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San Agustin

San Agustín, obispo de Hipona, ofrece una profunda reflexión sobre la historia y la relación entre la libertad de Dios y la del hombre en su obra 'La Ciudad de Dios', en la que contrasta la Ciudad de Dios con la Ciudad Terrenal. A través de una teología de la historia, aborda temas como el mal, la justicia y la providencia divina, argumentando que, a pesar de la lucha entre el bien y el mal, la Ciudad de Dios prevalecerá al final de los tiempos. Su pensamiento ha influido notablemente en la cosmovisión cristiana y en el desarrollo del pensamiento medieval.

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San Agustin

San Agustín, obispo de Hipona, ofrece una profunda reflexión sobre la historia y la relación entre la libertad de Dios y la del hombre en su obra 'La Ciudad de Dios', en la que contrasta la Ciudad de Dios con la Ciudad Terrenal. A través de una teología de la historia, aborda temas como el mal, la justicia y la providencia divina, argumentando que, a pesar de la lucha entre el bien y el mal, la Ciudad de Dios prevalecerá al final de los tiempos. Su pensamiento ha influido notablemente en la cosmovisión cristiana y en el desarrollo del pensamiento medieval.

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De los Padres de la Iglesia de habla latina San Agustn realiza un aporte

sustancial al explicar a su feligresa del norte de frica , recordemos que l es


obispo de Hipona, su concepcin de la historia y del sentido del obrar de Dios
en la misma. Es el tema de la libertad de Dios y de los hombres, del gobierno
del mundo, del tiempo, de la existencia del mal en la historia, etc. En su libro
la Ciudad de Dios 1aborda todos estos temas que son una respuesta para esos
cristianos de entonces pero constituyen una respuesta u orientacin para todo
cristiano que se enfrente a estos interrogantes. Su pensamiento es una
verdadera teologa de la historia que marcara el pensamiento posterior , en
primer trmino influenciara enormemente en la edad media y en pocas
sucesivas. Su concepcin siempre ser un referente de una cosmovisin
cristiana del tiempo, de la historia y del misterio que ella entraan al
encontrarse en la misma conjugadas la libertad de los hombres y la de Dios.
Su ciudad Hipona se encuentra sitiada por los vndalos y los romanos
que all viven sufren la angustia de ver cmo peligra su vida y la existencia del
mismo imperio romano. La misma Roma es saqueada en esos das por el rey
visigodo Alarico, corre el ao 410. Esto conmociona al mundo civilizado
entonces, el imperio romano de occidente tiene los das contados.
El cristianismo ya es la religin oficial del imperio romano, sus habitantes
estn consternados Cmo es posible que Dios permita que esto suceda?,
Acaso se ha olvidado de ellos? Luego de haber sufrido tantos aos de
persecuciones, unos 250 aos en los que los cristia-nos han muerto con tan
diversos tormentos en todos los puntos del imperio, ahora sucumbirn ante los
pueblos que lo asolan desde distintos puntos.
Nos dice Fraile el peligro de los brbaros o germanos afecta a los
hombres de entonces y sacuda como un terremoto csmico los espritus de
quienes confiaban en la fuerza y perennidad del Imperio romano. Tambin
estn los paganos que acusan a los cristianos de los males de Roma
En la primer parte de La Ciudad de Dios, San Agustn rechaza las
acusaciones de los paganos contra la Iglesia al ver el declinar de Roma en la
ciudad capital y en variados frentes de su territorio. Los paganos culpan a los
cristianos de tal desastre, argumentando que su pacifismo y el abandono de los
dioses tradicionales en favor del cristianismo, convertido desde haca tiempo
en la religin del imperio, han sido la causa de la prdida del poder de Roma y
de su posterior destruccin. Pero al mismo tiempo, el obispo de Hipona ataca a
fondo el paganismo , demostrando su incapacidad para asegurar la felicidad y
prosperidad en la tierra y sobre todo para preparar la de la vida futura. El
expone y critica las diversas escuelas filosficas y religiosas latinas y griegas.

