Llegar
editarEn autobús: Los autobuses paran en la estación de autobuses de la plaza Aragón.
En coche: Por la autovía o la carretera N-240, coger la salida “Barbastro-centro”. Para comenzar la visita, lo más recomendable es dejar el coche nada más salir de la carretera, en el aparcamiento gratuito que hay frente a la oficina de turismo, junto al cementerio.
Desplazarse
editarSe puede recorrer cómodamente a pie, las distancias son pequeñas.
Ver
editarA la hora de visitar Barbastro, es conveniente conocer las curiosidades históricas de cada rincón, para que el visitante vea lo que es hoy y pueda imaginar lo que fue en otros tiempos.
Un buen punto de partida para la visita es el antiguo Hospital de San Julián y Santa Lucía, hoy museo del vino y oficina de turismo, donde se puede hacer acopio de mapas e información sobre otras visitas turísticas en el Somontano, como las bodegas y la muy recomendable visita a Alquezar.
Entrando en Barbastro
editarA través de la puerta de San Julián entraban antiguamente los viajeros procedentes del camino de Zaragoza. La puerta pertenecía a la cuarta muralla de Barbastro, la más externa de las que tenía la ciudad de Barbastro. Esta muralla fue construida en el siglo XVII, y era la más externa y menos fuerte de todas, pero se dice en los documentos de la época que tenía muchas torres. Hoy se mantiene este arco como recuerdo del original, que sostenía el piso del hospital.
Nada más entrar se encuentra a la izquierda la Plaza de Toros, con su pequeño museo taurino. Acoge una corrida al año, para las fiestas de Septiembre, y los conciertos del festival del vino del Somontano, el primer fin de semana de Agosto.
Bajando la empinada cuesta de la plaza de toros, que dará al visitante una pista sobre por qué a Barbastro lo llaman “el barranqué”, se llega a la plaza Aragón, conocida como “los Jardinetes” y al paseo del Coso.
Mirando el lado norte de la plaza Aragón se puede hacer un ejercicio de imaginación. Ese lado de la plaza era la segunda muralla de Barbastro, construida en el año 918 por los árabes para proteger el Barbastro primigenio, que hoy es el barrio del Entremuro. Hoy en día la muralla está cubierta por casas, pero sigue teniendo el aspecto de parapeto: desde este lugar se puede ver cómo la calle continúa junto a la estación de autobuses sin ofrecer entradas, a excepción de las “escaleretas”, unas pequeñas calle de escaleras abierta en el s. XVII. En esta zona quedan vestigios de al menos tres torres defensivas. En frente hay una calle en subida que lleva a la puerta de la Catedral. Para subir por la misma, antiguamente las gentes tenía que franquear el portón del Coso, la entrada sur de la ciudad. Mirando hacia el paseo del Coso, se puede imaginar fácilmente cómo continúa la muralla, pues las casas del lado norte aún se apoyan sobre el muro.
Entorno de la Catedral
editarAscendiendo unos pasos se llega a la puerta principal de la Catedral, que en época árabe fue la mezquita mayor de las ocho que hubo en Barbastro. Pueden parecer muchas, pero no debe olvidarse que en el pasado la importancia relativa de la ciudad era mucho mayor.
Antes de entrar, mirando el cubo de la fachada que hay a la derecha se puede ver que la base es de sillares de piedra, muy distinta a los ladrillos del muro. Era una de las torres defensivas de la muralla, hasta que en el s. XVIII los vecinos del Entremuro pidieron permiso para hacer aquí una capilla a su venerado Santo Cristo de los milagros.
La catedral se puede visitar por libre o con visita guiada ofrecida por el contiguo museo diocesano que se encuentra en el palacio episcopal. Para llegar a dicho palacio no es necesario rodear la catedral: A la izquierda del altar mayor hay una puerta que permite salir directamente a la plaza del palacio, junto a la torre.
La catedral es magnífica. Comentarla detenidamente excedería esta guía, pero es interesante comentar que en la parte norte, detrás de donde se encuentra el órgano, hay una configuración algo extraña de capillas. Esto se debe a que antiguamente la catedral tenía un claustro, la mitad del cual queda hoy dentro de la misma transformado en capillas. La otra mitad quedó en el exterior y acabó destruido.
