El gran mandamiento (Marcos 12:28-34)
(Mr 12:28-34) "Acercndose uno de los escribas, que los haba odo disputar,
y saba que les haba respondido bien, le pregunt: Cul es el primer
mandamiento de todos? Jess le respondi: El primer mandamiento de todos
es: Oye, Israel; el Seor nuestro Dios, el Seor uno es. Y amars al Seor tu
Dios con todo tu corazn y con toda tu alma, y con toda tu mente y con
todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es
semejante: Amars a tu prjimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento
mayor que estos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has
dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de l; y el amarle con todo el
corazn, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las
fuerzas, y amar al prjimo como a uno mismo, es ms que todos los
holocaustos y sacrificios. Jess entonces, viendo que haba respondido
sabiamente, le dijo: No ests lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba
preguntarle."
"Acercndose uno de los escribas"
En el pueblo judo haba diferentes grupos en los que estaba dividido y uno
de ellos se acercaron a Jess con la intencin de ponerle en aprietos. Pero
tambin entre ellos no se llevaban bien, sin embargo, estaban unidos por su
odio a Jess. La razn ltima para este profundo rechazo estaba en que l
era bueno y trazaba con fidelidad la Palabra, lo que pona en evidencia su
maldad y la forma en la que ellos constantemente falseaban las Escrituras.
Podran haberle amado y admirado, pero se dejaron llevar por la envidia y el
odio.
En este escenario, el ltimo en aparecer con una pregunta fue un escriba.
(Los escribas eran los encargados de interpretar la Ley), aunque en realidad
su inters se centraba mayormente en la tradicin oral con sus innumerables
supuestos prcticos.
Ahora bien, con qu intenciones se acerc este escriba a Jess?
La primera cosa que nuestro texto nos dice es que haba estado
presente en la discusin que Jess haba mantenido con los saduceos
y pareca satisfecho por la forma en la que les haba hecho callar. Esto
nos hace pensar que este escriba era muy probablemente de los
fariseos y que por esta razn haba visto con agrado la forma
magistral con la que Jess haba defendido la creencia compartida por
ellos en la resurreccin. En ese caso, tal vez quera hacer suyo el
triunfo de Jess sobre los saduceos.
Por otro lado, tenemos el pasaje paralelo en el evangelio de Mateo, en
el que se nos dice que el escriba le "pregunt por tentarle" (Mt
22:35). Sin embargo, aunque algo de esto pudiera haber habido en
sus intenciones originales, parece que finalmente hubo cierto
acercamiento a Jess, con el que qued admirado al escuchar su
sabidura. A esto debemos sumar las palabras que Jess le dijo: "No
ests lejos del reino de Dios" (Mr 12:34). Quiz podemos suponer que
en este hombre haba cierta sinceridad en su bsqueda de la verdad,
pero que inicialmente estaba influido por el clima de desconfianza que
se respiraba contra Jess entre sus correligionarios.
"Cul es el primer mandamiento de todos?"
Pero dejando a un lado los interminables debates que los judos pudieran
tener sobre el tema, no cabe duda de que el asunto es importante y sigue
teniendo relevancia para nosotros. Hoy en da muchos estudian la Palabra de
Dios y ponen mucho nfasis en temas como el sbado, el ayuno, o el
diezmo, como si estas cosas fueran las ms importantes de la Ley de Dios. Y
por otro lado, est la opinin popular sostenida por aquellos que
normalmente no estudian la Biblia y que creen que si no han matado, robado
o violado, ya han cumplido los principales mandamientos y Dios no les
condenar.
Para saber si estas actitudes son correctas, es importante que volvamos a
escuchar nuevamente la respuesta que Jess le dio al escriba.
"El Seor nuestro Dios, el Seor, uno es"
Como era habitual en Jess, l volvi a usar las Escrituras para dar su
respuesta. En esta ocasin cit el resumen que Moiss haba hecho de la
Ley:
(Dt 6:4-5) "Oye, Israel: Jehov nuestro Dios, Jehov uno es. Y amars a
Jehov tu Dios de todo tu corazn, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas."
La Palabra afirma que hay un slo Dios que se identifica con el nombre de
Jehov. l es el Creador y Sustentador de todo cuanto existe y fuera de l no
hay ningn otro. Slo l ha intervenido en la historia de los hombres para
salvarlos y se ha revelado a travs de su Palabra:
(Is 44:6-8) "As dice Jehov Rey de Israel, y su Redentor, Jehov de los
ejrcitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de m no hay Dios.