1 . De Civitate Dei

En la segunda parte de su obra hace la confrontacin de los dos reinos,


su origen, su desarrollo, su fin. La ciudad de Dios y la ciudad Terrenal o de los
hombres.
El distribuye los acontecimientos histricos en seis perodos,
correspondientes a la creacin, con su maana y su tarde.
La raza humana se encuentra dividida entre estas dos ciudades o
sociedades . Dos amores engendran estas dos ciudades.
San Agustn ensaya una explicacin histrica para tales hechos
partiendo de la concepcin teolgica de la historia de la Humanidad, desde la
Creacin del mundo hasta el Juicio Final, proyectando sobre ella una simbologa
cristina y como el resultado de la lucha de dos ciudades, la del Bien y la del
Mal, la de Dios y la terrenal, de la luz y de las tinieblas.
Siguiendo este criterio y aplicando de nuevo su teora de los dos amores : el
amor espiritual ( amor Dei) y el sensible o egosta (amor sui) , San Agustn
distingue dos tipos de de sociedades o dos ciudades simblicas : La Ciudad de
Dios , smbolo del amor espiritual y ordenado componen cuantos siguen su
palabra, los creyentes; y la Ciudad Terrenal, smbolo del amor material y
desordenado , compuestos por la comunidad de los que no creen.
La Ciudad de Dios, representada por Jerusaln fue fundada por Abel, y
sobre ella reina Dios: se trata en realidad de una ciudad interior, espiritual
(aunque encuentra su proyeccin exterior en la Iglesia), constituida por todos
aquellos que aman a Dios, anteponiendo este amor a todo lo dems. Sus
miembros, que peregrinan por este mundo a la espera de su reencuentro con
la Divinidad en el ms all, buscan la gloria de Dios y estn unidos, no por la
autoridad, sino por la caridad, garante del perfecto orden y armona que en ella
reinan.
En cambio, la Ciudad Terrenal, simbolizada por Babilonia (confusin) o la
Roma pagana (corrupcin, tirana), debe su fundacin a Can, y sobre ella
reinan el demonio, las Tinieblas, y el Mal. Est formado por todos aquellos que
anteponen el amor propio y el amor a las cosas mundanas al amor divino. Su
unidad es forzada, porque procede del sometimiento a la autoridad del Estado
que, para garantizar el orden, necesita ejercer la violencia.
Desde esta perspectiva, la Historia se concibe como un drama sagrado,
en el que se desarrolla una continua lucha entre la Ciudad Divina y la Ciudad
Terrenal, entre el amor a Dios, la fe, la esperanza, la caridad y la justicia, por
una parte, y el amor al mundo, las pasiones, el egosmo, la ambicin y el poder
del ms fuerte, por otra. Se trata de una lucha colectiva, porque afecta al
conjunto de la Humanidad, y al mismo tiempo, individual, pues se libra en el
corazn de cada ser humano, cuya alma, ayudada por la gracia de Dios, debe
combatir las fuerzas del mal para merecer un puesto en la Ciudad Celeste.

Las dos ciudades estn mezcladas y se entrecruzan: no son dos tipos de


realizaciones histricas (Estado civil e Iglesia, por ejemplo), sino principios
opuestos de la conducta personal y de las realidades sociales. Por
consiguiente, esta contraposicin no responde a las dos realidades sociales de
la Iglesia y los Estados civiles, sino que expresan ms bien las dos
comunidades espirituales segn la ley de Dios o contra ella, comunidad del
orden o del caos, del ideal o del instinto. As pues, en el desarrollo de la
historia, los contornos de las dos ciudades no son perfectamente netos: la
Iglesia no coincide con la ciudad de Dios, ya que en el interior de ella conviven
buenos y malos, del mismo modo en que la ciudad terrena no se identifica con
ninguna entidad poltica determinada.
Agustn reconoce el carcter natural de la sociedad civil y del Estado. La
Iglesia, por su parte, ha de servir de mentora de la sociedad y del Estado, para
vigilar y encaminar a los hombres a su salvacin. La autoridad civil, si se halla
impregnada del espritu cristiano, puede facilitar y promover la ciudad eterna
postulada por la voluntad divina.
Pertenece al sentido de la historia del mundo el hecho de que estas dos
ciudades se contrapongan y luchen entre s. Sin embargo, y sta es la
conclusin de San Agustn, cualquiera que sea la historia de la humanidad, con
sus alternancias de predominio del bien y del mal, al final la "civitas terrena"
perecer y saldr vencedora la "civitas Dei", en virtud del amor a Dios, "pues el
bien es inmortal y la victoria ha de ser de Dios". Esa lucha continuar hasta el
final de los tiempos, en que la ciudad de Dios triunfar sobre la terrenal,
apoyndose San Agustn en los textos sagrados del Apocalipsis para defender
su postura. En este punto, San Agustn mantiene una posicin providencialista:
Dios ha previsto y garantiza la victoria final del bien sobre el mal, asegurando
la paz eterna y la resurreccin de los justos, as como el eterno castigo de los
rprobos.
San Agustn divide el curso de la historia en seis pocas,
correspondientes a los seis das bblicos de la creacin. Desde la venida de
Cristo, vivimos en la ltima poca, pero la duracin de la misma es
indeterminada y slo Dios la conoce. La cada de Roma no significa, por
consiguiente, que haya llegado el fin del mundo, sino que representa
nicamente el fin de uno de los exponentes de la Ciudad Terrenal. Mientras
justos y pecadores siguen subsistiendo, mezclados por sus cuerpos, pero en
continua lucha y separados por su corazn, hasta que se produzca la parusa o
segunda venida de Cristo, quien se encargar definitivamente de separar las
dos ciudades, asegurando el triunfo definitivo de la Ciudad Celestial. A la
espera del Juicio, ambas comunidades buscan alcanzar igualmente la paz,
imagen temporal o histrica del Bien Supremo. ste, y no otro, es el fin ltimo
de las dos ciudades que distingue San Agustn, ya que por naturaleza, el
hombre desea la paz.

