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Más Próximos Al Desenlace Fatal

Este documento presenta una entrevista con el filósofo Hans Jonas sobre los desafíos ambientales que enfrenta la humanidad. Jonas argumenta que aunque la conciencia sobre la responsabilidad ambiental ha crecido, la situación real ha empeorado debido a la continua explotación insostenible de los recursos naturales. A pesar de las señales de alarma como el agujero de ozono y el cambio climático, los humanos no han modificado suficientemente su comportamiento debido a que las amenazas son indirectas y a largo plazo. Jonas sost
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Más Próximos Al Desenlace Fatal

Este documento presenta una entrevista con el filósofo Hans Jonas sobre los desafíos ambientales que enfrenta la humanidad. Jonas argumenta que aunque la conciencia sobre la responsabilidad ambiental ha crecido, la situación real ha empeorado debido a la continua explotación insostenible de los recursos naturales. A pesar de las señales de alarma como el agujero de ozono y el cambio climático, los humanos no han modificado suficientemente su comportamiento debido a que las amenazas son indirectas y a largo plazo. Jonas sost
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Ms prximos al desenlace fatal.

Der Spiegel, Conversacin con Matthias Matussek y Wolfang Keden. 11 mayo 1992.

Traduccin de Ramon Alcoberro

Der Spiegel - Profesor Jonas, usted public, hace casi trece aos su libro titulado El
principio responsabilidad, en que llama a la humanidad a concienciarse de su
responsabilidad acerca de la naturaleza, sobre la cual pesa la amenaza de la tcnica
y de la industria. Trece aos ms tarde, el comercio del hombre con la naturaleza
ha mejorado aunque sea un poco?

Hans Jonas - En el trato efectivo del hombre con la naturaleza, nada ha cambiado,
pero por lo menos la conciencia del hombre ha evolucionado: en 1979, ao en que
se public mi libro, no se discuta tanto y no se invocaba tanto la responsabilidad del
hombre sobre la naturaleza como hoy.

S. - En qu ha cambiado la situacin, efectivamente?

H. J. - La situacin real slo ha podido empeorar. Hasta ahora nada ha sucedido


para modificar el curso de las cosas y, como sea que la situacin es portadora de
una acumulacin de catstrofes, estamos hoy ms cerca del desenlace fatal de lo
que estbamos hace diez aos.

S. - Se podra, pues, enunciar el siguiente diagnstico: si bien la facultad de


discernimiento del hombre ha progresado mucho, en cambio la facultad de actuar
en funcin de ese discernimiento ha disminuido.

H. J. - Es exactamente eso, ha disminuido. Los hombres no consiguen liberarse de


las trabas a las cuales se exponen, habida cuenta del atentado tecnolgico que han
perpetrado contra la naturaleza. La explotacin abusiva de la naturaleza por parte
de los hombres, y en particular por los hombres de la sociedad industrial occidental,
se ha convertido [ha degenerado] en modo de vida.

S. - El agujero en la capa de ozono y la catstrofe climtica amenazan; el aire, el


agua y el suelo se hallan seriamente daados e incluso destruidos en gran parte de
la tierra. Cmo se explica que tales seales no inciten a modificaciones drsticas
del comportamiento?

H. J. - Quien no se encuentra directamente amenazado no se decide a reformar


radicalmente su modo de vida. En cambio, cuando la amenaza se hace apremiante,
se acta de otra manera, tanto en el plano individual como en el colectivo. Slo se
huye cuando la erupcin volcnica se ha desencadenado. En presencia de una
amenaza indirecta, el hombre acta tambin de manera indirecta, a veces
racionalmente, a veces irracionalmente. Pero las perspectivas lejanas,
especialmente cuando son en primer trmino las generaciones futuras las
concernidas, no incitan manifiestamente a los hombres a modificar su
comportamiento.

S. - Chernobyl, provoc un trauma pero de corta duracin, tanto que se podra


proponer la siguiente pregunta hertica: la humanidad tendra necesidad de otros
Chernobyls?