El palacio episcopal se construyó a principios del s. XVII y se ha restaurado a principios del XXI. Antes de eso, los obispos vivían en una casa contigua a la desaparecida iglesia del Sepulcro, colgada sobre el río. Hoy en día, aparte de albergar la residencia del obispo y las oficinas de la diócesis, acoge el museo diocesano y sus objetos litúrgicos.
Al ver la torre de la catedral, el visitante tiene la sensación de que tiene algo especial. Si reflexiona un poco, se dará cuenta de que su peculiaridad es que no está unida a la catedral, como es lo común. La razón es que la catedral de Barbastro fue antes mezquita, y esta torre era su minarete. Se puede apreciar como la torre tiene la parte inferior más ancha y fuerte, y la superior más estrecha. Si uno se fija con detenimiento, verá en realidad que hay ¡una torre metida dentro de otra!, puesto que el minarete original permanece dentro. En 1366, el caballero francés Bertrand du Guesclin, famoso por ser compañero de armas de Juana de Arco, dirigía sus tropas camino de Borja para combatir junto al rey Pedro IV. Aprovechó su paso por Barbastro para saquear la ciudad, pero 306 personas se refugiaron en el minarete con sus pertenencias. El ejército prendió fuego a la torre quemándolos vivos a todos. Desde entonces el minarete quedó muy dañado, y aún hoy tiene el interior renegrido. En 1610 se construyó la parte externa hexagonal.
A lo largo de su historia la torre ha sido minarete musulmán, torre cristiana, hogar del campanero (puesto que tenía la obligación de permanecer en ella), cárcel en el siglo XVII, refugio clandestino de una sociedad secreta (los Caballeros Comuneros) en 1824 y emplazamiento de artillería antiaérea republicana en la guerra de 1936. Aún hoy en día, la sirena de alerta antiaérea de la torre suena para anunciar el mediodía.
Visita al Entremuro, barrio antiguo de Barbastro (Opcional)
editarUna vez visto el entorno de la catedral, se puede continuar directamente hacia el centro, pero merece la pena visitar el barrio del Entremuro. Es una ruta circular que regresa a la torre de la Catedral, dura una media hora, y el único esfuerzo que supone es subir unas escaleras para salvar un desnivel de 20 metros.
Este barrio constituía la primigenia ciudad medieval de Barbastro, y hoy en dia es un “pueblo dentro de la ciudad”, tranquilo y silencioso.
La visita puede iniciarse por la angosta y oscura entrada de la calle de los Hornos. Nada más empezar, a mano derecha se ve un muro muy antiguo, construido alternando hileras de ladrillos con materiales de peor calidad. Los vecinos lo llamaban “el muro romano”.
Este muro sostiene un pequeño huerto doméstico. Es uno de los “Cármenes” del Entremuro, de la palabra árabe “Karm”, que significa “viña”. Casi todas las casas del Entremuro responden al mismo patrón de ciudad medieval árabe: estrechas y con un huerto trasero. En barrio del albaicín de Granada se da esta misma configuración. Unos pasos más adelante, en el primer cruce de calles, mirando la de la izquierda se puede comprobar cómo todas son así. Los vecinos de este barrio eran tradicionalmente labradores, y a principios de los 80 todavía había mulas, carros y burros en las casas. Junto con el huerto, constituían una forma de vida.
Enseguida se desemboca en la plaza de la Candelaria. Esta plaza, remodelada con gusto y sobriedad, tiene una gran importancia histórica, pues en ella se firmó el compromiso matrimonial de Petronila, hija del rey Ramiro II de Aragón, con el conde de Barcelona. Dichas capitulaciones estipulaban que el descendiente de ambos sería el legítimo heredero de la Corona de Aragón y reinaría sobre aragoneses y catalanes. El primogénito fue Alfonso II, que ostentó los títulos de rey de Aragón y conde de Barcelona.
En una de las fachadas se puede ver un antiguo escudo pontificio, ya que ésa casa estaba reservada a los representantes del Papa cuando en Barbastro el rey celebraba sus cortes.
Ahora toca subir. Por la parte derecha de la plaza, se asciende por una rampa primero y a continuación por unas escaleras hasta “la Barbacana”, la parte más alta de Barbastro.