Cree el telogo que el orden es la condicin necesaria para la paz, por lo


que define sta como la tranquilidad del orden: el cuerpo, el alma, la familia
y la sociedad o ciudad alcanzan la paz cuando existe el orden, es decir, cuando
la racionalidad se impone la irracionalidad, y cada cosa ocupa el lugar que le
corresponde, existiendo una armona o concordia entre sus partes. Los
miembros de ambas ciudades anhelan la paz; pero mientras los ciudadanos de
la Ciudad Terrenal slo buscan la paz temporal ( pax temporalis) como fin
ltimo del Reino de este mundo, los miembros de la Ciudad Celestial usan de la
paz temporal como medio para alcanzar la verdadera paz ,la paz eterna (pax
aeterna), propia del Reino de Dios
El ejercicio efectivo del orden, y por tanto, la garanta de la paz, es la
justicia, base del Derecho. Sin embargo, la justicia humana o terrenal es
imperfecta; slo en la Ciudad de Dios, gobernada por la ley eterna, existe
verdadera justicia. As la Ciudad de Dios, representada en la tierra por la
Iglesia, se muestra tambin en San Agustn como el ideal tico hacia el que
debe encaminarse la realidad histrica del Estado. De hecho, esta doctrina ser
utilizada para defender la prioridad de la Iglesia sobre los poderes polticos,
exigiendo su sumisin, lo que ocurrir en la alta Edad Media. Asegurada esa
dependencia, San Agustn aceptar que la sociedad es necesaria al individuo,
aunque no sea un bien perfecto; sus instituciones, como la familia, se derivan
de la naturaleza humana, siguiendo la teora de la sociabilidad natural de
Aristteles, y el poder de los gobernantes procede directamente de Dios.
San Agustn usa una parbola, la del trigo y la cizaa 2 para dar ms
fuerza a su explicacin. As como el sembrador deja que crezcan en el campo
el trigo y la cizaa y espera el momento de la cosecha para separar la semilla
buena de la mala, Dios permite que exista la ciudad terrenal junto a la ciudad
de Dios y no hace desaparecer a la ciudad terrenal o de los hombres, como
tambin la llama en su obra. Habr que esperar al Juicio final , al fin de la
historia, para que Dios separa la semilla buena de la mala.
A Dios la historia no se le ha escapado de las manos, El da libertad al hombre,
el hombre muchas veces no realiza los designios de Dios sin embargo Dios
sigue estando presente en la historia, en su Providencia sigue guiando el curso
de la historia. En ella se conjugan la libertad del Dios y la del hombre, libertad
esta que muchas veces se opone a la ley de Dios pero Dios que todo lo puede
sigue estando bajo los acontecimientos. Dios es el Seor de la historia.