H. J. - La pregunta no resulta injustificada en ningn modo, incluso si es cnica y si


la respuesta no puede, tambin, ms que ser cnica. Podra suceder que el hombre
no haya recibido de golpe una advertencia suficiente y que las reacciones, sin
embargo ya suficientemente dolorosas de la naturaleza torturada, no lo hayan
incitado a la cordura. Y podra suceder que las cosas empeorasen de manera que
el hombre embriagado por necesidades cada vez crecientes y por la posibilidad
ilimitada de satisfacerlas, regrese a un nivel compatible con la perennidad del
entorno que le es necesario.

Hay que lograr de nuevo un equilibrio, ni que sea poco estable. Tal vez es demasiado
tarde, considerando el nmero cada vez creciente de seres humanos, en cuyo caso
el crecimiento de la poblacin tal como se ha conocido hasta ahora deber invertirse
y tender hacia una disminucin de la poblacin mundial.

S. - Recientemente, se propuso a los espectadores de un programa de televisin,


la siguiente pregunta: se puede todava salvar la tierra? 75% respondieron
negativamente. No es sorprendente que a despecho de consideraciones tan
apocalpticas, la humanidad contine simplemente como en el pasado?

H. J. - Qu significa aqu "salvar"?. Qu se entiende por "ocaso"? No es "la tierra" la que est en
peligro, sino ms bien la diversidad de sus especies actuales a les que hacemos sufrir un
empobrecimiento espantoso. Desde el punto de vista de la historia de la tierra, que se cuenta por
millones de aos, se trata de un episodio ms, pero desde el punto de vista de la historia del hombre,
eso puede significar el naufragio trgico de la alta cultura, su cada en un nuevo primitivismo cuya
responsabilidad nos incumbira teniendo en cuenta la prodigalidad irreflexiva a que nos ha empujado
la inmensidad de nuestro poder.

S.- Qu entiende usted por primitivismo?

H. J. - Entiendo por tal que llegaran la miseria, la muerte y el asesinato masivo, y


con ello la prdida consiguiente de todos los tesoros de la humanidad a los cuales
el espritu, independientemente de la explotacin de la naturaleza, haba contribuido.
El espritu, en efecto, ha jugado un doble papel maravilloso. Por una parte ha
acrecentado increblemente la voracidad del hombre, se ha convertido,
precisamente, en el instrumento que nos ha hecho tan exigentes en lo que toca a
nuestras necesidades fsicas.

Por otra parte, el espritu ha creado un conjunto de valores cultivados por ellos
mismos y a travs de los cuales los hombres se esfuerzan tanto en el dominio del
arte cuanto en el del saber o, incluso, en el nivel de las emociones. Pues bien, hay
en ello algo que tal vez resulte desconocido en el resto del universo. Ms que la
continuidad biolgica de la existencia humana, lo que est efectivamente
amenazado es su existencia misma, la existencia de esa creacin grandiosa que va
de la mano con la creciente destruccin de las condiciones que la han hecho posible.
El aspecto paradjico de este papel del espritu en el mundo consiste en que si toda
esa aventura se realizase totalmente en beneficio de la humanidad,
simultneamente y a la vez, asistiramos a la destruccin de las condiciones de la
continuidad de una tal aventura. S. - Podra el espritu ser igualmente culpable de
otra proeza cultural, la de una renuncia libremente consentida?

H. S. - La historia, efectivamente, nos ha proporcionado ejemplos de ese tipo. Bajo


el imperio de una fe transcendente, que constituye igualmente un acto del espritu,
ha sucedido que los hombres hayan exigido renunciar a los bienes ms elevados.
Muchas doctrinas de salvacin propugnaban en el pasado una hostilidad justificada
hacia el cuerpo, hostilidad que a veces ha contribuido a la edificacin de sociedades
enteras. El hecho que hayamos dominado el entorno hasta el punto de poder
autorizarnos tal exceso de consumo, constituye ya por s mismo un fenmeno de
una novedad radical.

Las culturas precedentes fueron en gran medida estticas, prcticamente no suceda


ningn cambio en siglos. El nacimiento de la ciencia moderna en el XVII representa un
giro cuya significacin no siempre se evala en su justa medida. A partir de entonces, se
desencadena una dinmica que acelera de manera absolutamente inaudita la dominacin
y la transformacin de la naturaleza. Parece que tal proceso no tenga fin. Nuevas cosas
acontecen sin cesar, se descubren ms cosas y se abren nuevas vas a travs de las
cuales la satisfaccin de las necesidades humanas se implica a un nivel cada vez ms
elevado...

