La Mirada en Lacan y Sartre
La Mirada en Lacan y Sartre
Si hay un otro, quienquiera que fuere, donde quiera que est, cualesquiera que fueren sus relaciones conmigo, sin que acte siquiera
sobre m sino por el puro surgimiento de su ser, tengo un afuera, tengo una naturaleza; mi cada original es la existencia del otro.J.P.
Sartre. El ser y la nada.
El otro interior (...), ese otro que me agita en el seno de mi mismo (...), la extimidad mayor del objeto a (...), xtima la mirada. J.A.
Miller. Extimidad
El objeto misterioso, el objeto ms escondido, el de la pulsin escpica.J. Lacan. Seminario 11
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos.Miguel Hernndez
Lacan cita a Jean-Paul Sartre como el autor que ha descrito el juego de la intersubjetividad y de la fenomenologa de la aprehensin del
otro de un modo magistral. Por ello, recomienda la lectura de El ser y la nada y considera la misma esencial para todo analista: Esta es
una obra que, desde el punto de vista filosfico, puede ser objeto de muchas crticas; pero indudablemente alcanza en esta descripcin,
aunque slo fuese por su talento y bro, un momento especialmente convincente. 1
En El ser y la nada, dentro del captulo dedicado a La existencia del prjimo, Sartre hace girar su anlisis en torno al fenmeno de la
mirada. Lacan lo cita en los Seminarios 1 y 11. En concreto, en el Seminario 1, el anlisis sartriano se refiere a los temas que hacen a la
emergencia del objeto humano en relacin a los fenmenos de la vergenza, el pudor, el prestigio y el miedo engendrados por la mirada.
En el Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisis, la mirada adquiere una especial relevancia; Lacan le
reserva cuatro captulos, y vuelve a citar a Sartre diciendo que su demostracin en torno a la mirada es uno de los pasajes ms brillantes
de El ser y la nada.En el presente escrito se trata de desarrollar las citas de Lacan, utilizando algunos de los ejemplos que Sartre expone
en El ser y la nada, e implicar a las mismas, sin tener en cuenta el orden lineal de aparicin en los respectivos textos de Sartre y
Lacan. Primer ejemplo Estoy en una plaza pblica (...) a cada instante el prjimo me mira 2El primer ejemplo que se resume comienza
diciendo: Estoy en una plaza pblica. Sartre relata sus ejemplos en primera persona, en este artculo se seguir esta misma lnea de
exposicin para una ms fcil comprensin del texto. Por tanto, estoy en una plaza pblica, veo csped, unos asientos y a un hombre que
pasa cerca de ellos. Conjeturo que es un hombre aunque, a estadistancia, podra ser un mueco o un robot; pero eso no es probable.
Los trminos de probabilidad y distancia son importantes en el anlisis de Sartre, como veremos ms adelante.Puedo establecer una
relacin aditiva con esos objetos; as puedo sumar el csped, ms los bancos, ms el hombre.Pero ese hombre, en una conversin radical
que lo hace escapar de la objetividad, desaparecer como objeto y yo lo captar como persona. La esencia de esta percepcin, dice Sartre,
debe referirse a una relacin primera de mi conciencia con la del prjimo. 3Percibirlo como persona, en vez de como el objeto que
apareci en un primer momento, suprime la relacin de adicin que haba establecido con el csped y los bancos. Ya no puedo sumar a
ese hombre con el resto de los objetos y me encuentro en una organizacin sin distancia. Sartre hace hincapi en el concepto de
distancia, la mirada ajena niega las distancias propias del sujeto y desenvuelve sus propias distancias, equivale a una presencia sin
distancia, de tal modo, que el sujeto experimenta la presencia sin distancia del prjimo.Se despliega desde el otro una espacialidad que
no es mi espacialidad, pues en vez de ser una agrupacin hacia m de los objetos, se trata de una orientacin que me huye (....) todo un
espacio ntegro se agrupa en torno al prjimo y este espacio est hecho con mi espacio. 4 Por tanto, la aparicin de un hombre en mi
universo supone la desintegracin de mi universo, la desintegracin de las relaciones que yo he aprendido entre los objetos de mi
universo.Cul es esa relacin primera de mi conciencia con el prjimo a la que nos hemos referido antes? En qu consiste la presencia
originaria de prjimo? Segn Sartre el objeto humano no es asimilable a ningn otro objeto perceptible, en tanto es un objeto que me
mira. La mirada del prjimo cambia las perspectivas de mi mundo, las reordena. Si el prjimo ve lo que yo veo, mi conexin
fundamental con el prjimo-sujeto ha de poder reducirse a mi posibilidad permanente de ser visto por l (...) el ser- visto- por- otro es la
verdad del ver- al- otro.5Y Sartre resume: La relacin originaria entre m y el prjimo no es solo una verdad ausente apuntada a travs
de la presencia concreta de un objeto en mi universo, es tambin una relacin concreta y cotidiana de que hago experiencia a cada
instante: a cada instante el prjimo me mira.5 Segundo ejemploLa mirada no es el ojo. El ojo es solo la manifestacin de la mirada. El
roce de unas ramas a nuestro paso, una ventana que se entreabre, el leve movimiento de unas cortinas, son ejemplos que cita Sartre como
signos que indican, del mismo modo que los ojos, la presencia de la mirada. Por s solos son ya ojos, pues basta con que esas
circunstancias me signifiquen que algn otro puede estar all. Pero esto no ha de confundirse en absoluto con la visin. Puedo sentirme
mirado por alguien cuyos ojos, incluso cuya apariencia, ni siquiera veo. Captar una mirada es tomar conciencia de ser mirado. Lo que
capto inmediatamente cuando oigo crujir las ramas tras de m no es que hay alguien, sino que soy vulnerable, que tengo un cuerpo capaz
de ser herido, que ocupo un lugar y que no puedo en ningn caso evadirme del espacio en que estoy sin defensa; en suma, que soy
visto.6Lacan interpreta este movimiento terico de Sartre resumindolo en la siguiente frase: No es una mirada vista, sino una mirada
imaginada por m en el campo del Otro (...) presencia del otro en tanto tal. 7 Tercer ejemploEl miedo.Supongamos que tengo la necesidad
de esconderme, y he elegido para ello un rincn oscuro. Pero empiezo a dudar sobre la seguridad de mi escondite al pensar que el otro
puede iluminar el rincn con su linterna. Esa posibilidad que acabo de captar est ah, presente, aunque el otro est ausente, y me
provoca tal angustia que renuncio a ese escondite por considerarlo poco seguro. Es decir, la posibilidad de que me descubran la tengo
presente, aunque no haya en la escena ningn otro.Mis posibilidades son presentes a la conciencia irreflexiva en tanto que el otro me
acecha () mi posibilidad de esconderme en el rincn se convierte en lo que el otro puede trascender hacia su posibilidad de
identificarme, de desenmascararme, de aprehenderme.8Sigamos con la escena anterior: de pronto, el otro aparece con un arma, o
dispuesto a dar la voz de alarma. Lo que me ocurra a m depende de la actitud del otro, de si est dispuesto a apretar o no el gatillo, o a
dar o no la voz de alarma, por tanto, me entero de mis posibilidades desde afuera, () y as, en la brusca sacudida que me agita cuando
capto la mirada ajena, ocurre que vivo una sutil alienacin de todas mis posibilidades que se ordenan lejos de m, en medio del mundo,
con los objetos del mundo.9 Cuarto ejemploLa presencia originaria del otro.He credo que otro estaba presente en la habitacin, pero
me he engaado: no estaba ah; estaba ausente. 10 Qu es la ausencia para Sartre? No se puede decir que un paquete de tabaco est
ausente. Se podra decir que est ah o que no est ah. Sin embargo, si se puede decir que Pedro, que vive habitualmente en este
apartamento, est ausente en estos momentos, aunque no se dira que el Aga-Khan est ausente del apartamento de Pedro. A partir de
estos ejemplos, Sartre explica que slo la realidad humana est en relacin a los sitios, a los lugares, segn sus propias posibilidades. Y
define la ausencia como un modo de ser de la realidad humana con relacin a los lugares y sitios que ella misma ha determinado con su
presencia.11 La ausencia de alguien debe determinarse en relacin a un sitio donde l mismo debera determinarse a estar. Pero ese sitio
no est determinado por la ubicacin ni por relaciones solitarias entre el propio sujeto y el lugar, sino por otras realidades humanas. El
sujeto est ausente en relacin a otros hombres. Sartre pone el siguiente ejemplo: la ausencia es un modo de ser concreto de Pedro con
relacin a Teresa, que est en este mundo. Solo con relacin a Teresa Pedro est ausente de este lugar () que Pedro es ausente con
respecto a Teresa, es una manera particular de estar presente. La ausencia, en efecto, no tiene significacin a menos que todas las
relaciones entre Pedro y Teresa estn salvaguardadas: si la ama, es su marido, asegura su subsistencia, etc. En particular, la ausencia
supone la conservacin de la existencia concreta de Pedro: la muerte no es la ausencia. Por ello, la distancia de Pedro a Teresa nada
cambia del hecho fundamental de su presencia recproca () donde quiera que Pedro est sentir que existe para Teresa sin distancia: ella
est a distancia de l en la medida en que ella lo aleja y despliega una distancia entre ambos, el mundo entero la separa de l.11Segn
esto, cada uno de nosotros, haga lo que haga y dondequiera que vaya, no hace sino establecer y variar sus distancias con respecto al otro,
se acerca o se aleja, toma rutas hacia el otro, de tal modo que toda realidad humana est presente o ausente...(no por la presencia del
prjimo-sujeto ante uno mismo, sino)... sobre el fondo de una presencia originaria con respecto a todo hombre viviente. Y esta presencia
originaria no puede tener sentido sino como ser-mirado o como ser-que-mira. 12 Quinto ejemploSoy mirado. La vergenza me revela la
mirada del otro.Imaginemos que por celos, por vicio, estoy mirando por el ojo de una cerradura y, de pronto, oigo pasos en el corredor:
me miran.A partir de ese momento, segn Sartre, el sujeto ya es algo distinto, en tanto se siente devenir en objeto para la mirada del otro.