En esta colina se situó el “castillo” o primera muralla de Barbastro, construido en el año 811 por Jalaf ibn Rasid ibn Asad. De él no queda nada, pero los estudiosos dan como ubicación más probable el extremo oeste de la colina, lugar hoy ocupado por el convento de las Capuchinas. Dicho convento tiene enormes sillares de piedra en la base de algunos de sus muros exteriores, y la parte inferior de una de sus alas parece ser la base de una torre defensiva. Asimismo, tuvo 3 pozos, de los cuales hoy todavía pervive uno de ellos.
Caminando hacia el este, se puede admirar la vista de los Pirineos que se ofrece desde esta atalaya. Antes de regresar a las calles, se puede dar un pequeño rodeo para llegar hasta “la Peñeta”, un saliente rocoso colgado sobre el río desde el que se ve el río Vero a su entrada en Barbastro.
Sobre este risco se alzaba en tiempos la iglesia del Santo Sepulcro, que dominaba la ciudad. Desde aquí partía la calle del Sepulcro, que rodeaba la roca y descendía por el precipicio hasta el río, llegando al puente del Portillo.
Debido a la poca dureza de los materiales que forman la colina, el río ha ido desgastando el terreno con el paso de los siglos y echó a perder la calle, el risco y la iglesia.
En la dirección opuesta y bajando al barrio de San Juan, una cuesta lleva hasta la entrada del “pozo del hielo”, una cueva destinada al almacenamiento de hielo recogido durante el invierno para su uso en verano. Se han habilitado iluminación y carteles para visitarla.
Regresando hacia la torre de la catedral, se desciende por las estrechas calles de la Esperanza y la Peña. En la esquina entre ambas calles estaba la sinagoga mayor de Barbastro. Tras verse forzados a convertirse al cristianismo y convertir la sinagoga en ermita por presiones del rey, los judíos de Barbastro continuaron rindiendo culto clandestinamente a ciertos objetos sagrados que se guardaban en la misma. La ermita que ocupó su lugar se llamaba San Salvador.
Hasta hace pocos años los arcos de piedra de la sinagoga todavía eran visibles, medio enterrados por los escombros.
Tras bajar la empinada calle de la Peña, la calle termina junto a la torre de la Catedral. Desde allí se puede retomar la visita al centro de la ciudad.
Centro de Barbastro
editarUna vez vista la parte más antigua de Barbastro, la que quedaba dentro de su segunda muralla, se puede ir al actual centro comercial y social de la ciudad. Esta parte es la que queda comprendida dentro de lo que fue la tercera muralla, construida por el rey Juan I a finales del s. XIV. Esta muralla seguía el curso del río por el norte y este, y regresaba por el sur hasta empalmar con la segunda muralla en el paseo del Coso. Hasta la construcción de la tercera muralla, éste era el límite oriental de la ciudad, y se accedía a ella a través de la desaparecida puerta Ferrata, situada entre el palacio episcopal y el asilo de las Hermanitas que está en la plaza del Ayuntamiento. Cuando se construyó el nuevo recinto amurallado, esta puerta quedó comunicando la ciudad vieja y la nueva y se le llamó puerta Traviesa.
Antes de descender hacia el este por la calle Argensola (llamada calle Mayor), hay una plazuela que hay tras el palacio: se ve un tramo de la segunda muralla y un arco. Así es muy fácil imaginar por dónde iba la muralla. La calle que baja hacia el paseo del coso se conoce como “calle del Rollo”. Un “rollo” era una columna cilíndrica de piedra a la que se ataba a los convictos para aplicarles latigazos como castigo. En la edad media, era aquí donde se aplicaban los castigos públicos a los malhechores.
La plaza del Ayuntamiento está cerrada por tres edificios de ladrillo estilo aragonés: A la izquierda, el asilo de las Hermanitas. Al fondo, el propio Ayuntamiento, cuyo edificio original disponía de un palomar y fue construido en 1510 por el alarife moro Farag de Galí. A la derecha se encuentra el primer colegio de los Escolapios de España, fundado por San José de Calasanz.
Bajando por la calle Argensola, a la izquierda está el muro de la iglesia de los escolapios. Se puede ver en la pared una puerta cegada: esa puerta antes conducía a una calle que estaba junto al río. Bajando por la calle entre los dos edificios de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y girando a la izquierda, se atraviesa el río por el puente del Portillo. La entrada a Barbastro por este puente estaba protegida por una puerta, ya desaparecida.
