Texto ilegible para análisis
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Ayer y hoy
de la astrología
Rafael Andrés Alemañ Berenguer
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influencia benéfica o maléfica, en tanto que los azte- vo astrológico pasó a los árabes a través de algunas
cas rendían homenaje especial a la constelación de de cuyas obras Introductorium ad Astronomiam de
las Pléyades y a Venus. Los chinos, por su parte, Abbumansur (805-885) retornaría al Occidente
basaron su astrología en su propio periodo anual el medieval. Durante todo este periodo y en el Rena-
año chino, al que asignaron sucesivamente uno de cimiento, reyes, príncipes y papas contaron con afa-
los doce animales emblemáticos de Extremo Oriente: mados astrólogos entre sus cortesanos y no iniciaban
perro, mono, liebre, tigre, caballo, dragón, rata, gallo, ninguna gran empresa sin consultarles. Además del
búfalo, jabalí, serpiente y cabra. Y junto con ellos sus archiconocido Nostradamus, no son pocos los astró-
cinco elementos: fuego, tierra, agua, metal y madera. logos que alcanzaron la celebridad por aquellas
La confección de un auténtico horóscopo chino es fechas: Junctino de Florencia, Pomponazzi, Augier
una ardua tarea para la que se precisa una paciencia Ferrier y, especialmente, los británicos John Dee y
y una sutileza interpretativa nada desdeñables, ade- William Lilly.
más de considerables conocimientos sobre el críptico
libro I Ching. La irrupción del método científico y el desprestigio
del ocultismo abrió las puertas a un periodo de deca-
En lo tocante al mundo occidental, las primeras dencia para la astrología que duró hasta las postrime-
manifestaciones astrológicas se dieron en Caldea rías del siglo XIX, momento en el que Madam Bla-
(tablillas de Nippur, en el año 2400 a.C.) y de allí se vatsky y su Sociedad Teosófica revitalizarían el gusto
transmitieron a Grecia, Egipto y la India. Los milesios por el ocultismo en general y por los horóscopos en
fueron los primeros entre los griegos en practicar la particular. A comienzos del siglo XX el teósofo británi-
astrología (siglos VI y V a.C.), aunque quien verdade- co Alan Leo simplificó los procedimientos del cálculo
ramente introdujo el arte astrológico en la cultura e interpretación astrológicos, facilitando su difusión
helénica fue el sacerdote babilónico Beroso (280 entre el gran público y sentando las bases de la moder-
a.C.). Los griegos enriquecieron la astrología caldea na astrología de masas. Estas creencias disfrutaron de
con aspectos como la fecha de nacimiento, la noción un nuevo auge desde la segunda posguerra mundial
de casas zodiacales y la adopción de las divinidades hasta nuestros días, en los que Nancy Reagan recibía
del destino o Moiras, las cuales justificaban la inexo- continuo asesoramiento astrológico mientras su mari-
rabilidad de las predicciones astrológicas a las que ni do ejercía el cargo de presidente de los Estados Uni-
siquiera los dioses del Olimpo podían sustraerse. La dos. Los manifiestos antiastrológicos firmados por
asimilación de la cultura griega por el Imperio Roma- científicos franceses en 1970, norteamericanos en
no expandió universalmente la práctica de la astrolo- 1977 y españoles en 1990, no parecen haber contra-
gía. El poeta Juvenal relata que los ciudadanos de rrestado visiblemente la popularidad de esta doctrina.
