Antolog A Consultada de La Joven Poes A Espa Ola 1952
Antolog A Consultada de La Joven Poes A Espa Ola 1952
Antolog A Consultada de La Joven Poes A Espa Ola 1952
CONSULTADA
de
la
1952
La
Poesa podr
lectura
no ser
mayoritaria, pero
hombre
culto
de
nuestro
si-
refugio
quiz
el
nico
posible contra la
agresiva
mezquindad am-
biente.
Pero no bastar llegar a
los finos de espritu, a las
mentes
cultivadas, a las
sensibilidades despiertas, y
decirles que incurren
en
grave manquedad
ig-
noran
la
muy
si
estimable
produccin potica de su
tiempo.
Habr que mostrarles, adems, lo que en verdad est
logrado, lo que es autn( C o n t i n a en U solapa posterior)
LIBRERA
BERCEO
C a l l e J u a n de H e r r e r a , 6
(Junto a Calle Mayor)
28013 M A D R I D
Telf. : 91 559 18 50
libreriaberceo@hotmail.com
G-
- K (ol
ANTOLOGIA
CONSULTADA
de
la
1952
PRIMERA E D I C I O N
Publicada en julio de
1952
IMPRESO EN ESPAA
P R I N T E D IN SPAIN
Reservados todos los derechos
E L EDITOR SE JUSTIFICA
E L
E D I T O R
S E
J U S T I F I C A
E L
E D I T O R
S E
J U S T I F I C A
E L
E D I T O R
S E
J U S T I F I C A
atribuirse en derecho: cada uno tiene sus preferencias. Pero es demasiada pretensin la de darlas como mejores y en letras de molde.
Sin embargo, la suma de muchos "cada uno",
la suma de muchas opiniones de quienes las tengan justificadas y firmes, no sealar, con una
acumulacin de coincidencias, ese terreno adonde
queremos llevar a los lectores?
La conviccin de que as sera, nos decidi al
intento de esta que ha debido llamarse Antologa
Consultada, aunque el ttulo no nos haya satisfecho. Al efecto, y previo un riguroso estudio del
que luego se hablar, nos dirigimos en cartaencuesta a unas sesenta personalidades que podan responder con solvencia a esta pregunta:
"Quines son, en opinin suya, los diez mejores
poetas, vivos, dados a conocer en la ltima dcada?"
E L
E D I T O R
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J U S T I F I C A
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J U S T I F I C A
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J U S T I F I C A
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J U S T I F I C A
14
ki ^ ^
^ ^ 8
8
Jos Albi
Vicente Aleixandre
Rafael Laffn
Dmaso Alonso
Luis Landnez
Manuel Arce
Leopoldo de Luis
Enrique Azcoaga
Susana March
Ricardo J. Blasco
Trina Mercader
Germn Bleiberg
Manuel Molina
Ricardo Molina
Carlos Bousono
Rafael Montesinos
Pedro Caba
Rafael Morales
Jorge Campos
Eduardo Moreiras
Bernab F. Canivell
Po G . Nisa
Eugenio de Nora
Vicente Carrasco
Antonio Oliver
Gabriel Celaya
Ricardo Orozco
Juan E . Cirlot
Blas de Otero
Carmen Conde
Leopoldo Panero
Victoriano Crmor
Vicente Ramos
Ventura Doreste
Angela Figuera
de Robles
Vicente Gaos
Carlos Salomn
Ramn de Garcasol
Alberto Snchez
Fernando Gonzlez
Pura Vzquez
Jacinto L . Gorg
Antonio Vilanova
Ricardo Gulln
Jos Hierro
Concha Zardoya
17
CARLOS
BOUSOO
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RECUERDO DE INFANCIA
UN nio fui. Un nio que en tus manos
quiso beber un da dulces aguas,
dulces hierbas tocar, cspedes suaves
donde apoyar su carne iluminada.
Ah, mi vuelo de msica entre frondas,
mi fuga de cristal infantil, rauda,
mi constante pasar ante tu muda
ante tu torva estatua.
Quieta, quieta mujer, sola en el da,
mujer sin luz, mujer de sombras largas,
reseco muro sin dolor: materia.
Dura mujer amarga!
Nunca tuviste amor. Jams un cielo
baj hasta ti su luz tmida y blanca,
ni el viento del espritu un instante
te arrebatara.
Estabas seca. Pero no, no amaste
ni siquiera la sed en ti estancada,
27
E L VIENTO
GIMIENTE y dulce, el viento, venturoso
viene de Dios y puro en Dios termina.
Lleno de cielo va. Miradle hermoso,
de luz cargado y esencia divina.
Gozo arranca de todo en lo profundo.
Largo de dicha su quejido suena.
Cielo total bajo su soplo el mundo
aparece. Luz trmula le llena.
28
CRISTO ADOLESCENTE
OH Jess, te contemplo an nio, adolescente.
Nio rubio dorndose en luz de Palestina.
Nio que pone rubia la maana luciente
cuando busca los campos su mirada divina.
En el misterio a veces hondamente se hunda
mirando las estrellas donde su Padre estaba.
Un chorro de luz tenue al cielo se verta,
al cielo inacabable que en luz se desplegaba.
Otras veces al mundo mirabas. De la mano
de tu Madre pasabas con gracia y alegra.
31
3
QUIZA los huesos fueron roca,
montaa, ro, fuego o valle
antes que el hombre hubiese aparecido
como un dolor bajo los aires.
Por eso el hueso es el deseo
de otra vez ser pura extensin sin nadie,
33
ELEGIA DESESPERANZADA
XX
EN mi sangre quiz llevo mezclado
el cielo azul de las nubes ligeras,
inconstil espacio deleitoso
en donde la luz reina,
porque all por el fondo de mi vida,
cual blanca luz que delicada tiembla,
a veces pasa con secreto dulce
toda la errante primavera.
ODAS CELESTES
Los amigos.
EN este reino yo respiro.
Bebo caricias, dulces auras.
34
VI
SOY el susurro de la vida;
en vuestro labio cancin ebria
cuando el amor iluminado
sents brillante en vuestras venas.
En el espacio transparente
vago en murmullo sin tristeza
y voy dejando en vuestro cuerpo
ardiente llama de luz fresca.
Del reino puro de la luz
viene feliz mi forma trmula.
35
VII
CRISTO EN LA TARDE
"YO soy la luz". Miraba hacia la tarde.
Un polvo gris caa tenue, lento.
37
ESPAA EN E L SUEO
DESDE aqu yo contemplo, tendido, sin memoria,
el campo. Piedra y campo, y cielo, y lejana.
Mis ojos miran montes donde sembr la historia
el dulce sueo amargo, que suean todava.
Pero el amor fundido en piedra, da a da;
pero el amor mezclado con monte, o con escoria,
es duradero, y te amo, oh patria, oh serrana
crespa, que te levantas bajo el cielo, ilusoria.
