 y	 libre,	
82	Se	deben	 entender	 los	 nombres	 Gombrowicz	 y	 Nabokov	 como	 figuras	 del	 autor,	 no	 como	
personas	en	sentido	biogrfico.	
83	Cul	 es	 el	 instrumento	 autntico	 que	 utilizar	 el	 lector?	 Es	 la	 imaginacin	 impersonal	 y	 el	
	                                                    239	
viviente.	 Y	 lo	 que	 ya	 has	 creado	 dictar	 el	 resto	 de	 lo	 que	 sers	 (97).	 Sucede	 que	 las	
imgenes	estn	ntimamente	ligadas	al	autoconocimiento	y	la	autorreflexin.	Es	por	eso	
que	 una	 imagen	 transformada	 en	 literatura	 no	 puede	 quedar	 exenta	 de	 un	 segundo	
anlisis,	 una	 segunda	 reflexin,	 de	 ser	 repensada	 y	 reinterpretada:	 primero	 como	 una	
obra	de	arte	visual	y	luego	como	una	obra	de	arte	escrita.	
Nabokov	 es	 conocido	 por	 acariciar	 los	 detalles	 (Nabokov,	 1980:	 1).	 Es	 justamente	 a	
travs	de	los	detalles	que	construye	sus	obras	y	trata	de	imponer	una	imagen	detallada.	
El	 autor,	 quien	 reconoci	 pensar	 en	 imgenes,	 parece	 utilizar	 la	 imagen	
(visual/mental)	como	una	especie	de	idioma,	que	se	traduce	en	palabras	en	la	creacin	
de	la	obra:		
	
                Yo	 no	 pienso	 en	 ningn	 idioma.	 Pienso	 en	 imgenes.	 No	 creo	 que	 la	 gente	
                piense	 en	 un	 determinado	 idioma.	 No	 mueven	 los	 labios	 al	 pensar.	 Solo	
                cierto	 tipo	 de	 persona	 ignorante	mueve	 los	 labios	al	 leer	 o	 reflexionar.	 No;	
                yo	pienso	en	imgenes,	y	de	vez	en	cuando	se	forma	una	frase	en	ruso	o	en	
                ingls	 en	 la	 espuma	 de	 la	 onda	 cerebral,	 pero	 no	 ms	 que	 eso.	 (Nabokov,	
                2011:	23)	
	
Gerard	 de	 Vries	 y	 D.	 Barton	 Johnson	 completan	 esta	 declaracin	 con	 la	 siguiente	
apreciacin:	 Representar	 nuevas	 observaciones	 con	 imgenes	 sugerentes	 es	 una	
cualidad	 notoria	 de	 su	 arte	 (Barton	 Johnson	 y	 de	 Vries,	 2006:	 2).	 El	 propio	 Nabokov	
agrega	 en	 otra	 entrevista:	 El	 patrn	 de	 la	 cosa	 precede	 a	 la	 cosa.	 Lleno	 los	 claros	 del	
crucigrama	en	cualquier	punto	que	se	me	ocurra	elegir.	Esos	trozos	los	escribo	en	fichas	
hasta	 que	 la	 novela	 est	 terminada	 (Nabokov,	 2011:	 99),84	La	 literatura	 no	 es	 un	
patrn	 de	 ideas,	 sino	 de	 imgenes	 (Nabokov,	 1980:	 166).	 Con	 esto,	 Nabokov	 parece	
desafiar	la	idea	de	que	las	imgenes	son	diferentes	de	las	palabras	y,	al	mismo	tiempo,	
las	 imgenes	 vendran	 a	 resolver	 nuestro	 problema	 de	 pensar	 con	 sombras	 de	
palabras	 (30).	 La	 magia	 del	 arte	 estaba	 en	 el	 espectro	 del	 lobo	 que	 l	 inventa	
deliberadamente,	en	su	sueo	del	lobo	(5);	las	distintas	formas	en	que	las	imgenes	en	
sentido	 estricto	 o	 literal	 (fotos,	 estatuas,	 obras	 de	 arte)	 se	 relacionan	 con	 conceptos	
como	 las	 imgenes	 mentales,	 ya	 sean	 verbales	 o	 literarias,	 y	 el	 concepto	 de	 hombre	
como	imagen	y	como	hacedor	de	imgenes	han	sido	abordados	de	forma	ms	clara	por	
W.	J.	T.	Mitchell,	quien	presenta	diferentes	imgenes	como	una	familia	extendida	que	ha	
migrado	en	el	tiempo	y	el	espacio,	y	atravesado	profundas	mutaciones	en	ese	proceso	
(1986:	2).	
Este	 esfuerzo	 constante	 por	 volver	 a	 analizar	 una	 obra	 parece	 obedecer	 no	 solo	 al	
perfeccionismo,	 sino	 que	 tambin	 es	 testimonio	 de	 la	 actitud	 de	 ambos	 autores	 en	
	                                                 240	
relacin	 con	 el	 proceso	 de	 crear	 ficcin.	 En	 ambos	 casos,	 el	 lector	 debe	 pensar	 en	
imgenes	 tambin	 y	 adems	 percibir	 la	 obra	 como	 imagen.	 Adems,	 Gombrowicz	
presenta	 una	 imagen	 propia	 que	 se	 renueva	 constantemente	 conforme	 nace	 entre	 dos	
personas	 (entre	 distintos	 lectores	 de	 la	 obra).	 Por	 ende,	 la	 creacin	 visual	 y	 la	
preocupacin	 por	 la	 visin	 general	 deberan	 conducir	 a	 la	 percepcin	 visual.	 Nabokov	
considera	que	un	buen	lector	es	aquel	que	tiene	imaginacin,	memoria,	un	diccionario,	
y	 cierto	 sentido	 artstico	 (Nabokov,	 1980:	 3),	 con	 la	 imaginacin	 en	 primer	 lugar.	 De	
esta	 manera,	 Gombrowicz	 parece	 ejemplificar	 el	 concepto	 del	 buen	 lector	 al	 ver	 sus	
propias	 obras	 como	 imgenes:	 Este	 libro	 (Ferdydurke)	 es	 la	 imagen	 de	 la	 lucha	 por	 la	
madurez	 de	 una	 persona	 que	 est	 enamorada	 de	 su	 propia	 inmadurez	 (Gombrowicz,		
172).	Aqu	no	solo	presenta	una	imagen	ya	leda	de	su	primera	novela,	sino	que	tambin	
vuelve	a	sealar,	insistir	sobre	eso,	tal	como	se	repite	varias	veces	en	su	Diario	(290).	En	
una	 entrevista,	 Nabokov	 cit	 una	 ficha	 descartada	 de	 Plido	 fuego:	 No	 pensamos	 en	
palabras,	 sino	 con	 sombras	 de	 palabras	 (Nabokov,	 2011:	 30).	 En	 un	 artculo	 no	
publicado,	Jansy	Berndt	de	Sousa	Mello	extrae	de	esa	declaracin	la	conclusin	de	que	
Nabokov	suele	pintar	una	visin	con	palabras	que	sugiere	diferentes	niveles	de	ideas	y	
de	 percepcin	 ms	 all	 del	 mbito	 de	 lo	 verbal,85	que	 se	 basa	 tambin	 en	 la	 siguiente	
frmula:	 La	 imagen	 vendra	 a	 ser	 el	 brillo	 de	 la	 exactitud	 de	 los	 detalles,	 y	 la	 parte	
verbal,	 la	 torpe	 cada	 de	 palabras	 que	 se	 fusionan	 (309).	 Al	 parecer,	 la	 ficcin	 puede	
nacer	del	detalle,	y	por	eso	es	tan	importante	en	la	obra	de	Nabokov.	Es	ms,	la	ficcin	se	
perpeta	 a	 travs	 de	 los	 detalles,	 ya	 que	 gracias	 a	 ellos	 el	 lector	 (de	 Gombrowicz	 o	 de	
Nabokov)	ve	la	imagen	que	convierte	a	la	obra	en	algo	memorable	y	la	inmortaliza.	Ellos	
mismos	lo	demuestran	y	entrenan	al	lector	viendo	sus	obras	(Gombrowicz)	o	las	obras	
de	 otros	 (Nabokov,	 cfr.	 su	 conferencia	 sobre	 Pushkin,	 ver	 la	 imagen	 abstracta)	 como	
imgenes.	La	imagen	contina,	fija	lo	que	ha	establecido	el	mundo,	el	efecto	del	detalle	y	
la	visin	general.	
Pensar	 en	 imgenes	 acerca	 al	 autor	 y	 al	 lector	 al	 terreno	 de	 lo	 abstracto.	 Pensar	 en	
imgenes	 ilustra	 la	 reflexin	 prospectiva.	 Podemos	 interpretar	 este	 proceso	 como	 otra	
manera	 ms	 de	 que	 lector	 y	 autor	 se	 vinculen	 e	 interacten	 en	 otra	 dimensin,	 una	
dimensin	distinta	del	texto	lineal.	La	imagen	puede	servir	como	un	paratexto	abstracto,	
otro	elemento	ms	que	aporta	un	nivel	metaficcional	al	texto.	
Este	 pensamiento	 en	 imgenes	 y	 la	 actitud	 hacia	 ellas	 evoluciona	 gradualmente	 en	 el	
caso	 de	 Nabokov	 por	 haber	 nacido	 pintor	 de	 paisajes	 (Boyd:	 39;	 Nabokov,	 2011b:	
406)86	y	 por	 ello	 recibir	 formacin	 como	 pintor	 y	 desarrollar	 la	 imaginacin	 de	 un	
	                                                241	
pintor	desde	los	trece	aos.	El	entrenamiento	que	recibi	Dobuzhinsky	en	la	exactitud	
visual87	y	 la	 armona	 composicional	 le	 vendran	 bien	 a	 Nabokov	 a	 la	 hora	 de	 escribir	
ficcin	(Boyd:	103).	En	contraposicin	a	eso,	la	actitud	de	Gombrowicz	hacia	la	pintura	
y	 el	 arte	 es	 bastante	 radical,	 a	 juzgar	 por	 su	 declaracin	 No	 creo	 en	 la	 pintura	
(Gombrowicz:	 331),	 aunque	 valoraba	 el	 hecho	 de	 crear	 imgenes	 de	 personas	 y	 de	
libros.	 Podramos	 decir	 que	 no	 hay	 nada	 que	 hablar	 acerca	 de	 ese	 tema,	 pero	 si	
prestamos	 mucha	 atencin	 a	 las	 obras	 de	 Gombrowicz	 y	 de	 Nabokov,	 notaremos	 que	
pensar	 en	 la	 imagen	 es	 una	 parte	 indisociable	 de	 ellas.	 Y,	 a	 pesar	 de	 no	 creer	 en	 la	
pintura,	 el	 dibujo	 y	 el	 arte,	 Gombrowicz	 confiesa	 que	 un	 artista	 existe	 para	 crear	 una	
imagen	del	mundo	(207).	
Gombrowicz	muestra	una	actitud	muy	complicada	hacia	el	arte	y	la	pintura,	que	ha	sido	
estudiada	 por	 Piotr	 Millati. 88 	Sin	 embargo,	 pareciera	 valorar	 la	 imagen	 en	 sentido	
abstracto,	imagen	que	crea	una	visin	del	objeto	en	lugar	de	servir	como	forma	para	
conocerlo	 (Shklovsky,	 1992),	 la	 imagen	 mental	 que	 debe	 imaginar	 y	 memorizar	 el	
lector,	 distinta	 de	 la	 actitud	 habitual	 del	 escritor	 que	 insiste	 en	 ver	 toda	 la	 literatura	
presentada	 (no	 solo	 una	 palabra	 o	 una	 frase)	 como	 imagen	 e	 incluso	 como	 imagen	
definitiva	(cfr.	Ferdydurke	como	la	imagen	de	una	batalla).	De	esa	manera,	se	orienta	la	
imaginacin	del	lector,	que	lo	lleva	ms	all	de	los	lmites	del	texto,	a	otra	dimensin.	Se	
vuelve	el	punto	de	encuentro	entre	el	autor	implcito	y	el	lector	implcito,	el	placer	de	la	
narrativa	 para	 el	 lector	 y	 el	 teatro	 de	 imaginacin	 para	 el	 autor.	 Esto	 demuestra	 que	
pensar	 en	 imgenes	 no	 es	 solo	 una	 caracterstica	 de	 Gombrowicz	 y	 Nabokov	 y	 un	
requisito	para	sus	lectores,	sino	tambin	que	no	hacerlo	parecera	cambiar	la	recepcin	
de	 la	 obra	 porque,	 cuando	 no	 se	 miran	 las	 imgenes,	 que	 parecen	 ser	 la	 suma	 de	 las	
partes,	el	lector	solo	ve	una	imagen	parcial	y	solo	asimila	partes,	nada	ms	que	partes,	
algo	que	tanto	rechazaba	Gombrowicz	en	Ferdydurke.	
Otro	ejemplo	en	el	caso	de	Gombrowicz	son	las	distintas	imgenes	propias	que	crea	en	
cada	 una	 de	 sus	 obras.	 Esto	 no	 se	 opone	 a	 la	 idea	 de	 ver	 las	 obras	 mismas	 como	
imgenes,	 sino	 que	 se	 relaciona	 con	 el	 hecho	 de	 que	 la	 figura	 del	 autor	 se	 encuentra	
entre	 la	 identidad	 (distintas	 mutaciones)	 y	 las	 imgenes	 (mscaras).	 Gombrowicz	
traduce/transforma	 las	 palabras	 a	 un	 esquema	 que	 presenta	 y	 trata	 de	 imponer	 una	
imagen	 (de	 s	 mismo/de	 la	 obra).	 Es	 un	 poco	 diferente	 en	 el	 caso	 de	 Nabokov:	 ah	 la	
literatura	 nace	 de	 una	 imagen;	 las	 imgenes	 se	 traducen	 en	 palabras	 a	 travs	 de	 la	
visualizacin	gracias	a	los	detalles.	
87 Tal vez de esto surge su gusto por el detalle, alimentado tambin por su temprana mana por
	                                                    242	
A	 primera	 vista,	 la	 metaficcin	 y	 pensar	 en	 imgenes	 pueden	 parecer	 dos	 cosas	 muy	
distintas	y	aisladas.	Sin	embargo,	despus	de	reflexionar	un	poco	sobre	ese	problema,	se	
puede	llegar	a	la	conclusin	de	Benjamin:	Reflejar	su	propio	pensamiento,	que	expresa	
el	 juego	 entre	 lo	 discursivo	 y	 las	 imgenes,	 desarrollada	 en	 Denkbild	 (1923),	 es	 decir,	
la	 conciencia	 como	 algo	 que	 funciona	 como	 una	 imagen,	 ya	 que	 construye	
pensamientos-imgenes	(Lindroos,	1998:	193),89	lo	que	se	vincula	inmediatamente	con	
el	pensamiento	en	imgenes	que	dice	aplicar	Nabokov.	Adems,	en	El	libro	de	los	pasajes	
(1927-40)	 Walter	 Benjamin	 define	 la	 imagen	 como	 dialctica	 paralizada	 (Benjamin,	
1999:	 462), 90 	sin	 palabras,	 hasta	 muda,	 que	 da	 testimonio	 de	 la	 triste	 actitud	 de	
cualquiera	 que	 deba	 ser	 testigo	 del	 barbrico	 conformismo	 a	 punto	 de	 avasallarla	
(Benjamin,	 1968:	 255).	 Por	 otra	 parte,	 solo	 las	 imgenes	 dialcticas	 son	 imgenes	
genuinas	 (es	 decir:	 no	 arcaicas);	 y	 el	 lugar	 donde	 se	 encuentran	 es	 el	 lenguaje	 (1999:	
462).	 Al	 parecer,	 las	 imgenes	 podran	 ser	 otro	 tipo	 de	 lenguaje,	 pero	 Leland	 de	 la	
Durantaye	considera	el	lenguaje	como	un	exilio	de	la	imagen	(De	la	Durantaye,	2013:	
163).	 Puede	 ser	 que	 Nabokov	 piense	 en	 el	 lenguaje	 de	 las	 imgenes	 para	 crear	 la	
literatura	y	que	Gombrowicz	lea	la	literatura	pensando	en	imgenes,	(como	Deleuze	y	
Guattari)	 transformando	 el	 smbolo	 en	 imagen	 (Goddard,	 2010:	 34).	 Entonces,	 si	 las	
personas	tienden	a	pensar	en	imgenes,	puede	ser,	entonces,	que	desde	la	imagen	del	
autor	 brote	 una	 analoga	 textual	 que	 provoque	 una	 imagen	 anloga	 en	 la	 mente	 del	
lector?	El	texto	opera	como	una	pantalla	en	la	que	se	proyecta	la	imagen,	y	la	tarea	del	
lector	es	mirarla.	Probablemente	este	sea	uno	de	los	motivos	por	los	cuales	se	necesitan	
instrucciones91	para	 guiar	 al	 lector	 en	 su	 pensamiento	 anlogo	 en	 imgenes.	 Pueden	
Harnesberger	(2009).	
91 	Esta	 es	 una	 pauta	 implcita	 o	 explcita	 dentro	 o	 acerca	 de	 una	 obra	 de	 metaficcin,	 un	
principio	antiinterpretativo	(Andrews,	1999:	101,	127),	que	apunta	a	definir	la	interpretacin	
de	 antemano.	 La	 gran	 diferencia	 entre	 una	 instruccin	 y	 un	 autocomentario	 es	 que	 la	 primera	
apunta	 hacia	 el	 lector	 (entendido	 en	 el	 sentido	 ms	 amplio),	 exige	 su	 cumplimiento	 y	 no	 solo	
presenta	y	sugiere	una	autointerpretacin	como	la	segunda,	pero	s	intenta	imponer	esta	lectura,	
para	 anular	 la	 brecha	 histrica/contextual/literaria	 entre	 el	 autor	 y	 el	 lector.	 La	 instruccin	
tambin	sirve	para	sealar	qu	es	figura	y	qu	es	fondo;	lleva	la	atencin	hacia	un	detalle,	insina	
y	omite	explcitamente	otro.	Hay	muchos	tipos	de	instrucciones	segn	su	posicin	con	respecto	al	
	                                                     243	
verse	algunas	variaciones	de	lo	imaginado	en	el	diseo	de	las	tapas	de	los	libros	como	
un	 primer	 intento	 de	 ilustrar	 la	 imagen	 de	 lo	 escrito,	 en	 algunos	 casos	 sin	 xito.	 Un	
segundo	 intento	 podran	 ser	 las	 adaptaciones	 cinematogrficas,	 que	 son	 mucho	 ms	
complicadas	y	multifacticas	y,	sobre	todo,	al	igual	que	las	tapas,	imponen	una	imagen	al	
espectador	y	le	quitan	la	libertad	de	imaginar.	
La	imagen	solo	se	ver	despus	de	acariciar	los	detalles	y	hacer	una	relectura.	El	texto	
funciona	como	un	instrumento	para	representar	el	acto,	la	imagen.	De	esa	manera,	el	
lector	 se	 vuelve,	 una	 vez	 ms,	 recreador,	 colaborador	 de	 la	 creacin	 de	 la	 obra	 al	
imaginarla.	 La	 imagen	 implcita	 es	 inalcanzable,	 pero	 el	 esfuerzo	 por	 alcanzarla	 es	 el	
punto	de	encuentro	entre	autor	y	lector.	Es	ms,	pensar	en	imgenes	resta	importancia	
al	 contexto	 y	 al	 conocimiento	 previo	 del	 lector	 en	 tanto	 depende	 ante	 todo	 de	 su	
imaginacin	y	detallismo,	del	efecto	del	adiestramiento	proporcionado	por	Gombrowicz	
y	 Nabokov	 a	 travs	 de	 sus	 instrucciones.	 De	 esa	 manera,	 funciona	 como	 un	 lenguaje	
universal	e,	incluso,	un	metalenguaje.	
Otra	 confirmacin	 para	 el	 uso	 de	 la	 imagen,	 esta	 herramienta	 del	 pensamiento,	 como	
esquema	para	construir	la	obra	es	la	afirmacin	de	Gombrowicz,	el	filsofo:	Pensar	no	
es	mi	especialidad	y	no	escondo	el	hecho	de	que	para	m	el	pensamiento	no	es	ms	que	
un	 andamiaje	 auxiliar	 (Gombrowicz,	 2012:	 24).	 Se	 presenta	 como	 algo	 no	 demasiado	
importante,	 pero,	 en	 tanto	 elemento	 constitutivo,	 no	 puede	 omitirse.	 Adems,	 el	
hombre,	segn	la	doctrina	de	la	Iglesia,	fue	creado	a	imagen	y	semejanza	de	Dios	(703)	
de	 la	 misma	 manera	 en	 que	 el	 texto	 fue	 creado	 a	 imagen	 y	 semejanza	 del	 Autor.	 Esa	
analoga	 podra	 aplicarse	 tanto	 en	 el	 caso	 de	 Gombrowicz	 como	 en	 el	 de	 Nabokov	 si	
concebimos	la	imagen	como	un	espejo	en	el	que	se	miran	tanto	el	autor	implcito	como	
el	 buen	 lector	 y	 se	 ven	 a	 ellos	 mismos	 y	 entre	 s.	 Leland	 de	 la	 Durantaye	 tambin	
confirma:	Una	vez	que	comenzamos	a	percibir	las	palabras	como	imagen,	a	percibir	una	
obra	 literaria	 como	 si	 fuera	 una	 imagen	 nos	 volvemos	 buenos	 lectores	 de	 buenos	
autores	 (De	 la	 Durantaye:	 164).	 Este	 parecera	 ser	 un	 intento	 ms	 de	 controlar	 la	
recepcin	y,	al	mismo	tiempo,	escapar	del	control	de	las	palabras:		
	
             	la	lucha	desesperada	entre	el	pensador	y	el	pensamiento.	Qu	esfuerzo!	
             Multipliquen	 estos	 esfuerzos	 del	 autor	 por	 los	 de	 los	 lectores.	 Imaginen	
             cmo	invadirn	estas	montaas	de	silogismos	otras	mentes	dbiles	que	leen	
texto	al	que	hacen	referencia:	intraficcional	(dentro	de	la	obra),	paratextual	(como	paratexto	de	
la	obra),	e	interficcional/metaficcional	(en	otro	texto,	ficcional,	que	trate	la	obra).	Intent	seguir	
desarrollando	 esta	 tipologa	 de	 instrucciones	 y	 su	 uso	 en	 Risa	 en	 la	 oscuridad	 y	 Cosas	
transparentes	en	Kokinova	2014a	y	2014b.	Para	leer	ms	sobre	las	instrucciones	de	Gombrowicz,	
cfr.	Sawiski	(1990:	160-165).	Para	leer	ms	sobre	las	instrucciones	en	Plido	fuego,	consultar	
Alladaye	(2013).	Para	leer	sobre	las	instrucciones	en	la	introduccin	de	Nabokov,	Barra	siniestra:	
Nicol	(1994).	Tambin	cfr.	Fishwick	(1987).		
	                                                244	
             cosas	sueltas	para	entender	cosas	sueltas	e	imaginen	cmo	()	florecer	el	
             pensamiento	en	estas	cabezas	en	un	malentendido	aparte.	Entonces,	dnde	
             nos	encontramos	nosotros?	En	el	terreno	del	poder,	la	luz	y	la	precisin?	O	
             en	el	sucio	reino	de	lo	inadecuado?	(De	la	Durantaye:	107)	
	
Y	una	vez	ms,	el	pensar-imaginar	es	un	juego,	un	juego	que	todos	jugamos.	A	travs	del	
juego	 y	 del	 esfuerzo,	 pensando	 en	 imgenes	 por	 medio	 de	 la	 literatura	 y	 de	 la	
interaccin,	un	escritor	y	un	lector	se	crean	a	s	mismos.	En	el	caso	de	Nabokov,	Robert	
Alter	ve	en	la	novela	un	despliegue	de	la	magia	azul	del	autor	en	un	juego	de	palabra	e	
imagen	un	placer	deslumbrante;	su	afirmacin	de	la	belleza	perdurable	de	la	vida	en	la	
imaginacin	est	representada	de	manera	brillante	en	la	ficcin	(Alter,	1975:	216).	Una	
vez	ms,	se	presenta	la	literatura	vista	por	ambos	como	un	choque,	una	lucha	no	solo	en	
cuanto	a	la	forma	sino	tambin	con	las	profesiones,	etctera.	Y	que	solo	el	lector	puede	
crear	talento	en	el	lector.	Sera	pertinente	darle	la	palabra	final	a	Gombrowicz	para	que	
ponga	 en	 prctica	 su	 receta	 irnica	 de	 su	 tcnica	 de	 escritura,	 sin	 permitir	 que	
ningn	crtico	hable	despus:		
	
             Finalmente:	 de	 la	 lucha	 entre	 la	 lgica	 interna	 de	 la	 obra	 y	 mi	 persona	 (ya	
             que	no	queda	claro	si	la	obra	es	un	mero	pretexto	para	expresarme	o	si	yo	
             soy	un	pretexto	para	la	obra),	de	esta	pelea	nace	una	tercera	cosa,	indirecta,	
             que	no	parece	haber	sido	escrita	por	m,	pero	es	ma,	algo	que	no	es	ni	pura	
             forma	 ni	 mi	 expresin	 directa,	 sino	 una	 deformacin	 nacida	 en	 una	 esfera	
             intermediaria,	 una	 esfera	 entre	 el	 mundo	 y	 yo.	 Esta	 extraa	 creacin,	 este	
             bastardo,	lo	meto	en	un	sobre	y	lo	envo	al	editor.	(Gombrowicz,	2012:	97)	
	
	
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      (Las	 convenciones	 son	 convenciones:	 algunas	 ideas	 sobre	 las	 tcnicas	 de	
      orientacin	y	desorientacin,	particularmente	con	respecto	a	las	caractersticas	de	
      gnero,	en	las	novelas	de	Vladimir	Nabokov,	y	una	evaluacin	de	sus	intenciones	y	
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GOMBROWICZ	VISTO	A	TRAVS	DE	PEER	GYNT	DE	IBSEN	Y	LAS	TEORAS	DE	REN	
GIRARD	
Philippe	Prunet	
Traduccin:	Silvana	Gaeta	y	Carolina	Castro	
	
	
Tanto	Gombrowicz,	en	sus	ficciones	y	comentarios,	como	Ibsen,	en	su	obra	dramtica,	y	
Ren	 Girard,	 con	 sus	 teoras	 literarias	 y	 antropolgicas,	 plantean	 la	 pregunta	 de	 la	
ipseidad:	la	cuestin	de	ser	uno	mismo.	As,	podemos	releer	Peer	Gynt	de	Ibsen	a	travs	
de	 las	 nociones	 de	 forma	 y	 de	 inmadurez	 desarrolladas	 por	 Gombrowicz,	 o	 incluso	
abordar	la	obra	a	travs	de	las	nociones	de	deseo	mimtico,	de	crisis	de	indiferenciacin	o	
de	chivo	expiatorio	presentadas	por	Ren	Girard.	Ms	all	de	Ibsen,	se	debe	acercar	de	
forma	ms	directa	la	obra	de	Gombrowicz	y	las	teoras	de	Ren	Girard.	
Ahora	bien,	ms	que	afirmar	una	ipsedad	real,	Gombrowicz,	Ibsen	y	Ren	Girard	insisten	
en	 la	 dificultad,	 en	 la	 imposibilidad	 de	 ser	 s-mismo.	 En	 su	 primer	 ensayo,	 Ren	 Girard	
compara	 la	 afirmacin	 de	 un	 yo	 o	 de	 una	 individualidad	 autntica	 e	 independiente	 a	
una	 ilusin	 romntica	 (Girard,	 1961).	 Esta	 se	 expresa	 en	 la	 nocin	 de	 deseo	 mimtico	
segn	la	cual	nunca	hay	deseo	espontneo	por	s	mismo,	sino	siempre	por	mediacin	de	
un	 modelo	 que	 formatea	 el	 comportamiento	 desde	 el	 exterior:	 ya	 sea	 como	 una	
mediacin	 novelesca,	 como	 cuando	 Don	 Quijote	 inspira	 su	 comportamiento	 en	 las	
novelas	de	caballera	de	la	Edad	Media;	ya	sea	como	una	mediacin	puramente	humana,	
lo	 que	 Gombrowicz	 llamara	 lo	 interhumano,	 tambin	 denominado	 forma,	 y	 que	 el	
psiquiatra	Jean-Michel	Oughourlian	(2007)	designa	como	relaciones	interdividuales.		
En	 su	 ensayo	 sobre	 Shakespeare,	 Girard	 (1990)	 evoca	 el	 caso	 de	 Dos	gentilhombres	de	
Verona	 donde	 dos	 amigos	 se	 toman	 como	 modelos	 el	 uno	 al	 otro	 y	 se	 enamoran	 de	 la	
misma	mujer.	En	Troilo	y	Crsida,	es	la	mediacin	del	alcahuete	Pandarus	la	que	crea	el	
acercamiento	 de	 los	 dos	 personajes	 epnimos	 de	 la	 pieza.	 Si	 nos	 atenemos	 a	 las	
relaciones	 amorosas,	 en	 El	 matrimonio	 de	 Gombrowicz,	 el	 personaje	 de	 Henri	 ve	
avivada	su	atraccin	hacia	Margot	por	el	deseo	de	otro	(Jeannot),	cuyo	comportamiento	
l	mismo	ha	inspirado:	
	
             Mira	 por	 ejemplo	 lo	 que	 me	 ha	 pasado	 recientemente.	 Esto	 les	 ha	 unido	
             (Jeannot	 y	 Margot)	 de	 cierto	 modo,	 les	 ha	 arrimado	 el	 uno	 al	 otro,	 les	 ha	
             multiplicado	 el	 uno	 por	 el	 otro	 an	 ms,	 ha	 injertado	 tu	 persona	 a	 su	
             persona	y	ha	hecho	de	ustedes	algo	que	me	excita	que	me	embriaga	tan	
             fuertemente	 que	 amenaza	 nada	 podr	 impedir	 que	 me	 case	 con	 ella.	
             (Gombrowicz,	1994:	114)	
	                                               248	
	
As,	encontramos	en	Gombrowicz,	el	modelo	mimtico	de	Ren	Girard	con	la	idea	de	una	
mediacin	 necesaria.	 El	 vocabulario	 utilizado	 por	 Gombrowicz	 converge	 con	 el	
vocabulario	 girardiando	 a	 travs	 de	 las	 nociones	 de	 relacin	de	rivalidad	 y	 de	 modelo-
obstculo.	Henri	declara	ms	adelante:	
	
             Sin	 embargo,	 quin	 sabe	 si	 un	 hombre	 un	 hombre	 en	 general,	 puede	
             enamorarse	 de	 una	 mujer	 sin	 la	 participacin,	 sin	 la	 mediacin	 de	 otro?	
             Posiblemente,	en	general,	el	hombre	no	siente	de	otra	manera	el	fin	sino	a	
             travs	de	otro	hombre.	Puede	que	sea	otra	forma	de	amor?	Antes	era	de	a	
             dos,	y	ahora	es	de	a	tres.	(Gombrowicz,	1994:	s/p)	
	
Los	 ejemplos	 de	 mediacin	 amorosa	 son	 mltiples	 en	 la	 obra	 de	 Gombrowicz.	 En	
Ferdydurke,	 el	 narrador	 Jojo	 es	 atrado	 hacia	 una	 chica	 moderna	 por	 mediacin	 del	
profesor	Pimko.	En	Trans-Atlntico	es	Gombrowicz	quien	hace	de	rbitro	entre	un	joven	
de	 buena	 familia	 y	 un	 puto.	 En	 Pornografa	 dos	 adultos	 buscan	 acercarse	 a	 dos	
adolescentes	de	los	cuales	han	notado	la	semejanza.	En	Los	hechizados	es	la	semejanza	
la	que	empuja	narcisistamente	a	Walczak	y	Maya	el	uno	hacia	el	otro.	As,	se	afirma	un	
hechizo,	 positivo	 o	 negativo,	 a	 travs	 de	 un	 juego	 de	 mediaciones	 que	 va	 en	 el	 mismo	
sentido,	de	una	forma	dominante	que	predomina	sobre	los	otros.	Esto	que	concierne	a	
las	relaciones	amorosas,	Gombrowicz	lo	aplica	tambin	al	campo	literario:	as,	habla	del	
hechizo	 del	 pueblo	 entero	 cuando	 evoca	 la	 influencia	 en	 Polonia	 del	 escritor	
Sienkiewicz	 (Gombrowicz,	 1989:	 212)	 en	 detrimento	 de	 las	 nuevas	 formas	 literarias	 y	
de	pensamiento:	
	
             Estos	 sellos	 puestos	 sobre	 nuestra	 imaginacin	 han	 hecho	 que	 vivamos	
             nuestro	 siglo	 sobre	 otro	 planeta	 y	 que	 poca	 cosa	 del	 pensamiento	
             contemporneo	haya	llegado	hasta	nosotros.	
	
Ms	generalmente,	el	Cosmos	de	Gombrowicz	ser	un	universo	de	mediaciones	infinitas,	
creadoras	 de	 formas,	 en	 combinaciones	 mltiples,	 deseadas	 o	 azarosas,	 pasajeras	 o	
durables	 mezclando	 elementos	 humanos,	 fsicos,	 naturales	 o	 artificiales	 y	 que	
condicionan	los	comportamientos	humanos.	
A	las	formas	que	se	imponen,	Gombrowicz	opone	la	nocin	de	inmadurez:	un	estado	que	
no	est	todava	completamente	fijado,	definido,	deformado	por	las	formas	exteriores	y	
que	 permite	 afirmar	 una	 personalidad	 an	 autntica.	 A	 la	 superioridad	 de	 la	 Forma	
cuando	 se	 expresa,	 Gombrowicz	 opone	 la	 inferioridad	 de	 algo	 que	 no	 est	
completamente	maduro	en	su	expresin.	Si	se	hace	un	paralelo	entre	Ferdydurke	y	Peer	
Gynt,	 se	 encuentra	 aqu	 a	 dos	 personajes	 que,	 de	 fuga	 en	 fuga,	 intentan	 escapar	 a	 la	
	                                              249	
realidad	deformante	de	seres	y	cosas	que	encuentran	para	preservar	su	individualidad.	
Probar	que	he	sido	yo	mismo	toda	mi	vida,	no	es	este	el	debate?,	declara	Peer	Gynt	al	
final	de	la	pieza.	Ahora,	desmontando	las	diferentes	etapas	de	su	existencia	como	capas	
de	 cebolla,	 Peer	 Gynt	 toma	 conciencia	 de	 que	 no	 ha	 hecho	 sino	 sufrir	 mediaciones	
sucesivas	 sin	 encontrar	 el	 corazn	 de	 la	 cebolla,	 el	 corazn	 de	 su	 personalidad.	
Gombrowicz,	 en	 sus	 entrevistas	 con	 Dominique	 de	 Roux,	 confiesa,	 por	 su	 parte,	 que	
incluso	 si	 ha	 buscado	 constantemente	 imponer	 su	 personalidad,	 ha	 sido	 compuesta	 y	
evolutiva:	
	
              Bueno,	 ya	 lo	 sabemos	 Dominique,	 yo	 era	 un	 aglomerado	 de	 mundos	
              diversos,	ni	carne	ni	pescado.	Indefinido.	Solo	aquello	que	sobreviva	paso	a	
              paso	 y	 quien	 me	 hubiera	 espiado	 en	 todos	 mis	 contactos	 podra	 haberse	
              dado	 cuenta	 hasta	 que	 punto	 yo	 era	 un	 camalen.	 Segn	 el	 lugar,	 los	
              individuos,	 las	 circunstancias,	 yo	 era	 sabio,	 tonto,	 primitivo,	 refinado,	
              taciturno,	 conversador,	 inferior,	 superior,	 plano	 o	 profundo	 ()	 Era	 todo.	
              Qu	falta	de	madurez!	(Gombrowicz,	1990:	60)	
	
Pero	 lo	 que	 determina	 la	 personalidad	 de	 los	 individuos,	 no	 es	 forzosamente	 todas	 las	
formas	institucionales	y	colectivas	que	se	les	imponen	(la	nacin,	la	familia,	la	cultura,	la	
poesa,	 todas	 formas	 sobre	 las	 cuales	 Gombrowicz	 lanza	 una	 mirada	 crtica),	 son	
tambin	 todas	 las	 formas	 de	 azar	 que	 se	 constituyen	 y	 evolucionan	 al	 grado	 de	
reencuentros,	pero	que	pueden	tambin	fijarse	bruscamente	en	un	orden	de	exclusin.	
En	 esta	 lgica,	 Peer	Gynt	 est	 ubicado	 sin	 cese	 en	 una	 posicin	 de	 chivo	expiatorio	 que	
debe	 emprender	 la	 huida	 para	 evitar	 ser	 linchado.	 Los	 personajes	 de	 Witold	
Gombrowicz	 se	 encuentran,	 en	 cuanto	 a	 ellos,	 ms	 bien	 atrapados	 en	 situaciones	
ridculas	donde	son	los	que	pagan	el	pato.	As,	en	su	texto	Risum	teneatis,	Gombrowicz	
relata	 cmo	 durante	 una	 comida	 con	 intelectuales	 de	 la	 comunidad	 polonesa	 en	
Argentina	es	arrastrado	por	las	risas	de	sus	comensales	despus	de	haber	sido	echado	
por	 ellos.	 En	 el	 curso	 de	 una	 crisis	 de	 indiferenciacin	 donde	 l	 intenta	 desmarcarse,	
Gombrowicz	es	refundido	en	la	masa	y	reatrapado	por	la	forma	colectiva	de	rer.		
	
	
Bibliografa	
	
Girard,	Ren	(1961).	Mentira	romntica	y	verdad	novelesca.	Pars:	Grasset.	
-----	(1990).	Shakespeare.	Los	fuegos	de	la	envidia.	Pars:	Grasset.	
Gombrowicz,	Witold	(1989).	Sienkiewicz,	en	Varia	II.	Pars:	Bourgois.	
-----	(1990).	Testamento.	Pars:	Belfond.	
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-----	(1994).	El	casamiento.	Pars:	Bourgois.	
Oughourlian,	Jean-Michel	(2007).	Gnesis	del	deseo.	Pars:	Carnets	Nord.	
Prunet,	 Philippe	 (2009).	 Sic	 transit	 gloria	 mundi	 o	 la	 revelacin	 mimtica	 /	 La	
      ventana	indiscreta.	goo.gl/Zrh4ox	
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EL	BALBUCEO	COMO	PIRUETA.	GOMBROWICZ	Y	SU	APARATO	FONADOR	
Cristina	Burneo	Salazar	
	
	
                                           La	novela	argentina	sera	una	novela	polaca.	Quiero	
                                           decir	 una	 novela	 polaca	 traducida	 a	 un	 espaol	
                                           futuro,	en	un	caf	de	Buenos	Aires,	por	una	banda	de	
                                           conspiradores	liderados	por	un	conde	apcrifo.	Toda	
                                           verdadera	 tradicin	 es	 clandestina	 y	 se	 construye	
                                           retrospectivamente	y	tiene	la	forma	de	un	complot.		
                                           Ricardo	Piglia	
	
	
Amrica	 Latina	 halla	 una	 deriva	 importante	 de	 su	 literatura	 y	 de	 sus	 literaturas	
bilinges	 del	 siglo	 XX	 en	 Pars,	 la	 patria	 espiritual,	 la	 Lutecia.	 Al	 hablar	 de	 literaturas	
bilinges,	pensaramos	quizs	en	universos	duales	dados	por	lenguas	ancestrales	como	
el	 quichua,	 el	 aymara	 o	 el	 guaran,	 o	 en	 lenguas	 de	 migraciones	 fundamentales	 para	
Argentina,	 como	 la	 italiana,	 por	 ejemplo.	 Aparece,	 sin	 embargo,	 otro	 universo	 menos	
evidente	 cuando	 la	 Amrica	 hispana	 se	 mira	 a	 s	 misma	 desde	 sus	 pactos	
interlingsticos.	 La	 lengua	 francesa	 guarda	 con	 la	 cultura	 hispanoamericana	 una	
relacin	ntima	y	nutrida.	Alfredo	Gangotena	en	Ecuador,	Csar	Moro	en	Per,	abren	la	
poesa	 al	 bilingismo	 espaol-francs;	 desde	 Bolivia,	 Adolfo	 Costa	 du	 Rels	 acerca	 las	
alturas	bolivianas	a	la	insularidad	corsa;	Vicente	Huidobro	se	hace	traducir	por	Juan	Gris	
para	 circular	 en	 francs	 en	 Pars.	 Ventura	 Garca	 Caldern,	 Armando	 Godoy,	 son	 de	
estirpe	franco-espaola,	en	lo	que	se	refiere	a	las	lenguas	que	eligen	para	construir	sus	
universos	poticos.	Pars,	lo	sabemos,	legitima	la	biografa	literaria.		
	
	
Pars,	pase	a	bordo	
	
En	 la	 que	 Sylvia	 Molloy	 (1972)	 ha	 llamado	 la	 colonia	 hispanoamericana	 en	 Pars,	
Argentina	 es	 la	 comunidad	 ms	 visible.	 All	 se	 ubican	 autores	 extraterritoriales	 que	 se	
vinculan	 de	 diferentes	 maneras	 a	 su	 pas.	 Algunos	 de	 ellos	 escriben	 en	 espaol,	 como	
Juan	 Jos	 Saer	 y	 Luisa	 Futoransky,	 otros	 alternan	 entre	 el	 espaol	 y	 el	 francs,	 como	
Silvia	Baron	Supervielle,	y	otros	dejaron	su	primera	lengua,	como	Hctor	Bianciotti.	Este	
adentro-afuera	no	delimitable	que	se	pliega	y	despliega	en	los	bordes	entre	lenguas	es	
un	 modo	 de	 ser	 de	 la	 literatura.	 Dicho	 modo	 obliga	 a	 abordar	 las	 circunstancias	 de	 la	
escritura	 desde	 fronteras	 geogrficas,	 lingsticas	 y	 simblicas.	 Futoransky	 escribe	 en	
	                                                 252	
espaol	 desde	 Pars;	 Roberto	 Raschella	 escribe	 en	 Argentina	 en	 un	 lenguaje	 hibridado	
hecho	 del	 espaol	 y	 del	 italiano.	 La	 condicin	 lateral	 de	 cierta	 literatura	 respecto	 de	
sus	 archivos	 centrales	 est	 dada	 por	 el	 afianzamiento	 de	 una	 mirada	 distante,	
afortunadamente	 distante.	 Esta	 literatura	 es	 escrita	 por	 una	 comunidad	 bilinge	 y	
viajera.	 Sus	 antecedentes	 hallan	 en	 Pars	 la	 posibilidad	 de	 dialogar	 y	 de	 fundir	
tradiciones.	Lutecia	es	el	Norte,	problemtico,	tenso	o	seductor,	lugar	del	meteco	y	del	
calibn,	pero	no	deja	de	ser	un	punto	cardinal.	La	escritura	bilinge,	la	marca	bicultural,	
la	condicin	transatlntica,	son	una	tradicin	en	s	misma.	
Witold	 Gombrowicz	 y	 Roger	 Caillois	 llegan	 a	 Argentina	 en	 el	 mismo	 ao.	 Mientras	
Victoria	Ocampo	y	Sur	ignoran	al	primero,	acogen	calurosamente	al	francs.	Caillois	es	el	
naturalizado,	 y	 Gombrowicz,	 el	 desorientado.	 Caillois	 habla	 espaol,	 Gombrowicz	
considera	el	suyo	detestable.	Caillois	recibe	el	agradecimiento	de	Argentina	por	haberla	
mirado	 con	 tanta	 atencin,	 tanta	 inteligencia	 (Ocampo,	 1981-1983:	 197).	 En	 la	
despedida	 a	 Caillois,	 Ocampo	 sentencia:	 Esta	 ha	 sido	 y	 ser	 siempre	 tu	 casa,	 como	
Francia	 es	 la	 nuestra	 (197).	 La	 partida	 de	 Gombrowicz	 de	 Buenos	 Aires	 es	 ms	 bien	
annima	y	sabe	que	Pars	no	ser	su	casa,	ve	a	esta	ciudad	como	un	desafo:		en	Pars	
tendr	 que	 ser	 enemigo	 de	 Pars	 (Gombrowicz,	 2001:	 261).	 Caillois	 es	 el	 vnculo	
afectivo	y	Gombrowicz,	la	disociacin.	Esta	primera	ancdota	antagnica	da	cuenta	de	la	
tradicin	autorizada	que	se	busca	como	horizonte.		
	
	
La	traduccin	como	pirueta	
	
La	obra	de	Witold	Gombrowicz	no	se	inscribe	en	esta	lnea	bilinge	de	Amrica	Latina.	
Sin	 embargo,	 su	 existencia	 como	 escritor	 depende	 del	 francs	 y	 del	 espaol	 una	 vez	
instalado	 en	 Buenos	 Aires.	 Durante	 su	 vida	 en	 Argentina,	 ambas	 lenguas	 tendrn	 que	
funcionar	como	salvoconducto.	La	traduccin	de	Ferdydurke	es	la	acrobacia	de	rigor.	Yo	
soy	 un	 humorista,	 un	 guasn,	 soy	 un	 acrbata	 y	 un	 provocador.	 Mis	 obras	 hacen	
piruetas,	 le	 dice	 Gombrowicz	 a	 Dominique	 de	 Roux	 en	 su	 Testamento	 respecto	 de	 su	
obra	 esta	 frase	 aparece	 en	 la	 contratapa	 de	 la	 edicin	 de	 1991,	 como	 tarjeta	 de	
presentacin	del	escritor-acrbata.	Esta	afirmacin	se	puede	extender	a	la	traduccin	
del	universo	que	l	construye	en	polaco,	para	lo	cual	recurre	a	peculiares	comunidades	
traductoras	 que	 le	 darn	 forma	 y	 volumen	 a	 su	 escritura,	 y	 que	 no	 dejan	 de	 ser	
pardicas	respecto	del	oficio	mismo	de	traducir,	como	se	ver.	La	obra	de	Gombrowicz	
empieza	a	existir	en	espaol	y	en	francs	de	manera	marginal,	fuera	de	los	proyectos	de	
traduccin	de	las	editoriales	cannicas,	desamparada	y,	ms	bien,	hecha	en	la	urgencia	y	
	                                                253	
como	lo	sabemos	en	la	inmadurez:		
	
              ...	una	obra	como	Ferdydurke	deba	verse	confirmada	por	Pars	para	que	les	
              fuera	posible	reconocerme.	Lanzamos	ese	poderoso	panfleto,	yo	y	un	grupo	
              de	 jvenes	 escritores	 que	 colaboraron	 en	 su	 traduccin,	 en	 medio	 de	 una	
              atmsfera	 ms	 bien	 frvola.	 Ferdydurke	 despert	 algunos	 entusiasmos,	
              sobre	 todo	 entre	 los	 jvenes,	 y	 se	 le	 dedicaron	 unas	 cuantas	 crticas	 en	 la	
              prensa;	pero	finalmente	todo	qued	en	borrajas.	(Gombrowicz,	1991:	99)		
	
Desde	 Argentina,	 esta	 obra	 se	 ir	 traduciendo	 tambin	 al	 francs	 y,	 ms	 bien,	 a	 la	
intemperie.	 Desde	 los	 mrgenes	 y	 durante	 ms	 de	 veinte	 aos,	 la	 escritura	 har	 su	
camino	hacia	otros	mrgenes.	Su	circulacin	se	har	por	lo	bajo,	fuera	del	saln	literario.	
A	 pesar	 de	 su	 traduccin,	 el	 destino	 de	 la	 obra	 Gombrowicz	 no	 est	 en	 el	 rbol	
genealgico	literario	polaco,	hispanoamericano	ni	francs,	ms	bien,	los	toca	a	todos	de	
manera	tangencial.	Su	autor	hallar	su	lugar	solo	en	el	afuera.	Ni	la	literatura	polaca,	ni	
el	 horizonte	 parisino,	 ni	 el	 clima	 intelectual	 de	 Buenos	 Aires	 son	 suficientemente	
hospitalarios.	De	m,	individuo	siempre	privado,	ninguna	nacin	puede	sacar	provecho,	
yo	 soy	 un	 outsider.	 En	 el	 encuentro	 internacional,	 yo	 no	 formaba	 parte	 de	 su	 equipo	
literario	(101).	En	ese	encuentro,	Gombrowicz	delata	el	desencuentro	como	la	fisura	de	
esa	concertacin	esttica	y	cultural.	
La	 ancdota	 de	 traduccin	 de	 Ferdydurke,	 que	 Marisa	 Martnez	 Prsico	 (2008:	 122)	
describe	como	una	autntica	peripecia	idiomtica,	da	cuenta	de	la	impureza	de	la	obra	
outsider	 de	 este	 outsider,	 hecha	 en	 el	 Rex	 entre	 el	 juego,	 la	 confusin	 y	 la	 imprecisin.	
Babel	 nunca	 fue	 tan	 vital.	 Si	 podemos	 hablar	 de	 traduccin	 baja,	 inmadura	 e	 informe,	
para	 llevar	 el	 ethos	 de	 Gombrowicz	 a	 este	 quehacer,	 Ferdydurke	 es	 una	 afortunada	
praxis	de	dicha	tica.	En	el	gesto	osado	de	traducir	dentro	de	la	incerteza	hay	un	gesto	
de	afirmacin	de	aquello	que	es	la	lengua.	En	otras	osadas,	Pablo	Gasparini	(2007:	35)	
ver	 tambin	 una	 conciencia	 de	 lo	 tico:	 	 bien	 podemos	 pensar	 la	 des-fachatez	 de	
Gombrowicz	como	un	verdadero	ethos.	La	ausencia	de	facha:	no	la	apariencia,	sino	la	
aparicin	del	escritor.	El	acrbata	arriesga	un	salto,	se	decide	por	una	torsin	y	cae;	por	
instantes,	 sus	 tobillos	 vacilan,	 su	 torso	 cede,	 su	 equilibrio	 se	 ve	 amenazado,	 pero	
termina	en	alto,	los	dedos	de	las	manos	altivos	y	estirados	en	el	aire,	an	a	sabiendas	de	
que	 lo	 hemos	 visto	 cerca	 de	 caer.	 Esa	 es	 la	 pirueta	 desfachatada:	 mostrar	 el	
desequilibrio,	 exponerse	 en	 el	 tropiezo,	 permitir	 la	 cada	 y,	 aun	 as,	 voil!	 De	 pie.	
Aparicin.	Ese	es	el	ethos	traductor	que	funciona	como	impulso	para	Ferdydurke.	Sin	el	
tropiezo,	sin	pisarse	los	talones,	las	lenguas	y	los	traductores	del	Rex,	sin	la	imprecisin,	
esta	obra	colectiva	no	habra	tenido	va.		
Por	eso,	la	recreacin	de	la	novela	en	el	vacilante	espaol	de	Gombrowicz,	cruzada	por	el	
	                                                 254	
Caribe	y	hecha	en	coro	porteo,	solo	puede	tener	un	destino	extramuros:		
	
              El	 punto	 geogrfico	 de	 interseccin:	 Buenos	 Aires.	 Los	 actores:	 el	 polaco	
              Gombrowicz,	los	cubanos	Piera	y	Rodrguez	Tomeu,	el	argentino	Adolfo	de	
              Obieta	 y	 un	 racimo	 de	 juerguistas	 porteos	 dedicados	 simultneamente	 al	
              ajedrez,	 al	 billar	 y	 al	 asesoramiento	 lingstico.	 (Martnez	 Prsico,	 2008:	
              122)		
	
Cuando	Piera	y	este	grupo	traducen	Ferdydurke,	es	el	francs	la	lengua	que	media	entre	
el	autor	y	su	comitiva.	Es	el	riesgo	del	equvoco	lo	que	sostiene	la	versin	en	espaol	de	
Ferdydurke.	Esta	heterodoxa	tica	de	la	traduccin	sita	la	tarea	en	un	lmite	donde,	ms	
que	certezas,	hay	pactos	de	confianza	en	el	lenguaje	del	otro,	an	ms	que	en	su	lengua.	
Martnez	 Prsico	 seala,	 justamente,	 la	 afinidad	 entre	 las	 estticas	 de	 Piera	 y	 de	
Gombrowicz,	las	citas	mutuas	y	las	elecciones	comunes.	Es	el	lenguaje	individual	el	que	
traduce	 ms	 que	 la	 lengua	 comn,	 por	 eso	 Ferdydurke	 es	 tambin	 un	 experimento	
esttico	de	Piera	y	su	grupo	que	funciona	como	apropiacin	de	la	obra	del	polaco	para	
encontrar	lenguajes	convergentes.	
Por	supuesto,	Gombrowicz	sabe	que	la	traduccin	de	su	obra	es	un	paso	imprescindible,	
pero	tambin	constata	que	la	lengua	no	es	condicin	suficiente	para	inscribir	su	palabra.	
S	 acaso,	 la	 traduccin	 al	 espaol	 de	 Ferdydurke	 confirmara	 que	 su	 lugar	 es	 la	
exterioridad,	porque	la	devuelve	al	margen,	si	bien	transformada.	Sera	ms	fcil	pensar	
que	el	aura	de	escritor	peculiar	que	envolva	a	Gombrowicz	habra	quedado	intacta	de	
haber	permanecido	amparada	en	el	misterio	de	la	obra	no	traducida:	un	escritor	a	voces.	
La	 paradoja	 de	 esta	 escritura	 es	 que,	 una	 vez	 que	 se	 da	 a	 conocer	 en	 espaol,	 el	 clima	
intelectual	retrocede	ante	ella	o,	peor	an,	le	muestra	una	fra	respuesta.		
	
              Mis	 libros,	 que	 no	 haban	 sido	 traducidos	 a	 ninguna	 lengua,	 eran	
              absolutamente	 inaccesibles	 para	 ellos	 (los	 argentinos).	 Despus,	 porque	
              durante	 los	 primeros	 aos	 mi	 espaol	 era	 detestable.	 Y	 por	 ltimo	 porque	
              no	 les	 pareca	 lo	 bastante	 convencional.	 Si	 hubiera	 podido	 enzarzarme	 en	
              conversaciones	sobre	los	nuevos	valores	literarios	en	Polonia	o	en	Francia,	
              o	 sobre	 la	 influencia	 de	 Mallarm	 en	 Valry,	 quizs	 habra	 tenido	 ms	
              suerte.	(Gombrowicz,	1999:	96)		
	
Esta	reticencia	a	colaborar	con	el	clima	literario	es	tambin	parte	del	ethos	de	este	autor.	
La	Forma	acabada	no	penetrar	su	personaje	pblico	ni	la	Literatura	ser	santo	y	sea	
para	departir	en	el	saln.	Ni	Mallarm	ni	Valry,	sino	el	ethos	de	lo	antiliterario.		
La	versin	espaola	de	Ferdydurke	afianza	su	lugar	en	el	afuera	del	archivo.	No	se	trata,	
lo	 vemos	 claramente	 hoy,	 de	 una	 ausencia,	 sino	 de	 una	 afirmacin	 tica	 y	 esttica	 que	
quizs	 se	 pueda	 ilustrar	 con	 esta	 provocacin	 antagnica,	 nuevamente,	 del	 mismo	
	                                                255	
Gombrowicz:	Borges	y	yo	somos	polos	opuestos.	l	se	halla	enraizado	en	la	literatura,	
yo	en	la	vida	(1991:	96).	La	tarea	del	arte	es	desmentir,	le	dir	el	escritor	a	De	Roux	
ms	 adelante.	 Ferdydurke	 est	 para	 ello:	 para	 desenmascarar	 el	 despropsito	 de	 la	
madurez,	la	seriedad	y	la	certeza.	Su	primera	traduccin,	no	programtica,	di-vertida	e	
inacabada	es,	por	tanto,	coherente	con	dicha	tarea	y	con	la	tica	que	ella	conlleva.	
Aun	 as,	 afirma	 Pablo	 Gasparini	 (2007:	 103),	 Gombrowicz	 no	 reconoce	 en	 la	 primera	
versin	espaola	de	Ferdydurke	el	valor	que	posee.	Para	empezar,	la	obra	contribuye	a	
su	 ingreso	 a	 la	 literatura	 francesa,	 como	 lo	 enfatiza	 Alejandra	 Riccio,	 citada	 por	
Gasparini	en	Witold	Gombrowicz	o	de	la	ingratitud	(la	traduccin	de	Ferdydurke):		
	
             	 tal	 vez	 sea	 el	 propio	 Gombrowicz	 el	 responsable	 de	 ese	 olvido,	 pues	 es	
             cierto	que	a	su	regreso	de	Europa	poco	se	preocupa	de	hacer	resaltar,	ms	
             all	de	lo	anecdtico,	la	traduccin	al	espaol	en	sus	entrevistas	o	reseas,	
             no	obstante	haber	sido	ella	la	responsable,	incluso,	de	su	difusin	en	Francia	
             y	 la	 gran	 impulsora	 para	 la	 publicacin	 de	 Ferdydurke	 al	 francs	 en	 1958	
             que	 ser	 la	 que	 abrir,	 definitivamente,	 el	 nombre	 de	 este	 autor	 a	 la	
             consideracin	internacional.	(Riccio,	1998:	s/p)	
	
La	 pirueta	 de	 la	 traduccin	 de	 Ferdydurke	 se	 despliega	 en	 el	 bullicio.	 Aparece	
Gombrowicz,	 escritor	 descifrable.	 En	 ese	 momento	 y	 en	 ese	 caldo	 de	 cultivo	 que	 es	 la	
traduccin	colectiva	de	la	novela,	la	literatura	se	ve	despojada	de	bordes	demarcables.	
Las	lenguas,	variantes	del	espaol	y	los	lxicos	que	intervienen	en	la	traduccin	trabajan	
para	Ferdydurke,	zona	franca,	y	no	para	las	literaturas	nacionales.	Hay	collage,	parche	y	
punto	medio,	no	vaivn.	En	esa	tradicin	bilinge	hispanoamericana-francesa	que	busca	
el	 movimiento	 transatlntico,	 Gombrowicz	 introduce	 el	 polaco,	 la	 media	 lengua,	 el	
recurso	 del	 francs,	 la	 parfrasis,	 para	 provocar	 la	 aparicin.	 El	 acrbata	 cae	 de	 pie.	
Ferdydurke	 sale	 a	 Francia	 y	 vuelve	 como	 bmeran	 validador,	 aunque	 el	 retorno	 no	
busque	ni	halle	como	destino	el	saln	de	Victoria	Ocampo.	
	
	
El	acento	como	mentira	
	
El	 dilogo	 entre	 Hispanoamrica	 y	 Pars	 no	 siempre	 muestra	 sus	 costuras.	 El	
bilingismo	 asimtrico,	 angustiado	 y	 a	 veces	 precario	 de	 su	 comunidad	 prefiere	
mostrarse,	a	menudo,	seguro	de	s	mismo,	ya	hecho.	Huidobro	no	siempre	hizo	claro	que	
su	francs	le	resultaba	insuficiente	y	que	eran	sus	amigos	quienes	le	ayudaban	a	perfilar	
sus	 versiones.	 Costa	 Du	 Rels	 (1941:	 25)	 relata	 que	 Anatole	 France	 lo	 conden	 a	 no	
escribir	 en	 francs,	 pues	 era	 una	 lengua	 imposible	 de	 domar	 para	 la	 escritura,	 sobre	
	                                               256	
todo	si	era	un	andino	quien	cometa	la	imprudencia,	y	l	carg	con	esa	sentencia	durante	
largo	 tiempo.	 La	 sombra	 del	 extranjero	 se	 cierne	 sobre	 el	 acento,	 la	 vacilacin,	 el	
balbuceo.	Amo	el	francs	aunque	no	sepa	pronunciarlo,	dice	Hctor	Bianciotti	cuando	
habla	de	su	cambio	de	lengua.	
Gombrowicz	 grita	 que	 el	 emperador	 est	 desnudo.	 Es	 el	 delator.	 En	 los	 universos	
bilinges	 del	 francs	 y	 el	 espaol,	 en	 el	 dilogo	 culto	 y	 maduro	 entre	 Pars	 y	 Buenos	
Aires,	 urbes	 literarias	 ocupadas	 de	 erigir	 el	 monolito	 cannico	 de	 las	 Bellas	 Letras,	
Witold	Gombrowicz	escribe	en	polaco,	habla	poco	espaol	y	termina	partiendo	a	 Pars	
con	 un	 francs	 que	 considera	 lejos	 de	 impecable.	 En	 esa	 triangulacin	 y	 antes	 de	 ser	
traducido,	aparece	como	un	escritor	espectral,	con	una	biografa	literaria	pero	sin	obra.	
Incluso	la	traduccin	de	Piera	y	compaa	se	vuelve	sospechosa,	por	su	circunstancia	
de	produccin.	Ernesto	Sabato	le	sugerir	a	Gombrowicz	una	nueva	versin	profesional	
y	organizada	de	la	novela.	
La	ausencia	de	obra	de	Gombrowicz	lo	perseguir	incluso	tras	su	partida	de	Argentina.	
En	 otro	 de	 sus	 intercambios	 con	 Dominique	 de	 Roux,	 el	 escritor	 relata	 que	 incluso	
cuando	 Ferdydurke	 se	 traduca	 a	 varias	 lenguas	 y	 l	 estaba	 ya	 en	 Europa,	 su	 obra	 no	
llegaba	 a	 hacer	 su	 aparicin.	 Era	 como	 si	 la	 precariedad	 lingstica	 en	 que	 se	 haba	
desenvuelto	en	Argentina	hubiera	saboteado	su	trabajo	literario.	Gombrowicz	narra	que	
se	 encuentra	 con	 Jorge	 Calvetti,	 escritor	 que	 colabora	 con	 La	 Prensa.	 Calvetti	 acuerda	
una	 entrevista	 con	 el	 escritor	 polaco	 tras	 enterarse	 de	 sus	 xitos.	 En	 ese	 momento,	
otro	colaborador	del	peridico,	Manuel	Peyrou,	relata	Gombrowicz,	amigo	de	Borges,	se	
encontr	con	Calvetti	en	la	redaccin	y	le	reproch	violentamente	que	se	hubiera	dejado	
embaucar	por	mis	mentiras	(Gombrowicz,	1991:	100).		
Ferdydurke	se	traduce	al	espaol	y	al	francs,	la	acrobacia	halla	su	equilibrio	y	la	novela	
halla	 su	 espacio.	 Sin	 embargo,	 y	 a	 partir	 de	 la	 ancdota	 de	 Calvetti,	 vemos	 que	 la	
resistencia	de	reconocer	a	Gombrowicz	como	autor	viene	de	sus	mltiples	extranjeras:	
la	lingstica,	la	esttica,	la	social.	El	escritor	parece	condenado	a	una	existencia	a	media	
luz	por	la	dificultad	de	hablar.	Eso	es	tambin	un	signo	de	la	Argentina,	por	lo	menos,	a	
la	luz	de	esta	obra,	sobre	la	que	reflexiona	Juan	Jos	Saer:		
	
             	la	realidad	histrica	de	la	Argentina	est	hecha	de	multitudes	sin	patria,	
             de	inmigrantes,	de	prfugos,	()	cuyas	vidas	son	un	interminable	parntesis	
             entre	un	barco	que	los	trajo	de	un	lugar	ya	improbable	y	otro	fantasmal,	que	
             debera	llevarlos	de	vuelta.	(Saer,	1997:	21)		
	
Entre	esos	barcos,	la	duda:	hay	una	lengua	que	no	se	conoce,	unas	primeras	incursiones	
en	 sus	 laberintos,	 acento,	 riesgo	 de	 error.	 De-formado	 por	 la	 errancia,	 el	 escritor	
	                                               257	
extranjero	 hallar	 en	 los	 marginales	 su	 crculo	 cultural.	 Esta	 preferencia	 por	 lo	
antiliterario	lo	sita	de	inmediato	fuera	de	los	medios	intelectuales	y	en	el	afuera	de	la	
lengua,	casi	hasta	borrar	su	obra,	como	se	ve	en	la	virulencia	con	que	reacciona	Peyrou.	
	