Como hemos visto, lo que nos mira nunca son ojos, sino una presencia del otro imaginada. La vergenza que siente el sujeto le revela la
mirada del prjimo y a l mismo en el extremo de esa mirada (algo que tambin vale para el orgullo). La vergenza es el reconocimiento
de que, efectivamente, el sujeto es ese objeto que otro mira y juzga. Por tanto, la vergenza pura no es el sentimiento de ser alguien
reprensible, sino de reconocerse en ese ser dependiente y degradado por el otro. La vergenza es el sentimiento de cada original, no de
haber cometido una determinada falta sino, simplemente, de estar cado en el mundo, en medio de las cosas y de necesitar la mediacin
ajena para ser lo que soy. El pudor y, en particular, el temor de ser sorprendido en estado de desnudez, no son sino una especificacin
simblica de la vergenza original: el cuerpo significa en este caso nuestra objectidad sin defensa. 13
Para terminarEl sujeto que se sostiene en una funcin de deseo.Sartre afirma: La experiencia de m condicin de hombre, objeto para
todos los hombres vivientes, arrojado en la arena bajo millones de miradas y escapndome a mmismo millones de veces, la realizo
concretamente con ocasin del surgimiento de un objeto en mi universo, si este objeto me indica que soy probablemente objeto en el
momento actual a ttulo de un estado diferenciado para una conciencia. Es el conjunto del fenmeno que llamamos mirada. 14Ahora bien,
Lacan seala que no es suficiente lo dicho para saber lo que la mirada entraa, no basta la relacin sujeto a sujeto, ni la funcin de la
existencia del otro en tanto que me mira: La mirada slo se interpone en la medida misma en que el que se siente sorprendido por la
misma, no es el sujeto anonadante correlativo del mundo de la objetividad, sino el sujeto que se sostiene en una funcin de deseo. 15Aqu
comienza, lo que sin duda podemos denominar la crtica lacaniana a la funcin de la intersubjetividad en Sartre. Sartre, a pesar de que
capta la experiencia de la mirada en su radical otredad, an se mantiene en el espacio de la intersubjetividad. Este espacio todava no
reconoce en Sartre lo que para Lacan va a constituir la funcin xtima del deseo. Ese Otro que me mira, se agita en mi interior y hace
presente a la funcin del deseo, irreductible a la experiencia intersubjetiva.
LA AUTORA
Sagrario Snchez
Psicoanalista en Madrid. Socia de la Sede de Madrid-ELP.
Email: sagrariosch@gmail.com
Referencias
1J. Lacan. Seminario 1. Paids, Buenos Aires, 2007, pg. 313
2J.P. Sartre. El Ser y la nada. Losada, Buenos Aires, 1966, pg. 356 y 360
3Ibid., pg. 355
4Ibid., pg. 357
5Ibid., pg. 360
6Ibid., pg. 362
7J. Lacan, Seminario 11. Paids, Buenos Aires, 2008, pg. 25
8J.P. Sartre. Op.cit., pg. 369
9Ibd., pg. 369 y 370
10Ibid., pg. 386
11Ibd., pg. 387
12Ibd., pg. 389
13Ibd., pg. 401
14Ibd., pg. 391
15J. Lacan. Seminario 11. Paids, Buenos Aires, 2008, pg. 92
Otro
Otro o El Otro es un trmino tcnico utilizado en la filosofa, el psicoanlisis y
la antropologa.
El Otro u Otro constitutivo (tambin conocido como alteridad) constituye un concepto
clave de la filosofa continental. Es una idea opuesta a la identidad y se refiere, o se intenta
referir, a aquello que es otro frente a la idea de ser considerado algo. El Otro,
considerado siempre como algo diferente, alude a otro individuo ms que a uno mismo y
normalmente se escribe en maysculas.
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o
Historia de la idea[editar]
El filsofo alemn Hegel, fue de los primeros en introducir la idea del otro como parte
del Autoconocimiento; refirindose al hombre que an no es consciente, escribi: Cada
conciencia persigue la muerte del otro, queriendo decir que cuando se perciben
diferencias entre t y el Otro, se crea un sentimiento de alienacin, que se intenta resolver
mediante la sntesis. La solucin se encuentra reflejada en la famosa parbola de Hegel de
la dialctica del amo y el esclavo. Como antecedente directo tenemos a Fichte.
Husserl utiliz esta idea como base para su idea de la intersubjetividad. Sartre tambin
recurre a esta dialctica en El ser y la Nada, cuando describe cmo el mundo se ve
alterado por la aparicin de otra persona y parece girar en torno a ella. No obstante,
Sartre, no buscaba una solucin a este problema por considerar que se trataba de un
sentimiento o fenmeno y no de una amenaza radical. De Beauvoir utiliz al Otro, de
manera similar a Sartre, en El Segundo Sexo; de hecho, utiliza la dialctica del amo y el
esclavo de Hegel como analoga, en muchos aspectos, de la relacin entre hombres y
mujeres.
El psicoanalista francs Jacques Lacan y el filsofo franco-lituano Emmanuel
Lvinas dieron al Otro un significado completamente diferente. Lacan vincul al Otro con el
orden simblico y el lenguaje. Lvinas lo conect con el Dios tradicional de las escrituras,
al que denomin Otro infinito.
Freud habla del Otro en el sentido de todo aquellos que no es YO, as por ejemplo
menciona el "afuera" que es todo aquello que no es la persona en s misma, es decir lo
otro, incluso da a la madre el papel del primer Otro, pues es sta quien da al nio las
primeras nociones de l existe pues funge como la primera fuente de placer, le da un
nombre al cual responder y en general lo moldea. en entonces la madre el primer otro.
Vase "el malestar en la cultura"
ticamente, para Lvinas, el Otro es superior o anterior a uno mismo. La mera presencia
del Otro suscita preguntas tanto si se le ayuda como si se le ignora. Este concepto y el del
encuentro cara a cara fueron reinterpretados ms tarde, aludiendo a la idea
de Derrida sobre la imposibilidad de una presencia pura del Otro (el Otro puede referirse a
algo diferente que no sea un primer encuentro puro con la alteridad), lo que s plante
problemas en relacin a la lengua y su representacin. Una reconceptualizacin mejorada,
gracias al anlisis de Lvinas sobre la diferencia entre el dicho y lo dicho, dando
siempre prioridad la tica y no solo a la metafsica.
Lvinas habla del Otro en trminos de insomnio y vigilia. Es un xtasis o exteriorizacin del
Otro, lo que siempre lo mantiene ms all de cualquier intento de captura. Esta alteridad
es interminable (o infinita); aunque se mate al Otro, la alteridad permanece, pues no ha
sido negada ni controlada. Esta infinitud del Otro permitir a Lvinas explorar otros
El Otro, como trmino genrico de Filosofa, se puede utilizar asimismo para hablar del
inconsciente, el silencio, la locura, el Otro del lenguaje(por ejemplo, lo que se implica y no
se dice, lo implcito), etc.
Tambin puede darse una tendencia al relativismo si es el Otro, como alteridad pura se
convierte en un concepto que ignora que la verdad es parte del mundo. Asimismo, pueden
surgir problemas con los usos no ticos del trmino (y relacionados) que refuerza estas
divisiones.
El otro en la Antropologa[editar]
La antropologa es la ciencia que se encarga del estudio del otro cultural. La forma de
construir al otro desde la Antropologa fue variando a lo largo del tiempo, sus dos
principales momentos son el otro como distinto y el otro como diverso
Sartre[editar]
La opinin sartreana respecto al Otro ms conocida es aquella segn la cual el Otro (el
"prjimo") es alienante en tanto que es un objeto que a su vez objeta y objetiviza al ego;
esto se resume en la frase sartreana El infierno es la mirada del otro. Por el contrario
para Merleau-Ponty el Otro es el fundamento para la existencia del sujeto. Estas opiniones
antagnicas dieron lugar a la clebre "polmica Sartre vs Merleau-Ponty".
Inicialmente para Sartre todo otro (todo prjimo) en tanto tiene la capacidad de observar ( y
objetar) al ego, es una suerte de oponente, mxime en cuanto a que el ego a su vez
percibe como objeto al otro (aqu Sartre parece preterir intencionalmente la subjetividad).
Sin embargo esta postura sartreana es revisada por el mismo Sartre (por ejemplo
enCrtica a la razn dialctica). En la obra citada, Sartre observa una evolucin desde una
relacin alienante primera entre los sujetos hasta -con el devenir- una relacin positiva y
proactiva entre los mismos, en tal caso ya el otro deja de ser un competidor o un objetador.