Campos que yo conozco, cielos donde he existido;
piedras donde he amasado mi corazn pequeo;
bosques donde he cantado: sueos que he padecido.
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i
Os amo, os amo, campos, montaas, terco empeo
de mi vivir, sabiendo que es vano mi latido
de amor. Mas te amo, patria, vapor, fantasma,
sueo.
E L AMANTE
"YA son los campos hijos de la aurora,
Pero vosotros nunca
la veris, desterrados de las luces,
hombres, espumas.
Ciegas formas sin cielo y sin camino.
Ciegos cuerpos sin luna.
No amis. No padecis. No sois delirio
de amor. No sois tortura.
Tortura, amor. Mi nombre tal ha sido.
Os quise con dulzura.
Fui cuerpo amando. Slo amando he sido.
...Vedme en la bruma.
Vedme en el aire, en sombra, entre la niebla.
Se desdibuja
lento mi ser. Me voy... Desaparezco..."
. . Y con la ltima
palabra, se vi en el aire slo un leve sueo,
una leve burbuja.
(Inditos.)
39
GABRIEL
CELAYA
POESIA ERES TU
Cantemos como quien respira. Hablemos de
lo que cada da nos ocupa. No hagamos poesa
como quien se va al quinto cielo o como quien
posa para la posteridad. L a poesa no es no
puede ser intemporal o, como suele decirse un
poco alegremente, eterna. Hay que apostar el
"ahora o nunca".
perfeccin
La Poesa es "un modo de hablar". Pero expresar no es dejar ah, proyectada en un objeto
44
46
UN HOMBRE
UN hombre; los caminos;
el viento sin sonido del destino;
y andar libre y ligero entre tormentas
magnticas y secas.
Se multiplican, crecen,
y, sucesivos, vienen con espuma y clamores
confusiones, muchachas, reposos dulces, largas
cabelleras de llanto que le envuelven temblando,
Frente a un mundo en delirio, l se afirma en su
paso.
No acaricia, no duda.
Su soledad heroica
no es un irse perdido por los limbos, cantando.
Contempla las montaas en su fuerza y su calma;
contempla la maana pausada y luminosa;
respira, y le parece
que su boca bebe de Dios directamente.
Qu cierto en su absoluto
de gloria y resplandor el cielo abierto!
48
Qu ciertas, en su calma,
las cosas como son, que son, y basta!
(De Movimientos elementales.)
ETXECOANDRE
D E L color del naciente,
la maana irisada y esa tenue sonrisa,
esa concha, ese ncar...
(Fu cuando movas objetos delicados
al borde de un abismo de msicas totales.)
Con los prpados bajos oa la marea:
Suba por la ra con un frescor de espuma
como un salitre nuevo en un labio querido,
en un amor que tiembla...
(Y slo t te erguas.)
El mundo era una copa de cristal en mi mano.
(T me sonreas.)
Eran los minutos difciles y sabios;
y en la copa, invisible,
estaba el vino espeso, dulce o turbio de noche.
Era un veneno antiguo;
eran tambin tus ojos creciendo con la sombra;
era la silenciosa labor de los placeres,
las venas enroscadas sobre una estatua helada.
Y el pecado. Y el caos.
49
T quitabas, ponas,
frente a m, preocupado,
minutos bien contados, objetos pequeitos,
esas mil menudencias del quehacer cotidiano:
Nuestra casa cerrada con su orden luminoso.
Fluan fuera, sordas,
voluptuosas, las sombras:
Cabellos destrenzados manchados de uva dulce,
msicas que el cuerpo prolongan en dulzura,
informes, con delicias que son siempre monstruosas.
Oh dime, dime, dime,
dime al menos si sabes cmo estamos viviendo,
dime dnde estamos,
dime t quin eres, a mi lado sonriendo,
di qu fuerza antigua se remansa en tus ojos!
Quehaceres de la casa,
quin dir ese sentido que en vosotros se oculta
de combate sordo contra el caos alzado?
Dime, delicada,
no luchas a ciegas?, cmo an me sonres?
Abrazarte (te tengo);
darte este nombre antiguo que t misma no sabes;
mas sentir, fatigado, mi avidez, mi delirio,
como un nio decir: "ya no puedo, no puedo",
y entregarme a tus ojos que en la sombra vigilan,
Qu sabe el hombre?
El hombre, criatura reciente,
50
A ANDRES BASTEREA
ANDRES, aunque te quitas la boina cuancip paso
y me llamas "seor", distancindote un poco,
reprobndome veo que no lleve corbata,
que trate falsamente de ser un t cualquiera,
que cambie los papeles t por t, t barato,
que no sea el que exiges el amo respetable
que te descansara.,
y me tiendes tu mano floja, rara, asustada
como un triste estropajo de- esclavo milenario,
no somos dos extraos.
Tus penas yo las sufro. Mas no puedo aliviarte
de las tuyas dictando qu es lo justo y lo injusto.
No s si tienes hijos.
No conozco tu casa, ni tus intimidades.
Te he visto en mis talleres, da a da, durando,
y nunca he distinguido si estabas triste, alegre,
cansado, indiferente, nostlgico o borracho.
53
LO DEMAS E S SILENCIO
(Fragmento)
PROTAGONISTA
60
VICTORIANO
CREMER
C R E J M E R
Quiz por esto ltimo la poesa contempornea no sea tan buena como quieren hacerla apa
recer los poetas; que tienen muy confundidas las
ideas, y con hieles el corazn.
8
Para escribir Poesa hay que abrir bien los
ojos y tener el alma en vela; pues algunos confunden el soar con el dormir.
64
N O
9
Poesa es comunicacin (Vicente Aleixandre).
No resta, pues, sino descubrir el ser al que dirigir
nuestro mensaje...
65
CANCION SERENA
"Un da puro, alegre, libre quiero",
Fray Luis de Len.
NO me dejis as: Sorbido por la tierra
hondsima y vibrante como el clamor penltimo;
con este olor maduro de soles y horizontes
abrindome en el pecho un surco luminoso.
No es que el cuerpo me suene a cristal derramado
ni que diez corazones me alanceen las yemas,
ni que cielos redondos agolpen sus rebaos
a mis ojos mastines, labradores de cimas.
Es que un mar fugitivo rinde velas y senos
y ptalos y espumas a la gozosa playa
donde el rumor se atreve a mancillar la sombra.
Y se me ciegan labios y gritos y pupilas.
Es que siento que el aire es de carne dulcsima
y la luz slo luz.
Que el contorno me huye
a bandadas blanqusimas de palomas y lirios
y me abandonan manos y dientes y melenas.
No. No me dejis as; Morira desnudo
sin sentirme morir. Brasa, pjaro o viento,
67
RECUERDO DE LA NADA
A Jos Luis Cano
"Sent de nuevo el sueo, la locura
y el error de estar vivo, siendo
carne doliente da a da..."