	
Balbucir.	Sentido	contra	sonido	
	
Juan	 Jos	 Saer	 ha	 llamado	 a	 esta	 mirada	 distante	 pero	 imbuida	 una	 perspectiva	
exterior	al	pensar	en	la	obra	de	Witold	Gombrowicz.	En	El	concepto	de	ficcin,	Saer	nos	
sita	frente	al	lugar	de	donde	observa	el	extranjero:		
	
             Podemos	 considerar	 lo	 que	 Gombrowicz	 llama	 su	 propia	 perspectiva,	
             como	una	perspectiva	exterior,	no	solamente	respecto	de	la	sociedad	polaca	
             de	esos	aos,	sino	tambin	de	Occidente	(25)		
	
Es	 el	 azar	 aquello	 que	 abre	 este	 lugar	 literario	 y	 vital	 desde	 donde	 se	 puede	 arriesgar	
sentidos	 en	 la	 escritura.	 El	 viaje	 de	 Gombrowicz,	 lo	 sabemos,	 se	 extiende	 casi	 ad	
infinitum.	Un	mes	se	convierte	en	ms	de	dos	dcadas.	En	el	espacio	y	en	el	tiempo	en	
que	 aparece	 esta	 posibilidad	 de	 pensar,	 se	 instala	 una	 exterioridad	 fsica,	 lingstica	 y	
existencial,	 condicin	 imprescindible	 para	 la	 Forma,	 como	 llamar	 Gombrowicz	 a	 la	
cristalizacin	de	la	vida	en	el	trabajo	estilstico.	La	exterioridad	es	la	condicin	para	la	
exploracin	formal	y	vital.	
Por	 su	 parte,	 en	 su	 ensayo	 sobre	 la	 dislocacin	 Existe	 la	 novela	 argentina?	 Borges	 y	
Gombrowicz,	Ricardo	Piglia	(1986)	afirma	que	imaginar	el	polaco	de	Gombrowicz	es,	a	
fin	de	cuentas,	imaginar	una	lengua	privada,	pues	la	usaba	casi	exclusivamente	para	la	
escritura.	 Pero	 tambin	 hay	 que	 imaginar	 su	 espaol:	 Lo	 que	 pudo	 haber	 sido	 el	
espaol	de	Gombrowicz:	(imagina	Piglia)	esa	mezcla	rara	de	formas	populares	y	acento	
eslavo.	 La	 lengua	 privada	 del	 escritor	 polaco,	 sueo	 de	 Finnegan's	Wake,	 junto	 con	 la	
perspectiva	 exterior	 que	 Saer	 eleva	 como	 montculo	 de	 avistamiento	 del	 extranjero,	
ambos	 elementos	 abren	 un	 afuera	 dado	 por	 un	 signo	 fundamental:	 el	 balbuceo.	 El	
balbucir,	 actividad	 en	 que	 descubrimos	 la	 que	 ser	 nuestra	 voz,	 es	 la	 articulacin	
primera,	osada	y	despreocupada	de	que	el	sonido	encuentre	en	su	camino	al	sentido.	
En	 Infancia	 e	 Historia,	 Giorgio	 Agamben	 (2007)	 va	 a	 situar	 nuestra	 capacidad	 de	
construir	sentido	en	la	frontera	en	que	lo	semitico	se	vuelve	semntico.	El	mundo	all,	
ante	nosotros,	el	mundo	de	las	semiosis,	nos	da	su	presencia,	y	nosotros	la	evocamos	o	
tentamos	 hacia	 l,	 sintcticamente,	 en	 el	 discurso.	 Este	 es	 el	 proceso	 de	 un	 antes	 y	 un	
despus	del	habla	y,	luego,	de	la	escritura.	No	siempre	hemos	sido	hablantes.	La	infantia	
	                                                258	
es	 la	 incapacidad	 de	 expresarse,	 o	 bien	 de	 expresarse	 de	 tal	 manera	 que	 se	 pueda	 ser	
comprendido.	Agamben	escribe:		
	
              Por	eso	Babel,	es	decir,	la	salida	de	la	pura	lengua	ednica	y	el	ingreso	en	el	
              balbuceo	de	la	infancia	(cuando	el	nio,	segn	dicen	los	lingistas,	forma	los	
              fonemas	 de	 todas	 las	 lenguas	 del	 mundo),	 es	 el	 origen	 trascendental	 de	 la	
              historia.	(2007:	73)		
	
En	 Finnegan's	 Wake,	 las	 lenguas	 en	 caos,	 fuera	 de	 sintaxis,	 emparentadas	 de	 maneras	
inesperadas,	 dislocadas	 de	 sus	 historias	 etimolgicas,	 construyen	 sentido.	 Por	 eso	
Gombrowicz	sera,	usando	la	comparacin	de	Piglia,	una	voz	catica	y	bablica	salida	de	
la	 inagotable	 novela	 de	 Joyce.	 Pero	 Gombrowicz	 sabe,	 tambin,	 que	 el	 balbuceo	 es	 la	
dificultad	frente	a	la	lengua	madura,	y	l	tiene	otra,	hecha	de	vacilaciones,	pero	capaz	de	
crear	 sentido.	 Ah	 la	 complicacin.	 Frente	 a	 ese	 sistema	 hecho	 y	 seguro	 de	 s	 mismo	
como	el	francs	o	el	espaol,	su	voz	vacila.		
En	espaol,	la	condicin	de	extranjero	se	pone	en	evidencia	en	el	escritor.	La	tragedia	es	
no	poder	construir	sentido.	En	Contra	los	poetas,	dice:		
	
              Soy	 un	 forastero	 totalmente	 desconocido,	 carezco	 de	 autoridad	 y	 mi	
              castellano	es	un	nio	de	pocos	aos	que	apenas	sabe	hablar.	No	puedo	hacer	
              frases	 potentes,	 ni	 giles,	 ni	 distinguidas,	 ni	 finas	 ()	 A	 veces	 me	 gustara	
              mandar	 a	 todos	 los	 escritores	 del	 mundo	 al	 extranjero,	 fuera	 de	 su	 propio	
              idioma	y	fuera	de	todo	ornamento	y	filigranas	verbales	para	comprobar	qu	
              quedar	de	ellos	entonces.	(Gombrowicz,	2006:	12)	
	
Qu	 queda	 de	 un	 escritor	 que	 vuelve	 a	 la	 infancia?	 La	 musculatura	 del	 rostro	 intenta	
nuevos	 movimientos,	 el	 aparato	 fonador	 se	 ve	 obligado	 a	 la	 acrobacia	 de	 nuevos	
sonidos,	la	risa,	la	mueca,	el	gesto,	tambin	deben	reinventarse	a	s	mismos	en	el	cambio	
de	 lengua.	 Entretanto	 y	 frente	 a	 la	 duda,	 el	 callar.	 Es	 lo	 que	 Julia	 Kristeva	 llama	 el	
silencio	del	polglota:		
	
              Podemos	 volvernos	 virtuosos	 con	 este	 nuevo	 artificio	 que	 nos	 procura,	
              adems,	 un	 nuevo	 cuerpo,	 tambin	 artificial,	 sublimado	 algunos	 dicen	
              sublime.	 Tenemos	 el	 sentimiento	 de	 que	 la	 nueva	 lengua	 es	 nuestra	
              resurreccin:	 nueva	 piel,	 nuevo	 sexo.	 Pero	 la	 ilusin	 se	 desgarra	 cuando	
              escuchamos,	con	ocasin	de	una	grabacin,	por	ejemplo,	que	la	meloda	de	
              nuestra	voz	se	vuelve	rara,	de	ninguna	parte,	ms	prxima	a	un	balbuceo	de	
              antao	que	a	un	cdigo	actual.	(Kristeva,	1988:	27)		
	
El	silencio	y	el	balbuceo	suceden	cuando	el	sentido	se	ha	escapado	momentneamente.	
El	 escritor,	 persona	 con	 voz	 pblica,	 debe	 hacer	 en	 frente	 de	 todos	 el	 camino	 del	
balbuceo	al	sentido.	En	ello,	se	juega	la	vida.		
	                                                259	
Pero	 es	 justamente	 esa	 condicin	 de	 infante	 y	 el	 hecho	 de	 estar	 fuera	 de	 su	 propia	
lengua	la	que	le	permitir	a	Gombrowicz	ser	ms	poeta	que	nunca,	expresin	con	la	que	
se	refiere	a	su	etapa	argentina.	La	forma	inacabada	que	constituye	su	bsqueda	esttica	
y	 tica	 halla	 en	 la	 dimensin	 infantil	 del	 balbuceo	 una	 enorme	 potencia	 creadora.	
Hablando	 hoy	 sobre	 Infancia	 e	 Historia	 (1979),	 a	 35	 aos	 de	 su	 publicacin,	 Giorgio	
Agamben	pareciera	estar	hablando	de	la	obra	de	Gombrowicz:		
	
             La	infancia	es	la	verdadera	imagen	de	la	potencialidad.	El	hombre	se	vuelve	
             humano	quedndose	en	la	potencialidad.	Se	puede	decir	que	el	hombre	nace	
             inmaduro,	no	apto	para	vivir,	pero	por	eso	capaz	de	todo,	es	omni-potente.	
             (Agamben,	2014)	
	
La	 potencia	 de	 la	 escritura	 de	 Gombrowicz	 reside,	 justamente,	 en	 el	 balbuceo:	 en	 el	
momento	en	que	est	tentando	en	todas	las	lenguas	del	mundo	y	elige	una:	la	que	est	
hecha	 del	 polaco	 privado,	 del	 espaol	 aprendido	 a	 medias	 y	 del	 francs	 por	 venir.	 La	
potencia	de	esta	escritura	est	en	su	no-ser-an,	o	en	mostrarse	balbuciente	y	renuente	
a	garantizar	sentidos	acabados.	
Al	 igual	 que	 esa	 lengua	 en	 que	 todo	 puede	 suceder,	 la	 Argentina	 debe	 permanecer,	
tambin,	inacabada,	inmadura.	De	qu	est	hecha	Argentina?,	se	pregunta	Gombrowicz	
cuando	piensa	en	sus	ideales,	en	las	migraciones,	en	su	pasado	histrico.	En	su	examen	
reaparecen	 las	 preguntas	 de	 Alberdi,	 Sarmiento,	 Echeverra,	 pero	 para	 l	 hay	 una	 sola	
respuesta:	 todo	 intento	 programtico	 de	 produccin	 de	 la	 literatura	 argentina	 y	
latinoamericana	 est	 destinado	 al	 fracaso.	 La	 literatura	 americana	 adolece	 de	 una	
permanente	 ansiedad	 de	 enunciacin.	 Cada	 pregunta	 es	 un	 paso	 seguro	 hacia	 una	
representacin	 fallida:	 La	 idea	 de	 racionalizar	 la	 nacionalidad	 bajo	 un	 programa	 es	
absurda;	tiene	aquella,	por	el	contrario,	que	ser	imprevista,	escribe	Gombrowicz	en	su	
Diario	 (2001:	 126).	 Con	 ello,	 los	 clculos	 de	 Alberdi,	 la	 voluntad	 moralizadora	 de	
Sarmiento,	 el	 ideal	 de	 Echeverra,	 toda	 continuacin	 de	 este	 programa	 se	 ve	
descalificada,	porque	la	individualidad	no	puede	surgir	dentro	de	un	programa	nacional.	
La	obra	surge	en	la	potencia	de	convertirse	en	s	misma	al	margen	de	la	referencia.		
Cuando	deja	Argentina,	Gombrowicz	sabe	que	empieza	a	envejecer,	justamente	porque	
vuelve	al	territorio	de	lo	hecho.	Francia	es	el	camino	de	la	madurez:	Qu	es	este	viaje	
sino	un	viaje	hacia	la	muerte?	(2001:	244).	
	
	
	
	
	                                              260	
Hablantes	de	la	comunidad	Gombrowicz	
	
Segn	 lo	 relata	 Groussac	 en	 El	viaje	intelectual	(1920),	 la	 adquisicin	 del	 espaol	 a	 su	
llegada	a	la	Argentina	fue	un	arduo	proceso:		
	
             A	 la	 operacin	 siempre	 delicada	 de	 ingerir	 en	 un	 cerebro	 adulto	 un	 nuevo	
             instrumento	verbal,	se	agregaba	en	mi	caso	la	permanencia	en	un	ambiente	
             extico,	 que	 no	 es	 el	 del	 tronco	 ni	 propiamente	 el	 del	 injerto.	 (Groussac,	
             2005:	9)	
	
Esta	 indefinicin,	 que	 Groussac	 llama	 la	 ley	 del	 medio,	 es	 la	 desorientacin	 frente	 a	
una	 precaria	 facultad	 de	 inteligir	 en	 otra	 lengua.	 Groussac	 nuestro	 Conrad	 es	
Groussac,	dir	Piglia	es	apenas	capaz	de	transmitir	ideas	bsicas:		
	
             	 quiz	 no	 falte	 quien	 vislumbre	 por	 momentos,	 entre	 los	 tropiezos	 de	 la	
             ejecucin,	la	presencia	de	un	escritor	a	quien	la	lengua	traiciona,	hacindole	
             balbucir	lo	que	cabalmente	concibe,	y	arrancndole	a	jirones	la	clara	visin	
             del	espritu.	(2005:	13)	
	
El	 temor	 del	 extranjero	 siempre	 presente:	 delatar	 el	 estado	 de	 su	 lengua,	 reducir	 su	
pensamiento	a	la	expresin	infantil.	
A	la	comunidad	del	balbuceo	se	suma	un	poeta	franco-uruguayo.	Jules	Supervielle	es	uno	
de	los	autores	que	publican	en	el	primer	nmero	de	Sur,	invitado	por	Victoria	Ocampo.	
Su	obra	est	escrita	en	francs,	pero	el	autor	mantiene	en	el	espaol	una	conexin	con	
su	 pasado	 americano,	 el	 paraso	 a	 medias	 perdido,	 en	 donde	 Uruguay	 es	 la	 estancia	
idlica,	 donde	 pasa	 una	 parte	 de	 la	 Segunda	 Guerra	 Mundial,	 por	 ejemplo.	 En	Lo	forat	
volontaire,	Ricardo	Paseyro	retrata	a	Supervielle	como	un	poeta	escindido:		
	
             Repartido	(...)	entre	dos	pases,	Uruguay	y	Francia,	los	ama	a	los	dos:	pero	si	
             est	en	uno,	sufre	por	el	otro.	Es	as	como	se	convierte	en	el	hombre	de	la	
             separacin	 y	 del	 lamento,	 el	 hombre	 con	 una	 parte	 siempre	 en	 otro	 lugar.	
             (Paseyro,	1987:	9)		
	
Supervielle	nunca	consider	el	espaol	como	lengua	de	escritura:		
	
             Siempre	 le	 cerr	 las	 puertas	 al	 espaol	 deliberadamente,	 aquellas	 que	 se	
             abren	 al	 pensamiento,	 a	 la	 expresin	 y,	 digamos,	 al	 alma.	 Si	 alguna	 vez	 me	
             sucede	que	pienso	en	espaol,	no	es	sino	por	breves	bocanadas.	Y	aquello	se	
             traduce,	 ms	 que	 en	 frases	 constituidas,	 en	 algunos	 borborigmos	 del	
             lenguaje.	Hablo,	pienso,	me	enojo,	sueo	y	me	callo	en	francs	(Supervielle,	
             citado	por	Sylvia	Molloy,	1972:	162)	
	
	                                               261	
Al	 igual	 que	 en	 Groussac,	 aparece	 en	 Supervielle	 el	 temor	 al	 balbuceo,	 pero	 por	 otras	
razones.	 Entre	 el	 espaol	 y	 l	 hay	 una	 relacin	 pretrita,	 el	 recuerdo	 de	 la	 niez	 en	
Uruguay	 lo	 detiene	 en	 una	 etapa	 infantil	 del	 lenguaje,	 a	 la	 que	 siempre	 vuelve	 cuando	
vuelve	 a	 Amrica.	 El	 borborigmo	 del	 que	 habla	 aparece	 como	 la	 expresin	 de	 una	
relacin	 ambigua	 con	 Uruguay,	 geografa	 entraable	 pero	 ajena,	 ideal	 mas	 descartada	
como	opcin	permanente	de	vida.	Cuando	nio,	Supervielle	queda	hurfano.	A	los	nueve	
aos	descubre	que	sus	padres	han	muerto	y	que	las	personas	a	quienes	crea	sus	padres	
son	en	realidad	su	ta	y	su	to.	La	enunciacin	como	sntoma,	arriesgaramos.		
Jules	Supervielle	muri	en	Francia,	pero	una	parte	de	su	familia	se	qued	en	Argentina	y	
Uruguay.	 La	 escritora	 portea	 Silvia	 Baron	 Supervielle	 es	 su	 sobrina	 nieta.	 Baron	 es	 la	
prolongacin	del	doble	origen	de	los	Supervielle,	como	ella	misma	lo	dice	en	Lalphabet	
du	feu:	Uno	recibe	el	exilio	en	herencia,	de	generacin	en	generacin.	Produce	viajeros	
prestos	 a	 franquear	 el	 mar	 y	 el	 muro	 que	 los	 separa	 de	 ellos	 mismos	 (Baron	
Supervielle,	 2007:	 11).	 A	 lo	 largo	 de	 su	 obra	 aparece	 la	 pregunta	 por	 la	 lengua,	 la	
extranjera,	el	espacio	que	se	habita.		
Si	en	Gombrowicz	el	balbuceo	es	vacilacin,	aqu	es	economa	creadora.	En	El	cambio	de	
lengua	en	el	escritor,	Baron	escribe:		
	
             Por	un	lado,	el	desconocimiento	del	idioma	me	causaba	temor	y	por	el	otro	
             estableca	como	una	zona	descampada,	desprovista	de	ritmos	y	de	palabras	
             que	 ()	 me	 atraa	 enormemente.	 Si	 en	 espaol	 mis	 poemas	 se	 alargaban,	
             rtmicos,	 y	 a	 veces	 con	 rimas,	 de	 la	 zona	 descampada	 surga	 como	 un	
             balbuceo.	(Baron	Supervielle,	1998:	10)	
	
Como	 en	 Gombrowicz,	 en	 Baron	 Supervielle	 la	 no	 pertenencia	 abre	 una	 posibilidad	
creadora:	sin	pertenencia,	no	hay	inscripcin	en	una	tradicin.	La	autora	se	apropia	del	
polaco	 para	 explicar	 su	 propia	 situacin:	 Gombrowicz,	 que	 se	 exili	 largo	 tiempo	 en	
Argentina,	 deca:	 Cuando	 no	 hay	 tradicin,	 se	 trata	 de	 inventarla	 prestndose	 a	 una	
mitologa	literaria	adecuada	(Baron	Supervielle,	2007:	45).		
Los	cruces	entre	el	Cono	Sur	y	Pars,	el	vaivn	de	lenguas,	los	barcos	que	llevan	y	traen,	
abren	 la	 circunstancia	 existencial	 a	 una	 inestabilidad	 que	 repercute	 en	 el	 lenguaje:	 la	
traduccin,	 el	 equvoco,	 el	 acento,	 la	 contaminacin,	 son	 todas	 variaciones	 del	
balbuceo,	el	sntoma	del	extranjero	que	debe	hablar	en	una	lengua	que	no	le	pertenece.	
La	falta	de	fluidez	en	el	lenguaje,	el	temblor	ante	lo	desconocido,	hacen	de	esta	literatura	
la	 expresin	 de	 la	 indefinicin:	 la	 lengua	 no	 puede	 asignar	 el	 sentido	 del	 todo.	 Es	
justamente	 esta	 indefinicin	 en	 donde	 confluyen	 estas	 obras:	 su	 valor	 radica	 en	 su	
resistencia	a	la	pertenencia	y	su	carcter	discontinuo,	bablico.	Gombrowicz	abre	con	el	
balbucir	una	posibilidad	inesperada	de	hablar,	luego,	de	escribir.	La	acrobacia,	a	riesgo	
	                                               262	
de	muerte,	termina	por	inaugurar	otra	posibilidad	de	habitar	el	mundo	de	la	vida.	
	
	
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	   265	
GOMBROWICZ,	UN	MENTIROSO	DIFCIL	DE	ENCASILLAR	
Nicols	Hochman	
	
	
La	mentira	inaugural	
	
	
                                        	estoy	impregnado	de	mentira	hasta	la	mdula.	
                                        (Gombrowicz,	2005:	276)	
                                        	
                                        	este	fro	menosprecio	que	llevo	en	m	es	tan	fuerte,	
                                        que	 no	 lo	 puedo	 ocultar	 en	 este	 diario,	 donde	 no	 me	
                                        gustara	mentir	demasiado.	
                                        (Gombrowicz,	2005:	307)	
	
	
La	 historiografa	 general	 gombrowicziana	 sostiene,	 tradicionalmente,	 que	 cuando	
Gombrowicz	 acababa	 de	 llegar	 a	 la	 Argentina	 estall	 la	 guerra.	 La	 invasin	 alemana	 a	
Polonia	 hizo	 que	 se	 cerraran	 las	 fronteras,	 y	 eso	 habra	 sido	 lo	 que	 motiv	 que	
Gombrowicz	decidiera	quedarse	en	Argentina.	Una	eleccin	fuerte	y	comprometida	(con	
el	 no-compromiso),	 ya	 que	 otros	 compatriotas	 optaron	 por	 subir	 nuevamente	 en	 el	
mismo	barco	que	los	haba	trasladado	hasta	el	Ro	de	la	Plata,	el	Chrobry,	para	regresar	a	
Europa	y	alistarse	en	la	resistencia	polaca.	Una	decisin	fuerte,	pero	influenciada	por	un	
hecho	ya	concretado:	Gombrowicz	elige	quedarse	porque	su	patria	se	halla	ocupada,	y	l	
no	quiere	combatir,	bsicamente	por	tres	motivos:	tiene	asma,	ideolgicamente	est	en	
contra	de	la	guerra	y	sus	actores,	y	es	un	tema	que	pareciera	no	interesarle	en	absoluto.	
El	 problema	 con	 esta	 hiptesis,	 aceptada	 casi	 universalmente,	 es	 que	 no	 ocurri	 as.	
Cuando	la	guerra	estall,	el	Chrobry	ya	haba	partido	de	Argentina.	Es	decir,	Gombrowicz	
decidi	 quedarse	 antes	 de	 tener	 noticia	 alguna	 de	 la	 invasin,	 lo	 que	 complejiza	 su	
experiencia.	 Es	 algo	 que	 aparece	 explicitado	 en	 las	 conversaciones	 que	 mantuvo	 con	
Dominique	de	Roux	(Gombrowicz,	1970)	y	en	Kronos,	por	citar	dos	ejemplos	(sin	contar	
las	alusiones	de	Trans-Atlntico),	pero	que	por	algn	motivo	no	es	muy	tenido	en	cuenta	
por	 muchos	 lectores	 e	 investigadores,	 y	 que	 cambia	 radicalmente	 las	 cosas	 (para	
ahondar	en	este	tema,	ver	Hochman,	2011).		
Gombrowicz	 miente.	 Todo	 el	 tiempo	 miente.	 Distorsiona,	 agranda	 los	 hechos,	 omite	
otros,	 se	 contradice,	 niega	 haber	 dicho	 o	 escrito	 tal	 cosa.	 Lo	 hace	 cuando	 escribe	 su	
Diario,	 publicacin	 que	 sostuvo	 desde	 1953	 hasta	 su	 muerte,	 en	 1969;	 en	 su	
Autobiografa	 sucinta	 (Gombrowicz,	 2010);	 cuando	 manda	 cartas	 a	 sus	 amigos,	 a	
	                                              266	
escritores,	 a	 filsofos,	 a	 medios	 de	 comunicacin;	 cuando	 traduce	 sus	 novelas;	 cuando	
presenta	 prlogos	 que	 adelantan	 cosas	 que	 no	 necesariamente	 funcionan	 como	 l	
sugiere.	Cuando	el	lector	se	enfrenta	a	su	obra	debe	tener	un	cuidado	particular,	porque	
Gombrowicz	 estaba	 obsesionado	 con	 escribir	 sobre	 el	 modo	 en	 que	 se	 lo	 deba	 leer.	
Ejercicio	 particularmente	 infructuoso	 si	 consideramos	 que	 ni	 la	 crtica	 literaria	 ni	 el	
comn	de	los	lectores	presta	mucha	atencin	a	esas	sugerencias	a	la	hora	de	enfrentarse	
a	un	libro	en	la	soledad	de	sus	horas.	Sin	embargo,	probablemente	sea	en	esas	pginas	
contradictorias	y	a	veces	antagnicas	que	puedan	encontrarse	algunas	verdades:	
	
             Al	empezar	Trans-Atlntico,	yo	no	tena	ni	idea	de	que	me	llevara	a	Polonia,	
             sin	embargo,	cuando	esto	sucedi,	trat	de	no	mentir	de	mentir	lo	menos	
             posible	 y	 de	 aprovechar	 la	 ocasin	 para	 desahogarme	 (Gombrowicz,	
             2005:	122)	
	
Algo	 en	 ese	 fragmento	 del	 Diario	explica	 el	 porqu	 de	 su	 insistencia	 con	 respecto	 a	 la	
llegada	 a	 Argentina,	 que	 sostiene	 inclusive	 cuando	 en	 1964	 escribe	 lo	 siguiente,	
adjudicando	su	permanencia	a	la	casualidad	y	el	azar:	
	
             Yo	 fui	 a	 Argentina	 por	 pura	 casualidad,	 solo	 por	 dos	 semanas,	 y	 si	 por	 un	
             azar	 del	 destino	 la	 guerra	 no	 hubiese	 estallado	 durante	 esas	 dos	 semanas,	
             habra	 regresado	 a	 Polonia,	 aunque	 no	 voy	 a	 ocultar	 que	 cuando	 la	 suerte	
             fue	 echada	 y	 Argentina	 se	 cerr	 de	 golpe	 sobre	 m,	 fue	 como	 si	 por	 fin	 me	
             oyera	a	m	mismo.	(Gombrowicz,	2005:	723)	
	
Si	Gombrowicz	miente	o	no,	en	definitiva,	no	es	algo	que	importe	demasiado.	Lo	hace,	es	
cierto,	 pero	 esas	 mentiras	 funcionan	 en	 su	 caso	 como	 una	 construccin	 retrospectiva.	
Miente,	y	con	sus	mentiras	se	inventa	una	historia,	se	forja	una	identidad,	hace	de	s	un	
personaje	que	antes	no	estaba	ah.	Y	es	precisamente	ese	personaje	el	que	hoy	nos	llega	
a	nosotros,	el	Gombrowicz	que	apareci	donde	antes	no	estaba,	que	cambi	de	espacio,	
de	tiempo,	de	cultura,	lengua	e	idiosincrasia.	El	Gombrowicz	que	tuvo	que	desubicarse	
en	 dondequiera	 que	 estuviera,	 porque	 adaptarse	 y	 formar	 parte	 de	 un	 lugar	 hubiera	
implicado,	probablemente,	dejar	de	pertenecer.	No	al	espacio,	sino	a	l.	Gombrowicz	iba	
siempre	un	paso	por	delante	o	por	detrs,	nunca	se	identificaba	con	una	patria,	ni	con	
una	poca,	y	de	ah	nace	su	desubicacin.	
Sin	 embargo,	 tal	 vez	 sea	 en	 esas	 mismas	 pginas	 donde	 puedan	 encontrarse	 algunas	
claves	para	comenzar	a	abordar	el	tema	de	su	exilio	e	intentar	volver	a	otorgarle	sentido	
a	ese	discurso.	En	su	diario	escribe	que	mientras	a	bordo	del	Chrobry	iba	dejando	atrs	
todas	 las	 costas	 europeas,	 inmovilizadas	 por	 ese	 crimen	 todava	 no	 nacido	 que	 era	 la	
guerra,	 le	 pareca	 escuchar	 el	 grito	 de	 esas	 orillas,	 que	 le	 decan	 que	 fuera	
	                                               267	
despreocupado,	que	no	intentara	significar	nada,	que	nada	iba	a	conseguir,	que	lo	nico	
que	le	quedaba	era	la	embriaguez.	Y	que	por	eso	navegaba	embriagado	y	aturdido,	pero	
no	por	los	efectos	del	alcohol.	Y	agrega:	
	
             Despus	se	rompieron	las	fronteras	de	los	Estados	y	las	tablas	de	las	leyes,	
             se	abrieron	las	compuertas	de	fuerzas	ciegas	y	oh!	de	pronto	heme	aqu	
             en	 Argentina,	 completamente	 solo,	 aislado,	 perdido,	 extraviado,	 annimo.	
             Me	senta	un	poco	excitado	y	algo	angustiado.	Pero	al	mismo	tiempo	algo	en	
             mi	interior	me	orden	saludar	con	viva	conmocin	el	golpe	que	me	destrua	
             y	me	sacaba	del	orden	en	que	haba	vivido	hasta	entonces.	La	guerra?	La	
             destruccin	de	Polonia?	La	suerte	de	mis	seres	queridos,	de	la	familia?	Mi	
             propia	 suerte?	 Poda	 yo	 preocuparme	 de	 ese	 modo,	 digamos,	 normal,	 yo,	
             que	haba	sabido	todo	eso	de	antemano,	que	lo	haba	vivido	hace	tiempo?	S,	
             no	 miento	 al	 decir	 que	 desde	 haca	 aos	 conviva	 dentro	 de	 m	 con	 la	
             catstrofe.	 Cuando	 la	 catstrofe	 se	 produjo,	 me	 dije	 algo	 as	 como	 Bien,	
             aqu	 est!,	 y	 comprend	 que	 haba	 llegado	 el	 momento	 de	 aprovechar	 la	
             capacidad	de	decir	adis	y	de	saber	abandonar	que	yo	haba	cultivado	en	mi	
             interior.	 De	 hecho	 no	 haba	 cambiado	 nada,	 el	 cosmos,	 la	 vida	 en	 la	 que	
             estaba	 aprisionado,	 no	 se	 volvieron	 diferentes	 porque	 se	 hubiese	 acabado	
             un	determinado	orden	de	mi	existencia.	(Gombrowicz,	2005:	192-193)	
	
Gombrowicz	revive	su	llegada	como	un	acontecimiento	angustiante	pero,	a	la	vez,	lleno	
de	posibilidades,	donde	la	conciencia	y	la	razn	se	ven	confrontadas	con	lo	irracional	y	
el	deseo,	en	su	estado	ms	bruto.	Reconoce	las	potenciales	catstrofes	de	la	guerra	y	la	
emigracin.	No	duda	en	mencionarlas,	y	aunque	en	su	Diario,	de	casi	mil	pginas	(escaso	
interlineado,	mrgenes	estrechos	y	hojas	grandes),	este	tipo	de	menciones	son	escasas	y	
prcticamente	excepcionales,	estn	ah,	como	testimonio	de	una	reflexin	ms	o	menos	
ntima	y	probablemente	no	muy	grata	a	odos	de	terceros.	Saba	este	polaco	que	algn	
da	esos	pensamientos	veran	la	luz	de	la	publicacin?	S,	por	supuesto.	De	hecho,	es	el	
diario	Kultura	(un	peridico	destinado	a	los	polacos	en	el	exilio)	quien	le	encarga	que	lo	
escriba,	 para	 ir	 publicndolo	 sistemticamente	 dentro	 de	 cada	 edicin.	 Por	 lo	 tanto,	
Gombrowicz	 no	 solo	 saba	 que	 sera	 ledo,	 sino	 que	 tena	 un	 certeza	 ms	 o	 menos	
formada	 de	 quin	 podra	 llegar	 a	 hacerlo.	 De	 ah	 a	 suponer	 que	 sus	 palabras	 estaban	
condicionadas	por	ese	potencial	lector	futuro,	hay	un	paso.		
	
	
Turista?	Vagabundo?	
	
                                        Tiempo	 atrs,	 en	 Polonia,	 fui	 como	 un	 extranjero	
                                        porque	 mi	 literatura	 era	 extica	 y	 se	 la	 rechazaba,	
                                        hoy	de	nuevo	vagabundeo	por	la	periferia.	
                                        (Gombrowicz,	2005:	299)	
                                        	
	                                              268	
Un	 sujeto	 que	 se	 queda	 porque	 quiere,	 que	 decide	 quedarse,	 no	 es	 definido	
habitualmente	 como	 exiliado,	 sino	 que	 suele	 quedar	 catalogado	 como	 migrante	 por	
motivos	 que	 pueden	 ser	 muy	 diversos.	 La	 diferencia	 conceptual	 est	 ligada	 a	 criterios	
demarcativos	 subjetivos	 que,	 si	 bien	 son	 generalizables,	 no	 llegan	 a	 comprender	 la	
complejidad	 de	 las	 experiencias	 ntimas,	 tan	 diferentes	 entre	 s.	 Esto	 resulta	
problemtico	si	se	quiere	realizar	un	estudio	de	tipo	cuantitativo,	estadstico,	que	nuclee	
bajo	nmeros	y	rtulos	los	desplazamientos	de	individuos,	de	una	tierra	a	otra.	Para	los	
anlisis	 cualitativos,	 por	 el	 contrario,	 esa	 diferencia	 es	 fundamental,	 necesaria	 y	
constitutiva,	ya	que	permite	una	mayor	libertad	a	la	hora	de	trabajar	sobre	las	brechas	y	
fisuras	conceptuales,	esas	en	las	que	los	sujetos	caen	sin	saberlo,	como	si	fueran	limbos	
tericos	 que	 ellos	 ignoran	 y	 que,	 inevitablemente,	 porque	 estn	 ah,	 como	 estructuras	
incmodas	 e	 invisibles,	 representan	 un	 problema	 para	 el	 investigador	 que	 desea	
respuestas	precisas.		
Uno	de	los	temas	permanentes	de	reflexin	de	Gombrowicz	en	sus	textos	pasa	por	este	
tipo	 de	 cuestiones.	 l	 no	 lo	 plantea	 de	 modo	 terico	 y	 su	 objetivo	 no	 es,	 claramente,	
poder	 hacer	 determinaciones	 acadmicas.	 Lo	 que	 busca	 es	 pensar	 sobre	 su	 propia	
experiencia,	y	lo	que	le	ocurre	cuando	piensa	en	ella	es	que	no	encuentra	respuestas	que	
lo	satisfagan,	o	bien	esas	respuestas	lo	conforman,	pero	tiempo	despus	pierden	valor,	
se	resignifican,	terminan	resultndole	anacrnicas	o	poco	convenientes.	En	1964	escribe	
acerca	de	sus	primeros	tiempos	en	Argentina:	
	
             Era	una	delicia,	en	esos	primeros	aos,	no	saber	nada	de	Argentina,	de	sus	
             partidos,	 programas	 lderes,	 no	 entender	 los	 peridicos,	 vivir	 como	 un	
             turista.	Si	ese	turismo	no	me	empobreci	y	no	me	esteriliz	fue	porque,	por	
             un	feliz	azar,	como	hombre	de	letras	acostumbrado	a	utilizar	la	forma,	pude	
             proceder	a	moldear	mi	persona	desde	esa	nueva	posicin,	en	esa	situacin	
             pero	 acaso	 Argentina	 no	 me	 estaba	 ya	 predestinada	 cuando	 de	 nio,	 en	
             Polonia,	 haca	 cuanto	 poda	 para	 no	 llevar	 el	 paso	 de	 un	 desfile	 militar?	
             (Gombrowicz,	2005:	723)	
	
Gombrowicz	se	ve	a	s	mismo	como	si	hubiera	sido	un	turista.	Evidentemente	no	lo	fue,	o	
por	lo	menos	no	en	el	sentido	tradicional	en	que	uno	imagina	que	se	es	turista.	No	lleg	a	
Argentina	 como	 parte	 de	 un	 plan	 de	 vacaciones,	 sino	 que	 lo	 hizo	 por	 trabajo,	 aunque	
fuera	un	trabajo	placentero.	No	se	qued	a	vivir	aqu	porque	los	paisajes	le	parecieran	
maravillosos,	la	gente	amigable	y	el	cambio	monetario	le	favoreciera	econmicamente.	
No	 era	 turista,	 pero	 retrospectivamente	 l	 mismo	 se	 ve	 como	 si	 lo	 hubiera	 sido.	 Es	
importante	 hacer	 notar	 que	 la	 entrada	 de	 su	 diario	 es	 de	 1964,	 cuando	 ya	 abandon	
Amrica,	cuando	otra	vez	est	en	Europa.	No	lo	escribe	cuando	llega,	en	1939,	ni	cuando	
comienza	a	publicar	el	diario,	en	1953;	ni	siquiera	cuando	est	por	irse,	sino	cuando	ya	
	                                               269	
se	fue,	cuando	el	anlisis	sobre	lo	que	hizo,	lo	que	fue,	lo	que	pudo	haber	sido	y	hecho,	es	
filtrado	a	travs	de	una	cortina	de	idealizacin.	
Es	 interesante	 confrontar	 esa	 fantasa	 de	 vivir	 como	 un	 turista	 con	 las	 ideas	 de	 otro	
polaco	exiliado,	Zygmunt	Bauman,	para	quien	los	turistas	se	mueven	o	permanecen	en	
un	 espacio	 segn	 sus	 deseos.	 Abandonan	 un	 lugar	 cuando	 hay	 algo	 que	 los	 seduce	 en	
otra	parte.	Los	vagabundos,	por	el	contrario,	tienen	la	certeza	de	que	no	van	a	quedarse	
en	 un	 mismo	 lugar	 por	 mucho	 tiempo,	 por	 ms	 que	 lo	 quieran,	 ya	 que	 no	 son	
bienvenidos.	 Los	 turistas	 se	 desplazan	 porque	 la	 globalizacin	 los	 atrae	 y	 est	 a	 su	
alcance.	 Los	 vagabundos	 van	 a	 de	 un	 sitio	 a	 otro	 porque	 lo	 que	 est	 a	 su	 alcance	 (el	
universo	local)	es	inhspito,	en	el	sentido	de	jams	darles	hospitalidad.	Y	concluye:	
	
             Los	 turistas	 viajan	 porque	 quieren;	 los	 vagabundos,	 porque	 no	 tienen	 otra	
             eleccin	 soportable.	 Se	 podra	 decir	 que	 los	 vagabundos	 son	 turistas	
             involuntarios,	 si	 tal	 concepto	 no	 fuera	 una	 contradiccin	 en	 los	 trminos.	
             Por	 ms	 que	 la	 estrategia	 turstica	 sea	 una	 necesidad	 en	 un	 mundo	
             caracterizado	 por	 muros	 que	 se	 desplazan	 y	 vas	 mviles,	 la	 carne	 y	 la	
             sangre	 del	 turista	 son	 la	 libertad	 de	 eleccin.	 Despojado	 de	 sta,	 su	 vida	
             pierde	toda	atraccin,	poesa	e	incluso	viabilidad.	(Bauman,	1999:	122)	
	
Siguiendo	 esta	 idea,	 podemos	 ver	 que	 hay	 algo	 desconcertante	 en	 cuanto	 a	 la	
experiencia	de	Gombrowicz,	que	tiene	algo	de	turista,	pero	tambin	algo	de	vagabundo	
y,	 a	 la	 vez,	 no	 pareciera	 encasillarse	 en	 ninguno	 de	 los	 dos	 rtulos.	 Por	 un	 lado,	 es	
verdad	 que	 Gombrowicz	 se	 desplaza	 o	 permanece	 segn	 sus	 deseos:	 nadie	 lo	 expulsa,	
nadie	lo	obliga	a	irse	o	permanecer.	Est	donde	quiere	estar,	primero	en	Polonia,	luego	
en	Argentina	(con	todos	sus	viajes	incluidos	al	interior	del	pas	o	a	Uruguay,	a	veces	en	
residencias	que	duraban	meses),	finalmente	en	Europa,	otra	vez.	Abandona	esos	lugares	
cuando	oportunidades	desconocidas	lo	llaman	desde	otra	parte.	Viaja	porque	quiere	y	se	
queda	 porque	 quiere.	 Pero,	 simultneamente,	 rene	 las	 caractersticas	 que	 Bauman	 le	
adjudica	a	los	vagabundos:	no	puede	quedarse	en	un	mismo	lugar	porque	sabe	que	no	le	
pertenece,	que	no	es	de	all,	que	hay	una	mutua	incomodidad	entre	l	y	ese	medio:	no	es	
bienvenido.	 Y,	 cuando	 lo	 es	 (en	 Europa,	 finalmente),	 traza	 permanentes	 planes	 de	
retornar	a	Argentina,	habla	de	la	necesidad	de	hacerse	enemigos	para	que	los	europeos	
no	 lo	 devoren.	 Viaja	 porque	 quiere,	 pero	 a	 la	 vez	 porque	 no	 tiene	 otra	 eleccin	
soportable.	l	mismo	se	autodenominaba	exiliado,	aunque	tcnicamente	lo	suyo	no	fuera	
exilio,	como	se	lo	suele	presentar	en	la	bibliografa	especializada	que	trabaja	con	estos	
temas.		
En	otro	texto	de	caractersticas	similares,	Bauman	introduce	otras	figuras	que	tienen	a	la	
movilizacin	 como	 eje:	 el	 peregrino	 y	 el	 paseante	 o	 flneur.	 Como	 Milan	 Kundera,	
	                                               270	
cuando	 de	 la	 leyenda	 La	 vida	 est	 en	 otra	 parte	 que	 apareca	 en	 grafitis	 del	 Mayo	
Francs	escribe	una	novela,	Bauman	considera	que	es	la	verdad	la	que	siempre	escapa	o	
est	por	delante	o	por	detrs	de	los	peregrinos	de	todas	las	pocas,	con	un	desfasaje	de	
tiempo-espacio	muy	sintomtico.	Como	el	deseo,	la	verdad	siempre	se	escurre	en	aquel	
que	 viaja	 permanentemente,	 marcando	 una	 disonancia	 entre	 lo	 que	 se	 logr	 y	 lo	 que	
debera	 llegar	 a	 realizarse,	 siendo	 evidente	 que	 la	 gloria	 y	 solemnidad	 del	 destino	
futuro	degradan	el	presente	y	se	burlan	de	l	(Bauman,	2006:	43).		
Bauman	 piensa	 en	 el	 peregrino	 como	 una	 figura	 histrica	 milenaria,	 y	 a	 partir	 de	 la	
lectura	de	la	Ciudad	de	Dios,	de	Agustn	de	Hipona,	deduce	que	solamente	algunos	pocos	
seran	 capaces	 y	 tendran	 el	 deseo	 de	 hacer	 de	 su	 contingencia	 un	 destino	 consciente	
que	incluya	escapar	de	las	distracciones	de	la	ciudad	y	escoger	el	desierto	como	hbitat.	
El	desierto,	que	para	los	eremitas	cristianos	era	el	equivalente	de	distanciarse	del	ruido	
de	la	vida	familiar,	de	la	aldea,	de	lo	mundano,	de	todo	lo	que	la	ciudad	trae	consigo,	y	
que	 implica	 una	 distancia	 entre	 el	 sujeto	 y	 el	 mundo	 que	 habitaba	 antes	 de	 la	 partida,	
con	sus	deberes	y	obligaciones,	con	todo	lo	que	implica	compartir	el	da	a	da	con	otros,	
y	 sobre	 todo	 con	 la	 ausencia	 de	 la	 mirada	 de	 esos	 otros.	 Siguiendo	 a	 Agustn,	 Bauman	
habla	de	cmo	la	cotidianeidad	mundana	ata	las	manos	y	los	pensamientos,	de	cmo	el	
horizonte	 es	 acotado	 por	 las	 estructuras	 propias	 de	 lo	 urbano	 y	 de	 cmo	 se	 mueva	
donde	 se	 mueva,	 la	 accin	 implica	 estar	 en	 un	 lugar	 y,	 en	 consecuencia,	 no	 moverse,	
satisfacer	lo	que	el	lugar	requiere	que	se	haga.	Y	que:	
	
             El	desierto,	al	contrario,	era	una	tierra	an	no	repartida	y,	por	eso,	la	tierra	
             de	la	autocreacin.	El	desierto,	deca	Edmond	Jabs,	es	un	espacio	en	el	cual	
             un	paso	cede	su	lugar	al	siguiente,	que	lo	deshace,	y	el	horizonte	significa	la	
             esperanza	 de	 un	 maana	 que	 hable.	 No	 vamos	 al	 desierto	 a	 buscar	
             identidad	 sino	 a	 perderla,	 a	 perder	 nuestra	 personalidad,	 a	 volvernos	
             annimos	 (...)	 Y	 entonces	 sucede	 algo	 extraordinario:	 omos	 hablar	 al	
             silencio.	El	desierto	es	el	arquetipo	y	el	invernadero	de	la	libertad	salvaje,	
             desnuda,	primigenia	y	esencial,	que	no	es	sino	la	ausencia	de	lmites.	Lo	que	
             haca	que	en	l	los	eremitas	se	sintieran	tan	cerca	de	Dios	era	la	impresin	
             de	 verse	 a	 s	 mismos	 como	 dioses:	 no	 limitados	 por	 el	 hbito	 y	 la	
             convencin,	por	las	necesidades	de	sus	propios	cuerpos	y	las	almas	de	otras	
             personas,	por	sus	hechos	pasados	y	sus	acciones	presentes.	En	palabras	de	
             los	tericos	de	nuestros	das,	diramos	que	los	eremitas	fueron	los	primeros	
             que	vivieron	de	principio	a	fin	la	experiencia	del	yo	descontextualizado	y	
             libre	de	trabas.	(Bauman,	2006:	43-45)	
	
	
El	encasillamiento	imposible	
	
Es	claro:	Gombrowicz	no	es	el	ciudadano	romano	en	el	que	piensa	Agustn,	ni	el	hombre	
	                                               271	
que	oye	hablar	al	silencio	de	Jabs,	ni	el	eremita	de	Bauman,	pero	cmo	se	les	parece.	Tal	
vez	 pese	 a	 l,	 Gombrowicz	 podra	 ser	 identificado	 como	 uno	 de	 esos	 pocos	 que	 son	
capaces	de	componerse	a	s	mismos	en	tanto	obertura,	haciendo	de	la	contingencia	una	
necesidad,	 un	 camino,	 una	 estructura	 paradjicamente	 sistemtica.	 El	 desierto,	 en	
Gombrowicz,	 no	 es	 real,	 sino	 una	 metfora	 prctica,	 pero	 que	 funciona	 muy	 bien	 para	
poder	 explicar	 una	 parte	 de	 sus	 acciones.	 Gombrowicz	 sabe,	 o	 intuye,	 que	 no	 puede	
construirse	a	s	mismo	en	un	mundo	que	ya	est	signado	de	antemano,	cuya	urbanidad	
(social,	 literaria,	 histrica)	 conoce	 perfectamente	 y	 por	 la	 cual	 es	 condicionado	
inevitablemente.	 Sabe	 que,	 por	 ms	 revulsivo	 que	 quiera	 resultar	 a	 la	 sociedad	 polaca,	
en	Polonia	tiene	las	manos	atadas.	No	tiene	nada	de	casual,	entonces,	que	el	desierto	sea	
una	eleccin.	Y	qu	mejor,	para	atravesar	el	desierto,	que	tener	hambre,	tener	sed,	ya	
dicho	 en	 un	 sentido	 no	 tan	 necesariamente	 metafrico?	 Tiene	 sed	 para	 sostener	 el	
desierto,	para	as	poder	construirse.		
Su	libro	Peregrinaciones	argentinas	refleja	muy	bien	todo	eso.92	Gombrowicz	atraviesa	el	
desierto	y	algo	de	su	identidad	se	pierde	ah,	pero	no	por	azar,	sino	por	prepotencia	de	
bsqueda.	El	anonimato	consecuente	es	prcticamente	obvio,	inclusive	para	l	mismo	en	
cuanto	desembarca	en	Argentina,	como	puede	leerse	claramente	en	tantos	pasajes	de	su	
diario.	En	trminos	de	Bauman,	lo	que	Gombrowicz	experimenta	es	una	libertad	salvaje,	
desnuda,	 primigenia	 y	 esencial.	 Frente	 a	 eso,	 desnudo	 en	 la	 noche,	 es	 entendible	 que	
Gombrowicz,	 despojado	 de	 todo,	 se	 sintiera	 tan	 por	 encima	 de	 su	 poca	 y	 no	 tuviera	
inconveniente	alguno	en	proclamarlo	abiertamente,	a	veces	mediante	algunas	mentiras	
necesarias.		
Gombrowicz	 experiment	 un	 fenmeno	 de	 movimiento	 convulso	 y	 traumtico.	 Su	
experiencia	 migratoria	 (forzada	 o	 no)	 puso	 en	 juego	 su	 identidad,	 reconstituyndola	 a	
partir	de	su	interaccin	con	su	nueva	vida,	como	bien	puede	observarse	en	sus	escritos.	
Esas	 mentiras	 inaugurales	 que	 utiliz	 acerca	 de	 los	 motivos	 de	 su	 permanencia	 son	
seguramente	 consecuencias	 de	 algn	 modo	 inevitables.	 Mentiras	 que	 no	 cambian	 los	
hechos,	pero	s	los	resignifican,	que	permiten	leer	la	experiencia	desde	otra	perspectiva	
y	que	no	tienen	por	qu	implicar	juicios	de	valor.	En	definitiva,	quin	no	miente	sobre	
su	propia	vida?	Quin	no	inventa	su	biografa	cada	vez	que	puede,	adaptndola	lo	mejor	
posible	 a	 las	 conveniencias	 o	 necesidades	 de	 cada	 momento?	 Esa	 bsqueda	 fue	
92	Dice	 Bauman:	 Al	 ser	 peregrinos,	 podemos	 hacer	 ms	 que	 caminar:	 podemos	 caminar	 hacia.	
Podemos	 mirar	 atrs,	 contemplar	 las	 huellas	 de	 nuestros	 pies	 en	 la	 arena	 y	 verlas	 como	 un	
camino.	Podemos	reflexionar	sobre	el	camino	pasado	y	verlo	como	un	progreso	hacia,	un	avance,	
un	acercamiento	a;	podemos	distinguir	entre	atrs	y	adelante,	y	trazar	el	camino	por	delante	
como	una	sucesin	de	huellas	que	an	tienen	que	marcar	como	cicatrices	de	viruela	la	tierra	sin	
rasgos	(Bauman,	2006:	46).	
	
	                                                 272	
probablemente	para	Gombrowicz	algo	esencial	y	a	la	vez	sumamente	mvil,	cambiante.	
Por	eso	querer	encasillar	su	experiencia	bajo	el	rtulo	de	una	categora	de	migrante	es	
una	 tarea	 condenada	 al	 fracaso.	 Una	 bsqueda	 que	 siempre	 va	 a	 ser	 infructuosa,	
incompleta,	 inconclusa,	 no-toda,	 como	 lo	 fue	 Gombrowicz	 mismo,	 con	 esa	 mezcla	 de	
angustia	 y	 orgullo	 que	 se	 desprenda	 de	 sus	 palabras	 y	 sus	 actos	 cuando	 hablaba	 del	
desgarro	 posterior	 a	 su	 partida	 y	 al	 retorno,	 ese	 imposible	 que	 siempre	 estuvo	 en	 el	
horizonte.		
	
	
Bibliografa	
	
Bauman,	 Zygmunt	 (1999).	 Turistas	 y	 vagabundos,	 en	 La	globalizacin:	consecuencias	
       humanas.	Buenos	Aires:	FCE.	Pgs.	103-133.		
-----	(2006).	De	peregrino	a	turista,	o	una	breve	historia	de	la	identidad,	en	Stuart	Hall	
       y	Paul	Du	Gay	(eds.),	Cuestiones	de	identidad	cultural.	Buenos	Aires:	Amorrortu.	
Gombrowicz,	Witold	(1970).	Lo	humano	en	busca	de	lo	humano.	Barcelona:	Siglo	XXI.	
-----	(1987).	Peregrinaciones	argentinas.	Madrid:	Alianza.		
-----	(2004).	Trans-Atlntico.	Buenos	Aires:	Seix	Barral.	
-----	(2005).	Diario	(1953-1969).	Buenos	Aires:	Seix	Barral.	
-----	(2010).	Autobiografa	sucinta.	Correspondencia.	Buenos	Aires:	Anagrama.	
Hochman,	 Nicols	 (2011).	 Conflictos	 y	 posibilidades	 de	 los	 escritores	 en	 el	 exilio.	 La	
       discusin	entre	mile	Cioran	y	Witold	Gombrowicz,	en	Anagramas	N	19,	vol.	9,	
       7/11.	Medelln:	Universidad	de	Medelln.		
	                                              273	
EL	 ESCRITOR	 POLACO	 Y	 LA	 TRADICIN.	 GOMBROWICZ	 EN	 LA	 DISCUSIN	 SOBRE	
LENGUA	Y	NACIN	
Martina	Kaplan	
	
	
Introduccin	
	
Maritegui	 opone	 la	 posibilidad	 de	 una	 literatura	 nacional	 a	 la	 existencia	 de	 una	
literatura	colonizada.	Borges	sonre	ante	la	pelea	por	el	ttulo	de	idioma	nacional	entre	
arrabaleros	y	espaolados.	Arlt	golpea	contra	la	academia	y	todos	sus	muertos.	Mientras	
estos	 debates	 tienen	 lugar,	 llega	 al	 pas	 un	 literato	 polaco	 con	 la	 idea	 de	 visitar	
Argentina,	 donde	 termina	 viviendo	 veinticuatro	 aos,	 y	 que	 no	 se	 mantendr	 ajeno	 a	
estas	 discusiones.	 Qu	 tiene	 para	 decirnos	 Gombrowicz	 acerca	 de	 la	 relacin	 entre	
literatura	 y	 nacin,	 hombre	 y	 cultura	 y	 el	 vnculo	 entre	 las	 culturas	 dominantes	 y	
perifricas,	es	lo	que	abordar	en	este	ensayo.		
Por	 qu	 introducir	 la	 obra	 de	 un	 escritor	 extranjero	 a	 una	 de	 las	 discusiones	 ms	
fervientes	 de	 la	 cultura	 latinoamericana?	 Basta	 leer	 las	 primeras	 pginas	 de	 su	 Diario	
argentino	para	enterarse;	el	relato	de	Gombrowicz	es	una	excelente	fotografa	sobre	cul	
era	 el	 estado	 de	 aquella	 vieja	 discusin	 en	 los	 aos	 que	 transcurre	 su	 estada,	 desde	
1937	hasta	1964.		
Adems,	 un	 ao	 antes	 de	 llegar	 a	 Argentina,	 Gombrowicz	 haba	 publicado	 en	 su	 pas	
Ferdydurke.	 Los	 conceptos	 centrales	 de	 esta	 novela	 Inmadurez	 y	 Forma	 le	 permiten	
realizar	 una	 lectura	 original	 sobre	 la	 relacin	 entre	 la	 cultura	 de	 las	 periferias	 y	 la	
cultura	hegemnica	europea,	con	capital	en	Pars.	Abordar	la	cuestin	de	la	inmadurez	
en	 una	 nacin	 cuyos	 esfuerzos	 estaban	 volcados	 a	 alcanzar	 la	 superioridad	 y	 la	
sobriedad	 que	 emanaba	 del	 epicentro	 europeo,	 le	 haba	 costado	 el	 respeto	 de	 la	
intelectualidad	polaca,	aunque	gozaba	de	cierto	xito	entre	los	jvenes.	
No	fue	poca	su	sorpresa	al	darse	cuenta	de	que	estos	conceptos	eran	aplicables	tambin	
a	 lo	 que	 suceda	 en	 estas	 latitudes,	 donde,	 en	 su	 opinin,	 poda	 sentir	 incluso	 con	 ms	
fuerza	 la	 influencia	 de	 la	 cultura	 europea.	 Para	 Ricardo	 Piglia	 (2008:	 s/p),	 la	 cultura	
argentina	 le	 sirve	 de	 laboratorio	 para	 probar	 su	 hiptesis,	 que	 ir	 fortaleciendo	 al	
encontrarse	 con	 los	 miembros	 del	 Parnaso	 de	 las	 letras	 argentino,	 y	 tambin	 con	
aquellas	figuras	que	abogaban	por	una	cultura	independiente	del	dominio	imperialista	y	
colonial.		
Por	 ltimo,	 el	 lugar	 de	 privilegio	 en	 que	 se	 encuentra	 Gombrowicz	 para	 pensar	 la	
literatura	argentina	lo	seala	l	mismo:		
	                                                274	
	
            	 me	 encuentro	 en	 desventaja.	 Soy	 un	 forastero	 totalmente	 desconocido,	
            carezco	 de	 autoridad	 y	 mi	 castellano	 es	 un	 nio	 de	 pocos	 aos	 que	 apenas	
            sabe	 hablar.	 No	 puedo	 hacer	 frases	 potentes,	 ni	 giles,	 ni	 distinguidas,	 ni	
            finas,	 pero	 quin	 sabe	 si	 esta	 dieta	 obligatoria	 no	 resultar	 buena	 para	 la	
            salud?	()	Cuando	uno	carece	de	medios	para	realizar	un	estudio	sutil,	bien	
            enlazado	 verbalmente,	 sobre,	 por	 ejemplo,	 las	 rutas	 de	 la	 poesa	 moderna,	
            empieza	a	meditar	acerca	de	esas	cosas	de	modo	ms	sencillo,	casi	elemental	
            y,	a	lo	mejor,	demasiado	elemental.	(Gombrowicz,	2006a:	11)	
	
	       	
El	escritor	polaco	y	la	tradicin	
	
Para	 entender	 la	 postura	 gombrowicziana	 acerca	 de	 lo	 nacional,	 es	 necesario	 en	
principio	 repasar	 qu	 construccin	 hace	 sobre	 el	 hombre.	 Todas	 sus	 producciones	
tienen	de	fondo	esta	idea,	que	l	resume	de	la	siguiente	manera:	
    	
            1. El	 hombre	 que	 creado	 por	 la	 forma,	 en	 el	 sentido	 ms	 profundo,	 ms	
               amplio	del	trmino.	
            2. El	hombre	creador	de	la	forma,	su	infatigable	productor.	
            3. El	 hombre	 degradado	 por	 la	 forma,	 siempre	 incompleto	
               (incompletamente	culto,	incompletamente	maduro).	
            4. El	hombre	enamorado	de	la	inmadurez.	
            5. El	hombre	creado	por	lo	inferior	y	por	la	minora	de	edad.	
            6. El	 hombre	 sometido	 a	 lo	 interhumano,	 como	 fuerza	 superior,	 creadora,	
               nica	divinidad	que	nos	es	accesible.	
            7. El	hombre	para	el	hombre,	ignorando	toda	instancia	superior.	
            8. El	 hombre	 dinamizado	 por	 los	 hombres,	 realzado,	 reforzado	 por	 ellos.	
               (Gombrowicz,	2006b:	121)	
	
A	 partir	 de	 esta	 caracterizacin,	 podemos	 observar	 la	 fuerte	 preocupacin	 de	
Gombrowicz	 por	 el	 drama	 al	 que	 estn	 sometidos	 los	 hombres,	 que	 solo	 pueden	
expresarse	 a	 travs	 de	 formas	 que	 les	 vienen	 dadas	 y	 que	 los	 deforman.	 Como	
consecuencia,	 a	 lo	 largo	 de	 su	 vida,	 nunca	 dud	 en	 rechazar	 toda	 forma	 de	 identidad	
preconcebida	 y	 anquilosada.	 Desde	 la	 heterosexualidad	 hasta	 el	 nacionalismo,	 todas	
estas	 cscaras	 fueron	 dejadas	 de	 lado,	 no	 sin	 sufrimiento,	 por	 el	 hombre	 Gombrowicz.	
Saer	describe	este	proceso	magistralmente	en	su	ensayo	sobre	este	pensador:		
        	
             Ser	polaco.	Ser	francs.	Ser	argentino.	Aparte	de	la	eleccin	del	idioma,	en	
             qu	 otro	 sentido	 se	 le	 puede	 pedir	 semejante	 autodefinicin	 a	 un	 escritor?	
             Ser	 comunista.	 Ser	 liberal.	 Ser	 individualista.	 Para	 el	 que	 escribe,	 asumir	
             esas	 etiquetas,	 no	 es	 ms	 esencial,	 en	 lo	 referente	 a	 lo	 especfico	 de	 su	
             trabajo,	que	hacerse	socio	de	un	club	de	ftbol	o	miembro	de	una	asociacin	
             gastronmica	 ()	 no	 se	 es	 nadie	 ni	 nada,	 se	 aborda	 el	 mundo	 a	 partir	 de	
             cero,	y	la	estrategia	de	que	se	dispone	prescribe,	justamente,	que	el	artista	
	                                              275	
             debe	 replantear	 da	 tras	 da	 su	 estrategia.	 Esta,	 y	 no	 el	 individualismo	
             recalentado	 que	 se	 le	 atribuye,	 es	 la	 verdadera	 leccin	 de	 Gombrowicz.	
             (Saer,	1989:	s/p)	
        	
No	se	es	nada	ni	nadie;	 resuena	 en	 esta	 frase	 el	 principio	 de	 aquel	 poema	 borgeano	 de	
gran	 belleza	 y	 profundidad,	 Nadie	 hubo	 en	 l	 (Borges,	 2005:	 51);	 la	 bsqueda	 de	
Shakespeare	 por	 llenar	 aquel	 vaco	 resume	 la	 de	 la	 humanidad	 toda,	 que	 apela	 a	 un	
sinfn	de	mscaras	para	cumplir	con	la	vieja	obligacin	de	ser	alguien.	Para	Gombrowicz	
todos	estos	personajes	que	la	imaginacin	social	presta	a	los	hombres	no	hacen	ms	que	
degradarlos,	pues	son	incapaces	de	decir	su	deseo.	La	nica	solucin	posible	es	traer	a	la	
conciencia	aquellas	formas	para	rechazarlas,	en	un	esfuerzo	titnico	y	cotidiano	por	ser	
uno	mismo.	
Entendemos	 ahora	 por	 qu	 cualquier	 versin	 del	 nacionalismo	 es	 rechazada	 por	 este	
escritor;	la	nacionalidad	es	solo	una	ficcin	ms.	Quiz	ver	cmo	defina	su	propio	origen	
deje	el	asunto	ms	claro:		
	
             -Se	siente	usted	un	escritor	polaco?	
             -Pues	claro,	incluso	muy	polaco.	Solo	que	no	hago	ningn	esfuerzo	por	serlo.	
             Debe	ser	a	pesar	mo.	Y	como	es	a	pesar	mo,	resulta	autnticamente	polaco.	
             Si	me	esforzase	en	hacer	el	polaco,	en	jugar	a	serlo,	todo	se	ira	al	demonio.	
             Por	 ejemplo,	 toda	 la	 literatura	 latinoamericana,	 que	 se	 propone	 encontrar	
             un	 tipo:	 quines	 somos	 nosotros?	 Quiere	 definirse	 as.	 Naturalmente,	 eso	
             no	tiene	ningn	sentido.	(Gombrowicz,	2010:	55)	
	
Se	 es	 a	 pesar	 de	 la	 forma;	 escribo	 como	 Gombrowicz,	 y	 de	 esa	 manera	 soy	
autnticamente	polaco.	Soy	yo	para	ser	nosotros,	y	no	viceversa.		
Borges	plante	algo	similar	en	El	escritor	argentino	y	la	tradicin:		
	
            Same	 permitida	 aqu	 una	 confidencia,	 una	 mnima	 confidencia.	 Durante	
            muchos	 aos,	 en	 libros	 ahora	 felizmente	 olvidados,	 trat	 de	 redactar	 el	
            sabor,	 la	 esencia	 de	 los	 barrios	 extremos	 de	 Buenos	 Aires;	 naturalmente	
            abund	 en	 palabras	 locales,	 no	 prescind	 de	 palabras	 como	 cuchilleros,	
            milongas,	 tapia,	 y	 otras,	 y	 escrib	 as	 aquellos	 olvidables	 y	 olvidados	 libros;	
            luego,	har	un	ao,	escrib	una	historia	que	se	llama	La	muerte	y	la	brjula	
            que	 es	 una	 suerte	 de	 pesadilla,	 una	 pesadilla	 en	 que	 figuran	 elementos	 de	
            Buenos	 Aires	 deformados	 por	 el	 horror	 de	 la	 pesadilla;	 pienso	 all	 en	 el	
            Paseo	Coln	y	lo	llamo	Rue	de	Toulon,	pienso	en	las	quintas	de	Adrogu	y	las	
            llamo	Triste-le-Roy;	publicada	esa	historia,	mis	amigos	me	dijeron	que	al	fin	
            haban	 encontrado	 en	 lo	 que	 yo	 escriba	 el	 sabor	 de	 las	 afueras	 de	 Buenos	
            Aires.	 Precisamente	 porque	 no	 me	 haba	 propuesto	 encontrar	 ese	 sabor,	
            porque	me	haba	abandonado	al	sueo,	pude	lograr,	al	cabo	de	tantos	aos,	
            lo	que	antes	busqu	en	vano.	(Borges,	1994:	270-271)	
	
	                                               276	
Vemos	 as	 cmo	 ambos	 escritores	 rechazan	 la	 posibilidad	 de	 encasillarse	 en	 una	
tradicin	siguiendo	una	receta	o	programa.	Mientras	Borges	desecha	a	los	nostlgicos	de	
la	 lengua	 espaola	 y	 a	 aquellos	 que	 buscan	 la	 nacin	 en	 el	 habla	 de	 los	 sectores	
populares,	 Gombrowicz	 se	 re	 de	 aquellos	 que	 buscan	 en	 la	 corona	 o	 en	 el	 indio	 la	
solucin	al	problema.		
Como	 veremos	 a	 continuacin,	 tampoco	 deja	 a	 Borges	 por	 fuera	 de	 esta	 ridiculizacin,	
mofndose	de	su	relacin	con	sus	amigos	del	Parnaso	y	la	literatura	extranjera.	En	las	
pginas	del	Diario	podemos	leer:		
	
              El	argentino	medianamente	culto	sabe	bien	que	en	lo	referente	a	la	creacin	
              las	cosas	andan	mal.	No	tenemos	una	gran	literatura.	Por	qu?	(...)	y	he	ah	
              que	las	soluciones	comienzan	a	multiplicarse.	Vivimos	con	una	luz	prestada	
              de	 Europa,	 esa	 es	 la	 causa.	 Tenemos	 que	 romper	 con	 Europa,	 volver	 a	
              encontrar	 al	 indio	 de	 hace	 cuatrocientos	 aos	 que	 duerme	 en	 nuestro	
              interior...	 Ah	 est	 nuestro	 origen!	 Pero	 la	 mera	 idea	 del	 nacionalismo	
              produce	 nusea	 a	 otra	 faccin.	 Qu,	 el	 indio?	 Jams!	 Nuestra	 impotencia	
              proviene	de	habernos	alejado	demasiado	de	la	Madre	Patria	Espaa	y	de	la	
              Madre	 Iglesia	 Catlica!	 Pero	 en	 este	 punto	 el	 atesmo	 progresista-
              izquierdista	 sufre	 un	 ataque	 de	 fiebre:	 Espaa,	 clero,	 puf!,	 oscurantismo,	
              oligarqua;	 estudia	 a	 Marx,	 te	 volvers	 creador!...	 Mientras	 tanto	 un	 joven	
              fino	 del	 centro	 de	 Buenos	 Aires	 regresa	 de	 un	 t	 en	 casa	 de	 Victoria	
              Ocampo	 y	 lleva	 bajo	 el	 brazo	 una	revue	y	 un	 poema	 chino	 ilustrado	 con	
              bellos	grabados.	(Gombrowicz,	2006b:	122)	
	
Dejando	 esta	 pequea	 diferencia	 de	 lado,	 para	 ambos	 escritores	 la	 nacionalidad	 es	
forma	 que	 nos	 crea,	 pero	 solo	 podemos	 expresarla	 cuando	 el	 esfuerzo	 se	 dirige	 a	 la	
expresin	personal	y	no	a	una	identidad	sospechosa;	el	argentino	mientras	se	expresa	
en	 primera	 persona	 es	 un	 individuo	 nada	 tonto,	 abierto	 al	 mundo	 y	 consciente...	 yo	
aprend	 poco	 a	 poco	 a	 quererlos	 y	 apreciarlos.	 Muchas	 veces	 no	 carecen	 de	 gracia,	 de	
elegancia,	 de	 estilo	 (Gombrowicz,	 2006b:	 123-124).	 Este	 llamado	 es	 tambin	 el	 de	
Borges:	
	
              La	 esperanza	 es	 amiga	 nuestra	 y	 esa	 plena	 entonacin	 argentina	 del	
              castellano	es	una	de	las	confirmaciones	de	que	nos	habla.	Escriba	cada	uno	
              su	intimidad	y	ya	la	tendremos.	Digan	el	pecho	y	la	imaginacin	de	lo	que	en	
              ellos	hay,	que	no	otra	astucia	filolgica	se	precisa.	(Borges,	2008:	160-161)	
	
Para	 concluir	 este	 apartado,	 quisiera	 traer	 a	 colacin	 a	 uno	 de	 los	 escritores	 que	 dijo	
bien	 en	 argentino,	 esbozando	 una	 pequea	 genealoga	 del	 llamado	 a	 la	 expresin	
personal:		
	
              Escribid	con	amor,	con	corazn,	lo	que	os	alcance,	lo	que	os	antoje.	Que	eso	
	                                               277	
             ser	 bueno	 en	 el	 fondo,	 aunque	 la	 forma	 sea	 incorrecta;	 ser	 apasionado,	
             aunque	 a	 veces	 sea	 inexacto;	 agradar	 al	 lector,	 aunque	 rabie	 Garcilaso;	 no	
             se	 parecer	 a	 lo	 de	 nadie;	 pero;	 bueno	 o	 malo,	 ser	 vuestro,	 nadie	 os	 lo	
             disputar;	entonces	habr	prosa,	habr	poesa,	habr	defectos,	habr	belleza.	
             (Vias,	1982:	18-19)	
	
La	conjuncin	de	estos	pensamientos	podra	entonces	poner	en	jaque	aquella	frase	con	
la	 que	 Vias	 comienza	 su	 libro	 Literatura	 argentina	 y	 realidad	 poltica,	 justificando	 la	
existencia	de	una	literatura	argentina	a	partir	de	una	voluntad	nacional.	
	