Roma solían consultar unas tablas llamadas efemé-
à
rides astronómicas incluso para decidir cuándo
debían cortarse el pelo o salir a dar un paseo. En el Horóscopos
siglo II de nuestra era Claudio Ptolomeo, el mayor
geómetra y astrólogo de la época, recopiló los funda-
mentos de su disciplina en la clásica obra de cuatro Ahora bien, ¿qué es y cómo se elabora un horós-
volúmenes Tetrabiblos. copo? El horóscopo genuino nada tiene que ver con
las burdas reseñas que aparecen publicadas en la
La naciente religión cristiana no tardó en conver- prensa diaria en las que sólo cuenta el signo solar o,
tirse en la principal fuerza enemiga de la astrología en multitud de veces, la simple imaginación del autor. La
el mundo antiguo, a la que reprochaba su base fata- confección de un horóscopo reposa sobre el concep-
lista y pagana incompatible con el libre albedrío to de zodiaco, sucesión de signos (Aries, Leo, Virgo,
humano y la omnipotencia divina. Grandes prohom- etc.) a los que se atribuye un carácter determinado
bres de la Iglesia como San Agustín o Santo Tomás (colérico, prudente, frío...) y que tienen su origen en
fustigaron severamente a los astrólogos, cuyos espo- las posiciones que ocupaban estrellas y planetas hace
rádicos aciertos eran imputables, según estos santos, 2.500 años. El punto de partida del zodiaco es aquel
al auxilio de espíritus diabólicos. En su libro La Ciu- donde comienza y finaliza la órbita solar aparente
dad de Dios dice tajantemente San Agustín: Es pre- -movimiento anual del Sol visto desde la Tierra-,
ciso silenciar a quien afirma que las estrellas rigen cuya denominación común es la de punto de Aries
nuestros actos o nuestros sentimientos, buenos o o punto vernal. En ese punto empieza y termina el
malos, sin intervención de Dios ...pues, ¿a qué fin círculo zodiacal, sobre el que se distribuyen los doce
sirve esta opinión, como no sea el de rechazar toda signos del zodiaco en doce sectores de treinta grados
divinidad?. A raíz de esta actitud intolerante el rele- sexagesimales cada uno.
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El origen de los signos zodiacales es impreciso y Las principales vías de interpretación de un tema
no existe acuerdo sobre los motivos de su aparición; astral son tres. La primera supone calcular el punto
podrían representar el cambio de las estaciones anua- del zodiaco que ocupaban en el momento del na-
les, el temperamento o el cuerpo humanos, el deve- cimiento los planetas en su recorrido. Esto nos permi-
nir de la existencia o quién sabe qué. Ciertamente los tiría conocer a partir del día y la hora en que nace un
antiguos creían con firmeza en la influencia de los individuo el signo y grado de cada planeta, especial-
astros, a la que achacaban un poderío especial cuan- mente las dos luminarias (Sol y Luna), con lo cual nos
do cada planeta pasaba por un punto concreto del veríamos aptos para deducir los distintos aspectos de
zodiaco. A las zonas desde las que cada planeta pare- la persona. El segundo camino implica comprobar
cía ejercer un influjo particularmente vigoroso se las qué signo y astros ascendían por el horizonte o culmi-
llamó casas zodiacales o domicilios. naban su cenit en el momento natalicio. Estos dos
Una vez determinados estos elementos básicos de elementos son importantísimos, ya que el ascendente
la carta astral, obtenemos una representación geo- indica las características individuales del recién naci-
céntrica convencional del firmamento; es decir, tal do y el medio cielo (signo que se encontraba en el
cual se contempla desde el punto de vista de un cenit) señala la proyección social. La última senda
observador terrestre. Habremos ubicado también interpretativa supone averiguar cómo los planetas
todos los planetas -incluyendo bajo esta denomina- combinan sus influencias entre sí partiendo de distan-
ción al Sol y a la Luna- en relación con los signos del cias angulares y de infinidad de detalles y matices
zodiaco, procediendo entonces a la domificación o detectables por el experto.
