CAROLINA, HISTORIA
DE UNA ADICCION
Ana Cristina Figueroa
ALGUNAS CREENCIAS FAMILIARES EN LA VIDA DE
 / ADIELA MENDOZA ALVARADO DE TRUJILLO
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INTRODUCCIN
Adiccin es una palabra que asusta. Evoca imgenes de consumidores
que se arrastran por las calles, pierden sus trabajos y sus hogares y llevan
una vida obviamente autodestructiva. No nos agrada esta palabra y no deseamos
aplicar el concepto a nuestras relaciones amorosas. Pero muchos hombres y mujeres han
sido adictos a sus relaciones y, al igual que cualquier otro adicto, necesitan admitir la
seriedad del problema antes de empezar a curarse.
He querido elaborar este artculo para hacer evidente un problema devastador que
consume la vida de personas que aman en forma obsesiva y cuya raz de esa obsesin no es
el amor sino el miedo: miedo a estar solos, miedo a no ser dignos o a no inspirar cario,
miedo a ser ignorados, abandonados y destruidos. Dan amor con la desesperada ilusin de
que la persona por quien estn obsesionados se ocupe de sus miedos. En cambio, los
miedos -y su obsesin- se profundizan hasta que el hecho de dar amor para recibirlo se
convierte en la fuerza que impulsa su vida.
CAROLINA UNA MUJER ADICTA A LOS HOMBRES
Me llamo Carolina, tengo 33 aos, estudi hasta noveno de bachillerato, soy ama de casa y
hace doce aos, me cas con Juan Carlos por la iglesia. La experiencia agridulce que viv la
noche de mi boda, ha sido constante durante todos estos aos de matrimonio. Ese da, recuerdo
que posbamos para el fotgrafo bebiendo una copa con las manos entrecruzadas y cuando fui
a ponerla sobre la mesa, hice un mal calculo y se volvi aicos en el piso. Las viejas zizaosas
queestaban presentes,horrorizadassetaparonlaboca,ensealdeunmalpresagio.Esanoche,
despus de bailar el vals y vivir el sueo mas romntico de mi vida, tambin tuve la experiencia
masamarga.Mimamseenlagunporquebebidemasiadoyempezahacerridiculecesenla
fiesta; cuando Juan Carlos, le llam la atencin, se desat en insultos y palabras soeces. Acto
seguido, mis suegros y mi esposo abandonaron la fiesta como a las dos de la madrugada, mi
suegra me dijo que me fuera con ellos, yo estaba muy disgustada porque l le grit a mi mam
viejalocaymequedenmicasa.Mispadresyhermanossiguieronbebiendoycomoalasseis
de la maana, empezaron a lanzar todos los regalos que me habian dado a la calle, gritndole
palabrotas a Juan Carlos que viva enseguida de mi casa. Sent mucho dolor de ver como se
quebraban platos y se desportillaban ollas.
Aunquemecasdeblanco,eldademibodatenaunmesdeembarazo.Alostresmesesme
dieron muchas nuseas, permaneca en la cama, vomitando, mareada y resentida por la
indolencia de mi marido que los fines de semana se iba a tomar trago con sus amigos y aunque
lerogabaquenosefuera,mslohaciacomopordarmepica.Recuerdoquealgunasvecesme
toc llamar a su oficina e inventarme una mentira porque se perda sbado, domingo y lunes.
No se si fu que me volv muy sensible en el embarazo, pero mantena llorando de ver lo
patnqueeraconmigocuandoseemborrachabayquesolopensabaenl,nomesacabapara
ningunaparte,yosoloibadondemimamlosdomingos.Cuandotenaochomesesdeembarazo,
un da estaba en el sof de la sala, llorando y con mucha rabia porque mi amiga Erika me dijo
que lo haba visto en Juanchito bailando con una vieja, cuando lleg le hice el reclamo y l no
me mir, me ignor por completo, luego se meti en la ducha y se cambio de ropa. Sabiendo
que l se iba a ver otra vez con esa mujer, me arrodille suplicndole para que no se fuera y l por
encima de mi, prendi la moto y sali disparado. Fu tanta mi angustia ese da que ah mismo
me dieron los dolores y naci mi muchachito sin l darse cuenta, pues, yo no saba donde estaba.