	
No	hay	nosotros	
	
La	 imposibilidad	 de	 constituir	 una	 literatura	 nacional	 a	 partir	 de	 un	 programa,	 de	 una	
voluntad,	pone	a	Gombrowicz	y	tambin	a	Borges	en	la	vereda	de	enfrente	respecto	a	las	
reflexiones	 de	 otro	 gran	 pensador,	 J.	 Carlos	 Maritegui.	 En	 el	 ltimo	 de	 sus	 Siete	
ensayos	 este	 escritor	 plasma	 su	 preocupacin	 por	 la	 ausencia	 de	 un	 corpus	 literario	
genuinamente	peruano,	debido	a	que	el	espritu	y	los	sentimientos	de	sus	intelectuales	
continan	ligados	a	la	Colonia.	Esta	dependencia	espiritual	se	supera	segn	Maritegui	a	
travs	del	paso	por	dos	etapas	histricas:	la	cosmopolita,	donde	la	cultura	se	abre	a	la	
influencia	 mundial,	 y	 la	 etapa	 nacional,	 que	 es	 la	 bsqueda	 del	 propio	 carcter.	 En	 el	
caso	 peruano,	 la	 literatura	 nacional	 debe	 identificarse	 con	 el	 indigenismo,	 largamente	
sepultado	por	una	cultura	colonizada.	
El	 pensamiento	 mariateguiano	 ejerci	 una	 fuerte	 influencia	 en	 la	 intelectualidad	
latinoamericana	 de	 las	 siguientes	 generaciones.	 Gombrowicz	 da	 testimonio	 de	 ello	 a	
travs	 de	 su	 encuentro	 con	 el	 joven	 Roby	 Santucho,	 a	 quien	 conoce	 en	 un	 viaje	 a	
Santiago	 del	 Estero.	 Las	 impresiones	 que	 deja	 este	 intercambio	 en	 Gombrowicz	 nos	
permite	adivinar	una	respuesta	directa	a	la	tradicin	indigenista:		
	
             Estaba	sentado	con	Santucho,	que	es	fornido,	con	una	cara	terca	y	olivcea,	
             apasionada,	con	una	tensin	hacia	atrs,	enraizada	en	el	pasado.	Me	hablaba	
             infatigablemente	sobre	las	esencias	indias	de	estas	regiones.		
             Quines	somos?	No	lo	sabemos.	No	nos	conocemos.	No	somos	europeos.	El	
             pensamiento	 europeo,	 el	 espritu	 europeo,	 es	 lo	 ajeno	 que	 nos	 invade	 tal	
             como	antao	lo	hicieron	los	espaoles;	nuestra	desgracia	es	poseer	la	cultura	
             de	ese	vuestro	mundo	occidental	con	la	que	nos	han	saturado	como	si	fuera	
             una	 capa	 de	 pintura,	 y	 hoy	 tenemos	 que	 servirnos	 del	 pensamiento	 de	
             Europa,	 del	 lenguaje	 de	 Europa,	 por	 falta	 de	 nuestras	 esencias,	 perdidas,	
             indoamericanas.	 Somos	 estriles	 porque	 incluso	 sobre	 nosotros	 mismos	
             tenemos	que	pensar	a	la	europea!....	Escuchaba	aquellos	razonamientos,	tal	
             vez	un	tanto	sospechosos,	pero	estaba	contemplando	a	un	chango	sentado	
             dos	 mesitas	 ms	 all	 con	 su	 muchacha;	 tomaban:	 l,	 vermut;	 ella,	 limonada	
	                                               278	
            ()	 de	 pronto	 ocurri	 no	 s	 cmo,	 algo	 como	 que	 entre	 ellos	 estaba	
            contemplada	la	tensin	ms	alta	de	la	belleza	de	aqu,	de	Santiago...	y	tanto	
            ms	probable	me	pareca	ya	que	realmente	el	mero	contorno	de	la	pareja,	tal	
            como	 desde	 mi	 asiento	 la	 vea,	 era	 tan	 feliz	 cuanto	 lujoso.	 All,	 en	 aquella	
            mesita	 est	 la	 Argentina	 que	 me	 fascina	 silenciosa	 y	 sin	 embargo	 con	 una	
            resonancia	 de	 gran	 arte,	 no	 sta,	 parlanchina,	 holgazana,	 politiquera.	 Por	
            qu	 no	 estoy	 all,	 con	 ellos?	 Aquel	 es	 mi	 lugar!	 Junto	 a	 aquella	 muchacha	
            como	un	ramo	de	temblores	blanquinegros,	junto	a	aquel	joven	semejante	a	
            Rodolfo	Valentino!..	Belleza!	(Gombrowicz,	2006b:	166)	
            	
Gombrowicz	busca	lo	propio	de	la	Argentina,	su	belleza,	y	esta	no	tiene	nada	que	ver	con	
aquellas	 declamaciones	 parlanchinas.	 De	 nuevo	 el	 hombre	 atrapado	 por	 la	 forma;	 los	
sospechosos	razonamientos	que	dicen	buscar	la	verdadera	argentina,	la	antigua	esencia,	
son	los	que	impiden	ver	lo	que	est	apenas	en	la	otra	mesa,	una	sencilla	pareja	que	dice	
sin	decir,	que	es	porque	no	intenta	ser.	De	nuevo,	la	crtica	a	la	infatigable	bsqueda	del	
nosotros.		
Santucho	y	Gombrowicz	vuelven	a	escribirse	un	tiempo	despus:		
	
                Witoldo:	 algo	 de	 lo	 que	 dices	 en	 la	 introduccin	 a	El	 Matrimonio	me	 ha	
                interesado...	esas	ideas	sobre	la	inmadurez	y	la	forma	que	parecen	constituir	
                la	trama	de	tu	obra	y	tienen	relacin	con	el	problema	de	la	creacin.	Claro	
                est	 que	 no	 tuve	 paciencia	 para	 leer	 ms	 de	 veinte	 pginas	 de	El	
                Matrimonio...	 Luego	 me	 pide	Ferdydurke	y	escribe:	Habl	 con	 Negro	(es	 su	
                hermano,	 el	 librero)	 y	veo	 que	 sigues	 atado	 a	 tu	 chauvinismo	 europeo;	 lo	
                peor	es	que	esa	limitacin	no	te	permitir	lograr	una	profundizacin	de	este	
                problema	 de	 la	 creacin.	 No	 puedes	 comprender	 que	 lo	 ms	 importante	
                actualmente	 es	 la	 situacin	 de	 los	 pases	 subdesarrollados.	 De	 saberlo	
                podras	 extraer	 elementos	 fundamentales	 para	 cualquier	 empresa.	
                (Gombrowicz,	2006b:	228)	
	
	       La	respuesta	de	Gombrowicz	no	se	hace	esperar:		
	
                ROBY	 S.	 TUCUMN	 SUBDESARROLLADO	 NO	 HABLES	 TONTERAS	
                FERDYDURKE	NO	 LO	PUEDO	 ENVIAR	PROHIBICIN	 DE	 WASHINGTON	 LO	
                VEDA	 A	 TRIBUS	 DE	 NATIVOS	 PARA	IMPOSIBILITAR	DESARROLLO,	
                CONDENADOS	 A	 PERPETUA	 INFERIORIDAD	 TOLDOGOM.	 (Gombrowicz,	
                2006b:	229)	
	       	
De	este	intercambio	podemos	extraer	algunas	reflexiones.	En	primer	lugar,	Santucho,	al	
igual	 que	 muchos	 intelectuales	 argentinos,	 ve	 en	 las	 categoras	 gombrowiczianas	 una	
herramienta	importante	para	leer	la	situacin	que	atraviesa	la	cultura	latinoamericana.	
Sin	 embargo,	 desde	 su	 postura	 Gombrowicz	 no	 es	 ms	 que	 un	 europesta	 incapaz	 de	
entender	los	problemas	del	subdesarrollo.		
Quisiera	en	este	punto	realizar	una	pequea	digresin	que,	creo,	es	bastante	ilustrativa	
	                                                279	
de	este	desencuentro.	Se	trata	de	una	cuestin	que	Vias	seala	como	constitutiva	de	las	
culturas	 nacionales;	 estos	 son	 los	 viajes,	 ms	 especficamente,	 el	 viaje	 de	 los	
intelectuales	 desde	 la	 periferia	 a	 Europa.	 Acerca	 de	 esto,	 Maritegui,	 uno	 de	 los	
pensadores	ms	importantes	del	latinoamericanismo,	plantea:		
	
             	 una	 vez	 europeizado,	 el	 criollo	 de	 hoy	 difcilmente	 deja	 de	 darse	 cuenta	
             del	 drama	 del	 Per.	 Es	 l	 precisamente	 el	 que,	 reconocindose	 a	 s	 mismo	
             como	un	espaol	bastardeado,	siente	que	el	indio	debe	ser	el	cimiento	de	la	
             nacionalidad	()	Mientras	el	criollo	puro	conserva	generalmente	su	espritu	
             colonial,	 el	 criollo	 europizado	 se	 rebela	 en	 nuestro	 tiempo,	 contra	 ese	
             espritu,	aunque	solo	sea	como	protesta	contra	su	limitacin	y	arcasmo.	El	
             pensador	 peruano	 retrata	 en	 su	 teora	 su	 propia	 experiencia	 como	 viajero	
             latinoamericano	 al	 viejo	 continente.	 Sin	 esta	 experiencia	 no	 habra	 tenido	
             contacto	 con	 elementos	 clave	 de	 su	 pensamiento,	 como	 la	 lucha	 de	 los	
             obreros	 italianos	 y	 la	 situacin	 de	 los	 campesinos	 del	 sur,	 o	 la	 lectura	 de	
             autores	como	Sorel	y	el	contacto	con	las	vanguardias	artsticas	sobre	las	que	
             tanto	escribi.	(Martitegui,	1928:	280)	
             	
Lo	 que	 Santucho	 ve	 como	 una	 limitacin,	 Maritegui	 lo	 seala	 como	 bisagra,	 como	
momento	 necesario	 para	 el	 conocimiento	 de	 nosotros	 mismos.	 Gombrowicz	 tambin	
realiza	un	viaje	que	atraviesa	su	concepcin	sobre	la	relacin	entre	nacin,	literatura	y	
Europa.	 En	 este	 caso	 viaja	 desde	 su	 periferia,	 hasta	 las	 playas	 del	 sur	 del	 continente	
americano.	As	relata	esta	experiencia:		
	
             Cmo	 habr	 sido	 este	 asunto	 de	 partir...	 fue	 como	 si	 una	 gigantesca	 mano	
             me	 hubiese	 tomado	 del	 cuello	 de	 la	 camisa	 para	 sacarme	 de	 Polonia	 y	
             arrojarme	 en	 esta	 tierra	 perdida	 en	 el	 medio	 del	 ocano	 ()	 Si	 no	 hubiera	
             dejado	 Europa	 hubiese	 vivido	 en	 Pars	 despus	 de	 la	 guerra,	 casi	 con	
             seguridad.	Pero	la	mano	no	pareci	quererlo	as	porque,	a	la	larga,	Pars	me	
             hubiese	convertido	en	un	parisino.	Y	senta	el	deber	de	ser	anti-parisino.	Es	
             que,	por	esos	tiempos,	no	estaba	lo	suficientemente	inmunizado.	Mi	destino	
             era	 pasar	 muchos	 ms,	 largos	 aos	 en	 los	 bordes	 de	 Europa,	 lejos	 de	 sus	
             capitales,	y	lejos	de	sus	aparatos	literarios,	escribiendo,	como	dicen	hoy	en	
             Polonia,	para	los	cajones	de	escritorio.	(Gombrowicz,	1968:	s/p)	
	
Vemos	ahora	en	su	totalidad	el	error	en	que	incurre	Roby	al	sealar	a	Gombrowicz	como	
chovinista	de	Europa,	cuando	este	escritor,	al	hacer	una	lectura	retrospectiva	de	su	vida,	
agradece	 a	 su	 suerte	 por	 no	 exponerlo	 a	 la	 cultura	 europea	 cuando	 no	 tena	 an	 una	
posicin	 lo	 suficientemente	 madura	 que	 le	 permitiera	 resistirse	 a	 sus	 influencias.	 En	
cambio	 Maritegui,	 referencia	 obligada	 de	 cualquier	 tradicin	 que	 busque	 sus	 races	
indgenas,	recomienda	antes	de	sumergirse	en	esa	ardua	investigacin,	dar	un	paseo	por	
los	paisajes	europeos.	
Para	 finalizar	 este	 apartado	 quisiera	 traer	 una	 de	 las	 frases	 ms	 potentes	 del	 ensayo	
	                                               280	
sobre	 la	 tradicin	 de	 Borges.	 El	 culto	 argentino	 del	 color	 local	 es	 un	 reciente	 culto	
europeo	 que	 los	 nacionalistas	 deberan	 rechazar	 por	 forneo	 (Borges,	 1994:	 270).	
Vemos	 por	 qu	 intercalar	 estos	 pensamientos,	 logra	 poner	 en	 movimiento	 una	
desgastada	retrica,	y	buscar	una	nueva	manera	de	resolver	la	cuestin.	Si	se	lo	enfoca	
pobremente,	el	nacionalismo	es	el	que	conduce	al	chovinismo	europeo.	
	
	
Bsquedas	perifricas,	Gomborges	o	Borgowicz	
	
Para	 continuar,	 quisiera	 aclarar	 que	 el	 hecho	 de	 que	 estos	 autores	 aboguen	 por	 la	
palabra	personal	en	contraposicin	a	un	nosotros,	no	les	impide	hacer	una	lectura	de	la	
cultura	latinoamericana	en	su	conjunto.	La	lectura	peculiar	que	hicieron	sobre	esta,	los	
oblig	a	dejar	en	claro	sus	diferencias	con	el	indigenismo,	gauchescas,	lunfardismos	y	un	
largo	 etctera.	 A	 continuacin	 me	 introducir	 en	 aquellos	 puntos	 en	 que	 estos	 autores	
ms	se	acercaron.		
Repasemos	las	frmulas	gombrowiczianas	para	entender	al	hombre.	En	ellas	este	autor	
describe	 al	 hombre	 degradado	 por	 la	 forma,	 incompleto,	 creado	 por	 su	 inferioridad	 e	
inmadurez.	 Para	 Gombrowicz,	 esto	 no	 es	 precisamente	 malo.	 En	 su	 opinin,	 en	 la	
inferioridad	puede	residir	lo	vital	de	una	cultura.		
Pero	inferior	en	relacin	con	qu?	Gombrowicz	se	est	refiriendo	a	la	especial	relacin	
que	 se	 teje	 entre	 la	 cultura	 europea,	 hegemnica,	 y	 la	 cultura	 de	 las	 periferias,	 donde	
ubica	tanto	a	Polonia	como	a	Amrica	Latina.	As	lo	explica	este	escritor	con	motivo	de	la	
aparicin	de	Ferdydurke	en	castellano:		
	
             Me	 atrevo	 a	 creer	 que	 en	 todo	 caso	 la	 publicacin	 de	 Ferdydurke	 en	 la	
             Amrica	 Latina	 tiene	 su	 razn	 de	 ser.	 Existen	 varias	 analogas	 entre	 la	
             situacin	 espiritual	 de	 Polonia	 y	 la	 de	 este	 continente.	 Aqu	 como	 all	 el	
             problema	 de	 la	 inmadurez	 cultural	 es	 palpitante.	 Aqu	 como	 all	 el	 mayor	
             esfuerzo	 de	 la	 literatura	 se	 pierde	 en	 imitar	 las	 maduras	 literaturas	
             extranjeras.	 Aqu	 y	 all	 los	 literatos	 se	 preocupan	 por	 todo	 menos	 por	
             verificar	 sus	 derechos	 a	 escribir	 como	 escriben.	 En	 Polonia	 como	 en	
             Sudamrica	todos	prefieren	lamentarse	de	su	condicin	inferior	de	menores	
             y	 peores,	 en	 vez	 de	 aceptarla	 como	 un	 nuevo	 y	 fecundo	 punto	 de	 partida.	
             Pero	 mientras	 en	 Polonia	 la	 formidable	 tensin	 de	 la	 vida	 echa	 por	 tierra	
             toda	 esa	 escuela	 literaria	 (la	 palabra	 escuela	 est	 aqu	 plenamente	
             justificada)	la	apacible	existencia	del	feliz	sudamericano	le	permite	eludir	la	
             revisin	 bsica	 de	 esas	 cuestiones,	 le	 induce	 a	 menudo	 al	 cultivo	 de	
             comineras	 estticas	 e	 intelectuales	 y	 un	 estril	 formalismo	 sofoca	 toda	 su	
             expresin.	Dudo	mucho	si	mis	razones	sern	compartidas	por	los	maestros	
             consagrados	de	ambas	literaturas,	pero	fijo	mis	esperanzas	en	los	maestros	
             que	estn	por	nacer.	(Gombrowicz,	2002:	21-11)	
	
	                                               281	
Resulta	 que	 esta	 opinin	 s	 sera	 compartida	 por	 al	 menos	 un	 maestro	 consagrado	 de	
esta	literatura.	As	lo	explica	en	el	ensayo	al	que	vengo	haciendo	referencia:	
	
             Llego	 a	 una	 tercera	 opinin	 que	 he	 ledo	 hace	 poco	 sobre	 los	 escritores	
             argentinos	y	la	tradicin,	y	que	me	ha	asombrado	mucho.	Viene	a	decir	que	
             nosotros,	los	argentinos,	estamos	desvinculados	del	pasado;	que	ha	habido	
             como	 una	 solucin	 de	 continuidad	 entre	 nosotros	 y	 Europa.	 Segn	 este	
             singular	 parecer,	 los	 argentinos	 estamos	 como	 en	 los	 primeros	 das	 de	 la	
             creacin;	 el	 hecho	 de	 buscar	 temas	 y	 procedimientos	 europeos	 es	 una	
             ilusin,	un	error;	debemos	comprender	que	estamos	esencialmente	solos,	y	
             no	 podemos	 jugar	 a	 ser	 europeos	 ()	 Creo	 que	 los	 argentinos,	 los	
             sudamericanos	en	general	()	podemos	manejar	todos	los	temas	europeos,	
             manejarlos	 sin	 supersticiones,	 con	 una	 irreverencia	 que	 puede	 tener,	 y	 ya	
             tiene,	consecuencias	afortunadas.	(Borges,	1994:	272-273)	
	
Con	estas	observaciones	respecto	de	la	posibilidad	de	generar	una	potencialidad	desde	
la	inferioridad	cultural,	dejo	de	buscar	la	similitud	entre	los	planteos	borgeanos	y	los	de	
Gombrowicz.	 Muchos	 se	 detuvieron	 en	 ellos,	 entre	 los	 que	 se	 encuentran	 escritores	
como	 Piglia	 y	 Saer.	 A	 continuacin	 quisiera	 indagar	 en	 por	 qu	 esta	 asociacin	 es	 al	
menos	 compleja.	 Creo	 que	 profundizar	 en	 los	 planteos	 que	 realiz	 el	 polaco	 sobre	 la	
relacin	 entre	 la	 cultura	 y	 el	 hombre,	 podra	 ser	 el	 comienzo	 de	 una	 nueva	 discusin	
sobre	estos	paralelismos.	
	
	
Borges	y	Gombrowicz.	Voto	no	positivo	
	
Sabemos	que	la	forma	que	encontr	Borges	de	ser	irreverente	con	la	cultura	europea	y	
toda	la	tradicin	occidental	fue	jugar	con	una	falsa	erudicin	tan	bien	lograda,	que	hasta	
hoy	 en	 da	 centenares	 de	 intelectuales	 estudian	 su	 obra	 tratando	 de	 distinguir	 aquello	
que	 era	 cierto	 de	 lo	 que	 es	 falso.	 Para	 Gombrowicz	 esta	 era	 solo	 otra	 manera	 de	 ser	
europesta,	fortaleciendo	una	cultura	que	se	pretende	superior	al	hombre,	que	se	aleja	
de	 l.	 Esto	 se	 manifestaba	 en	 la	 relacin	 que	 Borges	 y	 los	 artistas	 vinculados	 a	 Sur	
mantenan	 con	 su	 propio	 suelo,	 en	 especial	 con	 aquella	 fuente	 de	 vitalidad	 para	 la	
literatura	gombrowicziana,	la	juventud.	
	
             	 esta	 lite	 argentina	 haca	 pensar	 ms	 bien	 en	 una	 juventud	 mansa	 y	
             estudiosa	 cuya	 nica	 ambicin	 consista	 en	 aprender	 lo	 ms	 rpidamente	
             posible	 la	 madurez	 de	 los	 mayores.	 Ah,	 no	 ser	 juventud!	 Ah,	 tener	 una	
             literatura	 madura!	 Ah,	 igualar	 a	 Francia,	 a	 Inglaterra!	 Ah,	 crecer,	 crecer	
             rpidamente!	 Adems,	 cmo	 podran	 ser	 jvenes,	 si	 personalmente	 eran	
             hombres	 ya	 de	 cierta	 edad,	 si	 su	 situacin	 social	 no	 encajaba	 en	 aquella	
             juventud	del	pas	entero,	si	el	hecho	de	pertenecer	a	las	altas	clases	sociales	
	                                              282	
             exclua	una	verdadera	unin	con	lo	bajo?	As,	Borges,	por	ejemplo,	adverta	
             nicamente	 sus	 propios	 aos	 y	 no,	 por	 decirlo	 as,	 la	 edad	 que	 le	 rodeaba;	
             era	 un	 hombre	 maduro,	 un	 intelectual,	 un	 artista,	 perteneciente	 a	 la	
             Internacional	 del	 Espritu	 sin	 ninguna	 relacin	 definida	 ni	 intensa	 con	 su	
             propio	 suelo	 ()	 No	 obstante,	 el	 ambiente	 del	 pas	 era	 tal,	 que	 ese	 Borges	
             europeizante	 no	 poda	 lograr	 ah	 una	 vida	 verdadera.	 Era	 algo	 adicional,	
             como	 pegado,	 un	 ornamento;	 y	 no	 era	 otra	 la	 suerte	 de	 toda	 esa	 literatura	
             argentina,	tanto	la	confeccionada	a	la	francesa	o	a	la	inglesa	como	la	que	se	
             esforzaba,	segn	los	esquemas	consabidos,	por	exaltar	lo	propio,	lo	nacional,	
             el	 folklore	 (hacindolo	 exactamente	 igual	 que	 en	 otros	 pases).	
             (Gombrowicz,	2006b:	46-47)	
	
Si	trazramos	algo	as	como	un	mapa	de	la	literatura	argentina	de	aquella	poca,	a	la	tan	
discutida	ubicacin	de	Borges	y	su	crculo	superior	en	Florida,	y	los	buscadores	de	lo	
propio	 y	 popular	 en	 Boedo,	 deberamos	 agregar	 los	 paseos	 de	 Gombrowicz	 por	 los	
alrededores	 de	 Retiro.	 Como	 l	 mismo	 lo	 explica,	 esta	 fue	 la	 manera	 que	 encontr	 de	
separarse	 de	 aquellos	 crculos	 que	 se	 debatan	 en	 un	 problema	 viejo,	 con	 palabras	
ajenas	al	hombre	que	l	encontraba	en	esos	parajes.		
             	
             Me	 bastaba	 por	 un	 solo	 momento	 vincularme	 espiritualmente	 con	 Retiro	
             para	 que	 el	 idioma	 de	 la	 cultura	 se	 convirtiera	 en	 mis	 odos	 en	 un	 sonido	
             vaco	 y	 falso	 ()	 La	 pesada	 obra	 de	 los	 pesados,	 rgida	 creacin	 de	 la	
             rigidez	 mientras	 all	 en	 Retiro,	 toda	 esa	 cultura	 se	 dilua	 en	 cierta	 joven	
             insuficiencia,	 en	 la	 joven	 inmadurez,	 se	 volva	 peor	 y	 peor.	 (Gombrowicz,	
             2006b:	65)	
             	
             Surgieron	de	en	medio	de	la	niebla	de	Retiro	dos	propsitos	importantes:	el	
             primero,	 claro	 est:	 dotar	 de	 una	 importancia	 primordial	 a	 esta	 palabra	
             secundaria	muchacho,	aadir	a	todos	los	altares	oficiales	otro	ms	sobre	el	
             que	se	irguiese	el	dios	joven	de	lo	inferior,	de	lo	peor,	de	lo-sin-importancia,	
             en	 todo	 su	 poder	 vinculado	 con	 lo	 bajo.	 He	 aqu	 un	 ensanchamiento	
             imprescindible	 de	 nuestra	 conciencia:	 introducir,	 en	 el	 arte,	 por	 lo	 menos,	
             aquel	otro	polo	del	porvenir,	dar	nombre	a	la	forma	humana	que	nos	une	a	
             travs	 de	 la	 insuficiencia,	 obligar	 a	 que	 se	 le	 rinda	 culto.	 (Gombrowicz,	
             2006b:	66)	
	
No	es	la	erudicin	la	que	nos	salva	de	perdernos	en	tradiciones	ajenas;	la	nica	manera	
es	buscar	la	manera	de	decir	lo	inmaduro,	lo	inacabado,	adorar	lo	intil,	buscar	lo	bajo.		
Para	concluir	quisiera	hacer	referencia	al	idioma	de	Borges	y	al	de	Gombrowicz.	Piglia,	
con	su	capacidad	de	producir	grandes	polmicas	con	pequeas	afirmaciones,	deca	que	
Borges	 escribe	 en	 ingls,	 mientras	 que	 Gombrowicz,	 que	 nunca	 escribi	 en	 castellano,	
fue	el	mejor	escritor	argentino	del	siglo	XX.	Quiz	la	manera	en	que	mejor	se	justifique	
esta	aseveracin	es	observar	el	laboratorio	que	fue	la	traduccin	de	Ferdydurke.	
En	ella	no	solo	particip	Gombrowicz	con	su	torpe	espaol,	sino	muchos	representantes	
de	 las	 letras	 latinoamericanas	 que	 en	 aquel	 entonces	 eran	 jvenes	 desconocidos.	
	                                               283	
Tambin	 se	 incluyeron	 propuestas	 de	 los	 parroquianos	 del	 Caf	 Rex.	 La	 bsqueda	 y	
creacin	 de	 una	 lengua	 que	 pueda	 expresar	 un	 singular	 pensamiento,	 entre	 jvenes	
irreverentes	capaces	de	inventar	palabras	como	el	cuculeo,	no	hace	ms	que	concretar	
aquella	frmula	gombrowicziana	de	creacin	desde	la	inmadurez.		
La	oposicin	entre	este	tipo	de	escritura,	y	aquella	que	busca	la	superioridad,	que	deja	
de	lado	al	hombre	con	todas	las	contradicciones	que	lo	atraviesan	para	refugiarse	en	las	
alturas,	no	puede	para	Gombrowicz	considerarse	irreverente.	Porque	de	esa	manera	la	
cultura	 cumple	 con	 aquella	 vieja	 y	 aun	 vigorosa	 frase	 gombrowicziana:	 Cuanto	 ms	
inteligente	se	es,	ms	estpido.	
	
             Inteligente	 y	 estpido,	 as	 es	 como	 nos	 sentimos	 frente	 a	 ese	 coloquio	 tan	
             serio	y	tan	docto	que	se	realiza	en	nuestra	presencia.	Porque	esa	estupidez	
             que	constituye	el	reverso	de	nuestra	sabidura	es	creo	yo	uno	de	los	grandes	
             problemas	 del	 presente	 ()	 Y	 como,	 de	 todas	 formas,	 cada	 uno	 oculta	 sus	
             imperfecciones	y	se	manifiesta	en	lo	que	tiene	de	ms	logrado,	mientras	la	
             cultura	 entera	 sube	 a	 las	 alturas,	 nosotros	 nos	 quedamos	 debajo,	 con	 la	
             nariz	al	aire.	Y	si	ella	est	por	encima,	nosotros	estamos	debajo.		
             Nos	 expresamos,	 pues,	 en	 un	 idioma	 superior	 que	 no	 nos	 pertenece.	 Es	
             preciso	en	realidad	demostrarles	lo	trgico	de	esta	situacin	a	todos	los	que,	
             con	el	sudor	de	sus	frentes,	tratan	de	escribir	o	de	leer	nuestra	literatura	o	
             que	desesperados,	frecuentan	los	conciertos	y	exposiciones?	Afirmo	que	se	
             comprende	 poco,	 no	 se	 asimila	 lo	 suficiente	 y	 todo	 se	 vuelve	 cada	 da	 ms	
             hermtico,	 ms	 irreal.	 La	 situacin,	 repito,	 es	 extremadamente	 seria.	 Un	
             grito	 de	 alarma,	 aunque	 sea	 tan	 ingenuo	 como	 el	 mo,	 es	 preferible	 a	 un	
             silencio	cmplice.	Este	quid	pro	quo	no	se	puede	mantener	si	no	queremos	
             vernos	 abocados	 a	 una	 inmadurez	 especfica,	 subproducto	 de	 un	 excesivo	
             refinamiento	intelectual	imposible	de	digerir.	(Gombrowicz,	2010:	32-33)	
	
	
Bibliografa	
	
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Aires.		
-----	(2002).	Prlogo	a	la	edicin	castellana,	Ferdydurke.	Madrid:	Editorial	Nacional.	
-----	(2006a).	Contra	los	poetas.	Madrid:	Sequitur.	
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Piglia,	 Ricardo	 (2008).	 La	 lengua	 de	 los	 desposedos,	 en	 La	 Nacin	 (19/4/08).	
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Saer,	 Juan	 Jos	 (1989).	 La	 perspectiva	 exterior:	 Gombrowicz	 en	 la	 Argentina.	
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Vias,	David	(1982).	Literatura	argentina	y	realidad	poltica.	Buenos	Aires:	CEAL.	
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AQUEL	 ECZEMA	 DE	 CINCO	 MILLONES:	 LA	 BUENOS	 AIRES	 DE	 WITOLD	
GOMBROWICZ93	
Ewa	Kobylecka-Piwoska	
	
	
Gombrowicz	 no	 fue,	 desde	 luego,	 un	 gran	 cronista	 de	 Buenos	 Aires.	 En	 el	 Diario	 no	
escasean,	 es	 cierto,	 comentarios	 acerca	 de	 Argentina	 generalizaciones	 sobre	 las	
costumbres,	 amargas	 observaciones	 acerca	 del	 espritu	 nacional	 y,	 finalmente,	
declaraciones	de	un	amor	a	distancia	como	si	considerara	ms	eficaz	reflexionar	a	nivel	
de	 estados,	 y	 no	 al	 de	 entes	 de	 fronteras	 tan	 confusas	 y	 cambiantes	 como	 las	 de	 una	
ciudad.	 En	 sus	 textos,	 Gombrowicz	 no	 le	 suele	 conceder	 a	 Buenos	 Aires	 un	 lugar	
privilegiado,	ms	bien	la	menciona	de	paso	o	le	dedica	cortos	comentarios,	normalmente	
teidos	de	repugnancia	y	hasto.	Es	curioso,	no	obstante,	cotejar	la	imagen	de	la	capital	
argentina	que	aunque	fragmentaria	y	tal	vez	algo	irritante	se	desprende	del	Diario	con	
la	 que	 encierra	 Kronos,	 diario	 ntimo	 de	 Gombrowicz.	 Lo	 que	 me	 propongo	 a	
continuacin	 es,	 pues,	 confrontar	 la	 Buenos	 Aires	 imaginada	 y	 construida	
deliberadamente	 a	 servicio	 del	 flamante	 yo	 autoficcional	 (Diario),	 con	 la	 hecha	 en	
directo,	sin	control	de	una	conciencia	que	se	examina	o	se	siente	examinada	(Kronos).		
La	Buenos	Aires	gombrowicziana	no	es	una	construccin	aparte,	habiendo	sido	la	capital	
argentina	objeto	de	varias	textualizaciones	literarias	a	lo	largo	de	los	siglos	XIX	y	XX.	Y	
aunque	 resulta	 imposible	 saber	 hasta	 qu	 punto	 Gombrowicz	 pudo	 conocer	 esta	
geografa	 literaria	 del	 cono	 sur	 si	 ley,	 por	 ejemplo,	 la	 narrativa	 de	 Arlt,	 creo	
conveniente	 recorrer	 brevemente	 algunas	 representaciones	 culturales	 de	 esta	 ciudad,	
con	el	fin	de	dar	puntos	de	referencia	al	imaginario	urbano	de	Gombrowicz	y	evitarle	el	
peligro	de	caer	por	su	condicin	de	extranjero	en	un	vaco	cultural.	As	pues,	Buenos	
Aires	debuta	en	tanto	espacio	literario	en	el	Romanticismo,	sobre	todo	en	El	matadero	y	
Facundo,	 pero	 tiene	 entonces	 un	 carcter	 ambiguo:	 ms	 que	 un	 enclave	 de	 civilizacin	
en	 el	 desierto,	 resulta	 ser	 un	 lugar	 invadido	 por	 la	 barbarie,	 pero	 dotado	 al	 mismo	
tiempo	de	un	potencial	de	desarrollo	que,	de	hecho,	el	ideario	liberal	sabra	aprovechar.	
Para	los	intelectuales	del	XIX,	la	capital	es	una	promesa	de	civilizacin,	que	se	cumplira	
respaldada	 por	 el	 proyecto	 inmigratorio.	 Para	 Sarlo,	 la	 ciudad	 era	 una	 construccin	
pedaggica	 en	 s	 misma.	 El	 espacio	 imparte	 lecciones	 prcticas	 y	 debe	 funcionar	 como	
una	 buena	 mquina	 enseante.	 Vivir	 en	 ciudad	 es	 etimolgicamente	 y	 simblicamente	
93	El	
     presente	 artculo	 es	 fruto	 de	 una	 investigacin	 financiada	 por	 el	 Centro	 Nacional	 de	 la	
Ciencia	(Polonia),	con	base	en	la	decisin	N	DEC-2013/09/D/HS2/00563	
	
	                                                 286	
un	acto	de	civilizacin	(Sarlo,	2007:	38).	Pero	los	recin	venidos,	en	vez	de	catalizar	el	
progreso,	 ellos	 mismos	 rabiosamente	 necesitan	 ser	 urbanizados,	 proceso	 que	 Buenos	
Aires,	 reventada	 desde	 dentro	 por	 la	 creciente	 diversidad	 cultural,	 a	 duras	 penas	
consigue	 llevar	 a	 cabo.	 En	 los	 aos	 veinte	 y	 treinta,	 la	 capital	 argentina	 protagoniza	 la	
llamada	 modernidad	 perifrica	 (Sarlo,	 2003),	 cuando	 bajo	 la	 presin	 del	 progreso	
tecnolgico,	 el	 flujo	 inmigratorio	 y	 su	 impacto	 sobre	 las	 costumbres	 intenta	 reunirse	
esta	mezcla	cultural	en	un	cauce	comn.	La	capital,	como	espacio	literario,	pero	tambin	
arquitectnico,	es	entonces	objeto	de	apasionadas	reinterpretaciones,	que	se	hacen	para	
reparar	 los	 fallos	 y	 reformar	 (Le	 Corbusier,	 Wladimiro	 Acosta),	 o	 bien	 para	 reflejar	 en	
ella	los	tpicos	de	la	ciudad	moderna	(Roberto	Arlt).	En	los	tres	proyectos,	soados	por	
los	extranjeros	o	los	nuevos	argentinos,	el	pasado	es	prescindible:	la	vieja	Buenos	Aires	
se	 pierde	 sin	 nostalgia:	 La	 valoracin	 del	 presente	 excluye	 la	 preocupacin	 de	
traicionar	 una	 historia	 de	 la	 que	 no	 se	 forma	 parte	 (Sarlo,	 1992:	 16).	 Su	 carcter	
provisorio,	 indefinido	 y	 carente	 de	 races	 deja	 de	 ser	 una	 lacra	 para	 convertirse	 en	 la	
esencia	misma	de	la	ciudad.		
De	estas	tres	fabulaciones	sobre	Buenos	Aires,	la	de	Arlt	merece	aqu	ms	atencin	por	
su	 fuerte	 potencia	 simblica:	 sin	 ser	 una	 visin	 realista,	 se	 impuso	 como	 la	 primera	
textualizacin	 fundamentalmente	 moderna	 del	 espacio	 porteo.	 De	 hecho,	 el	 homo	
errans	 arltiano	 recorre	 la	 Buenos	 Aires	 proyectada	 segn	 el	 modelo	 de	 las	 metrpolis	
norteamericanas	 o	 europeas:	 Aparece	 el	 hombre	 de	 las	 grandes	 concentraciones	
urbanas,	 el	 hombre	 perdido	 en	 la	 multitud,	 el	 hombre	 masa,	 que	 busca	 salir	 del	
anonimato	de	la	ciudad	moderna	a	travs	de	la	invencin	o	del	anonimato	(Satta,	2004:	
136).	 El	 espacio	 urbano	 la	 densidad	 de	 poblacin	 junto	 con	 el	 vertiginoso	 ritmo	 de	
metamorfosis	 propicia	 y	 exacerba	 los	 conflictos	 de	 orden	 ideolgico,	 lingstico	 y	
social,	 que	 tienden	 a	 desembocar	 en	 violencia,	 complot	 o	 revolucin.	 Por	 otra	 parte,	 la	
narracin	 arltiana	 sobre	 Buenos	 Aires	 es,	 como	 bien	 se	 sabe,	 una	 narracin	 de	
desposesin	 y	 desde	 este	 punto	 de	 vista	 es	 posible	 cotejarla	 con	 la	 de	 Gombrowicz,	
con	 la	 diferencia	 de	 que	 Arlt	 se	 imagina	 en	 una	 posicin	 de	 carencia	 que	 el	 polaco	
realmente	ocupa.		
Ahora,	 antes	 de	 adentrarme	 en	 la	 Buenos	 Aires	 gombrowicziana,	 conviene	 dedicarle	
unas	palabras	a	la	naturaleza	de	los	textos	que	formarn	el	corpus	del	presente	artculo.	
Estos	sern,	como	se	ha	dicho,	el	Diario,	que	en	los	ltimos	aos	se	gan	el	adjetivo	de	
oficial,	para	diferenciarse	de	Kronos,	su	hasta	hace	poco	oculto	parejo.	El	primero	es	un	
texto	 literario	 canonizado	 que,	 a	 primera	 vista,	 no	 debera	 presentar	 mayores	
dificultades	en	tanto	que	obra	acabada,	pensada	y	preparada	para	la	publicacin	por	el	
autor.	 Cierto	 problema	 de	 construccin	 se	 plantea,	 no	 obstante,	 por	 causa	 del	 Diario	
	                                                287	
argentino,	una	seleccin	proyectada	por	Gombrowicz	para	el	mercado	argentino,	donde,	
parece	 ser,	 sigue	 siendo	 ms	 conocido	 que	 su	 equivalente	 completo. 94 	Consta	 de	
fragmentos	 referentes	 a	 la	 Argentina	 o,	 ms	 bien,	 a	 mi	 vivencia	 de	 Argentina,	 como	
precisa	Gombrowicz	en	el	prefacio	(2006:	7),	donde	tambin	advierte	cierta	distorsin	
de	 perspectiva	 (2006:	 7),	 debida	 a	 la	 ausencia	 del	 contexto	 general,	 por	 la	 que	 quiz	
sea	 difcil	 leer	 estas	 pginas	 correctamente	 (2006:	 7).	 De	 hecho,	 esta	 dislocacin	 del	
sentido	 se	 produce	 ya	 en	 el	 principio.	 En	 el	 original,	 el	 Diario	 arranca	 con	 el	 afamado	
fragmento:	Lunes	Yo.	Martes	Yo.	Mircoles	Yo.	Jueves	Yo,	que	Gombrowicz	aadi	en	la	
versin	 libresca	 (y	 que	 falta	 en	 los	 fragmentos	 del	 Diario	 publicadas	 en	 la	 revista	
Kultura).	 Las	 interpretaciones	 de	 esta	 apertura	 gravitan,	 lgicamente,	 alrededor	 de	 la	
problemtica	autoficcional.	Ahora	bien,	para	el	Diario	argentino	Gombrowicz	prev	otro	
principio:		
	
               Rugido	 de	 sirenas,	 pitidos,	 fuegos	 de	 artificio,	 corchos	 que	 saltan	 de	 las	
               botellas	 y	 el	 tremendo	 ruido	 de	 una	 ciudad	 en	 plena	 conmocin.	 En	 este	
               minuto	entra	el	nuevo	ao	1955.	Voy	caminando	por	la	calle	Corrientes,	solo	
               y	desesperado.	No	veo	nada	ante	m	ninguna	esperanza.	Todo	para	m	ha	
               terminado,	 nada	 quiere	 iniciarse.	 Un	 balance?	 Despus	 de	 tantos	 aos,	
               intensos	 a	 pesar	 de	 todo,	 laboriosos	 a	 pesar	 de	 todo	 quin	 soy?	 Un	
               empleadito	 cansado	 por	 siete	 horas	 de	 burolencia,	 cuyas	 pretensiones	 de	
               escribir	han	sido	ahogadas.	(Gombrowicz,	2006:	11)	
	
Este	 inicio	 suele,	 a	 su	 vez,	 orientar	 la	 lectura	 del	 Diario	 hacia	 el	 tpico	 del	 escritor	
fracasado,	 bien	 arraigado	 en	 la	 literatura	 argentina.	 Es,	 por	 otra	 parte,	 revelador	
tambin	 para	 el	 tratamiento	 del	 espacio	 urbano,	 repitiendo	 la	 arltiana	 imagen	 de	 una	
ciudad	que	aplasta	y	aliena.	Sin	embargo,	dado	el	cuidado	que	Gombrowicz	prodig	a	la	
propagacin	 de	 una	 interpretacin	 adecuada	 (es	 decir,	 la	 suya)	 de	 sus	 textos	 sean	
prueba	de	ello	las	copiosas	autoexgesis	incluidas	en	el	epistolario	o	en	las	entrevistas	
que	 hizo	 consigo	 mismo,95	las	 diferencias	 en	 la	 arquitectura	 de	 ambos	 Diarios	 no	
pueden	 ser	 casuales.	 Por	 el	 contrario,	 conviene	 tratarlas	 como	 una	 manipulacin	
premeditada,	cuya	finalidad	era	precisamente	la	que	advierte	como	un	mal	inevitable:	
propiciar	otro	contexto	de	lectura.	
Otro	 texto	 fundamental	 para	 el	 presente	 anlisis,	 Kronos,	 tambin	 se	 merece	 algunas	
palabras	de	explicacin,	dado	que	se	trata	de	un	libro	sumamente	peculiar	y,	encima,	por	
2005.	La	versin	castellana	de	la	primera	parte,	Diario	1	(1953-1956),	data	de	1988,	del	Diario	2	
(1957-1961),	de	1989	y	el	Diario	3	(1962-1969)	se	public	en	2005.		
95	Estoy	 pensando	 en	 Testamento.	Conversaciones	con	Dominique	de	Roux,	 que	 resultaron	 ser	 de	
	                                                    288	
ahora	 inaccesible	 para	 el	 pblico	 hispanohablante.	 El	 desconocido	 diario	 de	
Gombrowicz	 sale	 a	 la	 luz	 en	 mayo	 de	 2013,	 tras	 una	 larga	 campaa	 preparativa	 en	 la	
prensa:	se	anuncia	un	fenmeno	literario	sin	precedentes,	se	excita	la	curiosidad	de	los	
futuros	 lectores,	 prometiendo	 pginas	 escandalosas	 y	 reveladoras	 sobre	 la	 vida	 ntima	
del	autor.	Kronos	logra	lo	imposible:	Gombrowicz,	ms	de	cuarenta	aos	despus	de	su	
muerte,	encabeza	las	listas	de	los	bestsellers.	No	obstante,	cierta	desilusin	no	tarda	en	
asomar:	 el	 tan	 proclamado	 escndalo	 resulta	 ser	 relativo,	 mientras	 que	 la	 materia	
narrativa	 del	 texto,	 que	 se	 parece	 ms	 a	 un	 informe	 de	 contabilidad	 o	 una	 libreta	 de	
salud	 que	 a	 un	 diario,	 causa	 una	 comn	 perplejidad.	 Palabras	 sueltas	 que	 en	 vano	
buscan	 formar	 una	 sintaxis	 cualquiera,	 referencias	 a	 personas	 y	 lugares	 desconocidos,	
Kronos	no	es,	desde	luego,	un	texto	literario.	Ni	siquiera	es	un	texto	construido,	hasta	tal	
punto	 (sobre	 todo	 en	 las	 partes	 relativas	 a	 un	 pasado	 ms	 distante,	 que	 Gombrowicz	
visiblemente	 casi	 no	 recuerda)	 que	 roza	 la	 ilegibilidad.	 Es	 cierto	 que,	 a	 medida	 que	 se	
aproxima	 al	 presente	 y	 empieza	 a	 anotar	 lo	 que	 le	 est	 ocurriendo	 (cosa	 que	 sucede	
entre	1952	y	195396),	la	narracin	se	va	haciendo	ms	ordenada,	pero	aun	as	su	lectura	
resultara	muy	ardua	sin	las	copiosas	notas	a	pie	de	pgina.	Ahora	bien,	el	que	estemos	
ante	un	texto	no	literario,	quizs	ni	siquiera	pensado	para	la	publicacin,	no	le	resta	la	
capacidad	de	testimoniar	la	relacin	que	una	a	su	autor	con	la	ciudad	de	Buenos	Aires.	
Por	el	contrario,	desde	esta	perspectiva,	Kronos	proporciona	un	lenguaje	no	controlado,	
escrito	 sin	 la	 intermediacin	 de	 un	 yo	 que	 se	 crea,	 y	 por	 tanto	 ms	 sincero	 que	 el	 del	
Diario.	
Tras	 una	 relectura	 del	 Diario	 en	 busca	 de	 referencias	 a	 la	 capital	 argentina,	 salta	 a	 la	
vista	el	poco	espacio	que	Gombrowicz	dedica	a	esta	ciudad,	en	la	que	vivi	sin	contar	
algunos	 viajes	 de	 cuatro	 o	 cinco	 meses	 ms	 de	 veinte	 aos.	 Comparados	 con	 los	
abundantes	 comentarios	 sobre	 Tandil,	 Santiago	 de	 Estero	 o	 Goya,	 el	 ritmo	 de	 vida	 y	 la	
naturaleza	de	sus	gentes,	los	pasajes	dedicados	a	Buenos	Aires	brillan	por	su	ausencia.	
Ello	 tiene,	 ciertamente,	 una	 explicacin	 pragmtica:	 en	 aquellos	 pueblos	 Gombrowicz	
sola	pasar	las	vacaciones	y,	libre	del	aborrecido	trabajo	en	el	banco,	poda	dedicarse	a	
escribir.	 No	 obstante,	 estas	 proporciones	 apenas	 varan	 despus	 de	 1955,	 ao	 en	 que	
deja	 su	 trabajo	 en	 el	 banco	 y	 empieza	 a	 vivir	 exclusivamente	 de	 la	 literatura.	 Buenos	
Aires	 sigue	 siendo	 entonces,	 ms	 que	 nada,	 una	 especie	 de	 marcador	 del	 tiempo	 y	 el	
espacio,	 que	 se	 organizan	 segn	 sus	 idas	 y	 venidas	 a	 la	 capital.	 He	 aqu	 algunos	
ejemplos:	 Tras	 un	 viaje	 de	 diecisis	 horas	 en	 autobs	 desde	 Buenos	 Aires	 (bastante	
soportable	 a	 no	 ser	 por	 los	 tangos	 que	 vomitaba	 sin	 parar	 el	 altavoz),	 me	 encuentro	
entre	las	verdes	colinas	de	Salsipuedes	(2011:	29),	Martes	(dos	semanas	ms	tarde,	a	
	                                                289	
la	 vuelta	 de	 Buenos	 Aires	 (2011:	 35),	 Regres	 a	 Buenos	 Aires	 convencido	 de	 que	 ya	
nada	 me	 quedaba	 (2011:	 204),	 Camino	 hacia	 el	 sur	 apenas	 me	 detuve	 en	 Buenos	
Aires	(2011:	249),	Maana	parto	a	Buenos	Aires.	Tengo	que	hacer	las	maletas	(2011:	
287),	 Escribo	 en	 el	 tren	 que	 me	 lleva	 a	 Buenos	 Aires,	 hacia	 el	 norte	 (2011:	 287),	
BUENOS	AIRES.	Jueves.	Despus	de	cuatro	meses	de	viajes	y	estancias	en	sitios	lejanos,	
heme	de	nuevo	aqu	(2011:	296),	De	vuelta	a	Buenos	Aires	he	cambiado	mi	rgimen	de	
vida	(2011:	297).	
Contrariamente	a	un	diarista	comn,	Gombrowicz	no	se	preocupaba	por	marcar	el	paso	
del	 tiempo	 objetivo,	 del	 que	 solo	 indicaba	 fechas	 anuales	 y	 das	 de	 la	 semana,	 estos	
ltimos	 con	 evidente	 irona.	 En	 cambio,	 el	 tiempo	 subjetivo	 est	 marcado	 por	 los	
desplazamientos	espaciales,	cuyo	punto	de	partida	y	de	llegada	es	siempre	el	mismo:	la	
capital.	 En	 otras	 palabras,	 el	 tiempo	 se	 periodiza,	 se	 interrumpe	 y	 se	 reanuda	 segn	 el	
principio	 de	 estar	 y	 no	 estar	 en	 Buenos	 Aires.	 Recurdese,	 asimismo,	 que	 el	 Diario	
argentino	 arranca	 tambin	 con	 una	 descripcin	 de	 esta	 ciudad.	 Es	 ms,	 la	 capital	
argentina	 llega	 a	 ser	 una	 referencia	 temporal	 absoluta:	 como	 cualquier	 extranjero,	
Gombrowicz	 entra	 en	 Argentina	 y	 la	 deja	 por	 el	 puerto	 bonaerense,	 siendo	 estos	 dos	
momentos	 absolutamente	 cruciales	 en	 su	 vida	 (no	 deja	 de	 ser	 significativo	 que	
Gombrowicz	termine	confundiendo	la	fecha	objetiva	de	su	llegada,	el	20	de	agosto,	pero	
s	 recuerde	 los	 lugares	 que	 ve).	 Este	 ltimo	 viaje	 de	 ida,	 en	 1963,	 enseguida	 acarrea	
fallos	 de	 la	 memoria,	 el	 olvido	 empieza	 a	 filtrarse	 desde	 el	 momento	 mismo	 de	 la	
partida,	 siendo	 estos	 dos	 procesos	 del	 desplazamiento	 y	 del	 olvido	 captados	 en	
paralelo:	
	
             Zarpamos.	 La	 orilla	 se	 aleja	 y	 la	 ciudad	 emerge	 huyendo	 hacia	 atrs,	 los	
             rascacielos	 se	 van	 situando	 unos	 detrs	 de	 otros,	 las	 perspectivas	 se	
             embrollan,	 la	 geografa	 se	 vuelve	 confusa	 jeroglficos,	 enigmas,	 errores,	
             todava	distingo,	no	en	el	lugar	donde	debiera,	la	Torre	de	los	Ingleses	de	
             Retiro,	 he	 aqu	 el	 edificio	 de	 Correos,	 pero	 el	 panorama	 ya	 se	 muestra	
             ininteligible	 y	 adormilado	 en	 su	 complejidad,	 como	 si	 se	 tornara	 hostil	 y	
             prohibido,	engaoso,	maliciosamente	engaoso,	la	ciudad	se	cierra	frente	a	
             m,	qu	poco	s	ya	de	ella!	(2011:	679)	
	
Este	contexto	del	olvido,	del	tiempo	que	en	vano	quiere	recuperarse	mediante	analogas	
trazadas	 afanosamente	 a	 bordo	 del	 barco	 rumbo	 a	 Europa,	 pasar	 a	 ser,	 por	 cierto,	 el	
tema	principal	de	Kronos.	
En	el	Diario,	Buenos	Aires	connota,	casi	siempre,	lo	negativo.	As,	en	primer	lugar,	el	fro	
y	la	humedad,	normalmente	contrastados	con	el	clima	benigno	de	algn	lugar	lejano,	al	
que	 Gombrowicz	 peregrinaba	 para	 tratar	 el	 asma:	 Qu	 cambio	 tan	 brutal!	 All	 (en	 la	
capital)	 el	 tiempo	 era	 crudo	 y	 fro,	 mientras	 que	 aqu	 (Santiago	 de	 Estero)	 reinaba	 la	
	                                               290	
sensualidad	 y,	 al	 parecer,	 la	 despreocupacin	 (2011:	 439-440).	 En	 segundo	 lugar,	
Buenos	Aires,	junto	con	el	sinfn	de	urbanizaciones	que	la	cercan	y	que	pronto	pasarn	a	
formar	parte	de	la	megalpolis,	se	distingue,	hasta	la	repugnancia,	por	la	suciedad	y	el	
caos:	 Buenos	 Aires	 est	 a	 veinte	 kilmetros	 de	 aqu	 (Morn),	 por	 la	 noche	 se	 ve	 su	
plido	resplandor	en	el	cielo,	y	de	da	el	aire	est	ms	sucio	en	aquella	direccin	(2011:	
620).	Resulta	ilustrativa,	a	este	propsito,	tambin	la	siguiente	descripcin	de	Morn:	
	
             Justo	 detrs	 de	 la	 quinta,	 se	 extiende	 un	 prado	 rooso	 con	 unas	 pequeas	
             casitas	proletarias,	inacabadas,	que	se	yerguen	como	si	alguien	las	hubiera	
             dispuesto	sobre	la	tierra	en	desorden,	sin	ninguna	relacin	ni	entre	ellas	ni	
             con	 el	 suelo.	 Piedras	 y	 mujeres	 gordas.	 Escombros	 y	 mocosos.	 Ladrillos,	
             carretillas,	 hombres.	 Perros	 y	 basura.	 Una	 radio	 acompaa	 el	 hedor,	 el	
             solcito	calienta,	de	vez	en	cuando	alguien	nos	mira	Al	Sureste	la	suciedad	
             del	cielo	anuncia	Buenos	Aires.	(2011:	622)	
	
Este	 pasaje	 nos	 lleva	 a	 otro	 tpico,	 recurrente	 en	 la	 descripcin	 de	 Buenos	 Aires:	 la	
muchedumbre.	En	la	dcada	de	los	cincuenta,	el	flujo	inmigratorio	trasatlntico	ya	haba	
acabado,	 las	 masas,	 la	 nueva	 barbarie	 que	 tanto	 horrorizaba	 a	 la	 lite	 argentina	 a	
principios	 del	 XX,	 se	 haban	 convertido	 en	 una	 constante	 del	 paisaje	 urbano	 porteo.	
Gombrowicz,	siendo	l	mismo	un	caso	paradigmtico	de	inmigrante	desprovisto	de	todo	
hasta	 de	 la	 lengua	 que	 se	 habla	 en	 su	 entonces	 nueva	 patria,	 mantiene	 frente	 a	 la	
multitud	 urbana	 una	 posicin	 ambigua.	 Por	 un	 lado,	 idealiza	 sus	 comienzos	 en	
Argentina,	 alabando	 una	 peculiar	 situacin	 de	 ostraninie,	 que	 le	 toc	 vivir	 en	 los	
primeros	aos	de	su	estancia	en	Buenos	Aires,	la	delicia	de	moverse	a	ciegas	en	la	vida	
pblica	argentina	y	el	alivio	que	le	produca	la	sensacin	de	la	no	pertenencia.	As	se	lo	
relata	a	Dominique	de	Roux:	
	
             Jams	he	sido	tan	poeta	como	en	esa	poca,	por	las	calles	desbordantes	de	
             gente,	completamente	perdido	(perdido	en	la	multitud	y	perdido	tambin	en	
             lo	 que	 a	 mi	 suerte	 se	 refera).	 Enjambre,	 hormiguero,	 multitudes,	 luces,	
             estrpito	 ensordecedor,	 olores,	 y	 mi	 pobreza	 era	 un	 goce;	 mi	 cada,	 un	
             levantar	 vuelo.	 Me	 dej	 arrastrar	 sin	 vacilaciones,	 sin	 problemas,	 a	 aquella	
             confusin	de	lenguas	diversas,	y	llegu	a	ser	uno	de	ellos.	(Waisman,	2003:	
             s/p)	
	
Perdido	 entre	 la	 juventud	 argentina,	 Gombrowicz,	 ya	 se	 sabe,	 rejuvenece,	 porque	 el	
ajetreado	 bullicio	 de	 la	 vida	 portea,	 sobre	 todo	 en	 los	 alrededores	 de	 Retiro,	 le	 resta	
aos.	 El	 desorden	 urbano	 parece	 ser	 el	 reflejo	 de	 un	 relajante	 desorden	 interior.	 La	
experiencia	de	Retiro	como	fragmento	de	la	experiencia	urbana	aflora	algunas	veces	
en	 la	 superficie	 del	 Diario,	 pero	 siempre	 maquillada	 de	 decencia.	 Deseo	 aclarar	 a	
quienes	 pudieran	 estar	 interesados	 en	 ello,	 que	 nunca,	 a	 excepcin	 de	 unas	 aventuras	
	                                                291	
espordicas	 a	 muy	 temprana	 edad,	 he	 sido	 homosexual.	 ()	 en	 Retiro	 no	 buscaba	
aventuras	erticas	(2011:	195-196).	Advierte	la	posibilidad	de	que	unas	inconscientes	
inclinaciones	homosexuales	(2011:	197)	despertaran	en	l,	pero	la	rechaza	enseguida,	y	
eso	 en	 un	 descarado	 tono	 de	 ligera	 decepcin.	 As,	 los	 detalles	 ms	 morbosos	 quedan	
silenciados	 ante	 los	 lectores	 del	 Diario,	 y	 las	 aventuras	 erticas	 son	 procesadas	 por	
filtros	 racionales,	 contribuyendo	 a	 la	 exaltacin	 de	 la	 juventud	 en	 s	 misma	 (2011:	
196).	 La	 utilidad	 de	 Retiro	 para	 la	 literatura,	 su	 profundo	 sentido	 racional	 siempre	
prevalece	 sobre	 la	 pasin	 ciega	 y	 sorda:	 Mi	 mente	 trabajaba,	 previene,	 me	 daba	
cuenta	de	haber	franqueado	unos	confines	peligrosos	(2011:	197).	Cun	distinta	a	ello	
la	 narracin	 de	 Kronos,	 en	 que	 la	 noche	 de	 Retiro,	 derramndose	 en	 muchos	 otros	
puntos	de	la	ciudad,	pasa	a	manifestarse	crudamente.		
Algunos	aos	despus,	la	efervescencia	de	la	vida	bohemia	se	le	agota	a	Gombrowicz,	y	
el	 alboroto	 metropolitano,	 ms	 que	 atraerle,	 parece	 cansarle.	 Entonces,	 recurre	 a	 un	
tpico	inaugurado	por	Ortega	y	Gasset	en	Espaa	y	rpidamente	injertado	en	Argentina,	
el	de	las	masas,	con	la	diferencia	de	que,	en	el	Diario,	no	se	denuncia	tanto	la	simpleza	
moral	y	sicolgica	del	hombre-masa,	sino	simplemente	la	falta	de	espacio	fsico,	del	que	
las	 masas	 se	 apoderan,	 reproducindose	 descontroladamente,	 ignorando	 la	 dinmica	
de	 sus	 propios	 genitales	 (2011:	 618).	 La	 megalpolis	 se	 sofoca	 bajo	 la	 presin	 de	 la	
muchedumbre:	
	
             Morn,	que	tiempo	atrs	era	espacioso,	es	ahora	una	aglomeracin	urbana,	
             asfixiante.	 La	 cantidad!	 ()	 Sol.	 Ambiente	 nauseabundo.	 Aqu	 estamos	
             haciendo	 cola	 y	 all,	 en	 la	 acera	 de	 enfrente,	 caminan,	 se	 cruzan,	 se	
             arrastran,	de	dnde	salen	tantos	si	ya	estoy	a	veinte	kilmetros	del	centro	
             de	Buenos	Aires!	Y,	sin	embargo,	se	cruzan,	no	paran	de	salir	de	detrs	de	la	
             esquina	y	pasan	y	salen,	y	pasan	y	salen,	y	pasan	y	salen	hasta	que	vomito.	
             Vomito,	 y	 el	 que	 est	 delante	 mira	 como	 si	 nada,	 qu	 pasa!	 Gento.	 (2011:	
             619)		
	
La	sensacin	de	asfixia	quin	sabe	en	qu	medida	derivada	del	asma	que	atormentaba	a	
Gombrowicz	 termina	 ganando	 sobre	 el	 hechizo	 de	 los	 primeros	 aos:	 la	 frescura	 de	
olores	 y	 sonidos	 nuevos,	 la	 promesa	 de	 la	 novedad,	 etctera.	 La	 masa	 aplasta	 al	
individuo	 fsica,	 pero	 tambin	 espiritualmente,	 ya	 que	 cualquier	 emocin,	 reproducida	
en	masa,	se	devala	y	ridiculiza:	Repito	en	voz	alta:	El	sufrimiento	en	esas	cantidades	
me	aburre,	y	presto	odos	al	contenido	de	estas	palabras,	extrao,	incluso	inslito,	y	sin	
embargo	tan	mo	(y	tan	humano).	Y	aade:	Tambin	la	piedad	se	ha	multiplicado;	solo	
en	 el	 mismo	 Buenos	 Aires	 ya	 habr	 unas	 cien	 mil	 almas	 imbuidas	 verdaderamente	 de	
espiritualidad.	 Me	 da	 risa.	 Constatado	 esto,	 en	 el	 horizonte	 advierte	 levantarse,	
fatdicamente,	una	niebla	blanquecina,	elctrica	()	molesta	(2011:	627)	que	anuncia	
	                                              292	
Buenos	Aires.		
La	multitud,	que	entorpece	los	sentidos	y	atrofia	las	ideas,	es	atributo	indisociable	de	la	
ciudad,	pero	es	tambin	la	ciudad	misma	la	que	ofrece	el	refugio:	cafeteras.	En	el	Diario	
se	mencionan	varias,	siendo	la	ms	importante	el	Caf	Rex,	lugar	de	proclamarse	conde	
polaco	y	de	hacer	amigos,	escenario	de	la	traduccin	de	Ferdydurke	y	de	las	partidas	de	
ajedrez.	 Rex	 le	 ofrece	 a	 Gombrowicz	 una	 alternativa	 para	 la	 cada	 vez	 ms	 agobiante	
experiencia	 de	 Retiro:	 en	 la	 cafetera	 puede	 convertirla	 en	 un	 discurso	 racional.	 En	 las	
mesas	del	Rex,	practica	un	modelo	de	comunicacin	reproducido	posteriormente	en	el	
Diario,	 el	 de	 un	 duelo	 de	 palabras,	 que	 requiere	 adems	 de	 dos	 interlocutores	 un	
pblico	que	escuche	(Rodak,	2011:	407-410).	Para	Gombrowicz,	la	cafetera	no	es,	pues,	
la	esencia	misma	de	la	vida	urbana,	sino	un	enclave	donde	esconderse	ante	el	continuo	
trajn	del	eczema	de	cinco	millones	(2011:	630).		
Curiosamente,	la	palabra	eczema,	sacada	del	Diario	para	formar	el	ttulo	del	presente	
texto	Gombrowicz,	a	bordo	de	un	aeroplano	rumbo	a	Uruguay,	ve	alejarse	la	ciudad	que	
le	parece,	desde	la	altura,	un	sarpullido	en	la	sana	cutis	de	Argentina,	sera	ms	propia	
del	campo	lxico	de	Kronos.	En	la	cruda	narracin	de	este	texto	se	registran,	pues,	todo	
tipo	de	dolencias	que	afligen,	ahora	ya	no	al	organismo	del	pas,	sino	al	cuerpo	humano.	
Si	el	modelo	comunicativo	del	Diario	era	triangular	(yo	hablo	contigo,	l	escucha),	aqu	
hay	 una	 sola	 voz	 que,	 impasiblemente,	 intenta	 abrirse	 camino	 hacia	 el	 pasado	 ms	
remoto,	 y	 le	 sobran	 tanto	 los	 interlocutores	 como	 el	 pblico.	 La	 historia	 personal	 se	
reconstruye	 mediante	 cuatro	 constantes	 literatura,	 finanzas,	 salud	 y	 erotismo,	 tan	
deseadas	 simetras	 o	 analogas	 que	 arrojaran	 un	 poco	 de	 luz	 en	 lo	 que	 la	 memoria	
difcilmente	 recuerda.	 Las	 cuatro,	 sucesivamente,	 cobran	 o	 pierden	 importancia	 a	
medida	 que	 pasa	 el	 tiempo.	 El	 espacio	 urbano	 no	 llega	 a	 convertirse	 en	 una	 simetra	
digna	de	atencin	pero,	tcitamente,	llega	a	activar	una	serie	de	recuerdos	ms	lejanos.	
En	Kronos,	Gombrowicz	intenta	acceder	al	tiempo	irremediablemente	perdido	mediante	
la	 evocacin	 de	 lugares,	 siendo	 este	 proceso	 particularmente	 visible	 en	 la	
reconstruccin	de	sus	primeros	aos	en	Argentina.	La	memoria	es	socorrida,	entonces,	
por	 la	 infalible	 Historia	 objetiva,	 cuya	 veracidad	 se	 prueba	 en	 cualquier	 manual	 (en	
1940	escribe,	por	ejemplo,	9.	IV.		los	alemanes	invaden	Dinamarca	y	Noruega97	[2013:	
79],	o	dos	meses	despus,	10.	VI.		Italia	declara	la	guerra	[2013:	80]),	pero	tambin	
por	 el	 espacio	 de	 la	 ciudad.	 Gombrowicz	 anota	 detalladamente	 los	 lugares	 que	 va	
descubriendo.	 En	 los	 primeros	 das,	 hace	 turismo:	 visita	 el	 zoolgico,	 asiste	 a	 una	
exposicin	 de	 ganado,	 pasea	 por	 la	 Costanera	 y,	 desde	 lo	 alto	 del	 restaurante	 Comega,	
admira	el	panorama	de	Buenos	Aires.	Una	vez	tomada	la	decisin	de	no	volver,	la	ciudad	
	                                               293	
despliega	ante	l	un	abanico	de	ambientes	muy	desiguales:	ciertamente,	va	a	Florida	y	a	
la	 Avenida	 9	 de	 Julio,	 pero	 se	 aloja	 en	 conventillos	 por	 tres	 pesos	 y	 se	 emborracha	 en	
Leandro	 Alem	 (2013:	 70),	 famosa	 por	 albergar	 prostbulos,	 tugurios	 de	 mala	 muerte	 y	
comercios	 de	 contrabando.	 No	 tarda	 en	 descubrir	 la	 gua	 secreta	 de	 Buenos	 Aires:	
todava	en	agosto	de	1939	localiza	Retiro	y	en	septiembre	conoce	a	un	joven	ferroviario	
en	la	Plaza	Constitucin	(el	cual,	por	cierto,	se	apresura	a	robarle	reloj,	pluma	y	algo	de	
ropa,	bienes	altamente	cotizados	en	esa	situacin	de	aguda	carencia).	En	las	anotaciones	
dedicadas	 a	 los	 primeros	 meses	 de	 su	 estancia	 en	 Argentina,	 Gombrowicz	 enumera	
cuidadosamente	 los	 lugares	 Parque	 Lezama,	 Avenida	 Corrientes,	 esquina	 de	 Lavalle	 y	
San	 Martn,	 Diagonal	 Norte,	 Plaza	 Flores,	 Bacacay,	 por	 citar	 solo	 algunos	 que	 al	
principio	son	nombres	vacos,	ya	que	no	connotan	todava	ninguna	vivencia	particular.	
Su	 funcin	 es,	 entonces,	 meramente	 recordativa:	 el	 espacio	 urbano	 y	 el	 proceso	 de	 su	
gradual	 descubrimiento	 le	 ayudan	 en	 el	 trabajo	 arduo	 de	 la	 memoria,	 dando	 pie	 a	 la	
organizacin	de	los	recuerdos	en	el	eje	temporal.	En	los	aos	siguientes,	la	intensidad	de	
las	 referencias	 espaciales	 no	 disminuye,	 pero	 s	 cambia	 su	 significado.	 Poco	 a	 poco,	 el	
tiempo	 de	 la	 escritura	 y	 el	 de	 los	 acontecimientos	 se	 aproximan	 hasta	 solaparse	
totalmente	alrededor	del	1952	y,	entonces,	Gombrowicz	ya	no	necesita	hacer	trabajar	
la	memoria.	A	partir	de	ese	momento,	la	experiencia	de	la	ciudad	empieza	a	confundirse	
con	 las	 experiencias	 sexuales,	 ya	 que	 los	 encuentros	 con	 sus	 amantes	 trazan	 un	 mapa,	
ertico	 y	 clandestino,	 de	 Buenos	 Aires.	 Cuando	 apunta	 escrupulosamente	 sus	
abundantes	 aventuras	 erticas,	 casi	 siempre	 juzga	 oportuno	 registrar	 el	 lugar	 del	
encuentro.	Y	as,	por	ejemplo,	anota	en	octubre	de	1950:	Chico/a	de	la	Plaza	Congreso.	
Chico/a	de	9	de	Julio.98	El	ao	1953	debuta	de	la	siguiente	manera:	Empiezo	en	Retiro,	
solo.	 La	 primera	 mitad	 del	 mes	 bajo	 el	 signo	 de	 Aldo	 que	 no	 acude	 a	 rendez-vous,	
Libertad	 y	 Sarmiento	 ().	 Alrededor	 del	 15	 encuentro	 en	 Avenida	 Crdoba	 y	
Reconquista	la	amiga	de	Aldo	y	se	me	pasa	este	humor	(2013:	150).	En	febrero	de	1954	
apunta	llanamente:		
	