Lacan[editar]
Artculo principal:
Otro (psicoanlisis)
Lacan por su parte hace una consideracin del Otro influido en gran medida por Sartre y
por Merleau-Ponty; en la polmica "Sartre versus Merleau-Ponty", Lacan ( debido a sus
investigaciones y experimentaciones -como aquella del estadio del espejo-) se aproxima a
la opinin de Merleau-Ponty. Sin embargo existiendo una muda y mutua rivalidad entre
Lacan y Sartre ninguno de los dos reconoci los puntos en comn que tenan en su
conceptualizacin del Otro.
En Lacan el Otro es al mismo tiempo el prjimo (cada otro sujeto por separado) y todo el
conjunto de sujetos que constituyen a la cultura y la sociedad desde el origen de la
humanidad.
En esa segunda consideracin es que Lacan usa la palabra siempre con mayscula inicial,
y en sus notaciones es representado mediante una A (inicial de la palabra
francesaAutre=Otro)*.
El Otro en cuanto conjunto de sujetos que constituyen a la cultura y a la sociedad es
calificado por Lacan de Tesoro de los significantes, es decir, es de tal entidad que
cadasujeto por separado recibe el lenguaje; por esto se entiende la frase lacaniana El
sujeto es hablado por el Otro y su variacin el sujeto es pensado por el Otro. Desde el
Otro es que el sujeto posee un lenguaje y es desde el Otro que el sujeto piensa (en esto
hace Lacan una modificacin al cogito cartesiano, al cogito ergo sum -pienso ergo existo-:
nadie piensa inicialmente desde su ego o desde su s mismo, sino que lo hace a partir de
lo que recibe por tradicin desde el Otro).
Sin embargo -opina Lacan- el sujeto cae en una falacia si cree que por recibir los
significantes desde el Otro, el Otro le va a poder satisfacer en todo, le va a dar respuestas
para todo, el Otro da significantes -considera Lacan- pero da
pocos significados (vulgarmente hablando: da pocas "explicaciones"), es por esto que a tal
aspecto del Otro, Lacan, lo representa con una A tachada (tachada con una \).
Por lo dems al constituirse el ego de cada sujeto a partir del Otro, tambin resulta ser
el deseo instalado en cada sujeto un deseo proveniente del Otro y dirigido hacia el Otro,
esto se resume en el apotegma: el deseo es el deseo del Otro.
El primer sujeto vicario o representante del Otro para todo sujeto es su madre (Lacan suele
representarla con una "a" -de autre-), en las notaciones y matemas lacanianos debe
evitarse confundir esta "a" que representa a la madre del sujeto con el llamado objeto a. La
madre en cuanto prjimo (prximo) primero de cualquier sujeto le da su nocin
deego hecho que se plasma durante el estadio del espejo, sin embargo la madre es un
otro que -sin saberlo- slo transmite parte de la informacin del Otro (es decir de todo el
conjunto que es la sociedad y la cultura), ms an, la madre slo ser eficaz si media entre
ella y el infante la funcin paterna.
Lacan hace un juego de palabras con las palabras francesas parofnicas autre (otro)
y tre (ser).
Citas[editar]
El poeta Arthur Rimbaud fue el primero en expresar la idea: Je est un autre (Yo es
un otro).
Sren Kierkegaard afirmaba que los otros, la multitud, no son de verdad y
haca hincapi sobre la importancia del individuo.
En La gaya ciencia, Friedrich Nietzsche afirmaba: Siempre eres una persona
diferente.
Ferdinand de Saussure hablaba del lenguaje, en palabras de Calvin Thomas, como
de un sistema diferencial carente de trminos positivos.
Segn Jacques Lacan, la formacin del ego se debe al error del conocimiento que
se da en el estadio del espejo. Althuser aplic sus ideas a la poltica. Como dije el
segundo Lacan: Siempre cabe encontrar al Yo en el campo del Otro.
Emmanuel Lvinas, por su parte, consideraba que el concepto del Otro constituye
la base de la tica y limita la ontologa.
En la obra Huis clos (A puerta cerrada), el personaje de Jean-Paul Sartre,
Garcin, afirma que Lenfer, cest les Autres (el infierno son los dems).
Vase tambin[editar]
Alteridad
Michel Foucault
Jacques Derrida
Julia Kristeva
Judith Butler
Bibliografa[editar]
Fuentes[editar]
1954: participo desde hace algunos meses en el seminario que dicta Lacan en el hospital
Sainte-Anne; me recibe en l con tanta cortesa como reticencia el Profesor Jean Delay.
1961: dejo de concurrir a lo que en ese momento se denomina el Seminario y algunos de
nosotros nos separamos del grupo numeroso que sigue a Lacan en la Escuela que en 1964 va
a constituirse alrededor del nombre de ste: Fundo -con la misma soledad en que estuve
siempre en mi relacin con la causa psicoanaltica- la Escuela francesa de psicoanlisis de
cuya direccin me voy a ocupar [] personalmente2.
Ha nacido el lacanismo. Lo que sigue es bien conocido: militantismo, reclutamiento y
proselitismo en el que apuesta todo, dogmatismo perentorio a toda prueba, mimetismo
desconcertante en estilo y la expresin, y luego disolucin de la Escuela, fragmentacin en
una multiplicidad de grupos, crculos, crteles y grupsculos, disputas y pasiones rencorosas,
como las que surgen en una familia cuando llega el momento de repartir la herencia,
apropiacin del Nombre-del-Padre por el que logra llevrselo, cuerpo despedazado del
Maestro en otros tantos pequeos maestros
1954: comienzo a publicar con bastante regularidad en Les Temps Modernes algunos
artculos que si bien no tienen como tema el psicoanlisis (en aquel tiempo estoy del lado del
divn, no del silln), por lo menos tienen que ver con l. Tiempo despus, ya miembro de lo
que se llam un poco abusivamente Comit de Direccin -un poco abusivamente pues
Simone de Beauvoir, desde bastante cerca, y Sartre, desde ms lejos, vigilan, mientras los
otros miembros tratan de no encasillarse en tareas de administracin-, me preocupo por
introducir en la revista un cierto nmero de textos de psicoanalistas, que las ms de las
veces -no siempre- son de inspiracin u obediencia lacaniana. Franoise Dolto junto a Andr
Green, Octave Mannoni con Didier Anzieu, Jean Clavreul con Daniel Widlcher, entre otros. El
informe, que hizo poca, presentado por Jean Laplanche y Serge Leclaire en el famoso
coloquio sobre la cuestin del inconciente organizado por Henri Ey en Bonneval aparece en
Les Temps Modernes de julio de 1961. En 1964, Laplanche y yo publicamos en la revista un
estudio sobre las fantasas originarias.3
S demasiado bien lo que piensa Sartre de mi trabajo entusiasta. Pero el hecho de que me
deje las manos libres, sin mostrar creo- irritacin cuando se publica algn artculo que daba
a sus ojos demasiado relieve a la funcin del padre Adems el Scnario Freud estaba
en el aire, as como el proyecto de una autobiografa; sin duda pensaba que el psicoanlisis,
con la condicin de apropirselo, poda servirle de ayuda.4
Voy a necesitar algunos aos ms para entender -para admitir- que decididamente Sartre y el
psicoanlisis no estaban hechos para andar juntos. La publicacin, decidida sin dejarme decir
palabra, de El hombre del magnetfono -publicacin que treinta aos ms tarde sigo
considerando indigna (y la palabra es suave)- servir como disparador5. En 1969 llega a su
fin mi colaboracin con Les Temps Modernes. A partir de entonces ya no se habla de
psicoanlisis en la revista.6
Dos separaciones que quizs sean una sola. A algunos aos de distancia, un doble vnculo se
deshace. S, veo en ello desenlace, un desprendimiento, ms que dos rupturas. Habr
presentido que, para dejar de ubicarme con bastantes tropiezos entre Sartre y Lacan, tena
que decir adis a los dos?
Sartre y Lacan. Ocurre que, para m, no eran slo nombres, o escritos. La transferencia es
algo que existe. E incluso la transferencia de la transferencia! Eran sin duda alguna
diferentes aquellos dos monstruos de la inteligencia, posedos por el lenguaje, dos seres
ignorantes de toda medida y opuestos en todo, en su manera de ser, de vivir, hablar,
escribir, vestirse, amar a las mujeres, y muchas cosas ms. No es bice. Ese irremediable
Sartre, irremediable Lacan decan de uno y otro quienes no los conocan y que,
frecuentndolos, no los sacralizaban. Dos grandes seductores que nunca lograron seducir. Y
yo que soaba con hacer que se acercasen intelectualmente como para provocar un
encuentro tan aberrante como el que invent Maldoror entre una mquina de coser y un
paraguas, pero resuelto a no usar ninguna mesa de diseccin!
En mi ceguera voluntaria, yo crea incluso poder identificar ciertos puntos de contacto.