S. -... sin ningn signo visible de que el hombre haya querido o haya podido poner
un trmino al contenido de esa evolucin.

H.J. - El planeta est superpoblado, nos hemos extendido demasiado, hemos


penetrado demasiado profundamente en el orden de las cosas. Hemos alterado
demasiado el equilibrio y, con ello, condenado a la extincin demasiadas especies.
La tcnica y las ciencias de la naturaleza nos han hecho pasar del estado de sujetos
dominados por la naturaleza al de dueos de ella. Es esta situacin la que me incit
a trazar un balance filosfico y a proponer la siguiente pregunta: teniendo en cuenta
su naturaleza moral, el hombre debe tolerar un tal estado de cosas? No estamos,
desde ahora, llamados a una especie de obligacin radicalmente nueva, a alguna
cosa que antes no exista, a saber, a asumir nuestra responsabilidad hacia las
generaciones por venir y del estado de la naturaleza en la tierra?

S. - La filosofa se adentrara as en un nuevo campo, desconocido hasta ahora?

H.J. - Tiene que hacerlo. Hasta ahora, todos los esfuerzos morales de la filosofa
concernan a las relaciones de ser humano a ser humano. La relacin del hombre
con la naturaleza, nunca haba sido objeto de una reflexin tica. Ahora s se da el
caso y resulta una novedad en filosofa, pero eso no significa, de ningn modo, que
estemos de una manera general a la altura que querramos o que podramos otorgar
a ese nuevo imperativo moral. Entran aqu en juego, cuestiones de psicologa, de
antropologa y de limitaciones globales, cuya comprensin de conjunto no estoy
seguro que podamos lograr en el actual estado de nuestro conocimiento.

S. - El dilema en que tropieza su tica de la renuncia no consiste en que una


renuncia a un nivel puramente individual resulta, al fin y al cabo, intil? Quien limita
su consumo material en provecho del medio ambiente, slo se ve a s mismo como
un perdedor, al fin y al cabo: mientras que la mayor parte de los que se
hartan continen hacindolo, el pillaje sobre el planeta se agravar.

H.J. - No s en qu medida los que den ejemplo sern imitados. No tenemos


derecho a suponer a priori que las actitudes se modifican ellas tambin, ni que una
educacin enrgica pueda generar actitudes de obligacin, de pudor, de respecto y
de buena conducta. Podemos simplemente concluir que el modo de vida de los
hombres del siglo XX no nos conviene ya.

S. - Piensa usted que resulta posible modificar nuestro modo de visa?

H.J. - Es posible, pero no demasiado probable. Es mucho ms probable, en cambio,


que sea el miedo quien que se encargue de ello. Sntomas alarmantes visibles y
tangibles para todos anuncian que la ruina est muy cerca; dicho de otra manera,
es bastante ms posible que el miedo logre lo que la razn no ha logrado y que
llegue a donde la razn no ha llegado. Paradjicamente, la esperanza reside, desde
mi punto de vista, en la educacin a travs de catstrofes. Semejantes desgracias,
a tiempo, podran tener eventualmente, un efecto saludable. Reflexionando sobre
estas cuestiones, que por lo dems pertenecen al nivel de la suposicin, no hay que
perder de vista el hecho de que el hombre es el ms sorprendente de todos los
seres, y que nadie puede predecir de una manera general cmo se comportar la
sociedad en algn futuro, en una situacin tal o en una u otra generacin.

S. - Quiere usted decir que el hombre que tanto ha hecho para destruir la
naturaleza podra de repente comportarse de otra manera?.

H.J. - Aunque sea del todo improbable, no puede, sin embargo, descartarse. Podra
suceder perfectamente que se propague una nueva religin disparatada. Pero es
intil hacer conjeturas sobre este tema y, por ello, me limito a afirmar que los
presagios de desgracias no son absolutamente ciertos.

