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Alejandro Del Valle

El poema explora la lucha interna del hablante con su identidad y la búsqueda de significado a través del trabajo, la memoria y las relaciones. A través de imágenes vívidas y metáforas, se reflexiona sobre la vida, el amor, la muerte y la conexión con el entorno. La obra destaca la complejidad de las emociones humanas y la necesidad de encontrar paz y autenticidad en un mundo caótico.

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Alejandro Del Valle

El poema explora la lucha interna del hablante con su identidad y la búsqueda de significado a través del trabajo, la memoria y las relaciones. A través de imágenes vívidas y metáforas, se reflexiona sobre la vida, el amor, la muerte y la conexión con el entorno. La obra destaca la complejidad de las emociones humanas y la necesidad de encontrar paz y autenticidad en un mundo caótico.

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Alejandro del Valle

Migraciones

PÓRTICO

En cualquier momento frente a todos abierto

o sin que nadie me vea

íntimamente

trabajo

abro mis poros

extiendo mis tallos y mis hojas frente

a una ventana

que lleva palabras en el lomo de las nubes

que inserta palomas en mi lápiz y deja entrar rumores

sin distingo de origen


casi presente casi fantasma trabajo

para que la noche amanezca derrotada y el día

ize

su vigilia entre las piedras

para que el sol se derrame en la cuenca

de los ojos

para horadar mares esdrújulos donde transitan

secretos inabarcables rutas desconocidas

tesoros y noches perdidas

no me fijo en la hora con frecuencia

desconozco el día que corre (no me obsesionan)

trabajo para cubrir las huellas

que van quedando en el asfalto de mi piel

para mantener encendida una tea

en el envés de la historia

entre los días oscuros ajenos

hinchados de tedio y de vergüenza

trabajo acumulando partículas sonoras

frescos de guerras cotidianas ausencias

miradas bocarriba setos de realidad

denostada

amores en demolición cenizas

que se prolongan
instantes

el aura y su sombra

los laberintos que las manos edifican

lo que pervive fugazmente

trabajo para hablar conmigo y darme

qué pensar

para entibiar la almohada en que descanso

el corazón cuando no duermo

para que el tiempo amaine

para salir y no quedarme atado

mudo de espanto

ENJAMBRE
El hambre que me mantiene vivo

el sueño que no me deja dormir

la prisa que me dilata

la sed con que me atraganto y menosprecio el tiempo

este amor que me desborda el mar

me sirven

para creer en otras vidas

para arder y no morirme virgen

como un bosque

distante y desolado

Del vino de la historia está colmado mi vaso


de mi risa el lugar que habito

y la memoria de mi gente en mi costado

es un calor que irradia luz a mis espaldas

En el enjambre de mis días

adivino ausencias que no han de intimidarme

Dentro, mis muertos siguen creciendo

PROCESIÓN

Cargo conmigo como cualquiera,

como quien se arrulla ensimismado, retraído,

muerto de frío y de recuerdos que sobran

me llevo por las calles, por las oficinas, por líneas

de teléfono

y enfrento, no sé por qué, lo que me sale al paso

consciente del grado de humedad

de las palabras en la atmósfera

cuando me sorprendo caminando y hablando solo


sonrío y me recobro

mis queridos pies que aprendieron a chutar desde

pequeños

llevan a cuestas más de una persona

somos más de un desconocido

por eso a veces nos hablamos

en realidad yo no me cargo

sólo me sumo a la procesión que me antecede

aunque no sea tiempo de posadas

ni la rama se retire agradecida

IMPONDERABLE

En el ángulo inferior izquierdo

de mi ventana

vive una paloma blanca

que piensa mudarse pronto

del ángulo

inferior izquierdo de mi ventana


CÓDIGO DE COLORES

El enigma aparece púrpura

la sonrisa tornasol

el llanto cristaliza terracota

la mentira duele amarillo

la tristeza difumina añiles en rosa polvoriento

la rabia es verde y, a veces, alazán

el olvido aceituna

el cansancio del tenue marrón al blanco

la nostalgia se viste de arena ligera

el remordimiento se acitrona

la culpa índigo espiral

el sueño anochece carmesí

la muerte palo de rosa y orquídea

el canto se escucha plúmbeo ruborizado

la mirada del niño olivo

la de la niña aguamarina

la antigua faz de los viejos nacarada

los gatos lamen seda de grano

los pájaros cruzan salmón deslavado

trigueño el olor de mi casa

la lluvia se cuece aparte


EL JARDINERO
Separa hojas y junta ramas sueltas

platica con los setos

abona la casa donde habitan las flores

su rostro de roble

sol y viento labrados

prodiga una mirada antigua sin origen ni horizonte

me parece que siempre ha estado aquí

que es parte del jardín y con él renace cada día

los pinos, la hierba crecida, los tilos lo alimentan

curandero de espigas

sus manos de barro

cultivan retoños y hospedan semillas

siegan y restañen surcos todo el año

acogen primaveras, ríos de madrugadas

viento, calor, frío, lluvia

el tránsito de las lunas no lo inmuta

cambia, pero no envejece

es tierra en la tierra centinela y espejo

raíz y savia retenidas

adherido a la vida

ha cultivado la certeza

de cuidarse de morir por nada

y sin oficio
ENTRE RACIMOS

Por la intransigencia y mala figura

de un borracho

Por la grandilocuencia y limitación

del espíritu materno

Por la santa que cede al vaho su memoria

Por el asténico que engulle a tragos

su diario íntimo

Por nuestra vocación luctuosa

Por nuestra intensa opacidad

Por nuestros regodeos sinuosidades

y blandengues filantropías

Por los ejemplos que no conocemos que no tenemos

y habremos de inventar

Por la distancia que rabiaba y emprendimos

Alzo mi copa y me tiendo a soñar entre racimos


PAISAJE INTERIOR
Para vivir en paz con uno mismo hay que decirse la verdad.
Para vivir en paz con los otros hay que mentir
Adolfo Bioy Casares

Al no haber estado nunca en paz conmigo mismo,


traté desesperadamente de estar en paz con los demás.

Norberto Bobbio

He deshojado el árbol hasta dejar sólo tronco

y ramas

he podado flores y frutos sin olvidar rastro alguno

ningún recuerdo vegetal colgando

nada de hilos de savia pendulantes acogidos

al cielo

o esperando caer

para ser de nuevo simiente

He despojado mis noches de sueños ajenos

a lo inesperado

de sombras ancladas por mis deseos

(sin vaciarlo todo para no herirme de más)

He abierto de par en par las ventanas

y el aire ha llenado de ardor, no de tristezas

las lidias heredadas

Aire liberador y refrescante para andar suelto y ligero

recordando que en verdad soy mortal

un inquilino adormecido por el arrullo


y la niebla de la rutina diaria

Para mi paz interior repaso titubeos

despropósitos lentamente edificados

y me duelo sin mentirme

En los demás he depositado, como corresponde

un poco de confianza, una sonrisa

y, sin miramientos

mi mejor máscara

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