Permanec en la clnica tres das porque me hicieron cesrea y me estaba complicando. El
segundoda,JuanCarlosmeenviunramoderosasblancashermossimas,mediahoradespus
lleg,contentsimopornuestrobeb.Miespososiempremesorprendeconesosdetallesyhasido
muyresponsableconlosgastosdelacasa.Comosiemprehatenidounbuentrabajo,despuecito
de nacer nuestro beb compraba los paales desechables y la leche por cajas para que no le
faltara nada. Nunca he tenido necesidad de trabajar porque l me da todo, e incluso me da
para mis caprichos y cuando est en sano juicio es el ser mas noble que hay sobre la tierra. Creo
que no podra vivir sin el, lo amo con todas las fuerzas de mi ser y sin el mi vida no tendra
sentido, el es todo para mi! Por eso, Cuando mi abuelo estaba agonizando, me acerque a su odo
susurrndole:ahoraqueustednosdeja,aydemeparaquenosedestruyamihogar.Creoque
l me oy porque todava estamos juntos.
Juan Carlos como todo hombre caleo ha sido muy amante del trago y las mujeres, ha
tenido en un segundo plano el hogar y eso suscit muchas peleas entre los dos. Hace dos aos,
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descubr que estaba saliendo con una vecina de por la casa.Yo no saba nada y mi hermana me
dijo,Hola,vosesquesosciegaoqu?.Yolepregunt:porqu?.Yellamecontest:Juan
Carlos est enmozado con la vieja Laura, la que vive ensequida de la droguera Dinasta.
Desde ese da me puse a pistiarlo. Una vez, lo segu en mi carro sin que l se diera cuenta y
alcanc a ver que el mont a la vieja Laura en la camioneta como a diez cuadras de la casa,
aunque comprob lo dicho por mi hermana, no me di por vencida y los segu para darme cuenta
a dnde se metan. Cuando vi que par en una casa, le pit para que l se enterara que lo haba
pillado, parece que haban llamado por celular para que les abrieran inmediatamente, porque
apenas par la camioneta les abrieron la puerta.Apagu el carro y me puse a llorar al ver que l
no se haba devuelto. Empec a pitar y timbrar y no me abrieron. Estaba tan dolida y con tanta
rabia que tom la determinacin de no irme hasta no verlo salir y mechoniar a esa vieja
descarada quita maridos. Permanec all toda la noche aunque haca mucho fro y estaba muy
nerviosa; yo no poda creer que mi marido me hiciera eso, porque aunque saba que l era
mujeriego, era la primera vez que lo sorprenda con las manos en la masa. Recuerdo que estaba
muy angustiada, las piernas me temblaban y estaba como petrificada. Alas siete de la maana,
sali esa mujer, me baj del carro, la cog del pelo y la tir al piso, le alcanc a araar la cara.
Estaba tan enfurecida que las nicas palabras que me salieron de la boca fueron: esta hijueputa,
malparida!!! estaba fuera de s y creo que si hubiera tenido un revolver en la mano la haba
matado. Ella pareca una gata mansa porque se qued quieta y sin decir nada. Juan Carlos me
la alcanz a quitar y la subi a la camioneta. Yo me qued all paralizada, llorando y vuelta
trizas, cuando sent que poda manejar me fui. Despus de eso, fui al apartamento, empaqu
mi ropa y me fui para donde mi mam con mi nio. No haca sino llorar, no poda dormir, no
coma, lo nico que me provocaba era tomar tinto y fumar cigarrillo. A los ocho das Juan
Carlos arrim a la casa y me pidi perdn. Yo estaba muy disgustada y le dije que no volva con
l si no asistamos a una terapia de familia, el acept. Esto nos sirvi porque logramos hacer las
paces.
Hace quincemesessehizohacerunexamendesangreporqueleibanahacerunacirugaen
la nariz, como a los dos das de haberse tomado el examen el mdico lo llam a la casa dicindole
que tena que ir inmediatamente a la clnica. El se asust y sali disparado. Cuando lleg, el
doctor estaba con una Sicloga y una TrabajadoraSocial. Despus de saludarlo el mdico le dijo:
don Juan Carlos, no se vaya a asustar, tmelo con calma, queremos darle una mala noticia,
hemosrevisadosusexmenesynoshemosdadocuentaqueustedtieneSIDA.Nosepreocupe,con
algunoscuidados,ustedpuedellevarunavidanormal.Lepresent alaSiclogayalaTrabajadora
Social le van a hablar de una rutina que usted puede llevar, si la sigue con firmeza eso le va
ayudarmuchoporquehaypersonasquehanduradomsdediezaos.