Y quin proclamar lo venidero, lo declarar, y lo pondr en orden delante
de m, como hago yo desde que establec el pueblo antiguo? Anncienles lo
que viene, y lo que est por venir. No temis, ni os amedrentis; no te lo
hice or desde la antigedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos.
No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno."
Pero el hombre no ha querido servir al nico Dios verdadero y
constantemente se ha inventado otros. Y la verdad es que aunque han
pasado muchos siglos, el hombre sigue dando culto a las mismas divinidades
paganas del pasado. En la actualidad, uno de los dioses al que la sociedad
rinde su culto en todas partes es el sexo, al que los antiguos griegos
llamaban "Afrodita". Y lo mismo ocurre con otras muchas viejas divinidades
paganas, como por ejemplo el alcohol, al que muchos siguen entregando sus
vidas como si de un dios se tratara, y al que los griegos ya haban puesto el
nombre de "Dionisio" o "Baco"; y lo mismo podramos decir del dios de la
guerra, el dinero, el placer, la fama, el Estado... Cada vez que el hombre
incrdulo se enfrenta con circunstancias en su vida que escapan de su
control, las atribuye al "Azar", la misma diosa a la que los griegos
denominaron "Tique". Y muchos evolucionistas de la antigedad, y tambin
modernos, creen que este dios del "Azar" es el responsable ltimo de la
aparicin de los seres humanos sobre la tierra.
Por lo tanto, la primera cuestin con la que nos tenemos que enfrentar, no es
si creeremos en Dios o no, porque como la experiencia de siglos ha
demostrado, el hombre siempre ha credo en algo. El punto fundamental es
si creeremos en el nico Dios verdadero o nos crearemos otros dioses que
ocupen su lugar en nuestras vidas.
"El primer mandamiento de todos es..."
Una vez establecido el hecho fundamental de que hay un slo Dios
verdadero, Jess pas a afirmar que ste deba ocupar el lugar supremo en
la vida del hombre.
Esto es algo que debemos recordar constantemente en nuestras vidas,
porque con frecuencia gastamos todas nuestras energas en otras muchas
cosas, dejando a Dios en el ltimo lugar. Atendemos a las demandas y
presiones de otros y nos olvidamos de lo que Dios quiere de nosotros. Y en
otras muchas ocasiones, cuando por fin tenemos en cuenta a Dios, creemos
que l tiene que estar a nuestra entera disposicin para librarnos de
cualquier inconveniente o molestia que nos pudiera surgir, como si nosotros
y nuestras circunstancias furamos lo ms importante en este mundo. Pero
con su contestacin, el Seor Jesucristo nos recuerda que Dios debe ocupar
la prioridad en todo.
A continuacin explica que la actitud correcta del hombre ante su Creador
debe ser de amor. El hombre debe amar a Dios sobre todo su ser y con todas
sus facultades.
(Mr 12:30) "Y amars al Seor tu Dios con todo tu corazn, y con toda tu
alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal
mandamiento."
Sin lugar a dudas, este es el mandamiento ms difcil de cumplir para el
hombre. Las razones son varias:
1. "Amars a Dios con toda tu mente"
El Maestro aadi "la mente" entre aquellas facultades que le han sido dadas
al hombre y que deben estar involucradas en su amor a Dios. Tal vez a
muchos les parezca extraa esta inclusin, porque identifican el "amor" con
las emociones y no con el intelecto. Pero el Seor Jesucristo dijo que para
amar a Dios es imprescindible usar tambin la mente. Cmo podemos amar
a alguien a quien no conocemos? Y cmo podemos adorarle correctamente?
La nica forma de conocerle es a travs de su Palabra, y si la desconocemos,
tendremos que escuchar la misma reprensin que Jess hizo a la mujer
samaritana: "Vosotros adoris lo que no sabis" (Jn 4:22). Tal vez nuestras
intenciones sean buenas, pero lo estaremos haciendo mal. No se puede amar
ni adorar a un Dios al que no conocemos. Al apstol Pablo le sorprendi la
religiosidad de los antiguos atenienses, que haban llegado incluso a
construir un altar "al Dios no conocido" (Hch 17:23). Inmediatamente
comenz a explicarles quin era ese Dios al que ellos desconocan para que
pudieran adorarle de verdad.
Si no conocemos a Dios, nuestro amor por l no pasar de ser un
sentimiento momentneo, una atraccin vaga y fcilmente pasajera.