L . C.
NADA. No qued nada.
Las estrellas quebraron sus ltimos destellos
bajo la informe turba de bisontes de niebla.
El recuerdo del aire se desprendi en jirones
y los rboles, solos, gritaron su cansancio.
Oh dolor de las nubes clavadas en las cimas!
Los pjaros sin ruta estrellando su espanto
contra sordos brocales y hundiendo su aleteo
en las aguas inmviles, ateridas de luna.
Aqu fu el mar. Resuelto en tigres despiadados
cuando un hambre de tierra hera sus pupilas.
Oh triste mar ausente, de improviso ahuyentado
por canes invisibles a quienes Dios azuza...!
68
MUJER REDONDA
HASTA los nios la miraban, cuando
doblaba las esquinas de la calle;
tan azul y radiante, que una llama
pareca tener entre los dientes.
Hua de la luz con la pereza
de una cierva cansada, y sonrea
sintiendo las miradas de las gentes
resbalar por su vientre abovedado.
Se llevaba las manos a la henchida
plenitud de su carne y las dejaba
all sumidas, por sentir el eco
callente y vivo del amor, hacindose.
Hasta entonces, los hombres la siguieron
con ronca voz de barro; y los tema;
porque el hombre fu slo para ella
lobo furtivo y sal de madrugada.
Pero ahora les miraba desde un cielo
grvido y fuerte. Ellos la vean
76
MADRIGAL DE PAZ
POR esta paz, esposa, que te ofrezco,
ya madura en la sangre, hecha corteza,
qu paciente tributo de tristeza
pagu da por da...
77
No merezco
tanto dolor.
(El hombre, entre las manos
a veces tiene un corazn y quiere
morir con l intacto. Pero muere
lleno de soledad.)
Ecos lejanos
traen mi voz antigua de metales;
mi fra voz de hielos transparentes.
Que hasta tu nombre, esposa, fu en mis dientes
tallo de amargas hieles minerales...
Pero todo es ya campo sin orillas,
lleno de paz. E l sol se transfigura
en la ceniza gris de esta clausura
y abandona sus llamas amarillas.
Yo soy para ti, esposa, como un viento
que humildemente llega y se deshace
contra tus ojos; un agua que renace
entre tus piedras, sin color ni acento.
No es posible dar ms de lo que he dado
para llenar el pozo a que me asomo.
El pan que yo te traigo; el pan que como
tiene sabor de trigo macerado.
Trigo soy con sustancias. Pan en duelo
para el desconocido.
(El hombre quiere
gritar amor a veces, pero muere
en el silencio.
En tanto el alto cielo
78
79
V I C E N T E
GAOS
LA NOCHE
OH, slvame, Seor, dame la muerte,
no me amenaces ms con otra vida;
dame la muerte y cura as esta herida
de mi vida mortal. Haz, Dios, de suerte
que pueda retornar al mundo inerte
al que esta ciega noche me convida.
Pon sobre m tu mano detenida,
tu mano de piedad, tu mano fuerte.
Dame la muerte, oh Dios, dame tu nada,
angame en tu noche ms sombra,
en tu noche sin luz, desestrellada.
Bastante tengo con la luz de un da.
Bastante tengo, oh, muerte deseada.
En ti repose al fin, oh muerte ma.
ARCANGEL MIO
OH, mrame sin ti, ciego Tobas,
vagando hacia la orilla que no veo.
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LA ROSA
MIRA, la rosa de tu vida crece.
Oh leve tallo hacia la luz de un da.
Eterno y poderoso medioda.
Luz tan alta que a Dios mismo oscurece.
No, mi piedra sin luz no te merece.
Piedra soy, piedra oscura, tierra fra,
y clamorosa entraa, oh vida ma.
Qu viento tan delgado tu luz mece.
Olvdate de m y oye el murmullo
de ese viento, que es viento de tu cielo.
Latir aqu, sombro origen tuyo,
84
LUZBEL
ARCANGEL derribado, el ms hermoso
de todos t, el ms bello, el que quisiste
ser como Dios, ser Dios, mi arcngel triste,
sueo mo rebelde y ambicioso.
Dios eres en tu cielo tenebroso,
Seor de la tiniebla en que te hundiste
y de este corazn en que encendiste
un fuego oscuramente luminoso.
Demonio, Seor mo, haz que en mi entraa
cante siempre su msica el deseo
y el insaciable amor de la hermosura,
te dije un da a ti, ebrio de saa
mortal. Y , luego a Dios tambin: No creo.
Pero velaba Dios desde la altura.
LA ENCINA
HUMANA y triste t, entre los rboles,
triste y dulce t, encina.
85
LA TRISTEZA
REVELACION
OH humana t, mi trmino tangible,
el dulce borde, el suave acantilado
donde termina, ciego y entregado,
mi vido mar, mi hermoso amor sensible.
Pero, la luz, el cielo... E l imposible
limite de mi sueo encadenado
es infinito. T ests a mi lado.
Te veo. Pero Dios est invisible.
Te veo slo a ti, tus ojos veo,
su breve luz, su breve cielo ardiente,
su limpio azul, su clara agua de vida.
Ah, en esa luz, la luz de Dios sondeo,
su inmenso cielo azul, la gran corriente
de su remota fuente embravecida.
E L DESTIERRO
ASI, arrojado misteriosamente
en esta vida, el hombre est angustiado,
88
E L INSOMNE
"Noche: Los siglos"
Dmaso Alonso.
DUERME, concilla el sueo,
pues largas son las sombras de la noche
y las estrellas an siguen brillando implacablemente.
Faltan siglos hasta que amanezca.
Acuna, as, en lo oscuro, tu cansancio eterno,
tu joven vejez fantstica,
nio, hijo mo intil para el sueo. Recuerda:
Es de noche,
noche cerrada es todava.
Durmete al fin, sosiega,
reclina todas tus dulces rosas,
8D
REVELACION DE LA VIDA
Y de repente dije: esto es la vida.
Esto y no ms. Palp su forma cierta.
La adivin mortal. E l alma, alerta,
vibr un instante toda estremecida.
E l rojo amor con honda sacudida
oh vida, oh viento abri la ltima puerta
Y all, en el fondo de la estancia abierta,
brill mi muerte entre la luz dormida.
Esto es la vida dije, esto es la muerte,
sta la tersa luz, la honda luz suave,
la csmica pasin, el sueo inerte.
91
INCOMPLETA BELLEZA
SI a veces nos asalta la evidencia
de Dios tras una nube, en una rosa,
en unos ojos de honda y misteriosa
mirada... Si, de pronto, en rauda ciencia,
rozamos cierto a Dios en la inocencia
de un rio, en su corriente rumorosa...
Si a veces Dios a mano est en la cosa
ms fugitiva y leve, y su presencia
da belleza divina a un agua triste,
a un resplandor final en el poniente,
a un vago viento que en la tarde insiste...