2 Mateo 13

Encontramos as delineada la cosmovisin cristiana ya muy diversa de la


pagana3.
En esta cosmovisin, en la cual el aporte de San Agustn es evidente, la historia
es lineal, atrs queda la concepcin cclica del tiempo, el mito del eterno
retorno. La historia tiene un principio y tendr un fin 4 . El mundo ha sido creado
de la nada, ex nihilo, sin materia preexistente por este Dios que es eterno,
existe desde siempre, trasciende el mundo. En la diversidad de seres creados
(minerales, vegetales, animales) el hombre ocupa un lugar esencial, ha sido
hecho a imagen y semejanza de Dios. Es un ser espiritual, inteligente y libre all
su cercana a Dios5. El hombre ha sido puesto en la creacin para administrar el
mundo, para continuar y cooperar con la obra creadora de Dios actuando sobre
su entorno y sirvindose de la creacin para transformar el mundo y poder vivir
mejor l y las generaciones que le sucedan. Pero esta vida mejor ser siempre
con una mirada hacia lo alto. Su destino final ser volver a Dios de cuya mano
ha salido , all est su felicidad plena.
En palabras de San Agustn nos has hecho para ti Seor y nuestro
corazn est inquieto hasta que repose en ti..
El pecado original , cometido por nuestros primeros padres Adn y Eva,
desordena al hombre y lo distancia de Dios, pierde la amistad con Dios y pierde
la armona original con la que ha sido creado. 6Hay una fisura interna en todo
ser humano y esto se transmite a todo el gnero humano. Y la muerte 7que
todo hombre debe enfrentar desde Adn y Eva entra al mundo por el pecado .
3 El influjo de San Agustn esta en varios de los puntos que siguen
4 El fin de la historia se dar cunado Cristo descienda del Cielo para jusgar a
vivos y muertos
5 Los ngeles, seres puramente espirituales son an ms semejantes a Dios
por no poseer cuerpo. Pero el hombre que no es un ngel encontrar su
plenitud en el pleno desarrollo de su ser espiritual y corporal, el cuerpo es algo
bueno en el hombre
6 http://www.opusdei.org/es-es/article/tema-7-la-elevacion-sobrenatural-y-el-pecadooriginal/

7 Por tanto, la muerte fue contraria a los designios de Dios Creador, y entr en
el mundo como consecuencia del pecado. "La muerte temporal de la cual el
hombre se habra liberado si no hubiera pecado ", es as "el ltimo enemigo"
del hombre que debe ser vencido." (Catecismo, n. 1008).

Pero Dios promete a la primer pareja humana un Salvador, un Redentor


que salvara al mundo restituyendo la amistad perdida con Dios. Este Salvador
es Cristo, su nacimiento , muerte y resurreccin son los hechos ms
importantes de la historia, por ello los cristianos afirman que la historia es
Cristocntrica. Cristo deja la Iglesia que ser quien gue al hombre en su
transitar en la tierra y quien permita a partir de los sacramentos llevar la
misma vida de Dios a los hombres.
Con el Bautismo el hombre borra la huella del pecado original y se
convierte en hijo de Dios, la Santsima Trinidad habita a partir de entonces en
su alma. Este sacramento imprime un carcter indeleble al hombre, siempre
ser hijos de Dios, cristiano, y con la presencia de Dios y su ayuda dada
principalmente a travs de los sacramentos podr hacer el bien, luchar con sus
debilidades (recordemos que las huellas o fisuras del interior del hombre, esa
prdida de unidad consecuencia del pecado original perviven en todo hombre).
En la Historia cada hombre tiene un valor enorme, cada hombre viene al
mundo con una misin a travs de cuyo cumplimiento alcanzar su salvacin.
Dios no pide a cada uno algo irrealizable sino algo a la medida de cada uno.
Pero Dios da al hombre su libertad, por ello El respeta las decisiones de los
hombres, seres libres y contingentes, El no nos avasalla. San Agustn habla de
la suavidad de Dios en cuanto que quiere conducirnos pero no nos coarta. El
respeta las decisiones de los hombres, de all la presencia del mal en el
mundo.
Pero la historia tiene una trama ms profunda, en ella se conjugan la
libertad de los hombres pero bajo este actuar est Dios que sigue actuando,
que sigue estando presente y que en su providencia, gobierna el mundo. A Dios
el mundo no se le ha escapado de las manos, en principio sigue dando el ser y
la existencia a cada creatura y permite que el hombre transite con libertad su
vida pero el plan salvfico de Dios contina en la historia buscando que cada
hombre alcance su salvacin , que no es otra cosa que su plenitud y felicidad.
Muchas veces parece que Dios ha abandonado la historia, pero otras su
presencia irrumpe claramente a travs de acontecimientos que suceden o
quizs no suceden, a travs de personas que muestran su presencia en el
mundo por su palabra y su bondad, a travs de su voz que resuena en el
interior de cada uno de nosotros.

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