LA NINFA DEGOLLADA DE GARCILASO
(gloga III, versos 225-232)
GARGILASO escribe quiz su ms perfecta gloga, la tercera, hacia el final
de su corta vida, es decir, en 1536, aceptando la cronologa propuesta
por tan autorizado investigador como Rafael Lapesa.1 Por aquellas
fechas Garcilaso est en Italia.2 Volveremos sobre este importante
punto de su estancia italiana ya que da la clave en la argumentacin
del presente trabajo. El recuerdo de la relativamente prxima muerte
de Isabel de Freyre, su musa literaria, surge contenido a travs de la
distancia geogrfica. Garcilaso, adems, presenta cierta bruma mitolgica dentro de la cual incrusta hechos concretos, como alusiones al
ro Tajo. Estos toques mitolgicos contribuyen a crear un ambiente
de lejana melancola a la par que elevan el tono de la gloga hacia
la universalidad potica. En efecto, Garcilaso, poeta muy impuesto en la
mitologa clsica, enmarca una buena zona de su hermosa gloga (versos
121-192) con la descripcin de importantes mitos que ya aparecen en
las Metamorfosis de Ovidio, libro que, sin duda, Garcilaso conoca muy
bien.3 La tcnica de Garcilaso, en este caso, es pictrica, embebido como
estaba en los principios renacentistas del ut pictura poesis horaciano.
Se nos explica cmo cuatro ninfas, en las riberas del Tajo, se entretienen tejiendo telas. Tres de estas ninfas se inspiran en tres mitos muy
conocidos: Enrdice y Orfeo, Dafne y Apolo, Venus y Adonis. Interesa,
ante todo, subrayar algo muy importante: estamos frente a unas ninfas
mitolgicas que introducen a su vez al lector a otras historias mitolgicas, es decir, "mitologa dentro de la mitologa." Todo ello a travs
Rafael Lapesa, La trayectoria potica de Garcilaso. Madrid, 1948, p. 4.
2 Una buena relacin de los viajes y estancias de Garcilaso en Italia se encuentra en la biografa del poeta publicada por E. Fernndez de Navarrete en el Vol. XVI
de la Coleccin de documentos inditos para la historia de Espaa, Madrid, 1850.
Tambin B. Croce public "Intorno al Soggiorno di Garcilaso de la Vega in Italia."
Rassegna Storica napolitana di Lettere ed Arti (I, 1894), pp. 1-15. No me ha sido
accesible este trabajo en el momento de redactar el presente artculo, pero si el
resumen que el propio Croce hace del mismo en Espaa en la vida italiana durante
el Renacimiento, Madrid, s. a. [1920], pp. 190-1.
3 R. Schevill, Ovid and the Renascence in Spain, Berkeley, 1913, pp. 26-8, y
J. M. de Cossio, Fbulas mitolgicas en Espaa, Madrid, 1952, pp. 75-80.
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de unas imgenes pictricas que al ser descritas por medio del verso se
truecan al mismo tiempo en imgenes poticas. Interesa insistir en
que este mundo mitolgico-pictrico-potico surge fundido a elementos
reales de la vida del poeta: las riberas del Tajo que tanto poder evocador sugieren respecto al recuerdo personal de Isabel d Freyre.
Spitzer 4 escribi una inteligente nota estudiando los aspectos de la
tcnica pictrica de Garcilaso. Aludi a artificios concretos como el
"chiaroscuro" y la perspectiva. El crtico vienes, con la gran cultura y
sensibilidad que le caracterizaban, lo conect todo ello con textos de
diversos tratados pictricos como los de Alberti y Leonardo de Vinci.