Trascendencia del Ego y estadio del espejo, un nico combate: reconocer y denunciar la
funcin imaginaria del yo. Insistencia, de ambos lados, en el deseo como falta de ser
(manque tre). Hasta en la frase el inconciente est estructurado como un lenguaje me
pareca ver una convergencia posible. Si el inconciente no era un caos, una escena primitiva
sin sentido, Sastre bien poda aceptarlo! Y adems, en cuanto a esos poderes que Sartre,
ms cartesiano de lo que l mismo hubiera deseado, atribua a la conciencia, acaso Lacan
no los haba puesto en el sujeto del inconciente? Mientras haya resto, aunque ms no sea
un resto de sujeto, incluso sujetado, no todo est verdaderamente perdido.
La dcada del cincuenta: aos de comienzo para el psicoanlisis, o de nuevo comienzo. Hoy
en da, cuando sabios freudlogos escrutan y trabajan el texto freudiano y son legin los
lacanodoctos que transcriben o recitan las enseanzas de Lacan, este libro slo puede
resultarle al lector, y sobre todo a su autor, a la vez aproximativo y cortante en sus
afirmaciones. El clima de aquella poca era de polmica y descubrimiento.
Clima de polmica. La Sociedad Francesa de Psicoanlisis (S.F.P.) terminaba de constituirse
(1953), despus de haber roto simultneamente con la Sociedad de Pars (S.P.P.) y la
Asociacin Internacional. Tanto para los analistas en formacin -entre los cuales me contabacomo para los mayores fue un perodo de ofensiva como el que marc los inicios del
psicoanlisis, con la diferencia de que el adversario no estaba afuera, sin adentro. Nuestros
blancos estaban bien identificados: lo que la ideologa imperante en Estados Unidos haba
hecho de la peste freudiana -y entonces Les Temps Modernes, en aquellos tiempos de
guerra fra, eran la tribuna correcta-, reverencia por un yo fuerte y por el principio de
adaptacin (todos contra Hartmann), risas irnicas cuando Sacha Nacht tradujo Wo es war
por Le moi doit dloger le a (el yo debe desalojar el ello) (Nacht haba desalojado a
Lacan), etc.
La polmica era el auxiliar de nuestro entusiasmo, pero lo esencial no estaba all. Sino -para
m en todo caso- en el sabor de la primera vez. Lacan, atrayndolo hacia l, estaba sacando
a Freud del sueo dogmtico en que lo haban hundido sus lejanos sucesores, que
-afirmbamos nosotros- ni siquiera lo haban ledo, limitndose a citar siempre los mismos
fragmentos de traducciones malsimas, diciendo instinto donde haba que decir pulsin,
confundiendo necesidad y deseo, el rgano pene y el significante falo, el destinatario
transferencial con la repeticin de los fracasos pasados, y la pulsin de muerte con la
agresividad. Y, sobre todo, desconociendo el vnculo del inconsciente con el lenguaje, se
prohiban toda inteligencia de la eficacia de una cura por la palabra. No siempre tenamos
escrpulos -yo no tena ninguno- para caricaturizar las posiciones del adversario. Era legtimo
en la guerra. En Lacan haba encontrado a Freud, hasta el momento en que, con Laplanche,
emprend ese paciente trabajo de retorno a las fuentes que fue el Vocabulario.
Y adems -fue un regalo especialmente valioso para m que haba hecho estudios de filosofa
pero me haba alejado de ellos- gracias a Lacan y a su arte consumado para ganarse aliados,
forzando a veces la mano, escuchbamos en la Sociedad Francesa voces que venan de
afuera: Lvi-Strauss, Merleau-Ponty, Clmence Ramnoux. Durante un largo perodo, Paul
Ricoeur estuvo sentado en la primera fila. Descubramos a Saussure y Jakobson, a Benveniste
y Dumzil. Apenas terminaba el seminario, nos precipitbamos a la librera para conseguir El
diablo enamorado de Cazotte (Lacan se haba detenido en su Che vuoi!). Y releamos Hamlet,
Antgona, El Banquete, tambin como si fuera la primera vez, liberados de las glosas
universitarias. S, fue una poca afiebrada, apasionada, de gaya ciencia que le daba a cada
uno la certeza de estar en lo ms intenso y ms inconciliable de la cosa freudiana y de
reconocer, en un mismo movimiento, sin que mediara voluntad de anexin o transaccin, la
incidencia del psicoanlisis en las otras disciplinas.
Fui comprendiendo progresivamente, junto con algunos ms, que la orden primera de retorno
a Freud significaba en realidad ir hacia Lacan, a Lacan, a Lacania, sin retorno. El espritu
crtico que la filosofa me haba transmitido y que me mantuvo al margen del grupo de los
devotos, sufra demasiados embates. En algunos captulos de este libro aparecieron,
discretamente, algunas reservas. Pero fue sobre todo en los textos dedicados a ciertos
escritores -los estudios sobre Flaubert, Leiris, Henry James- donde, sintindome sin duda ms
libre, me interno sin protegerme en la defensa e ilustracin del pensamiento ajeno. Aunque,
sin darme cuenta esta vez, sigo avanzando entre mis dos figuras tutelares. Planteando para
Flaubert el diagnstico de una enfermedad del lenguaje, buscando significantes en
Madame Bovary -pero en el dominio de lo sensible-, no me alejo ni de Sartre ni de Lacan.
Escribiendo sobre Leiris, -amigo cercano de ambos- que pas de la auto observacin
sartreana en La Edad del Hombre a la deriva asociativa pero de sabia construccin en
Biffures, sigo siendo un go between, un mensajero. En Limage sur le tapis y La bte dans
la jongle busco metforas del psicoanlisis y encuentro tambin el engao de todo discurso.
Y finalmente, dialogando con Franoise Dolto -tan generosa, tan llena de vida, alejada
todava de los medios-, esbozo, a propsito de esa nia salvaje, excluida del lenguaje, que
fue Hellen Keller, un movimiento que me llevar no a un despus de Freud, sino a una toma
de distancia frente a Sartre y Lacan, ms cerca de lo que no queda otra que llamar uno
mismo, all donde -ilusin necesaria- esperamos ser mensajeros de nuestra propia letra. Otra
transferencia ms, pero sin destinatario conocido.
J.-B. Pontalis
Notas
1 El texto est incluido como post-scriptum de la ltima edicin del libro Despus de Freud,
Aprs Freud, Editions Gallimard, Pars, 1993.
2 Primeras lneas de la declaracin de Lacan del 21 de junio de 1964. El texto integral puede
verse en el nmero de Ornicar? titulado obviamente La excomunin. Pregunta: dnde est
la Iglesia?
3 Fantasme originaire. Fantasmes des origines. Origines du fantasme. Reeditado en la
coleccin Textes du XXe sicle, Hachette, 1985.
4 Cf. mi prefacio para Jean-Paul Sartre, Le scnario Freud, coleccin Connaissance de
linconscient, Gallimard, 1984.
5 Habr de ambas partes una tentativa de apaciguamiento, para preservar la amistad. La
publicacin, el ao siguiente, de un editorial supuestamente colectivo titulado Destruir la
Universidad ser el segundo disparador, que provocar la partida de Bernard Pingaud y la
ma. Para producir efectos, el traumatismo siempre tiene que incluir dos momentos Para el
lector interesado, el texto de Lhomme au magntophone est en el volumen IX de
Situations de Sartre.
La traduccin del texto est incluida en Topa Revista Ao III, Nro. 10, Abril-Julio 1994 (Nota
del editor).
6 En el libro de Howard Davies, Sartre and Les Temps Modernes (Cambridge University
Presse, 1987), hay un anlisis detallado del papel que quizs me toc jugar en la revista
-aunque me parece que el autor exagera su alcance viendo operar en l una estrategia- y del
papel que paralelamente estaba cumpliendo Jean Pouillon en antropologa social.
7 Las comillas se imponen aqu porque, como todos saben bien, hay varios existencialismos.
Cules son los puntos en comn entre el de Gabriel Marcel y Jaspers y el de Sartre? En
cuanto al estructuralismo, los periodistas y ensayistas colocaron con toda imprudencia bajo
la misma bandera a Lvi-Strauss, para quien dicha apelacin resulta legtima (cf. el estudio
de Jean Pouillon, Structure, un essai de dfinition, introduccin al nmero Problmes du
structuralisme, Les Temps Modernes, noviembre 1966), junto con Althusser, Foucault, Lacan
y el mismo Barthes.
Segregacin
viernes, 23 de septiembre de 2011
Para aproximarnos a la nocin de cuerpo en ambas obras, comenzaremos por definir las concepciones de Yo que tienen estos autores.
Sartre en la trascendencia del Ego, empieza por hacer una diferenciacin entre el Yo(Je) y el Yo(Moi) que no son sino dos faces del Ego, desde las
primeras paginas Sartre critica la visin del Ego como habitante de la conciencia, y como instancia unificadora siendo este trascendente a la
conciencia, mientras que el Yo(Je) representa la personalidad en su aspecto activo, el Yo(Moi) es la entidad concreta psico-fsica, que permanece
desconocida para nosotros mismos, puesto que el Yo(Moi) se da como un objeto. Estas ltimas instancias, no son sino una, que estn
interrelacionadas dialecticamente y cuya distincin se da por fines meramente conceptuales, dado que esta divisin es imposible de discernirse
empricamente.
El Ego, por su parte, en relacin a la conciencia se da como intimo, Sartre dir que todo ocurre como si el Ego fuera parte de la conciencia, con
esta sola y radical diferencia, que es opaco a la conciencia posterior al acto el Ego toma el mismo y lo absorbe, dejandolo en relacin al pasado
como una multiplicidad de interpenetraciones, y en relacin al futuro como una potencialidad desnuda. Es decir que es la unidad ideal en relacin a
cualquier accin y cualquier acto.