             El	da	5	llama	Eichler,	que	deja	el	piso.	El	7	(domingo)	por	la	noche	lo	ocupo,	
             voy	a	Retiro,	encuentro	a	Aldo.	El	mircoles,	en	Esmeralda,	a	Juan	Antonio.	
             Estoy	algo	mejor.	El	sbado,	Plaza	Italia	Jaime.	El	domingo	llueve.	El	lunes,	
             Jorge	 en	 Corrientes,	 pero	 no	 aparece	 ni	 martes	 ni	 mircoles	 decepcin.	
             Martes	Antonia	Santa	Fe.	Jueves	Domingo	en	Corrientes	()	Sbado	Osvaldo	
             Plaza	Retiro.	(2013:	163)	
	
98 Como explican los editores de Kronos, Gombrowicz sola acudir a las abreviaturas ch. (chico/a)
o	m	(muchacho/a),	de	modo	que	no	se	conoce	el	sexo	del	amante.	Asimismo,	a	veces	confunda	
deliberadamente	el	gnero,	porque	le	haca	gracia	que	en	espaol	el	se	pronunciara	como	elle	
en	francs.		
	                                                294	
As,	 el	 espacio	 de	 la	 ciudad	 se	 erotiza	 y	 Gombrowicz	 se	 convierte	 en	 una	 especie	 de	
flneur	 ertico.	 Las	 relaciones	 que	 entablaba	 eran,	 evidentemente,	 superficiales		
calmaban	 la	 efervescencia	 corporal	 y	 nerviosa	 y	 el	 objeto	 de	 amor	 en	 s	 no	 le	
importaba	demasiado.	Es	ms,	Gombrowicz	muchas	veces	ni	siquiera	se	quedaba	con	su	
nombre,	aunque	s	sola	retener	el	contexto	espacial	y	a	sus	amantes	los	etiquetaba	con	
el	lugar	del	encuentro:	plazas,	calles,	esquinas,	parques,	etctera.	Salta	a	la	vista	que	el	
deseo	lo	pona	en	marcha,	ya	que,	para	satisfacerse,	exiga	salir	de	casa	en	busca	de	un	
encuentro	 ms	 o	 menos	 azaroso.	 Lo	 mismo,	 dicho	 sea	 de	 paso,	 es	 notable	 en	 las	
descripciones	 de	 Retiro	 en	 el	 Diario,	 donde	 acude	 a	 las	 expresiones	 de	 tipo:	 Me	 dirig	
hacia	 Retiro	 (2011:	 195),	 Vagar	 por	 Retiro,	 por	 Leandro	 Alem,	 Me	 vi	 empujado	
(2011:	196).	
Cotejado	 con	 el	 Diario,	 en	 que	 se	 narran	 las	 querellas	 de	 Gombrowicz	 con	 la	 lite	
literaria,	Kronos	resulta	ser	tambin	una	historia	de	su	fascinacin	por	los	bajos	fondos	
de	 la	 ciudad.	 En	 el	 primer	 texto	 se	 cuentan	 sobre	 todo	 los	 salones	 plutocrticos	 o	
intelectuales	 (2011:	 111)	 que,	 evidentemente,	 se	 tildan	 de	 mediocres,	 sosos,	 y	 se	
provocan	 con	 frases	 de	 tipo:	 Sin	 ser	 un	 toro	 premiado	 de	 la	 raza	 Shorton,	 no	 puedo	
aspirar	a	la	fama	en	Buenos	Aires	(2011:	568).	En	Kronos,	en	cambio,	el	autor	transita	
otros	 lugares	 de	 la	 ciudad,	 ms	 limtrofes	 y	 clandestinos	 (recurdese	 que,	 en	 aquella	
poca,	la	homosexualidad	era	ilegal	y	Gombrowicz,	de	hecho,	deja	constancia	de	alguna	
estancia	 forzosa	 en	 el	 comisariado).	 Por	 sus	 pginas	 circulan	 marineros,	 soldados,	
ferroviarios,	 putas,	 peluqueros,	 enfermeras	 y	 dependientes.	 As	 describe	 la	 poca	 de	
iniciacin,	en	1940:		
	
             Pierdo	mis	antiguas	reservas.	Me	convierto	en	gitano	().	Crece	el	encanto.	
             Al	principio,	paseo	por	el	puerto,	el	Retiro...	Descubro	terreno	en	Corrientes.	
             Ando	 mucho.	 Todava	 mis	 exigencias	 y	 ambiciones	 son	 altas...	 Luego	 me	
             adapto.	 Perodo	 de	 retencin	 por	 la	 permanencia.	 Luego	 ya	 me	 dedico	 por	
             completo	a	la	creciente	pasin.	(2013:	83)	
	
Este	 pasaje	 recuerda	 el	 arriba	 citado	 sobre	 la	 poca	 bohemia	 (Jams	 he	 sido	 tan	
poeta),	 solo	 que	 aqu	 la	 pobreza	 no	 es	 puro	 goce	 y	 de	 la	 cada,	 a	 veces,	 cuesta	
levantarse.	 Kronos	 es,	 por	 tanto,	 tambin	 la	 narracin	 de	 la	 carencia,	 econmica	 y	
corporal.	En	los	primeros	aos,	la	pobreza	lo	agobia:	los	ciento	sesenta	dlares	con	los	
que	 arriba	 a	 Buenos	 Aires	 pronto	 se	 le	 acaban	 y	 la	 ayuda	 que	 recibe	 de	 la	 embajada	
polaca	 es	 ms	 que	 modesta,	 as	 que	 se	 toma	 la	 molestia	 de	 apuntar	 escrupulosamente	
cada	prenda	de	vestir	que	le	dejan,	cada,	aunque	fuera	mnima,	cantidad	de	dinero	que	
consigue.	 Estos	 detalles	 se	 alternan,	 en	 un	 tono	 de	 impasible	 objetividad,	 con	 el	 largo	
listado	 de	 dolencias	 que	 lo	 persiguen:	 asma,	 sfilis,	 eczema,	 hongos,	 erupciones,	
	                                               295	
lumbago,	constipados,	se	le	caen	los	dientes,	sospecha	tener	gusanos	y	cncer	en	la	boca.	
Esta	 es	 otra	 al	 lado	 de	 la	 sexual	 intimidad	 de	 Gombrowicz,	 detallada	 y	
descaradamente	descrita	en	Kronos	y,	contrariamente	a	lo	que	ocurre	en	el	Diario,	estas	
experiencias	se	describen	aqu	a	secas,	sin	presentarlas	como	escalones	en	la	formacin	
de	su	ideologa	literaria.	Ciertamente,	los	datos	sobre	sus	xitos	literarios	y	encendidas	
polmicas	 en	 la	 prensa	 no	 escasean,	 pero	 van	 parejos	 con	 fras	 y	 no	 pocas	 veces	
humillantes	 informaciones	 sobre	 lceras,	 extracciones	 de	 dientes	 y	 dosis	 de	
diverssimos	 medicamentos	 (as	 como	 sobre	 su	 eficacia).	 Kronos	 resulta	 ser,	 pues,	 una	
verdadera	literatura	existencial	donde	lo	intelectual	se	confunde	irremediablemente	con	
lo	fsico.	
Teniendo	 en	 cuenta	 el	 tono	 dominante	 en	 la	 descripcin	 de	 la	 pobreza	 en	 la	 literatura	
argentina	 de	 aquella	 poca	 su	 claro	 sesgo	 poltico,99	Kronos	 aporta,	 finalmente,	 un	
peculiar	testimonio	sobre	la	vida	de	los	inmigrantes	llegados	a	Argentina.	La	miseria	y	la	
precariedad,	as	como	los	mltiples	y	no	siempre	dignos	intentos	de	variar	la	suerte,	se	
narran	desde	dentro	desde	quien	los	vive	y	su	alcance	es	estrictamente	individual.		
Cabe	aadir,	finalmente,	que	el	cotejo	de	ambos	diarios	gombrowiczianos	no	se	llev	a	
cabo	 en	 busca	 de	 la	 verdad	 la	 publicacin	 de	 Kronos	 ha	 animado,	 sin	 duda,	 las	
desafortunadas	tentativas	de	corregir	las	supuestas	inexactitudes	del	Diario	sino	para	
contrastar	 dos	 imaginarios	 urbanos.	 As	 pues,	 la	 presencia	 del	 espacio	 urbano	 resulta	
ser	 ms	 intensa	 en	 Kronos,	 texto	 que	 incluso	 puede	 leerse	 como	 una	 especie	 de	
itinerario	que	Gombrowicz	traza	sobre	su	mapa	personal	de	Buenos	Aires	y	en	el	que	se	
nos	revela	intensamente	vinculado	con	la	ciudad.	Al	tratarse	de	un	texto	a	travs	del	cual	
Gombrowicz	 indaga	 su	 propio	 destino,	 intenta	 darle,	 si	 no	 el	 sentido,	 por	 lo	 menos	
ciertas	 apariencias	 de	 continuidad	 que	 llama	 analogas	 o	 simetras,	 resulta	
sorprendente	 el	 lugar	 que	 le	 concede	 al	 tejido	 de	 la	 ciudad,	 testigo	 de	 descargo	 de	 las	
transgresiones	 (de	 la	 ley	 y	 de	 la	 norma	 social)	 que	 le	 impone	 su	 propio	 cuerpo.	 En	 el	
Diario,	 en	 cambio,	 es	 el	 intelecto	 el	 que	 vocifera	 en	 contra	 de	 la	 ciudad	 sucia,	
superpoblada,	 enferma	 y	 el	 que	 se	 reserva	 algunas	 palabras	 de	 ternura	 solo	 a	
Argentina,	y	eso	tambin	desde	la	cmoda	distancia	de	la	retrospectiva.	Esta	diferencia	
de	 acercamientos	 se	 explica,	 probablemente,	 por	 la	 naturaleza	 de	 ambos	 textos:	 el	
contenido	del	Diario	es	construido	y	controlado,	mientras	que	el	de	Kronos	no	es	ms	(ni	
menos)	que	una	materia	prima	existencial.	
	                                                296	
	
	
	
	
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WITOLD	GOMBROWICZ,	ENTRE	LAS	RAMAS	Y	EL	BARRO	
Victoria	Liendo	
	
	
Introduccin	
	
Este	 artculo,	 en	 el	 que	 me	 concentrar	 nicamente	 en	 el	 anlisis	 de	 textos	 de	 Witold	
Gombrowicz,	resulta	del	trabajo	de	investigacin	que	actualmente	estoy	llevando	a	cabo	
en	 la	 Universidad	 de	 Paris	 8	 bajo	 la	 direccin	 de	 Julio	 Premat.	 Mi	 tesis	 estudia	 la	
construccin	del	Yo	en	las	obras	de	Witold	Gombrowicz	y	Victoria	Ocampo,	un	cruce	que	
para	 muchos	 resulta	 por	 lo	 menos	 curioso.	 Qu	 tienen	 en	 comn	 Victoria	 Ocampo	 y	
Witold	 Gombrowicz?	 es	 la	 pregunta	 que	 probablemente	 ms	 he	 escuchado	 en	 los	
ltimos	tres	aos	y	cuyo	nfasis	reside	en	la	evidencia	de	que	tanto	las	figuras	que	estos	
dos	 escritores	 disean	 en	 el	 campo	 cultural	 argentino	 como	 su	 produccin	 textual	 se	
han	inscrito	y	han	sido	siempre	ledas	bajo	signos	opuestos.		
Es	indiscutible	el	contrapunto	que	el	cotejo	de	ambos	escritores	propone:	Gombrowicz,	
polaco	 exiliado	 en	 Buenos	 Aires,	 ha	 sabido	 construir	 con	 sus	 textos	 y	 con	 su	 vida	 un	
verdadero	paradigma	del	margen	en	los	mismos	aos	que	Victoria	Ocampo	supo	ocupar	
un	lugar	central	en	la	produccin	cultural	portea.	Al	mismo	tiempo,	los	mnimos	cruces	
biogrficos	 que	 existen	 entre	 los	 dos	 plantean	 cierta	 animosidad:	 primero,	 porque	 son	
unilaterales,	como	las	crticas	a	Victoria	Ocampo	que	se	registran	en	el	Diario;	segundo,	
por	 la	 literalidad	 del	 proyecto	 de	 revista	 que	 Gombrowicz	 inicia	 con	 Virgilio	 Piera	 en	
1947,	 de	 la	 que	 solo	 existen	 dos	 nmeros,	 el	 primero	 titulado	 Aurora	 y	 el	 segundo	
Victrola.	 Quiz	 sea,	 en	 efecto,	 la	 radicalidad	 que	 representan	 uno	 y	 otro,	 como	 por	
ejemplo	 el	 rechazo	 por	 parte	 de	 Gombrowicz	 a	 cierta	 lgica	 de	 lite	 literaria	 que	
Ocampo	encarna	y	promueve,	lo	que	dificulte	la	percepcin	de	una	importante	lista	de	
conexiones	 iluminadoras	 entre	 ambas	 obras.	 Empecemos	 por	 nombrar	 los	 diferentes	
ejes	 transversales	 que	 comparten	 tales	 como	 la	 dimensin	 autobiogrfica,	 la	
importancia	 y	 la	 pregunta	 por	 el	 concepto	 de	 nacin,	 la	 interdependencia	 entre	 vida	 y	
obra,	 la	 traduccin,	 el	 viaje,	 la	 figura	 del	 extranjero,	 la	 nocin	 de	 periferia	 o	 pas	
inferior	 respecto	 de	 un	 centro	 que	 encarna	 Pars,	 el	 cosmopolitismo	 y	 la	 teatralidad.	
Por	mi	parte,	observo	a	su	vez	ciertos	efectos	similares	que	se	desprenden	de	sus	obras	
del	 Yo,	 escritas	 desde	 tan	 dismiles	 lugares	 de	 enunciacin,	 tales	 como	 la	 figura	 de	 un	
lector	imposible	como	horizonte	de	escritura	contra	el	cual	el	Yo	hace	eco,	el	combate	
contra	 ese	 lector	 imposible	 que	 el	 Yo	 viene	 justamente	 a	 construir,	 a	 hacer	 existir,	 a	
	                                               298	
generar	 y	 el	 vnculo	 que	 se	 establece	 entre	 escritura	 y	 supervivencia	 a	 partir	 de	 la	
primera	 persona,	 como	 si	 se	 tratara	 de	 la	 bsqueda	 privada	 pero	 en	 voz	 alta	 de	 una	
forma	de	existir.		
La	 nocin	 de	 clase	 social,	 por	 otra	 parte,	 resulta	 un	 elemento	 altamente	 operante	 en	
ambas	obras.	En	este	trabajo	voy	a	concentrarme	en	la	construccin	autobiogrfica	de	la	
infancia	 y	 de	 la	 percepcin	 de	 la	 propia	 clase	 en	 su	 relacin	 con	 las	 poticas,	 y	 la	
construccin	 de	 escritor	 que	 ambos	 hicieron.	 Leeremos	 el	 fenmeno	 en	 la	 obra	 de	
Gombrowicz	a	partir	de	dos	textos	autobiogrficos:	uno	escrito	y	publicado	un	ao	antes	
de	morir,	Testament	(1968),	y	otro	pstumo,	Recuerdos	de	Polonia	(1977).		
El	 primero	 se	 trata	 de	 una	 serie	 de	 entrevistas	 que	 Dominique	 de	 Roux	 le	 propone	 a	
Gombrowicz	 en	 1967.	 Gombrowicz	 vive	 en	 Vence,	 Francia,	 con	 su	 mujer	 Rita.	 Su	 salud	
est	deteriorada,	su	asma	cada	vez	ms	aguda.	A	causa	de	esta	razn	mdica	y	de	otra	
lingstica,	las	entrevistas	no	sern	orales	sino	que	Gombrowicz	responde	por	escrito	y	
en	polaco	a	las	diferentes	preguntas	que	le	hace	de	Roux.	El	texto	guarda,	sin	embargo,	
una	 fuerte	 impronta	 oral,	 como	 si	 en	 efecto	 estuviera	 reproduciendo	 el	 ambiente	 de	
entrecasa	en	que	dichas	entrevistas	se	llevaron	a	cabo	durante	las	diferentes	visitas	de	
de	 Roux	 a	 Vence,	 como	 si	 fuera	 una	 larga	 e	 ntima	 conversacin	 de	 sobremesa	 que,	
paradjicamente,	tiene	como	destinatario	al	mundo	entero.	Testament,	ltimo	libro	que	
Gombrowicz	 ve	 publicarse	 en	 Pars	 antes	 de	 su	 muerte,	 se	 ofrece	 al	 lector	 como	 un	
legado	 final	 el	 eplogo	 justo,	 pero	 tambin	 como	 la	 constancia	 en	 vida	 de	 un	
reconocimiento	literario	que	tard	demasiado	en	llegar.	El	texto	se	divide	en	diferentes	
captulos	 que	 van	 tratando	 los	 grandes	 temas	 de	 su	 obra	 de	 manera	 cronolgica.	 El	
primero	 se	 llama	 Los	 orgenes,	 donde	 habla	 de	 su	 familia	 y	 su	 infancia;	 el	 segundo,	
Los	comienzos,	donde	relata	sus	inicios	literarios.		
Recuerdos	 de	 Polonia	 no	 escapa	 tampoco	 a	 la	 oralidad.	 Por	 el	 contrario,	 resulta	 de	 un	
proyecto	radial	que	finalmente	nunca	se	concreta	para	la	Radio	Europe	Libre	de	Munich.	
Entre	 1959	 y	 1961,	 Gombrowicz	 escribe	 pequeos	 relatos	 de	 quince	 minutos	 de	
duracin	en	los	que	narra	su	vida	en	Polonia	desde	sus	primeros	aos	hasta	el	exilio	que	
ignora	ser	definitivo.	El	sentido	de	esta	biografa	edulcorada,	como	l	mismo	la	llama,	
responde	 a	 un	 fin	 extraliterario,	 a	 saber,	 dar	 a	 conocer	 su	 visin	 del	 pas	 natal	 (por	
entonces	 bajo	 la	 rbita	 sovitica)	 desde	 un	 enfoque	 singular:	 Segn	 la	 perspectiva	 de	
alguien	que	reside	hace	veinte	aos	en	el	extranjero,	segn	una	perspectiva	occidental,	
americana100	(Gombrowicz,	 1977:	 11).	 Estos	 textos	 descansan	 desconocidos	 entre	 los	
papeles	pstumos	del	escritor,	hasta	que	en	1976	su	mujer	Rita	los	encuentra.		
	
	                                               299	
	
	
Sufrimientos	infantiles	
	
Gombrowicz	 anuncia	 en	 los	 textos	 autobiogrficos	 estudiados	 la	 fuerte	 relacin	 de	
interdependencia	que	existe	entre	la	vida	y	el	arte.	Esto	tiene	al	menos	dos	alcances:	el	
primero	 consiste	 en	 sealar	 que	 sus	 obras	 no	 son	 simples	 juegos	 de	 lenguaje	 ni	 los	
resultados	aleatorios	de	una	misteriosa	inclinacin	por	el	absurdo	sino	que	surgen	de	la	
vida	 y	 en	 la	 vida,	 es	 decir,	 del	 drama	 cotidiano	 del	 hombre	 y	 en	 los	 cafs	 adonde	 este	
suele	 sentarse	 a	 pasar	 un	 momento	 del	 da;	 el	 segundo,	 que	 resulta	 particularmente	
pertinente	para	este	anlisis,	se	ocupa	de	afirmar	la	particular	relacin	que	se	establece	
entre	su	obra	y	su	vida.	Ya	no	es	en	la	vida	sino	en	sus	propios	sufrimientos	infantiles	
donde	se	sita	el	origen	de	su	arte.		
	
              Para	 empezar,	 dir	 que	 siempre	 rein	 en	 mi	 casa	 natal,	 a	 pesar	 de	 las	
              apariencias,	una	gran	disonancia,	que	no	paraba	de	desgarrar	mis	orejas	de	
              nio.	 Haba	 muchas	 razones	 por	 las	 cuales	 esto	 era	 as,	 una	 de	 las	
              principales	 la	 incompatibilidad	 de	 temperamento	 entre	 mi	 madre	 y	 mi	
              padre.	(Gombrowicz,	2003:	12)	
	
En	 qu	 consiste	 esta	 disonancia	 fundamental	 que	 desarregla	 los	 sentidos	 del	 nio	
Witold?	 De	 dnde	 surge	 este	 ruido	 que	 desde	 sus	 primeros	 aos	 lo	 inicia	 al	 arte?	 De	
que	 su	 padre	 era	 lituano	 y	 su	 madre	 polaca,	 de	 que	 l	 era	 elegante,	 sobrio	 y	 tranquilo	
mientras	 que	 ella	 era	 inconsecuente,	 exaltada	 y	 nerviosa,	 de	 que	 l	 tena	 campos	
pero	 ella	 era	 de	 ciudad,	 contradicciones	 que	 condenan	 a	 Gombrowicz	 a	 una	 identidad	
inestable	 que	 cristaliza	 en	 la	 figura	 del	 entre.	 Ni	 polaco	 ni	 lituano,	 ni	 citadino	 ni	 de	
campo,	 ni	 similar	 a	 la	 naturaleza	 paterna	 ni	 idntico	 al	 temperamento	 de	 la	 madre,	 el	
hiato	 entre	 dos	 modelos	 geogrficos,	 de	 carcter	 y	 de	 estilo,	 estructura	 la	 primera	
autoconfiguracin	del	escritor	eslavo:	No	son	stos	sino	los	primeros	de	los	entre	que	
en	adelante	se	multiplicarn	al	punto	de	convertirse	en	mi	residencia,	en	mi	verdadera	
patria	(Gombrowicz,	1996:	9).		
Ahora	 bien,	 estas	 diferencias	 de	 territorio	 y	 temperamento	 se	 explican	 cabalmente	 en	
relacin	con	la	siguiente	trama	social:	la	familia	paterna,	cuyo	origen	noble	se	remonta	
al	siglo	XVI,	dos	siglos	despus	haba	perdido	en	Lituania	su	tierra	y	podero;	la	familia	
materna,	 si	 bien	 de	 un	 rango	 social	 inferior	 en	 Polonia,	 gozaba	 de	 una	 buena	 posicin	
econmica.	 Es	 relevante	 mencionar	 que	 la	 nobleza	 lituana	 atesoraba	 en	 la	 poca	 un	
estatus	 ms	 elevado	 que	 la	 nobleza	 polaca.	 En	 su	 artculo	 Mon	 frre	 Witold	 et	 nos	
origines	 publicado	 en	 el	 Cahier	 de	 lHerne	 N	 14,	 Jerzy	 Gombrowicz	 lo	 explica	 con	 el	
	                                                 300	
ejemplo	 de	 los	 nombres	 propios:	 mientras	 que	 en	 Polonia	 un	 mismo	 nombre,	 ya	
ramificado	 por	 la	 evolucin	 histrica,	 poda	 designar	 a	 diferentes	 familias	 de	
parentescos	 desdibujados,	 en	 Lituania	 segua	 conservndose	 como	 propiedad	 de	 una	
sola	y	misma	descendencia.	La	trama	ntima	de	la	familia	Gombrowicz	se	entreteje	en	el	
laberinto	de	jerarquas	y	desaires	que	estos	matices	de	rango	generan:		
	
              La	nobleza	lituana	atestiguaba	de	un	desprecio	altanero	hacia	estos	recin-
              llegados,	 originarios	 en	 su	 mayora	 de	 la	 pequea	 nobleza,	 que	 haban	
              dejado	La	Corona	para	buscar	fortuna	en	los	espacios	ms	vastos	y	menos	
              poblados	del	mercado	del	este.	(Cahier	de	lHerne:	1971,	20)		
	
Los	Gombrowicz,	por	el	contrario,	sin	pertenecer	a	la	ms	alta	nobleza,	se	distinguan	de	
los	dems	propietarios	polacos	a	causa	del	linaje	lituano	paterno:	
	
              Nosotros,	los	Gombrowicz,	nos	hemos	siempre	considerados	un	grado	por	
              encima	 de	 los	 terratenientes	 de	 la	 regin	 de	 Sandomierz,	 a	 causa	 sobre	
              todo	de	diversos	lazos	de	parentesco	que	nos	quedaban	de	la	poca	lituana	y	
              tambin	 porque	 la	 nobleza	 lituana,	 ms	 rica	 e	 instalada	 desde	 haca	 varios	
              siglos	sobre	esas	tierras,	poda	vanagloriarse	de	una	tradicin	ms	pura,	de	
              una	 historia	 ms	 precisa	 y	 de	 funciones	 ms	 importantes.	 (Gombrowicz,	
              2003:	10)	
	
La	 diferencia	 de	 clase	 se	 erige	 como	 un	 primer	 clivaje	 sobre	 el	 que	 se	 estructurar	 la	
obra	 futura.	 La	 configuracin	 que	 el	 nio	 elabora	 de	 la	 sociedad,	 de	 su	 familia	 y	 de	 s	
mismo	 est	 sesgada	 por	 esta	 jerarqua,	 al	 punto	 que	 llega	 a	 determinar	 el	
posicionamiento	esttico	del	escritor	en	que	se	convertir.		
El	mundo	queda	para	siempre	dividido	en	dos:	los	aristcratas	y	los	que	no	lo	son.	Nos	
interesa	 leer	 esta	 fractura	 de	 raz	 social	 como	 una	 frtil	 ambivalencia	 en	 el	 origen	 que	
nutre	 los	 textos	 de	 infancia	 de	 Gombrowicz.	 Adems	 de	 distinguir	 dos	 territorios	 (el	
saln	y	el	establo),	dos	modelos	de	belleza	(la	propiedad	del	noble	en	su	clan	cerrado	y	
los	 pies	 descalzos	 del	 pen)	 y	 una	 afirmacin	 tica	 (la	 verdadera	 vida	 de	 la	 clase	
trabajadora	 contra	 la	 irrealidad	 de	 la	 clase	 alta),	 la	 diferencia	 de	 clase	 ilumina	 dos	
movimientos	contradictorios	pero	indisociables	en	la	novela	familiar	del	escritor	polaco.	
Si	 por	 un	 lado	 Gombrowicz	 construye	 un	 pensamiento	 tico	 y	 esttico	 que	 lo	 salve	 de	
sus	 sufrimientos	 de	 infancia,	 por	 el	 otro	 constatamos	 una	 suerte	 de	 pulsin	 de	 clase	
que	insistir	permanentemente	a	lo	largo	de	su	produccin	literaria.	La	consciencia	de	
clase	configura	un	impasse:	qu	lugar	hay	para	el	yo	entre	el	nosotros	y	el	ellos?		
Esta	 disonancia	 de	 clase	 en	 el	 origen	 se	 traduce	 en	 una	 esencia	 doble	 que	 desata	 su	
anormalidad:	 Dnde	 buscar	 esta	 falla	 secreta	 que	 me	 expulsaba	 fuera	 del	 rebao	
humano?	 (Gombrowicz,	 1996:	 20);	 Una	 cosa	 ms:	 yo	 tena	 ya	 en	 esa	 poca	 una	 vida	
	                                                301	
doble.	 Haba	 en	 m	 algo	 oscuro	 (Gombrowicz,	 1996:	 15).	 Lo	 abyecto	 aparece	 como	
respuesta	a	lo	alto,	como	bien	subraya	la	lectura	de	Ferdydurke	que	Bruno	Schulz	realiza	
en	la	conferencia	de	1938	y	Gombrowicz	rescata	en	Testament:	Schulz	subrayaba	que	
ese	 mundo	 no	 naca	 tanto	 de	 la	 liberacin	 del	 instinto	 como	 de	 la	 degradacin	 de	 la	
Forma	 (Gombrowicz,	 1996:	 58).	 Este	 posicionamiento	 en	 lo	 inferior	 puede	 leerse	
tambin	 en	 relacin	 con	 la	 eleccin	 del	 objeto	 sexual,	 que	 aparece	 en	 los	 relatos	
autobiogrficos	 y	 en	 la	 ficcin	 como	 una	 reaccin	 al	 fenmeno	 de	 clase:	 su	 sexualidad	
infantil	se	despierta	en	la	cocina	con	las	sirvientas	y	en	el	establo	con	los	peones	cuando	
est	en	la	casa	del	campo	mientras	que	en	la	ciudad	de	sus	aos	pberes	sale	de	noche	
en	busca	de	mujeres	de	la	peor	especie	que,	aclara,	no	son	prostitutas	sino	algo	peor.		
	
              La	 fuerza	 sexual	 me	 empujaba	 hacia	 lo	 bajo,	 hacia	 la	 calle,	 hacia	 aventuras	
              secretas	 y	 solitarias	 en	 los	 lejanos	 suburbios	 de	 Varsovia	 con	 chicas	 de	 la	
              peor	 especie.	 No,	 no	 se	 trataba	 de	 putas,	 en	 estas	 torpes	 aventuras	 yo	
              buscaba	justamente	la	salud,	algo	que	fuera	elemental,	eso	que	haba	de	ms	
              bajo	y	por	eso	mismo	de	ms	autntico.	(Gombrowicz,	1968:	21)		
	
Quiz	algunos	cuentos	de	Bakakai,	como	En	la	escalera	de	servicio,	estn	construidos	a	
partir	de	estas	ancdotas	biogrficas:	all,	el	protagonista	frecuenta	despus	del	trabajo	
barrios	alejados	y	pobres	donde	intenta	seducir	a	las	sirvientas	ms	feas	de	la	ciudad.	El	
puerto	de	Retiro,	en	los	textos	argentinos,	forma	parte	de	esta	misma	dinmica.	
	
	
Sueos	diurnos	
	
El	 concepto	 de	 novela	 familiar	 nos	 sirve	 para	 analizar	 este	 conflicto	 con	 el	 origen	 en	
relacin	 con	 la	 clase	 social.	 En	 su	 artculo	 de	 1909,	 Freud	 lo	 utiliza	 para	 hablar	 de	 las	
primeras	 ficciones	 infantiles,	 sueos	 diurnos	 en	 los	 que	 el	 nio	 se	 vuelve	 autor	 de	 su	
propia	genealoga:	al	inventarse	una	filiacin	mejor,	corrige	una	realidad	que,	tal	y	cual	
comienza	a	percibirla,	lo	ha	decepcionado.	Nos	interesan	de	este	artculo	tres	aspectos:	
primero,	 que	 estas	 fantasas	 del	 nio	 nacen	 a	 partir	 de	 un	 sentimiento	 de	 exclusin;	
segundo,	que	esta	estrategia	contra	el	abandono	se	manifiesta	en	un	deseo	de	ambicin	
y	 de	 erotismo	 social;101	tercero,	 esta	 primera	 operacin	 literaria	 del	 nio	 funciona	
como	 una	 maniobra	 de	 supervivencia	 y	 reparacin,	 como	 si	 hubiera,	 ms	 all	 de	 la	
propia	 decepcin,	 algo	 de	 la	 realidad	 que	 estos	 nios	 tienen	 que	 venir	 a	 compensar	 o	
incluso	expiar.	
101 Me interesa cuestionar la naturalidad del vnculo entre el sufrimiento infantil en el proceso de
separacin de sus padres y la importancia de una trama social en subjetividades tan tempranas.
	                                                 302	
La	 novela	 familiar	 que	 podemos	 rastrear	 en	 los	 textos	 de	 infancia	 de	 Witold	
Gombrowicz	consiste	en	la	tensin	entre	dos	relatos,	dos	motivos,	dos	movimientos:	el	
que	 va	 hacia	 el	 rbol	 genealgico,	 el	 linaje	 y	 los	 nombres	 propios,	 y	 el	 que	 se	 repliega	
sobre	 el	 pen,	 la	 sirvienta,	 el	 criado	 y	 el	 obrero.	 En	 esta	 presentacin	 voy	 a	
concentrarme	en	el	estudio	del	primero,	es	decir,	de	lo	que	pulsa	hacia	las	alturas	de	una	
genealoga	 aristocrtica	 ya	 rate.	 Quedar	 para	 un	 futuro	 trabajo	 el	 anlisis	 de	 la	
importancia	 del	 criado	 en	 la	 novela	 familiar	 de	 Gombrowicz	 o	 de	 cualquiera	 de	 los	
avatares	 de	 este	 otro	 inferior	 que	 se	 multiplican	 en	 sus	 textos	 y	 los	 efectos	 que	 a	
partir	de	all	podemos	leer	en	toda	su	obra.		
Retomemos	 ahora	 la	 figura	 del	 entre	 sobre	 la	 cual	 Gombrowicz	 construye	 su	
subjetividad	y	a	partir	de	la	cual	elige	ofrecernos	en	1968	una	representacin	inaugural	
de	s	mismo.	El	conflicto	entre	dos	posiciones	que	desde	la	primera	infancia	desgarra	al	
nio	 Witold	 dos	 posiciones	 cuya	 relacin	 es	 necesariamente	 vertical	 (una	 alta	 y	 otra	
baja)	se	corresponde	con	la	identidad	fracturada	y	secreta	de	un	hombre	que	ya	a	los	
quince	aos	mantiene	una	doble	vida:	de	da	hace	excursiones	con	sus	compaeros	de	
colegio	de	buena	sociedad	y	de	noche	se	adentra	en	los	suburbios	buscando	un	contacto	
con	las	clases	ms	bajas.	Yo	volva	de	mis	paseos	salvajes	a	mi	vida	como	se	debe	de	
nene	 de	 mam,	 a	 mis	 ingenuidades	 de	 joven	 de	 buena	 familia.	 Cmo	 esto	 y	 aquello	
podan	coexistir	en	m?	(Gombrowicz,	1996:	21).	Esta	temprana	ambivalencia	da	forma	
a	su	novela	familiar	e	indetermina	el	lugar	en	la	sociedad	que	Gombrowicz	nio	elabora	
para	 s	 mismo;	 de	 la	 misma	 forma,	 complejiza	 la	 posible	 solucin	 que	 su	 arte	 querr	
apurarle:	 Si	 yo	 senta	 adoracin	 por	 alguien,	 era	 por	 el	 esclavo.	 Pero	 no	 saba	 que	
adorando	al	esclavo	me	converta	en	aristcrata	(Gombrowicz,	1996:	15).		
	
	
Una	cosquilla	incmoda	
	
Tres	 veces	 aparece	 en	 la	 obra	 de	 Gombrowicz	 el	 incipit	 del	 cuento	 El	 diario	 de	 Stefan	
Czarniecki	 (Bakakai).	 El	 personaje-narrador,	 que	 percibe	 en	 su	 hogar	 una	 dolorosa	
disonancia	tcita	entre	sus	padres	(que	l	llama	secreto),	ignora	que	su	madre,	a	pesar	
de	 las	 apariencias,	 no	 es	 catlica	 de	 nacimiento	 como	 su	 padre	 y	 sino	 juda.	 La	
incompatibilidad	 de	 clase	 que	 registramos	 en	 su	 biografa	 se	 representa	 en	 la	 ficcin	
como	 un	 tab	 religioso,	 lo	 que,	 dado	 el	 lugar	 y	 el	 ao	 de	 publicacin	 (Varsovia,	 1933),	
cobra	 dimensiones	 ciertamente	 ms	 inquietantes.102	El	 cuento,	 que	 es	 el	 turbador	 y	
102 A esta connotacin histrica hay que agregarle la importancia que los judos tuvieron en la
formacin literaria de Gombrowicz en los cafs de Varsovia de los aos 30. Sin haber logrado
	                                                   303	
pardico	relato	de	este	descubrimiento,	comienza	con	la	frase:	Nac	y	crec	en	una	casa	
muy	respetable103	(Gombrowicz,	1986:	220).		
La	 segunda	 vez	 que	 aparece	 esta	 frase	 es	 entre	 comillas	 al	 comienzo	 de	 Recuerdos	 de	
Polonia,	 citada	 por	 el	 propio	 Gombrowicz	 para	 encabezar	 el	 relato	 de	 su	 vida	 polaca.	
Pero	en	esta	oportunidad	el	escritor	distingue	el	uso	que	le	dio	en	la	ficcin	para	explicar	
que	 l	 haba	 sido	 de	 hecho	 El	 benjamn	 mimado	 de	 lo	 que	 se	 dice	 una	 familia	
respetable	 pero	 ac	 la	 palabra	 respetable	 debe	 entenderse	 sin	 matiz	 irnico,	 porque	
era	una	casa	de	buena	gente	y	que	tena	principios	(Gombrowicz,	2003:	9).		
La	tercera	es	en	Testament,	donde	asistimos	a	una	variante	inmediata	de	este	incipit	en	
donde	 el	 adjetivo	 respetable	 se	 reemplaza	 directamente	 con	 una	 demarcacin	 de	
clase:	 Sobre	 mi	 familia,	 en	 primer	 lugar.	 No	 es	 menor.	 Yo	 desciendo	 de	 una	 familia	
noble	(Gombrowicz,	1996:	8).		
La	aristocracia	se	percibe	en	Gombrowicz	como	una	obviedad	difcil,	sobre	todo	desde	
una	 perspectiva	 argentina:	 en	 los	 aos	 del	 exilio,	 si	 bien	 se	 explicita	 a	 partir	 de	 la	
ostentacin	 jocosa	 de	 un	 falso	 ttulo	 nobiliario,	 permanece	 en	 el	 imaginario	 cultural	
rioplatense	 como	 una	 pose	 decadente,	 algo	 decorativo,	 exterior,	 fingido;	 una	 burla.	 La	
leyenda	 que	 Gombrowicz	 construy	 con	 su	 vida	 lumpen	 en	 el	 bajo	 Flores,	 pasando	 las	
tardes	en	el	Caf	Rex	y	las	noches	en	el	puerto	de	Retiro,	refuerzan	esta	percepcin.	El	
desprecio	 del	 escritor	 polaco	 por	 las	 lites	 literarias	 porteas	 (a	 las	 que	 al	 mismo	
tiempo	 busc	 tmidamente	 pertenecer104)	 y	 la	 marcada	 fascinacin	 por	 una	 realidad	
inferior	 tendran	 como	 contratara	 un	 origen	 noble	 que,	 segn	 lo	 ejemplifica	 la	
insistencia	del	incipit	citado,	no	resulta	obsoleto.		
Ahora	 bien,	 para	 hablar	 de	 clase	 en	 Gombrowicz	 es	 necesario	 retener	 dos	 niveles,	 uno	
familiar	 y	 otro	 nacional:	 por	 una	 parte,	 la	 mencionada	 diferencia	 de	 rango	 entre	 sus	
padres,	que	se	redoblar	ms	tarde	en	la	diferencia	entre	l	y	sus	compaeros	de	colegio	
aristcratas,105	entre	la	alta	sociedad	de	Varsovia	y	su	casa;106	por	otra	parte,	el	pas	de	
en	 nuestro	 pequeo	 mundo	 y	 sin	 embargo,	 cosa	 extraa,	 no	 ramos	 tan	 tontos	 como	 para	 no	
pescar	toda	su	ridiculez	y	toda	su	vanidad.	Pero	era	en	nosotros	una	mana,	o	incluso	un	juego,	y	
esa	lamentable	mitologa	del	esnobismo	nos	tena	agarrados,	no	nos	soltaba	ms	(Gombrowicz,	
1996:	19).		
106 	En	 Recuerdos	 de	 Polonia,	 Gombrowicz	 hace	 referencia	 al	 complejo	 de	 inferioridad	 que	
	                                                  304	
su	infancia,	es	decir,	las	familias	terratenientes	polacas	de	principios	de	siglo	XX.	En	el		
N	 12	 de	 la	 revista	 Cistre	 dedicado	 a	 Gombrowicz,	 Rosine	 Georgin	 realiza	 una	
paleontologa	del	escritor	eslavo,	donde	explica	el	estilo	de	vida	que	cultivaban	estas	
familias	 en	 esa	 poca,	 un	 estilo	 anacrnico	 debido	 a	 la	 inmovilidad	 en	 que	 dicha	
sociedad	rural	permaneci	durante	la	primera	mitad	del	siglo	XX,	como	si	desde	el	siglo	
XVI	el	tiempo	no	hubiera	pasado.	Este	desfase	tiene	dos	consecuencias.	La	primera,	una	
cadencia	cotidiana	dictada	por	las	formas	hiperblicas	de	una	nobleza	fuera	de	poca:		
	
             Heredero	 de	 este	 orgullo	 de	 clase,	 Gombrowicz	 es	 tambin	 heredero	 de	 la	
             desposesin	 nacional.	 Solo	 subsiste	 el	 recuerdo	 de	 la	 grandeza	 del	 pasado,	
             recuerdo	querido	y	piadosamente	transmitido	de	generacin	en	generacin.	
             No	 hace	 falta	 ser	 un	 gran	 experto	 para	 imaginar	 la	 vida	 cotidiana	 de	 estos	
             hidalgos	quimricos.	Las	relaciones	entre	la	vecindad	estaban	restringidas	a	
             la	 parentela,	 o	 a	 la	 gente	 en	 el	 sentido	 antiguo	 del	 trmino.	 Pero	 las	
             distancias	 son	 largas	 y	 los	 inviernos	 rudos.	 Pasan	 las	 semanas	 rumiando	
             viejos	 rencores	 dentro	 del	 crculo	 familiar	 o	 machando	 las	 eternas	
             cantinelas	 sobre	 el	 revoltijo	 de	 rboles	 genealgicos	 y	 las	 primadas	 a	 la	
             moda	Srmata.	La	sangre	azul	no	impide	la	indigencia	material.	Poca	gente	
             es	rica,	algunos	son	pobres,	pero	las	apariencias	obligan	a	sostener	un	estilo	
             de	casa.	(Georgin,	1987:	27)	
	
La	segunda	consecuencia	del	desfase	es	una	sociedad	que	promueve	fervientemente	los	
valores	 patriticos	 de	 una	 nacin	 ilusoria,	 inflada	 de	 grandes	 discursos	 que	 intentan	
compensar	una	ausencia	material	que	confirman	da	a	da.	La	siguiente	cita	del	estudio	
de	Georgin	resulta	muy	grfica:	
	
             En	 1939,	 todava,	 caballeros	 con	 lanzas	 a	 caballo	 arremetan	 contra	 los	
             tanques.	 Es	 en	 esta	 sociedad	 irrisoria	 y	 pattica	 que	 nace	 Witold	
             Gombrowicz.	Pasa	su	juventud	en	un	entorno	donde	el	verbo	es	patolgico.	
             Constata	siendo	nio	la	mentira	del	adulto,	el	divorcio	esquizofrnico	entre	
             el	mito	y	la	realidad.	(28)	
	
Como	 si	 Polonia	 fuera	 una	 suerte	 de	 Don	 Quijote	 encaprichado	 con	 un	 tiempo	 que	 ya	
pas,	 un	 Quijote	 ridculo	 y	 absurdo	 que	 no	 hace	 rer	 a	 Gombrowicz	 como	 a	 un	 lector	
moderno,	sino	que	estas	dolorosas	aventuras	con	las	deformaciones	de	la	forma	polaca	
(Gombrowicz,	 2003:	 15)	 actan	 en	 Witold	 nio	 como	 una	 cosquilla	 incmoda:	 Nos	
retorcemos	de	risa,	pero	no	es	agradable	(15).		
La	 clase	 alta	 se	 configura	 en	 la	 imaginacin	 infantil	 en	 sintona	 con	 este	 roman	
nacional,	 que	 a	 su	 vez	 se	 corresponde	 con	 el	 carcter	 tilingo	 de	 la	 madre,	 origen	
simultneo	 de	 sus	 tormentos	 infantiles	 y	 de	 su	 arte.	 La	 aristocracia	 se	 convierte	 en	 la	
	                                               305	
representacin	de	una	carencia,	es	decir,	en	la	marca	de	un	complejo	de	inferioridad	
que	 define	 a	 su	 madre,	 a	 su	 sociedad	 y	 a	 su	 nacin,	 y	 frente	 al	 cual	 el	 nio	 conoce	 la	
vergenza,	 una	 vergenza	 que	 en	 sus	 textos	 llama	 tambin	 humillacin. 107 	Al	
contrario	del	padre,	quien	salva	a	la	casa	familiar	de	convertirse	en	un	nido	de	locos,	la	
madre	 encarna	 para	 el	 nio	 Witold	 la	 irrealidad,	 la	 vida	 artificial,	 el	 absurdo.	 El	
discurso	 nacional	 se	 fusiona	 con	 la	 teatralidad	 de	 la	 nobleza	 terrateniente	 que	 el	 nio	
descubre	en	su	madre,	quien	ostenta	algo	que	no	tiene	y	se	vanagloria	creyendo	ser	lo	
contrario	a	lo	que	es:	Ella	no	era	sino	la	admiracin	por	todo	lo	que	no	era.	()	Con	qu	
santa	ingenuidad	no	se	identificaba	ella	misma	a	lo	que	admiraba!	(Gombrowicz,	1996:	
11).	Ella	ser,	segn	sus	palabras,	la	primera	quimera	contra	la	cual	se	atacar	(13).	Y	
de	ella,	repite	varias	veces	en	los	textos	analizados,	nace	su	arte,	especficamente	de	las	
discusiones	 que	 los	 tres	 hijos	 varones	 arremetan	 contra	 la	 inconsecuencia	 materna	
(para,	de	paso,	ganarse	el	agrado	de	su	mucama	Aniela).		
	
	
Hola,	rbol!	
	
              Desde	 mi	 infancia,	 el	 artificio	 de	 mi	 vida	 burguesa,	 fcil,	 era	 para	 m	 una	
              pesadilla.	 Esta	 sensacin	 de	 irrealidad	 no	 me	 abandonaba	 ms,	 siempre	
              entre	 y	 nunca	 adentro,	 yo	 era	 semejante	 a	 una	 sombra,	 a	 una	 quimera.	
              (Gombrowicz,	2003:	27)	
	
Como	 hemos	 visto	 hasta	 ac,	 madre,	 vida	 burguesa,	 artificio	 y	 entre	 configuran	 la	
percepcin	de	clase	que	el	nio	elabora	en	su	infancia.	Una	percepcin	que	le	niega	una	
identidad	 fija,	 idealizada,	 que	 l	 llama	 realidad	 de	 las	 clases	 bajas,	 y	 lo	 condena	 a	 un	
mundo	 en	 el	 que	 el	 hombre	 crea	 al	 hombre,	 cifra	 primordial	 de	 su	 potica	 en	 cuyo	
ncleo	 opera	 la	 deformacin:	 Yo	 no	 s	 quin	 soy	 pero	 sufro	 cuando	 me	 deforman.	 Mi	
yo	no	es	ms	que	mi	voluntad	de	ser	yo	mismo	(Gombrowicz,	1996:	74).	La	pregunta	
por	 la	 pertenencia	 a	 un	 crculo	 social	 superior	 (y	 cerrado)	 implica	 inestabilidad,	
impostura	y	exceso;	consecuentemente,	expone	al	yo	a	la	inevitable	deformacin	de	toda	
posible	 autenticidad.	 Resulta	 por	 lo	 tanto	 iluminador	 el	 anlisis	 de	 ciertas	 escenas	
infantiles	 donde	 la	 novela	 familiar	 del	 nio	 Witold,	 a	 pesar	 de	 declaraciones	 como	 la	
citada,	 se	 libra	 a	 sueo	 diurno	 freudiano	 y	 cede	 al	 ferviente	 anhelo	 de	 una	 genealoga	
aristcrata.	El	nio	que	padece	el	entre	se	permite	soar	con	el	adentro.		
La	 primera	 de	 estas	 escenas	 coincide	 justamente	 con	 la	 entrada	 en	 escritura	 de	
	                                                 306	
Gombrowicz.	Escrita	en	la	casa	de	campo	durante	sus	primeros	aos	de	pubertad,		
	
              La	 primera	 obra	 literaria	 de	 mi	 vida	 fue	 la	 monografa	 de	 lillustrissima	
              familia	Gombrovici,	 como	 la	 bautic	 pomposamente.	 Demorada	 en	 la	 etapa	
              del	 manuscrito,	 no	 contena	 por	 otra	 parte	 nada	 extraordinario,	 ya	 que	 los	
              Gombrowicz	 nunca	 se	 elevaron	 por	 encima	 de	 la	 pequea	 nobleza,	 pero	
              cada	 detalle	 concerniente	 a	 los	 bienes,	 las	 funciones	 o	 las	 filiaciones	 me	
              deleitaban	y	me	incitaban	a	 pavonearme	 todava	ms.	(Gombrowicz,	2003:	
              44)		
	
Por	qu	llama	a	un	manuscrito	pomposo	e	inflado	de	detalles	esnobs	del	que	no	queda	
ningn	 registro	 su	 primera	 obra	 literaria?	 Por	 qu	 posiciona	 a	 esta	 narracin	
empecinada	en	busca	de	ramas	perdidas	de	un	rbol	que	nunca	existi	como	el	proyecto	
inaugural	 de	 su	 escritura?	 Por	 qu,	 si	 bien	 parece	 conocer	 el	 fracaso	 de	 esta	 frrea	
excavacin	 genealgica,	 experimenta	 delicias	 con	 cada	 asomo	 de	 aristocracia	 y	 la	
acumulacin	de	ttulos	o	parentescos	lo	incitan	ms	an	a	pavonearse?	El	fantasma	del	
nombre	 propio	 opera	 como	 un	 pliegue	 primordial	 en	 los	 comienzos	 de	 la	 potica	 de	
Gombrowicz.		
La	 segunda	 escena	 es	 en	 el	 colegio,	 donde	 se	 dedica	 en	 las	 horas	 de	 clase	 a	 practicar	
firmas	 suntuosas	 que	 le	 procuran	 un	 goce	 revelador:	 adoptar	 por	 arte	 de	 su	 propio	
puo	 identidades	 inalcanzables,	 es	 decir,	 falsear	 su	 entrada	 en	 una	 rigurosa	 jerarqua:	
Pasaba	fraudulentamente	de	una	clase	a	otra,	por	casualidad	(Gombrowicz,	2003:	62).		
La	escritura	se	convierte	en	una	estrategia	de	reparacin	de	s:	se	trata,	por	un	lado,	de	
recuperar	un	linaje	que	lo	rescate	de	la	indeterminacin	identitaria	del	entre	y,	por	el	
otro,	 de	 imponerse	 a	 las	 ventajas	 del	 nacimiento	 de	 las	 cuales	 se	 siente	 excluido	 a	
travs	del	juego	de	su	pluma,	un	garabato	de	apellidos	ajenos	que	va	haciendo	desfilar	
atrs	de	su	nombre	de	pila.108	
Es	 pertinente	 agregar	 que	 no	 es	 este	 el	 nico	 texto	 del	 que	 Gombrowicz	 menciona	 la	
existencia	a	pesar	de	que	no	queden	rastros	de	los	manuscritos.	Hay	otro,	del	que	dice	
haber	 sido	 el	 ms	 audaz	 y	 probablemente	 el	 ms	 valioso	 de	 toda	 su	 obra,	 que	 haba	
partido	 de	 lo	 que	 puede	 leerse	 como	 una	 reaccin	 a	 este	 primer	 proyecto	 literario:	
aturdido	por	una	cruel	disparidad	de	nivel	que	dominaba	sus	inicios	literarios	(todo	lo	
que	 escribe	 resulta	 falso	 y	 torpe,	 incluso	 cuando	 l	 ya	 no	 siente	 ser	 ni	 tan	 falso	 ni	 tan	
torpe	 en	 la	 vida	 real,	 La	 pluma	 me	 traicionaba,	 explica),	 Gombrowicz	 decide	 escribir	
una	 novela	 que	 fuera	 deliberadamente	 mala,	 escrita	 con	 todo	 lo	 que	 habra	 en	 l	 de	
108 Lamentablemente, no existen archivos donde rastrear estos iniciales ejercicios de estilo, por
lo	que	solo	nos	resta	imaginar	a	partir	de	las	declaraciones	autobiogrficas	del	escritor	a	qu	se	
parecan	estos	borradores	de	firmas	falsas.		
	
	                                                  307	
malo,	 de	 inconfesable,	 de	 vergonzoso.	 Pero	 una	 vez	 que	 la	 concluye,	 se	 la	 da	 leer	 a	
cierta	 seorita	 de	 confianza	 (una	 mujer	 que	 cree	 en	 l)	 cuya	 reaccin	 es	 retirarle	 el	
trato.	Frente	a	este	rechazo,	Gombrowicz	entra	en	pnico	y	tira	al	fuego	esta	segunda-
primera	 obra	 literaria:	 Il	 nen	 est	 rien	 rest	 (Gombrowicz,	 1996:	 17-18).	 Estos	 dos	
movimientos	 que	 parecen	 disputarse	 el	 lugar	 del	 incipit	 absoluto,	 del	 primer	 inicio,	
hablan	de	una	tensin	entre	lo	alto	y	lo	bajo,	que	necesariamente	se	pone	en	serie	con	
categoras	sociales	tales	como	la	aristocracia,	por	un	lado,	y	lo	socialmente	inaceptable,	
por	 el	 otro,	 aquello	 que	 lo	 arrojara	 fuera	 de	 los	 lmites	 de	 la	 buena	 sociedad.	 Estos	
manuscritos	 perdidos,	 de	 los	 que	 no	 sabemos	 si	 en	 efecto	 existieron	 o	 si	 su	 mencin	
responde	 a	 estrategias	 de	 autor,	 hacen	 funcionar	 una	 frtil	 tensin	 en	 los	 inicios	
literarios	entre	origen	de	clase	y	escritura,	entre	rango	social	y	funcin	de	escritor.	
En	La	dcision,	un	artculo	publicado	por	primera	vez	en	el	N	190	del	Kurier	Poranny	
(Varsovia,	1937),	Gombrowicz	desarrolla	con	notable	humor	el	rasgo	fundamental	que	
define,	segn	su	juicio,	a	la	nueva	generacin	de	escritores.	El	texto	comienza	afirmando	
que,	si	de	la	mujer	se	pueden	obtener	diversos	placeres,	del	hombre	solo	queda	uno:	
El	 de	 imponerse	 (Gombrowicz,	 1989:	 46).	 E	 imponerse,	 en	 este	 contexto,	 significa	
lograr	aplastar	a	un	hombre	por	gracia	de	un	ttulo	nobiliario	o	de	una	descendencia,	un	
juego	de	cartas	que	ya	han	sido	echadas	y	solo	se	muestran	para	placer	de	unos	pocos	y	
sufrimiento	de	muchos:	
	
             Nosotros	 no	 los	 impresionbamos	 ni	 con	 la	 fuerza	 del	 intelecto,	 ni	 con	 las	
             virtudes	del	corazn,	ni	con	la	belleza	ni	con	la	riqueza,	en	una	palabra,	con	
             ninguno	 de	 los	 valores	 esenciales	 y	 profundos,	 lo	 hacamos	 solo	 y	
             nicamente	 con	 ese	 prejuicio	 ya	 pasado	 de	 moda	 que	 es	 la	 ventaja	 del	
             nacimiento.	 Comenzamos	 maquinalmente	 a	 citar	 nuestras	 relaciones,	
             nuestros	 lazos	 de	 parentesco	 e	 hicimos	 alarde	 de	 nuestros	 rboles	
             genealgicos,	 pero	 cuando	 Pawel	 pronunci	 la	 palabra	 prncipe	 los	 dos	
             seores	 levantaron	 la	 oreja:	 nuestro	 objetivo	 impresionarlos	 haba	 sido	
             alcanzado.	(Gombrowicz,	1989:	48)	
	
La	 decisin	 por	 la	 que	 parece	 preguntarse	 este	 artculo	 nos	 reenva	 al	 clivaje	 infantil	
de	 la	 diferencia	 social:	 mientras	 pretende	 llamar	 la	 atencin	 sobre	 cierta	 moda	
varsoviana	 entre	 los	 escritores	 recin-llegados,	 decide	 leerla	 desde	 una	 problemtica	
de	clase,	es	decir,	desde	una	encrucijada	ntima,	el	chirrido	indeleble	de	su	niez,	el	ser	o	
no	ser	noble	que	agriet	sus	primeras	percepciones.		
La	 anacrona	 resulta	 una	 interesante	 clave	 de	 lectura:	 su	 madre	 y	 la	 pequea	 nobleza	
exhiben	obscenamente	para	el	nio	un	desfase	entre	lo	que	son	y	lo	que	dicen	ser,	pero	
el	 padre	 y	 la	 nacin	 sufren	 de	 una	 enfermedad	 anacrnica.	 Esta	 vez,	 el	 quiebre	 que	
abisma	la	percepcin	de	s	y	la	realidad	de	s	es	temporal:	su	padre	cree	ser	lo	que	ya	ha	
	                                                308	
sido	y	ahora	no	puede	seguir	siendo;	logra	guardar	en	l,	con	su	estampa	y	su	propiedad,	
los	vestigios	de	una	poca	pasada.	La	estrategia	de	resolucin	paterna	parece	exitosa	a	
ojos	 del	 hijo:	 si,	 por	 un	 lado,	 consigue	 generar	 con	 su	 sola	 presencia	 (por	 gracia	 de	 su	
aspecto	 y	 sus	 maneras)	 una	 confianza	 capaz	 de	 asegurarle	 altos	 puestos	 de	 trabajo,109	
por	el	otro,	es	la	nica	persona	que	todava	encarna,	de	manera	autntica,	los	valores	de	
una	 nobleza	 extinguida	 tales	 como	 honrar	 la	 relacin	 con	 los	 criados	 desde	 un	 fervor	
feudal	 y	 atravesar	 las	 tareas	 cotidianas	 que	 entrelazan	 a	 un	 seor	 con	 su	 mayordomo,	
como	 ser	 vestido,	 con	 total	 naturalidad	 y	 ligereza. 110 	Con	 menos	 xito,	 la	 joven	
generacin	 de	 escritores	 intenta	 conquistar	 para	 s	 un	 lugar	 en	 la	 literatura	 nacional	 a	
travs	de	un	gesto	dmod	pero	torpe,	del	que	se	percibe	grotescamente	un	carcter	de	
fuera	de	poca,	una	fuerza	anacrnica	que	se	confunde	con	el	tiempo	de	la	niez:	
	
               Hete	 aqu	 el	 tren	 que	 avanza	 a	 toda	 velocidad	 y	 nosotros,	 que	 estamos	 a	
               bordo,	 nosotros	 los	 dos	 escritores	 modernos,	 en	 lugar	 de	 analizar,	 de	
               observar	la	sociedad	y	de	buscar	sus	puntos	sensibles,	nos	contentamos	con	
               impresionar	 a	 alguno	 de	 manera	 anacrnica,	 como	 dos	 estudiantes	 de	
               agricultura.	Por	qu	este	regreso	a	la	infancia?	(Gombrowicz,	1989:	46)	
	
El	fenmeno	del	culto	del	rbol	genealgico	que	somete	al	joven	escritor	(o	sea,	a	l)	se	
explica	 en	 el	 texto	 a	 partir	 de	 una	 bsqueda	 de	 liberacin,	 de	 facilidad,	 de	 tacto,	 que	
logre	 eximirlo	 de	 las	 formas	 rgidas	 de	 una	 sociedad	 que	 l	 mismo	 intenta	 sortear	 sin	
darse	 cuenta	 de	 que	 cae	 irremediablemente	 en	 la	 trampa	 del	 esnobismo	 por	
nacimiento.	 En	 la	 ligereza	 y	 el	 tacto	 que	 el	 joven	 escritor	 persigue	 pueden	 leerse	 los	
restos	 de	 una	 admiracin	 nunca	 enunciada	 por	 el	 padre	 anacrnico.	 La	 humorstica	
mencin	a	la	agricultura	que	connota	el	espacio	paterno	y	convoca	uno	de	los	puntos	
dbiles	 de	 su	 identidad,	 Yo	 era	 supuestamente	 un	 hijo	 de	 terrateniente,	 un	 chico	 de	
campo	 pero	 no	 que	 no	 saba	 distinguir	 la	 avena	 del	 trigo111	(Gombrowicz,	 2003:	 77)
109 Una apariencia irreprochable, asociada a una mente sin particular profundidad, al centro de
intereses	 limitados,	 pero	 funcionando	 con	 soltura,	 le	 aseguraron	 a	 mi	 padre	 puestos	 ms	 bien	
representativos	en	diversos	consejos	y	empresas	nacionalizadas	(Gombrowicz,	2003:	12).	
110	En	 Recuerdos	 de	 Polonia,	 Gombrowicz	 se	 explaya	 sobre	 la	 diferencia	 generacional	 que	 lo	
separaba	tajantemente	de	su	padre.	Hay	una	escena	en	la	que	el	padre	se	indigna	solemnemente	
con	su	hijo	menor	al	enterarse	de	que	l	ha	invitado	al	teatro	un	domingo	a	una	sirvienta	joven	
que	 acaba	 de	 entrar	 a	 trabajar	 a	 la	 casa	 de	 su	 abuela.	 Sulfurado,	 el	 padre	 lo	 acusa	 de	
desmoralizar	a	los	empleados	domsticos	con	dicho	comportamiento.	Gombrowicz	argumenta	
a	su	favor	(y	a	favor	de	la	joven	sirvienta)	que	l	le	ha	hecho	una	invitacin	a	sucederse	durante	
sus	 horas	 libres	 y	 la	 libertad	 de	 esas	 horas	 no	 debiera	 estar	 puesta	 en	 cuestin.	 La	 pelea	 no	
encontrar	reconciliaciones.	Resuenan	en	esta	escena	los	recuerdos	de	infancia	donde	menciona	
el	 contraste	 entre	 el	 comportamiento	 correcto	 y	 digno	 del	 padre	 y	 las	 extravagancias	 a	 las	
que	 se	 libraban	 (ellos)	 los	 hijos,	 contraste	 que	 ()	 inspiraba	 a	 ciertas	 reflexiones	 del	 tipo	 de:	
Qu	 dira	 de	 esto	 el	 Seor,	 su	 padre?	 o	 si	 no	 Qu	 lstima	 que	 no	 se	 parezcan	 al	 viejo	
Gombrowicz!	(Gombrowicz,	2003:	12).	
111	En	otros	pasajes	del	mismo	texto	y	de	Testament	se	refiere	a	cierta	torpeza	de	campechano	
	                                                     309	
ilumina	 esta	 lectura.	 El	 padre	 representa	 lo	 contrario	 del	 absurdo	 que	 su	 madre	
encarna:	 es	 el	 nico	 referente	 dentro	 del	 mundo	 privado	 de	 la	 familia	 que	 parece	
escapar	a	la	irrealidad	de	su	clase,	quiz	justamente	gracias	a	su	genuina	anacrona.		
Del	mismo	modo,	la	joven	generacin,	tiranizada	por	la	presin	artificial	de	las	formas	
polacas,	 termina	 dndole	 rienda	 suelta	 a	 lo	 que	 quedaba	 del	 antiguo	 esnobismo	
anacrnico,	frase	que	Gombrowicz	acenta	con	una	elocuente	invitacin	a	que	as	sea	si	
debe	ser:	
	
             Que	 recule,	 si	 le	 parece	 bien	 hacerlo!	 Y	 es	 la	 razn	 por	 la	 cual	 el	 joven	
             terico	 de	 vanguardia	 le	 da	 hoy	 la	 espalda	 a	 las	 teoras	 sofisticadas	 para	
             elevarse,	 por	 su	 nacimiento,	 ms	 alto	 que	 el	 terico	 de	 corrientes	
             revolucionarias	que	se	busca	a	toda	prisa	un	parentesco	y	relaciones	y	ah	
             est	 el	 joven	 socialista,	 endekista	 o	 conservador,	 que	 cultivan	 el	 culto	 del	
             rbol	genealgico	para,	bajo	su	sombra,	decirles	chau,	aunque	solo	fuera	por	
             un	instante,	a	sus	propias	opiniones.	Hola,	rbol!	(Gombrowicz,	1989:	49)	
	
Es	 a	 partir	 de	 esta	 lnea	 de	 anlisis	 que	 pueden	 releerse	 ciertas	 afirmaciones	
programticas	 del	 escritor	 polaco	 en	 las	 que	 se	 cuela	 el	 enigma	 de	 la	 contradiccin,	 el	
lector	 termina	 por	 preguntarse	 si	 dichas	 afirmaciones	 no	 estarn	 siendo	 enunciadas	
desde	una	ominosa	seriedad	de	la	que	despunta	una	posible	y	sublime	parodia,	o	si,	en	
efecto,	hay	que	tomar	su	palabra	al	pie	de	la	letra:		
	
             La	 naturaleza	 del	 artista	 es	 instintivamente	 aristocrtica	 ().	 No	 olviden	
             que	el	artista	posee	un	sentido	innato	de	la	jerarqua,	de	la	superioridad,	
             del	 refinamiento	 y	 que	 el	 arte	 consiste	 en	 operar	 una	 despiadada	
             segregacin	 de	 valores,	 en	 elegir	 siempre	 el	 mejor,	 el	 superior,	 y	 en	
             rechazar	con	desprecio	todo	lo	que	es	comn	y	vulgar.	(Gombrowicz,	1996:	
             28.	Las	negritas	son	mas)	
	
Elegir	declararse	conde	tiene	como	objetivo	un	fin	que	es	al	mismo	tiempo	esttico	y	
pardico.	 Vestido	 con	 un	 traje	 viejo	 y	 rado,	 una	 pipa	 sostenida	 en	 los	 labios	 y	 el	
infaltable	 sombrero	 gastado,	 el	 ttulo	 nobiliario	 le	 queda	 ridculo	 al	 punto	 de	
interpretarse	 sin	 desvos	 como	 una	 franca	 stira.	 No	 obstante,	 si	 bien	 a	 travs	 de	
estrategias	que	hacen	uso	de	la	negativa	y	del	revs,	es	innegable	que	la	construccin	del	
yo	que	Gombrowicz	lleva	a	cabo	en	sus	textos	es	aristocrtica,	en	el	sentido	que	se	sirve	
de	la	verticalidad	del	refinamiento	social	para	elaborar	un	lugar	de	enunciacin	que	le	
sea	propio.	La	obviedad	difcil	mencionada	anteriormente	gravita	en	la	coexistencia	de	
dos	pulsiones:	aquella	que	lo	empuja	a	fundar	una	concepcin	del	arte	jerrquica	basada	
en	 las	 metforas	 de	 la	 sangre	 azul	 que	 mam	 en	 su	 infancia	 (todo	 arte	 es	 o	 est	
que lo acompleja.
	                                               310	
generando	 una	 personalidad,	 parece	 decir)	 y	 la	 que	 lo	 atrae	 hacia	 lo	 bajo,	 motor	 de	
ficciones,	de	formas	de	vida	y	de	un	estilo	sin	precedentes:	Gombrowicz	se	sube	al	rbol	
como	un	nio	inquieto	pero	al	mismo	tiempo	que	lo	trepa,	lo	escupe	y	lo	patea,	le	mete	
la	cua	con	sus	textos	y	su	biografa	alucinada.		
Entre	las	ramas	y	el	barro	
	
Imaginemos	 un	 rbol.	 Imaginemos	 que	 tiene	 una	 copa	 frondosa	 de	 ramas	 altsimas,	
lejanas	y	azules,	que	se	pierden	en	un	cielo	sin	lmites.	Gombrowicz	quiere	trepar	hasta	
esas	cumbres	celestes	pero	estn	demasiado	lejos	como	para	poder	alcanzarlas.	El	cuello	
le	duele	de	tanto	mirar	hacia	arriba	y	entonces	baja	la	mirada,	entierra	los	ojos	buscando	
las	races	de	ese	rbol,	la	tierra,	el	fango	que	le	da	vida.	Gombrowicz	se	deja	caer	hacia	la	
realidad	el	rbol,	hacia	lo	ms	oscuro	y	lo	ms	profundo	de	ese	tronco	que	es	l,	siempre	
entre	las	ramas	y	el	barro.		
La	lucha	entre	un	gusto	acentuado	por	el	sibaritismo	del	noble	y	la	admiracin	por	la	
simpleza	 del	 criado	 encuentra	 una	 resolucin	 distinta	 en	 cada	 una	 de	 las	 guerras	
mundiales	 que	 Gombrowicz	 atraviesa.	 Si	 en	 la	 primera,	 en	 Polonia,	 adopta	 una	 actitud	
radicalmente	esnob	(que	funciona,	por	otra	parte,	como	una	resistencia	a	las	exigencias	
militares	que	lo	aterrorizan),	en	la	segunda,	en	Argentina,	se	consagra	(pero	qu	opcin	
tiene?)	a	una	vida	marginal.112	Son	dos	formas	de	escapar	al	mismo	conflicto	(cmo	ser	
polaco?,	cmo	ser	un	Gombrowicz?	y	cmo	ser	polaco,	un	Gombrowicz	y	l	mismo?),	
de	las	que	aqu	nos	interesa	la	primera.		
En	Recuerdos	de	Polonia,	Gombrowicz	cuenta	cmo	el	final	de	la	Primera	Guerra	hunde	
al	 pas	 en	 una	 nostalgia	 de	 occidente	 que	 en	 l	 har	 nido.	 La	 guerra	 del	 barro	 y	 la	
trinchera	lo	dejan	sumido	en	un	anhelo	cuya	imposibilidad	hiere	su	identidad	nacional:	
por	 qu	 ellos,	 los	 polacos,	 no	 pueden	 ser	 como	 las	 grandes	 potencias	 de	 Europa?	
Citemos	 un	 dilogo	 que	 Gombrowicz	 tiene	 hacia	 1919	 con	 su	 hermano	 mayor	 Janusz,	
dilogo	que	no	solo	recuerda	sino	transcribe	ntegro	en	el	texto	estudiado,	como	si	fuera	
un	reenactment	necesario:	estn	en	el	campo,	en	Maloszyce,	pasando	de	la	granja	hacia	
el	establo	cuando	al	hermano	menor	se	le	ocurre	la	idea	de	construir	un	camino	que	les	
permitiese	 realizar	 ese	 mismo	 trayecto	 sin	 embarrarse	 los	 pies.	 El	 hermano	 mayor	
responde:		
	
              Tonteras!	
              Por	qu?	
              Porque	el	barro	es	el	barro!	Si	yo	hago	un	camino,	me	lo	van	a	demoler	en	
112	Las	
       vivencias	 y	 vicisitudes	 de	 Gombrowicz	 en	 la	 Primera	 Guerra	 Mundial	 se	 registran	 en	
Recuerdos	de	Polonia.		
	                                                311	
             tres	das.113	Mientras	que	el	barro	no	se	destruye.	El	barro	es	el	barro!	
             S,	 el	 barro	 es	 el	 barro,	 pero	 solamente	 ac!	 Afuera	 es	 distinto!	 Ellos	
             consiguen	dominarlo.	Pero	ac,	el	barro	es	tan	barro	que	con	este	barro	
             Sos	tonto!	Y	ah	vienen	las	fantasas!	Hay	que	pensar	correctamente.	Ac,	
             las	condiciones	son	diferentes!	
             Condiciones	 diferentes!	 Para	 m,	 Europa	 era	 antes	 de	 cualquier	 otra	 cosa	
             eso:	condiciones	diferentes.	(Gombrowicz,	2003:	30)	
	
Mientras	Polonia	se	cie	a	una	realidad	espantosa	de	la	que	escucha	hablar	a	sus	tos,	
que	 condena	 al	 pas	 a	 ahogarse	 en	 la	 conviccin	 de	 que	 la	 porquera	 es	 obligatoria,	
Francia	e	Inglaterra	representan	para	la	mente	infantil	todo	lo	contrario:	Como	si	all	
se	 pudiera	 salir	 del	 barro,	 sentir	 la	 tierra	 firme	 bajo	 los	 pies,	 como	 si	 recobrramos	
seguridad	y	libertad	de	movimiento	(Gombrowicz,	2003:	31).		
La	 lgica	 que	 desde	 la	 infancia	 cuestiona	 la	 estructura	 de	 una	 sociedad	 jerrquica	
buscando	un	lugar	propio	(que	no	encuentra)	se	aplica,	de	este	modo,	a	la	configuracin	
nacional	que	el	nio	elabora	de	su	propio	pas.	Como	en	la	trama	social,	aqu	tambin	se	
erige,	 entre	 potencias	 distintas,	 el	 complejo	 de	 inferioridad	 que	 aturde	 a	 Gombrowicz,	
que	rechaza,	del	cual	se	quiere	arrancar	(del	cual	quiere	amputarse)	para	abrazar	una	
verdad	 ms	 cruda	 que,	 nuevamente,	 decide	 leer	 a	 partir	 de	 la	 metfora	 de	 clase:	
Complejo,	 pucha,	 incurable!	 Simplemente	 porque	 no	 es	 un	 complejo	 sino	 una	
realidad	la	realidad,	precismoslo,	de	los	padres	pobres	(Gombrowicz,	2003:	53).	Ser	
hijo	de	pobre	implica	una	actitud,	un	porte,	una	conducta,	una	identidad.	No	se	puede	
ser	ingenuo,	declara	Gombrowicz,	uno	no	puede	olvidarse	de	s	mismo	(53).	
En	 un	 futuro	 trabajo	 me	 ocupar	 de	 analizar	 este	 desplazamiento	 que	 pasa	 de	
estructurar	la	percepcin	infantil	de	la	propia	familia	a	configurar	la	identidad	nacional	
del	nio	y	del	exiliado	que	terminar	siendo.	Un	movimiento	casi	idntico	puede	leerse	
en	 la	 autoconfiguracin	 de	 Victoria	 Ocampo,	 cuya	 identidad	 nacional	 pilar	 de	 su	
personalidad	tambin	est	sesgada	por	la	jerarqua	que	representa	Europa	respecto	de	
su	origen	sudamericano.	Una	figura	de	nacin	inferior	puede	rastrearse	en	identidades	
perifricas	 como	 la	 argentina	 y	 la	 polaca,	 fibra	 ntima	 compartida	 que	 el	 mismo	
Gombrowicz	se	encarga	de	resaltar:		
	
             Conoc	 ms	 tarde	 en	 Amrica	 la	 misma	 nostalgia	 atormentada	 por	 Europa		
             gente	 que,	 sabiendo	 que	 no	 podran	 nunca	 permitirse	 atravesar	 el	
             Atlntico,	se	compraban	algn	objeto	europeo	una	porcelana,	un	mapa	de	
             Pars	o	de	Roma	y	lo	conservaban	como	una	reliquia.	(Gombrowicz,	2003:	
             31)		
	
En	 la	 escala	 nacional,	 Polonia	 se	 convierte	 en	 un	 hijo	 de	 pobre,	 todo	 el	 pas	 es	 un	
113 Quines van a demoler el camino que l haga? Quines representan este implcito ellos?
	                                               312	
criado	y,	curiosamente,	uno	del	que	no	se	destacan	la	belleza	de	sus	pies	ni	la	simpleza	
de	su	vida	verdadera,	sino	todo	lo	contrario:	un	origen	que	hace	falta	suprimir,	escapar,	
dar	de	nuevo.	
	