colocación de las doce casas zodiacales. A partir de la Este último punto pone de relieve que la verdade-
casa I se sitúan Vita, Lucrum, Fratres, Genitor, Filii, ra complejidad de la carta astral estriba en su inter-
Valetudo, Uxor, Mors, Peregrinationes, Regnum- pretación. Las características de los planetas, signos y
Honores, Amici Benefacta y Enemici. Los planetas, casas zodiacales se entrelazan en una tupida red de
con un cierto margen llamado orbe, pueden estar influencias mutuas en las que las interdependencias
emplazados en lugares que, según la doctrina astroló- de cada elemento con todo el resto del sistema se van
gica, configuran relaciones armónicas o discordantes concatenando en un proceso sin fin. Esta circunstan-
entre ellos dependiendo de su separación angular. cia se debe en su mayor grado a que los cimientos
Las colocaciones relativas así definidas podrán ser en esotéricos de la astrología imparten una vez más la
conjunción sextil, cuadratura, trígono, oposición u idea de que el hombre es un microcosmos en minia-
otros aspectos de menor importancia. tura que refleja el macrocosmos que le rodea. Por ello
a cada planeta le corresponden las cualidades de un
animal determinado, de un metal, de un color, de un
día de la semana, de una gema, de una parte del
cuerpo, de un número, etc. Omnia in unum (Todo en
uno) reza el lema astrológico que entronca esta dis-
ciplina con las tradiciones mágicas y ocultistas del
Occidente arcaico.
à El debate astrológico
Entre los modernos astrólogos no faltan quienes
atribuyen a su disciplina un rigor y unos méritos com-
parables a los de cualquier ciencia natural. Estos méri-
tos son generalmente de dos clases: el mecanismo del
influjo astral sobre los individuos y la comprobación
efectiva de dicho influjo. En el primer estadio se inten-
ta estudiar el proceso por el cual los astros afectan a la
personalidad y al destino humano; en el segundo se
trata de demostrar, usualmente con métodos estadísti-
cos, las consideraciones teóricas antes esbozadas.
Los mecanismos hipotéticos planteados para
Dibujo de un círculo zodiacal. explicar la acción de los planetas y demás astros,
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pasan en su totalidad por las fuerzas fundamentales Se arguye con frecuencia que la influencia astro-
conocidas por la física ortodoxa, a la que los astrólo- lógica comienza a surtir su efecto en el instante del
gos acuden sin pizca de rubor. La gravedad, la fuerza parto y no en el de la concepción, debido al apanta-
que a escala universal mantiene a los cuerpos celes- llamiento que lleva a cabo el vientre de la madre
tes en sus órbitas, parece la pretendiente más idónea. sobre el feto. Ahora bien, ¿qué clase de influjo es ése,
Esta adecuación aparente es la que ha dado aliento a capaz de recorrer cientos de miles de kilómetros por
falaces analogías, como la búsqueda de paralelismos el gélido vacío sideral para verse detenida por unos
entre la influencia del Sol y la Luna sobre las mareas escasos centímetros de carne? Esto parece implicar
y su posible influjo en el ser humano, constituido en llevando el argumento hasta el absurdo que basta-
un 75% de agua. El fraude de este argumento se ría revestir las paredes de una habitación con chule-
oculta en el hecho de que los efectos gravitacionales tas para librarse de la influencia de los astros sobre
sólo son significativos cuando las masas en juego son nuestras vidas.
enormes y las distancias relativamente pequeñas.
Tampoco se detalla el momento exacto en que la
En una persona cuya masa acuosa es infinita- influencia astrológica entra en acción durante el naci-
mente menor que la de un océano -además de que miento: ¿cuándo sale la cabeza del recién nacido, al
dicho líquido está encerrado en células y vasos san- salir los pies, o en un momento intermedio?; ¿y qué
guíneos- el efecto gravitatorio es sencillamente nulo. ocurre con los partos inducidos farmacológicamente
De existir alguna influencia astrológica debida a la o con las cesáreas? Hoy día, las modernas técnicas de
gravitación sobre los recién nacidos, los únicos res- fecundación artificial añaden un nuevo interrogante a
ponsables posibles por sus tamaños y distancias se- la controversia. Ya que la concepción se produce
rían la Luna y el Sol. Sin embargo, la fuerza ejercida fuera del vientre materno, ¿habrá de admitirse que la
comparativamente por los adultos presentes en el astrología actúa ya desde ese instante, o es que tam-
parto es inconmensurablemente mayor a causa de su bién el vidrio de la probeta amortigua su poder? Nin-
extrema proximidad. Un doctor de 100 kg, por ejem- gún astrólogo se pronuncia al respecto.