De esta forma Sartre se separa de Kant, en la medida que rechaza la visin del Ego como principio vaco de unificacin de la experiencia, o de las
vivencias, en el sentido de tener una presencia formal en ellas, tampoco es un principio con una presencia material en nuestra vida psquica, en
cuanto centro de los deseos y los actos1.
Otro de los puntos de discordancia se da con Husserl, que si bien considera un Yo como trascendental que estara como por detrs de la
conciencia, la conciencia vuelve en ideas un Yo de hecho, visto como conciencia trascendental de modo personal, Sartre se aparta de l,
considerando que la fenomenologa debe ser consecuente en este punto y desechar la idea de un yo unificador, y originario: la puesta entre
parntesis de la actitud natural, que siempre es la marca de un realismo unitario.
La formacin del yo en el estadio del espejo, que Lacan ubica en este primer momento junto con el decline del destete, alrededor de los 6 meses de
vida, con el reconocimiento por parte del sujeto de su imagen en el espejo. El nio reconoce su propia imagen en el espejo, dando esta imagen
unidad al yo. Es un fenmeno que Lacan considera doblemente significativo, constituyendo por una parte las tendencias que constituyen la
realidad del sujeto. La imagen especular precisamente a causa de su afinidad con esa realidad, viene a otorgar un smbolo de ella, de su valor
afectivo, ilusorio como la imagen, y de su estructura, reflejo, como ella, de la forma humana 2 .
La potencia segunda de la imagen especular, se da a causa de las condiciones libidinales de que suscitan su aparicin, ah se marca una diferencia
con la conducta animal. En el ser viviente se da un fenmeno de doble ruptura vital, una en relacin a su adaptacin al medio y su connaturalidad, y
otra en relacin al sometimiento de la percepcin a la Pulsin.
Lacan plantea que la tendencia por la cual el sujeto restaura la unidad perdida de si mismo surge en el centro de la conciencia, con el predominio de
las funciones visuales. El sujeto que tiene la percepcin de despedazamiento busca en la imagen especular la unidad del ideal de la imago del
doble, y la unidad mental que le es inherente a dicha imago. Esta sensacin de unidad es soportada por la estructura narcisista del yo. El sujeto no
se distingue de la imagen misma, Lacan indica que la imagen se limita a aadir una intrusin temporaria de una tendencia extraa, la misma es
designada como intrusin narcisista, sin embargo esta unidad introducida, contribuir a la formacin del yo, que como no afirma an su unidad se
confunde con esta imagen que lo forma, pero que al mismo tiempo lo aliena de forma primordial, es decir que el yo desde el comienzo es otro.
1Eduardo Alvarez Gonzalez La cuestin del sujeto en la fenomenologa existencial de Jean Paul
Sartre, http://saavedrafajardo.um.es/WEB/archivos/Antioquia/038/Antioquia-038-02.pdfpag 11
Es en la nocin de cuerpo que presentan ambos autores que centraremos este apartado, durante el apartado anterior se dieron algunos esbozos, a
travs de la nocin de Yo de como definen el cuerpo, sin embargo vamos a tratar de precisar la misma, a travs de lo planteado por los autores en
las obras de referencia.
A continuacin un ejemplo planteado por Sartre en la trascendencia del Ego:
En el presente yo corto la madera, es decir, que la accin se
realiza en el mundo y el sostn objetivo y vaco de esta accin es el yo concepto.
He ah por qu el cuerpo y las imgenes del cuerpo pueden
consumar la degradacin total del Yo concreto de la reflexin al Yo concepto
al servir a aqul de cumplimiento (remplissement) ilusorio. Yo digo "Yo"
corto la madera, y veo y siento el objeto "cuerpo" en tren de cortar la madera.
El cuerpo sirve entonces de smbolo visible y tangible para el yo. Se ve pues
la serie de refracciones y degradaciones de las que una "egologa" debera
ocuparse.
Notamos como Sartre en este prrafo indica que el cuerpo, y las imgenes del cuerpo degradan al yo concreto de la reflexin al yo concepto, quien
es caracterizado como sostn objetivo y vaco de estas acciones, es el cuerpo, sostn ilusorio del yo concepto, el cuerpo es un smbolo visible y
tangible para el yo, la imagen de ese cuerpo da al yo la ilusin de unidad, da conciencia de si, dejando al Ego que como aclaramos trasciende a la
conciencia, por fuera de este acto, ambos sujetos el del estadio del espejo, y del corte de madera, encuentran en la imagen la ilusin de unidad.
Para Lacan el cuerpo, se va a formar en la imagen especular, a la desfragmentacin original, es la imagen especular la que viene a dar conciencia de
unidad al yo, en una poca en la que la propioceptividad da al cuerpo la sensacin de despedazado, y es en la imago el espejo, en la que ese
despedazamiento propioceptivo encuentra su soporte, y su unidad, est acto fundante es un esbozo de concepciones futuras de Lacan dado que
precisa como arcaicas las fantasas de desmembramiento, o dislocacin del cuerpo caractersticas de las psicosis, y a las fantasas de castracin
como una imagen valorizada por un complejo en particular, el complejo de Edipo. El yo desde el comienzo va a ser otro, puesto que este acto
fundante lo enajena de forma primordial.
Publicado por Sebastian Matias Gamazo en 10:52
I ended our episode bemoaning that I feel like I still don't understand this
talk of "subject" as opposed to "self." A few of you have made some good
comments on this, but I'm still not satisfied. Let me pull a few things out of
the Fink book:
1. In chapter 2 about "The Nature of Unconscious Thought," he concludes
(on p. 22) by saying, "Now this way of conceptualizing the unconscious
apparently leaves no room for a subject of any kind. There is a type of
structure automatically and autonomously unfolding in/as the
unconscious, and there as absolutely no need to postulate any kind of consciousness of this automatic movement." This is all in
line with Sartre (at least) and with Lacan's view of the ego: while there is a self as object (the ego), as social creation that we
have beliefs about (our "self-image") and which exists in a social space, that self is NOT the subject, not the one that does our
actions.
2. Ch. 4 is called "The Lacanian Subject," and Fink distinguishes (on p. 35) Lacan from the structuralists and post-structuralists:
Structure seemed to excluce the very possibility of the existence of a subject... Lacan... maintains and defends both concepts-structure and subject--in a rigorous theoretical framework. Nevertheless, as he strips the subject of so many of the
characteristics usually attributed to it in Western thought... it is not always easy to see what role is left to the subject...
Lacan says... "the subject is never more than supposed"... the subject is never more than an assumption on our part. [It's] a
necessary assumption for Lacan, a construct without which psychoanalytic experience cannot be accounted for...
3. He then, throughout ch. 4, tells us what the subject is not: it's not the Cartesian subject, it "is not the subject of the statement,"
it "appears nowhere in what is said." What it is is fleeting (p. 41): "this enunciating subject... only appears when a propitious
occasion presents itself... [It] subsists only long enough to protest, to say 'No.' Once the subject has said his or her piece, what
he or she has said usurps his or her place; the signifier replaces him or her; he or she vanishes... This subject has no other
being than as a breach in discourse." However, immediately after that (p. 42), Fink clarifies that this description "applies.. more
specifically to what one might call the 'Freudian subject' than to the Lacanian subject." You can see how this description of
subject as breach sounds like the unconscious butting in, but per #1 above, the unconscious has no subject.
4. Still in ch. 4 (p. 43), Fink describes the Lacanian subject as the inverse of the Cartesian subject. By Cartesian subject he's
referring to the "I think therefore I am" formulation, and taking this not as a deductive argument for a persistent subject (as
Descartes did) but more in the way Hume and others took Descartes, which is to say that while thinking is going on, there is, at
that moment, a subject, immanent in that experience. So the subject doesn't exist over time, but is just a "point of view" while
consciously thinking at a given moment. But according to Lacan, "the subject... cannot take refuge in an idyllic moment where
thought and being coincide but is, rather, forced to choose one of the other. He can 'have' either thought or being, but never
both at the same time." Why? Well, because, again, per #3, Lacan is concerned with the unconscious: "Lacan thus seems to
hold out for us some sort of prospect of a subject with true or real being that would be diametrically opposed to the false being
of the ego, but this is not ultimately the case." So Lacan is like Freud (#3), but yet not like Freud (per #1), and yet there is a
subject in some sense (per #2), though it's not a "substance" like Descartes's subject, and presumably we can't just say it's the
body itself either that is the subject, that "does" our actions.
5. "The Split Subject" section (p. 45) says:
The subject is split between the ego... and unconscious..., between conscious and unconscious, between an ineluctably false
sense of self and the automatic functioning of language... in the unconscious.
...The subject is nothing but this very split. ...A speaking being's two "parts" or avatars share no common ground... This
momentous split is the product of the functioning of language... our alienation in language... While this split has nothing in
common with the kind of agency we tend to associate with subjectivity, it is nevertheless already a first step beyond structure.
Language as Other does not automatically make a subject of a homo sapiens child; it can misfire, as it does in psychosis...
Though the subject is nothing here but a split between two forms of otherness--the ego as other and the unconscious as the
Other's discourse--the split itself stands in excess of the Other... The advent of the split subject signals a corresponding division
or breakdown of the Other.