Si a veces tan cercano a Dios se siente.
Si a veces rosa, ro, luz existe
tan ciegamente Dios. Si el mundo miente.
NIEVE Y ALMA
NIEVA, alma ma, nieva dulcemente.
Qu prodigioso envo de blancura!
92
(FRAGMENTO)
QUE misterioso deseo nos lleva a convertir la
vida en palabras?
Qu absurdo es ste de transformar la densa
materia, la experiencia mltiple de la vida
en soplos de aire,
Flatus vocis, palabras que expiran al borde mismo de los labios, rfagas, breves brisas,
Finos lamentos que tiemplan al ser expelidos por
el violn o la flauta,
S3
JOSE
HIERRO
todava sin palabras, pero ya con color, con tonalidad musical, mayor o menor. (Es muy frecuente que, si se trata de verso rimado, aparezca
con la mtrica la asonancia o las vocales de
los consonantes.)
Letra y msica. E l poeta, al fin, ha captado
la msica del poema. Despus el hombre aprovechar esa msica para cantar sobre ella la letra
humansima de sus tristezas, sus aspiraciones,
fantasas, recuerdos, alegras. E l hombre que
hay en el poeta, cantar lo que tiene de comn
con los dems hombres, lo que los hombres todos
cantaran si tuviesen un poeta dentro.
En el poema, la palabra es letra y msica a
la vez. Canta y sugiere al mismo tiempo que dice.
Llamo msica a lo inefable, a lo que hace claro
para la sensibilidad lo que resulta inexplicable a
la razn. L a msica exige de la palabra color
(que lo dan las vocales), ritmo (la sucesin de
acentos), timbre (las consonantes) y cadencias
o puntos de reposo (las asonancias y consonancias y aun ciertas pausas en el verso libre). Es un
soporte armnico para una meloda rezada, que
es la letra.
Letra es todo aquello que queda en el poema
despus de ser traducido. L a palabra, en cuanto
letra, ha de ser justa, precisa, insustituible, fiel
a la idea que expresa. Una vasija de finsimo
cristal a cuyo travs se ve el licor de su significado. L a vasija no ha de verse. Es un simple
recipiente que impide que la idea se derrame.
Las tallas y decoraciones del cristal los adjetivos y las imgenes casi siempre slo sirven
101
n
sencillez. Cuando el sentido gramatical de la
palabra se detiene ante el misterio, la msica de
ella lo alumbra con extraa luz. La poesa puede
llegar con su msica a donde no llega la prosa
con el simple concepto.
Ir a ciegas. L a tarea de encadenar en palabras que sean msica y letra, concepto y emocin, la sutil y misteriosa poesa, puede hacerse
ms o menos inconscientemente. Pero sean cuales fueren los conocimientos tericos del poeta
(su oficio lcito, subordinado: no su virtuosismo),
jams podr llegar a saber si apres un poco de
poesa en su poema. Y desde luego siempre tendr
que reconocer que lo logrado es menos que lo
pretendido: encerrar el misterio en conceptos
claros, interpretar la armona con una sola voz,
son empresas irrealizables.
Clasificacin de los poetas de hoy. Bajo tres
etiquetas diferentes podemos agrupar a los poetas
ms jvenes, a los que an no han realizado su
obra definitiva. Los que nada tienen que decir;
los que no saben decir lo que pretenden decir;
los que no resuenan con su tiempo.
Los que no resuenan. Es falso el que engaa
a los dems, pero tambin el que se engaa a si
mismo. Quien no vibra con su tiempo, renuncie a
crear. Ser un anacronismo viviente, un hombre
incompleto. Y sin hombre total no hay poesa.
Entindale que ser de nuestra poca no quiere
decir que han de emplearse los vocabularios de
moda, tratar los asuntos del da. Hablando de
una rosa se conoce al poeta del barroco y al actual. No basta con barnizar el espritu estacionado con las expresiones actualsimas de los pe103
hacen buenos poetas, a lo menos preparan el advenimiento de ellos. Los honrados, sinceros, bienintencionados que no saben decir, los que batallan por hallar su expresin, son los bautistas
de la futura poesa. Como Gmez Manrique, tambin escriben coplas a ia muerte de un Diego
Arias. Pero han de esperar un Jorge Manrique
que d forma definitiva a la inmortal elega.
Un verdadero y alto poeta, ms todo su tiempo, viven en sus poemas. L a crtica futura excusar los poemas de estos que no supieron decir,
en consideracin a los tiempos que vivieron; como
se excusa a un capitn de barco que no puede
guardar el equilibrio durante una galerna.
Mi poesa. Nadie me creer tan petulante
como para dividir los poetas actuales en dos
grupos: Jos Hierro y todos los dems. Soy honrado cuando escribo, y presumo pertenecer al
grupo de los que no saben decir. Pero no bastan
las buenas intenciones. Si algn poema mo es
ledo por casualidad dentro de cien aos, no lo
ser por su valor potico, sino por su valor documental. Podr ser ejemplo de lo que un hombre
padeci tratando de descubrir el Mediterrneo.
Acaso alguno diga: "Le falt genialidad; porque
hay etapas de la Historia que requieren un Fray
Luis de Len; a otras les basta con un Melndez
Valds; l lo saba y debi padecer por sus limitaciones..."
E l tiempo que corre. "El mismo tiempo corre
que solia, que nunca de correr se vi cansado..."
Porque Lope miraba as, con mirada universal,
creyendo que todo era uno y lo mismo (pero
arrastrando tras de s, sin sospecharlo, por con105
ir
descender con el vulgo, a quien daba gusto, todo
el peso de su tiempo) es por lo que Lope es un
genio.
He nombrado a Lope cuando hablaba de mi
poesa. Lo hago sin temor al ridculo pues prefiero parecer ridculo a engredo. Nombrando a
Lope concreto mis gustos, mido mi insignificancia
y doy a conocer el sistema potico decimal por
el que me mido.
Mi defecto nace de una terrible limitacin.
Contra soberbia, poesa. Pero en m la soberbia
vence.
Yo creo que s, que la poesa es siempre la
misma. Tambin el ro es el mismo, desde su nacimiento a su unin con el mar, y sin embargo,
a lo largo de su curso, moja orillas distintas, refleja diversos cielos. Quiero creer que el momento
que vivo es el ms intenso, anubarrado y hermoso de cuantos ha atravesado el ro poesa. Reflejo
el cielo con malicia. Quisiera hacerlo as para que
los hombres que vivan cuando yo haya muerto,
lamenten no haber vivido hoy. Estos previos proyectos hacen que las aguas poticas (cada uno
es todo el agua) bajen turbias, impotables. E l
cielo no se refleja, ni se sacia la sed. Ser clsicos
es ser umversalmente de un tiempo. Ser un fracasado es estar aldeanamente enamorado de un
tiempo, supeditar la poesa al documento vivo y
clido. Es una de mis limitaciones. Lo s, pero
no lo puedo evitar.