plo, situado a un metro del bebé ejercería una fuerza Un grave defecto que comparten todas las justifi-
gravitacional cien mil veces superior a la de la estre- caciones astrofísicas de la astrología reside en la tre-
lla más cercana. Y aun así debiera explicársenos por menda distorsión de la geometría espacial a la que
qué motivo la fuerza de atracción entre dos masas conducen. En efecto, se proyecta en dos dimensiones
cualesquiera ha de decidir el día más propicio para lo que en realidad tiene tres y por ello las distancias
nuestra visita al dentista, o la proporción de bondad entre planetas, sus alineaciones y conjunciones, que-
y alegría que habrá en nuestro carácter conforme a dan completamente falseadas. Por ejemplo, dos con-
la fecha de nacimiento. junciones Luna-Marte pueden diferenciarse en que
en un caso los dos astros estén separados por una dis-
La fuerza electromagnética, mucho más intensa tancia seis veces mayor que en el otro, sin que en la
que la gravitacional, parece por ello una candidata carta astral se acuse para nada esta circunstancia. Si
más prometedora. Así parece creerlo el astrólogo existe alguna fuerza responsable de las influencias
Demetrio Santos que en su libro Astrología teórica, astrológicas deberían tomarse en cuenta estas dife-
ecuaciones fundamentales, desarrolla doscientas rencias, a no ser que se postulase una acción instan-
páginas de farragoso texto matemático en el que rela- tánea e independiente de la separación. Mal camino
ciona a su gusto y conveniencia ondas, armónicos, sería éste, puesto que de inmediato la relatividad de
signos y astros. La piedra angular de las elucubracio- Einstein se alzaría ante nosotros exigiendo coherencia
nes de Santos es la existencia de una acción física del y sensatez.
cosmos sobre los humanos, explicable por el hecho
de que las moléculas vivas se generan en el espacio y Precisamente, el retardo relativista que impone la
descriptible mediante la mecánica ondulatoria. velocidad finita de la luz hace que nos preguntemos si
Obviando el carácter altamente controvertible de las el astrólogo calcula las posiciones de los astros en el
anteriores suposiciones, el subsiguiente tratamiento momento del nacimiento tal como se ven en ese ins-
del tema que nos presenta este astrólogo evidencia la tante desde la Tierra, o tal cual son en realidad
desproporción existente entre los conceptos de los tomando en cuenta el tiempo que tarda la luz en lle-
que se sirve y su aptitud para manejarlos. El respeto gar hasta nosotros. De alegarse nuevamente que el
profesado por numerosos astrólogos españoles a la influjo astral no depende de la distancia, cabría pre-
obra de Santos, resulta únicamente fruto de la reco- guntarse por qué no se incluyen entonces los efectos
nocida capacidad de los desarrollos matemáticos de todas las estrellas y planetas del universo. A la res-
para conturbar a quienes no los dominan. puesta de que semejantes fuerzas son privativas de
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los astros descritos en el zodiaco, nuestra perplejidad nos. Por esta razón el equinoccio de primavera, que
va en aumento: primero se introducen acciones a dis- hace 2.000 años coincidía con la constelación de
tancia absolutamente incompatibles con nuestros Aries, cae ahora sobre la de Piscis y está cercana a
conocimientos físicos y después se reduce arbitraria- entrar en Acuario (de ahí la Era de Acuario tan
mente su origen a los cuerpos celestes que conviene exaltada por los peores voceros de la New Age). Así
en cada momento. No parece éste, desde luego, un pues, si somos rigurosos, los nacidos a principio de
proceder muy científico. Más bien la presunta astrolo- agosto, a los que se atribuye el signo de Leo porque
gía científica aparenta ser como el sistema ptolemai- era esa la constelación que se encontraba en el cielo
co; un creciente revoltijo de parches teóricos y estival en tiempos babilónicos, no deberían regirse
remiendos artificiosos sin más objeto que apuntalar por este signo sino por el de Cáncer, que es el que
unas creencias que se derrumban de pura decrepitud. realmente tienen hoy sobre sus cabezas cuando
nacen en las fechas indicadas.