6. "Beyond the Split Subject" (p. 46) elaborates the solution hinted at by the last couple sentences of #4. Lacan wants to retain
allegiance to the Freudain quote sometimes translated as "where it was so I will be" (or "where the id was, so the ego will be"):
I must become the place where "it" was or reigned... I here apperas as the subjct that analysis aims to bring forth: an I that
assumes responsibility for the unconscious, that arises there in the unconscious linking up of thoughts which seems to take
place all by itself, without the intervention of anything like a subject.
This I, or subject of the unconscious, as we might call it, is in general excluded at the level of unconscious thought. It comes into
being, so to speak, only momentarily... But while it is just as... short-lived a subject as was that of the interruptions known as
slips of the tongue... this specifically Lacanian subject is not so much an interruption as... the acceptance of responsibility for
that which interrupts, a taking it upon oneself.
For Lacan claims that "one is always responsible for one's position as subject."
Again using Sartre for comparison: Sartre too emphasizes responsibility. You're in bad faith if you don't take responsibility for
even your implicit (Sartre doesn't like the word "unconscious;" the thinks that "unconscious thought" is self-contradictory)
assessments of the world. We have ultimate control over our own attitudes, which include much of the way we interpret the
world, whether we react positively or negatively to things that happen to us. Now, I have serious problems with this claim, but
the point here is that Sartre can have such a view, and moreover believe in "subjectivity" in the sense that something like
Descartes's starting point has to the starting point for philosophy, without having anywhere in his theory a "subject." Rather,
again, there's just the public ego (an object, not a subject), and NO transcendental subject lurking behind all of our experience
(a la Kant), and consciousness itself, which is just nothing: just the form of the world itself in the phenomenological field.
Both Sartre's and Lacan's terminologies here are non-intuitive and non-conventional. If you want to say (as they both do) that
identification of the public self with the agent of our actions is a mistake, then you have to tweak the language to accommodate
your position. Sartre does this by turning to phenomenology and finds that while of course my body and my thoughts and all that
feel like mine, that doesn't mean that there was a "me" to have those things before the body and thoughts came along. Rather
these phenomena, i.e. of the objects of our experience, are primary, and then "me" gets built off of that. I perceive, e.g. my
emotions, and need to acknowledge those as me or be in bad faith. The self is built, but needs to be built coherently, and in
consciousness of my freedom and responsibility in building it as it is.
Lacan likewise agrees that the self is built but for clinical reasons wants to separate the conscious ego, which is a product of the
imagination (e.g. the mirror stage where we get an "image" of ourself) and the symbolic (languages as the Other's desire) that's
a product of normal development but which involves a lot of self deception, from these identifications with the products of the
unconscious which Lacan thinks are key in advancing therapeutically. While (per #1) there is no subject of the unconscious, I
can take responsibility for the unconscious (well, bits of it) nonetheless: I can claim them, and call them "mine." For Lacan, this
describes the subject's fleetingly coming into existence. The subject is essentially an action, not a substance, or more precisely,
a phenomena encountered during an action. It's important that the analysand use this "me" terminology so that he or he feels
ownership; that's just part of claiming responsibility.
To reiterate, I think this dispute is largely terminological: I don't think either way of using or not using the term "subject" can be
ideal, i.e. accord with our pre-philosophical notions of "I," because these theories are meant to correct those pre-philosophical
notions. Nonetheless, I find Lacan's formulation unnecessarily obscure, and think he could just use "self" as an umbrella term
for all the self-identifications here, whatever else he wants to say about their role in psychological health.
-Mark Linsenmayer
JACQUES-ALAIN MILLER
Valralo!
Despertar, sacudir, partir los caparazones, derribar los dolos, increpar a los gordinflones,
deshinchar los globos, disipar las nieblas, soplar sobre el fuego, escanear las ideas, hacerlas
pasar por el filo de la navaja de Occam, ser verdadero, vivir tres segundos en uno,
argumentar (todo buen razonami ento ofende), ser consecuente, poner en claro, desnudar,
traspasar, llegar a la mdula, inclinarse ante lo real, servir a alguien ms grande que uno...,
tales fueron algunas de las pulsiones y las ambiciones del joven Jacques-Alain Miller. Esta
coleccin de textos de juventud ofrece una panormica de los aos de aprendizaje de un
personaje que fue el pasto de la actualidad del Barrio Latino en los aos sesenta. Se
encuentran aqu su entrevista con Jean-Paul Sartre en 1960, sus reflexiones intempestivas de
sus aos de Instituto, su primera exposicin en el Seminario de Jacques Lacan, sus primeras
tentativas lgico-filosficas, su ensayo sobre lo til. El volumen termina con su retorno a Lacan
y su entrada en anlisis. Nacido en 1944, Jacques-Alain Miller es psicoanalista y miembro de la
Escuela de la Causa Freudiana. Fue discpulo de Louis Althusser, Roland Barthes, Georges
Canguilhem, Jacques Derrida, Michael Foucault y Jacques Lacan. En 1966 cre los Cahiers
pour lanalyse, y obtuvo la agrgation en Filosofa. A la muerte de Lacan, en septiembre de
1981, comenz a practicar el psicoanlisis, se dedic a la clnica, a la enseanza, al campo
freudiano. Fund en 1992 la Asociacin Mundial de Psicoanlisis. Ocultar resumen completo
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In this paper we examine Jacques Lacan's work from the late 1940s and early 1950s and Jean-Paul Sartre's The Transcendence of the Ego, published
in 1936, in order to establish a conceptual connection between two authors who are usually considered, given their theoretical and methodological
perspectives, as having opposing viewpoints. The proposed connection is based on Sartre's concept of unreflective consciousness and Lacan's concept
of the subject. There are four notions that allow us to establish this connection: the transcendental, the active, the constitutive and the
impersonal/transindividual. Finally, we present a shared epistemological basis for both concepts that is essential to support the considerations in this
paper.
Keywords. Lacan, Sartre, subject, consciousness
source. Recall that Lacan absolutely rejects the attempt by ego psychologists and object relations theorists to reconstruct the development of the ego.
For him, these approaches are an unproductive rendering of Freud in that they are directed by the false ideal of normal development, a concept that
we will see Foucault attack. Lacanian analysis focuses on understanding the illusory nature of the ego in the interest of a fuller experience of subjectivity
that subsists beyond the phallic signifier. Thus, Lacan argues that attempts to shore up or reconstruct the ego result in a reinforced alienation,
primarily because these theorists do not understand that the ego is an illusion. Instead of being a force for reality organization, the ego represents the
center of all the resistances to the treatment of symptoms. This occurs because the ego is organized around the specular images that give the
individual a sense of imaginary coherence based on identification. Therefore, ego analysis takes place in the Imaginary register and, in opposition, Lacan
believes that effective analysis occurs on the frontier between the symbolic and the imaginary.
Instead of restructuring the ego, Lacan advocates the reconstruction of the signifying chain by which a person has been constructed. The goal is full or
true speech that occurs without the disrupting intervention of ego identifications. Full speech differs from empty speech in that it realizes the truth
of the subject, that subjectivity is an illusion. In empty speech the subject loses himself in the machinations of the system of language, implying that
this loss entails entanglement in the labyrinth of referential systems made available to him by the state of cultural affairs to which he is a more or less
interested party. Thus, for Lacan, movement toward the unconscious is theoretically preferable to movement toward the social order. In order to
understand oneself as a product of the discourse of the Other, one must understand that one is integrated into its circuit. Thus, when we identify
ourselves in language, we lose ourselves in it like objects where our future is already determined by the chain of signifiers into which we are inserted.
Thus, the best we can do is to understand that subjectivity is merely an illusion and to understand our destiny within discourse.
Lacan is advocating a kind of synchronic determinism in which humans are caught in signifying chains. Since we always exist within a linguistic system,
we can never step outside of it. We can never transcend it so as to gain subjective perspective. The best one can do is to understand that one is
decentered, that one is caught within the gears of language and therefore isnt master in his own house. The problem for him, though, is that no
genuine praxis is possible in a system where the conscious subject is merely an effect of the unconscious signifiers. As Antoine Vergote says, for Lacan,
the subject is but the locus of the combinative production of autonomized signifiers. The clinician might even wonder if this is not the nonsubject of
schizophrenia, the one who is the stake of the word but who is no longer playing the game of language. Yet it is clear that the truth of the human
subject, for Lacan, is in the inhuman interrelation among signifiers, and he inverts Descartess dictum, saying that I think where I am not, therefore I
am where I do not think.
In contrast with Lacan, for Sartre, therapy would involve not movement toward the linguistic unconscious, but rather a transformation of hexis into
praxis in which one would develop an intersubjective world of intentionality. This does not mean that Sartre believes we have absolute control over the
meaning of ones words, for this would be a distortion opposite to Lacans belief that we are products of the symbolic order. For Sartre, we can actually
use the symbolic order to change the phenomenal and intentional order. This is possible because of prereflective consciousness, which can always purify
the ego. In this light, Sartre asserts that the necessary attitude for comprehending a person is empathy. This means that we must go beyond an
analytical evaluation which leaves out an understanding of future directed intentionality and its meaning. Further, even though we can attempt to reduce
human action to its component parts, including determinist chains of causation, we will never understand humans if we do not attempt to understand
our creative abilities to make new meaning out of old structure. That is, even though our facticity suggests lines of praxis, this does not mean that it
creates subjects out of whole cloth, for Sartre. Language for him includes both possibilities for praxis as well as hexis. Further, in contrast to Lacan, an
individual is both constituted and constituting, and we have the freedom to reconstitute ourselves in such a way that we transcend the objectifying
elements of the gaze of others. It is important to note that Foucaults analysis of the constituted self can shed further light on the relation between
Lacans structuralism and Sartres phenomenology. This will help us further understand the limits that the phenomenological approach has in its criticism
of the influence of the natural science model on contemporary psychology. I highly recommend research in this area. As a start, one could take a look at
my Genuine Reciprocity and Group Authenticity (new edition now available at Amazon).