2. Cmo es posible amar a un Dios santo?
Pero si en nuestra lucha por amar a Dios tenemos que reconocer dificultades
intelectuales, no son stas las ms difciles que tenemos que superar. Cmo
puede un hombre pecador llegar a amar a un Dios santo que aborrece el
pecado?
El evangelista Lucas nos relata la visita que Jess hizo a casa de un fariseo
llamado Simn (Lc 7:36-50). Durante la comida, el Seor le cont una
parbola en la que present el pecado como una deuda que no se puede
pagar: "Un acreedor tena dos deudores: el uno le deba quinientos denarios,
y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qu pagar, perdon a ambos. D,
pues, cul de ellos le amar ms?". Todos podemos entender sin
dificultades que mientras la deuda estaba sin saldar, era muy difcil, por no
decir imposible, que el deudor amara a su acreedor que constantemente le
amenazaba con llevarle a los tribunales. Y una vez ms, la sencilla parbola
que Jess cont, ilustraba de una forma exacta las grandes dificultades que
el hombre pecador tiene para amar a un Dios santo. Pero en un momento
del relato, la parbola dio un giro inesperado: el acreedor perdon a los dos
deudores. Relacionando lo que acabamos de considerar con el mandamiento
de amar a Dios, tenemos que concluir que es imposible que el hombre llegue
a amar a Dios en tanto que no haya experimentado primero el perdn y el
amor de Dios en su propia vida. El apstol Juan lo expres de la siguiente
manera:
(1 Jn 4:10,19) "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que l nos am a nosotros, y envi a su Hijo en
propiciacin por nuestros pecados... Nosotros le amamos a l, porque l nos
am primero."
El amor hacia Dios slo puede surgir como una consecuencia del perdn
recibido, y la falta de este amor, demuestra inevitablemente la falta de l.
"Amars al Seor tu Dios con todo tu corazn"
Amar a Dios le proporciona al hombre la nica meta que, en ltimo trmino,
es lo suficientemente grande como para satisfacer su intelecto, sus
emociones y sus esfuerzos. Cualquier otra alternativa le dejar con una
profunda sensacin de insatisfaccin, y siempre terminar degradando y
esclavizando su espritu. Y esta es la razn por la que el hombre moderno
busca frenticamente nuevas sensaciones y experiencias con el fin de llenar
de alguna manera el vaco que la ausencia de Dios deja en su ser.
Sin embargo, el diablo ha logrado introducir en la mente y el corazn del
hombre la idea opuesta: Dios es un tirano todopoderoso, decidido a quitarle
toda libertad y a negarle los grandes placeres de la vida. Por eso, el hombre
lucha constantemente por liberarse de un Dios as. No olvidemos que esta
fue la tentacin que la serpiente present a Adn y Evan en el huerto del
Edn:
(Gn 3:1-6) "Pero la serpiente era astuta, ms que todos los animales del
campo que Jehov Dios haba hecho; la cual dijo a la mujer: Conque Dios
os ha dicho: No comis de todo rbol del huerto? Y la mujer respondi a la
serpiente: Del fruto de los rboles del huerto podemos comer; pero del fruto
del rbol que est en medio del huerto dijo Dios: No comeris de l, ni le
tocaris, para que no muris. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No
moriris; sino que sabe Dios que el da que comis de l, sern abiertos
vuestros ojos, y seris como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer
que el rbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y rbol
codiciable para alcanzar la sabidura; y tom de su fruto, y comi; y dio
tambin a su marido, el cual comi as como ella."
Adn y Eva decidieron que queran ser independientes de Dios, decidir por
ellos mismos lo que era bueno y lo que era malo. De hecho, llegaron a
imaginar que podan ser sus propios dioses: "Seris como Dios". Esto les
condujo inmediatamente a la separacin de Dios, y a un sentimiento de
culpa y de vergenza que les hizo huir y esconderse de Dios. Y todos
nosotros les hemos seguido en ese mismo camino de desobediencia e
independencia.
Por esta razn, cuando Jess fue interrogado por el escriba acerca de cul
era el principal mandamiento de la ley de Dios, l volvi al propsito inicial
por el que el hombre haba sido creado, y que no era otro que el de disfrutar
de todas las cosas en una relacin plena de amor con Dios.
Precisamente ese era el propsito de su venida a este mundo: volver a
reconducir al hombre a esta relacin perdida con Dios. Pero cmo podra
convencer a los hombres de que Dios no es un tirano todopoderoso, tal como
el diablo les ha hecho creer? Sin lugar a dudas, ste era uno de los grandes
retos que tena por delante.