             Yo	me	vea	igual	a	esa	gente	joven	que	uno	ve	en	las	estaciones	de	tren	de	
             los	pueblos	de	provincia,	con	sus	petates	en	la	mano,	que	estn	a	punto	de	
             partir	y	mirando	del	tren	que	los	va	a	llevar	lejos	murmuran:	S,	tengo	que	
             arrancarme	de	mi	ciudad	natal,	es	muy	angosta	para	m,	adis,	ciudad	ma,	
             quiz	volver,	pero	no	antes	de	que	el	vasto	mundo	no	haya	hecho	nacer	por	
             segunda	vez.	(Gombrowicz,	1996:	47)	
	
	
Bibliografa	
	
Freud,	Sigmund	(1973)	[1909].	Le	roman	familial	des	nvross,	en	Nvrose,	psychose	et	
perversion.	Pars:	PUF.		
Georgin,	 Rosine	 (1977).	 Gombrowicz,	 Cistre	 N	 2,	 Cahiers	 Trimestrels	 de	 Lettres	
Differentes,	Laussane:	Lge	de	lhomme,	noviembre,	1977.		
Gombrowicz,	Witold	(1986).	Bakakai.	Barcelona:	Tusquets	Editores.		
-----	(1989).	La	dcision,	en	Varia	II.	Pars:	Christian	Bourgois.		
-----	(1996).	Testament.	Pars:	Folio.		
-----	(2003).	Souvenirs	de	Pologne.	Pars:	Folio.		
Jelnski,	Constantin;	De	Roux,	Dominique	(ed.)	(1971).	Gombrowicz:	Cahier	dirig	par	
Constantin	Jelenski	et	Dominique	de	Roux.	Pars:	ditions	de	l'Herne.	
	                                             313	
	
GOMBROWICZ	Y	EL	MONSTRUO	
Silvana	Mandolessi	
	
	
No	es	casualidad	que	junto	a	su	novela	ms	conocida,	Ferdydurke,	aquella	que	lo	situara	
como	 uno	 de	 los	 escritores	 centrales	 del	 modernismo	 polaco,	 Gombrowicz	 se	
entretuviera	 escribiendo	 por	 la	 misma	 poca	 una	 novela	 gtica:	 Los	 hechizados	
(Opetani).	Bajo	el	seudnimo	de	Z.	Niewieski,	Los	hechizados	aparece	en	folletn	entre	el	
6	 de	 junio	 y	 el	 30	 de	 agosto	 de	 1939.	 El	 ataque	 alemn	 a	 Polonia	 interrumpira	 la	
publicacin.	
A	pesar	de	las	previsibles	diferencias	de	estilo	y	las	circunstancias	de	su	concepcin,	Los	
hechizados	no	es	simplemente	un	desvo	o	un	pasatiempo	respecto	de	los	temas	serios	
que	aparecen	en	Ferdydurke;	al	contrario,	en	el	gnero	gtico	Gombrowicz	seguramente	
encontrara	 condensados	 como	 en	 estado	 puro	 algunos	 de	 los	 elementos	 que	
vertebraran	toda	su	obra:	la	obsesin	por	los	estados	limtrofes	en	los	que	un	cuerpo	se	
desmembra	 y	 sus	 partes	 se	 vuelven	 indiferenciadas,	 la	 subjetividad	 anmala	 de	 un	 yo	
habitado	 por	 la	 otredad,	 las	 genealogas	 de	 una	 clase	 aristocrtica	 que	 se	 degrada,	
ciertos	 estados	 paranoicos,	 persecutorios	 y	 sobre	 todo,	 emblemticamente,	 una	
condicin	 monstruosa	 que	 afecta	 a	 la	 subjetividad,	 que	 la	 define.	 En	 la	 literatura	 de	
Gombrowicz,	 el	 monstruo,	 que	 por	 supuesto	 no	 aparecer	 en	 la	 piel	 de	 ninguna	
criatura	sobrenatural,	juega	un	rol	fundamental;	todos	sus	personajes	principales	y	por	
sobre	todos	ellos	Gombrowicz	mismo	padecen	de	una	distorsin,	una	ligera	o	acusada	
rareza,	 un	 rasgo	 de	 singularidad	 que	 los	 aparta	 del	 comn	 de	 los	 mortales,	 pero	 una	
rareza,	 que,	 al	 mismo	 tiempo,	 aparece	 como	 inclasificable,	 difcil	 de	 reducir	 a	 una	
frmula.	 Si	 alguna	 virtud	 tiene	 el	 monstruo	 es	 precisamente	 la	 de	 ser,	 en	 ltima	
instancia,	indecible,	la	de	situarse	fuera	de	toda	grilla,	enloquecerla.	Me	gustara	tomar	
esta	 figura	 para	 revisar	 la	 concepcin	 de	 la	 subjetividad	 que	 vertebra	 la	 obra	 de	
Gombrowicz;	 ligarlas	 con	 elecciones	 estticas	 y,	 finalmente,	 reflexionar	 brevemente	
sobre	 cmo	 lo	 monstruoso	 puede	 extenderse	 tambin	 a	 la	 definicin	 de	 su	 pas	 de	
acogida,	Argentina.	
En	The	Gothic	(2004),	dicen	David	Punter	y	Glennis	Byron	sobre	la	figura	del	monstruo:	
	
             Etimolgicamente,	el	monstruo	es	algo	a	ser	mostrado,	algo	que	sirve	para	
             demostrar	(del	latn	mostrare:	demostrar)	y	para	advertir	(del	latn	monere:	
             advertir).	 Desde	 el	 perodo	 clsico	 al	 Renacimiento,	 los	 monstruos	 fueron	
             interpretados	 ya	 sea	 como	 signos	 de	 la	 ira	 divina	 o	 como	 presagios	 de	
             catstrofes	 inminentes.	 Estos	 antiguos	 monstruos	 estaban	 frecuentemente	
	                                              314	
               formados	de	elementos	incongruentes,	como	el	grifo,	con	la	cabeza	y	las	alas	
               de	 un	 guila,	 combinado	 con	 el	 cuerpo	 y	 las	 garras	 de	 un	 len.	 Los	
               monstruos	son	incompletos,	les	faltan	partes	esenciales,	o	al	contrario,	como	
               la	hidra	mitolgica	con	sus	mltiples	cabezas,	son	grotescamente	excesivos.	
               (Punter	y	Byron,	2004:	263)	
	
Y	agregan:		
	
               Lo	 que	 es	 primordial	 para	 el	 Gtico	 es	 la	 funcin	 cultural	 que	 cumplen	 los	
               monstruos.	 A	 travs	 de	 la	 diferencia,	 ya	 sea	 en	 su	 apariencia	 o	 en	 su	
               comportamiento,	los	monstruos	sirven	para	construir	y	definir	las	polticas	
               de	lo	normal.	Situados	en	los	mrgenes	de	la	cultura,	vigilan	los	lmites	de	
               lo	humano,	sealando	las	fronteras	que	no	se	deben	traspasar.	(263)	
	
Como	 afirman	 Punter	 y	 Byron,	 la	 figura	 del	 monstruo	 est	 constituida	 a	 travs	 de	 una	
dialctica	entre	mostrar	y	ocultar,	entre	hacer	ver	y	no	dejar	ver.	El	monstruo	exhibe	su	
diferencia	o	la	diferencia	es	tan	notoria	que	se	exhibe	a	s	misma,	pero	al	mismo	tiempo,	
el	monstruo	est	oculto	y	esto	se	debe	al	hecho	de	que	el	monstruo	es	semiticamente	
opaco.	No	entendemos,	no	podemos	armar	una	figura	coherente;	en	el	final,	solo	somos	
confrontados	 con	 una	 pila	 de	 partes	 inconexas	 que	 se	 resisten	 a	 ser	 integradas	 en	 una	
totalidad.		
Esta	dialctica	de	exhibicin	y	ocultamiento	es	uno	de	los	principales	rasgos	que	exhibe	
Gombrowicz	 en	 sus	 textos.	 La	 apertura	 de	 su	 Diario,	 por	 ejemplo,	 es	 sintomtica	
respecto	al	gesto	de	colocarse	en	el	centro	de	la	escena	de	escritura:	
	
               Lunes	
               Yo.	
               Martes	
               Yo.	
               Mircoles	
               Yo.	
               Jueves	
               Yo.		
               Viernes	
               Jzefa	 Radzymiska	 me	 ha	 hecho	 llegar	 generosamente	 unos	 cuantos	
               nmeros	(Gombrowicz,	2005:	19)		
	
En	la	entrada	correspondiente	al	mircoles	de	1954,	escribe:	Yo	soy	mi	problema	ms	
importante	 y	 posiblemente	 el	 nico:	 el	 nico	 de	 todos	 mis	 hroes	 que	 realmente	 me	
interesa	 (170).	 Y	 en	 la	 siguiente	 frase,	 que	 cierra	 el	 pasaje:	 Comenzar	 a	 crearse	 a	 s	
mismo	y	hacer	de	Gombrowicz	un	personaje,	como	Hamlet	o	don	Quijote	(?!)	(170).	Sin	
embargo,	 si	 gran	 parte	 de	 la	 obra	 de	 Gombrowicz	 est	 dominada	 por	 este	 impulso	 de	
devenir	 personaje	 en	 y	 de	 sus	 propios	 textos,	 este	 gesto	 convive	 con	 una	 cuidada	
	                                                315	
estrategia	 de	 evitar	 todo	 retrato	 coherente,	 toda	 figura	 acabada,	 toda	 identidad	 que	
resulte	 de	 esa	 construccin.	 La	 multiplicidad	 de	 referencias	 al	 propio	 yo,	 en	 lugar	 de	
responder	a	la	pregunta,	solo	conducen	a	intensificarla:	quin	es	Witold	Gombrowicz?	
Esta	pregunta	se	transform	en	una	frase	emblemtica	en	la	crtica	sobre	Gombrowicz	
desde	 que	 Czesaw	 Miosz	 titulara	 Who	 is	 Gombrowicz?	 su	 clebre	 introduccin	 a	
Ferdydurke.	Ewa	Ziarek	afirma	al	respecto:		
	
             Si	 a	 pesar	 de	 las	 numerosas	 introducciones	 crticas	 y	 las	 deslumbrantes	
             performances	 autobiogrficas	 regresamos	 obsesivamente	 a	 la	 pregunta	
             formulada	 aos	 atrs	 por	 Czesaw	 Miosz	 Quin	 es	 Gombrowicz?	 es	
             porque	 el	 ubicuo	 yo	 de	 Gombrowicz	 permanece	 como	 un	 enigma,	 una	
             clave	inquietante,	un	rompecabezas	cuidadosamente	orquestado	para	el	que	
             no	hay	una	solucin	definitiva.	(Ziarek,	1998:	7)	
	
Gombrowicz	escribi	sobre	s	mismo	en	varios	textos	autobiogrficos.	El	ms	extenso	y	
para	 muchos	 crticos	 incluso	 su	 obra	 ms	 importante	 es	 su	 Diario,	 un	 texto	 de	
alrededor	 de	 mil	 pginas,	 escrito	 entre	 1953	 y	 1969,	 y	 publicado	 en	 vida.	 Adems,	
public	Testamento,	originado	en	una	serie	de	conversaciones	con	Dominique	de	Roux,	
en	 el	 que	 sucintamente	 comenta	 su	 vida	 y	 su	 obra.	 Otro	 texto	 menor,	 tambin	
autobiogrfico,	y	relevante	para	el	contexto	argentino	es	Peregrinaciones	argentinas,	en	
el	 que	 describe	 algunos	 viajes	 por	 el	 pas.	 A	 estos	 textos	 autobiogrficos	 es	 necesario	
agregar	las	numerosas	intrusiones	autobiogrficas	o	autoficcionales	de	sus	novelas.	En	
Trans-Atlntico,	 el	 personaje	 principal	 se	 llama	 Witold	 Gombrowicz	 y	 en	 Cosmos,	 el	
protagonista,	 nuevamente,	 es	 Witold.	 Pero,	 para	 agregar	 ms	 confusin,	 una	
estructura	 comn	 de	 estas	 novelas	 es	 la	 duplicacin	 del	 carcter	 principal.	 El	
protagonista	 es	 acompaado	 por	 un	 segundo	 personaje	 que	 usualmente	 domina	 la	
escena,	 propulsa	 la	 trama	 y	 comprende	 exactamente	 qu	 est	 sucediendo.	 Este	
personaje	ocupa,	frecuentemente,	un	lugar	ms	destacado	que	el	llamado	Gombrowicz	o	
Witold	y,	en	el	caso	de	Trans-Atlntico,	por	ejemplo,	este	segundo	personaje	Gonzalo	o	
el	puto	acta	de	manera	idntica	a	la	que	Gombrowicz	ha	descripto	de	s	mismo	en	su	
Diario.	
Quin	 es	 realmente	 Gombrowicz	 en	 Trans-Atlntico?	 Debemos	 confiar	 en	 el	 nombre	
propio	 e	 identificarlo	 con	 el	 personaje	 que	 lleva	 su	 nombre?	 O	 es	 Gonzalo,	 el	 Puto,	 la	
representacin	 encubierta	 y	 real	 de	 Gombrowicz?	 Quizs	 los	 dos?	 Quizs	 ninguno?	
Es	la	pregunta,	precisamente,	la	que	pone	de	relieve	el	juego	que	Gombrowicz	establece	
con	 el	 lector:	 duplicndose	 y	 desdoblndose,	 como	 en	 esos	 laberintos	 de	 espejos	 en	 el	
que	ya	no	sabemos	con	certeza	dnde	est	uno	y	otro,	la	singularidad	del	yo	se	pierde,	
su	estabilidad	desaparece.		
	                                                316	
Leda	como	una	estrategia	para	oscurecer	la	fcil	asignacin	de	una	identidad	al	nombre	
Gombrowicz	 este	 juego	 de	 dobles	 es	 tambin	 monstruoso.	 Basta	 recordar	 que	 el	
motivo	del	doble	es	un	tema	tpico	del	gtico	y	una	de	las	variantes	de	lo	monstruoso.	No	
solo	 en	 el	 sentido	 en	 que	 toda	 duplicacin	 oscurece	 o	 enturbia	 la	 lmpida	 figura	 de	 lo	
singular,	sino	porque	el	tpico	del	doble	convoca	a	la	asociacin	monstruo-mal.	El	doble	
remite	siempre	a	un	aspecto	oculto,	silenciado,	siniestro	en	la	versin	de	Freud	del	yo;	
a	su	cara	nocturna,	casi	siempre	indisociable	del	mal.	De	hecho,	su	signo,	su	metfora.		
Pero	 en	 Gombrowicz,	 en	 cambio,	 el	 motivo	 del	 doble	 reiterado	 en	 su	 obra,	 aparece	
privado	 de	 su	 connotacin	 maligna;	 el	 otro	 que	 habita	 en	 nosotros	 no	 indica	 nuestro	
lado	 oscuro;	 indica	 s,	 algo	 reprimido	 o	 algo	 oculto,	 pero	 no	 es	 vil,	 no	 en	 el	 sentido	
moral	que	el	motivo	del	doble	supone.	Gombrowicz	plantea	una	dualidad,	la	existencia	
de	dos	yo	o	dos	aspectos	del	yo	como	constitutivos	del	sujeto,	pero	esta	oposicin	no	
abarca	 el	 espectro	 bueno-malo,	 o	 normal-anormal,	 sino	 una	 dicotoma	 diferente:	
madurez-inmadurez.	 La	 madurez	 o,	 en	 trminos	 de	 Gombrowicz,	 la	 forma,	 remite	 a	 la	
convencin,	a	la	repeticin,	a	nuestro	sentido	gregario,	a	la	inteligibilidad,	a	los	roles	ya	
fijados	y	a	los	modelos	subjetivos	disponibles.		
As,	en	Ferdydurke,	como	seala	Saer,	la	Moderna	se	viste,	habla	y	acta	todo	el	tiempo	
como	una	persona	moderna,	de	modo	que	acaba	llamndosela	as,	como	ella	cree	ser,	la	
Moderna.	 Saer	 advierte	 que	 cuando	 se	 cree	 ser	 alguien,	 algo,	 se	 corre	 el	 riesgo,	
luchando	por	acomodar	lo	indistinto	del	propio	ser	a	una	abstraccin,	de	transformarse	
en	 arquetipo,	 en	 caricatura	 (Saer,	 1989:	 19).	 Saer	 es	 exacto	 en	 este	 sentido:	 la	
normalidad	 en	 Gombrowicz	 refiere	 lo	 caricaturesco.	 Del	 lado	 del	 monstruo,	 no	 est	 el	
mal	sino	la	proteccin	contra	la	futilidad	de	la	caricatura,	contra	la	banalizacin	de	un	yo	
que	es	siempre	infinitamente	ms	diverso,	informe	y	mltiple,	que	lo	que	la	normalidad	
del	 yo	 que	 participa	 del	 juego	 social	 nos	 obliga	 a	 acatar.	 El	 yo	 de	 Gombrowicz	 se	
inspira	no	en	el	cogito	cartesiano,	sino	en	la	concepcin	del	ser	propuesta	por	el	Barroco	
y	para	esto	sirve	la	asociacin	con	el	monstruo.		
En	Celestinas	Brood,	Gonzlez	Echevarra	(1993:	198-199)	describe	la	concepcin	del	yo	
caracterstica	 del	 Barroco	 como	 la	 asuncin	 de	 la	 extraeza	 del	 Otro,	 como	 una	
conciencia	 de	 la	 extraeza	 del	 Ser.	 Ser	 es	 ser	 un	 monstruo,	 al	 mismo	 tiempo	 uno	 y	 el	
otro,	el	mismo	y	diferente.	Lo	que	est	en	juego	es	una	conciencia	de	la	otredad	dentro	
de	uno	mismo,	de	la	novedad.	En	este	sentido,	la	sensacin	de	Ser	en	el	Barroco	es	ms	
concreta	que	la	del	cogito	de	Descartes,	es	ms	tangible.	Es	una	sensacin	de	la	propia	
rareza,	 de	 la	 singularidad,	 de	 la	 distorsin.	 Es	 esta	 sensacin	 la	 que	 est	 en	 juego	
tambin	en	los	pasajes	autobiogrficos	tanto	como	las	intrusiones	autoficcionales	de	
Gombrowicz.	 Este	 retrato	 del	 yo	 como	 un	 monstruo	 singular,	 raro,	 distorsionado	
	                                                 317	
aparece	 tambin	 ntimamente	 vinculado	 a	 la	 problemtica	 de	 la	 autenticidad.	 Si	 el	 yo	
normal,	 institucionalizado,	 el	 yo	 que	 se	 identifica	 con	 un	 rol	 para	 participar	 del	
intercambio	 social	 es	 estigmatizado	 en	 Gombrowicz	 como	 pura	 convencin,	 la	
dimensin	de	la	propia	otredad	surge	en	cambio	como	una	dimensin	no	regulada	por	
las	convenciones.	Al	no	estar	regulada,	sin	embargo,	carece	de	su	propio	lenguaje,	de	un	
lenguaje	para	expresarse.	De	all	que	la	dimensin	de	lo	monstruoso	sea	fundamental	en	
la	obra:	uno	de	sus	principales	objetivos	radica	precisamente	en	encontrar	un	lenguaje	
para	expresar	esa	rareza:		
	
             Si	el	hombre	no	puede	expresarse	no	es	solo	porque	los	dems	lo	deforman,	
             no	 puede	 expresarse,	 sobre	 todo,	 porque	 solo	 es	 expresable	 lo	 que	 ya	 est	
             en	 nosotros	 ordenado	 y	 maduro,	 mientras	 todo	 lo	 dems,	 es	 decir,	
             precisamente	nuestra	inmadurez,	es	silencio.	(Gombrowicz,	2005:	343)	
	
Un	 segundo	 rasgo	 del	 monstruo	 es	 su	 carencia	 de	 unidad.	 En	 todas	 sus	 variantes,	 el	
monstruo	es,	sin	excepcin,	un	ser	hbrido.	Uno	de	los	muchos	ejemplos	que	aparecen	en	
las	 descripciones	 propuestas	 por	 Umberto	 Eco	 en	 Historia	 de	 la	 fealdad	 registra	 un	
listado	 de	 distintos	 monstruos	 de	 la	 mirabilia	 medieval,	 en	 los	 que	 se	 conjugan,	 de	
manera	siempre	catica	y	discordante,	partes	de	distintos	tipos	de	animales:		
	
             Temibles	 eran	 sin	 duda	 el	 basilisco	 de	 aliento	 envenenado,	 la	 quimera	 de	
             cabeza	 de	 len	 y	 cuerpo	 mitad	 dragn	 y	 mitad	 cabra,	 la	 bestia	 leucrococa	
             (con	cuerpo	de	asno,	la	parte	trasera	de	ciervo,	los	muslos	de	len,	pies	de	
             caballo,	 un	 cuerno	 bifurcado,	 una	 boca	 cortada	 hasta	 las	 orejas	 de	 la	 que	
             sala	una	voz	casi	humana,	y	un	solo	hueso	en	vez	de	dientes)	o	la	manticora	
             (con	tres	filas	de	dientes,	cuerpo	de	len,	cola	de	escorpin,	ojos	azules,	tez	
             de	color	sangre	y	silbido	de	serpiente).	(Eco,	2007:	116)	
	
Tambin	es	usual	que	el	monstruo	aparezca	no	solo	como	una	combinacin	de	partes	de	
distintos	animales,	sino	de	fragmentos	donde	se	mezcla	lo	humano	y	lo	animal,	como	es	
habitual,	por	ejemplo,	en	la	representacin	del	diablo,	figura	humana	que	sin	embargo	
est	dotada	de	cola,	orejas	de	animal,	barba	de	cabra,	garras,	patas	y	cuernos	(Eco	2007:	
92).	 Mezclas	 caticas,	 anomalas	 que	 desafan,	 en	 cada	 caso,	 la	 posibilidad	 de	
clasificacin.	 Si	 el	 monstruo	 es,	 emblemticamente,	 una	 reunin	 inconexa	 de	 partes	
sueltas,	no	es	casual	que	Gombrowicz	proponga	en	Testamento	un	retrato	de	s	mismo	
como	ensamblaje.	Gombrowicz	se	refiere	a	su	desarrollo	como	una	conjuncin	anmala	
y	sin	integracin	de	distintas	posibilidades,	o	de	distintas	personalidades:		
	
             Yo	estaba	creciendo.	En	tres	vas	distintas,	sin	nada	en	comn	entre	ellas.	
             En	primer	lugar,	en	cuanto	hijo	de	buena	familia,	educado,	bastante	sano,	
	                                             318	
             ni	 feo	 ni	 guapo,	 solo	 pasable,	 hacindole	 la	 corte	 a	 sus	 primas,	 alumno	
             mediocre,	 un	 tanto	 enmadrado,	 delicado,	 inquieto,	 y	 al	 mismo	 tiempo	
             burln,	parlanchn,	provocador	()	
             En	segundo	lugar,	en	cuanto	ateo	e	intelectual,	y	ya	coqueteando	con	el	arte	
             ()	
             En	tercer	lugar,	en	cuanto	ser	anormal,	retorcido,	degenerado,	abominable	y	
             solitario,	que	camina	pegado	a	las	paredes.	Dnde	buscar	ese	fallo	secreto	
             que	me	arrojaba	lejos	del	rebao	humano?	En	las	enfermedades	fsicas?	Lo	
             cierto	es	que,	a	excepcin	de	unas	ligeras	fiebres	de	origen	pulmonar,	nada	
             graves,	 frecuentes	 por	 otra	 parte	 en	 los	 muchachos	 de	 mi	 edad	 (y	 que	 me	
             obligaban	 a	 pasar	 uno	 o	 dos	 meses	 en	 la	 montaa),	 gozaba	 de	 bastante	
             buena	salud	De	dnde	poda	pues	provenir	esa	laxitud	interior	que	haca	
             de	 m,	 muchacho	 ms	 bien	 alegre,	 un	 monstruo	 extrao,	 atrado	 por	 todas	
             las	 deformidades,	 por	 todas	 las	 aberraciones	 de	 la	 existencia?	 Era	 y	 lo	
             asuma	sin	la	menor	sorpresa,	sin	sombra	de	protesta	un	ser	anormal	que	
             en	 ningn	 momento	 poda	 confesar	 a	 nadie	 lo	 que	 era,	 y	 condenado	 a	
             esconderme,	a	conspirar.	(Gombrowicz	1991:	38)	
	
Mucho	 ms	 intenso	 es	 el	 carcter	 monstruoso	 que	 presenta	 en	 un	 texto	 breve	 titulado	
Yo	y	mi	doble.	El	texto	narra	la	aparicin	a	Gombrowicz	de	una	especie	de	fantasma	o	
espritu	 que	 resulta	 ser	 su	 doble.	 La	 descripcin	 del	 otro	 est	 dominada	 por	 la	
asimetra,	la	incongruencia,	y,	en	definitiva,	por	la	sensacin	de	asco	que	produce	en	el	
Gombrowicz	que	lo	mira:	
	
             Y	 yo	 segua	 mirndolo,	 examinndolo	 como	 si	 se	 tratara	 de	 una	 vaca	 de	
             feria,	 un	 ganso,	 un	 puerco	 atrapado,	 y	 haca	 el	 inventario.	 La	 locura	 de	 los	
             inventarios	 me	 invadi.	 Una	 oreja	 demasiado	 corta,	 la	 nariz	 chueca,	 una	
             pierna	 enferma,	 en	 los	 ojos	 algo	 desagradable,	 una	 afectacin	 estpida:	 un	
             producto	 fallido,	 una	 vaca	 deforme,	 un	 objeto	 estropeado,	 un	 error,	 una	
             calavera,	una	rareza,	una	criatura	extravagante,	ni	buena	para	la	crianza	ni	
             para	el	matadero.	(Gombrowicz,	1996:	5)	
	
Era	un	ser	anormal,	afirma	Gombrowicz	de	s	mismo	en	Testamento.	En	otro	pasaje:		
	
             	 (un)	 joven	 de	 lo	 ms	 normal	 en	 apariencia	 (a	 pesar	 de	 algunas	
             extravagancias	 inofensivas)	 y	 que,	 sin	 embargo,	 en	 el	 fondo	 de	 su	 corazn	
             no	 albergaba	 ilusin	 alguna	 respecto	 a	 su	 condicin	 de	 oveja	 negra,	
             marginada	del	rebao,	en	el	camino	que	no	lleva	a	ninguna	parte,	y	se	saba	
             favorable	 a	 todas	 las	 formas,	 incluso	 las	 ms	 estrafalarias,	 como	 esas	
             figuritas	de	guatepercha	que	permiten	ser	modeladas	indefinidamente	y	con	
             las	que	se	puede	fabricar	el	monstruo	ms	espantoso.	(Gombrowicz,	1991:	
             40)	
	
Como	 Eco	 y	 otros	 autores	 remarcan,	 es	 la	 hibridez	 del	 monstruo,	 el	 hecho	 de	 ser	 una	
reunin	 de	 partes	 inconexas,	 que	 nunca	 alcanzan	 una	 integracin	 coherente,	 lo	 que	 lo	
constituye	 en	 cuanto	 tal.	 El	 monstruo	 o	 lo	 monstruoso	 queda	 as	 asociado	 a	 una	
dinmica	incontrolable,	a	su	capacidad	ilimitada	de	mutacin,	a	su	desafo	permanente	a	
	                                               319	
alcanzar	 una	 forma	 definitiva	 y	 a	 permanecer	 en	 ella.	 Conjugando	 las	 tres	 distinciones	
propuestas	por	Stewart,	el	monstruo	aparece	como	una	representacin	figurativa	de	
lo	 anmalo,	 lo	 ambiguo	 y	 lo	 ambivalente.	 De	 acuerdo	 a	 Stewart	 (1989)	 lo	 anmalo	 se	
sita	 entre	 las	 categoras	 de	 un	 sistema	 de	 clasificacin	 dado;	 lo	 ambiguo	 es	 lo	 que	 no	
puede	 ser	 definido	 en	 trminos	 de	 ninguna	 categora;	 lo	 ambivalente	 es	 aquello	 que	
pertenece	 a	 ms	 de	 un	 dominio	 al	 mismo	 tiempo.	 Esta	 hibridez	 es	 la	 caracterstica	
principal	 que	 define	 la	 subjetividad	 en	 Gombrowicz.	 Dice	 Ladagga	 refirindose	 al	
prefacio	 al	 Filifor	 en	 Ferdydurke	 y	 en	 relacin	 con	 la	 concepcin	 del	 sujeto	 que	 all	
aparece:	
	
             La	primera	admonicin	(y	la	columna	vertebral	de	la	filosofa	del	texto)	es	
             que	 no	 importa	 cunto	 l	 quiera	 asegurarse	 de	 su	 consistencia,	 todo	
             individuo	est	hecho	de	partes,	y	la	sutura	de	esas	partes	nunca	puede	darse	
             por	 perfectamente	 acabada,	 de	 modo	 tal	 que	 toda	 integracin	 es,	 de	 suyo,	
             precaria:	 todo	 humano	 es	 un	 montaje	 de	 componentes	 y	 de	 fuerzas	
             (partculas	 es	 la	 expresin	 que	 el	 texto	 prefiere)	 que	 nunca	 puede	
             desprenderse	 enteramente	 de	 cierto	 margen	 de	 incoherencia,	 porque	 cada	
             partcula	 de	 s	 obedece	 a	 sus	 propias	 tendencias,	 y	 stas	 no	 siempre	
             favorecen	los	intereses	de	la	totalidad	que	las	incluye.	La	Humanidad	es	
             una	 mezcla	 de	 partes,	 el	 hombre	 es	 una	 fusin	 de	 partes	 de	 cuerpo	 y	
             partes	 de	 alma	 (73),	 dice	 el	 texto	 ()	 Esta	 filosofa	 del	 Prefacio	 al	
             Filifor	podra	describirse,	en	una	forma	simplificada,	de	este	modo:	todo	
             humano	es	un	compuesto	de	partes,	dominado,	a	causa	de	una	fatalidad	de	
             imitacin,	 por	 una	 propensin	 a	 mutar	 bajo	 la	 influencia	 de	 los	 otros,	 que	
             posee	 la	 voluntad	 de	 darse	 a	 s	 mismo	 como	 totalidad	 estabilizada	 y	
             coherente,	 pero	 cuya	 pretensin	 de	 hacerlo	 no	 puede	 no	 fallar,	 a	 causa	 de	
             una	 originaria	 languidez	 que	 constantemente	 lo	 conduce	 a	 establecer	
             contacto	 con	 lo	 que,	 en	 s	 mismo,	 pertenece	 a	 la	 dimensin	 de	 la	
             incoherencia,	 la	 mutabilidad,	 el	 dominio	 larvario	 sobre	 el	 cual	 se	 edifica	 la	
             impresin	de	su	propia	suficiencia.	(Ladagga,	2000:	83)	
	
El	monstruo	funciona	as	no	solo	como	una	descripcin	de	lo	que	Gombrowicz	cree	que	
es	 el	 sujeto	 una	 reunin	 de	 partes	 heterogneas	 y	 tambin	 un	 deseo	 de	 esa	
heterogeneidad	 sino	 como	 una	 advertencia,	 o	 una	 suerte	 de	 proteccin	 contra	 el	
peligro	 de	 las	 formas	 significantes	 que	 el	 juego	 social	 impone	 a	 la	 subjetividad.	 Aqu,	
inversamente	a	la	funcin	clsica	del	monstruo,	cuya	misin	es	resguardar	en	la	cultura	
los	lmites	de	lo	normal,	en	Gombrowicz	los	monstruos	aparecen	para	recordarnos	los	
peligros	que	acechan	en	esa	normalidad.	Los	monstruos,	ellos	mismos	carentes	de	forma	
o	 con	 una	 forma	 excesiva,	 impropia,	 solitaria	 son	 la	 encarnacin	 de	 ese	 impulso	
repetidas	 veces	 retratado	 en	 la	 literatura	 de	 Gombrowicz	 de	 la	 cada	 en	 la	
indiferenciacin	la	escena	est	en	Ferdydurke,	en	Trans-Atlntico	y	tambin	en	algunos	
cuentos	de	Bakakai.		
	
	                                                320	
	
	
Argentina	y	la	no-definicin	o	el	pas	monstruoso	que	Gombrowicz	hizo	suyo		
	
En	 qu	 sentido	 podramos	 hablar	 de	 la	 representacin	 de	 Argentina	 en	 la	 obra	 de	
Gombrowicz	como	la	de	un	pas	monstruoso?	Una	caracterstica	la	liga	con	la	definicin	
del	 monstruo,	 y	 es	 la	 insistencia	 de	 Gombrowicz	 en	 definir	 a	 Argentina	 como	 un	 pas	
informe,	que	resiste	la	clasificacin:		
	
             Qu	 es	 la	 Argentina?	 Es	 una	 masa	 que	 todava	 no	 ha	 llegado	 a	 ser	 un	
             pastel,	es	sencillamente	algo	que	no	tiene	una	forma	definitiva,	o	bien	es	una	
             protesta	 contra	 la	 mecanizacin	 del	 espritu,	 un	 gesto	 de	 desgana	 o	
             indiferencia	de	un	hombre	que	aleja	de	s	mismo	la	acumulacin	demasiado	
             automtica,	la	inteligencia	demasiado	inteligente,	la	belleza	demasiado	bella,	
             la	 moralidad	 demasiado	 moral?	 En	 este	 clima,	 en	 esta	 constelacin	 podra	
             surgir	una	verdadera	y	creativa	protesta	contra	Europa,	si,	si	la	blandura	
             encontrase	 un	 mtodo	 para	 hacerse	 dura,	 si	 la	 indefinicin	 pudiese	
             convertirse	 en	 un	 programa,	 o	 sea,	 en	 una	 definicin.	 (Gombrowicz,	 2005:	
             112)	
	
Esta	 es	 la	 definicin	 ms	 acabada	 que	 Gombrowicz	 provee	 en	 su	 Diario	 sobre	 la	
Argentina.	La	definicin	es	paradjica	puesto	que	lo	que	caracteriza	a	Argentina	es,	para	
Gombrowicz,	 precisamente	 la	 no-caracterizacin,	 el	 ser	 una	 masa	 que	 todava	 no	 ha	
llegado	a	ser	un	pastel,	algo	que	no	tiene	una	forma	definitiva.	Esta	definicin	no	es	
original	 si	 tenemos	 en	 cuenta	 el	 contexto	 en	 que	 se	 produce,	 un	 contexto	 en	 el	 que	 la	
nocin	 de	 inmadurez,	 utilizada	 por	 todos	 los	 viajeros	 del	 perodo,	 apunta	 tambin	 al	
sentido	de	an	no,	de	todava	no,	de	un	proceso	que	an	no	ha	llegado	a	su	fin,	de	un	
pas	que	todava	debe	descubrir	quin	es,	y,	a	partir	de	all,	desarrollar	y	consolidar	una	
personalidad.	 Lo	 que	 s	 resulta	 original	 es	 que,	 a	 diferencia	 de	 los	 otros	 viajeros	
intelectuales	 del	 perodo,	 Gombrowicz	 otorga	 a	 esta	 incompletud	 un	 carcter	 positivo.	
En	 lugar	 de	 desarrollarse	 y	 alcanzar	 una	 forma	 definitiva,	 el	 potencial	 de	 Argentina	 se	
encuentra	en	permanecer	en	la	no	definicin.	Gombrowicz	propone	que	la	indefinicin	
se	 convierta	 en	 programa,	 es	 decir,	 en	 una	 definicin.	 Argentina	 vendra	 a	 encarnar	
entonces	un	momento,	el	momento	en	que	los	rgidos	lmites	de	lo	simblico	tiemblan,	
se	 vuelven	 difusos,	 en	 que	 la	 solidez	 y	 la	 certeza	 del	 sistema	 se	 confunde	 y	 cada	
identidad	duda	de	s	misma.	
Acorde	 con	 esta	 definicin,	 el	 lugar	 que	 Gombrowicz	 elige	 ocupar	 en	 Argentina	 es	
tambin	un	lugar	en	tensin,	dentro	y	fuera.		
Argentina	 puede	 ser	 concebida	 como	 un	 pas	 abyecto,	 aquel	 en	 que	 aparece	 como	 el	
	                                               321	
reflejo	 del	 propio	 yo,	 es	 decir,	 de	 Gombrowicz	 mismo.	 Identificacin	 no	 significa	 aqu	
integracin,	no	significa	la	adopcin	del	pas	como	tierra	de	acogida.	Sera	contradictorio	
que	Gombrowicz,	que	a	lo	largo	de	toda	su	obra	incita	a	desligarse	de	los	sentimientos	
nacionales	 por	 considerarlos	 una	 pesada	 carga,	 eligiera	 vincularse	 a	 Argentina	
apropindose	 de	 una	 identidad	 cultural	 en	 el	 caso	 que	 esta	 existiera,	 cosa	 que	
Gombrowicz	 niega.	 La	 posicin	 que	 Gombrowicz	 asume	 frente	 a	 su	 tierra	 natal	 
Polonia	 y	 su	 patria	 de	 adopcin	 Argentina	 lo	 convierte	 en	 un	 claro	 ejemplo	 de	 un	
escritor	 que	 elige	 cultivar	 deliberadamente	 la	 tensin,	 en	 lugar	 de	 ensayar	 formas	 de	
reconciliacin.	Gombrowicz	no	se	integra	a	los	crculos	intelectuales	argentinos	y	cultiva	
su	prolongada	estancia	en	el	pas	como	una	permanencia	casual,	un	exilio	que	brinda	sus	
frutos	 tanto	 existenciales	 como	 literarios	 solo	 si	 es	 posible	 hacer	 de	 Argentina	 una	
metfora	de	la	aterritorialidad.	
Analizando	 la	 situacin	 del	 exilio	 en	 Gombrowicz,	 Agnieszka	 Sotysik	 subraya	 este	
hecho:	el	escritor	polaco	elige	situarse	en	la	brecha	que	separa	la	cultura	adoptiva	de	la	
de	 origen.	 En	 efecto,	 Sotysik	 califica	 a	 Gombrowicz	 como	 un	 specular	 border	
intellectual,	 segn	 la	 nocin	 propuesta	 por	 Abdul	 JanMohamed.	 Este	 modelo	 de	
identidad	 intelectual	 difiere	 del	 escritor	 exiliado,	 que	 cuida	 las	 heridas	 del	 pasado,	 del	
inmigrante,	deseoso	de	abrazar	la	cultura	receptora,	y	del	syncretic	border	intellectual,	
quien	 combina	 elementos	 de	 una	 y	 otra	 cultura	 en	 nuevas	 formas	 sincrticas,	 en	 el	
hecho	 de	 que	 mantiene	 una	 postura	 crtica	 hacia	 ambas	 (o	 todas)	 las	 culturas	 que	 l	
intersecta:		
	
                Inmerso	en	diferentes	grupos	o	culturas	explica	JanMohamed	ninguna	de	
                las	 cuales	 se	 considera	 suficientemente	 productivas,	 el	 specular	 border	
                intelectual,	 ms	 que	 combinarlas	 somete	 a	 las	 culturas	 a	 un	 escrutinio	
                analtico;	 utiliza	 ese	 espacio	 intersticial	 cultural	 como	 un	 lugar	 fructfero	
                desde	 el	 cual	 definir,	 implcita	 o	 explcitamente,	 posibilidades	 utpicas,	
                comunidades	diferentes.	(JanMohamed,	citado	en	Sotysik,	1998:	247)		
	
A	 pesar	 sin	 embargo	 de	 ocupar	 un	 espacio	 intersticial,	 de	 situarse	 en	 la	 brecha	 que	
separa	 la	 cultura	 adoptiva	 de	 la	 de	 origen,	 no	 resulta	 casual	 que	 Gombrowicz	 termine	
definiendo	 a	 Argentina	 con	 los	 mismos	 rasgos	 con	 que	 se	 define	 a	 s	 mismo	 la	
indefinicin,	lo	bajo,	lo	abyecto.	Y	tampoco	es	casual	que,	mientras	identifica	claramente	
a	la	Argentina	madura	con	el	crculo	de	Victoria	Ocampo	y	con	Borges,	deje	vaco	el	
nombre	 que	 representara	 a	 esa	 otra	 Argentina	 que	 propugna	 como	 la	 verdadera.	 En	
este	vaco	el	que	dara	al	pas	la	esttica	que	le	es	propia	no	cabe	leer	otro	nombre	que	
el	de	Gombrowicz	mismo.	
	
	                                                 322	
	
	
	
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      muecas	 de	 Gombrowicz:	 modernismo,	 gnero,	 nacionalidad.	 Nueva	 York:	 SUNY	
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	                                             323	
	
	   324	
ORIENTACIONES	GTICAS	EN	LA	OBRA	DE	GOMBROWICZ	
Bertha	Gretchen	Arnstedt	
	
                                        Y	el	verbo	se	hizo	carne	Quin	agotar	toda	toda	
                                                        la	drasticidad	contenida	en	esta	frase?	
                                                                     (Gombrowicz,	2006:	204)	
	
	
Este	trabajo	se	enmarca	en	un	proyecto	de	investigacin	que	estamos	realizando	en	la	
Universidad	Nacional	del	Comahue,	Regional	Zona	Atlntica,	y	cuyo	ttulo	es	Lo	gtico	y	
sus	ramificaciones.	All,	nos	proponemos	abordar	lo	gtico,	en	primer	lugar,	desde	una	
perspectiva	terica	para	luego	ocuparnos	de	su	transposicin	al	Ro	de	la	Plata.	
Dentro	de	ese	marco,	nuestra	ponencia	se	vuelca	a	la	obra	de	Witold	Gombrowicz,	cuya	
permanencia	 de	 24	 aos	 en	 Argentina,	 desde	 1939	 a	 1963,	 lo	 ubica	 en	 medio	 de	 dos	
tradiciones	 culturales.	 Como	 autoexiliado,	 la	 tensin	 entre	 su	 cultura	 europea	 y	 una	
cultura	nueva	lo	coloca	en	una	situacin	particular	entre	los	escritores	argentinos.	Sobre	
este	 tema	 resultan	 inestimables	 los	 aportes	 de	 Silvana	 Mandolessi	 (2010)	 y	 Juan	 Jos	
Saer	 (1997).	 Si	 bien	 nuestra	 bsqueda	 est	 orientada	 en	 otra	 direccin,	 parece	
pertinente	dedicar	un	prrafo	a	este	tema	para	justificar	la	inclusin	de	Gombrowicz	en	
nuestro	 trabajo.	 Sostiene	 Mandolessi	 que	 en	 esa	 tensin	 entre	 las	 dos	 culturas,	 el	
escritor	polaco	mantiene	una	postura	crtica	frente	a	ambas.	Saer	lo	ubica	como	escritor	
argentino,	vinculndolo	a	la	literatura	de	viajes.	Resulta	til	para	los	planteos	que	luego	
desarrollamos	 tomar	 de	 los	 estudiosos	 nombrados	 la	 idea	 de	 que	 en	 la	 escritura	 de	
Gombrowicz	 el	 espacio	 aparece	 subjetivado	 y	 ligado	 a	 sus	 experiencias	 sensuales.	
Tomando	el	concepto	de	heterotopa	de	Michel	Foucault,	Mandolessi	sostiene	que	para	
este	escritor:		
	
             	 Argentina	 se	 presenta	 como	 heterotopa:	 tiene	 ()	 una	 funcin	
             compensatoria	que	permite	construir	un	lugar	real	de	manera	imaginaria,	un	
             lugar	otro,	diferente	()	que	no	es	sin	embargo	la	inversin	perfecta	del	pas	
             de	 origen	 ()	 la	 heteropa	 permite	 compensar	 la	 violencia	 del	 exilio	 sin	
             reponer	una	nueva	patria	en	su	lugar.	(Mandolessi,	2010:	11)	
	
Interesa	a	nuestra	bsqueda	el	que	la	construccin	del	espacio	en	el	Diario	se	cargue	de	
subjetividad	y	duplique,	como	en	un	espejo,	las	situaciones	narradas.	
Creemos	 que	 las	 producciones	 gombrowiczianas	 presentan	 un	 tratamiento	 personal	 e	
intenso	 del	 modo	 gtico,	 una	 impugnacin	 a	 su	 canon	 tradicional.	 Gombrowicz	
deconstruye	 y	 parodia	 el	 viejo	 modelo	 para	 reinventarlo	 en	 una	 escritura	 que	 implica	
una	bsqueda	de	la	naturaleza	del	hombre	y	su	inabarcable	misterio,	escritura	en	la	que	
	                                             325	
lo	 gtico	 se	 expresa	 en	 una	 tensin	 entre	 las	 estructuras	 culturales	 y	 lo	 oscuro	 y	
amenazante	 que	 subyace,	 con	 inusitada	 potencia,	 en	 los	 estratos	 ms	 profundos	 del	
sujeto.	
Para	 empezar,	 parece	 pertinente	 ubicar	 algunas	 brevsimas	 reflexiones	 tericas	 acerca	
de	 lo	 gtico,	 como	 introduccin	 al	 recorrido	 que	 luego	 emprendemos	 en	 un	 pequeo	
corpus	 constituido	 por	 tres	 obras	 del	 escritor	 polaco:	 Diario	argentino,	 La	seduccin	 o	
Pornografa	y	Los	hechizados.	En	este	corpus	no	seguimos	un	orden	cronolgico	relativo	
a	las	fechas	de	composicin	porque	creemos	que	as	conviene	para	demostrar	nuestras	
hiptesis.	
Siguiendo	 a	 nuestro	 asesor,	 el	 Dr.	 Jos	 Amcola	 (1998),	 que	 se	 ha	 ocupado	 largamente	
del	 gtico,	 diremos	 que	 l	 considera	 el	 gtico	 como	 un	 modo,	 dndole	 as	 al	 concepto	
una	 amplitud	 que	 nos	 permite	 ubicarlo	 en	 realizaciones	 artsticas	 producidas	 en	
diferentes	momentos	y	de	diferentes	ndoles,	performances	o	gneros.	
Cuando	 Freud,	 en	 1919,	 en	 su	 artculo	 Das	 Unheimliche,	 define	 lo	 heimlich	 y	 lo	
unheimlich,	 apunta	 a	 que	 ambos	 trminos	 denotan	 lo	 terrorfico,	 lo	 ominoso,	 que	 se	
remonta	a	lo	consabido	de	antiguo,	a	lo	familiar.	Ahora	bien,	parece	contradictorio	que	
lo	 familiar	 devenga	 terrorfico.	 Para	 entender	 esta	 contradiccin,	 es	 til	 recurrir	 a	 una	
cita	 de	 Shelling	 en	 ese	 mismo	 artculo:	 Se	 llama	 unheimlich	 a	 todo	 lo	 que	 estando	
destinado	a	permanecer	en	secreto,	en	lo	oculto	ha	salido	a	la	luz	(Freud,	1976:	224).	
Tambin	 sorprende	 la	 homologacin	 semntica	 de	 los	 dos	 trminos,	 pero	 Freud	 la	
explica	 diciendo	 que	 lo	 escondido	 y	 peligroso	 se	 desarrolla	 de	 un	 modo	 en	 que	 el	
significado	de	heimlich	(lo	familiar	y	seguro)	se	hace	ambivalente	hasta	coincidir	con	su	
opuesto	 unheimlich.	 Freud	 analiza	 lo	 ominoso	 con	 ejemplos	 tomados	 de	 la	 literatura	
gtica.	 Al	 referirse	 al	 efecto	 ominoso	 en	 el	 campo	 de	 la	 esttica	 literaria,	 lo	 vincula	 a	
vivencias	infantiles	reprimidas	en	el	inconsciente	y	cuyas	huellas,	al	ser	rozadas	por	el	
relato	gtico,	provocaran	el	sentimiento	ominoso.	
Las	 poticas	 del	 gnero	 fantstico	 aportan	 conceptos	 que	 explican	 lo	 gtico	 como	
modalidad	 de	 lo	 fantstico.	 La	 naturaleza	 de	 este	 breve	 trabajo	 no	 nos	 permite	
detenernos	 en	 todas	 esas	 poticas	 como	 las	 de	 Tzvetan	 Todorov,	 Ana	 Mara	
Barrenechea,	 Rosalva	 Campra,	 Julio	 Cortzar	 o	 Frederic	 Jameson,	 entre	 otros.	 S	 nos	
detendremos	 en	 los	 aportes	 de	 la	 terica	 inglesa	 Rosemary	 Jackson,	 quien	 en	 su	 texto	
Fantasy.	Literatura	y	subversin	(2009)	sostiene:		
	
              La	literatura	fantstica	apunta	o	sugiere	las	bases	sobre	las	cuales	descansa	
              el	orden	cultural,	dado	que	se	abre	por	un	breve	momento,	al	desorden	y	la	
              ilegalidad,	a	todo	aquello	que	reside	fuera	de	la	ley,	lo	que	est	fuera	de	los	
              sistemas	 de	 valores	 dominantes.	 Lo	 fantstico	 rastrea	 lo	 no	 dicho	 y	 lo	 no	
	                                                 326	
               visto	de	la	cultura,	lo	que	se	ha	silenciado,	se	ha	hecho	invisible,	cubierto	y	
               hecho	ausente.	(Jackson,	2009:	3)	
	
Evidentemente,	estos	conceptos	nos	ubican	en	dos	terrenos:	el	de	lo	inconsciente	y	el	de	
lo	cultural.	Jackson	tiene	una	perspectiva	psicoanaltica	y	tambin	histrico-cultural.	Ella	
sugiere	que	el	anlisis	de	la	potica	de	esta	literatura	debe	extenderse	a	la	poltica	de	las	
formas	que	la	constituyen.	
Entonces,	digamos	breve	y	provisoriamente	que	la	literatura	gtica	es,	por	una	parte,	un	
signo	 de	 resistencia	 cultural	 y,	 por	 otra,	 la	 expresin	 de	 impulsos	 inconscientes	 o	
preconscientes.	 En	 esa	 tensin,	 entre	 lo	 cultural	 y	 lo	 primario,	 se	 explica	 su	 funcin	
subversiva.	
Witold	 Gombrowicz	 llega	 a	 la	 Argentina	 en	 1939,	 tiene	 35	 aos.	 Polonia	 ha	 sido	
sometida	 por	 la	 Alemania	 nazi.	 l	 ha	 vivido	 la	 Primera	 Guerra	 y	 aunque	 no	 viene	
huyendo	de	esas	terribles	circunstancias,	la	Argentina	se	le	abre	como	un	refugio	y	una	
liberacin	 a	 la	 relacin	 entre	 artista,	 arte	 y	 nacin	 que	 dominaba	 en	 la	 cultura	 polaca	
(Mandolessi).	Quizs	por	eso	permanece	24	aos	en	este	pas.	
En	su	Diario	argentino	arranca	con	hechos	que	corresponden	al	ao	1955,	pero	despus	
vuelve	atrs	en	un	movimiento	de	avance	y	retroceso.	Esta	desestabilizacin	del	devenir	
temporal	de	la	narracin	parece	funcionar	al	servicio	de	un	in	crescendo	de	la	intensidad	
narrativa.	 En	 las	 ltimas	 pginas	 del	 texto,	 regresa	 a	 episodios	 sucedidos	 con	 mucha	
anterioridad,	que	haban	permanecido	callados	y	que	ahora	parecen	explotar.	
Al	tratarse	de	un	diario,	el	texto	est	narrado	desde	una	voz	autobiogrfica,	se	trata	de	
una	autoficcin	(el	trmino	es	de	Rgine	Robin).	El	narrador	en	primera	persona	domina	
la	mayor	parte	del	relato,	pero	hacia	el	final	se	desdobla	ese	yo	protagonista	y	aparece	
un	narrador	en	tercera	persona.	Este	desdoblamiento	le	permite	mostrar	aquello	que	se	
vena	ocultando,	como	si	la	primera	persona	no	se	animara	a	develarse	y	necesitara	de	la	
omnisciencia	 de	 ese	 narrador	 desdoblado	 para	 dar	 cuenta	 de	 lo	 ms	 reprimido.	 Hay	
pues	 una	 tensin	 entre	 el	 deseo	 de	 mostrar-mostrarse	 y	 el	 de	 recatar-recatarse.	 La	
escritura	lo	construye	y	le	permite	dar	salida	catrtica	a	la	pesada	mochila	de	lo	oculto	y	
clandestino:		
	
               Quisiera	empezar	a	construirme	un	talento	en	este	cuadernillo,	a	la	vista	de	
               todos	 ()	 Por	 qu	 a	 la	 vista	 de	 todos?	 Porque	 quiero	 dejar	 de	 ser	 para	
               ustedes	un	enigma	demasiado	fcil.	Al	introducirlos	en	las	entretelas	de	mi	
               ser,	me	obligo	a	penetrar	en	una	profundidad	an	ms	lejana.	(Gombrowicz,	
               2006:	20)	
	
Este	 abismarse	 en	 su	 profundidad	 quizs	 se	 vincula	 a	 la	 necesidad	 de	 liberarse,	
	                                               327	
liberacin	 que	 parece	 surgir	 del	 acarreo	 de	 lo	 preconsciente	 a	 lo	 consciente	 como	
sucede	en	la	experiencia	psicoanaltica.	La	narracin	de	los	hechos	es	tambin	una	forma	
de	 indagacin	 en	 la	 que	 el	 narrador	 se	 busca	 en	 un	 intento	 de	 autocomprensin	 y	
aceptacin	 que	 parte	 de	 su	 yo	 y	 que	 a	 su	 vez	 desea	 comunicar	 al	 lector.	 Dice	
Gombrowicz	en	su	Autobiografa	sucinta:		
	
            	siempre	me	he	visto	obligado	a	afirmar	mi	yo	en	mi	literatura	con	la	mayor	
            energa.	()	Sin	el	yo	la	cosa	no	funciona.	Pero	entonces,	qu	es	ese	yo?	
            ()	lo	que	sostiene	mi	yo	es	mi	voluntad	de	ser	yo	mismo.	No	s	quin	soy	
            pero	sufro	cuando	me	deforman,	eso	es	todo.	(Gombrowicz,	1972:	31)	
	
Hay	 una	 presentacin	 del	 narrador	 que	 se	 asume	 como	 un	 ser	 transgresor,	 como	 un	
outsider,	 carente	 de	 prejuicios	 y	 apasionadamente	 opositor	 a	 las	 superestructuras	
culturales	que	lo	envuelven.	Esto	motiva	una	actitud	crtica	frente	a	la	poltica,	el	arte,	la	
moral,	las	pautas	y	prejuicios	sociales	que	lo	rodean.	Es	una	actitud	consciente	y	quizs	
sublimatoria	de	una	disconformidad	mayor,	de	una	angustia	profunda	que	reside	en	su	
obsesin,	 a	 la	 que	 se	 siente	 compulsivamente	 arrojado	 y	 posteriormente	 culposo.	
Movido	 por	 el	 hambre	 de	 placer	 y	 castigado	 por	 un	 sentimiento	 de	 extraamiento,	 el	
deseo	es	sostenido	y	expulsado	por	la	narracin.	
La	obsesin	se	centra	en	su	atraccin	por	la	juventud,	o	mejor,	los	jvenes,	vistos	desde	
lo	consciente	como	salvacin	y	refugio:		
	
             Bajo	 el	 efecto	 de	 la	 guerra,	 del	 surgimiento	 de	 las	 fuerzas	 inferiores	 y	 las	
             fuerzas	regresivas	se	efectu	en	m	la	irrupcin	de	una	juventud	tarda.	Ante	
             el	desastre	me	escap	hacia	la	juventud	y	de	golpe	cerr	esa	puerta.	Siempre	
             tuve	 inclinaciones	 a	 buscar	 la	 juventud	 la	 propia	 o	 la	 ajena	 un	 refugio	
             frente	a	los	valores,	es	decir,	frente	a	la	cultura	()	la	juventud	es	un	valor	
             en	 s,	 lo	 que	 significa	 es	 destructora	 de	 todos	 los	 dems	 valores.	
             (Gombrowicz,	2006:	37)	
	
Ac	 podramos	 ver	 una	 justificacin	 consciente	 y	 racional	 de	 su	 obsesin,	 pero	 en	 la	
narracin	de	los	hechos	todo	queda	menos	claro.	Las	frecuentes	visitas	a	Retiro,	donde	
la	 vista	 y	 la	 cercana	 de	 jvenes	 marineros	 parecen	 colmar	 su	 deseo,	 se	 atan	 a	 otro	
aspecto	de	su	obsesin:	el	inters	por	el	cuerpo.	La	corporeidad	se	impone	por	encima	
de	 las	 vanas	 y	 falsas	 construcciones	 culturales.	 En	 el	 interior	 de	 quien	 narra	 se	
desarrolla	 una	 tensin	 entre	 deseo	 y	 vergenza	 o	 culpa.	 Hay	 dos	 planos	 claramente	
deslindados:	 superficie	 racional,	 consciente,	 convencional	 y	 subyacencia	 vinculada	 al	
deseo.	La	mirada	se	instala	como	forma	de	experimentar	placer	al	dirigirse	a	los	jvenes	
y	 este	 hecho	 provoca	 una	 argumentacin	 subversiva	 ante	 el	 orden	 dado.	 Sostiene	
respecto	del	cuerpo:		no	era	nada	ms	que	la	naturaleza	()	nosotros	habamos	roto	
	                                               328	
con	la	lgica	del	cuerpo	y	ramos	el	producto	de	factores	complicados	(Gombrowicz,	
2006:	 222).	 Insiste	 en	 el	 intento	 de	 que	 confluyan	 estas	 dos	 lneas,	 la	 de	 la	
racionalizacin	y	la	del	deseo.	Lo	convencional	superior	y	la	pulsin	inferior	a	veces	se	
acercan	por	obra	de	los	argumentos	conscientes,	pero	por	lo	general	se	niegan	y	anulan	
mutuamente.	 Toda	 la	 escritura	 es	 una	 bsqueda	 infructuosa	 por	 hallar	 esa	
reconciliacin.	Al	escritor,	nos	dice	el	narrador,	le	queda	la	esperanza	de	la	solucin,	la	
reconciliacin	entre	lo	bajo	y	lo	alto:		
	
             El	papel	del	literato	no	consiste,	pues,	en	solucionar	los	problemas	sino	en	
             plantearlos	 para	 que	 se	 concentre	 sobre	 ellos	 la	 atencin	 general,	 en	
             introducirlos	 entre	 los	 hombres	 all	 de	 algn	 modo	 quedarn	 resueltos.	
             (Gombrowicz,	2006:	66)		
	
Resuena	ac	el	concepto	de	Rosemary	Jackson	cuando	sostiene	que	los	textos	adscriptos	
al	 fantasy	 trabajan	 inconscientemente	 sobre	 nosotros,	 y	 agrega:	 En	 ltima	 instancia	
esto	puede	conducirnos	a	una	real	transformacin	social	(Jackson,	2009:	7).	
La	 ideologa	 del	 narrador	 est	 orientada	 a	 mediar	 en	 el	 conflicto.	 Hay	 una	
desvalorizacin	de	la	masculinidad:	hay	que	despojarse	de	la	masculinidad,	liberarse	de	
esa	compulsin	de	origen	cultural	que	une	lo	masculino	a	lo	brutal	y	que	lleva	a	que	el	
hombre	 se	 obstine	 en	 su	 monstruosidad	 de	 macho	 (Gombrowicz,	 2006:	 67).	 El	
narrador	cuenta	una	ancdota	procedente	de	su	pasado	europeo	y	no	es	arbitrario	que	
traiga	 este	 recuerdo	 atado	 a	 su	 mundo	 anterior	 que	 est	 all	 presionando,	 tironeando,	
enlazado	 a	 tempranas	 vivencias	 que	 operan	 desde	 abajo.	 La	 historia	 en	 cuestin	 es	
brutal:		
	
             Constituan	quiz	la	ms	alta	realizacin	de	esta	escuela	esos	banquetes	de	
             los	oficiales	ebrios	de	la	guardia	del	zar	donde	los	comensales	se	ataban	una	
             cuerda	 al	 miembro	 y,	 bajo	 la	 mesa,	 uno	 tiraba	 al	 otro	 de	 la	 cuerda:	 el	
             primero	en	no	resistir	y	gritar	tena	que	pagar	la	cena.	(Gombrowicz,	2006:	
             67)	
	