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Mi marido lleg descompuesto a la casa, lloraba desconsoladamente y estaba muy nervioso.
Al verlo, le pregunt: Juan Carlos que te pas? y el me contest: tengo que decirte algo muy
graveyyosequemevasadejarporesto,adivinquees.Lecontest,lomasgravequemepods
decir es que tens un hijo en otra mujer y me dijo: tengo SIDA. Yo le dije: Ah!, era eso, no
te preocupes que eso lo podemos afrontar juntos lloraba copiosamente mientras yo lo abrazaba
y trataba de consolarlo. Hace un ao me hice la prueba de Elizabeht y tambin estoy infectada.
Ahora estamos asistiendo a un grupo de parejas portadores del VIH donde no solo nos ensean
a llevar una dieta adecuada, sino que nos apoyan moral y psicolgicamente y nos ayudan a vivir
con la enfermedad.Ahora Juan Carlos no toma y el dinero nos alcanza ms, hemos desarrollado
ms espiritualidad, vamos a misa y nos recreamos en familia. Sin embargo a pesar de esa paz
aparente,lamismasensacinagridulcemeacompaa,porquedetrsdeesaaparentetranquilidad
hay una amenaza de muerte constante que nos quiere devorar. S que voy a morir pronto, pero
me consuela saber que cuando l muera, mi muerte tambin estar prxima y no llorar mucho
tiempo su ausencia, mi tumba estar cerquita a la suya y an ni la muerte nos podr separar.
SISTEMA DE CREENCIAS DE CAROLINA FRENTE
A SU RELACIN AMOROSA
Carolina cree ciegamente que est transitando en un mundo duro, cruel e implacable.
La experiencia vivida la noche de su boda, donde por un breve momento experiment
felicidad fu seguida por una experiencia que la llen de amargura y vergenza cuando sus
padres y hermanos lanzaron sus regalos a la calle. Desde el inicio hasta el final de su relato
habla de una sensacin agridulce, que no es ms que la creencia de pensar que su vida est
empaada por la fatalidad.
Hay un sentimiento de desamparo, de abandono que la embarga. Cree que necesita de
alguien para ser feliz, vive en una total ilusin de completud, de simbiosis en un tiempo
infinito. Concibe el amor como fusin, cuya mxima es: yo soy tu y tu eres yo. Carolina
solo adquiere vala en los brazos de su amado, su autoestima se basa en complacerlo. Su
concepcin del amor no conlleva a su crecimiento personal sino a su propia destruccin.
Cree que es portadora del amor verdadero, de un amor que no admite la duda, ubicado
dentro de la lgica de los absolutos, amar o morir, en donde se niega el matiz, la
construccin o el proceso. Es un amor a prueba de todo, ninguna cosa lo hace tambalear,
porque para Carolina amar es entrega total es un amor que duele, un amor que quema,
un amor que mata
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Cree que puede controlar el comportamiento de su marido tratando de salvarlo.
Pareciera ser que el dolor y sufrimiento que experimenta, son indispensables en su empeo
inquebrantable de redimir y salvar a su esposo. Se ve a si misma como el sustento de su
marido, el mejor soporte en su bsqueda nostlgica del paraso perdido de su infancia. Al
constituirse en salvadora de su marido, ella logra controlar, amarrar la relacin aun a costa
de su propia vida.
COMO SE FORMAN LAS RELACIONES ADICTIVAS?
Florence Thomas en su libro Estragos delAmor (1995) nos dice que no existe historia
de amor adulto que no sea, de una u otra manera la repeticin con otra clave, con otro
registro de las primeras historias de amor, historias que nos marcan definitivamente: el
amor adulto es heredero de los amores infantiles y, particularmente, de una historia inicial
con un otro que nos am lo suficiente para darnos la posibilidad de construirnos por
medio de la constitucin de una primera imagen de identidad. De hecho el nio
paulatinamente se identificar con la imagen que le da existencia de la madre o la de la
persona que lo ama (Thomas, 1995: 72).