Lo curioso es que ya Herrera en sus Anotaciones, tres siglos antes que
Spitzer, al comentar otro pasaje de la misma gloga haba llamado la
atencin sobre estas tcnicas pictricas, en trminos prximos a los de
Spitzer, e incluso Herrera haba citado al tratado de Alberti.5
Volvamos a las ninfas de la gloga. La cuarta ninfa, Nise, afirma
que no quiere entretejer "antigua historia", sino referirse a un hecho
contemporneo lo cual es verdad slo hasta cierto punto, como explicaremos despus. El hecho histrico contemporneo es la muerte de
Isabel de Freyre, fcilmente identificable por la alusin a Elisa que
aparece despus en la misma gloga. Ya Herrera en sus Anotaciones
seal esta identificacin y se content con ello, sin buscar ms explicaciones. Y todos los comentadores o editores posteriores siguieron por
este camino a causa de una doble y, aparentemente, justificada pista: la
propia confesin de Garcilaso de referirse a un hecho contemporneo
y el sabio testimonio de Herrera que no se esforz por ver la posible
fuente de la atrevida imagen que se usaba para describir la muerte de
Isabel de Freyre. Por eso los editores de este siglo, como Navarro Toms,
no indicaron la fuente, aunque, en este caso, el mismo investigador
parece haber cambiado de idea en ediciones posteriores.6
i "Garcilaso, third eclogue, lines 265-271." HR, XX (1952), pp. 243-8.
5 Obras de Garcilaso con Anotaciones de Fernando de Herrera. Sevilla, 1580,
pp. 674.
6 En la edicin de Clsicos Castellanos, de 1911, T. Navarro Toms acepta la
identificacin de la ninfa muerta con Isabel de Freyre, sin ms comentarios en
cuanto a otras fuentes posibles. Sin embargo, en ediciones posteriores como la de
1963 se lee "la escena de una ninfa muerta llorada por sus compaeros se halla en
Virgilio, gloga V. En Sannazaro, Arcadia, Prosa V y gl. V., son los pastores los
que cantan junto al sepulcro de Androgeo; el mismo tema fue tratado por Barahona
de Soto en su gloga de los Amadriades." Menos explicaciones encontramos en la
edicin de H. Keniston (New York, 1925), ni en su valioso libro Garcilaso de la
Vega; a Critical Study of His Life and Works, Nueva York, 1923. Tampoco Doris
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Subrayemos que este hecho contemporneo queda trabado con los
tres mitos anteriores con un ambiente mitolgico ininterrumpido: unas
diosas silvestres vienen precipitadamente por la espesura para detenerse
ante el cadver mitolgico de una ninfa muerta ante la cual las diosas silvestres derraman las rosas que llevan en sus cestillos.7
Y ahora, tras este necesario rodeo llegamos al ncleo de la presente
investigacin, esta ninfa muerta, que domina la impresionante escena
de la siguiente octava (versos 225-232). Hela aqu:
Todas, con el cabello desparzido,
lloravan una nympha delicada
cuya vida mostrava que avia sido
antes de tiempo y casi en flor cortada;
cerca del agua, en un lugar florido,
estava entre las yervas degollada
qual queda el blanco cisne quando8 pierde
la dulce vida entre la yerva verde.
El sentimiento de Garcilaso se esparce por toda la octava, que acaso
represente la ms intensa vibracin esttica de toda la gloga, aunque
las imgenes que nos interesan estn en la segunda mitad de esta octava,
en los cuatro versos ltimos, en los que aparece una ninfa degollada,
entre la hierba, en un lugar florido, junto al agua. La expresin ninfa
Lessig, Ursprung und Entwicklung der spanischen Ekloge bis 1650, Genve-Pars, 1960,
seala antecedentes al hablar del relato de la cuarta ninfa en este gloga. Creo que
conviene aadir, adems, porque me parece que no se ha notado, otra posible influencia de Sannazaro, la gloga 1a, en la que dos pastores, ante un sepulcro, leen
el siguiente epitafio: "quella che a meliseo si', altera e rgida / Si mostr sempre,
or mansueta ed umile / si sta sepolta in questa pietra frgida" en ed. de G. Corniani
(Milano, 1806), p. 206.
7 Lapesa, en su op. cit., p. 224, n. 194, se refiere a un trabajo de Mel que
seala la fuente en la prosa V. de la Arcadia de Sannazaro "le convicine Ninfe...
vengano otra tutte con canestri bianchissiui pieni di fiori e di pomi odoriferi." No
me cabe duda de esta influencia de Sannazaro, pero creo que hay que acudir, adems,
a representaciones pictricas que ayudaran a Garcilaso a la fijacin de la imagen.