Posicin. Confieso que detesto la torre de
marfil. E l poeta es obra y artfice de su tiempo.
E l signo del nuestro es colectivo, social. Nunca
como hoy necesit el poeta ser tan narrativo;
106
107
SERENIDAD
(Lectura de madrugada.)
SERENIDAD, t para el muerto,
que yo estoy vivo y pido lucha.
Otros habr que te deseen:
esos no saben lo que buscan.
Si se durmieran nuestras almas,
si las tuviramos maduras
para mirar inconmovibles,
para aceptar sin amargura,
para no ver la vida en torno
apasionadamente nunca,
duros y fros, como piedra
que sopla el viento y no la muda.
Almas claras. Ojos despiertos.
Odos llenos de la msica
del dolor. Los dedos felices,
aunque los hieran las agudas
espinas. Todo el sabor agrio
de la vida, en la lengua.
"Nunca
podrs mojar tu pie en el ro
en que ayer lo mojaste. Busca
103
RESPUESTA
DEMASIADO TARDE
APAGAMOS las manos. Dejamos encima del mar
marchitarse la luna
y nos pusimos a andar por la tierra cumplida
de sombra.
Ahora ya es tarde. Las albas vendrn a ofrecemos
sus hmedas flores.
Ciegos iremos. Callados iremos, mirando algo
nuestro que escapa
hacia su patria remota.
(Nuestro espritu debe de ser, que cabalga
sobre las olas.)
Ahora ya es tarde. Apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida
de sombra.
Hemos cado en un pozo que ahoga los sueos.
Hemos sentido la boca glacial de la muerte tocar
nuestra boca.
Antes, entonces, con qu gozo ardiente,
con qu prodigioso encenderse de aurora
113
ir
modelamos en nieblas efmeras, en pasto de brisas ligeras,
nuestra clida hora.
Y cmo apretamos las ubres calientes. Y cmo
era hermoso
pensar que no haba ni ayer, ni maana, ni
historia.
Ahora ya es tarde: apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida
de sombra.
Cmo errar por los aos, como astros gemelos,
sin fuego,
como astros sin luz que se ignoran.
Cmo andar, sin nostalgia, el camino, soando
dos sueos distintos
mientras en torno el amor se desploma.
Ahora ya es tarde. Sabemos. Pensamos. (Buscbamos almas.)
Ahora sabemos que el alma no es piedra ni flor
que se toca.
Como astros gemelos y ajenos pasamos, sabiendo
que el alma se niega si el cuerpo se niega.
Que nunca se logra si el cuerpo se logia.
Dejamos encima del mar marchitarse la luna.
Cmo errar, por los aos, sin gloria.
Cmo aceptar que las almas son vagos ensueos
que en sueos tan slo se dan, y despiertos se
borran.
Qu consuelo ha de haber, si lograr una gota de
un alma
es pretender apresar el latir de la tierra, desnuda
y redonda.
114
REPORTAJE
DESDE esta crcel podra
verse el mar, seguir los giros
de las gaviotas, pulsar
el latir del tiempo vivo.
Esta crcel es como una
playa: todo est dormido
en ella. Las olas rompen
casi a sus pies. E l esto,
la primavera, el invierno,
el otoo, son caminos
exteriores que otros andan;
cosas sin vigencia, smbolos
mudables del tiempo. (El tiempo
aqu no tiene sentido.)
Esta crcel fu primero
cementerio. Yo era un nio
y algunas veces pas
por este lugar. Sombros
cipreses, mrmoles rotos.
Pero ya el tiempo podrido
contaminaba la tierra.
115
II
Y as las horas, Y as
los aos. Y acaso un tibio
atardecer del otoo
(hablan de Jess) sentimos
parado el tiempo. ("Jess
habl a los hombres, y dijo:
Bienaventurados los
pobres de espritu.")
Pero Jess no est aqu,
(sali por la gran vidriera,
corre por un risco,
va en una barca, con Pedro,
por el mar tranquilo)
Jess no est aqu. Lo eterno
se desvae, y es lo efmero
una mujer rubia, un da
de niebla, un nio tendido
sobre la yerba, una alondra
que rasga el cielo es lo efmero,
eso que pasa y que muda,
lo que nos tiene prendidos.
Sed de tiempo, porque el tiempo
aqu no tiene sentido.
Un hombre pasa. (Sus ojos
llenos de tiempo) Un ser viyo.
Dice: "Cuatro, cinco aos..."
como si echara los aos
al olvido.
Un muchacho de los valles
de Libana. Un campesino.
(Parece orse la voz
de la madre: "Hijo,
117
II
PARA UN ESTETA
TU, que hueles la flor de la bella palabra,
acaso no comprendas las mas, sin aroma.
T, que buscas el agua que corre transparente,
no has de beber mis aguas rojas.
T, que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jams pensaste cmo la muerte ronda,
ni cmo vida y muerte agua y fuego, hermanadas,
van socavando nuestra roca.
Perfeccin de la vida que nos talla y dispone
para la perfeccin de la muerte remota.
Y lo dems, palabras, palabras y palabras;
ay!, palabras maravillosas.
T, que bebes el vino en la copa de plata,
ignoras el camino de la fuente que brota
de la piedra. No sacias tu sed en su agua pura
con tus dos manos como copa.
121
122
RAFAEL
MORALES
POETICA
Ignoro totalmente cmo lleg a m esa divina
ansia de escribir poesa. Ignoro tambin por qu,
entre las diversas formas de expresin que tiene
el poeta (dcimas, romances, sonetos, quintillas,
verso libre, liras, etc.) prefiero unas u otras, e,
igualmente, no s por qu elijo entre ellas, cuando
voy a escribir mis versos. L a verdad es que lo
ignoro todo ante el formidable, maravilloso fenmeno potico.
127
EL TORO
E S la noble cabeza negra pena,
que en dos furias se encuentra rematada
donde suena un rumor de sangre airada
y hay un oscuro llanto que no suena.
En su piel poderosa se serena
su tormentosa fuerza enamorada
que en los amantes huesos va encerrada
para tronar volando por la arena.
Encerrada en la sorda calavera,
la tempestad se agita enfebrecida,
hecha pasin que al msculo no altera:
es un ala tenaz y enardecida,
es un ansia cercada, prisionera,
por las astas buscando la salida.
MUERTE D E L TORO
MIRA qu pase, oh toro!, qu desvo
de la muleta al aire desplegada,
129
II
mira pasar su ala derramada
sobre tu negro y rumoroso ro.
Pronto caer tu pleno podero,
pues ya el agudo rayo de la espada
va en tu celeste noche huracanada
con un acento perfilado y fro.
Ay!, cmo crece el suelo, cmo crece,
cmo llama la tierra a tu costado
y cmo turbia y grande se te ofrece.