Ese primer amor pasa por distintas etapas dentro de las cuales la inicial es la llamada
narcisismo primario. En ese momento el nio ocupa toda su libido, toda su energa
squica en s mismo. Su libido es el mismo, no existe aun ningn objeto fuera de l.
Todava no se reconoce distinto de la madre y su amor es absolutamente simbitico, sin
distancia, todo volcado sobre el. No existe otro placer que su propio placer, autoertico,
todava muy corporal y de sobrevivencia, como una especie de lucha contra la muerte.
Amar en esta etapa es ante todo amarse y ser amado por alguien. Al sentirse uno con la
madre construye la ilusin de que el mundo gira a su alrededor, que est volcado sobre el
y que es capaz de controlarlo todo (Florence Tomas, 1995).
Esta etapa de narcisismo primario es fundamental, pues toda la vida y en particular
durante la vida amorosa adulta (y probablemente con mas fuerza en el momento del
enamoramiento), el hombre buscar satisfacciones que le recuerden ese momento del
narcisismo infantil y muchos de sus amores tendrn el sabor de esa bsqueda nostlgica e
insaciable de estos placeres de la primera infancia. El hombre se vuelve as alguien que
busca toda la vida algo perdido, all en el pasado.
De todas maneras, no se puede olvidar que, an en esta etapa y puesto que sus demandas
van a ser interpretadas por el otro (e interpretar la demanda no significa que la puede
satisfacer del todo), el nio vive la carencia, que es exactamente esa brecha, ese vaco que
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representa lo que no puede ser colmado. Por tanto, en un esfuerzo por remediar esa carencia,
la representacin aparece y funciona, dando inicio a la capacidad de simbolizacin, en la
cual busca un objeto transicional en el que simboliza al otro, espacio vital donde el nio
aprende a manejar la frustracin. En este sentido es la falta la que nos estructura, la que
nos permite nacer como sujetos, pues es ella la que se representar y simbolizar. De
esta manera empezamos a entender cmo el hombre se construye en el deseo y en
consecuencia en la carencia (Florence Tomas, 1995).
Cuando el nio no construye ese espacio transicional, entre la madre y l, que le
permite adentrarse en la terceridad, desarrollando la capacidad de simbolizacin, fetichiza
el objeto amado, abrogndole la ilusin de bienestar y completud, vive en un eterno
narcisismo, conservando ese sentimiento de omnipotencia que le permite mantener la
ilusin de ser el centro del universo y le impide elaborar las perdidas, asumir
responsabilidades y hacerse cargo de las consecuencias de sus actos.
Ese nio en su estado adulto elige objetos o conductas (drogas, alcohol, la comida, el
juego, amar demasiado a alguien, etc.) para nutrirse emocionalmente, concedindoles el
poder de llenar sus vacos y carencias. Es all donde se construye la personalidad aditiva, que
puede ser descrita como una relacin emocional con un objeto, a travs de la cual el adicto
trata de satisfacer sus necesidades afectivas, dndole un sentido de vida. Este objeto se hace
irremplazable y devastador.
Parece ser que el amor en la infancia, vivido por exceso o por defecto, produce el
mismo efecto. Si un nio ha sido deprivado afectivamente o se le ha amado demasiado,
puede tener dificultad para establecer relaciones amorosas con un tercero, actuando en l,
el mecanismo bsico de la adiccin, en la cual fetichiza, cosifica al otro. Convirtindose
en un individuo manipulador porque ha aprendido a relacionarse con las cosas, que aunque
le dan la sensacin de poder, lo angustian y le recuerdan su incapacidad de establecer
relaciones amorosas saludables.Al igual que con las cosas, el adicto fetichiza sus relaciones
amorosas. En ellas predomina el vinculo tipo fusin, que nos recuerda aquel amor simbitico
de la primera infancia, entre madre e hijo, apego de la relacin narcisista en que cada uno
es imagen especular del otro.
La estructura de la personalidad adictiva es, pues, producto de una falla en la relacin
con un objeto amoroso (la madre) y a partir de esta falla, la relacin con ese objeto amoroso
aparece como una forma de vida. El adicto busca recuperar el objeto perdido, dndole a las
cosas una investidura que no le permite elaborar la ausencia sino ocultarla. Persiste la
necesidad de dependencia externa con los otros que se  cosifican  y al tiempo la rabia por
tener que depender y una gran intolerancia a que le fallen, los otros son usados para calmar
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la ansiedad y persiste en el una sensacin de soledad intolerable. El objeto amoroso es
investido de omnipotencia, capaz de brindar la totalidad de la satisfaccin, aplacar la angustia
de separacin y colmar el deseo de completud; y aunque pareciera que fuera un amor muy
grande, se busca sentirse llenado, protegido, contenido por el objeto amoroso.