Recall that for Sartre, it is the extent to which an individuals ego is other-directed that is the false ego; the aim of therapy would be to purge the ego of
alienating otherness. Even so, for Sartre, we can never completely rid the ego of the other, because we can never step outside of our culture, our
history, and our concrete situation. Yet, we can reflect on our identifications to the extent that they are based on unreflected appraisals of others. This
means to use language proactively and creatively in order to transcend ones way of living as hexis. Psychological practice for Sartre would always
include the clarification of the relation between ones freedom and the established world of necessity. More importantly, it would promote the
transformation of passivity into authentic action, thereby increasing free choice.
Kevin Boileau, Ph.D., J.D. (Missoula, Seattle, San Francisco, Chicago)
Existential Psychoanalytic Institute & Society
31 Fort Missoula Road, Suite 4
Missoula, Montana 59804
(USA, Hong Kong, Leuven)
About EPIS
Existential Psychoanalytic Institute of Seattle
The Existential Psychoanalytic Institute of Seattle (EPIS) is a contemporary psychoanalytic society, research institute, and clinic dedicated to the
exploration and treatment of the human condition through a synthesis of existential analysis, traditional psychoanalysis, phenomenology, and critical
philosophy.
By providing a low-fee clinic and a 4-year, post graduate certificate program, EPIS intends to support the interests of existentialist-based practitioners
as well as the communities they serve.
Through our research at EPIS we also intend to contribute to the literature in existential phenomenology as well as to clinical applications.
The purpose of the low-fee clinic is to provide quality counseling and mental healthcare services to individuals who could not otherwise afford them.
By working in a community-based business model we hope to also create important alliances with various academic and clinical programs around the
Seattle and King County areas.
This will serve patients, clients, students, interns, recent graduates, therapists, schools, and the community.
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Keywords:
VIDEO Version
All that, in a still total obscurity, is at work when I meet in 1960 the
Belgium mine Workers.
The story number six is a very moral story.
After 68, during what we can call the red years, when we invented new
things, when we created bonds with peoples that we did not know,
when we were in the conviction that an entirely other world than that
of our academic destiny awaited us, we entered into a political
enterprise with a good many people, - and some of them, me included,
continue this new political enterprise.
But what really struck me, the experience I wish to speak of here, is the
experience of those who, starting with the middle of the 1970s,
renounced this enterprise. Not only did they renounce this enterprise,
but they entered into a systematic renegation that, starting with the
new philosophers, from the end of the 1970s, little by little establish
themselves, spread and dominate. And this is planted in philosophy
like an arrow. It is a question in itself: How is it possible that one can
cease being the subject of a truth? How is it possible that one return to
the routine of the world This question nourishes my conviction that
what is constitutive of philosophy is to stay not only within the
vividness of the event, but within its becoming, that is, within the
treatment of its consequences. Never to return to structural passivity :
That is properly constitutive of philosophy as thought. It is what I
simply called fidelity. And fidelity forms a knot, it is a concept that
brings together the subject, the event and truth. It is what traverses the
subject with regard to an event capable of constituting a truth.
Here again I think of Plato. At the end of Book IX of the Republic,
Socrates responds to the objection that the ideal city which he had
traced the plan of would probably never exist. This is a massive
objection that the young people make: "All that is magnificent, but we
don't see it coming!". Socrates responds more or less like this: that this
city exists or may one day exist is of no importance, because it is only
its laws that must dictate our conduct. That is the principle of
consequence. And it is not a question that is inferred from a problem of
existence or inexistence. It's our philosophical duty : to continue.
It's my story seven which is an erotic story. This is what is expended by
all biographers. Will you be disappointed? I will stay within the
discreet erotic genre. A "soft" story.
Just like everyone, in the 50s and 60s, we were tormented by sexuality.
lacan.com 1997/2008
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Available only through EBSCO Publishing. Inc.
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for any other purpose.
Jean-Paul Sartre
French philosopher, novelist, and playwright Jean Paul Sartre (1905-1980) attended thecole
Normale Suprieure, received his accreditation in philosophy, and was a resident at the Institut
Franais in Berlin during 1933-34. He was awarded, but declined, the Nobel Prize for literature in
1964. Sartre's first major work, The Transcendence of the Ego (1936-1937) published in English in
1957, called into question the interiority of consciousness and, based on Edmund Husserl's
phenomenology, he wrote that "the ego is neither formally nor materially in consciousness: it is
outside, in the world. It is a being of the world, like the ego of another." The subject does not possess
himself and consciousness, "defined by intentionality," provides no privileged self-knowledge
because, as Sartre writes, "My I, in effect, is no more certain for consciousness than the I of other
men. It is only more intimate." These ideas formed the springboard for a radical critique of
introspection, self-knowledge, and inner life. Sartre developed his ideas further in Being and
Nothingness (1943). In this text he suggested that Sigmund Freud's work (which he characterizes as
"empirical"), in his estimation, represents a provisional formulation, subject to critique, of what he
calls (more by reference to Sren Kierkegaard than to Ludwig Binswanger) "existential"
psychoanalysis. He postulates the principle that the human being is a totality, expressed completely
through fortuitous conduct. "In other words there is not a taste, a mannerism, or a human act which is
not revealing" (p. 568). The goal, to elucidate the actual behavior of human beings, is based on "the
fundamental, preontological comprehension which man has of the human person" (p. 568). All
conduct symbolizes and conceals, in various ways, the basic choice of every individual subject. Each
person must be unveiled and revealed, as Sartre himself would attempt to do with Jean Genet (1952)
and Gustave Flaubert (1971-72). With this as a starting point, Sartre moves on to discuss the
similarities and differences between Freudian psychoanalysis and what he calls existential
psychoanalysis. In terms of similarities, both analysis and existential psychoanalysis "consider the
human being as a perpetual, searching, historization. Rather than uncovering static, constant givens
they discover the meaning, orientation, and adventures of this history" (p. 569). With knowledge
anterior to logic, the subject has absolutely no privileged capacity for self-knowledge, while conflicts
and projects can be apprehended only from the point of view of the other. But there are also radical
differences. Most decisive, according to Sartre, is that for Freud the libido is an irreducible
psychobiological given. By contrast, Sartre suggested that the subject's own demarche is centered
on choices that cannot be constituted in advance and which vary with each individual. "For human
reality there is no difference between existing and choosing for itself" (p. 572) because
"consciousness is a being, the nature of which is to be conscious of the nothingness of its being" (p.
47). In sum, from a somewhat dated view of Freud's work, Sartre fashions a critique that views
psychoanalysis as an acceptable albeit awkward and provisional expression of what will become
existential psychoanalysis, while on a practical level it is more successful. "Empirical psychoanalysis,
to the extent that its method is better than its principles, is often in sight of an existential discovery,
but it always stops part way" (p. 573).
more
On Sartre and Heidegger Despite Lacan's criticisms of the absolute autonomy of the self assumed by
existentialism, he recognises in Sartre a fellow Hegelian. When Lacan wisHes to discuss problems of
alternation and ambivalence he often turns towards the analysis of the dialectic of self and other, of
seeing and being seen, of humiliation and domination to be found in Sartre's Being and Nothingness.
Let me briefly outline some of the similarities between the discourses of Lacan and Sartre. Lacan
described Being and Nothingness as essential reading for psychoanalysts because of the acuity of
its presentation of the other and of the gaze.? Sartre believed that the gaze is not located just at the
level of the eyes. The eyes may well not appear; they may be masked. The gaze is not necessarily
the face of our fellow being; it could just as easily be the window behind which we assume he is lying
in wait for us. It is an X, the object when faced with which the subject becomes object. Lacan also
has important things to say about this topic. The eyes, as one of the modes of access for libido to
explore the world, become the instrument of the 'scopic drive'. A drive, we must remember, is not just
pleasure-seeking, but is caught up in a signifying system. This signifying process comes to affect all
looking. The eye is not merely an organ of perception, but also an organ of pleasure. There is, of
course, a difference between the eye and the look. The subject can, in a way, be seized by the object
of its look. As Lacan points out, 'it is, rather, it that grasps me'.8 Lacan recommends Sartre's
phenomenology as essential reading because it can contribute to our understanding of
intersubjectivity. The latter's phenomenology of 'being in love' is judged 'irrefutable'; Sartre believes
that the self remains irremediably opposed to the Other. Drawing on Hegel's parable, of the masterslave relation, Sartre reinterprets the struggle for recognition and argues that the attempt by each self
to reduce the other to an object is impossible. What happens is this: to the other person, who looks at
me from the outside, I seem an object, a thing; my subjectivity with its inner freedom escapes his
gaze. Hence his tendency is always to convert me into the object he sees. The gaze of the Other
penetrates to the depths of my existence, freezes and congeals it. It is this, according to Sartre, that
turns 36 Jacques Lacan love into perpetual conflict. The lover wishes to possess the beloved, but the
freedom of the beloved cannot be possessed; hence the lover tends to reduce the beloved to an
object for the sake of possessing it. Love is menaced always by a perpetual oscillation, between
sadism and masochism. In sadism I reduce the other to a mere lump, to be beaten and manipulated
as I choose, while in masochism I offer myself as an object, but in an attempt to entrap the other and
undermine his freedom.9 One of the most important concepts in Lacan's thought is desire. This is, of
course, one term in the need-demand-desire triad. I ~all briefly attempt to explain the meaning of
these terms. Like his \mentor, Hegel, Lacan begins from the experience of physical nee4' We all
realise that the child is for a long time dependent upon others for the satisfaction of its basic wants.