Adis tu hierba de frescor salado
y este viento que llega y desfallece,
que acaso viene, oh toro!, de tu prado.
TORO EN LA SERRANIA
QUE alegra en el campo, qu alegra,
qu rumor de romero y amapolas.
Cuntas olas de yerba, cuntas olas
mueve el viento en la aurora nueva y fra.
Muge
a las
y t,
como
LIDIA
OH, qu templado lance, qu revuelo,
qu embite tan feroz y tan valiente
bajo el trapo fugaz que el toro siente
imitando en el aire un breve cielo!
Oh, cunta furia, cunto desconsuelo
en el toro que embiste nuevamente,
hecho negro relmpago caliente
que puebla de rumor ardiente el suelo!
Mas el ansia tenaz y desbordada
del fiero corazn que va burlado
no saciars jams, triste porfa!
Que tienes ya en tu carne la estocada
y vas hacia la muerte derrotado,
acomalando el aire en la agona.
E L BUEY
A Emilio Niveiro.
LA tarde desolada va cayendo
sobre tus cuernos, mustia y dolorida,
131
CHOTO
A Jos Luis Cano.
CORRE feliz el choto por el prado,
ajeno an al dolor y la tristeza,
sintiendo ya que brota en su cabeza
el cuerno temeroso y afilado.
Siente su corazn todo inundado
de un ansia nueva que a crecer empieza
y siente concentrarse su fiereza
en el joven testuz ensortijado.
No sabe cmo fu, cmo ha surgido
este imprevisto afn, este ardimiento,
y lanza loco un clido mugido.
132
AGONIA D E L TORO
UNA mano de niebla temerosa
llega a tu corazn doliente y fra,
y aprieta lentamente como hara
el aire ms sereno con la rosa.
Su dulce sombra, mansa y silenciosa,
sube a tus ojos su melancola,
apagando tu dura valenta
en la plida arena rumorosa.
La dura pesadumbre de la espada
no permite siquiera tu mugido:
poderosa y tenaz est clavada.
T ves cerca de ti a quien te ha herido
y tiendes tu mirada sosegada
sin comprender, oh toro!, cmo ha sido.
(De Poemas del Toro.)
A UN ESQUELETO D E MUCHACHA
Homenaje a Lope de Vega.
EN esta frente, Dios, en esta frente
hubo un clamor de carne rumorosa
y aqu, en esta oquedad, se abri la rosa
de una fugaz mejilla adolescente.
Aqu el pecho sutil di
gracia de flor incierta
y aqu surgi la mano,
primicia de este brazo
su naciente
y venturosa, .
deliciosa
inexistente.
PENA
QUE pena ser dos, quererse
y estar llenos de delirio.
Qu pena ser dos, qu pena
pensar que son dos caminos.
Ay, qu tremendo es pensar
que dos nunca son lo mismo,
que dos vientos diferentes
llevan camino distinto.
NIEBLA
A Jos Mara de Cosso.
QUE silencio en el denso misterio de la niebla,
en medio del paisaje sin luz y desolado,
donde todo parece melanclica piedra!
Un alma eran los aires, deshabitada y fria,
desde el cielo remoto hasta la sorda tierra.
Se me hunda la niebla, tan mansa, mansa, mansa,
en mi frente olvidada, en mi nuca, en mis venas.
Dnde acababa el cuerpo y dnde comenzaba
el reinado absoluto, fantasmal, de la niebla?
AI caminar sin luz por el silencio informe,
atravesaba el sueo sin nadie de la tierra.
136
LOS LOCOS
LOS LEPROSOS
MIRA esta piel bellsima y rosada
donde la luz y la maana laten.
Ay, mrala, leproso, y no la toques,
con tu podrida, atormentada carne!
Ay, mrala, qu bella es la muchacha,
qu delicada y pura junto al aire!
Pero no la desees: olvida, olvida.
No sirves ya, leproso, para amante.
Tu carne enamorada se consume,
se te pudre tremenda e implacable
138
LOS CIEGOS
SON sombra nada ms, tan slo sombra,
nube de carne que en el suelo pesa;
en su entraa el abismo, y en su frente
un celeste silencio sin estrellas.
Cuerpo de sombras, cauce de la noche,
humano ro de agolpada niebla
que sabe que la luz la lleva en torno
y la siente en la piel como una piedra.
Angeles de la noche, desterrados
del mundo de la luz y la presencia;
ngeles solos que en el pecho sienten
una apagada, misteriosa estrella.
139
LOS IDIOTAS
LOS idiotas son carne de la nada, de nadie;
son soledades vivas, desiertos corazones,
y llevan en su alma silencio, sombra y aire.
Ay! Los idiotas llevan el cuerpo de la pena.
Los idiotas arrastran como niebla su carne.
Un dolor en su cuerpo que ni siquiera duele;
un corazn, un nido donde nunca hubo un ave,
y sus ojos, que miran torpemente las flores,
son dos pjaros muertos de tristeza en el aire.
(De Los desterrados.)
COMO EL CHOPO
SE recorta en el cielo ceniciento,
por el viento tajado a desgarrones,
un chopo solitario. Sus raigones
hunden en tierra el pardo movimiento.
Pero hacia el cielo sube turbulento,
y son sus tiernas hojas a empellones
un gran rumor de verdes corazones
que estalla en cada rama con el viento.
Y asi, a lo hondo de la tierra baja,
esta vida de hombre que sostengo,
donde la muerte, sin cesar, trabaja.
Y as, a lo alto, como el chopo vengo,
hendido por el viento que me taja,
mas siempre en pie como el dolor que tengo.
LOS TRAPEROS
A Eduardo Vicente.
VAN por las largas calles los traperos
con sus panzudos sacos a la espalda,
142
PECADO
OH, Dios mo, Dios mo. Tu ira azota
en mi carne de hombre. Por mis venas
143
TENTACION
A Blas de Otero,
LA tentacin, el ansia, la locura,
la rbita del ojo iluminada
por la pupila turbia y acerada,
fijo astro de ardiente calentura.
Y el rbol de la vida, en su espesura
guardando la manzana deseada,
subindole hacia el cielo aprisionada
en una verde llama hacia la altura.
144
145
EUGENIO
DE
NORA
157
ULTIMO SUEO
II
Pero manos prudentes, con anillos de perla,
levantaban jardines de papel sobre el mundo.
Y se oy en su asamblea:
"Oh, la luna, poetas, quin dir su hermosura?
Circulad, pues, con ella
al pais de la rosa sin duda
donde oh Celia
yo adoro la luna!"
Esto decan dientes con insignias de plata,
mascando, en las butacas del lugar del suceso.
Lo decan, sentados.
Pero todos pensaban
en la sangre del muerto.
Aquel hombre vena revisando las manos,
libertando sortijas que aumentaban el cielo,
disparando relojes hacia un gran medioda.