De la misma manera, no se puede dar por supuesto de forma absoluta que el hombre
se vuelva razonable, ni se puede poner completamente en duda que el genio de la
humanidad sabr descubrir una direccin de salvacin posible para el porvenir. Es
importante dejar abierta esa posibilidad, de manera que no dejemos escapar una
oportunidad tal, suponiendo que se presente, para ser capaz de venir en socorro, gracias
a todas las fuerzas de advertencia y de exhortacin de que disponemos.
S. - Qu pueden hacer las elites polticas en las democracias para iniciar una
conversin tal? Las democracias no son capaces, all donde eso es posible, de
ejecutar una poltica orientada sobre la renuncia al consumo y sobre la proteccin
de la naturaleza? Una especie de dictadura econmica ilustrada, en cuyo seno los
filsofos fuesen reyes, sera til, como exigen numerosos adeptos convencidos del
medio ambiente?

H.J. - Se puede esbozar en abstracto un proyecto de dictadura dirigido a salvar


la humanidad. Pero, cmo imaginarse que una elite efectivamente altruista llegue
al poder, que siga siendo altruista una vez lo logre y que su desinters sea
igualmente reconocido? Por mi parte, eso me supera completamente. Se trata de
una especie de utopa que no puede traducirse en la realidad. En cambio, puedo
imaginarme perfectamente que tengamos que hacer frente a situaciones mucho
peores, que conducirn a acuerdos fundados sobre compromisos entre potentes
grupos econmicos, polticos y sociales: es perfectamente concebible unirse
alrededor de un mtodo que poco o mucho resulte aceptable tanto para el hombre
como para la naturaleza. A eso intentan llegar las convenciones internacionales cuya
meta es fomentar una renuncia global a la competicin salvaje por los recursos
limitados de la tierra.

S. - Las democracias son sistemas de gobierno con perspectivas a muy corto


trmino y los polticos no son elegibles ms que cada cuatro o cinco aos como
mximo: el horizonte no se extiende demasiado ms lejos. En cambio la
conservacin del medio ambiente natural exige perspectivas a ms largo tiempo.
Esa contradiccin hace presentir, de una manera inmediata, que nuestros sistemas
de gobierno democrticos no son demasiado apropiados para resolver los
problemas ecolgicos.

H.J. - Tengo la sospecha de que la democracia, tal como funciona actualmente -y


orientada tal como est a corto plazo- no es la forma de gobierno adecuada a la
larga. Cmo podra serlo, por lo dems? Dnde est escrito que la democracia
tal como actualmente existe habra descubierto la solucin apropiada al problema
de la sociedad buena?

S. - Un profesor americano, Francis Fukuyama, ha escrito un best-seller cuyo ttulo


es El fin de la historia y el ltimo hombre, en que explica que las democracias
occidentales constituyen una forma de gobierno definitiva.

H.J. - Cualquiera que ose afirmar que alguna cosa es vlida de una vez por todas
no debe, a priori, ser tomado en serio. En cambio la cuestin de saber hasta que
punto de renuncia a la libertad se est dispuesto, qu grado de renuncia a la libertad
puede aconsejar el filsofo de manera responsable y tica, ha de ser considerada
en serio. Porqu conviene no olvidar que la libertad puede existir slo en la medida
que ella misma se autolimite. Una libertad ilimitada del individuo slo puede
autodestruirse, por el hecho de no ser compatible con la de otros individuos...
S. - La renuncia a la libertad le parece, pues, ineludible?

H.J. - Es de todo punto evidente, y no pienso que se deba considerar eso como una
desgracia. En la antigua Roma existan leyes que limitaban los dispendios privados.
Se elegan censores que tenan el derecho de aportar pruebas sobre un tren de vida
excesivo, en contradiccin con la moral del Estado, y estaban autorizados a castigar
tal conducta. Se trataba de una considerable injerencia en la libertad privada, pero
en nombre, precisamente, de una autogestin de la ciudadana.

S. - Las democracias modernas permiten al individuo la posibilidad de la felicidad


individual "la bsqueda de la felicidad", como estipula la Constitucin americana.
Es usted de la opinin que prembulos como ese debieran ser reemplazados por
otros que hicieran del bienestar general y de la conservacin de la naturaleza el
objetivo supremo?