Para ello, una de las primeras cosas que hizo fue desenmascarar al
diablo. Habl con total claridad acerca de l: "El ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay
verdad en l. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es
mentiroso, y padre de mentira" (Jn 8:44). La acusacin de Cristo
quedaba demostrada por lo que ocurri al principio de la creacin: el
diablo asegur a Eva que no moriran si coman del rbol, y fue
mentira. De hecho, qued constancia de que el diablo es un homicida,
ya que con sus mentiras condujo a nuestros padres por el camino que
les llevara a la muerte.
Pero an haba algo ms que Cristo iba a hacer para ganar el amor de
los hombres para Dios. Como l dijo en repetidas ocasiones, haba
sido enviado por su Padre para dar su propia vida para salvar a los
hombres. Este sera un argumento incontestable. Cmo podra el
diablo seguir haciendo creer a los hombres que Dios no los ama si ha
estado dispuesto a dar por ellos a su Hijo amado? Y cmo podran los
hombres permanecer indiferentes ante esta prueba tan grande de
amor?
Despus de considerar todo esto, debemos concluir que el mayor pecado del
hombre es que no ama a Dios con todo su corazn, con toda su alma, con
toda su mente y con todas sus fuerzas. Por supuesto, si preguntamos a la
gente, nadie dir que el mayor pecado es este, tal vez incluirn el asesinato,
la violacin, el robo u otras cosas similares. Pero esta no es la forma en la
que lo ve Dios. En este sentido, hay muchas personas que socialmente son
consideradas buenas y decentes, que jams se les pasara por su mente la
idea de cometer homicidio o adulterio, pero que sin embargo, a los ojos de
Dios son grandes pecadores debido a que han desplazado a Dios del centro
de sus vidas.
"Y el segundo es semejante: Amars a tu prjimo como a
ti mismo"
Aunque el escriba slo haba preguntado cul era el principal mandamiento,
Jess fue ms all en su contestacin y tambin le indic cul era el segundo
mandamiento en importancia. Para ello, nuevamente volvi a citar las
Escrituras:
(Lv 19:18) "No te vengars, ni guardars rencor a los hijos de tu pueblo,
sino amars a tu prjimo como a ti mismo. Yo Jehov."
1. Ambos mandamientos son semejantes
Notemos que Jess dijo que este segundo mandamiento era semejante al
anterior. Con esto estaba dando a entender que ambos estaban ntimamente
ligados. Si amamos a Dios, necesariamente debemos amar a nuestro
prjimo que lleva la imagen de Dios. El apstol Juan explic que era
imposible amar a Dios y no amar a nuestro prjimo:
(1 Jn 4:20-21) "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es
mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, cmo puede
amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de
l: El que ama a Dios, ame tambin a su hermano."
Adems, el Seor seal que este segundo mandamiento era "semejante" al
anterior porque slo el amor puede ordenar correctamente nuestra relacin
con Dios y tambin con nuestro prjimo.
2. El segundo mandamiento depende del primero
No debemos olvidar que si primeramente no amamos a Dios, tampoco
podremos amar correctamente a nuestro prjimo, porque la fuente del amor
verdadero no se encuentra en nosotros mismos, sino que proviene de Dios y
fluye a travs de nosotros.
Esta es la razn ltima por la que el ser humano no logra hacer que este
mundo sea un lugar donde se respire paz y amor. Un mundo que ha dejado a
Dios fuera de su sociedad, nunca tendr los recursos necesarios para
manifestar amor y traer paz en la relacin con sus semejantes, aunque
irnicamente, seguir culpando a Dios de todo lo que le ocurre. Quin no ha
escuchado infinidad de veces comentarios del tipo de, "si Dios existe, por
qu hay guerras... por qu permite..."?
Slo cuando amamos a Dios estamos preparados para atender las
dificultades que nos puedan surgir en nuestras relaciones personales, ya sea
con nuestra esposa o esposo, con nuestros hijos, con el vecino, el amigo o el
jefe...
3. Quin es nuestro prjimo?
Esta fue la pregunta que otro interprete de la ley le hizo a Jess con el fin de
justificarse (Lc 10:29). Segn su interpretacin, el "prjimo" slo inclua a
aquellos que eran judos como ellos, pero Jess le cont la conocida parbola
del "buen samaritano" con la intencin de explicarle que el deber de amar a
su prjimo inclua tambin a aquellos que no eran judos. Y en otra ocasin
indic que esto inclua tambin a nuestros enemigos:
(Mt 5:43-47) "Osteis que fue dicho: Amars a tu prjimo, y aborrecers a tu
enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y
os persiguen; para que seis hijos de vuestro Padre que est en los cielos,
que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e
injustos. Porque si amis a los que os aman, qu recompensa tendris? No
hacen tambin lo mismo los publicanos? Y si saludis a vuestros hermanos
solamente, qu hacis de ms? No hacen tambin as los gentiles?"