Hay una pintura del florentino Piero di Cosimo (1461-1521) (uno de cuyos cuadros
constituye precisamente el centro de esta comunicacin), con un tema mitolgico
en el que aparecen unas ninfas con cestos de flores, celebrando, en este caso, una
figura masculina. El cuadro se encuentra en Wadsworth Athenaeum de Hartford,
Connecticut, y lo estudia E. Panofsky en Studies in Iconology, Nueva York, 1931,
p. 345. El cuadro est reproducido en el libro de Panofsky bajo figura No. 17. La
nica coincidencia con la gloga de Garcilaso lo constituye el elemento secundario
del cuadro: las ninfas con cestos de flores, que supongo seria ocupacin propia de
ninfas y de muchos cuadros.
s Cito por la edicin de E. L. Rivers, Madrid, 1964, p. 147.
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degollada la explic Herrera en la acepcin de desangrada. He aqu
las palabras de Herrera: "Doa Isabel de Freyre, que muri de parto;
as dice degollada, por desangrada como decimos, cuando sangran mucho, a uno, que lo degoll al barbero."9
Tambin es importante el testimonio de Covarrubias en su Tesoro
de la lengua castellana: "Cuando sacan a uno mucha sangre por las
venas, solemos decir que conviene degollarle, si el accidente requiere
tanta evacuacin."10 Tamayo de Vargas,11 que aporta otros textos interesantes, y Azara12 aceptan la explicacin de Herrera. Sin embargo,
antes que todos estos comentaristas, la palabra le choc al Broncense
porque le pareci que no encajaba bien en el tipo de muerte de Isabel
de Freyre, por lo que propuso la sustitucin por igualada^ A pesar
de que todos los comentaristas identifican degollada con desangrada,
excepto el Broncense, en todos los otros ejemplos que poseo de la
lengua espaola de los siglos xv y xvi siempre he encontrado degollada
en el sentido de decapitada.1* Por lo que la interpretacin de Herrera
es en este caso de un precoz y precipitado positivismo,15 ya que busca
una solucin fcil ignorando la ntima motivacin esttica que Garcilaso
quiso expresar plsticamente, aludiendo potica y pictricamente (como
veremos) a la muerte de Isabel de Freyre. Precisamente por ello Garcilaso quiso alejarse, por motivos artsticos, de las circunstancias un
poco prosaicas en que falleci Isabel, vctima de un mal parto. Si Garcilaso hubiera querido (sin ms intenciones literarias) aludir nicamente
a la muerte de su musa Isabel hubiera sido ms lgico el empleo del
adjetivo desangrada, palabra mucho ms noble. El propio Herrera en
9 Herrera, op. cit., p. 274.
10 Citado por T. Navarro Toms en su ed. de Clsicos Castellanos, Madrid,
1911, p. 135.
H Los comentarios de Tamayo de Vargas pueden leerse ahora en A. Gallego
Morell, Garcilaso de la Vega y sus comentaristas, Granada, 1966. El texto que nos
ocupa est en pp. 638-9.
12 Ibidem, p. 662.
13 Ibidem, p. 275.
14 Es interesante que sta es la acepcin que recogen los autores de diccionarios
extranjeros al traducir del espaol, segn el Tesoro lexicogrfico de S. Gili Gaya,
cuyos materiales inditos me ha permitido consultar su autor: "Casas 1570: giugulado,
scannato; Palet 1604: esgorg; Oudin 1607: decapit, decoll, qui a la gorge coupe,
esgorg; Franciosini, 1620: scannato, che gli e stato tagliato il capo; Percival 1623 m.
beheaded, killed; Sobrino 1705: decapit qui a la gorge coupe, esgorg."
15 Herrera era un gran crtico literario como ha demostrado Jos A. Almeida
en su tesis doctoral Las ideas literarias de Herrera, presentada en la Universidad
de Missouri en 1966. Por eso se le puede perdonar algn descuido.