H.J. - La cuestin fundamental que usted plantea, podra formularse de la siguiente


forma: podra ser que la modernidad haya sido un error que deba ser rectificado?
El camino que nos hemos marcado, gracias a esa alianza entre progreso cientfico
y tecnolgico y aumento de la libertad individual, es el bueno? La poca moderna
habr sido, desde un cierto punto de vista, un error que no debe proseguir? El
filsofo es absolutamente libre de pensarlo e incluso de sacar ciertas conclusiones.
Pero, saber si ser escuchado, si los hombres sern capaces de operar una giro, tal
es la cuestin con la que continuamos chocando.

S. - Seran pocos quienes se dejasen ganar para la causa de filsofos que dijesen
cosas como esas.

H.S. - Tal vez mejor. Porqu qu poder posee el discernimiento? Un


discernimiento de ese tipo slo es compartido por un nmero relativamente
restringido de individuos. Para hacer eso, antes habra que disponer de un
conocimiento en profundidad y de una buena comprensin de las cosas. Se necesita
adems estar absolutamente liberado de intereses personales y disponer de un
cierto grado de altruismo y de abnegacin en pro de lo que son, por as decirlo, los
verdaderos intereses de la humanidad.

S. - La cuestin es, pues: cules son esos intereses verdaderos? Quin los
determina? La perspectiva de las nuevas ideologas al servicio de la salvacin de
los hombres no es precisamente regocijante.

H.J. - La idea de nuevas doctrinas de salvacin, susceptibles de arrastrar a los


hombres y mediante las cuales todo sea posible -no slo el ascetismo sino lo ms
espantoso- estremece. No tengo respuesta que aportar a la pregunta de saber cmo
se puede apartar la amenaza que, sin duda, se perfila actualmente sobre el porvenir
del hombre y sobre su relacin con el medio ambiente terrestre. S tan slo que esta
cuestin no debe dejar de complicarnos la vida, que hay que ponerla en relieve, que
no hay que dejar de pensar en ella, y que hay que contribuir incansablemente a una
mala conciencia que socave el hedonismo inaudito de la cultura de consumo propia
de la modernidad: en ello hay una obligacin ineludible. No hay que preguntarse si
eso nos conduce o no a alguna parte: podra no conducirnos a ningn sitio, pero no
lo sabemos.

El hombre es un ser previsor y dispone, por lo dems, de la capacidad de robrselo


todo a la naturaleza sin la menor consideracin y de la capacidad de meditar sobre
la responsabilidad que tiene hacia ella. Debe y puede otorgar valor a lo que est a
punto de destruir.

S. - Brecht escribi aquello de: "la comida viene primero, la moral despus" [La
pera de cuatro centavos]. El dilogo que mantenemos aqu sobre la renuncia
necesaria, no concierne exclusivamente a los satisfechos y a los hartos? Hablamos
del mundo industrializado occidental; pero los pases del Este luchan actualmente
de manera desesperada para lograr un nivel de vida ms elevado; y mejor no hablar
del hemisferio sur, donde los hombres no poseen nada a que puedan renunciar.

H.J. - Los habitantes del hemisferio sur podran renunciar ya al crecimiento


demogrfico. Pero es del todo exacto que se trata de un dilogo entre privilegiados
y que eso es exactamente lo que convierte en sospechoso nuestro discurso.
Suponiendo que se trate de moderacin y de renuncia disponemos de un gran
margen de libertad en los Estados industriales occidentales, e incluso si esta
reduccin afectase considerablemente a nuestro nivel de vida, ste continuara
siendo relativamente elevado. No tenemos de ninguna manera el derecho a exigir
ninguna renuncia a quienes viven en la necesidad y sufren hambre, excepto en
materia de procreacin, un dominio en que se impone poner lmites.

S. - As que la postura del Papa en materia de contracepcin no debe agradarle en


absoluto.

H.J. - Se trata de un crimen contra la responsabilidad mundial. No concibo como


se puede sostener tal posicin. Pero eso pone de manifiesto cules son las
irracionalidades, los hbitos, las inercias y las sinrazones con que debe contar toda
poltica de la humanidad. Por lo que toca al problema general del crecimiento
demogrfico, vuelvo una vez ms a la constatacin deprimente de que aunque
percibimos el peligro y podemos imaginar de una manera abstracta cul es el
remedio, somos siempre absolutamente incapaces de imaginarnos cmo imponerlo
en la prctica.