4. Cmo debemos amar a nuestro prjimo?
Tal como hemos sealado anteriormente, slo podremos amar a nuestro
prjimo como un resultado de haber experimentado primeramente el amor
de Dios en nuestras vidas, y este mismo amor es el que tenemos que hacer
llegar hasta nuestro prjimo:
(Jn 13:34) "Un mandamiento nuevo os doy: Que os amis unos a otros;
como yo os he amado, que tambin os amis unos a otros."
Ahora bien, para muchos, el amor no es nada ms que una palabra bonita
que les gusta usar con frecuencia. Pero si hemos de concederle el valor que
Dios le da, tenemos que decir que es mucho ms que un bello concepto. El
apstol Pablo nos ha dejado un hermoso resumen del tipo de amor que Dios
espera de nosotros:
(1 Co 13:4-7) "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el
amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."
Como vemos, el amor del que Cristo nos habla es ante todo activo y capaz
de sacrificarse. Nada tiene que ver con el concepto pasivo que algunos han
expresado: "no hagas a los dems lo que no quieras que te hagan a ti". Por
supuesto, este principio est bien, pero el Seor Jesucristo fue mucho ms
lejos al expresar de una forma positiva y activa cmo debe ser nuestro amor
por el prjimo:
(Mt 7:12) "As que, todas las cosas que queris que los hombres hagan con
vosotros, as tambin haced vosotros con ellos."
Y por ltimo, en este breve resumen de algunas de las caractersticas del
amor que Dios espera de nosotros hacia l y tambin hacia nuestro prjimo,
tenemos que incluir que este amor est ntimamente ligado con la obediencia
a su Palabra.
(Jn 14:15) "Si me amis, guardad mis mandamientos."
Cmo decamos, el amor es mucho ms que palabras, implica acciones
concretas. Cualquier madre dudara si su hija le dijera una y otra vez cunto
le ama, pero al mismo tiempo le desobedeciera constantemente. Y por
supuesto, lo mismo ocurre en nuestra relacin con Dios. El Seor Jesucristo
dijo que la obediencia a su Palabra era una demostracin clara de nuestro
amor por l.
Y no slo esto, tambin debemos dejarnos guiar por su Palabra para
expresar correctamente nuestro amor. Decimos esto porque con facilidad
expresamos el amor "a nuestra manera", que no es otra cosa que una forma
de encubrir nuestro egosmo. Por el contrario, la Palabra nos muestra de qu
manera podemos amar autnticamente a Dios y a nuestro prjimo. Ni an
para esto podemos confiar en nuestro propio corazn.
El propsito de la ley
Al llegar a este punto, si somos honestos, tendremos que reconocer que
ninguno de estos dos mandamientos de la ley son fciles de cumplir. De
hecho, para nuestra propia vergenza tendremos que admitir que los hemos
quebrantado innumerables veces.
Con cuanta facilidad ponemos por delante nuestras aficiones, trabajo,
estudios y dejamos en el ltimo lugar a Dios! Cuntas veces hemos sido
egostas en nuestras relaciones con nuestro prjimo!
Por lo tanto, aquellas personas que interpretan estos pasajes como la forma
que estableci el Seor Jesucristo para nuestra salvacin estn
completamente equivocados. Nadie ha cumplido estos mandamientos, y
nadie se salvar por ello.
Cul es entonces el propsito de la Ley?
1. Manifestar nuestro pecado y llevarnos a Cristo
Este fue el tema de una de las grandes controversias que Pablo tuvo con los
glatas. Ellos haban empezado a pensar que podan salvarse por cumplir
algunos mandamientos "principales", pero Pablo les explic que el propsito
de la Ley era "sacar a la luz" el pecado para que de esa forma furamos a
Cristo en busca de salvacin.
(Ga 3:24) "De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo, a fin de que fusemos justificados por la fe."
O como lo explic en su carta a los Romanos:
(Ro 3:20) "Ya que por las obras de la ley ningn ser humano ser justificado
delante de l; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado."