Solo? Entre multitudes? Todava es misterio.
Aquel hombre vena,
Y se supo qu dedo
seal; cuntas manos hicieron fuego a un
tiempo;
a quin corresponda cada mancha sangrienta.
(Pero, entretanto, rosas, ms luna, tropos hechos,
y que todos circulen!
Los poetas
no dirn lo que vieron.)
162
III
Segu calles y calles. Paseaba
la muerte y sus vestigios.
Salan gentes del trabajo. E r a de noche.
Encontr a dos viejos amigos.
'i Celebremos
la amistad, compaeros!
Largamente bebimos
vino y tiempo de infancia.
Y del brazo, en la plaza,
ros enteramos de lo sucedido.
IV
Con un solo disparo se eliminan los muertos.
Pasa todos los das, y no en secreto.
Pero esta sangre es de un hombre vivo
Que luch con la muerte, y fu vencido.
Y es por amor, poetas, que hizo eso,
por un amor sin figura ni cuerpo.
Saba que morir no es mejorar de sitio,
pero acept ser puente en un camino.
As, soltando las anclas del Tiempo
hacia el futuro, ha sido muerto.
163
CANTO
MEDIODIA terrestre!
He visto catedrales;
164
PUEBLOS DE LA MESETA
CUNTAS veces, en largos viajes fros
en renovadas permanencias montonas,
he mirado, y mirado en silencio,
y escuchado, hasta el fondo,
slo por verte, tierra. Por aprender acaso
algo de tu mudez, de tu forma tendida,
Espaa, madre atnita, fe nuestra.
Aqu tengo, en el alma m s ma
tu tierra hmeda y fresca amaneciendo,
el oleaje de tus montes grises,
la ternura sedienta humilde, spera
de tus caminos para andar.
T u variedad, con rostros
de hermosura diversa y predominio amargo.
Entre todo lo tuyo, qu retener ahora
con ms inconsolable esperanza y pureza?
166
POESIA AQUI
MEDITO a veces
en la triste materia de mi canto.
Bien s que hay muchos, soadores,
(como yo rodeados de desgracia y caminos)
pero entre nubes blancas, con sus ngeles
abanicando tmidas
alas prerrafaelistas, lejos:
y quiz en el esto
cultivar la nostalgia de la lira imposible,
168
yj,
OTOO
TENAZ maraa! Smbolos! Resonancias
opacas!
Los frutos ya podridos del tiempo que decae
nos cercan y sepultan. Es otoo.
Aqu estamos, batida
la bandera celeste del amor por un viento
170
de ceniza y desnimo.
No sabemos quin somos; no sabemos
a dnde hemos llegado. Muerte lenta
del hundido en la nieve! Con nosotros
se apagar el mensa je?... Pero, cul?
Y a quin iba?
Es hermoso que el hroe
llegue a la cima, y vea
de Galaad hasta Soar, la tierra
florecida, y el pueblo
la vea tambin, y aun E l que Es declare:
"Sacia tus ojos, aunque nunca llegues".
...Nosotros no tenemos
fin, ni promesa, ni quiz quien siga
nuestras pisadas, hasta hacer camino.
Slo, como el que siente
amanecer cremos poder daros,
nuncio del hombre nuevo,
unas pocas palabras que dijeran
lo indecible, a rechazos:
"Eso no somos, eso no queremos..."
y asi seguir.
Pero seguir, a dnde,
negando slo?...
Desolado otoo,
eco glacial!
Negar?
Y entre lo dicho
y quien nos oye hay ruina y tiempo hueco,
171
SENTIDO DE LA GRACIA
OH Dios, si T me oyes, gracias por esta vida
que te niega y te quiere como la helada noche
tiene en la sima oscura su rescoldo estrellado1
Negacin es tu nombre.
Ms all de las cosas,
qu hallar? Quin, sobre el borde
precioso de unos labios, entre la hierba tibia
que se afila en ternura, frente a los claros ojos
que miran, quin, qu voz pedir ms?
Y mira:
Nosotros te anhelamos.
Como la tierra lleva
los veneros del agua, o las hojas que guardan
algn temblor sonoro, hay algo en nuestra sangre,
que te busca.
Florecen los das, y las rosas,
y pasan,
Y algo quiere, dentro de nuestra vida,
hurtarse a la corriente de ese tiempo sin cima.
Decimos: "Seor, gracias!", y sentimos: "esta
hora,
este ser, esta dicha, deben durar".
Nos oyes?
173
175
BLAS
DE
OTERO
LUEGO
CUANDO te vi, oh cuerpo en flor desnudo,
cre ya verle a Dios en carne viva.
No s qu luz, de dentro, de quin, iba
naciendo, iba envolviendo tu desnudo
amoroso, oh aire, oh mar desnudo.
Una brisa vibrante, fugitiva,
ibas fluyendo, un agua compasiva,
tierna, tomada entre un frondor desnudo.
Te vea, senta y te beba,
solo, sediento, con palpar de ciego,
hambriento, s, de quin? De Dios sera.
Hambre mortal de Dios, hambriento hasta
la saciedad, bebiendo sed, y, luego,
sintiendo, por qu, oh Dios!, que eso no basta.
VIVO Y MORTAL
S que hay estrellas, luminosos mares
de fuego, inhabitados parasos,
cadenas de planetas, cielos lisos,
montaas que se yerguen como altares.
S que el mundo, la Tierra que yo piso,
tiene vida, la misma que me hace.
Pero s que se muere si se nace,
y se nace, por qu?, por quin que quiso?
Nadie quiso nacer. Ni nadie quiere
morir. Por qu matar lo que prefiere
vivir? Por qu nacer lo que se ignora?
Solo est el hombre. E l mundo, inmenso, gira.
Sobre su gozne virginal, suspira
lo que, vivo y mortal, el hombre Hora.
HOMBRE EN DESGRACIA
ME cogiera las manos en la puerta del ansia,
sin remedio me uniesen para siempre a lo solo,
me sacara de dentro mi corazn, yo mismo
lo pusiese despacio, delante de los ojos...
1S3
SERENA VERDAD
HAY un momento, un rayo en rabia viva,
entre abismos del ser que se desgarran,
en que Dios se hace amor, y el cuerpo siente
su delicada mano como un peso.
Hemos sufrido ya tanto silencio,
hemos buscado, a tientas, tanto; estamos
tan cubiertos de horror y de vaco,
que, entre la sombra, Su presencia quema.
Grandes dolores, con su hambre inmensa,
nos comieron las ansias; mas ninguno
185
Odiemos, dije,
suplicio
sola.
t.
FINAL
PUEDE ser que estemos ya al cabo de la calle.
Que esto precisamente fuese el fin
o el cabo de la calle.
Puede suceder que aqu precisamente
se acabe el cabo
de la calle.
Puede ser que estemos ahora llegando,
que hayamos estado aqu antes,
y todo puede ser,
y puede ser que no sea esta calle.