S. - Es obvio que el orden econmico liberal de Occidente se ha visto coronado por


un xito inaudito. Las economas competitivas se han fijado como meta el
crecimiento, el estancamiento les resulta ajeno por esencia. Pero el crecimiento del
producto interior bruto equivale de una manera general a destruir y explotar todava
ms la naturaleza.
H.J. - Se me permite preguntarle por qu no es posible una cierta estabilizacin
de la sociedad? Por qu el producto nacional debe crecer siempre,
ininterrumpidamente?

S. - En principio, una gran parte de las empresas vive de eso que se llaman nuevas
inversiones, de la produccin de nuevas mquinas y de la construccin de nuevas
fbricas. Por lo dems, una empresa privada no puede estancarse, excepto si quiere
ser absorvida. Crecer o desaparecer, tal es el sino de la empresa.

H.S. - Imaginemos que tenemos un gobierno mundial que decide poner un lmite al
aumento demogrfico. No se comprendera, entonces, por qu la produccin
debera crecer continuamente.

S. - Eso slo es concebible en una sociedad cuya direccin est centralizada, y no


en una sociedad liberal.

H.J. - Nunca me he hecho pasar por especialista en ciencias empresariales

S. - Tampoco pretendemos iniciar un debate econmico, queremos tan slo sealar


que una reconversin de la sociedad del crecimiento no dejara de provocar
problemas colosales, suponiendo que un cambio tal fuese deseado por la mayora.
Pero ni la democracia ni la economa de mercado no constituyen el marco adecuado
para su tica de la responsabilidad.

H.S. - Pero no se puede suponer que, por encima de todo, los hombres aspiran a
un futuro? Qu no consideran que su existencia se reduce al consumo? No hay
que tomar en cuenta igualmente una necesidad metafsica del hombre en la historia
futura del homo sapiens?

Desde el principio de la humanidad, ha habido religiones que la mayor parte del tiempo
estaban al servicio de necesidades, de angustias y de deseos absolutamente terrestres.
Pero de la misma manera siempre ha existido una aspiracin superior, una cosa distinta
a la satisfaccin ptima de los estmagos y de los instintos fsicos. El orgullo, el pudor,
la ambicin de ser reconocido, todo ello supera el simple deseo de disfrutar

Se constata, pues, una necesidad de elevar la existencia individual y de justificarla


por alguna cosa, lo que slo el hombre es capaz de hacer. Existe un concepto de
renuncia, un concepto de asistencia, un concepto para toda cosa, pero igualmente
una ampliacin de la experiencia humana. Todo lo que ha aparecido en el arte, en
la poesa, en la msica, e incluso en la danza, supera lo que el hombre ha podido
considerar un simple concepto de satisfaccin corporal.

S. - Qu papel juegan las elites espirituales en ese proceso? Con el marxismo se


ha arruinado un gigantesco proceso de educacin, en el que haban colaborado
numerosos intelectuales. Los hombres de espritu estaban implicados en la idea de
conducir la humanidad hacia una sociedad mejor. De momento se constata en los
intelectuales un dolor fantasmal. Un gran proyecto ha fracasado. Hay un sitio
vacante a ocupar. Percibe usted la necesidad de un nuevo marxismo, de una nueva
ideologa de gran envergadura?

H.J. - No lo s. En el caso del marxismo, la magia hizo que una magna visin
utpica de una sociedad ms justa, coincidiera con una promesa de felicidad
completa para todos los individuos, gracias al dominio creciente de la naturaleza.
Adems se produjo la emergencia de una clase que tena un inters particular
porqu haba sido expoliada. Se puso en marcha un gran impulso tico que no deja
de tener relacin con la justicia y que, coincidi con una promesa material de
felicidad. La promesa de felicidad tena como verdadero objeto el mejor
aprovechamiento material del mundo, es decir, que precisamente se ha orientado
en la direccin que ahora se revela nefasta.

S. - Hoy podemos ver cmo los hombres de los pases excomunistas haban
arrasado la naturaleza. Se trata de un hecho sin parangn.