Establecindose un amor patolgico con dicho objeto, del cual se depende emocionalmente.
JUAN CARLOS Y CAROLINA EJEMPLO DE UNA RELACIN ADICTIVA
Este breve anlisis sobre la personalidad adictiva, nos sirve para comprender la
profundidad de la adiccin de nuestros personajes, ella adicta a un hombre que, a su vez,
es adicto al alcohol. Es evidente que en esta pareja, ambos estn literalmente muriendo por
sus adicciones: el por los efectos del consumo del alcohol; ella por los efectos de una
tensin extrema.
La historia de Carolina me clarifica el increble poder y la influencia de sus experiencias
infantiles sobre sus patrones de identidad para relacionarse con los hombres. La relacin
amorosa que experimentan nuestros personajes, me trae a la memoria el amor simbitico
de la primera infancia entre madre-hijo; apego de la relacin narcisista en que cada uno es
la imagen especular del otro. Ella ama sin distancia, sin espacio para respirar, solo encuentra
oxigeno en la boca de su amado. Ama con intensidad, su vida se agota en el mundo de la
relacin. Todo lo dems carece de importancia. Niega las diferencias, disfraza o devela las
debilidades, acenta las semejanzas y se miente a s misma para mantener erguido a su
dolo con pies de barro.Ante algo tan grave como es haber sido infectada de SIDA, antepone
la relacin a su integridad fsica, diciendole a su esposo afrontaremos juntos esto y solo
le acompaa la esperanza de morir a su lado como si pretendiera permanecer atada a l
hasta mas all de la muerte.
Para ella su amado es un ideal, un imaginario que la hace autoconvencerse de amarlo
cuando mas se le escapa. Bajo la intensidad de su amor est latente y con gran carga de
angustia un sentimiento de carencia, de la separacin primordial. En lugar de un
acercamiento a la realidad del otro, a una aproximacin en el reconocimiento de la diferencia
que se constituye en imposible, amenazante e inaceptable, ella se lanza a una fusin que
niega a su objeto amado.
El se convierte en un fetiche prefabricado para calmar su angustia de separacin; su
miedo al rechazo, a la prdida, al distanciamiento o simplemente a la confrontacin de la
realidad. Con la imagen de su amado ella fabrica un sueo, teje una ilusin de amor ideal,
volvindose una fijacin el deseo de posesin absoluta, que termina finalmente devorndola.
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Asombrosa demencia que no encuentra otra salida que la muerte. Su adicin a su relacin
de pareja, puede expresarse en esta frase: ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio,
contigo porque me matas y sin ti porque me muero.
Las actitudes, los sentimientos, la conducta y la experiencia de vida de Carolina son
tpicas de una mujer para quien amar no solo significa sufrir sino morir. Ella exhibe muchas
de las caractersticas de las mujeres adictas a los hombres; sto no significa amar a demasiados
hombres, ni enamorarse con demasiada frecuencia, ni sentir un amor genuino demasiado
profundo por un hombre. En verdad, significa obsesionarse por un hombre y llamar a esa
obsesin amor, permitiendo que esta controle sus emociones y gran parte de su conducta
y, si bien comprende que ejerce una influencia negativa sobre su salud y su bienestar, se
siente incapaz de separarse. Cualquiera pensara que Carolina ha sufrido mucho por
mantener su matrimonio, pero en realidad a ella no le importa cuanto sufra sino perpetuar
una relacin que le da piso a sus emociones, porque en su interior no ha desarrollado
fortalezas que la estabilicen y pareciera que necesita muletas para sostenerse.
EL CAMINO HACIA LA RECUPERACIN
Despus de leer la historia de vida de Carolina, queda la sensacin de que la adiccin
es una enfermedad. Pero ms que saber esto, surge una pregunta: Cmo puede recuperarse
una mujer atrapada en esta enfermedad? Qu debe hacer para dejar atrs esa serie interminable de lucha con el y aprender a emplear sus energas en la creacin de una existencia
rica y plena para s misma?