De hecho, la segunda simplificación fraudulenta
de las cartas astrales tiene su fuente en el empeño de Conscientes de esta contrariedad, algunos astrólo-
los astrólogos en aferrarse a una visión geocéntrica gos decidieron por su cuenta y riesgo escindirse en
con casi dos mil años de antigüedad. Por ese motivo una nueva escuela de astrología. Sabedores de que la
encontramos que en una carta astral se juzga signifi- precesión equinoccial ha desligado por completo los
cativa una sola de las dos dimensiones a las que se ha signos zodiacales de la posición de las constelaciones,
reducido un espacio de tres. Esa única dimensión res- la astrología trópica confecciona cartas astrales en
tante, la longitud zodiacal, es la culpable de que se función del calendario solar únicamente, a diferencia
consideren conjunciones lo que en realidad son ubi- de la doctrina tradicional o astrología sidérea que
caciones de los planetas muy alejadas entre sí, y vice- mantiene la correspondencia entre signos y constela-
versa, que se desestimen situaciones en las que sí se ciones. En otras palabras, a ojos de los nuevos astró-
hallan próximos. Estos errores de bulto tenían su logos -los trópicos- quien nazca el 30 de julio será
razón de ser en la época de Ptolomeo, cuyo sistema regido por el signo de Leo, o quien lo haga el 29 de
de epiciclos no funciona si se toma en consideración noviembre lo será por Cáncer, con independencia de
la latitud además de la longitud, pero hoy sólo resul- dónde se halle cada una de dichas constelaciones en
tan groseros residuos de unas creencias definitiva- esas fechas.
mente fenecidas.
Lo que ocurre entonces es que ni las casas zodia-
à
cales ni los signos se corresponden ya con ningún
objeto astronómico real. De esta manera tan sólo se
La precesión de los equinoccios atiende a un sector del cielo cuya influencia se consi-
dera decisiva, sin que importe para nada las estrellas
Una perfecta ilustración de ello la tenemos en el que ocupan esas posiciones. Tenemos, pues, que la
problema de la precesión de los equinoccios, poco astrología trópica, despojada de su rimbombante ter-
conocido por el público en general. El efecto llamado minología, resulta ser en realidad una calendariolo-
precesión de los equinoccios -igual podría deno- gía; es decir, una técnica para asignar personalida-
minarse de solsticios o de cualquier otra fecha del des y destinos a los individuos sin más datos que su
año- se produce debido a que el eje de rotación de fecha de nacimiento. Tal doctrina es equivalente en la
la Tierra sobre sí misma se halla inclinado respecto práctica a la afirmación de que existen temperamen-
del plano formado por la órbita de la Tierra en torno tos y cursos vitales típicamente julianos si la perso-
al Sol (plano de la eclíptica). Esta inclinación, ade- na en cuestión nació en julio, o septembrinos si lo
más, demuestra ser variable y sus valores oscilan hizo en septiembre. Dígase lo que se quiera, el zodia-
entre 20 y 25 grados sexagesimales. Esta circunstan- co sidéreo no guarda relación alguna con la localiza-
cia provoca un movimiento del eje de rotación de ción real de las constelaciones, en tanto que el zodia-
nuestro planeta, el cual varía progresivamente su co trópico no es sino una veneración hacia los días
orientación en el espacio. del año, a los que por sí solos nadie ha adjudicado
nunca virtud mágica alguna.