H.J. - S; ha sido una de las mayores desilusiones y debo admitir que, por mi parte,
tambin estoy muy decepcionado. Pensaba que los comunistas eran quienes mejor
saban tratar respetuosamente la naturaleza, en la medida que podan controlar la
satisfaccin de las necesidades. Podan decretar: se os satisfacer en tanto de tanto
y no ms.

S. - Marx formul una exigencia: la filosofa no debe interpretar el mundo, debe


transformarlo. Piensa usted que el filsofo, que la filosofa pueden cambiar el
mundo? Qu papel juega hoy la filosofa? Debe tener un papel de ingerencia?
Puede iniciar procesos, gobernar?

H.J. - No; probablemente no. La filosofa puede contribuir a desarrollar, gracias a


la educacin, una sensibilidad hacia las consecuencias a largo plazo que puede
tener la accin humana sobre el delicado equilibrio entre las pretensiones humanas
y la capacidad de produccin de la naturaleza. Puede contribuir, por su reflexin y
por su argumentacin, a que iniciativas de salvacin y de conservacin de la
naturaleza sean puestas en prctica. Pero los dirigentes empresariales, los polticos
y los cientficos tendrn mucho ms a decir, cuando se los consulte, que el filsofo
mejor informado. Sin embargo, el filsofo conservar siempre una tarea: estar atento
a que las medidas con ayuda de las cuales se intenta evitar el desastrsean humanas,
porqu esas medidas podran ser tales que se fuese al diablo que precisamente se
quiere salvar.

S. - Qu es lo que podra irse al diablo?

H.J. - Se trata, en definitiva, de una cuestin de relacin de fuerzas. Si los recursos


de la tierra -el agua, las materias primeras, el aire- se agotasen, los individuos ms
fuertes podran obtener todava, mediante la violencia, una reduccin de las
necesidades humanas y del nmero de seres humanos. Esta ley fundamental y cruel
de la evolucin en cuya funcin son los ms fuertes quienes sobreviven, no se debe
convertir en la ley de la supervivencia de la humanidad; sino, nuestra cultura, la
humanidad del hombre, se ira efectivamente al cuerno.

S. - La tarea de la filosofa consistira en formular una nueva filosofa del


hombre?

H. J. - Pienso que la filosofa debe elaborar una nueva metafsica del ser, en el
centro de la cual convendra meditar sobre el lugar del hombre en el cosmos y sobre
su relacin con la naturaleza. Militar en pro de la paz [ser pacificador], tal debiera
ser la utopa del porvenir, frente a esa utopa poltico social del pasado.

S. - No le parece del todo imposible que algo como un "principio de


responsabilidad" se convierta en un imperativo categrico moderno?

H.J. - Se trata de inculcar al hombre actitudes vitales menos codiciosas y menos


vidas, pero tal vez ms prometedoras desde otros puntos de vista. La cuestin no
consiste en saber si eso servir de algo, sino en si se puede imponer una actitud tal,
frente a lo vulgar, a los deseos de las masas y de las costumbres. Porqu, por lo
que se puede juzgar, la fe en esta materia, solo puede ser limitada y tenue.

Sin embargo, renunciar es la ltima cosa que nos podemos permitir.

S. - Sin embargo, se nos hace difcil imaginar la razn por la cual, por primera vez
en la historia de la humanidad, la disposicin a renunciar voluntariamente al disfrute
material, debiera concernir a las masas.

H.J. - Todava no hemos captado completamente la psicologa del hombre. No


sabemos todava cules son los resortes de que dispondr el hombre cuando se
hunda en la necesidad ms extrema. Renunciar a toda esperanza slo puede
precipitar el desastre, mientras que uno de los elementos susceptibles de retardarlo
consiste en creer que puede ser conjurado.

S. - Al terminar esa entrevista parece, profesor Hans Jonas, que da usted pruebas
de valor y de esperanza

H.J. - No, ni de valor y de esperanza, sino que sealo una obligacin a la cual
debemos someternos. No se debe valorar primero las perspectivas y, luego, decidir
lo que no se debe hacer, o lo que no. Bien al contrario, hay que reconocer la
obligacin y la responsabilidad y actuar en consecuencia, como si se tuviese una
posibilidad, incluso si uno mismo duda mucho de que exista.

http://www.alcoberro.info/V1/jonas1.htm

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