El	 rechazo	 a	 la	 masculinidad	 confluye	 con	 el	 rechazo	 a	 la	 vejez.	 En	 la	 medida	 que	 se	
siente	 viejo,	 este	 protagonista	 se	 siente	 un	 monstruo.	 El	 viejo	 ha	 incorporado	 esas	
pautas	 culturales	 ante	 las	 que	 l	 se	 rebela.	 La	 experiencia	 con	 los	 jvenes	 y	 el	 deseo	
hacia	 ellos	 ejercen	 una	 presin	 que	 impulsa	 a	 la	 realizacin	 del	 deseo.	 Los	 jvenes	
aparecen	 envueltos	 en	 una	 atmsfera	 de	 placer,	 naturalidad,	 alegra,	 juego.	 Al	
describirlos,	se	advierte	cierta	voluptuosidad	que	es	como	una	brecha,	una	ranura	por	la	
que	 se	 filtra	 poticamente	 el	 deseo	 contenido.	 La	 escritura	 tiene	 ac	 una	 funcin	
develadora:	 El	 verbo	 se	 hizo	 carne.	 Es	 la	 palabra	 la	 que	 constituye	 la	 forma	 de	 una	
	                                               329	
liberacin,	 la	 que	 restituye	 lo	 escamoteado	 por	 la	 cultura	 y	 quizs	 podra	 volverlo	
natural	y	aceptable.	
El	 Diario	 brinda	 al	 narrador	 la	 oportunidad	 de	 ejercer	 su	 pensamiento	 crtico	 y	
subversivo	frente	a	las	construcciones	culturales	que	atraviesan	su	contemporaneidad.	
El	 texto	 va	 desmontando	 crticamente	 posturas	 filosficas	 y	 estticas	 como	 el	
existencialismo	y	el	estructuralismo,	posturas	a	las	que	en	cierto	grado	adhiere	y	a	las	
que	expone	a	un	anlisis	orientado	a	deconstruir	y	revalorizar	segn	sus	criterios.		
Por	otra	parte,	la	crtica	se	dirige	a	construcciones	polticas,	artsticas	o	sociales.	Ubica	
en	 el	 lugar	 de	 la	 barbarie	 la	 falsedad	 de	 los	 discursos	 polticos,	 las	 frases	 hechas	 de	 la	
cultura	burguesa,	el	nazismo,	los	viejos,	y	un	largo	etctera.	El	marxismo	no	se	salva	de	
sus	 palmetazos,	 a	 partir	 de	 un	 anlisis	 en	 el	 que	 lo	 confronta	 con	 el	 cristianismo,	 para	
concluir	 que	 son	 dos	 caras	 de	 la	 misma	 moneda	 Omnijusticia	 y	 Omnipureza	
traspasadas	por	el	dogmatismo	y	alejadas	de	la	vida	misma.	Todo	esto	no	aparece	en	el	
texto	 solo	 como	 una	 disquisicin	 especulativa,	 sino	 que	 se	 enlaza	 en	 la	 trama	 de	 los	
hechos.		
En	cuanto	a	la	Argentina,	a	la	que	llama	su	patria,	hay	cierta	ambivalencia	de	atraccin	y	
rechazo.	Vista	desde	su	pasada	experiencia	en	la	Europa	de	post	y	preguerra,	encuentra	
que	 aqu	 la	 vida	 es	 blanda	 y	 fcil,	 y	 eso	 da	 lugar	 a	 cierta	 politiquera	 que	 le	 resulta	
incomprensible.	 La	 elite	 intelectual	 del	 pas,	 el	 Parnaso	 literario	 en	 el	 que	 actan	 las	
Ocampo,	 Borges	 y	 Bioy	 Casares,	 entre	 otros,	 le	 provoca	 el	 mayor	 rechazo	 por	 su	 estilo	
pseudoaristocrtico	y	por	su	dependencia	esttica	de	Pars.	Tampoco	el	capitalismo	y	el	
psicoanlisis	 se	 salvan	 de	 este	 movimiento	 deconstructivo	 que	 desenmascara	 las	
fachadas	de	la	moral	y	la	intelectualidad.	Se	van	aniquilando	as	todas	las	certezas	y	la	
grandeza	se	vuelve	pequea.	
Pero,	 a	 pesar	 de	 este	 movimiento	 exterminador,	 se	 esconde	 una	 imposibilidad,	 una	
impotencia	 que	 culmina	 en	 angustia	 y	 sentimiento	 de	 soledad.	 Este	 personaje	
protagonista,	este	Gombrowicz	ficcional	que	tanto	tiene	del	Gombrowicz	real,	esquiva	la	
vida	 en	 una	 especie	 de	 desercin,	 pero	 nunca	 sus	 fundamentos	 alcanzan	 a	 destruir	 la	
mquina,	 el	 aparato	 de	 la	 superestructura	 cultural.	 De	 ah	 la	 recurrencia	 de	 estos	
planteos	en	todas	sus	creaciones.	Siempre	queda	un	fondo	de	inseguridad	acerca	de	sus	
propias	 ideas	 y	 la	 vivencia	 de	 estar	 suelto	 en	 el	 cosmos,	 cercado	 por	 lo	 infinito,	
abismado	en	la	experiencia	de	la	muerte.	
Hacia	 el	 final	 del	 texto,	 se	 nota	 un	 movimiento	 del	 yo	 al	 nosotros	 en	 un	 intento	 de	
envolvernos	en	su	operacin	de	desguace,	de	hacernos	partcipes	a	nosotros	lectores	de	
este	 despojamiento	 de	 falsas	 certezas,	 quizs	 como	 condicin	 para	 una	 reconstruccin	
sobre	diferentes	bases.	Esta	apelacin	al	receptor	es	expresada	como	una	necesidad	de	
	                                                  330	
crear	a	su	lector	sabindose	incomprendido	por	el	estamento	intelectual	consagrado.	
Huelga	decir	que	todo	el	texto	se	expresa	en	el	modo	gtico,	ya	que	cumple	con	una	de	
las	 condiciones	 fundantes	 que	 se	 le	 atribuyen:	 Literatura	 del	 deseo	 que	 busca	 aquello	
que	se	experimenta	como	ausencia	y	prdida	(Jackson,	2009:	2).	Y	como	el	modo	gtico	
est	 siempre	 vinculado	 a	 sus	 condiciones	 de	 produccin	 histrico-culturales,	 aparecen	
ac	elementos	culturales	pertenecientes	al	tiempo	y	espacio	del	enunciado	y	elementos	
procedentes	de	la	Psicologa	profunda	que	en	ese	momento	abra	nuevas	e	importantes	
perspectivas	 para	 entender	 las	 instancias	 psquicas.	 Y	 estas	 dos	 lneas	 se	 chocan,	 se	
rechazan	o	confluyen.	La	escritura,	en	este	texto,	transita	por	experiencias	paranormales	
e	 impresiones	 de	 extraamiento	 procedentes	 de	 la	 preconsciencia:	 se	 da	 el	
desdoblamiento	en	varios	niveles	y	formas;	el	animismo,	la	irrupcin	de	lo	fantstico	en	
lo	 real,	 todo	 al	 servicio	 de	 expresar	 la	 batalla	 entre	 dos	 instancias:	 una	 superficial,	
asociada	 a	 los	 mitos	 culturales,	 y	 otra	 profunda	 y	 tortuosa	 donde	 lo	 monstruoso,	 lo	
oculto,	 pugna	 por	 aflorar	 al	 plano	 consciente,	 pugna	 por	 ser	 expresado	 para	 ser	
exorcizado	y	de	ese	modo	obtener	un	lugar	en	el	mundo.	
En	 La	 seduccin,	 Pornografa	 en	 la	 edicin	 de	 Seix	 Barral,	 nuevamente	 aparece	 la	
obsesin	 gombrowicziana	 por	 la	 juventud.	 En	 este	 caso	 envuelta	 en	 la	 trama	 de	 una	
novela.	Tambin	ac	se	produce	un	desdoblamiento:	el	narrador	en	primera	persona	se	
llama	Witold	Gombrowicz	y	es,	a	la	vez,	protagonista.	
Si	el	Diario	constituye	una	Potica	y	una	tica,	esta	novela	intenta	trazar	una	Ertica.	
La	novela	se	ubica	en	Polonia	en	el	ao	1943,	cuando	el	pas	est	en	plena	ocupacin	por	
los	alemanes	y,	por	ello,	la	invasin	y	la	resistencia	operan	en	la	trama	de	la	novela.	La	
narracin	es	presentada	como	un	racconto	por	el	narrador	protagonista.		
El	 argumento	 gira	 alrededor	 de	 la	 figura	 de	 dos	 personajes	 adultos,	 por	 momentos	
calificados	 de	 viejos,	 uno	 de	 ellos	 es	 Witold	 Gombrowicz	 y	 el	 otro,	 Fryderyk.	 Durante	
una	misa,	el	primero	descubre	algo	que	concita	en	l	una	atraccin	feroz:	la	presencia	de	
un	 muchacho	 de	 16	 aos	 y	 luego,	 aunque	 separada	 de	 l,	 la	 de	 una	 muchacha	 de	 la	
misma	edad.	Ambos	reclaman	su	mirada	y	l	imagina	una	relacin	de	pareja	entre	ellos.	
Ambos	muchachos	se	complementan,	como	si	fueran	uno	solo,	se	identifican.	Pero,	por	
otra	parte,	Fryderyk,	el	compaero	de	Witold	comparte	con	este	el	placer	de	observar	a	
los	jvenes.	Se	plantea	as	una	relacin	de	cuatro,	dos	y	dos.	La	apetencia	de	los	viejos	
los	 lleva	 a	 proyectar	 y	 luego	 conseguir	 un	 acercamiento	 sexual	 entre	 el	 muchacho	 y	 la	
muchacha	 para	 desarrollar	 un	 juego	 que	 les	 brindar	 intenso	 placer	 y	 en	 el	 que	 ellos	
parecen	 realizar	 su	 deseo	 a	 travs	 de	 la	 mirada.	 El	 narrador	 espa	 a	 su	 compaero	 y	
ambos	espan	a	los	jvenes,	nosotros	lectores	espiamos	a	los	cuatro.	La	mirada	se	ubica	
en	el	centro	de	las	relaciones.	
	                                               331	
En	 esta	 narracin,	 como	 en	 el	 Diario,	 se	 van	 alternando	 momentos	 placenteros	 y	
displacenteros.	 El	 pasaje	 de	 uno	 a	 otro	 es	 permanente	 y	 la	 escritura	 se	 hace	 cargo	 de	
esta	 discontinuidad	 abundando	 en	 los	 adversativos:	 pero,	 sin	embargo,	 no	obstante.	 Es	
como	 si	 el	 placer	 siempre	 estuviera	 amenazado	 por	 la	 frustracin,	 pero	 tambin	 se	 da	
esta	adversidad	entre	lo	que	sucede	en	un	nivel	consciente	y	cotidiano	y	lo	que	ocurre	
en	el	interior	de	los	personajes	siempre	deseantes,	confirmando	que	lo	que	parece	no	es.	
Todo	el	relato	se	desliza	en	la	duplicidad	entre	lo	convencional	y	lo	bajo,	entre	la	ley	y	la	
anarqua.	Dos	lneas	narrativas	se	suceden,	una	narra	los	hechos,	la	otra	los	interpreta	a	
la	luz	del	deseo	de	los	protagonistas	mayores.	
Cuando	 parece	 que	 el	 plan	 proyectado	 por	 los	 adultos	 se	 va	 a	 realizar,	 fracasa	 y	 todo	
vuelve	 a	 empezar,	 y	 esto	 ocurre	 varias	 veces	 en	 una	 especie	 de	 compulsin	 a	 la	
repeticin.	Los	adultos	se	enmascaran	y	simulan	frente	al	grupo	social	para	ocultar	sus	
secretas	intenciones:		
	
             	 se	 vio	 claro	 que	 el	 discurso	 solo	 serva	 para	 distraer	 la	 atencin	 del	
             discurso	 real	 que	 se	 iba	 desarrollando	 en	 silencio,	 y	 expresando	 lo	 que	 las	
             palabras	 no	 abarcaban.	 ()	 y	 l,	 sintiendo	 que	 se	 volva	 horrible,	 y	 por	 lo	
             tanto	peligroso	para	s	mismo,	haca	todos	los	posibles	por	agradar,	y	dejaba	
             fluir	 una	 conciliadora	 retrica,	 de	 espritu	 archimoral,	 archicatlico	
             (Gombrowicz,	2009:	112)		
	
Despus	 de	 la	 primera	 parte,	 la	 trama	 se	 va	 complicando	 con	 la	 presencia	 de	 nuevos	
personajes	pero	el	proyecto	de	los	dos	adultos,	aunque	por	momentos	parece	zozobrar,	
contina	 firme.	 Las	 dos	 lneas	 en	 que	 se	 estructura	 el	 relato,	 la	 de	 la	 apariencia	 y	
cotidianidad	 y	 la	 de	 las	 pulsiones	 del	 deseo,	 permanecen	 paralelas	 durante	 casi	 la	
totalidad	del	relato.	Hacia	el	final	esas	lneas	se	van	tensando,	intensificando	hasta	llegar	
a	 confluir.	 Un	 personaje,	 representante	 de	 la	 resistencia,	 presa	 de	 inusitado	 temor	
abandona	 su	 empresa.	 El	 ejrcito	 clandestino	 resuelve	 que	 debe	 ser	 asesinado,	 los	
responsables	de	llevar	a	cabo	el	hecho	son	los	hombres	de	la	casa.	Los	dos	protagonistas	
adultos,	 que	 nunca	 abandonan	 su	 proyecto,	 manipulan	 la	 situacin	 hasta	 ponerla	 al	
servicio	 del	 juego	 planeado.	 Su	 plan	 se	 cumple	 con	 xito.	 El	 narrador	 protagonista	
reflexiona:	 	 me	 di	 cuenta	 de	 que	 ambos	 (se	 refiere	 a	 la	 pareja	 de	 jvenes)	 estaban	
seguros	de	nuestra	benevolencia.	Traviesos,	discretos,	y	decididamente	asentados	en	la	
conviccin	de	que	nos	fascinaban	(Gombrowicz,	2009:	201).	Ha	ocurrido	un	suicidio	y	
dos	crmenes	en	la	narracin	externa	a	la	maquinacin	de	los	viejos,	en	el	segundo	nivel	
de	la	narracin,	correspondiente	a	la	bsqueda	de	la	realizacin	del	deseo	ha	habido	una	
serie	de	altibajos	y	complicaciones	que	culminan	satisfactoriamente.	
No	es	este	un	texto	gtico	en	el	sentido	tradicional	pero	tiene	del	gtico	el	abismarse	en	
	                                               332	
las	 profundidades	 preconscientes	 para	 develar	 pulsiones	 ocultas	 que	 la	 vergenza	 y	 la	
culpa	 confinan	 a	 la	 clandestinidad	 y	 al	 secreto.	 La	 presencia	 recurrente	 al	 doble,	
constituyente	 privilegiado	 del	 modo	 gtico,	 atraviesa	 el	 relato:	 dobles	 los	 personajes	
que	 a	 su	 vez	 se	 desdoblan	 y	 dobles	 las	 lneas	 del	 relato	 que	 se	 apartan,	 se	 acercan	 o	
confluyen.	Desde	una	perspectiva	pragmtica,	el	efecto	es	tambin	adscribible	al	gtico	
porque	desestabiliza	e	inquieta	al	lector	al	ponerlo	frente	a	vivencias	que	pertenecen	al	
terreno	de	lo	pulsional	y	de	lo	reprimido	por	las	construcciones	culturales	que	operan	
dentro	del	hombre.	
Finalmente,	 algunas	 consideraciones	 acerca	 de	 Los	 hechizados,	 novela	 folletinesca	
escrita	en	Polonia	en	1939.	
En	esta	novela	temprana	de	Gombrowicz	aparecen	ya	los	temas	recurrentes	de	su	obra:	
el	 componente	 autobiogrfico,	 la	 sexualidad	 heterodoxa	 y	 pulsional,	 el	 anlisis	
sociolgico	 crtico	 orientado	 a	 desvalorizar	 la	 cultura,	 el	 yo	 que	 busca	 una	 forma	 de	
expresarse	a	s	mismo	desde	lo	ms	oculto	y	oscuro	de	la	personalidad.	Todo	esto	en	una	
narracin	que	constituye	una	novela	gtica	con	todos	sus	ingredientes.	
La	 presencia	 de	 los	 elementos	 gticos	 se	 constituye	 como	 recursos	 que	 envuelven	 esa	
genuina	necesidad	de	catarsis,	de	expresin	liberadora.	
Un	 mal	 inefable	 y	 amenazante	 envuelve	 el	 relato.	 El	 tema	 del	 desdoblamiento	 y	 la	
identificacin	 entre	 personajes	 vuelve	 a	 aparecer.	 La	 identificacin	 es	 fuente	 de	 terror	
porque	implica	la	posibilidad	de	que	el	otro	aparezca	dentro	de	uno	mismo.	El	castillo	
con	sus	subterrneos,	laberintos	y	un	cuarto	hechizado	duplica	y	es	metfora	de	lo	que	
pasa	 en	 el	 interior	 de	 los	 personajes	 donde	 se	 esconde	 ese	 otro	 yo	 con	 el	 que	 se	
establece	una	lucha	encarnizada.	Los	personajes	se	mueven	en	una	atmsfera	misteriosa	
y	amenazante,	los	hechos	se	suceden	en	una	estructuracin	secuencial	que	mantiene	el	
suspense,	 todo	 hbilmente	 manejado	 por	 el	 narrador.	 La	 tensin	 crece	 a	 lo	 largo	 del	
relato,	en	el	que	personajes	y	lectores	acceden	en	pequeas	dosis	a	informaciones	que	
pueden	 develar	 el	 misterio.	 Como	 en	 los	 anteriores	 relatos,	 se	 da	 la	 alternancia	 entre	
pasajes	que	denotan	seguridad	y	remansamiento	de	la	accin	y	otros	destinados	a	crear	
inquietud	 y	 suscitar	 terror.	 Como	 novela	 nacida	 para	 el	 folletn,	 adems	 de	 un	 ritmo	
febril,	 Los	 hechizados	 tiene	 mucho	 de	 melodrama	 y	 de	 truculencias	 propias	 de	 la	
comedia	larmoyante.	Y	atrs	de	esos	excesos	se	lee	la	intencin	pardica	del	escritor.	
Todo	 el	 relato	 enmarca	 una	 extraa	 relacin	 de	 amor	 entre	 Maja	 y	 Walzack-Lesczuk.	
Ambos	 son	 vistos	 como	 idnticos,	 incluso	 por	 ellos.	 Y	 esa	 identificacin	 produce	
vergenza,	 por	 lo	 que	 sugiere	 que	 algo	 del	 orden	 de	 lo	 prohibido	 se	 esconde	 tras	 ese	
parecido.	El	amor	ms	que	unirlos,	los	separa	e	inspira	mutuo	rechazo	y	desconfianza,	
provocando	 peleas	 que	 llegan	 hasta	 la	 lucha	 cuerpo	 a	 cuerpo,	 y	 esto,	 alternando	 con	
	                                                333	
momentos	 de	 encuentro.	 En	 esa	 lucha,	 se	 descubren	 a	 s	 mismos	 en	 su	 naturaleza	
destructiva.	
Hacia	 el	 final	 de	 la	 novela,	 los	 conflictos	 se	 intensifican	 y	 complican.	 La	 presencia	 del	
misterio,	el	hechizo	y	el	mal	amenazan	a	los	personajes.	Pero	la	inesperada	llegada	de	un	
nuevo	personaje,	el	vidente,	como	un	Deus	ex	machina,	con	su	sabidura,	sentido	comn	
y	 una	 sesin	 de	 espiritismo,	 logra	 desatar	 los	 nudos	 y	 aclarar	 los	 misterios.	 Se	
reestablece	 el	 orden.	 Los	 malos	 no	 son	 tan	 malos,	 no	 han	 cometido	 los	 crmenes	 que	
parecan	haber	cometido.	Todo	el	terror	se	disipa.	Los	misterios	se	resuelven	sin	apelar	
a	 la	 presencia	 de	 lo	 sobrenatural.	 Los	 protagonistas	 se	 sienten	 arrepentidos	 de	 sus	
pequeas	transgresiones.	El	desenlace	es	casi	didctico:	la	explicacin	del	mal	apela	a	la	
psicopatologa,	 o	 sea,	 a	 la	 ciencia	 y	 a	 la	 moral	 convencional.	 Estamos	 ac	 frente	 a	 una	
desrealizacin	del	gtico	tradicional,	una	impugnacin	al	misterio	y	a	la	presencia	de	lo	
sobrenatural.		
Evidentemente,	el	texto	gtico	est	al	servicio	de	una	parodia,	pero	los	planteos	sociales	
seguirn	 apareciendo	 en	 las	 obras	 posteriores	 de	 Gombrowicz	 centrndose	 en	 la	
inautenticidad	de	las	clases	aristocrticas,	en	la	sinceridad	y	sana	sencillez	de	las	clases	
bajas.	
Para	cerrar,	digamos	que	la	escritura	de	Gombrowicz	rebasa	el	gtico,	aunque	modalice	
sus	obras	sirvindose	de	sus	componentes	y	procedimientos.	Su	original	tratamiento	de	
la	 tradicin	 gtica	 se	 pone	 al	 servicio	 de	 indagar	 la	 naturaleza	 del	 hombre,	 pero,	 de	
todos	 modos,	 mantiene	 su	 original	 espritu	 surgido	 en	 el	 siglo	 XVIII	 en	 oposicin	 al	
racionalismo	y	la	ilustracin,	ya	que	mantiene	su	fuerza	y	naturaleza	subversivas.	
Gombrowicz	es	ms	gtico	cuando	no	lo	es.	En	su	Diario	y	en	La	seduccin	se	acerca	al	
modo	gtico	con	una	profundidad	que	impugna	el	canon	tradicional	que	aparece	en	Los	
hechizados.	En	esta	novela,	los	componentes	gticos	se	instalan	como	la	parodia	de	un	
gnero	en	decadencia.	En	los	dos	primeros	textos	analizados,	el	modo	gtico	se	renueva	
y	 reinventa	 dando	 cuenta	 de	 la	 lucha	 entre	 el	 deseo	 y	 la	 represin,	 entre	 formas	
culturales	y	naturaleza.	Volviendo	a	conceptos	de	Rosemary	Jackson,	podemos	decir	que	
el	fantasy	(dentro	del	cual	ella	incluye	el	gtico)	produce	diferentes	tipos	de	ficciones	en	
distintos	 momentos	 y	 situaciones	 histricas,	 es	 como	 una	 lengua	 de	 la	 que	 derivan	
varias	hablas.		
	
	
Bibliografa		
	
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GOMBROWICZ	Y	LA	RELIGIN	O	UN	ATEO	EN	EL	MONTE	CALVARIO	
ukasz	Tischner		
Traduccin:	Carolina	Quintana	
	
	
En	 mi	 ponencia,	 basada	 en	 mi	 ltimo	 libro	 (El	 silencio	 de	 Gombrowicz	 sobre	 Dios),	 me	
gustara	 demostrar	 la	 esencia	 de	 la	 singularidad	 de	 Gombrowicz,	 as	 como	 tambin	 la	
paradoja	 de	 su	 actitud	 con	 respecto	 a	 la	 religin.	El	 tema	 nos	 interesa,	 en	 tanto	 que	 el	
escritor	a	menudo	lo	ignoraba,	aunque	fue	crucial	para	su	visin	del	mundo.	
No	 hay	 duda	 de	 que	 Gombrowicz	 se	 consideraba	 a	 s	 mismo	 un	 ateo,	 y	 que	 tena	 una	
actitud	 condescendiente	 hacia	 el	 catolicismo,	 en	 particular	 hacia	 el	 catolicismo	
tradicional	 y	 ritual.	 Sin	 embargo	 es	 significativo	 que	 tambin	 haya	 criticado	 al	
secularismo	demasiado	unidimensional	y	al	atesmo	militante.	
	
	
Algunas	paradojas	
	
Para	 destacar	 la	 ambigedad	 del	 enfoque	 de	 Gombrowicz	 con	 respecto	 a	 la	 religin,	
comparemos	 algunas	 citas.	 Primero,	 recordemos	 una	 cita	 de	 Testamento,	 que	 se	
considera	la	prueba	suprema	de	su	indiferencia	hacia	la	religin:	
	
              Separarse	de	Dios	es	un	asunto	de	gravedad	importante,	pues	abre	tu	mente	
              al	mundo	entero.	Me	ocurri	de	manera	gradual,	imperceptiblemente,	no	lo	
              s,	 solo	 sucedi	 que	 cuando	 tena	 catorce	 o	 quince	 aos	 de	 edad	 dej	 de	
              preocuparme	por	Dios.	Pero	quizs	tampoco	me	haba	preocupado	antes,	de	
              todas	formas.	(W.	Gombrowicz,	1973:	s/p)	
	
Y	ahora,	dos	fragmentos	de	cartas	de	Gombrowicz	a	su	hermana	mayor,	Irena,114	que	era	
una	catlica	profundamente	devota:	
	
              El	 catolicismo	 no	 puede	 dividirnos.	 Yo	 mismo	 no	 estoy	 tan	 lejos	 de	 esos	
              asuntos,	 y,	 adems,	 creo	 que	 ests	 en	 lo	 correcto	 al	 ser	 catlica,	 y	 cuanto	
              ms	profundamente	te	conviertes	en	una,	mejor.	Y	aqu	estoy	pensando	en	
              tu	 propiedad	 subjetiva,	 la	 lgica	 interna	 de	 tu	 existencia,	 tu	 significado	
              bsico.	 Hasta	 podra	 decirte	 que	 cuando	 pienso	 en	 tu	 vida	 y	 en	 tu	
              personalidad,	 cmo	 se	 han	 desarrollado,	 yo	 mismo	 me	 dejo	 llevar	 hacia	
114 	Irena	
          era	 matemtica.	 Gombrowicz	 admiraba	 su	 mente	 brillante	 y	 su	 honestidad	 de	
pensamiento.	 Ella	 era	 su	 confidente	 ms	 cercana.	 Desgraciadamente,	 ella	 orden	 que	 las	 cartas	
de	su	hermano	fueran	destruidas,	y	solo	unas	pocas	sobrevivieron.	
	                                                 336	
             categoras	de	fe,	y	esto	sucede	porque	reconozco	la	necesidad	que	la	fe	crea,	
             la	necesidad	que	es	su	base,	su	raz.	(W.	Gombrowicz,	2004:	120)	
	
Y:	
	
             Reconozco	 todos	 los	 tipos	 de	 fe,	 hasta	 el	 fanatismo,	 y	 siento	 que	 puedo	
             alcanzar	 una	 comprensin	 con	 un	 Claudel	 o	 un	 Leon	 Bloy,	 esto	 es,	 que	
             podemos	 coexistir.	 Esta	 aventura	 terrenal	 nuestra	 es	 tan	
             sorprendentemente	fantstica	que	todas	las	soluciones	son	posibles,	y	solo	
             aquellos	 que	 carecen	 de	 imaginacin	 o	 inteligencia	 podran	 sentirse	
             satisfechos	con	el	racionalizar	cosas	()	Te	felicito	sinceramente	por	tu	fe,	
             y	 te	 aconsejo	 preservarla	 y	 nutrirla	 con	 el	 mayor	 fervor,	 porque	 sta	
             tambin	 es	 una	 fe	 en	 una	 ley	 humana	 (espiritual),	 y	 en	 su	 superioridad	
             sobre	 la	 ley	 de	 la	 naturaleza.	 Esta	 es	 tambin	 tu	 superioridad	 sobre	 la	
             mediocridad	vaca	y	trivial.	(2004:	214)	
	
Por	 supuesto,	 las	 cartas	 de	 Gombrowicz	 a	 su	 hermana	 no	 son	 una	 prueba	 de	 su	
catolicismo	 secreto,	 pero	 contrastan	 con	 la	 declaracin	 oculta	 de	 Testamento	 y,	
claramente,	Gombrowicz	no	haba	dejado	de	estar	preocupado	por	Dios.	
La	mejor	percepcin	de	lo	que	Gombrowicz	pensaba	sobre	s	mismo	y	sobre	el	mundo	se	
encuentra	 en	 su	 Diario,	 aunque	 con	 el	 tiempo	 su	 aspecto	 de	 autocreacin	 se	 fue	
transformando	 en	 algo	 intolerable	 para	 el	 escritor.	 Sus	 fragmentos	 ms	 confidenciales	
provienen	 de	 su	 perodo	 en	 la	 Argentina.	 Leamos	 su	 Diario	 para	 ver	 cmo	 las	
declaraciones	religiosas	y	ateas	de	Gombrowicz	aplican	a	su	vida	diaria.	
Resulta	 que	 dos	 fragmentos	 tienen	 que	 ver	 con	 las	 celebraciones	 cristianas	 ms	
importantes.	El	primero	es	una	entrada	del	primer	volumen	del	Diario	(captulo	XVIII),	
de	 la	 nochebuena	 de	 1955	 (cfr.	 R.	 Gombrowicz,	 2004:	 174)	 que	 pas	 en	 Mar	 del	 Plata,	
cuando	 Gombrowicz,	 al	 igual	 que	 Prspero	 o	 Jess	 en	 el	 Mar	 de	 Galilea,	 pudo	 parar	 la	
poderosa	 tormenta.	 El	 segundo	 fragmento,	 menos	 analizado,	 pero	 quizs	 ms	
importante	para	las	preguntas	religiosas	del	escritor,	fue	probablemente	escrito	junto	al	
misterio	 de	 la	 Semana	 Santa.	 Aqu	 tengo	 presente	 la	 entrada	 del	 segundo	 volumen	 del	
Diario	relacionada	con	el	viaje	al	Monte	Calvario	en	Tandil.	Gracias	a	la	publicacin	del	
diario	secreto,	Kronos,	se	demostr	que	Gombrowicz	escribi	esto	en	1957,	despus	de	
su	estada	en	Tandil	durante	el	mes	de	octubre	(W.	Gombrowicz,	2013:	217-218),	pero	
puso	esta	entrada	en	1958,	fusionndola	(o	confundindola	intencionalmente?)	con	su	
tercer	viaje	a	Tandil,	del	12	de	febrero	al	21	de	abril	de	1958;	el	domingo	de	Pascua	fue	
el	 6	 de	 abril	 (cfr.	 R.	 Gombrowicz,	 2004:	 175).	 Las	 entradas	 que	 describen	 el	 viaje	
pertenecen	 al	 viernes,	 al	 sbado	 y	 al	 domingo.	 Todos	 sus	 comentarios	 pareceran	
demostrar	 que	 el	 escritor	 percibi	 estos	 tres	 das,	 cuando	 escribi	 sus	 comentarios	
sobre	 la	 cruz	 del	 Monte	 Calvario,	 como	 un	 intento	 personal	 de	 lidiar	 con	 el	 Misterio	
	                                              337	
Pascual.	
Para	que	mi	argumento	sea	ms	conciso,	dejar	de	lado	el	relato	de	Gombrowicz	sobre	la	
Navidad	de	1955	y	me	enfocar	en	el	relato	acerca	del	Monte	Calvario.	
	
	
Subiendo	al	Glgota	
	
El	 viaje	 al	 Monte	 Calvario	 en	 Tandil	 sucedi	 en	 un	 momento	 en	 el	 que	 la	 salud	 del	
escritor	 haba	 comenzado	 a	 flaquear	 mucho,	 y	 empez	 a	 pensar	 obsesivamente	 en	 el	
dolor	(algunos	meses	ms	tarde	mencion:	El	dolor	se	convierte	para	m	en	el	punto	de	
partida	 de	 la	 existencia,	 la	 experiencia	 esencial	 a	 partir	 de	 la	 cual	 todo	 se	 inicia,	 y	 a	 la	
cual	todo	tiende)	(W.	Gombrowicz,	1989:	28).	Los	pensamientos	de	dolor	y	sufrimiento	
se	unen	en	la	contemplacin	de	Dios	y	de	la	naturaleza:	
	
              Privado	 de	 Dios,	 estoy	 ms	 cerca	 o	 ms	 lejos	 de	 la	 naturaleza	 como	
              resultado	 de	 ello?	 Respuesta:	 estoy	 ms	 lejos.	 Y	 esta	 oposicin	 entre	 la	
              naturaleza	y	yo	se	convierte,	sin	l,	en	algo	imposible	de	solucionar,	aqu	no	
              hay	apelacin	a	un	alto	tribunal.	
              Pero	 aun	 si	 creyera	 en	 Dios,	 la	 visin	 catlica	 de	 la	 naturaleza	 sera	
              imposible	para	m,	en	contradiccin	con	toda	mi	conciencia,	contradiciendo	
              mi	sensibilidad,	y	esto	como	resultado	del	problema	del	dolor.	El	catolicismo	
              ha	 tratado	 a	 toda	 la	 creacin	 con	 desdn,	 exceptuando	 al	 ser	 humano.	 Es	
              difcil	imaginar	una	indiferencia	ms	olmpica	a	su	dolor,	el	suyo,	el	dolor	
              de	las	plantas	o	de	los	animales.	El	dolor	del	hombre	tiene	libre	albedro,	y,	
              por	 lo	 tanto,	 es	 castigo	 para	 los	 pecados,	 y	 su	 vida	 futura	 lo	 resarcir	 con	
              justicia	por	las	injusticias	de	su	mundo.	Pero	el	caballo?	El	gusano?	()	Su	
              sufrimiento	est	privado	de	justicia,	solo	los	hechos	abrindose	con	absoluta	
              desesperanza.	(1989:	26)	
	
Gombrowicz	 est	 cada	 vez	 ms	 atormentado	 por	 el	 pensamiento	 de	 dolor	 diablico,	
sufrimiento	sin	sentido	como	el	verdadero	eje	del	cosmos.	Si	no	fuera	por	su	falta	de	fe,	
podramos	 llamarlo	 maniqueo.	 Describe	 su	 viaje	 a	 Tandil	 como	 tedioso,	 pero	
sorprendente.	 Hay	 una	 intensificacin	 del	 principio	 mgico	 que	 se	 verbaliza	 poco	
despus	de	que	abandona	esta	ciudad	provinciana:	
	
              Hace	 mucho	 tiempo	 que	 noto	 una	 cierta	 lgica	 en	 la	 acumulacin	 de	
              argumentos.	 Si	 un	 determinado	 pensamiento	 se	 vuelve	 dominante,	 los	
              hechos	 externos	 que	 lo	 fortalecen	 comienzan	 a	 multiplicarse,	 entonces	
              pareciera	 que	 una	 realidad	 externa	 comenzara	 a	 cooperar	 con	 la	 realidad	
              interna.	(1989:	76)	
	
Enfrentando	el	cosmos	maliciosamente	eterno,	Gombrowicz	desea	el	autocontrol:	
	                                                   338	
	
             Deseo	encerrarme	en	mi	crculo	y	no	llegar	ms	lejos	de	lo	que	me	permite	
             mi	vista.	Destrozar	esa	maldita	universalidad	que	me	ata	ms	que	la	ms	
             estrecha	de	las	crceles	y	salir	a	la	libertad	de	lo	limitado.	(1989:	66)	
	
Del	 caos	 de	 hechos	 surge	 una	 disputa	 sobre	 la	 relacin	 con	 el	 principio	 del	 dolor.	 Sus	
participantes	 son	 un	 marxista	 y	 un	 catlico.	 Es	 en	 este	 contexto	 que	 encontramos	
entradas	diarias	sobre	el	viaje	al	Monte	Calvario.	Como	he	mencionado,	hablan	sobre	los	
tres	das	del	fin	de	semana	de	Pascua,	que	seguramente	evocan	el	simbolismo	cristiano	
de	la	Pasin.	
Estas	 entradas	 son	 precedidas	 directamente	 por	 la	 entrada	 del	 mircoles,	 que	 quiere	
sealizar	la	prxima	epifana	(Media	luz,	cortinas,	oscuridad,	humo,	timidez,	como	en	la	
iglesia,	 como	 ante	 el	 altar	 de	 un	 misterio	 creciente)	 (1989:	 70)	 y	 por	 la	 entrada	 del	
Jueves	Santo,	que	habla	de	la	santidad	en	nuestra	preponderancia	ms	comn.	Vale	la	
pena	citar	de	forma	completa	la	entrada	del	viernes:	
	
             No	soy	el	primero	en	buscar	lo	divino	en	lo	que	no	puedo	soportar	porque	
             no	puedo	soportarlo	
             En	 una	 de	 las	 colinas,	 al	 fondo	 de	 la	 avenida	 Espaa,	 se	 levanta	 una	 cruz	
             enorme,	que	domina	la	ciudad,	y	por	esta	razn	se	convierte	en	una	especie	
             de	liturgia	que	se	vuelve	perezosa,	holgazaneando	burlonamente,	descarada	
             Mediocridad,	satisfecha	consigo	misma	y	riendo	con	su	mano	sobre	la	boca	
             algo	 parecido	 a	 la	 parodia	 y	 la	 basura,	 un	 misterio	 bajo	 y	 tonto,	 pero	 no	
             menos	santo	(a	su	modo)	que	su	versin	ms	elevada.	(1989:	71)	
	
El	 comienzo	 es	 intrigante.	 Lo	 Divino	 es	 lo	 que	 no	 se	 puede	 soportar.	 Esta	 explicacin	
deja	en	claro	que	concierne	a	lo	que	es	bajo	en	el	sentido	literal,	a	saber,	lo	que	es	barato	
y	vulgar.	El	contraste	entre	la	cruz	y	la	ciudad	evoca	la	diferencia	que	hay	entre	lo	que	no	
puede	soportarse	por	ser	absoluto,	y	lo	que	no	puede	soportarse	por	ser	mediocre.	
Supuestamente,	la	caminata	fue	el	sbado,	en	compaa	de	un	marxista	local:115	
	
             Corts	 y	 yo	 caminamos	 por	 el	 sendero.	 Los	 grupos	 esculpidos	 en	 mrmol	
             ofrecen	 el	 relato	 del	 Glgota,	 toda	 la	 ladera	 est	 dedicada	 al	 Glgota	 y	 se	
             llama	Calvario.	Cristo	cayendo	bajo	el	peso	de	la	cruz,	Cristo	azotado,	Cristo	
             y	Vernica	toda	la	sepultura	est	llena	de	ese	cuerpo	atormentado.	(1989:	
             71)	
	
Sin	perturbarse	por	la	visin	de	las	Estaciones	de	la	Cruz,	Corts	comienza	a	elogiar	una	
115 Debemos aclarar que Corts es un seudnimo. El nombre real del tandilense de izquierda era
Juan	 Antonio	 Salceda.	 Podemos	 dudar	 sobre	 si	 Gombrowicz	 camin	 verdaderamente	 con	 l	 al	
Calvario.	 Es	 ms	 probable	 que	 solo	 haya	 imaginado	 su	 caminata,	 para	 poder	 forcejear	
intelectualmente	con	el	universalismo	marxista	y	cristiano.	
	                                                339	
santidad	 diferente,	 en	 las	 palabras	 de	 Gombrowicz.	 Habla	 de	 la	 lucha	 del	 comunismo	
para	humanizar	el	mundo,	que	es,	en	esencia,	hostil	hacia	el	hombre.	Agrega	que,	aunque	
la	lucha	fuera	en	vano,	sera	la	nica	garanta	para	la	dignidad	humana.	Observando	la	
cruz	que	se	eleva	sobre	l,	el	narrador	escribe	que	este	Dios	y	este	ateo	estn	diciendo	
exactamente	 la	 misma	 cosa	 (1989:	 72).	 Las	 partes	 ms	 convincentes	 tienen	 que	 ver	
con	la	tortura	de	Jess:	
	
              De	 mala	 gana	 evoco	 la	 completa	 rigidez	 de	 la	 madera	 del	 crucifijo,	 que	 es	
              incapaz	 de	 ceder	 ante	 la	 carne	 retorcida	 ni	 por	 un	 milmetro,	 y	 no	 puede	
              horrorizarse	 ante	 el	 sufrimiento,	 aunque	 ste	 exceda	 todos	 los	 lmites	 y	 se	
              convierta	en	algo	imposible,	este	jueguito	entre	la	indiferencia	absoluta	de	la	
              madera	 torturante	 y	 la	 presin	 sin	 lmites	 del	 cuerpo,	 este	 desencuentro	
              mutuo	 y	 eterno	 entre	 la	 madera	 y	 el	 cuerpo	 me	 demuestra,	 casi	 de	 un	
              destello,	la	abyeccin	de	nuestro	dilema:	el	mundo	comienza	en	el	cuerpo	y	
              en	la	cruz.	(1989:	72)	
	
Esta	triste	conclusin	comunica	ansiedad	ante	la	Idea	universal	y	despierta	nuevamente	
un	deseo	de	retirarse,	esta	vez	a	la	ciudad	ms	abajo:	Ah,	escapar	de	este	lugar	alto	a	
aquel,	 ms	 bajo!	 Me	 falta	 el	 oxgeno	 aqu	 en	 la	 cumbre,	 entre	 Corts	 y	 la	 cruz	 (1989:	
72).	 De	 este	 modo,	 habiendo	 cado	 en	 la	 trampa	 del	 dolor,	 tiene	 una	 visin	 de	 una	
nueva	 religin:	 Sbitamente	 me	 doy	 cuenta	 de	 que	 alguien	 ha	 escrito	 en	 la	 pierna	
izquierda	 de	 Cristo:	 Delia	 y	 Quique,	 verano	 1957	 (1989:	 72).	 Esta	 inscripcin	 casual,	
probablemente	 conmemorando	 la	 primera	 cita	 de	 Delia	 y	 Quique,	 es	 una	 epifana	 del	
cuerpo	 joven,	 que	 no	 ha	 sufrido	 las	 torturas	 de	 Jess	 y	 de	 Corts,	 y	 que	 es,	 a	 la	 vez,	
inferior:	barato	e	inocente.	El	aspecto	sacro	de	esta	seal	se	indica	con	las	palabras	de	
la	 entrada	 del	 mircoles,	 que	 se	 repiten,	 coronando	 los	 pensamientos	 del	 sbado:	
oscuridad,	velo,	humo.	
La	 entrada	 del	 domingo	 lleva	 la	 marca	 de	 la	 nueva	 religin,	 aunque	 es	 difcil	
considerarla	 clara	 y	 exhaustiva.	 Gombrowicz	 contina	 su	 conversacin	 con	 Corts	 y	 el	
universalismo	 ateo,	 sosteniendo	 que	 todos	 los	 das	 se	 crean	 dioses	 y	 semidioses	 entre	
las	 personas,	 que	 desmienten	 las	 utopas	 de	 igualdad.	 Por	 qu	 dioses	 o	 semidioses?	
Porque	crean	su	principio	inamovible	de	Inferioridad	y	Superioridad,	como	una	Fuerza	
predominante,	sin	la	cual	la	humanidad	sera	informe.	El	narrador	suspira:	
	
              Oh,	si	consiguiera	por	fin,	personalmente,	ahuecar	el	ala,	escapar	a	la	Idea,	
              establecerme	para	siempre	en	esa	otra	iglesia,	hecha	de	hombres!	Si	pudiera	
              imponerme	 el	 reconocimiento	 de	 semejante	 divinidad	 y	 no	 preocuparme	
              ms	por	los	absolutos,	sino	sentir	por	encima	de	m,	no	muy	alto,	apenas	un	
              metro	por	encima	de	mi	cabeza,	ese	juego	de	fuerzas	creativas	engendradas	
              por	nosotros	como	el	nico	Olimpo	accesible	y	adorarlo	()	Y	sin	embargo	
              nunca	he	logrado	postrarme;	siempre,	entre	el	Dios	interhumano	y	yo	surga	
	                                                 340	
             algo	 grotesco	 en	 lugar	 de	 una	 oracin	 Lstima!	 Porque	 solo	 l,	 un	
             semidis	 as,	 nacido	 de	 los	 hombres,	 superior	 a	 m,	 aunque	 solo	 por	 una	
             pulgada,	como	el	primer	estadio	de	una	iniciacin,	tan	imperfecto,	un	Dios,	
             en	 una	 palabra,	 a	 la	 medida	 de	 mi	 limitacin,	 podra	 sacarme	 del	 maldito	
             universalismo	 que	 me	 supera,	 y	 devolverme	 a	 lo	 concreto	 y	 salvador.	 Ah,	
             encontrar	mis	lmites!	Limitarme!	Tener	un	Dios	limitado!	
             Lo	 escribo	 con	 amargura,	 porque	 no	 creo	 que	 alguna	 vez	 se	 produzca	 en	
             m	 ese	 salto	 a	 la	 limitacin.	 El	 cosmos	 continuar	 absorbindome.	 (1989:	
             74-75)	
	
Pareciera	que	esta	larga	cita	concluye	las	reflexiones	de	Pascua	sobre	Dios	y	la	divinidad.	
Como	tres	aos	atrs	en	Mar	del	Plata	la	confrontacin	con	lo	definitivo	termina	en	una	
retirada.	 Qu	 causa	 la	 huida,	 no	 solo	 del	 Dios	 absoluto,	 pero	 tambin	 del	 Dios	
interhumano?	 El	 escepticismo	 sobrio,	 sobre	 todo,	 que	 prohbe	 la	 idolatra	 de	 la	 idea	 o	
del	 hombre	 abstractos.	 Pero	 tambin	 una	 ansiedad	 supersticiosa	 ante	 la	 fuerza	
predominante	que	divide	al	mundo	en	inferior	y	superior.	La	fuerza	del	impulso	natural,	
que	tiene	el	sello	de	la	maldad.	
Pero	 adnde	 busca	 huir	 Gombrowicz?	 Como	 en	 la	 nochebuena	 mencionada	
anteriormente,	 hacia	 la	 inmadurez	 (Delia	 y	 Quique),	 que	 promete	 trascender	 la	 letal	
dicotoma	Limitada/Sin	lmites,	y	restaurar	la	inocencia	del	devenir	(Nietzsche).	Pero	
puede	 un	 adulto,	 cargado	 con	 el	 recuerdo	 de	 la	 perversidad	 del	 dolor,	 alcanzar	 este	
estado?	 Puede	 cegarse	 ante	 la	 dimensin	 de	 la	 existencia,	 que	 es	 la	 Pasin?	 No,	 la	
repeticin	de	inmadurez	es	un	proyecto	imposible,	tan	impracticable	como	devolverle	
a	Molly	su	virginidad	en	El	casamiento.	
	
	
Conclusin	
	
Como	podemos	ver,	Gombrowicz	no	dice	nada	sobre	Dios,	aunque	imaginar	una	fuerza	
todopoderosa	escondida	controlndolo	y	controlando	al	mundo	le	provoca	ansiedad.	No	
dice	nada	sobre	algo	que	lo	aflige	y	lo	oprime,	pero	su	silencio	es	una	forma	de	controlar,	
de	investigar	la	causa	misma.	Podramos	decir	que	esta	clase	de	silencio	es	dejar	cosas	
sin	 decir,	 aunque	 nunca	 hallamos	 rastros	 de	 seguridad	 de	 que	 un	 poder	 dictatorial	
dominante	 realmente	 exista.	 Podemos	 asumir	 que	 su	 existencia	 es	 meramente	 una	
hiptesis,	y	buscar	sus	orgenes	en	el	inconsciente,	permitindonos	aprehender	la	idea	
de	un	poder	omnipotente	en	trminos	freudianos,	como	una	ilusin	(o	un	engao),	un	
producto	 de	 una	 neurosis	 de	 la	 niez.	 Sin	 embargo,	 Gombrowicz	 no	 aceptar	 este	
concepto	 reduccionista.	 En	 la	 idea	 de	 Dios	 sobre	 la	 que	 reflexiona	 no	 hay	 una	
genealoga	abiertamente	neurtica.	El	cosmos	lo	aterra	y	lo	absorbe	incesantemente.	
	                                              341	
Yo	sugerira	que	Gombrowicz	es	ms	agnstico	que	ateo.	Por	supuesto,	no	parece	creer	
en	un	Dios	trascendental	y	benevolente,	pero	est	abierto	a	esta	parte	de	la	experiencia	
religiosa	 que	 Rudolf	 Otto	 llam	 mysterium	 tremendum.	 El	 miedo	 y	 el	 temblor	 de	
Gombrowicz	nos	dan	una	idea	de	su	sensibilidad	religiosa	maniquea.	
	
	
Bibliografa	
	
Gombrowicz,	Rita	(2004).	Gombrowicz	en	Argentina.	Cracovia:	Wydawnictwo	Literackie.	
Gombrowicz,	Witold	(1973).	Testamento.	Londres:	Calder	and	Boyards.	
-----	(1989).	Diario.	Volumen	II:	1957-1962.	Evanston:	Northwestern	University	Press.	
-----	(2004).	Cartas	a	la	familia.	Cracovia:	J.	Margaski.	
-----	(2013).	Kronos.	Cracovia:	Wydawnictwo	Literackie.	
	                                             342	
	
GOMBROWICZ	 EN	 EL	 ESCENARIO	 ARGENTINO:	 IRREVERENCIA,	 ESCNDALO	 Y	
OPCIN	POR	LA	JUVENTUD	Y	POR	LA	POTICA	DE	LA	INMADUREZ	
Cristian	Cardozo	
	
	
Antecedentes	
	
El	 llamado	 perodo	 argentino	 de	 Gombrowicz	 abarca	 el	 lapso	 1939-1963,	 tiempo	
durante	 el	 cual	 el	 escritor	 polaco	 es	 ignorado	 y	 marginado	 de	 manera	 recurrente	 por	
gran	parte	de	sus	pares	intelectuales	y	las	instancias	locales	de	consagracin	en	nuestro	
pas.	 De	 hecho,	 hay	 quienes	 leen	 en	 el	 clebre	 contrapunto	 de	 Trans-Atlntico	 (1953)	
una	 fuerte	 crtica	 a	 los	 cenculos	 intelectuales	 porteos	 de	 ese	 perodo,	
fundamentalmente,	aquellos	asociados	al	grupo	Sur	nucleado	en	torno	a	la	figura	tutelar	
de	Victoria	Ocampo.	En	tal	sentido,	lo	que	se	propone	en	el	presente	trabajo	es	examinar	
algunas	 de	 las	 estrategias	 discursivas	 realizadas	 por	 Gombrowicz	 en	 el	 marco	 del	
proceso	 de	 gestin	 de	 la	 propia	 competencia	 para	 redefinir	 su	 identidad	 social	 y	 ser	
reconocido	e	incorporado	por	sus	pares	a	esa	trama	de	relaciones	especficas	ligada	a	la	
prctica	profesional	de	la	literatura	en	nuestro	pas.	Aqu,	el	escndalo,	la	provocacin,	
la	 opcin	 por	 la	 juventud	 y	 por	 la	 potica	 de	 la	 inmadurez,	 entre	 otras,	 constituyen	
algunas	de	las	estrategias	discursivas	ms	significativas	de	este	proceso.		
	
	
Escndalo,	 provocacin,	 opcin	 por	 la	 juventud	 y	 por	 la	 potica	 de	 la	 inmadurez	
como	estrategias	discursivas	de	la	escritura	gombrowicziana	
	
Tal	como	sealramos	en	otras	oportunidades	(Cardozo,	2009	y	2012),	la	transposicin	
realizada	por	Gombrowicz	de	su	prctica	escrituraria	de	ficcin	a	una	isotopa	esttica	
presentada	como	toda	una	teora	vinculada	con	las	vanguardias	y	las	teoras	filosficas	
reconocidas	en	el	perodo	1939-1963	constituye	una	de	las	estrategias	discursivas	ms	
destacadas	 y	 significativas	 de	 su	 novelstica.	 Ms	 an,	 la	 misma	 estrategia	 se	
complementa	con	la	construccin	del	rol	temtico	de	escritor	y	con	todos	los	enunciados	
textuales	 y	 metatextuales	 sobre	 la	 escritura	 y,	 en	 conjunto,	 no	 solo	 configuran	 un	 rol	
creble	 como	 consecuencia	 del	 oficio	 con	 el	 que	 Gombrowicz	 se	 presenta	 a	 s	 mismo	 a	
esta	 altura	 de	 su	 trayectoria,	 sino	 que	 especifican	 el	 sistema	 de	 relaciones	 en	 el	 que	 el	
agente	social	polaco	quiere	ser	reconocido	e	incorporado,	primero	en	Argentina	y	ms	
	                                                 343	
tarde	en	el	circuito	europeo.		
Ahora	bien,	la	presencia	de	la	provocacin,	el	escndalo,	la	opcin	por	la	juventud	y	por	
una	 potica	 otra	 como	 la	 de	 la	 forma	 e	 inmadurez	 resultan	 legibles	 en	 tanto	
estrategias,	 precisamente,	 a	 la	 luz	 de	 la	 filiacin	 trazada	 entre	 novelstica	
gombrowicziana	 y	 las	 vanguardias/teoras	 filosficas	 reconocidas	 durante	 el	 llamado	
perodo	 argentino.	 Qu	 sealar	 grosso	 modo	 a	 propsito	 de	 cada	 una	 de	 estas	
estrategias	 llevadas	 a	 cabo	 por	 el	 autor	 de	 Ferdydurke	 en	 el	 proceso	 de	 gestin	 de	 la	
propia	competencia?	
En	principio,	hay	una	constante	como	nota	caracterstica	que	se	mantiene	a	lo	largo	del	
tiempo,	 incluso	 antes	 y	 despus	 del	 perodo	 argentino	 (1939-1963):	 hablamos	 de	 la	
actitud	provocativa	que	registran	sus	contemporneos	y	que	Gombrowicz	usa	como	una	
forma	 de	 autoconstruccin	 que	 parece	 resultarle	 eficaz.	 Esta	 predisposicin	 puede	 ser	
reconocida	 tanto	 en	 el	 mbito	 argentino	 como	 en	 el	 extranjero	 en	 su	 prctica	 de	 la	
escritura	 donde	 tiende	 a	 construirse	 en	 los	 trminos	 de	 un	 escritor	 heterodoxo	 y	
polemista,	 formado	 en	 la	 vanguardia	 ms	 exquisita	 y	 en	 los	 grandes	 clsicos	 de	 la	
literatura	occidental	y	de	la	filosofa	moderna	como	en	sus	intervenciones	pblicas.	En	
este	punto,	en	relacin	con	el	proceso	de	gestin	en	Argentina	no	debe	perderse	de	vista	
que	se	trata	de	una	orientacin	recurrente	en	las	acciones	de	Gombrowicz	manifiesta	en	
su	 participacin	 en	 reuniones	 y/o	 tertulias;	 las	 clases	 de	 literatura	 que	 dicta	 para	 un	
auditorio	 acotado; 116 	las	 disertaciones	 en	 las	 que	 discurre	 sobre	 lo	 literario; 117 	las	
crticas	 dirigidas	 hacia	 algunos	 agentes	 y	 agencias	 del	 campo	 intelectual	 argentino	 de	
ese	perodo	como	la	SADE	o	algunos	miembros	del	grupo	Sur.	La	polmica,	el	escndalo,	
la	provocacin	como	formas	de	construir	su	identidad	social	como	escritor	y	su	puesta	
en	valor	estn	conectadas	con	la	excentricidad	y	con	aquellas	operaciones	que	a	veces	
llevan	 a	 Gombrowicz	 a	 presentarse	 frente	 a	 sus	 pares	 como	 conde	 o	 aristcrata	
conectado	con	la	nobleza	de	su	pas.118	Sobre	la	actitud	provocativa	leemos:	
	
116 Como las impartidas al crculo ntimo de la hija del poeta Arturo Capdevila, en las cuales
	                                                   344	
              A	veces	bamos	a	casa	de	Ernesto	Sabato,	o	a	casa	de	Cecilia	Debenedetti	o	a	
              casa	 de	 Mara	 Rosa	 Olivier,	 una	 mujer	 rica	 que	 escriba	 y	 reciba	 a	 los	
              artistas.	 Una	 tarde,	 en	 medio	 de	 una	 discusin,	 Gombrowicz	 y	 Piera	 se	
              lanzaron	 una	 serie	 de	 provocaciones	 mutuas	 un	 tanto	 fuertes	 referidas	 al	
              arte	y	a	la	literatura.	Se	estimulaban	con	paradojas,	juegos	de	palabras	()	
              En	 esa	 poca	 la	 gente	 era	 muy	 conservadora	 y	 se	 escandalizaba	 con	
              facilidad.	 Nos	 burlbamos	 de	 todo	 el	 mundo,	 especialmente	 de	 los	 que	
              ponan	el	arte	en	un	pedestal.	(Rodrguez	Tomeu,	en	R.	Gombrowicz,	2008:	
              90-91)	
	
              Le	 haba	 propuesto	 dar	 clases	 a	 un	 grupo	 de	 personas	 (seala	 Silvina	
              Ocampo)	()	Nunca	conseguimos	ponernos	de	acuerdo	sobre	el	asunto.	Me	
              propona	 cosas	 raras	 y	 se	 enojaba	 porque	 no	 aceptaba	 sus	 ideas.	 No	 nos	
              entendi	 y	 no	 lo	 entendimos	 (en	 referencia	 al	 grupo	 Sur)	 ()	 Era	 muy	
              orgulloso;	 es	 lo	 que	 explica	 su	 comportamiento.	 Era	 ms	 antisocial,	 salvaje	
              ()	que	agresivo.	(Ocampo,	en	R.	Gombrowicz,	2008:	70)	
	
Al	margen	de	las	valoraciones	presentes	en	los	testimonios	citados	que	por	momentos	
se	deslizan	hacia	el	plano	de	la	psicologa	y	del	comportamiento	de	Gombrowicz119	lo	
cierto	es	que	estos	pasajes	dan	cuenta	del	escndalo,	la	provocacin	y	la	polmica	como	
notas	que	definen	uno	de	los	aspectos	de	la	gestin	del	agente.		
En	 este	 sentido,	 al	 observar	 la	 trayectoria	 de	 Gombrowicz	 encontramos	 un	 ejemplo	
acabado	 de	 esta	 actitud	 provocativa	 que	 registran	 sus	 contemporneos	 y	 que,	 como	
apuntamos,	parece	resultarle	eficaz.	Hacemos	referencia	a	lo	que	el	propio	Gombrowicz	
designa	como	 el	 Operativo	 bochinche	realizado	antes	de	la	aparicin	de	 Ferdydurke	
en	el	medio	local	y	a	las	acciones	que	le	siguen	en	el	marco	del	proceso	de	gestin	de	la	
propia	 competencia	 para	 ser	 reconocido	 e	 incorporado	 en	 esta	 trama	 de	 relaciones	
especfica.	 Concluida	 la	 traduccin	 colectiva	 de	 la	 novela,	 restaba	 encontrar	 un	 editor	
para	un	libro	que,	en	palabras	de	Piera,	no	era	fcil	sumado	al	hecho	de	que	su	autor	
era	 prcticamente	 desconocido	 tanto	 en	 Argentina	 como	 en	Londres	 o	 Pars,	 Extremo	
este	de	gran	importancia	para	un	editor	(Piera,	en	R.	Gombrowicz,	2008:	86)	habida	
cuenta	 de	 la	 dependencia	 cultural	 de	 nuestro	 pas.	 Una	 vez	 resuelto	 el	 problema	 de	
quin	 iba	 a	 editar	 la	 novela	 del	 escritor	 polaco,120	comienza	 el	 Operativo	 bochinche	
que	bsicamente	consiste	en	la	intensa	publicidad	que	el	propio	Gombrowicz	hace	de	su	
libro.	Al	respecto,	en	carta	a	Piera,	se	lee:		
	
              La	prxima	aparicin	de	Ferdydurke	despierta	cada	vez	mayor	inters	y	no	
              me	 acuerdo	 de	 que	 ningn	 libro	 fuese	 tan	 discutido	 antes	 de	 nacer.	 Si	
119 Dimensiones que exceden los alcances del marco terico desde el cual reflexionamos y, por lo
Argos	para	la	publicacin	de	Ferdydurke,	la	cual	finalmente	se	produce	en	abril	de	este	ltimo	ao	
en	la	coleccin	Obras	de	ficcin	(86).	
	                                                   345	
             Ferdydurke	 no	 desmiente	 lo	 que	 se	 dice	 de	 l,	 ser	 un	 verdadero	
             acontecimiento	 literario	 de	 primera	 magnitud.	 (W.	 Gombrowicz,	 en	 R.	
             Gombrowicz,	2008:	98)121	
	
De	 igual	 modo,	 en	 relacin	 con	 esta	 estrategia	 desplegada	 por	 el	 agente,	 tanto	 antes	
como	despus	de	su	aparicin,	anota	Piera:	
	
             As,	pues,	Ferdydurke	acababa	de	nacer	en	su	versin	al	espaol	()	En	los	
             das	que	siguieron	a	la	salida	de	la	novela,	Gombrowicz	no	se	dio	descanso	
             en	lo	que	se	refiere	a	la	promocin.	A	este	objeto	fuimos	l	y	yo	a	Radio	El	
             Mundo,	donde	tuvo	lugar	una	entrevista	sobre	su	 Ferdydurke.	Gombrowicz	
             estaba	 obsedido,	 literalmente	 desesperado,	 por	 la	 salida	 de	 Ferdydurke.	
             (Piera,	en	R.	Gombrowicz,	2008:	88)	
	