Esta variación es muy lenta, por lo que sus conse-
cuencias son difícilmente apreciables de un año a Mas nada parece importar a los astrólogos esta
otro; pero sí es suficiente para que, en los 2.500 años serie de consideraciones. Carece de importancia que
transcurridos desde la civilización mesopotámica, las en la astrología sidérea las constelaciones estén todas
constelaciones que dieron origen a los nombres del desplazadas de sus signos, o que la astrología trópica
zodiaco no estén situadas donde debieran estar para no sea más que una magia de calendario. También
una justa correspondencia entre constelaciones y sig- resulta irrelevante para los astrólogos el hecho de que
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las que el paso del tiempo ha conferido la equívoca propuestas por el comité de escépticos norteamerica-
respetabilidad de la que goza todo lo antiguo por el nos CSICOP en 1975 y 1977. En ambas sale derrota-
simple hecho de serlo. do y, especialmente en la última, el psicólogo suizo se
muestra abiertamente enojado al ser amonestado por
à
cometer gruesos errores en la selección de la muestra
Astrología estadística estadística sin más objetivo que avalar su hipótesis.
Finalmente, a mediados de la década de 1980, el
astrónomo norteamericano Dennis Rawlins reexami-
El intento de reivindicar la astrología mediante nó los últimos trabajos de Gauquelin, demostrando
pruebas estadísticas no corrió mejor suerte. Casi sin contestación posible que el reparto de nacimientos
todos los astrólogos, por desconocimiento o por mali- en cada sector zodiacal produce para cada planeta la
cia, mencionan todavía la batería de estudios realiza- curva característica de distribución al azar. Ninguna
da por el matrimonio de psicólogos suizos François y otra presunta demostración estadística ha merecido
Michèle Gauquelin. Las estadísticas de Gauquelin atención desde entonces.
parecieron confirmar una relación entre ciertas posi-
à
ciones planetarias y el nacimiento de unos determina-
dos profesionales (políticos, deportistas, científicos,
etc.), aunque dicha relación era justamente contraria Las raíces del embuste
a la pronosticada por la astrología tradicional.
El revuelo causado por estos estudios comenzó a Así pues, si la astrología se nos aparece como
declinar en 1973, cuando un comité científico belga
una mancia más, un residuo de antiguas ilusiones
denominado PARA (por paranormal) examinó la basadas en simbolismos mitológicos sin el menor fun-
metodología de Gauquelin y halló un sesgo, probable- damento racional -en palabras del periodista cien-
mente inconsciente, en sus trabajos. Las frecuencias tífico Manuel Toharia, en su magnífico libro Astrolo-
esperables estadísticamente habían sido calculadas sin gía, ¿ciencia o conciencia?-, ¿cuál es la razón del
tener en cuenta las considerables modificaciones en el extraordinario auge que conoce en nuestros días? El
paso de los planetas por un determinado sector, y se mismo Toharia propone, probablemente con acierto,
había ignorado también la notable variación de los tres argumentos mayores: la vulgarización de la astro-
nacimientos diurnos entre 1872 y 1945. Gauquelin no logía, su labor psicológica y, especialmente, la incul-
quedó muy convencido por esta refutación de sus tura científica de la sociedad en que vivimos.
tesis, y por ello se sometió a dos pruebas sucesivas El primer punto quiere significar que los moder-
nos astrólogos, a diferencia de sus antecesores cal-
deos, griegos y romanos, no se ocupan en exclusiva
de vislumbrar el destino de reyes, emperadores y dig-
natarios de la corte. Confiando menos en la genero-
sidad de los monarcas actuales y más en la credulidad
del ciudadano común, estos nigromantes han exten-
dido los beneficios del horóscopo a toda la población
en su conjunto. Este democrático proceder ha tenido
la doble ventaja de ampliar el mercado potencial de
clientes y permitir la multiplicación del número de
astrólogos en ejercicio sin peligro de estorbo mutuo.
Todo esto hubiese sido impensable para los astrólo-
gos de la antigüedad, quienes no hubiesen podido
concebir que los astros -seres cuasi divinos- intervi-
niesen en los destinos del vulgo. Esta creencia perdu-
ró incluso hasta mucho tiempo más tarde, pues inclu-
so Shakespeare nos recuerda en Hamlet que se dan
señales en el cielo cuando mueren los soberanos, mas
no cuando lo hacen los esclavos.