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I'IKRO DI COSIMO: "Clalo y Procris" (National Gallery, Londres)
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sus Anotaciones demuestra, con una gran percepcin estilstica, como,
en general, Garcilaso rehuye el empleo de vocablos bajos. Pero aqu
Herrera parece echarse la manta a la cabeza y acudir a una acepcin
de degollada tpica del lenguaje coloquial y del mundo de los barberos,
como el mismo Herrera indica. Y ciertamente no encaja bien no slo
en el tono refinado de la octava trascrita, sino de toda la gloga. Ya
volveremos, pues, a este importante vocablo, despus de explorar una
posible avenida mitolgica.
Ya hemos aludido a lo muy impuesto que estaba Garcilaso en las
fbulas mitolgicas, especialmente su directo conocimiento de las Metamorfosis de Ovidio. Recordemos que las tres ninfas aluden a mitos
conocidos. A pesar de la protesta de la cuarta ninfa de representar
un hecho contemporneo hay que mencionar el mito de Cfalo y Procris. Garcilaso, sin duda, conoca este mito al que se refiere por extenso Ovidio en sus Metamorfosis, libro 7, versos 662-865, y en el que
aparece una ninfa muerta, herida por una jabalina. He aqu, solamente,
los versos 842-844 que presentan a la ninfa Procris:
Procris erat medioque tenens in pectore vulnus:
Ei mihi! condamat. Vox est ubi cognita fidae
Coniugis, ad vocem praeceps amensque cucurr.16
Es forzoso, pues, aadir esta famosa ninfa muerta a los posibles antecedentes literarios sealados por T. Navarro Toms, y que ya hemos
reproducido en la nota consiguiente. Por supuesto que Garcilaso pudo
releer la fbula en otros repertorios mitolgicos, como los de Higinio
y Boccaccio, para citar dos de los ms famosos.17 Hay que recordar,
adems, la concreta huella del mito de Cfalo y Procris en la literatura
castellana.18 De todas maneras, el mito en su aspecto puramente libresco
ie Ed. de H. Brettenbach, Zurich, 1958, p. 500.
17 Leemos, en las Fabulae de Higinio, ed. de H. I. Rose, Lugdani, 1953, p. 134:
"nihilo minus illa timens Auroram matutino tempore secuta eum ut obseruaretatque
inter virgulta delituit; quae virgulta eum Cephalus moveri vidit, iaculum inevitabile
misit et Procin coniugem suam interfecit." Tambin Boccaccio se refiere a este mito
en Genealoga Deorum. Me parece casi seguro que Garcilaso, como la mayora de los
escritores renacentistas, conociese estas dos obras. Sobre las fuentes mitolgicas ms
comnmente usadas por los escritores renacentistas vase Jean Seznec, The Survival
of the Pagan Gods, ed. de Harper Torchbooks, Nueva York, ig6i. pp. 224-237.
18 J. M. de Cosso en Fbulas, op. cit., p. 881, da una lista de poetas que se inspiran en este mito. A esta lista podran aadirse otros datos curiosos como una obra
indita de don Manuel Vidal y Salvador, fallecido en 1698, autor de un Cfalo y
Procris, segn C. A. de la Barrera, Catlogo Bibliogrfico y biogrfico del teatro
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no explica la atrevida imagen de Garcilaso, que ningn escritor recrea
de tan audaz y nico modo. Sin embargo, la impresionante imagen garcilasesca que preside los cuatro ltimos versos de la octava transcrita
queda iluminada, sbitamente, acudiendo al mito de Cfalo y Procris
en una innovadora interpretacin pictrica: la del florentino Piero
di Cosimo (1461-1521).