Entre	 las	 acciones	 desplegadas	 por	 el	 agente	 para	 promocionar	 su	 novela	 se	 pueden	
identificar	tres	prcticas	concretas:	en	primer	lugar,	un	texto	publicitario	redactado	por	
el	mismo	Gombrowicz	que	deba	ir	firmado	por	un	miembro	del	Comit	de	Traduccin	
y	ser	enviado	a	la	prensa	a	la	salida	de	Ferdydurke	(107).	Se	destaca,	en	segundo	lugar,	
una	carta	dirigida	a	la	SADE,	escrita	en	1947	y	anterior	a	la	publicacin	de	Ferdydurke.	
En	ella,	Gombrowicz	solicita	el	apoyo	de	dicha	institucin	para	seguir	desarrollando	su	
prctica	 de	 la	 escritura.	 Por	 ltimo,	 cabe	 sealar	 una	 carta	 de	 Gombrowicz	 cuyo	
destinatario	 es	 Eduardo	 Mallea,	 quien	 en	 1944	 haba	 garantizado	 el	 acceso	 al	 discurso	
de	 Gombrowicz	 en	 el	 suplemento	 literario	 de	 La	 Nacin	 en	 donde	 el	 escritor	 polaco	
public	 tres	 colaboraciones.	 El	 contenido	 de	 la	 esquela	 dirigida	 al	 autor	 de	 Historia	de	
una	pasin	argentina	(1937)	pone	de	manifiesto	el	reconocimiento	de	su	gravitacin	en	
el	campo	local	por	parte	de	Gombrowicz.	Al	mismo	tiempo,	la	carta	en	s	constituye	una	
accin	concreta	del	agente	que	funciona	en	distintos	niveles:	por	un	lado,	est	orientada	
a	conseguir	el	respaldo	de	Mallea	al	proyecto	de	traduccin	de	Ferdydurke.	Por	el	otro,	
tiene	como	propsito	lograr	acceder	al	discurso	a	travs	de	editoriales	de	primera	lnea	
en	el	campo.	
Cabe	 detenerse	 ahora	 en	 los	 tres	 argumentos	 esgrimidos	 en	 el	 texto	 publicitario	
redactado	por	el	propio	Gombrowicz	que	deba	ser	enviado	a	la	prensa	tras	la	aparicin	
de	 Ferdydurke:	 1)	 la	 referencia	 a	 la	 crtica	 polaca	 encarnada	 en	 la	 figura	 de	 Casimiro	
Czachowski,	 en	 tanto	 voz	 autorizada	 de	 su	 campo	 literario	 de	 origen	 que	 consagra	 la	
novela	y	ubica	a	su	autor	como	representante	de	la	vanguardia	junto	con	escritores	de	la	
121 	Para	 una	 lectura	 detallada	 sobre	 las	 estrategias	 desplegadas	 por	 Gombrowicz	 para	
promocionar	 su	 Ferdydurke,	 vase	 la	 correspondencia	 anotada	 por	 Virgilio	 Piera	 en	 R.	
Gombrowicz	(2008:	93-98).	Asimismo,	no	debe	perderse	de	vista	aqu	que	por	medio	de	reseas	
crticas	en	diarios	y	revistas	en	algunos	casos,	de	interlocutores	afines	a	Gombrowicz	se	instala	
el	debate	sobre	Ferdydurke	en	ciertas	zonas	del	campo	literario	argentino	de	ese	momento.	
	                                               346	
talla	 de	 Bruno	 Schulz	 y	 Stanisaw	 Witkiewicz.	 2)	 La	 filiacin	 de	 la	 novela,	 dada	 su	 alta	
calidad	espiritual	y	artstica,	en	una	tradicin	selectiva	que	incluye	nada	menos	que	los	
nombres	de	Kafka,	Joyce	y	Proust.	3)	Ligado	a	su	inscripcin	en	las	vanguardias	y,	por	lo	
mismo,	al	carcter	experimental	que	lo	atraviesa,	su	valor	como	libro	de	combate	o	de	
choque.		
Tras	 la	 aparicin	 de	 Ferdydurke	 en	 el	 medio	 local	 y	 frente	 a	 la	 percepcin	 del	 agente	
acerca	de	la	ineficacia/fracaso	al	menos	en	lo	inmediato	en	la	gestin	de	sus	recursos	
ante	 la	 mayora	 de	 sus	 pares,	 encontramos	 dos	 nuevas	 acciones	 enmarcadas	 en	 esta	
actitud	 combativa	 y	 contestataria	 de	 Gombrowicz:	 la	 conferencia	 titulada	 Contra	 los	
poetas,122	seguida	 de	 la	 aparicin,	 en	 septiembre	 de	 1947,	 de	 Aurora,	 la	 revista	 de	
choque	 en	 sintona	 con	 los	 gestos	 de	 irreverencia	 propios	 de	 todo	 movimiento	 de	
vanguardia	redactada	ntegramente	por	el	escritor	polaco.	Tanto	una	como	otra	accin	
estn	orientadas	a	provocar	el	mundo	literario	local	que,	al	decir	de	Rodrguez	Tomeu,	
haba	 ignorado	 Ferdydurke	 (Rodrguez	 Tomeu,	 en	 R.	 Gombrowicz,	 2008:	 91).123	Al	
margen	de	lo	anecdtico	del	caso,	lo	cierto	es	que	en	el	artculo	de	fondo	de	su	revista	
Gombrowicz	cuestiona	tcitamente	el	cosmopolitismo	impulsado	por	los	colaboradores	
de	Sur	y	su	sistema	de	traducciones,	ya	que	se	ocupa	de	criticar	la	Literatura	Perfecta,	
(y)	 la	 actitud	 servil	 de	 numerosos	 intelectuales	 argentinos	 con	 respecto	 a	 Pars	 (92).	
Estas	 acciones	 del	 agente	 no	 tienen	 repercusiones	 en	 el	 campo	 de	 ese	 momento	 ni	
logran	instalar	un	debate	con	aquellos	interlocutores	con	los	cuales	polemiza	acerca	de	
los	 modos	 valiosos	 de	 hacer	 literatura.124	Por	 lo	 tanto,	 no	 le	 resulta	 eficaz	 y	 necesita	
cambiar.	Adems,	este	vaco	o	indiferencia	se	traduce	en	que	no	haya	habido	un	segundo	
nmero	 de	 Aurora	 y,	 ms	 tarde,	 se	 complementa	 con	 el	 silencio	 de	 la	 crtica	 tras	 la	
publicacin	en	nuestro	pas	de	El	casamiento	(1948)	a	travs	del	sello	editorial	EAM,	de	
su	mecenas	y	amiga,	Cecilia	Benedit.		
En	sntesis,	de	acuerdo	con	nuestra	lectura,	tanto	las	percepciones	de	Gombrowicz	sobre	
lo	posible	o	accesible	para	su	competencia	en	esa	trama	de	relaciones	especfica	como	su	
trayectoria	 ponen	 de	 manifiesto	 una	 marcada	 predisposicin	 a	 actuar	 de	 manera	
contestataria.	Frente	a	las	posibilidades	que	se	le	presentan,	esta	orientacin	le	resulta	
122 No debe perderse de vista que la conferencia pone de manifiesto el lugar perifrico que
Gombrowicz	todava	ocupa	en	el	medio	literario	local	despus	de	ocho	aos	de	trayectoria	en	l.	
Esta	condicin	marginal	lo	mueve	a	reconocer	su	falta	de	legitimidad	como	escritor	frente	a	sus	
pares	argentinos	y	su	relacin,	an	de	exterioridad,	con	la	lengua	castellana	(120).	
123	Segn	lo	referido	por	el	escritor	cubano,	la	idea	de	Gombrowicz	era	fundar	una	revista	junto	a	
l	 y	 a	 Piera.	 No	 obstante,	 este	 ltimo	 termina	 publicando	 Victrola,	 su	 propia	 revista.	 Para	 una	
lectura	completa	de	los	entretelones	de	estas	acciones	y	las	disputas	entre	Gombrowicz	y	Piera,	
vase	el	testimonio	completo	de	Rodrguez	Tomeu	(89-92).	
124	La	 revista	 de	 Gombrowicz	 cont	 con	 una	 tirada	 de	 cien	 ejemplares	 que	 se	 distribuyeron	 de	
forma	 gratuita	 entre	 sus	 conocidos	 y	 amigos	 y,	 segn	 refiere	 Rodrguez	 Tomeu,	 tambin	 entre	
los	miembros	del	grupo	Ocampo	(91)	en	donde	el	escritor	cubano	tena	amistades.	
	                                                    347	
eficaz	 y	 le	 genera	 reconocimiento	 en	 el	 campo	 literario	 argentino,	 al	 menos,	 frente	 a	
algunos	 de	 sus	 pares	 escritores.	 No	 obstante,	 hay	 otras	 acciones	 del	 agente	 que	 dan	
cuenta	 de	 la	 incorporacin	 de	 ciertas	 reglas	 que	 rigen	 el	 escenario	 local	 aunque	 luego	
van	a	ser	dejadas	de	lado:	por	ejemplo,	la	importancia	asignada	al	entrar	en	relacin	con	
determinados	 interlocutores	 con	 peso	 en	 el	 campo	 como	 Mallea	 ya	 que	 pueden	
garantizar	 el	 acceso	 al	 discurso,	 a	 colaboraciones,	 a	 editoriales,	 o	 bien	 la	 relevancia	 de	
contar	 con	 el	 respaldo	 de	 quienes	 integran	 algunas	 instituciones	 con	 gravitacin	 en	
dicho	 sistema	 como	 la	 SADE.	 De	 ah	 las	 gestiones	 del	 escritor	 polaco	 en	 tal	 sentido	
mencionadas	 al	 abordar	 el	 Operativo	 bochinche	 previo	 a	 la	 publicacin	 de	
Ferdydurke.125	Junto	a	estas	disposiciones	generales,	los	aprendizajes	realizados	a	partir	
de	 xitos	 pero,	 sobre	 todo,	 de	 los	 fracasos	 permiten	 reconocer	 en	 la	 trayectoria	 de	
Gombrowicz	 un	 rechazo	 a	 las	 reglas	 de	 juego	 que	 acabamos	 de	 sealar	 y,	 en	
consecuencia,	una	reorientacin	en	sus	acciones	hacia	otro	objetivo	y	una	nueva	trama	
de	relaciones	ubicada	en	Pars.	
En	filiacin	con	la	actitud	polmica	que	Gombrowicz	usa	como	una	estrategia	y	forma	de	
autoconstruccin	puede	advertirse	cmo	precisamente	la	provocacin	y	el	rechazo	de	lo	
establecido	 son	 principios	 reconocibles	 en	 la	 elaboracin	 de	 sus	 obras	 en	 consonancia	
con	un	modo	de	hacer	que	valoran	las	vanguardias.	Esto	ltimo	se	conecta	no	solo	con	
la	singularidad	de	su	novelstica,	sino	tambin	con	una	predisposicin	que	tiene	que	ver	
con	la	puesta	en	valor	de	una	potica	y	de	una	escritura	experimental	que	se	opone	a	las	
dominantes	 narrativas	 del	 mismo	 perodo.	 En	 efecto,	 aun	 cuando	 la	 novelstica	 escrita	
en	nuestro	pas	no	se	inscribe	de	manera	directa	en	el	proceso	de	gestin	orientado	al	
reconocimiento	 posterior	 de	 Gombrowicz	 en	 Argentina,	 tanto	 la	 prctica	 escrituraria	
gombrowicziana	como	su	ponderacin	en	especial	en	el	momento	previo	y	posterior	a	
la	 aparicin	 de	 Ferdydurke	 en	 castellano	 en	 1947	 constituyen	 un	 principio	 de	
diferenciacin	 frente	 a	 las	 dominantes	 narrativas	 que	 atraviesan	 el	 campo	 literario	
argentino	 no	 solo	 hacia	 fines	 de	 los	 cuarenta	 sino	 a	 lo	 largo	 del	 perodo	 1939-1963.	
Adems,	 esta	 escritura	 experimental	 y	 su	 puesta	 en	 valor	 tambin	 pueden	 ser	
entendidas	como	respuestas	al	medio	intelectual	de	ese	momento	tanto	en	nuestro	pas	
como	 en	 el	 extranjero	 puesto	 que	 ponen	 en	 evidencia	 el	 rechazo	 hacia	 otras	 formas	 u	
constituye	 una	 manera	 de	 gestionar	 que	 es	 anterior	 y	 posterior	 al	 perodo	 argentino	 que	
estamos	examinando.	Sin	embargo,	en	el	escenario	de	nuestro	pas,	la	trayectoria	de	Gombrowicz	
tambin	pone	de	manifiesto	disposiciones	a	actuar	conforme	a	las	reglas	de	juego	que	regulan	el	
campo	 literario	 argentino	 aunque	 aquellas	 no	 le	 resultan	 eficaces	 o	 rentables.	 Pensemos	 de	
nuevo	en	lo	referido	a	Mallea	y	al	apoyo	que	este	escritor	sola	brindar	a	los	recin	iniciados	en	la	
literatura;	en	la	importancia	asignada	a	relacionarse	con	los	escritores	de	Sur;	en	la	inquietud	de	
Gombrowicz	 frente	 a	 las	 crticas	 formuladas	 por	 Sabato	 y	 Raimundo	 Lida	 a	 la	 traduccin	 de	
Ferdydurke,	etctera.		
	                                                 348	
opciones	 de	 hacer	 literatura	 y	 el	 cuestionamiento	 de	 las	 poticas	 que	 las	 sustentan.	
Como	es	de	esperar,	tal	desconocimiento	hacia	otras	opciones	o	modos	de	hacer	ficcin	
durante	el	perodo	argentino	y	la	ponderacin	de	la	propia	literatura	se	hacen	visibles,	
especialmente,	a	travs	de	la	publicacin	de	Ferdydurke	(1947)	en	el	escenario	local.	La	
misma	 predisposicin	 de	 Gombrowicz	 se	 manifiesta,	 primero,	 por	 medio	 de	 la	
reescritura	al	castellano	y	la	aparicin	de	la	pieza	El	casamiento	(1948),	y,	ms	tarde,	a	
travs	 de	 la	 novelstica	 escrita	 en	 Argentina	 conforme	 a	 la	 potica	 de	 la	 forma	 y	 de	 la	
inmadurez.126	
Como	se	sabe,	despus	del	Operativo	bochinche	y	del	fracaso	editorial	de	Ferdydurke	
en	 1947	 se	 puede	 advertir	 una	 nueva	 orientacin	 de	 las	 acciones	 de	 Gombrowicz	 al	
gestionar	su	competencia	en	el	escenario	argentino.	De	ahora	en	ms,	el	agente	conjuga	
elementos	o	aprendizajes	ya	incorporados	que	se	mantienen,	algunos	que	se	potencian	y	
otros	inditos,	conforme	a	lo	que	viene	realizando	hasta	el	momento.	Frente	al	fracaso	a	
la	 hora	 de	 entrar	 en	 relacin	 con	 los	 consagrados	 del	 medio	 local,	 uno	 de	 los	 aspectos	
que	 se	 mantiene	 a	 lo	 largo	 de	 toda	 la	 trayectoria	 de	 Gombrowicz	 en	 Argentina	 es	 la	
preferencia	 por	 establecer	 su	 sistema	 de	 relaciones	 con	 agentes	 intelectuales	 jvenes,	
con	 aquellos	 que	 al	 igual	 que	 l	 se	 encuentran	 al	 comienzo	 de	 sus	 carreras	 como	
escritores	 profesionales	 y,	 por	 lo	 mismo,	 en	 posiciones	 perifricas	 en	 el	 campo	
literario.127	De	 ah	 sus	 vnculos	 iniciales	 con	 aquellos	 que	 participan	 en	 la	 empresa	 de	
traduccin	 de	 Ferdydurke;	 de	 ah	 tambin	 sus	 vnculos	 posteriores,	 hacia	 el	 final	 de	 su	
trayectoria,	con	el	grupo	de	Tandil.		
La	 preferencia	 por	 la	 juventud	 al	 establecer	 alianzas	 con	 sus	 pares	 deviene	 en	 otro	
principio	 de	 diferenciacin	 del	 agente	 al	 construir	 su	 identidad	 social	 en	 el	 campo	 y	
funciona	como	correlato	no	solo	de	la	polmica,	del	escndalo	y	la	provocacin	ya	sea	
126 	Al	 examinar	 esta	 ltima	 orientacin	 se	 hacen	 visibles	 algunos	 aspectos	 que	 resultan	
significativos	para	explicar,	al	menos	parcialmente,	la	gestin	de	la	propia	competencia	realizada	
por	Gombrowicz	en	el	circuito	extranjero	con	sede	en	Pars:	como	apuntramos,	en	 Ferdydurke	
puede	 reconocerse	 una	 serie	 de	 operaciones	 que	 tienden	 a	 lo	 general/lo	 universal	 y,	 por	 lo	
mismo,	favorecen	su	legibilidad	en	condiciones	distintas.	En	este	sentido,	al	abordar	el	resto	de	
los	 textos	 que	 conforman	 su	 novelstica	 encontramos	 una	 constante	 en	 la	 escritura	
gombrowicziana	en	la	medida	en	que	se	advierte	una	tendencia	por	conservar,	expandir,	matizar,	
aquellas	 operaciones	 que	 tienden	 a	 lo	 general	 y	 que	 favorecen	 la	 legibilidad	 de	 los	 enunciados	
producidos.	De	ah	la	bsqueda	y	la	presencia	de	rasgos	universales	como	el	policial	en	Cosmos	
y	 el	 barroco	 en	 Trans-Atlntico	 que	 vuelven	 legible	 una	 obra	 excntrica	 y	 experimental.	 De	
manera	 complementaria	 a	 la	 puesta	 en	 valor	 de	 su	 literatura,	 la	 trayectoria	 de	 Gombrowicz	 da	
cuenta	 de	 una	 predisposicin	 a	 explicar	 las	 novelas	 escritas	 frente	 a	 las	 interpretaciones	
errneas	por	medio	de	enunciados	textuales	y	metatextuales	que	tienden	a	estabilizar	la	lectura.	
Pensemos	en	los	prlogos	que	preceden	al	resto	de	los	textos	que	conforman	su	novelstica.	
127	Lo	 cual,	 como	 se	 vio,	 no	 obtura	 la	 posibilidad	 de	 que	 Gombrowicz	 haya	 tenido	 acceso	 a	
	                                                   349	
al	escribir,	ya	sea	en	sus	intervenciones	pblicas	sino	tambin	de	la	potica	de	la	forma	
y	de	la	inmadurez	que	sostiene	su	prctica	de	la	literatura.	En	cuanto	a	las	discrepancias	
con	el	medio	local,	algunas	de	las	acciones	de	Gombrowicz	de	este	momento	permiten	
reconocer	 una	 intensificacin	 de	 ese	 rechazo	 que	 se	 hace	 manifiesto	 a	 partir	 de	 una	
toma	 de	 distancia	 frente	 al	 ambiente	 literario	 argentino	 y	 de	 las	 crticas	 que	 formula	
hacia	 algunas	 instituciones	 como	 la	 SADE.128	Al	 mismo	 tiempo,	 mientras	 que	 algunas	
acciones	de	Gombrowicz	dan	cuenta	de	estos	desencuentros	con	agentes	y	agencias	con	
gravitacin	 en	 el	 campo	 literario	 local	 en	 el	 que	 quiere	 ser	 reconocido	 e	 incorporado,	
pueden	 reconocerse	 otras	 que,	 como	 sealamos,	 estn	 dirigidas	 hacia	 un	 escenario	
diferente	 con	 epicentro	 en	 Pars,	 en	 el	 que	 tambin	 comienza	 a	 gestionar	 su	 identidad	
social:	hablamos	del	mundo	literario	europeo.	
Como	 correlato	 de	 esta	 operacin	 de	 construirse	 en	 otro	 sistema	 diferente	 al	 del	
campo	literario	argentino,	se	advierte	una	intensificacin	de	la	prctica	escrituraria	de	
Gombrowicz.	 Este	 incremento	 o	 puesta	 en	 valor	 de	 una	 forma	 de	 escribir	 ficcin	
heterodoxa	 y	 vanguardista	 se	 explica,	 en	 parte,	 a	 la	 luz	 de	 su	 participacin	 en	 ese	
sistema	 de	 relaciones	 en	 el	 extranjero	 que	 acabamos	 de	 mencionar.	 Sin	 embargo,	 en	
tanto	prctica	especfica,	aun	cuando	no	se	inscribe	de	manera	directa	en	el	proceso	de	
gestin	orientado	al	reconocimiento	posterior	de	Gombrowicz	en	nuestro	pas,	no	puede	
ser	separada	de	sus	condiciones	de	produccin	en	el	medio	literario	local.		
En	 tal	 sentido,	 la	 novelstica	 gombrowicziana	 es	 el	 resultado	 de	 una	 prctica	 de	 la	
literatura	 producida	 en	 los	 bordes	 de	 nuestro	 campo	 intelectual	 pero	 que,	 de	 manera	
significativa,	construye	un	destinatario	ubicado	en	el	extranjero	como	consecuencia	de	
que	 hay	 una	 clara	 opcin	 por	 desarrollar	 temas	 universales129	que,	 como	 sealramos,	
poco	tienen	que	ver	con	los	tpicos	y	las	dominantes	narrativas	producidas	en	Argentina	
durante	el	mismo	perodo.	Estamos	frente	a	una	novelstica	escrita	entre	1950	y	1963,	
dirigida	a	un	lector	ubicado	en	otro	sistema,	es	decir,	a	los	agentes	y	agencias	del	campo	
literario	europeo,	con	epicentro	en	Pars.	Y	aqu	curiosamente,	pese	a	su	posicin	crtica	
128 A propsito de las crticas de Gombrowicz a la SADE, en testimonios formulados por algunos
miembros	 del	 grupo	 de	 Tandil	 hacia	 1963,	 se	 puede	 leer:	 	 muchos	 sabrn	 que	 escribi	 de	 la	
SADE	()	Si	all,	Dios	no	lo	quiera,	estallara	un	incendio,	todos	moriran	carbonizados	pues	nadie	
se	 atrevera	 a	 gritar:	 bomberos!	 Que	 es	 palabra	 cursi	 y	 ya	 ha	 sido	 dicha	 (Di	 Paola,	 en	
Grinberg,	2004:	60).	Asimismo,	en	referencia	a	las	relaciones	tensas	y	distantes	con	esta	agencia	
del	 campo	 literario	 argentino,	 leemos:	 Europa	 toda	 aclama	 a	 Gombrowicz,	 como	 uno	 de	 los	
mejores	escritores	del	siglo	XX.	Este	genio	inmaduro	vivi	entre	nosotros	largos	aos.	La	SADE	
jams	le	abri	sus	puertas.	Sobre	l	cay	una	cruel	cortina	de	silencio	(Riva,	en	Grinberg,	2004:	
60).	
129	Como	la	problemtica	de	la	forma	ligada	a	la	dicotoma	naturaleza/cultura;	la	oposicin	entre	
	                                                  350	
y	 a	 sus	 ataques	 a	 los	 escritores	 del	 medio	 local	 sobre	 todo,	 a	 la	 constelacin	 de	
colaboradores	vinculados	con	el	grupo	Sur	por	su	dependencia	cultural	con	respecto	a	
Londres	 y	 Pars,	 Gombrowicz	 termina	 por	 gestionar	 su	 competencia	 y	 definir	 su	
identidad	social,	precisamente,	en	ese	sistema	cuya	legalidad	antes	haba	cuestionado.130	
De	 esta	 forma,	 sus	 acciones	 dan	 cuenta	 del	 reconocimiento	 otorgado,	 tcitamente,	 no	
solo	a	los	agentes	y	agencias	posicionados	en	el	mundillo	literario	europeo	sino	tambin	
al	 peso	 de	 los	 juicios	 de	 valor	 que	 estos	 pueden	 formular.	 Esto,	 en	 la	 medida	 en	 que	
dichas	 evaluaciones,	 en	 el	 caso	 de	 ser	 positivas,	 devienen	 en	 un	 principio	 de	
diferenciacin	 que	 puede	 incidir	 y	 de	 hecho	 incide	 en	 la	 identidad	 social	 de	
Gombrowicz	como	escritor	tanto	en	el	extranjero	como	ms	tarde	en	el	medio	local.	En	
este	 sentido,	 aun	 cuando	 esta	 operacin	 coincide	 prcticamente	 con	 el	 final	 de	 su	
trayectoria	 en	 nuestro	 pas,	 solo	 una	 vez	 que	 la	 sancin	 de	 la	 crtica	 europea	 se	
materializa	 en	 favor	 de	 su	 obra	 entre	 fines	 de	 los	 cincuenta	 y	 comienzos	 de	 los	
sesenta,	 Gombrowicz	 est	 en	 condiciones	 de	 volver	 a	 gestionar	 y	 a	 redefinir	 su	
identidad	 social	 en	 el	 escenario	 argentino.	 Dicho	 reconocimiento	 deviene	 en	 una	
propiedad	 eficiente	 que	 ahora	 s	 puede	 ostentar	 frente	 a	 sus	 pares	 escritores	 y	 a	 las	
instituciones	 que	 conforman	 este	 sistema	 de	 relaciones	 y	 tienen	 la	 capacidad	 de	
consagrarlo.		
Si	se	atiende	al	tramo	final	del	perodo	argentino	del	escritor	polaco,	sobre	todo,	una	
vez	 que	 empiezan	 a	 correr	 los	 aos	 sesenta,	 se	 destaca	 una	 vez	 ms	 como	 estrategia	
discursiva	 la	 opcin	 tanto	 por	 continuar	 escribiendo	 conforme	 a	 la	 potica	 de	 la	
forma/de	 la	 inmadurez	 y	 su	 concepcin	 de	 la	 literatura	 como	 por	 privilegiar	 sus	
relaciones	con	aquellos	escritores	que	se	encuentran	en	los	inicios	de	sus	trayectorias	en	
el	 campo	 literario	 local. 131 	En	 estas	 zonas	 marginales	 del	 campo	 intelectual	 es	
precisamente	 donde	 se	 materializa	 el	 principio	 del	 reconocimiento	 de	 Gombrowicz	 y	
por	 extensin,	 de	 su	 potica	 en	 nuestro	 pas,	 poco	 antes	 de	 su	 viaje	 a	 Europa.	 Entre	
enero	de	1961	y	marzo	de	1963,	se	publican	algunos	artculos	en	Clarn	y	La	Razn	junto	
a	una	entrevista	en	el	diario	La	Prensa	que	dan	cuenta	no	solo	de	la	puesta	en	valor	de	la	
literatura	gombrowicziana	al	menos	para	ciertas	zonas	o	cofradas	intelectuales	sino	
que	tambin	deben	ser	entendidos	como	otros	modos	del	agente	polaco	de	gestionar	la	
130 De ah la relevancia que cobra, por ejemplo, desarrollar temas universales, habida cuenta de
que,	al	no	estar	condicionados	por	los	sistemas	culturales	nacionales,	favorecen	la	legibilidad	y,	
por	lo	mismo,	la	recepcin	de	una	literatura	incmoda	y	experimental.		
131	Esta	opcin	por	volver	a	frmulas	exitosas	tiene	que	ver	con	su	consolidacin	progresiva	en	el	
	                                                 351	
propia	competencia	en	el	escenario	argentino	antes	de	abandonarlo.		
Finalmente,	la	ltima	accin	de	Gombrowicz	con	base	en	los	aprendizajes	realizados	en	
su	derrotero	por	el	campo	literario	local,	marca	el	cierre	de	lo	que	hemos	designado	el	
perodo	 argentino:	 hablamos	 de	 la	 Beca	 de	 la	 Fundacin	 Ford	 que	 el	 escritor	 polaco	
acepta	para	ir	un	ao	a	Berln	en	donde	se	suma	al	Parnaso	de	los	escritores	europeos	
ms	destacados	de	ese	momento,	entre	los	que	se	encuentran	Michel	Butor,	Peter	Weiss	
y	Gnter	Grass.	El	viaje	se	inicia	el	8	de	abril	de	1963	y	sella	su	salida	para	siempre	de	
Argentina.	
	
	
Consideraciones	finales	
	
Al	atender,	a	modo	de	cierre,	tanto	a	la	posicin	marginal	que	Gombrowicz	ocupa	en	el	
campo	 literario	 local	 durante	 todo	 el	 perodo	 argentino	 como	 a	 la	 eficacia	
acotada/relativa	 derivada	 del	 proceso	 de	 gestin	 de	 la	 propia	 competencia,	
encontramos	 una	 serie	 de	 opciones	 y	 de	 estrategias	 discursivas	 que	 guardan	 relacin	
con	 estas	 condiciones	 de	 produccin	 y,	 por	 lo	 mismo,	 encuentran	 un	 principio	 de	
explicacin	parcial	en	ellas.	
Hablamos	 nuevamente	 de	 la	 autoconstruccin	 como	 escritor	 heterodoxo	 y	 polemista	
que	se	apoya	en	la	propia	experiencia,	formado	en	la	vanguardia	europea	ms	exquisita	
y	en	los	grandes	clsicos	tanto	de	la	literatura	occidental	como	de	la	filosofa	moderna.	
Autoconstruccin	 por	 medio	 de	 la	 cual	 Gombrowicz	 busca	 definir	 y	 reafirmar	 su	
identidad	 social	 en	 la	 prctica	 de	 la	 literatura.	 En	 tal	 sentido,	 la	 autoconstruccin	
presente	en	las	novelas	como	escritor	heterodoxo	y	polemista	no	es	un	dato	menor,	ya	
que	Gombrowicz	despliega	toda	una	serie	de	mecanismos	y	procedimientos	orientados	
a	fundar	su	autoridad	en	aquellos	temas	sobre	los	que	discute	y	polemiza	con	los	dems,	
principalmente	con	las	llamadas	tas	culturales.	Estas	representan	la	voz	o	la	posicin	
asumida	 no	 solo	 por	 otros	 agentes	 intelectuales	 con	 gravitacin	 en	 el	 sistema	 de	
relaciones	 en	 el	 cual	 Gombrowicz	 se	 inscribe	 y	 quiere	 ser	 reconocido	 en	 cada	 caso,132	
sino	 tambin	 por	 aquellos	 agentes	 que	 encarnan	 la	 crtica	 literaria	 y	 las	 instituciones	
con	capacidad	de	consagrar	escritores.	De	ah,	en	el	marco	de	esta	lucha	por	el	poder	de	
la	 palabra,	 la	 importancia	 acordada	 a	 la	 ostentacin	 de	 la	 propia	 competencia,	
particularmente	en	el	orden	del	saber	sobre	aquello	de	lo	que	habla	pero	tambin	en	el	
132 Se trata de escritores, editores, traductores, etctera, que pueden estar ubicados en el sistema
de	la	literatura	argentina,	en	el	circuito	de	los	intelectuales	emigrados	polacos	con	sede	en	Pars,	
o	bien	en	la	trama	de	relaciones	propia	de	la	literatura	polaca	de	entreguerras	y	posterior	a	esta	
contienda	blica.	
	                                               352	
orden	 de	 un	 saber	 hacer	 especfico	 sobre	 el	 cual	 polemiza:	 la	 prctica	 literaria	
propiamente	 dicha	 plasmada	 a	 travs	 de	 la	 escritura.	 Por	 este	 motivo,	 en	 el	 discurso	
gombrowicziano	 adquiere	 relevancia	 la	 inscripcin	 de	 su	 novelstica	 en	 una	 tradicin	
selectiva	que	incluye	grandes	nombres	de	la	literatura	universal	como	Rabelais,	Dickens,	
Cervantes,	Dante,	Goethe,	entre	otros.133	Al	mismo	tiempo,	se	subraya	el	peso	o	valor	de	
una	 escritura	 que	 por	 sus	 caractersticas	 da	 cuenta	 de	 un	 saber	 hacer	 y/o	 de	 una	
idoneidad	asociada	a	Gombrowicz	y	a	su	identidad	social	como	escritor	profesional.		
Como	 estrategia,	 este	 autoconstruirse	 en	 los	 trminos	 de	 escritor	 dscolo,	 polemista	 y	
provocador	 ya	 sea	 en	 su	 novelstica,	 ya	 sea	 a	 partir	 de	 otras	 acciones	 o	 prcticas	
concretas	llevadas	adelante	por	el	agente	en	el	escenario	argentino	y	en	el	extranjero	
responde	 al	 gesto	 tpico	 valorado	 por	 la	 vanguardia	 cuando,	 desde	 los	 mrgenes,	
irrumpe	en	el	campo	intelectual	del	cual	forma	parte	tanto	para	negar	su	legalidad	y	las	
formas	 consagradas	 de	 hacer	 literatura	 que	 imperan	 en	 l	 como	 para	 lograr	 que	 se	
imponga	 una	 norma	 propia	 y	 distinta,	 considerada	 como	 la	 ms	 valiosa	 a	 la	 hora	 de	
escribir.	 Nuevamente	 entonces,	 el	 escndalo,	 la	 provocacin,	 el	 rechazo,	 la	 negacin	 y	
una	potica	otra.	
Como	es	de	esperar,	la	novelstica	escrita	por	Gombrowicz	responde	precisamente	a	esa	
norma	diferenciada	que	viene	a	negar	otros	modos	de	escribir	como	los	que	imperan	en	
Europa	o	en	el	escenario	argentino	que	va	de	principios	de	los	aos	cuarenta	a	mediados	
de	 los	 sesenta,	 desde	 el	 apogeo	 y	 auge	 del	 grupo	 Sur	 hasta	 su	 ocaso	 con	 la	
irrupcin/consolidacin	 de	 los	 actores	 de	 la	 nueva	 izquierda	 intelectual	 o	 franja	
contestataria	en	nuestro	pas.134	En	efecto,	la	obra	producida	por	Gombrowicz	es	una	
escritura	diferente,	ligada	a	la	experimentacin,	que	responde	a	lo	que	hemos	dado	en	
llamar	la	potica	de	la	forma	y	de	la	inmadurez	ya	presente	en	Ferdydurke	de	1937	y	
puesta	 en	 valor	 en	 el	 resto	 de	 las	 novelas	 escritas	 en	 nuestro	 pas	 durante	 el	 llamado	
perodo	argentino.		
	
	
Bibliografa	
	
133 A estos nombres se suman, a su vez, los de otra tradicin selectiva en clave filosfica:
consagrados	en	Londres	y	Pars.	De	igual	modo,	si	se	atiende	al	escenario	argentino,	las	novelas	
se	diferencian	de	las	formas	o	modos	dominantes	de	hacer	literatura	de	este	perodo,	tanto	de	los	
modelos	 asociados	 al	 cosmopolitismo	 y	 las	 poticas	 promovidas	 por	 el	 grupo	 Sur	 como	 de	 la	
literatura	inscripta	en	distintas	variantes	del	realismo	producida	por	autores	como	Manauta,	
Wernicke,	Varela	y	Kordon.	
	                                                  353	
Cardozo,	 Cristian	 (2009).	 Witoldo	 y	 sus	 otros	 yo.	 Consideraciones	 acerca	 del	 sujeto	
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      (ALEDar).	
-----	(2012).	Witoldo	y	sus	otros	yo.	Consideraciones	acerca	del	sujeto	textual	y	social	
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	                                               354	
	
GOMBROWICZ	EN	UN	POLIGONAL	LATINOAMERICANO	
Jos	Luis	Martnez	Amaro	
	
	
Propongo	leer	la	obra	de	Gombrowicz	dentro	de	una	red	de	literatura	latinoamericana.	
Tomemos	por	ejemplo	Cosmos	y	pongmoslo	a	trabajar	junto	con	textos	de	Borges	o	de	
Lezama,	dejemos	que	resuenen	como	mar	de	fondo	los	de	Sarmiento,	los	de	Estrada.	Lo	
que	 me	 permite	 colocarlo	 es	 la	 notacin	 de	 Macedonio.	 Gombrowicz	 ve	 Macedonio	 (el	
pase	 es	 de	 Piglia)	 y	 como	 tantos	 otros,	 lo	 legibiliza.	 Es	 a	 partir	 del	 efecto	 contrario	 de	
este	 movimiento,	 del	 rebote,	 que	 acto	 aqu	 con	 una	 serie	 de	 dibujos	 conceptuales,	
sobreimpresiones	 y	 marcas	 que	 dejan	 los	 rastros	 de	 lectura.	 Podramos	 postular	 que	
discursivizar	la	literatura	y	la	crtica,	sacarlas	del	mbito	de	la	elocucin	y	centrarlas	en	
la	invencin,	tiene	entre	otras	consecuencias	un	efecto	sofstico.	
A	partir	de	la	lectura	de	El	Aleph,	Cosmos,	La	expresin	americana	y	El	pabelln	del	vaco	
me	interesa	detenerme	en	cmo	esta	sofstica	de	la	literatura	la	retoriza	y	la	desmarca	
de	 las	 poticas	 romnticas.	 Hay	 una	 retorizacin	 de	 lo	 literario	 en	 Gombrowicz	 que	 lo	
conecta	a	Macedonio	y	a	Borges,	una	cada	en	el	discurso,	en	la	declamacin	que	tiene	
como	efecto	la	diferencia,	ya	que	en	Gombrowicz	el	yo	es	un	teatro	del	yo,	en	Macedonio	
por	 las	 variaciones	 y	 repeticiones	 de	 la	 figura	 del	 lector	 y	 en	 Borges	 la	 sintaxis	 genera	
una	memoria	de	diferencias.	Podramos	decir	que	en	estas	poticas	hay	una	tendencia	a	
ontologizar,	 ya	 que	 el	 uso	 de	 las	 series	 de	 un	 solo	 trmino	 pone	 en	 cortocircuito	 la	
percepcin	de	la	metfora,	ahora	tenemos	la	metfora	de	un	solo	trmino,	ocupada	por	
el	 muchacho	 del	 palo,	 pasando	 por	 el	 palito,	 la	 piola,	 el	 gorrin,	 trminos	 que	 actan	
como	dobles	de	s	mismos,	produciendo	un	vaco	donde	antes	haba	representacin.	
	
	
La	expresin	americana	
	
Haba	 una	 vez	 una	 cultura	 latinoamericana	 que	 organizada	 tendra	 una	 expresin.	 El	
orden	de	los	factores	no	alterara	el	producto,	ya	que	siempre	estaramos	dando	vueltas	
alrededor	 de	 Amrica.	 Veamos	 las	 cosas	 desde	 afuera,	 ya	 que	 desde	 dentro	 nos	
quedaramos	 repitiendo	 el	 recorrido	 propuesto	 por	 el	 texto,	 de	 las	 partes	 a	 un	 todo.	
Extendiendo	 un	 poco	 los	 postulados	 de	 Hayden	 White,	 pensemos	 sobre	 esta	 trada	 de	
ensayos:	 La	expresin	americana,	 Facundo,	 Radiografa	de	la	pampa.	 Facundo	 es	 pico,	
Radiografa	es	trgico,	La	expresin	es	alegrica.	Cada	uno	cuenta	su	historia	de	acuerdo	
	                                                  355	
a	 su	 decoro.	 Tenemos	 entonces	 que	 una	 tpica	 Amrica,	 llena	 o	 vaca,	 desierta	 o	
abigarrada	 (o	 barroca),	 genera	 todo	 tipo	 de	 afectos,	 de	 acuerdo	 con	 las	 premisas	 que	
autores	y	lectores	pueden	colocar	en	un	tiempo	que	siempre	es	emprico,	histrico.	Aqu	
trato	 de	 no	 ser	 moderno	 ni	 posmoderno	 para	 poder	 leer	 simtricamente	 al	 vaco	
sarmientino,	el	lleno	de	Lezama,	y	en	ese	desplazamiento	observar	el	corrimiento	de	lo	
que	llega	a	ser	pas,	cuyo	mapa	moderno,	esttico,	es,	obviamente,	su	expresin	(tpica,	
tpica).	Observamos	que	en	el	desplazamiento	temporal,	la	tpica	cambia	de	forma.	La	
extensin	del	continente	americano	es	un	problema	pico	para	Sarmiento.	Consciente	de	
que	 no	 sirve	 de	 nada	 escribir	 en	 el	 desierto,	 escribe	 su	 famosa	 negacin	 que	 se	 dio	
vuelta	y	se	torn	macabra,	el	efecto	de	la	proyeccin	de	un	vaco	exterior	que	debe	ser	
llenado,	en	una	lucha	por	el	logos.	La	pampa	est	para	Sarmiento,	as	como	el	serto	es	o	
mar	 sem	 vaga	 nem	 praia,	 para	 Euclides	 da	 Cunha	 (ambos	 autores	 perciben	 el	 espacio	
americano	 como	 una	 verticalidad	 intransponible).	 Es	 que	 la	 idea	 de	 naturaleza	 como	
separada	 de	 la	 esfera	 cultural	 fue	 uno	 de	 los	 momentos	 del	 proyecto	 positivo	
decimonnico	que	le	permita	pensar	un	vaco	positivamente.	Tal	vez	haya	que	esperar	
los	 textos	 de	 Martnez	 Estrada	 donde	 despoblacin	 y	 desierto	 son	 correlativos,	 ya	 que	
hay	un	supervit	de	planeta.	El	veredicto	es	que	hay	menos	cultura	que	territorio,	por	lo	
que	 los	intersticios	vacos	son	ignorancia	y	miseria,	zoologa	y	botnica.	 El	 mal	 de	 estas	
naciones	es	la	vastedad	de	la	tierra,	la	superficie	inculta	es	astro.	
Tal	 vez	 lo	 que	 interesa	 de	 este	 conjunto	 de	 ensayos	 no	 es	 la	 verdad	 inactual	 de	 un	
americanismo,	 dada	 la	 exclusiva	 posibilidad	 que	 anuncian	 los	 indicadores	 de	 mercado,	
movimiento	 que	 est	 antes	 y	 despus	 de	 cualquier	 hecho	 cultural.	 Interesa	 la	
contradiccin	 con	 la	 cronologa	 que	 postula	 un	 barroco	 americano,	 dentro	 de	 lo	 que	
podra	 ser	 una	 historia	 del	 arte	 latinoamericano,	 construyendo	 una	 argumentacin	
que	encuentra	anclaje	en	el	proceso	de	autocomprensin	del	arte	teorizado	por	Hegel.	Y,	
al	mismo	tiempo,	cierta	marginalidad	en	la	que	Hegel	coloca	Amrica	en	su	historia	de	la	
filosofa.	Lezama	postula	una	Amrica	elevada,	cercana	a	lo	sublime;	Hegel,	una	Amrica	
infantil,	 mediocre,	 humilde.	 Polarizacin	 que	 pasa	 entre	 otros	 por	 la	 obra	 de	
Gombrowicz.	Este	tambin	siente	los	terrores	pascalianos	en	la	pampa.		
Exploremos	 las	 posibilidades	 del	 personaje	 conceptual	 llamado	 de	 seor	 barroco.	 En	
una	 primera	 instancia,	 veamos	 la	 facticidad	 de	 la	 ecuacin	 Sr.	 barroco	 =	 un	 arte	
americano	 =	 lleno.	 Lleno,	 ledo	 como	 el	 par	 simtrico	 del	 vaco,	 supone	 el	 efecto	
contrario	que	teme	Sarmiento	para	nuestra	Amrica.	Un	vaco	no	soberano,	donde	no	es	
posible	mandar	a	nadie,	no	se	puede	hacer	pas,	no	se	puede	hacer	patria	en	el	vaco.	En	
esta	perspectiva,	tanto	la	pampa	como	la	selva,	el	llano	y	el	serto	son	lugares	lmites	y	
no	 se	 ofrecen	 fcilmente	 a	 ser	 encerrados	 en	 mapas.	 Del	 perpetuo	 atraso	 de	 una	 masa	
	                                              356	
blanda	que	hay	que	colonizar,	a	una	Amrica	llena	de	una	cultura	y	un	control	propios,	
encontramos	 cosas	 comunes	 en	 las	 soluciones	 que	 proponen	 tanto	 Lezama	 como	
Gombrowicz,	el	par	simtrico	se	mantiene	afirmando	los	contrarios.	
Intento	 delimitar	 la	 ambigedad	 moderna	 y	 no	 moderna	 que	 atraviesan	 proyectos	
divergentes.	Por	un	lado	vemos	cmo	el	romanticismo	recicla	las	dicotomas	heredadas	
(lleno-vaco,	materia-espacio,	ser-no	ser),	de	las	cuales	la	disolucin	del	canon	moderno	
sera	 un	 momento	 de	 ese	 movimiento.	 Contemporneas	 y	 divergentes,	 simtricas,	 a	
estas	dualidades	podemos	agregarle	las	de	Gombrowicz.	En	los	aos	en	los	que	Lezama	
hace	sus	apuntes	para	dictar	las	conferencias	de	La	expresin	americana,	en	la	Habana,	
desde	 Buenos	 Aires	 Gombrowicz	 publica	 en	 el	 (diario)	 Kultura	 su	 antropologa	
americana.	Sabemos	que	Lezama	ha	publicado	textos	de	Gombrowicz	en	Orgenes.		
Queda	claro,	luego	de	pasar	por	la	obra	americana	de	Gombrowicz,	que	Amrica	es	una	
masa	 blanda	 sin	 cocinar	 an.	 En	 sus	 trminos,	 predomina	 la	 Amrica	 inmadura	 que	
padece	 una	 suerte	 de	 insuficiencia	 cultural	 (lo	 que	 lo	 pondra	 rpidamente	 a	 la	 par	 de	
Hegel)	 en	 la	 alta	 cultura,	 ya	 que	 sera	 una	 cultura	 de	 imitacin.	 La	 vuelta	 de	 tuerca	
gombrowicziana	hace	pasar	la	fuerza	de	la	cultura	americana	por	sus	sectores	incultos	
(los	bajos	muchachos	de	Retiro,	mirados	desde	los	sublimes	paisajes	de	la	sierra	edpica	
y	la	pampa	maestra).	
	
	
Borgowicz	
	
Tambin	 podemos	 explorar	 la	 perspectiva	 exterior	 de	 Gombrowicz	 para	 leer	 El	Aleph,	
donde	aparece	un	Borges	inepto	por	su	propia	inteligencia,	cuya	breve	lucidez	estara	en	
sealar	 que	 desde	 los	 mrgenes	 del	 canon	 literario	 occidental	 solo	 la	 bufonera	 o	
desfachatez	es	posible.	Tanto	la	perpleja	sintaxis	del	narrador	de	El	Aleph	como	la	serie	
que	junta	el	pjaro	al	palito	refieren	un	mundo	donde	la	literatura	muestra	cmo	debe	
borrarse.	 Recordemos	 que	 para	 Gombrowicz,	 Borges	 podra	 haber	 nacido	 en	
Montparnasse.		
Es	evidente	que	Gombrowicz	no	se	refiere	a	su	literatura,	sino	a	una	proyeccin	de	sus	
categoras	estticas.	Ve	a	Borges	como	un	formalista,	lejos	de	la	vida	baja	(porque	no	lo	
ha	ledo).	El	tiempo	los	pone	en	caminos	invertidos,	simtricos	(como	a	ese	Picasso	y	ese	
Cezanne	 que	 Lezama	 hace	 salir	 de	 un	 mismo	 rbol,	 en	 direcciones	 opuestas),	 uno	 del	
arrabal	 al	 centro,	 el	 otro	 del	 centro	 al	 arrabal.	 Ambos	 padecen	 efectos	 diferentes	 de	 la	
vida	baja,	mal	de	las	orillas.	Y	es	que	el	Cosmos	de	Gombrowicz	atraviesa	con	las	series	
una	 sintaxis	 que	 postula	 una	 suerte	 de	 imposibilidad	 de	 escribir	 un	 mundo:	
	                                                357	
cosmos=caos,	segn	la	frmula	de	Deleuze.		
La	 palabra	 se	 vuelve	 consigna,	 oscuro	 precursor,	 diferencia	 de	 la	 diferencia	 que	 hace	
resonar	las	series,	relacionndolas,	denunciando	que	pasa	por	sealar	esa	imposibilidad	
de	 narracin	 de	 lo	 aleatorio,	 convertida	 en	 narracin.	 Ir	 de	 un	 extremo	 a	 otro	 de	 un	
concepto	no	es	superarlo.	Ocurre	que	aqu	no	se	trata	de	ver	quin	escruta	un	sentido	
ms	 profundo.	 Es	 el	 imperio	 de	 lo	 que	 Saer	 llama	 de	 una	 eficacia	 disonante,	 y	 es	 en	
estos	 extremos	 donde	 el	 proyecto	 moderno	 se	 tensiona,	 y	 surge	 un	 mundo	 fuera	 de	
rbita.	Una	sintaxis	que,	leda	con	los	ojos	de	El	Aleph,	cobra	otro	sentido.	La	ms	parcial	
de	las	series	(la	de	un	solo	trmino)	toma	fuerza	de	sujeto	y	libera	un	sentido.		
As,	 el	 pjaro	 ahorcado,	 el	 hilo	 y	 el	 palito	 aparecen	 como	 tomos	 descentrados	 de	 un	
falso	 Demcrito,	 capaz	 de	 dirigir	 una	 isotopa	 anrquica.	 Tanto	 Cosmos	 como	 El	 Aleph	
operan	las	series	literales,	de	un	contexto	sobredeterminado	de	referencias	para	dar	un	
grado	cero	de	efectos	literarios.	Si	nos	acercamos	a	estos	textos	con	algo	prximo	a	los	
quevedos	de	Berkeley,	donde	ser	es	ser	notado,	en	un	mundo	que	no	tiene	precedente	
(toda	 una	 teora	 jbara),	 la	 figura	 funciona,	 es	 dispositivo	 que	 hace	 pasar	 las	 series.	 La	
serie	 impide	 que	 haya	 progresin	 causal.	 No	 hay,	 no	 puede	 haber	 fin,	 ya	 que	 las	 cosas	
solo	 pasan,	 transversalmente.	 Todo	 diverge	 (difiere)	 y	 todo	 coexiste.	 La	 palabra	
repitindose	en	el	sentido	a	s	misma.	Lo	paratctico	opera	efectos	de	sintaxis,	donde	el	
s	y	el	no	son	operadores	(como	el	uno	y	el	cero	y	el	mundo	pasa	literalmente	lo	que	hay	
en	las	palabras).	El	significante	(Aleph,	tokonoma,	cosmos)	aparece	ya	como	un	tercero,	
que	sostiene	una	relacin	con	un	segundo,	de	rebotes,	sin	jerarqua	(es	que	la	figura	se	
ha	vuelto	efecto	y	condicin	y	posibilidad	de	los	fenmenos).	Aqu	aparece	la	distincin	
entre	ser	y	haber.	Tardamente	se	pasa	no	por	lo	que	es,	sino	por	los	efectos	(lo	que	hay	
es	lo	que	queda).		
Recordemos	las	preguntas	que	se	hace	el	narrador	de	Cosmos:	cmo	relatar	algo	si	no	a	
posteriori?	 Es	 que	 realmente	 no	 se	 puede	 expresar	 nada	 en	 el	 momento	 de	 su	
nacimiento,	 cuando	 se	 trata	 an	 de	 algo	 annimo?	 Parecida	 a:	 cmo	 transmitir	 a	 los	
otros	el	infinito	Aleph	que	mi	temerosa	memoria	apenas	abarca?	La	respuesta	moderna	
para	estas	preguntas	literarias	pasa	por	conceder	una	inmanencia	al	lenguaje	capaz	de	
motivarse	a	s	mismo,	desde	su	propio	eco.	Hay	un	mundo	del	lenguaje	nada	racional,	o	
que	posee	una	racionalidad	desconocida,	indecible.	En	el	otro	extremo,	si	no	es	posible	
decirlo	 todo,	 porque	 no	 habra	 boca	 ni	 odo	 capaz	 de	 soportarlo,	 es	 posible,	 por	 lo	
menos,	calmar	las	fantasas	a	travs	de	la	palabra	(un	Freud	seco	y	mojado:	Fala).	A	esta	
deriva	 moderna	 es	 posible	 oponerle	 una	 sofstica	 de	 la	 literatura	 que	 la	 vuelve	
discursiva,	 reorganizando	 un	 campo	 que	 ya	 no	 pasa	 la	 idea	 de	 lo	 nacional	 sino	 por	 el	
gnero	 epidctico,	 donde	 Borges	 se	 encuentra	 con	 Bernhard,	 y	 Gombrowicz	 con	
	                                                 358	
Macedonio.	Una	literatura	que	puede	discurrir	sobre	la	imposiblidad	de	la	totalidad	en	
la	 literatura,	 donde	 lo	 menor	 sea	 lo	 mayor.	 Gorgias	 con	 Gombrowicz:	 Gombrowicz;	
Borges	con	Gorgias:	Borgias.	
	
	
Bibliografa		
	
Borges,	Jorge	Luis	(1990).	El	Aleph.	Buenos	Aires:	Emec.	
Deleuze,	Gilles	(1992).	Diferencia	y	repeticin.	Buenos	Aires:	Amorrortu.		
Fernndez,	 Macedonio	 (1997).	 Museo	 de	 la	 novela	 eterna.	 Rio	 de	 Janeiro:	 Ed.	
Archivos.		
Gombrowicz,	Witold	(1982).	Cosmos.	Barcelona:	Seix	Barral.		
------	(2005).	Diarios.	Barcelona:	Seix	Barral.		
Gorgias	(2002).	Sobre	lo	que	no	es	o	sobre	la	naturaleza.	Madrid:	Gredos.		
Latour,	Bruno	(2007).	Nunca	fuimos	modernos.	Buenos	Aires:	Siglo	XXI.	
Lezama	Lima,	Jos	(1988).	La	expresin	americana.	La	Habana:	Letras	Cubanas.
	                                          359	
	
GOMBROWICZ	Y	NUESTROS	TRANSATLNTICOS	
Nstor	Hugo	Sosa	Rossi	
	
	
                                                                                          A	Anah	
                                                 	
Ser	esa	cosa	que	nadie	puede	definir:	argentino	es	uno	de	los	ltimos	versos	del	poema	
La	fama	del	libro	La	cifra,	de	Jorge	Luis	Borges.	Como	es	sabido	que	Borges	eclipsaba	a	
sus	 contemporneos,	 la	 pregunta	 sobre	 qu	 significa	 ser	 argentino	 recorre	 el	 siglo	
pasado	y	seguramente	este.	
Tarde,	 muy	 tarde,	 pero	 quizs	 a	 tiempo,	 descubr	 la	 lectura	 de	 Witold	 Gombrowicz.	
Result	 un	 eslabn	 ignorado	 que	 le	 faltaba	 a	 mi	 cadena.	 Se	 trata	 de	 una	 llave	 o	 un	
picaporte.	 Gombrowicz,	 habitado	 por	 otra	 lengua,	 nos	 habla	 a	 los	 argentinos	 sobre	
nuestras	costumbres,	las	compara	con	su	amor	a	su	lectura	de	Proust,	compara	nuestros	
juicios	y	prejuicios,	nuestras	virtudes	y	nuestras	miserias.	
l,	radicado	en	Argentina	de	un	da	para	el	otro,	expatriado	de	Polonia.		
La	existencia	de	Gombrowicz,	sus	publicaciones	y	sus	diarios	resultan	un	accidente	en	el	
curso	de	los	acontecimientos,	nos	abren	un	picaporte,	y	a	los	lectores	se	nos	plantea	una	
pregunta	 invertida	 que	 seguramente	 l	 se	 hizo	 (y	 se	 respondi):	 qu	 significa	 un	
europeo	en	Argentina?	
Escruto	 en	 los	 textos	 algunos	 prrafos	 que	 me	 conmueven.	 Hacia	 el	 final	 del	 Diario	
argentino,	 volviendo	 a	 Europa	 en	 barco	 luego	 de	 veinticuatro	 aos,	 imagina	 un	
encuentro	con	el	joven	Gombrowicz	yendo	a	Amrica,	por	el	Atlntico:	
	
             S,	 saba	 que	 tena	 que	 encontrarme	 con	 aquel	 Gombrowicz	 rumbo	 a	
             Amrica,	yo,	Gombrowicz,	el	que	parta	ahora	de	Amrica.	Cunta	curiosidad	
             me	consuma	en	aquel	entonces,	monstruosa!,	respecto	de	mi	destino	()	y	
             heme	aqu	acercndome	a	aquel	Gombrowicz;	como	solucin	y	explicacin,	
             yo	soy	la	respuesta.	
             -	Con	qu	regresas?	Quin	eres	ahora?..	-	yo	le	responder	con	un	gesto	de	
             perplejidad	y	las	manos	vacas,	con	un	encogimiento	de	hombros,	quizs	con	
             algo	parecido	a	un	bostezo:	
             -	Aaay,	no	lo	s,	djeme	en	paz!		
             ()	 ser	 incapaz	 de	 dar	 otra	 respuesta?	 Argentina?	 Argentina!	 Cul	
             Argentina?	 Qu	 fue	 eso?	 Argentina?	 Y	 yo	 qu	 es	 ahora	 ese	 yo?	 ()	
             Sera	 que	 esa	 latinidad	 americana	 completaba	 de	 algn	 modo	 mi	
             polonidad?	()	cmo	es	posible	ser	despus	de	veinticuatro	aos	solo	agua	
             que	 se	 vierte,	 espacio	 vaco,	 noche	 oscura,	 cielo	 inmenso?..	 Oh,	 Argentina!	
             Qu	 Argentina?	 Nada,	 un	 fiasco.	 Ni	 siquiera	 poder	 desear,	 cualquier	
             posibilidad	 de	 deseo	 estaba	 excluida	 por	 un	 exceso	 de	 efusin	 que	 lo	
             inmovilizaba	 todo,	 el	 amor	 se	 converta	 en	 desamor,	 todo	 se	 confunda	
	                                              360	
              (Gombrowicz,	2006:	242	y	ss.)		
	
Al	 leer	 a	 Gombrowicz,	 se	 lee	 en	 una	 suerte	 de	 bisagra	 separada	 lo	 argentino	 y	 lo	
europeo.	Mientras	Borges	pregunta	qu	significa	ser	argentino,	Gombrowicz	dice	en	su	
diario	 acerca	 de	 Borges:	 Ese	 Borges	 europeizante	 no	 poda	 ah	 lograr	 una	 vida	
verdadera.	 Era	 algo	 adicional,	 un	 ornamento;	 y	 no	 era	 otra	 la	 suerte	 de	 su	 literatura	
argentina.	Tambin	cuenta	que	un	estudiante	de	derecho	en	Tucumn	le	deca	que		a	
los	sudamericanos,	Freud	no	poda	servirles	de	nada:	pues	es	ciencia	europea	y	esto	es	
Amrica.	
Al	 final	 del	 Malestar	 en	 la	 cultura,	 Freud	 reflexiona	 la	 imposibilidad	 de	 cumplir	 el	
mandamiento	 universal	 Ama	 a	 tu	 prjimo	 como	 a	 ti	 mismo,	 aludiendo	 una	
imposibilidad	intrnseca.	
Leo	en	Gombrowicz	una	meditacin	equivalente,	en	la	que	experimenta	una	crisis:	
	
              Me	cans	ya	el	cosmos.	Compruebo	en	m	una	crisis	de	universalidad	()	
              reclamamos	moral	para	todos,	derecho	para	todos,	todo	para	todos	y	
              ahora	 resulta	 que	 esto	 excede	 a	 nuestras	 fuerzas.	 Catstrofe!	 Decepcin!	
              Bancarrota!	 (...)	 la	 igualdad	 universal,	 la	 justicia	 universal,	 el	 amor	
              universal	()	No	soy	un	Atlas	para	cargar	en	los	hombros	el	mundo	entero!	
              (...)	Destrozar	esa	maldita	universalidad	que	me	sujeta	peor	que	la	crcel	
              ms	estrecha	y	salir	hacia	la	libertad	de	lo	limitado!	(2006:	167	y	ss.)		
	
Sigo	 escrutando	 textos.	 No	 encuentro	 dnde	 le	 lo	 siguiente,	 que	 apunt	 en	 notas:	 Lo	
que	hay	que	preguntarse	(nos	dice	Gombrowicz)	es	qu	es	lo	que	ama	un	artista.	Esta	
pregunta	 temprana	 sorprende	 y	 Gombrowicz	 se	 plantea	 y	 se	 responde,	 nos	 responde.	
Lee	psicoanlisis,	lee	a	Freud.	Y	en	la	dcada	del	sesenta,	en	estas	extraviadas	pampas,	
como	dice	en	su	diario,	con	entera	simpleza	elabora	lo	que	tal	vez	Lacan	se	pregunta	por	
Joyce,	artista	de	las	letras,	en	su	seminario	en	la	dcada	del	setenta.	
Gombrowicz	 vuelve	 a	 preguntar:	 de	 qu	 se	 enamora	 un	 artista?	 Gombrowicz	 y	 Joyce	
podrn	evocarse	como	donadores	al	psicoanlisis	de	una	escritura	del	exilio.	
En	 la	 dcada	 del	 sesenta,	 Tanguito	 escribe	 La	 balsa,	 y	 en	 la	 dcada	 del	 setenta,	 Sting	
escribe	Mensaje	en	una	botella.	El	primero	est	en	el	continente	americano,	en	la	letra	
de	la	cancin	el	personaje	solo,	triste	y	abandonado	hace	una	balsa	para	irse	a	naufragar.	
El	 segundo	 se	 encuentra	 en	 una	 isla	 de	 Europa	 y	 el	 personaje	 escribe	 un	 mensaje	 de	
socorro	en	una	botella	que	lanza	al	mar.	Estas	notas	son	martimas,	acuticas,	ocenicas.	
Dice	Ricardo	Piglia	en	una	conferencia	publicada	en	Formas	breves:	
	
              En	 efecto,	 el	 psicoanlisis	 y	 la	 literatura	 tienen	 mucho	 que	 ver	 con	 la	
              natacin.	El	psicoanlisis	es	en	cierto	sentido	un	arte	de	la	natacin,	un	arte	
	                                                361	
            de	mantener	a	flote	en	el	mar	del	lenguaje	a	gente	que	est	siempre	tratando	
            de	 hundirse.	 Y	 un	 artista	 es	 aquel	 que	 nunca	 sabe	 si	 va	 a	 poder	 nadar	 la	
            prxima	vez	que	entre	en	el	lenguaje.	(Piglia,	2003:	s/p)	
	
Seguiremos	 sin	 saber	 qu	 somos	 los	 argentinos,	 o	 seguir	 siendo	 el	 Siglo	 veinte	
cambalache	de	Enrique	Santos	Discpolo,	y	a	cada	generacin	le	volver	esta	pregunta.	
Contengamos	las	lgrimas	y	no	nos	ahoguemos.		
	
	
Bibliografa		
	
Borges,	Jorge	Luis	(1989).	La	cifra.	Buenos	Aires:	Emec	Editores.	
Freud,	Sigmund	(1992).	El	malestar	en	la	cultura.	Buenos	Aires:	Amorrortu	Editores.	
Gombrowicz,	 Witold	 (1997).	 Curso	 de	 filosofa	 en	 seis	 horas	 y	 cuarto.	 Barcelona:	
      Tusquets	Editores.	
-----	(2006).	Diario	argentino.	Buenos	Aires:	Adriana	Hidalgo	Editora.		
Piglia,	Ricardo	(2003).	Los	sujetos	trgicos,	en	Virtualia	N7,	4-5/03.	goo.gl/Z8SkXB	
	                                             362	
	
GOMBROWICZ	Y	EL	AJEDREZ	EN	SU	LITERATURA135	
Juan	Sebastin	Morgado	
	
	
Antes	de	Argentina	
	
Las	 siguientes	 notas	 recopiladas	 por	 Jerzy	 Gizycki	 describen	 la	 pasin	 de	 Gombrowicz	
por	el	juego	ciencia	antes	de	1939:	
	
             Gombrowicz	 nunca	 fue	 un	 ajedrecista	 de	 club.	 Sus	 partidas	 nunca	 fueron	
             anotadas,	aunque	l	estudi	algunos	libros:	tena,	por	supuesto,	Anlisis	del	
             juego	de	ajedrez,	 de	 Philidor.	 Cuando	 estuvo	 en	 Zakopane,	 en	 1930,	 el	 ms	
             renombrado	sitio	de	esqu	de	Polonia,	ocup	el	tercer	lugar.	Participaron	en	
             el	 torneo	 ajedrecistas	 amateurs	 como	 l.	 Le	 gustaban	 las	 partidas	 abiertas,	
             aunque	 fue	 menos	 exitoso	 utilizando	 la	 Espaola.	 Odiaba	 perder.	 Mientras	
             jugaba	 las	 partidas,	 tena		 sus	 dichos	 favoritos	 y	 se	 comportaba	 de	 una	
             manera	muy	particular.     136
	
	
El	Saln	Rex137	
	
Cundo	 fue	 fundado	 el	 Saln	 Rex?	 No	 se	 tiene	 certeza	 de	 la	 fecha	 exacta,	 pero,	 segn	
Horacio	 Amil	 Meiln,	 ya	 funcionaba	 en	 septiembre	 de	 1939	 al	 momento	 de	 jugarse	 el	
Torneo	 de	 las	 Naciones.	 Cundo	 se	 hizo	 cargo	 Paulino	 Frydman	 de	 su	 direccin?	
Probablemente	 fue	 a	 mediados	 de	 1940.	 Cundo	 concurri	 Gombrowicz	 por	 primera	
vez?	 La	 reciente	 aparicin	 del	 apasionante	 Kronos	 indica	 que	 fue	 en	 enero	 de	 1941.	 Al	
ao	siguiente	ya	el	Rex	era	un	lugar	de	culto.	As	lo	anunciaba	El	Mundo:	
	
             El	conocido	maestro	Paulin	Frydman	ha	sido	designado	director	del	torneo	
             de	la	Academia	Rex,	que	prximamente	tendr	lugar	en	esa	frecuentada	sala	
             de	ajedrez.	Hasta	la	fecha	se	han	inscripto	alrededor	de	70	aficionados,	que	
             sern	 dispuestos	 en	 cuatro	 grupos	 preliminares.	 Las	 partidas	 debern	
             definirse	en	el	trmino	de	una	hora	y	quince	minutos	para	cada	jugador.	(El	
             Mundo,	23/7/42:	s/p.)	
Domeyko	(traducciones),	Fernando	Lida	Garca	(testimonios),	Marta	Ramrez	La	Hoz	(Fundacin	
Martnez	Estrada),	Horacio	Amil	Meiln	(testimonios),	Tomasz	Lissowski	(traducciones),	Kacper	
Nowacki	 (testimonios)	 y	 Maia	 Losowska	 (Biblioteca	 Domeyko).	 Un	 reconocimiento	 pstumo,	
adems,	para	Juan	Carlos	Martnez.	
136	Recopilacin	y	traduccin	de	Tomasz	Lissowski.	
137	Tambin	 se	 lo	 llam	 Confitera	 Rex	 o	 Caf	 Rex.	 Adems	 funcion	 all	 ocasionalmente	 la	
Academia Rex.
	                                                363	
	
                                                                                          	
    Saln	Rex.	Parado	a	la	izquierda,	Paulino	Frydman.	Parado	al	centro,	con	corbata,	Jiri	Pelikan.	
                                       Foto:	Juan	Carlos	Gmez	
	
Juan	Carlos	Martnez	y	la	magia	del	Rex	
	
               El	 Saln	 Rex,	 que	 exista	 como	 un	 lugar	 de	 reunin	 para	 ajedrecistas,	
               billaristas,	 jugadores	 de	 cartas	 y	 tambin	 para	 actividades	 non	 sanctas,	
               cambi	su	fisonoma	a	partir	de	la	realizacin	del	Torneo	de	las	Naciones	de	
               1939.	 Numerosos	 participantes	 extranjeros	 se	 unan	 a	 verdaderas	 troupes	
               de	 maestros,	 maestritos,	 mirones	 y	 aficionados	 locales.	 El	 Rex	 estaba	 en	
               ebullicin!	La	entrada	del	Rex	estaba	en	Corrientes	831.	Haba	un	subsuelo	
               con	mesas	de	billar	grandes.	En	la	planta	baja	estaba	la	confitera,	vecina	del	
               famoso	 Tabars.	 Para	 llegar	 al	 saln	 de	 ajedrez,	 ubicado	 en	 el	 primer	 piso,	
               haba	tanto	una	escalera	como	un	ascensor.	A	la	izquierda,	junto	a	la	ventana	
               que	da	a	la	Avenida	Corrientes,	estaban	las	mesas	de	ajedrez;	a	la	derecha,	
               los	 billares,	 tres	 mesas	 de	 cartas	 y	 la	 peluquera	 saln	 de	 caballeros	 de	
               Luis	Rocha,	siempre	llena	de	clientes.	All	se	sola	levantar	quiniela	en	forma	
               subrepticia.	
               ()	 Desde	 1941,	 uno	 los	 visitantes	 asiduos	 fue	 el	 escritor	 polaco	 Witold	
               Gombrowicz,	 que	 tambin	 jugaba	 al	 ajedrez,	 al	 principio	 muy	 dbilmente.	
               Todos	nosotros	le	ganbamos	con	cierta	facilidad.	Durante	el	siguiente	mes	
               no	apareci	por	el	saln,	y	cuando	volvi	haba	progresado	tanto,	que	ya	nos	
               jugaba	de	igual	a	igual.	l	era	un	fumador	empedernido,	y	un	gran	tomador	
               de	caf.	El	cenicero	siempre	estaba	lleno	de	colillas,	y	la	mesa,	con	platos	y	
               tazas	de	caf	apiladas.	Agarraba	el	cigarrillo	de	una	manera	muy	peculiar:	lo	
               llevaba	 a	 la	 boca	 con	 los	 dedos	 pulgar	 e	 ndice	 sostenindolo	 desde	 abajo.	
               Cada	 pitada	 era	 profunda,	 y	 solo	 lo	 aplastaba	 en	 el	 cenicero	 cuando	 ya	 se	
               estaba	quemando	los	dedos.	
               Desde	que	comenz	a	dedicarse	a	la	traduccin	de	Ferdydurke,	dej	de	jugar	
               al	 ajedrez.	 Su	 mesa	 se	 llenaba	 de	 papeles,	 agolpndose	 una	 multitud	 de	
               amigos	y	parroquianos,	que	a	voz	en	cuello	y	muchas	veces	acaloradamente,	
               discutan	sobre	las	palabras	adecuadas.	Traducir	del	polaco	al	castellano	no	
               era	 tarea	 sencilla,	 y	 Gombrowicz	 sola	 inventar	 palabras.	 Recuerdo	 que	
               varios	das	estuvo	obsesionado	con	culeto,	como	traduccin	de	trasero	o	
	                                                364	
            culo.	En	ese	grupo	solan	estar	el	ajedrecista	Jos	Taurel	y	el	pianista	Pablo	
            Mann,	 de	 quien	 yo	 era	 muy	 amigo.	 Gombrowicz	 se	 sentaba	 siempre	 en	 la	
            primera	 mesa	 del	 saln,	 al	 lado	 de	 la	 escalera.	 Sola	 hacerle	 una	 caricia	 al	
            gato	blanco	que	habitaba	all,	y	que	suba	y	bajaba	por	el	ascensor	junto	a	los	
            clientes.	(Martnez,	2007)	
	
Horacio	Amil	Meiln	y	el	Rex	
	
            Jugar	 en	 el	 primer	 piso	 del	 amplio	 Saln	 Rex	 constitua	 un	 verdadero	
            privilegio,	 a	 la	 vez	 que	 un	 deleite	 para	 los	 sentidos,	 ya	 que	 mientras	 uno	
            dirima	su	partida,	desde	la	confitera	instalada	en	la	planta	baja	llegaban	los	
            melodiosos	acordes	de	algn	vals	viens	(...)	En	tanto,	en	una	mesa	aledaa,	
            el	 polaco	 nacionalizado	 argentino	 (sic)	 Witold	 Gombrowicz	 por	 entonces	
            un	 treintaero	 presida	 una	 tertulia	 de	 jvenes	 e	 incondicionales	
            admiradores,	en	la	que	se	debatan	temas	literarios	vinculados	con	las	ideas	
            existencialistas.	 En	 esa	 poca,	 Gombrowicz	 era	 para	 nosotros	 tan	 solo	 uno	
            ms	 de	 los	 diletantes	 del	 ajedrez	 e	 ignorbamos	 que	 en	 1938	 ya	 haba	
            emprendido	la	tarea	de	escribir	Ferdydurke.	(Amil	Meiln,	2012:	87)	
	
Lgrimas	por	el	cierre	del	Rex	
	
            Fue	 jugando	 al	 ajedrez	 que	 yo	 conoc	 a	 Gombrowicz	 en	 una	 tarde	 del	 Caf	
            Rex	 del	 ao	 1956.	 El	 Rex	 haba	 sido	 durante	 veinte	 aos	 un	 lugar	 ideal:	 se	
            poda	conversar	y	jugar	al	ajedrez.	Cuando	en	marzo	de	1961	ese	caf	cerr,	
            se	 nos	 parti	 en	 dos	 un	 medio	 mgico:	 la	 conversacin	 se	 nos	 fue	 para	 La	
            Fragata	y	el	juego	para	un	club	de	ajedrez.	Yo	no	s	si	una	persona	a	la	que	
            no	le	interesa	este	juego	puede	entender	lo	que	significa	el	ajedrez;	adems	
            del	juego	en	s	mismo,	es	un	refugio	para	protegerse	de	los	infortunios	de	la	
            vida,	es	una	manera	de	matar	las	amenazas	del	tiempo,	pero	tambin	es	un	
            campo	en	el	que	se	cruzan	las	existencias	de	una	manera	intensa,	el	color	de	
            fondo	 que	 da	 el	 ambiente	 del	 ajedrez	 es	 inolvidable	 y	 no	 puede	 ser	
            reemplazado	 con	 nada.	 El	 ajedrez	 fue	 para	 Gombrowicz,	 en	 la	 poca	 de	 su	
            mayor	 miseria	 y	 de	 la	 guerra,	 una	 disciplina	 que	 lo	 ayud	 a	 soportar	 la	
            pobreza	y	la	soledad.	El	Caf	Rex	se	convirti	para	l	en	un	verdadero	hogar.	
            (Juan	Carlos	Gmez,	s/d)	
	
	
Gombrowicz	por	Gombrowicz	
	
            En	 marzo	 de	 1942	 el	 dueo	 de	 mi	 hotel	 comenz	 a	 insistir	 demasiado	
            enrgicamente	 por	 los	 seis	 meses	 atrasados	 que	 le	 deba,	 as	 que	 deb	
            mudarme.	Una	noche	dej	el	hotel	y	mi	vecino,	don	Alfredo,	generosamente	
            me	alcanz	las	bolsas	por	la	ventana.	Me	las	llev	a	un	caf,	me	sent	en	una	
            mesa	y	no	supe	qu	hacer.	Mi	crdito	se	haba	acabado.	De	pronto	oigo:	T	
            aqu?		Era	un	polaco,	un	periodista	llamado	Taworski,	que	haba	vivido	en	
            la	Argentina	muchos	aos.	Le	cont	lo	que	me	haba	pasado.	Replic:	Sabes,	
            ahora	 tengo	 unos	 socios	 y	 alquilamos	 un	 chalet	 cerca	 de	 Buenos	 Aires,	 en	
            Morn,	 para	 poner	 una	 pequea	 fbrica	 textil.	 Puedes	 vivir	 all	 (...)	 Pas	
            unos	 seis	 meses	 en	 el	 chalet,	 que	 era	 gradualmente	 desvalijado.	 Taworski	
	                                              365	
             era	 la	 bondad	 en	 s	 misma	 y	 me	 cuidaba	 como	 un	 padre.	 Vivamos	 casi	
             exclusivamente	a	base	de	carne	ahumada	y	choclo,	que	l	cocinaba	una	vez	a	
             la	 semana.	 Yo	 era	 muy	 popular	 en	 Morn,	 tanto	 en	 la	 pizzera	 de	 la	 plaza	
             como	en	el	caf,	donde	jugaba	billar	y	ajedrez	(...)	Y	luego,	de	repente,	en	el	
             suplemento	 literario	 de	 La	 Nacin	 un	 artculo	 mo	 apareci	 en	 la	 primera	
             pgina.	 Desde	 ese	 momento	 mi	 posicin	 social	 en	 Morn	 se	 ilumin.	
             Empezaron	a	tratarme	con	consideracin.	La	vida	no	era	fcil.	Me	mantena	
             por	 catstrofes.	 Mi	 catstrofe,	 la	 catstrofe	 de	 Polonia,	 la	 catstrofe	 de	
             Europa.	 Pero	 al	 mismo	 tiempo	 actuaba	 en	 otro,	 ms	 elevado	 nivel.	
             (Gombrowicz,	1973:	s/p)	
	
	
Ferdydurke	
	
Segn	 Kronos,	 en	 diciembre	 de	 1945	 Gombrowicz	 empieza	 a	 traducir	 Ferdydurke	 al	
castellano.	Dice:	
	
             Este	ao	fue	ms	bien	duro	e	indefinido.	Un	rastro	de	sombra	lo	atraviesa,	
             que	 produce	 cierta	 timidez	 y	 desgano.	 Algo	 se	 quebr	 definitivamente.	
             Sobre	el	final	del	ao,	un	freno	total.	Termina	tambin	mi	amistad	con	Vilela	
             y	 Mann.	 Financieramente:	 desparejo	 y	 flojo.	 La	 salud,	 relativamente	 bien.	
             Un	ao	pobre,	con	pocos	atractivos.	(Gombrowicz,	2013:	s/p)	
	
Protagonizada	 por	 un	 hroe	 de	 treinta	 aos	 que	 se	 transforma	 en	 un	 adolescente	 de	
quince	 bajo	 la	 influencia	 de	 un	 maestro,	 la	 novela	 es	 una	 aguda	 stira	 de	 la	 sociedad	
contempornea.	As	cuenta	el	propio	Witold	algunos	detalles	de	la	traduccin	efectuada	
en	el	Rex,	en	el	Prlogo	a	la	primera	edicin	castellana,	1947:	
	
             Esta	 traduccin	 fue	 efectuada	 por	 m	 y	 solo	 de	 lejos	 se	 parece	 al	 texto	
             original.	El	lenguaje	de	Ferdydurke	ofrece	dificultades	muy	grandes	para	el	
             traductor.	 Yo	 no	 domino	 bastante	 el	 castellano.	 Ni	 siquiera	 existe	 un	
             vocabulario	 castellanopolaco.	 En	 estas	 condiciones	 la	 tarea	 result,	 tan	
             ardua,	como,	digamos,	oscura	y	fue	llevada	a	cabo	a	ciegas,	solo	gracias	a	la	
             noble	 y	 eficaz	 ayuda	 de	 varios	 hijos	 de	 este	 continente,	 conmovidos	 por	 la	
             parlisis	 idiomtica	 de	 un	 pobre	 extranjero.	 La	 realizacin	 de	 la	 obra	 se	
             debe	ante	todo	a	la	iniciativa	y	el	apoyo	de	Cecilia	Benedit	de	Debenedetti,	a	
             la	cual	deseo	expresar	mi	mayor	agradecimiento.	(Gombrowicz,	2003:	21)	
	
Luego	 menciona,	 uno	 por	 uno,	 a	 todos	 sus	 colaboradores,	 entre	 los	 que	 figuran	 Pablo	
Mann	y	Jos	Taurel:	
	
             Tengo	 que	 agradecer	 por	 Dios!	 a	 todos	 esos	 nobles	 doctores	 en	 la	
             gauchada,	 y	 a	 los	 criollos	 les	 digo	 solo	 eso:	 viva	 la	 patria	 que	 tiene	 tales	
             hijos!	Si	a	pesar	de	un	nmero	tan	serio	de	colaboradores	el	texto	castellano	
             tuviese	 alguna	 falla	 proveniente,	 no	 de	 las	 insuperables	 dificultades	 de	 la	
	                                                 366	
              traduccin,	 sino	 del	 descuido,	 esto	 se	 debera,	 creo,	 al	 exceso	 de	 amenas	
              discusiones	 que	 caracterizaba	 las	 sesiones,	 realizadas	 casi	 todas	 en	 la	 sala	
              de	 ajedrez	 de	 la	 confitera	 Rex	 bajo	 la	 enigmtica	 y	 bondadosa	 sonrisa	 del	
              director	 de	 la	 sala,	 maestro	 Frydman.	 Me	 alegro	 que	 Ferdydurke	 haya	
              nacido	 en	 castellano	 de	 tal	 modo,		 y	 no	 en	 los	 tristes	 talleres	 del	 comercio	
              libresco!	(Gombrowicz,	2003:	22)	
	
Pablo	Mann	(paciente	buscador	del	verbo)	
	
Pablo	 Mann	 fue	 un	 destacado	 pianista	 argentino,	 proveniente	 de	 una	 familia	 de	
msicos.	Mann	es	mencionado	en	las	pginas	92,	93,	96	y	107	de	Kronos	en	episodios	
ocurridos	 en	 1943,	 en	 los	 que	 Gombrowicz	 relata	 que	 juega	 al	 ajedrez	 con	 l	 y	 los	
hermanos	 Vilela	 (Ricardo	 y	 Armando),	 Roth,	 Sandeln,138	y	 es	 nombrado	 secretario	 del	
grupo	Solidaridad,	junto	con	Frydman,	Mastronardi,	Nowinska	y	Gruber.	Luego	dice	que	
en	 diciembre	 de	 1945	 termina	 su	 amistad	 con	 Vilela	 y	 Mann.	 Esto	 es	 curioso,	 ya	 que	
ambos	 son	 incluidos	 entre	 los	 colaboradores	 que	 lo	 ayudaron	 en	 la	 traduccin	 de	
Ferdydurke	al	ao	siguiente.	
	