Otro motivo de esta controvertida popularidad se
encuentra en que la consulta del astrólogo actúa
como sucedáneo de la del psiquiatra, abriendo la
Michel Gauquelin. opción al cliente de liberar el torrente de angustias y
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penalidades que le aquejan cotidianamente. Se con- la razón podría hacerse mucho mayor, pero se diría
fía en el astrólogo, quien aparenta ser una suerte de que la previa enumeración constituye una muestra
intermediario entre los astros, majestuosos, imparcia- suficiente.
les e infalibles en su lejanía, en contraste con los
métodos lentos e inseguros de psicólogos y psiquia- Cuando los astrólogos se refugian en el beneficio
tras. La astrología se convierte así en una nueva de la duda, ante las críticas de los científicos, apun-
modalidad de comunicación para personas con ten- tando hacia futuros descubrimientos que les otorguen
siones emocionales contenidas (descripción en la que la razón, olvidan algo muy importante. Lo que olvi-
todos podemos encajar en algún momento de nues- dan es que la concepción del universo de la que bebe
tras vidas). Incluso, en ciertos casos, se sabe de per- la astrología es la más pura antítesis de la innovación
sonas que han tendido a acentuar los rasgos de su que concebirse pueda. Esto es lo que debemos recor-
carácter que creían más acordes con su horóscopo. dar cuando se nos intente persuadir de unas creencias
En esas situaciones la astrología funciona como una desfasadas que hace ya muchos siglos perdieron todo
especie de refuerzo de la personalidad empujándo- contacto con la realidad.
nos, más o menos conscientemente, hacia el tipo de Otra característica poco encomiable de la astrolo-
temperamento que nos agradaría poseer. gía gravita sobre el hecho de que su credo se demues-
tra discriminatorio y opresivo. En sus orígenes, todo
Pero sin duda, una de las razones de mayor peso astrólogo que se preciase convenía que el sino y
que explican la presente difusión de las prácticas talante de la persona quedaban fijados por la posi-
astrológicas reside en la incultura científica generaliza- ción de los astros en el momento del nacimiento
da. Se propende en la educación y en la vida social, (nótese que por alguna razón desconocida importaba
como parte de una nefasta tradición histórica, a más el momento del nacimiento que el de la concep-
menoscabar la importancia última de las materias ción del nuevo ser). Tal predestinación se creía inmu-
científicas en beneficio de las artísticas y literarias. La table aunque cognoscible merced a los servicios del
consecuencia de esta actitud es que resulta mucho astrólogo. Era éste una especie de calvinismo mágico
más difícil eliminar las dudas acerca de si una supers- en el que el beneficio económico no estaba reserva-
tición maquillada como ciencia puede, a pesar de do sólo a los agraciados por la fortuna, sino también
todo, encerrar algún fragmento de verdad. Es mucho a los augures encargados de anunciar la buena
más sencillo recordar los signos zodiacales y algunas nueva. En todo caso, cualquier creencia que asigne
características asociados con ellos que esforzarse en destinos y modos de ser a los individuos exclusiva-
comprender conceptos comparativamente más com- mente en función de circunstancias irrelevantes de su
plicados, como la precesión de los equinoccios u nacimiento no puede calificarse más que de discrimi-
otros similares. Una verborrea atiborrada de tecnicis- natoria e inhumana. Tanto da que el criterio sea la
mos inconsistentes es el aderezo restante que habilita raza, el sexo o la posición de los astros; el resultado es
al conjunto para engañar a los menos avisados. Tris- siempre el mismo: catalogar a los seres humanos, no
te fruto éste al que una deficiente educación científi- por la bondad de su corazón o por la amplitud de su
ca ha abonado decisivamente el terreno. mente, sino por un hecho concreto que en el instante
del nacimiento estigmatizó su vida para siempre.