Need can be defined in basically biblogical terms. Lacan argues that a crucial transformation
take/place when the child's plea for satisfaction begins to be expre~a in language, since the request
for satisfaction is now ac~p~nied by a plea for recognition as the subject of the need to _be satisfied.
This is what Lacan calls demand. It is out of this process that there emerges what Lacan terms
desire. Desire is that which goes beyond demand and conveys the subject's wish for totality. It can
never be fulfilled. I mention this because there are close connections between Lacan's and Sartre's
concept of desire. Lacan's term disir comes from Hegel, through Kojeve, and phenomenology. Sartre
speaks of man being torn between a 'desire to be' and a 'desire to have'. For both Sartre and Lacan
desire is defined in terms of a 'lack of being'. Some parallels can also be found between Lacan's
'mirror phase' and Sartre's early work. In both cases the ego is viewed as an illusory representation,
as a source and focus of alienation. Optical metaphors are used by both authors. Lacan introduced
the mirror phase in 1936. With the mirror phase Lacan began to work with a concept of the human
subject who does not have his own unity in himself, but with a subject who finds his unity only in the
other, through the image in the mirror. This gives us the matrix of a fundamental dependency on the
other, a relationship defined not in terms of language but in terms of image. In philosophical terms
Lacan's mirror phase takes its inspiration from Kojeve's Hegel, whereas Sartre's pure
phenomenology owes its primary inspiration to Husser!. I should add, in parentheses, that though
Lacan was ~
The uses of philosophy 37 influenced by Sartrean existentialism he was also critical of it. He could
not accept its bleak pessimism, its faith in selfconsciousness, the sear~h for liberty within a situation
of enslavement, and its denial of the efficacy of action.10 Another similarity between Lacan and
Sartre is their interest in Heidegger.
See Also
Action-language
Determinism
France
Politzer, Georges
Thought-thinking apparatus
References
1. Sartre, Jean Paul. (1972 [c1957]). The transcendence of the ego: An existentialist theory of
consciousness. New York: Octagon Books. (Original work published 1936-1937)
2. . (1964 [c1956]). Being and nothingness: An essay in phenomenological ontology.
Special abridged ed. New York: Citadel Press. (Original work published 1943)
3. . (1963). Saint Genet, actor and martyr. (Bernard Frechtman, Trans.) New York: G.
Braziller. (Original work published 1952)
4. . (1976). Critique of dialectical reason, theory of practical ensembles. (Jonathan Re,
Ed.]]
Sartre, J.P., 84, 89, 182 Seminar XI Sartre, Jean-Paul 25, 310, 325 Ecrits
Os impasses do amor:
Sartre, Lacan e o problema do reconhecimento do desejo
notar
um
certo
acento heideggeriano nesta
reflexo sartreana sobre a linguagem metafrica, mais
prxima dopoema do que da descrio referencial. Basta
lembrarmos como, em Heidegger, a linguagem na qual o
homem pode ouvir o apelo do Ser um pensamento
onde logos e poiesis ainda no esto dissociados, tal como na
metfora.
Encontraremos tambm em Lacan um quiasma
fundamental entre gozo e conceito, mas tal quiasma no o
obriga a colocar o gozo como modo de abertura a um cogito
pr-reflexivo, tal como vemos em Sartre. Como alguns
comentadores notaram bem: "Contrariamente a Sartre, Lacan
no oferece uma alternativa ao modelo reflexivo da
conscincia de si"[21] - o que, neste caso, pode ter suas
vantageens. Ao invs de determinar a transcendncia
negativa do sujeito como manifestao de uma conscincia
pr-reflexiva, o que, no limite, poderia nos levar a pensar o
gozo como retorno a um gnero de imanncia do afeto e da
sensibilidade, Lacan preferiu uma outra via. Haver um
gozo fora da reflexividade do conceito mas ele no poder
ser postopela conscincia como seu projeto. O que noidntico dever guardar a forma da no-identidade.
Estrutura e perverso
heri de Proust, por exemplo, que instala sua amante em casa, que pode v-la
e possu-la a qualquer hora do dia, deveria estar livre de inquietaes.
Sabemos, no entanto que, ao contrrio, ele corrodo por preocupaes.
atravs da sua conscincia que Albertine escapa a Marcel, isto mesmo quando
ele est ao lado dela, ele s conhece sossego quando ele a contempla
dormindo. pois claro que o amor quer cativar a conscincia [25]; ou seja,
esta liberdade negativa que determina a estrutura do ser como para-si.
O amante quer ser aquilo no qual a liberdade do outro aceita perder-se.
Ele este olhar sob o qual o outro aceita estar transformando-se em objeto.
Pois apreender um olhar ter a conscincia de estar sendo olhado, de estar
sendo posto como um objeto do mundo. Estar sob um olhar reconhecer
minha escravido, experincia alienadora que me faz reconhecer o ponto que
me constitui como ser para-um-outro. Por isto, Sartre pode dizer que o amante
exige: uma liberdade que, enquanto liberdade, reclama sua alienao [26].
Desta forma, enquanto me colocar na posio de sujeito, nunca terei
diante de mim um outro olhar desejante, olhar que presentifica o outro. Terei
apenas um olhar reificado, transformado em objeto narcsico no qual vejo
apenas minha prpria imagem. S posso ter diante de mim um olhar
condio de me colocar como objeto. Pois: identifico-me totalmente a meu
ser-olhado
a
fim
de
manter
diante
de
mim
a
liberdade olhante (libertregardante) do outro; apenas este ser-objeto que
pode servir-me de instrumento para operar a assimilao, mim, da outra
liberdade[27]. Desta forma, o reconhecimento intersubjetivo de um ser que, em
Sartre, fundamentalmente transcendncia estaria fadado ao fracasso. O olhar
(da conscincia) sempre reduz o outro a condio de objeto. Jamais voc me
olha l de onde te vejo, inversamente, o que olho nunca o que quero ver,
dir Lacan[28]. Isto leva Sartre a afirmar que o amor necessariamente se
confronta sempre com trs princpios de sua destructibilidade: a duperie (ou
simplesmente confuso narcsica), a perptua insatisfao do amante e
a relatividade de sua condio absoluta de centro de referncia a partir do qual
o mundo se ordena (isto devido a presena de outros). Isto quando ele no se
transforma em masoquismo, vertigem diante do abismo da subjetividade do
outro, ou sadismo.
Voltaremos a esta metfora escpica mais a frente, a fim
de salientar sua natureza extremamente dependente de uma
tendncia da filosofia moderna em pensar conscincia como
um
olhar.
Por
hora,
vale
lembrar,
juntamente
com Axel Honneth, como este impasse ontolgico do amor ir
invalidar toda possibilidade de reconhecimento intersubjetivo
para Sartre. Pois a conscincia precede o campo
intersubjetivo e no saberia deixar-se se limitar por ele.
Como todo sujeito humano vive como um ser-para-si no
estado de uma transcendncia permanente de seus prprios
projetos de ao, ele sente o olhar do outro como uma
Broch
Cet essai remarquablement argument et convaincant dmontre que les rlaborations de Lacan par rapport la thorie freudienne oprent
partir des concepts existentiels sartriens, qui trouvent l une nouvelle fonction. Il souligne ainsi que l'apport lacanien la psychanalyse ne consiste
pas seulement dans l'approche de l'inconscient comme structure, mais aussi dans l'importation de la notion de sujet, redploye partir de
l'existentialisme. Ds 1946, Lacan conoit la causalit de la folie en se rfrant la question de la libert et du choix du sujet. Puis l'ge d'or de son
enseignement structuraliste, dans les annes 1950, repose sur une distinction entre l'ego et le sujet, formule partir de la philosophie sartrienne
rinvestie contre la psychologie du moi. Au dbut des annes 1960, Lacan se confronte aux dfinitions que Sartre donnes de l'angoisse pour les
dpasser, afin de cerner le type de danger concret de cette motion. La rvolution introduite par Lacan dans la pratique mme de la psychanalyse,
qui relve d'une nouvelle dfinition de la temporalit de l'inconscient, est nonce partir d'une reprise de l'analyse sartrienne du regard. Ainsi, la
refondation de la psychanalyse depuis l'effort structuraliste et l'affirmation de l'autonomie de l'ordre symbolique, le conduit finalement Lacan faire
de la contingence, concept inaugural de la pense sartrienne, l'autre versant de l'inconscient