Lo más recomendable es caminar junto al río por el lado opuesto a las casas, y de este modo tener una mejor vista de las fachadas coloreadas. Antes de la canalización del río, impuesta por las terribles inundaciones que sus crecidas provocaban, estas fachadas acababan verticalmente sobre las aguas. Asimismo, había un pequeño salto de agua del cual salía una pequeña acequia subterránea que pasaba por debajo de las casas moviendo varios molinos.
En la calle que queda junto al río, en el exterior, se puede visitar el “Moliné”, un antiguo molino de aceite movido por el agua de una acequia, y las fuentes del Azud y del Vivero, hoy recuperadas tras permanecer medio siglo enterradas. Por ello se llama “calle de las Fuentes”.
Un poco más adelante y junto al siguiente puente, la iglesia de San Francisco, junto a la cual está la fuente homónima. Antiguamente la iglesia era un convento, y junto al mismo estaba la puerta de la Yedra. A su lado, en tiempos existieron unos baños árabes con fuentes decoradas.
Volviendo hacia el centro se cruza cualquiera de los dos puentes junto a San Francisco. Para entrar de nuevo dentro de las murallas de Barbastro se atravesaba la puerta de San Francisco, derribada en 1936.
La calle Argensola asciende pasando frente a la señorial casa Argensola (hoy biblioteca) y su hermoso alero de madera. Esta casa palaciega era la residencia de los hermanos Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, poetas e historiadores locales.
Poco después se llega a una impresionante casa con arco sobre la calle. Se trata de la casa natal de Jose María Escrivá de Balaguer, derruida y reconstruida por el Opus Dei para enaltecer la figura de su fundador.
A continuación está la plaza del Mercado, peatonalizada y siempre llena de niños jugando y adultos observándolos despreocupadamente mientras toman algo en las mesas. En esta plaza se venden todas las mañanas productos de las huertas del Somontano, como se hizo siempre.
Atravesando la plaza y se gira a la derecha para coger la calle Romero. Nada más comenzar, la atraviesa una calle que sale hacia la izquierda por un pasaje estrecho. Aquí estaba antiguamente la puerta Cremada, que salía de la muralla hacia el sur. Continúa la calle san Ramón, tradicional arteria comercial de Barbastro. Se puede comprobar que a partir de este lugar no se abren calles hacia la derecha, pues era tercera muralla. La calle llega al paseo del Coso, donde se unía con la segunda muralla. Este paseo quedaba fuera de las murallas de la ciudad hasta que se construyó el último cinturón de murallas, que rodeaba los nuevos barrios y huertas que con el tiempo surgieron en la parte sur de Barbastro. Hoy en día, el Coso es un agradable paseo arbolado en torno al cual gira la vida social de la ciudad. Esto es especialmente palpable en las noches de verano, durante las cuales los barbastrenses comen y beben en las mesas que colocan los bares a lo largo de toda su parte peatonal.
Comprar
editarLa ciudad siempre ha basado su economía en el comercio, por ser la conexión con los valles pirenaicos. Los productos típicos son, aparte de los vinos del Somontano, las “chiretas” (tripa de cordero rellena de arroz y especiada) y los dulces: “crespillos”, el “pastillo” y los “Biarritz”.
Comer
editarEn Barbastro se come decentemente y a buen precio en casi cualquier lugar. Tanto en el paseo del Coso como en la plaza del Mercado hay varios establecimientos que se adaptan a todo tipo de bolsillos pues tienen raciones, bocadillos, menú y carta. Y en el resto de la ciudad hay muchos otros, de los cuales destacan:
De 10 a 15€
editar- El rincón
Insuperable calidad/precio. Un menú delicioso. Recomendable reservar.
- Mesón del muro
Tiene un menú bueno y económico todos los días de la semana.
- Hotel “Mi casa”
Menú barato, casero y variado en las apretadas mesas del restaurante.
Sobre 20€ o mas
editar- Trasiego
Tapas y platos deliciosos a precios razonables. Moderno pero acogedor.
- Ordesa
Comida muy buena y muy abundante. Lo mejor la carne a la brasa.
- Bodega del Vero
A la carta. Caro pero maravillosamente decorado y ambientado.