Adicionalmente a cuanto ya se ha dicho, la prác-
tica de la astrología exhibe una serie de deméritos La mentalidad de esclavo que propende a crear la
que sería conveniente no pasar por alto. El primero sensación de sometimiento a fuerzas externas insosla-
de ellos es que la astrología, tomada en puridad, yables, resulta fácil de imaginar. Cuando el fatalismo se
entraña implícitamente la suposición de que nada ha instala en la vida humana su escenario vital se ensom-
cambiado en nuestro conocimiento del cosmos desde brece y marchita, y toda doctrina que coopere a ello
la época de Ptolomeo. Los cálculos pretendidamente encierra un punto de perfidia que antes o después
científicos de las cartas astrales se basan en proposi- acaba haciéndose visible. Afortunadamente, la presión
ciones insostenibles acerca de la mecánica celeste; los de la Iglesia, la constatación de los errores predictivos y
signos zodiacales están tomados de la rancia mitolo- la expansión de las ideas de libertad y dignidad huma-
gía greco-caldea; las doctrinas astrológicas fueron nas hicieron que los horóscopos se considerasen con-
creadas por gentes del Asia menor y por eso resultan dicionantes, no determinantes, de cada individuo.
inaplicables a los habitantes de las zonas polares; la Puesto que siempre que la carta astral falle puede
hipótesis de un influjo astral contraviene todos los argüirse que esto se debe a que los astros inclinan pero
principios físicos conocidos, e incluso los modernos no obligan, la refutación de la astrología se torna impo-
astrólogos han aceptado supuestos que los antiguos sible. Un remache más en la gruesa armadura de tergi-
hubiesen juzgado intolerables. La lista de agravios a versaciones que protege la quimera astrológica.
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El último rasgo indeseable de la astrología es ¿cómo podrían los cuerpos celestes relacionarse con
compartida por ella con el resto de actividades mági- seres intrascendentes?
cas que en el curso de la historia han sido. Es lo que
podríamos denominar insolencia cósmica y surge Por todo ello, la astrología merece una enérgica
de extender a escala sideral un exagerado sentido de reprobación, ya sea en cuanto a sus aspiraciones
la propia importancia. Esta clase de insolencia, como científicas o a la propia coherencia interna de sus pre-
ya se dijo, era patrimonio en la antigüedad de perso- supuestos doctrinales. En esta mancia no hay lugar
najes destacados, en tanto que la astrología de para la libertad de conciencia ni de destino que inspi-
masas del siglo XX ha convertido este sentimiento en ra los mejores momentos de originalidad humana.
universal. Principalmente se manifiesta en la incapa- Aquellos que gusten de sentirse esclavizados por lo
cidad para concebir al conjunto de la humanidad desconocido, de aceptar afirmaciones sin pruebas o
como una nimiedad a escala astronómica, desprovis- de admirar carcomidas supersticiones tan sólo por su
ta de importancia frente a la inmensidad de un uni- antigüedad, hallarán en la astrología un atractivo cua-
verso mayoritariamente inhóspito. Este sentimiento dro de la naturaleza. Pero quienes busquen una inte-
es producto de una mezcla de orgullo colectivo y ligencia creativa y liberada de trabas arcaicas, quienes
miedo a la soledad. Por el primero encontramos deseen seres humanos libres en cuerpo y en espíritu,
agradable glorificarnos a nosotros mismos, y por el o quienes respeten los frutos de la razón cosechados
segundo buscamos dotar de sentido a nuestra exis- por el trabajo de hombres esclarecidos a lo largo de
tencia en el seno de un cosmos al que nada parece- centurias, todos éstos, en suma, no hallarán en la
mos importarle. El que los astros gobiernen las vidas astrología nada que calme sus anhelos y difícilmente
humanas puede ser un tanto engorroso, pero garan- lamentarán que en realidad no haya motivo alguno
tiza un permanente halago a nuestra vanidad ya que, para considerarla verdadera.
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