2. Manifiesta el carcter de Dios
Para todos aquellos que hemos reconocido nuestra incapacidad de salvarnos
por nosotros mismos y hemos acudido a Cristo, la ley sigue teniendo mucho
valor. En ella encontramos manifestado el carcter de Dios, y de esta manera
tambin aprendemos a amarle.
Adems, ahora por medio de su Espritu Santo hemos recibido el poder para
cumplir aquellos mandamientos que antes nos resultaban inalcanzables. No
olvidemos que "el fruto del Espritu es amor" (Ga 5:22).
"El amor es ms que todos los holocaustos y sacrificios"
El escriba qued admirado por la respuesta de Jess y sin ninguna reserva
manifest la honda impresin que sus palabras le haba causado. Esto le
diferenciaba claramente de sus otros correligionarios que nunca llegaran a
admitir nada bueno en Jess.
Pero en su confesin, no slo volvi a repetir lo que Jess ya haba dicho,
sino que dio un gran paso hacia delante cuando afirm que el amor a Dios y
al prjimo era "ms que todos los holocaustos y sacrificios".
Quiz para nosotros esta declaracin no tenga mucha importancia, pero no
olvidemos que l era un escriba del judasmo, muy probablemente fariseo, y
que para ellos los rituales del templo y las formas externas de la religin lo
eran todo. Para entender esto mejor deberamos considerar algunas de las
serias reprensiones que el Seor les hizo en otras ocasiones:
(Mt 23:23-26) "Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipcritas! porque
diezmis la menta y el eneldo y el comino, y dejis lo ms importante de la
ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de
hacer aquello. Guas ciegos, que colis el mosquito, y tragis el camello! Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipcritas! porque limpiis lo de fuera del
vaso y del plato pero por dentro estis llenos de robo y de injusticia. Fariseo
ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que tambin lo
de fuera sea limpio."
En estas circunstancias, su confesin de la necesidad de una obra interna,
vital y espiritual para poder agradar a Dios, se revesta de mucha
importancia. No era fcil que un hombre como l llegara a manifestar de esta
forma tan espontnea y sincera su acuerdo con Jess en que el formalismo
religioso por s solo no puede agradar a Dios.
Seguramente esta confesin tan explcita del escriba fue la causa directa por
la que Jess le dijo que no estaba lejos del reino de Dios.
Pero llegados a este punto, no debemos pensar slo en el escriba. Nosotros
mismos tenemos que reconocer que nos resulta fcil dejar que el "ritual"
ocupe el lugar del amor. Podemos participar en cultos y hasta exhibir cierta
piedad en pblico sin que se corresponda con una santidad interior y
personal. De hecho, la religin es un buen lugar donde esconderse para no
tener que amar a Dios.
El escriba se dio cuenta, y nosotros tambin debemos hacerlo, que Dios no
est interesado en la mera actividad religiosa, lo que l est buscando es
nuestro corazn. El culto slo tiene valor cuando est ligado al amor a Dios y
al prjimo.
"No ests lejos del reino de Dios"
Nuestro Seor ensalz la actitud de este escriba y reconoci que estaba
cerca del reino de Dios. Sin embargo, notamos que no dijo que ya estaba
"dentro" del reino de Dios, sino que "no estaba lejos". Esta diferencia es
vital. Qu le faltaba?
La contestacin la encontraremos en el siguiente prrafo. All veremos que el
Seor vuelve a referirse a los escribas, y notaremos que lo que le faltaba era
creer en Jess como el legtimo descendiente de David, como su Dios, Seor
y Salvador. Slo entonces podra entrar en el reino de Dios.
Preguntas
1. Qu importancia tiene la declaracin de monotesmo que Jess cit: "El
Seor nuestro Dios, el Seor, uno es"? Relacinela con el tema que estamos
estudiando.
2. Por qu cree que es importante amar a Dios con toda la mente? Le
parece que este es un aspecto que se descuida en el cristianismo actual? Si
es as, ponga algn ejemplo.
3. Algunas personas creen que si logran amar a Dios, de esta forma
conseguirn su salvacin. Cree que esto es posible? Qu aprende en (Lc
7:36-50) acerca de esto?
4. Qu ideas ha sembrado el diablo en las mentes y corazones de los
hombres en cuanto a Dios? De qu manera iba el Seor Jesucristo
contrarrestarlas?
5. Razone extensamente sobre el segundo mandamiento: "Amars a tu
prjimo como a ti mismo". Por qu cree que Jess uni este mandamiento
con el anterior? Qu tipo de amor espera Dios de nosotros? Quin es
nuestro prjimo?