Este cuadro se alberga actualmente en la National Gallery de Londres, y en l aparecen las imgenes fundamentales que Garcilaso traspas de all a su gloga.19 Recurdese el texto de Ovidio que hablaba
de una herida en el pecho, que es lo corriente en las otras interpretaciones pictricas que conozco.20 Pues bien, en el cuadro de Piero di Cosimo
la ninfa aparece muerta, por una herida en el cuello de la que mana un
flujo de sangre; est tendida en la yerba, en un lugar florido, junto al
agua. Ahora, a la vista de esta imagen central aprovechada por Garcilaso, el empleo del vocablo degollada queda mucho ms justificado.
Adems hay otro texto de Covarrubias, que no he visto citado por ningn comentarista de Garcilaso, quiz porque al desconocer el cuadro
que nos ocupa se han contentado con el sentido general de desangrado.
Pero dice Covarrubias: "Algunas veces degollar es herir de punta por
la garganta al hombre o al animal sin apartarle la cabeza del cuerpo,
desangrndose por la herida mortal que le dan."21 Este texto me parece
trascendental porque explica a la vista del cuadro, el sentido en que
antiguo espaol, Madrid, 1860, p. 477. Agustn de Salazar y Torres es autor de El
amor ms desgraciado, Cfalo y Procris [vase J. Ares Montes "Del Otoo del gongorismo" en RFE, 44 (1961), p. 319]. Lope de Vega y Caldern llevaron este mito al
teatro, vase H. R. Martin, "Notes on the Cephalus Procris Myth as Draraatized
by Lope de Vega and Caldern," MLN, 66 (1951), p. 238-241.
19 Segn M. Davies, en su catlogo The Earlier Italian Schools, 2* ed., Londres,
1961, p. 422, este cuadro, procedente de Florencia, fue adquirido en esta ciudad
italiana por el museo londinense en 1857. Proceda, nada menos, que de la familia
Guicciardini, cuyo escudo de armas aparece en un sello del dorso del cuadro.
20 Vase un excelente estudio y reproducciones pictricas de este mito ovidiano
en Irving Lavin, "Cephalus and Procris, Transformations of an Ovidian Myth,"
Warburg Journal, XVII (1954), pp. 260-287. Adems de los datos acumulados por su
autor puedo aadir algunos ms, como el cuadro del mismo tema por el pintor holands Peeter Symons, que existe en el museo del Prado. En una casa particular de
Madrid he visto tambin un grabado que reproduce un cuadro de Pablo Berons
(sic) con el ttulo de Cfalo y Procris. Se lea en el pie de grabado: "Tiene siete
pies y medio de alto y siete de ancho, se ha trasladado del Real Palacio al museo
de Madrid." Tampoco en estos dos cuadros (posteriores a Garcilaso), no citados por
Lavin, el mito se presenta de la originalsima manera que lo imagina Piero di
Cosimo. I. Lavin desconoca probablemente la hermosa gloga del poeta espaol.
21 Tesoro de la lengua castellana, ed. M. de Riquer. Barcelona, 1943, p- 447.
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Garcilaso emple la palabra degollada, sugerida por la ninfa Procris,
que era una manera ms poticamente velada de aludir a la muerte de
Isabel de Freyre, sin necesidad de describir la circunstancia del sobreparto, tan poco potico.
En el cuadro de Piero di Cosimo aparecen unos elementos secundarios, desde el punto de vista temtico, tales como un fauno compadecindose por la ninfa y un perro (evidente alusin al mito de Cfalo
y Procris), y ambos elementos obviamente no interesaron a Garcilaso.
Tampoco los animales que aparecen en el fondo del cuadro. El "pathos"
de la pintura se centra en torno a la ninfa que se recorta en un primer
plano como figura de bulto, y esto pasar intacto a la gloga de Garcilaso. Todo ello encaja muy bien en la tcnica pictrica que tanto efecto
hizo en Garcilaso, como demostr Spitzer en el citado artculo. Pinsese en el cuadro de Piero di Cosimo y en la imagen de la ninfa traspasada al poema de Garcilaso. Y lanse despus los versos 269-272 en
que Garcilaso explica la tcnica de las telas basadas en juegos de luces
y sombras, que ha intentado describir en su gloga. He aqu los versos
en cuestin:
mostravan a los ojos relevadas
las cosas y figuras que eran llanas,
tanto que al parecer el cuerpo vano
pudiese ser tomado con la mano.