Nadie.
Es que no hay nadie, es que aqu no ha quedado
alguien?
Puede ser que esto sea una sombra,
eso unos rboles,
y todo lo dems
y todo lo dems puede ser
aire,
castillos en el aire.
187
TIERRA
"Quia non conclusit ostis ventris."
Job I I I , 10.
HUMANAMENTE hablando, es un suplicio
ser hombre y soportarlo hasta las heces,
saber que somos luz, y sufrir fro,
humanamente esclavos de la muerte.
Detrs del hombre viene dando gritos
el abismo, delante abre sus hlices
el vrtigo, y ahogndose en si mismo,
en medio de los dos, el miedo crece.
Humanamente hablando, es lo que digo,
no hay forma de morir que no se hiele.
L a sombra es brava y vivo es el cuchillo.
Qu hacer, hombre de Dios, sino caerte.
Humanamente en tierra, es lo que elijo.
Caerme, horriblemente, para siempre.
188
MUDOS
"...en alto silencio sepultados".
Rodrigo Caro.
D E tanto hablarle a Dios, se ha vuelto mudo
mi corazn. Con gritos sobrehumanos
le llam; ahora le hablo con las manos,
como atndome a l... Solo y desnudo,
clamoreando amor, tiendo, sacudo
los brazos bajo el sol: signos lejanos
que nadie el sordo mar, los vientos vanos
descifra... Ah, nadie nunca anclarme pudo
al cielo! Mudo soy, pero mis brazos
me alzan, vivo, hacia Dios. Y si no entiende
mi voz, tendr que or mis manotazos.
Abro y cierro mi cruz. E l aire extiende
como rayos al bies mis ramalazos.
Acida espuma de mi labio pende...
GRITANDO NO MORIR
QUIERO vivir, vivir, vivir! L a llama
de mi cuerpo, furiosa y obstinada,
isa
A PUNTO DE CAER
DIGO VIVIR
PORQUE vivir se ha
Siempre la sangre, oh
Digo vivir, vivir como
hubiese de quedar de
A LA INMENSA MAYORIA
AQUI tenis, en canto y alma, al hombre
aquel que am, vivi, muri por dentro
y un buen da baj a la calle: entonces
comprendi: y rompi todos sus versos.
As es, as fu. Sali una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adnde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio. Oh ved, por todo el cuerpo.
Aqu! Llegad! Ay! Angeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aqu tenis, en carne y hueso,
192
JUICIO FINAL
YO, pecador, artista del pecado,
comido por el ansia hasta los tutanos,
yo, tropel de esperanzas y fracasos,
estatua del dolor, firma del viento.
Yo, pecador, en fin, desesperado
de Dios y de m mismo: me confieso
que soy un hombre en situacin de hablaros
de la vida. Pequ. No me arrepiento.
Nac para narrar con estos labios
que barrer la muerte un da de estos,
esplndidas cadas en picado
del bello avin aquel de carne y hueso.
Alas arriba
alardeando
plumas de
Helas aqu,
OTRO TIEMPO
A las puertas del mundo.
Estoy llamando al da con las manos mojadas,
a las puertas del mundo, mientras crece la sangre.
Yo soy un hombre literalmente amado
por todas las desgracias, mirad si ser un hombre.
Un espaol de arriba de los ros,
Guadalquivir y el Ebro me guardan las espaldas.
A las puertas del mundo estoy llamando,
mientras la sangre avanza.
Subo a la torre, alrededor del da
riego las rosas de los muertos, planto
palmas de menta, qu ms da, al desgaire.
Dejo la juncia, los geiseres junto,
esgrimo las ms verdes esmeraldas.
Doy con los labios en la aurora, llamo
a las puertas del mundo dando besos,
salto a las torres del futuro blancas,
mezo otras brisas, otros temas rozo.
194
Tengo la dicha
de ser hombre y de sentirme unido
a todos.
(Inditos en libro.)
195
JOSE
MARIA
V A L V E RD E
POETICA Y METAFISICA
Ante todo, creo que una obra potica no
debe responder fielmente a la teora de su poeta.
Eso no obstante, suele ser muy conveniente al
propio tiempo que peligroso que cada poeta
tenga su potica, porque el arte no vive sin la
pura intuicin de la forma en s misma, sin el
regodeo de la realizacin y de los problemas
resueltos, de "las manos en la masa". Y aunque
no exclusivamente, la poesa es arte, hecho ste
que anda ahora un tanto oscurecido valga mi
presente "confteor" por la parte de responsabilidad que me toque en un clima de contenidos
a palo seco, de alaridos entraables, de metafisicismos ms o menos existencialistas,
Pero no de metafsica en el buen sentido, en
el sentido futuro de que habla Heidegger, fuera
ya de una tcnica y una disciplina cultural precisa, como el estrato ltimo de concepciones y
creencias constitutivas, tal vez expresado en diversos gneros literarios. Como dijo mi inagotable
maestro Antonio Machado, todo poeta tiene su
metafsica para andar por casa, "y la posibilidad
199
J O S E
M A R I A
V A L V E R
D E
J O S E
M A R I A
V A L V E R
D E
J O S E
M A R I A
V A L V E R D E
J O S E
M A R I A
V A L V E R D E
J f O S E
M A R I A
V A L V E R D E
J O S E
M A R I A
V A L V E R D E
J O S E
M A R I A
A L V E R D E
J O S E
M A R I A
V A L V E R D E
J O S E
M A R I A
V A L V E R D E
J O S E
M A R I A
V A L V E R D E
J O S E
M A R I A
V A L V E R D E
211
INDICE
E l editor se justifica
CARLOS BOUSOO
E l poeta y sus grusos
Antologa
21
27
G A B R I E L CELAYA
Poesa eres t ...
Antologa
43
47
VICTORIANO CREMER
iVoas para acompaar a unos poemas
Antologa
63
67
VICENTE GAOS
Antologa
83
JOSE HIERRO
Algo sobre poesa, 'potica y poetas
Antologa
99
109
RAFAEL MORALES
Potica
Antologa
125
129
EUGENIO DE NORA
149
159
BLAS D E OTERO
Y as quisiera la otra
Antologa
179
181
199
201
SE TERMINO DE IMPRIMIR EN
S A N T A N D E R , EN EL T A L L E R
DE ARTES G R A F I C A S DE LOS
HERMANOS BEDIA, TRAVESIA
DE AFRICA NUM. C I N C O , EL
D I A 10 D E J U L I O D E 1952.
50
fk l &
magnifica
ese tiempo.
Esa es la misin de nuestra Antologa.
Para su
composicin,
ha consultado
se
a mis de
uno de
representado
ellos
est
por un tra-
30 pesetas.
D I S T R I B U C I O N E S
A P A R T A D O 629
M A R E S
VALENCIA
O
en
o
o
1
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