Jos	Pepe	Taurel	(eficaz	e	intuitivo)	
	
Jos	 Taurel	 fue	 representante	 del	 Club	 San	 Lorenzo,	 y	 particip	 en	 algunos	 torneos	
metropolitanos	de	segunda	categora	sin	lograr	el	ascenso.	Daba	clases	de	ajedrez	a	los	
aficionados,	y	tambin	estuvo	a	cargo	de	la	sala	de	ajedrez	del	Club	Italiano.	Luego	de	la	
aparicin	 de	 Kronos,	 la	 relacin	 entre	 Taurel	 y	 Gombrowicz	 se	 devela	 como	 muy	
cercana.	Es	mencionado	en	las	pginas	102,	104	y	107,	y	se	deduce	que	fue	uno	de	sus	
compaeros	 en	 el	 viaje	 a	 La	 Falda	 de	 1944, 139 	siendo	 apodado	 como	 Taureleco.	
Viajaron	 tambin	 los	 mellizos	 Hctor	 y	 Eduardo	 Di	 Mauro.	 Asimismo,	 Gombrowicz	
menciona	que	empieza	a	ir	al	barcito	de	Avenida	de	Mayo,	con	Pepe	(Taurel),	Ernesto	
(Plunkett)	y	Roberto	(Bentez)	(Gombrowicz,	2013:	s/p).	
	
Qu	significa	Filidor	(Filifor)	forrado	de	nio?	
	
Textos	polacos	de	Ferdydurke:	
       Captulo	IV:	Przedmowa	do	Filidora	dzieckiem	podszytego.	
       Captulo	V:	Filidor	dzieckiem	podszyty.	
       Captulo	XI:	Przedmowa	do	Filiberta	dzieckiem	podszytego.	
	                                                367	
       Captulo	XII:	Filibert	dzieckiem	podszyty.	
En	 la	 versin	 polaca	 original	 hay	 dos	 personajes:	 FILIDOR	 	 FILIBERT.	 Nominativo:	
Filidor	(en	la	oracin:	Filidor	es	mi	amigo).	Caso	2:	Filidora	(No	est	Filidor	aqu,	o,	no	
hay	 ningn	 Filidor	 aqu).	 Caso	 3:	 Filidorowi	 (Se	 lo	 di	 a	 Filidor).	 Caso	 4:	 Filidora	
(Puedo	ver	a	Filidor).	Caso	5:	Filidorem	(se	utiliza	Filidor	como	herramienta).	Caso	6:	o	
Filidorze	 (Hablo	 acerca	 de	 Filidor).	 Caso	 7:	 oh,	 Filidorze!	 (Oh,	 Filidor,	 t	 eres	
magnfico!).	Como	se	ve,	la	parte	principal	de	la	palabra	es	la	misma,	pero	los	extremos	
varan:	son	las	llamadas	declinaciones.	En	otros	idiomas	se	utilizan	los	artculos	(der,	die,	
das,	 en	 alemn)	 o	 preposiciones	 (to,	from,	about,	 en	 ingls).	 La	 expresin	 przedmowa	
do	Filidora	(caso	2)	significa	aproximadamente:	prefacio	al	Filidor.	
Muy	 interesante	 es	 la	 expresin	 Filidor	 dzieckiem	 podszyty.	 Dziecko=nio;	
szycie=cosiendo;	 podszycie=trabajo	 especfico	 del	 sastre	 (costura),	 cuando	 un	 producto	
(por	ejemplo,	una	camisa)	es	cubierto,	desde	adentro	hacia	afuera,	por	otro	material,	de	
diferente	textura,	para	hacerlo	ms	suave	o	clido.	Podszyty	se	refiere	a	un	producto	(o	
simblicamente	 a	 una	 persona)	 con	 dos	 caras	 o	 aspectos.	 Naturalmente,	 es	 una	
expresin	graciosa	que	significa	aproximadamente	que	Filidor,	aunque	es	nominalmente	
un	adulto,	no	ha	madurado	lo	suficiente,	y	se	comporta	a	veces	como	un	nio,	o	cree	que	
es	un	nio.	
Entonces,	queda	claro	que	en	la	versin	castellana	se	han	modificado	los	nombres	de	los	
protagonistas:	 Filifor	 y	 Filimor.	 Filimor,	 evidentemente,	 es	 una	 abreviatura	 de	 las	
palabras	Filidor	y	Morphy,	dos	supercampeones	de	ajedrez	del	siglo	XIX.	
	
	
Gombrowicz	y	Frydman	
	
En	 la	 recopilacin	 de	 Jerzy	 Gizycki	 estaba	 el	 artculo	 Gombrowicz	 en	 Buenos	 Aires	
publicado	por	Rajmund	Kalicki	en	la	revista	mensual	Tworczosc	(en	espaol,	Creacin),	
en	1981.	
	
Frydman	a	Kalicki,	sobre	Gombrowicz	
	
               Cuando	 lo	 conoc	 por	 primera	 vez,	 mi	 enorme	 inters	 por	 la	 literatura	 ya	
               haba	 sido	 reemplazado	 por	 otras	 ocupaciones.	 Sola	 leer	 mucho;	 todava	
               hoy	 no	 estoy	 completamente	 libre	 de	 esa	 adiccin,	 pero	 entonces	 era	 otro	
               tipo	de	lectura.	El	infierno	se	haba	desatado	en	la	tierra,	haba	que	asegurar	
               el	sustento,	y	todo	era	ansiedad	acerca	de	la	suerte	de	los	parientes.	Como	
               no	he	ledo	(ni	estoy	leyendo)	sus	obras,	Witold	tuvo	un	silencioso	rencor	
               contra	 m.	 Yo	 conoca	 solo	 algunos	 fragmentos	 pequeos	 de	 su	 Diario	
	                                               368	
             argentino,	a	travs	de	Kultura.	
             Soy	un	gran	admirador	de	su	estilo	y	siempre	pens	que	no	tendra	sentido	
             leerle	en	espaol.	Ahora	tengo	que	llenar	este	vaco,	como	mnimo	leyendo	
             el	 Diario.	 Recientemente,	 el	 locutor	 de	 radio	 ms	 importante,	 Antonio	
             Carrizo,	me	ha	sorprendido	leyendo	el	fragmento	del	Diario	que	se	refera	a	
             mi	persona.		
             (...)	 Mi	 historia	 es	 muy	 similar	 a	 la	 de	 Gombrowicz.	 Ambos	 llegamos	 a	
             Argentina	el	mismo	da,	21	de	agosto	de	1939	(...)	No	tengo	ninguna	razn	
             para	quejarme.	Mi	nuevo	entorno	me	acept	amistosamente.	La	barrera	del	
             idioma	 en	 mi	 actividad	 no	 era	 un	 problema	 tan	 grande	 como	 en	 la	 de	
             Gombrowicz,	 y	 desde	 el	 primer	 momento	 me	 fue	 bastante	 bien.	 Sin	
             embargo,	solo	desde	finales	de	1941	mi	situacin	fue	definitivamente	clara,	
             cuando	 el	 dueo	 del	 Rex,	 el	 Caf	 ms	 grande	 de	 la	 Avenida	 Corrientes,	
             ubicado	 a	 un	 lado	 del	 cine	 Gran	 Rex,	 frente	 al	 pera	 el	 cine	 ms	 bello	 en	
             Buenos	Aires,	me	ofreci	organizar	un	saln	de	ajedrez	en	el	primer	piso.	
             Tuve	 suerte	 en	 esta	 aventura,	 y	 a	 partir	 de	 ese	 momento	 me	 asegur	 un	
             ingreso	mensual	muy	conveniente	para	m.	
             Doy	 estos	 detalles	 porque	 el	 Rex	 era	 el	 lugar	 de	 visitas	 diarias	 de	 Witold	
             Gombrowicz,	y	su	segunda	casa.	Recuerdo	perfectamente	las	circunstancias	
             de	 cuando	 lo	 conoc	 por	 primera	 vez140	(...)	 Un	 da	 en	 la	 calle	 Per	 conoc	
             uno	de	mis	mejores	amigos,	ex	miembro	del	personal	diplomtico	polaco	de	
             alto	 rango.	 Lo	 llamaremos	 el	 cnsul,	 porque	 invariablemente	 Gombrowicz,	
             experto	 en	 el	 uso	 de	 ttulos,	 sola	 llamarlo	 as.	 El	 cnsul	 concurri	
             acompaado	por	un	joven	delgado,	con	semblante	eslavo.	Volvimos	de	una	
             reunin	 en	 el	 consulado	 polaco,	 y	 despus	 de	 las	 palabras	 de	 saludo,	
             decidimos	reacondicionar	nuestras	debilitadas	fuerzas	con	un	buen	bife	de	
             chorizo	con	ensalada	mixta	y	vino	tinto.	El	tercer	comensal	era	Gombrowicz	
             (...)	 Recuerdo	 que	 fue	 muy	 lacnico,	 melanclico	 y	 ensimismado	 en	 sus	
             pensamientos.	Pero	muy	pronto	despus	l	apareci	en	el	Rex;	y	qued	claro	
             que	 era	 un	 amante	 del	 ajedrez	 (...)	 Se	 sinti	 bien	 en	 este	 entorno,	 se	
             encontr	con	un	grupo	de	gente	de	fuerza	similar,	de	nivel	ajedrecstico	no	
             muy	 alto,	 con	 quienes	 se	 trenzaba	 en	 luchas,	 mezclando	 las	 jugadas	 con	
             charlas	 ingeniosas,	 que	 no	 siempre	 eran	 apreciadas	 por	 sus	 oponentes.	
             (Frydman,	en	Kalicki,	1981)	
	
Relata	Juan	Carlos	Gmez:	
	
             Lo	 vi	 entrar	 al	 Rex.	 Era	 un	 apasionado	 del	 ajedrez.	 El	 ambiente	 le	 gust	
             mucho.	 (...)	 Tena	 manas	 que	 ponan	 a	 los	 otros	 jugadores	 fuera	 de	 s;	 por	
             ejemplo,	la	de	tomar	un	pen	entre	el	dedo	ndice	y	el	mayor	y	dar	pequeos	
             golpes	 secos	 contra	 el	 tablero.	 Gombrowicz	 jugaba	 indistintamente	 con	
             buenos	 y	 malos	 jugadores,	 y	 le	 daba	 igual	 perder	 que	 ganar.	 El	 ajedrez	 lo	
             ayudaba	 ms	 que	 ninguna	 otra	 cosa	 a	 calmar	 los	 nervios	 en	 la	 difcil	
             situacin	 en	 la	 que	 se	 encontraba	 (...)	 Al	 concentrarse	 en	 las	 partidas,	 se	
             olvidaba	 de	 todo.	 Esta	 disciplina	 le	 fue	 muy	 til	 durante	 la	 guerra	 y	 en	 los	
             momentos	de	mayor	pobreza	y	soledad.	El	Rex	era	como	un	segundo	hogar	
             para	l.	(Gmez,	s/d)	
	
	
	                                               369	
	
	
Najdorf,	Appel	y	Gombrowicz:	una	historia	fantasma?	
	
Versiones	 similares	 de	 la	 siguiente	 historia	 fueron	 publicadas,	 con	 mayor	 o	 menor	
detalle,	 por	 Juan	 Carlos	 Gmez	 en	 sus	 Gombrowiczidas,	 por	 el	 propio	 Najdorf	 en	 el	
diario	 Clarn,	 por	 la	 revista	 Ajedrez	 Postal	 Americano,	 y	 por	 su	 hija	 Liliana	 en	 el	 libro	
Najdorf	x	Najdorf	(L.	Najdorf,	2008:	83).	
Najdorf	 titula	 el	 episodio	 Mat	 un	 hombre,	 y	 detalla	 las	 circunstancias	 en	 que	 debi	
jugar	una	partida	frente	a	su	connacional	Isaak	Appel,	previo	al	Torneo	de	las	Naciones	
que	 se	 iba	 a	 jugar	 en	 Buenos	 Aires	 en	 1939.	 Expresa	 que	 la	 Federacin	 de	 Ajedrez	 de	
Polonia	 haba	 determinado	 que	 deba	 jugarse	 un	 torneo	 clasificatorio	 para	 integrar	 el	
equipo	de	cinco	jugadores,	que	en	la	ltima	rueda	ya	estaban	clasificados	l,	Tartakower	
y	Frydman,	y	que	Appel,	que	aspiraba	a	uno	de	los	otros	dos	lugares,	le	solicit,	a	travs	
de	su	esposa	Eugenia,	que	le	entregara	el	punto	en	juego,	lo	que	le	permitira	acceder	a	
un	lugar	en	el	equipo.	
Najdorf	 le	 contest	 a	 travs	 de	 la	 propia	 Eugenia,	 dicindole	 que	 no	 poda	 atentar	
contra	 la	 esencia	 del	 ajedrez,	 jug	 la	 partida,	 y	 venci	 a	 Appel;	 este	 qued	 afuera	 del	
equipo	polaco,	y	tiempo	despus,	ya	declarada	la	guerra,	fue	llevado	por	los	nazis	a	un	
campo	 de	 concentracin,	 donde	 fue	 asesinado.	 Dice	 luego	 textualmente	 Najdorf	 en	
Ajedrez	Postal	Americano:	
	
              La	suerte	de	Appel	se	convirti	en	una	pesada	carga	para	m	(...)	Lo	haba	
              enviado	 hacia	 la	 muerte?	 Los	 reproches	 de	 mi	 conciencia	 se	 tornaron	
              obsesivos.	Yo	no	haba	dicho	una	palabra	sobre	aquel	desdichado	episodio	a	
              nadie.	 Senta	 la	 imperiosa	 necesidad	 de	 confesarme	 con	 alguien,	 de	
              desprenderme	de	aquella	tortura	y	aclarar	la	realidad	de	lo	acontecido.	Una	
              noche	relat	el	episodio	a	mi	amigo	Witold	Gombrowicz,	quien	haba	llegado	
              a	 Buenos	 Aires	 tambin	 en	 1939,	 para	 quedarse	 por	 espacio	 de	 dos	
              semanas.	 Fue	 otro	 al	 que	 sorprendi	 la	 guerra.	 Taciturno,	 conflictuado	 y	
              solitario,	 rechaz	 la	 oportunidad	 de	 incorporarse	 a	 la	 lite	 intelectual	
              portea,	 que	 aunque	 no	 lo	 comprendiera,	 se	 senta	 fascinada	 por	 aquel	
              extranjero	que	ya	era	admirado	en	algunos	crculos	de	Europa	por	su	obra	
              magistral	 Ferdydurke.	 El	 ajedrez	 era	 para	 l	 una	 evasin,	 un	 escape	 de	 la	
              realidad,	 pues	 se	 senta	 dramticamente	 marginado,	 abandonado	 en	 una	
              tierra	 que	 no	 era	 la	 suya.	 Coment	 pausadamente	 Gombrowicz:	 Martin	
              Buber	 escribi	 que	 el	 hecho	 fundamental	 de	 la	 existencia	 humana	 es	 el	
              hombre.	En	cuanto	tal,	cada	uno	elige	su	camino.	T	habas	elegido	ser	algo	
              y	nada	poda	detener	tu	decisin	de	jugar	para	ganar.	Lamentablemente,	el	
              espacio	 entre	 Appel	 y	 t	 fue	 infranqueable.	 No	 podan	 encontrarse	 jams	
              (...)	No	fui	capaz	de	imaginarme	que,	si	ya	en	las	calles	de	Varsovia	se	gritaba	
              Heil	 Hitler,	 algo	 tremendo	 se	 avecinaba.	 Unos	 meses	 despus	 la	 capital	
              polaca	era	ocupada.	(M.	Najdorf,	2001:	13)	
	                                                 370	
	
En	 uno	 de	 sus	 Gombrowiczidas,	 Juan	 Carlos	 Gmez	 relata	 el	 episodio	 de	 manera	
parecida,	 situando	 la	 conversacin	 entre	 Gombrowicz	 y	 Najdorf	 a	 mediados	 de	
setiembre	de	1939:	
	
              Miguel	Najdorf,	el	gran	maestro	de	ajedrez,	y	Witold	Gombrowicz	eran	dos	
              polacos	 que	 por	 la	 razn	 de	 su	 inmenso	 ego	 no	 se	 llevaban	 bien.	 Los	 dos	
              eran	 actores	 y,	 cada	 uno	 a	 su	 modo,	 expertos	 narradores	 de	 historias.	 Un	
              medioda,	en	la	Embajada	de	Polonia,	Najdorf	nos	contaba	al	embajador,	al	
              cnsul	y	a	m	un	cuento	que	tena	una	moraleja.141	
              La	 cuestin	 es	 que	 Najdorf,	 como	 integrante	 del	 equipo	 de	 ajedrez	 polaco	
              que	 vino	 a	 la	 Argentina	 a	 competir	 en	 la	 olimpadas	 del	 39,	 haba	 sido	
              responsable,	 segn	 nos	 contaba,	 de	 la	 muerte	 de	 otro	 ajedrecista,	 tambin	
              judo	(...)	Cuando	Najdorf	le	puso	punto	final	a	la	historia	despus	de	haber	
              logrado	 el	 clima	 dramtico	 que	 necesitaba,	 intervino	 el	 cnsul	 con	 un	
              aspecto	 siniestro.	 La	 inteligencia	 y	 la	 astucia	 le	 brillaban	 en	 los	 ojos,	 y	 le	
              pidi	a	Najdorf	que	no	se	pusiera	triste	pues	no	haba	sido	l	sino	el	destino	
              el	 que	 haba	 originado	 la	 tragedia.	 En	 efecto,	 si	 Najdorf	 se	 hubiera	 dejado	
              ganar,	 su	 contrincante	 judo	 se	 habra	 salvado,	 pero	 el	 que	 vino	 a	 la	
              Argentina	en	el	lugar	de	l,	tambin	judo,	se	hubiera	quedado	all	con	igual	
              suerte	de	la	que	tuvo	el	que	muri.	Tomamos	una	vodka	y	pasamos	a	otro	
              cuento.	(Gmez,	s/d)	
	
Sin	embargo,	afirma	Tomasz	Lissowski:	
	
              Desde	hace	muchos	aos	se	sabe	en	Polonia	que	este	relato	de	Najdorf	no	es	
              verdadero:	 no	 existi	 un	 torneo	 clasificatorio	 para	 clasificar	 a	 los	
              integrantes	 del	 equipo	 polaco	 en	 1939.	 Es	 difcil	 de	 entender	 la	 razn	 de	
              este	extrao	error	de	Najdorf,	y	no	es	el	nico.	(Lissowski,	s/d)	
	
Entonces,	la	conversacin	entre	Najdorf	y	Gombrowicz,	tambin	fue	una	fantasa?	No	
podemos	 afirmarlo.	 Sern	 necesarias	 nuevas	 investigaciones.	 Hasta	 ahora	 no	 se	 ha	
encontrado	mencin	a	este	hecho	en	ninguno	de	los	mltiples	textos	de	Gombrowicz.	
Este	 autor	 cree	 que	 las	 razones	 del	 distanciamiento	 entre	 Najdorf	 y	 Gombrowicz	
obedecieron,	 adems	 de	 la	 eventual	 cuestin	 de	 egos	 sostenida	 por	 Gmez,	 a	 que,	
mientras	 Najdorf	 se	 convirti	 en	 un	 hombre	 de	 accin,	 Gombrowicz	 permaneci	
fielmente	 intelectual.	 As,	 mientras	 Najdorf	 expandi	 su	 personalidad	 hacia	 un	
histrionismo,	 Gombrowicz	 se	 recluy	 en	 su	 introvertido	 campo	 de	 las	 letras.	 En	 tanto	
Najdorf	adhera	al	peronismo,	Gombrowicz	permaneci	silenciosamente	contrario	a	esa	
fuerza	 poltica,	 soportando	 dursimas	 condiciones,	 apenas	 de	 supervivencia,	 durante	
largos	perodos	de	tiempo.	Por	distintos	caminos,	ambos	lograron	la	fama.	
141 Gmez y el embajador polaco Eugeniusz Noworyta fueron invitados a cenar por Najdorf el 22
	                                                 371	
	
	
Gombrowicz	y	Martnez	Estrada	
	
Hay	 muy	 pocas	 referencias	 a	 la	 relacin	 personal	 que	 tuvieron	 Witold	 Gombrowicz	 y	
Ezequiel	Martnez	Estrada	y,	en	general,	coinciden	en	resaltar	la	inexistencia	(o	casi)	de	
vnculos	entre	ellos.	As	lo	expres	Juan	Carlos	Gmez:	
	
             Hay	 una	 especie	 de	 sociologa	 impresionista	 o	 psicologa	 social	 de	 los	
             argentinos,	 que	 Gombrowicz	 practica	 en	 la	 tradicin	 de	 los	 visitantes	
             atentos	o	profesionales	que	conocieron	la	Argentina	de	la	belle	poque,	as	
             como	los	filsofos	viajeros	que	pontificaron	sobre	el	ser	nacional	argentino.	
             En	 el	 centro,	 dos	 obras,	 la	 una	 silenciada	 por	 Gombrowicz	 de	 Ezequiel	
             Martnez	Estrada,	la	otra	recordada	en	la	amistad	de	Bernardo	Canal	Feijo.	
                           	
             (Gmez,	s/d)
	
Cuando	 explica	 las	 relaciones	 de	 Gombrowicz	 con	 los	 escritores	 argentinos,	 Miguel	
Grinberg	dice:	
	
             Por	 medio	 del	 poeta	 Carlos	 Mastronardi,	 conoce	 a	 Borges,	 Mallea,	 Sabato,	
             Silvina	Ocampo,	Capdevila,	Martnez	Estrada,	Bioy	Casares,	etctera.	No	tuvo	
             buen	xito	con	ellos.	Profundas	diferencias	los	separaban,	y	justo	es	decirlo,	
                                                                        	
             el	carcter	dscolo	de	Gombrowicz.	(Grinberg,	2001:	29)
	
Ahora	 bien.	 Este	 autor,	 conociendo	 las	 trayectorias	 contemporneas	 de	 Gombrowicz	 y	
Martnez	Estrada,	intuy	que	ellos	podran	haber	tenido	en	algn	momento	una	relacin	
cercana,	 vista	 la	 comunidad	 de	 ideas	 que	 mantenan	 en	 muchos	 temas	 fundamentales.	
Haciendo	 un	 somero	 anlisis,	 puede	 observarse	 que	 ambos	 jugaron	 al	 ajedrez;	 fueron	
candidatos	al	Premio	Nobel;	tuvieron	su	experiencia	con	la	llamada	izquierda	(Santucho,	
revolucin	 cubana),	 y	 en	 ambos	 casos	 con	 resultados	 no	 del	 todo	 favorables;	 fueron	
cratas	 (anarquistas)	 intelectuales	 o	 existenciales,	 outsiders	 al	 decir	 de	 Rita	 Labrosse,	
crticos	 de	 sus	 respectivas	 lites	 literarias;	 tuvieron	 posturas	 alejadas	 del	 peronismo	 y	
absolutas	independencias	personales	de	los	sistemas	de	poder	reinantes;	se	refirieron	a	
Buenos	Aires	en	trminos	negativos:	Martnez	Estrada	a	travs	de	su	obra	La	Cabeza	de	
Goliat,	 y	 Gombrowicz	 siendo	 atrado	 solamente	 por	 el	 bajo	 Buenos	 Aires;	 ocuparon	
posiciones	 burocrticas	 grises	 para	 sobrevivir	 (Correo	 Argentino,	 Banco	 Polaco);	
murieron	 en	 edades	 productivas	 luchando	 contra	 enfermedades	 paralizantes;	 fueron	
tildados	de	traidores	a	la	patria.	
Podramos	agregar	que	Gombrowicz	nunca	pudo	volver	a	Polonia,	y	Martnez	Estrada	se	
	                                               372	
sinti,	por	momentos,	un	extranjero	en	su	propio	pas;	y	que	sus	obras	se	caracterizan	
por	 un	 profundo	 anlisis	 psicosocial,	 un	 cierto	 sentido	 de	 la	 paradoja,	 y	 sus	 tonos		
a-nacionalistas,	antinazis	y	antifascistas.	
El	hallazgo	de	dos	obras	dedicadas	por	Gombrowicz	a	Martnez	Estrada	constituye	una	
prueba	 fehaciente	 del	 mutuo	 respeto	 y	 simpata	 que	 se	 tuvieron.	 Pueden	 haberse	
encontrado	en	La	Fragata	o	en	algn	otro	bar	cercano.	Debe	tenerse	en	cuenta	tambin	
que,	en	tanto	Gombrowicz	viva	en	Per	y	Venezuela	y	caminaba	frecuentemente	hasta	
el	 bajo,	 Martnez	 Estrada	 tena	 su	 domicilio	 en	 Lavalle	 166,	 precisamente	 en	 esa	 zona.	
Ms	an,	Gombrowicz	trabajaba	en	el	Banco	Polaco,	Tucumn	al	400,	en	tanto	Martnez	
Estrada	lo	haca	en	el	Correo	Central,	lugares	muy	cercanos.	En	Kronos,	Martnez	Estrada	
no	 es	 mencionado	 en	 el	 ndice	 onomstico,	 pero	 sin	 embargo	 est	 incluido	 en	 el	
Tableaux.	 Tambin	 encontramos	 varias	 referencias	 a	 l	 en	 el	 libro	 de	 Klementyna	
Suchanow	(2005:	61,	105-6,	112,	116,	241	y	252).	Mencionaba	Gombrowicz	a	Martnez	
Estrada	 en	 su	 carta	 a	 Piera	 de	 marzo	 de	 1947,142cuando	 las	 pruebas	 de	 galera	 de	
Ferdydurke	estaban	en	pleno	proceso,	en	tanto	dos	eminencias	criticaban	fuertemente	el	
texto	resultante	de	las	discusiones	en	el	Rex:	
	
             Confieso	 no	 poder	 comprender,	 Piera,	 cmo	 entre	 dos	 buenos	 estilistas	
             como	 usted	 y	 Ernesto	 pueden	 existir	 tales	 divergencias.	 Usted	 es	 el	
             presidente	 del	 Comit	 de	 Traduccin	 y	 Juez	 Supremo,	 pero,	 no	 sera	
             conveniente	que	se	reuniera	con	Ernesto	para	saber	qu	seriedad	tienen	sus	
             objeciones?	(...)	O	que	esas	pginas	se	discutan,	por	ejemplo,	con	Martnez	
             Estrada,	Borges	o	Gmez	de	la	Serna,	o	algn	otro	buen	estilista?	Considero	
             que	 esto	 le	 permitira	 a	 usted	 entrar	 en	 relacin	 con	 ellos,	 lo	 que	 ya	 es	
             importante.	As	sabremos	al	menos	qu	es	lo	que	critican	Lida	y	Ernesto,143	
             y,	a	lo	mejor,	habra	que	dar	ms	fuerza	a	sus	aclaraciones	o	tomar	alguna	
             otra	medida.	(Gombrowicz,	s/d)	
	
El	 25	 de	 abril	 de	 1947	 aparece	 Ferdydurke,	 presentado	 en	 El	 Querand.	 Una	 semana	
despus,	el	3	de	mayo,	Gombrowicz	obsequia	y	dedica	un	ejemplar	a	Martnez	Estrada,	
con	 la	 sola	 palabra	 cordialmente.	 Suchanow	 indica	 que	 en	 Kronika	 Ferdydurke	
Gombrowicz	menciona	artculos	o	crticas	literarias	que	iban	a	aparecer,	entre	muchas	
otras,	una	de	Martnez	Estrada.	
142 No se conoce la fecha exacta, aunque Kacper Nowacki la ubica entre el 8 y el 31 de marzo de
1947.	
143	Raimundo	Lida	(1908-1979)	fue	uno	de	los	ms	importantes	fillogos	argentinos.	Ernesto	es	
Sabato.
	                                              373	
                                                                            	
           Gombrowicz	dedica	a	Martnez	Estrada	su	primera	edicin	de	Ferdydurke,		
                         3/5/1947	(Fundacin	Martnez	Estrada)	
	
La	 autora	 informa	 adems	 que	 Martnez	 Estrada	 particip	 en	 planes	 de	 promocin	 de	
Ferdydurke,	y	lo	califica	como	uno	de	los	ensayistas	ms	trascendentales,	especialmente	
por	 su	 destacada	 obra	 Radiografa	 de	 la	 pampa;	 y	 asimismo	 propuso	 promocionar	 la	
obra	en	la	Sociedad	Hebraica	Argentina,	y	en	los	ambientes	literarios	de	lite,	aunque	sin	
xito	(Suchanow,	2005:	112,	115).	
El	21	de	agosto	de	1947	Gombrowicz	inicia	un	curso	en	el	Saln	Literario	Fray	Mocho,	
sito	 en	 Sarmiento	 1820.	 Asisten	 cuarenta	 y	 cinco	 personas,	 y	 habla	 sobre	 el	 tema	
Recuerdos	del	tiempo	de	la	inmadurez.	Una	semana	despus	asisten	al	curso	cuarenta	
personas,	lo	que	le	deja	un	rdito	de	$57.144	En	esta	oportunidad	Gombrowicz	expone	el	
famoso	texto	Contra	los	poetas,	en	tanto	Martnez	Estrada	lee	como	introduccin	una	
carta,	que	sera	la	de	Manuel	Glvez.145	En	1948,	poco	despus	de	editado	El	casamiento,	
Gombrowicz	se	encuentra	nuevamente	con	Martnez	Estrada	y	le	obsequia	un	ejemplar	
de	su	nueva	obra,	esta	vez	con	una	clida	dedicatoria	en	forma	de	versito:	A	Ezequiel	
	                                             374	
Martnez	Estrada	gran	obispo	ofrece	esta	Iglesia	el	autor	dicono.	
	
                                                                               	
        Notable	dedicatoria	de	Gombrowicz	a	Martnez	Estrada	en	El	casamiento	(1948)		
                                (Fundacin	Martnez	Estrada)	
	
Evidentemente,	 al	 tratar	 a	 Martnez	 Estrada	 de	 gran	 Obispo,	 se	 est	 refiriendo	 a	 su	
condicin	 de	 ajedrecista,	 ya	 que	 los	 alfiles	 representan	 a	 los	 obispos;	 en	 tanto,	
Gombrowicz	 se	 presenta	 como	 un	 ministro	 eclesistico.	 En	 la	 solapa	 de	 la	 primera	
edicin	de	esta	obra	se	cita	la	opinin	de	Martnez	Estrada,	donde	este	la	describe	como	
una	 irrupcin	 de	 fuerza,	 originalidad	 y	 gracia	 trgica;	 indudablemente	 (Gombrowicz	
es)	 un	 escritor	 de	 primera	 lnea.	 El	 ao	 1948	 puede	 haber	 sido	 el	 ltimo	 en	 que	 se	
produjeron	contactos	entre	ellos.	En	1949	Martnez	Estrada	se	muda	a	Baha	Blanca,	y	
en	 1950	 adquiere	 una	 terrible	 enfermedad	 psicosomtica	 de	 la	 piel	 que	 lo	 dejar	 casi	
postrado	hasta	1955.	
	
	
Bibliografa	
	
Amil	Meiln,	Horacio	(2012).	Entrevista	con	el	autor,	Buenos	Aires,	24/4/12.	El	Mundo,	
	                                              375	
23/7/42,	s/p.	
Gombrowicz,	Witold	(1973).	Testamento.	Londres:	Calder	&	Boyars.	
-----	(2003).	Ferdydurke.	Buenos	Aires:	Seix	Barral.	
-----	(2013).	Kronos.	Cracovia:	Wydawnictwo	Literackie.	
Gmez,	Juan	Carlos.	S/d.	
Grinberg,	Miguel	(2001).	Evocando	a	Gombrowicz.	Buenos	Aires:	Galerna.	
Kailicki,	Rajmund	(1981).	Tworczosc	N	1.	S/d.	
Martnez,	Juan	Carlos	(2007).	Entrevista	con	el	autor.	Buenos	Aires,	23/8/07.	
Najdorf,	Liliana	(2008).	Najdorf	por	Najdorf.	Buenos	Aires:	Pearson.	
Najdorf,	 Miguel	 (2001).	 Caus	 una	 muerte,	 en	 Ajedrez	Postal	Americano	 N	 162,4/01.	
      Pg.	13.	
Suchanow,	 Klementyna	 (2005).	 Las	 aventuras	 argentinas	 de	 Gombrowicz.	 Cracovia:	
      Wydawnictow	Literackie.	
	                                           376	
	
SOBRE	LOS	AUTORES	
	
	
Ivan	 Alczar	 Serrat	 es	 arquitecto,	 nacido	 en	 Espaa.	 Obtuvo	 un	 master	 en	 Teora	 e	
Historia	de	la	Arquitectura	por	la	ETSAB-UPC.	Es	investigador	en	el	mbito	de	la	historia	
y	la	crtica	de	la	arquitectura,	periodista	cultural	y	crtico	de	artes	escnicas.	Es,	a	su	vez,	
redactor	 jefe	 de	 la	 editorial	 liquidDocs	 y	 miembro	 de	 la	 plataforma	 digital	 liquidMaps.	
Miembro	del	Observatorio	de	Espacios	Escnicos.	
	
Carlos	Brck	es	psicoanalista	y	escritor,	nacido	en	Argentina.	Presidente	de	Fundacin	
Proyecto	 al	 Sur.	 Director	 de	 la	 revista	 Mal	 Estar.	 Fue	 Profesor	 Adjunto	 en	 Psicologa,	
Universidad	 de	 Buenos	 Aires,	 y	 titular	 en	 Psicologa,	 Universidad	 Nacional	 de	 La	 Plata.	
Dict	 seminarios	 en	 Fundacin	 Walter	 Benjamin,	 UNTREF	 y	 FLACSO.	 Invitado	 a	
universidades	 extranjeras	 (Brown,	 Boston,	 Duke,	 entre	 otras).	 Autor,	 coautor	 y	
compilador	 de	 varios	 libros	 sobre	 psicoanlisis,	 clnica	 y	 cultura.	 Colabora	 en	 medios	
especializados	y	generales	e	integra	el	comit	de	referato	de	varias	publicaciones.		
	
Mnica	 Bueno	 desarrolla	 su	 trabajo	 en	 la	 Universidad	 de	 Mar	 del	 Plata,	 donde	 es	
profesora	de	la	ctedra	de	Literatura	Argentina	de	la	carrera	de	Letras	y	en	el	Centro	de	
Letras	Hispanoamericanas.	All	dirige	el	grupo	de	investigacin	Cultura	y	Poltica	en	la	
Argentina.	 Se	 especializ	 en	 el	 estudio	 de	 la	 vanguardia	 argentina	 y	 es	 autora,	 entre	
otros	 libros,	 de	 Macedonio	 Fernndez,	 un	 escritor	 de	 Fin	 de	 Siglo.	 Fue	 compiladora	 de	
Conversaciones	imposibles	con	Macedonio	Fernndez.	
	
Cristina	 Burneo	 Salazar	 naci	 y	 vive	 en	 Ecuador.	 Es	 profesora	 de	 Literatura	 (poesa	
ecuatoriana	e	hispanoamericana,	literaturas	transatlnticas)	y	Traduccin	literaria	en	la	
Universidad	 San	 Francisco	 de	 Quito.	 Traductora	 literaria,	 ensayista	 y	 columnista.	 Sus	
intereses	 se	 concentran	 en	 los	 cruces	 de	 caminos	 entre	 poesa,	 ciencia,	 pensamiento	 y	
traduccin	 en	 los	 siglos	 XIX	 y	 XX;	 en	 poetas	 y	 narradores	 bilinges	 marcados	 por	 las	
derivas	 de	 lo	 trans;	 en	 la	 narrativa	 proveniente	 de	 Virginia	 Woolf,	 Dore	 Strauch,	
Gregor	Samsa,	Jakob	von	Gunten,	Bartleby,	Lord	Chandos,	la	doble	y	nica	mujer;	en	la	
poesa	 que	 proviene	 de	 Alfredo	 Gangotena,	 Henri	 Michaux,	 Galway	 Kinnell,	 Pablo	
Palacio,	Luca	Joyce,	Hlne	Cixous.	Su	otra	lnea	es	la	historia	de	la	cultura	a	travs	del	
cuerpo	de	las	mujeres,	sus	encorsetamientos	y	descorsetamientos.	
	
	                                              377	
Cristian	 Cardozo	 es	 licenciado	 en	 Letras	 Modernas	 por	 la	 Universidad	 Nacional	 de	
Crdoba.	 Investiga	 literatura	 argentina	 contempornea	 a	 partir	 del	 cruce	 terico	 de	 la	
sociologa	de	la	literatura	y	del	anlisis	del	discurso.	En	2013,	public	un	e-book	titulado	
Lenguaje	 y	 cuerpo	 en	 La	 Ciudad	 Ausente	 de	 Ricardo	 Piglia.	 Actualmente	 se	 desempea	
como	docente	en	el	nivel	terciario	y	en	la	universidad.	
	
Mariana	 Cerrillo	 (Buenos	 Aires,	 1980)	 es	 licenciada	 y	 profesora	 en	 Letras	 por	 la	
Universidad	Nacional	de	Lomas	de	Zamora.	Actualmente	cursa	el	doctorado	en	Filosofa,	
en	 la	 Universidad	 Nacional	 de	 Lans.	 Docente,	 investigadora	 y	 correctora	 literaria.	
Particip	 como	 expositora	 en	 diversos	 congresos	 y	 jornadas	 en	 materia	 teatral.	 Ha	
dictado	 talleres	 de	 lectura	 y	 escritura	 creativa,	 tambin	 ha	 realizado	 publicaciones	
crticas	 y	 literarias	 en	 libros	 y	 revistas	 especializadas.	 Integra	 el	 equipo	 de	
investigadores	 del	 Centro	 Cultural	 de	 la	 Cooperacin	(AICA),	y	 de	 Doc/Sur,	 Centro	 de	
Documentacin	del	Teatro	del	Conurbano	Sur.		
	
Laura	Destfanis	estudi	Letras	en	la	Universidad	de	Buenos	Aires	y	en	la	Universidad	
de	Granada,	Espaa,	donde	se	licenci	en	Filologa	hispnica.	All	da	clases	de	Literatura	
Latinoamericana	 y	 desarrolla	 su	 tesis	 doctoral.	 Ejerci	 la	 docencia	 e	 investig	 en	
universidades	 de	 Argentina	 (Universidad	 de	 Buenos	 Aires,	 Universidad	 del	 Salvador,	
Universidad	 de	 Belgrano	 e	 Instituto	 Superior	 del	 Profesorado	 Joaqun	 V.	 Gonzlez),	
Alemania	 (Freie	 Universitt	 Berlin)	 y	 Francia	 (Universit	 Paris	 8).	 Particip	 en	
numerosos	 congresos	 y	 public	 artculos	 en	 Argentina	 y	 el	 extranjero.	 Trabaja	 en	 la	
redaccin	 de	 la	 revista	 LETRAL:	 proyectoletral.es/revista/.	 Es	 egresada	 de	 la	 Escuela	
Metropolitana	de	Arte	Dramtico	de	Buenos	Aires,	su	ciudad	natal.	
	
Gustavo	Ferreyra	es	escritor,	colabora	como	periodista	en	diversos	medios	argentinos	
y	 espaoles	 y	 es	 docente	 en	 la	 Universidad	 de	 Buenos	 Aires.	 En	 2010	 fue	 galardonado	
con	 el	 Premio	 Emec	 de	 Novela	 por	 su	 obra	 Doberman.	 Otros	 libros	 de	 su	 autora	
incluyen:	Vrtice,	El	Director	y	El	amparo.	
	
Aleksander	 Fiut	es	crtico	literario,	ensayista	e	historiador,	nacido	en	Polonia.	Estudi	
Filologa	 polaca	 en	 la	 Universidad	 Jaguelnica.	 Durante	 la	 dcada	 de	 1970	 se	 dedic	 a	
trabajar	 sobre	 la	 obra	 del	 poeta	 Czeslaw	 Milosz,	 sobre	 quien	 public	 varios	 libros	 de	
conversaciones	y	un	volumen	de	obras	completas.	Desde	1996	ejerce	como	profesor	en	
la	universidad	donde	estudi;	est	a	cargo	de	la	ctedra	de	Literatura	polaca	del	siglo	XX.	
	
	                                              378	
Pau	 Freixa	 Terradas	 es	 licenciado	 en	 Filologa	 eslava	 y	 Doctor	 en	 Filologa	 por	 la	
Universidad	de	Barcelona,	y	profesor	e	investigador	de	la	seccin	de	Filologa	eslava	del	
Departamento	 de	 Lingstica	 General	 de	 la	 Facultad	 de	 Filologa	 de	 la	 Universidad	 de	
Barcelona	 y	 del	 Departamento	 de	 Filologa	 Hispnica	 de	 la	 Akademia	 Techniczno-
Humanystyczna	 de	 Bielsko-Biaa,	 en	 Polonia.	 Ha	 publicado,	 entre	 otros:	 Recepci	 de	
l'obra	de	Witold	Gombrowicz	a	l'Argentina	i	configuraci	de	la	seva	imatge	a	l'imaginari	
cultural	 argent	 (2008);	 dos	 captulos	 del	 apndice	 de	 actualizacin	 de	 Historia	 de	 la	
literatura	 universal	 de	 M.	 de	 Riquer	 y	 J.	 M.	 Valverde	 (2009)	 y	 diferentes	 artculos	 en	
publicaciones	cientficas	internacionales,	como	Teksty	drugie.		
	
ukasz	 Garbal	 es	 profesor	 asistente	 en	 el	 Museo	 de	 Literatura	 del	 Instituto	 Adam	
Mickiewicz	 en	 Varsovia,	 donde	 estudia	 la	 obra	 de	 Gombrowicz,	 sobre	 quien	 public	
diversos	artculos	y	libros.		
	
Pablo	 Gasparini	es	profesor	de	Letras	de	la	Universidad	Nacional	de	Rosario	y	cuenta	
con	 maestra	 y	 doctorado	 en	 Letras	 de	 la	 Universidad	 de	 Sao	 Pablo.	 Entre	 su	 obra	
publicada	 se	 encuentra	 el	 libro	 El	 exilio	 procaz:	 Gombrowicz	 por	 la	 Argentina,	 autor	
sobre	el	que	ha	escrito	gran	cantidad	de	artculos.	
	
Margarethe	 Glac	 naci	 en	 1980,	 estudi	 Filologa	 germnica	 e	 hispnica	 en	 la	
Universidad	 de	 Viena,	 Austria,	 y	 la	 Universidad	 de	 Murcia,	 Espaa.	 Tambin	 estudi	
Ciencias	Polticas	en	la	Universidad	de	Viena.	Escribe	su	tesis	doctoral	sobre	la	recepcin	
de	literatura	germnica	en	la	obra	de	Witold	Gombrowicz	y	Ernesto	Sabato.	
	
Vernica	Paula	Gmez	es	licenciada	en	Letras	de	la	Universidad	de	Buenos	Aires	y	est	
trabajando	en	su	tesis	para	finalizar	la	maestra	en	Literatura	y	Culturas	Comparadas	en	
la	 Universidad	 Nacional	 de	 Crdoba.	 Actualmente	 es	 alumna	 del	 doctorado	 en	
Humanidades	de	la	Universidad	Nacional	de	Litoral,	donde	tambin	es	miembro	de	dos	
centros	de	investigaciones.	Se	desempea	como	editora	en	La	Fbrica	de	Textos.		
	
Bertha	Gretchen	Arnstedt	se	desempea	como	profesora	de	Literatura	espaola	en	la	
carrera	 de	 Letras	 de	 la	Universidad	 Nacional	 del	 Comahue.	 Tambin	 dict	 clases	 en	
Introduccin	a	la	Literatura,	Literatura	Espaola	Renacentista	y	Literatura	Europea	en	el	
mismo	 centro	 universitario.	 Particip	 en	 investigaciones,	 dict	 conferencias	 y	 cursos	 y	
public	trabajos	en	congresos	y	revistas	especializadas.	
	
	                                               379	
Ezequiel	 Gusmeroti	es	licenciado	y	profesor	en	Letras,	docente	universitario,	crtico	e	
investigador	 teatral.	 Ha	 realizado	 diversas	 publicaciones,	 en	 medios	 nacionales	 e	
internacionales.	 Actualmente,	 se	 desempea	 como	 profesor	 adjunto	 en	 la	 materia	
Panorama	 de	 la	 literatura	 I,	 de	 la	 Universidad	 del	 Cine,	 y	 como	 profesor	 adjunto	 del	
Departamento	de	Literatura	de	la	Universidad	Kennedy.	Su	labor	como	investigador	la	
desarrolla	 en	 el	 rea	 de	 Investigaciones	 en	 Ciencias	 del	 Arte,	 Departamento	 Artstico,	
Centro	Cultural	de	la	Cooperacin	Floreal	Gorini.	Es	jurado	del	Premio	Teatro	del	Mundo	
(Universidad	de	Buenos	Aires.	Centro	Cultural	Rector	Ricardo	Rojas.	rea	de	Historia	y	
Teora	teatral)	e	investigador	de	la	Red	Teatral	Sur.	Dicta	talleres	de	escritura	acadmica	
en	la	Universidad	Nacional	de	Lomas	de	Zamora.		
	
Nicols	 Hochman	 es	 profesor	 y	 licenciado	 en	 Historia	 por	 la	 Universidad	 Nacional	 de	
Mar	del	Plata.	Su	tesis	del	doctorado	en	Ciencias	Sociales	por	la	Universidad	de	Buenos	
Aires	 es	 acerca	 del	 exilio	 en	 Gombrowicz.	 Es	 director	 de	 la	 productora	 cultural	
UnaBrecha,	 presidente	 de	 la	 asociacin	 civil	 Grupo	 Heternimos	 y	 realizador	 del	
Congreso	Gombrowicz.	En	2014	public	su	primera	novela,	Los	Casquivanos.	
	
Jerzy	 Jarzbski	 es	 docente	 en	 la	 Facultad	 de	 Filologa	 Polaca	 en	 la	 Universidad	
Jaguelnica.	 Desde	 2008	 es	 parte	 del	 jurado	 del	 premio	 literario	 COGITO.	 Como	 crtico	
se	encarga	principalmente	de	la	prosa	contempornea	y	es	un	especialista	en	la	obra	de	
Bruno	Schulz,	Stanislaw	Lem	y	Witold	Gombrowicz.		
	
Martina	 Kaplan	naci	en	Entre	Ros	y	desde	los	17	aos	vive	en	Buenos	Aires.	Estudi	
Ciencias	Sociales	en	la	Universidad	de	Buenos	Aires,	influenciada	por	la	obra	de	Witold	
Gombrowicz.		
	
Ewa	Kobylecka-Piwoska	es	licenciada	en	Filosofa	y	doctora	en	Filologa	hispnica	en	
la	 Universidad	 de	 Lodz,	 donde	 tambin	 ejerce	 como	 profesora	 de	 Literatura	
hispanoamericana.	 Como	 investigadora	 abord	 principalmente	 la	 literatura	
hispanoamericana	 contempornea,	 en	 particular	 la	 obra	 de	 Mario	 Vargas	 Llosa,	 sobre	
quien	escribi	el	libro	El	tiempo	en	la	novelstica	de	Mario	Vargas	Llosa.	
	
Katherina	 B.	 Kokinova	naci	en	Bulgaria	y	obtuvo	un	doctorado	en	Literatura	eslava	
en	 la	 Universidad	 Sofa	 gracias	 a	 su	 trabajo	 sobre	 la	 autorreflexin	 en	 la	 obra	 de	
Gombrowicz	y	Nabokov.	
	
	                                              380	
Allen	 J.	 Kuharski	 es	 dramaturgo,	 nacido	 en	 Polonia.	 Desde	 1990	 es	 docente	 en	
Swarthmore	College	y	ha	dictado	clases	en	la	Universidad	de	California,	en	Berkeley,	y	el	
programa	de	grado	de	teatro	en	Villanova	University.	Es	coeditor	de	los	16	volmenes	
con	las	obras	completas	de	Witold	Gombrowicz	y	tambin	partcipe	del	sitio	web	francs	
dedicado	 al	 escritor.	 Sus	 artculos	 fueron	 publicados	 en	 Estados	 Unidos,	 Gran	 Bretaa,	
Polonia,	Austria,	Holanda	y	Francia.	
	
Martn	 Lavella	 naci	 en	 Rosario.	 Estudi	 Filosofa	 en	 la	 Universidad	 Nacional	 de	
Rosario,	 donde	 dicta	 clases	 en	 la	 ctedra	 de	 Problemtica	 del	 Saber	 en	 la	 Facultad	 de	
Humanidades	 y	 Artes.	 Trabaja	 en	 un	 proyecto	 de	 doctorado	 sobre	 la	 obra	 del	 filsofo	
argentino	 Rodolfo	 Kusch.	 Sus	 lecturas	 actuales	 pasan	 por	 Rodolfo	 Kusch,	 Pedro	 de	
Angelis,	Jos	Imbelloni,	Luis	Juan	Guerrero	y	los	ensayistas	argentinos.	
	
Victoria	Liendo	es	licenciada	en	Letras	por	la	Universidad	de	Buenos	Aires	y	vive	hace	
siete	aos	en	Pars,	donde	hizo	un	master	en	Literatura	y	Teora	literaria.	Se	encuentra	
trabajando	 en	 su	 tesis	 doctoral	 sobre	 la	 construccin	 del	 Yo	 en	 la	 obra	 de	 Victoria	
Ocampo	y	Witold	Gombrowicz.	
	
Mara	 Rosa	 Lojo.	 Escritora.	 Doctora	 en	 Letras	 (UBA).	 Investigadora	 Principal	 del	
CONICET.	 Public	 cuatro	 libros	 de	 cuentos	 y	 ocho	 novelas.	 Sus	 ltimos	 ttulos	 son	
Cuerpos	 resplandecientes	 y	 Todos	 ramos	 hijos.	 En	 microficcin	 y	 poema	 en	 prosa,	 el	
lbum	 ilustrado	 O	 Libro	 das	 Seniguais	 e	 do	 nico	 Senigual,	 con	 imgenes	 de	 Leonor	
Beuter,	 y	 Bosque	 de	 ojos.	 Fue	 traducida	 al	 ingls,	 italiano,	 francs,	 tailands	 y	 gallego.	
Como	 investigadora,	 ha	 publicado	 seis	 libros	 de	 ensayo,	 tres	 ediciones	 crticas	 y	
numerosos	 trabajos	 en	 medios	 acadmicos.	 Obtuvo,	 entre	 otros,	 el	 primer	 Premio	 de	
Poesa	de	la	Feria	del	Libro	de	Buenos	Aires,	el	premio	del	Fondo	Nacional	de	las	Artes	y	
el	primer	Premio	Municipal	de	Buenos	Aires	Eduardo	Mallea.	Recibi	varios	premios	a	
la	 trayectoria:	 Premio	 Konex,	 Premio	 Nacional	 Esteban	 Echeverra,	 la	 Medalla	 de	 la	
Hispanidad	y	la	Medalla	del	Bicentenario.	
		
Silvana	 Mandolessi	 se	 licenci	 en	 Letras	 Modernas	 en	 la	 Universidad	 Nacional	 de	
Crdoba	 y	 se	 doctor	 en	 Lenguas	 Romances	 en	 la	 Universidad	 Catlica	 de	 Lovaina	
(Blgica).	 Sus	 reas	 de	 investigacin	 conciernen	 a	 la	 movilidad,	 la	 postnacionalidad,	 lo	
espectral	y	la	representacin	de	la	violencia	en	la	literatura	del	Cono	Sur.	Es	autora	de	
Una	literatura	abyecta.	Gombrowicz	en	la	tradicin	argentina,	entre	otros	libros.	
	
	                                                381	
Guillermo	 Martnez	 es	 autor	 de	 los	 libros	 de	 cuentos	 Infierno	grande,	 y	 Una	felicidad	
repulsiva,	 de	 las	 novelas	 Acerca	 de	 Roderer;	 La	 mujer	 del	 maestro;	 Crmenes	
imperceptibles;	 La	 muerte	 lenta	 de	 Luciana	 B.	 y	 Yo	 tambin	 tuve	 una	 novia	 bisexual.	
Tambin	 escribi	 los	 libros	 de	 ensayos	 Borges	 y	 la	 matemtica,	 La	 frmula	 de	 la	
inmortalidad	 y	 Gdel	 (para	 todos),	 este	 ltimo	 en	 colaboracin	 con	 Gustavo	 Pieiro.	
Obtuvo	 entre	 otros	 el	 premio	 del	 Fondo	 Nacional	 de	 las	 Artes,	 el	 Premio	 Planeta,	 el	
Premio	 Konex	 de	 novela	 y	 el	 Premio	 Hispanoamericano	 de	 Cuento	 Gabriel	 Garca	
Mrquez.	Fue	jurado	de	los	principales	premios	literarios:	Alfaguara,	Planeta,	Emec,	La	
Nacin-Sudamericana,	 Fondo	 Nacional	 de	 las	 Artes.	 Dict	 clases	 de	 literatura	 en	 la	
Universidad	de	Virginia,	y	en	la	Universidad	de	Columbus,	y	tambin	talleres	literarios	
en	 el	 Malba,	 la	 Fundacin	 Antorchas,	 la	 Fundacin	 Toms	 Eloy	 Martnez,	 y	 la	 Librera	
Dain	 Usina	 Cultural.	 Dicta	 actualmente	 cursos	 de	 narrativa	 en	 la	 Maestra	 en	 Escritura	
Creativa	de	la	UNTREF.	Uno	de	sus	cuentos	ha	sido	publicado	en	The	New	Yorker.	
	
Jos	 Luis	 Martnez	 Amaro,	 nacido	 en	 Uruguay,	 es	 profesor	en	 el	 Departamento	 de	
Teora	literaria	de	la	Universidad	de	Brasilia.	Es	autor	de	Figuras	modernas	en	las	letras	
latinoamericanas	(2008)	y	Sofstica	y	literatura	en	los	mitos	de	Chutlhu	(2013).	
	
Juan	 Sebastin	 Morgado	 es	 Maestro	 de	 la	 FIDE	 y	 Gran	 Maestro	 de	 Teleajedrez	
subcampen	de	ajedrez	postal	en	1984.	Ha	sido	editor	de	varias	revistas.	Licenciado	en	
Psicologa	en	1971,	abandon	su	profesin	ese	mismo	ao.	Fue	autor	de	Grau	el	Maestro,	
Casillas	Reales,	Estructuras	Reales,	Las	Aventuras	de	Pilnik,	Sangre	y	Ajedrez	en	el	Parque,	
Ajedrez	en	la	Historia	Argentina	tomos	1/4,	Los	Aos	Locos	del	Ajedrez	Argentino	y	Luces	y	
Sombras	 del	 Ajedrez	 Argentino.	 Desde	 1981	 desarroll	 una	 librera	 especializada	 en	
ajedrez,	 edicin	 de	 revistas	 y	 libros	 e	 informtica,	 que	 se	 mantiene	 hasta	 hoy.	 En	 los	
ltimos	aos	ha	retornado	al	mbito	acadmico	vocacionalmente,	investigando	diversos	
perodos	histricos	desde	el	ngulo	del	ajedrez.	
	
Kacper	 Nowacki	es	 exbecario	 del	 doctorado	 internacional	Erasmus	 Mundus:	 Cultural	
Studies	 in	 Literary	Interzones,	 en	 las	 Universidades	 de	Brgamo,	 de	 Perpignan	 y	 de	
Entre	Ros	en	Paran.	En	2013	estuvo	haciendo	investigacin	bibliogrfica	sobre	Witold	
Gombrowicz	 en	 las	 bibliotecas	 de	 Buenos	 Aires.	 En	 2014	 form	 parte	 del	 comit	
organizador	del	I	Congreso	sobre	el	escritor	polaco.	En	2015	acab	su	tesis	doctoral	en	
literatura	 comparada	 sobre	 el	 erotismo	 en	 la	 obra	 de	 Witold	 Gombrowicz	 y	 Andr	
Pieyre	de	Mandiargues.	Sigue	siendo	ferdydurkista.	
	
	                                               382	
Mara	Cecilia	Pardo	es	profesora	de	enseanza	media	y	superior	en	Letras	por	la	UBA.	
Se	desempe	como	docente	de	nivel	medio,	y	actualmente	dicta	un	taller	de	escritura	
creativa	en	la	Biblioteca	Popular	de	Olivos.	Trabaja	en	Canal	Encuentro	desde	2013.	
	
Philippe	 Prunet	 es	 profesor	 de	 Historia	 y	 Geografa,	 y	 tiene	 una	 maestra	 en	 Historia	
Contempornea	de	la	Universidad	Lille	III	Charles	de	Gaulle.	Su	inters	en	las	teoras	de	
Ren	 Girard	 lo	 llev	 a	 relacionar	 su	 pensamiento	 con	 los	 espectculos	 de	 la	 Compaa	
francesa	 Emballage	 Thtre	 (artculos	 para	 Thtre/Public	 y	 Maestra	 de	 Estudios	 de	
Teatro	de	Pars	III	Censier).	Se	aboc	a	un	estudio	personal	de	Peer	Gynt	a	partir	del	cual	
estableci	comparaciones	entre	las	obras	de	Ibsen	y	Gombrowicz.	
	
Claudia	Rosa	es	profesora	titular	ordinaria	de	Semiologa	de	la	Comunicacin	y	adjunta	
de	 Procesos	 Culturales	 Argentinos	 en	 la	 Universidad	 Nacional	 de	 Entre	 Ros.	 Miembro	
del	Comit	Acadmico	del	Doctorado	de	Ciencias	Sociales.	Crtica	literaria	y	ensayista,	ha	
publicado	 ms	 de	 cien	 artculos	 en	 revistas	 cientficas	 de	 la	 especialidad.	 Ha	 editado	
obras	 de	 Mastronardi,	 Calveyra	 y	 Manauta,	 entre	 otros.	 Actualmente	 se	 desempea	
como	coordinadora	de	la	Editorial	de	la	Universidad	Nacional	del	Nordeste.	Ha	dictado	
numerosos	 cursos	 de	 doctorado	 y	 conferencias	 en	 universidades	 de	 Pittsburg,	
Washington,	Jerusalem	y	Ro	Grande,	entre	otras.	
	
Nallely	 Yolanda	 Segura	 Vera	 es	 licenciada	 en	 Lenguas	 Modernas	 en	 Espaol	 por	 la	
Universidad	 Autnoma	 de	 Quertaro,	 Mxico,	 y	 estudia	 la	 Maestra	 en	 Letras	
Latinoamericanas	en	la	Universidad	Nacional	Autnoma	de	Mxico.	En	2014	realiz	una	
estancia	 de	 investigacin	 en	 el	 Instituto	 de	 Literatura	 Hispanoamericana	 de	 la	
Universidad	de	Buenos	Aires.	
	
Nstor	 Hugo	 Sosa	 Rossi	 es	 psicoanalista,	 nacido	 en	 Argentina.	 Integr	 y	expuso	
trabajos	en	distintas	escuelas,	fundaciones	y	agrupaciones	de	psicoanlisis	en	Santa	Fe,	
Paran,	 Rosario	 y	 Buenos	 Aires.	 Psiclogo	 de	 consultorio	 externo	 en	 el	 Hospital	 Dr.	
Emilio	 Mira	 y	 Lpez,	 desde	 2001	 hasta	 la	 actualidad.	 Public	 artculos	 sobre	
psicoanlisis	en	distintos	medios.	
	
Dominika	witkowska	naci	en	Polonia.	Tiene	un	doctorado	en	Literatura	obtenido	en	
la	 Universidad	 de	 Varsovia	 y	 desde	 2008	 trabaja	 como	 curadora	 del	 Museo	 Witold	
Gombrowicz	en	Wsola,	Polonia.	
	
	                                              383	
ukasz	Tischner	es	historiador	y	publicista	literario.	Se	gradu	en	Filologa	polaca	en	la	
Universidad	Jaguelnica,	donde	recibi	su	doctorado	y	trabaja	como	docente.	Desde	los	
aos	90	es	editor	de	la	revista	mensual	Zodiac.	Autor	del	libro	Los	secretos	de	los	venenos	
maniqueas.	Milosz	contra	el	mal.	
	
Takayuki	 Yokota-Murakami	 es	ensayista,	crtico	y	traductor,	nacido	en	Osaka,	Japn.	
Cuenta	con	una	licenciatura	en	Lenguas	eslavas,	un	master	en	Literatura	comparada	en	
la	Universidad	de	Tokio	y	un	doctorado	en	Literatura	comparada	obtenido	en	Princeton.	
	
	
	
	
	
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