Pienso que en primera instancia hay que aceptar que existe un juego interactivo que est
sustentando su adiccin.Al reconocer y comprender la lgica adictiva de su comportamiento
e identificar sus reacciones a nivel pragmtico y emocional, iniciar el camino a su
recuperacin. Los programas de recuperacin enfatizan que el adicto tiene que ser totalmente
honesto con l mismo. Ella debe hacer su propio inventario, aceptar las carencias vividas en
su infancia, resignificar su sistema de creencias y ser consciente de sus emociones para tomar
distancia y generar una nueva forma de vincularse emocionalmente. Su reto es construir una
realidad a partir de s misma donde aprenda a asumir sus carencias, donde admita que su
cnyuge y ella son diferentes, aceptando que el no ser un sujeto nico para ella, sino un
sujeto privilegiado. Su desafo es construir una relacin donde hayan espacios para respirar,
y en consecuencia una relacin que se enriquezca y alimente del exterior. Un proyecto vital
con proyecciones hacia el futuro (lo que implica crisis y reformulaciones), una cotidianidad
con intercambios diarios e ntimos, pero tambin con espacios para un tercero.
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Para visualizar a un tercero, ella deber enriquecer sus relaciones sociales, haciendo uso
de una red de apoyo que le ayude a salirse del estrecho mundo de su relacin de pareja. Tal
vez, inicialmente solo reconozca que necesita ayuda y no sea plenamente consciente de la
complejidad de su problemtica. Sin embargo, el contacto con esa red de apoyo puede
ayudarla a comprender la complejidad de su situacin.
Carolina sostiene una relacin con rasgos de co-adiccin con Juan Carlos que es
alcoholico. Por ejemplo: Alcohlicos. Annimos tiene un programa de recuperacin para
mujeres co-adictas, llamado Alanon. Funciona en iglesias o Centros comunales de varios
barrios de la ciudad y otras partes del pas.
Esta ltima recomendacin es bsica porque los adictos no pueden romper el proceso
adictivo por s mismos y por tanto, necesitan de un elemento externo. Aquellos que tratan
de romper el proceso adictivo encuentran que la adiccin es lo nico que conocen. Para
recuperarse deben aprender un nuevo estilo de vida lentamente, que incluye la relacin
con otras personas que al igual que l, hacen de su recuperacin una prioridad en su vida.
Estas relaciones aumentan la satisfaccin personal y le permiten crecer.
Crain Nakken, en su libro la personalidad adictiva (1999) dice: el mundo del adicto
se basa en un flujo interno. Para recuperarse, la persona debe aprender cmo alcanzar el
exterior y sostenerse en ese flujo, lo cual no puede lograr por s solo. La forma como est
vinculada a la adiccin le impide encontrar una salida al exterior y permanecer en una
relacin adictiva hasta que algo o alguien intervenga en el asunto. (Nakken, 1995: 74).
Carolina tal vez no contempla la necesidad de liberarse de esa relacin fusionada con
su esposo porque ahora toda su energa squica est centrada en sobrevivir a la grave
enfermedad que padece. No obstante, su historia puede ser til para muchas mujeres que
se sienten atrapadas en una relacin adictiva. Aunque, la intencin de no estar fusionado,
no deber polarizarnos al extremo de pretender ser completamente independientes en
nuestras relaciones amorosas, porque tal actuacin estara sustentada sobre la misma base
de la adiccin. Pienso que lo que podramos hacer es lograr un reconocimiento sin rabia
de la dependencia reciproca que tienen todas las relaciones humanas y aceptar que aunque
somos seres interdependientes tambin somos seres diferenciados y por tanto, debemos
reservarnos un espacio para nuestra individualidad.
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BIBLIOGRAFA
FLORENCE THOMAS. Los Estragos del Amor. Editorial Universidad Nacional. Bogot, 1995.
ROJAS, NELLY. La Pareja Cmo vivir juntos. Editorial Planeta. Bogot, 1994.
ROBIN NORWOOD. Las Mujeres que aman demasiado. Editorial Priting Books, 1986.
CARMEN RENE BERRY. Cuando ayudarte significa hacerme dao. Editorial Verla, 1990.
CRAIG NAKKEN. La personalidad adictiva. Editorial Diana Mexico, 1999.
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