Cfalo, el involuntario asesino de la celosa Procris, no aparece en
el cuadro de Piro di Cosimo ni en la gloga de Garcilaso, para as subrayar la tierna emocin de esta delicada, inocente figura femenina, abandonada en un paisaje ameno. Garcilaso hace que el agua que aparece en
el cuadro de Piero di Cosimo sea el ro Tajo, que le conviene para
subrayar, con su obvia referencia a Toledo, la contemporaneidad de la
alusin que se esconde tras la imagen potica de la ninfa, y para enlazar
esta cuarta tela en el mismo escenario geogrfico que las otras tres
anteriores. En Garcilaso aparece, adems, un elemento contemplador
o reverenciador (equivalente a la funcin del fauno y perro del cuadro
de Piero di Cosimo) representado por las diosas silvestres que esparcen
flores. Adems de leerlo en Sannazaro, ahora que conocemos el profundo impacto de Piero di Cosimo en Garcilaso, bien pudo influirle
tambin otro cuadro de Piero di Cosimo, al que ya se ha aludido en
una nota. Cabe preguntar por qu Garcilaso tuvo que aprender necesariamente la imagen de la ninfa degollada en Piero di Cosimo, y no en
otras versiones literarias o pictricas del mismo mito? Por una razn
sencilla, porque tal audaz imagen no existe ni antes ni despus de
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Piero di Cosimo en ninguna representacin pictrica del mito. Segn
los expertos22 en el citado cuadro de Piero di Cosimo, este pintor se
alej de Ovidio y de los otros repertorios mitolgicos para expresar
originalmente por su cuenta su visin del mito. Ni siquiera le vino la
imagen de una pieza teatral sobre este mito, obra de Niccolo da Correggio23 que se estren en la corte de Ferrara en 1487, aunque esta
obra pudo influirle en otros detalles. Tambin Garcilaso pudo haberla
ledo porque se public en Venecia en 1507. Aunque all tambin la
protagonista muere, no se dan las vividas circunstancias en que ocurre
la muerte de la ninfa en el cuadro de Piero di Cosimo y, consiguientemente, en Garcilaso.
Todas las circunstancias histricas contribuyen a reforzar nuestra
teora. El cuadro que nos ocupa estuvo en Florencia hasta mitades del
siglo xix en que pas a la National Gallery de Londres, como se ha
indicado en una nota. Garcilaso, que vivi tantos aos en Italia, tuvo
muchas ocasiones de verlo. Y, una vez visto, es cuadro que no se olvida
jams. Conozco pocas pinturas en la historia del arte capaces de producir tan honda emocin.24 Fernndez de Navarrete escribi una documentada biografa de nuestro poeta, todava insuperada. A travs de
este riguroso libro sabemos que Garcilaso interviene en la campaa
de Florencia en 1530.a5 Me inclino a pensar que Garcilaso vera, por lo
menos, la pintura de Piero di Cosimo, en 1536, la segunda vez que
estuvo (oficialmente) en Florencia. Es el mismo ao en que escribi
la gloga, y decidira incorporar entonces la inaudita imagen que tan
bien encajaba en su arte. El dolor por la muerte de Isabel de Freyre
se estaba convirtiendo, poco a poco, en nostalgia artstica, ya que Garcilaso, como cualquier persona normal, tena medios para sobreponerse
a la tristeza de un inicio, sobre todo despus de encontrar la generosa
22 Dice Irving Lavin, op. cit., p. 271: " I n considering Piero's picture it is well to
recall that fifteenth-century Italy had no tradition for representing the Cephalus
and Procris myth; it is not illustrated, for example, in the important 1497 edition of
the Metamorphases by Zoane Rosso at Venice. Perhaps this lack of precedent, by
throwing Piero back entirely on his own imaginative resources, contributed to his
producing such a new and unusual design."
23 Vase I. Lavin, op. cit., pp. 270-272.
24 R. Langton Douglas, en Piero di Cosimo, Chicago, 1946, p . 60, escribe refirindose a nuestro cuadro: "No one today can look at this picture, so calm yet so
poignant, so universal in its appeal, without being moved by it." He estado en el
museo de Londres, varias horas, observando la reaccin de los visitantes y ste es
el nico cuadro, en toda la sala, ante el cual se detenan todas las personas, lo
cual corrobora el hondo impacto que producira en Garcilaso.
25 Op. cit., pp. 25-26.
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ayuda de alguna napolitana. En este viaje de 1536 Garcilaso acompaaba al emperador en su visita a Florencia. El ambiente era propicio
para que Garcilaso se deleitase contemplando los tesoros artsticos de
la ciudad florentina. Es precisamente Fernndez de Navarrete quien
nos lo cuenta. Dice, refirindose a Garcilaso: "Admir la riqueza y
monumentos de aquella ciudad, vio la fortaleza que a la sazn estaba
construyendo el gran duque y disfrut de los obsequios que se hicieron
a la comitiva del excelso husped." 26
Los conocimientos pictricos de Garcilaso, incluso de tcnicas especializadas, quedaron ya sealados por Herrera y muy revalorizados por
Spitzer. Tambin, tan excelente garcilasista como Rafael Lapesa, dedica atencin al problema, y recuerda influencias concretas.27 Y cada
vez se van notando ms paralelos entre la poesa de Garcilaso y la
pintura renacentista.28 Y cabe esperar que el presente trabajo contribuir tambin a revisar muchas imgenes y tcnicas de Garcilaso a esta
nueva luz. Releyendo muchas veces como he hecho la octava famosa,
he pensado en lo bien que ha sabido traspasar en verso una emocin
pictrica tpica del mundo del Renacimiento. En efecto, un tan buen
conocedor del arte renacentista como E. Panofsky escribe, a otro respecto,
un hermoso prrafo que invito al lector a proyectar sobre el cuadro de
Piero di Cosimo y la octava de Garcilaso al mismo tiempo. He aqu
el pasaje en cuestin: "For, as the classical 'beauty pose', is rest tempered
by movement, so is the classical 'pathos motif movement tempered by
rest; so in classical art both action and inaction appear subjected to
one and the same principie, unknown before, the contraposto."29 Ya
va siendo hora de que conozcamos mejor la universalidad renacentista
de Garcilaso y no acudir solamente a explicaciones hispano-narcisistas
(a las que tan aficionada es nuestra crtica) y hablar solamente de la
sobriedad castellana ante el dolor (aunque esto tenga tambin su
gran parte de verdad). Hay que ver a un Garcilaso castellano, s, pero
que viaja por Europa, que vive mucho tiempo en Italia, que frecuenta
a importantes humanistas italianos y que est embebido en la pintura
renacentista. El maestro Dmaso Alonso, con la fina intuicin que le
26 ibid., pp. 76-77.
27 Op. dt., pp. 116-U9.
28 Por ejemplo, Peter N. Dunn, "Garcilaso's Ode a la Flor de Gnido", ZRP,
I.XXXI (1965), pp. 288-309. Hay que evitar, sin embargo, interpretaciones extremadas como la de Mara Teresa Maiorana, "Dafne en Garcilaso y en el Bernini," suplemento literario de La Nacin de Buenos Aires (10 de diciembre, 1967).
29 Meaning in the Visual Arts. Garden City, Nueva York, 1957, p p . 268-269.
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caracteriza, capt muy bien la honda emocin de la octava de Garcilaso
y afirm que "pocos versos hay en castellano de ms veladura de lgrimas en la voz y, a la par, de ms intacta belleza que stos." 30 En
Garcilaso esta estremecedora "veladura de lgrimas" tena hondas races
biogrficas, pero le vena sugerida, sobre todo, por una veta muy escondida hasta el presente: la pintura de Piero di Cosimo representando
el mito de Cfalo y Procris.
ALBERTO PORQUERAS-MAYO
Universidad de Illinois
Urbana
so Poesa espaola, 4 ed. Madrid, 1962, p. 103.
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